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 A A A í f 7 - T¿ -  )4^ MADRU3 18 DE NOVIEMBRE PR DO 11.—TELÉFONO 5233 SEMANARIO DE LA VIDA NACIONAL Creo que si «s¡gen> por este camino, tendremos nosotros «de» mandar un alto comisario a la península... y mirar de colonizarlos...

España (Madrid. 1915). 18-11-1922, no. 344

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España (Madrid. 1915). 18-11-1922, no. 344

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  • A A A f 7 - T -')4^

    MADRU3, 18 DE NOVIEMBRE 22 PRADO, 11.TELFONO 5233 SEMANARIO DE LA VIDA NACIONAL

    Creo que'si sgen> por este camino, tendremos nosotros de mandar un alto comisario a la pennsula... y mirar de colonizarlos...

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    MADRID, 18 NOVIEMBRE SEMANARIO D E LA VIDA NACIONAL AO VIII-NM. 344

    LA CONJURA CONJURADA (Sanete del declive espaol, en varias

    escenas. Personajes, los que a continua-cin vayan apareciendo. Tiempo, el trans-curso de las tres ltimas semanas. Luga-res, los que en cada escena se describan.)

    I

    (Despacho regiamente amueblado.) Primer Consejero (Es un hombre me-

    nudo, de saliente dentadura y movimien-tos ratoniles; desplegando un documento): Su firma. Seor...

    El Seor (leyendo el documento): Cmo? Otra vez las Cortes?...

    Primer Consejero: Seor, dado mi aitior ai rgimen parlamentario...

    El Seor: Hum! Desconfo del Parla-mento, aunque sea hechura de mis oligar-cas. Sobretodo, ese expediente Picasso... Si a menos se detuvieran en Cierva y Be-renguer...

    Primer Consejero: No tema nada el Seor. No ocurrir nada. Quin va a pedir supremas responsabilidades? No hay medio legal. Adems cuento con la abs-tencin de algn leal revolucionario...

    El Seor (firmando): En fin. Presi-dente, t eres el depositario de mis atri-butos por la gracia de Dios. Ah va la convocatoria.

    Primer Consejero: Gracias, Seor. (Aparte.) De caer, caeremos en el templo, Con todos los filisteos.

    El Seor (solo): 7b be or not to be, ^hat is tlie... No, no puede ser. Hay que evitar que se vuelvan a abrir estas Cor-tes. Hay que impedir que se levanten con 1^ Poder esos memos de liberales, con sus

    proyectos de reforma constitucional, a expensas de mis privilegios. No puede Ser. Ya no me fo ni de Manlo. De k\-^aro, s. ste me es leal, no por m, claro ^st, le conozco bien, sino por ambicin y

    celos de los otros, sobre todo de San-tiago. Manolo es demasiado impresiona-ble. Luego le han hecho creer que es hombre serio, leal a sus compromisos, y anda por ah con ese papel como chico con zapatos nuevos. Hay que acabar con este Gobierno y con este Parlamento, que es como acabar con el expediente Picasso. Nada temo de Silvestre, que es discreto como todos los muertos. Pero Beren-guer... Quin se fa hoy de nadie? Ya no hay leales absolutos. Pero hay leales rela-tivos, como Alvaro, por travesura y celos mal reprimidos, y como Maura, porque el viejo mascarn de proa sigue creyndose un Mesas, y porque siente un profundo desprecio por mi primer ministro. S, hay que hacer algo...

    III

    (Lugar tan poco iluminado, que no se le puede describir. Personajes: cuatro embo-zados. Aire de misterio en el ambiente y las palabras. Dijrase una de aquellas cons-piraciones del siglo XIX.)

    Embozado L": Hay que evitar que siga el expediente Picasso. Lo exigen (dirigin-dose a uno de los embozados) tus entorcha-dos, los actuales y los futuros...

    Embozado 2 (el aludido, un hombre corpulento; sus bigotes se desbordan por encima del embozo): Y la necesidad de que salgan inclumes, su prestigio. Seor, y el principi de irfesponsabilidad en qu de cansa la primera de las instituciones na-cionales...

    Embozado 1: Tambin hay que evitar que se me obligue a abrir las puertas del poder a los liberales. Seras (dirigindose a otro embozado) cola o, a lo sumo, una sola garra de ese len liberal de que es cabeza Manolo, laringe rugiente Melqua-des, e intencin felina Santiago...

    Embozado 3 (elaludido, cuerpo ladea-do, como si tuviera algn invisible defecto

    de sustentacin; sobresale fuera del embo-zo una nariz ganchuda, de semita o de cuervo): Y la Corona,'Seor, si se reforma la Constitucin.v,^ que.dar-a..convertida en una zapatilla, con perdn sea dicho.

    Embozado 1: Luego (dirigindose al cuarto embozado) volveramos tal vez al sistema de los partidos turnantes y no se-ra posible recurrir, en los momentos su-premos para la salud de la patria, al primer hombre del reino, al ms genial de los es-paoles de todos los tiempos. Permtame, D. Antonio, esta expansin que me sale del alma.

    Embozado 4 (el aludido; rostro que parece caracterizacin de cualquier gra-ve personaje de nuestro teatro clsico; lleva debajo del brazo un grueso libro, que resulta ser el Diccionario de la Aca-demia, desde hace muchos aos su nica lectura): Nada ms cierto. Seor. La vuel-ta al turno de los partidos, dejando fue-ra del turno y del grifo a aquellos ciu-dadanos de mejores aptitudes, demostra-das en aos, lustros y dcadas, hasta un largo cuarto de centuria de experiencia, sera el retorno a las concupiscencias gu-bernativas y legislativas y el aceleramien-to del derrumbe por el declive de a His-toria...

    Embozado 1.: Pero qu se puede hacer?...

    Embozado 3 (adelantndose ,con mo-vimiento de buque que cabecea y estre-chando el grupo de los reunidos): igan-me; yo tengo la solucin... '%.

    (El resto lo dice en voz baja que no es posible or nada.)

    juOOOi^ 'rfl^alacio condal, 7 de noviembre. MeH da noche.) :

    El conde: Han trado eso? Periodista 1." (mifando el reloj): Toi-

    dava no; pero no puede tardar. Periodista 2 (entrando precipitada:^

    ment, siti aliento):"Aqu; estn los docur^ mentos,

    E(:,CO/tde (cogindolos y leyendo pofl encima): Bueno; no dicen cosa mayor y en qu prosa, santo Dios! Ni la de don

  • Nm. 344. 4. E S P A A

    Antonio! Pero, en fin, servirn para el objeto. Atiora, atencin, amigos. Hay que decirle al autor que el mejor da para dar a los periodistas estos documentos es el 9, vspera de lo de Zaragoza, con lo que chafaremos ese flamante mitin de los concentrados. Qu se crean ellos! Yo, cola de len! Bueno; el resto ya lo sa-ben ustedes: hay que jalear mucho en los peridicos afectos lo del jefe del Tercio y atacar con toda violencia a las Juntas. En .nuestra prensa, recordar lo esencial de mi ltimo discurso, a saber, que lo importante no es la reforma constitucio-nal., sino la disolucin de las Juntas. Como ustedes comprenden, se trata de una des-viacin estratgica; hay que apartar la atencin de la gente del acto de Zara-goza, donde se va a pedir el poder para reformar la Constitucin, y hay que tum-bar este gobierno para que no siga ade-lante en el Parlamento lo de las respon-sabilidades por lo de Annual.

    Periodista 1: Y qu ocurrir? El conde: Una de dos: el escndalo que

    se arme cuando se publiquen estos docu-mentoscuiden ustedes de poner titula-res grandes y fuertes, porque estos pa-peles, en realidad, no dicen nada, de-rribar al gobierno, o inmediatamente si hay alguna algarada en las calles (la poca es buena, porque los estudiantes piensan ya por este tiempo en las vacaciones de Navidad y cualquier pretexto les sirve para no entrar en clase), o apenas se abran las Cortes, porque en ningn caso se atrever a disolver las Juntas.

    Periodista 8.: Y los liberales?... El conde: No se atrevern a comba-

    tir a las Juntas, unos porque las temen, otros porque coquetean con ellas. Yo ser, por lo tanto, por mi discurso, el indicado para resolver la crisis. Yo, con EX Anto-nio, como mascarn de proa, claro est. Y entre bastidores, con el ex-alto comi-sario... Pero, amigos, voy a acostarme, que maana quiero madrugar para salir de caza... No conviene estar en Madrid.

    Periodista 1: Es usted un to, con-de, matando pjaros de un tiro!

    Periodista 2: No se olvidar usted de mi gobernadura cuando seamos poder, conde...

    El conde: Yo no me olvido nunca ni de los amigos ni de los enemigos,,.

    (Despus de esta escena, ocurren va-rias en lejanos y recnditos lugares de caza, donde se repite, con ligeras va-riantes y adaptaciones a los sucesos de actualidad, la conocida fbula de los amigos que quisieron vender la piel del oso todava no muerto. Saltamos sobre esas escenas de las cuales slo llega hasta nosotros una mmica picaresca. Tambin prescindimos de los pequeos tumultos

    callejeros, organizados por la primaveral juventud estudiantil y por la otoal juven-tud maurista. Escenas esperpnticas que ms bien reclaman la pluma fantasmag-rica de D. Ramn del Valle-Incln).

    (Pasillos del Congreso, a media tarde del da 13, fatal para algunos conjurados.)

    Primer Consejero (saliendo del saln de sesiones despus de leda la terica di-solucin de las Juntas de Defensa; tropie-za en una puerta con el conde y le dice llevndose el ndice al ojo derecho): A m no me la das t, guaja...

    El conde: Te juro que... Pregntaselo al propio padre del ex jefe del Tercio. Ah est, en los pasillos. Y no vayas a creer que he sido yo quien le ha hecho venir...

    Primer Consejero: No dirs que el golpe no ha sido maestro.

    El conde: Un poco teatral. Primer Consejero: Toma fila. He ven-

    cido vuestra conjurala del padre, del hijo y del... Espritu Santo - , he puesto otra vez en buena posicin a los liberales para que puedan turnar conmigo y dejo libre el campo parlamentario para el ex-pediente Picasso...

    El conde: Farsa, farsa. T no puedes querer la reforma constitucional ni que se exijan responsabilidades a generales y mi-nistros, por la cuenta que te tiene y por-que es peligros.o sentar ciertos prece-dentes...

    Primer consejero: Con tal de quitar el mascarn de proa a la nave del Estado...

    (Se separan riendo, con un abrazo, como dos buenos actores que, entre las bambalinas, se olvidan de que son ene-migos en la escena y... tambin detrs de ella.)

    VI

    (En la calle. La noche del 13.) Transente 1 (con la cabeza vendada;

    herido de un sablazo por gritar contra las Juntas): Ha triunfado el poder civil! Viva la libertad!

    Transente 2: Pero no perteneces ya a la Defensa Social?

    Transente 1: Siempre! Pero las Juntas no dejaban vivir al rey, ni a los gobiernos de orden, ni a nadie. Eran un poder subversivo.

    Transente 2: Por eso a m, que soy un verdadero revolucionario de toda la vida, me parecan bien. Precisamente no hay que dejar vivir a estos gobiernos de orden que venimos padeciendo desde siempre y que acabarn sumindonos en el ms espantoso caos.

    Transente 1: Es que t eres, en el fondo, un reaccionario.

    Transente 2: Es posible si t eres un liberal...

    Transente 3 (que los ha estado oyendo, alejndose): No lo entiendo, no lo entiendo...

    VII

    (En el Ministerio de la Guerra. Da 14 de noviembre.)

    Oficial 1 (recogiendo los papeles de una mesa): Lstima de domicilio social que abandonamos. Este jardn tan bonito, delante de nuestras ventanas... Luego era un local tan barato,.. Con lo caros que estn los alquileres...

    Oficial 2.: S, tendremos que aumen-tar la cuota de la Junta para gastos de alquiler de un nuevo local. Sobre todo si no se prorroga el decreto sobre alqui-leres.

    Oficial 1.: Tendremos que plantear el asunto del aumento de cuotas en la prxi-ma reunin.

    Oficial 2." (tirando un peridico que ha estado leyendo): En fin, aqu no ha pasado nada. Pero cualquiera se fa de los polti-cos... Luego dicen que ellos no se fan de nosotros, que tienen motivos para des-confiar.

    Oficial L": Mira que habernos dejado solos con la Casa del Pueblo! No; ni tanto ni tan calvo; ni favoritismo flordelisado, ni bolcheviquismo rojo.

    Oficial 2 (suspirando): Un Mussolini, un Mussolini!

    Oficial 1: Pero sin Tercios ni extran-jeros.

    Oficial 2 (suspirando a la vez): Si Le-rroux no se hubiera vuelto tan defensor del orden vigente...

    (Salen del despacho, cargados de pape-les, atraviesan el jardn del palacio de Buena Vista y toman un coche de punto en la calle de Alcal. Las seas se las dan a' odo al cochero, despus de mirar en torno-El cochero sonre, como quien recuerda una antigua direccin bien conocida de l-Hace restallar el ltigo y lanza un expresi-vo Arre, caballo! estentreo, como si quisiera revelarle la prodigiosa fuerza del sindicalismo o persuadirle de la importan-cia de su funcin histrica al conducir en el interior del coche uno de los probables futuros de Espaa.)

    Esta Revista no puede mantener correspondencia con sus numero-sos colaboradores espontneos ni publicar ningn trabajo conforme a la impaciencia del remitente, sino a la medida del orden que le imponen sus lmites cuantitati-vos y sus necesidades cualitativas.

  • E S P A A Nm. 344.5.

    Las responsabilidades del desastre Hace tiempo se ha cumplido el aniversa-

    rio del desastre de Annual y todava no se ha hecho efectiva ninguna de las responsa-bilidades que resultan del expediente del general Picasso. El expediente sube, sube, debe de ser ya a estas fechas un verdade-ro Himalaya de papel, pero la capa no pa-rece. Escribe, escribe la justicia militar pero no acaba de resultar sancin alguna. Se ha hablado de un coronel condenado a seis aos de prisin, se dice que van a fu-silar a tres personajes subalternosun Cabo entre ellos!y el expediente contina anegando en tinta folio sobre folio. Si se ha de reducir a eso, mejor ser que no pase nada. Sera una burla sangrienta que la reparacin por tamao desastre se redu-jese a que unos cuantos desdichados paga-sen culpas colectivas.

    Pero hasta dnde ha de llegar la res-ponsabilidad para que se produzcan el escarmiento y la expiacin necesarios? En rigor esta responsabilidad no acabara nunca, se extendera hasta el infinito. Todos somos responsables, todos matamos a Meco, como deca en su tiempo el viejo zorro de Montero Ros, y como repiten en estos casos los escptkos y los cnicos, posedos de escrpulos que de ordinario estn muy lejos de sentir.

    La responsabilidad es siempre una fic-cin, es cierto, pero bien mirado, el de-recho entero no es ms que una ficcin, Slo que sobre esta ficcin descansa la convivencia social de todos los pueblos civilizados. Est la vida social tan nti-mamente trabada que en realidad todos somos solidarios de los actos de cada cual. Pero todo el progreso jurdico moderno consiste en este punto en destacar de este caos la responsabilidad personal de aquellos a quienes se considera como au-rores de determinados actos.

    Cuando un hambriento rompe el cristal ^e una panadera se le condena por robo y se le encarcela, aplicndole la pena se-fialada en las leyes para tal delito. Es iecir, se le declara autor de aquel hecho y se le considera responsable de l. Es n^ realidad l solo el responsable? De

    "ingn modo. Es responsable la organi-zacin social que permite que uno de sus miembros padezca hambre, son responsa-bles sus ascendientes que le han engen-

  • Nm 3446. E s P A A

    LAS JUNTAS DE DESPENSA

    IDEOLOGA Y TCNICA JUNTERA Novsimo, concepto de la asociacin

    . y de la sintaxis Prrafo copiado del acta de la sesin de

    la asamblea en Madrid el 17 de marzo de922r

    El coronel Novilas dice que los orga-nismos tienen que valerse de sus tretas, y cuando ocurre este caso se har presin y k va a poder uno contra todos; se recurre a, traslados, un tribunal, otro y otro.

    Notable idea sobre la coaccin 'fl-oficial, recientemente incorporado a

    la Legin, dice: El da 15 de noviembre del pasado ao, y despus de entregarnos los reales despachos (habla de su salida d" t Academia); pasbamos a la sala de Ffica de la Academia, donde un jefe nos hablaba en esta forma: Por la prisa que tatttb" Usted como yo tenemos de acabar, y por ser muchos, no puedo hablarles de la forma de funcionar de las Juntas. Por ah; hay'un Reglamento, pueden leerlo. Aqu h existe coaccin de ninguna es-pecie, pueden ustedes firmar o no, lo que quieran,'pero debo advertirles

  • ESPAA m 544.^f riego, la polica y la guardia civil se en-cargarn de empujarlos.

    LE RO N E S ' A M U S E P A S i Terrible situacin! Espantable congo-

    ja! Mientras dure la' representacin de esta farsa fascista las reales personas no Van a poder asistir a ningn espectculo pblico. Su presencia excita inmediata-niente a los disciplinantes que hay en el local, que comienzan a proferir gritos con-tra las Juntas. Pero y si hay algn mi-litar en la sala? Ante la posibilidad del conflicto se impone la abstencin. Absur-do pas! A que vamos a tener que ade-lantar el viaje a Cannes?

    EL MAYOR ALCALDE, EL DE MS-TOLES

    El alcalde de Mstoles no es slo un "lito histrico, es adems, un vecino de dicho pueblo que ostenta el cargo. El actual alcalde de Mstoles no se conforma con Ser un mero vecino, y quiere ser tambin mito; por eso ha felicitado al Sr. MiUn Astray, que tambin tena sus aspiraciones mticas de Riego al revs. Lo sentimos por el alcalde de Mstoles. No pasar a la historia como su antecesor. La mussolinada lo es la guerra de la Independencia. No Pasar al libro gordo de la historia; se que-dar en los libritos de ancdotas pintores-cas y divertidas.

    YO PELEAR EN MADRID Esto les contestaba Milln, el del Ter-

    cio, a los legionarios que desde frica le felicitaban. Ha peleado y ha ganado la batalla al parecer. La Legin es invencible, as en columnas de ataque, como en co-lumnas de peridico; lo mismo vence con 'a espada que con la pluma. Slo que, des-graciadamente para l, esta batalla la ha ganado muy deprisa; se ha encontrado sin enemigo, y estas son las batallas que equi-valen a derrotas.

    QUIN ES EL ESPRITU SANTO? Cuentan que Snchez Guerra, hablando

    e la algarada de estos das, ha dicho: Esto lo han urdido el padre, el hijo y

    1^ Espritu Santo. Sabemos quines son el padre y el hijo.

    Pero, y el Espritu Santo? Qu seas tiene? Es cojo? Es deportista?

    Salvo indicacin en contrario, todos los trabajos que publica la reuista ESPAA estn escritos ex-

    oresamente nara ella.

    C R N I C A I N T E R N A C I O N A L

    De Angora a Wasliitff!i De modo tan vertiginoso se suceden

    los acaecimientos de ndole internacional, que toda la atencin es poca para seguir de cerca su evolucin. Lo actual, apenas nacido, pasa a ser inactual, empujado por nuevos acaecimientos que lo desplazan. No sabemos si asistimos a la agudiza-cin del malestar general, o si esa impa-ciencia exacerbada anunciar das de ma-yor reposo para el mundo. Es lo cierto que hombres apenas situados en el po-der son eliminados por las exigencias insatisfechas de una humanidad que no sabiendo lo que desea, se obstina en la precariedad de las cosas y de las perso-nas. Gentes que ascendieron al poder aureoladas con triunfos sin precedentes, sienten vacilar sus pies, se tambalean y estn amenazadas de definitivo hundi-miento. Es que la humanidad, falta de so-luciones, alimenta su disgusto con mudan-zas repetidas, que en nada alivian su malestar; as en Asia, as en Amrica. Dos hechos, que nos proponemos glosar, destacan en trminos significativos la realidad de esta observacin. De ellos queremos hablar con la atencin posible.

    El descenso tepoblcano en los Estados Unidos

    Wilson haba propugnado: colaboracin americano-europea, participacin en la obra comn de la restauracin mundial, actitud vigilante de los Estados Unidos a fin de evitar que determinados impe-rialismos de la post-guerra realizasen sus ambiciones. Wilson y los suyos polemiza-ron; fueron lgicos en su dialctica, pero tropezaron con un pueblo mal preparado para comprender lo que implicaba la po-ltica de estrecha colaboracin con Eu-ropa.

    Frente a ese pro;2,rama positivo, los republicanos defendieron una tctica me-ramente pasiva: adujeron las enseanzas de Monroe, dndoles una interpretacin que las dislocaba; la vuelta de los Esta-dos Unidos a su absoluta libertad de accin enajenada durante la guerra; el desentenderse de Europa que, entregada a sus propias querellas, marchaba dere-chamente al abismo. Supieron sacar pro-vecho de la desconfianza norteamericana hacia cuanto implicase poltica europea, y vencieron electoralmente.

    Los das se sucedieron; el malestar aument en los Estados Unidos; la pol-tica negativa de los republicanos mania-

    taba a la nacin. Estos haban prometido acoger, mejorndola, la idea wilsoniana de colaboracin internacional; a este fin el Presidente Harding defendi la consti-., tucin de una ASOCIACIN DE NA-'.^ CIONES. La idea quiso ponerse en prc-tica en la Conferencia de Washington; mas los resultados decepcionaron a los ' ilusionados. Este desencanto fu abrin-dose paso. Restaba tan slo que se pre-sentase ocasin de exteriorizar el descon-tento. Lleg el instante al celebrarse elec-ciones para la renovacin total de la Cmara de Representantes y de, un tercio del Senado. Con motivo de este acaec'^: miento se repiti la historia. As. como en los ltimos meses de la magistratura , de Wilson los sufragios, norteamericanos,, anticiparon la derrota presidencial de lo.s -, demcratas, ahora, el resultado obtenido,., hace pensar en una posible eliminacin,.^ de los republicanos,, .,.,., .,,., ,. ,, -.,.

    Harding quiere reconquistar apresura-,, damente la confianza perdida. A e^st^j, efecto ha convocado a las cinco repbli;; cas de la Amrica Central, a una reunih que ha de celebrarse en Washingtori,)^,,^ fecha prxima, al objeto de convenir u,n|, limitacin de armamentos. Es una especie de parto de los montes. De la prometida Asociacin de Naciones, la tnica realiza-cin es esta modesta reunin de Rep-blicas sobre las cuales ejerce el Gobier-no de Washington un predominio' sin '^ contrapeso, . . . , ..

    Asistiremos a un nuey encumbramieti-''''* to de los demcratas? Difcilmente.'L6s I' sufragios perdidos por las hiestes de'' Harding, no han engrosado las votaciones' obtenidas por los demcratas. El elector norteamericano se abstiene, seguramente porque ninguna de las dos grandes frac-ciones en pugna merece su confianza. , ,

    Ante esa realidad, el mtiy avisado' se-"' nador Borah, ayer irreconciliable, quere'j] explotar ese desencanto y habla de la or-''' macin de una nueva agrupacin plfic,; que bautiza de popular. Es dif c i lque" sus proyectos - encuentren ambient' pro-"^ picio. No olvidemos que la Repblica or- ' teamericana gusta de las cantidades y^ "' sobre todo, tngase en cuenta lo que pesa una ininterrumpida tradicin alimentada por la lucha de dos grandes partidos en pugna.

    Ms verosmil es pensar en la evolu-cin de los republicanos. Dejarn d etl*'"' viar observadores a las' Conferenda'' europeas y terminarn' ntervinindov' d>^

  • Nm 344.-8. ESPAA

    una manera activa, en cuanto pueda afec-tarles de un modo ms o menos directo. Este desenlace a nadie sobrecoger; en estas mismas columnas afirmamos recien-temente que de las cosas absurdas exis-tentes, pocas lo eran en la medida de ese americanismo integral, bautizado exac-tamente con el nombre del americanis-mo al cien por cien.

    Mustaf Kemal, desbordado

    - Aumentan las impaciencias otomanas a medida que se aproxima la reunin de la Conferencia de Lausana. Los naciona-listas turcos, despus de decretar la de-posicin de un Sultn mediatizado, for-mulan cada da maywes exigencias. Aho-ra requieren de los aliados la evacuacin de Consantinopla. La moderacin de los kemalistas, que sirviera a Francia de ar-gumento para atender sus deseos, pare-ce que deja de constituir una realidad. El extremismo realiza serios progresos en la Asamblea de Angora. Kemal ya es discutido y no acatado, y ante el temor de verse desplazado por los nacionalistas exigentes, hace suyas las demandas que stos formulan. Francia se sinti sorpren-dida; parece que se entibian sus simpatas y su turcofilia. Percibiendo el peligro, busca un ms estrecho contacto con In-glaterra y se dispone a oponerse a pe-ticiones que considera excesivas. La Gran Bretaa se resarce de la humillacin pa-decida y espera desquitarse en ocasin propicia, siquiera su revancha se realice a expensas de la,paz d Europa. Este eplogo lamentable fu sabiamen-

    te preparado en Londres. All, a pretex-to de que Inglaterra estaba maniatada con la prxima celebracin de unas eleccio-nes generales, se consigui dejar trans-currir un dilatado margen de tiempo en-tre el armisticio de Mudania y la Con-ferencia de Lausana. El suficiente para que los extremistas en ese espacio de tiempo pudiesen captarse la opinin del Parlamento de Angora. Bonar Law ha vengado a Lloyd Qeorge de un modo acabado. Mustaf Kemal pudo provocar la cada del que fu Premier ingls; pero no sobrevivi mucho a su xito. Los panasiatizantes han logrado posponerlo. Turqua se adentra en un hiperotomanis-mo peligroso. Una vez ms Europa po-dr malograr una victoria turca. Es la impaciencia que precipita a los hombres y los gasta en pocos das. No hay pres-tigio personal, por hondo que parezca, capaz de resistir a esa monomana de mutaciones sistemticas. El mal se ha unlversalizado. Slo un pueblo parece li-bre de su contaminacin: Rusia. No sa-bemos si tambin a aquellas estepas lle-gar la infeccin.

    SU EXCELENCIA DON CAPIROTE BOXIGANGA XIABLICA EN TRES PEDAZOS Y UN PICO

    P O R

    A N T O N I O E S P I N A

    P R E L U D I O El esquiln bronce cercano ha alarmado.

    Musican los msicos. El teln se ha alzado. El retablo mundo se ofrece en comedia, comedia dramtica de asunto contrario. Musican los msicos! El teln se ha alzado! La orquesta promueve sus tropas de or-

    [questa Almirez, Cencerro, Flautn, Contrabajo.

    C U A D R O

    Se oyen matracas lejanas. Escalinata de un Palacio. Las gentes se

    abren en dos filas con los espinazos cur-vados.

    Surge el Hroe.

    M A R C H A B U F A

    Hurra el soberano Prncipe del Bote! Viva Su Excelencia el Gran Capirote! Salve el caballero de la Oca pimpante! Viva el unignito del cupn triunfante! Dios guarde al bizarro Paladn primero, Gran Cruz de la Orden de Carlos Tercero! Parabin al genio que es norte de nortes! Ole el ciudadano diputado a Cortes! Salud al Excelso! Sonad los registros! Gurdele San Dimas cuando sea ministro! Loemos el pi-ro, el Ca-te se escurra!

    Hop, hop, el Ilustre! Hip, hip! Hurra, hurra!

    P R E S E N T A C I N " Este personaje que del foro avanza

    es un verdadero Quijote al revs que lleva a su Panza metido en la panza y que (casualmente) camina en dos pies.

    Dile la locura por ser razonable y lleva en el colmo de su prevencin en vez de armadura pechera impecable y bastn de mando en vez de lanzn.

    Sabe de la Venta (y la retro-venta), que pobres mesones convierte en castillos; y mezcla en su mente el cuento y la cuenta con burlas y veras de tonto y de pillo.

    El acta, el auto y hermosa querida forman el tringulo de su bienestar. El Gran Capirote comprende la vida, domina la tcnica turbia de medrar!

    El Arte le hasta. La letra le hiere... Rechaza lo egregio su espritu romo; y aunque compra muchos libros y mujeres, ambos le interesan, slo por el lomo.

    Es noble su estirpe de la alcurnia guar-ida;

    corren por sus venas torrentes azules; ostenta en su escudo tres barras bastardas y cuatro alimaas en campo de gules.

    Su rbol genealgico muestra el esplen-[dor

    de preclaros hechos de santos, virreyes, algunos cruzados, un inquisidor y varias dilectas de diversos reyes.

    Y (aunque no lo dice la verdad escasa de sus pergaminos rancios y altaneros) tambin entroncaron con la noble casa ayudas de cmara y palafraneros.

    Como es cursi y neo y estul t icia agre-[mia (1),

    y adul mil veces al seor Pompn, de la Lengua hispana la Real Academia psole medalla y dile silln.

    All, con los Mauras y los Cotarelos, junto a Saralegui y otros inmortales, vecino a Leones y dems camelos, el buen Capirote se siente entre iguales.

    Dirige, Conduce, Maneja, Profana. En todo resalta su espritu zote. (El es el facttum de la vida hispana!) Oh, Gran Capirote! Oh, Gran Capirote! jOh, Gran Capirote! oh, Gran Capirote! (2)

    II

    VERDADERA BOXIGANGA ESCENA Y MUECOS.

    Larga hilera de mendigos espera a la puerta del palacio.

    Un lacayo sale y les reparte una bazofia. Llevan chapeos abollados como los ar-

    tistas; manguitos en los brazos como los covachuelistas; Jeringas bajo el brazo como los galenos; birretes negro-legal como los Jurisconsultos; libreas como los...; ganzas como los mercaderes; blusas como os pro-letarios; sotanas como los clrigos. Todos ostenten simblicos cuernecillos sobre sti frontispicio.

    Hay un len recin salido de un escudo que parece un perro de aguas.

    Salta y hace gracias, trae y lleva recados en el hociquito y se pone en dos patas cuan-do se lo manda el amo.

    (1) Otro ripio. (2) Estas cua t ro exclamaciones pueden

    reducirse a una sola sin ningn inconve-niente.

  • ESPAA Nm. 344.-9,

    DESTACAN LOS MUECOS Un Mercachifle. Un Guerrero juntfilo. Un Poeta. Un Diputado. Un Funcionario. Un Guardia civil. Un Togado. Un Idiota. Otro. Otro. Un ciervista que no habla. Un Pollete de la A. C. que tampoco habla. Un Gentilhombre de Casa y Boca. Un Chulo. S. S. El Papa (a travs de su bendicin). Un Horchatero. Una Nia bien. La Marquesa de Pito Real. La Duquesa del Capironazgo. Una Vendedora de Dcimos. Coro general. Ecos y Espectros. (Doncellas con medias caladas, irrespon-

    sables, vendedores, burgueses, obreros, aris-tcratas, Juntas de Defensa, Damas del Ro-pero de Santa Fulana y otros comparsas.)

    El Hroe piruetista y regocijado. (Madrid. poca actual.)

    MSICA MOMENTO DE FARSA .

    Coro de Proletarios i Queremos pan, pan, pan!

    Un Guerrero Pum, pum, pum!

    Un Idiota jPim, pim, pim!

    Capirote (Haciendo un fin-fln.)

    Pim, pam, pum! El Pblico

    (Como en los toros.) jOoool!

    El Chulo (A la Marquesa.)

    Yo no acabo de comprender Tu manera de pirabar Que unas veces te pones bien Y otras veces te pones mal.

    La Marquesa de Pito Real Yo me pondr bien gach, Si te vienes a marcar Un one steep en el fitz Y atizarte un te en el Qlace.

    El Perro de Aguas. Gu! Gu!

    Un Togado. Considerando que...

    Un Diputado. Seores, entiendo yo...

    (Escndalo.) El Guardia civil.

    (Echndose el mauser a la cara.) A ver si va a poder ser!

    Capirote. (Haciendo con la mano una sea fea.)

    Viva la Constitucin! (El coro de vrgenes juguetea con Don Ca-

    pirote. Este las persigue, bromeando y obse-quindolas con dulces y florecillas.)

    Doncellas. Gracias, caballero, gracias.

    Capirote. Un marido os buscar.

    (Llamando a un Pollete ciervista y a otro Po-llete de la A. C.)

    Este para ti, Chichita. Este para ti. Lele.

    Gentilhombre de Casa y Boca. (En calidad de vendedor esquirol.)

    Yo llevo la rubanina! Una Vendedora de Dcimos.

    Sesenta y nueve pelao! Un Horchatero.

    Quin quiere sangre de chufas? El Perro de Aguas.

    Guau! Guau! (Despus de yantar, los mendigos se acer-

    can a Don Capirote que congestionado y go-zoso se silbe a un pedestal revestido de per-calina roja y amarilla.)

    Hay un letrero que dice:

  • Nrt 544 - o : ESPAA

    LA V I D A L I T E R A R I A

    Sena vente y el premio Nobel P O R

    E. D E Z - C A N E D O

    Otra vez ha cado en Espaa elpre-mio NobeL y ahora viene 'r relieve oportuno y prestigio internacional a la figura de Jacinto Benavente. Traducidas ya alguna d sus obfas al ingls, al ruso y al alemn, anunciada la representacin de la Malquerida en Francia, la distin-cin que en su persona se concede a la literatura espaola ceder en una ms viva atencin que la suscitada por la obra de un extranjero apenas conocido de unos cuantos curiosos de las letras.

    Para nosotros los espaoles no puede sigiificar lo mismo. El premio Nobel es una lotera sorteada' no del todo al acaso. Sabido es que en l atribucin de aqul intervienen las corporaciones oficiales, en correspondencia con el comit sueco. Por falta d apoyo oficial no tuvo el premio don Benito Prez Galds, y ello no mer-ma, n nada s gloria. Felicitrhonos de que a jacinto Benavente se le haya dado lo qu se le neg al patriarca. Tampoco acrecer ello sus nirits, pero s su no-toriedad fuera de Espaa y acaso, eh Espaa', los homenajes, ruidosos y las apasionadas discusiones.

    .Par?.;:el qu,e esto escribe, Benavente est hoy a la cabeza de nuestros dram-ticos. Sin desconocer el. fundamento de : verdad.de ciertas

  • E SP A A Nm 344 ,1.1,,.

    que la secta cervantista, que anualmente apedrea al mismo dolo que pretende in-censar.

    Tal vez contribuy a ello la propia crtica del maestro de las deas Estti-cas, abundante en reparos y menos en-tusiasta respecto a Caldern de lo que ms tarde se mostr en otros temas es-paoles. En realidad, si de Caldern no supiramos ms que los argumentos, no habra admiracin bastante para l; como Caldern laquea, es ledo por partes y en su lengua: para un crtico extranjero, a quien esos atropellamientos de ejecu-cin no pueden saltar a la vista tanto como a nosotros, Caldern debe ser un Dios; ledo por un espaol de buen gus-to, que se fije en que todas las cosas estn all apuntadas, y casi ninguna lle-vada a cabal desarrollo, debe engendrar admiracin, pero no entusiasmos fanti-cos. Si un escritor de hoy hubiera es-crito esto, no ya con referencia a uno de nuestros valores universales, sino pura y simplemente a un honrado escritor de antao,)' o si se le hubiese escapado lo que viene despus, en el arte, aunque esto parezca una hereja, las cosas valen por la ejecucin mas que por lo que son en s, no le hubieran dejado hueso sano los adoradores de dolos, maniques o fe-tiches.

    Para leer El gran teatro del mundo hay que recurrir a ediciones antiguas. En la Biblioteca de Autores Espaoles no est, ni en los cuatro tomos dedicados a Caldern, ni en el tomo especial de los Autos Sacramentales. Y, sin embargo. El gran teatro del mundo es una obra bella y fuerte, merecedora de la atencin que le dedicaron en Alemania Jos Ei-chendorff, al traducirla hace un siglo y Hugo von Hofmannsthal, arreglndola ahora con el ttulo de Das Salzburger Grosse Welttheater.

    No hay que exagerar la cuestin, como alguien, fuera de Espaa, lo ha hecho, en el sentido de considerar al poeta vie-nes definitivamente captado por la forma del auto espaol. Sus anteriores tentati-vas renovadoras de la tragedia griega, de la comedia italiana y de la moralidad inglesa, nos muestran un espritu verstil y curioso, adems de un fino artista, de un alto poeta. Ahora est haciendo su experimento calderoniano.

    Pero, como El gran teatro del mundo no est en manos de todos, podremos, si los lectores gustan, examinarlo juntos en el nmero' prximo y ver luego lo que ha hecho con l Hugo von Hofmannsthal.

    L A T I E R R A

    Hay que reivindicar la verdad J j j^ ta P O R

    J . L P E Z A L M A G R O

    ; , ^

    Es difcil que esta concepcin nueva de la Historia, al chocar con la tradicional, no parezca una exageracin, cuando no una larga serie de herejas y blasfemias; pero los hechos son los hechos, y por ms que se haga para deformarlos, ah estn procla-mando la verdad, lo mismo en el pasado que en el presente. Este problema de la tierrasalvo en una sola ocasin con Car-los IIIjams ha sido comprendido por nuestros gobernantes en toda su hondura y transcendencia; cosa que no es de extra-ar, cuando vemos a los tratadistas y es-critores clsicos de primersima nota, bus-car las causas de nuestra rpida e increble decadencia en cosas ajenas a sta.

    Antes, como ahora, los estallidos de n-dole agraria, se conceptuaban como fen-menos espordicos, pues no es fcil creer que se llegara a tener una visin de su fun-damentalidad cuando el ms ilustre de nuestros reyes, don Fernando el Catlico, al buscar un arreglo del conflicto de los pa-yeses, para nada tuvo en cuenta que igua-les efectos podran darse en Aragn y en Castilla, puesto que el mal tena las mis-mas o ms hondas races. Por el contrario, ya vimos de que forma se cruz de brazos ante los conflictos de Ariza y Moncls; y con la solucin dada al de Catalua lo ni-co que se consigui con decretar la sem- ' libertad de los payeses, sin cortar las ama-rras de la renta, fu prolongar la cadena de la dependencia con un nuevo eslabn, dando lugar al nacimiento de una capa in-ferior de jornaleros y peones, gentes suje-tas a la eventualidad de poder emplear sus fuerzas fsicas, que han constituido y constituyencomo un pedrusco desorbita-do en el engranaje nacional, propicio siem-pre a desviarse en cualquier sentido a la ms ligera impulsin que alguien quiera darle...

    Ya en pleno siglo xviiincluso en sus postrimeraslas Cortes, bastantes juris-consultos y algunos arzobispos y obispos, reconocen que la situacin de los cultiva-dores del campo es de peor condicin en la realidad que a los esclavos corresponda por derecho; y de cmo era esto verdad, vinieron a confirmarlo el levantamiento de los vasallos de Ribagorza, la reproduccin mucho ms sangrienta del conflicto de Ariza, el recrudecimiento de la guerra so-cial de los payeses y las derivaciones agra-rias que las Gemianas tuvieran en Valen-

    cia,, Mallorca y Murcia que; nada ense a nobles y gobernantes ya que en la ceguera de su egosmo se lanzaron a una poltica, de represinoh_ fuerqs de la renta! contra colonos, siervos y mudejares, que ,. produjo andando el tiempocomo no poda por menos, un levantamiento de stos, ahogado tambin en sangre, segn el ge-nuino sistema del Estado espaol en todos los tiempos. Las mismas Comunidades, nuestra revolucin ms voluminosa, barba- , ramente aplastada por el ccsarismo, y en la que slo seha visto el carcter poltico, qu era en su fondo sino un' esfuerzo desespe-, rado por romper las cadenas del rnons- ' truosp rgimen fiscal, quen unin de ja', renta y del fanatismo religioso que acabo con los elementos laboriosos y tcnicos-^^.' sepult al .pas en la postracin de que ai^ , no se ha podido levantar? Dondedice. Senadorhay latifundios, y confiscaciones' de la propiedad... hay caciquismo; donde" hay caciquismo hay centralismo; y donde', hay ce,ntralismo, hay abuso, tirana y arbi- ' trariedad y gobiernos d ametrlladoresV. , A la luz de estas verdades' es como hayV^ que estudiar l vida de Espaa.. - - :

    Cuanto ocurre durante la domnaciiV de los Austrias, s^ lgico, sencillamente lgico, sin qu haya que retorcer la intelF gettci piara ruscar sus causas; Es el oS'^ del cortirciante que sin prepararse una" base perenne, segura, realde ingresos,' se dedica a gastar sin' ta. Cundo ri-*^ dar a los dems consejos de administt'-' cin y buen gobierno... En alas de unas ' extraas ideas de hegemona y catoHza-cin universal, nos lanzamos por el mundo con la espada en una mano y la cruz en la otra; y es claro! no pas mucho tiempo sin que la caja empezara a resentirse... hasta llegar paulatinamente a la bancarro-ta. No queda de qu echar mano por estar todo gastado y consumido, hasta el cr-dito escriba Felipe II a su embajador en Roma; y el mismo rey deca a las Cortes de 1579 que el Tesoro no slo estaba exhausto y consumido, sino acabados los medios de que se poda prevaler...

    Tuvo alguien visin de la verdad en esta poca de terrible angustia? No. Eula declaracin ms franca que al He-chizado se hizo sobre la inminente cadu-cidad de su monarqua se dice que esta muere por falta de cabos, por defecto de habitadores, por inogi^ a-d l^ caudal regio y ^

  • Nm. 344 12 E S P A A

    privado, por entera privacin de armas, municiones, pertrechos, artillera, baga-jes y, lo que es ms, disciplina militar naval y terrestre; por el universal des-mayo, desidia y vergonzoso miedo a que, por nuestros pecados, se ve reducida la nacin, olvidada de su nativo valor y ge-nerosidad antigua. No, aqu no hay ms pecado capital que haber montado la mquina del Estado sobre la base de la propiedad quiritaria y la tributacin sobre el trabajo; la raz del mal est en el suelo, y ni el Estado ni el pas podrn salvarse sin extirpar radicalmente el cncer que en sus entraas llevan,

    Qu cuadro el que ofrece Espaa en el siglo xvn, el siglo de oro\ Castilla-claman los procuradores en las Cortes de Valladolidest tan despoblada cuanto se echa de ver en las aldeas della, donde hay tanta falta de gente, siendo tan ne-cesaria para la labranza, que infinitos lu;;ares de 100 casas se han reducido a menos de 10 y otros a ninguna. Burgos, la vieja corte espaola, en el transcurso de unos cincuenta aos, redujo su pobla-cin de 5.000 vecinos a 823. Madrid, la nueva, que tena al principio de esta cen-turia 400.000 almas, slo tena al finalizar 150.000. Segovia estaba desierta. Un jurado de la ciudad de Sevilla, afirma que el estado en que se halla esta ciudad es tan apretado que la principal obligacin es dar cuenta a S. M. de su despoblacin y mucho nmero de sus vecinos que de seis aos a esta parte se han ido a vivir a reinos extranjeros y otros han pasado a los de las Indias por causa de los muchos accidentes que en estos tiempos han sobre-venido; hijos unos, de grandes necesida-des, y otros de los crecidos derechos, donativos e imposiciones con que han servido y sirven a S. M.. Es la obra del impuesto indirecto y de la renta! Y luego la plaga de vagabundos, el enjambre de picaros y hampones donde toda inmorali-dadamoralidad, mejortiene su asiento y todo vicio, su natural habitacin...

    Las descripciones del estado de los campos que nos han transmitido los au-tores de la poca son aplanadoras, y pue-den reducirse a esta sntesis: los brazos se cansan de trabajar sin fruto; las almas desesperan, la estepa avanza implaca-ble...; los pequeos propietarios venden sus tierras para redimir deudas; el trigo sube a precios enormes, obligando a co-mer un pan confeccionado con materias diversas; Murcia y Andaluca gimen an-gustiadas ante la ruina de su agricultura; la carencia de brazos es tal que hay que romper la tasa de los jornales para que acudan cultivadores extranjeros; las pro-ducciones ms intensivas fueron desapare-ciendo con la ausencia de los inteligentes moriscos, hasta el punto que las rentas de los terrenos del duque de Ganda bajaron

    de golpe a 15.349 libras valencianas, de 53.153, que antes perciba. Remedios que se buscaron ante esta crisis? Para atajar la miseria y vagabundez, los consabidos de la caridad que lejos de extirparlo ali-menta el mal; y para levantar la agricul-turairisa producira, si no fuera tan trgico!permitir a todo labrador que cultivase ms de 25 fanegas de"* tierra... el uso de carruaje con dos muas! La cuestin es que no se olviden los princi-pios de ornamentacin jerrquica aunque se hunda el universo!

    Causa hondsima tristeza leer la acusa-cin de holgazanera que todos los extran-jeros de la poca lanzan sobre nuestro pueblo, sin pararse a investigar si esa holgazanera estaba en la entraa de nuestra raza, o era una consecuencia obli-gada del'rgimen que pesaba sobre ella. No se afanan por trabajardice Quic-ciardini de nuestros labradoressino en caso de necesidad ineludible, y aun as, cultivan menos tierra de la que po-dran y la cultivan mal. Los espao-lesdice otrono son muy industriosos, y ni cultivan ni siembran de buena vo-luntad la tierra... Desprecian de tal manera el trabajo, que la mayor parte de los artesanos son extranjeros. Si los espaoles son pobres, es porque son des-cuidados y holgazanes. La misma tierra no est cultivada por los naturales del pas; en la poca de la labranza, siembra y cosecha, acuden muchos aldeanos del Bearn y de otras regiones de Francia que ganan mucho dinero por sembrar el grano y recogerlo.

    Holgazanera! Lo verdaderamente ex-trao es que aquellos millares de brazos que la acumulacin de la propiedad, la renta y el fisco arrancaban de su natural ocupacin, no se emplearan, rebeldes, en vengar la injusta condena que contra ellos lanzaba un sistema monstruoso, que sobre-pona sus intereses de casta a los inte-reses y salvacin de la patria. No haban de venir extranjeros a realizar las faenas agrcolas, si hasta el jornal se tasaba a los espaoles? Para aqullos, se levant la tasa, y por eso oudieron ganar mucho dinero, no porque fueran mejores, ni por-que lo permitiera el sistema, en donde la perfecta romanizacin de la tierra, de la familia y del Estado acab por no dejar ningn resquicio a la esperanza del tra-bajo personal y libre. Los Psitos, que por entonces aparecieron, constituyeron el nico relmpago de la sensatez y cordura que haba en el fondo de la raza; pero fueron como una gota de agua arrojada en aquel Sahara desolado y espantoso...

    Ni que decir tiene que la industria y el comercio respondan al estado miserable de la agricultura. Segn los datos que nos suministra un erudito historiador, las que-jas contra la mala calidad de los paos fa-

    bricados en Espaa, eran generales en lot comienzos del siglo xvii y aun antes; los numerosos telares de Cuenca quedaron re-ducidos a tres o cuatro; Granada vio des-cender notablemente su produccin de seda; Sevilla no tena, a la muerte de Feli-pe III ms que unos 400 telares que muy pronto se redujeron a 60; en 1665 slo !e quedaban a Toledo 13 telares de lana, es-tando arruinada la antes prspera industria de los guantes; Segovia haba dejado de fabricar cada ao 25.500 piezas de paos, que consuman antes 178.500 arrobas de lana; los libros espaoles se impriman en Francia por falta de impresores; los oficios de laboreo del hierro y otros metales, cala-fates, carpinteros de ribera, boneteros, ta-piceros, sombrereros, lenceros, ebanistas, -silleros y otros muchos, iban desaparecien-do; la ganadera haba disminuido en una proporcin superior al sesenta por ciento; las fbricas de jabn, cristal y vidrio ha-ban desaparecido de Castilla; de Andalu-ca, las de azcar, lino, camo, algodn, pelo de camello y de cabra... Por ltimo, la falta de habilidad tcnica en los obreros era general. Cmo evitar que la balanza comercial espaola se inclinara considera-blemente del lado de la importacin, lo que significa la ruina a plazo fijo? Cmo evi-tar que los extranjeros se establecieran en el pas como nuevos fenicios, sin ms fin que redondear sus fortunas a costa de la pobreza y el atraso nacionales?

    Muchas y variadas son las causas a que los escritores de la poca achacan la formi-dable decadencia de Espaa: el espritu aventurero que llevaba a las guerras, y el religioso que llevaba a los conventos; la despoblacin; el aumento de las alcabalas y otros tributos; la emigracin; el desarre-glo de la Hacienda pblica; la prodigalidad en las mercedes reales; el lujo; el descu-brimiento de Amrica; la expulsin de los moriscos... Aunque algunas de estas opinio-nes estn sustentadas por los ms peregri-nos ingenios de aquel tiempo, se sigue in-curriendo en el defecto capital de seguir tomando Jos efectos por las causas. El que emigra, y el que fa a la aventura un mejor porvenir y el que se acoge a los conventos sin or precisamente la voz de la vocacin y del egosmo, lo hace por huir de una si-tuacin presente que ninguna esperanza de bienestar y progreso le ofrece. Aunque hubieran cesado todas las guerras, reinte-grando al pas los brazos que en los tercios empuaban el mosquete; aunque no se hu-biera descubierto Amrica y nuestros hom-bres, por tanto, hubieran carecido de la atraccin que represent desde los prime-ros m.omentos, el pueblo espaol hubiera sido igualmente desgajado por la emigra-cin y la aventurano est ocurriendo hoy mismo?, porque el suelo, esclavo del censo y del mayorazgo, lo -repela. Los hombres se ibany se van y se seguirn

  • ESPAA Nm. 344.13. yendoporque nada tenan que hacer aqu, porque es absurdo pensar que un pueblo se resigne a trabajar eternamente para otros sin que surja la airada protesta de la revolucin o esa otra mansa, silencio-sa, resignada, de la emigracin, que es mil veces ms funesta porque nada remedia y todo lo deprime...

    NUESTROS GRANDES HOMBRES

    Lo que saben en El Fgaro de Bena-vente.

    Escasa repercusin ha tenido en Espaia el Nobel de D. Jacinto. Ni aun sus me-jores amigos de antao lo han coreado. En cambio, en el extranjero... Siempre hemos sido as en Espaa. Necesitamos que los de afuera consagren a nuestras

    grandes personalidades para que les dedi-quemos alguna atencin. Dganlo si no, entre tantos otros casos, los xitos de Raquel Meller en Pars.

    En el extranjero, en cambio, ha produ-cido sensacin el triunfo de D. Jacinto. Vase si no un suelto de cuarto de co-lumna que le dedica El Fgaro. Pero sabe algo El Fgaro de Benavente? Sabe, sabe. Sabe que tiene una reputacin con-siderable, aunque menor que la de Ana-tole France. Sabe que ha obtenido un xito legtimo en todas las escenas de Europa, y sabe que como diputado ha sido colaborador de Mr. Maura.

    Todo eso sabe y aun ms. A pesar de que su teatro, segn el suelto, es mal co-nocido en Francia, sabe que su teatro es sobre todo social y que sus obras princi-pales son La noche del sbado, La ciudad alegre, Por las nubes y La fuerza bruta. Vean ustedes si es cono-cido en el extranjero el ilustre colaborador de monseiir le colonel- Maura.

    La ltima palabra de Hamlet The rest is silence.

    HAMLET, act, V, scene II.

    ZJ/ reposo es silencio^) dijo Hamlet a punto de morir, y sobre el suelo su carne ensangrentada reclinando

    reanud el silencio. Y el nimo, cual llama vacilante,

    enraizado en el pbilo del cuerpo, ondeaba inoisible sacudido

    por susurrantes vientos. Le es silencio la muerte; el aireentraas

    del mar celesteduerme y suea quedo, las voces duermen, puede ser que sueen,

    y se le para el pecho.

  • f-um 44 - 14 E S P A A

    maquinaria.y la fecunda semilla, al agente del Fisco y a la Guardia civil...

    Pueblos que no saben leer; maestros que no pueden vivir, y que no ensean sino la tristeza y el dolor; caminos de herradura, en vez de vas frreas; em-presas extranjeras explotando a nuestros braceros, y llevndose las riquezas de nuestras tierras...

    Y a todo esto, los sonidos guturales de los sectarios, suenan por toda la ^ pa: tria: Salve, Dios te salve, .patria!..." ,^ |

    Quien ha de salvarla , i Han. de salvarlas-los hombres;;; los-, la-

    bradores que llevan la hoz en la mano, hoz, reluciente al sol, como un smbolo de justicia; han de salvarla los mineros, que estremecen, desde las entraas de las sierras, toda la superficie patria; han de salvarla los obreros que producen en el taller y en el laboratorio; los persegui-dos; los que tienen hambre, los que pa-decen sed de justicia; los miserables, los pordioseros, los leprosos; unos con sus brazos hercleos, otros con su,lepra; que para combatir a la jaura, todos son bue-nos, todos, hasta los que no son buenos...

    RODOLFO VIAS

    A M I G O S DE S A A V E D R A FAJARDO?

    ASrCTo'S 'DEL DECLIVISAO P O R

    J O - C A O T A S Y A L B A E R A G N

    Pero reconocindosete talento y cultura superiores a muchos paniaguados con mayor fortuna, se te postergaba, sin duda porque tu voluntad era redonda y muelle, en vez de puntiaguda y, frrea, o porque tu relativo orgullo no te consenta mendigar ms que a medias. (Las Columnas de Hrcules: Luis ARAQUISTAIN.)

    Cada da, a,cada hora, a cada momento, una nueva tristeza, un nuevo desengao, una nueva apostasa sumen al espritu, espaol, contemplativo y melanclico^ en el mar del escepticismo, cada vez ms universal de extensin. El espaol.que sienta en toda su plenitud las lacerantes,, miserias patrias, qye presencie da por da la depauperacin de su raza, que ob-serve la temible expansin del hurdanismo intelectual.de la nacin, que lamente el trgico y .grotesco espectculo de la es-candalosa corrupcin moral no es ya un ser propicio al escepticismo, sino un en-tregado ex tofo corde a la negacin apasionada.

    Pnes en este caso desolador, en este caso lleno de indiferencias amargas se encuentra un amigo, un verdadero amigo d Saavedra Fajardo. Es el caso cotidiano y mltiple del espaol postergado por la, estulticia acadmica y doctoral y por Ja neqpicia poltica. No es, pues, nuevo; pero es til para la formacin del desdichado-panorama histrico de este,siglo, la coacer-vacin de hechos comunes e idnticos.

    Quiz un excesivo romanticismo, una engaadora y tortuosa visin de la vida--^3 lasque habra credo levemente imperfec-ta, una concepcin falsa de los amigos aduladoresaduladores en la enfrentacin, maldicientes en la ausente distanciacin, ms maldicientes a medida que es ms lejana la separacin personal - , quiz esto,

    digo, ha destrozado las benvolas y pas creencias de un alma, virgen en las contu-maces luchas del tartufismo actual. Una ruptura, un quebrantamiento, un desmem-bramiento posiblemente de una bella concatenacin de ilusiones, bsicamente autosugeridas, va a empujar brutalmente a este alma a la nocente y procelosa con-flagracin de las pasiones humanas, obli-gndola a comprender la crudeza real del vivir de los que, por encima de otras ne-cesidades bajamente utilitarias, sienten la gran necesidad de un ideal de patente mejoramiento espiritual.

    * * *

    Iniciase simpticamente la constitucin de una sociedad de amigos de Saavedra Fa.jardo, en Murcia, y este alma, incom-prensora de maldades, propicia a la pres-tacin de su ayuda cordial y a su coopera-cin intelectual, estdfa al genial autor de Locuras de Europa con veneracin que va aumentando conforme se adentra y pro-fundiza la magna obra del famoso perso-naje. Su estudio se intensifica hasta el conocimiento completo de Saavedra, y lo traduce en artculos que va publicando la prensa murciana con regular asiduidad. Estos artculos, despertadores de la masa ilustrada hacia el prudente diplomtico del siglo xvn, devienen conductores espiritua-les y populares que estimulan, cuando menos, la curiosidad de los negligentes en

    torno a una figura interesantsima y digna, por varias razones, de la atencin, sin distinciones tnicas o geogrficas, de nues-tros contemporneos.

    Pasa el tiempo, y la sociedad d ahgos de Saavedra Fajardo comienza a dar sea-les de su vida por medio de una seri de Conferencias cuya tendencia, armnica-mente con las directivas fundamentales propuestas, es completar la vulgarizacin ideolgica, crtica e histrica de este Ma-quiavelo antittico. Figuran ilustres per-sonalidades entre los conferenciantes-asegrase la intervencin propagandista de Azorin y Po Baroja, e inaugrase la serie de actos saavedristas con una Confe-rencia, en la que se traza la biografa del ilustre algezareoconocida ya por el es-tudio hecho y publicado en 1884 por el conde de Roche y D. Jos Po Tejera-de una manera sinceramente admirable.

    En esta Conferencia preliminar se habla del iniciador/l^on'/zde esta agrupacin de intelectuales (?), y se dice que, mer-ced a l, la simpata, la cordialidad p-blica en torno a la figura del famoso es-tilista murciano es un hecho; en esta Conferencia preliminar se pretierepre-viamente convenido el olvidoal hombre que, obscuramente, sin alharacas, ha he-cho ms en su tierra por que se conozca a su genial paisano. Pero reconozcamos que el autor de esta Conferencia preli-minar ha sido un instrumento de la pol-tica que impera a orillas del Segura, ins-trumento tan valioso por sus cualidades intelectuales que, para conquistarlo, no se omite adulacin ni ofrecimiento. Y es que todo el mundo sabe que la humanidad, es muy dbil ante las satisfacciones de la vanidad! Cuan admirable y con cunta frecuencia es recordado aquel versculo del Ecclesiasts: Vntas vantatum et omna vnltas!

    E! precio de la satisfaccin de una va-nidad ha sido la pretericin de un hombre que ha demostrado siempre su amor a su tierra tal y como este se debe sentir, exponiendo lacras para que se corrijan y defectos para que sean subsanados, pres-cindiendo de vergonzosas adulaciones. Esperaba el auditorio de esta Conferencia preliminarmuchos de los que asistan lo decan, despus de escuchar otros nom-bres de personas parcialmente desconoce-doras de la personalidad histrica y re--presentativa de Saavedra Fajardo, oir pronunciar el nombre del desinteresado amigo del pulcro secretario del cardenal Borjax, ya que no por honra literaria merecida, al menos por Justo agradeci-miento de esa sociedad. Pero no fu as: el obscuro amigo de Saavedra Fajardo carece de personalidad.

    * * *

  • g S P A A rn"'".?^'*S'r-

    En qu estriba el concepto actual de personalidad? Qu causas, qu factores, qu hechos son los que determinan, en l pensamiento vu lga r , un valor histrico capaz de constituirse en personalidad? He aqu una interrogante de no tan fcil con-testacin como aparenta. El pensamiento vulgar se ha hecho tambin escptico: no cree en la preeminencia de los valo-res actuales; al menos, oculta su pensa-miento. Slo creen e n esos valores los p e t u l a n t e s autoadmiradores; y no slo creen en s mismos, sino que se conside-ran aptos para otorgaciones de primacas y medianas y olmpicamente dspotas en la determinacin de ultimidades. Y quiz haya ultimidad que les aventaje en supe-rioridad!

    Ser cierto, como dice el maestro Or-tega y Gasset, que se perdi en la Res-tauracin la sensibilidad para todo lo ver-daderamente fuerte, excelso, plenario y profundo? S; debe ser as: lo ha dicho el primer espectador espaol. Se em-bot el rgano encargado de temblar ante la genialidad t r a n s e n t e . F u , como Nietzsche dira, una etapa de perversin en los instintos valoradores. Lo grande no se senta como grande; lo puro no sobrecoga los corazones; la calidad de perfeccin y excelsitud era invisible para aquellos hombres(como lo sigue siendo para estos), como un rayo ultravioleta. Y fatalmente lo mediocre y liviano pare-ci aumentar su densidad. Las motas se hincharon como cerros y Niiez de Arce pareci un poeta.

    * * *

    Han quedado, pues, ante este episodio local del declivismo, constituidas dos so-ciedades. La de amibos de la Sociedad de amigos de Saavedra Fajardo y la de los verdaderos amigos de Saavedra Fajardo; es decir, la de los amigos se-dicentes y la de los amigos evidentes.

    La poltica es protectora de la socie-dad de amigos sedicentes de Saavedra; la protervidad poltica, athparando a esta sociedad, pone en ella mcula de media-tizacin y corruptela. Confiemos en que muchos de los que forman parte de ella la rechazarn tan pronto vayan conocin-dola. La sociedad de amigos sedicentes de Saavedra Fajardo tiene hasta forma material, tiene (o debe tenertal es su ndole) incluso reglamentacin interior;' probablemente ha necesitado la estpida aprobacin gubernativa.

    La sociedad de amigos evidentes de Saavedra Fajardo t i ene una existencia espiritual ms slida que la otra; no ne-cesita refrendaciones legislativas ni per-misos caciquiles. Su existencia se la debe a s propia, quiz a la torpeza inicial de la otra sociedad; no se sabe ni quines son

    sus sociosni se sabe, ni ellos lo necesi-tan, y, a pesar de ello, todos se con-traen a una obligacin espiritual impuesta por su propia conciencia. Estos, separa-damente, harn por Saavedra ms que la unin plena de los sedicentes.

    Si el amigo preterido de Saavedra Fa-jardo s i en te despecho, el despecho ha adquirido nobleza espiritual; habr recor-dado, con el alma transida', los versos virgilianos: tios ego versculos fc'i. Tlit lter honreni.

    LA S E M A N A T E A T R A L

    E L P A V O RE>^L GOMEDIA POTICA EN TRES

    ACTOS, DE EDUARDO MARQUI-NA (ESLAVA).

    En El pavo real vuelve Eduardo Mar-quina por los fueros del teatro potico. Dejando de lado el drama histrico, tan asiduamente cultivado por l, busca ahora en leyendas indias, ricas de savia humana, el venero perpetuo de la poesa. Aunque hablen de lejanos pases y se nos ofrezcan rodeadas de prestigio oriental, leyendas como la que ha tocado nuestro poeta en su obra ltima, estn ms prximas a nos-otros que las fuentes de sus xitos de an-tao. En aquellas obras el orgullo nacio-nal, el sentimiento que levanta fronteras entre los hombres, poda sentirse momen-tneamente exaltado; en sta los afectos corren por cauces ms puros, Cada cual puede pulsarlos en su propia sangre.

    El pavo real es un poema de amor y de olvido. Eslabones de carne unen a los dos seres que se amaron un da y entre los que el tiempo levant una cortina de hielo. Ella se muere de abandono y l de olvido. Por qu tenues caminos volver a anudarse el lazo deshecho?

    Este poema, que empieza como los cuen-tos de aventuras, con un prncipe que, an-tes de reinar sale al mundo por dos aos para edificar su experiencia, se desenvuel-ve casi estticamente. Apenas dej el pa-lacio hall el prncipe su aventura, la ni-ca, toda de alma y de carne. Alma y carne hicieron un alczar maravilloso en la selva niisma del dolor y de la miseria. Ni luchas con monstruos, ni injusticias reparadas, ni mercedes distribuidas: la espada del prn-cipe no desempea en este cuento papel importante.

    Sin embargo, cuando, al final, la mujer, cambiada en ave por conjuro de magia, vuelve a convertirse en mujer porque el amor vivo triunfa y el nombre olvidado resuena otra vez en los labios que lo apren-dieron, se siente que el viaje del prncipe no fu intil y que su experiencia de la vida es cabal. Ser rey justo.

    En pleno ambiente potico, sin trabas de verosimilitud minuciosa ni empeos de rigor histrico, el poeta del Vendimin y de las Elegas consigue trazar su fbula con soltura y los versos, con que la teje le

    salen llenos naturalmente de poesa. La escena de amor del primer acto, las de pa-sin en el segundo, el coloquio infantil del tercero que trae el desenlace, estn logrados plenamente. Cuntas expresio-nes ungidas con d temblor de una emocin inmediata saltan en el ritmo vario de la forma potica, distinta de la tradicional ms no contraria a ella!

    Justo es decir, que la direccin de Es-lava, con los escengrafos Fontanals y Burmann, ha dado al poema, en decorado y trajes, visualidad exquisita. Las suges-tiones del libro se han realizado espln-didamente en afortunada plasticidad. La msica de escena, de Mara Rodrigo, al-canza su ms alta virtud en las escenas de pasin, Y los actores, con Catalina Barcena en primer trmino, dan a El pavo real una interpretacin muy fiel. Quiz, puestos a buscar algn reparo, tuvira-mos qu hacrselo a un excelente Come-diante, al Sr, Collado; Su magoservido con una maravillosa caracterizacinn' produce siempre la escueta impresin d; seriedad que el autor se propuso. O es acaso defecto de nuestras vidas, quen pueden separar dlas inflexiones de Vz'' del Sr. Collado, el recuerdo de los puros' efectos crnicos que tantas veces nos hizo gozar? Ev D^-^.^'

    LOFOTEN Todos los muertos estn ebrios de lltioia

    [vieja 11 sucia En el cementerio extrao de Lofoten. El reloj del deshielo tictaquea lejano En el corazn de los fretros ppbres.de

    [Lofoteni Y gracias a los agujeros-abiertos por la ,i ..: .-.,., i. - [negra Primaoera

    Los d'erbos'e'sttt cebados de fra carne "" ' ' ' '' ' '''' - ' ' ' [htifnana:-

    Y gracias al dbil viento de OB de niK) , El,sueo es grato a los muertos de Lofofen,, Yo no oere probablemente nunca' ' " ; A^ el mar ni las tumbas de Lofotenl: H': r , K sin embargo es en mi como si yo amase Ese lejano rincn de tierra y toda su pena. Vosotros desaparecidos, bosotros suicidas,

    [oosotras lejanas En el Cementerio extranjero de Lofoten El nombre suena a mi odo extrao y suave (Dorms, verdaderamente, decidme, es que

    [dorms? O, DE L. MiLOSZ

    (Trad.de A. P'HALMAR.) . ;i ; i i n; ;

  • Nm 344 - 1 6 E S P A A

    PAISAJES CAUCE SECO

    El herbazal, ms que amarillo, cano, es la barba crecida de este azarbe ya intil. El agua va por otros amorosos regazos y l ha quedado ciego, hacino y como muerto. An le dan sombra llena de polvo y color gris zarzales erizados y matujos pajizos que aunque ven su ceguera an tienen espe-

    [ranza; pero l sabe que nunca volver la alegra del agua llena siempre de luz y de cantares.

    Como las golondrinas no saban nada fueron a l un da, ya pasado el invierno, qu pena le dio verlas partir ya para siempre! y escuchar en la tarde sus gritos de sorpresa!

    Ms tendido que nunca en su fatalidad, como abierto en canal, muestra al sol sus

    [entraas.. Ya no es ms que una vieja piel de reptil

    [cada, una gran fosa abierta, una acequia sin agua!

    F. MARTNEZ-CORBALN

    L I G A E S P A O L A D L O S

    D E R E C H O S DEL HOMBRE ADHESIONES

    Don Sotero Francisco Vallano, maestro nacional; D. Vicente Reig, maestro nacio-nal; D. Diego Marn, maestro nacional; don Jos Snchez, maestro nacional; D. Vicen-te Gonzlez, maestro nacional; D. Javier Lpez del Castillo, maestro nacional; don Jos Albert Rico, maestro nacional; D. Vi-cente Lloret, maestro nacional; D. Jos G. Correcher, maestro nacional; D. Andrs Gascn, maestro nacional; D. Daniel Fer-nndez Shaw, estudiante; D. E. Saleta Llo-rns, secretario de ayuntamiento; D. Fran-cisco Carreras Reura, licenciado en Cien-cias; D. A. Pallej Val, industrial; D. Do-mingo Enrique Lpez, abogado; D. Juan Jimnez de Aguilar, catedrtico; D. Manuel Cardenal, ca tedr t ico ; D. Juan Miguel 'G. Ziga, veterinario; D. Crdulo M. Es-cobar, maestro; D. Joaqun Buenda, pin-tor; D. Lorenzo Alarcn, maestro; D. Juan Ruiz, maestro; D. Jos Lpez, maestro; don Julio Larraflaga, ayudante de Obras Pblicas; D. Adolfo Pizcueta Alfonso, em-pleado; D. Ramn Nachar Araixa, del co-mercio; D. Antonio Puig Garca, zapatero; D. Jos Arnau Aparici, maestro; D. Emilio Orozco Albentosa, comerciante; D. Loren-zo Latorre Blay, carpintero; D. Francisco Ctala Albericli, comisionista; D. Vicente Marco Miranda, periodista; D. Francisco Soto Mas, industrial; D. Antonio Lorente, bastonero; D. Ricardo Lucas Gonzlez, es-tudiante; D. Fernando Gonzlez, estudian-te; D. Vicente Boada, estudiante; D. Ma-nuel Ojeda Florido, estudiante; D. Manuel Morales Prez, estudiante; D. Toms L-pez Beito, estudiante.

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    Redactores: Manuel Azaa, C. Rivas Cherif. SE PUBLICA MENSUALMENTE EN MADRID EN

    FASCCULOS DE OCHENTA PGINAS Administracin; Hermosilla, 24, dup.-Madrid

    LA PLUMA publica novelas, cuentos, obras teatrales, poemas, ensayos literarios, artcu-los de crtica, notas bibliogrficas, informa-cin literaria del extranjero, etc. Slo publica trabajos inditos. LA PLUMA ha publicado:

    De Unamuno: Fedra (tragedia en tres ac-tos).De Valle Incln: Farsa y licencia de la Reina Castiza, Los Cuernos de Don Friolera y Cara de Plata.De Rubn Daro: Versos inditos.'De Juan R. Jimnez: Varios poe" mas y prosas.De Ramn Prez de Ayala: Poemas y Apostillas y Divagaciones.

    Artculos, poesas,'notas y obras varias de Dez-Canedo, Azaa, Salinas, Salazar, Re-yes, Rivas Cherif, Guillen, Icaza, Espina, Araquistain, Puccini, Mara Enriqueta, Ma-chado, Jean-Aubry, Fabra, Vighi, Moreno Villa, Luis y Agustn Millares, Garca Bilbao, Ardavin, Tenreiro, Quesada, V. A. Alvarez, Galarraga, Buenda, Colin, Domenchina, Es-pinosa, B. Inglott, Lpez Parra, Gmez de la Serna, Bertaut, V. Ctala, Douglas Goldring, Hernndez Cata, A. Castro, A. Pastor, Sa-cristn, Fernando Gonzlez, R. Baroja, y D. Rivero.

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    Blanco Pombona El conquistador espaol . . . 5

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    Pedro Moro) 3 Garca Mart

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