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8/18/2019 Entrevistas Alejandra Castillo
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Feminismo y neoliberalismo
(Primera parte)
Con mucha más frecuencia de la que nos gustaría, se ha comenzado a oír en Amrica !atina que el
feminismo o bien ya no tendría raz"n de ser, o bien habría agotado su potencial emancipador# $oda
%ez que sus demandas habrían sido incorporadas por las agendas de los distintos gobiernos
latinoamericanos en los <imos a'os# De tal modo, las políticas de género se habrían convertido enlas grandes aliadas a la hora de demostrar el paso de un orden conservador a uno de signo
progresista. ¿Podemos llamar a esto feminismo?
Asumiendo críticamente algunas de las tesis desarrolladas por ancy Fraser en su libro Fortunes of
Feminism (*+), -er"nica .child en el artículo /Feminism and eoliberalism in !atin America0
1publicado en la re%ista New Left Review (2 34, no%5dic#, *+6 ) 7 %uel%e equi%alentes políticas de
gnero y feminismo# 8adicalizando este %ínculo, sostendrá que los propios argumentos de la crítica
social y feminista, desarrollados en los a'os setenta en Amrica !atina serían los que terminarán por
fortalecer, en los a'os no%enta, el orden neoliberal en la regi"n en lo que tiene que %er con los temas
relati%os al gnero# 9sta afirmaci"n se sustenta, principalmente, en los argumentos desarrollados por
!uc :oltans;i y usticias sociales# Contrario a ello, el capitalismo, ahora reformulado en un
orden neoliberal, parece gozar de buena salud# ¿Cuál es ese espíritu que mantiene vivo al cuerpo
del capitalismo? stos autores entienden por !espíritu", el con#unto de creencias compartidas
inscritas en instituciones $ e%presadas en acciones que implican la realidad. ?@uines mantienen
%i%o este /espíritu0B los cuadros administrati%os, comerciales y tcnicos que a partir de los a'os
ochenta del siglo pasado se transformaron en el contingente laboral pri%ilegiado en el ámbito de la
empresa# 9stos cuadros, asalariados y tambin porta%oces del capitalismo, >ustificarían la eficiencia
del orden econ"mico, asumiendo las ret"ricas de la libertad, la autorrealizaci"n y la autonomía# .in
embargo, en el actual conteto neoliberal, estas ret"ricas de la autonomía y la autorrealizaci"n son
resignificadas desde el ámbito de la empresa# !a libertad se resignificará como libertad para decidirD la
autorrealizaci"n y autonomía se resignificarán como las oportunidades necesarias para el desarrollo personal (potenciaci"n de sí)#¿C&mo estas palabras que de habitual se asociaban con la
democracia, ho$ se han vuelto los argumentos de #ustificaci&n para el orden neoliberal? ¿Cuál
ha sido la funci&n de la !crítica" en la transformaci&n del capitalismo contemporáneo? 9sta
<ima pregunta es crucial, por sus efectos, para aquellas y aquellos interesados en la transformaci"n
social# 'oltans(i $ Chiapello, no sin provocaci&n, indican que la !crítica" tiene un papel central
en la transformaci&n $ supervivencia del capitalismo.
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!a propia sangre de la crítica anticapitalista terminaría alimentando al cuerpo5espíritu del capitalismo
actual# !a etracci"n de dicha sangre ocurriría de tres modos# 9l primer modo tendría que %er con la
capacidad de la crítica de deslegitimar cuerpos de doctrinas y creencias anteriores, ya sea por
opresi%as o in>ustas cuyo efecto sería la desmo%ilizaci"n en %istas de la superaci"n o transformaci"n
de los escenarios de lucha# En segundo modo en que act&a la crítica es en la propia %erosimilitud de
sus argumentos, %ol%iendo eplícito el orden de dominio capitalista# .in embargo, parad">icamente, el
efecto de eficacia de la crítica anticapitalista será el /fortalecimiento0 del capitalismo en cuanto ste se%e obligado, de alguna manera u otra, a asumir las demandas esgrimidas por dicha crítica# un tercer
modo, se manifestaría en la incapacidad de la crítica para configurar nue%os escenarios, lo que
implicaría la desorganizaci"n social en relaci"n a los referentes anteriores y la falta de un mapa para la
acci"n futura# Cada una de estas formas de la crítica, de modo inmunitario, serían incorporadas por el
capitalismo# A la manera de un %eneno inoculado en una inyecci"n, el capitalismo recibiría estas
críticas de mala gana y como quien se recupera de una enfermedad, se inmunizaría de ellas, se
trasformaría en afinidad a ellas# !a crítica para estos autores que /se agota, es %encida o pierde su
%irulencia permite al capitalismo rela>ar sus dispositi%os de in>usticia y modificar con toda impunidadsus procesos de producci"n# )na crítica, por el contrario, que gana en virulencia $ en credibilidad
obliga al capitalismo a refor*ar sus dispositivos de #usticia, a no ser que constitu$a +si el entorno
político $ tecnol&gico se lo permite una incitaci&n a transformarse, confundiendo las reglas de
#uego". Así, el fortalecimiento y super%i%encia del capitalismo estaría asegurado, principalmente, por
la incorporaci"n de demandas, idearios críticos luego /resignificados0 desde la gramática del propio
capitalismo# -lgo de aquello sabemos, aquí en Chile, de la incorporaci&n de las demandas por
igualdad para luego ser resignificadas como políticas de !equidad" $ !oportunidades" #
?@u le ocurre a la crítica feminista desde esta perspecti%a 9sta es la pregunta que se hace la fil"sofa ancy Fraser en su libro Fortunes of Feminism, particularmente, en el capítulo que lle%a por título
/Feminism, Capitalism and the Cunning of =istory0 (/Feminismo, capitalismo y la astucia de la
historia0)#ste capítulo se centra, específicamente, en el conte%to de los feminismos
norteamericanos de la segunda ola $ la pregunta que le ronda es la siguiente ¿los feminismos de
la segunda ola, inadvertidamente, fortalecen el paso de un capitalismo de stado a uno
neoliberal? 9n esta línea, Fraser planteaB /los cambios culturales fomentados por la segunda ola,
saludables en sí mismos, han ser%ido para legitimar una transformaci"n de la sociedad capitalista que
se opone directamente a las esperanzas feministas de alcanzar una sociedad >usta0#
Como es sabido, este feminismo %incul", con acierto, capitalismo con patriarcado# !a articulaci"n
entre ambos se figuraba en la crítica al /salario familiar0 que promo%ía el 9stado benefactor# !as
feministas %eían en esta política de 9stado la naturalizaci"n de la distinci"n entre esfera
pri%ada5domestica femenina y la esfera p&blica5masculina# l feminismo de la segunda ola, a pesar
de sus intenciones, terminaría describiéndose, primero, en políticas de la identidad $, luego, en
políticas de la diferencia ligadas al reconocimiento, olvidando su conte%to de emergencia
polémica con el orden capitalista. Ge acuerdo a ello, Fraser sostiene que con el paso de los a'os los
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feminismos de la segunda ola terminan describiendo sus políticas como /meramente culturales0, no
inc"modos al nue%o espíritu del capitalismo, no inc"modos al orden de acumulaci"n dominante# !a
crítica a la mantenci"n de un orden masculino anclado al salario familiar termina por ser resignificada
como un argumento neoliberal a fa%or de la incorporaci"n masi%a de las mu>eres al mercado laboral
pero en trminos de precarizaci"n, fleibilizaci"n, ba>os sueldos y la obligatoriedad de mantener el
espacio familiar con dos sueldos. 9s más, parte del %igor del orden del capitalismo neoliberal pasa por
la recepci"n positi%a de las políticas de gnero# 9n este punto, ancy Fraser es a&n más eplícita alse'alar queB !las críticas feministas, por e#emplo, al acoso se%ual, el tráfico se%ual $ la
desigualdad de salarios, que parecían incendiarias no hace tanto, están aceptadas en general en
la actualidad/ pero este enorme cambio de actitudes no ha eliminado en absoluto dichas
prácticas. con frecuencia se dice, por lo tanto, que el feminismo de segunda ola ha pro%ocado una
re%oluci"n cultural sin parang"n, pero el enorme cambio de mentalitées no se ha traducido (a&n) en
cambio estructural e institucional0#
Presuponiendo estos argumentos y debates, -er"nica .child se pregunta qu le ocurre al feminismo en
Amrica !atina en los tiempos del neoliberalismo# Gesde una recepci"n polmica del libro Fortunes
of Feminism, .child hace %isible un supuesto no eplícito en el relato de Fraser que tiene que %er con
la uni%ersalizaci"n de cierta historia del feminismo norteamericano# ¿s la historia del feminismo de
la segunda ola válida para el feminismo latinoamericano? Para 0child no lo es $ en esto tiene
ra*&n. Cuestionando la pretensi"n uni%ersalista de esta historia, ad%ierte que mientras las feministas
norteamericanas cuestionaban la distinci"n seual del traba>o y la estructura de la familia, en Amrica
!atina se %i%ía la represi"n de las dictaduras militares#0olo será a fines de los a1os ochenta que la
crítica feminista de la regi&n aportará argumentos que más tarde serán resignificados por el
capitalismo. 9n este sentido, .child indica que si bien para las feministas norteamericanas elargumento de la di%isi"n seual del traba>o fue central, no lo es, sin embargo, para el feminismo
latinoamericano cuya principal demanda se articulaba en torno a la /autonomía0# 9n este punto, cabe
destacar que si bien .child cuestiona el marco uni%ersalista que describe a la narraci"n hist"rica del
feminismo como una entidad unificada que se narra en /una0 historia (la norteamericana), no hace lo
mismo con la tesis de :oltans;i y Chiapello, en lo relati%o a la crítica, que sir%e de base para la
distinci"n realizada por Fraser entre feminismos culturales y feminismo sociales# .eg&n esta
distinci"n, de estos dos feminismos, &nicamente los feminismos culturales 1supuestamente ale>ados de
sus condiciones materiales1 serían lo suficientemente d"ciles para ser transformados e incorporados en
la gramática neoliberal# ¿2o es, precisamente, esta distinci&n la que ha despla*ado a los
feminismos en -mérica 3atina para poner en su lugar la siempre eficiente agenda de género?
De#o pendiente, al menos por ahora, el cuestionamiento a esta distinci&n.
9s por esta raz"n que -er"nica .child indicará que será el propio ideal de la /autonomía0 demandado
por los a'os setenta, el que será asumido por las agendas feministas de los gobiernos latinoamericanos
durante los a'os no%enta#0in embargo, la autonomía será resignificada, ahora en el conte%to
neoliberal, como !empoderamiento"# l caso e#emplar, para esta autora, es Chile. 0ería en
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nuestro país donde se ha institucionali*ado un feminismo que ha transformando su discurso
emancipador en la simple administraci&n de estadísticas para la inclusi&n social.
Ante este diagn"stico habría que se'alar lo siguienteB en primer lugar, las políticas lle%adas a cabo,
primero, por los gobiernos de la Concertaci"n y, luego, por el de la ue%a Hayoría se han hecho en
nombre de /políticas de gnero0, lo que quiere decirB /política de mu>eres0# ¿0on estás políticas
feministas? 2o, no lo creo. si lo fueran, es necesaria la definici"n# n este sentido, se podríadecir que el feminismo institucional en Chile, si es que ha$ algo de eso 4algo de feminismo5, es
!liberal" $ de marco heteronormativo. Gistinto a ello, me parece más pertinente e%idenciar la
genealogía del feminismo liberal cuya matriz diferencial, descrita en el par /mu>eres1madres0
1desarrollada a partir de mediados del siglo diecinue%e1 terminará coincidiendo con los argumentos de
las ticas y políticas del cuidado de los a'os no%enta del siglo %einte# 9sta coincidencia, más los
insumos de las teorías del desarrollo humano, terminarán por describir lo que hoy es reconocido como
/políticas de gnero0# )na agenda para la política de mu#eres, sin duda, de corte neoliberal. Pero
sta no es la &nica historia, ni la &nica política del feminismo# !a historia del feminismo, sin duda, no
es uni%ersal, pero su nombre tampoco lo es#
(Parte II)
=ace ya %arios a'os, ancy Fraser en su libro Iustitia interrupta (+33J) llamaba la atenci"n sobre la
/condici"n postsocialista0# Condici"n que tendría como escenario la caída del Huro de :erlín y como
efecto la prdida de credibilidad de un proyecto emancipatorio de amplios alcances# !a crisis y caída
de la izquierda para Fraser sería, en parte, resultado de la eficacia con que la propia izquierda
cuestion" el marco uni%ersalista, masculino y europeo que la sostenía# De la eficacia de aquella
crítica se habrían bifurcado dos tipos de políticas unas orientadas a la redistribuci&n $ otras
orientadas al reconocimiento# 8ota la fantasía ideol"gica que daba unidad y coherencia a la
izquierda no quedaba más que atrincherarse, ya sea en políticas de clase, ya sea en políticas de
identidadD políticas sociales o políticas culturales# 8ealizadas estas distinciones, Fraser ad%ertía que
estas alternati%as siempre se presentaron como mutuamente ecluyentesB debemos elegir entre la
igualdad social o el multiculturalismo, entre la redistribuci"n o el reconocimiento#
9ste mismo argumento es repetido, aunque con más ímpetu, en uno de sus <imos libros, Fortunes of
feminism (*+)# Prontamente traducido al castellano como Las fortunas del feminismo (*+6), este
nue%o libro de Fraser insiste en el diagn"stico que de>a a la izquierda desmo%ilizada en un dilema que
no hace sino di%idir, de modo ta>ante, aguas entre lo econ"mico y lo cultural# Antigua escena para el
marismo, antigua escena para la izquierda# Fraser eplica que su intenci"n te"rica y política es
abandonar, sin embargo, dicha distinci"n y a%anzar hacia un /modelo bidimensional de >usticia0 que
de>e atrás aquellos dualismos procurando /abarcar las tradicionales preocupaciones de la >usticia
distributi%a, en especial la pobreza, la eplotaci"n, la desigualdad y las diferencias entre clases# Debe
al mismo tiempo abarcar también preocupaciones de reconocimiento, en especial la falta de
respeto, el imperialismo cultural $ la #erarquía del estatus".
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.i bien, Fraser insta a salir del dilema 1en tanto que representaría una /falsa antítesis0 puesto que
muchas %eces una in>usta distribuci"n de derechos sociales implica tambin falta de reconocimiento1
no hace sino %ol%erlo posible describiendo y, a la %ez prescribiendo, un escenario de di%isiones, y
elecciones ecluyentes# Gicho de otro modo, la crisis y desmo%ilizaci"n de la izquierda no radicaría
tanto en tener que tomar posici"n en uno u otro lado de la distinci"n, sino la distinci"n misma# ¿2o es
acaso esta distinci&n la que ha hecho de los gobiernos socialdem&cratas siempre preocupados
por los problemas !reales" de la gente gobiernos de e%pertos de lo social transformando la
cultura en un mero espectáculo?
9stando de acuerdo con la concepci"n comple>a de >usticia que Fraser propone, hay algo más que
molesta de su descripci"n# $al %ez esta molestia radique en el hecho que para poner en marcha este
escenario de "rdenes duales y desmo%ilizaci"n de la izquierda deba echar mano de las políticas del
feminismo. - pesar que la su$a sea la historia del feminismo norteamericano, 6raser afirma que
la teoría feminista tiende a seguir el espíritu de los tiempos en los setenta era mar%ista, en los
ochenta era lacaniana, en los noventa era cultural, ho$ es neoliberal, habiendo !perdido incluso,
sus vínculos hist&ricos con el mar%ismo, $ con la teoría social $ la economía política más en
general"# 9ntonces, si bien Fraser insiste en desplazar el binarismo ecluyente que ha descrito a las
políticas de izquierda escindida entre clase o cultura, de>a recaer en la segunda el mal del
neoliberalismo# Inad%ertidamente, tiende a %alorar la esfera de lo econ"mico por sobre la esfera de la
cultura, de>ando a esta <ima en el me>or de los casos como un simple suplemento de la primera, o, en
el peor de ellos, siendo funcional al modo de producci"n dominante#
9ste binarismo, la mantenci"n /inad%ertida0 de la distinci"n entre distribuci"n y reconocimiento, ya se
podía obser%ar en Iustitia interrupta cuando, a modo de síntesis, sostenía que, en primer lugar, sedebía /cuestionar la distinci"n entre cultura y economíaD segundo, entender c"mo las dos esferas
act&an con>untamente para producir in>usticiasD y tercero, descubrir c"mo, en tanto prerrequisito para
remediar las in>usticias, las eigencias de reconocimiento pueden ser integradas con las pretensiones
de redistribuci"n en un proyecto omnicomprensi%o0# ¿Por qué las política ligadas al reconocimiento
debieran ser !integradas" a aquellas descritas desde la distribuci&n? ¿s acaso el marco de lo
econ&mico anterior $ estructural a la cultura? ¿s la cultura un mero complemento de lo
realmente importante?
9n este punto, Fraser parece ol%idar la lecci"n de Althusser que ad%ertía que la %enta>a de la metáforaespacial escindida entre base y superestructura estaba en que /hacía %er0 que la base es la que
determina en <ima instancia a todo el edificio social# 9sta eficiencia de la <ima instancia desplaza a
un lugar suplementario la cuestiones relati%as a lo >urídico1político (el derecho, el 9stado) y a lo
ideol"gico (diferentes ideologías, religiosas, morales, >urídicas, políticas)# ?o habría que prestar
tambin atenci"n a la reproducci"n del orden social
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7aciendo notar este olvido en lo que tiene que ver con las políticas se%uales, 8udith 'utler en el
artículo titulado !9erel$ Cultural" 4:;;o de la transformaci"n del modo
de producci"n, suplementario, y por ello irrele%ante# 9l tiempo de la economía es uno y subyace a la
superestructura# Ge ahí que la historia del feminismo no sea sino la historia norteamericana# 9sta
historia no se cuenta con los tiempos del feminismo en Amrica !atina, simplemente, porque las
historias del feminismo latinoamericano no entran en la cuenta de lo que cuenta para la historia del
feminismo de Fraser# =ampoco cuentan los tiempos del feminismo de 8ulieta >ir(ood, por
e#emplo, que sin poder olvidar las in#usticias sociales, en los a1os ochenta en Chile, hacía del
feminismo también el lugar para el cuestionamiento de las narraciones te&ricas e
historiográficas en lo que éstas reproducían un orden masculino $ patriarcal.
!as feministas no podemos tomar uno u otro lado del dilema, no podemos aceptar la distinci"n entre
lo econ"mico y lo cultural# .abemos que desarrollar un concepto comple>o de >usticia implica, sinduda, posicionarse desde el punto de %ista de la reproducci"n, esto es lo que Fraser ol%ida# :ien
podríamos decir que las fortunas del feminismo de las que nos habla Fraser no son sino las /fortunas
de las políticas de gnero0# Así al menos lo hemos %isto en Chile#6ortunas del género que con el
correr de los a1os de los gobiernos de la Concertaci&n $ en nombre de políticas eficientes para
las !mu#eres", no dudan en volver contiguas las palabras !género", !elite" $ !poder". Prueba de
ello lo da el informe PEG Género: desafíos de la igualdad (*+*), libro cuya presentaci"n cierra el
primer gobierno de Hichelle :achelet# ?Por qu las mu>eres más afortunadas, no tienen más fortuna
se preguntan epertos y epertas en dicho informe# 'ien podríamos decir que las políticas de
género parecen no ser otra cosa que un síntoma del neoliberalismo, un síntoma también de una
democracia elitista.
Acoso seual en la uni%ersidad
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$res son los argumentos que han permitido que el acoso seual no solo sea in%isibilizado sino
>ustificado en el espacio de la uni%ersidadB uno es el consentimiento, otro es la mayoría de edad y un
tercero es el amor romántico# !a posible relaci"n amorosa consentida entre un5una estudiante mayor
de edad y un5a profesor5a pareciera no ser de incumbencia de reglamentaciones y sanciones de parte
de la instituci"n# ?Acaso el deseo, la seducci"n y el amor no terminan, siempre, por sobrepasar los
límites que impone el diagrama de las instituciones ?o sería de una moral %ictoriana oponerse al
encuentro /consentido0 entre dos que se aman por <imo, y en la situaci"n de que esta relaci"n seentablara entre una estudiante y un profesor, lo que es habitualmente el caso, ?no podrá ella manifestar
su rechazo al a%ance indebido del profesor si así lo quisiera ?A%anzar en un tipo de reglamentaci"n
que sancionara el acoso seual en la uni%ersidad no podría terminar por describir (o confesar) la
impotencia de las mu>eres
$odas estas preguntas, que no son sino >ustificaciones, se describen ya desde el plano y la ret"rica del
amor romántico que desde antiguo %iene ense'ando que la relaci"n amorosa es la teatralizaci"n de un
>uego de a%ances y retrocesos, a la manera de la guerra de posiciones, en la que la %ictoria es
alcanzada, etra'amente, por las escaramuzas del otro, en este caso, la /otra0# !a fil"sofa feminista
Ken%iL%e Fraisse, %ol%iendo eplicita la trama patriarcal que se urde en la %oz /consentimiento0
cuando ste se relaciona con el amor romántico, se'alará que la pedagogía del amor no es otra que
aquella contenida en la siguiente afirmaci"nB /para que el atacante salga %ictorioso, es preciso que el
atacado lo permita o lo ordene0# o debiera etra'ar que esta afirmaci"n tenga en su autoría a Mean
Macques 8ousseau, uno de los fil"sofos promotores de la igualdad, y que con ella est pensando en el
/consentimiento amoroso0 figurado en los nombres de 9milio y .ofía# o debiera etra'arnos que
esta afirmaci"n, en la que el atacante necesita de su %íctima, sea la portada predilecta de la prensa
chilena cuando debe narrar la %iolencia contra las mu>eres# 2o debiera e%tra1arnos tampoco queesta sea la afirmaci&n que de#e sin investigar casos de violencia se%ual hacia las mu#eres en la
pretensi&n de que son !ellas las que se la buscaron". 2o debiera e%tra1arnos, por @ltimo, que
este tipo de afirmaciones sea la que de#a en la impunidad el acoso se%ual en las universidades.
n la familiaridad de esta e%tra1e*a funciona la ret&rica del amor romántico#
Como es notorio, esta escena del amor romántico no es otra que aquella de la diferencia de los seos#
Aquí la diferencia de los seos no es una simple metáfora, es un modo de organizar el espacio en
com&n, reser%ando la fuerza y el poder del lado de lo masculino y la debilidad y la astucia del lado de
lo femenino# !a metáfora de la diferencia de los seos, entendida en esos trminos, es, en primerlugar, la organizaci"n del espacio p&blico basada en la superioridad masculina y, en segundo lugar, en
la %isibilizaci"n de lo femenino ba>o las luces de la esfera pri%ada y de la intimidad# 9sta escena, este
fragmento del discurso amoroso, ya supone un orden de la desigualdad#
9n este conteto nos %ol%emos a preguntar ?es posible, entonces, el consentimiento amoroso entre una
estudiante y un profesor en el espacio uni%ersitario .olo la ficci"n que habilita la ret"rica del amor
responderá en trminos afirmati%os dicha pregunta# 9sta ret"rica no hace sino ocultar esta escena de
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%iolencia seual contendida en la propia metáfora de la diferencia de los seos que es reproducida por
el espacio uni%ersitario desde sus estructuras legislati%as, administrati%as y de organizaci"n, así como
por la in%isibilizaci"n del acoso seual que es %isto, siempre, como un acto pri%ado inscrito en el
gui"n de un relato amoroso#
9%idenciar c"mo esta metáfora de la diferencia de los seos funciona en los planteles uni%ersitarios
reproduciendo, silentemente, un orden de desigualdad de gnero implica una inter%enci"n feministadecidida en la organizaci"n del espacio de la uni%ersidad#
Hu>eres y autonomía
Con alg&n de>o de pesar el feminismo contemporáneo ha notado que el /problema de las mu>eres0,
descrito desde la actual política de los derechos, ha tendido a ser tomado, o bien, como un /ob>eto a
ser resuelto0, o bien, como medio para conseguir /otros fines0# 9sta raz"n instrumental puede
describirse ba>o la siguiente f"rmulaB el bienestar de la mu>er siempre es &til para algo diferente de ella
misma# 9ste parece ser el caso de las políticas tendientes a instalar la agenda de los derechos humanos
de las mu>eres (que pese al esfuerzo no logran transformar las representaciones de la /mu>er1
%íctima0)# Como tambin es el caso de los derechos como /capacidades0 impulsados por los
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programas del desarrollo humano (que buscan /remediar0 la pobreza en Amrica !atina buscando
solucionar el /problema0 de las mu>eres)#
Ge tal suerte, estamos habituadas a aquellas formulaciones que enuncian que es recomendable que la
mu>er traba>e fuera del hogar puesto que así se ayudaría a reducir las in>usticias dentro del espacio
pri%ado# Ge igual modo, se ad%ierte que es recomendable me>orar la educaci"n de las mu>eres ya que
ello permitiría ba>ar los índices de natalidad no deseada en países sobrepoblados# 9n esta misma líneade argumentaci"n se obser%a que es recomendable me>orar la educaci"n de las mu>eres en los países
en %ías de desarrollo, pues una mayor educaci"n de las mu>eres incidiría positi%amente en los índices
de salud infantil# Por <imo, para el caso de los países desarrollados es ya una costumbre se'alar que
una mayor educaci"n de las mu>eres me>oraría, sin duda, los índices de igualdad de gnero en los
cargos de poder# Desde esta descripci&n utilitarista, el me#oramiento de la vida de las mu#eres
sería un ob#etivo secundario, ellas ocuparían un lugar intermedio entre la política $ los fines
perseguidos las fuer*as $ le$es que las rigen les serían heter&nomas.
9l lugar pasi%o que han empezado a ocupar las mu>eres en las propias políticas que dicen ir en su beneficio %uel%e pertinente la pregunta por su /autonomía0# 9s preciso destacar que el concepto de
autonomía remite a dos acepciones no siempre con>ugables en el campo de la política liberal# !a
primera acepci"n, de cu'o ;antiano, tiene que %er con la capacidad de darse leyes a sí mismo, de auto1
legislaci"n# 9ste e>ercicio de darse leyes a sí mismo implicaría ser capaz de generar >uicios que puedan
ser, a la %ez, racionales y uni%ersales# Cabe subrayar que en su primera acepci"n esta definici"n de
/autonomía0 se organiza principalmente como facultad legislati%a, como capacidad de determinaci"n
legal (definici"n ob>eti%a)#
!a segunda acepci"n de /autonomía0, de corte rousseauniana, quedará definida en la idea de
autodeterminaci"n, esto es, de no estar sometido a presiones eternas al momento de decidir qu %ida
lle%ar (definici"n sub>eti%a)# Como es bien sabido, temprano en el siglo %einte el liberalismo, en la
figura de Isaiah :erlin, epulsará ambas definiciones de /autonomía0 de la definici"n de libertad, y
con ello la idea misma de autonomía del >uego de la política# !a primera definici"n será digna de
sospecha en la medida que el >uicio aut"nomo para Nant implicaría el establecimiento de dos fuentes
de %oluntadB una relati%a a un /yo puro0, el que establece las leyesD y otra a un /yo empírico0, el que
se somete a dichas leyes# 9sta doble distinci"n generaría, ba>o el análisis de :erlin, la tendencia a
superponer la %oluntad del /yo ideal0 en la comunidad produciendo la constricci"n de los /yoempíricos0 que la componen# .iguiendo igual razonamiento, la autonomía como autodeterminaci"n
será cuestionada por :erlin debido a que sta generaría el deseo de /autogobierno0, sobre%alorando la
libertad positi%a (la participaci"n) sobre la libertad negati%a (el deseo de no ser inter%enido)#
.i bien estas dos acepciones son las definiciones más corrientes de autonomía, es posible encontrar en
el debate contemporáneo una tercera elaboraci"n del trmino centrada en la /%oz y la agencia0
política# sta otra definici&n sit@a en el centro de la noci&n de !autonomía" los derechos de hacer
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4funcionamiento5 $ de ser 4capacidades5 de los su#etos. Desde esta perspectiva, $ pensado en la
autonomía de las mu#eres, -mart$a 0en, el principal te&rico de esta corriente, rescatará a 9ar$
Aollstonecraft de la agenda radical del feminismo para se1alar que su obra A Vindication of the
Rights of Women 4:e de las tesis de la utilidad personal descrita desde la perspecti%a de los
derechos como bienes (he aquí el punto de partida de la etendida política de los bonos)# !ascapacidades apuntarían a lo que una persona puede ser o hacer, fa%orece el desarrollo de di%ersos
/funcionamientos0 sine qua non para describirse como humanos o humanas# o implica una
definici"n de /derechos humanos0 abstracta sino que, por el contrario, pone atenci"n al con>unto de
funcionamientos y capacidades necesarios para llegar a ser un /ser humano0#
9ste enfoque se basa en una %isi"n de la %ida en tanto una combinaci"n de %arios /quehaceres y
seres0, en los que la calidad de %ida debe e%aluarse en trminos de las capacidades para lograr
funcionamientos %aliosos (cabe indicar, que estas capacidades deben ser garantizadas y fomentadas
por los 9stados, pensemos por e>emplo, en el derecho a la educaci"n)# 3a autonomía se definirá, asíincorporando tanto el nivel ob#etivo de la definici&n (antiana como el nivel sub#etivo de la
definici&n rousseauniana. Cabe destacar que -mart$a 0en reelaborará el nivel sub#etivo de la
definici&n de autonomía desde la noci&n de libertad de 8ohn 0tuart 9ill.
9n lo que concierne a la definici"n del concepto de libertad debe indicarse que Hill no s"lo adhiere a
la doxa liberal en cuanto a su descripci"n /negati%a0, sino que tambin introduce una %ariaci"nB la
autonomía# 9sto es, el establecimiento de la raz"n como &nico principio legislati%o de la propia
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conducta# !ibertad y autonomía dos palabras que, sin necesidad de eplicaciones, parecen implicarse
mutuamente# Pareciera ser e%idente presentar >untas ambas palabras Qespecialmente si de lo que se
trata es de dar una mirada a la /autonomía0 desde el feminismoQ, sin embargo, esto tambin es
e%idente, no es %ocaci"n de la tradici"n liberal fraternizar ambos conceptos#
Gesde esta perspecti%a, la libertad negati%a s"lo busca defender el espacio pri%ado del indi%iduo, libre
de interferencias, mas sin la incorporaci"n de la autonomía como principio rector de la acci"n# o esde etra'ar, entonces, que este concepto de libertad se esfuerce por resguardar espacios de no
inter%enci"n ol%idando una de las preguntas esenciales de lo políticoB ?qu lugares y ?para quin
9n otras palabras, se ol%ida la pregunta del c"mo se establece la imprecisa línea que separa lo p&blico
y lo pri%ado, y quines instituyen tal marca di%isoria# A riesgo de abandonar el campo liberal, Hill
intenta ampliar la estrecha definici"n de libertad heredada de la tradici"n liberal clásica, incorporando
como elemento esencial la /autodeterminaci"n de la propia %ida0# 9tendindose más allá de los
restringidos contornos que la definici"n tradicional ofrecía, Hill hace coincidir en el nombre de
/libertad0 las palabras de acci"n, raz"n y autonomía#
9%idenciando dicho %ínculo escribirá que /cuando una persona acepta una determinada opini"n, sin
que sus fundamentos aparezcan en forma concluyente a su propia raz"n, esta raz"n no podrá
fortalecerse, sino que probablemente se debilitaráD y si los moti%os de un acto no están conformes con
sus propios sentimientos o su carácter (donde no se trata de las afecciones o los derechos de los
demás), se habrá ganado mucho para hacer sus sentimientos y carácter inertes y torpes, en %ez de
acti%os y enrgicos0# 9n consecuencia, para Hill no es suficiente la simple regulaci"n y sal%aguarda
de espacios de no interferencia para la actualizaci"n de la libertad, sino que es necesario, además, que
cada uno y una (%ale la pena consignar este matiz poco usual en la tradici"n filos"fica) establezca
aut"nomamente los fines de sus %idas#
aturalmente, se trata de una especificaci"n de gran importancia# .ubrayar la rele%ancia e incluso el
carácter constituti%o, si se nos permite, de la autonomía para la realizaci"n de la libertad significa
definirla, principalmente, como /control de la propia %ida0# Ge alg&n modo, este emplazamiento no es
más que un desplazamiento sutil# o obstante, los defensores de la letra liberal clásica estimarán que
el simple emplazamiento de la autonomía en el coraz"n de la libertad implica, o bien, una confusi"n, o
bien, la salida del liberalismo# Ena confusi"n, en tanto la pregunta esencial a la que &nicamente deberesponder el concepto de libertad es ?hasta qu punto permito la interferencia de terceros en mi %ida,
y no ?quin me dice lo que tengo que hacer y de>ar de hacer Ena salida que buscara ser fiel a aquello
que se pone en cuesti"n en esta <ima pregunta, indudablemente, tendría que abordar los temas del
autogobierno y de la democracia# $emas que trocarían el sentido primero del concepto de libertad de
/estar libre de algo0 por un /ser libre para algo0#
Gesde la perspecti%a abierta por Hill, la libertad supone que cada su>eto puede efecti%amente
determinar su propia eistencia# $al como se ha hecho notar, este afán de querer legislar
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aut"nomamente sobre los propios asuntos, no quedará restringido simplemente a la %ida pri%ada de los
su>etos sino que tambin se etenderá más allá de los límites de ella# !a posibilidad de este encuentro
entre libertad y comunidad, cabe se'alarlo, no se realizará sin fricciones# 9l moti%o es e%idente, la
libertad entendida como autonomía implicará no s"lo la persistente interrogaci"n del orden natural de
las cosas, sino que tambin el deseo de modificar dicho orden# 9n este sentido, Hill denunciará que
/el despotismo de las costumbres es en todas partes el eterno obstáculo al desen%ol%imiento humano,
encontrándose en incesante antagonismo con esa tendencia a conseguir algo me>or que la costumbredenominada seg&n las circunstancias, el espíritu de la libertad o el de progreso o me>oramiento0# Ge
esta manera, el simple e>ercicio de poner en duda las costumbres interrumpirá el orden /de lo com&n0
de la comunidad# 9n consecuencia, no hay "rdenes sociales, ni >erarquías, ni eclusiones que puedan
>ustificarse desde lo naturalmente dado#
!a libertad, entendida de este modo, permitirá hacer %isibles las desigualdades que, escondidas ba>o
las formas de las costumbres, persisten en lo social# 9n relaci"n a ello, Hill insta a /no decretar que el
haber nacido mu>er en %ez de %ar"n, lo mismo que negro en %ez de blanco, o plebeyo en %ez de noble,
decida la situaci"n de la persona a lo largo de toda su %ida, y la ecluya de toda posici"n ele%ada y de
toda ocupaci"n respetable0# !a libertad, ba>o el matiz introducido por Hill, se establece, entonces,
como aquel espacio /polmico de habla0 que permite pensar lo político, la democracia# 9sto en la
medida que el e>ercicio de la libertad desestabiliza el orden natural de las cosas para poner en
e%idencia las desigualdades que dicho orden comporta# 9n esta inflei"n, en el tránsito de la libertad a
la autonomía, y de la autonomía a la puesta en duda del orden establecido, Hill hará propicio el
conteto para la emergencia del segundo concepto que estructura su pensamiento políticoB la igualdad#
9s en este tránsito Qque %a desde la autonomía a la igualdad y que no es otro que el que %a desdeHary Rollstonecraft a .imone de :eau%oirQ donde podríamos situar el desafío actual de las políticas
feministas en Amrica !atina#sto es -van*ar un paso más allá de las bien intencionadas políticas
liberales de los derechos 4que habitualmente describen a las mu#eres simplemente como víctimas
o como problemas pendientes del desarrollo social5 hacia políticas feministas que cuestionen
críticamente las representaciones de lo femenino que la teoría $ la política proveen.