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Amán Rosales Rodríguez El interés práctico en la filosofía y metodología científica de Descartes (1 Parte) Summary: the purpose of this essay is to insist in the practical interest that inspires much of Des- cartes' philosophy as a whole and especially his scientific methodology or philosophy of science. This first part traces that interest in topics such as the relationship of Descartes with Scholasticism, the ethical-practical component in the Discours de la méthode and the idea of social progress in the European XVII Century, among others. Resumen: el objetivo de este ensayo es insistir en el interés práctico que inspira mucho de la fi- losofía de Descartes en general, y de su metodolo- gía científica o filosofía de la ciencia en particu- lar. Esta primera parte localiza dicho interés en temas como la relación de Descartes con el Esco- lasticismo, el componente ético-práctico en el Discours de la méthode y la idea de progreso so- cial en el siglo XVII europeo, entre otros. 1.1 Presentación y objetivos Es importante comprobar que ha habido, en lo que va del siglo, importantes avances en la discu- sión y valoración de pensadores y escuelas filosó- ficas del pasado. No obstante, hay que reconocer que aún persisten ciertos estereotipos y prejuicios que sólo con dificultad se permiten erradicar. En ese sentido, por décadas se ha escrito en manuales de historia de la filosofía acerca de la división 'clá- sica' entre racionalistas y empiristas. Los unos, campeones de la ratio, tejedores incansables de te- larañas conceptuales e interesados únicamente en el a priori metafísico. Los otros, paladines de la empeiria, recolectores prolijos de información concreta desde los 'hechos'. Posteriormente, el criticismo kantiano conseguiría realizar una sínte- sis cualitativamente nueva de las dos tendencias que le precedieron, y así la historia de la filosofía seguiría su cómodo curso alternativo de autores y tendencias. Dicha imagen estabilizadora de corrientes que oscilan entre la abstracción pura y la experiencia concreta, que duda cabe que tiene numerosas limi- taciones, y que no corresponde con el cuadro diná- mico de influencias recíprocas y enriquecimientos mutuos entre racionalistas y empiristas. Ni qué de- cir que aun dentro de cada 'compartimento', racio- nalista o empirista, lejos se estaría de hallar sólo armonía o concordancia. No se trata de eliminar del todo las diferencias, lo que sería absurdo pues- to que las hay y son muy importantes, sino de rela- tivizar y contextualizar un poco el típico 'conflic-. to' razón vs. experiencia en la historia de la filoso- fía. Lo que interesa es mostrar, como lo ha hecho por ejemplo Cottingham, que hay buenas razones para desconfiar del modelo tradicional que enfren- ta, rígidamente, al racionalismo con el empirismo como si se tratara de "dos ejércitos hostiles" con intereses propios irreconciliables'. Lo cierto es que en cuanto a preocupaciones metodológicas, tal y como lo ha puesto de relieve Laudan, "Descartes y Bacon estaban más cerca uno del otro que Bacon de Locke, su compañero empirista."! En el caso específico de Descartes, se verá có- mo no es posible hablar tan fácilmente de una su- puesta filosofía cartesiana que evolucionaría al Rey. Filosofía Univ, Costa Rica, XXXV (86),225-233, 1997

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Amán Rosales Rodríguez

El interés práctico en la filosofíay metodología científica de Descartes

(1 Parte)

Summary: the purpose of this essay is to insistin the practical interest that inspires much of Des-cartes' philosophy as a whole and especially hisscientific methodology or philosophy of science.This first part traces that interest in topics such asthe relationship of Descartes with Scholasticism,the ethical-practical component in the Discours dela méthode and the idea of social progress in theEuropean XVII Century, among others.

Resumen: el objetivo de este ensayo es insistiren el interés práctico que inspira mucho de la fi-losofía de Descartes en general, y de su metodolo-gía científica o filosofía de la ciencia en particu-lar. Esta primera parte localiza dicho interés entemas como la relación de Descartes con el Esco-lasticismo, el componente ético-práctico en elDiscours de la méthode y la idea de progreso so-cial en el siglo XVII europeo, entre otros.

1.1 Presentación y objetivos

Es importante comprobar que ha habido, en loque va del siglo, importantes avances en la discu-sión y valoración de pensadores y escuelas filosó-ficas del pasado. No obstante, hay que reconocerque aún persisten ciertos estereotipos y prejuiciosque sólo con dificultad se permiten erradicar. Enese sentido, por décadas se ha escrito en manualesde historia de la filosofía acerca de la división 'clá-sica' entre racionalistas y empiristas. Los unos,campeones de la ratio, tejedores incansables de te-larañas conceptuales e interesados únicamente en

el a priori metafísico. Los otros, paladines de laempeiria, recolectores prolijos de informaciónconcreta desde los 'hechos'. Posteriormente, elcriticismo kantiano conseguiría realizar una sínte-sis cualitativamente nueva de las dos tendenciasque le precedieron, y así la historia de la filosofíaseguiría su cómodo curso alternativo de autores ytendencias.

Dicha imagen estabilizadora de corrientes queoscilan entre la abstracción pura y la experienciaconcreta, que duda cabe que tiene numerosas limi-taciones, y que no corresponde con el cuadro diná-mico de influencias recíprocas y enriquecimientosmutuos entre racionalistas y empiristas. Ni qué de-cir que aun dentro de cada 'compartimento', racio-nalista o empirista, lejos se estaría de hallar sóloarmonía o concordancia. No se trata de eliminardel todo las diferencias, lo que sería absurdo pues-to que las hay y son muy importantes, sino de rela-tivizar y contextualizar un poco el típico 'conflic-.to' razón vs. experiencia en la historia de la filoso-fía. Lo que interesa es mostrar, como lo ha hechopor ejemplo Cottingham, que hay buenas razonespara desconfiar del modelo tradicional que enfren-ta, rígidamente, al racionalismo con el empirismocomo si se tratara de "dos ejércitos hostiles" conintereses propios irreconciliables'. Lo cierto es queen cuanto a preocupaciones metodológicas, tal ycomo lo ha puesto de relieve Laudan, "Descartes yBacon estaban más cerca uno del otro que Baconde Locke, su compañero empirista."!

En el caso específico de Descartes, se verá có-mo no es posible hablar tan fácilmente de una su-puesta filosofía cartesiana que evolucionaría al

Rey. Filosofía Univ, Costa Rica, XXXV (86),225-233, 1997

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margen de preocupaciones concretas, cotidianas eimpulsos éticos. Por ello, uno de los objetivos deeste ensayo es insistir en la necesidad de superaruna (todavía) muy arraigada imagen caricaturescadel pensar cartesiano. Según ella, el objetivo de-terminante planteado por Descartes, habría sido elde elaborar un sistema metafísico que, pese a sunecesaria vinculación con la ciencia natural, aspi-raría únicamente a una "certeza absoluta", "meta-física", en sus afirmaciones. Sin embargo, en labúsqueda de lo absoluto, el filósofo tendría quecargar con el lastre secundario pero inevitable dela "certeza moral".

El presente trabajo no puede ofrecer, dados loslímites que se ha impuesto, un panorama sistemá-tico ni mucho menos completo de las reflexionescartesianas sobre la metodología científica. Tam-poco podrán exponerse con detalle todos los reco-vecos de significación de nociones básicas de lafilosofía cartesiana de la ciencia como: tipos decerteza, hipótesis y experimentos, mecanismos ymodelos, etc; si bien habrá que referirse breve-mente a ellos en la segunda parte'. La intenciónfundamental del ensayo es más modesta, aunquese espera que sus conclusiones no sean triviales.Lo que se desea, a modo de segundo objetivo, esinsistir en el impulso de interés práctico que mue-ve a la filosofía cartesiana en su conjunto, y a sufilosofía de la ciencia en particular. Se intentarásubrayar el pathos ético de las retlexiones carte-sianas. Se sugerirá que incluso la causa fina lis delproyecto racionalista cartesiano habría que buscar-la, antes que en la especulación metafísica per se,en el deseo más bien de fundar y aplicar el conoci-miento con el propósito de mejorar las condicio-nes materiales de vida de los seres humanos'.

1.2 Descartes y la filosofía práctica

Al hablar de un interés práctico en la filosofíade Descartes, se entiende un deseo por desarrollary aplicar medios científico-técnicos tales que,orientados racionalmente y con el mayor gradoposible de certeza en sus bases metafísicas, pue-dan contribuir al bienestar general de la humani-dad. Tomando en cuenta dicho interés es posiblecomprender también una buena parte del tan dis-cutido antiescolasticismo cartesiano. Como biense sabe, tal actitud aflora como uno de los temasimportantes en la autobiografía intelectual delDiscours de la méthode (1637, cf. la sección 1.6),

allí se critica particularmente el estancamientopráctico que se deriva de la filosofía tradicional.Descartes polemiza sobre ese tema en varios desus escritos y en pasajes significativos de su co-rrespondencia. Así, en una carta de mayo de 1643a su adversario Gisbertus Voetius, Descartes escri-be, entre otras cosas:

"La filosofía que todos mis simpatizantes y yo estamoscomprometidos en buscar, no es otra que el conoci-miento de aquellas verdades que pueden ser percibidaspor la luz natural y que pueden proporcionar beneficiosa la humanidad; así que no hay estudio que sea más ho-norable, o más digno de la humanidad, o más benéficoen esta vida. La filosofía usual que se enseña en las es-cuelas y universidades es, por contraste, meramente unacolección de opiniones que son en su mayor parte dudo-sas, como se muestra en las continuas disputas en lasque son arrojadas de acá para allá. [Dichas opiniones]son además completamente inútiles, como la larga ex-periencia nos lo ha mostrado, pues nunca nadie ha teni-do éxito en derivar ningún beneficio práctico de la 'ma-teria prima', 'formas substanciales', 'cualidades ocul-tas' y cosas por el estilo." (pWD 1II,220-21)'.

Si se toma en consideración la defensa que ha-ce Descartes de la intención ético-práctica de sufilosofía (y que se va a repetir con distinto tono yvehemencia en toda su trayectoria filosófica), qui-zá sea posible dar cuenta de algunos de los proble-mas que suscita su filosofía de la ciencia. Las di-versas ambigüedades, confusiones o incluso con-tradicciones que poblarían la metodología científi-ca cartesiana serían indicios o huellas de un force-jeo intelectual en el seno mismo de la filosofía deDescartes. Se trataría de la tensión entre el idealde una scientia absolutamente cierta en sus princi-pios físico-metafísicos, y la necesidad pragmáticade hacer concesiones a lo contingente; p.e., pormedio de la introducción de hipótesis en la expli-cación científica .

. Es cierto que los estudios cartesianos hacetiempo que han tomado en cuenta los cambios enlas aspiraciones cartesianas de certeza. Se ha vistocómo se relativiza el ideal de un conocimientocientífico acabado frente a las condiciones y cir-cunstancias que posibilitan, in concreto, la prácti-ca real de adquisición y fundamentación de laciencia natural. No obstante, pareciera que no seha insistido lo suficiente en que, p.e., la introduc-ción por parte de Descartes de una "certeza moral"en cierto tipo de explicaciones (aquellas que son su-ficientemente ciertas como para ser aplicadas en la

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vida corriente, " ... aunque pueden ser inciertas enrelación con el poder absoluto de Dios", PWD 1,289-90), puede justificarse mejor si se consideranlos límites epistemológicos que humanamente hayque aceptar, pero que al mismo tiempo posibilitanla obtención y aplicación del conocimiento cientí-fico. Ello no es contradictorio con el hecho de queDescartes también se jacte de haber pergeñado ex-plicaciones absolutamente ciertas para algunos fe-nómenos; pues su certeza, como en el caso de lamatemática, "está basada en un fundamento meta-físico; a saber, que Dios es absolutamente bueno yde ninguna manera un engañador, ... " (PWD 1,290). Se volverá sobre el tema en la segunda parte.

Antes de profundizar un poco más en lo plan-teado en el párrafo anterior, será conveniente ex-poner y comentar algunos elementos de la biogra-fía intelectual de Descartes. En especial se consi-derará la relación con la filosofía escolástica, asícomo el decisivo encuentro con el holandésBeeckman y la experiencia onírica de 1619.

1.3 Escolasticismo y cartesianismo

Uno de los aspectos más llamativos de la du-pleta que encabeza esta sección, de su interaccióny proyección filosóficas, reside en la insistenciapor parte de Descartes de justificar su programafilosófico ante la herencia escolar recibida. En pa-sajes de sus escritos que dan expresión a lo quepodrían llamarse verdaderos malabarismos inte-lectuales, Descartes se presenta a sí mismo ya co-mo revolucionario y acérrimo adversario de la"inútil" enseñanza escolástica, ya como un cola-borador más dentro de la tradición cristiana aliadacon la filosofía natural. (A lo anterior se puedeagregar, desde luego, la divisa de Ovidio que Des-cartes deseaba adoptar como norma de vida: Benevixit, bene qui latuit. PWD I1I, 43)

Especialmente respecto de sus antiguos maes-tros jesuitas, se cuida Descartes de profundizar enlas diferencias y más bien insiste en la necesidadde un proyecto colectivo de colaboración para elprogreso de la ciencia ... ad maiorem Dei gloriam.Por ejemplo, en 1637, el mismo año de publica-ción del Discours le aclara Descartes en una cartaal padre Noel:

"Puesto que yo sé que la principal razón que hace queaquellos de vuestra orden rechacenmuy cuidadosamentetodo tipo de novedades en cuestiones de filosofía, es el

temor que tienen de que esas ideas causen también al-gunos cambios en teología, quiero indicar particular-mente que no hay nada de qué preocuparse por este la-do acerca de esascosas, y que soy capaz de dar graciasa Dios por el hecho de que las opiniones que siempreme han parecido las más verdaderas en física (al consi-derar causas naturales), siempre han sido aquellas queconcuerdan mejor con los misterios de la religión."(PWD 1Il, 75).

Sin embargo, dada la rígida estructura de lateología católica con la que Descartes buscaba a lasazón mitigar diferencias, resulta claro que sus re-petidos intentos por obtener el visto bueno porparte de círculos jesuitas para sus "novedades" fí-sico-metafísicas, no podían sino estar condenadosal fracaso. Uno de los mejores ejemplos que sobreeste punto se pueden ofrecer es la forma en que secondenó a la "nueva filosofía" (el cartesianismo)en la Universidad de Utrecht. La iniciativa provi-no del ya mencionado Voetius, quien logró que enmarzo de 1642 el senado de la Universidad decre-tara lo siguiente:

"Los profesores rechazan esta nueva filosofía por tresrazones. Primera, se opone a la filosofía tradicional quelas universidades en todo el mundo han enseñado hastaahora con el mejor juicio, y socava sus fundamentos.Segunda, aparta a los jóvenes de esta filosofía válida ytradicional, y les impide alcanzar las cumbres de la eru-dición; pues una vez que han empezado a confiar en es-ta nueva filosofía y en sus supuestas soluciones, son in-capaces de comprender los términos técnicos que sonusados corrientemente en los libros de los autores tradi-cionales y las lecturas y debates de sus profesores. Fi-nalmente, diversas opiniones falsas y absurdas se siguenya sea de la nueva filosofía o pueden ser apresurada-mente deducidas por los jóvenes -opiniones que estánen conflicto con otras disciplinas y facultades, y sobretodo con la teología ortodoxa." (PWD 11,393).

En realidad, de muy poco le sirvió a Descartesinsistir sobre el carácter teológicamente inofensi-vo de sus propuestas. El bando escolástico y enparticular el jesuita mayoritario, estaba muy pocodispuesto a ceder siquiera en cuestiones mínimas.De hecho, la estabilidad y permanencia del edifi-cio escolástico que Descartes trató con tan pocafortuna de remodelar, no podía garantizarse sinomediante el reforzamiento de los cimientos yaexistentes, y no en supuestas mejoras o reformas.

Hay que tener en cuenta que el problema bási-co no era la búsqueda cartesiana de conocimientosútiles y benéficos para la humanidad (p.e. en el

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campo de la medicina); una aspiración compatibledespués de todo con el talante cristiano. El puntoálgido del conflicto era que el proyecto cartesianode una filosoffapráctica, a fin de cuentas no seríarealizable sin un rechazo, explícito o implícito, deingredientes imprescindibles para la receta escolás-tica vigente: las cuatro causas, y en especial la fi-nal, la heterogeneidad de la materia con sus cuatroelementos básicos, los conceptos de materia, formay privación en sentido aristotélico, etc. Es difícilimaginarse cómo pudo haber pensado Descartesseriamente que los principios fundamentales de sufilosofía mecánica podían ser armonizados -evitan-do conflictos de fe- con los de la teología ortodoxa.

El fracaso de Descartes con su idea de hacercompatible la visión mecánica del universo con al-gunas de las tendencias más progresistas de la fi-losofía tradicional, no representó en todo caso si-no un ejemplo más (recuérdese la condena a Gali-leo en 1633) de la tensa relación entre la Iglesia ylos proponentes de la 'nueva filosofía'. Dado elclaro impulso renovador de Descartes -pese a surepugnancia personal por la controversia pública-,el choque con la tradición escolástica con su énfa-sis en el mantenimiento del legado aristotélico-to-mista estaba programado desde un inicio.

Por otra parte, la consideración objetiva de lasrelaciones de Descartes con el Escolasticismo sedificultan al tomar en cuenta el carácter oscilantede la propia personalidad cartesiana. Expresionescontradictorias ya sea de 'rebelión' o de 'sumi-sión' ante la autoridad (filosófica o religiosa) sonfrecuentes en sus escritos. Por ejemplo, en 1640,Descartes le insiste a Mersenne su indisposiciónde entrar en posibles conflictos de censura con loslíderes católicos: "... puesto que tengo una firme fe enla infalibilidad de la Iglesia, y por añadidura no tengodudas acerca de mis propios argumentos, no puedo te-ner ningún temor de que una verdad pueda estar en con-flicto con otra." (PWD III, 161).

Como ya se dijo anteriormente, de poco levalió a Descartes afirmar que sus ideas no impli-caban amenaza alguna para la fe. Con razón seha señalado que "los jesuitas definieron comopeligro para la fe cualquier novedad tanto enteología como en filosofía, especialmente en loque concernía a los axiomas y opiniones corrien-tes del Escolasticismo.:"

El deseo de constituir una sólida filosofía prác-tica, una que al fundar la acción humana en princi-pios racionales inconmovibles pudiese superar lasestériles especulaciones escolásticas, no era paraDescartes algo incompatible con su compromiso

con la Iglesia. En Descartes es característico, jus-tamente, la aspiración de equilibrar un motivo éti-co que exige reforma y 'compromiso social', conel motivo religioso que apela al respeto y sosteni-miento de la tradición. En qué medida la búsquedade dicho equilibrio se convierte, al interior de lafilosofía cartesiana, en un balance imposible defuerzas, es un amplio tema que no puede desarro-llarse en el presente ensayo.

1.4 El encuentro con Beeckmany la interpretación de los sueños

En esta sección se presentan y comentan dossucesos en la vida de Descartes que son relevantespor su aspecto formativo. No se trata de ofrecer unesbozo biográfico, sino más bien se insiste en eldesarrollo gradual del programa cartesiano dirigi-do, desde muy temprano, a la ejecución concretade ciertas ideas e ideales fundamentales.

El aspecto más llamativo en la evolución bio-gráfica-intelectual de Descartes es la consciencia,surgida desde su juventud, acerca de la necesidadde iniciar un cambio en la orientación de la filoso-fía. Dicho cambio acarrearía la transformación, omejor aún, la sustitución del esquema aristotélico-escolástico por un corpus de conocimientos capazde rendir frutos concretos y beneficios prácticospara la humanidad. Teniendo en mente dicho ob-jetivo es que Descartes viaja a Holanda en 1618,después de haber completado sus estudios de dere-cho. Es decir, luego de haber superado los estu-dios formales en La Fleche, Descartes buscarácomplementar y completar su educación apren-diendo del "gran libro del mundo."

El acontecimiento más importante en la vidade Descartes recién llegado a Holanda fue su en-cuentro con el filósofo y matemático IsaacBeeckman. Aunque posteriormente Descartesdescuidó admitir la influencia de Beeckman ensu formación intelectual, lo cierto es que su co-rrespondencia del año 1619 atestigua el impactodel encuentro con el científico holandés en el jo-ven Descartes. En abril de 1619 Descartes le es-cribe, reconociendo que "... fuiste tú solamentequien me despertó de mi estado de indolencia y reavi-vó el conocimiento que para entonces ya casi habíadesaparecido de mi memoria, y cuando mi espíritu sedesvió de ocupaciones serias, fuiste tú quien me con-dujo de vuelta a más nobles temas." (PWD III, 4).

La idea fundamental de Beeckman, decisiva en laposterior carrera filosófico-científica de Descartes,

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es la de la necesidad de unir la física con la mate-mática. Con base en ella, Descartes comienza a in-cursionar seriamente en la interacción de proble-mas físicos, matemáticos y lógicos. Un interésque, según la opinión de Rod, habría de concretar-se más tarde en el ambicioso proyecto de una mat-hesis universalis; la "ciencia maravillosa" a lacual se referiría Descartes en una anotación del año1619: "X Novembris, cum plenus forem Enthusias-mo, et mirabilis scientiae fundamenta reperirem ...",'De esa manera comienza también la narración delos sueños cartesianos. La significativa idea de unamatematización de la investigación científica de lanaturaleza, formará parte esencial del proyecto car-tesiano posterior; es decir, el de fundar un cuerpositemático de conocimientos asentado sobre prin-cipios inconmovibles.

Naturalmente, interpretaciones como la ante-rior están sujetas a discusión. No faltan los inten-tos más o menos ingeniosos de relacionar lossueños de la noche del IO.XI.l619 con otros te-mas de la filosofía cartesiana. Se recordará la in-teresante versión de Quiring, según la cual elsueño cartesiano ofrecería el relato cifrado deldescubrimiento científico más importante deDescartes: su "idea olímpica" de los torbellinosde éter", Sin embargo, interpretaciones como lade Quiring tienden a descuidar el componenteético-práctico que ya se perfilaba con claridad(en parte también como consecuencia del en-cuentro con Beeckman) en el pensamiento carte-siano de 1619. En todo caso, Baillet cuenta queel mismo Descartes hizo su propia interpretaciónde los sueños mientras aún dormía (!). No intere-sa en este momento un recuento detallado de to-dos los sueños, pero sí merece una mención es-pecial el tercero y último 9.

En el tercer sueño encuentra Descartes un dic-cionario, luego una antología de poemas tituladoCorpus Poetarum, en una de cuyas páginas apare-ce el verso: "Quod vitae sectabor iter?"; posterior-mente un desconocido le presenta otro verso quecomienza con las palabras "Est et non". Deacuerdo con el informe de Baillet, Descartesconsideró que el diccionario indicaba la colec-ción de todas las ciencias, la antología poética launión de la filosofía con la sabiduría y el verso"Quod vitae ... " indicaba, ya sea la espera de unbuen consejo por parte de una persona sabia, oincluso el ámbito de la teología moral. Final-mente, sigue Baille, el "Est et non", el sí y no deProtágoras, fueron interpretados por Descartes

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como la verdad y falsedad del conocimiento hu-mano y de las ciencias seculares.

Aparentemente, Descartes tuvo la suficienteconfianza en el desciframiento de su experienciaonírica, como para admitir que por su intermedioel "espíritu de la verdad" había revelado los teso-ros de todas las ciencias. Ahora bien, ponderaradecuadamente el contenido de los complejos sue-ños cartesianos sería, por supuesto, una tarea ries-gasa y difícil. Con todo, y desde la ventaja adqui-rida por cierta perspectiva histórica, es posibledestacar algunos elementos significativos.

En primer lugar, a partir de la interpretación delos sueños por parte del mismo Descartes se evi-dencia la preocupación por la unidad y orden delas ciencias. En los sueños se plantearía la exigen-cia de una interconexión fundamental de las dis-tintas áreas del conocimiento (el tema se verá conmás detalle en la sección 2.1, segunda parte). Ensegundo lugar, los sueños cartesianos dan expre-sión a una exigencia ética; hay una inquietud res-pecto de lo que significa el buen vivir bajo laorientación de decisiones tomadas racionalmente.

Si, por una parte, la influencia de Beeckmansobre el joven Descartes tiene que ver ante todocon el estímulo de una incipiente vocación cien-tífica; por otra parte, la motivación que Descartesderiva de sus sueños corresponde a otro ámbitobien distinto (... y sin embargo no enteramentedesligado del primero). Lo que está en juego enla temprana biografía intelectual de Descartes noes sólo la calidad epistemológica de la educaciónrecibida. Primordial para el joven filósofo es lareflexión sobre los fines éticos en sus decisionesexistenciales.

La pregunta del sueño por el rumbo por seguiren la vida, demanda de Descartes una decisiónmuy personal, de carácter teórico-práctico, a favorde la búsqueda filosófica de la certeza. En estesentido, Rod acierta cuando afirma: "El encuentrocon Beeckman le ha abierto [a Descartes] nuevasperspectivas. Pero la convicción de estar imbuidodel espíritu de la verdad, que en Descartes debióencontrar su concreción en la idea de la garantíadivina de la verdad, no se retrotrae a Beeckman,sino que surgió de la propia necesidad de Descar-tes de seguridad incondicional en el conocer y elactuar." 10 En la siguiente sección se considerará elcontexto cultural que propició, no sólo para Des-cartes, una atmósfera favorable (o por lo menos noabiertamente hostil) a la innovación científico-fi-losófica en el siglo XVII.

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1.5 El impulso de novedady la idea de progreso social

A nadie sorprenderá que el interés cartesianopor una filosofía práctica sea un hijo de la época.Descartes vive en una situación cultural orientadamayoritariamente hacia la innovación y la refor-ma. No es de primaria importancia el que dichatendencia se concretara, o no, en masivas políticasoficiales de patronazgo y promoción de la investi-gación científio-técnica. Lo que cuenta es recono-cer el 'milieu' intelectual propiciador del progra-ma cartesiano.

Así, sobre todo Thorndike ha recalcado la fre-cuencia inusual con que en obras del siglo XVII,tanto científicas como seudo-científicas, aparecenen sus títulos calificativos como 'nuevo (a)' o'inaudito (a)'. Tal característica se convertiría enalgo habitual, repetitivo e incluso estereotipadoen el siglo XVIII: "Este desarrollo fue sin dudafomentado y alentado por la creciente oposicióna Aristóteles y al Escolasticismo, y por la tenden-cia hacia la filosofía moderna, por el renacer pa-racelseano de fines del siglo dieciséis con sustres principia en vez de cuatro elementos, por elsurgimiento y difusión de la disputa de los anti-guos y los modernos, por los descubrimientos as-tronómicos posibilitados por el telescopio yanunciados en el Nuncius Sidereus de Galileo,entre otros lugares, y por el creciente interés enel método experimental."!'

En todo ello se expresa el espíritu de la épocacon su impulso de reunir ciencia, técnica e indus-tria en un único proyecto colectivo de dominio so-bre la naturaleza. Dicho "proyecto Bacon" de laépoca (como acertada y justamente lo ha bautiza-do Lothar Schafer) determinará con su aliento utó-pico el carácter de la filosofía cartesiana (para nomencionar su influencia en otros autores de la Re-volución Científica).

El impulso de novedad es uno de los compo-nentes intelectuales que caracterizan al siglo XVIIy que determinan el tono reformador del cartesia-nismo. Igualmente significativa es la presencia, sibien quizá más diluida e indirecta, de una preocu-pación práctica-técnica en varios importantes au-tores. En este sentido había una intención tácitade unir conocimientos científico-técnicos, con lasnecesidades de la industria en diversos campos.Dicha intención se apoyaba, como lo ha puesto derelieve Mathias, en el supuesto de que el progresoindustrial tenía mucho que ganar de los logros

científicos. Un caso muy concreto es el de RobertBoyle, quien dedicó sus esfuerzos tanto a lo quehoy se llamaría ciencia 'básica' o 'pura' como a la'aplicada': "El tratado de Boyle Usefulness of Na-tural Philosophy (1664) ofrecía un panorama sis-temático acerca de los métodos que se utilizabanentonces en la industria, y acerca de las manerasen que las ciencias naturales mejoraron y mejora-rían dichos procedimientos. 'Estos procedimientosmecánicos (así lo escribió) deben ser de hechoconsiderados como parte de la historia de la natu-raleza en su sentido más amplio' ."!2

De impacto mayor que los esfuerzos individua-les y aislados de autores como Boyle, lo fueronlos estímulos estatales para aplicar el conocimien-to científico a realizaciones prácticas de interésnacional. Como lo ha hecho notar Mathias, las ri-validades nacionales en el siglo XVII estimularonla inventiva científico-técnica-industrial en losámbitos más variados: "Ejemplos típicos son labalística y la navegación (mejoras en la cartogra-fía, en los instrumentos científicos, la astronomía,tablas matemáticas, [constituyéndose] una tomaexacta del tiempo [en] fondo para ello). Diversosintentos en la medicina fueron impulsados por elalmirantazgo, que se veía enfrentado al problemaparticular de asegurar, frente al escorbuto y otrasenfermedades, la capacidad para la acción de flo-tas operantes en el extranjero ... Atención especialencontró el saber-poder científico e industrial quepudo ser de utilidad para la guerra.'?'

Descartes fracasaría en su intento de fundar unconcimiento absolutamente indudable sobre lanaturaleza. Sin embargo, en la búsqueda por fun-damentar metafísicamente el saber científico parasu aplicación práctica, Descartes expresó con cla-ridad el 'ideal de progreso social' característicodel siglo XVII. Un ideal que era "un lugar comúnentre los científicos del siglo XVII, y que con dis-tintos grados de seguridad [su consecución] fueligada a la aplicación del conocimiento científicoa la técnica"." Parece claro, por lo que hasta aho-ra se ha mostrado y con lo que se espera exponeren la próxima sección y parte segunda del trabajo,que Descartes compartió y buscó concretar a sumanera el ideal de progreso social de la época. Loque sería interesante investigar más a fondo eshasta qué punto la fiel adhesión al ideal de una fi-losofía práctica (que requiere de parte del filósofo-científico una actitud 'pragmática': de aperturapara las correcciones y flexible ante los cambiospor realizar sobre la marcha) tiene, en Descartes,

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EL INTERÉS PRÁCTICO EN DESCARTES 231

una incidencia significativa en la evolución de te-mas metodológicos en ciencia. El presente ensayosupone explícitamente la influencia de lo prácticoen lo metodológico, pero no entra en una conside-ración histórica detallada del tema.

1.6 La intención prácticaen las reflexiones sobre el método

Tal vez sea en el Discours de la méthode, apa-recido en 1637, donde se pueden encontrar lasexpresiones más claras sobre las implicacionesprácticas de la nueva scientia, a la que habría dellegarse, según Descartes, con el uso correcto delmétodo. El Discours presenta una visión retros-pectiva de acontecimientos que se consideran ala luz de la búsqueda del 'sistema', entonces unode los motivos dominantes en la filosofía carte-siana. El breve tratado, pensado como introduc-ción a La dioptrique, Les météors y La géometrieofrece, en forma directa y clara, la narración en-tre estilizada y veraz del itinerario intelectual deljoven Descartes.

El relato cartesiano es muy familiar. Descartesse muestra consciente del florecimiento intelectualde la época en que le toca vivir:

" ... nuestro siglo me parecía tan floreciente y tan fértilen buenos espíritus, como ninguno de los anteriores. Locual me llevaba a tomarme la libertad de juzgar por mía todos los demás, y pensar que no había en el mundoninguna doctrina que fuese tal como antes se me habíahecho esperar." (D, 16).

Decepcionado de lo aprendido en el mundo delas letras, Descartes se dedica a viajar, acumulan-do experiencias con la lectura del "gran libro delmundo". Por supuesto, un elemento fundamentaldel Discours es la elevación del individuo, de susubjetividad, a medida y patrón del conocimiento.La nada insignificante confianza de Descartes ensí mismo, le hace creer "que podía encontrar muchomás verdad en los razonamientos que cada uno hace to-cantes a los asuntos que le importan" (D, 20), queaprendiendo y memorizando en forma rígida elacervo escolástico. Sobre todo, se trataba paraDescartes de saciar "un extremado deseo deaprender a distinguir lo verdadero de lo falso, paraver claro en mis acciones y andar con seguridaden esta vida." (D, 20-21) Es debido a ese deseoque Descartes decide darle, en cierto modo, la es-palda al mundo:

"Poco después que hube empleado algunos años en es-tudiar así en el libro del mundo y en tratar de adquiriralguna experiencia. tomé un día la resolución de estu-diar también en mí mismo y de emplear todas las fuer-zas de mi espíritu en escoger los caminos que debía se-guir." (D, 21).

El viaje interior que emprende Descartes (cuyaprimera meta será la certeza del 'Yo'), correspon-de a una constante en la historia de las ideas quetiene que ver con la forma inicíaca, de conversióno iluminación personal, con que un autor accede auna nueva idea o modo de pensar (recuérdese lasexperiencias de los sueños cartesianos). Lo sui ge-neris del caso Descartes, como Kamlah lo ha des-tacado, es que su inicio autobiográfico en la refle-xión autónoma, su 'soul searching' personal, seubica " ... en el inicio histórico de la razón y cien-cia modernas que alrededor de 1600 se libera conesfuerzo inaudito de la tradición de la 'escuela'. ElDiscours refleja cuán ambiciosamente entiende elautor esa coincidencia [histórica-individual,A.R.R.]."'~

El nuevo comienzo que Descartes propone a lafilosofía no es uno que tenga que ver, exclusiva-mente, con la adquisición de saber teórico. En elDiscours es significativa la insistencia tanto en lautilidad material del conocimiento científico, co-mo en el compromiso moral que Descartes exigedel hombre moderno para con sus semejantes enla vida social. Así, por ejemplo, la obtención denociones teóricas en la física, debe apoyar paraDescartes el objetivo final de su aplicación útil. Elestudio de tales nociones, cuenta Descartes,

" ... me han hecho ver que es posible llegar a conoci-mientos que sean muy útiles para la vida y que, en lugarde esta Filosofía especulativa que se enseña en las es-cuelas, se la puede encontrar una práctica, mediante lacual, conociendo la fuerza y las acciones del fuego, delagua, del aire, de los astros, de los cielos y de todos losdemás cuerpos que nos rodean, tan distintamente comoconocemos los diversos oficios de nuestros artesanos,podríamos emplearlos de la misma manera en todos losusos para los que son apropiados y así hacemos comodueños y poseedores de la Naturaleza." (D, 76-77).

El célebre pasaje anterior ha sido frecuente-mente citado, como ejemplo del confiado tonocartesiano en su anticipación del proyecto moder-no de dominio sobre la naturaleza. Sin embargo,se ha insistido menos en la exigencia ética queDescartes infiere de la mera posesión del conoci-miento teórico. La exigencia se refiere al deber de

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232 AMÁN ROSALES RODRÍGUEZ

fomentar el bienestar general de la humanidadgracias al conocimiento por excelencia, el científi-co, que ha sido fundamentado en ciertos princi-pios absolutamente ciertos y evidentes. El fomen-to de la buena vida, además, es una labor que nopodría quedar reservada al solitario 'savant', sinoque se inscribe dentro de un proyecto colectivoorientado, como ya se mostró, por la idea de pro-greso social.

El ideal cartesiano propone como objetivo unconocimiento "claire et certainc", Ese es el únicoque, por su seguridad y confiabilidad, puede ga-rantizar una aplicación exitosa. El que en todo elloDescartes mire una tarea social tiene que ver conel hecho de que, para él, la scientia debe provocarno sólo una reforma en el plano de las ideas (susti-tuyendo la opaca terminología escolástica), sino yante todo una en el plano de las instituciones, delprogreso técnico y de la 'calidad de vida' (mante-nimiento de la salud físico-mental) en general.

Descartes señala optimistamente que habiendoencontrado él la ruta metódica correcta, corres-ponde ahora a sus semejantes continuar y comple-tar el programa de renovación de las ciencias. La"brevedad de la vida" y la "falta de experiencias"(léase también "experimentos", cf. sección 2.4, se-gunda parte) impiden al individuo aislado alcanzarla meta filantrópica propuesta. Se trata, segúnDescartes, de ...

"invitar a los buenos espíritus a tratar de pasar más allá,contribuyendo. cada uno según su inclinación y su po-der. a las experiencias que sería necesario hacer y co-municando también al público todas las cosas queaprenderían, a fin de que. comenzando los últimos don-de los anteriores habrían acabado y uniendo así las vi-das y los trabajos de varios. fuéramos todos juntos mu-cho más lejos de lo que calla uno podría por separado."(D. 78).

El saber que Descartes anhela es de naturalezatal, que puede servir de hase tanto para el dominiode fuerzas naturales, como para la toma personal dedecisiones en la vida cotidiana. El objetivo es una,en sentido muy amplio. 'praxis racional' de carác-ler individual y colectivo. Dicha praxis, a su vez, seasienta en un conocimiento seguro e infalible (almenos en su exposición prograrnática) que posibilitano sólo conocer el mundo (legítima curiosidad inte-lectual), sino transforrnarlo según los requerimien-tos teóricos de la mejor información disponible.

En la combinación de lo teórico con lo prácti-co, del saber con el poder. se muestra el rasgo

esencial de las reflexiones cartesianas sobre el rné-todo. Dicho rasgo consiste. como lo ha explicadoRod, en el subordinar la acción humana al gradomás alto posible de crítica racional. Es "la creen-cia en la capacidad y en la justificación -tal vez in-cJ.uso: en el deber- de la razón de determinar lapraxis ... [porque la] creencia en la razón como ra-zón práctica; e.d., en la posibilidad de una praxisracional, no debe aparecer como resultado de unadecisión pre-racional, sino que ella misma debepoder ser justificada racionalmente.':"

En esta primera parte se ha insistido en el inte-rés por una filosofía práctica que inspira, comomotivación ética, al proyecto racionalista cartesia-no. La discusión. hasta ahora más bien general, secompletará y concretará en la segunda parte con elanálisis de elementos centrales de la filosofía car-tesiana de la ciencia.

Notas

l. John Cottingham. The Rationalists. Oxford: Ox-Iord U. Press. 1988. Se proporcionan algunos ejemplosde influencias y contrainfluencias entre racionalistas yempiristas; p. 2-3.

2. Laurens Laudan: "Theories of Scientific Methodfrom Plato to Mach. A Bibliographical Review", His-torv of Science, 7 (1968). p. 6.

3. Existen varios estudios que examinan detallada-mente la filosofía cartesiana de la ciencia. Sólo en len-gua inglesa pueden citarse cuatro de diferentes años:Gerd Buchdahl. "The Relevance of Descartes's Philo-sophy for Modern Philosophy of Science", The BritisñJournal for the Historv of Science, 1 (1963), 227-249.Del mismo autor. Metaphysics and the Philosophy o/Science. The Classical Origins: Descartes to Kant.Cambridge/Mass.: The MIT Press. 1969. esp. Ch. 111.Desmond M. Clarke. Descartes' Philosophv o/ Science.Manchester: Manchester U. Press, 1982. Daniel Garber.Descartes' Metaphvsical Physics. Chicago/London:The U. of Chicago Press. 1992.

4. El destacar la motivación práctica del sistema ra-cionalista cartesiano no ha sido. por lo general. unaconstante entre los estudios pertinentes. Así. en el im-portante trabajo de Anthony Kenny. Descartes. A StudyofHis Philosophy. ew York: Random House, 1968. nisiquiera se menciona. Bernard Williams. Descartes:The Project of Pure Enquiry. Harmondsworth: PenguinBooks, rep. 1990. p. 30-31. la comenta brevemente; asítambién Cottingham. op. cit., p. 11-12. Quienes más in-sisten en el tema son Wolfgang Rod. Descartes. DieGenese des Cartesianischen Rationalismus. München:C.H. Beck. 2. Aufl .. 1982 y Rainer Specht. René Des-ear/es. Reinbeck: Rowohlt, 6. Aufl., 1992.

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EL INTERÉS PRÁCTICO EN DESCARTES 233

5. Las citas de Descartes, tanto en esta primera co-mo en la próxima segunda parte se toman de las si-guientes ediciones:

D = Descartes. Discurso del método. Trad. y notasde Constantino Láscaris. San José, C.R.: Edu-ca, 10ed., 1993.

R = RegLas para La dirección deL espíritu. (Ver-sión española de Manuel Machado, revisada)En: Descartes. Discurso deL método ... , etc.Ed. por Francisco Larroyo. México: Porrúa,11 ed., 1992,91-144.

PWD =Tlze Philosophical Writings of Descartes, 2Vols. J. Cottingham, R. Stoothoff and D.Murdoch, trans. Cambridge: Cambridge U.Press, 1985-86. Vol. 3: The Corresponden-ceo Cottingham/Stoothoff/Murdoch and A.Kenny, trans. Cambridge: Cambridge U.Press, 1991. Después de la abreviatura se in-dicará el volumen (1, 11, 11I), seguido de lapaginación.

Las reflexiones cartesianas tienen un tono más bienmoderado si se las compara con las de Francis Bacon. Ensu Novum organum escribe: "No hay signo más cierto nide más consideración, que el que deriva de los resulta-dos. Las invenciones útiles son como garantía y cauciónde la verdad de las filosofías. Pues bien, ¿podría demos-trarse que de todas esas filosofías griegas y de las cien-cias especiales que son su corolario, haya resu Itado du-rante tantos siglos, una sola experiencia que haya contri-buido a mejorar y aliviar la condición humana, y que sepueda referir ciertamente a las especulaciones y a losdogmas de la filosofía? (...) Así, lo mismo que es un pre-cepto en religión, probar la fe por obras, en filosofía, a loque es precepto, se aplica perfectamente; es preciso juz-gar de la doctrina por sus frutos y declarar vana a la quees estéril, y esto con tanta mayor razón, si la filosofía, envez de los frutos de la viña y del olivo, produce las zarzasy las espinas de las discusiones y las querellas." lnstaura-tio magna, Novum organum, Nueva Atlántida (Ed. Fran-cisco Larroyo, trad. Cristóbal Litran). México: EditorialPorrúa, 4. ed., 1991, p. 56.

6. Roger Ariew: "Descartes and Scholasticism: TheIntellectual Background lo Descartes' Thought." En: J.Cottingham (ed.). The Cambridge Companion to Des-cartes. Cambridge: Cambridge U. Press, 1992, p. 65.

7. Citado por R6d, op. cit., p. 19. Para otros aspec-tos relevantes de la influencia científica de Beeckmanen Descartes véase Garber, op. cit., p. 9-12.

8. Cf. Heinrich Quiring: "Como es conocido, Des-cartes no consideraba su filosofía, ni siquiera su sobre-saliente geometría analítica como las obras principalesde su vida. El descubrimiento más distinguido les pare-cía tanto a él como a sus discípulos su teoría de los tor-bellinos de éter." En: "Der Traum des Descartes. EineVerschlüsselung seiner Metaphysik." Kant-Studien, 46(1954-55), p. 137.

9. El relato de los sueños por parte de Adrien Bailletse reproduce en John Cottingham. Descartes. Oxford:Blackwell, 1986, p. 161-164.

lO. R6d, op. cit., p. 22-23.1l. Lynn Thorndike: "Newness and Craving for No-

velty in Seventeenth-Century Science and Medicine,"Journal of the History of Ideas, XII (1951), p. 584-585.

12. Peter Mathias: "Wer entfesselte Prometheus?Naturwissenschafl und Technischer Wandel von 1600bis 1800". En: K. Hausen/R. Rürup (Hg.). ModerneTechnikgeschichte. K61n: Kiepenheuer & Witsch, 1975,p. 77.

13. [bid., p. 77-78.14. A. Rupert Hall. The Revolution in Science J500-

1750. London/New York: Longman, 1983, p. 239. Elideal de progreso social tuvo que convivir por ciertocon un enfoque más conservador acerca de los objetivosde la ciencia. Según lo explica 1. Bernard Cohen: "Mu-chos científicos del siglo XVII eran partidarios de unaperspectiva más arcaica, según la cual la prosecución dela comprensión científica resultaba de utilidad en la me-dida en que fuese capaz de promover la comprensiónhumana de la sabiduría y poder divinos. Tradicional-mente, el aspecto práctico de la ciencia residía en servira la causa de la religión, siendo un rasgo revolucionariode la nueva ciencia el objeti vo pragmático adicionalconsistente en mejorar aquí y ahora la vida diaria me-diante la ciencia aplicada." La revolucián newtoniana yLa transformación de las ideas científicas. (Versión es-pañola de Carlos Salís Santos) Madrid: Alianza Edito-rial, 1983, p. 23.

15. Wilhelm Kamlah: "Der Anfang der Vernunftbei Descartes - autobiographisch und historisch", Ar-chiv fiir Geschichte der PhiLosophie, 43 (1961), p. 71.Cf. también de Wilhelm Risse: "Zur Vorgeschichte dercartesischen Methodenlehre", Archiv für Geschichte derPhilosophie, 45 (1963), esp. 289-29l.

16. R6d, op. cit., p. 34.

Amán Rosales RodríguezEscuela de Filosofía

Universidad de Costa [email protected].