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Página12 Espacios del arte emergente Karina Casares Vivimos una época de prácticas culturales insólitas. Hace poco menos de una década, los espacios parecían destinarse mayormente a las artes performáticas y, especialmente, se conformaban como lugares –bares, sótanos, pistas de baile- donde podían tocar las bandas locales. Los jóvenes buscaban parecerse a su ídolo musical y tenían como objetivo primordial formar su propia banda de rock y ganar el reconocimiento internacional, junto con los beneficios adicionales que prometía. Hoy habitamos una ciudad, signada por la era postCromañon y el turismo cultural que atrajo la devaluación monetaria, en la que parecen fungir casi por generación espontánea los espacios (en particular las galerías de arte y bares artísticos) destinados a la exposición de las obras plásticas de nóveles artistas. Los artistas visuales mismos proliferan fácilmente y se reproducen sin pausa en una corriente incesante de productividad que sorprende por sus dimensiones, de bordes cada vez más imprecisos, y por sus estrategias comunicativas que adaptan rápidamente los recursos y plataformas disponibles a sus necesidades inmediatas de difusión. Sin embargo, más allá de las experiencias vanguardistas, neovanguardistas o posmodernas contra la institución-arte y de las elucubraciones teóricas de la llamada estética relacional, los espacios institucionales con

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Espacios del arte emergente Karina Casares

Vivimos una época de prácticas culturales insólitas. Hace poco menos de una década,

los espacios parecían destinarse mayormente a las artes performáticas y, especialmente,

se conformaban como lugares –bares, sótanos, pistas de baile- donde podían tocar las

bandas locales. Los jóvenes buscaban parecerse a su ídolo musical y tenían como

objetivo primordial formar su propia banda de rock y ganar el reconocimiento

internacional, junto con los beneficios adicionales que prometía.

Hoy habitamos una ciudad, signada por la era postCromañon y el turismo cultural

que atrajo la devaluación monetaria, en la que parecen fungir casi por generación

espontánea los espacios (en particular las galerías de arte y bares artísticos) destinados a

la exposición de las obras plásticas de nóveles artistas. Los artistas visuales mismos

proliferan fácilmente y se reproducen sin pausa en una corriente incesante de

productividad que sorprende por sus dimensiones, de bordes cada vez más imprecisos, y

por sus estrategias comunicativas que adaptan rápidamente los recursos y plataformas

disponibles a sus necesidades inmediatas de difusión.

Sin embargo, más allá de las experiencias vanguardistas, neovanguardistas o

posmodernas contra la institución-arte y de las elucubraciones teóricas de la llamada

estética relacional, los espacios institucionales con tradición en el circuito artístico

continúan configurándose como sustentadores de una legitimidad cultural, social,

política y otorgando visibilidad al interior de la estructura de los campos mencionados.

Los espacios están situados en contextos geográficos, políticos, sociales, culturales,

históricos. En estos contextos, condicionando nuestra lectura, juegan un rol concreto

como detentadores de poder. En torno suyo se organizan redes sociales que pugnan por

apropiarse del poder económico y simbólico (reconocimiento, status social, legitimidad)

que estos proyectan.

Existe, adherido a este, el espacio que crea y mantiene la circulación social de las

obras y los artistas, aquel que genera su difusión y reconocimiento por parte del público

y de la crítica especializada. Se encuentra mediatizado por distintos soportes, físicos y

virtuales, que se proponen como vinculantes entre las instituciones/los artistas

autogestionados y el público en general.

Galerías de arte, Centros Culturales y Museos: ¿cómo se sitúa el arte emergente

al interior de estas instituciones artísticas? Para averiguarlo hemos recogido datos

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sobre algunas de las numerosas muestras, específicamente sobre cinco de ellas, que se

inauguraron durante el mes de mayo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La

selección de ámbitos de exposición responde al criterio de dar un muestrario de las salas

del circuito artístico de la Ciudad de Buenos Aires (los espacios institucionales de

gestión pública y privada, las galerías tradicionales y “alternativas”).

Comenzaremos por describir la

muestra que se realizó desde 30 de

abril al 25 de mayo en el Palacio

Nacional de las Artes - Palais de

Glace (ubicado en la calle Posadas

1750, Recoleta) y que se denominó

“Proyecto circular – 20 artistas

jóvenes en circuito”. La muestra,

en esta sede histórica de las artes

visuales argentinas y actual espacio oficialmente destinado a la exposición de los

Salones Nacionales, convocó a veinte artistas visuales de las provincias de Santa Fe,

Tucumán, Misiones, Neuquén, Entre Ríos, Buenos Aires y Capital Federal para exponer

una obra o serie de obras en el espacio circular del primer piso de este edificio. Se podía

reconocer a cada artista, su ciudad de origen, el título de la/s obra/s y la técnica utilizada

mediante los carteles adosados en las columnas que separan cada uno de los “nichos”

donde se montaron las obras.

El director del Palais de Glace y curador de la muestra, Oscar Smoje, escribe en el

catálogo una suerte de statement o manifiesto a favor de la inserción en los espacios

institucionales de los artistas que dan sus primeros pasos en el circuito artístico. Busca

generar “una plataforma de difusión y contacto para aquellos procesos de creación que

desafían y transforman lo que continuamente vuelve a redefinirse como arte”. Deja

claro que los espacios institucionales continúan privilegiando a los artistas consagrados

y que, justamente para interrumpir esta lógica, se propone este proyecto circular, una

exhibición de obras que muestran la diversidad de estilos y búsquedas, de materiales y

técnicas. El catálogo muestra algo de lo que se pudo ver en esta exposición mientras

estuvo en exhibición: en algunos casos fragmentos de obra o una pieza de una serie; en

otros la ausencia absoluta de representación. Los datos sobre la exposición y algunas de

las reproducciones de las obras estuvieron disponibles en la página del Palais de Glace y

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circularon también por iniciativas autogestivas de algunos de los participantes de la

muestra, por Ej. San Poggio, en plataformas virtuales (Facebook, Flickr y Blogger) o

mediante correo electrónico.

La difusión de este evento se llevó a cabo por medio de correo electrónico (a los

suscriptores de Mapa de las Artes, gacetilla electrónica especializada en artes visuales

con edición impresa) y tuvo una reseña sucinta, de 300 caracteres, en los suplementos

culturales Ñ (diario Clarín) y ADN (diario Nación).

La muestra que describiremos a

continuación tuvo lugar desde el 13 de

mayo al 20 de junio en la galería Ruth

Benzacar (galería fundada en 1965 por

Ruth Benzacar y dirigida actualmente

por Orly Benzacar y Solana Molina

Viamonte, situada en Florida al 1000,

Retiro). Esta muestra, titulada

“Matinée”, que ocupó inusualmente la

galería entera – planta baja y subsuelo –

exhibió la obra producida entre 2008 y

2009 por Liliana Porter (Bs. As., 1941),

artista argentina residente en Nueva York

y cuyas obras forman parte de

colecciones privadas nacionales e internacionales y de instituciones públicas nacionales,

como el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) y el Museo de Arte Latinoamericano

de Buenos Aires (Malba), e internacionales, como el Museo Metropolitano de Nueva

York (MOMA) y la Tate Modern Gallery de Londres.

En el catálogo se hace referencia al origen del título de la muestra (que toma prestado

del cuarto video de Liliana Porter ejecutado en el 2009, con música de Sylvia Meyer, el

cual se presentó por primera vez en esta exhibición) y a las características, definidas en

forma poética, de las obras exhibidas: Al igual que en el video, las pinturas, objetos,

dibujos, fotografías y grabados, incluidas en esta muestra, presentan una serie de

aparentes dislocaciones. No se explicita quién es redactor de esta reseña, ni si es el

mismo que curó la muestra, por ejemplo. Se añade a este catálogo una hoja del mismo

tamaño donde podemos leer una entrevista entre Liliana Porter y Ana Tiscornia sobre

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esta muestra y otras, referenciadas por artículos escritos sobre ellas, etc. El catálogo

incluye imágenes del video y reproducciones de algunos de los objetos exhibidos en la

galería, en ocasiones con sus títulos (en la muestra, a excepción de los grabados del

subsuelo, no hubo carteles con títulos, técnica, año de producción). También incluye un

breve curriculum vitae de la artista (que, además, es representada por la galería Ruth

Benzacar en ferias internacionales como ArtBasel). El catálogo, de buen tamaño y

excelente papel, es gratuito y es una de las características siempre destacadas por los

visitantes de esta galería.

Los datos de la exposición siguen disponibles y completos tal como en el catálogo en

la página web de la galería. La difusión de este evento se efectuó por medio de

gacetillas de prensa a los diarios nacionales, mediante correo electrónico y por difusión

de los admiradores de L. Porter en blogs y Facebook. En la misma semana de la

inauguración, la galería anunciaba una charla con la artista, junto a docentes del área de

Artes Visuales del Instituto Universitario Nacional de Artes (IUNA), que tendría lugar

en la sede histórica de la Escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.

En la semana posterior a la inauguración, Alicia de Arteaga escribió una reseña de

dos páginas sobre la exposición en el suplemento cultural ADN. Mientras que, en el

suplemento Ñ, Ana María Batistozzi la mencionó en relación con la inminente

inauguración de la feria de galerías ArteBA.

La tercera muestra que nos interesa describir se desplegó desde el 14 de mayo al 26

de junio en una galería inaugurada en 2008 y que se declara como “un espacio de

exhibición, de circulación y discusión en torno a lo gráfico, que apuesta por ir más allá

de inversiones en obras consagradas”. Es la galería Sapo que, en su página web, postula

tres ejes fundamentales: crear un espacio para la experimentación, exhibición y

circulación de dibujos; investigar el dibujo y la ilustración en Argentina, armar un

guión, una historia del dibujo contemporáneo; vender obra, generar mercado para los

originales, formar y articular un escenario para el coleccionismo. Hacer circular una

mirada que resitúe y valorice el dibujo como obra acabada, pieza única, con propiedad

y pertinencia en el mercado de arte. Esta galería, situada en esa zona imprecisa de la

ciudad de Buenos Aires que es la transición entre centro y micro centro (Pte. J.D.Perón

1249, 2º 11, Centro), se ubica en un antiguo departamento de dos ambientes, uno de

ellos dividido por un entrepiso –trastienda-. Este espacio tiene una característica que lo

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distingue de otras galerías: únicamente está abierta miércoles, jueves y viernes de 15 a

20hs.

La muestra de dibujos de Nahuel Vecino (Bs. As., 1977) – no se le dio ningún título-,

con algunas obras en mediano y gran formato y muchas en pequeño formato, exhibe la

técnica con la utilización en este caso en lápices de colores y tintas o témpera. Este

artista, conocido como diseñador de las gráficas para los discos de la banda de rock de

los ’90 A-Tirador Láser y como su integrante - junto a Migue García y Lucas Martí- ,

ha venido trabajando y circulando por distintos espacios artísticos desde fines de los ‘90

hasta la actualidad. El año pasado realizó una muestra importante en el Centro Cultural

Recoleta (CCR) titulada “Pompeya” que tuvo gran difusión en los medios gráficos. Esta

galería maneja algunas de las obras de Vecino (que figura como integrante de, por lo

menos, tres galerías más) y la muestra sin embargo no contó con un catálogo, sólo una

postal con uno de los dibujos expuestos y los datos de la exposición –fechas de apertura

y cierre, dirección y datos de la galería-. Por otro lado, en las salas las obras no

presentaban ninguna marcación de título, técnica, año, etc. y algunas se encontraban

ubicadas de tal manera que se hacía dificultoso observarlas con tranquilidad o en una

postura relajada. Tampoco se pudo saber quién era el responsable por la curaduría de

esta muestra.

La difusión de la muestra se realizó mediante plataformas virtuales (Facebook) y vía

correo electrónico (gacetillas). Obtuvo una brevísima reseña en la sección cultural del

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diario Crítica y otras reseñas en blogs y páginas autogestionadas dedicadas a eventos

culturales. En la página de Sapo se puede leer todavía la reseña (poética) que hizo el

propio artista.

La cuarta muestra que vamos a describir se situó en la sala J del CCR (Junín 1930,

Recoleta), una de las dos salas que enmarcan la gran sala Cronopios, en ese momento

ocupada por la retrospectiva de Luis Tomasello. Esta exposición, llamada “Fantasía

Cuadrofónica Parnasus”, presentó del 15 de mayo al 7 de junio obras pictóricas de

cuatro jóvenes artistas contemporáneos argentinos (Juan Becú -1980-, Vicente

Grondona -1977-, Max Gómez Canle -1972- y Agustín Soibelman -1970-). No tenía un

catálogo exactamente pero sí tres fotocopias que describían la muestra: una de ellas con

un poema de Wallace Stevens, El vaso de

agua; otra con un fragmento de una partitura

de un air escocés llamado O were I on

Parnasus Hill (oh, estuve en los campos del

Parnaso); la tercera, manuscrita y de doble faz,

incluía la planta de la sala J con los detalles

(ubicación de las obras, autor, título, incluso

un mini-diseño esquemático de las obras, en

algunos casos) y una breve reseña-manifiesto

grupal sobre la muestra - es una muestra de

cuatro artistas complotados para la exaltación de la mediumnidad y reconfiguración de

la aristocrática pintura de caballete – incluyendo agradecimientos. Según nos relataron

los artistas, la curaduría estuvo absolutamente a cargo suyo y no contó con la

intervención de un crítico o de algún integrante del centro cultural. Durante la

inauguración o vernissage, un DJ invitado (Leopoldo Estol, también artista plástico) fue

el encargado de ponerle música en el pasillo adyacente a la exposición.

Este evento fue publicado y difundido predominantemente por medio de la

plataforma de Facebook (donde todos los artistas-expositores tienen su perfil). No

hemos podido encontrar reseñas en los periódicos nacionales ni tampoco en blogs

personales. En la página web del CCR sólo pudo verse la reproducción del afiche de la

muestra en miniatura o en formato flash, junto al texto que reseñaba la muestra.

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La última muestra que

describiremos se emplazó en el

Malba – Fundación Constantini (Av.

Figueroa Alcorta 3415, Palermo),

espacio institucional que se define

desde su página web como un espacio

cultural dinámico y participativo en

el que se presentan exposiciones

temporarias de diversa índole (en

muchas ocasiones junto a otros

museos alrededor del mundo, colecciones internacionales y fundaciones afines) y

muestras de arte contemporáneo argentino y latinoamericano. Inaugurado a fines de los

’90, este museo presenta generalmente exposiciones de artistas consagrados nacional e

internacionalmente y supo tener un sector del edificio – en el subsuelo- destinado a los

artistas emergentes: hoy en día ese espacio está ocupado por obras de artistas argentinos

del siglo XX que pertenecen a la colección Constantini.

La exposición de Luis F. Benedit (Bs. As., 1937), artista argentino de

reconocimiento nacional e internacional, llamada “Equinus equestris” pudo visitarse,

en una de las salas – Sala 3- del primer piso del edificio, del 15 de mayo hasta el 27 de

julio. Fue curada por Patricia Rizzo –curadora residente del museo-, quien escribió la

reseña que figura en el catálogo y otra más breve y narrativa que podía leerse en una de

las paredes al ingresar a la sala. La muestra incluye obras de diferentes técnicas –dibujo,

escultura, pintura, instalación-, todas de producción actual (años 2008 y 2009). Cada

una de las obras en la sala estaba identificada con un cartel donde podía leerse el título

de la obra, técnica utilizada, año de producción y, en algunos sectores de la sala y

situados cerca de las obras, podían encontrarse otros carteles con textos que explicaban

alguna serie o grupo de objetos exhibidos. El catálogo reproduce algunas de las obras

con sus títulos correspondientes y puede decirse que se encuentran representadas

prácticamente todas las series que componen la muestra. Este catálogo incluye un breve

curriculum vitae del artista. Aparte de este catálogo, gratuito, bilingüe y de triple pliego,

se puede adquirir en la Tienda del museo otro catálogo-libro, donde figuran

reproducidas todas las obras, que incluye reseñas críticas de varios especialistas en la

obra de L. F. Benedit.

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El Malba difundió este evento en todos los periódicos del país (en las agendas de los

suplementos culturales especialmente) y en las gacetillas virtuales de Mapa de las Artes

y Ramonaweb – plataforma virtual de la revista especializada en el arte visual

contemporáneo Ramona-. Realizó la difusión en su propia gacetilla electrónica

quincenal, vía correo electrónico, con semanas de anticipación a la fecha de

inauguración y fue replicado en infinidad de blogs culturales y personales. Como

actividad integrante de la muestra figuraba una charla con la curadora en la semana

posterior a la inauguración. Pueden verse actualmente en la página web del museo las

obras que figuran en el catálogo, así como la reseña de P. Rizzo.

A la semana siguiente de la inauguración de la muestra sendas reseñas fueron

escritas para los principales suplementos culturales (Ñ, ADN y Radar, suplemento

cultural de Página 12) así como en la sección dedicada a la cultura en los diarios Crítica

y Perfil. Incluso la revista semanal Noticias publicó una entrevista al artista con motivo

de esta muestra. Es interesante destacar que las reseñas trataron específicamente de la

muestra actual, haciendo caso omiso de la trayectoria de este artista con presencia en las

instituciones artísticas nacionales desde los ’70 (con excepción quizás de la nota

aparecida en Crítica, que hace una sucinta referencia a los primeros pasos del artista en

el medio).

Las dimensiones simbólicas (y físicas) del espacio. Hemos descrito las cinco muestras

seleccionadas como “casos paradigmáticos” por haber ocupado algunas salas de

exposición que ejemplifican las posibilidades de exhibición con las que cuentan los

artistas contemporáneos en la ciudad de Buenos Aires.

Como primera observación, podemos decir que aquellas salas pertenecientes a

instituciones consagratorias (el Malba, cediendo una sala de dimensiones considerables,

y la galería Ruth Benzacar, disponiendo todo su espacio para la exposición) han sido la

sede de las muestras de la última producción de artistas de trayectoria y reconocimiento

internacional, como Liliana Porter y Luis F. Benedit.

En cuanto a la muestra colectiva (¡veinte jóvenes artistas!) en el Palais de Glace,

otra sala de gran tradición consagratoria, nos basta la reseña-manifiesto del director O.

Smoje para que resulte evidente lo poco frecuente que es que artistas jóvenes o sin

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trayectoria en el medio artístico ocupen el espacio circular del primer piso de este

edificio.

El caso de la galería de dibujo contemporáneo Sapo es representativo de la nueva

oleada de galerías que atesta en parte las zonas de Palermo y San Telmo: la muestra de

N. Vecino, artista de cierto reconocimiento local, abunda en obras en un espacio de

proporciones reducidas, aunque suficientes para una muestra individual.

Por último, la muestra que realizaron los cuatro artistas en la sala J del CCR, de

dimensiones nada desdeñables, se ve cercada por la necesidad de compartir este espacio

y contaminar, de cierta manera por la proximidad, obras de estilos muy diferentes a

través de una propuesta (temática) común.

En el ámbito artístico no se trata únicamente del espacio como las dimensiones

concretas de las salas, sino que este concepto incluye la consideración de las

proporciones de circulación y difusión de los eventos, los artistas y las obras.

Como describimos más arriba, las instituciones de gestión privada llamadas

consagratorias en este informe (Malba, galería Ruth Benzacar) no ahorran recursos para

difundir y promocionar sus eventos. En primer lugar, convocan a artistas que ya poseen

un público fanático, y hasta sus propios críticos especialistas, conquistado en todos sus

años de trayectoria artística. Invierten en catálogos de buena calidad y generan espacios

de debate público con los artistas, estrategias ambas que otorgan más visibilidad aún.

Sus sitios web se configuran como plataformas de difusión exitosas, que funcionan

como espacios virtuales de consulta para el público en general, mientras que su relación

con la prensa nacional es óptima: estos espacios están legitimados y emergen como

legitimantes también en el discurso de los medios de comunicación masivos. La

publicación de sus eventos se realiza con anticipación y se promociona utilizando las

estrategias comunicacionales convencionales y las plataformas virtuales más

actualizadas (gacetillas electrónicas, postales vía correo electrónico, etc.). Por otro lado,

el espacio, considerado en este caso como el tiempo de exposición de las obras en las

salas, es también amplio (aunque no tan significativo –seis semanas- en la galería)

En el caso del Palais de Glace y el CCR, instituciones de gestión pública, el

funcionamiento simbólico en el público es fuerte, ya son instituciones reconocidas por

su historia y su compromiso (especialmente el CCR, en su relación con los movimientos

artísticos más contemporáneos). Pero las estrategias comunicacionales que adoptan no

parecen ser suficientemente efectivas: no se invierte tanto en la difusión y publicación

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de los eventos; los sitios web de ambas instituciones presentan datos incompletos o

escasos (están, de alguna manera, “desactualizados”); su relación con la prensa parece

ser igual de inactual, ya que sus muestras no reciben generalmente reseñas de mucho

peso. En el CCR se propone la autogestión, que puede ser liberadora pero exige al

artista la búsqueda de estrategias propias de difusión y de sponsors privados para

obtener una muestra de cierta calidad. El espacio dedicado a la las muestras, en términos

temporales, alcanza las cuatro semanas.

Por último, la galería Sapo es demasiado reciente como espacio físico para haberse

hecho un espacio simbólico de importancia. Sin embargo, se ha ido posicionando

rápidamente en el circuito en crecimiento de las nuevas galerías de arte contemporáneo

(formó parte de Expotrastiendas 2008 y ArteBA 20008 y 2009, dos de las ferias de arte

más importantes de Buenos Aires) y su dedicación exclusiva a una técnica, el dibujo, ha

funcionado hasta el momento como una estrategia exitosa (dicho sea de paso, el dibujo

parece ser la técnica de moda en la actualidad, ¿influirá la crisis económica global?).

Comparte con la galería R. Benzacar el espacio temporal dedicado a la muestra. Aunque

la galería no obtiene aún reseñas de peso en los periódicos nacionales, su página web

está muy bien diseñada y se proyecta como un espacio de comunicación con el público.

Comunica sus eventos a un público más específico utilizando la plataforma virtual

Facebook. Este espacio se encuentra auténticamente abierto a los nuevos proyectos

artísticos que se le presentan por parte de los artistas emergentes (a diferencia tanto de

las instituciones privadas consagratorias, como de las instituciones públicas

mencionadas en el párrafo anterior) y esta característica, compartida con el circuito de

nuevas galerías, son las que nos permiten considerar a estos espacios como un semillero

artístico, atractivo para los artistas nóveles que quieren formar parte de su staff y para el

público interesado que quiere acercarse a las producciones artísticas contemporáneas

que están en circulación por fuera del circuito tradicional. Este público que quizás se

ilusiona con adquirir una obra plástica de un artista “que promete” a un precio accesible,

no inflado todavía por las cotizaciones internacionales.

RECUADRO 1

La percepción del espacio. Desde la tradición filosófica moderna iniciada con

Descartes, las categorías del espacio y el tiempo han ceñido la problemática relativa a la

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experiencia sensible (en la Crítica de la razón pura kantiana son de hecho formas a

priori de la sensibilidad, es decir, están dadas independientemente de la experiencia).

En la historia del arte, la noción de perspectiva constituye el gran descubrimiento

que da inicio al período denominado Renacimiento (siglo XV) y supuso una

representación racional y objetiva del espacio que pretendía romper de esta manera con

la estructuración espacial jerárquica (los personajes importantes se representaban en

grandes proporciones, ya fuera que estuvieran lejos o cerca del primer plano) que

imperaba en la tradición del llamado arte primitivo o medieval.

El espacio no es

únicamente una categoría

mental o una representación

plástica posible, sino que

tiene una presencia concreta

y palpable que cualquiera de

nosotros puede percibir con

su propio cuerpo en todo

momento, en los fenómenos

kinestésicos de lejanía y

cercanía y en la sensación

que transmiten las dimensiones de los espacios en los que nos movemos y del lugar que

ocupan los objetos en ellos.

Desde siempre el espacio, lo espacioso, se entiende como una de las expresiones de

superioridad de las clases dominantes. El poder de la disposición espacial está dado por

la visibilidad que otorga. El espacio se delimita, se territorializa, y sus imposiciones son

perceptibles en el cuerpo, no solamente en el cuerpo físico de cada uno de nosotros sino

también, y fuertemente, en el cuerpo social.

Estas demarcaciones simbólicas delimitan campos de fuerza y de dominio (político,

económico, cultural) que tratan de mantenerse ocultos, pero que actúan desde esa

supuesta invisibilidad como restricciones expulsivas/habilitaciones inclusivas o como

condicionantes de las interacciones posibles al interior de una sociedad, de una cultura,

de una población determinada o entre diferentes poblaciones o sociedades.

En una nota escrita para el suplemento cultural ADN acerca de la 53ª Bienal de

Venecia que transcurrió en el mes de junio, Alicia de Arteaga -como corresponsal

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especial- analiza el fenómeno de territorialización que puede observarse en la

disposición de los espacios, destinados en la Bienal, a cada país o región del mundo. La

autora llama la atención sobre la cartografía de los Giardini que “acredita que los países

imperiales están en la cima.(...) Gran Bretaña, Francia, Alemania Y Estados Unidos

marcan el cuadrilátero de poder y hacia abajo, mínimo veinte minutos de marcha rápida,

están los Arsenales.(...) Allí se reciben las obras de los excluidos del paraíso sin

pabellón propio, como Chile.(...) El resto del mundo está disperso en locaciones

diversas en Venecia (...): en el tercer piso de la librería Mondadori se exhibe el envío

argentino, pinturas monumentales de Luis Felipe Noé.”

Según parece, las nociones de espacio y territorio se constituyen como problemas

que trascienden la percepción sensible aparente. Son cruciales en términos de la

visibilidad –cultural, científica- de los actores sociales y se encuentran profundamente

atravesados por las luchas de poder que tensan, entre otras, las relaciones entre el centro

y la periferia, dos conceptos espaciales que hablan por sí mismos.

Espacios virtuales de museos, centros culturales y galerías de arte

www.malba.org.arwww.palaisdeglace.orgwww.centroculturalrecoleta.orgwww.ruthbenzacar.comwww.sapogaleria.com

Espacios virtuales de exposición y difusión utilizados por los artistas

www.flickr.comwww.blogger.comwww.facebook.com

RECUADRO 2

Emergentes vs. Consagrados. ¿Qué entendemos por arte emergente? Utilizamos el

concepto de emergente, como Raymond Williams lo definía en los ‘60, para designar a

las manifestaciones artísticas que surgen en momentos de transición cultural,

frecuentemente en áreas sociales excluidas por la hegemonía, como continuación o

renovación de las convenciones artísticas vigentes o dominantes.

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Los artistas emergentes representan a la nueva generación de productores de obra

visual, literaria, musical o dramática. No constituyen necesariamente una vanguardia o

una disidencia respecto de las prácticas artísticas convencionales sino que buscan

ocupar esos espacios, físicos y simbólicos, actualmente a disposición de los artistas

consagrados. ¿Y quiénes son los artistas consagrados? Aquellos que por su trayectoria,

por su permanencia en el circuito artístico, por el reconocimiento de la crítica

especializada y de las demás instituciones artísticas (el museo aparecen como “la”

institución consagratoria por excelencia) se hacen un lugar en la historia del arte

nacional e internacional.