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La fantasia no es solamente de los niños, sino, también de los que no somos ya tan niños. En este libro vamos descubriendo la fantasia e ilusión que todos tenemos dentro, sin importar la edad que tengamos.
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EL MAESTRO MAGICO DE QUIMENIX
POR: FELIPE ZAYIN.
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Introducción
Había una vez un Reino que estaba dividido en tres países. En el
país del día, las Leyes del Supremo eran conocidas y aceptadas,
sus habitantes vivían en armonía con el Supremo.
En el país de la tarde desconocían las Leyes del Supremo, no
vivían en armonía conforme a dichas leyes, pero querían saber
dichas Leyes para así poder vivir en armonía con el Supremo.
El país de la noche conocía las leyes del Supremo y no las
aceptaba. No querían vivir en armonía con el Supremo, y estaban
en un contínuo estado de guerra con su vecino (el país de la
tarde).
En dicho Reino había tres partes: una positiva (país del día), una
neutra (país de la tarde) y una negativa (país de la noche).
Nuestro Supremo, en su infinita Sabiduría, supo guiar hacia el
país de la tarde a un consejero del país del día, el cual había sido
desterrado como consecuencia de su osadía y del uso indebido
que hizo de sus poderes.
Cuando dicho consejero estuvo en su destierro -fuera del país del
día- tuvo dos ofertas. Se le presentaron dos emisarios (enviados):
uno era del país de la tarde y el otro era del país de la noche.
Nuestro ex-consejero del país del día finalmente se decidió por la
oferta del país de la tarde, y así fue como Fut comenzó a vivir su
propio cielo e infierno en lo más profundo de su corazón y en
silencio.
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Capítulo 1
El juicio
Fut iba caminando por un amplio parque de la ciudad central del
país del día llamada Amanecer. Dicho parque tenía abundantes
zonas verdes, asientos de mármol de color blanco. En el centro
del parque había zonas de juegos para que los niños pudieran
jugar y una hermosa fuente de color blanco de forma de pirámide
estaba en el centro; por sus caños salía el agua en diferentes
colores.
Los niños jugaban bajo la atenta mirada de sus padres. Tanto los
niños como las niñas vestían túnicas y sandalias; los colores más
frecuentes de las túnicas eran el blanco, el azul, el amarillo y el
plateado; el color morado solamente lo llevaba el Presidente del
Consejo.
En cuanto a las sandalias solían ser marrones, azules, verdes,
amarillas, plateada; las sandalias de color morado solamente las
podía llevar el Presidente del Consejo. Con los cinturones que
ajustaban las túnicas a la altura de la cintura pasaba exactamente
lo mismo que con las túnicas, y sandalias; había de varios colores
de cinturones. El cinturón morado solamente lo podía llevar el
anteriormente mencionado Presidente del Consejo, que es la
máxima autoridad del país del día.
En el país del día se respiraba una paz absoluta. No existían
edificios altos, el de más altura era el del Consejo y tenía
solamente cuatro plantas. Los vehículos iban por el aire y existían
varias pistas aéreas para evitar los atascos y accidentes.
Se usaba la energía solar para todo (incluido los vehículos). Las
formas de los vehículos eran variadas: los había redondos,
alargados y en forma de triángulo. Todas las casas eran de
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mármol y ninguna superaba las dos plantas de altura, sus ventanas
eran grandes y redondas.
Los habitantes caminaban por las calles de Amanecer: unos iban a
sus trabajos, otros paseaban, pero todas las calles estaban limpias.
Y en los bordes de algunas ceras había plantados hermosos
árboles rodeados por unos pequeños jardines de flores muy
bonitas. Éstas hacían una perfecta combinación con el mármol de
las casas, el cual podía ser todo blanco, blanco con un fondo
morado, o blanco con fondo gris perla.
Mientras Fut paseaba por dicho parque, veía a sus hermanos
sentados en los blancos bancos, leyendo los periódicos
electrónicos, a los jóvenes revisando sus minis discos (antiguos
libros) para superar los exámenes del instituto.
Fut estaba totalmente asordo (concentrado consigo mismo),
solamente el trinar de los pájaros que estaban en las copas de los
árboles le hacía volver a la realidad que le rodeaba, dado que en
ese mismo momento se le estaba haciendo en la Sala Central del
Consejo un juicio. Fut era de estatura normal, delgado, cabello
castaño-oscuro, ojos negros, mirada profunda y triste, su caminar
era a veces lento y otras veces rápido. Siempre daba la sensación
de estar con el pensamiento en otro sitio.
Estuvo dando vueltas por el parque durante un largo tiempo.
Estaba muy cerca de la Sede del Consejo, del que Fut había sido
miembro no hace mucho tiempo. De repente se detuvo frente a la
fuente, cerró los ojos y pensó para sí mismo “Supremo, aquí
estoy”.
Mientras pensaba y decía para su interior estas palabras, una
suave brisa acariciaba su triste rostro; estuvo así hasta que fue
interrumpido por un mensajero del Consejo -era alto, de cabellos
rubios, ojos azules, mirada alegre, vestía túnica, cinturón y
sandalias de color de plata-. El mensajero, muy amablemente, le
dijo: “¿Es usted el hermano Fut?”. Éste le miró fijamente
mientras el mensajero le sonreía (Fut se había fijado en el
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triángulo plateado de la túnica del mensajero. Todos los
habitantes del país del día llevaban un triángulo en sus túnicas, en
la parte superior derecha).
Finalmente le contestó al mensajero: “Sí, soy yo”. (Fut vestía de
azul, con un triángulo amarillo). El mensajero extendió su mano
derecha y le mostró un sobre lacrado con el símbolo del Consejo,
se lo extendió más todavía y finalmente Fut lo cogió.
Fut, con el sobre en su mano derecha, miró al mensajero y le dijo:
“Has cumplido con tu misión, le deseo mucho amor y paz”. El
mensajero le respondió con una leve sonrisa: “Espero que sean
unas buenas noticias” y, tras hacerle una inclinación de saludo, la
cual fue repetida por Fut, se fue dejándolo nuevamente solo en el
parque.
Se quedó mirando la misiva del Consejo y, cuando perdió de vista
al mensajero, puso dicha misiva sobre la palma de su mano
izquierda, a continuación colocó su mano derecha sobre la
mencionada misiva, cerro sus ojos y se concentró; transcurrido
unos minutos vio como un rayo partió un árbol.
La visión le produjo un sobresalto y como consecuencia de la
misma se despertó; comprendió perfectamente el mensaje de la
misiva, la miró muy seriamente y… finalmente la abrió, decía así:
Preséntese lo antes posible en
La Sala Suprema del Consejo.
Cuando estaba leyendo la misiva se le acercaron unos niños que
llevaban unas túnicas blancas, aproximadamente tendrían unos
diez años. Uno de ellos es una niña, se adelanta y, una vez cerca
de Fut, le pregunta: “¿Le pasa algo? -la niña era rubia de cabellos,
ojos azules, un poco gordita y muy amable-, le vemos muy triste,
hermano” -le dijo.
Él los miró y, tras hacer una forzada sonrisa, les dijo: “No me
pasa nada, ¡hija!, simplemente… que he sido llamado por el
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Consejo”. La niña de cabello rubio, ojos azules, con túnica
blanca, sandalias plateadas como su cinturón y con un triángulo
blanco le respondió: “Entonces debe usted ir”.
Sin poder apartar su mirada de los niños, con voz triste pero al
mismo tiempo suave, le respondió a la niña: “¡Sí, debo ir! Pero
antes debo hacer mi último servicio”. Ellos se miraron totalmente
desconcertados, pues no sabían lo que quería decir y hacer. Fut
metió su mano derecha en su bolsillo y sacó su último triángulo
amarillo, a continuación le quitó el triángulo blanco a la niña (los
demás niños se apartaron dejándolos solos), se agachó y puso el
triángulo amarillo en la túnica blanca de la niña.
La niña quedó asombrada, al igual que el resto de los niños. Fut
se volvió a incorporar a su estatura normal y le dijo a la niña
pequeña y bonita: “A mí no me hará falta más. Espero que tú lo
lleves con un corazón más limpio, leal y noble que el mío”. Fut
hizo gestos de irse con su mano derecha cuando unas lágrimas
comenzaron a caerse por su cara. Finalmente se despidió de los
niños y comenzó su último caminar hacia el Consejo.
Mientras tanto los demás niños se echaron literalmente encima de
la rubia niña. Uno de ellos dijo: “¡Es un triángulo del Consejo!
¡Cómo flipa!”. Fut, con paso corto como si quisiera parar el
tiempo, comenzó a caminar hacia la Sede del Consejo. Cruzó
unas cuantas calles y finalmente se encontró ante el edificio del
Consejo, ese mismo edificio al que tantas veces había entrado;
sabía perfectamente que podía ser la última vez que entrara en él.
La entrada principal estaba debajo de un porche sujetado por siete
columnas, en cada una de las cuales podía leerse, en letras bien
grandes y de color dorado, comenzando por la izquierda y
acabando por la última de la derecha, lo siguiente: Gloria,
Fortaleza, Inteligencia, Victoria, Magnificencia, Sabiduría; en la
columna central ponía “JUSTICIA “. En lo más alto de la fachada
estaba escrito con letras grandes de tamaño y de color morado
“SUPREMO “.
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Fut se quedó mirando toda la fachada muy fijamente durante unos
minutos, luego comenzó a subir las escaleras, escalón tras
escalón, sin prisa pero sin pausa. El cuerpo le pesaba cada vez
más, y así llegó hasta la puerta principal, la cual era de madera de
roble y estaba abierta. Era una gran puerta, alta y de dos hojas.
Dos vigilantes con túnicas azules y triángulos verdes le saludaron
con la cabeza, él les devolvió el saludo de la misma forma y entró
dentro.
El vestíbulo era enorme, su techo era muy alto, las columnas
blancas de mármol se sucedían unas tras otras formando un largo
pasillo. Al final de dicho pasillo se encontraba una pared y dos
escaleras de caracol, también de mármol blanco. Una escalera
estaba a la derecha, la otra estaba a la izquierda; ambas estaban
custodiadas por dos vigilantes que iban vestidos como los dos
vigilantes de la entrada principal.
Fut se dirigió hacia la escalera de la derecha. Los vigilantes le
dejaron pasar sin hacerle ninguna pregunta -ya le conocían-, pero,
antes de empezar a subir la escalera derecha, Fut y los vigilantes
se intercambiaron sendos saludos con las cabezas.
Fut subía la escalera con pausa pero con firmeza. Cuando terminó
de subirla se encontró con una puerta de color morada al fondo,
también de dos hojas. Era mucho más pequeña que la puerta
principal y de madera de pino; a su lado derecho había una mesa
de madera de color marrón claro, un vigilante con túnica azul y
triángulo verde que, cuando vio a Fut, se levantó y se dirigió
hacia él.
Junto a la puerta, pero de pie, estaba el otro vigilante, que vestía
túnica azul, triángulo verde, cinto azul y sandalias también azules,
igual que todos los vigilantes del edificio del Consejo. Cuando
estuvieron el uno frente al otro, Fut le dijo:
- Que la paz del Supremo sea contigo.
- Lo mismo te digo -respondió Mesatur.
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Mesatur era un hombre de unos cincuenta años, de estatura alta,
cabello de color castaño -con algunas canas-, ojos verdes,
expresión dulce y de constitución física fuerte.
Tras los amables saludos entre los dos viejos amigos, Fut le
entregó la misiva a Mesatur. Éste la leyó y le dijo: “No hacía falta
que me entregara la misiva del Consejo”. Fut le contestó:
- Hay que seguir el protocolo.
- Tú, como siempre, tan legal –le replicó Mesatur.
Mesatur se inclinó un poco ante la persona de Fut (siguiendo el
protocolo), a continuación se giró y dio una orden al vigilante de
la puerta con una voz profunda y seca: “! Abre la puerta ¡”. El
otro vigilante enseguida obedeció la orden y le abrió solamente
una hoja de la puerta.
Mesatur dirigió sus pasos hacia la silla que estaba junto a la
puerta semi-abierta, mientras tanto Fut dirigió sus pasos hacia el
interior de la Sala del Consejo. Fut se quedó parado ante la puerta
abierta; Mesatur estaba sentado en su silla y veía que Fut no
entraba, finalmente le dijo: “¿A qué esperas, Fut?”. Él volvió
nuevamente en sí mismo y le respondió: “Perdona Mesatur”.
Dicho esto entró en la Sala del Consejo, el vigilante cerró la hoja
de la puerta que estaba abierta y, finalmente, Fut se encontró
dentro de la Sala del Consejo.
Al fondo de la sala estaban los siete asientos de mármol de color
morado de los Miembros del Consejo; el resto de los asientos de
la sala eran de madera de haya y se encontraban frente a los
mencionados asientos de mármol de color morado. Los asientos
de madera estaban divididos en dos bandas, porque había un
pasillo que conducía a la mesa del Consejo; la que era de mármol
con un tono plateado, pero de color morado.
Entre la mesa del Consejo y las primeras sillas de madera había
una separación de unos tres metros, interrumpidos solamente por
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una valla de noventa centímetros. Dicha valla iba desde las
paredes laterales de la sala hasta el pasillo, no había puerta al final
del pasillo. Desde la puerta de entrada hasta la mesa del Consejo
había una ligera pendiente, para que así los asistentes no
estuvieran todos a una misma altura.
Las paredes eran de un beige claro; en la de la izquierda había
escritas tres palabras: “Victoria, Magnificencia, Sabiduría”. En la
pared de la derecha también había escritas tres palabras plateadas,
como en la pared izquierda, que decían “Gloria, Fortaleza,
Inteligencia”. En el fondo de la sala, y encima del asiento central
(asiento del Presidente), se podía ver claramente una palabra
plateada que decía “Justicia”, encima de la cual había un gran
triángulo de color morado en cuyo interior se podía leer, en un
morado más intenso, “Supremo”.
En la esquina posterior izquierda de la sala, es decir, por detrás de
la mesa del Consejo, se podía ver una puerta de una sola hoja de
color marrón, de madera de haya. La iluminación de la sala estaba
constituida por unos paneles de energía solar, traslúcidos, situados
en las esquinas de la sala (las cuatro esquinas); además de estos
cuatro paneles había otros dos más, uno en el centro del techo y
otro en forma rectangular situado encima de la mesa presidencial.
Fut se encontraba en la entrada de la Sala del Consejo y tras él se
encontraba la puerta cerrada de la misma; al fondo, sentado en el
asiento presidencial, estaba su amigo y, a la misma vez,
presidente del país del día, Base.
Base vestía todo de color morado, cabello castaño, ojos marrones
claros, delgado pero fuerte de constitución física, mirada sin
fondo, expresión dulce pero, a la misma vez, pícara, estatura
superior al metro setenta e inferior al metro ochenta, voz firme y
suave al mismo tiempo y con movimientos armónicos.
Al ver sólo a su amigo Base, él se puso un poco serio, dado que
su amigo también lo estaba, y comenzó a caminar hacia donde se
encontraba Base. Cuando Fut llegó al final del pasillo, su amigo
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Base levantó su mano derecha indicándole que se detuviera. Este
gesto le hizo a Fut recordar la visión que tuvo en el parque
(cuando el rayo partió el árbol en dos partes); ahora comenzaba a
comprender todo y se detuvo.
Transcurridos unos segundos, Fut le dijo a Base:
- ¡Estás muy serio! ¿Dónde están los demás miembros?
Base le respondió con una voz muy profunda y seria:
- ¡Siéntate!
De forma seca, respondió Fut:
- Si puedo escoger, prefiero estar de pie.
- ¡Cómo tú quieras! Los demás miembros no están porque hemos
decidido que sea yo quién te lo diga.
Se produjo una leve pausa, pero Fut escuchaba muy atentamente a
su amigo, quien continúo hablando:
- Tras examinar tu expediente, hemos decidido la pena máxima.
Fut, muy asombrado, responde:
- ¡La muerte!
Se produjo un largo silencio durante el cual ambos se miraron con
tristeza. Finalmente Base rompió dicho silencio para decir:
- Gracias a mi voto como presidente sólo has sido condenado al
destierro del país del día.
Base agachó la cabeza y dejó de hablar, mientras que Fut no podía
dar crédito a lo que habían oído sus oídos. Fut estaba atónito.
Finalmente se recuperó de lo que su amigo le había dicho y, de
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una forma muy espontánea, le dijo: “Vaya broma que gastáis los
del Consejo”.
- No es broma, es un fallo y en firme (ya no se puede cambiar), es
un fallo sin recursos posibles -respondió Base.
Fut no sabía qué decir, siguió escuchando a Base.
- Como amigo tuyo que soy, en calidad de presidente del Consejo,
te lo digo yo; si hubiese sido otro, aún sería peor. Serás
desterrado, aunque conservarás todos tus conocimientos y algunos
de tus poderes. Serás apartado de tus hermanos y no podrás
regresar a tu país hasta que te sea levantado dicho destierro.
- En contra de mi voluntad, acepto el fallo, nunca mejor dicho, de
este Consejo. ¿Puedo pedir una gracia?
Base le miró con vehemencia y le respondió:
- ¿Cuál?
- Pido que no me pongáis vigilancia durante el camino de mi
destierro.
- No tendrás escolta, pero no puedo dejar que no se cumpla la
Ley. Por eso te acompañaré yo mismo hasta la frontera de la tierra
de nadie, así nadie se dará cuenta de tu destierro.
Con voz resignada, Fut añadió:
- De acuerdo, mejor tú que otro.
Base se levantó e hizo un gesto con su mano derecha y le dijo a
Fut que le siguiera; éste le siguió. Salieron de la sala por la puerta
lateral derecha y se subieron a un coche gris de forma triangular.
El coche se levantó del suelo unos cincuenta centímetros y se
puso en marcha hacia la tierra de nadie; conducía Base y a su lado
estaba Fut. En un momento dado, Base le preguntó a Fut:
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- ¿Dónde quieres ir?
- ¿Acaso puedo elegir?
- Podemos ir directamente a la frontera o pasar antes por tu casa.
- A mi casa ¿para qué?
- Entonces, ¿no quieres ir a tu casa?
Fut respondió con una negación de cabeza.
- En ese caso iremos directamente a la frontera. Si piensas que
dejando tus cosas aquí te vas a olvidar de tu pasado, te engañas a
ti mismo; como siempre, nunca cambiarás.
Fut pensó “se está poniendo en plan paternal”. Entonces Base le
dijo:
- No soy tu padre, soy tu amigo.
- Has vuelto a leerme el pensamiento, como siempre.
- Te lo estoy leyendo desde que el emisario te dio la misiva en el
parque. ¿Quieres pruebas?
- No son necesarias, nos conocemos demasiado bien.
El coche no se tenía que parar en los controles porque llevaba el
distintivo del Consejo, y era conducido por la máxima autoridad
del país. Continuaron el viaje en silencio, hasta que dicho silencio
fue roto por Fut diciendo:
- No puedo ir al destierro con esta ropa, me gustaría cambiarme.
Base le miró con una leve sonrisa y le dijo: “Ya lo tenía previsto”.
Se miraron mutuamente y detuvo el coche en un campo solitario.
Se bajaron de la parte posterior del coche, Base sacó una túnica
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menos vistosa (era una túnica de color marrón, cinto y sandalias
también del mismo color y sin triángulo). Fut se cambió de túnica
y nuevamente volvieron a subir al coche, tras poner la virtuosa
(llamativa) túnica de Fut en el maletero del coche.
El resto del viaje transcurrió nuevamente en el más absoluto
silencio, hasta que Base le comunicó a Fut:
- Hemos llegado ya -la voz de Base se rompió.
- Entonces...
Su amigo no podía hablar, solamente hizo una afirmación con la
cabeza. Se encontraban en un campo donde había pocos árboles,
la vegetación era escasa. Frente a ellos había un camino de tierra,
muy bien conservado y cuidado. Base dio a un botón y la
ventanilla de Fut se bajó totalmente, señaló con su dedo índice de
su mano derecha, y le dijo:
- ¿Ves ese camino? Si lo sigues todo recto, aproximadamente a
unos trescientos metros está la frontera; los vigilantes ya saben de
nuestra presencia, no te harán ninguna pregunta.
Con voz desafiante, Fut exclamó:
- ¿Acaso no eres capaz de ejecutar tú mismo tus propios fallos?.
- En estos momentos tengo el corazón partido en dos, por un lado
estoy obligado a mandarte al destierro, y por el otro… -no pudo
continuar hablando porque volvió a romperse. Finalmente, tras
una leve pausa, pudo decir: “Cómo tú quieras”.
Base y Fut se bajaron del coche y anduvieron en silencio esos
trescientos metros que había desde el coche hasta la frontera.
Cuando llegaron a la frontera, los guardias, tras saludar a Base,
les dejaron pasar sin hacer ninguna pregunta como era de esperar.
Había un destacamento de cuatro soldados, los tres vigilantes
vestidos de túnicas amarrillas, cinto y sandalias también amarillas
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y triángulo plateado, y el oficial jefe del puesto fronterizo, el cual
vestía también todo de amarillo pero con un triángulo de color
verde. Dos de los soldados se quedaron al lado de la barrera
elevadora fronteriza; el otro se quedó dentro de la caseta.
El oficial jefe del puesto fronterizo acompañó a Base y a Fut hasta
la zona neutral. A unos treinta metros se podía ver una gran piedra
que indicaba el comienzo del bosque neutral. Base hizo una señal
con su mano derecha para que el oficial jefe se detuviera; éste la
vio y se detuvo, dejando que ambos hombres siguieran andando
hacia la gran piedra. En un momento dado, Fut se giró un poco
hacia su derecha y vio por última vez a su amigo Base, quien le
quiso dar un abrazo, pero Fut se apartó y le dijo:
- Así es mejor para los dos.
- Siempre estaré contigo, Fut.
Finalmente Fut se giró completamente, dando la espalda a su
amigo. Cuando traspasó la frontera, vio a su gran e íntimo amigo
con expresión muy triste. Fut continuó andando con pasos cortos
e inseguros. Vio con el rabillo de su ojo derecho cómo el vigilante
fronterizo cerraba la frontera, lentamente, y siguió su marcha
hacia esa gran piedra, que cada vez era más grande. Cuando dejó
atrás dicha piedra, sintió un gran estruendo.
Fut se volvió y vio una enorme muralla que, de tan alta, parecía
no tener fin, tanto en altura, como en longitud. Dicha muralla le
impedía ver el país del día: se quedó petrificado (como una
piedra) durante mucho tiempo, hasta que… una suave y fresca
brisa comenzó a acariciarle las tímidas lágrimas que recorrían por
su ausente rostro.
Entonces Fut comprendió que comenzaba para él una nueva etapa
en su vida. Se volvió dejando atrás la gran muralla de su pasado,
viendo frente a él un camino de tierra. Dicho camino estaba
bordeado -a cada lado- por muchos árboles. Sin mirar hacia atrás,
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comenzó a andar su nuevo camino, con pasos cortos, inseguros y
con la cabeza cabizbaja.
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Capítulo 2
La decisión
El bosque neutral está situado entre los tres países; es decir, entre
el país del día, el país de la tarde y el país de la noche. Este
bosque es muy extenso, debido a que está situado en el centro del
Reino. En dicho bosque abundan los pinos, robles, encinas y
hayas, además de una rica vegetación y flora.
Un lago central; dicho lago se alimenta de las aguas freáticas del
subsuelo. Una espesa vegetación lo cubre casi todo, excepto los
pocos caminos que hay; solamente hay dos, uno va desde el país
del día hasta el país de la tarde. En el margen del mismo camino
hay una vieja cabaña, la cual siempre está preparada para recibir a
cualquier persona (siempre tiene comida dentro y un par de
mantas para soportar el frío de la noche). Todos los animales son
pacíficos y vegetarianos: pájaros, conejos, liebres, jabalíes, lobos,
caballos salvajes y otros muchos.
El bosque neutral está casi siempre sin habitantes, pero ahora
había un hombre caminando, con pasos cortos e inseguros, por el
camino que conducía hacia el país de la tarde. La bifurcación que
conducía al país de la noche quedaba aún muy lejos.
Tanto a su izquierda como a su derecha había contínuamente
árboles y una espesa y abundante vegetación, el camino era de
tierra, podía sentir el trinar de los pájaros, el ruido que hacían
algunos animales cuando se movían por detrás de la vegetación. A
veces el camino era cruzado por liebres, piaras de jabalíes y lobos.
Fut iba tan metido en sí mismo que no se daba cuenta de lo que
pasaba a su alrededor.
De pronto levantó la cabeza y pudo ver que se le estaban
aproximando, desde lejos, dos siluetas. Al principio no podía
distinguirlas muy bien, pero, poco a poco, ambas siluetas se le
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aproximaban. Al principio sintió miedo, pero luego pensó que
“después de lo que me ha ocurrido”, ya le daba todo igual, tanto si
eran dos ladrones como si fueran dos viajantes.
No apartaba la vista de aquellas dos siluetas y finalmente vio que
eran dos hombres: uno alto, el otro un poco más bajo. Ellos iban
hablando entre ellos, de vez en cuando señalaban hacia Fut.
Tantas señales hacían ellos que Fut se puso en guardia (a la
defensiva).
Cuando los tres hombres estuvieron de frente, el más alto, que
vestía túnica de color negro -como el resto de su vestimenta-, de
ojos negros, cabello liso pero también negro en media melena,
delgado pero fuerte, superaba en unos centímetros el metro
noventa, de mirada profunda y con sonrisa socarrona, era el
emisario del país de la noche, le dijo a Fut:
- Muy buenas tardes, señor.
Fut le devolvió el saludo exactamente de la misma manera.
- Muy buenas tardes, señor.
El otro hombre era un poco más bajo, superaba el metro setenta
pero no llegaba al metro ochenta, vestía túnica de color marrón, al
igual que el resto de sus complementos, sandalias y cinturón, sus
cabellos eran de color castaño, ojos marrones, de complexión
normal, y su semblante era serio: era el emisario del país de la
tarde.
Una suave brisa de aire fresco corrió por el pasillo que había entre
ellos, se hizo un silencio total, hasta que el hombre alto, vestido
de negro, habló:
- Me llamo Zu, y soy emisario del país de la noche. Nos hemos
enterado de que el país del día ha expulsado a un consejero.
A continuación habló el otro hombre y le dijo:
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- Me llamo Minar, y soy el emisario del país de la tarde.
Fut les miró y, con un gran dominio de sí mismo, les contestó:
- Me entero de esta noticia ahora mismo.
Ellos se miraron y sonrieron mientras miraban a Fut. Minar le
respondió:
- Sabemos que eres tú.
Fut, al principio se quedó fijamente mirando a los dos hombres y,
en un arranque espontáneo, comenzó a reírse. Su risa fue
acompañada por sus dos visitantes durante un rato, hasta que Fut
dejó de reírse y exclamó en un tono un poco serio:
- ¿Qué queréis?
- Como emisario del país de la noche tengo una oferta que
hacerle.
- Yo, como emisario del país de la tarde, también tengo una oferta
que hacerle.
Fut miró a su izquierda y vio una cabaña de madera de pino,
debajo del porche de la cual había un asiento. Como estaba un
poco cansado de tanto caminar, les propuso ir a la cabaña. Ellos
asintieron con las cabezas y se fueron los tres hacia allí.
Cuando llegaron los tres a la cabaña, Fut se sentó en el asiento,
invitó a sus dos acompañantes a que hicieran lo mismo, junto a él,
pero ellos declinaron la oferta muy amablemente, diciéndole “no
gracias, nosotros no estamos cansados”.
- Como emisario del país de la noche, le hago saber mi oferta.
Fut lo miró con la máxima atención.
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- Usted es el siguiente consejero. Además de los conocimientos
que ya tiene, tendrá los nuestros; recuperará todos sus poderes y
nosotros le daremos aún más, tendrá todo lo que nos pida;
solamente tiene que venirse conmigo.
- Yo, como emisario del país de la tarde, solamente le puedo
ofrecer hospitalidad y un lugar tranquilo, donde podrá encontrar
de nuevo la paz de su corazón. Usted compartirá con nosotros sus
conocimientos y nosotros compartiremos nuestra paz con usted.
- Ambas ofertas son muy interesantes y dignas de una meditación
-les respondió Fut.
- Pero una es mejor que la otra –replicó Zu.
Minar miró muy serio a Zu.
- Tranquilo, Minar, solamente era una opinión personal -sin dejar
su sonrisa socarrona.
- He sentido a los dos muy atentamente. En estos momentos estoy
cansado y un poco confuso, me gustaría tener un tiempo para
tomar una decisión firme.
- ¿Cuánto tiempo? –le preguntó Minar.
- No sé ahora mismo.
A lo que añadió Zu:
- Para un antiguo miembro del Consejo del país del día... con un
mes tendrá suficientemente.
- Es poco tiempo -observó Minar.
- Es el tiempo justo. Volved dentro de un mes y tendréis mi
respuesta en firme -aseguró Fut.
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- ¿Supongo que estarás aquí? –le preguntó Minar.
- ¿No has oído hablar de la palabra de honor de los consejeros, mi
amigo Minar? -le inquirió Zu.
- Aquí estaré. Ahora me gustaría estar solo, por favor.
Entonces ellos dos le saludaron y se fueron por el mismo camino
por el que habían venido, dejando solo a Fut, sentado en el asiento
de la cabaña que estaba debajo del porche de la misma. Mientras
reposaba, veía como se iban los dos emisarios, apoyó su cabeza
contra la pared de madera de la cabaña y dejó que la brisa le
acariciara su cara.
Mientras tanto, por el camino Zu le dijo a Minar:
- Vaya oferta que le habéis hecho.
- Es una buena oferta.
Zu, en un tono muy seguro y terminando en una socarrona
sonrisa, le volvió a decir:
- La nuestra es mucho mejor, por eso estoy seguro de que no
aceptará vuestra oferta.
- Pero la mía es de paz y reposo.
- Así es, estimado Minar, pero nuestra oferta es de poder y de
ambición. Fut, en el fondo, es ambicioso y por eso aceptará
nuestra oferta.
Finalmente llegaron a una bifurcación, es decir, a un cruce de
caminos; por el lado izquierdo comenzaba el camino que
conducía al país de la tarde. Minar miró a Zu y le dijo:
- Hemos llegado al final, cada uno debe volver a su país. Nos
veremos aquí dentro de un mes.
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Minar y Zu se miraron. Zu se despidió con su típica sonrisa
socarrona; Minar simplemente inclinó su cabeza. A continuación
cada uno cogió el camino que les llevaba a sus países respectivos.
Fut continuó sentado en el asiento de la cabaña. Se estaba
haciendo de noche cuando se levantó un poco de fresco, y entró
por primera vez en el interior de la cabaña. Puso su mano derecha
sobre el pomo de la puerta y lo giró hacia la derecha, a
continuación empujó la puerta hasta abrirla; pudo ver cómo era
por dentro.
En el centro había una mesa de madera, frente a ella vio una
chimenea construida de piedra de color marrón oscuro, a cuyos
lados había alineadas unas estanterías, donde alguien había puesto
una linterna solar, junto a los platos, etc.
En el lado izquierdo de la chimenea estaba colgada de la pared,
mediante un enganche, una sartén mediana, y junto a la misma
colgaba una olla también de tamaño mediano. En la pared del
fondo de la izquierda había una hermosa cocina de energía solar,
la cual lucía con mucho brillo, dado que estaba muy limpia.
Solamente tenía un poyo en su lado derecho.
Encima de dicho poyo también había otro armario de haya, pero
éste era de una sola hoja. La placa de la cocina era de color gris
perla, tenía tres fuegos, uno pequeño a la izquierda, uno mediano
a la derecha y, por último, el fuego petrificado más grande estaba
situado en la placa superior de la placa, exactamente en el centro.
Fut se adentró un poco más y contempló su futura cama durante
un mes, que era también de madera, como el resto de la cabaña;
tenía algo parecido a un colchón, lo tocó con sus manos: ya se
había movido por el interior. Aquella masa azulada era en
realidad un duro colchón de plástico.
Fut pensó para sí mismo “menos mal que duermo sentado”,
cuando terminaba la cama. Aproximadamente a un metro de
distancia de la cama y a una altura de un metro veinte, había una
22
ventana de dos hojas, las cuales estaban entreabiertas y por cuya
abertura entraba la luz de la luna; hacía una noche con luna.
La cabaña carecía de instalación propia, por eso tenía una linterna
solar que se encendía cuando se le daba al botón de encendido, el
que era de color verde. Abrió las dos hojas de la ventana y dejó
que la luz de la luna entrara al interior de la cabaña. A
continuación Fut se dirigió hacia la cocina y abrió el armario
superior; en su interior había comida enlatada, de todo tipo de
comida. Abrió el armario inferior y en su interior solamente había
material de limpieza. Entonces le vino a la memoria que fuera
había un pozo de donde se podía sacar agua.
Cerró el armario inferior, sacó una lata de garbanzos y otra de
tomate frito, las puso sobre el poyo, cerró el armario superior,
anduvo un poco hasta coger la linterna solar y cogió un cubo que
había en el suelo (el que estaba debajo de la sartén y de la olla).
Antes de salir al pozo, vio la desnuda pared de madera que tenía
frente a él: era la pared que estaba entre la puerta y la pared de la
chimenea; alzó la cabeza hacia arriba y contempló el techo de
madera en forma triangular. Pensó para sí mismo: “Al menos
tengo un cobijo donde pasar estos días, y está limpio”. Aquella
fue su primera noche.
Se preparó una cena muy ligera a base de frutas, se iluminó con la
lámpara, puso los cubiertos encima del poyo y cenó. Después se
sentó sobre el colchón, con las piernas cruzadas, pero antes había
puesto la manta entre el colchón y sus piernas para así no sentir la
dureza del colchón. La ventana se la dejó abierta, la lámpara la
tenía ya apagada, comenzó a meditar en las dos ofertas que le
habían hecho los dos emisarios y, sin darse cuenta, se quedó
dormido.
A la mañana siguiente, el cantar de los pájaros hizo despertar a
Fut junto a las primeras luces del día. Su cuerpo estaba un poco
anquilosado, tuvo que esperar unos 10 minutos para que se
pusieran sensibles sus articulaciones, para poder comenzar así un
nuevo día.
23
Lo primero que hizo después de asearse fue dar un largo paseo
por el bosque cercano a la cabaña, durante el cual recogió comida
del bosque (frutas, principalmente, y algunas hierbas): también
pudo ver la numerosa fauna: pájaros de todos los tamaños y
colores, conejos, liebres, jabalíes solos o en compañía de otros
jabalíes, caballos salvajes (algunos eran pequeños y de color
blanco, otros eran de todos los colores y más grandes), lobos,
zorros, linces, serpientes, ratas pequeñas de campo de color gris y
muchos insectos y hormigas.
Después de sus largos paseos matinales, volvía de nuevo a la
cabaña con las frutas y hierbas que había cogido, ponían sus
recolecciones matinales dentro del armario superior y limpiaba el
interior y el exterior de la cabaña. Le gustaba mucho el orden y la
limpieza; cuando lo tenía todo limpio y en orden, volvía a dar otro
nuevo paseo; pero éste muy cerca de la cabaña. Después del paseo
comía y luego meditaba sobre las ofertas de los emisarios.
Una vez realizada la meditación, limpiaba los restos de la comida,
se sentaba en el asiento de la cabaña, y allí pasaba el resto del día,
hasta que llegaba la noche. Siempre se quedaba dormido un rato,
durante el cual volvía a tener recuerdos e imágenes de su pasado.
Fut tenía largas y profundas meditaciones, sabía de las
consecuencias que tendría si escogía una u otra oferta, tanto para
él como para el país a donde se fuera a vivir.
Cuando era de noche se metía en la cabaña, cenaba y, tras limpiar
la cocina y la mesa, se sentaba de nuevo en la cama, y así se
quedaba dormido, meditando profundamente sobre las dos
ofertas. Su expresión era siempre perdida y concentrada, y
finalmente pasó el mes.
Cuando llegó el decisivo día, Fut se encontraba sentado en el
asiento de la cabaña, el que estaba debajo del porche de la cabaña.
Vio nuevamente a los dos emisarios que se aproximaban hacia él
con pasos firmes y cortos; vestían con las mismas ropas que
24
llevaban en el primer encuentro. Cuando llegaron a su altura, Zu
estaba a su izquierda y Minar a su derecha.
-¿Cuál ha sido tu decisión, consejero? –le preguntó primero
Minar.
Fut miró a los dos emisarios con expresión perdida y respondió:
- Me llamo Fut y he decidido irme con Minar; es decir, me voy al
país de la tarde.
Zu, con su socarrona sonrisa, le respondió:
- Nosotros, los del país de la noche, respectamos tu decisión, pero
si algún día cambias de opinión, siempre tendrás un lugar entre
nosotros.
Fut sabía que Zu tenía una carta escondida. Zu, muy cortésmente,
se despidió de Fut y de Minar, y se alejó por el camino por el que
había venido acompañando a Minar.
Ahora se quedaron ambos solos. Fut estaba mirando hacia el
suelo y Minar no le dejaba de observar, así estuvo durante unos
minutos, hasta que Minar dice: “¿A qué esperamos?”. Fut levantó
la cabeza y le dijo: “No espero nada. Aunque esté con vosotros,
mi corazón estará siempre en otro lugar”.
- Lo comprendemos, es natural –le respondió Minar.
Finalmente se levantó del asiento y ambos empezaron a andar por
el camino que conducía al país de la tarde.
Comenzaron a caminar dejando atrás la cabaña y en enseguida
estuvieron en el camino, el cual era de tierra. Había muchos
árboles a cada lado y una gran vegetación; solamente se oía el
trinar de los pájaros y algunos ruidos entre la vegetación,
producidos por los animales. De vez en cuando, algunos jabalíes,
25
liebres u otros animales se les cruzaban por el camino, pero todos
los animales eran pacíficos.
En un momento dado, Fut se detuvo bruscamente y se dirigió
hacia unas malezas, una vegetación alta y espesa de plantas.
Minar se le quedó mirando. Fut, quieto, hizo un gesto con su
mano derecha y Zu salió lanzado de las malezas para caer en el
centro del camino.
- Sabía que tenías algunas cartas escondidas –le dijo Fut.
- Vosotros, los del país del día, siempre sois los mismos -le
respondió Zu.
Apareció en la mano izquierda de Zu un gran palo de hierro, el
cual fue lanzado contra Minar, pero Fut lo detuvo con su mirada y
lo desvió hacia el fondo de otras malezas del camino.
Minar comprendió que estaba siendo testigo de un combate entre
dos fuerzas opuestas, se retiró a un borde del camino muy
asustado, dejando el camino libre para ellos dos.
Ambos, Fut y Zu, se pusieron el uno frente al otro, a una distancia
de unos siete metros. Zu levantó sus manos, extendiendo sus
brazos y mostrando las palmas de sus manos hacia Fut, le envió
una gran llamarada de fuego, pero… Fut desapareció. Cuando el
fuego se fue, nuevamente volvió a reaparecer.
Minar no puedo dar crédito a lo que estaba viendo.
Después, Fut hizo lo mismo que Zu con sus brazos y manos.
Ambos levitaron (estaban levantados del suelo) aproximadamente
medio metro, y así estuvieron un largo periodo de tiempo, hasta
que Zu dijo:
-Nos volveremos a encontrar, esto ha sido una prueba, solamente,
para probar tus poderes.
Y a continuación, Zu desapareció.
26
Fut volvió a su posición normal, es decir, volvió a tocar suelo y se
dirigió a Minar.
- Minar, no has visto nada, esto ha sido solamente una pequeña
prueba. -Minar asintió afirmativamente con la cabeza-. Me decidí
por vuestra oferta porque sólo busco paz en mi corazón.
- Entonces la encontrarás en mi país, no tendrás que hacer nada de
lo que he visto hace un momento.
- Eso espero, hermano Minar.
- ¿Cómo hacéis eso de desaparecer y aparecer?
- Es muy fácil: la complementación de las dimensiones espacio-
tiempo no es lineal, sino dual.
- ¿Cómo? No lo comprendo.
- Ya te lo explicaré a su debido momento.
Fut y Minar se miraron y se rieron. Después reinó entre ellos un
profundo silencio, que fue roto cuando Minar dijo:
- Hemos llegado ya.
27
Capítulo 3
El nuevo hogar
Minar y Fut llegaron al río, el que marca el final del bosque
neutral y el comienzo del país de la tarde. El río es tan claro que
se pueden ver las piedras del fondo, así como los peces, que son
de colores variados. No es un profundo río, pero si ancho, es
decir, sus orillas se distancian un poco, solamente un hermoso
puente plateado une ambas orillas.
- En la otra orilla empieza mi país -le comentó Minar.
Fut se lo quedó mirando fríamente, como siempre, y no dijo nada.
A continuación cruzaron el puente y se encontraron ambos en el
país de la tarde.
- Bienvenido a mi país, hermano.
Fut solamente le respondió con un tono seco:
- Gracias.
Fut se quedó mirando todo el alrededor y preguntó a Minar:
- ¿Cómo es que no hay vigilantes?
- Los vigilantes los tenemos en la frontera con los de la noche,
que son nuestros verdaderos enemigos.
- ¿Y nosotros no?
- Ya conoces tú muy bien la historia, no te hagas el ignorante.
28
- Es cierto, hace ya mucho tiempo que hay paz entre nosotros,
pero aún estamos muy distantes.
- Tú ya no perteneces a tu país, ahora eres uno de los nuestros.
Debemos continuar caminando, estamos muy cerca de la ciudad
de Imaf, donde descansaremos unos días. Luego partiremos hacia
la capital, Quimenix.
Comenzaron a caminar por un amplio camino con árboles muy
altos a cada lado, con vegetación abundante que unía unos árboles
con otros; los árboles más abundantes eran hayas, pinos y robles.
Era un bosque muy espeso, los aromas de las flores se hacían cada
vez más intensos; de vez en cuando se veía algún animal, como
ciervos, pero sobre todo se oían el trinar de los pájaros.
- Nunca pensé que habría tanta belleza en tu país –le comentó Fut.
- Nosotros sabemos conservar y vivir en armonía con la
naturaleza.
Cuando Minar hubo acabado de decir estas palabras, salieron al
camino, a una distancia de unos diez metros, frente a ellos, dos
hombres armados (visten todo de color marrón). Uno llevaba una
espada en el cinto y una lanza, el otro solamente una lanza. Fut se
puso en plan defensivo.
Pero Minar le dijo:
- Tranquilo, son nuestros guardias.
Cuando los militares estuvieron frente a Minar y Fut, el que tenía
la lanza y la espada, y que también tenía un pequeño distintivo
circular plateado sobre sus hombros, se dirigió de una forma muy
respetuosa hacia Minar y le dijo:
- Somos la escolta enviada por nuestro Presidente Tamur, señor.
- Entonces llevadnos hasta Imaf.
29
El militar que únicamente llevaba la espada se puso a sus espaldas
después de hacer un saludo a Minar, mientras que el otro militar
se puso a la cabeza; en medio de los dos militares van Fut y
Minar.
Los cuatro hombres comenzaron a caminar hacia la segunda
ciudad más importante del país de la tarde, y capital de la
provincia occidental de dicho país. En Imaf vivía el
vicepresidente, que se llama Nobear.
El militar que iba delante y tenía el pequeño distintivo plateado
sobre sus hombros era alto y delgado, con expresión muy seria; en
cambio el militar que cerraba la comitiva era bajo, gordo, y su
expresión era mucho menos seria que su superior.
Reinaba un silencio absoluto entre ellos hasta que Fut preguntó a
Minar:
- ¿Son de confianza?
Minar le sonrió y le respondió:
- Mira que eres desconfiado... Si no te hubiera avisado de que
eran nuestros hombres, les hubieras hecho lo mismo que a Zu.
- A punto he estado. Y deja de tratarme como a uno de los
vuestros, algún día volveré a mi país, amigo mío.
- Estás soñando, cuando despiertes de tu sueño pensarás, sentirás
y actuarás como uno de nosotros.
Tras dejar atrás una curva pudieron ver un valle al fondo, en el
centro del cual estaba la ciudad de Imaf. Imaf se hallaba,
aproximadamente, como a una hora de camino; el cielo era azul
claro, sin nubes, un abrasador sol caía sobre ellos.
30
La ciudad de Imaf estaba dividida en dos partes por un río que
descendía de las montañas del norte, el resto era todo llano. El río
dejaba Imaf por su parte este. Aunque aún no estaban cerca de la
ciudad, se podía distinguir un mosaico de colores, pues cada casa
tenía un color diferente.
Antes de llegar a Imaf, Minar dijo a modo de comentario:
- Si hiciera un poco de brisa, el camino sería más cómodo.
Fut se lo miró. Después de unos minutos, se levantó una suave
brisa, la que hizo más cómodo el camino restante hacia Imaf.
A Fut le sorprendió mucho el aspecto tan colorido de Imaf y,
finalmente, le preguntó a Minar:
- ¿Por qué se parece a un arco iris?
- Porque cada casa y edificio están construidos por una mezcla de
materiales y la proporción de dicha mezcla no es igual en cada
casa, por este motivo, y según la luz del día, cada casa tiene un
color y tono diferente.
Todo en Imaf era diferente. Él, muy interesado, dijo:
- Es que hay más cosas diferentes...
Los puentes son dorados, plateados, o de ambos colores.
- Tenéis una ciudad muy especial.
La escolta se detiene. El militar que iba delante se volvió hacia
Minar y le dijo:
- Señor, estamos en Imaf. Espero órdenes de usted, señor.
Minar, muy serio y con voz de mando, profunda le responde:
31
- Volved al cuartel, nosotros continuaremos el camino hacia la
casa del Delegado Presidencial.
Entonces ambos militares se encuadraron ante Minar y, tras decir
“a la orden de usted”, se adentraron en la ciudad, dejando a Minar
y a Fut solos, en la entrada de Imaf.
Las casas y los edificios eran cada uno de un color diferente.
Minar y Fut entraron por la parte sur de la ciudad, donde vivía la
población civil. Las casas tenían todas dos pisos; las ventanas de
las casas eran amplias y eran de dos hojas; las puertas de las casas
eran de madera todas, algunas eran de color marrón oscuro, otras
eran más claras.
La población civil viste toda con túnicas y cintos (cinturón de la
cintura) de color marrón, y los niños llevan sandalias plateadas
verdes. Los militares, tanto si están cumpliendo funciones de
militares como de policías, visten todos de marrón. En el país de
la tarde, la defensa (ejército), como el orden interno (policía), la
lleva los militares. Los coches del país de la tarde funcionaban
también con energía solar, pero no estaban tan avanzados como
los del país del día, por eso no volaban. No podían volar y eran de
tres colores, azules para la población civil, marrón para los
militares y plateada para los miembros de la Asamblea y sus
familiares.
Por las calles de Imaf se podían ver animales como en cualquier
otra ciudad, como perros, gatos y, en algunas ventanas, estaban
colgadas algunas jaulas de pájaros, de todos los tamaños y
colores.
Los parques eran pequeños. En cada uno había una fuente en el
centro; sus bancos eran de diversos colores también y estaban
situados bajo las sombras de los árboles, para así protegerse las
personas del sol. Estos parques tenían cuatro entradas, porque
tenían cuatro jardines hermosos, que los separaban de las aceras
de color gris plateado. Sus fuentes eran de un azul marino con
puntitas plateadas y echaban agua de todos los colores por sus
chorros.
32
- Me gusta mucho la ciudad.
- Nuestro destino final es la capital, Quimenix, aquí solamente
estaremos unos días -le comentó Minar.
Imaf era una ciudad muy tranquila. Las personas iban por sus
calles sin prisa alguna; unos compraban, otros estaban sentados en
los bancos de los parques viendo a sus hijos pequeños jugar, y
otros simplemente paseaban solos. La circulación era fluida y
estaba dirigida por los policías-militares.
Minar y Fut se dirigían hacia la casa del Delegado Presidencial.
- ¿Por qué llevan sandalias de diferentes colores? -preguntó Fut.
- El presidente viste todo de color blanco y el vice-presidente
viste todo de color blanco menos las sandalias, que son naranjas.
Los miembros de la Asamblea visten sandalias amarillas y el resto
es todo de color blanco; los consejeros visten todo de color azul.
Los militares visten todo de color marrón; esto en cuanto a los
cargos. En lo que se refiere a la población civil, todos los adultos
mayores de 25 años visten también de marrón, pero llevan las
sandalias de color verde; los jóvenes entre 16 y 25 años llevan las
sandalias de color dorado, y los niños menores de 16 años sus
sandalias son de color plateado; en cuanto a la graduación te la
explicaré mañana.
- Ahora comprendo la variedad de colores de las sandalias.
- Ya hemos llegado.
Frente a ellos había una casa de tres pisos, de color naranja, con
una amplia puerta de dos partes de madera oscura; y con unos
grandes ventanales en cada uno de los pisos superiores (dos
ventanales por cada piso). Minar llamó al picaporte unas cuantas
veces de forma muy suave y en unos momentos se abrió media
puerta. Un hombre un poco mayor, con cabellos blancos, ojos
33
marrones, con arrugas en la cara, alto, delgado, con expresión
dulce y vestido todo de color marrón, dijo:
- ¿Quiénes sois?
- Soy Minar y vengo en misión presidencial.
Entonces el portero les hizo un gesto para que entraran, y ellos así
lo hicieron. Entraron en un recibidor, en el que había, en su lado
derecho, una mesa pequeña de madera de pino, con su respectiva
silla, también de madera.
Frente a la mesa, a su lado izquierdo, sólo había el cuadro de una
batalla, y encima de una puerta que estaba abierta se podía ver un
pasillo, del que colgaba, en su lateral derecho, un mapa del país
de la tarde con unas letras que Fut no entendía.
- Sigan este pasillo todo recto, el Señor Delegado Presidencial ya
les está esperando -dijo el portero. A continuación hizo una señal
a los soldados del pasillo para que les dejaran pasar.
En el pasillo había muchas puertas a cada lado; en cada puerta
había un militar haciendo guardia y, entre puerta y puerta, había
retratos de militares. Entonces Fut comprendió que aquella no era
una casa normal, y ciertamente así era, se encontraba en la
residencia de la segunda autoridad del país de la tarde.
Anduvieron unos cuantos metros más, cuando repentinamente se
abrió una puerta. De ella salió al pasillo un hombre de unos
cincuenta años, alto, de cabellos rubios, ojos azules, constitución
corporal fuerte, de facciones un poco rudas, las cuales estaban
acentuadas todavía más porque tenía una herida en su pómulo
derecho, y vestía todo de color blanco menos las sandalias que
eran de color naranja.
Con pasos firmes se dirigió hacia Minar y Fut. Los soldados se
encuadraron a su paso frente a ellos; cuando llegó a su altura,
Minar también se encuadró, se puso firme. Así fue como Fut
34
conoció a la segunda autoridad del país de la tarde, que se llamaba
Nobear.
- ¡Descanse! -ordenó Nobear.
Y así lo hizo Minar.
- Señor Delegado Presidencial, le presento a Fut.
Fut le hizo un saludo con la cabeza. Nobear sonrió y le dijo:
- Veo que es usted un hombre de mando.
- Lo fui, señor.
De una manera muy amable, Nobear les hizo un gesto con su
mano derecha para que le siguieran hasta la puerta que estaba
abierta; finalmente los tres hombres entraron en la habitación.
En dicha habitación había un gran mapa del país de la tarde; al
fondo, delante de dicho mapa, se podía ver una mesa de madera
oscura y, entre la mesa y el mapa, había una silla muy cómoda de
color oscuro. Frente a la mesa había dos sillas no tan cómodas,
como la que había entre el mapa y la mesa, que también eran de
color oscuro.
Tanto a la izquierda como a la derecha, había unos grandes
armarios llenos de muchos papeles y archivos. Un ventanal
grande facilitaba la luz natural en la habitación y, en el techo, una
lámpara sustituía a la luz natural cuando se hacía de noche.
Nobear se adelantó, se puso al lado de su silla oscura cómoda e
invitó a que tomaran asiento Minar y Fut. A la izquierda de
Nobear se sentó Minar y a su derecha Fut.
- En el nombre de mi Presidente, le doy la bienvenida a nuestro
país -habló Nobear.
35
- Tengo muchas preguntas que hacer, señor -le siguió Fut.
- Con su permiso, señor.
Nobear asintió afirmativamente a Minar con la cabeza y éste
continuó hablando:
- Fut, mi misión es prepararte para el encuentro con nuestro
Presidente Tamur, en Quimenix.
- ¿Cuántos días vais a estar aquí? -preguntó Nobear.
- Solamente dos días, señor. Mañana le preparo y le informo
sobre nuestras costumbres; al otro día partimos hacia la capital.
Nobear tenía una herida en el pómulo derecho, la cual llamó la
atención de Fut, y por ella le preguntó:
- ¿Cómo se hizo usted esa herida, señor?
- Fue en una batalla, contra los de la noche, hace ya unos años.
- ¿Me permite que le ponga mi mano derecha sobre la herida?
Nobear hizo un gesto de asombro. Minar, que se dio cuenta de la
situación, rápidamente le dijo a Nobear:
- Yo de usted me dejaría...
Por un momento, el Señor Delegado Presidencial se quedó sin
saber qué decir, pero finalmente dijo a Fut:
- Bueno, usted mismo.
Fut se levanta, tras dejar atrás el borde de la mesa oscura, se
acercó a Nobear, le puso su mano derecha sobre su herida y
posteriormente dijo: “En el nombre del Supremo”. Una vez dichas
estas palabras, se volvió a sentar en su silla. Minar hizo una
expresión de asombro al ver la cara de Nobear sin ninguna herida.
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Tanto se asombró Minar que asustó a Nobear, el cual, en un tono
un poco asustado, le dijo a Minar:
- ¿¡Qué ocurre, Minar!?
- Señor, usted ya no tiene la herida en la cara.
Nobear se toca el pómulo derecho, luego sacó un pequeño espejo
de unos de los cajones de la mesa y comprobó que ya no tenía su
herida en su pómulo derecho; dijo muy asombrado y dirigiéndose
hacia Fut:
- ¿Quién es usted?
- Fui… un consejero del país del día, señor.
Nobear miró a Minar y le preguntó:
- ¿Qué más cosas ha hecho Fut?
Minar le dice a Fut:
- Es mi superior, se lo tengo que decir.
Fut, de forma resignada, le respondió:
- Lo comprendo.
- Cuando veníamos fuimos atacado por Zu y Fut lo venció
solamente usando la mirada y sus manos.
- Entonces, ¿hubo combate físico?
- No Señor.
Aquella respuesta dejó atónito a Nobear que, cuando volvió en sí,
le dijo a Fut:
37
- ¿Puede dejarnos solos por un momento?
Fut, de una forma muy amable, le respondió:
- Claro que sí.
Se levantó y se quedó afuera en el pasillo, esperando a que saliera
Minar. Al poco rato, se le acercó un soldado con una silla y le
dijo:
- Señor, tengo orden de traerle esta silla.
Y se la dejó en el lado derecho de la puerta, porque en el
izquierdo había un soldado haciendo guardia. Fut se sentó y
esperó muy pacientemente a que terminara la entrevista entre
Nobear y Minar.
Mientras tanto, en el interior de la habitación, Minar le estaba
contando a Nobear lo que había sucedido en el camino.
- Quiero saber cómo venció al lugarteniente de Rumar.
- Sí, señor. Haciendo un gesto con su mano derecha, sacó a Zu de
unas matas, luego con su mirada impidió que Zu me hiriera con
un palo, porque lo detuvo en el aire, para luego lanzar dicho palo
a unas matas, todo esto con la mirada.
- Con su mirada...
- Sí, señor. A continuación se levantaron los dos del suelo, como
medio metro, y se pusieron el uno frente al otro, a una distancia
aproximada de unos seis metros.
Nobear le preguntó muy interesado:
- ¿Qué hacia usted?
- Me retiré a un lado del camino y me limité solamente a observar
lo que estaba viendo; no me lo podía creer, señor.
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- Lo comprendo; pero continúe, Minar.
- Cuando estaban los dos levantados sobre el suelo, Zu le lanzó
una llamarada de fuego que salió de sus manos, y Fut desapareció
antes que las llamas le diesen. Cuando Zu dejó de lanzar fuego
por sus manos, entonces Fut apareció nuevamente. Estuvieron
durante un rato los dos mirándose y levitados del suelo,
finalmente Zu desapareció.
- ¡Es asombroso! Siga usted si… hay más.
- Sí, hay algo más, señor. Cuando veníamos hacia Imaf, hacía
mucho calor, y Fut levantó una suave brisa que nos acompañó
hasta que entremos en la ciudad..., y ahora su herida.
Nobear estaba fuera de sí mismo, sabía que Minar no le había
mentido; pero le costaba creer. Tenía la prueba de su herida en la
cara. Le dijo a Minar: “Ahora mismo voy a hacer un informe de
todo lo que me has dicho y se lo enviaré directamente a nuestro
Presidente Tamur”. A continuación abrió un cajón de su mesa y
cogió una pequeña placa metálica de color azul marino, se la dio a
Minar y le dijo: “Enseñando esta placa, tendréis todo gratis en
Imaf, y cualquier necesidad que podáis tener, deberá ser resuelta
en el acto, hasta que lleguéis a Quimenix”.
Tras una breve pausa, Nobear continuó diciendo:
- Fut se debe quedar entre nosotros, sería el marido perfecto para
mi hija Sebatar. Ahora puede retirarse, no se olvide en utilizar
este salvoconducto presidencial que le acabo de dar.
- Sí, señor.
Se levantó y, tras saludar a Nobear, abandonó la habitación;
afuera estaba Fut, esperando pacientemente como siempre.
39
Al día siguiente, después del desayuno, salieron a dar un paseo
por la ciudad, tanto Minar como Fut vestían como civiles adultos,
para no llamar la atención.
- Ese es el edificio del cuartel militar, es un edificio de cuatro
plantas, de color verde. Ahora estamos en el barrio de los
militares, por eso casi todos los coches son de color marrón. Las
casas son de tres o dos plantas, con parques y zonas verdes entre
las casas.
Llegaron a un puente plateado que atravesaba un río muy
caudaloso.
- Fut, este río se llama Bioto, nace en las montañas del norte, y
divide la ciudad en dos partes; después continúa por la meseta del
país hasta llegar a la capital, Quimenix.
Cruzaron el maravilloso puente plateado, con el río debajo de él;
en las orillas del río había un gran y florido paseo, donde se
paseaban los imafcienses.
- Ahora estamos en la parte de los civiles, por eso las casas no
tienen más de dos plantas y casi todos los coches son de color
azul.
- Es una ciudad muy tranquila -observó Fut.
- No siempre fue así. Ese puente une la parte militar con la civil.
Tenemos otro puente también plateado que une la parte civil con
la industrial.
Continuaron dándose un buen paseo por el sector civil, como iban
vestidos de adultos civiles no levantaron curiosidad por parte de
los imaficienses. Finalmente llegaron al puente que unía el sector
civil con el industrial, Minar dijo:
40
- Este es el puente del cual te he hablado antes. Es hermoso, con
sus dos arcos plateados, pero no lo vamos a cruzar, seguiremos el
curso del río hasta llegar al puente principal.
- Tenéis un paseo muy bonito.
En el río había patos; entre el río y el paseo por el que paseaban
los imafcienses, había plantados, en hermosos jardines, unos
grandes árboles. Entre ellos había asientos de diferentes colores,
se sentía el cantar de los pájaros.
Mientras estaban caminando por el paseo que conducía al puente
principal, Minar se paró en seco y le dijo a Fut:
- ¿Te apetece un refresco?
A dicha invitación, Fut exclamó:
- ¡Es una buena idea!
Se aproximaron a un puesto de bebida y de tomar algunos
aperitivos, un pequeño bar en forma circular, con unas cuantas
mesas que estaban bajo un tejado de madera. Solamente había una
camarera, una chica joven alta, delgada, de cabello castaño, ojos
negros, y que vestía todo de marrón y sandalias doradas. Estaba
detrás de la barra del bar, la cual era de color azul. Las paredes
externas eran de color violeta y las internas eran de color naranja.
Ellos se sentaron junto a una mesa de afuera y en seguida vino la
joven y guapa camarera; en su mano derecha llevaba algo
parecido a un bloc y un bolígrafo.
- ¿En qué puedo serviros?
- Queremos dos palmeras, con dos lunas -le respondió Minar.
Ella lo apuntó y a continuación se retiró.
41
Minar, tenía frente a él a, Fut, el cual estaba sentado y mirando al
río, así estuvo hasta que, Minar, le comenzó a hablar.
-Minar: Te voy a explicar las graduaciones militares.
Entonces Fut dejó de mirar al río y puso su atención en Minar.
- Los soldados rasos visten todos de color marrón y no llevan
ningún distintivo. El superior de primer orden lleva en cada
hombro un pequeño distintivo circular, y tiene bajo su orden a 10
hombres. El superior de segundo orden lleva dos círculos
plateados, y tiene a 20 hombres bajo su mando. El superior de
tercer orden lleva tres círculos plateados y manda a 40 hombres.
Luego vienen los jefes: el jefe de…
Minar es interrumpido por la camarera, que viene con el pedido
que él le había hecho en una bandeja. En la bandeja había dos
copas con un líquido de color verde, las copas tenían la forma de
una palmera. También había algo parecido a dos trozos de pan, de
color blanco, y de forma de luna creciente; la camarera lo puso
todo con rapidez sobre la mesa, una copa y una luna para cada
uno.
- ¿Cómo vais a pagar?
Minar sacó del bolsillo de su túnica la placa metálica que le dio
Nobear; Fut no la pudo ver porque Minar no levantó su mano
sobre la mesa, sólo la pudo ver la camarera y él.
Al ver la placa, ella dijo:
- Ya comprendo -y se retiró dejando a los dos solos, tomando su
consumición.
Tras la breve interrupción de la camarera, Minar continuó
explicándole las graduaciones militares a Fut.
- Como te iba diciendo, el jefe de primer orden manda a 80
hombres, y lleva en sus hombros solamente un cuadrado dorado.
42
El jefe de segundo orden manda a 160 hombres, y lleva en sus
hombros dos cuadrados dorados. El jefe de tercer orden manda
sobre 320 hombres, y lleva en sus hombros tres cuadrados
dorados. El Supervisor, mando sobre todos los militares, lleva en
sus hombros una estrella de color azul con seis puntas.
- ¿Cómo se administra vuestro país? –preguntó Fut.
- Nuestro país tiene dos provincias: la occidental, en la cual
estamos ahora y cuya autoridad máxima es el Delegado
Presidencial que, actualmente, es Nobear; la provincia oriental es
la más importante, en ella está la capital, Quimenix, y reside “La
Asamblea”. En nuestro país solamente hay dos ciudades
importantes que son Imaf, capital de la provincia occidental, y
Quimenix, capital de la provincia oriental y también del país.
En Quimenix vive el presidente, que preside la Asamblea.
Esta asamblea está compuesta por seis miembros y el mencionado
presidente, los cuales cuentan con voz y voto. En cambio, los tres
consejeros que actualmente tiene la Asamblea únicamente tienen
voz; es decir, no pueden votar, sólo pueden aconsejar a los
restantes miembros de la Asamblea.
La autoridad máxima de nuestro país es la del Presidente,
que actualmente es Tamur; después viene la autoridad del
Delegado Presidencial, cuya autoridad es plena en la provincia
occidental, pero también se extiende, en según que casos, a la
provincia oriental. El Presidente es Tamur y el Delegado
Presidencial es Nobear.
- A ver si lo entiendo: son siete los miembros que tienen voz y
voto.
- Así es, Fut. Pero, en caso especial, el Supervisor, el jefe de todos
los militares, también tiene voz.
- ¿Cuánto duran los mandatos?
- Todos los cargos son vitalicios, para siempre.
43
- Entonces, ¿cuándo son cesados?
- Cuando mueren, o cuando abusan indebidamente del poder,
incluido el presidente.
- Cada vez me gusta más vuestro país, Minar.
- Finalmente acabarás siendo uno de nosotros.
Fut le sonríe.
- Me gustaría ver más cosas de Imaf –añadió Fut.
Minar y Fut se levantaron, se despidieron de la camarera con un
saludo, con sus manos, el cual fue correspondido con un gesto de
cabeza por parte de la camarera. Minar le hizo a Fut una
reverencia en tono de broma y le dijo:
- Lo que usted diga, mi señor.
Fut se río y le contestó:
- Estoy en tus manos, funcionario, o lo que seas.
Salieron del pequeño bar. Comenzaron a caminar por las
coloridas calles de Imaf; se habían salido del hermoso paseo del
río e iban en dirección hacia el puente principal de la ciudad.
Finalmente llegaron al puente principal, de tres arcos: el arco
central era dorado y los otros dos arcos eran plateados. Era el
puente más grande de la ciudad, pues unía la parte del sector civil
con el sector de la asamblea, donde estaban los edificios más
importantes de la ciudad; es decir, la casa del Delegado
Presidencial, la escuela y los edificios administrativos civiles.
Los rayos del sol hacían brillar el dorado y plateado puente,
haciendo unos hermosos efectos ópticos visuales con el agua del
río, donde estaban los patos y los bonitos peces de colores.
44
Ante tanta belleza, el callado y prudente Fut dijo: “¡Qué
maravilloso!”. Minar le cortó la inspiración cuando dijo:
- Crucemos el puente y vayamos a la casa del Delegado
Presidencial.
Cuando estuvieron por la mitad del puente se pararon ambos:
frente a ellos se podía ver la casa del Delegado Presidencial
perfectamente, y como a unos 200 metros de la casa Presidencial
estaba la escuela, a su derecha. A la izquierda de la casa
Presidencial estaban los edificios administrativos civiles, los
cuales estaban a una distancia de unos 300 metros.
Cuando se disponían a reanudar el camino, y cruzar finalmente el
Puente de la Asamblea (este era el nombre oficial del puente), se
sintió el grito de una mujer que decía:
- ¡Mi hijo!
Un niño de unos ocho años se había caído al río y no sabía nadar.
Todos se agolparon en torno al río, la mujer no paraba de gritar.
Todos ponían mucha atención al río, pero nadie veía al crío.
Minar se dio cuenta del cambio brusco que hizo Fut en su rostro,
pues se puso serio y tenso.
- Aquí el río es muy profundo -observó Minar.
- No puedo dejar que se ahogue –dijo Fut.
- ¿¡Qué vas hacer!? A lo mejor el niño está lejos del puente,
porque la corriente aquí es fuerte...
En un tono muy seco y profundo, Fut le dijo:
- Eso no importa.
45
Fut extendió ambos brazos hacia el río y cerró los ojos (las
personas seguían concentradas en el río). Un militar, que llevaba
un círculo plateado en sus hombros, se dio también cuenta de lo
que estaba haciendo Fut y se dirigió hacia él; entonces Minar le
enseñó el salvoconducto presidencial y el militar se detuvo junto a
ellos, sin hacer ninguna pregunta. El militar y Minar simplemente
se limitaron a ver lo que hacía Fut. Finalmente, la madre comenzó
a llorar por su hijo y, en ese mismo momento, Fut dio un gran
grito.
- ¡Silencio!
Todos miraron hacia Fut: vieron a un hombre vestido con una
túnica marrón, con los brazos extendidos en dirección al río. Fut
no se calló, siguió hablando:
- Vais a conocer el poder del Supremo.
Minar pensó para sí mismo “qué va a hacer ahora”.
Tras una breve pausa, Fut pronunció:
- En el nombre del Supremo… ¡niño, sal ahora mismo del río! -Al
instante, el niño salió del río.
No se quedó aquí el poder del Supremo, sino que el niño comenzó
a flotar en el aire y comenzó a dirigirse hacia los brazos de Fut.
Todos estaban asombrados, no daban crédito a lo que sus ojos
estaban viendo; finalmente el niño estaba en los brazos de Fut,
pero estaba inconsciente como consecuencia del agua que había
tragado.
Se lo dio al militar, quien cogió al niño y, dirigiéndose hacia
aquella pequeña y mojada criatura, volvió a gritar: “Niño, vive”.
Al instante, el niño volvió a la vida, comenzando a echar por la
boca toda el agua que había tragado.
46
- Será mejor que nos vayamos de aquí lo antes posible, Fut -le
advirtió Minar.
Todos estaban atónitos, no podían creer lo que habían visto.
- Tienes razón, Minar.
Minar y Fut comenzaron a abandonar el puente de la Asamblea en
dirección hacia la casa del Delegado Presidencial.
La madre era una mujer de unos treinta años que vestía de
marrón, con sandalias verdes, de estatura un poco baja. Con el
rostro triste, con lágrimas, cabellos de color negro y ojos
marrones, cuando vio a su hijo vivo en los brazos del militar, salió
corriendo hacia Fut.
Finalmente la madre alcanzó a Fut, se puso de rodillas y le dijo:
-¡Muchas gracias por haber salvado a mi hijo!
Fut se agachó (ellos dos estaban rodeados por los testigos de la
escena); otros se añadieron a través de las ventanas de la casa del
Delegado Presidencial. Nobear, desde una ventana, lo vio casi
todo, con voz baja y profunda dijo…: “Serás el marido de mi hija
Sebatar”, y a continuación se limitó a seguir mirando aquella
escena como el resto de los funcionarios desde otras ventanas de
la casa del Delegado Presidencial.
Fut levantó a la mujer del suelo y le dijo, una vez que estuvieron
los dos en pie:
- No soy nadie, para que nadie se arrodille ante mí, mujer. No he
dado vida a tu hijo, ha sido el… Supremo. El poder solamente lo
tiene él.
La mujer, con lágrimas secas en los ojos, no podía responderle,
simplemente se le quedó mirando, mientras Fut le sonreía.
47
El silencio entre Fut y la Madre fue roto cuando vino el militar
con el niño completamente sano y andando por sí mismo; se lo
entregó a su madre, ésta lo abrazó muy fuertemente mientras veía
como Fut y Minar se alejaban de la cercanía del puente, con pasos
rápidos y firmes, hacia la casa del Delegado Presidencial.
La madre le preguntó al militar:
- ¿Quién es ese hombre?
- No lo sé, señora, solamente sabemos que llegó ayer y que se
dirige hacia la capital.
- No corras tanto, Fut -le recriminó Minar.
- Salimos esta misma noche hacia Quimenix.
- De acuerdo, pero será de madrugada.
Entraron en la casa del Delegado y, nada más entrar, les estaba
esperando Nobear.
- He visto todo, o casi todo, lo ocurrido, por eso saldréis esta
misma noche hacia Quimenix, con una escolta.
Fut miró a Minar y le dijo:
- Es lo correcto.
Finalmente, Minar se dirigió a Nobear y le dijo:
- A su orden, señor.
Por razones obvias, no salieron más por Imaf, y esa misma noche
salieron hacia Quimenix, con una escolta de seis militares de
caballería: tres iban en la parte trasera del carruaje, vestían de
marrón y con una franja azul; los otros tres iban en la parte
delantera, también con una franja azul, la cual iba desde el
48
hombro derecho hasta la cintura izquierda. El militar que dirigía
la escolta tenía dos círculos plateados en cada hombro.
Antes de salir, Minar recibió un mensaje para el Presidente
Tamur, el contenido del cual sólo era conocido por el Delegado
Presidencial, es decir, por Nobear, y decía así:
«Señor Presidente:
El antiguo consejero del país del día, Fut, tiene poderes muy
poderosos, además de los ya mencionados en mi primera misiva.
Le comunico que he visto con mis propios ojos cómo sacaba a un
niño caído en el río Bioto, usando solamente unas palabras.
Recomiendo al señor Fut como maestro de la escuela de
Quimenix, de la cual mi hija Sebatar es directora.
Nos interesa saber lo que sabe Fut sobre el Supremo y que se
quede entre nosotros.
Recomiendo también a Minar para que sea nombrado alumno de
la escuela de mi hija, para que así continúe la amistad entre ellos
dos.
Firmado:
El Delegado Presidencial»
El camino hacia Quimenix lo hicieron por la noche, sin paradas,
por lo tanto llegaron al otro día.
Quimenix era una ciudad un poco más pequeña que Imaf, estaba
cruzada también por el río Bioto. Al sur de dicho río se situaban
los sectores civiles, industrial y el administrativo central del país.
49
En el sector norte solamente estaban los sectores presidencial,
militar y administrativos de la ciudad. El cuartel militar estaba
situado fuera de la ciudad; sus cuatro puentes eran todos de tres
arcos (el arco central era dorado, los dos restantes eran plateados).
Los puentes unían los diferentes sectores.
El edificio de la Asamblea era el único que tenía cinco plantas, los
demás solamente tenían dos o tres; la casa Presidencial era de
color amarillo.
La escuela de Quimenix era de color verde claro; tenía dos plantas
una de las cuales era residencial, dónde vivía su directora,
Sebatar, y dónde vivirían Minar y Fut: Minar como alumno y Fut
como maestro de las Enseñanzas del Supremo.
El edificio de los Asuntos Civiles era más grande que el de Imaf.
Había dos edificios civiles administrativos, uno para los asuntos
de Quimenix y el otro era el archivo central del país.
Los colores de los coches eran los mismos que en Imaf: azules
para los civiles, marrones para los militares y plateados para los
del sector presidencial. Las casas también eran todas de colores
diferentes.
Había numerosos parques iguales a los de Imaf. Los habitantes de
Quimenix vestían como los de Imaf, pero Fut pudo ver unas
cuantas túnicas blancas y azules, lo cual le llamó un poco la
atención.
Nada más llegar a Quimenix, la escolta les dejaron en las afueras
de la ciudad. Esto lo hicieron a petición de Minar, para no llamar
la atención. Se fueron los militares de la escolta directamente al
cuartel militar, que estaba situado fuera de la ciudad.
Tras caminar por el sector civil, llegaron muy cerca del sector
presidencial. Como tenían hambre, entraron en un humilde
comedor los dos solos. Al caer la tarde, se subieron a la terraza
del comedor, desde la que podía verse una gran parte de la ciudad.
50
- ¿Te apetece dar un paseo, Fut?
- Después de lo ocurrido en Imaf, no tengo ganas de pasear.
¿Cuándo está prevista la reunión con la Asamblea?
- Para mañana al mediodía.
- ¿Me puedes hacer un favor?
- Claro que sí, Fut.
- ¿Me puedes dejar solo, en la terraza?
Minar cumplió el deseo de su nuevo hermano y lo dejó solo.
Antes de irse del comedor, se dirigió a los dueños de la posada,
les enseñó el salvoconducto que le dio Nobear, en Imaf. Los
dueños de la posada eran un matrimonio de unos sesenta y pico
años de edad cada uno y, al ver el salvoconducto, comprendieron
lo que quería decir Minar, al que la mujer le dice, en un tono muy
suave y amable:
- No se preocupe, serviremos a su hermano como es debido.
- Mañana podréis presentar la factura en el departamento de la
tesorería, os será pagada; con decir que es la factura X-22 es
suficiente.
Minar abandonó el comedor y se dirigió hacia la casa
presidencial, vigilada por militares. Cuando llegó al primer
control, un militar de alta graduación (tenía dos cuadrados
dorados en cada hombro) se le aproximó. Minar le enseñó el
salvoconducto (la placa azul), el militar lo cogió y le preguntó:
- ¿Cuál es el motivo de su visita?
- Entregar esta carta a nuestro Presidente Tamur de parte del
Delegado Presidencial Nobear.
51
El militar dejó a un inferior en el puesto de vigilancia (tenía un
círculo plateado en cada hombro) y le dijo a Minar:
- Sígame.
Una voz profunda sonó desde la puerta principal de la casa del
presidente, diciendo “no es necesario”. Era el mismo presidente
Tamur quien había salido al porche de su casa.
Todos los militares que se encontraban haciendo guardia se
encuadraron. Entonces, Tamur dijo “descansar”, y así lo hicieron
los militares que estaban en la casa presidencial.
Tamur hizo un gesto con la mano derecha para que Minar se
aproximase a él; ellos dos, Minar y el militar de alta graduación,
se dirigieron al presidente. Tamur le dijo al militar: “Déjenos
solos”. El militar obedeció y Tamur y Minar comenzaron a dar un
paseo por el jardín.
- Ahora no quiero ningún tratamiento, Minar.
- Cómo usted diga.
- Eso me gusta más. ¿Qué tienes que darme?
Minar sacó el mensaje de forma que se podía ver el sello lacrado
de Nobear, y el presidente Tamur lo cogió.
Ambos paseaban en silencio, el presidente iba leyendo el mensaje
para sí mismo. Cuando acabó de leerla, la introdujo en su bolsillo
y le dijo a Minar:
- Tengo dos informes de ese tal… Fut. ¿Es cierto… todo lo que se
dice de él?
- Así es, señor.
52
El Presidente se giró un poco hacia Minar, hasta ponerse frente a
él, y, en voz alta, le dijo:
- Un hombre así puede hacer mucho bien, y mucho mal.
- Señor Presidente, ¿le puedo hacer un comentario?
- ¡Cómo no!
- Fut solamente hace uso de sus poderes cuando es atacado, o para
hacer el bien a los demás.
- ¿Sabe usted por qué fue expulsado de su país?
- No lo sé, señor, y creo que nunca lo sabremos.
- Así que nuestro Fut es un hombre misterioso...
- Así es, señor.
- Entonces…, como presidente le doy la misión de que averigüe
por qué fue expulsado de su país.
- Lo intentaré, señor.
- ¡Por favor! Deje de decirme “señor”. Y, ¿cómo lo hace?
- Lo hace con la mano derecha y con la mirada, casi siempre.
- ¡Casi siempre!
- A veces llama al Supremo, extiende los brazos, o ambas cosas a
la misma vez.
Tamur estaba muy interesado en lo que le estaba contando Minar,
y le preguntó:
- ¿Usa su mano izquierda?
53
- No, siempre usa la mano derecha.
- Muy bien. Usted ha cumplido con su misión, en parte; desde
ahora Fut es su responsabilidad, no se olvide de su nueva misión:
saber por qué fue expulsado de su país. Puede usted retirarse,
mañana nos veremos en la Asamblea. Le recuerdo que este
encuentro no se ha producido nunca.
Minar asintió afirmativamente con la cabeza.
- Hasta mañana, señor Presidente.
Minar abandonó la Casa Presidencial y se dirigió hacia la terraza,
donde seguía Fut sentado, con expresión perdida, como siempre.
- ¿Quiere seguir sentado o nos vamos a descansar?
- Será mejor que descansemos.
Dejaron la terraza y se fueron a descansar. Minar se dirigió a la
mujer de la posada y le dijo:
- Queremos descansar, señora.
- Vuestra habitación es la doble suite, esta al fondo del pasillo, a
la izquierda, subiendo esta escalera.
- ¿Sería usted tan amable de avisarnos mañana, a eso de las nueve
de la mañana?
- Así lo haré, señores.
Muy educadamente, Minar le dijo a la mujer:
- Buenas noches, señora.
- Buenas noches, señores.
54
La voz de la mujer era un poco cansada, dado que ya era un poco
tarde.
Minar y Fut comenzaron a subir la escalera de pino. Cuando
subieron dicha escalera, giraron a la izquierda y se perdieron de
vista.
La posadera cerró la puerta de la posada por dentro y dijo en una
voz muy baja: “¿Ahora quién me pagará este hospedaje? Bueno,
todo sea por la Asamblea”, y se fue a su habitación, la que estaba
en el lado izquierdo del recibidor, un poco antes del comienzo de
la escalera; pero antes apagó las luces del recibidor y toda la
posada quedó a oscuras y en silencio.
55
Capítulo 4
La Asamblea
Llegó el día de la presentación ante “La Asamblea”, todo estaba
preparado. El edificio de la Asamblea era de tres pisos de altura.
Sus paredes eran de mármol de color blanco, con puntitas
doradas. Había una larga escalera. No tenía porche principal, sino
una pared lisa de mármol, con una gran puerta de haya de dos
hojas. Dos vigilantes hacían guardia en la puerta principal,
llevaban en cada hombro dos círculos pequeños plateados y en
sus manos derechas tenían cada uno una lanza, mientras que en el
costado derecho tenían envainadas sendas espadas.
Mientras se terminaban de dar los últimos preparativos dentro de
la Asamblea, en el interior de la posada las cosas iban bien.
- Nos tenemos que ir ¡ya!, Fut -le decía Minar a Fut, una y otra
vez, pero él solamente ponía inconvenientes, hasta que finalmente
Minar le dijo en un tono seco y serio:- ¡Salgamos ya!
- Cuando tú digas –respondió Fut.
Salieron de la posada donde habían pasado la noche y se
encontraron con una escolta de cuatro militares que les estaba
esperando: tres militares vestían simplemente de marrón y uno
llevaba tres círculos plateados en cada hombro, era el de mayor
graduación.
La gente se amontonaba en la calle, pues las noticias de los
prodigios de Fut había llegado a Quimenix, todos querían ver de
cerca como era ese hombre tan misterioso. Tanto Minar como Fut
se quedaron sorprendidos.
- ¿Acaso viene el presidente aquí? –preguntó Fut.
56
- Que yo sepa no, el presidente te está esperando en la Asamblea,
más concretamente en la Sala Principal de la Asamblea.
Aquellas palabras no eran nuevas para Fut. De repente, una
tristeza se hizo dueña de su cara; Minar se dio perfectamente
cuenta y le dijo:
- Tranquilo, nosotros no te vamos a desterrar, amigo y hermano
nuestro.
Fut se le quedó mirando, con la mirada pérdida, como casi
siempre. Minar le dio una suave palmada en la espalda y ambos
comenzaron a ir hacia la escolta.
Cuando llegaron a su altura, el superior de tercer orden se
encuadró frente a Minar:
- ¡Señor! Tengo orden de acompañarle hasta la Asamblea.
- ¡Descanse! Cumplamos la orden de Nuestro Presidente -se lo
dijo con una voz profunda y seca.
Acto seguido, el militar de mayor graduación se puso a la cabeza
de la comitiva; después venía un militar raso, a continuación se
pusieron Minar y Fut y, por último, cerrando la comitiva, se
colocaron los otros dos soldados rasos.
Como la distancia entre la posada y la Asamblea era muy corta, la
marcha la hicieron a pie. La gente se agolpaba a su paso. Fut
pensaba en esos momentos “¿acaso soy un jefe de alto rango, para
tanto honores?”. Cuando se quiso dar cuenta, ya se encontraban
frente a la Asamblea.
El superior de tercer orden que iba delante se detuvo, al igual que
el resto de la comitiva. Saludó a Minar y recibió el mismo saludo
por parte de éste. Se encuadraron los cuatros militares, agacharon
las cabezas y se retiraron a continuación, dejando a Minar y a Fut
solos frente a las escaleras de la Asamblea.
57
Comenzaron a subir dicha escalera. Cuando estuvieron ante la
puerta principal, los dos soldados rasos que estaban haciendo
guardia se encuadraron, llevaban solamente una lanza en sus
manos derecha cada uno; Minar, de una forma muy discreta, le
hizo una señal con su mano derecha para que volvieran a posición
de descanso; así lo hicieron. Uno de ellos abrió una hoja de la
puerta.
Minar y Fut traspasaron la puerta, tras la cual se encontraba el
vestíbulo. Fut solamente pudo ver una pared al fondo con una
silla, tras la cual estaba un militar sentado, no podía ver su
graduación. El militar, al verlos, no se levantó porque ya sabía el
motivo de su visita. A la derecha había tres puertas de una sola
hoja de madera de haya, las tres estaban cerradas; entre ellas se
podían ver unas estatuas muy bonitas: una era una madre con su
hijo pequeño en brazos, y la otra era un campesino segando con
una hoz un campo de trigo. A la izquierda había una escalera que
subía al piso superior.
Fut se paró por unos momentos, pero Minar le dijo:
- No te pares, no podemos perder más tiempo.
Minar tomó la iniciativa y se dirigió hacia la escalera; Fut lo
siguió y subieron a la segunda planta. Frente a ellos vieron una
gran puerta de madera de haya, custodiada por dos militares
vestidos de gala y sin armas (vestían de marrón, llevaban dos
cuadrados dorados en ambos hombros y una banda de color azul
les atravesaba la parte superior de sus túnicas, la cuales iban
desde su hombro derecho y terminaban en su cintura izquierda).
El militar del lado derecho iba a abrir la hoja derecha de la puerta,
pero Minar le hizo un gesto con su mano derecha para que se
detuvieran por el momento. Un silencio absoluto reinaba en la
antesala presidencial; Minar y Fut se encontraban frente a la gran
puerta, delante de los dos militares, vestidos de gala.
58
- Detrás de esta puerta está Nuestro Presidente, esperándote, Fut.
No temas, no te puedo acompañar, te esperaré aquí fuera.
A continuación, Minar hizo una señal con su mano derecha al
militar, éste abrió inmediatamente la hoja derecha de la gran
puerta de madera de haya.
La sala era todo de madera, al fondo había una gran mesa de pino,
con siete asientos, los cuales estaban todos ocupados. A la
derecha de esta gran mesa había tres sillas muy cómodas, también
de madera; cuando terminaba las tres sillas de los consejeros
comenzaba una barandilla, la cual iba de pared a pared, solamente
interrumpida por el pasillo central.
Dicho pasillo, iba directamente desde la puerta de entrada, hasta,
la gran mesa de madera. Al lado del pasillo se alineaban las filas
de los bancos, los cuales eran de madera de pino. Desde la puerta
hasta la mesa Presidencial el suelo era descendente, para evitar así
que una persona alta tapara la visión a otra persona más baja.
Las paredes eran de color verde claro con puntitos naranjas y la
iluminación estaba formada por una gran placa solar situada en el
centro del techo de color azul marino. Detrás de la mesa
presidencial se podía ver un gran mapa del país de la tarde y,
encima de dicho mapa, estaba colocada una placa solar en forma
rectangular que iluminaba la mesa de manera directa.
En la sala solamente se encontraban los diez miembros de la
Asamblea, es decir, su presidente, los seis miembros y los tres
consejeros. Entre la barandilla y la mesa presidencial había una
distancia de tres metros.
Fut avanzó con paso firme hacia la mesa presidencial; cuando se
encontró en el borde de la barandilla se detuvo, se dirigió al
presidente (lo conocía por la información que anteriormente le
había dado Minar), y le dijo:
- Señor Presidente, soy Fut.
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Una vez dicho esto, se quedaron los once hombres presentes en la
sala mirándose. El silencio es aprovechado para que Fut se fije en
cada uno de los componentes de la Asamblea del país de la tarde.
Comenzó por la izquierda de la gran mesa: el primero que vio fue
al miembro Bequier.
Bequier tenía unos sesenta años, de cabellos blancos, no llevaba
barba, un metro ochenta y cinco de estatura, complexión fuerte,
voz profunda, ojos de color azul, generoso, cabezón, firme en sus
ideas, desconfiado de aquellos que no piensan como él, pero
siempre está dispuesto a ayudar a los demás.
Damez, de un metro cincuenta de estatura, llevaba barba rubia,
cabello de color rubio, ojos azules, complexión normal, voz muy
melodiosa, gestos armónicos, las facciones de su cara eran muy
suaves y con pocas arrugas a pesar de su avanzada edad, setenta
años.
Etra era calvo, bajo, aproximadamente un metro cuarenta y ocho
centímetros, ojos de color negro, expresión siempre muy seria,
muy poco comunicativo, bastante desconfiado, con muchas
arrugas en la cara porque tiene ochenta años de edad.
En el centro de la mesa presidencial estaba sentado el Presidente,
Tamur; es decir, a su izquierda había tres miembros sentados y a
su derecha se encontraban otros tres miembros.
El Presidente Tamur tenía barba castaña; de complexión fuerte;
medía metro ochenta; tenía una voz firme; sus pasos eran firmes,
pero cortos; cabellos y ojos de color castaño; tenía cincuenta
años; las facciones de la cara eran un poco rudas, desprendía
madurez y amor.
A continuación, Fut fijó su atención en los miembros de la
Asamblea que estaban a la izquierda del Presidente Tamur; el
primero que venía era Fanir.
60
Fanir tenía el cabello rizado y de color gris; era el miembro más
joven porque tenía treinta y seis años; medía un metro ochenta
centímetros; ojos castaños; se dejaba una tímida barba en los
bordes de su cara, la cual era de apenas de un centímetro de
espesor; la expresión de su cara era juvenil, aunque su voz era un
poco seca; no podía esconder su personalidad abierta, casi
siempre estaba en plan de broma.
Jaliel tenía ojos de mirada profunda, marrones; cabellos de color
negro; nariz achatada; cara redonda; medía un metro sesenta
centímetro; sus pasos eran largos y rápidos; de complexión
normal; su expresión era un poco triste, su edad era de sesenta y
dos años.
Metar tenía el cabello rubio castaño; ojos azules; medía casi dos
metros de altura, 1,98; complexión fuerte;, facciones dulces,
desprenden tranquilidad y paz desde su cara; el cabello lo tenía
liso, su melena le llegaba hasta los hombros; sus pasos eran
lentos, pero firmes; tenía siempre una sonrisa en su cara y tenía
cuarenta años de edad.
En el lado derecho de la mesa Presidencial, estaban los tres
consejeros que no tenían voto, pero si tenían voz en los asuntos de
la Asamblea del país de la tarde, al igual que el supervisor militar,
en algunas cuestiones concretas.
Los consejeros eran tres y vestían todos de color azul, se sentaban
en el lado derecho de la mesa Presidencial. El primer consejero
que estaba sentado a la derecha de la mesa Presidencial era Opear.
Opear tenía el cabello pelirrojo y liso, no tenía melena; sus ojos
eran verdes, su mirada dulce; de complexión fuerte; en su cara se
podía ver un hombre hecho a sí mismo en los campos de batalla;
su voz era profunda; su nariz era un poco pronunciada; medía un
metro noventa; su edad rondaba los setenta años; sus manos eran
grandes. Al lado de Opear se encontraba sentado Azule.
61
Azule tenía el cabello blanco; su barba era blanca; sus ojos eran
de color marrón; el semblante de la expresión de su cara era la de
un anciano curtido en la diplomacia; era callado, pero cuando
hablaba era concreto e incisivo, es decir, directo; de complexión
normal, medía un metro con sesenta centímetros; su voz era lenta
y melodiosa; tenía setenta y cinco años. El último consejero que
ocupaba la última silla como tal era Zadar.
Zadar tenía cara de intelectual, en su juventud se ocupó de la
formación universitaria y científica del país; sus ojos verdes
demostraban el cansancio de haber pasado noches despierto; su
cabello era blanco; tenía serias entradas, pues estaba un poco
calvo; su barba era blanca; a pesar de su edad, tenía una expresión
de paz en su cara; medía un metro con cincuenta centímetros; su
edad era de ochenta años; sus pasos eran cortos e inseguros; una
cualidad suya era que se daba cuenta de todo sin tener que mover
la cabeza para nada.
Podemos ver en los tres Consejeros de la Asamblea un perfecto
equilibrio entre los tres sectores de la sociedad: Opear, en el
campo militar; Azule, en el campo de la diplomacia, y Zadar, en
el campo científico.
El sepulcral silencio fue roto por el Presidente Tamur, quien
comenzó diciendo:
- Hacia tiempo que te estábamos esperando.
Fut le hizo una reverencia con la cabeza.
- No son necesarias tanta ceremonia, soy el Presidente, y estos
son los Miembros y Consejeros de esta Asamblea, como tú
también lo fuiste de la de tu país. Te queremos hacer unas cuantas
preguntas: ¿está usted dispuesto a contestarnos?
- Si puedo, así lo haré, señores.
El primero en abrir la ronda de las preguntas fue el presidente:
62
- ¿Es cierto que fuiste Consejero del país del día?
- Sí, señor.
- ¡Por favor! No use tanto el tratamiento de señor, simplemente
limítese a contestarnos.
Aún no había acabado de hablar el Presidente con Fut, cuando
Damez le hizo otra pregunta:
- ¿Tiene usted poderes?
Fut le respondió con una suave voz, pero firme a la misma vez:
- El poder solamente lo tiene el Supremo.
Nuevamente le volvió a preguntar Damez:
- Hemos oído que venciste al lugarteniente de Rumar, a Zu.
Nuevamente Fut volvió a responder con voz suave y firme a la
misma vez.
- La Fe es la mano que accede al poder del Supremo.
Los miembros de la mesa comenzaron a hablar entre ellos, en voz
muy baja. Tras deliberar un rato, Etra, en un tono muy serio, se
dirigió a Fut y le preguntó:
- ¿Puede hacernos una demostración del poder del Supremo?
- Si tengo el permiso del Presidente...
- Usted lo tiene -dijo Tamur.
Entonces, ante la atenta mirada de todos los miembros de la
Asamblea, Fut cerró los ojos y, al instante, el edificio empezó a
63
temblar. Llegó a temblar tanto que el mismo Etra tuvo que
decirle:
- ¡Pare! Ya tenemos bastante.
Fut abrió sus ojos y el edificio dejó de temblar.
Todos quedaron asombrados y en silencio hasta que Opear, en un
tono irónico, como de burla, le preguntó:
- ¡Solamente puede hacer esto!
Fut se puso serio y, en un tono muy seco, se dirigió a la Asamblea
para decirles:
- El Supremo puede hacer lo que quiere a través de mí porque soy
una flauta y él es el músico.
Ante la tensa situación, el Presidente se vio obligado a tomar las
riendas del interrogatorio y le preguntó a Fut:
- ¿Puede el Supremo sanar a cualquier enfermo?
Fut le respondió muy seguro de sí mismo:
- ¡Sí, puede! ¡Lo puede todo!
Bequier, en un tono muy provocativo, le dijo:
- Le veo muy seguro.
Fut le miró muy fijamente y no le dijo nada. Un silencio absoluto
se apoderó de la sala, nadie se atrevía a decir nada. Finalmente, el
Consejero Zadar, el científico, se dirigió al Presidente y le dijo:
- ¿Por qué no le traemos unos cuantos enfermos?
64
Tamur se quedó un poco pensativo, miró a Fut -que estaba
esperando alguna salida para esa situación tan tensa-, y le
preguntó:
- ¿Acepta usted el desafío?
- Lo acepto, no en mi propio nombre, sino en el nombre del
Supremo.
- Le veo muy seguro -replicó Bequier, casi riéndose.
- Como Presidente de la Asamblea ordeno que traigan a unos
enfermos. Mientras nos los traen, ¿sería usted tan amable de
sentarse?
Fut se sentó en un banco frente a la mesa presidencial, y el
Consejero Zadar salió de la sala para traer a los mencionados
enfermos.
Después de una espera un poco larga, se abrió la puerta de la sala
y entraron tres enfermos.
- Señores, ya tenemos aquí a los enfermos –afirmó Tamur.
Los enfermos fueron colocados entre la mesa de la Asamblea y la
barandilla. Bequier, en un tono provocativo, le dijo a Fut:
- ¡Aquí tiene a los enfermos! Muéstrenos el poder del Supremo.
Si la provocación fuera poco, Opear añadió más leña al fuego; en
un tono irónico se dirigió a Fut para decirle:
- Tiene a un ciego de nacimiento, un tullido y un mudo de
nacimiento.
Fut estaba sentado a la derecha de los enfermos, frente a él se
encontraba la mesa Presidencial y, a su derecha, se encontraban
65
los tres consejeros sentados. Todos los presentes menos el ciego
tenían fijados sus ojos en Fut.
Fut comprendió perfectamente la situación: apoyó sus manos
sobre la barandilla, se levantó, abandonó los bancos dejando atrás
la barandilla, se dirigió hacia los enfermos y, dando la espalda a la
mesa Presidencial y la cara de los enfermos, dijo, tras levantar la
mano derecha hacia arriba, hacia el techo, en voz alta y fuerte:
“Supremo, si es tu voluntad, manifiesta tu sanidad, Señor mío”.
Cuando Fut se retiró, se apoyó nuevamente en la barandilla
derecha manteniendo su posición vertical. Todos los componentes
de la Asamblea se quedan sorprendidos al ver como el ciego veía,
como el tullido andaba bien y como el mudo hablaba.
Los sanados no cabían en su júbilo; los componentes de la
Asamblea se miraban entre ellos, muy serios. Fut no podía ocultar
una ligera sonrisa. Finalmente, el Presidente Tamur se dirigió a
los enfermos y les dijo:
- Vosotros, podéis ir a vuestras casas.
Así lo hicieron, y los que entraron en la Asamblea enfermos,
salieron perfectamente sanos.
- Y usted, Fut, haga el favor de esperar fuera. Dígale a Minar que
entre.
- Sí, señor.
Minar entró en la Asamblea, se puso de pie frente a su Presidente
y le saludó. Mientras tanto, Fut estaba sentado fuera, esperando el
fallo o decisión final de la Asamblea.
Cuando estuvieron los once hombres solos en la Sala
Presidencial, el Presidente, con un tono de preocupación, dijo:
- Ese hombre tiene mucho poder.
66
Etra apoyó más la desconfianza de Tamur tras decir:
- ¡Podría ser el nuevo presidente!
En ese momento, Minar, dirigiéndose al Presidente, le pidió
permiso para tomar la palabra, la cual le fue dada. Todos los ojos
de los restantes asistentes se clavaron en Minar.
- No conozco muy bien a Fut, quizás nunca lo llegue a conocer.
Es cierto que tiene poderes, y que es muy misterioso; pero os
puedo asegurar de que lo poco que sé de él… es todo bueno.
Fanil, que había estado callado todo el tiempo, se decidió
finalmente a hablar y les dijo a todos los presentes:
- Tenemos un especial interés de que se quede entre nosotros para
siempre y eche raíces aquí.
- Señores, podemos llegar a un punto de confianza limitada para
Fut -dijo Tamur.
Los demás pusieron mucha atención a lo que estaba diciendo su
presidente.
- Solamente hay una forma de saber el verdadero poder y sus
verdaderas intenciones: haciéndole maestro de La Escuela
Espiritual de Quimenix; impartirá dichas enseñanzas en la escuela
dirigida por Sebatar. Fut será el maestro espiritual y Sebatar
seguirá como hasta ahora; es decir, seguirá enseñando las
materias normales, seguirá siendo la directora de la escuela.
Tras una breve pausa de Tamur, continuó hablando:
- A ti, Minar, te pondremos como alumno de la escuela espiritual;
tu misión consistirá en informarnos de todo lo que vayas
conociendo sobre Fut, ya sea en lo que se refiere a sus poderes,
como a su pasado.
67
Todos los componentes de la Asamblea movieron sus cabezas
afirmativamente, diciendo “es una idea muy buena, Presidente”.
Ante el pequeño tumulto formado en la mesa Presidencial, el
Presidente tuvo que poner un poco de orden:
- Señores, aún quedan dos puntos: el primero es saber si Minar
acepta la misión de ser alumno espiritual de Fut, y la segunda que
éste acepte ser el maestro espiritual de Quimenix.
- Señor Presidente, para mí es un orgullo obedecer su voluntad -
respondió Minar.
- Entonces, ¡haced entrar a Fut! -ordenó Tamur.
Azule, el experto en diplomacia, se levantó y salió de la sala en
busca de Fut, luego entraron ambos. Azule volvió a ocupar su
silla como consejero; Fut se puso junto a Minar y esperó en
silencio las palabras del Presidente.
- Hemos decidido que sea nuestro maestro espiritual, impartirá
sus enseñanzas en la escuela cuya directora es Sebatar. Nos
gustaría que aceptara a Minar como alumno de su escuela
espiritual. Os alojaréis en la planta superior de dicha escuela,
¿aceptas mi propuesta?
- ¡Pero...! ¿Qué voy a enseñar, señor Presidente?
- Nos enseñará sus conocimientos sobre el Supremo, tanto a los
pequeños como a los grandes; por eso, además de los niños,
tendrás a Minar y a Sebatar como alumnos.
Fut se quedó con la expresión perdida durante un rato; algunos de
los presentes le hacían gestos a Minar para saber que le pasaba a
Fut. Minar les indicó con sus manos que esperasen un poco.
Finalmente volvió en sí y dijo, con voz normal, y mirando al
Presidente Tamur:
- Sí, acepto, señor Presidente.
68
- Entonces, sea bienvenido a nuestro país. Cualquier cosa que
necesite, se la pide a Minar.
Fut y Minar saludaron a Tamur y abandonaron la sala de la
Asamblea. Una vez fuera, Fut le dijo a Minar:
- Tengo la sensación de haber caído en una trampa.
- Nada de eso, maestro Fut.
Fut miró a Minar con una sonrisa forzada y le dijo a su nuevo
alumno:
- Tengo que dar una clase mañana.
- ¡Ya comenzamos!
- Para el Supremo no hay tiempo que perder... ¿Dónde vamos?
- Vamos a nuestro nuevo hogar, a la “Escuela de Quimenix”, está
muy cerca.
Tras cruzar unas pocas calles, se podía ver un edificio de dos
plantas de color marrón claro, de mármol, con puntitos pequeños
de color verde. La puerta era normal. Ambos se acercaron; Minar
llamó a la puerta y Sebatar la abrió.
Sebatar era una joven alta, vestida de adulta, cabellos muy rubios,
ojos azules como el mar, facciones de la cara muy suaves y
simpáticas.
- Sebatar, te presento a Fut, nuestro nuevo maestro espiritual.
Ella se quedó sin palabras por un instante, para luego decir:
- ¡Nuestro nuevo maestro de que…! Minar, estoy ahora mismo
flipando.
69
- Nos enseñará al Supremo.
- Minar, no sigas más, porque estoy alucinando contigo hoy.
Finalmente, Sebatar no pudo aguantar la risa. Fut se la quedó
mirando muy serio, mientras que Minar no sabía qué decir. Ellos
esperaron a que Sebatar terminase de reírse y, cuando así sucedió,
Minar le volvió a hablar, en un tono más serio:
- Por orden de nuestro Presidente, y de acuerdo con todos los
miembros de la Asamblea, Fut ha sido nombrado maestro
espiritual de Quimenix e impartirá su enseñanza en esta escuela.
Tú seguirás siendo directora y maestra, como hasta ahora, y
nosotros seremos sus alumnos.
Aunque ya no se reía, no pudo impedir tener una sonrisa contínua
en su cara, y dijo:
- Ahora soy maestra y alumna..., pues muy bien, maestro
espiritual. Tu alumna Sebatar te da la bienvenida a esta tu escuela.
Fut entró en el vestíbulo y le dijo a Sebatar:
- Ha sido un placer haberla conocida, ¿dónde está mi habitación?
Estoy muy cansado y mañana debo dar mi primera clase.
- ¿No vas a cenar? -le preguntó Minar.
- No tengo hambre, cenad vosotros.
- Su habitación está subiendo esta escalera, la segunda a la
derecha -le indicó Sebatar.
Cuando llevaba unos cuantos peldaños subidos, Fut se giró hacia
Sebatar y le dijo en un tono serio y seco:
- No ha sido idea mía, sino de tu Presidente.
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Siguió subiendo la escalera. Finalmente, cuando terminó de subir,
giró a la derecha y se perdió de vista.
Sebatar cerró la puerta y se quedaron, solos en la planta baja de la
escuela, entre la puerta y la escalera,
- ¿Quién es este hombre? ¿De dónde viene?
- Me gustaría poder responder a la primera pregunta, pero ni yo
mismo sé quién es. En cuanto a la segunda pregunta, sí te puedo
responder: viene del país del día y ocupó un alto cargo allí.
Con una expresión de extrañeza, ella le dijo:
- Pero..., ¡te has dado cuenta de lo raro que es!
- ¡Claro que sí! Pero ese hombre raro, como tú dices, ha curado la
herida que tu padre tenía en la cara.
- ¿Cómo? - dijo muy asombrada Sebatar.
- Solamente le puso su mano derecha y nada más.
Entonces, la cara de Sebatar se iluminó con una luz especial, se
puso más seria y de nuevo volvió a preguntarle a Minar:
- ¿Ha hecho más cosas parecidas?
Minar le contestó moviendo afirmativamente la cabeza. Sebatar
cogió a Minar de su mano y hombro derecho y le dijo:
- Quiero que me cuentes todo lo que ha hecho este hombre y todo
lo que sepas de él mientras cenamos, te haré tu cena favorita,
conozco tus gustos.
Al ver Minar los ojos brillar de Sebatar, como diamantes,
comprendió en ese mismo momento que la había perdido para
siempre, el corazón de Sebatar sería para su nuevo hermano Fut.
71
Capítulo 5
El maestro
Llegó el día siguiente y con él su estreno como “Maestro
Espiritual de Quimenix”. Fut entró en el aula tras abrir una vieja
puerta de madera de pino, con un pomo dorado bastante gastado
(oxidado) debido al paso del tiempo.
El suelo de la clase era de color marrón claro, con puntitos verdes;
a su izquierda había una pared, donde solamente había un
colgador para poner diez prendas o maletas. La pared de la
derecha estaba totalmente vacía, sólo había una mediana ventana
que ocupaba el centro de dicha pared.
Al fondo se encontraba una gran pizarra, encima de la cual se
encontraba un retrato del Presidente Tamur. Frente a la gran
pizarra se encontraba colocada su silla, junto a la mesa del
maestro, ambas de madera de pino; su mesa era grande, estaba
recubierta por sus lados, por su parte delantera. En su parte
posterior, en el lado izquierdo, tenía tres cajones.
Frente a la mesa del maestro había nueve pupitres de madera de
pino, con sus respectivas sillas, en tres filas. Cada fila tenía tres
pupitres. A Fut no le gustó mucho su futura clase. Se fijó en la
ventana y pudo ver parte del patio, que era un poco pequeño
(tenía una longitud de unos siete metros y una anchura de unos
ocho metros; es decir, tenía casi sesenta metros cuadrados). Tenía
una pequeña puerta de madera que lo comunicaba con la calle y,
tras subir tres escalones, se entraba por otra puerta al vestíbulo.
Aquí había una puerta tras la cual se encontraban, ahora mismo,
Fut con sus alumnos, es decir, la clase.
Finalmente se atrevió a entrar en su aula de maestro espiritual,
anduvo unos cuantos pasos, de manera pensativa, se detuvo en
mitad de la clase y, con una voz muy baja y melodiosa, dijo:
72
- Me han hecho maestro del Supremo, pero... ¿quién soy yo para
enseñar tu luz, si ni siquiera me comprendo a mí mismo?
Solamente te pido, Supremo, que por esta boca solamente salgan
tus enseñanzas, y no las mías… Ahora mismo saldría corriendo y
dejaría todo, no soy digno de enseñar lo poco que sé de ti.
Supremo, no soy perfecto, he dicho cosas que no tenía que haber
dicho; he hecho cosas que tampoco tenía que haberlas hecho.
Solamente tú sabes cuáles son, no quiero este cargo, pero
tampoco puedo defraudar a estos hermanos que confían en mí,
cuando deberían confiar solamente en ti, Mi Señor.
Fut avanzó hacia su mesa. Cuando llegó a su silla, la que tenía un
amplio respaldo, la retiró, se sentó en ella y, poniéndose las
manos juntas sobre su frente, se agachó un poco, cerró sus ojos
(por su mente pasaban algunas escenas de su pasado), mientras
que sus labios pronunciaron contínuamente “ayuda, ayuda…”.
Así estuvo un buen rato, hasta que finalmente se quedó sin
conciencia del exterior, parecía que estaba como dormido, pero
realmente estaba concentrado consigo mismo.
Minar entró en la aula -la puerta estaba abierta-, andó hasta llegar
a la mesa de Fut, lo vio sentado frente a ella con la cabeza
agachada, sus manos estaban formando un triángulo que tocaba su
frente para así impedir que su cabeza cayera sobre la mesa, y
diciendo, una y otra vez, “ayuda”. Un ruido seco y fuerte del
exterior, que venía de la calle, hizo que Fut volviera a tomar
contacto con el exterior. Cuando Fut vuelve en sí, ve a su
hermano Minar sonriéndole:
- ¿Cuánto tiempo haces que estás aquí?
- El suficiente para sentir tu petición de ayuda. ¿Acaso tienes
miedo de ser el maestro espiritual?
Fut se levantó de repente con gestos faciales muy serios y dijo:
- Solamente hay un maestro espiritual, ¡y no soy yo!
73
Minar se lo quedó mirando y, de forma pensativa y con mucha
suavidad, le dijo:
- ¡Puede ser que tenga razón! Pero aquí solamente tú tienes
conocimientos espirituales.
- ¡Es cierto, que tengo conocimientos espirituales! Pero en el
fondo ¡soy como vosotros, no soy perfecto! -le gritó Fut a Minar.
- Nosotros no queremos que seas perfecto, nada de eso.
- Eso lo comprendo, Minar. ¿No has pensado que puedo romper
la armonía entre los tres países?
- La armonía entre los tres países hace ya mucho tiempo que está
rota. Nosotros, con tus enseñanzas, seremos un poco más
perfectos.
- Debes saber que no son mis enseñanzas, y segundo…
Minar iba a interrumpir a Fut, pero en ese mismo momento entró
Sebatar acompañada con los alumnos.
Sebatar entró acompañada de siete niños, cuatro niñas y tres
niños, cuyas edades iban desde los ocho hasta los doce años. Los
niños, al ver a Fut por primera vez, se sorprendieron un poco,
porque habían oído algunas cosas de él, se lo imaginaban como
un mago, no como un hombre más.
Mientras que los niños ocupaban sus pupitres de siempre, Minar
le dijo con voz muy baja y sonriendo:
- ¡Aquí tienes a tus alumnos, maestro!
Todos los pupitres de la primera fila fueron ocupados; los dos
laterales, tanto el de la derecha como el de la izquierda, también
fueron ocupados; solamente quedaron libres, es decir, sin ocupar,
los dos pupitres centrales posteriores.
74
Minar y Sebatar estaban de pie, los niños miraban tanto a Fut
como a Sebatar, porque no sabían quién era el profesor ahora.
- Señor maestro, ¿dónde puede sentarse su alumno Minar? -
preguntó el mismo Minar.
- Se puede usted sentar en el pupitre vacío, que está detrás de esta
guapa niña de cabellos rubio-castaño.
Minar así lo hizo, y se sentó en ese pupitre.
- Y tú, Sebatar, no es necesario que te diga dónde te puedes
sentar, porque solamente queda un pupitre libre, el que está detrás
del pupitre de Minar.
Fut se puso frente a la guapa niña de cabellos de color rubio-
castaño y se dirigió a la clase:
- Me llamo Fut y vengo del país del día. Desde hoy seré vuestro
maestro espiritual.
Algunos niños dijeron:
- ¿Maestro de qué?
Otros niños pusieron cara de extrañeza; Sebatar tuvo que
intervenir para poner un poco de silencio.
- Muchas gracias, Sebatar. Antes de explicaros lo que os voy a
enseñar, primero os presentaréis vosotros mismos.
Comenzaremos por ti -señalando al primer alumno de la fila
delantera que estaba sentado en el pupitre de la izquierda.
- Me llamo Masete y tengo diez años -tenía el cabello rubio
oscuro, delgado, alto para su edad, ojos azules, la expresión de su
cara era de astuto, y así era, muy listo y distraído a la misma vez.
- Muy bien, Masete. La siguiente.
75
La siguiente era la niña que ocupaba el pupitre central de la
primera fila.
- Me llamo Kattya y tengo doce años recién cumplidos -tenía el
cabello rubio-castaño, sus ojos eran de color verde, delgada, muy
sociable, comunicativa, inteligente, con dotes organizativas,
complexión fuerte, cara muy agraciada, sin pecas, siempre tenía
una sonrisa, hacía constantemente preguntas, sus movimientos
físicos eran armoniosos, es decir, no eran bruscos, tenía un gran
interés por las cuestiones del Supremo y siempre se estaba
haciendo preguntas muy cultas y profundas. Su estatura era
normal para su edad y se podía ver que sería una joven muy
guapa. Pero sobre todo tenía un corazón muy generoso hacia los
demás niños.
Cuando Kattya terminó de presentarse, Fut miró al último pupitre
de la primera fila, el que estaba situado a la derecha de Kattya.
- Profesor Fut...
- Llámame solamente maestro.
- ¡Cómo usted diga! Maestro Fut, me llamo Jale y tengo once
años -era un niño alto para su edad, muy delgado, cabellos de
color negro-castaño, ojos castaños, era muy comunicativo,
buscaba siempre compañeros cultos e inteligentes, la expresión de
la cara un poco astuta, pero de buena persona. Ponía mucho
interés en los asuntos nuevos para él y era de toda confianza; a
veces era un poco travieso con los niños menores de su edad. Era
un niño sano y tenía un gran futuro, porque hacía unas preguntas
como si fuera un adulto.
- Bueno, ya tenemos a todos los niños de la primera fila
presentados. Comencemos ahora con la segunda fila, y será…
aquella guapa niña de la izquierda.
- Maestro, me llamo Tua y tengo ocho años -era una niña con
unos ojos muy vivos, de color negro, al igual que su cabello; tenía
76
una melena que le llegaba hasta los hombros, como tenía el
cabello liso le favorecía a su redonda cara. Le gustaba mucho
subirse y bajarse de las alturas, su pequeño cuerpo parecía de
goma; le cayó bien desde el primer momento su nuevo maestro.
Era lista, con gran facilidad de palabra; en su cara redonda casi
siempre tenía una sonrisa, su estatura era normal para su edad.
- Ahora vamos por la última niña de la fila central.
La niña estaba sentada en el lado derecho de la clase: era directa,
y comenzó diciendo:
- Fut, me llamo Yuamí y tengo once años -era muy alta para su
edad, tenía el cabello liso de color castaño, sus ojos eran marrón
claro; era una niña de mucha vida, se daba cuenta de muchas
cosas, es decir, era muy observadora; en sus preguntas se podía
ver que era demasiada realista, porque hacía unas preguntas muy
directas, demasiado serias para su edad; al igual que al resto de
sus amigos y amigas de escuela, le gustaba mucho jugar y estaba
muy bien educada por sus padres.
Tras la presentación de Yuamí, Fut se dirigió a la última fila, se
volvió a fijar en otra niña que estaba sentada en el extremo de la
fila y le dijo:
- Ahora es tu turno, jovencita.
Con una gran sonrisa le dijo:
- Maestro Fut, soy Mel, tengo once años y me gusta mucho
aprender cosas nuevas -ella tenía una cara alargada muy bonita,
siempre con una sonrisa, y tenía muchas ganas de jugar. Era muy
revoltosa, porque casi nunca estaba callada; era alta para su edad;
delgada; su cabello era castaño liso, llevaba una espléndida
melena; a pesar de ser un poco habladora, estaba muy bien
educada, al igual que todos los niños de la escuela; sus ojos eran
verdes; su complexión era normal, aunque estaba un poco
delgada, delgadez que la hacía más guapa todavía. Era muy dulce
77
y amable con los mayores. Junto con Kattya y Yuamí, formaban
un pequeño grupo de amistad entre las niñas, al cual se le sumaba,
a veces, la pequeña Tua.
- Ya vamos a acabar las presentaciones, niños, y podremos
comenzar con nuestra primera clase. Hemos comenzado con
Masete y acabaremos con... -miró al último niño sin presentarse.
- ¡Burén, señor maestro! Eso tan raro no lo entiendo.
Fut sonrió un poco porque ya ve quién es el travieso de la clase.
El niño prosiguió:
- Tengo diez años y me gustan mucho las cosas rápidas -tenía una
cara de pícaro que no podía con ella; sus cabellos eran rubio-
oscuro; sus ojos eran azules; era bastante inquieto, aunque de
poco hablar y sí de hechos. Tenía mucha curiosidad por las
enseñanzas de Fut y por todo aquello que no conocía, su
espontaneidad le había sobresalir sobre los demás, pero, sobre
todo, tenía un corazón muy noble. Cuando jugaba, no le gustaba
perder; eso le hacía tener un espíritu combativo, como cualidad
más importante de su personalidad. Era alto para su edad.
- Cómo ya nos hemos presentado todos... -quiso continuar Fut,
pero fue interrumpido.
- ¡Perdone, señor maestro! Faltan dos por presentarse –dijo
Kattya.
Él la miró y le dijo:
- A Sebatar y a Minar ya los conocéis, y nos conocemos. Soy
vuestro maestro espiritual, Sebatar seguirá siendo vuestra
directora y maestra de lo no espiritual como hasta ahora; es decir,
esta escuela tiene una sola directora y dos maestros, uno de la
enseñanza espiritual y el otro de la enseñanza normal.
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Todos escucharon muy atentamente, reinaba un silencio absoluto,
esperando las palabras de Fut, quien continuó diciendo:
- El poder más grande de toda la creación es el amor, El Supremo,
que ha creado la creación por amor; por eso, hemos sido creados a
su imagen y semejanza.
- ¿Quiere decir esto que soy una Suprema? -preguntó Yuamí.
- ¡No! Tú no eres el Supremo, pero tienes su esencia dentro de ti.
- No lo comprendo -añadió Minar.
- Es muy sencillo, os voy a poner un ejemplo y lo vais a
comprenderlo todos. Sabemos lo que es un océano, compuesto
por millones y millones de gotas de agua; si cogemos una sola
gota de ese océano, la gota no es el océano, pero tiene la misma
esencia. Y allá donde se encuentre esa gota, siempre podrá
manifestar la esencia del océano del cual proviene.
- Nosotros no somos el Supremo, pero podemos manifestar su
esencia -dijo Masete.
- ¡Así es! Pero siempre que tengamos un motivo para ello,
porque, si no hay motivo, será una manifestación sin sentido o, en
su caso, indebida.
- Todo esto está muy bien, pero queremos ver un ejemplo práctico
de tus enseñanzas -solicitó Sebatar.
Fut, por un momento, se quedó muy pensativo; finalmente le dijo
a la vivaracha Tua:
- ¿Puedes salir al patio y traer una piedra grande?
Todos se quedaron extrañados, pero Tua obedeció, se levantó,
salió de la clase y, una vez en el patio, cogió una gran piedra, casi
no podía con ella. Fut, cuando la vio entrar con aquel pedrusco,
79
no pudo aguantar su risa, la cual fue acompañada por el resto de
los presentes en la clase. Tua, un poco rayada, dijo:
- ¿A qué vienen esas risas?
- Te he dicho una piedra grande, no un pedrusco.
La niña, de una manera muy vivaz, le dijo a su maestro:
- Así podrá demostrar mejor ese poder, señor maestro.
Viendo el sobreesfuerzo que estaba haciendo Tua, le dijo Fut a
Minar:
- ¿Puedes tú coger la piedra y ponerte frente a la ventana?
Minar, que ya conocía las cosas de su nuevo maestro, no le
sorprendió ya nada de él, lo miró de forma resignada, se levantó
de su silla, liberó a Tua de su gran peso -nunca mejor dicho- y,
finalmente, se puso frente a la ventana, esperando lo que le dijera
su misterioso maestro.
- ¿Qué hago ahora?
Ante la sorpresa de todos, Fut le dijo con una voz muy firme:
- ¡Lánzala contra la ventana!
La ventana era de tamaño mediano, transparente, con los marcos
de madera oscura, y estaba dividida en dos partes. En el centro
tenía una maneta que abría o cerraba la ventana; podía verse casi
todo el patio a través de ella.
El resto de la clase no podía creer lo que estaba sintiendo: un
maestro mandando romper una ventana. Minar conocía algo a Fut
y de él se lo esperaba todo. Sin pensárselo dos veces, lanzó el
pedrusco contra la ventana. Se rompió en mil pedazos,
literalmente, y Minar se volvió hacia Fut y le dijo muy sonriente:
80
- Aquí tienes tu preciosa ventana rota, maestro -le dijo Minar.
Fut aguantó las risas con su típica seriedad y, cuando acabaron,
con una voz seria, les dijo:
- Ahora vais a ver como esta ventana vuelve a estar como antes.
A Sebatar se le saltaron los ojos de asombro cuando oyó estas
palabras de la boca de Fut, luego sonrió muy discretamente.
Fut se quedó mirando fijamente hacia la ventana -se produjo un
silencio absoluto- y, de repente…, la ventana volvió a ponerse tal
como estaba antes de que Minar le lanzara la piedra.
Ante los mismos ojos de todos los presentes en la clase, todos se
quedaron asombrados y con la boca abierta.
Fut, entonces, se volvió hacia ellos con una leve sonrisa, y les
dijo:
- Lo que habéis visto todos es solamente una pequeña parte del
poder del Supremo. Cualquiera de vosotros que tenga fe en él y
tenga un motivo justificado lo puede hacer.
- Y si rompemos de nuevo la ventana, maestro -preguntó Burén.
- Entonces se quedará rota y la tendrá que pagar tus padres,
porque ya no hay motivo para manifestar el poder del Supremo.
La dulce Kattya le pregunta:
- ¿Cuál fue el motivo de antes?
- El motivo ha sido que vosotros podáis ver una pequeña prueba
del Supremo, así comprenderéis que mis enseñanzas no son mías,
sino también es vuestra.
Se levantó Sebatar de su pupitre y les dijo a los niños:
81
- La clase ya ha terminado por hoy.
Los niños abandonaron la escuela en dirección a sus casas; los
más grandes iban solos, los más pequeños eran acompañados por
los adultos. En Quimenix no había escuela por la tarde, la clase de
Fut había sido muy larga y un poco especial.
Una vez fuera de la clase, los niños hablaban entre sí, diciéndose:
- Este maestro mola mazo -empezó Tua.
- Para mí es mega-guay –siguió Kattya.
- Pues yo, flipo –añadió Burén.
Cuando iba a hablar la realista, Yuamí, todos callaron, la miraron
y esperaron su opinión.
- Este maestro mola por un tubo, además de aprender mucho con
él, lo pasaremos pipa.
Los padres que estaban fuera esperando a sus hijos, no podían
creer lo que estaban oyendo sobre el nuevo maestro.
Se quedaron los tres a solas en la clase; es decir, Sebatar, Minar y
Fut. Sebatar se sentó en un pupitre situado frente a la mesa del
maestro, a la derecha de Fut, pero, como él estaba un poco
cansado de estar de pie, se sentó en otro pupitre situado a la
izquierda de Sebatar. Mientras tanto, Minar se sentó sobre la mesa
del maestro, mirando a los dos. Minar miró a Fut y le dijo:
- ¡Vas a coger fama de mago!
- No soy mago.
- ¿Entonces qué eres? -le preguntó Sebatar.
- Soy un maestro más, simplemente.
82
- No eres un maestro corriente, nunca había visto algo como lo de
hoy -prosiguió Sebatar.
Fut miró a los, se levantó, dio una palmada y les dijo:
- Estoy un poco cansado, me voy a mi habitación a descansar.
Dio una segunda palmada y desapareció. Sebatar miró a Minar y
éste, con una gran sonrisa, le respondió:
- Ya te irás acostumbrando a sus cosas, Sebatar.
En la clase se hizo un silencio total, hasta que Minar lo rompió:
- ¿A ti te gusta Fut?
- Ese presumido, distante y serio... ¿hombre? ¡No digas tonterías!
- Durante un instante, te he visto como le sonreías durante la
clase...
- Tiene algo que me gusta, pero no sé lo que es, ¡es tan
misterioso!
- Vayamos a preparar la comida mientras que nuestro misterioso
maestro descansa.
- ¿Por qué no le pedimos que nos haga aparecer la comida?
Minar y Sebatar entraron en la cocina, prepararon la comida,
pusieron la mesa y, cuando ya la tenían toda preparada, llamaron
a Fut. Él bajó de su habitación y se sentó en la mesa junto a ellos
dos.
Frente a Fut estaba Sebatar y, en medio de ellos, se encontraba
sentado Minar. Fut se quedó mirando fijamente a Minar y a
Sebatar, y les dijo muy serio:
83
- La comida no se puede hacer aparecer porque ya no la da la
naturaleza.
- ¡Puedes leer los pensamientos! -le contestó Sebatar.
- ¡Puede! -añadió Minar.
- No lo hago siempre, cuando lo hago nunca comento lo que veo.
Las clases de la escuela de Quimenix estaban organizadas de la
siguiente manera: la primera hora era del maestro Fut, luego venía
media de patio y, por último, venía la segunda hora que era de la
maestra Sebatar.
Los niños y niñas, desde que estaba Fut dando esa materia tan
rara -y nueva para ellos, con la que alucinaban por un tubo-, eran
los primeros en levantarse en sus casas, por las mañanas, cuando
había escuela. Sus padres ya no le tenían que decir que se dieran
prisa en vestirse, tomarse el desayuno y demás cosas; eran ellos lo
que metían prisa a sus padres, porque no se querían perder las
clases flipadas del maestro Fut.
Para la siguiente clase, a Fut se le pegaron un poco las sábanas,
entró a la clase unos diez minutos más tarde. Cuando entró en la
clase vio a todos muy callados y sentados. Tan frío como siempre,
se dirigió hacia su mesa; cuando llegó a la misma se sentó, en la
esquina izquierda de la mesa. Cuando se disponía a hablar, la
simpática Mel le dijo:
- Buenos días, maestro.
Fut levantó la cabeza y respondió:
- Buenos días a todos.
Una vez que saludó a todos, se puso de pie, comenzó a mover la
cabeza de izquierda a derecha, y finalmente dijo a todos, en voz
alta:
84
- No me gusta como es esta clase -todos recordaban lo de la
ventana del día anterior, y pensaban qué iba a hacer ahora.
Se adelantó unos pasos, se puso casi encima de Kattya y dio una
palmada; entonces, en la pared de la izquierda apareció dibujado
un hermoso paisaje, con un gran arco iris, pájaros volando, y el
colgador que antes era de color oscuro, ahora era de todos los
colores.
- ¡Qué bonito es! -decía una y otra vez Sebatar.
Los niños estaban con la boca abierta, sin saber qué decir. A
continuación Fut volvió a dar otra palmada y, esta vez, en la pared
de la derecha apareció dibujado un hermoso valle con unas
montañas nevadas al fondo, con un espléndido cielo azul marino,
en el centro del cual había un sol.
Si antes los niños, y los no tan niños, estaban con la boca abierta,
ahora tenían todos los ojos salidos, de lo asombrados que estaban.
Fut les miró a todos con una amplia sonrisa (era la primera vez
que Minar veía a Fut alegre).
Volvió a dar otra palmada y la pared del fondo se transformó en
un dibujo en el que se podía ver un fondo marino, con sus aguas
claras y muchos peces de todos los colores y tamaños. El borde de
la pizarra, que antes era oscuro, ¡ahora era de todos los colores!;
solamente el cuadro del Presidente quedó como antes estaba.
Los siete niños, como los dos adultos, se lo estaban pasando en
grande. Cuando todo parecía haber acabado, Fut les dijo:
- Ahora queda el punto final -volvió a dar su última palmada.
Entonces el suelo se transformó en un césped verde, con
florecillas dibujadas de todos los colores. El techo ya no era de
color blanco, sino rosa claro; la puerta de la entrada a la clase
también era de todos los colores; y todos los pupitres, sillas y la
mesa del maestro, dejaron sus colores de madera oscura y pasaron
a tener todos los colores del arco iris.
85
Algunos niños se levantaron de sus sillas y contemplaban con
gran asombro la gran transformación que había tenido su clase.
Otros estaban sentados, mirando todo totalmente salidos de sí
mismos; muy sabiamente Fut dejó un rato de tiempo muerto, sin
decir nada, sin hacer nada, para que todo volviera a su normalidad
¡si es que lo que él había hecho se podía llamar normal! En vista
de que pasaba el tiempo y la clase no volvía a la normalidad, dado
que contínuamente se sentían expresiones como ¡tenemos una
clase súper-mega-guay!, ¡qué flipada ha hecho el maestro!, ¡qué
pillada más hermosa!, ¡estoy flipando y no me lo puedo creer!,
Fut volvió a dar una nueva palmada, pero esta vez solamente para
llamar la atención y, finalmente, consiguió calmar la clase y se
dirigió a sus extasiados alumnos:
- Si queréis vuelvo a poner la clase como antes estaba...
Todos, a una misma voz, le respondieron, con unas voces altas y
claras…: ¡No!
- Entonces... que se quede como está ahora.
A continuación volvió a dar una palmada y del techo comenzaron
a caer unas pequeñas gotas plateadas, las que, antes de alcanzar
algún objeto o persona, desaparecían. Finalmente dejaron de caer
esas gotas plateadas.
- Es hora de que comencemos la clase de hoy -sugirió Sebatar.
Sebatar no dejaba de mirar a Fut, y sus ojos brillaban mucho.
Minar se giró hacia atrás y lo comprendió todo en seguida, ya no
había duda. Fut, sólo en dos días, había conquistado el corazón
del amor de su infancia, y el de los niños de la escuela. Fut, al
mismo tiempo que estaba hablando, estaba leyendo el
pensamiento de su nuevo hermano Minar; pero siguió hablando
de la lección que iba a dar a continuación.
- Hoy comenzaremos un tema muy interesante, vamos a dar el
tema de la sanidad.
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- ¿Dónde viene la sanidad? -preguntó Kattya.
- La sanidad nos viene del amor del Supremo, por amor; el
Supremo nos da todo lo suyo, entre ello, la sanidad.
- ¿Qué significa sanidad? -preguntó Jale.
- La sanidad es la ausencia de enfermedad -contestó Fut.
- Eso no me lo creo -dijo Burén.
- Todo lo que os enseño viene del Supremo.
- Entonces... ¡si me rompo una pierna, él me la sana! -dijo Yuamí.
- Si te rompes la pierna por accidente sí, pero si te la rompes
intencionadamente ¡no!, porque entonces te estás riendo del
Supremo.
- ¿Cómo lo sabe él? –preguntó Kattya.
- ¡Porque él lo sabe todo de nosotros! ¡Siempre!
El pícaro Masete le puso una prueba a su maestro:
- Mi gato, el otro día, se cayó de un tejado, se partió la cabeza y
ahora está en mi casa muy enfermo. ¿Me lo va sanar el Supremo?
- Lo vas sanar tú.
El pícaro Masete, muy sorprendido, replicó:
- ¿Cómo?
- Por medio de tu fe -le respondió Tua.
87
- Muy bien, Tua. La fe y el amor son dos fuerzas muy poderosas,
con las cuales accedemos al poder del Supremo. Entre ese poder
está la sanidad -dijo Fut.
- ¡Pero si es solamente un niño! -exclamó Sebatar.
- Los niños están más cerca del Supremo que muchos adultos, y
que yo mismo.
- ¿Cualquiera de estos niños puede hacer lo que tú haces? -
preguntó Minar.
- Así es. Hoy vamos a dar la clase en casa de Masete.
Todos se sorprendieron un poco, pero solamente un poco, porque
ya iban conociendo a su nuevo maestro, de él se podía esperar
cualquier cosa.
- ¿Y si no están mis padres?
Fut, con una voz muy firme, le dijo:
- Ahora mismo está tu madre en tu casa.
- ¿Usted cómo lo sabe?
Fut no respondió. Todos se levantaron para irse a casa de Masete
y, aprovechando el pequeño bullicio producido, Minar se le
acerca por detrás a Masete y, poniéndole su mano derecha sobre
su hombro derecho, le dijo:
- ¡Hijo! Si Fut dice que está tu madre en tu casa es porque está.
No me preguntes como lo sabe, porque ni yo mismo lo sé.
Masete se giró y sonrió a Minar.
La comitiva estaba capitaneada por Masete, después iban Fut y
Minar, y la cerraba Sebatar. Después de andar por unas calles,
88
llegaron finalmente a casa de Masete: era de color violeta con
puntitos amarillos y la puerta era de madera de pino clara. Ésta se
abrió. Salió una mujer alta, joven, con cabellos negros, ojos
castaños, cara redonda, las facciones de la cara eran muy
agradables, vestía toda de marrón, con sandalias verdes. La mujer,
al ver la comitiva, se sorprendió un poco y, al instante, su hijo le
dijo:
- Mamá, te presento a mi maestro Fut. Maestro, le presento a mi
madre, Ameitana.
- Es un placer conocerla, señora.
- Mamá, mi maestro quiere dar la clase en casa.
Esas palabras de su hijo la hicieron dudar, pero finalmente
respondió:
- ¿Es usted el hombre de Imaf?
Él sabía perfectamente a lo que se refería, a lo ocurrido en el
puente principal de Imaf, cuando ayudó al niño ahogado.
- Sí, señora, yo soy. Me gustaría dar una lección en su casa -ella
se quedó pensando para sí misma: “Con lo tranquila que estaba, y
ahora vienen estos a romper mi paz..., pero no me puedo negar”.-
Está bien, podéis pasar y dé usted su lección.
La comitiva entró solamente hasta la entrada del recibidor, pues el
gato se encontraba allí, en un cesto. El gato estaba más muerto
que vivo, tenía un vendaje en la cabeza un poco ensangrentado.
- ¡Pero si está casi muerto! -gritó Tua.
- No se mueve –dijo Burén.
Masete se dirigió a su madre y le dijo con toda la naturalidad del
mundo:
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- Vamos a sanar al gato, mamá.
Ella lo miró y no dijo nada. Finalmente actuó Fut diciendo:
- Debemos dejar un espacio libre al gato.
Todos se apartaron un poco del gato, el pobre animal estaba
rodeado por la comitiva y por la pared del recibidor. Fut le pidió a
Ameitana un trapo limpio de color morado.
- No sé si lo tengo, señor.
- Señora, tiene usted uno debajo del segundo armario, en el primer
cajón que está a la derecha del fogón.
La señora de casa no sabía que decir... Fue al sitio indicado por
Fut y descubrió dicho trapo morado; se sorprendió mucho, cogió
el trapo morado y volvió al comedor para dárselo.
- No me lo dé a mí, sino a su hijo, señora.
Así lo hizo ella. Masete cogió finalmente el trapo morado.
- Ahora, Masete, obedece fielmente y no dudes: coloca este paño
sobre la cabeza del gato -él lo hizo así.
- ¿Qué hago ahora, maestro?
La madre de Masete lo seguía todo a cierta distancia, con suma
atención e interés.
- Masete, ponte frente a tu gato y di estas palabras que te estoy
escribiendo en este papel.
Cuando terminó de escribir, se lo dio a Masete y le dijo:
- Lee en voz alta y di una sola vez esto.
90
Masete cogió el escrito que le dio Fut y dijo así:
- Supremo, por amor, me dirijo hacia ti para que sanes a este gato
-a continuación se produjo un silencio y todos miraron a Fut.
- Quítale el paño y el vendaje a tu gato.
Cuando el gato tuvo la cabeza descubierta, todos pudieron ver que
tenía la cabeza completamente curada: el gato salió de su cesto
dando un salto. Masete lo cogió en brazos, pero salió corriendo
por el comedor y se perdió de vista cuando entró en un pasillo. De
todos los presentes, la más impresionada era Ameitana, la madre
de Masete, la cual no podía creer lo que había visto.
- Mi clase, por hoy, ha terminado, niños. Ahora son todos tuyos,
Sebatar. Muchas gracias, señora, por habernos dejado su casa.
- Las gracias se las tengo que dar a usted, señor.
La comitiva abandonó la casa de Masete y nuevamente se dirigió
hacia la escuela. A medio camino, Fut le dijo a Sebatar:
- Tengo que ir a la biblioteca. Estaré de vuelta para la hora de
comer.
Ella asintió afirmativamente con la cabeza y él se alejó de la
comitiva en dirección a la biblioteca.
La fama de Fut se había extendido por todo Quimenix, y parte del
país de la tarde; la Asamblea tenía un amplio informe suyo hecho
por Minar.
El temblor del edificio de la Asamblea, las tres curaciones
realizadas en la misma, la demostración en la clase (la ventana) y
la curación del gato de Masete, habían hecho de Fut un hombre
muy misterioso y deseado, a la misma vez, por todos.
91
Estuvo en la biblioteca haciendo unas consultas y, tras ellas, se
dispuso a abandonarla, pero cuando iba por el largo pasillo que
conducía a la salida, custodiado por seis columnas, tres a cada
lado, de tan concentrado en sus asuntos de maestro cómo iba, no
se dio cuenta de que había tres hombres escondidos, cada uno
detrás de una de las columnas.
Cuando había superado dos columnas, a su espalda le salieron dos
hombres de esas dos columnas traseras. Esos dos hombres
lanzaron cada uno un cuchillo sobre Fut; pero momentos antes de
que estos cuchillos fueran lanzados contra él, una luz blanca muy
fuerte envolvió a los dos hombres y los dejó ciegos por unos
segundos. Fut se dio la vuelta de inmediato y vio como dos
cuchillos se dirigían hacia su cuerpo, aunque un poco desviado
debido a la luz blanca.
Comprendió que estaba siendo víctima de un atentado, concentró
su mirada en los cuchillos y los desvió lanzándolos contra la
pared lateral derecha, a continuación extendió sus brazos (como
cuando se encontró con Zu, cuando se dirigía hacia Imaf) y esos
dos hombres fueron lanzados contra las columnas tan fuertemente
que quedaron inconscientes en el suelo.
Un tercer hombre salió de la columna lateral derecha, la que
estaba a su espalda, con una espada y dispuesto a usarla contra él;
pero cuando vio lo hecho con los otros dos hombres, se quedó sin
saber qué hacer. Entonces Fut dio una palmada y la espada se
clavó en el muslo izquierdo de este tercer hombre, cayendo herido
al suelo. Fut se dirigió hacia él y cuando llegó a su altura, le sacó
la espada de su muslo izquierdo y le preguntó:
- ¿Quién te envía?
El hombre, muy asustado, le dijo:
- ¡No me mates!
92
- Sólo quiero saber quién te envía. Tus compañeros se recuperarán
muy pronto, aunque, eso sí, un poco aturdidos por el golpe. En
cuanto a ti… -Fut extendió su mano derecha sobre la herida y le
dijo:- las manos están para curar solamente, no para matar. Ya le
había sacado Fut su espada del muslo izquierdo y la había dejado
en el suelo. Cuando terminó de decir esto, su pierna izquierda
estaba completamente curada de la herida.
- ¿Cómo lo has hecho?
- Vosotros habéis intentado matarme, en cambio yo te he curado
en el nombre del Supremo.
- Nos envía un miembro de la Asamblea, Bequier; nuestra misión
no era matarte, sino comprobar tus poderes más de cerca.
Fut se quedó muy pensativo y finalmente le dijo:
- Id y decidle a Bequier que mi poder viene del Supremo, por mí
mismo, no soy nada. Este poder es solamente para hacer el bien,
solamente quiero vivir en paz en este país, como todos.
Mientras Fut le decía todo esto, el hombre le escuchaba muy
atentamente y pensaba para sí mismo “este hombre me ha curado
y yo lo he intentado matar”. Fut extendió sus manos hacia él, pero
al principio no se movía, pues no se fiaba mucho de Fut.
- No te voy hacer ningún daño, amigo, te estoy dando las manos
para que te levantes del suelo.
Finalmente se agarró a las manos de Fut y se levantó. Cuando Fut
lo levantó del suelo, con una amplia sonrisa, le dijo: “¡Amigo
mío, nosotros nunca nos hemos visto!”. Dicho esto, se alejó y
salió de la biblioteca.
Lo sucedido en la biblioteca no le sorprendió, en cierta manera se
lo esperaba, sabía perfectamente que habría más pruebas por parte
de la Asamblea; no le dio importancia y no lo comentó con nadie.
93
Después de comer, comenzó a preparar el tema de la clase del día
siguiente con la mayor tranquilidad del mundo.
Los niños y niñas entraron acompañados por Sebatar y Minar, y
todos ocuparon sus asientos. Fut dejó de estar sentado sobre su
mesa y se puso de pie, reinaba un absoluto silencio en aquella
colorida y hermosa clase (casi siempre, cuando los niños y niñas
llegaban a la clase, Fut ya estaba allí, unas veces de pie y otras
veces apoyado en su mesa, muy pocas veces se sentaba).
Sus clases eran un poco diferentes y, a la misma vez, amenas: los
alumnos preguntaban, él respondía, y todo esto se hacía en un
orden y respeto mutuo; tanto desde los niños hacia Fut, como de
él hacia los niños.
Finalmente habló y dio comienzo así la clase de un nuevo día en
la escuela espiritual de Quimenix.
- Todo tenemos un cuerpo físico -dijo tocándose con la mano
derecha y con la mano izquierda-, tenemos una mente -y se toca la
cabeza con la mano derecha- y tenemos un espíritu -a
continuación hace con sus manos un globo encima de su cabeza.
- El cuerpo físico lo puedo comprender, pero la mente y el
espíritu, no lo comprendo -dijo Sebatar.
- Esa es una buena pregunta que siempre nos hacemos; es debido
a que el cuerpo físico se puede ver fácilmente. El mental no se ve
físicamente, pero se manifiesta a través del físico: según como
pensamos, así actuamos físicamente.
Todos estaban callados porque era la primera vez que oían
aquellas enseñanzas.
- ¿Qué es el espíritu? -preguntó Minar.
94
- El espíritu es la parte de nosotros que está más cerca del
Supremo. Dicho de otra forma, es la parte del Supremo que todos
tenemos dentro de nosotros.
- No entiendo nada, maestro -dijo Jale.
- Es normal que ahora no entiendas nada, ya lo irás aprendiendo.
Es un estudio muy fácil y, a la misma vez, tan profundo que
nunca se llega a saber todo; por eso, solamente hay un maestro,
que es el Supremo, y lo podemos conocer por mediación del
mensajero del amor.
- ¿Por qué nos hablas tanto del Supremo? -preguntó ahora Yuamí.
- Todos estamos hechos a su imagen y semejanza, por encima de
él no hay nadie, de él venimos y hacia él volveremos. Todo lo que
hay en la creación viene del Supremo. Sintió tanto amor que nos
hizo a su semejanza e imagen, esto quiere decir que funcionamos
como él, pero nunca seremos él.
- ¿Para qué sirven tus enseñanzas? -ahora fue Sebatar quien
preguntó.
- Primero, no son mis enseñanzas, y segundo, sirven para conocer
mejor la creación, a nuestros amigos, y conocernos mejor a
nosotros mismos. Conforme vamos conociendo a nuestros amigos
y amigas, nos vamos conociendo más a nosotros mismos.
- ¿Estás autorizado para enseñar estas enseñanzas? -preguntó
Minar.
- Cualquiera que sea consejero, o que lo haya sido, no solamente
está autorizado, sino que tiene la obligación de enseñarlas. El
Supremo debe ser siempre el centro, todo gira en torno a él, y,
consecuentemente, debemos dar la gloria a él, nunca a nosotros.
- Le tengo que hacerle muchas preguntas, maestro -dijo Burén.
95
Fut sonrió y le respondió con una sonrisa:
- Poco a poco, que tenemos mucho tiempo, solamente hemos
comenzado... Ahora vamos a explicar lo que es el bien y el mal y
sus consecuencias en nosotros. Cuando hacemos caso a nuestros
padres, es decir, cuando somos obedientes a nuestros padres
materiales y espirituales, entonces estamos haciendo el bien. Y
con el tiempo tendremos la victoria en nuestras vidas.
Tras una leve pausa, Fut continuó con su clase:
- El corazón del Supremo siempre es hacer el bien -algunos
comienzan a mover la cabeza dando a entender que lo están
empezando a entender-. En cambio, cuando no hacemos caso a
nuestros padres, entonces hacemos el mal; si seguimos por el
camino del mal, finalmente perdemos la paz del amor. A veces
nos preguntamos: si nuestro Supremo siempre es amor..., ¿por
qué permite la existencia del mal? Eso no es cierto.
Reinaba una expectación total, es decir, un gran interés por las
futuras palabras de Fut. Continuó diciendo:
- El Supremo permite la existencia de las malas acciones para que
nosotros nos demos finalmente cuenta de que en su amor siempre
tenemos todo lo mejor.
Todos pusieron caras de extrañeza, como de no comprenderlo
muy bien.
- ¿Cómo sabía que le iba a preguntar eso, maestro? -le preguntó
Kattya.
- Eso no importa ahora, os voy a poner un ejemplo. Cuando
hacemos una acción mala, tenemos una sensación de malestar,
nos sentimos incómodos con nosotros mismos -todos asintieron
afirmativamente con la cabeza-. En cambio, cuando hacemos una
acción buena, tenemos una sensación de paz, nos sentimos
cómodos con nosotros mismos -nuevamente asintieron
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afirmativamente con la cabeza, dando la razón al maestro-.
Cuando más acciones buenas hacemos, más nos acercamos al
Supremo, porque estamos haciendo lo que hay en su corazón; es
decir, el bien, la luz, la paz, el amor. Hasta que llegue el momento
de nuestra comunión con el Supremo, es tan fuerte e íntima que
nadie y nada la puede romper; entonces, nosotros somos sus
flautas y él es el músico, después viene la manifestación de su
poder a través de nosotros, antes no.
En la clase se produjo un silencio sepulcral, nunca en toda la
historia del país de la tarde se habían oído esas enseñanzas. Todos
las comprendieron perfectamente. El silencio fue roto finalmente,
cuando Fut dijo:
- Sebatar, mi clase por hoy ha terminado, prefiero dar un poco
cada día, que sea bien asimilado por todos, que dar mucha materia
y que no se comprenda. Cuando una semilla es plantada, siempre
hay que esperar un tiempo para que esa semilla dé su fruto.
Tras otra leve pausa, continuó con su clase diciendo:
- Vosotros sois lo mismo que yo, es decir, una semilla del
Supremo -la voz de Fut se rompió y no pudo seguir hablando
más. Hizo un leve gesto con su mano derecha a Sebatar y, tras
saludar con la misma mano a la clase, abandonó la clase dejando a
Sebatar como maestra.
Sebatar se levantó y dijo a los niños:
- Podéis ir al patio.
Ellos no se lo pensaron dos veces y salieron al patio dejando a
Sebatar y a Minar solos en la clase.
- Nunca en mi vida he sentido lo que mis oídos han sentido hoy –
dijo Minar.
97
- Es la primera vez que veo a mis alumnos inmóviles y callados
como piedras... ¿de dónde viene Fut? -preguntó Sebatar.
- Viene del país del día.
- Eso ya lo sé -los ojos de Sebatar brillaban como diamantes y
estaba como ausente.
- Conozco esa mirada en las mujeres... ¿No dirás que te has
enamorado de Fut? Es un hombre especial, pero frío y distante.
- No importa, el amor de una mujer puede cambiar a un hombre.
- Espero que tengas suerte en tu conquista.
Ella miró a Minar, le sonrió y no le dijo nada. El tiempo del patio
había terminado y los niños entraron en la clase nuevamente.
Sebatar dio su clase de matemáticas, tras la cual los niños se
fueron a sus casas.
Durante la comida, Sebatar no dejó de mirar a Fut, le sonrió, le
facilitó el pan y cualquier cosa que le hacía falta antes que él lo
pidiera. Minar sabía que ella estaba enamorada de Fut, pero se
hacía el distraído.
Cuando terminaron de comer, Sebatar le preguntó a Fut:
- ¿Quieres ayudarme en la cocina?
Él muy serio le respondió:
- Tengo que preparar la lección de mañana.
Ella, con una sonrisa, le replicó:
- Bueno, otro día será, prepara tu lección.
98
Fut subió al piso de arriba. Sebatar miró a Minar (la conocía
desde la infancia y conocía muy bien aquella mirada).
- Está bien..., te ayudaré yo -le dijo Minar.
Sebatar limpió los cubiertos y platos y Minar los secaba. En
medio de la limpieza de los cubiertos, ella le dijo a Minar:
- ¡Cuéntame todo lo que sepas sobre Fut!
Él tenía un plato en sus manos que estaba secando con un trapo,
continuó secándolo y miró hacia el techo, y dijo con voz audible:
- ¡Supremo, la que me ha caído!
Ella se rió y le dijo nuevamente:
- Comienza ya.
Muy obediente, bajo la atenta atención de Sebatar, Minar
comenzó a contarle cosas de Fut.
Al otro día en la escuela, estaban todos nuevamente en la clase,
cada uno en su lugar, esperando a que Fut diera comienzo su
clase, pero Fut estaba callado, no dijo nada. Finalmente comenzó
a hablar y dijo:
- Hoy no podré dar la clase.
Todos se miraron entre sí. Tras una leve pausa, Fut continuó
hablando.
- La lección de hoy la voy a dar a los miembros de la Asamblea -
sin dejar ninguna pausa, continuó hablando-. Dentro de un
instante entrará por esa puerta un emisario de la Asamblea
diciendo que le acompañe, así que hoy vuestra maestra Sebatar
tiene todo el día para ella.
99
No había acabado de decir estas palabras cuando un emisario de
la Asamblea, vestido todo de marrón, sin armas, pero con un
círculo plateado en cada uno de sus hombros, entró en la clase y
dijo exactamente lo que había dicho Fut.
Todos se asombraron solamente un poco, porque ya iban
conociendo a Fut. Tras saludar a toda la clase con la cabeza, dejó
la clase y acompañó a este emisario hasta la Asamblea.
100
Capítulo 6
El consejero
Cuando Fut se encontró ante la Asamblea, se dirigió a la misma
diciendo:
- Con el debido permiso, señor Presidente. Las palabras que
vuestros oídos van a escuchar no son para vosotros.
Bequier hizo gesto para responderle, pero el Presidente, por
debajo de la mesa presidencial, le hizo un gesto con su mano
derecha para que se callase; Bequier obedeció y se calló. Fut
continuó:
- Supremo, -entonces, en ese mismo instante, cayeron al suelo los
dos vigilantes de la puerta de acceso a la sala Presidencial, los dos
vigilantes estaban inconscientes. Él continuó hablando como si
nada estuviera ocurriendo y siguió diciendo:- tú has tenido, tienes
y tendrás siempre soberanía en toda tu creación -entonces la
puerta desapareció y en su lugar apareció la continuación de la
pared.
Los miembros de la Asamblea estaban perplejos, algunos tenían
un poco de temor ante lo que estaban viendo, pero Fut siguió
hablando como si nada estuviera ocurriendo en la sala. Alzó las
manos y con voz fuerte dijo siete veces:
- Alabado sea el Supremo -dirigiéndose hacia la mesa
presidencial-. Señores, todo árbol tiene una raíz, la raíz del árbol
del Supremo se llama reino; se llama así porque en la raíz nace su
ley, la cual está fundamentada por el amor.
Tras una leve pausa continuó hablando:
101
- El fundamento del amor lo llena todo, pero no podemos usar ese
amor para abusar de él. El amor consiste en servir solamente a los
demás, sin esperar nada a cambio -dichas estas palabras, Fut se
puso con los brazos en cruz y comenzó a levantarse del suelo.
Ahora estaban todos los miembros de la Asamblea atónitos y con
los ojos totalmente salidos de sus órbitas. La mesa presidencial,
junto con los miembros de la Asamblea, comienza a levantarse
del suelo: la mesa presidencial, las siete sillas, las tres sillas de los
consejeros, los diez miembros de la Asamblea... Estaban como
Fut, es decir, a dos metros sobre el suelo.
Fut cerró los ojos, pero no dejó de seguir hablando y decía:
- Para evitar que ocurra esto, el Supremo aplica su justicia con
firmeza y con bondad.
La Sala Presidencial se había transformado totalmente en un
maravilloso bosque. Fut tenía los ojos cerrados y estaba levitando,
al igual que el resto de los miembros de la Asamblea, los cuales
también estaban levitando.
A pesar de todo, no sentían miedo, sino una paz en sus corazones
como nunca habían sentido. Fut solamente estaba alabando al
Supremo, con los ojos cerrados, en cruz y levitando. De pronto
apareció una nube morada en el interior de la Sala Presidencial y
Fut dejó de hablar.
La nube morada cubrió totalmente la sala, y en la misma reinaba
un silencio absoluto; donde antes estaba la puerta de la entrada de
la sala, ahora había una pared transformada en un bonito bosque,
al igual que al resto de la sala. Apareció un triángulo de color
morado, más denso que la nube morada, que cubría todo el
interior de la Sala Presidencial. De repente se sintió una voz muy
fuerte que, con un tono de firmeza y de amor, como ningún ser
humano la podía hacer, dijo:
102
“Soy el Supremo, la Corona que da vida a toda la creación. Hasta
ahora teníais dudas de mi existencia”.
A continuación, el triángulo desapareció, al igual que la nube
morada de la sala. En un instante todo volvió a ser como antes era
y los vigilantes comenzaron a levantarse, los vigilantes estaban un
poco mareados. Fut tenía los ojos abiertos y se encontraba sobre
el suelo, como el resto de los miembros de la Asamblea.
Los miembros se miraban entre sí y Fut los miraban a ellos, así
estuvieron hasta que el Presidente se dirigió a Fut y le dijo:
- ¿Nos puede dejar solos?
- Sí, señor Presidente.
Cuando Fut se disponía a abandonar la sala nuevamente, el
Presidente lo llamó y le dijo:
- Usted puede volver a la escuela, si así lo desea.
Sin mirar hacia atrás, Fut abandonó la sala y el edificio de la
Asamblea, saliendo finalmente a las calles de Quimenix. Una vez
fuera, vio a muchas personas juntas por las calles rodeando el
edificio y, muy extrañado, se dirigió a su hermano Minar y le
preguntó:
- ¿Qué ocurre?
- Pero, ¿no te has enterado?
- ¡De qué debo enterarme?
- No sé lo que ha pasado dentro de la Asamblea, pero aquí fuera
hemos visto cómo una nube morada cubría toda la Asamblea,
toda la ciudad ha temblado y todos los enfermos del hospital se
han curado.
103
Al oír todo esto, Fut comprendió lo que había ocurrido realmente.
Su expresión se transformó en sorpresa, se quedó durante un largo
rato como extasiado, como si no estuviera allí, sino en otro lugar;
hasta que Minar, de nuevo, lo trajo al mundo de los sentidos
reales.
- ¡Entonces ha sido...!
Fut asintió afirmativamente con la cabeza a la misma vez que
miró a Minar con una expresión de gozo en su cara.
Cuando los miembros de la Asamblea recibieron el informe de lo
que había ocurrido en la ciudad, comprendieron que ya habían
dejado de ser el país de la tarde, había comenzando una nueva
etapa para el país de la tarde. El único hombre que les podía
ayudar ahora era solamente Fut. Se produjo un tenso debate
interno dentro de la Asamblea.
- Todos hemos sido testigos de lo que ha ocurrido aquí dentro,
hemos sido informados de lo qué ha sucedido en la ciudad. ¿Qué
podemos hacer? -preguntó el Presidente.
- Lo matamos -respondió Bequier.
- No digas tonterías, Bequier. ¿Y si le hacemos preguntas? -dijo
Fanir.
- Más preguntas ¿para qué? Después de lo de hoy sobran las
preguntas -añadió Tamur.
Todos se callaron durante unos instantes. Azule rompió el silencio
diciendo:
- ¿Por qué no le hacemos miembro de la Asamblea?
- ¿Con qué cargo? -preguntó Etra.
- Con el de Presidente -añadió Bequier.
104
Tamur miró a Bequier y todos se rieron; finalmente actuó Fanir y
puso fin al debate cuando expuso su idea, la cual consistía en
hacerle consejero con derecho a voto. A todos les gustó la idea y
la misma fue aprobada sin ningún voto en contra.
El consejero Zadar salió fuera de la Asamblea y regresó después
acompañado por Fut y Minar. Zadar se sentó en su silla mientras
que Fut y Minar estaban de pie, frente a la mesa presidencial.
- ¡Puede dar un paso hacia delante, Fut! -ordenó Tamur.
Él así lo hizo, se puso unos pasos por delante de Minar, que
estaba a su derecha.
El señor Presidente, con una voz muy solemne, muy seria, le dijo
a Fut:
- La presente Asamblea, por unanimidad, es decir, sin ningún
voto en contra, ha decidido hacerle Consejero con derecho a voto
de la misma. ¿Acepta usted el cargo?
De una forma un poco seria, y triste a la misma vez, respondió:
- Acepto el cargo, señor Presidente.
Tamur cogió su martillo y dijo a continuación:
- Yo, Tamur, Presidente de la Asamblea del país de la tarde, te
nombro consejero de pleno derecho, con voto de la misma
Asamblea. Si hay alguien que tenga algo en contra de esta
decisión, que lo diga ahora o que calle para siempre. -Esperó unos
minutos y, como nadie dijo nada, dio un golpe con su martillo y
dijo:- Desde ahora mismo, Fut, tiene los cargos de maestro
espiritual y de consejero con pleno derecho de esta Asamblea.
Fut le hizo una reverencia al Presidente y le preguntó:
- ¿Puedo retirarme, señor?
105
- Puede usted retirarse, señor Consejero.
Tras saludar a la Asamblea, Fut y Minar abandonaron la Sala
Presidencial y salieron al exterior del edificio Se dieron un
pequeño paseo por las calles de Quimenix y después volvieron a
la escuela, donde estaba Sebatar con la mesa puesta.
Entraron los dos en el comedor, Sebatar estaba sentada y ellos se
pusieron de pie frente a ella.
- ¿Cómo ha ido todo en la Asamblea?
- A mí no me pregunte, porque no me acuerdo de nada –dijo
irónicamente Fut.
Ella desvió la mirada hacia Minar.
- Será mejor que te lo cuente él, porque yo no he podido entrar.
Sebatar se levantó muy enfadada y, en un tono muy serio, les dijo:
- Minar no entró y tú, Fut, no te acuerdas de nada. Todo
Quimenix ha salido a la calle asustado y he tenido que suspender
las clases.
Sin dejar de mirar a Fut, y tras una pausa, continuó hablando:
- Esta vez te has pasado Fut, Minar me lo ha contado todo.
- No he sido yo, Sebatar.
- Me vas a decir que ha sido el Supremo.
- Así es, Sebatar.
Ella estuvo a punto de explotar literalmente. Ante la tensa
situación creada entre Sebatar y Fut, Minar tuvo que intervenir y
le dijo a ella:
106
- Ahora tenemos un nuevo Consejero de la Asamblea.
- Ahora, además de maestro eres consejero...
- Así es -le respondió Fut.
Finalmente Sebatar explotó y, gritándole, le dijo a Fut:
- Señor consejero-maestro, ¿tengo su permiso para retirarme del
comedor? -Y a continuación, muy enfadada, abandonó el
comedor, dejando a los dos solos.
- Se ha enamorado de ti, por eso está así.
- ¡Ha temido por mi persona!
- Así es, Señor Consejero.
- ¡No me llames así! No quiero tanto tratamiento. Para vosotros
soy el mismo de antes.
- ¡Pero eres consejero! Y desde mañana tendrás que vestir
nuevamente de azul.
Entonces Fut se puso un poco triste.
- Quizás el Supremo te quiere decir algo.
- No sé, solamente sé que nada ocurre por casualidad, todo tiene
un motivo.
Minar se quedó mirando a Fut y, cuando iba a hablar… llamaron
a la puerta. Minar hizo movimiento para levantarse, pero Fut le
dijo:
- Voy yo, Minar.
107
Minar se quedó sentado. Fut se fue hacia la puerta y cuando la
abrió se encontró con un soldado joven que tenía tres círculos
plateados en cada hombro. El soldado joven le dijo:
- Le traigo la ropa de usted, señor Consejero.
El soldado joven extendió sus brazos y Fut cogió con sus manos
un paquete de color azul. El joven soldado se despidió de Fut con
un saludo con la cabeza, el que fue correspondido de la misma
manera por Fut. Acto seguido, el joven soldado abandonó el
portal de la escuela, dejando a Fut solo con la puerta abierta.
Minar se le acercó por su espalda y le dijo:
- A partir de mañana deberás llevar puesta la ropa de Consejero,
debemos aceptar su voluntad -refiriéndose al Supremo.
Fut cerró la puerta, se giró y le dijo a su hermano Minar:
- Veo que aprendes muy rápido. ¡Buenas noches, Minar!
Una vez dicho esto, dejó a Minar en la puerta, se subió a su
habitación con el paquete de su nueva ropa de Consejero.
Mientras subía los escalones de la escalera, Minar dijo en voz
muy baja:
- No sé quién eres, pero sé que algún día serás nuestro
Presidente… ¡Buenas noches, señor Presidente!
Llegó otro nuevo día y con el nuevo llegó su primer día como
Consejero, tendría que vestir como tal; es decir, todo vestido de
azul (túnica, cinto y sandalias) ante sus estimados alumnos.
Nada más llegar, Sebatar informó a los niños y niñas de la clase
sobre el nuevo cambio en la vida de Fut, pero los alumnos ya lo
sabían, porque la noticia se había extendido con mucha rapidez
por toda Quimenix.
108
- Las noticias corren demasiado rápido aquí, maestra Sebatar -dijo
Mel.
- Ya lo veo, solamente quiero que lo tratéis como antes, aquí es
solamente el maestro espiritual.
- ¡Y algo más para usted! -añadió Yuamí.
- ¿Cómo dices, Yuamí?
- He dicho que ahora vendrá vestido de azul...
- ¡Pues yo! como directora de esta escuela, quiero que sea el único
cambio de esta escuela.
Entonces, la simpática Mel, con una voz muy baja, le dijo a la
vivaracha Tua:
- Su príncipe azul.
Finalmente, Sebatar dijo:
- ¡Basta ya de hablar en voz baja!
Todos se callaron, esperando a que entrase Fut, y diera comienzo
así un nuevo día de clase. Se abrió la puerta de la clase,
finalmente, y entró Fut tan serio como siempre, pero vestido por
primera vez todo de color azul, lo cual le distinguía como
Consejero de la Asamblea.
Lo primero que dijo Fut cuando entró en la clase tan colorida fue
“buenos días “. Sebatar se sentó y puso mucha atención en Fut.
- Cómo podéis ver todos vengo vestido como Consejero de la
Asamblea; para todos vosotros quiero seguir siendo solamente
vuestro maestro, por eso os pido un favor...
Se produjo una leve pausa, tras la cual Fut volvió a hablar:
109
- Que el tratamiento de Consejero me lo dejéis solamente para los
actos oficiales, aquí soy… vuestro maestro nada más.
Sebatar, al oír aquellas palabras, estaba totalmente embobada con
Fut; algunos niños y niñas se dieron cuenta, sobre todo la realista
Yuamí.
- Hoy vamos a analizar entre todos el siguiente anunciado: “Sale
el sol, y pónese el sol, y otra vez vuelve a su lugar donde torna a
nacer”.
- ¿Qué quiere decir “tornar”? -preguntó Mel.
- Quiere decir “volver”. Si analizamos la expresión, vemos que
tiene tres partes: la primera, “Sale el sol”; la segunda, “y pónese
el sol”, el sol sale y se oculta, sigue una Ley; por eso dice a
continuación “y otra vez vuelve a su lugar donde torna -vuelve- a
nacer”. ¿Qué nos quiere decir esto?
- Debemos seguir una Ley -afirmó Minar.
- No vas mal encaminado, pero ese no es el mensaje.
- Es algo así como una lección contínua, que se debe aprender y
que no se puede estudiar en un solo día -dijo, a continuación,
Masete.
- Casi, Masete, solamente te ha faltado el punto final, que lo voy a
poner yo. El enunciado quiere decir que cuando hay algo que no
lo comprendemos, no nos tenemos que forzar en comprenderlo en
un solo día, porque vendrá otro nuevo día, y en ese nuevo día
podemos comprender lo que aún no comprendamos, así hasta que
finalmente lo consigamos comprender.
Fut hizo una leve pausa y, posteriormente, continuó hablando:
- Puede ser una lección, como ha dicho Masete, o puede ser una
Ley, como ha dicho Minar, o una nueva experiencia. Cuando
110
comenzamos algo nuevo para nosotros, nunca nos tenemos que
agobiar si no lo entendemos o lo comprendemos; con paciencia y
constancia, finalmente lo llegamos a comprender.
- ¡Qué maestro más rollete tenemos! -gritó Jale.
Fut sonrió, pero, cuando se dispuso a continuar con la clase, entró
el Consejero Zadar.
- ¡En pie! -ordenó Fut a la clase y todos así lo hicieron.
Zadar, en un tono muy humilde, dijo:
- Podéis sentaos .
- ¿Qué ocurre? -preguntó Fut.
- La Asamblea te llama urgentemente.
Nada más sentir aquellas palabras, Fut, acompañado por Zadar,
abandonó la clase, sin darse cuenta de que Sebatar le siguió. En el
vestíbulo de la clase se encontraron los tres reunidos, es decir,
Zadar, Fut, Sebatar. Ésta, de una forma muy directa y con toda
confianza, le preguntó a Zadar:
- ¿A qué viene tanta prisa?
Zadar la miró y le respondió:
- Te lo digo a ti porque eres la hija de Nobear...
Ella seguía callada y muy atenta esperando a que Zadar siguiera
hablando.
- Hemos sido invadidos por el país de la noche y estamos a punto
de firmar la paz. Tú, Fut, eres el único que lo puede impedir.
Fut sintió cómo las manos de Sebatar agarraban su túnica. Zadar
se separó un poco porque se había dado cuenta de la situación.
111
- Deja que firmen ellos la paz, mi amor.
Cuando él sintió la palabra “mi amor”, sintió una sensación nueva
en lo más profundo de su corazón que nunca había sentido antes.
La miró y vio su cara de preocupación; le dijo con mucha ternura:
- Tengo que hacer siempre la voluntad del Supremo, cariño, debo
irme. Volveré, mi corazón.
Zadar y Fut abandonaron la escuela en dirección hacia la
Asamblea, dejando a Sebatar sola en el vestíbulo muy preocupada
por su amor. Finalmente entró en la clase y todos se dieron
perfectamente cuenta de que estaba muy preocupada, que no era
la misma de siempre. Sin sentarse le dijo a Minar:
- ¿Puedes dar tú hoy la clase?
- ¿Yo?
- Solamente debes repasar estos problemas de física, aquí tienes el
libro de las soluciones.
- Si es así...
- Toma el libro.
Minar cogió el libro de soluciones de física y ella dejó la clase,
dejando a Minar como maestro interino de física.
112
Capítulo 7
La batalla
La noticia de la invasión del ejército de la noche se había
extendido como una mancha de aceite por el país de la tarde. La
Asamblea se había reunido urgentemente para tratar el asunto; en
la calle se respiraba una tensión cada vez más tensa. Mientras
tanto, la Asamblea estudiaba las posibles salidas a esta situación.
Todos los miembros estaban reunidos, además del supervisor
militar, que es el jefe de todos los militares y que vestía de
marrón, con una estrella de seis puntas azuladas sobre cada
hombro; era de estatura baja, cabellos negros, ojos negros, la cara
la tenía vasta y con unos cortes en el pómulo izquierdo, su voz era
muy profunda y seca.
- ¿Qué podemos hacer, señores? -preguntó el Presidente.
- Debemos atacar lo antes posible -respondió Damez.
- ¿Con qué les atacamos? -preguntó Izar, el jefe de los militares.
- Con nuestro ejército -contestó Fanir.
Entonces Izar comenzó a reírse.
- La situación es muy seria como para que tú te pongas a reírte -le
recriminó Damez.
- Me río porque nuestro ejército solamente sirve para mantener el
orden en nuestro país, y nada más. Si presentamos batalla a los de
la noche, seremos vencidos.
113
Intervino el Presidente para mirar de llegar a una conclusión o
acuerdo definitivo y, con una expresión de resignación, dijo a
todos los presentes:
- Tendremos que aceptar sus condiciones de paz.
Todos se miraron entre sí, pero nadie dijo nada, un silencio total
reinaba en la Sala Presidencial. Dicho silencio se rompió cuando
Izar se levantó y dijo:
- Enviaré una comisión para negociar la paz.
El Presidente, con expresión triste y seria, se lo confirmó con la
cabeza, pero, de repente se abrió la puerta de la Sala Presidencial
y entraron Zadar y Fut.
- ¡Esperad un momento, hermanos! No nos precipitemos, la
batalla aún no está perdida -aclamó Zadar.
- ¿Cómo la vamos a ganar? Si nosotros somos ochocientos y ellos
son ocho mil... Además, ellos están mejor armados y tienen más
experiencia de combate que nosotros. Nosotros sólo tenemos
experiencia en vigilar nuestras fronteras y en acompañar a los
niños a la escuela -protestó Izar.
- Izar tiene razón, vamos a negociar la paz con ellos -dijo el
Presidente, de una forma muy resignada, pues aparentemente
nada se podía hacer.
- Después de esta paz, vendrá otra, y luego otra; hasta que seamos
sometidos totalmente a ellos -aseguró Zadar.
- Como supervisor militar que soy, le digo, señor Presidente, que
nuestro ejército no puede luchar con los de la noche.
Pero cuando parecía estar todo decidido, habló Fut y, en voz alta,
dijo ante todos los presentes de la Sala Presidencial:
114
- Yo sí puedo vencerlos.
Izar empezó a reírse y a decir:
- ¿¡Un solo hombre va a vencer a ocho mil!?
El resto guardaron silencio, pues aún se acordaban de la
demostración de poder ocurrida en la Asamblea el día anterior.
- ¿Cómo piensas vencer? -le preguntó Tamur.
- No lo sé, señor, pero cuando esté en el campo de batalla lo
sabré.
- ¡Que sea pronto ese momento, porque ya están a dos días de
aquí!
El miembro Damez, con una voz muy baja y pausada, se dirigió al
señor Presidente y le dijo:
- Señor Presidente, por intentarlo no se pierde nada, todos
confiamos en Fut.
Ante esa propuesta, todos estuvieron de acuerdo menos Izar,
quien, muy enfadado, se dirigió a Fut:
- ¿Quieres ser tú el nuevo supervisor militar?
Fut, con una voz firme y pausada, le respondió:
- No busco el poder, ya lo tuve y sé lo que es.
- ¿Entonces qué quieres?
- Simplemente quiero ir al campo de batalla y, una vez allí, que
me dejes hacer lo que tenga que hacer. Te respeto y te acepto
como militar que eres.
115
Izar se volvió y le dijo al Presidente:
- Estáis todos locos, pero como no podemos perder más tiempo
discutiendo..., debemos llegar a un acuerdo, señor Presidente.
- Muy bien, este es mi fallo como Presidente: ordeno al supervisor
militar, Izar, a que presente batalla al ejército de la noche lo antes
posible. Una vez en el campo de batalla, nuestro consejero Fut
tendrá plenos poderes para hacer lo que él vea más conveniente.
Si hay alguien en contra de esta orden presidencial, que lo diga
ahora.
Todos callaron y miran a Izar. Finalmente éste se dirigió a su
presidente y le dijo:
- Si esa es su voluntad, que así sea, señor Presidente.
Entonces, todos los presentes en la sala presidencial se levantaron
y se fueron dejando a Izar y a Fut solos en la misma sala. Ambos
se miraron y, tras unos segundos, el supervisor Izar agachó la
cabeza y, medio sonriendo, le dijo a Fut:
- Vamos al campo de batalla, soldado, o lo que seas.
- Sí, señor.
- Por lo menos respeta mi autoridad.
Fut siguió a su supervisor militar hasta las afueras de la ciudad,
dónde se encontraban los ochocientos hombres. Cuando Fut los
vio, pensó en su interior: “estos no ganan ni lo que está ganado”;
eran en su mayoría hombres no aptos para el combate, las armas
pocas y anticuadas, los caballos viejos, en resumen… era una
visión desastrosa. Se dirigió a Izar:
- Por el momento quiero un caballo e ir siempre a su lado.
116
Izar lo miró con malas ganas y a continuación ordenó a unos de
sus jefes, el cual tenía dos cuadrados dorados en cada hombro:
- ¡Ya le has oído!
- Sí, señor -le respondió el militar.
El militar y Fut se dirigieron hacia donde estaban los caballos, a
las caballerizas, y el soldado, a medio camino, le preguntó:
- ¿Es cierto que es usted quién va a vencer a los de la noche?
- Simplemente estaré junto a nuestro supervisor y después haré lo
que el Supremo quiera que haga.
El militar no comprendió la respuesta, lo miró con expresión de
extrañeza y, una vez en las caballerizas, le dio un hermoso caballo
blanco. Fut comenzó a acariciar a su caballo y a decirle bellas
palabras, con un tono de voz muy suave. Cuando el caballo lo
aceptó, se subió a él y se dirigió galopando hacia Izar.
Izar iba a la cabeza de aquel proyecto de ejército. Por orden de
Tamur, no atravesaron Quimenix, sino que dejaron atrás la
ciudad. Fut galopó y se puso a la izquierda de Izar. Muy
educadamente le dijo:
- Aquí estoy, señor.
Nuevamente le volvió a mirar de mala gana y, en un tono muy
seco, le respondió:
- Cómo usted no es militar, no le puedo mandar, señor Consejero;
pero le puedo pedir un favor...
- ¿Cuál, señor?
- Déjeme tranquilo hasta que llegue el momento de la batalla,
¿comprende usted?
117
Fut lo miró y no dijo nada más; pero continuó cabalgando a su
izquierda.
Dejaron la ciudad, entraron en un bosque y durante unas cinco
horas estuvieron de marcha por dicho bosque. Se hacía de noche
cuando llegó un explorador montado en su caballo. Se detuvo
frente a Izar y, tras saludarle, le dijo:
- Señor, el enemigo ha acampado al comienzo de la llanura
desértica.
Izar se quedó muy pensativo y le preguntó muy interesado:
- ¿Son muchos?
- Señor, unos ocho mil, y están muy bien armados.
- Muy bien, explorador, puede usted retirarse a la retaguardia.
Así lo hizo el explorador después de saludar a Izar.
Izar miró a Fut y él miró al cielo. Sus jefes, quienes llevaban
cuadrados dorados en sus hombros, empezaron a reírse;
finalmente, Izar, se desesperó. Cuando Fut se dio cuenta de la
situación, se volvió hacia Izar y le dijo:
- Tenemos localizado al enemigo, ahora solamente nos queda la
batalla, y ésta no será librada por nosotros.
Todos se quedaron desconcertados, no se lo esperaban de Fut,
todos menos Izar, que no pudo aguantar más y, finalmente,
explotó literalmente gritando a fuerte voz:
- ¡Basta ya de tonterías! ¿Qué es usted? ¿Un hombre o un niño?
Detrás mío tengo a ochocientos hombres y mañana estarán casi
todos muertos.
118
Fut se calló y todos los presentes se pusieron muy serios. A
continuación Izar dio una orden a uno de sus jefes:
- ¡Acamparemos aquí mismo!
Estaban a una hora de marcha de la llanura desértica. El lugar de
la acampada del ejército de la tarde era una amplia llanura,
rodeada de pinos y de una espesa vegetación. Era un lugar
perfecto para hacer una pausa antes de la batalla.
Estaban Izar y sus jefes, junto a Fut cenando cuando un jefe dijo:
- Por lo menos tenemos el factor sorpresa a nuestro favor...
- Eso espero –contestó Izar.
Se produjo entonces un leve silencio en la clara noche, porque
había una luna llena, hasta que Fut habló:
- De eso nada, señores, hace más de tres horas que hemos sido
localizados por los exploradores de Rumar; mañana estaremos
exactamente donde él quiere que estemos.
Izar dio un fuerte golpe en la mesa y dijo:
- ¡Lo que me faltaba por oír! ¿Cómo sabes tú todo eso?
Todos miraron muy intrigados a Fut y él, con una voz muy
calmosa y profunda, les respondió:
- Me lo ha dicho el Supremo.
- ¡Estoy harto de ese Supremo! Así que mañana tú y tu Supremo
presentaréis batalla a los de la noche...
Fut, con una amplia sonrisa, le respondió:
- Por tu boca ha hablado el Supremo, señor.
119
- Si no fuera porque tienes autorización del Presidente, ya verías
lo que te haría.
Ante la tensa situación que se estaba respirando, algunos jefes
intervinieron y, finalmente, uno de los jefes dijo:
- Déjele ya tranquilo, mañana lo matarán los arqueros de Rumar.
Izar miró de malas a Fut y se calló. Continuaron cenando en el
más absoluto silencio y, conforme iban terminando, se iban
retirando cada uno a sus respectivas tiendas.
Con las primeras luces del alba se levantó el campamento del país
de la tarde; después de casi una hora de marcha, llegaron a la
llanura desértica donde se vieron ambos ejércitos.
La gran diferencia entre los dos ejércitos era bien visible: el
ejército de la noche se componía de ocho mil hombres, la mitad
de los cuales eran de caballería, e iban armados con espadas y
escudos; la infantería se componía por tres mil hombres, la mitad
de los cuales iban armados con lanzas, y la otra mitad tenían
escudos y espadas. La flor y nata de las fuerzas armadas de
Rumar la componían sus expertos mil arqueros. Todos los
ejércitos de la noche vestían todos de color negro.
El ejército de la tarde sólo tenían quinientos hombres en la
caballería, sus espadas y escudos eran viejos; la infantería estaba
compuesta por trescientos hombres, los cuales estaban mal
preparados para la batalla y carecían de escudos; y si todo esto
fuera poco, sus veinte arqueros carecían de experiencia en
combate.
Desde una prominencia montañosa, Rumar, que era muy alto,
pues medía dos metros de estatura, de cabellos castaños, ojos
negros, cara muy suave y agraciada, delgado, de constitución
fuerte, no tenía barba, y vestía todo de color negro, siempre, y
tenía una sonrisa socarrona y una mirada muy profunda y
tenebrosa, estaba acompañado por su estado mayor, al frente del
120
cual se encontraba su lugarteniente Zu. Colocó a su ejército de la
siguiente forma: toda la caballería en el centro, la mitad de su
infantería al lado derecho de la caballería, mientras que la otra
mitad ocupaba el lado izquierdo; los arqueros fueron colocados en
las prominencias de las montañas.
Las fuerzas del ejército de la tarde estaban dispuestas de la
manera siguiente: la caballería ocupaba el lado derecho, sus armas
eran unos escudos muy pocos adecuados para el combate y sus
espadas demasiado pesadas; la infantería ocupaba el flanco
izquierdo y solamente tenían escudos y lanzas; los arqueros se
situaron en unas prominencias montañosas. Izar y Fut se pusieron
al frente del ejército, esperando el comienzo de la batalla.
La llanura desértica era como indicaba su nombre, una pequeña
llanura (una porción de tierra completamente llana), en la cual
solamente había tierra, rodeada tres partes por montañas. Los dos
ejércitos se encontraban el uno frente al otro.
El ambiente era cada vez más tenso, se respiraba una cierta
euforia por parte del ejército de la noche. De repente, los de la
noche comenzaron a gritar y a hacer ruido con sus armas; el ruido
era cada vez más fuerte. Cuando parecía inminente el ataque…
Fut le pidió a Izar su espada. Él se lo quedó mirando (no tenía
tiempo que perder, además Fut tenía autorización presidencial),
desenvainó su espada y se la dio.
Fut cogió la espada de Izar y, con ella cogida por su mano
derecha y apuntando hacia el suelo con la misma, galopó en
dirección hacia el ejército de la noche.
Al ver este gesto imprevisto e imprudente, Rumar dio la orden de
suspender el ataque y, consecuentemente, dejaron de gritar.
Comenzaron a observar fijamente a ese jinete que se dirigía hacia
ellos él solo.
- ¿Por qué has suspendido el ataque, Rumar? -le preguntó Zu.
121
- ¡Quiero ver lo que hace ese!
- Ese es Fut, mi señor, es muy peligroso.
En un tono irónico, como de burla, Rumar dijo:
- ¿Qué puede hacer un solo hombre contra mi ejército?
Mientras que Rumar y Zu dialogaban, Fut continuó cabalgando.
Finalmente se paró en el centro del campo de batalla, se bajó del
caballo y anduvo unos cuantos pasos por delante de su caballo.
Todos los ojos se fijaron sobre él, unos asombrados, pues no
sabían qué iba a hacer; otros se reían en voz baja, a ver cómo un
solo hombre hacia frente a todo un ejército. El jefe de los arqueros
de los de la noche miró a Zu y éste le hizo una negación con la
cabeza.
Casi nueve mil hombres estaban fijos en lo que Fut hacía, unos
por un motivo y otros por otro. Fut se detuvo, luego se arrodilló
en el suelo, levantó con las dos manos la espada de Izar y,
mirando al cielo, dijo por siete veces a grito vivo: “Supremo...”. A
continuación gritó, y todos los presentes le pudieron oír
perfectamente: “por mediación de esta humilde e insignificante
espada, manifiesta tu poder y justicia”. Una vez dicho esto, clavó
la espada en el suelo y, agachando la cabeza, cerró los ojos.
Pasaron unos minutos en los que no pasó nada, entonces los de la
noche comenzaron a reírse, mientras que los de la tarde pensaban,
la gran mayoría: “Estamos perdidos”. Por la cabeza de Izar pasaba
el siguiente pensamiento: “¡Qué poco tiempo de vida le queda a
este Consejero!”.
Repentinamente unas nubes moradas taparon el sol, se hizo de
noche, y se comenzó a sentir un fuerte ruido que venía desde el
interior de la tierra. Todos comenzaron a sentir miedo.
122
El alto y fuerte Rumar dijo:
- ¿Qué es esto?
- ¡Ya se lo dije, señor! –dijo Zu.
El ruido se hizo más fuerte, hasta que finalmente apareció una
enorme grieta en el suelo que dividió a los dos ejércitos. Dicha
grieta se iba haciendo cada vez más grande, pero iba hacia donde
estaba el ejército de la noche. Ante aquella prueba de poder, todo
el ejército de la noche comenzó a huir en estampida, menos los
arqueros, ya que no podían creer lo que estaban viendo y, en su
huida, dejaban todas sus armas. Los del ejército de la tarde se
pusieron todos de rodilla, incluso Izar, a ver ese gran poder.
De las nubes moradas comenzaron a caer rayos en dirección hacia
donde estaban los arqueros del ejército de la noche, los que
también abandonaron sus posiciones. La derrota del ejército de
Rumar había sido total.
El Supremo había manifestado su gran poder haciendo huir a todo
un ejército, pero, a la misma vez fue justo, pues no hubo ni un
solo muerto. Rumar no pudo soportar su derrota y gritó:
- ¡Hemos perdido por culpa de un solo hombre!
- No, señor -le corrigió Zu.
- Entonces, ¿por quién?
- Por El Supremo.
Rumar no estaba para bromas en ese momento y, con una voz
muy fuerte, se dirigió a todos los presentes de su estado mayor:
- Quiero a ese hombre vivo, ¡y de nuestro bando!
Todos sabían que era una orden para Zu.
123
- Así será, mi señor.
Rumar se retiró dejando a Zu solo, porque con él también se fue
el estado mayor del país de la noche.
Zu se quedó un rato solo pensando y finalmente hizo llamar al
jefe de los arqueros:
- Aquí estoy, señor.
- Tengo una misión para ti.
- Estoy para cumplir sus órdenes, señor.
- Dame una flecha, arquero.
El arquero le dio una flecha, Zu la cogió, untó en la punta de la
flecha un líquido verdoso y nuevamente se le devolvió la flecha.
Le dijo:
- Quiero que tu mejor arquero clave esta flecha en Fut, pero que
no le mate, ya me comprendes, lo queremos vivo.
- Así será, señor.
El jefe de los arqueros se retiró, dejando a Zu solo, y pensando
para sí mismo: “voy por ti, Fut”.
Mientras todo esto ocurría en el cuartel general del ejército de la
noche, abajo, la llanura desértica estaba llena de las armas dejadas
por los hombres de la noche y agrietada por el terremoto. Fut se
había levantado, sacó la espada del suelo y dijo unas palabras, con
una voz muy baja, y a continuación se dirigió hacia Izar.
Cuando llegó a su altura, le entregó su espada a Izar, sin decir
nada, la envainó nuevamente en su cintura, pero cuando Fut se
disponía a caminar en medio de la tropa del ejército de la tarde,
que le había hecho un pasillo, una flecha se le clavó en el
124
omóplato derecho de su espalda, cayó fulminado al suelo y perdió
el conocimiento casi instantáneamente.
Desde muy lejos, Rumar y Zu contemplaron la escena y, cuando
Fut fue alcanzado por la flecha, Zu dijo:
- Que tengas unos felices sueños, Fut, nos veremos muy pronto.
Rumar y Zu cruzaron unas sonrisas socarronas y volvieron a su
país, es decir, al país de la noche.
Fut fue recogido y le pusieron sobre un carro. Una vez en
Quimenix fue trasladado al hospital, donde fue ingresado. Tuvo
los mejores médicos del país, pero nada podían hacer ante su
inminente muerte.
Sebatar pidió permiso para poder estar junto a su amado todo el
día, para ello tuvo que dejar la escuela bajo la dirección de Minar.
La Asamblea se lo dio. No se apartaba de Fut ni de día ni de
noche; lo cuidaba como una madre cuida a su hijo, pero su estado
de salud era cada vez peor.
Finalmente los médicos le tuvieron que decir la verdad, la
llamaron y le dijeron:
- Sebatar, de esta noche no pasa.
Ante aquella noticia, ella se echó a llorar. En mitad de su llanto,
les preguntó a los médicos:
- ¡Pero..., no se puede hacer algo!
Los médicos le dijeron que no con la cabeza y a continuación
abandonaron la habitación, dejando a Sebatar sola y llorando
sobre la cama de Fut.
Entonces Sebatar se acordó de las lecciones del Supremo y,
llorando, levantó la cabeza y, agarrándose firmemente a la colcha
de la cama, dijo: “Supremo, creo en ti fielmente, envíale ayuda,
125
aunque no le perdones nunca”. Finalmente ella se quedó dormida,
así estuvo unas horas hasta que unos pasos la despertaron.
Unos hombres venían por el pasillo, escoltados por militares de
alta graduación -tres cuadrados dorados en cada hombro-; esos
hombres escoltados eran Tamur y Base.
Sebatar, medio dormida, le preguntó por el hombre de las
vestiduras moradas.
- ¿Quién es este hombre, presidente Tamur?
- Es el presidente del Consejo del país del día y viene a curar a
Fut.
En la puerta de la habitación se habían quedado dos militares, se
podían ver las sombras de otros dos militares en el pasillo.
Sebatar estaba muy interesada en la mejoría de Fut y le preguntó a
Tamur.
- ¿Puedo estar presente?
Tamur miró a Base y éste dijo:
- Solamente podéis estar presentes vosotros dos; es decir, usted,
presidente Tamur, y usted, futura señora de Fut.
Una vez dicho esto, los militares de la puerta cerraron la misma y
dejaron a los tres a solas en la habitación de Fut. Una vez que
estuvieron solos, Base comenzó a dar instrucciones y a hacer su
curación a Fut.
- Ahora podéis retiraros un poco de la cama -pidió Base.
Ellos se retiraron de la cama, dejaron a Base a los pies de la
misma, pero solo. Sebatar se puso a la izquierda de la cama,
mientras que Tamur ocupó el lado derecho.
126
Base se quedó un poco pensativo y, dirigiéndose hacia ellos, les
dijo:
- ¿Os podéis poner en la cabecera, cada uno a un lado, tal como
estáis ahora?
Tamur y Sebatar obedecieron a Base. A continuación, Base cogió
las manos de Fut y levantó sus brazos, a continuación nombró al
Supremo por siete veces consecutivas y entonces Fut comenzó a
recobrar poco a poco la consciencia (antes estaba dormido).
Tamur y Sebatar se maravillaron mucho, y ella se alegró mucho
más al verlo de nuevo despierto. Base puso su mano derecha
sobre la tibia izquierda de Fut y sobre todas sus heridas, las cuales
comenzaron a desaparecer, incluida la de la espalda. Finalmente
Fut recobró su estado de consciencia normal y todas sus heridas
fueron curadas, tanto la de la flecha, como las que se hizo cuando
se cayó del caballo.
Fut, muy sorprendido, preguntó a Base:
- ¿Qué haces aquí, Base?
Base pasó su mano derecha sobre los ojos de Fut y nuevamente se
quedó dormido.
- ¿Por qué lo duermes? -preguntó Sebatar.
- No debe saber que he estado aquí, he venido porque el Supremo
ha oído tu petición y me ha enviado. Cuando despierte dentro de
unas horas, le dice que estaba alucinando como consecuencia de
la batalla.
- ¡Pero...! ¡Lo quiero despierto!
- ¿Le quieres? -le preguntó Base a Sebatar.
- ¡Sí! Mucho.
127
- Tú eres el bálsamo que cura la herida de su corazón.
Base se quedó mirando fijamente a Sebatar y finalmente le dijo:
- Dame tu mano derecha.
Ella se la dio, las dos manos derechas (la de Base y la de Sebatar)
se pusieron en contacto. Ella sintió una gran corriente que se
apoderó de todo su cuerpo. Mientras tenían las manos en
contacto, él le dijo:
- Cuando Tamur y yo salgamos de la habitación, póngale la mano
derecha encima de su corazón y Fut volverá a estar despierto;
pero necesitará estar veinte días en reposo absoluto.
Cuando Base y Tamur se disponían a abandonar la habitación,
ella le preguntó:
- ¿Le puedo pedir un favor?
Tamur, que había estado callado todo el rato, rompió su silencio y
le respondió:
- No es bueno abusar de la amistad, Sebatar.
Base sonrió y, muy amablemente, dijo:
- ¡Dejadla! ¿Qué quieres, mi linda flor?
- Me gustaría que asistiera a nuestra boda.
- Si tengo el permiso de vuestro presidente..., por mí no hay
inconveniente alguno.
- Usted puede venir cuantas veces quiera a este país, siempre será
bien recibido -le contestó Tamur.
128
Base sacó del bolsillo de su túnica un triángulo de color morado,
se lo dio a Sebatar y le dijo:
- Cuando se aproxime dicha boda, enviad a un emisario vuestro
con este triángulo y entonces vendré.
Tamur y Base abandonaron finalmente la habitación y el hospital
custodiados por la escolta, mientras tanto Sebatar despertó a Fut,
tal como se lo había dicho Base. Su amado recobró la consciencia
total, ella le dijo que se había caído del caballo, perdiendo el
conocimiento a consecuencia de dicha caída; él no entendía nada,
se dejó abrazar por ella y así estuvieron hasta que entraron dos
médicos en la habitación.
Los médicos, al ver a Fut tan despierto, y después de hacerle un
reconocimiento, no podían creer la increíble mejoría del paciente.
Un médico era alto, delgado, cabellos y ojos castaños, de
complexión fuerte; el otro era de estatura normal, un poco gordo,
cabellos rubios, ojos azules y de complexión normal.
A los pocos días, Fut salió del hospital, estuvo veinte días de
reposo absoluto en la escuela, durante los cuales estuvo bien
atendido por Sebatar; así fue como Fut se enamoró de ella.
129
Capítulo 8
El amor llama a la puerta
Sebatar se había adelantado a Fut, se encontraba de pie mirando a
través de la ventana de la clase; ella estaba, muy pacientemente,
esperando la llegada de su amor. La puerta de la clase se abrió y
entró Fut, tan serio y triste como siempre, con sus ropas de
consejero; él la miró y, muy fríamente, le preguntó:
- ¿Dónde están los alumnos?
Sebatar lo miró con amor -en sus hermosos ojos se podía ver el
amor que ella sentía por él- y, finalmente, le contestó:
- Están fuera, descansando o jugando en el patio.
- ¿Qué pasa con la lección de hoy?
Sebatar no pudo aguantarse más y le dijo, en un tono también
muy serio, que sorprendió a Fut:
- Hoy hay una lección que tú debes aprender -dicho esto se lanzó
sobre él y lo abrazó.
Fut estaba muy sorprendido, pero en su interior estalló una gran
lucha: él también la amaba, pero nunca se lo había dicho, ni hacía
ningún gesto de amor hacia ella. Sebatar destruyó todas sus
murallas y entró en lo más profundo de su triste corazón; a pesar
de todo, él hizo un leve intento de desprenderse de ella, pero fue
imposible, así que, finalmente, Fut se rindió a Sebatar.
130
- Este corazón –refiriéndose al corazón de Fut- debe ser mío,
porque... ¡yo te quiero con todo mi alma! Desde el primer que te
vi, supe que tú eres mi hombre.
Mientras tanto Fut callaba, no sabía qué decir; ante aquel silencio,
Sebatar volvió de nuevo al ataque -nunca mejor dicho-:
- Tu lugar está entre nosotros, no volverás nunca más a tu país, tú
lo sabes, mi amor.
Tras el último ataque amoroso de Sebatar, a Fut le comenzaron a
caer unas lágrimas por la cara. Ella insistió nuevamente:
- Por eso siempre estás triste.
Finalmente, Fut le habló y le dijo:
- Yo también te quiero, pero mi corazón nunca será tuyo.
- Lo sé, y no me importa, solamente quiero estar el resto de mi
vida junto a ti.
- ¿No te importa compartir tu amor con mi pasado?
- No me importa, porque sé que el gran amor que siento por ti
finalmente vencerá a tu pasado, y todo tu corazón será mío.
Por primera vez desde que Fut estaba en Quimenix, se le vio
sonreír plenamente y le dijo a su amada Sebatar:
- ¡Entonces…! Pon tú la fecha de nuestra boda.
Cuando se disponían a darse un beso, en ese mismo instante, se
abrió la puerta de la clase y entró Minar, poniendo fin temporal a
esta declaración de amor.
- Parejita, os recuerdo que tenéis una clase que dar.
131
Sebatar se separó físicamente un poco de Fut y, un poco nerviosa,
le respondió a Minar:
- ¿Qué clase?
- ¿De qué clase estás hablando, Minar?
Los niños estaban a punto de entrar del patio, Fut miró a Sebatar y
dijo:
- Minar tiene razón, debemos dar comienzo a la clase de hoy.
Muy alegre, Sebatar le preguntó a su amor:
- ¿Cuál será el tema de hoy, maestro?
- De él nos podemos esperar todo, y más hoy -dijo Minar.
Fut no dijo nada, se quedó de pie frente a su mesa mientras veía
como todos tomaban asiento en sus pupitres de siempre. Sus
alumnos estaban callados y esperando la lección de ese nuevo día.
- ¿De qué va la clase de hoy, maestro? -preguntó Kattya.
Finalmente Fut levantó su mano derecha, y todos comprendieron
que iba a hacer algo especial; juntó sus dedos pulgar e índice de la
mano derecha y, a continuación, hizo un chasquido. Entonces
apareció en el pupitre de Sebatar un hermoso ramo de rosas rojas.
Ella se emocionó un poco y se comenzó a sentir por la clase
expresiones como “¡qué bonito!”, “¡mola mazo este profe!”,
“¡menuda pillada!”.
Ante el asombro de los presentes, Fut volvió de nuevo a la carga -
nunca mejor dicho-, y les dijo:
- ¡Esperad! Esto es solamente el principio –dio da una palmada y
aparecieron por todo el suelo de la clase unas hermosas
margaritas.
132
- ¡Ojalá todos los maestros fueran como usted de enrollados -gritó
Tua.
- ¡Qué bonito es todo esto! -dijo Sebatar.
- ¡Pero tú eres más bonita! -le respondió Fut.
Todos los presentes dijeron a la misma vez: “¡Oh!”. Fut
finalmente tuvo que intervenir para poner un poco de orden en la
clase, diciendo, por primera vez, desde que era maestro:
“¡Silencio!”. El silencio se rompió cuando la realista Yuamí le
dijo a la vivaracha Tua:
- Te he ganado la apuesta.
- ¿De qué apuesta estáis hablando? -preguntó Fut.
- Yuamí aposto que finalmente usted y Sebatar serían novios.
- Por lo que vemos, Yuamí ha ganado la apuesta -añadió Fut.
En tono de broma, le dijo Minar a Fut:
- ¿¡Pensáis tener muchos hijos?
A continuación todos se rieron.
Después de pasar un rato distendidos entre risas y bromas, Fut
hizo un gesto con su mano derecha e indicó a Sebatar que se
levantase y se pusiese a su lado; pero, antes que ella se levantase,
dio una palmada e hizo desaparecer las margaritas que había por
dónde ella tenía que pasar; es decir, hizo un camino desde donde
ella estaba hasta encontrarse con él.
- Estoy molando por un tubo -dijo Masete.
Ella se levantó y, tras andar por el camino hecho por su amor, se
puso a su lado, más concretamente a su lado izquierdo. Ambos se
133
apoyaron sobre la mesa del profesor y se quedaron mirando la
clase.
- El amor es la fuerza más grande que hay en la creación. El
corazón del Supremo es amor; si no tenemos amor, no tenemos
nada -instruyó Fut a la clase.
- Entonces todas estas rosas y margaritas son una prueba de amor
-dijo Mel.
- Sí. Pero primero tenemos que sentir amor en nuestro espíritu, y
luego viene todo esto.
- ¿El qué? -preguntó Masete.
Fut y Sebatar se miraron con ojos de enamorados. Fut levantó el
brazo derecho -todos miraron la mano derecha de Fut con una
gran expectación-, volvió a hacer otro nuevo chasquido y apareció
en su mano derecha una hermosa rosa roja. Se volvió hacia ella y,
antes de darle la rosa, le dijo:
- En esta hermosa rosa está la prueba de mi amor hacia ti: cuando
la tenga en tus manos, tendrás mi corazón.
Minar, con una voz muy baja, le dijo a Kattya:
- Si no lo veo, no lo creo.
- Con este maestro estoy flipando que es demasié -dijo Kattya.
- El amor que tiene el Supremo por cada uno de nosotros es muy
superior a lo que habéis visto -prosiguió Fut.
- Me gustaría llevarle un ramo de rosas a mi madre, maestro -dijo
Yuamí.
Él miró a Sebatar y ella le respondió:
134
- Ella también quiere demostrarle su amor a su madre.
- Está bien, mi amor.
Nuevamente volvió a hacer un chasquido con su mano derecha y
apareció encima de cada pupitre… un hermoso ramo de rosas.
- ¿Puedo hacerte una pregunta, maestro florista? -preguntó Minar.
Todos se rieron. Muy espontáneamente, Fut dijo:
- ¡Pregunta!
- ¿Por qué el corazón del Supremo es amor?
- El amor es dar todo a cambio de nada. El Supremo nos está
dando todo lo mejor que tiene a nosotros, contínuamente, y nunca
pide nada a cambio. Eso sí, le gusta que nos acordemos de él, que
le seamos obedientes y que seamos mejores con los demás.
Tras una leve pausa, Fut dio una palmada e hizo desaparecer las
margaritas del suelo de la clase, pero no las rosas rojas de los
pupitres. Sebatar dejó de estar apoyada sobre la mesa del profesor
y volvió a su pupitre con una rosa roja en su mano derecha. Todos
estaban muy callados, y Fut muy pensativo; esta situación de
silencio estuvo hasta que Burén lo rompió:
- No lo entiendo muy bien, maestro.
- Os voy a contar una historia: Una vez había un consejero -todos
comprendieron que se referían a él-, que llegó a ser la mano
derecha de su presidente, lo que aquí es Tamur -entonces la voz
de Fut se rompió y tuvo que pararse porque no podía seguir
hablando. Una vez que recuperó su voz, continuó hablando, pero
con una voz un poco forzada y melancólica; es decir, un poco
triste-. Incluso una vez tuvo una experiencia en el Supremo, a
plena luz del día... Tuvo gran poder, pero una vez usó este poder
para hundir, es decir, para hacer daño a una persona: la justicia
del Supremo cayó sobre él.
135
- ¿Qué hizo, maestro? -preguntó Yuamí.
- Ya lo he dicho antes, hundió a una persona usando sus poderes
conscientemente.
- ¿Cómo lo hizo? -preguntó, ahora, Kattya.
- Eso nunca lo sabréis, porque son cosas que nunca se debe hacer
a nadie.
- Ese consejero, ¿volverá hacer lo que hizo, maestro? -preguntó
Jale.
La voz de Fut se fue haciendo cada vez más débil, pero aún se le
podía oír.
- Nunca más se lo hará a nadie, a nadie… -Finalmente se calló,
porque se había quedado sin voz.
- ¿Cómo fue el juicio? -preguntó Minar.
Fut seguía callado, con la cabeza un poco caída.
- ¡Este consejero es usted! -dijo Masete.
Finalmente Fut levantó la cabeza, se quedó mirando al pícaro
Masete, quien le recordó, con dichas palabras, su pasado…: “¡Es
usted!”.
Sebatar se dio cuenta de la situación, se levantó, pero Fut le hizo
con la mano derecha un gesto para que se volviera a sentar. Con
unas lágrimas corriendo por su cara, dijo:
- Sí, yo soy.
136
En ese momento la clase se llenó de un ambiente a la misma vez
tenso y triste, y así estuvo un rato hasta que la simpática Mel
rompió el silencio:
- ¿Tuvo usted una manifestación con el Supremo? Sería dormido.
- No hija, fue a plena luz del día, y con los ojos bien despiertos y
abiertos.
- ¿Nos lo contará algún día, maestro? -preguntó Minar.
- ¡Quizás! Quién sabe... Antes de que os vayáis al patio, vamos a
terminar esta lección tan especial para todos nosotros. Recordar
esto que vais a sentir, y no lo olvidéis nunca en vuestras vidas -
todos pusieron la máxima atención esperando las palabras de Fut:
El Supremo siempre es amor, y también
es justicia, ¡pero! su misericordia
siempre es superior a su justicia.
- ¿Qué es misericordia, maestro? -preguntó Jale.
- Es cuando nuestros padres nos castigan, porque hemos hecho
algo mal; pero luego nos quitan parte de ese castigo. Esto ocurre
porque en lo más profundo de sus corazones nos quieren y,
debido a ese amor, el Supremo, al igual que nuestros padres
materiales…, nos perdona.
Fut hizo una afirmación con la cabeza a Sebatar, ella supo lo que
quería decir: le había dicho a Sebatar que la clase había
terminado. Los niños salieron al patio y se quedan los tres
mayores, Fut, Sebatar y Minar, a solas en la clase. Entonces
Minar fue quién llevó la iniciativa:
- ¡Por fin has abierto tu corazón!
- Se lo he abierto yo con mucho amor -confirmó Sebatar.
137
- Ahora me voy a dar un paseo, volveré a la hora de la comida -
dijo Fut.
- Me parece muy bien, así te despejarás, mi amor.
Antes de irse Fut, le dio un beso a Sebatar. Mientras Fut paseaba
por Quimenix, los niños jugaban en el patio; en la clase se
quedaron Minar y Sebatar; solamente ella estaba apoyada sobre la
mesa del profesor, mientras que Minar estaba sentado en el
pupitre de Kattya, frente a Sebatar.
- Ya sabemos parte de su historia, ¿lo sabías tú? -le interrogó
Minar.
- No la sabía hasta hoy.
- Es la primera vez que lo veo como un humano más.
- Lo he cuidado después de la batalla, y te puedo asegurar que
tiene huesos y carne como todos nosotros.
- ¿Te vas a casar con él?
- Sí, Minar. Es como los demás hombres, tiene sus defectos y
virtudes, pero tiene una cualidad muy especial que pocas personas
tienen.
- ¿Cuál?
- Él aprende de sus propios errores y eso lo hace diferente de
nosotros.
Ella hizo una pausa, pero Minar le dijo:
- Me interesa mucho esta conversación, puedes seguir hablando.
138
Y ella siguió de nuevo la conversación:
- Mientras que la mayoría de las personas caen en el sentimiento
de culpabilidad, él, en cambio, saca lo positivo de sus errores y se
perfecciona más como persona, y como maestro a la misma vez.
- Veo que estás muy enamorada de él...
La cara de Sebatar era de alegría desbordante.
- Lo quiero tal y como es.
- ¿Dónde dejas al Supremo?
Ella se quedó un poco desconcertada y no supo qué decir,
finalmente le dijo:
- ¿Qué tiene que ver el Supremo en todo esto?
- Perdona Sebatar, no te lo he preguntado bien, conoceremos
algún día toda su verdad.
Ella se quedó callada y muy pensativa. Minar estaba esperando su
respuesta, mientras que ella se había quedado mirando el techo de
la clase. Finalmente respondió:
- Nunca conoceremos su verdad, aunque estemos el resto de
nuestras vidas a su lado… ¡nunca lo conoceremos! -Ella dejó de
mirar el techo y le dijo a Minar, mirándole fijamente a sus ojos: -
yo lo quiero con todo mi corazón.
De repente se abrió la puerta de la clase y miraron a ver quién era.
Sebatar tenía la cabeza agachada, pero no era un niño, era Fut.
- Cariño, tenemos que darle la noticia a tu padre -le dijo Fut a
Sebatar.
- Él ya lo sabe, cariño.
139
Fut tenía una nueva expresión en su cara para todos, porque
estaba sorprendido. Minar, para sí mismo, pensó: “esto no me lo
pierdo yo”. Vio a Fut sorprendido por algo que no se lo esperaba.
- Le envié una carta hace unos días y ya tengo la respuesta,
vendrá un poco antes de la boda. Está muy contento de que tú
seas su futuro yerno.
La cara de Fut era un auténtico mapa de sorpresa y se quedó sin
palabras. Finalmente le dijo a su amada:
- Has sorprendido al maestro... Te lo digo sinceramente, mi amor.
140
Capítulo 9
Las semillas del Supremo
Fut entró muy temprano en la clase -Sebatar y Minar aún estaban
acostados- y, en el más absoluto silencio de la mañana, se dirigió
hacia su mesa. Cuando llegó a la mesa cogió su silla y se sentó. El
día aún no se había levantado, es decir, aún estaba un poco
oscuro; sin darse cuenta se quedó dormido, apoyó sus brazos
sobre la mesa, encima de los brazos apoyó su cabeza y finalmente
se quedó dormido.
Entró en un sueño profundo, pero no soñó nada, sino que revivió
una experiencia de su pasado, cuando él estaba en el país del día;
parecía como si el tiempo no hubiese pasado.
Estaba el presidente Base curando a unos enfermos en la sala de
curas del Consejo, la cual era pequeña -cabían unas diez personas
como mucho-, tenía una puerta de entrada solamente y una
ventana en la pared izquierda; las paredes no tenían ninguna
decoración, solamente eran de color marrón claro, con puntitos
azules; había ocho sillas y un mueble con muchos cajones; y nada
más.
De repente se puso a llover muy fuerte, cada vez la tormenta era
más fuerte. Base acabó de curar a un enfermo, se asomó por la
ventana y contempló durante unos segundos la tormenta; con una
cara muy seria cerró la ventana. Se dirigió con pasos cortos, pero
firmes, hacia el mueble con cajones, abrió uno y sacó un libro;
abrió el libro, se lo dio a Fut y le dijo:
- Abre la ventana y lee esto.
Fut cogió el libro, pero estaba escrito en una lengua desconocida
para él. Entonces le dijo a Base:
- No conozco esta lengua.
141
Base le respondió.
- No importa, tú solamente limítate a leer como puedas. No me
gustan estas tormentas tan fuertes, suelen hacer mucho daño.
Fut obedeció. Mientras se dirigía hacia la ventana, Base comenzó
a curar a otro enfermo. Finalmente llegó a la ventana y, bajo la
atenta mirada de algunos de los enfermos allí presentes, la abrió y
leyó aquella página como pudo; volvió la cabeza hacia atrás y vio
como Base le hizo un gesto de aprobación con la cabeza.
Fut comprendió que había actuado en nombre de Base, lo que
Base representaba; unos minutos después la tormenta comenzó a
debilitarse, hasta quedarse en una simple lluvia muy fina.
Finalmente dejó de llover y salió de nuevo el sol. Fue la primera
vez, pero no la última, en que Fut usaba el poder de Base.
El día se había levantado, ya era totalmente de día. Fut se
encontraba despierto y sentado en su silla, con las imágenes aún
frescas en su mente, cuando entraron Minar y Sebatar a la clase;
ellos vieron a Fut con cara de cansado.
- Si quieres te puedes tomar el día libre, te veo algo cansado –le
comentó Sebatar.
- No me pasa nada.
- Ella tiene razón –insistió Minar.
Él calló durante un rato y luego comenzó a hablar de una forma
muy seria.
- Hoy comienza una nueva etapa en la que habrá muchos cambios
-respondió Fut.
- ¿Cambios? -preguntó Sebatar.
142
- Las clases se harán en el patio y aprenderemos por mediación de
juegos, es decir, serán lecciones prácticas.
- Esto se pone muy interesante, Sebatar -dijo Minar.
- Demasiado interesante -añadió ella.
- Esta mañana he compartido parte del poder que el Supremo me
dio con todos vosotros; es decir, con vosotros dos y con los niños.
Un poco asustada, Sebatar le preguntó:
- ¿Cómo lo has hecho?
De una forma muy tranquila y normal, él le respondió:
- Haciéndolo.
- ¿Esto quiere decir que puede hacer lo mismo que tú haces? -
preguntó Minar.
Entonces Fut se dio cuenta del interés de Minar por sus clases,
tras pensar lo que le iba a decir, le respondió, en un tono normal:
- Así es. A ti te daré por las tardes unas clases especiales, y a
solas.
- ¿Y eso por qué? -le volvió a preguntar Minar.
Fut quiso poner fin a la conversación y salió por la calle de en
medio; es decir, no dijo nada para cambiar de conversación.
- Minar, escucha bien lo que te voy a decir: “El hombre sabio no
pregunta, solamente espera la respuesta pacientemente”.
Entonces, en ese momento, entran los alumnos más menudos
tomando cada uno sus asientos, dando comienzo así la clase de
ese nuevo y especial día para todos.
143
Fut tenía una expresión muy seria. Todos conocían a Fut y sabían
que iba a hacer una cosa especial, o a decir algo importante, por
eso estaban todos callados y mirándolo. Finalmente, la voz suave
de Fut rompió el silencio de la clase, comenzando, de esa manera,
esa clase tan especial, como todas sus clases:
- Ya no habrá más clases aquí dentro, se harán en el patio por
mediación de juegos.
Los niños gritaron de alegría cuando oyeron que iban a aprender
jugando. Fut intentó poner orden, pero fue inútil al principio;
finalmente consiguió callar a los niños, y a las niñas, y continuó
con la clase:
- En estos juegos también jugaremos Minar, Sebatar y yo. Ahora
mismo todos los que estamos en esta clase tenemos el poder del
Supremo, porque he repartido parte de mi poder entre todos
vosotros.
- ¿Podemos hacer lo mismo que usted hace? -preguntó Mel.
- Así es.
- Eso no me lo creo yo -dijo Yuamí.
- Puedes hacer una prueba, si quieres -le respondió con una
amplia sonrisa.
Yuamí cerró los ojos y desapareció de la clase, el resto de los
presentes se asombró porque pensaba que Fut no hablaba en serio.
Finalmente, Yuamí apareció en el patio de la escuela, se acercó a
la ventana y vio al resto de sus compañeros y compañeras dentro
de la clase, mientras ella estaba fuera de la clase. Yuamí tenía en
su cara una expresión de miedo; Fut se dio perfectamente cuenta y
le dijo:
144
- No tengas miedo -hizo un chasquido con su mano derecha y
Yuamí nuevamente apareció en su pupitre, como si nada hubiera
ocurrido.
- ¡Lo he hecho yo, maestro! -gritó Yuamí.
- Lo primero sí, lo segundo no, porque aún tienes miedo de tu
poder.
- ¿Por qué tiene miedo Yuamí, maestro? -preguntó Tua.
- Porque ella desconoce el poder que tiene, por este mismo
motivo todos comenzaremos con diez minutos de prácticas cada
día: por cada acción buena que hagamos, tendremos un punto
más; y por cada acción mala tendremos un punto menos; y quién
pierda todos los puntos, tendrá que esperar al próximo curso para
volver a tener de nuevo los diez puntos iniciales y jugar en el
patio.
- Eso va por todos -dijo Sebatar.
- Sí, Sebatar, por todos, incluido yo mismo, que soy el maestro.
Todos debemos ser un solo cuerpo.
- ¿Cómo sabrás nuestros puntos? -le preguntó Minar.
- Hay cosas que el maestro no puede contar, por el momento.
Además de los juegos-lecciones del patio, saldremos un día a la
semana por las calles de Quimenix; iremos en cinco parejas, es
decir, de dos en dos, y demostraremos el poder del Supremo
aprendido.
- ¿Ya has hecho las parejas? -preguntó ahora Masete.
- Sí, las tengo ya hechas, y son las siguientes: Tua-Mel, Yuamí-
Jale, Kattya-Fut, Sebatar-Burén, y Minar-Masete.
145
Los niños miraron a Kattya y a Fut, pero él reaccionó rápidamente
y les dijo:
- He tenido en cuenta el desarrollo espiritual, así tenemos parejas
espiritualmente equilibradas.
Tras una leve pausa, Fut volvió a la carga:
- Las enseñanzas del Supremo son alegres. Un maestro espiritual
nunca debe ser distante de los demás, somos mensajeros de vida,
y debemos dar siempre, y en todo momento, vida. Nuestro
Supremo es de todos y no es de nadie. Esto quiere decir que
nadie, absolutamente nadie, puede ser su dueño; nosotros, los
presentes y futuros maestros, debemos ser fiel reflejo de su
corazón, que es “amor”. Al Supremo lo conocemos por
mediación, es decir, a través de sus maestros, todos nosotros
tenemos la obligación de dar a conocer sus enseñanzas.
A Fut parecía que le estaban dando cuerda, porque hablaba y
hablaba sin parar, y continuaba hablando…
- Os voy a dar estas enseñanzas mediante juegos tres días a la
semana en el patio, un día lo dedicaremos a ir por las calles de
Quimenix, en parejas de dos, como os he dicho antes,
manifestando el poder del Supremo. Recordad de hacer siempre
acciones positivas y así tendremos todos más puntos positivos, yo
también incluido, porque somos un equipo; y al final no habrá
maestro ni alumnos, solamente habrá maestros. El último día de la
semana, cada pareja dirá lo que habrá hecho; es decir,
compartiremos las experiencias y así veremos cómo va subiendo
el nivel del equipo.
Futuros maestros de las enseñanzas del Supremo, la clase ha
terminado por hoy.
Los niños y las niñas salieron al patio. El tema de sus
conversaciones eran el nuevo giro o cambio de las clases de Fut;
ellos estaban esperando que ya fuera mañana para poder así
146
comenzar esas clases tan amenas y divertidas, pero también
serias.
Después del patio, vino la clase de Sebatar y, por último, cada
alumno se fue a su casa, menos Kattya, que se quedó a comer en
la escuela.
Estaban comiendo en el comedor de la escuela cinco personas:
Sebatar, Fut, Minar, Kattya y un escolta. La mesa era rectangular;
Sebatar estaba sentada en el extremo derecho de la mesa y frente
a ella se encontraba Kattya; es decir, en el extremo izquierdo de la
mesa. Entre ellas dos se encontraban sentados Fut y Minar, por
este orden, a la izquierda de Sebatar. Frente a ellos había una
amplia ventana, a través de la cual podía verse la calle. Era la hora
de la comida y por ese motivo había pocas personas por las calles.
Junto a la puerta del comedor, al lado de la puerta, había un
escolta militar sentado. Dicho militar llevaba un círculo plateado
en cada hombro, pues al ser Fut miembro de la Asamblea, debía
llevar escolta, menos cuando daba clase.
Todos estaban comiendo en silencio, cuando, de repente, Fut gritó
“¡Eso no!” tan fuerte y de una forma tan inesperada que asustó a
todos los presentes en el comedor. Se puso de pie, se dirigió al
escolta y le dijo: “Van a matar al presidente. ¡Vayamos a su casa
enseguida!”.
El escolta, al ver a Fut, y sabiendo lo que había hecho en la
batalla de la llanura desértica, comprendió que iba en serio y se
dispuso a salir por puerta; pero Fut le dijo:
- ¡Por la puerta no, no podemos perder tiempo!
Todos se miraron con asombro.
- Pero señor… -intentó decir el escolta, cuando fue cortado por
Fut.
147
Entonces extendió sus brazos, mostrando las palmas de sus manos
hacia la ventana, y le dijo: “Por aquí”. Toda la ventana, y una
gran parte de la pared, desapareció; solamente el escolta le miró
con asombro y miedo, los restantes miembros no.
- ¿A qué espera, soldado?
- Sí, señor -y el escolta salió corriendo a través del hueco abierto
por Fut.
A continuación, Fut dijo:
- Juntaos los tres -les dijo a Sebatar, Minar y a Kattya. Sin perder
un instante, Kattya se agarró, literalmente, a Minar y Sebatar se
agarró por detrás de Minar; los tres, Minar, Sebatar y Kattya,
formaron una sola piña.
Fut cerró los ojos, manteniendo los brazos extendidos, y a
continuación se levantó un fuerte viento que hizo volcar la mesa;
el aire era cada vez más fuerte, parecía que Fut iba a salir
volando, pero los otros tres no estaban siendo afectados por el
fuerte viento, porque, en todo su alrededor, había una suave brisa
que les protegía del fuerte viento.
Mientras que todo esto ocurría en el comedor de la escuela, en el
despacho presidencial, donde estaba el presidente trabajando,
entraron de repente tres hombres por la ventana del despacho sin
hacer ningún ruido. Uno era muy alto, de constitución normal; el
presidente se dio finalmente cuenta de la presencia de estos
intrusos en su despacho.
- ¿Quiénes sois vosotros? -preguntó Tamur.
- Eso no importa -le respondió el hombre más alto. En ese
momento, el Presidente gritó:
148
- ¡Guardias!
Los dos guardias que estaban detrás de la puerta entraron y, al ver
a los intrusos, sacaron sus armas, una espada cada uno, pero los
dos hombres más bajos les lanzaron cada uno un cuchillo al pecho
y cayeron los dos guardias heridos al suelo del despacho
presidencial.
- Ahora estamos a solas -dijo el hombre alto.
El Presidente comprendió las verdaderas intenciones de sus
inesperados invitados; uno de los hombres más bajos le tapó la
salida hacia la puerta al Presidente. El otro hombre bajo sacó de
debajo de su túnica un arma blanca más fina que un cuchillo, pero
más larga, era un arma muy usada en el país de la noche, y le dijo
al Presidente:
- ¡Ha llegado su fin, Señor Presidente! -poco a poco se acercó al
Presidente con el arma blanca en su mano derecha, y sonriendo.
El Presidente se puso firme y le dijo:
- Fui militar, estuve en muchas batallas, no tengo miedo a la
muerte.
- En ese caso tendrá una muerte digna, y con honor, señor
Presidente -prosiguió el hombre bajo.
Cuando todo parecía llegar a su trágico final, el hombre más alto
cayó desmayado al suelo, quedando inconsciente en el suelo. El
que estaba junto a la puerta salió lanzado, sin que nadie lo
cogiera, contra la ventana, rompiéndola y cayendo posteriormente
al jardín que rodeaba la casa presidencial.
La guardia exterior, al ver todo esto, comprendió que algo estaba
ocurriendo en el despacho presidencial, y que no era nada bueno.
Todos los militares destinados en la casa presidencial, desde el de
149
más graduación hasta el de más baja, se dirigieron hacia el
despacho presidencial.
Unos militares fueron a ver cómo estaba el hombre que había
salido lanzado por la ventana solo; cuando llegaron a su altura,
vieron que solamente tenía unos cortes producidos por el vidrio
de la ventana y nada más.
El hombre que llevaba el arma y que se disponía a matar al
Presidente… simplemente se quedó como una piedra, en el más
amplio sentido literal de la palabra. El Presidente sabía que había
sido víctima de una tentativa contra su vida y que Fut se
encontraba detrás de su salvación.
Cuando la guardia presidencial entró en el despacho presidencial,
vio a dos guardias heridos, a un hombre alto inconsciente en el
suelo y a otro convertido literalmente en una piedra con un arma
blanca en su mano derecha.
- ¿Qué ha ocurrido aquí, señor Presidente?, -preguntó uno de los
militares, que llevaba dos cuadrados dorados en sus hombros.
- Me han querido asesinar. Detenedlos a todos.
- El hombre que salió por la ventana está vivo, pero... ¡qué
hacemos con este? -preguntó otro militar, refiriéndose al que
estaba como una piedra. Este militar sólo tenía un cuadrado
dorado en cada hombro.
- No podemos hacer nada hasta que llegue Fut, él ha sido quién
me ha salvado la vida, dejad a estos dos soldados heridos hasta
que él llegue; físicamente no ha estado aquí, pero su poder sí, y
muy pronto vendrá.
El señor Presidente se encontraba en su despacho rodeado por sus
hombres, mientras que en el comedor de la escuela Fut había
abierto sus ojos y, manteniendo los brazos extendidos, dijo:
150
- El Presidente se ha salvado, pero ha habido heridos.
Ellos tres continuaban juntos. El aire fuerte se fue y Fut
finalmente bajó los brazos; hizo un chasquido y volvió a aparecer
la ventana y toda la pared; a continuación dio una palmada y todo
volvió a estar como antes, la mesa en su posición normal; y tras
otra palmada, volvieron a aparecer los mismos alimentos como
estaban antes.
- ¿Podemos seguir comiendo, mi amor? -preguntó Sebatar.
- Ahora sí.
Sebatar y Minar ocuparon sus asientos, pero cuando Kattya se
disponía a sentarse, él le dijo:
- No te sientes Kattya, que vendrás conmigo.
- ¿A dónde te la llevas? -le preguntó Sebatar.
- Vamos a ver al Presidente.
- Solamente espero que salgáis por la puerta esta vez -ironizó
Sebatar.
Fut miró a su amada y, con una sonrisa, le dijo:
- No vamos a salir por la puerta.
- Entonces... ¿cómo piensas irte esta vez?
- Él sabe lo que se hace, Sebatar -le dijo Minar.
Finalmente, Sebatar solamente movió la cabeza de un lado para
otro, como diciendo “te quiero mucho, pero no te comprendo”.
Fut llamó a Kattya y le dijo:
- Coge mi mano derecha.
151
Ella se cogió de la mano derecha de su maestro.
- Ahora cierra los ojos y no los abras hasta que yo te lo diga.
Ella asintió afirmativamente con la cabeza. Una vez que los dos
estaban cogidos por las manos y con los ojos cerrados, ambos
desaparecieron del comedor de la escuela dejando a Minar y a
Sebatar solos.
Fut y Kattya aparecieron en el despacho presidencial. Un alto
militar se dirigió hacia Fut, pero el Presidente le dijo:
- Este hombre me ha salvado la vida.
Entonces el militar, quien llevaba dos cuadrados dorados en cada
hombro, se detuvo y miró a Fut con cierta desconfianza. El militar
miró a Kattya y le dijo al Presidente:
- Este no es lugar para una niña.
- Fut sabe lo que se hace, jefe de segundo orden -dijo Tamur.
- A su orden, señor Presidente -y se retiró al fondo del despacho
presidencial.
- Agradezco su ayuda, Consejero Fut, su emisario ya nos ha
contado todo -el Presidente se refería a lo sucedido en el comedor
de la escuela, cuando Fut quitó la ventana y parte de la pared
temporalmente; sin su ayuda estaría muerto.
- Supongo que habéis detenidos a todos.
- A todos menos a este -señaló al hombre que estaba como una
piedra.
Fut se lo miró, se acercó al hombre piedra y le sopló. Al instante
recuperó el estado de conciencia y de estado normal, entonces un
militar dijo:
152
- ¡Ahora mismo!
Dos militares allí presentes, sin graduación, se le acercaron, le
quitaron el arma blanca y lo sacaron del despacho presidencial.
- Señor Presidente, con su permiso, esta dulce niña se llama
Kattya y nosotros vamos a curar a los dos soldados heridos.
Tamur y los allí presente no se asombraron de lo que Fut y sus
alumnos podían hacer, porque su fama se había extendido por
todo el país.
- Mientras le quito los cuchillos del pecho, tú, Kattya, coge la
bandera y la rompes por la mitad (la bandera del país de la tarde
era mitad azul y la mitad inferior de color verde).
Uno de los que allí estaba presente miró al presidente con un poco
de mosqueo, pero Tamur le hizo un gesto con las manos para que
no hiciera nada, y así lo hizo, se quedó quieto.
Fut sacó los cuchillos a los soldados heridos, mientras que Kattya,
con su mirada, rompió la bandera en dos partes, casi iguales.
- Ahora pon cada trozo sobre las heridas.
Ella obedeció y se quedó esperando una nueva orden de su
maestro.
- ¡Ya puedes utilizar el poder como tú sabes!
Kattya extendió su mano derecha sobre la herida de un soldado y
dijo siete veces “Supremo”, a continuación repitió exactamente lo
mismo con el otro soldado; al instante, ambos soldados quedaron
curados.
En el despacho presidencial solamente estaban el presidente
Tamur, un militar de alta graduación, un soldado raso (sin
graduación), el escolta de Fut, Kattya y Fut.
153
- ¿Puedes darme los dos trozos de la bandera, Kattya?
- ¡Claro que sí, maestro!
Cuando Fut tenía los dos trozos en sus manos, hizo una bola y se
la dio al militar de alta graduación diciéndole:
- Aquí tiene usted nuestra bandera entera.
El militar de alta graduación la cogió y a continuación la
desplegó.
- ¡No lo puedo creer!
- Pero es cierto -dijo Fut.
La bandera estaba entera.
- Su escolta tiene el día libre Fut, le enviaré a otro en su lugar.
- ¡Cómo usted diga, señor! Tenemos su permiso para retirarnos...
- ¡Pues claro que lo tenéis! Muchas gracias por su ayuda.
- Las gracias se las tiene que dar al Supremo, señor.
Fut y Kattya saludaron con la cabeza al señor Presidente, se
cogieron de las manos y, tal como aparecieron en el despacho
presidencial, desaparecieron del mismo; es decir, desaparecieron
de la vista de todos los allí reunidos.
Fut y Kattya aparecieron de nuevo en el comedor de la escuela.
- Vuestra comida está fría -inició la conversación Sebatar.
- Eso no me importa -dio una palmada y la comida se calentó.
154
Fut y Kattya se sentaron cada uno en su silla y los cuatro
comieron tranquilamente, como si nada hubiese ocurrido.
El siguiente día de clase hacía un día soleado, se encontraban los
diez alumnos de la escuela espiritual de Quimenix en el patio, en
parejas de dos. La fila de los alumnos iba desde la pared más
próxima a la pared de la clase hasta la entrada del patio, era la
siguiente: Tua-Mel, Yuamí-Jale, Kattya-Fut, Sebatar-Burén y
Minar-Masete; estaban colocados uno frente al otro, es decir Tua
frente a Mel, Yuamí frente a Jale, y así sucesivamente.
- Ahora comenzamos las clases prácticas: vamos a aprender a
desaparecer y luego a aparecer; haréis lo que yo os diga
solamente.
Todos estaban callados y atentos a las palabras de su maestro.
- Tua, cierra los ojos y concéntrate contigo misma, y luego da una
palmada.
Tua obedeció a su maestro y desapareció.
- Mel, haz lo mismo que ha hecho Tua.
Mel también obedeció a su maestro y desapareció.
- Ahora quiero que todos vosotros hagáis lo mismo.
Sin hacer ninguna pregunta, todos los restantes alumnos
obedecieron a Fut, y todos desaparecieron; menos Fut. Cuando
pasaron unos minutos, Fut dio una palmada y todos volvieron a
aparecer, pero lo hicieron en lugares distintos: donde estaba antes
Tua, se encontraba Mel; Yuamí apareció donde antes estaba Jale;
Mel apareció donde..., y así sucesivamente ocurrió con todas las
parejas excepto con Kattya, porque Fut no quiso desaparecer para
tener así un mejor control de la situación. La niña apareció frente
a su maestro, es decir, donde antes estaba.
155
Se quedaron todos los alumnos muy callados y con ganas de
seguir practicando aquella nueva e interesante lección. Fut esperó
a que todos se recuperaran de su primera desaparición, porque la
primera vez deja a la persona un poco mareada.
- Aparecer y desaparecer cuando tenemos el poder del Supremo
es muy fácil, solamente tenemos que cerrar los ojos y pensar
dónde queremos estar; después damos una palmada, o bien un
chasquido, pero siempre con la mano derecha, y nada más.
Pasaremos el resto de la mañana haciendo este ejercicio,
desapareciendo y apareciendo, pero recordad esto, niños y no tan
niños…, lo haremos siempre dentro de la escuela; la calle la
dejaremos para más tarde.
- ¿Usted también lo va hacer? -preguntó Masete.
- Lo voy hacer porque soy uno más.
Durante toda la mañana estuvieron ejercitando apariciones y
desapariciones, las hacían de forma alegre. Cuando Fut veía que
alguien estaba en apuros, o que hacía algo mal, con mucho amor y
paciencia lo corregía y le ayudaba. Ésta fue la primera clase
práctica de la escuela espiritual de Quimenix.
La clase estaba llegando a su fin por ese día. Fut dio una palmada
y todos se pusieron tal como iniciaron la clase, entonces él dijo:
- Para vosotros todo esto es un juego, pero recordad que vosotros
sois “las semillas de Quimenix”, y lo mismo que estoy haciendo
con vosotros, vosotros lo haréis con otras futuras semillas algún
día, el cual no está muy lejano.
- ¿Todas las clases van hacer así de súper, mega, guay, maestro? -
le preguntó Tua.
- ¿Qué tendremos mañana, maestro? -ahora fue Kattya la que
preguntó.
156
- Mañana haremos una continuación de lo de hoy y… ¡ya
veremos, niños!. La clase mía por hoy se ha terminado. Sebatar,
ya puedes comenzar tus clases. -Miró a Minar y le dijo:- Ven
conmigo, que te tengo que dar una lección ahora mismo.
Sebatar se metió en la clase con los niños y niñas, mientras que
Fut y Minar subían a la estancia superior de la escuela. Entraron
en una habitación que sólo tenía una mesa y dos sillas. Minar se
sentó en una silla, mientras que Fut permaneció en pie. De
repente… apareció una piedra sobre la mesa, después ésta
desapareció.
Minar se quedó mirando a Fut esperando las palabras de su
maestro, la cuales vinieron después de un corto silencio:
- Te voy a enseñar el poder de la mirada: ¡Haz aparecer una
piedra sobre la mesa, Minar!.
Minar se fija en la mesa, pero los minutos pasan y pasan y no
aparece ninguna piedra. Finalmente le dijo a Fut:
- No puedo, maestro.
- ¡Nunca más quiero sentir esas palabras en tu boca! El poder de
la mirada es directo, tan efectivo como el de las manos o de las
palabras, Minar. ¿Qué ocurre si no puedes hablar o utilizar las
manos?
- Tengo mucho que aprender de tus enseñanzas... ¿Qué tengo que
hacer?
- Eso me gusta un poco más... Sólo tienes que pensar en una
piedra, luego fijar tu mirada sobre la mesa y nada más, Minar.
Minar le hizo caso, siguió todas las instrucciones dadas por su
maestro y, después de esperar un poco, apareció una pequeña
piedra sobre la mesa.
157
- ¡Es una piedra pequeña! Pero, al fin y al cabo, es una piedra.
Sigue practicando hasta que hagas aparecer una piedra un poco
más grande.
- ¿Hasta cuándo debo seguir con los intentos?
- Hasta que te sientas un poco cansado, no quiero que te fatigues,
me voy a preparar la clase de mañana.
Fut abandonó la habitación, dejando a Minar solo practicando el
poder de la mirada.
Nuevamente llegó un nuevo día y, consecuentemente, vino una
nueva clase. Se colocaron todos en el patio, exactamente en el
mismo orden que el día anterior. El semblante de los niños y
niñas no eran triste, sino todo lo contrario, porque sabían que de
Fut como maestro se podía esperar cualquier cosa menos
aburrimiento.
- Hoy haremos el mismo ejercicio de ayer. -Él dio un chasquido
con los dedos de su mano derecha, y así comenzó la clase de
aparecer y desaparecer.
Todos participaron, incluido el maestro, hasta que se sintió una
palmada, después de transcurrido un cierto tiempo, y la clase se
terminó. Los alumnos no estaban tristes, sabían que su maestro
siempre les tenía una sorpresa preparada.
- Lo hemos hecho mejor que ayer, pero aún nos queda mucho por
mejorar, poco a poco lo conseguiremos hacerlo bien.
El maestro hizo una leve pausa, tras la cual dijo:
- Nos vamos a sentar todos, formando un círculo. Esperadme, que
vuelvo enseguida.
Todos se sentaron formando dicho círculo en el patio, dejaron un
hueco entre Kattya y Sebatar para el maestro. Fut se metió en la
158
escuela y, al poco rato, salió de la misma con una planta que
estaba marchitada, la puso en el centro del círculo y, a
continuación, se sentó en su sitio (entre Kattya y Sebatar) y
comenzó a hablar:
- La sanidad nos viene del Supremo. Ahora vais a comprender
mejor estas palabras: esta planta está muy marchitada, un poco
enferma. La recogí ayer por la tarde mientras paseaba por el
campo.
Muchos de sus alumnos dijeron: “no se puede hacer nada por la
planta”. Todos ellos se equivocaban. Finalmente volvió el silencio
y Fut pudo seguir dando la clase; la atención no estaba sobre el
maestro, sino puesta en la planta moribunda.
- La sanidad siempre está -Fut concentró su mirada en la planta y
dijo:- Supremo, manifiesta tu sanidad eterna en esta planta.
Ante la presencia de los diez alumnos de la escuela espiritual de
Quimenix (contamos a Fut como alumno, como humildad), la
planta floreció con unas hermosas flores azules.
Muy sabiamente Fut dejó pasar un tiempo para que se calmase la
situación de asombro. Cuando ya vio que era el momento de
continuar con la clase, dijo:
- Para mañana cada uno de vosotros vais a traer una planta
marchitada y haréis lo que habéis visto hacer hoy.
- ¿Cuándo saldremos a la calle? -le preguntó Yuamí.
- Saldremos a la calle pasado mañana, e iremos por parejas. Nos
encontraremos finalmente en la escuela y, sobre todo, no debemos
tener miedo, porque siempre iremos acompañados por alguien
superior a nosotros.
Se produjo un leve silencio en el patio, tras el cual Fut siguió
hablando:
159
- Niños, ya podéis ir a la clase de Sebatar (a los niños les gustan
más las clases de Fut, pero también tienen que ir a las clases
convencionales). Tú, Minar, continúa con la piedra. Lo siento,
pero debo irme ahora mismo. -Dio una palmada y desapareció del
patio, y así acabo la segunda clase especial impartida por Fut, el
maestro de lo espiritual.
Al siguiente día de clase, cuando Fut bajó de las estancias
superiores de la escuela, se encontró con el patio vacío de
alumnos. Estaba lloviendo y hacía un día un poco oscuro; el sol
estaba tapado por las nubes. Se encontró a sus nueve alumnos
dentro de la clase.
- ¿Qué hacéis aquí dentro?
- ¡Está lloviendo! -contestó Sebatar.
- ¿Y qué? ¿Es que yo lo tengo que hacer todo siempre? -A
continuación abrió la ventana de la clase y, sin mover la mano
derecha ni pronunciar ninguna palabra, puso una mirada un poco
perdida y miró hacia el cielo oscuro. Pasaron unos cinco minutos
y entonces dejó de llover, saliendo el sol posteriormente.
- ¡Es asombroso! -aclamó Minar.
- Esto mismo lo podéis hacer cualquiera de vosotros, todos
tenemos el poder del Supremo ahora, no solamente yo.
Dicho esto fueron todos al patio, se colocaron como siempre por
parejas y comenzaron nuevamente haciendo ejercicios de
apariciones y desapariciones. Fut, por mediación de una palmada,
dio por terminado los ejercicios de apariciones y desapariciones
por ese día y dijo:
- Cada vez lo hacemos mejor. A este paso estaremos listos dentro
de muy pronto.
- El suelo está mojado, maestro -le informó el travieso Burén.
160
- ¿Habéis traído todas vuestras plantas marchitadas?
Todos le respondieron casi a la misma vez: “¡Sí!”.
- Cómo el suelo está mojado, tendremos que hacer una cosa:
poned vuestras plantas en el suelo y, sobre todo, no tengáis miedo
de lo que vais a sentir y a ver.
Todos se miraron como diciendo “¿qué irá a hacer ahora?”. Así lo
hicieron y, cuando terminaron de colocar sus plantas sobre el
húmedo suelo del patio, todos los presentes del patio se
levantaron medio metro del suelo. Algunos dijeron: “Estamos
flotando en el aire”; la simpática Mel le pidió a Fut que la
convirtiera en un pájaro, pero, muy sabiamente, Fut le respondió:
- Tu belleza es superior a la de un pájaro.
Las clases de Fut eran alegres y divertidas, pero dentro de un
orden y respeto mutuo entre maestro y alumnos; cuando alguien
hacía mal, Fut, con mucho amor y paciencia, lo corregía, y así de
esta armoniosa manera crecían las semillas de Quimenix.
- Después de las apariciones haremos levitaciones, es decir,
cuando un cuerpo se levanta del suelo sin ninguna ayuda de
ningún tipo.
Estando los diez levitados, Fut continuó hablando:
- Hoy es el tercer día de clase y Minar ha aprendido a aparecer
una piedra con el poder de la mirada; pero antes vamos a sanar a
estas hermosas plantas, todas están muy secas y sin hojas.
Fut extendió las palmas de sus manos hacia el suelo del patio,
luego cerró los ojos y, al instante, comenzó a salir humo del patio;
cuando dejó de salir humo, el suelo se había secado totalmente:
todos volvieron a estar nuevamente con los pies en el suelo.
161
Cuando parecía que se iban a sentar todos en el suelo, Fut empezó
a bailar. Sebatar y Minar se lo quedaron mirando sin saber qué
hacer; los niños y niñas comenzaron a reírse, nunca nadie había
visto aquella nueva faceta de su maestro, y finalmente los niños y
niñas se pusieron a bailar. Sebatar y Minar siguieron el ejemplo
de los niños; es decir, al final había diez personas bailando en el
patio.
- Hoy me he levantado con mucho movimiento y la clase de hoy
va a ser muy especial, por eso estoy tan alegre. Continuemos
bailando..., ¡todo el mundo a bailar! Lo digo yo, que soy el
maestro.
Después de estar un buen rato bailando, Fut dio una palmada y
todos dejaron de bailar y, en un silencio absoluto, pusieron mucha
atención a las futuras palabras de Fut:
- Antes de hacer las prácticas diarias de desapariciones y
apariciones, nuestro compañero Minar nos hará una demostración
de lo que ha estado practicando durante estos tres días.
Todos miraron a Minar. Éste fijó su mirada en el suelo del patio
y, de repente, apareció una piedra un poco grande, en el suelo del
patio.
- ¿Cómo lo haces? -le interrogó Masete.
- Con el poder de la mirada.
- Podemos manifestar el poder del Supremo mediante la palabra,
mirada, y por la mano derecha. Os digo esto porque mañana será
nuestro primer día de salida, es decir, hoy es nuestro último día de
práctica de la semana; así que, como ya hemos visto el poder de la
mirada, pasaremos a los ejercicios diarios de desaparecer y
aparecer.
Durante media hora todos estuvieron haciendo prácticas de
desapariciones y apariciones, se respiraba un ambiente de paz,
162
alegría; la autoridad era de Fut, pero la ejercía de una forma tan
sabia, que nadie se sentía molesto ni ofendido, sino todo lo
contrario. Cuando corregía a alguien, lo hacía con tanto amor que
la persona corregida quedaba sumergida en una paz que jamás
había sentido antes.
- Muy bien, ahora vamos a la siguiente lección.
Todos se sentaron en el patio formando un círculo y cada uno
tenía su planta frente a él. Cuando se encontraban todos ya
sentados, pusieron cada uno sus plantas a una distancia de dos
metros de ellos.
- Todos nosotros tenemos el poder del Supremo, lo que vamos
hacer es sanar a estas plantas, solamente tenemos que mirar cada
uno a su planta y, a continuación, dar una palmada, solamente eso
y nada más; el poder del Supremo es muy fácil de manifestarlo.
Tua será la primera en comenzar.
Tua se fijó en su planta, a continuación dio una palmada y, de
repente, su planta sanó y se transformó en una maravillosa malva.
Mel hizo lo mismo que Tua y su planta se transformó en una
maravillosa gatuña.
Yuamí transformó su planta en una maravillosa bistorta.
Jale transformó su planta en un maravilloso cítiso.
Kattya transformó su planta en un maravilloso girasol.
Le tocó a Fut, pero viendo como la atención de todos se
concentraba en él, les dijo:
- No he traído ninguna planta, porque os tengo preparada una
sorpresa para el final. Ahora le toca a Sebatar.
Sebatar transformó su planta en un hermoso pensamiento.
163
Minar transformó su planta en un maravilloso saúco.
Burén intentó irse del círculo, pero Fut le dijo:
- No te escapes, Burén.
- Con usted no puedo, maestro.
Burén transformó su planta en un maravilloso cactus.
- Ahora es su turno, maestro -le recordó Kattya.
- Así es, ahora es mi turno, lo habéis hecho muy bien. Lo que os
voy hacer ahora es una cosa que falta en este patio.
Todos se miraron un poco extrañados, pero ya iban conociendo a
su maestro.
Fut se quedó totalmente quieto, no movió sus labios para nada y
mostró las palmas de sus manos hacia el centro del círculo. Al
principio no ocurrió nada, pero poco a poco se va levantando un
viento en el centro del círculo, después el viento se transformó en
fuego y, aunque todos estaban un poco asustados, confiaban
plenamente en su maestro; cuando el fuego desapareció y, en su
lugar, apareció un espléndido y hermoso pino.
Todos estaban muy alegres y les gustaba mucho el pino, menos a
Sebatar, la cual estaba un poco seria.
- ¡Es de verdad! -gritó Mel.
- ¡Pues claro que sí, que es de verdad! Un patio sin árbol está un
poco vacío, porque le falta algo.
En un tono de voz un poco serio, Sebatar le dijo:
- No me ha pedido permiso para poner este pino en mi escuela.
164
Los niños dijeron:
- A nosotros nos gusta mucho este pino, maestra.
- Está bien, el pino se puede quedar para siempre, pero no hagas
aparecer más árboles en la escuela, cariño, no quiero tener un
bosque.
- Niños, siempre mandan las mujeres.
Todos se rieron. Minar, señalando al pino, le preguntó a Fut:
- ¿Cuál ha sido el propósito de hacer aparecer un pino?
- Mañana todos saldremos a la calle. El poder de desaparecer y
aparecer aún no lo dominamos bien, por eso no quiero que nadie
lo haga mañana.
- ¡Ni usted! -le instó Tua.
- Ni yo.
- ¡Pero si usted es el maestro! -le volvió a decir Tua.
- Solamente hay un maestro, y no soy yo. Dar sanidad ha sido
enseñado para demostrar cómo se debe sanar a las personas; este
poder sí que lo vamos a demostrar mañana. A partir de la semana
próxima, Minar nos enseñará cómo se adquiere y se desarrolla el
poder de la mirada.
- ¿Yo?
- ¿Acaso no lo sabe ya?
- Sí, pero…
165
- Aquí no hay imposibilidades, todos somos uno, y cuando uno de
nosotros domina bien un poder, se lo enseña a los demás -le cortó
Fut a Minar.
- ¿Aunque sea un niño? -preguntó Yuamí.
- Para el Supremo no hay edad física. Os diré una cosa muy
importante: muchos niños y niñas están más cerca del Supremo
que muchos adultos.
- Por eso comparte sus conocimientos con los niños -añadió
Sebatar.
- El Supremo solamente da poder a los que están preparados de
corazón, ya sean niños, ya sean adultos. Sebatar, ya puedes
continuar con tus clases. Con vuestro permiso, me retiro para
preparar la clase tan especial de mañana.
Fut se levantó del suelo usando sus pies físicos y abandonó el
patio, dejando a Sebatar con sus alumnos y el pino. De esta
manera dio por finalizada su clase el maestro espiritual.
Sebatar dio su clase, pasó la tarde, y luego llegó la noche, tras la
cual llegó el gran día por todos esperado: la primera salida de los
alumnos de la escuela espiritual de Quimenix.
Fut se encontraba de pie debajo del pino. Estaba esperando a que
estuvieran todos sus alumnos, momento en el que comenzó a
hablar:
- Iremos por zonas distintas y por parejas, las cuales todos
conocemos. Cuando sea la hora de acabar la clase, volveremos
todos a la escuela; después iréis cada uno a vuestras casas, como
siempre. Como maestro, tengo la responsabilidad de vuestra
seguridad.
Una vez finalizado el discurso de Fut, las cinco parejas salieron
de la escuela y se dispersaron por las calles de Quimenix.
166
Fut y Kattya iban por las calles de Quimenix cuando un hombre
se les acercó, y sin decir ninguna palabra… le dio un puñetazo a
Fut, se cayó al suelo, medio aturdido, mientras que este
misterioso hombre le decía:
- Eres un farsante y mentiroso, ellos no te conocen, pero nosotros
sí.
Fut estaba en el suelo semi-incorporado, sentado en el suelo. Con
su mano derecha se acariciaba la barbilla, la cual la tenía un poco
roja. Kattya se quedó sin saber qué decir y hacer, pero cuando vio
que el hombre se dirigía hacia su maestro no con muy buenas
intenciones, con su mirada lo lanzó contra la pared tan fuerte que
lo dejó inconsciente en el suelo.
Al ver todo esto, un soldado-policía, quien tenía en sus hombros
un círculo plateado, se aproximó a ellos y, una vez estuvo en el
lugar de los hechos, dijo:
- ¿Le ocurre algo, señor Consejero?
Fut se incorporó poniéndose de pie y le respondió:
- Este hombre y yo hemos chocado accidentalmente, nada más -el
otro hombre estaba estirado en el suelo inconsciente-. ¡Llevadlo al
hospital!
- Lo que usted diga, señor Consejero.
Kattya y Fut abandonaron el lugar del incidente y, después de
caminar unos doscientos metros aproximadamente en un absoluto
silencio, éste fue roto cuando Fut le preguntó a Kattya:
- ¿Por qué lo has hecho?
- ¿Usted por qué no se ha defendido, maestro?
- A veces los consejeros no podemos usar del poder, Kattya.
167
- ¡No lo comprendo!
- Es muy fácil, escucha atentamente, dulce niña -ella sonrió-: los
consejeros somos el espejo en el que los demás deben ver al
Supremo, tenemos que tener amor con todos, siempre tenemos
que demostrar la nobleza del Supremo y no comportarnos como
ellos.
Kattya se queda un poco pensativa, luego dijo:
- Entonces, lo que he hecho no está bien.
- No soy quién para juzgar si tu acción está bien o mal, eso
solamente lo sabes tú.
- ¿Me vas a quitar un punto, maestro?
- No, dulce Kattya, pero me gustaría saber lo que sentías cuando
lo hiciste.
- La primera vez que le pegó, ni sabía qué hacer, ni qué decir.
Como vi que usted estaba bien, decidí no hacer nada; pero cuando
intentó agredirle por segunda vez… no podía dejarle que lo
hiciera.
Fut levantó la cabeza al cielo y lo comprendió todo. Ella se calló
y se lo quedó mirando. A continuación él bajó la cabeza, la miró
con mucha ternura y le dijo a la misma vez que le acariciaba la
cara:
- Eso es amor, pero la próxima vez no lo hagas con tanta fuerza.
- Sí, maestro.
Fut y Kattya continuaron caminando y llegaron a un parque
infantil. Todo parecía tranquilo, cuando se le acercó una mujer
con mucha ansiedad. La mujer les dijo:
168
- ¡Mi hija se ha caído del columpio y está muy mal!
Los dos se miraron y se fueron con la mujer al lugar donde se
encontraba la niña herida. Tenía unos diez años y se había caído
de un columpio, se encontraba en el suelo inconsciente con una
gran herida en la cabeza de la que manaba mucha sangre; la
túnica la tenía subida hasta las rodillas y en la tibia derecha tenía
otra herida, de la que también salía sangre. La madre le dijo a Fut:
- ¡Haga algo por mi hija!
- No voy hacer nada por su hija -le contestó Fut.
La madre se quedó sin saber qué decir y muy pensativa.
- Es Kattya la que se va a ocupar de su hija.
- Pero... ¡si es una niña!
La madre finalmente se calló esperando a que alguien hiciera algo
por su hija, fuese quien fuese. Cuando pasaron unos segundos,
Fut dijo a Kattya:
- Cuando quieras puedes comenzar.
Kattya se aproximó a la niña, colocó su mano derecha sobre la
herida de la cabeza, pero sin tocarla. Al poco tiempo la herida
dejó de sangrar. Con la herida de la tibia hizo lo mismo y también
dejó de sangrar.
- ¡Es asombroso! ¡Ya no sangra!
La mujer hizo movimientos para irse con su hija, pero Fut le dijo:
- Aún no ha acabado, señora.
Entonces ella se detuvo y siguió mirando lo que Kattya estaba
haciendo con su hija.
169
Kattya puso su mano derecha sobre la cabeza de la niña, pero
solamente sobre la parte seca, es decir, donde no había sangre, y a
continuación desapareció totalmente esa sangre seca de la cabeza
y de la cara de la niña, la herida de la cabeza se le cerró: la niña
volvía a estar como antes de la caída del columpio, sin herida y
sin sangre.
Kattya se puso de pie, dio unos pasos y luego se arrodilló ante las
piernas de la niña. Colocó su mano derecha sobre la pierna
derecha y, al instante, se le cerró la herida; y la sangre seca de la
pierna desapareció. La niña recuperó la consciencia plena, es
decir, se despertó. A su alrededor se sumaron un pequeño grupo
de personas, y entre ellos había un policía. La mujer clamó:
- ¡Es asombroso! ¡Mi hija está como antes!
- Señora, no se asombre del poder del Supremo -le dijo Kattya.
- Si eres una niña no muy mayor que mi hija...
- Todos somos flautas del Supremo, señora.
Finalmente intervino Fut de una forma muy sabia, le hizo un
gesto con su mano derecha para decirle que tenían que irse de allí
lo antes posible. Aprovechando el acto emotivo que se estaba
produciendo entre la hija y la madre, ellos abandonaron el parque
en dirección hacia la escuela. Y de camino, Fut le dijo a Kattya:
- Me has sorprendido, Kattya.
Kattya, con una sonrisa, le respondió:
- Solamente pongo en práctica lo que nos enseña usted, maestro.
- Tienes una gran madurez espiritual, por eso serás mi sucesora
espiritual; ese será nuestro secreto hasta que llegue el momento de
hacerlo público.
170
Ella giró la cabeza hacia Fut y su expresión era de no haberlo
comprendido muy bien.
- Creo que no me has comprendido muy bien.
- Así es, maestro.
- Dime lo que no has comprendido.
- Si usted se va a casar con Sebatar..., que hago yo en su vida
espiritual.
Él no pudo evitar que se le escapase una sonrisa de sus labios y a
continuación le comenzó a explicar todo muy bien:
- Sebatar será mi mujer y parte de mi vida estará unida a ella, pero
tú eres mi sucesora espiritual, y parte de mi vida espiritual
continuará en ti cuando tenga que abandonar este cuerpo; es decir,
cuando me llame el Supremo, todo lo que sé espiritualmente te lo
daré solamente a ti, para que tú luego se lo des a otros.
- Ahora lo comprendo, ella ocupará su área sentimental y yo su
área espiritual.
- Lo has entendido a la perfección. Además de dulce eres lista.
- ¡Por favor, maestro! Está bien, pero no se lo diga a nadie.
- Lo haré público cuando la primera promoción de Quimenix esté
equilibrada, antes no.
Ella asintió afirmativamente con la cabeza; entre ellos había
nacido una química espiritual que siempre estuvo entre ellos.
El silencio se impuso entre ellos durante el resto del camino que
faltaba para llegar a la escuela. Finalmente llegaron y fuera
estaban ya unos alumnos esperando la llegada del resto.
171
Fut no entró, se quedó esperando fuera la llegada de todos.
Cuando estuvieron los diez alumnos reunidos en la puerta de la
escuela, el maestro dijo:
- Estamos todos, muy bien. Mañana nos veremos aquí de nuevo.
Fut, Sebatar y Minar se metieron en la escuela, mientras que los
demás volvieron a sus casas.
La última clase de la semana estaba dedicada solamente para
compartir lo que cada pareja había hecho por las calles de
Quimenix y para comentar los futuros cambios que el maestro
pensaba hacer en la futuras clases de la escuela espiritual de
Quimenix.
A veces Fut enseñaba algo nuevo. En resumidas cuentas: eran
unas clases muy abiertas y dinámicas, en las que no se notaba la
autoridad del maestro -aunque sí existiera- porque todos eran
maestros y alumnos a la misma vez. Estas clases tan especiales se
hacían estando todos sentados alrededor del pino del patio.
Al día siguiente estaban todos sentados alrededor del pino, hacía
un buen día, y el suelo estaba un poco caliente por el sol.
- Ayer salimos todos por las calles de esta hermosa ciudad, por
parejas. Ahora cada pareja dirá lo que hizo, y después habrá un
comentario. Comenzaremos por Tua y Mel.
- Nosotras sanamos a un pájaro que se había caído de su nido.
- Nosotros curamos a un hombre que cojeaba y desviamos con el
poder de la mirada un tiesto que iba a caer sobre la cabeza de una
mujer -prosiguieron Yuamí y Jale.
- Nosotros curamos a una niña que se había caído de un columpio
-dijo Kattya, sin decir nada sobre la agresión del hombre a Fut.
172
- Nosotros estuvimos sanando a todos los árboles y plantas que
pudimos -siguieron, a continuación, Sebatar y Burén.
- Pues nosotros solamente dimos sanidad a las plantas -dijeron
Minar y Masete.
- Todo esto está muy bien, pero muy bien, para ser el primer día
que salimos a la calle. Si nos fijamos, cada pareja ha hecho una
cosa diferente, eso es muy bueno, porque el Supremo siempre se
manifiesta en equipo.
Fut hizo una leve pausa para continuar diciendo:
- La semana próxima habrá nuevas sorpresas. Todos tenemos un
punto más, es decir, todos tenemos once puntos.
Pasó el fin de semana y, consecuentemente, llegó una nueva
semana. Si antes los niños y niñas esperaban las clases del
maestro Fut porque aprendían mucho, se lo pasaban mazo; ahora
soñaban con el comienzo de la semana para poder ir a sus clases.
Sus clases eran mega-guays. A veces los niños usaban los poderes
para hacer pequeñas trastadas en sus casas, esto lo sabía Fut, pero
él nunca les dijo nada.
Estaban los diez sentados alrededor del pino, Fut tomó la palabra
para decir:
- Estamos muy satisfechos de nuestro avance, vamos a hacer
cosas o poderes más elevados. Seguiremos trabajando las dos
dimensiones; es decir, el estar y el no estar, desaparecer y
aparecer, y, además, comenzaremos con la levitación y el
traspasar paredes. Haremos estas prácticas a primera hora, pues
estos poderes forman el nivel básico.
Fut hizo una pausa. Yuamí le iba a hacer una pregunta, pero él le
dijo con sus manos que esperase un poco y, acto seguido, les dijo:
173
- El nivel medio consistirá en hacer aparecer y desaparecer
objetos, mover los objetos con la mirada y lanzar objetos también
con la mirada.
- ¿Seguiremos jugando, maestro? -preguntó Yuamí.
- ¡Pues claro que sí! Seguiremos jugando y, como siempre, por
parejas.
- ¿No sería mejor jugar todos juntos y no por parejas? -preguntó
Sebatar.
Fut se quedó un poco pensativo. Entonces, todos los niños y niñas
dijeron a la misma vez:
- Nos gustaría todos juntos, maestro.
Fut, en un tono muy serio, les dijo:
- Sí, pero solamente si me aceptáis como un niño grande,
entonces jugaremos sin parejas, pero dentro de la escuela. Cuando
salgamos a la calle iremos de dos en dos, como todos ya sabemos.
¿Estáis de acuerdo?
Todos ellos respondieron afirmativamente con la cabeza.
- ¿Qué haremos con el nivel medio, maestro? -preguntó Minar.
Fut le respondió en un tono un poco áspero.
- Aquí no hay maestro, todos somos iguales a la hora de enseñar y
aprender. Pensáis que yo no tengo cosas nuevas que aprender
todavía; quizás para vosotros sea un maestro, pero para otros soy
un alumno.
Fut dejó de hablar y se impuso un silencio absoluto en el patio.
éste fue roto cuando la vivaz Tua preguntó:
174
- ¿Cuándo comenzaremos los ejercicios de los poderes medios?
- Comenzaremos mañana a practicar esos poderes, hoy vamos a
tomar un descanso, antes de comenzar los ejercicios del nivel
básico -dio una palmada e, instantáneamente, apareció en frente
de cada uno de sus alumnos un gran vaso de limonada fresca. Sin
pensárselo dos veces, todos cogieron los refrescos y se los
bebieron.
Cuando terminaron de tomarse el refresco, Fut se levantó y se
puso a andar por el patio. Les indicó con las manos que se
mantuvieran sentados en el suelo del patio, y así lo hicieron,
mientras veían a su maestro pasear por el patio un poco pensativo.
De repente comenzó a hablar sobre el plan de poderes:
- A partir de mañana comenzaremos una nueva etapa en esta
escuela. Nosotros somos la primera promoción, luego vendrá otra,
y así sucesivamente. Ahora sois alumnos, pero mañana seréis
maestros y maestras. -Tras una leve pausa, Fut continuó
hablando-: El primer nivel, es decir, las dos dimensiones, aparecer
y desaparecer, la levitación y el de traspasar paredes, lo darán
Sebatar y Kattya. Los poderes del nivel medio, es decir, hacer
aparecer y desaparecer objetos con la mirada y el de mover
objetos también con la mirada, lo dará Minar. Mientras que el
poder de lanzar objetos con la mirada lo dará Kattya. Por último,
los poderes del nivel superior, los cuales los sabréis más adelante,
los daré yo mismo. El Presidente, en nombre de la Asamblea, nos
ha pedido una demostración pública de las enseñanzas de esta
escuela espiritual y debemos estar todos muy bien preparados.
Después del pequeño discurso de Fut, todos se levantaron y se
pusieron a hacer los ejercicios del nivel básico. Sólo hicieron
prácticas de apariciones y desapariciones; al día siguiente
pasarían a practicar poderes más elevados.
Todos, absolutamente todos, jugaron juntos hasta que terminó la
clase de Fut, y después de la clase de Sebatar se fueron todos a
175
sus casas, menos Sebatar, Fut y Minar, los que vivían en la
escuela.
Cuando llegó el día siguiente, los niños y niñas entraron al patio
de la escuela y se encontraron con una sorpresa: no se encontraba
Fut. Entonces Kattya preguntó:
- ¿Dónde está el maestro?
- Ha tenido que ausentarse, volverá más tarde. Las clases las
daremos entre Minar, tú y yo -respondió Sebatar-. Todos los
poderes del nivel básico nos vienen de la fe, pero el poder de la
levitación, si abusamos de él, nos puede llevar al cansancio físico,
por eso no es conveniente abusar de este poder. Yo me ocuparé
del poder de las dos dimensiones y Kattya se ocupará de la
levitación.
Tua, Mel, Yuamí y Kattya comenzaron a hacer prácticas de
levitación, las cuales costaron un poco al principio, pero luego
fueron mejorando hasta salir medio bien. Mientras que Burén,
Masete, Minar, Jale y Sebatar comenzaron a practicar el poder de
las dos dimensiones.
Así estuvieron un buen rato, unos aparecían y desaparecían,
mientras que otros levitaban sobre el suelo.
- Estoy flipando, lo estoy haciendo y no me lo creo -dijo Yuamí.
Sebatar paró de desaparecer y dijo:
- Lo hemos hecho todos bien, nos merecemos un descanso.
Se sentaron todos. Minar dio una palmada y apareció delante de
cada uno de ellos un espléndido almuerzo compuesto por un
refresco y un bocadillo de ensalada.
- Esto que acabo de hacer es lo que os voy a enseñar en la
segunda hora.
176
Todos comenzaron a tomarse el desayuno. Entonces Mel dijo:
- ¿Nosotros podremos hacer lo mismo?
- Recordad lo que dice Fut -le dijo a todos Sebatar.
- ¿Qué dice Fut? -preguntó Mel.
En ese mismo instante apareció Fut, al lado derecho de Mel. Ella
se asustó un poco, mientras que Fut sonrió; la expresión de miedo
de la cara de Mel aún no se había ido del todo. El maestro dejó de
sonreír y dijo:
- Somos un equipo y, lo que hace uno, lo hacemos todos.
- ¡Vaya susto que le has dado a Mel, maestro! -le dijo Yuamí.
- Debéis estar preparados a estas sorpresas, porque hay otros que
también las hace. ¡Por cierto! ¿dónde está mi almuerzo?
- Aquí lo tienes -Minar hizo aparecer el almuerzo de Fut mediante
una palmada.
Fut se sentó al lado de Kattya y, todos sentados en torno al pino,
se tomaron dicho almuerzo. Mientras se lo estaban tomando,
pasaron un agradable rato hablando de todo un poco.
Cuando terminaron de tomarse el almuerzo, muy sabiamente Fut
dejó un tiempo de reposo físico, aprovechado para decirles un
poco más de las enseñanzas espirituales.
Fut, que enseñaba de una forma muy sutil, muy silenciosamente,
se dirigió a todos para decirles:
- El primer nivel lo hacemos todos muy bien, pero las prácticas
siempre son necesaria para todos, por eso las vamos a seguir
haciendo.
177
Fut dejó de hablar porque sabía que algún alumno le haría una
pregunta. Y así fue..., no había dejado de hablar cuando Jale le
hizo una pregunta:
- ¿Hasta cuándo vamos a seguir haciendo prácticas, maestro?
- Las prácticas se tienen que hacer durante toda la vida.
- ¡Toda la vida! -exclamó Tua.
- Conozco a un consejero del país del día con poderes mucho más
fuertes que los míos que cada día hace prácticas. El Supremo
nunca está parado.
- ¡Ya comprendo! Como el Supremo nunca está parado, por eso
nosotros no podemos estar parados tampoco -concluso Kattya.
- Muy bien, así es.
Fut miró a Minar y le dijo:
- Cuando quieras puedes comenzar con tu clase.
Minar dio una palmada y todo los restos de almuerzo, mollas de
pan y restos de ensalada, desaparecieron del suelo del patio,
dejándolo tan limpio como estaba antes del desayuno. Todos se
levantaron, se pusieron mirando hacia Minar, incluido Fut, y, al
principio, con un poco de inseguridad, Minar comenzó a hablar:
- El nivel medio está compuesto en hacer aparecer y desaparecer
objetos; una vez que dichos objetos están visibles en el plano
físico, los tenemos que mover usando solamente la mirada;
también los tenemos que lanzar y detener, tanto en tierra como en
el aire; pero siempre con la mirada. El objetivo de estos ejercicios
es que finalmente seamos capaces de detener, parar y desviar
cualquier objeto que nos pueda lanzar alguien solamente con la
mirada.
178
Hizo una leve pausa, tras la cual continuó hablando:
- Solamente lanzaremos a una persona contra una pared si nuestra
vida está en peligro. Antes de lanzarle, levitaremos a esa persona,
o grupo de personas en su caso, a la altura que nosotros veamos
más conveniente para nuestra seguridad. Y todo esto lo haremos
siempre usando el poder de la mirada.
Fut no cabía de gozo al sentirle a Minar esas palabras. Mientras,
el resto de los alumnos estaba con la boca abierta y sin saber qué
decir.
- Ahora pasaremos a la práctica y nos dejaremos de teoría. Lo
primero que tenemos que hacer es pensar en el objeto, después
debemos usar nuestra fe y, por último, con la mirada verlo en el
plano físico; es decir, que pueda ser visto y tocado.
- ¿Cómo usamos la fe? -preguntó Burén.
- Se trata de la fuerza interna. Os pondré a todos un ejemplo:
vamos a pensar todos en un balón de fútbol, nos concentramos
con nuestra fe y, cuando contamos tres mentalmente, fijamos la
vista en un punto, puede ser en el aire o sobre la tierra, y dicho
balón aparecerá. ¡Vamos hacerlo todos!
Todos siguieron los pasos dichos por Minar. Finalmente
aparecieron seis balones de fútbol muy aceptables, uno en forma
de melón. Mel, Yuamí y Burén no consiguieron aparecer ningún
balón.
En vista de la situación, Minar les dijo:
- Si alguien no ha conseguido aparecer un balón de fútbol, o el
balón es un poco raro -todos miraron a Tua-, no pasa nada. A mí
me costó dos días para poder dominar este poder, pero al final lo
conseguiremos todos.
Después de una pausa, Minar continuó dando su clase:
179
- A continuación, cada uno intentará hacer aparecer un balón
individualmente. Si no lo conseguís, o aparece un balón un poco
raro, no pasa nada. Cuando consigamos todos aparecer los
balones perfectamente, entonces jugaremos con dichos balones
todos.
Continuaron practicando el inicio del nivel medio hasta que llegó
el fin de la clase de ese día, afortunadamente para unos y no tanto
para otros.
Los alumnos se fueron a sus casas y allí continuaron practicando
por indicación de Minar las prácticas del nivel medio.
Una vez que estaban los tres comiendo en el comedor de la
escuela, Sebatar le dijo a su amado:
- ¿No crees que le estás enseñando demasiado a los niños?
- ¡No! De eso nada. Aún queda el nivel superior y la enseñanza
final.
- ¡Pero son niños! Nosotros somos adultos y cometemos errores -
observó Minar.
En un tono más serio, Fut les dijo:
- ¡Hasta cuándo vais a ser ciegos! Ver lo que se ve físicamente,
eso no es ver; la verdadera vista consiste en ver lo que no se ve
físicamente.
- Entonces... ¿qué es lo que tú ves en esos niños? -le preguntó
Sebatar
- Veo dos cosas: la primera es una gran madurez espiritual y la
segunda veo el futuro de este país; porque de ellos saldrán más
generaciones de maestros espirituales hasta que el nivel espiritual
de este país suba y alcance el mismo nivel espiritual que el país
del día; entonces ambos países se unirán en armonía y en paz.
180
- Ahora lo comprendo todo -dijo Minar.
- ¡Pero los del país de la noche no se van a quedar quietos! -
añadió Sebatar.
- Habrá una guerra -acabó por conjeturar Minar.
- Hagamos lo que hagamos, al final habrá una guerra de todas
formas. Llegará el día en que yo tenga que dejar este cuerpo físico
y, cuando ese día llegue, deberá haber grandes maestros
espirituales en este país capaces de vencer a los de la noche. De
todo esto hemos estado hablando en la Asamblea, y todos hemos
estado de acuerdo.
Finalmente Fut se calló, pero Minar quería saber más y le
preguntó:
- De acuerdo... ¿sobre qué?
Él lo miró con una sonrisa y, en un tono un poco bromista, le
respondió:
- En este momento no me acuerdo, mi buen amigo Minar.
Sebatar se rió y Minar, moviendo la cabeza de izquierda a
derecha, le respondió:
- Eres muy misterioso, Fut.
- ¡Pero yo lo quiero tal y como es! -concluyó Sebatar.
Al siguiente día comenzó otra nueva clase de Fut. Sus clases eran
de lo más guay. A primera hora practicaban el nivel básico.
A Tua le gustaba mucho desaparecer y aparecer. Burén se lo
pasaba flipa atravesando paredes. Mel casi siempre estaba
desaparecida y le gustaba gastar bromas al resto de sus
compañeros cuando era invisible. Yuamí hacía un poco de todo y
181
no gastaba bromas. Jale se lo pasaba pipa levitando y corriendo
levitado. Kattya se lo pasaba mega-guay levitando y atravesando
paredes y, en más de una ocasión, desaparecía junto a Mel para
gastar pequeñas bromas a sus compañeros. Fut tenía que hacer de
todo, además de vigilar por la seguridad de los niños y de algunos
ya no tan niños. Sebatar, en el fondo, era una niña grande y se lo
pasaba de pillada cuando levitaba y desaparecía. Minar, en
cambio, era más serio y hacía como Yuamí, se limitaba a practicar
los poderes y nada más. A Masete le gustaba levitar y, sobre todo,
desaparecer para levantarles las túnicas a las niñas. Fut lo corregía
siempre con mucho amor y paciencia.
Así, de esta manera, jugando, consiguieron dominar todos los
poderes del nivel básico; es decir, desaparecer y aparecer, levitar,
y atravesar paredes.
A veces ocurrían accidentes: una vez Jale intentó atravesar una
pared, pero no lo hizo bien y chocó contra la pared; el golpe fue
tan fuerte que cayó desmayado al suelo y tuvo que ser asistido por
Fut. Otra vez, cuando Mel volvió a aparecer, lo hizo sin túnica y
Fut, mediante un chasquido de dedos, la tuvo que vestir de nuevo.
Cuando volaban levitando, se producía más de un choque
involuntario, pero sin importancia. A pesar de los pequeños
accidentes que a veces se producían, las clases de Fut eran
totalmente seguras.
Entre las prácticas del nivel básico y el nivel medio había un
almuerzo, donde cada uno, dando una simple palmada, hacía
aparecer su almuerzo, y luego cada uno, con una palmada,
limpiaba lo que había ensuciado del patio, dejándolo tan limpio
como estaba antes de empezar a comer.
Las clases del nivel medio las dirigían Minar y Kattya. Aquí Fut
simplemente se limitaba a participar como uno más. En estas
clases se hacía aparecer, desaparecer, mover y lanzar objetos.
Estas clases se podían hacer en equipo o bien individualmente; es
decir, uno solo, pero siempre se lo pasaban en grande.
182
Así aprendían los alumnos de la escuela espiritual de Quimenix
los poderes del Supremo, mediante juegos, y de vez en cuando
algunas salidas, con su posterior enseñanza de Fut.
Después de las prácticas del nivel medio, venían unos minutos de
recreo y, finalmente, estaban las clases de Sebatar, donde no había
poderes, sino matemáticas, historia, ciencias y otras materias.
Al finalizar las clases, cada alumno se iba a su casa y no volvía a
la escuela hasta la mañana siguiente. Esta era la actividad normal
durante los tres primeros días de la semana; el cuarto día era el de
salida por las calles de Quimenix, y el quinto y último era cuando
cada pareja comentaba lo que había hecho el día anterior.
La tarde del quinto día, y último de la semana escolar, volvían a la
escuela, pero esta vez para recibir las enseñanzas de Sebatar para
recuperar el día perdido por las salidas por las calles de
Quimenix.
Finalmente llegó el segundo día de salir por las calles de
Quimenix. Para los niños era el gran día soñado, porque, además
de pasear por las calles y parques de la ciudad, podían poner en
práctica los conocimientos adquiridos en las súper-divertidas y
ordenadas clases de Fut.
Tua y Mel se sentaron en un banco de un parque, bajo un árbol, y
vieron que un hombre mayor era acosado por unos jóvenes.
- ¡Mira eso, Tua!
- Serán conocidos o familiares.
- No nos moveremos hasta que veamos qué ocurre finalmente.
- Verás que no pasa nada.
De repente el hombre mayor dijo:
183
-¡He dicho que no! ¡Marchaos ya de aquí!
Entonces, uno de los jóvenes le respondió:
- De eso nada, anciano.
Tua y Mel, al ver la situación, se miraron y asintieron con la
mirada. El hombre mayor se encontró rodeado por los dos
jóvenes; Tua y Mel concentraron sus miradas sobre los dos
jóvenes y ambos cayeron al suelo. Uno de ellos dijo:
- ¿Qué ocurre aquí?
No había acabado de decir eso, cuando fueron lanzados contra la
pared y se quedaron pegados a ella sin poder moverse.
- ¡Nosotros solamente nos queremos ir! -gritaron asustados.
Al oír esto, las dos niñas dejaron de concentrar sus miradas sobre
ellos y éstos se levantaron y echaron a correr calle abajo. De
inmediato se levantaron del banco y el anciano continuó
paseando.
Como Tua y Mel tenían sed, se fueron a una fuente cercana donde
poder beber agua. Cuando Tua estaba bebiendo, y Mel esperaba
su turno, sintieron un gran griterío, giraron las cabezas y, después
de beber Mel, se dirigieron hacia donde venía el ruido de voces.
Una vez atravesada la barrera humana, vieron a un hombre joven
bajo la rueda de un coche. El hombre estaba vivo, pero
inconsciente, pudieron sentir como un médico decía: “este
hombre está muy grave “.
Cuando Mel sintió aquellas palabras, con su simpática sonrisa, le
dijo al médico:
- Se equivoca, señor.
184
El médico miró hacía donde venía esa voz y vio que era una niña,
la miró y le dijo:
- ¡Pero si eres una niña!
- Así es, pero este hombre está completamente sano.
El médico no sabía qué decirle, y finalmente le contestó:
- Si tan segura estás de lo que dices..., aquí lo tienes, es todo tuyo.
- Es nuestro, comienza Mel, es tuyo -le instó Tua.
El médico se retiró con una gran sonrisa de vanidad, se sentía
superior a las niñas, y se unió al grupo de personas que rodeaban
el coche sin apartar la vista de ellas.
Mel extendió sus brazos mostrando las palmas de sus manos y
apartó la rueda del coche sobre las piernas del hombre, pero sin
tocar para nada dicha rueda. El coche literalmente levitó y volvió
a situarse por detrás del hombre, recuperando su posición normal.
Cuando los presentes vieron todo esto, se asombraron, pero la
demostración de Mel solamente había comenzado.
Con la mano derecha dirigida hacia el inconsciente hombre, Mel
dijo “sanidad” y, automáticamente, el hombre abrió los ojos. El
médico dijo:
- Lo estoy viendo y no me lo creo.
Aún quedaba el toque final: Mel se colocó muy cerca de la cabeza
del hombre y, después de una confirmación con la cabeza, puso
sus manos en el aire, mostrando sus palmas hacia la cabeza y pies
respectivamente -la mano derecha está dirigida hacia la cabeza y
la mano izquierda está dirigida a los pies-.
185
Reinaba un silencio absoluto en el lugar, cuando de repente una
luz morada salió de sus manos y, al instante, el hombre se levantó
como si nada le hubiera ocurrido. Las personas allí presentes
dijeron:
- ¡Es asombroso! ¿Cómo lo habéis hecho?
- No hemos sido nosotras -respondió Tua.
Una mujer que se encontraba entre el público preguntó muy
asombrada e interesada:
- ¿Entonces quién?
- Ha sido el Supremo -dijo Tua.
Medio enfadado, dijo el médico:
- Este hombre estaba grave y ahora está más vivo que yo.
- Nosotras simplemente somos flautas del Supremo, él es el
músico, señor.
Tua y Mel se disponían a irse del lugar del accidente cuando se
les acercó un policía con tres círculos plateados en cada hombro
que les preguntó:
- ¿Quiénes sois vosotras?
Mel respondió con su típica sonrisa:
- Somos alumnas del maestro Fut.
El policía se quedó muy pensativo y, finalmente, les dijo:
- ¡Podéis iros!
186
- Si supiera lo que han hecho estas niñas aquí, señor policía... -
dijo el médico.
- ¡Cállese o le detengo ahora mismo!
El médico se puso muy serio y le recriminó al policía:
- Soy médico y ellas han practicado la medicina sin permiso.
- Lo que sea usted no me importa, Fut es Consejero de la
Asamblea y mano derecha del Presidente. ¿Quiere usted presentar
una denuncia contra él?
La cara del médico se puso pálida y respondió:
- No, señor.
El policía se dirigió al dueño del coche y le preguntó:
- ¿Tiene su coche algún daño?
- Al contrario, está mejor que antes.
- Entonces márchese y siga su ruta, buen hombre.
El dueño del coche se subió al mismo y abandonó el lugar del
accidente, mientras que por el camino hacia su casa iba pensando:
“cuando diga todo esto en casa, nadie me va a creer”.
El policía le preguntó al accidentado:
- ¿Se encuentra usted bien?
- Me encuentro muy bien, señor.
- Aunque se encuentre bien, nunca va mal un reconocimiento...
Que el médico se lo haga.
187
El médico asintió afirmativamente con la cabeza y ambos se
fueron al hospital para someter al hombre accidentado a dicho
reconocimiento médico.
Ahora el policía se dirigía hacia las niñas:
- Vosotras continuad con vuestro paseo.
Ellas así lo hicieron.
- Y al resto de los presentes continuad vuestra marcha, que aquí
no ha pasado nada.
A los pocos minutos, el lugar estaba normalizado completamente,
pero el policía hizo un informe que llegó a las manos del
presidente Tamur. Fut nunca fue informado oficialmente de dicho
informe, pero siempre lo supo.
Como siempre, después del día de la salida por Quimenix, venía
el último día de la semana escolar, en el que se compartían todas
las experiencias de las parejas de la escuela espiritual de
Quimenix. Todos entraron muy alegres y haciendo un poco de
ruido.
- ¿A qué viene tanta alegría? -preguntó Fut, dejando al final una
amplia sonrisa.
- Ayer fue un día fantástico, maestro -dijo Jale.
- Todos hicimos cosas increíbles -añadió Sebatar.
- También estoy muy contento.
- ¿Por qué estás contento, mi amor?
- Tened un poco de paciencia y ya lo veréis.
188
Todos se sentaron en torno al pino y comenzaron a compartir sus
experiencias.
- Nosotras liberamos liberemos a un anciano del acoso de unos
jóvenes y luego sanamos a un hombre accidentado -dijeron al
unísono Tua y Mel.
- Nosotros dimos vista a un ciego y sanamos a un cojo -dijeron
Yuamí y Jale.
- Pues nosotros solamente dimos sanidad, es decir, curamos a un
sordo y dejó de ser sordo -continuaron Kattya y Fut.
- Nosotros únicamente pudimos dar sanidad y curar a muchas
plantas y árboles, los cuales estaban muy marchitados -dijeron
Sebatar y Burén.
- Tuvimos que atravesar una pared para sacar a dos personas de
un incendio, luego volvimos al incendio y lo apagamos -dijeron
Minar y Masete.
- Estoy muy satisfecho de todos nosotros, todo lo que hemos
hecho es muy importante para todos, recordad siempre que somos
un equipo. Ahora tenemos un punto más; es decir, tenemos doce
puntos.
- ¿Y la sorpresa? -preguntó Kattya.
Fut la miró con mucha dulzura y amor y, después de una corta
pausa, les dijo a todos:
- A partir de la semana próxima, y en vista de los grandes avances
que hemos conseguido con los niveles básico y medio,
comenzaremos con el último nivel, es decir, con el nivel superior.
En dicho nivel aprenderemos a sanar a todos a los animales,
plantas y personas en el nombre del Supremo.
-¿Quién nos dará las clases? -preguntó ahora Tua, la vivaz.
189
- Seré yo mismo, y la última lección que os dé por el momento
será el árbol de la vida, es decir, cómo funciona el Supremo. -Fut
hizo una leve pausa, para luego continuar:- Las clases de dos
primeros niveles (básico y medio) se seguirán dando como hasta
ahora; a continuación, y sin pausa, yo os daré el nivel superior.
Cuando estemos todos preparados, entonces os enseñaré cómo
funciona el Supremo.
- ¿Por qué es tan importante el árbol de la vida? -preguntó Yuamí.
- Si no sabes el árbol de la vida, entonces no conoces cómo
funciona el Supremo, ni cómo funcionas tú, ni cómo funcionan
los demás, porque todos somos su imagen y semejanza.
- ¿Usted lo conoce todo? -le preguntó Masete.
La pregunta de Masete se refería al árbol de la vida.
- El árbol de la vida nunca se termina, a medida que más sabes, te
vas dando cuenta que tienes más cosas por aprender, por eso no
me considero maestro, sino maestrillo, es decir… un pequeño
maestro. Somos tan pequeños ante la grandeza del Supremo que
ni siquiera nos tendríamos que llamar maestros, porque solamente
hay un maestro y es él, el Supremo.
- ¡Tenemos hambre! –exclamó Sebatar.
Fut, con un poco de ironía, le respondió:
- Ya lo sé, alumna Sebatar, esa es mi sorpresa. -Dio una palmada
y en frente de cada uno apareció una bandeja con un pastel, una
cuchara y un refresco.
- ¿Qué celebramos? -preguntaron todos a la vez.
- Celebramos nuestra graduación por haber alcanzado los doce
puntos. Ya no hay más puntos. ¿A qué estamos esperando?
190
Entonces todos comenzaron a comer su pastel de graduación.
Cuando terminaron de comérselo, Fut se levantó, dio una palmada
y todas las bandejas vacías, los vasos de los refrescos y los restos
del pastel caído al suelo del patio desaparecieron, dejándolo todo
completamente limpio. A continuación miró a todos sus alumnos
y, con una voz profunda, dijo:
- Mi clase de hoy ha terminado. Recordad que en las próximas
semanas terminaremos nuestra formación. Podéis ir a vuestras
casas, todos menos Kattya.
- ¿Y mis padres? -preguntó Kattya.
- Tus padres ya saben que te quedas a comer -le respondió
Sebatar.
Los demás niños y niñas miraron a Kattya y comprendieron que,
aunque todos eran miembros de un mismo equipo, ella ya
formaba parte de un nivel superior, al que solamente pertenecían
los grandes maestros.
Los alumnos se fueron a sus casas y ellos cuatro, es decir, Fut,
Sebatar, Minar y Kattya entraron en la casa de la escuela.
Se sentaron los cuatro en la mesa del comedor por este orden: Fut
presidía la mesa, a su derecha estaba Sebatar, a su izquierda
estaba Minar y al lado de Minar se encontraba Kattya.
Esta vez Fut fue directo, no hubo pausa ni medias palabras,
comenzó diciendo:
- Aunque todos somos un equipo, solamente tres llevarán la
dirección espiritual de Quimenix por el momento. Eran cuatro en
el comedor, eso quería decir que uno o una sobraba, pero nadie
decía nada-. En un futuro no muy lejano sabréis exactamente
vuestros cargos espirituales. ¿Alguna pregunta?
191
- Explícate mejor, mi amor, porque nadie te ha entendido, como
siempre -le pidió Sebatar.
- Está bien, seré más claro. Para el próximo curso, es decir,
cuando volvamos de nuestra luna de miel, cariño, habrá en este
país tres cargos espirituales… dichos cargos estarán ocupados por
Minar, Kattya y yo. Como Consejero Espiritual que soy, tengo
plenos poderes para tomar estas órdenes y las que considere más
conveniente para el desarrollo espiritual de este país.
- Comprendo que a Minar le dé un cargo espiritual, pero ¿a mí? Si
aún soy una niña -ella pensaba que le daría el cargo cuando fuera
mayor, no ahora.
- No importa tu edad física, sino tu desarrollo espiritual.
- Entonces, ¿ella, que es una niña, está más capacitada que yo,
que soy una mujer para tener un cargo espiritual?
- Así es.
Tras un silencio un poco tenso, Minar le preguntó a Fut:
- A mí, ¿qué responsabilidad me has dado?
- Eso lo sabréis tanto tú como Kattya a su debido momento -
Kattya ya lo sabía porque se lo había dicho antes Fut, pero no dijo
nada.
- Tan misterioso como siempre -le recriminó Sebatar.
- No se trata de eso, sino que debo ser consecuente con mi
responsabilidad -el tono de voz de Fut es cada vez más serio.
- ¿Qué es responsabilidad, señor? -pregunta Kattya.
Todos se rieron.
192
- Responsabilidad es saber lo que tienes que decir o hacer en cada
momento.
- Ahora lo comprendo.
- ¿No puedes ser tan claro desde un principio? -le pregunta ahora
Minar.
- Mi amor es así de complicado.
Finalmente Fut dijo:
- ¡Vamos a comer!
- ¿No vamos a usar los poderes? -pregunta Kattya.
- Ahora no.
Ella se le queda mirando y le responde:
- Por responsabilidad.
- Veo que lo has entendido, Kattya.
A continuación se levantaron los cuatro de la mesa; Sebatar y
Kattya prepararon la comida, mientras que Fut y Minar ponían la
mesa y la ensalada. En la cocina, Kattya le preguntó a Sebatar:
- ¿Cuándo te diste cuenta de que estabas enamorada de Fut?
- Desde el mismo momento que lo vi.
- ¿Cómo se puede saber eso?
- El corazón te lo dice.
Nuevamente Kattya vuelve a la carga, nunca mejor dicho:
193
- ¡Pero si es muy misterioso y distante!
- Eso lo dices tú porque no lo conoces.
- ¿Cómo es?
Cuando Sebatar iba a responderle, entró Minar en la cocina.
- ¿Necesitáis ayuda?
- No necesitamos ayuda, gracias, podéis estar en el comedor,
nosotras iremos cuando hagamos la comida -le contestó Sebatar.
- ¿Porqué le has dicho eso a Minar, cuando realmente nos hace
falta una ayuda?
- Así tendremos más tiempo para hablar de cosas de mujeres.
Kattya se rió y dijo:
- ¡Púes hablemos de cosas de mujeres!
- Fut, a simple vista, es decir, la primera sensación parece distante
y misterioso, pero no es así. Su misterio le viene porque
solamente habla cuando tiene que hablar y lo justo, es muy
observador; y cuando ve cosas que no le gustan, se aparta en
silencio. Le gusta mucho la inocencia de los niños y no le gusta
hablar de su pasado.
Kattya escuchaba silenciosamente a Sebatar.
- ¿Por qué no le gusta hablar de su pasado?
- Una vez lo intenté y no lo haré más, Kattya.
- ¿Qué ocurrió?
194
- Le pregunté sobre su familia, me miró muy serio, se levantó y,
sin decirme nada, se fue a dar un paseo. No volvió hasta las cuatro
de la noche.
- En cambio cuando está con nosotros es muy distinto.
- Eso es porque con vosotros se siente cómodo y seguro, y sabe
que no le vais hacer daño.
Kattya movió la cabeza muy pensativa y, finalmente, dijo:
- Ahora lo comprendo todo, en cambio cuando está con los
adultos se vuelve misterioso y distante, por seguridad.
- Así es.
- A mí también me atrae un poco su forma de ser, no es como los
demás.
- En la intimidad es abierto, bromista y le gusta escuchar a
personas que verdaderamente entienden más que él sobre los
temas que a él le interesan.
Kattya no dijo nada y escuchaba en el más absoluto silencio a
Sebatar. Sebatar continuó hablando:
- Sus defectos son que le gusta demasiado el orden y es de ideas
fijas, pero si se le sabe llevar, se puede hacer con él lo que se
quiera, porque en el fondo es como un niño.
- Cómo un niño grande.
- Cómo un niño grande, al cual quiero mucho.
- ¡Ojala algún día encuentre a un hombre y me enamore de él
como tú lo estás de Fut!
- ¡Púes claro que sí que lo encontrarás, reina!
195
Entonces Fut gritó:
- ¿Cuándo va a venir esa comida, mujeres?
- Ya vamos, hombres impacientes -respondieron ellas a la misma
vez.
- Es mejor no estar en contra de las mujeres, Fut.
Minar y Fut se levantaron y entre los cuatro pusieron finalmente
la mesa. Comenzaron a comer y durante la comida hablaron
distendidamente sobre los temas de Quimenix. Al acabar de
comer, y estando reposando la comida, llamaron a la puerta. Fut
se levantó y se dirigió hacia la puerta. Cuando la abrió, vio que
era Itria, la madre de Kattya.
Itria era un poco gorda, cabellos y ojos negros, voz seca y
cortante, pero tenía en su cara algunos signos de desconfianza.
Sus facciones eran ásperas.
- Soy la madre de Kattya, vengo a por mi hija.
- Tanto gusto señora -la saludó Fut.
- Igualmente le digo.
- ¡Kattya! ¡Es tu madre!
Kattya se levantó y les dijo a Minar y a Sebatar:
- Tengo que irme, hasta el lunes.
- Hasta la semana próxima -se despidió Sebatar.
- Práctica los ejercicios -le instó Minar.
196
Kattya abandonó el comedor, se dirigió hacia la puerta de entrada
de la escuela, dónde se encontraban Fut y su madre, y, cuando ella
estaba ya en la puerta, le dijo a su madre:
- Mamá, te presento a mi maestro Fut. Mola mazo.
La madre le respondió en un tono un poco severo:
- ¡Niña! No hables así de tu maestro.
Fut no pudo evitar una pequeña sonrisa y le dijo a Itria:
- Señora, no se preocupe, los niños son así. Hasta el lunes, Kattya,
y adiós señora.
Fut cerró la puerta y volvió al comedor. Así terminaba una
semana más en la escuela espiritual de Quimenix, a la espera de
comenzar las últimas semanas, más completas, en las cuales se
terminaría la formación de la primera promoción de maestros
espirituales de Quimenix, y por extensión del país de la tarde.
Durante el fin de semana, todos los alumnos estuvieron
practicando los poderes en sus casas. Cuando llegó el primer día
de la semana, y consecuentemente la primera clase de la escuela,
todos estaban muy preparados.
Fut estaba bajo el pino junto a todos ellos y les dijo:
- Todos sabemos lo que tenemos que hacer, cada uno como
quiera, en equipo, o bien solo, pero siempre jugando. -Dio una
palmada y cada uno comenzó a hacer lo que más le gustaba, pero
al final todos terminaron haciendo todos los poderes de los
niveles básico y medio.
Las niñas estaban cansadas de la bromas de Masete y decidieron
gastarle también una broma. Se unieron las cuatro, Tua, Mel,
Yuamí y Kattya, y, de común acuerdo, desaparecieron del patio.
Masete se encontraba haciendo el poder de la levitación y ellas se
197
pusieron frente a él, pero aún no eran visibles. De repente se
hicieron visibles y todas dijeron a la misma vez:
- ¡Estamos cansadas de tus bromas, Masete!
No habían acabado de decir esto cuando extendieron sus brazos
derechos y concentraron sus miradas en él. Minar intentó
intervenir, pero Fut se lo impendió y le dijo:
- Masete les ha hecho muchas bromas a las niñas, dejemos que
ellas pongan su justicia.
Masete se encontraba a una altura de dos metros sobre el suelo,
frente a él se encontraban las cuatros niñas, y a su espalda se
encontraban Fut, Minar, Sebatar y los otros dos niños, es decir,
Jale y Burén.
Tua concentro más su mirada sobre Masete y el brazo derecho de
éste se puso en cruz; Mel hizo lo mismo y las piernas de Masete
se abrieron, él no podía hacer nada contra el poder de las cuatro
juntas. Yuamí también concentró con más fuerza su mirada y
Masete puso en cruz su brazo izquierdo; y finalmente Kattya dio
un chasquido con su mano derecha y desapareció la túnica de
Masete. Como ese día no llevaba ninguna ropa debajo de la
túnica, quedó desnudo delante de las niñas.
Fut no pudo aguantar la risa y le dijo:
- Eso te pasa por meterte con las mujeres.
Masete se puso rojo como un tomate, mientras que las niñas
tenían unas sonrisas. Finalmente Tua le preguntó:
- ¿Nos va a dejar en paz?
El dijo con la cabeza que sí y lo bajaron al suelo, pero aún
continuaba desnudo. Fut le dijo:
198
- No te metas nunca con las mujeres.
- Ahora comprendo por qué.
Fut dio una palmada y vistió a Masete con una túnica. A
continuación les dijo a las niñas:
- He permitido que ocurriera esto para que todos comprendamos
que las bromas muchas veces hacen daño, además de ser poco
graciosas muchas veces. Espero que respetemos a todo el mundo,
tanto como personas, como en sus sentimientos.
Fut hizo una leve pausa para que todos pensaran un poco sobre el
tema de las bromas, y a continuación comenzó a hablar:
- Espero que esto te haya servido de lección, Masete, y vosotras,
niñas, no hagáis más este ajuste de cuentas a nadie. Ahora vamos
a tomar el almuerzo como siempre.
Cuando terminaron el almuerzo, Fut se levantó, se dirigió a los
demás y comenzó diciendo:
- En el nivel superior vamos a aprender a sanar a plantas,
animales y personas. Debemos usar siempre la mano derecha, la
podemos poner sobre la parte enferma, cerca de la parte enferma,
o sobre otra parte de la persona, como la cabeza. La sanidad
depende de nuestra fe con el Supremo.
- ¿Cómo lo hacemos? -preguntó Mel.
- Lo hacemos igual que cuando atravesamos una pared, levitamos,
o hacemos aparecer un objeto, con… fe y nada más.
- ¿Por qué del Supremo depende la sanidad? -preguntó Yuamí.
- Porque el poder absoluto solamente lo tiene él, nosotros sólo
tenemos una parte de ese poder, y es por la fe.
199
- ¿Cómo haremos las prácticas? -le preguntó ahora Burén.
- Podemos practicar con una planta, animal o con una persona,
pero siempre que estén enfermos.
- ¿Dónde las podemos hacer? -preguntó Sebatar.
- Las haremos en cualquier lugar. He estado hablando con la
Asamblea y nos traerán, el día de la salida, enfermos a la escuela,
y algunos iremos al hospital.
- ¿Y las salidas, maestro? -preguntó Masete.
- Las salidas quedan suspendidas. Los tres primeros días haremos
prácticas de los tres niveles y el cuarto día será para manifestar
solamente el nivel superior. Lo más seguro es que ésta sea nuestra
última semana de formación antes de hacer la demostración
pública ante la Asamblea.
Fut hizo una brevísima pausa para evitar más preguntas, tras la
cual volvió a hablar:
- Cada uno hará el nivel superior junto con otro, es decir, por
parejas libres, y cambiando sucesivamente. Uno hará de enfermo
imaginario y el otro de sanador del Supremo.
Desde entonces todas las clases fueron de la siguiente forma:
primero practicaban los poderes de los dos primeros niveles,
luego venía el almuerzo, y por último se hacía el nivel superior.
Todos habían llegado a dominar todos los poderes muy bien, ya
no había alumnos, sino que todos eran ya maestros, dejaron de
haber accidentes y bromas.
Por fin llegó el gran día: fuera de la escuela estaban esperando los
enfermos, de todas las dolencias. Dentro de la escuela, en el patio,
se encontraban los diez maestros espirituales de Quimenix y un
soldado que llevaba tres círculos plateados en cada hombro; en la
200
puerta de la escuela se encontraban dos soldados rasos, es decir,
sin graduación, haciendo guardia.
- Somos maestros espirituales. Ha llegado el día que tenemos que
poner en práctica real el nivel superior. Tua, Mel, Kattya y yo -
dijo Fut- nos iremos al hospital; los demás os quedaréis aquí.
Aunque no estemos juntos, siempre formamos un equipo.
Cuando Fut terminó de pronunciar estas palabras, el soldado que
hacía guardia abrió la puerta que comunicaba el patio con la calle,
y los cuatros maestros, es decir, Fut, Kattya, Tua y Mel,
abandonaron el patio en dirección al hospital.
Finalmente, en la escuela quedaron los otros seis maestros, es
decir, Jale, Yuamí, Sebatar, Burén, Minar y Sebatar. El soldado
con graduación se quedó en el patio, mientras que en el exterior
estaban los dos soldados rasos sin graduación, los que abrieron la
puerta de acceso al patio de la escuela desde la calle; los enfermos
estaban esperando fuera, en la calle.
- ¿Quién es el responsable? -preguntó el soldado con graduación.
- Soy yo -respondió Minar.
- ¡Podemos comenzar ya, señor! -le dijo el soldado.
Minar asintió afirmativamente con la cabeza y le dijo:
- Dejad pasar a los enfermos, pero en grupo de tres en tres.
Los enfermos entraron de tres en tres, en un principio, al patio de
la escuela, y fueron atendidos por las parejas ya conocidas:
Yuamí-Jale, Sebatar-Burén y Minar-Masete.
Cada pareja cogió a un enfermo y, cuando era curado, entraba
otro enfermo; así sucesivamente para ir más rápido; de esta forma
se evitaba que el patio se llenase de demasiadas personas. Todos
los enfermos fueron curados de sus enfermedades.
201
En un momento dado, dejaron de entrar enfermos y se produjo
una interrupción porque en el patio entró el Presidente escoltado
por seis militares de alta graduación, cuatro de ellos tenían tres
cuadrados dorados en cada hombro y los otros dos tenían dos
cuadrados en cada hombro.
La escolta iba bien armada. Todos los militares que se
encontraban en la escuela se pusieron firmes cuando vieron que el
escoltado era el presidente Tamur.
- ¡Descansad! -ordenó el Presidente. Cuando estaba en el interior
del patio, su escolta se desplegó por el mismo, pero sin molestar
la labor sanadora de los maestros espirituales.
- ¡Bienvenido, señor Presidente! -aclamó Minar.
- Continuad con lo que estabais haciendo, quiero ver con mis
propios ojos lo que aquí ocurre.
- Póngase bajo la sombra del pino -le sugirió Minar.
- Gracias, Minar.
Entonces Yuamí se metió en la casa de la escuela y del comedor
sacó una silla para el señor Presidente; puso dicha silla bajo la
sombra del pino y le dijo:
- Aquí tiene usted su silla, señor Presidente.
- Muchas gracias, reina.
Yuamí volvió con Jale y el Presidente se sentó bajo la sombra del
pino, bajo la vigilancia de su escolta.
Tamur no daba crédito a lo que estaba viendo, no se lo creía:
todos los enfermos salían sanados, sin importar su enfermedad.
202
Mientras que todo esto ocurría en el patio de la escuela, en el
hospital, los cuatros maestros espirituales estaban curando a
muchos enfermos.
Unos médicos se aproximaron a Fut y a Kattya y les dijeron:
- Estamos muy agradecidos por vuestras asombrosas curaciones.
- Podéis estar todo el tiempo que queráis -les dijo también el
director del hospital.
Fut sonrió un poco y les dijo:
- Muchas gracias, señores, pero tenemos que irnos. Si alguna vez
necesitáis nuestra ayuda, solamente tenéis que ir a la escuela.
Dio una palmada y aparecieron de la nada Tua y Mel ante la
presencia de los médicos.
- ¿Por qué nos ha llamado? -preguntó Mel.
- Volvemos a la escuela, vamos a usar la vía rápida.
Los cuatro saludaron muy amablemente a los médicos y
desaparecieron de sus vistas a continuación, apareciendo los
cuatro en el patio de la escuela.
Al ver Fut al Presidente sentado bajo la sombra del pino, le saludó
y le dijo:
- Es un honor para mí su presencia en esta escuela, señor
Presidente.
- Aquí estoy por dos motivos: el primero para ver con mis propios
ojos lo que ocurre en esta escuela. Lo segundo para decirle
personalmente que la Asamblea, de la cual usted es miembro, ha
decidido que quiere ver una demostración de sus enseñanzas lo
antes posible, y ante los altos cargos del país.
203
Las palabras de Tamur fueron oídas por todos los maestros
espirituales presentes en el patio, los cuales se pusieron un poco
serios. Fut, después de una pausa de respeto, le contestó al
Presidente:
- Así será, señor Presidente.
El Presidente se levantó de la silla en la que había estado sentado
bajo la sombra del pino, deseó un buen día a todos los presentes,
y todos los maestros espirituales de la escuela le saludaron. A
continuación, el Presidente abandonó el patio acompañado por su
escolta y por los tres soldados que había antes de la llegada del
presidente. Finalmente la escuela se quedó como siempre, es
decir, con los diez maestros espirituales en el patio, pero aún
quedaban enfermos esperando para ser sanados fuera.
Fut, con cierto gozo, dijo:
- ¡Ya estamos solos!
- ¡Perdona! Aún quedan enfermos por curar -le observó Minar.
- ¿Son muchos?
Tua se asomó y dijo:
- Son unos veinte.
- Me ocuparé yo mismo.
Con pasos decididos, se presentó finalmente en medio de la calle
y, cuando estuvo frente a los enfermos, todos de dolencias
distintas, levantó la mano derecha y, tras decir una sola vez
“Supremo”, todos los enfermos fueron sanados; algunos salieron
corriendo de alegría y otros se volvieron hacia Fut para darle las
gracias. Cuando se quedó solo en la calle, cerró la puerta y volvió
al patio.
204
- Maestros espirituales de la escuela de Quimenix, la formación
ha terminado, ya no haremos más salidas por la ciudad. Mañana
os daré la última lección sobre el árbol de la vida del Supremo y
desde pasado mañana nos prepararemos para la demostración de
la Asamblea. Hemos aprobado todos con matrícula de honor pero,
nunca debemos olvidar que el estudio del Supremo nunca se
acaba -finalmente se despidió de los nuevos maestros espirituales
diciéndoles “hasta mañana, maestros”.
Todos ellos respondieron a la misma vez:
- Si somos maestros es gracias a ti.
- ¡Venga! Dejaos de tanta palabrería.
Una vez dicho esto, avanzó con grandes zancadas por el patio
hacia la casa de la escuela. Sebatar abrió la puerta y los nuevos
maestros espirituales se fueron a sus casas. Cuando cerró la puerta
se encontró con Minar, que estaba frente a ella.
- Siempre será igual -afirmó Minar.
- Es un niño grande -le respondió Sebatar.
Minar y Sebatar se fueron a comer solos, y así terminó el día, en
el que el Presidente visitó la escuela de improviso.
Cuando llegó el nuevo día y los nuevos maestros espirituales de
Quimenix entraron en el patio, lo primero que vieron fue a Fut
sentado bajo la sombra del pino, con las piernas cruzadas. Cuando
se acercaron más, le vieron un triángulo de color amarillo en la
parte superior derecha de su túnica azul; su semblante era un poco
serio, pero, a la misma vez, dulce.
Kattya preguntó a Sebatar:
- ¿Le pasa algo?
205
- Por favor, sentaos todos, y escuchad bien -dijo Sebatar.
- Hoy no haremos ninguna práctica -empezó a hablar Fut.
Todos se miraron y, sin de decir nada, se sentaron como siempre,
esperando a que Fut abriera literalmente la boca, pues se había
vuelto a callar.
Los minutos pasaban y pasaban, y el maestro Fut seguía sin decir
nada. Los nuevos maestros espirituales se inquietaban un poco
ante tanto silencio; Yuamí iba hacer una pregunta, pero Sebatar le
dijo con las manos que tuviera un poco más de paciencia.
Finalmente Yuamí se calló. Pasaron unos minutos más hasta que
el maestro Fut comenzó a hablar:
- Es la primera y última vez que me veis vestido de Consejero del
país del día, me he vestido así porque la lección que os voy a dar
a vosotros también me la voy a dar a mí mismo.
Hemos aprendido a aparecernos y a desaparecernos.
Hemos aprendido a levitar.
Hemos aprendido a traspasar paredes.
Hemos aprendido a aparecer objetos con la mirada.
Hemos aprendido a desaparecer objetos con la mirada.
Hemos aprendido a mover objetos con la mirada.
Hemos aprendido a lanzar objetos con la mirada.
Hemos aprendido a lanzar a personas con la mirada.
Hemos aprendido a sanar personas.
Hemos aprendido a sanar a animales.
Hemos aprendido a sanar plantas.
Pero nos queda la última lección, que es para todos los presentes
en este patio. Después de esta lección, todos seremos oficialmente
“maestros espirituales”.
Dicho esto, el maestro Fut se volvió a callar y, al instante, una
suave brisa rodeó el pino y a todos los presentes en el patio. En
todo el contorno del pino, donde estaban todos sentados, apareció
de repente un espléndido césped verde; entre el césped y las
paredes del patio aparecieron todo tipo de flores de todos los
206
colores; y en las paredes del patio aparecieron los colores del arco
iris.
Todos estaban viendo el maravilloso y espléndido patio cuando,
de repente, por la boca del maestro Fut salió una voz profunda,
seca, pero, a la misma vez, muy dulce, que dijo:
- Todos nosotros somos una gota de un mar, y el mar es el
Supremo. Una gota nunca podrá ser un mar, pero esa gota de agua
de ese mar siempre llevará en su interior la misma esencia del mar
del que procede. Todos venimos del Supremo, y hacia el Supremo
vamos.
Todos estaban muy callados y muy atentos a las palabras del
maestro Fut. Después de una leve pausa, continuó diciendo:
- Estos son los principios que todo maestro espiritual debe saber y
ponerlos en práctica para que, así, el poder del Supremo se
manifieste a través de él o de ella, ya sea niño, ya sea adulto:
1º. Hacer siempre el bien.
2º. No hacer nunca el mal.
3º. Dejar la justicia solamente para el Supremo.
4º. Pedir fuerzas siempre al Supremo para hacer siempre su
voluntad.
5º. Amar a toda forma de vida.
6º. Pedir siempre ayuda al Supremo para comprender a los
demás.
7º. Dejar toda nuestra vida en la voluntad del Supremo.
La clase ha terminado, ya no os puedo enseñar más ¡por el
momento!
Cuando Fut dijo esto, aparecieron unas luces blancas que le
envolvieron poco a poco hasta que, finalmente, lo cubrieron
totalmente, hasta llegar a desaparecer.
- Tenéis el día libre, niños -dijo Sebatar, creyendo que la clase
había terminado.
207
- Aún no ha acabado la clase -dijo Tua.
Fut había vuelto a ser visible y el patio recuperó su aspecto
normal, pero el maestro Fut llevaba la túnica tan blanca como la
nieve, se encontraba de pie y, con una voz muy suave, dijo:
- Sois tan amables de levantaros...
Todos obedecieron con normalidad, como siempre.
Fut se giró hacia Sebatar -ella era la primera persona que estaba a
su derecha-, le sopló en su frente y le dijo:
- A partir de este momento la esencia del Supremo está dentro de
ti.
Repitió la misma ceremonia con todos, es decir, a todos le sopló
en la frente y les dijo lo mismo.
El maestro Fut volvió a ocupar su posición normal en el círculo,
es decir, entre Kattya y Sebatar. Todos estaban de pie cuando él
dijo:
- Ahora somos todos una gota de agua de ese mar llamado
Supremo. Nos vamos a dar todos las manos.
Todos ellos se miraron y a continuación se dieron las manos y
desaparecieron. Nadie supo jamás dónde estuvieron… solamente
ellos, pero cuando volvieron ya eran todos maestros espirituales a
todos los efectos, es decir… oficialmente.
208
Capítulo 10
El Supremo da vida a Quimenix
Una gran hambruna se había extendido sobre todo el país de la
tarde, Quimenix se había convertido en una ciudad fantasma.
La sequía transformó el campo en un desierto árido, en el que no
crecía ninguna cosecha; el hambre hizo presencia en la tranquila
sociedad de este país.
Un intenso calor convirtió el aire en casi irrespirable; los
hospitales estaban llenos de enfermos. Ante aquella situación, se
reunió la Asamblea en sesión extraordinaria, asistiendo todos los
miembros. El Presidente tomó la palabra y dijo:
- La situación es gravísima, y cada vez empeora más. ¡Qué
podemos hacer!
- Nosotros hemos hecho todo lo que podíamos hacer, señor -
contestó Fanir.
- El pueblo comienza a revelarse -observó Bequier.
- Y con razón, porque están perdiendo todo lo que tenían -añadió
Metar.
Mientras tanto, el maestro-consejero Fut estaba muy callado y
serio, inmóvil, casi como una estatua. Entonces, Bequier, en un
tono un poco provocador, le preguntó a Fut:
- ¿Qué puede hacer el maestro del Supremo?
Fut, en un tono muy seco, respondió:
- No soy maestro del Supremo, simplemente enseño parte de sus
enseñanzas.
209
- Nosotros sabemos los prodigios que has hecho en nombre del
Supremo... ¿no puedes hacer nada ahora? -le preguntó Etra.
- No señores, porque todo esto supera con mucho mi fe.
Entonces, en ese momento apareció, frente al presidente Tamur,
el presidente del país del día, Base, con su paz y su mirada de
amor. Tras saludar al Presidente con la cabeza, le dijo:
- He venido para ayudaros. Fut ha hecho lo que ha podido; ahora
me toca a mí, señor presidente.
- ¿Se quiere usted sentar en una silla?
- No, gracias.
Tras una leve pausa, Base se dirigió a la Asamblea:
- El verdadero poder solamente lo tiene el Supremo. El Supremo
y Yo somos uno mismo..., decidme, ¡qué ocurre en vuestro país,
presidente Tamur?
- Hace tiempo que tenemos sequía.
- Muy bien. La voluntad del Supremo es que llueva en su país lo
antes posible -y dio una palmada.
- Todos los depósitos de agua están vacíos y la gente necesita
beber -dijo Bequier.
- A partir de este mismo instante todos los depósitos de agua de
este país se está llenando -le respondió Fut.
- Hay hambre, no tenemos alimentos -también dijo Jaliel.
A lo que le contestó Base:
210
- ¡Mientes! Porque en tu casa hay muchos alimentos... Aunque no
es así en las casas del pueblo. Pero como no estoy aquí para
juzgar, sino para ayudaros, a partir de este momento hay
alimentos para todos.
- En los hospitales hay muchos enfermos y no podemos atender a
tantos enfermos -le dijo Tamur.
- Muy bien. ¡Que todos los enfermos se sanen!
Base se dirigió a Fut y le ordenó:
- Ponte de pie.
Fut obedeció y, a continuación, Base le dijo:
- Cuando pasen estos siete días de lluvias, tú y tus alumnos iréis
por los campos sembrando las semillas de las cosechas de este
año, y al tercer día recogeréis la mayor cosecha de la historia de
este país. Ya te puedes sentar.
Fut se sentó después de saludar a Base con la cabeza. Éste levantó
los brazos hacia el techo de la Asamblea y, bajo las miradas de
todos los presentes, dijo “Supremo, que no sea mí voluntad, sino
la tuya” y bajó los brazos. En ese momento entró un militar de
alta graduación, que llevaba tres cuadrados dorados en cada
hombro, en la sala de la Asamblea:
- ¡Ha ocurrido algo sorprendente! Los depósitos tienen agua, en
los mercados hay suficiente comida para alimentar a todo el país,
ha comenzado a llover por todo el país y todos los enfermos de
los hospitales se han curado.
Al sentir esas palabras, todos los miembros de la Asamblea
menos Fut se pusieron pálidos, porque sabían que, lo que había
ocurrido en Quimenix, también había ocurrido en el resto del país.
Lo supieron porque, estando aún allí Base, llegaron otros
informadores de otras partes del país contando que había sucedido
211
lo mismo en el resto del país, igual que en Quimenix; es decir,
verdaderos prodigios.
- ¿Se da usted cuenta del gran poder que tiene? -preguntó Tamur.
- No es mi poder, solamente hay un poder y lo tiene el Supremo.
- ¿Cómo se puede llegar a tener ese poder, presidente Base? -le
preguntó Bequier.
- Es muy fácil, primero tienes que aceptar la autoridad del
Supremo y después debes tener fe en él plenamente.
Base hizo una leve pausa para continuar luego hablando:
- En todo vuestro país, presidente Tamur, solamente hay diez
personas nobles de corazón capaces de tener parte de este poder.
Preguntó muy interesado el Presidente:
- ¿Cuáles son?
- Son los nueve alumnos de la escuela espiritual de Quimenix.
- ¿Dónde está la otra persona? -preguntó ahora Damez.
- Es una niña a quien conocerá Fut a su debido tiempo. En estas
diez personas, el Supremo repartirá el poder de sus siete
bendiciones. Me lo ha dicho el Supremo antes de venir, pues yo
soy el único que tiene comunión directa con él.
- ¿Te puedo hacer una pregunta? -dijo Fut.
- ¡Púes claro que sí!
- ¿Estás dispuesto a ser el padrino de mi boda?
Base miró a Tamur, quien dijo:
212
- Usted puede venir a este país cuantas veces quiera, y sin pedir
permiso. Sólo con su gran ayuda prestada hoy, vemos que es
usted un hombre de paz y de amor.
- Muchas gracias, señor Presidente. Vendré a tu boda, Fut. Con su
permiso, vuelvo a mi país. Que la paz sea siempre entre nuestros
dos países -una vez dicho esto, Base desapareció de la sala de la
Asamblea.
Después de los días de lluvias, los maestros espirituales del país
de la tarde fueron visitando todos los campos de cultivo, haciendo
lo que Base les había dicho en la Asamblea.
Al principio eran recibidos con cierta desconfianza, pero viendo
que no tenían nada que perder, no ponían ninguna dificultad.
Algunos agricultores se reían cuando les decían que iban a
recoger la mejor cosecha de la historia del país de la tarde.
Al tercer día de sembrar las semillas, recogían todos los
agricultores la mayor cosecha de toda la historia del país. Fue tan
abundante, que no hubo silos suficientes para poder almacenar
tanta cosecha; una parte tuvo que ser llevada al país del día. Todo
lo que Base dijo se cumplió.
213
Capítulo 11
El perdón del Supremo
Después de que los diez maestros espirituales de Quimenix diesen
vida al país de la tarde siguiendo los consejos de Base, volvieron
todos a los ejercicios preparatorios para la gran demostración ante
la Asamblea.
Durante un día de preparación, el maestro espiritual Fut dejó las
prácticas y entró en la clase. Sólo estaba él, pero sentía el ruido
que formaban los demás maestros espirituales en el patio.
Poco a poco se fue quedando dormido, hasta que finalmente entró
en un profundo sueño. Se vio de repente en un bosque, rodeado de
unos lobos dispuestos a atacarle, cuyos cornillos eran muy
afilados y cuyos ojos estaban salidos de sus órbitas, los que eran
tan rojos como la misma sangre. Cada vez los lobos estaban más
cerca.
Por la frente del maestro Fut caían gotas de sudor y su corazón
latía cada vez más fuerte, casi sentía los hocicos de los lobos tocar
sus piernas... De repente sintió un fuerte ruido: la puerta de la
clase se había cerrado muy fuertemente. El ruido le hizo volver
nuevamente a su estado de consciencia normal; es decir, a estar
despierto y consciente.
La maestra espiritual Kattya había entrado en la clase para
recoger una cosa que se le había olvidado. Cuando se dio cuenta
de la cara de Fut, que su cara estaba llena de sudor y no era la
misma de siempre, le dijo:
- ¿Le pasa algo?
Kattya se le aproximó. Fut puso la mano derecha sobre la cabeza
de Kattya y le dijo:
214
- También tengo pesadillas, como todos vosotros.
- Pensaba que usted no tenía pesadillas...
- Si hija, también tengo mis fantasmas del pasado.
- ¿Puedo quedarme con usted?
- ¿No quieres seguir haciendo los ejercicios, como los demás
maestros espirituales?
- No quiero dejarlo solo.
Se quedaron hablando hasta que volvieron los demás maestros
espirituales de los ejercicios.
Pero antes de que los demás maestros volvieran, y estando ellos
dos a solas en la clase, Fut finalmente le abrió su corazón a una
persona, y le contó porqué fue desterrado de su país.
- Por eso no puedo volver.
Fut se puso un poco triste y la maestra espiritual Kattya le
respondió:
- No quiero verlo triste, nadie es perfecto. Además, éste es su
país, muy pronto se casará y echarás raíces aquí.
- Estas no son palabras de una niña, sino que son palabras de la
actual subdirectora de la escuela espiritual de Quimenix.
- Subdirectora ¿ya?
Fut asintió afirmativamente con la cabeza.
- Voy hacer una cosa, Kattya, pero no te asustes.
215
Fut se levantó, se puso frente a Kattya, juntaron sus manos y
cerraron los ojos: una luz blanca se apoderó literalmente de la
túnica y del cuerpo de Fut. Ambos dejaron de sentir el ruido del
patio, se respiraba una gran sensación de paz en toda la clase. Fut
estaba levitado del suelo aproximadamente medio metro, Kattya
dijo finalmente:
- Esto es una mega-pillada.
- En esta mega-pillada, como tú dices, también estás tú. Mírate,
Kattya.
Ella se miró y se dio cuenta que también ella estaba como Fut; es
decir, desde las sandalias hasta la cabeza, toda ella era de color
blanco como la nieve, y también se encontraba levitando a medio
metro del suelo. No tenía miedo, sino todo lo contrario, sentía una
gran paz espiritual en todo su cuerpo.
Durante un buen rato reinó un silencio absoluto en la clase, hasta
que Fut, como maestro espiritual, dijo:
- Te voy a dar un átomo de mi espíritu, para siempre. -Dicho esto,
le puso su mano derecha sobre su cabeza y una gran corriente
agradable recorrió todo el cuerpo de Kattya, y le dice:- Te nombro
oficialmente subdirectora y futura directora de la escuela
espiritual de Quimenix. En mi ausencia tú serás la directora en
funciones.
Después de este nombramiento oficial, ambos volvieron a tener el
aspecto físico normal y sus pies nuevamente tocaron el suelo. Sus
rostros estaban alegres y brillantes.
- ¡Felicidades, futura directora Kattya! -aclamó Sebatar.
- ¿Desde cuándo estáis aquí? -preguntó Fut.
Se encontraban los ocho maestros espirituales restantes de
Quimenix en la clase.
216
- Como hemos visto tanta luz blanca..., por eso estamos todos
aquí -dijo Minar.
- Entonces... ¿lo habéis visto todo?
- Así es, señor -contestó Tua.
- En ese caso, aprovecho la ocasión para hacer saber lo siguiente:
el Supremo no castiga, ni perdona, se hace inmutable; es decir, no
se altera por nada, es siempre el mismo. Si estamos en apuros y
acudimos a él, siempre nos ayuda; por su infinita misericordia y
amor. Nos acercamos al Supremo cuando hacemos acciones
positivas, y nos alejamos cuando hacemos acciones negativas. Por
eso, somos nosotros quienes nos perdonamos y nos castigamos
según nuestras acciones.
Después de una leve pausa, Fut continúa hablando:
- A petición de nuestro presidente Tamur, se está construyendo
una nueva escuela espiritual en Imaf.
- Mi padre se ocupa de este asunto -añadió Sebatar.
- Así es. Ayer recibí una carta de tu padre en la que me decía que
la escuela está casi terminada, solamente le faltan unos detalles
externos y la decoración por dentro.
- Entonces..., ¿a qué esperamos? -preguntó Masete.
- Solamente nos hace falta un director, o directora, puesto que los
alumnos ya los tenemos.
Fut hizo de nuevo una pausa para poder seguir hablando:
- El director o directora de la Escuela Espiritual de Imaf es… -
reinó un largo y absoluto silencio.
217
Dicho silencio fue roto cuando algunos jóvenes maestros
espirituales dijeron:
- Sebatar, como sea así de rápido para todo, ¡vaya marido que vas
a tener!
Durante unos minutos todos se rieron y, después de las risas,
volvió el silencio de nuevo. Pero esta vez, el silencio fue corto
porque Fut comenzó a hablar:
- El director o directora de la escuela espiritual de Imaf es…
Minar.
Todos miraron a Minar.
- Ahora comprendo el porqué de tantas clases especiales -dijo
Minar, sorprendido.
- Tomarás posesión de tu nuevo cargo espiritual después de mi
boda. Una escolta oficial te llevará a Imaf. Ahora acércate a mí.
Minar obedeció a Fut y comenzó a caminar hasta llegar a la altura
de Fut. Kattya se dispuso a incorporarse con los demás maestros
espirituales, pero Fut le dijo:
- Ponte a mi derecha, Kattya.
Ella así lo hizo y Fut le dijo, en voz muy baja, al oído:
- Siempre te quiero ver a mi derecha.
Sobre la cabeza de Minar colocó su mano derecha, poco a poco la
túnica y el cuerpo de Minar se volvieron blancos como la nieve;
mientras que todo el cuerpo de Minar temblaba un poco, recibió
otro átomo de Fut.
- Desde este momento quedas nombrado, Minar, director de la
escuela espiritual de Imaf.
218
Oficialmente había ya en el país de la tarde dos directores
espirituales: Fut en la escuela espiritual de Quimenix y Minar en
la escuela espiritual de Imaf. Y una subdirectora y directora en
funciones, Kattya, en la escuela espiritual de Quimenix, quien
haría funciones de directora en ausencias prolongadas de Fut.
Con el nombramiento oficial de Minar, la clase terminó, porque
Sebatar y Fut tenían que hacer los preparativos para su boda.
Después de la noche, llegó un nuevo día, con su nueva clase
preparatoria ante la Asamblea.
Hacía un día soleado con ausencia total de nubes. Los diez
maestros espirituales se encontraban en el patio, todos esperando
las palabras de Fut, las que finalmente llegaron:
- Tenemos el fundamento y las enseñanzas de maestros
espirituales, solamente nos queda seguir practicando los próximos
años.
- ¡Ya somos maestros! -gritó Burén.
- ¿Y el diploma? -preguntó Yuamí.
- El diploma de maestros espirituales nos lo da la vida... Llevo
casi treinta años en lo espiritual y aún no tengo ningún diploma de
maestro espiritual.
Fut miró a Burén y a Yuamí y, antes de seguir hablando, no pudo
impedir que se dibujara en su boca una ligera sonrisa.
- Ahora voy a repartir siete átomos entre vosotros. Recordad que
somos un solo cuerpo de diez maestros espirituales. Solamente
tres de nosotros, por el momento, tenemos cargos espirituales.
Se impuso un absoluto silencio, mientras el cual algunos maestros
espirituales se miraron entre ellos. Fut se dio perfectamente
cuenta de la situación y dijo:
219
- Los siete maestros espirituales restantes también tendréis
vuestros cargos espirituales, recordad que habrán más escuelas
espirituales y, por tanto, harán falta directores, directoras,
subdirectores, subdirectoras, maestros y maestras en dichas
escuelas.
- Si Minar se va a Imaf, entonces seremos nueve, no diez como
ahora -observó Masete.
- En el nuevo curso, que empezará cuando mi esposa y yo
volvamos de nuestra luna de miel, habrá una nueva alumna que ya
ha sido tocada por la gracia del Supremo, aunque ella aún no lo
sabe.
- Todo esto, ¿cuándo será? -preguntó Tua.
- Todo esto será a su debido tiempo, ni antes, ni después.
- ¡Tan misterioso como siempre! -dijo Kattya.
- Deberemos conseguir en la nueva etapa dos cosas: la primera es
tener un nivel superior dentro de la unidad del cuerpo, y la
segunda, ser el reflejo del Supremo para los demás. Además,
dentro de dos semanas tenemos la gran demostración ante la
Asamblea, tenemos que estar muy bien preparados; iremos todos
con túnicas, sandalias y cinturón dorados.
- ¡Que guay! -exclamó Jale.
- Ahora viene mi súper-flipada, como vosotros decís a veces:
Kattya, ponte a mi derecha, y tú, Minar, ponte a mi izquierda;
vosotros siete poneos frente a nosotros tres, en una sola fila.
Fut se dirigió a Kattya y a Minar y les dijo:
- Vosotros no hagáis nada.
220
Ellos asintieron afirmativamente con la cabeza. Fut levantó su
mano derecha, de la cual salió una luz blanca, y de esta luz blanca
salieron siete pequeñas bolitas blancas que se metieron en los
cuerpos de los siete maestros espirituales que se encontraban
frente a él. Así, cada uno de los diez maestros espirituales de la
escuela de Quimenix tenían en su interior una pequeña luz blanca,
pero, este átomo aún tenía que ser bien pulido y trabajado
mediante bastantes prácticas, para que en la próxima etapa
espiritual del país de la tarde se convirtiera en morado.
Fut dividió su átomo morado en diez átomos blancos; es decir,
compartió todo su poder entre sus alumnos, así, de esta manera,
en lugar de haber un gran maestro espiritual, había diez nuevos
grandes maestros espirituales; todos juntos formaban el cuerpo
espiritual del país de la tarde.
- No por mucho tener, o por saber mucho, somos mejores. Somos
mejores cuando compartimos el conocimiento y la verdadera
fuerza que tenemos del Supremo, mediante la fe, con los demás.
Finalmente llegó el día de la demostración pública ante la
Asamblea para los diez maestros espirituales de Quimenix.
En el interior de la Sala Presidencial se encontraban el presidente
Tamur y los seis miembros sentados en la mesa presidencial. A la
izquierda de la mesa había cuatro asientos destinados a los
consejeros; solamente uno estaba vacío, el de Fut.
Fut, ese día, no se presentaba como consejero, sino como maestro
espiritual. Dos vigilantes custodiaban la puerta de entrada a la
Sala Presidencial, otros cuatro vigilantes (dos en cada pared
lateral de la sala) estaban en el interior de la sala.
En el lado izquierdo de la sala pusieron, a modo provisional, unos
asientos destinados a las personalidades de Quimenix y de otros
lugares del país de la tarde: entre ellos estaban el vicepresidente y
futuro suegro de Fut, es decir, Nobear, y el supervisor militar Zar,
221
amparado por su estado mayor; finalmente se encontraban los
comerciantes más influyentes del país.
Las personas estaban hablando entre sí, por eso se sentía un poco
de ruido en el interior de la Sala Presidencial. El Presidente se
puso en pie y, haciendo un gesto con las manos para que nadie se
levantase, dijo:
- Señores, dentro de unos momentos, los maestros espirituales de
Quimenix nos harán una demostración de sus enseñanzas.
Tamur hizo una breve pausa y, estando aún de pie, dijo:
- Ya puede pasar.
Un vigilante de la puerta de entrada se asomó y dijo:
- Señor Presidente, no veo a nadie.
Entonces un gran silencio se adueñó de la sala, únicamente roto
cuando aparecieron en mitad de la Sala Presidencial Fut y Kattya,
ambos vestidos todo de dorado. Fut hizo una reverencia con la
cabeza al Presidente y le dijo:
- Señor Presidente, aquí estamos. Con su permiso, voy a ocupar
mi asiento en la Asamblea.
- Entonces..., ¿quién va a dirigir la demostración?
- La dirigirá esta joven y guapa niña, y subdirectora de la escuela
espiritual de Quimenix aquí presente -y señaló a Kattya.
Ella sonrió.
- Si es esta joven y guapa niña la que va a dirigir la demostración,
por mí no hay inconveniente.
222
Fut se retiró de la presencia del Presidente después de saludarle
con la cabeza, y a continuación ocupó su asiento de consejero de
la asamblea. Una vez que Fut estuvo sentado en su asiento, Kattya
lo miró, él asintió afirmativamente con la cabeza y ella le
respondió de la misma manera. Kattya se volvió al presidente, que
estaba sentado, y le dijo:
- Con su permiso... -a continuación comenzó la demostración.
Kattya levitó medio metro del suelo ante el asombro de los
presentes, dio una palmada y entonces aparecieron frente a ella
Sebatar y Burén, también levitados.
Nuevamente Kattya dio una palmada y aparecieron a su espalda
Tua y Mel. Otra vez dio una palmada y aparecieron a su derecha
Minar y Masete y, finalmente, dio otra palmada y aparecieron a su
izquierda Yuamí y Jale. Ahora se encontraban los nueve maestros
levitados a medio metro del suelo, y Kattya estaba en el centro de
los ocho maestros.
Las cuatro parejas giraron en círculo y miraron a Kattya; los
ochos maestros extendieron los brazos, mostrando las palmas de
sus manos hacia ella. De repente salió fuego de sus manos
dirigiéndose hacia Kattya, pero, antes de que el fuego llegase a
ella…, Kattya desapareció. Cuando los ocho fuegos se juntaron
en el centro del círculo, apareció un espléndido rosal,
extinguiéndose el fuego y apareciendo Kattya junto al rosal
levitando.
Kattya dio un chasquido con los dedos de su mano derecha,
comenzaron a caer pétalos de rosa por toda la sala presidencial y
el olor a rosas se podía respirar por toda la sala. Kattya se
despidió con su mano derecha y nuevamente desapareció. A
continuación se sintió como alguien llamaba a la puerta, un
vigilante abrió la puerta y, ante el asombro de todos los asistentes,
era Kattya. Ella se puso en el centro del círculo, pero esta vez
andando, e instantes después volvió a levitar junto con los demás
maestros espirituales de Quimenix.
223
Kattya miró a Tua y a Mel y éstas desaparecieron, entrando
después por la puerta de entrada de la Sala Presidencial, la que
habían dejado abierta los vigilantes por orden del Presidente. Tua
y Mel volvieron a ocupar su lugar en el círculo de maestros
espirituales e instantes después levitaron nuevamente.
Con las restantes parejas, es decir Yuamí-Jale, Sebatar-Burén y
Minar-Masete, se repitió la misma demostración; es decir,
desaparición, entrada en la sala usando los pies, colocación en el
círculo de maestros espirituales y, finalmente, levitación.
Los presentes en la Sala Presidencial no salían de su asombro,
pero aún no habían visto lo más importante, sólo habían visto
como aparecían, desaparecían, atravesaban paredes y levitaban.
Fut se levantó y dio tres palmadas con la mano derecha; Kattya
miró a Fut y él le dijo “Adelante”. Kattya dijo a todos los
presentes en la Sala Presidencial:
- Ahora vais a ver el poder del Supremo.
Dicho esto, Tua y Mel descendieron al suelo y dijeron:
- El primer principio del Supremo es vida. La vida nos viene del
Supremo y hacia el Supremo vamos.
Entonces, uno de los presentes les puso a prueba a Tua y a Mel y,
a viva voz, es decir, con una voz muy fuerte, dijo:
- ¡Tengo una pierna rota!
- Tenías una pierna rota, por la tibia, y no podías caminar bien.
¡Ya puedes caminar bien! -respondió Mel.
Entonces, otro de los presentes dijo:
- Una niña como tú, ¿cómo has curado una pierna?
224
- Ha sido el Supremo, esto es solamente el principio -le respondió
ahora Tua.
Aún no había terminado de hablar Tua, cuando Masete dio una
palmada e hizo desaparecer el rosal que había en la Sala
Presidencial.
Los presentes no podían creer lo que estaban viendo, pero la
demostración continuaba. Kattya dio un chasquido con los dedos
de su mano derecha y apareció un palo de madera de pino, de un
metro de longitud, de un grosor de dos dedos, y de color morado.
Éste estaba levitando en el aire, igual que los nueve maestros
espirituales de la escuela espiritual de Quimenix. Mientras, Fut
estaba sentado en su silla de consejero.
Con la mirada, y sin tocar el palo, Kattya envió el palo a Mel, y
así, durante un rato, todos se pasaron el palo morado solamente
con la mirada y sin tocarlo. Finalmente el palo desapareció y
apareció sobre la mesa presidencial.
Al principio se asustaron un poco los de la mesa presidencial,
porque no se lo esperaban, ni el presidente ni todos los demás
miembros. A continuación todos los miembros de la mesa
presidencial tocaron el famoso palo morado y comprobaron que
era un palo completamente normal. Lo dejaron sobre la mesa
presidencial, frente al presidente, quien, en cuanto lo tocó, se
quedó muy pensativo.
- Señor Presidente, como puede ver usted, ese palo es normal.
¿Podemos seguir con la demostración? -preguntó Kattya.
El Presidente asintió afirmativamente con la cabeza. A
continuación, los nueve maestros espirituales comenzaron a
desaparecer y a aparecer, indistintamente en cualquier lugar de la
sala, menos por la parte de la mesa presidencial, por razones de
seguridad.
225
Mientras los maestros espirituales aparecían y desaparecían por la
Sala Presidencial, un miembro de la mesa presidencial le dijo al
Presidente:
- Señor Presidente, ¿no piensa usted que estos maestros tienen
demasiados poder?
- ¡No sé qué pensar!
- ¿Y si les ponemos a prueba?
Tamur lo miró y le preguntó:
- ¿Es que hay algo preparado?
- Queremos saber hasta dónde llega su poder.
Tras una pausa, el Presidente dijo:
- De acuerdo.
Fut se dio cuenta de que el Presidente le estaba mirando. Tamur
hizo unos gestos con sus manos para que Fut parase la
demostración. Fut se levantó y, dando tres palmadas, paró la
demostración. Los nueve maestros espirituales volvieron a sus
posiciones originales, es decir, en levitación; pero Fut les indicó
con su mano derecha que tocaran suelo de nuevo. Todos los
maestros así lo hicieron, tocaron con sus pies el suelo de la Sala
Presidencial.
El Presidente se levantó y comenzó a hablar:
- Es asombroso lo que hemos visto hasta ahora, pero esta
Asamblea, de la cual soy Presidente, ha preparado una sorpresa.
Fut, ¿estáis preparados?
- Señor presidente, no me lo pregunte a mí, sino a Kattya.
226
Tamur miró a Kattya, ella le hizo una reverencia con la cabeza y
le dijo:
- Señor Presidente, estamos preparados para todo.
- Además de guapa, veo que tienes valentía. Eso me gusta, eres
digna de tu cargo. -dio una palmada y dijo:- Que continúe la
demostración.
A la orden de Tamur, se abrieron las dos hojas de la puerta de la
Sala Presidencial y entraron veinte hombres bien armados, con
escudos, espadas, lanzas, hachas y cuchillos especiales de
combate, en actitud de ataque hacia los maestros espirituales.
- ¡Ya sabemos lo que tenemos que hacer! -gritó Kattya.
Los maestros espirituales formaron dos líneas: en la primera
estaban Tua, Mel, Yuamí y Jale; mientras que en la segunda línea
estaban Kattya, Sebatar, Burén, Minar y Masete.
Los maestros de la primera línea se agacharon e hicieron
desaparecer todas las armas a los soldados; los maestros de la
segunda línea extendieron los brazos hacia arriba y entonces todos
los soldados levitaron hasta que alcanzaron casi el techo de la sala
presidencial; finalmente Kattya fijó su mirada en los soldados y
los hizo girar sobre sí mismos en círculos.
Fut no podía aguantar por más tiempo su sonrisa, mientras que los
restantes miembros de la Asamblea y los invitados se quedaron
como piedras al ver como unos maestros espirituales podían
vencer a veinte soldados bien armados con tanta facilidad.
Entonces, el presidente Tamur, en un tono muy serio, se dirigió a
Fut y le dijo:
- Ya tenemos bastante.
227
Al instante, Fut dio una fuerte voz que resonó por toda la sala y le
dijo a Kattya:
- Esta demostración ha finalizado.
- De acuerdo. -Kattya hizo un chasquido de dedos con su mano
derecha y desaparecieron los veinte soldados del techo de la sala;
se volvió hacia el presidente y le dijo:- Señor Presidente, sus
soldados están perfectamente, ahora se encuentran en la entrada
principal de esta sala.
El presidente no sabía qué responder, pero cuando se asomó uno
de los soldados por la puerta de la Sala Presidencial, entonces
comprendió que la maestra espiritual Kattya le decía la verdad.
Fut se volvió a sentar, pero Tamur permanecía de pie. Un silencio
se apoderó de la sala... Por la mente del Presidente pasaba la idea
de dar por terminada la demostración, cuando se le acercó el
miembro Bequier y le dijo, muy astutamente:
- Señor Presidente, aún queda la última prueba.
Fut se volvió a levantar y, en un tono serio, dijo:
- ¡Estamos aquí solamente para demostrar el poder del Supremo,
señores!
El Presidente se lo miró muy serio y, tras una leve pausa, dijo:
- ¡Adelante con la última prueba!
Bequier hacía rato que se había sentado en su asiento y Fut, muy
serio, se volvió a sentar en su silla, pero el presidente Tamur
continuaba de pie.
Entraron unos soldados, pero esta vez solamente llevaban tres
camillas, y en cada camilla había un enfermo muy grave. El
miembro de la asamblea Bequier dijo:
228
- ¿Puedo decir una cosa, señor Presidente?
El Presidente ya se había sentado, y le respondió:
- Siga usted.
Bequier se dirigió a Kattya en un tono de burla y de provocación,
y le dijo:
- Tenéis a tres enfermos muy graves... ¡a ver qué podéis hacer por
ellos!
- El poder del Supremo siempre está con nosotros -respondió
Kattya.
Los soldados pusieron las tres camillas sobre el suelo, una a
continuación de la otra.
Tua y Mel se acercaron a la primera camilla y dijeron: “En el
nombre del Supremo, sano estás, levántate y vete a tu casa”. El
enfermo se levantó completamente sano y abandonó la sala
presidencial por sus propios pies, dando las gracias.
Yuamí y Jale se acercaron a la segunda camilla, extendieron sus
manos derechas y, sin decir nada…, al instante el enfermo se
levantó y salió corriendo de la sala presidencial ante el asombro
de todos los presentes.
Sebatar y Masete se acercaron a la tercera camilla. Cuando
estuvieron al borde de la camilla dijeron: “En el nombre del
Supremo, enfermedad abandona este cuerpo ahora mismo”. Al
instante el enfermo quedó sano y, con cierto temor, abandonó la
sala.
Entonces, un miembro de la Asamblea dijo:
- Lo estoy viendo y no me lo puedo creer, señor Presidente.
229
- Seguramente Fut nos tendrá alguna sorpresa para el final -dijo
Tamur.
- ¿Usted cree, señor Presidente? -preguntó Fanir.
- Conozco muy bien a Fut.
Un silencio sepulcral se había adueñado de la Sala Presidencial y
de todos los asistentes, menos de los maestros espirituales, que
estaban fuera de sí mismos de alegría; nunca el pueblo del país de
la tarde había visto una demostración tan poderosa.
Fut, de repente, se pudo de pie y dijo, dirigiéndose hacia la mesa
presidencial, en un tono muy serio:
- ¿Tenéis más pruebas, señor Presidente?
El presidente Tamur miró a todos los miembros de la Asamblea y,
ante el silencio de todos ellos, le respondió a Fut:
- No hay más pruebas, consejero Fut.
- Señor Presidente, tengo una última demostración por hacer.
¿Tengo su permiso?
Fut se quedó mirando al Presidente; toda la sala estaba pendiente
de Tamur y de Fut. En un momento dado, Tamur le indicó a Fut,
mediante su mano derecha, que tenía su permiso para continuar
con la demostración. Tamur pensó para sí mismo: “¿Qué va hacer
ahora Fut?”.
Fut se levantó de su silla de consejero y se dirigió hacia donde
estaban los otros nueve maestros espirituales de Quimenix.
Cuando estuvieron los diez maestros espirituales juntos, Fut dijo:
- Vamos hacer la gran manifestación: hagamos un círculo y
comencemos.
230
Los diez maestros formaron un círculo en el siguiente orden: Tua,
Mel, Yuamí, Jale, Kattya, Fut, Sebatar, Burén, Minar y Masete;
pero no se tocaban.
El silencio que reinaba en la Sala Presidencial fue roto por un
ruido seco y fuerte que parecía venir del suelo; cada vez era más
fuerte; hasta que tembló toda la sala y la mesa presidencial
comenzó a moverse. Parecía un terremoto.
Los asistentes comenzaron a tener miedo, pero el Presidente les
dijo con las manos que no pasaba nada. Las paredes comenzaron
a crujir y se produjo una gran explosión, tras la cual apareció una
gran pirámide de tres caras de color morado en el centro de la
sala. En el interior de dicha pirámide se encontraban los diez
maestros espirituales de Quimenix y del vértice de la misma
comenzaron a salir rayos de luz morada, los cuales se expandían
por toda la sala y en todas las direcciones.
Estos rayos de luz morada no paraban de salir, parecía no tener
fin; entonces Fut invitó al Presidente a que entrara en el interior
de la pirámide mediante un gesto de su mano derecha.
Un miembro de la mesa presidencial le dijo al presidente:
- ¿Va usted a entrar, señor Presidente?
- Tengo que hacerlo, soy el Presidente.
El Presidente se levantó y se dirigió hacia la pirámide morada, un
miembro de la mesa presidencial lo acompañaba. Cuando se
encontraba frente a la pirámide, Fut dio una palmada y se hizo
una puerta en la pirámide. El Presidente entró en el interior, pero
su acompañante no lo consiguió porque salió lanzado contra la
mesa presidencial y la puerta se cerró.
El Presidente ocupó el centro del círculo. Una luz blanca como la
nieve salió del vértice hacia el interior de la pirámide y, a los
pocos minutos, todo el interior estuvo ocupado por la luz, hasta
231
que desaparecieron de la vista de los presentes de la sala
presidencial los diez maestros espirituales y el presidente Tamur.
La pirámide ocupaba todo el centro de la sala y sus luces moradas
se extendían por toda la sala; cuando la luz blanca ocupó todo el
interior…, comenzaron a salir luces de todos los colores de su
vértice.
Las luces multicolores ocuparon la parte inferior de la sala
presidencial, mientras que la luz morada ocupó la parte superior
de la pirámide.
Los presentes en la Sala Presidencial comprendieron que la
demostración había llegado a su fin y que Fut era el vencedor,
incluso aquellos que estaban en su contra, o tenían dudas, vieron
y sintieron en sus corazones una paz nunca sentida en sus vidas.
Esa paz no podía venir de un hombre, sino de algo superior a
todos nosotros.
El temor del Presidente se convirtió en gozo y paz una vez se
encontró en el interior de la pirámide y vio con sus propios ojos
las siete bendiciones del Supremo, sintió en su corazón una
inmensa paz jamás vivida. Entonces dijo:
- ¡Esto es maravilloso!
- Esta pirámide siempre protegerá a su país: cuantos más maestros
espirituales tenga este país, más fuertes seremos, pero este poder
solamente funciona para hacer el bien. Esta es la finalidad de las
enseñanzas, de los maestros espirituales presentes y futuros.
- Ahora comprendo que usted es un hombre de paz -le dijo Tamur
a Fut.
- Si es usted tan amable de salir de la pirámide, señor Presidente...
Si no sale ahora, cuando desaparezca esta pirámide, le podríamos
hacer daño involuntariamente a su cuerpo.
232
- Aquí manda usted.
- No, señor Presidente, aquí manda el Supremo.
Nuevamente se abrió la puerta de la pirámide y el Presidente salió
de ella, ocupando su lugar en la mesa presidencial. Tamur se
preocupó por el miembro que salió lanzado, Bequier, pero éste se
encontraba bien.
Sin saber cómo, la pirámide, la luz morada y las luces de colores
desaparecieron repentinamente. Comenzaron a caer copos de
todos los colores del techo de la Sala Presidencial.
Los diez maestros espirituales de Quimenix se arrodillaron ante el
presidente Tamur y Fut le dijo al Presidente:
“Aunque los maestros espirituales dependemos
directamente del Supremo, reconocemos también
la autoridad de esta “Asamblea”.
Por eso, los Maestros Espirituales se dirigen a
esta “Asamblea” para que sean reconocidos oficialmente,
tanto ellos como sus escuelas Espirituales.
El presidente Tamur se levantó y, con un semblante serio, dijo:
- Todos hemos sido presentes del poder manifestado en esta
demostración, el Supremo ha salvado dos veces a nuestro país: la
primera cuando el país de la noche nos invadió y la segunda
cuando se produjo la gran sequía reciente.
Hizo una leve pausa, tras la cual comenzó de nuevo hablar:
- Fut es un hombre de paz, toda su enseñanza es buena y de paz.
No conozco el pasado del Consejero Fut, pero os puedo asegurar
que lo que él dice es para hacer solamente el bien. Si hay alguien
que esté en contra de que los maestros espirituales no sean
233
reconocidos oficialmente, que lo diga ahora o que calle para
siempre.
Tamur dejó pasar un buen rato, durante el cual nadie dijo nada, ni
los invitados ni el resto de la Asamblea. Entonces el Presidente
volvió a hablar mientras los maestros espirituales continuaban de
rodillas.
- En vista de que no hay nadie en contra, Yo, como Presidente de
la Asamblea del país de la tarde, reconozco oficialmente a los
maestros espirituales del Supremo. Irán vestidos todo de color
dorado. Si alguno ocupa algún cargo de esta Asamblea, tendrá un
distintivo especial, que será del color correspondiente a dicho
cargo. Como Fut es consejero, tendrá en la parte superior derecha
de su túnica dorada un círculo azul.
Cuando Tamur quiso coger su martillo para confirmar su orden,
se dio cuenta de que no tenía su martillo sobre la mesa, entonces
Fut dio una palmada y apareció el martillo sobre la mesa del
Presidente.
- Muchas gracias, Fut.
Tamur cogió el martillo y, dando un solo golpe, dijo con una voz
muy profunda y firme:
- ¡Que así sea!
Cuando Tamur dijo “Que así sea”, dejaron de caer los copos de
colores y la sala presidencial volvió a su normalidad; los maestros
espirituales abandonaron la sala y volvieron a sus prácticas.
A partir de entonces, los maestros espirituales fueron respetados
por todos, tuvieron voz en la “Asamblea” y, socialmente, estaban
por debajo de los consejeros de la Asamblea y por encima de los
militares.
234
Con el tiempo se fueron creando varias escuelas de maestros
espirituales y, poco a poco, el país de la tarde se iba convirtiendo
en un nuevo país del día.
235
Capítulo 12
El Supremo y la boda
Mientras que en Quimenix se preparaba la boda de Fut y de
Sebatar, en Trona, capital del país de la noche, Rumar le estaba
preparando un regalo de boda para Fut, porque aún tenía el
recuerdo de la derrota que le dio el Supremo por mediación de
éste.
Trona era una ciudad dos veces más grande que Quimenix, sus
edificios eran más altos, sus calles estaban sucias, habían muy
pocos parques, y las casas no eran de colores, sino de un marrón
muy oscuro. La ciudad no tenía río, el agua le llegaba mediante
un acueducto.
La gente vestía todo de color gris, es decir, túnica, cinturón y
sandalias. Los militares vestían todos de color negro.
Rumar vivía en la fortaleza que estaba en el centro de la ciudad.
Su forma era cuadrada; tenía cuatro puertas, una por cada lado;
tenía un patio central y tres áreas: un estaba destinada para las
armas y los caballos, otra estaba destinada para los militares de
baja y media graduación y, por último, estaba el área presidencial,
donde tenía su despacho Rumar y las habitaciones de los militares
de graduación alta. La fortaleza tenía una altura de ocho pisos.
Rumar estaba en su despacho e hizo llamar a su lugarteniente, es
decir, a Zu.
- Aquí estoy, señor.
- ¿Es cierto que Fut se casa?
- Así es, señor.
236
Rumar se quedó muy pensativo durante unos minutos y después,
dirigiéndose a Zu, con su típica sonrisa, le dijo:
- Toda boda se merece un regalo.
- Es muy difícil coger a Fut por sorpresa.
- Todos tenemos un punto débil... Vamos a hacer una operación
de comando, solamente deberás escoger a nuestros mejores veinte
hombres, nos presentaremos en plena ceremonia y los mataremos
a todos.
- ¿A todos?
- ¡Sí, a todos! Desde el más pequeño hasta el más mayor.
- Es usted magnífico, señor.
- Siempre lo soy.
- En ese caso, mañana mismo partiremos hacia Quimenix.
- Quiero ver al comando formado en el patio de armas a las seis
de la madrugada. Esto es una orden.
- A su orden.
Después de hacerle un saludo militar a Rumar, Zu se retiró del
despacho.
Al otro día, a las seis de la madrugada, se encontraban los veinte
hombres del comando bien armados y montados en sus caballos;
frente a ellos se encontraba Zu, esperando la llegada de Rumar.
A las seis en punto, tan puntual como siempre, apareció Rumar.
Zu le saludó militarmente y el resto del comando se puso firme;
Rumar se subió a su caballo y dijo:
237
- ¡Descansen!
Al instante, los veinte hombres que se encontraban en el patio de
armas volvieron a la posición de reposo; es decir, dejaron de estar
firmes. A pesar de su nombre, no se veía ni una sola arma en
dicho patio; se llamaba así porque era allí donde se hacían las
demostraciones de armas y las técnicas de combate cuerpo a
cuerpo.
Zu se puso en la parte lateral derecha del comando, mientras que
Rumar se situó en el centro. Mirando a sus hombres, les dijo:
- Todos sufrimos la humillación que nos hizo Fut, ahora vamos
hacerle un regalo de boda muy especial... Asumo personalmente
el mando de la operación. Os daré más detalles a su debido
momento, partimos ahora mismo.
Finalmente, el comando abandonó el patio de armas, abandonó
Trona en dirección a Quimenix. Iban a galope, corriendo al
máximo y cambiando de caballo unas cuantas veces. Después de
cabalgar media jornada, como medio día, llegaron a unas
montañas desde las cuales podía verse perfectamente, a lo lejos,
Quimenix.
- Estamos a unas dos horas de nuestro objetivo. Zu, ya sabe dónde
atacar -dijo Rumar.
- ¿No viene usted, señor?
- Me quedo aquí, te doy el mando y la responsabilidad de la
misión.
- ¡De acuerdo, señor!
Tras saludar a Rumar, esta vez con la cabeza, Zu y el comando
dejaron solo a Rumar y se dirigieron hacia Quimenix a galope. A
su espalda lucía un espléndido sol acompañado por un despejado
cielo azul, todo bañado por una suave brisa.
238
Solamente había transcurrido media hora, cuando el comando
dejó de oír a los animales del bosque y la suave brisa desapareció
para dejar paso a un viento cada vez más recio. Finalmente
apareció una gran nube morada, el sol se ocultó completamente y,
en cuestión de unos minutos, todo se había vuelto oscuro, como
en la noche más cerrada de invierno y sin luna.
Un fortísimo viento impedía la continuación de la marcha hacia
Quimenix: los caballos se asustaron y todos los hombres se
cayeron al suelo; los pobres animales salieron corriendo hacia
Trona, dejando a sus jinetes solos en aquel imprevisto infierno.
Zu se escondió entre la espesa vegetación y, con cierto temor,
contemplaba todo lo que estaba ocurriendo. De repente, desde la
gran nube morada comenzaron a salir rayos dirigiéndose hacia los
hombres del comando y a sus armas.
Rumar, al oír todo este ruido, se dirigió de inmediato y a todo
galope hacia donde se encontraban sus hombres, mientras tanto
no paraban de caer rayos en todas las direcciones. Cuando Rumar
llegó al lugar, se encontró con una escena desoladora: toda la
tierra del camino estaba quemada; de sus hombres no quedaron ni
los huesos, solamente quedaron marcadas las siluetas de sus
cuerpos en el suelo; de sus armas no quedaron ni siquiera sus
siluetas, porque fueron volatizadas, totalmente quemadas como
consecuencia de los rayos. La nube morada se había ido y en el
aire se podía respirar un intenso olor a quemado.
Rumar no pudo soportar ver tanta desolación, se bajó de su
caballo, se puso de rodillas y dio un gran grito de rabia. Cuando
terminó de gritar sintió unos pasos detrás de él, era Zu, quien le
dijo:
- No hemos podido hacer nada, señor, ha sido otra vez el
Supremo.
Rumar lo miró con rabia y le dijo:
- ¡Pero yo contra ti sí que puede hacer algo!
239
Cogió su gran espada y la lanzó contra Zu, pero dicha espada no
llegó a su destino, se detuvo en el aire para luego caer al suelo.
- ¿Acaso te rebelas contra mí?
- No he sido yo.
Entonces Rumar, dando un fuerte grito, dijo:
- ¿Entonces quién ha sido?
En ese momento sintieron una voz que dijo:
- He sido yo.
Rumar y Zu volvieron sus cabezas hacia dónde procedía dicha
voz y vieron a Base levitando.
- ¿Has venido tú solo? -le preguntó Rumar.
- No necesito venir con tanta compañía como tú.
Rumar se dirigió a Zu y le dijo:
- ¡Atácale!
Pero Zu no atacó a Base.
- ¡Hasta tu mano derecha te ha dejado! -dijo Base.
- Entonces lo mataré -extendió sus brazos y lanzó a Zu contra un
árbol, dejándolo inconsciente. Pero cuando se disponía a terminar
su obra con Zu, Base le dijo:
- Antes de matar a Zu, tendrás que matarme a mí.
- Lo haré, y además con mucho gusto.
240
Pero Base se adelantó al ataque de Rumar y, concentrando su
mirada sobre los ojos de Rumar, lo dejó ciego.
- ¿Qué me has hecho?
- No te preocupes, estarás ciego solamente unos días, muy pronto
tus hombres te encontrarán. Recuerda siempre esto, mi amigo
Rumar: “Yo, Base, siempre soy amor”.
Base dejó a Rumar con sus lamentos y en levitación se dirigió
hacia donde estaba Zu. De repente aparecieron a cada lado de Zu
dos emisarios del país del día, también en levitación, vestidos
todo de color blanco. Al poco rato, Zu recuperó la consciencia y,
aunque un poco aturdido, Base le preguntó:
- ¿Quiere ser de los nuestros o quiere seguir sirviendo a Rumar?
Un emisario del país del día le dijo a Zu:
- Nosotros ya sabíamos las intenciones de Rumar, pero... ¿por qué
nos avisaste?
Zu, con una voz un poco cansada, respondió:
- No podía permitir que matara también a los niños.
- Esto te ampara, te protege, ante el perdón del Supremo, pero ten
en cuenta que tendrás que comenzar por lo más bajo, no tendrás
ningún cargo de poder durante mucho tiempo -le explicó Base.
Zu miró a Base y asintió afirmativamente con la cabeza.
- En ese caso, no hacemos nada aquí, vosotros tres -refiriéndose a
los dos emisarios y a Zu- volved a Amanecer (capital del país del
día). Yo tengo que volver a Quimenix por la boda de Fut.
Los dos emisarios se cogieron de sus manos y pusieron la otra
mano de cada uno sobre los hombros de Zu, y a continuación
241
desaparecieron los tres. Base se volvió y vio a Rumar
lamentándose, y le dijo en voz muy baja: “Hasta la próxima,
Rumar”. Dicho esto, Base desapareció.
Mientras tanto, en Quimenix, Sebatar, el padre de Sebatar, es
decir, Nobear, y Fut estaban paseando por las calles de Quimenix,
totalmente ajenos a lo que había sucedido no muy lejos de ellos
(la destrucción física por parte del Supremo del comando de
Rumar). Iban hablando tranquilamente sobre los planes de la
boda, pero no iban solos, sino que los acompañaba una escolta
muy discreta. Cuando, repentinamente, sintieron un gran griterío
de personas.
Todos se miraron sorprendidos. Nobear con la cabeza ordenó a un
escolta que fuese a ver qué estaba ocurriendo. El escolta fue con
pasos muy rápidos, casi corriendo, hacia el lugar de donde venía
el griterío.
Sebatar, Nobear, Fut y el otro escolta continuaron caminando,
pero con pasos más rápidos. Cuando ya se disponían a girar la
esquina de la calle, tras la cual venia el griterío, les salió el escolta
un poco jadeante en su respiración debido a la corrida que se
había dado.
- ¿Qué ocurre? -le preguntó Nobear.
- Hay un incendio en una casa, señor.
- ¿Hay gente dentro?
- Sí señor, una niña.
Fut, nada más sentir que había gente dentro, en este caso una niña,
salió disparado como una flecha hacia la casa incendiada.
- ¡Qué hacéis parados? Id con él –instó Nobear a los escoltas.
242
Los escoltas salieron corriendo detrás de Fut y a malas penas
consiguieron darle caza.
Cuando Fut llegó al lugar del incendio, se encontró con una casa
cuya planta baja estaba completamente en llamas, las cuales
salían por las ventanas y por la puerta. En la segunda planta aún
no había fuego, pero había una niña muy asustada. Abajo, una
mujer sujeta por otras personas, gritaba: “¡Salvad a mi hija!”.
El cuerpo de bomberos intentó apagar el fuego, pero éste se
extendió cada vez más. El jefe de los bomberos se dirigió a Fut y
le dijo:
- No podemos hacer nada más por la niña, señor Consejero-
maestro.
- Eso ya lo veremos -respondió Fut.
- Si usted puede hacer algo más, adelante señor, nosotros ya no
podemos hacer nada más por ella.
Fut les dijo a los escoltas:
- ¡Qué nadie entre en la casa bajo ningún concepto!
Los escoltas obedecieron, aunque no comprendieron bien la
orden. A continuación y a toda prisa, Fut se metió en la casa
contigua. Los escoltas, juntamente con los bomberos,
acordonaron todo el alrededor de la casa para impedir que nadie
entrase en ella.
Nada más llegar Nobear, acompañado por su hija Sebatar,
preguntó:
- ¿Dónde está Fut?
- Dentro, señor -le respondió un escolta.
243
- ¿Hace mucho tiempo que está dentro? -preguntó Sebatar.
El jefe de los bomberos le respondió:
- Sí, señorita.
La niña había dejado de asomarse por la ventana. La expresión de
la cara de Sebatar era de preocupación y su padre le dijo:
- Tranquila hija, él sabe lo que se hace, aunque nosotros no lo
comprendamos.
El fuego de la planta baja se apagó por completo, todos los
presentes se asombraron menos Sebatar y Nobear. A continuación
dejó de salir humo de la planta superior. Nobear no dejaba de
mirar a la casa que antes estaba envuelta en llamas sin dejar de
sonreír y dijo:
- Eres tan misterioso como siempre.
Finalmente salió Fut de la casa con la niña andando y cogida de
su mano derecha, con expresión de sorpresa y de temor a la
misma vez. Una escolta le dijo a Nobear:
- Señor, con el debido respeto le digo que Fut no es un hombre
normal.
Nobear le miró y, con una sonrisa, le dijo:
- ¡Entonces mis nietos tampoco serán normales!
La madre corrió hacia su hija; algunos de los presentes se
quedaron con la madre e hija, y otros iban a ver como había
quedado la casa, y dijeron:
- La casa ha quedado totalmente destruida, pero la niña se ha
salvado, que es lo más importante.
244
Fut se volvió hacia ellos y les dijo:
- Pueblo de poca fe..., ¿por qué decís eso?
A continuación dio una palmada y la casa volvió a estar como
estaba antes del incendio.
Todos los presentes menos Nobear y Sebatar dijeron una y otra
vez:
- ¡No puede ser! ¡Es imposible!
- Para el Supremo no hay nada imposible, simplemente hago su
voluntad. Vosotros también podéis hacer su voluntad si tenéis fe
en él.
La madre, acompañada con su hija, se acercó a Fut y le dijo:
- Muchas gracias por salvar a mi hija, la casa no importaba, seas
lo que seas, señor.
- A mí no me tienes que dar las gracias, sino al Supremo, sin él no
somos nada.
- Pues muchísimas gracias, Supremo.
Fut la miró y asintió afirmativamente con la cabeza.
Sebatar le dijo al jefe de los bomberos:
- Es mi futuro marido.
- Pues tendrás un marido muy especial.
Fut estaba rodeado completamente por las personas que habían
visto el incendio.
Un escolta se dirigió a Nobear y le dijo:
245
- Señor, Fut tiene problemas, ¿acudimos en su ayuda?
- No hace falta que le ayudéis -le respondió Sebatar.
El escolta miró a Nobear y éste dijo a los escoltas:
- Ya habéis oído a mi hija.
Los escoltas se quedaron quietos y obedecieron a Nobear y a su
hija. Sebatar estaba sonriendo y muy tranquila al ver a su amor
tan firme y quieto, porque ella sabía que Fut iba a hacer algo.
Fut dio una palmada y desapareció, dejando a todos con la boca
abierta y con una expresión de asombro y miedo a la misma vez.
- ¿Ha visto usted eso, señor? -dijo el jefe de bomberos.
- ¿Ver el qué?
Entonces, el jefe de los bomberos comprendió que tenía que hacer
la vista gorda y hacer como si no hubiera visto nada.
Nobear ordenó dispensar a la gente de la calle pacíficamente para
que volviera la normalidad; los escoltas obedecieron y a los pocos
minutos estaba como si nada hubiese ocurrido.
Nobear, el vice-presidente del país de la tarde, era la segunda
autoridad del país, por encima de él solamente estaba el
presidente Tamur; por eso, tanto el jefe de los bomberos como la
madre, comprendieron que deberían tener la boca bien cerrada.
En un tono serio y oficial, Nobear se dirigió al jefe de los
bomberos y le dijo:
- Aquí solamente ha habido un conato de incendio, es decir, un
incendio muy pequeño, el cual, gracias a su pronta y rápida
actuación, se ha podido evitar un gran incendio.
246
- Así se hará, señor. ¿Tenemos su permiso para retirarnos?
Nobear asintió afirmativamente con la cabeza y los bomberos se
fueron; solamente quedaron Sebatar, Nobear, la madre, la niña y
los escoltas. Cuando se habían ido los bomberos, la niña
preguntó:
- ¿Dónde está ese hombre tan simpático?
De repente apareció Fut, justo al lado derecho de la niña, y le dijo:
- Aquí estoy, guapa.
Ella se rió y le dijo:
- Señor, mi pajarito “Piqui” ha muerto.
Fut, con una amplia sonrisa, le contestó:
- Tu pajarito no ha muerto, está en tu fe.
- No comprendo lo que me ha dicho, señor.
- Es muy fácil, haz lo que yo te diga.
Ella asintió con la cabeza.
- Piensa ahora en tu pajarito.
Ella volvió a asentir.
- Ahora junta tus manos.
Ella juntó sus manos.
- Ahora sopla sobre tus manos.
Cuando la niña sopló, apareció nuevamente su pajarito “Piqui”.
247
Ella, muy alegre y asombrada, dijo:
- ¡Mira mamá, es Piqui!
- Natria, deja de molestar a este buen hombre y vayamos a casa.
- Señora, su hija no me molesta, el pájaro no ha sido por mi fe,
sino por la fe de su hija. Su hija es la alumna que hacía falta en la
escuela espiritual de Quimenix. Me gustaría que usted diera su
permiso para que, cuando nosotros volvamos de la luna de miel,
su hija Natria sea nuestra nueva alumna.
La hija miró a la madre con ojos de ternura y su madre respondió:
- Todo lo que he oído de ustedes y de su escuela es un poco raro,
pero no es malo; además, si ella está viva es gracias a su
actuación. Si ella quiere convertirse en la décima alumna de la
escuela espiritual de Quimenix, por mí no hay inconveniente.
Natria era una niña de nueve años, su cabello era pelirrojo, sus
ojos marrones, era un poco alta para su edad, delgada, de
constitución débil, siempre tenía una sonrisa en su boca, las
facciones de su cara eran suaves y rebosaba fe pura por todo ella.
Por eso, Natria sería llamada “Natria, la niña de la fe pura”.
- ¿Qué dices, Natria?
- ¡Pues claro, que quiero que sea usted mi maestro!
- Es el hombre más raro que he conocido y mi hija se va a casar
con él mañana. Pero le digo, señora, que su hija solamente
aprenderá cosas buenas, confío plenamente en él como maestro
espiritual y como hombre.
- Entonces, también tiene mi confianza total.
248
- Señora, el primer día no festivo del próximo mes comenzaremos
las nuevas clases. Esperamos ver a su hija en la puerta de la
escuela. ¿Sabe usted dónde está la escuela? -le preguntó Sebatar.
- ¡Pues claro que sé donde está! Allí estará mi hija.
Cuando ya parecía haberse acabado todo, la pequeña Natria dijo:
- Señor, falta una cosa.
- ¿Qué es lo que falta?
- Falta una jaula para meter a mi pájaro.
Los presentes no pudieron dejar escapar una sonrisa.
- Vamos hacer como antes.
- ¿Cómo antes?
- Sí, como antes. Piensa en una jaula.
- ¿La que yo quiera?
- Sí, la que tú quieras.
Ella asintió con la cabeza.
- Ahora la tienes que ver en el suelo, la jaula.
Ella volvió a asentir.
- Ahora concentra tu mirada sobre tu jaula.
Ella así lo hizo y apareció una hermosa jaula de pájaro, de madera
de pino, en el suelo. La madre, cogió la jaula y Natria introdujo a
su pajarito dentro de la jaula.
249
- Todo lo has hecho tú, yo solamente te he dicho cómo lo tenías
que hacer.
Finalmente Natria y su madre se despidieron de Fut y del resto de
la comitiva, es decir, de Sebatar, Nobear, Fut y los escoltas. Ellas
se metieron en su casa y ellos volvieron a la escuela porque ya se
había hecho tarde para seguir paseando. Y así fue como pasaron
el último día de solteros Sebatar y Fut.
Finalmente llegó el día tan esperado: la boda de Sebatar y de Fut.
En algunas calles de Quimenix se habían puesto flores y otros
elementos decorativos para la ocasión.
Sebatar se encontraba en una habitación de la casa presidencial,
rodeada de sus amigas y de algunas mujeres que la estaban
poniendo todavía más guapa.
Fut estaba en la escuela preparándose para la ceremonia. Con él
estaba su amigo Minar y algunos modistos.
El lugar de la ceremonia sería la Sala de Actos de la Asamblea,
pues era una gran sala. Habían quitado muchos asientos,
solamente dejaron cuatro filas de bancos. Hicieron un ancho
pasillo central: a la derecha del pasillo central había dos filas de
bancos y a la izquierda del pasillo central se encontraba la mesa
presidencial, situada sobre una tarima de piedra de tres escalones
de altura. La sala estaba llena. Colocaron una espléndida alfombra
roja desde la entrada de la sala de actos hasta la misma tarima
presidencial. La fila lateral derecha frontal estaba destinada a la
familia de la novia, la cual era numerosa. Fut no tenía familia en
el país de la tarde y el lugar destinado a su familia fue ocupado
por las altas personalidades del país.
Pusieron flores desde la casa presidencial y desde la escuela hasta
la entrada del edificio de la Asamblea. Las flores eran de todos los
colores y formas. La entrada y las paredes laterales de la Sala de
Actos parecían jardines de tantas flores como pusieron.
250
En la tarima se encontraban los presidentes Tamur y Base, aunque
el ministro de la ceremonia sería Base, que vestía como siempre,
todo de color morado; en cambio Tamur se puso una hermosa
túnica de color azafrán, con algunos puntos morados, en cuyo
centro había unos diamantes que brillaban como la luz del día.
La familia de la novia comenzó a ocupar sus lugares frente a la
tarima, el lado izquierdo fue ocupado por las altas personalidades
del país de la tarde. Del país del día llegó una discreta delegación,
no vestían con sus túnicas propias, sino que se vistieron como los
habitantes del país de la tarde. Cuatro de ellos tenían la misión de
vigilar para que no ocurriera ningún imprevisto y se colocaron en
lugares estratégicos sin que nadie se diese cuenta de su presencia,
pues vestían con túnicas de color marrón, como los habitantes del
país de la tarde.
El resto de la delegación del país se colocó detrás de las altas
personalidades y autoridades del país de la tarde, en el lado
izquierdo de la Sala de Actos. Vestían todos con sus túnicas
azules.
A su lado se sentaron los maestros espirituales de Quimenix. La
guardia presidencial iba con su uniforme de gala e hizo un pasillo
desde los primeros escalones del edificio de la Asamblea hasta la
entrada de la misma.
Poco a poco cada uno iba ocupando su lugar en la Sala de Actos
de la Asamblea. Mientras tanto en la tarima Tamur preguntaba a
Base:
- ¿Por qué has puesto a cuatro hombres tuyos vigilando la sala?
¿Acaso no confías en mis hombres?
- No se enfade, pero sus hombres no pueden combatir contra
según qué poderes.
- Usted sabe lo que se hace.
251
Mientras que Tamur y Base estaban hablando, Sebatar salía de la
Casa Presidencial, tan hermosa como un sol, acompañada por su
padre. Ella vestía una túnica gris claro y larga que le tapaba los
pies; en su túnica había piedras de color azul marino y otras de
color blanco perla. Estas piedras se complementaban en su túnica
haciendo unos dibujos de unas hermosas flores, y en el interior de
cada flor había una perla. En su cabeza llevaba una hermosa
diadema de diamantes blancos, tres a cada lado, y en el centro de
la diadema había una piedra preciosa de color azul. El cabello lo
llevaba suelto, largo, pero bien arreglado.
Cuando salieron Sebatar y su padre Nobear, la guardia
presidencial, que vestía uniforme de gala, los escoltó hasta el
carruaje. Una vez que estuvieron en el interior del carruaje, se
puso en marcha lenta y una escolta de caballería los acompañó
hasta llegar a la Asamblea.
Mientras que Sebatar y su padre Nobear se dirigían hacia la
Asamblea, en la escuela Fut le dijo a Minar:
- Te pido perdón.
- ¿Por qué me pides perdón?
- Sé que tú siempre has querido a Sebatar.
- Así es, pero ella nunca se ha fijado en mí.
- Desde que llegué, te he quitado todas tus posibilidades de
conquistarla. En Imaf encontrarás a la mujer de tu vida, estoy
seguro.
- Así que lo sabías y me lo dices hoy, en el día de tu boda... ¡Eres
más raro! Nunca te entenderé.
- Por eso eres mi testigo.
- ¡Cállate ya! Que como sigas así, te dejo solo ahora mismo...
252
Entonces llamaron a la puerta, Minar la abrió y vio que era un
guardia presidencial, el cual le dijo:
- La señora del presidente ya está aquí.
- Dile que ya bajamos.
El guardia presidencial saludó con la cabeza y Minar, tras hacerle
el mismo saludo, cerró la puerta.
Fut no tenía familia en el país de la tarde y lo tenía que llevar la
esposa del Presidente. La señora del Presidente tenía unos
cincuentas años muy bien llevados, vestía una hermosa túnica
dorada larga; se puso en el cuello un collar de doble vuelta de
perlas; en la parte superior delantera de su túnica se podían ver
unas pedrerías, es decir, un conjunto de piedras preciosas de
colores muy variados: azul, rojo, verde, blanco, pero todos en
tonos muy claros; y llevaba una tiara, una diadema de diamantes
en su cabeza, que hacía juego con sus ojos verde claro.
Cuando Fut bajó y la vio, le dijo:
- No sé con quién voy a casarme hoy.
- Usted tan bromista como siempre, venga hijo…, nos tenemos
que ir ya.
La señora de Tamur cogió a Fut de su brazo derecho y lo sacó de
la escuela. Desde la poca distancia que había entre la puerta de la
escuela y el carruaje, pudieron ver cómo las calles estaban llenas
de personas, al igual que lo estaban los alrededores de la casa
presidencial.
Una escolta de la guardia presidencial le hizo un pasillo hasta el
carruaje, al cual subieron Fut y la esposa del Presidente;
enseguida una escolta de caballería de la guardia presidencial
escoltó el carruaje hasta la asamblea.
253
Al mismo tiempo que salían Fut y la señora del Presidente hacia
la Asamblea, el carruaje de Sebatar llegaba a la proximidad de la
Asamblea, pero tuvo que detenerse. Nobear abrió la ventanilla y
preguntó al jefe de tercer orden, quien llevaba tres cuadrados
dorados en cada hombro:
- ¿Qué ocurre, oficial?
- Señor, nos tenemos que detener porque el novio no ha llegado
todavía.
Nobear cerró la ventanilla del carruaje y le dijo a su hija:
- Aún estás a tiempo de no casarte con él.
Ella sonrió y le respondió:
- Lo quiero tal como es, padre.
- Tú verás, hija.
Finalmente Fut llegó a la Asamblea. Un guardia presidencial
ayudó a bajar a la señora del presidente del carruaje y a
continuación se bajó Fut.
Ella se cogió de nuevo del brazo de Fut y subieron poco a poco
todos los escalones que había hasta la entrada principal de la
Asamblea. Sólo tuvieron que seguir un pasillo que les hacía la
guardia presidencial hasta la misma entrada de la sala de actos.
Cuando entraron por la puerta de la sala de actos presidenciales
Fut y la esposa del Presidente, todos los presentes se pusieron de
pie y ellos dos comenzaron a andar sobre la alfombra roja.
La guardia presidencial estaba a ambos lados de la alfombra,
sacaron sus espadas e hicieron un arco, por el que pasaron por
debajo el novio y su temporal madre. Finalmente llegaron al
principio de la tarima, Fut le dio un beso a la esposa del
Presidente y ella ocupó su lugar reservado para las autoridades del
254
país. Fut subió a la tarima donde había un banco destinado para
que los novios se sentaran, también adornado con flores.
Base, con una sonrisa y un suave gesto con su mano derecha, le
indicó a Fut que se sentara. Por la parte lateral izquierda de la
tarima iba Minar, y para no quitar protagonismo a Fut en su día
tan especial, una vez en la tarima se colocó al lado del Presidente
Tamur, ya que eran ambos los dos testigos. Además estaban el
ministro de la ceremonia Base, el novio Fut y los invitados;
solamente faltaba la novia para que diese comienzo la ceremonia.
La novia se hizo de esperar un poco, solamente un poco, pero
finalmente entró acompañada de su padre; detrás de ella estaba la
maestra de ceremonia Kattya, quien llevaba sobre las palmas de
sus manos una pequeña bandeja con dos anillos y un pañuelo
blanco. Todos se volvieron a levantar, la guardia presidencial
volvió a sacar sus espadas para formar un arco con ellas.
Los tres caminaban con pasos lentos. Base, haciendo un discreto
chasquido con los dedos de su mano derecha, hizo sonar una
música nupcial especial; en la sala no había ningún instrumento
musical.
Cuando llegaron al principio de la tarima, el padre de Sebatar
ocupó el lugar que le correspondía como autoridad del país,
Sebatar le dijo a Kattya:
- Tú espera en esa esquina y sube cuando te lo digamos.
Kattya se puso de pie en la esquina lateral derecha de la tarima,
viendo con mucha atención toda la ceremonia.
Sebatar subió a la tarima y Base le indicó con la mano derecha, y
con una sonrisa, que se sentara junto a Fut. Ella así lo hizo. A
continuación, Base adelantó unos pasos de distancia de los
testigos, los cuales quedaron por detrás de Fut y a su lado
derecho.
255
Base comenzó a hablar en el mismo instante que dejaba de sonar
la música, entonces todos los invitados comprendieron que era
Base quien realmente estaba dirigiendo toda la ceremonia.
Base fijó su mirada en un punto muerto de la Sala de Actos
Presidenciales donde no había nadie y dijo:
- Lo más hermoso que hay en la vida es cuando un hombre y una
mujer deciden vivir juntos por amor.
Hizo una leve pausa, luego continuó diciendo:
- No es fácil, porque cada uno debe ceder un poco de su egoísmo,
hasta formar un solo cuerpo y mente.
Base hizo un gesto con la cabeza a los novios para que se
levantasen; se levantaron y se pusieron frente al ministro de
ceremonia. Nuevamente Base hizo una leve pausa, tras la cual
dijo:
- Como ministro de esta ceremonia os pregunto, ¿habéis venido
voluntariamente?
- Sí -respondió Fut.
- Sí -contestó Sebatar.
- ¿Quieres a Sebatar y prometes serle fiel durante el resto de tu
vida?
- Sí, quiero.
- ¿Quieres a Fut y prometes serle fiel durante el resto de tu vida?
- Sí, quiero.
Entonces, Base, con una fuerte voz, dijo:
256
- ¿Hay alguien que se oponga a esta unión?
De repente, salió un hombre alto y fuerte de entre los asientos de
los invitados, de la parte posterior derecha, y dijo:
- ¡Sí, yo! -Y sin mediar más palabras, lanzó un cuchillo contra la
tarima.
Al ver todo esto, los cuatro vigilantes del país del día se
levantaron al mismo tiempo y pudieron detener el cuchillo en el
aire, para luego hacerlo desaparecer. A continuación extendieron
sus brazos hacia ese hombre y lo levitaron hasta lo más alto del
techo de la sala de actos. Fut miró a Base, pero Base le dijo:
- Hoy no hagas nada, déjame a mí -entonces Base fijó su mirada
sobre el hombre y, automáticamente, desapareció de la sala;
después miró a Tamur y le dijo:- Nunca se sabe lo que puede
pasar, señor presidente.
Muy sabiamente, Base dejó que pasara una pausa un poco larga,
tras la cual dijo:
- Que suba la madrina.
Kattya subió a la tarima con la pequeña bandeja, donde llevaba
los dos anillos y el pañuelo blanco. Base cogió el anillo de
Sebatar y se lo puso en su dedo; a continuación hizo lo mismo
con el anillo de Fut, pero, cuando cogió el pañuelo, vio que dicho
pañuelo era blanco.
- ¿Aquí usáis pañuelos blancos para las ceremonias nupciales?
- Así es, señor -le respondió Kattya.
- En mi país son morados... ¿Qué podemos hacer, directora
espiritual de Quimenix?
257
Al sentir esas palabras de la boca de Base, Kattya se asustó un
poco. Fut se rió y le dijo:
- ¡Tranquila, Kattya! Base lo sabe todo de todos, todo lo que sé
me lo ha enseñando él.
- Pues si en su país es morado y aquí es blanco, entonces podemos
hacer que sea de los dos colores: una parte blanca y la otra parte
morada, señor -argumentó Kattya.
- En tus sabias palabras puedo ver a la gran maestra espiritual que
algún día llegarás a ser, aquí tiene Fut una gran semilla.
Kattya se puso un poco roja de cara al sentir aquellas palabras de
Base, quien se dio cuenta y dijo:
- Sigamos con la ceremonia, hazlo tú misma -le dijo enseñándole
el pañuelo para que fuera ella quien cambiase el pañuelo. La niña
miró a Fut.
- Ahora no soy el maestro, el maestro es Base, y tenemos que
hacer caso al maestro, Kattya.
Ella cogió el pañuelo blanco con su mano derecha y, al instante,
la mitad de dicho pañuelo se convirtió en morado y se lo dio a
Base. Sebatar y Fut juntaron sus manos derechas y, a
continuación, Base se las ató con el pañuelo morado-blanco, y
dijo:
- En presencia de todos los presentes y del Supremo, yo, Base,
ministro directo del Supremo, os declaro marido y mujer.
A continuación, los testigos firmaron; es decir, Tamur y Minar, en
el libro de actas.
Cuando Sebatar y Fut comenzaron a abandonar la Sala de Actos
presidenciales, bajo el arco de las espadas de la guardia
presidencial, comenzaron a caer pétalos de rosa del techo, miraron
258
hacia el techo, pero no vieron nada especial, simplemente el techo
blanco de la sala, mientras los pétalos seguían cayendo.
A salir al exterior, continuaban cayendo pétalos de rosa, pero
sabían de dónde procedían: solamente lo sabían los maestros
espirituales de Quimenix, quienes decidieron hacer ese regalo de
boda a sus dos maestros espirituales.
Finalmente se subieron a un carruaje que desapareció por las
calles de Quimenix en dirección hacia su luna de miel.
Transcurridos unos veinte minutos, los recién casados dejaron
atrás la ciudad de Quimenix, pero el chófer detuvo el carruaje.
- ¿Por qué nos detenemos? -preguntó Fut al cochero, después de
abrir la puerta del carruaje.
- Hay una niña en mitad del camino.
- ¿Una niña? -preguntó sorprendida Sebatar.
En ese momento, Kattya corrió hacia la puerta abierta. Cuando
Sebatar y Fut vieron quien era, le dijeron:
- ¿Cómo has llegado hasta aquí?
- ¿Y tú lo preguntas, maestro espiritual?
Fut se quedó muy serio y le contestó:
- Sabes que no se puedes usar los poderes sin motivos.
- ¡Ya lo sé!
Con un tono más amable, Sebatar le dijo:
- Si lo sabes..., ¿por qué lo has hecho?
- Solamente quiero tu centro de novia, nada más que eso.
259
Con voz de resignación, Fut dijo:
- ¡Mujeres!
Sebatar se rió un poco junto con Kattya, que también se reía, y, en
un momento dado, Sebatar extendió su brazo y le tiró a las manos
su centro de novia, el que ella cogió y se alegró mucho. Y le dijo:
- ¡Muchas gracias!
- Ahora vuelve a Quimenix, Kattya, pero sin utilizar los poderes -
le indicó Fut.
- ¡Pues claro que sí, maestro!
Fut cerró la puerta del carruaje y éste comenzó nuevamente su
marcha hacia su destino. Kattya vio cómo se alejaba de ella,
mientras apretaba contra su cuerpo, y con fuerza, el centro de
novia que le había dado Sebatar. Finalmente el carruaje
desapareció en el horizonte.
Kattya se volvió hacia nosotros, pues antes estaba de espaldas
viendo como el carruaje de los recién casados se alejaba, y…,
antes de desaparecer Kattya de nuestra vista, nos dijo a todos
nosotros: “Hasta la vista”.
260
Epílogo
Lo que le ocurrió a Fut no fue una casualidad, en la vida no
existen las casualidades. Nadie es perfecto y, el que se lo crea,
está viviendo su propia auto-mentira.
Nadie es más que nadie. A mayor conocimiento espiritual,
adquirimos mayor responsabilidad, tanto material como espiritual.
Todos somos maestros, porque todos tenemos cosas que enseñar,
tanto materiales como espirituales. Y todos somos alumnos, a la
misma vez, porque todos tenemos que aprender cosas materiales y
espirituales.
Finalmente, Fut pasó el resto de su vida en el país de la tarde, el
que, por mediación de sus enseñanzas, se iba transformado cada
vez más… en un nuevo país del día. Si no tenemos amor, no
somos nada, aunque podamos saber mucho en cuestiones
espirituales o materiales. El amor es la fuerza más fuerte y
hermosa que existe en toda la creación; por encima del amor… no
hay nada más.
A pesar de todo, en lo más profundo de su corazón, Fut seguía
estando triste. Sebatar nunca consiguió conquistar todo su
corazón, solamente lo consiguió en parte.
De la escuela espiritual de Quimenix fueron naciendo otras
escuelas espirituales por todo el país de la antigua tarde, y del
nuevo día. El fundamento de estas escuelas espirituales era el
siguiente: “El Corazón del Supremo ha sido, es y será siempre
Amor”.
261
Dedicatoria
Doy las gracias a mis alumnos y alumnas, sin los cuales no
hubiera podido escribir este libro, ni podría escribir los sucesivos.
Os quiero con todo mi corazón. La puerta de los caminos ya ha
sido abierta.
Felipe Zayín.
Hierápolis.
1 de enero 2009.
262
Datos del libro
© Felipe-Eduardo Álvarez García.
Autor y titular de derechos: Felipe-Eduardo Álvarez García.
Depósito legal: B-190-09.
Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el
artículo 270 del Código Penal, podrá ser castigado con penas de
multa y privación de libertad quienes reproduzcan o plagien, en
todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en
cualquier tipo de soporte, sin la preceptiva autorización.
263
Índice
Portada…….……………………………………………….…… 1
Introducción.……………………………………………….…… 2
Capítulo 1: El juicio………………………………........…… 3-15
Capítulo 2: La decisión……………………….............…… 16-26
Capítulo 3: El nuevo hogar………………….................….. 27-54
Capítulo 4: La asamblea………………………......……….. 55-70
Capítulo 5: El maestro………………………...............…… 71-99
Capítulo 6: El consejero…………………….............…... 100-111
Capítulo 7: La batalla…………………………......…….. 112-128
Capítulo 8: El amor llama a la puerta……...............…… 129-139
Capítulo 9: Las semillas del Supremo……….....………. 140-207
Capítulo 10: El Supremo da vida a Quimenix…....…….. 208-212
Capítulo 11: El perdón del Supremo……………....….… 213-234
Capítulo 12: El Supremo y la boda………................…... 235-259
Epílogo………………………………………………………..260
Dedicatoria…………………………………………………... 261
Datos del libro……………………………………………….. 262
Índice…………………………………………........………… 263
264
Felipe Zayin, natural de Barcelona,
soltero. Es autor de once ensayos y
miembro de la asociación benéfico-
social “Abadia-Vedruna”. El presente
libro es su ópera prima ante los lectores.
Le llevó dos años escribir este libro,
entre 2007-2009. El maestro mágico de
Quimenix es una continuación de la
fantasía que teníamos cuando éramos
niños.