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EL NUEVO TESTAMENTO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, A SABER LOS ESCRITOS EVANGÉLICOS Y APOSTÓLICOS. VERSIÓN EXAMINADA Y CONFRONTADA CON EL TEXTO GRIEGO RECIBIDO (TR), Y CON DIVERSAS TRADUCCIONES, POR CASIODORO DE LA REYNA Y CIPRIANO DE VALERA. LONDRES. 1865 IMPRESO POR SPOTTISWOODE Y COMPANIA, NEW-STREET SQUARE LONDRES – BFBS 1858 Version. Revisión del Pastor ENRIQUE IVALDI, 2005, Comparada con la KING JAMES VERSION y la traducción del Textus Receptus Realizada por WILLIAM TYNDALE, y otras versiones legítimas, como LA BIBLIA DE GINEBRA, LA DE LUTERO, Y LA DAVID MARTIN DE 1744. EL SANTO EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR Y SALVADOR JESUCRISTO SEGÚN S. MARCOS. MARCOS 1 Juan predica y bautiza – Jesús es bautizado en el Jordán, y tentado por el diablo en el desierto – Comienza a predicar el Evangelio en la Galilea – Llamado de Pedro, Andrés, Santiago y Juan – Curación de un leproso y de endemoniados. 1 PRINCIPIO del Evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios. 2 Como está escrito en los Profetas: He aquí yo envío á Mi mensajero delante de tu faz, que prepare tu camino delante de ti. 3 Voz del que clama en el desierto: Allanad el camino del Señor; enderezad Sus sendas.

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VERSIÓN EXAMINADA

Y CONFRONTADA CON EL TEXTO GRIEGO RECIBIDO (TR), Y CON DIVERSAS TRADUCCIONES,

POR CASIODORO DE LA REYNA Y CIPRIANO DE VALERA.

LONDRES.

1865

IMPRESO POR SPOTTISWOODE Y COMPANIA, NEW-STREET SQUARE

LONDRES – BFBS 1858 Version.

Revisión del Pastor ENRIQUE IVALDI, 2005,

Comparada con la KING JAMES VERSION y la traducción del Textus Receptus Realizada por WILLIAM TYNDALE, y otras versiones legítimas, como

LA BIBLIA DE GINEBRA, LA DE LUTERO, Y LA DAVID MARTIN DE 1744.

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MARCOS 1

Juan predica y bautiza – Jesús es bautizado en el Jordán, y tentado por el diablo en el desierto – Comienza a predicar el Evangelio en la Galilea – Llamado de Pedro, Andrés,

Santiago y Juan – Curación de un leproso y de endemoniados.

1 PRINCIPIO del Evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios. 2 Como está escrito en los Profetas: He aquí yo envío á Mi mensajero delante de tu faz, que prepare tu camino delante de ti. 3 Voz del que clama en el desierto: Allanad el camino del Señor; enderezad Sus sendas.

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4 ¶ Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para remisión de los pecados. 5 Y salía á él todo el país de Judea, y los habitantes de Jerusalem; y eran todos bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 6 Y Juan vestía con saco de pelos de camello, y con ceñidor de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas, y miel salvaje. 7 Y predicaba, diciendo: Viene tras mí Aquel que es más poderoso que yo, ante quien no soy digno de inclinarme y desatar la correa de su calzado. 8 Yo en verdad os he bautizado con agua; mas Él os bautizará con Espíritu Santo. 9 ¶ Y aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazareth de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 Y luego, en tanto Él subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu que descendía sobre Él como lo haría una paloma. 11 Y hubo una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en Ti tengo Mi complacencia. 12 Y de inmediato el Espíritu Santo le arrebató al desierto. 13 Y estuvo allí en el desierto por cuarenta días, tentado por Satanás; y moraba con las fieras; y los Ángeles le servían. 14 ¶ Mas después que Juan fue encarcelado, Jesús vino á Galilea, predicando el Evangelio del Reino de Dios, 15 Y diciendo: Se ha cumplido el tiempo; y el Reino de Dios está cerca: arrepentios, y creed al Evangelio. 16 ¶ Y vadeando el mar de la Galilea, vio á Simón, y á Andrés, su hermano, que echaban sus redes en la mar; porque eran pescadores. 17 Y les dijo Jesús: Venid en pos de Mí, y haré que seáis pescadores de hombres. 18 Y ellos, sin tardanza, dejando sus redes, le siguieron. 19 Y pasando de allí un poco más adelante, vio á Santiago, hijo de Zebedeo, y á Juan, su hermano, que estaban en la barca, componiendo las redes. 20 Y en seguida les llamó; y ellos, dejando á su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, fueron en pos de Él. 21 ¶ Y fueron a Caphernaúm; y luego, los Sábados, entrando en la Sinagoga, enseñaba. 22 Y se admiraban de Su doctrina; pues lo hacía como quien tiene autoridad, y no como los Escribas. 23 Y había en la Sinagoga un hombre con espíritu inmundo, el cual dio voces, 24 diciendo: ¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido á destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios. 25 Y Jesús le reprendió, diciendo: Calla, y sal de él. 26 Y el espíritu inmundo, sacudiéndolo con violencia, y clamando á gran voz, salió de él. 27 Y todos se maravillaron, de tal manera que se preguntaban unos á otros, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Porque manda con poder aún á los espíritus inmundos, y ellos le obedecen. 28 Y Su fama se extendía por toda la provincia alrededor de la Galilea. 29 ¶ Y luego, saliendo de la Sinagoga, fueron á casa de Simón y de Andrés, con Santiago y Juan.

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30 Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre; y le hablaron de ella. 31 Entonces llegando Él, le tomó de su mano y la levantó; y de inmediato la fiebre le dejó; y les servía. 32 ¶ Y por la tarde, ya puesto el sol, le traían á todos los enfermos, y á los endemoniados; 33 y toda la ciudad se había reunido, á la puerta. 34 Y sanó a muchos que padecían diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y prohibió que los demonios hablasen, no dejándoles decir que sabían quién era Él. 35 ¶ Y levantándose en las primeras horas, aún de noche, salió y fue á un lugar desierto; y allí oraba. 36 Y le siguió Simón, y los que estaban con él; 37 Y hallándole, le dijeron: Todos te buscan. 38 A lo que Él respondió: Vamos á las aldeas y pueblos vecinos, para que predique también allí; pues para esto he venido. 39 Y predicaba en las Sinagogas de ellos por toda la Galilea, y echaba fuera demonios. 40 ¶ Y un leproso vino a Él, rogándole, y arrodillándose delante de Él, diciendo: Si quieres, puedes limpiarme. 41 Y Jesús, movido á compasión, extendió Su mano, y le tocó, diciéndole: Quiero, sé limpio. 42 Y cuando dijo esto, la lepra se fue de aquel hombre, y fue limpio. 43 Entonces le despidió, intimándole, 44 y diciéndole: Mira, nada digas á nadie; mas ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que Moisés ha mandado, para testimonio a ellos. 45 Mas él, saliendo, comenzó a propagarlo por doquiera, divulgando el hecho, de modo que ya Jesús no podía entrar públicamente en la ciudad, mas permanecía fuera, en los lugares desiertos. Y venían a Él de todas partes.

MARCOS 2 Jesús sana a un paralítico y declara Su poder para perdonar pecados – Llamado

de Mateo – Come con Publicanos y pecadores notorios – – El Hijo del Hombre, Señor del Sábado.

1 Y DESPUÉS de algunos días entró otra vez en Caphernaúm, y al escucharse que estaba en casa. 2 acudieron á Él tantos, que ya no cabían ni dentro ni aún fuera de la puerta; y les predicaba la Palabra. 3 Y entonces vinieron a Él trayendo un paralítico, que llevaban entre cuatro. 4 Y como no podían llegar a Él, á causa de la multitud, rompieron el tejado, por la parte bajo la cual estaba Jesús, y terminando de abrirlo, bajaron el lecho donde yacía el paralítico. 5 Y cuando Jesús advirtió la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. 6 Y estaban allí sentados algunos de los Escribas, que se decían en sus corazones, 7¿Por qué este hombre blasfema? ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?

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8 Mas de inmediato, al percibir Jesús en Su espíritu que esto tenían dentro de sí, les dijo: ¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, ó decirle: Levántate, y toma tu lecho, y anda? 10 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados, (dijo al paralítico): 11 A ti te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete á tu casa. 12 Y al instante se incorporó, y tomando su lecho, salió delante de todos ellos, de modo que todos se asombraron, y glorificaron á Dios, diciendo: Jamás vimos cosa igual. 13 ¶ Y otra vez salió á orillas de la mar, y todo el pueblo venía a Él, y Él les enseñaba. 14 Y pasando, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en la tribuna de los impuestos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose le siguió. 15 Y sucedió después, que estando Jesús á la mesa en casa de él, muchos Publicanos y pecadores notorios compartían la mesa junto a Jesús y Sus discípulos; porque aun de entre estos había muchos que le habían seguido. 16 Y los Escribas y los Fariseos, viéndole comer con Publicanos y pecadores, dijeron á Sus discípulos: ¿Por qué éste come y bebe con Publicanos y pecadores? 17 Mas Jesús, al oír esto, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido á llamar á justos, sino á pecadores al arrepentimiento. 18 ¶ Y los discípulos de Juan, y los de los Fariseos, ayunaban; y vinieron a Jesús, diciéndole: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los Fariseos ayunan, pero tus discípulos no ayunan? 19 Y Jesús les dijo: ¿Pueden ayunar los amigos del Esposo, cuando el Esposo está con ellos? Entretanto el Esposo está con ellos, no pueden ayunar. 20 Mas llegarán los días cuando el Esposo les será quitado; y entonces ayunarán; en esos días. 21 Nadie cose un paño nuevo a un vestido viejo; de otra manera el remiendo nuevo rasga lo viejo, y se hace peor la rotura. 22 Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar. 23 ¶ Y sucedió que pasaba Él por los sembrados en Sábado; y Sus discípulos, en tanto caminaban, comenzaron a arrancar espigas, para comer del grano. 24 Entonces los Fariseos le dijeron: He aquí, ¿por qué tus discípulos hacen lo que no es lícito en Sábado? 25 Y Él les dijo: ¿Nunca leísteis qué hizo David cuando tuvo necesidad, y hambre: él y los que estaban con él; 26 y cómo entró en la Casa de Dios, siendo Abiatar, Sumo Sacerdote; y comió los Panes de la Proposición, de los cuales no es lícito comer sino á los sacerdotes: y aún dio a los que con Él se hallaban? 27 Y entonces dijo: El Sábado fue hecho para el hombre; no el hombre para el Sábado. 28 Así que el Hijo del Hombre es también Señor del Sábado.

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MARCOS 3

Jesús sana al hombre de la mano reseca – Tiene poder para perdonar pecados –

Llamado de los Doce Apóstoles – La blasfemia contra el Espíritu Santo – Todos los fieles son Su familia.

1 Y OTRA vez entró en la Sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca. 2 Y le acechaban, por si sanaría en Sábado, para acusarle. 3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. 4 Y les dijo: ¿Es lícito hacer bien en Sábado, o hacer mal? ¿Salvar la persona, o matarla? Mas ellos callaban. 5 Y mirándolos en torno de Sí con disgusto, acongojado por la ceguedad de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió; y su mano fue restablecida, sana como la otra. 6 Pero los Fariseos, saliendo de allí, entraron en consejo con los Herodianos contra Él, para matarle. 7 ¶ Mas Jesús se retiró á la mar con Sus discípulos; y le siguió una gran multitud de la Galilea, y de Judea. 8 Y de Jerusalem, y de Idumea, y del otro lado del Jordán; y los que moraban alrededor de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron a Él en multitud. 9 Y dijo a Sus discípulos que tuviesen siempre lista una barca pequeña, á causa de la muchedumbre, para que no le oprimiesen. 10 Pues había sanado á muchos; de tal modo que aquellos que tenían enfermedades, o espíritus inmundos, venían sobre Él, para tocarle. 11 Y los espíritus inmundos, al verle, se prosternaban delante de Él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. 12 Mas Él les reprendía con vehemencia, que no le descubriesen. 13 ¶ Y subió al Monte, y llamó á Sí a los que Él quiso; y vinieron a Él. 14 Y ordenó a Doce, para que estuviesen con Él, y para enviarles a predicar. 15 Y que tuviesen poder de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios. 16 A saber: Simón, al cual puso por nombre Pedro; 17 y a Santiago, hijo de Zebedeo, y á Juan, hermano de Santiago; y los tituló Boanerges, esto es, Hijos del Trueno; 18 y á Andrés, y á Felipe, y á Bartolomé, y á Mateo, y á Tomás, y á Santiago, hijo de Alfeo, y á Tadeo, y á Simón, el Cananeo, 19 Y á Judas Iscariote, el mismo que le entregó. Y vinieron á casa, y otra vez 20 ¶ se reunió la multitud, de tal manera, que ni aún les era posible comer el pan. 21 Y cuando lo oyeron algunos de los suyos, que no creían en Jesús, salieron para apoderarse de Él; porque decían: Está fuera de sí. 22 Y los Escribas que habían venido de Jerusalem, decían que Belcebú le poseía; y que así, por arte del príncipe de los demonios, echaba fuera demonios. 23 Y Él, llamándolos, les dijo en alegorías: ¿Cómo puede Satanás expulsar á Satanás?

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24 Pues todo reino dividido contra sí mismo perecerá. 25 Y si alguna casa se divide contra sí misma, no habrá de prevalecer. 26 Y si Satanás se ha levantado contra sí mismo, y está dividido, no puede permanecer; mas viene á su fin. 27 Nadie puede entrar á casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si antes no ata al hombre fuerte; entonces saqueará su casa. 28 En verdad os digo que toda clase de pecados se perdonará á los hijos de los hombres, y sus blasfemias, cualesquiera sean; 29 pero todo el que blasfemare contra el Espíritu Santo, jamás será perdonado; mas viene a condenación eterna. 30 Esto les respondió, por cuanto decían: Tiene espíritu inmundo. 31 ¶ Y llegaron Sus hermanos y Su madre, y estando fuera, enviaron por Él, llamándole. 32 Y la multitud estaba sentada junto á Él, y algunos le dijeron: He aquí, tu madre, y tus hermanos, están fuera, y te buscan. 33 Y Él les respondió, diciendo: ¿Quién es Mi madre, y quiénes Mis hermanos? 34 Y mirando alrededor, á los que estaban sentados junto a Él, dijo: He aquí, Mi madre y Mis hermanos. 35 Porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, ese es Mi hermano, y Mi hermana, y Mi madre.

MARCOS 4

Parábola del Sembrador, y otras – Jesús calma la tempestad. 1 Y NUEVAMENTE COMENZÓ A ENSEÑAR junto á las aguas, y acudió a Él tanta gente; que, entrando Jesús á una barca, se sentó en la mar; y toda la multitud estaba en las márgenes, en tierra. 2 Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en Su doctrina: 3 Escuchad: He aquí, un sembrador salió a sembrar. 4 Y sucedió que al sembrar, una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo, y la consumieron por completo. 5 Otra parte cayó entre pedregales, donde no había mucha tierra; y pronto germinó, porque la tierra no era profunda; 6 Más al salir el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se agostó. 7 Otra parte cayó entre espinos; y subieron los espinos, y la ahogaron, y no dio fruto. 8 Y otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, que subió y creció; y llevó uno á treinta, y otro á sesenta, y otro á ciento. 9 Entonces les dijo: Quien tiene oídos para oír, oiga. 10 ¶ Y cuando quedó a solas, los que se hallaban con Él junto con los Doce, le indagaron sobre la Parábola. 11 Y les dijo: A vosotros os es dado conocer el misterio del Reino de Dios; mas á los que están fuera, todos se les presenta en Parábolas; 12 para que viendo, miren y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados sus pecados.

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13 Y les dijo: ¿No comprendéis esta Parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las demás? 14 El sembrador es el que siembra la Palabra. 15 Los sembrados junto al camino, son aquellos en quienes se siembra la Palabra; y cuando la han oído, pronto llega Satanás, y arrebata la Palabra que fue sembrada en sus corazones. 16 Y asimismo éstos son los sembrados entre pedregales: cuando oyen la Palabra, la toman con gozo; 17 mas no tienen raíz en sí mismos, y así perdura muy poco, y cuando viene la tribulación ó persecución por causa de la Palabra, de inmediato tropiezan. 18 Y éstos son los que son sembrados entre los espinos: los que oyen la Palabra; 19 pero los intereses de este mundo, y el engaño de las riquezas, y los deseos desordenados que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la Palabra, y esta queda sin fruto. 20 Mas los que fueron sembrados en buena tierra, son los que oyen la Palabra, y la reciben, y dan fruto, uno treinta, otro sesenta, y otro ciento. 21 ¶ Y asimismo les dijo: ¿Se trae el candil para ser puesto debajo del almud, o debajo del lecho? ¿No se le trae para que alumbre en el candelero? 22 Porque nada hay oculto que no haya de ser revelado, ni secreto que no venga á ser descubierto. 23 Si alguno tiene oídos para oír, que oiga. 24 Y aún les dijo: Prestad atención a esta palabra: con la medida que medís, seréis medidos, y aún se os dará con creces. 25 Porque al que tiene, le será dado; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 26 ¶ Decía además: Así es el Reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra; y se duerme, 27 y se levanta de noche, y de día, y la simiente brota y crece, sin que él sepa cómo. 28 Pues la tierra de sí misma da fruto; primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; 29 y cuando el fruto madura, luego se echa la hoz, porque la siega es llegada. 30 ¶ También decía: ¿A qué compararemos el Reino de Dios? ¿O con cuál semejanza aludiremos a él? 31 Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de las simientes que hay en ella; 32 mas después de la siembra, sube, y se hace la mayor de todas las plantas, y echa grandes ramas; de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra. 33 Y con muchas parábolas como éstas les predicaba la Palabra, según eran diestros para entenderla. 34 Y no les hablaba sino en Parábolas; mas todo lo exponía ante Sus discípulos por Sí mismo. 35 ¶ Y ese mismo día, al llegar la tarde, les dijo: Pasemos á la otra ribera. 36 Y dejando a la turba, estando Jesús como estaba en la barca; se hicieron con Él á la vela; y otras embarcaciones les seguían.

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37 Y se levantó una gran borrasca de viento, que arrojaba olas en la barca, hasta el punto de inundarla. 38 Y Él estaba en la popa, sobre un cabezal, durmiendo; y le despertaron, y le dijeron: ¿Maestro, no te importa que perecemos? 39 Y Jesús, levantándose, reprendió al viento, y dijo á la mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y sobrevino una gran serenidad. 40 Y les dijo: ¿Qué teméis? ¿Aún no tenéis fe? 41 Y tremendo temor les sobrecogía, y se decían el uno al otro. ¿Quién es éste, a quien aún el viento y la mar obedecen?

MARCOS 5

Jesús expulsa demonios del Gadareno – Curación de la mujer con flujo de sangre Levanta de la muerte a la hija de Jairo.

1 Y VINIERON al otro lado de la mar, a la provincia de los Gadarenos. 2 Y al bajar Él de la barca, le salió al encuentro un hombre poseído de espíritu inmundo, que salió de entre las tumbas, 3 y que habitaba en los sepulcros, y a quien nadie podía sujetar; no; ni aún con cadenas; 4 porque muchas veces había sido ligado con cepos y cadenas; mas él despedazaba las cadenas, y destrozaba los cepos; y nadie podía someterle. 5 Y siempre, de día, y de noche, bramaba entre los montes, y en los sepulcros; y se hería con las piedras. 6 Y cuando vio á Jesús, desde lejos, corrió, y le adoró. 7 Y clamando á gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro, por Dios, que no me atormentes. 8 Porque Jesús le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Mi nombre es Legión; porque somos muchos. 10 Y le rogaba con denuedo que no le enviase fuera de aquel país. 11 Mas había allí, cerca de los montes, una gran piara de cerdos pastando; 12 y los demonios le suplicaron, diciendo: Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos. 13 Y Jesús lo consintió. Y saliendo los espíritus inmundos, entraron en los cerdos, y con gran furia cayó la piara, por un despeñadero, en la mar; en número como de dos mil; y en la mar se ahogaron. 14 Y los que apacentaban huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y las gentes salieron á ver qué había acontecido. 15 Y llegando a donde estaba Jesús, vieron al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado y vestido, y en su sano juicio; y tuvieron miedo. 16 Y los que habían visto el milagro, contaron lo que tuvo lugar con el que tenía demonio, y también lo de los cerdos. 17 Y comenzaron á rogarle que se retirase de sus tierras. 18 Y al subir Él á la barca, el que había sido endemoniado le rogaba estar con Él.

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19 Pero Jesús no lo admitió, mas le dijo: Vete á tu casa, á los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. 20 Y el hombre se fue, y comenzó a divulgar por Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho con él; y todos se maravillaban. 21 ¶ Y habiendo Jesús pasando otra vez en la barca á la otra margen, se reunió con Él una multitud; y Él estaba junto á la mar. 22 Y he aquí, uno de los Príncipes de la Sinagoga, llamado Jairo, vino a Él; y al verle, se postró a Sus pies, 23 y le rogaba con insistencia, diciendo: Mi hija muere; ven, y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. 24 Y Jesús fue con él, y le seguía una muchedumbre, y le estrechaban. 25 ¶ Y una mujer, que padecía flujo de sangre hacía doce años, 26 y había sufrido mucho de mano de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, sin mejoría alguna, antes bien, estaba peor, 27 cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás, entre la multitud, y tocó Su manto. 28 Porque decía: Si tocare tan solamente Su vestido, seré salva. 29 Y al instante fue seca la fuente de su sangre; y sintió en su cuerpo que era sana de aquel flagelo. 30 Y entonces Jesús, conociendo en Sí mismo la virtud que había salido de Él, se volvió á la turba, diciendo: ¿Quién tocó mis vestidos? 31 Y Sus discípulos le decían: Ves la gente que te oprime por todos lados, y dices: ¿Quién me ha tocado? 32 Y Él miraba en torno para ver á la que hubo hecho esto. 33 Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que había sido hecho en ella, vino, y se postró delante de Él, y declaró la verdad. 34 Y Él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz, y queda libre de tu plaga. 35 ¶ Mientras Él aún hablaba, vinieron de casa del Príncipe de la Sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué fatigas más al Maestro? 36 Mas Jesús, al oír estas palabras, dijo al Príncipe de la Sinagoga: No temas, cree solamente. 37 Y no permitió que nadie viniese con Él sino Pedro, y Santiago, y Juan, hermano de Santiago. 38 Y llegaron a la casa del Príncipe de la Sinagoga, y vio el tumulto, y á los que lloraban y gemían con gritos. 39 Y entrando, les dijo: ¿Por qué os angustiáis, y lloráis? La niña no ha muerto, sólo está dormida. 40 Y se reían de Él. Mas Él, echándolos á todos fuera, tomó al padre y á la madre de la niña, y á los apóstoles que estaban con Él, y pasó dentro, donde estaba la niña. 41 Y tomando la mano de la niña, dijo: Talitha cumi; que, interpretado, significa: Muchacha, á ti te digo, levántate. 42 Y al instante se levantó la niña, y caminaba; porque era de doce años. Y se maravillaron, y quedaron asombrados. 43 Mas Él les mandó, con vehemencia, que nadie lo supiera: y dijo que diesen de comer á la niña.

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MARCOS 6

Jesús obra pocos milagros en Su tierra, por la incredulidad de ellos.

Llama a los Doce -- Prisión y muerte de Juan el Bautista Jesús alimenta a los cinco mil, anda sobre la mar, y sana a multitudes.

1 Y SALIÓ DE ALLÍ, y vino á Su patria, y Sus discípulos le siguieron. 2 Llegado el Sábado, comenzó a enseñar en la Sinagoga; y muchos, oyéndole, admiraban Su doctrina, diciendo: ¿De dónde le vienen estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, y los prodigios que por Sus manos son hechos? 3 ¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Santiago, y de José, y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros Sus hermanas? Y se ofendían á causa de Él. 4 Pero Jesús les dijo: Ningún profeta es honrado en su tierra, ó por sus parientes, ó en su casa. 5 Y no pudo hacer allí milagro alguno; mas sanó a unos pocos enfermos, imponiendo sobre ellos Sus manos. 6 Y se sorprendía por la incredulidad de ellos. Y marchaba, rodeando las aldeas del lugar, enseñando. 7 ¶ Y llamó á los Doce, y comenzó á enviarles de dos en dos; y les dio poder sobre espíritus inmundos. 8 Y les mandó que nada llevasen para el camino, mas solamente un bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa; 9 mas que calzasen sandalias, y que no vistiesen dos túnicas. 10 Y les decía: Dondequiera que entréis en una casa, estad en ella hasta que salgáis de allí. 11 Y en cuanto á todos aquellos que no os recibieren ni oyeren, al partir de entre ellos, sacudid el polvo de vuestros pies, como testimonio á ellos. En verdad os digo que más tolerable será el castigo á los de Sodoma y Gomorra, en el Día del Juicio, que el de aquella ciudad. 12 Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. 13 Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite á gran número de enfermos, y les sanaban. 14 ¶ Y oyó el rey Herodes de la fama de Jesús, porque Su nombre ya era célebre; y dijo: Juan, el que bautizaba, ha resucitado de los muertos; y por tanto, virtudes obran en él. 15 Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Profeta es, ó alguno de los profetas. 16 Y oyéndolo Herodes, dijo: Este es Juan, el que hice decapitar; ha resucitado de entre los muertos. 17 Pues el mismo Herodes había enviado, y apresado á Juan, y le había encarcelado por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; porque la había tomado por mujer. 18 Porque Juan dijo á Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano. 19 Mas Herodías le acechaba, y deseaba asesinarle, y no le era posible; 20 porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo;

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y le respetaba; y obedeciéndole, hacía muchas cosas; y le escuchaba con gusto. 21 Pero vino el día favorable a los fines de Herodías, en que Herodes, en la fiesta de su nacimiento, dio una cena á sus Príncipes y á los Capitanes de su corte, y á los principales de la Galilea; 22 y entrando la hija de Herodías, danzó; y complació a Herodes y á los que estaban con él á la mesa; y el rey dijo á la damisela: Pídeme lo que quieras, que yo te lo daré. 23 Y le juró: Todo lo que me pidieres te lo daré, hasta la mitad de mi reino. 24 Y saliendo ella, dijo á su madre: ¿Qué pediré? Y ella le dijo: La cabeza de Juan el Bautista. 25 Entonces la joven volvió prontamente al rey, y le demandó, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en una fuente la cabeza de Juan el Bautista. 26 Y el rey se conmovió con angustia; mas a causa del juramento, y de los que estaban con él á la mesa, no quiso rechazarla. 27 Y luego el rey, enviando á uno de su guardia, mandó que fuese traída su cabeza; 28 y este fue, y le decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en una fuente, y la dio á la muchacha, y la damisela la dio á su madre. 29 Y oyéndolo sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y le pusieron en un sepulcro. 30 ¶ Y los Apóstoles, al volver de su misión, se reunieron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. 31 Y Él les dijo: Venid vosotros ahora, aparte conmigo á un lugar solitario, y reposad un poco. Porque había varios que iban y venían, y no tenían ni lugar para comer. 32 Embarcaron, pues, hacia un lugar desierto y apartado. 33 Y muchos del pueblo les vieron irse, y les reconocieron; y acudieron allá, á pie, un gran número desde las ciudades, y llegaron antes que ellos, y vinieron á Él. 34 Y Jesús, al salir, vio á la multitud, y tuvo compasión de ellos; porque eran como ovejas que no tienen Pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas. 35 ¶ Muy avanzado el día, Sus discípulos vinieron á Él, diciendo: El lugar es desierto, y el día se acerca á su ocaso; 36 envíalos para que vayan á las fincas y aldeas cercanas, y compren pan para sí; porque no tienen qué comer. 37 Mas, respondiendo Él, les dijo: Dadles de comer vosotros. Y ellos replicaron: ¿Hemos de ir y comprar pan por doscientos denarios, para darles de comer? 38 Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Id, y ved. Y al saberlo, dijeron: Cinco, y dos peces. 39 Y les mandó que hiciesen descansar a todos por grupos sobre la hierba verde. 40 Y se recostaron por partidas, unas de cien, y otras de cincuenta. 41 Y cuando tomó los cinco panes y los dos peces, miró al cielo, y los bendijo, y partió los panes, y dio á Sus discípulos para que los pusiesen delante de ellos; y á los dos peces los dividió entre todos. 42 Y todos comieron, y se saciaron. 43 Y de los restos reunieron los discípulos doce cestas llenas, y las sobras de los peces. 44 Y los que comieron de los panes eran unos cinco mil hombres.

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45 ¶ Y luego instó á Sus discípulos a subir á la barca, e ir delante de Él á Bethsaida, á la otra ribera, entre tanto Él despedía á la multitud. 46 Y una vez que los despidió, fue al Monte, y entró en oración. 47 Y cuando llegó la noche, la barca estaba en medio de la mar, y Él, solo, en tierra. 48 Y vio que remaban, exhaustos, porque el viento les era contrario; y cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino á ellos andando sobre la mar, y quiso ir por delante de ellos. 49 Mas, al ver que andaba sobre la mar, ellos pensaron que era un fantasma, y dieron voces; 50 porque todos le veían, y se turbaron. Mas pronto Jesús habló con ellos, y les dijo: Tened ánimo; Soy Yo, no temáis. 51 Y subió a ellos dentro de la barca, y el viento cesó; y ellos estaban por completo fuera de sí, y se maravillaban; 52 porque aún no habían comprendido lo sucedido con los panes, pues sus corazones estaban ciegos. 53 ¶ Y cuando llegaron al otro lado, vinieron a tierra de Genezareth, y tomaron puerto. 54 Y al salir de la barca, pronto le reconocieron. 55 Y recorriendo la comarca alrededor, comenzaron a traerle de todas partes enfermos en literas, según oían que Él estaba. 56 Y dondequiera que entraba, en aldeas, ó ciudades, ó en los campos, traían á los que estaban enfermos, y le rogaban les dejase tocar siquiera el borde de Su manto; y todos los que le tocaban eran salvos.

MARCOS 7

Jesús reprueba a los Fariseos por sus falsas tradiciones – Expulsión del demonio Que poseía a la hija de la Cananea – Curación del sordomudo.

1 Y SE LE ACERCARON los Fariseos, y unos de los Escribas, que habían venido de Jerusalem; 2 los cuales, viendo que algunos de Sus discípulos comían el pan con manos inmundas, esto es, sin lavarlas, les condenaban. 3 (Porque los Fariseos y todos los Judeanos, que observando el Talmud, guardan la tradición de los Ancianos, si no se lavan á menudo las manos, no comen. 4 Y volviendo de la plaza, si no se lavaban, no comían. Y observaban muchas otras cosas, que recibieron para observarlas, como bautismos de copas, y de ánforas, y de vasos de bronce, y de los lechos.) 5 Y los Fariseos y los Escribas le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos no obran conforme a la tradición de los Ancianos, mas comen pan con manos inmundas? 6 Y respondiendo Él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios Me honra, mas su corazón está lejos de Mí. 7 Y en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. 8 Pues al abandonar el mandamiento de Dios, sostenéis tradiciones de hombres: los bautismos de ánforas, y de copas; y muchas cosas como éstas hacéis.

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9 Les decía también: Bien destruís el precepto de Dios, para mantener vuestra tradición. 10 Porque Moisés dijo: Honra á tu padre y á tu madre, y: El que maldijera al padre ó á la madre, muera irremisiblemente. 11 Mas vosotros, sin embargo, decís: Si un hombre dijere al padre ó á la madre; Es Corbán (esto es, ofrenda mía á Dios;) asi, todo aquello en que tú pudieras ser servido por mí, quedará desobligado; 12 no permitiéndole hacer nada más por su padre ó por su madre, 13 aboliendo la palabra de Dios con la tradición que habéis impuesto. Y otras muchas cosas hacéis, semejantes á éstas. 14 ¶ Y llamando á Sí nuevamente al pueblo, les dijo: Escuchadme todos, y entended. 15 Nada hay fuera del hombre que entre en él, que pueda contaminarle; mas lo que sale de él, esto es lo que contamina al hombre. 16 Si alguno tiene oídos para oír, oiga. 17 Y después que dejó a la multitud, retirándose, y entrando á la casa, le preguntaron Sus discípulos sobre la Parábola. 18 Y les dijo: ¿Tampoco vosotros lo podéis comprender? ¿No entendéis que todo lo que de afuera entra en el hombre, no puede contaminarle? 19 Porque no entra en su corazón, sino en su vientre, y sale en secreto, y purifica al cuerpo de todo lo ingerido. 20 Mas aquello, decía, que del hombre sale, esto es lo que contamina al hombre. 21 Pues del interior del corazón de los hombres, proceden los pensamientos inicuos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, la avaricia, la impiedad, el engaño, la impudicia, el ojo avieso, la blasfemia, la soberbia, la insensatez. 23 Todas estas maldades de dentro proceden, y contaminan al hombre. 24 ¶ Y saliendo de allí, partió á los confines de Tiro y Sidón; é ingresando á una casa, quiso que nadie lo supiese; mas no pudo ocultarse. 25 Pues una mujer, cuya hija estaba poseída por un espíritu inmundo, al oír de Él, vino, y se echó a Sus pies. 26 Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. 27 Más Jesús le dijo: Deja que primero se sacien los hijos, porque no es justo tomar el pan de los hijos, y echarlo á los perros. 28 Á lo que ella respondió, y le dijo: Es verdad, Señor; pero aún los perros, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29 Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. 30 Y cuando fue á su casa, halló á la niña, salido el demonio, y echada en la cama. 31 ¶ Y otra vez, al salir de los confines de Tiro, vino por Sidón á la mar de la Galilea, atravesando los territorios de Decápolis. 32 Y le trajeron un sordomudo, y le rogaron que le impusiese Su mano, para sanarle. 33 Y apartándole de la multitud, introdujo los dedos en sus orejas, y, escupiendo, con la saliva tocó su lengua; 34 y mirando al cielo, Jesús clamó, y dijo: Eph-phatá: que significa: Ábrete.

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35 Y se abrieron sus oídos, y fue desatado el nudo de su lengua, y hablaba claramente. 36 Y dispuso que no lo dijesen á nadie; pero cuanto más les prevenía, más y más lo divulgaban. 37 Y crecía su admiración, y decían: Todo lo ha hecho bien; hace á los sordos oír, y á los mudos hablar.

MARCOS 8

Jesús alimenta a los cuatro mil – Advierte sobre la Levadura de los Fariseos Da vista a un ciego en Bethsaida – Pedro confiesa al Cristo – Jesús revela Su Pasión y

muerte – Reprende a Pedro – Necesidad de tomar la propia cruz. 1 EN AQUELLOS DÍAS, cuando una muchedumbre Le rodeaba otra vez, al faltarles alimento, Jesús llamó á Sus discípulos, y les dijo: 2 Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo; y no tienen qué comer. 3 Si los envío en ayunas á sus casas, desfallecerán en el camino; porque algunos de ellos han venido desde lejos. 4 Sus discípulos le respondieron: ¿Y cómo podría alguien saciar á éstos de pan, aquí, en el desierto? 5 Y Él les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete. 6 Entonces Jesús mandó al gentío tenderse en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y los distribuyó á Sus discípulos, dándoselos para que los proveyeran á la multitud, y ellos los repartieron. 7 Y tenían asimismo unos pocos pececillos; y los bendijo, y dispuso que los distribuyeran. 8 Y comieron, y se saciaron; y recogieron de los restos que habían sobrado, siete canastas. 9 Y eran unos cuatro mil los que habían comido; y los despidió. 10 Y luego, subiendo en la barca con Sus discípulos, fue á la región de Dalmanutha. 11 ¶ Y vinieron los Fariseos, y comenzaron a discutir con Él, demandándole señal del cielo, á fin de tentarle. 12 Y gimiendo hondamente en Su espíritu, dijo: ¿Por qué pide señal esta generación? En verdad os digo que no se dará señal á esta generación. 13 Y dejándolos, se embarcó otra vez, y pasó á la otra ribera. 14 ¶ Mas habían olvidado los discípulos la provisión de pan, y no tenían consigo en la barca sino uno. 15 Y Jesús les previno, diciendo: Mirad, tened cuidado de la levadura de los Fariseos, y de la levadura de Herodes. 16 Y disputaban los unos con los otros diciendo: No tenemos pan.

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17 Y al saberlo Jesús, les dijo: ¿Por qué esta reyerta, porque no tenéis pan? ¿Aún no pensáis ni entendéis? ¿Aún está ciego vuestro corazón? 18 ¿Teniendo ojos, no veis, y teniendo oídos, no oís? Y no recordáis 19 cuando partí los cinco panes entre los cinco mil, ¿cuántos cestos llenos de sobras levantasteis? Y ellos dijeron: Doce. 20 Y cuando dividí siete panes entre cuatro mil, ¿cuántos canastos llenos de las sobras levantasteis? Y ellos dijeron: Siete. 21 Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis? 22 ¶ Y al venir a Bethsaida; le trajeron un ciego, y le rogaron que le tocase. 23 Entonces, tomando de la mano al ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le impuso las manos, y le preguntó si veía. 24 Y él alzó los ojos, y dijo: Veo hombres como árboles, yendo en derredor. 25 Y le impuso por segunda vez las manos sobre los ojos, y le hizo mirar; y fue sano, y vio de lejos y claramente a todos. 26 Y le envió á su casa, diciendo: No entres en el pueblo, ni lo digas á nadie en él. 27 ¶ Y salió Jesús con Sus discípulos á las aldeas de Cesaréa de Filipo. Y en el camino les interrogaba, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28 Ellos respondieron: Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros: Alguno de los profetas. 29 Entonces Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dijo: TÚ ERES EL CRISTO. 30 Y les ordenó que á nadie dijesen esto de Él. 31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía padecer muchas cosas, y ser desechado por los Ancianos, y por los Príncipes de los Sacerdotes, y los Escribas; y ser muerto; y resucitar á los tres días. 32 Y hablaba sin reserva esta palabra. Entonces Pedro, tomándole consigo, comenzó á reconvenirle. 33 Mas Él, volviéndose, y mirando á Sus discípulos, reprendió á Pedro, diciéndole: Apártate de mí, Satanás; porque no te deleitas en las cosas de Dios, mas en las de los hombres. 34 Y llamando á Sí al pueblo, con Sus discípulos, les dijo: Si alguno quisiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. 35 Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por Mí y por el Evangelio, la salvará. 36 Pues ¿en qué beneficia al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma? 37 ¿O, si la pierde, qué rescate dará el hombre por ella? 38 Porque quien se avergonzare de Mí y de Mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de Su Padre con Sus santos ángeles. 39 Y añadió: En verdad os digo: hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte sin ver el Reino de Dios viniendo en su grandeza.

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MARCOS 9

Transfiguración del Señor en el Monte – Curación del endemoniado – Instruye A Sus Apóstoles sobre Su Muerte y Resurrección – Cómo ha de ser el mayor –

Condenación de los que ofenden a los niños que en Él creen. 1 ¶ Y SEIS DÍAS DESPUÉS tomó Jesús consigo á Pedro, y á Santiago, y á Juan, y los condujo en soledad á un Monte alto, en lugar apartado; y se transfiguró delante de ellos. 2 Y Sus vestidos se tornaron radiantes, blancos en extremo, como la nieve; tan blancos como ningún lavador en la tierra los puede emblanquecer. 3 Y aparecieron ante ellos Elías, con Moisés; y hablaban con Jesús. 4 Y entonces habló Pedro, y dijo á Jesús: Oh, Maestro, bueno será quedarnos aquí; hagamos tres tabernáculos: uno para ti, y otro para Moisés, y para Elías otro; 5 Porque no sabía lo que hablaba; pues estaba fuera de sí. 6 Y vino una nube que les cubrió con su sombra, y una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado: Á ÉL OID. 7 Y luego, al mirar, ya no vieron a nadie consigo, mas sólo á Jesús, que estaba con ellos. 8 Y mientras bajaban del Monte, les previno que á nadie dijesen lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre hubiese resucitado de entre los muertos. 9 Y retuvieron la palabra en sí, cavilando qué sería aquello: Resucitar de los muertos. 10 Y le preguntaron, ¿Pues cómo entonces los Fariseos y los Escribas dicen que Elías ha de venir primero? 11 Y Él les respondió: Elías, en verdad, vendrá primero, y restaurará todas las cosas; y así será, tal como está escrito del Hijo del Hombre, que ha de padecer muchas cosas, y ser menospreciado. 12 Pero os digo que Elías ya vino, y que hicieron con él cuanto quisieron, según está escrito de él. 13 ¶ Y retornando á donde estaban Sus otros discípulos, vio una gran multitud en torno de ellos; y Escribas que disputaban con ellos. 14 Y el gentío, al verle, se sorprendió; y corriendo hacia Él, le saludaron. 15 Y preguntó á los Escribas: ¿Qué discutís con ellos? 16 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje á Ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, 17 el cual, dondequiera que le toma, le derriba; y echa espumarajos, y rechina los dientes, y se va secando; y supliqué á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron. 18 Y Jesús, hablando a todos, respondió: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os sufriré? Traédmelo. 19 Y se lo trajeron. Y apenas vio á Jesús, en el acto, el espíritu le agitó con violencia; y caído en tierra, el joven se revolcaba, echando espumarajos. 20 Y Jesús preguntó á su padre: ¿Cuánto hace que esto le ocurre? Y él le respondió: Desde niño; 21 y muchas veces le echa en el fuego y en las aguas, para matarle; mas, si en algo puedes, ten compasión de nosotros, y ayúdanos.

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22 Y Jesús le dijo: Si tú puedes creerlo, al que cree todo le es posible. 23 Y de inmediato, el padre del muchacho, clamando en lágrimas, replicó: Señor, creo, ayuda á mi incredulidad. 24 Al ver Jesús la muchedumbre congregándose, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu sordo y mudo, Yo te lo mando, sal de él, y no vuelvas á él. 25 Y dando un gran grito, y atormentando con furia al joven, el espíritu salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. 26 Pero Jesús, tomándole de la mano, le levantó; y él se puso en pie. 27 ¶ Y al entrar en casa, Sus discípulos le preguntaron á solas: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? 28 Y les dijo: Este linaje no sale, sino es con oración y ayuno. 29 ¶ Y partieron de allí, atravesando la Galilea: y no quería darse a conocer. 30 Porque instruía a Sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre es entregado en manos de los hombres, y le darán muerte; mas Él, después de muerto, resucitará al tercer día. 31 Mas ellos no entendían Sus dichos, y temían indagarle. 32 ¶ Y llegaron a Caphernaúm; y entrando en la casa, les preguntó: ¿Cuál era vuestra controversia en el camino? 33 Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién era el mayor. 34 Entonces Jesús, sentándose, llamó á los Doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, ha de ser el último de todos, y el siervo de todos. 35 Y tomando un niño, le puso en medio de ellos; y tomándole en Sus brazos, les dijo: 36 El que recibiere en Mi nombre á uno de estos niños, a Mí me recibe; y el que á Mí me recibe, no me recibe á Mí, sino al que me envió. 37 Y le respondió Juan, diciendo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en Tu nombre, el cual no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. 38 Y Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno que haga milagros en Mi nombre podrá luego deshonrarme. 39 Pues quien no está contra nosotros, con nosotros está. 40 Y quien os diere a beber un vaso de agua en Mi nombre, por ser del Cristo, en verdad os digo, que no perderá su recompensa. 41 Y cualquiera que ofendiese á uno de estos pequeños que creen en Mí, mejor le fuese que le ataran al cuello una piedra de molino, y le echasen á la mar. 42 ¶ Mas si tu mano te es causa de ofensa, córtala; mas te vale entrar manco á la vida eterna, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego inextinguible; 43 donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga. 44 Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo: mejor te es entrar á la vida falto, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego inextinguible; 45 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. 46 Y si tu ojo te es causa de ofensa, sácalo: mejor te es entrar al Reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno; 47 donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

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48 Porque todo hombre será salado con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. 49 ¶ Buena es la sal; mas si la sal fuere desabrida, ¿con qué la sazonaréis? Que la sal esté en vosotros; y tened paz los unos con los otros.

MARCOS 10

El Señor restituye la doctrina del Matrimonio – Recibe a los niños, y los bendice -- La salvación, difícil para los ricos – Bendiciones de los que se consagran á Cristo y Su Evangelio -- Menciona otra vez Su Pasión y Muerte – Respuesta a los hijos de Zebedéo, y enseñanza sobre la Humildad – Devuelve la vista á Bartimeo. 1 Y LEVANTÁNDOSE de allí, fue á los confines de Judea, más allá del Jordán; y tornó la multitud á reunirse con Él; y Él, según Su costumbre, volvió á enseñarles. 2 Y acercándose los Fariseos, le preguntaron, ¿es lícito al marido despedir á su mujer? Y esto hacían, para tentarle. 3 Mas Él, en respuesta, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés? 4 Y ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de repudio, y despedirla. 5 Y respondiendo Jesús, les dijo: Escribió este mandamiento por la dureza de vuestros corazones; 6 pero al Principio de la Creación, varón y hembra los hizo Dios. 7 y dijo, Por esto dejará el hombre á su padre y a su madre, y se unirá á su mujer. 8 Y serán dos en una carne; así que no son más dos, sino una carne. 9 Así pues, lo que Dios unió, no lo separe el hombre. 10 ¶ Y en casa volvieron los discípulos a preguntarle sobre ello. 11 Y Él les dijo: Cualquiera que despidiere á su mujer, y se casare con otra, se hace adúltero contra ella. 12 y si la mujer despidiese á su marido y se casare con otro, se hace adúltera. 13 ¶ Y le presentaban niños para que les tocase, y bendijese; y los discípulos reconvenían á quienes los presentaban. 14 Y al ver esto Jesús, se indignó hondamente, y les dijo: Dejad que los niños vengan á Mí, y no se lo impidáis; porque de ellos es el Reino de Dios. 15 En verdad os digo, que el que no recibiere el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. 16 Y tomándolos en Sus brazos, e imponiendo las manos sobre ellos, los bendecía. 17 ¶ Y cuando salía para proseguir su camino, vino uno corriendo, y arrodillándose delante de Él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? 18 Y Jesús le dijo: ¿Por qué me dices bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. 19 Conoces los mandamientos: No cometas adulterio. No mates. No hurtes. No des falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. 20 Él, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. 21 Entonces Jesús mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y dale el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y, volviendo aquí, sígueme, tomando tu cruz.

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22 Mas él, desolado por esta palabra, se fue triste; porque tenía muchas posesiones. 23 Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo á Sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán los ricos en el Reino de Dios! 24 Y los discípulos se asombraron por Sus palabras; mas Jesús, volviendo á hablar, les dijo: ¡Hijos, qué difícil es, para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! 25 Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja, que entre un rico en el Reino de Dios. 26 Y se asombraron aún más, diciéndose entre ellos: ¿Pero, quién podrá ser salvo? 27 Fijando en ellos Su mirada, dijo Jesús: Para los hombres esto es imposible; mas no para Dios; porque para Dios, todas las cosas son posibles. 28 Pedro, entonces, comenzó á decirle: He aquí, nosotros todo lo hemos dejado, y te hemos seguido. 29 Y Jesús dijo: En verdad os digo, ninguno hay que haya dejado casa, ó hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó heredades, por amor de Mí, y del Evangelio, 30 Que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces tanto en casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y heredades, con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna. 31 Y muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros. 32 ¶ Y estaban en el camino, subiendo a Jerusalem; y Jesús iba delante de ellos. Y ellos, aterrados, le seguían con miedo; entonces, Jesús, volviendo a tomar a los Doce aparte, comenzó a decirles las cosas que le habían de acontecer: nosotros, 33 dijo, he aquí, subimos a Jerusalem; y el Hijo del Hombre será entregado a los Príncipes de los Sacerdotes, y a los Escribas, y a los Ancianos; y le condenarán á muerte, y le entregarán a los Gentiles; 34 y le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en Él, y le matarán, mas al tercer día, resucitará. 35 ¶ Entonces Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, vinieron a Él, diciendo: Maestro, queremos que nos concedas cuanto te pidiésemos. 36 Y él les dijo: ¿Qué queréis de Mí? 37 Y ellos respondieron: Señor, concede que, en Tu gloria, nos sentemos el uno á Tu diestra, y el otro á Tu siniestra. 38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que Yo voy a beber, o ser bautizados del bautismo en que Yo soy bautizado? 39 Y ellos dijeron: Podemos. Y Jesús les respondió: El cáliz que Yo bebo, beberéis; y del bautismo en que soy bautizado, seréis bautizados. 40 Pero el que os sentéis á Mi diestra y á Mi siniestra, no es mío el darlo: mas será de aquellos para quienes se ha reservado. 41 Al escuchar esto los diez, comenzaron a indignarse contra Santiago y Juan. 42 Mas Jesús, llamándoles a Sí, les dijo: Sabéis que los que tienen autoridad entre los Gentiles, se enseñorean de ellos, y los que entre ellos son grandes, tienen poder sobre ellos. 43 Mas no será así entre vosotros: mas, cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro siervo;

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44 y el que quisiere ser el primero entre vosotros, este será siervo de todos. 45 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y á dar Su vida en rescate por muchos. 46 ¶ Y llegaron á Jericó; y al partir de Jericó con Sus discípulos, y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino, mendigando. 47 Y oyendo que era Jesús el Nazareno, comenzó á dar voces y decir: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí. 48 Y muchos le increpaban para que callase; mas él daba aún mayores voces, y gritaba: Jesús, ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 49 Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten ánimo; levántate, Él te llama. 50 Y él, entonces, dejando caer su capa, se levantó, y vino á Jesús. 51 Y respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Señor, haz que vea. 52 Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista, y seguía a Jesús por el camino.

MARCOS 11

Entrada triunfal de Jesús en Jerusalem – Maldición de una higuera Expulsa a los Banqueros y Mercaderes del Templo – Poder de la fe – Perdón a los

enemigos -- Los Príncipes de los Sacerdotes fueron confundidos.

1 Y AL ACERCARSE a Jerusalem, al llegar á Betphagé, y á Bethania, al Monte de los Olivos, envió Jesús á dos de Sus discípulos, 2 Diciéndoles: Id al lugar que os enfrenta, y luego que entrareis en él, hallaréis un asno atado, sobre el cual aún ningún hombre ha subido; desatadlo y traedlo. 3 Y si alguien os preguntase: ¿Por qué hacéis esto? Decid: el Señor lo requiere; y luego lo enviará acá. 4 Y fueron, y hallaron el asno atado fuera de la puerta, en la encrucijada; y le desataron. 5 Y algunos de los que estaban allí, les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el asno? 6 Ellos entonces respondieron como Jesús había mandado; y les dejaron. 7 Y trajeron el asno a Jesús, y echaron sobre él sus vestidos, y se sentó sobre él. 8 Y muchos tendían sus atuendos por el camino, y otros cortaban hojas de los árboles, y las alisaban por el camino. 9 Y los que iban delante, y los que seguían detrás, daban voces, diciendo: ¡Hosanna! Bendito el que viene en el Nombre del Señor; 10 Bendito el Reino de nuestro padre David, que viene en el Nombre del Señor: ¡Hosanna en las alturas! 11 Y entró el Señor en Jerusalem, y en el Templo; y luego de haberlo reconocido todo, y siendo ya tarde, se fue á Bethania con los Doce. 12 ¶ Al día siguiente, cuando salieron de Bethania, tuvo hambre. 13 Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue allá por si hallaría alguna cosa en ella; y al llegar, nada halló sino follaje; porque no era aún tiempo de higos.

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14 Y hablando a la higuera, le dijo: Nunca jamás coma ya nadie fruto de ti. Y lo oyeron Sus discípulos. 15 ¶ Y llegaron a Jerusalem; y habiendo entrado Jesús en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en él; y trastornó las mesas de los banqueros, y las sillas de los que vendían palomas; 16 y no consentía que ninguno transportase los Vasos a través del Templo. 17 Y enseñaba, y les decía: ¿No está escrito: Mi Casa, Casa de oración será llamada por todas las gentes? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 18 Cuando lo supieron los Escribas y los Príncipes de los Sacerdotes, buscaban cómo quitarle la vida; porque le temían, por cuanto toda la multitud estaba maravillada de Su doctrina. 19 Y al llegar el ocaso, Jesús salió de la Ciudad. 20 ¶ Y al pasar por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde la raíz. 21 Acordándose Pedro de lo sucedido, le dijo: Maestro, mira como la higuera que maldijiste se ha secado. 22 Y Jesús, respondiendo, les dijo: Tened la fe de Dios. 23 En verdad os digo, que cualquiera que dijere a este monte: Quítate, y échate en la mar, y no dudara en su corazón, mas creyere que se hará cuanto dijere, lo que dijere le será hecho. 24 Por tanto os digo, que todas las cosas que orando pidiereis, creed, que las recibiréis, y os vendrán. 25 Y cuando estuviereis orando, si algo tenéis contra alguno, perdonadle, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone á vosotros vuestros pecados. 26 Porque si vosotros no perdonareis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestros pecados. 27 ¶ Y volvieron, otra vez, a Jerusalem; y transitando Él por el atrio exterior del Templo, en tanto enseñaba, vinieron a Él los Príncipes de los Sacerdotes, y los Escribas, y los Ancianos; 28 Y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado la potestad para hacer estas cosas? 29 Y Jesús, les respondió, y dijo: Yo también os haré una pregunta; respondedme, y Yo os diré con qué autoridad hago estas cosas. 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, ó de los hombres? Respondedme. 31 Y ellos estaban entre sí, pensando: Si dijéremos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 32 Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo. Porque todos tenían a Juan por verdadero profeta. 33 Y ellos respondieron, y dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces Jesús les replicó: Tampoco Yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.

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MARCOS 12

Parábola de la Viña – Dios, y el César – La resurrección de los muertos Prueba de la Deidad del Cristo – Alaba la ofrenda de la viuda pobre.

1 Y comenzó á hablarles en Parábolas: Plantó un Hombre una viña, y la cercó con vallado, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó á unos labradores, y se fue a un país lejano. 2 Y á su tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiese de ellos el fruto de la viña. 3 Mas ellos, despojándole, le hirieron, y le despidieron con las manos vacías. 4 Y volvió a enviarles otro siervo; mas apedreándole, le hirieron en la cabeza, y le afrentaron. 5 Y volvió á enviar otro, y á este le mataron; y á otros muchos, de los cuales á unos ellos hirieron, y á otros asesinaron. 6 Todavía tenía uno, Su Hijo amado, y á Él envió por último, diciendo: Respetarán al menos á Mi Hijo. 7 Pero los labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la propiedad será nuestra. 8 Y asiéndole, le mataron, y le echaron fuera de la viña. 9 ¿Qué, pues, hará el Señor de la viña? Vendrá, y destruirá á los labradores, y dará su viña a otros. 10 ¿Ni habéis leído esta Escritura: La piedra que desecharon los que edificaban, Ésta es puesta por cabeza de ángulo; 11 Por el Señor es hecho esto, Y es cosa maravillosa en nuestros ojos. 12 Y procuraban cómo prenderle, mas temían al pueblo; porque entendían que contra ellos había dado aquella Parábola; y dejándole, se fueron. 13 ¶ Mas le enviaron algunos Fariseos y á los Herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra. 14 Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, ya sabemos que eres hombre veraz, y que no te fijas en la apariencia de los hombres; porque no miras la apariencia de hombres, mas enseñas con verdad el camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos? 15 Él, penetrando la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, para que lo vea. 16 Y ellos se lo presentaron. Y Él les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Y ellos dijeron: Del César. 17 Y Jesús, respondiendo, les dijo: Pues pagad al César lo que es del César; y a Dios, lo que es de Dios. Y se maravillaban de Él. 18 ¶ Y vinieron a Él los Saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo: 19 Maestro, Moisés nos dejó escrito, que si muriere el hermano de alguno, y dejare mujer, y no tuviese hijos, que tome su hermano la mujer de él, y que levante linaje á su hermano.

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20 Eran, pues, siete hermanos; y el mayor tomó mujer, y murió, sin dejar simiente; 21 y la tomó el segundo, y murió, sin dejar hijos; y el tercero, de la misma manera. 22 Y la tomaron los siete, y tampoco dejaron simiente; y por último murió también la mujer. 23 En la resurrección, pues, cuando resucitaren, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer. 24 Entonces, respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, porque no comprendéis las Escrituras, ni el poder de Dios. 25 Porque cuando resucitaren de entre los muertos, no se casarán, ni se darán en casamiento, mas serán como los Ángeles en los cielos. 26 Y de los muertos que hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, cómo le habló Dios sobre la zarza, diciendo: Yo Soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? 27 No es Dios de muertos, sino de vivos; así que vosotros erráis gravemente. 28 ¶ Y vino uno de los Escribas, que había escuchado la controversia, y sabía que les había respondido bien; y le preguntó cuál era el primero de los mandamientos. 29 Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor Uno es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas: este es el primer mandamiento. 31 Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos. 32 Entonces el Escriba le dijo: Maestro, en verdad has dicho bien, que Uno es Dios, y no hay otro fuera de Él; 33 y que el amarle con todo el corazón, y toda la mente, y con toda el alma, y todas las fuerzas; y amar al prójimo como á sí mismo, mayor es que todos los holocaustos y sacrificios. 34 Jesús, entonces, viendo que el Escriba había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del Reino de Dios. Y nadie más se atrevía á preguntarle. 35 ¶ Y contestando decía Jesús, al enseñar en el Templo: ¿Cómo explican los Escribas que el Cristo es hijo de David? 36 Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor á mi Señor: Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de Tus pies. 37 Y si el mismo David le llama SEÑOR, ¿de dónde, pues, es su hijo? Y la muchedumbre le oía con complacencia. 38 ¶ Y les decía en Su doctrina: Guardaos de los Escribas, que gustan merodear con largos atavíos, y que los saluden en las plazas, 39 y sentarse en las primeras sillas de las Sinagogas, y en las cenas, en los primeros asientos; 40 que devoran las casas de las viudas con el pretexto de largas oraciones. Estos recibirán mayor condenación. 41 ¶ Y estando sentado Jesús frente al arca de las ofrendas, miraba cómo el pueblo echaba dinero en ella; y muchos ricos echaban grandes cantidades.

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42 Y vino una viuda pobre, y echó dos piezas pequeñas, por el valor de un cuadrante. 43 Entonces, llamando á Sus discípulos, les dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó en el arca más que todos los otros; 44 porque todos han echado de aquello que les sobraba; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.

MARCOS 13

Profecía de la Destrucción de Jerusalem y de la Segunda Venida de Cristo Las Señales que Precederán.

1 Y SALIENDO DEL TEMPLO, le dijo uno de Sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios. 2 Y respondiendo, le dijo Jesús: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada. 3 ¶ Y sentándose en el Monte de los Olivos, frente al Templo, le preguntaron, distanciados del resto, Pedro, y Santiago, y Juan, y Andrés: 4 Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas comiencen á cumplirse? 5 Y Jesús, respondiéndoles, comenzó á decir: Mirad que nadie os engañe. 6 Porque vendrán muchos en Mi nombre, diciendo: Yo Soy el Cristo; y engañarán á muchos. 7 Mas cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, pues conviene que así sea; mas aún no será el fin. 8 Porque se levantará gente contra gente, y reino contra reino; y habrá terremotos en distintos lugares; y hambres; y tumultos; este es el principio de los dolores. 9 Mas guardaos á vosotros mismos; porque os entregarán en sus Concilios, y Sinagogas, y seréis azotados; y delante de Gobernadores y de Reyes compareceréis por causa de Mí, en testimonio á ellos. 10 Mas antes Mi Evangelio será predicado á todas las naciones. 11 Y cuando os llevaren para entregaros, no premeditéis lo qué habéis de decir, ni penséis en ello; mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. 12 Y el hermano entregará á la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán. 13 Y seréis aborrecidos por todos á causa de mi Nombre; mas el que persevere hasta el fin, este será salvo. 14 ¶ Pero cuando viereis la abominación asoladora, predicha por el Profeta Daniel, presente allí donde no debe, -el que lee, entienda-, entonces, los que estuvieren en Judea, huyan á los montes; 15 y el que estuviere sobre la casa, no descienda á ella, ni entre para tomar cosa alguna; 16 y el que estuviere en el campo, no vuelva atrás ni aun á tomar su manto. 17 ¡Mas ay de las que estén encintas, y de las que criaren en aquellos días! 18 Rogad pues, que vuestra huida no sea en invierno, ni en Sábado.

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19 Porque aquellos días serán de tribulación, cual nunca fue desde el principio de la creación de las cosas que Dios creó, hasta este tiempo, ni volverá á serlo. 20 Y si el Señor no hubiese abreviado aquellos días, ninguna carne sería salva; mas por causa de los Escogidos que Él eligió, abrevió aquellos días. 21 Y entonces si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; ó, He aquí, allí está, no le creáis. 22 Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas; y darán señales y prodigios, para engañar, si esto fuere posible, aun á los mismos Escogidos. 23 Mas vosotros guardaos de ellos. He aquí, todo os lo dije de antemano. 24 ¶ Mas en esos días, después de aquella tribulación, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su resplandor. 25 Y las estrellas caerán del cielo, y las potestades de los cielos serán conmovidas; 26 y entonces verán al Hijo del Hombre, viniendo en las nubes con gran poder y gran gloria. 27 Y Él luego enviará Sus ángeles, y reunirán á Sus Escogidos de los cuatro vientos, desde el cabo de la tierra, hasta el cabo del cielo. 28 ¶ De la higuera aprended la semejanza: Cuando sus ramos están ya tiernos, y brotan las hojas, conocéis que el verano está cerca. 29 Así también vosotros, cuando viereis suceder estas cosas, sabed que está cerca, á las puertas. 30 En verdad os digo que esta sangre no pasará, sin que se hayan cumplido todas estas cosas. 31 Pasarán los cielos y la tierra, mas Mis palabras no pasarán. 32 ¶ Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre. 33 Velad pues, y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. 34 Pues el Hijo del Hombre es como aquel que, yéndose lejos, dejó su casa, y dio á sus siervos su autoridad, y á cada uno su cargo, y al mayordomo mandó que velase. 35 Velad, pues; porque no sabéis cuándo el Señor de la casa vendrá; si á la tarde, ó á la medianoche, ó al canto del gallo, ó á la mañana; 36 no sea que viniendo de improviso, os halle durmiendo. 37 Y lo que a vosotros digo, á todos lo digo: Velad.

MARCOS 14

Los Príncipes de los Sacerdotes se reúnen para decidir la muerte del Cristo – Institución del Sacramento del Altar – Traición de Judas – Los Apóstoles huyen Es acusado, escupido, escarnecido y juzgado reo de muerte delante de Caifás –

La Negación de Pedro

1 Y DOS DÍAS después era la Pascua y los Ázimos;* y los Príncipes de los Sacerdotes y los Escribas procuraban de qué manera, capturándole con engaño, le darían muerte. [* O, Fiesta de los Panes sin Levadura.]

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2 Y decían: No en el Día de la Fiesta, para que no haya tumulto entre el pueblo. 3 ¶ Y estando Él en Bethania, en casa de Simón el leproso, y sentado á la mesa, llegó una mujer, que traía un vaso de alabastro lleno de ungüento exquisito, hecho de la espiga del nardo; y quebrando el vaso, derramó el bálsamo sobre Su cabeza. 4 Y hubo algunos de los discípulos cuyos corazones se airaron, y dijeron: ¿Por qué este desperdicio de ungüento? 5 Porque podía venderse este bálsamo por más de trescientos denarios, y darse á los pobres. Y murmuraban contra ella. 6 Mas Jesús les dijo: Dejadla; ¿por qué la perturbáis? Buena obra es la que hizo conmigo; 7 pues los pobres siempre están con vosotros; y, cuando quisiereis, les podréis hacer bien; mas á Mí no siempre me tendréis. 8 Ella hizo lo que pudo; porque se adelantó a ungir Mi cuerpo para la sepultura. 9 En verdad os digo que dondequiera se predicare este Evangelio, en todo el mundo, también esto que ella ha hecho será dicho en su memoria. 10 ¶ Y Judas Iscariote, uno de los Doce, vino á los Príncipes de los Sacerdotes, para entregar á Jesús. 11 Y ellos, oyéndole, se alegraron, y prometieron darle dinero. Y él buscaba ocasión para entregarle. 12 ¶ Y el primer día de los Ázimos, cuando se inmolaba la Pascua, Sus discípulos le dijeron: ¿Dónde quieres que te preparemos la Cena de la Pascua? 13 Y envió á dos de Sus discípulos, y les dijo: Id á la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; id tras él; 14 y donde quiera que entrare, decid al señor de la casa: el Maestro dice: ¿Dónde está Mi aposento, donde coma la Pascua con Mis discípulos? 15 Y él os mostrará un Gran Cenáculo, ya preparado; disponed allí para nosotros. 16 Fueron, pues, Sus discípulos, y vinieron á la ciudad, y hallaron todo lo que les había dicho; y prepararon la Pascua. 17 ¶ Y al caer el sol, fue con los Doce. 18 Y cuando se sentaron á la mesa, comiendo, Jesús les dijo: En verdad os digo, uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar. 19 Entonces ellos comenzaron a consternarse, y á decirle uno después del otro: ¿Acaso seré yo? Y el otro: ¿Seré yo? 20 Y Él les respondió: Es uno de los Doce que pone conmigo su mano en el plato. 21 En verdad el Hijo del Hombre va, como de Él se ha escrito; pero ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Mejor sería para aquel hombre no haber nacido. 22 ¶ Y mientras comían, Jesús tomó el pan, y consagrándolo, lo partió y les dio á ellos, y dijo: Tomad, comed, Este es Mi cuerpo. 23 Y tomando el cáliz, habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de él todos. 24 Y les dijo: Esta es Mi sangre del Nuevo Testamento, que es derramada por muchos. 25 En verdad os digo que no beberé ya más del fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo beberé nuevo en el Reino de Dios. 26 Y cuando hubieron cantado el Salmo, salieron al Monte de los Olivos.

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27 ¶ Y Jesús les dijo: Todos os ofenderéis por causa de Mí esta noche; porque escrito está: Heriré al Pastor, y esparciré las ovejas. 28 Mas después que haya resucitado, iré delante de vosotros, á la Galilea. 29 Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se ofendan, yo no lo haré. 30 Y Jesús le replicó: En verdad te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres. 31 Mas él insistía, con mayor vehemencia: Aún si me fuere preciso morir contigo, no te negaré. Y todos decían lo mismo. 32 ¶ Y fueron al lugar que se llama Gethsemaní. Y dijo á Sus discípulos: Sentaos aquí, mientras hago oración. 33 Y llevó consigo á Pedro, y á Santiago, y á Juan; y comenzó á angustiarse, y fue hondamente conmovido en espíritu. 34 Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; aguardad aquí, y velad. 35 Y se adelantó un poco, y se postró en tierra, y oraba, que, si fuese posible, pasase de Él aquella hora, 36 Y dijo: Abba, Padre, todas las cosas te son posibles; traspasa de Mí este cáliz; mas no sea lo que yo quiero, sino lo que tú. 37 Y vino, y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: ¿Simón, duermes? ¿No has podido velar una hora conmigo? 38 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu, sí, está pronto, pero la carne es débil. 39 Y de nuevo, retirándose, continuó su oración. 40 Y vuelto, los halló otra vez durmiendo; pues sus ojos estaban adormecidos, y no sabían qué responderle. 41 Al fin, vino por tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad... Ya no es tiempo, ha llegado la hora; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. 42 Levantaos, vayámonos de aquí; ved, el que me entrega está cerca. 43 ¶ Y luego, mientras Él aún hablaba, vino Judas Iscariote, uno de los Doce, y con él una turba numerosa, con espadas, y bastones, enviada por los Príncipes de los Sacerdotes, y por los Escribas, y los Ancianos. 44 Y el traidor les había dado la señal convenida, diciendo: Al que yo besare, aquel es: prendedle, y llevadle con cautela. 45 Y cuando llegó, vino pronto a Él, y le dijo: ¡Maestro, Maestro! Y le besó. 46 Entonces ellos echaron sus manos sobre Él, y le sujetaron. 47 Y uno de los que allí estaban con Jesús, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote; y le cortó la oreja. 48 Y Jesús, respondiendo, les dijo: ¿Habéis salido como si fuera ladrón, con espadas, y bastones, á tomarme? 49 Cada día estaba con vosotros, enseñando en el Templo, y no Me apresasteis; pero que así sea, para que se cumplan las Escrituras. 50 Entonces Sus discípulos, desamparándole, todos, huyeron. 51 Y un joven, cubierto de un lienzo de lino sobre el cuerpo desnudo, le seguía; y los soldados le detuvieron; 52 mas él, dejando el lienzo, huyó de ellos, despojado.

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53 ¶ Y trajeron á Jesús al Sumo Sacerdote; y se unieron á él todos los Príncipes de los Sacerdotes, y los Ancianos, y los Escribas. 54 Y Pedro, á lo lejos, le siguió hasta dentro del palacio del Sumo Sacerdote; y allí estaba sentado con los servidores, calentándose al fuego. 55 ¶ Y los Príncipes de los Sacerdotes, y todo el Sanedrín, buscaban algún testimonio contra Jesús, para entregarle á la muerte; mas no lo hallaban. 56 Porque muchos daban falso testimonio contra Él; mas sus testimonios no concordaban. 57 Y levantándose unos, atestiguaron falsamente contra Él, diciendo: 58 Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este Templo, hecho de manos, y en tres días edificaré otro, no hecho por manos. 59 Mas ni aún así la evidencia bastaba. 60 Entonces el Sumo Sacerdote, levantándose, y poniéndose en medio, indagó á Jesús, diciendo: ¿Nada respondes? ¿Qué atestiguan éstos contra ti? 61 Mas Él callaba, y nada respondía. El Sumo Sacerdote volvió a indagarle, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? 62 Y Jesús le dijo: YO SOY; y veréis al Hijo del Hombre sentado á la Diestra del Poder de Dios, viniendo en las nubes del cielo. 63 Entonces el Sumo Sacerdote, rasgando sus vestiduras, dijo: ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? 64 ¿Habéis oído la blasfemia? ¿Qué os parece? Y todos ellos le condenaron á ser reo de muerte. 65 Y algunos comenzaron á escupirle, y cubriéndole el rostro, le golpeaban con reveses, y le decían: Profetiza; ¿dinos, quién es el que te golpea? ¡Líbrate a ti mismo! y los servidores le herían á puñetazos. 66 ¶ Y mientras Pedro estaba abajo, en el atrio, vino una de las servidoras del Sumo Sacerdote; 67 y cuando vio á Pedro al calor del fuego, le miró fijamente, y le dijo: tú estabas con Jesús Nazareno. 68 Mas él lo negó, diciendo: Ni le conozco, ni sé lo que dices. Y se salió fuera, al atrio; y cantó el gallo. 69 Y la servidora, mirándole otra vez, comenzó a decir á los que allí estaban: Este es uno de ellos. 70 Mas él lo negó otra vez. Y poco después, los presentes dijeron otra vez á Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galileo, y tu habla te delata. 71 Y él comenzó á maldecir y á jurar: No conozco al hombre de quien habláis. 72 Y el gallo cantó por segunda vez. Y Pedro recordó la palabra que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, tú me negarás tres. Y le miró, y cubriendo su cabeza, comenzó á llorar.

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MARCOS 15

Jesús es Presentado y Acusado ante Pilato, y no responde – Liberan a Barrabás Y el Cristo es Crucificado entre Dos Ladrones – Prodigios en Su Muerte

José de Arimatea pide Su Cuerpo, y le sepulta. 1 Y LUEGO, POR LA MAÑANA, habiendo tenido consejo los Príncipes de los Sacerdotes con los Ancianos, y los Escribas, y todo el Sanedrín, ataron a Jesús, y le entregaron a Pilato. 2 Y Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los Judeanos? Y Él, respondiendo, replicó: Tú lo dices. 3 Y los Príncipes de los Sacerdotes le acusaban de muchas cosas. Mas Él no respondió. 4 Y Pilato le preguntó otra vez, diciendo: ¿Nada contestas? Mira cuántas cosas testifican en tu contra. 5 Mas Jesús nada más respondió; y Pilato se abismaba. 6 ¶ Y en la Fiesta de la Pascua era su costumbre librarles un preso, cualquiera que pidiesen. 7 Y había uno, llamado Barrabás, preso con otros sediciosos, por haber dado muerte en una revuelta. 8 Y la multitud, vociferando, comenzó a demandar que procediera como siempre lo hacía con ellos. 9 Y Pilato les respondió, diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los Judeanos? 10 Porque sabía que los Príncipes de los Sacerdotes le habían entregado por envidia. 11 Mas los Príncipes de los Sacerdotes incitaron a la multitud para que más bien les soltase a Barrabás. 12 Y Pilato les respondió, y les dijo otra vez: ¿Qué queréis, pues, que haga del que llamáis Rey de los Judeanos? 13 Y ellos volvieron a gritar: ¡Crucifícale! 14 Entonces Pilato les dijo: ¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho? Y ellos gritaban, con más grande clamor: ¡Crucifícale! 15 Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó á Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado. 16 ¶ Entonces los soldados le llevaron al atrio, llamado Pretorio; y convocaron á toda su horda. 17 Y le vistieron de púrpura; y trenzando una corona de espinas, se la ciñeron. 18 Y comenzaron a saludarle: ¡Salve, Rey de los Judeanos! 19 Y herían Su cabeza con una caña, y le escupían. Y, arrodillados, le adoraban. 20 ¶ Y, después de escarnecerle, le despojaron del manto de púrpura, y le vistieron Sus propios hábitos, y le llevaron fuera para crucificarle. 21 Y forzaron a uno que pasaba, Simón Cireneo, que venía del campo, padre de Alejandro y de Rufo, á que llevase Su cruz. 22 Y le llevaron al lugar llamado Gólgota, que, interpretado, quiere decir, Lugar de la Calavera.

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23 Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas Él no lo tomó. 24 Y cuando le hubieron crucificado, repartieron Sus vestimentas, echando suertes sobre ellas, para ver qué llevaría cada uno. 25 Y era la hora tercera cuando le crucificaron. 26 Y sobre Él estaba escrita la causa de su condena: EL REY DE LOS JUDEANOS. 27 Y con Él crucificaron dos ladrones, uno á Su diestra, y el otro á Su siniestra. 28 Y se cumplió la Escritura, que dice: Y fue contado con los pecadores. 29 ¶ Y los que pasaban blasfemaban de Él, sacudiendo sus cabezas, y diciendo: ¡Ah! Tú que derribas el Templo de Dios, y en tres días lo edificas, 30 sálvate á ti mismo, y desciende de la cruz. 31 Y también los Príncipes de los Sacerdotes, y los Escribas, se decían unos á otros, injuriándole: Á otros salvó, mas no puede salvarse a Sí mismo. 32 Que el Cristo, el Rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que veamos, y creamos. Y aquellos que estaban crucificados con Él también le ultrajaban. 33 ¶ Y cuando vino la hora sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 34 Y a la hora novena, exclamó Jesús a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lamma sabacthani? Que, interpretado, quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 35 Y algunos de los presentes, al oír esto, dijeron: He aquí, llama á Elías. 36 Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y atándola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si vendrá Elías a bajarle. 37 ¶ Mas Jesús, clamando á grande voz, expiró. 38 Y al mismo tiempo el velo del Santuario se rasgó en dos, de alto abajo. 39 Y el Centurión que estaba frente a Él, viendo que con tal clamor había repatriado el espíritu, dijo: En verdad este hombre era el Hijo de Dios. 40 Y había asimismo algunas mujeres mirando de lejos; entre ellas María Magdalena, y María, madre de Santiago el menor, y de José, y Salomé; 41 las cuales, estando aún Él en la Galilea, le habían seguido, y le servían; como otras muchas que junto a Él habían subido a Jerusalem. 42 ¶ Y cuando se ponía el sol, (porque era la Preparación, es decir, Víspera de un Sábado grande,) 43 Vino José de Arimatea, noble Consejero, que también esperaba el Reino de Dios, y temerariamente se presentó ante Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 44 Y Pilato se sorprendió de que tan pronto hubiese muerto; y haciendo venir al Centurión, le preguntó si Jesús ya había muerto. 45 Y al escuchar al Centurión, dio el cuerpo a José. 46 Y adquirió José lino fino, y le bajó de la cruz, envolviéndole en la sábana. Y le puso en un sepulcro cavado en una peña, é hizo rodar una roca hasta la puerta del sepulcro. 47 Y María Magdalena, y María, madre de José, observaron donde Él yacía.

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MARCOS 16

Resurrección del Señor, que aparece a María Magdalena, y luego a los Apóstoles Les Envía a Enseñar el Evangelio y Bautizar – Ascensión del Cristo

1 Y cuando pasó el Sábado grande, María Magdalena, y María, madre de Santiago, y Salomé, compraron especies fragantes, para venir a ungirle. 2 Y muy de mañana, pasando el Sábado semanal, llegaron al sepulcro, ya salido el sol. 3 Y se decían la una á la otra: ¿Quién removerá la roca de la puerta del sepulcro? 4 Mas al mirar, vieron la roca apartada; la cual era muy grande. 5 Y entrando al sepulcro, vieron a un joven, cubierto de un manto blanco, sentado á la diestra; y se aterraron. 6 Más él les dijo: No temáis: buscáis á Jesús Nazareno, el Crucificado; resucitó, no está aquí; mirad el lugar donde yacía. 7 Pero id, y decid á Sus discípulos, y á Pedro, que Él va delante de vosotros á la Galilea. Allí le veréis, como os dijo. 8 Y ellas se fueron, huyendo velozmente del sepulcro; porque se apoderó de ellas temblor y espanto; y no decían nada á nadie, porque tenían miedo. 9 Mas habiendo ya resucitado Jesús, muy de mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente á María Magdalena, de la cual había echado siete demonios. 10 Y ella fue y lo dijo a los que habían estado con Él, quienes, en duelo, lloraban. 11 Mas ellos, al oírle decir que Él vivía, y que había sido visto por ella, no le creyeron. 12 Mas después de esto apareció bajo otro aspecto a dos de ellos, que iban de camino, yendo a una aldea. 13 Y ellos fueron, y lo anunciaron a los otros; y ni aún á ellos creyeron. 14 Por último, estando todos sentados á la mesa, apareció a los once, y reprobó su incredulidad y dureza de corazón, que no hubiesen creído a los que le habían visto resucitado de entre los muertos. 15 ¶ Y les dijo: Id por todo el mundo; y predicad el Evangelio a toda criatura.* 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. 17 Y estas señales seguirán a los que creen: En mi Nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 18 tomarán serpientes en sus propias manos; y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; pondrán sus manos sobre los enfermos, y serán curados. 19 ¶ Y el Señor Jesús, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la Diestra de Dios. 20 ¶ Y ellos, salieron, y predicaron en todas partes, obrando el Señor con ellos, confirmando la Palabra con las señales que la seguían. Amén.

* * * * * * * Toda criatura, Heb. Twyrbh, esto es, a los Gentiles, además de los Judeanos.

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