Asociación de Antiguos Alumnos-JesuitasCalle Molinillo 3 -09002 BURGOS

NUMERO ESPECIAL JUNIO 2019

POLAR: LA REVISTA DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS DE JESUITAS

www.andestas.org

Especial: “Bodas de Oro Promoción (1968-1969)”

Nuestro Colegio comenzó en Burgos el curso 1956-57, con el traslado de la Pre-Apostólica que los jesuitas tenían en Oña. Eran un grupo de 10 de Bachillerato Elemental, otro de Ingreso y otro de Preparatoria. Este primer año eran 72 alumnos todo el colegio. El P. Francisco García Ortiz, superior de la Comunidad de jesuitas, ejerció ese año de Rector.

El primer Rector del Colegio fue el P. Luis María de Viana e lrimo. Con él estaban el P. Luis Fernández que era el Prefecto y dos jesuitas jóvenes, “maestrillos”, los PP. Jesús Sáez y José Quintanilla Fernández. El colegio es a la par internado y exter-nado en el mismo edificio.

En el curso 1959-60 son en total 255 alumnos: 21 en 4º de Bachillerato, 43 en 3º, 45 en 2º, 48 en 1º, 47 en Preparatoria Superior, 28 en Preparatoria Inferior A y 23 en Preparatoria Inferior B. El horario escolar era apretado: se entraba a las 8:50 de la mañana para salir a la 13:30 de la tarde. Luego volvían a las 15:40 para salir a las 20:00.

De 1962 a 1968 ocupa la Dirección el P. Eloy Varona de la Peña. En estos años se da la plena transformación y des-pegue del Colegio. Había un clima de exigencia académica y formación religiosa con buenos profesores jesuitas y se-glares.

En 1966 se adquirió unos 10.000 metros cuadrados en la Calle Molinillo, esquina a la Quinta, y levantó un Colegio Menor con capacidad para 250 alumnos y posibilidades de trasladar allí los cursos de los pequeños.

Vino después de Rector el P. Carlos Conde Díaz. Debido a las estrecheces de sitio y espacio en el edificio de la Merced, el Preuniversitario pasa a ocupar unos espacios en la calle Barrio Gimeno y luego el curso de COU. Se incorporan al Centro las nuevas exigencias de la Ley General de Educa-ción (paso del Bachillerato Elemental a la EGB) y nuevos medios. Como consecuencia de la Ley de Educación y de la aparición del régimen de subvenciones, el Centro opta claramente por una socialización de su alumnado y se amplía a 32 unidades deEGB en régimen concertado.

En 1975 el colegio deja los muros de la Merced y se asienta en la zona de la Quinta. Después de una profunda transfor-mación del Seminario de Misiones, siendo Rector el P. Alfonso González Vallejo, desaparece el “San Luis Gonzaga”, nombre que sigue al de la Merced por el nuevo de “San Francisco Javier” también jesuita y misionero, al ocupar el centro que fue de vocaciones misioneras y al encontrarse erigida en su fachada una hermosa estatua del santo.

Desde 1980 los Rectores fueron PP. Emilio Vega (6 años), Carlos Conde (2 años), Jesús San José (5 años), José Fierro (2 años), Fernando Laiglesia (1 año), Joaquín Barrero (2 años) y Jesús Díaz Baizán, Luis Royuela, Teresa Bombín, José antonio Poo y el actual Javier Pérez de la Canal.

En 1997 siendo Rector el P. Joaquín Barrero se hizo la definitiva y última transformación del colegio. En Enero de 1998 los ciclos de Infantil y Primaria que se encontraban en la Calle Molinillo pasaron a la nueva sede de la calle Diego Luis de San Vitores. Más tarde, en septiembre, pasaría la Formación Profesional, de la calle Barrio Gimeno. El curso 1998-99 se comen-zó en la nueva y actual sede con todos los ciclos de la Enseñanza: Infantil, Primaria, Secundaria Obligatoria, Formación Profesional, BUP y COU. Los 250 alumnos del año 1960 se han convertido en el 2017 en 1.319, que siguen depositando su confianza en el Centro.

Muchos han sido los alumnos salidos de las aulas del Colegio de la Merced y San Luis Gonzaga o más modernamente del Colegio de la Merced y San Francisco Javier. Muchos fueron a la Universidad y hoy ocupan puestos de responsabilidad como acreditados profesionales, bien en la empresa privada o en el servicio de la función pública. Otros figuran en puestos rele-vantes de la política en los más diversos partidos. Algunos emprendieron el camino de la vida religiosa en la Compañía de Jesús o en otras Órdenes o Congregaciones o el Sacerdocio.

Hoy, podemos ver, a través del catálogo del Colegio, a muchos alumnos hijos de antiguos alumnos que, siguiendo la huella de sus padres, van dejando un sello especial en el Colegio.

Otras muchas cosas podrían contarse, pero preciso es poner punto final a este apunte que tiene como finalidad el recordar a todos en síntesis, lo que fue el nacimiento, desarrollo y consolidación de nuestro querido Colegio de la Merced.

BREVE HISTORIA DEL COLEGIO DE LA MERCED

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EDITORIAL

Agradezco la oportunidad que me ofrecéis para escri-biros unas líneas en este ejemplar especial de la revista Polar, con la ocasión de la celebración de vuestras Bodas de oro, 50 años de acabar los estudios en el colegio de la Merced (en vuestro tiempo con el añadido San Luis Gon-zaga), en el edificio (ahora Hotel) convento de la Merced, adquirido por la Compañía de Jesús el año 1880, siendo el P. Luis Martín, burgalés de Melgar de Fernamental, Pro-vincial de España, y que años más tarde llegaría a ser el Prepósito General de toda la Compañía de Jesús.

Bueno, me presento para los que no me conocéis. Soy el Consiliario de la Asociación de los Antiguos Alumnos del Colegio; antiguo alumno también de jesuitas, del colegio de Javier (Navarra), cuna de San Francisco Javier.

Quiero aprovechar estas líneas para agradecer y felicitar la labor que estáis realizando para organizar con tanta dedicación, empeño e ilusión este evento en Burgos. Mi deseo es que, éste, sea un encuentro amistoso y gozo-so, en el que, sin duda, recordaréis muchas de aquellas hazañas de vuestra etapa escolar. De todas vuestras ha-zañas, quiero recordaros la audaz hazaña del mismo co-legio de querer formaros como personas: hombres para los demás y para con los demás; un estilo adecuado de vida y de compromiso con el que contribuir a mejorar la sociedad en la que vivimos.

Me viene al recuerdo en estos momentos unas palabras que el Papa Francisco, con ocasión de un encuentro con Antiguos Alumnos, cuando le preguntaron, ¿Qué es lo que espera el Papa, la Compañía de Jesús, la Iglesia de

un hombre o mujer que estudió en un colegio jesuita, o una universidad jesuita? ¿Cuál es su perfil?, dijo: “¿Tienes el virus jesuítico adentro o lo perdiste? Es decir, cuál es el perfil de alguien que se dejó formar por la Compañía de Jesús, y, qué es lo que tiene que dar al mundo ahora. ¿Cómo tiene que actuar? Y dándole vuelta a la cosa fui a la fuente, a los Ejercicios Espirituales: el número 101 en adelante, la Contemplación de la Encarnación. El je-suita y por lo tanto aquel que estudió con el jesuita tiene como su herencia el estar en tensión, continuamente en tensión. Es decir, ¿cómo estoy yo frente a Dios?, ¿cómo estoy frente al mundo?, ¿cómo estoy frente al espíritu mundano que se me propone a cada rato? Entonces si ustedes responden a esas tres preguntas, podrán calibrar hasta qué punto la formación que recibieron de la Compa-ñía de Jesús entró o hasta qué punto la tienen guardada en un armario. Hay que sacarla, o sería muy triste si ya ni se acuerdan. Me parece que como sacerdote, como Obispo, como jesuita, es el mejor aporte que les puedo dar a ustedes.”

Bueno estas palabras que recojo del Papa es lo que a mí se me ocurre proponeros en esta revista. Y, acabo, de-seándoos el ENCUENTRO haya sido fructuoso, concreto para el corazón de cada uno, para la gente con la que trabajáis y para Dios con vosotros y vuestra familia. Le pido al Señor que os proteja, a la Virgen que os cuide. Que Dios os bendiga.

Javier ANGULO, s.j.Consiliario de la Asociación

A LA PROMOCION QUE PISO LA LUNA

El edificio del Colegio y la puerta de la iglesia vistos desde la acera del río

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Este número de Polar tiene como portada la magnífica ca-ricatura que hizo Isaac Montoya de la promoción 82 del “abuelo”. Perdón del Padre Aduriz. En aquellos años a falta de teléfonos inteligentes, ordena-dores con fantásticos juegos de simulación, los niños y no tan niños cultivaban aficiones tales como: aeromodelismo, realización de dioramas y maquetas, pero había una que esta desapareciendo y era la de “radio afición”.

Éramos bastantes los chavales que a finales de los 70 y principios de los 80 teníamos “emisora”. Yo mismo tenía una CARKIT de 3 W con una antena tipo dipolo que tenía el doble uso de que servía para tener la ropa. Todo un invento.

En tiempo de segundo de bachillerato. El padre Aduriz nos daba la asignatura de física, pero los que estábamos en la clase de C recibíamos además de sus clases, sus visitas a úl-tima hora de la mañana. Despacio. Sin hacer ruido. Pasaba el P. Aduriz. Con su sotana, sus gafas en la punta de la nariz, y sus zapatillas de guata. Atravesaba la clase y se dirigía a una puerta en la parte delantera izquierda que cerraba en el mayor de los silencios y donde tenía su emisora y resto de equipos. De vez en cuando y cuando se hacia el silencio en la clase se oía una voz proveniente de la estancia anexa: “CQ”, “CQ”...

“Bravo”, “Charly” ...

Estábamos disfrutando de los quizás últimos “jesuitas” téc-nicos y científicos. Aduriz era físico o ingeniero, un par de años más tarde otro jesuita, el P. Velarde en este caso “quí-mico”, también nos daría clase.

El sentimiento que tengo es que hemos vivido un tiempo con unas personas que no han sido repuestas. Yo apenas se de algún jesuita científico como el P. Carreira con 87 años. Supongo que habrá más. Pero me da la impresión de que ya no vamos a ver muchos jesuitas de ciencia cerca de no-sotros. La mayoría están en el cielo... Mejor dicho en la luna. Sus nombres, más de 30, han sido utilizados para nombrar crá-teres o accidentes geográficos en el satélite de la tierra. Nombres como Clavius, Grimaldi, Riccioli, Ricci, Sechi, inclu-so el de dos jesuitas españoles como Luis Rodés y Antonio Romañá.

Un día circulando con el coche por la quinta.... No vi la an-tena de Aduriz. Entendí que su emisora se había apagado.

Fernando SAINZ PEREDAPromoción 1982

DE ONDAS DECAMETRICAS A LA LUNA

Anexo con motivo del 50 aniversario del de la promoción de 1969. Desde hace años participo en las celebraciones de los 50 aniversarios. Me llamó la atención que los organizadores me pidieran repetir este artículo, que fue publicado en un número ordinario de la revista Polar. El especial cariño y respeto que tenia al "abuelo" hizo que el escribir sobre él fue una delicia y el añadir a la historia el hecho de nombres que Jesuitas científicos den nombre a cráteres de la luna añadió un especial interés contado por un astrónomo aficio-nado. Ahora ya es el culmen el que el articulo descanse sobre una pagina de una revista dedicada a la promoción que termino sus estudios el año de que Neil Armstrong pisara la luna.

Queridos Míos:

Pienso que todos los profesores, quien más o quien menos, van dejando su huella en la arena de sus inmaduros alum-nos. Los hay que incluso imprimen carácter.

Muchos son y han sido los maestrillos, maestros, profeso-res o educadores que han pasado por las numerosas aulas que fuimos ocupando a lo largo de nuestra vida escolar.

Diferentes han sido los impactos que han producido en nuestro bagaje cultural, académico, religioso, humanista, deportivo, social o simplemente coloquial.

Profesores hubo que para unos resultaban simpáticos y para otros lo contrario; algunos alumnos aprendieron mu-cho con uno y otros aprendieron poco con el mismo.

En fin, hoy me he propuesto hablar de un profesor que nos educó en los cursos de sexto de Bachillerato y PREU (preparación para la universidad o preuniversitario), según el modelo educativo de hace 50 años.

Si alguno de los lectores de esta revista sois de otras pro-mociones más recientes y habéis osado adentraros en es-tas líneas, estáis perfectamente legitimados para pregun-tarme: “¿Qué me vas a contar de un profesor que no he conocido y que por el tiempo que ha pasado seguro que nunca jamás voy a conocer?” Pues es verdad; sólo a los

nostálgicos de entre los años 67 a 70 les pueda interesar, pero seguro que me dirán lo mismo: “¿Qué nos vas a con-tar a nosotros que fuimos sus alumnos y que no sepamos?”. Pues bien, a pesar de las pegas que me estáis poniendo, os diré que sus clases ya fueran de francés o de literatura, eran serias, rigurosas, impartidas con autoridad y sobre todo, con una seriedad amable que a muchos nos sirvió de modelo para madurar.

Muy respetuoso con sus alumnos, no le impedía mantener un trato casi paternal, casi entrañable, lo que es inherente a toda persona culta como es el caso de D. Basilio, que fuera de las aulas, dirigió el Museo Provincial de Burgos, pionero en intuir la importancia de nuestros yacimientos arqueológicos, sobre todo los prehistóricos; ¡vamos!, todo un lujo, sobre todo para los alumnos que fuimos de letras.

D. Basilio Osaba no fue especialmente pródigo en anéc-dotas, pero yo le doy importancia y ese es el motivo de esta carta en que, aparte de buen profesor y quizás sin pretenderlo, fue un educador con su personalidad, con su actitud, casi por ósmosis.

En definitiva, fue un lujo de profesor que, como las gran-des obras de arte, para apreciarlas en su integridad, hay que distanciarse un poco en el tiempo, para admirarlas.

En mi caso, la distancia es de 50 años, pero seguro que otros lo han valorado antes, aunque no lo han contado.

CARTA A MIS CONDISCIPULOS: A PROPÓSITO DE D. BASILIO OSABA

Luis CONDE DÍAZ Promoción 1968

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“Educar a un niño no es hacerle aprender cosas que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía”. “No es llenar un saco, sino encender una hoguera”. “No, enseñarle lo que debe pensar; sino enseñarle a pensar”.

Los teóricos de la educación nos han regalado abundan-tes frases, sugerentes y bien dichas. El educador sabe, sin embargo, (y los padres también) que en su contacto con los alumnos (con los hijos) maneja una realidad sí, pero también un misterio; y que cualquier regla que venga a aplicarse está plagada de sorpresas.

¡El profesor, el educador! Un rato maestro, y otro, madre y padre. Y otro… el enemigo con el que se compite.Tendrá que responder sobre ciencias y letras, y… además y también, sobre las crisis de la edad, y sobre los problemas entre amigos o amigas. Un día será buscado; y otro, odiado con el mejor de los odios adolescentes. Guía, apoyo, confidente… y “obstáculo” a evitar. Persona para querer (y hasta envidiar), y… blanco de motes para carcajear.

Profesora de niños pequeños, ¡otra madre! Profesora o profesor de treceañeros, esquivados y… en se-creto, bien queridos. Profesor, profesora de adolescentes, compañeros de cami-no, obligado a ver tras los ojos cerrados, a callar de lo que sabe, a ser maestro en el decir sin provocar.

¡Profesor! ¡Tutor!

Buscado como imprescindible. Discutido en la calle, rega-teado muchas veces. Y al fin, y seguramente cuando él no lo sepa, valorado y agradecido. ¡Sufrido profesor!

¡Profesores del primer Colegio de La Merced, y los del suce-sivo colegio de La Merced y San Francisco Javier! ¡Religiosos y laicos, unos cuatrocientos a lo largo del tiempo! Vuestra peculiar acción y trabajo configuraron esta institución como un segundo hogar, el hogar del que, niño a niño, han ido saliendo sujetos que, al venir, no existían.

Vuestro trabajo no ha sido fabricar objetos o productos para el consumo. Lo vuestro ha sido sembrar, cultivar y alimentar valores y sabiduría en personas, para un vivir más huma-no. Una profesión, la de educar, que sólo se hacen bien si es por vocación. Habéis participado en la edificación de la población humana de Burgos. Y para llevar a cabo vuestro trabajo, habéis necesitado sacar de vuestro buen hacer, al mismo tiempo que de vuestra sensibilidad y ternura; y ha-béis llevado la tarea a buen puerto. Siembras entregadas generosamente a las familias y la sociedad, cuyos frutos enriquecerán y ayudarán a otros en tiempos y lugares que no vais a conocer.

A vosotros, el agradecimiento de la Compañía de Jesús y de miles de familias burgalesas.

Jesús PÉREZ RIVERA, sj.

LOA A LOS PROFESORES

Año 1963 Clases de Primero A y B con el P. Enedaguila y P. Ortega

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Equipo de fútbol de Segundo 1964.

ARRIBA: Cruz, Lozano, Cadiñanos, González Molina, Villapún, Andrés, Padre Valenceja.

DEBAJO: Santos, Varona, Rámila, Alonso, Ruiz Sagredo.

1963-64 Curso 2º con Valenceja

Rodeando al padre "Danone" de cuyo nombre real no me acuer-do. Lo que si recuerdo del "Danone", es que apuntó a casi toda la clase de primero de bachillerato a los "boys scouts". Yo creo que no pasé de alita.

Las puertas del claustro eran cuatro, fácil. Pero, ¿de qué color eran los peces que había en el estanque situado en el centro del mismo? Es más ¿Qué sabor tenían esos peces una vez captura-dos con ayuda de un experto interno? Villapún Ansótegui, por ejemplo.Antes del pololo, hablemos del "pitito",nuestro profesor de pre-paratoria superior, cuyo apodo estaba relacionado con los im-presionantes decibelios que alcanzaba haciendo sonar el "pito" al finalizar el recreo.Hablemos del ya mencionado padre "danone",

del que circulaban rumores de que había acabado en el psiquia-trico de Ciempozuelos,ante el espanto y conmiseracíon de todos nosotros. El mini, padre Ignacio Garcia, profesor de francés, que atesoraba en su dormitorio de lo que llamábamos " clausura" la colección completa y en francés de Tintín, ademas de un completo surtido de chocolatinas y caramelos varios, entre otros los famosos "toffes", de la acreditada marca viuda de Solano. Yo accedía a estos lujos através de mi amigo de siempre Antonio Nebreda que, hay que decirlo, con el mini tenía mucha mano. Otras dos figuras de legendaria y larga mano eran "el bigotes fundamental" de ciencias naturales, y el "filinguis"multiusos de latín, historia y arte. Quien no haya recibido al menos un guan-tazo del "filinguis",es que no ha estudiado en la Merced.

RECUERDOS DE LA MERCED 1

Arturo HUERTES GARCÍA Promoción 1969

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Año 1964-65 3º

Segundo B Junio 1964

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1965-66 4º

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Año 1966 - 67 5º

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Año 1967 - 68 6º

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Con los Sagrados Corazones de Miranda de Ebro

La Merced Junio 1968

Ejercicios EspiritualesPOLAR 15

José Luis Barrios

José Luis Barrios Jugando al billar en Jesuitas en 1969

Jesuitas primavera 1969

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El domingo 24 de noviembre de 1968 el Diario de Burgos publicaba en su portada las noticias de la actualidad. Han pasado más de cincuenta años y en alguna medida reflejan que, a pesar del paso del tiempo, las estructuras permanecen. España manifestaba su vocación europeísta a través de nuestro brillante ministro Alberto Ullastres que visitaba Roma, procedente de Bonn, para entrevistarse con las autoridades italianas, en el empeño de conseguir el acceso a la Comunidad Económica Europea. Nuestra incorporación tendría que esperar algún tiempo…

El Gobierno francés, presidido por el General De Gaulle, decidía mantener la paridad de su mone-da, aguantando las presiones que la política económica británica ejercía al dictado del gobierno de Su Majestad la, ya entonces, Reina Isabel II, medida que en el Reino Unido fue considerada como una provocación. Discrepancias entre la Europa continental e insular que a día de hoy “brexisten”…

La estrecha vinculación con Hispanoamérica tenía ese día su plasmación en la visita que un numeroso grupo de Cadetes argentinos llevaba a cabo a nuestro país.

Ese domingo y en su página 10 el periódico de nuestra ciudad recogía la noticia: “Cuatro bachi-lleres burgaleses, Premio extraordinario en el distrito universitario de Valladolid”. Unos días antes ocho integrantes de la que sería promoción de 1969 del Colegio de la Merced, salimos en tren desde la estación situada junto al paseo del Empecinado con destino a Valladolid. Éramos un grupo numeroso de alumnos que, habiendo obtenido Matrícula de Honor en la reválida de 6º de bachillerato, podíamos optar a dicho Premio extraordinario.

En las proximidades del Aula de la Universidad de Valladolid donde se iba a celebrar el examen coincidimos con todos los candidatos del distrito universitario, entre los que se encontraban los integrantes del equipo de Santander que había ganado ese año el concurso de televisión “Cesta y Puntos”. Yo pensé que era demasiada competencia.

Una vez dentro del aula, que me pareció gigante, nos entregaron los temas a desarrollar, uno de ciencias y otro de letras, a elegir. La primera sensación que tuve fue la de que la competencia, el aula y los temas me superaban. Ya casi había decidido retirarme cuando José María Abril que estaba cerca me dijo: “piensa y escribe”

Eso hice y desarrollé el tema sobre el Emperador Carlos V y los esfuerzos por la reunificación religiosa frente al protestantismo en la primera mitad del siglo XVI.

Pocas semanas después llegaron las cartas en las que se nos trasladaba el resultado de aquel examen en la gigante Aula de la Universidad de Valladolid y que supuso que José María Abril Pérez, Miguel Ángel Rivas López, Juan Carlos Rabinal Sáenz de Santamaría y yo habíamos obtenido el premio.

El éxito académico del Colegio de la Merced por el premio obtenido por integrantes de la Promo-ción del 69, fue considerado como tal por todos los compañeros y profesores.

Diego Contreras Olmedo Promoción 1969

PREMIO EXTRAORDINARIO PARA CUATRO BACHILLERES BURGALESES

Ernesto VILLAPÚN ANSÓTEGUIPrómoción 1969

RECUERDOS DE HACE MÁS DE CINCUENTA AÑOS EN LA MERCED

Estuve interno en La Merced desde primero de bachiller hasta sexto, entre los diez y los dieciséis años, desde 1962 hasta 1968. Comenzábamos el curso a primeros de octubre excepto en prime-ro que lo iniciamos a mediados de septiembre por lo que el día 24 pudimos celebrar la fiesta de la Virgen de la Merced, patrona del colegio, que también lo es de Barcelona, ciudad que en esas fechas sufrió unas graves inundaciones.

Casi todas las fotos oficiales se hacían en el jardín del claustro en el que sólo entrábamos para las fotos y para iniciar las celebra-ciones del mes de mayo ante una estatua de la Virgen. La vida del colegio giraba en torno al claustro que también tenía algunos usos originales: una de sus alas, creo que del segundo piso, fue mi primer dormitorio corrido en el que utilizábamos como ar-marios los huecos que había entre la doble ventana de la pared. Era un poco patético, al año siguiente dejó de funcionar, y años después en ese ala se hicieron habitaciones para algunos de los jesuitas que había en el colegio. El claustro también lo utilizaban para entrenar los pocos que jugaban a hockey sobre patines. Re-cuerdo haber utilizado en tercero o cuarto la parte paralela a la que comunicaba la entrada principal con el patio para cambiarnos para gimnasia.

El patio, en el que se desarrollaban a la vez cuatro o más partidos de fútbol, y en el que los balonazos perdidos se los solían llevar los pocos que no jugaban, y el deporte son unos de los recuerdos que tengo más vivos. En los recreos nos pegábamos unas palizas tan grandes jugando a fútbol que llegábamos a clase, tras sus correspondientes filas, agotados; así aguantábamos las clases sin rechistar, también las soportábamos porque si dabas guerra el castigo era seguro. Recuerdo que nos hicieron comprar a todos, quizá en tercero, un chándal de algodón azul marino para hacer gimnasia, como tenían que durar, nos dieron una talla más; a mí, no sé por qué me dieron dos más grandes. Me fui del colegio y el dichoso chándal todavía me quedaba grande. La sensación fue cuando a los mayores de baloncesto les compraron unos chánda-les muy bonitos, azules claros pero no mucho, con detalles blan-cos…, pero de nylon que entonces era lo más elegante. ¡Con que orgullo paseábamos por Burgos con ellos los de La Merced¡ Yo los usé, como aparece en la foto, algunos años más tarde, en 1966, con el equipo de balonmano como lo prueba el balón que sostiene nuestro portero Contreras. Debió ser en quinto (1966-67) cuando participamos en un torneo de fútbol bastante largo con diver-sos equipos de Burgos capital. Jugábamos en unos campos que estaban cerca de Fuentes Blancas y de La Cartuja. El camino lo hacíamos más a pie que en autobús. La hora a la que jugábamos no estaba siempre fijada por lo que algún día nos presentamos a las nueve y media, pero no jugamos hasta casi la una. No había ningún tipo de vestuario; acabábamos todo embarrados, la zapa-tillas de deporte de tela mojadas, y…, a casa. Los de La Merced éramos unos privilegiados porque nos poníamos el chándal y a ducharnos al cole o a casa, pero los de otros equipos tenían que volver a ponerse la ropa de calle encima de todo el cuerpo em-barrado. Ganamos la fase de la capital, pero en la provincial, que se jugó junto a un mercado de ganado que había cerca de Las Huelgas, ganaron los de Miranda de Ebro.

Habrá que poner algo de las clases que se supone era lo más im-portante de la vida colegial. Teníamos fiesta los jueves por la tar-

de pero durante todo el sábado había clase. Creo que los últimos años cambiamos la fiesta de la tarde del jueves por la del sábado. Todos los meses, tras sus correspondientes exámenes, nos daban las notas, el padre prefecto nos las leía en clase y se exponían en los tablones de anuncios. Además estaban los exámenes tri-mestrales y finales en los que entraba toda la materia del período. Si añadimos la reválida de cuarto y la de sexto que hacíamos en el instituto de Burgos y la prueba de madurez que se realizaba en la universidad en Valladolid tras el curso Preuniversitario, es fácil deducir que académicamente estábamos muy controlados y que teníamos que estudiar bastante.. En primero el padre Ortega, que era un cura joven, todavía no había cantado misa, maestri-llos les denominaban algunos, nos daba religión y nos hablaba de Theilard de Chardin, un jesuita progre que compatibilizaba el catolicismo con la evolución; ¡a unos niños que teníamos entre diez y once años¡ En Geografía de España de primero había que aprenderse muchos nombres, por ejemplo en verso los pueblos principales (más o menos los partidos judiciales) de cada pro-vincia. Todavía me acuerdo de los de nuestra provincia: Burgos, Espinosa, Aranda / Roa, Lerma y Belorado / Castrojeriz y Miranda / con Villarcayo y Sedano. ¡Que conste que de los de las demás provincias no me acuerdo¡ La Geografía de segundo era universal con lo que la lista de nombres era interminable. Durante gran parte de la clase estudiábamos y al final el profe preguntaba, No dábamos guerra por si te preguntaba y porque era famoso por las galletas que daba, le llamábamos El Cuétara. En segundo nos dio Lengua otro padre joven, Valenceja creo que se apellidaba, que nos ordenaba por puestos que ibas mejorando si sabías las preguntas o empeorando si no las sabías. Me acuerdo de que una vez la pregunta era por qué aquella oración era transitiva, yo contesté que porque llevaba patatas, la respuesta era correcta y ascendí varios puestos, evidentemente patatas era el complemen-to directo de aquella oración. Aunque en los programas oficiales la Historia era de cuarto, en el cole la dividían en tercero y cuarto para hacerla más asequible. Recuerdo que solía leer por curiosi-dad las lecciones de más atrás del libro, pero cuando había que estudiarlas el interés desaparecía. Había una lección que era La Reconquista, por algún problema de fechas no nos examinamos de ella, menos mal porque el lío de reinos, reyes y fechas era mo-rrocotudo. Cada mes, según las notas que sacabas, te asignaban un puesto. Este proceso culminaba con la imposición a final de curso de medallas a los alumnos que obtenían las diversas dig-nidades, la máxima era la de príncipe del colegio que era para el mejor alumno de preu (preuniversitario), curso que se estudiaba tras sexto y era el último que pasábamos en el cole. Las medallas se entregaban en un solemne acto que se celebraba a final de curso en un Gran Teatro abarrotado, en los pisos inferiores los familiares y en los superiores los alumnos. Actuaba la rondalla y el coro, en 1963 tenía previsto interpretar Canto a Murcia que es un fragmento de una zarzuela, pero el acto se suspendió por la muerte del papa Juan XXIII. El programa de TVE Cesta y puntos, que según Wikipedia se emitió entre 1965 y 1971, es un buen ejemplo de aquella enseñanza memorística y competitiva. La Mer-ced, al menos mientras yo estuve, no participó en él.

De medios audiovisuales muy poco. El mini, era un padre peque-ño y menudo, nos puso algún disco de francés. El padre Hernando, un padre espiritual muy místico, nos ponía como gran novedad algunas filminas de Religión. En quinto el cole le proporcionó al

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profesor de Historia del Arte diapositivas, él pasaba muchas, ima-gino que emocionado por ver unas imágenes que, como mucho, habría visto antes en los libros en blanco y negro, pero para noso-tros tantas imágenes nos resultaba una pesadez. El padre Adúriz nos dio a los de ciencias en quinto Química y en sexto Física. Tenía una pronunciación un tanto extraña, quiero pensar que más por su origen euskaldún que por el inglés que sabía; llevaba todos los veranos a algunos alumnos del cole a estudiar a Irlanda de donde traían ropa y bien que presumían de ello. El padre Adúriz explicaba muy bien, estaba mayor y le costaba levantarse de la silla para dibujar en la pizarra, pero lo suplía con la caja-funda de sus gafas que podían ser un plano inclinado, un campo magné-tico y muchas cosas más. En sexto (1967-68) nos dio literatura un profe nuevo que a nosotros nos pareció muy progre, aunque hoy algunos le acusarían de haber sido, antes de venir al colegio, alcalde franquista de Medina Pomar. Creo que duró poco en La Merced, no sé por qué.

Los internos sólo podíamos salir, si no estabas castigado, los días festivos durante algunas horas después de comer. En quinto y sexto vivíamos en la residencia de la calle Molinillo con lo que todos los días nos paseábamos por la ciudad pero sin entretener-nos porque el tiempo de que disponíamos para hacer el recorrido era escaso. Estando en La Merced cuando, poco antes de las tres, llegábamos al Espolón todavía había gente tomando el vermut, entre ella durante el mes de junio destacaban, por sus uniformes azules de oficiales con gorra de plato y cordones, los que estaban haciendo las Milicias Aéreas Universitarias, entonces se decía que era los que más ligaban de Burgos. Nosotros de ligar nada, aun-que en sexto se rumoreaba que un interno de nuestro curso de Bilbao tenía novia. Los domingos por la tarde había cine, cerca de la pantalla pusieron una barra para vender golosinas, no creo que hubiese pipas puesto que me parece que en nuestro cine estaban prohibidas. A las sesiones venían personas de fuera del colegio, nosotros nos fijábamos en las chicas jóvenes. De las muchas pelí-culas que vimos me impresionó Qué bello es vivir hasta tal punto que cuando salí a la calle esperaba que estuviese nevando como en la pantalla. De las comidas me acuerdo de que en tercero o cuarto cuidaba el comedor el padre prefecto de entonces, cada vez que teníamos una fruta nueva nos explicaba cómo había que pelarla con cuchillo y tenedor, que no era tan fácil. Algunos días

para merendar nos daban un trozo de pan con cacahuetes que solíamos compartir con algún amigo externo, hubo hasta un com-pañero que se inventó el bocadillo de cacahuetes.La vida religiosa tenía mucha importancia con padre espiritual, misa y rosario diarios, salir fuera con huchas para pedir para las misiones cuyo fin era salvar a los negritos, chinitos…. En cada clase se ponía en un gráfico lo que íbamos consiguiendo y había competiciones entre las clases para ver cuál recaudaba más. A la misa de los domingos había que ir de uniforme, en sexto la costumbre se fue relajando hasta que un día el padre prefecto nos juntó y nos echó la bronca. En mayo celebrábamos el mes de las flores dedicado a la Virgen; cantábamos Venid y vamos todos con flores a porfía, con flores a María que madre nuestra es; lo de a porfía no lo entendíamos. Teníamos el himno a la Virgen del colegio y otros entre los que recuerdo uno que comenzaba Oh Virgen pura azucena sin mancha / estrella que al cielo guías nuestras almas… Posteriormente he comprobado que la música es de la Obertura y del Coro de los peregrinos de la ópera Tann-häuser de Wagner. En octubre de quinto y sexto hicimos ejercicios espirituales en la casa de ejercicios que había en Burgos. Duraban unos tres días y medio el director de los cursillos te hablaba de religión y del infierno. No se podía hablar entre los compañeros, el problema principal era si alguna vez en el comedor te daba la risa tonta contagiosa. Por los altavoces sonaba el Ave María de Shubert que contribuía mucho al ambiente religioso. El último día nos hacíamos la foto correspondiente y por la tarde solíamos ir al cine a ver alguna película para mayores de dieciséis años que casi ninguno habíamos cumplido. Las malas lenguas decían que la pe-lícula se llevaba en una tarde el fervor religioso sembrado durante tres días y medio. Recuerdo que uno de esos años vimos en el cine Rex Gigante con Elizabeth Taylor, James Dean y Rock Hudson, en aquellos tiempos se la consideraba una película fuerte.

A final de curso nos enviaban a casa el catálogo de cada año. Aparecían las fotos de cada grupo con los nombres de sus com-ponentes, algunas noticias destacadas… Mis padres se cambiaron varias veces de casa con lo que dichos catálogos se perdieron por lo que estas líneas han sido meros recuerdos. Si todavía los conservas no los pierdas que te ayudarán a evocar unos años muy interesantes y decisivos en nuestra formación.

Año 1966

La Merced Junio 1997

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Miguel Angel Horta Sicilia, José Manuel López García y Javier Martín Fernández en 3º Bachillerato.

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RECUERDOS DE LA MERCED 2

Arturo HUERTES GARCÍA Promoción 1969

A los pocos meses de entrar en la Merced, Antonio Nebreda y yo nos hicimos monaguillos. Por edad, el jefe de los monaguillos era Santiuste de unos doce años, a Nebreda y a mí nos parecía viejí-simo. La aspiración más alta para un monaguillo, su doctorado, era ayudar al sacerdote en la misa de los domingos a la una de la tarde. Pero claro, estaba el latín, cuando tenías que responder a los re-zos del sacerdote. “Suscipiat Dómine, ¿o era Dominus?, mmm de mánibus eh….emh alabanzas mmmtuis….et eternum, o así”. El sa-cerdote que oficiaba se volvía hacia ti con cara de benévolo repro-che como diciendo “¡Jesús cómo andamos!”, de modo que cuando pronunciaba el “ite misae est” a ti se te escapaba como un “uf” de alivio…..”Perdón, quiero decir amén”. El rito iniciático para los mo-naguillos era beber el vino depositado en las vinajeras y destinado a la consagración en la Misa. ¿”Esto no será sacrilegio”? “Si no está consagrado no, solo pecado venial”, contestaba tranquilizadora-mente Santiuste….Bueno en ese caso….En una estancia situada entre la sacristía y uno de los accesos al claustro, una enorme cal-dera que suministraba calefacción a la Iglesia, nos servía para asar patatas. Naturalmente era Santiuste quién decidía cuanto tiempo debían permanecer las patatas en la caldera.

En esa época los enemigos naturales de los alumnos de la Merced (jeringuillas), eran los alumnos de los Hnos. Maristas (tachuelas), colegio situado a escasos metros de la Merced. Recuerdo un día en el que un grupo de tachuelas tuvo la osadía de venir a provocarnos a las puertas del colegio ¡en nuestras mismas narices! “jeringuillas, nenazas”. Valerosamente comandados por Saiz Varona y Aúz Fernández-Villa (el añorado Aúz), debo decir con orgullo que pusimos en fuga al grupo de tachuelas que huyeron en vergonzosa, cobarde y desordenada retirada.

De los padres espirituales el primer recuerdo es para el padre Hernando, el “hijitos”. El diminuto padre Hernando de maneras suaves y leves, pero que en el púlpito se transformaba en una especie de gigantesco agitador. “CRUZADOS DEL PAPA, ¿VUES-TRA CONSIGNA, CRUZADOS? Tronaba, “la fe” respondíamos, “MAS ALTO, NO OS OIGO”, y en ese plan. A partir de tercero de bachille-

rato apareció como espiritual un gallego recio y grande (creo que de Villalba de Lugo), el padre Novoa “el hijo del altísimo”. En el púlpito el padre Novoa empezaba muy tranquilo:” Hay que tener mucho valor para seguir a Cristo y vosotros……..( pequeña pausa) no lo tenéis”. Y a continuación como en un increscendo empezaba a escupir epítetos. ¿Que por qué no teníamos valor? ¡Amigo! Por-que éramos: ”flojos, pusilánimes, melindres, inconstantes, niñatos dados a la molicie, cobardes, apocados, tan lejos, ¡por Dios!, tan lejos de San Francisco Javier y tan cerca de las estúpidas tardes en sesión continua del cine Rex. Cuando digo que el padre Novoa escupía, lo digo literalmente. De tal modo que los situados en las bancadas más próximas al púlpito acababan empapados (de epí-tetos y….saliva). Había que tener valor para seguir a Cristo. Para seguir al padre Novoa, a poder ser, llevar paraguas.

Don Damián (no recuerdo el apellido) alias “Topete”, Profesor, a lo largo de todo el bachillerato de la franquista y obligatoria F.E.N (Formación del espíritu nacional), merece capítulo aparte. Hay que decir que entre los libros de F.E.N había auténticas joyas. El de segundo de bachillerato estaba escrito por el después galardona-do (premio nacional de literatura) Gonzalo Torrente Ballester. Otro lo firmaba el economista Juan Velarde. Los veteranos de los cursos superiores te aconsejaban colar una frase de José Antonio Primo de Rivera en el examen para así garantizarte el aprobado.

En los planes de estudios de la época, la asignatura de F.E.N vivía en casto maridaje con la educación física. De modo que el bueno de Topete después de explicarte las perplejidades de la democra-cia orgánica o el fuero de los españoles, pasaba él mismo, casi sin transición, a dirigir la clase de educación, o mejor diríamos formación física. Digo formación física porque para Topete, la gim-nasia era como la continuación de la magnesia de F.E.N por otros medios. Siguiendo la máxima clásica de que todo lo que entra por el cerebro sale por los músculos, para el intrépido Topete la mejor forma de aplicar de manera correcta el pensamiento joseantonia-no, era correr EN joseantoniano. Vamos a explicar esto con todo detalle: embutido en su traje “confecciones Moradillo” (para qué

coño necesitaba él un chándal, esa ma-riconada) zapatos hermanas Renuncio “le quedarán como en un anuncio” (así rezaba la publicidad de la tienda), bra-zos rígidamente doblados a la altura del tórax, puños cerrados rozando el men-tón, subiendo acompasadamente las ro-dillas hasta la altura de los codos “uno dos, uno dos, la mirada clara, lejos, voy por rutas imperiales”. Lo malo era que el viejo patio de la Merced tenía poco de ruta imperial de modo que un buen día, fue a caer en medio de un pesti-lente y cenagoso charco. “¡Me cago en la revolución nacional-sindicalista!”. Fue tal la general carcajada, que nos tuvo corriendo un mes.

El padre Manzanal que nos inició en el latín en tercero. El padre Manzanal construía casas para los gitanos y nos llevaba de ayudantes a veces. El padre

Manzanal explicaba con la misma calma y docta paciencia el rosa-rosae, y la correcta proporción de arena, cemento y agua necesaria para fabricar la masa.

Luis Sáez, el pautas, profesor de dibujo que había alcanzado cierta fama como pintor. El pautas, con su ironía como cansada y distante:

“ ¿Eso es un caballo?” “bueno a ver…esto de aquí es la cola”… y así.

Don Basilio Osaba y Ruiz de Erenchún, sabio y decimonónico, profesor de literatura y francés en preu y, a la vez, director del mu-seo arqueológico provincial. Qué otra cosa podía ser con ese nombre. En Literatura don Basilio se apropiaba de las palabras, las suspendía en el tiempo y las alargaba como el torero que se gusta en la faena. Por ejemplo al hablar del poeta Espronceda, don Basilio hablaba de su vida de crápula; pero suspendida, eternizada en sus labios, sonaba cccrrraápppula. Si tomabas apuntes te veías obligado a in-terrumpir: ”perdón don Basilio ¿Cuántas erres lleva crápula?”. Don Basilio hablaba el francés con un desenfadado y “mondaine” acento de Miranda de Ebro (de donde creo procedía, o Vitoria tal vez).

José María Arribas, el “virus”, de biología en preu. El virus daba explicaciones sorprendentes. La atracción que sentíamos por las hi-jas de María era consecuencia de una interacción de hormonas, fe-romonas y demás estrógenos…digo que daba explicaciones sorpren-dentes, quizás debería decir infantilmente sorprendentes! A nosotros iba a venir a explicarnos porqué nos atraían las hijas de María…

De todas formas el recuerdo más persistente de mis años en la Merced, el que me vuelve periódicamente incorporado no ya como memoria sino como sentimiento, como emoción, es la honda espiri-tualidad que empezabas a notar, a respirar, en cuanto entrabas en el viejo edificio, como de otro tiempo. Ya la figura del portero a través de la cristalera, el seglar Lucas, con su cara de Querubín algo carro-za pintado por Murillo, y su tono de infantil y un poco cómico enfa-do “!Huertes, otra vez llegando tarde!”. A la derecha del vestíbulo se encontraban las salas de visitas, donde el profesorado recibía a los padres. Eran unas salas con grandes espejos de moldura dorada es-tilo rococó, muebles antiguos de la época, yo creo, romántica, y unos gruesos cortinones detrás de los cuales me imaginaba yo escondidos a Gustavo Adolfo Bécquer o al padre Coloma poniendo la oreja, a ver qué les decía de ti el padre prefecto a tus padres para luego chivártelo. A través de un pasillo que dejaba a la derecha las clases de los más pequeños, una enorme escalinata de madera en cuyo primer rellano había la figura de un gran Cristo de mirada serena y tranquilizadora, un Cristo terrenal, cercano. Después del primer piso, donde se encontraba la clausura, las aulas de sexto y preuniversitario y el cuarto de la prefectura, siguiendo la escalera que daba acceso a las aulas de 3º-4º-5º, el cuarto del padre espiritual, los dormitorios de los internos etc., se encontraba el segundo rellano cuyo centro estaba ocupado por la Virgen María como, me parecía a mí, en posición de despegue. No hacía muchos años que el papa Pio Xll (1950) había proclamado el dogma de la Asunción, era por tanto cuestión, quizás de horas, que la Virgen obtuviera el permiso de despegue y desapareciera por el techo haciendo añicos el arteso-nado que, digo yo, habría que reparar. Todas las mañanas subía yo (tarde, como casi siempre) a las clases de matemáticas de don Florencio Lobejón, famoso por sus chistes malos “Gestoso, es usted más lento que el caballo del malo”. Subía, digo, presuroso y expectante a ver si ya había despegado la Virgen y su hueco ocupado por una santa más terrenal. Santa Catalina de Siena, un suponer, o santa Bárbara patrona del arma de artillería, cuyos miembros celebraban todos los años una misa en su honor en la iglesia de la Merced.. De momento la Virgen seguía en su sitio, ¿atasco celestial, quizás?He hablado de espiritualidad. La Merced era un colegio católico. En ese sentido suena a tautología afirmar que, en un colegio católico, recibías formación católica, es de cajón. Pero, lo mismo que al entrar en el viejo edificio, ya lo he dicho, te empapabas de espiritualidad, de la misma y natural forma te empapabas de catolicismo. Había un intercambio entre espiritualidad y catoli-cismo (algo así como en la función clorofílica de las plantas). En los jesuitas había disciplina, claro está, había normas sobre las

prácticas religiosas que había que cumplir. Pero respecto a la fe, nun-ca sentí yo que nadie me impusiera, me forzara, me obligara a ir en determinada dirección. Debo decirlo porque así lo siento. El jesuita te sugería, exponía ante ti la doctrina católica, pero no te forzaba. El padre Mena, profesor de filosofía en sexto y profundo conocedor del existencialismo, dirigía el cine-fórum. Después de la película se iniciaba un coloquio donde el padre Mena no sólo toleraba, incluso fomentaba cualquier opinión en completa libertad. En el curso de fi-losofía de preuniversitario, el padre Pescador “rufo” (debía su nom-bre a una canción de la preeurovisiva Massiel “rufo el pescador”. En preu estudiabas las confesiones de San Agustín, pero también a Rousseau, a Voltaire, a Hegel. El padre Pescador no era un cura predicando, era un filósofo transmitiendo saber, pasión por saber.

¿Qué habrá sido de aquellos jesuitas? Aquellos jesuitas profunda-mente Ignacianos sí, pero también profundamente Orteguianos, Pro-fundamente Unamunianos. Aquellos jesuitas en cuyas manos había encomendado mi espíritu. No me arrepiento.

Alberto Ramila, Juan Carlos Rabinal y Arturo Huertes en la Deportiva Militar jugando al tenis.

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bros de asociaciones de otras provincias.• Mantener una base de datos con la información de nuestros compañeros.• Mantener una base de datos gráfica con imágenes del pasado del colegio y

de sus alumnos.• Gestionar la página web andestas.org• Gestionar un sistema avanzado de comunicación electrónica vía email.• Colaborar con los compañeros que realizan algún tipo de obra social.

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Alberto RUIZ JIMENOPromoción 1969

FÍSICA CUÁNTICA

El pasado día 8 de junio tuve la ocasión de reencontrarme con un grupo de antiguos compañeros del colegio, que celebramos nada menos que nuestro 50 aniversario de la promoción de 1969.

Es obvio decir que fue un encuentro muy emotivo y satisfactorio, en el que múltiples recuerdos afloraron entre nosotros, en un ambiente muy distendido y cercano, diría que familiar.

Y allí recordé a algunos de nuestros mag-níficos profesores, particularmente el Pa-dre Adúriz, que con su sabia manera de enseñar me inició en el mundo de la física, hasta el punto de que terminé preuniversi-tario con la decisión tomada de iniciar mis estudios universitarios en dicho campo.

Y así me matriculé en Ciencias Físicas por la Universidad de Valladolid donde com-pleté mis estudios en junio de 1974. Los primeros años me proporcionaron una vi-sión general de la física, así como de las herramientas matemáticas necesarias para enfrentarme a la segunda parte, en la que la física cuántica comenzó a tener un prota-gonismo especial en mis estudios.

La física cuántica está inmersa en nuestras vidas, sin que la mayor parte de las per-sonas lo perciban conscientemente. Somos usuarios de la cuántica, aunque para la gran mayoría sea una “caja negra” incom-prensible, pero sin la cual no seríamos ca-paces de movernos en un mundo en el que la tecnología se ha desarrollado en torno a la misma. Efectivamente, desde nuestros teléfonos móviles hasta nuestros electro-domésticos, automóvil, ordenadores, etc… utilizan la tecnología electrónica, cuyos dis-positivos se basan en las aplicaciones que los conocimientos de física cuántica se han transferido a la sociedad durante una bue-na parte del siglo pasado y que continúa en la actualidad.

Yo siempre he tenido curiosidad por el comportamiento de las cosas, seguramen-te adquirido en buena medida durante mi estancia en el colegio de La Merced y, par-ticularmente, por profesores como mi que-rido padre Adúriz. Por ello, desde el primer momento, me sentí atraído por el estudio del comportamiento de la materia, del Uni-verso, de su composición y propiedades, de su evolución. Y es, precisamente, ahí, don-

de la física cuántica tiene su protagonismo esencial.

Durante la primera mitad del siglo XX el es-tudio del mundo microscópico, subatómico, adquirió un desarrollo enorme, gracias a un concepto aparentemente sencillo, intro-ducido por Max Planck en 1900. Planck propuso que la energía electromagnética no puede dividirse indefinidamente en can-tidades más pequeñas, no es continua. Por el contrario, es discreta y hay una cantidad mínima, un “cuanto” indivisible, cuyo valor, muy pequeño, pero no nulo, depende de la frecuencia de esa radiación electromag-nética.

Con esta idea, que para él era un artificio matemático para resolver el que se creía último escollo de la física clásica, el llamado problema del cuerpo negro, se inició una auténtica revolución en el conocimiento de la materia. Actores principales de la misma fueron Einstein, Bohr y sus discípulos de la Escuela de Copenhague y otros muchos físicos de la época. Se profundizó en el es-tudio de los átomos, de su estructura y pro-piedades, de la existencia del núcleo ató-mico y su composición, de los fenómenos radiactivos, de la interacción de la radiación con la materia, etc… La profundización en el conocimiento de la estructura atómica y molecular permitió el estudio de nuevos materiales, de sus propiedades en diferen-tes condiciones mecánicas y térmicas, na-ciendo la nueva electrónica y tecnología de materiales que ha dado lugar a una gran parte del progreso científico y tecnológico que disfrutamos actualmente.

En una escala aún más microscópica, se profundizó en el estudio de los núcleos de los átomos, desarrollándose la física nuclear, que dio lugar, a su vez, al estudio del com-portamiento de las estrellas, como nuestro Sol. No por casualidad, lo muy pequeño y lo muy grande se unían en su comportamien-to y en el estudio de sus propiedades.

Junto a estos avances en el estudio de la Materia fueron surgiendo desarrollos de la teoría, muchas veces contrarias a la intui-ción y difíciles de comprender que llevarían a famosas paradojas en la interpretación de la misma, protagonizadas por los propios padres de la física cuántica, como Einstein y Bohr, ya citados, o Schrödinger, entre

otros. Algunos de estos conceptos teóricos forman parte de la cultura popular y de las películas y series de ciencia-ficción, aunque la mayor parte de la población no entienda su significado, como es la dualidad onda-partícula, el principio de incertidumbre, el principio de exclusión, …

Cuando yo terminé mi carrera, las bases teóricas de la física cuántica estaban ya desarrolladas en buena medida, aunque su introducción en las carreras de ciencias estaba en sus comienzos, particularmente en España, donde pocos profesores habían trabajado en ellas y las habían importa-do a nuestros estudios, tras sus estancias postdoctorales en el extranjero. La física atómica y molecular, así como la física de materiales, estaban en pleno desarrollo; las teorías de física nuclear se estaban desa-rrollando en el mundo occidental, así como las bases de la física de partículas elemen-tales, los bloques más elementales de la materia y sus fuerzas básicas.

Naturalmente, mi espíritu de curiosidad me llevó a iniciar mi doctorado en este último campo, el de las partículas elementales. Para el estudio de estas pequeñísimas com-ponentes sin estructura (de ahí “elemen-tales”) se requieren grandes aceleradores de partículas, kilométricos. Puede parecer paradójico, pero se basa en una de esos conceptos cuánticos ya citados, la dualidad onda-partícula. Este concepto, que fue es-tablecido por el príncipe Louis de Broglie en 1924, dice que toda partícula tiene aso-ciada una onda, cuya longitud de onda es inversamente proporcional a la energía de la partícula. Es decir que, si aceleramos par-tículas a muy altas energías, su longitud de onda se hace muy pequeña, tanto menor cuanto mayor sea la aceleración producida. La forma en que “vemos” objetos o “dis-cernimos” sus partes es iluminándolos con luz, cuya longitud de onda define la escala de discernimiento. En el caso de los microscopios ópticos, ello nos permite observar objetos del tamaño de las milé-simas de milímetro. Si queremos observar objetos menores utilizamos electrones ace-lerados, los microscopios electrónicos, que nos permiten ver moléculas de ADN, por ejemplo, en la escala de las millonésimas de milímetro. Si queremos profundizar más necesitamos los aceleradores de partículas y así es como hemos llegado actualmen-

Alberto Ruiz Jimeno, junto al experimento CMS del acelerador LHC del CERN

te a observar objetos de tamaño muy in-ferior al de los átomos, por debajo de los 0,000000000000000001 metros.

Otra característica de los aceleradores de partículas es que nos proporcionan una gran densidad de energía, es decir energía muy concentrada en un microscópico volu-men en el que hacemos chocar dos partícu-las. Esta energía se transforma en masa de nuevas partículas que surgen de la colisión, de modo que cuanto mayor sea la ener-gía nos permitirá la creación de partículas más masivas que no podrían crearse con energías menores. En realidad, esto ocurre para la producción de partículas reales de forma directa. De forma indirecta podemos producir partículas de cualquier masa, en principio, utilizando otro de los curiosos conceptos de la física cuántica, el del princi-pio de incertidumbre. Estas se llaman partí-culas virtuales, pero no voy a entrar en este tema, enormemente atractivo e importante por otra parte.

Otra característica importante de los acele-radores de partículas es que son como “má-quinas del tiempo”. Efectivamente, a medi-da que aumentamos la escala de energía o equivalentemente, según nos dice la física cuántica, descendemos en la escala de ta-maño, nos aproximamos a las condiciones físicas del momento de la gran explosión del Universo, el “Big-Bang”, acuñado por otro gran físico jesuita, el padre Georges Lemaître, en 1931. Así, los actuales ace-leradores de partículas simulan el Universo muy temprano, cuando aún no tenía una diezmilmillonésima de segundo desde su aparición.

Así pues, me embarqué en el estudio de la estructura de la materia y de sus interaccio-nes fundamentales participando en experi-mentos del Laboratorio Europeo de Física de Partículas, en Ginebra, bien conocido

por sus siglas CERN, así como del Labora-torio Fermilab en Chicago, USA, entre otros. Durante cuarenta años he podido seguir y participar en el desarrollo del conocimiento de la estructura íntima de la materia, de las fuerzas básicas que rigen el comportamien-to del Universo. El resultado ha sido muy satisfactorio porque he podido vivir de pri-mera mano descubrimientos fundamenta-les como el último, producido en 2012, del bosón de Higgs, mensajero del campo de Higgs, que engloba a todo el Universo do-tando de masa a las partículas elementales que conforman su estructura.

La física cuántica nos ha llevado a poder explicar el Universo en términos de unos pocos bloques elementales, los quarks y los leptones, y tres fuerzas básicas, la electro-magnética y dos de carácter nuclear. Es lo que denominamos modelo estándar.

Sin embargo, también nos ha dejado una gran cantidad de incógnitas. La primera, que no explica la fuerza de la gravedad, no existe una teoría cuántica de la gravitación que nos permita describir en el mismo con-texto cuántico la estructura del espacio y del tiempo, objetivo de la otra gran revo-lución científica del siglo XX, la teoría de la Relatividad de Einstein.

Por otra parte, las observaciones realizadas en astrofísica nos indican que nuestro Uni-verso contiene solamente un 4% de mate-ria o energía ordinaria, la que describe el modelo estándar. Hay un 26% de materia oscura que interactúa gravitacionalmente, de la que desconocemos su composición. Y un 70 % de energía oscura que actúa anti gravitacionalmente y es responsable de la expansión acelerada de nuestro Universo.

Tenemos candidatos a materia oscura y es uno de los objetivos importantes en física con aceleradores de partículas y otros ex-

perimentos en laboratorios diversos. Y esta-mos profundizando en el conocimiento de la existencia de energía oscura.

Otro tema apasionante en el estudio del Universo está relacionado con la falta de antimateria, que existió en el Universo pri-mitivo en cantidad similar a la de la materia. La física cuántica predice su existencia y así fue corroborada con el primer descubri-miento de las antipartículas de los electro-nes, los llamados positrones, en 1932. Ac-tualmente existen experimentos en el CERN capaces de producir anti átomos y man-tenerlos unos cuantos minutos. Si bien la antimateria no existe en nuestro Universo, de forma estable, podemos producirla de forma artificial o de forma natural por reac-ciones nucleares o por choque de radiación cósmica con la atmósfera, por ejemplo. Sus aplicaciones son notables en campos como la medicina. En mi experiencia investigadora he tenido ocasión de abordar el estudio del compor-tamiento de la antimateria y hemos logrado avances importantes en el campo. Pero to-davía quedan muchas incógnitas respecto a las causas que han llevado a un Universo actual exclusivo de materia.

Por lo tanto, hay mucho que estudiar, afor-tunadamente, y los jóvenes con inquietud científica tienen las puertas abiertas al co-nocimiento y al progreso. La física cuántica tiene todavía muchas incógnitas a despejar y muchas vías de progreso. Una tecnología derivada está cerca de lograrse, la de los ordenadores cuánticos, que permitirán un crecimiento exponencial en las operaciones de computación. Pero hay muchas más y debemos tener la mente abierta y el espíri-tu crítico, como lo tenía nuestro maestro, el padre Adúriz.

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Foto PREU 1968-1969

1.Pérez Almarza, Valentín 2. García Martínez, Isidro 3. Ruiz García, Fabián4. Millán García, Fernando 5. Onaindía Heras, Juan Antonio (+) 6. Lozano de los Ríos, Amador7. Montero García, José Luis (+) 8. Abril Pérez, José María 9. Manso Elexalde, Javier10. Arnaiz Tomillo, José María (+) 11. Nebreda Conesa, Antonio 12. Unceta Morales, Rafael13. Contreras Olmedo, Diego 14. Saiz Martínez-Acitores, Jesús 15. Saiz Arnaiz, José Pedro 16. Tajadura Garrido, Carmelo 17. López García, José María 18. Alonso Sánchez, Santiago19. Rodero Rodriguez, Carlos (+) 20. Serna Varona, Enrique 21. Ruiz Jimeno, Alberto22. Aparicio Pérez, Pedro César 23. Sainz Labarga, José Manuel 24. Fernández Soldevila, Miguel Ángel25. Fernández Andrés, Francisco Javier 26. Rivas López, Miguel Ángel 27. Diez Barbáchano, Carlos28. Ruiz Pérez, Pablo 29. Martínez-Luengas Oribe, Fernando (+) 30. Nozal Millán, Francisco Javier31. Ramos Fueyo, Jesús Carmelo 32. González Primo, Santos 33. García Landa, José Ramón34. Ruiz Sáinz-Amor, Eduardo 35. Moreno Moreno, José Manuel 36. Rámila Fernández, José Alberto37. Lahiguera Oliván, Fernando 38. Rollán González, Antonio 39. Castrillejo Ibañez, Félix40. Bañuelos del Río, Alberto 41. Torroba Santamaría, José Julio 42. Horta Sicilia, Miguel Ángel (+)43. Casado Martínez, Miguel Ángel 44. Herrera Arnáiz, Enrique 45. Garrido Buj, César (+)46. Gestoso de la Fuente, Francisco P. Padre Ángel Requejo S. J. 47. Martín Fernández, José Javier48. Carlón Palacios, Antonio (+) 49. Barrios Treviño, José Luis 50. Cano Martínez, José PedroFuera de foto 51. Huertes García, Arturo 52. Rabinal Sáez de Santamaría, Juan Carlos

1. Huertes García, Arturo 2. Unceta Morales, Rafael 3. Aparicio Pérez, Pedro César 4. Ruiz Jimeno, Alberto 5. Bañuelos del Río, Alberto 6. Torroba Santamaría, José Julio 7. Rabinal Sáez de Santamaría, Juan Carlos 8. Martínez Ruana, F. Javier (6º Bachiller) 9. Ramos Fueyo, Jesús Carmelo 10. Pérez Almarza, Valentín 11. Rámila Fernández, José Alberto 12. Nozal Millán, Francisco Javier 13. Contreras Olmedo, Diego 14. Millán García, Fernando 15. Padre Isaac Pescador 16. Castrillejo Ibañez, Félix 17. García Osua, José Ramón (5º Bachiller) 18. Padre J. A. Angulo 19. Villapún Ansótegui, Ernesto (6º Bachiller) 20. Ruiz Sáinz-Amor, Eduardo.

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