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©APOSTOLADO MUNDIAL DE FÁTIMA, USA PO BOX 976, WASHINGTON, NJ 07882 908-689-1700 WWW.BLUEARMY.COM O R B I S U N U S O R A N S Visión del infierno Nuestra Señora les dijo a los tres videntes, “Hagan sacrificios por los pecadores y digan muchas veces, especialmente cuando hagan un sacrificio: ‘Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Corazón Inmaculado de María.’” Al decir estas últimas palabras, abrió sus manos. La luz pareció penetrar la tierra y vimos, por así decirlo, un mar de fuego. Sumergidos en este fuego había demonios y almas con forma humana, como brasas ardientes y transparentes, totalmente ennegrecidas o bruñidas de color bronce que flotaban alrededor de la conflagración y que se elevaban por los aires por la llamaradas que brotaban de ellas mismas junto con grandes nubes de humo y que caían por todas partes como las chispas que brotan en los grandes fuegos, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que nos horrorizó y nos hizo temblar de miedo. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, negros y transparentes como carbones ardientes. Aterrados y a punto de pedir auxilio, miramos a Nuestra Señora quien nos dijo tristemente: “Han visto el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado. Si se hace lo que les digo, muchas almas se salvarán y habrá paz. La guerra terminará; pero si la gente no deja de ofender a Dios, otra peor se desatará durante el pontificado de Pío XI. Cuando vean una noche iluminada por una luz desconocida, sepan que esa es la gran señal que Dios les dará de que está pronto a castigar al mundo por sus crímenes mediante la guerra, el hambre y persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.” Petición de Consagración y Comunión de Reparaciones “Para impedir esto, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado y la Comunión de Reparación los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo causando guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir y varias naciones serán aniquiladas. Al final mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia que se convertirá y un periodo de paz se le concederá al mundo. En Portugal, el dogma de la fe siempre será preservado.” Tercera Visión De lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más en lo alto, vimos a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda que centelleaba emitiendo llamas que parecían iban a incendiar el mundo, pero se apagaban al contacto con el esplendor que irradiaba la mano derecha de Nuestra Señora dirigida hacia él. El Ángel, señalando a la tierra con la mano derecha, dijo con fuerte voz: “¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!” En medio de una inmensa luz que era Dios mismo, vimos como a través de un espejo, a un obispo vestido de blanco -tuvimos el presentimiento de que era el Santo Padre- así como a otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas que subían una montaña muy empinada en cuya cumbre había una gran cruz con troncos rústicos con su corteza, como si fueran de alcornoque. Antes de llegar allí, el Santo Padre atravesaba una gran ciudad medio en ruinas con paso vacilante, tembloroso, apesadumbrado de dolor y pena, y rezaba por las almas de los cadáveres que iba encontrando por el camino. Cuando llegaba a la cima de la montaña se arrodillaba a los pies de la gran cruz, y allí un grupo de soldados lo asesinaba disparándole balas y flechas, y del mismo modo iban muriendo, uno tras otro, los demás obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, hombres y mujeres de todas las clases y estratos sociales. Bajo los dos brazos de la cruz había dos Ángeles, cada uno sosteniendo una jarra de cristal en la mano donde recogían la sangre de los mártires con la cual regaban las almas que se iban acercando a Dios. El Secreto de Fátima

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Visión del infiernoNuestra Señora les dijo a los tres videntes, “Hagan sacrificios por los pecadores y digan muchas veces, especialmente cuando hagan un sacrificio: ‘Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Corazón Inmaculado de María.’”

Al decir estas últimas palabras, abrió sus manos. La luz pareció penetrar la tierra y vimos, por así decirlo, un mar de fuego. Sumergidos en este fuego había demonios y almas con forma humana, como brasas ardientes y transparentes, totalmente ennegrecidas o bruñidas de color bronce que flotaban alrededor de la conflagración y que se elevaban por los aires por la llamaradas que brotaban de ellas mismas junto con grandes nubes de humo y que caían por todas partes como las chispas que brotan en los grandes fuegos, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que nos horrorizó y nos hizo temblar de miedo. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, negros y transparentes como carbones ardientes. Aterrados y a punto de pedir auxilio, miramos a Nuestra Señora quien nos dijo tristemente:

“Han visto el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado. Si se hace lo que les digo, muchas almas se salvarán y habrá paz. La guerra terminará; pero si la gente no deja de ofender a Dios, otra peor se desatará durante el pontificado de Pío XI. Cuando vean una noche iluminada por una luz desconocida, sepan que esa es la gran señal que Dios les dará de que está pronto a castigar al mundo por sus crímenes mediante la guerra, el hambre y persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.”

Petición de Consagración yComunión de Reparaciones

“Para impedir esto, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado y la Comunión de Reparación los

Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo causando guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir y varias naciones serán aniquiladas. Al final mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia que se convertirá y un periodo de paz se le concederá al mundo. En Portugal, el dogma de la fe siempre será preservado.”

Tercera VisiónDe lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más en lo alto, vimos a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda que centelleaba emitiendo llamas que parecían iban a incendiar el mundo, pero se apagaban al contacto con el esplendor que irradiaba la mano derecha de Nuestra Señora dirigida hacia él. El Ángel, señalando a la tierra con la mano derecha, dijo con fuerte voz: “¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!” En medio de una inmensa luz que era Dios mismo, vimos como a través de un espejo, a un obispo vestido de blanco -tuvimos el presentimiento de que era el Santo Padre- así como a otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas que subían una montaña muy empinada en cuya cumbre había una gran cruz con troncos rústicos con su corteza, como si fueran de alcornoque. Antes de llegar allí, el Santo Padre atravesaba una gran ciudad medio en ruinas con paso vacilante, tembloroso, apesadumbrado de dolor y pena, y rezaba por las almas de los cadáveres que iba encontrando por el camino.

Cuando llegaba a la cima de la montaña se arrodillaba a los pies de la gran cruz, y allí un grupo de soldados lo asesinaba disparándole balas y flechas, y del mismo modo iban muriendo, uno tras otro, los demás obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, hombres y mujeres de todas las clases y estratos sociales. Bajo los dos brazos de la cruz

había dos Ángeles, cada uno sosteniendo una jarra de cristal en la mano donde recogían la sangre de los mártires con la cual regaban las almas que se iban acercando a Dios.

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