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En el problema de los géneros discursivos, Mijael Bajtín señalaba que el uso real de la lengua se lleva a cabo en forma de enunciados 1 (orales y escritos) que realizan los participantes de un ámbito determinado de la actividad humana y la comunicación. Todos los enunciados y sus tipos genéricos poseen una naturaleza verbal común 2 ; empero, éstos se diferencian unos de otros por las funciones que 1 El enunciado es una totalidad verbal, una unidad formulada para la comunicación real entre personas, y sus fronteras están delimitadas por el cambio de participantes en la comunicación discursiva; los rasgos que determinan la especificidad de un enunciado son el contenido temático, el estilo y la composición o estructuración. 2 El estudio en torno al enunciado y sus formas genéricas, a pesar de su importancia, casi no había sido abordado por los estudios lingüísticos y filológicos; los géneros literarios (los cuales han sido una constante desde la antigüedad clásica hasta el presente) siempre han sido estudiados en su carácter artístico y no en relación con otros géneros discursivos (propios de otras esferas de la comunicación) con los cuales, a pesar de sus diferencias, poseen una naturaleza lingüística común. En este sentido, el autor introduce algunas nociones para el estudio general del enunciado, aún con las dificultades que conlleva; primero, nos lleva a considerar la heterogeneidad de los géneros discursivos –entre estos tenemos las pequeñas réplicas que se presentan el diálogo cotidiano, así como un saludo, los relatos, las cartas, una simple o compleja opinión, así como también las publicaciones científicas o las obras literarias– y, segundo, a plantearnos una distinción no exhaustiva entre “géneros discursivos simples” (o primarios) y “complejos” (o secundarios). Estos últimos se crean bajo condiciones culturales complejas donde los procesos de comunicación se encuentran altamente desarrollados. En su largo proceso de formación, los géneros discursivos secundarios absorben diversos actos primarios ya constituidos en otras esferas de la comunicación discursiva – pensemos en un saludo, o en una conversación– que son sometidos a una reelaboración; pierden su carácter convencional –que tendrían en la esfera de la comunicación a la que pertenece– y, aunque conservan su forma habitual, cobran un nuevo sentido en la totalidad del enunciado del que forman parte, están al servicio de una significación mayor (250)). El problema del enunciado, señala el autor, debe llevarse a cabo a través del estudio de estos dos tipos de géneros discursivos, a pesar de que tal diferenciación es demasiado general; podría pensarse que la extrema variedad de géneros discursivos no permite su estudio con un solo enfoque crítico que englobe a fenómenos verbales tan diferentes.

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En el problema de los géneros discursivos, Mijael Bajtín señalaba que el uso real de la

lengua se lleva a cabo en forma de enunciados1 (orales y escritos) que realizan los

participantes de un ámbito determinado de la actividad humana y la comunicación.

Todos los enunciados y sus tipos genéricos poseen una naturaleza verbal común2;

empero, éstos se diferencian unos de otros por las funciones que realizan y por los

requerimientos necesarios para su formulación en determinados contextos de la

comunicación discursiva; los enunciados muestran, sobre todo por su composición y

estructura, las diferentes condiciones, requerimientos y objetivos de cada una de las

esferas de la comunicación discursiva a la que pertenecen.

Toda construcción de un enunciado se encuentra determinada por la esfera de

comunicación en la que se desarrolla, y en cada ámbito de la praxis humana y la

comunicación existen y se aplican unos géneros discursivos que le son propios (unos

tipos relativamente estables de enunciados): “Una función determinada […] y unas

condiciones determinadas, específicas para cada esfera de la comunicación, genera

determinados géneros, es decir, unos tipos temáticos, composicionales y estilísticos de

enunciados determinados y relativamente estables” (252). Los géneros discursivos están

comprendidos en unos contextos socioculturales específicos que revelan su pertenencia

1 El enunciado es una totalidad verbal, una unidad formulada para la comunicación real entre personas, y sus fronteras están delimitadas por el cambio de participantes en la comunicación discursiva; los rasgos que determinan la especificidad de un enunciado son el contenido temático, el estilo y la composición o estructuración. 2 El estudio en torno al enunciado y sus formas genéricas, a pesar de su importancia, casi no había sido abordado por los estudios lingüísticos y filológicos; los géneros literarios (los cuales han sido una constante desde la antigüedad clásica hasta el presente) siempre han sido estudiados en su carácter artístico y no en relación con otros géneros discursivos (propios de otras esferas de la comunicación) con los cuales, a pesar de sus diferencias, poseen una naturaleza lingüística común. En este sentido, el autor introduce algunas nociones para el estudio general del enunciado, aún con las dificultades que conlleva; primero, nos lleva a considerar la heterogeneidad de los géneros discursivos –entre estos tenemos las pequeñas réplicas que se presentan el diálogo cotidiano, así como un saludo, los relatos, las cartas, una simple o compleja opinión, así como también las publicaciones científicas o las obras literarias– y, segundo, a plantearnos una distinción no exhaustiva entre “géneros discursivos simples” (o primarios) y “complejos” (o secundarios). Estos últimos se crean bajo condiciones culturales complejas donde los procesos de comunicación se encuentran altamente desarrollados. En su largo proceso de formación, los géneros discursivos secundarios absorben diversos actos primarios ya constituidos en otras esferas de la comunicación discursiva –pensemos en un saludo, o en una conversación– que son sometidos a una reelaboración; pierden su carácter convencional –que tendrían en la esfera de la comunicación a la que pertenece– y, aunque conservan su forma habitual, cobran un nuevo sentido en la totalidad del enunciado del que forman parte, están al servicio de una significación mayor (250)). El problema del enunciado, señala el autor, debe llevarse a cabo a través del estudio de estos dos tipos de géneros discursivos, a pesar de que tal diferenciación es demasiado general; podría pensarse que la extrema variedad de géneros discursivos no permite su estudio con un solo enfoque crítico que englobe a fenómenos verbales tan diferentes.

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a un estrato del quehacer humano y la comunicación (desde las reglas de cortesía hasta

los más complejos discursos); ante cada situación comunicativa en la que estamos

inmersos (ya sea cotidiana o altamente especializada) elaboramos determinados tipos de

discursos para satisfacer determinadas situaciones comunicativas con base en unos

géneros discursivos que, teóricamente, son asequibles a todos los miembros que

participan en una esfera determinada de la comunicación.

La literatura no es la excepción: los géneros literarios son productos que

pertenecen a un ámbito de las prácticas verbales que ha desarrollado la cultura

occidental. En este sentido, la literatura puede ser comprendida como un ámbito

particular de la actividad y la comunicación humanas, un campo diferenciado de la

actividad humana en la cual se han desarrollado una amplia gama de géneros

discursivos (en este caso literarios) a lo largo de la historia. El fenómeno literario como

ámbito particular de las prácticas verbales (y por ende de la comunicación) posee, en un

período de tiempo, una serie de géneros paradigmáticos en el ejercicio de la literatura.

La obra literaria puede ser considerada como un enunciado, y los géneros como unos

modelos relativamente convencionales a través de los cuales resulta posible estructurar

la totalidad de un enunciado.

Esta conceptualización de Bajtín, conlleva situar el fenómeno literario en

amplios procesos comunicativos organizados en un contexto sociocultural y en un

período histórico, en los cuales se encuentran implicados tanto los enunciados

concretos (las obras literarias) y los géneros discursivos (en nuestro caso los literarios)

como también a los diferentes participantes del fenómeno literario en todos y cada uno

de sus niveles de participación (nos referimos tanto a la producción de obras literarias

como a su recepción y todo lo que pueda implicar –como labores de difusión,

conservación, crítica, etc.). Sin embargo, no nos queda claro el lugar que ocupan todos

estos componentes ni las funciones que desarrollan en este contexto. Es por ello que

acercamos esta perspectiva crítica sobre el fenómeno literario a la Pragmática de la

literatura, con el fin de estudiar más a fondo los componentes de la literatura así

concebida. Sin embargo a Bajtín no le interesan particularmente los géneros literarios,

sino el problema general del enunciado, por lo cual no profundiza en el estudio de la

literatura como un ámbito particular de las prácticas verbales y se limita a hacer una

serie de caracterizaciones del fenómeno literario3.

3 En el presente estudio nos interesa particularmente los géneros literarios por ello nuestra atención está centrada en esta cuestión (sin embargo, en este trabajo Bajtín se interesa por el problema

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general del enunciado y no exclusivamente por los géneros literarios). Al mencionar la relación del estilo (la selección de unos recursos léxicos, fraseológicos y gramaticales) con el género discursivo, y la participación del individuo en la elaboración del enunciado, Bajtín señala que todo género se encuentra en estrechamente vinculado con un estilo, que puede o no reflejar la individualidad del hablante (o el escritor), por ejemplo: en los géneros literarios, un estilo individualizado forma parte del mismo propósito de creación del enunciado, mientras que en otro tipo de enunciados, como un oficio burocrático estandarizado, una orden militar, o una réplica cotidiana referencial, el reflejo del ser individual no interesa para la estructuración del enunciado. La literatura, que incluye asimismo estilos de géneros que pueden no ser literarios, representa un complejo sistema de estilos, los cuales se encuentran sometidos a diferentes modificaciones a lo largo del tiempo y de su contacto con otros géneros discursivos, literarios o no. Sin embargo, la literatura, representa un complejo y dinámico sistema histórico que no puede ser totalmente descrito a través de su especificidad estilística. Aunque los géneros literarios son los más dinámicos en cuanto a producción individual, en el mismo interior de la práctica literaria hay diferentes posibilidades de expresar lo individual del lenguaje y lo individual del hablante; hay “maneras” de formular discursos dentro del ejercicio literario (251-52). En cada época de la historia literaria, son unos determinados géneros los que dan la pauta a la literatura (tanto en su concepción, como en la forma de realizarla), podemos pensar en las tres grandes categorías de la literatura, y sus diferentes subgéneros.