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Octubre de 2008 / Nº3 / PUBLICACIÓN OFICIAL DEL INSTITUTO MOISES LEBENSOHN En Democracia 25 años de democracia para siempre En una entrevista exclusiva brindada a En Democracia, Alfonsín responde sobre diferentes aspectos de la historia reciente, la democracia y sus desafíos. Realiza un repaso por los duros años noventa, y finalmente brinda un mensaje a los jóvenes argentinos. EDICIÓN ESPECIAL ACTO EN CONMEMORACIÓN DE 25 AÑOS DE DEMOCRACIA. LUNA PARK. 30/10/08 Escriben: Daniel Larriqueta, Hernán Rossi, Emiliano Yacobitti, Juan Nosiglia, Diego Fernández. Entrevista a Luis Brandoni

En Democracia - Año 2008 - Número 3

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Tercer Número de "En Democracia"

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Octubre de 2008 / Nº3 / PUBLICACIÓN OFICIAL DEL INSTITUTO MOISES LEBENSOHN

En Democracia

25 años de democracia para siempre

En una entrevista exclusiva brindada a En Democracia, Alfonsín responde sobre diferentes aspectos de la historia reciente, la democracia y sus desafíos. Realiza un repaso por los duros años noventa, y finalmente brinda un mensaje a los jóvenes argentinos.

EDICIÓN ESPECIAL ACTO EN CONMEMOrACIÓN DE 25 AñOS DE DEMOCrACIA. LUNA PArk. 30/10/08

Escriben: Daniel Larriqueta, Hernán Rossi, Emiliano Yacobitti, Juan Nosiglia, Diego Fernández. Entrevista a Luis Brandoni

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Octubre de 2008PAG. 2 / En Democracia

Editor ResponsableHernán Rossi

Presidente del Instituto de Pensamiento y Formación Moisés Lebensohn

DirectorMarcelo Guouman

Diseño y diagramaciónMaría Inés Cosentino

RedacciónRoyceel Rigotti

ColaboradoresAlejandro De Angelis, Pablo Lozada Castro, Pablo Amador, Eduardo Winkler, Mauro Pedone Baleg-no, Mario Alarcón, Emiliano Yacobitti, Maximi-

liano Campos Ríos, Camilo Vedia, Andrés Alievi, Emmanuel Artusa, Alejandro Ramini, Daniel

Mansilla y Leandro Querido

E-mail: [email protected]. 4382 5175

www.institutolebensohn.org.ar

StaffEditorial

Sin dudas. Sólo una minoría (muy minoría, muy trasno-chada), puede sentir nostalgia por una dictadura. Pero hay otras nostalgias de las que nos enorgullecemos. La noche oscura de nuestra historia fue larga. Una noche de invierno, helada cuarteaba la piel del cuerpo de los ar-gentinos. La nación languideció al ritmo de las botas sólo firmes en odio y locura. Incluso algunos sólo experimenta-rían ese sentimiento más tarde. Más tarde que temprano.Y porque alguien, algunos, desde el ejemplo, desde el Esta-do, educaron. Construyeron conciencia. Abrieron el deba-te, impostergable. Alguien (algunos) permitieron que los juicios al pasado se multiplicaran en voces y alcanzaran el valor supremo de la ley. Y entonces la argentina pudo poner a los responsables en su lugar. El 30 de octubre de 1983 tuvieron que liberar las urnas guardadas, y los argentinos eligieron al presidente de los argentinos. Algunos éramos demasiado jóvenes. Pero nos quedan im-presos recuerdos que, sin dudas, nos colocaron en el lugar en que estamos. Una plaza llena de gente, un hogar con televisión en blanco y negro y siempre, siempre, nuestros viejos y abuelos alre-dedor haciéndonos sentir que algo muy importante estaba

pasando. Y que eso importante que estaba pasando, era bueno para nosotros. (Ellos estaban emocionados hasta las lágrimas, sin dudas, algo importante estaba pasando).Muchos nos contaron después, que algo había pasado con el aire de este país en octubre de 1983. Estaba más liviano. En este número de En Democracia alguien hace referencia al asunto. Si hasta nosotros buscando en un hueco en la memoria, podemos reconstruir la sensación. La sociedad había recuperado el protagonismo, las expec-tativas depositadas en la democracia eran altísimas, y el sueño del país mejor, más habitable, sin violencia, con li-bertad y trabajo, estaba allí, concretándose. Después pasaría lo que conocemos. Nada era tan fácil. El proyecto iba a llevar más tiempo. Pero ese clima de los tempranos ochenta sigue haciendo sentido en nuestra cabeza. Y sigue siendo la sensación más parecida a aquello que queremos construir para, ahora sí, nuestros hijos. Entonces, recurrimos a ese fresco y nos pro-yectamos transformándolo en energía militante. Como se verá, estamos orgullosos de sentir alguna nostal-gia: La de alguna vez volver a tener un presidente al cual respetar. Es posible y estamos en eso.

Un tipo al que uno le gustaría abrazar

“Alfonsín aparecía como una especie de padre bueno, moderado, y simpático, de bigotes, sin ideas de revanchas, un buen abogado de Chas-comús, un tipo al que uno le gustaría abrazar… …Entre otras cosas, Alfonsín debió ser moderado, tuvo las presiones de ser el primer gobierno en un país empobrecido por sus muertos, por el miedo al que es-tábamos acostumbrados, por la impunidad de los mi-litares, que provenía directamente de la necesidad “de apagar la barbarie”. Cuando asumió Alfonsín, recuer-do haber sentido por primera vez la sensación de es-peranza. La gente empezaba a militar en los partidos políticos y empezaba a creer que lo que había pasado no se repetiría.…Tengo un agradecimiento infinito al último presi-dente, que tuvo la altura, la pompa, el rango y la mo-ral para serlo. Me duele muchísimo en el alma la foto de la Presidenta agarrándole la cara, como si fuera un viejo acabado. Me gustaría que supieras, si no lo co-nociste, seas peronista o no, que en él está el último gran radical, realmente un gran hombre, un excelente político, un momentáneo padre de los argentinos que estábamos rotos y vejados….”

Un fragmento de las reflexiones de Alfredo Casero, sobre Raúl Alfonsín, titulada “Ay, patria mía”, y publicada en el diario Clarín.

Sobre “los Herederos”

“Cortando grueso, hay que decir que tampoco se los ha visto desfilar por Tribunales ni tener alguna causa pendiente vinculada a posibles actos de corrupción. Se los ve prudentes, con perfil bajo, sin esas corbatas estridentes ni las camionetas con vidrios polarizados de los nuevos ricos. Ese mandato de honradez en la función pública que viene desde el fondo de los tiem-pos con Yrigoyen y don Arturo Illia parece ser una de las herencias que Alfonsín dejó. Probablemente no sea el pueblo su único heredero. Tal vez haya que buscar su legado en la honestidad y las ideas. Por eso, su último discurso, el del miércoles pasa-do en el Salón de los Bustos, va a quedar como su testamento político. Un tributo para los jóvenes que todavía creen que la política es la mejor forma de construir una sociedad más justa. En ese testamen-to, Alfonsín dijo que la política no es sólo conflicto, que también es construcción”.

Una lectura sobre los jóvenes de la Junta Coordinadora Na-cional. Lo dijo el periodista Alfredo Leuco, en una nota pu-blicada en el diario Perfil, titulada “Me equivoqué”.

El 22 de abril de 1985, cumpliendo con el plan de gobierno anunciado, comenzó el juicio público a los integrantes de las tres primeras Juntas Milita-res, acusados de violaciones a los Derechos Hu-manos; según los Decretos 158/83 y 159/83.El juicio contó con el valioso aporte de la investi-gación realizada por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), presi-dida por Ernesto Sábato, cuyo informe fue entre-gado el 20 de septiembre de 1987 al Presidente de la Nación.

InvitaciónJornada de juventudes políticas: “Los próximos 25 años de la democracia”

Fecha: Jueves 4 de diciembre de 2008Horario: 9:30 - 18hsLugar: Centro Cultural General San Martín - Sarmiento 1551 - Sala C - Hall de A-BInvita: Asociación POR MÁS DEMOCRACIA

En Democracia. Hacemos radioEl programa de radio oficial del Instituto de Pensamiento y Formación Moises Lebensohn. Por FM Patricios. Lunes, Martes y Miercoles a las 15:30 hs. Comenzamos el Miercoles 5 de noviembre.

En este número de En Democracia, en una entrevista exclusiva, el Dr. Raúl Alfonsín afirmó que “El principal logro, es que hoy nadie es nostálgico de una nueva dictadura”. Dicha frase y la en-trevista en su conjunto motivaron algunas reflexiones:

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Capital Federal y Ciudad Autónoma son dos planos de una misma realidad política que se desenvuelve en un solo espacio, un solo territorio y dentro de una mis-ma sociedad: la porteña. Pero debajo de esta aparente unidad, la Ciudad comporta una enorme diversidad que se estructura a partir de los dos planos mencio-nados. De esta manera están quienes viven, sueñan y trabajan en la Capital y quienes lo hacen en la Ciudad. Esta diversidad es la principal característica porteña, resultando en sí una paradoja.La difícil construcción democrática de los últimos veinticinco años, con sus alegrías y sinsabores, dejó profundas huellas en todo el país. Sin embargo, fue la Ciudad Capital, la que naturalmente lideró los proce-sos políticos, prestando escenario social a las deman-das de la República en su conjunto. El más notorio de esos escenarios fue sin lugar a dudas, aquel balcón del Cabildo (y aquella plaza), desde donde el Presidente Alfonsín recuperaba simbólicamente la Democracia y la capacidad del pueblo para gobernarse a sí mismo, hablándole a una multitud entusiasta.Y es que la Democracia no es sino un amplio proceso de toma de conciencia. Los ciudadanos, no son sino personas que buscan comprenderse a sí mismos y a los demás, intuyendo quizás, que en este proceso de darse cuenta y comprender, está justamente la idea de libertad y está en sí toda la libertad real de las per-sonas. Por eso queremos seguir pensando que el co-mienzo, allá por el ´83, de la etapa de la libertad, del reconocimiento de nuestras paradojas, todavía nos guía, incluso a quienes entonces éramos niños aunque intuíamos que algo importante estaba pasando. Que-remos seguir convencidos que aquel balcón de Alfon-sín sigue siendo el faro del país y de la Ciudad. El proceso de construcción de la Ciudad de estos úl-timos veinticinco años, de la Ciudad y de la Demo-cracia, entendía una participación activa de todos. Sin embargo, desde aquel 83, esta participación activa se ha ido atomizando. La cohesión social que existía en los albores de la vuelta a la Democracia, hija de esa ne-cesidad de libertad, se fue diluyendo. Así, la realidad de la Ciudad, y de la Democracia actual, es la segmen-

LA CIUDAD, 25 AÑOS DESPUES

tación. La falta de integración que existe en la Ciudad que supo ser un ejemplo de tolerancia social frente al resto de la República, es otra paradoja. Veinticinco años después vemos como la Gendarmería Nacional custodia las tristemente llamadas “villas miseria” a la manera de una frontera. De esta forma, los residentes de estos barrios no pare-cen ciudadanos, sino extranjeros. Así, la imposibilidad de acceder a aquellos derechos inherentes a los ciuda-danos en una Democracia, educación, salud, vivienda, trabajo, colocan a estos argentinos del otro lado de la frontera. Por caso, la desintegración social se refleja en el territorio porteño. La segmentación de los barrios, la falta de integración y de igualdad en el acceso a bienes y servicios, propone ciudadanos con categorías diferentes. Esta segmentación, está lejos de represen-tar la diversidad buscada.Mientras la historia de Buenos Aires está llena de in-quilinatos de inmigrantes, de los más diversos oríge-nes, que le otorgaron la riqueza cultural que la distin-gue en el mundo, hoy miramos con indiferencia a esos nuevos inmigrantes, que vienen del interior del país y de países vecinos. Al cerrarnos y trazar fronteras in-ternas perdemos la enorme oportunidad de regenerar el tejido social y la Ciudad toda, mediante la genera-ción de herramientas de integración social, que no son otras que las que provee una Democracia. Así, pasamos de la plaza donde estábamos todos los argentinos, en aquel 83, a plazas del enfrentamien-to entre facciones, en los años recientes. Y es que la segmentación social sirve a estos fines: el aprovecha-miento indiscriminado de capital social en búsqueda de fines particulares, sectarios, el deseo de imponer la razón de unos, sobre la razón de otros, negando la ca-racterística de una plaza, y una Ciudad, de ser espacio común, de ser razón de todos. Esta segmentación social profundizan la falta de co-municación, y los espacios públicos de Buenos Aires ya no son lugares de acuerdo y de consenso, sino es-pacios de separación. Este es, en nuestro pensamiento, el principal problema a resolver en la Ciudad. La falta de integración social, naturalmente, debilita la Demo-

cracia. De la falta de acuerdos, de la ausencia de pro-gramas aceptados y la falta de programas económicos a largo plazo, basados en la capacidad de las personas, principal recurso porteño, se derivan las crisis. Frente a esto, un nuevo acuerdo social debe surgir. Para ello se requieren Partidos Políticos y líderes res-ponsables, que piensen la oportunidad histórica de refundar el país, y su Capital, por los próximos 100 años, antes que por los futuros cuatro de un mandato. La igualdad de oportunidades en el acceso a la educa-ción, a la salud, al trabajo, son los desafíos principales de una Ciudad que afronta los problemas surgidos del deterioro de su principal virtud histórica: la integra-ción en la diversidad.Raúl Alfonsín, padre y principal hacedor de la Demo-cracia que disfrutamos desde hace 25 años afirmó re-cientemente que los argentinos “tenemos una democra-cia real, tangible, pero coja e incompleta y, por lo tanto, insatisfactoria: es una democracia que no ha cumplido aún con algunos de sus principios fundamentales, que no ha construido aún un piso sólido que incluya a los desamparados y excluidos”. Pocas frases podrían sin-tetizar al mismo tiempo una sensación de orgullo por lo logrado y de irrefrenable deseo de hacer más, mucho más para conseguir todo lo que falta y duele. Las grandes fechas históricas, las que recuerdan aquellos hechos claves en la vida de los pueblos, no sólo deben servir para evocar. Representan también una oportunidad para imaginarse el fu-turo, potenciando aciertos y corrigiendo errores. El 30 de Octubre de 1983 es una de esas fechas y la Juventud Radical nos convoca, a los militantes de todo el país a celebrarlo con un acto popular, a la manera y en un lugar emblemático de aquella epopeya de 1983. La política y la Ciudad, agra-decidas.

Hernán RossiEx-Secretario General de la Mesa Nacional de Franja Morada

Ex-Presidente del Comité Nacional de la Juventud RadicalPresidente del Instituto Moisés Lebensohn

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AMOR CON LAS DIFERENCIASDaniel Larriqueta*

La democracia es el sistema político que tiene amor con las diferencias. En el inicio de la vida argentina, nuestra sociedad es-taba formada por dos principales corrientes fundado-ras. Una, hija de la España gran potencia del siglo XVI que trae a las tierras americanas todo el bagaje de la cultura y la civilización europeas y choca y se mezcla con las culturas indígenas preexistentes. La segunda, retoño de la expansión europea en el Atlántico que se consolida en el siglo XVIII y en la que España parti-cipa con sus nuevas ideas de la Ilustración. Son dos sistemas de ideas y de valores diferentes, y de esas diferencias nace el virreinato del Río de la Plata. La primera civilización es la que construye el mundo an-dino y ciudades litoraleñas como nuestra Corrientes. La segunda florece en el Río de la Plata, en ambas cos-tas, con un gran centro dinámico y cosmopolita que es Buenos Aires. Cuando Carlos III decide en 1776 fundar el virreinato, reúne un grupo de provincias tradiciona-listas y orgullosas de su historia con una región liberal y rebelde cuya cabeza es Buenos Aires. Y a esa cabeza otorga la responsabilidad de conservar y administrar el conjunto. Un conjunto de diferencias.Las diferencias están en la Revolución de Mayo con “saavedristas” y “morenistas”, y se multiplicarán en las luchas de intereses e ideas que desgarran al nue-vo país durante toda la primera mitad del siglo XIX. Sólo la existencia de un sentimiento y una voluntad de formar una sola nación preserva la unidad, mientras los hombres más eminentes buscan en los congresos, las fallidas constituciones y las negociaciones políti-cas el modo de convivir aceptando y protegiendo las diferencias dentro del conjunto. De esos dolores y de esos empeños emergerá la Constitución de 1853. Esa constitución es el primer pacto exitoso para convivir asumiendo y valorizando todas nuestras diferencias.El país de 1810 tenía 400.000 habitantes, la Argentina de hoy tiene 40.000.000. Si había que hacer un enorme trabajo para unir a ese país semidesértico del princi-pio, incluyendo dos culturas diferentes y una pobla-ción heterogénea, con un tercio de afroamericanos, más desafiante será después asimilar a un proyecto de patria a una población que se multiplica por cien en sólo dos siglos. Somos una sociedad diversa desde el principio y aluvional en la construcción.Los que estaban y los que llegan somos todos diferen-tes. Si no entendemos la complejidad y la riqueza de este proceso de unión y mezcla continua y multitudi-naria, no entendemos la Argentina. Somos la mezcla, somos lo diverso, somos la riqueza única y excepcio-nal de tener muchísimos aportes.Pero para unir esas mezclas superpuestas debimos in-ventar instituciones aceptadas por todos. Ya en 1821 Bernardino Rivadavia inauguró la institución del sufra-gio universal, y cuatro años después tuvimos la libertad de cultos, dos revoluciones vanguardistas en América del Sur. Y cuando los millones de inmigrantes se afin-caron y se asimilaron a la vida argentina en la trepidan-te segunda mitad del siglo XIX, tuvimos que instalar la democracia, para que el derecho a participar de las grandes decisiones no se ejerciera por la violencia. La Constitución de 1853 amparó esa democracia, que nos

dio en 1916 el primer gobierno genuinamente popular. El país vital y ambicioso había encontrado sus institu-ciones de paz, de inclusión y de progreso.Esa trama eficaz de contención y apaciguamiento se rompió en 1930. Pero como la sociedad no detuvo su evolución y su cambio, los hechos nuevos prosiguie-ron, pero sin que fuera posible ordenarlos en la repú-blica democrática. Así, los millones de migrantes in-ternos que marcharon hacia las ciudades industriales en la mitad del siglo XX, continuando el proceso de mezcla que es propio de nuestro país, no encontraron la república democrática que los acogiera y sirviera de cauce pacífico a sus demandas. En un momento de libertad comicial, en 1946, el pue-blo dio legitimidad a otro proceso de inclusión, pero la paz democrática fue violada por explosiones populis-tas y contragolpes autoritarios. No pudimos acordar los modos del progreso, ni garantizar los derechos de las minorías, ni consolidar un proceso de justicia so-cial que está también en la base de la nacionalidad. Las diferencias se transformaron muchas veces en odios, y a la mitad del siglo pasado terminamos abriendo un espantoso período de violencia, muerte y desánimo. El país siguió creciendo por la potencia del trabajo común, pero dejamos de progresar por faltarnos las instituciones del acuerdo. La sangre, las lágrimas, el desaliento y las derrotas nutrieron la voluntad nueva de refundar la república democrática. Y en 1983, con los mismos valores y las mismas palabras del Preámbulo de la Constitución de 1853, retomamos nuestro destino. Hace ahora veinticinco años que vivimos en una so-ciedad libre, todavía tumultuosa por la debilidad o la insuficiencia de las instituciones, pero convencida del mandato democrático, de la necesidad democrática.Ahora no nos asustan las diferencias y hemos empeza-do a comprender que en esas diferencias está nuestra fuerza. Para el pensamiento sabio, no es nada nuevo. De las diferencias surgen la invención, el arte, la crea-tividad. El hallazgo político, científico o artístico es siempre el fruto de hombres y grupos que piensan di-ferente, desafían lo establecido y avanzan por terrenos ignotos. Y la posibilidad de seguir recibiendo la savia renovadora de la inmigración, uno de los mayores se-cretos del éxito argentino, depende de esta capacidad de aceptar, valorar y proteger lo diferente.Por eso es que la refundación de la democracia en 1983 es mucho más que un momento político. Es un hito histórico. Nos ha permitido cerrar el doloroso siglo XX en paz y con la certeza de que todas las dificultades las podremos resolver buscando los acuerdos y uniendo fuerzas para el empeño. Y los veinticinco años transcu-rridos han sido el tiempo no sólo de afianzar nuestras instituciones sino, mejor aún, formar una sociedad de ánimo y conciencia democráticos. Ahora, todos repudiamos espontáneamente el auto-ritarismo, la intolerancia y la exclusión. Todos respe-tamos las diferencias y valoramos la creación. Todos sabemos que en un mundo complejo, y que muchas veces nos olvida, nuestro futuro está en estas manos, las manos democráticas, las manos de todos colores del pueblo argentino.

Buenos Aires, 16 de octubre de 2008.

* Daniel Larriqueta es economista, his-toriador y publicista. Profesor universitario en la Argentina y en Francia ha publicado libros de economía, historia, análisis político y ficción. In-tegró el gobierno de Raúl Alfonsín desde el primer momento y los entretelones de aquellos días los cuenta en el libro “Cómo Empezamos la Democracia”, que acaba de aparecer.

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El Radicalismo y la Universidad

cional detrás del desafío de la demo-cratización de la sociedad. La repúbli-ca era aún una deuda, y el radicalismo fue el partido de esa causa.Paralelamente, desde comienzos de siglo, se gestaban en las universida-des de nuestro país, un conjunto de ideas y movimientos tendientes a la democratización de una institución fundamental: La universidad. No vamos a enfatizar en puntualiza-ciones históricas, no es el objeto de este trabajo, pero sería la Reforma del año 1918, el momento y lugar en que ese conjunto de debates en mar-cha, encontraría su culminación. Los estudiantes de Córdoba sintetizaron ese profundo reclamo democratiza-dor y le dieron programa.Desconocemos que hubiera ocurrido si otro era el contexto nacional. Lo cierto es que en ese momento Hipó-lito Yrigoyen era presidente de los argentinos y su actuación en el con-flicto fue decisiva.Precisamente, la última intervención de Yrigoyen en el conflicto desatado en la Universidad Cordobesa llegó de la mano del Ministro de Instrucción pública de la Nación, José S. Salinas. Ante el nuevo interventor renuncia-ron muchos de los catedráticos liga-dos a los grupos más conservadores, al igual que el rector, electo pocos días antes.Los nuevos estatutos sancionados dispusieron la organización de un gobierno para la Universidad com-partido por profesores titulares, suplentes y estudiantes. Al mismo tiempo, el interventor dispuso otros cambios reclamados por los estu-diantes, como la asistencia volunta-ria a los cursos y la docencia libre. Un nuevo proceso eleccionario que cul-minó con la asunción del renovador Eliseo Soaje como rector de la casa de estudios superiores cordobesa. Para octubre de 1918, la universidad pública argentina, comenzaba a cons-truir un nuevo modelo, que se había

ido diseñado a lo largo de varios años. Tiempos de frondosos debates, y de reclamos de transformaciones. Específicamente, por las característi-cas que asumió el proceso de córdo-ba, le legaría al país, Latinoamérica y el mundo, un marco referencial para pensar la Educación Universitaria. En ese marco, Institucionalizar un ámbito colegiado, elegido por pares, para discutir colegiadamente las de-cisiones, en el marco del ejercicio de la autonomía, sea quizás, el mas no-vedoso y transformador. Así lo sintetiza uno de los intelec-tuales más importantes, de aquellos vinculados al movimiento reformis-ta, Gabriel Del Mazo: “La vieja uni-versidad no se componía institucio-nalmente, ni siquiera por la totalidad de sus profesores. La nueva Univer-sidad se enuncia como República de todos los estudiantes. Son estudian-tes todos los copartícipes de la co-munidad de estudios. Sus miembros van recibiendo graduación sucesiva: Alumnos, licenciados, profesionales, doctores, maestros. La universidad queda planteada como hermandad de estudiantes. Unos son maestros de otros más jóvenes, en reciprocidad formativa, y todos van graduándose en formación y saber sucesivos”.Esta hermandad de estudiantes, re-clama en principio una igualdad en términos políticos. Todos son parti-cipes de la democracia universitaria. Todos ellos son ciudadanos de la re-pública estudiantil.El proceso de democratización en marcha en nuestro país, conquistaba así al ámbito universitario. Y el radi-calismo, desde su participación en el movimiento estudiantil (junto a otras fuerzas) y desde el rol que cumplió el gobierno de Yrigoyen, aportaba el condimento fundamental para cons-truir las condiciones de posibilidad. Desde entonces, la Universidad pú-blica argentina y nuestro partido, recorren de la mano la historia ar-

gentina. No es casualidad que hayan sido los años de gobiernos radicales aquellos en los que la universidad alcanzara sus momentos de mayor esplendor.Sin embargo, tanto Arturo Illia, como Raúl Alfonsín, tomaron desiciones tan simples como atinadas: Respetar la autonomía universitaria y brindar las mejores condiciones presupues-tarias posibles. El resto, como debe ser, que lo decida la propia comuni-dad universitaria desde propios sus ámbitos de gobierno y en base a sus estatutos.Estamos por cumplir 25 años de funcionamiento democrático ininte-rrumpido en nuestra universidad. En el haber, contamos con cientos de miles de profesionales egresados que de no tener la herramienta de la Uni-versidad pública y gratuita, quizás no hubieran podido acceder a estu-dios de grado, profesionales forma-dos, con capacidad crítica y creativa. Ciudadanos de la república. En el debe, entre otros importantes aspectos, podemos señalar las eter-nas falencias presupuestarias que condicionan cada vez más el anhelo de la excelencia académica.Por delante tenemos el enorme desa-fío de pensar la Universidad del siglo XXI, esa universidad que va a contar con la posibilidad de desarrollarse plenamente en democracia. La agen-da que inaugura semejante debate es amplia y compleja de asumir en toda su magnitud. Algunos esbozos de ese debate ya están presentes entre nosotros. En todo caso, una cosa que-da clara luego de este repaso: La res-ponsabilidad de ese desafío, esta en manos de la Unión Cívica Radical.

Emiliano YacobittiSecretario de Extensión y Docente.

Facultad de Ciencias Económicas. U.B.A. Ex-Presidente de la Federación

Univeritaria Argentina.

La universidad pública argentina y el radicalismo tienen en la historia de nuestro país una innegable rela-ción de reciprocidad. No exclusiva ni excluyente, por supuesto. A la his-toria de la Universidad, la escriben además, actores de otras tradiciones ideológicas. Tanto el radicalismo como la univer-sidad pública, son emergentes de un clima de época: El de principios de siglo en nuestro país. Las cosas son siempre más comple-jas, y es evidente que no hay determi-nantes únicos, pero al reconstruir las condiciones en que nuestro partido hace su aparición en la vida política argentina, y al repasar el contexto en que la institución “Universidad pú-blica” se desarrolla en nuestro país, podemos claramente identificar pun-tos de contacto.El radicalismo surge como fuerza política en un contexto de grave cri-sis que podría asumir dos dimensio-nes: Por un lado la económica, por el otro, moral.Así lo define el propio doctor Alfon-sín:“La revolución del 90, buscó una re-novación de la vida nacional. No se imaginaban a sí mismos como los revolucionarios norteamericanos de 1776, ni como los franceses de 1789. Se estaba mucho mas allá de un gol-pe de estado, se luchaba contra el gol-pismo permanente que se manifesta-ba a través del fraude y la violencia. Pero había pactos preexistentes que rescatar. EL régimen no era comba-tido porque su legitimidad hubiera caducado – como la legitimidad de los Capeto – sino que era combatido porque era ilegítimo”. (Raúl Alfon-sín. Qué es el Radicalismo. Pág. 11).Esta ilegitimidad del régimen, sosteni-da en la práctica del fraude constante, aglutinaba cada vez mayores energías sociales, que detrás de la estrategia de la abstención revolucionaria, fueron construyendo un partido político na-

Manifestación estu-diantil, septiembre de 1930. (AGN).

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Entrevista al Doctor Raúl Alfonsín

“El principal logro, es que hoy nadie es nostálgico de una nueva dictadura”

Esta entrevista al Doctor Alfonsín la realizamos apelando a las nuevas tecno-logías. Se le envió al Ex-Presidente de los argentinos un cues-tionario vía correo electrónico, que rápi-damente fue respon-dido. Alfonsín responde preguntas que se ubican en diferentes tópicos. El contexto histórico de la etapa de la recuperación democrática, su go-bierno, los años no-venta, y los desafíos para el futuro de nuestro país. Al final, un mensaje a los jó-venes.

Antes de la Democracia

- Nos situamos a comienzos de los años ochenta. ¿Cuáles eran los as-pectos centrales del clima de épo-ca? Desde esa reflexión, ¿Siempre pensó que era posible la recupera-ción de la democracia para el país? Si la respuesta es positiva: ¿Don-de anclaban esas expectativas? La situación no era precisamente sencilla. En varios países de Amé-rica existían dictaduras militares, y nosotros salíamos de una guerra con Gran Bretaña, de una década de enfrentamientos internos san-grientos, de una economía desqui-ciada por el irresponsable endeu-damiento externo al que nos había sometido la dictadura argentina. Veníamos de una larga noche de represión y desaparecidos. Sólo la democracia podía resolver estos problemas, aun cuando éramos concientes de que la tarea no sería sencilla porque las demandas aca-lladas de la sociedad, saldrían a la luz una vez que hubiera libertad. Y no sería fácil satisfacerlas rápida-mente.

- Debe haber habido personas y momentos que fueron claves en ese proceso. ¿Le parece interesan-te hacer mención a un grupo de personas o a algún momento que considere definitorio, clave, en ese proceso? Es imposible dar nombres porque cada uno, en su labor específica, aún en la más pequeña, puso su esfuerzo para llevar adelante la empresa que nos habíamos pro-puesto: recuperar la democracia. Y la democracia sólo puede ser recu-perada con hombres y mujeres, sin distinción de diferencias, que pon-gan su empeño en hacerlo.

- ¿Cuál fue su primera sensación cuando se anotició que seria pre-sidente de los argentinos?Por una parte, orgullo por haber sido elegido por la mayoría de los ciudadanos. Por el otro, la carga de una responsabilidad gigante.

El gobierno Radical - ¿Qué piensa que representa su gobierno en la historia argentina? ¿Cómo le gustaría que se escribie-ra esa parte? Es tarea de los historiadores escri-bir sobre ese período y sobre mi

gestión. Lo fundamental es haber recuperado la libertad, haber con-tribuido a que todos los ciudada-nos, pero particularmente los jóve-nes, comprendieran la diferencia entre democracia y dictadura: una representa la vida, otra representa la muerte.

- ¿Considera que hubo actores de la vida política nacional que no comprendieron el momento que se estaba viviendo?… (El poder de las centrales sindicales, el rol de la Iglesia y el lugar que ocupó el partido en su gobierno).Naturalmente hubo corporaciones que intentaron seguir defendien-do sus antiguos privilegios. Pero eso forma parte de las cuestiones que debe enfrentar todo gobierno, particularmente si es el primero en abrir las compuertas de la libertad, luego de varios períodos de dicta-duras y autoritarismos.

- Con justicia, Usted es reconoci-do como el Presidente de la transi-ción y consolidación democrática y de los Derechos Humanos. ¿Qué otros aspectos de su gobierno con-sidera que debieran rescatarse con similar énfasis?Como ya dije, el tema fundamen-tal es el de la democracia. Porque aunque todavía tengamos una democracia renga que no cumple con todos los derechos que señala nuestra Constitución Nacional, no hay otro camino que el ejercicio y el respeto de los tres poderes para alcanzar la justicia social. Creo que el principal logro es que hoy nadie es nostálgico de una nueva dicta-dura.

La consolidación democrática

- ¿Qué pasos debe dar la demo-cracia argentina para avanzar en un proceso de consolidación? ¿Se imagina como posible un camino de construcción de acuerdos a lar-go plazo en el marco del debate de un modelo de país sostenido por el sistema de partidos?Siempre he sostenido que la tarea de alcanzar la equidad y el bienes-tar de todos los argentinos no pue-de ser realizada por un solo partido político. Es necesario el esfuerzo mancomunado de todos, más allá del respeto por las diferencias que naturalmente tienen las distintas

manifestaciones políticas. Pero pre-cisamente porque es una labor muy difícil que requiere de la voluntad de todos los partidos políticos.

- ¿Cómo se imagina que va a evo-lucionar ese sistema de partidos? El sistema de partidos está en crisis desde hace muchos años, no solo en la Argentina sino también en el resto del mundo. De todos modos sigue siendo una de las institucio-nes centrales de la democracia, por lo cual es de esperar que los políti-cos, los gobiernos y toda la ciuda-danía encuentren los caminos para su reformulación, su mejoramiento y fortalecimiento. Con las modifi-caciones que sean necesarias, por-que donde no hay partidos, hay corporaciones.

- ¿Qué sucede con el diálogo po-lítico en la argentina? ¿Cuál es el problema que impide que nues-tra sociedad, y sus representan-tes, puedan construir condiciones para un diálogo constructivo?Para nosotros resulta una novedad el haber transcurrido 25 años de democracia ininterrumpida, pero si lo analizamos bien, es apenas un trecho en el camino de la recons-trucción. Todavía hay conductas, por lo tanto, que mantienen los vicios del pasado. Tengo la espe-ranza de que se vayan modificando positivamente con el transcurso del tiempo.

- ¿Cuáles son las principales deu-das de nuestra democracia? ¿En que punto ubica el desarrollo de los ideales de igualdad y libertad en nuestra joven democracia? Repito que la inequidad es la prin-cipal deuda social. Y esa situación de injusticia lesiona gravemente la fortaleza de la democracia. Mien-tras no se resuelva el problema de la pobreza no habremos alcanzado los ideales que nos propusimos y que todavía falta mucho para sa-tisfacer.

Aspectos personales

- ¿Cuál fue su primera participa-ción política? Mi vocación política nació muy temprano y creo que desde muy pequeño he participado de una u otra manera en ámbitos de diálogo, debate y confrontación de ideas.

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- Desde que dejó el gobierno en 1989, los reconocimientos públi-cos a su figura y a su gobierno, son cada vez mayores. ¿A qué asigna esta situación? Sin duda que me reconfortan los re-conocimientos a nuestro gobierno y en particular a mi persona, más allá de errores y aciertos. Pero lo fundamental, lo importante, es que se reconozca que la democracia lle-gó para quedarse para siempre.

- Usted en la década del 90 mantu-vo una posición crítica a las polí-ticas neoliberales cuando la socie-dad se orientaban en otro sentido: ¿Cuáles piensa que fueron los factores fundamentales para que las políticas de esa década fueran posibles? ¿Qué sucedió en el te-rreno de la cultura, que habilitó ese proceso? Ese fue un espíritu de época que re-corrió el mundo y Argentina no fue ajena a ese fenómeno. En nuestro país causó estragos significativos: pobreza, desempleo, empleo pre-cario, trabajo informal en propor-ciones desconocidas para la eco-nomía argentina y una creciente desigualdad que todavía perdura. Además, de una corrupción desco-munal. Los resultados están hoy a la vista en todo el planeta.

¿Qué mensaje le gustaría transmi-tir hoy a la generación de militan-tes del radicalismo que crecimos y nos formamos en esa democracia por la que Usted tanto luchó?Que persistan en la defensa de la democracia, de la igualdad, del consenso y la participación. Porque sin ciudadanos democráticos, la democracia tiene los pies de barro. No me voy a cansar de repetir que los jóvenes no deben seguir a los hombres, sino que deben seguir a las ideas.

Discurso que brindó el Dr. Raúl Alfonsín en su homenaje en La Casa RosadaReproducimos aquí una pieza histórica. El ex presidente Alfonsín se dirigió a todos los argentinos, en el marco de la inauguración de su Busto en el salón destinado a tal fin en la Casa Rosada. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner ofició de anfitriona.

“De todos los honores y privilegios que la vida me ha dado, y en verdad han sido muchos, por cierto jamás hubiera imaginado acceder a éste que se me concede, el de presenciar la inauguración de un monumento de mi persona. No lo hubiera imaginado, no lo hubiera permitido. Del mismo modo, tal cual rechacé invitaciones anteriores, en la actual circunstancia, desde luego que no interpreto que se realiza un homenaje a mi persona, sino a la democracia que logramos los argentinos.” “Siempre creí y así lo dije en tantas oportunidades que es la misión de los dirigentes y de los líderes plantear ideas y proyectos evitando la autoreferencialidad y el personalismo; orientar y abrir caminos, generar consensos, convocar al emprendimiento colectivo, sumar inteligencias y voluntades, asumir con responsabilidad la carga de las decisiones. “Sigan a ideas, no sigan a hombres”, fue y es siempre mi mensaje a los jóvenes. Los hombres pasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva a la política democrática.” “En esta galería de presidentes, conviven aquellos que expresaron e interpretaron esa voluntad del pueblo de forjar un destino propio, con aquellos que fueron impuestos o se impusieron por la fuerza, como consecuencia de la frustración de aquellos anhelos. Si los contamos, todavía encontraremos seguramente más presidentes de facto que presidentes elegidos por el pueblo. Esto es lo que notablemente ha cambiado a partir de 1983; no hubo ni habrá aquí más presidentes de facto.” “Son las certidumbres que debemos evocar y a las que debemos rendir homenaje en estos 25 años que estamos cumpliendo de joven pero incompleta democracia. La democracia que tenemos es nuestra casa común; el hábitat y las normas que nos deben permitir desarrollar nuestras vidas más plenamente como individuos y familias, como sociedad y como pueblo que aspira a ser una nación. Veinticinco años después, nos toca mejorarla, fortalecer sus capacidades transformadoras y dar contenido real a la igualdad de oportunidades asegurando y expandiendo nuestras libertades.” “Democracia es vigencia de la libertad y los derechos pero también existencia de igualdad de oportunidades y distribución equi-tativa de la riqueza, los beneficios y las cargas sociales: tenemos libertad pero nos falta la igualdad. Tenemos una democracia real, tangible, pero coja e incompleta y, por lo tanto, insatisfactoria: es una democracia que no ha cumplido aún con algunos de sus principios fundamentales, que no ha construido aún un piso sólido que albergue e incluya a los desamparados y excluidos. Y no ha podido, tampoco aún, a través del tiempo y de distintos gobiernos construir puentes firmes que atraviesen la dramática fractura social provocada por la aplicación e imposición de modelos socioeconómicos insolidarios y políticas regresivas.” “El 10 de diciembre de 1983, en mi primer mensaje ante el Congreso de la Nación como Presidente, convoqué a todos los argen-tinos a una tarea común para constituir la unión nacional.”“Para lograrlo era imprescindible luchar por un Estado independiente, que no podía subordinarse a poderes extranjeros, ni a grupos financieros internacionales, ni a los privilegios locales. La propiedad privada cumplía un papel importante en el desarro-llo de los pueblos, pero el Estado no podía ser propiedad privada de los sectores económicamente poderosos.” “Era necesario buscar un consenso fundamental: la democracia aspira a la coexistencia de las diversas clases y sectores sociales, de las diversas ideologías y de diferentes concepciones de vida. Es pluralista, lo que presupone la aceptación de un sistema que deja cierto espacio a cada uno de los factores y hace posible así la renovación de los gobiernos, la renovación de los partidos y la transformación progresiva de la sociedad.” “La democracia es previsible, y esa previsibilidad indica la existencia de un orden mucho más profundo que aquel asentado sobre el miedo o el silencio de los ciudadanos.

“La previsibilidad de la democracia implica elaboración y diálogo que no excluirá, sin duda, tempestuosos debates y agrios enfrentamientos de coyuntura que nutrirán al estilo republicano triunfante ya en el país”. “La democracia no se establece sólo a través del sufragio ni vive solamente en los partidos políticos. Nuestro gobierno no se cansará de ofrecer gestos de reconciliación, indispensables desde el punto de vista ético e ineludibles cuando se trata de mirar hacia delante”.

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“Sin la conciencia de la unión nacional, sostuvimos, será imposible la consolidación de la democracia; sin solidaridad, la democracia perderá sus verdaderos contenidos. Esta llama debe prender en el corazón de cada ciudadano, que debe sentirse llamado antes a los actos de amor que al ejercicio de los resentimientos.”

“Sabíamos que la tarea exigiría tiempo, esfuerzos, sacrificios, claridad de ideas y una gran energía encauzada por un preciso sentido de la prudencia y el equilibrio, pero teníamos una ventaja: la experiencia nos había enseñado que, cada vez que perdimos la democracia, la inmensa mayoría de los argentinos terminó perjudicándose.” “También habíamos aprendido que los que estimulan la impaciencia para proponer la intolerancia y la violencia como remedios terminan favo-reciendo los intereses del privilegio. Aprendimos que cuando el pueblo no decide sobre el gobierno, la nación y el pueblo quedan desguarnecidos frente a los intereses de adentro y de afuera.” “Habíamos aprendido que existían fuerzas poderosas que no querían la democracia en la Argentina. Sabíamos que la reivindicación del gobierno del pueblo, de los derechos del pueblo para elegir y controlar el gobierno de acuerdo con los principios de la Constitución, planteaba una lucha por el poder en la que no podíamos ni debíamos bajar los brazos, una lucha que teníamos que librar y en la que teníamos que triunfar.” “En este planteo puede destacarse también el lugar central que tiene la cuestión de la transformación de nuestra cultura política; aquello que suele llamarse la “dimensión subjetiva” de la democracia. Y sabemos que el esfuerzo por crear bases estables y predisposiciones arraigadas para la convivencia democrática pasa necesariamente por superar las deformaciones asentadas en la mentalidad colectiva de nuestro país como herencia de un pasado signado por la frustración y el autoritarismo.” “En efecto: la intolerancia, la violencia, el maniqueísmo, la compartimentación de la sociedad, la concepción del orden como imposición y del conflicto como perturbación antinatural del orden, la indisponibilidad para el diálogo, la negociación, el acuerdo o el compromiso, han sido ma-neras de ser y de pensar que echaron raíces a lo largo de generaciones en nuestra historia. Y que por cierto, constituyen todavía hoy una de las principales rémoras y déficit con las que carga nuestra democracia.” “Está convicción viene acompañada de una invitación y un deseo esperanzado. Propongo que todos lo intentemos, con la cabeza y el corazón en el presente y la mirada hacia el futuro. Porque los argentinos hemos vivido demasiado tiempo discutiendo para atrás. En política esto tuvo una expresión trágica durante décadas: la única forma que tenía la oposición para llegar al gobierno, era que le fuera mal al de turno, sin advertir que al dificultar la gestión a quien se derrotaba era a la Nación.” “Hoy todavía hay rastros de ese canibalismo político que ha teñido la práctica política. La política implica diferencias, existencia de adversarios políticos, esto es totalmente cierto. Pero la política no es solamente conflicto, también es construcción. Y la democracia necesita más especialistas en el arte de la asociación política. Los partidos políticos son excelentes mediadores entre la sociedad, los intereses sectoriales y el Estado y desde esa perspectiva hemos señalado que lo que más nos preocupa es el debilitamiento de los partidos políticos y la dificultad para construir un sistema de partidos moderno que permita sostener consensos básicos. No será posible resistir la cantidad de presiones que estamos sufriendo y sufriremos, si no hay una generalizada voluntad nacional al servicio de lo que debieran ser las más importantes políticas de Estado expresada en la existencia de partidos políticos claros y distintos, renovados y fuertes, representativos de las corrientes de opinión que se expresan en nuestra sociedad.” “Y a propósito de bustos, estatuas e íconos, y del sentido que le damos a estas evocaciones del pasado, siempre recuerdo la historia de “La Estatua de Sal”, aquel pasaje de la Biblia en la que un ángel le advierte a Lot: “¡Sálvate! ¡No mires hacia atrás ni te detengas! ¡En ello te va la vida!.” Su mujer quiere ver el exterminio de Sodoma. Mira hacia atrás y queda convertida en una estatua de sal.” “Sin embargo, hay también otro riesgo. Están aquellos que no miran hacia atrás pero tampoco lo hacen hacia ningún lado. Los que ni siquiera tienen pensamiento propio. Erich Fromm, en su libro “¿Podrá sobrevivir el hombre?”, lo define como el pensar inauténtico, de autómata, de aquel que cree que algo es verdad no porque haya llegado a esa convicción por el propio pensar, basado en observaciones o experiencias, sino porque se lo han sido “sugerido”, porque le ha sido propuesto “...por fuentes que llevan consigo el peso de las autoridad, en una u otra forma.”, modas y olas pasajeras, distintas formas de “pensamiento único”. “Otro gran pensador que hemos seguido, Norberto Bobbio, escribió en su libro De Senectute: “somos también lo que elegimos recordar”. Toda mi actividad política buscó fortalecer la autonomía de las instituciones democráticas y fortalecer le gobierno de la ley, para que la ley y el Estado de Derecho estuvieran separados de cualquier personalismo. Nuestro país tuvo un talón de Aquiles: no podíamos garantizar la alternancia democrática del gobierno. El objetivo de toda mi vida ha sido que los hombres y mujeres que habitamos este suelo podamos vivir, amar, trabajar y morir en democracia. Para ello era y es necesario que además de instituciones democráticas haya sujetos democráticos, porque sólo así pueden sobrevivir a sus gobernantes.” “Y lo bueno de las instituciones democráticas es que no necesitan efigies que las presidan, ni estatuas que les den su investidura. Pero si en algún rincón de sus edificios públicos es posible evocar a aquellos hombres y mujeres que las han presidido o que contribuyeron a defenderlas y ponerlas en movimiento al servicio de la sociedad, bienvenido sea.”

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LA JUVENTUD DE LA DEMOCRACIA

tecnologías, y así puedan generar un crecimiento sustentable.

En todo caso, la democracia nos dará la oportuni-dad para resolver los problemas que padecen la socie-dad en general y la juventud en particular.

Nosotros, los jóvenes de hoy, crecimos en democra-cia y se lo debemos en gran medida a las generaciones anteriores. Significa que crecimos en un contexto pro-blemático, como el enunciado antes, pero con enormes ventajas en comparación con las generaciones prece-dentes.

Reconocemos la libertad de expresión y de opinión como un valor y una práctica cotidiana. Lo mismo que la libertad para peticionar, asociarnos, reunirnos, es-cribir, publicar; en definitiva, expresarnos.

Podemos encontrarnos con los libros que queremos leer en las bibliotecas públicas, y podemos leerlos, co-mentarlos, criticarlos, compartirlos.

Y esta enumeración no es una cuestión de “orden secundario”, es sumamente relevante, sobretodo por-que nuestra generación casi no tiene recuerdos de lo otro en términos de experiencia personal.

Conocimos de la argentina autoritaria, violenta, dic-tatorial, oprimida; aquella de las dictaduras, en las pa-labras de nuestros viejos, nuestros abuelos. Y nuestro trabajo en relación a ello consiste hoy, en contar que alguna vez nuestro país fue así, y que no queremos volver. En ese lugar se ubica nuestra reivindicación hacia el juicio a las juntas militares.

Como señalaba un histórico afiche de nuestro parti-do: Queremos un futuro con pasado.

Entendemos que el presente de nuestra democracia nos brinda el barbecho sobre el cual construir un futu-ro mejor para las próximas generaciones. El país de la libertad y la igualdad continúa siendo un desafío.

Nos subimos a ese sueño entonces, con una apela-ción final: Nuestra generación, haciéndose cargo de sus propios aprendizajes, debe ganar en capacidad de dialogo. Dialogo interpartidario, intersectorial. Dialogo para una nueva cultura democrática.

A 25 años de nuestra recuperada democracia, re-forzamos la convocatoria al dialogo para que desde el reconociemnto de las diferencias construyamos la adultez de nuestra democracia.

Juan Nosiglia Presidente de la Juventud Radical

Comité Nacional

Nosotros, los jóvenes radicales, nacimos o nos cria-mos en democracia, y ese es un gran motivo para la conmemoración.

De todas maneras, una mirada sobre la agenda na-cional y regional en materia de juventud, nos devuel-ve un diagnóstico preocupante. En todo caso, debemos formular un esfuerzo para construir un diagnostico integral y desarrollar un conjunto de propuestas, que se transformen en políticas que sean asumidas por los estados de la región. Por ende, necesitamos que las mismas asuman una importante carnadura a nivel social.

No podemos desconocer el impacto que han tenido en los sectores juveniles las reformas llevadas adelante en nuestro país en los últimos años. Cómo capas que se agregan, las políticas estatales llevadas adelante produjeron una enorme transformación en los valores culturales de la sociedad, lo que provocó una sistemá-tica exclusión en varios órdenes.

El consumo como condición para la inclusión social se presentó con carácter hegemónico. La mayoría de los jóvenes son convocados por todos los medios al consumo, a la vez que se le niega la posibilidad para acceder a dicha lógica, lo que no representa un proble-ma, sino dos.

A la propia exclusión del mercado laboral, debemos sumar un sistema público de salud deficiente, más allá del enorme esfuerzo de sus trabajadores, y uno priva-do inaccesible para amplios sectores de la sociedad.

Una situación similar ha recorrido el sistema edu-cativo básico, con escuelas públicas desatendidas y docentes con salarios paupérrimos, y un sistema pri-vado al que no todos pueden acceder, condicionando de esta manera las oportunidades a las que los jóvenes con menos recursos pueden acceder.

Sin dudas, con este contexto, resulta altamente complejo construir un proyecto de vida. Los jóvenes sólo visualizan las oportunidades en pequeños seg-mentos aislados; con el consecuente impacto que esto trae para la vida de millones de ellos.

El estado actual de la juventud, debería ser uno de los ejes para convocar a un gran diálogo nacional. El futuro de nuestro país esta en juego en ese debate.

Es difícil pensar que en el marco de las sociedades del conocimiento, haya paises que se dan “el lujo” de destruir a la generación que mayores condiciones tiene para integrarse en el escenario de las nuevas

El 30 de octubre de 2008 se cumplen 25 años del triunfo, en las urnas, del Dr. Raúl Alfonsín. Sin embar-go, no fue simplemente una victo-ria electoral. Como él mismo ade-lantó, en su discurso de asunción, significó el comienzo de una época “de libertad, de paz y de democra-cia”. Sin duda, los jóvenes somos los mayores beneficiados por esta nueva etapa; pero también fuimos, somos y seremos sujetos históricos de su consolidación definitiva.

Alfonsín también había apunta-do, en ese entonces, que iban a ser “momentos duros y difíciles”. No faltaron crisis, esfuerzos y sacri-ficios pero la democracia nunca estuvo en duda. Nadie se animó, con éxito, a perseguir viejas for-mas que caracterizaron nuestro pasado, que murió en diciembre de 1983. Y fue gracias a la enor-me mayoría de argentinos que no vaciló, un instante, en elegir a la democracia como la única forma

Los jóvenes y la consolidación de la Democracia

de gobierno posible. Lo logramos entre todos; no por obra “de go-bernantes iluminados”. Nos queda un desafío ambicioso pero inevitable: mejorar, desde el diálogo y el consenso, el bienestar de todos. Y somos los jóvenes los que asumimos, más que nunca, el compromiso de conducirlo.

Diego FernándezPresidente de la Juventud Radical

Comite Capital

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Brandoni nació en Dock Sud, par-tido de A vellaneda. Hizo sus estu-dios primarios en la Escuela Juan Manuel Estrada. “Mi papá trabaja-ba en Cangallo y Reconquista y me llevaba a la escuela. Era un viaje muy corto”.Luego, sobre su adolescencia re-cuerda: “la secundaria la hice en el barrio de River; en el Colegio Na-cional número 8 Julio Argentino Roca, en Amenábar y Sucre”.

EL ACERCAMIENTO AL RADICALISMO

- No vamos a hablar en esta en-trevista de su faceta actoral, lo va-mos a liberar de eso. ¿Dónde ubi-ca su primera vinculación con la Unión Cívica Radical? El primer momento.

Sólo con el paso del tiempo, yo me di cuenta de que asumí una iden-tidad partidaria. Yo había tenido lazos, simpatías y contactos con el partido. De hecho yo era aún ajeno a la interna del partido y me gus-taba Frondizzi, me gustaban esos tipos. Sufrí mucho el derrocamien-to de Frondizzi. Porque, además, yo estaba en el Servicio Militar. Yo no lo pude votar. Al primero que voté ese año en 1958 fue a Alfredo Palacios, en una elección para Se-nador por la capital Federal. Pero después me di cuenta de que ha-bía votado al Radicalismo. En su

Entrevista

Luís Brandoni es actor y político. Estas son sus pasiones, aunque seguramente

no las únicas. Fue dirigente sindical y se acercó a la Unión Cívica Radical, mer-

ced a su relación con Raúl Alfonsín. Fue electo Diputado Nacional en 1997 y

luego candidato a senador por la provincia de Buenos Aires.

En esta entrevista realiza un balance de estos 25 años de democracia, la presi-

dencia de Alfonsín y piensa en voz alta la Argentina del presente.

estado puro. O su raíz, digamos. Luego, me acuerdo de haberlo vo-tado a De La Rua. Para Senador me gustaba mucho Oscar Allende, que tenía cuanto menos, una raíz inocultablemente Radical. Pero también tuve la oportunidad de conocer al Presidente Illia en 1964, cuando la comedia nacional fue a un festival internacional en París. Nosotros fuimos a verlo al Presi-dente para agradecerle. Muchos años después me entere de que lo que le habíamos ido a agradecer: El había mandado a la comedia nacional a Paris con fondos re-servados de la Presidencia de la Nación. Fondo, que toco en dos oportunidades: La primera para mandar un elenco del teatro inde-pendiente de Córdoba a un Festi-val en Francia; y la segunda vez, la Comedia Nacional. Fueron las únicas dos veces que el presidente Illia tocó el fondo Reservado del Presidente.

- Los ejemplos de los hombres del radicalismo comenzaban a con-moverlo…

Sin dudas. Pero mi primer contacto entrañable, inteligente y decidido fue en el año 1980, cuando vi en el kiosco de la vereda del teatro San Martín un librito que se llama-ba “La Cuestión Argentina”. Me lo compré y me fui a tomar unos días de vacaciones, solo, y encon-tré que el hombre que escribió ese

libro, me interpretaba, que decía en forma clara y sencilla muchas cosas que yo sentía y ese hombre era Raúl Alfonsín. Así que eso me puso muy alerta con respecto al partido. Y después cuando empezó Alfonsín a hacer la campaña a do-micilio en el 82, lo conocí en casa de unos amigos, de una compañera mía de la asociación de actores. Ahí lo invité a mi casa, a hacer una vi-sita casi proselitista. Bien artesanal. Ahí empieza mi vida en el partido. Después fui entendiendo algunos lazos de orden moral.

- Usted trabajó mucho el tema gre-mial, vinculado a la cuestión acto-ral. Del momento de recuperación democrática. ¿Recuerda alguna anécdota que lo haya marcado? ¿Algo que nos permita recrear el clima de época?

Mirá, yo creo que una de las cosas que más me impresionaron en ese momento fue, durante la guerra de las Malvinas, la negativa de Alfon-sín de ir a las reuniones para apoyar la guerra. Yo recuerdo que a pesar del clima político de la Argentina, fue el único político que hizo pú-blica esa posición. Él lo hizo clarito, sin eufemismos, eso recuerdo que me impresiono mucho, porque era una voz distinta, que debía pensar de una manera muy distinta y que no era movido por razones opor-tunistas, ni emocionales. Esto me pareció que era algo nuevo.

LA DEMOCRACIA

- ¿Qué evaluación o valoración ha-ría del significado para el país de estos 25 años de democracia y, ya más puntualmente, una valoración en torno a la cuestión cultural?

Yo creo que el balance de estos 25 años de democracia no es exclusi-vamente superavitario, tiene as-pectos negativos. Yo creo que la presidencia de Afonsín, tiene cosas que nadie puede desconocer y que no se han ponderado lo suficiente. Recién ahora se esta haciendo una especie de balance de todo. Así también, no es menos cierto que esta sociedad venia de algunas de-formaciones, de soportar muchos años de dictadura de ser rebelde, inconsecuente, en fin. Lo que sabe-mos. Y la verdad, Alfonsín lo que logró, fue asegurar la democracia. Este es el éxito más grande que le podemos adjudicar. Pero no el úni-co. Él supo, aun a costa de su pro-pio sacrificio, que lo más valorable era permanecer en democracia. Al-guna vez se me ocurrió pensar que vino a destiempo.

- ¿A destiempo? ¿Cómo sería eso?

Sí. Si nosotros pudiéramos, como una película dar la vuelta y em-pezarla al revés, empezando por Cristina Kirchner, después el pro-pio Kirchner, después Menem y después Alfonsín. Estaríamos to-

“FIElES A nosotros MISMoS”

Foto: Clarín

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dos felices. Eso seria notoriamente un progreso de la democracia, pero el hombre de la democracia y el partido de la democracia vinieron al principio. Fue necesario. Por eso nos miraron. Hay gente que toda-vía no puede creer del peronismo que hayan perdido; creen que fue una pesadilla.Pero así fue. Así es como puede ser ahora, que cuando ya las cosas es-tán mal, no solo desde el punto de vista económico, porque nos pare-cemos mas a un territorio habitado que a una nación. Porque, además, la sociedad se equivoco una y otra vez: compró la tablita de Martínez de Hoz y el viaje a Miami, después pasó lo que pasó. Después, vino el 1 a 1 y cometió el mismo error. Pero hay cosas que yo creo que no se quieren repetir, y porque ade-más hace falta una noción de que pertenecemos a una nación. En ese sentido, el sentido gregario, la sen-sación de pertenecer a un país, el orgullo, no hemos progresado. La falla mas grave que creo que tiene nuestra democracia, es un compor-tamiento que nos muestra que casi todos los sectores, todos los niveles de la sociedad, tienen alguna no-ción bastante aproximada de cua-les son sus derechos, todos, aún lo mas marginados, todos tenemos esa sensación de que es lo que nos corresponde. Muy pocos tienen la noción e interés de responder a las demandas de responsabilidad y obligaciones que nos plantea la democracia. “A mi que me den las cosas hechas y se acabo”. Por eso hay temas que no tienen que ver con las relaciones sociedad-políti-ca, o política e instituciones, que no se resuelven. El tema de la educa-ción. La mortalidad infantil es un problema gravísimo, las muertes por accidente de transito en las ru-tas, el tema de la drogadicción. Si la sociedad no se pone de acuerdo en algunas cosas básicas para la supervivencia, no hay manera. No hay ningún alcalde, intendente o jefe de ciudad que pueda tener su ciudad limpia, si sus habitantes se empeñaran en ensuciarla, no hay manera. La sociedad como lo tie-ne como un reflejo condicionado, como un vicio, la violación de las normas, la norma es violar la ley. Entonces habría que leer la políti-ca sin sacar de la discusión al otro protagonista de la política que es la sociedad. Y creo que en ese sentido es donde tenemos que trabajar. Y creo que ahí, hay un déficit en es-tos 25 años.

POLíTICAS DE ESTADO.

- ¿Cómo se construyen valores en una sociedad? ¿Como se constru-yen consensos en torno a valores que regulen la vida, las reglas de juego en una sociedad?

Hacen falta esos acuerdos básicos llamados política de estado. Este país tuvo dos lemas detrás de los cuales se encolumnó y las cosas salieron bien. Uno fue gobernar y poblar y la otra es educar al so-berano. Esto no lo discutía nadie, esto era así. A esa masa imponente de inmigrantes y sus hijos había que integrarlos al país. La ley 1420 nadie la discutía. Por otro lado creo que no se puede vivir en una sociedad donde el primer reclamo es joderle la vida a los terceros. No se puede. Esas son situaciones ex-tremas. Pero no se puede tolerar que a un muchacho del secunda-rio, porque falte gas acá en Char-cas y Callao, corte las avenidas y el transito jodiendo la vida a millo-nes. No puede ser que el subte de Buenos Aires, porque tuvo un con-flicto con el personal de limpieza, de un momento para el otro, corte el servicio y castiguen a 900.000 personas. No hay manera. Mucha gente tendría ganas de manifestar esa oposición, y no lo hacen por-que se sienten sancionados. Esto no es un problema de democracia o no democracia. Es un problema de respeto por los demás. La situa-ción intolerable de tener dos años cerrado un puente internacional con la anuencia, la complicidad y el financiamiento del propio go-bierno, es un forúnculo en el cuer-po de la sociedad, porque todo esta permitido. Entonces, esta par-te de la cultura, debe señalar estas cosas. Pero si tenemos un gobierno concesivo, un gobierno laxo, sin principios, oportunista, agresivo, nosotros tenemos que tratar desde la actividad política, de apoyar a aquella gente. Pero me parece que la educación es un tema del cual no se habla desde hace años, salvo la discusión de la ley federal. El Sr. Filmus que fue uno de los factotum de la ley fe-deral, después se puso al frente de la modificación sin darse por ente-rado. Pero de educación hace años que no escucho a un dirigente gre-mial de docentes hablar de la edu-cación. Esto se parece bastante a lo que nos pasa a nosotros dentro del partido, que vamos a los comités a hablar de la interna, no de política, cuando tendríamos que hablar de política. Me parece que algo debe-ríamos modificar en nuestra con-ducta, creo que es la única salida.

- Usted ya lo viene anunciando: El diálogo: ¿Qué está primero? ¿Qué se resuelve primero? ¿Una dirigen-cia política distinta conduciendo un proceso de cambio social? Ò, ¿Una sociedad cambiándose a si misma y construyendo una nueva dirigencia política?

Yo creo que hay que imponerse al-gunas veces. A mí no me resultó fá-cil, y te lo digo con toda franqueza,

asumir el cinturón de seguridad. ¿Entendés? Me lo tuve que imponer y no sé si sirve el ejemplo… Bueno, aprendí. Porque no me gustaba. Entonces, Yo creo que las dirigen-cias que tienen que hacer punta en esto, tienen que hacer el esfuerzo. No esperar, digamos, que la evolu-ción de la especie nos cambie por una razón de decantación. Tenemos que ponernos a pensar en ser mejo-res nosotros. Y no tener vergüenza de enseñar algunas cosas que he-mos dejado pasar toda la vida. La verdad, nosotros no podemos entrar en la conversación de cómo darle algo al vecino para que nos vote. Eso no da para más. Creo que tenemos que marcar la diferencia. En una de las cosas que somos dis-tintos no sólo porque tenemos más calles y plazas de correligionarios que el peronismo pero por algo debe ser. Tenemos otro estilo de ver la vida y también de ejercer la política. Porque un día la gente nos va a mirar. ¡Muchachos!… algunos de los grandes feudos que proliferaron en la Argentina se derrumbaron o terminaron de derrumbarse cuan-do la gente miró para la UCR. Este es el ejemplo de Catamarca, de Corrientes, de Santiago del Estero, ¡Y es así! Que es el ejemplo de Río Cuarto… Entonces, ¿Por qué pare-cernos a lo que no somos, nunca nos ha salido bien? Siempre fue, además, de un fracaso, un motivo de burla. Nosotros tenemos que ser fieles a nosotros mismos. Me-jorar en lo que somos… Doctrina para que nos entiendan, conducta para que nos crean, decía Leben-sohn. Me parece a mí que eso es lo que debe ser. Muchos ejemplos para dar. Hay muchos funciona-

rios, también. Pensemos en algu-nos funcionarios encumbrados del gabinete de Alfonsín. ¿Cuántos tipos hay como Sourrouille? José Ignacio López, vocero presiden-cial. Que entró con prestigio, si-guió con prestigio y ahora sigue con más prestigio que nunca. Un hombre que no se le quedó pega-do un centavo. Con una conducta intachable. Lo mismo es el caso de Aldo Neri, Horacio Jaunarena. Son señores serios.

LA MEMORIA

- En algún programa de TV, usted señalaba lo que había sido el jui-cio a las juntas y el olvido que ha-bía sobre eso. ¿Qué piensa sobre la Memoria en nuestro país?

En el 2000, me invitan de un cole-gio Judío muy importante. Me in-vitaron a una charla y ahí me pre-guntan. ¿Qué opina de Obediencia Debida y Punto Final? Y le dije… El orden es al revés. Primero el Punto Final y después la Obedien-cia Debida. Y le pregunté ¿Por qué se sancionaron esas leyes? Y el chi-co no me supo responder. Le dije ¡¿No te lo enseñaron?! Me dijo que no. Entonces, miré a los profeso-res y pregunté ¡¿No le enseñaron esto?! Y no me contestaron. Enton-ces, dije que hubo un juicio a las juntas y después averigüé que no se enseña en las escuelas. Yo fui a plantearlo al Partido. No se ense-ña, por intereses contrapuestos, ni el Juicio a las Juntas ni el Indulto. Bueno, de esto, en las escuelas, nada.

DíA DE CALOR

“Yo lo vi al presidente Alfonsín en plena crisis energética. Un día entro en el despacho. Me dice: -“pase, pase”. Y lo veo en camisa. Me llamó la atención porque yo me ponía traje para ir. ¡Hacia un calor bárbaro! Y lo veo en la mesa larga con un ventilador turbo y me dice: “Hay que dar el ejemplo”. Tenía el aire acondicionado apagado y las ventanas ce-rradas por razones de seguridad. Claro que cuando salí del despacho, escuche el ruido de los aires acondicionados de otros despachos de funcionarios de cuarta categoría”.

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