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EN GALICIA - tecorportas.com · Provincial de Lugo, por su interés y apoyo en la realización de estudios sobre ... múltiples cuentos, leyendas y fábulas, es un mamífero de tamaño

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EENN GGAALLIICCIIAAOO RRAAPPOOSSOO

EDITA:Observatorio Galego da CazaFederación Galega de Caza

COORDINA:

Luis Eusebio Fidalgo Álvarez, Profesor USCDepartamento de Ciencias Clínicas Veterinarias,Universidad de Santiago de Compostela.

AUTORES:

Ana María López Beceiro, Profesora USC.Departamento de Ciencias Clínicas Veterinarias,Universidad de Santiago de Compostela.

Lucas Rigueira Rey, Veterinario, PHACS USC.Departamento de Ciencias Clínicas Veterinarias,Universidad de Santiago de Compostela.

Luciano Espino López, Dr. Veterinario HCV Rof Codina.Mª Ángeles González Machado, Dra. Veterinaria INLUDES.

DISEÑO Y MAQUETACIÓNNOVOS Medios

IMPRESIÓN Gráficas Sogal

Depósito Legal: PO 49-2009ISBN: 13:978-84-691-9081-4

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducidapor ningún medio sin permiso escrito por parte del Editor.

5 • o raposo en Galicia

INDICEIntroducción

Clasificación taxonómica y evolución histórica de la especie ypoblaciones

Zorro rojo (Vulpes vulpes) Descripción morfológica y anatomía

Distribución geográfica del zorro

Hábitat

Etología, costumbres y estructura social.

Alimentación

Reproducción

Huellas rastros y marcas de presencia

Dinámica de poblaciones

Densidad de zorros en Galicia

Interacciones en el hábitat y con otras especies

Gestión de poblaciones

Enfermedades

Resumen

Bibliografía

10

12

15

21

22

23

26

29

33

36

44

54

58

60

66

67

7 • o raposo en Galicia

Agrad

ecim

ientos

Deseamos expresar nuestro más sincero agradecimiento a todas aquellaspersonas que de una u otra manera han contribuido a que este libro vea laluz.A la Federación Galega de Caza por su intensa y fructífera colaboración delargos años y por su inestimable apoyo para que al fin se vea cristalizado eneste libro, una parte del ilusionante trabajo de tantos años como veterinariosclínicos de fauna silvestre.A las sociedades de cazadores, y a los cazadores en general, por su cons-tante disposición, gentileza y dosis de paciencia, durante la toma de mues-tras y datos, facilitando en todo momento nuestro trabajo.Nuestra gratitud al INLUDES, perteneciente a la Excma. DiputaciónProvincial de Lugo, por su interés y apoyo en la realización de estudios sobrenuestra fauna autóctona y especies cinegéticas.Al Centro de Recuperación de Fauna Salvaje de O Veral (Lugo), dependientede la Delegación Provincial de la Consellería de Medio Ambiente eDesenvolvemento Sostible, por su continua disposición para contribuir aldesarrollo de la investigación sobre fauna silvestre.Al Hospital Clínico Universitario Rof Codina de la Facultad de Veterinaria, porsu continua colaboración e impulso en el trabajo diario.A nuestros compañeros de Anatomía Patológica de la Facultad deVeterinaria, especialmente a la profesora Mónica López Peña por resolvernuestras dudas en materia de su competencia y experiencia.A los profesores de la Universidad de Murcia Carlos Martínez-CarrascoPleite y Francisco Alonso de Vega por su inestimable experiencia, asesora-miento y contribución al estudio de las enfermedades parasitarias de losejemplares.A la profesora Azucena Mora Gutiérrez por contribuir a que este trabajo pro-gresase adecuadamente gracias a su asesoramiento y dedicación en cuan-to a enfermedades infecciosas, así como por resolver nuestras dudas enmateria de su competencia y experiencia.Nuestra inmensa gratitud al ingeniero Rubén Regueira Gay por su compe-tencia, constante disposición y amabilidad, así como su dosis de pacienciay buen hacer frente a las gráficas y trabajos de topografía. A nuestro colega y amigo Baltasar de la Cruz González por su amabilidad alceder parte del material fotográfico y gestionar adecuadamente para quepudiéramos conseguir otras imágenes con las que ilustramos esta obra.Y a todos aquellos otros que no citamos expresamente, pero que saben denuestra profunda gratitud por su constante disposición y contribución.A todos ellos muchas gracias.

Los autores

9 • o raposo en Galicia

Resulta evidente que los tiempos y las costumbres evolucionan y que lacaza, tal como podemos entenderla en la actualidad, también ha evolucio-nado para, sin perder su esencia ancestral, convertirse en una apasionan-te actividad deportiva. Vistas así las cosas, el cazador, lejos de ser unrecolector de piezas, se convierte en un usuario responsable del medioambiente y las especies presentes en el mismo, para poder practicar suactividad con espíritu deportivo y de una forma correcta, sostenible y res-petuosa con el medio.

Con este libro pretendemos aportar un texto sencillo, de fácil lectura ycomprensión, que presente a nuestro protagonista, el “mil mañas”, a losmuchos aficionados a la caza y a la naturaleza, que por diferentes razonesdesconocen la especie, su biología, costumbres, etc. No se trata de unlibro de caza, ni de un libro científico con términos difíciles de interpretarpara los no expertos, se trata simplemente de una guía sencilla con la quepretendemos informar e ilusionar a nuestros lectores con “maese rapo-so”; aportando, además, datos sobre la especie referidos a Galicia paratransmitir información real de nuestro entorno.

Con todo ello pretendemos contribuir a que se realice un aprovechamien-to cinegético lógico y mesurado, que lejos de perturbar la dinámica de lapoblación contribuya a regular la especie, ponerla en valor y animar a lasinstituciones públicas y privadas así como a los gestores y cazadores aestablecer las medidas oportunas -en los diferentes territorios-, que con-tribuyan a un mejor aprovechamiento cinegético, como demandan loscazadores, basado sobre todo en la información, sensibilidad y respeto;muy lejos del enfrentamiento, la algarabía, el enredo y la pugna artificialque otros, seguramente, con intereses muy diferentes a los de la caza yla conservación, pretenden.

Prólogo

o raposo en Galicia • 10

Son muchos y diferentes los nombresque recibe el zorro, posiblemente por laproximidad e interrelación con el hombredesde tiempos muy lejanos; así se ledenomina zorro, raposo, mil mañas y unalarga lista de localismos.Tradicionalmente se ha considerado alzorro como una alimaña, por lo que, conel fin de exterminarlo, ha sido objeto decontinuas campañas encaminadas unaveces a resolver aspectos sanitarios,como las enfocadas principalmente a laerradicación de la rabia en Europa, otrasveces para proteger los intereses de gran-jeros, por el aprovechamiento de su piel osimplemente con el fin de proteger lacaza menor, e incluso mayor, con el fin deobtener un mejor aprovechamiento cine-gético.Su gran capacidad de adaptación, suastucia y la facilidad de recuperación desus poblaciones, han hecho posible que apesar del empleo indiscriminado en tiem-pos pasados, de medidas, métodos ycampañas para reducir su población,actualmente sea el carnívoro más exten-dido en el mundo (Gortázar, 1998).Tal ha sido la capacidad de adaptación delzorro a las diferentes circunstancias ymodificaciones del hábitat que, al contra-rio de lo que ocurre con otros carnívoros,

suele ser más abundante en las zonas demayor densidad de población humana,colonizando las áreas periurbanas y apro-vechando los recursos tróficos de basure-ros y de la actividad antrópica. Tal vezesta capacidad de adaptarse y de noespecializarse ni depender de un solo tipode presas o recurso trófico le ha permiti-do sobrevivir y prosperar prácticamenteen cualquier lugar de la Península Ibéricay en gran parte del mundo. A pesar a su abundancia, tradicionalmen-te se ha considerado al zorro como unaespecie de escasa relevancia cinegética,salvo en países de arraigada tradiciónvenatoria sobre este animal, como elReino Unido. En España, y concretamen-te en Galicia, hasta hace unos años que

11Introducción

EEll zzoorrrroo rroojjoo ((VVuullppeess vvuullppeess)),, pprroottaaggoonniissttaa iinnddiissccuuttiibbllee ddeemmúúllttiipplleess ccuueennttooss,, lleeyyeennddaass yy ffáábbuullaass,, eess uunn mmaammííffeerroo ddeettaammaaññoo mmeeddiioo,, pprreeddaaddoorr ooppoorrttuunniissttaa,, aammpplliiaammeennttee ddiissttrrii--bbuuiiddoo eenn GGaalliicciiaa yy ffáácciillmmeennttee iiddeennttiiffiiccaabbllee ppoorr ssuu rreellaattiivvaa--mmeennttee llaarrggaa yy ttuuppiiddaa ccoollaa..

IIddiioommaa NNoommbbrree

GGaalllleeggoo Raposo

EEssppaaññooll Zorro

CCaattaalláánn Guineu

EEuusskkeerraa Azeri Arrunda

FFrraannccééss Renard

IInnggllééss Red Fox

TTaabbllaa 11.. Nombres del Zorro (Vulpes vulpes)en diferentes idiomas

11 • o raposo en Galicia

se comenzó a practicar la modalidad decaza del raposo, sólo se capturaba deforma ocasional, por el valor de su piel yen ocasiones se organizaban campañaspara reducir el número de ejemplares porla incidencia negativa que su poblaciónsuponía sobre la recuperación y aumentode otras especies de caza menor conmayor interés cinegético (perdiz roja, fai-sán, liebre y, sobre todo, conejo) (Álvarez,1997). Igualmente puede esquilmarpoblaciones de especies amenazadas,particularmente aves esteparias, asícomo causar importantes bajas en lascrías de corzo de corta edad.Ocasionalmente, se le relaciona condaños a la ganadería doméstica (preda-ción de cabritos, corderos y aves decorral) (Macdonald y col. 2004).

o raposo en Galicia • 12

El zorro es un mamífero carnívoro perte-neciente a la familia Canidae. En estafamilia se agrupan más de 24 géneros,algunos actualmente fósiles y otros con laindudable importancia del género Canis,donde se clasifica el perro y el lobo porejemplo, así como el género Vulpes entreotros. En nuestro caso concreto nos cen-traremos exclusivamente en el géneroVulpes y, dentro de él, en la especie vul-pes, pues son el género y especie corres-pondientes a nuestro protagonista, elzorro rojo (Vulpes vulpes, Linnaeus, 1758)(Sillero-Zubiri y col, 2004).

Dentro de la especie vulpes se han des-crito desde hace muchos años dossubespecies: Vulpes vulpes crucigera(Bechstein, 1789) y Vulpes vulpes silaceus(Miller, 1907). Esta clasificación ya apare-ce citada en 1890 por el Conde LeCouteulx de Canteleu en su famoso librode caza “Manual de Vénerie Francesa”donde se habla también de una tercerasubespecie, el “carbonero”, diferente delas otras por el color de su capa.

La subespecie Vulpes vulpes silaceus esendémica de la Península Ibérica, por loque sólo la podremos encontrar en esteterritorio, y se diferencia porque tiene trescolores en el pelaje, con tonos grises, roji-zos y amarillentos. Aunque no se cono-cen con exactitud los límites geográficosde distribución de las subespecies, pare-ce ser que ésta es la subespecie quepodemos encontrar en Galicia (Camps,

22Clasificación Taxonómica yevolución de la especie y laspoblaciones.

CCLLAASSIIFFIICCAACCIIÓÓNN CCIIEENNTTÍÍFFIICCAA

RReeiinnoo Animalia

FFiilloo Chordata

CCllaassee Mammalia

ÓÓrrddeenn Carnivora

FFaammiilliiaa Canidae

GGéénneerroo Vulpes

EEssppeecciiee vulpes

Descrito por: Linnaeus, 1758

TTaabbllaa 22.. Clasificación Taxonómica del zorrorojo. Wilson et al. (2005)

V.v. crucigera V.v. silaceus

13 • o raposo en Galicia

2004). A pesar de lo comentado anterior-mente, los últimos estudios realizados alrespecto, aplicando las tecnologías másnovedosas de análisis de ADN, señalanque en Europa no existen subespeciesconcretas pero sí diferencias morfológi-cas de tamaño y pelaje entre los zorros endiferentes lugares y concretamente entrelos ecotipos de zorros ibéricos meridiona-les y los septentrionales.En un breve recuerdo del origen de laespecie vulpina, debemos anotar que elzorro europeo aparece en el Pleistocenomedio, aproximadamente hace unos400.000-180.000 años (Benito, 1998) ydesde tiempos muy lejanos ha mantenidocontacto con la especie humana, talcomo demuestra el hallazgo de restos deesta especie asociados a los del hombreen diferentes yacimientos. Los restosmás antiguos relacionados con el zorroencontrados en la Península Ibérica perte-necen a un Vulpes alopecoides, antepasa-do del zorro actual, descubierto en Puellade Valverde (Teruel) y con una antigüedadde unos tres millones de años. Este ejem-plar era un poco más pequeño que elactual y con dentadura cortante (Camps2004).Parece ser, o así se puede interpretar, queel zorro seguía o se aproximaba a loshumanos para aprovecharse de los des-perdicios que generaba; aunque tambiénes posible que su carne sirviera como ali-mento en momentos de escasez y que, apesar de todo, su principal aprovecha-miento seguramente radicaba en el usode su piel y pelo para abrigo de nuestrosancestros.No podemos olvidar que el zorro ha esta-do y está estrechamente ligado desdesiempre a nuestros pueblos y aldeas,

siempre como un mal compañero decamino, lo cual ha motivado ciertassupersticiones respecto a su presencia,llegando incluso la gente del campo apreferir designarlo por un seudónimopara ni siquiera mencionar su nombre, locual ha generado un amplio número deapodos o nombres vernáculos, algunosde ellos citados anteriormente y otrosque podemos ver en la tabla 3.También ha sido el centro de cuentos,leyendas populares y fábulas conocidaspor todos en las que, autores de la tallade Esopo, La Fontaine o el propio Goethe,aprovechan y acrecientan la astucia delzorro, cargándole en ocasiones con viciosy virtudes humanas, para divertir y ejem-plarizar a los lectores o escuchantes desus historias.En la siguiente tabla reunimos los nom-bres y apodos empleados en el campopara denominar al zorro (debido a que lasdenominaciones relacionadas correspon-den a las diferentes lenguas habladas enEspaña, no se utiliza letra cursiva en nin-gún caso).

En la cultura popular el zorro no solo hasido el protagonista de leyendas y fábu-las, también tradicionalmente ha sido

Clasificiación Taxonómica y EvoluciónHistórica de la Especie y las Poblaciones

objeto de cierta superstición, así se considera de un mal signo encontrarse el zorro enel inicio de la jornada de caza, al principio del cazadero o fallar un zorro en una monte-ría.

o raposo en Galicia • 14

alfonso golpe perico amigo das pitas

amátulo golpejo rabosa amigo dos polos

amigo golpello rabuda aqueloutro

andrés guineu raposa maría garcía

azel juanico raposu mil mañas

azelko luki renard o artista

azeri lukia reposo o das orellas

azeria mariquita señor o das orellas dereitas

bicho mariquito violo o das orellas largas

bravío pedro volpel o das patas lixeiras

fuina raboso volpitz o do rabo

gandano rabudo vop rabilongo

garcía rapiega vulpe saltaparedes

guilla rapiegu vulpino sete lanas

guinarda raposo xan vulpeja

Tabla 3. Sinonimia empleada en el medio rural para denominar al zorro de forma coloquial

15 • o raposo en Galicia

33

descanso. Está densamente cubierta depelo y en numerosas ocasiones poseeuna banda terminal de pelos blancos(Voigt, 1987). La longitud media de la colade los ejemplares estudiados por nos-otros es de 36,39 cm para todos los ejem-plares en general, tal como podemos veren la tabla 4 en la que además se anotanotros datos.EEll ppeellaajjee es suave y espeso, con colora-

El zorro rojo, (Vulpes vulpes, Linnaeus1758), es la especie más conocida delgenero Vulpes. Su morfología, en general,corresponde a la de un perro de tamañomedio pequeño (5-10 Kg), esbelto, conmorro alargado, orejas móviles prominen-tes, cola provista de abundante pelaje,extremidades cortas en proporción alcuerpo y pies más bien pequeños; aun-que con frecuencia podemos leer en la

bibliografía que las patas del zorro sonalargadas (Larivière y Pasitschniak-Arts,1966).LLaa ccoollaa es larga y equivale al 70% de lalongitud de la cabeza y el tronco, segúnpodemos leer en algunos libros y artícu-los (Voigt, 1987), pero los datos obtenidosen zorros cazados en Galicia y medidospor nosotros, indican que esa proporciónen el caso de los zorros gallegos se redu-ce a cifras en torno al 54%. Su función esla de actuar como balancín durante lamarcha y proporcionar calor durante el

Descripción Morfológicadel Zorro Rojo

o raposo en Galicia • 16

ción variable pudiendo ir desde tonospálido-amarillentos, casi melánicos, hastaejemplares de coloración amarillenta-roji-za o pardo-rojiza en sus partes superio-res. Habitualmente, las zonas ventralesde la cabeza y tronco, así como las carasmedias de las extremidades, tienen colo-ración blanco-crema, mientras los extre-mos (orejas, morro, pies y manos) son decolor negro. En todo caso hay que tenerpresente que la variación de color es muyamplia (García, 1995; Camps, 2004). Loszorreznos nacen con un pelaje uniformepardo oscuro, pero a partir del mes devida adquieren progresivamente colora-ciones similares a los ejemplares adultos(Voigt, 1987).Muda el pelo una vez al año (de primave-ra a otoño) presentando durante la épocacalurosa una cobertura pilosa más corta ymucho menos densa que durante elinvierno, lo que le confiere una aparienciade mayor tamaño en la época invernal(García, 1995).El zorro posee cinco dedos en cada extre-

midad, anterior y posterior, rematados entodos los casos con uñas no retráctiles.Otra característica del zorro es que poseepocas glándulas sudoríparas en la piel,

Descripción Morfológica del Zorro Rojo

LLoonnggiittuudd ccoollaa

MMeeddiiaa MMíínniimmoo MMááxxiimmooDDeessvviiaacciióónn ttííppiiccaa

TTooddooss 36,39 15,50 49,00 3,79

MMaacchhooss 37,19 15,50 49,00 4,54

HHeemmbbrraass 35,50 29,00 41,00 2,46

TTaabbllaa 44.. Medidas de la cola de zorros capturados en Galicia (en cm)

17 • o raposo en Galicia

por lo que la regulación térmica se realizaa través de las vías respiratorias medianteel jadeo y la lengua.LLooss oojjooss son redondos, de color marrónavellana en adultos y azulados en cacho-rros, proporcionalmente pequeños y conla pupila ligeramente alargada en sentidovertical, aunque en condiciones demenos luz su forma es circular (Larivière,1996).

El tamaño y medidas morfométricas delzorro muestran una importante variaciónindividual y geográfica. La longitud de lacabeza y tronco de los adultos puedevariar desde 45,5 a 90,0 centímetros, y lalongitud de la cola entre 30,0 y 55,5 cmen ejemplares del Valle del Ebro (Gortazar,1999). En el caso de los zorros gallegos lalongitud de cabeza y tronco osciló entrelos 57 y los 79 cm; mientras que la longi-tud de la cola, tal como hemos comenta-do, no superó en ningún caso los 49 cm(ver tabla 4).LLaa lloonnggiittuudd ttoottaall, medida desde la puntade la hocico hasta el extremo final de lacola (última vértebra coccígea), alcanzaen los machos más desarrollados unos120 cm, mientras que los valores en lashembras están comprendidos entre 86 y114 cm (ver tabla 5).EEll ppeerríímmeettrroo ttoorráácciiccoo tanto de hembrascomo de machos se sitúa entre los 28 y

los 42 cm (Tabla 6).EEll ppeessoo puede variar entre los 3 y los 14kg, siendo los machos mayores que lashembras (Gortázar, 1997 y 1999). El pesode los zorros capturados en Galicia fluc-tuó entre los 3,21 kg y los 8,09 kg, resul-tando ligeramente más pesados losmachos (ver tabla 7).LLaa eeddaadd no es un parámetro fácil de esta-blecer con total exactitud, si bien en

o raposo en Galicia • 18

nuestro trabajo pudimos comprobar quela mayoría de individuos estaban com-prendidos en un rango de edad entre los

12 meses y los 5 años. Algunos autoresafirman que el zorro tiene una vida mediade 3 años, aunque muchos animales no

Descripción Morfológica del Zorro Rojo

LLoonnggiittuudd ttoottaall

MMeeddiiaa MMíínniimmoo MMááxxiimmooDDeessvviiaacciióónn ttííppiiccaa

TTooddooss 104,09 69,00 120,00 7,18

MMaacchhooss 105,93 69,00 120,00 8,41

HHeemmbbrraass 102,01 86,00 114,00 4,74

TTaabbllaa 55.. Longitud total de los ejemplares capturados en Galicia

PPeerríímmeettrroo ttoorráácciiccoo

MMeeddiiaa MMíínniimmoo MMááxxiimmooDDeessvviiaacciióónn ttííppiiccaa

TTooddooss 35,90 28,00 42,00 2,96

MMaacchhooss 37,20 30,00 42,00 2,71

HHeemmbbrraass 34,44 28,00 40,00 2,53

TTaabbllaa 66.. Perímetro torácico de los zorrros estudiados en Galicia

19 • o raposo en Galicia

alcanzan su primer año de vida, y que losmás viejos no superan los 12 años enestado salvaje o de libertad (Blanco,1998). A este respecto queremos anotarque nosotros clasificamos los ejemplaresen juveniles (menos de 12 meses), adul-tos (desde 1 hasta 5 años) y gerontes (5 ó

más años) comprobando que el 39,83%de los ejemplares cobrados eran juveni-les, el 45,17% adultos y el 15% gerontes(estos datos se analizan de forma másprofunda y detallada en el apartadocorrespondiente a Dinámica dePoblaciones.

PPeessoo

MMeeddiiaa MMíínniimmoo MMááxxiimmooDDeessvviiaacciióónn ttííppiiccaa

TTooddooss 5,65 3,21 8,09 0,93

MMaacchhooss 6,08 3,74 8,09 0,90

HHeemmbbrraass 5,16 3,21 6,56 0,69

TTaabbllaa 77.. Peso de los zorros estudiados en Galicia

o raposo en Galicia • 20

LLaa aallttuurraa aa llaa ccrruuzz (alzada) en los machossupera ligeramente a la de las hembras.Podemos reportar valores en los machosdesde los 31 cm hasta los 46 cm y en lashembras desde los 34 cm hasta los 46 cm(ver tabla 8) Otra característica destacable es que elnúmero de cromosomas del zorro es 34(Rausch y col, 1979; Gortázar, 1997), valormuy alejado en comparación con el Canislupus y el Canis familiaris que es de 78(Wayne, 1987; Graphodatsky, 2001), loque imposibilita obtener cruces fértilesdel zorro con las otras especies.Para finalizar este aparado queremosmencionar de forma resumida que lossentidos de olfato, oído y vista están muydesarrollados, captando con facilidadcualquier movimiento. Además el zorropuede mantener el trote durante kilóme-tros, alcanzando, en momentos necesa-rios, velocidades de hasta 48 km/h.

También es un buen nadador y puede tre-par a los árboles o subir por paredes roco-sas escarpadas (Larivière y Pasitschniak-Arts, 1966).

Descripción Morfológica del Zorro Rojo

AAllttuurraa aa llaa ccrruuzz

MMeeddiiaa MMíínniimmoo MMááxxiimmooDDeessvviiaacciióónn ttííppiiccaa

TTooddooss 37,99 31,00 46,00 2,68

MMaacchhooss 39,28 34,00 46,00 2,33

HHeemmbbrraass 36,53 31,00 41,00 2,28

TTaabbllaa 88.. Altura a la cruz de los zorros estudiados en Galicia

gresión colonizótodo el continen-te excepto laparte norte (Meia,2003).En España, elzorro se encuen-tra ausente enBaleares y Canarias, pero sí ocupa elresto del territorio peninsular, desde elnivel del mar hasta la alta montaña(Jisbert, 1996; Meia, 2003). Es más abun-dante en zonas muy humanizadas y cercade basureros que le ofrecen una fuentealimenticia suplementaria. No obstante, ya diferencia de lo que se ha constatadoen otras ciudades europeas, comoLondres, en España no existen zorrosurbanos (Meia, 2003).En Galicia, el raposo se extiende por todoel territorio, ocupando diferentes hábi-tats. Tal como veremos con más detalleen el apartado correspondiente, los cen-sos son mayores en las zonas periurba-nas, próximas a granjas, mataderos,basureros, etc. Con los datos obtenidosen nuestro trabajo de campo podemoshablar de una densidad media en áreasperiurbanas de 3.88 zorros/km2, e inclu-so, en lugares puntuales la media seeleva hasta 5,36. Esto demuestra que losdesechos de las actividades del hombresuponen una fuente de alimento impor-tante para el zorro.Como ya indicamos, en España viven 2subespecies, el zorro rojo europeo Vulpesvulpes crucigera, descrito por Bechsteinen 1789, cuyo límite sur de distribuciónse sitúa en los Pirineos y el zorro rojo ibé-rico Vulpes vulpes silacea descrito porMiller en 1907, que es propio de laPenínsula Ibérica.

21 • o raposo en Galicia

El zorro (Vulpes vulpes) es, actualmente,el carnívoro de distribución mundial másamplia. Antiguamente ocupaba estepuesto el lobo (Canis lupus), pero la inter-vención del hombre redujo su área.Además el zorro es el mamífero con ladistribución natural más cosmopolita des-pués del hombre (Sheldon, 1990).En el Paleártico ocupa desde Europa occi-dental hasta Japón, evitando altitudessuperiores a 2000-2500 metros y el inte-rior de la tundra en el norte de Siberia. Porel sur, la especie alcanza el norte de Áfri-ca y parte de la Península Arábiga, todaAsia Menor y, en el extremo oriente llegahasta Indochina. En el Neártico, el zorro aparece en lamayor parte del territorio de Canadá yEstados Unidos, incluida Alaska, con laexcepción del sur de las costas atlántica y

pacifica, parte del Ártico y parte de lasgrandes llanuras del centro-sur deEstados Unidos (Harris y Lloyd, 1991).Fue introducido por la mano del hombreen Australia en 1868, para combatir elexceso de conejos, y con una rápida pro-

44DistribuciónGeográficadel Zorro

o raposo en Galicia • 26

77Alimentación

La alimentación del zorro y su posibleinfluencia sobre la dinámica poblacionalde sus presas, especialmente las de inte-rés cinegético, ha llevado a que la dietade este animal haya sido exhaustivamen-te estudiada, lo que se traduce en la exis-tencia de varios cientos de trabajos publi-cados sobre este tema (Meia, 2004).Como era de esperar, el régimen alimen-tario varía mucho de unas zonas a otras yentre las diversas estaciones del año. Sele puede considerar omnívoro o carnívorooportunista ya que su dieta incluye mamí-feros, invertebrados, aves y frutos, conuna ingesta diaria de alimento que se esti-ma entre los 300 y 600 gramos(McDonnald y Reynold, 2005). Podemosdecir que se trata de un cazador “genera-lista”, no especializado y omnívoro, queconsumirá aquellos recursos más abun-dantes o más fáciles de obtener en unmomento dado y esta capacidad paraincluir cualquier tipo de alimento en sudieta le permite adaptarse a una granvariedad de hábitats (Gortázar, 2005).Posiblemente por ello se observan dife-rencias en la alimentación en las distintasépocas del año. Así, durante la época decría de los cachorros, el zorro prefierepresas de tamaño mediano, como elconejo, cuyo aporte a la madriguera resul-te energéticamente rentable (Lindströn,1994; Gortázar, 2002) e incluso presasmayores (pero también muy rentablesdesde el punto de vista energético),como son los corcinos durante sus prime-ros días de vida, en los que puede ser el

responsable del 88% de las muertes delprimer mes de vida (Jarmeno y col 2005;Panzacchi y col, 2007 y 2008). Por el con-trario, en la dieta otoñal e invernal incluyegran número de frutos silvestres y cultiva-dos, muy especialmente zarzamoras,arándanos, ciruelas, higos, uvas, etc.(Bermejo, 1996). Todo esto, con absolutorespeto a otras opiniones, nos hace pen-sar que indudablemente utiliza como ali-mento en cada época lo que el medio leofrece con más facilidad y abundanciacon independencia de otras consideracio-nes.

Parte de las discrepancias que existenentre los diferentes estudios realizadossobre la alimentación del zorro, puedenestar originadas por el método seleccio-nado para analizar la dieta. Los tres siste-mas básicos que se pueden emplear sonlos siguientes:• Examinar el contenido del estómago.Se realiza con ejemplares procedentes deacciones cinegéticas, animales muertospor enfermedad o accidente y es el méto-

27 • o raposo en Galicia

do empleado en la mayoría de los traba-jos.• Estudiar los restos de alimentos cercade las madrigueras. Suele considerarseun indicador de las presas aportadas porlos padres para alimentar a sus crías.• Valorar los restos de alimentos que apa-recen en las heces: este método permitedisponer de gran cantidad de materialpero se pueden cometer bastantes erro-res a la hora de identificar el alimento par-cialmente digerido.

Algunos autores (Ballesteros, 1998; Meia,2004) clasifican los diferentes alimentosconsumidos por el zorro en varias catego-rías:•• RReeccuurrssooss pprriinncciippaalleess:: aquí se incluyenlos conejos, pequeños roedores y liebres.En diferentes zonas de Europa, estas pre-sas constituyen más del 75% de la dietadel zorro (Meia, 2004). En España, dife-rentes trabajos han observado que estosalimentos no representan un porcentajetan elevado como en Europa e incluso enalgunas regiones no son el grupo mayori-tario, muy posiblemente por no ser unrecurso abundante en el medio (Calviño ycol, 1984; Rau y col, 1987; Gortázar,1999).

• RReeccuurrssooss sseeccuunnddaarriiooss:: basura, carro-ñas y otros. La importancia de esta cate-goría depende lógicamente del medio yen las zonas urbanas pueden llegar a serel recurso principal. En la PenínsulaIbérica, algunos autores han confirmadoesta situación y estos alimentos constitu-yen el pilar fundamental de la alimenta-ción del zorro en esas zonas concretas(Calviño y col, 1984; Reig y col, 1985;Gortázar, 2005).

-- IInnvveerrtteebbrraaddooss:: las lombrices de tierray los insectos pueden tener granimportancia en la nutrición según lasregiones o épocas del año y parecenser especialmente importantes paralos animales jóvenes durante el perío-do de dispersión (Rau y col, 1987;Soulsbury y col, 2008).-- FFrruuttooss:: se trata de otra fuente alimen-ticia importante y su aporte en bioma-sa a la dieta del zorro en España essimilar a la descrita en otros países(Gortázar, 1999; Hernández, 2005).-- AAvveess:: contrariamente a la idea gene-ral de que los zorros se alimentan engran parte de aves, tanto de corralcomo silvestres, en la mayoría de tra-bajos, las aves constituyen menos del15% de su dieta (Blanco, 1988; Meia,2004). Este porcentaje aumenta cuan-do se analizan animales en entornosurbanos o tras repoblaciones cinegéti-cas (Reynolds y Tapper, 1995).

•• RReeccuurrssooss ppuunnttuuaalleess:: aquí se incluyenalimentos que sólo son explotados deforma esporádica tales como peces, cere-ales, erizos, etc. A modo de anécdota,algún autor ha descrito casos de caniba-lismo e incluso ataques a gatos domésti-cos (Meia, 2004).

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Como dato curioso podemos comentarque distintos investigadores aseguranque el zorro desecha algunas de sus pre-sas que no le “saben bien”. Por ejemplo,encuentran topos o musarañas junto amadrigueras pero nunca en análisis deheces o en contenidos gástricos(Macdonald 1977; Jensen y Sequeira(1978); sin embargo, estudios posterio-res, en zonas montañosas del norte dePortugal, confirman que los zorros comentopos ibéricos frecuentemente en prima-vera y verano (Carvalho y Gomes 2001 y2004). En hábitats urbanos y periurbanos más dela mitad de la dieta del zorro la integranlas basuras y las carroñas de animalesdomésticos (Amores, 1975; Jensen eSequeira, 1978; Calviño y col, 1984;Gortázar, 1997) completando su dieta conmicromamíferos (ratones, ratas, topillos ymusarañas) e incluyendo también lombri-ces de tierra y artrópodos (Harris 1981;Harris, 1991), tal como confirmó en 2005Hernández en un trabajo realizado en elvalle del río Torío en León, donde ademásconfirmó el consumo de cerezas y de

topos por parte del zorro.Uno de los puntos más polémicos en rela-ción a la nutrición del zorro es su efectonegativo sobre las poblaciones de dife-rentes especies cinegéticas. Algunosestudios aportan datos que nos confir-man que el control de la población de pre-dadores tiene efectos beneficiosos sobrela población de presas, pero hay quetener en cuenta que en estos trabajos nose incluyen todas las variables que pue-den afectar a la dinámica de una pobla-ción y por tanto sería una visión muy sim-plista del problema el responsabilizarexclusivamente al zorro del declive pobla-cional de algunas especies.

Alimentación

23 • o raposo en Galicia

El zorro es la especie silvestre de costum-bres más diversas y comportamiento másvariado de cuantas rodean al ser humano.A titulo de ejemplo podemos recordarnoticias publicadas en diarios y comenta-rios sobre zorros que, a la hora en que losbañistas toman su comida en concurridasplayas aparecen puntuales para, si es elcaso, compartir el alimento o los restosde las comidas. También existen ejempla-res que no se acercan nunca durante el

día a poblaciones, mientras que al caer lanoche son un miembro más de la comu-nidad. El zorro puede ser esquivo, depre-dador constante o por el contrario visitan-

te asiduo de vertederos y depósitos debasura. Todos los comportamientos sonposibles en esta especie y lejos de ser uninconveniente supone una ventaja ya quele permite adaptarse a hábitats muy dife-rentes y sobrevivir en todos ellos.Durante mucho tiempo se ha clasificadoal zorro entre las especies de estructurasocial más simple; era habitual citarlocomo animal solitario que llevaba unavida como individuo independiente o bien

en pareja (Ballesteros, 1998). No obstan-te, en los últimos años, gracias al uso denuevas tecnologías que permiten elseguimiento de los individuos, se ha podi-

Etología, Costumbres yEstructura Social.

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o raposo en Galicia • 24

do comprobar que vive en grupos estruc-turados en la mayor parte de los lugares yque la estructura social del zorro dependedel medio en el que habita (Meia, 2004).La estructura social de un grupo de zorrosdepende fundamentalmente de los recur-sos disponibles. Inicialmente, el grupo secompone de una pareja reproductora yeste parece ser el mínimo vital ya que lapresencia del macho es necesaria paraaprovisionar a la hembra durante las dosprimeras semanas después del parto. A lapareja pueden asociarse adultos comple-mentarios o subordinados, en función delalimento y de su distribución espacial ytemporal, pero también otros elementosambientales y etológicos. Estos adultossubordinados pueden o no colaborar enla crianza de los cachorros de la hembradominante tal como mencionamos en elapartado de reproducción.En áreas con un limitado acceso a recur-

sos alimentarios, se acentúa extraordina-riamente la territorialidad y muchoszorros pueden vivir en solitario, mientrasque en zonas con alimento abundante elcomportamiento territorial resulta menosmarcado (Ballesteros, 1998). En principio,no hay límites al número de individuosque componen un grupo y se han obser-vado grupos de hasta 10 zorros aunque,en general, las colonias de más de 5 adul-tos parecen destinadas a escindirse(Harris y Lloyd, 2001).Los zorros que complementan a la parejase engloban en dos tipos:• Animales jóvenes de un año que en elmomento de la dispersión no tienen queabandonar el espacio paterno porque hay“una plaza disponible”.• Animales viejos, en muchos casoshembras, que han perdido su estatus dereproductora dominante pero siguen per-maneciendo en el grupo.

Etología, Costumbres y Estructura Social.

25 • o raposo en Galicia

El zorro, como otros predadores, vive enun territorio bien definido. El tamaño desu territorio es relativamente variable ydepende de diversos factores, siendouno de los principales la disponibilidad dealimento (De Camps, 2004). Diversosestudios, realizados en la PenínsulaIbérica, demuestran que la superficieterritorial se incrementa y la densidadpoblacional disminuye en zonas conmenor oferta trófica, comprobando queen lugares donde el alimento era abun-dante los zorros dominaban territorios deunas 40 hectáreas, pero los territorios sonmayores en zonas con menor oferta trófi-ca.En otras regiones del mundo, el tamañodel territorio oscila entre las 100 y 500hectáreas en Europa y las 500-1500 hec-táreas que pueden ocupar enNorteamérica. Estos territorios son defen-didos activamente de otros posibles com-petidores y sólo en alguna época del añose producen solapamientos entre los gru-pos colindantes (MacDonald, 1980). Ladispersión, es decir, la búsqueda de nue-

vos territorios, generalmente por parte delos juveniles, comienza a finales de vera-no y se prolonga hasta el invierno. Losadultos también pueden cambiar de áreade campeo. La distancia media recorridapara buscar tiene una relación inversa conel tamaño medio de las áreas de campeo(Larivière y Pasitschniak-Arts, 1996).Los zorros son animales que muestranactividad nocturna principalmente, aun-que en lugares tranquilos no sea raro des-cubrirlos durante el día. La actividad diur-na es mayor en áreas poco frecuentadascuando las noches son cortas (Rau y col,1985; Gortázar, 2005). Al igual que enotros aspectos sobre la vida del zorro,también existen ciertas controversiassobre el lugar donde realiza su descansodiario. Las diferencias observadas pare-cen estar claramente relacionadas con lazona donde se han realizado el estudio;así en España, el zorro no suele usar lasmadrigueras durante el descanso diurno yprefiere permanecer en zonas con unabuena cobertura vegetal (Blanco, 1998).

o raposo en Galicia • 26

77Alimentación

La alimentación del zorro y su posibleinfluencia sobre la dinámica poblacionalde sus presas, especialmente las de inte-rés cinegético, ha llevado a que la dietade este animal haya sido exhaustivamen-te estudiada, lo que se traduce en la exis-tencia de varios cientos de trabajos publi-cados sobre este tema (Meia, 2004).Como era de esperar, el régimen alimen-tario varía mucho de unas zonas a otras yentre las diversas estaciones del año. Sele puede considerar omnívoro o carnívorooportunista ya que su dieta incluye mamí-feros, invertebrados, aves y frutos, conuna ingesta diaria de alimento que se esti-ma entre los 300 y 600 gramos(McDonnald y Reynold, 2005). Podemosdecir que se trata de un cazador “genera-lista”, no especializado y omnívoro, queconsumirá aquellos recursos más abun-dantes o más fáciles de obtener en unmomento dado y esta capacidad paraincluir cualquier tipo de alimento en sudieta le permite adaptarse a una granvariedad de hábitats (Gortázar, 2005).Posiblemente por ello se observan dife-rencias en la alimentación en las distintasépocas del año. Así, durante la época decría de los cachorros, el zorro prefierepresas de tamaño mediano, como elconejo, cuyo aporte a la madriguera resul-te energéticamente rentable (Lindströn,1994; Gortázar, 2002) e incluso presasmayores (pero también muy rentablesdesde el punto de vista energético),como son los corcinos durante sus prime-ros días de vida, en los que puede ser el

responsable del 88% de las muertes delprimer mes de vida (Jarmeno y col 2005;Panzacchi y col, 2007 y 2008). Por el con-trario, en la dieta otoñal e invernal incluyegran número de frutos silvestres y cultiva-dos, muy especialmente zarzamoras,arándanos, ciruelas, higos, uvas, etc.(Bermejo, 1996). Todo esto, con absolutorespeto a otras opiniones, nos hace pen-sar que indudablemente utiliza como ali-mento en cada época lo que el medio leofrece con más facilidad y abundanciacon independencia de otras consideracio-nes.

Parte de las discrepancias que existenentre los diferentes estudios realizadossobre la alimentación del zorro, puedenestar originadas por el método seleccio-nado para analizar la dieta. Los tres siste-mas básicos que se pueden emplear sonlos siguientes:• Examinar el contenido del estómago.Se realiza con ejemplares procedentes deacciones cinegéticas, animales muertospor enfermedad o accidente y es el méto-

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do empleado en la mayoría de los traba-jos.• Estudiar los restos de alimentos cercade las madrigueras. Suele considerarseun indicador de las presas aportadas porlos padres para alimentar a sus crías.• Valorar los restos de alimentos que apa-recen en las heces: este método permitedisponer de gran cantidad de materialpero se pueden cometer bastantes erro-res a la hora de identificar el alimento par-cialmente digerido.

Algunos autores (Ballesteros, 1998; Meia,2004) clasifican los diferentes alimentosconsumidos por el zorro en varias catego-rías:•• RReeccuurrssooss pprriinncciippaalleess:: aquí se incluyenlos conejos, pequeños roedores y liebres.En diferentes zonas de Europa, estas pre-sas constituyen más del 75% de la dietadel zorro (Meia, 2004). En España, dife-rentes trabajos han observado que estosalimentos no representan un porcentajetan elevado como en Europa e incluso enalgunas regiones no son el grupo mayori-tario, muy posiblemente por no ser unrecurso abundante en el medio (Calviño ycol, 1984; Rau y col, 1987; Gortázar,1999).

• RReeccuurrssooss sseeccuunnddaarriiooss:: basura, carro-ñas y otros. La importancia de esta cate-goría depende lógicamente del medio yen las zonas urbanas pueden llegar a serel recurso principal. En la PenínsulaIbérica, algunos autores han confirmadoesta situación y estos alimentos constitu-yen el pilar fundamental de la alimenta-ción del zorro en esas zonas concretas(Calviño y col, 1984; Reig y col, 1985;Gortázar, 2005).

-- IInnvveerrtteebbrraaddooss:: las lombrices de tierray los insectos pueden tener granimportancia en la nutrición según lasregiones o épocas del año y parecenser especialmente importantes paralos animales jóvenes durante el perío-do de dispersión (Rau y col, 1987;Soulsbury y col, 2008).-- FFrruuttooss:: se trata de otra fuente alimen-ticia importante y su aporte en bioma-sa a la dieta del zorro en España essimilar a la descrita en otros países(Gortázar, 1999; Hernández, 2005).-- AAvveess:: contrariamente a la idea gene-ral de que los zorros se alimentan engran parte de aves, tanto de corralcomo silvestres, en la mayoría de tra-bajos, las aves constituyen menos del15% de su dieta (Blanco, 1988; Meia,2004). Este porcentaje aumenta cuan-do se analizan animales en entornosurbanos o tras repoblaciones cinegéti-cas (Reynolds y Tapper, 1995).

•• RReeccuurrssooss ppuunnttuuaalleess:: aquí se incluyenalimentos que sólo son explotados deforma esporádica tales como peces, cere-ales, erizos, etc. A modo de anécdota,algún autor ha descrito casos de caniba-lismo e incluso ataques a gatos domésti-cos (Meia, 2004).

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Como dato curioso podemos comentarque distintos investigadores aseguranque el zorro desecha algunas de sus pre-sas que no le “saben bien”. Por ejemplo,encuentran topos o musarañas junto amadrigueras pero nunca en análisis deheces o en contenidos gástricos(Macdonald 1977; Jensen y Sequeira(1978); sin embargo, estudios posterio-res, en zonas montañosas del norte dePortugal, confirman que los zorros comentopos ibéricos frecuentemente en prima-vera y verano (Carvalho y Gomes 2001 y2004). En hábitats urbanos y periurbanos más dela mitad de la dieta del zorro la integranlas basuras y las carroñas de animalesdomésticos (Amores, 1975; Jensen eSequeira, 1978; Calviño y col, 1984;Gortázar, 1997) completando su dieta conmicromamíferos (ratones, ratas, topillos ymusarañas) e incluyendo también lombri-ces de tierra y artrópodos (Harris 1981;Harris, 1991), tal como confirmó en 2005Hernández en un trabajo realizado en elvalle del río Torío en León, donde ademásconfirmó el consumo de cerezas y de

topos por parte del zorro.Uno de los puntos más polémicos en rela-ción a la nutrición del zorro es su efectonegativo sobre las poblaciones de dife-rentes especies cinegéticas. Algunosestudios aportan datos que nos confir-man que el control de la población de pre-dadores tiene efectos beneficiosos sobrela población de presas, pero hay quetener en cuenta que en estos trabajos nose incluyen todas las variables que pue-den afectar a la dinámica de una pobla-ción y por tanto sería una visión muy sim-plista del problema el responsabilizarexclusivamente al zorro del declive pobla-cional de algunas especies.

Alimentación

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El zorro se incluye dentro de las especiesmonoéstricas estacionales siendo la dura-ción del día/noche (fotoperíodo) y la tem-peratura los factores que van a determi-nar el momento del año en el que el zorrose va a reproducir (McDonald y Reynolds,2005; Valdespino, 2007). En la PenínsulaIbérica, los apareamientos suelen tenerlugar en los meses de enero y febrero,retrasándose hasta el mes de marzo enlas regiones del Norte de Europa (Jeanne

Bros, 1987; Gortázar, 2005). La hembrasuele estar receptiva durante 1 a 6 días,que es la duración estimada para el estro.Durante este periodo se sucederán variascúpulas de unos 20-25 minutos de dura-ción, pero la ovulación es espontánea(independiente de la cúpula) (Cavallini ySantini 1996) y la implantación del óvulofecundado se produce entre el día 10 y 14después de la monta (McDonald yReynolds, 2005).

Reproducción

o raposo en Galicia • 30

de las condiciones ambientales, y se hasugerido que, en determinadas circuns-tancias, incluso podría prever la futuraabundancia primaveral de presas en elmomento de ovular en invierno(Lindström y Lindström, 1991).La mortalidad intrauterina es habitual ytambién parece ser un mecanismo paraajustar el tamaño de la camada en fun-ción de la disponibilidad de alimento o dela estructura y densidad de la población(Ballesteros, 1998). El recuento de cicatri-ces placentarias (uteromas), cuerpos lúte-os en ovarios, embriones y crías vivas enlas madrigueras son los datos que serecogen en la mayoría de los estudiospara calcular los parámetros reproducti-vos del zorro (Lloyd, 1980; Gortázar,1999). En España, el tamaño promedio dela camada puede variar entre 1 y 7 zorrez-nos (Gortázar, 2005). Algún autor describela presencia de hasta 13 cachorros en lamisma madriguera; en estos casos esmás probable que se trate de dos cama-das de madres diferentes, pero criadasconjuntamente por el uso ocasional demadrigueras compartidas, que el hechode que sea una sola camada (Meia, 2004).

Reproducción

Tradicionalmente, se ha considerado elzorro como una especie monógama; sinembargo, las observaciones más recien-tes indican que las zorras se aparean condiversos miembros del mismo grupo,incluso con los de grupos vecinos.Aunque los individuos dominantes tienenpreferencia a la hora de la reproducción,los animales subordinados también pue-den reproducirse en algunas circunstan-cias (Meia, 2004).La gestación dura algo menos de dosmeses, con una media de 53 días, osci-lando el rango normal entre 49 y 56 días(Meia, 2004; McDonald y Reynolds,2005).El zorro vuelve a demostrar su versatili-dad a la hora de elegir el lugar donde va aparir; en la mayoría de las ocasiones, uti-lizarán madrigueras pero si no disponende ellas, seleccionarán un lugar seco yprotegido de la intemperie y de los intru-sos (edificios abandonados, canalizacio-nes secas, etc.). Las características de lasmadrigueras dependen mucho de laconstrucción pero suelen tener una entra-da de 25-30 cm. de diámetro y una ovarias galerías que pueden llegar a másde 20 m de longitud (Ballesteros, 1998).Un requisito fundamental para entenderla dinámica de una población silvestre esel conocimiento de su natalidad o elnúmero de jóvenes producidos en untiempo determinado. El esfuerzo repro-ductor del zorro, esto es, el porcentaje dehembras gestantes, la tasa de ovulación yel tamaño de la camada, puede variar enfunción de distintos factores, siendo unode los principales la abundancia y la distri-bución de los recursos tróficos (Lloyd,1980). Por lo tanto, parece evidente que elzorro es más o menos prolífico en función

31 • o raposo en Galicia

En el caso concreto de las hembrasadultas examinadas en estos últimosaños, hemos podido comprobar la pre-sencia de un número medio de 3,58uteromas por hembra, pero no tene-mos datos sobre el número de cacho-rros nacidos ni destetados.En diferentes regiones de España, lostamaños de camada y el número deembriones (3,32 cachorros por hembra)son inferiores a los observados enotros puntos de Europa, lo que pareceindicar que la población de zorros esta-ría estabilizada en una densidad alta(Ceballos y col, 1991; Martorell yGortázar, 1993; Gortázar, 1999). Esto,sumado a la presencia de una conside-rable proporción de hembras que, aun-

que maduras, no crían, otorga a estapoblación una considerable capacidadde respuesta frente a las extraccionesque de ella se hagan.

o raposo en Galicia • 32

Los cachorros nacen ciegos, con elcuerpo cubierto de borra, miden entre10 y 15 cm, con un peso entre 50 y 150gramos y suelen abrir los ojos entre los9 y 14 días posparto (McDonald yReynolds, 2005). Durante las dos pri-meras semanas, los recién nacidosdependen de la madre, que no abando-na la madriguera, y el macho, y a vecesotro adulto de la manada, son losencargados de aportar alimento a lamadre (Meia, 2004). A partir de un mesde edad comienzan a salir de la madri-guera y a consumir las primeras presasenteras que cazan para ellos los adul-tos, generalmente aves y mamíferos de

pequeño tamaño. La lactación exclusiva dura cinco sema-nas y finaliza de forma progresiva entrelos 2 y 3 meses de vida (Lloyd, 1980). Alos tres meses de edad abandonan com-pletamente la madriguera y comienzan acazar con la madre (Ballesteros, 1998).Aproximadamente con 6 meses, los jóve-nes alcanzan la talla adulta y su peso seha multiplicado por ocho desde su prime-ra salida al aire libre (Meia, 2004). Lamadurez sexual la alcanzan en el primeraño de vida, pero en áreas de elevadadensidad poblacional muchas hembrasjóvenes, de menos de un año, no entranen celo, abortan o abandonan su camada(Mcllray y col, 2001).Una vez que los animales jóvenes empie-zan a alcanzar su madurez sexual (haciafinales de año), se produce un aumentode las tensiones relacionales en el senodel grupo que inducen el fenómeno de ladispersión. Este fenómeno consiste en elabandono del territorio parental, por partede los jóvenes, para instalarse en unnuevo territorio. La dispersión es más fre-cuente en los machos jóvenes, más pro-pensos a abandonar el espacio de lospadres y recorrer distancias largas, perotambién la realizan las hembras jóvenes.Los animales pueden abandonar el territo-rio parental de forma repentina o progre-siva y el recorrido que realizan es inversa-mente proporcional a la densidad pobla-cional (Meia, 2004). En algunas ocasio-nes, los jóvenes pueden permanecer den-tro del grupo bien sea porque los recur-sos alimentarios son suficientes o se hanincrementado o porque se ha creado unavacante por la desaparición de un ejem-plar.

Reproducción

33 • o raposo en Galicia

Las huellas constituyen un signo inequí-voco dejado por un animal, indicativo desu presencia. Evaluar y estudiar las hue-llas en la arena, polvo o nieve es uno delos métodos más antiguos de evidenciarla presencia de animales en algún lugar.Las huellas de zorro pueden observarsecon frecuencia en caminos y pistas fores-tales que utilizan para desplazarse, peroademás podemos encontrarlas casi encualquier lugar, incluidos basureros yzonas periurbanas. Tan representativas dela presencia del animal son las huellasque varios autores las han utilizado comométodo en la estimación de abundanciasrelativas (Thompson y col, 1989) y absolu-tas (Dzieciolowski, 1976; Van Dyke y col,1986; Reid y col, 1987), así como en estu-dios ecológicos de patrones de actividaden varias especies de vertebrados e inver-tebrados (Bider, 1962 y 1968; Álvarez ycol, 1983).

El zorro posee tanto en las extremidadesanteriores como posteriores cinco dedos,de los que en su huella solo marca cuatro,debido a que el primer dedo está situadoen ambos casos en una posición más pro-ximal y no contacta con el suelo. En lashuellas, además de las cuatro almohadi-llas de los cuatro dedos impresos de cadauna de las cuatro extremidades, se mar-can sus respectivas uñas y una “almoha-dilla principal”.

99Huellas, Rastros yMarcas de Presencia.

o raposo en Galicia • 34

El tamaño de las huellas del zorro es apro-ximadamente de 5 cm de longitud y de 3-4 cm de anchura, con forma y tamañomuy similar a las de un perro pequeño,aunque la huella trasera es más estrecha,lo que le confiere un aspecto alargado(Ballesteros, 1998).

entre el punto más caudal de las almoha-dillas centrales y el más craneal de laslaterales, observando que en el caso delzorro, excepto en suelos muy blandos,esta línea no corta a unas ni a otras, adiferencia de otros carnívoros.En la huella delantera la marca de losdedos está más abierta, por lo que esligeramente más ancha y tiene, en con-junto, un aspecto más redondeado que lahuella trasera. Generalmente se desplazaal trote y con el eje longitudinal de lashuellas en posición oblicua a la direcciónen que se desplaza. La separación entredos huellas consecutivas es de unos 30cm (Becker y col, 1999; González, 2001).

El zorro suele escarbar en las madrigue-ras y refugios de sus posibles presas,dejando marcas bien visibles de su activi-dad, que evidencia la presencia y la activi-dad en la zona del canido. Además cuan-

Observando en detalle la forma de la hue-lla, podemos diferenciar la del zorro conla de cualquier otro cánido de su tamañode una forma bastante sencilla; para ellobasta trazar una línea recta que pase

Huellas, Rastros y Marcas de Presencia.

males que agranda. Los cubiles suelenencontrarse en terrenos de arenas o arci-llas y en los alrededores suelen abundarlos excrementos (Virgos, 1995; Serrano ycol, 1997)

Las deyecciones del zorro son de tamañomuy variable (5-20 cm. de longitud y 1,5-2,5 cm. de diámetro) y suelen estar dividi-das en varios cuerpos. El color varía conel tipo de alimento ingerido, así como suolor. En otoño, cuando se alimenta fre-cuentemente de frutos, los excrementoscontienen semillas fácilmente reconoci-bles de las bayas ingeridas.Los zorros suelen depositar sus excre-mentos en lugares prominentes, sobrepiedras, en pequeñas matas, sobre carro-ñas o en cualquier sitio donde destaqueny sean fácilmente olfateados y vistos porsus congéneres, ya que así desempeñan,además, una misión de comunicación(Barja y col, 2001). Además de las semi-llas, con frecuencia, aunque de formamenos perceptible, contienen restos qui-tinosos de insectos, pelos, huesos, esca-mas o plumas de sus presas o de carro-ñas consumidas (Hernández, 2001).

do captura un ave la forma de eliminar lasplumas grandes es característica, cortan-do el cañón de la pluma cerca del naci-miento de la misma con un corte limpiocausado por las muelas carniceras. Estaforma de eliminar las plumas para ingerirla presa no es exclusiva del zorro puestambién lo hace el lince y el gato montés(Serrano y col, 1997).Otra marca de la presencia del zorro enun territorio es la presencia de madrigue-ras excavadas en la tierra y que puedenser desde un simple agujero con una cavi-dad espaciosa a una ramificación extensa

de galerías. El tejón también “fabrica”madrigueras similares; la diferencia fun-damental entre una y otra radica en que elzorro acumula la tierra extraída alrededorde la entrada quedando un abanico clara-mente visible. Otro dato típico es que enel caso del zorro, en especial en época decría, suele haber restos difíciles de consu-mir de las presas o carroñas que aporta ala boca del cubil para alimentar a la prole.También puede utilizar las madrigueras detejones, o vivares de conejo y otros ani-

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o raposo en Galicia • 36

1100Dinámica de Poblaciones

Posiblemente la tarea más complicada ala hora de plantear el seguimiento de unaespecie silvestre es la valoración de laabundancia de ésta en el medio conside-rado; sin embargo, es sin duda un datofundamental para el estudio de la dinámi-ca poblacional de cualquier especie y portanto de los zorros (Lloyd, 1980; Vos,1995). Además debemos tener en cuentaque el seguimiento y abundancia de laspoblaciones de carnívoros es imprescin-dible para planificar cualquier actuaciónde gestión sobre las especies que com-parten un mismo espacio.

La abundancia de una población puedemedirse de tres formas diferentes: comoel número total de animales de toda unapoblación, como el número de animalespor unidad de área (densidad absoluta) ycomo la densidad de una población en

relación con otra o con ella misma en otromomento (densidad relativa) (Caughley,1977).De todas formas debemos aclarar que laestimación del tamaño de las poblacionesde carnívoros en general y del zorro enparticular, plantea problemas debido aque se trata de animales crípticos, noctur-nos y con territorios relativamenteamplios. Estas dificultades aumentancuando además el terreno posee caracte-rísticas que permiten a los animales ocul-tarse fácilmente y dejar pocas señales desu presencia; por ello, en la mayoría de

las ocasiones, resulta imposible estable-cer un censo exacto de los ejemplares.La estimación de la abundancia absolutase puede considerar sólo cuando se cal-cula el total de animales que habitan unasuperficie determinada, es decir, cuando

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se pueden censar o estimar la presenciade todos y cada uno de los ejemplares(censos de población humana en paísesdesarrollados). Esto sólo puede ser apli-cado para especies silvestres en el casode superficies muy controladas, con cer-cas y de tamaño más bien reducido, peroen las condiciones reales de campo ypara superficies de términos municipales,comarcas, regiones, etc. resulta a todasluces imposible. Otra cosa diferente esestimar la abundancia relativa de unaespecie y seguir su evolución a lo largodel tiempo, lo cual sí es posible, real yademás ofrece información muy útil a lahora de tomar decisiones respecto a laespecie. Por ello, en el caso de las espe-cies silvestres es aconsejable trabajar conestimación de abundancia relativa que siya es una tarea delicada en cualquierespecie, en el caso de los carnívoros, ydel zorro en concreto, debemos calificar-la como “tarea complicada” a pesar de losnumerosos métodos que se han sidoempleados para tal fin, sin que hastaahora ninguno fuese calificado como elmejor y más preciso en todas las posiblescircunstancias (Clark y Andrews, 1982;Beltrán y col, 1991).

A pesar de las múltiples dificultades,incógnitas y posibles inexactitudes quepueden presentarse, conocer la dinámicade una población animal determinada esfundamental para poder predecir los efec-tos de cualquier actuación sobre ella y suevolución futura. Además, resulta impres-cindible si deseamos evaluar, incluso pre-decir, el efecto ocasionado sobre lamisma de aprovechamientos cinegéticoso de otra índole, la respuesta a enferme-dades o el curso de algunas epizootias,pues el estado sanitario y la dinámica deuna población se relacionan estrecha-mente. En este sentido, Lindström yMörner (1985) afirmaron que un buenconocimiento de la dinámica de la pobla-ción vulpina es fundamental para interpre-tar la patogenia y predecir el curso de epi-zootias como la sarna o la rabia.Por otra parte, el control poblacional delzorro y las consecuencias del mismosobre otras especies que se integran ensu hábitat es un tema de máxima actuali-dad que preocupa a estudiosos de todo elmundo (Villafuerte y col, 1997; Gortázar,1999). Por ello, tal como hemos mencio-nado anteriormente, estimar la abundan-cia poblacional del zorro, como la deotros carnívoros oportunistas, es funda-mental a la hora de adoptar medidas degestión adecuadas en los terrenos decaza en los que se pretende compatibili-zar el aprovechamiento cinegético ade-cuado y la presencia de censos propor-cionados de otras especies que garanti-cen la biodiversidad. A este respecto, elprincipal problema que se encuentra elgestor cinegético es la escasa disponibili-dad de datos al respecto y la dificultadpara conseguir unos buenos datos de unespacio concreto (Clark y Andrews, 1982;Beltrán y col, 1991; Barja y col, 2001;Tapia y Domínguez, 2003).

o raposo en Galicia • 38

Otras especies que comparten el hábitatcon el zorro y que se incluyen en su dieta,como son por ejemplo la liebre (Lepusgranatensis), han sufrido un importantedescenso de sus poblaciones en el nor-oeste de la Península Ibérica, llegando adesaparecer en algunas áreas concretas ypresentando actualmente bajas densida-des poblacionales y en franco declive(Palacios y Ramos, 1979; Duarte, 2000).Un estudio realizado en la comarca de laBaixa Limia (Ourense) para determinar laabundancia poblacional de liebre y zorrollegó a la conclusión de que existe abun-dancia muy similar de ambas especies enel área de estudio, con abundancia mediaidéntica (índice kilométrico de abundan-cia, IKA, 0,07+0,09 individuos km derecorrido), considerando los autores dedicho estudio que la densidad de pobla-ción de liebres aconseja adoptar medidascomo prohibir la caza y realizar mejorasen el medio con desbroces de matorralen zonas altas. Aunque estos investigado-res no citan expresamente la necesidaddel control de la población de zorros, síque anuncian que el cierre de basureros yla retirada de los cadáveres procedentesde granjas (productos de categoría MER yotros) influirá sobre la dinámica poblacio-nal del zorro disminuyendo su poblacióne indirectamente favorecerá a las liebres

(Tapia y Domínguez, 2003). También otrosinvestigadores citan a los depredadoresoportunistas, entre ellos el zorro, comouno de los factores a tener en cuenta enel descenso poblacional de la liebre(Carro y Soriguer, 2002).Por otra parte, el zorro es un eslabónesencial en la transmisión de enfermeda-des y en el desarrollo de epizootias comola rabia, sarna, triquinelosis o equinocoso-sis, entre otras (Artois, 1989). Tambiéndebemos considerar que el zorro poseeuna gran capacidad de adaptación amedios muy diferentes, incluso a medioscon muy baja calidad, tal como hemosanotado con anterioridad.

El establecimiento de un método deseguimiento de las poblaciones de carní-voros a lo largo del tiempo es una herra-mienta importante y necesaria por variasrazones, ya que:

• Permite determinar el estatus deconservación de las especies y, portanto, las prioridades de su conserva-ción• Puede medir los efectos de la ges-

Dinámica de Poblaciones

39 • o raposo en Galicia

tión en la conservación• Ayuda a establecer los efectos de laagricultura, ganadería y otras activida-des humanas en las poblaciones decarnívoros

La calidad de la información sobre unapoblación o el éxito de un programa degestión dependerá en gran medida de lacuidadosa selección del estimador deabundancia y del seguimiento de un pro-tocolo de muestreo acorde con los recur-sos disponibles (Travaini y col, 2002). Porello cada vez se hace más necesariobasar las decisiones relativas a la gestiónde la fauna silvestre en pruebas rigurosasy objetivas. Un ejemplo claro es la evalua-ción y seguimiento de los tamaños deuna población a lo largo del tiempo con elobjetivo de detectar a tiempo los posiblescambios de abundancia y ser capaces detomar medidas correctivas de conserva-ción o control, dependiendo de la especiey de su situación concreta, así como delinterés de su gestión (Thompson y col,1998).Existen diferentes métodos para valorarla abundancia relativa de una poblaciónen un territorio determinado. En todos loscasos, los datos recogidos en el campodeben interpretarse posteriormente a tra-vés de un programa estadístico, pero sinolvidar que estamos ante el análisis de undato biológico, sometido a múltiplesvariaciones capaces de inducir impreci-siones matemáticas. Debido a todo ello,la realidad biológica y la significaciónestadística no son siempre equivalentes(Dixon y col,1998; Johnson, 1999), por loque diferentes autores, con los que esta-mos totalmente de acuerdo, proponen,que dentro del contexto de un programade seguimiento de poblaciones, deberíaprimar la significación biológica (Gibbs ycol, 1999; Elzinga y col, 2001).

extracciones a lo largo de los años. Sinembargo, es cierto que la cuota de extrac-ción o de aprovechamiento cinegéticonunca, hasta la actualidad, se ha reguladobasándose en estudios previos sobre lapoblación, sino más bien por el valor desu piel o simplemente por la oportunidadde reducir su población para minimizarlos daños. Actualmente, somos conscien-tes de que conocer el estado y tendenciade una población es un requisito impres-cindible para poder planificar un aprove-chamiento adecuado, cuando a la vez sepretende garantizar la continuidad de lapoblación.Para estimar la población de zorros dife-rentes investigadores han propuestométodos de muestreo indirectos -recuen-to de huellas, número de excrementos uotros signos- con el fin de minimizar cos-tes y hacer posible el trabajo, aún a ries-go de soportar ciertas imprecisiones(Lancia y col, 1996). De esta forma elestudio poblacional puede extenderse agrandes áreas a costos accesibles.

En el medio rural, el zorro rojo (Vulpes vul-pes) por su papel de predador oportunis-ta o “ladrón” en las granjas, así como porel valor que su piel alcanzaba en el merca-do en otros tiempos, o por la actividadcinegética actual, ha soportado continuas

o raposo en Galicia • 40

También se han realizado experiencias de estimación de poblaciones con:

• EEssttaacciioonneess ddee cceebbaaddoo (Trewhella y col, 1991; Thompson y Fleming, 1994;Henderson y col, 1999; Travaini y col, 2001)• EEssttaacciioonneess ddee oolloorr (Linhart y Knowlton, 1975; Roughton y Sweeny, 1982)• RReeccuueennttoo ddee ssiiggnnooss eenn ccuuaaddrrííccuullaass (Palomares y col, 1991; Travaini y col, 1997;Travaini 2002)

También se han ensayado otras metodologías más costosas y generalmente aplicadasa nivel local como son:

•Batidas de caza (Telleria y Saez-Royuela, 1986; Gortázar, 1999)•Inventariado de madrigueras (Wandeler y col, 1974), el numero de excrementos enparcelas fijas (Palomares y Ruiz-Martínez, 1994)

•Valoración de rastros en colaboración con radio-tracking (Rau y col, 1985)•Extrapolaciones a partir del tamaño medio de las áreas de campeo (Lloyd ycol,1976)

•Combinaciones de estaciones de olor con conteo de rastros (Travaini, 1997)•Modelos basados en la combinación de métodos de captura y recaptura con datossobre la dinámica poblacional (Vos, 1995)

Dinámica de Poblaciones

Cada método posee sus ventajas e incon-venientes, por lo que se debe elegir uno uotro como más adecuado dependiendode las características del lugar, disponibi-lidad económica, personal, horas de tra-bajo etc. Así por ejemplo, los recuentos

en cuadrículas requieren un esfuerzoimportante y contar con superficie deterreno donde las huellas puedan identifi-carse y también unas condiciones meteo-rológicas propicias (terreno blando, sueloparcialmente libre de vegetación, no llu-

41 • o raposo en Galicia

via, no viento) para poder identificar concierta garantía las marcas de los anima-les. Además es un método que no ofrecerelación directa entre el Índice Relativo deejemplares estimados y la densidad abso-luta de los mismos (Travaini, 2002).Respecto a las estaciones de cebado, sibien es cierto que precisan de un mayoresfuerzo inicial para ponerlas en marcha,posteriormente son controladas con faci-lidad y poco esfuerzo; además el ÍndiceRelativo de zorros obtenidos por estemétodo guarda proporción con la densi-dad absoluta de la población (Novaro ycol, 2001).

Para la obtención de índices de abundan-cia relativa se han utilizado, entre otros:• Tablas de caza (Bógel y col, 1974;Gortázar, 1999)

• Estaciones de olor (Conner y col, 1983)• Índices de aceptación de cebos(Gúrtler y Zimen, 1982)

• Conteos de excrementos (Cavallini,

1994)• Recuentos de rastros en transectosdiurnos casuales (Allen y Sargeant,1975)

• Censos desde avioneta (Allen ySargeant, 1975)

• Recorridos nocturnos con faro adicio-nal (Stahl, 1990)

Los recorridos nocturnos con faro adicio-nal permiten obtener datos útiles para elestudio de fluctuaciones de abundanciaestacionales e interanuales siempre queel muestreo sea riguroso, es decir, quesea un recorrido fijo, realizado a velocidadbaja por los mismos observadores y que

se lleven a cabo conteos mensuales encondiciones meteorológicas favorables(Weber y col, 1991). Además, este tipo decensos proporciona información sobreotras especies (Meia y col, 1993) y permi-te, en algunos casos, la obtención dedatos acerca del comportamiento de losindividuos observados (Lachat y col,

o raposo en Galicia • 42

1993). Sin embargo, son métodos muyimprecisos en lugares donde las condi-ciones físicas del terreno resulten inapro-piadas y sobre todo cuando la cubiertavegetal es abundante, como ocurre fre-cuentemente en Galicia.

Para la correcta interpretación de las den-sidades vulpinas debemos tener presenteque la riqueza del hábitat, entendidacomo disponibilidad trófica, afecta altamaño de las áreas de campeo del zorro,y por tanto, a su densidad (Lucherini y

Dinámica de Poblaciones

Cuando los índices de abundancia seregistran de forma sistemática y continua-da en el tiempo, sin mas objetivo que laobservación de las variaciones de la abun-dancia en el tiempo, puede hablarse demonitorización (Goldsmith, 1991). EnEuropa existen precedentes de diferentesformas de monitorización de mamíferosen Alemania (Spittler, 1972), Bulgaria(Grigorov, 1992), Holanda (De Wijs, 1994 y1996), Inglaterra (Tapper, 1982), y Suecia(Lindström y Lindström, 1991), entreotros. La mayor parte de estos esquemasse basan en el seguimiento de tablas decaza o de control de predadores. Fuera deEuropa existen importantes programasde monitorización de mamíferos enEstados Unidos, Australia y Sudáfrica.

Lovari, 1996; Marlow y col, 2000). Otrosfactores que pueden afectar a la densidadvulpina son: la competencia entre los pro-pios zorros por el territorio, la competen-cia con otros predadores, la disponibili-dad de cobertura y algunas enfermeda-des (Zimen, 1980; Voigt y MacDonald,1984; Trewhella y col, 1988; Müller ycol,1995; Voigt, 1987; Lindström yMörner, 1985). Además, las tasas de cre-cimiento, capacidad de dispersión y reco-lonización, en el caso de los zorros, sonelevadas (Johnson y Franklin, 1994;Novaro, 1997), haciéndolos insensibles afuertes reducciones poblacionales de lasque se recuperan rápidamente.En nuestra opinión, no existe ningúnmétodo para censar especies silvestres

43 • o raposo en Galicia

que se adapte a los diferentes hábitatssuperando en eficacia a todos los demás.En el caso particular de Galicia, exceptoen algunas zonas concretas, los métodosbasados en la observación directa, comorecorridos nocturnos, pierden mucha efi-cacia debido a las características delmedio (monte bajo con zonas de refores-tación, robledales y montes de castaños)como consecuencia de la dificultad paraavistar a los ejemplares. Sucede algosimilar para identificar rastros, excremen-tos o localizar las madrigueras, debido aque las áreas con cobertura son muyamplias y frecuentemente difíciles de ins-peccionar con la debida profundidad yfrecuencia. Por todo ello, para estimar lapoblación de zorro en Galicia hemos ele-gido como método de censo “la batida decaza” tomando la precaución de corregirel posible sesgo ocasionado como conse-cuencia de que los cazadores revisaránlos lugares que pueden albergar másfácilmente al ejemplar.En general la densidad primaveral deVulpes vulpes varía entre 0.1 y 30 indivi-duos adultos km². (Voigt, 1987). Las den-sidades más bajas se han descrito en

lugares de baja disponibilidad de presasy/o donde el zorro coexiste con especiescompetidoras de mayor tamaño, mientrasque las mayores densidades conocidasse dan en las poblaciones de zorros urba-nos en las Islas Británicas (Palomares yRuiz-Martínez, 1994). En la PenínsulaIbérica no existen demasiados datos,pero tal vez uno de los lugares con mayordensidad estudiado hasta ahora es laReserva Biológica de Doñana, con 1,2ejemplares adultos por km² (Rau y col,1985) llegando a 1,7 en 1993 segúnTravaini (1994), y zonas de regadío delvalle medio del Ebro, con 2,5 zorros adul-tos por km² en (Gortazar, 1999). Estudiosrealizados hace años en la provincia deBurgos ofrecen datos invernales de 0,77a 0,92 zorros/km² en encinares y 0,34-0,36 en robledales (Tellería y Sáez-Royuela, 1986). La densidad de zorros enGalicia, tal como hemos mencionado bre-vemente en el capítulo relativo a la distri-bución geográfica del zorro y analizare-mos en profundidad más adelante, essuperior a las cifras citadas para otroslugares de España situándose en 2,71ejemplares/km².

o raposo en Galicia • 44

Densidad de Zorros en Galicia

En los últimos años, la Federación Galegade Caza en colaboración con las socieda-des de caza gallegas organizan jornadasde caza bajo el formato de campeonatode caza de raposo en diferentes lugaresde la geografía gallega, repitiéndose cadaaño, en gran parte de los casos, el lugarelegido para la jornada de caza del rapo-so, lo cual nos ha permitido obtener datosanuales sobre el número de ejemplares

cobrados y vistos por los cazadores,guías y jueces de las pruebas.Hemos elegido las batidas de caza orga-nizadas y/o supervisadas por laFederación Galega de Caza, como méto-do para estimar la abundancia de zorros,por ser -en nuestra opinión- un métodoque se adapta mejor que otros a lascaracterísticas del estudio en nuestroentorno. Hemos desestimado los datosde otras acciones cinegéticas también

organizadas por las sociedades de caza-dores y otras observaciones particularesrealizadas por la guardería, cazadores par-ticulares, gestores cinegéticos etc., parano incluir en el estudio más que los datosobtenidos mediante un método lo másestandarizado posible, donde el númerode observadores, horas de trabajo,esfuerzo, épocas del año etc. resulte muysimilar.Las batidas de caza organizadas siguien-do los requisitos establecidos en la nor-mativa de los campeonatos oficiales tie-nen siempre las mismas características: •Se celebran desde principios de enero amediados de febrero•Cada cuadrilla está formada por 10 caza-dores, un guía y un juez de campo•El tiempo de caza es de 5 horas encampo (9:00 a 14:00)•Todas las cuadrillas cazan en la mismacomarca (con características de hábitat yclima muy similares)•Los diferentes grupos de cazadoresactúan con suficiente distancia entre si, loque permite evitar superponer datos deobservaciones o cualquier interferenciaentre la actividad de los mismos•A cada cuadrilla se le asigna una zona deunas 500 hectáreas (se entrega plano1/50.000 en el que el jefe de cuadrilla y elguía marcan la superficie registrada por lacuadrilla).•Además, como en estas jornadas cine-géticas participa un número elevado decuadrillas de caza, la superficie prospec-

1111

45 • o raposo en Galicia

tada es amplia (20.000 a 70.000 Has.) loque nos ofrece datos generales de lasituación real de la comarca y evita quedatos puntuales de un lugar concretopuedan ser interpretados erróneamente.La superficie media batida por cada equi-po se determina mediante registros delos recorridos realizados por GPS sobreplano de ortofoto, aplicando posterior-mente métodos estandarizados de medi-da para estimar la superficie. Para esta-blecer la superficie exacta que registra elgrupo de cazadores se colocan equiposlocalizadores GPS en los collares de losperros y estos equipos envían una señalde radio con su localización GPS cada 20segundos. La señal se registra medianteprograma informático sobre la ortofoto,para realizar posteriormente los cálculosde superficie, distancias recorridas, etc.Además el juez de campo anota en unaficha la hora de cada observación y captu-ra.

Al final de la jornada de caza, al entrar elequipo en el control se inspeccionan laspiezas cobradas, se anota el numero deejemplares cobrados y también el núme-

ro de los vistos y no capturados, compro-bando los datos con las anotaciones queha realizado durante la jornada el juez decampo y verificando, con el mapa de lazona, los registros GPS y las anotacionescorrespondientes al equipo y zona que noha habido ningún error. Todos los casosen los que se detecta cualquier discre-pancia entre los datos recogidos (diferen-cias entre ejemplares anotados por eljuez de la prueba y los declarados comotal por los cazadores, dudas sobre obser-vaciones, grupos que no pudieron actuardurante todo el periodo por condicionesmeteorológicas o de cualquier otra índo-le, pérdidas temporales de emisión deseñal de los localizadores, etc) o en los

que ha surgido cualquier duda sobre lacalidad de los datos, han sido eliminadosdel estudio.Debemos destacar que el estudio se rea-liza a final de temporada y mediado elinvierno, por lo que las estimaciones depoblación coincidirán prácticamente conlos ejemplares reproductores del próximoaño, una vez practicada la deducción delos capturados.

o raposo en Galicia • 46

Los datos relativos al número de ejempla-res capturados, grupo de edad y sexo delos mismos, así como ejemplares obser-vados y no capturados, han sido recogi-dos personalmente por los autores delestudio -en fichas elaboradas para estefin- durante la entrada de los equipos enel control establecido al final de cada jor-nada. En total se han incluido los datoscorrespondientes a 843 ejemplares.En ese mismo acto se recogen los planosde las zonas examinadas y las anotacio-nes sobre los mismos del capitán y delguía del equipo, para cotejar posterior-mente los datos recogidos por el juez decampo, así como por las señales GPS ycalcular las superficies, una vez corregidoen la ortofoto la superficie marcada inclu-yendo superficies limítrofes destinadas apastizales o a diferentes cultivos asícomo superficies urbanas. De esta formapretendemos que se minimice o elimineel sesgo ocasionado como consecuenciade que los cazadores lógicamente reco-rren los lugares más adecuados para lapresencia del zorro. También se anotantodas las particularidades de la jornadaque puedan interferir en los datos delestudio.Posteriormente, se examinan, uno a uno,cada ejemplar cobrado y, en su caso, seanotan las lesiones ajenas a la accióncinegética, la presencia de parásitos y setoman las muestras precisas para análisisulteriores.Los ejemplares capturados son clasifica-dos en tres grupos de edad: jóvenes (< 1

año), adultos (2-5 años) y gerontes (>6años) y en machos y hembras. El criteriopara diferenciar juveniles, adultos ygerontes se basó en el desgaste de losdientes, recurriendo en los casos necesa-rios a comprobar el cierre completo de lasutura basisfenoides-basioccipital y elgrado de osificación de las suturas crane-ales para datar el ejemplar (Okarma yBuchalczyk, 1993; González, 2005).El análisis estadístico y gráficos se reali-zaron mediante el programa estadísticoSPSS 14 para Windows con licencia paraUSC.

11.. SSeexxoo

Durante la realización del presente estu-dio, con las condiciones y exigencias delmismo antes descritas, se capturaron entotal 843 ejemplares, de ellos 420(49,82%) son machos y 423 (50,18%)hembras.Nuestros datos son próximos, a losobservados por Chalon et al.(1999) enBélgica de 0,95 (48,72%) machos porhembra (51,28%) en 1996/97 y diferentes

Datos de ejemplares gallegos

Densidad de Zorros en Galicia

47 • o raposo en Galicia

a los señalados por los mismos autoresde 1,63 (61,98 %) machos por hembra en1997/98. Es muy posible que la gran dife-rencia obtenida por el equipo de Chalonen dos años consecutivos se deba alreducido tamaño de la muestra y la épocadel año en que se realiza el trabajo. Encualquier caso debemos señalar quedatos propios (Fidalgo y col, 2007 y otrospendientes de publicación), obtenidos enaños anteriores por nuestro equipo noevidencian diferencias anuales tan marca-das respecto al porcentaje de ejemplaresde cada sexo.

22.. EEddaaddSegún la clasificación en grupos de edad,en nuestro estudio, el 39,86% eran jóve-nes, el 45,19% adultos y 14,95% geron-tes. Estos datos tampoco coinciden conlos obtenidos en otros trabajos publica-dos, pero en parte las diferencias podríanser atribuidas fundamentalmente a doscircunstancias: la época del año en quese realiza la toma de datos y a las accio-nes de control de población o extraccio-nes importantes de ejemplares en añosanteriores al estudio, que en nuestro casono ha existido. Sin embargo, podemoscitar nuevamente el estudio de Chalon(1999) quienes en una población dezorros en Bélgica observaron una propor-ción de jóvenes del 60%; proporción dezorros jóvenes que en 1993, segúnAfiademanyo, era superior al 60%. Debemos tener presente, al interpretarestos resultados, que en toda la Europacontinental hasta los Pirineos, durante lasúltimas décadas del siglo XX se realizaroncampañas importantísimas de control dela población de zorros y campañas devacunación de los ejemplares para con-trolar la rabia (Chautan y col, 2000). Estosupone que la población soportaba anual-mente importantes extracciones, lo queevidentemente se manifiesta en el incre-mento del porcentaje de juveniles, situa-ción lógica y comprobada por otros inves-tigadores como Larivière y Pasitschniak-Arts (1996).

Gráfica 1. Distribución de los ejemplaresestudiados según el sexo.

o raposo en Galicia • 48

En la Península Ibérica, Ballesteros et al.(1998) observaron en Cataluña, un 82%de juveniles en la población de verano.Los mismos autores advierten que estapoblación se reduce considerablemente,perdiendo durante el verano más del 61%de los ejemplares, recayendo está pérdi-da fundamentalmente en los juveniles yobservándose algunas nuevas pérdidasmás hasta la primavera. En otros trabajospublicados, se establece que la edad delos zorros (seguramente en censos al finaldel invierno o en primavera) tienen eda-des de 12 meses a 5 años (Blanco, 1998)y que la mayoría de los juveniles no supe-ran su primer invierno, llegando pocos alos 6 años de vida (Harris y Lloyd, 1991).

del verano y otoño, inferior a la cifra dadapor el equipo de Ballesteros. Tenemosque considerar que el censo realizado enCataluña se ha llevado a cabo en unaépoca del año diferente y que posible-mente los ejemplares más jóvenes e inex-pertos han podido ser localizados conmayor frecuencia que los adultos, queprecisamente han llegado a adultos gra-cias a las precauciones que toman y a laexperiencia que adquieren los sobrevi-vientes. Esta reflexión la basamos en que,según el estudio de Ballesteros, de 100ejemplares solo 18 son adultos, posible-mente el 50% (40%-60% según diferen-tes publicaciones) hembras, es decir 9hembras han parido y llegado a destetar82 ejemplares; aunque este hecho esposible biológicamente, nosotros opina-mos que es más probable la existencia deun sesgo en las observaciones que unacapacidad reproductora tan elevada enlas zorras. También pueden estar influen-ciadas las diferencias observadas por elhecho, que desconocemos y los autoresno citan en su publicación, de la existen-cia o no de acciones de control sobre lapoblación vulpina en la zona de estudio.(Ver gráfica 3)

33.. DDeennssiiddaadd ddee PPoobbllaacciióónn

A partir de los datos recogidos sobre lasuperficie media revisada por cada unode los equipos en una sola jornada de09:00 a 14:00 horas, en las condicionesestablecidas y después de incluir talcomo hemos mencionado anteriormente-las zonas limítrofes hasta la demarcaciónestablecida por un accidente natural, poruna vía de comunicación importante o por

Gráfica 2. Representación gráfica de laclasificación de los ejemplares estudia-dos en razón del grupo etario.

Como hemos visto anteriormente, nues-tro resultado respecto al porcentaje querepresenta el grupo de individuos jóveneses, a pesar de las pérdidas de población

Densidad de Zorros en Galicia

49 • o raposo en Galicia

el límite del territorio destinado a otroequipo, fue de 116 hectáreas.

La densidad media de la población inver-nal de zorros estimada para Galicia a lolargo de los tres últimos años es de 2,71ejemplares/km2. Dependiendo de las

características del hábitat y de la ofertatrófica existen diferencias respecto alnúmero de ejemplares por km2, observan-do las mayores concentraciones(5,36/km2) en zonas periurbanas, congranjas, mataderos y puntos de vertidosincontrolados de basuras y las menoresdensidades en zonas de monte con esca-sa actividad antrópica.Evidentemente existen diferencias entreunas zonas y otras dependiendo de la dis-ponibilidad trófica del medio, presenciade predadores y competidores del zorro,etc. Esto no es una situación anormal,antes bien es totalmente lógico y coinci-dimos plenamente con otros autores queafirman que las densidades puede variarregionalmente entre 0,1 y 30 zorros porkilómetro cuadrado, dependiendo de laabundancia trófica y de la presencia deespecies competidoras de mayor tama-ño, como el perros asilvestrados (Canisfamiliaris), lobos (Canis lupus signatus) ocoyotes (Canis latrans) (Voig, 1987;Sheldon, 1990; Larivière y Pasitschniak-Arts, 1996).

DDeennssiiddaadd

MMeeddiiaa MMíínniimmoo MMááxxiimmoo DDeessvviiaacciióónnttííppiiccaa

TToottaall 2,71 1,54 5,36 0,89

22000066 2,46 1,85 3,11 0,63

22000077 3,49 1,54 5,36 1,49

22000088 2,64 1,84 3,28 0,46

TTaabbllaa 99.. Densidad de la población de zorrospor km2

Gráfica 3. Representación gráfica de la distri-bución de los ejemplares estudiados enrazón del sexo y grupo de edad.

o raposo en Galicia • 50

En España, hasta la fecha, no existen esti-maciones de la densidad de población delzorro a nivel estatal. Existe poca informa-ción disponible sobre la abundancia de laespecie vulpina referida a zonas concre-tas y esa escasez se acentúa de formamuy particular en el noroeste peninsular(Barja y col, 2001). Los datos disponiblesse limitan a estudios muy puntuales refe-ridos a zonas y épocas concretas (Tapia yDomínguez, 2003).

Tal como hemos mencionado en el párra-fo anterior, se han realizado estimacionesen alguna región geográfica concreta,que reflejan la existencia de grandesvariaciones, no sólo en función de la zonaen cuestión, sino también de la época delaño en que se realiza el estudio. Así sehan descrito variaciones regionales de0,34 a 2,50 individuos por kilómetro cua-drado en encinares de Burgos y zonas deregadío de Zaragoza respectivamente(Tellería y Sáez de Royuela, 1986;Gortázar, 1999). Tradicionalmente se pen-saba que Doñana albergaba la mayor den-sidad, valorada por Rau (1983) en 1,2ejemplares por km2, pero tal vez la reali-dad era que simplemente se trataba deuna zona donde se había estimado la

población vulpina y que, evidentemente,ésta era mayor que en las fincas limítro-fes con aprovechamientos agrícolas,ganaderos y cinegéticos. Todo estorefuerza la opinión de que estas variacio-nes se producen básicamente en funciónde la abundancia de recursos tróficos yde la presión que se ejerce sobre la pobla-ción (Lucherini y Lovari, 1996; Marlow ycol, 2000). En Aragón se han estimadodensidades absolutas entre 0,8 (estepa) y2,5 (regadíos) individuos/km2 antes de lospartos (Gortázar, 1997). Mientras que enCeuta no hay población de zorros residen-te y las observaciones, que se realizan enalgunas ocasiones, se asocian a ejempla-res errantes, procedentes de Marruecos.Parece ser, en vista de los resultadosobtenidos hasta ahora, que en Galiciaexiste la mayor densidad de zorros de laPenínsula Ibérica, refiriendo esta densi-dad a grandes superficies. Es muy posi-ble que, tanto en Galicia como en cual-quier otra parte de la Península Ibérica,exista un enclave concreto de pocasuperficie que por sus características,albergue un grupo de zorros y si se consi-dera solo ese pequeño espacio y no lacomarca en conjunto, la densidad vulpinaresulte extraordinariamente elevada.Nosotros no hemos entrado en ese tipode consideraciones.Ballesteros et al.(1998) calcularon valoresde abundancia relativa para el zorro rojoen zonas de Galicia sensiblemente supe-riores a los de otros medios de montañadel noreste de la Península Ibérica, aun-que los autores no ofrecen cifras concre-tas. Nuestros datos coinciden con la opi-nión de estos investigadores al comparar-los con otras referencias publicadas talcomo hemos comentado anteriormente.

Densidad de Zorros en Galicia

51 • o raposo en Galicia

En el presente estudio, en razón de lascaracterísticas del hábitat, podemos clasi-ficar los resultados obtenidos -tanto deejemplares cobrados como observados-básicamente tres zonas diferentes:

•• MMoonnttee:: agrupando las zonas estudia-das conformadas fundamentalmentepor monte bajo, robledales, sotos decastaño y repoblaciones forestales,junto con pastos naturales y, en menorproporción, pastos mejorados y super-ficies de cultivo•• AAggrrooggaannaaddeerraa:: constituida por zonasdonde existe una parte importante desuperficie destinada a cultivos agríco-las, pastos mejorados y explotacionesganaderas

•• PPeerriiuurrbbaannaa:: integrada por zonas peri-féricas de poblaciones grandes –Lugo,Monforte o Villalba-, polígonos indus-triales y zonas periféricas de basureros

Tal como era de esperar, las densidadesde zorros en las diferentes zonas estable-cidas (periurbana, agroganadera y monte)son diferentes, seguramente como con-secuencia de la disponibilidad trófica decada una de ellas. En la zona de montedeterminamos la densidad menor de lastres zonas con 2,32 ejemplares por km2,mientras que en la zona agro-ganadera lapoblación vulpina alcanzaba los 2,62zorros por km2 y en la zona periurbanaobservamos el valor máximo, llegando alos 3,88 zorros por km2.

o raposo en Galicia • 52

Las mayores densidades de población dezorro se encuentran en las áreas periurba-nas de las Islas Británicas (Palomares yRuiz, 1994). En nuestro estudio, hemospodido comprobar también, que lasmayores densidades en Galicia, se locali-zan en las zonas periurbanas, seguramen-te como consecuencia del efecto de lariqueza trófica del hábitat en la densidadde población (Lucherini y lovari, 1996).

En la zona de monte, la densidad mediade zorros, tal como hemos anotado ante-riormente, es de 2,32 zorros/Km2. EnDoñana (territorio de monte bajo y sin cul-tivos que podemos asimilarlo a nuestrazona de monte) con las enormes diferen-cias de clima y gestión) se censaron 1,2zorros/km2 (Rau y col, 1985). En zonas derobledal en Burgos se establecieron den-sidades de 0,77 a 0,92 zorros/km2, mien-tras que en terrenos de encinares la den-sidad fue de 0,34 a 0,36 zorros/km2

(Tellería y Sáez de Royuela, 1986). Encomparación con los datos anteriores,podemos considerar la densidad dezorros en zonas de monte de Galiciacomo alta, toda vez que durante años seconsideró Doñana como la mayor densi-dad de zorros de la Península.

Gráfica 4. Porcentaje de ejemplares consi-derados en el presente estudio, proceden-tes de cada una de las zonas establecidas.

Gráfica 5. Distribución de sexos y edadesen las diferentes zonas del estudio

Densidad de Zorros en Galicia

53 • o raposo en Galicia

En zonas de regadío del curso medio delEbro (terrenos dedicados a cultivos que,salvando algunas diferencias, podemosasimilarla a la zona agroganadera) tienen2,5 zorros/Km2 según estudios realizadospor Gortázar (1997 y 1999), mientras queen la zona agroganadera nosotros hemoscalculado una densidad superior, cifradaen 2,62 zorros por km2.La proliferación del zorro en Galicia, aligual que en otras áreas geográficas, muyposiblemente se ha visto favorecida porla disponibilidad de alimento fácil y relati-vamente abundante procedente de basu-reros y despojos de granjas (Chouza yCid, 1995; Gortázar, 2002). En la actuali-dad, la política en materia medioambien-tal de la Xunta de Galicia con el cierre debasureros y la gestión de residuos sólidosurbanos, así como la recogida e incinera-ción de los animales de granja y restos dematadero que constituyen alto riesgo(MER) hace que disminuya la oferta de ali-

mento fácil en el campo, situación nuevaque indudablemente repercutirá sobre ladinámica de la población de zorros (Tapiay Domínguez, 2003).

Un estudio realizado en la comarca de laBaixa Limia (Ourense) para determinar laabundancia poblacional de liebre y zorrollega a la conclusión de que existe abun-dancia muy similar de ambas especies enel área de estudio, con abundancia mediaidéntica (IKA 0,07 ± 0,09 individuos km);aunque los autores no pueden dar densi-dades absolutas por el método empleadoen un hábitat de estas características,donde el ancho de la zona prospectadacambia permanentemente (Tapia yDomínguez, 2003), pero nos dan una ideamuy aproximada de la abundancia relativade los zorros frente a otras especies y elgrave problema que esa situación suponepara la recuperación de la liebre, el cone-jo y otras especies.

o raposo en Galicia • 54

La mayor parte de los estudios que tratande la mortalidad del zorro son poco con-cluyentes (Harris y col, 2001). Los datosse obtienen de los especimenes recupe-rados y animales en cautiverio, y es muyinusual obtener datos de un zorro quemurió por causas naturales, sobre todoteniendo en cuenta que frecuentementecuando los zorros están enfermos, débi-les o viejos buscan una guarida o un agu-jero aislado en las madrigueras dondepermanecen y son difíciles de encontrar(Ables, 1971).Los zorros pueden vivir hasta 8 años enlibertad (aunque se ha citado algún casoexcepcional de 12 años) pero pocos indi-viduos llegan a los 6 años y la mayor parteno sobrevive al primer invierno (Blanco,1998). Si bien es cierto que en condicio-nes de cautiverio se ha comprobado laexistencia de animales de 15 años, enlibertad o estado salvaje la esperanza devida media se reduce a 4,5 años (Baker y

col, 2004a).La causa de muerte en zorros que serecogen en el campo o que provienen deáreas controladas y centros oficiales derecuperación de fauna silvestre, sueleestar casi siempre relacionada con la acti-vidad humana (Ables, 1971; Chapman,1982).Dentro de los predadores naturales delzorro se podrían citar más de una docena,entre los que se encuentran el tejón(Meles meles), águila real (Aquila chrysae-tos), azor (Accipiter gentilis), búho real(Bubo bubo), el lobo (Canis lupus), losperros (Canis familiaris) (en particular lasrazas especializadas en la caza del raposoy sobre todo cuando están asilvestradoso incontrolados) y el lince (Lynx pardinus yLynx lynx). Estos predadores no sólo actú-an sobre los individuos jóvenes sino quelobos, perros, lince, en ocasiones, águilascazarán también ejemplares adultos. Esposible que en la situación actual del

medio natural, el hombre sea elresponsable directo o indirectode la mayor parte de las bajascausadas a la población vulpina(caza deportiva, para fomentarla caza menor, campaña antirrá-bica, atropellos, etc.) (Harris yLloyd, 1991; Macdonald y col,2004; Camps, 2004).Si bien es cierto que no suelenproducirse muertes como con-secuencia de enfrentamientosentre zorros, sí que existen

Interacciones en el Hábitaty con otras Especies

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55 • o raposo en Galicia

numerosas afirmaciones de cazadores,guardas, naturalistas y hombres decampo informando de situaciones con-cretas de ejemplares heridos que poste-riormente han sido devorados por suscongéneres o casos de cachorros consu-midos por los adultos en situaciones deescasez de alimento o de estés (Camps2004; De la Cruz, 2006).El índice de mortalidad más alto se produ-ce durante el primer año de vida, sobrevi-viendo menos del 61% de los ejemplaresal primer invierno, con algunas pérdidasmás hasta la primavera (Ballesteros,1998). También debemos tener presenteque en diversos estudios se ha demostra-do que la densidad de zorros de un deter-minado lugar no se ve afectada por lasacciones de control y extracciones pun-tuales realizadas a nivel local (Baker y col,2004b). Este punto lo hemos podido veri-ficar a partir de los datos recogidos anual-mente, desde 1997, en algunos lugaresconcretos de Galicia (Portomarín,Fonsagrada, etc.) en los que a pesar delas extracciones anuales como conse-cuencia de jornadas de caza, organizadaspor la Federación Gallega de Caza en cola-boración con sociedades de caza y otrascapturas consecuentes a acciones cine-

géticas, la densidad añotras año se mantieneestable con discretasvariaciones anuales queno poseen significaciónestadística (general-mente de incrementopoblacional) y observán-dose densidades pobla-cionales muy similares alas de otras zonas desimilares características

en las que no se llevaron a cabo extrac-ciones. De hecho, un signo aceptado portodos los estudiosos de las poblacioneszorrunas es que las poblaciones intensa-mente explotadas se caracterizan por unaelevada proporción de individuos juveni-les en la población invernal (Larivière yPasitschniak-Arts, 1996), situación contra-ria a nuestras observaciones durante losúltimos 10 años en Galicia.Los zorros urbanos, debido a su mayordensidad de población, son más suscep-

tibles a padecer epizootias o enfermeda-des tales como rabia o sarna sarcóptica(Harris, 1986). De hecho, en el curso deeste estudio encontramos algunos zorroscon lesiones cutáneas muy manifiestasde sarna que afectaban a toda la superfi-cie corporal, así como otros ejemplares

o raposo en Galicia • 56

con lesiones localizadas en zonas concre-tas. Respecto a la rabia, si bien es ciertoque por su importancia es preciso men-cionarla, afortunadamente España estalibre de esta enfermedad, pero existe enlos países europeos y todos debemoscolaborar, cada uno en la medida de susresponsabilidades, para mantener lasmedidas oportunas que eviten la enfer-medad (vacunaciones, control sanitarioen traslados de animales, etc).

Interacciones en el Hábitat y con otras Especies

CCoommuunniiddaadd AAuuttóónnoommaa JJaauullaassTTrraammppaa

AArrmmaass ddeeFFuueeggoo

LLaazzoo ccoonnFFrreennoo

LLaazzoo ssiinnFFrreennoo

PPeerrrrooss ddeeMMaaddrriigguueerraa

CCeeppoo

AAnnddaalluuccííaa X X X X X

AArraaggóónn X X X X X

BBaalleeaarreess

CCaannaarriiaass

CCaannttaabbrriiaa X

CCaassttiillllaa--LLaa MMaanncchhaa X X X X

CCaassttiillllaa--LLeeóónn X X X X X

CCaattaalluuññaa X AutorizaciónPrevia

X

EExxttrreemmaadduurraa X X X X

GGaalliicciiaa X

LLaa RRiioojjaa X X X X

MMaaddrriidd X X

MMuurrcciiaa X X X X

NNaavvaarrrraa X X

PPaaííss VVaassccoo X X X

PPrriinncciippaaddoo ddee AAssttuurriiaass X

VVaalleenncciiaa X X X

Tabla 10. Métodos de control del zorro autorizados en las diferentes comunidades autónomas(según Herranz citado por Camps 2004 y adaptado por nosotros en 2008)

Otras especies que comparten el hábitatcon el zorro y que se incluyen en su dieta,como son por ejemplo la liebre y el cone-jo, han sufrido un importante descensode sus poblaciones en el noroeste de laPenínsula Ibérica, llegando ha desapare-cer en algunas áreas concretas y presen-tando actualmente bajas densidadespoblacionales y en franco declive(Palacios y Ramos, 1979; Duarte, 2000;Carro y Soriguer, 2002; Tapia y

57 • o raposo en Galicia

Domínguez 2003). Estamisma situación ocurre conotras especies de nuestrafauna autóctona, cinegéti-cas o no, pero no pretende-mos ni debemos alarmar-nos y desde luego el objetodel presente escrito no esalarmar sino informar.Debemos pensar que lapresión del zorro sobre elresto de las especies no esel único factor que determi-na el descenso poblacional,pero sí uno de los importan-tes para muchas especies ypor ello debemos conside-rarlo. Abundando en estaúltima afirmación podemosmencionar que según apreciaciones decazadores y agricultores, (corroboradassólo en ocasiones por la posibilidad decumplir el cupo establecido en el plancinegético y el número de jornadasempleadas hasta conseguirlo), se obser-va una discreta recuperación de la pobla-ción de liebres precisamente en las zonasen que los TECORES practican caza deraposo, generalmente como medida decontrol poblacional. No olvidemos que,

además del aspecto lúdico y deportivo,en España, la caza constituye un recursoeconómico importante, siendo la principalactividad económica de una Comunidadcomo Castilla-La Mancha. En este contex-to, el papel del zorro como predador decaza menor, así como las cuestiones rela-cionadas con las distintas formas de con-trol de sus efectivos, adquieren importan-cia en el campo de la biología de la con-servación (Villafuente y col, 1997).

o raposo en Galicia • 58

Gestión de Poblaciones

Estimar la abundancia poblacional delzorro, así como sus variaciones en elespacio (entre hábitat o entre zonas bio-geográficas) o en el tiempo (entre estacio-nes o a lo largo de varios años), constitu-ye un aspecto fundamental en el estudiode la dinámica poblacional del zorro y esimprescindible a la hora de adoptar medi-das de gestión adecuadas en los terrenoscinegéticos en los que se pretende com-patibilizar un aprovechamiento cinegéticoconveniente y la presencia de censos pro-porcionados de otras especies que garan-ticen la biodiversidad (Lloyd, 1990; Vos,1995). De hecho, los resultados demuchos planes de gestión se suelen pre-sentar en forma de números, y en ellos sehabla de “reducir” los efectivos de unaespecie-plaga o de “incrementar” la dis-ponibilidad de una pieza cinegética o deuna especie amenazada (Lancia y col,1994). Además, el conocimiento de lasdiferencias espacio-temporales de laabundancia tiene una relevancia evidenteen el marco de un estudio sobre el papelde las enfermedades en la dinámicapoblacional del zorro. Todas esas cifras,aunque parezcan alejadas de la biologíade las especies y de la realidad del entor-no, constituyen una herramienta necesa-ria –probablemente la más adecuada-para poder tomar decisiones sobre la ges-tión de un territorio determinado-. El prin-cipal problema, a este respecto tal comohemos comentado, es la escasa informa-ción disponible sobre la abundancia de laespecie vulpina (Barja y col, 2001; Tapia yDomínguez, 2003).

La mayor parte de los países en donde secaza el zorro (y desde luego todos los denuestro entorno), la actividad cinegéticadirigida al zorro se ha regulado, igual quepara otras especies, estableciendo perio-dos hábiles para la caza y restriccionespara regular los métodos de captura. Eneste sentido la Unión Europea, Canadá yRusia han firmado un acuerdo en el añode 1997 para regular estas actividades.No existen factores que amenacen a laespecie en España y Europa (Blanco yGonzález, 1992). Además, el zorro tieneuna extraordinaria capacidad para recupe-rar sus poblaciones cuando estas por

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59 • o raposo en Galicia

alguna razón disminuyen en exceso;hecho bien demostrado por el fracaso delas campañas de erradicación o de exter-minio que en otros tiempos se han reali-zado contra el zorro y que solamente hanlogrado un efecto local a corto plazo(Chesness y col, 1968; Reynolds y col,1993).

El estado de conservación del zorro comoespecie se puede ver afectado por ladegradación del hábitat, el incrementodel desarrollo urbanístico y las extraccio-

nes de ejemplares excesivas y mal calcu-ladas (Reynolds, 1999); pero todo estodebe interpretarse teniendo en cuenta lacapacidad de recuperación poblacionaldel zorro, la admirable capacidad paraadaptarse a hábitat muy humanizados y laposibilidad de alimentarse de una ampliavariedad de presas y residuos de activi-dad antrópica con total éxito (Heydon yReynolds, 2000).En cuanto al uso comercial de la piel, elnúmero de zorros utilizados excede a lade cualquier otra especie, excepto posi-blemente la del visón (Mustela vison),pero actualmente los ejemplares quesoportan esta carga son generalmentesubespecies o variantes (blanco, plata ehíbridos) criadas en cautividad, con mayo-res rendimientos peleteros y raras en loszorros silvestres (Obbard, 1987).Considerando todo lo anterior podemosfinalizar este apartado afirmando que lagestión racional de las poblaciones dezorros, sin ninguna duda, pasa por el con-trol de las fuentes de alimentación antro-pógenas (vertederos) y por su aprovecha-miento como especie de caza.

o raposo en Galicia • 60

EnfermedadesSi bien ha sido tradicional la creencia deque los animales silvestres eran los únicosresponsables en la transmisión de infeccio-nes a los animales domésticos, hoy estácomprobado que, en muchas ocasiones,han sido precisamente los animalesdomésticos la fuente de infección para losanimales silvestres que comparten suentorno natural.En los últimos años, el interés por las enfer-medades transmisibles de los animales sil-vestres se ha incrementado notablemente.Las razones para ello son muy variadas,pero cabría resumirlas básicamente en cua-tro: la posible transmisión desde o hacialos animales domésticos, el riesgo de quealgunas de ellas afecten a las personas, lasrepercusiones que pudieran tener en mate-ria de conservación de especies protegidasy su relación con la calidad medioambiental(Briones y col, 2000).

Por otra parte, no debemos olvidar queexisten zonas en las que la ganaderíaextensiva y semiextensiva tradicional siguemanteniendo una gran importancia. Portanto el contacto, directo o indirecto, entrelos animales domésticos y los silvestres esinevitable, de manera que esta interacciónfacilita la transmisión de agentes infeccio-

sos entre ambas poblaciones. Por otraparte, la gestión responsable debe partirasumiendo la conveniencia de compatibili-zar la actividad ganadera con la actividadcinegética.De todas las enfermedades que puedesufrir la fauna silvestre son, sin duda, lasenfermedades comunes a las especiesdomésticas y salvajes –sobre todo las queademás pueden afectar a la salud humana-las que conforman el grupo que recibemayor atención, debido a las repercusionespotenciales que éstas pueden tener enmateria de sanidad animal y los aspectoscomerciales con ella relacionados como elcierre de fronteras comerciales y la prohibi-ción de exportar animales y sus productos(Papadopoulos y col, 1997; Simpson y col,1997; Desplazes y Eckert, 2001; Simpson,2002; Dubey, 2003; Machackova y col,2004; Polley, 2005; Romig y col, 2006;Kruse y col, 2004; Kazimierczak, 2007).

En este sentido debemos recordar, comoejemplo más representativo, que el zorroen el norte y este de Europa es reservoriode la rabia, con el gran problema sanitario yeconómico que ello conlleva. En Europa, llaarraabbiiaa está próxima a su control merced acostosas campañas de vacunación oral en

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61 • o raposo en Galicia

zorros (que se han realizado durante déca-das), acompañadas de control poblacionaly gracias a importantes inversiones econó-micas. En España, en el territorio peninsu-lar, afortunadamente no existen casos derabia (sólo de forma muy excepcional). Enalgunos países africanos, se han descritoen los últimos años casos de rabia en car-nívoros salvajes, como licaones (Lycaonpitacus) del Serengeti (Gascoyne, 1993) ylobos (Canis simenis) en el parque de Baleen Etiopía (Sollero-Zubiri, 1996), que llega-ron a provocar su desaparición.No sólo la rabia produce los efectos nega-tivos antes mencionados, también otrasenfermedades reducen la población dezorros y/o modifican la dinámica de lapoblación, pero también pueden repercutirde la misma forma en las poblaciones deespecies en peligro de extinción(Lindström y Mörner, 1985; Voigt, 1987;Thorne, 1998).El incremento de la densidad de poblacióndel zorro supone, además, que esta espe-cie silvestre adquiera nuevos roles epide-miológicos, dado que su cercanía al entor-no humano y ganadero la convierten en unpotencial reservorio de agentes infectocon-tagiosos, entre ellos algunos de carácterzoonósico (Richards y col, 1993 y 1995;Willingham y col, 1996).

El vviirruuss ddeell mmooqquuiilllloo ccaanniinnoo, temido portodos los cazadores cuando deseamos

criar un cachorro, ha sido identificado repe-tidamente en el zorro como responsable debrotes epizoóticos con elevadas mortalida-des de zorros. En opinión de los expertoses muy posible que estos brotes se mani-fiesten al alcanzarse una densidad determi-nada y que se repitan periódicamente encada localidad. Por tanto, la presencia delvirus podría estabilizar la población vulpinapor debajo del nivel esperado en funciónde la capacidad de carga del medio, aun-que no se ha podido demostrar esta hipó-tesis. A modo de ejemplo, podemos men-cionar que en los Montes de Toledo, en1993, se presentó un brote epizoótico demoquillo canino que causó la muerte al70% de los zorros (Ramos, 1995).La ppaarrvvoovviirroossiiss ccaanniinnaa en España es fre-cuente en el perro doméstico (Canis fami-liaris), pero no se han citado casos enzorros silvestres, aunque en Francia repre-senta un grave problema en zorros de gran-ja (Artois, 1989). Algunos autores coincidenen afirmar que el zorro es resistente a estevirus, pero no explican la presencia de laenfermedad en condiciones de granja(Addison y col, 1987; Williams y col, 1996).Otra enfermedad propia de animalesdomésticos, que afecta a granjas porcinasy jabalíes, y que debemos mencionar es laEEnnffeerrmmeeddaadd ddee AAuujjeesszzkkyy, ya que puedetransmitirse al zorro cuando este se alimen-ta de carne o carroña infectada (Grate,1987; Glass, 1994).

o raposo en Galicia • 62

Respecto a las infecciones de origen bacte-riano, cabe destacar la ppaarraattuubbeerrccuulloossiiss,causada por Mycobacterium avium subsp.paratuberculosis, que infecta a unguladosdomésticos y silvestres (Machackova y col,2004). En este proceso infeccioso se des-criben reservorios silvestres, entre ellos elraposo (Beard y col, 2001). Además, sesabe que los zorros son susceptibles aenfermedades de origen bacteriano comoáánnttrraaxx y ttuullaarreemmiiaa, al igual que lleeppttoossppiirroo--ssiiss; aunque de esta última no se tienenmuchos datos en carnívoros salvajes(Davis, 1974). Otro tanto puede sucedercon la bbrruucceelloossiiss (Brand, 1995).En cuanto a las eennffeerrmmeeddaaddeess ppaarraassiittaarriiaass,la más relevante es la sarna. Al contrario delo que sucede con la enfermedad parasita-ria escandinava, los brotes que tienen lugaren la Península Ibérica afectan a áreas nomuy grandes y con mortalidades másmoderadas, apareciendo la enfermedad enpequeños brotes locales (Lindström, 1985).En algunos de los ejemplares cazados enGalicia, hemos comprobado la presenciade sarna; concretamente, el 1,42% presen-taban lesiones en prácticamente toda lasuperficie cutánea mientras que otro9,96% sólo presentaban lesiones localiza-das, preferentemente, en la base de la cola,zona posterior de las orejas y extremida-des. Esta cifra es menor que la de otrosestudios realizados en Europa y que esta-blecen incidencias entre el 14 y el 25%

(Schöffel y col, 1991; Gortázar y col, 1998;Lassnig y col, 1998; Schuster y col, 2001;Sréter, 2003b)Neospora caninum es una de las principa-les causas de aborto bovino en todo elmundo (Dubey, 2003). A pesar de quedurante los últimos años se han realizadonumerosas investigaciones sobre N. cani-num, aún se desconoce con exactitud lapatogenia del aborto bovino causado poreste parásito (Innes y col, 2002). A pesar deque no se ha demostrado hasta ahora queel raposo sea uno de los hospedadoresdefinitivos del protozoo, sí se ha comproba-do que la prevalencia de anticuerpos espe-cíficos frente a N. caninum puede ser ele-vada en el zorro (Barber y col, 1997; Buxtony col, 1997; Lindsay y col, 2001) y que, porlo tanto, puede ser un buen indicador de lapresencia del agente parasitario en elmedio natural en el que vive (Hamilton ycol, 2005). Por otra parte, Barling (2000)demostraron que existe una correlaciónentre la densidad de ganado vacuno en unterritorio, la seropositividad frente a N. cani-num y la abundancia de raposos. Respectoa España, Almería y col (2002) encontraronque el 10,7% de 122 raposos capturadosen Cataluña eran positivos a N. caninum,empleando para el análisis la técnica labo-ratorial PCR.

Enfermedades

63 • o raposo en Galicia

En algunos estudios de parasitologíahechos en el zorro rojo se ha demostradoque este actúa como reservorio de parási-tos y es fuente de zoonosis. En este senti-do, el raposo es el hospedador definitivode varias especies de cestodos (tenias),entre las que destacan Echinococcus gra-nulosus y Echinococcus multilocularis,debido a su carácter zoonósico, y que soncausa, respectivamente, de la hidatidosishumana y de los ungulados domésticos ysilvestres (Seimenis, 2003; Mwambete,2004), así como de la equinococosis alveo-lar humana. El Echinococcus granulosusfue descrito en zorros de la PenínsulaIbérica (Segovia y col, 2004). Respecto a E.multilocularis, es un parásito en claro pro-ceso de expansión en Europa (Richards ycol, 1995; Vuitton y col, 2003; Casulli y col,2005), debido al incremento de la pobla-ción de zorros (Smith y col, 2003); no obs-tante, aún no ha sido descrito en España. Elraposo también puede ser hospedadordefinitivo de otras especies de cestodosque, si bien no son zoonosis, tienen impor-tantes repercusiones sanitarias y económi-cas en las especies ganaderas y silvestres;entre las más importantes, descritas en laPenínsula Ibérica, debemos destacarTaenia ovis, T. multiceps, T. hydatigena y T.pisiformis (Martínez y col, 1978; Reina y col,1987; Miquel y col, 1994; Álvarez y col,1995, 1998; Gortázar e y col, 1998; Criado-Fornelio y col, 2000).

En relación con las nematodosis (gusanosredondos) de las que es reservorio el zorro,destacan las originadas por Toxocara canisy Toxascaris leonina, que son dos de los hel-mintos más prevalentes en raposos de laPenínsula Ibérica (Gortázar y col, 1998). Suimportancia estriba en que pueden sercausa de enfermedades en el hombre(Richards y col, 1993; Mizgajska, 2001;Richard y Lewis, 2001).Otro parásito zoonósico es Leishmaniaspp., causante de una enfermedad fatal enlos perros. Según Fisa (1999), la prevalenciade L. infantum en raposos de Cataluña llegaa ser del 74,6% en determinadas comar-cas, por lo que consideran a esta especieanimal como un reservorio silvestre deLeishmania. A pesar de este inquietanteresultado, son escasos los estudios epide-miológicos realizados sobre la leishmanio-sis vulpina (Courtenay y col, 1994; Semiaoy col, 1996; Criado-Fornelio y col, 2000).Toxoplasma gondii es otro protozoo quecausa abortos en el ganado doméstico yque, además, origina una zoonosis. Lasprevalencias encontradas de T. gondii enraposos de diversos países de Europa son,en general, superiores al 30% (Kapperud,1978; Dubey y col, 1990; Buxton, 1996;Dubey y col, 1999; Jakubek y col, 2001;Wolfe y col, 2001; Wanha y col, 2005). EnEspaña, hasta el momento, no se ha reali-zado ningún estudio encaminado a deter-minar la prevalencia que tiene este proto-zoo cosmopolita en la población de rapo-sos. En nuestra opinión, un grupo de ani-males positivos a T. gondii será un indiciode que este agente zoonósico presenta unciclo silvestre en las comarcas ganaderasestudiadas.Otro endoparásito que cabe destacar es laDirofilaria immitis (gusano del corazón). Se

otros podemos citarpor su importancia a:Cryptosporidium spp,Giardia spp y micobac-terias del complejoMycobacterium tuber-culose complex, queson capaces de infec-tar a una gran variedadde mamíferos, ya seandomésticos o silves-tres (Appelbee y col,2005; Martín-Atance y

col, 2005; Polley, 2005).Para interpretar correctamente los datosreferidos al estado sanitario de los zorrosen Galicia es preciso tener presente que lacaptura y toma de muestras se ha realizado

o raposo en Galicia • 64

han descrito casos de dirofilariosis enzorros, resultando ser un parásito que inci-de gravemente en la supervivencia decoyotes y zorros (Wixsom, 1991); demos-trándose diferencias estructurales en cuan-to a edad, si se comparan poblaciones vul-pinas de zonas húmedas con los zorrosmuestreados en zonas áridas (Gortázar,1999). El raposo, debido a sus hábitos alimenta-rios, es el principal reservorio de Trichinellaspp en el medio salvaje y, por lo tanto, esun buen indicador de la presencia de esteparásito zoonósico en un determinadomedio natural (Schmidt, 2003; Davidson ycol, 2006). En Europa se ha citado la pre-sencia de T. nativa, T. pseudospiralis, T. spi-ralis y T. britovi (Pozio, 1998; Shimalov yShimalov, 2003; Sréter y col, 2003 a; Pozioy col, 2004; Hurníková y col, 2005; Rafter ycol, 2005).

En España, la prevalencia de T. spiralis enraposos se sitúa entre un 1 y un 9%

(Criado-Fornelio y col, 2000; Pérez-Martín ycol, 2000). En el caso de los zorros, analiza-dos por nosotros, capturados en Galicia, seobservó la presencia de Trichinella spp enlas muestras de 5 ejemplares, lo que supo-ne una tasa de positivos del 0,71%. Esteporcentaje de positividad es, en nuestrocaso, inferior al 3% observado enExtremadura o las cifras próximas al 4,5%observadas en otros países europeos(Criado-Fornelio y col, 2000; Pérez-Martín ycol, 2000; Pozio y col, 2004; Hurníková ycol, 2005; Rafter y col, 2005; Davidson ycol, 2006; Balicka-Ramisz y col, 2007).Debemos suponer que la baja tasa deinfestación en el raposo es una clara expre-sión de la escasa presencia del parásito enlas presas y carroñas consumidas por laespecie en Galicia.Existen otros agentes etiológicos que pre-sentan bajas prevalencias en el raposopero que, debido a su carácter zoonósico,deben ser tenidos en consideración; entre

Enfermedades

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sobre una población presumiblementesana. Ante esta realidad sanitaria de lapoblación de zorros, en este primer estudionos hemos centrado, además de los datosantes referidos, en comprobar los ejempla-res que presentaban lesiones diferentes delas propias de la acción de la caza, clasificarlos ejemplares con lesiones compatiblescon enfermedades y la presencia de parási-tos externos.En los ejemplares cobrados, examinamoscuidadosamente toda la superficie corporalpara detectar la presencia de ectoparásitoscomo piojos, garrapatas y pulgas, obser-vando la presencia de garrapatas en lamayoría de los ejemplares, concretamenteen el 74% de los mismos. Otros estudios,realizados en diferentes países europeos,

obtienen cifras,respecto a lainfestación porgarrapatas, simi-lares a la deter-minada por nos-otros, aunquemayores en elcaso de Hungríay menores en el

caso de Alemania y Austria (Schöffel y col,1991; Lassnig y col, 1998; Sréter, 2003b).No hemos observado piojos en ningúncaso y la presencia de ejemplares con pul-gas es alta, al igual que en otros paíseseuropeos, afectando al 36% de los ejem-plares (Schöffel y col, 1991; Lassnig y col,1998; Sréter, 2003b).Además de la importancia ecológica deestos parásitos, la alta incidencia global deinfestaciones por sarna, pulgas y garrapa-tas, debe hacernos tener presente que lacolonización de estos animales en mediosmuy humanizados, como resultado del

aumento del tamaño de la población,puede contribuir a un aumento de la inci-dencia de las infestaciones accidentalesdel hombre y los animales domésticos porpulgas, garrapatas y ácaros. Tambiénpuede aumentar la tasa de incidencia dealgunas enfermedades transmitidas porvectores (Sréter y col, 2003b).Por otra parte, constatamos la presencia delesiones o cicatrices consecuentes delazos, cepos, traumatismos e incluso algu-na lesión compatible con acciones cinegé-ticas anteriores en un número reducido deejemplares, concretamente el 3,20% (9casos). Además, debemos señalar que loszorros con este tipo de lesiones se localiza-ron en zonas donde, en los últimos años,no existe tradición de incluir al zorro en losprogramas de caza y pensamos que tal vezexista relación entre la ausencia de aprove-chamiento cinegético de la especie y lapresencia de ejemplares lesionados como

consecuencia de traumatismos o intentosde caza por métodos no autorizados.No hemos observado ninguna otra lesiónque sugiera la presencia de enfermedadesde otro tipo diferentes a las mencionadasanteriormente, pero indudablemente nues-tro estudio, en lo que se refiere al estadosanitario, es solo una primera aproximaciónque indudablemente sugiere trabajos futu-ros más profundos.

o raposo en Galicia • 66

ResumenEl zorro rojo (Vulpes vulpes), es un mamí-fero carnívoro (familia Canidae), de tama-ño medio, predador oportunista, amplia-mente distribuido en Galicia y fácilmenteidentificable por su relativamente larga ytupida cola, que tradicionalmente ha sidoconsiderado como una alimaña con esca-so valor cinegético.Su gran capacidad de adaptación a losdiferentes medios ha hecho posible queactualmente, a pesar del empleo indiscri-minado de métodos para reducir su pobla-ción en el pasado, sea el carnívoro másextendido en el mundo.La morfología del zorro, en general,corresponde a la de un perro de tamañomedio pequeño (5-10 kg), esbelto, conmorro alargado, orejas móviles prominen-tes y cola provista de abundante pelaje,extremidades cortas en proporción alcuerpo y pies más bien pequeños. El pela-je suave y espeso, con coloración muyvariable desde pálido-amarillenta hastapardo-rojiza. El zorro ocupa casi todo el hemisferionorte y algunas zonas del hemisferio surcomo Australia. En España está presenteen todo el territorio nacional exceptoBaleares y Canarias. Ocupa todo tipo dehábitat que le ofrezcan un mínimo refugioy alimento; además es la especie silvestrecon costumbres más diversas y compor-tamiento más variado de cuantas rodeanal ser humano. Los zorros son animales que muestranmayor actividad durante la noche, aunqueen lugares tranquilos no resulta raro des-cubrirlos durante el día, prefiriendo realizarel descanso diurno en zonas con unabuena cobertura vegetal.La alimentación del zorro varía mucho deunas zonas a otras y según la estación delaño, consumiendo los recursos más abun-dantes o más fáciles de obtener en cada

momento. Respecto a la reproducción, el zorro esuna especie monoéstrica estacional concelo durante el invierno a partir del primeraño de vida y en la que el parto tiene lugaren la madriguera, tras una gestación de 52días.Para estimar la población de zorros hemoselegido como método de censo “la batidade caza” obteniendo una densidad mediade 2,71 ejemplares/km², de los quemenos del 40% eran ejemplares jóveneslo que indica que no se han producidograndes extracciones y que, analizandoconjuntamente los datos de varios añosanteriores, podemos comprobar que, sinningún riesgo para la población vulpina, sepuede aumentar considerablemente latasa de capturas anuales.Si nos atenemos a los resultados obteni-dos en nuestro estudio y los comparamoscon otros trabajos publicados hasta ahora,parece ser que Galicia posee la mayordensidad de zorros de la Península Ibérica.En el medio natural pocos individuos lle-gan a los 6 años de vida y la mayor parteno sobrevive al primer invierno. Pese atodo no existen factores que amenacen ala especie en España y podemos conside-rar que la gestión racional de las poblacio-nes pasa por el control de las fuentes dealimentación antropógenas (vertederos) ypor su aprovechamiento como especie decaza.Desde el punto de vista sanitario, el zorroes un eslabón esencial en la transmisiónde enfermedades y en el desarrollo de epi-zootías como la rabia, sarna, triquinelosiso equinocososis; pero no se le puede con-siderar como factor único ni, posiblemen-te en la mayoría de los casos, como factorimportante del descenso poblacional eincluso desaparición de otras especies enalgunas comarcas.

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