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¿El orden del mundo?:Algunos apuntes críticos sobre colonialidad y poder

Francy Yurley García Gutié[email protected]

Marcela Amador [email protected]

Jorge Andrés Perugache [email protected]

Estudiantes de octavo semestre de AntropologíaUniversidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá

Ilustraciones: Diego Buitrago R.

En el campo de batalla, marcadas las cuatro esquinas por veintenas denegros colgados por los testículos, se edifica poco a poco un monumentoque promete ser grandioso. En la cúspide de este monumento, ya puedo

vislumbrar a un blanco y a un negro que se dan la mano» (Coronil citando a Fanon,1998: 122).

En el marco de una poética descentralizada como la imagina Fanon, las prácticasrepresentacionales dejan de extraer su fuerza de categorías raciales imperialistas. Elmundo anclado en las grandes cartografías del blanco y negro, de Occidente y losotros, del yo y el otro, del objeto y del sujeto, dan paso al entendimiento y al diálogode pueblos cuyas relaciones y conexiones históricas resultan ser muchas veces másfuertes que las diferencias que por tanto tiempo se han demarcado de manera tanrígida y acérrima. En este contexto, los artículos de Quijano y Coronil constituyenun esfuerzo por deconstruir categorías, representaciones e imágenes que lejos de supretendida neutralidad, han sido construcciones históricas elaboradas a partir depuntos de vista particulares y con unos fines específicos. La demarcación de diferenciasraciales, económicas y culturales, y la asignación de roles a grupos humanos definidoshomogéneamente, se enmarca en un proyecto capitalista de control y explotación.Un proyecto donde Occidente ocupa el lugar central y donde fruto de esta posicióndominante se asegura un derecho para producir y legitimar imágenes «correctas» y«neutrales» sobre las diferencias entre las culturas. Teniendo como base estos referentes,pasemos a ver las contribuciones de cada autor al respecto.

Colonialidad del poder, eurocentrismo y América LatinaPor una parte, Aníbal Quijano nos muestra el proceso que dio origen al mundo

colonial capitalista teniendo en cuenta que fueron las diversas relaciones y estructurasde poder las que orientaron dicho proceso. La colonialidad se convierte en uno de

«

Revista Inversa, Vol. 1, No.2 (2006): 143-150.

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los elementos constitutivos del patrón mundial de poder capitalista (Quijano, 2000).Otro de los ejes fundamentales de ese patrón de poder es la clasificación de lapoblación sobre la idea de raza; una categoría que permea todas las dimensiones dela existencia. Por esto, el propósito principal es abrir algunas de las cuestionesteóricamente necesarias, para abordar las implicaciones de esa colonialidad del podercon respecto a la historia de América Latina.

Según Quijano, con la constitución de América, el emergente poder capitalistase hace mundial y sus centros hegemónicos se ubican en las zonas situadas sobre elAtlántico (Quijano, 2000). En este sentido, la privilegiada posición ganada conAmérica otorgó una ventaja decisiva para disputar el control del comercio mundialy el tráfico de oro, plata y otros productos provenientes de las nuevas tierras. Estecontrol, ejercido sobre las rutas comerciales, impulsó vastos procesos de urbanizaciónque fortalecieron las nacientes redes de poder. En este sentido, el poder debe serentendido como «un espacio y una malla de relaciones sociales de explotación/dominación/conflicto articuladas en torno de la disputa por el control del trabajo ysus productos, del sexo y sus productos, de la autoridad y sus instrumentos de coerciónpara asegurar la reproducción de ese patrón de relaciones sociales» (Quijano, 2000).En respuesta a esto, por un lado, se forman identidades sociales históricamentenuevas: indios, negros, mestizos, que denotan una relación de dominación; y por elotro, se articulan diversas relaciones de explotación y trabajo (esclavitud, servidumbre,reciprocidad, etc.) en torno del capital.

Vale la pena decir que cuando los españoles llegan a América, un siglo antes quelos ingleses, están saliendo de una gran guerra contra los musulmanes, que en suetapa final coincide con las disputas políticas y religiosas que dan origen a la Reformay a la Contrarreforma. Desde esta perspectiva, Quijano muestra que la clasificaciónde las gentes no procede de los mismos criterios, pero que sí continúa siendo válidoafirmar que la base de estas experiencias es la religión, y que tanto españoles comoingleses, comparten la experiencia de la colonización, de la explotación, de ladominación y de la categoría «Europa» como centro del capitalismo mundial(2000:175). Teniendo claro esto, se puede entender de qué manera funcionan lastres líneas que clasifican a las gentes en el capitalismo mundial colonial/moderno:raza, trabajo y género.

Una supuesta diferente estructura biológica ubicaba a los conquistados en unasituación natural de inferioridad con respecto a los conquistadores. Asumir estaidea daba paso libre a las relaciones de dominación que la conquista imponía. Así, laidea de raza se encargó de otorgar legitimidad a este tipo de relaciones en la medidaen que «naturalizaba las experiencias, las identidades y las relaciones históricas de lacolonialidad» (Quijano, 2000:243). Las personas empezaron a ser vinculadas adeterminados lugares dentro de la sociedad; empezaron a ser clasificadas socialmente.El concepto de clasificación social se refiere a «los procesos en los cuales las gentesdisputan por el control de los ámbitos básicos de existencia social, y de cuyos resultadosse configura un patrón de distribución del poder centrado en relaciones deexplotación/dominación/conflicto entre la población de una sociedad1 (Quijano,2000:368). Es precisamente esa distribución del poder entre las gentes lo que lasclasifica socialmente.

En este sentido, las nuevas identidades históricas fueron asociadas a la naturalezade los roles en la nueva estructura del control de trabajo. Por lo tanto, raza y divisióndel trabajo, quedaron estructuralmente vinculadas y su relación quedó cobijada bajoel manto de una supuesta naturalidad; naturalidad que justificó el no pago de salariosde aquellos individuos inferiores que estaban naturalmente obligados a trabajar enbeneficio de sus amos.

1 Las propuestas de Quijano seconvierten en un instrumento muyútil para acercarnos y abordar lasituación actual en Colombia. El PlanColombia, hace parte de un diseñoglobal bastante complejo quecombina elementos expansionistasy militaristas. Le da vida a la políticade seguridad democrática del actualgobierno, que responde a unatendencia hacia la militarización delas relaciones sociales, económicas,y políticas a nivel mundial,planteando que el deber del Estadoes garantizar la seguridad; unaseguridad que está enmarcada enel concepto de antiterrorismo deBush. Así, vemos cómo se convierteen una obligación estar del lado delEstado en una lucha contra elterrorismo porque «el que no estáconmigo es mi enemigo».

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La experiencia de América Latina2 y del actual mundo capitalista, muestra que elpromotor de este proceso es la capacidad que tiene un grupo para imponerse sobrelos demás, articulando bajo su control las heterogéneas historias en una nuevaestructura (Quijano, 2000). «Europa» se convierte en la imagen del futuro, en elpatrón normal para comparar otras experiencias, en el deber ser para todos. Los«otros» llegarían ahí naturalmente si no fuera por los obstáculos que generan sucomposición racial inadecuada. Lo interesante es que ese nuevo patrón de poderproduce la idea de igualdad, autonomía y libertad de los individuos, y al mismotiempo, niega estas condiciones a aquellos pertenecientes a las «razas inferiores».

Colonialidad del poder, cultura y conocimiento en América LatinaLo anterior plantea una tensión constante que atraviesa toda nuestra historia y

nuestras cuestiones de identidad (Quijano, 2000). Se trata de un conflicto entretendencias que se dirigen hacia una re-originalización cultural (basada en la autonomía,igualdad y libertad de todos los individuos) y tendencias de represión contra ellas ode reabsorción de sus productos dentro del poder dominante en la sociedad (negaciónde las condiciones de igualdad para todos los individuos).

En algunos momentos, esta tensión puede ser muy intensa, como en la actualidad.Asistimos y participamos de un fenómeno que modifica profundamente la vida,instituciones, formas grupales, etc., de todas las sociedades del globo: el proceso deglobalización. Pero no se refiere a éste en términos de transformaciones accesoriassino de mutaciones radicales en las sociedades del planeta; mutaciones que no afectana estas últimas de modo orgánico ni sistemático sino por el contrario, de modoirregular, discontinuo, heterogéneo, contradictorio. Por ejemplo a la formación delbloque central de poder de los 7 (países capitalistas más grandes), que aparece comouna autoridad de todo el orden mundial, se le contrapone otra cara que es la de lades-democratización de sociedades donde la colonialidad del poder no se haevacuado3. Otra muestra de lo contradictorio del proceso tiene que ver con elfenómeno de la globalización de la «civilización capitalista», al que se le contraponela cara de la irrupción de la diversidad y de la heterogeneidad de experiencias culturalesexistentes en el mundo; experiencias que circulan en las mismas autopistas decomunicación global, y que pueden llevar (o llevan) a procesos de re-originalizacióncultural o de la experiencia social.

Un ejemplo clave de esos movimientos bruscos de la experiencia histórica, es laformación de la colonialidad del poder en América. Como hemos visto, Quijano(2000) explica que la destrucción de las sociedades y culturas aborígenes, implicó lacondena de las poblaciones dominadas a ser integradas a un patrón de poder, quebasó su conformación fundamentalmente en la idea de «raza»4. Una idea que, comohemos visto, a su vez configuró los factores de clasificación e identificación socialcomo patrones de relaciones históricamente necesarias y permanentes. Esta definiciónde las identidades de la población colonizada asigna a «indios», «negros» y «mestizos»,una connotación negativa e inferior, y para «el blanco» o «europeo», una identidadde connotación positiva y superior. Distribuidas las identidades, se constituyen en elfundamento de toda clasificación social, con el cual se articularían las diversas formasde explotación, control de trabajo y relaciones de género. De esta manera, es impuestoun patrón de poder que se basa y se mueve en la existencia y reproducción de esasnuevas identidades, de relaciones jerarquizadas entre identidades europeas y noeuropeas en cada instancia social, económica, política, etc., a través de institucionesy mecanismos (subjetivos y políticos) de dominación social, que son diseñados parapreservar ese fundamento histórico de clasificación social.

Es así como la población colonizada es reducida a ser iletrada. Impedida desubjetivar sus propias experiencias subjetivas, a no ser que emplee los patrones de

2 En países como Colombia,durante el proceso de organizaciónde los nuevos Estados, indios,negros y mestizos estaban legal ysocialmente impedidos de todaparticipación en la formación delos nuevos Estados. No eran nipodían ser ciudadanos. Por lotanto, los nuevos Estados nopodían emerger como democráticosni nacionales sino como unaimposición que defendía lacolonialidad del poder ; unacolonialidad del poder que ejercesu dominio en contra de lademocracia, la ciudadanía y lanación. Debemos pensar que enpaíses donde el 60% de laspersonas no pueden conseguir elequivalente de un dólar diario paracubrir sus necesidades, y casi el30% ni siquiera medio dólar, lapreocupación exclusiva es lasobrevivencia. Ni democratizaciónde la sociedad ni nacionalizacióndel Estado son una prioridad en larealidad porque primero hay quesobrevivir.

3 Si asumimos que Colombia esuna de estas naciones dondeprevalece la colonialidad del poder,y teniendo en cuenta sus procesoshistóricos, ¿realmente hubo unproceso de democratización de lasociedad, para que podamospensar en un proceso de des-democratización en el marco delfenómeno de la globalización?

4 La noción de «Raza» espresentada como una construcciónmental que en América adquiere lasconnotaciones con las que seextenderá por todo el mundocolonial, y que expresa y objetivizarelaciones sociales y culturalessobre la base de diferenciasbiológicas.

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expresión plástica y visual de los dominadores, la población colonizada es obligada aadmitir o simular admitir la condición deshonrosa de su propio imaginario y de supropio y previo universo de subjetividad. Advierte Quijano que del patrón de poderconfigurado con estas bases, rasgos y tendencias de movimiento o desenvolvimientohistórico, y de sus implicaciones a largo plazo, es del que da cuenta el concepto decolonialidad del poder.

Por el carácter colonial del poder y su inevitable conflictividad, el antagonismohistórico central quedó establecido entre europeos o blancos e indios, negros ymestizos. Y a futuro los grupos sociales dominantes identificaron sus intereses conlos dominadores del mundo eurocéntrico, a pesar de sus diferencias geocontextualese históricas. Asegura entonces Quijano (2000), que la colonialidad del poder implicóe implica la dependencia histórico-estructural del mundo eurocéntrico, que, a suvez, implica la hegemonía del eurocentrismo como perspectiva del conocimiento(patrones de conocimiento y de producción de éste).

Las consecuencias de esta colonización cultural fueron diversas según los gruposimplicados. Los indios y los negros fueron obligados a la simulación de lo ajeno y lavergüenza de lo propio; pero a la vez, no era posible practicar patrones impuestos sinsubvertirlos ni apropiárselos, es decir, sin re-originalizarlos. Entre tanto, para losherederos y continuadores de los colonizadores sólo quedaron dos caminos: laimitación servil, ecoica y mediocre de los modelos europeos –puesto que no poseíanya la experiencia material y subjetiva del mundo europeo-; ó la imitación y aprendizajedel trabajo y de las maneras de los dominados, la identificación con ellos para poderexpresar sus experiencias y desarrollar sus propias facultades creativas, algo original ypropio frente a lo eurocéntrico. En todo caso este segundo camino fue abierto porunas nuevas capas medias (mestizas), en su lucha contra la colonialidad del poder einfluenciadas por sucesos mundiales de disputas y de aperturas hacia otras formasde expresión y conocimiento.

Por su parte, la subversión, sea de un patrón global de poder, de sus patronesexpresivos (imágenes y símbolos), o de patrones de conocimiento y producción deconocimiento, nunca produce por sí sola otros patrones alternativos, pero sí constituyeun paso en esa dirección. Advierte Quijano (2000) que si la subversión de esospatrones no triunfa (si no es exitosa y duradera), lo más probable es que sus productos,propuestas y virtualidades sean o puedan ser cooptadas y asimiladas dentro del patróndominante, y si son útiles a los cambios y ajustes requeridos por éste son devueltas asus creadores completamente distorsionadas, desnaturalizadas o degradadas.

Si lo que está en juego es la subversión de un patrón global de poder, la subversiónde éste no puede ser duradera ni continuada en el tiempo y requiere de una prontay drástica solución, es decir una redistribución democrática de la autoridad y no otrareconcentración del poder. Pero si esta subversión es derrotada, la más probableconsecuencia es una contrarrevolución y no sólo la preservación del orden vigente:los elementos útiles al reajuste de poder, producidos por los dominados en estasubversión, serán expropiados y mutados en instrumentos de dominación.

Un proceso de re-originalización de la experiencia social es producido en ladialéctica imitación-subversión, pero va más allá de esta última. Se trata de laproducción (creación) de una identidad social, cultural y política nueva que apuntaa una propuesta de democratización, es decir, de descolonización en todos los niveles,tanto objetivos como subjetivos, dirigida (como anotaba F. Fanon) a la creación deuna sociedad nueva. Quijano (2000) anota al final, que existen actualmente en lassociedades latinoamericanas varios elementos que pueden hacer pensar que en unproceso de tal talante, se están construyendo, unos pueden ser visibles, otros notanto, y aunque no se ha llegado a la configuración de unos patrones alternativos depoder, de conocimiento y de producción de éste, sí hay elementos que podrían

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pensarse y que se dirigen hacia tal objetivo. Sin embargo, como parte de este procesose hace necesario una descolonización del imaginario capaz de contrarrestar el pesodeformador de las categorías raciales. Y es en este contexto donde el artículo deCoronil (1998) cobra relevancia.

Más allá del occidentalismo: hacia categorías geohistóricas noimperialistas

Reconociendo el esfuerzo de escritores como Edward Said por dar cuenta de ladimensión política de las categorías geohistóricas que Occidente ha usado para pensarel Oriente en el marco de un ejercicio de poder, el intento de Coronil (1998) radicaen entender la constitución de Occidente y su sistema de categorías. Un Occidenteque se da por sentado en el texto de Said y que es necesario deconstruir a fin dedevelar de qué manera la naturaleza relacional de las representaciones de colectividadeshumanas, tiene lugar en marcos asimétricos de poder. Un poder para legitimardeterminadas imágenes como las más valederas o incluso las «únicas» y «correctas».

Es en este contexto donde tiene lugar el texto del escritor venezolano FernandoCoronil (1998) «Más allá del occidentalismo: hacia categorías geohitóricas no-imperialistas», que constituye un esfuerzo por acercarse a la manera de cómoOccidente ha construido imágenes sobre los otros y cómo esas imágenes han circuladolegitimando diferencias raciales, culturales y políticas, pero también fundamentandodesigualdades sociales y económicas. Volviendo a Quijano (2000), la categorizaciónracial y la asignación y diferenciación de roles circunscritos a estas categorías suponeel marco donde se establecen las prácticas de dominación y explotación capitalista.El occidentalismo aparece como la construcción de prácticas representacionales queproducen concepciones del mundo sobre las diferencias entre las culturas. Eloccidentalismo está ligado a la constitución de asimetrías internacionales suscritaspor el capitalismo global.

Estas construcciones nos remiten a la idea de un poder saber en el sentido enque las representaciones sobre los otros lejos de ser descripciones eruditas y neutralesde una realidad fija y estable, son imágenes forjadas desde puntos de vista particularesy con intencionalidades específicas. Las imágenes sobre historias, personas y geografíasson representaciones que si bien por su carácter dóxico parecieran referir una realidadexterna bien definida, son productos históricos y como tales fluidas e inestables. Elcaso del Japón es una clara muestra de lo mencionado atrás. Considerado comosímbolo del Extremo Oriente, el Japón se constituye hoy en un enclave cultural deOccidente en el Oriente.

De esta manera se aprecia cómo las prácticas representacionales son un productohistórico, cuya fuerza legitimante, es decir, el derecho para constituirse en imágenescorrectas y neutrales viene dado por la posición que determinada entidad que generaestas imágenes, tiene en un contexto más amplio. Occidente aparece entonces comodueño legítimo de la verdad, con el derecho y el poder para disolver conexioneshistóricas entre lugares, pueblos y geografías y de presentar los atributos de estasentidades de manera separada, rígida y homogénea. Se deshacen contingenciaslocales y se fabrican tipos ideales (indios, tercer mundo, países desarrollados,países en vías de desarrollo). A su llegada a América los españoles encuentranuna gran diversidad de pueblos e historias, sin embargo, esto no tiene relevanciaen el contexto de dominación y explotación que caracterizó la relación de loseuropeos con los pueblos nativos. Al contrario, era necesario homogenizar estarelación y el concepto de indio, sería el aglutinante de diversas manifestacionesculturales que tenían en común el estar frente a los europeos en una posiciónasimétrica de explotación.

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Pero de qué manera Occidente construye una imagen «verdadera» y «correcta»sobre los otros sino a través de diversos dispositivos de representación. En este sentidoes innegable el papel de la Antropología y la Etnografía como productoras de discursossobre la diferencia. El otro y el yo, el objeto de estudio y el sujeto cognoscente, sonreproducciones que mantienen intactos los mapas imperiales colonialistas basadosen las tradicionales cartografías del blanco y el negro. Existe una relación dedominación, explotación y supremacía de Occidente sobre los «otros», convirtiéndoseésta en la condición preexistente para que el científico social tenga el derecho y elpoder para hablar del otro y establecer diferencias. ¿Sería conveniente, a manera deequilibrar la balanza, que ese «otro» tuviera cabida en la construcción de discursossobre sí mismos y sobre ese otro occidental? Aunque sería un ejercicio revitalizante,como lo resalta Coronil (1998), lo cierto es que aún así la complicidad de podersaber de nuestras prácticas representacionales, basadas en las tradicionales dicotomíasdel blanco y negro, no se puede resolver tan sólo con una inversión de términos. ¿Dequé manera entonces, lograr un conocimiento orientado a modificar las relacionesde dominación y explotación a las que están sometidas las minorías por parte de lasociedad dominante occidental o la sociedad nacional en el caso de nuestro país?

Un primer paso hacia esta nueva forma de conocimiento, que por ende implicauna nueva manera de entender la diferencia y la diversidad, nos lo propone Coronilen su texto. Deshacer los mapas imperiales, nos dice Coronil, es entendernos comopueblos históricamente interrelacionados. Más allá, las implicaciones de este procesose conjugan en la construcción de un proyecto de nación sobre la base de entenderlas diferencias ya no como argumentos para legitimar las desigualdades, sino alcontrario como argumentos para lograr una nación incluyente y democratizada. Asímismo, esto tiene consecuencias sobre la disciplina antropológica en el sentido deque sus retos se deben enmarcar en circunstancias propias de nuestro contexto, perotambién a las condiciones actuales de la globalización.

Tres modos occidentalistas de representación son destacados por Coronil (1998)a propósito de una deconstrucción del sistema de categorías de Occidente:

1. Disolución del otro por el yo: en este tipo de representación aparecen dosentidades opuestas: las sociedades no occidentales y las sociedades occidentales. Laresolución de tal oposición implica la absorción de los pueblos no occidentales porparte de un Occidente imponente, capaz de la acción, la innovación y latransformación. Los occidentales aparecen aquí como los sujetos de la historia. Sinembargo, el desarrollo de esta historia supone de la existencia de otros, ya que es enel dominio y la expansión sobre éstos que Occidente aprende de sí mismo y construyesu propia imagen.

2. La incorporación del otro en el yo: mediante este tipo de representación elénfasis en el análisis del desarrollo de Occidente oculta el papel desempeñado porlos pueblos no-occidentales en la construcción del mundo moderno. Dosinterpretaciones pueden darse a propósito de esta afirmación. Por una parte el hechode reclamar un papel en la construcción del mundo moderno puede ser visto comoun intento por mostrar que fue en la absorción y expansión sobre otros pueblos, queOccidente relativizó su imagen sobre si mismo. En este sentido, el descubrimiento yla conquista de América se convierten en el descubrimiento de Europa y el yoOccidental. Por lo tanto, es valido resaltar el papel que los pueblos no occidentalestuvieron o han tenido en la legitimación de esta imagen. Pero por otra parte, elhecho de reclamar un crédito en la construcción de la modernidad puede ser vistocomo una manera de ver este fenómeno como una estructura universal. En estesentido, Europa toma en algún momento las riendas hacia el mundo moderno y eneste proceso no se le da relevancia al papel de otros pueblos que coayudaron en esteproceso.

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3. La desestabilización del yo por el otro: en este tipo de representación lacaracterización de una otredad es utilizada para desestabilizar la sociedad occidental.Como ejemplo se podría mencionar aquí de qué manera la imagen del buen salvajey del nativo protector del ambiente es utilizada para criticar la manera cómo Occidentese relaciona con el entorno, dándole a la naturaleza un sentido meramente utilitarioy extractivo.

Después de ver estas maneras mediante las cuales Occidente ha representado alotro, queda claro de qué forma a través de estos discursos se siguen reproduciendocontrastes polarizados y dicotómicos que borran lazos históricos y homogenizanparticularidades internas. El corolario de esto es la reproducción de los tradicionalesmapas imperiales del yo y el otro, del sujeto y el objeto. La preocupación de Occidentepor la otredad y por la demarcación de diferencias raciales, económicas, culturales,se enmarca, como hemos dicho haciendo referencia a Quijano (2000), en el contextode explotación y dominación del sistema capitalista global. Todas estas diferencias seenmarcan a su vez en un contexto teleológico donde el desarrollo capitalista seescenifica como progreso moderno y donde el Primer Mundo, se convierte en elreferente a seguir por parte de las naciones del Tercer Mundo y aquellas en vías dedesarrollo. Se crean necesidades y deseos. Las políticas de los países que no pertenecenal Primer Mundo se conciben como un esfuerzo por llegar a ser… y por alcanzar a...Así mismo esto tiene implicaciones claras sobre la construcción de las subjetividadesen el sentido que también se crean necesidades por copiar modas y modelos foráneos.

Según Coronil (1998), en la actualidad y como un proceso asociado a lapostmodernidad, el mapa de la modernidad se esta redibujando. La espacializacióndel tiempo implica que las identidades son definidas en lugares fragmentados, quela historia y los referentes culturales ahora desterritorializados ya no pueden quedaranclados en localidades fijas. El otro se disuelve y se multiplica, y las grandes cartografíasde la modernidad basadas en la centralidad de Occidente y sus mapas imperiales enblanco y negro, quedan desacreditados. Las subalternidades, el otro, ya no se ubicanafuera sino dentro de los países centrales y Los Ángeles, una ciudad ubicada en unpaís del Primer Mundo, se convierte en la capital mundial del Tercer Mundo. Sinembargo, esta desterritorialización implica una reterritorialización, surgen nuevasmaniobras imperiales de control, pero también se relocalizan nuevos movimientossociales contestatarios. La tensión constante entre procesos de re-originalización yde represión y absorción de sus productos por parte del poder dominante se reproducesin cesar como vimos con Quijano (2000).

¿Qué implicaciones tiene este contexto actual sobre la construcción de nación?Pero también , ¿qué implicaciones tiene esto sobre la manera como representamos ladiferencia y por ende en cómo construimos el discurso antropológico? ¿Cómorepresentar la diferencia ya no bajo la dicotomía tradicional del yo/otro, sujeto/objeto que como vimos no hace sino reproducir los viejos mapas imperiales dedominación? ¿Cómo desarrollar una cartografía crítica de estos modelos tradicionales?En el marco de estas preguntas, es necesario tener presentes las reflexiones de Fanon:un futuro donde los muertos entierren a los muertos y los vivos se emancipen de laspesadillas del pasado. Pero, ¿hasta qué punto estamos dispuestos todos los miembrosy ciudadanos del país y del mundo, a abandonar unas categorías geohistóricasimperialistas que son el fundamento de la posición de determinado número deindividuos y naciones y del actual sistema capitalista? ¿Pero hasta qué punto también,los «condenados de la tierra» pueden deshacerse de unas categorías que en ciertosentido constituyen la fuerza motora de sus luchas sociales y la búsqueda dereivindicaciones culturales y políticas?

Al final, reconocemos que la construcción de nación parte del reconocimientode la diferencia pero en un marco de igualdad y democratización. En este sentido

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el papel de la academia y del científico social por generar categorías geohistóricasno imperialistas implica, un esfuerzo por reconocernos todos como sujetosinterrelacionados, que habitamos espacios comunes (una nación, una ciudad,una universidad) y que todos tenemos parte en la construcción del conocimientoy de un proyecto de nación como procesos de negociación y diálogo continuo.

BIBLIOGRAFÍA

QUIJANO, ANÍBAL. 2000. Colonialidad del poder. Cultura y conocimiento enAmérica Latina. Capitalismo y geopolítica del conocimiento. El eurocentrismo y la filosofía dela liberación en el debate intelectual contemporáneo.Walter Mignolo (comp.). Buenos Aires:Ediciones del Signo. Pp. 117-131.

QUIJANO, ANÍBAL. 2000. Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina.La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Edgardo Lander (comp.). BuenosAires: CLACSO-UNESCO.

CORONIL, FERNANDO. 1998. Más allá del occidentalismo: hacia categoríasgeohistóricas no imperialistas. En Teorías sin disciplina. Latinoamericanismo, poscolonialidady globalización en debate. Santiago Castro-Gómez y Eduardo Mendieta (coordinación).México: Miguel Ángel Porrúa Editores. Pp. 121-146.

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