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GABRIEL SALAZAR En el nombre del Poder Popular Constituyente (Chile, Siglo XXI) .' © LOMEdiciones Primera edición, 2011 ISBN:978-956-00-0272-3 RPI: 2O7.738 Diseño cubierta: Estudio Navaja EDICIÓN Y COMPOSICIÓN LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago TELÉFONO: (56-2) 688 52 73 I FAX: (56-2) 696 63 88 [email protected]1 www.lom.cl IMPRESO EN LOS TALLERES DE LOM Miguel de Alero 2888, Quinta Normal Impreso en Santiago de Chile

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GABRIEL SALAZAR

En el nombre del PoderPopular Constituyente

(Chile, Siglo XXI).'

© LOM EdicionesPrimera edición, 2011

ISBN:978-956-00-0272-3

RPI: 2O7.738

Diseño cubierta: Estudio Navaja

EDICIÓN Y COMPOSICIÓN

LOM Ediciones. Concha y Toro 23, SantiagoTELÉFONO: (56-2) 688 52 73 I FAX: (56-2) 696 63 [email protected] www.lom.cl

IMPRESO EN LOS TALLERES DE LOM

Miguel de Alero 2888, Quinta Normal

Impreso en Santiago de Chile

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IEstupor

I lace ya 38 años desde que las Fuerzas Armadas, capitanea-das por Augusto Pinochet, nos forzaron, a balazo, corvo ypicana eléctrica, a someternos al modelo neoliberal másextremista de la tierra...

Y hace ya 21 años desde que la Concertación del'iirtidos por la Democracia, volviendo la espalda a susprincipios históricos, comenzó a administrar la herenciapinochetista con ortodoxa eficiencia neoliberal...

¿No será demasiado tiempo?

Y llevamos más de dos décadas -después de retirado eli riTorismo militar- acosados por un camuflado terrorismodel Mercado... Endeudándonos para educar a nuestroslujos . Endeudándonos para asegurar nuestra salud. En-deudándonos para tener nuestra casa, nuestros muebles,I 1 ncstros utensilios de vida. Endeudándonos para pagar loscréditos contratados, los intereses, los seguros y, encimade todo eso, la usura insaciable del retail... Pagando hastaI 1 1 ico veces, después de licenciados, por el crédito univer-•, 11.1 rio con aval del Estado... Pagando todo, hasta lo másesencial y valioso en nuestra vida: la formación y salud delos niños, la cultura, el futuro familiar, el esparcimiento...Y .ulcmás, rivalizando por marcas y puntajes, uno contra"lio, desde la enseñanza básica, despedazándonos mutua-mcnie ¿para lograr qué?: una migaja más, 'otra' partícula

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de consumo... Y para que, a fin de cuentas, los interesesacumulados tripliquen nuestro ingreso anual, para termi-nar no pudiendo, pese a todo, ni educar bien a nuestroshijos, ni asegurar bien nuestra salud, ni tener buena casa,ni buen empleo, ni mantener la unidad familiar... Hasta quereventamos: el 45 % de los chilenos padecen de depresiónseria; el 58 % de los niños que nacen en Chile son "hua-chos"; el 25 % de las madres son madres solteras; la tasa denupcialidad ha caído un 6o % en 12 años, las separacionesse duplican... Los femicidios también.

¿No será demasiado?

Cuando, encima de nosotros, 'nuestros' políticos hanpermitido que el capital extranjero se apropie de 2/3 denuestro cobre; de todo el oro enterrado bajo los glaciaresde Pascua Lama; de la administración total del fondo pre-visional de los trabajadores (AFPs e ISAPRES), que totalizala suma de $US 200.000.000.000,3 veces el PIB chileno,y también de la mayor parte de las fuentes de energía;del agua de los ríos de Aysén; de las semillas, de los ma-yores bancos, etc. Cuando los malls y las multitiendasnos inundan con productos traídos de China, de Japón,Estados Unidos, Europa, Taiwán, etc., mientras nuestrasindustrias tradicionales desaparecen una tras otra... Pues¿dónde está la Compañía Refinería de Azúcar de Viña,o la Textil Yarur, o la Bellavista-Tomé? ¿Dónde están lasfundiciones que fabricaban locomotoras a comienzos delsiglo XX, o las armadurías de tractores y automóviles delos años '6o?... El alud del mercado mundial, el sobrepesojurásico del consumismo globalizado, la hegemonía corro-siva del capital mercantil-financiero, a más del obsecuente

neoliberalismo fundamentalista practicado por nuestros( I i rigentes, han desintegrado el débil sector industrial quelogramos, con no poco esfuerzo y lucha, levantar en elsiglo XX... Hemos retrocedido, productivamente, casi, alperíodo post-colonial...

¿Nos hemos dejado colonizar de nuevo?

Cuando el Plan Laboral -que es una aseguradora deplusvalías de producción y circulación- ha reducido a laprotagónica clase trabajadora del pasado a una masa desubcontratados "precaristas" y de profesionales "a hono-rario", sin seguridad de futuro, sin identidad laboral conproyección propia por la cual luchar y progresar (sumida.iclcmás en el humillante tráfago del transporte público,I irccarizada por las "necesidades de la empresa", las "rein-t'.ciiierías" de pacotilla, la "externalización de servicios",, unen de descuidada por la legislación e ignorada por las' lases políticas), el estatus social del asalariado de hoy

i| i ic es lo que sentimos dentro de nosotros mismos- se.r.emejamás alpeón-gañán del siglo XIX ("roto alzado, sinl iios ni Ley") que al trabajador "organizado" del período

Nos han degradado... Y de nada sirve que nos inunden1 1 u i .'.o millones de tarjetas de crédito para comprar blue-I I M M S de marca, celulares, televisores, aparatos electróni-i ns..., porque aun con todo eso, no estamos contentos, nipoi dentro ni por fuera... Tal como ha informado el Progra-ma de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) desdei '> ' ) !<:" los chilenos viven un profundo malestar interior"...

, No será el tiempo de la rabia?

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Y por supuesto, para no dar salida a la rabia, nos ofre-cen más y más "líneas de crédito", a efecto de ahogar lafrustración con más consumismo y endeudamiento. Einsisten en que "todo está bien", que estamos creciendoal 6.o % anual con una tasa de inflación del 4 % y un des-empleo apenas de 8.3 %, razón por la que estamos blinda-dos contra la crisis financiera mundial... Somos líderes enAmérica Latina y miembro con honores del selecto clubneoliberal de la OCDE... Que, por todo esto, podemos ydebemos olvidar el pasado y, sobre todo, reconciliarnos yunirnos para asegurar el futuro... Debemos, por eso, jun-tar las estatuas de Carrera y O'Higgins, para simbolizarnuestra patriótica fraternidad... ¡Y olvidar la Caravana dela Muerte, los fusilamientos de Pisagua, la incineraciónde campesinos en los hornos de Lonquén, la masacrede campesinos en Paine, los miles de torturados de VillaGrimaldi, las vejaciones perpetradas en Londres 38, loshorrores del centro de torturas de la calle Simón Bolívar,la violación de mujeres por perros policiales, el asesinatode los hermanos Vergara...! ¡Olvidar el rostro descompues-to del asesino principal, el de los aprendices de dictadorrindiéndole honores en Chacarillas, el de los que retozanen el resort de Punta Peuco, el de los oficiales que usaronel corvo para sacar los ojos de los prisioneros!...

¿Pretenden que endeudándonos y consumiendo olvi-

demos todo eso? ¿Todo eso?

¿Somos capaces de olvidar ESO?Y no son los militares, sin embargo, los que, principal-

mente, nos piden olvidar y soportar a la vez, con entereza

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v alegría, el endeudamiento perpetuo, el trabajo precario,l;i separación de parejas, la crisis afectiva de nuestrosniños, que el tráfico delictivo sea más remunerativo queel trabajo asalariado, que la distribución del ingreso na-eional sea la tercera peor del mundo, que la violación delos derechos humanos piadosamente se encubra con unpatriótico manto de esperanzas futuras, etc. No, no hansillo sobre todo los militares, han sido ellos: los políticosi i vi les que antaño fueron nuestros aliados y dirigentes;los que en el pasado fueron 'socialistas revolucionarios'(unos), 'socialistas comunitarios' (otros) y 'demócratasi ¡ulicales' (aquéllos). No nos equivoquemos ni nos confun-iliunos: son exactamente ésos, los mismos de anteayer. Quev.i no son lo que fueron (o aparentaron). Que han hechoi l c l a política el negocio de su acomodación en un EstadoUní1 no construyeron ellos -tampoco la ciudadanía- yi|nc venía manchado de sangre, tortura e ilegitimidad;i".c sucio negocio de disolver las riquezas nacionales y elni i ;u l lo nacional en la droga alucinógena de la globaliza-1 1 o 1 1 1 1 eoliberal, como también la clase popular entera en• • I irmolino sin fin del endeudamiento consumista. Sonellos -aliados en esto alos discípulos de Pinochet-los quel i . i n convertido la política en un carrusel mercantilizado,1 1 1 1 1 1 1 a farándula de chacharas sin contenido (que, pese a1 1 1 . l i i, dispara díscolos a diestra y a siniestra) ni raigambre11 ' 1 1 1 escntativa en la ciudadanía real... ¡Si hasta nos hicieroni ler.ir como Primer Mandatario al más astuto especuladorM i - l mercado y de la Bolsa!

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¿Es lo que nos merecemos? ¿No nos habremos aliena-do más de la cuenta?

En los años '6o, por mucho menos (había educacióngratuita, salud gratuita, empleos permanentes, sindicatospoderosos, legislación protectora, partidos populistas,gobiernos benefactores, etc.) intentamos promover larevolución socialista... ¿Por qué ahora, cuando hemoscumplido casi 40 años soportando una situación muchí-simo más alienante que en los '6o, no hemos hecho nada?

¿No habremos esperado demasiado?

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II

Memoria

,Recuerdan cuando los jóvenes universitarios, allá pori')1/'/ -apogeo absoluto del terrorismo militar- iniciaronmi movimiento de resistencia artística, justo cuando laUniversidad de Chile estaba aplastada y despedazadap i u l a rectoría dictatorial? ¿Recuerdan que la AgrupaciónCultural Universitaria (ACU) lanzó entonces el "teatroi/rí absurdo, irrumpió con música en medio del apagóni ni i u ral y difundió poemas que salvaron vidas y curaronli K 'liras"? ¿Recuerdan que, frente a los fusiles y los rostrosi i/nados de los soldados 'todo-terreno' levantamos "lametáfora como arma", y que con ella llenamos hasta losI males el Teatro Caupolicán, sin que ellos pudieran haceru n entender) nada?1 ¿Recuerdan cuando, en un taller depoesía poblacional, una pobladora-poeta declaró, con or-i-.ullo: "qué pueden los fusiles contra la poesía"?

¿Y recuerdan que, durante el período más salvajei Ir la dictadura (1977-1985) comenzamos a juntamos ennuestras casas -fiestas de toque a toque- para conversar,1 1 , 1 1 a criticar, comer, tomar y bailar, para conocernos enI i i i > l undidad, para sentir que constituíamos, pese a todo,u n nosotros indestructible?... ¿Que, en nuestros escondri-|i > • > , pudimos sentir todavía el calor de nuestra identidad y,

Ver de Víctor Muñoz Tamayo: ACU: Historia de la Agrupación CulturalUniversitaria. Santiago: La Calabaza del Diablo, 2006.

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también, de nuestra rebeldía? ¿Cuando probamos que lasarmas podían dominar el espacio público de la plaza y lascalles, pero no el espacio comunitario e íntimo de la frater-nidad? ¿Y han olvidado "las peñas" -como la del Café delCerro, en Bellavista, por ejemplo- donde, apretujados y avela encendida, tomábamos un trago escuchando cantau-tores que, como Silvio, gatillaban, con lírica musicalidad,"la metáfora como arma"? ¿Recuerdan la sinergia íntimaque se potenciaba allí, noche a noche, dentro de cada uno?

Y nunca debería olvidarse el relámpago de esperan-za que renacía en los prisioneros de Villa Grimaldi (o deotros centros similares) cuando, luego de ser torturados,golpeados, vejados (incluso asesinados) en la cámara deinterrogatorios, se les arrastraba a la "celda de los presos",donde eran recibidos por los "camaradas", y donde, ven-dados, eran cuidados con inusitado cariño, irradiando,como siempre, fraternidad. Solo siete metros separabanla cámara donde atacaba la furia deshumanizadora, de lacelda donde revivían la humanidad y la camaradería. Loque en el 'antro' se quería destruir, renacía a pocos metrosde distancia, recargado...

¿Pretendían anonadarnos?

Si lo intentaron, no pudieron. Concedamos que des-truyeron nuestras organizaciones tradicionales y pusieronen duda algunas de nuestras apuestas ideológicas, perono destruyeron nuestra capacidad de juicio, de crítica, ninuestra convivencia fraternal. Tampoco destruyeron lacultura social espontánea y contestataria que fue naciendo

11 i i uli-(|uiera que dialogábamos, dondequiera que nos mi-i .11 '.unos... Porque nos fuimos encontrando en todas partes:• •u los pastos del campus universitario, en los pasajes del . i i'oblución, en las capillas del barrio, en los conventosi rn ,mos, en los galpones y patios arzobispales de Puntai l c - Tralca... Para discutir el estado de nuestra identidad,I M i .1 sopesar los riesgos y posibilidades que nos rodeabanV, sobre todo, para potenciar la cultura propia que nosi c v i v í a , que eclosionaba día por día... ¿De dónde surgió' d i tuerza de los '8o" sino de allí? ¿Por qué pasamos de lau n i mista canción de las peñas a la estridencia rockera de/ 1 >•. Prisioneros o a la fuerza comunicativa de So! y Lluvia(h.ista hacer tronar el Estadio Santa Laura) sino porque,en lugar de anonadarnos, nos re-potenciamos con nuestraI iropia memoria y nuestra propia creatividad? ¿De dónde,s 11 u > de allí, vino esa síntesis histórica y esa fuerza expresivai iinienida en la Negra Ester?

Y no solo fuimos sujetos sociales reptando como to-pos en nuestras madrigueras: también nos convertimosni nuevos, recargados y autogestionados actores socia-les con capacidad para resolver problemas propios. ¿Nolevantamos nuestras propias ollas comunes? ¿Nuestrosi.illeres productivos, cooperativas de consumo, centrosik' salud, comités de derechos humanos, talleres cultura-les, redes de educación popular, e incluso nuevos grupos"de resistencia armada"? ¿De dónde sino de allí sacamosl . i capacidad y la audacia para hacer estallar, entre 1983 yi')«7, veintidós jornadas nacionales de protesta?... Nadieesperaba eso: ni Pinochet, ni los políticos que después

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negociarían la llamada "transición", ni los observadoresinternacionales. Nadie. ¡Fueron 22 jornadas nacionalesde protesta! ¡Hasta intentamos matar al tirano!... El preciopagado por eso, sin duda, fue alto: sitiaron y castigaronpoblaciones enteras. Cayeron centenares de prisioneros.Hubo decenas de asesinatos callejeros. Pero seguimos.Perdimos el miedo2. Demostramos a la opinión públicainternacional que Pinochet había perdido la gobernabili-dad del pueblo chileno. Porque eso, exactamente eso, fuelo que logramos. Demostramos al mundo que éramos in-gobernables bajo un régimen neoliberal dictatorial. Y pre-cisamente por eso Pinochet se vio obligado a negociar: elcapital financiero internacional no invertiría en Chile (erael único que podía sacar el país de la crisis económica enque lo habían sumido las reformas neoliberales) a menosque en el país se restableciera la gobernabilidad bajo un"estado de derecho"...

"Y cayó"...

Fuimos nosotros-no las élites políticas- los que, entre1983 y 1987, lo apretamos contra el capital financiero in-ternacional hasta hacerlo reventar. Porque "él" no podíadesafiar ni desobedecer a su único salvador posible. Nohabía otro. Por eso, doblegado, negoció y se fue. Ya que,para la naturaleza de su proyecto político, era absoluta-mente necesario que ese "salvador" aterrizara, invirtieray se quedara en Chile; de lo contrario, toda la dictadurahabría sido un gran fracaso, pues habría hundido el país

I

C.Salazar: Violencia política popular en las grandes alamedas. Santiagode Chile, 1947-1987. Santiago: Ediciones SUR, 1990.

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« • u un caos interminable. Y el peor terrorismo militar denuestra historia habría matado en vano...

"Y cayó"...(Alebramos por eso, con justa razón, la fiesta del

' N i ) " . Pero, precisamente en esa fiesta, embriagados pori - l t r iunfo , cometimos un triple descuido: a) permitimos. 11 ir d "estado de derecho" exigido por el capital financieroI 1 u crnacional fuera el mismo modelo establecido por Pino-. I id en la Constitución de 1980; b) que la Concertación del ' . i 1 1 idos por la Democracia (supuestamente democráticai Ir verdad) entrara a administrar ese mismo modelo, bajoln misma Constitución, y no uno distinto impuesto pornosotros; c) que la recuperación económica de Chile seI11 ( • i e ra a mercado abierto y mediante la masiva e irrestrictainversión del capital financiero internacional. DrogadosI M I I la fiesta del NO, nos descuidamos en un triple frente,v i n e precisamente este descuido el que aprovecháronlospolíticos tradicionales para entrar en tropel al Estado yi |t talarse allí por más de dos décadas, en beneficio de ellosmi'.mos y de sus flamantes socios extranjeros...

( ) sea: acumulamos suficiente rabia, cultura y fuerzaI u r;i a rrinconar a Pinochet hasta obligarlo a negociar, pero1101 ios preparamos ni tuvimos la lucidez política suficientep.ira detener el negociado de la "transición". Vale decir:|i,n ,i forzar a la Concertación a mantener su ideario his-i o i u •() y su lealtad a la voluntad reformista/revolucionariaild pueblo; para denunciar la 'traición' que ella misma,•iiiliipadamente, estaba ejecutando sobre nuestras cabezas,v 1 1 . 1 1 'a saldar cuentas a fondo con el terrorismo militar, el

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golpismo de la Derecha y la intervención encubierta (coveraction) de EE.UU.

¿Por qué? ¿Fue ingenuidad, descuido o falta de audacia'constituyente?

Contra Pinochet desplegamos un arrollador movi-miento social y cultural, de resistencia y supervivencia,de autogestión y empoderamiento, que surgió de todosnosotros, a todo lo ancho y largo del territorio, y tambiéndesde fuera del país (los exiliados agitaron constante-mente la opinión mundial contra Pinochet). Los partidospolíticos, golpeados como estaban, flotaron agarrados alvértigo de nuestro movimiento (aunque algunos pretendenconvencernos de lo contrario) hasta que llegamos a 1990.Y fue allí y entonces, en 1990, cuando, olvidando nuestralaboriosa autonomía y nuestra fuerza, depositamos denuevo nuestra confianza en la clase política civil... Comosi 'ella' hubiera sido la 'gran' vencedora en la retirada dePinochet...

Y hemos estado más de 20 años esperando que 'ella'mostrara su declamada vena democrática, su supuestalealtad a la voluntad soberana del pueblo. O por lo me-nos su profesión de fe nacionalista... Pero, ya hacia 1993,comenzamos a dudar (fue cuando anunciamos que éseera el "año del desencanto"). Desconcertados, dejamoslanguidecer las ollas comunes, los talleres productivos,los comités de derechos humanos, el cordón de educa-ción popular (que, junto a decenas de ONG, habíamosdesarrollado en los '8o), incluso los grupos de resistenciaarmada... Y nos sentimos derrotados, no por Pinochet,

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precisamente, sino por nuestros (supuestos) amigos. Pornuestros tradicionales 'dirigentes'. Y nos quedamos, porprimera vez en nuestra historia, sin Izquierda Parlamen-taria, incluso sin el respaldo lejano pero simbólico dela Unión Soviética, y sin auténticos líderes socialistas ycomunitarios dentro del país. Fue cuando sentimos queiodo el doloroso costo pagado por la clase popular y lariudadanía para expulsar a Pinochet había sido en vano.Oue la muerte de los hermanos Vergara habría sido inútil...I ,o que era tanto más deprimente si, por esa misma fecha,I legó por ñn la inversión extranjera en cantidad suficientel>; i r ; i entonar la economía, para convencer a la Concer-i lición de que su apostasía a favor del libre mercado era'correcta', para demostrar al mundo las bondades de uni raimen que lograba instalar la ansiada "gobernabilidad"I >a jo un estado de derecho (neoliberal), tan exigida por lospoderes hegemónicos del nuevo mercado mundial... queobservaban, satisfechos...

Reconozcámoslo: fueron días difíciles. Meses y mesesi le confusión y desorientación. Y ya hundidos en nuestro.usíamiento, ensayamos todo: cualquier cosa, cualquierI u i n esta, cualquier adicción. Las mujeres pobladoras, trasuna década de lucha para construir poder popular locali "e,i mbiar la realidad en torno nuestro", dijeron), tuvieroni | i i e irse para la casa. Muchos estudiantes universitarios,i | i i e habían combatido cuando adolescentes en las trin-I 1 icras poblacionales, perdieron, en parte, su energíay sue'.pcranza. Los trabajadores, diezmados por la represión yel i lesempleo, solo querían sobrevivir. Miles de militantes

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abandonaron sus partidos. Los que retornamos del exilio,solo hallamos la miseria de los trabajadores del PEM y elPOJH, la destrucción del terremoto, el desmantelamientoprogresivo de las ONG (si el 'capital financiero mundial'comenzaba a invertir sistemáticamente, la 'cooperacióninternacional' debía retirarse...) y la Universidad de Chiledescuartizada, purgada y vigilada. Nunca antes, ni siquieradurante la fase más brutal del terrorismo militar, habíamosvivido una situación mayor de desaliento... Un autor es-cribió un libro que llamó "La Izquierda sin Allende", perose equivocó: debió ser el pueblo sin Izquierda, sin Centroy sin allendes...

Qué duda cabe: fueron días difíciles...

Fue, por eso, lento, largo y tortuoso el camino del re-nacer. Para revivir, encontrando o creando, una identidadsoberana, rebelde y asertiva. Tortuoso, porque esa iden-tidad no se saca de sí mismo fácilmente, como conejo delsombrero de un mago. Pues esa identidad solo nace y creceenvuelta en dialéctica histórica; es decir: en una relaciónsocialmente tensa y crítica con el sistema dominante. Ypor esto, tal vez, fue el sistema mismo el que nos ayudó areencontramos: estalló, hacia 1997, como sabemos, la "cri-sis asiática", y el capitalismo neoliberal entero trastabilló.Desde entonces han quedado a la vista sus debilidades, anivel mundial y también en Chile. La primavera econó-mica de la Concertación se detuvo abruptamente y dejó ala vista sus entrañas de barro. Sus mentiras interiores. Lafragilidad de su alianza con el capital financiero interna-cional. El prestigio del presidente Freí Ruiz-Tagle cayó a

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•u %, en caída libre. El capitalismo nacional mostró que,< l e i ras del alabado "estado de derecho", del logotipo "ja-i',i i ; ir" patentado por los nuevos gobiernos y de la cacareadaVobernabilidad" concertacionista ofrecida al mundo porlid gardo Boeninger, el modelo neoliberal no era más quel , i burda "jaula" (Tomás Moulian) que nos había dejado enI it'rcncia el terrorismo militar... Era solo más de lo mismode siempre. Lo demás era mentira. Solo mentira...

Ésa, exactamente ésa, fue la señal que nos instó areanudar nuestra interrumpida tarea histórica: los trabajosde empoderamiento iniciados en la década de los '8o. Soloque, ahora, con \afuerza renovada de los 2000... Fuerzarenovada, porque, a la 'autonomía' que construimos con-i r;i Pinochet, hemos estado sumando la 'autonomía' querequerimos para combatir, a la vez, contra un Estado de-nusiado lejano y un Mercado demasiado cercano...

¡Teníamos razón!... ¡Continuemos!

Por eso, hemos reconstruido las redes del cordón deeducación popular, a todo lo largo de Chile, esta vez sindependencia de las ONG y sin ayuda de la cooperaciónexi ranjera y/o nacional. Ahora podemos y queremos tra-I u j a r con plena autonomía, dependiendo solo de nues-1 1 . 1 creatividad y autogestión. Y vemos que pobladores,sindicatos y jóvenes estudiantes han comenzado, poco apoco, a unirse en comunidades locales y a provocar huel-i /<is de ciudades, de sentido regionalista (¿recuerdan los"portazos", por ejemplo, que realizó Valparaíso, o las mási cdentes rebeliones del pueblo magallánico o las de Ca-luma?). Y todas las redes sociales juveniles, de población

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y de universidad, se han reactivado, perfeccionando susprácticas de antaño: las del hip-hop, de los punks, los cen-tenares de colectivos universitarios, los documentalistas yvideístas, las redes comunicacionales de población (radiosy canales locales de TV), las tocatas de músicos popularesen los barrios, el teatro callejero, el malabarismo callejero,las editoriales populares... ¡hasta las redes de tráfico detoda clase de cosas! ¡Y aun las redes delictivas!... En verdad,desde 1998 o, tal vez, desde el 2000, un segundo alientohinchó todas nuestras venas culturales, en lo local y enlo regional, en lo chico y en lo mediano, en lo visible y enlo invisible. Así, nuestra larga transición autogestionariapor abajo, que se inició con los estudiantes de la ACU en1977, se reanudó con fuerza desde el cambio de milenio,en proyección a nuevos e inéditos rumbos, retomando eltranco del pueblo, libre, lento pero seguro, a todo lo largode las "anchas alamedas"...

Para ustedes, para los que no han entendido eso, paralos que no sospechan que ha habido una significativa"transición autogestionaria" de la ciudadanía popular, éstaha consistido, en lo esencial, en comenzar a hacer ¡as cosaspor sí mismos ("¡acción directa!", proclamó Clotario Blesten los años '50). Esto es: asociadamente. Participativamen-te. Deliberada y, a veces, planificadamente. Autoeducán-donos para eso, todo el tiempo. Tomando decisiones engrupo, en asamblea, cara a cara, dialogando, deliberando,todos a la vez. Viejos, maduros, jóvenes y cabros chicos.Ordenadamente. Sin organización rígida. Incluso, sin esta-tutos. Basados en la confianza que surge cuando operamos

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eon sentido de igualdad fraternal y participación abierta,en el consenso de nuestras decisiones y, sobre todo, en lai altura sinérqica y soberana que crece entre nosotros ali . i lor de todas esas prácticas.

¿No sabían eso? Ustedes, políticos de autorreferido yhermético ámbito elitista, ¿no sabían eso? ¿Los cogimosI MU- sorpresa? ¿O ni siquiera tienen capacidad de asombro?

Y es preciso que conozcan también lo siguiente: desdeI1 lediados de los '8o, aprendimos a investigarnos a nosotrosmismos, fuera de la Universidad... Aprendimos a practicarciencia popular'. Y por eso hemos publicado decenas ydecenas de historias de aldeas y villorrios (Chiloé), deMueres de lavandería, de poblaciones y campamentos,i le pobladores, barras bravas, cabros chicos, mujeres ciu-i l .u lanas , etc. Además, muchos intelectuales, desde lasi >NG primero, y ahora desde la Universidad, asociados anosotros, están investigando nuestra historia social pasadav presente, la sociología de nuestros grupos, la psicologíau i: 11 u nitaria de nuestra gente, las patologías endémicas delI ' .i.ulo liberal, la naturaleza dinámica de nuestra cultura•Hicui l , la tragedia de nuestros muertos y desaparecidos, elun ivi miento ciudadano de nuestras mujeres y nuestros ni-ni >.s, la relación virtuosa de los jóvenes con la historicidadi l e nuestros problemas... ¿Qué es lo que ha caracterizadonuestra transición autogestionaria desde el 2000 a la fe-I 1 u? ¿Quieren saberlo? Esto: a) la certeza de que, unidos,• i i n ustedes, podemos... b) la naturaleza cultural pero cre-• iei u emente multidimensional del nuevo "poder popular";i ) l . i consolidación de una práctica política asamblearia

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Iy participativa; d) la certeza de que el modelo neoliberaldebe ser cambiado de raíz (botando el agua, la bañera yla Concertación); e) la acumulación de una cultura socialpropia y una ciencia histórico-social referida a nosotrosmismos (investigaciones de académicos progresistas ytesis de grado y postgrado de estudiantes universitariosde extracción popular) que nunca tuvimos antes...

¿Saben que hoy tenemos a nuestro alcance, construidapor nosotros mismos, una gran "caja de herramientas",no solo para hacer política de corto y mediano plazo enlo local y comunitario, sino, sobre todo, para hacer histo-ria...? ¿Lo sabían?

¿Alguien no lo cree? ¿Y de dónde creen, señores, quelos "pingüinos" sacaron su energía y sabiduría como paraimpulsar su poderosa e inesperada rebelión, que ha con-vulsionado el espacio público desde el 2005? ¿Acaso de loque les enseñaron en el aula, debidamente evaluado porel SIMCE? ¿Por generación espontánea?

Ténganlo presente, no lo olviden nunca: ellos son hijosnuestros, vastagos directos, en primer lugar, del endeu-damiento con el Mercado. Y a través de sus padres, de la"transición" traicionada. Y por sus abuelos, del terrorismomilitar. Y por sus bisabuelos, de la tronchada democracia'liberal' de 1938-73. Son hijos, pues, de una memoria so-cial profunda, de luchas y combates por el desarrollo yla igualdad, traicionada tres veces por ustedes mismos.Y han vivido a la vez, en carne propia -como actores-, elterrorismo solapado del Mercado y la transición autoges-tionaria del pueblo y la ciudadanía... ¿Esperaban, acaso,

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i lúe fueran y actuaran de otra manera? ¿Neoliberalmente?, A l , i pinta de ustedes?...

...Y hemos llegado hasta aquí, hasta este tiempo deiiuduración y eclosión de esa larga, lenta pero fructífera

1 1 .msición por abajo". A un punto en que ya conocemos• I poder que tenemos, la cultura propia que calzamos, lavi 1 1 1 1 1 it ad colectiva que perfila nuestro futuro y, aun, la sa-111 c 111 ría de cómo movernos frente a las clases políticas que,ilr ' .de hace demasiado tiempo, pretenden gobernarnos...1 1 1 • u 11 >s aprendido a conocer cómo es el jueguito asociado

c |uc ustedes juegany hemos aprendido, de eso, a autoedu-i .unos en soberanía... ¿cómo, pues, no querer cambiarM i - 1 ;ií/ . la educación mercantil y mercenaria que nos hanimplantado?... Y esto, claro, es, solo, para empezar...

... Porque, más temprano que tarde, sabrán tambiéni l r nuestro poder constituyente...

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IIIHistoria social

T.il vez no conocemos mucho sobre lo que es o debe seri - l "poder constituyente": suena como una palabreja nuevai | i i f no tiene resonancia en la memoria. Porque, claro, deinicsiros viejos aprendimos una jerga distinta: "lucha dei l.r.es", "pliego de petición", "tomarse el poder", "refor-I I I I M I I O o revolución", "ultraizquierdismo", "infantilismoHvolucionario", "movimiento de masas", "batalla de laproducción", "centralismo democrático", "posiciones• ni rectas", etc. Tampoco -menos aun- nos hablan de éll i r ; textos escolares o la literatura histórica tradicional.I Ni siquiera Lenin, ni Maritain, ni Mao!... Por eso, algunosmi l i t an t e s de antaño refunfuñan: "¿qué tiene que ver esoI 1 u i las luchas del pueblo? ¿Cuándo es que luchamos porligo como eso?".

l , ; i "palabreja" tiene, sin embargo, un significado im-I ii u i a nte: el "poder constituyente" es el que puede y debe

r / i - iccr el pueblo por sí mismo -en tanto que ciudadanía."l>er;ina- para construir, según su voluntad deliberada

v NIi iemente expresada, el Estado (junto al Mercado y la' .miedad Civil) que le parezca necesario y convenienteI I . H . I su desarrollo y bienestar.

Si se piensa un poco en ese significado, se constata que.11 na nimiedad.

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¿Por qué entonces nos suena como algo nuevo, insólito,que desconocíamos? ¿Cómo no tener recuerdos o 'ma-nejo' de algo tan importante como eso? ¿Es que nuestracultura política popular ha arrastrado vacíos, amnesias,dogmatismos, desviaciones o, peor aun, ignorancia? ¿Oexcesiva dependencia de la clase política civil, de nuestrosdirigentes tradicionales, de sus infalibles "comisiones po-líticas", de sus instructivos y "discursos para masas" y delos sacrosantos "textos clásicos"? ¿Qué ha pasado aquí?

La Historia Social-Popular ha investigado y trabajadoúltimamente, entre otras cosas, ese tema. Y está en con-diciones de informarnos que ese 'vacío' se ha generado,junto a otros factores, por dos situaciones históricas fun-damentales:

a) porque cuando el movimiento popular ha ejercitado porpropia mano el "poder constituyente" (lo que ha ocurridoen dos oportunidades en la historia de Chile), la clasedirigente lo ha reprimido brutalmente, y al derrotarlo,ha mitineado el discurso de los vencedores y denigradoy sepultado en el olvido (historia oficial de Derecha) el delos perdedores, y

b) porque cuando la Izquierda Parlamentaria se alojó e iden-tificó con las normas del Estado Liberal de 1925, asumiópor sí y para sí la vanguardia política del movimientopopular, disponiendo de éste solo como movimientode masas (las 'masas' no están capacitadas para ejercerpor sí mismas el poder constituyente, razón por la quenecesitan "vanguardias"), lo que devaluó y sepultó en elolvido (historia oficial de Izquierda) el discurso del poderpopular (constituyente).

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Un 200 años de historia, la clase dirigente (mercantil)mi ha admitido nunca, por convicción e interés, ningún

i'liTcicio público del "poder popular constituyente". Esi |i i r , si lo admitiera, sería su muerte histórica... La Izquier-i l . i Parlamentaria, por su parte, si llega a admitirlo, lo hace'.olo si ella lidera y controla ese ejercicio, porque solo asípuede mantenerse como miembro reconocido en la "cía-se política civil"... La conclusión que se deriva de amboshallazgos historiográñcos es que el obstáculo que frena,nhstruye y reprime al poder popular constituyente estálo imado por los intereses específicos (conjuntos) de la"clase política civil", que en este aspecto crucial ha contadov cuenta con el no despreciable apoyo de la "clase políticamilitar". Por eso, la historia muestra, crudamente, que laclase dirigente no admite ("¡no y no!") el poder populari xnistituyente, y la Izquierda Parlamentaria, que a final dementas ha aceptado los estados construidos sin la parti-cipación de ese poder (el de 1925 y el de 1980), no se hajugado nunca por aboüríospara luego abrir las puertas-aelecto de reemplazarlos-al poder popular constituyente,• .mi) que ha preferido quedarse en ellos ("es lo mejor, por•ihora"), con más oportunismo que lealtad, en compañíailc golpistas, formando parte de una misma, conflictiva yi / i ilwrnante clase política civil...

lis fuerte eso, ¿no? Fuerte, porque sacude como trapoviejo varios recuerdos respetados y queridos. Y porqueI > . 11 vciera que, desde el siglo XIX, entre los políticos civilesv los políticos militares han estado haciendo enroques yi oniraenroques para dejarnos fuera del proceso crucial

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de "construcción del Estado" (y del Mercado). Se pasanel timón del sistema político -no sin cierta solemnidad"constitucional"- el uno al otro y el otro al uno, a pasode gavota o de minueto, en una danza histórica que yadura dos siglos. Todo a nuestra vista. Desafiando nuestrapaciencia.

Es fuerte eso, ¿no?Es que fue muy fuerte que el terrorismo militar derri-

bara el Estado de 1925 e instalara, con el mismo método,el de 1980. Y tan fuerte como eso -aunque desgarró másel alma que la piel- fue que los políticos civiles asumieran"ese" Estado como si fuera un don valioso, legítimo y pe-renne. Porque ellos (¡qué duda cabe!) nolo rechazaron. Nole hicieron asco. Y pretendieron por añadidura que, por elhecho ilustre de que "ellos" lo administraban, reaparecía lamisma democracia por la cual habíamos luchado a muerteentre 1964 y 1973... Y muy fuerte es también que nuestraIzquierda Parlamentaria se haya adherido como lapahasta disolverse dentro de todo eso. Duele, sin duda. Vayaque duele... Pero ésos son los crudos hechos... La HistoriaSocial de Chile, que se apega a los sujetos populares y lossigue lealmente dondequiera que vayan, sin claudicacio-nes, ha detectado ésas y otras aberraciones, las mismasque nuestros políticos han estado disimulando detrás desu farándula seudodemocrática. Una década tras otra...

La dialéctica revolucionaria -intuyó Marx- empiezaprecisamente por reconocer el proceso histórico verdaderocomo la matriz única de toda des-enajenación...

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Nuestro proceso histórico verdadero ha sido largo,i r v i ieI to y alienante, pero, al fin y al cabo -tal vez un pocoi .ndr- lo hemos asumido como corresponde: dialéctica-mente. Nos atragantó, pero lo masticamos y asimilamos:v . i está, en buena parte, 'juzgado'. Si no ¿cómo explicar ell uvho de que tenemos actualmente a los políticos -¡to-ilos! - con un miserable 4 % de credibilidad ciudadana,i u. indo en los años '6o los teníamos con casi 8o %? Esi |nr estamos asumiendo la historia real por las astas. Loi |i ic nos deja la mente limpia para ver y proyectar, paso aI uso, nuestro poder constituyente, e incluso para recordar1 1 1 1 1 u) operamos ese poder en el pasado, y qué pasó concre-i,miente con él, en cada coyuntura. Estamos aprendiendo,

lis por tanto conveniente repasar, aunque sea al paso,nuestras movilizaciones social-ciudadanas del pasado.A(|iiellas coyunturas (que hemos olvidado) en que, coni m l a decisión, con ambas manos, blandimos nuestro| i i n l e r constituyente. La Historia Social de Chile -comodijimos- es "una caja de herramientas"... Saquemos al-

punas. Veamos.Kn dos oportunidades señeras hemos blandido ese

|M)dcr, a saber:,i ) ;i partir de 1822, cuando decidimos derribar la dictadura

antidemocrática y criminal de Bernardo O'Higgins, parainiciar luego un proceso constituyente que, tras muchasperipecias, concluimos en 1828, cuando dictamos sobera-namente la Constitución Política de ese año, y

l i ) ¡i partir de 1918, cuando decidimos "sustituir" el fraca-sado régimen oligárquico-parlamentarista (heredero dellistado portaliano de 1833) y construir soberanamente

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un Estado Popular Nacional-Desarrollista, a cuyo efectonos autoconvocamos en la Asamblea Constituyente deAsalariados e Intelectuales, realizada en marzo de 1925.

Una consideración previa: nos han inducido a creerque la movilización histórica del pueblo, en tanto "luchade clases", es la que está centrada exclusivamente en: a)la lucha sindical contra el patrón (huelgas), a propósito dela plusvalía y contra la concentración propietaria de losmedios de producción, y en: b) la movilización de 'masas'en apoyo a los partidos políticos que, desde el interior delEstado (liberal, en dos ocasiones) dirigen como vanguar-dias el 'proceso revolucionario'... Es decir: por un lado, seotorga 'protagonismo de clase' al proletariado en la luchaeconómica por el contrato laboral y el salario, y por otro,se exige 'clientelismo subordinado' a toda la clase popularen la lucha propiamente política por la revolución. Estaambigua asignación de roles calzó loo % con lo exigidoa la clase trabajadora por el Código del Trabajo (liberal)impuesto mediante un Decreto con Fuerza de Ley por eldictador Carlos Ibáñez del Campo en 1931, que prohibióa los sindicatos hacer política, prohibición que creó, porcarambola, el monopolio político de los partidos de Iz-quierda... Una asignación de roles que, como se ve, despo-litizando a unos para ultra-politizar a otros, poco tenía ytiene que ver con el principio supremo de que la soberaníaradica, siempre e inalienablemente, en el pueblo, y solo enél... ¿Cómo es posible que al pueblo soberano se le impidahacer política? No es extraño que la historia oficial de laIzquierda chilena no haya desenterrado ni exaltado nunca

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I t is episodios en que la clase popular intentó, en el pasado,eieiver su poder constituyente...

Desenterrémoslos, por eso, ahora.

.1) Kl movimiento social-ciudadano del períodoi HX2-1828

Respecto a este período histórico (que abarcó desdeuno a 1841), los "vencedores de siempre" y los historia-ilores de alcurnia han llenado las páginas de los textosv nuestra propia memoria con héroes de diverso perfil yi liisificación: militares, como O'Higgins, San Martín, Prie-1 1 1 v Bulnes; políticos, como Portales, Egaña y Rengifo, ymil urales, como Bello, Gay y otros. Una bronceada galeríai Ir estatuas, coronada de laureles, espadas, togas y charre-iei ; is . . . Una mole marmórea representando esa nebulosa.ilistracta que es la Patria... Han sido 200 años de letaníai ci emonial, de loor y reverencia... Que duró hasta el 2008,momento en que los estudiantes de Chile, respondiendo.1 mi llamado del canal de Televisión Nacional para queelidieran a los 10 chilenos más importantes de nuestraInsioria, no eligieron a ninguno de ésos... En cambio, sinnmjíuna presión, votaron masivamente por personajespopulares más próximos a ellos: Salvador Allende, PabloNeruda, Víctor Jara, Violeta Parra, Alberto Hurtado, etc..., Tne una opción de puro instinto? ¿O era su experienciai < u icreta de los últimos años, ayudada tal vez por los ha-ll.i/gos de la Nueva Historia?... No lo sabemos. Pero de loi | i i e sí tenemos certeza es que la "mitología heroica" ani-1111 ¡ I a, en lugar de insuflar vida, la historia ciudadana. Pues

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la "memoria oficial" anestesia el recuerdo de los procesossociales. Oculta la gesta de los sujetos anónimos, de losactores sociales y, sobre todo, denigra la lucha del "bajopueblo". Es decir: la gesta que realizan los dueños vivosde la soberanía...

No ha sido fácil investigar esa historia enterrada, anes-tesiada y olvidada bajo la mitología "heroica", buceando acontracorriente de la memoria oficial. Si la clase populardebe a menudo hacer historia subterránea como los "to-pos" (Karl Marx), los historiadores sociales, por eso, reptantambién bajo tierra... Pero ha valido la pena: lo que estabaallí sepultado es sorprendente. Revivificante. Resumamos.

¿Sabían que fue un movimiento ciudadano el quederrocó la dictadura militar de Bernardo O'Higgins y loforzó a abdicar?

Los historiadores "oficiales" (Barros Arana y otros) hanmagnificado y enmarcado como emblema de la Patria laescena titulada "la abdicación del procer", implicando conello que él, por decisión propia, en un gesto de despren-dimiento del que solo los héroes son capaces, devolvió al"pueblo" generosamente la piocha del poder... Y como eslógico, han adornado esa escena con escorzos teatrales: unelegante salón repleto de caballeros (mayorazgos y títulosde Castilla), un proscenio encuadrado por cortinas de ter-ciopelo rojo y, en el centro, bajo un haz de luz, el héroe,abriéndose la guerrera con gesto dramático, mostrandosu pecho, desafiando a que le disparen (de ser necesario)y devolviendo su poder al "pueblo" reunido allí... ¡Eso esgrandeza, señores!... Y este cuadro histórico es similar,

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ni significado y colorido, a la del héroe retirándose comoinvencible centauro (totalmente derrotado, claro) de lasi l lada plaza de Rancagua... Escenas simbólicas. Instan-i . inras congeladas en el tiempo. Las imágenes ahistóricasilcl mito...

I ,a Historia Social no congela la historia en tres o cua-1 1 1 1 escenas simbólicas ni las recarga de pinceladas hasta« o í i vertirlas en "obras maestras". Lo que hace es distinto:•.e hunde en los procesos sociales subterráneos, avanza oi ci i ocede con ellos, se transforma junto con ellos y va es-i lidiando, duplicando y amplificando, todo el tiempo, lo( ( l í e l a s muchedumbres van pensando y diciendo mientrascorren, luchan, trabajan, viven y se mueren. Desde estaI icrspectiva (soterrada) importa más la vida y fuerza de los" i o| >os" que la grandilocuencia de los que creen gobernarloi oí lo en la superficie...

Y lo que no se cuenta es que, desde fines del siglo XVI,el "pueblo" chileno (definido entonces como el conjuntoile "vecinos con casa poblada") había vivido organizadoen "pueblos" (ciudades, villorrios, aldeas, lugares...) o co-munidades locales, muy distantes unos de otros (no había< . 1111 i nos ni medios modernos de comunicación), muy lejosdel Rey de España, e incluso del Gobernador de Chile, quei esidía en Santiago. Por tanto, durante dos siglos y medioli is "vecinos" vivieron preocupados, en relativo aislamientogeográfico, de producirlo necesario para subsistir y, cuando•.e podía, también excedentes para exportar al virreinatode l'erú, o a los fuertes de Valdivia. También se preocupa-I O M de defenderse de las malocas mapuche (los del sur) o

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del bandidaje peonal (los del centro). Y para organizar laproducción, la vida local y el comercio lejano y cercano sereunían en asambleas vecinales (cabildo abierto), razón porla que fueron consolidando una bicentenaria tradición deautogobierno. En ese contexto, el "cabildo" fue el órganodirecto, local, de la soberanía popular. La organizacióncolectiva del proceso productivo (del que dependían to-dos) congregaba tanto a chacareros como a estancieros yhacendados, a peones y artesanos, a mineros e incluso acuras, alguaciles, profesores, escribanos y milicianos. Habíadiferencias sociales, qué duda cabe, pero la asamblea veci-nal, necesaria para existir en comunidad, los reunía a todos,supieran leer y escribir o no, fueran hombres o mujeres,viejos o jóvenes, propietarios o asalariados. En un pueblochico, la comunidad se topa todos los días, los incluye atodos, sin trastornar por ello su natural heterogeneidad. Eneste sentido, los casi 50 "pueblos" que existían en Chile acomienzos del siglo XIX se regían por una multicentenariatradición de autogobierno local, que ponía un énfasis cen-tral en la producción (no tanto en el comercio exterior) y enla participación de todos en la toma colectiva de decisionesatingentes a la supervivencia del "pueblo". Podría decirse,por eso, que desarrollaron una cultura social-productivistay liberal-democrática.

El único "pueblo" que no desarrolló esa cultura fueSantiago, la capital. ¿Razones?

Porque Santiago era, desde el punto de vista producti-vo, relativamente más pobre que los pueblos agrominerosdel norte y los agroganaderos del sur, razón por la que

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sii'uyó afanes hegemónicos tomando el control cen-

tiiilfitudél comercio exterior de todo el país.

. 1 1 l'orque concentró todas las magistraturas centralistas,locales, del Imperio Español: políticas (Gobernación(icncral), militares (Capitanía General), judiciales (RealAudiencia), financieras (Casa de Moneda), comerciales(Aduana, Tribunal del Consulado), religiosas (Obispado)v culturales (Universidad de San Felipe).

l ' i I 'urque, por todo lo anterior, se formó en Santiago no uni'inpresariado 'productivista', sino una élite esencialmen-ic mercantil que, por acumular una mayor masa de dineroliquido, pudo comprar mayorazgos, títulos de nobleza yc argos públicos de la jerarquía local del Estado Imperial,lo que condujo a la aparición de una "aristocracia feuda-i . i r i a " (en rigor, un patriciado mercantil) con un sentidon'tnralista del poder, fenómeno que no ocurrió en los"imeblos" de provincia.

I lurante los siglos coloniales, los pueblos de provinciaidc (ioquimbo y de Concepción) aceptaron la supremacíaM 1 1 1 1 ;i I ¡sta de Santiago en tanto todos formaban parte delKrvnuüe Chile, que a su vez era una provincia orgánica delImperio encabezado por el Rey de España. Pero desde elninmento en que se produjo la ruptura independentistai i | i i t - borroneó la vigencia local del Estado español)r i immpió por añadidura la necesidad histórica dei ni isi ruir un Estado 'nacional' sin ligazón con el Imperio,l . i •.upremacía de Santiago quedó sujeta a revisión. Eranl iv io : sin el Rey, ni el 'centralismo' ni el 'autoritarismo|ri.n(|uico' tenían razón infalible de ser. Quien vivía en

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provincia podía entender eso sin problemas. En cambio,quien formaba parte del patriciado mercantil santiaguino,no. Y éste fue el problema de fondo que se configuró acomienzos del siglo XIX.

Por eso, mientras Chile, después de 1810, se autogo-bernó mediante una Junta de Gobierno o un CongresoNacional electo (que se entendían como provisorios), lospueblos de Coquimbo y Concepción no hicieron valer sustradiciones de autogobierno. Tampoco lo hicieron mien-tras la liberación de España se decidía en el campo de ba-talla. Pero después de la jornada de Chacabuco, es decir,cuando, derrotados los españoles, se entró de lleno en lafase propiamente 'constituyente', el supradicho problemacobró vigencia, sensibilidad y tensión. Y fue justo allí, enese período álgido, cuando se instaló la dictadura militar,centralista e incluso "lautarina" de Bernardo O'Higgins.El pretexto que se dio fue que la guerra continuaba... enPerú. Pero el "dictador" seguía incólume seis años despuése intentaba continuar ocho años más... Y no solo eso: elDirector Supremo había demostrado ser recalcitrantemen-te antidemocrático: había perseguido a Manuel Rodríguez(hasta hacerlo asesinar) porque promovía elecciones libresy prácticas democráticas, y manipuló despóticamenteademás la elección (exigida por "su" mismo Senado) dediputados para el Congreso de 1822. Cuando este Congreso(elegido por él) se convirtió en Asamblea Constituyentey se dispuso a prolongar la dictadura... estalló la rebelión

ciudadana. Era demasiado. La cultura productivista ydemocrático-liberal de los pueblos de provincia había

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nuartlado prudente silencio durante 12 años. Pero los ex-i esos centralistas y dictatoriales de O'Higgins colmaron- . 1 1 paciencia en 1822...

1 ndignados, los "pueblos" del sur se coordinaron en loipu 1 llamaron la Asamblea de Pueblos Libres de Concepción,l . i i | i ie envió una misiva al Director Supremo diciéndolei p i i % había usurpado y burlado la soberanía popular y que,I u ir i anto, le desconocían su autoridad... Desacato sin más.I icsobediencia civil sin ambages. Debía, por tanto, renun-i i . i r e irse... Luego se comunicaron con los pueblos deli K M i e y éstos, reunidos en la Asamblea de Pueblos Libres

>!<• ('.oquimbo, hicieron lo mismo y enviaron otra carta dei l i -sacato... Los pueblos de la provincia de Santiago, y sobreI 1 ii l i ) el patriciado mercantil de la capital, en cambio, no seI u oimnciaron. El dictador se preparó militarmente para so-I 1 u -a r la rebelión... Los pueblos del sur decidieron entoncesi p i c el general Ramón Freiré, Intendente de Concepciónv i Ic-neral en Jefe del Ejército de la Frontera (que apoyabai i l movimiento ciudadano) se trasladara con parte de sus11 opas a Santiago... Así lo hizo, y el General Freiré acampóM u i sus fuerzas en las cercanías de la capital, sin disparar1 1 1 1 1 i ro. O'Higgins, inquieto, formó sus tropas en la plaza,I >rm éstas se mostraron reticentes, mientras el patriciadoilc la capital (que nunca había aceptado de buen talante a

un jefe que no pertenecía a esa élite) se reunía para soli-niar le la renuncia... Fue entonces cuando, en el salón delos mercaderes (Consulado), el general O'Higgins abdicó...

Eliminada la dictadura, la ciudadanía se abocó de lleno,i la construcción del Estado. Así lo entendieron todos, y

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en particular, el general Ramón Freiré (nuevo DirectorSupremo) que era decidido partidario de organizar un pro-ceso constituyente en el que la ciudadanía misma, libre ydemocráticamente, dictara el tipo de Estado nacional quele pareciera pertinente. Esto era exactamente lo que noquería el patriciado mercantil de Santiago. Pero el gruesodel artesanado y los milicianos del Ejército (que eran ensu mayoría también artesanos), junto a los "pueblos" deprovincia y algunos liberales patricios de la capital, for-maron una mayoría ciudadana que, amparada en la granpopularidad del general Freiré, Comandante en Jefe delEjército, inició la tarea de organizar una libre AsambleaNacional Constituyente...

Las posibilidades de éxito de esa mayoría (copaba 2/3del electorado) eran, pues, óptimas. El proceso constitu-yente se inició, así, en 1823. Los "pueblos" discutieron,primero que nada, los "principios fundamentales" quedebían estructurar el Estado, y habiendo llegado a acuerdoen ese sentido, lo convirtieron luego un mandato ciudada-no. Definido el mandato, eligieron recién a los diputadosque debían realizarlo en la Asamblea Constituyente que seefectuaría en Santiago. Para ese efecto se concedió derechoa voto a todos los hombres mayores de 21 años si eran casa-dos, y de 25 si eran solteros, siempre que tuvieran un oficioconocido, supieran o no leer. Y estando ya en funcionesla Asamblea, los pueblos cuidaron en todo momento devigilar la conducta de sus 'mandantes'. Al mismo tiempo,varios de ellos, a efecto de reforzar su voluntad soberanaen la Asamblea, remitieron "representaciones" por escrito,

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i ralinnando o explicitando su opinión respecto a ciertosI rmas de importancia social, como eran el de los mayo-u/i>os, el inquilinaje, las levas de soldados, los diezmos,1.1 lorma de elegir los gobernadores de departamento,ItC. Si el diputado electo no se comportaba de acuerdo al111, i n dato recibido, el pueblo revocaba su cargo, le quitabai - l "poder" concedido, y ya de vuelta a la comunidad, loM iinetía a "juicio de residencia". Cada comunidad local cui-do, pues, por todos los medios a su alcance, de mantenerv i v a , en todo momento, la soberanía popular. El controlrsiricto de los "mecanismos de representación" caracte-rr/.ó principalmente, durante el proceso constituyente, alos pueblos de provincia.

Dada la existencia de esa cultura política, la AsambleaConstituyente fue organizada (bajo presión del Generall ' ivire) precisamente para permitir que los mecanismosde representación funcionaran con total transparencia:las sesiones eran abiertas (había una "barra" para losi akilleros que quisieran asistir, y otra "especial" para lasl lamas que quisieran escuchar), se instaló una tribuna librepara ciudadanos y se informaba diariamente, medianterarteles que se pegaban por las calles, de los temas que•.c discutían o los acuerdos que se tomaban. La Asambleal ionstituyente fue concebida de hecho en el mismo tenorilc las asambleas que los pueblos de provincia realizabancu los espacios abiertos de sus plazas, parroquias o "pam-pillas", a las que todos podían/debían asistir. En ellas, losacuerdos solo tenían validez "política" si se tomaban enpresencia de todos, cara a cara, a viva voz... Sin duda, eso

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contrastaba agudamente con el comportamiento del pa-triciado santiaguino, que se reunía privadamente en lossalones de sus casas, en el de su club ("La Filarmónica") o,si eran muchos los asistentes, en el gran salón de la casonadel comercio (el "Consulado").

Se comprende que el carácter "abierto" de la asambleaprovincial era absolutamente incongruente con la culturaelitista y enclaustrada del patriciado mercantil de Santiago.Si, además, los diputados de provincia (que eran mayoría)estaban renuentes a establecer un Estado centralista-autoritario (como quería Santiago), el proceso constitu-yente amenazó con transformarse (como ocurrió) en unarma destructiva para los afanes de 'hegemonía nacional'del patriciado capitalino. Ante eso, inició una ofensivaobstruccionista y perturbadora destinada a desvirtuar laAsamblea Constituyente y distorsionar sus conclusiones,apostando a inclinar la balanza a favor de su concepciónhegemónica y centralista, heredada del colonialismoespañol. El conflicto, latente hasta 1822, estalló justo alinterior de la asamblea, a tal punto y con tales efectos, quela condujo finalmente a su fracaso.

Es de interés conocer con algún detalle de qué mediosse valió Santiago para torcer en su favor una asambleadominada por una mayoría opuesta a sus aspiraciones.Puntualicemos los rasgos sobresalientes de su "estrategia"(son datos útiles a tener presente):

a) el patriciado como conjunto (sobre todo el grupo mer-cantil-monopolista "los estanqueros") implemento unaofensiva de burlasy mofas contra los delegados de provin-cia, quienes, no habiendo hoteles en Santiago, debieron

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alojarse en cualquier parte y comer donde pudieran.Observando eso, los motejaron de "pipiólos" (por el" pío-pío" desamparado de los pollitos) y de "pelagianos",111 ¡entras publicaban panfletos y periódicos para atacarlosv ridiculizarlos (el mercader Diego Portales encabezó lacampaña);

1 1 1 i >hstruyeron los debates interviniendo y burlándose desdela "barra", con lo cual dilataron la discusión, confun-dieron los temas y alargaron la incómoda estadía de losprovincianos en la capital;

c i se movieron para monopolizar la redacción de los acuer-dos, a ñn de formalizar a última hora un texto constitucio-nal que reflejara su propuesta aristocrática y centralista("pelucona") y no la del denigrado "pipiolaje", logrando alI i n que el jurisconsulto conservador Juan Egaña redactarapor sí mismo la Constitución Política de 1823;

11) retardaron la discusión del texto propuesto por ese juris-consulto, para conseguir que, con el alargamiento de lostiempos, los diputados de provincia se vieran obligadosa retornar a sus pueblos, convirtiendo de ese modo lamayoría en minoría;

i ' ) cuando calcularon que la mayoría estabaya debilitada,convocaron a la reunión programada para discutir la pro-puesta de texto constitucional (en este caso, el redactadoI >or Egaña), logrando aprobarla con una mayoría relativa.

Esa fue la "estrategia" aplicada por el patriciado santia-Hi i ino para imponer su proyecto de Estado a los restantes"I niobios" del país. La trampa, sin duda, era burda: violabaindas las prácticas de participación y transparencia que

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caracterizaban la cultura política de los pueblos de pro-vincia. Como es natural, estalló la indignación en todaspartes, incluso en el patriciado "liberal" y el artesanadode Santiago, que organizaron un masivo motín de protestacallejera. Freiré abdicó, dado que "su" Asamblea Consti-tuyente había fracasado, pero el "motín callejero", másindignado aun, exigió que volviera. Freiré volvió y abolióla Constitución "de"... Santiago (fue llamada "moralista",como para despistar, pero en rigor era "aristocrática"). Launión de los pueblos del sur y del norte y el apoyo irres-tricto del general Freiré a la realización de un procesoconstituyente democrático impidieron, en esta oportuni-dad, que el patriciado santiaguino restableciera la posiciónhegemónica que había tenido durante el período colonial.En verdad, el factor que inclinó la balanza en este caso nofue otro que el Ejército, compuesto en lo esencial, en esetiempo, por artesanos urbanos enganchados como mili-cianos (que sabían deliberar como ciudadanos), y oficialesreclutados en el estrato inferior de la clase propietaria ycomercial, todos los cuales profesaban una gran lealtad yadmiración por el general Freiré, un comandante de caba-llería que, aparte de ser demócrata, había ganado todas lasbatallas en que había participado, palmares y popularidadque nunca tuvo el general O'Higgins...

Fue necesario reanudar el proceso constituyente, siem-pre bajo el patrocinio de Freiré. Se convocaron, en similarestérminos que en 1823, las asambleas constituyentes de1824 y de 1826. ..¿Por qué dos veces? Porque el "frondismo"anarquista del patriciado santiaguino hizo fracasar, en su-

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cesión, ambas asambleas, utilizando los mismos métodosi Ir 1823 (los historiadores de ese patriciado -como el cé-Irhiv Barros Arana, hijo de un mercader que era socio dei iiei;o Portales- atribuyeron esos fracasos al "anarquismoiluso" y a la "ignorancia" del pipiolaje, razón por la queh.r . ia hoy se denomina este período como "anarquía"),l .1 estrategia santiaguina consiguió al menos, en 1826,i |ne d incómodo general Freiré renunciara a su cargo deI >irector Supremo y que se designara jefe de Estado a unmercader capitalino: Agustín de Eyzaguirre. El Ejército,M U embargo, siguió adicto al general Freiré. Además, elmovimiento ciudadano, siendo mayoritariamente liberal-|ii|iiolo, siguió exigiendo la realización de una asambleaI 1 instituyeme libremente electa. De modo que se citó aI > i i ;i" asamblea, en 1828...

l;,sta vez los diputados de provincia (siempre en ma-yoría) decidieron escapar de la capital y eludir el pesoi OITOSÍVO del "frondismo" santiaguino, por lo cual de-i ulieron sesionar en Valparaíso. Libres allí de la presión.nuirquizante del "grupo estanquero" (la influencia realilel patriciado santiaguino en Valparaíso era, de hecho, in-•. iy,i i i ficante, pues esa ciudad estaba siendo reconstruida yiluminada como puerto por mercaderes extranjeros, sobreiodo ingleses), sin interferencias, esta vez los delegadostciminaron su tarea a satisfacción y redactaron la Cons-i n nción de 1828, que llamaron ellos mismos "popular-n'l'resentativa"... En verdad, el Estado que surgía de ellalema como fin, según el discurso de los delegados de pro-v 11 icia, evitar la formación de un capitalismo "monopólico

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y despótico" (aludiendo al "grupo estanquero"), pues éstellevaría a un Estado puramente centralista y autoritario.Por eso, se aseguraron, a través del texto constitucional,que las comunidades de base (o sea, "los pueblos") pudie-ran participar orgánicamente en el Estado, a todo nivel:primero, por participación directa en la instancia comunal(municipios); luego, a través de delegados comunales, enuna instancia provincial (asambleas provinciales), y luego,a través de delegados provinciales, en un Senado descen-tralizado. El principio "popular-representativo" del Estado,asegurado sólidamente en la base comunal (recordando el"cabildo"), se extendía hacia arriba, en continuidad hastael Senado de la República, pasando por las AsambleasProvinciales. En cambio, el principio unitario-centralistadel Estado se sustentaba en la elección nacional del Presi-dente de la República y la Cámara de Diputados. En cuantoa los Intendentes, su designación era mixta: la AsambleaProvincial respectiva proponía una terna, y el Presidenteseleccionaba de ella al elegido.

Es evidente que los constituyentes de 1828 procuraronasentar la estructura del Estado en la participación orgá-nica (asamblearia) de la ciudadanía, desde lo local a lo na-cional. Ala sombra de este soporte fundamental, el elencopolítico-representativo de nivel 'nacional', responsablede la administración centralista de los negocios públicos,tenía una función global reconocida, pero suplementaria.Es esto lo que los constituyentes de 1828 entendieron como"popular-representativo" (algo que ningún historiador delpatriciado ni ningún patricio logró entender jamás).

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I ,;i Constitución de 1828 ha sido, en dos siglos de his-i n i i . i , la única acordada libremente por la ciudadaníai lnli'iia...

I ,a aprobación y promulgación de la Constitución dei H > K significó, por tanto, la derrota estratégica del patricia-i l i i iinTcantil de la capital. Era el eclipse total del resabioi rniral is ta del Estado Colonial Español, en sus ramales1 1 1 llenos. Era la defenestración del totalitarismo santiagui-i M i Y el triunfo, por el contrario, del social-productivismoili'inocrático sostenido por los pueblos de provincia, el.uicsanado de todas partes, las milicias ciudadanas delI '.invito y por algunos prohombres liberales del patriciadoilc la capital. Y, por supuesto, por el general Ramón Freiré.

I i.so, sin embargo, precisamente eso, resultaba insopor-i . i l i l c para el enardecido "grupo estanquero" y para todal, i tal patricia de "mayorazgos y títulos de Castilla". Por-t j i i c , como es obvio, barría y sepultaba su máximo sueñopolít ico: un Estado aristocrático, centralizado, mercantilv autoritario. Era el colapso de su dudosa grandeza feu-d a t a r i a , calcada de los oropeles del Imperio. ¿Qué hacer?; ( J i i e podían hacer ante hechos consumados, frente a unI in i- i to que garantizaba la Constitución de 1828 y seguíal u • I a su líder de siempre: Ramón Freiré? La vía del obstruc-i u n i ismo institucional, o sea, lo que el historiador Albertolídwards Vives llamó "fronda aristocrática" (la burla y lai umpa como táctica de lucha parlamentaria), ya era unaCM rategia superada, roma y derrotada en toda buena ley...

¿Qué hacer? Solo quedaba una vía: propinar el "ga-ii (unzo" (método usado por Diego Portales cuando, con

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acompañamiento de tropa, destruyó el gremio de plan-tadores de tabaco y fabricantes de cigarros para montarsu fracasado monopolio-estanco del tabaco). Pero ¿cómoorganizar un "garrote" capaz de vapulear a Freiré y a todosu Ejército? Muy simple, pensó Portales: organizando otroejército, paraleloy mercenario, pagado por los mercaderesde Santiago. Asestando un imparable golpe de Estado. Acualquier costo. Incluso al precio de provocar la primeraguerra civil de la flamante República.

Espectacular, ¿no?... Traicionero, ¿no?

Lo hicieron. Todo el patriciado colaboró, de un modou otro. Portales, diligente, corrió la bolsa: juntó alrededorde $ 120.000 de la época (equivalía al valor de unas 10haciendas). El oscuro general Joaquín Prieto y el todavíajoven coronel Manuel Bulnes (que tenía mando de tropasen el sur) se dejaron tentar por la conspiración y el sobornoy arrastraron a varios suboficiales corruptos. Amotinaronalgunos cuerpos del Ejército de la Frontera. Formaronmontoneras con inquilinos y enrolaron montoneras debandidos (fue el caso de la temible "Partida del Alba", queatacaba al amanecer) y marcharon a Santiago, decididos atodo. Acamparon en las chacras de Ochagavía...

Estupefacto, el gobierno del general (liberal) FranciscoAntonio Pinto debió improvisar una defensa. Y el EjércitoConstitucional, comandado por el general De la Lastra,marchó a Ochagavía. Y fácilmente, pese a todo, derrotó enel campo de batalla a los conspiradores. Prieto se rindió.El "garrote", inservible, cayó al suelo... ¿Quedaba algo porhacer, después de eso?

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Si: el engaño y la traición. Las armas de la felonía. Lav i r j . i "fronda", envilecida...

I ,os oficiales de entonces acostumbraban tratarse mu-i i i .miente conforme una "cortesía de caballeros". Honesti-i l . n l , lealtad y respeto irrestricto a la palabra empeñada...l iuquín Prieto apeló a ese código e invitó a los oficialesvr i ucdores (que acampaban a pleno sol) a que lo visitaranni su vivac (en las sombreadas casas de Ochagavía) paraun i versar un armisticio de alto nivel. Apelando a ese mis-n u i código, los oficiales vencedores, constitucionalistasimlos , aceptaron la invitación. Fueron. Excepto el coronell i i -n jamín Viel, que no creyó nunca que oficiales oscurosi n i ñ o Prieto fueran, en su fuero interno, realmente, ca-

Imlk'ros. Y no fue...

Tenía razón: era una trampa. Con el resto de sus sol-iliiilos, Prieto encerró a sus visitantes a punta de fusil,los ionio como rehenes y forzó un armisticio que, en lo•••inicial, obligaba a ambos comandos a disolver sus for-in.irumes para asegurarla paz. El general De la Lastra, uni ,ih;illero, firmó el armisticio, respetó su palabra y disolvióun ejército. Prieto, que, a juzgar por su conducta, jamás fuei .ilullero, firmó el armisticio, demoró en dar las órdenes|in mientes a la espera de que De la Lastra diera primerol.r, suyas, no respetó su palabra y no disolvió sus tropas,niño que las reorganizó y marchó a la capital, que ocupóni 11 oposición. Durante la ocupación, la temida "Partida delA I I >a" asaltó y saqueó varias casas, entre ellas la del coro-nel inglés Vic Tupper, cuya esposa, Isidora Zegers, escapóitm'i ias de ser violada. Viendo todo eso, el coronel Viel,

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indignado, retó a duelo al general Prieto: éste había rotoel código de caballeros en Ochagavía y luego en Santiagopermitió saqueos y violaciones... Pero Joaquín Prieto noaceptó el desafío, alegando que, ahora, él era un hombredecisivo en los destinos del país...

Si el "garrote" portaliano había fracasado en el campode batalla, la trampa, el engaño y la felonía del generalPrieto, en cambio, tuvieron pleno éxito...

Hubo que reorganizar a la carrera, como se pudo, elEjército Constitucional, esta vez al mando del generalFreiré. Pero fue inútil: el sino fatal ya estaba escrito... Prietoy Freiré se enfrentaron en la sangrienta batalla de Lircay.Venció Prieto. Freiré tuvo que huir. El coronel Tupper yotros oficiales constitucionalistas cayeron prisioneros...Cuando supo esto, Prieto ordenó que los mataran a hacha-zos, especialmente a Tupper... Fue la felonía suprema. Laculminación perversa de la estrategia 'constituyente' apli-cada por el patriciado de Santiago a efectos de construirel Estado centralista y autoritario que tanto ambicionaba.Lo que hicieron, por fin, en 1833...

Fue entonces cuando el "garrote portaliano" entróa trabajar sin control alguno: desterró al general Freiré(después que falló el intento por fusilarlo), dio de baja sinpensión a la totalidad de los oficiales constitucionalistandel Ejército (más de 200), fusiló a decenas de jóvene»opositores en varias provincias del país, excluyó a pipió-los y liberales del Estado por más de 30 años, dictó leve»secretas (de puño y letra de Mariano Egaña), organizóuna policía secreta, firmó un tratado de libre comercio

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c'on Estados Unidos, creó un régimen de privilegio para.irtesanos extranjeros, construyó jaulas de hierro para losi rebajadores-convictos que reparaban el camino de San-i i.igo a Valparaíso, abolió los cabildos soberanos, sujetó lasI In mantés municipalidades al control del gobierno central,suprimió los "pueblos de indios" (para "chilenizarlos"),desde el Poder Ejecutivo alteró todas las elecciones enMI favor, expulsó los talleres de artesanos del centro deS; i miago, inventó la guerra fratricida contra la Confedera-ción Perú-Boliviana, etc. Fue, pues, un régimen mercantil,i rntralista, arbitrario y de terror. La dictadura vandálicailc Córtales, bajo el amparo mercenario del general felónI M U excelencia: Prieto...

Portales -el Pinochet del siglo XIX-, por todo eso y,i lt;o más, ha sido proclamado por el patriciado santiaguinoI 1 ii no el gran estadista, el genial constructor del Estado na-(tonal, el procer inigualado que aseguró el orden públicovi respeto a la ley... Y el que, de hecho, postergó a plazoIndi-finido la soberanía ciudadana de pipiólos, liberales,,i 1 1 csanos, campesinos, peones y de las ancestrales comu-nulades locales ("pueblos"). Y en frenesí, levantaron sur ' . i .n ua frente al Palacio de Gobierno, en la dudosa plazai / r / n Constitución...

¿No es eso una farsa? ¿No es eso una burla de la sobe-i . i i n . i ciudadana de ayer y hoy?

Une lo era, bien lo comprendió la masa ciudadanavencida militarmente -pero no cívicamente- en Lircay:M I ' Í C motines y alzamientos estallaron entre 1830 y 1837,n u i , ictiva participación de artesanos y milicianos. Y en esa

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última fecha, todo el ejército acampado en Quillota -quePortales preparaba para combatir en Perú- se amotinó enla propia cara del ministro y lo apresó. Era una insurreccióngeneral. Los oficiales de los regimientos estacionados enQuillota suscribieron, por eso, una declaración pública,donde enfatizaron sus convicciones democráticas y surechazo a la tiranía. Pero algo falló en Valparaíso y estalló,de nuevo, la guerra civil. Fue en ese momento cuando losoficiales rebeldes decidieron fusilar al tirano.3

Es el único tirano fusilado por el pueblo en toda lahistoria de Chile...

¿Pero por qué el destino se inclina más en favor de lostiranos y no de los libertarios?

Pues lo mismo que en Lircay (1829) los demócrata-liberales fueron derrotados en Cerro Barón (1837). Y si enLircay los vencedores mataron a los prisioneros a hacha-zos, tras la victoria de Barón descuartizaron a los oficiales

vencidos: les cercenaron la cabeza, los brazos y las piernas,las clavaron en la punta de largas picas y enterraron éstas ala entrada del pueblo donde estalló la rebelión... Violaron,por eso, los derechos humanos de los vivos, y también delos muertos...

¿Por qué no hemos podido juzgar criminalmente atodos los tiranos, hachadores, torturadores y descuarti-zadores? ¿Por qué?

Sobre este movimiento, C. Salazar: Construcción de Estado en Chile,1800-1837. Democracia de los pueblos. Militarismo ciudadano. Golpismooligárquico. Santiago: Editorial Sudamericana, 2005.

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I » ) Kl movimiento social-ciudadano de 1918-1925

El movimiento social-ciudadano fue, pues, derrotadoni las batallas de Lircay y Cerro Barón, y sus vencedoresIludieron de ese modo consolidar férreamente el Estadoliberal, centralista y autoritario que constituyeron en 1833,el mismo que duró hasta 1925.

¿Fue, para la ciudadanía, una derrota total, extermi-n.idora, definitiva?

Fue, por cierto, una derrota político-militar aplastante,l ' i -ro no fue una derrota socio-cultural...

¿Por qué?... El movimiento social-ciudadano que derri-be i la dictadura de O'Higgins tenía una cultura productivis-i;i y de autogobierno de siglos de antigüedad. No solo en( I b i l e : en Europa, la autonomía popular de las aldeas, pue-blos y villorrios, dotada de su "cabildo o ayuntamiento",I i i ovenía del temprano medioevo; prácticamente desde lai •,! ida del Imperio Romano. Fue esa misma cultura popularl.i que emigró y fundó los "pueblos" hispanoamericanos.I , . i memoria ancestral que la nutría, unida luego a la me-

moria local de dos siglos de autogobierno, al recuerdot l i ' l derrocamiento de O'Higgins, al de la lucha a muertei ontra el neocolonialismo de Santiago, al de la figura le-gendaria de Ramón Freiré, a los principios que fundaron laConstitución de 1828, al de los mártires de Lircay y Cerroll.irón, etc., no podía desaparecer de la noche a la maña-n.i . En la memoria social, los recuerdos de la vida propiano desaparecen por la acción de terceros, aun si ésta esviolenta y asesina, pues permanecen, se reinterpretan y• . < • transforman. El "capital sociocultural" de los pueblos

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revive y se renueva cada vez que es oprimido o agredido...Y no se extingue en el espacio temporal de apenas unageneración y media... Tanto más si el régimen vencedorcontinúa siendo dictatorial y represivo, pues en ese casoaquél relegitima, condensa y agudiza los recuerdos de laidentidad que fue abusada y excluida...

La generación que derribó a O'Higgins y fusiló a Por-tales fue la misma, por lo que debemos entender quemantuvo intacta la memoria de todo ese período. Inclusohasta su muerte, ocurrida en 1852, la generación vencidaseguía aclamando a Freiré como el "caudillo defensorde los pueblos". Por tanto, de un modo u otro, el ideariosocial-productivista y democrático del "pipiolaje" derrota-do en 1829 continuó activo en la memoria popular hasta,probablemente, 1870 o 1880 (cuando Benjamín VicuñaMackenna postuló a la Presidencia en 1876, fue nomi-nado por la "Convención de los pueblos"). De este modo,podría decirse que los motines del período 1830-1837, elfusilamiento de Portales en 1837, la acción popular con-testataria del bienio 1846-1848 (Sociedad de la Igualdad),la insurrección de 1851 (que redundó en la guerra civil deese año) y también la de 1859 (también redundó en guerracivil), fueron manifestaciones que tuvieron como matrizuna misma memoria social: la de las luchas ciudadanasdel período 1822-1829, que tenía hacia atrás ancestroscasi milenarios...

Ni esa cultura ni esa memoria fueron, pues, derrotadaspor el patriciado mercantil...

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I ,a resiliencia y elasticidad de la memoria social (ciuda-11.i na) hace posible que existan procesos histórico-cultura-Ics subterráneos, que reptan y se filtran, de sujeto a sujeto,I ü i jo los cimientos del espacio político monopolizado porrl listado, casi siempre invisibles a la ley. Sin embargo, pese.1 esc carácter, sostienen su soberanía e historicidad sobre|il;i/,os de larga duración. Son armas históricas de largoulcance. Es el modo de trabajar de la soberanía popular:movimientos culturales lentos, subsidentes, bajo tierra.('.cmsolidándose y socavando...

Es el "topo" (popular) de la historia...

El primer topo de la historia subportaliana fue el Gre-in io de Lancheros y Jornaleros (trabajadores portuarios),I uiidado hacia 1824-25. Estaba concebido como una coo-|icrativa de trabajo y previsión, sustentado en \infondomonetario común y una disciplina casi militar. Pronto los•iricsanos criollos, que estaban siendo desplazados porlos empresarios extranjeros (privilegiados por el nuevoi chimen), comenzaron a asociarse según el modelo de losportuarios. Y fueron apareciendo y multiplicándose las":<H.'iedades de socorros mutuos" y, en general, las asocia-ciones de cohesión horizontal, para ayudarse y autogestio-i i . i i - el mejoramiento de sus condiciones de vida, afectadasseriamente por la instalación del Estado de los mercaderes.Y i amblen para desafiar, poco a poco y todos juntos, el sis-i cma que los había excluido. El mutualismo, nacido haciaIH25, se expandió por capilaridad, cual mancha de aceite,de modo que, a comienzos del siglo siguiente, existían en< • ! país más de i.ooo sociedades mutuales, de todo tipo. Fue

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un topo que comenzó a crecer lenta pero de manera segu-ra, y a cavar túneles y madrigueras culturales que, hacia1910, amenazaban con desfondar políticamente lo (poco)que quedaba del mitificado Estado portaliano de 1833...

El mutualismo de los trabajadores del siglo XIX retuvo,sin lugar a dudas, el que latía ya en la interioridad de las"comunidades locales" (provinciales) que desafiaron elcentralismo neocolonialista de Santiago. La 'comunidadlocal' presuponía un grado significativo de colaboraciónmutua entre todos los vecinos para producir los medios desubsistencia, orientar el comercio y sostener el autogobier-no; es decir, para generar las condiciones reproductivas dela vida comunal. Ese mutualismo fundamental unificaba(unifica) por arriba, en última instancia, la heterogeneidady desigualdad existente entre los actores sociales avecinda-dos uno junto a otro. El mutualismo (solidaridad, amistad,compañerismo, camaradería) opera en el sentido de gene-rar un todo, sin eliminar, necesariamente, la diversidad dela cual surge. Por eso, es el sustrato de la "política" (Aristó-teles), el fundamento del "poder" (Hannah Arendt) y de la"soberanía" (Alexis de Tocqueville), puesto que, en todoslos casos, es la matriz de una voluntad social colectiva.

La Teoría Política y la Historia Social muestran y con-firman que el mutualismo se asocia de modo directo a lasideas (y a la práctica) del poder, la soberanía y la política.

¿Por qué, entonces, la historiografía marxista chilenaha definido el "mutualismo" como pre-político, asistencia-lista, economicista y anterior a la verdadera politizaciónde la clase trabajadora en Chile?

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Es evidente: se ha mirado al movimiento popular delsii^lo XIX con los prismas ideológicos del siglo XX, espe-1 1 Ticamente del período 1931 (Código del Trabajo) a 1970(i'obierno de la Unidad Popular). Es decir: cuando el puebloI ue encajonado en la "lucha de clases" contra el patrón (eni , i n t o sindicalizado) y en la "lucha de masas" en apoyo al , i Izquierda Parlamentaria (en tanto militante). Cuandola clase trabajadora no ejercía poder por sí misma ni se laconvocaba a construir soberanamente el Estado que ellarealmente necesitaba. Cuando la clase popular no signifi-caba soberanía o poder en sí, sino solo masa peticionista,

protestante y callejera.

Si nos desprendemos de esos prismas (observar unacpoca con los ojos de otra es un crimen de "lesa historia"),si' observa que el movimiento mutualista chileno, iniciadoa mediados de 1820, fue implementando, progresivamente,un proceso autoeducativo y de empoderamiento continuo,(|iie le permitió, a comienzos del siglo XX, esgrimir un\wder constituyente similar, en cierta medida, al de los" i meblos" de comienzos del siglo XIX y desafiar revolucio-nariamente a la oligarquía entonces gobernante.

¿Por qué llamar "político" solo al movimiento huelguís-i ico (de evidente naturaleza contractual y económica), alaccionar parlamentario de los partidos de Izquierda (deevidente membresía en la "clase política liberal") y a laagitación puramente peticionista y seguidista de las 'ma-sas' (que implicaba degradación ciudadana)? ¿Y por quéconsiderar pre-político o no-político el ejercicio, por parteilel pueblo ciudadano, del poder constituyente?

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Tal vez por la refracción óptica producida por losprismas ideológicos del siglo XX chileno, pues en éstos seleía: a) que el "poder" estaba en el Estado de 1925 (liberale ilegítimo); b) que la "soberanía popular" radicaba en elderecho a voto individual (categoría política liberal); c) quela "conquista del poder" (alcanzar el Gobierno en el Estadoliberal) solo era posible si las vanguardias populares, con elvoto de la masa popular, lograban una mayoría absoluta enlas elecciones presidenciales y parlamentarias, y d) que, endefinitiva, la "revolución socialista" (ejercicio del 'poder')debía realizarse desde dentro del mismo Estado (liberal).

Una lectura comprensiva (sin prismas) de la historiapopular-ciudadana de comienzos del siglo XIX y de co-mienzos del XX (como luego veremos) nos revela que, demodo espontáneo, el movimiento social de esos períodosmanejaba otras nociones políticas básicas: a) que el "po-der" no estaba en el Estado vigente, sino en las comunida-des ("pueblos") reales; es decir: en la asociación solidaria

y mutualista (coincidiendo con Hannah Arendt) de losciudadanos mismos; b) que la "soberanía" no radicaba enel "voto individual", sino en las asambleas o comicios don-de se deliberaba colectivamente (coincidiendo con Alexisde Tocqueville), asumiendo de hecho que la soberanía esuna voluntad colectiva previamente deliberada, y no unadecisión individualista sin deliberación; c) que en lugarde seguir disciplinadamente a alguna "vanguardia", optópor desarrollar y aplicar fuertes mecanismos de controlde sus representantes, pues privilegiaba el "mandato" dela asamblea; d) que la "revolución" no podía ser otra cosa

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i | i i c el ejercicio y la aplicación ciudadana de su poderamstituyente.

Como sabemos, en la actualidad el "poder", comomolécula básica, resulta de la concurrencia de dos "genes"lundamentales: a) la formación y existencia de vínculos,asociaciones y redes sociales, sustentados en la solidari-ilad, la fraternidad y la confianza mutua, uniendo el con-lunto, pero manteniendo su diversidad, y b) la existenciailc acciones colectivas tendientes a generar y administrar11rursos (materiales, culturales y humanos) con eficiencia,de modo de permitir la "construcción social de la realidad"V del entorno.

De acuerdo con eso, el poder radica siempre en 'lo' so-nal y en 'lo' cultural. Su desarrollo (su acumulación comopoder), va a depender por tanto del proceso autoeducativoi|iie el grupo, la comunidad o la red social respectiva seani a paces de generar. A partir de ese proceso, el poder socialpuede (y debe) diversificarse: generar ramas productivas,culturales, educacionales, comerciales, financieras y, coniodo eso, ramas políticas, tornándose, pues, multidimen-Monaí. Es evidente que el poder sociocultural tiende a to-i a I izarse solo -y tan solo- si se torna multidimensional. Si11) logra, puede copar y dominar, por ejemplo, la comuna (elmunicipio) o, si se lo propone, una región o un país. Con-i rolando el Estado nacional o no. Los nuevos movimientossociales (como el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil,M ST) que desarrollan o han desarrollado un poder multidi-inensional, no necesitan tomarse el Estado nacional: puedeI lastarles controlar y/o influir en una región de dimensión

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geoeconómica apropiada. Pueden no necesitar, por lomismo, partidos políticos. O pueden tenerlos, si quieren.Pero no les son esenciales: el poder multidimensional delas comunidades ciudadanas, ya desarrollado, no necesita'vanguardias', sino coordinaciones técnicas y rotativas, ymenos un partido político parlamentarista atrapado en elcambiante juego de alianzas de un Estado liberal.

¿Parece utópico? ¿Es una construcción ideológica querompe los principios clásicos?

Que lo expuesto más arriba colisiona con los prismasideológicos del siglo XX chileno, sí, es verdad. Pero quesea utópico e irreal, no: el MST ha realizado eso en ungrado avanzado, casi completamente. Lo mismo ciertascomunidades campesinas en Sri Lanka (Gal Oya). Y, comoveremos, el movimiento mutualista chileno avanzó fir-memente en esa dirección (sin culminarla) entre 1825 y1925, con la diferencia de que, en lugar de desarrollar unpoder multidimensional que prescindiera relativamentedel Estado (sí prescindió de los partidos), se movió paraconstruir el Estado que pudiera implementar el proyectomutual de desarrollo.

Lo cierto es que el mutualismo chileno del siglo XIXpartió uniendo los dos genes fertilizadores del poder:la asociación mutual y la generación-administración derecursos. La primera fue abierta: podían asociarse lostrabajadores de un gremio específico o provenientes deoficios diversos; podían ser masculinas, femeninas omixtas; podían ser territoriales (barriales) o meramen-te funcionales. En cualquier caso, todas adoptaron un

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i odigo ético, tácito o explícito: cumplimiento de los com-promisos, responsabilidad, eficiencia administrativa,"docencia", camaradería e igualdad entre los miembros,•.olidaridad (era su objetivo fundamental), participacióne incorporación de las familias. En cuanto a la segunda(i;eneración-administración de "recursos"), se estableció1111 fondo social constituido por las cuotas pagadas por lossocios, fondo que, como es obvio, realizaba funciones debeneficencia (pensión de viudez, pago de sepulturas, bo-nos por enfermedad, préstamos y, eventualmente, becas),.maque, de haber excedentes -y los hubo-, se invenía enla compra o construcción de una sede, en la contrataciónde abogados y/o profesores, en el financiamiento de "ve-l;idas" (reuniones de sociabilidad y autoeducación), en lacompra de imprentas, en la publicación de periódicos, etc.

Es pertinente consignarlo: los trabajadores que en elsiglo XIX se asociaron en 'las mutuales' han sido los úni-11 is, en toda la historia de Chile, que han administrado porsi mismos el fondo social de su previsión y desarrollo. Pueshemos tenido cinco fondos sociales a lo largo del tiempo:.0 el "fondo de comunidades" del período colonial, orga-1 1 i /,ado por el Rey y constituido por los salarios pagados alos indígenas, el cual fue administrado por el "corregidorde indios" (con grandes ganancias para él); b) el "fondode jornaleros", constituido por una fracción de las tarifascobradas por los trabajadores portuarios del siglo XIX, y.idininistrado por el "comandante de jornaleros" (que loprestaba al patriciado de Santiago sin tasas de interés y apla/o indefinido); c) el "fondo social" de las sociedades

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mutuales, administrado por los mismos trabajadores; d)los fondos sociales del Seguro Obrero, Caja de EmpleadosPúblicos, Caja de Empleados Particulares, etc., del sigloXX, administrados en buena medida por el Estado, y e) Iel fondo social depositado en las AFP y las ISAPRES (elmayor de todos), administrado actualmente por empre-sarios extranjeros...

Tiene interés, por lo mismo, recordar cómo adminis-traron los trabajadores del siglo XIX "su" fondo social, y dequé les sirvió, en perspectiva histórica, hacerlo.

¿Qué hicieron? Obvio: lo que les permitía el aparea-miento de los dos genes señalados más arriba: desarrolla-ron un sostenido poder social, cultural, educativo y, final-mente, político-constituyente. Acumularon, pues, poder,e incluso, hasta cierto punto, lo diversificaron. Veamos.

Aparte del gasto en previsión y beneficencia, el fondosocial de las mutuales se invirtió, en lo esencial, en unenérgico e intenso proceso social autoeducativo: a) paraadministrar eficientemente los recursos, b) para hacerloparticipativa y colectivamente (o sea: democráticamente),c) para debatir, con conocimiento de causa, sobre la socie-dad nacional y mundial, d) para desarrollar la expresiónartística y el pensamiento crítico propios, e) para liberarsede la dominación autoritaria de los mercaderes, f) paraconocerse mejor e incrementar la fraternidad interna, g)para comunicar a los demás trabajadores lo aprendido di-ese modo, h) para aplicar lo aprendido a nivel comunal

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(administración de municipios), e i) para intentar hacerlosobre el Estado nacional.4

Para esos efectos levantaron sedes propias, con diver-sas salas y un salón central de actos. Organizaron "veladaseducativas" (conferencias, teatro popular, declamaciónde poesías, grupos musicales, bailes familiares, debates).(lompraron imprentas y publicaron sus propios periódi-cos, folletos, libros, panfletos, etc. Organizaron escuelasde artesanos para sí mismos y Escuelas Racionales paralos niños del pueblo (hacia 1925 existían cerca de 30 es-cuelas para niños administradas por la Federación Obrerade Chile, FOCH), en las que los asociados establecían lamalla curricular, contrataban a los profesores y evaluaband proceso en conjunto, como "comunidad". Y fue en estecontexto donde surgió la figura de Luis Emilio Recabarren,cuyo discurso (fue un conferencista profesional que reco-rrió todo Chile para difundir la cultura mutualista y ciu-dadana) enfatizó el desarrollo continuo de la "inteligenciapopular", a efecto de que, si administraba eficientementelos recursos en lo propio, pudiera hacerlo también en locomunal (municipio) y en lo nacional. La autoeducaciónpopular, practicada por Recabarren y todas las mutuales,a puntaba, hacia 1910, a la expansión del poder mutual (deeducación, autogestión y administración) hacia el Muni-cipio y el Estado. Era una clara politización centrada en elejercicio expansivo del poder popular...

Los historiadores Julio Pinto, Sergio Crez y Pablo Artaza han realizadoinvestigaciones específicas sobre el sesgo político de los trabajadoreschilenos del siglo XIX y comienzos del XX.

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Que eso era así lo prueba el hecho de que, aprovechan-do un artículo de la Ley de Comuna Autónoma de 1891,que entregaba a la Asamblea de Electores (comunales) lasdecisiones claves del Municipio, las mutuales se movierondesde 1894 para, a través de esa Asamblea, controlar losmunicipios e imponer su técnica administrativa y, porcierto, sus proyectos de desarrollo. Lo consiguieron: 405municipios cayeron bajo el control del movimiento popu-lar. Basado en ese éxito, las mutuales iniciaron un procesode coordinación y articulación por distritos y comunas,lo que dio lugar, hacia 1900, a la aparición de las célebresCombinaciones Mancomúnales, que, hacia 1910, totaliza-ban una docena a lo largo del país. Era exactamente lo quepensaba Recabarren: unirse para extender el poder mutualdesde el interior de la sede a toda la comuna, para, ya eneste nivel, implementar políticas socialistas. Eso conducía

al "socialismo municipal".

Nótese la similitud genérica del pensamiento deRecabarren con los teóricos clásicos de la democraciarepublicana-participativa: Tocqueville o Rousseau, queplanteaban algo similar, y con autores modernos, comoArendt y Habermas, que definen el "poder" desde esasbases. Incluso intuyó la necesidad de diversificar el poderpopular, proponiéndolo como movimiento multidimcn*sional: señaló, por ejemplo, que la "vía revolucionaria" seescindía en tres dimensiones: a) la cooperativa, basadaen la administración de recursos, que él proyectaba haciael establecimiento de empresas populares y/o munici-pales, para asegurar el abastecimiento de los producto*

y servicios básicos de la comunidad; b) la gremial, queconsistía en presionar a la clase patronal (huelgas, boi-cots, competencia, etc.) para mejorar las condiciones deli rabajo y de salario, y c) la política, que apuntaba al control,inicialmente del municipio y más tarde del Estado, aun-que, entretanto, podía participar también en el CongresoNacional, para hacer agitación y propaganda, amén deusarlo como tribuna.

Como política de poder popular, Recabarren promo-vió, primero, las mancomúnales, pero eliminadas éstas(masacres de 1903,1905,1906 y 1907), optó por infiltrarV controlar la FOCH (que es la que debía finalmente "sus-lituir" a la oligarquía en el gobierno del país), mientrasusaba también, suplementariamente, el partido político(primero el Partido Obrero Socialista y luego el Comunis-la ) . Extinguido el "socialismo municipal" tras el eclipsede las mancomúnales, Recabarren se concentró de llenocu la re-construcción popular del Estado nacional. Paracsie efecto preparó dos proyectos de Constitución Polí-

tica. Por eso, desde 1917, aproximadamente, orientó a susoyentes y lectores en dirección al ejercicio popular delpoder constituyente.

Con todo, no solo él se movía en esa dirección, puesi.imbién lo hacían muchos otros dirigentes y actores so-ciales. De hecho, lo hacían también, de un modo u otro,las profesoras primarias (Asociación General de Profesoresilc Chile), los industriales (Sociedad de Fomento Fabril),los ingenieros (Instituto de Ingenieros de Chile), los estu-ihantes (Federación de Estudiantes de Chile), los oficiales

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jóvenes del Ejército (Club Militar), los ciudadanos probos(Ligas de Acción Cívica), los arrendatarios de conventillos(Ligas de Arrendatarios), los empleados públicos y de co-mercio (Federación de Clases Medias), grupos de agricul-tores (Cooperativas Agrícolas), etc. La crisis económica enque se había sumido Chile desde 1873, asociada a la corrup-ción e incapacidad de la oligarquía liberal que gobernabael país, a la hegemonía aplastante de las casas comercialesextranjeras y a la pobreza vergonzosa que reinaba en losconventillos, inspiraron, en todos los actores sociales decierta relevancia, la convicción de que la oligarquía par-lamentarista no tenía credibilidad ni representatividad yque, por tanto, la crisis exigía un cambio radical de rum-bo. Como si fuera poco, la "carestía de las subsistencias"(inflación), golpeaba todos los hogares, sobre todo a losempleados públicos y a la clase popular.

Hacia el término de la Primera Guerra Mundial,situación era, por eso, insoportable.

De modo que, a fines de 1918, los trabajadores con1

vocaron a todos los actores sociales a constituir lo quellamaron la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional(AOAN). El objetivo era no tanto protestar, sino impulsaruna deliberación ciudadana, a efectos de hacer un diag-nóstico de la situación existente y, sobre todo, proponerlas leyes necesarias para reactivar la economía y detenerla inflación. La respuesta a esa convocatoria fue masiva,En verdad, ante la venalidad y corrupción que corroíana la clase política, los trabajadores decidieron establecerun Congreso Popular paralelo para legislar sobre un tema

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ik- relevancia nacional. El poder mutual, ya maduro ydiversificado, se convertía así, frente al Estado y la clasepolítica, en un poder dual. Se iniciaba con ello el ejercicioi Irl poder popular constituyente. Así, después de 100 años,l. i ancestral soberanía comunal de los "pueblos" de pro-vincia reaparecía de nuevo, fantasmalmente, ahora bajolurma de una improvisada Cámara Legislativa Popular...lo que prueba que la memoria social (un arma cultural< l e largo alcance) -aun bajo el olvido historiografía) dek-chas, episodios y personajes- puede "recordar" y revivirlo esencial de lo que contiene...

Bajo el liderazgo de la AOAN, las comunidades po-pulares, de norte a sur, reunidas en "comicios locales",deliberaron. Y tras recoger sus informes y acordar unapropuesta común, el Comité Obrero de la AOAN redactóv;irios "Memoriales" en los que anotó los "considerandos"y los proyectos de ley que debían resolver la crisis. Luegoinvitó a todos los actores asociados a que desfilaran pacífi-camente, ciudad por ciudad, en lo que llamaron "marchasdel hambre". La de Santiago superólas 120.000 personas...Y a su término frente a La Moneda, el Comité se dirigióni despacho presidencial para hacer entrega de los me-moriales e indicar al Jefe de Estado que tenía 15 días paraluicer aprobar en el Congreso los proyectos de ley que seproponía. Era, sencillamente, un ultimátum. De no apro-barse en el plazo estipulado -le dijeron al Presidente- elpueblo soberano desacataría al Gobierno y al Congreso,V decidiría soberanamente, luego, lo que debía hacerse...

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El Presidente acusó recibo... Pero luego se apresuró acambiar a su Ministro del Interior, y el nuevo no tardó sinoun par de días en declarar que Perú estaba movilizandotropas en la frontera y que, por consiguiente, la Patria debíamovilizar sus tropas en todo el país. Se decretó Ley Marcial.El Ejército se hizo cargo de todo. Simultáneamente, se ini-ció un drástico proceso contra "los subversivos". Se arrestóa los dirigentes del movimiento en todo el país (Recaba-rren entre ellos). Se atacó e incendió la sede de la FECH.Se atacaron y destruyeron las imprentas de las mutuales.Y murió en la Casa de Orates, prisionero y maltratado, elestudiante-poeta Domingo Gómez Rojas...

En apariencia, el movimiento social-ciudadano,reanudado en 1918, fue derrotado y barrido de la escenapública entre 1919 y 1921 de modo parecido a como habíasido derrotado y barrido el movimiento de las "mancomú-nales" entre 1900 y 1910, y casi del mismo modo en quelo fue el movimiento social-ciudadano de los "pueblos"en 1829... ¿Derrota?... Sí. ¿Extinción?... No. Pues el poder"mancomunal", vencido en 1910, reapareció casi diez añosdespués bajo forma de "poder dual colegislativo". Y éste,vencido en 1919-20... ¿se extinguió tras el "juicio a lossubversivos"?... No: reapareció entre 1923 y 1925, de nuevocomo "poder dual co-legislativo", esta vez para resolver

el problema educacional imponiendo "otro" paquete deproyectos de ley, llamado "Sistema Educacional para laNueva República", impulsado por una articulación de ac-tores sociales: la FOCH, la FECH y la AGPCH (AsociaciónGeneral de Profesores de Chile). El Presidente que recibió

ese paquete, Arturo Alessandri Palma, acusó recibo, peromontó en cólera y reprimió a los insolentes, a quienesenvió a la calle a ejercer el único recurso de "poder" quese les permitía: el derecho a petición...

¿Otra derrota? Sí, de nuevo. ¿Extinción? No: los acto-res sociales, que ya estaban posesionados de una cultura

wciocrática alternativa, consideraron que había llegado elmomento de preparar la "culminación" de su movimiento,v se autoconvocaron a una Asamblea Constituyente deAsalariados e Intelectuales, la que realizaron, por decisiónpropia y con plena autonomía, en el Teatro Municipal deSantiago en marzo de 1925. Se trataba de una Asambleaestrictamente popular (trabajadores, profesores, estudian-les y profesionales, con exclusión categórica de militares,militantes de partido y mercaderes-banqueros), en prepa-ración a la Asamblea Nacional Constituyente, que debíaser convocada próximamente.

En verdad, el descontento era tal, que los oficiales jó-venes del Ejército forzaron en dos oportunidades a su Co-mandancia a dar golpes militares incruentos, destinados adesterrar al presidente Alessandri, a asumir el clamor de laciudadanía y a convocar una Asamblea Nacional Constitu-yente. Se trataba, sin duda, de una crisis revolucionaria. Sei rataba, por lo mismo, que el movimiento social-ciudadanohiciera valer su voluntad constituyente y construyera porsí, deliberada y soberanamente, un nuevo Estado. Es loque todos los actores sociales sentían -en particular los1 1 abajadores que desde un siglo atrás venían desarrollandoun poder sociocultural diversificado-, incluso, como sedijo, los oficiales jóvenes del Ejército...

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Todos los actores sociales lo entendieron así, desdeseptiembre de 1924. Todos, menos uno: la "clase políticaliberal" que, obviamente, si el movimiento social-ciuda-dano imponía su poder constituyente, era seguro que ellaquedaba en situación de cesantía histórica. Al menos porvarias décadas... Por tanto, debía hacer algo para salvarse.Cualquier cosa: legal o ilegal, legítima o ilegítima, honestao retorcida, moral o inmoral. Ésta fue la compulsión quesintió, en lo íntimo de sí, el líder de esa "clase": el deste-rrado presidente liberal Arturo Alessandri Palma... Solo serequería una ocasión favorable.

Para las felonías, al parecer, siempre hay una ocasiónpropicia. Y la hubo para Arturo Alessandri, que, siendocomo era, no la dejó pasar. Veamos: la Junta Militar, lue-go del segundo golpe propinado por los jóvenes oficiales,se halló ante la tarea de organizar la Asamblea NacionalConstituyente. ¿Cómo? En estricto rigor, si la soberaníaradica en el pueblo-ciudadano, y siendo esa Asamblea unejercicio pleno de soberanía, quien debía organizaría depunta a cabo debía ser el pueblo-ciudadano mismo. Asilo entendieron los actores que convocaron a la AsambleaConstituyente de Asalariados e Intelectuales, que la or-ganizaron por sí mismos. Pero la Junta Militar, que era ungobierno de transición y, a la vez, la instancia a la que sele encargó la "tarea", no era ni pueblo ni ciudadanía. Portanto, dudaron. ¿Qué hacer? Disciplinados, acostumbra-dos a obedecer, dijeron: "Actuemos según el mandato dela ley"; o sea: según la Carta Magna de 1833 (portaliana).Lo más lógico para ellos, entonces, fue que el Presidente

Constitucional (que aun no terminaba su período), tomaraa su cargo la tarea de organizar la dicha Asamblea... Fueasí como se creó la oportunidad para la entronización dela felonía: Alessandri, que había sido desterrado por pre-sidir la corrupción, la incapacidad y el fracaso de la viejaoligarquía liberal, fue invitado a regresar por la Junta paratirbitrar el proceso ciudadano de construcción de un nue-vo Estado... Quien había sido expulsado por inepto volvíaen calidad de "dictador"...

¿Qué hizo el "estadista" que tiene estatua en la dudosaPlaza de la Ciudadanía? Lo siguiente: no convocó a unaAsamblea Constituyente sino a dos Comités de Trabajo,ambos con personeros designados por él mismo. Uno deesos comités, el encargado de "organizar" la Asamblea,funcionó una vez y nunca más fue citado. El otro -presi-didoenpersonapor Alessandri-, que debía encargarse desugerirlos temas a discutir por la Asamblea, sesionó cercade 30 veces con 8 asistentes en promedio, pero en lugar desugerirlos temas, fue redactando un texto constitucionalcompleto, para terminar reformando y retocando la Cons-titución de 1833. Todo esto bajo la conducción directa deAlessandri, que redactó de hecho la mayoría de los artícu-los (habíapreparado unborrador de Constitución durantesu viaje de regreso, de Italia a Chile). Acto seguido, convocóa una gran Asamblea de Notables (según una lista prepa-rada cuidadosamente por él), para presentarle la "obra"del Comité. Lo hizo con un gran discurso. Pero cuando ungeneral de Ejército preguntó luego por qué no se había con-vocado a una Asamblea Nacional Constituyente, montó en

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cólera y se fue del salón golpeando la puerta. Sus amigos,alarmados, corrieron detrás de él, para rogarle que volvieraal salón. Tras varios remilgos, volvió... Fue ovacionado, ylos notables aprobaron la Constitución de 1925 por acla-mación... Algunos días después, convocó a un plebiscitopara aprobar o rechazar el texto aclamado. Fue aprobado,pero con casi un 6o % de abstención ciudadana...5

Tal fue el proceso constituyente que 'dictó' la Constitu-ción Liberal de 1925, la misma que rigió hasta 1973, y quefue respetada escrupulosamente por moros y cristiano.s.La misma que aceptó y respetó la Izquierda Parlamentan;),por ignorancia u oportunismo (que lo mismo da), haciendocaso omiso del carácter espurio e ilegítimo con que nacióesa Constitución, gracias al salvataje realizado por Artu roAlessandri en favor de su querida "clase política liberal".,,la que, por su preclara condición de "estadista", recuperósubicentenario empleo... Lo que prueba, una vez más, qui-la felonía constituyente (liberal) puede ser tan o, tal ve/,,más eficiente que un sangriento golpe de Estado (liberal),En el frontis supremo de \afelonia patriótica (crímenes de-lesa soberanía), por tanto, deberían estar, juntas y revuel-tas, las estatuas egregias de Diego Portales, Joaquín Prieto,Arturo Alessandri Palma y Augusto Pinochet Ugarte...

Ver de G. Salazar: Del poder constituyente de asalariados e intelectu<ili<\(Chile, siglos XXy XXI). Santiago: LOM Ediciones, 2009.

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IVProcesos

I )c'l examen de los procesos constituyentes expuestos -su-ri ntamente- más arriba, se desprende que el ejercicio delpoder constituyente por parte del pueblo-ciudadano nors una operación simple, de fácil ejecución y puramentecoyuntura!.

Por una parte, porque, para que el poder constituyenteexista en la ciudadanía como tal y sea una cualidad de ella,si' requiere, previamente, un largo proceso de autoeduca-i 'ion, referido al desarrollo de un poder social diversificadov multidimensional. Se requiere que existan, en el pasadoremoto y cercano, experiencias de poder. Memoria de esasexperiencias. La seguridad (certeza) de que ese poderpuede ejercerse de nuevo, en lo local, en lo regional o enlo nacional. En cualquier momento. Cuando sea necesario,lis decir: tiene que haber un proceso histórico previo (quepuede ser relativamente largo) de 'empoderamiento' pro-gresivo, que, al momento en que se precipite la coyunturai'n que ese poder puede/debe ponerse en juego al todo onada, no desaparezca tras eventuales derrotas político-militares, sino que, al revés, tenga la elasticidad y resi-liencia necesarias para levantarse de nuevo y reaparecerinsistiendo de otro modo o por otro flanco o a otro nivel. El

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poder constituyente no puede entrar en acción, pues, si noexiste en el pueblo-ciudadano lo que hoy algunos analistasdenominan "capital-social" (popular) y otros "tradicionescívicas"6. Si esta precondición no está, o existe en estadolarvario, lo razonable parece ser que, en ese caso, es mejorintensificar el proceso de formación y potenciación deesas "tradiciones" antes de entrar en una acción decisiva.

Se observa que, cuando los "pueblos" derribaron aO'Higgins e iniciaron decisivamente un proceso constitu-yente, tenían siglos de experiencia en autogobierno local,donde operaban con un poder diversificado y multidimen-sional. Lo mismo, cuando los actores sociales, articuladosentre sí, pusieron en acción hacia 1918 su poder legislativodual, y luego su poder constituyente, tenían tras de sí unsiglo de poder social mutualizado, que había alcanzadoun grado significativo de diversificación (por ejemplo, enla docena de combinaciones mancomúnales).

La cuestión es si hoy "nuestro" movimiento social-ciudadano tiene tras sí una masa suficiente de experien-cias de poder, y si las hay, de qué "poder específico" setrata. Y, además, si está o no suficientemente diversificadocomo para proponerse administrar recursos comunaleso nacionales (o sea: gobernar o cogobernar). Un "poder"constituyente que no tenga el respaldo de un poder socialdiversificado, probablemente inducirá a sus ciudadanos unegociar el 'proceso' constituyente con el sistema político

6 G. Salazar: "De la participación ciudadana: capital social consumí»y capital social variable", en Proposiciones N° 28. Santiago: Ediciontl

SUR, 1998, pp. 58-83.

establecido, no a liderarlo y llevarlo a término por sí mis-ino... Tenemos hoy 40 años de experiencia en "gestas deautonomía" y en una "cultura identitaria" de gran fuerzaexpresiva y dinamismo sinérgico... ¿es suficiente para lide-rar un proceso constituyente? Sin duda, la sustancia madredel poder constituyente es la cultura social autogenerada.Hoy tenemos una buena dosis de ese tipo de cultura, pero¿es suficiente para considerar que tenemos ya la "inteli-gencia" (Recabarren) que nos permita construir el Estadoque queremos y, más encima, gobernarlo desde abajo?

B

Por otra parte, porque para dar los pasos decisivos ha-cia el ejercicio concreto del poder constituyente se requierelener relativamente claro cuál es el grado de crisis queestá debilitando el sistema dominante en ese momento,(\ué poder de resistencia es capaz de desplegar y cómocreemos que debiera ser el sistema político y económicoque queremos construir. Los "pueblos" de la década deiK2O tuvieron la certeza de que la dictadura de O'Higginsluibía agotado su tiempo y su función, por tanto se mo-vieron decididamente para derribarlo y luego construirel Estado, cuya forma ideal la tenían muy clara: era la queellos mismos utilizaban en sus comunidades. Y se jugarondecididamente por un Estado orientado a la producciónV a la participación ciudadana. Los actores sociales de1920 tuvieron también la certeza de que el Estado de 1833(mercantil y portaliano) estaba absolutamente fracasadohacia 1910, porque había crisis económica y crisis social y

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política terminales. Por eso se movieron con toda decisiónpara organizar un Estado social-productivista y social-par-ticipativo (en correspondencia con los movimientos quese observaban por entonces en Alemania, Rusia y Japón).

En nuestro caso, hoy, siglo XXI, podemos reconocerque el Estado Neoliberal de 1980 nació ilegítimo, que noha sido socialmente eficiente y que carece actualmentede credibilidad y representatividad. De acuerdo. Crisisestructural, aunque menos grosera y visible que la del Es-tado Liberal-Portaliano en 1910. Pero ¿tenemos claro quéEstado y/o Mercado queremos a cambio, no en lo general,sino en lo concreto?

Un movimiento social-ciudadano que tome como nor-te histórico el ejercicio efectivo del poder constituyentepara construir un nuevo Estado, debería tener -segúnse observa en los movimientos del pasado- la suficienteconsistencia multidimensional como para ser por sí mis-mo una alternativa al sistema político vigente. Eso le dula continuidad necesaria entre pasado y presente, entresu memoria acumulada y la realidad que quiere construirsocialmente, entre su poder real y la tarea por realizar, sintener que dar ese peligroso salto al vacío que va desde elmero descontento a la vaguedad de la utopía... La "revo-lución" es un proceso histórico que contiene una ciertacontinuidad dentro de la masa ciudadana que la realiza, entérminos de memoria de poder, cultura social y capacidadde ejecución y administración. De no contenerla, arriesga,o bien "negociar" con el sistema dominante (frustrando ovendiendo el proyecto revolucionario), o bien depender

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ile la capacidad creativa y de choque de una "vanguardia"oligarquizada...

De lo anterior depende también la capacidad real delmovimiento para organizar eficientemente una Asambleanacional-constituyente (y no solo una Asamblea popular-constituyente). Porque a la capacidad para ejercer el poderpropio debe agregarse la que le permitirá organizar y ma-nejar, con éxito para sí, una Asamblea en la que deberánparticipar también los otros; esto es: los grupos mediosy las élites empresariales, incluyendo los militares y losreligiosos. El poder constituyente no es un poder armadoque eliminará a los enemigos del pueblo-ciudadano, y suejercicio no puede aspirar a establecer una dictadura declase. En sí, específicamente, es un poder racional, quese vale de verdades objetivas y de acuerdos (de mayoría)¡ntersubjetivos, en un campo de acción que no es otro quela deliberación abierta. Es una apuesta al triunfo de losargumentos socialmente convincentes. En este sentido, laargumentación se concibe como un arma que debería sercapaz, según se emplee y hacia qué áreas, de convencery desarmar incluso a los aparatos armados de la nación.Basándose en los hechos reales (configurados como diag-nósticos irrefutables) y en soíuciones adecuadas, eficien-tes, propuestas por la mayoría.

Si el peso de la crisis (terminal) del sistema se reflejavivamente en la experiencia social y en los datos cien-üficos que se exponen, los argumentos por el cambio

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revolucionario deberían tener la fuerza necesaria paraimponerse. Si, a su vez, el peso de las mayorías que estánsiendo víctimas de esa crisis se manifiesta a través de so-luciones técnicas eficientes, la fuerza argumental deberíaimponerse, tarde o temprano. Es lo que vale en la delibe-ración ciudadana donde se juega todo eso.

Por eso la organización de la Asamblea Constituyentedebe ser realizada conforme a criterios determinados im-puestos, ejecutados y fiscalizados por la misma ciudada-nía, sobre todo por la mayoría afectada o victimada por elsistema y/o por la crisis del mismo. Sería un error delegaresa tarea en una autoridad del sistema vigente (tener pre-sente la felonía del presidente Alessandri Palma), o en IONpartidos políticos, o en el Parlamento del mismo sistema,pues todos ellos, según muestra la historia, no realizaránel cambio revolucionario del Estado que se necesita, sinouna reforma limitada que les permita mantener el siste-ma antiguo pese a su crisis, a fin de seguir flotando en <JIcomo una hegemónica "clase política". También sería unerror organizar una Asamblea donde cada ciudadano seasuma como igual a otro, equiparados en el voto indivi-dual, porque la sociedad real, de hecho, es desigual, y estáestratificada de modo que exista una élite hegemónica,unos grupos medios flotantes y una gran masa socialprecarizada o semiexcluida de los beneficios principa IONde la modernidad del momento.

En la década de 1820, los ciudadanos mantuvieron suorganización en "pueblos", y apartir de éstos, guardandolas proporciones, designaron a sus representantes para I u

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Asamblea Nacional Constituyente. De ahí que la polariza-ción se produjo entre la capital y los pueblos de provincia.En la década en torno a 1920, los ciudadanos mantuvieronsu organización como "actores sociales" con presencia na-cional (lo que implicaba reconocer la diferencia y estratifi-cación social que existía en la nación), y seleccionaron a losdelegados a la Asamblea Constituyente de Asalariados eI ntelectuales según coeficientes de proporcionalidad entretrabajadores (la mayoría), profesores, estudiantes y profe-sionales (con porcentajes menores). No hubo problemas.

Del mismo modo, la deliberación constituyente (debedeliberar siempre toda la ciudadanía, nunca grupos esco-gidos o impuestos) necesita realizarse a todo lo largo delpaís, para alcanzar un máximo posible de participación.En la década de 1820 el problema se resolvió fácilmente:se deliberó primero en la plaza pública de cada pueblo,V luego en una Asamblea que representó, proporcional-i nente, a esos pueblos. En la década en torno a 1920, losactores sociales que tenían bases en todo el país (caso de la[•'OCH y de la AGPCH, esto es: los trabajadores y profesoresfederados), convocaron a "comicios" (asambleas locales)en sus sedes y en todo el país, tanto para acordar leyes deacción inmediata (AOAN), como para establecer las posi-ciones de base que se discutirían en la Asamblea Popular(lonstituyente (que tenía representación porcentual pori ipo de actor social).

Es evidente que la Junta Militar de 1925 no supo (o noc H i iso) resolver el problema de cómo organizar la Asamblea(:onstituyente sobre una base estrictamente ciudadana,

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como también es evidente que el presidente AlessandriPalma traicionó y desechó el principio de la soberanía ciu-

dadana para organizar "comités constituyentes" al modocomo los partidos parlamentarios designan de sus filas alos componentes de los comités del Senado o la Cámara deDiputados. La Junta no sabía interpretar la voluntad ciu-dadana, y Alessandri solo trató de interpretar (y proteger)la voluntad autoreferida de la clase política profesional...

Se deduce de lo anterior que, en la actualidad, la orga-nización de una eventual Asamblea Nacional Constituyen-te debería excluir, desde la partida, las dos clases políticas(la civil y la militar), porque son las que más se beneficiandel régimen que, precisamente, se quiere abolir y cambiar.Y que, además, la elección de representantes para esaAsamblea debería combinar criterios regionalistas (nodemográficos) y criterios socio-métricos (que reflejen laestratificación social existente en el país). Por último, de-bería realizar "comicios" (asambleas locales) en las sedi'.sde los actores sociales de presencia nacional (caso de lostrabajadores, los profesores, los empleados públicos y los

estudiantes, sobre todo).

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VConstrucción

¿Qué Estado?

En el pasado hablamos mucho de "lucha de clases",de "sistema de dominación", de "conquista del poder",de "socialismo o comunismo" y, por cierto, de "reforma orevolución", pero ¿hemos sabido alguna vez, con medianaclaridad, qué Estado es el que queremos construir, o cómodebe ser un Estado "socialista"?

Y lo increíble es que, tras casi 200 años de lucha, he-mos terminado siempre rigiéndonos por un Estado liberal,porque el de 1833 lo era, el de 1925 también, y el de 1980es, por añadidura, extremistamente neoliberal... No hemosavanzado prácticamente nada, ni en imponer lo que, ensu momento, queríamos, ni en recordar bien después quéqueríamos, ni en saber exactamente por qué el Estado libe-ral "al cubo" nos ha tenido 200 años seguidos al borde de lacrisis, al extremo de que nuestra Izquierda Parlamentariase ha jugado (y juega) todo el tiempo para entrar al Estadovigente (liberal) y para hacernos creer que, ya incorporada(y aun mimetizada) en ese Estado, nos terminará resolvien-do, gracias a su leal presencia dentro de él, todos nuestrosproblemas y miserias. Varios de nuestros presidentes másrespetados: José Manuel Balmaceda, Pedro Aguirre Cerda,I ¡duardo Freí Montalva y Salvador Allende Gossens, inten-(aron gobernar para el pueblo (o para Chile) desde la cima

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de esos Estados liberales, suicidándose, incluso, a nombrede su supuestamente legítima legalidad...

¿No hay algo que huele mal en todo esto?

¿Por qué nunca deliberamos en torno a la naturalezadel Estado que no queremos, y sobre la naturaleza del querealmente queremos? ¿Por qué no hemos escrito una sis-temática historia crítica del Estado en Chile?

Es cierto que todos nuestros políticos y todos nuestrosjurisconsultos, cuando nos hablan con (supuesta) sabi-duría sobre el Estado, nos han recitado siempre la mismaletanía: que los tres poderes del Estado (ejecutivo, legisla-tivo y judicial), que las facultades del Presidente, que lasfacultades del Congreso Nacional, que los requisitos de laciudadanía, de las elecciones sobre la base del voto indivi-dual, de los partidos políticos que representan los distintosángulos de la opinión ciudadana, etc. Es decir: nos hablansiempre de un sistema político abstracto, a-histórico, deuna máquina que absorbe opiniones de todo tipo, de todoslos sectores, las mismas que revuelve después como coc-telera en el juego competitivo y cambiante de las mayoríasparlamentarias, para evacuar, finalmente, leyes y decretosque resuelven los problemas en la "medida de lo posible":cocktails que buscan saciar la sed de todos, en particular delos que pueden pagar la mayor cantidad de bebida estatal(o sea: por diputados y senadores)... En suma, nos hablantodo el tiempo del bendito Estado liberal...

El Estado liberal nació, como se sabe, en aquellos países(Inglaterra, Estados Unidos y Francia) donde la revoluciónindustrial no solo estalló antes que en ninguna otra parte,

sino que también, totalmente, por iniciativa privada. Allíel Estado no tuvo, pues, que intervenir: se cruzó de brazosy "dejó hacer y dejó pasar" liberalmente. Sobre esas bases,los países mencionados pudieron expandir la civilizaciónindustrial por el mundo entero y construir verdaderosimperios industriales. Y para afianzar su dominaciónexigieron al resto de los países adoptar una política libre-cambista (puertas abiertas al industrialismo), mientraspredicaban las bondades filosóficas del liberalismo puro yde la democracia liberal individualista. Allí, para esos paí-ses, el Estado liberal tenía y tiene razón histórica de ser...En cambio, para los países colonizados por Europa, anteso después de la Revolución Industrial, su razón históricade ser les indicaba otra cosa: si querían industrializarse,debían luchar contra un mercado mundial dominado porlas potencias anglosajonas, lo cual, si lo intentaban conarreglo al librecambismo, era muy difícil, si no imposible.Por tanto, necesitaban (y necesitaron) otro tipo de Estado,precisamente no-liberal, porque se dieron cuenta de que,para desarrollarse dentro de la civilización industrial enun plano de igualdad con las dichas potencias, debían ha-cerlo aplicando una potente razón política, nacionalista yunificadora de todas las energías y sectores de la nación.En este sentido, necesitaron un Estado construido espe-cialmente para realizar una tarea nacional para cumplirun mandato específico: el desarrollo industrial y social,la modernización, el progreso neto. Era una necesidadrelativa al bienestar de los pueblos, pero también a lanecesidad de alcanzar un equilibrio geopolítico internacio-

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nal razonable y justo. De no ser así, el retraso económicoy social (por feudalismo, por economía primitiva, u otrarazón) iba a reproducir y alargar la vida del imperialismocolonialista, un factor de desigualdad e injusticia paratoda la humanidad.

De esa necesidad surgió el Estado estructurado pararealizar un mandato específico: el desarrollo integral. No,por tanto, un espacio "abstracto" para que compitieran,conforme la ley, los intereses individuales de una sociedadya desarrollada. Es lo que hicieron Japón, Alemania, Rusia,Italia, los países escandinavos, y más tarde China, el Su-deste Asiático, Corea, Israel, Sudáfrica, etc. En general, losEstados nacional-desarrollistas lograron su objetivo: todoslos mencionados tienen, hoy, un alto estándar de vida.Cierto es que algunos cometieron excesos condenables: opor exacerbar el nacionalismo a niveles intolerables (anti-semitismo, antipalestinismo, apartheid), o por sectarismoideológico (stalinismo), o por expansionismo descontro-lado (Japón en tiempos del Eje) y excesos dictatoriales.Sin embargo, allí donde no se perpetraron tales excesos(países escandinavos o del sudeste asiático, por ejemplo) elresultado fue exitoso en un sentido más integral. En Hispa-noamérica hubo también varios intentos en este sentido,pero, o por impericia técnica, o por cover action del impe-rialismo liberal (EE.UU.), o por un prematuro u oportunistnjuicio condenatorio de esta vía por parte de los defensorescriollos del neoliberalismo, fracasaron. Está pendiente,en consecuencia, una evaluación histérico-política ri-gurosa de si efectivamente el nacional-desarrollismo di1

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América Latina fracasó por agotamiento, como se ha di-cho, o no. Debe recordarse además que el imperialismo li-beral condenó ideológicamente el nacional-desarrollismo,acusándolo de que negaba la libertad ("totalitarismo"), loque fue causa de dos guerras mundiales (y una Fría). EnChile, la evaluación histórica definitiva de la vía nacional -desarrollista es tarea pendiente que atañe, sin duda, a laciudadanía del siglo XXI.

Los Estados no-liberales también han tenido, pues,una razón histórica de ser y han sido, también, exitosos,tanto como para que varios de ellos sean hoy genuina-mente neoliberales...

¿No es absurdo que en Chile sigamos insistiendo en unEstado liberal si nunca hemos logrado industrializarnos?¿Si ninguna ex colonia se ha desarrollado bajo los princi-pios librecambistas del Mercado?

Lo que necesitamos es un Estado que realice las tareashistóricas que no hemos realizado en 200 años: a) unaindustrialización razonable, que nos permita exportarvalores agregados (no puras materias primas), generar em-pleo estable (no trabajo precario de almacén), bases parael desarrollo de la ingeniería productiva y la innovacióntecnológica, objetivos técnicos para la educación, etc.; b)una ciudadanía con la cultura, el poder diversificado yla capacidad administrativa necesaria para construir elEstado que necesita, controlar por abajo a sus represen-tantes (gobernanza), que sobreponga el productivismoal mero consumismo, que sea realmente soberana, etc.;c) una sociedad civil integrada a un proyecto nacional de

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desarrollo, sujeta a patrones de equidad y justicia social,más igualitaria y solidaria, capacitada para ajustar per-manentemente el Estado y las clases políticas a sus nece-sidades y a su voluntad soberana, y d) un sistema escolarorientado a preparar nuestros niños a realizar con verdadero éxito las tareas a-b-c indicadas más arriba, según Inrealidad específica de Chile y con la comunidad específi-ca de Chile, no copiando la masa y la mercancía culturalproducida en otros países, que permita, por tanto, que lacomunidad real se eduque a sí misma, dejando de lado lacopia, la mera emulación y el consumismo educacional.

Si realizamos el inventario de las tareas históricas norealizadas en 200 años, podremos imaginar mejor cómodebe ser el Estado que construyamos para realizarlas. Siesas tareas deben ser acometidas desde las comunidadesreales (locales), es evidente que son, ante todo, tareas ciu-dadanas, para facilitar las cuales debe pensarse, por tanto,en un Estado que ni sea liberal (porque hay un mandatoque cumplir), ni centralizado, ni manejado arbitrariamentepor ninguna clase política profesional. Lo demás es inteli-gencia práctica. Popular, por cierto.

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VIEnemigos

Los "grupos" que acechan y detienen la marcha históricadel poder popular constituyente son pocos. Pero, desafor-tunadamente, poderosos: manejan el poder constitucionalde la nación y, lo que es peor, sus armas. Tienen, además,200 años de experiencia en la materia. Son expertos. Sonpeligrosos.

Recordemos: manejan profesionalmente el fusil, labayoneta, el corvo, la tortura y el asesinato. Y también -nolo olvidemos-, con extraño profesionalismo, el engaño,el disimulo, la traición y la felonía. Han dominado, entreambos, el discurso oficial del Estado y también el de laPatria. Han construido por sí mismos la legalidad vigente.Se escudan detrás de todo eso. Se enriquecen y engordana su sombra.

Son peligrosos.

Ya han partido, recién: agosto del 2011, señalando que"el plebiscito" es imposible (Andrés Zaldívar), que la "gra-tuidad de la educación" es imposible (Sergio Bitar), que sila policía no da abasto, "será necesario recurrir al Ejército"(Pablo Zalaquett). Y han comenzado a asociarse transver-salmente, de Derecha a Izquierda, visitando el Palacio deGobierno por turnos (donde vela, nervioso, un presidentede Derecha), alegando que "todo" debe decidirse en elCongreso Nacional, su casa (el legítimo "club de la pelea");

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que todos deben sentarse, allí a dialogar: es la mesa parlamentarla de todos... Por ahí empiezan. Seguirán tratandode adoptar para sí mismos el discurso rebelde e incluso oírevolucionario, para colarse a la cabeza del movimiento ydesde allí conducirlo. O sea frenarlo. Jugarán a líderes delpueblo. Hasta aparecerán, de vez en cuando, en los des-files... Pero si les va mal y su miedo a la cesantía históricasube vertiginosamente, ya no aumentará su grado de nebropopulista: mirarán entonces, de soslayo, a los cuarteles... Yhasta podrían lanzarles maíz... Y en ese punto, si el poderpopular constituyente pasa del mero desfile al poder dual,es posible que hagan lo mismo que el ministro designadoapresuradamente por el presidente Sanfuentes en 1919(don Ladislao Errázuriz): inventarán cualquier peligro deguerra, externa o interna, para imponer la Ley Marcial,o el Estado de Sitio, y así justificar la represión militar...

No seamos ingenuos: la clase política civil, en mo-mentos de peligro para ella (riesgo de cesantía histórica)se enlaza siempre con los militares en el minuete dol"enroque", y aquéllos -que no han eliminado nunca dosu cabeza la obsesión de que hay dentro de la nación un"enemigo interno"- se dejan tentar fácilmente por el peli-gro que amenaza a su consorte, y hacen entonces lo únicoque saben hacer: disparar y matar... No seamos ingenuos:los militares tienen intacta esa obsesión en su cabeza...

¿Qué hacer?

Lo único que puede hacer el pueblo soberano: man-tenerse unido, reeducar a la clase política militar y con-trolar desde abajo, férreamente (como los "pueblos" on

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1823) a sus representantes y delegados, a objeto de frenare impedir su autotransformación (desintegrándola por"revocación") en 'clase política civil'. El mayor peligropara la soberanía popular proviene siempre de merce-narios ("rufianes que se venden a otros intereses", decíaRousseau): sus seudo-defensores 'a sueldo' y sus seudo-representantes 'a dieta millonada'. El poder de la sobera-nía, capaz de neutralizar ese peligro es, en lo esencial, lacultura y la inteligencia sociales, su poder diversificado,que no puede ser vencido político-militarmente (ver másarriba), que es suficientemente flexible y resiliente comopara levantarse una y otra vez, indoblegable. Su poder noes el arma militar ni el ataque directo destructivo, sino eléter envolvente y penetrante de la cultura, las ideas y elpoder diversificado de la ciudadanía. Y por cierto: la crí-tica implacable, la propuesta insistente. Su fuerza está enlo inmaterial, por eso puede y debe plantear una radicaltransformación, no solo del sistema educacional civil, sinotambién del sistema educacional militar. Es la ciudadaníachilena la que debe estructurar y administrar ambos siste-mas educativos, y no el Mercado o el Pentágono o el grancapital financiero internacional.

¿Nos hemos autoeducado suficientemente como parahacer eso?

¿Tenemos el poder cultural suficiente para bombardearel modelo neoliberal con críticas incisivas y propuestasinteligentes que nos aseguren la posibilidad de controlartodos los procesos y mecanismos desde abajo? Pues, de notenerlo, tal vez es mejor continuar intensificando nuestro

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proceso autoeducativo y acumulando 'experiencias de po-der'. La debilidad en este plano puede facilitar considera-blemente la maniobrabilidad experta de los 'mercenarios'...

A menos, claro, que, con lucidez relampagueante yaudacia soberana, acumulemos poder en corto tiempoy madruguemos a nuestros obstáculos de siempre. Pero¿cómo?

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VIIEducación

Es bueno, en este punto, tener presente y considerar ados actores sociales importantes, que han jugado y pue-den jugar un papel relevante en los movimientos social-ciudadanos: el "bajo pueblo" y el profesorado básico ymedio. Los mismos que, a menudo (o casi siempre), hansido olvidados por los historiadores y despreciados porlos políticos "profesionales".

Se denominó "bajo pueblo", en el período colonial, alos grupos sociales que no eran "vecinos con casa poblada";esto es: que no vivían en "pueblos" y no tenían, por tanto,la calidad de "ciudadanos". En especial, los que queda-ron estancados viviendo en esa situación (dispersos en"ranchos" de barro y ramas que levantaban en cualquierparte) pertenecían, en su mayor parte, al pueblo mestizo.El Derecho Imperial español se aplicó a españoles y crio-llos (en tanto tenían calidad de "vecinos") y, bajo forma deDerecho Indiano, a los indígenas, a los que se les reconociósu derecho a vivir en "pueblos", con capacidad de autogo-bierno (caciques) y propietarios de las tierras colindantes.Pero ese Derecho no legisló nada respecto a los mestizosy otras castas cruzadas (zambos, etc.), de modo que esosindividuos no podían ser encomendados (no eran indíge-nas), ni encomenderos (no eran españoles o criollos), nopodían tener cargos concejiles, ni ser sacerdotes, ni siquiera

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formalmente "soldados", etc. Si trabajaban, no existía u i i i ilegislación laboral para ellos (para los indígenas, sí): quedaban sujetos, en la práctica, a la voluntad del patrón o uun ajuste verbal ("conchavamiento") que podía ser deseonocido o cambiado por el patrón en cualquier momento, lilpueblo mestizo, por tanto, no recibió mercedes de tierra.s,no fue ni encomendero ni encomendado, no tuvo ningúnestatus ni rol definidos, nada estructurado. Como se dijoentonces: eran hombres "sin Dios ni Ley", gente sin dere-chos. Por tanto, esencialmente abusables, viciables. Noeran "pueblo" (solo los vecinos con casa poblada lo eran),razón por la que se les denominó "bajo pueblo". Una masamarginal, afuerina, forastera, vagabunda, peligrosa. Por esodevino, poco a poco, en un "enemigo interno".

En esa condición, su lucha por la subsistencia fuesiempre difícil, marginal y riesgosa. Por lo mismo, no secasaban, no formaban familia: eran un pueblo de "hua-chos". Por su origen, no tenían linaje, pero sí el estigmade no ser "hijos de familia". No existiendo para ellos underecho laboral racional sino un trabajo peonal forzadoa pagas miserables, no tuvieron otro camino que robar(comida, animales, especies), saquear y jugarse la vidaen una centenaria "guerrilla de recursos" con el sistemalatifundista y con los mismos "pueblos" (el bandidaje seextendió desde 1760 hasta 1940, aproximadamente). Eneso halló un aliado en el pueblo mapuche que, desde finesdel siglo XVI, se enfrentó en una guerra intermitente conel "Reyno" de Chile y después con la República, que duróhasta fines del siglo XIX y que también devino en "gue-rrilla de recursos". Naturalmente, esa lucha se tradujo en

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una constante represión y persecución al pueblo mestizo,lo que lo dejó de hecho convertido en pueblo "proscrito",sospechoso y criminal, lo que, a su vez, no le dejaba otrasalida que insistir en la guerrilla de recursos.7

El pueblo mestizo ha sido el gran olvidado de nuestrahistoria. Se le llamó masa de "vagamundos mal entreteni-dos", "vandalaje", "rotos alzados", masa de "peones-gaña-nes", "bajo fondo", "conventilleros", "lumpen-proletariat","hampa", "hez social", "callamperos", "pobladores", "anti-sociales", etc. Solo tardíamente, a mediados del siglo XX,se le concedió derecho a voto (individual). La Constituciónde 1833 se lo negó explícitamente. Incluso los políticos ehistoriadores de Izquierda le han negado su politicidad,por no tener otra cualidad cívica que su "barbarie política".La FOCH no lo consideró en nada. Todas las confederacio-nes sindicales posteriores (la CGT, la CTCH y la CUT) loignoraron y no buscaron nunca una asociación con ellos.Ningún partido de Izquierda ha planteado una teoría con-sistente de su situación. Son los parias de nuestra historia.Los "condenados de la tierra".

Y sin embargo han constituido siempre la mayoría dela población nacional, la masa física del "pueblo".

Y se han incorporado, por decisión propia, a las luchaspolíticas de la ciudadanía popular. No una vez: todas lasveces, atacando sí directamente al "enemigo" donde más leduele: la propiedad. O sea: asaltando, robando, saqueando.Por eso mismo, se han llevado los peores castigos. Normal-mente, son carne de cañón. Por este tipo de conducta de

Ver de C. Salazar: Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis

de la sociedad popular del siglo XIX. Santiago: Ediciones SUR, 1985.

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estos aliados, los actores cívicos de la Izquierda Parlamen-taria, normalmente, retroceden (lo hicieron en 1851,1859,1905,1957,1972...), se apartan de ellos, los dejan solos...

¿Debemos descartarlos, juzgarlos o comprenderlos?

Es preciso tener presente que, si no viven en pueblosformales, si no tienen trabajo estable, si no llegan a edu-carse por completo, si viven al margen, si insisten en la yamulticentenaria "guerra de recursos", si están proclives ala violencia, no es porque no tengan razones objetivas ysubjetivas ni es porque no tengan/ormas asociativas, o nodesarrollen entre ellos camaradería y solidaridad, o notengan a su manera comunidad ni falta de "autonomía".Tienen "capital social", poderes "diversificados", capaci-dad de acción. Todo eso y más...

Pero seguimos manteniéndolos como el "pueblo mes-tizo" que han sido siempre: rotos insolentes "sin Dios niLey", bárbaros, antisociales.

¿No será tiempo de comprenderlos, de trabajar conellos autoeducativamente en el desarrollo cívico de loque realmente tienen: asociatividad, solidaridad, razonesobjetivas, identidades autónomas, poder local diversifica-do (cultural, productivo, de tráfico, delictivo, deportivo,comunitario, etc.)? Gran parte de la cultura propia queexhiben los actuales movimientos popular-ciudadanos enChile proviene de la capacidad de autopotenciación de lacultura marginal. Siempre la cultura autóctona de este paísha salido de las redes y poblamientos del pueblo marginal...

Es el dilema que enfrenta, entre otras cosas, el siste-ma educativo nacional en el día de hoy. Ha existido 200

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años enseñando a los chilenos las ciencias y las artes dela cultura occidental nórdica: la española, la francesa, lainglesa, la norteamericana, la taiwanesa, la finlandesa,pero nunca ha intentado educar a los chilenos en base asu propia realidad. Partiendo de la situación, por ejemplo,en que ha vivido 200 años el pueblo marginal, que ha sidosiempre una abrumadora mayoría (hoy se les describe enfunción de su coeficiente ingreso/consumo: "quintiles iy 2"...). En cambio, hemos intentado educar a ese pueblomarginal en base a la cultura y las expectativas de ¡as élitesmercantiles dominantes y de sus socios comerciales deultramar; o sea, según el mercado mundial.

Es tiempo de considerar también a los "maestros"(profesores de Básica y Media), que llevan 200 años "pa-sando la materia" que les viene de Occidente (del Norte),tratando de trepanar los cráneos de los niños marginalespara embutirles una realidad pasada, presente y futuraque no es la de ellos. ¿Por qué responsabilizar hoy a losprofesores del rendimiento escolar del SIMCE o de la PSUy no a la potencia cultural de la calle donde los estudian-tes mayoritariamente viven inmersos y que compite (conventaja) con el aula? ¿Sobre todo en el caso de los niñosdel pueblo marginal?

Los profesores, al "pasar materias" (ajenas) educanpara imitar. Y al hacer eso, solo ocupan la cuarta parte (25%) de su capacidad instalada real, y la cuarta parte (25 %)de la capacidad real de los niños. Que la inteligencia realde los profesores es de 100 % y no de 25 %, está demos-trado en su rendimiento neto cuando fueron estudiantes

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universitarios. Y que la capacidad de los niños es de loo% y no de 25 %, está demostrado de sobra en lo que hacendentro de la "cultura de la calle", donde viven y tienenidentidad real.

¿Por qué no ocupar el 100 % de la inteligencia socialde unos y de otros? ¿Por qué no educar desde la realidadde unos y de otros?

El profesor debe ser formado para "pasar materia",sin duda (enseñar las ciencias occidentales), pero sobretodo para investigar la realidad local que rodea el procesoeducativo y para gestionar, dentro y fuera del aula, el desa-rrollo efectivo de esa realidad. El profesor no puede dejarde ser un investigador de la realidad, un autor que publicay debate públicamente esas mismas investigaciones (pue-de enseñar mejor haciendo eso) y un profesional que seincorpora a la comunidad real como gestor socio-culturalde su desarrollo efectivo. Todo profesor debería tener esatriple formación y ejercer esa triple capacidad. Solo así sepodrá unir el aula y la realidad concreta de la comunidadlocal en un mismo proceso educativo.

La soberanía ciudadana necesita activar sus procesosautoeducativos a todo nivel. Y solo uniendo ambos polosculturales -hoy separados y antagónicos- podrá articularlos mecanismos socioculturales que cimentarán el desa-rrollo del poder social diversificado.

Para construir un nuevo Estado es necesario, pronta-mente, unir todos los cabos de ese poder...

La Reina, 4-15 de agosto de 2011

índice

I Estupor

II Memoria

III Historia social

IV Procesos

V Construcción

VI Enemigos

VII Educación

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