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- MIGUEL JARAMILLO BAANANTE - Director ejecutivo del Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade) LA AGENDA LABORAL DEL GOBIERNO L a fijación de un salario mínimo es una política del mercado la- boral que tiene objetivos redis- tributivos. La lógica de esta po- lítica es mejorar los ingresos de los estratos salariales más pobres, en par- te para corregir potenciales diferencias en el poder de negociación entre empleadores y trabajadores. Pese a que los objetivos teóricos del salario mínimo son de interés social, debe tenerse en cuenta que la literatura internacio- nal encuentra que los efectos de dicha política varían de forma importante según el contexto. Con esto en mente, resulta esencial entender qué dice la investigación empírica sobre los po- sibles efectos de aumentar el salario mínimo en un país como el Perú. Las investigaciones centradas en los efec- tos de un aumento en la remuneración míni- ma (RM) sobre los niveles salariales en el Perú encuentran que dichos efectos tienden a ser acotados a un grupo específico de la población, por ejemplo, asalariados formales que ganan alrededor del nivel del salario mínimo. Dada esta característica, se encuentra que el salario mínimo no se traduce en cambios de la distri- bución salarial más allá de los trabajadores for- males de ingresos bajos. Tampoco se encuen- tran efectos sobre el empleo en el sector formal, aunque sí hay efectos positivos (pequeños) en el empleo informal. Dado que el salario mínimo es una política con efectos directos que se limitan exclusiva- mente a los trabajadores dependientes for- males del sector privado con un salario muy cercano a la RM, el número de beneficiarios será bastante reducido. Así, un aumento de la RM actual de 750 a 800 soles beneficiará po- tencialmente a menos de 1% de la PEA ocu- pada (132 mil trabajadores asalaria- dos formales). Si adicionalmente se toma en cuenta que los trabajado- res del sector formal no están entre aquellos con menores ingresos en el país –típicamente se encuentran en la mitad superior de la distribución de ingresos–, se tiene que un aumento del sa- lario mínimo tiene efectos potenciales bas- tante limitados si lo que se busca es alcanzar objetivos redistributivos. El salario mínimo es, pues, una pobre herramienta para mejorar el bienestar de los trabajadores peruanos. Si se considera que una política como el salario mínimo tiene efectos limitados en un contexto de alta informalidad y con un amplio sector de baja productividad, las preguntas que surgen son: ¿por qué discutimos constante- mente la necesidad de subir el salario mínimo? ¿Por qué la discusión no se centra en políticas de mayor alcance, tanto a nivel de población como de efectividad? Hace pocos meses, el de- bate de política laboral se centraba en la apro- bación de una ley que buscaba promover la for- malidad entre los jóvenes –grupo vulnerable y con menor participación en mercados labora- les formales–. Más allá de los méritos o demé- ritos de dicha norma, el debate era pertinente, pues una política centrada en dicho grupo tenía consecuencias potenciales más importantes: los jóvenes son casi la cuarta parte de la PEA y apenas 10% de ellos son asalariados formales. ¿Cuál es, entonces, la agenda laboral de este gobierno? ¿Se quiere enfocar en una política que pueda resultar en mejoras significativas en el mercado laboral? ¿O se está optando por im- pulsar una política que favorece a los grupos de interés con mayor poder de negociación en las discusiones laborales a nivel político? El salario mínimo

El salario mínimo - Miguel Jaramillo - El Comercio - 020515

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"Si se considera que una política como el salario mínimo tiene efectos limitados en un contexto de alta informalidad y con un amplio sector de baja productividad, las preguntas que surgen son: ¿por qué discutimos constantemente la necesidad de subir el salario mínimo? ¿Por qué la discusión no se centra en políticas de mayor alcance, tanto a nivel de población como de efectividad?" Miguel Jaramillo, director ejecutivo de GRADE, reflexiona en Diario El Comercio (Perú)​ en torno a los posibles efectos de aumentar el salario mínimo en un país como el Perú con base en la investigación empírica.

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  • A18. el comercio martes 2 de junio del 2015

    Opinin

    - JOrge COlunge -Embajador

    - Miguel JaraMillO Baanante -Director ejecutivo del Grupo de Anlisis para el Desarrollo (Grade)

    Editorial

    Porque la llegada de US$215 mil a la cuenta de la seora Heredia durante los aos indicados, en depsitos hormiga hechos por familiares y allegados que no tienen cmo justificar el origen del dinero, despierta las mayores suspicacias. Editorial de El Comercio Ampay me salvo / 4 de febrero del 2015

    Ferrova Brasil-Perla agenda laBoral del goBierno

    Dama de recadosNo es verosmil que la esposa del presidente haya gastado 38 mil dlares en compras por encargo de una amiga.

    cuando todava no terminaba de recu-perarse de los remezones de la llegada de su antiguo compaero de empeos polticos y empleador Martn Belaun-de Lossio a Lima y de su controvertida presentacin ante la comisin congresal que in-vestiga las presuntas actividades ilcitas de este, la primera dama Nadine Heredia se vio afectada este domingo por un nuevo destape. Un reporta-je periodstico revel que, entre febrero del 2013 y agosto del 2014, ella realiz compras de art-culos ms bien lujosos por ms de 38 mil dlares con una tarjeta de crdito adicional que le con-cedi su amiga Roco Caldern Vinatea. Es decir, una tarjeta por cuyos cargos responda ella.

    Los bienes, adquiridos sobre todo a lo largo de los viajes de la esposa del presidente al extranjero, incluyen joyera italiana, zapatos Louis Vuitton, prendas de vestir de Oscar de la Renta o Ermene-gildo Zegna, encajes venecianos y una pluma de oro slido Montblanc, como para hacer honor a la denominacin Visa Platinum de la tarjeta de cr-dito en cuestin. Y si la seora Heredia se tom el trabajo de ejercitar tan meticulosamente su buen

    gusto durante giras en las que su agenda luca bas-tante recargada era inevitable que se despertara la suspicacia de que quiz fuese ella misma la benefi-ciaria ltima de todas esas compras.

    Interrogada por la prensa sobre el particular, sin embargo, Roco Caldern Vinatea ha afirma-do que los objetos eran para ella, con lo que tene-mos que asumir que la primera da-ma simplemente cumpla recados suyos cuando iba de shopping por lugares tan exclusivos. Una versin de los hechos que si bien cabe dentro de lo posible, resulta inverosmil; sobre todo si tene-mos en consideracin dos hechos sugestivos: por un lado, la seora Caldern Vinatea recibi en el 2005 depsitos por cerca de 19 mil dlares en su cuenta bancaria, girados por la empresa vene-zolana Inversiones Kaysamac CA (que tambin deposit cerca de 65 mil dlares en la cuenta de la madre de la seora Heredia, Antonia Alarcn) con la intencin admitida por el congresista Da-niel Abugatts de colaborar con la formacin del movimiento nacionalista. Y por otro, ella y

    nuevamente la seora Alarcn hicieron luego depsitos por 15.500 dlares en las cuentas de Nadine Heredia.

    A decir verdad, la explicacin del shopping por encargo es tan descabellada que ayer el pre-sidente Humala sali a matizarla. Por respeto, uno no se puede meter en las compras persona-

    les de dos seoras, sentenci, tratando de minimizar de paso la irregularidad tributaria que pue-de haber supuesto el ingreso de todos esos bienes al pas sin haber pagado los derechos aduaneros correspondientes.

    Las cosas, no obstante, no son tan sencillas. La fiscala no solo puede sino que debe meter-se en esas compras (es decir, investigarlas). Y el problema, adems, no se agota en lo difcil que resulta imaginar que la misma persona que antes andaba tan atareada como para pedirles a otras personas que llevasen su dinero al banco, ahora que es primera dama disponga de tiempo como para hacerle el mercado en una versin singu-larmente lujosa a una amiga.

    El destape que comentamos obliga, en reali-dad, a preguntarse por el origen de los fondos con los que la seora Heredia solventa un ropero cos-toso en general. Porque sus vestidos y todo lo que los acompaa (carteras, zapatos, etc.) suelen ser de diseo y rara vez los repite en una presentacin pblica. Y si bien todo ello contribuye a la prestan-cia del cargo honorfico que ostenta, es obvio que si ella no tiene por el momento ocupacin rentada conocida y el presidente gana 15.600 soles al mes, tales consumos estn fuera de su alcance. Mxime si la pareja tiene otros gastos importantes, como el de la pensin de sus tres hijos en instituciones edu-cativas que se cuentan entre las ms caras del pas.

    En lugar de irritarse y descubrir por doquier supuestas conspiraciones para arruinar su ima-gen, entonces, el mandatario y su esposa debe-ran abrir cajones y roperos, y responder todas las preguntas que las instancias investigadoras consideren necesario hacer sobre los eventuales bienes suntuarios que ah pudiera haber. Por-que las indumentarias de marca, las joyas o las plumas doradas no llegan solas. Pueden ser, ms bien, recados.

    el biocenico proyecto ferrovia-rio financiado por China que unira Bayovar con Santos, en So Paulo, es centenario.Cuando en los sesenta serv en Brasil, descubr vastsimos estudios geopolticos, algunos antiqusimos, re-feridos a nuestra vecindad. Por entonces cobr notoriedad la Geopoltica do Brasil (1966), del general Golbery de Couto e Silva, preconizando alcanzar la bioceanidad por Arica, denominada zona de soldadura.

    Las hiptesis para sustentar objetivos hege-mnicos fueron en Brasil discutidas durante d-cadas. Alcanzar la bioceanidad, como prioridad hegemnica, primaba en los debates. Y en el pa-sado, se discuti tambin la tesis de que los An-des eran los lmites naturales del Per y Brasil.

    En los cincuenta el concepto de fronteras vivas fue desarrollado como una accin hege-mnica, destinada a rebasar los lmites inter-nacionales mediante una dinmica fronteriza de penetracin econmica, cultural e ideolgi-ca sobre los vecinos dbiles. Naturalmente aqu este concepto gener una entendible apren-sin sobre las polticas brasileas instaladas en sus fronteras, cuyo desarrollo contrastaba con el abandono y ausencia del Estado Peruano en las nuestras, descuido que contina. Lo cierto es que, entre ambos pases, exista mutuo recelo que, en la prctica, significaba convivir de espal-das el uno con el otro.

    La tesis de que los Andes eran el lmite natural bilateral fue sepultada por la diplomacia perua-na en 1909, al suscribirse los acuerdos que com-pletaban la Convencin de 1851. El Per cerr su frontera al sur del Yavar, impidiendo mayores avances brasileos, dejando a salvo todas sus ocu-paciones efectivas y obteniendo la bioceanidad

    con la libre navegacin por el Amazonas hasta el Atlntico. Ligado a estas negocia-ciones estuvo uno de los hombres ms ilus-tres del Brasil, Euclides da Cunha: presidi su delegacin en el reconocimiento conjun-to del Alto Purs. Da Cunha fue autor de la obra pstuma Ao margem da Historia, en

    la que enfila contra la poltica gubernamental en la selva y propone como estrategia, en el captulo Transacreana, la interconexin con el Per, pa-ra alcanzar el Pacfico, pero por va frrea. As, este proyecto habra cobrado vida durante la visita de Lula a China en el 2004, conquistando el inters y financiamiento asitico.

    El Per alcanz su bioceanidad con la libre navegacin del Amazonas, pero por nuestra in-dolencia an no hemos sido capaces de obtener beneficios sobre este logro. Entonces, cmo de-beramos encarar el insistente proyecto ferroca-rrilero? Antes, identifiquemos a China y Brasil como los principales socios beneficiados y, al Pe-r, por ahora, solo como zona de trnsito, pero sin cuya participacin, simplemente, no hay pro-yecto. As, deberemos jugar nuestras cartas con mucho tino y pragmatismo, anteponiendo el in-ters nacional. Asegurarnos que el paso ferrovia-rio por nuestra Amazona ser ecolgicamente inocuo, y analizar los beneficios de nuestros pue-blos y zonas que puedan insertarse en su ruta. Y en cuanto al apetitoso potencial del mercado paulista, tener presente no solo las polticas pro-teccionistas brasileas, sino su distanciamiento con el libre mercado, dada su pertenencia al ve-tusto Mercosur, amn de su habitual obstruccio-nismo aduanero. Brasil, por tanto, debera com-prometerse a eliminar sus prcticas restrictivas al comercio peruano, abrindonos sus puertas como el Per lo hace, si acaso es de inters que in-tegremos este interesante proyecto.

    la fijacin de un salario mnimo es una poltica del mercado la-boral que tiene objetivos redis-tributivos. La lgica de esta po-ltica es mejorar los ingresos de los estratos salariales ms pobres, en par-te para corregir potenciales diferencias en el poder de negociacin entre empleadores y trabajadores. Pese a que los objetivos tericos del salario mnimo son de inters social, debe tenerse en cuenta que la literatura internacio-nal encuentra que los efectos de dicha poltica varan de forma importante segn el contexto. Con esto en mente, resulta esencial entender qu dice la investigacin emprica sobre los po-sibles efectos de aumentar el salario mnimo en un pas como el Per.

    Las investigaciones centradas en los efec-tos de un aumento en la remuneracin mni-ma (RM) sobre los niveles salariales en el Per encuentran que dichos efectos tienden a ser acotados a un grupo especfico de la poblacin, por ejemplo, asalariados formales que ganan alrededor del nivel del salario mnimo. Dada esta caracterstica, se encuentra que el salario mnimo no se traduce en cambios de la distri-bucin salarial ms all de los trabajadores for-males de ingresos bajos. Tampoco se encuen-tran efectos sobre el empleo en el sector formal, aunque s hay efectos positivos (pequeos) en el empleo informal.

    Dado que el salario mnimo es una poltica con efectos directos que se limitan exclusiva-mente a los trabajadores dependientes for-males del sector privado con un salario muy cercano a la RM, el nmero de beneficiarios ser bastante reducido. As, un aumento de la RM actual de 750 a 800 soles beneficiar po-tencialmente a menos de 1% de la PEA ocu-

    pada (132 mil trabajadores asalaria-dos formales). Si adicionalmente se toma en cuenta que los trabajado-res del sector formal no estn entre aquellos con menores ingresos en el pas tpicamente se encuentran en la mitad superior de la distribucin

    de ingresos, se tiene que un aumento del sa-lario mnimo tiene efectos potenciales bas-tante limitados si lo que se busca es alcanzar objetivos redistributivos. El salario mnimo es, pues, una pobre herramienta para mejorar el bienestar de los trabajadores peruanos.

    Si se considera que una poltica como el salario mnimo tiene efectos limitados en un contexto de alta informalidad y con un amplio sector de baja productividad, las preguntas que surgen son: por qu discutimos constante-mente la necesidad de subir el salario mnimo? Por qu la discusin no se centra en polticas de mayor alcance, tanto a nivel de poblacin como de efectividad? Hace pocos meses, el de-bate de poltica laboral se centraba en la apro-bacin de una ley que buscaba promover la for-malidad entre los jvenes grupo vulnerable y con menor participacin en mercados labora-les formales. Ms all de los mritos o dem-ritos de dicha norma, el debate era pertinente, pues una poltica centrada en dicho grupo tena consecuencias potenciales ms importantes: los jvenes son casi la cuarta parte de la PEA y apenas 10% de ellos son asalariados formales. Cul es, entonces, la agenda laboral de este gobierno? Se quiere enfocar en una poltica que pueda resultar en mejoras significativas en el mercado laboral? O se est optando por im-pulsar una poltica que favorece a los grupos de inters con mayor poder de negociacin en las discusiones laborales a nivel poltico?

    Otra actitudEn lugar de irritarse, el mandatario y su esposa deberan abrir cajones y roperos, y responder

    todas las preguntas.

    Una centenaria estrategiaEl salario mnimo

    humor profano

    - MariO MOlina -

    un da COMO hOy haCe 100 aOs

    Conforme pasan los meses, las vctimas de la guerra europea siguen aumentando. No es posi-ble tener una estadstica exacta de las bajas sufri-das por cada pas que participa en la contienda, sin embargo las apreciaciones periodsticas coinci-den en que los ejrcitos ms golpeados son el ale-mn, el francs y el austraco. Los ingleses tienen

    tambin cuantiosas prdidas humanas, en tie-rra y en el mar. A esto hay que aadirle un gran n-mero de heridos que se atienden en hospitales de campaa y nosocomios en puntos lo ms alejado posible de los teatros de operaciones. Ya se nota, asimismo, que el uso de los gases txicos multipli-ca tristemente el nmero de bajas.

    iLustrACiN: vCtor AguiLAr

    una guerra muy cruenta