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Un breve escrito como tarea escolar acerca del libro Cinco Tradiciones de la Psicología Social
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Facultad de Estudios Superiores de Cuautla
CINCO TRADICIONES DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
PROFRA: SINAY DEL CARMEN VALENTIN GUEVARA
MATERIA: TEORIÁS PSICOSOCIALES DE LA INTERACCIÓN
ALUMNO: LUIS ÁNGEL JUÁREZ ESPEJEL
4° “B”
03-03-15
Existen diversas formas de explicar al individuo y a su entorno, la manera
en que el ambiente es modificado, transformado por el hombre para su propio
beneficio y crecimiento, pero estas explicaciones difieren en cuanto a si la
voluntad y necesidad de un solo hombre sería capaz de promover tal cambio en
su propio entorno o si, por el contrario, ha sido el conjunto de varias voluntades
resonantes la única fuerza capaz de modificar a la naturaleza para servirse de
ella. El ser humano, con un pensamiento tan rígido, no podría avanzar tan pronto
hacia las explicaciones acerca de sí mismo, de su propia vida y motivaciones sin
ir de un extremo al otro en busca de este conocimiento que tal vez siempre se ha
encontrado a la mitad de los extremos.
Herbart había dicho que el individuo no existe de manera aislada del grupo, de
hecho, que el grupo siempre es antecedente del individuo, ¿pero resolvería esto
lo que podemos llamar el dilema de si fue antes la gallina que el huevo?
Afirmando que el grupo origina al individuo se han hecho intentos por no dejar en
punto ciego a las particularidades que hacen emerger al grupo. Se explicó que
cada individuo posee características que conformadas en grupo se perdían y
hacían emerger un nuevo ente diferente de las partes de que se compone. Esto
suponía dos maneras distintas de ver a la sociedad y por lo mismo dos enfoques
distintos para conocer la verdad acerca de lo grupal, pues se afirmaba que
hechos grupales no podían aplicar a los fenómenos individuales. Aun así se
intentó conectar estos dos hechos, pero siempre dando supremacía al grupo
sobre el individuo. Así, lo real de la vida social componía la vida individual y esta
no se podría entender sin atender primero lo social. ¿Pero podrá existir lo
colectivo sin lo individual?
Al respecto, Durkheim afirmaría que el individuo no se puede comprender si no
se encuentra inmerso en una sociedad, y que los fenómenos sociales no tienen
explicación causal en lo particular de los pensamientos o deseos individuales, si
no que esta explicación se encuentra en los hechos sociales antecedentes. Esto
hace pensar si acaso la sociedad siempre ha existido. Acaso en la historia
evolutiva del homo sapiens se podrá revelar como es que ha nacido la vida
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colectiva y de esta la social. Se podría entonces confirmar, como dice Mead
acerca de los grupos, que la consciencia de que se es ser humano está dado
solamente por lo social. ¿Podrá el náufrago reconocerse como ser humano en
medio del mar?
Por el otro extremo, se encuentra el individualismo, que por supuesto, enfatiza los
hechos individuales afirmando que son los individuos, con sus propias
motivaciones, deseos y necesidades los que configuran los hechos grupales. Así,
cualquier fenómeno social está determinado y puede ser modificado por las
particularidades individuales, por lo tanto si se ha de buscar explicar el curso de
un fenómeno social, debe antes buscarse en los individuos que forman parte de
tal fenómeno.
Así se tomó en cuenta la necesidad de explicar la conducta individual y como
esta podría modificar o generar conductas en otras individualidades. Se formuló
una teoría de los instintos que explicaba la conducta en términos de necesidades
y consecución de metas. La biología del individuo establecía estas necesidades
convirtiéndolas en lo mental y afectivo, predisponiendo reacciones emocionales y
generando actitudes ante los eventos de su entorno. Y este entorno sería dado
por sus relaciones con otros individuos y de esta intercomunicación se generarían
respuestas que harían emerger lo social, pero que esta emergencia siempre
estaría como procedente de la interacción individual.
Sin embargo, es fácil darse cuenta de que el individuo es un ser que responde
ante los estímulos de su entorno y que este entorno más próximo es justamente
lo social en forma de cultura. Es entonces que se da una confrontación entre las
formas de sentir, de pensar y de actuar del individuo contra las formas de ser de
la sociedad. De esta confrontación cabe esperar dos cosas: un ser que se
empapa y fluye con su entorno social o un individuo que se pierde ahogado en
una corriente a la que no ha podido adaptarse. Está claro el poder de
reforzamiento o de represión que el entorno social dispone para cada miembro
que lo compone.
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Lo social reconoce al individuo asignándole un rol, un papel que cumplir en la
sociedad, y es con este rol que el individuo se inserta en lo social y desde donde
encara su propio bagaje particular contra el ente de lo colectivo, lo grupal y lo
social que está siempre lleno de expectativas.
Imagínese a un ser recién nacido; por supuesto que nace en una institución
llamada familia donde cada miembro asume un rol y con esto las funciones
correspondientes. A este recién nacido se le asigna el rol de hijo que deberá
cumplir de acuerdo a su nivel de desarrollo. Eventualmente entrará a edad
escolar y asumirá el rol de estudiante con sus respectivas exigencias, si es
exitoso en este rol podrá con el tiempo graduarse y obtener un título que ejercerá
en su comunidad en forma de trabajo. Asumirá el rol de pareja, de maestro, de
padre y con estos roles tan diversos y convergentes es que el individuo se halla y
es reconocido en la sociedad. Incluso el indigente se encuentra en función de un
rol. Esta asunción de roles se da desde un reconocimiento pleno del YO, del MI y
del propio entorno reconocido como tal. Es entonces que el individuo se
encuentra capaz de modificar sus propios roles y a la vez, de la interacción con
otros individuos lograr modificaciones mutuas y dar como resultado el cambio
social. Hasta aquí es reconocible la interacción ya no solamente entre los
individuos, sino entre individuos y el grupo e incluso entre los mismos grupos que
traerán como efecto siempre a la transformación a través de la historia.
Y es esta historia y lo que ha acontecido dentro de ella lo que ha dado a luz a
sistemas económicos, políticos y culturales que inevitablemente serán el marco
dentro del cual el individuo existirá, pero que en cierta medida, este marco podrá
ser también modificado en una especie de dialéctica Hegeliana.
Es interesante pensar que la consciencia es fruto del desarrollo socio-cultural,
pero que este desarrollo tuvo que pasar por diversas transformaciones hasta
llegar a lo social. Hablamos del materialismo histórico propuesto por Marx que
señala al hombre como un ser en constante interacción con su medio ambiente y
al cual ha modificado a través del trabajo. Señala así al trabajo como fuente
fundamental del cambio dialéctico entre el hombre y su entorno. Y es evidente 3
como con el surgimiento de la agricultura empiezan drásticas transformaciones
en la relación hombre-medio ambiente originando nuevas necesidades y formas
de ver el entorno. El hombre de hace miles de años que sólo se preocupaba por
sembrar y cosechar para obtener el alimento para existir ahora es el hombre que
busca un empleo que le devuelva el suficiente dinero para comprar todo aquello
que satisfaga sus necesidades que ya no son sólo de alimento, vestido y
vivienda, sino también de cosas más abstractas como lo son el estatus social. Ya
no basta con comida, sino que debe ser la mejor, tampoco basta con cualquier
ropa, debe ser la que esté de moda. ¿Y qué decir de las relaciones de pareja
donde se busca un amor trilladamente idealizado?
Para el materialismo dialéctico el hombre vive en el espacio social y en el tiempo
histórico, una evolución donde la consciencia del hombre es el reflejo de las
condiciones sociales que le acontecen y que son resultado del devenir forjado por
la misma acción de los hombres.
Hasta aquí tenemos una propuesta que parece conciliar los extremos de las
tradiciones grupal e individualista; el ser humano en lo individual influye sobre lo
humano grupal y viceversa, todo esto a través de la historia con una dirección
aún tras las cortinas. La rueda ha echado a rodar y así seguirá mientras el tiempo
no se acabe. Dejando marca para quien atestigüé y eche a rodar con ella.
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