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LA MEZQUITA DE CÓRDOBA
ESCAPARATE DE UN PASADO CULTURAL
HETEROGÉNEO.
TERCERO CANTOS, BELÉN
Historia y Gestión del Patrimonio Artístico
UNIVERSIDAD DE VALENCIA
2
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN……………………………………………...pág. 3
1- La llegada del Islam a la Península Ibérica.............................págs. 3-4 2- El ambiente artístico del período islámico peninsular……...págs. 4-5
LA MEZQUITA DE CÓRDOBA………………………..pág. 5-6
1- Análisis estilístico de la Mezquita de Córdoba………………págs. 6-11
2- Intencionalidad de las ampliaciones sucesivas y recepción social……págs.
11-12
3- Ampliaciones posteriores bajo dominio cristiano…………...págs. 12-13
4- La Catedral de Córdoba……………………………………...págs. 13-14
5- Mosaico de culturas…………………………………………...págs. 14-15
6- Conservación y Preservación del monumento……………....págs. 15-16
7- Intervenciones a finales del siglo XIX y principios del siglo XX: Ricardo
Velázquez Bosco y Félix Hernández…………………………págs. 17-19
8- S. XX y S. XXI. Manuel Nieto Cumplido. Medidas para la Conservación y
la Restauración de la Mezquita de Córdoba………………...págs. 19-21
9- Polémica sobre la Mezquita-Catedral de Córdoba………….págs. 21-22
10- Conclusiones……………………………………………………págs. 22
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………….pág. 23
3
INTRODUCCIÓN
En cuanto reflejo de un pasado heterogéneo, la Mezquita de Córdoba representa a su
vez un reflejo de nuestro presente, de todas las circunstancias y sucesos que conforman
la sociedad del presente, una sociedad que se enfrenta hoy en día al patrimonio cultural
que nos transmitieron nuestros antepasados con una actitud muy distinta a la que, con
seguridad, tuvieron ellos. Tanto el patrimonio material como inmaterial está sujeto a los
cambios históricos que se suceden a lo largo de los años, un edificio, por ejemplo, no es
un elemento aislado en una burbuja que se mantiene intacto ante lo que sucede a su
alrededor, sino todo lo contrario, las obras artísticas, tradiciones, técnicas artesanales
etc. sufren alteraciones debido al contacto con la sociedad, el acercamiento que el ser
humano tiene a las mismas afecta a su propia materialidad, en ocasiones las obras se
destruyen, se adaptan a los preceptos y creencias de la sociedad que los transforma, se
conservan, se veneran intactas cual tesoro, todo ello sumado a las vicisitudes
producidas, no por acción consciente del hombre, sino como consecuencias producidas
por procesos mecánicos, químicos o físicos y que influyen en el aspecto material y el
estado de conservación de dicha obra.
En las distintas culturas y épocas hay un sentimiento, una disposición hacia las obras
que difieren de otras culturas y épocas y por ello en el presente cuando nos enfrentamos
a una obra contamos con distintos niveles de estudio. Un claro y enigmático ejemplo de
esta “larga y cambiante vida”, de este proceso de evolución es la Mezquita de Córdoba,
el monumento que aborda este estudio y que nos interesa conocer en todas sus facetas
evolutivas.
La llegada del Islam a la Península Ibérica
La conquista de la Península Ibérica por parte de los musulmanes fue un proceso
relativamente rápido. La conquista del reino visigodo se produjo en tan sólo quince
años, tras los cuales la comunidad musulmana se había extendido a casi todo el
territorio peninsular, exceptuando Asturias y Cantabria, que permanecieron bajo
dominio cristiano como único foco activo, así como el sur de Francia y parte de
Portugal. La religión islámica así como su arte comenzaron a difundirse a partir del
siglo VIII d.C. por los territorios conquistados erigiendo todo tipo de complejos
arquitectónicos, construcciones civiles y obras de ingeniería que se convertirían en toda
una seña de identidad y que han perdurado hasta nuestros días.
El dominio musulmán de al-Ándalus se divide en cinco etapas esenciales. En primer
lugar, la primera etapa de dominio se constituye, tras el final de la conquista, como un
Emirato dependiente del Califato Omeya de Damasco que se inicia en el año 711 d.C. y
que finalizará en el año 756 d.C. y que abarca casi la totalidad del territorio peninsular,
es la etapa de mayor expansión territorial del dominio musulmán. Emirato dependiente
alude a la calificación de provincia perteneciente al dominio Omeya, una provincia
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gobernada por emires (gobernadores). Se produce, paralelo a esta primera etapa de
dominio musulmán, un periodo de inestabilidad política en Oriente Medio aprovechado
por la dinastía de los Abasíes para sustituir a los Omeya. El único superviviente de la
derrocada dinastía Omeya, Abd-al-Rahmán, huye a al-Ándalus y tras hacerse con el
poder se proclamará emir independiente del nuevo califato de Bagdad.
En segundo lugar, se constituye el Emirato Independiente de Córdoba en el año 756
d.C. y finalizará en el año 929 d.C. Abd-al-Rahmán I independiza el territorio
musulmán del nuevo dominio abasí de Bagdad y a partir de entonces se centra el
dominio político en Córdoba, como capital de al-Ándalus.
En el año 929 d.C. se avanza un paso más hacia la independencia con la proclamación,
bajo el dominio de Abd-al-Rahmán III, del Califato de Córdoba. Es el período de mayor
esplendor económico, político y cultural de Al-Ándalus.
En torno al año 1031 d.C. el califato se desmembró en diversos reinos independientes
como consecuencia de las profundas diferencias que surgieron en la población islámica
y que dividió a la sociedad. En esta época, aprovechando el estado de
desmembramiento, los reinos cristianos, que habían quedado reducidos al norte,
tomarán la iniciativa e iniciarán lo que se ha conocido como la Reconquista, el avance
desde el norte hacia los territorios del sur. Esta amenaza obligó a los Reinos de Taifas a
pedir ayuda a los pueblos musulmanes norte-africanos: los almorávides y los
almohades.
El último período en la cronología de al-Ándalus es el conocido como Reino Nazarí de
Granada. Tras el avance de la Reconquista el territorio musulmán fue disminuyendo a lo
largo de los años y el Reino de Granada fue el único territorio peninsular que aguantó la
embestida cristiana bajo el dominio de la dinastía de los nazaríes. Finalmente en 1492
fue conquistado por los Reyes Católicos e incorporado a sus dominios. Supuso, pues, el
fin del esplendoroso imperio islámico de al-Ándalus.
El ambiente artístico del período islámico peninsular
El arte islámico tiene una cierta unidad estilística, debido al desplazamiento de los
artistas, comerciantes, mecenas y obreros. El empleo de una escritura común en todo el
mundo islámico y el desarrollo de la caligrafía refuerzan esta idea de unidad.
Concedieron gran importancia a la geometría y a la decoración que podría ser de tres
tipos: caligrafía cúfica, mediante la escritura con ortografía muy cuidada de versículos
del Corán. La lacería, mediante líneas entrelazadas formando estrellas o polígonos y en
tercer lugar los atauriques, mediante dibujos vegetales.
El arte islámico o musulmán producido en la Península Ibérica se denomina arte
hispanomusulmán. Conservamos numerosas edificaciones y vestigios del arte de este
período islámico que son obras de gran calidad técnica y artística, pues son verdaderas
obras de arte que hoy en día siguen resplandeciendo para trasportarnos a una época de
gran esplendor artístico.
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En arquitectura, crearon edificios con funciones específicas tales como las mezquitas y
madrazas, siguiendo el mismo patrón básico aunque con diferencias formales.
Prácticamente no hay arte escultórico debido al precepto que prohíbe la representación
de Dios como figura humana. El arte figurativo estaba prohibido en el arte islámico por
versículos del Corán y se utilizaban otros muchos recursos ornamentales que vestían los
edificios profusamente. Sin embargo sí que encontramos una importante labor en cuanto
a la realización de objetos de metal, marfil o cerámica, que alcanzan con frecuencia una
alta perfección técnica. Existía también, además de todo ello, una pintura e iluminación
en los libros sagrados y profanos.
Las mezquitas, en concreto, son el edificio arquetipo de la comunidad islámica, son el
icono de su cultura pues es el edificio más importante de todos ellos. Una mezquita es
un lugar de culto, un templo sagrado. Estas construcciones toman, en su base, su
estructura arquitectónica de la estructura de la vivienda particular de su profeta
Mahoma. Las mezquitas son lugares de reunión para la oración y para reforzar los lazos
políticos y sociales que unían a los creyentes. Docenas de espléndidas mezquitas
salpicaron toda la Península Ibérica.
Desde el punto de vista arquitectónico las mezquitas han evolucionado
significativamente desde los espacios al aire libre como lo fueron en su momento las de
Quba y Masyid an-Nabawi en el siglo VII hasta llegar a enormes templos que se
prolongan y se han llegado a convertir en verdaderos hitos arquitectónicos, no sólo de la
historia del arte del Islam, sino de toda la Historia del arte en general.
Uno de estos hitos arquitectónicos del arte hispanomusulmán es, sin lugar a dudas, la
gran Mezquita de Córdoba, una ciudad esencial en la historia del dominio islámico
peninsular que tuvo grandes y prolongadas etapas de gloria y riqueza y en la cual la
cultura islámica nos ha dejado huellas evidentes de este esplendor como lo es el templo
cordobés.
LA MEZQUITA DE CÓRDOBA
La Mezquita de Córdoba es uno de los monumentos más importantes de todo el
Occidente islámico. En su historia se resume la evolución completa del estilo omeya en
España, además de los estilos gótico, renacentista y barroco.
La construcción de la Mezquita comienza en el año 783 durante el periodo del Emirato
Independiente de Córdoba, el periodo de dominio de la dinastía Omeya en España. Es el
monumento más notable de este periodo omeya en España.
La Mezquita de Córdoba fue nombrada Patrimonio de la Humanidad en 1984. Un
edificio complejo a la hora de afrontar su estudio, pues se sucedieron numerosas
ampliaciones durante los dos siglos posteriores que fueron proporcionando al edificio
una mayor extensión y monumentalidad y, tras la conquista cristiana, los nuevos
pobladores castellano-leonés de Córdoba irían añadiendo a la construcción califal
nuevos aditamentos estructurales y estilísticos desde el temprano mudéjar hasta el
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neoclasicismo y neobarroco más reciente1. Su estudio, por lo tanto, compone un relato
sin discontinuidad alguna desde los siglos de la romanización hasta la frialdad y la
rigidez de la ornamentación neoclásica.
Esta evolución y desarrollo estilístico se detiene definitivamente con la declaración de la
Mezquita de Córdoba como Monumento nacional en el año 1888. Ello conlleva el cierre
del ciclo evolutivo del edificio mediante el patrocinio del Estado y, por tanto, la
conversión en puro testimonio arqueológico de todo el conjunto monumental. Hasta el
momento la conservación de la Mezquita de Córdoba se hallaba condicionada a la
situación económica, a la ingeniosidad del maestro mayor o arquitecto y a las corrientes
artísticas imperantes en cada época, en adelante el conservar será equivalente a
restaurar2.
Análisis estilístico de la Mezquita de Córdoba
La Mezquita aljama de Córdoba se caracteriza por su planta rectangular con alzado de
marcada horizontalidad y estructura típica de una mezquita hipóstila. Se trata de un
edificio muy complejo en su estructura, pues debemos conocer las ampliaciones que se
llevaron a cabo sucesivamente para conocer el aspecto estilístico de ésta.
La primera mezquita, es decir, la mezquita
primitiva que dará origen a las posteriores
ampliaciones fue construida sobre el solar de la
basílica cristiana de San Vicente. De planta casi
cuadrada tenía once naves perpendiculares a la
quibla3. Estas once naves se disponen en doce
tramos. La disposición del mihrab4 se orienta
hacia el sur y no hacia el este como en las
mezquitas del norte de África. Ello es debido a
que lógicamente los hispanomusulmanes tenían
que ir hacia el sur para cruzar el estrecho de
Gibraltar y poder llegar a La Meca.
Delante del muro este había una sala para las abluciones, las limpiezas de rostro y
manos a través del agua que eliminaba lo impuro para poder entrar al recinto sagrado de
forma purificada y preparado para la oración. Era un proceso esencial en la dinámica del
rezo, al igual que descalzarse, para evitar la posibilidad de que cualquier impureza del
mundo exterior penetrase en el recinto sagrado.
1 NIETO CUMPLIDO, Manuel. (1976) La Mezquita de Córdoba y el ICOMOS. Servicio de publicaciones del
Excmo. Ayuntamiento de Córdoba. 2 NIETO CUMPLIDO, Manuel (1976) La Mezquita de Córdoba y el ICOMOS. Servicio de publicaciones del
Excmo. Ayuntamiento de Córdoba. 3 Quibla o cabecera: muro en el que se sitúa el mihrab y hacia el que se dirigen los fieles al orar. Suele
orientarse hacia La Meca. 4 Mirhab o capilla: pequeño ábside interior situado dentro de la quibla, actúa como capilla mayor y suele
concentrar el mayor lujo decorativo, para algunos será el equivalente del ábside de la iglesia cristiana. En este espacio se supone la presencia simbólica del Dios, como punto hacia donde se dirige la oración.
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La mezquita contaba con un patio rectangular o cuadrangular, conocido en este caso
como Patio de los Naranjos. Se accede a él desde el interior o exterior de la mezquita,
está rodeado por un pórtico que conecta directamente con el interior de la sala de
oraciones. En la muralla que rodea el patio se encuentra el alminar o minarete, único
elemento que rompe con la visión horizontal predominante del edificio, se trata de una
torre desde la que el almuédano llama a la oración.
En cuanto al interior de la mezquita, en la sala de oraciones también conocida como
haram, es donde se sitúan los fieles, que presenta una marcada focalidad debido a la
existencia del punto central dirigido a la quibla. Esta sala de oraciones tiene en la parte
más próxima a la quibla una sección privilegiada, la maxura. Es el espacio justo delante
del mihrab reservado para las familias gobernantes, separado del resto del haram por
una verja profusamente decorativa que hacía de separación física entre el pueblo llano y
la élite de la sociedad.
La separación de las naves se realiza por un característico sistema de superposición de
soportes que mejora soluciones constructivas anteriores. Como soporte se emplea el
muro y la columna. El primero de
sillería a soga y tizón, usa también el
ladrillo en las portadas con función
ornamental; en él se alternan
contrafuertes y puertas, rompiendo
así la monotonía exterior en una
construcción sin idea de fachada. La
columna, que descansa directamente
sobre el suelo, sin basa
intermediaria, es el elemento
predominante en el interior. De
materiales nobles, los primeros
capiteles proceden de edificios
anteriores y son de tradición clásica rematados por cimacios, más tarde surgen los de
acantos esquematizados y conocidos como capiteles de pencas. Al utilizarse columnas
de baja altura, aprovechadas de otros edificios, es preciso para elevar el conjunto
recurrir al original sistema de superponerle un pilar, que se apoya sobre un cimacio
cruciforme. La fusión de éste con el pilar se consigue por medio de modillones de
rollos.
Se emplea, asimismo, la superposición de arcos: el que se apoya sobre los pilares es de
medio punto, mientras que el inferior, que actúa como arco de entibe, es de herradura.
Si a las anteriores soluciones unimos el empleo de materiales alternos, piedra y ladrillo,
que crean una bicromía característica, la influencia del Acueducto de los Milagros de
Mérida es indiscutible.
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El conjunto de elementos arquitectónicos visto juega un papel importante en la
decoración, la simple combinación de dovelas bícromas compone un elemento
ornamental muy decorativo y rítmico característico de edificio.
La cubierta tradicional, perdida hoy en parte, era adintelada y en madera policromada,
aunque son características las bóvedas gallonadas y de nervios paralelos. Los tejados
son a dos aguas. En cuanto a la decoración exterior resulta una síntesis de muchos
elementos: alfices, celosías, atauriques, modillones de rollos, merlones, policromía de
los materiales etc.
Finalmente, El patio de esta primera mezquita de Abderramán I fue concluido por el
emir Hisham I en el año 795. A partir de entonces se sucedieron las posteriores
ampliaciones que llevaron a la mezquita de Córdoba
a su máximo esplendor. La primera ampliación fue
llevada a cabo por Abderramán II. Ordenó en el año
833 ampliar las once naves de la sala de oraciones
en 8 tramos hacia el sur. Las obras de ampliación de
la mezquita concluyeron en el año 848. La
ampliación consistió en la prolongación de las naves
8 tramos más, hacia el sur, hacia el muro de la
cabecera. El motivo de la ampliación es el aumento
de población de la ciudad de Córdoba, que obligó a
ampliar la mezquita para poder albergar a más
fieles. Llegará un momento que no se puede
prolongar más la mezquita hacia el lado sur porque
nos encontramos con el río Guadalquivir que supone
un límite geográfico y se sigue ampliando por el
este.
En cuanto a la segunda ampliación, es llevada a término por Abderramán III. Sin
embargo esta no afectó a la sala de oraciones sino al Patio de los Naranjos. Lo amplió y
construyó el definitivo alminar. La obra se efectuó entre los años 950 y 958. El alminar
estaba acabado ya en el año 952. Se construye por tanto un nuevo alminar. El alminar de
Abderramán III también de planta cuadrangular y de tradición omeya, está integrado en
el campanario actual de la catedral de Córdoba; campanario que fue acabado en 1617
En cuanto a la tercera ampliación, esta fue emprendida por Alhaquén II en el año 962,
terminándose el mihrab en el año 962 y la decoración de mosaicos en el año 971. De
nuevo se prolongaron hacia el sur las 11 naves. En esta ocasión en 12 tramos más. Con
esta reforma se introdujo en esta parte de la mezquita cordobesa la tipología de planta
en forma de T, al dotarla de cuatro cúpulas-lucernario de arcos entrecruzados, una en el
inicio de la nave central y tres, a modo de crucero, en el espacio de la maqsura. Este
rasgo es omeya y proviene de la mezquita de Al-Aqsa de Jerusalén. Aparece un tipo de
arco que es el lobulado y unas bóvedas que van a tener mucha influencia en la
arquitectura posterior, no solamente en España sino que algún arquitecto italiano las
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utilizará. Otro rasgo de esta tercera ampliación es el doble muro de la qibla, que encierra
varias dependencias para albergar el tesoro y para posibilitar el paso del califa desde el
alcázar o palacio.
En la ampliación de Alhaquén II se continuó con el sistema tradicional de doble
arquería: arco de herradura y arco de medio punto. Se introdujeron nuevas formas de
arcos, lo que convierte a esta ampliación de Alhaquén II en la más suntuosa de la
mezquita de Córdoba. Este mayor enriquecimiento se concentra, tanto en planta como
en alzado en la maqsura: los tres tramos emplazados junto a la qibla y el mihrab que
estaban reservados para el califa y su familia, y para las familias nobles. El sistema
tradicional de arquería cobre columna se enriquece con arcos lobulados entrecruzados y
decoración de estuco, ambas cosas de influencia abasida. Esta decoración tendrá mucha
influencia en la decoración taifal, en la época de los reinos de taifas. Este tipo de soporte
recuerda al anterior pero con algunas novedades. Lo decorativo prima más que lo
constructivo y en el esquema anterior era más importante la función arquitectónica y
constructiva que decorativa, ya que servían como contrafuertes. En esta época los
capiteles ya son todos nuevos y uniformes. En cuanto a novedades de estas arcadas con
respecto al primer esquema de Abderramán I desaparecen los modillones y en su lugar
se disponen cimacios.
La pilastra sobre la columna inferior se reemplaza por una columna adosada más
pequeña la cual precede a un panel con relieves. Hay un predominio de la decoración de
estuco con atauriques. Los 3 tramos de la maqsura se cubren con bóvedas de planta
cuadrada, las de los laterales son iguales, con nervios entrecruzados de forma
tangencial, en forma de estrella, quedando libre el centro. Las ventanas que aparecen en
la cúpula también tienen arcos lobulados.
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En cuanto a la cúpula del tramo central de
la maqsura es de planta poligonal con
arcos entrecruzados tangenciales. A la
influencia abasida de este tipo de cúpula se
suma la influencia omeya-bizantina en la
decoración de mosaicos. Estos mosaicos
son de carácter geométrico o vegetal. La
cúpula esta enriquecida con pan de oro,
tiene un aspecto más suntuoso que las
laterales.
El mihrab definitivo de la mezquita cordobesa, hecho en esta ampliación de Alhaquén II
tiene planta poligonal. Se trata de uno del mihrab más grande de las mezquitas del
islam, superando a otros como el de la mezquita de Kairuán en Túnez, una de las más
importantes del mundo islámico. La monumental portada del mihrab se dispone como si
fuera una portada exterior. Dispone de arco de herradura encuadrado en alfiz y con friso
de arcos ciegos lobulados. En el alfiz aparece decoración cúfica con pasajes del Corán.
En los arcos aparece decoración geométrica y vegetal. También tiene pan de oro, que le
da un aspecto más suntuoso. El interior del mihrab tiene planta poligonal, tiene arquillos
ciegos trilobulados, la decoración de atauriques está elaborada en yeso y también
aparece decoración cúfica casi en el arranque de la bóveda. La cubierta del mihrab es
única, no existe ninguna como el de la mezquita de Córdoba, tiene forma de concha o
venera, es un motivo ornamental tomado del arte bizantino pero sin darle la simbología
que tiene la venera o la concha en el arte cristiano. Aporta lujosidad y suntuosidad a la
cúpula. Normalmente en casi todas las mezquitas el mihrab se limitaba a una hornacina,
hacia donde se presentía la presencia del Dios y se dirigían los rezos, nunca
representado de forma figurativa, pero en el caso de la mezquita de Córdoba, el mihrab
es una habitación muy lujosa.
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La cuarta y última ampliación de la mezquita fue ordenada por el caudillo Almanzor, y
efectuada con gran rapidez entre los años 987-990. Al no poder ser ampliada hacia el
sur por la proximidad con el río Guadalquivir, se dilató hacia el este toda la superficie
de la mezquita, tanto el patio como la sala de oraciones. Al ampliar las naves hacia el
este el mihrab, la puerta principal y el alminar quedaron descentralizados, desplazados
hacia el oeste. Se añadieron 8 naves con la longitud de las partes de Abd-al-Rahmán I,
Abd-al-Rahmán II y Alhaquén II, dando lugar a una mezquita de 19 naves. Con esta
última ampliación quedo definitivamente descentrado el mihrab de la parte de Alhaquén
II. También quedó aún más descentrado de lo que estaba el alminar. Las arcadas de la
ampliación de Almanzor siguen el esquema tradicional que utilizo Abd-al-Rahmán I. La
cubierta tiene bóvedas de medio cañón con lunetos, aunque las que se conservan hoy
son reconstrucciones de época cristiana.
Intencionalidad de las ampliaciones sucesivas y recepción social
En primera instancia, la primera ampliación bajo la tutela de Abd-al-Rahmán II se lleva
a cabo por un motivo demográfico. Este tipo de factores son los que producen las
vicisitudes de los monumentos, que producen modificaciones, ampliaciones,
destrucciones, cambios sustanciales etc. En este caso no se lleva a cabo una demolición
y una construcción posterior sino que se aprovecha la mezquita ya existente debido a su
simbología sacra y se amplía con el objetivo de poder albergar a muchos más fieles,
pues en ese momento la ciudad de Córdoba vive un periodo de expansión económica y
de riqueza y se produce un aumento de la natalidad que se traduce en un aumento
demográfico. Por lo tanto la población aumenta y la mezquita debe albergar a mas
fieles, todo aquel que profese la fe musulmana debe quedar albergado en el recinto
sagrado. La mezquita debe cubrir las necesidades de una población en constante
aumento.
Posteriormente las ampliaciones sucesivas continúan cubriendo estas necesidades de la
población pero también se elaboran desde el punto de vista propagandístico y político.
Una obra de ampliación de tal envergadura como lo es la tercera ampliación llevada a
cabo por Alhaquén II supone un símbolo de la estabilidad del poder, que la población
observa como sujeto receptor. La arquitectura ha servido a lo largo de la Historia del
Arte como instrumento para la propaganda del poder, símbolo de la estabilidad y la
inmutabilidad de los gobernantes. Así como traducción de una época de bonanza en la
que las arcas permiten emprender este tipo de fábricas, pues la tercera ampliación es la
más suntuosa y rica en materiales, todo ello con el fin de mostrar el esplendor del
imperio islámico. La Mezquita de Córdoba recinto sagrado que a través de sus
materiales dorados y complejas bóvedas estrelladas, decoración cúfica, arcos lobulados
etc nos trasladan al paraíso cuando lo contemplamos y mucho más acentuado sería este
proceso en una época en la que, a pesar de la expansión económica, la población
continuaba siendo en su mayoría humilde.
Hoy en día estamos acostumbrados a cruzar el umbral de todo tipo de edificios,
edificios de grandes dimensiones decorados profusamente, tenemos millones de
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imágenes de todos ellos a nuestro alcance, sin embargo en el siglo VIII d.C. cuando un
habitante cordobés contemplaba esta maravilla arquitectónica se sentía convencido de
haber penetrado en una antesala al paraíso.
La Mezquita de Córdoba es un recinto sagrado tanto el exterior como el interior, así es
como lo percibían en aquella época, pues no hay una separación radical. Las arquerías
de la sala se abren al patio, no hay una fachada predominante sobre el patio,
encontramos una homogeneidad en las fachadas que confería a los musulmanes de la
época el sentimiento de unidad y fusión, de consolidación homogénea del Islam. Frente
a la amplitud y apertura de las plazas catedralicias, el patio de la mezquita se concibe
como un espacio íntimo, sagrado que forma parte del rito religioso5
Esta fusión del interior con el exterior simboliza la unión con la naturaleza, elemento
esencial de la cultura islámica. La naturaleza, sus sonidos, agua, fuentes son utilizadas
por el musulmán como un elemento ornamental muy presente en la vida del Islam, el
culto a la naturaleza como algo sagrado. Siguiendo estos preceptos, incluso el interior
de la mezquita nos recuerda a un verdadero bosque de columnas, una sensación de
arquitectura orgánica que funde al musulmán en oración con la naturaleza.
Modificaciones posteriores bajo dominio cristiano
Hubo un tiempo en España en el que nuestras catedrales no eran sino viejas mezquitas
usurpadas, y dejando volar la fantasía se piensa que todavía quedaría no solo mucho del
edificio antigua sino mucho también del ajuar, de sus lámparas, tapices y muebles,
siendo solo unos pocos símbolos cristianos y unos pocos improvisados altares, el único
signo de tan honda mudanza espiritual.
El patrimonio material en época de guerras, conquistas, reconquistas, conflictos civiles
es uno de los objetos que más consecuencias sufre. Se producen expolios, destrucciones,
saqueos, demoliciones. En la época de la Reconquista, sobre todo por los territorios del
centro de la península los cristianos durante su avance comenzaron a demoler mezquitas
con el fin de borrar la huella del islam, y se levantó un programa arquitectónico para
repoblar edificios, iglesias etc. en las ciudades que se iban reconquistando. En algunas
ocasiones se demolía la mezquita en cuestión y se erigía una iglesia en ese mismo
emplazamiento. Otras veces se demolía la mezquita y se erigían iglesias en
emplazamientos donde antiguamente había existido otra iglesia cristiana como símbolo
de reafirmación de un pasado cristiano anterior al Islam. Sin embargo este es un proceso
que conllevó un tiempo y en sus inicios, los cristianos de la Reconquista reutilizaron las
mezquitas ya existentes, en muchas de las ocasiones de forma provisional. Sin embargo
en las ciudades donde se demolían los templos musulmanes, aun así, los materiales se
reaprovechaban, columnas, ladrillos, bloques de piedra etc. era el único recuerdo del
esplendor islámico en las nuevas iglesias edificadas.
5 CHUECA GOITIA, Fernando. Forma y Color, La Mezquita de Córdoba. Albaicín-Sadea Editores. (1960)
13
En las mezquitas utilizadas provisionalmente debía ser el cristiano el que luchase contra
la atmósfera envolvente de un ámbito denso de ideales y creencias distintas. Poco a
poco el ajuar musulmán desaparecería, reutilizando la materia para otros usos y destinos
y este ajuar se sustituiría por los elementos del nuevo culto, altares, retablos, imágenes,
cuadros, relicarios, crucifijos…dando lugar a un híbrido curioso en que un espacio y
una arquitectura basadas en una mentalidad diferente recibía un ropaje nuevo.
Las muchas mezquitas convertidas en catedrales, Toledo, Cuenca, Sevilla, Granada,
Jaén, Almería, fueron cayendo con el tiempo al empuje de un clero poderoso cuyo
prestigio no podía soportar el vivir de prestado en casa ajena. Las catedrales que
surgieron en los solares de las mezquitas fueron tan espléndidas, encumbradas y altivas
que nos consuelan de la pérdida sufrida, una gran perdida desde el punto de vista del
patrimonio que tenemos hoy en día, mediante el cual hoy en día valoramos todas las
fases de un edificio, indistintamente del signo político o religioso, simplemente desde el
punto de vista artístico. Las guerras ideológicas han hecho que hoy en día hayamos
perdido gran parte de un patrimonio esplendoroso, que conocemos a través de otras
fuentes, pero que por la caprichosa y continua discusión por la religión nos han privado
de su disfrute desde un ojo académico y objetivo.
Por un verdadero milagro que tiene su explicación en la soberana importancia del
monumento a todas luces innegable y que se imponía por encima de creencias y ritos
quedó salvada para la posteridad la Catedral-Mezquita de Córdoba, único ejemplo hoy
en día de lo que en un tiempo fue ley general en toda la península ibérica. Sin embargo,
el Cabildo cordobés no podía tampoco dejar de sentir la comezón renovadora de otros
Cabildos españoles de gran poder y no atreviéndose al derribo total buscó una solución
de compromiso: insertar en el centro de la vasta área de la mezquita una catedral
cristiana con aquellos elementos básicos de un templo metropolitano6.
La Catedral de Córdoba
La primera obra que los cristianos realizaron fue la llamada Capilla Real construida a
expensas de Alfonso X el Sabio en 1260 para su enterramiento. Luego se sepultaron en
ella Fernando IV y Alfonso XI, cuyos cuerpos se trasladaron más tarde a la Colegiata de
San Hipólito en la misma ciudad. Reformó esta capilla Enrique II cuando instaló en ella
los cuerpos de su padre y su abuelo. Al tratarse de una obra mudéjar7 se adapta muy
bien al monumento de la mezquita. La Capilla Mayor fue la siguiente obra que se llevó
a cabo en la fabrica musulmana. Situada bajo uno de los lucernarios de Alhaken II en el
siglo XIII, que no alteró mucho el aspecto de la mezquita.
La Catedral de Córdoba hoy conocida como La Catedral de la Asunción de Nuestra
Señora. En 1238 se llevó a cabo su consagración como catedral con la ordenación
episcopal de su primer obispo, Lope de Fitero. En 1523 se llevó a cabo la mayor
6 CHUECA GOITIA, Fernando. Forma y Color, La Mezquita de Córdoba. Albaicín-Sadea Editores. (1960)
7 Arte Mudéjar: estilo artístico que se desarrolla en reinos cristianos de la península ibérica pero que
incorpora elementos o materiales del estilo hispanomusulmán, consecuencia de la convivencia de las dos culturas en un mismo territorio.
14
transformación y alteración de la mezquita con la instauración en el eje central de esta la
basílica renacentista de planta de cruz latina. Esta nueva catedral renacentista supuso
una ruptura grave y radical con los postulados espaciales islámicos. Rompe la
visualidad con el mihrab, hacia donde dirigían las oraciones los fieles. Es un símbolo de
sometimiento radical, una imagen gráfica que se obtenía al penetrar en el edificio de la
reafirmación del poder catedralicio y de la comunidad cristiana por encima del pasado
islámico y su comunidad. Fue una obra que suscitó enfrentamientos de partidarios y
detractores a favor o en contra de tal fabrica. Finalmente intercedió el emperador Carlos
V para que se realizara la obra.
La obra se comenzó en
1523 de la mano del obispo
Alonso Manrique que supo
atraer a Córdoba los
principios planimétricos de
las catedrales castellanas,
pues había sido obispo de
Badajoz y Salamanca. La
nueva nave de la catedral
estuvo a cargo del
arquitecto Hernán Ruiz, el
Viejo, que aunque
desarrolla su trabajo bajo
postulados góticos con ciertos arcaísmos, introduce claramente elementos renacentistas.
Será su hijo Hernán Ruíz, el Joven, el gran arquitecto de la saga de los Ruíz y que
manifiesta ya claramente la formulación clasicista en la nueva nave. Finalmente la
catedral será concluida con el añadido de ciertos aspectos manieristas como puede verse
en la cúpula del crucero, obra de Juan de Ochoa.
Mosaico de culturas
El estudio estilístico de la mezquita nos ha permitido conocer sus distintas fases, tanto
las de ampliación como la conversión posterior en catedral. Es uno de los ejemplos más
visuales y gráficos para estudiar la repercusión que tiene la evolución de la historia, del
tiempo y de la mentalidad de la población y los gobernantes en un edificio determinado.
El patrimonio está sujeto a constantes variaciones durante las controvertidas épocas en
las que vienen y van gobernantes de distintas religiones e ideologías.
La Mezquita de Córdoba es patrimonio material que se impone como edificio receptor
de todo tipo de modificaciones, es un sujeto pasivo sobre el cual recaen todo tipo de
variaciones a lo largo de su historia. Podemos girarnos y contemplar la riqueza del arte
musulmán y transportarnos a esa cultura tan rica tanto en patrimonio como en
costumbres, tradiciones y riqueza exótica que nos cautiva, y podemos, dentro de un
mismo edificio, girarnos y encontrarnos con la monumentalidad del arte cristiano del
gótico y renacimiento, que intenta transmitirnos la grandeza del reino de Dios en la
15
Tierra a través de sus enormes templos ornamentados profusamente, así como la
reafirmación de la autoridad de los mandatarios.
Conservación y Preservación del monumento.
La Mezquita-Catedral de Córdoba fue perdiendo paulatinamente su aspecto musulmán
primitivo, debido a la construcción de las dos catedrales, la fundación de altares y
capillas, y la sustitución de los techos originales de madera por bóvedas góticas,
renacentistas y barrocas, etcétera.
La Mezquita de Córdoba supone un verdadero icono del pueblo musulmán pero supone
además, actualmente, una seña de identidad del pueblo cordobés. Es motivo de orgullo
de sus ciudadanos por la maravilla arquitectónica que albergan sus calles. Tiene un gran
impacto social y turístico que atrae hacia la ciudad de Córdoba a millones de turistas y
espectadores cada año, y que hace de Córdoba una ciudad transitada y de turismo
activo. No solo supone una seña de identidad cordobesa sino que la Mezquita de
Córdoba es motivo de orgullo a nivel nacional como patrimonio que ha llegado hasta
nosotros y que debemos conservar para transmitir a nuestros sucesores, pues no somos
los destinatarios sino un eslabón más en la cadena de transmisión.
Los objetivos que llevan a su conservación son principalmente el sentimiento de
pertenencia de un pasado al pueblo cordobés que se quiere conservar para poder ser
recordado de la forma más viva posible. También llevan a su proceso de conservación
los motivos político-económicos, pues supone una gran fuente de ingresos como
generador de turismo. Pero sin embargo es el sentimiento del deber de conservar nuestro
pasado el que nos mueve a participar en el cuidado de una maravilla arquitectónica
como esta.
Ya desde antiguo existió un gran sentimiento de conservación de este edificio, lo cual
podemos observar en que la Mezquita de Córdoba sea la única en toda la península que
no fue derribada para dejar paso a una nueva fábrica cristiana. Se prefirió tomar otro
tipo de medidas, debido a este primer sentimiento de conservación del patrimonio,
medidas como la de instaurar el edificio cristiano en el centro de la mezquita y así poner
solución al derribo de esta, pues era el procedimiento que se había seguido en todas las
demás ciudades conquistadas. Numerosos documentos de archivo nos muestran esta
gran sensibilidad por parte de la población, de los reyes, del cabildo y el concejo de
Córdoba por conservar la mezquita en su integridad e incluso fue común el
enfrentamiento entre los canónigos del cabildo catedralicio y los obispos, al querer los
primeros preservar el edificio islámico frente a los proyectos constructivos de los
segundos.
Como se sabe el interés por parte del pueblo cordobés por el mantenimiento de la
mezquita de se remonta al año 1236 con Fernando III. En un concejo reunido en la
catedral el 22 de Septiembre de 1258 y una carta elaborada por el rey Alfonso X el
Sabio en 1261 tenían la finalidad exclusiva de salvar la estructura del templo:
16
“Que en la iglesia de Sancta Maria avíe y mucho dañado en la madera e que era de
adobar en muchas guisas e que el rey avíe de poner algún recabado en guisa que se
non perdiese ca si non seríe mengua en se perder tan noble Iglesia.”8
Los monarcas concedieron ya desde la Edad Media multitud de privilegios a favor de la
conservación del edificio, e incluso en el siglo XIII los propios musulmanes de la
ciudad fueron obligados a trabajar durante dos días al año, sin remuneración alguna, en
las obras necesarias de restauración.
A tal extremo llegaron las cosas que en el año de 1523 el concejo de Córdoba acordó:
que se pregone públicamente que ningún alvañi, ni cantero, ni carpintero, ni peón, ni
otra persona alguna no sean osados de tocar en la dicha obra, ni deshazer, ni labrar
cosa alguna della fasta tanto que por Su Majestad sea mandado lo que más sea su
seruicio so pena de muerte e de perdimiento de todos sus bienes... Esto porque la obra
que se desfaze es de calidad que no se podrá boluer a fazer en la bondad e perfiçión
questa fecha.9
Hoy al contemplar este magnífico monumento, cuyas partes más antiguas superan ya los
doce siglos de historia, debemos recordar que su conservación hasta nuestros días no se
ha debido solamente a la casualidad, ya que sin la sensibilidad y el esfuerzo de unos
hombres que se adelantaron a su tiempo, jamás hubiera llegado el edificio hasta
nosotros.
Entre los siglos XIII-XV la conservación de la mezquita fue un punto importante para la
monarquía castellano-leonesa que, según testimonios, les llegó en precarias condiciones.
Una fuente de ayuda económica importante fue la que se obtenía del dinero que los
judíos pagaban como diezmos a los cristianos y que en gran parte iban destinados a las
tareas de conservación de la mezquita.
Hasta el momento los criterios y motivos que llevaban a la conservación del templo
estaban condicionados por la economía de la época, los criterios del arquitecto y la
corriente estilística imperante en la época. Sin embargo, tras ser nombrada en 1888 la
Mezquita de Córdoba como Patrimonio Nacional las medidas de conservación y las
actuaciones de restauración se producirán repetidamente de forma más estricta.
8 NIETO CUMPLIDO, M. (1976), La mezquita catedral de Córdoba y el ICOMOS, Servicio de publicaciones
del Ayuntamiento de Córdoba, Córdoba, p. 27. 9 NIETO CUMPLIDO, M. (1976), La mezquita catedral de Córdoba y el ICOMOS, Servicio de publicaciones del Ayuntamiento de Córdoba, Córdoba, p. 28
17
Intervenciones a finales del siglo XIX y principios del siglo XX: Ricardo Velázquez
Bosco y Félix Hernández Giménez
Fueron muchos los arquitectos que intervinieron en el edificio a lo largo de los siglos,
pero será don Ricardo Velázquez Bosco quien entre los últimos años del siglo XIX y
primeros del XX inicie las labores de restauración y recuperación del edificio andalusí,
proceso que se ha continuado hasta nuestros días gracias a la labor ingente realizada por
especialistas de la talla del arquitecto Félix Hernández Giménez.
A comienzos del siglo XX Ricardo Velázquez Bosco, arquitecto de la mezquita desde
1890 hasta su muerte en 1923, realizó la primera excavación en el edificio en el tramo
de la nave primera de la ampliación de Almanzor anexo a la altura de Alhakén II. Como
resultado de esto, reconoció el muro perimetral y contrafuertes de la fachada este más
meridional de la ampliación de este califa. Los resultados de esta intervención son en
extremo interesantes para el conocimiento del proceso de construcción de la ampliación
de Alhakén II y la de Almanzor. Ricardo Velázquez Bosco rebajó el nivel del suelo
unos 3m. por debajo del pavimento actual de la mezquita, y no llegó a excavar hasta la
cimentación de la primera arquería de la ampliación de Almanzor, y no llegó a excavar
hasta la cimentación de la primera arquería de la ampliación de Almanzor, ni por
supuesto bajó el nivel de al-rasif (la calle, la calzada) del siglo X, que se halla mucho
más profundo, como se puede comprobar desde el exterior al ver la cripta de la capilla
barroca de Santa Teresa, hoy usada como sala capitular de la Catedral.Los restos
decorativos de la fachada de Alhakén II se enlucieron. Ricardo Velázquez Bosco quitó,
posteriormente, los restos de los enlucidos de los restos decorativos de las fachadas este
de Alhakén II que hoy están a la vista. Cubrió este arquitecto su intervención
arqueológica con un suelo de madera, para dejarla visitable mediante una puerta
trampilla con argollas.10
Ricardo Velázquez Bosco puso, también, las basas áticas de la mezquita de Abd-al-
Rahmán I y colocó en los huecos cuadrados unas tarimas para evitar que las personas
por descuido se lastimaran los pies. Así mismo, soló con losas rectangulares de mármol
la primitiva mezquita. La época de intervención en la mezquita de Ricardo Velázquez
Bosco y su perito aparejador Mateo Inurria, coincidió con el movimiento de
retauracion-restitución que introdujo Violet le Duc en Europa. A esta época se debe la
restauración de la capilla de Villaviciosa, la techumbre de la nave central de la mezquita
y de la ampliación de Alhakén II y, sobre todo, la restauración de la fachada de San
Miguel (siglo IX), las de época de Alhakén II hacia el oeste y las cinco fachadas este de
la ampliación de Almanzor.11
La labor de Velázquez Bosco en la mezquita fue muy intensa, intervino en las
techumbres, en las fachadas, y desmontó multitud de obras modernas. Aunque en
10
FERNÁNDEZ PUERTAS, Antonio. Mezquita de Córdoba. Su estudio arqueológico en el siglo XX. Editorial Universidad de Granada. Servicio de publicaciones Universidad de Córdoba. 2009. Págs. 17-18 11
FERNÁNDEZ PUERTAS, Antonio. Mezquita de Córdoba. Su estudio arqueológico en el siglo XX. Editorial Universidad de Granada. Servicio de publicaciones Universidad de Córdoba. 2009. Págs. 18-19
18
ocasiones su intervención ha sido criticada, no debemos olvidar que trabajó a principios
del siglo XX, cuando los criterios de restauración no eran los actuales. Velázquez Bosco
estudió el edificio palmo a palmo, no actuó de forma gratuita, y tampoco lo podemos
acusar de inventarse las cosas de forma improvisada. Investigó y dibujó los elementos
originales, que tomó después como testigos y guías en su intervención. Utilizó la
documentación del archivo, como se evidencia en sus memorias, e incluso dejó zonas
sin restaurar, porque no contaba con datos suficientes como para poder saber a ciencia
qué camino tomar. Explica en sus proyectos cada una de sus actuaciones, e incluso
argumenta los más mínimos detalles, con infinidad de pruebas, que dibuja una y otra
vez. Por todo ello, podemos decir que Ricardo Velázquez Bosco inició la recuperación
de uno de los edificios más emblemáticos de la Historia de la Arquitectura Universal.
En segundo lugar, Félix Hernández Giménez, arquitecto de la Mezquita de Córdoba,
llevó a cabo una serie de excavaciones entre 1930 y 1936 que han aclarado mucho la
historia arquitectónica del monumento, tanto en su sala de oraciones como en el patio.
Llegó a Córdoba en 1924 y fue nombrado en 1930 comisionado del arquitecto
conservador de la Sexta Zona. En el mismo año fue designado conservador de la
Mezquita, en la que comenzó la exploración del alminar de Abd-al-Rahmán III. Inició la
excavación en el oratorio de Abd-al-Rahmán I con objeto de hallar los restos de la
iglesia de San Vicente. Con esta idea comenzó las campañas arqueológicas que llevó a
cabo de 1930 al verano de 1936, principalmente en el período de la II República. No
escribió memoria de las mismas y los informes burocráticos perceptivos aún no se han
encontrado. Sin embargo, en el material fotográfico de su Legado (hoy en el Museo
Arqueológico Provincial de Córdoba) se halla toda la documentación gráfica de sus
trabajos, de enorme valor para el estudio y la historia de la Mezquita de Córdoba.
Entre 1931-1934 excavó las cuatro naves del oratorio primitivo y puntos concretos de la
quinta, que está compartimentada por capillas. Rebajó el pavimento de la mezquita del
siglo VIII al nivel original y lo soló en 1934. Realizó la intervención arqueológica para
descubrir la fachada este del oratorio de Abd-al-Rahmán I, ubicada en la primera nev
adosada al santuario por la ampliación de Almanzor. De igual modo, en el interior de la
mezquita realizó la excavación en el área de la quibla y el mihrab de la ampliación de
Abd-al-Rahmán II situado bajo la solería de la hoy llamada capilla de Villaviciosa.
Tras las campañas adversas de la prensa, de los políticos y el peso de la opinión publica
mal informada, Félix Hernández Giménez hubo de dejar su labor arqueológica
inacabada en el santuario. Desde junio de 1934 hasta julio de 1936 centró su labor en el
patio de los Naranjos y descubrió los cimientos del alminar de Hisam I, los de los muros
norte y oeste y un edificio posiblemente del siglo V o VI. Procuró dejar sus
intervenciones en el monumento evidentes al ojo e incluso practicables para su visita.
Félix Hernández Giménez levantó un detallado plano de lo que había descubierto. Dejó
visitable en el oratorio el mosaico que encontró debajo de la tercera nave desde el oeste
a la altura de los tramos 6,7 y 8 a la altura de los arcos, contando desde el patio. Félix
Hernández Giménez colocó cimentación a todas las columnas del oratorio del siglo
VIII. Cubrió la excavación de las naves desde la central a la primera de oeste, las soló
19
en 1934. Las piezas de cerámica que encontró durante las excavaciones se conservan
hoy en día, algunas de ellas, en la misma mezquita, y el grueso en el Museo
Arqueológico Provincial, donde han sido restauradas12
.
Este proceso de valientes intervenciones arqueológicas de Félix Hernández Giménez en
la mezquita, con un concepto muy avanzado para su época, sufrió una campaña adversa
en los medios de prensa local y nacional, debido a la incomprensión, recelo e
ignorancia, lo que provocó una oposición pública y en extremo hostil hacia este
arquitecto. A causa de esta campaña y ambiente y por la denuncia de un concejal, la
Junta Superior de Excavaciones del Ministerio de Instrucción Pública ordenó parar la
excavación del oratorio en otoño de 1932. Al no poder continuar su labor arqueológica
en el oratorio, Félix Hernández Giménez centró su actividad en el patio de los Naranjos.
Tras el 18 de Julio de 1936 el coronel Cascajo, en términos militares propios del
momento, ordenó al arquitecto tapar las excavaciones y dejar el patio de los Naranjos en
su estado anterior.
S. XX y S.XXI. Manuel Nieto Cumplido. Medidas para la Conservación y la
Restauración de la Mezquita de Córdoba.
Manuel Nieto Cumplido, sacerdote, canónigo y archivista de la Catedral de Córdoba es
la figura principal que lleva a la concienciación sobre la conservación del monumento.
Pone de manifiesto la importancia patrimonial y el valor histórico-artístico de la
Mezquita-Catedral de Córdoba. Desde los años 70 se han llevado a cabo varias
actuaciones para la conservación del edificio. Con este fin Manuel Nieto Cumplido
lleva a cabo una recopilación de las labores que, bajo su criterio, son esenciales para el
mantenimiento y el conocimiento de la obra.
En primer lugar, la recopilación de estudios y experiencias de restauración realizadas
en el monumento. Gran parte de estos estudios han sido publicados como, por ejemplo,
los de Gómez Moreno, Torres Balbás etc. Manuel Nieto Cumplido habla sobre la
necesidad de formar un fondo librario de fuentes y trabajos sobre la Mezquita de
carácter histórico-artístico de todas las épocas, sin desprecio a los más insignificantes
estudios sobre la misma, que sirviera de base y de consulta en orden a la recta
conservación y restauración del edificio y su entorno. Un intento apresurado sobre lo
que venimos diciendo se realizó por el Ayuntamiento de Córdoba con motivo de la
visita del ICOMOS con el fin de poder servir a los estudiosos cierto material histórico
sobre la Mezquita13
En segundo lugar la aceptación y aplicación de la Carta de Venecia sobre conservación
y restauración de monumentos. El cumplimiento de sus artículos y la más exacta
interpretación de sus principios otorgarían categoría internacional a las restauraciones
efectuadas en virtud de los mismos. Los artículos 4 al 13 de la misma referentes a la
12
FERNÁNDEZ PUERTAS, Antonio. Mezquita de Córdoba. Su estudio arqueológico en el siglo XX. Editorial Universidad de Granada. Servicio de publicaciones Universidad de Córdoba. 2009. Págs. 21-27. 13
NIETO CUMPLIDO, Manuel. La Mezquita-Catedral de Córdoba y el ICOMOS. Servicio de publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Córdoba. 1976. Pág. 18
20
conservación y restauración de monumentos parecen pensados para La Mezquita.14
En
el caso de la Mezquita de Córdoba, como afirmaba el dr. Lemaire, se impone la
aceptación y cumplimiento de esta Carta de Venecia adoptada en 1964 por más de
doscientos especialistas procedentes de veinticuatro Estados. Y ello por ser este
monumento uno de aquellos que “cargados con un mensaje espiritual del pasado, las
obras monumentales de ciertos pueblos han llegado a ser en el momento actual el
testimonio vivo de sus tradiciones seculares. La humanidad, que cada vez más toma
conciencia de la unidad de los valores humanos, los considera como un patrimonio
común, y, de acuerdo con las generaciones futuras, se reconoce solidariamente
responsable de su salvaguardia. Se encuentra por ello obligada a transmitirlas en toda
su riqueza de autenticidad”15
.
Dado y admitido el valor universal de la Mezquita-Catedral de Córdoba es fundamental
que los principios que deben dirigir su conservación y restauración estén sometidos de
algún modo a este plan internacional sobre los monumentos históricos establecido por la
Carta de Venecia.
En tercer lugar, otra de las medias propuestas para la conservación y restauración de la
Mezquita-Catedral de Córdoba es la conjunción de los organismos del Estado Español
competentes en la conservación y restauración de monumentos nacionales. La
necesidad de esta conjunción se puso de relieve con motivo de la iniciativa de la
Dirección General de Arquitectura para la restauración del lado norte del Patio de los
Naranjos, reposición y restauración de artesonados en el interior de la mezquita en la
parte correspondiente a la obra de Abd-al-Rahmán I y colocación de celosías en los
arcos de comunicación entre el patio y la sala de oración cerrados por antiestéticos
tabiques.
En cuarto y último lugar, garantizar la “Resolución de Córdoba”. La Resolución de
Córdoba, efecto concreto de las reuniones del ICOMOS habidas en la ciudad de
Córdoba en los días 28 de abril al 3 de mayo de 1973, contempla la Mezquita de
Córdoba desde uno de los puntos más conflictivos del proceso de restauraciones: el ser
monumento perteneciente a diferentes culturas. La pluralidad cultural que representa
constituye su originalidad y la misma viene a ser como un símbolo de superación de los
conflictos y rivalidades del pasado. Desde el punto de vista de su restauración y
conservación los miembros del Comité des Monuments et Sites (ICOMOS)
recomendaban:
a) La importancia que reviste su estudio y su interpretación canalizada a partir de
todas las fuentes posibles.
14
NIETO CUMPLIDO, Manuel. La Mezquita-Catedral de Córdoba y el ICOMOS. Servicio de publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Córdoba. 1976. Pág. 19 15
NIETO CUMPLIDO, Manuel. La Mezquita-Catedral de Córdoba y el ICOMOS. Servicio de publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Córdoba. Pág. 20
21
b) La necesidad de usar de una escrupulosa prudencia y exhaustivos estudios con
ocasión de las intervenciones que puedan exigir su conservación, su restauración
y su potenciación.
c) Respeto más absoluto para todos los valores culturales que el momento expresa.
d) Una atención excepcional en razón de su insuperable calidad artística debida a la
utilización de medios extraordinarios y a una serie de aportaciones que son la
expresión genuina de civilizaciones sucesivas.
e) Su más escrupuloso estudio, su buena conservación, su revalorización cobran,
pues, una importancia a escala universal.
Recomendaciones todas que venían a llamar la atención sobre uno de los aspectos más
denigrados de la Mezquita, a saber la aportación cristiana al monumento que para la
mayoría de los historiadores e investigadores quedaba relegada a un segundo o tercer
plano al contemplarlo, casi en exclusiva, desde la óptica del arte. En este aspecto es
terminante la Carta de Venecia cuando afirma que “el monumento es inseparable de la
historia de la que es testimonio y del medio donde está situado”16
Polémica sobre la Mezquita-Catedral de Córdoba.
A raíz de las visitas del ICOMOS producidas en 1973 se produjo una intensa polémica,
ya que se cuestionaba si era conveniente el devolver toda su pureza, su unidad estilística
al edificio. El tema que se discutía en esta polémica era la extracción de las partes
cristianas para que fuesen trasladadas a otro emplazamiento, el desmonte de las
arquitecturas cristianas que se encuentran en el interior de la mezquita y que tales
actuaciones conformarían un posterior pastiche. También se criticaba que el
Ayuntamiento de Córdoba había realizado gestiones con la UNESCO
independientemente de los especialistas e historiadores del arte españoles, sin tener en
cuenta sus aportaciones y opiniones. Esta polémica se originó a raíz de publicaciones
periodísticas el 13 de Septiembre de 1972.
Esta polémica periodística se zanjó mediante la publicación de una carta dirigida por
Piero Gazzola el 6 de Diciembre de 1972, presidente del ICOMOS, y dirigida al alcalde
que dice:
Señor alcalde: nuestro vicepresidente, señor Alomar, nos acaba de informar de la
reacción suscitada en la prensa española por la reunión científica que este consejo
debía celebrar en Córdoba, por invitación del Excl. Ayuntamiento que usted preside,
durante los días 13-17 del presente mes. Esta reacción no deja de evidenciar el
extraordinario y justificado aprecio que el pueblo español tiene de la mezquita-
catedral. A esto debemos añadir que algunas de las personalidades que contábamos
tomaran parte de esta reunión cuyo tema debe ser el de los “problemas que representa
la conservación de los monumentos pertenecientes a diferentes culturas” han
manifestado la conveniencia de disponer un plazo menos breve para la preparación de
16
NIETO CUMPLIDO, Manuel. La Mezquita-Catedral de Córdoba y el ICOMOS. Servicio de publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Córdoba. 1976. Págs.21,22 y 23.
22
sus ponencias respectivas. Todo esto nos ha aconsejado trasladar la fecha de
celebración de la reunión internacional a otra fecha, dentro de un futuro próximo. Asi
se lo comunicamos a usted en el telegrama cursado ayer y que suponemos ahora en su
poder. Este cambio de fecha no significa en modo alguno que el interés que el consejo
concede a este tema haya disminuido ni tampoco nuestro reconocimiento del honor que
la invitación del Ayuntamiento de Córdoba representa. Sería difícil encontrar en todo el
mundo un ambiente más adecuado para el estudio programado que el de esta ciudad
ilustre. Con la atención de mantener el contacto con usted para buscar la fecha
oportuna en la que el mismo pueda celebrarse aprovecho la ocasión para saludarle con
el mayor aprecio y afecto. Piero Gazzola.17
El desarrollo de las conferencias, así como reuniones y acuerdos se llevaron a cabo en
el salón de los mosaicos del Alcázar de los Reyes Cristianos. El documento final se
redactó en la capilla de Santa Teresa con el que se declaraba “La Mezquita-Catedral de
Córdoba, Patrimonio de la Humanidad” en la resolución de Córdoba. Se habla en dicha
disolución de la Mezquita-Catedral de Córdoba como una estructura maravillosamente
rica, puesto que al establecimiento antiguo comprobado, se añade la existencia de la
Iglesia visigoda de San Vicente, a la que sucede la Mezquita Omeya convertida después
en Catedral de Córdoba.
Conclusiones
Con el nombramiento de la Mezquita de Córdoba como Patrimonio de la Humanidad en
1984 la consideración de esta maravilla arquitectónica se eleva a un rango internacional.
Se trata de un edificio que se muestra hoy en día como un verdadero hito arquitectónico
en la larguísima historia de la arquitectura. Podemos sentirnos verdaderos privilegiados
por contar con el único ejemplo que ha perdurado de unión de mezquita-catedral en toda
la península ibérica.
La Mezquita de Córdoba es un edificio complejo que nace sobre el solar de anteriores
construcciones visigodas y que se va ampliando sucesivamente hasta alcanzar su
máxima extensión y esplendor. Con la llegada de la Reconquista y con ella el
cristianismo se producirá un cambio radical en su concepción, y a partir de entonces
albergará la Catedral de Córdoba en su interior, rompiendo ese eje visual y longitudinal
que en su día fue esencial. Es por tanto un monumento único en el mundo, podemos
apreciar el esplendor, la magia del arte islámico que nos traslada hacia un mundo
exótico y camuflarnos entre el monumental bosque de columnas perdiéndonos en el cual
laberinto. Sin embargo si avanzamos hacia el interior llegará un momento que nos
veremos envueltos en la magnificencia del arte cristiano que eleva sus techumbres para
alcanzar la gloria de Dios. Dos culturas tan dispares que se funden y que han utilizado
un mismo edificio con un mismo objetivo. La Mezquita-Catedral de Córdoba es un
verdadero tesoro arquitectónico que debemos conservar para los que vendrán y que
seguirán disfrutando de tal maravilla.
17
NIETO CUMPLIDO, Manuel. La Mezquita-Catedral de Córdoba y el ICOMOS. Servicio de publicaciones del Excmo. Ayuntamiento de Córdoba. 1976. Pág. 44
23
BIBLIOGRAFÍA
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Sadea Editores. (1960). Madrid.
ETTINGHAUSEN, Richard; GRABAR, Oleg. Arte y Arquitectura del Islam, 650-1250.
Ediciones Cátedra. 2000. Madrid.
FERNÁNDEZ PUERTAS, Antonio. Mezquita de Córdoba. Su estudio arqueológico en
el siglo XX. Editorial Universidad de Granada. Servicio de publicaciones de la
Universidad de Córdoba. 2009. Granada.
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www.turismodecordoba.org 27/11/2015
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