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«El que os dará un vaso de agua porque sois de Cristo... no quedará sin
recompensa»
Sermón de San Agustín (354-
430), obispo de Hipona
(África del Norte) y doctor de la Iglesia
Das los bienes de este mundo y recibes los bienes eternos.
Das la tierra y recibes el cielo. Pero ¿a quién dar?... Escucha la Escritura que te dice cómo
prestar al mismo Señor: «Quien se apiada del débil, presta al Señor» (Pr 19,17).
Seguramente que Dios no tiene necesidad de ti; pero hay
alguien que sí la tiene,pero el pobre no tiene qué
devolverte; querría, pero no tiene nada; tan sólo queda en
él, la voluntad de orar por ti.
Pero cuando un pobre ora por ti, es como si dijera a
Dios: «Señor, he recibido un
préstamo, sé tú mi fianza».
Desde entonces, si el pobre al cual tú has prestado, es insolvente, hay un buen
garante, porque Dios te dice:
«Da sin miedo, yo respondo por él...
Soy yo quien te lo devolverá, soy yo que lo recibo,
es a mí a quien me das».
¿Crees que Dios también te dice: «Yo soy quien recibo,
es a mi a quien das»? Sí, ciertamente; si Cristo es
Dios no hay aquí ninguna duda porque él mismo dice: «Tuve hambre y me disteis
de comer». Y como se le pregunta:
«¿Cuándo es que te hemos visto
hambriento?» quiere enseñarnos
que él es realmente, el garante de los
pobres, que responde por todos sus miembros...
y declara: «Cada vez que lo
hicisteis con uno de estos mis humildes
hermanos, conmigo lo
hicisteis» (Mt 25,40s).
Cuando ayudes a un necesitado, ni siquiera
tu mano izquierda debe saber lo que
hace la derecha: tu limosna quedará en secreto. Y tu Padre, que ve en lo secreto,
te premiará. San Mateo 6 : 3-4
Las gracias de
las que nacen las obras buenas, retornan a los dispensadores de las
mismas.Que el fin de tus
trabajos sea para ti el comienzo de la siembra
en el cielo, porqueasí como “el agua apaga el fuego, la caridad borra los
pecados” (San Juan de la Cruz)
Con cariño, Betty