El Ocaso del Poder Oligárquico - Henry Pease

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El ocaso del poder oligrquico: lucha poltica en la escena oficial 1968-1973. HENRY PEASE GARCA PROLOGO A LA CUARTA EDICION PERUANA

Esta investigacin la realizamos entre 1974 y 1975, aunque se public un poco despus. Con ms de diez aos de distancia, y aos intensos, podemos tener ahora mejores elementos de reflexin para el examen de la experiencia velasquista. Desde su primera edicin en 1977, este libro ofreci un anlisis especfico: la lucha poltica en la escena oficial entre 1968 y 1975, vista casi al trmino del perodo. Para una visin de conjunto se cuenta hoy con estudios muy importantes sobre las reformas(1) y polticas sectoriales, as como con apreciaciones globales ms recientes. Pensamos, sin embargo, que mantiene su vigencia el anlisis hecho, con las salvedades sealadas en el propio texto, no slo como un camino metodolgico repetible en el anlisis poltico sino como una aproximacin al estudio de esta experiencia que ya es parte de la historia peruana y que ciertamente tocar a los historiadores profundizar(2)". Los militares del 68 intentaron hacer una revolucin "por decreto" y bajo las reglas del verticalismo castrense. Aunque tal intencin requiere precisiones, y se hicieron en el texto, no negamos la voluntad que expresa la palabra revolucin o revolucionario por el simple recurso de ignorarla o cambiarla. Podemos entonces ahora preguntarnos por aquello que se revolucion y, usando un recurso verbal de la poca, podemos bien preguntarnos qu fue lo irreversible. Decididamente hubo una revolucin poltica si por ella entendemos el trastoque de algo ms que el escenario; aqu fueron clases y fracciones de clase las que salieron del poder en el 68, hubo cambios en el Estado que se mantienen y le dan la capacidad intervencionista en la economa que ni la poltica neoliberal de Belande ha podido desmontar. En resumen, lo que especficamente cambi se deriva de lo que definitivamente estaba inscrito en la direccin esencial del gobierno del 68: su carcter cristalinamente antioligrquico y su vocacin nacionalista, an cuando su poltica en este campo est orientada fundamentalmente a la erradicacin de las formas arcaicas de dominacin imperialista y se hayan dado nuevas modalidades de asociacin con el capital financiero que no resultaron muy convenientes para el pas. Velasco ha pasado a la historia como el militar que termina con el Estado Oligrquico, excluyendo del poder a las clases y fracciones que lo definan como tal, con lo cual se cancela una larga etapa de la historia peruana y se apertura otra que tiene desde un principio bases diferentes; Velasco intenta desde la cpula dictar los trminos de(1)

Sobre la reforma agraria es muy importante ver el trabajo de Jos Matas Mar y Jos Manuel Meja, La Reforma Agraria en el Per. IEP, Lima, 1980.(2)

Uno de los libros recientes con una visin global del proceso es The Peruvian Experiment Reconsidered editado por Cynthia McClintock.y Abraham F. Lowenthal con trabajos de estos autores y Cotler, Thorp, Fitzgerald, Schydlowsky, Wicht, Stallings, Guasti, Cleaves, Pease, North, Psara, Eckstein y Sheahan. Princeton University Press, Princeton, New Jersey, 1983. El Instituto de Estudios Peruanos lo ha editado recientemente en espaol. Como fuentes documentales las entrevistas de Mara del Pilar Tello en Golpe o Revolucin? Hablan los militares del 68. Ed. Sagsa, Lima, 1983. Francisco Guerra Garca, Velasco: Del Estado Oligrquico al Capitalismo de Estado. CEDEP, Lima, 1983. En la Historia del Per de Juan Meja Baca Ed. (Tomo XII), Luis Psara ofrece una sntesis histrica bajo el ttulo "El Docenio Militar" (1980).

la recomposicin del nuevo Estado, proponindose reformas que las fracciones burguesas ms modernas rechazaron. Su intento result en este aspecto claramente frustrado. Por eso mismo y aunque esto escandaliza a cierta cucufatera seudodemocrtica, ms liberal que demcrata, la experiencia velasquista siendo vertical y dictatorial conduce a un efectivo impulso democratizador en la sociedad peruana, al margen de los rasgos personales de sus dirigentes. Porque el efecto de una reforma agraria que acaba con los terratenientes ven particular con los gamonales, es democratizador adems de ser un cambio en la tenencia de la tierra. Porque lo mismo ocurri con otras reformas, an cuando fracasaran en sus objetivos sectoriales y no implicaran significativo poder en manos populares. Porque, al fin de cuentas, all estn los hechos de la segunda mitad de la dcada del 70, mostrando el desarrollo del movimiento popular para indicarnos el impacto de los cambios ocurridos en la Primera Fase an cuando muchos de sus dirigentes no pensaran en esto, pretendieran boicotearlo o simplemente cooptarlo para ponerlo a su servicio(3). Mirando a distancia la escena poltica de entonces, recordamos en toda su magnitud la lucha dada en distintos momentos entre quienes intentaban cambiar las cosas y quienes las mantenan o trataban de hacerlo. Resalta el genio conductor de Velasco, lder intuitivo y autoritario, conductor militar temido hasta por sus amigos, capaz de manejarse entre contradicciones persistentes. La periodizacin que ofrecemos en el libro muestra contundentes golpes de mano -aun sin recurrir a informacin divulgada luego por los actores- al tiempo que un ordenado y enrgico manejo de esas contradicciones, que no eran slo de ministros militares. En esa misma periodizacin puede apreciarse tambin cmo lo que Morales Bermdez logra restaurar corresponde ms que al impulso antioligrquico inicial, a los esfuerzos desarrollados luego por enfrentar algunas de las contradicciones propias de este capitalismo y de una burguesa urbanoindustrial que no estuvo a la altura de las concesiones que le ofrecieron y no vio ms lejos que la ganancia de corto plazo. Quiz por eso lo que ms fcilmente corrige el restaurador es lo que en la escena fue visto como un "atentado contra el capitalismo": la propiedad social, la comunidad industrial, reformas que por otra parte no partieron de una demanda popular sino intentaron construirla. El restaurador no restaur la cancelada vigencia oligrquica ni pudo devolver al capital transnacional las empresas expropiadas. Morales Bermdez fren s las reformas ya en curso, empantan an ms su ejecucin desde antes tortuosa, y corrigi todo aquello que en su avance enfrent al gobierno con la burguesa industrial de la poca. Con todo, no logr articular alianzas ni pudo superar la profundidad de la crisis econmica en cuya administracin no slo consigui agravar las cosas sino nos hizo experimentar los extremos dictatoriales de un ao de emergencia, con suspensin de garantas, toque de queda y una sistemtica persecusin a los sectores populares. "Pagar la crisis y callar" pareca ser la consigna del restaurador que tuvo que poner plazo a su gobierno tras la ms histrica protesta

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Ver Teresa Tovar: Velasquismo y movimiento popular. Otra historia prohibida. DESEO, Lima, 1985.

popular de este siglo en 1977, dirigiendo luego la transferencia del gobierno a manos de la civilidad burguesa en 1980. Pero es importante resaltar junto con los cambios estructurales efectivos -particularmente la desaparicin del latifundio y del latifundista-, el impacto ideolgico de este gobierno. Decididamente unos y otros, en las clases polares de esta sociedad, sintieron que la tortilla poda voltearse. El aislamiento internacional de la poca oligrquica se quiebra al abrir relaciones con los pases socialistas e intentar tomar la iniciativa en algunos foros internacionales. El solo hecho de or a los generales hablando de pobreza, justicia social, socialismo, recusacin del capitalismo, antiimperialismo, etc. tena que abrir surcos en las cabezas ms duras, ciertamente con doble direccin. Porque as como es verdad que amplias masas hoy son efectivamente ciudadanas por propia iniciativa y organizacin, y eso tiene relacin con los cambios estructurales, con la lucha contra los intentos corporativos del velasquismo y con las luchas posteriores, tal proceso recibe el impacto del mensaje al que nos referimos y, siendo as, tambin es cierto que en el otro extremo, la derecha militante ha experimentado un odio de clase a su vez militante contra todo intento de transformacin real(4). En otro nivel los diferentes estudios con los que hoy contamos pueden mostrar, por ejemplo, los grandes lmites de esta experiencia en cuanto a distribucin del ingreso (Web) o su escaso impacto en resolver los problemas de desempleo y subempleo al tiempo que se agudizan las rigideces de una economa que no cambi sino acentu su estilo de desarrollo tardamente apoyado en los esquemas de sustitucin de importaciones. Y habiendo expropiado para el Estado parte muy significativa de la Banca y la gran minera, todos los servicios pblicos y las comunicaciones, en sntesis habiendo tomado parte significativa del poder imperialista aqu instalado, cierto es que tras esta experiencia ser decisiva arma para disciplinar a nuestro pas la deuda externa contrada por los militares, al tiempo que el capitalismo internacional usa mecanismos ms sofisticados que la propiedad directa de empresas localizadas en nuestros pases. Respecto a la deuda cabe indicar que, sin embargo, est en Morales Bermdez la principal responsabilidad y no slo -ni principalmente por el hecho de haber sido el Ministro de Economa de la Primera Fase. Como muestra en un trabajo indito Oscar Ugarteche, la deuda contrada por Velasco se dedic en un 25% a inversiones productivas rentables y es pequea su inversin en armas comparada no slo con Morales Bermdez sino incluso con el segundo gobierno de Belande. Sin embargo, tambin en la Primera Fase la expectativa de desarrollar el pas a partir de enormes proyectos hechos en funcin de lo que la banca exterior estaba dispuesta a financiar, enlaz perfectamente con las necesidades del capital extranjero y estrangul econmicamente el proceso peruano(5).(4)

Ibid

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Como no ha sido publicado an el trabajo de Oscar Ugarteche, al que hago referencia, cabe citar in extenso la parte pertinente de la publicacin hecha por la Municipalidad de Lima de su conferencia sobre la deuda externa en 1985: "Se dice que el gran problema de endeudamiento del Per fue durante el gobierno del General Velasco. En el estudio que he terminado en el Instituto de Estudios Peruanos con datos de crdito pblico y la colaboracin de la Universidad Catlica, lo que me ha salido de la investigacin es que: la deuda del perodo 69-75 de mediano y largo plazo del sector pblico se increment en dos mil doscientos cincuenta millones de dlares a mediano y largo plazo, de los cuales la cuarta parte fue a sectores productivos; doscientos ochenta y cinco millones de dlares, que es como el 12%. fue a defensa; otra cuarta parte fue a la refinanciacin de la deuda del perodo del gobierno de Belande y la diferencia fue a infraestructura y sectores sociales. En el perodo del general Morales, la participacin de la deuda productiva baj de la

La experiencia militar del 68 se constituye en el tercer reformismo de este siglo; es a la vez sntesis particular de los anteriores y la nica que en corto tiempo logra aplicarse desde el gobierno. No discutimos aqu el carcter castrense del gobierno en todo el decenio, pero sealamos s el hecho de que las banderas que enarbola tienen la influencia de las banderas apristas de los treinta y de las banderas del llamado reformismo democrtico posterior al ochenio del General Odra cuando el belaundismo, la democracia cristiana y el social progresismo recogieron y reformularon en parte las banderas reformistas que el partido aprista abandonaba momentneamente al convertirse en aliado de la propia oligarqua. La reforma agraria, la reforma de la estructura del Estado, la reforma de la educacin, la reforma del crdito y la reforma de la empresa, junto con variantes posiciones respecto al capital extranjero que van desde la formulacin antiimperialista de los treinta hasta la casustica de los sesenta que se limitaba a la IPC o a la Cerro, todas estas banderas constituyeron la base del programa reformista que ha quedado agotado tras la experiencia de la Primera Fase del gobierno militar. Una a una tuvieron variaciones en el tiempo y sin embargo constituyeron un paquete de reformas que carecan de un esquema econmico alternativo y apenas se planteaban en s mismas las contradicciones del capitalismo moderno en la periferia que integramos. Los militares del 68 intentan aplicar con hondo voluntarismo este programa, y tan lo aplican que al retirarse deja de existir en tanto tal un planteamiento reformista especfico en este pas. Esta discusin viene muy al caso en el momento actual, al publicarse esta cuarta edicin en los primeros meses del gobierno de Alan Garca. Concluido el tiempo de gracia, ampliada al mximo la expectativa que se cultivo en la etapa electoral y en los primeros das del nuevo gobierno, asistimos a una innovacin importante en el estilo de hacer poltica, a un incesante conjunto de iniciativas de coyuntura que en medio de un singular activismo pretenden cambiar lo que aqu est pasando; pero, hasta hoy, no hemos conocido ni un programa ni una estrategia, ni propuesta de reformas que al menos tuvieran la consistencia sectorial indispensable para sustentarse. Y no es que hayan desaparecido los tcnicos; lo que planteamos no es un problema tcnico, es un problema poltico y de magnitud, porque hace referencia al orden de loe; objetivos sentidos, al orden de la construccin que hace el poltico de tpicos viables que se convierten en posibilidad de realizacin a mediano plazo en orden a fines de mayor aliento. No puede ser la crisis y la respuesta anticrisis el nico lenguaje de un Estado que parece devenir en una enorme asistencia pblica tras el restaurador y el repuesto arquitecto. En efecto, esta dcada que ya nos separa del tiempo final del velasquismo incluye dos gobiernos a la deriva, incapaces de responder siquiera a la demandacuarta a la quinta parte de la deuda. La deuda del perodo aument en dos mil quinientos doce a mediano y largo plazo. La deuda por defensa de ese perodo es el 50% del endeudamiento, mil doscientos treintitrs millones de dlares; seis veces la deuda por defensa del general Velasco. Y en este perodo, el endeudamiento por refinanciacin disminuy porque hicieron pagos por adelantado, disminuy en doscientos veinte millones de dlares. Finalmente, en el ltimo periodo es cuando hay ms endeudamiento, es de tres mil veinticinco millones de dlares, es cuando la proporcin es menos productiva, el 10% de la deuda es productiva, trescientos sesenta millones. La mayor proporcin es gastos de infraestructura, setecientos once millones. Y en defensa setecientos catorce millones, tres veces mayor del endeudamiento del periodo del general Velasco".

de corto plazo del pueblo. No examinamos ni la habilidad ni la honradez de ambos gobernantes como punto de partida, pues el primero mostr habilidad al menos para caer parado y el segundo volvi a salir pobre de Palacio. Lo importante es analizar qu han hecho de esta economa, de este Estado. Y cualquier indicador de calidad de vida lo indica: estamos pauperizados y aunque el restaurador y el restaurado nos indiquen a Velasco como nico responsable, tendremos que repetir que es imposible tal simplificacin, que con todos los errores y con todas las consecuencias fue se, como parece ser el actual, un tiempo de esperanza. As lo vio el pueblo peruano con pocos ttulos universitarios, pero con experiencia suficiente para desbrozar confusiones entre verdad y mentira, entre poltica y politiquera. As lo ve cualquier observador que a distancia examine algunos indicadores de lo que poda corregirse en 1975 o de lo que se hizo en el segundo belaundismo para repartirnos entre las transnacionales y los lagartos locales. La ausencia de norte que es visible hoy no es pues casual. Difcil es concretar un programa reformista como el que ha caracterizado a la mayor parte de este siglo. Lo que ocurre es que el encuadre internacional es ahora ms fluido, se han terminado las ilusiones desarrollistas, cepalinas o no, y el imperio luce su rostro sin caretas con Reagan y su poltica actual. En este contexto es difcil para el gobierno aprista tomar talla histrica. Puede responder al problema de la deuda pero carece de un ramillete de medidas en pos del ya lejano mensaje antiimperialista, porque tal como ha ocurrido en la negociacin petrolera con la Occidental el partido gobernante siempre encuentra el lado bueno del imperialismo y a tal concepcin e intereses se adapta conciliadoramente. Tras una verdadera dcada de depredacin en el campo, carece el gobierno de una alternativa propia para el agro y ni siquiera es buen ejecutor del programa comn propuesto por el CUNA. Parecemos acostumbrados a vivir desde el fondo de la crisis y as oscilamos entre medidas inmediatas casi asistencialistas y frases finalistas que para concretarse requieren de un poder que no corresponde con este Estado ni con el momento actual. Y si eso ocurre en el gobierno aprista y su entorno, en el viejo partido que por salto a la torera de Alan Garca ha pasado de la senectud a la auroral infancia, los traumas son ciertamente mayores y ms definitivos. Se frustr en la dcada del 70 un primer ensayo de proyecto nacional, voluntarista, que ciertamente no parta de la concertacin ni de condiciones de dilogo democrtico pero que en medio de nuestra historia republicana marca un corte decisivo. No se manejar ya este pas, tras lo vivido en la dcada del '70, con simples dictaduras y "dictablandas" oligrquicas. Entre otras cosas, el mismo restaurador pudo experimentar y hacernos experimentar que el mantenimiento de un orden dictatorial llevaba directamente hacia el Cono Sur, aunque poco despus entre Sendero y Belande nos mostraron que el Per era capaz de cometer bajo gobierno constitucional excesos similares a los de las dictaduras del Cono Sur, es decir, atrocidades que ms que excesos tipifican el carcter de una poltica repudiable. Tras el frustrado intento velasquista, slo en 1985 aparece en el gobierno una propuesta de cambio; ms de uno vuelve a recordar los lmites del

reformismo y algunos tenemos que insistir en que ninguna reforma se ha emprendido para que demos inicio a tal debate. Lo que ocurre es que se hace cada vez ms urgente la discusin de las alternativas para el Per del ao 2,000 y stas no saldrn de linderos de estrechez ni de moldes del pasado. Slo enfrentando la compleja y precaria situacin que ha quedado, partiendo de una burguesa incapaz de pensar el Per como proyecto y siguiendo con muy diferentes sectores que aoran encontrarla para dar viabilidad a su interminable centrismo, slo volviendo a los actores que surgieron de las catacumbas antes y despus de las reformas, en tiempos de cambio y en tiempos de contra-reforma, es decir al pueblo concreto que insurge en movimiento en los 70 y se defiende organizadamente en los 80, podremos encontrar las fuentes de programas alternativos que no sern simple armazn tecnocrtica. Lo que ha cambiado en el Per desde entonces tiene sus races en la prctica popular masivamente expresada desde las movilizaciones de 1977 y 1978, que con errores, discontinuidades y mil vueltas se expresa en la arena poltica en los '80 y enfrenta la hambruna propiciada por los neoliberales con estrategias de supervivencia que hoy son ejemplo incluso fuera del Per. Es poniendo all el acento que los jvenes de siempre, unidos a los de ayer y maana, revolucionarn este pas hasta hacerlo propiedad de sus nicos dueos: los peruanos, todos sin excepcin y por tanto en una sociedad sin clases, sin explotadores ni explotados. Lima, Enero de 1986 HENRY PEASE GARCIA

INTRODUCCION El proceso poltico iniciado con el movimiento del 3 de octubre de 1968 rompi muchos esquemas de anlisis de la sociedad peruana. Para el observador y el actor poltico los primeros das del nuevo Gobierno hicieron pensar en el entonces reciente "Modelo Brasilero" o en el regreso a dictaduras militares de viejo cuo. Incluso luego de la toma militar de la International Petroleum Co., pocos observadores esperaban algo distinto a las intervenciones militares de este siglo. Para los ms optimistas, lo mximo que poda esperarse era un rol transitorio, como el de la Junta Militar de 1962-63, que realizara algunos ajustes y devolviera pronto el poder a los partidos tradicionales. Este escepticismo poda fundarse en la constante presencia que la Fuerza Armada ha tenido en el gobierno durante el Per republicano. Los signos de deterioro del rgimen anterior brindaban una oportunidad, como otras tantas, para el resurgimiento de la alternativa militar. En torno a la permanencia y duracin del gobierno comienzan a aflorar sus primeras contradicciones. Poco trasciende, sin embargo, sobre la composicin del nuevo rgimen y sus intenciones. Para el observador acostumbrado al debate pblico, a la reciente pugna entre el Poder Ejecutivo y el Parlamento o a la intervencin de los partidos y la prensa en niveles muy cercanos al poder, la escena poltica se presenta confusa, con contradicciones y muy pocas explicaciones. Se producen hechos concretos, a veces macizos, pero contradictorios entre s; presentados sin previo debate, fueron cuidadosamente comentados por una prensa aparentemente temerosa o indecisa, que apenas encontraba claridad en su opcin. Los Militares se definan como gobierno institucional, actuando aparentemente en bloque, anunciando una unidad monoltica que pronto se vera cuestionada. Los estudios y apreciaciones iniciales tambin se hicieron en bloque: se trata de una dictadura militar tradicional, de un gobierno fascista, de una mecnica expresin de los intereses de la burguesa industrial y del neo-imperialismo. Estas y otras apreciaciones se repitieron por largo tiempo, avaladas por algunos hechos y cuestionadas por otros. Las contradicciones del gobierno reflejan, sin embargo, algo ms que pugnas ocasionales. Los trabajos producidos intentan, desde diferentes perspectivas, caracterizar al nuevo rgimen o analizar en otros casos aspectos sectoriales de ste a partir del enjuiciamiento de las leyes y polticas explcitas. En las caracterizaciones globales queda claro que el pueblo no est en el poder, pero es tambin evidente que desde mucho antes hay pugna entre las clases dominantes y que ante ellas los Militares no son ni convidados de piedra, ni simples y mecnicos ejecutores. Algunos trabajos procuran encajar la realidad en esquemas rgidos, que rpidamente son superados. Otros trabajos formulan proyecciones y tendencias que partiendo del nivel de la estructura, llegan mecnicamente a lo poltico o simplemente no lo logran analizar. Tambin surgieron trabajos que parecan intentar ofrecer una idea de lo que debe ser el gobierno y ms recientemente aparecieron libros-testimonio que evalan lo ocurrido -y lo vivido por los autoresdesde ngulos tambin diferentes quedndose generalmente a un nivel de

explicacin que se basa en el comportamiento y las intenciones de los actores, sacados del contexto de las relaciones ms objetivas que los encuadran. Todo esto forma ya un enorme bagaje de publicaciones que tratan de interpretar lo ocurrido en el Per y que, an con limitaciones, brindan elementos para intentar un debate serio y ms amplio sobre la realidad peruana actual. En este panorama la aparicin de un nuevo libro puede llevar al lector a buscar en l un anlisis global que sera an incompleto de nuestra parte. No pretendemos eso. Este libro no es una evaluacin del Gobierno Militar, ni un anlisis global del proceso poltico en el cual se inserta. Es solamente una investigacin preliminar de la escena poltica oficial. Queremos resaltar la importancia de este campo especfico para la comprensin de la realidad social y lo hacemos como un primer paso para el estudio del Estado y la lucha poltica en el Per actual. En la escena poltica se procesa la relacin de cooperacin y conflicto entre las diferentes fuerzas sociales. Los intereses de clase, los distintos niveles de conciencia, las alianzas objetivas se expresan en las acciones de los diferentes grupos, partidos e instituciones. A primera vista aparece slo la voluntad de los actores, pero tras el escenario -y sin negarle campo y rol importante a la voluntad poltica de stos- estn las complejas estructuras sociales que condicionan los trminos del actuar y del poder. En la escena amplia de una sociedad dividida en clases, hay una diversidad de instituciones que canalizan el conflicto bsico y los conflictos secundarios, que encauzan enfrentamientos y alianzas; que expresan la lucha por el poder, an en dimensiones aparentemente menos comprometidas en la accin poltica, tales como las instituciones culturales y gremiales. Los partidos polticos resultan articuladores aparentemente exclusivos de la lucha por el poder, o al menos se ubican en el centro de sta. En este plano de la sociedad civil la lucha poltica se identifica con un "escenario amplio", cuyo estudio supone analizar las fuerzas sociales en pugna y no slo su expresin poltica. En el caso peruano, esta sociedad civil es estrecha, con instituciones poco desarrolladas y fciles de desarticular. El Estado oligrquico que caracteriza la forma de dominacin vigente el 68, tiene como correlato una sociedad civil dbil en la que las instituciones se quiebran rpidamente y la represin comienza impidiendo la organizacin de grandes fuerzas polticas. Ello da mayor peso a un ngulo de la escena poltica, que es lo que conocemos como "escena oficial". La lucha poltica se centra en pocos ncleos: Poderes del Estado y cpula de la Fuerza Armada; prensa, gremios de propietarios, cpulas de partidos y de centrales sindicales. El estudio de estos actores ofrece elementos importantes de la escena poltica, pero no la cubre en su totalidad. Permite apreciar las coyunturas principales pero no explica todo el conjunto y por tanto limita la comprensin de las coyunturas mismas y su ubicacin en procesos ms amplios. En esta sociedad cerrada -por definicin anti-democrtica- la escena oficial debe estudiarse con particular atencin. Es posible hacerlo pues se expresa mejor en la fuente documental. Sin embargo, para interpretarla es imprescindible recurrir tanto a elementos de la escena amplia como al anlisis de la

direccionalidad de las medidas y al significado de algunos hechos centrales, ms all de los actores e incluso de su intencionalidad manifiesta. En este trabajo centramos nuestra atencin en el anlisis de la lucha poltica en la escena oficial. Ese es su lmite y su utilidad. Necesariamente recurrimos, en varias partes, a elementos de la escena poltica amplia (indicadores de las luchas del movimiento popular, por ejemplo), porque sin ello es difcil situar la escena oficial. No los desarrollamos, sin embargo, y ello es tarea necesaria para comprender tendencias de ms largo alcance y para cualquier intento de sntesis global del proceso poltico. Estudiamos as la cpula del Estado, la lucha que se da en el seno de la clase dominante -en crisis desde antes del 68- y su vinculacin con los principales hechos del proceso poltico de los ltimos aos/precisando desde un principio los lmites del mbito que cubre el estudio. Lo que ofrece este libro es, as, una primera aproximacin al estudio del proceso poltico 1968-75 a partir de la observacin sistemtica de la escena oficial, con muchas preguntas abiertas y con la intencin de aportar al debate y la investigacin que clarifiquen las nuevas opciones y perspectivas. El libro no ofrece testimonio de un actor poltico, ni pretende slo calificar actores y polticas. No es un "libro de batalla", ni coloca el dedo acusador o defensor como objetivo central. Tampoco pretende la "objetividad" de la ciencia burguesa que en estos trminos es imposible y slo constituye una envoltura de la conformidad con el sistema. Se ha estudiado y escrito observando la escena, pero sin ser ajeno a lo que en ella ocurre; compartiendo las frustraciones de las mayoras explotadas y marginadas del poder. En el primer captulo -como sntesis introductoria- procuramos ubicar el movimiento del 3 de octubre en el proceso poltico anterior. Sealamos algunos rasgos de la crisis del Estado Oligrquico y su expresin en el gobierno de Belande, describiendo luego algunos elementos de la toma del poder por la Fuerza Armada el 68 y proyectando su significado en perspectiva, a un nivel de hiptesis cuyos elementos se retomarn ms adelante en este y posteriores trabajos. El cuerpo central de este libro -los captulos II, III y IV- intenta una periodizacin de la escena poltica oficial en funcin de la lucha entre tendencias presentes en el seno del gobierno y que se vinculan con las fuerzas sociales en pugna en la sociedad peruana, en sucesivas coyunturas cuya resultante fue definitoria del rumbo del Gobierno. A partir de las iniciales contradicciones observadas en el rgimen aparece una primera constatacin que marcar nuestra observacin de la escena: la lucha poltica atraviesa al gobierno desde 1968. No se trata de un gobierno coherente que enfrenta una oposicin; ni se trata, como en el perodo de Belande, de una lucha entre poderes del Estado. Es todo el gobierno el que est atravesado por la presencia no explcita de proyectos polticos alternativos que buscan imponerse entre s y hacerlo sobre el conjunto de la sociedad. En su cpula una cabeza pendular, el General Velasco, arbitra a la vez que opta en lo concreto por una tendencia. Constatar estas caractersticas del nuevo rgimen no era suficiente. Aunque las contradicciones eran notorias, podan situarse en distintos niveles.

Simples ambiciones de actores polticos competitivos no se dan en el mismo plano que contradicciones provenientes de puntos de encuentro y representacin de clases y fuerzas sociales en pugna. Es claro que ambas cosas se daban y que adems otros factores estaban presentes en la dinmica del rgimen y en su composicin, influyendo en la configuracin de un cuadro poltico contradictorio. La observacin de la escena pudo ser sistematizada a partir de la Cronologa Poltica 1968-75, que elaboramos y publicamos en DESCO. Los dos primeros tomos -1968-73- preparados entre 1973 y 1974 con Olga Verme fueron el trabajo ms restrospectivo que hubo de urgar en los primeros aos de este rgimen para seleccionar y sistematizar sus principales hechos polticos. A partir de ellos, y con una metodologa que se ha ido perfeccionando, el trabajo se ampli para 1974 y 1975 con Alfredo Filomeno y Julio Caldern. Al releer los hechos vividos, comparar distintas interpretaciones y buscar la explicacin de la dinmica poltica, surgi en 1975 la necesidad de periodizar la escena, ubicar los trminos de las luchas polticas principales y la correlacin de fuerzas en cada coyuntura importante. Esa perspectiva origina el trabajo de los captulos que siguen, como un primer intento de explicar los trminos de la lucha poltica en la escena oficial. La periodizacin parte de la ubicacin de diferentes tendencias contradictorias en el gobierno, construidas a partir de la observacin de los hechos polticos. Por "tendencias" no entendemos ni el equivalente de los partidos, ni fracciones partidarias. Hay que recordar que se trata de un rgimen militar copando el gobierno y los aparatos del Estado e imponiendo sus reglas en la actuacin de los actores polticos. En la conformacin de cada tendencia tomamos en cuenta la opcin de las fuerzas sociales y polticas, el efecto que tiene lo que denominamos "ajedrez personal" e incluso la influencia de actuar en un Estado cuyos aparatos se han sectorializado grandemente a partir de los propios trminos de actuacin de este gobierno. Las tendencias presentes en la escena se han construido en funcin de los hechos principales de la lucha poltica, para facilitar su explicacin y no para ser en tendidas en forma mecnica o para ser concebidas como grupos cerrados o excluyentes dentro del gobierno. La compleja dinmica de la cpula, en donde se mezclan el poder civil y el militar, as como sus normas y reglas de juego, no permite que un anlisis elemental logre agotar la comprensin de la dinmica poltica. El seguimiento de tendencias -que denominamos con calificativos que surgen de la escena misma para ubicar su transitoriedad y nivel-, nos lleva a establecer una gruesa periodizacin en funcin de los cambios operados en la composicin del bloque en el poder, al cancelarse o salir fuerzas polticas y proyectos significativos o tambin al producirse alteraciones importantes en la correlacin de fuerzas. Aunque las tendencias se presentan principalmente en forma bipolar -y ello es una simplificacin- dan cuenta de los trminos centrales de la lucha poltica, sealando incluso cmo se incuban nuevas contradicciones que se expresarn luego en conflictos centrales. Los perodos no deben verse en la exactitud de las fechas, pues en ms de un caso demora en plasmar la resultante luego del hecho definitorio. De all la indicacin gruesa de aos calendario.

En los captulos mencionados se presenta cada perodo analizando las opciones bsicas y las tendencias, los hechos polticos que sirvieron de indicadores y la resultante del mismo en trminos de relaciones de fuerza. Cabe sealar que en ningn momento se ha pensado en historiar los principales hechos polticos: se seleccionan y analizan slo en funcin de su relevancia para la periodizacin, es decir para ejemplificar la lucha entre tendencias y el sentido de la resultante. Entendemos el trabajo como un aporte para comprender mejor las opciones y los trminos de la lucha poltica en este perodo y de ninguna manera como una evaluacin del mismo o un anlisis final y exhaustivo de los cambios ocurridos. Sirve a la comprensin del fenmeno poltico, imbricado con las dimensiones de la estructura, condicionan te de los alcances y lmites de los proyectos que exhiben los actores polticos. Como sealamos, es claro que al centrar la atencin en la escena oficial se puede descuidar la observacin de hechos y luchas polticas provenientes de los sectores ajenos al poder e incluso enfrentados a ste. Cabe, sin embargo, recordar que en el perodo hay una sobre-presencia de la cpula: la escena poltica es estrecha, hereda del Estado oligrquico cierto elitismo de lo poltico concentrando de tal manera el poder que las luchas ms decisivas del corto plazo han de reflejarse muchas veces slo en la escena oficial. Ello no reemplaza la importancia fundamental del seguimiento de las luchas populares -de impacto mayor en perodos ms amplios- y cuyo efecto en el presente poltico ha sido recogido -en parte sea en notas, sea en la presentacin del perodo mismo, sin reemplazar con ello un necesario trabajo pendiente de investigacin ms ambicioso. Los dos ltimos captulos - V y VI- recogen de manera preliminar algunas notas sobre el Estado y el rgimen poltico como aporte al debate y a la investigacin posterior. La observacin de la escena poltica oficial indica algunas resultantes que importa resaltar: la concentracin de poder en el Estado -distinguindose ya de la forma de Estado oligrquico y su liberal ubicacin en la economa-; los entrampamientos de una poltica econmica tradicional, incluso para el nivel de reformas emprendidas; el carcter burgus de la resultante, en tanto que con reiteradas evidencias mantiene una hegemona antipopular en el Estado a la vez que moderniza la forma de dominacin capitalista; el agotamiento de los proyectos polticos incubados en el rgimen y el espacio poltico -abierto en un perodo y cerrado luego- para la expresin de las mayoras populares; los lmites que en todo el proceso se encuentran para un verdadero ejercicio poltico de las mayoras; los rasgos y mecanismos del rgimen poltico en la cpula, como formas de canalizar el funcionamiento del gobierno. Estos son algunos de los elementos observados y planteados como fruto inicial de la observacin de la escena. Debemos expresar nuestro reconocimiento a muchos compaeros de DESCO y de la Universidad Catlica que nos ayudaron con sus crticas y observaciones, pero a la vez sealar que por el carcter del tema, la responsabilidad es enteramente individual. De la larga lista de nombres y sintiendo no enumerar a todos, va nuestro agradecimiento a Alberto Bustamante, Rolando Ames, Laura Madalengoitia, Luis Peirano, Federico Velarde, Annie Ordez, Alfredo Filomeno, Hugo Cabieses, Julio Caldern y Carlos Otero. Con especial aprecio, nuestra

gratitud a Eva Tokeshi y Ruth Curo por mecanografiarlo a partir de verdaderos jeroglficos. Lima, Junio de 1977. HENRY PEASE GARCIA

CAPITULO I La Revolucin del 68 en el Proceso Poltico Peruano

Al concluir el Gobierno del Presidente Belande, la escena poltica nos ofrece un conjunto de cambios cualitativos que es preciso analizar y dimensionar en perspectiva. Un largo proceso de crisis del Estado oligrquico, visible desde los aos 50, llega a su fin. Cabe as preguntarse, a partir de los hechos, si se trataba slo de la cada de un gobierno ms o de la cancelacin de una forma de dominacin que luego de una larga crisis muestra su agotamiento. Los hechos parecen indicar lo segundo, sin que ello se pueda apreciar mecnicamente. Este captulo, resumiendo en primer lugar algunos rasgos de la crisis, aspira a presentar algunas caractersticas del movimiento del 3 de octubre que ayudarn a comprender el funcionamiento del rgimen poltico. A su vez procura analizar el significado de 1968 en el proceso poltico peruano. Ello nos permitir examinar mejor los trminos de la lucha poltica 1968-75 en la periodizacin que presentamos en la segunda parte de este libro(1). 1. ANTECEDENTES: LA CRISIS DEL ESTADO OLlGARQUICO 1.1. LA COYUNTURA DE 1968: UN GOBIERNO EN CRISIS O LA CRISIS DE UNA FORMA DE DOMINACION? La cada del Presidente Belande se produce en uno de los momentos de ms profunda crisis de legitimidad que gobierno alguno haya tenido en los ltimos tiempos. En pocos meses saltan a la vista hechos que impactan decisivamente en la sociedad. El arreglo de la cuestin de la International Petroleum Company "en noventa das", prometido por el Presidente Belande cinco aos atrs, culmina con el escndalo de la pgina 11. Muestra a un gobierno dbil, negociando con el poder imperialista en contra no slo de los intereses nacionales, sino incluso afectando las previsiones mnimas de la empresa estatal(2) y engaando a sus directivos con argucias propias del ms burdo tinterillaje. En efecto, lo central era el Acta de Talara como contrato lesivo para los intereses del pas; como caricatura de "nacionalizacin" que no slo no reivindicaba los antiguos intereses soberanos del Estado, sino que conceda nuevas y ms perfectas formas de ganancia al capital imperialista. Las denuncias, en ese entonces, incluan la existencia de acuerdos complementarios que haban de otorgar nuevas concesiones petroleras en la selva, agravando el entreguismo del contrato referente a los yacimientos e instalaciones de La Brea y Parias. Por si esto no fuera suficiente, la denuncia del renunciante Presidente de la Empresa Petrolera Fiscal agregaba un elemento que ahondaba la crisis moral, que no slo haca mayor el entreguismo, sino que mostraba en los actores polticos tal falta de pudor -poltico y moral- que quitaba a sus actos futuros el menor resquicio de credibilidad. Desaparecer una pgina de un contrato porque contena anotaciones sobre precios de venta de crudo -fundamentales para la Empresa Petrolera Fiscal-, a fin de contentar a la empresa extranjera, era algo que tena que impactar al ms ponderado defensor del rgimen. No slo era un(1)

Inevitablemente la ltima parte de este captulo adelanta elementos sobre el curso del proceso 1968-75. Ello es necesario para situar el significado de 1968. Este trabajo, centrado en la observacin de la escena poltica, no desarrolla un anlisis de cada una de las reformas, sus alcances y significacin. Slo un conjunto de apreciaciones globales estn presentes en los dos ltimos captulos. Queda all un trabajo an pendiente, para posteriores etapas de investigacin, que no se aspira agotar en este libro. (2) La Empresa Petrolera Fiscal, cuyo Presidente -el Ingeniero Loret de Mola- denuncia, al renunciar das despus de firmar el Acta de Talara que se ha perdido la ltima hoja del contrato, conteniendo notas sobre el precio de venta del crudo (por la EPF a la IPC).

contrato firmado bajo presin, "entre gallos y media noche", lesivo en esencia a los intereses nacionales. Era, adems, un contrato que result mutilado en los ms altos niveles del gobierno. La denuncia convierte a este acontecimiento en el factor que desencadena la crisis poltica. Esta, sin embargo, tena bases ms antiguas, que afectaban la legitimidad del rgimen y los gobernantes. Las denuncias de contrabando en gran escala, ocupaban varios aos en la escena. Sealaban la culpabilidad de miembros del Parlamento y del Ejecutivo, incluido un ex-Ministro de la Fuerza Armada. La devaluacin de 1967 -producida horas despus de que el Presidente Belande calificara de "traidor a la Patria" a quien la propiciara- pesaba sobre las economas de los sectores medios y, populares, expresndose en el debate poltico en mutuas recriminaciones entre los poderes del Estado. La frustracin de todas las promesas reformistas constitua el teln de fondo de esta crisis y el acuerdo poltico entre el Partido Aprista y Accin Popular -dando origen al Gabinete Conversado- terminaba por desautorizar moralmente lo que fue el reformismo democrtico. Estos elementos apenas son un recuerdo de los trminos del debate poltico de entonces, configurando la ilegitimidad de un rgimen que slo poda recurrir a la fuerza -de la ley o de las armas- para mantenerse. Era un gobierno legal Y constitucional. Careca, sin embargo, del mnimo de legitimidad para mantenerse en pie. En 1965 recurri a la Fuerza Armada para eliminar el brote guerrillero, expresin de la larga lucha de un pueblo explotado. Cumplido su objetivo, el gobierno mantuvo en pie formas de represin que dejaban escaso margen a la expresin popular. Sin embargo, la fuerza no es suficiente para mantenerse en el poder -sin legitimidad-, ms an si sta comienza a ser cuestionada en los mismos aparatos ejecutivos de esa fuerza. Esta crisis, sin embargo, no se limita a un gobierno. Tiene en su base la crisis de hegemona en el bloque en el poder, visible en todo el Gobierno de Belande, pero presente desde la dcada del 50. Es toda una forma de dominacin la que est en crisis: la dominacin oligrquica. Las movilizaciones urbanas y rurales de los aos 50 y 60 impactaron en el resquebrajamiento del poder oligrquico a pesar de su falta de centralizacin y de las coyunturales derrotas ante los aparatos de Estado. La lucha entre las fracciones oligrquicas y la fraccin industrial pasaron de un simple reacomodo coyuntural al cuestionamiento de la hegemona agroexportadora. La crisis fue asumiendo as un carcter ms profundo que se expres en todo el conjunto de instituciones polticas del sistema. El reformismo democrtico que encarn Belande desde principios de la dcada del 60 no logr resolverla. Enfrentado con el Parlamento controlado por las fracciones oligrquicas, se neg a recurrir al apoyo popular que inicialmente tuvo. Prefiri el pacto y la componenda, arriando las banderas reformistas que, aunque vagas y genricas, sostuvo en 1962 y 1963. El proyecto Ulloa, ltimo intento de conciliacin de Belande con el Apra y la oligarqua, produjo en ese entonces un mayor aislamiento del Presidente y el Gobierno. Se haban quebrado los propios partidos de la Alianza AP-DC y la propia alianza al retirarse la Democracia Cristiana. Gradualmente, el gobierno haba perdido partidarios y legitimidad.

1.2. EL ESTADO OLlGRQUICO COMO FORMA DE DOMINACION La crisis a la que nos referimos es ya larga en 1968. Casi dos dcadas de reacomodos en la cpula y de cuestionamientos incluso violentos en la base de la sociedad, indican que es una forma de dominacin la que est en crisis. La dominacin oligrquica, que en la dcada del 30 tuvo que imponerse recurriendo a la dictadura y a la exclusin del Apra, afronta en los aos 50 y 60 de este siglo embates que cuestionan no slo su legitimidad sino su estabilidad como sistema expresado en el Estado. En el caso peruano el poder de las clases dominantes se ha basado en una estructura productiva diversificada, que tena como polo hegemnico la produccin para exportacin, implementada a partir de relaciones capitalistas de produccin (minera, azcar, algodn, pesca...) pero que se complementaba con la presencia del latifundio pre-capitalista y el poder regional de los gamonales, principalmente ubicados en la sierra, que controlaban a la mayora campesina. En el transcurso de este siglo ha ido adquiriendo progresiva importancia el polo urbano-industrial de la economa; a su vez se diversificaba la inversin de grupos financieros y comerciales. La diversificacin de la economa primario-exportadora ha producido en el caso peruano formas complejas de articulacin con el capital imperialista. No puede hablarse en este caso slo de una economa de enclave, aunque los enclaves mineros son significativos. Tampoco las clases dominantes controlan el principal o bsico sector productivo (como el latifundista argentino del siglo pasado), sin que por ello dejen de tener una base material importante en las modernas haciendas del norte, por ejemplo. En el Per el Estado ha sido canal fundamental para la relacin con el capital extranjero, como en el caso de la minera, el petrleo y el guano(3), dado que las clases dominantes no podan explotarlos directamente y las concesiones tenan que darse a travs del Estado. Pero a la vez, la burguesa agroexportadora, y ms adelante los grupos industriales, pudieron trabar relacin directa con la burguesa imperialista, sin usar al Estado como canal y exigindole un comportamiento liberal de Estado polica. Ms an, es esta relacin directa y el desarrollo de su base material, factor decisivo para alcanzar hegemona sobre otras clases y fracciones del bloque en el poder que, como la integrada por los gamonales, no lograron establecer relacin directa con el capital extranjero y ocuparon un rol subordinado en el conjunto de las clases dominantes. Esta diversificada estructura econmica, hace que la composicin del poder en la sociedad peruana sea compleja desde su origen y se deba analizar con cuidadosos pasos que escapan a este captulo introductorio, pero que para comprender el proceso poltico se requieran al menos algunas referencias iniciales. Las clases dominantes han sido tradicionalmente conocidas en el Per como "la oligarqua", haciendo referencia esta nocin a su carcter cerrado, a la(3)

En la forma de explotar estas tres riquezas hay en comn el hecho de que la burguesa nativa no poda, por s misma, dirigir y financiar su explotacin. A partir de ello hay muchas diferencias. En el guano, la burguesa limea logra ser intermediaria y recibir parte del beneficio que traslada a los bancos y al agro de la costa. En la minera y el petrleo, que demandan capital y tecnologa en otras dimensiones, poco es lo que queda en manos nacionales. Se trata de grandes enclaves de capital extranjero que no se asocian con inversionistas locales.

fuerte integracin habida entre los distintos planos del poder, a los rasgos aristocratizantes de su forma de dominacin y a otros aspectos que configuran un capitalismo retrasado con fuertes rasgos pre-burgueses en su forma de dominacin. Pero esta nocin, aunque agrega precisiones de rasgos propios del poder en el Per, es insuficiente y si se la utiliza sola puede llevar a imaginar una clase dominante monoltica y slo pre-burguesa con lo cual, entre otras cosas, muchos hechos, alianzas y pugnas quedaran inexplicadas, sin salir del anecdotario poltico. Por ello, la nocin de bloque en el poder y el concepto de hegemona(4) que aplicamos en el trabajo, permiten ver la relacin entre las distintas clases y fracciones de clase que conforman el poder. Dicha relacin es unitaria a un nivel y contradictoria en otro ya que luchan por la hegemona expresada en el Estado(5). Para explicarnos la forma de dominacin expresada en el Estado debemos preguntarnos por las clases y fracciones que lo controlaban, examinando sus principales rasgos. El llamado Estado oligrquico se caracteriz por la hegemona de la burguesa agroexportadora(6), en estrecha vinculacin con los terratenientes gamonales, principalmente ubicados en la sierra. Los primeros se asentaban en relaciones capitalistas de explotacin, mientras que los segundos se mantenan principalmente sobre la base de relaciones precapitalistas. Los primeros tenan la hegemona en el bloque en el poder, logrando que la poltica del Estado se definiera prioritariamente en funcin de sus intereses particulares; los segundos eran aliados indispensables para mantener controlada a la poblacin campesina, en condiciones mximas de explotacin. Los primeros realizaban en el mercado mundial su acumulacin capitalista, mostrando desinters por el desarrollo de un mercado interno, complementndose en sus intereses inmediatos. Ambos(4)

Para el desarrollo de estos conceptos, se hace referencia a ANTONIO GRAMSCI: ANTOLOGIA "Escritos Polticos". Ed. Siglo XXI. Mxico, 1970. Tambin a N. POULANTZAS: PODER POLITICO y CLASES SOCIALES EN EL ESTADO CAPITALISTA. Siglo XXI Editores, Mxico 1969. (5) En efecto, al analizar el Estado en relacin con las clases se observa que la clase que lo define y controla no es un bloque monoltico. En el tipo de Estado capitalista se comprueba una relacin especfica entre las clases o fracciones de clase a cuyos intereses polticos responde este Estado. Tanto por el juego que permiten las instituciones del Estado, como por la pluralidad de clases dominantes en una formacin social, (en la que coexisten varios modos de produccin) y aun en la misma conformacin de la clase burguesa (en la que se puede distinguir fracciones comerciante, financiera e industrial), est presente esta composicin a la vez plural y contradictoria, pero siempre con un terreno comn en el inters por mantener un Estado que impone un tipo de dominacin que les interesa en conjunto. El concepto de bloque en el poder indica as la unidad contradictoria particular de las clases o fracciones de clase dominantes, en su relacin con una forma particular del Estado capitalista (POULANTZAS. Op. cit. pgs. 295-317). En esta unidad contradictoria y compleja se da la hegemona de una clase o fraccin. La lucha poltica busca esa hegemona y se da dentro del marco global de la lucha de clases, a partir de la existencia de intereses antagnicos en la sociedad y. de intereses contradictorios dentro del bloque en el poder. La hegemona supone capacidad de una clase o fraccin de imponer sus intereses como propios de todo el bloque en el poder, arrastrando tras su poltica y su ideologa a otros grupos sociales, medios e incluso populares ("inters general"). La crisis de hegemona parte de las contradicciones existentes dentro y fuera del bloque. El desarrollo de las contradicciones dentro de este bloque se vincula con procesos estructurales ms amplios: la evolucin del sistema capitalista mundial y los diferentes intereses y prioridades que, en perodos sucesivos, impone la dominacin imperialista a las economas dependientes; el desarrollo de las fuerzas productivas y su desigual expresin en la conformacin regional de esta sociedad; el impacto de las luchas populares, que aunque en esencia se dirigen contra el bloque en su conjunto, no necesariamente llevan a una respuesta homognea dentro del bloque en el poder (entre otras razones porque cada fraccin tiene distintos mrgenes de adaptacin, que se vislumbran mejor cuando surgen acciones reformistas, tolerables e incluso aprovechables por algunas de las fracciones, pero que para otras, las ms subordinadas, suponen una agresin real a intereses inmediatos). Situadas ya en la lucha poltica concreta, las formulaciones ideolgicas y la actuacin de los intermediarios polticos, tienen tambin importancia final en la resultante. (6) Esta fraccin no es slo terrateniente en este siglo. Su punto de partida es la propiedad de las tierras del norte, que constituyen la base de la agroindustria. Controlan, en alianza con inversionistas extranjeros, la produccin y comercializacin azucarera, principalmente. Es hegemnica sobre el conjunto del agro, liderando la SNA y las otras fracciones de la clase dominante, definiendo en sus trminos la poltica econmica del Estado.

requeran de un Estado liberal que poco interviniera en la economa: el gamonalismo haca innecesaria incluso la expansin de los aparatos de Estado hacia el interior, por el control regional que ejerca sobre el mundo rural. El Estado oligrquico fue as un Estado diseado en funcin de estos intereses, aunque en su evolucin las demandas de nuevos grupos sociales, dentro y fuera del bloque, llevaran progresivamente a su crisis como forma de Estado. Entre las fracciones llamadas oligrquicas se puede distinguir tambin una fraccin financiera que controla los Bancos, los Seguros y todo el sistema financiero, incursionando parcialmente en algunas industrias. Juega un rol importante en el siglo pasado y se mantiene en este siglo con un rol de "bisagra". Dicho rol permite tender un mayor puente hacia otras fracciones del bloque en el poder, como los grupos industriales que participan del poder del Estado Oligrquico, pero en forma subordinada y en progresiva contradiccin con las fracciones oligrquicas. En efecto, ya en el siglo XX el bloque en el poder no est compuesto slo por las clases y fracciones conocidas como oligrquicas (agroexportadores, fraccin financiera y terratenientes tradicionales o gamonales). A los grupos industriales (que constituyen parte del bloque en el poder aunque subordinados a la hegemona agroexportadora), no se les puede calificar de "oligarcas", no slo por su distinta y ms moderna base material, sino por la progresiva diferenciacin de intereses que los ha de enfrentar con la llamada oligarqua. Sin embargo, cabe utilizar en este contexto la denominacin "Estado oligrquico" para referirse a la forma de Estado que existe en el Per mientras subsiste la hegemona de las fracciones oligrquicas en el bloque en el poder(7). La crisis del Estado oligrquico se expresa en una agudizacin de la lucha por la hegemona dada en la cpula, como expresin de luchas ms amplias en el conjunto de la sociedad, entre este poder ya desgastado y las clases mayoritarias. El Estado oligrquico se impone en la sociedad peruana a travs de regmenes polticos cerrados y anti-democrticos. Es por definicin "gobierno de pocos" que excluye toda posibilidad de incorporacin -incluso subordinada- de intereses de las clases mayoritarias. Corresponde a un perodo de la historia en que la mayor parte de la poblacin esta ubicada en el campo, controlada por los gamonales y desarticulada en el nivel nacional. A partir de los aos 30 de este siglo, el Estado oligrquico deber recurrir a la dictadura para hacer frente a las demandas de los sectores populares. Ello sealar el inicio de su crisis, aunque sta se vea ms ntida con los procesos de cambio que se muestran en la sociedad peruana en la dcada del 50(8).(7)

El Estado oligrquico puede ser considerado como una forma de Estado semicolonial. Este concepto hace referencia a la naturaleza del bloque en el poder y a su forma de dominacin poltica al plantear el problema central de la integracin nacional (en lo poltico y lo econmico) que es un aspecto esencial para el pleno desarrollo del tipo de Estado capitalista. En el caso peruano, el Estado oligrquico apenas logra ser un estado-nacin: se plantea a nivel poltico la desintegracin nacional y a nivel econmico una economa de exportacin que se despreocupa del desarrollo del mercado interno, dado que la fraccin hegemnica y los enclaves imperialistas realizan fuera del pas su acumulacin capitalista. Por ello mismo requieren articular su dominacin con grupos regionales precapitalistas, cuyas formas de explotacin dan rasgos retrasados y preburgueses al Estado. Esta tipificacin no niega el carcter hegemnico del modo de produccin capitalista en la formacin social peruana, pero tipifica formas particulares de este capitalismo subordinado y semicolonial. La ruptura y cancelacin del Estado oligrquico no supone la cancelacin del capitalismo como sistema hegemnico. Ms an, puede ser un paso necesario para el desarrollo capitalista en su fase actual. Sin embargo, esto no debe verse mecnicamente, sino analizando el proceso histrico. (8) En el captulo 6 se sealan algunos rasgos de los regmenes polticos del Estado oligrquico.

1.3.

EL REFORMISMO DEMOCRATICO COMO ALTERNATIVA

En la coyuntura del 30 el Estado oligrquico pudo resistir el embate del APRA, partido de masas que logra catalizar entonces la oposicin antioligrquica de los sectores medios y populares. Recurriendo a la dictadura durante 15 aos, el Estado oligrquico excluy al APRA de la escena y tras un breve parntesis (1945-48), logr gobernar sin mayores concesiones ocho aos ms (1948-56). Pero en la dcada del 50 se aprecian ya varios procesos de cambio que ubicados en niveles estructurales tuvieron impacto decisivo en la crisis del Estado oligrquico. Se acenta desde la postguerra un proceso de modernizacin econmica que hace crecer progresivamente la industria (en manufacturas, construccin, derivados del azcar, la minera y la pesca), el comercio y los servicios. Ello dinamiz la presencia en el poder y en la base de sectores modernos que no articularon tan fcilmente con las fracciones oligrquicas(9). La dcada del 50 muestra tambin el deterioro del sector agrario tradicional. Se quiebra el orden rural tradicional caracterizado por el aislamiento del campesinado, la desinformacin entre campo y ciudad y el absoluto control poltico por parte del gamonal serrano. Un proceso de acelerada migracin surge como consecuencia del deterioro del campo y de esta ruptura del aislamiento. La difusin de la radio hasta los ms alejados rincones del pas, tuvo un efecto importante junto con los intentos de expansin del mercado para productos urbanos y la ampliacin de servicios estatales. La constante relacin de los migrantes con sus comunidades de origen y la accin poltica de partidos reformistas y revolucionarios -dirigida a incorporar en sus luchas las demandas de los campesinos- constituyen elementos importantes para la ruptura del orden rural tradicional y se expresan en la dinamizacin del movimiento campesino(10). Ubicado en un cuadro de quiebra del orden rural tradicional, el movimiento campesino tiene en estas dos dcadas una particular intensidad. No puede(9)

La industria manufacturera crece desde los aos cuarenta. En textiles, alimentos, bebidas y cerveza, en insumos para los exportadores azucareros y mineros; en industrias bsicas derivadas de la caa de azcar (papelera, cartonera, licores) y en algunos derivados de la minera de cobre (cables, por ejemplo). En qumica y mecnica-metalrgica se combina una lenta pero efectiva expansin industrial ligada directamente al capital extranjero y que es canal de diversificacin de algunas fracciones oligrquicas. La construccin se dinamiza con las obras pblicas del gobierno de Odra, amparadas en la bonanza que para el sector ex portador significaba la guerra de Corea y los contratos mineros del Ochenio. Ello impulsa la industria del cemento y la actividad constructora e inmobiliaria que, al igual que la industria manufacturera, se incentiva tambin con el proceso de urbanizacin y la lenta ampliacin del mercado interno. El sector exportador se diversifica con la produccin de hierro (Marcona), con la ampliacin de la produccin de cobre (Toquepala), pero principalmente con la aparicin de un nuevo producto de gran demanda en el mercado mundial: la harina y aceite de pescado. Si los dos primeros -por ser enclaves norteamericanos tienen como efecto significativo slo una mayor disponibilidad de divisas, la exportacin de harina y aceite de pescado sI tuvo consecuencias importantes en la economa y el poder de los diversos grupos sociales. El nuevo producto de exportacin no est totalmente en manos extranjeras. Empresarios nacionales controlan en parte la produccin (extraccin) y procesamiento (industria), dando auge a su vez a industrias y servicios conexos (redes, barcas,...) que fortalecen el sector moderno de la economa. (10) Tras estos cambios se ubica el progresivo debilitamiento del latifundio tradicional. Productor para un mercado interno estrecho, el gamonal no se interesa por modernizar la tecnologa y la organizacin econmica de sus tierras. Ms all de su incapacidad empresarial, est presente tambin el efecto de una poltica econmica adversa al campo tradicional, que slo incentiv la produccin para exportacin (azcar, algodn, lanas). El gamonal no tiene poder para imponer cambios a la poltica global, que se define en funcin de los intereses hegemnicos de los agroexportadores y del capital extranjero. De esta forma, en un largo proceso, el gamonal se refugia en la sobreexplotacin del campesino, que le permite el uso de todas las instancias del poder local, sin mejorar las condiciones productivas de sus tierras. El cultivo extensivo, el aumento de las parcelas arrendadas y sub-arrendadas a cambio de servicios personales, son signos de este sistema de explotacin caduco pero necesario al Estado oligrquico. Las acciones del movimiento campesino, dinamizadas desde fines de la dcada del 50, acentan el debilitamiento econmico y poltico del latifundio.

hablarse de un movimiento nico, ni menos de una direccin centralizada, pero muchas luchas sealan que el aislamiento ya no es total, habiendo indicadores de articulacin con algunos conflictos urbanos y un mayor impacto en la escena poltica. Conforme avanza la dcada del 60, las movilizaciones campesinas son cada vez mayores. Los gobiernos no pueden ya ocultar la realidad, que intermitentemente se hace presente en el debate parlamentario y en la prensa. La naturaleza de las luchas campesinas va variando, principalmente en la sierra. No se trata ya slo de litigios entre un latifundio y una comunidad o del reclamo de algunas mejoras en las condiciones de vida para una zona. La toma de tierras y la resistencia armada es aspecto significativo de esta etapa; se generaliza la sindicalizacin incluso en la sierra. Los planteamientos reformistas, limitados por la presencia oligrquica en el poder, no logran detener estas luchas. El Estado oligrquico no puede, como lo hizo antes, responder a estas luchas campesinas slo con el aparato represivo. Surgen as los planteamientos de Reforma Agraria que tendrn particular importancia en la lucha poltica que marca la dcada de 1960 y que expresa la crisis de esta forma de dominacin. Un acelerado proceso de urbanizacin completa el conjunto de procesos econmico-sociales que producen la crisis del Estado oligrquico. Originada en la sierra -cuyas condiciones de empleo y de vida expulsan a la poblacin excedentela migracin se produce en etapas, tanto en las grandes ciudades del interior del pas, como en Lima. Se forman los barrios marginales a partir de invasiones que ocupan las zonas que rodean las grandes ciudades(11). La presencia de las barriadas hace pensar mucho a la oligarqua y principalmente a los sectores medios. Pueden ver con sus propios ojos una miseria que contrasta con el lujo limeo tradicional y que los amenaza por ms acciones asistenciales que organicen. Los sectores industriales los recibieron, sin embargo, como mercados potenciales de servicios, que podan abaratarse con el esfuerzo comunal. Se generan mltiples proyectos de promocin y desarrollo comunal, no desligados de estos intereses comerciales e industriales(12). A estos tres procesos se suma la expansin del Estado, que hace crecer sus servicios "sociales" (salud, educacin, obras pblicas...), como una forma de obtener legitimidad en un medio cada vez ms urbano, que exige soluciones a sus problemas vitales tanto en el asentamiento poblacional como en el empleo, siempre escaso(13).(11)

Lima pasa de una poblacin de 533,645 habitantes en 1940, a una poblacin de 2'245,067 habitantes en 1971. Otras ciudades del interior tienen tambin importante crecimiento. Hay algunos casos realmente explosivos como Chimbote, que de ser una caleta de pescadores que en 1940 tena una poblacin de 9,723 habitantes, pasa a ser una ciudad de 167,234 habitantes en 1971, por efecto del auge de la pesca de anchoveta (Censos Nacionales de Poblacin y ViviendaOficina Nacional de Estadsticas y Censos. Las cifras de Chimbote incluyen anexos y caseros). (12) Sobre el significado de estos "proyectos" y su vinculacin -con intereses de los grupos de poder puede verse: A. RODRIGUEZ, G. RIOFRIO, E. WELSH: "De Invasores a Invadidos". LIMA, DESCO, 1973 - Serie Praxis No. 4. (13) La expansin del Estado es una constante a partir de la dcada del 30, y se produce especialmente durante los gobiernos militares de Benavides (1933-1939) y de Odra (1948-1956). No se trata de una expansin de las funciones econmicas, normativas y empresariales. Ello no lo permite la oligarqua, que demanda un Estado liberal. Es ms bien la expansin de servicios pblicos de salud, seguridad social y educacin pblica, a la par que la construccin de carreteras, edificios pblicos, viviendas y servicios conexos. Esta expansin se sustenta en la necesidad del Estado oligrquico de conseguir el mnimo de legitimidad necesario para no gobernar nicamente sobre la base de la represin. Los servicios y obras pblicas generan empleo para los crecientes sectores medios y son tambin una respuesta a las presiones que el proceso de urbanizacin va generando sobre el sistema poltico. La expansin del Estado y la poltica

Al concluir la dictadura del General Odra, nuevas fuerzas sociales se expresaron en la escena poltica, indicando que estos y otros procesos de cambio confluyen en opciones antioligrquicas que, con renovados bros, se expresarn en los partidos reformistas que aparecen en 1956. El APRA, el gran catalizador antioligrquico de la coyuntura del 30, no cumplir ya ese rol en la nueva coyuntura. Ha optado por una alianza directa con las fracciones oligrquicas para obtener la legalidad que le fuera negada por ms de 20 aos. Con ello el panorama poltico ser ms complejo, pues este antiguo partido -con la imagen de un pasado progresista- asumir la opcin oligrquica desde 1956 enfrentando al nuevo reformismo, lo que agudizar el enfrentamiento poltico, incluso dentro del bloque en el poder. Accin Popular, partido formado en 1956 y la Democracia Cristiana, que nace tambin en esa coyuntura, constituyen el ncleo principal del reformismo democrtico, en el cual el liderazgo de Fernando Belande le hace encabezar esta opcin muy por delante de las posibilidades de otros lderes de su partido o de la Democracia Cristiana(14). El contenido de las posiciones reformistas estuvo marcado por la demanda de libertades democrticas que permitieran la apertura de un espacio poltico en el que pudieran hacer valer las demandas de los grupos sociales que representaban. Estas demandas se opusieron al carcter cerrado que haban tenido los regmenes polticos del Estado Oligrquico. Los intereses que se expresan en el reformismo democrtico son, sin embargo, ms complejos y estn influidos por los cambios estructurales producidos: el fortalecimiento del polo urbano industrial de la economa, la quiebra del orden rural tradicional y el crecimiento de las ciudades. La expansin de los servicios del Estado ha acelerado este proceso y difcilmente puede detenerse por la presin que parte de los sectores urbanos. En efecto, es en primer trmino el mundo de lo urbano el que adquiere mayor peso. Con su demanda acenta el crecimiento de actividades como la construccin, la industria manufacturera y el comercio grande y pequeo, este ltimo expandiendo ocupaciones parciales (subempleo) para los grandes sectores inmigrantes. La demanda de servicios en estos sectores se contrapone con la poltica de austeridad fiscal que la oligarqua propugna. Su situacin de extrema miseria, puesta a la luz pblica por ubicarse en la capital y las ciudades importantes, impulsa una mayor toma de conciencia de los sectores medios, que a su vez comenzarn a jugar un rol poltico ms decisivo. La expansin de los sectores medios gira en torno al crecimiento del Estado y de la empleocracia industrial y comercial que va unida a la expansin de los servicios educativos, especialmente reclamada por estos sectores medios. El "desarrollo econmico" que ya en la poca es un valor que se impone, resultade obras pblicas es tolerada por la oligarqua, aunque en ms de una ocasin produjo tensiones de sus ms poderosos representantes, que vean en esa poltica un peligro para sus intereses inmediatos (por ejemplo, la reaccin de Pedro Beltrn -uno de los gestores del golpe de Odra-, renunciando a la presidencia del Banco Central en 1950, en desacuerdo con la poltica de obras que implementa Odra, afectando el "equilibrio" necesario para las posiciones liberales ms ortodoxas). (14) Otros partidos, como el Movimiento Social Progresista, tuvieron importancia coyuntural y aportaron cuadros que adquieren importancia individual despus del 68, pero no significaron polticamente mucho en el perodo 63-68.

identificado con mayores niveles de educacin, aunque ello resultara siendo una falacia si no se cambiaban las relaciones de poder(15). Los grupos medios -profesionales y empleocracia-, encontraron tambin en la oligarqua un serio lmite para sus aspiraciones. Esta, como grupo cerrado que mira hacia fuera y resulta impermeable a los cambios, no incentiva ni el empleo, ni la ampliacin de las oportunidades de ascenso social que los sectores medios reclaman. Las peridicas devaluaciones y las medidas que privilegian la tradicional economa de exportacin, impactan de inmediato restringiendo el consumo de los sectores medios. Durante el gobierno de Odra este descontento llega a expresarse incluso en la Fuerza Armada. La percepcin de sus propios intereses como contrapuestos a la oligarqua, se presentar tanto en profesionales y tecncratas que gradualmente asumen posiciones desarrollistas y se ligan a la burguesa industrial y al capital extranjero (en el indispensable rol de ejecutivos, asesores jurdicos e intermediarios) como en sectores medios que se radicalizan desde la Universidad y asumen las banderas del movimiento popular, especialmente en lo que se refiere a la reforma agraria y al impulso de organizaciones sindicales. La variedad de posiciones reformistas y revolucionarias que se presenta en la dcada del 60 parte de esta generalizacin de posiciones antiologrquicas. Esta insurgencia de los sectores medios en la vida poltica se liga a la lucha del movimiento campesino en la poca, en tanto que los primeros asumen -aunque fuera parcialmente- la bandera de la reforma agraria como reivindicacin. La emergencia poltica de los sectores medios y del movimiento campesino, se produce con parciales pero significativos apoyos de la burguesa industrial. Esta se beneficia de la expansin urbana, de la poltica de obras pblicas, de la lenta pero significativa ampliacin del mercado interno urbano. Cada incentivo es arrancado de las fracciones oligrquicas con esfuerzo, pero gradualmente su importancia y la capacidad de articular directamente con el capital extranjero dar a los industriales una mayor capacidad de negociacin en el bloque en el poder. No puede hablarse, en la dcada de 1950, de una decidida opcin antioligrquica -en la burguesa industrial. Esta no es una unidad y como conjunto parece preferir un doble juego: a la vez que incentiva y apoya partidos y posiciones reformistas, concilia con la oligarqua an en contra de estas posiciones(16).(15)

El crecimiento de la educacin secundaria es explosivo: en la dcada de 1950 la educacin secundaria crece en 270% pasando de 72,526 alumnos en 1950 a 198,259 en 1960. En la dcada de 1960 este crecimiento explosivo se traslada a la Universidad, aunque sta no pueda recibir a toda la poblacin que egresa de secundaria. El crecimiento de los egresantes (postulantes potenciales) es de un 320%. La poblacin universitaria pasa de 15,919 alumnos en 1950 a 30,983 en 1960 y a 92,402 en 1969. El nmero de Universidades que en 1960 era de 9, pasa en 1970 a 34. (Informacin estadstica publicada por el CONUP: Consejo Nacional de la Universidad Peruana). (16) En la industria cabe distinguir sectores ligados a los exportadores, tanto azucareros como mineros, marcados por los intereses del sector de origen y por su dinmica. (Producen insumos para los exportadores). Pero aparecen tambin -se dinamizan progresivamente- sectores cuyo desarrollo depende del mercado interno. Sobre el particular -se puede remitir el lector a un trabajo manuscrito de Anthony Ferner "La evolucin de la burguesa Industrial en el Per: intereses y fracciones", traducido y publicado en la Universidad Catlica como material de enseanza. Este y otros trabajos abren lugar a explicaciones de la actuacin poltica de los industriales que en estas dos dcadas es ambigua en su enfrentamiento con las fracciones oligrquicas, hecho que posiblemente debilita al reformismo democrtico como opcin.

En la dcada de 1960, la opcin de la burguesa industrial por Belande ser ms neta aunque tambin en ese perodo dejar de lado posiciones de enfrentamiento, para pasar a articular conciliaciones con las fracciones oligrquicas, que sirvan a sus intereses ms inmediatos. De esta forma, la burguesa industrial incentiva el reformismo democrtico a partir de la diferenciacin de intereses con la oligarqua, pero en cada coyuntura juega un rol mediatizador que en el nivel poltico expresa en forma poco clara sus intereses. Su origen ligado a la diversificacin de parte de la oligarqua, su necesidad operativa inmediata de funcionar ligada a sta en la medida en que le controla el crdito, los incentivos estatales, etc., la dificultad que supone no contar con un sistema' poltico abierto y estable -que la oligarqua aprovech mejor- determinan, entre otros factores, que la burguesa industrial crezca a partir de un doble juego en las dcadas del 50 y 60, incentivando el reformismo a la vez que pactando con la oligarqua. En perspectiva, sin embargo, es claro que sus intereses se contraponen, a pesar de las medidas que logra arrancar a la fraccin hegemnica: la ampliacin del mercado interno supone y requiere cambios, tanto en el agro como en la estructura de ingresos; la promocin de una poltica efectivamente industrialista, se contradice con los intereses agroexportadores, que reclaman del Estado polticas liberales que no incentivan la proteccin industrial, que obtienen devaluaciones y se oponen a todo intento racionalizador de la economa en vistas, por ejemplo, a una planificacin indicativa(17). Los procesos electorales de 1962 y 1963, luego de seis aos de convivencia entre el Apra y el Presidente Prado (antiguo representante de las fracciones oligrquicas) llevaron al Poder Ejecutivo al Presidente Belande, abanderado del reformismo democrtico. Para ello hubo dos procesos electorales que expresaron los reacomodos de las fracciones oligrquicas y no oligrquicas en el bloque en el poder, representadas por el Apra y el Odrismo, las primeras, y por la Alianza APDC, las segundas. La intervencin de la Fuerza Armada en 1962, anulando el proceso electoral, indic que la opcin reformista que movilizaba a los sectores medios inclua a los Militares, antiguos aliados del bloque oligrquico que, al arbitrar en esta coyuntura, optaron claramente por el reformismo democrtico(18). 1.4. EL GOBIERNO DE BELAUNDE: EXPRESION DE LA CRISIS DE(17)

Es importante distinguir el rol y los planteamientos de los representantes corporativos (SNI por ejemplo) y el de la gran prensa que tiene un rol ordenador y articulador fundamental. Comparar esto con los planteamientos de los partidos reformistas, expresados en las plataformas as como en el debate parlamentario desde 1956, es importante para pasar de estas gruesas apreciaciones a niveles ms refinados de anlisis. Esta tarea, ms all del nivel de este trabajo llevar a confirmar o reemplazar las observaciones y relaciones que aqu se formulan a modo de hiptesis. (18) Los resultados electorales de 1962 obligaban a una eleccin presidencial en el Congreso, para lo cual los representantes deban elegir entre los tres candidatos que haban logrado mayor votacin (Haya, Odra, Belande). Ello forzaba las alianzas. De hecho las fracciones oligrquicas propiciaron y obtuvieron el pacto entre Haya y Odra que hubiera consagrado a este ltimo como Presidente de la Repblica, articulando nuevamente a las fracciones agroexportadora, financiera y gamonal de la clase dominante (se recuerda que en la vspera del golpe, Odra anuncia el Pacto y recibi, al empezar su exposicin televisada, aviso de que la Fuerza Armada no acepta el pacto, transmitido por un Oficial de la Aviacin). La Fuerza Armada se opuso a este pacto. Obviamente en su decisin intervino un fuerte rezago de antiaprismo, pero no fue ste el factor principal del golpe. El antiaprismo de la Fuerza Armada no permita que Haya fuera Presidente pero s poda aceptar otro perodo en que el APRA estuviera en el poder, compartindolo esta vez con Odra, General retirado y viejo garante del pacto oligrquico-militar. En lo esencial, la Junta Militar de Gobierno opta por apoyar las posiciones reformistas antioligrquicas, definiendo su misin como transitoria y poniendo su principal inters en la organizacin del proceso electoral de 1963. La actuacin de la Junta Militar de Gobierno se produce en medio de una importante movilizacin campesina en La Convencin y Lares, encabezada por Hugo Blanco. El gobierno de Prado no pudo ni contenerla, ni eliminar sus efectos en la escena poltica. Ante ello, la Junta dict la Ley de Bases de la Reforma Agraria y una Ley particular complementaria que aplic en La Convencin y Lares, articulando un operativo que hizo intervenir directamente a oficiales del Ejrcito en su ejecucin. Entre ellos destacarn oficiales que como el entonces Comandante Gallegos, jugarn roles importantes en el perodo posterior a 1968. Es la primera Ley de Reforma Agraria y se aplica en respuesta a la movilizacin campesina.

HEGEMONIA EN EL BLOQUE EN EL PODER La coyuntura electoral de 1963 repiti bsicamente la constante poltica del ao anterior, pero con un intermedio de doce meses que hizo madurar las alianzas que se perfilaron entonces. En las elecciones, el APRA vuelve a lanzar a su lder mximo Haya de la Torre, y el General Odra repite su candidatura, procurando ambos no explicitar el pacto que a ltima hora frustraron los militares en 1962. Accin Popular y la Democracia Cristiana forman la alianza AP-DC para, sumando fuerzas, incrementar los votos de Belande. Este ltimo gana por estrecho margen la Presidencia de la Repblica, pero no logra mayora en el Parlamento. La inmediata formacin de la Coalicin APRA-UNO que, sumando sus representantes, logra mayora en ambas cmaras, anuncia un perodo de lgida lucha poltica que reprodujo la pugna Parlamento-Ejecutivo que se protagoniz en 1945-48(19). El Gobierno de Belande se inaugur en medio de gran expectativa y entusiasmo. Las ofertas polticas de la Alianza AP-DC eran vagas e imprecisas, pero su sola mencin y la presencia de hombres nuevos en el Gobierno alentaban las expectativas en sectores medios y populares. Tambin la burguesa industrial alentaba la esperanza de reforzar su poder econmico con el poder poltico recibido por los partidos reformistas, para as poder imponer su hegemona sobre las fracciones oligrquicas y lograr una poltica econmica que propiciara la industrializacin, favoreciera la expansin de su base productiva y la penetracin del capital extranjero en la industria. No slo estos grupos sociales, sino tambin los sectores medios reformistas, esperan del capital extranjero algo as como la varita mgica que les permitir "el desarrollo" sin mayor esfuerzo nacional. La ideologa capitalista se presenta entonces muy clara en sus versiones tecnocrticas, que se aceptan como vlidas sin mayor anlisis(20).

Entre las medidas importantes de la Junta est la creacin del Instituto Nacional de Planificacin (propuesta que poco aos antes fuera vetada por los agroexportadores desde "La Prensa"), el establecimiento del presupuesto funcional por programas y el inicio de medidas de descentralizacin administrativa en los ministerios "sociales" como Educacin y Salud. Estas medidas fortalecen la capacidad de accin del Estado y perfilan desde entonces una tendencia de los militares a fortalecer el poder del Estado, que luego se retomar en 1968. La importancia poltica e ideolgica de la creacin del lNP es en este caso la ms significativa. (19) La Fuerza Armada deja el poder tal como lo ofreci en 1962 y vuelve prestigiada a sus cuarteles. En ella son evidentes entonces las simpatas por el nuevo gobierno reformista. Belande no supo aprovechar esta fuente de poder y en el nuevo gobierno, tanto la Alianza AP-DC como la Coalicin APRA-UNO, pugnarn por obtener la simpata militar en trminos tradicionales de prebendas, discursos y declaraciones. (20) Esta perspectiva triunfalista est presente no slo en el cuadro poltico nacional. Gran parte de Amrica Latina pasa por un perodo democrtico y reformista cobijado al amparo del perodo Kennedy y del lanzamiento de la Alianza para el Progreso. En 1963 Brasil an experimenta un gobierno populista. Venezuela y Colombia tienen regmenes democrticos que en aos anteriores derrocaron a los dictadores Prez Jimnez y Rojas Pinilla. Ecuador repetir un gobierno populista con Velasco Ibarra y Argentina buscar en Frondizi un intento desarrollista. Chile en 1964 ver el triunfo de la Democracia Cristiana de Frei y su intento de Revolucin en Libertad, tan parecido al reformismo de la Alianza AP-DC (salvando distancias enormes del cuadro poltico en que se ubica cada Partido Demcrata Cristiano hay ms que un marco ideolgico comn). Todo este cuadro internacional se relaciona con la poltica de los Estados Unidos que expresa su apoyo slo a regmenes democrticamente elegidos, aunque esa poltica cambiar muy pronto ante los gobiernos militares de Brasil y Argentina. Ya en 1962 esta poltica se haba expresado ante la Junta Militar peruana. El gobierno norteamericano vio con gran simpata la candidatura de Haya de la Torre en 1962. Incluso su Embajador, seor Loeb, tuvo el descuido de aparecer en una manifestacin poltica, a lo que agreg diversas reuniones propiciando alianzas que evitaran la intervencin militar. Ello le vali que la nueva Junta pidiera su retiro al tomar el poder, pero el contexto de esa coyuntura incluy presiones de los EE.UU. para hacer transitorio el rgimen. El reformismo de Belande, triunfante en 1963, era sin embargo adecuado a estos propsitos de la poltica exterior norteamericana, que desde la Alianza para el Progreso propiciaba la Reforma Agraria para los sectores ms tradicionales como una poltica que adems de favorecer la modernizacin y hegemona del sistema capitalista en Amrica latina prevena concretamente la agudizacin de conflictos sociales que pudieran hacer peligrar el sistema poltico.

El triunfalismo expresado por las posiciones reformistas se estrell, sin embargo, con la impermeabilidad poltica de una oligarqua que, ya en decadencia, no acept "que algo cambie para que todo quede como est". Los avances del movimiento popular impactaron a la vez en una radicalizacin de los sectores medios y en una defensiva reaccin de los terratenientes, tanto agroexportadores como gamonales. Estos ltimos eran uno de los mayores lastres de la oligarqua. Agredidos en su base material por el movimiento campesino, van a exigir la represin como nica respuesta. Los planteamientos de reforma agraria son inaceptables para ellos, incluso las propuestas ms conservadoras, pues suponen agredir al latifundio tradicional, sus relaciones semifeudales de explotacin y todo lo que constituye base del poder gamonal. En las guerrillas de 1965 encuentran pretexto para lograr sus objetivos de represin masiva. a. LA OPCION OLIGRQUICA

La oligarqua se hace as ms rgida. Tiene poder econmico importante en el agro y en la banca. Puede aliarse con sectores conexos tradicionales del comercio y algunas industrias; encuentra en el APRA un aliado importante para controlar el poder poltico directo, reemplazando su tradicional alianza con los militares, que ahora por la evolucin poltica e institucional de stos se hace ms difcil. El APRA ofrece liderazgo y capacidad de articular una parte de los sectores medios, a la par que muchos de los trabajadores rurales del norte y parte importante del movimiento obrero. A pesar del viraje de sus dirigentes, el APRA es el nico partido de cuadros, con organizacin firme que cubre casi todo el pas(21). El odrismo, carta muy estimada por la oligarqua, haba logrado impactar en la poblacin que rodeaba Lima y, al articular a las fracciones ms tradicionales de la oligarqua, se benefici tambin con electores en algunas regiones deprimidas, controladas por caciques locales. Ello era el complemento necesario para una alianza con el APRA pues le exiga mucho menos a la oligarqua en la medida en que su clientela poltica slo se satisfaca con obras pblicas. Se constituy as la opcin oligrquica en la escena poltica, con fuerzas sociales lo suficientemente poderosas como para doblegar a su enemigo inmediato en la coyuntura: el reformismo democrtico. Esta opcin oligrquica representa a las tres fracciones tradicionalmente conocidas como "la oligarqua", en lazadas con minoritarios sectores industriales e inmobiliarios y en alianza con el APRA que le aporta la articulacin parcial de los trabajadores rurales del Norte, de parte del movimiento obrero y de una pequea burguesa provinciana nucleada por este partido desde los aos 30. El Odrismo es representante poltico de las fracciones oligrquicas ms tradicionales (gamonales incluidos) que logra articular, con la imagen de las(21)

Los seis aos de la Convivencia con Prado le han dado adems recursos y poder que se expresa en votos. En ese perodo contaron con influencia decisiva en los Ministerios de Trabajo y Educacin para fortalecer su presencia entre obreros y maestros lograron recursos para obras regionales que prestigiaron a sus parlamentarios y pudieron as tener en las elecciones de 1962 y 1963 un caudal de votos de casi un tercio del electorado, que les dio efectivo poder en el Parlamento.

obras y servicios del ochenio, a sectores urbanos en su mayor parte sub empleados y despolitizados. b. LA OPCION REFORMISTA

Frente a esta opcin oligrquica se sita el reformismo que articula las posiciones antioligrquicas de la mayora de sectores medios, con el apoyo de la burguesa industrial y otros sectores modernos, como la construccin, parte del comercio, la pesca y los servicios. Con el liderazgo de Accin Popular y Belande, logra el apoyo de parte del campesinado y el proletariado. En esta opcin hay debilidades de base, tanto en la burguesa industrial como en la pequea burguesa. En cuanto a la primera, su opcin no es definida. Para fortalecer su base econmica jugar a "dos bandos" en ms de una ocasin. Las reformas tienen valor slo si aumentan su poder y producen mejores condiciones de negociacin con las fracciones oligrquicas en su lucha por la hegemona. Hay grupos econmicos que buscan representantes en todos los partidos, jugando slo en la ptica inmediata de la mayor ganancia econmica. Tal es el caso de los pesqueros(22). Esta opcin ambigua, o ms bien complementariamente alternativa, poda representar lo que es la necesidad entonces sentida por la burguesa urbano industrial: recomponer el bloque en el poder, subordinando, aunque no eliminando, a las fracciones oligrquicas. La pequea burguesa intelectual -profesional y poltica- que integra la opcin reformista o antioligrquica, tiene como caracterstica una ambigedad y pobreza ideolgica que fue muy significativa en el proceso 1963-68. Los programas de la alianza AP-DC son ambiguos por necesidad. Frente a problemas centrales como la nacionalizacin de la IPC o la Reforma Agraria, hay posiciones contradictorias que van en el primer caso, desde la nacionalizacin real hasta la empresa mixta., y en el segundo caso, desde la inclusin de los complejos agroindustriales hasta la sola referencia a expropiaciones en las haciendas ms tradicionales. Esta ambigedad ideolgica y programtica permiti la presencia de profesionales y polticos, ligados claramente a grupos de poder econmico moderno, unido a una pequea burguesa en proceso de radicalizacin. En el perodo 1963-68 se produjo un decantamiento que a su vez hizo quebrar la Alianza AP-DC y los partidos que la integraban. Se produce all lo que denominamos ms adelante como pugna entre un reformismo tecnocrtico y un reformismo social. c. LA IZQUIERDA

Fuera de estas grandes opciones, el perodo 1963-68 vio engrosarse y luego dividirse a la izquierda poltica. En ella, la fuerza principal fue el Partido Comunista Peruano que, al lograr un mayor margen de juego desde el gobierno de Prado, avanz en su penetracin dentro del movimiento sindical, capitalizando(22)

Se recuerda, por ejemplo, lo que se conoci como el "bloque parlamentario pesquero" que inclua diputados del APRA, AP, DC y UNO; que al ser descubierto en "Olga" ocasion la expulsin del diputado y Ministro Roberto Ramrez del Villar del PDC y, acto seguido, la ruptura de este Partido con la formacin del Partido Popular Cristiano liderado por el Alcalde Bedoya.

la frustracin de elementos apristas y reformistas segn avanzaba el perodo. Su principal objetivo fue convertirse en una fuerza sindical decisiva a partir de su ruptura con la CTP aprista(23). A ello subordina la actuacin de coyuntura, en la que aparecen ms bien reducidos grupos de pequea burguesa de izquierda que articularon con el Partido Comunista, tales como el Frente de Liberacin Nacional (FLN). Ya en estos aos impacta la ruptura del Partido Comunista, a partir de la pugna entre China y la Unin Sovitica, repercusin necesaria en un partido umbilicalmente ligado a las decisiones de afuera