En Torno Al Culto Al Gobernante y a Dea Roma en El Mundo Helenístico Las Póleis y La Política de La Reciprocidad

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    ISSN 1853-7049

    En torno al culto al gobernante y aDea Roma en el Mundo Helenstico: Laspleis

    y la poltica de la reciprocidad

    Recibido el 12 de junio de 2008. Aceptado el 15 de septiembre de 2008.

    lvaro M. Moreno Leoni*

    Resumen:

    Este trabajo aborda la cuestin de los cultos ofrecidos de manera voluntaria a los monarcashelensticos y a Dea Roma por parte de las pleis del oriente griego. Se analiza desde unaperspectiva histrica la cuestin de los isothoi tima (estatua, sacrificios y fiesta) ofrecidos alos reyes helensticos y se tiene en cuenta la creacin de un original culto a Roma con similarescaractersticas. En ese sentido, nos interesa indagar acerca del papel que estas prcticas cultualestuvieron en el establecimiento y desarrollo de las relaciones diplomticas entre las pleis y losthne griegos con los reyes helensticos y Roma. Estos dos tipos de cultos muestran

    continuidades que revelan el carcter estratgico y pragmtico de estas prcticas sociales.Creemos que el estudio de este fenmeno aportar elementos para redimensionar el rol activo delaspleis en poca helenstica en un contexto internacional signado en un primer momento porel dominio de las monarquas helensticas y luego por Roma.

    Palabras clave: Culto al gobernante Diosa Roma Ciudades Monarqua MundoHelenstico

    About the ruler cult andDea Roma in the Hellenistic World: The poleis and the policy of

    reciprocity

    Abstract:

    This work deals with the cults voluntarily offered to the Hellenistic monarchs and Dea Romabythe poleis of the Greek East. The issue of the isotheoi timai (statue, sacrifices and festivals)offered to the Hellenistic kings is analyzed from a historical point of view; and the creation ofan original cult of Rome with similar characteristics is also taken into account. In this sense, weare interested in investigating the role that these cultural practices had in the establishment anddevelopment of the diplomatic relations between the Greekpoleisand ethnewith the Hellenistickings and Rome. These two kinds of cults show continuities which reveal the strategic andpragmatic condition of these social practices. We believe that the study of this phenomenon willprovide elements to set the active role of the poleis in the Hellenistic period within aninternational context characterized by the supremacy of the Hellenistic monarchies at thebeginning, and of Rome at a later period.

    Key words: Ruler Cult Roma Goddess Cities Monarchy Hellenistic World

    *Profesor Asistente de la Ctedra de Historia Antigua Gral. (UNC) Becario Posgrado de CONICET CIECS. E-mail: [email protected].

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    Introduccin

    Los historiadores del mundo griego a menudo han percibido el siglo IV a.C.como un decisivo punto de inflexin en la historia de la plis. Gustave Glotz consider

    que la batalla de Queronea (338 a.C.) constitua un hito que marcaba la muerte de la

    ciudad griega, convirtindose su opinin en la ortodoxia durante mucho tiempo.1

    Autonoma, eleuthera y autrkeia eran vistas como las condiciones necesarias para

    probar la pervivencia o no de laplisy, si no se encontraba rastros de ellas, no se haca

    ms que confirmar el supuesto: laplishaba muerto a manos de los macedonios.2En

    los ltimos aos, sin embargo, se han flexibilizado las opiniones al respecto. Graham

    Shipley ha sostenido que laplis como entidad autnoma haba entrado en crisis antes

    de Queronea y que no fue la expansin macednica la que hizo desaparecer la plis

    como actor de poder. Por el contrario, fue la expansin e imposicin de la dominacin

    romana la que cambi su carcter, produciendo una drstica transformacin de entidad

    poltica a unidad administrativa.3

    De cualquier manera, el problema institucional ligado a los nuevos lazos y

    relaciones con los reyes debi representar una novedad para la ciudad helenstica.4

    Seala Claire Praux que esta relacin de las ciudades con los monarcas no fue

    precisamente una cuestin esttica, sino que dio lugar a una cierta evolucin.5 En

    consecuencia, mientras en su carta a Quos Alejandro Magno concedala libertad a la

    plis (332 a.C.)6, en los documentos de sus sucesores encontramos que no slo se

    conceda, sino que se hablaba de preservar o garantizarla.7 La competencia

    intermonrquica creaba espacios e intersticios menos ajustados para la negociacin y la

    1Glotz, G.,La ciudad griega, UTEHA, Mxico, 1957 (1928), p.326.2 Giovannini, A., Greek Cities and Greek Commonwealth, en A. Bulloch, E. Gruen, A. Long y A.

    Stewart (eds.), Images and Ideologies: self definition in the Hellenistic World, University of CaliforniaPress, Berkeley, 1993, pp.265-286.3 Shipley, G., El mundo griego despus de Alejandro (323-30 a.C.), Crtica, Barcelona, 2001 (2000),p.419. La plis como actor poltico en el mundo helenstico: Billows, R., Cities, en A. Erskine (ed.), Acompanion to the Hellenistic world, Blackwell Publishing, Oxford, 2003, p.196-215.4Praux, C.,El mundo helenstico. Grecia y Oriente, desde la muerte de Alejandro hasta la conquista deGrecia por Roma (323-146 a.de.C.), Labor, Barcelona, 1984 (1978), p.200.5Praux, C.,El mundo helenstico, opus cit., pp.202-203.6Syll. 283.7OGIS 229.

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    obtencin de beneficios concretos por parte de las ciudades que aprovechaban las

    rivalidades y la necesidad de apoyo que los monarcas tenan. De todos modos, seala

    Praux, esta cuestin no debe desviarnos de la evidente disparidad de fuerzas en la

    relacin y, pese a estas garantas de libertad y autonoma, la intervencin real en laactividad interna de las ciudades segua dndose en varios niveles. A pesar de esta

    situacin, de creciente injerencia de los reinos, las ciudades pudieron mantener casi sin

    modificaciones sus instituciones, sus asambleas y sus magistraturas. Al mismo tiempo,

    las posiciones de poder siguieron en manos de una elite poltico-social que supo

    acomodarse a la nueva situacin internacional. Las guerras tuvieron principalmente

    como protagonistas a los reyes, aliados con ciudades, pero tambin ciudades como

    Esparta, Bizancio y Rodas pudieron, en determinadas coyunturas, tener una poltica

    exterior independiente.

    Dentro de este marco, nuestro trabajo pretende rescatar elementos que permitan

    reconocer la pervivencia de las ciudades como actores de poder en poca helenstica.

    Analizaremos las relaciones establecidas entre las ciudades y los reyes a travs del culto

    al soberano, limitando el campo de anlisis a los cultos organizados por las ciudades.

    Creemos que este aspecto especfico de la poltica helenstica y no tanto de la religin

    nos permitir evaluar la iniciativa, la actividad y el margen de autonoma que posean

    las elites ciudadanas para organizar estos cultos que perseguan un objetivo claro:

    obtener servicios y bienes por parte de los reyes beneficiarios a travs de la

    reproduccin de una lgica de reciprocidad en las relaciones. Al mismo tiempo, nos

    interesa resaltar la continuidad con el periodo de imposicin de la dominacin romana

    republicana, durante el cual las ciudades nuevamente pusieron en prctica esta estrategia

    de posicionamiento frente a la potencia vencedora en el Mediterrneo oriental y, si bien

    pueden distinguirse ciertos cambios, son notorias las continuidades.

    El rey como istheosen las ciudades helensticas: culto y reciprocidad

    Una visin extrema acerca del culto a los monarcas era la de que lo interpretaba

    como un elemento decadente tanto de la religin como de la poltica helenstica con

    respecto al periodo clsico. Desde aquella perspectiva, se pona el acento en que este

    fenmeno era un aporte que los reinos del Oriente Prximo haban hecho al mundo

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    helenstico.8 Actualmente, sin embargo, se plantea que la divinizacin de los

    gobernantes no era un fenmeno opuesto a la religin griega. Por el contrario, los

    orgenes del culto a los reyes deben ser rastreados principalmente en el mundo griego y

    no en Oriente, excepto por el caso particular del Egipto Ptolemaico que tena una largahistoria.9En este sentido, laspleis griegas tenan una amplia tradicin en sintona con

    lo que Evmero planteaba a comienzos de la poca helenstica en sus Hiera anagraph,

    esto es, que los dioses olmpicos eran reyes mortales que haba recibido culto como

    dioses despus de su muerte por sus virtudes.10 Como destaca Angelos Chaniotis, la

    religin griega conoca muchos dioses, particularmente Asklepios, Dioniso y Herakles,

    que haban ascendido al Olimpo con posterioridad a su fallecimiento como mortales.11

    Es posible individualizar una serie de aspectos que pudieron ofrecer una base al

    fenmeno de la divinizacin de los monarcas helensticos por laspleis: 1) El carcter

    de los muertos que, sin ser divinizados sacralizaban el lugar donde eran enterrados, por

    ejemplo, Edipo en Colono o Plope en Olimpia. Se les hacan sacrificios y libaciones

    como gestos rituales, aunque no se los considerara dioses. 2) La victoria militar como

    manifestacin del favor divino. El ejemplo ms conocido de rendicin de honores

    divinos a un mortal, es el culto que la ciudad de Samos rindi a Lisandro luego de su

    victoria sobre Atenas (404 a.C.).12 Como seala Praux, el concepto de la cualidad

    divina del vencedor y, en general, del hombre superior, se integr poco a poco en el

    pensamiento poltico de los griegos.13La misma autora propone una serie de ejemplos,

    entre ellos Aristteles, quin afirm: el hombre superior es como un dios entre los

    hombres.14 3) La mitologa hizo tambin aportes: Heracles, Dionisio y Aquiles eran

    seres que, como hijos de un dios y una mortal, podan alcanzar la divinidad o la muerte

    heroica, convirtindose en los modelos de los reyes helensticos. 4) La meterica y, en

    8Mac Ewan, C., The Oriental Origin of Hellenistic Kingship, Chicago, 1934.9

    La obra de referencia sobre este aspecto es: Habicht, C., Gottmenschentum und griechiche Stdte(Zetemata, 14), Munich-Beck, 1958. Tambin: Chaniotis, A., The Divinity of Hellenistic Rulers, en A.Erskine (ed.),A companion to, opus cit.; Praux, C., El mundo helenstico, opus cit.,pp.46-68. Perotambin para el caso ptolemaico: Koenen, L., The Ptolemaic king as a Religious figure, en A. Bulloch,E. Gruen, A. Long and A. Stewart (eds.),Images and Ideologies, opus cit., p.46.10EuhemeroFGrH63.11Chaniotis, A., The Divinity of, opus cit., p.432.12Plutarco,Lisandro, 18 = DurisFGrH 76F71 y 26.13Praux, C.,El mundo helenstico, opus cit., p.47.14Aristteles,Poltica, III, 8=1284 a.

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    cierto sentido, milagrosa carrera de Alejandro Magno actu, sin duda, como catalizador

    al rumorearse su presunta divinidad.15

    Estos aspectos fueron muy importantes en la posterior prctica del culto al

    soberano impulsado por las pleis. Podramos agregar adems el caso de los honoresdivinos rendidos a los atletas triunfadores y, fundamentalmente, al oikistsfundador de

    una colonia por los habitantes de la misma. Es necesario, sin embargo, llevar a cabo una

    distincin entre las distintas formas de culto al soberano, atendiendo principalmente a

    los agentes que lo impulsaban. En el mundo helenstico existieron tres tipos de agentes

    que fomentaron este tipo de culto: las ciudades, la administracin real y el propio

    monarca. Al mismo tiempo, las distintas fuentes permiten hacer una distincin, como

    seala Chaniotis, entre el culto a un monarca vivo en las pleis y el culto a un monarca

    muerto por parte de la administracin real. En este trabajo, nos interesa abordar el

    primer fenmeno, en la medida en que nos interesa rescatar el papel activo de las elites

    de las pleisen relacin a la poltica de las grandes monarquas helensticas. Algunos

    ejemplos pueden ilustrar.

    La ciudad de Scepsis, en Trade, en agradecimiento por la paz, libertad y

    autonoma decidi: dedicarle un recinto sagrado (tmenos), construirle un altar

    (boms) y erigir una estatua (galma) de culto magnfico16a Antgono Monoftalmos

    por haber alcanzado la firma de un tratado de paz con los dems Didocos (311 a.C.).

    Asimismo, en un decreto del siglo III a.C. perteneciente a la liga de losesiotas,

    a propsito de la adhesin de la liga a la Ptolemaa(fiesta organizada por Ptolomeo II

    Filadelfo en honor de su padre Ptolomeo I Stery su madre en 279/278 a.C.), se afirma

    que losesiotasfueron los primeros en haber honrado a Ptolomeo Stercon honores

    similares a los de los dioses (tn sotra Ptolemaon isothois timas) a causa de sus

    servicios a los particulares ().17 En otra inscripcin de Rhamnous, Atenas honra

    Antgonos Gonatas como Ster del Dmos y benefactor, pero tambin, y esto es

    sumamente interesante, se decretan para este rey tima isothoi.18 La datacin del

    15Praux, C.,El mundo helenstico, pp.46-48.16IMT Skam/eb Taeler 389 = Munro, J., A Letter from Antigonus to Scepsis, 311 B.C., en JHS 19,1899, pp.330-340.17IG12.7.506.18SEG 41.75.

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    documento epigrfico no es segura pero considera Jon Mikalson que debe ubicrselo

    despus de la Guerra Cremonidea (261 a. C.).19

    Esta cuestin de los isothoi tima, ofrecidos por las ciudades a los gobernantes,

    est presente tambin en las fuentes literarias. Didoro Sculo, habiendo narrado lacampaa de Demetrio Poliorcetes en el Peloponeso, que lo llev a expulsar a una

    guarnicin Ptolemaica de Sicin (303/302 a.C.) y reubicar la ciudad desmantelada en

    una mejor posicin, seala los honores ofrecidos a este rey por la plis. Ya que haba

    restaurado su libertad, se le brindaron honores equivalentes a los de los dioses, en

    razn de los bienes recibidos. Asimismo, los habitantes de Sicin dieron a su ciudad

    el nombre de Demetrias e instituyeron para Poliorcetes sacrificios, fiestas y juegos

    anuales y le concedieron los mismos honores que al fundador de la ciudad.20

    Asimismo, se conserva un himno en Ateneo cuya fuente es con seguridad Duris de

    Samos con el cual los atenienses recibieron a Demetrio cuando lleg de Kerkyra en

    291 a.C.21En este, en primer lugar se hace referencia a lo que fundamentalmente se

    espera del monarca que recibe honores divinos: () restituye la paz (eirnen poeson),

    queridsimo, pues t eres el soberano. En segundo lugar, () otros dioses, sin duda, o

    estn muy lejos, o no tienen orejas o no existen o no nos prestan ninguna atencin, mas

    a ti te vemos presente, ni de madera ni de piedra, sino de verdad ().

    En estos dos pasajes aparece una cuestin clave para comprender el sentido de

    los cultos organizados por las pleis. Los pedidos al rey pueden ser escuchados y

    obtener respuesta, y uno de estos pedidos, bsicamente, es la paz. Si las pleis ofrecan

    cultos en honor de los reyes, era porque estos eran capaces de subvenir a sus

    necesidades inmediatas. Esto no quiere decir que estemos ante un acto deliberado,

    consciente e intencional sino que, en realidad, se trataba de una prctica habitual que

    trascenda la inmediatez y se reproduca mecnicamente. Los reyes, haciendo gala de su

    euergesacomportamiento que era esperado de un monarca en cuanto tal, ganaban al

    mismo tiempo prestigio ante laspleis y las elites que controlaban la poltica exterior de

    las mismas.

    19Mikalson, J.,Religion in Hellenistic Athens, University of California Press, Berkeley, 1998.20Diodoro XX, 102.21 Duris FGrH 76 F13 = Ateneo, VI, 253 D-F= Zumaya Romn, M., Duris de Samos, Testimonios yfragmentos, enT24, 2006, pp.181-250.

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    Esta euergesa real no slo implicaba mantener la paz, sino tambin brindar

    proteccin frente a las incursiones de los brbaros, garantizar la libertad, autonoma y

    democracia e, incluso, tambin proveer sostn en dinero o grano para la construccin de

    templos, teatros, gimnasios y el otorgamiento de privilegios especiales como la atleia yla asula.22 De ese modo, las relaciones establecidas entre reyes y ciudades se

    enmarcaban en un universo tradicional que se rega a travs de cierta lgica del don y

    contra don, en el marco de una reciprocidad entendida en esos trminos tanto por las

    elites de laspleiscomo por los monarcas. De este modo, los cultos organizados por las

    ciudades se convertan en la respuesta esperable y esperada a demostraciones de

    euergesa traducidas en beneficios concretos de parte de algn rey. Ahora bien, esta

    lgica reciprocitaria, no generaban una adhesin permanente por parte de las elites

    ciudadanas, que continuaban actuando estratgicamente de acuerdo a la situacin

    poltica internacional. Siempre era recproco, pues, slo se brindaban honores ante algn

    beneficio concreto, al tiempo que los reyes esperan cierto tipo de reconocimiento para

    apuntalar su posicin.

    Podramos agregar un ejemplo ms sobre Demetrio. Un decreto ateniense del

    ao 303/302 a.C. en el cual los ethelonta eplektoi (selecto cuerpo de voluntarios)

    llaman al rey Mgas y urgen a los dems estados griegos a honrar a Demetrio con

    altares, al tiempo que estipulan que los responsables de hacer los sacrificios al rey,

    deben hacerlo a Demetrio Ster.23 Qu ocurre al poco tiempo con estos honores

    divinos ofrecidos a Demetrio Poliorcetes? Diodoro aade con respecto a Sicin: (),

    el tiempo, sensible a los cambios bruscos, aboli estas instituciones.24 Del mismo

    modo Atenas, sublevada contra los antignidas, suprimi sus tribus Antignida y

    Demetrada y borr el nombre de estos reyes.25

    El lazo establecido con los reyes no era eterno y, en ese sentido, las ciudades

    hacan valer su posicin para obtener beneficios que los reyes deban garantizar si

    deseaban mantener el apoyo de las mismas. Los honores religiosos tenan que ser

    22Bringmann, K., The King as Benefactor: Some Remarks on Ideal Kingship in the Age of Hellenism,en A. Bulloch, E. Gruen, A. Long and A. Stewart (eds.),Images and Ideologies, opus cit., p.9.23ISE7.2. Estos eplektoi, que pelearon al lado de Demetrio, podan estar ligados a este y quiz fueraninstrumentos para el mantenimiento de su poder en Atenas: Kralli, I., Athens and the Hellenistic Kings(338-261 B.C.). The language of the Decrees, en CQ50.1, 2000, pp.113-132.24Diodoro XX, 102.25Plutarco,Demetrio46.

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    apuntalados con permanentes beneficios y regalos. Esta situacin permite ver que, si

    bien el margen de accin era limitado, las elites ciudadanas en el mundo helenstico

    siguieron apuntalando una poltica activa de sus respectivas pleis dentro de los

    mrgenes de accin definidos por su posicin frente a las grandes monarquas. Si el reydejaba de garantizar los bienes o servicios que en algn momento haba brindado a la

    ciudad, sta se encontraba en su derecho de romper la relacin, aunque a veces no tena

    ni siquiera necesidad de ello.

    El ejemplo es, una vez ms, Atenas, con relacin a las Ptolemaa. Christian

    Habicht descubre que hay numerosas menciones a estas fiestas en los documentos

    epigrficos atenienses durante el s. III a.C., pero que el material epigrfico

    correspondiente comienza a ser escaso a partir de la segunda mitad del s. II a.C. Cmo

    se puede explicar esta situacin? Egipto, al abandonar sus bases militares en el Egeo a

    partir del s. II a.C. ya no estaba en posicin de actuar como el protector de Atenas como

    lo haba sido en el s.III a.C. Atenas, en consecuencia, decidi estrechar vnculos con

    Roma antes de pasarse del lado de Mitrdates VI.26

    En algn momento entre los aos 268/262 a.C., la confederacin jnica tambin

    brind honores cultuales a Antoco, a su hijo y a la reina Estratnice pero, ms all de la

    preponderancia militar que posean los Selecidas en la regin, el honor no fue brindado

    de manera gratuita: el rey deba reconocer que las ciudades del koinn continuaran

    siendo libres, seguiran teniendo una democracia como forma de gobierno y

    mantendran el control de sus propios asuntos internos de acuerdo a sus leyes

    ancestrales.27 El testimonio de Polibio es claro cuando se refiere a los honores

    brindados a talo de Prgamo por la ciudad de Sicin (197 a.C.).28Con anterioridad,

    talo haba redimido a muy alto coste las tierras consagradas por la ciudad a Apolo,

    seguramente puestas como garanta y, en agradecimiento, la ciudad le levant una

    colosal estatua junto a la de Apolo. El rey, entonces, hizo un nuevo donativo de diez

    talentos y diez mil medimnos de trigo por lo que le votaron dedicarle una imagen de oro

    y un sacrificio anual.

    26Habicht, C., Athens and Ptolemies, en CA, nm. 11.1, 1992, pp.68-90.27Bagnall-Derow, GHD20 = OGIS 222.28Polib. XVIII, 16, 1-4.

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    El establecimiento del culto, con sus aspectos intrnsecos de estatua, altar, sacrificio,

    procesin y competicin, era una expresin de agradecimiento pero tambin una

    estrategia poltica que permita a las elites de las pleis, militarmente dbiles,

    acomodarse a la situacin poltica y obtener, en la medida de lo posible, provecho.

    La llegada de Roma: Honores cultuales a los comandantes y nacimiento de Dea

    Romaen el Este

    Frente a la entrada en escena de Roma, pudo haber surgido posiblemente una cuestin

    fundamental: Cmo brindar honores divinos a un comandante militar que actuaba en

    representacin de la Repblica romana pero que no era un monarca? Frente a esto sera

    vlido ver en el desarrollo del culto a Dea Roma en el mundo griego un cambio

    necesario de perspectiva al brindar culto a una diosa que representara a la ciudad

    conquistadora. Sin embargo, la situacin no debi ser tan problemtica para las ciudades

    griegas y es posible observar durante el siglo II a.C. una superposicin de honores

    cultuales aDea Romay a los comandantes.

    En 196 a.C., despus de Cinoscfalos, Tito Flaminino hizo en el istmo de

    Corinto la famosa declaracin de libertad de Grecia que Polibio nos ha transmitido.29La

    narracin detallada de los hechos por parte de Polibio, como el anlisis de la situacin

    que realiza douard Will, permiten sospechar que en esta declaracin hubo una gran

    cuota de clculo poltico por parte los romanos, pero tambin es difcil dejar de lado la

    cuestin del filohelenismo de la lite poltica del momento.30

    Es incuestionable la fuerte carga simblica que tena esta declaracin como

    herramienta de propaganda para la poltica romana en un momento en que se esperaba

    un inminente conflicto con Antoco III. Por lo dems, sobre este punto de la libertad,

    podemos hallar una continuidad entre las declaraciones de libertad de los reyes

    helensticos y la prctica romana. Hemos citado ya el documento epigrfico donde la

    ciudad de Scepsis agradece a Antgono que los griegos puedan vivir en paz, libres y

    29Polib. XVIII, 46, 6.30Will, E., Histoire politique du monde hellenistique,(323-30 av.J.-C.), Seuil, Paris, 2003 (1982), t. II,pp.164-176. La cuestin de fondo, como seala Erich Gruen, es saber qu relacin tuvo el dilogocultural entre la elite romana y griega con la interaccin poltica concreta: Gruen, E., The Hellenisticworld and the Coming of RomeI, University of California Press, Los ngeles, 1984, p.251.

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    autnomos (eletheroi ka autnomoi ntes en eirnei).31 Como ha puesto de

    manifiesto Ioanna Kralli, la cuestin de la eleuthera ka demokrataen los decretos es

    un elemento crucial de la propaganda antignida en Atenas.32 Podramos aadir el

    decreto de Cremnides (268/267 a.C.), que presenta a Ptolomeo II Filadelfo comoliberador de los griegos (ts koins tn Hellnon eleutheras).33La prctica no era nueva

    en el mundo griego, pues, cuando Filipo II venci en Queronea, dio la paz a Atenas en

    los ms generosos trminos, ofreciendo amistad y alianza, al tiempo que garantiz que

    la ciudad conservara su libertad y autonoma.34

    El poder romano, desde este punto de vista propagandstico, se limit a reutilizar

    las estrategias discursivas y prcticas de los monarcas helensticos que configuraban un

    umbral de lo pensable en trminos de relaciones internacionales de la poca, es decir, la

    tradicin tena un fuerte peso en el plano ideolgico. As puede verse la carta del

    gobernador de Macedonia Quinto Fabio Mximo, tras la represin del movimiento de

    Dyme (144 a.C.), dirigida a esta ciudad de Acaya, donde se refiere a la libertad

    garantizada a los griegos en general (kat koinn tos Hllesin eleutheras).35

    El ejemplo ms dramtico es, sin embargo, la carta de Nern proclamando la

    libertad de Grecia (67 d.C.).36El carcter relativamente tardo de este documento revela

    la persistencia de todo un bagaje discursivo que contribua a una estandarizacin de las

    relaciones entre la potencia hegemnica y las elites sociales subordinadas a esta. Por

    medio de esta carta, Nern otorgaba a los griegos la libertad (eleuthera) y la

    exencin de los tributos (anisphoran). A estos beneficios por parte del emperador, el

    sumo sacerdote vitalicio de los Augustos y de Nern Claudio Csar Augusto,

    Epaminondas, respondi llamando a Nern Nuevo Helios y Zeus Eleuthrios, al

    tiempo que recomend la consagracin de un altar junto al existente de Zeus Stery la

    ereccin de unas estatuas de Nern ZeusEleuthriosy la divina Augusta Mesalina en el

    31IMT Skam/eb Taeler 389 = Munro, J., A Letter from, opus cit.32Kralli cita una serie de documentos epigrficos: SEG 36.164; Osborne I, 51.4;IG II559 + 568 + add.662.8-10;IG II 561.12-14 +SEG31.80: Kralli, I., Athens and the, opus cit., p.123.33IG II 687.18.34Fredericksmeyer, E., Divine Honors for Philip II, en TAPhA109, 1979, pp.39-61.35Beasley, T., An Inscription of Dyme in Achaia, en CR14, 1900, pp.162-164 = Syll. 684. La fecha144 a. C.: Kallet-Marx, R.,Hegemony to Empire, University of California Press, Los ngeles, 1995.36CortsEG381-387.

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    templo de Apolo Ptoiospara que cuando se celebraran los cultos en la ciudad, sta se

    pudiera mostrar llena de honor y piedad.

    Es difcil eludir el parecido entre este documento y el ya citado acerca de los

    honores brindados a Antgono Monoftalmos por la ciudad de Scepsis. En ambosencontramos la dedicacin de un altar y una estatua. Ciertamente, no se le dedica un

    recinto pero s se procede a la puesta en prctica de la vieja costumbre de colocar su

    estatua como snnaos de alguna divinidad. El tpico ejemplo de esta forma de

    asociacin entre la estatua de un monarca helenstico y un templo preexistente es el de

    talo III de Prgamo. En este documento epigrfico de la ciudad de Prgamo (138/133

    a.C.), se especifica la colocacin de la estatua del monarca en el templo de Asklepios

    Ster, para que fuera susnnaos (en ti nai to Sotros Asklepio, hna i snnaos).37

    De todos modos, si bien estos ejemplos nos hacen pensar en la existencia de reglas

    generales para el establecimiento de un culto a un gobernante, no hay que creer por eso

    que hubiera uniformidad, todo lo contrario.

    El primer caso histrico de un comandante romano beneficiario de honores

    cultuales fue Tito Flaminino. Como sabemos gracias a Plutarco, los calcidios ofrecieron

    un culto a Flaminino que an continuaba en la poca en que vivi el escritor beocio.

    Tambin se conserva el himno dedicado a este comandante romano donde se destaca la

    fides romana (pstis) y se celebra a Tito Flaminino como Tito Ster.38Segn Jakob

    Larsen, este himno estaba haciendo alusin a la fides romana y al carcter salvador de

    Flaminino. El himno pona de manifiesto el agradecimiento por parte de los calcidios

    por el buen trato recibido tras su deditio in fidem.39Estas muestras de agradecimiento,

    por otro lado, tambin son atestiguadas por Polibio quien seala que, cuando Tito

    Flaminino hizo que el heraldo leyera en voz alta la proclama con la libertad de los

    griegos en Corinto durante los Juegos stmicos () unos queran verle de frente y

    llamarle Ster.40

    37OGIS 332. 8-9.38Plut.Flam. 16.39Larsen, J., Greek federal states, Clarendom Press, Oxford, pp.419-420.40Polib. XVIII, 46, 11-12.

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    Los honores brindados por los calcidios no fueron los nicos. Argos haba

    organizado unos juegos en su honor, las Titea.41En los Juegos Nemeos del 195 a.C.,

    Flaminino, que los presida, hizo anunciar por el heraldo que se declaraba la libertad de

    los argivos, que ya no estaran en adelante ms sometidos al yugo espartano.42

    Enagradecimiento, la ciudad de Argos (195/194 a.C.) vot la creacin de esta fiesta. Lo

    curioso es que la existencia histrica de esta celebracin ha sido atestiguada por la

    aparicin de un decreto argivo datado alrededor del 100 a.C.43En el mismo se menciona

    las Titea, pero lo interesante en este caso es reconocer la prolongacin de los juegos en

    el tiempo, a la vez que este testimonio viene a sumarse a la base de la estatua encontrada

    en Corinto dedicada al general romano.

    Estas Titea fueron los primeros festivales competitivos con los que se honr a

    un comandante romano, y la prctica tambin era una vieja estrategia de las elites

    ciudadanas griegas que tenan una vasta trayectoria en honrar a los reyes helensticos

    con certmenes de este tipo. Coherentemente con esto, la reutilizacin de esta prctica

    ser comn en poca romana, llegando, en su prolongacin, a la Sebastaen honor de

    Augusto. Pero no son los nicos casos, de una prctica por otro lado frecuente: La

    divinizacin de Q. Mucio Escvola, procnsul de Asia en 94 a.C., queda atestiguada por

    las Mukieacelebradas durante mucho tiempo en su provincia.44L. Cornelio Sila tuvo

    tambin sus Sylleaen Atenas y Marco Antonio, por su parte, susAntonea.45

    Sin embargo, una gran innovacin de la poca de la intervencin romana fue, sin

    duda, el desarrollo del culto aDea Romacomo una desarrollo propiamente griego, pues

    no se han encontrado testimonios del mismo en Roma hasta la poca del emperador

    Adriano en el siglo II d.C.46Todos los testimonios de que disponemos, por otro lado,

    indican un origen griego del culto como ya haba sealado William Ferguson a

    principios de siglo. Es bastante enftico al respecto el hecho que, cuando se celebraron

    41

    Plut.Flam. 16.42Livio XXXIV, 41, 3.43Daux, G., Concours des Titeiadans un dcret dArgos, enBCH 88, 1964, pp.569-576.44OGIS 438, 439; Didoro, XXXVII, 5-6.45IG II. 481, 482.46 Mellor, R., Tha Roma. The Worship of the Goddess Roma in the Greek World, Vandenhoeck &Ruprecht, Gttingen, 1975; Fayer, C., Il culto della dea Roma. Origine e diffusione nellimpero, PescaraEditrice, Pescara, 1976. Se desarroll dentro del marco de prcticas ensayadas antes, por ejemplo, el cultoy la estatua a Rodas y al Dmos ateniense: Mellor, R., The Goddess Roma, en Aufstieg und iedergangder Rmischen Welt, t. II, vol. 2, De Gruyter, Berln-New York, 1981, pp.950-1030.

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    las Romaa en Atenas en 152 a.C.,47 los encargados de la organizacin eran todos

    ciudadanos atenienses. Adems, es absolutamente sintomtico tambin que el mismo

    ao figuraran dos hombres con nombres romanos en la organizacin de lasPtolemaa.

    Asimismo, cuando en 126 a.C. se celebraron lasRomaaen Delos, donde gran parte dela poblacin era ya romana, de los 21 comisionados en cargo, 17 eran atenienses y los

    otros 4 eran griegos de otras ciudades.48

    A fin de rastrear los orgenes de este culto, tan extendido en el oriente

    helenstico, es muy interesante el anlisis de las monedas acuadas. Gracias a un estudio

    de la iconografa de las mismas, Carla Fayer descubri que la primera imagen de Dea

    Romaen una moneda tiene su origen en una ciudad de Magna Grecia, Locris Epizefiri.49

    Se trata de un didracma del siglo III a.C., con la efigie de una mujer con la leyenda

    Roma, junto a otra figura femenina con la leyenda Pistis. No se vuelve a encontrar la

    imagen de Dea Roma en ninguna moneda griega hasta el siglo I a.C., volvindose

    comn en poca imperial. Es interesante, por otro lado, el binomio Pistis/Roma en la

    moneda de Magna Grecia y la mencin a la pistis romana en el himno calcidio a

    Flaminino.

    La evidencia literaria no es concluyente, pues la tradicin acerca del personaje

    mitolgico Rhme es contradictoria. Es interesante, al respecto, lo que seala Ronald

    Mellor: Los orgenes de Roma no pueden ser hallados en Roma sino en el personaje

    Rhme, smbolo o personificacin del pueblo romano, que era solamente una de las

    deidades inventadas por los griegos para explicar los nombres de fuentes, campos y

    ciudades. De hecho, la palabraRoma no era utilizada entre los romanos para representar

    al pueblo romano, pues, para ello se utilizaba normalmente patria, res publica y

    populus Romanus.50

    La cuestin vara cuando pasamos a analizar el material epigrfico y literario de

    la primera mitad del siglo II a.C. Los testimonios ms antiguos son los cultos

    47IGII. 953.48Ferguson, W., Legalizad Absolutism en Route from Greece to Rome, en AHR 18.1, 1912, pp.29-47.Citando su obra: Ferguson, W., Hellenistic Athens. An Historical Essay, Mac Millan, London, 1911,p.383, n.1.49Fayer, C., La Dea Roma sulle monete greche, en StudRom 23.3, 1975, pp.273-288.50Mellor, R., The Goddess Roma, opus cit., pp.954-956.

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    organizados en las ciudades de Smyrna (195 a.C.)51y Delfos (189/188 a.C.)52. A estos,

    vino a sumarse la confederacin euboica que, a comienzos de siglo, instituy los juegos

    en honor a Roma en Calcis.53Prgamo tambin comenz a tributar honores a Roma as

    como tambin lo hizo ms tarde Rodas (68 a.C.), por lo menos de acuerdo al testimoniode una Romaa54, aunque el culto seguro vena desarrollndose desde haca bastante

    tiempo.55 Luego de la batalla de Magnesia, y el tratado de Apamea que expuls a

    Antoco III ms all del Tauro, se produjo una oleada de cultos en honor a Roma como

    una manera de congraciarse y entrar en relacin con el nuevo poder imperante en Asia

    Menor. Es notable el caso de la confederacin lycia que, habiendo apoyado a Antoco,

    intent lograr un buen trato instituyendo un culto a Tha Rom Epiphans.56Otros casos

    son los de la confederacin jnica57, Alabanda58, Cibyra59 y Mileto, acerca del cual

    tenemos un importante documento epigrfico fechado en 130 a.C.60

    El culto celebrado a Roma en Lycia entre 189 y 185 a.C. revela la posibilidad de

    fracaso que tena esta estrategia.61Ningn culto en honor de la Tha Rom Epiphans

    poda borrar la poltica previa de activo apoyo a Antoco III. La confederacin lycia

    organiz un culto a Dea Roma en vano. El ejemplo de Smyrna demuestra que no

    bastaba slo con dedicar un culto sino que tambin haba que apoyar activamente la

    causa romana para obtener de esta tanto la declaracin de libertad como un trato

    favorable. De algn modo el culto a Roma como el culto al monarca, traduca en

    trminos prcticos, palpables y visuales las relaciones entabladas con la potencia,

    sancionando los lazos de la elite ciudadana con Roma o los reyes a travs de un culto

    cvico.

    Esto resulta bastante verosmil pues disponemos de otro ejemplo donde

    claramente una ciudad no obtuvo lo buscado frente a Roma. Al parecer en el 167 a.C.,

    51Tac.,Ann. IV, 56.52

    Syll. 611.53IG VII.48; XII.9.899.54Prgamo: Syll. 694; Rodas:IG XII, 1.46;IG XII, 1.730.55Polib. XXX, 5, 3-5.56SEG XVIII.570 = Bean, G., Notes and inscription from Lycia, enJHS 68, 1948, pp.40-58.57IGR IV.1539: citado en Fayer, C., La Dea Roma, opus cit., p.275.58Livio, XLIII, 6, 5.59OGIS 762.60Sokolowski 1.49 = Sherk 41.61Larsen, J., Greek federal states, opus cit., p.245-246.

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    Rodas vot una corona de diez mil piezas de oro para Dea Roma antes de enviar al

    almirante Tedeto a Roma a negociar acerca de la cuestin de Lycia y Caria. A pesar de

    estas muestras por parte de los rodios, el resultado no fue el esperado: el senado romano

    promulg un decreto por el cual conceda la libertad a los lycios y a los carios, quehaban sido asignados a Rodas luego de la paz de Apamea (188 a.C.).62

    Los testimonios son bastante numerosos y permiten tener una clara idea acerca

    del inters por parte de las elites ciudadanas y confederaciones del oriente griego por

    honrar a la nueva potencia. Pero ante todo hay que poner el acento en el carcter

    poltico y pragmtico del fenmeno que, por otro lado, nos est dando cuenta de la

    pervivencia de una estrategia recurrente por parte de las ciudades que sigue

    inscribindose en la lgica de reciprocidad del don y contra don, en el cual se espera

    algo a cambio generando obligaciones al tiempo que se persigue materializar en

    prcticas rituales las relaciones establecidas en el plano diplomtico.

    Conclusin

    El culto al gobernante constituy una estrategia poltica perdurable durante el mundo

    helenstico cuyas races no hay que buscar en oriente sino en la misma plis griega.

    Mediante el establecimiento de honores cultuales, con estatuas, sacrificios y fiestas en

    honor de los monarcas y lderes militares extranjeros, las pleis buscaban alcanzar

    beneficios concretos de parte de los homenajeados, fundamentalmente, el respeto de la

    autonoma, la libertad y, a menudo, la democracia. Muchas veces obtenan, incluso,

    beneficios materiales concretos como dinero, eximicin de impuestos, donaciones de

    trigo, etc. de manos de los monarcas, de manera que es posible interpretar estas

    prcticas cultuales desde la ptica de las relaciones de reciprocidad que generaban

    obligaciones y lazos entre los que las entablaban, monarcas y ciudades. Estas pequeas

    acciones como los honores cultuales, cuya idea, desarrollo y puesta en prctica parten

    desde las pleis, nos permiten pensar que la plis, como actor poltico en el

    Mediterrneo, sigui existiendo ms all del siglo IV a.C., intentando acomodarse a la

    62Polib. XXX, 5, 3-16.

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    nueva situacin internacional donde las grandes monarquas herederas de Alejandro

    Magno controlaban el tablero poltico.

    Las elites ciudadanas no se comportaron de manera pasiva durante este proceso,

    y la generacin de estos cultos, pone de manifiesto la existencia de una estrategia activa,no homognea, desde luego, pero que segua ciertas pautas comunes y estandarizadas

    que traducan en prcticas cultuales las relaciones diplomticas. El culto a los monarcas

    fue una manera de acomodarse por parte de laspleisy las elites poltico-sociales en el

    poder a la nueva situacin. Esta maniobra debi haber sido exitosa, en la medida en que,

    a la llegada del poder romano al Este, fundamentalmente durante la primera mitad del

    siglo II a.C., la estrategia fue actualizada y puesta en prctica nuevamente. El culto a los

    jefes militares romanos, como Tito Flaminino, coexisti junto al culto a Dea Roma

    como expresin de las ciudades del oriente griego helenstico y termin por dar

    nacimiento al culto imperial durante el gobierno delprinceps Augusto.

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