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 Nuestro pueblo tiene el honor de estar unido nomi- nal, histórica y culturalmente al tabaco. Por el tabaco se identifica a Cuba en todos los países y épocas. El tabaco fue fuente de riqueza por mu- chos años en nuestra patria. El tabaco fue eje de la rebeldía contra el despotismo colonial. El tabaco y su elaboración fue el crisol donde se fundió la cultura proletaria cubana y el origen de los movimientos sindicalistas. Junto al nombre del Apóstol Santiago, también pa- trón de España, va el de “vega” (terreno sembrado de tabaco). Los martirés de Jesús del Mont e, primeros rebeldes criollos contra la opresión económica de España fueron vegueros de Ca- labazar. Las primeras reformas y mejoras higi éni- cas para la clase trabajadora fueron introducidas en las fábricas de tabaco de La Habana en 1882 a solicitud del Gremio de Obreros del Ramo de T abaquer ías. Mas si de cultura se trata, fueron los tabaqueros los que más contribuyeron a las ilustración de los analfabetos proletarios y a la de- fensa de sus fueros laborales con el fortale- cimiento del sindicalismo. Esta institución, creada en Cuba, se extendió por varios países de  América y por España . José Martí leyó en las tabaquerías de la Florida, apeló al patriotismo del cubano desterrado (cuyo amor por Cuba siempre ha sido como llama votiva) y recaudó muchos fon- dos para su misión guerrera. Un repaso histórico bastará para rescatar la figura del lector de tabaquería y su aporte a la cultura y a la cubanía. Es de recalcar que en los primeros tiempos de la lectura en las tabaquerías, los lec- tores y los encargados de coordinar los temas eran los propios tabaqueros. Éstos a la vez fueron periodistas y fundadores de pequeños periódicos, que escribían sobre temas políticos, obreros y literarios (incluyendo poesía y novelas por entrega). Más adelante se incluyeron grandes obras de novelística europea y profundos temas científicos. T odo esto, a petición de taba- queros en su mayor parte analfabetos (70% de la clase obrera blanca y 95% de la negra) pero que figuraban como los más cultos de los obreros cubanos. No se puede hablar de los antecedentes históri- cos de la lectura en las tabaquerías sin mencionar la lectura en la I glesia Católica. San Benito Abad en su Regla de los Monjes establece la lectura obligatoria a la hora de la cena, ordenada y sis- temática; con castigos para los malos lectores y los distraídos oyentes. La Regla de San Benito fue más tarde adaptada por otras comunidades monásticas por más de 1500 años; tanto a la hora del refectorio como cuando llevaban a cabo tareas manuales tediosas y silentes. En Cuba la lectura es las tabaquerías tiene su ori- gen en la lectura a los presidiarios. T odo empezó con la visita en 1839 a La Habana de Jacinto Salas y Quiroga. Visitando ingenios, f incas y cafe- tales llegó a la posesión de un alemán cuyo traba-  jadores se ocupaban del cultivo y preparacion del café; vio el lamentable estado de completa igno- rancia en que se tenía a los negros esclavos. Publicó un libro donde decia: “y entonces se me ocurrió a mí que nada más fácil había que emplear aquellas horas en ventaja de la educación moral de aquellos infelices seres. El mismo que sin cesar lo vigila podría leer en alta El Lector de Tabaquería por Leonardo Gravier diciembre 2007

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Nuestro pueblo tiene el honor de estar unido nomi-nal, histórica y culturalmente al tabaco. Por eltabaco se identifica a Cuba en todos los países yépocas. El tabaco fue fuente de riqueza por mu-chos años en nuestra patria. El tabaco fue eje de

la rebeldía contra el despotismo colonial. Eltabaco y su elaboración fue el crisol donde sefundió la cultura proletaria cubana y el origen delos movimientos sindicalistas.

Junto al nombre del Apóstol Santiago, también pa-trón de España, va el de “vega” (terreno sembradode tabaco). Los martirés de Jesús del Monte,primeros rebeldes criollos contra la opresióneconómica de España fueron vegueros de Ca-labazar. Las primeras reformas y mejoras higiéni-

cas para la clase trabajadora fueron introducidasen las fábricas de tabaco de La Habana en 1882a solicitud del Gremio de Obreros del Ramo deTabaquerías. Mas si de cultura se trata, fueronlos tabaqueros los que más contribuyeron a lasilustración de los analfabetos proletarios y a la de-fensa de sus fueros laborales con el fortale-cimiento del sindicalismo. Esta institución, creadaen Cuba, se extendió por varios países de

  América y por España. José Martí leyó en las

tabaquerías de la Florida, apeló al patriotismo delcubano desterrado (cuyo amor por Cuba siempreha sido como llama votiva) y recaudó muchos fon-dos para su misión guerrera.

Un repaso histórico bastará para rescatar la figuradel lector de tabaquería y su aporte a la cultura ya la cubanía. Es de recalcar que en los primerostiempos de la lectura en las tabaquerías, los lec-tores y los encargados de coordinar los temaseran los propios tabaqueros.

Éstos a la vez fueron periodistas y fundadorespequeños periódicos, que escribían sobre tempolíticos, obreros y literarios (incluyendo poesínovelas por entrega). Más adelante se incluyegrandes obras de novelística europea y profund

temas científicos. Todo esto, a petición de taqueros en su mayor parte analfabetos (70% declase obrera blanca y 95% de la negra) pero qfiguraban como los más cultos de los obrecubanos.

No se puede hablar de los antecedentes histócos de la lectura en las tabaquerías sin menciola lectura en la Iglesia Católica. San Benito Aben su Regla de los Monjes establece la lectobligatoria a la hora de la cena, ordenada y s

temática; con castigos para los malos lectorelos distraídos oyentes. La Regla de San Benfue más tarde adaptada por otras comunidadmonásticas por más de 1500 años; tanto a la hdel refectorio como cuando llevaban a cabo taremanuales tediosas y silentes.

En Cuba la lectura es las tabaquerías tiene su gen en la lectura a los presidiarios. Todo empecon la visita en 1839 a La Habana de Jaci

Salas y Quiroga. Visitando ingenios, fincas y catales llegó a la posesión de un alemán cuyo tra jadores se ocupaban del cultivo y preparacion café; vio el lamentable estado de completa igrancia en que se tenía a los negros esclavPublicó un libro donde decia:

“y entonces se me ocurrió a mí que nada más fáhabía que emplear aquellas horas en ventaja deeducación moral de aquellos infelices seres. mismo que sin cesar lo vigila podría leer en a

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voz algún libro compuesto al efecto, y al mismotiempo que templase el fastidio de aquellos des-graciados, les instruiría de alguna cosa quealiviese su miseria”.

Si bien la idea de Salas y Quiroga no tuvo acogidaen la operación cafetalera sí surtió gran efecto enla tabacalera. Por aquellos años el auge del con-

sumo del tabaco era tan grande y el prestigio Cuba tan mundial que los torcedores cubanosdaban abasto. Escaseaban los obreros de eramo y sus salarios eran superiors a los qganaban los obreros en Europa y en especial España. Se habilitaron presidiarios torcedopara que enseñaran a otros presos y se pagaba por las labores rendidas en la prisión.

1897: Obreros en la Cuban Land, propiedad del asturiano que fuera el último alcalde español de Santiago de las Vegas, Don Gumersindo García Cue

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1861 Nicolás Azcárate mencionó las costumbresde las órdenes religiosas antes aludidas así comolos comentarios de Salas y Quiroga en cuanto a lalectura. La idea fue llevada a la práctica pocotiempo después cuando entre los presos que ocu-paban las dos galeras existentes en el arsenal del

 Apostadero de La Habana, se estableció la lecturaal terminar los presos los trabajos del dia. La ma-

yoría de los reclusos eran tabaqueros; por las vi-sitas que recibían periódicamente aquellosreclusos, se divulgó la noticia por las tabaqueríasde la lectura en las galeras.

Uno de los obrerosmás brillantes y enérgi-cos que aparece en lahistoria obrera deCuba, Saturnino Martí-nez, era por aquella

época tabaquero en lafábrica de Partagás.Concibió éste la ideade implantar tambiénla lectura en las taba-querías. La idea eragenial y se avenía per-fectamente a la labor del torcedor. El carác-ter monótono de latarea, ejecutada en unambiente de absolutosilencio, propiciaba laconversación entre losobreros. Formabanéstos una doble hilerade mesas dispuestasen dos bandas de modo que quedaban uno frenteal otro. A esta disposición de las mesas se les lla-maron “vapores”. La lectura disminuía la conver-sación, evitaba la discusión logrando la unificación

y el compañerismo de los torcedores, pero mimportante, elevaba el nivel moral e intelectualaquellos obreros, gran parte de los cuales eanalfabetos.

La lectura de tabaquería fue como de la manola publicación de una serie de periódicos comoSiglo, La Aurora, El Artesano, La Colmena y otr

En frase feliz de la profesora mexicana AracTinajero “los periódicos se escribían tanto para letrados como para los analfabetos”. Muy leestaban los promotores de la lectura en las tab

querías que ésta, a su debido tiempo, iba a formen los tabaqueros cubanos uno de los estramás ilustrados de la clase obrera, crearía los mpoderosos y organizados movimientos sindicalis

1897: La tabaquería Cuban Land, calle Refugio esquina Santa Ana (calle 4 esquina 7).

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de Cuba y además sería un factor político de graninfluencia, tanto en las luchas independentistascomo en la vida republicana.

Según José Rivero Muñiz, “a los iniciadores de La Aurora cúpoles también la gloria de haber implan-tado la lectura en las tabaquerías “ en lospostrimeros días del año 1865. El primer taller 

donde la lectura quedó implantada, el 21 de di-ciembre, fue El Fígaro de propiedad de JoséCastillo y Suárez, situado en Sitio y Ángeles, LaHabana.

No obstante, se ha afirmado repetidamente quela primera tabaquería donde la lectura quedó es-tablecida en la forma que hoy se conoce, lo fue latabaquería de “Viñas” en Bejucal, mucho antes de1865, y que el primer lector fue Antonio Leal. Laprimera tribuna fue en la fábrica de Facundo

  Acosta también en Bejucal. Por aquella época

Bejucal contaba con 32 tabaquerías y 308 operarSantiago de la Vegas tenía 21 tabaquerías y 4operarios. Santiago también tenía muchos tordores que trabajaban en Bejucal o La Habana

La Tabaquería “El Fígaro” contaba con trescientorcedores; convinieron éstos que uno de elhiciera de lector, a cuyo efecto cada operario co

tribuiría con una cuota para resarcir el jornal qel lector dejaba de percibir. La lectura se haen voz alta y las obras eran seleccionadas por propios oyentes. En enero de 1866 se inauguró

lectura en la fábrPartagás. El propietaJaime Partagás, no sólo cedió a la lectura sino qofreció voluntariamente vantar una plataforma qsirviera de tribuna en el ce

tro del taller. La única conción que impuso fue que obras que fueran a leetendrían que tener su preaprobación.

Pronto los operarios otras tabaquerías se apreraron a adoptar la lecturasus lugares de trabajo, aque a veces tuvieron que frentar dificultades y la opsición de ciertos industrial

En Santiago de la Vegas la tabaquería Gumersindo García Cuervo, la más importanteaquella época, tenía su lector pagado por la epresa (no por los torcedores) pero exigía quelector leyese la “Historia de España” de Lafueademás de las lecturas escogidas por los obrerLa lectura comprendia periódicos, poes

Década del 1940: despalilladoras en la Cuban Land. A la izquierda en primer plano, Altagracia Pérez Álvarez.

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ensayos científicos, y novelas. Los autores es-cogidos por los tabaqueros eran Victor Hugo,Chateaubriand, Lamartine, Shakespeare, PérezGaldós, Cervantes, Newton, Pascal y otras lumi-narias de la cultura europea. Después de lashoras de trabajo los tabaqueros discutían o co-mentaban las obras leídas durante el día. Los li-bros eran comprados por los propios tabaqueros,

pero no había bibliotecas en las tabaquerías. Unavez leída la obra completa se subastaba entre lostabaqueros. No obstante, gestionaron y obtu-vieron que la Biblioteca de la Real SociedadEconómica de Amigos del País, modificase el ho-rario de apertura de la siguiente manera: de 12mediodía a 3 de la tarde y de 7 a 9 de la nochepara facilitar el acceso de los obreros a las salasde lectura. También abrieron numerosas “Escue-las para Artesanos” en las que los obreros con-tribuían voluntariamente sólo para sufragar los

alquileres; los voluntarios a impartir las enseñan-zas lo hacían sin recibir retribución alguna. Elcubano, siempre tan adicto a la política, solicitabaobras de Maquiavelo o filósofos políticos de Fran-cia o EE.UU. Tan politizadas llegaron a ser laslecturas que se prohibió por Francisco Lersundi,Capitán General de la Isla, la lectura en voz alta.Se ordenó a los agentes de la policía y a los ca-pataces de las fábricas que vigilaran los tallerespara que la lectura no se llevase a cabo. Entiempo de tiranía siempre la lectura en voz alta seha visto afectada; se obligaba a leer la Historia deEspaña, mas se prohibía leer la tesis de grado deIgnacio Agramonte o las proclamas de SimónBolívar. Comenzada la Guerra de los Diez Añosse suspendió la lectura indefinidamente (se re-anudó en 1880). La guerra y las persecucionesprovocaron la emigración al extranjero de todaclase de cubanos (más de 100,000 fueron alexilio). Gracias a los tabaqueros exiliados la lec-tura en las tabaquerías tomó auge en Key West,

Tampa, New York, Philadelphia y México. El genio criollo si es reprimido en Cuba, se marchaexilio y se crece en tierra ajena.

Durante el período posterior a 1884 se comiena leer en las tabaquerías obras de D’AnnunzKipling, Kropotkin, Marx y otros escritores anquistas. El gran escritor español Ramiro

Maeztu fue lector de tabaquería y escribió varcrónicas sobre la lectura en las tabaquerías Cuba; fue fusilado en España en 1936 comienzo de la Guerra Civil. Escribía Maeztu qsus oyentes eran negros, mulatos, criollos o pañoles; que no sabían ni leer siquiera. Mas ésle asombraron al pedir que les leyera la obra famoso dramaturgo Ibsen: Hedda Gabler.

El mismo Víctor Hugo, al enterarse que sus velas eran solicitadas con avidez por los tabaq

ros, escribió una carta a los obreros de Partagagradeciéndoles el interés - ¡ Qué gran honor hacia el Olimpo de los novelistas !

En Santiago de las Vegas, al igual que el restoCuba, las ideas anarquistas se arraigaron dpués de 1872. Enrique Roig y San Martín y Erique Messonier fundaron el CIR y un nueperiódico: “El Obrero”. Roig y San Martín era ltor e impulsor del movimiento sindicalista Cuba. El sector tabacalero se componía de dfacciones primordiales: los reformistas qseguían a Saturnino Martínez y los anarquisencabezados por Roig y San Martín. Las lectuincluían los escritos de José Llunas, ProudhoBakunin. En 1885 se fundó la Junta Central

 Artesanos con la ayuda de la conciencia gremadquirida a través de las lecturas en los tallerLeyendo la trayectoria de Enrique Roig y SMartín llego a la conclusión de que este ilussantiaguero fue uno de los paladines

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anarcosindicalismo en Cuba. Movimiento éste queconsidero de gran significado en nuestra forma-ción republicana; aunque nunca haya podido sus-traerme a la idea de que la palabra “anarcosindi-calismo” es un perfecto oxímoron (promotor deorganización obrera con oposición a toda organi-zación o institución).

 A finales del siglo XIX y durante las primeras dé-cadas de la naciente república, se destaca otrolector de tabaquería; el escritor de la raza de color Martín Morúa Delgado. Fue lector en la fábrica de“Villar y Villar” y llegó a ser Presidente del Senadode la República de Cuba.

Con el tiempo los lectores de tabaquería fueronpersonas mucho más cultas, escogían la lecturasy seleccionaban los libros que se leerían. El másilustrado de estos lectores lo fue “El Abogadito”,

como se conocía a Víctor Muñoz. Fue lector de lafábrica de Cabañas, editor del periódico El Mundoy traducía las obras en inglés con tanta fluidez queparecía que leía en español. Su personalidad estáunida a nuestro Santiago por ser el iniciador de laidea de celebrar el día de las madres y cuya reper-cusión en nuestro pueblo logró que se adoptarapor primera vez en Cuba esa insigne recordación.

En Santiago de los Vegas conocí los siguienteslectores de tabaquería: Panchito Simón (fundador del periódico Géminis), Celestino Buría, JesusRomero, Panchito Montoto, Juan Pérez, PacoOchoa y otros. Siempre admiré a estos cultossantiagueros por el aporte a nuestra cultura y por sus limpias ejecutorias.

No quiero alargar mucho este repaso de la presenciadel lector de tabaquería en la vida cultural cubana.

 Al final mencionaré algunas obras que pudieran serlede utilidad a quien desee aprender más del tema.

Sólo me queda decir que la lectura en las tabquerías despertó en una clase analfabeta y arsanal, el impulso de cultivar el intelecto yespíritu. Fue a la cultura de Cuba como paseos por los jardines del Liceo oyendo al matro, los discípulos de Aristóteles o las pinceladmaestras en el taller de Verrocchio. El cubatuvo el ingenio de adaptar una práctica tan antig

y poco aprovechada como la lectura en voz aa un ambiente en el que pocos hubiesen augrado un arraigo y un beneficio tan rotundo.

En esta materia debo reconocer la utilidad de obras siguientes:

Gravier, Gabriel M. “Enrique Roig y San Martín. Estudioográfico”. Editorial del C.I. R. Habana,1943

Perdomo, José E. “Léxico Tabacalero Cubano”. EdicioUniversal. Miami, 1998

Rivero Muñiz, José. “La Lectura en las Tabaquerias”. vista de la Biblioteca Nacional. (Octubre – Diciembre, 19

Tinajero, Araceli. “El Lector de Tabaquería “. EditoVerbum, S.L. 2007.