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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. el que las hojas de l os ba nan os , que se han ave ntur ado a tr avés de l e nr e- jado , simulan br azos trági cos ex ten- didos co mo una am en aza o un a sú- pli ca a la ca rid ad de l tr an se únt e . Y de sus pr ejuicios: "eso es pr ec isa- men te lo que necesita este pa ís tan maravill osa me nt e dotado por la n a- t ur aleza: un buen tira no ... ", o "difí- cilmen te p erfect ible, la raza de Caí n se a rr ast r a, sin pr og r esa r, po r los co ntin e nt es" Sin e mb ar go, se advier te un e ntu - siasmo sin ce ro por el paisaje y por la ge n te, y esto da al go de ve rd ad a la r etórica des mes ur ada. A veces los cu ad r os so n vi gorosos y clar os y las obse r vaciones r eve ladoras. Visita a B ogotá, a la qu e también ll am a, como Sa ffr ay, la At enas de l s ur , pero ya sin iro a. Y como a qu el, desc ribe los reclu tas, ahora en el clima qu e an tecedía a la gue rr a civ il de 1899: "Sus mujer es, sin las que se mo rirí an de ha mbr e, p or qu e el gob ie rn o no les mantien e, es p eraba n, ac ur ruca- das po r l os a lr ededor es, la hora de co mer. No era la primera vez qu e veía a esas d esg ra c iad as siguie nd o d e lej os , ret ag u ar dia de mi se ri a, al bata- ll ón en ma rcha de sus marid os o de sus ama nt es. Me co nsidero in ca p az de expresa r e l es tr emecimien to qu e a su paso me sac ud ía. P obres bes ti as de ca r ga, a dm irabl es, qu e ll eva n so- bre sus s ufrid as es pal das las se r as rop as, el inc ompl eto men aje, sin co nt ar, adem ás, ca b eza abajo , co ro- nan do la ca rga, el rorr o qu e vino al mu ndo en la c un eta de l ca min o; y así siguen co n con sta ncia, ayuda nd o, abas t ecie n do , a nim an do co n su ale- g a y su sac rificio la fatiga y el de- sam paro de la jo rn ada , da n do , co n lo que les queda de ju ve ntu d, un p oco de amor a su co m pe ñer o, un poco de lec he a su hij o". R ecorre también a An tioquia. Su p n mot i va casi un ca n to épico. Mi entras que a Saff ray la m aza mo rr a le parecía un plato digno de figurar e n la m esa "de m ás lujo ", d' Espag n at no resiste la di eta: "Res ul ta divertido ver mo sus frugales h abita nt es se co n te n ta n co n gra nd es racion es de pl áta n o, de maíz, de a rr oz al na tur al , co mo se har ta n de ar epas y de pan- deq ueso, y lu ego exclam an en tono conve ncido : ¡A esto que se ll ama co mer! Es ev i de nte q ue pa ra e ll os un a p erd iz t ru fada no te ndr ía ali- cien te de ningún género. "¿ Me at r e- ver ía a co nfes ar que ex perimen to la necesidad de volver a F ranc ia pa ra p ode r almorzar y come r ?". La ge nte de Med e ll ín co ntrasta co n la de Bo- gotá: " Los ci u dadanos de la cap ital t ie n en u na parte mayo r de here ncia l at in a, so n al eg r es, am ab l es y diser- tos, mi ent ras que los bur gueses de M ede llín tie nen un es píri tu más ás- pe ro , más yan qu i, ti enen al go de po- sitivo, de cruelm ente p ráct ico". La d esc ripción de las muje r es anti oque- ñas no podí a h abe r sido más este r eo- t ipada , mie nt ras que r esalta la alu- si ón a la pu ñalada tr ape ra; "c uando se ve de l ejos un a mano baja, en guardia, envuelta en un pañuelo , hay qu e decirse: cuidado co n la ba rbe- ra ". De la edi ció n francesa de este li - bro se pub li una tr aducció n en Es- paña , la cual fu e r ep r od uci da en Bo- gotá , en la Co lección de Cult ur a Po - pul ar , en 1942. Como se adviert e, los tr es t ex t os se tr a duje ron en Es pañ a, y es to cr ea a vece s alg un as co nfusiones. La pita , fi que o ca buya , en su paso al francés y su reg r eso al esp año l, se vue lve el ál oe , pen ca co mpl eta me nt e diferen- te; l os aguacates, tras se r avocats, se co nvierten en abolados. La nu eva edición es un a re impr esión fot og rá- fica de las edic i ones bogo tanas de l os cuare nt a, men os el de Le Moyne , que cop ia la de 1969. Se pier den as í las pe rdiero n e ll a s- las ilus- traciones , en pa r ticu lar la s que aco m pañaron el li bro de Saff ray. El l ibro de d' Es p agnat supri me el pró- logo de la ed i ció n co lo m bia na (¿ de Ca rl os Ro drí guez Maldonad o?) , au nqu e lo deja fig ur an do en el índice. Es tas nu evas edicion es son ba s- ta n te imperfec tas, esté tica y téc ni ca- me nt e. Sin em ba rgo, llenan su fun- ción e n forma adec uada ; po n er al al- ca nce del público lecto r, qu e es so bre todo el de los es tudian tes universi ta - ri os, un os textos qu e ya era im posi- ble co nseguir. J ORGE O. MELO VARIA Entre bost ez os y aplausos C rónica del V Il Festival Int e rn ac ional de Teatr o de Mani za les En una esqui na d eso lada de la plaza de B olíva r, un gamín rescataba de entre la bas ur a l os innum er ab les ta - rr os de ce rveza y bote ll as de aguar- diente dejados por la última ru m ba . Del clásico bar de ta ngos Los Faro - les, salía n do s desm adejados perso- najes que du r ante la sem ana habían in terpretado el pape l de cr íticos y qu e a estas horas no er an más que dos de l os cien tos que se h abía n que- dad o bebiendo hasta ver el amane- cer. Un taxi cruzaba le n to la b rum a de la mad ru gada co n dos ojerosos per iodis ta s cargados de papeles qu e iban rumbo al aeropue r to La Nubia a to mar el pr ime ro de l os doce vuelos adic ionales de s pac ha d os por Aces e l domin go 31 de agosto, día en que finalizó el VI I Festival Int ernacio nal de T ea tr o e n Maniza les. A ju zgar po r l os desec hos qu e se obse rvaban en la ci u dad esa mañana, el arzobis po , monseñor JoJesús Pimien to , te a razó n cuando d os se manas ant es ha - bía censurado al fes tival po r ser esce- nario del diablo. Aunqu e lo sucedido en la call e dur ante la semana acusaba más a Lucif er, el jefe de los ángeles rebel d es , de ser el an fi trión. Pero no puede decirse lo mismo del teatro Los Fu ndado r es, sede de la mu es tr a oficial, do n de el anfitrión casi t odas las n oc h es, la ve r dad sea dicha , fue Mo rfeo. Bostezos d es de 300 pesos Lo más ll ama t iv o de la mu estra of i- cial del fes tival de t ea tro no co nsi- guió se r, p ese a su exce l encia , el montaje esp ec t ac ular del grupo bra - 99

Entre bostezos aplausos

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Page 1: Entre bostezos aplausos

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el que las hojas de los bananos , que se han aventurado a través del e nre­jado , simulan brazos trágicos exten­didos como una amenaza o una sú­plica a la caridad del transeúnte . Y de sus prejuicios: "eso es precisa­mente lo que necesita este país tan maravillosamente do tado po r la na­turaleza: un bue n tirano ... ", o "difí­cilme nte perfectible, la raza de Caín se arrastra, sin progresar , por los contine ntes"

Sin embargo, se advierte un entu­siasmo sincero por el paisaje y po r la gente, y esto da algo de verdad a la retórica desmesurada . A veces los cuadros son vigorosos y claros y las observaciones reveladoras . Visita a Bogotá, a la que también llama, como Saffray, la Atenas del sur , pero ya sin ironía. Y como aquel, describe los reclutas, a ho ra en el clima que antecedía a la guerra civil de 1899: "Sus mujeres, sin las que se morirían de hambre, porque el gobierno no les mantiene, esperaban , acurruca­das por los alrededores, la hora de comer . No era la primera vez que ve ía a esas desgraciadas siguiendo de lejos , retaguardia de miseria , al bata­llón e n marcha de sus maridos o de sus amantes. Me conside ro incapaz de expresar e l estremecimiento que a su paso me sacudía. Pobres bestias de carga, admirables, que llevan so­bre sus sufridas espaldas las míseras ropas, e l incompleto menaje, sin contar , ade más, cabeza abajo , coro­nando la carga , el rorro que vino al mundo en la cuneta del camino; y así siguen con constancia , ayudando , abastecie ndo, animando con su ale­gría y su sacrificio la fat iga y e l de­samparo de la jornada , dando , con lo que les queda de juventud, un poco de amor a su compeñero, un poco de leche a su hijo".

Recorre también a A ntioquia. Su peón mot iva casi un canto épico. Mientras que a Saffray la mazamorra le parecía un plato digno de figurar e n la mesa "de más lujo", d 'Espagnat no resiste la dieta: "Resulta divertido ver cómo sus frugales habitantes se contentan con grandes raciones de plátano, de maíz, de arroz al natural , como se ha rtan de arepas y de pan­dequeso, y luego exclaman en tono

convencido: ¡A esto sí que se llama comer! Es evidente que para e llos una perdiz trufada no tendría ali­ciente de ningún género . "¿Me atre­ve ría a confesar que experime nto la necesidad de volver a Francia para poder almorzar y comer?". La gente de Mede ll ín contrasta con la de Bo­gotá: " Los ciudadanos de la capital tie nen una parte mayor de herencia latina, son a legres, amables y diser­tos , mient ras que los burgueses de Medellín tiene n un espíritu más ás­pero , más yanqui, tienen algo de po­sitivo , de cruelmente práctico". La descripción de las mujeres antioque­ñas no podía haber sido más estereo­tipada , mient ras que resalta la a lu­sión a la puñalada trapera; "cuando se ve de lejos una mano baja , en guard ia , e nvuelta en un pañue lo , hay que decirse: cuidado con la barbe­ra" .

D e la ed ición francesa de este li ­bro se publicó una traducción en Es­paña , la cual fue reproducida en Bo­gotá, en la Colección de Cultura Po­pular , en 1942.

Como se advierte, los tres textos se tradujeron en España, y esto crea a veces algunas confusiones . La pita , fique o cabuya, e n su paso a l francés y su regreso al español, se vuelve el á loe, penca completame nte difere n­te ; los aguacates, tras ser avocats, se convie rten en abolados. La nueva edición es una reimpresión fo tográ­fica de las ediciones bogotanas de los cuarenta , menos el de Le Moyne , que copia la de 1969. Se pie rden así ~omo las perdieron ellas- las ilus­traciones, e n particular las que acompañaron e l libro de Saffray. E l libro de d 'Espagnat suprime e l pró­logo de la edición colombiana (¿de Carlos Rodríguez Maldonado?) , aunque lo deja figurando en el índ ice.

Estas nuevas ediciones son bas­tante imperfectas , estética y técnica­me nte. Sin e mbargo, lle nan su fun­ción e n forma adecuada ; poner al al­cance del público lector , que es sobre todo e l de los estudiantes unive rsita­rios, unos textos que ya era imposi­ble conseguir.

J ORGE O . M E LO

VARIA

Entre bostezos y aplausos

Crónica del VIl Festival Internacional de Teatro de M anizales

E n una esquina desolada de la plaza de Bolívar , un gamín rescataba de entre la basura los innume rables ta­rros de cerveza y bote llas de aguar­d iente dejados por la última rumba. Del clásico bar de tangos Los Faro­les , salían dos desmadejados perso­najes que durante la semana habían interpretado el papel de críticos y que a estas horas no eran más que dos de los cientos que se habían que­dado be bie ndo hasta ver e l a mane­cer. U n taxi cruzaba le nto la bruma de la madrugada con dos ojerosos period istas cargados de papeles que iban rumbo al aeropuerto La Nubia a tomar e l primero de los doce vuelos adicionales despachados por Aces e l domingo 31 de agosto, d ía en q ue finalizó e l VI I Festiva l Internacional de Teatro e n Manizales. A juzgar por los desechos que se observaban en la ciudad esa mañana , el arzobispo , monseñor José Jesús Pimiento , tenía razón cuando dos semanas antes ha­bía censurado al festival por ser esce­nario de l diablo. A unque lo sucedido en la calle dura nte la semana acusaba más a L ucifer, e l jefe de los ángeles rebeldes, de ser e l an fi trión.

Pero no puede deci rse lo mismo del teatro Los Fundadores, sede de la muestra oficial , donde el anfitr ión casi todas las noches, la verdad sea dicha , fue Morfeo.

Bostezos desde 300 pesos

Lo más llamativo de la muestra ofi­cial del festival de teatro no consi­guió ser , pese a su excelencia , el montaje espectacular del grupo bra-

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

si leño. ni e l malabarismo de l grupo de la U niversidad Veracruzana de México, ni la majestuosidad del Bo­lívar llevado a escena por R ajatabla de Venezuela , ni e l exceso de lugares comunes inte rpre tados po r e l Colec­t ivo Isabela Morán . Lo más llamati­vo. sin duda a lguna, consist ía e n apa rta r por un momento la mirad a del escenario y observar e l movi­miento de las cabezas silue teadas de l púb lico que a inte rvalos se desmade­jaban y volvían en sí con ese curioso movimiento de escalofrío que pro­d uce e n uno mismo e l hecho de dor­mirse donde no debe. No es necesa­riamente una crítica a l fes ti va l -puede ser al púb lico-, que probable­mente despertaba a la salida para se­guir la rumba , pero la verdad es esa: los teatros se llenaban , pero la mitad de la gente se dormía.

E l sábado 24 la muestra la abrió e l Teatro Lib re de Bogotá con Un muro en el jardín, o riginal de Jorge Pla ta y dirigida po r R icardo Cama­cho. Se le hicie ro n las mismas críticas de siempre, resumidas con acie rto por Gonzalo Escobar : " tiene una malévola intención de suprimir los símbolos, las insinuacio nes; distan­ciamie ntos, poesía, todo a llí debe ser real" .

Mejo res come ntarios logró Benr (Desviado), de Martín Sherman , lle­vada a escena por e l T eatro Nacional con la dirección de G ustavo Londo­ño. Esta obra siempre logra impre­sionar , ante todo por la e legancia en e l tra tamiento de l tema.

El tercer d ía, e l lunes 26, se pre­sentó e l Grupo Oficia l de A rtes E s­cénicas del Ministe rio de Cultura de Nicaragua, con la creació n colectiva A golpes de corazón , dirigida por Lu­cero Millán. Definitivamente, y aun­que se la justifique políticamente, es una pieza dem asiado pedagógica, ca­tequística. A ntes de la de Nicaragua, se habían visto ya dos representacio­nes de carácte r puramente político : e l Nuevo Teatro de los Comediantes, chileno , con El huevo de Colón , y E l Corralón de Argentina con Juana de A m érica. Como siempre sucede en estos casos, la crítica se vuelve discusió n acalorad a. E n resume n , b uena actuación la de los chilenos,

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pestma la de los argentinos y poca novedad en el montaje.

México estuvo presente con dos obras: una de la Organizació n T ea­tra l de la Universidad Veracruzana, dirigida po r E nrique Pineda y escrita por Hugo Rascón: Máscara contra cabellera que para la mayoría de los espectadores constituyó una vulgar lucha libre justificada po r e1 escena­rio. La o tra fue Los que no usan es­m oquin , del grupo Contigo Améri­ca, pobre e laboración de la realidad do nde la mesa es la mesa, la nevera es la nevera y los personajes son una caricatura de la clase obrera la tinoa­mericana, que en la realidad nad a tiene que ver con esos personajes melosos de salidas irreales. Es e l mismo problema de Testimonios de las muertes de Sabina , del grupo E l R ostro de Chile, diálogo entre dos personajes dellumpen que no agrega nada a la historia de los marginados. El te ma de la vida urbana marginal es re to mado constanteme nte por los grupos latino americanos, según se ha visto en los dos festivales, pero genera lmente se incurre en un rea­lismo que no ofrece perspectivas y se queda siempre corto ante esa rea­lidad que con sus gritos ensordece las escenas diarias de las ciudades la tinoame ricanas.

T ema muy semejante trajo e l grupo ecuatoriano El Jugla r , en Cóm o e' la cosa , creación colectiva dirigida por Ernesto Suárez. Si bien un poco más lograda que las mencio­nadas, en especial por la ca lidad de los actores, de pronto se escapaban unas frases sueltas, como de refle­xión hacia e l espectador , que de un golpe le bajaban el ritmo a la acción .

Italia no acertó en el gusto del pú­blico: la primera obra del Colectivo Isabella Moran , no le gustó a nadie por lo re tardatario en e l tratamiento del tema sobre la libe ración de la mujer. La segunda, L a panna acida, (La crem a agria) , a pesar de la limpia actuación de las dos actrices, no lo­gró llegar a la gente , que quedó ex­cluida hasta por la barrera del idioma.

Se presentaron , además, grupos colo mbianos cuyo fracaso debe abo­nársele a l festival , que los programó sin tener en cuenta que simplemente

VARIA

su poca trayecto ria no les daba la talla. Es e l caso de los grupos de Pamplona, de la Universidad del Va­lle , de Bellas Artes de Cali , de la E PA de Medell ín , y de l Aguijón .

No o bstante, teatro colombiano hubo, y bue no , a dife rencia del año pasado , pese a la ausencia del 80% de los grupos nacionales que se abs­tuvie ron de parti cipar (Corpo ració n de T eatro y Cortina) .

E l talle r de Artes de Medellín , con El arquitecto y el emperador de Asiria , logró excelente crítica, en es­pecia l extranje ra, ante todo por su impecable actuació n . Igualmente Acto La tino, con Odina , se ro bó los aplausos por e l desempeño de la ac­triz. Buena aceptación obtuvo La Fanfarria (teatro) con la Bella Otero. Destacable e l texto, cuyo autor es Freidel, directo r de l grupo. Irrepro­chable la escenografía de Retrato de una dama con perrito, del grupo de la Universidad de Antioquia , con éxito para e l teatro del absurdo, que suele suscitar críticas adversas. E n general , Colombia puede salir con la cara en a lto.

Entre las obras extranjeras, la que enloqueció al público fue U bu folias physicas, pataphysicas e m usicaes, de Alfred Jarry - precisamente, precur­sor de l teatro del absurdo, dirigida por Cacá R osset , de l grupo Ornito­rrinco de Brasil. Un desbordante montaje que utiliza elementos musi­cales, escenográficos y circenses, para conquistar a todos y atraerse los parabienes de los entendidos. E l T eatro Fro nte rizo de España , con Naque de piojos y actores, se ganó la aceptación de los especia listas, más no la del común de la gente; es, sin embargo, una novedosa pro­puesta de teatro dentro del teatro.

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Por último, Noruega , con el mo nó­logo de una polifacé tica actriz, Elsa Kvamme, escrito y dirigido por ella misma, El hombre que dio a luz una mujer o siete tentativas de cambio, texto polérnico y poético, mostró algo completamente distinto de lo visto durante la semana .

Para mayores de ocho años

Si la muestra de teatro dejó aspira­ciones insatisfechas , los grupos de títe res, marginados por los horarios , los malos escenarios y la críti ca, ofre­ciero n una muestra completa por lo d iversa, los planteamie ntos novedo­sos, la buena técnica, los bellos tex­tos y, como si fue ra poco la nacio na­lidad colo m biana de todos los gru­pos. El primero fue Granito Cafeci­to , grupo manizaleño de mucha tra­yectoria que abrió las mejores pe rs­pectivas. Luego El Taller de Artes de Medellín , con El sol negro, canto a la vida , con inmejorélble técnica. E l tercero: Barquito de Papel, de Cali , no por tradicional me nos bue­no . Vino luego la versión de titirite­ros de La Fanfarria de Medellín , con Las aventuras de don Goriloche en su vago coche: el pape l y e l origami puestos al servicio del arte. De Bogo­tá: La paciencia de la guayaba, y La Libélula Dorada con Espíritus lúdi­cos, buenos, como siempre. Nos per­mitimos incluir aquí e l Talle r Es­cuela de Teatro y Títeres de la Uni­versidad Nacional , de E nrique Var­gas, con un inte resante experimento de contar historias valiéndose de una escenografía en miniatura.

H ay, sin e mbargo , una falta q ue e mpaña la actuación de los titirite­ros: todos, absolutamente todos, sin excepción, se quejaron de que los niños gritaban y se re ían mucho , im­pidié ndo le oír a algún crítico tieso que los pudiera alabar en e l pe riódi­co. E l terce r día llegaro n a implanta r la censura " Pa ra mayores de ocho años", se le ía a la entrada .

El teatro se enfrenta en la calle

Quince días antes de que los "espe­cialistas" aterrizaran en Manizales, un grupo de dieciséis acto res, jugla­res, maromeros o saltimbanquis, como quieran llamarse, llegaro n con

sus zancos, máscaras, muñecos, trompe tas y tambores, para insta ­larse en barrios marginales de la ciu­dad y llevar a cabo -como ellos lo ll ama n- "Simbiosis: Labora torio es­pectáculo e n un sobresalto".

Durante la primera semana se de­dicaron a crear entre todos una p ro­puesta de montaje , a programar e l trabajo y a rea lizar funciones noctu r­nas en los barrios, mediante las que se fue ro n ganando primero a los ni ­ños y luego a los adultos , reacios como consecuencia de los sermones de los curas.

A la semana siguiente contaban con 260 personas, entre niños, viejos y adolescentes, que querían partici­par e n el espectácu lo. Todos fuero n en expedició n a l basurero municipal, de donde sacaron desechos para que cada quie n vistie ra su personaje. Las señoras cosie ro n , los señores serru­charon , los niños se divirtieron y to­dos estuvie ro n e l sábado 31 e n Sim­biosis , espectáculo calleje ro que anunció doce ho ras continuas y un intento real de acercamiento al pú­blico , de confro ntación del actor con el ciudadano común y corriente.

De finitivamente son los teatreros de la calle los que se la juegan con una conciencia muy política, por lo contestataria, y algunas veces m uy refinada, como es el caso del grupo La Papaya Partía y sus súcubos , quienes, además de sus rituales y místicas presentaciones, invitaron e l miércoles a una cena en la plaza de Bolívar, e n la que con una actuació n irreverente y estética se preguntaro n por el hambre, sin pa nfletos ni estri­dencias.

Otro día, inesperadame nte los súcubos se treparon plásticamente por los santos de la ca tedral de Ma­niza les (cerrada por una eno rme reja), preguntando sin palabras y con acierto po r la censura con que e l cle ro castigaba al festival.

D e destacarse, también , la actua­ción de un grupo nuevo , Ordenes de

·cómicos banda de arlequino, con un trabajo e laborado.

Los teatre ros de la calle es tán a todas ho ras y en todas partes, convo­can y reúne n, le ro ban sonrisas a todo e l mundo y rompe n e l espacio

VARIA

con sus colo res y sus zancos y son los mismos que el año pasado se to­maron el fes tival sin ser invitados y le dieron un a apertura que a nad ie se le o lvidará, cuando un pe rsonaje, a tres metros de altura, se e nfre ntó a l señor presidente de la república. Son los callejeros los que mantien ~11

e l ritmo. Simbiosis, e n especial, es una experie ncia sin precedentes que , a unque su resultado fina l aguanta va­rias críticas, pe rmite a la gente vivir e l teat ro po r conducto de e llos, que son , e n definitiva, los que convocan a Lucife r.

ÁNG ELA M ARfA P t. R EZ

Mirada posterior

América : mirada interior Figari, R everón, Santa María Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá, julio-agosto de 1985

Nunca antes se habían tomado entre nosotros tales medidas de seguridad , que e n algún mome nto llegaron a ser realme nte extremadas, como cuando llegaro n las obras al aeropuerto y fueron transportadas en carros blin­dados y a una ve locidad mínima hasta e l centro de la ciudad , con la escolta de sie te guardias del Banco de la República. Los requisitos de climatización , para las obras que ve­nían de Venezue la , llegaron al mar­gen de l mayor re fin amiento. La Ga­lería Nacional de Caracas asignó a la museóloga Gipsy Ve negas la tarea de fiscalizar personalmente el cum­plimiento de todas las condiciones técnicas y po licivas para evitar e l mí­nimo deterioro a las obras de R eve­rón. Los venezolanos , hay que decir­lo, han desarrollado una gran sensi­bilidad por la conservació n de su pa­trimonio cultural , justame nte por las

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