El trabajo del cuidado en América Latina y España-María Angeles Durán

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  • Mara ngeles Durn (dir.)

    El trabajo del cuidado enAmrica Latina y Espaa

    Bajo la denominacin Documentos de Trabajo se publicanresultados de los proyectos de investigacin realizados ypromovidos por el CeALCI. Adems pueden ser incluidosen esta serie aquellos estudios que, previa aceptacin porel Consejo Editorial, renan unos requisitos de calidadestablecidos y coincidan con los objetivos de la FundacinCarolina y su Centro de Estudios.

    El Centro de Estudios para Amrica Latina y la Coope-racin Internacional (CeALCI) se crea, en noviembre de2004, con la voluntad de promover la investigacin y eldebate en torno a la realidad de los pases en desarrolloen general, y de Amrica Latina en particular, y parapotenciar los estudios y propuestas sobre la mejor manerade enfrentar los problemas que aquejan estos pases.

    Documento deTrabajo n 54CeALCI

    Fundacin

    CarolinaCeALCI

    Fundacin

    Carolina

    DT54

    CeALCI - Fundacin [email protected]

    EltrabajodelcuidadoenAmricaLatinayEspaa

  • EL TRABAJO DEL CUIDADOEN AMRICA LATINA Y ESPAA

    Mara ngeles Durn (dir.)

  • Estos materiales estn pensados para que tengan lamayor difusin posible y que, de esa forma, contribuyanal conocimiento y al intercambio de ideas. Se autoriza,por tanto, su reproduccin, siempre que se cite la fuentey se realice sin nimo de lucro.

    Los trabajos son responsabilidad de los autores y sucontenido no representa necesariamente la opinin dela Fundacin Carolina o de su Consejo Editorial.

    Estn disponibles en la siguiente direccin:http://www.fundacioncarolina.es

    Primera edicin, diciembre de 2011 Fundacin Carolina - CeALCIC/ General Rodrigo, 6 - 1. plantaEdificio Germania28003 [email protected]

    Diseo de la cubierta: Alfonso GamoDERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY

    Impreso y hecho en EspaaPrinted and made in SpainISSN: 1885-866-XDepsito legal: M-28.670-2010Impreso en papel reciclado

  • NDICE

    PRESENTACIN,Maribel Rodrguez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

    1. EL TRABAJO DEL CUIDADO EN EL MARCOMACROECONMICO,Mara ngeles Durn . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

    2. DEMOGRAFA Y PREVISIN DE DEMANDAS DE CUIDADOS DE LOSADULTOS MAYORES EN AMRICA LATINA,Mercedes Pedrero Nieto . . . . . . . 33

    3. DIFERENCIAS AUTONMICAS EN LOS SISTEMAS DE CUIDADO EN ESPAA:EL CASO DE ANDALUCA,M. Isabel Garca Rodrguez yEduardo Moyano Estrada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

    4. MS ALL DE LAS CIFRAS: LA DIMENSIN TERICA Y CUALITATIVADEL CUIDADO, Ramn Ramos Torre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75

    5. EL REPARTO DEL CUIDADO EN AMRICA LATINA, Rosario Aguirre . . . . . . . . . . 89

    6. TRABAJO NO REMUNERADO Y DESIGUALDADES DE GNERO.LA IMPORTANCIA DE HACER VISIBLE EL CUIDADO Y LA PRODUCCINDE SERVICIOS DE SALUD EN LOS HOGARES, Lilia Jara . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

    7. LOS LUGARES DEL CUIDADO: ESPACIOS PRIVADOS Y ESPACIOS PBLICOS,Montserrat Daz Fernndez y M del Mar Llorente Marrn . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115

    8. LAS POLTICAS DE CUIDADO EN AMRICA LATINA, Sonia Montao Virreira . . . 135

    NOTAS DE INVESTIGACIN

    A. De la buena vecina a la cuidadora institucional. Los servicios pblicosde cuidado como elemento de cambio en las relaciones vecinalesentre mayores, Chiara Cerri . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149

    B. El cuidado familiar de adultos mayores y discapacitados en Chile,Mara Ins Araya Prez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153

  • C. El trabajo de cuidado en familias tradicionales: un estudio de caso,Mariela Ziga Gamboa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161

    D. La implicacin masculina en los cuidados en las sociedades cambiantesde Amrica Latina: una reflexin sobre el caso mexicano,Marta Seiz . . . . . . . . . 167

    E. Un derecho o un deber? los hombres espaoles ante los permisos parael cuidado de sus hijos, Pedro Romero Balsas, Dafne Muntanyola Sauray Jess Rogero Garca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171

    RELACIN DE AUTORES/AS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173

  • Desde su creacin, el Centro de Estudiospara Amrica Latina y la Cooperacin In-ternacional (CeALCI) de la Fundacin Caro-lina hadesarrollado su trabajo de anlisis delas polticas pblicas desde un enfoque dederechos humanos y de reduccin de lasdesigualdades, es decir, con el claro objeti-vode fomentar sociedadesms justas ymscohesionadas. Esto ha supuesto prestaruna atencin especfica a la desigualdad degnero, que atraviesa de manera trans-versal a las dems brechas presentes en uncontexto social determinado.

    A partir de 2006, en elmarco de la lnea deestudios dedicada a los sistemas de pro-teccin social en Europa y en Amrica La-tina, se impulsaron varios estudios queabordaron lamanera enque estos sistemastrataban demanera diferente los hombresy las mujeres. A su vez, se dedic un es-tudio especfico a la relacin histrica en-tre losmodelos sociales de patriarcado enAmrica Latina y la emergencia de dife-rentes regmenes de bienestar.

    Adems, el CeALCI profundiz este enfo-que de gnero en otros sectores como laspolticas laborales yms recientemente enla recaudacin fiscal entendido como ins-trumento directo de redistribucin de la ri-queza. De esta manera, se ha venido si-tuando anlisis sensibles a las diferenciasde gnero en los espacios y debates durosde la economa desde los cuales no es ha-bitual asumir perspectivas feministas.

    Ahora bien, este anlisis de las polticas la-borales y de proteccin social no poda ob-viar un aspecto que influye fuertemente so-

    bre las condiciones de insercin de lasmu-jeres en el trabajo y en la vida social y, porlo tanto, en su nivel de autonoma y de pro-teccin ante los riesgos vitales. Este as-pecto, que es amenudo ignoradopor la po-ltica pblica, se refiere al trabajo necesa-rio para la reproduccin del bienestar co-tidiano y al cuidado de los dependientes yde los propios trabajadores.

    La mayor incorporacin de las mujeres ala actividad econmica ha supuesto la ex-tensin de la doble jornada para las tra-bajadoras. Las mujeres han seguido sien-do las principales responsables del trabajode los cuidados y nicamente cuando susingresos lo han permitido, ste se ha ex-ternalizado en el mercado de provisin deservicios de cuidados, ampliamente fe-minizado, reduciendo as su carga total detrabajo.

    Por su parte, el Estado, a travs de sus po-lticas pblicas, ha tenido escasa partici-pacin real en la provisin de servicios decuidados.

    Por lo tanto, hoy en da, ofrecer condi-ciones apropiadas para la conciliacin, lacorresponsabilidad y el acceso a serviciosde cuidados al conjunto de la poblacin esesencial para seguir avanzando en mbitosestratgicos del empoderamiento de lasmujeres. Si se abordan estos tres retos demanera adecuada, la igualdaddegnero sepuede convertir en unnegocio social y eco-nmicamente sumamente rentable.

    Es urgente dejar de considerar la provisinde cuidados como un problema de muje-

    PRESENTACIN

    Maribel Rodrguez*

    * Responsable del Programa de Cohesin Social, CeALCI-Fundacin Carolina.

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  • Maribel Rodrguez

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    res para verlo como un asunto de soste-nibilidad de la vida humana. Dado quenuestras sociedades se caracterizan poruna tendencia a tener ms poblacinmayor y menos nacimientos, considerarla tarea de los cuidados como un pro-blema social permitir hacer frente al en-vejecimiento de la poblacin, potenciar lanatalidad, armonizar los tiempos labora-les con los tiempos sociales, elevando asla productividad y, ante todo, crear nue-vos yacimientos de empleos en un con-texto de contraccin de los mercados la-borales.

    Para llevar a cabo esta reflexin, se orga-niz un encuentro bajo la direccin deMa-ra Angeles Durn, profesora e investiga-dora del Consejo Superior de Investiga-ciones Cientficas (CSIC), quien ha sido pio-nera en la conceptualizacin y el estudio deltrabajo de los cuidados y que es hoy en dauna experta de reconocido prestigio in-ternacional en la materia.

    Para contribuir a la difusin de los asuntosdebatidos, las ponencias centrales de esteseminario estn recogidas en este libro, ascomo algunas de las comunicaciones quese presentaron all.

    En el primer artculo,Mara Angeles Durnofrece una aproximacin y un panoramade la importancia que reviste social y eco-nmicamente el trabajo del cuidado, re-calcando el inters de asumirlo desde lascuentas nacionales, para hacerlo visible yposteriormente incluirlo en la agendade ac-cin de las polticas pblicas.

    El segundo trabajo, de Mercedes Pedrerode la Universidad Nacional Autnoma de

    Mxico, presenta una proyeccin de la de-manda de cuidados enAmrica Latina, quereafirma la importancia de potenciar pol-ticas de cuidados, y eso a pesar del bonodemogrfico del cual se benefician ac-tualmente los pases de la regin.

    A continuacin, Mara Isabel Garca yEduardoMoyano del Instituto de EstudiosSociales Avanzados (IESA-CSIC), expo-nen el modelo andaluz y sus propuestaspara desfamiliarizar la provisin de servi-cios de cuidados y por lo tanto potenciarla autonoma de las mujeres.

    Por su parte, RamnRamos, presidente delCentro de Investigaciones Sociolgicas(CIS), plantea una reflexin sobre la rele-vancia de los cuidados y de la dimensintemporal para la viabilidad de la existen-cia individual y social, as como sobre elvalor social que se les ha asignado hist-ricamente. Esta reflexin permite al lectorcomprender mejor la importancia que re-viste para nuestras sociedades el tema delos cuidados y del tiempo necesario parasu realizacin.

    En su artculo, Rosario Aguirre, de la Uni-versidad de la Repblica de Uruguay, nosgua a travs de la diversidad de la realidaddeAmrica Latina, tanto enmateria de con-ceptualizacin de la nocin del cuidado, suincorporacin en las polticas pblicas y enlos sistemas nacionales de estadstica,como en su traduccin a cambios reales.En su anlisis, Aguirre pone en relacin losavances en la voluntad de organizacin so-cial del cuidado e importantes cambios enlosmodelos de familias y de proteccin so-cial que se estn produciendo en las dife-rentes realidades nacionales. Cambios

  • Presentacin

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    que, no obstante, no han conseguidomo-dificar la desigual carga de los cuidadosque siguen soportando las mujeres.

    Desde el sector de la salud, Lilia Jara, dela Organizacin Panamericana de la Sa-lud (OPS), seala el importante, aunqueescasamente reconocido, trabajo de cui-dados de salud que realizan las mujeresen las familias, en complemento a la pro-visin de cuidados por parte de los sis-temas sanitarios. Adems, Jara alerta res-pecto de los cambios a futuro en la reginlatinoamericana en trminos demogrfi-cos y epidemiolgicos. La autora afirmaque stos incrementarn la demanda to-tal de cuidados sanitarios y que, sin unaadecuada planificacin, podran recaer enlas mujeres.

    Montserrat Daz, de la Universidad deOviedo, presenta en su artculo el intersde utilizar el hogar como unidad de anli-sis de la demanda y de parte de la ofertade cuidados. La autora propone realizarproyecciones a futuro de esta demanda yoferta para planificar las respuestas nece-sarias desde las instituciones pblicas de

    manera a sostener la calidad del cuidadoa nivel nacional.

    Por su parte, SoniaMontao, de la DivisindeAsuntos deGnero de la Comisin Eco-nmica para Amrica Latina (CEPAL), ofre-ce un balance de los principales avancespolticos enmateria de derechos humanosde las mujeres, incluyendo el esfuerzo devarios pases por asignar un valor al tiem-po en las estadsticas y en las cuentas na-cionales. No obstante, tambin lamentaque estos progresos en el mbito de la po-ltica pblica todava no han permitido su-primir los numerosos obstculos a los cua-les lasmujeres deben enfrentarse para con-seguir mayores cuotas de poder y de au-tonoma personal.

    Finalmente, se opt por abrir un espacio ajvenes investigadores en diferentes te-mticas relacionadas con el trabajo del cui-dado. En este ltimo apartado dedicado anotas de investigacin se exponen dema-nera resumida algunos hallazgos de inte-rs de estudios en proceso, con el fin de es-timular la reflexin y apuntar ejes nove-dosos para este campo.

  • 1.1. EL DESINTERS TRADICIONALDE LA MACROECONOMA POR ELCUIDADO NO REMUNERADO

    La eleccin del marco macroeconmicopara el anlisis del cuidado es una opcinno exenta de riesgos, ya que en todo elmundo los principales impulsores, fi-nanciadores, usuarios y creadores de opi-nin en torno a la macroeconoma sonlos Bancos Centrales y los Ministerios deFinanzas; precisamente, las institucioneseconmicas ms ajenas a la cotidianei-dad del cuidado. El desapego y desinte-rs de la macroeconoma hacia el temadel cuidado guarda paralelismo con elproceso seguido por la medicina mo-derna en relacin con los sujetos que pa-decen las enfermedades. Hasta el sigloXVIII, el desconocimiento de las enfer-medades produca la indiferenciacin delos enfermos; a quien se haca objeto decuidado era al pobre y no al enfermo, ylo que justificaba su atencin era el de-ber de caridad. Cuando la medicina ana-tomo-clnica y experimental logr obje-tivizar las causas de la enfermedad,tambin objetiv el cuerpo de los enfer-mos. La compasin no era una virtudasociada a la calidad cientfica, que bus-caba su propia excelencia a travs deldistanciamiento y relegaba esta y otrasvirtudes de menor rango hacia personalsubalternizado, como las enfermeras. Apartir de la segunda mitad del siglo XXse inici un cambio que, lentamente y to-dava en la actualidad minoritario, pre-tende devolver la centralidad al enfermo,

    frente a la enfermedad1. Un proceso si-milar es el que est siguiendo la econo-ma, que ha intentado objetivizar lasmercancas y los mercados a costa de ol-vidar que quienes producen y consumeno no llegan a acceder a los bienes y ser-vicios son seres humanos.

    Las tradiciones culturales respecto al cui-dado son diversas. En lenguajes tan apa-rentemente prximas en el contextomun-dial como el espaol, ingls o francs, lostrminos cuidado, care o soin noson directamente traducibles, lo que pro-voca problemas conceptuales y metodo-lgicos en la investigacin internacional.Antes de operativizar y llevar un concep-to a la investigacin emprica, es impres-cindible aclarar su contenido, el sentido enque se usa por los polticos, los investiga-dores, los profesionales de diversas disci-plinas, y la gente comn en su habla coti-diana. El care ingls se orienta al pen-samiento, a la atencin. El francs soinse utiliza frecuentemente en plural, lossoins, sealando su fragmentacin en di-versas tareas; es un conceptoms apega-do a la intervencin fsica o instrumental,que en sanidad se asocia fuertemente a laidea de soins infirmires. El espaol cui-dado deriva de la voz latina cogitare, pen-sar. El Diccionario de la Lengua Espaolalo define en primera acepcin como po-ner diligencia, atencin y solicitud en la eje-cucin de una cosa; en la segunda, comoasistir, guardar, conservar, y cita comoejemplos cuidar a un enfermo, la casa, laropa.

    1. EL TRABAJO DEL CUIDADO EN EL MARCO MACROECONMICO

    Mara ngeles Durn*

    * Profesora de Investigacin. Departamento de Economa CCHS. Consejo Superior de InvestigacionesCientficas.1 Lefve, C. (2006), La philosophie du soin. La Matiere et lesprit, n 4, Mdecine et philosophie, Univer-sit de Mons-Hainaut, abril 2006, pp. 25-34.

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  • 2 Durn, M.A. (1994). Viejas y nuevas desigualdades. La dialctica entre observadores y observados. Re-vista Internacional de Sociologa, n 8-9, pp. 61-89.

    La accin de cuidar no genera un sujeto,el cuidador, de tan amplia utilizacin. Esuna voz poco usada, que se utiliza sobretodo en el contexto deportivo para desig-nar a los preparadores fsicos, o se asimi-la a celador o vigilante. El Diccionario deUso del Espaol, de Mara Moliner, reco-ge losmismosmatices del cuidado que elDRAE, pero en la quinta acepcin lo defi-ne como atender a que ocurra o se hagauna cosa, o, por el contrario, a que no ocu-rra o no se haga. Cita como ilustraciones,entre otras, la mujer que cuida a los ni-os, ha venido para cuidar a su hija ocuidar de que todo est a punto.

    Dentro del hogar se sintetizan todos es-tos matices del cuidado como pensa-mientos y acciones encaminadas a pro-curar que algo ocurra o deje de ocurrir,como vigilancia y prestacin directa deservicios. Incluso se produce tambin otrafaceta del cuidado que los diccionariosidentifican como cuidarse y asimilan, enalgunos casos, a darse vida regalada.

    En sus aspectosms fsicos, el cuidado seaproxima a las funciones de cura y lim-pieza, o a las de vigilancia (evitar per-cances o enfermedades); sin embargo, elcuidado tiene tambin componentes pr-ximos a la gestin, a la representacin fa-miliar y a la comunicacin, que son dif-ciles de deslindar conceptualmente y, msan, de cuantificar en tiempos o asigna-ciones de valor.

    Las diferencias conceptuales se trasla-dan inevitablemente a la investigacin

    emprica. En las encuestas, la estimacindel tiempo dedicado al cuidado resultamuy afectada por el modo en el que elentrevistado interpreta lo que se le pre-gunta, as como su propia perspectiva einters sobre las respuestas ofrecidas alos observadores. No se trata de errores,ni dementiras, y los resultados son tanrigurosos como los que se obtienen pre-guntando con otra finalidad, desde otrasperspectivas o de otros modos. Lo quesucede es que la realidad social es mu-cho ms compleja que la simplificado-ra escisin a la que obligan las tomas dedatos (si/no), y a instancias del obser-vador externo los criterios de percepciny clasificacin varan considerable-mente. En cualquier cuestionario sub-yace un acuerdo semntico implcito, yun imperativo de ajuste al mismo. Afor-tunadamente, los cuestionarios que in-troducen temas o perspectivas pocousuales recrean la realidad al mismotiempo que extraen informacin sobreella, equilibrando o complementandootras visiones antiguas que slo por serdominantes (y, a veces, exclusivas) sehaban aceptado como las nicas ver-daderas2.

    La medicin del tiempo de cuidado nofsico es compleja, pero no puede pe-dirse a los entrevistadores ni a los en-trevistados que en el curso del fugaz in-tervalo de una entrevista modifiquen,creen o expliciten todos los matices deuna realidad que, como hemos visto,cubre un arco muy amplio de signifi-cados.

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    Mara ngeles Durn

  • 1.2. LAS FORMAS DEL CUIDADO:TRASLACIN ESPACIALY YUXTAPOSICIN TEMPORALCON OTRAS ACTIVIDADES

    Por tratarse de una actividad mental, unpensamiento o preocupacin, la actividadde cuidado es fcilmente compatible conotras actividades que no requieren con-centracin mental, por ello resulta tras-ladable a espacios aparentemente ajenosa los sujetos cuidados. El lenguaje reco-ge bajo la forma de dolores y quebra-deros de cabeza algunas preocupacionesque bien pueden ser originadas por loselementos ms conflictivos o difciles deresolver del cuidado, y que se producenantes, en medio y despus de las inter-venciones fsicas.

    La experiencia del trabajo extradomsti-co o del tiempo de ocio est veteada deyuxtaposiciones con otros tiempos de ac-tividad mental ajenos al motivo concretodel ocio o del empleo. Amenudo, el cui-dado se ejerce a distancia, por medio dela reflexin, el contacto telefnico o la ges-tin desde el propio centro de trabajo re-munerado. Esta traslabilidad de la preo-cupacin tiene importantes consecuenciasmetodolgicas: si el tiempo de cuidado sehace equivaler al de la prestacin de ser-vicios con un claro componente fsico (ba-ar, servir comidas, etc.) el tiempo dedi-cado resulta fcilmente perceptible, peromucho ms reducido que si se tienetambin en cuenta el cuidado de proxi-midad e interaccin, o, ms todava, el cui-dado de planificacin y previsin.

    El tiempo real de cuidado se yuxtaponefrecuentemente al tiempo vendido y no

    puede, por tanto, ser reconocido comotal, porque supondra una merma en eltiempo de intercambio estipulado. Muypocos trabajadores asalariados recono-cern que, en horas de trabajo remune-rado, su preocupacin se concentra en te-mas tan comunes como la reparacin delautomvil o el pago de la prxima liqui-dacin de impuestos: o, en ilustracionesque corresponderan al mbito de cui-dados, en la preparacin mental delmen de la cena, la lista de la compra delsbado o la cita con el tutor de los hijos.Sin embargo, todos estos son temas o ac-tividades de frecuente realizacin en loscentros de trabajo dentro de los horarioscorrespondientes al trabajo remunerado,tanto por parte de varones como demujeres.

    1.3. AUTOCUIDADO Y CUIDADODE OTROS

    La distincin entre autocuidado y cuida-do para otros es importante tanto con-ceptual como metodolgicamente. Al-gunos investigadores slo aceptan en sudefinicin de cuidado el aplicado a otros,lo que reduce considerablemente sucampo de observacin y sus estimacionesde la cantidad de cuidado que una so-ciedad necesita o produce. De modo si-milar a lo que sucede en la definicin deltrabajo domstico, si el criterio de al-teridad se aplicase de modo riguroso, elcuidado y el trabajo no pagado realizadode los hogares unipersonales no podraconsiderarse trabajo domstico ni cui-dado. Generalmente, el autocuidado noalcanza ese nivel de calidad excesivaque los Diccionarios asimilan a darse vida

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    El trabajo del cuidado en el marco macroeconmico

  • Mara ngeles Durn

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    regalada, o cuidarse, y que consiste enanteponer las inversiones de tiempo, di-nero y capital simblico en uno mismo,muy por encima de los otros. Al con-trario, el nivel medio de calidad del auto-cuidado tiene poco de excelencia, porquees caracterstico de los sujetos que no tie-nen quien les cuide ni que se ocupe deellos, y abundan especialmente entre lasmujeres con responsabilidades familia-res y entre quienes viven en hogares uni-personales: entre estos ltimos tambinsonmayora lasmujeres, y a la falta de cui-dados prestados por otros se aaden enelevada proporcin los problemas deriva-dos de la edad avanzada, la salud precariay la penuria econmica.

    Habitualmente, el cuidado se dirige a fa-miliares convivientes en el mismo hogar,pero en sociedades familistas el cuidadose extiende a familiares, amigos y veci-nos residentes en otros hogares.

    1.4. DEMANDANTES Y PRESTADORESDE CUIDADO: DIFERENCIASINTERNACIONALES

    El cuidado es un servicio, un flujo que ra-ramente puede acumularse como unstock. En cambio, los bienes previstospara atender al cuidado frecuentementeson stocks o patrimonios (por ejemplo,una vivienda), lo que plantea dificultadespara ajustar los unos y los otros.

    La capacidad econmica de los recepto-res del cuidado suele ser inversamenteproporcional a la necesidad de recibirlo.Hay cuatro grandes grupos de receptoresde cuidado:

    a) los niosb) los mayores de edad avanzadac) los enfermos dependientesd) los adultos que podran cuidarsepor s mismos pero por diversas ra-zones no lo hacen.

    La demanda de cuidado de los nios esintensa, y en la mayor parte de los casosslo pueden recibirla en calidad de do-nacin, aunque la legislacin establezcaque tienen derecho a ella y sean sus pa-dres u otros familiares los obligados aproporcionarla. Se trata de un contrato so-cial intergeneracional implcito, un inter-cambio diferido en el tiempo en el que losdones recibidos se devuelven a medio ylargo plazo o se trasladan a la generacinsiguiente.

    Las personas de edad avanzada que re-quieren cuidados los reciben como reci-procidad en el ya sealado contrato socialintergeneracional, pero tambin disponende otros recursos econmicos ms con-vencionales para atender a su cuidado, ta-les como patrimonio acumulado, rentasy distintos tipos de seguros, subvencio-nes y ayudas.

    Los enfermos y dependientes reciben elcuidado principalmente de sus familiares,aunque tambin disponen de recursoseconmicos para adquirir servicios en elmercado, directamente o a travs de se-guros pblicos y privados, y en ocasiones,de entidades sin nimo de lucro.

    En cuanto a los adultos de edades inter-medias, la forma ms comn de recibircuidados se basa en el contrato matri-monial, en la divisin de papeles econ-

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    micos entre cnyuges. En las sociedadesmodernas, este tipo de divisin del trabajogenera fragilidad para los cnyuges queasumen simultneamente absorbentesobligaciones laborales y familiares, lo queafecta especialmente a las mujeres.

    Amedida que la globalizacin avanza, lossistemas de prestacin de cuidados sehacen ms similares, y a ello contribuyela reduccin global de las tasas de na-talidad (se reduce la proporcin de de-mandantes de cuidados de corta edad)y el aumento global de la esperanza devida (aumenta la proporcin de deman-dantes de edad elevada). A pesar de estatendencia general a la homogeneiza-cin, las diferencias internacionales si-guen siendo enormes, tanto por lo quese refiere a la demanda de cuidados (can-tidad, distribucin por edades, zonasgeogrficas, sexo, rea rural y urbana,clases sociales, etc.) como a los sistemasprevistos para atenderla. En Latinoa-mrica predomina la demanda de cui-dados para la poblacin infantil, pero elrpido envejecimiento de la poblacin envarios pases latinoamericanos muestrala necesidad de anticiparse a las prxi-mas demandas sociales para poner losmedios imprescindibles para su solucin.En Europa y Japn, en cambio, ya pre-domina la demanda de cuidados para lapoblacin de edad avanzada. Algunospases de colosales dimensiones demo-grficas, como China, han iniciado unatransicin que en su primera etapa vie-ne acompaada por un fuerte bono de-mogrfico, pero aboca inevitablementeal envejecimiento y al cambio en la es-tructura de la demanda y oferta de cui-dados. Este tema es objeto de estudio de-

    tallado en la reciente investigacin Eltrabajo no remunerado en la economaglobal (Durn, 2011).

    La prestacin de cuidados es la cara com-plementaria de su demanda. No siemprese ajustan perfectamente, y existen de-mandas no satisfechas (incluso, ni si-quiera expresadas), igual que presta-ciones excesivas o rechazadas por aque-llos a quienes van dirigidas (especial-mente cuando conllevan internamientoo distintos grados de prdida de libertad,o cuando la oferta de cuidado es inefi-ciente).

    Los principales prestadores de cuidadosson los ciudadanos no especialistas, ensu mltiple condicin de familiares, ami-gos o vecinos; son los ejecutores del cui-dado no formalizado que se presta en loshogares. El segundo gran prestador decuidados es la Administracin Pblica,aunque no tanto por la prestacin directade los servicios como por la financiacinde los mismos o las facilidades otorga-das a los familiares para que los realicen.Las administraciones pblicas prestancuidados directamente a travs de susservicios pblicos, pero contribuyen a ga-rantizar el cuidadomediante los sistemasde pensiones de jubilacin, orfandad, en-fermedad, desempleo, permisos de ma-ternidad/paternidad y atencin a fami-liares dependientes, etc. Tambin eje-cutan polticas pblicas de ayudas, sub-sidios y transferencias directas en di-versas circunstancias.

    En cuanto al mercado de servicios, es unmercado de creciente importancia, cadavez ms internacionalizado. Por una par-

    El trabajo del cuidado en el marco macroeconmico

  • te, existe un gran mercado internacionalde cuidadores individuales y empleadosde hogar que prestan cuidado a personasdependientes. Por otro lado, existe otrogran mercado en creciente internaciona-lizacin de entidades aseguradoras pri-vadas y de empresas que prestan servi-cios de cuidado directamente, tanto en loshogares como en instituciones (residen-cias, asilos, colegios, centros de da,etc.). Tambin contribuyen a la prestacinde cuidados las empresas y entidadesproductivas que, por obligacin legal o ini-ciativa propia, proveen de das libres oventajas laborales a sus trabajadorespara que puedan atender a la conciliacinentre vida laboral y familiar, as como asu propio cuidado.

    1.5. EL SISTEMA DE CUENTASNACIONALES Y EL IMPACTODE LA VISIBILIZACIN DELCUIDADO NO REMUNERADO.

    Los recursos invisibles destinadosal cuidado

    Segn la Encuesta de Empleo del Tiem-po 2002-2003 del INE, el porcentaje demayores de dieciocho aos que diaria-mente prestan ayuda (cuidados) a adul-tos es 467%. Para la misma fecha, la En-cuesta de Uso del Tiempo realizada porel Grupo de Investigacin Tiempo y So-ciedad, del Consejo Superior de Investi-gaciones Cientficas, dedicada especfi-camente a medir el trabajo no remune-rado, ofreca cifras sensiblementems al-tas; un 945% de los mayores de diecio-cho aos declaraban ayudar (cuidar) aadultos mayores los das laborables. Se-

    gn la primera encuesta el tiempo me-dio dedicado por los que ejercan la ac-tividad de cuidado a adultos mayores era1 hora y 57 centsimas, en tanto que lasegunda encuesta ofreca un resultado de3 horas y 94 centsimas. Debido a que elobjetivo de la primera encuesta no eramedir el trabajo no remunerado y la se-gunda s, es probable que para estepunto de la encuesta seanms acertadoslos resultados de la segunda y que hayahabido infraestimacin en la primera.Pero incluso si se tomase solamente enconsideracin la encuesta del INE, elvolumen de horas dedicadas al trabajodel cuidado a lo largo del ao es tan ele-vado y de tan importantes consecuenciassociales y polticas que bien merece unserio anlisis desde la perspectiva ma-croeconmica.

    En la tabla adjunta pueden verse dife-rentes escenarios de adscripcin de valoral tiempo de cuidado: desde un valor in-ferior a la media del mercado informal deempleados de hogar por horas (genera-listas), fijado en seis euros/hora, hasta elvalor medio de la hora trabajada por losno asalariados en el sector de sanidad yservicios sociales (que es el ms prximofuncionalmente al cuidado). El rango devariacin es 86, y el gradiente va de 6 eu-ros por hora a 519 euros por hora.

    Cambio de perspectivas: qu cambiaren las Cuentas Nacionales?

    Si, como es previsible tras las reco-mendaciones de Naciones Unidas y loscambios legislativos en muchos pases,el trabajo no remunerado comienza a ha-

    16

    Mara ngeles Durn

  • Categora laboral equivalente Remuneracin

    1. Categora laboral ms baja del mercado 6 /hora2. Media de los asalariados de toda la economa* 174 /hora3. Media de los asalariados a tiempo completo del sector sanidad

    y servicios sociales para el mercado** 163 /hora4. Idem, para el sector de no mercado 228 /hora5. Idem, para los no asalariados, del sector de no mercado 519 /hora

    TABLA 1. Opciones de valoracin de la hora media de cuidado

    Fuente: Durn, M.A. (2008a): Integracin del trabajo no remunerado en el anlisis de los sectores de salud ybienestar social en La economa invisible y las desigualdades de gnero, Organizacin Panamericana de laSalud, Washington, (pp. 99-150).* Estimando en 1.500 el nmero promedio de horas anuales trabajadas a tiempo completo y tomando la remu-neracin total a asalariados y el nmero de empleos a tiempo completo registrados por la Contabilidad Nacional** Estimando en 1.500 las horas anuales trabajadas

    El trabajo del cuidado en el marco macroeconmico

    cerse visible en el marco de anlisis ma-croeconmico, el sistema de CuentasNacionales tendr que afrontar muchoscambios, no bastar con medir el tiem-po dedicado al cuidado y multiplicarlopor el valor/hora que se le adscriba. Latabla n 2 corresponde a la ContabilidadNacional de Espaa, publicada en 2010,y a continuacin se explorarn todos losconceptos y por ende, las magnitudes que tienen conexin con el cuidado noremunerado y actualmente no lo refle-jan. El avance en la preparacin de lascuentas satlites del trabajo no remu-nerado, as como su integracin en unsistema de cuentas nacionales amplia-do no es tarea sencilla sino compleja, enel que el avance se ir produciendo poretapas, del mismo modo que ha idoavanzando la formulacin y ejecucin delos sistemas contables que actualmen-te conocemos. En este proceso sern ne-cesarios muchos debates, propuestasconceptuales y metodolgicas, as comotoma de decisiones y acuerdos que,sin olvidar el realismo, faciliten la ho-

    mologacin y comparabilidad temporaly territorial. Las pginas siguientes secentran en el sector institucional de ho-gares, porque es el sector que concen-tra la mayor parte del cuidado. Para cadaconcepto se establece la proporcionali-dad entre su magnitud en el sector dehogares y en el conjunto de la economa,tal como ahora se conceptualiza. Estaproporcionalidad variar sensiblemen-te cuando se innove en la definicin, me-dicin e integracin del trabajo no re-munerado del cuidado.

    En la Contabilidad Nacional de Espaa,las cuentas integradas se dividen entre:a) corrientes; b) de acumulacin. Laopacidad del cuidado se puede consta-tar en todas las cuentas corrientes: pro-duccin, explotacin, asignacin de larenta primaria, distribucin secundariade la renta, redistribucin de la renta enespecie, utilizacin de la renta. Todasellas seran muy distintas si se tomara enconsideracin el cuidado no remunera-do.

    17

  • Mara ngeles DurnTABLA2.Loshogaresen

    laContabilidad

    NacionaldeEspaa,2009

    (millonesdeeuros)

    I.C

    uen

    tade

    pro

    ducc

    in

    Empleos

    Operacionesyotrosflujosysaldos

    contables

    AB

    %B/A

    %B/A

    BA

    Totaldela

    Totaldela

    econom

    aHogares

    Hogares

    econom

    aProduccin

    22,5

    435.703

    1.932.994

    Produccin

    demercado

    21,6

    354.927

    1.641.908

    Produccin

    parausofinalpropio

    93,2

    80.778

    86.666

    Otraproduccin

    node

    mercado

    0,0

    0204.420

    953.295

    168.450

    17,7

    Consumos

    intermedios

    74.215

    Impuestosmenos

    subvencionessobrelosproductos

    1.053.914

    267.253

    25,4

    Valoraadidobruto/Productointeriorbruto

    178.026

    50.576

    28,4

    Consumode

    capitalfijo

    875.888

    216.677

    24,7

    Valoraadidoneto/Productointeriorneto

    II.1.1

    Cuen

    tade

    explo

    taci

    n

    Empleos

    Operacionesyotrosflujosysaldos

    contables

    AB

    %B/A

    %B/A

    BA

    Totaldela

    Totaldela

    econom

    aHogares

    Hogares

    econom

    aValoraadidobruto/PIB

    25,4

    267.253

    1.053.914

    Valoraadido

    neto/Prod.interiorneto

    24,7

    216.677

    875.888

    516.799

    49.273

    9,5

    Rem

    uneracinde

    losasalariados

    403.254

    39.358

    9,8

    Sueldos

    ysalarios

    113.545

    9.917

    8,7

    Cotizacionessocialesacargode

    losem

    pleadores

    93.385

    9.539

    10,2

    Cotizacionessocialesefectivas

    20.160

    378

    1,9

    Cotizacionessocialesimputadas

    94.488

    4.943

    5,2

    Impuestossobrelaproduccin

    ylasimportaciones

    81.465

    Impuestossobrelosproductos

    18

  • 19

    43.396

    Impuestosdeltipovaloraadido(IVA)

    1.451

    Impuestosyderechos

    sobrelasimportaciones,excluido

    elIVA

    36.618

    Impuestossobrelosproductos,excluidoselIVA

    ylosimpuestossobrelasimportaciones

    13.023

    4.943

    38,0

    Otros

    impuestossobrelaproduccin

    -18.084

    -5.554

    30,7

    Subvenciones

    -7.250

    Subvencionesalosproductos

    0Subvencionesalasimportaciones

    -7.250

    Otrassubvencionesalosproductos

    -10.834

    -5.554

    51,3

    Otrassubvencionesalaproduccin

    284.9

    91

    42.7

    81

    15,0

    Exc

    eden

    tede

    explo

    taci

    n

    bru

    to175.7

    20

    175.7

    20

    100,0

    Ren

    tam

    ixta

    bru

    ta127.0

    61

    12.3

    91

    9,8

    Exc

    eden

    tede

    explo

    taci

    n

    net

    o155.6

    24

    155.6

    24

    100,0

    Ren

    tam

    ixta

    net

    a

    II.1.2

    Cuen

    tade

    asig

    nac

    in

    de

    lare

    nta

    pri

    mar

    ia

    Empleos

    Operacionesyotrosflujosysaldos

    contables

    AB

    %B/A

    %B/A

    BA

    Totaldela

    Totaldela

    econom

    aHogares

    Hogares

    econom

    aExcedentede

    explotacinbruto

    15,0

    42.871

    284.991

    Rentamixtaruta

    100,0

    175.720

    175.720

    Excedentede

    explotacinneto

    9,8

    12.391

    127.061

    Rentamixtaneta

    100,0

    155.624

    155.624

    Rem

    uneracinde

    losasalariados

    100,0

    516.673

    516.673

    Sueldos

    ysalarios

    100,0

    403.197

    403.197

    Cotizacionessocialesacargode

    losem

    pleadores

    Cotizacionessocialesefectivas

    100,0

    93.316

    93.316

    Cotizacionessocialesimputadas

    100,0

    20.160

    20.160

    Impuestossobrelaproduccin

    ylasimportaciones

    0,0

    091.545

    Impuestossobrelosproductos

    0,0

    078.522

    Otrosimpuestossobrelaproduccin

    0,0

    013.023

    Subvenciones

    0,0

    0-11.937

    El trabajo del cuidado en el marco macroeconmico

  • Mara ngeles Durn

    20

    Subvencionesalosproductos

    0,0

    0-5.707

    Otrassubvencionesalaproduccin

    0,0

    0-6.230

    254.154

    15.477

    6,1

    Rentasde

    lapropiedad

    26,4

    59.897

    226.703

    177.547

    14.644

    8,2

    Intereses

    17,4

    26.005

    149.330

    64.306

    00,0

    Rentasdistribuidasde

    lassociedades

    35,5

    22.944

    64.564

    535

    00,0

    Beneficiosreinvertidos

    delas

    0,0

    01.038

    inversionesdirectasdel/enelexterior

    10.625

    00,0

    Rentasde

    lapropiedadatribuidasalos

    asegurados

    1.141

    833

    73,0

    Rentasde

    latierra

    74,0

    844

    1.141

    1.029.541

    779.684

    75,7

    Saldo

    derentasprimariasbruto/Rentanacionalbruta

    851.515

    729.108

    85,6

    Saldo

    derentasprimariasneto/Rentanacionalneta

    II.2

    Cuen

    tade

    dis

    trib

    uci

    n

    secu

    ndar

    iade

    lare

    nta

    Empleos

    Operacionesyotrosflujosysaldos

    contables

    AB

    %B/A

    %B/A

    BA

    Totaldela

    Totaldela

    econom

    aHogares

    Hogares

    econom

    aSaldo

    derentasprimariasbruto/entanacionalbruta

    75,7

    779.684

    1.029.541

    Saldo

    derentasprimariasneto/Rentanacionalneta

    85,6

    729.108

    851.515

    100.564

    76.179

    75,8

    Impuestoscorrientessobrelarenta,elpatrimonio,etc.

    0,0

    0101.010

    157.010

    157.010

    100,0

    Cotizacionessociales

    0,2

    378

    157.407

    136.850

    139.850

    100,0

    Cotizacionessocialesefectivas

    0,0

    0137.247

    20.180

    20.160

    100,0

    Cotizacionessocialesimputadas

    1,9

    378

    20.160

    168.281

    378

    0,2

    Prestacionessocialesdistintasde

    las

    100,0

    168.328

    168.328

    transferenciassocialesen

    especie

    133.178

    00,0

    Prestacionesde

    seguridad

    socialen

    efectivo

    100,0

    133.225

    133.225

    5.050

    00,0

    Prestacionessocialesde

    sistem

    as100,0

    5.050

    5.050

    privadosconconstitucinde

    reservas

    21.220

    378

    1,8

    Prestacionessocialesdirectas

    delosem

    pleadores

    100,0

    21.220

    21.220

    8.833

    00,0

    Prestacionesde

    asistenciasocialen

    efectivo

    100,0

    8.833

    8.833

    227.686

    49.222

    21,6

    Otrastransferenciascorrientes

    28,7

    50.578

    215.824

    22.259

    15.164

    68,1

    Primasnetasde

    segurono

    vida

    0,0

    022.403

    22.403

    00,0

    Indemnizacionesde

    segurono

    vida

    75,9

    17.003

    22.496

  • 21

    El trabajo del cuidado en el marco macroeconmico117.735

    00,0

    Transferenciascorrientesentreadministracionespblicas

    0,0

    0117.735

    2.892

    00,0

    Cooperacin

    internacionalcorriente

    0,0

    01.618

    62.397

    34.058

    54,6

    Transferenciascorrientesdiversas

    68,3

    33.575

    51.572

    1.018.569

    716.179

    70,3

    Rentadisponiblebruta

    840.543

    665.603

    79,2

    Rentadisponibleneta

    II.3

    Cuen

    tade

    redis

    trib

    uci

    n

    de

    lare

    nta

    enes

    pec

    ie

    Empleos

    Operacionesyotrosflujosysaldos

    contables

    AB

    %B/A

    %B/A

    BA

    Totaldela

    Totaldela

    econom

    aHogares

    Hogares

    econom

    aRentadisponiblebruta

    70,3

    716.179

    1.018.569

    Rentadisponibleneta

    79,2

    665.603

    840.543

    142.070

    00,0

    Transferenciassocialesen

    especie

    100,0

    142.070

    142.070

    93.125

    00,0

    Prestacionessocialesen

    especie

    100,0

    93.215

    93.125

    820

    Reembolsos

    deprestacionesde

    seguridadsocial

    100,0

    8282

    1.603

    0Otrasprestacionesde

    seguridadsocialen

    especie

    100,0

    1.603

    1.603

    91.440

    00,0

    Prestacionesde

    asistenciasocialen

    especie

    100,0

    91.440

    91.440

    48.945

    00,0

    Transferenciasde

    bienesyserviciosno

    demercado

    100,0

    48.945

    48.945

    individuales

    1.018.569

    858.249

    84,3

    Rentadisponibleajustada

    bruta

    840.543

    807.673

    96,1

    Rentadisponibleajustada

    neta

    II.4.1

    Cuen

    tade

    uti

    lizac

    in

    de

    lare

    nta

    dis

    ponib

    le

    Empleos

    Operacionesyotrosflujosysaldos

    contables

    AB

    %B/A

    %B/A

    BA

    Totaldela

    Totaldela

    econom

    aHogares

    Hogares

    econom

    aRentadisponiblebruta

    70,3

    716.179

    1.018.569

    Rentadisponibleneta

    79,2

    665.603

    840.543

    819.206

    586.554

    73,5

    Gastoen

    consum

    ofinal

  • Mara ngeles Durn

    22

    728.624

    586.554

    82,2

    Gastoen

    consum

    oindividual

    90.582

    00,0

    Gastoen

    consum

    ocolectivo

    1.497

    00,0

    Ajusteporlavariacinde

    laparticipacinnetade

    los

    100,0

    1.497

    1.497

    enlasreservasde

    losfondos

    depensiones

    199.363

    131.120

    65,8

    Ahorrobruto

    21.337

    80.546

    377,5

    Ahorroneto

    II.4.2

    Cuen

    tade

    uti

    lizac

    in

    de

    lare

    nta

    dis

    ponib

    leaj

    ust

    ada

    Empleos

    Operacionesyotrosflujosysaldos

    contables

    AB

    %B/A

    %B/A

    BA

    Totaldela

    Totaldela

    econom

    aHogares

    Hogares

    econom

    aRentadisponibleajustada

    bruta

    84,3

    858.249

    1.018.569

    Rentadisponibleajustada

    neta

    96,1

    807.673

    840.543

    819.208

    728.624

    88,9

    Consumofinalefectivo

    728.624

    728.624

    100,0

    Consumoindividualefectivo

    90.582

    00,0

    Consumocolectivoefectivo

    1.497

    00,0

    Ajusteporlavariacinde

    laparticipacinnetade

    los

    100,0

    1.497

    1.497

    hogaresen

    lasreservasde

    losfondos

    depensiones

    199.363

    131.122

    12,4

    Ahorrobruto

    21.337

    80.546

    377,5

    Ahorroneto

    Cuen

    tas

    de

    acum

    ula

    cin

    III.1

    .1C

    uent

    ade

    vari

    acio

    nes

    delp

    atri

    mon

    ione

    tode

    bida

    sal

    ahor

    roy

    las

    tran

    sfer

    enci

    asde

    capi

    tal

    Empleos

    Operacionesyotrosflujosysaldos

    contables

    AB

    %B/A

    %B/A

    BA

    Totaldela

    Totaldela

    econom

    aHogares

    Hogares

    econom

    aAhorroneto

    377,4

    80.546

    21.337

    Transferenciasde

    capital,acobrar

    16,3

    5.143

    31.554

  • 23

    El trabajo del cuidado en el marco macroeconmicoImpuestossobreelcapital

    0,0

    04.231

    Ayudasalainversin

    18,4

    2.788

    15.124

    Otrastransferenciasde

    capital

    19,3

    2.355

    12.199

    Transferenciasde

    capital,apagar

    3,4

    -918

    -27.075

    Impuestossobreelcapital

    84,2

    -3.563

    -4.231

    Ayudasalainversin

    0,0

    0-11.257

    Otrastransferenciasde

    capital

    -22,8

    2.645

    -11.587

    25.816

    84.771

    328,4

    Variacionesdelpatrimonionetodebidas

    alahorroyalastransferenciasde

    capital

    III.1

    .2C

    uen

    tade

    adquis

    icio

    nes

    de

    acti

    vos

    no

    finan

    cier

    os

    Empleos

    Operacionesyotrosflujosysaldos

    contables

    AB

    %B/A

    %B/A

    BA

    Totaldela

    Totaldela

    econom

    aHogares

    Hogares

    econom

    aVariacionesdelpatrimonionetodebidasalahorroyalas

    328,4

    84.771

    28.816

    transferenciasde

    capital

    257.370

    67.110

    26,1

    Formacinbrutade

    capital

    252.961

    66.484

    26,3

    Formacinbrutade

    capitalfijo

    -178.026

    -50.576

    28,4

    Consumode

    capitalfijo

    4.409

    634

    14,4

    Variacin

    deexistenciasyadquisiciones

    menos

    cesionesde

    objetosvaliosos

    450

    -1.794

    Adquisicionesmenos

    cesionesde

    activos

    nofinancieros

    noproducidos

    -53.978

    70.023

    Capacidad(+)/N

    ecesidad(-)definanciacin

    Fuente:Elaboracin

    deM.A.Durn

    sobredatosde

    laContabilidad

    NacionaldeEspaa,2009,publicadaen

    2010

  • Las cuentas de acumulacin (cuenta devariaciones del patrimonio debido alahorro y a las transferencias de capital,cuenta de adquisiciones de activos no fi-nancieros), tambin resultan afectadaspor la cantidad, calidad y modo de pro-ducirse y distribuirse el cuidado.

    En la clasificacin de la actividad econ-mica realizada por la Contabilidad Nacio-nal, se clasifica la actividad econmica se-gn sectores institucionales; los principa-les son el S1 (Total de la economa), S14(Hogares), S13 (Administraciones Pblicas),S12 (Instituciones Financieras), S11 (So-ciedades no financieras) y S15 (Institucio-nes Sin Fines de Lucro que prestan servi-cios a losHogares). Entre ellos, al sector ho-gares le corresponde como una de sus fi-nalidades principales la de producir yconsumir cuidados.

    Aunque el impacto de la ausencia en elanlisis del cuidado segn instituciones esnotable en el sector de hogares, tambines importante en los restantes sectores ins-titucionales, que no aparecen detallados enla tabla. En menor medida, producen cui-dados las Administraciones Pblicas, lasSociedades no Financieras y las ISFLSH.Las nicas instituciones que permanecenrelativamente almargen del cuidado, y anas no del todo, son las instituciones fi-nancieras, que por otra parte juegan un pa-pel muy relevante en la produccin de in-formacin econmica.

    Respecto a las Administraciones Pblicas(S13), la Contabilidad Nacional establececuatro subsectores: la Administracin Cen-tral, las Comunidades Autnomas, lasCorporaciones Locales y las Administra-

    ciones de la Seguridad Socia. Todos estossubsectores intervienen en la produccinde cuidados y todos ellos seran modifi-cados si se aplicase a la economa una vi-sinms comprensiva de la realidad, queincluya el cuidado no remunerado.

    En la cuenta del sector Resto del Mundo,referida a los intercambios exteriores debienes y servicios, tambin tiene que re-flejarse el cuidado, tanto en importacinde servicios como en transferencias (ca-denas internacionales de cuidado, re-mesas). En algunos casos, la inmigracinocasiona una redistribucin de los servi-cios ofrecidos por las AdministracionesPblicas, y un reequilibrio en la contri-bucin a las cargas fiscales.

    Finalmente, como resultado de su pre-sencia en todos los subsectores, el cui-dado habra de reflejarse en la cuenta delTotal de la Economa.

    En la cuenta de bienes y servicios, la Con-tabilidad Nacional clasifica tres tipos deproduccin: de mercado, para uso finalpropio y de produccin no de mercado.Sin embargo, la produccin de cuidadosno se refleja salvo que sean producidospor el mercado o a travs del mercado.

    En las cuentas del total de la economa yde los sectores institucionales se detalla lavisin de la Contabilidad nacional sobre to-dos los sectores. Respecto a los hogares,se detalla la cuanta y procedencia de susrecursos, en qu se emplean y el ahorro re-sultante, pero no se toma en consideracinel cuidado no remunerado y su influenciasobre todas las magnitudes considera-das. Los conceptos bsicos son los de pro-

    Mara ngeles Durn

    24

  • duccin, consumo intermedio, impues-tos, subvenciones, valor aadido o pro-ducto interior bruto, consumo de capitalfijo, remuneracin de asalariados, cotiza-ciones, renta mixta, cotizaciones, presta-ciones, transferencias, renta disponible,consumo final, reserva de los fondos depensiones, variaciones del patrimonio de-bidas al ahorro y las transferencias de ca-pital formacin de capital, capacidad y ne-cesidad de financiacin.

    Todos estos conceptos adquieren una di-mensin diferente si se analizan desde laperspectiva del cuidado, especialmentedel cuidado no remunerado.

    En las cuentas de produccin y explotacinpor ramas de actividad, el impacto de la in-clusin del trabajo no remunerado o delcuidado ser heterogneo. Energa, in-dustria y construccin son ramas de acti-vidad relativamente ajenas al cuidado,por lo que no resultarnmuy afectadas, ytampoco es importante en la agricultura(salvo en la preparacin de alimentos). Encambio, el cuidado forma una parte esen-cial y no visibilizada de la ramade servicios:Administracin Pblica, educacin, sani-dad, actividades sociales y servicios per-sonales, hogares que empleanpersonal do-mstico, hostelera, alimentacin y trans-porte producen y consumen cuidados; in-cluso la rama inmobiliaria y la de inter-mediacin financiera, as como los servi-cios no demercado, producen y consumentanto servicios como bienes relacionadoscon el cuidado, que sin embargo no se ha-cen visibles en la lectura de las cuentas.

    En cuanto al consumo, la visibilizacin delcuidado requerir cambios en los regis-

    tros y clasificaciones. El COICOP es la cla-sificacin del gasto en consumo final delos hogares (acrnimo del ingles Clasifi-cation of Individual Consumption Accor-ding to Purpose), realizada por la UnitedNations Statistical Division, y permite a laContabilidad Nacional clasificar el gastoentre doce grandes grupos. Si el consu-mo de cuidado se visibilizase con claridad,afectara al apartado 1 (alimentos), al 4(especialmente al 4.3, sobre manteni-miento y reparacin de la vivienda), al 5(especialmente al 5.6, sobre bienes yservicios para el mantenimiento corrien-te del hogar), al 6 (salud), al 7 (transpor-te, utilizacin de vehculos personalespara transportar a otros), al 8 (comuni-caciones), el ocio (especialmente el 9.4,sobre servicios recreativos y culturales),al 10 (educacin, especialmente al 10.1 y10.2 sobre educacin infantil, primaria, se-cundaria), al 11 (hoteles y restaurantes) yal 12 (12.1, cuidados personales y 12.4,proteccin social).

    La inclusin del cuidado afectara a todaslas magnitudes agregadas (valor aadidobruto, rentamixta, puestos de trabajo, em-pleo equivalente, horas trabajadas, etc.), yaadira luz a los procesos de formacin decapital (por la reduccin de costes y por lareduccin de ingresos) y a las operacionescon el Resto del Mundo.

    La Contabilidad Nacional detalla el gas-to en consumo final de las Administra-ciones Pblicas por componentes y sub-sectores. Por componentes, la Adminis-tracin distingue entre los bienes y ser-vicios producidos por s misma y los queadquiere sin transformacin para trans-ferencias sociales en especie. Al primero

    El trabajo del cuidado en el marco macroeconmico

    25

  • le corresponde el 86% del consumo (ao2009) y al segundo el 14% restante. Si esteprincipio se aplica al cuidado, equivale adistinguir entre el cuidado directamenteproducido y el comprado a terceros. Porsubsectores, los 222.782 millones de eu-ros gastados por las Administraciones P-blicas en 2009 se distribuyeron as:

    Entre 2000 y 2009, el gasto en consumofinal de las Administraciones Pblicas (eu-ros corrientes, sin deflactar), ha aumen-tado un 54%, ms alto en las adquisicio-nes sin transformacin (50%). Las activi-dades de cuidado no se reparten por igualentre los cuatro subsectores, tienen ma-yor peso en las Comunidades Autnomasy en las Corporaciones Locales que en laAdministracin Central, cuyo principalgasto se destina a orden pblico y segu-ridad (30% del gasto) y a defensa (27% delgasto). En Espaa, el proceso marc unhito en 2002 y 2003 con la transferenciade competencias desde la AdministracinCentral a las Comunidades Autnomas.

    Consecuentemente, los cambios necesariospara el reflejo de las necesidades, deman-das y asignacinde recursos al cuidado ten-drnmayor impacto en la Contabilidad delos Comunidades y Corporaciones que enla de la Administracin Central.

    1.6. ENTRE LA ECONOMA Y LAS LEYES.EL CDIGO CIVIL Y LA BASE PARALA VALORACIN ECONMICA DELCUIDADO NO REMUNERADO

    La legislacin espaola sobre el cuidado,igual que la de muchos pases, est con-dicionada por su evolucin histrica. Es-pecialmente resulta condicionada por elpeso de las pocas en que el patrimonio,principalmente agrario, era ms impor-tante que las rentas del trabajo, y en lasque la esperanza de vida era muchomscorta que en la actualidad. Consecuente-mente, algunas disposiciones legales demxima importancia social, como el C-digo Civil promulgado en 1889 (que sal-vo algunasmodificaciones sigue en vigoren el siglo XXI), estn ms orientadas aregular las acciones relativas a los bien-es que a los servicios, y a las obligacio-nes de los padres respecto a los hijos de-pendientes que a la inversa.

    El cuidado recibe escasas menciones enel Cdigo Civil. Una excepcin es el art-culo 68, que regula las obligaciones en-tre cnyuges: Los cnyuges estn obli-gados a vivir juntos, guardarse fidelidady socorrerse mutuamente. Debern, ade-ms, compartir las responsabilidadesdomsticas y el cuidado y atencin de as-

    Administracin Central (S1311) 18%Comunidades Autnomas (S1312) 61%Corporaciones locales (S1313) 19%Administraciones de Seguridad Social (S1314) 2%

    TABLA 3. La distribucin del Consumo Final de las Administraciones Pblicas por subsectores

    Fuente: Contabilidad Nacional de Espaa, 2009, publicada en 2010.

    26

    Mara ngeles Durn

  • El trabajo del cuidado en el marco macroeconmico

    cendientes y descendientes y otras per-sonas dependientes a su cargo.

    Lo que quiz resulte sorprendente paramu-chos economistas, estadsticos o respon-sables de polticas pblicas, es que el C-digo Civil espaol ofrece una base legalpara la valoracin econmica del cuidado.Por influencia de este Cdigo, la legislacinvigente enmuchospases latinoamericanoscontiene disposiciones semejantes. El r-gimen econmico matrimonial ms fre-cuente en Espaa, donde tradicionalmen-te la incorporacin de lasmujeres casadasalmercado laboral ha sido escasa, es el desociedad de gananciales (regulado por losartculos 1.344 a 1410 del CdigoCivil) y si-gue sindolo en la actualidad. Histrica-mente, elmodelode estricta divisindel tra-bajo no se produca entre los campesinosms pobres, y tampoco entre los pequeoscomerciantes o artesanos, pero s en los es-tratos sociales que acumulaban pequeoso grandes patrimonios y necesitaban nor-mas que lo regulasen. Entre la detallada re-glamentacin del CdigoCivil destacan losartculos 1344 (Mediante la sociedaddega-nanciales se hacen comunes para los cn-yuges las ganancias o beneficios obtenidosindistintamente por cualquiera de ellos, queles sern atribuidos por mitad al disolver-se aquella) y 1.379 (Cada uno de los cn-yuges podr disponer por testamento delamitad de los bienes gananciales). Si, porponer un ejemplo, se disuelve por falleci-miento o divorcio el matrimonio com-puesto por un exitoso cirujano y un amadecasa sin empleo, la legislacin espaola en-tiendequeamboshanaportado lamitaddelpatrimonio obtenido en comn. En esen-cia, lo que esos artculos fijan es la equi-paracin, dentro de cada matrimonio, del

    valor del trabajo de ambos cnyuges; lle-vado a sus ltimas consecuencias, y con in-dependencia del grado de cualificacin, latecnologa utilizada para desarrollar el tra-bajo o la cantidad de tiempo dedicado, se-gnel CdigoCivil el valor atribuido a lo lar-go del ciclo matrimonial al esfuerzo apor-tadopor ambos cnyuges tiene idntico va-lor econmico. Lgicamente, lo quees equi-parable dentro de cada hogar habra de serequiparable para el conjunto de los hoga-res. Si se partiera de la hiptesis de que to-das lasmujeres casadas trabajasen exclu-sivamente para la unidad econmica fa-miliar y todos los hombres casados traba-jasen exclusivamente para el mercado, elvalor del trabajodeunas yotros sera elmis-mo. Y si se supusiera que el tiempo dedi-cado al empleo y al hogar es el mismo, elvalor estimado para la hora de trabajo re-munerada por el mercado laboral (inclu-yendo las rentas mixtas de trabajo y capi-tal) sera idntico al de la hora de trabajo noremunerado destinada a los hogares. Aun-que ambas hiptesis pueden refinarse, re-sulta innegable que la legislacin vigenteofrece una base para la valoracin iguali-taria del trabajo producido para el merca-do (remunerado) y para el hogar (no re-munerado).

    Todava hoy, las obligaciones econmicasde ayuda entre parientes siguen denomi-nndose deber de alimentos (artculos142 a 153), porque en la poca de pro-mulgacin del Cdigo Civil los alimentosconstituan el ncleo del consumo en loshogares. El Cdigo Civil impregna el con-cepto de deber de alimentos con lamonetarizacin de losmismos en formadepagos o pensiones, estipulando sus plazoscon claridad (art. 148).

    27

  • El artculo 142 provee una definicin am-plia del deber de alimentos, como lo in-dispensable para el sustento, habitacin,vestido y asistencia tcnica. A lo que esteartculo denomina indispensable, losartculos 143 y 148 se refieren de unmodoms estricto, como auxilios necesariospara la vida (art. 143), los que se nece-sitan para subsistir (art. 148). Sin embar-go, el Cdigo reconoce la relatividad delconcepto de necesidad, ya que la cuantadestinada a satisfacerla ser proporcio-nada al caudal o medios de quien los day a las necesidades de quien los recibe(art. 146) y se ajustar a las variaciones enlas necesidades, igual que en la fortuna desu proveedor. No es a la necesidad vital desobrevivir a lo que el Cdigo se refiere, sinoa las necesidades socialmente definidas; yesta distincin echa por tierra la idea deigualitarismo en la valoracin de las ne-cesidades de servicios en distintos tipos dehogares. Adems de los servicios bsicos,cada hogar necesita y produce otros ser-vicios que se corresponden con su caudalymedios, o lo que es lomismo, con su es-trato social de pertenencia. Por tanto, pre-visiblemente el valor de la produccin esdiferente en cada hogar. Esta perspectivaaade una nueva visin a la estudios rea-lizados hasta ahora sobre el valor de lo pro-ducido en los hogares, que se ha centradoen el nmero de horas de trabajo dedica-das, la cualificacin de quienes le dedicansu tiempo, el coste de oportunidad, y la pro-porcionalidad entre el valor de lo producidoen el hogar y los ingresos obtenidos fue-ra del hogar mediante rentas del trabajo,del capital y otras rentas.

    El Cdigo Civil se refiere principalmente ala satisfaccin del deber de alimentos por

    medio de dinero, ubicndolo en una eco-noma monetarizada en la que se aplicanconceptos como gasto (art. 142), pago (art.145) o ahorro (art. 148, 149), y en la que seestablecen plazos y previsiones contables(art. 145, 148). Pero el Cdigo Civil tambinreconoce la posibilidad de satisfacer el de-ber de alimentos mediante una frmulams tradicional y ajena almercado: el obli-gado a prestar alimentos podr, a su elec-cin, satisfacerlos, o pagando la pensinque se fije, o recibiendo ymanteniendo ensu propia casa al que tiene derecho a ellos(art. 149). En resumen, el Cdigo Civil re-conoce que el hogar es un taller que leg-timamente produce bienes y servicios almargen y como alternativa del mercado.

    La herencia es una institucin central en lassociedades en que el patrimonio juega unpapel econmico importante. En tantoque forman parte de unmismo tipo de ins-titucin econmica familiar, alimentos y he-rencia van inseparablemente unidos; porello el CdigoCivil dedica a la herenciamsde 400 artculos, los quemedian entre el art.657 y el 1087.

    En cuanto a la ejecucin del contrato fa-miliar implcito, el Cdigo establece loscriterios de prioridad entre las relacionesfamiliares, asimilando el deber de ali-mentar y cuidar con el derecho a heredarpatrimonio (art. 144):

    La reclamacin de alimentos, cuandoproceda y sean dos oms los obligados aprestarlos, se har por el orden siguiente:

    Al cnyuge. A los descendientes de grado msprximo.

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    Mara ngeles Durn

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    El trabajo del cuidado en el marco macroeconmico

    A los ascendientes, tambin de gra-do ms prximo. A los hermanos, pero estando obli-gados en ltimo lugar los que slosean uterinos o consanguneos. Entre los descendientes y ascen-dientes se regular la gradacinpor el orden en que sean llamadosa la sucesin legtima de la personaque tenga derecho a los alimentos.

    El Cdigo Civil no hace ningunamencinal gnero de quienes sufren la necesidado al de quienes han de hacer frente a laobligacin del deber de alimentos, esta-bleciendo implcitamente que es condicinindependiente o no relevante para ello. Elartculo 144 dice expresamente que cuan-do haya ms de un obligado a la presta-cin de alimentos, en la relacin entre des-cendientes y ascendientes se regular lagradacin por el orden en que sean lla-mados a la sucesin legtima de la personaque tenga derecho a los alimentos (art.144). Si sobre unamisma persona recae laobligacin de atender a varios alimentis-tas y no puede abarcarlos a todos, se se-guir el mismo criterio de priorizar el or-den de sucesin (art. 145). En este aspec-to, el Cdigo Civil necesita complemen-tarse con otras perspectivas de anlisiscomo la demogrfica y sociolgica, quemuestran la incidencia del gnero tanto enla formacin de los caudales como de lasnecesidades.

    Llevado al terreno del cuidado, hay que es-tablecer un paralelismo entre la salva-guardia de la fortuna personal y el derechoal propio tiempo, a la vida propia. Culesson los lmites en la obligacin de cuidar?Hasta dnde llegan los derechos y obli-

    gaciones del que necesita cuidados res-pecto a sus familiares, amigos, vecinos,conciudadanos (va impositiva), Adminis-tracin Pblica, y respecto a las Comuni-dades Autnomas propias y ajenas?

    El deber de proporcionar alimentos tieneslmites, tanto por el esfuerzo que exige alquehadeprestarlo comopor la justificacinmoral de quien los necesita. El Cdigo re-conoce que la cuanta de los alimentos esvariable (art. 146 y 147), establece lmites deedad para el deber de proporcionar edu-cacin (mientras sea menor de edad, art.142), de capacidad econmica (si la per-sona obligada legalmente a darlos no tu-viere fortuna bastante, art. 145) o sta seredujera (hasta el punto de no poder sa-tisfacer sin desatender sus propias nece-sidades y las de su familia, art. 152). El C-digo tambin marca los lmites de ade-cuacin moral; el derecho a recibir ali-mentos se pierde si la causa de la nece-sidad es imputable a quien los necesita(art. 142, 143), proviene demala conduc-ta o de falta de aplicacin al trabajo (art.152), o hubiera cometido alguna falta delas que dan lugar a la desheredacin.

    El cuidado es equiparable, pero no idn-tico, a la prestacinmaterial de alimentoso al abono de los gastos de educacin, ha-bitacin, vestido y asistencia mdica.Aunque puede trasladarse a terceros ymonetarizarse, el cuidado consiste bsi-camente en asumir responsabilidades yen la cesin del tiempo propio. Los cri-terios de disponibilidad de fortuna notienen correspondencia exacta en la pres-tacin de cuidados, ya que son los crite-rios de disponibilidad de tiempo y buenascondiciones fsicas ymentales los queme-

  • Mara ngeles Durn

    30

    jor podran asimilarse al caudal al queel Cdigo Civil se refiere.

    De especial inters para la determinacinde las reglas de prestacin del cuidado sonlos artculos 145 y 148, que prevn la con-tingencia de que no existan familiares f-cilmente identificables y dispuestos a asu-mir el deber de alimentos; esta circunstan-cia sepresenta con relativa frecuencia en loshospitales, por ejemplo en pacientes quehan sufridoun ictus uotra enfermedado le-sinque les deja gravemente incapacitadosy con la perspectiva de un largo perodo desupervivencia en condiciones de absolutadependencia. El artculo 145 plantea la po-sibilidad de que haya dos oms personascon igual obligacin de dar alimentos, porlo que los cuidados / alimentos se reparti-rn en cantidad proporcional a su caudalrespectivo. En circunstancias especiales opor urgente necesidad, el Cdigo admiteque el Juez podr obligar a una sola deellas a que los preste provisionalmente, sinperjuicio de su derecho a reclamar de losdems obligados la parte que les corres-ponda. Si los obligados a proveer ali-mentos falleciesen, el Juez, a peticin delalimentista o delMinisterio Fiscal, ordenarcon urgencia lasmedidas cautelares opor-tunas para asegurar los anticipos que hagauna entidad pblica u otra persona y pro-veer a las futuras necesidades (art. 148).

    Amodo de conclusin, hay que destacarque la preocupacin por los alimentos ylos bienes que permiten la subsistencia escaracterstica de las sociedades demogr-ficamente jvenes. La adscripcin a suspropios familiares de la solucin de los pro-blemas de quienes carecen de los ali-mentos imprescindibles, es tambin ca-

    racterstica de una sociedad poco indivi-dualizada, en la que la economa de los ho-gares gira en torno a los patrimonios en lu-gar de las rentas. Ni una ni otra condicinse producen ya en la sociedad espaola delsiglo XXI, una sociedad devenida indivi-dualista, postindustrial y sumamente en-vejecida. Por ello ha sido necesario pactarla Ley de Dependencia y por ello es im-prescindible avanzar en el anlisis de lasimplicaciones de todo tipo que conllevanlos derechos y deberes relativos al cuida-do. Y as sucede, tanto si en el plano ma-croeconmico se esperan aos de creci-miento y expansin como si, an conma-yor motivo, se atraviesan aos de estan-camiento y de reduccin de las rentas dis-ponibles pblicas y privadas.

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    Zambrano, I. (2000): Los tiempos invisiblesdel cuidado de la salud: Consideracionessociales, polticas y econmicas enDurn(dir.) La contribucin del trabajo no re-munerado a la economa espaola: alter-nativasmetodolgicas, Instituto de laMu-jer, Madrid, pp. 275-317.

  • Mara ngeles Durn

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    Zambrano, I. (2010): La valoracin eco-nmica del trabajo no remunerado comoreconocimiento de los derechos de lasmu-

    jeres ante el cuidado de la dependencia.Revista Econmica de Castilla-LaMancha,n 17, pp. 197-230.

  • 33

    2. DEMOGRAFA Y PREVISIN DE DEMANDAS DE CUIDADOS DELOS ADULTOS MAYORES EN AMRICA LATINA

    Mercedes Pedrero Nieto*

    * Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, Universidad Nacional Autnoma de Mxico.1 CEPAL: Amrica Latina y el Caribe. Observatorio Demogrfico. Ao IV, nm. 7, abril 2009.

    2.I. ANTECEDENTES

    En el Siglo XX se dieron grandes transfor-maciones demogrficas enAmrica Latina,en la primera mitad del siglo lo sobresa-liente fue la reduccin acelerada de lamortalidad. En sus ltimos tres decenios,lo demogrfico trascendental fue la reduc-cin de la fecundidad que estuvo acom-paada de una revolucin econmica-cul-tural, la incorporacin masiva de las mu-jeres almercado de trabajo. Lamortalidaden varios pases ha llegado a niveles bajoscon la expectativa de pocos cambiosmar-ginales, aunque como lo seala la CEPAL1

    existen importantes brechas en los nive-les demorbilidad ymortalidad, que son in-dicadores, entre otros factores, de las con-diciones econmicas adversas en las quevive parte de la poblacin yde la falta de ac-ceso equitativo a la atencin de la salud;sobre esto podemos puntualizar que lasbrechas se dan entre pases y dentro de lamayora de los pases.

    La fecundidad y la participacin han se-guido sus tendencias en el primer deceniodel Siglo XXI acompaados de la agudiza-cin del fenmeno de la migracin inter-nacional hacia regionesms desarrolladas.

    La reduccin de la fecundidad correspon-di a varios fenmenos: En primera instancia, demanda latentederivada de la reduccin de la mor-talidad infantil. Menos posibilidades de considerar alos hijos comomano de obra poten-cial (dada la reduccin de la agricul-

    tura y de la produccinmanufactureraartesanal). Exigencias de mayor inversin mo-netaria en la escolaridad de los hijos.Mayor escolaridad de lasmujeres queles abri horizontes y la posibilidad deproyectos de vida alternativos a lama-ternidad. Polticas antinatalistas promovidas portodo tipo de agencias, especialmen-te norteamericanas al inicio y despusadoptadas por los propios gobiernos. Publicidad que acompa a talespolticas que fueron ampliamente di-fundidas gracias a la expansin de latelevisin. Adopcin demedidas anticonceptivasque se facilit por el desarrollo los ser-vicios pblicos de planificacin fa-miliar del Sector Salud.

    El nmero promedio de hijos por mujerpasdemsde 6hijos pormujeres en 1970a menos de 3 en la actualidad.

    La incorporacinmasiva de lasmujeres almercado de trabajo, a partir de los aos se-tenta, ha obedecido a varios fenmenos.Entre los cuales, adems de la reduccinde la fecundidad podemos enumerar: Acelerado proceso de urbanizacinacompaado de la expansin de ser-vicios, donde tiene cabida lamano deobra femenina. Necesidad de las familias de contarcon ms de un salario, tanto por lamonetarizacin de la economa (re-duccin de autoconsumo, pago deimpuestos y gastos en transporte), re-

  • duccin de oportunidades de empleomasculino por cambios estructuralesde la economa (reduccin del empleoagropecuario e industrial), as comola prdida del poder adquisitivo de lossalarios de los proveedores econ-micos tradicionales (jefe del hogarhombre). Demanda de mano de obra baratapara maximizar las ganancias de lasempresas transnacionales, resultan-do ideal la femenina, para procesos in-dustriales parciales (maquiladoras,in-bond industries) frente a una nue-va divisin del trabajo internacionaldada la competencia de empresasaptridas. Avances de las luchas en favor de losderechos de las mujeres, en buenaparte resultadode losmovimientos fe-ministas, que abrieron oportunidadespara lasmujeres en mbitos antes ve-dados para ellas; demanera destaca-da se increment su escolaridad. Todo lo anterior conllev a cambiosculturales que coadyuvaron al incre-mento de la participacin femenina enel mercado de trabajo.

    Alrededor de los aos 70 la tasa neta departicipacin mediaba alrededor de 20por ciento. Arriagada (2010: 53) seala quede 1990 a 2007 pas de 37,9 a 52% lamas-culina descendi de 85 a 77%.

    2.2. DIMENSIN DEL PROBLEMADEL CUIDADO DE LOS ADULTOSMAYORES

    Frente a la dinmica demogrfica enAmrica Latina de los ltimos decenios an-tes descrita, se tiene la certeza del enve-jecimiento de la poblacin que planteagrandes desafos en las polticas pblicasy para la sociedad en su conjunto paraatender los cuidados que necesariamen-te se requieren.

    Dados los cambios en la fecundidad se po-dra pensar que disminuye el tiempo decuidado de los hijos2, y por lo tanto se li-bera tiempo para el cuidado de losmiem-bros de la tercera edad. Sin embargo, esaaseveracin resulta cuestionable por variasrazones. En primer lugar, en el cuidado devarios hijos se dan economas de escala,es decir el tiempo de atencin que se aho-rra por tener un hijo menos no es igual altiempo per-cpita de dedicacin; adems,en algunos contextos los hermanos ma-yores ayudan a cuidar a los pequeos;tambin se ha visto que amenor nmerode hijos se aumenta la atencin que se lesproporciona individualmente, especial-mente cuando se requiere apoyo en su for-macin escolar; por supuesto que todo va-ra de acuerdo al grupo social de perte-nencia. Por otra parte, sobre la posibilidadde tenerms tiempo disponible para el tra-

    2 En el seminario organizado por la Fundacin Carolina el 6 de junio de 2011, ocasin en que se presentparte de este documento, Sonia Montao de CEPAL hizo una observacin crtica, refirindose a todos lostrabajos presentados, incluyendo al presente, sobre la omisin de abordar el tema de cuidados de los me-nores. Observacin muy legtima, dada la importancia que an tiene el cuidado infantil en la regin y lascarencias existentes, quizs tal omisin fue una mala interpretacin de la invitacin recibida para elaborareste documento, y por la complejidad del problema no se pudo hacer la rectificacin oportunamente, perosin duda el tema de cuidados debemos abordarlo globalmente, considerando a todos los grupos de edady circunstancias que demandan cuidados especficos.

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    Mercedes Pedrero Nieto

  • bajo domstico, especficamente para cui-dados, no es realista dada la incorporacinmasiva de las mujeres al mercado de tra-bajo, porque son ellas quienes se encargande los cuidados principalmente. Por otraparte, las familias han cambiado, Arriagada(2009: 53) sostiene que las grandes trans-formaciones demogrficas, sociales, eco-nmicas y culturales han afectado las for-mas de constitucin y funcionamiento delas familias; estos cambios afectan al pro-blema que nos ocupa, y que abordaremosms adelante.

    En primer lugar, abordaremos la dimensindel envejecimiento de la poblacin enAmrica Latina del ao 1980 al 20303. En elCuadro 1 semuestran las proporciones delas personas en la tercera edad, con lmi-te inferior de 60 y 65 aos.

    Como se puede observar, la proporcin depersonas de 60 aos oms edadhapasadode 6,54% en 1980 a 10%a la fecha y se es-tima que llegar al 17 % en 2030.

    Los pases que conforman a la regin la-tinoamericana compartenmucha historiay la adopcin de polticas econmicas si-milares, pero desde sus orgenes han pre-sentado diferencias importantes, que se re-flejan en los procesos demogrficos. Se ha-bla de diferentes etapas de la TransicinDemogrfica, esquemaquedescribe la evo-lucin de la mortalidad y la fecundidad a

    3 Clculos basados en los cuadros publicados en CEPAL, 2009.

    Ao Proporcin Proporcin65 y + 60 y +

    1980 4,39 6,541985 4,49 6,761990 4,77 7,171995 5,19 7,592000 5,67 8,212005 6,20 8,912010 6,88 9,982015 7,76 11,392020 9,03 13,072025 10,50 15,022030 12,20 16,99

    CUADRO 1. Proporcin de la poblacin adultamayor respecto a la poblacin total en el con-junto de los pases latinoamericanos: 1980-2030

    Fuente: Clculos derivados de las proyecciones pu-blicadas en CEPAL, 2009.

    Pas Hombres Mujeres

    Cuba 28,73 33,01Uruguay 19,11 24,92Chile 20,75 24,50Argentina 15,63 21,69Brasil 17,05 20,69Costa Rica 17,39 19,36Mxico 16,51 18,58Colombia 14,77 17,74Panam 15,31 17,34Ecuador 14,60 16,65Venezuela 13,97 16,06El Salvador 12,12 15,67Per 13,36 15,45Rep. Dominicana 13,35 15,23Nicaragua 10,68 12,67Paraguay 11,24 12,38Bolivia 9,62 11,64Honduras 9,02 10,49Hait 8,44 10,06Guatemala 6,86 8,73

    CUADRO 2. Proporcin estimada para 2030 depersonas mayores de 60 aos segn sexo,

    en 20 pases latinoamericanos

    Demografa y previsin de demandas de cuidados de los adultos mayores en Amrica Latina

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  • travs del tiempo; transicin que ha sido di-ferente a lo largo de todo el continente. Lospases ms envejecidos son Cuba y Uru-guay y los ms jvenes son Guatemala yHait. La proporcin de mujeres es mayorentre la poblacin envejecida (Cuadro 2).

    Se ilustran muy bien las diferencias sicomparamos las pirmides de edad entrepases que se encuentran en los extremosen su proceso de envejecimiento; en estecaso contrastamos a Guatemala con Uru-guay. Primero se compara la poblacinpro-yectada para el ao 2030 deGuatemala conla registrada en 1980 de Uruguay. Se ob-serva que la de Uruguay en 1980 ya esta-ba ms envejecida que lo que se esperaparaGuatemala en 2030. Despus se com-paran ambas poblaciones proyectadaspara 2030, el contraste enms drstico porel agudo envejecimiento de Uruguay.

    Desafortunadamente, no se puede plan-tear transferencias de personas entrepases latinoamericanos, aunque en la ac-tualidad en cierta medida sucede entrepases subdesarrollados y pases conma-

    yor poder adquisitivo (Ecuador-Espaa;Mxico-EstadosUnidos). Entre pases slosucede entre pases limtrofes cuando haydiferencias econmicas importantes ydentro de los pases se presenta lamigra-cin rural hacia zonas urbanas dondeexisten grupos significativos conpoder eco-nmico. Sin embargo, es importante con-siderar que dadas las tendencias demo-grficas, el envejecimiento les va a llegara todos los pases.

    Hakkert y Guzmn (2004: 479) sealanque la capacidad para hacer frente a unnmero cada vezmayor de personas en latercera edad depende tanto de la capacidaddel Estado para generar y aplicar polticaspblicas de gran cobertura -especialmen-te en las reas de seguridad social y salud-como patrones de organizacin familiar.Veamos que posibilidades existen en estasdos instancias, primero consideraremos alas polticas pblicas.

    El semiestado de bienestar se intent es-tablecer entre el final de la Segunda Gue-rra Mundial y el principio de la dcada de

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    Mercedes Pedrero Nieto

    GRFICO 1. Pirmides de poblacin de Uruguay (1980 y 2030) y Guatemala (2030)

    Uruguay 1980 - Guatemala 2030

    Gruposde

    edad

    Proporciones

    Gruposde

    edad

    Guatemala y Uruguay, 2030

    -6,00 -4,00 -2,00 0,00 2,00 4,00 6,00

    90 y ms80 a 8470 a 7460 a 6450 a 5440 a 4430 a 3420 a 2410 a 140 a4

    Hom. Uru. 1980 Muj. Uru. 1980 Hom. Guat. 2030 Muj. Guat. 2030Proporciones

    -6,00 -4,00 -2,00 0,00 2,00 4,00 6,00

    90 y ms80 a 8470 a 7460 a 6450 a 5440 a 4430 a 3420 a 2410 a 140 a4

    Hom. Uru. 2030 Muj. Uru. 2030 Hom. Guat. 2030 Muj. Guat. 2030

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    los ochenta con las polticas sociales, la le-gislacin de familias y del trabajo, ascomo el desarrollo y la prestacin de losservicios pblicos de salud, educacin, vi-vienda, entre otros. Se tuvieron algunos lo-gros importantes aunque se concibieronconforme a una visin androcntrica de lasfamilias, en que el hombre es proveedornico (lo que hace que l sea el beneficia-rio directo de algunas prestaciones de la se-guridad social y las otras personas slo sonbeneficiarias en tanto familiares depen-dientes), la mujer es la cuidadora y los hi-jos y las hijas deben asistir a la escuela (Ju-sidman, 2010: 429).

    Sin embargo, las conquistas logradas hansufrido una involucin en cuanto a los de-rechos laborales de los trabajadores. Lospases que estaban a la vanguardia enma-teria de pensiones de vejez han entrado enel camino de su desmantelamiento; la si-tuacin es an ms dramtica donde sudesarrollo era incipiente, cuando irrum-pieron las polticas neoliberales comoel ca-mino a seguir por los poderes hegemni-cos. Slo basta observar a los pases delCono Sur que en la actualidad la cobertu-ra de pensiones supera al 60 por ciento; so-bresaliente el caso deUruguay con una co-bertura del 87 por ciento. La situacin pre-vista en el mediano plazo es grave al con-siderar la cobertura actual de los contri-buyentes a los sistemas de pensiones re-ducidos drsticamente, es especialmentedramtica en Argentina donde la propor-cin de contribuyentes a penas supera a untercio de la poblacin en edad de trabajar,lo que contrasta con el hecho de quems

    de dos terceras partes de las personas deedad avanzada tienen pensin actual-mente. Las cifras de Seguridad Social ha-blan por s mismas, en el Cuadro 3 semuestra que entre los 14 pases para loscuales se tuvo informacin4, cuatro de ellosno tiene cubierta ni a una quinta parte porla seguridad social. Slo dos pases tienenuna cobertura dems de lamitad, pero queno llega al 60 por ciento.

    A esta dramtica situacin hay que sumarlela consideracin de que las cifras slo sonpara un momento en el tiempo, para que

    Demografa y previsin de demandas de cuidados de los adultos mayores en Amrica Latina

    Pas Proporcin de Proporcin dePensionados Contribuyentes

    Uruguay 87,1 55,3Chile 63,8 58,2Argentina 68,3 34,6Brasil 85,9 45,2Costa Rica 36,6 46,6Mxico 19,2 38,5Colombia 18,6 22,2Ecuador 15,2 21,9Venezuela 23,9 35,1El Salvador 14,5 29,7Per 23,2 18,9Nicaragua 4,7 18,7Paraguay 19,6 13,9Guatemala 11,7 19,6

    CUADRO 3. Proporcin de pensionados respectoa la poblacin en la tercera edad y proporcinde contribuyentes a fondo de pensin de retirorespecto a la poblacin en edad de trabajar

    4 Es probable que la mayora de los pases que no cuentan con informacin estadstica, o no se tuvo acceso aellos, se encuentren en peores condiciones respecto a cobertura de seguridad social.

    Fuente: OIT, Departamento de Seguridad Social,datos recabados alrededor de 2008, son los ms re-cientes disponibles.

  • un trabajador conserve su situacin de am-parado por la seguridad social tiene que te-ner continuidad en su trabajo, lo cual esmuy incierto dadas las condiciones actua-les del mercado de trabajo global que do-mina internacionalmente.

    Es decir, en la actualidad no hay cobertu-ra amplia de las Seguridad Social que ga-rantice una pensin econmica a la ma-yora de la poblacin, incluso quienes tie-nen acceso a ella, para la mayora les re-sulta insuficiente para una vida digna,dado que su monto es sumamente bajo.Por otra parte, para la poblacin econ-micamente activa actual los salarios sonba-jos y la inestabilidad en el trabajo no per-mite poder hacer un fondode ahorros, ade-ms de que el dinero depositado en ban-cos pierde su poder adquisitivo. A esta si-tuacin de riesgo especulativo no slo es-tn sujetos se han incorporado los ahorrosindividuales, tambin estn bajo el riesgolas pensiones que antes eran manejadaspor el Estado, porque en varios pases eseha sido el destino de los fondos de pensinque se han trasladado a la banca privada(que incluso se puede declarar en quiebra);esa poltica se instal primero en Chile en1981, y le han seguido Per, Colombia, Ar-gentina, Uruguay, Mxico, Bolivia y ElSalvador; seguramente se han sumado re-cientemente algunosms a esta poltica enlos ltimos5. Los bancos especulan con losfondos de pensin y cobran comisiones ex-cesivas, adems con la privatizacin de losfondos de pensin se perdi el sustentoque se obtena con el clculo actuarial (losmuertos contribuan en beneficio de los so-

    brevivientes porque sus fondos de pensinque ya no usarn en su vejez cubren las delos ms longevos) adems de la respon-sabilidad del Estado del manejo de las re-servas financieras de esos fondos para pre-servar su valor real o compensarlo paramantener las pensiones ajustadas por la in-flacin.

    Las evidencias actualesmuestran que porahora los Estados no estn atendiendo a es-tas necesidades, ni siquiera lo consideranen sus agendas para un futuro cuya gra-vedad ya est en puerta.

    La poltica econmica aplicada en Latino-amrica (con excepcin de Cuba), con pe-queas variantes (modificada reciente-mente en el periodo presidencial de Lula)es de corte neoliberal todo dejado a lasfuerzas del mercado que ya se ha de-mostrado que el libre juego de los factoreseconmicos no es tal el pez ms grandese come a los pequeos.

    A la par se han adoptado polticas de sub-sidio a la pobreza, comomedidas de con-tencin de inestabilidad social, para des-movilizar a posibles movimientos quecuestionen la poltica econmica y con fi-nes de clientelismopoltico; pero que no in-ciden en el desarrollo econmico ni en elbienestar permanente de la poblacin. Setrata de subsidio al consumode corte asis-tencialista con efectos econmicos en elcorto plazo slo para una parte de la po-blacin, que no es lams pobre, porque seles asigna a pobladores de localidades dealmenos 5.000 habitantes, donde exista es-

    5 Ayala, 1995; Lora y Pags, 2000, publicaciones del BID, citadas por Hakkert, Ralph yGuzmn, JosMiguel (2004).No se pudo actualizar esta informacin oportunamente.

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    Mercedes Pedrero Nieto

  • cuela y acceso a serviciomdico, cosa quedeja fuera a losms pobres, quienes vivenen localidadesms pequeas, lo que hacepensar en demagogiams que buscar so-luciones reales y definitivas6; esta poltica,si bien beneficia a un sector de la poblacin,tambin ha tenido resultados perversos aldividir a las comunidades rompiendo la so-lidaridad que exista, al dividir a la pobla-cin entre beneficiarios y excluidos. Porotra parte, en algunas localidades se inicihace algunos aos un programa de esti-pendiosmonetarios para personasmayo-res de 70 aos sinms requisito que el desu edad y comprobacin de bajos recursos,pero no tiene una amplia cobertura ni po-blacional ni geogrfica.

    La poltica inducida desde los aos 80 porel Banco Mundial y el Fondo MonetarioInternacional sobre la estrategia de que elEstado tenga dimensiones mnim