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EL UNIVERSO DE STARCRAFT COLOSO UNA HISTORIA CORTA POR: VALERIE WATROUS No había salida, los gritos se lo aseguraban. Podía sentir a los templarios oscuros apiñados, en pánico. La estructura en la que se hallaban se encontraba completamente rodeada, pero él no tenía la capacidad para intervenir. El miedo de los templarios oscuros se grabó en su mente y perforó su conciencia. Cada sensación era brillante y distinta antes de escurrir hacia el abismo. Ya conocía el desenlace, las máquinas se aproximaban… —Comandante, nos acercamos al borde de la zona de seguridad.

El Universo de Starcraft-Coloso

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EL UNIVERSO DE STARCRAFT

COLOSO

UNA HISTORIA CORTA POR:

VALERIE WATROUS

No había salida, los gritos se lo aseguraban. Podía sentir a los templarios

oscuros apiñados, en pánico. La estructura en la que se hallaban se

encontraba completamente rodeada, pero él no tenía la capacidad para

intervenir. El miedo de los templarios oscuros se grabó en su mente y

perforó su conciencia. Cada sensación era brillante y distinta antes de

escurrir hacia el abismo. Ya conocía el desenlace, las máquinas se

aproximaban…

—Comandante, nos acercamos al borde de la zona de seguridad.

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Los ojos de Aldrion se abrieron de súbito y, al cabo de un breve instante de

duda, el alto templario acomodó sus ideas para contestarle a la piloto a

través del comunicador de la nave. —En camino, Zoraya.

Se preguntaba por qué la alarma no lo despertó a pesar de que podía

sentirla resonar contra su piel. Las visiones habían sido un problema desde

antes de que dejara Shakuras y su misión actual sólo parecía agregarle una

mayor carga. No obstante, la Ejecutora Selendis le había confiado la toma de

la decisión después de hablar con la Jerarquía. No decepcionaría a su gente.

Todavía sumido en sus pensamientos, caminó desde la pequeña cámara de

meditación hasta el puente de la nave. La tripulación ya se encontraba

reunida, un grupo poco común que consistía de dos guerreros de Aiur como

él y la piloto, una templaria oscura. Apenas los conocía, pero no fue posible

disponer de nadie más. Incluso la nave era extraña, sólo sabía que era una

creación de los templarios oscuros. Aldrion levantó la vista para mirar la

pantalla.

—No ha habido patrullas en esta zona durante un buen tiempo, quizá

encontremos resistencia. —Para que la templaria oscura pudiera escucharle,

Aldrion se estaba comunicando psiónicamente con palabras en lugar de

transmitir sus emociones a través del Khala. A sus hermanos de Aiur los

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definía desde hace mucho tiempo el vínculo mental que les permitía

comunicar sus pensamientos y sentimientos sin esfuerzo alguno. Aquellos en

oposición al Khala —y que buscaban conservar su individualidad— se habían

convertido en exiliados: los templarios oscuros. Su largo distanciamiento llegó

a su fin con la caída de Aiur hace algunos años, pero la paz era frágil.

A diferencia de muchos protoss de Aiur de rango y experiencia similar, a

Aldrion no le importaba adaptarse a los medios extraños de los templarios

oscuros si la situación lo requería. En esta época ya no podía darse el lujo de

la intolerancia, sin embargo, podía percibir las barreras perpetuas que

rodeaban las mentes de los templarios oscuros aún cuando tocaba sus

pensamientos; eran fríos.

—Activa el campo de invisibilidad, —ordenó Aldrion. Zoraya le extendió una

breve afirmación, los templarios oscuros no eran conocidos por ser verbosos.

La intensidad de las luces internas se redujo al son de un leve zumbido

mientras la piloto manipulaba hábilmente los recursos de la nave para ocultar

su presencia. Cualquiera que estuviera viendo la nave hubiera jurado que ésta

se derritió entre la inmensidad de las estrellas.

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—No se preocupe, Comandante —dijo Telbrus, su segundo al mando, desde el

otro lado del puente en tanto que se volvía hacia él—, ¡los protoss de Aiur

no necesitan ocultarse entre las sombras para luchar!

—De seguro tus parientes Aurigas nos han honrado en gran medida al

agraciarnos con tu presencia. Replicó Aldrion con voz seca, mirando fijamente

a su enorme compañero. De cierta manera, Telbrus era representativo de sus

hermanos: fuerte, valiente y, quizá, demasiado orgulloso. —No obstante, no

debemos traicionar nuestra misión con luchas innecesarias.

Zoraya dio la espalda a su panel de control para dirigirse a los dos altos

templarios que se encontraban casi al otro extremo del puente. —Tengo

lecturas de grandes cantidades de formas de vida al frente… —Hizo una

breve pausa para mirar los datos—. Confirmado, son zerg.

Darsiris, el miembro más joven de la tripulación, levantó ansiosamente la

mirada de su consola de datos; ubicada en la parte posterior del puente.

Pese a que había completado la rigurosa instrucción que requería un zelot, su

falta de experiencia traslucía en sus rasgos y modos. Ahora que su primera

batalla se encontraba a unos cuantos segundos de distancia, su mente estaba

repleta de emoción y miedo.

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—Prepárense para el combate, —ordenó Aldrion. —Únicamente defensivo, —

puntualizó al ver como Telbrus se dirigió con avidez hacia la estación de

armas. Darsiris le siguió, nervioso.

—Sujétense, —dijo Zoraya antes de que la nave descendiera en una apretada

espiral debajo de un enorme grupo de monstruos. No era sencillo

identificarles cuando viajaban en grandes números pero, por experiencia,

Aldrion creía que eran mutaliscos. Las criaturas hicieron una pausa, emitiendo

diversos sonidos entre ellos, y posteriormente reanudaron su curso. La

templaria oscura aprovechó para hacer que la nave ascendiera, evadiendo dos

grupos más antes de llegar a otro punto seguro. Aldrion estaba bastante

impresionado con su habilidad pero, cuando la nave se detuvo abruptamente,

sus pensamientos regresaron al predicamento actual.

Otro grupo de mutaliscos pasó frente a ellos, un aluvión de alas y dientes.

Zoraya aguardó con la mirada fija en la pantalla. Justo cuando parecía que

habían pasado de largo, una de las grotescas criaturas giró e hizo contacto

con los escudos de la nave. Ésta abrió la boca para emitir un fuerte alarido y

la nave pronto quedó cubierta de zerg.

—¡Fuego! —Ordenó Aldrión. Su urgencia crepitó en las mentes de la

tripulación como si fuera electricidad. Zoraya reaccionó con presteza,

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haciendo girar la nave para alejarse de los mutaliscos. Pese a estas

maniobras, los tiros de Telbrus y Darsiris alcanzaban sus objetivos con

precisión quirúrgica; desintegrándolos conforme la nave avanzaba.

Fue entonces cuando Aldrion sintió la creciente agitación de Telbrus. El

Auriga, debido a la gran cantidad de heridas sufridas, no había entrado en

combate desde la batalla de Aiur y estaba disfrutando en gran medida la

oportunidad de vengarse de los zerg. Aldrion intentó establecer contacto

psiónico y se estremeció ante la inesperada intensidad de las emociones de su

subordinado. Nunca antes había sentido furia tal en la mente de un protoss.

Aldrion luchó contra la ira de Telbrus, enviando pensamientos para calmarle y

centrarle. Sin embargo, Telbrus respondió cerrándose por completo, negando

toda comunicación. Sus tiros atravesaron una multitud de objetivos, dejando

una fulgurante cortina de sangre a su paso.

No había tiempo para celebrar la victoria. Aún cuando los restos pulverizados

quedaban atrás, un nuevo grupo de zerg se abalanzó sobre ellos, rodeando la

nave por completo. Los escudos comenzaron a recibir brutales embates; se

encontraban atrapados.

—¡Zoraya, sácanos de aquí! —Gritó Aldrion.

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—¿De vuelta a Shakuras?

—No vamos a regresar con las manos vacías. Identifica las coordenadas

seguras que se encuentren más cerca de nuestro objetivo.

—¡No hay mucho tiempo, Comandante! —Terció Darsiris.

—Carezco de datos sobre esa zona. —Zoraya aún intentaba guiar la nave a

la defensiva, pero el creciente número de enemigos limitaba sus opciones. —

Iniciando búsqueda en los sistemas vecinos… si hacemos alto al fuego, puedo

desviar energía hacia la matriz de navegación. Es posible que la búsqueda

concluya antes de que llegue la siguiente ola.

—Hazlo. —Aldrion clavó la vista en Telbrus. El enorme alto templario dejó la

estación de armas tan enojado que Darsiris se sobresaltó.

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Zoraya se puso a trabajar, reduciendo la potencia de las luces hasta su nivel

más bajo y minimizando cualquier otro uso de energía. Sin advertencia

alguna, los mutaliscos cambiaron de estrategia y comenzaron a escupir

gusanos gladia en una zona concentrada. Los parásitos se impactaron con tal

fuerza que penetraron lo que quedaba de los escudos. Pese a que la nave

tenía un casco sólido, no soportaría múltiples ataques de una fuerza tan

vasta. Otro impacto hizo que la nave se cimbrara y con el daño a los

cristales de energía diversos sistemas comenzaron a operar al 50%.

—Cayeron los escudos. —Zoraya se apresuraba, sin embargo, estaban

recibiendo gran cantidad de daño. Darsiris examinó la pantalla y notó que

algunas de las criaturas más pequeñas atacaban el blindaje perforado. Era

imposible dispararles sin dañar la nave. De súbito, notó movimiento desde el

rabillo de su ojo. Una silueta grande flotaba entre los mutaliscos, casi

invisible entre las alas batientes. Frunció el ceño intentando discernir… ¿Un

Amo Supremo?

—¿Cuánto falta? —Preguntó Aldrion.

—Ya casi…

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Darsiris se estremeció conforme avanzaba la criatura. Sus numerosos ojos

carmesí parecieron clavarse en los suyos a través de la pantalla de la nave. Al

son de un gran gemido, el casco comenzó a resquebrajarse y todos los zerg

se abalanzaron hacia la abertura. Estaban tan cerca que podía contar los

dientes que había entre sus colmillos curvos. Sintió una sacudida cuando el

sector dañado se despresurizó por unos segundos antes de sellar la brecha

automáticamente. Zoraya se concentró en el monitor de progreso, contando

segundos; medios segundos…

—¡Ahora!

La nave se desvaneció en la oscuridad.

Darsiris suprimió su disgusto inicial cuando, al abrir los ojos, se encontró

frente a las cuerdas nerviosas cercenadas de la templaria oscura. Los

apéndices craneales permitían a los protoss entrar al Khala, pero únicamente

cuando éstos se encontraban intactos. Sabía que los templaros oscuros habían

elegido cortarlos, pero aún le causaba desasosiego ver la mutilación de cerca.

Preferiría perder la vida antes que el vínculo con su gente.

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Poco después cayó en la cuenta de que tanto él como el resto de la

tripulación debieron haber caído inconscientes en la confusión. Zoraya no

esperó a que la nave terminara de sellarse antes de efectuar la trasposición

que los alejó de los zerg. Darsiris la miró. Aparte de las cuerdas nerviosas,

sus rasgos oscuros eran simétricos y denotaban inteligencia; incluso belleza.

Ella recobró la consciencia con un gesto de dolor en el rostro. Sus ojos

grandes y opalinos se abrieron para mirar los de él.

—¿Te encuentras bien? —Preguntó él.

Ella frunció el ceño, parecía confundida por la amabilidad. —Sí.

Darsiris ladeó la cabeza, un gesto de amabilidad característico de los protoss.

Asimismo, notó que Aldrion y Telbrus se encontraban en el otro extremo del

puente; ilesos.

—¿Qué hay de los daños, Zoraya? Inquirió Aldrion mientras se incorporaba.

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—Parte del casco ha sido destruido, muchos de los sistemas no esenciales de

la nave se encuentran fuera de servicio o están operando a menor capacidad.

Pude aislar la sección comprometida del casco, pero no estoy segura de qué

tan efectivo será esto debido al daño que recibieron las áreas aledañas… —Se

detuvo para leer los datos más recientes de la nave en el panel de control

frente a ella. —Los cristales destruidos parecen ser la causa del fallo en los

escáners.

—¿Existe la posibilidad de que lleguemos a nuestro objetivo? —Aldrion se

recargó en uno de los barandales que separaban el centro de mando del

asiento de Zoraya, ubicado abajo, en la consola de navegación.

—Al cabo de algunos ajustes. Puede que no sea el viaje más tranquilo, pero

será suficiente.

—Si tan solo tuviéramos una nave de Aiur, —lamentó Telbrus antes de que

Aldrion le lanzara una mirada de avertencia indicándole silencio.

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—Procedamos entonces. —Aldrion se volvió hacia Zoraya. —Telbrus y yo

revisaremos la zona dañada para confirmar que selló adecuadamente. Darsiris,

mantente alerta y busca cualquier tipo de actividad poco usual durante el

trayecto. —Dejó la habitación sin decir más, sus movimientos acentuados por

la peculiar elegancia nativa de los protoss.

—Lo hiciste muy bien, —le dijo Darsiris a la piloto una vez que Aldrion y

Telbrus salieron de la habitación—. No le hagas caso a Telbrus, su situación

es complicada. —Darsiris había visto previamente al Auriga en una de las

salas de rehabilitación en Shakuras. No fueron presentados formalmente en

ese entonces, pero Darsiris no podía evitar sentir simpatía hacia otro

refugiado herido de Aiur; en particular otro guerrero como él.

—En efecto, —dijo ella fríamente.

"—Ninguna de nuestras naves pudo haberlo hecho mejor en esa situación y,

ciertamente, ninguno de nuestros pilotos.

Zoraya lo miró sorprendida. El zelot era joven y ella suponía que su tiempo

en Shakuras había cambiado algunos de los prejuicios tradicionales. —Gracias,

a veces me preocupa que la reunificación sólo ha aumentado la brecha entre

nuestros dos pueblos.

—Pero, henos aquí. Un grupo heterogéneo en una misión de vital

importancia. Quizá el cambio se cierne sobre nosotros.

—No obstante, no hay más templarios oscuros con nosotros.

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Darsiris cambió de posición, visiblemente incómodo. —A la Ejecutora no le

agrada mucho tu gente, pero aprenderá con el tiempo.

—¿Al igual que Telbrus? —Dijo Zoraya contrariada.

—La Ejecutora asignó a Aldrion para dirigir esta misión. Él ha luchado junto

a los templarios oscuros con dignidad y honor en muchas misiones.

—Es uno de pocos.

—Quizá esa es la razón. Ella quiere que él decida si reactivaremos los colosos

o no, empezando por éste, —dijo Darsiris—. Sin embargo, creo que Aldrion

preferiría que las máquinas permanecieran donde están.

—Cabe la posibilidad de que se cumpla su deseo. Pueden haber ocurrido

muchas cosas desde la Intercesión de Kalath.

—Eso es cierto, —replicó Darsiris. Le pareció curioso que la piloto pensara en

esos detalles. —Sin embargo, aún en ese entonces, la habilidad de nuestra

gente no tenía comparación; pero el tiempo favorece lo inesperado.

—El poder destructivo de los colosos era tal que fueron sellados durante

siglos. Es posible que aún ahora no estén operacionales.

—¿Consideras que nuestra misión es en vano?

—No, mi gente siempre ha amado Aiur y compartimos la devastación que

sienten los refugiados de Shakuras. Cualquier arma que pueda ayudarnos a

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combatir a los zerg debe ser investigada, sin importar lo peligrosa o incierta

que pueda ser. —Zoraya bajó la cabeza y miró a Darsiris a los ojos. Su

extraña apariencia le había inquietado al principio, pero conversar con ella era

muy interesante. —Además, es emocionante descubrir un arma después de

cientos de años.

A Darsiris le agradó su respuesta. —Quién sabe qué pensaría el Cónclave si

nos viera aquí, con tal desesperación como para reactivar lo que alguna vez

prohibieron. —Echó un vistazo a la pantalla ovalada de la nave, la cual

brillaba con la luz de galaxias distantes. Le recordó un antiguo sueño de su

niñez, donde las estrellas constituían un código ancestral, colocado por los

creadores en el oscuro pergamino del cielo y olvidado con el tiempo…

—No creo que la Ejecutora Selendis pudiera haber encontrado a alguien que

se preocupase de esto más que tú, —dijo Telbrus, mirando a su comandante.

Los corredores de la nave estaban repletos de desechos, por lo que ambos

guerreros se vieron forzados a avanzar en fila india. Aldrion tomó la

vanguardia sin demora.

—Considero que esa fue la razón por la que me encontró, —respondió

Aldrion. El transcurso del viaje parecía estar empeorando el daño que había

sufrido la nave y el techo parecía gemir con desesperación. Cuando centró su

atención en el ruido, parecía estar volviéndose más fuerte… —Aguarda,

Telbrus.

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—¿Qué? —Cuando Telbrus miró hacia arriba, una inesperada vibración le tomó

desprevenido. Una de las placas del techo cayó al suelo, lanzando espirales

luminosas entre los dos protoss .

—No estamos solos, —dijo Aldrion mientras miraba el techo con cautela.

Telbrus siguió la mirada de su comandante. —Voy a entrar. —Se agarró

hábilmente de los costados del marco donde había estado la placa metálica y

se impulsó hacia el estrecho corredor de servicio. Al cabo de un momento,

Aldrion ascendió también.

—Revisa este lado, voy al otro. —Aldrion se agachó para pasar por el

apretado espacio. No estaba seguro de lo que hallaría en la extraña nave,

pero la mayor parte del túnel parecía intacto; lo que hacía del persistente

ruido algo mucho más confuso.

Telbrus hizo un gesto afirmativo y se alejó en dirección opuesta. Avanzaba

incómodamente por el estrecho pasillo debido a sus anchos hombros, pero

estaba demasiado preocupado como para que eso pudiera detenerle. Poco

después, tocó una sustancia extraña. Miró la palma de su mano y notó con

horror como un líquido se deslizaba entre sus dedos.

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En la oscuridad sólo pudo ver una boca repleta de dientes, los cuales brillaban

al aproximarse a él.

—Hemos llegado, —dijo Zoraya, reduciendo la potencia de los motores.

Darsiris avanzó hacia la pantalla para examinar la ubicación. Un grupo de

planetas —esferas rocosas carentes de vida y con múltiples cicatrices— se

encontraba regado entre un campo de asteroides. El sol estaba en las últimas

y su agotado núcleo sólo tenía energía para emitir una débil luz roja. En

unos cuantos siglos, el sistema entero quedaría sumido en la oscuridad.

—¿Es éste el sitio donde reposa un coloso? —Preguntó él.

—Una de las coordenadas registradas, —afirmó Zoraya con tono suave.

—Deben haber elegido esta región por su lejanía… hay muy pocos portales de

trasposición y se encuentra lejos de cualquiera de ellos. Efectuar una

búsqueda individual entre los asteroides tomaría vidas enteras.

—Las posiciones han cambiado en algunas zonas, pero no debe ser muy difícil

hallar al coloso con la información que nos proporcionó el preservador. —

Zoraya se refería a uno de los poco comunes, y dotados, protoss de Aiur

que poseían la capacidad de almacenar los recuerdos de su gente. Pocos de

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los preservadores sobrevivieron al caos de los años recientes y su

conocimiento era más valioso que nunca.

De modo inesperado, la voz de Telbrus irrumpió en los pensamientos de

Darsiris. —¿Están activos los escáners de la nave?

Darsiris hizo una pausa para examinar los datos más recientes. —No en el

punto en el que te encuentras. Tomará algún tiempo reparar el daño, ¿está

todo bien?

—Hay algo abordo… —Los pensamientos de Telbrus cambiaron de manera

abrupta cuando un súbito movimiento llamó su atención.

—¡Telbrus! —Gritó Darsiris, intentando comunicarse psiónicamente con el alto

templario. Telbrus estaba demasiado distraído como para responder de modo

directo, pero Darsiris percibió el poderío del Auriga cuando éste concentró su

energía psiónica y la descargó contra su enemigo; seguido de adusta

satisfacción.

—Está muerto. —Telbrus se volvió para mirar a Aldrion en el estrecho túnel,

no obstante, sólo había oscuridad.

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—¡Hay más de este lado! —Los urgentes pensamientos de Aldrion llegaron a

las mentes de toda la tripulación—. ¡Necesitamos aterrizar, ya!

Zoraya aceleró hacia el campo de asteroides, girando hábilmente para evitar

numerosos meteoros y planetoides. La señal de proximidad comenzó a

parpadear con entusiasmo en la pantalla mientras se aproximaban al destino

de la nave: un asteroide hueco con forma de diente. Con un veloz giro en

espiral, Zoraya condujo la nave hasta el centro de la roca y se detuvo justo

arriba de la superficie. Estaba preparando el tren de aterrizaje cuando notó

algo que le hizo efectuar una pausa.

—¡Darsiris! ¡Hay un campo gravitacional en esta parte del asteroide! La

lectura de energía es débil, quizá muy antigua, pero creo que es de origen

protoss. —Zoraya comenzó a reducir la potencia de los impulsores de la

nave, permitiendo que la gravedad artificial jalara la nave hacia el suelo.

—Parece que llegamos al lugar indicado, —replicó Darsiris, sus ojos cargados

de emoción. Empezó a recoger el equipo que necesitarían para la expedición,

incluyendo su propia armadura en caso de que hubiera más zerg en la nave.

Tenía casi todo listo cuando Aldrion y Telbrus regresaron al puente. Ambos

se encontraban cubiertos con una sustancia tóxica que hizo que Darsiris

frunciera el ceño cuando les entregó sus armaduras. —¿Acabaron con todos

ellos?

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—Hay demasiados pasajes como para hacer una búsqueda individual, pero me

parece que sí, —replicó Aldrion, limpiándose la sustancia que tenía encima

antes de ponerse su armadura. Tuvo especial cuidado al colocar un dispositivo

de cristal en la zona del cuello, un respirador para entornos hostiles, y

posteriormente se cercioró de que los demás hicieran lo propio. Cuando todo

estuvo listo, bajó la rampa de salida y dejó la nave con la tripulación detrás

de él. —La mayor parte de las criaturas se encontraban heridas, pero

llegaron mucho más lejos de lo que hubiera esperado…

—No era posible saber, —concluyó Darsiris.

Telbrus frunció el ceño. —Claro que era posible —gruño Telbrus mientras

descargaba su puño contra una roca cercana—, pero esta inútil nave de los

templarios oscuros no fue construida adecuadamente. —Zoraya dio un paso

al frente, pero se detuvo al notar la mirada preocupada de Darsiris.

Aldrion colocó su mano sobre el hombro de Telbrus. —No tenemos tiempo

para esas necedades. El propósito de esta misión es determinar si el coloso

puede servir para salvar vidas protoss. No tengo intenciones de poner en

peligro las de ustedes.

Telbrus se encogió de hombros con desdén y siguió avanzando hacia un

enorme túnel, iluminando el camino con una de sus cuchillas psi. Los datos

indicaban que el coloso se encontraba oculto aquí, justo bajo la superficie del

asteroide. Al cabo de una corta distancia, la luz azul de la cuchilla reveló una

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estructura protoss. Su metal liso y pulido contrastaba con la superficie

corrugada del asteroide. Cada uno de sus arcos dorados estaba adornado con

discos metálicos y detalles azures. Se aproximó a la puerta sellada, trazando

un arco con su cuchilla en busca del panel de seguridad.

— ¡Acá! —Exclamó. Pero su siguiente paso únicamente reveló una interfaz

retorcida y dañada. Telbrus prosiguió a lo largo de la pared. El techo se

había derrumbado en la parte lejana, arruinando casi toda la infraestructura

alrededor del panel.

Aldrion hizo una pausa, miró hacia las ruinas con preocupación y luego se

aproximó a Telbrus para intentar ingresar el código incluido en las

instrucciones que le proporcionó la Ejecutora Selendis. Los ojos de todos se

posaron en el panel. Parpadeó una luz roja y se apagó. Aldrión comenzó de

nuevo, ingresando el código de manera lenta y precisa; otra pausa.

La luz roja parpadeó y se apagó.

Aldrion lo intentó una vez más y obtuvo el mismo resultado. Se volvió hacia

su tripulación con una mezcla de frustración y alivio. —Parece que el daño es

demasiado extenso y no será posible acceder a la bóveda.

Quizá se debió a la tranquilidad de los pensamientos de Aldrion, o su

resignación temprana, pero Telbrus no pudo quedarse callado. —Tal vez no

ingresaste el código de manera correcta, ¡debe haber un error!

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—Los preservadores no cometen errores.

—Pero tú sí. ¡Selendis te envió aquí para tomar una decisión, no para

abandonar la misión a la primera oportunidad que se presentase!

—Nadie está abandonando nada, —interrumpió Darsiris; sus ojos brillantes. —

Podemos contactar a la Ejecutora y pedirle consejo. De seguro podrá darnos

una solución.

—Yo tengo la solución, —Telbrus esgrimió su cuchilla psi con ferocidad. —

Derribamos la puerta y tomamos al coloso por la fuerza. Ya estaba

preparado para iniciar su asalto cuando Aldrion corrió hacia él y sujetó su

brazo con fuerza.

— ¡Tal acto sería en extremo imprudente! ¿No te das cuenta de qué tan

bien protegida está la estructura? Aún sin la mitad de sus defensas,

podríamos morir instantáneamente a causa de tu imprudencia.

—Mejor que morir a manos de los zerg por tu indecisión.

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—Mi decisión tiene más consecuencias de las que deseas ver, —replicó Aldrion

de modo sombrío. —El coloso puede matar más que a los zerg. No es un

arma que podamos entregar a un pueblo en conflicto.

—¿Qué haremos cuando lleguen los zerg? ¿Confiar en las armas de nuestros

aliados? —Dijo Telbrus en tono de burla, lanzando una mirada hostil hacia

Zoraya; quién, por su parte, se la devolvió con desprecio. —Perdimos Aiur

por culpa de los templarios oscuros, Aldrion —continuó Telbrus—, ¡vieron

como ardía y no hicieron nada!

—¡Desgraciado ignorante! ¿Profanarás los sacrificios de Tassadar y Adun? —

Preguntó Aldrion.

—Casi todos mis conocidos murieron en Aiur, —respondió Telbrus con

lentitud. Se encontraba demasiado agitado como para reprimir sus recuerdos

y algunos fragmentos se colaron al vínculo mental. —Me alejaron de ellos…

mi familia…

Los amables ancianos de los Auriga, ladeando la cabeza en señal de regocijo

mientras miraban a los niños jugar… los cálidos brazos de una compañera bajo

un reconfortante atardecer… un novato optimista que adoraba escuchar las

leyendas de los heroicos templarios.

—mis amigos…

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Un compañero de práctica cuyo movimiento favorito era un veloz jab por

encima de la cabeza… un compañero de clase callado que estudiaba hasta

entrada la noche… un maestro estricto y la primera vez que éste reconoció

la habilidad en batalla de Telbrus…

—perdidos…

Los zerg cubrieron sus hogares como una terrible ola. Estaba deseoso de ir y

luchar para salvarles, pero alguien le detuvo.

Un templario oscuro.

Poco después llegaron más de estos guerreros oscuros, alejándole de aquellos

quienes más lo necesitaban. Palabras vacías llenaron su mente… Evacuación…

No puedes salvarlos… Muy tarde… Retírate al portal de trasposición… Pero

la guerra había terminado, ya estaba muerto.

Aturdido, Darsiris se volvió hacia Zoraya buscando confortarle, pero la piloto

ni siquiera lo miró. Toda su atención estaba concentrada en una ancha banda

cristalina alrededor de su muñeca, la cual brillaba en morado a modo de

alerta. Darsiris comprendió que era un comunicador enlazado a los sensores

de la nave.

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—Comandante —dijo Zoraya con voz entrecortada—, he detectado gran

cantidad de señales zerg cercanas. No queda claro cómo identificaron nuestra

posición.

—¿Hay una colonia cerca de este sistema? —Preguntó Darsiris.

—Con la falta de datos recientes acerca de la zona, no podemos estar

seguros, —dijo Aldrion. —Incluso nuestros exploradores desaparecen antes de

que puedan transmitirnos algún tipo de información… —Sus palabras se

erguían sobre los pensamientos de la tripulación como una ominosa profecía.

—Se aproximan a este asteroide, hemos de actuar rápido. —Zoraya miró a

Aldrion y él sintió cierta confianza tentativa en sus palabras.

Aldrion bajó la cabeza. —Parece que la decisión ha sido tomada a pesar de

mí.

Pese a la tensión persistente, sería más probable que tuvieran éxito si los

dos guerreros con más experiencia intentaban infiltrarse en la cámara donde

se encontraba el coloso, mientras los otros dos los cubrían con el armamento

de la nave. Incapaz de ocultar su renuencia, Aldrion cerró sus pensamientos y

ordenó a la tripulación volver a la nave para efectuar los preparativos finales.

A su orden, Zoraya guió cuidadosamente la nave dentro del estrecho túnel,

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descendiendo a distancia de tiro óptima de la fachada desgastada. Darsiris se

encontraba listo, si nervioso, frente a la estación de armas.

—¿Estamos listos? —Preguntó Aldrión. Miró brevemente a su tripulación y

luego descendió por la rampa, seguido de Telbrus. El interior del túnel estaba

marcado a causa de numerosos derrumbes, pero esto servía a sus propósitos.

Aldrion escogió una de las formaciones de roca de mayor tamaño detrás de la

fachada e hizo un gesto a Telbrus para que se resguardara detrás de ésta.

Cuando todos estuvieron listos, Darsiris apuntó y abrió fuego contra la

masiva puerta metálica.

De manera inesperada apareció en el muro la imagen holográfica de un

Judicario. Transparente y rodeado de estática, el protoss comenzó a hablar

en un tono autoritario; como correspondía a su casta. —¡Atención, viajero!

Has entrado a una zona prohibida. Toda intrusión tendrá un severo castigo.

—Muy educado para una advertencia, ¿qué no? Quizá esto no sea tan difícil,

—murmuró Darsiris, mirando por la pantalla. Estaba contento de poder

compartir de nuevo el puente con Zoraya, quién entró también a la estación

de armas.

—Ya veremos. —Zoraya disparó contra la puerta. La placa de metal

debilitado estaba cediendo, pero, de súbito, los discos iridiscentes que se

encontraban encima de ella se agitaron como alas de insectos; revelando

varias filas de cañones de fotones.

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—¡Dispara contra las rocas de allá! ¡Necesitan cobertura, apresúrate! Gritó

Darsiris. Segundos más tarde, los cañones de fotones comenzaron a rastrear

movimiento, casi devastando el área por completo. Cada tiro perforaba el

suelo y, aún con los escombros, les tomaría pocos segundos reducir a polvo

los obstáculos que Aldrion y Telbrus usaban como protección. Darsiris y

Zoraya abrieron fuego contra la pared un par de veces más, creando un

boquete lo suficientemente grande como para que los dos protoss pudieran

entrar.

—¡Vamos! —Ordenó Aldrion. Tanto él como Telbrus saltaron al unísono,

evadiendo apenas una multitud de tiros. Cuando llegaron a la puerta, Aldrion

empujó a Telbrus a través de la abertura mientras varios cañones giraban

para apuntarles. Darsiris reaccionó con presteza, descargando todas las armas

de la nave en un aluvión que colapsó la mitad del techo. Aldrion apenas tuvo

el tiempo suficiente como para lanzarse por la puerta antes de que las rocas

bloquearan por completo la entrada.

—¡Pensé que yo era el imprudente! Exclamó Telbrus, intentando suprimir su

preocupación en tanto que ayudaba a Aldrion a incorporarse.

—La imprudencia es necesaria en ocasiones. —Los dos templarios corrieron

por el pasillo oscuro, iluminando el camino con sus cuchillas psi. Delgadas

columnas servían de soporte para los elevados techos, mas ninguna se veía

muy resistente después de sus largos años de servicio. —¡Ya casi llegamos!

Page 27: El Universo de Starcraft-Coloso

A modo de advertencia, una sacudida cruzó el pasillo, quebrando una de las

columnas cercanas. Telbrus agarró a Aldrion por el brazo y lo quitó del paso

justo cuando las rocas se desplomaron detrás de él. Gratitud, cálida y real,

llenó la mente de Telbrus, pero éste se encontraba demasiado distraido como

para registrarla.

—La estructura se autodestruye —Telbrus miró a su alrededor, ansioso— y

los zerg llegarán pronto.

—No estás haciendo esto sólo para salvar a la tripulación, ¿cierto? —Telbrus

se detuvo para examinar a su comandante.

—Andando, no queda mucho tiempo. Sé que los zerg son un enemigo como

ninguno. Su falta de misericordia desafía toda noción preconcebida que

tenemos sobre la guerra, sin embargo, no puedo permitir que mi gente se

pierda al fragor de la batalla; incluso en una tan importante como ésta.

El pasillo se amplió frente a ellos, finalmente habían llegado a la bóveda. En

la distancia, Telbrus notó la ominosa silueta del coloso.

—Los protoss luchan con honor, —prosiguió Aldrion. —La cuchilla del

templario es pura como su corazón, pero el coloso es una máquina de guerra

cuya única función es destruir. Considero que puede aniquilar a los zerg, ¿y

Page 28: El Universo de Starcraft-Coloso

luego qué? —Se volvió hacia Telbrus. —¿Qué hay de la creciente tensión

entre los templarios oscuros y los protoss de Aiur? ¿Sobreviviremos como los

Daelaam, un pueblo unido, o seguiremos separados por mil años de miedo y

odio? ¿Qué peligros traerá esta arma mientras no haya control alguno sobre

esas emociones?

—Protoss no matará protoss, —dijo Telbrus suavemente.

—No ahora, no. Pero lo han hecho antes. Tus propias palabras son prueba de

que la amargura continúa existiendo. Quizá vivirlo sea el único modo en que

entiendas. —En un violento instante, Aldrion le reveló su visión a Telbrus a

través del Khala.

Telbrus se sintió momentáneamente abrumado mientras la visión permeaba

su conciencia. La oscura bóveda desapareció y descubrió que se encontraba

dentro del cuerpo de Aldrion, descansando en los aposentos de los altos

templarios en Shakuras. Sin embargo, la familiar estructura se encontraba

extrañamente desierta. Forzó sus ojos para ver y, al volverse, se aproximó a

la ventana. A través de ella vio que el atrio estaba vacío. Ni un alma había

salido a disfrutar de la tranquilidad, pero podía sentir la presencia de otros;

en las profundidades de una estructura que albergaba a muchos templarios

oscuros de alto rango y a sus familiares.

Sintió como el miedo de todos ellos le atravesaba, una aguda sensación que

culminaba en dolor.

Page 29: El Universo de Starcraft-Coloso

—¡Ayuda! —La voz de una mujer le llamaba desde el otro lado de los muros

de la estructura. —Deténganlos antes de que haya más muertos. ¡Auxilio!

Telbrus buscaba una respuesta cuando el coloso volvió a aparecer en el

horizonte, descendiendo sobre un grupo de guerreros sombríos. Los

templarios oscuros se separaron para aumentar sus oportunidades de

sobrevivir contra las máquinas, corriendo hacia la protección de la estructura.

El coloso los siguió.

—¡Corre! —Pensó Telbrus furiosamente. ¡Apresúrate!

Al son de un zumbido mecánico suave, las lanzas térmicas gemelas del coloso

apuntaron hacia la residencia de los templarios oscuros y abrieron fuego. Las

paredes se derritieron en segundos y aquellas que no fueron vaporizadas al

instante fueron reducidas a escombros. Telbrus sintió un choque devastador

con la pérdida de gran cantidad de vidas; vidas inocentes que sólo buscaban

unión. Vidas que los protoss no debían tomar.

Uno de los colosos se volvió y disparó, derribando un segundo edificio.

Pronto, todos los colosos disparaban al unísono y sus descargas cortaban el

aire en frenéticos patrones. Los gritos psiónicos de las muertes de los

Page 30: El Universo de Starcraft-Coloso

templarios oscuros golpeaban a Telbrus con creciente intensidad. No había

sentido tal angustia desde la caída de Aiur.

Finalmente; calma. Los colosos retrocedieron.

Con cuidado, descendió del mirador intacto en el que se encontraba. Sólo le

aguardaban ruinas humeantes más allá del atrio, pero siguió caminando. El

viento ya había comenzado a llevarse los fragmentos de ceniza y una fuerte

ráfaga limpió el suelo que se encontraba al frente. Entonces la vio, la sombra

de una templaria oscura que enfrentó la ruina. Dueña de la voz que le había

pedido ayuda. La conocía, era Zoraya.

El ataque la inmovilizó contra el suelo, incinerando cada molécula contigua

hasta que una silueta —perfecta y detallada— quedó grabada en la tierra.

Cayó de rodillas, la repugnancia y la culpa apoderándose de él.

—Telbrus —la mano de Aldrion firme sobre su hombro—, sólo es una

posibilidad… una versión del futuro que puede ser. Sin embargo, no puedo

ser arquitecto de tal, ¿entiendes el por qué?

—Nuestro pueblo —Telbrus musitó débilmente—, estamos al borde de otra

tragedia… pero puedo cambiar, puedo mostrar a otros cómo cambiar.

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Aldrion examinó la mente de su compañero con satisfacción agridulce. El

necio entusiasmo de Telbrus había sido templado, transformado en sentido

del deber a expensas de gran dolor. Aldrion miró al coloso, magnífico y

terrorífico en su tamaño y poder. Cuatro piernas espinosas descollaban frente

a él, con una estructura en forma de gota de lluvia en el ápice; la cual

ostentaba las armas gemelas de la máquina.

—Actívalo —dijo Aldrion en tono urgente mientras el rumor de zergueznos

hacía eco por el pasillo—, yo te cubriré.

Telbrus dudó por un momento, la confusión entreveraba sus pensamientos.

Luego avanzó conforme la red de vigas de soporte comenzó a resquebrarjarse

arriba. Fragmentos de metal astillado cayeron a su alrededor y los zergueznos

entraron por cada abertura. Con el ceño fruncido, Telbrus concentró sus

fuerzas y ascendió por la gigantesca máquina.

Pese a la gruesa capa de polvo, ésta se encontraba en excelentes condiciones.

Sus estudios indicaban que los cristales ubicados entre los lásers

proporcionaban energía al coloso. Haciendo un esfuerzo para mantener el

pulso firme entre los temblores cada vez más fuertes de la bóveda, se

concentró en iniciar el proceso de activación.

Aldrion estaba demasiado tenso como para ofrecer cualquier tipo de guía.

Con sus cuchillas psi listas, cargó contra el creciente número de zergueznos.

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El centro del techo estaba lleno de agujeros y cada cuarteadura se extendía

más que la previa. Sus ojos notaron un destello de luz —¿la nave de Zoraya

quizá?—, luego un crujido lento y escalofriante resonó por toda la bóveda.

—¡Aún funciona! —Exclamó Telbrus en tanto que el coloso emitía un zumbido

y un tenue brillo se extendía por sus paneles cristalinos. Las largas piernas

del gigante, extrañamente elegantes, comenzaron a avanzar entre los

escombros hacia la abertura del techo. Ésta se encontraba a distancia

inalcanzable para un templario, pero la máquina poseía el tamaño suficiente

como para sortearla.

Aldrion intentó seguirlo, pero otro grupo de zergueznos —mucho mayor de

los que había enfrentado hasta ahora—, se apresuró a interceptar a Telbrus.

El comandante dio un salto hacia adelante, desviando la atención de las

criaturas del coloso en retirada.

—¡Aldrion, tenemos que salir de aquí! —Telbrus se volvió para examinar al

otro alto templario conforme el coloso ascendía por los escombros. Los

zergueznos le pisaban los talones, pero Aldrion los condujo en un arco amplio,

lejos de la abertura. Hizo una pausa e invocó una tormenta psiónica que

aniquiló a muchos de los monstruos, pero aún quedaba un buen tramo por

cubrir en muy poco tiempo. Un enorme pilar se tambaleaba encima de él

mientras los últimos soportes de la estructura comenzaron a derrumbarse.

Page 33: El Universo de Starcraft-Coloso

—No te preocupes Telbrus —dijo el comandante—, harás lo correcto.

Nuestro pueblo estará orgulloso; todo nuestro pueblo.

El pilar se hizo pedazos, llevándose consigo el resto de la estructura.

Saltaron brutales descargas de energía mientras la última parte de la

totalidad de la estructura de la bóveda se colapsó; lanzando roca, metal y

cadáveres de zergueznos por los aires. Zoraya intentó acercar la nave, pero

no había modo de intervenir sin dañarla.

De súbito, un par de rayos de energía atravesaron los escombros, disparando

hasta que sólo quedó un enorme cráter. En el centro estaban Telbrus y el

coloso.

¿Aldrion…? —Preguntó Darsiris con la esperanza de que el vacío que sintió

no fuera más que un accidente.

—Dio su vida para que yo pudiera escapar.

—¿Sus restos?

Telbrus sólo atinó a hacer un simple gesto de desesperanza. Se quedó ahí

parado mientras Zoraya aterrizó la nave y comenzó a subir el coloso que

Aldrion había puesto bajo su cargo. La máquina tenía algunas abolladuras y

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rasguños, pero estaba lista para la batalla. Telbrus no se sentía seguro de sí

mismo y no se movió hasta que Darsiris se aproximó.

—Es tiempo de regresar —dijo el zelot—. Zoraya los miraba desde la rampa

de salida de la nave. Telbrus intentó comunicarse con ella pero descubrió que

sus pensamientos estaban cerrados para él. No obstante, sólo podía sentir

alivio porque seguía con vida… fuerte; y no la víctima destrozada que

apareció en su visión.

—Por favor dile que lo siento —dijo Telbrus—. Siento mucho lo que dije y

todo lo que su gente ha tenido que soportar desde que nos rescataron.

Darsiris accedió a comunicar el mensaje y se apresuró a regresar, cargado de

emoción.

Telbrus abordó la nave, se quitó lentamente su traje de batalla y decidió

pasar el largo viaje en meditación profunda. Echó un vistazo al asteroide una

última vez y notó que el encuentro lo dejó aún más devastado.

Sin embargo, mientras la nave despegaba, una extraña marca llamó su

atención. Intentó ubicarla, recordando. No había estado lejos de la estructura

cuando ésta se colapsó. Telbrus notó que los disparos del coloso despejaron

las rocas donde Aldrion pasó sus últimos momentos en aplastante agonía.

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Supo que la marca era la sombra de Aldrion, grabada en el suelo por la

ardiente furia de los lásers del coloso.

Y esa sombra siempre estaría con él.