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Encuentro de Arqueologia Peru Ecuador

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    Edicin: Ctedra Abierta de Historia de Cuenca y su Regin

    Comit editorial: Macarena Montes Snchez y Juan Martnez Borrero

    Diseo y diagramacin: Dis. Fabin Cajamarca Vintimilla

    Impresin: Grafcas HernndezCuenca - Ecuador 2010

    ISBN: 9789978141908

    Gobierno Provincial del AzuayUnidad de Proyectos Especiales

    Universidad de CuencaFacultad de Filosofa, Letras y Ciencias de la EducacinCtedra Abierta de Historia de Cuenca y su Regin

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    INDICEFortaleciendo la Identidad TerritorialPaul Carrasco Carpio

    Prefecto del AzuayIntroduccinJuan Martnez BorreroCoordinador del Encuentro

    PonenciasUna Regin Histrica y Cultural formada

    entre el sur del Ecuador y el norte del PerJaime Idrovo Urigen

    Uso social de la arqueologa en el sitio SantaAna - La Florida, cantn PalandaFrancisco Valdez Valdez

    Imgenes Jaime Idrovo UrigenImgenes Francisco Valdez Valdez

    Manifestaciones ArqueolgicasTempranas en el Alto AmazonasQuirino Olivera Nez

    Avances Preliminares del InventarioNacional de Bienes Arqueolgicos del Sur delEcuador y el Norte del Per

    Dominique Gomis SantiniImgenes Quirino Olivera NezImgenes Dominique Gomis Santini

    El Trono Sagrado de ChornancapLambayeque - PerCarlos Wester La Torre

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    Nuevos datos para la reconstruccin de la Histo-ria Cultural de Ingapirca.Mario Garzn Espinosa

    Imgenes Carlos Wester La TorreImgenes Mario Garzn EspinosaCaaris del Norte, Caaris del Sur:Una visin desde el Norte del PerJulio Csar Fernndez Alvarado

    Nuevos Aportes y Perspectivas en la Arqueologadel Valle del Ro Cuyes

    Catherine Lara IllescasImgenes Julio Csar Fernndez AlvaradoImgenes Catherine Lara Illescas

    Pictografas y grabados rupestres del AltoMaraonUlises Gamonal Guevara

    Ocupaciones prehispnicas en el cantn Guala-quiza y en la regin sur de la Amazona Ecuato-riana.Galo Sarmiento Arvalo

    Imgenes Ulises Gamonal GuevaraImgenes Galo Sarmiento Arvalo

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    Fortaleciendo la IdentidadTerritorial

    Paul Carrasco CarpioPrefecto del Azuay

    Una de las prioridades del Gobierno Provincial del Azuay en laadministracin 2005-2009y la actual, ha sido el fortalecimientoterritorial en la perspectiva del Desarrollo Humano, con la se-guridad de que si no invertimos en las personas no lograremoseste desarrollo.

    Con esta visin, el Gobierno Provincial del Azuay, ha inver-tido de manera considerable en temas sociales, permitiendoel mejoramiento de las capacidades de las personas, que paranosotros son el centro de nuestro compromiso; la identidades la esencia de un pueblo que busca caminar hacia su desa-rrollo, tema que hoy nos convoca como mujeres y hombresque buscamos nuestras races para caminar hacia el futuro.

    Nos encontramos en este proceso importante que con segu-ridad permitir poner las bases del fortalecimiento de nues-tra identidad territorial, teniendo al ser humano al centro,lo que permitir la construccin de un espacio geogrfi-co fuerte, grande, solidario, participativo y democrtico.

    En esta administracin, as lo hemos manifestado de manerapermanente, encontrando aliados importantes para el cumpli-

    miento de este sueo, generando acuerdos interinstitucionales yproyectos como este, Memoria, Identidad y Regin, que nospermite llevar a cabo el II ENCUENTRO NACIONAL DEHISTORIA DE LA PROVINCIA DEL AZUAY, al que se hallegado con una serie de insumos, entre ellos cuatro eventos, elprimero realizado en el mes de noviembre el SIMPOSIO RE-FLEXIONES Y ANALISIS EN TORNO AL BICENTENA-RIO DEL 10 DE AGOSTO DE 1809 Y LAS RESPUESTASLOCALES EN LA AUDIENCIA DE QUITO, el segundo, que

    se llev a cabo en marzo, el I ENCUENTRO DE ARQUE-LOGOS DEL NORTE DEL PER Y SUR DE ECUADOR,el tercero PRIMER CONCURSO DE HISTORIA DE

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    LOS CANTONES, el cuarto, I ENCUENTRO TALLERDE LA RED DE ARCHIVOS DE LA PROVINCIA DELAZUAY, y el ltimo, en octubre, el II ENCUENTRO NA-CIONAL DE HISTORIA DE LA PROVINCIA DEL AZUAYLa participacin masiva de la poblacin en estos eventos,

    con la presencia de acadmicos y cientcos, tanto loca-les, como nacionales e internacionales, cuya caractersticaha sido un trabajo silencioso, pero rme en la perspectiva derecuperar la otra historia, la historia que no siempre ha sidocontada, la historia desde el lado de los olvidados, la historiadesde el lado de las mujeres, de los nios o de los ancianos.

    Elemento del BUEN VIVIR desarrollo humano, es el desarrolloeconmico, a pesar de que nuestra visin de desarrollo econ-mico se nutre de la solidaridad, ajeno a lo que se plantea desdeel capitalismo, cuyo centro es EL INDIVIDUALISMO la vora-cidad individual, la insensibilidad, la inequidad; nosotros habla-mos del BUEN VIVIR desarrollo humano que tiene otros par-metros de medicin, y este desarrollo como uno de los criterioses el espacio de recreacin, el espacio de aprendizaje, el espaciode conocimiento que tenemos, en la medida que nos permitecrear y recrearnos en la maravilla de la naturaleza y las ma-

    ravillas creadas, desarrolladas y generadas por el ser humano.Para nosotros esta recreacin del espacio permitir el desarrollodel turismo, que se ha vuelto uno de los ejes del desarrollo econ-mico y productivo, como parte de nuestras competencias, turismoque no puede estar al margen de una fuerte identidad regional.

    El desarrollo del turismo pasa por el fortalecimiento de una identidadcolectiva que sea capaz de ofertar espacios de atraccin.

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    Introduccin

    Juan Martnez Borrero

    Coordinador del Encuentro

    La arqueologa regional ha estado desde hace muchos aos marca-da por la presencia de las fronteras nacionales construidas a partirde la colonizacin espaola, y denidas con mayor claridad des-de los movimientos de la independencia, este hecho que es unacircunstancia histrica moderna, insertada en la corta duracin,ha modicado las perspectivas sobre el pasado andino, creandolmites en donde nos existan y determinando fronteras en espacios

    antes abiertos a la circulacin de personas, ideas y productos.

    Sin embargo las fronteras nacionales, y en este caso concreto nosreferimos a la frontera de Ecuador y Per, no actuaron realmentecomo obstculos al contacto humano sino hasta hace mucho me-nos tiempo.La regin sur ecuatoriana y nor peruana continu como espacio de

    intercambio y contacto hasta bien entrado el siglo XX, en concretohasta la guerra de 1941, cuando el acto blico alcanzo niveles deagresividad y conicto antes inexistente. El manejo de la polti-ca, tanto del Ecuador, como del Per, contribuy enormementea crear este sentido de frontera y de pertenencia a un entidad na-cional opuesta a la del otro lado, cortando relaciones, separandofamilias, arrancando de cuajo relaciones personales y dejando lan-guidecer a los vnculos comerciales complementarios entre ambosterritorios.

    Lejos de haberse convertido en reas abiertas al intercambio, comohaba sucedido antes, las fronteras se convirtieron entonces en mu-ros tan efectivos como las paredes de concreto que surgen paraseparar otros espacios histricamente vinculados.

    Estos hechos, que al parecer afectan nicamente al contacto, secolaron en las mentalidades de ambos lados, empeados en de-mostrar la preeminencia de los desarrollos culturales del lado pro-

    pio, y lo que es peor, empeados en probar el escaso aporte de lasculturas del otro lado y la mayor antigedad o inuencia de susrasgos culturales.

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    Algunos investigadores, anteriores a esta separacin conceptual,desarrollaron su trabajo sin el concepto de frontera, pero fueronrealmente pocos, entre ellos Jacinto Jijn y Caamao con sus tra-bajos pioneros en Malanga, un territorio fronterizo, en el que de-ni rasgos culturales que vinculan en forma directa uno y otro

    lado.El hallazgo arqueolgico de los dados de hueso con empleo fune-rario, que en el Ecuador llamamos huayro, es un ejemplo de unrasgo cultural compartido y cuyo uso alcanza hasta la actualidaden el territorio azuayo. Estos dados, con sus seis caras, una de ellassin marcas y las otras con signos de uno a cinco, se relacionan enforma directa con muchos de los sentidos que la muerte asume enlo Andes, llevan el mito hasta las leyendas de Huarochiri, permi-ten comprender la intervencin de los muertos en el destino delos vivos, el papel de la familia en la continuidad de la estructurasocial y la importancia de los vnculos con los mallquis, pero noestrictamente en el pasado, sino hoy.

    El huayro es una prctica cultural contempornea, no un revi-val de elementos recuperados a partir del desarrollo de la concien-cia identitaria, y ha servido para superar el momento de la muerte

    de un pariente, en particular del padre, facilitando la transicinal nuevo rol de los integrantes de la familia y permitiendo la re-negociacin de las relaciones al interior de la comunidad, con losparientes y los amigos con los que se haban construido relacionesprofundas a lo largo del tiempo.

    Mltiples episodios de la vida del sujeto estuvieron directamentemarcados por los actos rituales que giran alrededor de la tierra, losobrenatural, la identidad y el poder, y estos elementos aoran al

    momento de la muerte. Los ritos quiz no asumen la espectacula-ridad de aquellos que se pueden reconstruir a partir de los testimo-nios histricos, pero mantienen sus sentidos, y estos se comparten alo largo del espacio y el tiempo.

    Las fronteras que cerraron, repito, las relaciones entre los pueblos,y que afectaron tanto a la forma de pensar sobre ellos, no fueronlo sucientemente fuertes como para romper las continuidades delpensamiento.

    Reunir arquelogos peruanos y ecuatorianos en la Universidad de

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    Cuenca, no es solamente una muestra de los nuevos tiempos quecorren, es tambin un acto de conanza en la posibilidad de com-prender los vnculos, de establecer con claridad metas comunes, deimaginar un futuro en el que los espacios compartidos sean para lagente nuevas oportunidades.

    Los temas tratados en la reunin, y que se recogen en este libro,muestran la diversidad de los contactos y aspectos comunes, pero,por supuesto, recogen tambin la multiplicidad de enfoques y me-todologas y la especicidad de la cultura en ambos pases.Pero muestran por igual el distinto apoyo y posicionamiento de laarqueologa en las polticas del estado, en la universidades y susgrados diversos de involucramiento en la sociedad.Estas aproximaciones, cercanas y diversas se recogen en los tex-tos que siguen, las diferencias en los enfoques, las metodologas yla misma temtica resultarn evidentes para cualquier lector, perohay que recordar que el tema general del encuentro de arquelo-gos era el de la arqueologa en el rea fronteriza.

    As Carlos Wester, del Museo Brnig de Lambayeque se reri a

    las investigaciones en los yacimientos Moche de Chotuna y Chor-nancap cuyas excavaciones permiten comprender por una partelas relaciones entre la ideologa de transformacin de la estirpe deaymlap, un rey mtico de origen norteo al que se identica fre-cuentemente como un seor de la costa ecuatoriana, y los vesti-gios encontrados, y la presencia del trono de poder como elementoideolgico plasmado en la arquitectura moche.Por su parte Quirino Olivera present una visin de cmo la ar-

    queologa puede convertirse en un elemento de desarrollo social atravs del adecuado manejo de los recursos culturales ejemplica-dos en el Museo de las Tumbas Reales de Sipn y su incidencia enel desarrollo de Lambayeque y Chiclayo.El conocimiento de la civilizacin Moche se ha ampliado nota-blemente desde que hace ms de una dcada se descubrieran lastumbas de Sipn y estas permitiesen una visin nueva sobre la vidade los seores y las formas en que construyeron, mantuvieron yampliaron su poder.

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    A partir de lo que se crea que era una base mtica, los objetosque surgieron de estas tumbas ricas mostraron como los mitos sehaban encarnado, no solamente en rituales, algo conocido en lasculturas americanas, sino en la base del poder de los propios se-

    ores quienes mediante el uso extendido de una parafernalia ritualde enorme impacto se transformaban en los guardianes del ordenfrente al caos, aunque para ello se debiera recurrir a la muerte y latransformacin.

    Pero la cultura del rea fronteriza no se limita a las zonas de la cos-ta, en donde pueden encontrarse estos elementos, sino se amplaa la regin amaznica con contactos culturales aun ms antiguoscomo lo demuestran las investigaciones que desde hace pocos aosdesarrolla Francisco Valdez en la zona de Palanda, provincia deZamora, que le han permitido denir la fase cultural denomina-da Mayo-Chinchipe, correspondiente al Formativo Temprano, endonde se destaca la excepcional industria ltica, plasmada espe-cialmente en cuencos, y la presencia de rasgos culturales como labotella asa de estribo en un contexto cultural asociado con prc-ticas shamnicas vinculadas con la tradicin cultural de la selvatropical.

    Los cursos de los ros amaznicos que se deslizan junto a los An-des juntan un norte y un sur en forma muy clara. Cuando UlisesGamonal se reere a la arqueologa de Jan, la presencia de ele-mentos culturales anes a los que se encuentran en territorio ecua-toriano es evidente.

    Ambos, y tambin otros de los escritores, insistirn la funcin so-cial de la arqueologa y la necesidad de entender como esta puede

    contribuir al desarrollo de los pueblos. La arqueologa as ya nose limita al gabinete de los expertos sino que se vincula en formaconcreta con los territorios y se convierte en una impulsora delcambio social.

    El territorio del sur ecuatoriano es especialmente sensible al temade la presencia Inca y sus efectos sobre la regin y uno de los aspec-tos esenciales es el de movilidad de la poblacin y el papel que losgrupos locales jugaron en estos procesos. Por ello la intervencindel profesor Julio Csar Fernndez, cuyo texto recogemos, levantgran expectativa con su estudio de los caaris del norte peruano ysus rasgos culturales a travs de una aproximacin etnohistricaplanteando la posibilidad de estudiar comparativamente a los ca-

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    aris ecuatorianos.En el texto que publicamos se anotan las caractersticas fundamen-tales de los caaris peruanos, su ritualidad y algunas tradicionesculturales que merecen ser detalladamente comparadas con losrasgos de los posibles caaris ecuatorianos. La denicin tnica

    de los pobladores de las actuales provincias del Azuay y Caar esbastante oscura no solamente por lo que se vivi en el complejosiglo XVI sino porque la escasez de investigaciones etnohistricaslocales no colabora para un mejor conocimiento de la situacin.El texto de Julio Csar Fernndez puede servir de punto de partidapara futuras investigaciones comparativas entre los caaris perua-nos y los caaris ecuatorianos que podran aclarar muchos de loselementos enigmticos que rodean al conocimiento de estos pue-blos.

    La arqueloga ecuatoriana Catherine Lara ha enfrentado el retode estudiar otra zona de frontera, la que junta la cordillera surandina con el rea amaznica ecuatoriana, en un territorio, el delro Cuyes, que ha sido utilizado por siglos como camino para elujo de personas y de bienes en el marco de economas y socie-dades complementarias. De alguna manera se trata un contexto

    complementario al presentado por Valdez y por Gamonal y anFernndez.

    Otro de los textos, el de Galo Sarmiento Arvalo, toma tambin elterritorio amaznico, en torno a Gualaquiza, como tema de estu-dio para sealar la diversidad de los elementos culturales presentesy la necesidad de un estudio sistemtico. Es ya necesario ampliarlas investigaciones desde una perspectiva cientca, a ejemplo de loque muestra el ya mencionado Valdez en su trabajo.

    La presencia de la cultura Inca en el Ecuador, como ya hemosdestacado al referirnos a los caaris, es tambin un tema de granimportancia. El investigador Mario Garzn trata de aportar unanueva lectura del complejo arquitectnico de Ingapirca, basada,por una parte en un estudio morfolgico de las estructuras, en lasque entiende una inuencia de la mencionada etnia, y por otra enuna re lectura de algunos de los hallazgos en el lugar, en particu-lar a la presencia de hojas de coca y parafernalia asociada con lasprcticas religiosas.

    La publicacin de las memorias de este encuentro de arquelogos

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    peruanos y ecuatorianos realizado en Cuenca pone a disposicinde un pblico enormemente interesado en estos temas del pasa-do, que se proyectan al presente, una visin general de algunos yaproximaciones particulares a otros. La lectura enriquecer a losespecialistas y marcar algunos caminos a seguir en el futuro.

    No podemos, sin embargo, dejar de referirnos a la necesidad evi-dente de que la arqueologa ecuatoriana reciba un impulso mayor.La diversidad y abundancia de los yacimientos, y los diagnsticosiniciales en algunos territorios, hacen imperativo el impulso a lainvestigacin, requieren de un mayor desarrollo terico y de laaplicacin de tcnicas de campo mas modernas y complejas. Deotra manera sern mayores las preguntas que la capacidad de laarqueologa ecuatoriana de responderlas.Proyectos de cooperacin entre los colegas ecuatorianos y los pe-ruanos, en los que cada uno aporte con lo mejor de su conocimien-to, debern empezar, quiz, con la frontera, como mbito permea-ble a la investigacin pero transformndola tambin en lugar deencuentro e intercambio permanente.

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    PONENCIAS

    Una Regin Histrica y CulturalFormada entre el Sur del Ecuador

    y el Norte del PerJaime Idrovo UrigenFundacin INKA

    Existe una regin histrica que se construy entre el Desiertode Sechura y los departamentos de Piura, Tmbez, Cajamarca

    y Amazonas en el Per, hasta la desembocadura del ro Caar,

    al sur del Golfo de Guayaquil, el Nudo del Azuay y el curso delro Paute en el Ecuador, esto es, a partir de una direccin quese desplaza en sentido oeste este, desde el litoral Pacco hacialos ancos de la Cordillera Oriental y los inicios de la reginamaznica.

    En esta misma amplitud geogrca formada por las ms di-versas altitudes, climas, orografa y paisajes, que en principioanticipan un universo de aislamientos o conictos blicos per-

    manentes, termin por constituirse un mosaico de espacios decomplementaridades, que han dinamizado, al menos desdehace 3000 aos, los contactos e intercambios de todo tipo, entrepueblos de diferentes orgenes y organizacin social.Con lo cual se demuestra que las contradicciones fsicas, cuan-do se interrelacionan y aprovechan de las ventajas mutuas, dis-minuyendo las debilidades propias, pueden permitir una suertede permeabilidad de los territorios polticos, con lo cual, se hacimentado la formacin de una macro regin de carcter hist-rico y cultural entre dos mundos separados en la actualidad porla frontera binacional.Por otro lado, es importante sealar que el norte del Per yel sur del Ecuador, compartiendo un escenario geogrco deenorme diversidad, se sitan en el opuesto de otros territoriosmultinacionales que se visualizan como idnticos o con una d-

    bil transicin entre ecosistemas diferenciados, nicamente ensus extremos; por ejemplo, el caso de la frontera entre el Ecua-dor y Colombia o del Per y Bolivia, caracterizados por la exis-

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    tencia de condicionantes fsicos muy similares. Hecho que a lalarga ha determinado una realidad con expresiones en el planoeconmico, socio organizativo, manejo territorial y manifesta-ciones culturales muy prximas o idnticas, hacia ambos ladosde las fronteras polticas contemporneas.

    Tmense en cuenta entonces algunos casos como: la identidadTolita Tumaco y Carchi - Nario en la costa y en la sierrade los dos primeros pases; las manifestaciones del mbito ama-znico, con conuencias culturales muy prximas entre lospueblos que ocupan esa extensa y bastante homognea regin;aquello que ocurre tambin en el rea Circum Titicaca de Per

    y Bolivia o el rea descrita entre los salinares y el desierto deAtacama, entre Bolivia y Chile.

    Con lo que sealamos: no siempre es la existencia de mediosnaturales parecidos, la que origina la conformacin de regionesculturales prximas, puesto que las drsticas diferencias am-bientales pueden ser igualmente los ejes dinmicos y dialcticosde una necesaria relacin entre pueblos provenientes de distin-tos escenarios fsicos, a condicin de que los mismos articulenlos mecanismos necesarios para desarrollar una constante de

    aproximaciones, en cuya base se genera igualmente una fuerteidentidad cultural, producto del conocimiento, muchas veces endetalle del medio ambiente y de las leyes que rigen su funcio-namiento.

    Desde esta perspectiva, es importante sealar que en este es-cenario fsico se produjo y an subsiste, un hecho ms bienanmalo en relacin con otras reas polticas existentes en Su-damrica. Aunque debemos reconocer de antemano que lasmismas son una construccin reciente, que no se correspondennecesariamente con las delimitaciones antiguas, mejor enten-didas como fronteras culturales, tnicas y polticas anteriores,con perodos de expansin y retroceso, en distintas etapas de lahistoria andina.

    Desde esta perspectiva, cabe sealar que para la reginque nos ocupa podemos sistematizar tres realidades:

    La existencia de amplias zonas con paisajes antagni-cos: desiertos prximos a las selvas tropicales hmedas

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    en el occidente; altas cordilleras con valles interandinos,seguidos por ramales montaosos ms bien bajos, haciael sur; selvas orientales en medio de empinadas cordille-ras con alta pluviosidad y que en el Per se transformanen enormes planicies cruzadas por caudalosos ros.

    Sistemas hdricos que bajan principalmente desde losramales cordilleranos del Ecuador, tanto al occidentecomo al oriente de los Andes, dirigindose por igual ala costa y a la Amazona, pero guardando siempre unadireccionalidad sur; y,

    La presencia de innumerables pueblos que a lo largo demilenios se han identicado a travs de expresiones devida propias, integrados cada uno de ellos a su particu-lar espacio de subsistencia.

    Sin embargo de lo cual, se han mantenido mutuas relacionesde vecindad, comerciales e incluso de parentesco tnico, permi-tiendo que se forme en este territorio, es decir el norte peruano

    y el sur ecuatoriano, una identidad cultural de carcter regional,basada en la correspondencia y la complementaridad de bienescompartidos, principalmente a partir del comercio, el mismoque ha utilizado un sistema de puentes de integracin, lo que

    signica que no fueron necesarios los contactos directos entrezonas extremas, pero s un conjunto de verdaderos circuitos deintercomunicacin que privilegiaron, y an lo hacen, las cuen-cas o sistemas hdricos, tal como veremos ms adelante.

    Las bases de una Regin formada entre el norte delPer y el sur del Ecuador.

    Ahora bien cul es el sustento de este importante y especial camino decorrespondencias, a lo largo de los ltimos tres milenios?

    Creemos que la misma tiene sus orgenes en la especial disposi-cin de los Andes Ecuatorianos, sobre todo al sur de su territorio,que incluye la existencia de las hoyas con espacios abiertos haciala costa y la Amazona, y el consecuente comportamiento delos sistemas hdricos que aqu se originan. Fenmenos que hangenerado un signicativo panorama propicio para los contactos

    en sentido norte sur, pero siguiendo una constante de movili-dad este oeste, en los trminos que veremos a continuacin:

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    a. La caracterstica principal de los denominados AndesSeptentrionales seala la existencia de dos ramales cor-dilleranos que se extienden hasta la sierra norte del Per

    y que corren paralelos en sentido norte-sur.

    b. Igualmente debe subrayarse la existencia de sub ramalestransversales o Nudos, que forman las llamadas hoyasecuatorianas, cuya disposicin con espacios abiertos ha-cia los extremos montaosos, permiten que las cuencashdricas que nacen en las alturas de las dos Cordilleras,puedan drenar hacia ambos lados de los Andes, aunquecon un comportamiento poco uniforme; as:

    - El ro Chanchn y sus auentes que nacen en la Cor-dillera Oriental, en la provincia de Chimborazo, peroque toman un curso principal hacia el sur occidente,unindose luego, al oeste de los Andes con el Chimbo,momento en el que se denomina Babahoyo y que correhasta unirse con el Daule y formar el Guayas que, -nalmente, desemboca en el Pacco, al norte del Golfode Guayaquil.

    - El Caar y todo su sistema hdrico, con un comporta-miento similar al de la cuenca del Chanchn, salvo que

    llega al Pacco, desde el sur del Golfo de Guayaquil.- El sistema del Paute que nace en la regin ms occi-dental de Amrica del Sur, al oeste de la Provincia delAzuay, pero que se dirige al oriente, interactuando convarias sub cuencas que vienen del nororiente de las pro-vincias de Chimborazo, Caar y Azuay. Posteriormente,en suelo amaznico, el Paute se une con el Upano, for-mando el Santiago, cuyo curso sigue una direccin sur,hasta desembocar en el Maran.

    - La cuenca del Jubones que se origina en los valles inte-randinos de las provincias del Azuay y Loja, al igual queen la Cordillera Oriental, pero que toma su curso haciael occidente, drenando en la costa del Pacco, al nortede la provincia de El Oro.

    - Las cuencas del Catamayo Chira y del Puyango Tmbez que nacen en la Cordillera Occidental de laprovincia de Loja, ingresando posteriormente en terri-torio peruano, en los departamentos de Piura y Tm-bez. A este caudal se suma el del ro Piura que nace enla sierra baja de Huancabamba y llega hasta la capital

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    departamental que lleva el mismo nombre, constituyen-do un hito en referencia a la arqueologa norte del Perdebido a la enorme y variada infraestructura de riegolevantada en su entorno; y nalmente,

    - El Zamora y el Chinchipe, cuyos cursos hacia el sureste

    se prolongan a travs del territorio amaznico, casiparalelos a la Cordillera Oriental, hasta engrosar pos-teriormente el torrente del Maran, ya en territorioperuano.

    c. En tanto que, procedentes del centro norte de la Ama-zona ecuatoriana se encuentran el Pastaza junto conel Coca, ms el Morona, los dos primeros que vienendesde el nororiental del Pas y con la salvedad de que,se abren al interior de la cuenca amaznica, tomandouna marcada direccin hacia el este y sin integrarse alltimo que opta por una corriente sureste, formando unespacio de relaciones culturales, que es justamente elque estamos estudiando.

    d. De esta manera y con excepcin de los ltimos sistemashdricos descritos, todos los ros que vienen al oriente

    austral se cierran hacia el sur, impedidos de seguir alinterior de la selva, debido a la presencia de dos ramalesde la antigua Cordillera Oriental, conocidos como Cor-dillera del Cndor y el Trans Cutuc, alcanzando -nalmente el curso del Maran. Mientras que las cuen-cas occidentales se cierran igualmente hacia el sur, estavez delimitadas por la presencia del Ocano Pacco,as: el Caar y el Jubones que desembocan en el Gol-fo de Guayaquil, mientras que el Catamayo - Chira y

    el Puyango - Tmbez, ingresan en tierras del Per, elprimero, directamente sobre la costa norte; el segundoatravesando en una parte la Cordillera Occidental, enel Departamento de Piura.

    Los resultantes histricos y culturales de esta

    situacin.

    Visto de esta manera, el escenario fsico se presenta con elemen-tos naturales de integracin regional, puesto que la presencia delas cordilleras, las hoyas y los nudos que se denen como exten-

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    sos valles en donde se ubican los ms importantes conglomera-dos humanos, al estar comunicados con la costa del Pacco y laAmazona mediante las cuencas hdricas, facilitaron el trnsito ylos contactos entre pueblos de vecindad inmediata o, ubicados adistancias medias y extremas, gracias a la prctica de un comer-

    cio a corta, mediana y larga distancia.

    Lo que signica igualmente, que estas avenidas de comunica-cin natural pudieron dinamizar desde un pasado remoto, esdecir desde hace aproximadamente tres milenios, el ascenso ydescenso de los ms variados grupos humanos, permitiendo si-multneamente la integracin cultural y el trco de materiasprimas y productos elaborados, mediante la prctica del comer-cio y la conquista de nuevas tierras de asentamiento, gracias aldesarrollo hidrulico, en el caso del sur.

    Hecho que di como resultado una identidad marcada, pesea las diferencias que se estructuraron debido a los contrastes ydiferencias de paisajes, ecolgicos, topogrcos, de suelos, cli-ma, ora, fauna, etc, existentes en este inmenso territorio, conformas de vida, manejo territorial, sistemas de organizacinsocial, expresiones culturales y otros, inmersos en una cosmovi-

    sin compartida, que permiti el dilogo dentro de expresionesculturales prximas.

    Las principales manifestaciones de la cultura materialque sustenta en la prctica este universo de contactos.

    Sin duda los ltimos descubrimientos realizados por FranciscoValdez y su equipo, en el cantn Palanda, muy cerca de la fron-tera con el Per, en el sector amaznico, abren un nuevo de-bate sobre la antigedad de los contactos amaznicos en sentidonorte-sur, entre lo que este investigador seala como expresionesde una cultura Mayo-Chinchipe, de cerca de 5.000 aos de an-tigedad, las relaciones con la Costa Central del Ecuador y tam-bin el surgimiento posterior de los estilos chavinoides desdela sierra centro oriental del Per. Los motivos y la iconografaen general, plasmada sobre todo en los recipientes de piedra,indican un complejo mundo organizado en torno a un centro

    aldeano levantado con bloques de piedra y construcciones deplanta circular. En la alfarera, sorprende igualmente la existen-cia de las conocidas botellas asa de estribo, que inicialmente

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    se las atribua en el mbito americano al Formativo Medio de laCosta ecuatoriana (Machalilla; 2.500 1.800 a.C.).

    Es decir, expresiones que hasta hace poco se las atribuan a lasrelaciones de Machalilla y sobre todo de Chorrera, con la Sierra

    y la Amazona ecuatoriana, junto con otros puntos de contactoy aspectos relacionados con la cronologa de Chavn de Huan-tar, propios de la sierra peruana. Cosa que ahora debe revisarsentegramente, puesto que los motivos de Palanda se anticipan aChavn, siendo las botellas mencionadas, de mayor antigedadque las procedentes de la Costa Central del Ecuador y con unamayor difusin en la regin oriental, tal el caso de los hallazgosefectuados en Los Tayos y en las manifestaciones de Upano I,ms su posterior expansin hacia los Andes Centrales.

    Igualmente deben considerarse los hallazgos de una alfareramuy prxima a la de Cupisnique, localizada por DominiqueGomis en Chaullabamba, cerca de Cuenca; a tiempo que unestilo chorreroide se impona en las tres regiones naturales delPas, en una poca ms o menos similar a la expansin de Cha-vn en el Per. Guardando ambas corrientes, lazos de una es-trecha relacin, particularmente expresadas en la alfarera de

    ambas zonas.Posteriores eventos, que en Ecuador se los ubica en los nalesdel Perodo Formativo y el inicio de los Desarrollos Regionales,en tanto que la arqueologa del vecino Pas los incluye en el de-nominado Perodo Intermedio Temprano (ms o menos entre el700 a. C y el 500/300 d.C.), marcan el aparecimiento de variasexpresiones culturales que pueden resumirse en cada una de lastres zonas geogrcas de la siguiente manera:

    El litoral, con una ausencia de contactos entre lo que ahoraconstituye la provincia de El Oro y el departamento de Tm-bez, mientras que en la zona serrana, Tacalzhapa I, localizadaentre las provincias del Azuay y Caar, ms Catamayo I enLoja, sealan un importante grado de aproximacin con Vics

    y Moche, tanto en la cermica como en la metalurgia que re-producen formas y estilos similares, por ejemplo el calado enpiezas de metal, una tcnica que vino desde el norte peruano, enun tiempo en el que se profundizaron los intercambios comer-ciales de conchas marinas de importancia ritual, as la spondy-

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    lus y strombus, piedras semipreciosas como la turquesa, el oroy el cobre, principalmente. Al igual que se comparten similaresformas de enterramientos, tal el caso de aquellos de pozo y

    cmara practicados desde Salinar y Gallinazo, hasta el litoraly la sierra norte, siendo en general, la ideologa, la que mejorexpresa este notable parentesco, tanto en los motivos como enlos personajes que se representan en la alfarera y los metales.En lo que se consideran los Desarrollos Regionales (500 a.C.

    500 d.C.), con un empate cronolgico con el Perodo Inter-medio Temprano del Per, varias tcnicas alfareras como elnegativo y el blanco sobre rojo llegan al norte de ese pas, pro-

    cedentes del Austro del Ecuador, intensicndose el comerciode una variada gama de materias primas y elaborados, entrelos cuales sobresale el oro y piezas como las Venus de la Tolita,tambin conocidas como las Venus de Fras, que tocan territorioal otro lado de la frontera, provenientes del extremo norte dela costa septentrional andina. Jambel, en la costa sur continacon un patrn cermico muy diferente al de la costa desrtica,a partir de Tmbez, como si en realidad esta fuera una zona de

    excepcin en los contactos entre las dos reas.Ya entrado el Perodo de Integracin (500 1470 d.C.), losnexos entre Chim y la Sierra sur del Ecuador se evidencian enla continuidad de los contactos comerciales entre ambos ladosde la frontera, y en el caso del norte, por la presencia de piezasde cermica procedentes de la costa septentrional del Per, tan-to en Loja, el Azuay como Caar, mientras que las relacionescomerciales disminuyen a travs de las rutas tradicionales que

    haban sostenido esta actividad durante milenios, siempre apro-vechando las cuencas hdricas y los caminos serranos. En efecto,el desarrollo de la navegacin, mar adentro, generado por lospueblos manteos, permiti que muchos de los productos ori-ginarios de ese espacio comenzaran a uir a lo largo de la costadel Pacco sur, en particular las conchas marinas.

    Es igualmente una poca en la que el intercambio cultural per-miti una diversicacin de la produccin de objetos de cobre

    y bronce que tienen un enorme parecido y uso en las realiza-

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    ciones, tanto de MilagroQuevedo, Manteo- Huancavilca, elrea Kaari y la costa peruana, mientras que hacia el Oriente,el arribo de pueblos del interior de la cuenca Amaznica al-

    teraron el convivir de los habitantes tradicionales de la zona,forzando migraciones y desplazamientos hasta la CordilleraOriental y el interior de los valles interandinos, en particularcon una direccin hacia el sur.

    Al nal del Perodo de Integracin/Horizonte Tardo, esto es,hacia 1470 para el caso ecuatoriano, la conquista inka de esteterritorio alter signicativamente la constante de los contactosautnomos entre la Regin. La economa sujeta a los nuevos

    intereses estatales provenientes del Cusco vio la reactivacin delas antiguas rutas de comercio, quedando la va martima sujetaa una dinmica menor que en aos anteriores. As, un cercolevantado en los contrafuertes de las dos Cordilleras bloque eltrco habitual de productos y personas, en sentido este-oeste;puesto que, tanto amaznicos como costeos no corrieron lasuerte de las poblaciones serranas que cayeron bajo el dominioinka, guardando su independencia, ante lo cual, los conquista-

    dores optaron por aislar estas zonas, interrumpiendo la cadenade contactos que por siglos haba funcionado con xito.

    La Colonia espaola temprana, en cambio, aprovech el mejo-ramiento de la red vial ocurrida en tiempos del Tawantinsuyu ypronto se estructur el eje Cuenca - Loja Piura, con sus rami-caciones hasta el Nudo del Azuay por el norte, Machala y Paitaal suroccidente, esta ltima ciudad, convertida en el puerto deentrada y salida de productos de ultramar; igualmente Chiclayo

    y Lambayeque, junto con Cajamarca en la sierra, mientras que

    por el suroriente se integraba la zona de Jan, Mainas, Chacha-poyas, mantenindose la actual Amazona ecuatoriana relativa-mente aislada debido a su resistencia efectiva contra la coloni-zacin europea. Productos como la cascarilla, el tabaco, la sal, elpescado salado, los textiles de baja calidad (tocuyos), el ganado,algo de oro y otras mercancas circulaban por los caminos, dina-mizando nuevamente el antiguo parentesco regional.

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    Ya en los declives del rgimen colonial, la industria del som-brero de paja toquilla desplaz a la cascarilla o chinchona sp.,pero la construccin de las modernas repblicas independiza-das de Espaa, marcaron un viraje en las relaciones de Piura ytodo el norte del Per hacia la capital, Lima, mientras que Loja

    y Cuenca tuvieron que iniciar un difcil camino de integracin,especialmente con Guayaquil, puerto y principal astillero delPacco, localizado en la desembocadura del gran ro Guayas.Guerras y conictos limtrofes posteriores, siempre acuadosentre las lites de los nuevos poderes gobernantes y los interesesde la potencias europeas y de los Estados Unidos, socavaronnuevamente las relaciones de un pueblo hermano y sin fron-teras. La lgica se impuso, pese a ello, y en 1.998, despus delTratado de Paz entre Ecuador y Per, se abrieron caminos deacercamiento que debemos aprovecharlos para un bien comn.

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    Uso social de la arqueologa en el sitioSanta Ana - La Florida, cantn Palanda

    Francisco Valdez Valdez

    IRD UMR 208.(convenio IRD/ INPC)

    Introduccin:

    El valor de los bienes arqueolgicos, muebles e inmuebles, nosuele ser objeto de discusin en los medios que pretenden sercultos, pues se considera que estos son ante todo testimonios de

    la historia humana, que deben ser investigados, preservados ydifundidos ante la comunidad. Sin embargo, en la prctica estanocin del valor de la arqueologa resulta ser nicamente unreferente retrico que no tiene races reales en la ley, en la aca-demia, o peor an en el pueblo. Desafortunadamente, el valorde la arqueologa en el Ecuador se ha convertido en sinnimode lucro econmico, directo o indirecto. En el imaginario delpueblo la arqueologa se asocia a huacas o tesoros escondi-dos; para los profesionales de la disciplina sta es sinnimo decontratos jugosos, y para la ley, el recurso patrimonial est apunto de convertirse en una ms de las industrias culturales,que debe dar rditos econmicos a sus impulsores y, porque notambin, a la comunidad. En la prctica hay poca diferencia,entre negociar con colecciones arqueolgicas, gestionar contra-tos de arqueologa de salvamento, o ir a sacar ineles paravender sus riquezas. En todos los casos, el inters de los actoresno es precisamente exponer, preservar y difundir los rasgos so-

    cioculturales de la historia que no qued escrita. A pesar dela urea noble y culta que envuelve al manejo de los bienesdel pasado, en la actualidad estos son slo un recurso ms, quedebe ser explotado para el benecio individual o colectivo. Lasimplicaciones histricas o la responsabilidad social que stasconllevan han pasado a segundo, o a tercer, plano. Lo nico queimporta es poner el recurso al servicio de sus gestores.

    Si resulta difcil hacer pasar este mensaje en el medio urbanoy occidentalizado de los centros administrativos del pas, pare-cera quimrico abordarlo en el medio rural y marginado que

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    constituye el resto del Ecuador. Sin embargo, ese es el reto yla primera responsabilidad del investigador que debe hacer orsu voz, como el profeta que grita en el desierto. En este tra-bajo se discuten de las realidades que entornan a los vestigiosarqueolgicos encontrados en el cantn Palanda. Se pretende

    enfocar el verdadero valor y la importancia que deben tenerlos recursos patrimoniales en la mentalidad de todos los actoresinvolucrados. Se trata de la nocin de lo que es el uso social dela arqueologa dentro del contexto de una comunidad margi-nal que descubre en un medio selvtico las huellas cultas desus antecesores amaznicos. Se replantea sin demagogia lo quedebe ser la Arqueologa Social y cual es la responsabilidad delarquelogo frente a la comunidad.

    Geografa fsica y humana del cantn Palanda

    Palanda es uno de los nueve cantones de la provincia de ZamoraChinchipe, se ubica en los ancos sur orientales de la cordilleraReal de los Andes. Limita por el occidente con la parte suro-riental de la provincia de Loja y por el oriente con la Repblicadel Per. Su orografa es muy accidentada por la presencia decinco sierras paralelas que bajan de norte a sur, formando vallesestrechos y empinados. Por stos corren los arroyos y ros que seengrosan el caudal de las aguas que progresivamente se juntanpara formar el sistema hdrico conocido como Mayo Chinchipe,que drena sus aguas en el ro Maran. Desde el punto de vistaecolgico, el cantn se ubica dentro de la biota conocida comoceja de montaa, esto es una zona de transicin entre el alti-plano andino (2800 msnm) y las tierras bajas del pie de montede la cuenca amaznica (600 a 400 msnm). La catalogacin

    tcnica es de bosque tropical muy hmedo, con precipitacionesque oscilan entre los 2000 y los 3000mm anuales. Estas zonasde transicin se caracterizan por tener uno de los ndices ms al-tos de biodiversidad de todo el planeta. El endemismo propio acada nivel altitudinal, encierra una gran cantidad de variedadesde plantas, aves y mamferos medianos a pequeos. Las inte-racciones biticas que se dan entre las distintas zonas tienden amultiplicar las especies dentro de ambientes clidos y hmedos.

    En la actualidad, el cantn cuenta con el I. Consejo Municipalcompuesto por un edil y 6 concejales, que forman 5 comisionespermanentes de trabajo en las reas de Planicacin, Urba-

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    nismo y Obras Pblicas, Servicios Pblicos, Servicios Finan-cieros, Servicios Econmicos y Servicios Sociales. Como todaslas entidades estatales cuenta ya con un portal electrnico, quepuede ser consultado en Internet en la direccin http://www.municipiopalanda.gov.ec

    Palanda tiene una poblacin (residente y otante) de alrededorde 8000 habitantes, repartida entre zonas urbanas y zonas ru-rales. La cabecera cantonal, Palanda, rene aproximadamentela mitad de los habitantes, el resto se reparte entre las 4 parro-quias rurales: Valladolid, El Porvenir del Carmen, San Fran-cisco del Vergel y La Canela. Las principales actividades econ-micas del cantn son la agricultura y la ganadera (que reagrupaa ms del 70% de la poblacin), el resto se dedica invariable-mente al comercio, servicios pblicos (salud, educacin, obrasviales, etc.) y, en los ltimos aos, a la construccin. Como enla mayor parte del pas, la poblacin joven (menor de 25 aos)compone ms del 65% del total. Entre la poblacin adulta, elnivel general de instruccin es primaria, con un repunte impor-tante en el nivel de educacin secundaria, en la ltima genera-cin de jvenes (un 25 % de la poblacin). En el cantn existen59 centros educativos de instruccin inicial, primaria bsica y

    secundaria, repartidos en las reas urbanas (24) y rurales (35).Muy pocos son los habitantes que han tenido la oportunidadde cursar por las universidades, pero la educacin a distanciatiende a llenar paulatinamente este vaco, entre una pequeaporcin de la poblacin que oscila entre los 18 / 30 aos deedad. En lo que se reere a salud pblica, el cantn cuentacon un dispensario mdico en la cabecera cantonal y puestosde salud en algunas parroquias rurales. El nmero de mdicos

    y enfermeras tituladas (incluyendo auxiliares) no sobrepasa las

    15 personas para la totalidad del cantn, y stas se encuentransobre todo radicadas en las zonas urbanas (cabeceras cantonalo parroquiales)

    1

    . La aliacin a las diversas modalidades de se-guro social (urbano o campesino) es naturalmente muy limitada

    y el acceso a niveles superiores de atencin mdica gratuita escasi inexistente. Al igual que en muchas localidades rurales del

    1 Informe de avance del proyecto INVESTIGACIN Y PUESTA EN VALOR

    DE LOS RECURSOS PATRIMONIALES EN LA FRONTERA SUR: PALANDA,PROVINCIA DE ZAMORA CHINCHIPE elaborado por la UTPL al Ministerio deCultura, 2009.

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    pas, el cantn cuenta con un nmero importante de brujos,yerberos, curanderos, parteras y sobadores que ocian indistin-tamente en los centros urbanos en las parroquias rurales.

    La descripcin del paisaje cultural del cantn Palanda no estara

    completa sino se mencionara el hecho de que la transforma-cin del medio ambiente natural ha sido radical en los ltimos50 aos. La mayor parte de los bosques primarios y secundarios,que tradicionalmente cubran las estribaciones orientales de lacordillera, han sido talados y en muchos casos transformados enzonas muy inclinadas de matorral, de pastizales, o de huertas fa-miliares de cultivo (invernas) de extensiones variables. Por lo ge-neral, los relictos de bosque cubren las zonas elevadas, muy em-pinadas, el contorno de las quebradas que van desde las alturas

    y algunas vegas prximas al cauce de los ros. Una buena partedel territorio se encuentra entonces transformada en terrenosproclives a la erosin y a los eventuales deslaves que provocanlas precipitaciones continuas que caracterizan a este medio.

    La vialidad y los sistemas de comunicacin son bastante pre-carios a lo largo de todo el territorio. Desde nes de la dcadade los ochentas existe un pista carrozable que baja desde Yan-

    gana (Loja) hacia la frontera. Esta va corta y cruza la cordilleraa travs del parque nacional Podocarpus, para luego bajar porlas estribaciones altamente inclinadas, conectando las pobla-ciones de Valladolid, Palanda, Zumba, El Chorro, Pucapamba

    y La Balsa. En esta ltima localidad se ubica el puente inter-nacional que cruza el ro Canchis y constituye la frontera conel Per. La va forma parte del denominado IV Eje Vial,que une la Amazona con la costa del Pacco. En los ltimos10 aos municipio del cantn Palanda, se ha empeado enla construccin varias vas secundarias que comunican las par-roquias rurales ubicadas hacia el este de la cabecera cantonal.En este esfuerzo, y con el paso de la va, se han deforestadomiles de hectreas de selva natural, pues por los caminos delprogreso salen todas las especies de madera na que guarda-ban por milenios los bosques de Chinchipe. Hasta hace un parde aos, Palanda contaba con una sola lnea telefnica (la delmunicipio) que, a determinadas horas, serva las necesidades de

    comunicacin de toda la poblacin. No obstante, el siglo XXIest entrando a pasos agigantados en la Amazona ecuatorianay, desde nes del 2007, la telefona celular ha invadido la vida

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    de todos sus habitantes. En el presente ao se han abierto in-clusive dos puntos de acceso pblico a Internet, que funcionanintermitentemente, gracias a la conexin satelital y la telefonacelular. Evidentemente nada de esto sera posible sin que todala zona sur de la provincia de Zamora est interconectada a la

    red elctrica nacional. Este servicio es generalizado en toda laregin desde la dcada de los aos noventa.

    En conclusin, se puede decir que la comunidad campesinaque compone la mayor parte del cantn Palanda se encuentraen condiciones marginales de salud, educacin, y en general deacceso a la mayor parte de los servicios pblicos que debe brin-dar el Estado. Esta situacin es particularmente perceptible conrelacin a los principales centros de desarrollo socioeconmicodel pas, incluyendo la ciudad de Loja, que es el centro urbanoms importante de su entorno (120 Km., o cuatro horas dedistancia en transporte pblico).

    Recursos patrimoniales arqueolgicos de Palanda

    Al igual que en casi todo el territorio de la repblica del Ecuador,en este medio existe una cantidad apreciable de recursos patri-

    moniales, tanto naturales como culturales, que pueden y debenser aprovechados racionalmente por la poblacin. En el campoarqueolgico, las investigaciones realizadas desde mediados delao 2001, por el equipo de arquelogos del convenio IRD /INPC, han puesto en evidencia ms de 50 antiguos paraderos,que se caracterizan por la transformacin antropognica del es-pacio y los restos culturales visibles en supercie o enterrados enel subsuelo (Valdez, 2007a). La gran mayora de estos pertenecea la ltima etapa de ocupacin precolombina de la regin. staha sido asociada a los denominados pueblos Bracamoros, de -liacin lingstica Jbaro y que son los antecesores directos de laspoblaciones Shuaras, que ocupaban antiguamente todo este ter-ritorio (Taylor, 1988:77-91; Valdez, 2007a). La mayor parte deestos paraderos arqueolgicos se ubican en todos los niveles alti-tudinales de los valles uviales que caracteriza a la ceja de mon-taa. Aparecen en el perl de los cerros como pequeas terrazasescalonadas. Por lo general se trata de supercies de entre 20 y

    100 m, antiguamente niveladas por el hombre, donde se apre-cia la presencia de vestigios cermicos de tradicin corrugada,batanes o piedras de molienda, hachas lticas, e inclusive algn

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    resto de pirca (muro de piedra seca). Los fechamientos obteni-dos de estos contextos los ubican entre el ao 900 AD e iniciosdel siglo XX. Esta transformacin del espacio reeja un patrnde asentamiento disperso a travs de la geografa inclinada delas estribaciones orientales de los Andes. Como complemento

    de este modelo generalizado, aparecen a menudo en las alturas,abrigos rocosos o pequeas grutas que fueron utilizadas comoantiguos depsitos funerarios. La poblacin moderna los deno-mina cuevas de los gentiles y en ellas aparecen restos seoshumanos, acompaados a veces por recipientes cermicos frag-mentados. La gran mayora de estos depsitos han sido visitados

    y removidos por buscadores de tesoros que no han encontradoms que huesos en mal estado de conservacin.

    La prospeccin arqueolgica efectuada en la cuenca del Chin-chipe revel igualmente la presencia de varios asentamientoscon evidencias cermicas de una poca anterior, que al princi-pio estuvo mal denida. La alfarera contrastaba marcadamentecon los materiales corrugados, siendo la nueva tradicin ms li-gera, por sus paredes delgadas, y decorada con motivos geom-tricos incisos y pintados. Segn varios informantes locales, stacermica na apareca a menudo en asociacin con recipientes

    de piedra, elegantemente pulidos. En la prospeccin se habandetectado recipientes lticos en algunas colecciones detentadaspor campesinos, que los haban encontrado en sus trabajos agr-colas. La bsqueda de esta asociacin llev al equipo a recorrerlas cuencas de los ros Valladolid, Numbala, Vergel, Sta. Clara,Canela, Palanda, Blanco, Palanuma e Isimanchi, donde se pudoestablecer una frecuencia signicativa de sitios con la nueva tra-dicin cermica.

    Empero, los hallazgos efectuados en el sitio denominado SantaAna-La Florida, ubicado a escasos kilmetros de Palanda, per-mitieron denir perfectamente un complejo cultural. ste hasido denominado Mayo Chinchipe y est compuesto por ele-mentos arquitectnicos, materiales cermicos variados y unaindustria ltica muy particular, que caracteriza a la ocupacintemprana de la regin (Valdez et al., 2005). El yacimiento selevanta sobre una terraza uvial, a orillas del ro Valladolid,cubriendo una extensin semi-inclinada de aproximadamenteuna hectrea. Los trabajos efectuados han revelado una estruc-turacin del espacio, donde predomina una estructura circular

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    de 40 metros de dimetro, en torno de la cual se han expuestolos cimientos de varias estructuras circulares, con dimetros deentre 5 y 9 m. Los trabajos efectuados sugieren la presencia deuna aldea, dotada de una plaza central, que pudo haber tenidola funcin de un centro de reunin cvico-ceremonial.

    El extremo oriental del sitio presenta una estructura circular de12 m de dimetro, que se levanta sobre una terraza articial.sta fue construida sobre las curvas de nivel descendientes sobreel ro, para prolongar la planicie general del terreno en este sec-tor. En la actualidad, el lo de la terraza forma, un escarpe in-clinado sobre el cauce del ro. En el perl del mismo se puedeevidenciar una serie de contrafuertes circulares que sostienenel lado sur-oriental de la planta elevada. La excavacin en readel sector demostr que la terraza haba sido preparada ademscomo un espacio funerario, muy rico en elementos arquitectni-cos simblicos, enterrados a distintas profundidades

    Detalles de estos rasgos culturales y arquitectnicos han sidodescritos con anterioridad, por lo que en este trabajo no se de-tendr en enumerarlos (Valdez et al, 2005; Valdez, 2007 a,b,c;2008 a y b). Baste decir que las evidencias de ceremonialidad,

    simbolismo y ritualidad que estn presentes en los vestigios ar-quitectnicos, contextos habitacionales y depsitos funerariosabogan por la presencia de una antigua sociedad compleja enla vertiente oriental de los Andes. Varios datos que refuerzanesta eventualidad han sido tambin discutidos en las referenciasmencionadas, pero se las puede resumir recordando algunos desus principales caractersticas:

    - La evidencia de una amplia red de interacciones a corta, me-

    dia y larga distancia se ve sustentada en la presencia de distintasespecies de conchas marinas, provenientes de las aguas clidasdel Pacco, en contextos funerarios. No obstante, la sola pre-sencia fsica no comprueba nada ms que contactos (directos oindirectos) con las poblaciones costeras. Lo que es importanteanotar es la participacin temprana de esta sociedad, en el pen-samiento simblico que une elementos marinos, como son ladadaStrombus / Spondylus,con un culto ideolgico dualista rela-cionado con las fuerzas regeneradoras de la naturaleza.

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    - La procuracin y el uso de elementos exticos y estratgicos(turquesas, malaquitas, cristal de roca y cuentas de concha ma-rina) para diferenciar y resaltar (jerarquizar) a determinadossegmentos de la poblacin.

    - Promover y mantener la especializacin del trabajo relacio-nado con la procuracin y la transformacin de materias pri-mas naturales y articiales (la piedra, la alfarera, y muy proba-blemente la textilera) para expresar y materializar conceptosideolgicos propios de la selva tropical hmeda.

    - El desarrollo y el uso constante de una iconografa simblica,que transmita mensajes socioculturales a un amplio espectro departicipantes en una cosmovisin pan-andina.

    - Conformar y organizar un espacio cvico ceremonial entornoa una plaza circular, inicialmente hundida, que concentr laatencin de la comunidad en determinadas ocasiones.

    - El conocimiento, el procesamiento y el uso de plantas comola coca (Erythroxilaceae), la huilca (Anandenanthera sp.) y pro-bablemente el natem o ayahuasca (Banisteriopsis caapi y Psy-

    chotria viridis) para la realizacin de actividades, colectivas oindividuales, relacionadas con la curacin, la adivinanza y labsqueda del contacto e intermediacin con las fuerzas de lanaturaleza. La rica farmacopea de la selva oriental probable-mente no se limit al uso de plantas sicotrpicas o alucingenas,sino que incluy muchos gneros de plantas de usos cotidianosdiversos, incluyendo el alimenticio.

    - Por ltimo, este grupo selvtico dispuso de un sustento ener-

    gtico variado y estable, basado en la agricultura de maz, delfrjol y probablemente de la yuca. Aunque el medio hmedo

    y cido, propio de la ceja de montaa no es propicio para laconservacin de restos orgnicos, se ha podido establecer la pre-sencia de estos alimentos vegetales gracias a la conservacin demicro y macro restos.

    Los contextos excavados han proporcionado una larga serie defechamientos radiocarbnicos que al ser corregidos y calibradossitan la construccin y los distintos episodios de ocupacin delsitio entre los aos 2945 y 1143 antes de Cristo (BC), o entre el4895 y el 3093 antes del presente (BP).

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    El Uso Social de los recursos patrimonialesarqueolgicos

    La evidencia arqueolgica encontrada en el cantn Palanda es

    desde todo punto de vista nica en el contexto de lo que se cono-ca hasta ahora de la historia antigua de la regin amaznica. Laimportancia de los contextos culturales que reejan la presenciade una antigua sociedad compleja radica sobre todo en la red deinteracciones que mantuvo con pueblos de la costa, sierra y piede monte de la Amazona. Esto implica romper con la nocindel aislamiento sociocultural en que vivan y viven los pueblosorientales. Los hechos demuestran que antes de la conquista es-paola las relaciones interregionales eran constantes e incidanen el desarrollo sociocultural de toda la regin andina.

    Los actuales pobladores del cantn Palanda son originarios defamilias provenientes de la provincia de Loja, es decir se tratade colonos oriundos de un medio fsico muy distinto a la topo-grafa, vegetacin y a las condiciones de humedad de la cejade montaa. En su gran mayora se trata de gente sin recursos,que sali de distintas poblaciones lojanas a raz de los graves

    episodios de sequa que vivi esa provincia desde los aos 50.Llegaron como colonos para tratar de instaurar el modo de vidaagrcola que haban conocido en su tierra natal. La ganadera yel cultivo de productos serranos eran sus actividades usuales. Alllegar a la selva tropical hmeda se topan con un bosque denso,rico en especies maderables nas que son de inmediato explota-das para conseguir liquidez. Los nuevos pobladores se imponenun modo de vida extractivista, basado en la tala de madera yen la actividad tradicional de todos los colonos que llegan al

    oriente: la minera artesanal de oro. El contacto con el medio ycon los habitantes locales que encuentra les obligan a adaptarse,cambiando su alimentacin bsica: de papas y cereales pasan ala yuca y al banano. La necesidad y la asimilacin les ayudana instalarse, de manera dispersa, en los terrenos inclinados. Allcultivan pequeas huertas familiares y buscan presas de cazapara complementar el rgimen alimenticio. Con el paso deltiempo, introducen ganado serrano en las parcelas, que pocoa poco se han ido deforestando. Una vez instalados, retomannexos con la sierra y se produce un mestizaje cultural, mediantela cual se introducen animales de cra como aves, cerdos, cuyes

    y, a veces, hasta ovejas.

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    En un lapso de 30 aos la poblacin colona se ha apropiadode grandes extensiones de tierras, supuestamente baldas, y conello desplazan a los habitantes originarios (shuaras) hacia zo-nas de refugio en la selva profunda (jiberas). Las estribacionesorientales ceden los bosques milenarios a pastizales inclinados,

    donde la erosin empobrece los suelos. Miles de hectreas se venas transformadas en prados inestables y en terrenos de cultivode maz, yuca y pltano. La falta de comunicaciones mantienea estas poblaciones en un rgimen de autarqua. Para media-dos de la dcada de los 90, caminos de herradura ingresan pro-gresivamente a varias localidades, con ello se refuerza antiguospueblos con la concentracin de poblaciones campesinas quetienen sus ncas en los alrededores. Si bien las condiciones devida han mejorado para muchos de ellos, los colonos siguensiendo una poblacin marginal con relacin a la dinmica deeconoma nacional. Los caminos facilitan la llegada de nuevasfamilias de origen serrano y la transformacin del medio des-crito se multiplica. El mejoramiento de los medios de comunica-cin: radio, televisin, telefona celular integra marginalmentelas poblaciones a la vida nacional. Con el contacto abierto haciala quimera del modo de vida occidental, la nueva juventud en-tra aceleradamente al siglo XXI. Con la falta de oportunidades

    y la carencia de tierras baldas, la migracin es otra vez unaalternativa, pero esta vez con destinos muy lejanos (Espaa, Es-tados Unidos, etc.).

    En este contexto no hay una nocin de lo que son los recursospatrimoniales, los naturales son vistos como recursos de libreextraccin y los culturales, cuando se reconocen, son tomadosde dos maneras. Los intangibles se transforman paulatinamente

    y se mantienen, ya que son vistos como una reminiscencia afec-

    tiva con su tierra originaria. Las estas religiosas, la msica, losbailes populares, la gastronoma tradicional lojana son vistascon orgullo por la generacin de los mayores. Desafortunada-mente no sucede lo mismo con los recursos culturales tangibles:la arquitectura tradicional o los vestigios arqueolgicos. Desdela colonia, en la sociedad criolla existe la nocin y la tradicinde asociar las huacas con tesoros escondidos, generalmentecompuestos por metales preciosos. Enraizada en la poblacincampesina est la idea de que los aborgenes se enterraban conriquezas que estaban destinadas a los afortunados descubridoresde las huacas. Prcticamente en ninguna regin del pas hay

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    un vnculo real y respetuoso entre las poblaciones actuales y lospueblos aborgenes. Inclusive en las comunidades indgenas, elarraigo se limita a la posesin de la tierra y al uso de los recur-sos naturales, pero no hay un sentimiento de vnculo ancestralrespetuoso hacia los bienes arqueolgicos. La nocin sagrada de

    la palabra huaca desapareci probablemente con extirpacinde idolatras y ahora slo ha quedado la nocin de tesoro o ri-quezas escondidas. Un ejemplo claro de esto fue la expoliacinmasiva de un cementerio aborigen en la poblacin indgenade Alacao en Chimborazo. Otro ejemplo grosero, es la ventade objetos arqueolgicos encontrados por los comuneros en lazona de Ingapirca.

    Evidentemente, en zonas como Palanda, donde no hay un vn-culo ancestral entre los pobladores actuales y la tierra, no sepuede esperar que haya ningn tipo de reconocimiento por losvalores ancestrales, sean stos aborgenes o coloniales. En todoslos casos, la nocin de entierros o de vestigios arqueolgicosest inmediatamente asociada a la posibilidad de un encuentromuy lucrativo en trminos econmicos. El valor cultural (his-trico o inclusive esttico) no interviene y el descubridor de unobjeto inmediatamente busca el tesoro que debe estar escon-

    dido en el bien, o en el lugar en donde se ha producido el halla-zgo. As por ejemplo, es frecuente encontrar vestigios arquitec-tnicos precolombinos destruidos por buscadores de tesoros, orecipientes cermicos o de piedra que han sido quebrados paraencontrar el oro que supuestamente se esconde en su interior.Estas realidades han sido tambin la prctica cotidiana en elcantn Palanda, donde no se dud en ir corporativamente al

    yacimiento arqueolgico encontrado en octubre del 2002, para

    explotarlo como una mina abierta de metales preciosos. Ante lavista y paciencia de las autoridades, que estaban ya advertidasdel carcter arqueolgico del paradero, en agosto del ao 2003,una treintena de personas oriundas de la cabecera cantonal, en-cabezadas por uno o dos dirigentes, destruyeron y saquearonms de 50 mdel sitio arquitectnico Santa Ana - La Florida.Su decepcin fue grande luego de tres semanas de duro tra-bajo que no report ni una sola pinta de oro. Los dirigentesrecuperaron algunos objetos arqueolgicos que fueron comer-cializados de inmediato en Quito y Guayaquil. A la comunidadle qued el sabor amargo de haber sudado para nada, pues ante

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    el fracaso minero se dice que ni siquiera se les pag el jornalofrecido.

    Frente a esta realidad, cul es la tarea del arquelogo en una co-munidad que es poco receptiva al de los valores culturales? En elcaso de Palanda, luego de anunciar la importancia del descubri-miento ante la comunidad cientca, el arquelogo debe volvera la comunidad para afrontar las realidades socioculturales quela envuelven. La primera respuesta que parece evidente es laeducacin, es decir, brindar la informacin exacta de lo que si-gnican los vestigios arqueolgicos y de su alcance para reinter-pretar la historia de la regin amaznica. Esto puede producirun cambio en la mentalidad: de la codicia se pasa la curiosidad

    y de esta a la novelera que puede llevar a la construccin delimaginario que produce el encuentro con una identidad ances-tral. El hacer comprender a un pueblo colono que los antiguoshabitantes de estas tierras tenan tanta movilidad como la delas poblaciones actuales y que con esas interacciones, la culturapropia se enriqueci y sus valores y productos se transmitierone irradiaron a zonas muy amplias. Al explicar el alto grado dedesarrollo tecnolgico, ideolgico y hasta esttico, que tenanlos antiguos pobladores de estas tierras (aparentemente inhspi-

    tas) se despierta un inters ms especco en los antiguos logrosde este pueblo selvtico. La comunidad asimila estos mritos ylos asume como parte de su propia identidad, de ellos surge unsentimiento de autoestima, que realza y da un valor agregadoal ser miembros de la ahora histrica Palanda.

    Sin embargo, el trabajo es lento, la transmisin del mensaje noes inmediata, la leccin debe repetirse tantas veces como sea ne-

    cesaria para que cale en la mentalidad colectiva. El primer usosocial de la informacin histrico-cultural es la transmisin delos valores que estn implcitos en los recursos patrimoniales ar-queolgicos. La educacin debe llevar a la comprensin del pro-ceso que siguen todos los pueblos en su devenir histrico, siendola poblacin actual parte y heredera de los saberes ancestralesque se materializan en la grandeza pasada. Por ello es necesarioque haya un empoderamiento popular de la identidad milena-ria que caracteriza a la regin de Palanda. En este sentido, el rol

    del arquelogo es abrir el camino hacia la comprensin de cules el proceso histrico por el que atraviesa todos los pueblos yla necesidad de lograr una asimilacin integral a lo que es su

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    medio ambiente, como escenario privilegiado, ubicado en unazona de transicin entre varios pisos ecolgicos. Explicar en quconsistieron las interacciones sociales y culturales del pasado yplantearlas como una alternativa vigente para afrontar el futuropuede ser la clave para el desarrollo socioeconmico. De esta

    manera, las comunidades selvticas que se pensaban margina-das, se ven en la necesidad de conocerse a fondo, para podermostrarse con orgullo ante la mirada del otro. Interaccinsignica entrar en contacto y actuar con el otro, para conocersemutuamente, para intercambiar ideas y productos.

    En Palanda estas acciones se vieron recientemente reforzadaspor la intervencin estatal que se dio luego de la declaracin

    del Decreto de Emergencia Patrimonial. Ms concretamente, elvalor de las ruinas arqueolgicas se vio incrementado con lamirada y el inters gubernamental para la proteccin y puestaen valor de los vestigios arqueolgicos encontrados en su terri-torio. La intervencin de la Unidad de Gestin del Decreto deEmergencia se dio luego de que la Direccin de Patrimonio delMinisterio de Cultura declarara en emergencia al yacimientoSanta Ana - La Florida en diciembre de 2007. La emergenciase produjo como consecuencia de una creciente inusual del roValladolid, que provoc el deslizamiento del terreno afectadopor el saqueo de agosto del 2003. Las fuertes precipitacionesde la poca invernal provocaron adems una serie de procesosde erosin irreversibles que amenazaba con el desplome de unabuena parte del sitio al ro.La intervencin de la Unidad de Gestin consisti en levantarun muro de contencin, con gaviones profundos, a lo largo de

    toda la margen occidental de la antigua terraza uvial. En com-plemento a esta accin se levant una estructura cubierta, deproteccin, sobre la parte ms delicada del yacimiento. Por pe-dido del equipo de arquelogos se construy adems, dentro dela estructura, una pasarela elevada que permite la observacinde la arquitectura precolombina. El objetivo de esta accin fueconvertir al espacio cubierto por la estructura en un rea de ex-posicin permanente de los vestigios culturales expuestos por eltrabajo arqueolgico. La estructura se convirti entonces en un

    museo vivo, donde se pueden apreciar los contextos culturalesin situ, el trabajo de su recuperacin y estudio especializado yadems en un rea de interpretacin, donde se puede inculcar

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    el valor real del recurso patrimonial arqueolgico a todos losvisitantes.

    El diseo arquitectnico de la estructura de proteccin permi-ti su integracin coherente dentro de su entorno ecolgico. La

    transparencia de sus paredes y la ventilacin natural de que dis-pone permiten una adecuada conservacin y exposicin de losvestigios expuestos. Adicionalmente, el equipo de arquelogosha transformado algunos espacios dentro de la estructura, enreas de interaccin cultural, donde la enseanza y la discusinde los distintos procesos socioculturales tienen un escenario pri-vilegiado.

    Las acciones emprendidas para la proteccin y preservacin delsitio no se limitan entonces a la mera puesta en valor del mo-numento, sino que transforman al yacimiento en un espacio deinteraccin sociocultural, abierta a la visita turstica de propios

    y extraos. El antiguo paradero arqueolgico deja de ser unareliquia y se convierte en un instrumento vivo y dinmico deldesarrollo socioeconmico de la regin.Lenin Ortiz arm que en Cochasqu, al no usar a la comu-

    nidad como una simple fuente de mano de obra, l acuo eltrmino puesta en valor social, yendo un paso ms all de loque postulaba la UNESCO para los sitios patrimoniales. Ortizdeni este concepto como el hecho de que la la comunidadparticipe, asuma y administre profesionalmente los bienes cultu-rales heredados (Ortiz, 2009:24). En la actualidad, inclusiveste trmino ha sido descartado y se habla ms bien del UsoSocial de los bienes patrimoniales. Entendindose que las co-munidades deben participar en el proceso de investigacin, pre-servacin, administracin y usufructo de los rditos engendra-dos por los bienes patrimoniales en su territorio. Sin embargo,resulta evidente que en primer trmino la expresin uso socialdebe referirse al valor pedaggico que lleva al aprendizaje delvalor real que tienen los recursos patrimoniales, y de maneraespecial los arqueolgicos. La nocin de uso social no debe li-mitarse a la puesta en valor esttico-social de un yacimiento,sino al transformarlo en un verdadero instrumento de cambio

    social. Los yacimientos fueron el escenario del quehacer socialde los pueblos ancestrales, en ellos se puede leer el proceso de suaccionar y sobre todo de sus procesos de cambio y de integra-

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    cin social.La puesta en uso socialno debe ser nicamente el efectocosmtico que hace que un sitio sea atractivo o presentablepara la explotacin turstica del recurso. Uso social no se reerea la generacin de usufructos econmicos, a partir de su manejoo administracin del sitio. La primera responsabilidad de un in-

    vestigador es aprender, explicar y compartir los conocimientosancestrales y las lecciones modernas que procuran los bienesarqueolgicos. Al realizar esta actividad con la comunidad, to-dos participan en el proceso investigativo y todos comprenden elsignicado de lo que es un monumento histrico. As la nocinde emponderamiento social de un recurso patrimonial cobrasentido.

    Una vez que se ha dado este proceso y la comunidad ha com-prendido lo que implica la presencia de objetos y monumentosarqueolgicos en su territorio se puede pensar en exponerlosa los visitantes. La idea principal no debe ser el generar unusufructo econmico, sino mostrarlos con orgullo como unaparte de lo que es vivencialmente la comunidad. Al proteger yhacer que los recursos patrimoniales sean atractivos, la comuni-dad se engalana para mostrar lo mejor de s. El equipo de ar-quelogos que trabaja en Palanda est empeado en esta tarea,

    pues la considera prioritaria antes de que el sitio y sus recursospuedan ser administrados con nes tursticos. Es una tarea de laarqueologa social que es ante todo participativa en la vida y enla dinmica de la comunidad.

    Inclusive, si se trata de turismo comunitario, es indispensableque la comunidad comprenda que los recursos patrimoniales noslo son objetos proclives a dar un rendimiento econmico. Enrealidad deben ser considerados como valores ancestrales, queson expuestos con el objetivo de ensear y transmitir el men-saje de la fuerza identitaria de un pueblo que est consciente desu devenir histrico. En este sentido los recursos patrimonialesson conos de la dinmica y del proceso de cambio sociocultu-ral que vive todos los pueblos. Si la comunidad comprende estemensaje, el uso social de sus recursos patrimoniales puede estarvinculado a dinamizar los procesos productivos y por ende arendir benecios socioeconmicos. Estas ideas se estn materia-

    lizando paulatinamente en Palanda, as por ejemplo los iconosancestrales se incorporan en la imagen que se usa para comer-cializar sus productos o sus servicios. La compaa de vehculos

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    de alquiler, recientemente formada ha adoptado la denomina-cin de Los Bracamoros y a puesto en su logotipo algunaspiezas arqueolgicas provenientes de Santa Ana - La Florida.La Asociacin Agroartesanal de Productores Ecolgicos de Pa-landa y Chinchipe, APECAP, comercializa su caf orgnico con

    una etiqueta donde se ha incorporado la imagen de un bellorecipiente precolombino. El mismo que est identicado comoCultura Mayo-Chinchipe y adems pregonando Palanda Pa-trimonio Cultural y Natural. Un productor de licor artesanaltambin ha incluido dos piezas lticas en su etiqueta, identicn-dolas como piezas arqueolgicas de la amazona ecuatoriana.Proclama adems que su producto es del Chinchipe, tierra ge-nerosa como su gente, NOMEB, es parte de una identidad querepresenta lo profundo de este cantn. Los objetos ancestralesson desde ya tomados como smbolos de calidad, de pureza yen denitiva de la identidad cultural de esta regin amaznica

    Si la mentalidad est cambiando, entonces el terreno se preparapara la incorporacin de un programa de turismo comunita-rio que agencie el ujo de visitantes hacia los recursos patri-moniales naturales y culturales. Este paso es indispensable yaque, como dice Esteban Ruiz en su anlisis de la Comunidad

    de Agua Blanca, Manab (2009), la simple incorporacin delturismo puede destruir la dinmica interna de una comunidadcampesina. El turismo signica un cambio cultural, una nuevaactividad econmica que aumenta las diferencias al interior delgrupo. El turismo comunitario, en cambio fortalece la comu-nidad, ya que comunitario implica pensar juntos, construir unsentido juntos. En las comunidades los individuos son iguales yla preparacin de un programa de turismo comunitario puededar un nuevo contenido a su propio funcionamiento. Esto re-

    dunda en la apropiacin de la comunidad de su patrimonioy de su naturaleza. El turismo solo es posible con la partici-pacin de toda la comunidad, si sienten que tienen un museoque es de todos, unas ruinas arqueolgicas que son de todos, elespritu de cuerpo social se fortalece. Si esto se logra, el esfuerzocomunitario exigir tambin la accin de las autoridades com-petentes para que los recursos patrimoniales sean protegidos ypreservados, pues resulta evidente que el rol del estado y de lasautoridades seccionales es fundamental para el buen manejo yla preservacin de los recursos patrimoniales. En este esfuerzohay otra responsabilidad que est implcita, y sta es la capacita-

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    cin de al personal de los municipios en el manejo patrimonial.Evidentemente este es un proceso de largo aliento y prepararel terreno toma tiempo. Sin pretender ser demasiados idlicos,hay que insistir en el hecho que del patrimonio no se come, conorgullo se pueden generan proyectos, pero hay que canalizar-

    los con el apoyo del estado, apuntalando el esfuerzo colectivoy sobre todo reforzando el tejido social para consolidar el sen-tido de organizacin comunitaria, el sentido de solidaridad y deidentidad.

    En Palanda parece que el ciclo se est completando y por ello sepuede pensar que la arqueologa est cumpliendo su verdaderouso social.

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    Referencias

    Ortiz, Lenin, 2009, Cochasqu. El agua del frente de la mitad, Fondo Editorial Letras, Quito.

    Ruiz Ballesteros, Esteban, 2009, Agua Blanca, comunidad y turismo en el Pacco ecuatorial,

    Abya Yala, Ministerio Coordinador de Patrimonio Natural y Cultural, Quito.Taylor, Anne Christine, 1988, Las Vertientes Orientales de los Andes Septentrionales:de los Bracamoros a los Quijos. InAl Este de los Andes. Relaciones entre las Sociedades Amaz-nicas y Andinas entre los siglos XV y XVII, eds. F.M. Renard-Casevitz, Th. Saignes y A.C.Taylor, Tomo II, Abya Yala IFEA, Quito.

    Valdez, Francisco, 2007a, El Formativo Temprano y Medio en Zamora Chinchipe, enReconocimiento y Excavaciones en el Sur Andino del Ecuador. D. Collier y J. Murra, (Malo, B.ed.), pp. 425-465, Casa de la Cultura ncleo Azuay, Cuenca.

    - 2007b, Mayo Chinchipe: La puerta entreabierta, enEcuador. El Arte Secreto delEcuador Precolombino,editado por D. Klein e I. Cruz., 5 Continentes, pp. 321-349, Mi-lano.

    - 2007c, Un Formativo Insospechado en la Ceja de Selva: El Complejo Cultu-ral Mayo Chinchipe, inII Congreso Ecuatoriano de Antropologa y Arqueologa. Balance de laltima dcada : Aportes, Retos y Nuevos Temas, editado por F. Garcia, pp. 549-576, FLACSO,Quito, 2007.- 2008a, Inter-Zonal Relationships in Ecuador. In,Handbook of South American

    Archaeology. editado por H. Silverman, H. y W. Isbell, pp 865-887, Chicago, KluwerAcademic Publishers.

    - 2008b, Mayo Chinchipe, el otro Formativo Temprano, Miscelnea Antropol-gica EcuatorianaSegunda poca 1: 170-197.

    Valdez, Francisco, Jean Guffroy, Geoffroy de Saulieu, Julio Hurtado y Alexandra Ypez,2005, Dcouverte dun site crmoniel formatif sur le versant oriental des Andes. C. R.

    Paleovol 4: 369374.

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    Sitios arqueolgicos localizados en el sur del Ecuador y el norte del Per.

    ImgenesJaime Idrovo Urigen

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    Sol de Oro de la Tolita, con represen-

    tacin de felino y de serpientes. En:

    Tiempos Indgenas o los sigsales. JuanCordero Iiguez. I.M. de Cuenca.

    Cuenca 2007

    Pectoral de Oro, tipo Chavin, con repre-

    sentacin de felino y serpientes, localiza-

    do en Lambayeque. En: Les Andes, de laprhistoire aux Incas. Danielle Lavalle,

    Lui Guillermo Lumbreras. Ed. Gallimard,

    Pars 1985

    Piezas de oro Mochica, con rostros

    felinoides. Discovering the New

    Worlds Richest Unlooted Tomb,

    Walter Alba En: National Geogra-phic, Vol. 174, No. 4 /Octubre 1980

    Piezas de plata localizadas en la provincia

    del Azuay, con representaciones felinoides.

    En tesoros del Sigsig, Ecuador. Marshall H.

    Saville, Guillermo Segarra Iiguez. Corpo-racin Editora Nacional, Quito 2000

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    Posibles rutas de intercambios prehispnicos en la regin sur del Ecuador. Original: Jaime

    Idrovo Urigen

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    ImgenesFrancisco Valdez Valdez

    Ubicacion del yacimiento de San-

    ta Ana - La Florida

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    Localizacin de Palanda, provincia de Zamora Chinchipe

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    Artefactos encontrados

    en la excavacin

    Usos de las imgenesarqueolgicas

    Visita de estudiantes a Santa Ana - La Florida

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    Manifestaciones ArqueolgicasTempranas en el Alto Amazonas

    Quirino Olivera Nez

    Director EjecutivoAsociacin Amigos del Museo de SipnChiclayo - [email protected]

    Las investigaciones en las zonas de Bagua, Utcubamba, Jan ySan Ignacio, en el mbito de las actuales regiones de Amazonas

    y Cajamarca, siguen siendo an desconocidas para la arqueo-

    loga, a pesar de la enorme riqueza cultural existente. Existeel reporte de las pinturas rupestres, asociadas a construccionesen la zona de Luya, en la cuenca del ro Utcubamba.

    1Poste-

    riormente, Henry y Paule Reichlen2 reportan la existencia de

    pinturas en el alto Utcubamba.

    Las investigaciones realizadas hasta la fecha3, exponen dife-

    1 Langlois, Louis. Utcubamba. Investigaciones arqueolgicas en estevalle del departamento de Amazonas (Per). Revista del Museo Nacional, Ao

    IX, N 2, Lima, 1939, pp. 191-228.2 Reichlen, Henry y Paule. Recherches Archologiques dans les Andes du

    Haut Utcubamba. Journal de la Societ des Americanistes, Nouvelle Srie, t. 39,ilust., Pars, 1950, pp. 219-246.3 Kauffmann Doig, Federico. Investigaciones arqueolgicas en los Andesamaznicos, 1980 1988, Instituto de Arqueologa Amaznica, Lima, 1988.

    Kauffmann Doig, Federico. Les Andes amazoniennes. Inca - Per: 3000 ans

    dhistoire. Muses royaux dart et dhistoire. t. 1, 1990, pp. 262-275. Miasta,Jaime. El Alto Amazonas: Arqueologa de Jan y San Ignacio, Per. Seminario dede Historia Rural Andina, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2 vol.,

    Lima, 1979. Bueno Mendoza, Alberto y Anselmo Lozano Caldern. Pictografasen la cuenca del ro Chinchipe, Boletn de Lima, N 20, Ao 4, Lima, 1982.Alarcn Dvila, Walter. Los geoglcos de Tablones (San Ignacio). Facetas, N

    4, p. 36, Jan, 1986. Gamonal Guevara, Ulises. El arte rupestre en el nororienteperuano. Facetas, N 55, Ao N 30, Jan, 2006, pp. 11-23. Gamonal Gue-vara, Ulises. Desladeros rupestres de Yarage. Facetas, N 37, Jan, 1987,

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    rentes manifestaciones rupestres existentes en la zona como pro-ducto del establecimiento y desarrollo de distintos grupos so-ciales, que hace miles de aos iniciaron su proceso de desarrollo

    cultural, interactuando permanentemente con otras sociedadesdel actual territorio de Ecuador.

    El trabajo de Ruth Shady4en la zona de Bagua permiti de-

    mostrar que las culturas que se desarrollan en la cuenca bajadel Utcubamba y sus alrededores mantenan vnculos con lassociedades establecidas en Pacopama (Cajamarca), y las anti-guas culturas de Chorrera y Machalilla. La tradicin Baguacomparte rasgos con piezas halladas en Alaus, Caar y Macas,de estilos an no bien conocidos en Ecuador, vinculados a latradicin de Cerro Narro.

    A travs del Instituto Provincial de Cultura, se realizaron algu-nos trabajos de exploracin arqueolgica en la conuencia delos ros Chinchipe, Maran, Utcubamba y en las principalesquebradas de la Peca, Copallin y Cajaruro, logrando identicar53 sitios arqueolgicos con evidencias del periodo formativo (Fi-

    gura N 02). Tomependa en la desembocadura del Chinchipe ycerca de las comunidades nativas Aguarunas, constituye quizsel sitio ms representativo, donde se han logrado registrar mate-rial cultural en piedra, arquitectura y cermica perteneciente alformativo temprano

    5. Los elementos constructivos identicados

    en Tomependa a base de canto rodado y argamasa de barro6,

    han permitido conocer que durante el formativo en esta rea

    pp. 13-22. Gamonal Guevara, Ulises. Pinturas rupestres en el nororiente, Pa-kamuros, N 1, Jan, 1982, pp. 15-22. Gamonal Guevara, Ulises. Chontal: uncentro histrico y arqueolgico, Pakamuros, Ao I, N 2, Jan, 1981, pp. 71-72.4 Shady, Ruth. El Complejo Bagua y el Sistema de Establecimientosdurante el Formativo en la Sierra Norte del Per. Nawpa Pacha, Institute of

    Andean Studies, 17, Berckely, 1979, pp.109-142.5 Olivera Nuez, Quirino. El arte pictrico en Yamn - Amazonas.

    Investigar, Ediciones Bracamonte y Herrera, Trujillo, 1995.6 Olivera Nuez, Quirino. Evidencias arqueolgicas del periodo forma-

    tivo en la cuenca baja de los ros Utcubamba y Chinchipe, Boletn de ArqueologaPUCP, N 2, Lima, 1998.

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    del Alto Amazonas, se edicaron grandes volmenes arquitec-tnicos para lo cual fue necesario contar con abundantes canti-dades de mano de obra, altos niveles de organizacin social y

    especialistas dedicados a la direccin de la ejecucin de estasimportantes obras de carcter ceremonialEn noviembre del ao 2004, un equipo de arquelogos de Ecua-dor y Per dirigidos por Francisco Valdez y Quirino Olivera,con el apoyo de Recherche pour le Dveloppement (I.R.D), deFrancia, realizaron un primer reconocimiento arqueolgico enlas nacientes del ro Chinchipe, cerca de la provincia de Lojaen el sitio Santa Ana La Florida, Palanda, Valladolid y Zum-

    ba con la nalidad de identicar los sitios arqueolgicos quecontengan evidencias tempranas. El propsito fue impulsar unproyecto de investigacin arqueolgica binacional, que permitaconocer en forma integral el desarrollo de las culturas prehis-pnicas establecidas, en esta rea. El recorrido en el lado de lafrontera peruana se inicio en Nanvalle, siguiendo luego por SanIgnacio, Chirinos, Jan, Bagua y nalmente en Tomependa, enla conuencia del ro Chinchipe con el Maran. En el ao2006, Quirino Olivera y Wilmer Mondragn por encargo de laUniversidad de San Martn de Porres, realizaron prospeccionesen varios sitios arqueolgicos con manifestaciones de arte ru-pestre, en las cuencas de los ros Maran y Chinchipe, con lanalidad de complementar informacin acerca del arte rupestreen el nororiente del Per

    7.

    Obras rupestres en el oriente peruano

    En el inventario general de sitios arqueolgicos publicado por elInstituto Nacional de Cultura en 19868, se registra para Amazo-

    nas solamente cinco sitios con pinturas y uno con grabados. En

    7 Olivera, Quirino y Wilmer Mondragn. Prospecciones arqueolgicas enlas cuencas de los ros Maran y Chinchipe, Universidad de San Martn de Porres,

    Lima, 2006, (en prensa).8 Ravines, Rogger. Arte rupestre del Per, Inventario General, Instituto

    Nacional de Cultura, Serie: Inventarios del Patrimonio Monumental del Per,Lima, 1986.

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    cambio Rainer Hosting,9seala que en Amazonas existen tres

    sitios con petroglifos y quince sitios con pinturas, y para las pro-vincias orientales de Cajamarca, existen tres sitios con piedrasgrabadas y catorce con pinturas, o sea un total de treintay cincositios con arte rupestre que se encuentran en esta parte de laAmazona peruana. Ulises Gamonal viene trabajando hace mu-chos aos en la zona, y que form parte del equipo con