El rapto de Europa de Luis Díez del Corral. El alma de Europa ......El rapto de Europa de Luis Díez del Corral El rapto de Europa, de Peter Paul Rubens, 1628. 106-113 CULTURA RUBIO

106 OCTUBRE / DICIEMBRE 2020

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El alma de Europa en la historia y la filosofía

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La imagen mitológica deZeus transformado en grantoro blanco llevando sobre

sus lomos a la princesaEuropa es algo más que unreferente artístico, literarioy filosófico principal de lacultura europea. El raptode Europa constituye lametáfora perfecta de la

pérdida de identidad denuestro continente, que el

gran pensador español ydiscípulo de Ortega ya

vislumbró en su famosaobra de mediados del

pasado siglo XX.

El rapto de Europa de Luis Díez del Corral

El rapto de Europa, de Peter Paul Rubens, 1628.

106-113 CULTURA RUBIO PLO_MAQUETA 2 05/10/20 20:56 Página 106

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EL RAPTO DE EUROPA DE LUIS DÍEZ DEL CORRAL. EL ALMA DE EUROPA EN LA HISTORIA Y LA FILOSOFÍA / ANTONIO R. RUBIO PLO

L uis Díez del Corral (1911-1989) fue unode los grandes estudiosos de la historiade las ideas políticas en el siglo XX es-

pañol, aunque quizás sea más acertado defi-nirle como un gran filósofo de la historia, unámbito en el que debe mucho a Ortega y Gas-set, un pensador muy atento en su obra a lascuestiones históricas. Este enfoque filosóficode la historia es comprensible en un discípulode Ortega. De hecho, en 1950 Díez del Corralacompañó a su maestro en un viaje por Ale-mania y Francia, que debió deinfluir decisivamente en supensamiento. Viaje iniciá-tico, por emplear una expre-sión consabida, pero inconce-bible sin una buena dosis dehumildad, pues, ¿qué podríanenseñar unos países devasta-dos por la guerra y con gran-des problemas sociales y eco-nómicos? Pero, como diríaOrtega, en una de sus visitasa la Alemania de la época: seviene aquí para aprender.Bajo las ruinas y la desola-ción, siempre puede aflorar lacultura, que es, en definitiva,el alma de los pueblos.

ANTONIO R. RUBIO PLO

Analista de Política Internacional y profesor dePolítica Comparada y de Política Exterior de España

Luis Díez delCorral fue uno de los grandesestudiosos de lahistoria de lasideas políticas enel siglo XXespañol, aunquequizás sea másacertado definirlecomo un granfilósofo de lahistoria

Hay quien califica de metahistoria, e in-cluso de metapolítica, al tipo de estudios prac-ticado por Luis Díez del Corral que, por lodemás, suponen un enfoque multidisciplinarque no está al alcance de todo el mundo enesta era de los especialistas. No es casual queOrtega arremetiera contra la barbarie de los es-pecialistas. Ni que decir tiene que el profesorDíez del Corral se libró sobradamente de estecalificativo. Sus conocimientos de historia,arte, literatura, derecho, filosofía o religión sal-pican de continuo su obra, pero lejos de serunos estudios tendentes a la dispersión, se adi-vina en ellos un afán de ir a la esencia subya-cente en los fenómenos, los acontecimientosy, por supuesto, los seres humanos. La historiajurídica, los hechos políticos, culturales y reli-giosos arrojan luz para nuestro autor a partir delas aproximaciones, que hace a lo largo delconjunto de su obra, al estudio de las teorías,las ideas, la estructura social, la literatura y elarte. Sin embargo, no existe una panacea paraexplicar el mundo, tal y como pretendieron al-gunos estudiosos. Todo resulta demasiado com-plejo como para no seguir siempre investi-gando, para seguir calificando nuestrasconclusiones de provisionales. Con todo, elmétodo de trabajo de Díez del Corral es muyadecuado, pues su objetivo es contemplar elpasado desde el presente, “desde las preocupa-ciones que él nos presenta y que apuntan, na-turalmente hacia el futuro”, en palabras suyastomadas de una carta dirigida a Ramón Ca-


rande en 1972. Lo cierto es que Díez del Corralreunía los requisitos del auténtico historiador,en opinión de Raymond Aron, pues según elpensador francés, ese historiador tenía que sera la vez antropólogo, filósofo y sociólogo.

¿RAPTO O DECADENCIA DE EUROPA?

Una de las obras fundamentales de Díez delCorral es El rapto de Europa. Una interpreta-ción histórica de nuestro tiempo (1954), tradu-cida muy pronto a diversos idiomas y que sir-vió para reafirmar el prestigio del autor másallá de nuestras fronteras. El autor tenía ungran aprecio por la historia y cultura de Es-paña, pero huía del casticismo en que incu-rrieron algunos representantes de la genera-ción del 98 y sintió la necesidad de ir alencuentro de la cultura europea, que no es,en absoluto, ajena a la española, y deseabaentender su proceso y sus creaciones para asícomprender mejor la cultura española.

Querría fijarme en dos detalles, antes deabordar algunos de los temas presentados eneste libro, complejo donde los haya. La lec-tura de esta obra puede dar lugar a un buenresumen, forzosamente incompleto en laforma o en el fondo, o bien originar, como side una obra musical se tratara, el desarrollode uno o varios temas con sus correspondien-tes variaciones, en este caso reflexiones.

En primer lugar, quiero subrayar el mo-mento histórico de la publicación del libro,1954. Es la época de la Guerra Fría, aunquetambién el inicio de la coexistencia pacífica, yla de los comienzos de la descolonización. No


cabe duda de que estos acon-tecimientos afectan a Europa:el mundo pasa a estar bajo lahegemonía de superpotenciasextraeuropeas y las potenciascoloniales se ven obligadas aconceder, de buen o malgrado, la independencia a losterritorios asiáticos y africanosbajo su dominio. No es menoscierto que, pocos años antes,la Declaración Schuman hapuesto en marcha un procesode integración europea, delque aún es pronto para ver los frutos, aunque en el librono hay ninguna referencia almismo.

El segundo aspecto en elque quiero fijarme es el sub-título “Una interpretaciónhistórica de nuestro tiempo”.Cabe entender que el tiempoal que se refiere el autor es,sobre todo, la primera mitaddel siglo XX, con especial incidencia en losaños anteriores a la Primera Guerra Mundial,conocida como la gran guerra civil entre eu-ropeos, pero también al período de entregue-rras, preludio sostenido a una tragedia de ma-yores dimensiones que la primera. 1945marca, por tanto, una página terrible en lahistoria de Europa, aunque Díez del Corralno abandona ante ella toda esperanza. Esconsciente de que Europa ha jugado, durantedécadas, a ser aprendiz de brujo, a convertirseen un orgulloso Prometeo que se creía inven-

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Europa haexperimentadoun rapto, en elsentido de locurao accidente quepriva del sentido,o en el sentidode haber sidodesplazada de supreeminentelugar en elmundo por otrospueblosextraeuropeos,raptores de sustécnicas y modosde vida, aunqueincapaces dereproducir suesencia


cible por su privilegiado dominio de la téc-nica. Europa ha experimentado un rapto, enel sentido de locura o accidente que priva delsentido, o en el sentido de haber sido despla-zada de su preeminente lugar en el mundopor otros pueblos extraeuro-peos, raptores de sus técnicasy modos de vida, aunque in-capaces de reproducir suesencia, porque no tienensus mismas raíces históricas.

Encontramos una referen-cia habitual en el libro a Ladecadencia de Occidente de Os-wald Spengler, pero las citasfrecuentes de este autor ale-mán no implican una identi-ficación con sus tesis sobre ladecadencia, demasiado biolo-gistas, por no decir mecanicis-tas. Decadencia implica undestino inexorable hacia lamuerte, la constatación deque estamos ante un enfermoterminal, pero Díez del Corralno comparte esta visión cí-clica de la historia, en la quelos hombres y las culturasestán encadenados al destino.Nada más lejos de una histo-ria basada en la idea de pro-greso, de perfección, plena-mente relacionada con eljudeocristianismo, que es enla que cree Luis Díez del Co-rral. A este respecto, escribeen el epílogo de su obra: “La


misión de Europa no ha terminado, ni muchomenos, aunque en algunos aspectos de la vidaquede rezagado y aún empequeñecido”. Quienafirma esto, no puede admitir una historia cí-clica, en la que, en definitiva, no interesa elporvenir.

Cuando apareció la primera traducciónfrancesa del libro en 1960, Pierre Hassner, dis-cípulo de Raymond Aron, hizo una reseña enla Revue Française de Science Politique, y su-brayó no solo la sólida erudición del autor sinotambién su visión audaz y penetrante, quesalía al paso de la filosofía de la historia deSpengler, y en parte de Toynbee. El autor es-pañol reconocía en Europa un destino único,lleno de dinamismo, que fraguó en la EdadMedia, pero que fue más allá del cristianismopropio de aquel período, pues continuó en elproceso de secularización subsiguiente, al per-sistir las raíces cristianas. Hassner alabó ade-más la claridad y el espíritu sintético de Díezdel Corral, y reconoció sus magníficas aporta-ciones al estudio del espacio y del tiempo enel arte y la cultura europeos.

DE LA RAZÓN DE ESTADO A LA PASIÓN DE ESTADO

Luis Díez del Corral reflexiona a menudo sobrela racionalidad de la cultura europea, que es elsupuesto y la causa de su triunfo planetario.Cabe deducir que el rapto de Europa guardauna estrecha relación con la progresiva pérdidade dicha racionalidad. Sobre este particular, hetenido ocasión de leer un artículo del autor pu-blicado en 1944, De la razón a la pasión de Es-tado. En él se señala que durante la Edad Mo-derna, el hombre se ha ido desarraigando de


Una de las obrasfundamentalesde Díez delCorral es El raptode Europa. Unainterpretaciónhistórica denuestro tiempo(1954), traducidamuy pronto adiversos idiomasy que sirvió parareafirmar elprestigio delautor más allá denuestrasfronteras



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sus fundamentos sobrenaturales y ha buscadosu único apoyo en la razón, si bien dicha razónes de tipo individualista, y ha llevado a la des-vinculación del mundo político del moral y re-ligioso. Maquiavelo ha supeditado todo a la ne-cesidad, y no ha sido otra su visión del Estado,aunque el sentido cristiano seguía predomi-nando en amplios sectores de la sociedad opodía vislumbrarse en ideas morales y jurídicasde carácter secular. La idea de un Derecho na-tural no había desaparecido, y en no pocas oca-siones dotaba de mesura y equilibrio a la lla-mada razón de Estado.

Dicho equilibrio se trastoca con la Revo-lución Francesa, que afecta también a la vidasocial. En vano intentará laRestauración una improbablecomunidad cristiana, pues, adecir verdad, el nacionalismoha arraigado en tierras euro-peas. Contra ese naciona-lismo, que inexorablementetiende a ser belicoso, lucha-rán los pacifistas del sigloXIX, aunque apenas existeun dique para contener lamarea. Las llamadas al prag-matismo demostrarán su insuficiencia, como puedeapreciarse en aquella anéc-dota de Bismarck que, en1887, aseguraba al zar Ale-jandro III que era del interésde las monarquías europeas elevitar las guerras. Treintaaños después, los hechosconfirmaron su afirmación.

Pero, a finales del siglo XIX y principios delsiglo XX, el nacionalismo y el militarismo ha-bían germinado en la conciencia de muchoseuropeos y debilitado toda norma moral quehubiera podido servirles de freno.

Díez del Corral asegura en el citado artículoque lo que antes era formal y relativo en polí-tica, se acabó erigiendo como una razón de ab-soluto. La “razón de Estado” abandonó, segúnnuestro autor, todas sus prevenciones, reservasy cautelas y las sustituyó por una gestión sim-plista, rígida y mecánica. Del mismo modo enque se había mecanizado la guerra, también lohizo la “razón de Estado”. El equilibrio entreética y utilidad se había roto. Los latidos de lapasión se lo llevaron todo por delante. En esteartículo de 1944, Díez del Corral hizo un per-fecto diagnóstico del rapto o locura de Europa.En mi opinión, no deja de ser una crítica de lateoría política del interés de los Estados, con-sagrada en la hegemonía francesa en Europadurante el siglo XVII. Es el triunfo de un indi-vidualismo societario, para el que no cuentanlos argumentos derivados del Derecho Natural.Esa misma crítica la encontramos en el opús-culo Locuras de Europa, escrito en 1648 por eldiplomático murciano Diego Saavedra Fa-jardo, negociador en la Paz de Westfalia. No esextraño que Díez del Corral lo cite en El raptode Europa.

NACIONALISMOS EUROPEOS Y SUPERNACIONES EXTRAEUROPEAS

Las anteriores consideraciones de nuestro autorachacan a los nacionalismos una gran respon-sabilidad en los males europeos. El genio uni-versalista de Díez del Corral hace un elogio de

Díez del Corralreflexiona amenudo sobre laracionalidad de lacultura europea,que es elsupuesto y lacausa de sutriunfoplanetario. Cabededucir que elrapto de Europaguarda unaestrecha relacióncon la progresivapérdida de dicharacionalidad


la Edad Media y de los comienzos de la EdadModerna, pero pone el acento de su crítica enla época de las revoluciones inglesas del sigloXVII. En ellas aflora un movimiento políticoque se asemeja al nacimiento de un nuevo Is-rael, de un pueblo elegido. Añado que quizásesto explique que Cromwell no sea una figuramenor en la historia de Inglaterra, pese a quese ponga mayor énfasis en la presentación deotras figuras históricas. Con todo, el autor dellibro cita a escritores tan variados como Gra-cián o Montesquieu, que sí tienen concienciade lo que Europa significa. En la tercera partede El Criticón se califica a Europa de “vistosa


cara del mundo” y se enumeran los caracteresde los pueblos que la integran, desde Españahasta Moscovia. Europa aparece con distintossemblantes a través de las diversas naciones eu-ropeas. En efecto, tal y como asegura Montes-quieu casi un siglo después, Europa es una na-ción compuesta por varias naciones. Sinembargo, a finales del siglo XVIII, con la Re-volución francesa, la nación se convierte,según Díez del Corral, en “realidad absoluta,en demiurgo de la historia y de la sociedad”.

En el siglo XX se hará realidad este juiciode nuestro autor: “el nacionalismo, con su in-


Luis Díez delCorral y JoséOrtega yGasset en SanSebastian, en1942.

Fuente: Wikimedia Commons / Juan San Martín


continencia ideológica, dará al traste con elsistema europeo y será el principio de autodes-trucción de la nación misma en el sentido másevidente y aun físico del término”. Previa-mente, en el siglo XIX asistimos al surgi-miento de un nacionalismo alemán que creeen valores universales, y en Francia y en Es-paña el liberalismo doctrinario, tema de unmagistral estudio de Luis Díez del Corral,busca relativizar los principios del naciona-lismo revolucionario, historificándolo e insti-tucionalizándolo. Incluso los grandes forjado-res de las unificaciones territoriales, comoBismarck y Cavour, se dieron cuenta de las li-mitaciones de sus nuevas entidades naciona-les, si bien se mostraban partidarios del prin-cipio de la convivencia y el equilibriointernacionales en el marco de Europa.

Mientras en Europa seproduce un eclipse del nacio-nalismo universalista, al otrolado del Atlántico surge unafórmula política de nuevocuño, los Estados Unidos deAmérica. Toma como refe-rencia la historia política deOccidente, empezando porGrecia y Roma, pero almismo tiempo es una especiede supernación llamada aperfeccionar las virtudes de lanación europea. El resultadoes una gran unidad política-geográfica que pretendía sus-traerse a las presiones delViejo Mundo. Cabe añadirque esta era la voluntad ex-presada en el testamento po-


lítico de George Washington, la de no mez-clarse en los asuntos de Europa, un complejototum revolutum. La república norteamericanade los primeros años aspira a ser “una isla felizde la virtud cívica”, una expresión de corterousseauniano al margen de influencias per-turbadoras externas. Sin embargo, en el sigloXX el mundo nacionalista europeo terminarápor implicar en sus luchas a la supernaciónnorteamericana, aunque al término de la pri-mera guerra mundial los norteamericanos vol-verán a su aislamiento.

Por aquella misma época, al este de Eu-ropa surge una nueva estructura supranacio-nal, la Unión Soviética, dotada de idealesuniversalistas y continuadora del panesla-vismo. Lenin es decisivo, incluso antes de larevolución bolchevique, al publicar El impe-rialismo, fase suprema del capitalismo (1916),porque, como asegura Díez del Corral, pre-senta la ideología marxista a los pueblos es-lavos y asiáticos como “gran fórmula de sal-vación, como resorte mágico de un súbitodinamismo”. Europa, que produjo el pensa-miento marxista, observará con el paso deltiempo cómo se revuelve contra ella. Anti-capitalismo, antiimperalismo y antieurope-ísmo vendrán a significar lo mismo, y lo másasombroso –pues se había producido pocoantes de que se publicara El rapto de Europa–es que China, el viejo imperio del Orienteasociado a una pasividad secular, tendrá alcomunismo como un injerto dinámico. El le-ninismo jugará un papel fundamental en eldespertar de China. Mientras todo esto se vafraguando, Europa se entregará a una devas-tadora contienda de nacionalismos extremos,y las dos supernaciones intervendrán en suelo

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La noción derapto en que másinsiste nuestroautor es la deenajenaciónmental, un raptodel sentido.Dicha locura deEuropa es, segúnDíez del Corral,el resultado deuna persistentepolarización en la historia


europeo. El mundo nacional europeo quedareducido de esta manera a una “tierra denadie”, en expresión de Raymond Aron, acuyos lados se sitúan las dos superpotenciasenfrentadas en una “guerra fría”. Tal es elrapto de Europa, que ha acabado en manosde extraños, en la época en que Díez del Co-rral publica su libro.

LA COMPLEJIDAD DE EUROPA Y LA MIRADA A LA HISTORIA

Sin embargo, la noción de rapto en que másinsiste nuestro autor es la de enajenaciónmental, un rapto del sentido. Dicha locura deEuropa es, según Díez del Corral, el resultadode una persistente polarización en la historia:entre el campo y la ciudad, entre la civitas te-rrestre y celestial, entre idealismo y realismoartísticos, entre particularismo y universalis-mos políticos, entre simplismo técnico ycomplejidad espiritual... Este enfoque es elresultado de la excelente erudición del autorque, al mismo tiempo, reconoce que Europaes algo demasiado complejo para ser com-prendido en una simple definición. Pese adicha complejidad, en la obra se recurre aprofundas reflexiones histórico-filosóficasque, para Díez del Corral, son antecedentes


imprescindibles para comprender el tema deestudio. Hay que conocer, por tanto, el pa-sado para abordar el futuro. Sin embargo, enla década de 1950 este enfoque no era tan va-lorado en el mundo intelectual como enotros tiempos. En aquel momento era grandela influencia del existencialismo, una formade “presentismo”, por no decir de relati-vismo, que considera al hombre como lo quele acontece. Esto supone no mirar atrás, notener en cuenta las circunstancias, tan apre-ciadas por Ortega. En nombre de la autenti-cidad, el ser humano se asemeja a un náu-frago agarrado desesperadamente a una tabla.Díez del Corral ve en dicha actitud una re-nuncia a la verdad, pues “el hombre es un serque ontológicamente vive de la verdad y solodesde ella puede orientar su futuro”.

En la conclusión final de El rapto de Eu-ropa, el autor compara a Europa con un Pro-meteo encadenado, castigado a sufrir por“haber robado el fuego solar que, manejadopor otros pueblos, brilla amenazador en el ho-rizonte”. La imagen mitológica encaja perfec-tamente en el período de la Guerra Fría, laépoca del equilibrio del terror nuclear, perosigue siendo válida hoy en un mundo inesta-ble, en el que Europa ocupa un papel secun-dario, pese a sus propósitos, muchas veces re-tóricos, de no querer serlo. En otros pasajesdel libro, Díez del Corral ha comparado a Eu-ropa con el mito de Fausto, pero desde unpunto de vista español, mucho más idealistay generoso, el autor nos recuerda su parecidocon el Caballero de la Triste Figura. Enefecto, vivimos unos tiempos en los que eleuropeísmo parece asemejarse a una de lasaventuras de Don Quijote.


PALABRAS CLAVELuis Díez del Corral • Rapto de Europa • Razón de Estado

• Siglo XX • Nacionalismo • Guerra Fría • Edad Media

• Edad Moderna


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