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ReDCE, nº 9, Enero-Junio de 2008, 299-373. 299 EL PENSAMIENTO POLÍTICO-JURÍDICO DE DURKHEIM: SOLIDARIDAD, ANOMIA Y DEMOCRACIA (I) José Luis Monereo Pérez* SUMARIO 1. Elementos para una biografía intelectual (I) 2. “Lo social”. La cuestión social y la función de las corporaciones profesionales en el pensamiento de Durkheim (I) 3. Solidaridad orgánica y reorganización de la sociedad a los fines de la cohe- sión e integración social (“Solución” de la cuestión social a través de la reforma orgánica y moralizadora de la sociedad y del Estado) (II) 4. Teoría “orgánica” del Estado y de democracia (II) 5. Bibliografía de Emile Durkheim (Selección) (II) 1. ELEMENTOS PARA UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL Emile Durkheim puede considerarse el padre de la sociología francesa y, en gran medida, el fundador de la sociología «científica» 1 . Es el artífice principal de la institucionalización de la sociología en la Universidad fran- cesa, y por extensión en la demás. Se ha advertido que Durkheim es “el * Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Granada. 1 Para una visión más completa y detallada de su biografía, debe consultarse la excelente y completa obra de S. LUKES: Emile Durkheim. Su vida y su obra, Siglo XXI-CSIC, Madrid, 1984 (sin duda su biografía más completa, aunque pueda ser discutible alguna opinión sobre el pensamiento de nuestro autor); J. DUVIGNAUD, Durkheim, sa vie, son oeuvre, PUF, Paris, 1965; R. ARON, Las etapas del pensamiento sociológico, Alianza Editorial, Madrid, 2005. También J. C. FILLOUX, “Introduction” a la obra recopilatoria de E. DURKHEIM, La science sociale et l’action, PUF, Paris, 1970, p.10. En otras obras que se citan más adelante se contienen elementos de interés para su biografía intelectual.

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EL PENSAMIENTO POLÍTICO-JURÍDICO DE DURKHEIM:SOLIDARIDAD, ANOMIA Y DEMOCRACIA (I)

José Luis Monereo Pérez*

SUMARIO

1. Elementos para una biografía intelectual (I)

2. “Lo social”. La cuestión social y la función de las corporaciones profesionalesen el pensamiento de Durkheim (I)

3. Solidaridad orgánica y reorganización de la sociedad a los fines de la cohe-sión e integración social (“Solución” de la cuestión social a través de lareforma orgánica y moralizadora de la sociedad y del Estado) (II)

4. Teoría “orgánica” del Estado y de democracia (II)

5. Bibliografía de Emile Durkheim (Selección) (II)

1. ELEMENTOS PARA UNA BIOGRAFÍA INTELECTUAL

Emile Durkheim puede considerarse el padre de la sociología francesay, en gran medida, el fundador de la sociología «científica»1. Es el artíficeprincipal de la institucionalización de la sociología en la Universidad fran-cesa, y por extensión en la demás. Se ha advertido que Durkheim es “el

* Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Granada.1 Para una visión más completa y detallada de su biografía, debe consultarse la excelente

y completa obra de S. LUKES: Emile Durkheim. Su vida y su obra, Siglo XXI-CSIC, Madrid, 1984(sin duda su biografía más completa, aunque pueda ser discutible alguna opinión sobre elpensamiento de nuestro autor); J. DUVIGNAUD, Durkheim, sa vie, son oeuvre, PUF, Paris, 1965;R. ARON, Las etapas del pensamiento sociológico, Alianza Editorial, Madrid, 2005. También J.C. FILLOUX, “Introduction” a la obra recopilatoria de E. DURKHEIM, La science sociale et l’action,PUF, Paris, 1970, p.10. En otras obras que se citan más adelante se contienen elementos deinterés para su biografía intelectual.

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gran maestro de la sociología francesa, al transformar profundamente lasconcepciones de Comte (1798-1856) y al rechazar al mismo tiempo congran vigor toda tendencia de la nueva ciencia hacia el naturalismo, hacontribuido vigorosamente a que la sociología jurídica encuentre un impor-tante papel en el seno de la sociología. Ha profundizado la tesis sobre la«especificidad de lo social» no admitiendo la explicación de los fenómenossociales que se producen en “el todo”, sino por los caracteres específicos“del todo” y remitiendo, a un futuro muy alejado, la investigación de lasleyes generales del desarrollo de la sociedad2. Se trata de fundar la socio-logía como ciencia, como disciplina científica3. En todo caso, el propioDurkheim reconocía a Comte como uno de sus maestros. Nace en Epinal(Vosgos), antigua provincia de Lorena (15 de abril de 1858), en el seno deuna familia de rabinos. Su padre muere cuando Durkheim era joven. Rea-liza sus estudios secundarios en el Colegio Epinal. Finalizados los estudiossecundarios, Durkheim obtiene el premio del concurso general. Marcha aParís para preparar en el Liceo Louis le Grand el concurso de ingreso enla prestigiosa Escuela Normal Superior. Es un hecho determinante en subiografía intelectual, la convivencia con Jean Jaurés4 en la pensión Jauffret.Jaurés ingresaría un año antes que Durkheim en la Escuela de la calleUlm. En 1879 ingresa en la Escuela Normal Superior, donde asiste a loscursos de Fustel Coulanges y de Émile Boutroux, los cuales ejercen unagran influencia en Durkheim5. Realiza el curso de filosofía; aprueba losexámenes de agregación y es designado profesor en Sens y Saint-Quentin(1882). Toma un año licencia para estudiar Ciencias Sociales en París, yluego en Alemania, con Wilhelm Wundt, lo que le permite asimilar críticamenteel pensamiento social alemán más importante del momento6. De regresode su viaje a Alemania publica en la “Revue Philosophique” tres artículos(1886-1887): «Los estudios recientes de las Ciencias Sociales», «La Cien-

2 G. GURVITCH, Elementos de sociología jurídica, edición y estudio preliminar, “Pluralismojurídico y Derecho social: La sociología del Derecho de Gurvitch”, por J. L.Monereo Pérez,Granada, Ed. Comares, 2001, pp.13-14. Es también uno de los grandes fundadores de lasociología jurídica (Ibid., pp.74 y ss.).

3 Observa Gurvitch que Durkheim, paradójicamente, inventó la sociología al querer fundaruna moral, de lo cual surgió la pretensión de formular una ciencia positiva moral. Cfr. G.GURVITCH, La vocation actuelle de la sociologie, PUF, Paris, vol. II, 1963, p. 175.

4 Para la biografía de Jaurés, véase M. AUCLAIR, Jaurés, Ediciones Grijalbo, Barcelona,1974.

5 Véase, al respecto, S. LUKES, Emile Durkheim. Su vida y su obra, Siglo XXI-CSIC, Madrid,1984, pp. 59 a 65, y 57 y ss., passim.

6 Véase S. LUKES, Emile Durkheim. Su vida y su obra”, op. cit., pp. 86 y ss. También A.GIDDENS, El capitalismo y la moderna teoría social, Labor, Barcelona, 1977, pp. 129 a 135.

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cia Positiva de la Moral en Alemania»7, «La Filosofía en las UniversidadesAlemanas». Por decreto del ministro Spuller, se le designa profesor dePedagogía y Ciencias Sociales de la Facultad de Letras de la Universidadde Burdeos. Este curso es el primero de Sociología creado en las univer-sidades francesas. Son colegas de Durkheim en Burdeos los profesoresHamelin y Rodier, y tiene como alumnos Charles Lalo y Léon Duguit.Publica en la “Revue Philosophique” un artículo titulado «Suicidio y Nata-lidad» (1888). En el año 1891, Durkheim dictará un curso para los candi-datos a la Licenciatura de Filosofía, con el fin de estudiar con ellos a losgrandes precursores de la sociología (Aristóteles, Montesquieu, Comte,etcétera). A partir de 1893, comienza a realizar su producción científicamás relevante, especialmente defenderá sus tesis doctoral sobre «De laDivisión del Trabajo Social», acompañada de una tesis latina titulada «Lacontribución de Montesquieu a la constitución de las ciencias sociales»(1892), y de la influyente obra «Las Reglas del Método Sociológico» (1895);ésta es una obra esencial y constituyente en todo el campo de las cienciashumanas. Su curso de Sociología se transforma en Cátedra Magistral (1896).La fundación de «L´Année Sociologique» («El Año Sociológico») tenía todoun programa de instauración de la sociología como disciplina científica8.Los primeros estudios de Durkheim publicados en ese órgano se titulan«La prohibición del incesto y sus orígenes» y «La definición de los fenó-menos religiosos». En 1897 publicará su otro libro clásico, «El suicidio».

7 En su primera etapa, se ocupa de modo destacado de la doctrina científica alemana. Asíqueda acreditado en sus ensayos sobre A. SCHAEFFLE, “Bau und Leben des sozialen Körpers:Erster Band” XIX, pp. 84 a 101 (Reseña de la obra); “Les études de science sociale”, en RP,XXII, 1886 (que entre otras obras incluye la reseña a Schaeffle, A., Die Quintessenz desSozialismus ), pp. 61 a 80; “La science positive de la morale en Allemagne”, en RP, XXIV, 1887,págs.33 a 58, 113 a 142 y 275 a 284, donde se estudia el pensamiento de Wagner, Schmoller,Schaeffle, Ihering, Wund y Post.; “La philosophie dans les universités allemandes”, en RevueInternationale de l’ Enseignement, XIII, pp.313 a 318 y 423 a 440; “Le programme économiquede M.Schaeffle”, en Revue d’ économie politique, XI, pp. 3 a 8; Tönnies, F.: Gemeinschaft undGesellaschaft, en RP, XXVII, pp. 416 a 422 (Reseña de la obra). La mayor parte de estos textoshan sido reeditados posteriormente, señaladamente, Testes, 3 volúmenes, París, Minuit, 1975;La science sociale et l’ action, Presentación de Jean-Claude Filloux, París, Presses Universitairesde France, 1970 (reedición de 1987). Pero quizás donde esa influencia es particularmente patentey penetrante es en su tesis doctoral, De la división du travail social: étude su l’ organisation dessociétes superieures, Alcan, Paris, 1893 (Traducción castellana, La división del trabajo social,traducción de Carlos González Posada, Daniel Jorro Editor, Madrid, 1928, reeditada en Madrid,Editorial Akal, 1982, con sucesivas ediciones; y De la división del trabajo social, Schapire, BuenosAires, 2ª ed., 1967.

8 Véase el ilustrativo “Prefacio” al volumen primero de El Año Sociológico (1896-1897), yel “Prefacio” al volumen segundo de El Año Sociológico (1897-1898), en E. DURKHEIM, Las reglasdel método sociológico, op. cit., pp. 215 y ss., y 234 y ss., respectivamente.

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Sus centros de interés se hacen cada vez más amplios, en tal sentidopublica un ensayo “Sobre el totemismo” en “L’Année sociologique”. Tam-bién manifiesta su compromiso intelectual, como militante de la corrientelaica, y, profundamente conmovido por el “affaire Dreyfus”, se preocupatécnicamente cada vez más del problema religioso (1900). Es designadosuplente de la Cátedra de Pedagogía de la Soborna (1902). En 1902 serátitular de la Cátedra de Pedagogía de la Facultad de Letras de París; allíenseñará Sociología y Pedagogía. Presentará una Comunicación a laSociedad Francesa de Filosofía, titulada “La determinación del hecho moral”(1906). Continuaría sus cursos, siendo de significar el curso en el Colegiode Francia sobre “Las grandes doctrinas pedagógicas en Francia despuésdel siglo XVIII” (1909).

En plena madurez intelectual publicaría la que puede considerarsecomo una de sus obras más importantes, “Las formas elementales de lavida religiosa” (1912)9, en la cual refleja la centralidad del hecho religiosoy sus representaciones en la conformación de todos los tipos de sociedad.En el año 1913 se da un paso significativo a la institucionalización de lasociología como disciplina académica: su cátedra adopta el título de “Cá-tedra de Sociología de la Soborna”. En el mismo año presenta una comu-nicación a la Sociedad Francesa de Filosofía: “El problema religioso y ladualidad de la naturaleza humana”. Los tres últimos años de su vida estánmarcados por la amargura provocada por un acontecimiento trágico. Enefecto, en 1915 se produce un acontecimiento dramático determinante enla vida de Durkheim, pues pierde a su único hijo, muerto en el frente deSalónica durante la primera guerra mundial10. Este hecho reforzó su pen-samiento pacifista y acentúa en él una decidida defensa de solucionesorgánicas y conciliadoras para resolver los problemas sociales y políticos.En tal sentido es significativa la publicación de varios textos inspirados por

9 Hay que tener en cuenta desde ahora cómo se aproximaba Durkheim a los fenómenosdel pasado. Pensaba que “para tener alguna probabilidad de éxito al decir lo que será, lo quedebe ser la sociedad del día de mañana, es indispensable haber estudiado las formas socialesdel pasado más remoto. Para comprender el presente hay que salir de él”. Cfr. “Prefacio” alvolumen segundo de El año sociológico (1897-1898), en E. DURKHEIM, Las reglas del métodosociológico, trad. Santiago González Noriega, Ediciones Altaya, Madrid, 1997, p. 239.

10 Se ha afirmado, expresivamente, que “Durkheim deja de existir con la muerte de su hijo;la muerte del hijo –escribe G.Davy con una intuición penetrante–, ha podido más que la vida delpadre”. Cfr. B. LACROIX, Durkheim y lo político (1981), FCE, México, 1984, pp.170-171. Aunqueinmediatamente realiza una reflexión más discutible: “No se explicaría este fin, este suicidiodisfrazado, si se olvidara que Durkheim, como Dostoievski, vive la muerte de su hijo como elcastigo merecido por haber querido la muerte de su padre. Castigo implacable, en su caso, yaque es pena capital” (Ibid., p. 171).

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las circunstancias de la llamada “Gran Guerra”: “L´Allemagne au-dessusde tout”. La mentalité allemande et la guerre; Qui a voulu la guerre? Lesorigines de la guerre d´après les documents deplomatiques». No cabeduda de que este hecho trágico minó la salud de nuestro autor, producién-dose su fallecimiento en París, el 15 de noviembre de 1917. A pesar detodo, de una vida truncada, Durkheim dejaría una obra inédita inmensa yde gran calidad, un legado científico que poco a poco se iría publicando.Estas publicaciones póstumas11, son fundamentales para conocer de modointegral, y mucho más matizado, su pensamiento sobre amplias cuestionescientíficas, mostrando, además, que Durkheim no fue nunca un intelectualcontemplativo, sino fuerte y conscientemente comprometido con las exi-gencias del tiempo histórico en que le tocó vivir. El estuvo influido por dosacontecimientos que marcaron el último tercio del siglo XIX: la revoluciónindustrial y la revolución francesa, y sus efectos de fractura del sistemasocial (el “problema social”). Con todo, su labor no es poca, ya que con-solidó la sociología como disciplina científica universitaria y su teoría de lasolidaridad orgánica aportó elementos para la integración social y espe-cialmente para el tratamiento de los conflictos sociales derivados del pro-ceso de modernización e industrialización.

Emile Durkheim no solo sería uno de los grandes fundadores de lasociología, sino también un pensador “creador de escuela”, secundado porsu talento para construir mecanismos de cooperación. La escuelaDurkheimiana es la escuela por excelencia de Francia, y una de las másimportantes y fructíferas del mundo. Una de las bases de esta influenciafue la creación del “L’ Année sociologique” (1898)12 y su decidido compro-

11 La recopilación más importante es la contenida en E. DURKHEIM, Textes, 3 volúmenes,Presentación de Victor Karady, Les Éditions de Minuit, Paris, 1975, donde se recopilan ysistematizan artículos, reseñas, notas y cartas de Durkheim, a cargo de Victor Karady: 1º.Éléments d’une théorie sociale; 2. Religion, morale, anomie, y 3. Fonctions sociales et institutions.Inéditos especialmente relevantes son Le socialisme, Alcan, Paris, 1928 (Curso de sociología de1895-1896); Education et sociologie, Alcan, Paris, 1922 (recopilación de ensayos); Sociologie etPhilosophie, Alcan, Paris, 1922 (idem), L’evolution pédagogique en France, Alcan, Paris, 1938;Leçons de sociologie: physique des moeurs et du droit, París, 1950 (curso de sociología 1890,1896, 1897, 1898, 1899, 1902, 1903, 1908 y 1909); Montesquieu et Rousseau, précurseurs dela sociologie, París, 1953 (Idem); Pragmatisme et sociologie, Vrin, Paris, 1955 (curso de socio-logía de 1913-1914); Journal Sociologique, Presses Universitaires de France, Paris, 1969 (recogeensayos publicados en L’ année sociologique 1898-1913); La science sociale et l’action, PressesUnivesitaires de France, Paris, 1970 (recopilación de ensayos), etcétera.

12 Sobre la importancia de esta revista y su vinculación a un programa masivo de colabo-ración, basado en una división intelectual del trabajo, véase S. LUKES, Émile Durkheim. Su viday su obra (1ª edición en inglés 1973), Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas-Siglo XXI,1984, pp. 288 y ss.

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miso con la enseñanza y la actividad científica. En torno a dicha revistacientífica reunió a un conjunto impresionante de sociólogos, juristas, lin-güistas, historiadores, etnólogos, etcétera, muchos de ellos discípulos di-rectos o muy influenciados por sus ideas (v.gr., Marcel Mauss, Lucien yHenri Lévy-Bruhl, Célestin Bouglé, Maurice Halbwachs –que sería asesina-do por el nazismo–, Georges Dhabi, Marc Bloch, Enmanuel Lévy, RobertHerts)13, aparte de la gran proyección e influencia en otros muchos países,lo cual destacaría amplia y significativamente Talcott Parsons y BernardBarber. En cierto sentido se puede considerar que Durkheim ha sido elpensador que aportó una dimensión “estructural-funcionalista” a la socio-logía14, aunque su pensamiento no puede sin más resolverse, a riesgo desimplificación, en la dirección estructural-funcionalista; es más complejo ysingular.

2. “LO SOCIAL”. LA CUESTIÓN SOCIAL Y LA FUNCIÓN DE LAS CORPO-RACIONES PROFESIONALES EN EL PENSAMIENTO DE DURKHEIM

“... cuando estallan estos conflictos (en la sociedad), no tienen lugarentre lo ideal y la realidad, sino entre distintos ideales, el de ayer yel de hoy, el que tiene a su favor la autoridad de la tradición y el quesólo está empezando a realizarse”.

Émile Durkheim15.

“El siglo XIX intentó primero sustituir el «a priori», ya no tan convin-cente, por la confianza en la «dirección» del proceso histórico, inter-pretando la evolución como progreso. En esta forma, la sustitucióndel tiempo y de la historia ha fallado al intentar lograr una seguridadbásica”.

Niklas Luhmann16.

13 Véase C. BOUGLÉ, Bilan de la sociologie contemporaine, Alcan, Paris, 1935.14 R. K. MERTON,: Teoría y estructura social, México, 1964, p. 31; T. PARSONS, La

estructura de la acción social, Guadarrama, Madrid, vol. I, 1968, pp. 383 a 555, y 568 a 578,donde realiza un excelente estudio sobre el pensamiento de Durkheim, pero acentuando sucomponente estructural-funcionalista.

15 E. DURKHEIM, Las formas elementales de la vida religiosa, Edición, introducción y notade Santiago González Noriega, Alianza, Madrid, 2003, p. 636.

16 N. LUHMANN, Sistemas sociales. Lineamientos para una Teoría General (1984), Alianza,México, 1991, p. .138. Luhmann se ocupó directamente de analizar el pensamiento de Durkheim.Véase N. LUHMANN, “Arbeitsteilung und Moral. Durkheims Theorie”, Introducción a la traducciónalemana de la obra de E. DURKHEIM, División del trabajo social, Frankfurt de. M, Suhrkamp,1977, pp..17 a 35.

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Es preciso decir que Durkheim asumió, en lo principal, una concepciónorganicista positiva. Se inspiró en la biología, pero metafóricamente paraponer de manifiesto la unidad de la sociedad y su estructuración conarreglo a las funciones desempeñadas por cada órgano social. Durkheimafirmó “la especificidad de lo social”, sin reducirlo a otras dimensiones dela vida social. Para Durkheim las “cosas” (cuestiones) sociales son objetode ciencia17. Entiende que los hechos sociales deben ser tratados como“cosas”, es decir, como toda realidad capaz de ser observada desde fueray captar su naturaleza y comprenderla en su significado interno. Lo cualpermitiría estudiar los hechos sociales de modo empírico y no estrictamen-te filosófico. De ahí el nacimiento del objetivismo en sociología. Los hechossociales son, pues, hechos “sui generis”. Idea que se prolongaría despuésespecialmente a través del propio autor18. Su sociología, impregnada depositivismo sociológico19, se basaba en un principio fundamental: la reali-

17 Uno de los méritos que vio en el pensamiento de Montesquieu fue precisamente esaaportación a la sociología. Véase. E. DURKHEIM: Montesquieu y Rousseau, precursores de lasociología, Edición preliminar de Helena Béjar, Tecnos, Madrid, 2000.

18 Durkheim defendió su concepción ante sus críticos, observando que “la proposiciónsegún la cual los hechos sociales deben ser tratados como cosas –proposición que está en labase misma de nuestro método– es una de las que han provocado más críticas. Ha parecidoparadójico y escandaloso que asimilemos las realidades del mundo social a las del mundoexterior. Eso supondría una singular equivocación acerca del sentido y alcance de esta asimi-lación cuyo objeto no es rebajar las formas superiores del ser equiparándolas a las formasinferiores sino, por el contrario, reivindicar para las primeras un grado de realidad al menosidéntico a aquel que todo el mundo reconoce a las segundas. No decimos que los hechos socialesson cosas materiales, sino que son cosas con el mismo derecho que las cosas materiales,aunque de otro modo... Es cosa todo objeto de conocimiento que no es naturalmente compenetrablepor la inteligencia, todo aquello de lo que no podemos hacernos una noción adecuada por un meroprocedimiento de análisis mental, todo aquello que el espíritu no puede llegar a comprender másque a condición de salir de sí mismo, por medio de observaciones y experimentos, pasandoprogresivamente de los caracteres más exteriores e inmediatamente accesibles a los menosvisibles y más profundos...”, “Prefacio a la segunda edición” de su obra E. DURKHEIM: Las reglasdel método sociológico, Ediciones Altaya, Barcelona, 1997, p. 37. Por su parte, en su libroLecciones de Sociología, entiende que “la física de la costumbres y del derecho tiene por objetoel estudio de los hechos morales y jurídico. Estos hechos consisten en reglas de conductasancionada”; y observa que “el problema que se presenta a la ciencia es buscar cómo estasreglas se han constituido históricamente, es decir, cuáles son las causas que las han suscitadoy los fines útiles que llenan, y asimismo la manera en que funcionan en la sociedad, es decir,cómo son aplicadas por los individuos (Lecciones de sociología. Física de las costumbres yDerecho, trad. Estela Canto y est. prel. de J.L.Monereo Pérez, editorial Comares, Granada, 2006,p. 39).

19 El criterio positivista de objetividad científica se traducía en la existencia material delobjeto. Para él una disciplina sólo merece el nombre de ciencia si tiene un objeto determinadopara su explotación. La ciencia, efectivamente, se ocupa de cosas, de realidades; si no poseeun “dato” que describir e interpretar, reposa en el vacío; y se interrogaba: ¿Acaso la ciencia social

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dad objetiva de los hechos sociales (“faits sociaux”)20. Ese objeto aella sólo le pertenece como realidad propia y no obtenida de otras cien-

no tiene por objeto cosas sociales, es decir, leyes costumbres, religiosas, etc.?. Véase E.DURKHEIM, Montesquieu et Rousseau, ed. Mrivière et Cie., Paris, 1953, pp. 29-30 (Ésta fue su“Tesis latina”). Por ello acometió la búsqueda de un tipo de hechos sociales autónomos enrelación al sujeto de la ciencia social (He aquí su posición “realista”, que hace residenciar lasociología como ciencia positiva en los hechos, y no en los fines). Quiere encontrar, así, laobjetividad, como sociólogo que es del “consenso”. La sociología es una ciencia objetiva de lasociedad. Rechazaría el criterio de explicar las leyes sociales desde la perspectiva finalista. Lasociedad no se atiene a leyes permanentes en el ámbito de un programa de desarrollo o evoluciónorientado hacia el progreso. La sociedad es la causa de la evolución social. Véase E. DURKHEIM,Las reglas del método sociológico, Editorial Dédalo, Buenos Aires, 1964, pp. 46 y ss. En estaobra expresa su concepción sociológico positivista, afirmando la objetividad del conocimientocientífico y su desapego al finalismo en la sociología científica. Al final, Durkheim abrirá el caminoa los métodos funcionalistas, pues acepta una idea de función privada de orientación finalista oteleológica. Entiende que la función crea al órgano, de manera que, se comprende, las estructurassociales e institucionales son configuradas como funciones cristalizadas. Lo afirma expresamen-te: “Es, sobre todo, a propósito de las sociedades, que es verdadero decir que la estructurasupone la función y procede de ella. Las instituciones no se establecen por decreto, sino queresultan de la vida social y se limitan a traducirla más allá de sus símbolos expresos. Laestructura es la función consolidada, la acción que se ha hecho hábito y que se ha cristalizado.Por lo tanto, si queremos ver las cosas de otra forma que bajo su aspecto más superficial, sideseamos captarlas desde sus raíces, será preciso dedicarnos al estudio de las funciones”. Cfr.E. DURKHEIM, “Cours de Science Sociale”, en La Science et l’action, PUF, Paris, 1970, p. 105.

Sobre la metodología del positivismo sociológico de Emile Durkheim, véase la exposición deT. PARSONS, La estructura de la acción social, vol. 1, Cap. IX de la segunda parte, op. cit., pp.431 y ss.

20 Hay que tener cuenta que en la sociología actual esta visión objetivista de la realidadsocial (básicamente, entender que el actor percibe el mundo social como una realidad externay objetiva con la que tiene que contar para cualquier proyecto) está bastante contestada. El puntode vista común acepta acríticamente y da por supuesto este hecho, porque tal es el modoespontáneo de percibir “lo social”. Se tiende a pensar que este objetivismo es infundado (aunquearmonizaba perfectamente con el naturalismo positivista y se hallaba así de acuerdo con lastendencias dominantes de la filosofía de la ciencias y de la metodología; sólo la tajante separaciónentre el observador y lo observado garantizaba el modelo de la ciencia natural. El objetivismoconduce al “profetismo” y acaba por reconducir el desarrollo histórico a dialéctica interna de lapropia naturaleza (y su orden natural imparable). En nuestros días se tiende a pensar que elorden sólo existe en la medida en que es creído y, por lo tanto, creado por los propios actoresque así lo perciben. Se tiende a pasar así desde la acrítica aceptación de la facticidad sociala su total rechazo. La sociología no se basaría ya en el hecho social; siendo su objeto deinvestigación el cómo y el porqué los actores construyen diariamente la realidad social fácticapor los procedimientos y modos que utilizan para dar cuenta, relatar, interpretar y dar sentidoa la misma realidad social. Si la facticidad existe es porque los actores creen en ella y laconstruyen. Se supera el viejo positivismo naturalista. Permite, por lo demás, allanar el caminopara cuestionar los mecanismos sociales mediante los cuales la facticidad social es generada.Véase, E. LAMO DE ESPINOSA, La sociedad reflexiva. Sujeto y objeto del conocimiento socio-lógico, CIS, Madrid, 1990, pp. 38 y ss. Interesa anotar, por otra parte, que según Durkheim “la

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cias21. El hecho social es toda manera de hacer, fijada o no, susceptible deejercer sobre el individuo una coacción exterior22. Es un estado del grupoque se repite en los individuos porque se les impone. Se puede decir quedesde sus inicios Durkheim explicitó su pretensión reformadora en losmodos de concepción y captación de “lo social”, pero también en lo queconcierne a la reforma de la moderna sociedad industrial, cuyos cimientosse estaban haciendo añicos. Lo hizo así desde la que fuera su tesis doc-toral, “La división del trabajo social” (1893)23, que es donde más se percibela influencia de Auguste Comte (por lo demás de algún modo siemprepresente en su obra, aunque no puede aceptarse la simplificación quesupone entenderlo como un simple heredero espiritual de Comte, como lohace Parsons24, porque sobre él ejercieron influencia pensadores muyvariados, como Saint-Simon, Rousseau, Kant, Spencer, la doctrina alema-na de finales del siglo XIX, etc.). En él se realiza “un esfuerzo para tratarlos hechos de la vida moral con arreglo a los métodos de las cienciaspositivas”25, lo cual excluye de la ciencia sociológica los juicios de valor ylos criterios ideológicos. Es así que para él el objetivismo científico (inserto

naturaleza no es para el hombre únicamente el escenario inmediato de su actividad; es ademásinseparable de él; porque hunde en ella sus raíces. La especie humana es sólo una más de lasespecies animales y resulta imposible entender nada de la primera si la aislamos del conjuntode la evolución zoológica... sólo podremos tener una idea, verdadera o falsa, de la naturalezadel hombre si le situamos en relación al resto de la animalidad. Por otro lado, aunque sea laconciencia lo más eminente que tenemos, ésta no existe sin un sustrato orgánico del quedepende, y los alumnos tienen que poder darse cuenta de esta dependencia. Es preciso que noignoren este organismo, del que la vida moral es tan enteramente solidaria. Pero la concienciano está solamente en relación con el medio orgánico: unos vínculos más mediatos, ciertamente,pero todavía más estrechos la unen con el medio cósmico… la forma y la estructura de lassociedades humanas, su densidad, su amplitud, la actividad del comercio que se intercambiaentre ellas y, de rechazo, la intensidad de su civilización, dependen de la naturaleza y de laconfiguración del suelo....”. Cfr. E. DUKRHEIM, Historia de la educación y de las doctrinaspedagógicas. La evolución pedagógica en Francia, trad. de Mª. L. Delgado y F. Ortega, LaPiqueta, Madrid, 1982, pp. 418-419.

21 Sobre la noción de hecho social en Durkheim, véase E. DURKHEIM, Émile Durkheim. Suvida y su obra (1ª edición en inglés de 1973), Centro de Investigaciones Sociológicas-Siglo XXI,Madrid, 1984, pp. 9 y ss.

22 Sobre su noción de hecho social, véase E. DURKHEIM, Las reglas del método socio-lógico, Ediciones Altaya, Barcelona, 1997, pp. 56 y ss., y con planteamiento crítico, calificablede anti-durkheimiano, J. MONNEROT, Les faits sociaux ne sont pas des choses, Gallimard,Paris, 1946.

23 E. DURKHEIM, La división del trabajo social, traducción de Carlos González Posada,Daniel Jorro Editor, Madrid, 1928.

24 T. PARSONS, La estructura de la acción social, vol. 1, op. cit., p. 390.25 “Prefacio de la primera edición” del libro La división del trabajo social, op. cit., p.39.

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en la regla metodológica, de “tratar los hechos sociales como cosas”), leconduciría a concebir la sociología científica como una suerte de “físicasocial”, coherente con la visión del conocimiento científico desde el prismadel positivismo sociológico.

La división del trabajo es rasgo característico de la vida social en unaprogresión que supone especializaciones y divisiones paulatinas. Es inte-resante recordar que para él la division del trabajo es en sí misma unfactor de progreso de una sociedad basada en el trabajo (lo que hoy seha conceptualizado como “sociedad del trabajo”26), aunque puede tenerplasmaciones disfuncionales superables. Ello es así, básicamente, porqueel hombre alcanza su condición humana solidaria en el trabajo. En eltrabajo se produce la interacción social, el contacto con “el otro”, y a travésde él es donde se alcanza el ser social. La división del trabajo remite a unaforma de reparto del trabajo que se enmarca en una determinada estruc-tura de la sociedad, afectando no sólo a su dimensión técnica o económicasino también a todos los ámbitos en su conjunto. Pero hay algo mássignificativo: Desde un tesis sobre “La división del trabajo social”, “Durkheimsitúa en el centro de sus reflexiones al trabajo como elemento nuclear dela evolución humana”27. Por otra parte, en “La división del trabajo” estable-ce una diferenciación novedosa entre dos tipos de sociedades en atenciónal tipo de solidaridad que en ellas se establece: las sociedades de solida-ridad mecánica y las sociedades de solidaridad orgánica28. En esta obra

26 Véase R. CASTEL, Las metamorfosis de la cuestión social, Paidós, Barcelona, 1997; C.OFFE, La sociedad del trabajo, Alianza, Madrid, 1988.

27 En este sentido sí puede advertirse un cierto paralelismo con Carlos Marx, el cualconvirtió al trabajo y a la división del trabajo en centro de atención preferente de sus indagaciones.

28 Obsérvese que Ferdinand Tönnies (1855-1936) distinguía entre la solidaridad orgánicade lo que denominaba Gemeinschaft (comunidad, basada en la solidaridad natural) por contra-posición al sistema contractual de relaciones más difuso y menos intenso al que denominóGesellschaft (sociedad). Veía el desarrollo histórico como el paso progresivo de la solidaridadde la comunidad a las formas más individualizadas de la sociedad avanzada. Cfr. F. TÖNNIES,Comunidad y asociación (1887), Eds. Península, Barcelona, 1979. Sin embargo, para Durkheimel proceso histórico sigue la senda de la solidaridad de la semejanza (solidaridad mecánica) ala solidaridad de la interdependencia (solidaridad orgánica, con marcadas diferencias funcionalesen la estructura de la sociedad). La diferencia es bien notoria, porque Tönnies aplicaba elcalificativo de orgánico a la situación de las comunidades primitivas, mientras que Durkheim loaplica a la situación de las sociedades avanzadas con un elevado desarrollo de la división deltrabajo social. No están aquí sólo las diferencias, también es harto significativa la distintapercepción si no tanto de “lo social”, sí de la naturaleza de la llamada en el sentir de la épocacrítica “la cuestión social”. Véase F. TÖNNIES, El desarrollo de la cuestión social, trad. M.Reventós, Editorial Labor, Barcelona, 1927. Durkheim mantiene una posición realista: “conside-ramos –afirma– fructífera la idea de que la vida social debería ser explicada, no por la concepciónque sus particulares tienen de ella, sino por las causas fundamentales que escapan a su

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Durkheim, aunque en el marco de una interpretación de la vida social encierto modo mecanicista (marcada en esta cuestión central por la idea delevolucionismo social), toma en consideración los estados mentales vincu-lados a las condiciones de la vida social. Para él los hechos sociales noson el simple desarrollo de los hechos psíquicos, pero los segundos noson, en gran parte, más que la prolongación de los primeros en el interiorde las conciencias29. De este modo, el conjunto de creencias y sentimien-tos comunes a la media de los miembros de una misma sociedad (quepara él es, ante todo, una comunidad de ideas y el más potente haz defuerzas físicas y morales que podemos contemplar en la naturaleza30) formaun sistema determinado que tiene su vida propia; se le puede llamar “con-ciencia colectiva”31. Ésta está condicionada por la estructura de la socie-dad, señaladamente por su “volumen” –esto es, por el número de miem-bros del grupo social– y por su “densidad”, la cual remite al grado deintensidad de las relaciones sociales. Ambos elementos de apreciación se

conciencia; y pensamos también que estas causas deberían ser buscadas principalmente en laforma en que están agrupados los individuos asociados. Sólo bajo esta condición la historia puedeconvertirse en una ciencia y la Sociología, consecuentemente, existir”. Cfr. E. DURKHEIM,“Recensión de los Essais sur la conception materialiste de l’ histoire de Antonio Labriola”, enRevue Philosophique nº 44 (1897), p. 648. Reflexiones sobre la división del trabajo y el vínculosocial, con referencia a las concepciones de Durkheim, pueden encontrarse en PH. BESNARD,M.. BORLANDI, y P. VOGT, (Coords.), División du travail et lien social, Presses Universitairesde France, Paris, 1993.

29 Como ha sido advertido, “es necesario subrayar que la totalidad de la metodologíadurkheimiana arranca de la convicción de que el principio de causalidad es aplicable al mundosocial. Los “hechos sociales” no se producen arbitrariamente y el objetivo del sociólogo es,precisamente, superar el caos con que a primera vista se muestran tales hechos y descubrirsu inteligibilidad subyacente. De esta forma, la posibilidad de la sociología descansa para él sobrela racionalidad de la historia y de la vida social. Es, ciertamente, positivista, pero lo es en elsentido de que afirma que se puede dar razón de los hechos y que es de éstos de donde hayque partir”. Cfr. L. RODRÍGUEZ ZÚÑIGA, Para una lectura crítica de Durkheim, Akal editor,Madrid, 1978, pp. 16-17.

30 Entiende, por lo demás, que la sociedad es un sistema de fuerzas actuantes, por lo quese hace posible una nueva manera de explicar al hombre en esa realidad supraindividual, peroobjeto de la experiencia, que es la sociedad. Cfr. E. DURKHEIM, Las formas elementales de lavida religiosa, Edición, Introducción y Notas de Santiago González Noriega, Alianza, 2003, pp.667-668. Por otra parte, entiende, que la historia no sólo constituye el marco natural de la vidahumana; el hombre es un producto de la historia”. Cfr. E. DURKHEIM, “Introduction à la morale”,en Revue philosophique, vol.89 (1920), pp. 89 y ss.

31 La idea no es nueva. Antes autores como Fouillé habían hablado de una “‘concienciacolectiva’, fusión de todas las conciencias individuales en una sola”; del “espíritu inconsciente delas sociedades”; de la “conciencia de las sociedades”. Cfr. A. FOUILLÉ, La ciencia socialcontemporánea (1ª edición 1880; 2ª edición 1885), Traducción, Prólogo y Notas de Adolfo Posada,La España Moderna, Madrid, 1894, pp. 208 y ss.

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incrementan a medida que la división del trabajo aumenta, con la consi-guiente diferenciación social. Ello configura la morfología de una determi-nada sociedad histórica. Según Durkheim los hechos sociales deben sertratados como “cosas”, entendiendo por tal todo objeto de conocimientoque no puede ser naturalmente comprendido por la inteligencia, y que, enconsecuencia, ha de ser estudiado por vía de observación y de experimen-tación. En ese análisis la sociología debe abordar los hechos sociales conla misma objetividad con la que se sitúan las demás ciencias con su propioobjeto32. La vida social está esencialmente hecha de representacionescolectivas, de manera que aquélla se caracteriza por una “hiperespiritualidad”.La sociedad es un cuerpo organizado donde vive el alma que constituyeel conjunto de los ideales colectivos33. La sociedad tiene entidad propia (esuna realidad «sui generis», posee características propias y peculiares; esun cuerpo organizado en el que cada parte deviene solidaria con el todo34)

32 E. DURKHEIM, Las reglas del método sociológico, op. cit., p. 201. Observa que “nuestrométodo es objetivo. Está completamente dominado por la idea de que los hechos sociales soncosas y deben ser tratados como tales... había que hacer de él el fundamento de toda unadisciplina que tomara al científico en el momento mismo en que aborda el objeto de susinvestigaciones y que le acompañase paso a paso en todas sus actividades... Hemos mostradocómo el sociólogo debía dejar de lado las nociones previas que tenía de los hechos y cómo debíaponerse ante los hechos mismos; como debía alcanzarlos por sus caracteres más objetivos;cómo debía preguntarles a ellos mismos cuál era la manera de clasificarlos en sanos y enmórbidos; y por último, cómo debía inspirarse por el mismo principio en las explicaciones queintentaba y en el modo como probaba esas explicaciones… Si los fenómenos sociológicos noson más que sistemas de ideas objetivados, explicarlos equivale a volver a pensarlos en su ordenlógico, y esta explicación es por sí misma su propia prueba... Pero si consideramos a los hechossociales como cosas es como cosas sociales...” (Ibid., pp.201-202). Para él los hechos socialesdeben ser tratados como cosas porque son los data inmediatos de la ciencia, mientras que lasideas cuyo desarrollo se considera que son, no son dadas inmediatamente. Los caracteresdistintos del hecho social son: 1º. su exterioridad respecto a las conciencias individuales; y 2º.la acción coercitiva que ejerce o es capaz de ejercer sobre esas mismas conciencias.

33 Véase su obra, E. DURKHEIM, El suicidio (1897), Madrid, Reus, 1928; Akal, Madrid, 1998.34 Esa idea en gran medida era recibida de la doctrina alemana (Wagner, Schmoller y

Schaeffle), que realzaba que la sociedad es un ser verdadero que, sin duda, no es nada fuerade los individuos que la componen, pero que no por ello deja de tener su naturaleza propia ysu personalidad. Véase E. DURKHEIM, “La ciencia positiva de la moral en Alemania”, RP, nº 24,p. 38, citado por B. LACROIX, Durkheim y lo político (1981), FCE, México, 1984, p. 58. También,con Schaeffle afirmaba la primacía de la totalidad sobre las partes y, en consecuencia, de lasociedad sobre el individuo. La tarea de la sociología como disciplina positiva será estudiar losvínculos sociales, que tienen lugar dentro de una sociedad colectivamente articulada, en la cuallos individuos no están aislados sino que son copartícipes de una vida colectiva en la que existenhechos sociales significativos. En todo caso, en su último gran libro publicado en vida matizaríaque la sociedad no existe sino en la mente de los individuos, consistiendo exclusivamente enideas y sentimientos. Cfr. E. DURKHEIM, Las formas elementales de la vida religiosa (1912),

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y su acción sobre los hombres conforma un poder aglutinante, de conser-vación y recreación de un orden normativo (imperativo). En su opinión lasociedad es una unidad, una entidad o ser. La naturaleza de dicha unidadsocial, de los vínculos sociales y de los modos de la cohesión social queoperan en su interior, es compleja. La cuestión enlaza con la idea desolidaridad objetiva, nacida de un tipo de relación entre un todo y suspartes constitutivas; en los distintos modos de cohesión social está esaidea de solidaridad. Para él el hombre moderno no puede existir si no esen relación permanente con los otros, a través de la división del trabajosocial; en suma, a «través del trabajo social» (en lo que se refleja ciertainfluencia del pensamiento de Hegel “filtrado” en su lectura atenta de los“socialistas de cátedra” alemanes). Una sociedad es el más potente haz defuerzas físicas y morales que podemos contemplar en la naturaleza. Lasociedad es una realidad supraindividual, pero objeto de la experiencia.Es, así, afirma, que desde el momento en que se reconoce que más alládel individuo está la sociedad, y que ésta no es un mero nombre ni un entede razón sino un sistema de fuerzas actuante, se hace posible una nuevamanera de explicar al hombre. En esa visión antropológica, ya no es pre-ciso situar al hombre fuera de la experiencia para que conserve sus atri-butos distintivos35. Para él, individuo y sociedad son seres de naturalezadiversa. Pero no existe antagonismo alguno entre ellos; asimismo, tampo-co es cierto que el individuo sólo pueda identificase con la sociedad sirenuncia total o parcialmente a su propia naturaleza; antes bien es unhecho que el individuo no es realmente él mismo, no puede realizar ple-namente su propia naturaleza, si no está integrado en la sociedad36. Re-alza la condición de “ser social” del hombre y el origen social de la natu-raleza humana por contraposición a las tendencias que postulan un in-dividualismo excesivo y desvertebrador del todo social. En las sociedadesevolucionadas (en el sentido de una solidaridad orgánica correspondientea una división del trabajo muy desarrollada), el individuo –como personaindividual– adquiere un ámbito de autonomía individual destacado (la so-lidaridad orgánica presupone para él el individualismo moral), donde la

Edición, introducción y notas de Santiago González Noriega, Alianza Editorial, Madrid, 2003. Perodestaca, al mismo tiempo, que una sociedad no está compuesta simplemente por la masa deindividuos que la componen, ni por el territorio que esos individuos ocupan, ni por las cosas delas que se sirven o los movimientos que realizan, sino principalmente por la idea que tiene desí misma (Ibid.,pp. 635-636).

35 E. DURKHEIM, Las formas elementales de la vida religiosa, Edición, introducción y notade Santiago González Noriega, Alianza, Madrid, 2003, pp. 667-668.

36 E. DURKHEIM, La educación moral, Trotta, Madrid, 2002.

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sociedad no aparece solamente como una fuerza de presión (“coacciónsocial”), sino que es esencialmente para el individuo un medio de eleva-ción y expansión de la propia personalidad y dignidad humana37. La soli-daridad orgánica supone el avance del individualismo moral “y, en el fon-do, un cambio de naturaleza respecto de la solidaridad mecánica o porsimilitud como elemento constitutivo de la sociedad”; y exige una armoni-zación problemática entre el individualismo secular con las exigencias quesupone la conservación de la unidad en una sociedad intensamente dife-renciada. Percibe la transición entre la solidaridad mecánica y la solidari-dad orgánica como fases históricas de desarrollo de la sociedad global.Entiende que ello representa “grados de perfeccionamiento del progresomoral” de la sociedad. Para él la evolución correspondiente a la divisióndel trabajo no es un proceso negativo en sí (ni desde el punto de vistaeconómico ni desde la perspectiva estrictamente social), porque constituyeun factor de integración social derivada de la intrínseca interdependenciaentre los individuos. Piensa que la tendencia disgregadora que origina ladivisión del trabajo puede ser contrarrestadas con éxito a través de laintensificación de los elementos integradores que ella lleva consigo, lo cualentra en contraste con la visión estructuralmente disgregadora con la cualpercibe Marx la división capitalista del trabajo38, al propiciar, según éste, la

37 Véase E. DURKHEIM, Lecciones de sociología, física de las costumbres y del derecho,cit.; y “Sociologie et philosophie” (1951). Dejando a salvo las diferencias de enfoque resultasignificativa la “idea de una física...”, si se la confronta con la obra de A. COMTE, La física social,traducción, prólogo y notas de Dalmacio Negro Pavon, Aguilar, 1981. Para Comte la sociologíaes física social, entendida conforme al modelo epistemológico de la mecánica newtoniana, y susmismas propuestas de reforma social trata de extraerlas de las construcciones “objetivas” dela ciencia sociológica. Esa idea de “física de las costumbres y del derecho” remite a la fundaciónde una ciencia positiva totalizadora de la moral y del Derecho y sus condiciones existencialesen la vida social. Su concepción de la “fisiología social” remite al estudio de la religión, la moral,el Derecho, la economía, el lenguaje y el arte en la sociedad. La fisiología social estudia lasinstituciones, los símbolos, los valores, y las ideas colectivas, y en los cuales entran la sociologíareligiosa, moral, jurídica, económica, lingüística, estética, así como la sociología del conocimiento.Véase E. DURKHEIM, “Sociologie et sciences sociales”, en De la méthode dans les sciences,Alcan, París, 1909, pp. 259 a 285. En este sentido, como ha destacado Gregorio Robles, paraDurkheim el Derecho es la vida social consolidada, formulada en términos muy claros en la letrade los códigos; aparece, en suma, como cristalización de la vida social (la forma más cristalizadade la vida en sociedad). Cfr. G. ROBLES, Crimen y castigo (Ensayo sobre Durkheim), Civitas,Madrid, 2001, pp. 39 y ss. De especial interés es el estudio de R. MARRA, Il diritto in Durkheim.Sensibilità e riflessione nella produzione normativa, Edizioni Scientifiche Italiane, Napoli, 1986.Respecto a las relaciones entre Auguste Comte y Durkheim, véase G. L. DUPRAT,: AugusteComte et Emile Durkheim, en Gründer der Soziologie, G.Fischer Verlag, Jena, 1932, pp. 109 a140.

38 Las diferencias de enfoque han sido anotas por J. J. ARNAUD,.y Mª J. FARIÑAS DULCE,:Sociología del derecho, BOE, Madrid, 1996, p. 74. Véase C. MARX, El capital. Crítica de la

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economía política (1867), 2 vols., OME 41, trad. de Manuel Sacristán, Grijalbo, Barcelona, 1976;también, trad. de J.Aricó, Siglo XXI, Madrid, 1975; y traducción de W.Roces, FCE, México, 1964.Ello permite apreciar el problema de base lo encuentra Marx en la misma división capitalista deltrabajo, no en una manifestación anómala o patológica de ella (que es lo que afirma Durkheim,haciéndole acompañar de la noción de “anomia”). Marx encuentra en la división capitalista deltrabajo la fuente de la “alienación”. De ahí que su crítica se dirija directa y frontalmente contrala división capitalista del trabajo, buscando la implantación de una forma o modelo de división deltrabajo que no comporte alienación. Una forma de división del trabajo que conduciría al tiempoa un cambio de modelo de organización económico-social, del capitalismo al socialismo. Por tanto,Marx, tampoco planteó que la solución a los problemas de la alienación sería de índole exclusiva-mente económica, sino que el nuevo orden económico se enmarcaría en una transformación totaldel sistema social del capitalismo. Sobre la crítica marxista a la división capitalista del trabajo,puede consultarse, por todas, K. MARX,: Manuscritos de París, en K. MARX, Manuscritos deParís. Anuarios francoalemanes (1844), OME-5/Obras Completas de Max y Engels, Crítica.Grupo editorial Grijalbo, Barcelona, 1978, donde pone de manifiesto la deshumanización deltrabajo bajo condiciones capitalistas de producción y cómo la situación de propiedad privadaencierra latentemente la situación de la propiedad privada como trabajo. Respecto a la posiciónde Marx en relación a la “reforma social” partiendo de que toda llamada revolución social espropiamente un acto político que le es imprescindible, véase “Notas críticas al artículo: “El Reyde Prusia y la reforma social. Por un prusiano” (París, a 31 de julio de 1844), en Manuscritosde París, op. cit., pp. 227 a 245. Para el joven Marx la división del trabajo constituía un ejemplodel hecho de que mientras la actividad no está dividida voluntariamente (siendo por el contrarioforzosa o coactiva), la actividad propia del hombre se transforma para él en poder ajeno quese opone a él y la esclaviza, en lugar de que él la domine. Cfr. K. MARX, La ideología alemana,Grijalbo, Barcelona, 1974. La génesis del concepto de “alienación” aparece como conceptofilosófico central de la “Fenomenología del Espíritu” de Hegel, véase, al respecto, G. LUKÁCS:El joven Hegel y los problemas de la sociedad capitalista, trad. de Manuel Sacristán, Grijalbo,Barcelona, 1976, pp. 516 y ss., del mismo es también de interés, en una perspectiva de conjunto,G. LUKÁCS, Ontología del ser social. El trabajo, edición al cuidado de Antonio Infranca y MiguelVedda, Ediciones Herramienta, Buenos Aires, 2004.

Sobre el concepto de alienación es ilustrativo el recorrido histórico y conceptual que llevaraa cabo A. OLEA,: Alienación. Historia de una palabra, IEP, Madrid, 1968. También en una reflexióncrítica G. FRIEDMANN, “La thèse de Durkheim et les formes contemporaines de la división dutravail”, en Cahiers internationaux de Sociologie, XIX (1955), pp. 45 a 58. Para la crítica de ladivisión capitalista de trabajo desde el socialismo de Marx, puede consultarse A. DE PALMA, R.PANZIERI, M. SALVATI, B. BECCALLI, A. LETTIERI, A. y GORZ, La división capitalista deltrabajo, Ediciones Pasado y Presente, Buenos Aires, 1974, con crítica a las tesis optimistas; A.GORZ, y otros.: Crítica de la división del trabajo, Editorial Laia, Barcelona, 1977. Para el análisisde la alienación social vinculada a las formas de la división capitalista del trabajo, véase A.SCHAFF, La alienación como fenómeno social, Crítica. Grupo Grijalbo, Barcelona, 1979, con unanálisis del pensamiento de Marx sobre la alienación y la relación y diferenciación entre anomia(en el sentido de diferenciado de Durkheim y Merton) y la alienación en el pensamiento socialista,cap. III, pp. 188 y ss. También analizando el concepto de anomia en Durkheim y su conexióncon la idea de alienación, J. ISRAEL, Teoría de la alienación. Desde Marx hasta la sociologíacontemporánea. Estudio macrosociológico, Ediciones península, Barcelona, 1977, pp.187 y ss.;J. HORTON, “La deshumanización de la anomia y la alienación: Un problema en la ideología dela sociología”, M. ROSNER, “Alienación, fetichismo, anomia”, V. RIESER, “El concepto de alie-nación en sociología”; D. VIDA, “Un caso de falso concepto”, en J. J. CASTILLO, (Edición). Paraacabar con la alienación, Madrid, Taller de Sociología, 1978, pp. 39 y ss., pp. 69 y ss., pp.183

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alienación del trabajador y los conflictos entre el capital y trabajo en cuantofuerzas productivas de la sociedad; pero que también se contrapone a lapercepción “social” de autores como A. Smith que, aun siendo favorablesen la dimensión económica al proceso en cuestión atendían también a lospeligros de una especialización creciente. Por lo demás, cualquier tipo desociedad ejerce siempre una fuerza conformadora sobre el individuo, por-que éste nace de la sociedad. Durkheim asume una visión optimista delproceso histórico, en el sentido de entender que éste avanza en la direc-ción de las formas «ideal-típicas» de solidaridad orgánica precisamentepropiciadas, en su opinión, por la progresión de la división del trabajosocial. Sin embargo, «el desarrollo de la división del trabajo social y laconsiguiente interdependencia de las funciones por sí misma no es capazde garantizar la generación de la «solidaridad orgánica». Durkheim, contodo, propone un «modelo organicista» para explicar la permanencia deltodo social en un proceso evolutivo y fue consciente de, a pesar de suoptimismo, de que el desarrollo de la solidaridad orgánica exigía de lapredisposición de una serie indispensable de «condiciones institucionalesy jurídicas» necesarias para su implantación. Por ello percibe, de nuevo,el desarrollo de la división del trabajo como factor de cohesión y de inte-gración del cuerpo social; factor que hace posible que el todo orgánico (lasociedad) asegure su propio funcionamiento con las adaptaciones y co-rrecciones dinámicas oportunas (esto es, las que sea preciso introducir encada momento histórico).

La sociología, en su opinión, estaba en condiciones de aportar unadoctrina moral, siempre que se despojara de la ilusión metafísica. De ahíla centralidad de los problemas morales en su producción científica39. Suobjeto es ciertamente totalizador; participa, pues, de una visión del objetode la sociología como fenómeno social total, lo que influiría en MarcelMauss (1873-1950) (su sobrino y discípulo) y en Georges Gurvitch40.

y ss. En una perspectiva general, también G. BENDESCHI, Alienación y fetichismo en el pen-samiento de Marx, Alberto Corazón Editor, Madrid, 1975; ROBERTS, P.CRAIG, M. A. STEPHENSON,Marx: cambio, alienación y crisis, Unión Editorial, Madrid, 1974.

39 Véase Lecciones de sociología (1912), “La determinación del hecho moral” (1906), y loscursos (todos ellos publicados póstumamente) sobre “Educación y sociedad” (1922), “La edu-cación moral” (1923), “La evolución pedagógica en Francia” (1938). Véase E. DURKHEIM,Historia de la educación y de las doctrinas pedagógicas. La evolución pedagógica en Francia,Introducción de Maurice Halbwachs, trad. María Luisa Delgado y Féliz Ortega, Ediciones de LaPiqueta, 1982; La educación moral, Edición y trad. Antonio Bolívar y José Taberner, Trotta,Madrid, 2002.

40 Véase G. GURVITCH, Vocation actuelle de la sociologie, PUF, Paris, 1963. Véase alrespecto J. L. MONEREO PÉREZ, Est.prel., “Pluralismo jurídico y Derecho Social: La sociología

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Las sociedades basadas en la solidaridad mecánica se caracterizanporque en ellas no tiene una gran relevancia las diferencias individuales,basándose su cohesión interna en la fuerza de la conciencia colectiva,muy marcada por la intensa participación de los individuos en la mismasacralidad41. Por otra parte, las sociedades basadas en la solidaridad or-gánica se caracterizan por una intensa división del trabajo (ésta es, en elfondo, su condición esencial), donde los hombres se sitúan en individualidadesdiferenciadas que desempeñan tareas concretas y realizan, al menospotencialmente, una “vocación” profesional. En este tipo de sociedad losindividuos están inmersos en un proceso de diferenciación, pero tambiénde alto grado de interdependencia que impone el consenso para su fun-cionamiento coherente42. En las sociedades de diferenciación orgánica existe

del Derecho de Gurvitch”, a la obra G. GURVITCH, Elementos de sociología jurídica, Ed.Comares,Granada, 2001; y La idea del Derecho Social. Noción y sistema del Derecho social Historiadoctrinal desde el siglo XVII hasta el fin del siglo XIX, Edición, traducción y Est. Prel., “La ideadel “Derecho Social” en la teoría general de los derechos: El pensamiento de Gurvitch”, deJ.L.Monereo Pérez y A.Márquez Prieto, Ed.Comares, Granada, 2005.

41 Véase J. MAZZARELLA, Los tipos sociales y el Derecho, trad. de Carlos G.Posada,Daniel Jorro Editor, Madrid, 1913. Interesa hacer notar que Durkheim veía en la religión un factorde unión entre los hombres, siendo un elemento de cohesión social especialmente incisivo,particularmente en comunidades relativamente homogéneas. No se olvide que para él unasociedad es un sistema de ideas compartidas respecto a las cuestiones del sentido de la viday de la moral. Véase su obra de madurez, E. DURKHEIM, Las formas elementales de la vidareligiosa, Edición, introducción y nota de Santiago González Noriega, Alianza, Madrid, 2003. Porotra parte, obsérvese que según Durkheim la religión es una realidad eminentemente social (hastael punto de que se pude considerar que es la conclusión general del libro antes citado). Lasrepresentaciones religiosas son representaciones colectivas que expresan realidades colectivas;los ritos son maneras de obrar que nacen solamente en el seno de grupos reunidos, y que estándestinados a suscitar, mantener o renovar ciertos estados mentales de esos grupos. Pero enese caso, si las categorías tienen un origen religioso, deben participar de la naturaleza comúna todos los hechos religiosos: deben ser, ellas también, realidades sociales, productos delpensamiento colectivo (Ibid., p. 38).

42 Constata que al mismo tiempo que se hace más autónomo depende el individuo másestrechamente de la sociedad, y piensa que lo que resuelve esta aparente antinomia es unatransformación de la solidaridad social, debida al desenvolvimiento cada vez más considerablede la división del trabajo. “Prefacio a la primera edición” de La división del trabajo social, op. cit.,pp. 45-46. Para él la división del trabajo va más allá del enfoque aportado por la cienciaeconómica: la división del trabajo no es exclusiva al mundo económico; se puede observar suinfluencia creciente en las regiones más diferentes de la sociedad. Las funciones políticas,administrativas, judiciales, se especializan cada vez más. Lo mismo ocurre con las funcionesartísticas y científicas... (Ibid., p. 48). Entiende, en esta dirección, que “el efecto más notable dela división del trabajo no es que aumente el rendimiento de las funciones divididas, sino que lashace más solidarias... Es posible que la utilidad económica de la división del trabajo influya algoen ese resultado, pero, en todo caso, sobrepasa infinitamente la esfera de intereses puramenteeconómicos, pues consiste en el establecimiento de un orden social y moral sui generis. Los

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una fuerte “cohesión social interna”, que es reflejo del carácter comple-mentario de las funciones y de un nuevo tipo de valores humanos queparte del respeto a la autonomía individual43. Su tendencia al individualis-

individuos están ligados unos a otros, y si no fuera por eso serían independientes; en lugar dedesenvolverse separadamente, conciertan sus esfuerzos, son solidarios, y de una solidaridadque no actúa solamente en los cortos instantes en que se cambian los servicios, sino que seextiende más allá”. Su conclusión es contundente –coincidiendo en esto con las ideas análogasde Comte y Schaeffle-: la división del trabajo es la fuente, si no única, al menos principal de lasolidaridad social. La división del trabajo produce solidaridad, contribuye a la integración generalde la sociedad, siendo un factor esencial de la cohesión social; asegura su cohesión y determinaen gran medida los rasgos esenciales de su constitución. La solidaridad social, las necesidadesde orden y armonía es un fenómeno completamente moral. El Derecho es organización de lasolidaridad. En él se encuentran reflejadas todas las variedades esenciales de la solidaridadsocial. El Derecho reproduce las formas principales de la solidaridad social. Por ello encuentraque la línea divisoria entre el derecho público y el derecho privado se desvanece. El Derechoasume una función social y los individuos, aunque a título diverso, son funcionarios de lasociedad. Para él hay dos clases de reglas jurídicas: las represivas (derecho penal) y lasrestitutorias (derecho civil, derecho mercantil, derecho procesal, derecho administrativo y cons-titucional). Estas últimas no implican necesariamente un sufrimiento del agente, sino que consistentan sólo en poner las cosas en su sitio, en el restablecimiento de relaciones perturbadas bajosu forma normal, bien volviendo por la fuerza el acto incriminado al tipo de que se había desviado,bien anulándolo, es decir, privándolo de todo valor social. Lo que pretende después es buscara qué clase de solidaridad social corresponde cada una de esas especies de reglas jurídicas(Ibid., pp. 71 y ss.). Todo ello pone de relieve la importancia estructural del Derecho en su sistemade pensamiento. En tal sentido entiende que el lazo de solidaridad social a que corresponde elderecho represivo es aquel cuya ruptura constituye el crimen (Ibid., p. 83). En cuanto a lanaturaleza misma de la sanción restitutiva se distingue por no ser expiatoria, el reducirse a unsimple volver las cosas a su estado. No se impone a quien ha violado el derecho o a quien loha desconocido, un sufrimiento proporcionado al perjuicio; se le condena, simplemente, a some-terse. El funcionamiento de ambos tipos de reglas es distinto: mientras el derecho represivo tiendea permanecer difuso en la sociedad, el derecho restitutorio se crea órganos cada vez másespeciales (tribunales especiales, consejos de hombres buenos, tribunales administrativos detoda especie...) (Ibid., pp. 131 y ss.). Por su parte, la relación de la división del trabajo con elderecho contractual no está menos acusada, porque el contrato es, por excelencia, la expresiónjurídica de la cooperación. Después de abundar en esa idea de expresividad del Derechorespecto de la división del trabajo, alcanza una conclusión esencial para su sistema: “lasrelaciones que regula el derecho cooperativo (en su conjunto) de sanciones restitutivas y lasolidaridad que exteriorizan, resultan de la división del trabajo social” (Ibid.., p. 149).

43 Para él la división del trabajo es condición de la solidaridad social. Pero si la división deltrabajo produce la solidaridad no es sólo porque haga de cada individuo un factor de permuta,como dicen los economistas (de cuyos análisis más unilaterales se separa), es que crea entrelos hombres todo un sistema de derechos y deberes que los liga unos a otros de una maneradurable. Cfr. La división del trabajo social, op. cit., p. 477. Respecto al triunfo político-jurídico delindividualismo (la personalidad individual) sobre la clase y sus premisas, véase S. LUKES, Elindividualismo (1973), eds.Península, Barcelona, 1975, y R. SENNETT, El declive del hombrepúblico (1977), eds. Península, Barcelona, 1978, espec., pp. 278 y ss. Reflexiones sobre la críticade la idea de trabajo y la problemática de la división del trabajo, en F. DÍEZ, Utilidad, deseo y

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mo extremado44 y a la fragmentación consiguiente del cuerpo social puedeser contrarrestada a través de los grupos profesionales constituidos eninstancias de integración del individuo en la sociedad. No se olvide quepara Durkheim «la evolución hacia la solidaridad orgánica era al mismo

virtud. La formación de la idea moderna del trabajo, Ed. Península, Barcelona, 2001, pp. 215 yss. Es significativa la apología de la división del trabajo en el libro de Smith, “La riqueza de lasnaciones”, aunque ya el propio Smith consideraba necesaria la intervención del Estado paragarantizar que la generalidad de los trabajadores, expuestos potencialmente a la alienación dela división del trabajo, puedan desarrollar su personalidad de modo suficiente como para quedara resguardo de las graves consecuencias que para ellos mismos, para la sociedad y el Estado,tendría la división del trabajo desasistida de una compensación externa. Las amenazas deldeterioro de la personalidad individual y social inducidas por la alienación del trabajo se sustancianen el grave deterioro del fuste moral del individuo (alienación del hombre moral de los sentimientosmorales) y en el de su condición de ciudadano trabajador, que, si es políticamente pasiva enla idea de Smith, no por eso puede el Estado desentenderse de las graves consecuencias quesu embrutecimiento mental puede acarrear a su propia estabilidad. La alienación que induce ladivisión del trabajo limita poderosamente la capacidad del trabajador para realizarse como sereconómico, social y moral, siendo así que la educación podría restablecer externamente lo queel trabajo desintegra (por su efecto deshumanizador) por su propio carácter intrínseco y nece-sario. En el caso de Rousseau, la división del trabajo (la alienación producida por el trabajodividido) cosifica al hombre entero y le incapacita radicalmente para realizar su personalidadpolítica, aspecto sustancial de su dimensión humana. Según Condorcet la instrucción pública seplantea como paliativo de los efectos corruptores de la división del trabajo (Ibid., p. 263 y ss.).Véase A. SMITH,: La riqueza de las naciones, 3 Tomos, Ediciones Folio, Barcelona, 1996(Revisión y adaptación al castellano moderno de la traducción del Licenciado José Alonso Ortiz,publicada en 1794 por la Redacción de “España Bancaria”); también la edición de A. SMITH,Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776), Ed. de CannanEdwin, México, 1984; J. J. ROUSSEAU, Discurso sobre la Economía Política, Madrid, 1985;CONDORCET (Marie Jean Antoine Nicolás de Caritat): Informe y proyecto de decreto sobreorganización general de la instrucción pública (1792), Madrid, 1990. Véase también, L. DUMONT,:Homo aequalis. Génesis y apogeo de la ideología económica, Taurus, Madrid, 1999.

Es evidente, con todo, que Durkheim –como el mismo declarara– utilizaba la expresióndivisión del trabajo social en un sentido distinto al empleado por la ciencia económica, aunquela misma ciencia económica evidenciaría los problemas morales que una división del trabajointensa plantearía sobre el desarrollo humano. Durkheim no parece cuestionar, en términos deprincipio, las condiciones de moralidad de la división del trabajo social en el marco de unaeconomía libre de mercado. Él encuentra un principio de moralidad intrínseca en la división deltrabajo social generadora en términos de normalidad de una solidaridad social nacida de lainterdependencia social. De ahí la visión de una dimensión antropológica del trabajo vinculada alas formas de solidaridad orgánica (que mantienen cohesionada e integrada a la sociedaddesarrollada) propiciadas por el avance de la división del trabajo social. Durkheim sólo apreciabalos problemas en los supuestos de división anormal o patológica del trabajo.

44 Comte había criticado severamente al individualismo extremo. Véase sus obras, Cate-cismo positivista, trad. de A.Zozoya, Madrid, 1886-1887; 2ª ed., 1898-1899; Discurso sobre elespíritu positivo, trad. de J.Marias, Buenos Aires, 1935 (la misma versión con Prólogo deJ.Marias, en Ediciones Altaya, 1995); Física social, Prólogo, traducción y notas de D. Negro,Aguilar, Madrid, 1981.

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tiempo una tendencia y un ideal moral». Son complejas causas sociales lasque han determinado una transición de ambos tipos de sociedad. Entreellas se encuentra el incremento de la densidad o volumen de la sociedad,esto es, de la densidad material y de la densidad moral (apreciada por laintensidad de los intercambios y de las comunicaciones).

Estrechamente vinculada a la problemática de la cohesión social seencuentra la noción de «anomia»45, que hace referencia a una situaciónsocial caracterizada por la dificultad o incapacidad de una sociedad deter-minada para «integrar» a aquellos individuos que se han separado de ladinámica imperante de la sociedad y del considerado comportamiento normal,por el debilitamiento de la conciencia colectiva. Lo cual puede obedecer ala ausencia o a la inadecuada reglamentación y regulación social. Esaconciencia colectiva “es el tipo psíquico de la sociedad” (“La división deltrabajo social”). Para Durkheim “el conjunto de creencias y sentimientoscomunes al promedio de los miembros de una misma sociedad forma undeterminado sistema que tiene vida propia; se le puede llamar «concienciacolectiva o común». Sin duda, no tiene por sustrato un órgano único; seencuentra por definición difusa en toda la extensión de la sociedad, perono por ello deja de tener caracteres específicos que la convierten en unarealidad distinta. En efecto, es independiente de las condiciones particula-res en que se encuentran situados los individuos: éstos pasan y ella per-manece. En definitiva, es «el tipo psíquico de la sociedad, pues refleja laespecificidad y el simbolismo compartido de una determinada sociedadrespecto a los individuos que la integran»46. Sólo en cierto modo se puedeafirmar que la conciencia colectiva pondría de manifiesto que la sociedaden su calidad de ciencia de los estados de conciencia colectiva constituyeuna ciencia de lo simbólico47. En las sociedades de solidaridad orgánica,existe una creciente interdependencia social, pero al mismo tiempo la ten-dencia hacia la diferenciación derivada de la división del trabajo socialtiene el efecto de una cierta disolución progresiva de la conciencia colec-tiva o común entre los miembros de la sociedad organizada. Ello comportauna transformación del vínculo social, en una sociedad más individualista.

45 Esta noción es introducida por Durkheim en el libro III de su obra La división del trabajosocial, op. cit., pp.415 y ss. El concepto aparece, con nuevos perfiles y matices, en otras obrasfundamentales de Durkheim como “El suicidio” y “Las formas elementales de la vida religiosa”.A la formulación de la idea de conciencia colectiva se anticipó Alfred Espinas (1844-1922).

46 Cfr. E. DURKHEIM, La división del trabajo social, trad. de Carlos G.Posada, Daniel JorroEditor, Madrid, 1928.

47 Véase al respecto, C. LÉVI-STRAUSS, Introduction à la sociologie et anthropologie deMarcel Mauss, PUF, París, 1969.

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El individuo no se separa de la sociedad, sino que se liga a ésta de formadistinta que antes, porque en la sociedad se percibe la pertenencia algrupo en forma diferente a como se concebía en el pasado48. En realidad,para él, la sociedad moderna se erige en un “dios” simbólico que es per-cibido por la opinión pública como culto a la razón, a la libertad y a lapatria o nación49.

En gran medida la situación o “estado de anomia” constituye una delas por él denominadas “formas anormales”, donde existe una división deltrabajo anómico. Durkheim no se interroga directamente sobre si la orga-nización capitalista del trabajo social es moral o no, sino más bien sobreel fundamento de la cohesión social en ella y los presupuestos tecnocientíficosde la división social del trabajo generadora de solidaridad orgánica50. Plan-tea la necesidad de una reforma social pero sin realizar transformacionesde tipo estructural al estilo de la propuesta de Marx (socialización de laeconomía e instauración de un Estado socialista)51. Propone una reformadel Estado y del Derecho (percibido éste como fenómeno moral, basado

48 Véase E. DURKHEIM, Sociologie et philosophie, PUF, Paris, 1963.49 Véase E. DURKHEIM, Las formas elementales de la vida religiosa, Edición, Introducción

y Notas de Santiago González Noriega, Alianza Editorial, Madrid, 2003.50 Esa idea durkheimiana de que la división del trabajo es generadora de solidaridad social

orgánica no deja de ser problemática. Cuestión distinta es la de pensar que bajo determinadascondiciones favorables la interdependencia social puede propiciar esa forma de solidaridadespecialmente intensa. Véase G. SCHMOLLER, Grundriss der Allgemeinen Volkswirtschaftslehre,2 vols., Duncker & Humblot, Leipzig, 1908, p.338.

51 En este sentido, Durkheim no sólo se opone a la visión de Marx, sino también a ladirección del socialismo jurídico representado por Antón Menger, el cual tenía una especialconfianza en la intervención estatal para resolver la situación crítica de la época, la cuestiónsocial, y defendió la instauración de un socialismo democrático, lo que denominó el “Estadodemocrático del trabajo”, aparte de postular una reforma en profundidad de las estructuraseconómicas de la sociedad. En una dirección próxima a la de Durkheim, se había defendido desdela sociología un programa de reforma social. Véase M. SALES Y FERRÉ, Problemas sociales,Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1911. También defiende, más allá de las distanciasentre ambos autores, una posición intermedia para resolver la cuestión social. En su estudiosobre la función del socialismo en la transformación actual de las naciones, apunta que este selimita a corregir los extravíos en que ha incurrido e incurre aún el individualismo (Ibid., p. 9 y301 y ss). Postula una nueva organización social en que se combinan el individualismo y elsocialismo en la proporción que demandan los dos ejes en torno de los cuales han girandosiempre las sociedades: la libertad del individuo y la solidaridad del conjunto (Ibid., p. 320). Setrata de devolver al hombre su dignidad, evitando que se le despoje de lo que propiamente loconstituye. Es preciso “hermanar la libertad del individuo con la solidaridad del socialismo, he aquíel problema de la sociología, y no más que la sociología puede resolver. Porque el problema noes solamente económico; es también familiar, artístico, científico, social”. Por ello “hay que educaral individuo; hay que reformar la organización social”: bienestar y grandeza moral (Ibid., pp. 323a 325). El diagnóstico y el “modo de ver” la cuestión social es ciertamente semejante en ambospensadores.

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en la solidaridad de hecho, esto es, en la sociabilidad52) conforme con lastendencias de la evolución social, en un sentido más intervencionista (re-forma social) y orgánico (básicamente, la corporativización de la sociedadpolítica, a través de la mediación de las corporaciones profesionales). Noobstante, defendió la realización de reformas en vista de una mejora de lajusticia social y defendió una conciliación entre los individuos (y sus dere-chos de ciudadanía) y clases sociales «dentro» de las sociedades capita-listas. Rechazó los métodos revolucionarios. Estimaba insuficiente elintervencionismo estatal53 y aboga por el aumento del papel de los grupossociales en el gobierno y autoadministración social54. Tiene una gran pre-ocupación por afrontar dinámicamente el problema hobbesiano del orden,interesándose por la naturaleza cambiante del orden55 y la recreación

52 No se olvide que para Durkheim el Derecho es la misma organización social en suaspecto más estable y duradero. De ahí la intrínseca conexión existente entre el Derecho y lasociedad. El Derecho es exteriorización formalizada de la solidaridad social, la cual se forjainternamente en la sociedad. Cfr. E. DURKHEIM, La división del trabajo social, trad. de CarlosG.Posada, Daniel Jorro Editor, Madrid, 1928. El Derecho deviene el símbolo de la cohesión yde la solidaridad, y en esta calidad está condenado a representar la totalidad social. Véase, alrespecto, R. MARRA, Il diritto in Durkheim. Sensibilità e riflessione nella produzione normativa,Edizioni Scientifiche Italiane, Napoli, 1986, p. 175.

53 Su planteamiento respecto al intervencionismo estatal está fuertemente condicionado porsu concepción del Estado. Para él toda la vida del Estado propiamente dicho transcurre no enacciones exteriores, en movimientos, sino en deliberaciones, es decir, representaciones. De estemodo, su función esencial consiste en pensar (órgano de pensamiento social) y no en ejecutar.Es el Estado (órgano de reflexión) la sede de una conciencia especial, restringida, pero más alta,más nítida, que tiene por sí misma un más vivo sentimiento, situándose lejos de los interesesparticulares por lo que no puede tener en cuenta las condiciones especiales, locales, etcétera,en que se encuentran los individuos y grupos de pertenencia. El Estado acaba siendo uninstrumento de la conciencia colectiva, manteniendo relaciones comunicativas con las distintasinstancias de la sociedad, con el cuerpo social. Se completa el círculo virtuoso cuando el nivelde comunicación lo es entre el Estado y el cuerpo social y entre éste y el Estado. Cfr. E.DURKHEIM, de sociología, cit., passim. Esta idea de relación comunicativa y de circularidadconstituye un avance y un punto de conexión con las teorías sistémicas. Ello se refleja implí-citamente, aunque también con referencias a Durkheim, en N LUHMANN, Sistemas sociales.Lineamientos para una Teoría General (1984), Alianza, México, 1991 (las referencia a Durkheimen p. 137-138, 168, 228, 265, 324, 330, 338), y explícitamente en J. HABERMAS, Teoría de laacción comunicativa, 2 vols., Taurus, Madrid, 1987, el cual reclama el paradigma durkheimianocomo base de una teoría de la integración social con el soporte de relaciones comunicativas.Por cierto, interesa puntualizar que la teoría sistémica (al menos la de Luhmann) no es enabsoluto refractaria al problema del poder, basta la lectura atenta de N. LUHMANN, Poder (1975),Anthropos, Barcelona, 1995, donde predomina, eso sí, una visión del poder como un medio decomunicación.

54 Véase E. DURKHEIM, “Une revisión de l’idée socialiste (1899)”, en E. DURKHEIM, Textes.3. Fonctions sociales et institutions, Les editions de Minuit, Paris, 1975, pp.163 a 172.

55 Esa preocupación esencial por la naturaleza cambiante del orden, frente a la visión másestática que negaría su preocupación por el cambio social (aunque en Durkheim no sólo existe

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permanente de las condiciones sociales y político-jurídicas que permitenadaptar el orden predispuesto a las cambiantes exigencias sociales. Paraél el problema social y el del tránsito a la modernidad -como procesoinconcluso- necesita ante todo de una crítica moral constructiva de lasociedad moderna y de la implantación subsiguiente de las bases de unanueva moral social solidaria (una nueva moral solidaria deducida de laconstrucción de una ciencia de la moral). No obstante, el orden y la inte-gración exige poner en práctica medidas activas de solidaridad social.

La división del trabajo, como todos los hechos sociales y, más gene-ralmente, como todos los “hechos biológicos” (nótese que Durkheim utilizael lenguaje biológico con carácter simplemente metafórico), presenta for-mas patológicas. Así, si, normalmente, la división del trabajo produce lasolidaridad social, ocurre, sin embargo, que los resultados son muy dife-rentes e incluso opuestos56. Arguye dos ejemplos muy significativos: Elprimero es el proporcionado por las crisis industriales o comerciales, conlas quiebras, que son otras tantas rupturas parciales de la solidaridadorgánica; son testimonio, en efecto, de que, en ciertas partes del organis-mo, ciertas funciones sociales no se ajustan unas a otras. El segundoejemplo toca más directamente la preocupación preferente de este estu-dio: El antagonismo entre el trabajo y el capital es una manifestación dedesviación. A medida que las funciones industriales se especializan, lejosde aumentar la solidaridad, la lucha se hace más viva. Pero ello no es unaconsecuencia necesaria de la división del trabajo, porque ésta no tieneque ser necesariamente una fuente de desintegración social, no parecefactible un regreso a la edad de la generalidad. Lo que es preciso esestablecer los ajustes y contrapesos necesarios para evitar las disfuncionescreadas por el proceso de individualización que propicia la creciente dife-renciación social57. Esa corrección exige una reglamentación, y lo que fal-taba en su época era, entre otras cosas, una reglamentación que permitiráregular la armonía de las funciones. Es lo cierto que cuanto más complejaes una organización, más se hace sentir la necesidad de una amplia re-glamentación. En esta línea de argumentación reflexiona, apunta que las

una “sociología del orden” sino también una “sociología del cambio” social), ha sido especialmentedestacada por A. GIDDENS, El capitalismo y la moderna teoría social, trad. de A. Boix, Ed.Labor,Barcelona, 1977; ID.: Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento socialclásico y contemporáneo, trad. por C.Salazar Carrasco, Paidós, Barcelona, 1997; ID.: Las nuevasreglas del método sociológico. Crítica positiva de las sociologías interpretativas, trad. S.Merener,Amorrortu, Buenos Aires, 1987.

56 La división del trabajo social, op. cit., pp. 415 y ss.57 La división del trabajo social, op. cit., pp. 416-417.

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relaciones del capital y del trabajo hasta ahora han permanecido en elmismo estado de indeterminación jurídica. El contrato de arrendamiento deservicios ocupa en nuestros códigos un espacio bien pequeño, sobre todocuando se piensa en la diversidad y en la complejidad de las relacionesque está llamado a regular. Por lo demás, no es necesario insistir en unalaguna que todos los pueblos actualmente reconocen y se esfuerzan enrellenar. La legislación industrial ha adquirido en nuestro Derecho un lugarmás importante. Ello prueba hasta qué punto la laguna era grave y nece-sitaba rellenarse. En todos estos casos, si la división del trabajo no pro-duce solidaridad, es que las relaciones de los órganos no se hallan regla-mentadas; es que se encuentran en un estado de «anomia»58. La anomia,constituye, como se ha dicho, un estado de desequilibrio social en el quela jerarquía de valores se desintegra y falta toda regulación. Éste es sudiagnóstico respecto a la situación de anomia que suponía la cuestiónsocial (y que era generadora de una situación donde se muestran impo-tentes las presiones sociales que inducen la propia disciplina de los indi-viduos), derivada de una división patológica del trabajo y, sobre todo, deuna falta o insuficiencia de regulación jurídica que sometiera a la moral lasrelaciones sociales. Él veía en esta anomia59 factores causantes resolublesy de carácter transitorio; encontraba la solución en una regeneración moral(incluida la moralización de la economía a través de un sistema de con-troles sociales y jurídicos, y vinculando más íntimamente la ética y laeconomía) y en la plena realización de la triada de ideales proclamada porla revolución francesa de 1789. Pensaba que un elemento explicativo dela cuestión social, de los conflictos de clases, residía en el carácter incom-pleto e inacabado de la transición entre las formas de solidaridad mecá-nica del pasado y las nuevas y emergentes formas de solidaridad orgánicacorrespondientes al nuevo orden a implantar. Había que corregir las ten-dencias indeseables y facilitar la evolución institucional hacia esas formasmás avanzadas de solidaridad social. Las medidas jurídicas e institucionaleseran necesarias para suprimir la división coactiva o forzosa del trabajo (odivisión anómica del trabajo) y neutralizar las tendencias más perniciosasdel individualismo, protegiendo a las personas contra los abusos de ladiferencia en la relación de fuerzas, garantizando sus derechos de ciuda-danía (lo que equivalía a «reproponer –bajo nuevas condiciones de liber-

58 La división del trabajo social, op. cit., pp. 431-432.59 Véase E. DURKHEIM, Textes. 2. religion, morale, anomia, Présentation de Victor Karady,

Les Éditions de Minuit, París, 1975, Cap. 2 (“Anomie et Sante Sociale”), pp. 171 y ss.

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tad y democracia– una dimensión estatutaria» en las relaciones socialesatenuante de la unilateralidad del elemento contractual) y promoviendo laimplantación de las corporaciones o agrupaciones profesionales dentro delámbito de influencia estatal, a las cuales se les atribuiría verdaderas fun-ciones de cohesión social y de relevancia pública. “La evolución hacia lasformas de solidaridad orgánica y el fomento de las corporaciones profesio-nales constituyen para Durkheim el principio organizador del nuevo ordensocial, más integrado y cohesionado”. Son las comunidades socioprofe-sionales donde se agrupan la masa de individuos alrededor de una mismaactividad funcional. Con el predominio de la solidaridad orgánica se tejeuna red de normas y pautas que ordenan las relaciones sociales y quepotencialmente permitirían la integración y la cohesión social, la disciplinade los mercados y la limitación de los egoísmos individuales. Los vínculossociales entre la sociedad compleja y el Estado (no fácilmente reconduciblesa fórmulas simplificadoras) encontrarían una instancia de intermediaciónen las corporaciones profesionales, las cuales facilitarían la integración ylos procesos de regulación social y jurídica. Ellas estarían llamadas acorregir y neutralizar los efectos disfuncionales de la organización de lasrelaciones sociales; actuarían como instituciones de reforma moral, apoya-das, no sin fricciones por su «percepción voluntarista de la función atribui-da al fenómeno corporativo», en las aportaciones de la sociología cientí-fica devenida en ciencia moral general por excelencia. Por tanto, como haadvertido Giddens, lo que Durkheim propugnaba no era la defensa delorden de cosas existente (o el restablecimiento de un orden que se esti-maba amenazado) en contra del cambio, sino que su objetivo consistía enla «realización» del cambio en el sentido de la modernidad60. En esa direc-

60 A. GIDDENS, Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento socialclásico y contemporáneo, trad. por C.Salazar Carrasco, Paidós, Barcelona, 1997, p. 107. Giddensconsidera, pues, incorrecto ver en Durkheim a un defensor de un punto de vista intelectualesencialmente conservador. En el mismo sentido se manifiesta Pierre Birnbaum, en “Prólogo” aE. DURKHEIM, El socialismo, Schapire, Buenos Aires, 1972, pp. 7 y ss. Durkheim no fue el“heredero espiritual” de Augusto Comte (con independencia que este fuera uno de sus maestrosintelectuales). No conducía su pensamiento tan sólo el problema del orden permanente, sinotambién el del cambio social (regeneración moral) que únicamente podía resolver la cuestiónsocial. Ha de tenerse en cuenta que en la época en que Durkheim comienza a interesarse porla “cuestión social”, es decir, desde los años en que es estudiante, la sociedad francesaexperimentaba un estado de crisis latente: instituciones republicas aún frágiles, son objetadas poralgunos, violentos conflictos sociales e ideológicos revelan un fuerte disenso. Las luchas socialesalcanzan así una gran intensidad y en 1886, en el mismo momento en que Durkheim significativamenteredacta su primer esbozo de La división del trabajo social, estallan las duras huelgas deDecazeville. Si Durkheim se esfuerza entonces por determinar los fundamentos de la solidaridadsocial, si desea reconciliar sociedad industrial y consenso, es porque la sociedad francesa se

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ción creía Dukheim que la pervivencia de cualquier sociedad moderna, dela convivencia pacifica en ella, depende de la cooperación y del consensoo acuerdo entre los individuos sobre los principios y valores compartidos61.Lo cual lleva a la construcción de una nueva moral cívica.

En la defensa de las corporaciones como «instancias de integración dela sociedad civil», Hegel había defendido una forma de corporación distintaa la del Antiguo Régimen. Su apuesta por las corporaciones económico-profesionales era distinta a la del sindicalismo moderno, puesto que pre-tendía unificar en la misma corporación tanto a los empresarios como a lostrabajadores. Él pretendía una “sociedad corporativa”, no sólo una socie-dad económica o del trabajo corporativo, ya que quería extender el prin-cipio corporativo en todas las instancias e instituciones de la sociedad62

encuentra amenazada en su estabilidad por estratificaciones sociales cada vez más profundas.Por fracturas sociales. En esta época de graves trastornos, Durkheim quiere dar a la sociologíaun estatuto científico que la aleje de toda metafísica y merced al cual ella pueda analizar lascondiciones del buen funcionamiento del cuerpo social.

61 Véase A. GIDDENS, Sociología, Alianza Universidad, Madrid, 1996, p. 744.62 Señala que en medio entre la “clase agrícola” y la “clase universal”, la “clase industrial”,

está dirigida esencialmente a lo particular y por eso le corresponde de un modo propio lacorporación. La corporación tiene un fin totalmente concreto y no tiene más extensión que laindustrial y el negocio e interés particular. Según esta determinación, la corporación tiene, bajoel control del poder público, el derecho de cuidar sus propios intereses, aceptar miembros segúnla cualidad objetiva de su habilidad y honradez en un número que se determine por la situacióngeneral y proporcionar cuidados a sus miembros ante circunstancias especiales y respecto dela formación para pertenecer a ella. Toma para ellos el lugar de una segunda familia, situaciónque resulta más indeterminada para la sociedad civil general, más alejada de los individuos y desus necesidades particulares. Pertenecen a un todo, que son por su parte unos miembros dela sociedad general, y se interesan y preocupan por los fines desinteresados de ese todo; tienensu honor en su clase. Si el individuo no es miembro de una corporación autorizada carece dehonor profesional y es reducido por su aislamiento al aspecto egoísta de la industria, en el quesu subsistencia y su goce no son permanentes. La corporación actúa unos mecanismos decooperación y de ayuda, donde la ayuda que recibe la pobreza pierde su carácter accidental ylo que hay en ella de injustamente humillante. Al mismo tiempo la riqueza, al cumplir sus deberescon la corporación, deja de provocar el orgullo de su poseedor y la envidia de los demás. Deeste modo la honestidad recibe su verdadera honra y reconocimiento. En la corporación seasegura y se las eleva al mismo al nivel de una actividad consciente para un fin común. Lascorporaciones guardan una estrecha relación con el Estado: después de la familia, la corporaciónconstituye la segunda raíz ética del Estado, hundida en la sociedad civil. La primera contiene enuna unidad sustancial los momentos de la particularidad subjetiva y la universalidad objetiva. Lasegunda une en cambio de un modo interior estos momentos que en un principio se habíanescindido en la sociedad civil en la particularidad reflejada sobre sí de las necesidades y gocesy en la universalidad jurídica abstracta; con esta unión el bienestar particular se realiza comoderecho. En cuanto limitada y finita, la finalidad de la corporación tiene su verdad en la finalidaduniversal en y por sí y en su absoluta realidad. La esfera de la sociedad civil pasa así al Estado.Véase su obra Principios de filosofía del Derecho, traducción y prólogo de Juan Luis Vermal,

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(instituciones académicas, Iglesias, organismos locales, etcétera). Estascorporaciones contribuirían a socializar y educar a los individuos, desarro-llando «solidaridades e identidades colectivas, y contrarrestando o neutra-lizando a las derivaciones más individualistas de la sociedad moderna».Las corporaciones contribuirían a la autointegración de la sociedad. Tra-taba de conseguir un nivel intermedio de poder pluralista entre el individuoy el Estado, como elemento de la sociedad civil que serviría de aglutinantepara neutralizar la tentación de la “absorción” de la sociedad civil por elEstado. Las corporaciones son para él “los pilares de la libertad pública”.En su opinión el agrupamiento profesional es necesario por ser fermentode solidaridad.

Su doctrina corporativa conectaba con la preocupación presente enautores como Montesquieu y Tocqueville63 que habían defendido el forta-lecimiento de la sociedad civil mediante la formación de agrupacionesparticulares de intereses (cuerpos intermedios pluralistas situados comoinstancias de mediación de la sociedad civil y la sociedad política). EnDurkheim esos cuerpos intermedios tendrían plena virtualidad funcionalpara resolver la cuestión social en el marco de un «modelo de sociedadorgánica». Con esta dirección funcionalista, recoge y se inserta en esatradición de búsqueda de la integración social a través del fomento de lasagrupaciones profesionales, como autoprotección de la sociedad civil fren-te a cualquier intervención autoritaria del Estado. Quizás Durkheim da unpaso más sobre lo andado por sus precedentes consistente en aceptar latoma de funciones y poderes públicos por las corporaciones o asociacio-nes profesionales (nuevo corporativismo de base profesional). Durkheimveía necesaria (elemento de cohesión social) e inevitable (funcionamientodel sistema social) la expansión de las formas corporativas de represen-tación y agregación de los intereses. El individuo no está aislado social-mente, pertenece a distintas comunidades, compartiendo una forma devida en común. En el seno de las corporaciones o agrupaciones profesio-

Edhasa, Barcelona, 1988, pp. 313 y ss. Hegel hace notar que la sociedad civil se articula ensus asociaciones, comunidades y corporaciones, por otra parte ya constituidas, las cualesadquieren de este modo una conexión política (Ibid., p. 393). Para la comprensión del pensa-miento de Hegel en una perspectiva de conjunto parece fundamental la obra de J. HYPPOLITE,Génesis y estructura la “fenomenología del espíritu” de Hegel (1946), trad. de Francisco FernándezBuey, Barcelona, ediciones península, 1974.

63 Tocqueville, en efecto, había defendido que la creación de los cuerpos intermedios (lasasociaciones) constituía uno de los medios para fortalecer la sociedad civil, dinamizando la vidacivil en el marco de la democracia liberal. Véase A TOCQUEVILLE, La democracia en América(1835), Prefacio, notas y bibliografía de J.P.Mayer e Introducción de E.González Pedrero, FCE,México, 1987.

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nales se genera la «moral profesional». Para él una moral es siempre obrade un grupo y sólo puede funcionar si este grupo la protege con su au-toridad. Está hecha de reglas que ordenan a los individuos, que los obligana actuar de tal o cual manera, que imponen límites a sus inclinaciones yles impiden ir más lejos. Y no hay más que una fuerza moral, y porconsiguiente común, que sea superior al individuo, y que legítimamentepueda hacer la ley: la fuerza colectiva. La moral profesional es necesariacomo elemento de cohesión y de disciplina social, porque cuando la socie-dad en su conjunto se desinteresa, es necesario que haya en la sociedadgrupos especiales en el seno de los cuales la moral se elabora, y quevelen para hacerla respetar. Estos grupos son y no pueden ser otra cosaque grupos formados por la reunión de individuos de una misma profesión,o grupos profesionales. Los órganos de la moral profesional son múltiples.Tales órganos disfrutan, en relación a los otros y al conjunto de la socie-dad, de una autonomía relativa porque, para las relaciones a la reglamen-tación de las cuales está ligado, son ellos sólo competentes. De estemodo, la moral profesional implica una verdadera descentralización de lavida moral64, por lo que se forman distintos núcleos de vida moral -aunquesolidarios-; y la diferenciación funcional corresponde a una especie depoliformismo moral. Por otra parte, no es posible que una función socialexista sin disciplina moral. Así, estaríamos ante apetitos individuales, queson naturalmente infinitos, insaciables y que si nada los rige, son incapa-ces de regirse por sí mismos65 (lo que llevaría a una lucha hobbesiana detodos contra todos). Piensa que toda actividad profesional debe contar conuna reglamentación moral especial sin que resulte una verdadera anar-quía. Para él el orden, la paz entre los hombres no puede resultarautomáticamente de causas materiales (modificando la ordenación de lavida económica), de un mecanismo ciego, por sabio que sea. Es una obrade ingeniería moral: a través de la acción moral desea implantar unasociedad entendida como “comunidad moral” y percibida así como unidadsimbólica y normativa integrada por un conjunto de instituciones y prácti-cas, que conforman a los individuos. La reglamentación introduce un prin-cipio de orden: el carácter amoral de la vida económica constituye unpeligro público66. La reglamentación corporativa es un elemento aglutinan-te: en la medida que el industrial, el comerciante, el obrero se aparten desu profesión, no habrá nada por encima de ellos que pueda contener su

64 Véase E. DURKHEIM, Lecciones de sociología, op. cit., p. 44.65 Véase Lecciones de sociología, op. cit., p. 47.66 Véase Lecciones de sociología, op. cit., p. 48.

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egoísmo, no estarán sometidos a ninguna disciplina moral y, en conse-cuencia se dispersarán de toda disciplina de este género. La solución alproblema social de la disgregación de la actividad profesional la encuentraen una regulación específica: “Importa por lo tanto desde el punto más altoque la vida económica se rija, se moralice para que terminen los conflictosque la turban, y que los individuos cesen de vivir en el seno de una vacíomoral, donde la moral individual incluso empieza a padecer de anemia. Elverdadero «remedio al mal» es dar, en el orden económico, a los gruposprofesionales, una consistencia que no tienen. La corporación no es hoyen día más que un conjunto de individuos sin lazos duraderos entre ellos;es necesario que se convierta, o vuelva a convertirse, en un grupo definidoy organizado67.

La expansión de la corporaciones profesionales se insertaba en unaidea más amplia de una «democracia funcional», que extendiese la lógicade la democracia en un ámbito en el que la compleja sociedad modernase ha convertido en supuestamente más relevante que el nivel territorial.Durkheim fue un decidido partidario de ello, y en esto coincidía –parcial-mente y desde la divergencia de posiciones ideológicas»– con el socialis-mo gremial y, en parte, con los austromarxistas (marxistas austriacos,partidarios del socialismo democrático, y donde estas formas de democra-cia funcional se insertaban en la propuesta de potenciación de un progra-ma general de democratización) y otros socialistas democráticos. La pro-puesta se concretaba en la creación de una cámara parlamentaria adicio-nal y complementaria a los cauces representativos a través del sistema departidos (democracia parlamentaria), representativa de las agrupaciones oasociaciones profesionales. Esta representación funcional (a través de losgrupos de intereses, definidos por intereses sociales y económicos com-partidos) sería un cauce complementario de mediación entre el individuoy el Estado68. Durkheim acariciaba la idea de un sufragio corporativo a

67 Lecciones de sociología, op. cit., p. 49.68 Está el hecho contemporáneo de una neocorporativización creciente de la sociedad

(formas de neocorporativismo negociado que tienen una particular presencia, al menos, en lospaíses integrantes de la Unión Europea). Una propuesta crítica respecto a la re-proposiciónactual de formas institucionales de necorporativismo democrático puede verse en N. BOBBIO,El futuro de la democracia (1984), editorial Planeta-De Agostini, Barcelona, 1994. Bobbio hablaal respecto “del desquite de los intereses”, de la representación de los intereses sobre larepresentación política, es el tipo de relación que se ha venido instaurando en la mayor partede los Estados democráticos europeos entre los grandes grupos de intereses contrapuestos(representantes, respectivamente, de los empresarios y de los trabajadores) y del Parlamento,una relación que ha dado lugar a un nuevo tipo de sistema social que ha sido llamado, con razóno sin ella, neocorporativo. Tal sistema se caracteriza por una relación triangular, en la queinterviene directamente el Gobierno, idealmente representante de los intereses generales.

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través de las corporaciones profesionales, como instancias superadorasde las estructuras sindicales (sindicalismo de clase). En este sentido lapropuesta de Durkheim se apartaba del socialismo fabiano y del socialismo“guildista”, los cuales apostaban por el reforzamiento y potenciación de lascorporaciones profesionales, pero lo hacían como «instancias complemen-tarias y no sustitutivas del sindicalismo y de la democracia representativaa través de la “forma partido”»69.

De este modo el corporativismo funcional se traduciría en formas derepresentación política a través de las estructuras profesionales, aunqueDurkheim no parece configurar estas “representaciones sociales” comouna alternativa sustitutiva de los mecanismos ordinarios de la democraciarepresentativa. Esta sería una forma de realizar los principios de la demo-cracia económica. El planteamiento de Durkheim era algo más pragmáticoy funcionalista, porque apoya su teoría de la representación funcional comoreflejo de autointegración de los miembros de la sociedad en aquellosámbitos donde pasan la mayor parte de sus vidas, y especialmente en lasestructuras económico-profesionales de encuadramiento. Las corporacio-nes profesionales reflejarían una mayor distribución característica del plu-ralismo, abriendo una mayor «democratización de la sociedad civil», y conello ampliando las bases de la integración y cohesión social comunicativas.La propuesta de formas corporativistas complementarias de estructurasrepresentativas fundamentadas territorialmente conecta, pues, con el pen-samiento socio-político de Durkheim y con los autores inscritos en el plu-ralismo democrático-social70, que propusieron la corporativización demo-crática en los niveles económicos (sin duda hubo siempre una interco-nexión entre la idea de representación funcional y las cuestiones vincula-das con la democracia económica e industrial) y en los cuerpos locales yfuncionales. Para Durkheim se favorecerían así las formas de solidaridadorgánica, basadas en el consenso: la generación de consenso entre indi-

69 Véase J. L. MONEREO PÉREZ, La democracia en crisis: H. J. Laski, Viejo Topo,Barcelona, 2004, y la bibliografía citada en la nota siguiente.

70 Véase G. D. H. COLE, Guil Socialism Restated, , New Brunswick, Transaction Books,Nueva Jersey, 1980; H. LASKI, Studies in the Problem of Sovereignty, Yale University Pres, NewHaven,1917; Authority in the Modern State, Yale University Press, New Have, 1919; The foundationo sovereignty and Other Essays, Harcourt Brace, Nueva York ,1921; y La Gramática de laPolítica. El Estado moderno, edición y estudio preliminar de J.L.Monereo Pérez, Editorial Comares,Granada, 2002; K. POLANYI, La libertà in una società complessa, Bollatti Boringhieri, Torino, 1987,Parte primera “democracia e socialismo”, pp. 3 a 61; J. E. S. HAYWARD, Solidarist syndacalism:Durkheim and Duguit, en Sociological Review, nº VIII (1960), pp. 13 a 36. Sobre el tema puedeconsultarse J. L. MONEREO PÉREZ, La democracia en crisis: H.J. Laski, Editorial Viejo Topo,Barcelona, 2004.

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viduos sobre la base de una solidaridad preexistente, por medio de ladiscusión y la deliberación entre individuos asociados. Durkheim, no seencuentra lejos de la idea de la «democracia asociativa y pluralista, perosin asumir la filosofía del socialismo»71. El proceso de diferenciación social,y la individualización consiguiente, encontrarían un ligamen a través de losgrupos funcionales. Es inevitable y necesario que cada actividad profesio-nal tenga “su” moral. Para que la moral profesional pueda establecerse enel orden económico, es preciso que el grupo profesional, que casi siemprefalta completamente en esta región de la vida social, se constituya o sereconstituya. Él sólo puede elaborar la reglamentación que es necesaria.Pero aquí chocamos con un prejuicio histórico. Este grupo profesionaltiene nombre en la historia: es la corporación que pasa por ser solidariade nuestro antiguo régimen político y, en consecuencia, por no podersobrevivirlo. Parecería que reclamar para la industrial y el comercio unaorganización corporativa fuera dar un paso hacia atrás y, en tesis general,tales regresiones son justamente consideradas como fenómenos morbo-sos. Por otra parte, fuera de ese prejuicio histórico, hay otro motivo queha contribuido a desacreditar el sistema corporativo: el alejamiento queinspira de manera general la idea de reglamentación económica. A pesarde todo, piensa que puede buscarse un nuevo modelo de corporación, unnuevo “régimen corporativo”, el cual parece indispensable, por razonesmorales y de orden social. Sólo él puede moralizar la vida económica72,haciendo posible una solución integradora a la cuestión social su tiempo.

Corresponde al Estado intervenir y controlar el desenvolvimiento de lavida económica en su calidad de “cerebro social”. Pero entiende que noexiste reforma más urgente que la moral73. En tal sentido, la reglamenta-

71 Para un estudio de la democracia asociativa, con especial centralidad en la tradicióncultural del socialismo democrático, véase P. HIRST, Dallo statalismo al pluralismo. Saggi sullademocrazia associativa, Bollatti Boringhieri, editore, Torino, 1999.

72 Lecciones de sociología, op. cit., pp. 52 a 64.73 No se olvide que para él lo que define al Estado es ser un grupo de funcionarios sui

generis, en el seno del cual se elaboran representaciones y voliciones que comprometen a lacolectividad, aunque no sean obra de la colectividad. No es exacto decir que el Estado encarnala conciencia colectiva, ya que ésta lo desborda por todos lados. En gran parte es difusa. ElEstado sólo es sede de una conciencia especial, restringida, pero más allá, más clara, que tienede sí misma un sentimiento más vivo. Por otra parte, el Estado no ejecuta nada, sus órganosdan órdenes para que se actúe. Cfr. Lecciones de sociología. Física de las Costumbres y delDerecho, trad de Estela Canto y Estudio Preliminar de J.L.Monereo Pérez, Editorial Comares,Granada, 2006, p. 82. El Estado es, rigurosamente hablando, el órgano mismo de pensamientosocial para dirigir la conducta colectiva. Cuanto más avaza en la historia más vemos multiplicarselas funciones del Estado, que se vuelven más importantes, y este desarrollo de las funcionesse hace sensible materialmente por el desarrollo paralelo del órgano. El “cerebro social” (expre-

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ción, la moralización, no pueden ser instituidas, ni por un sabio desde sugabinete, ni por un hombre de Estado: sólo pueden ser obra de los gruposinteresados. Es por esto que, como dichos grupos no existen actualmente,nada es más urgente que llamarlos a la existencia. Solo entonces las otrascuestiones podrán ser abordadas últimamente. Pero debe tratarse decorporaciones renovadas para que estén efectivamente en armonía conlas condiciones actuales de nuestra existencia colectiva. La nueva corpo-ración tendería a comprender a todos los individuos afectados; los em-pleados y los empresarios participarían en la corporación pudiendo desig-narse separadamente a sus representantes (colegios electorales indepen-dientes, teniendo en cuenta que sus intereses singulares sí estarían enmanifiesto antagonismo). Por otra parte, esta organización corporativa deberíaestar vinculada al órgano central, es decir, al Estado. De este modo, lalegislación profesional no podría entonces ser más que una aplicaciónparticular de la legislación general, del mismo modo que la moral profesio-nal no puede ser más que una forma especial de la moral común. Lasfunciones que puede asumir la corporación comprenderían desde el puntode vista legislativo los principios generales del contrato de trabajo, la re-tribución de los salarios, la salubridad industrial, todo lo que concierne altrabajo de los niños; de las mujeres, etc., deben ser diversificadas segúnlas industriales y el Estado es incapaz de esta diversificación. He aquí latarea legislativa indispensable. El de las cajas de jubilación, de previsión,

sión metafórica para aludir al Estado) ha crecido en el curso de la evolución. El Estado persiguetambién otros fines, tiene otro papel que cumplir además del de velar por el respeto de losderechos individuales. El Estado ha tenido funciones liberadoras del individuo (en particular haliberado al obrero y al patrón de la tiranía corporativa a la vieja usanza autoritaria). La carreraque se abre a la actividad moral del Estado es ilimitada. El Estado tiene tarea liberadora delindividuo. Lejos de ser tirano del individuo, es él quien rescata al individuo de la sociedad. ElEstado no está destinado a desplegar una actividad social: no se trata simplemente de multiplicarlos intercambios, sino de hacer que se efectúen de acuerdo a reglas más justas; no se tratade hacer que cada uno tenga a su disposición una buena alimentación, sino de que cada unosea tratado como se merece, quede liberado de toda dependencia injusta o humillante, que sevincule a los otros y al grupo sin perder su personalidad. Y el agente especialmente encargadode esta actividad es el Estado. En consecuencia, el Estado no está destinado a convertirse, comolo desean los economistas liberales, en simple espectador de la vida social en cuyo juego sólopuede intervenir negativamente; tampoco puede ser, como lo quieren los socialistas, un simpleengranaje en la máquina económica. Es, ante todo, el órgano por excelencia de la disciplina moral.Desempeña hoy en día ese papel al igual que antes, aunque la disciplina haya cambiado. Errorde los socialistas. Para Durkheim el Estado es un órgano distinto al resto de la sociedad.Resultado de una concentración que desprende de la masa colectiva a un grupo determinadode individuos cuyo pensamiento social está sometido a una elaboración de tipo particular (Ibid.,pp. 83 a 112).

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etc., no puede ser reservado sin peligro por las cajas del Estado, yasobrecargadas de funciones diversas y demasiado lejos de los individuos.Finalmente, los reglamentos de los conflictos de trabajo, que no puedenser absolutamente codificados en forma de ley, necesitan tribunales espe-ciales, que, para poder juzgar con toda independencia tienen derechos tanvariados como las formas de la industria. He aquí la tarea juiciosa que, apartir de hoy, podría darse a las corporaciones restauradas y renovadas74.

Dichas corporaciones profesionales estarían en condiciones de preve-nir y remediar los estados de «anomia». Este estado de anomia es impo-sible donde quiera que los órganos solidarios se hallan en contacto sufi-ciente y suficientemente prolongado. En efecto, estando contiguos adviértesecon facilidad, en cada circunstancia, la necesidad que unos tienes deotros, y poseen, por consecuencia, un sentimiento vivo y continuo de sumutua dependencia75. Si no se advierte esto, la solidaridad se resquebrajay la incoherencia y el desorden aparecen. La anomia, advirtió, es unasituación social que subyace a ciertas formas patológica de la división deltrabajo social (ésta suele ser un fenómeno normal y positivo, pero a vecespueden producirse formas patológicas) y a otros fenómenos de desvincu-lación social. Para él se caracteriza por la ausencia o la ruptura de normasde la convivencia socialmente aceptadas y obligatorias. Suele estar unidaa perturbaciones derivadas de crisis o de transformaciones rápidas, dondela sociedad queda temporalmente incapacitadas para cumplir su funciónde autoridad y fuerza moderadora o limitadora de las pasiones y de losintereses humanos desatados; una desviación, pues, determinante dedesmoralización y de falta de apego social (exclusión). Es un estado quepuede suponer una falta de orientación, una carencia práctica de reglaseficaces que se traduce en una relajación o neutralización de la presiónsocial. La anomia puede representar un estado de desorganización perso-nal, pero propiciado por la estructura social76. En la industria moderna esecontacto puede no producirse o ser insatisfactorio por un incorrecto meca-nismo de interdependencia social. La diferenciación de funciones no vaseguida de la cohesión sino que es fuente de conflictos. Para él, lo quehace desaparecer la contradicción es que, al revés de lo que se dice, la

74 Lecciones de sociología, op. cit., pp. 65 a 74.75 La división del trabajo social, op. cit., p. 433.76 La posición de Durkheim respecto de la anomia encuentra muchos puntos de confluencia

pero también de discrepancia con la mantenida por autores como Merton. Véase R. K. MERTON,Social theory and social structure, Glencoe, III., 1957. Un análisis comparativo y crítico de ambasposiciones, se realiza en A. SCHAFF, La alienación como fenómeno social, Crítica. GrupoGrijalbo, Barcelona, 1979, cap. III, pp. 188 y ss.

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división del trabajo no produce esas consecuencias en virtud de una ne-cesidad de su naturaleza, salvo en circunstancias excepcionales y anorma-les. Para que pueda desenvolverse sin tener sobre la conciencia humanauna influencia tan desastrosa, no es necesario atemperarla con su contra-ria; es preciso, y ello basta, que sea ella misma, que no venga nada defuera a desnaturalizarla, pues, normalmente, el juego de cada funciónespecial exige que el individuo no se encierre en ella estrechamente, sinoque se mantenga en relaciones constantes con las funciones vecinas,adquiera conciencia de sus necesidades, de los cambios que en la mismasobreviven, etc. La división del trabajo supone que el trabajador, lejos depermanecer inclinado sobre su tarea, «no pierda de vista sus colaborado-res, actúa sobre ellos y recibe su acción». Lo que hay que superar es elhombre masa, el hombre mecánico: “No es, pues, una máquina que repitelos movimientos cuya dirección no percibe, sino que sabe que van dirigi-dos a alguna parte, hacia un «fin», que percibe más o menos distintamente.Siente que sirve para algo. Para esto no es necesario que abarque vastasporciones del horizonte social; basta con que perciba lo suficiente paracomprender que sus acciones tienen un fin fuera de ellas mismas. Desdeentonces, por especial, por uniforme que pueda ser su actividad, es la deun ser inteligente, pues tiene un sentido y lo sabe. Los economistas nohubieran dejado en la sombra esa característica esencial de la «legislacióndel trabajo», y, por consecuencia, no la hubieran expuesto a ese reprocheinmerecido, si no la hubieran reducido a ser sólo un medio de aumentarel rendimiento de las fuerzas sociales, si hubieran visto que es, ante todo,«una fuente de solidaridad»77. Es necesario superar “la división coactivadel trabajo”78. Su punto de partida al respecto reside en afirmar que, sinembargo, no es suficiente que haya reglas, pues, a veces, son esas reglasmismas la causa del mal. Tal ocurre en las “guerras de clases”. Pero esteresultado no es, pues, una consecuencia necesaria de la división del tra-

77 La división del trabajo social, op. cit, p. 438. En estas reflexiones Durkheim realiza unacrítica implícita a las concepciones tayloristas como modelo específico de organización de ladivisión del trabajo (Nótese que Durkheim no critica en sí la división del trabajo, sino los modelosconcretos y sus derivaciones patológicas). El taylorismo representa un movimiento de racionalizaciónde la producción, precisamente basada en una neta separación entre los dirigentes (diseñadoresy organizadores) de la producción y los ejecutantes (los trabajadores manuales, trabajadoresespecializados en tareas repetitivas. En definitiva se basa en una división jerárquica del trabajo.Una exposición y crítica de esta concepción de la organización del trabajo puede encontrarseen B. CORIAT, El taller y el cronómetro. Ensayo sobre el taylorismo, el fordismo y la producciónen masa, Siglo XXI editores, Madrid, 1982, y un análisis comparativo de modelos, en R. BOYER,y M. FREYSSENET, Los modelos productivos, Editorial Fundamentos, Madrid, 2003.

78 A su estudio dedica el Cap.II, de La división del trabajo social, op. cit., pp. 439 y ss.

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bajo. No se produce sino en circunstancias muy particulares, a saber,cuando es efecto de una coacción exterior79. En tal caso la organizacióndel trabajo sólo se mantiene por la fuerza o su amenaza.

Planteó la cuestión social inicialmente como un problema de relacio-nes entre el individualismo y el socialismo80, expresada en la práctica enla tensión entre autonomía individual y solidaridad social. Su consideracióndel socialismo se sitúa en el cuadro social de las representaciones colec-tivas. La cuestión social aparece como la constatación de un déficit de larealidad social para la realización del ideal republicano de Durkheim; iden-tificado con la Tercera República81; identificado con sus ideales fundamen-tales y al servicio de la cual llevó a cabo la invención e indagación estra-tégica de la solidaridad social como elemento de integración y cohesiónsocial contrapuesto a las tendencias disolventes como el individualismoexcesivo –critica de los excesos del individualismo liberal, del individualis-mo utilitarista– y el socialismo revolucionario preconizador y defensor dela lucha de clases. No cabe duda de que Durkheim estaba espiritualmentecomprometido con la consolidación moral de la Tercera República. En estesentido el pensamiento de Durkheim está profundamente «situado y fecha-do», de manera que sus obras deben ser interpretadas en su historicidad,y sin desatender su lectura interna. Pensaba, en su tiempo, que la cues-

79 La división del trabajo social, op. cit., pp. 439 y ss.80 Véase E. DURKHEIM, El socialismo, Edición preparada por Ramón Ramos Torre, Editora

Nacional, Madrid, 1982. Debe señalarse que Marcel Maus, su brillante discípulo, destaca respectode Durkheim que desde sus años en la Escuela Normal, por vocación, y en un medio animadode voluntad política y moral, de acuerdo con Jaurès y con su otro camarada Hommay (muertoen 1886), se consagró al estudio de la cuestión social. La planteaba entonces de manerabastante abstracta y filosófica, bajo el título: Relaciones del individualismo y el socialismo. En1883, había llegado a una mayor precisión: ahora el objeto de su estudio eran las relaciones delindividuo y la sociedad. Por entonces llega, por un análisis progresivo de su pensamiento y delos hechos, entre el primer plan de su División del trabajo social (1884) y su primera redacción(1886), a hacer conciencia de que la solución del problema pertenecía a una ciencia nueva: lasociología. Ésta, en aquel momento, no estaba muy en boga, sobre todo en Francia donde losexcesos de los últimos comtianos la habían ridiculizado. Pues Comte, Spencer y aun Espinas,e incluso los alemanes Schaeffle yWundt no produjeron sino esencialmente filosofía. Durkheimacometió esa tarea: darle un método y un cuerpo. Pero a partir de 1896, Durkheim emprendióEl Año sociológico, volvió a la ciencia pura; la Historia del socialismo quedó inconclusa. Siemprelamentó no haberla continuado y no poder retomarla. Cfr. M. MAUSS, “Introducción” a E.DURKHEIM, El socialismo, Schapire, Buenos Aires, 1972 (Esta edición contiene sólo el primerlibro de “El socialismo”, es decir, lo que podría denominarse parte general), pp. 35 a 40.

81 Véase M. MAGGI, La formazione dell’ egemonia in Francia. L’ ideología sociale della TerzaRepubblica tra Sorel e Durkheim, Di Donato, Bari, 1977, passim. Más sobre el papel de G. Sorelen el contexto histórico, y en posición de contraste objetivo con la actitud de Durkheim, G. enGORIELY, Le pluralisme dramitique de G. Sorel, M. Rivière, Paris, 1962.

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tión social constituía una patología superable a través de reformas socia-les moralizadoras, conforme a su criterio, no existía un conflicto estructurale insuperable (irreconciliable) entre trabajadores y empresarios. Participa-ba de la “ilusión reformista”, bastante extendida en su época (presente, enrealidad, en la opinión de mucha gente), conforme a la cual el progresomoral (no el simplemente tecnológico) conduciría al tiempo a resolver losconflictos de clase o al menos a favorecer la instauración de mecanismosinstitucionales de solución pacífica de los problemas en el proceso detransición hacia el sistema de solidaridad orgánica. Por ello veía el reme-dio en la agregación de los individuos a través de las corporaciones pro-fesionales, que unirían a los sujetos implicados diluyendo las diferenciasde intereses y de valores; generando, pues, una moralidad común integradora(solidaridades basadas en las estructuras profesionales). Esta reforma socialcorporativo-profesional haría posible una superación por vía pacífica (mo-ral y jurídica) del problema social, mejorando cualitativamente el funciona-miento de la sociedad. Pero sufrió un cierto desengaño ante el recrudeci-miento de los conflictos vinculados a la cuestión social (luchas de clases,no neutralizadas sino propiciadas por una división del trabajo basada enun orden de regulación autónomo) y a la guerra (primera guerra mundial).La visión optimista de Durkheim de una evolución humanizadora (en granmedida corporeizada en la evolutiva progresiva –«como proceso objeti-vo»– existente entre la solidaridad mecánica y la solidaridad orgánica) sehizo añicos ante un mundo desbocado e inseguro. La sociedad modernade su tiempo se caracterizaba por una insolidaridad y fractura social ypolítica en creciente aumento: una falta de sintonía entre un orden jurídi-co-político fundado en la garantía de los derechos de libertad y un ordeneconómico limitativo de los mismos que se basaba en la pretensión delliberalismo económico de regulación autónoma y de reconocimiento exclu-sivo de formas de libertad negativas frente al poder público82. Durkheimpropuso la instauración de nuevas mediaciones sociales (corporaciones yasociaciones profesionales en el marco de una concepción corporativistade la democracia que presuponía un reforzamiento del papel activo de lasociedad civil organizada; “vertebrada”) y nuevas formas de moralidad,tanto sobre la base de las agregaciones profesionales como a través deuna profunda reforma del sistema educativo en un sentido republicano,laico y solidario. Conjugando esos dos procesos de reforma creía podercontrarrestar la insuficiencia de los mecanismos de cohesión y sustentodel vínculo social.

82 Véase J. L. MONEREO PÉREZ, Derechos sociales de la ciudadanía y ordenamientolaboral, CES, Madrid, 1996.

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Entendía que el Estado democrático exigía una unidad moral de lanación sobre bases laicas. Era presentar el problema de las relacionesentre el liberalismo y el socialismo en relación con la exigencia de cohe-sión social, y, por consiguiente, interpretar la cuestión social de su tiempoen términos de cuestión moral. Y en este plano realzaría la necesidad degarantizar un consenso moral para conseguir la cohesión y la paz social.Como problema moral (derivado del desarrollo insuficiente de una nuevamoral laica correspondiente a la solidaridad orgánica), la cuestión socialexigía una solución de naturaleza eminentemente moral. Él pensaba quela sociología, como ciencia de lo social, podría aportar criterios objetivablespara encontrar soluciones intermedias entre el liberalismo individualista(propio del capitalismo salvaje y egoísta) y la solución postulada por elsocialismo revolucionario83 (la revolución social)84. Pensaba, aceptando las

83 Durkheim rechaza el socialismo revolucionario, pero participa de algunos postuladosafirmados por las doctrinas socialistas. Véase su recensión, “La concepción materialista de lahistoria (1897)”, a la obra de A. LABRIOLA, Ensayos sobre la concepción materialista de lahistoria, Giard y Brière, 1897, en E. DURKHEIM, Las reglas del método sociológico, op. cit., pp.224 y ss. Antonio Labrilla (Cassino 1843- 1904, Roma) fue el introductor del marxismo en Italiay como tal ejerció una profunda influencia en la vida intelectual de su patria. Realizó la primeratraducción italiana del Manifiesto comunista de Marx y Engels. De esta obra existe traducciónal castellano: A. LABRIOLA, La concepción materialista de la historia, Instituto del Libro-Edicionesde Ciencias Sociales, La Habana, 1970. A la posición crítica a su socialismo revolucionario seunen ciertos puntos de proximidad: “Estimamos que es fecunda la idea de que la vida social debeexplicarse no por la concepción que de la misma se hacen quienes toman parte en ella, sino porcausas profundas que se substraen a la conciencia; y pensamos también que esas causasdeben ser buscadas principalmente en la forma en que están agrupados los individuos asociados.Incluso –nos parece- es con esta condición, y sólo con esta condición como la historia puedellegar a ser una ciencia y, por consiguiente, cómo puede existir la sociología” (Ibid., p. 229).Especialmente es crítico con el carácter determinante del factor económico en la evolución social.En tal sentido afirma que “Del mismo modo que nos parece que es cierto que las causas de losfenómenos sociales deben ser buscadas fuera de las representaciones individuales, nos parecefalso que se reduzcan en última instancia al estado de la técnica industrial y que el factoreconómico sea el motor del progreso” (Ibid., p. 231). Pero su crítica es más amplia y se dirigedirectamente con el marxismo, pues piensa que “no sólo no está probada la hipótesis marxista,sino que es contraria a hechos que parecen establecidos. Sociólogos e historiadores tienden cadavez más a coincidir en esta afirmación común de que la religión es el más primitivo de todoslos fenómenos sociales. Es de ella de donde han salido por transformaciones sucesivas todaslas demás manifestaciones de la actividad colectiva: derecho, moral, arte, ciencia, formaspolíticas, etc. En el comienzo todo es religioso. Ahora bien, no conocemos ningún medio parareducir la religión a la economía, ni ningún intento de llevar a cabo realmente esta reducción”(Ibid., p. 232).

84 Entre nosotros, el punto de vista constructivo orientado hacia la acción y la reforma socialfue mantenido nítidamente (y lo que es más importante practicado) por A. POSADA, Principiosde sociología, 2ª edición revisada y aumentada (la 1ª edición, Daniel Jorro, Madrid, 1908), dostomos, Daniel Jorro Editor, Madrid, 1929. Puede consultarse al respecto, J. L. MONEREO

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tesis positivistas, que el orden social tan sólo podrá mantenerse si seencuentra fundado en la naturaleza de las cosas, siendo así que la funciónde la ciencia (ciencia positiva) sería obtener un conocimiento objetivo delos fenómenos sociales. Se trata de instaurar la sociología como cienciaobjetiva. Esta ciencia positiva estaría capacitada para buscar la verdad enlo concerniente a las leyes y hechos de la vida social, y en esta calidadpodría orientar la conducta política. Es en relación a ello como se puede

PÉREZ, La reforma social en España: Adolfo Posada, MTAS, Madrid, 2003. Señala Posada quela preocupación del interés práctico es un estímulo necesario de la investigación científica;semejante preocupación es lo que mejor justifica las aplicaciones de la reflexión sobre la realidadpara conocerla e interpretarla, y, por fin, para convertirla en motivo de acción y en luz para laacción la interpretación obtenida (Ibid., t.I, pp.139-140). Entiende que la concepción de “lo social”al modo de una realidad viva diferenciada, considerando el hecho social como expresión deter-minable de un orden de la realidad, un orden persistente, lo que da a la investigación sociológicaun sentido (Ibid., t.II, p. 12). Para él existe una conexión histórica y funcional entre la “reformasocial” y la “sociología” (Ibid, t. II, pp. 32 y ss.). Por lo demás, Posada realza que la contribuciónde Durkheim es la definición específica de lo social, mediante el esfuerzo de “objetivar” elfenómeno social, distinguiéndolo de otros fenómenos. Y recuerda el principio fundamental deDurkheim –base de su método– de que los hechos sociales deben ser tratados como cosas.(Ibid., t.I, pp. 173-174). Para él, Durkheim es quien concibe de una manera más precisa la ideade desenvolvimiento social en sus rasgos esenciales (Ibid., t. II, p. 3, nota 2). Coincide conDurkheim en el sentido de que lo social entraña un proceso social, es, en rigor, proceso unproceso empujado por las fuerzas que actúan y se expresan en lo social como una realidad quese hace a través de lo que se deshace (Ibid., t. II, p. 99). Realza que Durkheim parece dominadopor la preocupación “realista”, de un “realismo empírico” (Ibid., II, p. 101). Relaciona lo sociológicoy el advenimiento del realismo social (Ibid., II, pp.181 y ss.), destacando la complejidad de losocial (Ibid., II, pp. 184-185). Desde el punto de vista técnico, la posición de Durkheim puedeser calificada de realismo social, atribuyendo realidad social definitiva al grupo más que alindividuo. Pero, ante todo, destaca la vinculación operativa entre la sociología y la acción social(el arte social), esto es el aspecto práctico de l oscila en la Sociología (Ibid., II, pp. 266 y ss.),y la “función del sociólogo de acción”, como “reformador social” (Ibid., II, pp. 282 y ss.). Esteaspecto le conduce a estudiar la “Política social”, la “política de acción social”, la “acción socialdel Estado”, con superación de la ideología liberal individualista, con la consiguiente redefiniciónde los fines del Estado (Ibid., II, pp. 283 y ss., y 289 y ss.), que operan desde la “objetivaciónde lo social” (Ibid., II, pp.301 y ss.). Para una defensa del realismo en la construcción de larealidad social, véase el libro de J. R. SEARLE, La construcción de la realidad social, traduccióny prólogo de Antoni Domènech, Barcelona, 1997. En él se realiza una defensa del realismo, estoes, la idea de que hay un mundo real independiente de nuestro pensamiento y de nuestrodiscurso. Define el realismo como el punto de vista según el cual el mundo existe independien-temente de nuestras representaciones del mismo. En definitiva, realismo es la concepción segúnla cual las cosas tienen una manera de ser que es lógicamente independiente de todas lasrepresentaciones humanas. El realismo no dice cómo son las cosas, sino sólo que tienen unamanera de ser (véase Ibid., cap.7, pp.158 y ss.).

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decir que para nuestro autor la cuestión social es un problema de cohesiónsocial y de lo que se trata es de establecer los cauces para evitar sudeterioro o, en situaciones críticas, de impedir su disolución. Éste sería uncometido práctico de la sociología científica y este objetivo de la sociologíale llevó a otorgar una especial centralidad a la “cuestión social” de sutiempo. Sus primeras obras (“La división del trabajo social”, “El suicidio”,“El socialismo”, principalmente) tuvieron su centro de interés esencial enla problemática de la cuestión social, que era en su opinión una cuestiónmás compleja que una cuestión económica o de luchas de clases centradaen la estructura económica de la sociedad. La cuestión social reflejaría unproceso de desintegración o disolución social que era interpretado comouna ruptura de la solidaridad social. El individualismo liberal –y su fuertetendencia a degenerar en egoísmo– había conducido a esa descomposi-ción generando una «amenaza al orden social y su pacífica direcciónevolutiva». Para Durkheim precisamente la sociología podía afrontar lacuestión social aportando las bases de una moral laica, y una base obje-tiva para la intervención en el ámbito social, en una línea propia de “inge-niería social”85 pensada para la racionalización de lo social, el manteni-miento y la reproducción de las condiciones que permitan la conservacióndel organismo social86. No se olvide que para él la sociología nació vincu-lada al fracaso durante la Revolución Francesa de los intentos de organi-

85 De jurista ingeniero hablaría R. POUND, Las grandes tendencias del pensamiento jurídico,Editorial Comares, Granada, 2001. Puede consultarse al respecto J. L. MONEREO PÉREZ, “La“jurisprudencia sociológica” de Roscoe Pound: La teoría del Derecho como ingeniería social”,Est.preliminar a la obra de R. POUND, La evolución de la libertad. El desarrollo de las garantíasconstitucionales de la libertad, Ed.Comares, Granada, 2003. Partiendo de presupuestos distintosse ha entendido que la cuestión social “no es un problema puramente económico, ni puramentepolítico, sino la dialéctica entre la economía y la política”. J. FREUND, “Les trois types d’économie”. Sobre la concepción de lo social en J.Freund, consúltese J. MOLINA, Conflicto,gobierno y economía. Cuatro ensayos sobre Julien Freund, Editorial Struhart, Argentina, 2004,espec., pp. 119 y ss.

86 Siendo esa preocupación por el orden sustancialmente cierta, tampoco cabe ignorar supreocupación por el progreso y la recreación de la sociedad. La lectura de su pensamiento porparte del funcionalismo de Parsons parece acentuar en exceso la vertiente más conservadorade su pensamiento. Véase T. PARSONS, La estructura de la acción social, 2 vols., trad. J.J.Caballero y J.Castillo Castillo, Labor, Barcelona, 1968. Un planteamiento totalmente contrapuestopuede hallarse en dos autores particularmente significativos en el campo de la sociología críticacomo A. GIDDENS, Política, sociología y teoría social. Reflexiones sobre el pensamiento socialclásico y contemporáneo, Paidós, Barcelona, 1997, pp. 91 y ss., y 131 y ss., y J. HABERMAS,Teoría de la acción comunicativa, Taurus, Madrid, 1987. Por otra parte, aunque la “lectura” deParsons es a menudo muy sesgada, tampoco se puede dejar de reconocer que el elementofuncionalista está muy presente en las construcciones de Durkheim.

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zar la sociedad conforme al ideal de la razón del Siglo de las Luces.Piensa que frente al problema social, la única actitud que la ciencia puedemantener es la de la reserva y la circunspección, evitando realizar unenjuiciamiento apriorístico (e “ideológico”) de los hechos87. Sólo así esposible que se pueda realizar un análisis objetivo y, sobre esta base,proponer los remedios adecuados para la solución de la cuestión socialplanteada. En esa pretensión de aportar una solución científica a la cues-tión social se sitúa un “programa” de trabajo al que da inicio su obra “Ladivisión del trabajo social” (1893) y continúa en “El Suicidio” (1897) y enlas “Lecciones de sociología” (impartidas en Burdeos entre los años 1890y 1900, y repetida después en la Soborna, en 1904, 1912 y tan sólo unosmeses antes de su muerte88).

La “anomia”, como se ha dicho, puede ser consecuencia de la ausen-cia o falta de normas (la regla de conducta es una manera de actuarobligatoria, como lo expresó en su libro “La división del trabajo social”) ytambién de autoridad moral. Supone una desorganización materia y moral,vinculada a las transformaciones rápidas e intensas que se venían produ-ciendo en el proceso de modernización e industrialización desde el últimotercio del siglo XIX. Ello produce una disociación en el proceso de evolu-ción social entre el desarrollo material y la conformación del marco insti-tucional y jurídico, lo cual determinaría la no producción de la solidaridadsocial que la sociedad y los individuos necesitan. La cuestión social obrera(conflicto del capital y del trabajo en el cuadro del proceso de especializa-ción) sería un exponente de ese desajuste. Ante las transformaciones quehan experimentado las sociedades modernas no se ha producido unareorganización de las estructuras institucionales, de forma capaz de satis-facer la necesidad de justicia social que se ha despertado en la conciencia

87 Véase El socialismo, op. cit. Entiende, por lo demás, que la formación de un ideal noconstituye un hecho irreductible y que escapa a la ciencia, sino que depende de condiciones queestán al alcance de la observación: es un producto natural de la vida social. Para que la sociedadpueda tomar conciencia de sí y mantener esa conciencia en el necesario grado de intensidad,tiene que reunirse y concentrarse. Una sociedad no puede crearse ni recrearse sin crear, almismo tiempo, el ideal. Piensa que una sociedad no está compuesta simplemente por la masade los individuos que la componen, ni por el territorio que esos individuos ocupan, ni por las cosasde las que se sirven o los movimientos que realizan, sino principalmente por la idea que tienede sí misma. La religión es el producto de causas sociales. Cfr. E. DURKHEIM, Las formaselementales de la vida religiosa, Edición, introducción y nota de Santiago González Noriega,Alianza, Madrid, 2003, pp. 635-637.

88 Véase N. KUBALI, “Avant-Propos” a la obra de E. DURKHEIM, Leçons de Sociologie,PUF, Paris, 1950, p. I.

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de los individuos. Para restablecer el vínculo que unía a los individuos esnecesario actuar sobre el todo social a nivel de representaciones colecti-vas, propiciando la instauración de una nueva moral colectiva aglutinante.Por tanto, las reformas económicas no son suficientes para reconstruir unamejor y más justa organización social: no serían capaces por sí solas paralimitar las exigencias sociales, calmar las pasiones y estabilizar a la socie-dad. En el funcionamiento del cuerpo social tienen un papel fundamentallos valores morales y colectivos, más allá de la relevancia de las reformaseconómicas. Es precisa la intervención de fuerzas morales capaces deinstituir, de hacer aceptar y de mantener la disciplina social necesaria: espreciso resolver el problema básico del estado deficitario de la moralidad.El cese de la situación de anomia exige encontrar el modo de que losórganos e instituciones sociales se relacionen armónicamente y de quecesen los movimientos discordantes que los hacen entrar en colisión. Estohace necesario introducir en sus relaciones más justicia, a fin de que seatenúen esas desigualdades exteriores que originan el mal, el malestarsocial (“La división del trabajo social”).

Durkheim “encontraba en la idea de solidaridad un fundamento parala reforma social” a través del intervencionismo estatal y, sobre todo, me-diante la expansión de las agrupaciones sociales, realidades asociativas.El Estado debe intervenir garantizando derechos sociales y reglamentandola economía, pero debe respetar un espacio de autorregulación jurídico-colectiva (a través de las “corporaciones”) en el seno de la sociedad civil.Entre estas organizaciones profesionales y el Estado, no obstante, ha deexistir un necesario proceso de comunicación permanente. El enlace al-canza a postular un sistema electoral en dos etapas o niveles, con dosformas de representación (política y social, esto es, representación funcio-nal o de intereses), en cuyo marco los grupos profesionales estarían lla-mados a asumir un protagonismo importante al ser las unidades electora-les intermedias. En “La división del trabajo social” había observado queuna nación no puede mantenerse más que si entre el Estado y los parti-culares se intercala toda una serie de grupos secundarios que estén lobastante cerca de los individuos como para atraerlos fuertemente a suesfera de acción y arrastrarlos así al torrente general de la vida social. Losgrupos profesionales son especialmente aptos para cumplir ese importantepapel89. A su vez la acción estatal es indispensable para evitar que losgrupos secundarios ejerzan una influencia opresiva sobre las personasindividuales. De este modo la acción estatal y la acción de los grupos

89 Véase E. DURKHEIM, Textes.3. fonctions sociales et institutions, Présentation de VictorKarady, Les Éditions de Minuit, París, 1975, pp.172 y ss, 217 y ss.

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secundarios «formaría parte (y tejerían) un sistema de límites recíprocos».Autores como Louis Marion y el mismo Durkheim habían otorgado digni-dad y carta de naturaleza a la solidaridad, la cual estaría llamada a ser elconcepto central de la filosofía del Estado de la Tercera República, con laaportación de la construcción del “solidarismo” a través de León Bourgeois,de ideología radical y en gran medida socialista90. Bourgeois actúa, demodo decisivo, la transición de la “idea de solidaridad” al “solidarismosocio-jurídico” como tendencia de pensamiento de crítica social. A partir deestos fundamentos doctrinales la República pretendería dotarse de unareformulada filosofía social y jurídica al servicio del nuevo orden social enconstrucción permanente y como modelo intermedio entre los dos grandessistemas de pensamiento rivales que eran en la época en cuestión elliberalismo individualista y el socialismo marxista91. “La solidaridad aporta-ba el fundamento de la intervención, pero también los límites de dichaintervención”, los cuales no deberían sobrepasar las esferas de autonomíay de libertad de los individuos y del respeto a las reglas de la división deltrabajo social y la esfera de los intercambios económicos. Debe corregir,eso sí, las formas anómalas o patológicas de la división del trabajo y losdesequilibrios en el mercado y, en general, los existentes en las relacionescontractuales92. Por lo demás, la solidaridad exige del reconocimiento delos derechos del individuo pero también impone de suyo sus deberesrespecto a la sociedad. El ideario del solidarismo (que pretende realizaruna forma controlada de justicia social a través de la idea de solidaridadsocial) estaría llamado a llevar a cabo reformas pacíficas y a reducir la

90 L. BOURGEOIS, La solidarité, París, Colin, 1896, y las obras escritas en colaboracióncon sus discípulos, L. BOURGEOIS, CH. GIDE, H. MONOD, G. PAULET, y P. BROUARDEL,Applications sociales de la solidarité (Leçons à l’ École des hautes études sociales), París, 1904;Essai d’ une philosophie de la solidarité, Alcan, Paris, 1902. De hecho era miembro del partidoradical-socialista. Bourgeois es el inventor del solidarismo como corriente de pensamiento. VéaseC. BOUGLÉ, Le solidarisme, Giard & Briére, Paris, 1907 (2ª ed., 1924), el cual destaca,significativamente, que el solidarismo supuso para la Tercera República francesa una forma defilosofía oficial (Ibid., p. 1). No se olvide que Bouglé fue discípulo directo de Durkheim. Respectoa la solidaridad social como filosofía inspiradora de la legislación social, véase C. R. HENDERSON,“Social Solidarity in France”, en A.J.S., XI (1905), pp. 168 a 182.

91 Véase J. C. FILLOUX, Durkheim et le socialisme, Droz, Genève, 1977.92 El mismo Durkheim –que, se insiste, no puede adscribirse a la corriente del solidarismo

aunque fue uno de sus grandes inspiradores– dejó constancia de la necesidad de introducirelementos de corrección en el funcionamiento espontáneo del mercado y de las relacionescontractuales; pero también de funcionalizar socialmente el derecho de propiedad. Véase, porejemplo, sus Lecciones de sociología, “Decimoctava Lección, La Moral Contractual (Fin)”, op. cit.,pp. 227 y ss.

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conflictividad social93. De este modo, el Estado republicano se constituiríaen garante e impulsor del progreso de la sociedad llamada a evolucionaren un sentido cooperativo e integrador. El solidarismo no fue sólo unmovimiento político-social, sino también de estricta política jurídica: queríagenerar todo un proceso de reformas legislativas, las cuales acabaríanconformando poco a poco (desde finales del siglo diecinueve) un “Derechosocial” regulador del estatuto jurídico-protector de las clases trabajadoras,fundado en la aplicación práctica y sistemática de la idea de la solidaridadsocial. Esto es, un desplazamiento de la “constitución liberal” por una“constitución social del trabajo”94. El Derecho social sería una forma deDerecho “corrector” de las desigualdades, llamado a realizar una reorga-nización funcional de la sociedad moderna, y donde el Estado asumiría unpapel activo, “positivo”. Ese conjunto de los derechos sociales formarían el“estatuto” de la clase trabajadora (con función protectora e integradora).El estatuto legal constituye una protección de los trabajadores que trata decontrarrestar en gran medida (“desmercantilización” relativa) su posicióndesfavorable dentro de la división social del trabajo. El solidarismo jurídico-social, instalado ya en la esfera política como “solidarismo de Estado”,haría posible también una separación de “lo social” y de “lo económico”(necesaria para la normalización de éste; esto es, de la esfera de laeconomía), que constituye una de las bases esenciales de la ideologíaeconómica95. Al mismo tiempo sentaba las bases de las formas ulterioresdel llamado “Estado Providencia”96. Es de señalar, por el contrario, quepara Durkheim las distintas esferas de la sociedad (Derecho, moral, eco-

93 Esa pretensión de neutralizar los conflictos sociales, vinculada a la idea de progresosocial, fue criticada severamente por autores como Sorel, que veían al contrario el carácterinevitable del conflicto y afirmaban la ilusión mítica del progreso. Véase G. SOREL, Reflexionessobre la violencia, Prefacio de Isaiah Berlin, Alianza Editorial, Madrid, 2002.

94 Sobre la significación político-jurídica de ese proceso de transición de modelos deconstitución del trabajo, véase, en general, J. L. MONEREO PÉREZ, “Evolución y futuro delDerecho del Trabajo: el proceso de racionalización jurídica de la “cuestión social”, en la RevistaRelaciones Laborales, nº 15/16 (2001), pp. 13 a 70.

95 La ideología del liberalismo que dominara en el siglo XIX y las primeras décadas del sigloXX reposa sobre la separación radical de los aspectos económicos del tejido social y suconstrucción en un dominio autónomo. Para sus antecedentes, véanse las obras de K. POLANYI,La gran transformación. Crítica del liberalismo económico, La Piqueta, Madrid, 1989; F. DUMONT,Homo Aequalis. Génesis y apogeo de la ideología económica, Taurus, Madrid, 1999; C. B.MACPHERSON, La teoría política del individualismo posesivo, trad. de J.R.Capella, EditorialFontanella, Barcelona, 1970 (reeditada por Editorial Trotta, Madrid). Pero igualmente es útil lareflexión de P. ROSANVALLON, Le capitalisme utopique. Critique de l’ idéologie économique,Éditions du Seuil, Paris, 1979.

96 F. EWALD, L’ État providence, Bernard Grasset, Paris, 1986.

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nomía...) están inextricablemente unidas en la vida colectiva, siendo asíque lo social, lo económico y lo político sólo presentan una separación“funcional” dentro del todo social, y todos ellos quedan impregnados dealgún modo y con una cierta intensidad de un elemento de moralidadsocial. Ello conecta también con la idea de que en Durkheim lo político, losocial y lo económico son dimensiones de la realidad social, que se en-cuentran presentes en la trama de las relaciones sociales, y no sólo eninstituciones específicas del sistema social. Entre lo social y lo político seproduce una conexión sustancial, en relación a la cual Durkheim «tiendea construir lo político desde el prisma de lo social”97.

Para Durkheim es un problema de tipo “orgánico” que debe ser supe-rado activamente con la naciente organización social basada en los gruposprofesionales y en la garantía de los derechos individuales por parte delEstado democrático98. Es la búsqueda de un equilibrio entre el Estado y lasociedad civil, mediante un Estado garante de la solidaridad social y, almismo tiempo, una redistribución de poderes del Estado en la sociedadcivil a través de las distintas formas de organización colectiva (y, especial-mente, de las corporaciones o agrupaciones profesionales). Su solución noes el Estado de clase única, ni tampoco propiamente el Estado de plura-lidad de clases99, sino el Estado de pluralidad de corporaciones, comocristalización en la reforma social de la “solidaridad interclasista”. Es más:para Durkheim los problemas sociales en las sociedades orgánicas (basa-das en la solidaridad orgánica) exigen un consenso sobre los grandesprincipios o valores que “fundamentan el orden y la cohesión social” y que

97 Se ha podido señalar, en una reflexión próxima a la expuesta en el texto, que el poderno es, para Émile Durkheim, una cualidad o una sustancia que pertenezca a tal o cual individuo;no es tampoco simplemente el efecto desigual propio de toda relación dual; la primera es lasociedad, el segundo el individuo: todos los procedimientos agregativos están, por lo tanto,condenados a fallar el objetivo del poder en toda su extensión para no descubrir en su lugar sinolo más mediocres resultados de su opaca presencia. En el mismo sentido, el poder desbordatodas las instituciones y todos los grupos que lo representan; no es ni del Estado, esa entidadabstracta de los juristas, ni de sus fieles funcionarios, ni aun de sus más vistosos aparatos,ejército o policía. Cfr. B. LACROIX, Durkheim y lo político (1981), FCE, México, 1984, pp. 358-359.

98 La apuesta por la solución corporativa (no autoritaria) de las agrupaciones sociales puededecirse que pertenecía al ambiente de la época y era vista con simpatía entre buena parte delos partidarios de la reforma social. Puede verse el expresivo libro de S. LUKES, El individualismo(1973), Eds.Península, Barcelona, 1975.

99 Para el sentido de esas formas de Estado, consúltese, M. S. GIANNINI: El poder público.Estados y Administraciones Públicas, Prólogo y traducción de Luis Ortega, Civitas, Madrid, 1991,espec. pp. 49 y ss., y 85 y ss.

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favorecen la autonomía y la relación de los individuos. Ese consenso esnecesario para garantizar una forma pacífica de evolución social. “En él laidea de sociedad y solidaridad orgánica se vinculan a la idea de consensocomunicativo entre los miembros del cuerpo social sobre las formas deautoridad y de gobierno de la sociedad”. En una sociedad política desarro-llada la autoridad no es presupuesta. La sociedad tradicional garantizabaautoritariamente una “conciencia colectiva”; por el contrario en las socie-dades desarrolladas la individualización (propiciada por la extensión de ladivisión del trabajo social y por el debilitamiento de la conciencia colectiva)exige del consenso deliberativo para evitar la amenaza del individualismoegoísta y “amoral” y el estado de anomia (individual y colectivo), el cualsólo puede conducir a la desintegración de las bases del orden social. Elindividualismo moral requiere de la práctica sistemática del consenso so-cial.

Estos principios fueron precisamente los instaurados con la Revoluciónfrancesa: Libertad, Igualdad y Fraternidad100, como exponentes del deseode establecer un nuevo tipo de orden social más cohesionado, que modelemoralmente las mentalidades de los individuos y asegure una efectivaigualdad de oportunidades. Si una sociedad no es capaz de organizarsecon arreglo a los principios de cohesión, se producirá un estado de ano-mia, el cual puede derivar de factores causales muy distintos (desigualda-des de clase intolerables; los obstáculos para la realización de la autono-mía y autorrealización individual; la ruptura de la moralidad, de las creen-cias religiosas, etc.). El estado de anomia refleja la disociación en una“sociedad orgánica (como ideal constituyente)” entre la sociedad y susestructuras institucionales que cristalizan las representaciones colectivas(Estado y Derecho)101. Porque de no ser así, las estructuras institucionalesdeberían establecer los cauces comunicativos y hubieran propuesto re-flexivamente las soluciones correspondientes (“Lecciones de sociología”).La «modernidad» y el proceso de industrialización abrió una brecha muyimportante entre las estructuras sociales y las institucionales. La anomiaen este contexto (que es el tomado en consideración en “La división deltrabajo social”) es, como se dijo, una situación vinculada al problema social

100 Véase E. DURKHEIM, La science sociale et l’action, ed. Por J.C.Filloux, PUF, Paris,1970, p. 216.

101 Véase E. DURKHEIM, “Représentations individuelles et représentations collectives”, enRevue de Métaphysique et de Morale, VI (1898), pp. 273 a 302. Para la concepción del Estado,P. BIRNBAUM, “La conption durkheimienne de l’État: l’apolitisme des fonctionnaires”, en Revuefrançaise de Sociologie, XVII-2 (1976), pp. 247 a 258.

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derivado de la división del trabajo en la vida económica (relaciones entretrabajadores y empresarios). Es un estado de anomia jurídica y moral enque se encontraba la vida económica de su tiempo (“El suicidio” publicadoen 1897). Durkheim pensaba que la cuestión social (percibida ante todocomo una cuestión moral) iría progresivamente superándose a medidaque la solidaridad mecánica fuese desplazada por la solidaridad orgánica,ya que ésta determinaría un estado moral superador del individualismoegoísta102 (factor de desintegración social; no se olvide que para él lacaracterística de las reglas morales es la de enunciar las condicionesfundamentales de la solidaridad social103). Él apostará por un individualis-mo moral y solidario (moral laica y cívica, elemento ético determinante dela solidaridad orgánica), a lo cual contribuiría la vertebración social queprocurarían los grupos o corporaciones profesionales104. En la importanciaconcedida a los grupos profesionales se halla la influencia del pensamien-to de Albert Schaefle (un “sui generis” socialista de cátedra o “socialista deEstado”)105 y de él procedía también, en lo esencial, la idea de moralizar

102 Respecto a las distintas dimensiones del individualismo, puede consultarse S. LUKES,El individualismo, Península, Barcelona, 1975; y, con referencia a Durkheim, su obra ÉmileDurkheim. Su vida y su obra, Madrid, Siglo XXI, 1984.

103 La división del trabajo social, op. cit., p. 467. Entiende que el derecho y la moral es elconjunto de lazos que nos ligan unos a otros y a la sociedad, y que hacen de la masa de losindividuos un agregado, uno y coherente. Puede decirse que es moral todo lo que constituyefuente de solidaridad, todo lo que fuerza al hombre a contar con otro, a regular sus movimientoscon arreglo a algo más que los impulsos de su egoísmo, y la moralidad es tanto más sólida cuantomás numerosos son sus lazos y más fuertes (Ibid., pp.467- 468). Por otra parte, la sociedadno es, pues, como con frecuencia se ha creído, un acontecimiento extraño a la moral o que notiene sobre ella más que repercusiones secundarias; por el contrario, es la condición necesaria.No es una simple yuxtaposición de individuos que aportan, al entrar en ella, una moralidadintrínseca; por el contrario, el hombre no es un ser moral sino por vivir en sociedad, puesto quela moralidad consiste en ser solidario a un grupo y varía como esta solidaridad (Ibid., p. 468).

104 Sobre la elaboración de la noción de anomia en el pensamiento de Durkheim puedeconsultarse la obra de L .GIROLA, Anomia e individualismo. Del diagnóstico de la modernidad deDurkheim al pensamiento contemporáneo, Anthropos editorial, Barcelona, 2005. Destaca el autor,siguiendo a Orru, la influencia que tuvo en esa elaboración el pensamiento de Guyau (cuyopadrastro era significativamente Alfred Fouillée, 1838-1912, inserto en la tradición del positivismosociológico) (Ibid., pp. 50 y ss.). Sobre el individualismo moral, consúltese M. CLADIS, ACommunitarian Defense of Liberalism, Stanford University Press, Stanford, California, 1992; ysobre todo el ensayo del propio E. DURKHEIM,”L’ individulisme et les intellectuels”, en E.DURKHEIM,: La science sociale et l’ action, Paris, 1987. En una perspectiva más general, L.DUMONT, Ensayos sobre el invidualismo, Alianza, Madrid, 1987.

105 A. E. SCHAEFFLE, Die Quintessenz des Sozialismus, Gotha, 1875, traducida en Franciapor Benoît Malon y en España, con anotaciones, por Adolfo Buylla y Adolfo Posada, La quintaesencia del socialismo, Gutenberg, Madrid, 1885. Sobre el socialismo de cátedra, véase J. L.MONEREO PÉREZ, Fundamentos doctrinales del derecho social en España, Trotta, Madrid, 1999.

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la economía y ordenar su evolución106, es decir, hacer penetrar la moral enel ámbito de la economía, lo cual exigiría una organización de la misma(un orden industrial regulado), único modo de contrarrestar las disfuncio-nalidades ocasionadas por la liberalización de las fuerzas operantes en elmercado. Apoyadas sobre una identificación precisa y científica de losproblemas, pensaba que el remedio institucional tendría que provenir antetodo del restablecimiento y potenciación de los grupos intermedios (“corpsintermédiaires”) de la sociedad. Estos grupos sociales (especialmente losoperantes en el ámbito industrial) otorgarían bastante consistencia paraque mantengan más fuertemente al individuo, y que éste, al mismo tiempo,se mantenga unido a ellos, pero sin perder su autonomía individual. Pen-saba que la expansión de las corporaciones o agrupaciones secundariasera necesaria para ejercer una labor de intermediación entre los individuosy el Estado como entidad política diferenciada y para canalizar institucio-nalmente sus deseos e intereses hacia la esfera del gobierno político. Lasagrupaciones profesionales ejercían, pues, una doble tarea de autoidenfi-

La proximidad de Durkheim con el socialismo de cátedra es bastante intensa y aparece en variasmonografías (especialmente en La división del trabajo social) y ensayos, como “Sociología yciencias sociales (1903)”, recogido en E. DURKHEIM, Las reglas del método sociológico, trad.Santiago González Noriega, Ediciones Altaya, Madrid, 1997, pp. 244 y ss., espec., pp. 275 y ss.Albert Schäeffle (1831-1903) estaba muy influenciado por el organicismo espiritualista (la sociedadcomo un organismo espiritual con entidad propia) y su socialismo puede calificarse en ciertosentido como socialismo corporativista. Véase A. SCHAEFFLE, Bau und Leben des socialenKörpers (“Estructura y vida del cuerpo social”), 4 vol., Ester Band. Einleitumg und erste Hälftedes allgemeinen Theils, 1ª ed. 1875; 2ª ed., Tübingen (Verlag der H.Laupp’ schen Buchhandlung),1881. Schaeffle considera que la sociedad tiene vida propia, que es un todo con concienciacolectiva ininterrumpida, siendo el individuo un producto de la sociedad, la integración de moraly Derecho (pertenencia del Derecho a la ética, no a la física), la solidaridad entre los individuosen cooperación profesional, relevancia de la división del trabajo en el desarrollado de la civiliza-ción, etcétera. Véase H. ALPERT, Durkheim, trad., de José Medina Echavarría, FCE, México,1986, pp. 38 y ss.; B. LACROIX, Durkheim y lo político (1981), FCE, México, 1984, pp. 35 y ss.,y 57 y ss.; y, entre nosotros, el excelente y documentado estudio comparativo de G. ROBLESMORCHÓN, La influencia del pensamiento alemán en la sociología de Émile Durkheim, Tromson-Aranzadi, Cizur Menor (Navarra)2005, pp. 51 y ss. También B. LACROIX, y B. LANDERER,“Durkheim, Sismondi et les Socialistes de la chaire” (“Durkheim, Sismondi y los socialistas decátedra”), en L’ Année Sociologique, nº. 23 (1972), pp.159 a 182. Sobre la presencia de elementosorganicistas en el Durkheim, puede consultarse J. C. FILLOUX,“Durkheim et l’ organicisme: l’influence de Spencer et d’ Espinas dan l’ élaboration du fonctionnalisme durkheimien”, en RevueEuropéenne des Sciences Sociales, Cahiers Vilfredo Pareto, XVII (1979), 47, pp.135 a 148.

106 De este modo puede observar que “el problema debe, pues, redefinirse así: buscar conla ciencia cuáles son los frenos morales capaces de reglamentar la vida económica y, por mediode esa reglamentación, contener los egoísmos y, en consecuencia, posibilitar la satisfacción delas necesidades”. Cfr. E. DURKHEIM, El socialismo, edición de R.Ramos Torre, Editora Nacional,Madrid, 1982, p. 321.

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cación colectiva (identidad colectiva, toma de conciencia del individuo enla corporación o grupo profesional) y de mediación externa con respectoal Estado “de y para” la sociedad (aunque diferenciado de ésta), garanti-zando el conjunto de derechos de ciudadanía insertos en la lógica dereconocimiento del individualismo moral107.

Su propuesta de reforma social la hizo pivotar sobre el restablecimien-to de los grupos profesionales organizados108, sin que ello suponga insertara Durkheim dentro de las tendencias organicistas de configuración de lasociedad. El Estado ha crecido extraordinariamente, pero como instanciade integración y control social puede verse impotente, porque a medidaque se expande se hace demasiado distinta e impersonal para llevar acabo con éxito dicha función. Es necesario un control social más próximoa los individuos; un control cuyo respaldo fundamental resida en lapotenciación de la autoridad moral espontánea. Los grupos secundariosson esenciales para impedir que el Estado oprima al individuo y mantengaal Estado como instancia efectivamente diferenciada (“órgano de pensa-miento social”) y dotada de autonomía funcional dentro del sistema social.Las corporaciones profesionales tienen, pues, una “función de contenciónsocial”: reflejarían la idea integradora esbozada en una perspectiva másamplia por Durkheim en el sentido de afirmar que para que reine el ordensocial, es necesario que la generalidad de los individuos se contente consu suerte. “Pero para que los hombres se contenten con su suerte esnecesario, no que tengan más o menos, sino que estén convencidos deque carecen de derecho a tener más” (las aspiraciones del individuo y suegoísmo son ilimitados). Y con este fin, es absolutamente necesario quehaya una autoridad superior reconocida que dicte el Derecho y la reglamoral; que las fuerzas sociales, autoridades morales, ejerzan una influen-cia reguladora, sin la cual se exacerban los apetitos y se descompone elorden social. Porque –estima– que el individuo abandonado a la sola pre-

107 Veánse las reflexiones de A. GIDDENS, Política, sociología y teoría social, op. cit., cap.4(“Durkheim y la cuestión del individualismo”), pp. 131 y ss. Para Giddens los escritos deDurkheim representan un intento de separar el “individualismo liberal”, visto como una concepciónde las características del orden social moderno, del “individualismo metodológico”. Por otra parte,Giddens subraya el elemento elitista en la concepción de la democracia en Durkheim, así comoel insuficiente tratamiento que de la misma recibió en su esquema de pensamiento, porque paraél “la democracia es por tanto cuestión de interacción de sentimientos e ideas entre el gobiernoy la masa; su análisis del gobierno democrático no contiene ningún examen desarrollado delfuncionamiento de los partidos políticos, o del parlamento, o del sufragio, y lo cierto es que estascuestiones se consideran de menor importancia” (Ibid., p. 126).

108 Véase El Suicidio, op. cit., Libro III, cap. II, sec. III; y el Prefacio a la segunda ediciónde La división del trabajo social, op. cit.

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sión de sus necesidades no admitirá jamás que ha llegado al límite extre-mo de sus derechos109. Las corporaciones profesionales tienen la virtuali-dad de generar autoridad moral y social y en ciertos casos de elaborarreglas jurídicas, porque sin autoridad y disciplina (“contención”) moral noes posible desarrollar con normalidad las funciones sociales. Estas instan-cias de intermediación serían las principales instituciones encaminadas ala integración social, por encima de los organismos parlamentarios, elec-ciones libres y los partidos políticos propios de la democracia liberal110. Esaquí donde la sociología de Durkheim “presta buenos servicios a la ideo-logía del orden social y sus mecanismos de estabilización en sociedadescomplejas; y también arroja una lúcida luz sobre el papel sociopolítico delos grupos secundarios o “corps intermédiaires” en la sociedad111. Se pue-

109 El socialismo, Akal, Madrid, 1987, p. 298.110 En este sentido su pensamiento confluye en gran medida por Auguste Comte. Pero

Durkheim no estaría dispuesto a defender el absolutismo político para realizar su programa dereforma social y de instauración de una sociedad civil corporativamente articulada; tampocotrataría de convertir su visión de la sociología científica en una suerte de nueva religión de lahumanidad (que era la propuesta final de Comte, su originario referente intelectual). Para él lasinstituciones de la democracia parlamentaria no eran las instituciones principales de la integraciónsocial. Entiende que un Estado puede ser democrático siempre que se cumplan dos caracterís-ticas: 1ª. Una extensión más grande de la conciencia gubernamental; y 2ª. Comunicaciones másestrechas de esta conciencia con la masa de las conciencias individuales. Con todo, la demo-cracia se presenta como la forma política por la cual la sociedad alcanza la más pura concienciade sí misma. Un pueblo es más democrático cuando la reflexión y el espíritu crítico desempeñanun papel considerable en la marcha de los asuntos públicos. Cfr. Lecciones de sociología, op.cit., p. 118. Nótese que previamente había señalado que “no hay que decir por lo tanto que lademocracia es la forma política de una sociedad que se gobierna a sí misma, donde el gobiernoestá expandido en medio de la nación. Tal definición es contradictoria en sus términos. Equivalecasi a decir que la democracia es una sociedad política sin Estado. En efecto, el Estado, o noes nada, o es un órgano distinto al resto de la sociedad” (Ibid., p. 112; en el mismo sentido, p.121). El Estado es y debe ser un centro de representaciones nuevas, originales, que deben ponera la sociedad en estado de conducirse con más inteligencia que cuando está movida simplementepor los sentimientos oscuros que la trabajan (p. 122).

111 Es harto significativo que dedique el extenso “Prefacio de la segunda edición” de su obra“La división del trabajo social” a “Algunas observaciones sobre las agrupaciones profesionales”,E. DURKHEIM, La división del trabajo social, trad. de Carlos G. Posada, Daniel Jorro Editor,Madrid, 1928, pp.1 a 46. En la fase crítica entre los dos siglos era un rasgo generalizado de épocala percepción de que se iban a producir cambios cualitativos (si no necesarios, sí ineludibles)en el sistema social. De manera que se abría toda una larga fase crítica de la normalización delcambio social, y de la supervivencia “adaptada” del orden social. En esa época de reestructu-ración y renovación del proceso de modernización del capitalismo se constata una tendenciaevolutiva hacia el corporativismo en sus distintas manifestaciones y tipos ideales. Vease CH. S.MAIER, La refundación de la Europa burguesa, MTSS, Madrid, 1988; y en una perspectiva distintaH. S. HUGHES, Conciencia y sociedad. La reorientación del pensamiento social europeo 1890-1930 (1958), Aguilar, Madrid, 1972. El pensamiento, y sus propuestas de reforma, de Durkheim

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de afirmar que en él «la democracia llega a través del orden, en ciertosentido como prerrequisito moral para la democracia moderna». Por elloapuesta por la restauración de las corporaciones, pero bajo una formacompletamente nueva adaptada a las condiciones presentes de la con-ciencia colectiva y del desarrollo social. En su propuesta late el influjo delas direcciones del “socialismo gremial” y del “socialismo fabiano”, quetambién realzaban el papel de las corporaciones profesionales112. Pero elentronque en esta idea corporativista y cooperativa de las relaciones pro-fesionales estaba presente en el movimiento del solidarismo jurídico, quese situaba justamente en paralelo a la construcción del pensamiento deDurkheim113. No obstante, debe señalarse que la concepción de Durkheimse apartaba bastante –y en muchos aspectos fundamentales– del ideariode “sindicalización” postulado por los socialistas fabianos (defensores deun pluralismo de base profesional, que Durkheim114 veía como la amenazade que el Estado fuera objeto de absorción por los grupos profesionales,aunque admitía el derecho social de los grupos, que equivale a la reivin-dicación jurídica de la autonomía de los grupos). Ni siquiera lo que se dioen llamar sindicalismo administrativo por oposición al sindicalismo de claseo revolucionario115 estaría en condiciones de aportar una organización

sólo son comprensibles y explicables si se atiende a la crisis de la sociedad francesa entre losdos siglos. Puede consultarse, al respecto, M. CEDRONIO, La società organica. Política esociología di Emile Durkheim, Bollati Boringhieri editore, Torino, 1989, pp. 15 y ss.

112 Véase G. D. H. COLE, Historia del pensamiento socialista, FCE, México, vol. V., 1961(Cole se inserta en el socialismo gremial); R. H. TAWNEY, La sociedad adquisitiva, Alianza,Madrid, 1972 (Tawney se situó en la dirección próxima al del socialismo fabiano); J. L. MONEREOPÉREZ, Fundamentos doctrinales del derecho social en España, Trotta, Madrid, 1999; ID.: Lademocracia en crisis: H.J.Laski, El Viejo Topo, Barcelona, 2004.

113 Véase G. L. DUPRAT, La solidaridad social (1906), Prefacio de Gastón Richard, trad.de F.Peyró Carrio, Daniel Jorro Editor, Biblioteca de Sociología, Madrid, 1913.

114 Véase sus reflexiones en el debate “Sur l’ État, les fonctionnaires et le public: lefonctionnaire citoyen; syndicats de fonctionnaires”, en Libres entretiens, 4ª. Serie (1908), pp. 137-138, 140, 142 a 145, 148, 150 1 152, 161 a 163, 169 a 170, 176, 190, 194 a 197, 243, 245, 252a 256, 261 a 266, 272,275, 279 a 181, 283, 292 a 295. Su posición al respecto queda másexplicitada en Ibid., pp. 253 y ss.

115 Véase S. y B. WEBB, Historia del sindicalismo, 1666-1920, trad. A.Gimeno, MTSS,Madrid, 1990; ID. La democracia industrial, trad. de M.A. Simón, Edición y Estudio Prel., de JuanJosé y Santiago Castillo, Biblioteca Nueva-Fundación Largo Caballero, Madrid, 2004 También, H.J. LASKI, Authority in the modern State, Londres-Nueva York, 1919, cap.V; ID.: La Gramáticade la Política. El Estado moderno, Edición y Est.prel., de J.L.Monereo Pérez, 2002. También, ycon ciertas inclinaciones corporativistas al ver a los sindicatos como los grandes agentes de lavida económica, G. RENARD, Sindicatos, Trade-Unions y Corporaciones, traducción aumentadacon un Prólogo, un Apéndice y un Índice bibliográfico sobre “El movimiento obrero español”, porManuel Núñez de Arenas, Daniel Jorro Editor, Madrid, 1916.

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administrativa eficiente para el emergente nuevo Estado administrativo ode servicio público. Según Durkheim el sindicalismo administrativo presen-ta el riesgo de desorganizar las funciones sociales más esenciales y cons-tituye, a pesar de su apariencia revolucionaria, un movimiento esencial-mente retrógrado, porque, entre otras cosas, va contra las tendencias delas sociedades modernas a acentuar el carácter público e institucional delas funciones sociales privadas. No obstante, vislumbra –y en el fondopostula– que las sociedades futuras serían vastas corporaciones adminis-trativas que se diferenciarían de las administraciones actuales ante todopor el lugar más fuerte que asume el principio electivo y la participaciónactiva de los administrados. Se debería recuperar de forma renovada laexperiencia de las corporaciones profesionales realizando una suerte denacionalización de dichas corporaciones116.

Para él la integración que existe en la sociedad orgánica en un estadoavanzado de su evolución histórica debería llevar, más bien, a elevar aciertas funciones esenciales consideradas privadas a la dignidad de fun-ciones públicas. En su opinión la propuesta de reforma sociopolítica ven-dría de la mano de las “corporaciones” y no tanto de los sindicatos pro-fesionales: las corporaciones, a diferencia de éstos, partían de una unifi-cación de “todos” los individuos de la profesión y estaban unidas y fuer-temente jerarquizadas. Eran más aptas para la organización administrativay portadoras –al menos potencialmente– de un principio de orden (orga-nización racional y jerarquía) y disciplina social (autoridad). Es harto sig-nificativo que León Duguit (1859-1928) (que se confesaba ser discípulo deDurkheim, y le reconocería siempre su magisterio intelectual117) afirmaramás bien la “corporativización” y publificación de los “sindicatos” profesio-nales; es decir, que los sindicatos deberían estar integrados en el nuevo

116 E. DURKHEIM, “Débat sur les syndicats de fonctionnaires (1908)” y “Morale professionnelleet corporation(1909)”, en E. DURKHEIM, Textes. 3. Fonctions sociales et institutions, Les editionsde Minuit, Paris, 1975, pp. 202 y ss., y 217 y ss.

117 Por lo demás, muchas de sus construcciones se inspiran en Durkheim. Véase, porejemplo, L. DUGUIT, “Le droit constitutionel et la sociologie”, en Revue internationale de l’enseignement,15 noviembre 1889, y especialmente, L’État, le Droit objectif et la Loi positive (1901), donde lainfluencia de La división del trabajo social es patente. La “huella” del pensamiento de Durkheimpuede rastrearse en prácticamente toda su obra. Un exponente de ello es, sin duda, Le Droitsocial, le Droit individual et les transfomations de l’ État (1908), oportunamente traducida enEspaña con el título Las transformaciones del Estado, traducción, seguida de un Estudio sobre“La nueva orientación del Derecho político” por Adolfo Posada, 2ª edición española, corregida yaumentada, con un prefacio del autor, Madrid, Francisco Beltrán, s/f. (1909, 1ª edición; 1929, 2ªedición).

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Estado administrativo118. Duguit partía de la idea de solidaridad de Durkheim,y de la dirección del proceso social en el sentido de una mayor integraciónde los cuerpos sociales. En este marco pensaba que el Derecho era unproducto natural del desarrollo social que cristalizaba los impulsos vitalesde la sociedad. Para él la sociedad a través de sus propias reglas jurídicasy las comunidades y grupos sociales específicos tienen potencialmentefacultad normativa creadora. De ahí la aceptación de una doctrina socialpluralista y la existencia de formas de Derecho extraestatal, destinadas acoordinarse o, en su caso, insertarse en el ordenamiento jurídico del Es-tado119.

El planteamiento de Durkheim era coherente con su rechazo frontala considerar el conflicto de clase (la lucha de clases) como procedimien-to adecuado para llevar a cabo las “reformas de adaptación y lastransformaciones cualitativas del orden social emergente”. En términosgenerales, Durkheim «asumió un modelo de equilibrio social, acentuan-do los elementos de integración frente al hecho del conflicto, que realzael modelo de conflicto, pero nunca prescindió del hecho del conflicto, loque sí postulaba era la necesidad de afrontar el conflicto a través deformas comunicativas y de la práctica constante del consenso deliberativo»(Por lo demás, es fácilmente constatable la presencia del conflicto y suimportancia en su análisis de la división del trabajo, la anomia, el socialis-mo y en el mismo antagonismo que él estudió entre las formas antiguasy nuevas de Derecho regulador). La cuestión social –que él no traducíapor conflicto de clase120, aunque no ignoraba que en ella «también» estaba

118 Este enfoque publicista del hecho sindical en Duguit se puede apreciar nítidamente envarias de sus obras, principalmente, Las transformaciones del Estado, traducción, y Estudioadicional de Adolfo Posada, Francisco Beltrán, Madrid, 1909, y Manual de Derecho constitucional,edición y est.prel. de J.L.Monereo Pérez y José Calvo González, Ed.Comares, Granada, 2005.Véase también el ensayo de estos dos autores, “León Duguit (1859-1928): Jurista de unasociedad en transformación”, en ReDCE, nº 4, Julio-Diciembre (2005), pp.487 y ss.

119 Véase L. DUGUIT, L’ État, le Droit objectif et la loi positive, París, 1901. Sobre elpluralismo social de Duguit, puede consultarse J. L. MONEREO PÉREZ, y J. CALVO GONZÁLEZ,“La teoría jurídica de León Duguit”, “Estudio preliminar” a L DUGUIT, Manual de Derechoconstitucional, Editorial Comares, Granada, 2005.

120 En realidad, la teoría del conflicto y del poder goza de un insuficiente tratamiento enDurkheim. Se ha advertido que en el “funcionalismo normativo” de Durkheim y Parsons el interésse concebía únicamente en relación a la dicotomía tradicional entre el individuo y la sociedad,y no en relación a las divisiones entre grupos dentro de la totalidad social. De ahí que este tipode teoría social tope con dificultades a la hora de diseñar un espacio conceptual que permitaanalizar el poder en tanto que instrumento de intereses de grupos seccionales. El poder seconcibe como el “poder de la sociedad” frente al individuo. Si bien de esta perspectiva se puede

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presente121– no era de naturaleza exclusivamente económica, sino de di-mensiones más ampliamente (señaladamente de orden moral, de moralizaciónde la sociedad). De ahí que su solución no residía solamente en el esta-blecimiento de medidas económicas, sino también y más principalmentede reorganización “moral” de la sociedad, y de contención de los egoísmosy anomias disfuncionales. Por ello proponía, “junto a la “moralización” dela economía (que conectaba en esto con las direcciones de pensamientodel “socialismo de cátedra” y del “solidarismo jurídico””), la regeneracióndel tejido social (potenciación de las corporaciones o agrupaciones profe-sionales) y la protección pública (legal) de los derechos de ciudadaníavinculados al individualismo moral. La reforma social (por la doble acciónestatal y autónoma de las corporaciones o agrupaciones sociales) la per-cibió en términos de la culminación del proceso de cambio social consis-tente en la “sustitución progresiva” de las formas de solidaridad mecánicaa las formas de solidaridad orgánica; un proceso que estaría estrechamen-te vinculado al desarrollo expansivo de la división del trabajo social (cuyasdesviaciones patológicas de lo normal o fisiológico deberían ser objeto decorrección) y a la creciente afirmación de un individualismo moral respon-sable. Su reforma moralizadora de la sociedad trataba, de este modo, deexplorar las reservas espirituales que subsisten en un mundo devoradopor la técnica y el aumento del nihilismo.

También planteó Durkheim una “solución corporativista” como lafuncionalmente más coherente a la organización moderna de la actividadindustrial: conduciría a un funcionamiento más satisfactorio del orden eco-nómico y permitiría reducir las situaciones de anomia a través de la comu-nicación e intervención activa de todos los individuos (agentes) participan-

derivar un análisis de la dominación del Estado sobre la sociedad civil, como lo demuestran losescritos políticos de Durkheim, que no nos permite concebir la sociedad en sí misma como unsistema de poder basado en divergencias de intereses bien parapetados”. Cfr. A. GIDDENS,Política, sociología y teoría social, op. cit., p. 230. En dirección análoga, se ha dicho que elconflicto se encuentra así relegado a último término, y, en el límite, pierde su razón de ser. Loque predomina es la defensa del todo social y de la nación que lo expresa: es por eso que elmismo Durkheim aparecerá como un ardiente defensor de la patria amenazada durante la guerrade 1914-1918, llegando hasta a redactar violentos panfletos antialemanes. Cfr. M. M. MITCHELL,“Emile Durkheim and the philosophy of nationalism”, en Political Science Quaterly, nº 46 (1931);G. DAVY, “Emile Durkheim: L’homme”, en Revue de Métaphysique et de Morales, marzo-abril de1919; Pierre Birnbaum, en “Prólogo” a E. DURKHEIM, El socialismo, Schapire, Buenos Aires,1972, p. 12.

121 Pero dentro de su marcada orientación a ver el conflicto como anomalía social, esto es,siendo tratado como un simple fenómeno “patológico” (cuando no enfermedad moral) sin verda-deras dimensiones estructurales, ni muchos menos connaturales a un determinado sistema social(como el capitalismo).

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tes. La solución corporativa podía contribuir a superar la división del tra-bajo anómica, y en cuanto tal no productora de solidaridad positiva (soli-daridad orgánica). En este sentido, la solución corporativa se vinculadacon la garantía de los derechos de ciudadanía garantizando la efectividadde los derechos en el ámbito de la vida económica y social122. Defendiendola colaboración entre las industrias y la formación de “consejos directivosde la corporación”. Estos consejos corporativos funcionarían como Conse-jos de Administración, regulando las cuestiones atinentes a la actividadeconómica industrial y todo lo referente a la ordenación de las relacioneslaborales. Estarían integrados por una representación dualista de empleadoresy de trabajadores en cuanto factores de la producción, sin que existierainconveniente en que se formen, en base a la organización corporativa,colegios electorales independientes, pues sus intereses serían a menudorivales y antagónicos. Defendía también la constitución de “cámaras indus-triales que tengan un carácter regional”. En definitiva, lo que pretendía es«una organización corporativa completa de base eminentemente profesio-nal»; a saber: una organización general, nacional, unificada, pero comple-ta, donde los agrupamientos locales de otro tiempo sobrevivan ahora,aunque como simples órganos de transmisión y de diversificación, porquela vida económica se organizaría corporativamente, pero sin perder nadade su diversidad funcional. Estas corporaciones profesionales tendríanautonomía no sólo funcional sino también organizativa y estatutaria: dis-pondrían de órganos directivos con estatutos propios, siendo obligatoria laafiliación o adscripción de los sujetos individuales. Materialmente ejerceríafunciones públicas, por ello tendría una lazo de conexión con el Estado,pero al mismo tiempo no se confundirían estructuralmente (jurídica einstitucionalmente) con él. Desde el punto de vista estrictamente funcional,debe destacarse que para Durkheim las corporaciones tendrían competen-cias normativas, pues deberían dictar una legislación sociolaboral e indus-trial, en cuanto regulación específica respecto de la general elaborada porel Estado, y tendrían, además, funciones de resolución autónoma extrajudicialde conflictos de trabajo. Con todo, estarían llamadas a realizar la solida-ridad orgánica entre los que participan de una misma profesión. Tampocodescartaba la asunción de ciertos ámbitos de propiedad colectiva por lascorporaciones para el ejercicio de las actividades profesionales o econó-

122 Aunque cabe reprochar que en Durkheim no existe una teoría de los derechos sociales,a diferencia de otros autores –como Gurvitch– que eran partidarios de una antropología socialy económica, sí dieron ese paso teórico “constructivo”. Véase G. GURVITCH, La ideal delderecho social, Traducción, Edición y Estudio preliminar de J.L.Monereo Pérez y A. MárquezPrieto, Editorial Comares, Granada, 2005.

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micas. Para él el proceso de diferenciación social y funcional conduciríatambién a una gradual corporativización del mismo sistema político. Porello defendería la asunción de funciones públicas por las corporacionesprofesionales y la implantación de un régimen de representación funcionala través de la formación de “cámaras profesionales” representativas de ladiversidad de intereses funcionales existentes en la sociedad orgánicamenteconstituida. Las corporaciones profesionales serían, pues, uno de los pila-res fundamentales de la nueva organización política: toda la sociedadestaría llamada a formar un sistema de corporaciones nacionales orgáni-cas123.

Estos criterios reflejan a la perfección una mentalidad corporativista yreformadora que estaba muy alejada del sindicalismo de clase o del tipode sindicalismo revolucionario, y más próximos al sindicalismo reformista.Para él los trabajadores y los empresarios son factores de produccióninterdependientes y que se presumen entre sí. La “evolución natural” noparece ir en la dirección de la destrucción del adversario, sino que másbien la historia apunta hacia una necesaria armonización social. En nopoco Durhkeim aceptaba con matices el evolucionismo comtiano, lo cualse reflejaba especialmente en la idea de que la división del trabajo era unresultado de la lucha por la vida (donde resuena la teoría darwinista de “lalucha por la existencia” y la concepción de Ihering de “la lucha por elDerecho”124) y la progresión (casi inevitable) hacia la instauración de for-mas de solidaridad orgánica. Pero para él la evolución es siempre creado-ra, en cuanto realizada por personas que se asocian y cooperan en cadamomento histórico125. Se aproximaba, así, al sindicalismo de reforma so-cial, que llevaría a cabo los ajustes precisos sin alterar el orden y ladisciplina social126. Nótese que aunque para Comte la división del trabajo

123 Véase especialmente sus obras, “La division del trabajo social”, que incluye un importantePrefacio a la segunda edición y “Lecciones de sociología”.

124 Véanse R. von IHERING, La lucha por el derecho, versión española de Adolfo Posada,y Prólogo de Leopoldo Alas (Clarín), 9ª edición, Librería General de Victoriano Suárez, Madrid,1921 (Reeditado en Civitas, Madrid, 1985; y ampliamente ID.: El fin en el Derecho, trad. Abadde Santillán, edición y Estudio Preliminar “El pensamiento jurídico de Ihering y la concepciónfuncional del Derecho” por J.L.Monereo Pérez, Granada, 2000.

125 Véase su contribución al debate sobre “Une nouvelle position du problème moral”, sesióndel 2 de enero de 1914, Bulletin de la Société française de Philosophie, BSFP, XIV (1914), pp.26 y ss. Sobre las ideas de evolución y progreso en la modernidad, véase G. MARRAMAO, Podery secularización, traducción de Juan Ramón Capella y Prólogo de Salvador Giner, EdicionesPenínsula, Barcelona, 1989.

126 Véase su contribución al debate “Sur l’Internationalisme: définition des termes:Internationalisme économique; patriotisme national et lutte des classes”, en Libres entretiens, 2ªserie (1905), pp. 422 y ss.

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es conformadora de una cierta organización social, en el fondo Comte, adiferencia de Durkheim, conceptúa la división del trabajo en términossustancialmente equivalentes a los aportados por la ciencia económica desu tiempo.

Ahora bien: su propia idea de democracia y del Estado democrático“no” prescinde completamente de elementos consustanciales a la demo-cracia liberal. En su opinión el Estado democrático remite a una mayorextensión de la conciencia gubernamental, y unas comunicaciones másestrechas entre esta conciencia y la masa de las conciencias individuales.Desde esta perspectiva, la democracia aparece como la forma políticamediante la cual la sociedad alcanza la más pura conciencia de si misma.Un pueblo es tanto más democrático cuanto más considerable es el papelde la deliberación, la reflexión y el espíritu crítico en el manejo de losasuntos públicos. Es la sociedad el centro de gravedad, la que se dota deun orden propio, el cual se expresa en instituciones políticas y sociales(señaladamente las corporaciones profesionales)127. Estas organizacionesprofesionales podrían proporcionar un carácter más orgánico a la socie-dad, impidiendo la disgregación social propia del individualismo liberal.Para él estos grupos secundarios intercalados entre el individuo y el Es-tado son indispensables para que el Estado no oprima al individuo. Deeste modo el Estado intervencionista (Estado responsable de establecerlas reglas de justicia en las relaciones sociales y el órgano por excelenciade la disciplina moral) vería contrarrestada su potencia invasora en laesfera individual a través del dique de contención representado por losgrupos profesionales128. Pero también son necesarios para que el Estado

127 E. DURKHEIM, Lecciones de sociología, op. cit.128 Tocqueville ya había formulado su idea de la asociación y del fortalecimiento de la

sociedad civil como cauce de resistencia a toda tentación de exceso de la intervención estatal.Trata de impulsar la ciudadanía activa mediante la autonomía asociativa, y el énfasis en la funciónsocial llevada a cabo por las asociaciones, tomando en consideración las distintas manifestacio-nes del fenómeno asociativo que estudió mediante la observación directa de la realidad socialde su época. Tocqueville advirtió lúcidamente sobre la fuerte conexión –que necesariamente hade existir– entre el asociacionismo y la democracia pluralista. Insistió sobre el hecho de que unasociedad civil autoorganizada, pluralista e independiente es una condición esencial para que lademocracia sea activa y no se burocratice y derive en prácticas propias del autoritarismo. Estolo ha puesto de manifiesto, N. BOBBIO, Teoría general de la política, Trotta, Madrid, 2003, p. 360.Bobbio sitúa el asociacionismo de Tocqueville dentro de la tradición liberal-democrática (Ibid., p.359). También realza el importante papel del asociacionismo en la tradición socialista (C.H.Saint-Simon, Ch. Fourier, Proudhon, Gurvitch, pero Bobbio se olvida de incluir a exponentes tan típicosdel asociacionismo democrático-social como los socialistas fabianos y los representantes delsocialismo gremial) (Ibid., pp. 356 a 359). Véase, ampliamente, J. L. MONEREO PÉREZ, Fun-damentos doctrinales del derecho social en España, Trotta, Madrid, 1999. Véase A. TOCQUEVILLE,

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pueda verse liberado de las presiones de los individuos129. Es evidente queel Estado tiene que aportar una estructura institucional apta para favorecerlos procesos de socialización. En este sentido adquiere un papel funda-mental la educación moral, laica y republicana. La educación disciplina alindividuo y propicia el desarrollo de su personalidad. La educción cívicadeberá orientarse hacia la formación de la persona y su identidad encuanto individuo que pertenece a una determinada comunidad y agrupa-miento social.

En su individualismo moral el individuo no está aislado sino inserto enel entramado social que influye decisivamente en su comportamiento. Ensociedades pluralistas (también en lo social) el individualismo moral produ-ce inclusión social. Esto es, su individualismo moral nace en contraposiciónal individualismo liberal que había fracasado como ideología y práctica deorden e integración social. Su individualismo moral es, por el contrario,“social”, esto es, vinculado al proceso de socialización que conforma lasconciencias individuales. Por el contrario, el individualismo liberal produceuna suerte de individualización negativa, que en sí contribuye a generar laexclusión social130. En particular, la cuestión social sería un exponente«colectivo» de la falta de cohesión social y la ruptura de los mecanismosde integración que favorecen la solidaridad orgánica. Entre los dos siglos(XIX y XX), la cuestión social reflejaría un “estado o época crítica, contra-puesta a las épocas orgánicas; la solución del problema social debería irderechamente en esa dirección, esto es, favoreciendo la implantación deuna nueva época orgánica”. Plantea una aporía operada en el proceso desocialización de las sociedades modernas. La “anomia” evidencia en elsujeto disidente o “desviado” una cierta pérdida de identificación con esaconciencia común. En el plano antropológico refleja un déficit en los me-canismos de socialización, una falta de integración social. La “anomia”(como situación patológica respecto a lo normal, pues para un tipo socialdeterminado, considerado en una fase también determinada de su evolu-

La democracia en América, FCE, México, 1978, p. 206. Sobre su concepción de la democraciay de la sociedad civil, puede consultarse J. M. ROS, Los dilemas de la democracia liberal.Sociedad y democracia en Tocqueville, Crítica, Barcelona, 2001; J. Mª SAUCA CANO, La cienciade la asociación de Tocqueville. Presupuestos metodológicos para una teoría liberal de lavertebración social, CEC, Madrid, 1995; J. P. MAYER,.Tocqueville. Estudio biográfico de cienciapolítica, Tecnos, Madrid, 1964, A. JARDÍN, Alexis de Tocqueville 1805-1859, FCE, México, 1997.

129 Lecciones de sociología, op. cit.130 R. CASTEL, Las metamorfosis de la cuestión social, Paídos, Barcelona, 1997; J. L.

MONEREO PÉREZ, Derechos sociales de la ciudadanía y ordenamiento laboral, CES, Madrid,1996; y P. ROSANVALLON, La nueva cuestión social, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 1995.

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ción, un hecho social es normal cuando se produce en la medida de lassociedades de esta especie, consideradas en la fase correspondiente desu evolución131; un fenómeno es normal cuando está vinculado a las con-diciones generales de la vida colectiva del tipo social considerado) enlazade modo premonitorio con la noción de “exclusión social”, la cual hacereferencia a la situación en que se hallan aquellos individuos que se en-cuentran en la periferia de la sociedad por falta de integración132. De ahísu modernidad. La anomia supone una anomalía en el proceso de “cohe-sión” social dentro de una sociedad133; comporta una desviación social

131 “Como un hecho social sólo puede ser calificado de normal o de anormal en relacióncon una especie social determinada, lo precedente implica que una rama de la sociología estáconsagrada a la constitución de las especies y a la clasificación de las mismas”. Cfr. E.DURKHEIM, Las reglas del método sociológico, op. cit., p. 132.

132 J. L. MONEREO PÉREZ, Derechos sociales de la ciudadanía y ordenamiento laboral,CES, Madrid, 1996.

133 En “La división del trabajo social” y en el “Prefacio a la segunda edición” de la mismavincula Durkheim la anomia con la falta de regulación: “el estado de falta de regulación (anomia)jurídica y moral en que se encuentra actualmente la vida económica”, indicando que en este ordende funciones, en efecto, la moral profesional no existe verdaderamente sino en estado rudimen-tario. Cfr. E. DURKHEIM, La división del trabajo social, op. cit., p. 2. Hace notar en esta direcciónde pensamiento que una reglamentación moral o jurídica expresa, pues, esencialmente, nece-sidades sociales que sólo la sociedad puede conocer; descansa sobre un estado de opinión ytoda opinión es cosa colectiva, producto de una elaboración colectiva. Para que la anomia terminees preciso, pues, que exista, que se forme un grupo en el cual pueda constituirse el sistemade reglas que por el momento falta. En tal sentido defiende el poder normativo regulador de losgrupos sociales por ser las instancias más adecuadas y próximas a los problemas y exigenciasregulativas: Ni la sociedad política en toda su totalidad, ni el Estado pueden, evidentemente,sustraerse a esta función; la vida económica, por ser muy especializada y por especializarsemás cada día, escapa a su competencia y a su acción. La actividad de una profesión no puedereglamentarse eficazmente sino por un grupo muy próximo a esta profesión, incluso para conocerbien el funcionamiento, a fin de sentir todas las necesidades y poder seguir todas sus variacio-nes. El único que responde a esas condiciones es el que formarían todos los agentes de unamisma industria reunidos y organizados en un mismo cuerpo. Tal es lo que se llama la corpo-ración o el grupo profesional. Los sindicatos y las organizaciones profesionales de empresariosson para él “un comienzo de organización profesional, pero todavía muy informe y rudimentario,pues, en primer lugar, un sindicato es una asociación privada sin autoridad legal, desprovisto,por consiguiente, de todo poder reglamentario. El número es en él teóricamente ilimitado, inclusodentro de una misma categoría industrial; y como cada uno de ellos es independiente de losdemás, si no se federan y no se unifican, nada hay en los mismos que exprese la unidad dela profesión en su conjunto. En fin, no sólo los sindicatos de patronos y los sindicatos deempleadores son distintos unos de otros, lo que es legítimo y necesario, sino que entre ellosno hay contactos regulares. No existe organización común que los aproxime sin hacerlos perdersu individualidad y en la que puedan elaborar en común una reglamentación que, fijando susmutuas relaciones, se imponga a los unos y a los otros con la misma autoridad. Observa queentre las organizaciones profesionales pueden establecerse acuerdos colectivos (“contratos”),pero que estos contratos no expresan más que el estado respectivo de las fuerzas económicas

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respecto del considerado normal proceso de integración cristalizado en elDerecho como esfera institucionalizada de realización de la idea de solida-ridad social. Como es sabido, la cohesión remite al grado de atracción deun grupo sobre sus propios miembros. Esa cohesión está determinada por

en presencia, como los tratados que concluyen dos beligerantes no hacen más que manifestarel estado respectivo de sus fuerzas militares. Consagran un estado de hecho; no podránconvertirlo en un estado de derecho. Por tanto, entiende que para que una moral y un derechoprofesionales puedan ser establecidos en las diferentes profesiones económicas, es preciso,pues, que la corporación, en lugar de seguir siendo un agregado confuso y sin unidad, seconvierta, o más bien vuelva a convertirse, en un grupo definido, organizado, en una palabra,en una institución pública. Esta virtualidad ordenadora e integradora del grupo profesional laencuentra en el hecho de que “es un poder moral capaz de contener los egoísmos individuales,de mantener en el corazón de los trabajadores un sentimiento más vivo de su solidaridad común,de impedir aplicarse tan brutalmente la ley del más fuerte a las relaciones industriales ycomerciales. Desea instaurar un régimen corporativo democrático que proteja los intereses deaquellas personas que desempeñan una determinada profesión. Aunque advierte que “la obra delsociólogo no es la del hombre de Estado, él propone una recuperación y renovación de laexperiencia de las corporaciones profesionales. Aboga por una extensión y vertebración en todoel tejido económico-social del régimen corporativo. Su función no es sólo establecer reglas yaplicarlas: Sin duda que, doquier se forma un grupo, formase también una disciplina moral. Perola institución de esa disciplina sólo es una de las numerosas maneras de manifestarse todaactividad colectiva. Un grupo no es únicamente una autoridad moral que regenta la vida de susmiembros, es también una fuente de vida sui generis. Despréndese de él un calor que calientay reanima los corazones, que les abre a la simpatía, que hunde los egoísmos. La mediación delos grupos profesionales es necesaria por los límites del Estado: La actitud colectiva es siempremuy compleja para que pueda expresarse por el solo y único órgano del Estado; además, elEstado está muy lejos de los individuos, tiene con ellos relaciones muy extensas e intermitentespara que le sea posible penetrar bien, dentro de las conciencias individuales y socializarlasinteriormente. A la desintegración social y al suicidio encuentra una solución: una fuerte orga-nización corporativa como medio de remediar un mal, del que el progreso del suicidio, unido, porlo demás, a otros muchos síntomas, atestigua la existencia. Pero su propuesta es más compleja,porque, matiza, que no quiere esto, sin embargo, decir que la corporación sea una especie depanacea que pueda servir para todo. La crisis que sufrimos no obedece a una sola y únicacausa. Para que cese no basta que se establezca una reglamentación cualquiera allí donde esnecesaria; es preciso, además, que sea lo que deba ser, es decir, justa. Ahora bien, mientrashaya ricos y pobres de nacimiento no podrá haber contrato justo, ni una justa distribución delas condiciones sociales. Mas si la reforma corporativa no nos exime de otras reformas, essiempre la condición primera de su eficacia. Entiende que un proceso de reformas desde arribarequerirá de una organización corporativa en el seno de la sociedad civil para afrontar lasdificultades nuevas que se planteen. Concluye en su “Prefacio” que si el problema de lascorporaciones no es el único que se impone a la atención pública, no hay otro, sin embargo,que requiera más urgencia: no podrán abordarse los demás sino después de resolver éste.Ninguna modificación (vale decir reforma) un poco importante podrá introducirse en el ordenjurídico si no se comienza por crear un órgano necesario para el establecimiento del nuevoDerecho (Ibid., pp. 6 a 38). De este modo, la reforma corporativa es la condición necesaria(aunque no suficiente) para realizar una regeneración moral y completa del orden social en unsentido más solidario y justo.

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aquellas circunstancias que actúan sobre los miembros de un grupo a finde que permanezcan dentro del ámbito del mismo. La desviación o disi-dencia se concreta en un cambio de actitudes del individuo respecto a losmodos de comportamiento que caracterizan al grupo y sobre el “status” delindividuo en el seno de dicho grupo de “pertenencia” o “adscripción”.

Durkheim tiene, pues, una visión compleja de la cuestión social, par-tiendo de que la cuestión social no es sólo “cuestión de estómago” (“Elsocialismo”), de manera que junto a la dimensión económica existen unasdimensiones igualmente importantes como la vertiente religiosa y moral134.Según Durkheim la cuestión social es una problemática que atraviesaprogresivamente los ámbitos económico, moral y político-jurídico, de ma-nera que las reformas económicas son necesarias pero en sí mismas soninsuficientes para resolver plenamente y de modo satisfactorio el problemasocial en su complejidad. Pero, además, es un campo de luchas de idease instituciones, donde se contraponen el individualismo (relegación de losocial el ámbito exclusivamente económico), el sistema de tutelas (públi-cas y privadas, bajo la intervención de algunos reformadores sociales ysus propuestas de moralización de las relaciones económicas; “soluciónmoral”) y las direcciones de los científicos sociales cuya labor estabapreordenada (sobre todo a través de la sociología en acción) a facilitar loscambios sociales necesarios (la sociología como crítica social identifica losocial como espacio de regulación de las relaciones entre la sociedad y elEstado, reconociendo derechos sociales de desmercantilización y articu-lando jurídicamente posiciones de “status fundadas en los principios deigualdad y solidaridad (derechos sociales de la ciudadanía”). La aportaciónde Durkheim a ese tratamiento jurídico-político de “lo social” es evidente,partiendo de su concepción de “lo social” como un ámbito específico de larealidad donde el hombre desarrolla su personalidad como “ser social”, yaislable respecto de posibles intervenciones basadas en un conocimiento

134 Véase L. von STEIN, La cuestión social desde el punto de vista filosófico, Alcan, Paris,1900. Véase el Estudio preliminar de Adolfo Posada, “El Derecho y la cuestión social”, a la obrade A. MENGER, El derecho civil y los pobres, Librería General de Victoriano Suárez, Madrid,1898; Reeditada con Est. Prel., “Reformismo social y socialismo jurídico” por J.L.Monereo,Ed.Comares, Granada, 1998. También en el enfoque de un conservador lúcido como la del BarónJ. FREIHERRN VON HERTLING: Política social, versión española de Luis Heintz, SaturninoCalleja Fernández, Madrid, s/f. especialmente pp 49 y ss. El autor fue diputado del parlamentoalemán, que se mostraba partidario del reconocimiento de los derechos sociales básicos comoel derecho a la existencia y la legislación protectora del trabajo y el derecho al trabajo, aunquemarcaba distancias respecto al discurso del socialismo jurídico de Antón Menger, al cual no citaexpresamente pero lo toma sin duda en consideración, y criticaba la idea del trabajo comofundamento del derecho de propiedad y del derecho al producto íntegro del trabajo.

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objetivo de los hechos sociales. Trata de superar el solidarismo moral yjurídico (reforma de la legislación en sentido social) y propone un replan-teamiento de las bases constitutivas de la sociedad en un sentido orgáni-co, donde no es suficiente el Estado “providencia”, sino que es precisosobre todo una regeneración moral que suponga también una limitación delos apetitos individuales y, en definitiva, del egoísmo (una de cuyas expre-siones es la aspiración a la ganancia ilimitada sin consideración a losefectos contraproducentes de las propias acciones) que debería ser des-plazado por la solidaridad y la cooperación mutua. Éste es el sentido desu propia de solidaridad social que (a diferencia de la corriente del solidarismojurídico que se inspiró no poco en su pensamiento) miraba más que a laintervención heterónoma del Estado a una solidaridad colectiva creadorade una moral social alejada del individualismo insolidario y orientada apropiciar un individualismo moral tejida en el mismo núcleo de la sociedady en una constante interdependencia funcional y comunicativa, donde lasreglas del orden social nacen del acuerdo y dan lugar a un Derecho decoordinación social135. Pero en la concepción de Durkheim el Estado noqueda diluido, sino que lejos de ello actúa como órgano de pensamientosocial y de dirección y coordinación de la actividad de las corporaciones ygrupos sociales. Siendo el órgano de pensamiento social, el “cerebro so-cial”, es evidente que Durkheim participa de una concepción comunicativade las relaciones entre el Estado y la sociedad en que se inserta comoórgano funcionalmente diferenciado. De este modo el Estado es un ámbitodiferenciado de lo político presente en el entramado social. Ocurre quepara Durkheim lo político no queda limitado al Estado: lo político estáinevitablemente vinculado a lo social mezclándose en el entramado de lassociedades complejas.

La reforma social y moral es diseñada y articulada en la mutua inter-dependencia y comunicación entre el Estado y las corporaciones y asocia-

135 Esa idea había sido explorada, más allá de las diferencias específicas, por el Derechosocial (que para él no era reconducible al Derecho estatal, sino al Derecho autónomo de los gru-pos sociales) de G. GURVITH, La idea del derecho social, Edición, traducción y Estudio de laidea preliminar a cargo de J.L.Monereo Pérez y A.Márquez Prieto, Editorial Comares, Granada,2005. También ha sido la base para la teorización de un nuevo Derecho de integración social,basado en las relaciones comunicativas, como el propuesto, con explícito apoyo en Durkheim,por J. HABERMAS, Teoría de la acción comunicativa, 2 vols, Taurus, Madrid, 1987, y después,su libro Facticidad y validez. Sobre el derecho y el Estado democrático de Derecho en términosde teoría del discurso, Trotta, Madrid, 1998. Pero ha dejado su huella en la teorización del Dere-cho reflexivo, como forma de Derecho autónomo expresión de la autonomía social de los grupos.Es el caso de G. TEUBNER, Le droit, un système autopoïétique, PUF, Paris, 1993. Tanto lasconstrucciones de Habermas como las de Teubner interactúan con la teoría sistémica de NiklasLuhmann, al cual no pasó precisamente desapercibida una posible lectura sistémica de Durkheim.

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ciones profesionales. De este modo, la solidaridad orgánica no se realiza-ría de modo natural o espontáneo, sino a través de la acción conscientesolidaria por parte de los individuos en sus marcos asociativos y en laacción del Estado en permanente intercomunicación. La racionalidad queformula Durkheim es una racionalidad moral y comunicativa (reflexiva) alpropio tiempo.

La dimensión moral había sido subrayada por los socialistas de cáte-dra, los cuales destacaban precisamente la dimensión moral de la reformasocial. En esta dirección se opone a la afirmación del marxismo según lacual lo económico es determinante en última instancia sobre los demásámbitos de la sociedad. Para él la cuestión social es la resultante de unacombinación de elementos: lo económico, lo social, lo moral… El analistano puede desconocer ese factor de complejidad de “lo social” en la tramadel sistema social. Por lo demás, a pesar de la existencia de algunospuntos de proximidad no está de acuerdo con la concepción materialistade la historia136. No obstante, su énfasis en “lo orgánico” acaba por reduciren exceso la cuestión social a una cuestión moral, como problema desolidaridad orgánica, en detrimento de los elementos materiales que están

136 No sólo lo expresó en su crítica a Labriola y en su obra “El socialismo”, sino tambiénen publicaciones posteriores. Así, respecto de su concepción de la religión, había dejado nítidasu posición indicando que todo lo ideal es un producto natural de la vida social y la religión esel producto de unas causas sociales. Además, cuando se oponen la sociedad ideal y la sociedadreal, como si fueran antagonistas que nos empujarían en sentidos contrarios, se oponen abs-tracciones, pues la sociedad ideal no está fuera de la sociedad real, sino que forma parte de ella.Pero realza que su teoría de la religión no debe interpretarse como una simple reedición delmaterialismo histórico, pues ello supondría engañarse profundamente sobre nuestro pensamiento.Al mostrar la religión como una cosa esencialmente social, no quiere decir que se limite a traducira otro lenguaje las formas materiales de la sociedad y sus necesidades inmediatas. Le pareceevidente que la vida social depende de su sustrato y lleva su marca, lo mismo que la vida mentaldel individuo dependen del encéfalo, e incluso del organismo en su totalidad. Pero la concienciacolectiva es algo más que un simple epifenómeno de su base morfológica, lo mismo que laconciencia individual es diferente de una simple inflorescencia del sistema nervioso. Entiende,además, que ciertamente existe un conflicto entre ciencia y religión, pero la ciencia no niega lareligión. La religión existe; es un sistema de hechos dados, en una palabra, es una realidad.¿Cómo iba la ciencia a negar una realidad? Además, en tanto que la religión es acción y es unmedio que hace vivir a los hombres, la ciencia no podría ocupar su lugar, porque, aunque esexpresión de la vida, no la crea; puede intentar explicar la fe, pero eso mismo demuestra quela supone. En no pocos casos las nociones fundamentales de la ciencia tienen un origen religioso.Cfr. DURKHEIM, E.: Las formas elementales de la vida religiosa, Edición, introducción y nota deSantiago González Noriega, Alianza, Madrid, 2003, pp.635 a 637 y 645 y 647. En esa conside-ración de la religión como una cosa esencialmente social subyace su propia concepción de lasrepresentaciones colectivas. Véase E. DURKHEIM, “Représentations individuelles et representationscollective”, en Revue de Métaphysique, mayo de 1898.

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implicados (el conflicto de base económica en su época entre capital ytrabajo) en la cuestión social. La cuestión social de la modernidad no essólo un problema de solidaridad, sino de integración superadora de lasdicotomías efectivamente existentes en el sistema social. Para él la des-integración social no deriva del solo hecho de la división del trabajo social;ésta incluso puede producir en determinadas circunstancias una solidari-dad espontánea. Ahora bien, pueden producirse formas anómalas o pato-lógicas de división del trabajo. En este sentido, la división del trabajo exigede una regulación jurídico-social necesaria que garantice la igualdad deoportunidades, de manera que todos los individuos tengan las mismascondiciones de partida para que puedan desarrollar en el trabajo su per-sonalidad. Como se puede comprobar en el pensamiento de Durkheim seotorga una gran importancia a la diferenciación entre lo normal y lo pato-lógico en la vida social137. Precisamente la apreciación y calificación como“patología” social de ciertos fenómenos sociales otorga a la tarea de lasociología científica una función práctica, toda vez que lo patológico pre-viamente identificado (la tarea de la sociología es estudiar los hechos yexplicarlos en atención al contexto social en que se producen) debe serobjeto de supresión o superación. Estimación especialmente útil para laorganización de una política de reforma social. De hecho la sociología deDurkheim pretendería establecer el fundamento de una moral laica quesentase las bases para un «consenso y una estabilización» de la sociedad.Su sociología quería contribuir a proporcionar un fundamento a la TerceraRepública y a inspirar reformas racionales, aportando a la nación un prin-cipio de orden y una doctrina moral138. Proporcionó, así, un fundamentosólido para una política republicana de reforma social y política. El Estadorepublicando tendría por misión la expansión de las distintas formas desolidaridad social. Ni se trataba del “Estado gendarme” (opción conserva-dora) ni del “Estado de la revolución” (opción revolucionaria).

Para ello la solución de la cuestión social era un problema de atenciónpreferente pues podría tener la virtualidad negativa de una desvertebraciónde la sociedad. Por ello intentaba contribuir a la elaboración de una nuevamoral positiva laica y común, como elemento de identidad e integración

137 Para esa distinción en un plano general, E. DURKHEIM, Las reglas del método socio-lógico, op. cit., Capítulo III.

138 No se olvide que para Durkheim “el dominio de la vida verdaderamente moral comienzasólo allí donde empieza el dominio de la vida colectiva, o, en otros términos, somos morales sóloen la medida en que somos seres sociales”. Cfr. E. DURKHEIM, La educación moral, edición,introducción y traducción de José Taberner Guaps y Antonio Bolivar Botía, Trotta, Madrid, 2002,p. 117.

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social, donde se garantizasen los derechos de ciudadanía y un ordensocial que suprimiera o atenuara las desigualdades sociales. Su propuestano era, pues, la de mantener el orden “existente” sino la implantación porvía pacífica de un “orden nuevo que garantice nuevas bases de cohesiónsocial culminando el programa implícito a la triada de la revolución fran-cesa (libertad, igualdad y fraternidad)”. La revolución francesa rompió conlas bases del Antiguo Régimen, pero la instauración contradictoria delsistema del capitalismo del individualismo liberal originó la emergencia dela cuestión social y desestabilizó completamente el orden imperante, que-dando evidenciada la inseguridad del orden: a las pretensiones de homo-geneidad social se evidenció las fracturas de una sociedad marcada porlas desigualdades sociales. Para él la sociología debería acabar en unapráctica social y política, que propicie el necesario consenso social paraalcanzar ese cambio cualitativo. Su misión es sentar los presupuestos paraestablecer una nueva moral positiva, regeneradora de la vida social139. Enel nuevo orden dominará una forma evolucionada de solidaridad orgánicadonde imperará la cooperación y el consenso dinámico entre los indivi-duos140. Es extender el racionalismo científico a la conducta humana, pu-diendo transformar el análisis en reglas de acción para el futuro141. Lasociología científica puede asumir la función de ser guía de la acciónpartiendo un análisis objetivo de las condiciones del orden social142. La

139 Véase R. RAMOS TORRE, La sociología de Émile Durkheim, CIS, Madrid, 1999.140 La solidaridad orgánica de Durkheim tiende a ser interpretada como sociedad comunicativa

por J. HABERMAS, Teoría de la acción comunicativa, 2 vols., Taurus, Madrid, 1987.141 “Nuestro principal objetivo –afirma– es extender el racionalismo científico a la conducta

humana, mostrando que considerada en el pasado puede ser reducida a relaciones de causay efecto, relaciones que se pueden transformar luego en reglas de acción para el futuro o pormedio de una operación no menos racional que la anterior. Lo que ha sido llamado nuestropositivismo no es más que una consecuencia de ese racionalismo”. Cfr. “Prefacio a la primeraedición” a su obra E. DURKHEIM, Las reglas del método sociológico, Ediciones Altaya, Barcelona,1997, p. 34.

142 En nuestro país esta orientación de la sociología científica fue aplicada por AdolfoPosada, el cual ya conocía, por otra parte, muy de cerca el pensamiento de Dukrheim, y habíarealizado recensiones de sus obras y comentarios a las mismas en sus obras sociológicas. Unlugar aparte ocupa su tratado Principios de Sociología, Daniel Jorro Editor, Madrid, 1908 (1ª ed.,1 vol,) y 1929 (2ª ed., revisada y aumentada, 2 vols.). En el epígrafe 4 del capítulo XVIII (t.II,pp. 266 y ss), intitulado “La Sociología y la acción social. El Arte social”, se aborda directamentela conexión entre la sociología científica y el problema y la reforma social, y se vincula con elsiguiente epígrafe (5º) sobre “La Política de acción social” (Ibid., pp.289 y ss.). Entiende que lasociología tiene un aspecto práctico que se interpreta racionalmente; la sociología, como ciencia,no puede prescindir del punto de vista de la acción. Nuestra experiencia y nuestra observaciónnos señala, como cosas reales, transformaciones sociales, obra de cambios y de modificacionescausados en la Historia, y que, a veces, traducen intervenciones eficaces de una acción humana

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sociología –el conocimiento científico– debe estar encaminada a la acción,aportando científicamente análisis objetivos de los hechos y ser capaz deformar ideas comunes aglutinantes. La reforma social requiere de la ins-tauración de creencias firmes, seguras y verificables, porque encontraríanun apoyo o soporte en la sociología científica en estrecha colaboracióncon las demás ciencias. La sociología científica “descubriría” el orden através de un análisis de los hechos sociales, y a partir de ahí lo deberíade perfeccionar y otorgarle una mayor coherencia. “La reforma social tieneen Durkheim como condición esencial una reforma “moral” e intelectual”.De esta manera el saber es puesto al servicio del hombre. Durkheim quisotrabajar en una concepción en la que creía y confiaba. Por eso en sus

reflexiva, calculada, hábil, que se define como reforma –reforma social se dice en cierta esferahoy–, labor en ocasiones de verdaderos “sociólogos de acción”. En este sentido equipara al“sociólogo de acción” con el “reformador social”. En esa línea opina que el sociólogo de acciónpuede ser –debería ser– el reformador social, o, mejor, el reformador, en sentido amplio, queimpide confundir el reformador social con el “político”, debería ser “sociólogo de acción”; unreformador social, no siempre es un político, pero puede ser un político social”. Por lo demás,el político de la acción social –el reformador social– que piden las complejas circunstancias delvivir colectivo actual, el que podría imaginarse como órgano reflexivo del organismo social, y, porende, de las necesidades y aspiraciones de su tiempo, en su medio, dibujase aún con rasgosno bien definidos en el mundo de la política, cada día más trabajada y más dominada por laspreocupaciones sociales. La acción social, en último, como un “hacer”, se manifiesta en cuantose traduce en las llamadas reformas sociales. En la concepción de Posada ello supone atribuiral Estado una misión positiva, de contenido y acción eficaz en la vida colectiva. La política decontenido social (política social) es la política de justicia y bienestar, supone una acción enca-minada a aliviar y mejorar la situación económica, jurídica y social de los pobres y de los débiles,y la acción de tutela y asistencia de los humildes, de los desvalidos, de los inutilizados; significaen esta concepción estricta y limitada, pero de intenso valor, una política de alcances socialesla constante rectificación, por reacción jurídica y política, obra el fluido ético que provoca ymantiene los impulsos jurídicos, de las consecuencias injustas o fatales, del régimen de lasllamadas leyes económicas naturales, y de modo especial, en la economía liberal, y del purocriterio de la libre concurrencia. Para él la política social no es exclusivamente acción del Estado,es más ampliamente acción de la sociedad, para reobrar contra las desigualdades socialesevitables; de modo general, la obra que en manos del Estado se define como política social,compete a la sociedad misma y a sus instituciones todas: la Iglesia, la Universidad, la Escuela,los ricos, el sindicato. En suma, a toda concentración o síntesis de energías humanas, en cuantoen ella se dé la aptitud para sentir el deber social de acudir a rectificar las fatalidades de la vida(Ibid., pp.281 a 296). Aquí los puntos de contacto, conexión discursiva, con el pensamiento deDurkheim, son particularmente próximos, dejando a salvo las diferencias de concepción existenteentre ellos. Para un estudio históricamente situado del pensamiento sociológico y jurídico-políticode Adolfo Posada, me permito remitir a mi monografía J. L. MONEREO PÉREZ, La reforma socialen España: Adolfo Posada, MTAS, Madrid, 2003, passim, y bibliografía allí citada. Para unaperspectiva general y de conjunto de la sociología y la mentalidad positivas en España, puedeconsultarse la obra de D. NÚÑEZ RUIZ, La mentalidad positiva en España: desarrollo y crisis,Tucar ediciones, Madrid, 1975.

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construcciones se entreveran lo trágico y lo optimista, el peso de la res-ponsabilidad y la afirmación. No se olvide que para Durkheim la sociedadtiene una existencia propia, real y diferenciada respecto de los individuosque agrupa. El individuo ha de cumplir su función más adecuada en elsistema social, cooperando a través de la división del trabajo desde unaperspectiva de solidaridad social orgánica e integradora. Su idea –frecuen-te en una época de incertidumbres– era instaurar una sociedad organiza-da racionalmente sobre bases científicas, donde los criterios del orden yde la justicia son, en gran medida, una inferencia de las prácticas sociales.Podría contribuir a elaborar una ideología laica republicana; de ahí suinterés por establecer una moral cívica. Ahora bien, pretender que a travésde la sociología científica se pueda alcanzar una moral objetiva no deja deser problemático y de dudosa aceptabilidad para todos los miembros ygrupos de una sociedad abierta143. Mucho más cuando concibe, como essu caso, la moral como forma de disciplina social, que una a los individuospor vínculos sólidos y persistentes. Es una moral al servicio de la idea deorden en la sociedad entendida como un organismo vivo.

Para él la cuestión social (y su manifestación en la cuestión obrera) esreflejo de una mala organización de la sociedad, la cual puede ser corre-gible mediante reformas pertinentes de regulación y “modelación”. Efec-tuando un diagnóstico sobre las condiciones de producción de la solidari-dad orgánica y sobre los factores para él determinantes de la cuestiónsocial (y lo que refleja de falta de cohesión social), Durkheim reflexionasobre los «remedios» que pueden aportar la sociología científica y el papelque corresponde a las instancias colectivas de la sociedad (Estado, gruposprofesionales, familia). Para él la solución tiene que construirse sobre labase de criterios científicos, y sin prejuicios ideológicos y tiene que buscarun equilibrio entre el orden social y el desarrollo de la personalidad indi-vidual144. Por ello rechaza las propuestas provenientes del liberalismo eco-

143 Se ha señalado, en este orden de ideas, que “tan pronto se reconoce la pluralidad delos grupos sociales y el conflicto de las ideas morales, se advierte también que la ciencia socialserá durante mucho tiempo, y probablemente siempre, incapaz de decir a los moralistas y a loseducadores: he aquí la moral que debéis predicar en nombre de la ciencia”. Cfr. R. ARON, Lasetapas del pensamiento sociológico, Tecnos, Madrid, 2004, pp.320-321.

144 Observa que el remedio al mal no es buscar que resuciten tradiciones y prácticas que,no respondiendo ya a las condiciones presentes del Estado social, no podrían vivir más que unavida artificial y aparente. Lo que se necesita es hacer que cese esa anomia, es encontrar losmedios de hacer que concurran armónicamente esos órganos que todavía se dedican a movi-mientos discordantes, introducir en sus relaciones más justicia, atenuando cada vez más esasdesigualdades externas que constituyen la fuente del mal. Nuestro malestar no es, pues, comoa veces parece creerse, de orden intelectual; tiene causas más profundas. No sufrimos porque

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nómico, el socialismo marxista y de las ideologías comunistas. Para él losocial no se resuelve ni como cuestión privada (liberalismo individualista)y ni con una plena publificación (socialismo marxista e ideologías comunis-tas). Su solución intermedia residía en compaginar la autonomía individualy la intervención estatal, estableciendo planes de reforma social en sentidoamplio y propiciando cauces para alcanzar el consenso necesario entre losindividuos y sus grupos de pertenencia. Deben fomentarse, pues, losmecanismos de consenso sobre la base de valores y sentimientos comu-nes para alcanzar la necesidad socialización y la coexistencia pacíficaentre individuos y grupos heterogéneos. La sociología científica puedeseñalar esos cauces de integración colectiva. De ahí que su posición seacercara a los “socialistas utópicos o románticos”, socialistas de cátedra,al socialismo jurídico145 y al solidarismo social, que podrían encuadrarsedentro de la posición intervencionista de reforma social. Es el modelo delintervencionismo (individualizado, entre otros, por autores como Posada yPic146). Esa sintonía con las formas del socialismo democrático es explicitadaen su obra “El socialismo”, donde reflexiona precisamente desde el socia-lismo democrático y critica severamente a la ideología del “socialismo cien-tífico”. No cree en la centralidad histórica de la lucha de clases y entiende

no sepamos sobre qué noción teórica apoyar la moral que hasta aquí practicábamos, sinoporque, en algunas de sus partes, esta moral se halla irremediablemente quebrantada, y la quenecesitamos está tan sólo en vías de formación. Nuestra ansiedad no viene de que la críticade los sabios haya arruinado la explicación tradicional que nos daban de nuestros deberes, y,por consiguiente, no es un nuevo sistema filosófico el que podrá jamás disiparla, sino de que,de algunos de esos deberes, no estando ya basados en la realidad de las cosas, resulta unaflojamiento que no podrá terminar sino a medida que una nueva disciplina se establezca yconsolide. En una palabra, nuestro primer deber actualmente es hacernos una moral. Semejanteobra no deberá improvisarse en el silencio del gabinete; sólo por sí misma puede elevarse, pocoa poco, bajo la presión de causas internas que la hacen necesaria. Mas, para lo que la reflexiónpuede y debe servir para señalar el fin que es preciso alcanzar. Tal es lo que hemos intentadonosotros hacer. Cfr. La división del trabajo social, op. cit., pp. 479-480.

145 Incluido su amigo Jean Jaurés, que defendió también un socialismo democrático de basemoral y defensor de la democracia parlamentaria y de las libertades individuales. Véase J.JAURÉS, L’armée nouvelle, Ed. Bonnefous, Paris, 1910; ID. Orígenes del socialismo alemán(1892), Estudio preliminar de L.Goldmann, Eds. Cultura Popular, Barcelona, 1967; ID.: Estudiossocialistas, Zero-Zyx, Madrid, 1970. Véase H. GOLDBERG, Jean Jaurès, Fayard, Paris, 1970.Véase J. DROZ, Historia del socialismo, (Título original francés: “Le socialisme democratique”,Edima-Edición de Materiales, Paris, 1968, cap. III (La democratización del socialismo francésdesde Guesde a Jaurés), pp.67 y ss.; G. LEFRANC, Le mouvement socialiste sous la TrosièmeRépublique, 1875-1940, Payot, Paris, 1963.

146 A. POSADA, “Política social y Legislación del trabajo”, en A. POSADA, F. CLEMENTEDE DIEGO, A. SELA, C.BERNARDO DE QUIROS, y P. SANGRO, Derecho usual, Ediciones dela Lectura, Ciencia y Educación-Manuales, Madrid, s/f., pp. 489 y ss.; P. PIC, Tratado elementalde legislación industrial, trad. de J.L. de Urquiza, Reus, Madrid, t. I, 1941, 1942.

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que el antagonismo entre empresarios y trabajadores es un exponente deuna desintegración social derivada de una situación de anomia que debeser objeto de corrección a través de intervenciones activas del Estado y delos grupos sociales147. La solución del problema social (que en Durkheimes una derivación anormal del proceso de especialización148) exige antetodo una regeneración moral del tejido social en un sentido orgánico ysolidario, que reconduzca la cuestión social a un orden armónico basadoen la justicia social. La anomia deriva de que, en ciertos ámbitos de lasociedad hay falta de fuerzas colectivas, esto es, de grupos sociales cons-tituidos para reglamentar la vida social. Su propuesta es la de la «armoníasocial entre trabajadores y empresarios, rechazando las soluciones unila-terales, porque el malestar no está localizado en ninguna clase en concre-to, ya que es general en toda la sociedad industrial. Por tanto, afecta tantoa los patronos como a los obreros, aunque con diversa intensidad y agra-vio. El remedio principal debería ser la reorganización moral y económicadel sistema industrial, a través de la formación de grupos profesionalesfuncionales e integradores, apoyados y supervisados por el Estado. Estosgrupos tendrían atribuidos nuevos poderes de gestión y control sobre elmundo industrial». Corresponde, así, al Estado (órgano de pensamientosocial) y a los grupos sociales (mediadores sociales) aportar nuevas for-mas de organización y moralización de la sociedad. Las reformas legisla-tivas (la legislación protectora del trabajo) pueden atenuar y neutralizarparcialmente el problema, porque su verdadera solución exige un cambioen las mentalidades, una moralización completa de la sociedad149. En esamoralización el papel más importante es reservado a las corporaciones

147 Esa reconducción de los conflictos de clase en términos de anomalía y desajustefuncional en un ámbito específico de la sociedad confluye en gran medida con el diagnóstico deA. Comte, con el cual Durkheim guarda en no pocas cuestiones una gran proximidad depensamiento y de diagnóstico para las orientaciones de la reforma social positiva y constructiva,en cuanto opuesta a toda tentación revolucionaria. En realidad, Durkheim veía la relación entreel individuo y la sociedad no como una oposición de intereses sino como una relación deproblemático acoplamiento, siendo la función de la sociología objetivar e impulsar una moralencaminada a transformar la sociedad en el sentido de su evolución. Véase J. L. MONEREOPÉREZ, La reforma social en España: Adolfo Posada, MTAS, Madrid, 2003. Sobre el pensamientode Comte puede consultarse D. NEGRO PAVÓN, Comte: Positivismo y revolución, EditorialCincel, Madrid, 1992, y bibliografía allí citada.

148 A diferencia de Max Weber que vincula todos los problemas de la modernidad al crecienteproceso de racionalización. Véase M. WEBER, Sociología del Derecho, edición y est.prel., a cargode J.L.Monereo Pérez, Editorial Comares, Granada, 2001.

149 Este enfoque moralizante y socializador del problema social y su carácter insoluble através de una solución meramente económica y de reforma de la legislación social es explícitoen E. DURKHEIM, El socialismo, edición de R.Ramos Torre, Editora Nacional, Madrid, 1982,pp.107 y ss.

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profesionales como intermediarios con autoridad entre los individuos y elEstado, y generadoras de solidaridad social. Alaba al socialismo de cáte-dra por su preocupación de introducir reformas sociales, pero respetandola economía de mercado y la esfera de las libertades individuales. Por ellopropone una definición de socialismo adecuada a su propia convicción(cosmovisión): En efecto, en su propia percepción el socialismo (modula-ción adaptada a las exigencias de su propio pensamiento de crítica social)es la aspiración a reorganizar el cuerpo social de tal forma que se modi-fique la situación que la industria ocupa en la sociedad; esto es, que salgade la sombra en que actualmente está, y en la que funciona de formaautomática, para ser iluminada y controlada por la conciencia150. El socia-lismo trasciende la cuestión obrera y es típicamente una doctrina socialque pretende modificar lo que existe proponiendo reformas. De ahí sucarácter de doctrina práctica151. Pero esta aspiración no sólo la experimen-

150 Entiende, por otra parte, que “el socialismo no es una ciencia, una sociología enminiatura, sino un grito de dolor y, a veces, de cólera que surge de los hombres que sientenmás vivamente nuestro malestar colectivo. Su relación con los hechos que lo provocan esanáloga a la de los gemidos del enfermo con la enfermedad que le afecta y las cuitas que leatormentan”. Cfr. E. DURKHEIM, El socialismo, edición de R.Ramos Torre, Editora Nacional,Madrid, 1982, p.103. El socialismo era para él un producto de las transformaciones socialesoperadas desde finales de los siglos XVIII y durante el siglo XIX. En todo caso, la ideologíasocialista sería contemplada con un hecho social, porque no se olvide que para Durkheim laideología no era algo “externo” a la sociedad sino una dimensión “interna” a la misma, porquetiene una explicación causal típicamente social. El socialismo no sería una excepción a este modode pensar. Es evidente, era en todo caso un producto activo, que impulsó decididamente (porvía indirecta y directa) los procesos de reforma social de la época crítica del sistema individua-lista. Basta reparar, por ejemplo, en todos los estudios e iniciativas sobre la cuestión y la reformasocial realizados por los mismos Marx y Engels, y especialmente: la instrucciones sobre diversosproblemas a los delegados del Consejo Central Provisional de la Asociación Internacional de losTrabajadores (relativas a la limitación de la jornada de trabajo, el trabajo de los jóvenes y niños,trabajos cooperativos, uniones sindicales, impuestos directos e indirectos, etcétera), los análisiscontenidos en “El capital” sobre la legislación del trabajo, los análisis de los conflictos industrialesy del campesinado, sobre la acción política de la clase obrera, la cuestión de la tierra y lavivienda, en distintas conferencias, congresos y circulares, la cuestión social en Rusia, etcétera.La crítica a la división capitalista del trabajo que se recoge en “El capital” es exponente de esacrítica social realizada desde el socialismo de Marx. Puede consultarse, C. MARX, y F. ENGELS,Obras escogidas, Editorial Progreso, Moscú, t. II, 1978; C. MARX, El capital. Crítica de laeconomía política (1867), 2 vols., OME 41, trad. de M.Sacristán, Grijalbo, Barcelona, 1976.

151 En su opinión la definición más adecuada de socialismo es la que lo configura como “todadoctrina que reclame la vinculación de todas las funciones económicas, o de algunas de ellasque se hallen actualmente difusas, a los centros directivos y conscientes de la sociedad”. Cfr.E. DURKHEIM,: El socialismo, op. cit., p. 115. Por consiguiente, “el socialismo no se reduce auna cuestión de salarios o, como se ha dicho, de estómago” (Ibid., p.121). Durkheim habíarealzado que la cuestión social desbordaba la cuestión obrera. Cfr. E. DURKHEIM, “Une revisiónde l’ idée socialiste (1899)”, en E. DURKHEIM, Textes. 3. Fonctions sociales et institutions, Leseditions de Minuit, Paris, 1975, pp.163 y ss.

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tan las clases inferiores, sino el Estado mismo, porque a medida que laactividad económica crece en importancia como factor de la vida social, elEstado se ve conducido, por la fuerza de las cosas, por necesidadesvitales de la más alta importancia, a controlar esa actividad y a regular susmanifestaciones. Para él el socialismo obedece a dos corrientes y fuerzas:desde arriba (El Estado; correspondiente al socialismo de Estado), y desdeabajo (socialismo obrero). Depende también de exigencias funcionales delsistema social en un determinado estado de evolución. Esta visión delsocialismo sintonizaba en gran medida con el socialismo reformista deJaurés, por otra parte amigo personal de Durkheim desde su coexistenciaen la Escuela. La cuestión social exige una solución global: no sólo esnecesario organizar la vida económica, sino introducir elementos de reno-vación moral y espiritual que limite los egoísmos individuales. La legitimi-dad de la autoridad y de los límites de las propias aspiraciones tiene quebasarse en un poder moral al que los individuos reconozcan superioridadque le diga que no se “debe” ir más allá. Para él debe reorganizarse laeconomía y, en general, la sociedad con arreglo a criterios morales.

Esa reorganización moralizadora exige no sólo de la intervención delEstado, sino, ante todo, de la activación de la misma sociedad a través dela mediación de los grupos o corporaciones profesionales. Con esaintermediación se puede establecer una sociedad orgánicamente constitui-da basada realmente en la solidaridad orgánica (“El socialismo”). Según éllas corporaciones son las agrupaciones que formarían todos los agentesde una misma industria reunidos y organizados en un mismo cuerpo. Soninstituciones mixtas (de patronos y de obreros) que crean formas de so-lidaridad orgánica y se constituyen en fuentes de moralidad que reflejan lainterdependencia social. Ésta es la “solución compleja e integral a la cues-tión social, porque no es una “cuestión de estómago”, sino ante todoreflejo de ausencia de solidaridad social”. En este sentido las corporacio-nes profesionales no sólo reglamentarían y aplicarían normas, pues seríanigualmente capaces para generar vida colectiva. Serían instancias de re-gulación de la vida económica, pero también de participación de los indi-viduos, impidiendo los procesos de burocratización que serían rechazables.Así asumirían funciones públicas, pero serían órganos dotados de inde-pendencia respecto del Estado elevado a “órgano de pensamiento social”de la sociedad en su conjunto más allá del carácter sectorial o local de lascorporaciones profesionales (“La división del trabajo”). En dichas corpora-ciones profesionales estarían representados los trabajadores y los empre-sarios: ambas categorías estarían presentes en los órganos directivos

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(consejos directivos) de la corporación, pero en la base de la organizacióncorporativa tenderían a organizar por separado la defensa de sus respec-tivos intereses; designarían también a los representantes por cada una delas dos agrupaciones de base en las asambleas comunes de la corpora-ción. Corresponde al Estado, como órgano de pensamiento social, oponer–superándolo– al particularismo de cada corporación el sentimiento deutilidad general y las necesidades que reclama el equilibrio orgánico. Estoes, el Estado debe garantizar la interrelación entre las corporaciones y laprotección de los intereses más generales de los individuos (“El suicidio”).Ello reflejaría un “tipo de sociedad orgánica, pero, en la concepción deDurkheim, no autoritaria: las corporaciones, como órganos secundariosinterpuestos entre el Estado y la sociedad, serían cauces de comunicacióny de participación social en la vida colectiva (“Lecciones de sociología”)”.Esta sociedad se correspondería con un nivel superior de desarrollo de ladivisión del trabajo, de la solidaridad social y autonomía individual. El Estadoy las corporaciones profesionales deberían establecer regulaciones jus-tas152. De este modo, con la realización del “ideal social” de una sociedadorgánica y vertebradas socialmente, los procesos críticos de disgregaciónsocial encontrarían (tales como las crisis sociales e individuales, que tam-bién tendrían una explicación social última, puesto que reflejaría un estadode anomia, una falta de integración social) una solución preventiva. Estimaque la democracia reside en la forma política mediante la cual la sociedadllega a la más pura conciencia de sí misma, midiéndose la democracia porel papel que la deliberación, la reflexión, el espíritu cívico y la educaciónmoral desempeñan en la gestión de los asuntos públicos (“Lecciones de

152 En esa conexión el Estado no puede desconocer que es el órgano de reflexión para todala sociedad y que en calidad de tal constituye la fuerza que debe garantizar la autonomía individualy el libre desenvolvimiento de los grupos sociales, pero también ha de garantizar que dichosgrupos secundarios (familia, corporaciones, etc.) no opriman a los individuos que agrupa. Cfr.E. DURKHEIM, “L’ État (1900-1905?)”, en E. DURKHEIM,: Textes. 3. Fonctions sociales etinstitutions, Les editions de Minuit, Paris, 1975, pp.172 y ss. La vertebración social no puedellevarla a cabo el Estado como “órgano central”, son los grupos secundarios. El Estado estádemasiado lejos de las cosas y de los individuos para poder resolver útilmente tareas taninmensas y complejas. Es necesario que grupos secundarios menos vastos, más cercanos aldetalle de los hechos, puedan desempeñar esta función. No vemos a nadie que pueda ser aptopara este rol fuera de los grupos profesionales. Competentes para administrar cada ordenparticular de intereses, susceptibles de ramificarse en todos los puntos del territorio, de tomaren cuenta las diversidades locales, las circunstancias territoriales, reunirían todas las condicionesrequeridas para convertirse de alguna manera, en el orden económico, en los herederos de lafamilia. Cfr. Lecciones de sociología, op. cit., Lección 18ª, p. 236.

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sociología”). En una sociedad orgánica, integrada y coherente, el grupoprofesional se sobrepone a los procesos de estratificación tendiendo a“diluirlos”. En las sociedades verdaderamente orgánicas se forma a hom-bres socializados. Este tipo de sociedad no es que no quede expuesta acuestiones sociales, al conflicto153 y a la anomia, sino que más bien seestablecen unos cauces preventivos y de resolución que impide una des-integración social crítica y duradera. Para él la crisis social se aprecia entérminos de desintegración moral en la estructura orgánica del entramadosocial (cfr. “El socialismo”154). Recuperar la solidaridad orgánica se hacenecesario para garantizar la cohesión social. He aquí que la sociología escapaz de aportar una teoría del vínculo social y un conocimiento reflexivode la crisis y de lo modos de resolverla, que en Durkheim se reconduceal problema de la constitución de la solidaridad orgánica y, en consecuen-cia, al establecimiento de los dispositivos necesarios para asegurar el vín-culo social desde una configuración funcional155 de “lo social”, útil paraposibles “tratamientos” técnicos y para la normalización del libre juego delas agregaciones de intereses. Es en las sociedades evolucionadas dondeel elemento regenerador viene constituido por la solidaridad social orgáni-ca y las formas de Derecho restitutorio o “cooperativo” (civil, mercantil,procesal, administrativo y constitucional) por contraposición a las formas

153 Téngase en cuenta que el pensamiento de Durkheim adolece seguramente de una teoríamás elaborada del conflicto social. Se ha señalado que “la sociología de Durkheim carece deun tratamiento teórico sistemático de los mecanismos sociales que mediatizan la relación entrela infraestructura y la conciencia collective. Las razones que explican esta carencia hay quebuscarlas en deficiencias del pensamiento de Durkheim..., como resultado de la cerrazón teóricaque inmovilizó su pensamiento, Durkheim fue incapaz de tratar satisfactoriamente la cuestión delos intereses socialmente generados y, sobre todo, el problema de los conflictos que surgen dela oposición de tales intereses”. Cfr. A. GIDDENS, Política, sociología y teoría social, op. cit.,p. 150.

154 También su recensión a F. TÖNNIES, Gemeinschaft and Gesellschaft, Revue Philophique,XXVII (1889), pp.178 a 181.

155 En este sentido interesa anotar que el concepto de función que Durkheim aplica a lasociedad se basa en una cierta analogía entre la vida social y la vida orgánica, en cuyo marcobuscaba una correspondencia entre la función y las necesidades de organismo social y, al propiotiempo, un “diagnóstico” sobre lo considerado “normal” por contraposición a lo “patológico”. Loexpresa Durkheim en su obra Las reglas del método sociológico, La Pléyade, Buenos Aires, 1972,p. 147 y cap. III. Todo ello refleja la utilización de un modelo organicista de configuración de lasociedad y de la relaciones sociales: por una parte, la función viene condicionada por sucorrespondencia con las exigencias de funcionamiento del organismo social como un todo(produciéndose un paralelismo con la biología); por otra, lo patológico se identifica (siguiendo unsímil médico) con lo anormal, captado –o entendido– como estado de enfermedad social.

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de derecho represivo (predominio del Derecho penal o punitivo, que acen-túa la prevalencia de la comunidad o sociedad sobre el individuo, prote-giéndola contra los comportamientos desviantes de éste)156. El Derechocooperativo o restitutivo tiene por función restablecer el estado de lascosas (restablecimiento de las relaciones perturbadas en su forma normal)organizando la cooperación interindividual de acuerdo con la justicia: secorresponde con una organización social funcionalmente diferenciada don-de retrocede la conciencia colectiva y se refuerza la conciencia individual.En esas sociedades evolucionadas el carácter orgánico de la solidaridadse apoya no en las semejanzas sino en la especialización funcional vincu-lada a la división del trabajo. Durkheim pretendía demostrar que la espe-cialización constituía en las sociedades modernas un deber moral. Califi-cación de solidaridad “orgánica” que tendría su sentido como una referen-cia «metafórica» a la organización de los organismos vivos en la biología(“La división del trabajo”). Aprecia un “sentido evolutivo inmanente al de-sarrollo histórico, según el cual la solidaridad mecánica será desplazadacompletamente por la solidaridad orgánica profesional unificante de losdistintos órganos funcionales existentes, los cuales quedan enlazados porrelaciones de mutua dependencia derivada de la necesidad de satisfaceren sociedad tanto las necesidades individuales como colectivas” (“vendráun día en que toda nuestra organización social y política tendrá una baseexclusivamente, o casi exclusivamente, profesional”). Para él la progresiónde la división del trabajo, como criterio de desenvolvimiento social, es unresultado de la lucha por la vida, pero con un desenlace suavizado, por-que los rivales no están obligados a eliminarse mutuamente, sino quepueden coexistir unos al lado de los otros. “La estática del “orden” exigela dinámica del “progreso”, lo cual introduce un elemento o dimensiónmetafísica en su concepción sociológica del despliegue de la sociabilidadhumana157, aunque el mismo Durkheim se sitúa –también explícitamente–

156 Lukes ha llamado la atención sobre el hecho de que aunque desarrollada en un contextodistinto y con fines diferentes, la dicotomía durkheimiana entre tipos de Derecho es, en algunosaspectos, similar a la distinción de H.L.A. Hart entre reglas primarias y secundarias (H. L. A.HART, El concepto de derecho, Editora Nacional, Madrid, 1981). Cfr. S. LUKES, Émile Durkheim,op. cit., p. 154, nota 87. Sobre la distinción entre las formas de Derecho represivo y Derechorestitutivo, véase también la exposición de G. ROBLES, Crimen y castigo (Ensayo sobre Durkheim),Civitas, Madrid, 2001, pp.53 y ss.

157 Aunque la pretensión de Durkheim se opuso a la sociología trascendental de Comte,afirmando que la sociología debe ser un estudio especial de los seres sociales más que unameditación filosófica sobre la sociabilidad humana en general. Véase E. DURKHEIM,“Cours deScience Sociale”, en La Science Sociale et l’ action, op. cit., p. 89.

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en la actitud de rechazo hacia el enfoque metafísico”. (Había señalado quela sociología no necesita escoger entre las grandes hipótesis que separana los metafísicos. Todo lo que se le pide es que el principio de causalidadse aplique a los fenómenos sociales; “Las reglas del método sociológico”).Su filosofía social quiere evitar abstraerse de la praxis, porque de lo con-trario se convierte en una filosofía vacía de pulso vital. También, a medidaque se desarrolla, provee los medios para mantenerse y sobrevivir a unmayor número de individuos que, en sociedades más homogéneas, esta-rían condenados a desaparecer.

RESUMEN

Este trabajo incluye la primera parte del estudio dedicado al pensamiento político-jurídico de Emile Durkheim, considerado como el padre de la sociología francesay, en gran medida, el fundador de la sociología “científica”. Junto a la exposiciónde los hitos más destacados de su biografía intelectual, en esta primera parte seexpone y analiza el pensamiento de Durkheim respecto a la cuestión socialentendida como objeto científico y su concepción de la sociología científicadesde la perspectiva del positivismo sociológico. Igualmente, analiza la visión deDurkheim sobre las comunidades socioprofesionales como instrumentos de inte-gración y cohesión social de relevancia pública, llamados a corregir y neutralizarlos efectos disfuncionales de la organización de las relaciones sociales.

PALABRAS CLAVE: Emile Durkheim, sociología científica, hecho social, corpo-raciones profesionales, anomia.

ABSTRACT

This paper includes the first part of a study focused on the political andjuridical thinking of Emile Durkheim, who is considered as the father of Frenchsociology and also, to a certain extent, the founder of “scientific” sociology.Together with the exposition of the most important milestones of his intellectualbiography, this firs part shows and analyses the Durkheim’s thinking about thesocial matter -understood as a scientific object, and his conception of the scientificsociology- from the perspective of the sociological positivism. This first part also

El pensamiento político-jurídico de Durkheim: solidaridad, anomía y democracia (I)

ReDCE, nº 9, Enero-Junio de 2008, 299-373. 373

examines the Durkheim’s vision of the socio-professional communities as instrumentsfor the integration and social cohesion with public relevance, that are expectedto correct and neutralize the dysfunctional effects of the organization of socialrelationships.

KEY WORDS: Emilie Dukheim, scientific sociology, social fact, professionalcorporations, anomia.