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EL ORGANILLERO El organillo es un instrumento musical portátil inventado a principios del siglo XIX en Inglaterra, en el cual al mover una manivela hace funcionar en su interior un cilindro con una serie de púas que levantan a su vez unas piezas de madera (teclas), reproduciendo la melodía a través de un fuelle que conduce aire a unas flautas de diferente tamaño y dimensión: los gruesos y largos para los tonos graves, y los delgados y cortos para los agudos. El organillo es un instrumento de viento. La presencia de organilleros es escaza, siendo Argentina, Chile y México, los países en donde aún se conserva este oficio con características propias de cada país. HISTORIA DEL ORGANILLERO CHILENO La aparición del organillo en Chile se remonta a finales del siglo XIX, gracias al lutier alemán José Strup. En sus primeros tiempos, el organillero llevaba en su espalda este pesado instrumento de más menos 45 kilos, cruzando en su pecho una ancha correa de cuero. Al llegar a cierto lugar, donde sabía que aparecerían muchos niños, descargaba su organillo, ordenaba sus juguetes y lentamente comenzaba a tocar sus típicas melodías, junto a él lo acompañaba un mono titi vestido con un chaleco sin mangas, encargado de pasar un sombrero o un tarro recolectando monedas que los espectadores entregaban agradecidos por el espectáculo, así el organillero no interrumpía su música. También el mono otorgaba un papel con la suerte a quien se lo pedía. Actualmente su compañero es un loro, que ha sido enseñado para elegir, de una caja de madera, mini mensajes de buena suerte o el horóscopo. Traslada el organillo sobre ruedas. Junto con las melodías, el organillero vende algunos elementos tradicionales y juguetes que atraen la curiosidad de las personas. Entre ellos están los remolinos de colores, pajarillos, pelotas rellenas con aserrín, burbujas y “sapitos”. En Chile, y a nivel Sudamericano, existe sólo un lutier, quien es el que fabrica estos instrumentos, y su nombre es Manuel Lizana, quien sigue ésta tradición familiar hace ya 34 años. EL ORGANILLERO CHILENO El organillero es reconocido por ser un personaje popular y urbano que se desempeña como músico itinerante de la calle, recorriendo diversos espacios públicos, como plazas, barrios, balnearios, ferias y fiestas populares. También recorre vecindarios donde le esperan niños y adultos para escuchar su música, comprar algún

El Organillero

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Historia de un personaje típico latinoamericano

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EL ORGANILLERO

El organillo es un instrumento musical portátil inventado a principios del siglo XIX en Inglaterra, en el cual al mover una manivela hace funcionar en su interior un cilindro con una serie de púas que levantan a su vez unas piezas de madera (teclas), reproduciendo la melodía a través de un fuelle que conduce aire a unas flautas de diferente tamaño y dimensión: los gruesos y largos para los tonos graves, y los delgados y cortos para los agudos. El organillo es un instrumento de viento.

La presencia de organilleros es escaza, siendo Argentina, Chile y México, los países en donde aún se conserva este oficio con características propias de cada país.

HISTORIA DEL ORGANILLERO CHILENO

La aparición del organillo en Chile se remonta a finales del siglo XIX, gracias al lutier alemán José Strup.

En sus primeros tiempos, el organillero llevaba en su espalda este pesado instrumento de más menos 45 kilos, cruzando en su pecho una ancha correa de cuero. Al llegar a cierto lugar, donde sabía que aparecerían muchos niños, descargaba su organillo, ordenaba sus juguetes y lentamente comenzaba a tocar sus típicas melodías, junto a él lo acompañaba un mono titi vestido con un chaleco sin mangas, encargado de pasar un sombrero o un tarro recolectando monedas que los espectadores entregaban agradecidos por el espectáculo, así el organillero no interrumpía su música. También el mono otorgaba un papel con la suerte a quien se lo pedía.

Actualmente su compañero es un loro, que ha sido enseñado para elegir, de una caja de madera, mini mensajes de buena suerte o el horóscopo. Traslada el organillo sobre ruedas. Junto con las melodías, el organillero vende algunos elementos tradicionales y juguetes que atraen la curiosidad de las personas. Entre ellos están los remolinos de colores, pajarillos, pelotas rellenas con aserrín, burbujas y “sapitos”.

En Chile, y a nivel Sudamericano, existe sólo un lutier, quien es el que fabrica estos instrumentos, y su nombre es Manuel Lizana, quien sigue ésta tradición familiar hace ya 34 años.

EL ORGANILLERO CHILENO

El organillero es reconocido por ser un personaje popular y urbano que se desempeña como músico itinerante de la calle, recorriendo diversos espacios públicos, como plazas, barrios, balnearios, ferias y fiestas populares.

También recorre vecindarios donde le esperan niños y adultos para escuchar su música, comprar algún juguete o pedirle al loro que le saque la suerte. Con el organillo produce el sonido de antiguos vals, cuecas, tangos, charlestons, entre otras, incorporando a su vez nuevas melodías como de Elvis Presley y Tom Jones.

El organillero administra su tiempo al trabajar, pues comienza su horario a la hora que cree conveniente, recorre lugares diferentes, hasta que siente frío, ya que si él siente frío, los niños también, por lo que sería la hora de volver a casa.

Los organilleros tienen más de 100 años de oficio y recientemente han sido reconocidos como “TESOROS HUMANOS VIVOS”, ya que representan la supervivencia de una actividad urbana que ha logrado integrarse y permanecer en la vida moderna.

Hoy por hoy es posible encontrar al organillero en plazas y parques o recorriendo las calles, alegrando la tarde a los niños con lindas melodías, juguetes y junto a su amigo loro. Es común ver al organillero siendo acompañado por otro personaje popular, el Chinchinero, entregando un gran espectáculo que fascina y deleita tanto a niños como a adultos.

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