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El Mito en La Historia de Las Ideas Políticas

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Describe como se desarrolla el mito político hasta llegar a los componentes que hoy tiene.

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Facultad: Derecho y Ciencia Política

Escuela: Ciencia Política

Asignatura: Teoría de las Fuerzas Políticas, Partidos Políticos y Grupos de Presión

Tema: “El Mito en la Historia de las Ideas Políticas”

Integrantes: - Chris Torres Juárez

- Jessica Guillén Puente

Profesor: Mg. Jorge Ortiz

LIMA – 20151. El mito en la existencia de la humanidad.

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Un mito es un relato tradicional que se refiere a acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales o extraordinarios, tales como dioses, semidioses, héroes, monstruos o personajes fantásticos, los cuales buscan dar una explicación a un hecho o fenómeno.

Los mitos forman parte del sistema de creencias de una cultura o de una comunidad, la cual los considera historias verdaderas. Al conjunto de los mitos de una cultura se le denomina mitología. Cuanto mayor número de mitos y mayor complejidad tiene una mitología, mayor es el desarrollo de las creencias de una comunidad. La mitología sustenta la cosmovisión de un pueblo.

Los mitos son narraciones o relatos que cuentan como en los tiempos primordiales (los tiempos antes del origen del tiempo), gracias a la acción de los seres sobrenaturales (dioses), otros seres sobrenaturales han venido a la existencia (TEOGONIA), o como el universo o el mundo ha venido   evoluciónando  (COSMOGONIA), o como el hombre ha venido a la existencia (ANTROPOGONIA).

Como los demás géneros narrativos tradicionales, el mito es un texto de origen oral, cuyos detalles varían en el curso de su transmisión, dando lugar a diferentes versiones. En las sociedades que conocen la escritura, el mito ha sido objeto de reelaboración literaria, ampliando así su arco de versiones y variantes. Por ello, los mitos no han desaparecido en la época actual, solo se muestran y transmiten a través de diferentes medios.

2. El mito y los niños.

En Atenas, la enseñanza, la asistencia a clase, no era obligatoria: el padre de familia gozaba de total libertad para educar a sus hijos o permitir que otros los educaran hasta los dieciocho años, edad en que el joven se convertía en ciudadano y debía realizar el servicio militar. 

Hasta que el niño iba a la escuela (a los siete años), eran la madre y la nodriza quienes se ocupaban de él y le proporcionaban las primeras enseñanzas, que consistían en historias tradicionales, mitología y leyendas nacionales, y nada más, pues las pobres mujeres, que prácticamente nada habían aprendido, prácticamente nada podían enseñar.  

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A los siete años el niño comienza su "paideia", o formación cultural, pasando a la escuela, siempre de profesores particulares, donde cursaban tres asignaturas: Gramática, Música y Gimnasia. 

2.1. La escuela del gramático. 

En cuanto el pequeño ateniense tenía edad para ir a clase pasaba, al menos en las familias acomodadas con varios esclavos, de la vigilancia de la nodriza a la del pedagogo, que era un esclavo encargado de acompañarle a todas partes y de enseñarle buena educación, recurriendo, si era necesario, a los castigos corporales. El pedagogo lo acompañaba por la mañana a casa del maestro y le llevaba la cartera.  El niño empezaba por aprender a leer y  luego a escribir. Aprendía a leer en voz alta y luego seguía haciéndolo igual, pues da la impresión de que no se practicaba la lectura en silencio.           

 El alumno practicaba después la escritura de las letras sobre una tablilla de madera barnizada de cera, y sobre ella trazaba los caracteres con ayuda de un punzón o estilete, cuyo extremo opuesto, plano y redondeado, servía para borrar. No había pupitres, y los alumnos se sentaban en taburetes alrededor del maestro. 

 En cuanto sabía leer y escribir con facilidad tenía que aprender versos de memoria, y luego fragmentos cada vez más extensos de los poetas. El primero era el más grande de todos, Homero, el autor de la Ilíada y la Odisea. Los griegos consideraban que Homero enseñaba todo lo que debía saber un hombre digno de tal nombre: las actividades de los tiempos de paz y de los tiempos de guerra, los oficios, la política y la diplomacia, la sabiduría, la cortesía, el valor, los deberes hacia los padres y hacia los dioses. 

 La enseñanza se completaba con la aritmética. Utilizaban los dedos para los cálculos elementales, y recurrían a las fichas de cálculo y al ábaco para los más complicados.

2.2. La enseñanza de la música. 

            Para los griegos la música era la parte esencial y el mejor símbolo de toda cultura. Se decía que la música educaba el alma y la gimnasia entrenaba el cuerpo. Al parecer los niños aprendían con el maestro de música (citarista) canto al mismo tiempo que la música instrumental y la danza. La música se practicaba de oído, sin ninguna partitura. 

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            El instrumento noble por excelencia era la cítara, pero también el oboe estuvo muy de moda en Atenas en el siglo V. 

2.3. La gimnasia

La gimnasia se practicaba en la palestra: terreno deportivo al aire libre, cuadrado y rodeado de muros. En uno de los lados había unas habitaciones que servían de vestuarios, de salas de descanso con bancos, de baños y de almacén de arena y aceite.

Los deportes más practicados eran la lucha, la carrera, el salto y el lanzamiento de disco y de jabalina. Además podían practicar el boxeo y el pancracio. Los niños de buena familia practicaban también la equitación desde muy pequeños. 

2.4. Esparta. 

 La educación espartana merece una mención especial, por su total contraposición a la educación ateniense. 

Mientras que, como ya hemos dicho, en Atenas las jóvenes vivían recluidas, en Esparta las muchachas practicaban en público muchos deportes, al igual que los muchachos: la lucha y el lanzamiento de disco y jabalina. Pretendían así preparar madres de familia robustas y fuertes, que proporcionaran a Esparta hijos fuertes, buenos guerreros. 

 Los muchachos sólo permanecían con sus familias hasta los siete años, edad en la que el niño pasa a manos del Estado, al que no dejará de pertenecer hasta su muerte. El niño se alistaba en formaciones premilitares que se escalonaban a lo largo de todo su crecimiento. Sus estudios se limitaban a lo estrictamente necesario; el resto de su educación consistía en aprender a obedecer, soportar la fatiga con paciencia y vencer en la lucha, es decir, ejercicios físicos y entrenamiento para la guerra.

3. El mito y la autoridad

Que el mito haya sido utilizado como elemento de persuasión dentro de la propaganda política, es un hecho ampliamente constatado a la largo de toda la historia de la humanidad y, muy especialmente, en los siglos XIX y XX, en los que se convirtió muchas veces en un factor determinante en la consolidación de doctrinas y movimientos políticos.

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En cierto modo, casi se podría decir que los mitos utilizados en política no son tales, en el sentido antropológico o psicológico del término y, si lo son, sufren tal proceso de desnaturalización al formar parte de vastos procesos propagandísticos en los que sólo interesan como elementos de choque, en virtud de su impacto emocional, que a veces resulta difícil reconocerlos como tales. Desde este punto de vista, las palabras de Cassirer en El mito del estado:

Siempre se ha descrito al mito como resultado de una actividad inconsciente y como un producto libre de la imaginación. Pero aquí no encontramos con un mito elaborado de acuerdo con un plan. Los nuevos mitos políticos (...) son cosas artificiales, fabricadas por artífices muy expertos y habilidosos (...) como consecuencia de ello, los mitos pueden ser manufacturados en el mismo sentido y según los mismos métodos que cualquier otra arma moderna, igual que ametralladoras y cañones (1968: 333-4)

Evidentemente, cuando Cassirer escribe esto piensa en la Alemania nazi, que él como judío padeció en carne propia obligado a exiliarse en U.S.A., que es sin duda el ejemplo más acabado de estas prácticas a las que, como otras tantas, el nacionalsocialismo llevó al extremo de la perversión.

También Cassirer indica que la creación y manipulación de mitos políticos en la Alemania nazi comenzó por la manipulación del lenguaje, que es junto al mito, una de las formas simbólicas configuradoras del mundo.

El proceso puede sintetizarse del siguiente modo: primero el lenguaje, luego la apelación a viejos mitos y la creación de otros nuevos y, por último, como consecuencia casi matemática de lo anterior, los hechos: la conquista del poder, la transformación de Alemania en un mar de camisas pardas y la guerra. Dice Cassirer:

El verdadero rearme empezó con la aparición y auge de los mitos políticos. El rearme militar posterior era sólo una complicidad posterior al hecho: pero el hecho era un hecho consumado mucho antes. El rearme militar era solamente la consecuencia del rearme mental producido por los mitos políticos, (ob. cit.: 334)

3.1. Una relación compleja.

Los vínculos entre mito y política no son simples ni responden a una sola, o a unas pocas circunstancias o causas. Tampoco la manifestación del mito en el hecho político es unívoca o inequívoca, como hemos dicho antes, si algo lo caracteriza es la ambigüedad, la doblez, la multivocidad, atributos con los que, por otra parte y para complicar más el tema, se adorna también lo político, y la política.

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En este punto, y antes de continuar, debemos hacer una aclaración terminológica: entre lo político y la política hacemos aquí la distinción que indica Georges Burdeau.

Para este autor:

lo político es un término filosófico que entra en el universo de las esencias, por encima, por tanto, de toda contingencia.

Lo político responde a la necesidad que tiene toda sociedad de establecer una estructura asociada a un orden y a unos valores indispensables; se lo podría definir como el contenido del pensamiento del grupo cuando éste toma conciencia de la realidad histórica. De allí que afirma Burdeau

La política, por contra, es una actividad y la mayoría de las veces cargada de tintes peyorativos parecidos a los que también se adjudican a sus oficiantes, los gobernantes. Sin embargo, su función es la de guardar la disciplina y la cohesión del grupo y, por tanto, su perdurabilidad. Por otra parte, la política es la manifestación fáctica del poder.

Decíamos que la relación mito-política es compleja y eso se traduce inclusive en el modo cómo aquél interviene en ésta; por lo tanto, de una parte debemos decir que, al estar el mito presente en toda producción humana, lo estará también aquí. Y, además, su presencia es constante, sean o no conscientes de ello los grupos sociales. Sobre esta omnipresencia del mito en lo político, dice Sergio Labourdette (mito y política)

Estamos inmersos en los mitos. Nos acompañan en la vida cotidiana y, en consecuencia en la política. Y lo más sorprendente es que no somos conscientes de esta situación la mayor parte de las veces (...) Nuestra fe política, nuestra acción y discursos políticos. Nuestros liderazgos políticos. ¿No son acaso también obra mítica? El mito es irrenunciable de nuestra vida. (1987: 11-12)

Manuel García Pelayo dice que se podrían distinguir distintos tipos de culturas por su mayor o menor inmersión en la consciencia mítica pero que, en ningún caso, ni siquiera en las sociedades más racionalistas, se podría hablar de ausencia de mitos. Para este autor, y en líneas muy generales, se podría hablar de culturas políticas plenamente míticas, que son aquéllas en que sólo tiene validez el ámbito de lo sagrado y donde lo real es únicamente aquello que funciona como proyección de una instancia superior; y de culturas en las que la tensión, u oposición, entre mito y razón es evidente y en la que, igualmente, son perceptibles rasgos y actitudes míticas, como podría ser, por ejemplo, la idea de carisma. Y concluye García Pelayo con una cita de Gotesky que nos permitirá avanzar en

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esta búsqueda de elementos en común que expliquen la causa de esta relación(los mitos politicos)

Toda cultura crea y valora sus propios mitos, no porque sea incapaz de distinguir entre verdad y falsedad, sino porque su función es mantener y conservar una cultura contra la desintegración y la destrucción. Sirven para sostener a los hombres frente a la derrota, la frustración, la decepción, y para conservar las instituciones y el proceso institucional. (1980: 18-19)

Por lo tanto, podemos decir que, en primer lugar, el mito, al igual que la política (tal como la define Burdeau) constituye un elemento de cohesión social que define la identidad del grupo frente al otro o a los otros y marca con claridad cuáles deben ser los roles de los individuos, tanto en sus relaciones interpersonales como con el propio grupo. Sobre todo si nos situamos en el nivel de los pueblos primitivos, los mitos son siempre los mitos de la tribu y constituyen, en cierta medida, el modo cómo la sociedad se explica a sí misma a la vez que justifica y da fundamentos sólidos e incuestionables al orden establecido y a las normas que emanan de éste.

3.2. Mito y poder.

Las inevitables connotaciones políticas del mito social nos deben llevar a examinar el problema del poder. Para empezar, debemos indicar que el mito es, precisamente, una fuente de poder que emana de la propia fuerza de sus convicciones y de su fe, porque, como afirma Labourdette:

...su carácter peculiar le concede el privilegio de actuar con la fuerza de lo querido y de lo verdadero, sin importar qué definición de la verdad y de la realidad se sostenga, ya sea ésta sagrada o científica, señalamos su presencia rotunda y, a menudo, subterránea en la sociedad, (ob. cit.: 23)

El poder puede aparecer bajo dos aspectos distintos: desde un plano histórico y desde otro conceptual. Según Burdeau, el primero está representado por un hombre o un grupo, el segundo hace referencia a una fuerza organizadora de la vida social

4. El Cristianismo Primitivo y la Posterior Intolerancia.

Se denomina Cristianismo primitivo o Paleocristianismo al período del cristianismo que va desde su origen, hacia el año 30, hasta el Concilio de Nicea (siglo IV).

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La persecución a los cristianos por las autoridades imperiales, fueron no solo por motivos religiosos, sino también por motivos políticos, al negarse a reconocer la autoridad divina del emperador. Miles de cristianos fueron ejecutados y torturados, y en algunos casos inculpados por crímenes que no cometían (acusados, por ejemplo, de incendiar Roma y de canibalismo contra niños).

La razón más probable de la persecución fue, por parte de los judíos, la evidente herejía que representaba la doctrina cristiana desde un punto de vista de la doctrina tradicional judío, ya que entre otras cosas, la idea de un Dios-Hombre chocaba de frente con su arraigado monoteísmo (esto se percibe claramente en la narración bíblica de los hechos de los primeros cristianos). Es deducible además que a oídos romanos, la predicación de los cristianos sobre el inminente regreso del rey de los judíos y el establecimiento de su reino, era sediciosa. Los romanos dieron a los judíos en ese tiempo un autogobierno limitado; las principales obligaciones de los líderes judíos eran recolectar impuestos para Roma y mantener el orden civil. Así, los líderes judíos tendrían que suprimir cualquier tesis sediciosa, como las que defendían los cristianos. Esta oposición judía fue un potente motor para plantar en Roma la semilla del odio al incipiente cristianismo.

Por último, el cristianismo se convertiría en la religión predominante del Imperio romano y gradualmente iría combatiendo a otras religiones, principalmente a los paganos europeos.

El estereotipo de la bruja como una mujer de edad mayor, que vuela en una escoba acompañada por un gato, que participa en aquelarres nocturnos adorando al diablo, que forma parte de un grupo clandestino que realiza sacrificios humanos y ritos sacrílegos y que conoce todo tipo de pociones mágicas y maleficios se remonta a la antigüedad. Los cristianos fueron acusados de cometer este tipo de actos en la época del Imperio Romano: durante el siglo II fueron acusados de celebrar reuniones clandestinas en las cuales degollaban niños y mantenían relaciones sexuales no convencionales y adoraban animales. En otras épocas fueron los judíos los acusados de practicar este tipo de aquelarres. Siempre se trataba de grupos minoritarios vistos con malos ojos por la mayoría y los gobernantes.

La Intolerancia es, pues una función política del mito. De ahí que las religiones primitivas, despojadas de dogmas que las estabilizaban y asfixian, tengan encantos y potencias creadoras y redentoras que nadie discute.

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5. Inquisidores varios

La inquisición pretendía defender el orden público.

El término Inquisición o Santa Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia católica. La herejía en la era medieval europea muchas veces se castigaba con la pena de muerte y de esta se derivan todas las demás. La Inquisición medieval se fundó en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros o albigenses.

En 1249 se implantó también en el reino de Aragón, siendo la primera Inquisición estatal; y en la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, se extendió a ésta con el nombre de Inquisición española (1478-1821) bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió después a los territorios colonizados en lo que se denominaría América, la Inquisición portuguesa (1536-1821) y la Inquisición romana(1542-1965).

La humanidad vivió crueles momentos de intolerancia religiosa durante la Edad Media. La Inquisición de la Iglesia Católica se encargó de arrestar, torturar y ejecutar –generalmente por la hoguera- a judíos, paganos, herejes y otras minorías religiosas[cita requerida]. El Malleus maleficarum publicado en 1486 era un compendio de todas las fantasías sobre los aquelarres, los sacrificios humanos y los ritos sacrílegos. Las brujas, en su mayoría mujeres, eran allí acusadas de ser responsables de todos los males de la sociedad.1 Este libro, el Martillo de brujas fue la fuente principal de inspiración de las persecuciones religiosas durante más de trescientos años.

Durante el siglo XV la Inquisición se dedicó a quemar más herejes que brujas, y cuando los Estados feudales se organizaron como monarquías independientes del Papa, el poder punitivo se trasladó de la Inquisición a los jueces laicos de estas monarquías, quienes continuaron la tarea de la Iglesia de quemar brujas hasta el siglo XVIII, teniendo como libro de bolsillo el Malleus Maleficarum.

 Era la primera vez en la historia que aparecía en forma sistematizada una teoría sobre el origen del crimen, es decir, una etiología del crimen.

Los judíos en general no tenían derecho alguno, eran incapaces de testificar ante una corte cristiana, por lo que podían ser objeto impunemente de asesinatos, robos, violaciones y otros delitos, al no poder testificar contra un cristiano. En muchos casos los niños judíos eran secuestrados por la Iglesia y convertidos al cristianismo. Se prohibía a los judíos enseñar su religión, tener la Torá y hubo

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también masivas expulsiones de judíos como en el caso de España (edicto de Granada). Entre las más sangrientas persecuciones de herejes se cuenta la cruzada contra cátaros, albigenses, bogomilos, templarios y otros herejes que fueron ejecutados masivamente, en muchos casos torturados antes de morir

5.1. Víctimas de la inquisición.

La eterna batalla entre la ciencia y la religión nunca fue tan injustamente violenta como en la época de la Inquisición. Como todos sabemos las instituciones religiosas y fundamentalmente la Iglesia Católica se encargó de perseguir, castigar, torturar y asesinar todo lo que consideraban una herejía.

Bajo estos postulados, los hombres de la Iglesia hicieron absolutamente todo lo que quisieron, entre otras cosas: quitarle la vida a una innumerable cantidad de personas de forma brutal. Muchas de sus víctimas fueron hombres de ciencia, aquí algunos de ellos.

GIORDANO BRUNO:

Nació con el nombre de Filipo Bruno en el año 1548, en el pueblo de Nola, próximo al Vesubio. Fue un fraile dominico italiano, filósofo, matemático y astrónomo. Años más tarde se le conoció como Giordano Bruno, nombre bajo el cual presentó sus teorías en cosmología acerca del modelo de Copérnico, la concepción del Sol como una estrella y la existencia de infinitas cantidades de otros planetas en el universo, en el que habitaban seres inteligentes.

Sus afirmaciones en teología y filosofía así como sus obras poéticas le valieron la condena a muerte por parte de las autoridades de Roma y la Inquisición romana, que dictaminaron castigarlo y enviarlo a la hoguera por herejía en el año 1600.

MIGUEL SERVET

Miguel de Villanueva, conocido entre otros nombres por el de Miguel Servet, fue un teólogo y un polifacético científico español. Nació en 1511 y vivió para el estudio de ramas de la ciencia como las matemáticas, la astronomía, meteorología, geografía, anatomía y farmacología. Además, fue escritor, poeta, jurisprudente y traductor. Fue parte de la reforma protestante y realizó grandes trabajos en relación a la idea de la circulación pulmonar. Luego de recorrer gran parte de Europa escapando, oculto en las sombras, fue capturado en Ginebra y más tarde enviado a la hoguera en donde le prendieron fuego.

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GALILEO GALILEI

Galileo Galilei puede considerarse como el padre de las ciencias. Galileo investigó en campos tan variados del conocimiento, que aún hoy, 400 años después sigue siendo un científico reconocido por sus descubrimientos e investigaciones. Galileo comenzó a observar y descubrir el mundo que lo rodeaba desde muy joven. Las matemáticas y las ciencias le atarían muchísimo e hizo varios descubrimientos e inventos, como la ley del péndulo, que se utilizó luego para regular los relojes. A partir de este momento tuvo muchísimos problemas con la iglesia católica, que lo consideró un hereje, lo juzgó y le hizo retractarse públicamente de su teoría. Aunque fue acusado ante el tribunal de la inquisición en Roma, le perdonaron la vida, pero acabó sus últimos días recluido en su casa por cárcel.

Murió en 1642, en Florencia, pero hasta el último momento estuvo activo con su ciencia y publicó un libro sobre la fuerza y el movimiento, a pesar de estar ciego.

6. El Laicismo.

En el siglo XVI la represión de herejías termina por comprometer el status social a fuerza de pretender consolidarlo.

Montaigne promueve legiones de espíritus libres y escépticos. Como todas las creaciones del hombre, la teoría laicista no nació perfecta. Ya en el siglo XVIII los enciclopedistas e iluministas conciben un Estado con libertad de opinión y de religión. Juan Jacobo Rousseau construye el sueño del Estado laico.

Pero en la Revolución Francesa, a pesar de los principios que eran bandera: Libertad, Igualdad y Fraternidad, envían a la guillotina a quienes no acepten la monarquía del pueblo.

El mito laico se ha vuelto tan intolerante como religioso porque si no existiera la institución social que la hace posible, este mito se quedaría sin base primaria.

En el siglo XVI, los grandes precursores de lo que se llamaría la Reforma Protestante pusieron las bases de ese movimiento histórico en el campo de la relación del hombre con Dios y del hombre con su entorno social, enfrentaron diversas concepciones presentes en aquel tiempo, tales como la infalibilidad del Papa, los abusos administrativos y el celibato, entre otras.

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Al abordar esas situaciones, mitos y mentiras, desde una perspectiva más humana pero sobre todo más apegada a la letra de las Sagradas Escrituras, la Reforma parió, cual hijo legítimo, la libertad de religión y de pensamiento. Desde entonces, en el plano social y político, la humanidad ha transitado por un proceso de secularización o laicidad estatal, en aras de alcanzar una mayor equidad en la relación del Estado con los ciudadanos creyentes y no creyentes, y una relación de igualdad entre estos.

El contexto en el cual surge y se concreta la Reforma, era además favorable para que los cambios propugnadas por ella, tuvieran eco propicio en los campos social y político: el período de la humanidad conocido apropiadamente como Renacimiento (siglos XV y XVI), que trajo consigo una visión más humana de ver el arte, la vida y la sociedad.

Entre esas nuevas visiones, de gran importancia fue el enfoque sobre la separación de la iglesia y el Estado. Al respecto, en la medianía del siguiente siglo (XVII) el pensador inglés John Locke (1632-1704), sostuvo que el gobierno y la religión tienen fines diferentes, y deben estar separados, dejando a los ciudadanos en libertad de buscar la libertad religiosa por su cuenta.

Sin embargo, es un hecho que actualmente, como en los inicios de la Reforma, existen en nuestra sociedad ídolos, fetiches y mentiras como el consumismo, la preponderancia de la posesión ante el bienestar común, y, muy particularmente en el campo de las libertades, la realidad de esa igualdad pretendida por medio de la separación de la Iglesia y el Estado.

Vinculada esa relación con la extensión de la libertad de culto, se ha convertido en un concepto legal y político que determina que ambas instituciones se mantengan separadas e independientes, sin influencia mutua y con autonomía de sus ámbitos de acción. Y, como producto de aquel pensamiento gestado durante el Renacimiento, actualmente la gran mayoría de estados del mundo se definen como laicos.

Para mejor entender esta problemática, es conveniente aceptar que el Estado laico no es el único modelo de relación iglesia-estado, por lo que lo importantes es poder determinar cuál es la relación adecuada para nuestros tiempos y la realidad de las naciones del mundo.

Para el jurista y catedrático Paul Cliteur, esa relación puede adoptar por lo menos cinco modalidades, a saber:

- Ateísmo político o ateísmo totalitario, en el que el ateísmo es la doctrina estatal

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- Estado religiosamente neutral o laico, en el que el Estado admite todas las religiones, pero ninguna ocupa una posición de privilegio

- Estado "multirreligioso" o "multicultural", que trata a todas las religiones por igual ayudando a todas en la misma medida

- Estado con una Iglesia oficial, en el cual se concede prioridad a la iglesia oficial, aun cuando no se suprimen las otras.

- Estado teocrático, opuesto al ateísmo político, en este modelo una religión es favorecida por encima de las demás y las otras son suprimidas legalmente y hasta por la fuerza.

7. El mito proyectado a nuestra realidad.

En la actualidad se presenta con nuevos elementos y reelaborado. El mito político actual no es no es producto ni del azar ni de ideas imaginativas no estructuradas, está elaborado de acuerdo con un deshumanizado plan, con una técnica que se adapta a que es lo que la gente quiere creer, puesto a que ha invadido los misterios de del subconsciente, entonces nos damos cuenta de que el mito se envasa, se vende y se produce como un producto cualquiera, como una medicina para un determinado mal.

En la actualidad nos damos cuenta de que el mito ya no es lo que era antes, el mito tiene un significado diferente, el tabú ya no tiene casi lugar en su composición, ahora se cambia a los hombres y se les condiciona. Los modernos hechiceros políticos son ya especialistas en la psicología colectiva, el éxito de una campaña política tiene como base, saber cómo vender lo que la gente quiere, eso es lo que los asesores ven hoy por hoy, el actuar planificado lo que es conveniente para los intereses del político, pero hacerlo ver como algo favorable para el pueblo.

El escenario actual también es un ambiente propicio para el mitificador, vivimos en una realidad en donde el mismo mañana es incierto entonces se hace muchísimo más fácil para un caudillo presentarse como un mesías salvador que le dará a las personas la seguridad que necesitan y puesto que la sociedad y sus valores andan de caída libre, las personas necesitan a que aferrarse y el mitificador lo sabe, es ahí donde es medida su habilidad, hasta qué punto conoce las necesidades y deseos de las colectividades para hacerse con el poder.

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8. El Mito del Héroe.

Se han ido esbozando la idea de que en el siglo XX se inicia el culto del héroe y desde ahí para adelante se ha ido afianzando más la idea del caudillo. Carlyle creía en el como un elemento estabilizador, además identificó las etapas históricas con las de los grandes hombres. Podemos observar a partir de ello la adoración al héroe, sumisión, la autoridad viene de Dios, es imposible no relacionar el mito del héroe con las ideas que tenían los miembros del Imperio del Tahuantisuyo para con el Inca.

El mito del héroe es un modelo universal que surgió espontáneamente en todos los grupos humanos.

Estas historias se refieren generalmente a un héroe cuyo nacimiento es humilde y milagroso, dotado de fuerzas sobrehumanas, que llega al poder triunfando sobre el mal, muestra la misma debilidad de un mortal y finalmente es traicionado o sacrificado como un héroe.

Jung trata de explicar el significado psicológico que tiene este mito tanto para un individuo en el proceso de la afirmación de su personalidad como para toda una sociedad que también anhela una identidad colectiva.

Una característica importante es la figura que acompaña al héroe en sus momentos de debilidad que le permiten realizar la obra sobrehumana que sólo no podría realizar.

Por ejemplo, Teseo tenía a Poseidón, que era el dios del mar, Aquiles al dios Quirón y Perseo a la diosa Atenea.

Según Jung, todas estas figuras simbolizan la psique total, siendo el objetivo del mito del héroe tomar conciencia del ego individual, y de las propias fuerzas y debilidades.

La vida del héroe atraviesa por todas las etapas de la vida, y el logro de la madurez del hombre está representado por la muerte del héroe, cuando la amenaza de su felicidad y seguridad comienza a estar sólo en manos de él mismo.

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9. El Mito de la Raza.

Gobineau llega a otro culto, el de la raza. Barre con todos los valores de la civilización. Es básicamente la creación de un nuevo dios basado en la desigualdad de los hombres, está muy íntimamente ligado a la política por razones de secuencia, explicándolo así: la política surge para resolver conflictos y estos conflictos se generan por las diferencias que existen entre los hombres que siempre desembocan en desigualdades, entonces crear un mito en el que por razones de carácter biológico una raza sea superior a otra siempre ha desencadenar sucesos políticos de grande preponderancia.

Los mitos sobre la raza y la sangre, muy populares, y que los nazis involucraron oficialmente a su credo, no tienen ninguna justificación objetiva. Su aceptación se debe a que satisfacen el amor propio e incitan a la crueldad. Estas creencias son tan antiguas como las civilizaciones, su esencia permanece y lo que cambia es su forma. Relatos relacionados con el dicho popular "la sangre habla" se encuentran en todos los países indoeuropeos.

Herodoto, siglo I A.J.C., llamado el padre de la historia, cuenta que los campesinos que criaron a Ciro, fundador del Imperio Persa, reconocieron en él su sangre real desde niño. Durante las guerras norteamericanas, estaba prohibida la transfusión de sangre de negros a blancos. En Alemania, durante la segunda guerra mundial, los soldados arios eran protegidos cuidadosamente de contaminarlos con sangre de judíos durante las transfusiones.

Las monarquías se establecieron bien en los pueblos que aceptaban mejor el mito de que los reyes son de una raza superior a la de los súbditos. Todavía no se ha podido erradicar completamente la creencia universal de que los hombres son congénitamente más inteligentes que las mujeres. En las sociedades occidentales muchos siguen sosteniendo que las personas blancas por naturaleza son superiores a los de otros colores y esencialmente a los negros.

Los griegos y los romanos se consideraban superiores a los demás pueblos. Los primeros debían ser amos y los segundos esclavos, entre ellos los pueblos persas y germanos. Los legisladores norteamericanos que promulgaron las leyes de inmigración, al igual que los nazis, consideraban a los nórdicos, superiores a los eslavos y a los latinos o blancos de otras procedencias. Pero apenas si existen auténticos nórdicos. Los noruegos se han mezclado con finlandeses, lapones y razas similares.

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Toda la concepción de razas superiores no es más que un mito generado por el presuntuoso amor propio de quienes detentan el poder. "El nórdico biológicamente puro ama a Hitler, si usted no lo ama es prueba de que su sangre está contaminada".

Todo lo que se dice sobre las razas superiores, hasta ahora no tiene pruebas científicas creíbles, son sólo tonterías, que deben considerarse estupideces. En todo grupo social existen coeficientes intelectuales en un intervalo estadístico que se extiende desde niños genios hasta niños estúpidos. Cuando el desarrollo de los niños se lleva a cabo bajo la misma influencia ambiental, no existe diferencia estadística clara en el coeficiente intelectual de diferentes grupos raciales. Sin embargo los niños de color en el mundo occidental no han podido desarrollarse con el mismo éxito de los niños blancos, debido al estigma social de inferioridad a que están sometidos.

La aplicación de las teorías sociales es absurda en las poblaciones europeas, porque en ninguna existe una raza pura. Los rusos están mezclados con los tártaros, los alemanes son en gran parte eslavos, los franceses e italianos son una mezcla de celtas, alemanes y mediterráneos; los ingleses son los más mezclados de todos. No existe prueba alguna de que las razas puras tengan ventajas. Las razas puras se han extinguido y no fueron las culturas más brillantes. Los supuestos méritos de las razas puras son totalmente imaginarios. Los griegos surgieron como amalgama de bárbaros norteños y griegos originarios. Los atenienses y jónicos, que fueron los más civilizados, fueron también los más mezclados. Parece inútil que los psicólogos científicos insistan en que no existe diferencia entre las sangres de las personas de distintas razas.

10.El Mito del Estado.

La concepción del Estado, desarrollada por Hegel llama al mismo “la médula de la política”. Es la realidad suprema y más perfecta, le importa su interés por encima de todo. La razón de Estado se enseñorea de todos los resortes del crear y del convivir. Los destinos de los Estados y sus obras, en sus relaciones mutuas, son resultados de la dialéctica visible de la naturaleza finita de estos espíritus.

Hegel exceptuó de toda obligación moral al Estado y las normas éticas pierden toda su pretendida universalidad al transitar de los problemas de la vida y las conductas privadas, a la conducta de los estados. Hegel reconoce, que los bienes culturales jamás podrán estar subordinados al control del Estado, a su razón.

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Marx entonces criticó esta concepción tan fría y automática, puesto que no incluye elementos tales como perturbaciones, revoluciones, disconformismos, en un mecanismo en teoría perfecto que prevé aún la represión.

11.La defensa del Mito.

Los pensadores de la ilustración veían al mito como un fenómeno bárbaro. Pero Novalis, Schelling y otros llegan al idealismo mágico del arte y de la poesía más que la realidad política. El romanticismo es así la fase más prolífica y fuente primera del mito en el siglo XX. Quiere o pretender poetizar el mundo y no politizarlo y tiene sentido pues en términos coloquiales, para la población es repelente la política y la poesía funciona como un escape de la realidad, que contrasta con los problemas y las cosas desagradables del mundo de una manera sublime y que la hace deseable. Entonces estos autores tenían este tipo concepción romántica para defender el mito, pero fueron desbordados por la realidad que es difícil de poetizar, además los problemas tan crudos, hacen necesario que la defensa de los mitos tengan un carácter un poco más real para de esta manera tener más legitimidad.

Las antiguas sagas, evocadas de manera oral, pasaron a la escritura como es el caso de Las mil y una noches, voces de voces, o todos los cuentos populares recopilados por los hermanos Grimm, quienes se apropiaron de Caperucita roja, un mito francés.

Ni qué decir de la vasta y prolija obra de J.R.R. Tolkien, en la que aparecen elfos y dragones en la Tierra Media (no hay que olvidar que según la poética de los vikingos el Señor de los Anillos es el rey) hasta los hechizos de Harry Potter, ideados por la filóloga británica J. K. Rowling. Más allá de los 15.000 millones de dólares de ganancias de estos aprendices de brujos y más de 400 millones de copias vendidas hasta 2007 está un hecho significativo: el mundo necesita de la magia, para enfrentar la perpetua incertidumbre de la guerra y de la propia condición humana.

En Reivindicación del mito, Ernesto Sábato señala: “Cuando todavía el hombre era una integridad y no un patético montón de miembros arrancados, la poesía y el pensamiento constituían una sola manifestación de su espíritu… Y la primera filosofía, la primera indagación del cosmos, aquella aurora de conocimiento que se revela en los presocráticos, no era sino una bella manifestación de la actividad poética”. Por su parte, Malinowski afirma que la magia es humana no solo en su

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encarnación, sino también en su asunto: este se refiere de modo principal a actividades y estados humanos, a saber, la caza, la agricultura, la pesca, el comercio, el amor, la enfermedad y la muerte. Por eso, este autor señala: “De esta suerte, el mito no es un producto muerto de edades pretéritas, que únicamente sobrevive como narración ociosa. Es una fuerza viva, que constantemente va apuntalando a la magia con nuevos testimonios”. La primera profesión, nos dice, fue la de hechicero o bruja.

A juicio de Marcel Mauss, en Definición de la magia, la religión tiende a la metafísica y se absorbe en la creación de imágenes ideales, la magia sale de la vida mística para mezclarse con la vida laica y servirla. La magia tiende a lo concreto y la religión a lo abstracto.

Mircea Eliade afirma que el mito es, pues, un elemento esencial de la civilización humana; lejos de ser una vana fábula, es, por el contrario, una realidad viviente a la que no se deja de recurrir; no es en modo alguno una teoría abstracta o un desfile de imágenes, sino una verdadera codificación de la religión primitiva y de la sabiduría práctica. Como se notará, entonces, desde los tiempos de las sirenas y las magas de la noche, el mito ha tenido un largo camino de marginación y desprecio.

12. Los mitos de hoy.

Las figuras del mito, hoy por hoy nos traen experiencias milenarias, modos de vida. Empero no debemos aceptar que una ceguera suicida nos haga caer en una especie de manufactura moderna, asumida por el mito de hoy, que invade y asfixia en los sistemas colectivos de la vida y la educación. Es importante darle al mito el lugar que le corresponde y no convertirlo en una técnica maquinista que lo vuelva un mito nuevo e incuestionable. Se tiene que llegar a conciliar el bienestar de todos con decidido acento en la valorización de los bienes que realmente deberían ser llamados espirituales. Los mitos de hoy necesitan tanto de racionalismo como de irracionalismo son la mezcla que necesita el mito para perdurar y no convertirse en recurso barato de hechiceros de utilería.

Sin un clima psicológico creado por un régimen económico distinto que libere del temor y de la necesidad; sin oportunidades realmente iguales para todos desde la infancia, con las imposición de dogmas que mutilan la investigación, dictaminan el credo e imponen el color de la conducta, se formularan muchos planteos de

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educación integral, de mayor bienestar social, de un régimen político más perfecto, pero solo las minorías de la clase omnipotente gozaran de su acceso verdadero.

Todas las formas de la propaganda dirigida, del contralor, de los dirigismos sobre los medios masivos de comunicación harán del hombre el autómata que Orwell describía en 1984.

13.Conclusiones.

- ¿Se debe luchar contra los mitos?

Si bien es cierto a la lo largo de la historia los autores han visto la utilización del mito como algo negativo, ya sea desde la época en que se buscaba una interpretación de la historia sin ninguna carga mítica o ya sea que también buscasen una teoría del estado perfecta y racional (es decir, sin mitos que alejaran a las personas de lo que en realidad es verdadero y lo que no , para que de esta manera no se llenaran de dogmas) no se puede negar que la sociedad necesita de la fuerza movilizadora del mito, puesto que esta es la fuerza que moviliza al hombre en la historia. Los políticos (en algunos casos de manera inmoral) han visto en la construcción del mito, una manera de utilizar esta fuerza movilizadora a su favor, para sus intereses egoístas y propios.

Lo que se necesita realmente en la actualidad del mito es una utilización correcta, una como la que planteaba Mariátegui para la Revolución Moral, pero es parádojico y muy difícil desarrollar un mito de manera moral puesto que para ello habría que mentir a la sociedad, habría que trabajar para ciertos intereses y ver las cosas o accionar de manera “maquiavélica”. Entonces por una parte tenemos la necesidad movilizadora del mito, y por otra tenemos la corrupción de esta construcción mental que moviliza, conocida como la fuerza de movilización primera por parte del hombre y su naturaleza muchas veces egoísta.