103
0

El Sueño de La Oruga (2014)

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Novela corta sobre lo contradictorio que pueden ser las motivaciones para el ser humano.

Citation preview

Page 1: El Sueño de La Oruga (2014)

0

Page 2: El Sueño de La Oruga (2014)

1

El sueño de la oruga Por Ricardo Díaz Vázquez

© D.R: 2013 José Ricardo Díaz Vázquez

Primera edición digital 2013

ISBN: En trámite

Mamá: Si supieras los caminos por donde ha andado tu hijo,

Tal vez nunca lo imaginaste o tal vez porque lo imaginaste

Page 3: El Sueño de La Oruga (2014)

2

I

“¡Me lleva la chingada!”, gritó Julián después de haber girado la llave del encendido en

vano; ni el tablero ó las luces interiores respondían. Oprimió el centro del volante, el

claxon permaneció mudo. “Para acabarla de chingar, no traigo un pinche centavo. Faltan

dos días para la quincena, las tarjetas de crédito hasta el tope, “Esto sólo me pasa esto a

mí.” Marcó el número para auxilio vial, una grabación le contesto:

—Su llamada no puede ser completada por falta de saldo.

“Estoy bien pendejo, ¿Cuándo me convenció Fabiola de comprar este carro? Las

mensualidades me tienen jodido, falta un año y medio para acabar de pagarlo, por si fuera

poco, comenzó de nuevo a fregar con lo de la boda.”

Caminó del estacionamiento hacia las oficinas; pasaban de las seis de la tarde,

sudaba a chorros. Se aflojó el nudo de la corbata mientras un montacargas dejaba una

estela de negra humareda opacando la vista del letrero: Transformadores Del Alba S.A. de

C.V. Lo distrajo el tronido de un avión despegando a lo lejos; siguió pensando en cuál de

sus tarjetas de crédito podría cargar la batería nueva. Pasó por la recepción, donde la chica

del conmutador guardaba sus cosas alistándose para irse. Antes de llegar a su cubículo se

topó con Graciela.

—¿Juliancito? ¿Y esa carita?

A Julián se le retorcían los intestinos cuando esa mujer, tan sólo dos años mayor a

él, le hablaba en diminutivo.

—Falló la batería.

—Lástima, así son esos modelitos orientales, no como el mío, me ha salido tan

Page 4: El Sueño de La Oruga (2014)

3

bueno. No te desanimes, échale ganas, encuéntrale el lado bueno a todo —fijó una mueca

de sonrisa mientras movía las caderas enfundadas en una minifalda bajo la cual unas

torneadas piernas enfilaban hacia un cajón cercano a la puerta, en la única área techada del

estacionamiento.

“¡Pinche vieja, siempre chingando!”, pensó mientras en internet buscaba un

servicio de cambio de acumuladores a domicilio. Marcó, luego de contestar varias

preguntas sobre la marca, modelo del auto, le informaron la cantidad total resultante de

sumar los cargos por ir fuera de la zona de cobertura, el precio del acumulador y mano de

obra. No tenía otra opción, aceptar.

Disimuló su fastidio tratando de relajarse en la silla giratoria. Casi lo conseguía

cuando frente a su escritorio, casco de seguridad en la mano, pasó Miguel camino a su

lugar, proveniente del interior de la planta. Se detuvo en seco al verlo de reojo.

—Acuérdate no se pagan horas extras compañero

—No sirve la batería del carro.

—¿Cuánto tenía?

—Tres años, desde cuando salió de la agencia.

—Ya la tocaba fallar —Miguel se quitó la bata color gris con su nombre bordado

para colocarla en un perchero, descolgó una camisa, mientras la abotonaba movía la

cabeza.

—No esperaba este gasto —suspiró desanimado Julián.

—¿Quieres un aventón?

—Ya pedí por teléfono el servicio.

—Llama para cancelar, vamos a comprar una, te ayudo a cambiarla.

—Te lo agradezco, Miguel, mejor te molesto en otra más importante.

Page 5: El Sueño de La Oruga (2014)

4

—Como quieras. Luego no digas: Este no quiso cooperar. Te he visto preocupado

desde hace tiempo. Sí quieres cuéntame.

—Lo mismo de siempre: apenas vivo con mi sueldo, estoy ahorcado, debo hasta la

risa. Para acabarla, mi novia empezó de nuevo con la pregunta ¿cuándo nos casamos,

amorcito? —dijo imitando una voz chillona.

—Así son las viejas cuando quieren casarse. Tú y yo ganamos lo mismo, no

mantienes hijos ni mujer, se te va la lana como agua. La güerita esa tu novia también

trabaja, imagínate yo con sólo un sueldo en el hogar.

—Con Fabiola no cuento, todo se le va en pinturas, ropa, aretes, salones de belleza

y esas pendejadas.

—Entonces sí está difícil. Nos vemos, suerte.

Apenas se fue Miguel, pasó delante de él Mireya, la joven asistente del

departamento. Iba tan deprisa cargaba varios objetos en los brazos, uno de ellos se le cayó

sin ella notarlo.

—Tiraste un libro.

—Mañana me lo das, tengo mucha prisa, ya vinieron por mí.

Julián recogió el ejemplar. Grandes letras, colores vistosos formaban la portada de

“Éxito a tu alcance”, un libro de no más de 70 páginas, en la contraportada un tipo

cuarentón, vestido con traje oscuro de diseñador internacional e impecable corte de pelo,

se empeñaba en parecer interesante. Leyó un texto de la solapa interior:

¿El Amor, la Fortuna, la Bonanza no le sonríen como a otros? La respuesta es

simple: usted tiene miedo de ser un triunfador, un ser libre, un ganador, no se concibe así

en su mente, Usted es alguien especial, pero su inconsciente sabotea sus oportunidades de

triunfo. Yo te diré cómo romper las camisas de fuerza mentales, lastres personales

Page 6: El Sueño de La Oruga (2014)

5

anclando el surgimiento de un líder, un fuera de serie, poderoso, la persona con quien ha

soñado ser siempre.

Luego, cuando pasó a la semblanza, se entero cómo Zenón Sáenz fue en un inició

vendedor de aspiradoras de puerta en puerta en la capital, hasta ese día cuando cambió su

actitud, arrancando una ruta ascendente: de jefe de vendedores de enciclopedias, llegó a

gerente de ventas de seguros, después fue director de ventas de terrenos, más tarde

presidente de una compañía de cosméticos. Lo mejor apenas estaba por venir: la

coronación de su carrera al convertirse en motivador, líder espiritual de miles de personas

quienes realizaron un cambio positivo en sus vidas al aplicar las técnicas recomendadas

por Zenón en conferencias, ahora ese material podía consultarse en formato impreso. En la

otra solapa se anunciaban más libros del autor, videograbaciones, discos compactos, la

Agenda del éxito seguro, incluso una línea de afiches para reforzar los mensajes

adquiridos.

Julián vio el precio marcado: no era ninguna ganga.

Sonó el teléfono: el guardia de la puerta solo atinó a decir con voz aguardentosa;

— Aquí lo busca uno de una camioneta de baterías.

Fue hasta donde estaba el técnico; le indicó el auto averiado, lo acompañó, abrió el cofre,

lo dejo haciendo su labor. Volvió a acomodarse en su escritorio, los pies sobre la cubierta,

tratando nuevamente de relajarse. Iba a hojear el libro, pero otro timbrazo se lo impidió. Al

levantar el auricular, escuchó una voz sobrecargada de dulzura:

—¡Hola!, ¿cómo está mi cosita más preciosa?

“Nada más esto me faltaba”, pensó Julián.

—No estoy bien del todo, falló la batería del carro, estoy sin dinero...

Su novia no lo interrumpió.

Page 7: El Sueño de La Oruga (2014)

6

—Basta no sigas, me vas a mandar pura mala vibra. Sólo llamé para decirte cuanto

te amo, tú en lugar de decirme lo mismo me mandas pura mortificación, ¡cómo me

maltratas!

—Está bien. Ahora estoy muy ocupado, ¿hablamos luego?

—Andas bien negativo, cosita. Te tengo una noticia, te va a alegrar, no me aguanto

tanto. Mis amigas van a ir el sábado con sus novios al Expresso Bar, un lugar nuevo de

comida italiana, de lo más prendido, Se debe reservar con una semana de anticipación.

Como el novio de Chiquis conoce al gerente, consiguió lugar para todos este sábado, me

hablaron, faltaban dos lugares en la mesa para completarla, pensaron en mi, acepte a

nombre de los dos les agradecí el detalle.

—Fabiola, no traigo un centavo, tengo muchos pagos por hacer, seguro ahí los

precios han de estar por las nubes.

—Tú siempre con el tema del dinero. Cada vez cuando te digo mis deseos de

pasarla bien, sales con lo mismo. Deberías de agradecerme mi actitud con mis amigas.

—Mejor luego hablamos.

Se escuchó un sollozo en el auricular.

—No entiendo, te gusta hacerme sufrir —siguió con voz entrecortada—, te

encanta hacerme sentir mal, me cortas la iniciativa cuando mi único deseo es ayudarte.

—Discúlpame, Fabiola, he tenido un día terrible; lo siento de verdad.

—Tan contenta hasta te hablé para darte la noticia, tú me maltratas, lo disfrutas…

—Debo cortar, luego hablamos.

No le dio tiempo a ella de decir algo; todavía tenía el teléfono en la mano cuando

volvió a timbrar.

“¿Ahora quién chingados será?”, pensó Julián.

Page 8: El Sueño de La Oruga (2014)

7

La misma voz aguardentosa de hacia un rato ahora anunció.

—Ya terminaron de cambiarle la batería.

Julián sacó una tarjeta, se persignó con ella, se encaminó a la recepción.

Suspiró con alivio cuando el técnico confirmó la aceptación del cargo por el

servicio. Decidió llevarse el libro escrito por Zenón Sáenz. Nuevamente repasó cómo

pagar las deudas. Con rápidos movimientos del volante se fundió con la interminable

caravana de faros enfilados de la periferia al centro de Monterrey. Al ver la gran masa

mecanizada desplazándose delante de él a vuelta de rueda, se preguntó: “¿Tendrá toda esta

gente las mismas broncas mías, o seré el único pendejo así?”.

Page 9: El Sueño de La Oruga (2014)

8

II

Al estacionarse frente al edificio de condominios, enfilo hacia los edificios, por el sendero

se topo con una chica delgada de piel morena clara; el cabello rizado caía sobre los

hombros desnudos, usaba mini falda de la cual salían unas piernas torneadas sobre unos

tacones caminando aprisa. Le sonrió tímido, la muchacha le correspondió en forma franca,

disfrutó oliendo la estela de perfume dejada a su paso, volteo la cabeza, la vio abordar un

taxi. Camino a su departamento no dejó de pensar en ella. Dio vuelta a la llave dentro de la

cerradura, el rechinido de las bisagras le dio la bienvenida.

“Está bien buena la vecina, como para sacarle platica, a ver sí se puede hacer algo

mas. De seguro iba a reunirse con otras amigas para tomar café o cenar, después seguro a

un antro a reventarse, de haber sabido no la dejo tomar un taxi, la llevo a donde quisiera a

ver si se armaba algo luego con ella”. Su mente viró en forma involuntaria hacia Fabiola.

Ya no era como al principio; entonces la podía llevar a la cama cuando a él se le antojaba.

Pero cuando empezó con insinuaciones de contraer matrimonio, él a no hacerse aludido,

los contactos íntimos empezaron a espaciarse; habían pasado meses desde la última vez.

Fabiola le brindó la oportunidad de poder escapar de la monotonía —todos sus amigos

estaban casados—, se resignó a convivir sólo con las amigas de ella y sus novios, era el

mayor del grupo, en un círculo de relación cada vez más estrecho, frustrante. La

costumbre ya era un plomo.

Calentó en el microondas los restos de la cena de ayer. Mientras comía, vio el libro

sobre la mesa de lámina donde cenaba.

—Total no tengo otra cosa por hacer

Page 10: El Sueño de La Oruga (2014)

9

Al abrirlo, las frases lo capturaron:

Ahora estás tomando la decisión más valiosa de tu vida.

La mayoría no vive, sólo vegeta en un mundo sin expectativas, parte de la masa

amorfa, viviendo contenta con ser mediocre.

Todos envidian a los fuertes, poderosos, pero pocos están dispuestos a pagar el

precio del éxito. ¿Tú estás dispuesto?

La diferencia única entre los pocos triunfadores y el gran montón de perdedores

radica en lo siguiente: Los primeros tomaron el control de su vida. Un día decidieron ser

amos y señores de su destino, no dejaron a nadie decidir por ellos.

Si decides triunfar, si tu deseo es superior a tu resignación, entonces aún puedes

enfilar la embarcación de tu vida hacia playas paradisíacas donde la felicidad es la

moneda de uso corriente.

¿Te ves en el espejo y no estás satisfecho con el reflejo? Muchos no están de

acuerdo con su imagen, pero en lugar de aceptar el reto de cambiar para tomar el camino

correcto para permitirles construir lo anhelado, deciden mejor amoldar su pensamiento,

su manera de ser de acuerdo con lo reflejado.

Para lograr éxito en tu vida, hoy debes decidirte a triunfar. Inflámate con un

deseo, con un frenético anhelo por la obtener la victoria...

Julián sentía como si todo hubiera sido escrito para él en particular.

Devoró la tercera parte del libro, hasta cuando involuntariamente sus parpados se

cerraron; después soñó seguir leyendo.

— o —

—Por fin llegaste: tenemos junta con los de producción.

—¿En la planta?

Page 11: El Sueño de La Oruga (2014)

10

—No, guey, en una alberca con edecanes y tomando whisky.

—No seas mamón.

—Ándale, guey, vámonos. Por el patio del almacén corre algo de aire. ¿Ya supiste

lo del licenciado Gutiérrez? Al parecer no vuelve.

—A ver, cuenta más.

—Gutiérrez dice sentirse cansado: ha estado en la empresa desde cuando vivía y la

dirigía el papá del director. Prefiere retirarse, vivir de lo ahorrado, lo conoces, además por

algo lo tenían de gerente administrativo, por tacaño. Al parecer con lo del infarto casi no la

cuenta de nuevo, estará vacante esa gerencia —dijo Miguel

—Me imagino el licenciado Del Alba tiene al remplazo.

—Ésa es la bronca, De Alba no esperaba lo del retiro así de repente; le hizo la

lucha para conservarlo más tiempo, como el viejo conoce todos los manejos, pero no hubo

poder para lograr hacerlo cambiar de opinión. Aparte de pichicato es terco.

—Por fin contaste algo bueno, no las pendejadas de siempre

—Luego de la junta va a ser hora de comer, ¿comemos juntos?

—No traje, no tengo lana, me voy a echar una soda con unos fritos.

—Te invito, a mí me pusieron un chorro de tacos.

—Me da pena, han sido muchas bateadas.

—No hay vergüenza suficiente para aguantar el hambre, no te hagas del rogar.

Vamos a darle rápido a la junta.

— o —

Después de comer, Julián comenzó a distribuir las copias del reporte semanal en las

oficinas. Cuando llegó al escritorio de Graciela, lo dejó en una charola. Con el tono de voz

habitual para quienes ocupaban una posición inferior a la de gerentes, ella le dijo:

Page 12: El Sueño de La Oruga (2014)

11

—Juliancito, mira las fotos de mi último viaje, fui a Cancún, salieron bien. La

cámara digital te da imágenes preciosas, mira como salí.

Era un ritual luego de volver de vacaciones, paseos de fin de semana, cualquier

evento para evidenciar como podía darse lujos. Si mostraban indiferencia recibían como

castigo el no tener en adelante un acceso fácil al director de la empresa; ella diría siempre

con un tono de voz rayando en lo infantil: Esta ocupado, regresa luego.

—¿Conoces esas playas, Juliancito?

—Sí, fui cuando me gradué con todo el grupo.

—Pues está muy cambiado, si vas hoy no lo reconocerías.

Julián sonrió forzado mientras pensaba: “Pinche vieja, sólo lo suyo está bien”.

—Mira, Juliancito, te diré como lograrlo: Debes de hacer una alcancía, cada

quincena destinar una cantidad, cuando tengas suficiente, también podrás ir de vacaciones

a Cancún. Hay planes de viaje económicos, hoteles no tan lujosos como ése de las fotos,

ahí donde me alojé, pero la playa es la misma. Puedes andar por ella como todo mundo,

pasarla bien, no le hace si vas de forma austera.

Julián estaba a punto de estallar. La forma como esa mujer se dirigía a él le

molestaba aún más; pero contuvo su rabia.

—Pues sí, estaría bien ir. Me voy a repartir los reportes.

Se alejó del escritorio de Graciela con el sabor de la bilis en la boca. Cuando llegó

a su lugar, al verle Miguel la expresión en su cara, se extrañó.

—¿Te pasó algo?

—Esta vieja cabrona de Graciela. Una hueva con esa obligación de decirle a fuerza

alabanzas de cómo sale en las fotografías de sus viajes.

—Si, ya las vi, de perdido salió en traje de baño. Tiene buena pierna, de esa gallina

Page 13: El Sueño de La Oruga (2014)

12

todavía se saca algún caldo. Bueno, voy a la planta.

El teléfono fracturó su concentración cuando alimentaba datos en la computadora.

Al levantar el auricular, una ametralladora de palabras chillonas le hirió los tímpanos:

—No hablas, no te importo, no me buscas.

—Fabi, mi amor, estaba un poco depre, no salí del depa.

—No te creo, no debería llamarte luego de haberme colgado el teléfono.

—Vamos a vernos esta noche —dijo él en tono conciliador.

—Llévame a cenar.

“Otro gasto, pero si digo algo se vuelve a encender.”

—Luego podemos ir al depa, ¿cómo ves? —aventuró en tono meloso.

—No empieces, no traigo humor para eso, además ando en mis días.

— o —

A la salida, el embotellamiento de automóviles era de mayor intensidad a lo

acostumbrado. Dos carriles eran ocupados por una grúa colocando un anuncio

panorámico.

Su desesperación por no avanzar se transformó en furia; maldijo la grúa, el tráfico,

sus deudas, su trabajo, a Fabiola. Recordó el libro. Tenía razón el autor: estaba así sólo por

su culpa.

Page 14: El Sueño de La Oruga (2014)

13

III

—¿Hasta cuándo seguirá esa mujer controlándote? Si de reconciliarse se trataba, la

hubieras llevado a comerse unas enchiladas. Te salió cara la ocurrencia de ida al sushi.

¿Sabe cuánto ganas y tus deudas?

—Cuando quiero hablarle de eso, me cambia el tema de inmediato.

—¿Cómo le harás para pagar todo eso? Debes hasta la risa.

—Estoy pagando el mínimo, cuando llegue el aguinaldo lo pagaré todo.

—Cuando llegue el aguinaldo, vas a deber otro tanto igual. Párale al gasto, pídele

a tus papás o un préstamo a la empresa; eres como los jugadores empedernidos, no pueden

dejar de apostar, tú no puedes dejar de tener deudas —dijo en tono serio Miguel.

—No digas pendejadas, ¿a quién le gusta deber? Además, mis papás están para

ayudarles, a la empresa ya le debo dinero —Julián contestó molesto.

— o —

Al mediodía, salió a efectuar sus pagos; todos los lugares a donde fue estaban saturados.

Regresó a su oficina media hora después de la hora de entrada. Encontró dos papeletas

pegadas a la pantalla de su computadora; le pedían se reportara. Como una avalancha

sorda cayeron sobre su escritorio los papeles de sus manos, se dirigió a la oficina de su

jefe.

—Espérate, no entres.

—Tus recados decían urgente.

—Sí eran urgentes, pero está en una llamada.

Julián permaneció en silencio, de pie a un lado del escritorio de Mireya. La mujer

Page 15: El Sueño de La Oruga (2014)

14

se puso a hacer otra cosa; luego observó su teléfono, una luz dejó de destellar.

—Ya terminó, puedes entrar.

—Te tardaste demasiado, Julián, ¿Estabas en el baño con diarrea?

—Fui hacer unos pagos. Había mucho tráfico aparte filas muy largas a donde fui.

—Ni hablar. Pero siéntate, Julián. Te he estado buscando por lo siguiente, me

llamó hace más de una hora el licenciado Del Alba: nos asignarán el pedido de reguladores

para las computadoras del nuevo sistema tributario. La orden nos ocupará toda la

capacidad de la planta durante seis meses, debemos completar las entregas en cierta fecha,

ponte a sacar las listas de todo los materiales necesarios para la producción, compras debe

empezar las negociaciones. Se trata del modelo RC-4. No podemos fallar; es el pedido más

grande recibido, se necesita un esfuerzo extra.

Julián aprovechó el silencio al terminar su jefe de hablar, preguntó:

— ¿Sabe usted quién ocupará el lugar del licenciado Gutiérrez?

— ¿Te interesa esa posición?

—Pues sí, es la gerencia administrativa.

—Hablaré con el licenciado Del Alba, se te tomará en cuenta. El día de hoy, no

salgas a tu hora normal de salida, debes reponer el tiempo de tu llegada tarde.

— o —

Julián encontró a Miguel camino a su escritorio.

— ¿Te dijo el jefe lo del pedido?

—Sí, claro. Al final de la plática le pregunté por el sucesor de Gutiérrez.

— ¿Dijo algún nombre?

—Aún no se escoge el reemplazo, pero me preguntó si me interesaba ser tomado

en cuenta en el proceso de selección.

Page 16: El Sueño de La Oruga (2014)

15

—De seguro dijiste sí.

—Pues claro, no estoy tan güey.

—Pues me da gusto por ti, Julián, pero no te hagas muchas ilusiones.

—No seas envidioso, cabrón.

—Para nada, pero ¿de cuando acá Arroyo ande tan dispuesto a ayudar a los

subordinados?

—No seas tan negativo.

—Te “amarró la zanahoria” al frente, así le hacen con los burros, empiezan a

caminar, pero nunca la alcanzan; a ti te darán cuerda con eso.

—¿Tú crees?

—Pareces nuevo. Nos vemos luego; voy a la planta.

— o —

Fabiola llamó antes de salir, le comento sobre el festejo es noche del cumpleaños de una

de compañera de trabajo. Julián agradeció en su fuero interno no verla; eso significaba no

gastar esa noche. Podría terminar de leer el libro.

Page 17: El Sueño de La Oruga (2014)

16

IV

Se despertó hasta el mediodía del sábado. Se desveló terminando el libro. Su conclusión:

Sus problemas se debían a lo siguiente, todos quienes lo rodeaban habían decidido por él.

Era hora de hacer algo por sí mismo.

Su refrigerador estaba vacío; decidió visitar la casa paterna.

— o —

Llegó, saludó a sus padres. Les dijo sólo llegar un momento para ver cómo estaban,

cuando su madre le sugirió comer con ellos, Julián accedió en el acto.

Durante la comida hablaron de trivialidades. De pronto, su madre le dijo con tono

de preocupación:

—Hijo, mira cómo estás flaco.

—Peso lo mismo, mamá.

—Sí por lo menos tuvieras una mujer para atenderte, estaría tranquila.

—Estás como Fabiola, siempre en la primera oportunidad saca lo del matrimonio.

—Mujer, matrimonio y mortaja del cielo bajan —fue la aportación del padre, sin

dejar de comer añadió—: No me preocupa si vives por tu cuenta, mientras no te hagas

viejo, ya sabes: soltero maduro...

—Papá, me ofendes, yo no le hago a eso.

—Mi hijo, yo nada más decía.

Terminada la comida, inventó una excusa para irse de inmediato, prometiendo otro

día volver para estar más tiempo con ellos.

Mientras manejaba de regreso a su departamento, su celular timbró.

Page 18: El Sueño de La Oruga (2014)

17

—¿Fabi?

—Si no te llamo, tú no hablas en todo el día. Nos veremos con las otras parejas a

las nueve de la noche, ¿te acordabas de eso o no?

—No, no se me ha olvidado, ¿cómo crees? —mintió.

—Ni me has preguntado cómo me fue ayer, eres un desconsiderado.

—Voy manejando, mejor paso por ti al rato y estamos juntos aquí en el

departamento. Me tienes muy desatendido.

— Tengo que ir al salón de belleza, pues si estuviéramos casados, no tendrías ese

problema.

En cuanto terminó la llamada, siguió pensando lo leído en el libro. Estaba inquieto

por no saber cómo pagar sus deudas, también por sentir no haber hecho nada importante

con su vida; deseaba ser otra persona, alguien diferente a quien había sido.

Al llegar, volvió a ver a la vecina de las piernas torneadas; esta vez traía minifalda.

Sin importar lo apresurado de su caminar, la joven le dirigió un ligero guiño de ojo. Julián

la contemplándola embobado. “Puro filete y yo pasando hambres”, pensó. Faltaba mucho

para la cita, como no tenía otra cosa en mente, por no dejar tomó el libro, releyó

fragmentos.

— o —

Fue por Fabiola a la hora acordada.

—¡Estás guapísima!

—Pasé toda la tarde en el salón de belleza —repuso ella sin ocultar su orgullo.

Julián no encontró tema de conversación en el trayecto; hizo referencia a la

reunión con su jefe, sobre la posibilidad de ser considerado para ocupar la gerencia

administrativa.

Page 19: El Sueño de La Oruga (2014)

18

—Si no lo pides, no te la ofrecen. ¿Cuánto gana un gerente?

—Como el triple de mi sueldo.

—¡Te imaginas! Podríamos casarnos pronto, sin ningún problema. Debes de

conseguir esa promoción a como de lugar. ¿Para cuándo deciden? ¿Sabes quién decidirá?

¿Has hecho los suficientes méritos? —el interés de Fabiola casi rozaba la excitación.

—Será pronto, la decisión la toma el director, también es el dueño—mientras decía

esto, llegaron al Expresso Bar. Julián dejó el automóvil en manos de un acomodador.

Las otras dos parejas los esperaban ya dentro. Héctor, su novia Chiquis, Armando

y Susana, su prometida la mejor amiga de Fabiola. Luego de saludase fueron a la mesa, se

sentaron, comentó Chiquis:

—¡Cuánta gente!, miren la fila de espera —de alguna manera, presumía así la

amistad de su novio con el dueño, gracias a ella los seis estuviesen ya cómodamente

instalados.

—Éstos son negocios —afirmó, tautológico, Armando.

—Es por la novedad, vamos a ver si luego sigue igual —fue la aportación de

Julián a los comentarios.

—Siempre sales con lo tuyo —le susurró Fabiola.

Luego de disfrutar de los aperitivos, ordenaron la cena. Fabiola anuncio su visita al

tocador, haciéndoles una seña con las cejas a sus amigas, ellas la siguieran. Apenas

cruzaron la puerta del tocador, dijo entre grititos:

—Me moría de ganas de decirles...

— o —

—Cómo se tardaron. ¿Había fila para entrar al baño? —preguntó Armando.

—No sé entiendo la razón de ir todas juntas al tocador —dijo Héctor.

Page 20: El Sueño de La Oruga (2014)

19

Los platillos fueron servidos tan pronto ellas se sentaron. Mientras cenaban, hubo

miradas y sonrisas de complicidad entre ellas, mientras los varones se miraran entre sí

extrañados. Armando resaltó:

—Algo se traen éstas, cuenten, para saber todos.

—Nos dijo Fabi, muchas felicidades, Julián, por lo de tu ascenso —dijo Susana

con una gran sonrisa.

Julián masticaba un bocado de pasta, por poco se ahoga al escuchar las

felicitaciones de algo ya dado como confirmado.

—Tranquilo, hombre, toma un poco de agua —auxilió Armando.

—Se nos ahogue el nuevo gerente administrativo —bromeó Chiquis.

—A ver, ¿cómo está eso?, te lo tenías bien calladito, Julián —comentó Armando.

—Propongo un brindis para festejar el éxito de Julián —dijo Héctor mientras

levantaba su vaso, todos lo seguían en la acción; Fabiola no cabía de contenta.

—Esperen un momento, creo existe una confusión. Estoy siendo tomado en

cuenta, pero aún no me han dado el puesto —dijo Julián mientras se reponía de la tos.

—Mejor no brindamos, si no luego se salan las cosas —comentó Armando, quien

añadió—: Pero cuéntanos todo.

Disimulando su enfado, lo consideraba una mala pasada de Fabiola, les explicó a

grandes rasgos lo sucedido en su trabajo. Cuando terminó de hablar, Susana dijo:

—¡Actitud!, de eso se trata todo: mentalidad positiva, acciones concretas, como lo

dice Zenón Sáenz en uno de sus libros. Debes actuar como si ya te hubieran dado el

puesto; demuéstrales, tú eres la persona indicada.

—Sus ideas me parecen muy válidas —Julián confirmó el conocer al autor.

—¡Lo has leído! ¡Está lo máximo! Te da la receta para ser feliz —exclamó

Page 21: El Sueño de La Oruga (2014)

20

Susana, emocionada por haber encontrado eco en alguien.

Al escuchar hablar su novio sobre algo considerado tan valioso por su amiga,

Fabiola se mostró interesada en el tema.

—La verdad yo no les creo mucho a esos merolicos —dijo Armando—: Quieren

quitarte dinero, al final no te dan nada.

—Si gratis te lo dan, gratis desprecias. Las cosas deben costarte para valorarlas,

sentir cómo pudiste lograr algo antes no hecho; eso refuerza tu confianza en ti para lograr

metas elevadas en tu vida. Así lo dice Zenón Sáenz, ¿verdad, Julián? —sentenció Susana

en calidad de sacerdotisa motivacional.

—Mi papi dice: Querer es poder —comentó Fabiola.

—Debes repetir las cosas, decirlas muchas veces para materializarlas como uno las

quiere —intervino Chiquis; nadie deseaba mantenerse fuera de la participación de

conceptos acerca del tema.

—Del dicho al hecho, hay mucho trecho —dijo Armando, quien ante las miradas

reprobatorias dirigidas por las mujeres, decidió no decir nada más al respecto.

—El espíritu negativo generado por uno es el principal obstáculo —pronunció una

Susana inspirada, repetía como mantras las ideas.

—Eso le digo a Julián de la mala vibra: ese negativismo se percibe a veces cuando

hablamos siento como me lo transmite, luego veo todo negro, cuando un instante antes

estaba bien —Fabiola deseaba aportar sus vivencias dentro de la conversación.

Nadie prestaba atención a la comida. Julián pensaba en lo todo lo dicho; de

sentirse molesto con su novia, había pasado a un estado de reflexión; ahora veía más

viable la promoción. El mesero se acercó a ofrecerles café y postres.

El cambio en los sabores contribuyó al fluir de las ideas. Todos reforzaban lo

Page 22: El Sueño de La Oruga (2014)

21

expuesto; el estado era de una euforia colectiva, cuyo torrente arrastraba a los

participantes.

Llegó la hora de la cuenta. Héctor la tomó, la iba a dividir entre tres, cuando

Armando dijo:

—Yo pago lo de Julián y Fabiola, por lo de su ascenso.

—Por favor no, de ninguna manera —dijo el aludido.

—Nosotros invitamos, cuando te hayan dado el nombramiento formal, nos invitas

tú —propuso Héctor, los demás asintieron.

—Bueno, está bien: es un trato—afirmó sonriente Julián, convencido de su futuro

éxito.

Esa cena no le causó un fuerte desembolso como lo pensaba, sólo gastó en la

propina para el acomodador de autos. Al arrancar, Fabiola preguntó:

—¿A dónde vamos, amorcito?

—Te llevo a tu casa

—Es temprano, invítame a tomar algo a tu departamento.

Apenas entraron, ella comenzó a besarlo. La puerta se cerró a sus espaldas; la luz

penetraba del exterior lo suficiente para reconocerse. Ella lo llevó hasta el sofa.

—Saca los condones, mi amor.

Comenzaron en el sofá; terminaron en la alfombra.

—¿Te gustó, amorcito?

Tendido de espaldas, con la cabeza de su novia posada sobre su pecho, pensó en

los postulados de Zenón Sáenz. Aún no era gerente administrativo y ya había obtenido

beneficios; era cierto eso, el secreto del éxito consistía sólo en proponerse uno alcanzarlo.

Con esa actitud, el triunfo llegaba incluso sin ir buscarlo.

Page 23: El Sueño de La Oruga (2014)

22

V

El timbre del teléfono rompió al mediodía la quietud de un apacible sueño concebido en la

madrugada, al regreso de dejar a Fabiola en su casa.

—¿Cómo amaneció mi amorcito? Aquí en mi casa todos te apoyan, están muy

contentos de tu logro —dijo una voz en un tono excesivo de ternura.

Julián hizo esfuerzos por emerger del mar de somnolencia donde su pensamiento

estaba hundido. No le gustaba el matiz tomado de los acontecimientos. Una cosa era

Fabiola diciéndolo a sus amigas como ocurrencia, luego los novios de ellas lo hubieran

celebrado, pero otra muy diferente su familia aceptándolo como un hecho.

—Fabi, por favor, no sigas diciendo a todo mundo eso. Te repito: sólo estoy

postulado, me están tomando en cuenta, supongo hay algunos otros.

—El negativismo, el miedo a triunfar, eso tiene atadas a la mayoría de las

personas, bien me lo dijo Susy; ella me lo comento hace rato.

Julián maldijo el momento cuando se le ocurrió contarle sobre su probable

ascenso. En un principio creía favorable sobre Susana también supiera de la existencia del

dichoso motivador, ahora se le revertía. Decidió cambiar el tema.

—Fabi, lo de anoche estuvo sensacional, ¿no te gustaría repetirlo hoy?

—Te espero a las cinco de la tarde en el café “La Nada”. Te tengo una sorpresa.

Permaneció acostado luego de terminar la llamada, recreando el momento de

intimidad de la noche anterior, esperando una sorpresa de ese tipo por parte de Fabiola.

Julián sintió hambre; encontró en la alacena una solitaria lata de frijoles con carne,

luego se duchó y vistió.

— o —

Page 24: El Sueño de La Oruga (2014)

23

Fabiola lo esperaba en el establecimiento, acompañada de Susana, quien tenía a su lado las

obras de Zenón Sáenz aparte folletos.

—Susy nos hace el favor de acompañarnos para reforzar lo platicado anoche. Ella

de buena gana quiere colaborar con nosotros.

Apenas se sentó a la mesa de madera rústica, sin darle tiempo de decir algo,

Susana comenzó a explicar, señalándolo con el dedo índice:

—En realidad lo importante, debes creer para poderlo hacer, no sólo decirlo con

los labios sino afirmarlo con el corazón, con total convencimiento pleno de lograrlo; con

fe para poder generar toda esa aura de energía positiva la cual trabaja sin notarlo,

ordenando el universo a su favor. Dime, Julián, ¿realmente quieres ser gerente

administrativo?, ¿lo deseas con todas las fuerzas de tu mente, corazón y ser?

Las dos mujeres lo miraban de la misma forma como se espera a un médico decir

si alguien está vivo o muerto. Julián nunca en su vida, fuera del sexo, había deseado tanto

algo como ser gerente administrativo; toda su existencia futura dependía de esa decisión:

necesitaba alcanzar esa promoción para ser alguien en el mundo. Apretó los puños; las

venas de su cuello saltaron por la emoción. La respuesta afirmativa brotó con fuerza de su

pecho; se sentía igual al recién nacido cuando da su primer grito.

Las dos mujeres exclamaron de alegría, se pararon de sus sillas, lo abrazaron.

Fabiola lo besó en la boca, Susana se asió fuertemente a él, de las mesas vecinas surgieron

miradas extrañadas, pero fuera del asombro de unos segundos, nadie les prestó mayor

atención.

—Mi amor, lo sabía, dentro de ti existe un triunfador.

Con lágrimas en los ojos, Susana dijo como si declamara:

—Poca gente había visto en la vida con tanta convicción, tú mismo no te habías

Page 25: El Sueño de La Oruga (2014)

24

dado cuento potencial posees. Has dado el paso más importante de tu vida, estoy orgullosa

de haber sido testigo del nacimiento de un gran líder. Éste es el mismo camino seguido por

los iluminados, han hecho historia, como Jesucristo, Mahoma, como Gandhi. Primero no

te debe faltar de leer ningún libro de Zenón Sáenz, tendrás una idea completa de todo el

mapa mental cuyo trazo debes completar; así tú inconsciente podrá hacer realidad los

deseos.

— Me faltan libros ¿Puedes prestármelos?

—Ahí está la primera trampa tendida por tu antigua manera de ser: si no te los

presto, va a pensar: Susana es la culpable de mi falta de progreso. Por eso debes de

adquirirlos; si te los prestan, no disfrutarás el esfuerzo de haberlos conseguido.

—No lo había visto de esa forma.

—Cuando leas los libros, sentirás como si Zenón Sáenz te hablara a ti en

particular, pone a tu disposición todo su conocimiento, su experiencia, él tiene una misión

especial, única, ayudar a los demás a lograr ser felices.

Julián asentía con la cabeza cuando Susana terminaba cada frase.

—Debes trabajar en cual es tu imagen proyectada al mundo, es reflejo de tu

interior. Así mostrarás en realidad quién eres, quienes te traten, verán alguien seguro de

obtener en la vida únicamente el éxito, nunca menos. No es el arreglo personal en sí, es tu

reflejo, como lo usas, la forma de portarlo. Muestra quién realmente eres, desecha lo

anterior, eso forma parte de la antigua forma de ser; de ahora en adelante vestirás sólo lo

más exclusivo, demuestra estar habituado a la excelencia.

—No tengo dinero para renovar mi guardarropa.

—Debes encontrar la manera de hacerlo, es tu primer reto: hacer las cosas cuando

éstas parecen imposibles, buscar dentro de ti, no te límites. Toda tu imagen debe ser

Page 26: El Sueño de La Oruga (2014)

25

renovada, será la forma de gritar al mundo: Soy alguien único, especial e irrepetible, quien

ha decidido tomar control de mi vida, enfilar el destino por encima de la mayoría. Toma

nota de lo todo.

Luego se dirigió a Fabiola: Tú papel en todo esto era sumamente importante.

Debes auxiliar a Julián, animarlo a hacer las actividades para enfilarlo hacia el fin último;

en una palabra, serás como su sombra, la tentación de rendirse empezaría a atacarlo sobre

todo en las etapas iniciales, las más peligrosas.

Susana hacía pausas para tomar café mientras adoctrinaba a Julián.

—En adelante, cada vez cuando te topes con cualquier persona no será una

casualidad, sino una oportunidad del destino para cimentar la construcción del gran

edificio de tu futuro. Debes dejar huella en todos quienes te rodean. Deben sentir esa

fuerza emanada de su interior como un manantial de energía inagotable. Debes de invertir

comprando los libros de Zenón Sáenz, la Agenda del éxito seguro, el juego de videocintas

con la guía práctica del resto de tu vida, los discos compactos con mensajes, las tarjetas de

motivación para reforzar las ideas. Todo esto es necesario para estar inmerso en la actitud

de cambio; además puedes pedir el material por teléfono. Aquí está el número, es una línea

sin cargo para quien llama; toma estas hojas del catálogo, señalé todo lo necesario. Cuando

pregunten quién te recomendó, dales por favor mi nombre.

Mañana debía hablar temprano, podía pagar con tarjeta de crédito. Entre más

pronto tuviese todo, así de rápido sería su ascenso.

Las horas pasaron, sin cambio en la conversación. Los comensales llegaban,

consumían, se iban. Cerca de las dos de la mañana sólo ellos permanecían. Al momento

cuando el encargado del establecimiento les anuncio la hora de cierre, Julián pagó la

cuenta, abultada por una las numerosas horas de consumo.

Page 27: El Sueño de La Oruga (2014)

26

—Yo llevo a Fabi, Julián, su casa esta en mi camino de regreso.

—Mi amorcito, estoy tan orgullosa de ti, mañana hablamos

El automóvil de Susana estaba enfrente del café. Julián pensó en la buena suerte

para conseguir un buen lugar tan cerca del establecimiento donde ya apagaban sus luces

exteriores. Debía de ser por la actitud positiva.

De regreso a su casa repasó algunas de las ideas. Primero debía conseguir fondos

para su cambio de imagen. Recordó: “No existe límite para la capacidad”. Si uno se lo

proponía, era fácil encontrar el camino por donde las cosas salgan.

— o —

— Eres afortunada en tener un novio como Julián —comentó Susana—. No es como el

mío, él considera esto puras tonterías y para mí es importante.

—Al parecer Julián ahora sí se convertirá en mi galán, dejará de ser mi peor es

nada.

Page 28: El Sueño de La Oruga (2014)

27

VI

A Julián le urgía llegar a su trabajo para mostrar su imagen renovada. Se puso el traje

usado para las bodas. Al conducir su auto se repetía a sí mismo: “actitud, mentalidad

ganadora, liderazgo, soy un campeón, un campeón, un triunfador. Proyectar seguridad,

fuerza de carácter, convicción”.

— o —

Instalado en su escritorio, como si estuviera planeando una operación de conquista militar,

anotó todo por adquirir para reforzar su nueva imagen: trajes, ropa casual, zapatos,

corbatas, más pensaba, más la lista crecía de tamaño.

Una hora después comenzó a repartir los reportes de producción. En lugar de ir

apresurado, como de costumbre, se tomó su tiempo; parecía como si estuviera en una

pasarela. Graciela, extrañada, lo contemplo cuando llegó a dejar el reporte para el gerente

general.

—Juliancito, ¡vienes muy guapo!, ¿dónde es la boda?

Ahora no le molestó oír su nombre en diminutivo.

—De esas veces, Gracielita —remarcó la última palabra

—Mi nombre es Graciela.

—Cuando te enojas, hasta guapa te ves, no importa si se te marcan arrugas.

Le entregó el reporte en la mano, dio media vuelta, dejándola sin habla. Julián

estaba sorprendido de sí mismo.

Graciela lo siguió con la vista. “Juliáncito anda muy alzado, cómo si fuera otro”

— o —

Page 29: El Sueño de La Oruga (2014)

28

—¡Julián Huerta!

—Mi amorcito, hasta para contestar el teléfono te escuchas diferente, te felicito.

Ya tengo la solución para resolver lo de tu guardarropa. Te veo a las siete de la tarde en la

entrada de Valle Oriente, la de la avenida.

— o —

A la hora de la comida, Miguel asomó la cabeza por arriba del panel divisorio.

—¿Nos vamos a comer?

—Espérate un rato, mi comida no ha llegado.

—¿Mandaste pedir algo a la cafetería de enfrente?

—De un poco más lejos.

— o —

Veinte minutos después le avisaron, había llegado su comida. Un motociclista sostenía una

bolsa de fino papel con vistoso logotipo de un lujoso restaurante. Julián vio la nota

adherida, sacó un billete, le dejo el cambio como propina.

—¿Cuánto pagaste? Mi esposa me pone lonche toda la semana con esa cantidad.

—Miguel, de vez en cuando es bueno cambiar.

En el comedor, la indumentaria de Julián era el centro de las miradas. Julián se

percató de esto, le gustó ser el centro de atracción.

Mientras comían, uno su modesto guisado, otro su torta europea con una ensalada,

Miguel comentó:

—En la mañana me estaba sirviendo un café en la cocineta, Graciela llegó

enfurecida: tenía la cara roja, hasta la quijada le temblaba de coraje.

—No aguanta nada, le dije algo inofensivo —dijo Julián con una sonrisa.

—Tú sabes cómo es, ¿para que la provocas? No la retes.

Page 30: El Sueño de La Oruga (2014)

29

—Tranquilo Miguel, no le tengas miedo.

Desde otra mesa los veían Graciela, Mireya y Amparito, la coordinadora de la

gerencia administrativa; fungía como responsable a partir de cuando el licenciado

Gutiérrez sufrió el infarto.

—Juliancito llegó este día con los humos muy altos, miren cómo viene vestido,

hasta mandó traer comida cara —dijo Graciela; mientras lo miraba con rabia en sus ojos.

—Ya ves cómo son los jóvenes. En el departamento tenemos a Marcelo, sale con

cada puntada —dijo suavemente Amparito.

—Sí, pero Marcelo se acaba de graduar. Julián está más crecido —acotó Mireya.

—Pues más vale sea algo pasajero; si sigue así de alzado, deberé ubicarlo —dijo

Graciela mientras alejaba su plato de comida con un gesto de disgusto.

Page 31: El Sueño de La Oruga (2014)

30

VII

Fabiola lo esperaba impaciente. Apenas lo vio, se dirigió hacia él tan apresurada como le

permitieron sus zapatos de tacón y el entallado uniforme.

— ¿Cómo te fue, amorcito?

—Bien, muy bien. ¿Cómo estuvo el día en el despacho?

—Con los abogados siempre es igual, contratos, acuerdos, más contratos. Me

canso de teclear todo el día. También necesito un cambio. Pero pronto me llegará el

momento, como a ti.

—Claro —casi cortó Julián; deseaba poner manos a la obra—: ¿Cuéntame cómo le

vamos a hacer aquí?

—En la mañana vi en el periódico una promoción de estos almacenes; si

demuestras tener un ingreso fijo y por lo menos dos tarjetas de crédito, te otorgan crédito

inmediato. Localice el modulo donde nos atenderán.

Mientras verificaban la información contenida en la solicitud, recorrieron la tienda

para pasar escoger la mercancía.

Sólo seleccionó ropa de diseñador. Un cinto equivalía a dos meses de servicio de

cable; una camisa, a una semana de renta del departamento; un par de zapatos, a un recibo

de energía eléctrica; una corbata, a un tanque de gasolina; un pantalón, a una ida al

supermercado; un traje, a una mensualidad del automóvil. En el lapso de una hora,

adquirió cinco trajes, uno para cada día de la semana; dos sacos short; un buen número de

camisas de vestir también casuales; una docena de corbatas; igual número de calcetines;

tres cintos; cuatro pares de zapatos; un basto surtido de ropa interior de marca.

Page 32: El Sueño de La Oruga (2014)

31

—Mi amor, escucha, están voceando tu nombre.

Julián se acercó a una caja para reportar donde se encontraban. La promotora

quien les dio la solicitud, le entregó una tarjeta de cartón con el logotipo de la tienda, el

nombre de Julián impreso en una etiqueta. Su crédito fue aprobado, le extendían una

tarjeta provisional; por mensajería le enviarían luego el plástico definitivo. La forma como

lo trataron le hizo sentirse bien.

—Cuando uno se lo propone, las cosas se dan solas —repitió Julián.

—La idea fue mía amorcito no se te olvide—enfatizó Fabiola.

Con semblante serio, como si firmara la declaración de independencia de un país,

firmó el primer pagaré por lo adquirido en ese departamento. El empleado, sonriente, las

comisiones generadas por esa venta cubrían su cuota semanal, les dio como cortesía un

calzador para zapatos, empacó la ropa en bolsas con el logotipo de los almacenes.

Siguieron el recorrido por otros departamentos. Seleccionó un teléfono celular; dos

juegos de plumas importadas; lociones; cremas; un reloj de lujo, otro para trotar; ropa

deportiva; tenis; dos maletines para la oficina. Cuando empezaron a apagar las luces se

percataron de la hora de cierre. Entre los dos apenas podían cargar la cantidad de bolsas.

—Te ves muy bien con todo. No vas a parecer gerente administrativo, sino el

dueño de la empresa.

—Sí, la imagen es todo. Amplifica tu persona.

Después de llegar a su departamento y descargar lo comprado, Julián abrazó por

detrás a Fabiola, la besó en el cuello.

—Mi amorcito, tengo hambre. Vamos a cenar algo especial.

Julián no le dio mucha importancia al no ser correspondido.

—¿A dónde te gustaría ir?, tú mandas.

Page 33: El Sueño de La Oruga (2014)

32

—Quiero ir al lugar ese por la avenida Constitución rumbo al Obispado, uno muy

fino.

—Bueno, pues vamos.

— o —

—Buenas noches, ¿tiene reservación, señor?

—No

—Sólo tenemos una mesa al fondo.

—Quiero una enfrente del ventanal.

—Lo sentimos, están reservadas.

—Tengo mucha hambre, amorcito.

—Está bueno, dénos ésa.

—Mira, amorcito, ése es el gobernador, ese otro el dueño de un banco, ella es la

conductora de un programa de televisión, estoy muy emocionada.

La música de piano se escuchaba de fondo. No vieron la carta; siguieron las

recomendaciones del capitán, desde el aperitivo hasta el postre y los digestivos. A Julián le

incomodó ver la gran cantidad de cubiertos como de copas enfrente de él; no sabía cómo

se usaban. Algunos comensales además de los meseros atendiendo su mesa notaron su

equivocación al usarlos; no faltó quien cuchicheara entre si sonriendo.

Al traer la cuenta, Julián no pudo disimular abrir los ojos de asombro por el total.

Incluía propina para los camareros y el chef; ordenó sin tener idea de los precios. Sacó

todo el efectivo de su cartera para no usar las tarjetas de crédito. En una charola de plata le

devolvieron la nota de consumo ya pagada con unas mentas, le supieron amargas. La

última moneda de su quincena de sueldo se la entregó al acomodador de autos. Aún no

había pagado la renta, ni los recibos por los servicios públicos, ni adquirido las compras

Page 34: El Sueño de La Oruga (2014)

33

del supermercado. La solución para sus problemas monetarios llegaría por sí sola, igual

como sucedió con la cuestión de su guardarropa; “Tener fe”; se repetía. Recordó haber

oído o leído en algún lugar: “La fe mueve montañas”, él ahora estaba lleno de ella.

Page 35: El Sueño de La Oruga (2014)

34

VIII

“Dijeron para antes de las 10 de la mañana se le entrega, ya son y nada, rastreé el número

de guía por Internet, sólo aparece un mensaje: Programando en la ruta de entrega. Así

sucede cuando esperas con ansias algo. Cuando más lo deseas, mayor tiempo tarda; esto es

como la vida. Han de saber para quien es el destinatario, quieren sabotear mi plan; así son

los mediocres, no pueden ver triunfar a un líder. Les falta actitud de servicio en esa

empresa de mensajería. Antes me decían: Su envío se entregara antes del mediodía, pero

ahora me contestan con enojo por haberles llamado más de una vez, ¡si para eso están,

para dar informes! Si lo hubieran entregado, sí hicieran su trabajo bien, no habría quién les

reclamara. Cuando digo el nombre del destinatario, me cuelgan; no soportan cuando

alguien de posición les señales sus errores. A ese guardia de la entrada, no le debe de

importar cuantas veces vaya a la puerta a ver si viene la camioneta de la mensajería; son

unos exagerados; ¿Cómo no desesperarse ante tanta ineficiencia? Por fin, gracias, Dios

mío, gracias por tu ayuda en recibir esto.”

La caja venía con cinta adhesiva además con fleje, no era pesada pero sí

voluminosa. La cargó con un cuidado extremo, la colocó sobre su escritorio; con unas

tijeras hizo cortes rápidos para retirar la cinta y el fleje, luego los dejó caer al suelo. Abrió

las tapas con emoción mezclada con éxtasis, ni siquiera contestó el teléfono, ya había dado

varios timbrazos. Dio un grito de alegría al contemplar el contenido.

“Era cierto, no me habían mentido: Zenón Sáenz cumplía sus promesas, era

autentico, verdadero, un ser fuera de serie.”

— o —

Page 36: El Sueño de La Oruga (2014)

35

—Traes un alboroto de poca madre, pareces gallina clueca.

Julián alineó todo el material sobre su escritorio; la caja vacía fue lanzada a un

rincón. Tomó el primer ejemplar, de forma lenta hojeó las páginas, decidido a comenzar a

leerlo en ese mismo momento. Las palabras tenían un nuevo significado; si el teléfono

sonaba, sólo decía estoy ocupado, luego él llamaría. No tomó nota de quiénes eran, ni el

motivo de la llamada. Llegó la hora de la comida, pero no le interesó; subrayaba con

marcador fluorescente todo lo considerado importante. El tiempo pasó sin notarlo

— o —

—¿No fuiste a comer?

—Estoy ocupado.

—No con el trabajo, no has dado golpe en todo el día.

—Al rato me repongo.

—Las cosas están poniéndose de la fregada con lo del macro pedido .

—No es para tanto. Yo sé mis asuntos.

Miguel hizo un gesto de desacuerdo, se fue rumbo a la planta.

— o —

“Juliancito, te traes algo entre manos, En la mañana estuvo inquieto, se calmó al recibir un

paquete. Luego no lo he visto en todo el día. Voy a la cocineta; con el pretexto de un café,

podré pasar enfrente de su lugar.”

—Con razón estabas tan callado.

—¿Se te ofrece algo, Gracielita? —Julián la veía directo a los ojos.

—No pareces trabajar, Juliancito— Graciela sostuvo la mirada.

—Tú tampoco —dijo las palabras lentamente—

—No me faltes al respeto, andas muy alzado.

Page 37: El Sueño de La Oruga (2014)

36

—Te perdonó tu genio por ser una solterona; estás así por falta hombre.

—Desgraciado, te vas a acordar de esto, te lo juro.

—Tengo miedo —dijo burlonamente.

Graciela dio media vuelta apretando los puños; tenía ganas de borrarle con las

uñas esa expresión de la cara.

Julián retornó a su lectura, regocijándose por la nueva victoria sobre esa mujer.

— o —

“No entiendo los motivos de Julián para echarse de enemiga a esa arpía, ella es capaz de

cualquier cosa, todo mundo ha de haber escuchado la bronca, lo veo raro desde hace

tiempo, muy cambiado, ¿no estará consumiendo drogas?”

— o —

Julián permaneció bastante tiempo después de la hora de salida, hasta no haber terminado

de leer el primero de los libros. Utilizó la misma caja para poder llevarse todo a su

departamento. En su automóvil comenzó a escuchar uno de los discos compactos del

motivador. En el gran anuncio espectacular recién montado, se apreciaba la cara de un

hombre de mirada desafiante vistiendo un lujoso traje; las letras mayúsculas sólo decían,

como un gran presagio:

PRÓXIMAMENTE EN ESTA CIUDAD

Se apreciaba la primera letra del nombre; era una Z.

Page 38: El Sueño de La Oruga (2014)

37

IX

Julián permanecía tras el volante luego de haber llegado a su domicilio. El disco compacto

había finalizado hacía rato, pero las palabras seguían haciendo eco en sus oídos.

Lo sacó de su concentración ver pasar ágilmente en pantalones ajustados a la

vecina de piel morena clara, cabello rizado. Ya en la acera, hizo frenar de forma brusca a

un taxi apenas levantó el brazo. Al ver sus formas no pudo pensar en otra cosa, ésa era la

mujer para un triunfador.

Dejó la caja sobre la mesa de centro. Llamó su atención ver una oruga sobre el

borde del respaldo de una silla. La contemplo pasmado durante largo rato. La pensó

descansando en un profundo sueño; su destino era transformarse en algo diferente, así

como el destino de Julián era la grandeza. Tomó de la caja otro libro, el tercero de la serie,

para iniciar la lectura; se acomodó en el sillón de la sala, tomó del refrigerador lo único

dentro: una manzana de piel arrugada. Se entregó a la lectura por horas, de forma lenta se

fue desconectando su cerebro; sus ojos cerraron las ventanas. No se percató cuando la

oruga caía del borde.

Lo despertaron los dolores en la espalda como en el cuello. Miró su nuevo reloj de

pulsera marcaba casi las nueve de la mañana. Se desvistió, dejando la ropa regada camino

al baño; al afeitarse se hizo cortaduras en la piel del cuello. Eligió traje y corbata nuevos.

Antes de salir, tomó el libro, además otro disco compacto.

Se pasó la luz roja de un semáforo. Un oficial en motocicleta le indicó detenerse;

Julián se mantuvo sereno cuando le pidió la licencia de manejar y los documentos del

automóvil.

Page 39: El Sueño de La Oruga (2014)

38

El hombre de éxito debe saber resistir los embates de todos los resentidos por la

envidia de ver cómo alguien triunfa, mientras ellos siguen en sus vidas mediocres. El

primer signo de triunfo: Los demás no soportan ver la felicidad en la cara de otros; esto

es producto de sus estrechas mentes, no les des el gusto de verte molesto, eso quisieran.

Tú en cambio ten la digna actitud de un noble...

El reloj de la recepción marcaba las 10:30 de la mañana cuando pasó corriendo

hacía su escritorio.

—Te buscó hace rato Mireya. El jefe necesita algo —lo informó Miguel.

— o —

—Por fin apareciste. Mi jefe necesita verte.

Dio dos golpes leves a la puerta con sus nudillos, giró el picaporte, entró.

—No me importa si están saturados, también nosotros; deben tener listo ese

pedido en la fecha prometida.

En cuanto el ingeniero Arroyo vio a Julián entrar, interrumpió su conversación

sólo para estirar la mano, pasarle un legajo y decirle:

—Según compras las cantidades solicitadas de estos materiales no serán

suficientes, revisa las cifras. No quiero excusas achacándonos la culpa. Entrégalo de nuevo

antes de mediodía, es urgente.

No le dio tiempo de añadir nada, enfrascándose de nuevo en la llamada. Julián dio

media vuelta, desconcertado. Pensaba sentarse un rato, charlar con él de igual a igual. Tal

vez la presión del gran pedido lo hizo comportarse de manera apresurada, sin darle tiempo

de mostrarle esa deferencia debida para con los ubicados por encima de los simples

subordinados.

Julián hubiera deseado terminar de leer el tercer libro pero la encomienda

Page 40: El Sueño de La Oruga (2014)

39

ameritaba atención inmediata. En efecto, estaban mal los cálculos, pero no creía haberse

equivocado; podía haber sido un error al momento de alimentar datos en la computadora.

Pensó la posibilidad: Alguien pudo dar mal la información a Arroyo para dañar su imagen;

de seguro veían en él a una amenaza potencial.

El rebaño disperso de pusilánimes se convierte en una manada de lobos rabiosos

para atacar a quienes han destacado y con su éxito les machaca en el rostro aún más su

mediocridad…

Entregó el trabajo corregido al departamento de compras poco después del

mediodía. De regreso, decidió pasar por las oficinas de la gerencia administrativa. Sería

bueno ver, más bien reconocer, sus futuros dominios; era ya la hora de la comida, la

mayoría se encontraba fuera de su sitio.

La puerta de la oficina del gerente aún tenía la placa con el nombre del licenciado

Gutiérrez. Se encontraba abierta, el personal de limpieza acababa de aspirar la alfombra.

Un impulso lo empujó a pasar; todo estaba ordenado, pulcro. No pudo resistir la tentación

al ver el sillón detrás del escritorio de chapa de nogal. La sensación era única, era el lugar

donde encajaba a la perfección. Pronto estaría ahí de forma oficial, sólo era cuestión de

unos días.

La grandeza es tu única opción, no puedes conformarte con menos, es el destino

desde toda la eternidad deparado para ti, sólo faltaba tu decisión.

Estaba absorto, con los ojos cerrados contemplándose a sí mismo cuando el sonido

de una voz lo hizo estremecerse violentamente.

—Si hasta pareces la mera verdad.

Abrió los ojos de inmediato, giró la cabeza, halló la figura dulce, casi maternal, de

Amparito, con sus lentes a media nariz. Lanzó un suspiro de descanso.

Page 41: El Sueño de La Oruga (2014)

40

—¿Vas a ir a comer, Julián? Ya me iba, pero al ver la oficina abierta, pensé: Los

de limpieza no la cerraron.

—Amparito, ¿cómo va todo?

—Bien, Julián, con mucho trabajo, pero las cosas van saliendo… —la mujer echó

un vistazo discreto, acaso para comprobar si algo faltara; acto seguido, con la voz

ligeramente autoritaria, conminó—: ¿Te parece si nos vamos a comer?, me han de estar

esperando las muchachas; de pasada cerramos la oficina.

—A ver si un día se sienta en mí mesa.

—Cuando tú me invites —respondió amablemente la mujer mientras cerraba la

puerta.

Page 42: El Sueño de La Oruga (2014)

41

X

De regreso a su departamento, Julián vio el anuncio panorámico recién terminado:

ZENÓN SÁENZ EN TU CIUDAD

El impacto fue una conmoción, detuvo su auto en el acotamiento. Tomó su celular,

marcó a la expendedora de los boletos, dio el número de su tarjeta de crédito para pagar

dos, los pidió frente al escenario; después de una pausa le comunicaron no poder culminar

la transacción debido al sobregiro en su cuenta la tarjeta había sido rechazada. Manejó

rumbo a las oficinas, pagó las entradas en efectivo; las acarició, guardándolas dentro de su

cartera con sumo cuidado.

En su departamento, comprendió su prioridad inmediata, debía ocuparse de tiempo

completo para terminar las lecturas faltantes, escuchar a conciencia los discos compactos;

podría solicitar días de vacaciones para asimilar todo ese caudal de conocimientos, dudó

se lo llegaran a permitir con la carga de trabajo actual. O bien podría inventarse una

enfermedad, pero el solo hecho de faltar demeritaría seguir proyectando su imagen de

triunfador.

El timbre de la puerta rompió la línea de sus pensamientos. Observó por la mirilla

para ver; quedó paralizado. Decidió no abrir, el timbre insistía, una voz gastada reclamaba:

—Señor Huerta, ¡ábrame! está ahí dentro, vi su automóvil abajo.

Era el señor Carrillo, dueño del edificio de departamentos. Julián llevaba más de

una semana de demora. Por un instante se lamentó haber gastado todo; luego reasumió el

control. Ya más sereno se recriminó, pero por haber dudado de sí mismo. La voz

Page 43: El Sueño de La Oruga (2014)

42

desesperada le urgía a abrir; Julián giró la perilla.

—Lleva una semana de demora, no se esconda.

—Lo escuché pero estaba en el baño, ¿usted no va al baño?

—Sí, pero no me meto allí una semana.

—Estuve de viaje, regresé apenas hoy, pero mañana le cubro la renta; no traigo

efectivo.

—Con usted son puras molestias —el señor Carrillo se dio la media vuelta sin

despedirse.

Se preguntó cómo allegarse fondos. Después de un buen rato, un relámpago

iluminó su pensamiento. Buscó el periódico de días antes, con frenética pasión dio vuelta a

las páginas hasta encontrar lo buscado. Una sonrisa se dibujó en sus labios; sus cejas se

arquearon. Recortó el anuncio de una casa de préstamos. No cabía duda en lo dicho por

Zenón Sáenz:

Cuando se pone a trabajar a la mente en dirección hacia el triunfo, por sí sola

encuentra las respuestas a nuestros problemas.

Mañana a primera hora iría a ese lugar. El resto de la noche lo utilizó en oír con

suma atención los discos compactos faltantes.

— o —

El despertador sonó a la hora habitual, Julián lo apagó con un manotazo; una hora después

abrió un párpado. Los silenciosos números rojos marcaban su demora en estar en la casa

de préstamos, ubicada al otro extremo de la ciudad, luego debía hacer el recorrido inverso

para dirigirse a su trabajo, no se bañó.

Condujo rápido por las atestadas calles; pensó los demás conductores me darían el

paso si hubieran sabido la importante naturaleza de mi misión.

Page 44: El Sueño de La Oruga (2014)

43

En la casa de préstamos, había en una especie de sala de espera por lo menos una

veintena de personas sentadas o de pie. Alguien le señaló tomar una ficha; al desprender el

pedazo de papel, una solitaria letra Q no le dijo gran cosa. De pronto, un dependiente

apostado tras uno de los escritorios donde atendían a los solicitantes dijo en voz alta:

—Letra D, letra D.

Una regordeta señora con un niño en cada mano se dirigió con el empleado. Al

comprender la mecánica del procedimiento, Julián le marcó a Mireya.

—Tuve una emergencia, si preguntan por mí, en un rato llegó.

— ¿Cuánto tardas?

—No demoro.

— ¿Estás enfermo?

— ¡No!

— Sí me preguntan, debo decirle algo

—Luego te explico, adiós.

Una de las personas parada a un lado suyo le sonrió en forma solidaria, como

comprendiendo su negativa a decir dónde se encontraba.

Dos horas después, un empleado con muestras evidentes de fastidio lo atendió. El

trámite no resultó fácil ni mucho menos rápido; debían de verificar su historial crediticio,

por lo menos se llevaría tres días. Julián inventó una serie de desgracias sucedidas. Al final

de escuchar la emocionada exposición de motivos, el empleado dejó escapar un suspiro,

dijo llamarlo dentro de dos días.

— o —

Cuando llegó a su trabajo, ya era hora de comer.

—No te vi en toda la mañana. Cuando le pregunté a Mireya, dijo tenías un

Page 45: El Sueño de La Oruga (2014)

44

problema personal —le comentó Miguel al topárselo en uno de los pasillos.

—No fue nada, algo sin importancia realmente.

—¿No vas al comedor?

—No traje ni encargué de comer.

—Te convido de lo mío, ése no es problema.

—No, la verdad, vete tú a comer, no iré.

—¿Te sientes bien? Tras algo, es como si fueras otro.

—Me di cuenta de ciertas cosas, quiero cambiar en mi vida. Tal vez no lo notes,

vives la misma situación así estaba yo. Todo lo hecho en mi vida hasta hace unos días me

ha llevado a ser un mediocre, un don nadie, alguien sin éxito.

—Aún puedes lograr mucho, las cosas son despacio, un paso a la vez, estás joven.

—Ésos mismos argumentos me los han repetido, pero la realidad es otra.

—Muchos no tienen esto, pero parece ahora ya para ti no es suficiente.

—Sí, ya he escuchado eso, también la historia de la niña llorando por no tener

zapatos pero cuando vio una niña sin pies; entonces dejó de llorar al ver lo afortunada por

si tenerlos ella. Ahora la veo como una historia de conformistas. Con esas ideas uno solo

consigue volverse pasivo e instalarse en la mediocridad, justificando el precio de ser

cobarde, hasta el punto cuando un día terminas parado afuera de la morgue, esperando ver

llegar a los muertos para dar gracias por estar vivo.

—Estás muy trágico.

—Me di cuenta de mis errores, decidí ser un triunfador, como dice Zenón Sáenz.

Ése fue el día cuando comencé el renacimiento de mi existencia.

—¿Quién dices ha dicho eso?

—Zenón Sáenz, el motivador, un verdadero triunfador, un ejemplo para todos.

Page 46: El Sueño de La Oruga (2014)

45

—¿Es el güey ése de la foto en la parte de atrás del libro de Mireya? ¿A poco le

crees todo eso? ¿Sólo con desear las cosas éstas se dan?

—No, debes luchar por ellas.

—Yo también deseo mejorar, ¿No me crees?

—No, probablemente no: una cosa es lamentarte, otra ponerle remedio.

—No me siento, ni me he sentido ningún mediocre, ¿está claro? Si tú te sentías de

esa forma, era muy tú cuento; antes de seguir con esas ideas inspiradas por Zenón no sé

quien chingados, mejor pon los pies en la tierra…

—Es inútil hablar contigo, estás resentido en exceso.

—…y deja de hacer enemigos gratis.

—Lo dices por esa pinche vieja de Graciela. Cuando sea gerente administrativo

me las pagará.

—Ya salió el peine, ¿te ha entrevistado el dueño?, ¿por lo menos nuestro jefe?

—En el momento adecuado lo harán.

—En verdad estás meando fuera del olla, pero de a madre; sigue soñando arriba de

tu nube, cuidado cuando te des el madrazo

—No le veo caso a esta conversación; ya perdí mucho tiempo contigo Miguel.

—Cada quién su onda.

Miguel dio media vuelta, dejo caer la bolsa con sus alimentos sobre su escritorio y

se dirigió a la planta.

Julián se sentó en su lugar. Estaba irritado, pero no sabía exactamente la razón y con

quién, si con Miguel o con él mismo; sentía eso como parte del precio a pagar cuando se va

en la ruta correcta, no todos comprenden la magnitud del esfuerzo.

Se dedicó a reducir la gran cantidad de papeles apilados sobre su escritorio, todos

Page 47: El Sueño de La Oruga (2014)

46

relacionados con el macro pedido asignado.

De regreso a su casa, pensó en el rentero, en cuanto tardarían en autorizarle el

préstamo. Después de la discusión, ni modo de pedirle dinero a Miguel, a quien más

confianza le tenía en el trabajo, tampoco podía ir con sus padres a pedirles para el alquiler.

Decidió dejar su automóvil estacionado a tres calles del edificio. No encendió luces ni

contestó el teléfono cuando timbró; no deseaba ser descubierto por el señor Carrillo. Pasar

una velada en penumbras era parte del precio a pagar por un futuro mejor.

Por la mañana salió temprano, también en forma cuidadosa por si el señor Carrillo

andaba por ahí; suspiró aliviado al no verlo en las inmediaciones.

Fue nuevamente al día siguiente a la casa de préstamos. Llegó más temprano; sólo

había cuatro personas antes. Al llegar su turno, el empleado mostró asombro al escuchar

las insistentes razones argumentadas por Julián; habían comenzado la investigación de su

historial de crédito, en caso de ser fuera aprobado, harían todo lo posible para terminar de

procesar la solicitud ese mismo día.

Julián llegó a su trabajo 30 minutos después de la hora de entrada. Saludo a

Miguel, quien correspondió el saludo en forma cortés sin ningún esfuerzo por hacer mayor

conversación. A media mañana le llamó por teléfono Fabiola, preguntándole dónde había

estado la noche anterior; le había llamado tanto a su departamento como al teléfono

celular. Le comentó haber estado en una reunión a la cual su jefe lo citó por la tarde

prolongándose hasta la medianoche; ella lo felicitó por haber sido tomado en cuenta como

un directivo. Julián dijo tener mucho trabajo; acordaron verse esa noche en su casa.

Durante la mañana llamó en forma insistente a la casa de préstamos, cuando el

empleado atendió la llamada, habían revisado su historial crediticio, las referencias, podía

pasar por la tarde para firmar el contrato con los pagarés. Julián calculó salir a media tarde,

Page 48: El Sueño de La Oruga (2014)

47

alcanzaría a recoger el cheque e ir al banco para hacerlo efectivo.

En la hora de la comida fue a la máquina expendedora, con unas monedas

encontradas en un cajón del escritorio, se compró unas galletas. No tenía ganas de ver a

nadie, sentía hostilidad en su contra, otro de los precios pagados por destacar, soportar la

envidia de los otros, como bien lo decía Zenón Sáenz: El camino al éxito está lleno de

momentos de soledad.

Decidió ir a la casa de préstamos. No podía salir sin avisar, tampoco deseaba

decirle a Miguel el motivo real para ausentarse. Aprovechó cuando Mireya estaba al

teléfono, le hizo una señal de marcharse; ella no le prestó atención.

Lo atendieron de inmediato, pensó: por fin se han dado cuenta de mi categoría.

Pusieron delante de él un contrato con letra apenas podía distinguir, pagarés, una hoja con

un desglose de cifras.

—¿Todo esto es necesario?

—Todo es parte del procedimiento.

Al revisar el desglose, Julián notó diferencias.

—Debe de haber un error: me estás dando las tres cuartas partes de lo solicitado;

yo dije a 12 meses de plazo, los pagarés están fechados a 24; también me estás

capitalizando los intereses mensualmente, cobrando intereses sobre los intereses, deberé

hacer pagos cada 15 días.

—Su crédito se tramitó con celeridad, usted nos dijo necesitar con urgencia los

fondos, para lograr la autorización inmediata las condiciones se debieron volver más

atractivas para nuestra empresa; los intereses se cobran por adelantado, una práctica

común en el medio. Ahora, si las condiciones del préstamo le parecen excesivas, está en

todo su derecho de negarse a tomar el crédito, licenciado Huerta.

Page 49: El Sueño de La Oruga (2014)

48

Julián no tenía más alternativa, solo firmar; ellos también lo sabían, con desgano

estampó su firma.

Apenas alcanzó a llegar al banco a cobrar; cuando llego al complejo de edificios

donde vivía; afuera de su departamento lo esperaba el señor Carrillo.

—Ayer vine, como me dijiste, pero fue en vano.

—Sí, tuve una junta en el trabajo, pero aquí esta el dinero, mire.

—Debería cobrarte extra por la demora además de las vueltas.

Dejó al señor Carrillo con sus habituales expresiones. Se tumbó sobre su sofá

cuando llamaron a la puerta. Era Fabiola, no la esperaba tan temprano; ella sonrió al decir

—Amorcito, estaba pensando, sería bueno si solicitaras una membresía en un club

de golf o de tenis; una persona de categoría debe reunirse en lugares exclusivos con los de

su misma clase para hacer relaciones.

—No lo había pensado, tienes razón.

—Revisé: el Sport Nova Club es exclusivo, justo para ti. Vamos a pedir informes,

aún están abiertas las oficinas.

— o —

Una recepcionista les entregó una solicitud, en fino papel, donde venían los requisitos. La

cuota por membresía equivalía a seis meses del sueldo actual de Julián, debía de ser

recomendado por otros tres socios y ser finalmente aprobado por un comité.

—Aquí se reúne gente como uno, no vas a batallar en hacer amigos, recuerda el

dicho: “Dinero llama dinero” ¿Te pasa algo?, ¿y ese silencio?

—Fabi, hay ciertos puntos donde todavía me siento un poco débil, como la cuota

de ingreso, tampoco conozco a nadie para recomendarme.

—Mi amor, bien nos lo advirtió Susy: Ya estás flaqueando, pero aquí estoy para

Page 50: El Sueño de La Oruga (2014)

49

apoyarte. Necesitas sentirte bien, te voy a ayudar, invítame una copa.

En el bar, ella siguió repitiendo los argumentos pronunciados días antes por

Susana. Él comentó sobre la presentación de Zenón Sáenz, los deseos de conocerlo;

después de tomar un par de copas, ella le pidió fueran a su departamento para hacerlo

sentirse mejor.

Fabiola cumplió nuevamente todos sus deseos, dejándolo extenuado. Tenía los

ojos cerrados, tratando de atrapar de nuevo el aliento, cuando escuchó la voz melosa de

Fabiola:

—Amorcito, ¿cuánto tiempo después de cuando te nombre gerente administrativo

nos vamos a casar?

Page 51: El Sueño de La Oruga (2014)

50

XI

—Cómprame algo, amorcito —dijo Fabiola al llegar al recinto donde sería la conferencia

de Zenón Sáenz.

Luces; música rítmica a alto volumen torturaba los tímpanos; pósters con la

imagen del conferencista en actitud de triunfo tapizando las paredes; módulos de ventas

con todo tipo de artículos, desde material impreso, hasta gorras, tazas y camisetas con

frases alusivas al evento.

Se encaminaron a sus lugares. Una figura los saludaba desde arriba del escenario:

veían moverse los labios pero no oían sus palabras. Bajó, los abrazó con fuerza.

—Lo sabía, ustedes no me fallarían.

—Susy, ¿y ese gafete?,

—Soy de las embajadoras de Zenón aquí en la ciudad, me gusta ayudar a hacer

feliz a la gente conociendo los pensamientos del maestro Sáenz.

—Tú novio, ¿dónde está?

—Julián, no todos los hombres son como tú. Pedro no comulga con estas ideas.

Las luces del salón se apagaron, la música calló; segundos después, mientras el

telón se levantaba, una voz anunció:

—¡Con ustedes el hombre quien ha cambiado la vida de miles de sus prójimos!, el

éxito mismo en persona, el máximo ganador: ¡Zenón Sáenz!

Un haz de luz se posó en la figura del centro del escenario; vestía traje de

diseñador internacional, reloj y anillos de oro; un impecable corte de pelo.

—Es él, amorcito.

Page 52: El Sueño de La Oruga (2014)

51

—Si, es él —exclamó Julián boquiabierto.

—Buenas noches, ganadores, Dios los bendiga a todos.

El equipo de edecanes, disperso por el salón, estalló en aplausos. La multitud

siguió el ejemplo. Mientras, Zenón daba saltos, corría de un extremo a otro del escenario,

gritando más frases, animando al público a gritarlas en coro.

Julián reconoció las frases, eran las mismas escritas en los libros, la figura no era

igual de joven a la mostrada en pósters y contraportadas.

Pasaron al frente personas, dieron testimonio de cómo sus vidas cambiaron luego

de seguir los consejos de los libros. Zenón pedía una fuerte ovación para cada de ellas una

antes de despedirla con un abrazo. Luego de los testimonios, anunció con una enorme

sonrisa:

—Les quiero mostrar una exclusiva: mi nuevo libro.

Atrás de él se iluminó un gran póster con la leyenda: “Ganador, tu hora ha

llegado”, se provocó un flujo interminable de aplausos.

Durante el resto de la presentación, recitó frases del nuevo material; luego puso

cara de tristeza.

—Mis amigos, debo retirarme, pero ustedes moran en mi corazón. Ayuden a otros

a conocer la luz como ustedes la han conocido, regalen mis libros a sus amigos, familiares,

compañeros de trabajo, vecinos, sorprendan a un extraño en la calle, regalándole uno de

mis libros. Ánimo, ganadores.

Al momento de retirarse hubo más aplausos. Regresó para agradecer las

ovaciones. Al fin se cerró el telón. Las luces se encendieron, la música rítmica se dedicó

otra vez a martirizar los tímpanos mientras el equipo de edecanes invitaba a las personas a

pasar a adquirir lo anunciado minutos antes.

Page 53: El Sueño de La Oruga (2014)

52

Susana, desde otro extremo del lugar, les hacía de nuevo ademanes llamándolos a

acercarse.

—¡Zenón en persona los va a recibir! ¡Le comenté acerca de ti, Julián!

Julián no daba crédito a lo escuchado.

Susana los condujo al centro de atención. Era mucha la gente apretujándose en

torno al motivador, pidiéndole autógrafos, buscando cruzar un par de palabras.

—¡Zenón, aquí están los amigos, te comenté sobre ellos!

Le estrechó la mano a Julián, luego dio un fuerte y prolongado abrazo a Fabiola,

acompañado de un beso en cada mejilla.

—Bien, muy bien, muchacho, me han hablado mucho de ti, de tus logros, ¿ya

compraste mi nuevo material?

—No, aún no.

—Dales el mejor presente a tus amigos, ¿cuántos ejemplares vas a comprar: 10, 20,

30? Te lo agradecerán de por vida, no me falles, no les falles a los otros; anda ve a

comprarlo.

Zenón Sáenz se volteó hacia otra persona, una mujer madura, a quien saludó como

a Fabiola, con un abrazo fuerte y besos en las mejillas. Julián estaba desconcertado;

esperaba algo más.

—Hay mucha gente deseando saludar a Zenón, por favor no estorbemos, tuvieron

su oportunidad —dijo Susana acompañándolos hasta una de las mesas de ventas, donde

indicó—: Julián, no te olvides de darles mi nombre a quien te tome el pedido, recuerda soy

como tú hada madrina dentro de esto.

Ella se reunió con otras personas, también las llamó por su nombre, les prometió

también conducirlos con Zenón Sáenz. La excitación sentida por Julián se disipó al ver el

Page 54: El Sueño de La Oruga (2014)

53

costo del libro, superior al de los anteriores. Al percibirlo desanimado, sin decidirse a

pagarlo, el vendedor atinó a decir:

—No se deje guiar por el precio marcado; el beneficio es superior a su costo, no se

arrepentirá, créame. Ya lo leí, está impreso en el extranjero, en papel de la más fina

calidad.

—Déme uno.

—¿Desea llevar algún otro material?

—Lo tengo todo.

—Lo felicito por su inteligente compra, señor.

Page 55: El Sueño de La Oruga (2014)

54

XII

Ése habría de ser su gran día. Se preguntaba cómo harían el anuncio; de seguro primero se

lo comunicarían en privado, luego lo harían público, llamando a todos; hasta lo publicarían

en las páginas de la sección de negocios de los periódicos. Sería el momento de su victoria,

la primera de muchas.

Le comunicarían su nuevo sueldo, los beneficios adicionales; luego la toma de

posesión de su nueva oficina, presentándolo antes sus colaboradores, ellos se pondrían a

sus órdenes. Parte de su nueva rutina sería asistir a reuniones de trabajo como sociales con

los otros gerentes: sus iguales, sus pares.

El día transcurrió sin sobresaltos. Cuando Mireya lo llamó para darle un mensaje

del ingeniero Arroyo, los latidos del corazón de Julián se aceleraron; pero un gesto de

decepción apareció en su rostro cuando escuchó sobre no olvidar pasar al departamento de

compras las cifras verificadas de las tarimas requeridas para la siguiente semana.

Ordenó una ensalada a un establecimiento del centro de la ciudad, comió en su

escritorio. Pensó en llamar por teléfono a Zenón para darle la noticia en cuanto le

confirmaran su ascenso; pedirle a Susy le diera su número, comentaría incluso cuando

viniera de nuevo a la ciudad podrían cenar juntos.

Una hora antes de la salida, Graciela se dirigió al tablero de anuncios con una hoja

de papel en la mano. Desclavó algunas chinchetas, reacomodó memorandos le halló al fin

un buen lugar al comunicado interno en la lámina de corcho.

—¡Ya tenemos nuevo gerente administrativo!

Julián se arrojó literalmente hacia el tablero, donde leyó:

Page 56: El Sueño de La Oruga (2014)

55

Para: Todo el personal.

De: Dirección General.

Por medio del presente, se notifica el nombramiento del licenciado Marcelo

Góngora-Ponce a partir del día de hoy como el nuevo gerente administrativo de esta

empresa…

Seguía una petición de apoyo por parte de todos a fin de lograr el buen desempeño

de funciones del nuevo gerente, bajo el cuerpo del escueto documento, la rúbrica del

director general.

Julián no podía creerlo. Debía de ser un error, una broma, un malentendido, una

jugarreta de Graciela y los otros. Anhelaban verlo descompuesto, pero ahora mismo

aclararía las cosas.

—¿No te suena el apellido Góngora-Ponce? —escuchó a Miguel a sus espaldas.

—¡No y me vale madre!

—Marcelo es sobrino de un político quien por coincidencia tomó la decisión para

la asignación del macro pedido de reguladores a nuestra empresa.

—No la chingues, Miguel, está recién graduado. Éste es su primer trabajo, tiene

apenas seis meses de antigüedad en el puesto, es un pendejo.

—Sí, pero un pendejo con recomendación.

—Del Alba me va a escuchar —Julián arrancó el comunicado del tablero.

— o —

—¿A donde vas? Mi jefe no te llamó.

—Hazte a un lado.

Page 57: El Sueño de La Oruga (2014)

56

—No me avientes

Julián abrió la puerta de una patada. El licenciado Del Alba estaba el teléfono.

—Me vas a explicar en este instante la razón de haber nombrado gerente

administrativo a ese Marcelo no se quien en lugar de darme el puesto; vas a corregir esto

de inmediato, me darás el nombramiento a mí, lo merezco. No toleraré un insulto de este

tipo. La gerencia administrativa me corresponde, ¿no lo entiendes?.

—Te me vas a la chingada. Nadie me grita en mi oficina.

Graciela ya había ido por el guardia ubicado en la recepción.

—Serás el dueño, pero estás ciego, ¿no has visto quién soy?

—¡Saquen a este pendejo, si no yo mismo lo echo a patadas!

El guardia se encontraba ya al lado de Julián. Graciela permanecía afuera, pero

estiraba el cuello para no perderse ningún detalle acontecido en la oficina.

—Acompáñeme, por favor; salga por las buenas, hágame caso joven —mientras

hablaba, el guardia retiró despacio el seguro de protección a un bote de gas lacrimógeno.

Todos permanecieron callados, el instante parecía una eternidad; de nuevo se

escuchó la voz del guardia:

—Acompáñeme a la salida, joven —había tomado el bote a la fornitura del

cinturón, listo para usarlo si era necesario, con la otra mano empuñaba ahora la macana de

madera.

—Prefiero irme a seguir en esta compañía de mierda.

Julián dio la media vuelta seguido por el guardia, mientras el licenciado Del Alba

gritaba:

—¡Alguien dígame quién era ese pendejo! ¿Trabaja aquí?

Page 58: El Sueño de La Oruga (2014)

57

XIII

Era cerca de la medianoche. El teléfono sonó casi una docena de veces, no contestó. Tenía

rato sentado en el suelo, sin zapatos ni camisa; al llegar destapó una de las botellas

compradas días antes, cuando compró bebidas selectas de acuerdo a la posición la cual

creía iba a ocupar. Para esa hora, ya había bebido directo de la botella la mitad del

contenido. Una voz pastosa decía en voz alta:

—Todo esto fue una pinche farsa: ni siquiera estuve cerca de lograrlo, fue un

invento. Pinche gerencia administrativa, pinche Fabiola, pinche Susana, pinche Del Alba,

y el más pinche de todos, pinche Zenón Sáenz pinche. Yo me creí toda la bola de

pendejadas ésas, pensando: Deseando las cosas, solas llegaban.

Siguió tomado hasta dejar la botella vacía. El sueño lo abrazo lentamente, por

primera vez en mucho tiempo, no soñó soñar.

La sed fue su despertador a media mañana. Sentía reseca no sólo la boca sino

también la garganta. La cabeza estaba a punto de explotarle con cada paso dado;

permaneció inmóvil para ver si pasaba el efecto, pero ahora lo sentía cada vez con cada

latido de su corazón. Tomó el primer líquido encontrado por sus manos dentro del

refrigerador; tenía ganas era de desvanecerse.

Permaneció estático no supo si segundos, minutos, horas; se quitó los pantalones

para estar más cómodo. Un sonido provenía de la puerta: el cartero había dejado unos

sobres con los logotipos de las casas comerciales donde había contratado crédito; ésa

ahora era su única, su verdadera realidad.

Page 59: El Sueño de La Oruga (2014)

58

Como en un acto reflejo, se dirigió hacia donde estaba guardado el licor, destapó

otra botella comenzó a beber del pico. La embriaguez le anestesió los sentidos. Le dio

mucha risa visualizarse así, vencido, sucio, torpe.

El teléfono sonó tres o cuatro veces, perdió la noción; cuando la tarde fenecía, oyó

a lo lejos golpes en a la puerta.

—Amorcito, ¿estás ahí?, ¿estás bien?, ¿te pasa algo?

Julián abrió; llevaba otra botella en la mano. Al momento de ver a Fabiola, se

colocó delante de ella.

—Mi amor te llamé desde ayer pero no contestas. En el trabajo no me supieron dar

razón de ti. Déjame pasar. Te tengo dos noticias una mala, la otra, buena. La mala, ayer

llamé al Sport Nova Club para preguntar sobre la solicitud y una tipa burlonamente dijo:

Fue rechazada, ¿te imaginas?, ellos se lo pierden. Deberemos de intentar en otro lado. La

buena noticia, para dentro de un año cuando sea nuestra boda, todo cuanto quiero está

disponible, por eso necesitaba verte para fijar la fecha exacta...

—Cállate, cabrona.

—Traes un tufo insoportable,…

—¡Cierra la pinche boca, ya te lo dije! me importa una mierda si no soy aceptado

en un puto club deportivo.

—Amorcito ¿Te sientes bien?

—No me dieron la gerencia administrativa, ni siquiera me tomaron en cuenta para

ser candidato. Todo lo hecho no sirvió para nada, fui un estúpido payaso, un pendejo por

escuchar toda la bola de pendejadas dichas por Susana y tú como perico las repetías.

Maldita sea la hora cuando me entere de la existencia de ese hijo de la chingada de Zenón

Sáenz.

Page 60: El Sueño de La Oruga (2014)

59

—No me hables así, no tengo la culpa de nada.

—No habrá promoción, tampoco dinero, ni boda, ni nada: no hay una chingada,

entiéndelo.

—Luego vendré, cuando de nuevo seas tú.

—Éste a quien ves es el verdadero yo, no quiero volver a verte nunca.

Sin dar oportunidad de réplica, le cerró la puerta en la nariz, regresó a dejarse caer

en el sofá. No escuchó el llanto de su ahora ex novia.

Continuó bebiendo, abandonándose nuevamente a la deriva mental.

— o —

El siguiente día el teléfono volvió a sonar varias veces, pero siguió sin contestarlo. Por la

tarde, alguien llamó a su puerta. Se fijó por la mirilla, distinguió a Miguel; decidió abrirle

y dijo en su cara

—¿Tú también vienes a chingarme?

—Estoy preocupado por ti.

—No quiero tu puta lástima

—No es lástima, tú me conoces, me preocupas.

—Tú eres cuate, pasa, tómate algo.

Miguel contempló el desorden reinante en el departamento: restos de comida,

botellas vacías, el ambiente enrarecido por las ventanas estaban cerradas.

—Busca un vaso, por ahí debe de haber uno, sírvete… Te hubieras servido más.

Vino Fabiola, ya estaba harto, decidí mandarla a la chingada.

—Del Alba citó a todo mundo para averiguar lo sucedido; nuestro jefe justificó tu

comportamiento debido a una medicina muy fuerte para los nervios recetada hace varias

semanas. Si vas y pides una disculpa, seguro te la perdonan. Con esto del macro pedido,

Page 61: El Sueño de La Oruga (2014)

60

como estamos de urgidos, con una buena regañada la libras.

—No sé, déjame pensarlo.

—No le pienses, deja de tomar, hazte presente mañana; no dejes pasar más tiempo,

no te vayan a salir con alguna novedad.

Miguel se levantó de la silla, le extendió la mano a Julián, éste la estrechó.

—Está bueno, Miguel, déjame reponerme y voy.

Después de retirarse Miguel, Julián contemplo la botella en su mano, la agito

viendo como la mitad del contenido bailoteaba, decidió terminar de vaciarla. En la

madrugada sintió pesadez en sus parpados, no pudo luchar contra ella; no escuchó el

sonido de la botella vacía contra el suelo.

— o —

Despertó después del mediodía, con escalofríos y ganas de vomitar, quiso hacerlo, pero

nada le salía del estomago. Todo le empezó a dar vueltas, la visión se le nublo, no podía

ponerse en pie, tenía la piel erizada; cayó sobre el piso, temblaba sin poder controlarlo,

sintió como si algo se le encajaba en piernas como brazos, se sintió sofocado, se encorvó

poniéndose en posición fetal. Oía la voz del dueño gritándole eres un pendejo, la cara de

Graciela riéndose a carcajadas, gritándole: “Pobre Juliancito”, Zenón Sáenz señalándolo

con índice de fuego, llamándolo a gritos por su nombre, mostrándolo desnudo ante un

auditorio lleno con un letrero amarrado a su cuello con la palabra: PERDEDOR, las burlas

de todos en la oficina, su padres moviendo la cabeza desaprobándolo, Susana metiéndole

por la boca un libro de Zenón Sáenz, Fabiola pateándole en testículos; De su garganta no

salía voz, deseaba gritar: ¡Déjenme sólo, váyanse a la chingada todos!. Nunca había

sentido tanto malestar, ¿morir sería algo semejante a como se sentía en ese momento?,

¿Acaso estaba en el infierno?

Page 62: El Sueño de La Oruga (2014)

61

XIV

Viernes. Sus ojos por fin se abrieron, aún se sentía débil. Tomó una ducha, la

primera desde el lunes. Se puso ropa limpia; antes de irse abrió las ventanas para liberar el

humor atrapado; luego limpiaría el desorden. Pensaba hablar primero con su jefe, después

con el dueño para disculparse; este asunto de seguir las ideas de Zenón Sáenz había sido

como la borrachera de los últimos tres días: La resaca era lo único palpable.

Al llegar a la recepción, el guardia le pidió esperar. Una persona del departamento

de recursos humanos llegó con un legajo, sacó unos papeles, pidió los firmara de enterado,

así como un cheque por el lapso laborado en la quincena; luego le mostró un acta

presentada por parte de la empresa ante las autoridades laborales, donde se reportaba el

hecho de su ausentismo a su lugar de trabajo por tres días consecutivos sin causa

justificada. Procedían a darlo de baja como empleado de la empresa sin necesidad de

asumir ninguna obligación. Julián pidió hablar con su jefe; la persona le recomendó mejor

aceptar el finiquito; si deseaba hablar con alguien, debería concertar una cita por teléfono;

le recalcó: Usted ya no formaba parte de esta empresa, le extendió los brazos en uno el

recibo, en otro la pluma, resignado, meneando la cabeza, Julián firmó, acto seguido le

entregaron una caja de cartón, dentro sus pertenencias dejadas en su escritorio.

Decidió ir a una sucursal bancaria para cobrar el dinero de su liquidación, ahora

ese era todo su capital. En la fila pensó en vender todo cuanto tenía para pagar lo máximo

de sus deudas, la cifra llegaba a seis meses del sueldo con el cual ya no contaba; buscaría

otro empleo, se mudaría de nuevo a vivir con sus padres.

Page 63: El Sueño de La Oruga (2014)

62

Cuando llegó a su departamento, vio en el buzón un sobre grande con la leyenda:

“Ganador, tu hora ha llegado”; lo rompió en el acto. Abrió la puerta, el cansancio lo

derribó sobre un sillón.

— o —

Fuertes golpes sacudían la puerta. El reloj marcaba las nueve de la mañana.

—Julián Huerta.

— A sus órdenes.

—Ayer debió haber cubierto el primer pago de intereses de su crédito.

—Es cierto, lo olvidé; tuve una situación imprevista.

—Le llamamos a su trabajo, nos informaron sobre su baja laboral.

—Sí, es cierto.

—¿Dónde trabaja ahora?

—No tengo trabajo todavía.

—Los caballeros presentes son testigos de haber usted reconocido en este

momento, el no contar en la actualidad con una fuente fija de ingresos; al enterarnos sobre

su irregular situación laboral, se tomó la decisión de aplicar la cláusula de solicitar el pago

inmediato del adeudo.

—¿No entiendo una chingada?

—Modere su tono señor Huerta, en la cláusula 22 de su contrato está estipulado.

Vamos a tomar posesión de todos los bienes los cuales estimemos sean suficientes para

restituir el monto del adeudo.

De un empujón lo hicieron a un lado, entraron cuatro hombres, vestían trajes

baratos, olían a lociones dulzonas.

—Esto es un atropello, es contra la ley; no pueden embargar mis bienes sin un

Page 64: El Sueño de La Oruga (2014)

63

juicio mercantil previo, sin la resolución dictada por un juez, esto es anticonstitucional.

Julián pensó en enfrentarlos, llamar a la policía, denunciarlos por robo. Sin

embargo, no tenía fuerzas para armar una gresca.

—En la misma cláusula 22 usted acepta hacernos una cesión temporal, como

precaución, de todos sus bienes mientras el crédito esté sin liquidarse por completo.

—La misma famosa cláusula. Váyanse al carajo usted y la cláusula ésa.

—Me da gusto muestre ser razonable al respecto de esta desagradable situación

para ambas partes, señor Huerta; su cooperación hará posible concluirse de forma más

rápida esta acción sin el uso de la fuerza física. Ah, por cierto: su automóvil fue remolcado

por una grúa como parte de los bienes retenidos.

Se sentó a contemplar la forma como realizaban su cometido. Primero el

inventario, luego a tasar todo a un precio excesivamente bajo para poder llevarse el mayor

número de bienes. Cuando uno de los sujetos vio el material de Zenón Sáenz, indicó muy

seguro a otro:

—Deja eso ahí, no vale nada.

Julián estuvo de acuerdo con ellos.

Para terminar, le pidieron levantarse de donde estaba sentado; no dejaron ningún

mueble, le entregaron un documento impreso por ambos lados, Julián no quiso leerlo,

dieron media vuelta, se retiraron, para la tarde de ese sábado se encontraba saldado el

préstamo, pero también quedó sin ninguno de sus bienes; todo fue confiscado. Solo

periódicos esparcidos por el piso y el material de Zenón Sáenz. Se río al pensar; Fue mejor

no haber hecho limpieza, no hubiera sido tan buena como la hecha por esos buitres.

Antes de salir a caminar —no le veía caso a permanecer ahí contemplando los

espacios vacíos—, tomó todo lo relacionado con Zenón Sáenz, al bajar se colocó a unos

Page 65: El Sueño de La Oruga (2014)

64

pasos de los botes de basura, tomo cada pieza del material, la lanzó como si se tratara de

un partido de baloncesto, falló la mayoría de las veces, una anciana mujer trabajosamente

iba a depositar su bolsa de basura, al ver como Julián daba media vuelta dejando esparcido

el material, movió la cabeza en forma negativa repetidas veces. La vecina morena clara de

las piernas torneadas pasó ágilmente a un lado de él, ni siquiera lo vio.

—Hasta para ella me convertido en un ser invisible, pensó.

Luego de caminar cerca de una hora sintió sed; vio una cantina con un anuncio en

grandes letras de neón: Bar Renacimiento. Empujó las gastadas puertas de madera; una

barra despintada le dio la bienvenida, atrás de ésta, un espejo sucio; había mesas y sillas de

lámina por todo el local, cuyo piso era de cemento pulido.

Se sentó en la barra, ordenó la cerveza, su mente comenzó a repasar todo lo

acontecido. Él deseaba ser un ganador pero terminó convertido en un perdedor; tal vez

siempre lo fue, no se había dado cuenta de ello. En cierta forma, todos en la vida éramos

perdedores sin importar lo hecho o dejado de hacer, pues siempre había algo con lo cual

no estábamos contentos. ¿Quién entonces nos metía en la cabeza la necesidad de ser

ganadores?

Daba ligeros sorbos a la cerveza para hacerla rendir, cuando el cantinero le

preguntó.

—Mi amigo, cuénteme

—¿Te puedo preguntar algo?

—Dígame mi amigo.

—¿Alguna vez te has sentido como un perdedor?

—Ah, caray, está buena la pregunta.

Luego de pensar unos momentos, el cantinero contestó:

Page 66: El Sueño de La Oruga (2014)

65

—Pues sí, muchas veces he pensado cuanto me he fregado pero no salgo de

jodido.

—Todos en la vida estamos jodidos.

—Todos me dicen Rosales, ¿con quién tengo el gusto?

—Julián Huerta.

—Mucho gusto, Julián, venga esa mano.

—Igualmente, Rosales.

—¿Esa pregunta, Julián, nunca me la habían hecho?

—Todo mundo quiere ser un ganador, pero por más cuanto tratas, terminas con la

peor parte.

—Uno anda siempre detrás de algo, si no lo alcanza se queda uno con las ganas,

lamentándose, pero cuando lo consigues te entra la duda, si eso realmente lo querías…

—…mujeres, trabajo, dinero, familia: si obtienes un triunfo, en algo siempre

pierdes.

—Se nota, eres gente leída. ¿Esa tristeza?, ¿cuál es la pena?

—Me desocuparon del trabajo, rompí con mi novia, me embargaron, tengo deudas;

¿quieres más?

—Ésas son las cosas para las cuales, debe salir el carácter del hombre. Mira, lo del

trabajo, pues buscas otro; las mujeres, un clavo saca otro clavo, al rato aparece una hembra

mejor. Las deudas, el dinero va y viene, para eso lo hicieron redondo. ¿Otra cerveza?

—Sólo otra, no traigo para más.

—Tranquilo, todo sale, déjame darte una botana.

—Rosales: uno tiene lo que no quiere y lo que quiere no lo tiene.

—Así es, Julián. Tú Lolo, ¿tienes lo que quieres en la vida?

Page 67: El Sueño de La Oruga (2014)

66

—No me hagas reír, pinche gordo.

—Es en serio.

—En la vida siempre está uno con las ganas de algo. Tampoco te lo agradecen, la

gente es ingrata, es pinche, como tú, pinche gordo prieto. — Decía Lolo alzando la voz.

—Profesor Suárez, antes sentarse déjeme decirle algo, estamos tratando un tema,

muy bueno, ¿le sirvo lo de siempre? A ver, pregúntale al profesor.

—¿No siente como si en la vida todos fuéramos perdedores?

—Muchacho, a diario los humanos perdemos algo: inocencia, amor, salud, fe.

Desde el nacer se comienza a perder la vida.

—Ves, Julián, el profesor entiende de esto, vengan todos.

—No les haré el cuento largo. Yo creía ser alguien, de repente choqué con la

realidad, me di cuenta de una cosa, era un ganador, también descubrí no ser el único;

perseguimos cosas las cuales nunca alcanzaremos. Todos somos perdedores en la vida sin

importar lo hecho.

Intervino alguien más:

—Mi hermano se pasó la vida haciendo dinero; cuando logró tener una buena casa,

carro y mucho ahorrado ya estaba entrado en años, cuando busco una mujer para casarse,

la primera pregunta de ellas, era cuanto dinero tenía. Se la pasa amargado, para él todas las

mujeres son unas interesadas.

—El dinero no hace la felicidad —repuso solemnemente el profesor Suárez.

—Ve cómo el profe le da la razón, pinche gordo sírvele una cerveza a Julián, yo

invito.

—Gracias. Por favor escuchen mi pregunta, díganme ¿están felices como son?

Una docena de cabezas se movió en forma negativa.

Page 68: El Sueño de La Oruga (2014)

67

—Yo tampoco lo era, hasta reconocerme jodido, de todos modos lo seguiré

estando; todos de una u otra forma lo estamos. No tengo porqué sentirme mal, ni

avergonzado, no seré el primero, ni el último, ni el único: el mundo está lleno de

perdedores, pero como no aceptan su condición, viven infelices.

Al final de sus palabras, los asistentes en torno a la barra aplaudieron. Se sintió

contento por primera vez en semanas; no sentía presión de competir con otros, de

pretender ser alguien quien no era, de perseguir algo para ser feliz. Le siguieron invitando

cervezas. Tanto el profesor Suárez como Lolo comentaban experiencias, reforzaban lo

expuesto; los otros parroquianos contribuyeron con anécdotas al respecto.

Rosales miraba satisfecho al grupo. Por primera vez el ambiente era de concordia,

de reflexión, diferente como cuando eran los partidos de sóccer, con discusiones, mentadas

y broncas por cualquier cosa; por fin su cantina parecía un lugar de categoría.

Julián regresó a su departamento después de la medianoche, mareado, sin saber

cuántas cervezas le invitaron; pero esta vez el alcohol no era motivo de amargura. Tenía

tanto sueño, empezó a roncar acostado sobre unos periódicos.

Page 69: El Sueño de La Oruga (2014)

68

XV

Pasó el domingo pensando en lo sucedido en el bar. El lunes se presentó allí desde

mediodía. Sentado en una mesa, empezó a escribir; se interrumpía para pensar, volvía a

anotar. Rosales no lo interrumpió; los parroquianos habituales lo saludaban, pero al

advertirlo concentrado en su tarea, nadie lo distrajo. De igual forma pasó el martes. El

miércoles le comentó a Rosales haber estado preparando para darles una conferencia sobre

lo comentado el sábado. Hasta título le encontró: “El ser un perdedor”. Le pedía su

autorización y recomendación para el mejor día.

—Mientras al negocio le deje dinero, sin ninguna bronca o algo chueco, por mí no

hay problema. Pero te sugiero el viernes, el sábado son los juegos de sóccer. Pon un cartel

en la entrada; aparte yo corro la voz.

El viernes por la noche, Rosales mandó bajar el volumen de la radiola; después,

dando golpes en una botella con un cuchillo, anunció ante el local lleno:

—Amigos, este establecimiento tiene el gusto de presentarles a un pensador

moderno, quiere hablarnos de sus ideas, algunos ya lo conocen, lo han escuchado: con

ustedes, el señor licenciado Julián Huerta.

Julián se puso de pie, aclaró la garganta.

—Por favor no me lo tomen a mal mis palabras. No es una predicación religiosa:

es la reflexión de una experiencia de vida. Recuerden sólo quien se ha quemado sabe como

es el fuego, yo fui abrasado por las llamas —tomó un sorbo de agua, continuó—: Todo

mundo nos impulsa a ser unos ganadores, líderes, triunfadores y mil pendejadas mas; nos

exigen, nos empujan a buscar ser alguien diferente a como somos. La realidad es simpe, no

Page 70: El Sueño de La Oruga (2014)

69

somos ganadores, nadie lo es. Es un hecho verdadero, somos unos perdedores, han

escuchado bien, perdedores, ésa es la palabra correcta la cual mejor describe la vida de

todos y cada uno. Mírense ustedes en su interior, ¿acaso están contentos con su vida?,

¿otros les hicieron desear cosas?,¿las han alcanzado por lo menos unas vez?, ¿se sienten

satisfechos con ustedes mismos? Respóndanse con sinceridad, ¿la respuesta les asusta?

Les voy a decir la razón, les duele reconocerse como son, se los digo de nuevo:

Perdedores. Perdieron su posesión más preciada por alcanzar eso nunca obtenido. Yo por

suerte me di cuenta de quién realmente era. Soy un perdedor, estoy feliz de haberlo

reconocido.

—Oye, yo soy gerente de una sucursal bancaria, comencé desde abajo, desde

mensajero, escalé en base a mi trabajo, no me considero un perdedor.

—Mi amigo, no me conteste, contéstese usted con sinceridad: ¿siguió viendo a sus

amigos de tu época de era mensajero?, o ¿los dejó de ver, ya no correspondían a su nueva

categoría? ¿Nunca dedicó tiempo de su familia por estar en la oficina? ¿Siempre le dieron

todo cuanto le prometieron?

—Pero en la vida debes pagar un precio por todo: sin sacrificio no hay ganancia.

—Piense… piensa en todo lo sacrificado —Julián calculó, el tutear le daría más

autoridad a su discurso—, ¿valió la pena? Te diré algo, aunque ya lo sabes: si no cumples

con la meta impuesta por tu jefe este año, a pesar de todo, sin importar lo hecho, te botaran

sin miramientos. ¿Acaso no lo han hecho con otros? Estás atrapado; su un día no cumples,

se desharán de ti, sin importarles haber dejado allí tu vida entera.

—Pero ¿Entonces como obtener las cosas?, ¿no superarse?, ¿ser un mediocre

siempre?

—Cállense, dejen al licenciado terminar de dar su mensaje, no lo interrumpan —

Page 71: El Sueño de La Oruga (2014)

70

ordenó Rosales.

—Revisen estas 10 verdades del perdedor, díganme si no se identifican con ellas.

Esto deseaba decirles, gracias por escuchar mi verdad.

Al final, muchos asentían con la cabeza: fuera por la pasión de su expresión, por la

novedad o lo extraño del tema. Pero todos le dieron una fuerte ovación.

—¡Te felicito, muchacho! ¡Has dicho grandes verdades!

—Gracias, profesor, sus palabras valen mucho para mí.

—Le juro, licenciado, hasta ganas de llorar me dieron al escucharlo. Me hizo

recordar muchas cosas de cuando era niño.

—Tú eres quien me emociona al decirme eso, Lolo.

—Julián, mi hermano, de verdad me dejaste apantallado.

—Rosales, para mí es un honor, gracias por dejarme hacer esto.

Recibió muchos apretones de mano, hasta abrazos; algunos permanecieron

callados en forma escéptica, Julián no los tomó en cuenta.

—Oiga, don Julián, lo felicito. Haga de cuenta estaba hablando de mí, como si me

conociera de años.

—Usted sí sabe cómo es la vida, señor Huerta. Siempre le va a uno como en feria,

todo por la pura ambición de las viejas, siempre están jode y jode con tener cosas, nunca

llenan de nada.

Todos tenían una historia para contar, encajaba con lo mencionado por el

expositor, el cual cenó y bebió por invitación de varios. Afuera, Lolo le dijo:

—Tengo un hermano, cuida unas bodegas, por San Bernabé, ¿Cómo ve si da una

plática allá? Hay algunas vacías, los pastores de otras religiones, los de los partidos

políticos juntan gente para ir a darles discursos, platicas, hay muchas colonias por ese

Page 72: El Sueño de La Oruga (2014)

71

rumbo.

—No había pensado en dar otra plática.

—Sí, mire, le hacemos igual como los otros.

—¿Cómo le hacen los demás?

—Anunciamos en un altavoz por las calles para juntar a la gente, usted dice el

mensaje, ahí les vendemos refrescos, botana, comida, cuanto se nos ocurra.

—Pero ¿tú crees les interese? Aquí Rosales es cuate, me dio la mano.

—El prieto gordo aceptó porque vendría más gente, aumentaría el consumo.

—No me había puesto a verlo de esa manera.

—No le vamos a hacer mal a nadie; ni siquiera vamos a cobrar por la entrada: va

quien quiera. Si de pasada nos compran algo, pues todos ganamos.

—Bueno, vamos a probar, total.

—Dígame dónde vive. Voy a buscarlo mañana y hacemos arreglos para el

domingo.

Page 73: El Sueño de La Oruga (2014)

72

XVI

Los dos estuvieron de acuerdo en contratar una camioneta con un altoparlante para los

recorridos por las colonias aledañas a la bodega; hicieron una lista de todas las cosas para

comprar y revender. Tomaron el transporte público para ir hasta San Bernabé. Conoció al

hermano de Lolo, quien sin muchos rodeos le pregunto de cuanto sería “la propina” por

dejarlos usar una nave vacía del lugar. El velador les comentó sobre una señora de esos

rumbos, doña Rosy, ella les podía acarrear gente por una cantidad. Fueron con ella,

pactaron el precio: a mayor número, más alta era la cantidad. Por la tarde, Julián le dijo a

Lolo necesitar volver a su casa para preparar algo diferente a lo dicho en el bar.

—Licenciado, diga lo mismo de ayer en la cantina, estará bien.

—No, Lolo, debo preparar algo mejor; para vender nuestra mercancía, debemos

hacer interesante la presentación.

Pasó el resto de la tarde pensando, escribiendo, tachando; al final sólo

permanecieron varias líneas. Había oscurecido. Fue a un lugar de fotocopiado de esos

abiertos hasta la medianoche donde sacó 100 copias de ideas acerca de su discurso; tenía

pensado repartirlas entre la gente para hacer atractiva su presentación.

La tarde del domingo, Julián y Lolo estaban listos afuera de la bodega. Desde el

día anterior, la camioneta con el altoparlante no dejó de anunciar el evento. Contrataron un

par de muchachos para ayudar con los refrescos y demás vendimias. Doña Rosy llegó con

un contingente de casi treinta personas; luego de un rato, entre atraídas por la curiosidad y

la venta, se acercaron más.

Sobre un templete improvisado, utilizando el mismo altoparlante de la camioneta,

Page 74: El Sueño de La Oruga (2014)

73

Julián comenzó su participación. De inmediato captó la atención de los asistentes, parejas

con niños de brazos, jóvenes, ancianos. Decía algo muy diferente a los otros predicadores

o políticos: hablaba de las verdades del perdedor. Mucha gente asintió mientras exponía

con una pasión inusitada, Julián gritó con toda la fuerza de sus pulmones:

1. Todos somos perdedores, sin importar cuanto hayamos logrado en la vida:,

siempre fallamos en algo.

2. No tenemos lo que queremos, y no queremos lo que tenemos.

3. Nadie espera mucho de uno, ya saben, los vamos a decepcionar.

4. Hace 10 años no pensábamos estar tan mal y el futuro puede aún ser peor.

5. No importa cuanto hagamos: estamos destinados al fracaso. Alguien hará las

cosas mejor.

6. Uno sólo sirve para hacer las cosas mal.

7. La felicidad es un espejismo, no existe.

8. Los demás ya perdieron la fe en uno.

9. No recordamos cuándo fue la última vez cuando fuimos felices.

10. La mejor prueba de ser uno perdedor: Sobras en donde estas.

Al final le dieron un aplauso, muchos no entendieron lo dicho. Cuando se

retiraban, los muchachos contratados empezaron a repartir las hojas con las ideas

presentadas con más ejemplos. Los primeros al recibirlas recibieron dieron a cambio unas

monedas, de tal suerte los siguientes los imitaron. Al terminar de repartirlas, le dieron el

dinero a Julián; no lo esperaba, además la cantidad era ligeramente superior a las

utilidades producto de la venta de refrescos y botanas. Al final, descontando los gastos y

Page 75: El Sueño de La Oruga (2014)

74

una parte para Lolo, la cantidad restante le permitirá a Julián sobrevivir modestamente la

semana. Nada mal por tan pocas horas de trabajo.

—¿Vio, licenciado?, así hecho al vapor; ahora imagínese si lo hacemos bien.

—Mañana búscame en el departamento, Lolo, vamos a platicarlo más.

Por la noche, varias ideas cruzaron por su mente.

La mañana siguiente decidieron presentarse el domingo en el mismo lugar, si les

iba bien irían a las colonias circunvecinas. Decidieron imprimir carteles, mejorar la calidad

de las hojas a repartir, marcándoles un precio de costo; se las ofrecerían a la gente

pidiéndoles a cambio como cooperación, no necesariamente el monto marcado.

Contratarían de nuevo a doña Rosy para acarrear más gente.

El número de personas aumento; los carteles colocados en postes y vitrinas, el

sonido anunciando el evento desde el viernes, el material escrito llamativo, causaron sin

duda mayor impacto, reflejándose en lo recolectado.

— o —

—Vamos a ir a otra colonia el próximo domingo Doña Rosy, ¿no tiene amigas para

ayudarnos a llevar gente?

—Sí, señor, yo conozco gente en todos lados.

—Oiga, ¿y esa muchacha?

—Es mi hija, se llama Magaly.

— ¿Está trabajando? Ella puede encargarse de vender la comida.

—Sí trabaja, pero el domingo no hace nada. Yo la llevo, apenas cumplió los 19;

verá cómo nos ayuda, es muy inteligente.

Julián vio irse a doña Rosy acompañada de su hija; un pensamiento lujurioso lo

asaltó luego de ver las bien torneadas piernas morenas de la muchacha.

Page 76: El Sueño de La Oruga (2014)

75

XVII

Julián festejó con su equipo el segundo aniversario del inicio de “Las Charlas”, así se

refería s sus actividades. Hubo carne asada, lechón al ataúd, borrego a la griega, barriles de

cerveza; un conjunto norteño amenizó el festejo, terminó con menudo la mañana siguiente.

A los colaboradores iniciales, Lolo, doña Rosy, su hija Magaly, se fueron sumando otros,

hasta completar un equipo de 20 personas. Contaban con dos camionetas de modelo

reciente y un auto mediano nuevo, para Julián; Lolo era su chofer.

Ya habían visitado todas las colonias populares de la periferia y los poblados

suburbanos. Planeaban volver a recorrer los sitios donde comenzaron.

— o —

—¿Cuándo vas a platicar con mamá de lo nuestro, Julián?

—Una noche sin estar tan apresurados voy a tu casa.

—Habla con ella, no me gusta andar a escondidas. Ya sospecha algo, me ha hecho

comentarios, se le hace raro, siempre al final de los eventos mandas a Lolo a llevarla a

casa, ya ha preguntado a otros, se da cuenta, despachas a todos para quedarnos tu y yo

solos

—Luego voy, luego voy Magaly ahora reúne al equipo para las instrucciones

finales.

— o —

—Vamos a repasar el programa. La música tocará fuerte una hora antes. A la hora del

show, entra primero el presentador, habla unos 15 minutos. Luego más música, luces; entro

yo, doy el mensaje, hago pasar a quienes darán testimonio de cómo cambió su vida cuando

Page 77: El Sueño de La Oruga (2014)

76

aceptaron ser perdedores, primero los habituales para animar a los espontáneos.

Emociónenlos: quiero por lo menos dos llorando. Los colaboradores colados entre el

público deben aplaudir mucho, así el resto los sigue. Luego presento el material, rifo dos

libros con su autógrafo, los entrego, más aplausos e invitó al público a pasar a los

módulos. Las edecanes con minifalda se enfocan a los hombres de más de 40; los asistentes

deberán atender a las mujeres mayores, entre más feas y gordas estén háganles más guato.

Inviten luego a todos a consumir alimentos. Debemos vender, vender, vender.

— o —

La calidad de los materiales mejoró en forma significativa: folletos, trípticos, carteles se

mandaban maquilar en imprentas bien establecidas; los discos compactos en empresas

especializadas; los videos, con realizadores de comerciales para la televisión.

Julián tomó clases privadas de oratoria. Las ventas eran en efectivo, las actividades

sólo sábados y domingos. Vendedores, electricistas, edecanes, asistentes, personal de

seguridad, eran contratados a destajo. Los aspectos legales y contables eran manejados por

un despacho.

No había vuelto a ver a Fabiola ni a ninguno de se antiguos compañeros de trabajo.

A sus padres rara vez los visitaba; en una le preguntaron por su nueva ocupación: les dijo

dedicarse a dar consejo a las personas. Seguía viviendo en el departamento, ahora

amueblado y equipado a todo lujo. Ahí instaló una oficina donde controlaba las

operaciones. Ya no tenía deudas. Lolo estaba con él desde temprano.

— o —

—Éste es el tipo sobre quien hable en la monografía para la clase. Vea la forma como

tiene todo armado. Lo he seguido durante cuatro semanas en los diferentes lugares donde

se exhibe y he podido video grabarlo, aparte compré el material que vende; con las ventas

Page 78: El Sueño de La Oruga (2014)

77

hace una cantidad de dinero para no creerse.

—¿Cómo diste con este sujeto, Gonzalo?

—Un día acompañé a mi novia que da catecismo en una de esas colonias, cuando

pasó una camioneta con altavoz anunciando al fulano éste. Me dio curiosidad, fui a oírlo,

quedé impactado de lo bien montado de sus presentaciones. Desde entonces me he

enterado dónde seguiría presentándose. Me pareció interesante incluirlo en el trabajo final

de la materia, ¿Cómo ve al tipo?

—Te felicito por la investigación, Gonzalo. Me interesó saber de quién hablabas;

estos tipos me enferman.

—Al principio se me hizo divertido, ahora se me figura peligroso.

—¿Sabes dónde se presentará la próxima semana?

—Sí, maestro.

— o —

El maestro Morales, decano de la carrera de ciencias de la comunicación, asistió el

siguiente fin de semana al lugar donde Gonzalo investigó se llevaría a cabo otra

presentación.

La reunión se desenvolvía como las otras. Julián pidió pasaran a dar testimonio.

Levantó la mano un hombre de más de 50 años, desentonaba con el común de los

residentes del rumbo; Una edecán en minifalda lo acompañó a subir al escenario.

—Dinos tu experiencia, perdedor

—Todos tus enunciados son falacias, eres un charlatán, un vividor.

—Fala... no te entiendo.

—Falacias, mentiras disfrazadas de verdades; presentas ideas de cierta forma las

haces parecer convincentes.

Page 79: El Sueño de La Oruga (2014)

78

—Pues hoy tenemos a un perdedor muy ilustrado, los ojos de Julián se avivaron.

—No soy ningún perdedor— Sonaba la voz con aplomo.

—Tenemos un perdedor quien aún no se ha dado cuenta de serlo. — Reía mientras

se dirigía al público

—Tus ideas no soportarían un verdadero debate, eres un charlatán.

—¿Debate?, ¿con quién? — Julián parecía divertirse.

—Conmigo.

—Adelante, hagámoslo, vamos.

—Si tan seguro estás de tus ideas, te reto, pero no aquí.

El lugar estaba en silencio, todos esperaban oír las respuestas de Julián ante el

desafío.

—¿En dónde?

—En el auditorio de mi escuela— Pronunció el nombre una conocida institución.

—De acuerdo, como tú digas, ¿cuándo será? — Julián exageraba la cortesía.

—El viernes próximo, al mediodía.

—Mejor a las seis de la tarde, ¿te parece? Ahora, perdedor, di tu nombre.

—Pregunta por el maestro Morales, no necesitas más.

—Ahí estaré, perdedor Morales; ya oyeron todos.

— o —

Al día siguiente ordenó la impresión urgente de buen número de carteles anunciando el

debate; habría transportación gratuita para quienes desearan ir; las camionetas con los

altavoces andarían por todas las colonias anunciando el evento. Transmitió a doña Rosy

una orden: Llevar gente como nunca lo habían hecho; habría camisetas, gorras y refrescos

para todos los asistentes.

Page 80: El Sueño de La Oruga (2014)

79

Todo el esfuerzo de la organización se enfocó para el debate.

Mando investigar quién era el maestro Morales, le informaron: Es un pilar

académico de su institución.

— o —

Los autobuses rentados llevaron a más de 700 personas; la mayoría participó sólo para salir

de la rutina.

La gente no cabía en el austero auditorio; muchos comenzaron a sentarse sobre la

alfombra oscura de las escaleras; otros, de pie en los pasillos, veían en las pizarras los

anuncios dirigidos a los estudiantes. Quienes no pudieron entrar se instalaron en los

jardines, sin importarles los guardias de seguridad prohibiéndoles estar ahí. Afuera de las

instalaciones, camionetas con altavoces reproducían los mensajes de Julián. Durante el

trayecto en los camiones habían instruido a los asistentes: cuando alguien diferente de

Julián tomara el micrófono para hacer uso de la palabra, deberían de abuchearlo, chiflarle;

cuando fuera el turno de Julián, debían de guardar silencio; al final, deberían estallar en

aplausos.

El rector mandó llamar al maestro Morales, exigiéndole una explicación, el evento

distaba mucho de lo comentado originalmente. Luego dio orden de solicitar la presencia de

la policía, esperando con ello se retiraran todas esas personas. Al ver la multitud, las dos

patrullas enviadas pidieron refuerzos; elementos del cuerpo de control de motines fueron

asignados al lugar, las cámaras de televisión no tardaron en presentarse.

El debate dio inicio. La multitud, siguiendo puntualmente las instrucciones, soltó

una gran rechifla cuando el maestro Morales quiso hacer uso de la palabra; subieron

incluso el volumen del micrófono, pero fue inútil: la multitud comenzó a corear el nombre

de Julián. El rector decidió dar por terminado el evento. El maestro Morales bajó del

Page 81: El Sueño de La Oruga (2014)

80

podio, se retiró; la gente gritaba con más fuerza el nombre de Julián. Los guardias del

instituto comenzaron a empujar al gentío hacia fuera; de repente una bomba de gas

lacrimógeno estalló. Entre gritos, la gente corría en todas direcciones; hubo quienes

agredieron a los policías, éstos contestaron con fuerza. La prensa televisiva captó todo.

Los medios preguntaron de inmediato quién era el líder de ese grupo; pensaban se

trataba de un político. Un reportero de televisión dio con Julián dentro del instituto cuando

cerraron los accesos al iniciar las escaramuzas, comenzó una entrevista en vivo.

—Explíquenos el motivo de su asistencia hoy aquí.

—A debatir mis ideas con uno de los catedráticos de este plantel. Le aclaro, él me

invitó a venir.

—¿Díganos el nombre del catedrático?, ¿La razón de la invitación?

—El maestro Morales. Sus motivos los desconozco; pregúntenselo a él.

—¿Pertenece a un partido político señor Huerta?

—No tengo ideas políticas, comunico un mensaje a mis prójimos.

—¿Díganos sobre el tipo de mensaje?

—Tengo una filosofía de la vida, permite ayudar a todos.

—¿Podría decirnos algo al respecto?

—En la vida, todos somos perdedores. La fuerza de esto radica en ver si lo

aceptamos o no; lo llamo “El Manifiesto del Perdedor”.

—¿Podría explicarnos más?

—Si quiere saber, asista a una de mis charlas. Ahora discúlpeme, debo ir a ver

cómo ayudo a mi gente reprimida por la policía.

Dejó hablando solo al muchacho, quien no tuvo otro remedio sino repetir lo dicho

por Julián.

Page 82: El Sueño de La Oruga (2014)

81

Los noticieros reportaron abundantemente el suceso; la prensa escrita también hizo

lo propio. La policía recalcó no haber disparado la bomba de gas lacrimógeno. Al otro día,

Julián se dedicó a visitar a los quienes fueron llevados a las salas de urgencias; no pasaba

de una docena de fieles, sus lesiones no eran de cuidado. Se presentó con un abogado ante

la policía para pagar las fianzas y poner en libertad a quienes fueron detenidos; no eran

más de 10. Ante la autoridad solicitó el esclarecimiento de un acto tildado de una infame

agresión en su contra.

En la noche, Lolo se retiró del departamento a la hora habitual. Julián esperó una

hora, salió, condujo hacía un depósito de autos chocados localizado en una de las colonias

de los recorridos. Había un grupo de hombres reunido en torno a una fogata; bebían

directo del pico varias botellas de aguardiente pasadas de mano en mano.

—Panzón: aquí está lo acordado, más un extra. Sálganse de la ciudad mientras se

calma todo. Hicieron un buen trabajo. Si por alguna razón los detienen, mantengan la boca

cerrada; diles te llamen a ti, tu le hablas a este abogado y él se lanza a sacarlos. Pero si

llegan a decir mi nombre, ¿a ver quien los saca? Así de fácil.

—No se apure licenciado, mi gente son puro de confianza, aunque los atore la ley,

no hablan, cuando necesite otro trabajito ya sabe, aquí estamos.

Page 83: El Sueño de La Oruga (2014)

82

XVIII

—Puede explicarnos, licenciado Huerta, el significado del “El Manifiesto del Perdedor”.

—Es un gran honor haber sido invitado a un programa como éste el cual goza de

seriedad. Llamé manifiesto a los postulados a ser debatidos. Pero personas afectadas en

sus intereses instrumentaron sabotear dicho evento.

—¿Podría ahondar en su mensaje?

—Desarrollamos conceptos sobre la base de muchos años de conducir

observaciones sobre el comportamiento humano. La necesidad de ser amado, aceptados

nos ha llevado a forjar patrones al respecto del ideal de como deberíamos ser para lograr

reconocimiento social, dándole un sentido falso a nuestra existencia. Todos quieren ganar,

triunfar, vencer, ser líderes, tener carisma, simpatía, ser bellos. La masa, ellos sostienen el

sistema, se sienten frustración por no alcanzar la cima; quienes forman la punta, al paso

del tiempo son destruidos por estar en ese lugar. A fin de cuentas, todos son perdedores:

unos por no llegar, otros por sí lograrlo, pero enfrentando fuerzas asociadas a su acción. La

felicidad del ser humano radica en aceptar su condición: no importa su hacer o lograr,

siempre ha sido y será un perdedor.

—Muy interesante su planteamiento. ¿Podría explicarnos más?

—Sí, con todo gusto, ser un perdedor...

— o —

Luego de esa entrevista, programó una presentación en un lujoso hotel. Ahora se enfocaría

a otro público; por lo mismo, necesitaba otro perfil de colaboradores. Encontró el número

telefónico buscado, lo marcó.

Page 84: El Sueño de La Oruga (2014)

83

—Susy, mi gran amiga, necesito verte, cuanto antes, mejor.

—¿Puedo preguntar el motivo?

—Para hacer negocios, ¿puedes cenar conmigo hoy?

—Sí, claro, ¿a que hora pasas por mi?

— o —

Susana le comentó la razón de la ruptura de relación con Pedro, terminó por

incompatibilidad de metas. Julián explicó sus proyectos: necesitaba de alguien para

ayudarle para coordinar los nuevos eventos y su promoción; el sueldo sería mayor al de su

actual empleo. Después de la cena y de varias copas, él le dijo:

—Eres muy bonita.

—Tú siempre me has resultado muy interesante.

—Necesito una pareja, tú podrías ser.

—¿Y Fabiola?

—Te debes de haber enterado.

—Sí, me enteré.

—Siempre he pensado, las cosas pasan por algo

—Coincido contigo.

—¿Te gustaría entonces trabajar para mí?

—Tal vez.

—La razón de conocernos, tenemos una misión…

—Tal vez.

—…una misión juntos.

—Tal vez.

—¿te gustaría conocerme más?

Page 85: El Sueño de La Oruga (2014)

84

—Tal vez.

Julián la besó en la boca, ella le correspondió.

— o —

La mañana siguiente, Julián le presentó a Lolo a la responsable de la nueva rama de la

organización. Lolo comprendió inmediatamente el rol a desempeñar por la sonriente

mujer.

— o —

El fin de semana antes del evento en el hotel lo aprovechó haciendo presentaciones dobles

en los rumbos habituales. No lo había hecho antes, pero la gente respondió bien, no le

importó pagar la entrada; lo atribuían por ser una figura apareciendo en los medios, eran

muchos más los perdedores buscando verlo. Susana lo acompañó todo el tiempo. Al final

del domingo, Magaly le dijo:

—Julián, necesito hablar contigo a solas.

—Después, ahora estoy ocupado.

— No puede esperar, debo decirte algo importante.

—¿No puede ser otro día? —dijo mientras miraba el segundero de su reloj.

—No.

— Susy espérame en el automóvil, ahora si habla rápido

—No me buscas como antes.

—¿Eso es todo? Ya me lo dijiste —volvió a ver el segundero.

—Es otra cosa, no sé cómo lo vas a tomar, estás muy raro.

—No tengo tiempo, termina de una vez —ahora miraba a los lados como si

esperara a alguien.

—Estoy embarazada.

Page 86: El Sueño de La Oruga (2014)

85

—Esas bromas no me gustan.

—El médico ya lo confirmó

—¿Desde cuándo estás panzona?

—No uses esa palabra.

—¡Con una chingada, ya no la hagas tan cardiaca!

—Ocho semanas.

—Te esperaste mucho, ¿o ese era tu plan?

—Tenía miedo decírtelo, no eres el de antes —Lagrimas corrían por sus mejillas.

—Ya estuvo bueno, ¿quién es el padre?

—Sólo he sido tuya, tú lo sabes

—¿A quién más le has dicho?

—A nadie.

—¿Ni a tu mamá?

—No, ni a ella.

—Podemos remediar la situación fácilmente.

—No te entiendo.

—Si nadie sabe de tú embarazo, tampoco sabrán si has dejado de estarlo.

—¡Eres un hijo de la chingada!—La palma de Magaly se estrelló en el rostro de

Julián.

—Te la perdono por el desbalance hormonal pero vamos a dejar en claro las cosas.

A nadie le dices nada, no es mío entiéndelo. No vendrás más, te mandaré dinero

con Lolo cada semana.

—No sé cómo me enamoré de ti, Eres un desgraciado

—Ya párale, cuando estábamos juntos hacías todo, menos llorar.

Page 87: El Sueño de La Oruga (2014)

86

—Eres un cabrón, esto no va a quedar así, ya verás.

—Si me provocas, ni eso te daré; acéptalo: te tocó perder.

Julián dio la medía vuelta, A Magaly le surcaban lagrimas de rabia por su rostro.

Al subir él al auto Susana preguntó:

—¿Y esa mujer?

—Nadie importante, es una perdedora.

— o —

Llegó al automóvil, le pidió a Susana adelantarse. Instruyó a Lolo:

—Buscas mañana temprano a doña Rosy en su casa, le avisas, ya no la voy a

necesitar para acarrear gente; también dile a Magaly pero cuando no esté cerca la vieja, ni

se le ocurra venir a mis oficinas o donde yo ande: yo las ayudaré cada semana por haber

cooperado desde el inicio de las cosas.

—Sí, patrón— Dijo Lolo en tono serio.

— o —

La conferencia en el hotel fue un éxito. Muchos asistieron por mera curiosidad. El equipo

de edecanes formado por Susana no descansó; al final, muchas personas compraron libros

o discos por la tenacidad de los vendedores. Se registró una estadística con el porcentaje

de asistentes quienes adquirieron material para usarla como herramienta mercadotécnica

en las próximas presentaciones. Julián empezó a ser contratado por empresas como

conferencista en sus convenciones.

— o —

En el intervalo entre las presentaciones en hoteles seguía asistiendo a las colonias

populares. Susana trabajaba en el proyecto sobre su primer libro. Contaban con una línea

de larga distancia sin costo para poder ordenar los productos. Julián supervisaba

Page 88: El Sueño de La Oruga (2014)

87

directamente las operaciones de venta, los ingresos y egresos.

Continuaba apareciendo en entrevistas de programas, revistas; nunca se negaba a

ninguna, estaba consciente: Gran parte de su poder radicaba en estar siempre a la vista del

público. Seis meses después de los acontecimientos del frustrado debate, empezó a

despachar en unas lujosas oficinas en la calzada del Valle. Habían adquirido más

vehículos, para él uno importado de lujo, de color negro; Lolo seguía siendo su chofer,

pero ya lo escoltaba otro auto con guardaespaldas.

Una noche discutía con Susana la forma de manejar una organización la cual

crecía en forma galopante:

—No puedes, son demasiadas cosas, Julián, comienza a delegar actividades.

—Debo asegurarme de todo.

—A este ritmo te va a dar un infarto.

—Quiero abarcar más territorio.

—Tu madre cumple años mañana, ¿no vas a ir a verla?

—Mándale un ramo de flores, también un regalo bonito.

—No la conozco, no sé sus gustos, tú dime.

—Tu escoge cualquier cosa, tu eres mujer debes saber.

— ¿Por lo menos te la comunico por teléfono?

—Estoy ocupado, ¿no me pediste empezar a delegar?

—Yo nada más te recordaba la fecha.

— ¿Cómo vas con lo del libro?

—Bien, en seis semanas estará listo para la venta.

—Lo necesito antes, en un mes será el lanzamiento internacional.

—¿Hablas en serio?

Page 89: El Sueño de La Oruga (2014)

88

—Mañana vendrán los directivos de una empresa de comunicaciones

específicamente televisión vía satélite. Les compré una hora de tiempo para dentro de un

mes; tendremos cobertura en toda Latinoamérica. Debemos ordenar diez veces la cantidad

de material vendido en promedio mensual, por eso el libro debe estar listo para reforzar

todo. Mañana también cerraré el contrato para comercializar los productos en el

extranjero.

—Por lo menos me hubieras dicho algo, para poder ayudarte.

—Ya te lo estoy diciendo.

—Sí, cuando todo está hecho.

—Esto del satélite costará una fortuna; debemos poder responder, nos abrirá las

puertas en otros lados, ya no en hoteles o auditorios, sino en estadios: no serán cientos sino

miles a quienes llegaremos. Debo preparar nuevos discursos y ampliar.

—Julián ¿te sientes bien?, estas muy pálido, Julián, mi amor, dime algo, dime

algo, ¿es el corazón?

Se le fue el color de la cara; comenzó a empaparse de sudor, la vista perdida, se

empezó a ir de lado en la silla. Susana trataba de enderezarlo, era en vano

—¡Lolo, Lolo!, alguien venga a ayudarme, ¡algo le pasó a Julián!

Lolo y los guardaespaldas vieron a Julián tendido en el piso, inconsciente, Susana

sosteniéndole la cabeza. Uno de ellos le aflojó la corbata, el otro le echaba aire con unos

papeles, mientras Lolo llamaba a una ambulancia. Cuando ésta llegó, Julián había vuelto

en sí, extenuado ya sobre un sillón. Le diagnosticaron agotamiento crónico; sugirieron

internarlo para hacerle más pruebas, él se negó. Lo convencieron por lo menos de

practicarse un análisis de sangre.

Julián no iría a un laboratorio, tenía compromisos programados, Susana consiguió

Page 90: El Sueño de La Oruga (2014)

89

una enfermera para ir a las oficinas a sacarle muestras.

— o —

—Listo, ya ve cómo no le dolió.

—Me sacó mucha sangre; mire, llenó los dos tubos.

—No es tanta, serán varias pruebas, entre más pronto las mande, mejor.

Julián mandó llamar a Lolo en cuanto salio la enfermera.

—Llevas primero esto al laboratorio del Hospital San José; de regreso pasas a casa

de Magaly, le das este sobre. Pero le dices bien claro: Si su madre sigue levantándome

falsos, ya no le mandaré dinero; es mi última advertencia.

—Sí, patrón, le daré el mensaje.

— o —

“Primero voy a casa de Magaly, por ese rumbo aprovecho para comerme unos tacos, luego

al hospital; también la vieja mandona me encargó hoy muchas cosas. De un tiempo para

acá siento al patrón muy ocupado, ya casi no platica conmigo como en el inicio; aparte,

desde cuando llegó la vieja ésa con sus ínfulas de grandeza él está más raro. Al rato no me

extrañaría si también me botan para poner en mi lugar otro chofer, uniformado, joven,

como los de las películas; si a Magaly, embarazada de él, la corrió…”

— o —

Magaly buscó consejo legal; Julián no conseguiría desentenderse, debería reconocer al

futuro bebé. Lolo le dio el sobre en la puerta de la casa; también le repitió el mensaje

integró de Julián.

—¿Cómo está él?

—No muy bien, Magaly, ayer se desmayó.

—¿Le pasó algo? ¿está enfermo?,

Page 91: El Sueño de La Oruga (2014)

90

—Está muy cansado; de hecho llevo mucha prisa, debo ir a un laboratorio a dejar

una sangre del patrón, hace rato se la saco una enfermera.

—Oye, necesito hacerme unos exámenes de laboratorio, ¿no me llevas de pasada?

—Claro, Magaly, nada más con cuidado al subirse. ¿Cuándo nacerá el bebe?

—En menos de dos meses. ¿Ahí llevas la sangre de Julián?

—Sí, en hielo para conservarla.

—Lolo, quiero pedirte un favor bien grande.

Page 92: El Sueño de La Oruga (2014)

91

XIX

—Una dama quiere hablar con usted, licenciado. Pero esta necia, no entiende de hacer cita

previa, insiste en verlo. Dice llamarse Fabiola.

—Hazla pasar, la conozco, es mejor atenderla un minuto y deshacerse de ella.

La secretaria la condujo al despacho.

—¿Y? —Pronunció Julián en cuanto la vio.

—¿No me vas a decir toma asiento?

—Estoy muy ocupado—veía el segundero del reloj de pared.

—Esta muy bonita tu oficina, te ha ido muy bien, mucho mejor a si hubieras sido

gerente administrativo.

—Con una chingada, ¿éstas sorda o eres pendeja? Habla ya —Julián se paró entre

ella y su escritorio.

—Todavía te quiero, Julián, no te he podido olvidar, pienso mucho en lo nuestro.

—La verdad no se si eres desvergonzada o muy valiente; a lo mejor sólo estás

loca. Estabas siempre acosándome para ser alguien con éxito. Les decías a tus amigas ese

no es mi galán sino mi peor es nada; a ver si un buen día me lograra.

—¿Quién te dijo eso?

—Tengo mis fuentes.

—Julián, volvamos a ser novios, es mi único deseo, por favor, mira...

No la dejó terminar:

—Cierra la boca, yo evolucioné, tú no has hecho nada: sigues donde mismo,

teniendo sueños de grandeza pero nunca serán realidad.

Page 93: El Sueño de La Oruga (2014)

92

Fabiola, tomándolo de pronto de las manos, musitó sollozando:

—Yo te amo, entiéndeme.

Julián se sacudió las manos violentamente; la miraba con desprecio.

—Nunca te quise, sólo estaba enamorado de tu culo, era tú única gracia, pero ya lo

veo aguado. Lárgate de mi vista, pinche perdedora, eso has sido, eres y siempre lo serás.

Fabiola estalló en llanto a grito abierto. En eso entró Susana de improviso.

—Pensé estabas solo, al rato tenemos junta con los de… Y ésta ¿Quién la trajo?

Al verla el semblante de Fabiola se transformó: las lágrimas de dolor se

convirtieron en rabia. Exclamó furiosa:

—¡Puta cabrona!

Se abalanzó sobre Susana, arañándola, golpeándola, estrujándola. Julián trataba de

detenerla mientras pedía ayuda a gritos. Julián, Lolo más dos guardaespaldas, apenas

pudieron controlar a Fabiola. la llevaron en vilo hasta la puerta, ahí la arrojaron a la calle.

—Si regresas, llamaré a la policía, para meterte a un manicomio —gritó Julián al

tiempo de dar un portazo.

Arreglándose las solapas del saco, le dijo a Susana:

—Ve al baño a arreglarte: Está loca de remate tu amiga.

—Examiga, recuerda también fue tu novia —contestó molesta—. ¿Tú le hablaste?

—Ni loco, ella se apareció aquí, todo mundo quiere algo del rey.

— o —

Faltaba menos de una semana para el día de la presentación por vía satélite. Venían de ver

una casona recientemente comprada por Julián en Villa de Santiago, a donde se mudaría

con Susana tan pronto estuviera reacondicionada. Se detuvieron a comer a un restaurante

de comida italiana.

Page 94: El Sueño de La Oruga (2014)

93

Julián se percató, en una de las mesas se encontraba su antiguo compañero Miguel

junto con su familia. Observó al mesero llevarles el postre; llamó al capitán del lugar

dando instrucciones de cargar el consumo íntegro de esa familia a su cuenta. Cuando

Miguel pidió la cuenta, le notificaron era cortesía de un caballero en otra mesa. Le

indicaron quién era Miguel lo reconoció en el acto. Se paró para ir hacía su mesa, como

Julián hizo lo mismo, se encontraron a medio camino. Se abrazaron con gusto, con calidez

fraternal.

—Mi viejo y gran amigo Miguel. Mi único amigo.

—Un gusto verte, güey.

—Te vi estabas con tú familia, por eso no quise interrumpir.

—Vinimos a celebrar a mi hijo mayor, cumplió 12 años quería conocer el lugar.

—Así son los muchachos.

—Gracias por el detalle de la cuenta, no te hubieras molestado.

—Es un gusto. De hecho, aún estoy en deuda contigo muchas veces me salvaste de

morir de hambre en el trabajo.

—Ni digas eso, por favor.

—¿Cómo te ha ido?, ¿cómo van las cosas?

—Cumplimos ese famoso macro pedido , ¿recuerdas? Después me nombraron

coordinador de producción.

—Felicidades —se acercó a Miguel, le dijo en tono serio—: Nunca se me ha

olvidado solo tú fuiste a buscarme a mi casa a advertirme.

—Era mi deber de cuate.

Después de una pausa, Julián detalló:

—Miguel, tú eres el único amigo verdadero con quien cuento. A fin de cuentas,

Page 95: El Sueño de La Oruga (2014)

94

fue mejor lo de mi despido. Mi organización va a crecer en muchas partes, tengo grandes

planes, necesito una persona de mi total y absoluta confianza, ese eres tú, ¿quieres ser mi

brazo derecho? Tu dime cuanto quieres ganar, te lo pago, hasta te ofrezco parte de las

utilidades. ¿Aceptas?

Miguel se aclaró la garganta para contestar:

—No me lo tomes a mal, estoy a gusto ahí; pero si un día decido cambiar de giro,

te buscó, espero aún este en pie el cooperar contigo de alguna forma. ¿Cómo la ves?

Julián, esbozando una sonrisa triste, contesto pausadamente:

—Ni hablar. La verdad me duele no tenerte ahora a mi equipo, pero no pierdo las

esperanzas en un futuro. Si alguna vez necesitas cualquier cosa, si tienes una emergencia

económica, lo que sea, no importa, estoy a tus órdenes, conozco a mucha gente.

Miguel le devolvió la sonrisa, le dijo: Gracias, cuídate mucho.

—Claro, tú también; piensa en mi oferta, ten mi tarjeta, ese es mi número privado,

puedes llamarme las 24 horas del día.

—Así lo haré.

Se estrecharon la mano, se dieron otro abrazo; luego cada cual volvió a su mesa.

— o —

Esa noche Julián daba una presentación. A media charla, una mujer mayor se paró de su

butaca, extendió con sus brazos un cartel, decía con grandes letras mayúsculas:

JULIAN HUERTA, CUMPLE COMO HOMBRE.

NO TE BURLES DE MI HIJA

Reconoció a la portadora. Susana mandó a dos guardias de seguridad. Trataron de

arrebatarle el cartel, pero ella lo defendió como fiera. Optaron por dejárselo, no sin antes

Page 96: El Sueño de La Oruga (2014)

95

empujarla hacia la salida.

Julián capitalizó la escena:

—Mis enemigos ya armaron antes un zafarrancho. Ahora me mandan mujeres

mayores a insultarme. No quiero imaginarme lo siguiente— Mantenía una amplia sonrisa.

Los aplausos estallaron en diversos puntos del público, luego se generalizaron; la

concurrencia lo ovacionó.

Al final de la presentación, Julián salió del escenario. Después de saludar a

quienes esperaban saludarlo en persona, dar autógrafos y posar para fotos, a solas las

sonrisas se esfumaron; maldecía a doña Rosy. Les dijo a sus guardaespaldas, alzando el

tono de voz:

—Mañana les doy unas fotos de esa vieja. No la dejen entrar a ningún evento.

Lolo: vas con Magaly, le dices: Se acabó, se lo advertí.

Estaba todavía furioso cuando reconoció a lo lejos un figura femenina quien le

hacia señas con la mano. Era Graciela. La mandó traer con Lolo.

—Es un gusto verte, tanto tiempo.

—¿Te puedo servir en algo? —contestó, cortés pero frío.

—¿Puedo saludarte? —Hablaba con un tono empalagoso—. Desde tu diferencia

de opiniones con el dueño, cuando dejaste la empresa, no supe nada de ti, te me perdiste,

hasta hace poco te vi en la televisión. Lo sabía, tu fortaleza de carácter te iba a llevar por el

camino del triunfo.

Se le ocurrió algo para olvidar el coraje provocado por doña Rosy.

—¿Tienes planes esta noche? —Su tono de voz ahora era más dulce.

—Nada, no tengo ninguno.

—Vamos a cenar, ¿te parece?

Page 97: El Sueño de La Oruga (2014)

96

—Como digas —contestó contenta.

—Lolo nos vamos. Mando un mensaje de texto a Susana: No me esperes

Fueron a cenar al restaurante de un hotel situado en un extremo opuesto de la

ciudad. Después de una botella de champaña, todo eran risas, armonía en su conversación.

Se levantó un momento, fue a la puerta de entrada, le hizo un ademán a Lolo quien

esperaba afuera junto con los guardaespaldas, consígueme una habitación; también le dio

instrucciones sobre unas cosas para llevar al cuarto, Lolo debería regresar a buscarlo unas

cuatro horas más tarde. De vuelta con Graciela, esperó a Lolo llegar para darle la llave de

un cuarto luego suavemente le dijo a ella en el oído: Te invito más champaña en mi

habitación.

—Eres un atrevido —ella le acarició la corbata.

—Vamos, no perdamos el tiempo —Julián la tomó de la mano.

En la mesa de centro de la pieza había un ramo de rosas, dos botellas de

champaña, una canasta con frutas, un pastel de chocolate.

—Tú sí sabes tratar a una mujer.

—Me gusta cuidar los detalles.

— o —

Julián tuvo el cuidado de casi no beber pero sí de embriagar a Graciela lo suficiente. Le

quitó el vestido; al llegar a la ropa interior, lo hizo a tirones, sin importarle arrancársela.

Abrió una segunda botella, se la vació en la cabeza y cuerpo; ella se rió, decía estaba muy

fría. Luego, una por una, le embarró las frutas como si fuera un juego. Le puso flores en la

cabeza, enmarañándolas con su cabello. De pronto le estrelló el pastel en plena cara,

soltando una carcajada, ella también reía. La llevó a la cama. No la besó ni una sola vez: le

hizo el amor de manera mecánica, sin interesarle si ella lo estaba disfrutando. Por fin había

Page 98: El Sueño de La Oruga (2014)

97

logrado algo desde tiempo antes deseado: tenerla a su disposición. Contempló la figura

grotesca, le dijo a la intoxicada mujer mientras oía sus ronquidos:

— ¿Dónde fue tu altivez, tu orgullo? ¿Dónde esta tu soberbia?

Julián vio su reloj; Lolo no tardaría. Se dio un baño; antes de salir, tomó el labial

de la bolsa de Graciela y escribió en el espejo frente a la cama:

Gracias, la pasé muy bien. Te dejo este dinero para reponer el labial, lo tomé

para escribir, aquí todo está pagado. Si te necesito, te busco, perdedora.

Apenas terminó, sonó el teléfono.

— ¿Todo bien, patrón?

—Sí, Lolo, sube a la habitación —se le había ocurrido algo.

Abrió la puerta en cuanto tocaron, Lolo al ver el desorden y la figura tendida

desnuda mostró una expresión de asombro, Julián aclaró:

—No te apures, no pasa nada; se puso borracha, mírala.

—Está bien dormida.

—Lolo, ¿te gusta la mujer?

— Si patrón, esta buena.

—Lógrala, cógetela —era una orden no una invitación—. Es una puta, aquí te

espero, tú acaba sin prisas, no te preocupes, no hay bronca.

Se sentó en un sillón para ver a Lolo haciéndole el amor a la mujer inerte. Con su

teléfono celular, tomaba fotografías, había ajustado otra cuenta más.

— o —

Al entrar a su recámara a oscuras, oyó una voz somnolienta desde la cama:

—¿Dónde estabas?

—Arreglando un asunto pendiente.

Page 99: El Sueño de La Oruga (2014)

98

—Ya me imagino; espero te hayas protegido, no me gustaría contagiarme con algo

de tus “pendientes” —Susana le dio la espalda; al poco tiempo ya estaba dormida.

—Mi hora ha llegado —exclamó Julián con determinación.

Page 100: El Sueño de La Oruga (2014)

99

XX

La presentación vía satélite contaría con efectos especiales. Obtuvieron el patrocinio de

importantes marcas cuyos productos serían publicitados por medio de mensajes comerciales

en los intermedios. Las entradas para el evento costaron el doble. Tanto Julián como Susana

vestían ropa auspiciada por la firma de un diseñador europeo.

Previo al comienzo de la transmisión, el director de cámaras, sosteniendo un

cronómetro, empezó a contar con los dedos de la mano:

—Todo listo, cinco, cuatro, tres...

— o —

Una hora antes del evento, unas manos de mujer tomaban el instrumento para vengarse.

“Verás cómo no soy ninguna perdedora. Maldito desgraciado.” La mujer llegó al lugar;

entre la multitud nadie noto quién era. Entregó su boleto, se encaminó a su butaca,

esperando el momento preciso de actuar.

— o —

—…dos, uno…

Un popular actor de series de la televisión nacional actuando como presentador

vestido de etiqueta dijo a la audiencia:

—Buenas noches, me complazco en presentar al filósofo moderno quien está

cambiando la manera de ver el mundo: Julián Huerta.

Julián emergió desde una plataforma mecánica en lo alto al centro del escenario;

un reflector lo iluminaba. La multitud estalló en una ovación.

Al descender al nivel del suelo, Julián abrió los brazos mientras gritaba con una

Page 101: El Sueño de La Oruga (2014)

100

gran sonrisa:

—Hola, perdedores de todas las latitudes quienes hoy nos acompañan…

Fue un derroche de creatividad en ejemplos y vivencias. Recomendó el material

existente, presentó su nuevo libro, repetía los números para realizar las compras mientras

aparecían en las pantallas de los televisores. En un intervalo para publicidad, fue a la parte

posterior del escenario.

—¿Cuál es nuestro nivel de audiencia?

Susana, con diadema telefónica y al frente de un rack de computadoras atendidas

por docenas de operadores, contestó sin vacilar:

—El nivel de audiencia sintonizándonos es mayor al de la suma de todos los

demás programas en este mismo horario.

—¿Y cómo van las ventas?

—Ya comenzaron en todos los países, los teléfonos no dejan de sonar, la pagina de

Internet esta saturada de visitantes. Eres un éxito.

Julián iluminó su rostro con una sonrisa, al tiempo de decir:

—Perfecto. Nada me puede detener.

Un asistente de producción se acercó.

—En 30 segundos reanudamos la transmisión, debe regresar al escenario.

El programa siguió. La mujer esperó hasta el momento del cierre, cuando el

clímax y la atención fueran mayores.

Cerca de los últimos momentos, Julián decía a la audiencia:

—Vamos, todos digan: soy un perdedor. Acéptenlo en sus corazones, convencidos

de esto, se liberaran de todo impedimento para ser felices...

Page 102: El Sueño de La Oruga (2014)

101

Una mujer se puso de pie; portaba un enorme ramo de flores en sus manos, se

dirigió al escenario quería dárselo a Julián en las manos. El director de cámaras comentó al

productor:

—Esa tipa no está en el libreto. ¿La tomo?, ¿desvío la atención?, ¿corto la

transmisión?

—Espera, parece ser una espontánea, le va a dar el ramo al conferencista; no

cortes, no la pierdas de vista, enfoca más cerca para cuando se lo de.

La mujer subió al escenario, al estar cerca de Julián soltó el ramo, apareció una

pistola en sus manos. Apuntó hacia Julián, paralizado por la sorpresa, desconcertado, con

los ojos abiertos a más no poder.

—¡No soy una perdedora!—Gritó la mujer.

Sin demora detonó el arma a quemarropa, impactó en el pecho de Julián, quien

cayó de espaldas en el centro del escenario. Hubo gritos en todo el teatro, gente corriendo,

buscando atropelladamente la salida. Los guardaespaldas de un salto, subieron al

escenario; de inmediato desarmaron y derribaron a la agresora.

—¡Fue Fabiola, fue Fabiola!—gritaba Susana fuera de sí.

Lolo llegó hasta el cuerpo caído, en la camisa, una mancha roja crecía sin control;

se arrodilló, le levantó la cabeza.

—Patrón, no se me muera, por favor.

Julián movía sus labios lentamente, Lolo acercó un oído hasta ellos.

— o —

Mientras la gran mayoría buscaba la salida, Magaly permaneció en su asiento; en su

avanzado estado de gravidez era mejor esperar ahí. Apretaba con fuerza el resultado donde

se ratificaba a Julián como el padre del hijo por nacer. Había esperado el final del evento

Page 103: El Sueño de La Oruga (2014)

102

para mostrarle esa prueba; pudo obtener el análisis gracias a convencer a Lolo de dejarla

usar un poco de la sangre cuando la llevaba al laboratorio. Al ver a Julián herido de

muerte, un par de lágrimas corrió por sus mejillas.

— o —

Graciela iba dentro de la multitud precipitada hacia la salida. Asistió al evento sólo para

ver si podía volver a salir con Julián; no recordaba muchas cosas de su cita, al final fue

como un sueño confuso. Dijo para sí en voz baja:

—Pobre Juliancito, terminó mal, ya me imaginaba algo así.

— o —

Días después apareció en la prensa una nota reportando:

La batalla legal inició al haber muerto intestado el motivador moderno Julián

Huerta, recientemente asesinado ante las cámaras de televisión por una fanática. Quienes

disputan sus bienes materiales, así como los derechos de explotación del material escrito

como del producido en audio y video, son una mujer quien afirma haber sido su pareja

además de colaboradora laboral, también otra la cual asegura contar con un estudio

genético donde se confirma a Julián como el padre de su hijo recién nacido; reclaman

además sus familiares. Se espera un largo proceso en los tribunales.

— o —

—Mira cómo terminaste, güey —se lamentó Miguel en voz alta.

Mientras meneaba la cabeza, colocó un ramo de flores sobre la tumba de Julián;

era una solitaria tarde de sábado, continuó dirigiéndose a la lapida:

—Me encontré al señor quien era tu chofer, me dijo cuales fueron tus últimas

palabras antes de morir: “Me lleva la chingada”.