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EL mSTORIADOR COMO TRADUCTOR* Fernando Sdnchez Marcos RESUM: Partint de l'hermeneütica dialógica proposada per H.-O. Gadamer i P. Ricoeur (només hi ha llenguatge si aquest és portador de temptatives d'acord [Verstiindigungsversuche D, aquest article es proposa analitzar les possibilitats que ara s' obren als historiadors i les condicions que se'ls demanen (en aquesta nova era de multiculturalitat i globalització) per acomplir, en un sentit més profund que el tradicional, la seva noble funció de mediadors entre cultures, a ti de que aquestes s' entenguin mutuament. Els historiadors tenen una experiencia particulannent intensa del polimorfisme de la condició humana. Estan avesats al fet de que, fins i tot en una mateixa cultura, les paraules canvien el seu signitieat ( parcialment) amb el pas del temps. Aquestes capacitats poden permetre als historiadors traduir la interpretació del món d'una cultura a una altra. El diáleg intercultural (el gran repte del segle XXI) implica que la nostra comunicaeió, influenciada sempre per un llenguatge amarat per experiencies trasbalsadores, pugui ser alliberada per mitjA de la catarsi d'una historia llegida conjuntament i irenicament. Així, els historiadors i historiadores poden contribuir a redescobrir i transformar :un món que cada cop compartim de manera més propera, amb la consciencia de la nostra interdependencia i comuna indigencia existencial. Paraules daos: Hermenéutica dialógica, Verstiindigungsversuche, multiculturalitat, irenism, teoria de I'história. • La versión inglesa de este texto, inédito aún en español, fue presentadaen el Coloquio Internacional, organizado por la Universidad Adam Mickiewicz de Poznan (polonia), en marzo del 2000, sobre "Time, Space and the Evidence of Experience (lnterdiscipiinary Approaches to the Past)". La versión polaca del texto ha aparecido en EWA OOMANSKA (ed.): Pamiec, etyka i historia; Poznan, 2002, pp. 37-54. Revista Pedralbes, 21 (2001), 27-44

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  • EL mSTORIADOR COMO TRADUCTOR*

    Fernando Sdnchez Marcos

    RESUM:Partint de l'hermenetica dialgica proposada per H.-O. Gadamer i P. Ricoeur (noms hiha llenguatge si aquest s portador de temptatives d'acord [Verstiindigungsversuche D,aquest article es proposa analitzar les possibilitats que ara s' obren als historiadors i lescondicions que se'ls demanen (en aquesta nova era de multiculturalitat i globalitzaci) peracomplir, en un sentit ms profund que el tradicional, la seva noble funci de mediadorsentre cultures, a ti de que aquestes s'entenguin mutuament.Els historiadors tenen una experiencia particulannent intensa del polimorfisme de lacondici humana. Estanavesats al fet de que, fins i tot en una mateixa cultura, les paraulescanvien el seu signitieat ( parcialment) amb el pas del temps. Aquestes capacitats podenpermetre als historiadors traduir la interpretaci del mn d'una cultura a una altra. El dilegintercultural (el gran repte del segle XXI) implica que la nostra comunicaei, influenciadasempre per un llenguatge amarat per experiencies trasbalsadores, pugui ser alliberada permitjAde la catarsi d'una historia llegida conjuntament i irenicament. Aix, els historiadorsi historiadores poden contribuir a redescobrir i transformar :un mn que cada copcompartim de manera ms propera, amb la consciencia de la nostra interdependencia icomuna indigencia existencial.

    Paraules daos: Hermenutica dialgica, Verstiindigungsversuche, multiculturalitat,irenism, teoria de I'histria.

    La versin inglesa de este texto, indito an en espaol, fue presentada en el Coloquio Internacional,organizado por la Universidad Adam Mickiewicz de Poznan (polonia), en marzo del 2000, sobre"Time, Space and the Evidence of Experience (lnterdiscipiinary Approaches to the Past)". Laversin polaca del texto ha aparecido en EWA OOMANSKA (ed.): Pamiec, etyka i historia;Poznan,2002, pp. 37-54.

    Revista Pedralbes, 21 (2001), 27-44

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    ABSTRACT:Assuming the dialogic approach of the H.-G. Gadamer's and P. Ricoeur's henneneutics(there is only language if it contains an attempt at understanding and agreement[Verstiindigungsversuche D, the airo of this paper is to analyze the possibilities andrequirements offered and demanded to historians now (in our new age of multiculturalityand globalization) for performing in a deeper sense than the traditional one, their noblefunction of making different cultures mutually understood.Historians have an exceptionally good experience of the polymorphism of human naturebecause they are familiar with the fact that, even inside the same culture, words changemeaning (partly) over time. These qualifications allow historians to translate theunderstanding of the world from one culture to another. The intercultural dialogue (thegreatest challenge of the XXIst century) requires that our communication, alwaysinfluenced by a language pervaded with troubling experiences, can be liberated by thecatharsis of a history read jointly and irenically. Historians can collaborate in this way inrediscovering and transforming a world which we share increasingly closely, with theconscious of our common existential necessity and interdependence.

    Key words: Dialogic Hermeneutics, Yerstandigungsversuche, Multiculturality, Irenism,Theory of history.

    Mi objetivo en esta comunicacin es pensar las posibilidades,requisitos y limitaciones con los que el historador realiza de facto o, almenos, puede llevar a cabo, la importante tarea de traductor, en el sentidode mediador entre culturas distintas.

    Esta reflexin, se inspira, por una parte en la hermenutica dialgicapropuesta por Hans-Georg Gadamer y Paul Ricoeur, segn la cual ellenguaje no es ante todo proposicin y juicio sino que slo es plenamentesi es pregunta y respuesta y si es portador de tentativas de entendimiento.Verstiindigungsversuche es aqu la expresin clave en lengua alemana'.

    1. "La hennenutica afinna que el lenguaje pertenece al dilogo (Gespriich); es decir, el lenguaje sloes lo que es si porta tentativas de entendimiento (Verstiindigungsversuche), si conduce alintercambio de comunicacin, a discutir el pro y el contra. El lenguaje no es proposicin y juicio,sino que nicamente es si es respuesta y pregunta. De este modo, en la ftlosofa de hoy se hacambiado la orientacin fundamental desde la que consideramos el lenguaje en general. Conducedel monlogo al dilogo (Dialog)". HANS-GEORG GADAMER, "La diversidad de las lenguas yla comprensin del mundo", en R. KOSELLECK y H.-G. GADAMER, Historia y Hermenutica,Barcelona, 1997, pp. 115-116. Una de las ms claras y accesibles formulaciones de la visin quePaul Ricoeur tiene de la historia a la vez como voluntad de encuentro y anlisis razonado, puedeencontrarse en su texto de 1950 "Objetividad y subjetividad en la historia", incluido en PAULRlCOEUR, Historia y Verdad, Madrid, 1990 (3' ed.), pp. 23-40.

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    Naturalmente para ello, partiendo de las afmnaciones de Gadamer, hagoun uso amplio o translaticio de la hermenutica. Pues si Gadamer afirmaexplcitamente que busca considerar el fenmeno hermenutico segn elmodelo de dilogo entre dos personas', con las cautelas y restriccionesnecesarias, este dilogo puede postularse anlogamente entre doscomunidades comunicativas o culturas. O dicho con msprecisin, entrepersonas que salen, mediante la palabra, al encuentro del otro, inevitable-y tambin conscientemente- como representantes de un grupo humano'.Pues ningn historiador o historiadora, ningn hombre o mujer, puedeprescindir totalmente de sus condicionamientos de grupo y de tiempo.

    Por otro lado, mi pensamiento intenta sintonizar con una experienciacada vez ms nuclear en nuestro tiempo: vivimos en una sociedadglobalizada en lo tecnolgico y en lo econmico, pero lastrada por unaexperiencia de una gran dificultad para el dilogo intercultural en sentidopleno. Vivimos en un tiempo en el que parecen estar surgiendo, como enMitrovica, mltiples y nuevos Berlines, nuevas divisorias, ahora, en granmedida, entre civilizaciones. Tambin incluso en el interior de algunosEstados con una marcada multiculturalidad, como los Estados Unidos deNorteamrica (y muchos otros) hoy "ya no se trata de saber si losnorteamericanos deben procurar una interpretacin multicultural de supasado. Se trata de saber como lograrla".'

    Ante esta constatacin es, pienso, una responsabilidad de losintelectuales y un reto fundamental para los historiadores poner acontribucin de .nuestros conciudadanos nuestra experiencia de construirpuentes de comprensin. Por nuestro quehacer profesional estamoshabituados a construir puentes de comprensin entre grupos humanos

    2. He aqu la afimnacin textual de Gadamer: "Si intentamos considerar el fenmeno hermenuticosegn el modelo de la conversacin que tiene lugar entre dos personas, entre estas dos situacionesen apariencia tan distintas como son la comprensin de un texto y el ponerse de acuerdo en unaconversacin hay un aspecto comn fundamental: que toda comprensin y todo acuerdo tienenpresente alguna cosa que uno tiene ante sf" HANS-GEORG GADAMER, Verdad y Mtodo 1,Salamanca, 1997 (7". ed.), p. 457.

    3. No me refiero aqu a una representacin institucional, sino informal, y en todocaso moral, ms quejurdica. Con todo, a veces, por ejemplo, en los Congresos Internacionales de Ciencias Histricas.y concretamente por lo que respecta a los Comits de cada Estado, la dimensin personal y lapoltico-institucional son difcilmente separables en la actuacin de los historiadores.

    4. JOYCE APPLEBY, LYNN HUNT YMARGARET JACOB, La verdad sobre la historia, Barcelona,1998, p. 273.

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    situados en planos de temporalidad diferentes. Somos viajeros en eltiempo, dentro de una misma cultura habitualmente. Y podemosaprovechar esos hbitos del viajero para ayudar a tender puentes decomprensin entre grupos humanos coetneos ubicados en el mismotiempo, pero situados (y enraizados) en culturas, en sentido antropolgico,a veces muy diferentes, cuando no confrontadas. Estamos, pienso,relativamente bien equipados para llevar a cabo un viaje a travs dediferentes espacios identitarios y para facilitar a nuestros conciudadanosesa adaptacin a la multiculturalidad.

    Los historiadores, como gremio, noles volens, hemos ayudado confrecuencia, con nuestra insistencia en la continuidad temporal de laidentidad, a consolidar la imagen del Nosotros y los Otros. Tenemos porello un cierto deber tico de hacer conscientes a nuestros conciudadanosde que existe la posibilidad de traducir, de trasladar, hacindolascomprensibles y humanas, las maneras de ver el mundo y las maneras deentenderse a s mismos de nosotros y de los otros, de los diversos gruposhumanos a los que tenemos (o tengamos) acceso ms plenamente.Existimos nosotros y existen los otros, pero no como universos aisladossino existencialmente interdependientes y ni siquiera comprensibles sinodesde una perspectiva de complementariedad ms que de comparatividad.Nuestro oficio de historiador puede y debe ser, en buena parte, por ello, yes la tesis que defiendo, un oficio de traductor.

    Como consecuencia de lo expuesto anteriormente, el estudio de lahistoria de la historiografa (o una forma al menos de aproximarnos a ella)sera pues el anlisis de si se ha intentado, cundo, por quienes, hasta qupunto, mediante qu estrategias y con qu resultados, estas traducciones deexperiencias vitales de unas sociedades a otras. Traduttore, traditore se diceen italiano. Los historiadores podemos y debemos preguntamos, hemos sidoen el pasado ms traidores que traductores, tan traductores como traidores oms traductores que traidores.? Traidores a qu?, en definitiva a laposibilidad de un entendimiento compartido y convivencial del mundo quehabitamos y que nos habita, una posibilidad a la que no debemos renunciar.

    Me parece que resulta particularmente oportuno plantearse estascuestiones cuando uno est en vsperas de realizar la experiencia vital detrasladarse a otro pas del que nos separa una distancia cultural considerablepero no extraordinaria, como es mi caso ante este viaje a Poznan. Cuando unespaol (y ms concretamente un cataln) reflexiona a priori sobre las

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    expectativas de comprensin de la cultura (o subcultura) polaca (subcultura,en el sentido que le da PeterBurke de una cultura especfica dentro de otra msamplia), se es ms consciente desde luego de la alteridad de esa cultura. Unacultura que se expresa en una lengua param muy lejana, muy diferente de lasromnicas y germnicas que yo conozco hasta cierto punto. Una cultura, sigorefirindome a la polaca, que se ha gestado y est condicionada por un mediogeogrfico sensiblemente diferente al mediterrneo. Pero tambin yo puedoanticipar intencionalmente, la mismidad o; ncleo identitario compartido-ms all de las estructuras gramaticales-o Los polacos y espaoles, tenemosunas mismas raices cristiano-europeas, una historia que tiene sus semejanzasen cuanto que ambos pases han sido confines entre la antigua Cristiandad yel Islam y dos pases semiperifricos en la economa mundo surgida desde elsiglo xvr. Compartimos, una misma Weltanschauung, una cosmovisin quehace bastante inteligibles las manifestaciones iconolgicas, utilizamos unmismo alfabeto que facilita ms la comprensin de los testimonios culturalesescritos que la de los fonemas.

    Las realidades a las que ha aludido anteriormente me llevan a pensarcasi necesariamente en los diversos rangos o niveles de traduccin quecabe distinguir (en funcin de las diferentes distancias culturales quenecesiten ser superadas) Para comprender completamente la realidadpolaca de hoy un cataln necesitara conocer (en mi caso aprender) unagramtica y una lengua muy distintas, pero no necesita un esfuerzocomplementario en ese otro nivel de traduccin ms difcil y complejo queimplica trasladar unos conceptos fundamentales de un universo mental yvital a otro, de una cultura a otra.

    A continuacin,en funcin de los objetivos y puntos de partida mencionados,me referir sucesivamente y con algo ms de amplitud a las posibilidades,requisitos y limitaciones paraesta tareade mediacin intercultural.

    En primer lugar hablar de las posibilidades. The past is a foreigncountry", esta feliz y sinttica expresin est muy en sintona con elleit

    5. Despus de escribir el borrador de este artculo, he sabido por un colega polaco (cuyo nombre,he/as. no recuerdo) que en el siglo XIX Joachirn Lelewel escribi un libro sobre los paralelismosentre la historia espaola y polaca.

    6. David Lowenthal ha utilizado esta frase, con la que comienza la conocida novela de L. H. HartleyThe Go-Between, como ttulo de su clebre libro (Cambridge, 1985), pero yo no llevo tan lejoscomo Lowenthal el relativismo respecto a la permanencia de la naturaIeza humana.

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    moti! de mi comunicacin. Como sealaba, el historiador estfamiliarizado con una cierta forma de alteridad, la que nos ofrece elpasado, mediante la experiencia de los diferentes Zeitgeistier].Recientemente, varios tericos de la Alltagsgeschichte (la historia de lavivencia cotidiana), como Hans Medick, han insistido en la importancia deestar atentos a esta Fremdartigkeit (cualidad de extrao), del objeto-sujetoestudiado' Esta frecuentacin comprensiva de otro tiempo, suele (ydebera) dejar una huella en el historiador : una cierta apertura de menteante la experiencia de la plasticidad de la condicin humana y una ciertapropensin a un sano y moderado relativismo.

    Esta propensin (la experiencia de la mutacin y la apertura al otro) seha visto acrecentada en nuestra poca quizs, al menos, por dos tipos derazones que veremos seguidamente. Por una parte, porque se hanintensificado a gran escala, por razones tecnolgicas, econmicas ypolticas, las experiencias humanas de la alteridad. Hoy, sea de manerafsica o mediante representaciones, estamos la mayora de la humanidad (ydesde luego todos nosotros) en presencia, con relativa frecuencia, deformas de ser, de vivir y de pensar muy variadas y diferentes a las nuestras.(Dejemos, para ms adelante, la cuestin de cmo estamos, con quactitudes y aptitudes estamos)

    Existe adems, y no me parece menos importante, otro segundo tipode razones. Estamos en el fin de un siglo, magnfico y atroz a la vez, enque se han derrumbado muchas ideologas omnicomprensivas ytotalizadoras mutuamente excluyentes, las cuales nos anticipaban elsentido de la historia. Por ello nos es raro que hoy veamos la tarea deconstruir el futuro de la humanidad como una tarea en la que nadie tiene

    7. Una buena panormica y una introduccin crtica a este enfoque de Hans Medick, en GEORG G.IGGERS, La ciencia histrica en el siglo XX. Las tendencias actuales, (present. y rev. cientificade F. Snchez Marcos), Barcelona, 1998, pp. 93-95. Para el concepto esencial de Annaherung, untrmino hermenutico crucial en el enfoque metodolgico de H. Medick, vase el artculo pioneroH. MEDICK, " 'Missionare im Ruderboot? Ethnologische Erkenntnisweisen als Herausforderungan die Sozalgeschchte", en ALF LDTKE (ed.): Alltagsgeschichte. Zur Rekonstruktionhistorischer Erfahrungen und Lebenweisen, 1989. [Trad. inglesa: The History oj Everyday Lije.ReconstructingHistorical Experiences ami Ways ojLije, Princeton (N. J.), 1995. Existe traduccincatalana del mencionado artculo: "'Els missioners en la barca de rems'? Vies de coneixementetnologic com a repte per a la historia social", en A. COLOMINES, Y V. S. OLMOS (OOs.): Lesraonsdel passat.Tendncies historiografiques actuals. Barcelona, 1998, pp. 147-181].

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    derecho a priori a excluir totalmente a nadie . En la medida en que elfuturo se ha tomado ms enigmtico, el pasado, el presente y el futuroinmediato se hacen tambin cada vez ms abiertos. La humanidad en suviaje ya no est alumbrada (o deslumbrada) por un nico y potentsimofaro el cual, desde la lejana, nos marca la ruta social obligada. Por esto,para alumbrarnos, al menos en los trayectos inmediatos, debemosatender mejor a las diferentes seales lumnicas que proceden de lacercana, tengan el color y la frecuencia que tengan, procedan de lacomunidad que procedan. Necesitamos, pues, acostumbrarnosmutuamente a esos cdigos de seales para no desperdiciar lainformacin que puedan transmitimos. Si pasamos de la metforaptico-navigatoria a la lingstica, aqu tenemos la tesis y elrequerimiento que constituye el fondo de mi comunicacin.

    Una vez establecida la posibilidad y la necesidad de la traduccin omediacin intercultural, consideraremos los principales requisitos que staexige a los historiadores.

    Comenzar por lo que podramos denominar, el utillaje intelectual.Una cultura, como conjunto de significados y de prcticas sociales, estenraizada en unas tradiciones tanto literarias y textuales como visuales.La apropiacin en profundidad de estas tradiciones y desarrolloshistricos no es sencilla ni puede improvisarse. En passant, me gustarallamar la atencin sobre el riesgo, hoy, de perder el acervo greco-latino.Testimonio bien reciente: ninguno de los alumnos de un cursouniversitario de Aproximacin a la Historiografa Europea Moderna quecomienzo ahora, saba lo que significaba, la expresin latina mutatismutandis, segn constat en una de mis primeras clases de este aoacadmico.

    Retomo mi argumento. La apropiacin de los textos es con todo, engeneral, un terreno privilegiado para nuestro trabajo habitual dehistoriadores, como comentadores y crticos de fuentes escritas. Lastradiciones visuales, que guardan estrecha relacin con las anteriores, sonun mbito -salvo para los especialistas en historia del arte- con el que lamayora de nosotros estamos menos familiarizados. Sin embargo, en partepor el peso de un presente iconocntrico, hoy las tradiciones visualesempiezan a ser objeto de un gran atencin por todos los historiadores de lacultura. El gran xito reciente en Espaa de algunas obras de Haskell como

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    La historia y sus imgenes. El arte y la interpretacin del pasado es unaclara manifestacin de esta tendencia'.

    De hecho, si uno comienza a tornarse en serio las imgenes corno fuentes(y no slo corno ilustraciones) para la comprensin del pasado y el presentede una sociedad, empieza a calibrar hasta qu punto las imgenes serelacionan y se iluminan mutuamente con los textos. Por ello, parte de la tareade traduccin que postulamos consiste en desentraar las analogas , en lasdiversas culturas en cuestin, entre esas complementariedades centrales detextos e imgenes para establecer un puente de comprensin entre losmencionados sistemas culturales.

    Por mucho que seamos capaces de leer las imgenes y los gestoscaractersticos practicados en una cultura, el papel pleno de traductor al quedebe contribuir el historiador,exige tambin la capacidad de traducir los textosen los que estos grupos humanos se autoexplican o autoplasman. Y empleoahora traducir en el sentido ms habitual, restrictivo y lingstico del trmino.Prepararse para esta tarea de traduccin, por la experiencia que todos tenernos(estimulante y ardua a la vez) conlleva la tarea siempre exigente y laboriosa,nunca del todo concluida, del conocimiento de los sistemas de signos, lasgramticas y los lxicos, de las lenguas en cuestin necesarias (aqulla desdela que traducimos y aqulla a la que traducimos). Conocer bien las lenguas,tanto en su estadio actual corno en su gestacin es el gran desideratum.

    Dada la irradiacin actual (via civilizacin occidental) del acervofilosfico y tcnico greco-romano, quienes somos descendientes directosde esta cultura, tenernos en ese sentido alguna ventaja. Pero ello no nosexime, todo lo contrario, del esfuerzo que algunos de nosotros al menoshemos de realizar por conocer ciertas lenguas de referencia de otrascivilizaciones. Este esfuerzo, al menos por lo que respecta a mi pas y a migeneracin ha sido notoriamente insuficiente - por razones muy variadasy que ahora no puedo comentar- en relacin, por ejemplo, con el rabe (yno slo con el rabe). Y me terno que tampoco haya sido suficiente en elmundo occidental en general y en otras culturas.

    Evocar, corno antes haca, el hecho de que entre los estudiantes deFilosofa y Letras de mi generacin faltara un conocimiento profundo delrabe me proporciona un buen nexo para pasar, de los requisitos

    8. Esta traduccin de la obra de F.Haskell fue publicada en espaol (Madrid, 1994) slamente un aodespus de la edicin original inglesa.

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    intelectuales aludidos hasta ahora, a los requisitos o exigencias vitales queel historiador o la historiadora ha de poseer --en mi opinin- para ejercercabalmente su funcin de traductor entre culturas.

    Estas exigencias vitales abarcan tanto las aptitudes como las actitudesde la historiadora o historiador.

    L'esprit de finesse necesario para el historiador-traductor va ms allde la razn geomtrica, aunque dicho espritu no sea totalmente ajeno asta. Este esprit de finesse implica una notable capacidad de empata y deescucha (Marrou en su obra El conocimiento histrico ha escrito pginascerteras a propsito de esta cuestin); tambin una capacidad de imaginar(e imaginarse) la comn sustancia humana configurada en otras formas. Aestos requisitos hay que aadir desde luego, la necesidad de haber vividodurante cierto tiempo experiencias en ambas orillas existenciales yculturales entre las que queremos edificar el puente de la comprensin ode la traduccin.

    Indudablemente, nada puede suplir a las vivencias directas. Con todo,no son nada desdeables las vivencias vicarias que nos depara la buenaliteratura. Ah radica una de las razones de la importancia actual de lanovela histrica. Ya Bodin en su Methodus ad facilem historiarumcognitionem afirmaba que para comprender las realidades de las queescriba un historiador ste necesitaba haber tenido experiencias anlogasa ellas. Bodin, pensando ante todo en historiadores pertenecientes almismo gran mbito cultural, se refera a las experiencias humanasvinculadas a un tipo de profesin". Parafraseando a Bodin, tambinpodramos decir que para que un historiador pueda hacer de traductor entredos sociedades necesita haber experimentado vivencias anlogas enambas.

    Precisamente, volviendo al caso del conocimiento del rabe en Espaaque antes mencionaba, se daba, al menos hasta cierto punto, en la mayorade los universitarios de mi generacin que estudibamos esa lengua, en mi

    9. En algunos pargrafos de su captulo IV del Methodus, sobre "Du Choix des historiens", Bodinreitera.por via positiva o negativa, la idea de que el historiador no puede llegar a comprender enprofundidad o a valorar las acciones de otras personas, respecto a las materias de las que l trata,sin haber tenido experiencias similares, y, de acuerdo con este criterio, Bodin elogia a Polibio yPlutarco. (lean BODIN, La Mthode pourfaciliter la connaissance de l'histoire, Pars-Argel, 1941,ed. de Pierre Mesnard sobre la de 1572, pp. 38-39,44-45 y 49.)

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    opinin, los requisitos intelectuales, pero no las actitudes vitales parapoder actuar verdaderamente de traductores. Porque, si bien conocamoshasta cierto punto la lengua, propendamos a leer esa cultura con unaactitud presidida por el convencimiento de que no podamos aprendermucho de ella. Honradamente he de decir que no pienso que se dieranhabitualmente en la mayora de nosotros de manera suficiente las actitudesvitales necesarias a mi entender para esa difcil y necesaria tarea. Culesson esas actitudes?

    En primer lugar la tensin veritativa, el esfuerzo por conseguir ms laverdad que el poder, aunque vaya en contra de nuestros idola tribu. Megustara citar aqu al poeta Antonio Machado, una de las ms conocidasvctimas de la terrible guerra civil espaola, prdromo de la II GuerraMundial. Repetir unas palabras cuyo sentido profundo enlaza con lahermenutica dialgica gadameriana: "Tu verdad, no; la verdad, y venteconmigo a buscarla, la tuya gurdatela". Naturalmente, esa tensinveritativa y apertura al otro, solo es posible mediante una cierta epoch (unesfuerzo por prescindir -en lo posible- de nuestra situacin existencial ytrasladarnos a la de quien nos habla) y una importante dosis de autocrticarespecto a nuestra propia cultura10. Es oportuno recordar en este punto lasafmnaciones de Jos de Acosta (1590), de que no existe ningunacomunidad poltica tan perfecta que no tenga algo que enmendar, nininguna comunidad poltica de la que no podamos aprender alguna cosa".Para ir convivencialmente en pos de la verdad, necesitamos ejercitarnos en

    10. Sobre esta epoch, escribe Paul Ricoeur: "As pues, no hay historia sin una epoch de lasubjetividad cotidiana, sin la institucion de ese yo investigador que le presta a la historia suhermoso nombre. Porque la historia es precisamente esa "disponibilidad", esa "sumisin a loinesperado", esa "apertura a otro", en donde se supera la mala subjetividad" (P. RICOEUR, Historiay verdad. Madrid, 1990,3' ed., p. 32).

    11. En su Historia natural y moral de las Indias, libro VI, cap. 1, titulado "Que es falsa la opinin delos que tienen a los indios por hombres faltos de entendimiento", Acosta escribe literalmente quepara combatir esta opinin "no veo medio con que mejor pueda deshacerse, que con dar a entenderel orden y modo de proceder que stos [los indios] tenan cuando vivan en su ley; en la cual aunquetenan muchas cosas de brbaros y sin fundaamento, pero haba tambin muchas otras dignas deadmiracin". (ed. de E. O'Gormann, Mxico, 1979, 2' ed. rev., pp. 280-281. Ms adelante, (LibroVII, cap. 1, "Que importa mucho tener noticias de los indios, mayormente de los mexicanos"),Acosta afirma: "No hay gente tan brbara que no tenga algo bueno que alabar, ni la hay tan polticay humana que no tenga algo que enmendar" , ibidem, p. 319, (cit. en John ELLIOT, El viejo mundoy el nuevo, Madrid, 1972, p. 69).

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    la autocontencin en nuestros juicios, pues, como ha escrito Paul Ricoeur,la objetividad que puede conseguir el historiador es una subjetividaddisciplinada o educada". Una subjetividad disciplinada, resumo yo a mimanera, en un doble sentido: autodisciplinada por el propio historiador yheterodisciplinada por el debate y la recepcin de la crtica. Subyaciendoa todos estos requisitos, est en el fondo la radical aceptacin del otro, desu dignidad y de su derecho a plasmarse libremente en la configuracinhumana que escoja.

    Probablemente esta autocrtica frente a un excesivo etnocentrismo queestoy haciendo sea extensiva en buena medida a muchos otros mbitosacadmicos y no slo en la civilizacin occidental. En cualquier caso, ensta, ms concretamente en la Francia de principios del siglo XX, ya PaulValry realiz contundentemente (como nos ha recordado recientementeMassimo Mastrogregori) una dura requisitoria, que sigue conservandoactualidad, contra una historia que, ms que propiciar el dilogo cultural,hace a los pueblos y las naciones orgullosos y vanos13. Uno se pregunta sialgo anlogo podramos decir hoy de algunas historias respecto a otrosgrupos humanos como razas, clases, religiones o gneros.

    Sobre esta casi necesidad o exigencia de algn tipo de vivencias en laalteridad, cabe sealar que no es algo del todo inalcanzable. Muchos de losgrandes historiadores de ayer y de hoy han tenido en su existencia algunapoca de extraamiento o de distanciamiento de su cultura de origen. Esteextraamiento ha obedecido a veces a una decisin bastante libre; en otroscasos, se han visto obligados a l por la fuerza de las circunstancias. Loque me interesa sealar ahora es que esta experiencia les ha convertidoluego en ms capaces, por una parte, de reconocerse, de ser msconscientes de su ubicacin vital y cultural, y, por otra, de actuar de

    12. P. RICOEUR, Historia y verdad, p.27-31.13. MASSIMO MASTROGREGORI, El manuscrito interrumpido de Marc Bloch. Apologa para la

    historia o el oficio de historiador, Mxico, 1998, p. 15, insiste en el reto que las siguientes yterribles palabras de Paul Valry supusieron para Marc Bloch, como historiador comprometido ycomo ciudadano en el mbito pblico: "L'histoire est le produit le plus dangereux que la chimie del'intellect ait labor. Ses propits sont bien connues. 11 fait rever, i1 enivre les peuples, leurengendre de faux souvenirs, exagere leur refiexes, entretient leurs vielles plaies, les tourmente dansleur repos, les conduit au dlire des grandeurs ou celui de la persecution, et rend les nations ameres,superbes, insupportables et vaines", P. VALRY, Rgard sur le monde actuel, en Hytier, H. (ed.):,Oeuvres, vol. 11, Pars, 1960, p. 935.

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    interlocutores. Pensamos por ejemplo, en Herdoto en el propio inicio delas investigaciones histricas, respecto a los pueblos cercanos al mundogriego; en Polibio, engarce entre la cultura helnica y la romana; enBemardino de Sahagn en el siglo XVI respecto al mundo nahuatl; o, msrecientememnte, en Braudel u otros autores de la escuela de Annales,marcados por su estancia en Brasil e interlocutores de excepcin entre lacultura mestiza latinoamericana y la europeo-occidental".

    Tiene sentido dedicar tiempo a reflexionar sobre los lmites a los quenos enfrentamos en esta tarea de traduccin o intermediacin cultural?Pensamos que s, puesto que slo siendo conscientes de que nuestrainteligencia no es la Inteligencia absoluta, slo la conciencia de nuestramenesterosidad intelectual facilitar que nos abramos a esas otrasrealizaciones humanas (que nos ofrecen otras culturas), de las quecarecemos y que podemos llegar a captar, aunque sea slo en parte. Sloesa conciencia afinar nuestra capacidad de escucha y de comprensin.

    Traducir, es decir, trasladar la lectura y el sentido de unas experienciashumanas a otro contexto, es un ejercicio ambiguo. Podramos pensar, poruna parte, que la traduccin nos defrauda y nos obliga necesariamente adefraudar. Un antiguo profesor de mi Universidad, Nazario Gonzlez,escribi una vez que el traduccionismo es una subcultura". Y l empleaba"subcultura" no en el sentido anterior de Peter Burke, sino en la acepcinde una cultura degradada o un Ersatz de la verdadera cultura. Es cierto queel resultado que ofrecemos o logramos en la traduccin, siempre nos dejainsatisfechos. Siempre. Porque somos conscientes de que dejamos escaparalgo o mucho de la riqueza de contenido, de los matices y de las vivencias

    14. El historiador mexicano C. Aguirre Rojas, uno de los mejores especialistas en Braudel y en suinfluencia sobre Latinoamrica, ha sintetizado la importancia de la experiencia brasilea de F.Braudel: "Al sumergirse de lleno en la vida brasilea y latinoamericana y tratar de extraer de ellasus 'lecciones' con mirada de historiador, Braudel se ha visto obligado a rehacer desde cero susconcepciones, parmetros y paradigmas histricos, desmontando defmitivamente sus antiguasvisiones historiogrficas y comenzando a repensar en trminos distintos toda la historia entera delas civilizaciones, que constituye precisamente el tema de sus enseanzasa y cursos paulistas"(CARLOS AGUIRRE ROJAS, Braudel y las ciencias humanas, Barcelona, 1996, p. 24).

    15. Esta expresin aparece incidentalmente en un artculo, escrito por N. Gonzlez para orientar a losestudiantes universitarios en la realizacin de recensiones de obras cientficas, en un libro del quefue coeditor, La Historia Contempornea en la Universidad. Barcelona, 1970 (2'. ed., 1972).

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    expresadas y articuladas en textos o prcticas sociales, al trasponerlas aotro sistema cultural, sea una lengua o una cosmovisin.

    El revs positivo de la trama, la compensacin a esta insatisfaccinintelectual, podemos encontrarla, a mi modo de ver, en algunas realidades.Una de ellas es que ese ejercicio de distanciamiento, de alejamiento denuestros lares familiares, de adentrarnos en paisajes culturales que nos sonmenos conocidos, nos obliga a aguzar nuestra atencin, a prescindir delsupuesto conocimiento (con frecuencia ms aparente y ficticio que real), ypuede facilitarnos, aunque ello suene a paradoja, un plus de comprensinde la condicin humana y de su polimorfismo. En esa difcil tarea detrasladar los sentidos de las experiencias humanas, hemos de abandonarlas frases hechas, gastadas muchas veces por un uso inconsciente, y somosimpelidos a pensar ms a fondo y ms conscientemente qu es lo que hayrealmente en lo que decirnos." Pues nosotros tenemos que aproximarnos aesas realidades, mediante nuestro lenguaje, en una cierta tensin con laaproximacin que ya ha efectuado (y la cual queremos hacercomprensible) otra persona, otro grupo, otra cultura. Y ese enfoque denuestro interlocutor personal o colectivo que queremos captar y traducir otrasladar, es reflejo de un horizonte de espera (Erwartungsraum ) y de unespacio o mbito de experiencia (Erfahrungsraum ) que no son ni sernnunca del todo accesibles para nosotros. As, nuestras posibilidadescomunicativas, los lmites en nuestras capacidades de traduccin y dedilogo, estn quizs en la fusin de horizontes (Horizontverschmelzung )en el sentido explicado por Gadamer.

    El concepto gadameriano de fusin de horizontes cobra sentido en estecontexto de la indagacin sobre la posibilidad, real pero limitada, deentendimiento entre sujetos separados por la distancia temporal y por sumodo especfico de ser en el mundo (por su existencia irreductible acualquier otra). Aunque "uno no se sustrae a las esperanzas y temores delo que le es ms prximo", no tenemos unos horizontes absolutamentecerrados y podemos --ciertamente slo con un intenso esfuerzo y hastacierto punto- desplazarnos a otras situaciones existenciales.

    16. Como el lector quizs haya reconocido, esta idea me ha sido sugerida por el subttulo de la obrade GEORG STEINER, Real Presences. Is There Anything in What We Say?, 1989.

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    "Este desplazarse no es ni empata de una individualidad en la otra,ni sumisin del otro bajo los propios patrones; por el contrario,significa siempre un ascenso hacia una generalidad superior querebasa tanto la particula- ridad propia como la del otro. El conceptoaqu de horizonte se hace interesante porque expresa esa panormicams amplia que debe alcanzar el que comprende. Ganar un horizontequiere decir aprender a ver ms all de lo cercano y de lo muy cercano,no desatenderlo, sino precisamente verlo mejor integrndolo en untodo ms grande y en patrones ms correctos" 17.

    La tarea hermenutica, que ha de mantener viva la tensin -fruto de laalteridad- entre el horizonte del texto y del horizonte del historiador /intrprete, ha de desembocar en "esta fusin de horizontes que tiene lugaren la compresin [y] es el rendimiento genuino del lenguaje?".

    Si extendiramos el sentido de texto a todo testimonio cultural, sea ono literario, y admitiramos que el historiador / intrprete pudierapertenecer a otra cultura, pese a ser coetneo, podramos aplicar esteenfoque hermenutico, en sentido lato, al problema del dilogointercivilizatorio. Sera muy tentador y arduo a la vez comparar si sonmayores las limitaciones en la comprensin entre personas ubicadas enuna misma cultura y tiempos distintos o entre personas (o comunidades)fsicamente coetneas, pero pertenecientes a culturas muy distintas. Losoccidentales de ahora -por ejemplo- no comprendemos con msfacilidad a los europeos de la poca ilustrada que a los hindes o iranesde hoy? Probablemente, s; pese a que estemos en el umbral - si no ya,dentro- de una postmodernidad que se distancia claramente de laWeltanschauung ilustrada", En cualquier caso, nuestra responsabilidadcomo seres humanos y ciudadanos del mundo nos veda amilanarnos anteestas dificultades y nos alienta en este sobreesfuerzo hermenutico.

    17. H.-G. GADAMER, Verdad y Mtodo, 1, p. 375. El filsofo canadiense lean Grondin, autor de unagran biografa de Gadamer, ha publicado recientemente tambin una lntroduction a [la filosofahermenutica de] Hans-Georg Gadamer, Pars, 1999.

    18. Gadamer, 1997, ibidem, p. 456.19. Esta distancia es tan llamativa que ha llevado a G. Iggers a plantearse la cuestin de "El fm de

    la Ilustracin?", en la conclusin de GEORG G. IGGERS, Historiography in the Twentieth Century.

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    Pero la ambicin tica no est reida, todo lo contrario, con laaceptacin realista de las dificultades de nuestra tarea de mediacin entreculturas (especficas), incluso a veces, muy prximas. En la mismaEuropa, experiencias relativamente recientes y terriblemente lacerantes deconfrontacin interna han dejado su huella en nuestras mentalidades eincluso en nuestro substrato Iingustico inconsciente. Nuestra tareahermenutica requiere tambin una relectura compartida, hasta donde seaposible, de nuestra historia. El dilogo sobre el pasado, para que puedaactuar a modo de catarsis saludable, exigir en esos casos un esfuerzoespecial de serenidad y autocontencin, la cual se ver facilitad por laaproximacin humana informal, como todos nosotros tenemosexperiencia. Oiremos nuestra mutuas "verdades" y reproches (ojal,atenuados) para reorientar conjuntamente nuestra bsqueda de la verdadsobre la grandeza y la fragilidad de una condicin humana comn y unmundo (una tierra) de la que todos dependemos, pues la verdad que buscael historiador est, o debe estar, al servicio de una reconciliacin comohorizonte de espera.

    En medio de tantas esperanzas fustradas en este siglo magnfico y atroza la vez, uno se podra sentir inclinado a hablar del fuste torcido de este sigloXX que finaliza". Pero tampoco faltan motivos para la esperanza tambin enel plano de la superacin de las incomprensiones histricas. Espigaralgunos. En el mundo europeo, uno de ellos es la reconciliacin franco-alemana,a la que ha contribuido, en buena medida, la aproximacinentre loshistoriadores y responsables educativosde ambos pases". En Africa del Sur,la transicin a un sistema democrtico y la superacin de la discriminacinracial contra las personas de color, se est llevando a cabo con menosproblemas de los que se poda temer, gracias tambin a un acuerdo para

    From the Scientific Objectivity to the Postmodem Challenge (cito ahora por la ed. rev. inglesa de1997, pp. 145-147.) Merece la pena transcribir su respuesta: "Postmodemist thought has made asubstantial contribution to the contemporary historical discussions by its warnings againstutopianism and conception of progress. This should let us, however; no to abandonment andrepudiaiion ofthe Enlightenment heritage but instead to a criiical reexamination" (G. IGGERS,Historiography, p. 147).

    20. Para retomar el sugestivo ttulo de la traduccin espailola del libro de ISAHlA BERLIN, TheCrooked Timber ofHumanity. Londres, 1990.

    21. Sobre el papel de la historia en este esfuerzo de aproximacin, vase, por ej., JEAN-CLAUDEALLAIN, "Manuel d'Histoire et rconciliation franco-allemande", en C. CARPENTIER (coord.):ldentit nationale et enseignement de l' histoire. Pars, 1999.

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    purificar la sangrante memoria reciente en pos de la verdad y lareconciliacin.

    En este momento, parece que los conflictos civilizatorios ms agudosy lacerantes se ubican en los confmes del mundo islmico (desde Bosniaa Filipinas). Un mundo, enormemente variado y complejo por 10 dems,que est en ebullicin social, cultural y econmica.

    Tradiciones religiosas, diversidad alfabtica, simbologa histrico-cultural, y organizacin social confieren al mundo islmico unaespecificidad y una distancia importante respecto al mundo europeo-occidental o al chino, por ejemplo. Estas son realidades que ms vale noescamotear bajo una retrica fcil y banal de la paz y la solidaridaduniversal. Para un honesto empeo del historiador traductor (mediador yhermeneuta) ms vale comenzar por reconocer a priori esas limitaciones enla capacidad de comprensin.

    Es cierto que es duro aceptar esas limitaciones en la capacidad demediacin o traduccin, pero sera mejor, en aras de una imposibleperfeccin, o de evitar todo malentendido, condenarnos al silencio? Meparece que tanto la solidaridad humana como la propia necesidad deconocimiento de todas las posibilidades de la humanitas, nos estimulan aque los historiadores -algunos de nosotros al menos- optemos por asumir,con todos sus riesgos y limitaciones, y en estrecha conexin con nuestroscolegas antroplogos, el papel de traductores o mediadores entre culturas.Este papel viene a ser, en ltimo trmino, anlogo al del intrprete queacta como mediador entre dos personas que quieren dialogar pero que noconocen bien la lengua del otro."

    De hecho, y en parte respondiendo a esa necesidad acrecentada demediacin, existen hoy algunas Asociaciones de Historiadores como laWorld Wide Association cuyo objetivo explcito es incrementar el estudiode las experiencias de encuentros entre culturas. No es casualidad, sinduda, que la sede de esa Asociacin est en una Universidad de Hawai.Nuestra propia Commission Intemational for the History and Theory of

    22. A propsito de esta hermosa y difcil tarea de interpretar, ha escrito Gadamer: "Hacer de intrpretees todava un resto de dilogo vivo, aunque mediado, interrumpido, roto", Reinhart Kose/leck /Hans-Georg Gadamer. Historia y Hermeneutica. (ed. de J. L. VILLACAAS y F. ONCINA),Barcelona, 1997, p. 122.

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    Historiography, ha llevado a cabo ya tambin iniciativas importantes enese mismo sentido. Pero necesitamos multiplicar los esfuerzos.

    Concluir intentando situar los retos y ambiciones que se presentanhoy al historiador en cuanto traductor, como una etapa ms en el ya largoitinerario de la humanidad en su esfuerzo por leer y entender la realidad.Durante el siglo XVI el hombre occidental crey tener derecho a tomarposesin de la Palabra (mediante la Reforma protestante). Durante el sigloXVII comenz a decodificar "el libro de la naturaleza" escrito -sepensaba- en "lenguaje matemtico", mediante la ciencia fsica. En el sigloXVIII aprendi a leerse a s mismo (la naturaleza humana) y a ensayar unafsica y una crtica sociales. En el siglo XIX se enfrent con el "gran libroobscuro" (en expresin de Gadamer) de la historia, especialmente laspropias (las de su nacin y las de la civilizacin europea), viendo stascomo un confortador anticipo de la evolucin que iban a seguir otrasculturas o sociedades "atrasadas". A fines del siglo XX, tras el naufragiode muchas utopas, las mujeres y los hombres de Occidente leen conavidez y desconcierto los libros todava ms obscuros, de las otrasculturas, tan cercanas y lejanas a la vez". Es un reto difcil, pero hermosoy apasionante. Nos va en ello, para nosotros y para quienes pertenecen aotras culturas, el futuro de toda la humanidad, pues ahora s que se hahecho realidad que somos habitantes de un mundo unificado, por latecnologa y por la ciencia, pero tambin por la voluntad de entenderse ypor la conciencia de nuestra radical y compartida dignidad?

    23. Presento aqu una parfrasis, con ampliaciones y modulaciones propias, inspirada en algunas ideasy expresiones de HANS BLUMENBERG. Die Lesbarkeit der Welt. Frankfurt del Main, 1981, lascuales he conocido gracias al artculo de ROBERT DARNTON, "Historia de la lectura", en PETERBURKE (ed.): Formas de hacer historia. Madrid, 1993, pp. 177-208, especialmente pp. 205-206.

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