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El programa del Anarcosindicalismo - Maximov
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El programa del Anarcosindicalismo
GREGORI PETROVICH MAXIMOV
Edición a cargo del Periódico Anarquista Libertad!
Buenos Aires, Argentina
Marzo 2015
Primera edición en ruso por Golos Truzhenika Group en U.S.A en 1927. Traducido al
inglés por Ada Siegel, apareció publicado en el libro CONSTRUCTIVE ANARCHISM de
Maximoff, editado por el 'Maximoff Memorial Publishing Committee', Chicago, 1952.
Traducción al castellano por P. Rossineri.
El programa del Anarcosindicalismo
por G. P. Maximov
El autor
GREGORI PETROVICH MAXIMOV nació el 10 de noviembre de 1893 en la villa rusa de
Mitushino, provincia de Smolensk. Luego de estudiar para el sacerdocio, se dio cuenta de
que esta no era su vocación y viajó a San Petersburgo donde se graduó como agrónomo en
la Academia de Agricultura en 1915. Se unió al movimiento revolucionario siendo
estudiante y se convirtió en un activo propagandista, incorporándose al Ejército Rojo luego
de la revolución de 1917. Cuando los bolcheviques comenzaron a utilizar al ejército en
actividades de policía y a desarmar a los trabajadores, se rehusó a obedecer las órdenes y
fue sentenciado a pena de muerte. La solidaridad de los trabajadores metalúrgicos salvo su
vida.
Editó los periódicos anarco-sindicalistas Golos Truda (Voz del Trabajo) y Novy Golos
Truda (La Nueva Voz del Trabajo). Arrestado el 8 de marzo de 1921, durante la revuelta de
Kronstadt, fue detenido con otros compañeros en la cárcel de Taganka, Moscú. Cuatro
meses más tarde estuvo en huelga de hambre durante diez días y medio, la que finalizó sólo
cuando la intervención de los sindicalistas europeos, asistiendo a un congreso de la
Internacional Sindical Roja, les garantizó a él y a sus compañeros la posibilidad de exiliarse
en el extranjero.
Viajó a Berlín, donde fue editor de Rabotchi Put (El camino del trabajo), un periódico de
los sindicalistas rusos en el exilio. Tres años más tarde se trasladó a París, y luego a los
EE.UU., donde se radicó en Chicago. Allí editó Golos Truzhenika (La Voz de los
Trabajadores) y posteriormente Dielo Truda-Probuzhdenie (El Despertar de La Causa
delTrabajo), hasta su muerte el 16 de marzo de 1950.
Maximov murió aún en la flor de la vida, como resultado de problemas del corazón, y fue
llorado por todos los que tuvimos la suerte de conocerlo. No sólo fue un lúcido pensador,
sino un hombre de carácter de acero y amplia comprensión humana. Y fue una persona
completa, en que la claridad del pensamiento y el sentimiento cálido se unieron de la forma
más feliz. Vivió como un anarquista, no porque sintiese una especie de obligación impuesta
desde fuera, sino porque no podía hacerlo de otro modo, ya que su ser interior siempre le
llevó a actuar como sentía y pensaba.
RUDOLF ROCKER
El programa del Anarcosindicalismo
Introducción: La sociedad moderna a la luz de las ideas anarquistas
La sociedad contemporánea es una sociedad capitalista. Su fundamento es el principio de
la propiedad privada. Su principal característica es la producción para el comercio. Las
relaciones de este tipo de producción son tales que los medios de producción, todos los
bienes y su distribución, así como una gran parte de los salarios de los trabajadores,
pertenecen a un número insignificante de personas: la clase capitalista. La gran mayoría de
la población está compuesta por quienes solo poseen su fuerza de trabajo -física e
intelectual- que venden a los capitalistas; entre estos se incluye el proletariado, los
campesinos pobres y las capas medias, y los pequeños artesanos que trabajan
individualmente sin vender directamente a los capitalistas pero que, sin embargo, dependen
enteramente de ellos.
Debido a este mecanismo de la sociedad moderna, una fabulosa riqueza se acumula en un
sector, mientras que en el otro existe la pobreza extrema. Este hecho es particularmente
evidente en los países de capitalismo avanzado, donde la división de clases de la sociedad
es más claramente distinguible. "Es imposible trazar una línea divisoria entre la posesión de
propiedades y la pertenencia a una clase, ya que estas clases se entremezclan entre sí a
través de innumerables e indetectables matices. Pero en el mundo físico tampoco hay líneas
de demarcación, sin embargo, hay una clara diferenciación entre las plantas y los animales,
entre hombres y bestias. Igualmente definida es la situación en la sociedad humana, a pesar
de las continuidades intermedias que hacen de la transición de una condición política y
social a otra, algo casi imperceptible. La distinción entre las clases es muy clara y
cualquiera puede diferenciar a la clase media alta de la clase media baja y a ésta última del
proletariado industrial de las ciudades, así como fácilmente se pueden diferenciar a los
grandes terratenientes de los pequeños campesinos independientes, que trabajan la tierra
por sí mismos, y al agricultor del simple trabajador de pueblo "(M.A. Bakunin). Tal
ordenamiento de la sociedad moderna está resguardado por el pleno poder del Estado, con
su código moral y su religión.
En la sociedad capitalista todo se basa en la compra y la venta: el Mercado es el sistema
característico para la distribución de productos manufacturados. Por esa razón, todo en la
sociedad capitalista se convierte en una mercancía (no sólo la riqueza material, sino
también la ciencia, el arte, e incluso las cualidades morales). Y las grandes masas del
pueblo (los productores de los bienes materiales e intelectuales) a quienes el hambre obliga
a vender su fuerza de trabajo, también son mercancías. Las características especiales de
estas mercancías son: pensamiento, voluntad, necesidades físicas y aspiraciones a una
existencia humana.
La clase capitalista, protegida por el poder del Estado, posee la totalidad de la riqueza.
Como resultado de esto, los principios de la sociedad moderna – el trabajo libre y el
acuerdo voluntario para el empleo – tan solo son aspectos positivos para el capitalista y no
para el proletario. Estos principios lógicamente presuponen una igualdad económica que en
realidad no existe, por lo que la parte más fuerte - aprovechándose de la libertad de
contratación laboral y de acuerdo voluntario - dicta sus condiciones a los más débiles. Los
débiles, a su vez, no pueden permitirse el lujo de rechazar estas condiciones, ya que su
rechazo significaría el hambre. Esta circunstancia otorga al capitalismo la posibilidad de
apropiarse de la mayor parte de los frutos del trabajo, pagando a los trabajadores no la
totalidad de lo producido, sino sólo lo suficiente como para reponer sus energías gastadas y
mantener la continuidad de la especie. Todos los intentos de limitar la arbitrariedad del
capitalismo, todos los esfuerzos de los trabajadores hacia el mejoramiento de sus
condiciones de vida, son perseguidos por el Estado con bárbara crueldad, lo cual a su vez
facilita a los capitalistas enfrentar a los trabajadores.
El desarrollo de la ciencia y la tecnología para lo menos que se utiliza es para el bien de las
infelices masas trabajadoras, y sólo el pequeño grupo de la clase propietaria, la clase de los
explotadores, obtiene sus beneficios. El increíble progreso y el poder del capitalismo se
deben a los éxitos de la ciencia y la técnica. Mejoras continuas en la tecnología hacen
posible una cada vez mayor mecanización de la producción; a su vez, la mecanización de la
producción conduce inevitablemente a la dominación de las grandes empresas. Las
pequeñas empresas son absorbidas o dependen enteramente del gran capital. Y este proceso
de proletarización aumenta los contingentes de mano de obra disponible para contratar.
Además, la mejora continua de la mecanización, que aumenta la velocidad de producción y
distribución de los productos, hace que el empresario sea cada vez menos dependiente de
las fuerzas vivas del trabajo y tenga la oportunidad, bajo la protección del poder del Estado,
de utilizar en mayor medida el trabajo de los elementos más débiles socialmente, como las
mujeres y los niños. Como resultado, el aumento de la mecanización está acompañado de
un aumento del desempleo, que inevitablemente hace que el trabajador contratado sea cada
vez más dependiente del capital, agrava la magnitud de su explotación y aumenta su
pobreza.
En la actualidad, debido a los avances en la tecnología y al consiguiente ahorro en el
tiempo y energía humana, existe la posibilidad de producir muchos más bienes de los que
son necesarios para la satisfacción de las necesidades esenciales de todas las personas. Y,
sin embargo, gracias a la organización capitalista, millones de personas sufren por la
carencia de productos industriales, no tienen la oportunidad de satisfacer sus más
elementales necesidades de alimentación, vestido, vivienda y educación; millones no
pueden encontrar un trabajo adecuado, y el desempleo, en lugar de ser un fenómeno
periódico, se ha convertido en algo permanente.
En los países capitalistas estas condiciones conducen a una disminución en la capacidad
adquisitiva de las grandes masas de la población, lo que dificulta la colocación de los
productos dentro del país. Las mercancías remanentes que permanecen en el país son
enviadas al mercado internacional, donde forzosamente deben competir con las de otros
países. El resultado es la crisis económica, seguida de un período de depresión, que lleva a
la quiebra a las pequeñas empresas y la disminución de los niveles de vida para los
trabajadores.
El caos en la producción y la competencia ilimitada en el mercado han llevado a la
organización de poderosas asociaciones monopólicas capitalistas -trusts, cárteles y
consorcios- que desde el comienzo del siglo XX, han adquirido gran influencia en la vida
económica y política de cada uno de los países industrialmente desarrollados. A partir de
ese momento el desarrollo del capitalismo ha seguido el camino de combinar el capital
industrial y financiero. Entró en una nueva etapa en su evolución -la fase del imperialismo-
que es la etapa final del desarrollo capitalista.
El capitalismo en su estadio actual ha alcanzado la plena madurez del imperialismo, ya que
el capital financiero ha ocupado la mayoría de sus puestos de mando. Más allá de este
punto, el camino del capitalismo es el camino del deterioro, proceso que se refleja
dolorosamente en la vida de la población obrera. Las características específicas del
imperialismo son, como he dicho, la concentración y la centralización de capital en los
consorcios, trusts y cárteles, que en la actualidad tienen una voz decisiva, no sólo en la vida
económica y política de sus países, sino también en el conjunto de la vida de las naciones
del mundo.
La exportación intensiva del capital financiero a otros países, la organización allí de las
empresas industriales, el gran interés en la explotación de los recursos naturales y de la
fuerza laboral, están todos tan estrechamente vinculados con los intereses nacional
imperialistas, que han abandonado la idea de "patria" como un mero prejuicio dejándola
para aquellos a quienes explotan, tornando a los explotadores en internacionalistas.
El capital no tiene patria. En nuestros días gigantescos trusts llegan a abarcar a un gran
número de Estados. Todas estas asociaciones tienen un mismo propósito - la dominación
del mundo - y se encuentran en conflicto mortal entre sí. Esa condición de la sociedad
capitalista trae consigo una amarga lucha por apoderarse de los mercados. Esta lucha
mantiene a los países en un estado de "paz armada", convirtiéndose periódicamente en
guerra, como lo hizo entre 1914 y 1918. Esta guerra imperialista ha dado como resultado
una desigual división del mundo entre los vencedores y una nueva y más intensa
competencia, que inevitablemente nos dirigirá a una segunda y aún más aterradora guerra
mundial a expensas del proletariado y el campesinado. El imperialismo es la causa de las
guerras, y la humanidad las padecerá mientras el capitalismo exista.
El crecimiento del imperialismo estabiliza el desempleo, del cual se alimenta, y aumenta la
opresión de los trusts, que es santificado por la religión y apoyado por el Estado y por la
ley. A su vez, esto hace que la lucha del proletariado sea aún más difícil y más complicada.
Sin embargo, debido al crecimiento de la conciencia de clase por parte de los explotados,
esa lucha se vuelve cada día más intensa. Todo esto hace absolutamente inevitable la
destrucción de las formas existentes de la sociedad y su transformación en una forma de
organización más perfecta.
El mayor intento en la historia de lograr una transición hacia una nueva forma social, han
sido las revoluciones de 1917 a 1921 en Europa Central, y en particular en Rusia, las que
fueron el resultado del desarrollo capitalista y la guerra imperialista. Ni la Revolución rusa
ni la alemana alcanzaron los objetivos fijados por la historia; pero en su fracaso, la
revolución rusa puso de manifiesto la naturaleza del socialismo de Estado y sus
mecanismos, demostrando que no hay gran diferencia, en principio, entre un Estado
socialista y una sociedad burguesa. Ambos luchan por la solución de tareas insolubles: para
armonizar la libertad y el poder, la igualdad y la explotación, la prosperidad y la pobreza.
Mostró que entre estas sociedades, aparentemente irreconciliables y de formas tan
antagónicas entre sí, la diferencia es sólo cuantitativa, no cualitativa. Y el intento de
resolver el problema social mediante la utilización de métodos inherentemente rígidos,
consistentes con la lógica del poder comunista, como en la Revolución Rusa, demuestra
que incluso lo cuantitativo no siempre está del lado de comunismo autoritario y que, por el
contrario, cuando lógicamente es llevado hasta sus últimas consecuencias, se asemeja en
muchos aspectos al despotismo.
La experiencia del desarrollo del poder comunista en Rusia nos da la oportunidad de
analizar y explicar su estructura. La principal peculiaridad de la economía del comunismo
de Estado es la producción para el uso (en la que los productos no se convierten en
mercancías) sobre la base de las relaciones burocráticas, en donde todos los medios de
producción, la distribución de todos los bienes, toda la mano de obra, y el propio individuo,
pertenecen plenamente al Estado, que a su vez está en manos de una pequeña clase
burocrática. El resto de la población se compone de los trabajadores, obligados a entregar
su fuerza de trabajo para el Estado Corporativo y contribuir así a su poder corporativo y, al
mismo tiempo, aumentar el nivel económico de la clase administrativa.
La red de relaciones burocráticas industriales abarca toda la vida económica de la sociedad,
forzando a la clase obrera a una completa dependencia del Estado, que divide a la población
según su ocupación, subordinándola al imperio de la burocracia, obligándola a trabajar bajo
el control directo de los funcionarios, que consideran a la persona humana tan sólo como
"mano de obra". El Estado moviliza a su mano de obra como estima conveniente, teniendo
en cuenta únicamente sus propios intereses, aplicando la disciplina militar al mundo
laboral. De esta manera, el estado comunista convierte a los trabajadores en los engranajes
sin alma de una máquina centralizada, dedicando su vida entera al máximo cumplimiento
de las cuotas de producción, sometidos a la voluntad del Estado, permitiéndoseles apenas
un mínimo de actividad, iniciativa y voluntad individuales. Esta situación crea desigualdad
social, fortalece la estructura de clases de la sociedad, y solidifica al imperio de la
burocracia.
Resultado inevitable de esa organización social es el poderoso estado policial, que
subordina a todas las fases de la vida del ciudadano. Mediante una fuerte centralización del
poder, el estado comunista somete a todo su pueblo a un régimen integral, lo mantiene
vigilado por medio del espionaje organizado. Este sistema destruye la libertad de
circulación, de asociación y de reunión, de expresión y de prensa, de las luchas gremiales,
de la educación, de domicilio y de desarrollo personal. Incluso hasta invade las relaciones
más íntimas entre sus ciudadanos.
La evolución de esa sociedad conducirá inevitablemente a una intensificación de sus
contradicciones internas y, al igual que en el capitalismo, a una lucha de clases más ardua y
cruel como nunca antes. La experiencia rusa ha demostrado la imposibilidad de una
estructura social de este tipo. Sus artífices están obligados a renunciar al comunismo
autoritario, ya sea a favor del comunismo libre, que requiere para su realización de la
liberación del pueblo de la tutela policial, o de un capitalismo estatal que puede conservar
esta tutela. Los bolcheviques, para mantener su poder, optaron por la segunda salida: la del
capitalismo de Estado.
La revolución rusa, que comenzó en la libertad y la liquidación de la sociedad burguesa, dio
una vuelta completa y, al aceptar el principio aristocrático de la dictadura, regresó a través
del "comunismo de guerra" a su punto de origen: el Capitalismo. Sin embargo, como la
gran Revolución Francesa, dejó al mundo una idea que a partir de ese momento se ha
convertido en la aspiración fundamental del siglo XX, el objetivo para los movimientos
revolucionarios de las masas trabajadoras de todos los países, razas y pueblos.
Con la bancarrota del comunismo de Estado en Rusia, y de la socialdemocracia en
Alemania, con las siempre crecientes contradicciones dentro de la sociedad capitalista, la
lucha de las masas trabajadoras contra el orden social existente está creciendo y
expandiéndose por el mundo, mientras que al mismo tiempo los continuos avances técnicos
-como consecuencia del constante crecimiento de las empresas industriales y la
socialización en ellas de los procesos productivos- crea el material que es el requisito
esencial para pasar de una economía capitalista a una más perfecta: la del comunismo
libertario. Este pasaje hará posible y realizable una exitosa revolución social y tal es la
aspiración fundamental del movimiento anarcosindicalista internacional.
Sólo la revolución social es capaz de destruir la propiedad privada y su sostén, el Estado; de
establecer la propiedad pública y una organización de la sociedad federal y sin estado,
sobre la base de la libre asociación de las unidades productivas en las fábricas y los
pueblos. Solo así se puede garantizar la libertad, es decir, el bienestar y el libre desarrollo
del individuo en la sociedad y de la sociedad misma. Solo así se podrá poner fin a la
división de la sociedad en clases y suprimir toda posibilidad de explotación o gobierno del
hombre por el hombre.
La experiencia de Rusia ha demostrado que una condición esencial para el éxito de la
revolución es una estructura comunal-sindicalista, basada en los principios del comunismo
anarquista. Este es el período de transición, que eventualmente llevará a la completa
anarquía y al comunismo, que seguirá a la destrucción de la sociedad capitalista-estatal.
Este le permitirá al proletariado no sólo para someter a la oposición contra-revolucionaria
de las clases parasitarias, sino también evitar el despotismo social de una "dictadura del
proletariado" o de otra cualquiera sea.
Esta fase de transición se caracteriza por el hecho de que, como dijo Bakunin, "la tierra
pertenece sólo a quienes la trabajan con sus propias manos (es decir, a las comunas
agrícolas). El Capital y todos los medios de producción pertenecen a los trabajadores (o sea,
a las asociaciones de trabajadores)". Al mismo tiempo, "Todas las organizaciones políticas
deben ser nada más que la libre federación de trabajadores libres, tanto agrícolas como
industriales." Lo que equivale a decir: en el terreno político, el comunalismo y la federación
de pueblos libres; en el campo de la economía, el sindicalismo y la libre federación de
fábricas y talleres como una forma de comunismo organizado. En este sistema las fábricas
y los pueblos, unidos entre sí, poco a poco se convertirán en comunas de productores-
consumidores.
Las clases trabajadoras, entonces, harán frente al gran anhelo de la liberación y el
renacimiento del mundo. La tarea de la anarcosindicalismo internacional es ayudar
activamente en su realización. Para acelerar la más rápida y justa solución al problema
histórico que enfrenta el proletariado, los anarcosindicalistas, favorecidos por la experiencia
de la lucha de clases, de las revoluciones y, en particular, de la gran experiencia histórica en
Rusia, están desarrollando las tareas concretas para el período de transición (el momento
del pasaje del capitalismo al comunismo anarquista) y darle un contenido positivo.
Teniendo en cuenta las aspiraciones y las tendencias principales de la época, el
anarcosindicalismo vislumbra las principales tareas de este período de transición de la
manera que se indica en los siguientes capítulos.
EL PROGRAMA CONSTRUCTIVO
Parte I. La economía.
CAPITULO I. LA INDUSTRIA MANUFACTURERA
La experiencia de la Guerra imperialista y la infructuosa revolución social en Rusia han
probado que la sociedad capitalista no era tan rica como previamente en lo teórico se había
asumido.
La experiencia de la revolución rusa no solo ha demostrado la realidad económica de que la
revolución social aumenta la demanda y disminuye la producción, sino que ha demostrado
también que el país que levante la bandera de la revolución inevitablemente se encontrará
rodeado bajo el ataque burgués.
De las circunstancias arriba descriptas resulta la escasez y el hambre. Por lo tanto, es
esencial prever de antemano las medidas prácticas que puedan impedir o disminuir
considerablemente estas lamentables consecuencias. Estas medidas se refieren a cómo, por
quién y sobre qué principios la revolución organizará la producción y la protección.
La experiencia de la Revolución Rusa definitivamente ha resaltado el carácter peligroso y
nocivo de aplicar el principio de la compulsión a la producción; los anarcosindicalistas
rechazan drásticamente la movilización industrial compulsiva, los batallones de trabajo, o
de cualquier otra empresa similar. El principio fundamental de la producción sindical es la
libertad de trabajo, es decir, el derecho de cada uno a elegir libremente el tipo de actividad
más atractiva para sí, y el derecho de cambiar libremente de un tipo de trabajo a otro. La
nueva sociedad, resultante de la revolución social, desde el primer día de su existencia
buscará las formas y los medios para asegurar la integración del trabajo, a fin de que la
monotonía no llegue a paralizar al hombre espiritual y físicamente. En la sociedad
capitalista se puede observar una completa separación entre el trabajo industrial y el
agrícola; en cambio, nuestra sociedad sindicalista se esforzará constantemente para lograr
una coordinación cada vez más estrecha entre la industria y la agricultura, buscando los
medios que permitan a los trabajadores alternar y combinar los trabajos en la fábrica y en el
campo.
La experiencia de la organización de la industria en Rusia ha demostrado que el principio
de la centralización de la producción conduce a la burocratización de todo el aparato
industrial, a la aparición de una clase de funcionarios, a la exclusión de los productores de
la administración de la economía social, al estrangulamiento de la actividad independiente
por parte de los trabajadores, y a la crisis económica. En vista de su experiencia, los
anarcosindicalistas construirán el proceso de producción sobre la base de la concentración
técnica y la descentralización administrativa.
De este modo, la Revolución Rusa nos ha dado la oportunidad de evitar sus propios errores
y resolver los problemas de la organización de la producción en armonía con los intereses
de las masas trabajadoras. Su experiencia demuestra, como dice Kropotkin, que: "Ningún
Estado es capaz de organizar la producción, mientras los trabajadores no se hagan cargo de
ella por medio de sus sindicatos." Pero para convencer a las masas trabajadoras de la
necesidad de aumentar la producción de bienes de consumo, para inducirlas a dirigir sus
esfuerzos y energías desde un inicio hacia la meta final, es fundamental que "toda la
discusión pública de la economía nacional, que como se acostumbra desde antiguamente
está ahora en manos de una caterva de toda clase de ministerios y comités, sea presentada
en forma simple a cada comunidad, pueblo y ciudad, a todas las fábricas y plantas, como un
asunto de su propio interés, y sea administrada por los trabajadores mismos" en interés de
toda la población trabajadora.
Sobre la base de las consideraciones anteriores, los anarcosindicalistas creen que es
esencial para inculcar en la conciencia de las masas trabajadoras en su conjunto la
necesidad de "la organización de la producción de acuerdo con los principios de la
socialización y la descentralización, sobre la base del control del trabajo social sobre los
medios de producción socializados. Todo esto sólo será posible sustituyendo a la actual
estructura industrial por la organización sindicalista -es decir, sindicalizando la producción,
transfiriéndola a las manos de los trabajadores organizados en sindicatos unidos por ramas
industriales-, y concediendo plena autonomía a cada uno de los eslabones de la cadena
organizativa, mientras gradualmente se van transformando en comunas de productores-
consumidores".
De acuerdo con la experiencia revolucionaria en Rusia, el aparato organizativo de la
producción sindicalizada debe cimentarse en las más simples de las formas de asociación,
las que son familiares e inteligibles para los trabajadores. Asociaciones surgidas de la
Revolución y dispuestas a dejar la producción bajo la administración directa de los propios
trabajadores, por ejemplo, en comisiones de fábrica encargadas de organizar el control
obrero en las industrias de cada localidad.
En aras de la realización exitosa del comunismo en la industria, y del buen funcionamiento
y la eficacia de cada proceso de producción, así como para prevenir la posible apropiación
de las empresas para el exclusivo uso privado de las personas que trabajan allí, se deberá
establecer un sistema de unificación. Esta unificación, sin destruir la libertad de cada una de
las secciones, proporcionará en un todo orgánico la necesaria vinculación técnica,
estadística y administrativa para todas las industrias y la producción. (Kropotkin, página
23).
Este sistema tiene las siguientes categorías:
a. La Fábrica autogestionada – la comuna de productores.
b. Las Asociaciones de Producción de las comunas de fábrica.
c. La Unión de Asociaciones Productivas.
d. El Congreso General del Trabajo (Consejo Popular de la Economía y la Cultura).
La producción, organizada en estos lineamientos, será administrada según las políticas del
comité de dirección, bajo un amplio control público mediante la utilización del principio
del derecho a revocar a los delegados. En cuanto al orden interno, el precepto de la
autodisciplina eliminará la necesidad de toda forma de institución disciplinaria.
Como la experiencia de Rusia ha demostrado, la tarea de aumentar la productividad y la
organización científica de la producción demandará, mientras las masas trabajadoras
carezcan de los conocimientos científicos y técnicos, una tolerante y detallada utilización
de los técnicos profesionales, que permanecerán como un legado de la estructura capitalista.
Aunque la mayoría de esta intelectualidad se encuentra inmersa en las tendencias
burguesas, no obstante, los intereses de la Revolución exigen que sus derechos no sean
limitados en modo alguno: la igualdad para todos es necesaria desde el primer día del
movimiento social.
Dado que no hay posibilidad de establecer de inmediato el pleno comunismo en el
consumo según el principio: "a cada uno según sus necesidades", una serie de pasos
prácticos serán necesarios para alcanzar su realización.
El primero de ellos será el establecimiento del principio: "partes iguales para todos." El
reparto equitativo, de conformidad con el aumento de la producción en la industria
sindicalista deberá, poco a poco, convertirse en la regla normal, y gradualmente facilitar la
realización del axioma: a cada uno según sus necesidades.
El criterio de igualdad debe ser el mínimo necesario para la subsistencia, con asignaciones
suplementarias para las personas dependientes. El tamaño de la ración crecerá con el
incremento de la riqueza nacional de la comuna. En cuanto a la artesanía, industrias caseras
y de pequeña escala la industria, los anarcosindicalistas, rechazando la idea de su
integración compulsiva en la producción a gran escala, pondrán en práctica el principio de
cooperación, garantizándoles todas las oportunidades y la libertad de iniciativa. Los
anarcosindicalistas sólo pugnan por asociar los esfuerzos dispersos de los artesanos y las
pequeñas empresas a través de cooperativas libres adaptadas a sus necesidades, a fin de que
puedan utilizar todas las ventajas de la ciencia y la tecnología.
CAPITULO II. LAS INDUSTRIAS BASICAS
I. AGRICULTURA
La agricultura es la más importante rama de las industrias básicas, no solo debido a la
enorme cantidad de personas que trabajan en ella en todos los países, sino también debido
al papel que desempeña en la vida de una nación.
El destino del comunismo depende en gran medida de la agricultura. Al mismo tiempo, la
agricultura es el más difícil terreno para la socialización. Aquí el aspecto positivo del
capitalismo, que consiste en la mecanización de la producción y la socialización del trabajo,
es insignificante. Por esta razón la agricultura, en un sentido técnico y organizativo, es la
rama más retrasada de la producción. Decenas de millones de unidades agrícolas se
presentan como un elemento desorganizado, individualista y parcelado en pequeñas
propiedades que, además de su atraso tecnológico, es un obstáculo en la senda del
comunismo, que será difícil de superar. Este hecho es tremendamente importante, puesto
que las formas de propiedad de la tierra y la técnica del cultivo de la tierra son una
indicación de la amplitud y el carácter de la reorganización social que es posible en un
momento dado.
El capitalismo, reuniendo a los productores individuales en una empresa, socializa el
trabajo y de esta manera prepara el camino para la socialización de la propiedad que
inevitablemente conduce a una comunización de la producción. Crea un prototipo de la
forma comunista de organizar el trabajo y la propiedad -la fábrica como la comuna de
productores y consumidores libres del futuro. En la industria manufacturera y en algunas
ramas de las industrias primarias, el capitalismo ya ha preparado el terreno para el
comunismo y la sindicalización de la industria por la expropiación de los capitalistas y el
Estado -el imperativo de hoy y la única solución viable al problema del obrero. La
socialización del trabajo facilita esta transición al tipo de propiedad comunista a través de la
sindicalización.
El escenario es muy diferente en la agricultura. Aquí la fuerza socializadora del capitalismo
es insignificante; la pequeña explotación campesina es la forma dominante de organización
agrícola, en que el trabajo y la propiedad individuales son los componentes inevitables.
Este importante hecho hace que el proceso de transición al comunismo de la agricultura sea
completamente diferente al caso de la industria.
En la industria el trabajo colectivo conduce inevitablemente, a través de la expropiación, a
la propiedad colectiva. En la agricultura, la propiedad colectiva dará lugar al trabajo
colectivo.
La propiedad colectiva en la agricultura, sin embargo, no implica por sí misma el trabajo
colectivo que, en las primitivas condiciones de trabajo de una economía agrícola fundada
en decenas de millones de granjas campesinas dispersas, podría no llegar a generar ningún
cambio en las condiciones necesarias para el éxito de la producción. La propiedad colectiva
dará lugar al trabajo colectivo sólo a través de la conversión de la agricultura extensiva a
una intensiva, y una mecanización de la agricultura, en sustitución de los métodos
primitivos de cultivo los que, por su naturaleza, requieren de la unificación de los esfuerzos
de trabajo de varios miembros de una comuna agrícola. Pero, puesto que los hábitos de las
comunidades no pueden ser alterados por decreto, y dado que su transformación depende de
la acumulación progresiva de cambios significativos, la socialización del trabajo para
completar la comunización de la agricultura podría abarcar un período considerable de
tiempo.
La socialización de la agricultura, entonces, se compone de dos elementos:
1. La socialización de los medios de producción, es decir, la tierra.
2. La socialización del trabajo.
La socialización de la tierra es un acto revolucionario y compulsivo, cuyo éxito obedece a
la fuerza; la socialización de la mano de obra es un proceso, que requiere para su desarrollo
circunstancias específicas que aún no existen y que deberán crearse en condiciones de
colectivización de la propiedad de la tierra.
La comunización de la agricultura, en otras palabras, tiene dos aspectos cuya aparición no
coincide totalmente en términos de tiempo. De ahí el programa anarcosindicalista para la
comunización de la agricultura se divide en dos secciones: la socialización de la tierra y la
socialización del trabajo.
a. Socialización de la tierra.
1. Completa abolición de la propiedad de la tierra: individual, grupal, cooperativa,
comunal, municipal o estatal. La tierra es de propiedad pública.
2. La socialización retirará la tierra del mercado; nadie tendrá derecho a comprar,
vender o alquilar la tierra o extraer beneficios sin trabajarla. Todo el mundo tendrá
que trabajarla de forma personal o cooperativamente.
3. Todos tienen igual derecho a una igual área de tierra y aplicar libremente su
trabajo a ella.
4. La forma general de utilización de la tierra, y la superficie disponible para el
usufructo de cada persona, será determinado por un Congreso Nacional de la
Asociación de Comunas Campesinas que formarán parte de la Confederación
General del Trabajo.
5. Al igual que las diversas ramas de la industria, que estarán bajo la gestión de las
organizaciones sindicales, la tierra, la gestión de la tierra, los reasentamientos y
todas las cuestiones referidas a la agricultura deberán estar en manos de la
Asociación de Comunas Campesinas.
b. Socialización del Trabajo
1. La socialización de la tierra es una condición previa esencial para la socialización
del trabajo lo que completaría el proceso de comunización de la agricultura. Sólo
cuando el trabajo y la propiedad son a la vez socializados, el producto del trabajo
también se socializa, es decir, el comunismo se convierte en una plena realidad.
2. La sociedad que emerge de la Revolución, después de que haya socializado la
fabricación de manufacturas y, en parte, las industrias de base, debe buscar los
métodos que coloquen a la población agrícola en pie de igualdad, o casi, con la
población urbana, ya que una ausencia de equilibrio en favor de esta última podría
dar lugar a una corriente migratoria espontánea de la población agrícola hacia las
ciudades, lo que a su vez daría lugar a grandes dificultades económicas y a la
desorganización del aparato productivo.
3. La plena armonía del régimen agrícola con el régimen de socialización de la
industria sólo es posible con el comunismo en la agricultura. Por lo tanto, la
organización de las comunas agrícolas deberán estar en la agenda desde los
primeros días de la Revolución.
Avanzado sobre la organización del comunismo en la agricultura, el
anarcosindicalismo no ve progreso en la destrucción de las pequeñas explotaciones
campesinas, ni en el establecimiento de elefantiásicas unidades económicas, y
considera al servicio general de trabajo obligatorio como un fenómeno reaccionario.
En lugar de ello, apuntan a la coordinación de los esfuerzos de trabajo de pequeñas
unidades sobre una base voluntaria, compatible con la libertad individual y
colectiva.
Las formas económicas de estas unidades sería: (a), cooperativa, como el medio
más accesible a la conciencia y al nivel de desarrollo de la mayoría de la población
agrícola, que en general no puede renunciar al individualismo económico, o (b)
comunista, en la forma de comunas agrícolas libres que formarán parte del conjunto
de la economía comunista de la misma manera y en las mismas condiciones que las
fábricas.
4. En aras de la eficiencia en la producción agrícola, las comunas no deberán ser
demasiado extensas. El tamaño normal sería, por ejemplo, una asociación de diez
explotaciones campesinas de capacidad productiva promedio, sin incluir los
hogares, que deberán permanecer separados. Dependiendo de las diversas
condiciones locales, las comunas agrícolas podrían, y también deberían, consistir
de asentamientos unificados, no divididos en explotaciones agrícolas, así como son
las cooperativas.
5. De esta manera la agricultura en el período de transición sería administrada por
tres tipos de organización económica: a) individual, (b) cooperativa, y (c)
comunista. El tipo predominante durante el primer período sería sin duda la unidad
individual.
6. Para asegurarse de que las formas individuales de la economía agrícola se
eliminarán rápida y exitosamente, transformando así a todo el país en una comuna
de productores-consumidores, deberán buscarse métodos que por su naturaleza
impulsen lógica e inevitablemente a los elementos individualistas por la senda del
comunismo y, eliminar así las influencias corruptoras del sistema individualista de
agricultura sobre la economía socializada. Estos métodos no sólo deberían reducir la
discordia entre dos sistemas económicos en contraste, sino también establecer la
armonía indispensable para el normal desarrollo del proceso de socialización laboral
y la agricultura. Las condiciones objetivas determinan dos clases de métodos: (A)
un sistema de medidas ofensivas y (B) un sistema de medidas defensivas
(A). Sistema de medidas ofensivas, es decir, medidas de acción directa para acelerar la
socialización de la mano de obra en la agricultura, que consiste en:
I. Socialización sin excepción de todas las unidades agrícolas en las que el trabajo
ya está socializado por el propio proceso de producción en sí, debido a la
mecanización. La inclusión de estas unidades en el sistema general de la economía
comunista en las mismas condiciones que las fábricas.
II. Socialización de todas las empresas que se dedican al procesamiento de los
productos agrícolas y su inclusión en el sistema comunista de la economía en las
mismas condiciones que otras industrias de transformación.
III. Socialización y cooperativización en aquellas ramas de la agricultura que están
estrechamente vinculadas con las industrias de procesamiento, tales como azúcar,
textiles, vino, tabaco, etc., y la incorporación de las comunas agrícolas interesadas
en el régimen general de la economía comunista.
IV. Socialización de los grandes molinos de harina y productos lácteos, con su
inclusión en el régimen general de la economía comunista, y la creación de
cooperativas entre los pequeños molinos de harina y empresas de productos
lácteos.
V. Organización de asociaciones para el cultivo común de la tierra.
VI. Organización de asociaciones para el cultivo de la tierra común.
VII. Establecimiento de nuevos asentamientos agrícolas sobre la base del pleno
comunismo, con su inclusión en el régimen general de la economía comunista, así
como la organización de nuevos asentamientos sobre la base de las asociaciones
para el cultivo común de la tierra.
VIII. Industrialización de la agricultura, es decir, la unificación de la agricultura
con la industria, mediante la construcción en zonas agrícolas de empresas
industriales de procesamiento de productos agrícolas, es decir, textiles, azúcar,
conservas de frutas y hortalizas, tabaco, cerveza, vino y bebidas espirituosas, el
almidón y la melaza, cuerdas y cordeles, etc. La creación de unidades agro-
industriales compuestas, con la empresa industrial en el centro que, en virtud de su
organización del trabajo y la conexión de la empresa industrial con los
proveedores de materias primas, será de los siguientes tipos:
a. Empresas industriales comunistas de estilo habitual cooperando con las
unidades agrarias individualistas circundantes sobre la base de la contabilidad
comercial, como las cooperativas rusas de productores lácteos.
b. Unidades agro-industriales compuestas -como un eslabón en la cadena
económica comunista general- que trabajarán estacionalmente, cuyos trabajadores
industriales tomarán parte en la agricultura durante los períodos de mayor trabajo
intensivo en el campo, mientras que los trabajadores agrícolas trabajarán en la
industria durante los períodos de inactividad en la tierra.
c. Unidades compuestas trabajando de forma continuada, donde los campos que
rodean a la empresa y la propia empresa están unidos, y el trabajo está organizado
de tal manera que cada miembro, tomando su turno, trabaje una cantidad de horas
diarias definidas en el campo y en la fábrica.
(B). Sistema de medidas defensivas, es decir, medidas de integración de los millones de
unidades individuales y de sus actividades recíprocas con la economía comunista del país,
que consiste principalmente en una amplia penetración del sistema individualista de
unidades por diversos tipos de cooperativas -entidades cooperativas de crédito,
cooperativas de productores y subsidiarias.
El sistema de medidas defensivas pertenecerá al período de transición y todas las
instituciones establecidas en relación al mismo van a desaparecer gradualmente o serán
convertidas posteriormente en instituciones de las comunas de libres productores y
consumidores. Por lo tanto, las cooperativas del período de transición no pueden ser copias
de las que se han desarrollado dentro de los límites de la estructura capitalista. Los intereses
de la transición al comunismo demandan la unidad organizativa interna, y el cumplimiento
de funciones complejas por las colectividades locales que estarán unidas en su diversidad a
través del proceso de federalización.
La tarea de las cooperativas campesinas durante el período de transición será la de
proporcionar el enlace entre la economía comunista del país en general y la unidades
agrícolas individuales circundantes, y organizar para estos dos sistemas económicos
divergentes el verdadero y natural proceso de intercambio, para convertirlas gradualmente
en los organismos de distribución de una comuna de trabajo unificado.
La unidad de base colectiva de las cooperativas será la asociación de agricultores del
municipio, que combinará las funciones locales de distribución y de compra-venta,
procesamiento, producción subsidiaria, establos, galpones de alquiler de máquinas,
viviendas y las asociaciones de radio y electricidad. Las Uniones de asociaciones
municipales, que cubren todo el país y que son lideradas por el Alto Consejo de las
asociaciones municipales, entrarán en estrecho contacto con los órganos de la economía
comunista, y representarán al sistema de organización de la agricultura individual, fundado
en el concepto de plena independencia para la propia población.
Los bancos de crédito agrícola en efectivo y bienes, organizados por la economía
comunista, tendrán muchos departamentos, y tratarán con las asociaciones agrarias en
líneas funcionales. Aparte de sus actividades de préstamo y crédito, estos bancos llevarán a
cabo todas las operaciones de intercambio, tanto dentro del país como en el extranjero.
Dado que las asociaciones municipales surgirán dentro de las asociaciones de base
encargadas de repartir la tierra -es decir, las comunas campesinas-, los dos órganos deberán
ser unificados cumpliendo de forma autónoma sus funciones específicas.
GANADERÍA
Al igual que los cultivos, la ganadería es de gran importancia en la vida de cada país del
mundo. La sociedad surgida de la Revolución debe garantizar no sólo la integración de esta
rama de la agricultura en la estructura general de la nueva economía nacional, sino que
también debe encontrar los métodos más racionales por los que atraer a su órbita a los
criadores nómadas de ganado que llevan vidas migratorias y gradualmente acostumbrarlos
a la cooperación cultural con el resto de la gente.
Dado que la cría de ganado está inevitablemente vinculada a la agricultura, la comunización
debe llevarse a cabo en primer lugar en las explotaciones agrícolas-ganaderas de carácter
puramente comercial, por ejemplo, haras, tambos lecheros, criaderos de aves. El ganado de
los campesinos, sin embargo, no puede ser socializado antes de la transformación de toda la
economía sobre una base comunista, sino que será socializado con la socialización de la
agricultura.
Así, hasta la plena socialización de la agricultura, y a fin de acelerar su realización, será
necesario considerar seriamente la sistematización de la cría del ganado campesino y la
mejora de las razas de ganado. Las cooperativas y las industrias dedicadas a la elaboración
de los productos de origen animal son poderosos medios para ese fin.
La industrialización de la ganadería debe desarrollarse en plena armonía con la general
industrialización de la agricultura, y bajo esos mismos principios. La socialización de las
empresas industriales dedicadas a la elaboración de productos ganaderos, su integración en
el sistema comunista general, y la transferencia de los mataderos, plantas empacadoras de
carne y de todas las empresas de elaboración de las ciudades hacia las zonas ganaderas o la
construcción de nuevas plantas, acelerará el desarrollo de la socialización.
Con respecto a las tribus de ganaderos nómadas no puede pensarse, por supuesto, en la
introducción del comunismo hasta que se sedentaricen y sus normas culturales varíen,
aunque tan sólo sea al nivel de los actuales campesinos de Rusia. La influencia más
poderosa en este sentido será el hecho de que se encontrarán en un entorno cultural más
alto. La organización de su educación, la fundación de empresas agronómicas, y el gradual
incremento en el uso de cooperativas en la venta del ganado y la adquisición de productos
esenciales de la industria urbana, todo ayudará en el proceso. Un Banco Agrícola habrá de
establecer el dinero en efectivo, el intercambio de bienes y las líneas de crédito para ellos, y
se convertirá así en un poderoso factor en la total transformación de los hábitos económicos
e intelectuales de los criadores migratorios de ganado. La mejora en el transporte y el
desarrollo de las empresas comunistas para la elaboración de productos ganaderos en las
comarcas adyacentes a los campamentos migratorios, o incluso en los propios
campamentos, tendrá un enorme efecto sobre ellos en una orientación comunista.
CULTIVO DE VEGETALES Y HORTICULTURA
Dado que los huertos y las chacras son parte inseparable de la agricultura, sólo las
explotaciones comerciales estarán sujetas a la inmediata socialización. Las empresas
socializadas deberán ser industrializadas al mismo tiempo, es decir, deberán ser
organizadas de acuerdo a un sistema mixto de asentamientos agro-industriales -con una
unidad de procesamiento industrial en el centro (de mermeladas, jarabes y otros productos)-
cuyo trabajo será plenamente integrado.
II. FORESTACIÓN.
Los bosques son un recurso natural que, al igual que la tierra, devinieron en propiedad
privada mediante el manifiesto uso de la fuerza. Por lo tanto, deben retornar al dominio
público, es decir, como propiedad del conjunto de la sociedad.
La política de saqueo de la industria forestal por el capitalismo ha dado como resultado la
destrucción de los bosques en muchos países. Sin embargo, la conservación de los bosques
es de gran importancia tanto para el clima como para el suelo. Los bosques ofrecen no sólo
materiales para la construcción y calefacción, o materias primas para muchas industrias
manufactureras, no sólo proveen las aéreas en donde los animales y las aves se multiplican,
sino que también son un factor que determina la navegabilidad de los ríos y la humedad de
los suelos, lo cual a su vez es vital para la agricultura. Por lo tanto, en aras del bien común
y la preservación de los recursos madereros, los bosques deben ser socializados, es decir,
deben ser abolidos todos los derechos de los individuos particulares, del Estado o de
cualquier otra forma de propiedad. Mediante la socialización, los bosques dejarán de ser un
producto comercial: nadie tendrá derecho a venderlos, comprarlos, alquilarlos o darlos,
incluso a sus productos, ni tampoco obtener una ganancia usurera de ellos.
Los bosques pequeños, ubicados en los distritos agrícolas, que no pueden ser explotados en
interés de la industria socializada, se transferirán a la gestión de las asociaciones de
campesinos, para su utilización como combustible y material de construcción, y para
satisfacer otras necesidades de las unidades agrícolas individuales. Todas las otras zonas
arboladas se incluirán en el régimen general de la economía comunista mediante la
sindicalización, es decir, serán transferidos para ser administrados por las asociaciones de
obreros madereros y de las industrias procesadoras de productos derivados de la madera.
La escasez de madera en las unidades agrícolas será satisfecha con los recursos forestales
socializados al precio de costo, a través de las cooperativas campesinas y el Banco de
Crédito para Dinero y Productos.
La socialización de la silvicultura se traducirá en la socialización de todas las industrias de
la madera y de todas las plantas dedicadas al procesamiento de los derivados de la madera.
Aquellas industrias locales que estén conectadas de una u otra manera con la explotación de
la madera, se organizarán en cooperativas y se pondrán en estrecho contacto con la
silvicultura comunizada. La economía maderera se unirá con la industria por medio de la
organización integrada del trabajo y -cuando sea posible- con la agricultura, mediante el
traslado y montaje de las empresas adecuadas en las zonas agrícolas, utilizando las tierras
deforestadas para el cultivo y la ganadería.
III. PESCA Y CAZA
A. Pesca.
Socialización de los recursos hídricos. Socialización de las operaciones de pesca y plantas
procesadoras, y su integración en el sistema general de la economía comunista.
La organización en cooperativas de las pequeñas empresas pesqueras, ahumaderos y plantas
de fileteado.
La organización sistemática de la pesca y la instalación de conservadoras de pescado.
B. Caza.
Inclusión de las empresas de cacería en el sistema compuesto de unidades forestales
comunistas. Organización de cooperativas para las empresas campesinas de caza.
Organización de los departamentos de adquisición e intercambio por el Banco crediticio de
dinero y productos, en los distritos poblados por tribus de cazadores. Elaboración de
métodos para la unificación cooperativa de los esfuerzos individuales de las tribus
cazadoras y para la elevación de su nivel cultural. Organización sistemática de la caza y
establecimiento de reservas forestales.
La administración de la pesca y la caza estará a cargo de las asociaciones y sociedades
científicas correspondientes.
IV. MINERÍA
Aquellas ramas de la industria que están relacionadas con la extracción de recursos
minerales, como las industrias manufactureras, han estado sujetas a un desarrollo capitalista
que ha creado las condiciones favorables para su socialización, y siendo su importancia tan
grande para el sistema económico general, su socialización resulta imperativa. Por esa
razón, la sociedad debe promulgar la plena socialización de los recursos minerales desde el
comienzo mismo de la revolución social.
1. Sindicalización de todas las empresas de gran escala y su integración en la
economía comunista general del país.
2. La unificación cooperativa de las industrias pequeñas y domésticas, para la salida de
sus productos a la economía comunista.
3. La industrialización de las diversas ramas de la industria minera, es decir, su
unificación con la química, metalúrgica y otras ramas industriales, a través de la
organización de unidades compuestas sobre la base de un trabajo integrado.
4. La ruralización de las empresas, industrializadas y no industrializadas de las ramas
de producción correspondientes, o sea, su unificación con la agricultura combinando
gradualmente en sus órbitas económicas la introducción de la población agrícola de
los alrededores y la organización del trabajo bajo principios de integración.
5. Como las fábricas en las industrias procesadoras, las empresas consideradas serán
administradas por comités de producción y la industria en su conjunto por una
asociación de dichos comités.
CAPÍTULO III. LOS SERVICIOS Y OBRAS PÚBLICAS
I. Construcción
La socialización de la construcción por medio de sindicalización se derivará de la
socialización de las otras ramas de la producción.
En todo el territorio de un país comunista la industria de la construcción será gestionada por
una asociación de trabajadores de la construcción con la cooperación de las sociedades
interesadas, como los Comités de vivienda, sindicatos de la construcción rural, etc.
Toda construcción que se desarrolle fuera de los límites del sistema económico comunista,
será organizada a través de la contabilidad comercial del Banco crediticio de dinero y
productos.
II. El problema de la vivienda.
La escasez de viviendas, que es el resultado de la especulación en el sector de la
construcción, requerirá la socialización inmediata de todas las viviendas que se han
construido con fines de lucro.
Distribución sistemática del espacio vital, a través de los Comités de vivienda y sin pago de
alquiler. La institución de hoteles para los recién llegados y la transferencia de la
administración de las residencias a manos de los Comités de vivienda.
Construcción intensiva de viviendas a fin de dispersar la población de las ciudades y
coordinar la industria y la agricultura.
III. Transporte.
El transporte en todas sus formas, y en especial los ferrocarriles y vías fluviales, presenta
un elemento de vital importancia en el sistema económico moderno, y tendrá aún más
importancia en la economía comunista. La producción es impensable sin el transporte.
Como resultado, el transporte debe ser socializado desde un comienzo, a través del proceso
de sindicalización.
La gestión del transporte se basará en los principios del sindicalismo, es decir, todos los
medios de transporte –de superficie, subterráneos, aéreos y acuáticos- estarán en manos de
la Unión de Trabajadores del Transporte, integrada por las distintas secciones, e incluyendo
a los trabajadores de todas las empresas del servicio de transporte.
El transporte será incorporado en el régimen general de la economía comunista y, por lo
tanto, las tarifas y los gastos de flete serán eliminados. Pero, en el caso de las personas y las
unidades económicas individuales que operen por fuera del sistema comunista del país, la
gestión del transporte se acordará mediante los cálculos correspondientes. Estos acuerdos
no se realizarán con las personas o unidades individuales, sino con sus asociaciones
cooperativas, cuyos recibos de transporte serán garantizados por el Banco crediticio de
Dinero y productos.
IV. Correo, telégrafo, teléfono y radio.
El correo y los sistemas de telégrafo, como los ferrocarriles, prestan servicios vitales a la
economía nacional y siendo propiedad del Estado en muchos países. Pero como los
intereses del Estado, incluso en los casos ideales, no coinciden con los intereses de la
sociedad en su conjunto, las redes telegráficas y de correos tendrán que ser separadas no
sólo de los particulares y las empresas, sino también del Estado. El mismo procedimiento
se deberá aplicar a los servicios telefónicos y de radio.
Todos los servicios de comunicación pública serán sindicalizados, o sea que su gestión se
transferirá al Sindicato de Trabajadores de los Servicios de Comunicaciones, que a su vez
serán incorporados al régimen general de la economía comunista. Al igual que otras ramas
de ésta y en proporción a la consolidación de la nueva estructura económica y el
enriquecimiento del país, también serán industrializadas y ruralizadas, es decir, los
trabajadores de las Comunicaciones Públicas alternarán su trabajo, participando tanto en el
trabajo industrial, como en el agrícola.
Dado que, durante el período de transición, para lo cual el presente programa ha sido
esbozado, todavía habrá unidades económicas en la agricultura y en algunos sectores del
artesanado y de las industrias domésticas que no serán parte de la economía comunista, ésta
última tendrá que entrar en relaciones contractuales con las unidades individuales nucleadas
en las dependencias de las asociaciones cooperativas, en lo que concierne a la utilización de
los servicios públicos de comunicaciones.
V. Servicios Públicos.
Los servicios públicos abarcan: alcantarillado, agua, gas y calefacción, la electricidad, el
bienestar público y otras funciones que se prestan a las poblaciones urbanas y rurales.
Estos servicios se incorporarán a la economía comunista y serán sindicalizados, es decir,
que la gestión y organización de estos servicios se transferirá a la Unión de Trabajadores
del Servicio Público. Aquí, como en todas las demás ramas de la economía, se introducirán
gradualmente los principios de la industrialización y la ruralización, resultando finalmente
en una integración del trabajo.
La prestación de los servicios públicos para las unidades agrarias individuales estará
estrechamente vinculada a los esenciales cambios en el nivel de vida de los poblados. Estas
mejoras se verán alentadas por la economía comunista en su conjunto, y por lo tanto el uso
de los servicios públicos por las poblaciones que no formen parte de la estructura comunista
del país, será determinado por los acuerdos pertinentes con las asociaciones cooperativas de
campesinos.
VI. Medicina y Salud.
La medicina y la salud son servicios públicos que, junto con los dispensarios y las
industrias farmacéuticas, se constituirán sobre una base sindicalizada en el Servicio de
Salud Pública. Este será incorporado en el sistema económico comunista.
El Sindicato de Médicos y Trabajadores de la Sanidad llevará a cabo las actividades y
administrará la organización de los servicios de salud para todo el país. Estos servicios,
como todas las ramas y las funciones de la sociedad comunista, serán industrializados y
ruralizados, o sea que, poco a poco, y siempre que sea posible, los médicos y los
trabajadores de la salud combinarán sus tareas con el trabajo industrial y agrícola.
El servicio de Salud Pública cubrirá todo el país con una estrecha red de centros médicos y
sanitarios, hospitales y sanatorios. Dado que este servicio será respaldado enteramente por
la economía comunista, las unidades individuales tendrán que cubrir parte de sus gastos a
través de sus uniones de asociaciones cooperativas.
VII. Educación General y Ciencia.
Cada Estado adapta los procesos de educación general para promover sus propios intereses.
Como resultado, cada vez que la instrucción está en manos del Estado se convierte en un
medio para la esclavización de las masas. A causa de los intereses del Estado, y de una
ciencia que sirve a esos intereses, las escuelas de todos los niveles se convierten en fábricas
que procuran la producción en masa de robots capaces de pensar solo de una única forma.
Como la experiencia de Rusia lo demuestra, incluso en un estado comunista, aunque se
pudiera establecer el sistema más liberal en la educación, éste finalmente se pervierte al
introducir un modelo centralizado y moldear la enseñanza para sus propios intereses.
La tarea de la educación y la instrucción consiste en el desarrollo integral de la
personalidad del niño y su preparación técnica para la utilidad de la actividad comunal. La
educación, por lo tanto, deberá ser libertaria, suplantando gradualmente la idea de
autoridad por la idea de libertad. También debe ser racional, fundada en la razón, no en la
fe, y en los hechos de las ciencias exactas en lugar de la metafísica; co-educativa, es decir,
dando una instrucción común para ambos sexos, e integrada, proporcionando
oportunidades para el desarrollo armonioso de la totalidad de la persona en los campos de
la ciencia, el arte y los oficios.
Las escuelas deben proporcionar, como Kropotkin ha expresado "un tipo de educación para
los niños y las niñas que, al salir de la escuela a la edad de dieciocho años, puedan tener un
concepto profundo de la ciencia que les permitirá proseguir estudios científicos, así como
adquirir las nociones básicas de una educación técnica. Al mismo tiempo, deben adquirir
experiencia suficiente en alguna rama de la industria para darles la oportunidad de tomar
parte en la producción de los recursos sociales". Por consiguiente, la educación y la
instrucción no deberán llevarse a cabo sobre la base de un programa único y centralizado.
En cuanto a la ciencia, al igual que la iglesia y la educación, debe ser separada del Estado,
incluso antes de la revolución anarquista. Las condiciones normales para el desarrollo de la
ciencia sólo se crearán en una situación de igualdad económica, en una sociedad libre y sin
estado.
La socialización de la ciencia, que es un resultado inevitable y esencial de la revolución
social, no significa igualdad de pensamiento lo cual sería, por supuesto, un imposible; eso
tampoco significa que todo el mundo será un científico. La socialización de la ciencia sólo
significa que la ciencia, mientras continúe siendo ciencia pura, se convertirá en uno de los
muchos servicios públicos y estará, como dijo Bakunin, totalmente disponible "para todos
aquellos que tengan la vocación y el deseo de contribuir a ella sin menoscabar el esfuerzo
productivo general del que cada uno debe tomar parte”.
Todo el mundo tiene que trabajar y debe tener una educación." Sólo después de la
revolución social podrá estar a disposición de todos, una educación general técnica y
científica. La ciencia debe ser industrializada y ruralizada, es decir, las personas que
participan en la actividad científica deben combinar su trabajo con el trabajo físico
productivo, dentro de los límites, por supuesto, de un desarrollo razonable y gradual. Y la
ciencia, sin duda, se beneficiará de este desarrollo. "Es posible, e incluso muy probable,"
dice Bakunin, "que durante un período de transición más o menos largo, que naturalmente
va a aparecer después de la gran crisis social, el alto nivel de algunas ciencias pueda decaer
considerablemente. Pero lo que la ciencia pierde en su tendencia ascendente, se ganará en el
ámbito de su difusión. No habrá semidioses, aunque tampoco habrá esclavos. Los
semidioses y los esclavos se convertirán en hombres; los primeros tendrán que, en cierta
medida, bajar de sus exclusivas alturas, mientras que los últimos se elevarán
considerablemente”.
La socialización de la enseñanza, la educación y la ciencia sólo podrá lograrse a través de
su sindicalización, o sea, que la organización y la conducción de estos servicios públicos
deberán ser transferidas a la Unión de Trabajadores de la Educación, combinando sus
actividades con las de sociedades de interés público, de padres, economistas y demás. La
organización de las escuelas, universidades, academias, bibliotecas, museos y su
administración será la función pública de la Unión de Trabajadores de la Educación.
Las funciones de la educación general como un servicio público, estarán incorporadas en el
sistema económico comunista, y serán apoyadas por éste. Por lo tanto, las unidades
individuales del país, a través de sus asociaciones cooperativas, en aras de la igualdad,
deberán contribuir a la economía comunista con un determinado porcentaje de sus ingresos
en forma de productos, para cubrir los gastos y mantener los servicios de educación
general.
El arte y el teatro también son servicios públicos. Se combinarán con el servicio de
educación general y estarán sujetos a todos los principios básicos que rigen al mismo.
La Religión no es un servicio público. La revolución social es, por naturaleza, anti-
religiosa. Sin embargo, los anarcosindicalistas no tienen la intención de luchar contra las
creencias religiosas con medidas represivas. En esta cuestión, el programa de los
anarcosindicalistas se encuentra en plena solidaridad con la declaración de la Sección de
Ginebra para el Congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores en Bruselas.
Allí se dijo que: "El pensamiento religioso, como producto de la mente individual, es
intocable mientras no se convierta en una actividad pública".
VIII. Contabilidad - Bancos y Finanzas.
La contabilidad y las estadísticas son funciones muy importantes para una regulación
adecuada de las relaciones entre la producción y el consumo. Sólo con la ayuda de
información estadística será posible determinar su punto de necesario equilibrio, y
establecer una distribución adecuada y la organización del intercambio. De hecho, sin datos
estadísticos una economía ordenada es imposible. La estadística, por lo tanto, constituye un
servicio público esencial, cuya gestión técnica estará a cargo de la Oficina Central de
Estadística del Banco de Crédito para Dinero y Productos, que estará integrada por los
servicios públicos directamente interesados y, en particular, los servicios para la
distribución y el intercambio.
Todos los bancos existentes se socializarán y se fusionarán con el Banco de Crédito para
Dinero y Productos. Este, además de sus funciones estadísticas, realizará todas las
operaciones bancarias habituales que, por supuesto, van a cambiar en consonancia con la
nueva estructura económica del país. El Banco será el enlace orgánico entre la economía
comunista y las unidades individuales, en particular las unidades agrícolas, así como con el
mundo no-comunista extranjero. En este último caso, actuará como un banco para el
comercio exterior.
En la esfera del intercambio interno, el banco será una de las armas más poderosas del
comunismo, influenciando a las unidades individualistas en la dirección deseada por medio
del crédito sin interés de materiales y de financiación para el mejoramiento de cada unidad
y la mecanización de la agricultura, que resultará en la socialización del trabajo rural -el
requisito previo necesario para la socialización de la agricultura.
La socialización de los bancos y las finanzas deberá alcanzarse mediante su sindicalización,
es decir, que estos servicios públicos serán transferidos a la gestión directa de los
trabajadores que los operan, y se incorporarán al sistema económico comunista general.
Con el fortalecimiento del comunismo, el trabajo será industrializado y ruralizado como en
los otros servicios públicos, o sea que, poco a poco se organizarán según el principio de
integración.
El dinero, como un símbolo concreto del trabajo invertido, cuya mayor parte actualmente se
concentra por los medios de explotación en las manos de unos pocos capitalistas y de los
Estados, deberá ser socializado. La socialización del dinero, es decir, el retorno a la
sociedad de los frutos del trabajo invertido, sólo será posible mediante su abolición, sin
compensación alguna. La abolición de la política monetaria símbolo del antiguo régimen,
es una de las primeras tareas de la revolución social.
Será imposible, sin embargo, suprimir totalmente el dinero durante el período de transición,
ya que algunas funciones, que dependen de dinero contante y sonante, aún continuarán
operando, aunque sus aspectos dañinos serán eliminados. El dinero desaparecerá por sí
mismo durante la gradual aproximación a un sistema comunista completamente maduro,
que sustituirá el intercambio comercial por la distribución. Pero en el período de transición,
debido a la coexistencia del comunismo con el individualismo, el intercambio de bienes no
podrá ser eliminado por completo. Y puesto que la función principal del dinero es la de
servir como medio de intercambio -el medio más conveniente de intercambio- no será
posible prescindir del mismo durante esta fase.
Al principio, debido a la imposibilidad práctica de introducir dinero laboral (cuyo valor se
basa en la jornada de trabajo) la economía comunista tendrá que reconocer las monedas de
oro, y tendrá que basarse en el intercambio de los valores heredados del capitalismo. Esto
se aplicará en particular al comercio exterior. En el intercambio interno, debido a la
socialización de una gran parte de la industria, la cual ofrecerá la oportunidad de determinar
la escala de producción, será posible fijar precios y garantizar su estabilidad de forma
científica.
Durante el Período de Transición, el dinero no podrá convertirse en una amenaza para la
generación de desigualdad y explotación, debido a que -en vista de la socialización de todos
los medios de producción y el transporte, y la socialización del trabajo y sus productos en
todas las ramas de la industria, excepto la agricultura- perderá el poder que tenía en la
sociedad capitalista, a saber, el poder de convertirse en capital. El dinero en efectivo no
podrá prestarse con intereses, por lo tanto, no habrá lugar para el capital financiero. Todas
las herramientas y medios de producción, siendo socializados, no estarán sujetos a la venta
o a la compra, por lo tanto, tampoco habrá lugar para el capital industrial. La supresión de
mano de obra asalariada eliminará la posibilidad de acumulación del capital mediante la
apropiación de la plusvalía; la sustitución del comerciante privado por las cooperativas y el
establecimiento de un intercambio directo según los principios de integración material-
financiera en las economías comunistas e individualistas, eliminará la posibilidad de que el
dinero se convierta en capital comercial. Así, durante el Período de Transición, durante el
cual todo va a ser socializado, pero no todo será comunizado, el dinero sólo existirá como
una medida de valor y un medio para simplificar el proceso de intercambio natural entre los
diferentes sistemas de igualdad económica.
Dependiendo de la estabilización de la sociedad una vez finalizada la conmoción social, se
dará una mayor preferencia al intercambio natural según los principios del trueque y, por lo
tanto, disminuirá la utilidad del dinero como medida del valor. La transición gradual de la
agricultura hacia el comunismo continuará reduciendo el rol del dinero, y la superación del
intercambio mediante la distribución finalmente lo eliminará de una manera perfectamente
natural.
IX. Intercambio y Distribución.
En la sociedad capitalista los productos de fabricación industrial se distribuyen a través del
comercio. Tal distribución es caótica e inequitativa. En la sociedad capitalista los que
trabajan reciben menos productos y de inferior calidad que los que no producen. Los
productos le vuelven al productor como consumidor, sólo después de haber pasado por las
manos de muchos intermediarios. Después de cumplirse este ciclo, los bienes se recargan
con aumentos de precios parasitarios y el trabajador devenido en consumidor, adquiere el
producto de su propio trabajo a un precio mucho más alto que el que recibió por su
fabricación.
Naturalmente, con la destrucción del modo capitalista de producción, el método capitalista
de distribución -el comercio- también será suprimido, siendo sustituido por un sistema de
distribución justo, planificado y equitativo en plena armonía con la nueva organización
anárquica y no-capitalista de la sociedad.
La sociedad, durante la organización de la producción comunista, sistematizará el consumo
de una manera similar. La comuna de los productores deberá ser complementada por la
comuna de los consumidores. En el ámbito del consumo, la tarea consistirá en la
organización inmediata de una agencia de distribución y contaduría, que de inmediato
iniciará un planificado y sistemático reemplazo del comercio, por las comunas de
distribución en las ciudades y las asociaciones de distribución en los poblados. En la base
del aparato de distribución se ubicará la cooperativa de consumidores. La nueva agencia de
distribución sólo podrá llevar a cabo sus funciones más rápidamente y con el menor
esfuerzo, cuando toda la población en las ciudades esté organizada en comunas de
consumidores y en el campo en las asociaciones de consumidores, y cuando la federación
de todas estas comunas y asociaciones haya cubierto todo el país con una densa red,
coordinada con el Banco de Intercambio.
Habiendo aprendido de la experiencia de la Revolución Rusa y el subsiguiente desarrollo
de sus tendencias latentes, los anarcosindicalistas utilizarán las cooperativas de consumo
como agentes de la distribución, dispuestos de tal manera que los comités de vivienda se
convertirán en las células básicas organizativas. Las comunas de consumidores combinarán
dentro suyo a productores y consumidores. Como resultado, no habrá oportunidad para el
surgimiento de una dictadura de los productores, ni de los consumidores.
La organización del consumo, que aquí es entendida en su más amplio sentido posible,
constará de dos elementos fundamentales, Contabilidad y Distribución. La Contabilidad
será manejada por el Banco de Crédito para Dinero y Productos, que se convertirá en una
sección de la agencia de distribución.
Dentro de la órbita del sistema comunista de la economía nacional, todas las comunas
productoras (las fábricas libres, las plantas y los talleres) enviarán la totalidad del producto
de su industria a los almacenes públicos. Lo mismo se aplicará a las unidades agrícolas
industrializadas y a las comunas rurales, con la diferencia, sin embargo, de que estas
últimas no entregarán a los almacenes públicos la totalidad de su producción, sino
solamente aquello que exceda a la satisfacción de las propias necesidades de la comuna
rural o agro-industrial.
En cuanto a las unidades agrícolas individuales, estas entregarán voluntariamente su
excedente a sus asociaciones superiores, cuya función será la compra y la venta. Estas
entregarán, a su vez, los productos de la tierra al Banco de Crédito para Dinero y Productos,
el cual les otorgará vales económicos, así como cualquier mercancía que necesiten sobre la
base del efectivo y los bienes contables.
Durante el Período de Transición el comunismo aún no estará completado en la esfera del
consumo. La tarea de la sociedad será ayudar a su despliegue gradual de conformidad con
la acumulación de bienes materiales. La rapidez con que se realice el principio de "a cada
cual según sus necesidades", dependerá del crecimiento de la productividad en la economía
comunizada y en el ritmo de la transición al comunismo de las unidades agrarias
individuales. Por lo tanto, durante el Período de Transición, debido a la imposibilidad de
"satisfacer a todos de acuerdo a sus necesidades," será necesario introducir en la
distribución un principio de limitación, es decir, un principio de proporcionalidad entre la
distribución y la producción.
Fundamental para la distribución, dentro de la economía comunista del Período de
Transición, será el principio, no de conveniencia, sino de igualdad, dividiendo a la
población en diferentes categorías de consumidores. En primer lugar, la sociedad deberá
cuidar de los niños, las madres lactantes, los ancianos, los inválidos y los enfermos -
independientemente de cuáles hayan sido sus anteriores posiciones sociales.
Las normas del consumo, siendo calculado éste en términos monetarios y distribuido en
dinero efectivo y bienes, deben ser en partes iguales para todos. Dado que la sociedad
tendrá la obligación de proporcionar trabajo a todo el mundo, es de esperarse que los
desempleados tengan el mismo nivel de vida que los trabajadores con ocupación. En cuanto
a los partidarios del antiguo régimen y los ex miembros de las clases privilegiadas, todos
ellos, como miembros iguales de la nueva sociedad, no estarán sujetos a ninguna
restricción. Pero aquellos que se nieguen a vivir la vida laboriosa de todos, se los apartará
fuera del ámbito de la sociedad, conservando el derecho a morir de hambre o emigrar, o
bien depender de la caridad de su comuna, si ésta última así lo decidiere.
CAPÍTULO IV. IMPUESTOS
La sociedad que surja de la revolución social aboliendo todas las organizaciones estatales,
no necesitará de impuestos ya que todos los medios de producción y transporte, así como
el propio trabajo y sus productos, conformarán la riqueza de la sociedad en su conjunto.
Pero en el proceso de construcción, durante el Periodo de Transición mientras la economía
comunista coexista con unidades de tipo individualista, la sociedad deberá aplicar un
impuesto a estas últimas sobre cierta parte de sus ingresos en aras de la igualdad de todo el
pueblo. Estas contribuciones se utilizarán para el mantenimiento y organización de
transporte, carreteras, servicios postales, teléfono, telégrafo, radio, servicios médicos y
sanitarios, la educación general y el ejército -todos servicios públicos que estarán a
disposición de las unidades individuales, y de cuyos gastos de mantenimiento no participan.
Tales gravámenes se basarán en el principio de los ingresos obtenidos. El monto será
determinado por la Confederación General del Trabajo. Los "impuestos" serán recaudados
en mercadería por el Banco de Crédito para Dinero y Productos, a través de las
asociaciones cooperativas que aglutinen a las unidades de tipo individualista.
CAPÍTULO V. EL TRABAJO DURANTE EL PERÍODO DE
TRANSICIÓN
Un orden social basado en la libertad y el bienestar material de toda la población, no tendrá
necesidad de luchar por los derechos laborales de los obreros. El trabajo, al dejar de ser
objeto de explotación, se convertirá en el principio guía en la estructura del orden socio-
económico. La sociedad en su conjunto se hará cargo de la salud y el trabajo de cada
individuo, mientras que cada individuo procurará cuidar de la salud y el trabajo de la
sociedad. Cada uno deberá respetar los derechos de los demás.
Los propios productores tendrán que cuidar de sus necesidades en este sentido, es decir, la
comuna de los productores deberá seguir estrictamente las normas determinadas
científicamente de las asociaciones médico-sanitarias.
El trabajo infantil será abolido. La sociedad tendrá la obligación de proporcionar una
educación general integral a los niños hasta la edad de dieciocho años, preparándolos para
el trabajo socialmente útil. Así, el problema del trabajo infantil en la industria dejará de
existir. El trabajo femenino se organizará conforme a las normativas determinadas por la
ciencia.
Naturalmente, la nueva sociedad no tendrá la necesidad de crear instituciones especiales
para la protección de los trabajadores –ya que será la labor de la Federación de
Trabajadores de la Salud Pública, que operará bajo el control de la sociedad en su conjunto,
y de las comunas de los productores en particular.
En la materia de las horas de trabajo, inicialmente la sociedad fijará en sus primeras etapas
las seis horas de trabajo. Cualquier reducción adicional será determinada por la conferencia
de las comunas de productores y las Uniones de Trabajadores de Servicios Públicos, y
dependerá de la cantidad de productos esenciales para la sociedad, sobre el número de
trabajadores desocupados y ocupados, y sobre las mejoras en los procesos de producción.
Estas condiciones, y el grado de socialización de la tierra, determinarán la velocidad de la
transición hacia el trabajo integrado.
Durante el período de transición los salarios se suprimirán a fin de eliminar la mano de obra
asalariada. El productor no será un trabajador contratado, sino un miembro activo e
igualitario de la comuna de los productores, a quien nadie le sustraerá la plusvalía. Cada
participante recibirá, no un salario, sino una parte igual de la riqueza pública, en cuya
producción participa igualmente con todos los demás. Esta parte de la riqueza pública, que
se distribuirá tanto en forma de bienes como dinero, será determinada científicamente desde
el principio por el Congreso General, y no podrá permanecer como una cantidad fija. Su
aumento o disminución dependerá del grado de eficiencia en la producción de la riqueza
pública, la que dependerá a su vez, además de los avances técnicos, de los miembros de la
economía comunista en sí mismos.
Cada persona, independiente de su anterior clase social, tendrá derecho al trabajo. Este
principio fundamental le confiere a la sociedad la obligación de proporcionar a todo el
mundo un trabajo productivo razonable o socialmente útil, aunque en el caso de que la
sociedad se encuentre incapacitada para hacerlo, mantenerlos en un nivel de igualdad con
los demás, hasta que pueda proporcionarles un trabajo. En cuanto a aquellos que, aunque en
condiciones de trabajar, tengan el deseo de hacer uso de su derecho a la pereza, la sociedad
no hará ningún esfuerzo para limitar este derecho, dejándolos a su suerte a riesgo de que se
mueran de hambre. Una sociedad cuyo fundamento es el trabajo, debe llevar a cabo el
principio: "Quien que no trabaje libremente por voluntad propia, que no coma".
La sociedad no tendrá ninguna necesidad de crear instituciones especiales para la seguridad
social. Ya que se espera que todos concurran a trabajar, se determinará la edad mínima y la
máxima de los productores, y a quienes estén fuera de la edad apta para trabajar se les
brindará, en pie de igualdad con los demás, todas las necesidades para su existencia y las
comodidades de la vida. Del mismo modo, la sociedad proveerá a los inválidos, los lisiados
y los enfermos.
Sección II. La esfera política
CAPÍTULO I. POLÍTICAS GENERALES
La república democrática burguesa, con su igualdad formal para todas las personas y sus
libertades formales, en realidad protege la propiedad privada y por lo tanto se convierte
inevitablemente en una dictadura de la burguesía y en una organización para la explotación
inmisericorde de las masas trabajadoras. Lo mismo puede decirse del nuevo estatismo
formalizado en la república soviética, incluso si es santificado por la idea de la dictadura
del proletariado. El hecho de que el Estado sea el propietario no sólo de todos los medios de
producción, sino también de la vida de cada individuo, pone a todas las personas en
posición de esclavos, de robots parlantes y, con lógica implacable, da lugar a la creación de
una nueva clase dominante para la explotación de las clases trabajadoras -la dictadura de la
burocracia. Así, el Estado se convierte en una monstruosa máquina para la explotación y la
esclavización total de la gran masa del pueblo por una pequeña camarilla.
En contraste, la confederación comunal va a transformar las organizaciones de masas de los
trabajadores en el único fundamento para la construcción de una nueva sociedad anarquista,
logrando así la plena libertad de circulación y la plena libertad para los individuos.
La democracia burguesa esconde su carácter de clase bajo la mascarada de la igualdad
nacional que se simboliza mediante el sufragio universal. La democracia soviética, por el
contrario, acentúa claramente su carácter de clase al sostener que la dictadura del
proletariado es, supuestamente, esencial para la destrucción de las clases y el Estado. Sin
embargo, la experiencia de la revolución rusa ha demostrado que la dictadura del
proletariado es una ficción, una utopía no realizable, ya que lógica e inevitablemente,
resulta en una forma de dictadura del Partido y, poco después, en el gobierno de la
burocracia, es decir, un simple absolutismo. El Estado soviético se ve obligado a fingir que
la dictadura de la burocracia es la dictadura del proletariado, así como la burguesía pretende
que su dictadura sea la "voluntad del pueblo".
En contraste, la confederación comunal, constituida por miles de organizaciones sindicales
que actúan libremente, elimina todas las chances de una limitación de la acción y la
libertad. Definitivamente, esta impide la posibilidad de una dictadura de cualquier clase y,
en consecuencia, la posibilidad de establecer un régimen de terror. El carácter fundamental
de la confederación comunal es tal que no hay temor de la más amplia libertad de derechos
para todos los hombres, independientemente de su origen social, mientras vivan de su
trabajo. Como resultado, la verdadera democracia, desarrollada hasta a su extremo lógico,
sólo puede convertirse en una realidad bajo las condiciones de una confederación comunal.
Esta democracia es la Anarquía.
Tanto la democracia burguesa como la soviética se limitan a declaraciones formales de la
libertad política y de los derechos del hombre: la libertad de expresión, de reunión, de
asociación, de prensa, de huelga, la inviolabilidad de la persona, de vivienda, etc. La
primera establece formalmente estas libertades para todos, mientras que la segunda sólo
para los trabajadores. Sin embargo, la rutina administrativa de estas democracias, y aún más
importante, la dependencia económica absoluta de los trabajadores, hacen que sea
totalmente imposible para ellos poner en práctica estos derechos y libertades -tanto en una
nación burguesa como en un estado proletario.
La práctica total e ilimitada de los derechos del hombre y del ciudadano es posible en la
vida real y no en las proclamaciones, en la realidad más que en la forma, pero sólo en
condiciones de plena autonomía bajo la forma de una confederación comunal donde el
capitalismo y el estado ya no existen y donde la imprenta, el papel, etc. estará disponible
para todos bajo la gestión de la federación de la producción que corresponda.
La democracia burguesa proclama los derechos del hombre y de los ciudadanos, pero,
debido a sus fundamentos gubernamentales y capitalistas, no puede transmutar estos
derechos en un hecho real. Además, la desigualdad y la opresión han ido aumentando
gradualmente y en el momento actual, en la época del imperialismo, la democracia
burguesa ha alcanzado el más alto grado de intensidad en la opresión racial y nacional.
En este sentido, la Democracia soviética pretende haber dado un paso hacia adelante,
aunque la declaración oficial del principio de la autodeterminación nacional no ha dado, y
no puede dar lugar a la libre determinación real de los pueblos dentro de la Unión
Soviética. Además, incluso al liberar a una nación de la dominación de otra, el Estado
soviético no liberaría al pueblo de esa nación de la dominación interna. La libertad de una
nación no consiste en una independencia, o en el tener un gobierno propio, sino en la
libertad de los individuos que componen la nación.
La libertad de una nación podrá expresarse plenamente sólo en una confederación comunal
en la que la libertad se volverá una realidad mediante la unión voluntaria de individuos
libres en todo tipo de asociaciones libres, incluyendo las nacionales.
No satisfecho con una declaración formal sobre la igualdad de los sexos, el Estado
soviético intenta lograrla haciendo débiles y tímidos esfuerzos en el sentido de liberar a las
mujeres de la carga de realizar tareas de limpieza, de la cocina y la crianza de los hijos.
Pero como el Estado es por naturaleza un enemigo de la libertad total, también en esta
materia se ha encontrado con obstáculos insuperables -obstáculos inherentes a su propia
naturaleza- asumiendo las funciones de la iglesia y el Estado burgués, con la sanción y la
reglamentación del matrimonio. La plena igualdad de los sexos y la libertad de las mujeres
sólo son posibles en condiciones de libertad para todos, y tales condiciones sólo podrán
existir en la confederación comunal.
La experiencia de una estructura política basada en un sistema de soviets libres, que hizo su
aparición a principios de la Revolución Rusa de Octubre, demuestra que la verdadera
organización de la sociedad sobre la base de una federación de los Soviets no sólo acabará
con todos los aspectos negativos de la democracia burguesa y el parlamentarismo, no sólo
asegurará a las masas de trabajadores simplicidad en la elección y revocación de los
delegados, no sólo acercará a la gente a sus instituciones sociales, sino que también
destruirá al Estado en todas sus formas, incluida la dictadura del proletariado. El
Comunalismo, es decir, la federación de municipios libres con los Soviets en la esfera de la
organización política del país, tomaría el lugar del Estado.
El Estado burgués ha transformado al ejército en un aparato para la represión de las masas
trabajadoras, y la protección del Estado, es decir, la clase dominante. En el Estado soviético
también el ejército cumple las mismas funciones. Sólo una milicia integrada por los
obreros, al armar a todo el pueblo, organizada por los sindicatos y las comunas locales,
puede ser una verdadera arma para la protección de la libertad en general y el bienestar
común. Una milicia de obreros será equivalente a la supresión del Estado y el sistema de
clases.
Aceptando que el proletariado tiene el papel rector de la Revolución, los anarquistas
creemos que esto podría poner en peligro la causa de la liberación si algún tipo de
privilegio se instituyese para ellos, en relación con las otras categorías de trabajadores. La
igualdad de derechos y obligaciones para todos desde los primeros días de la Revolución -
esta es la demanda fundamental de la justicia social.
CAPITULO II. NACIONALIDADES Y RELACIONES
INTERNACIONALES
Los derechos nacionales no son un principio en sí mismos, sino una consecuencia del
principio de la libertad. Ninguna nación o nacionalidad, como una asociación natural de
individuos sobre la base de un lenguaje común, puede encontrar las condiciones adecuadas
para su desarrollo normal dentro de los límites de un entorno capitalista y de organización
estatal. Las naciones más fuertes conquistan a las más débiles y hacen todo lo posible para
desmembrarlas por medio de la asimilación artificial. Por esa razón, la dominación nacional
es una compañera constante del Estado y del capitalismo. Los mercenarios intereses
criminales de las clases dominantes las impulsan a sembrar el odio y la hostilidad entre las
naciones, dos emociones que están en la raíz del patriotismo, que a su vez es tan esencial
para el Estado y al capitalismo.
Los llamados intereses nacionales, que siempre forman parte de las actividades políticas y
económicas desde el punto de vista estatal, de hecho, son el interés de las clases
dominantes. Así las cosas, son contrarios a las necesidades del pueblo y conducen a la
hostilidad entre las naciones y a la guerra. Por lo tanto, en una sociedad estatal capitalista,
el problema nacional es un aspecto parcial de un problema general, es decir, del problema
de la libertad, y que no puede ser resuelto en interés del pueblo trabajador.
"El derecho de una nación a la libre determinación" y a una existencia independiente y
soberana, no es sino el derecho de la burguesía nacional a la explotación ilimitada de su
proletariado; la realización de este derecho en un país multinacional que levanta la bandera
de la revolución social y que se encuentra rodeado por el capitalismo, en realidad se
convierte en el derecho a la autodefensa de la burguesía nacional contra la revolución, y un
arma de la burguesía internacional. Esto fue demostrado de manera convincente por la
experiencia rusa entre los años 1917 y 1922. La obtención del "derecho a la
autodeterminación nacional" es entonces, sólo un logro superficial de la libertad -el de las
nacionalidades- del cual las clases explotadas ganarán muy poco, o nada en absoluto.
Además, el slogan que propone "el derecho de cada nación a la autodeterminación", si se
llevase a su conclusión lógica, se convertiría en un absurdo. Si se llevase a cabo en el
territorio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, por ejemplo, llevaría a la
creación de una multitud de Estados, lo que sería inadmisible desde el punto de vista tanto
de los intereses del proletariado, de la libertad y de la revolución social.
Esto tampoco significa que los anarquistas se opongan a la libertad nacional. Por el
contrario, siempre han defendido los derechos de todas las nacionalidades oprimidas. La
nacionalidad, como la muerte individual, es un hecho social, histórico y natural, y su
reconocimiento es un principio vital. Toda nación, grande o pequeña y en cualquier nivel
cultural que sea, tiene el derecho, al igual que un individuo, de pensar, sentir, desear, hablar
y actuar según su propio modo. De hecho, esto es lo que realmente significa el derecho
nacional -el derecho a ser uno mismo; este derecho es una consecuencia natural de los
principios de libertad e igualdad.
La nacionalidad misma, sin embargo, no es un principio sino un hecho. Promoverla a un
ideal para todos los movimientos de las clases explotadas sería criminal. Los anarquistas
están por encima de las estrechas y mezquinas ambiciones nacionales "por las cuales el país
de uno es el centro del mundo, que ve grandeza en su capacidad de aterrorizar a sus
vecinos". La libertad e igualdad internacional, la justicia mundial, son más altas que todos
los intereses nacionales. Los derechos nacionales dejen de ser una consecuencia de estos
principios superiores si, y cuando, se colocan contra la libertad e incluso por fuera de la
libertad. Todo Estado es un enemigo de la libertad y la igualdad. Las naciones que logran
su derecho a la libre determinación y se convierten en estados, a su vez, comienzan a negar
los derechos nacionales de sus propias minorías subordinadas, a proscribir sus lenguas, sus
deseos y su derecho a ser ellos mismos. De esta manera, la "autodeterminación" no aporta
nada a la nación en lo que respecta a la libertad interior en la que el proletariado es el más
interesado, sino que tampoco resuelve el problema nacional. Por el contrario, se convierte
en una amenaza para el mundo, ya que los Estados siempre deben aspirar a expandirse a
expensas de sus vecinos más débiles.
Por esta razón los anarquistas, al rechazar el Estado, también rechazan sus formas y medios
de resolver el problema nacional; una solución real y completa sólo será posible en
condiciones de Anarquía, en un comunismo que emane de la libertad del individuo,
alcanzado por la libre asociación de individuos en las comunas, de las comunas en las
regiones, y de las regiones en las naciones -asociaciones fundadas en la libertad y en la
igualdad- y creando una unidad nacional natural en la pluralidad.
La Confederación Internacional, libremente establecida por la federación voluntaria de
instituciones autónomas como las partes en un todo, va a resolver por completo el problema
nacional sobre la base de la plena libertad e igualdad, sin la cual cualquier solución del
problema tomará necesariamente un carácter burgués, y por lo tanto, devendrá en belicosa
tanto secreta como abiertamente. Sólo la Confederación Comunal determinará el orden
mundial en las relaciones internacionales, la eliminación de todas las causas de la guerra y
la opresión. La Confederación Internacional no podrá estar integrada por Estados, ya que
una asociación de Estados, como la Liga de las Naciones contemporánea, no es más que
una asociación internacional de las clases explotadoras contra el proletariado internacional,
y son utilizadas como una herramienta para la negación de la libertad y la constante
amenaza de la guerra.
La organización de la Confederación Internacional deberá estar precedida por la
Revolución Comunal, sustituyendo al Estado por los municipios y los sindicatos que,
uniéndose libremente desde abajo, son las únicas organizaciones capaces de establecer una
unidad internacional efectiva basada en el reconocimiento del derecho a la
autodeterminación no sólo de cada nación (independientemente de su tamaño), sino
también para todos los municipios y provincias dentro de las naciones. Sólo habrá dos
condiciones a tal autodeterminación: que su estructura interna no amenace a la libertad y la
autodeterminación de sus vecinos y que el hecho de la asociación voluntaria no la obligue
como un miembro permanente.
Sobre la base de los puntos antes señalados, y a la luz de su objetivo final, la actual política
de los anarquistas en la esfera de los problemas nacionales y las relaciones internacionales
está dirigida a cohesionar al proletariado internacional y al campesinado de todas las
naciones, en una lucha común por la abolición de la propiedad privada (la lucha por el
comunismo), en una lucha común por la destrucción del Estado (la lucha por la Anarquía),
en una lucha común por la destrucción de todos los prejuicios nacionales, las fronteras y
privilegios, para la igualdad y la libre determinación para todas las Naciones. Por lo tanto,
la propaganda en favor de la idea de una Asociación Internacional de los Trabajadores, la
cooperación activa en sus esfuerzos de organización y participación en sus trabajos, son una
obligación para todos los anarquistas.
En cuanto al derecho a la "autodeterminación nacional", los anarquistas no niegan el
derecho de una nación a la independencia, ya que es parte del principio de libertad que
reconocen. Niegan sólo su utilidad para el proletariado, no de la libre determinación en
cuanto tal, sino de la libre determinación de acuerdo a los conceptos de Estado.
Reconociendo que entre las naciones esclavizadas se desarrolla un patriotismo fuerte y, con
él, una desconfianza del proletariado hacia las nacionalidades dominantes (un hecho que
tiene un efecto pernicioso en la lucha del proletariado internacional por la liberación plena
y universal), los anarquistas demandan la liberación de todas las colonias y apoyan toda
lucha por la independencia nacional, siempre que sea una expresión de la voluntad
revolucionaria del proletariado y los trabajadores del campo de dicha nación.
CAPITULO III. ORGANIZACION DE LA DEFENSA
A. La Esfera Militar.
La verdadera revolución es impensable sin la participación de las amplias masas del pueblo.
Dondequiera que estas estén ausentes, no habrá ninguna revolución; podrá ser un motín, un
golpe de estado, pero nada más. Los motines y los golpes de estado son creados
artificialmente. Las revoluciones maduran por un proceso natural y las actividades
revolucionarias sólo pueden contribuir a este proceso, nunca son una causa de la agitación.
Por esa razón, una revolución que lleve a las grandes masas del pueblo a la acción siempre
será exitosa. Siempre seguirá siendo un hito histórico para su propio pueblo y para otros,
porque incluso en la muerte, otorgará una dirección a las aspiraciones populares durante los
siglos venideros. Tales revoluciones, unas siguiendo a otras, fueron las revoluciones
inglesa, francesa y las revoluciones rusas.
La revolución es la destrucción del viejo orden en todas las esferas de la vida. En el proceso
de destrucción, la revolución produce desorden. Este desorden, mientras que aniquila las
fuerzas de la vieja sociedad, no corre peligro de ser suprimido durante el primer período de
efervescencia –hasta que los aterrorizados elementos del antiguo régimen se recobren luego
del shock de la embestida inicial y vuelvan a articular sus fuerzas. Durante este corto
intervalo la revolución deberá establecer su propio orden y deberá presentar una serie de
medidas económicas que evitarán o, al menos, obstaculizarán la organización de la
resistencia por parte de los partidarios del antiguo régimen, y que se probarán en sí mismas
como un factor de defensa.
La revolución también deberá colocar inmediatamente los cimientos para su defensa militar
organizada. El primer acto en este sentido será la captura de armas y municiones
abandonadas, la disolución del antiguo ejército, el armado de los amotinados y la
organización de una guardia revolucionaria entre ellos asentándose en las fábricas, pueblos
e instituciones. Estas medidas de la primera época de la revolución sin embargo no serán
suficientes para su defensa durante la guerra civil, que sin duda será organizada y apoyada
por el imperialismo internacional que rodeará al país de la revolución social. Por lo tanto, el
segundo paso será la organización de las fuerzas armadas según las reglas de la ciencia
militar, pero en total armonía con los objetivos fundamentales de la propia revolución.
Los destacamentos de guerrilleros no son un medio totalmente confiable para la plena
defensa de la revolución. Estos ciertamente surgirán durante la revolución, desempeñando
un papel valioso en las etapas iniciales de la lucha, pero serán inconvenientes cuando la
situación tome el cariz de una guerra real. Bajo tales condiciones las hostilidades sólo
pueden llevarse a cabo por fuerzas armadas debidamente organizadas, capaces de utilizar la
ciencia militar y todos los métodos de la técnica moderna de la guerra. Pero un ejército en
la forma que existe en los países burgueses, o en las filas del Ejército Rojo de la Rusia
Soviética, no concordarían con los principios fundamentales en base a los cuales se va a
construir la nueva sociedad. Por lo tanto, ni el ejército convencional ni los destacamentos
de partisanos pueden considerarse como la forma deseable de organización de las fuerzas
militares en la revolución. El primer caso constituiría una amenaza a la libertad, el segundo
un método ineficaz de defensa.
En cambio, los anarquistas proponen proveerle armas al pueblo trabajador en base al
sistema de milicias. Estas milicias se organizarán sobre la base de los siguientes principios:
a. Armar a todos los trabajadores capaces de portar armas entre las edades de 18 a 45 años.
b. Reclutamiento de todas las mujeres capaces de trabajar desde la edad de 18 a 35, para el
servicio médico relacionado con la milicia obrera.
c. Abolición del servicio militar en cuarteles.
d. En lugar de cuarteles, que deberán ser utilizados solamente en tiempo de guerra y de
concentraciones para el entrenamiento militar, se les proporcionará todo el entrenamiento
militar y médico en el lugar de trabajo; en las fábricas, plantas, talleres, aldeas y
comunidades agrarias, sin separar a los adiestrados de su trabajo socialmente útil.
e. Establecimiento de una convocatoria anual para maniobras durante treinta días, cuya
movilización, así como en caso de guerra, se orientará de acuerdo a grupos de edad.
f. El aparato organizativo de la milicia de trabajadores estará constituido por comités de
movilización, incluyendo a especialistas militares, ensamblados a las asociaciones
federativas de comunas productivas. Los especialistas, a su vez, continuarán cumpliendo
sus funciones económicas en la comuna en igualdad de condiciones a todos sus miembros.
g. Las dependencias de suministros se establecerán en las asociaciones distributivas
federativas y en las cooperativas, incluyendo también a los especialistas militares.
h. El Comando de Operaciones Militares de la milicia de trabajadores estará constituido de
forma electiva entre los encargados de la instrucción militar y los expertos aventajados en
asuntos militares.
i. En la dirección de la educación militar y técnico militar, el personal militar nombrará
para cada unidad de producción el número de instructores/comandantes necesario. La tarea
de estos instructores será dirigir a las unidades militares en las fábricas, plantas y villas, y al
mismo tiempo trabajar, como todo el mundo, en trabajos productivos. El personal
designado por el Comando de Operaciones Militares podrá ser removido de sus puestos no
solo por éste, sino por una asamblea general de los integrantes de las fábricas o las
comunas.
j. Debido a que el país que realice una revolución social estará bajo la constante amenaza
de un ataque militar de parte de sus vecinos burgueses, la Revolución necesitará prepararse
para el entrenamiento de especialistas en todas las particularidades de temas militares. De
este modo, las escuelas de entrenamiento militar deberán seguir existiendo durante el
Período de Transición, aunque deberán ser reformadas adecuadamente para que los
servicios de los oficiales del viejo ejército y su capacidad técnica puedan ser utilizados para
la Revolución.
k. Debido a la estructura organizativa de la milicia obrera descripta anteriormente, todas sus
instituciones y todos los individuos que presten servicio en ella deberán industrializarse en
tiempos de paz, es decir, deberán estar organizadas en labores productivas de acuerdo a sus
capacidades y las necesidades organizacionales de la milicia.
l. La industria de Guerra será socializada e incorporada al sistema económico comunista.
Estará vinculada a las asociaciones productivas correspondientes y recibirá las consignas de
producción de la Sección de Producción Militar de la Confederación General del Trabajo.
La defensa de la revolución, organizada de esta manera, ofrecerá la oportunidad para la
utilización de todas las ventajas de los ejércitos militaristas, mientras que al mismo tiempo
ni los individuos ni las organizaciones que podrían actuar en contra de la libertad y la
revolución, encontrarán la posibilidad para hacerse con el poder militar. La
industrialización de la maquinaria y el personal de las milicias prevendrán la
burocratización y la derivación del grupo de comandantes hacia una casta militar separada.
B. Seguridad Pública y Tranquilidad Interior.
La nueva sociedad, inclusive en su forma transitoria, será una asociación verdaderamente
libre de personas basada en el reconocimiento universal de los derechos naturales del
hombre. La libertad y la igualdad, con su solidaridad resultante y el respeto a los derechos
inalienables de los demás, son el verdadero significado de la justicia natural.
La libertad es indivisible de la igualdad, al igual que la igualdad es indivisible de la
libertad. La libertad sin igualdad es solamente libertad formal, y de ella resulta el gobierno
arbitrario de una minoría sobre la mayoría. Esta clase de libertad es característica de las
sociedades estatales capitalistas. Y la igualdad sin libertad, que es la característica de la
sociedad de estado comunista, inevitablemente deriva en la completa esclavitud del
individuo. Por lo tanto, los anarquistas construirán la sociedad sobre los cimientos del
derecho natural, donde la libertad y la igualdad serán indivisibles; los anarquistas
reconocen y evitan oponerse a las pautas de comportamiento que resultan de este derecho.
El derecho natural es enemigo de toda legislación, porque necesariamente pondrá límites a
su funcionamiento. Por lo tanto, ni la estructura comunitaria, que es el paso transitorio
hacia un comunismo maduro y hacia la anarquía, ni tampoco, obviamente, la estructura
final del comunismo y la anarquía, tendrán necesidad de legislación alguna. Con la
eliminación de las leyes jurídicas escritas, la legislación llegará a su fin. La única ley escrita
será la Constitución de la Confederación y sus secciones componentes, el acuerdo general
basado en el derecho natural aplicable a todos los miembros de la Confederación que
deseen permanecer en ella.
Debido a que en la sociedad moderna casi todos los delitos son cometidos en el ámbito de
la propiedad privada, como consecuencia del desafío contra el derecho natural por aquellos
que detentan el poder, la supresión de las causas también llevará a la supresión de sus
consecuencias. Por lo tanto, en la sociedad futura y en su Período de Transición, los
crímenes sólo serán cometidos por individuos en condiciones de insalubridad, así como en
un primer período, mientras que la psicología característica de la sociedad estatal capitalista
aún perdure, los delitos estarán vinculados a una negativa a cumplir con las obligaciones
sociales.
Otro tipo de delito -el crimen contra la libertad y la igualdad- tomará carácter masivo sólo y
puntualmente durante el período de transición, mientras se libra una lucha activa a fin de
conquistar las condiciones pacíficas para el sano desarrollo de las primeras etapas de la
sociedad en la dirección del comunismo y la anarquía, como por ejemplo, durante el
período de guerra civil. El individuo que se alzase contra la libertad y la igualdad, se
colocaría mediante ese acto por fuera de ambas y sería sometido al ostracismo, exilio o
aislamiento temporal, con la utilización de su capacidad laboriosa para el trabajo
productivo dentro de las condiciones de la dignidad humana. Todos los prisioneros de la
guerra civil pertenecerán a esta categoría temporal de criminales contra la libertad y la
igualdad. No habrá ninguna necesidad de establecer instituciones especiales para esta
categoría de criminales. De ellos se encargarán la milicia obrera, mediante su aparato
organizativo, y los consejos de la comuna.
Por lo demás, la sociedad del Período de Transición llevará a cabo su campaña contra la
delincuencia sin procurar venganza en la forma del castigo legal, que es el principio rector
de la justicia en las estructuras burguesas y del estado socialista, sino mediante el
tratamiento, educación y aislamiento temporal de los elementos anormales, en la medida en
que sea necesario y, sobre todo, por medio de la influencia moral, un método que ya se está
aplicando con éxito por diversos grupos y organizaciones. Por esa razón la sociedad del
Período de Transición no tendrá necesidad de las instituciones jurídicas al estilo que tienen
las sociedades modernas estatales capitalistas. Se abordará esta problemática ofreciendo
mediadores en los lugares de trabajo; en el caso de pequeños delitos que no tienen ninguna
importancia social y hayan sido cometidos fuera de los centros de producción, la sociedad
será capaz de lidiar con estos también mediante el arbitraje.
En cuanto a delitos de importancia social como, por ejemplo, varios tipos de violaciones de
la libertad y la igualdad, asesinatos, etc., tales casos se tratarán por tribunales comunales
públicos, compuestos por representantes de los productores y los consumidores,
cooperativas y comités de hogares en la comuna en cuestión, incluyendo a los apropiados
expertos científicos y médicos. La composición de estos tribunales, organizados cuando sea
necesario, será flexible, ya que los jueces serán elegidos sólo para sesiones específicas.
Debido a que las cárceles serán abolidas, el criminal estará sujeto, dependiendo de su
condición psicológica, a tratamiento médico o aislamiento temporal de la sociedad en
comunas productivas correccionales especiales dentro de cuyos límites será totalmente
libre.
Una sociedad que ha abolido la propiedad privada y el estado, con todos sus privilegios, no
tendrá necesidad de policía y tendrá el cuidado de la seguridad interna y la paz en sus
propias manos. Mientras la necesidad exista, la población entera –representada en comités
de hogar, de calle y distritales, cumplirá esta función de forma rotativa. Como resultado, la
protección de la seguridad interna reorganizada y la garantía de tranquilidad durante el
Período de Transición no será equivalente, ya sea en forma o en el fondo, a las instituciones
paralelas de la sociedad burguesa. Lógicamente, su forma resultará del propio carácter del
Periodo de Transición y estará basado en la acción independiente de la población. Esta
autoprotección ciertamente resultará superflua en la sociedad madura del comunismo libre.
CAPITULO IV. LEGISLACIÓN MARITAL Y FAMILIAR
La abolición de la propiedad privada y del estado con todas sus instituciones será
naturalmente seguida por la abolición de la familia moderna, que descansa en los mismos
fundamentos que la sociedad contemporánea, como por ejemplo ocurre con el poder y la
propiedad, transmitidos de generación en generación mediante las leyes de herencia, las
cuales no tendrán lugar ni siquiera durante el período de transición.
El matrimonio moderno -que depende de la sanción obligatoria de parte del gobierno, la
sociedad o los padres- será abolido y suplantado por la unión libre, que se convertirá en la
base de la nueva familia. Los anarquistas, partiendo de los conceptos fundamentales de
libertad e igualdad, se oponen al matrimonio coercitivo y levantan la bandera de la unión
libre de los sexos.
“Al abolir el matrimonio religioso, civil y jurídico” -dijo Bakunin- “reintegraremos la vida,
la realidad y moralidad a la unión natural, basada únicamente en el respeto mutuo y la
libertad de dos personas, el hombre y la mujer, que se aman el uno al otro. Al reconocer el
derecho a separarse a ambas partes bastando que así lo desee una de ellas, sin necesitar el
permiso de nadie, al negar también la necesidad de algún permiso para el matrimonio entre
dos personas y al rechazar toda interferencia de cualquier institución en su unión,
conseguiremos que sus relaciones entre ambas sean mucho más firmes, verdaderas y
sinceras.”
En relación con la reorganización fundamental del matrimonio, surgirá la cuestión de los
hijos, su manutención, educación e instrucción. La sociedad no alejará a los niños de la
guarda de sus padres, pero reservará para sí misma su cuidado, educación e instrucción
hasta la edad de dieciocho años. Asumirá la obligación de dar a cada niño una educación
igualitaria e integral, que lo preparará simultáneamente para el ejercicio físico e intelectual.
La juventud es la sociedad del futuro, por lo que la sociedad está verdaderamente interesada
en la educación e instrucción de todos los niños sin distinción. En definitiva, la sociedad se
convertirá en su guardián.
Los padres tendrán derecho a ejercer una autoridad natural sobre sus hijos, pero esta
autoridad no deberá oponerse ni a la moral, ni al desarrollo intelectual, ni a la libertad de
los hijos; la sociedad retendrá para sí misma el derecho a un control razonable y a la
protección de los niños del despotismo paterno.
Los anarquistas establecerán esta reorganización fundamental del matrimonio y la familia
desde los primeros días de la revolución por medio de un proceso gradual y racional y no,
ciertamente, por medio de la coacción.
CAPITULO V. PANORAMA GENERAL SOBRE LA CONSTRUCCION
DE LA SOCIEDAD FUTURA
La estructura básica de la sociedad futura estará compuesta, según la perspectiva
anarquista, de tres elementos. La primera es la asociación de los productores del pueblo,
que encauzará, mediante la sindicalización de la producción, hacia el comunismo de los
productores. La segunda es la asociación de consumidores que derivará, mediante la
utilización de cooperativas, en el comunismo de los consumidores. La tercera es la
asociación territorial de la población, llevando mediante el comunismo hacia la unidad
dentro de la diversidad -como por ejemplo, una Confederación de Naciones-, basada en los
principios fundamentales del anarquismo, la libertad y la igualdad.
Sin embargo, los anarquistas no visualizan la sociedad futura de forma tan simplificada y
esquemática. Por el contrario, su mirada de la sociedad está representada en un modelo
mucho más complicado, en el cual la trama básica social está entretejida por los
innumerables hilos de variadas y constantemente superpuestas agrupaciones humanas,
produciendo una gran diversidad de necesidades y actividades por parte de los individuos,
sobre los cuales finalmente está arraigada la sociedad.
LA LUCHA COTIDIANA
Organización, tácticas y tareas cotidianas.
Para lograr y acelerar el éxito en la lucha contra la estructura del estado capitalista los
anarquistas se organizan en sindicatos y se esmeran por hacerlos inclusivos para la totalidad
del proletariado industrial y los trabajadores rurales. Los sindicatos revolucionarios, en
opinión de los anarquistas, no son sólo los órganos de la lucha contra la estructura
contemporánea; son también las células de la sociedad futura.
Los sindicatos de diversas industrias, además de la asociación industrial de trabajadores en
cada industria independiente, estarán unidos en los consejos federales urbanos locales. Y
todos los sindicatos en el país estarán unidos en la Confederación General del Trabajo que,
adaptándose a las cambiantes condiciones, en el futuro ocupará el lugar de la organización
económica del capitalismo.
Puesto que la Confederación del Trabajo es el prototipo de la nueva organización de la
sociedad, deberá construirse sobre principios que servirán en el futuro, es decir, la libertad -
la autonomía de los individuos y las organizaciones-y la igualdad. Por lo tanto, su principio
organizacional será el pleno Federalismo.
Aceptando plenamente la perspectiva de que todo movimiento político debe estar
subordinado a la lucha económica, los anarquistas organizan sus propias asociaciones de
acuerdo a este punto de vista y sobre la base de la afinidad ideológica.
Los anarquistas consideran la unión por afinidad ideológica en los grupos de propaganda
ácrata, la posterior unificación de estos grupos en las federaciones locales y en federaciones
dentro de la Confederación Nacional, como de vital importancia, puesto que una
Confederación, al no estar directamente involucrada en la lucha sindical, complementaría la
Confederación del Trabajo en el campo de la propaganda de masas y la lucha contra los
partidos políticos. La Confederación de grupos anarquistas, sin interferir en los asuntos de
la Confederación del Trabajo, cooperando con ella, pero separada de ella, es opuesta a
todos los partidos políticos sin excepción.
Llevará adelante una implacable lucha de clases y plantearán la irreconciliable
incompatibilidad de los intereses de las clases propietarias con los del proletariado y el
campesinado. Ayudará a aclarar la importancia histórica del proletariado, y lo inevitable y
necesario de la revolución social. Al mismo tiempo, los grupos deberán, en sus actividades
cotidianas, revelar a la clase obrera lo desesperanzado de su situación tanto en las
sociedades capitalistas como en las socialistas de estado –sean estas últimas una “Dictadura
del Proletariado” o alguna otra forma de socialismo estatal. Deberán proponer a la
revolución social como el único modo que tienen los pueblos para escapar de su miserable
existencia.
Los intereses del proletariado internacional y de la revolución social dictan que la lucha
contra la burguesía y todo tipo de socialismo corrompido deberá realizarse no sólo dentro
de los límites nacionales, sino también internacionalmente. Por un lado, se debe mantener
la lucha en el campo económico contra los reformistas de la Internacional de
Organizaciones Sindicales de Amsterdam y el “Profintern” de Moscú; por otro lado, en el
ámbito de la política general, la lucha debe dirigirse contra los partidos políticos de la
Segunda y de la Tercera Internacional. La dirección en esta lucha deberá ser delegada en la
Internacional de sindicatos revolucionarios, es decir, en la Asociación Internacional de los
Trabajadores (AIT), establecida por la unificación de los sindicatos revolucionarios de
todos los países en el Congreso de Berlín, el 25 de diciembre de 1922.
En cuanto a las actividades revolucionarias de los anarquistas, su campo no se limita a los
sindicatos, sino que incluye también a las cooperativas, las escuelas, las administraciones
de ciudades y pueblos y, en general, todas las esferas donde late el pulso de la vida laboral.
Los anarquistas, que diariamente toman parte activa en la lucha por los intereses de las
clases explotadas, les transmiten sus métodos revolucionarios. En respuesta a todas las
cuestiones candentes cotidianas, vinculan a estas con el objetivo final, utilizando cada
oportunidad para la agitación, propaganda y la organización de las clases explotadas.
Los anarquistas rechazan el camino de la acción parlamentaria. Sus tácticas se basan en el
principio de acción directa: protestas, huelgas, boicot, sabotaje y otros métodos de
influencia directa.