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1. DOS CUESTIONES CONTROVERTIDAS N o es fácil determinar en qué momen- to se acaban los precursores y apa- rece la sociología, propiamente dicha. La constitución diferenciada del objeto formal propio de una ciencia; es decir la apa- rición de la perspectiva o del enfoque que da lugar a conocimientos inequívocamente pro- pios de una nueva disciplina científica, no es algo que se produzca de una sola vez y para todas. Y esto sucede tanto en el ámbito de las ciencias naturales, como en el de las ciencias humanas. Y dentro de las ciencias humanas, no es una circunstancia exclusiva de la socio- logía, ni mucho menos, de la sociología espa- ñola. Lo descubrimos al estudiar a ciertos pen- sadores de la Ilustración inglesa y también acontece lo propio cuando se leen las obras de los arquetípico-reformistas franceses, o los escritos de los padres fundadores de la socio- logía norteamericana. Más aún, cuando pudiéramos pensar que nos hallamos ya den- tro de los límites de la sociología, acontece con frecuencia que no todo lo que se escribe o se dice por presuntos sociólogos es estricta socio- logía, en el más purista de los sentidos, sino que se nos sirve mezclado con reflexiones éti- cas, recomendaciones políticas o propuestas imaginativas. Tal vez esto nos preocupe mucho más a nosotros que a los científicos de otros países, empeñados como estamos en ensayar el dardo acerado de la crítica contra nuestras propias carnes. Pero es el caso que convendría dejar a un lado todo tipo de pre- juicios doctrinales, personales o de escuela, para valorar adecuadamente las aportacio- nes científicas de esos autores, más o menos próximos a la sociología, a fin de someter a comprobación la eventual corrección y vali- dez de sus proposiciones. Fácilmente se comprenderá que, si no están claros los orígenes de la sociología en España, difícilmente van a poderse valorar con claridad las aportaciones del Instituto de Reformas Sociales a esos orígenes. La pre- gunta por la aportación del Instituto de Reformas Sociales al posterior desarrollo de la sociología en España es una pregunta nun- ca contestada en sus justos términos y, podrí- amos decir que es, más bien, sistemáticamen- te soslayada. En sus estudios sobre la sociología españo- la, Gómez Arboleya, después de referirse a los escritos de Azcárate y Posada, sin hacer alu- 55 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES * Catedrático de Sociología y Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. El Instituto de Reformas Sociales y los orígenes de la Sociología en España ENRIQUE MARTÍN LÓPEZ *

El Instituto de Reformas Sociales y los orígenes de la ... · CONOCIMIENTO CIENTÍFICO La sociología del conocimiento ha dejado en claro hace ya largo tiempo, que existe un condicionamiento

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1. DOS CUESTIONESCONTROVERTIDAS

No es fácil determinar en qué momen-to se acaban los precursores y apa-rece la sociología, propiamente

dicha. La constitución diferenciada del objetoformal propio de una ciencia; es decir la apa-rición de la perspectiva o del enfoque que dalugar a conocimientos inequívocamente pro-pios de una nueva disciplina científica, no esalgo que se produzca de una sola vez y paratodas. Y esto sucede tanto en el ámbito de lasciencias naturales, como en el de las cienciashumanas. Y dentro de las ciencias humanas,no es una circunstancia exclusiva de la socio-logía, ni mucho menos, de la sociología espa-ñola.

Lo descubrimos al estudiar a ciertos pen-sadores de la Ilustración inglesa y tambiénacontece lo propio cuando se leen las obras delos arquetípico-reformistas franceses, o losescritos de los padres fundadores de la socio-logía norteamericana. Más aún, cuandopudiéramos pensar que nos hallamos ya den-tro de los límites de la sociología, acontece confrecuencia que no todo lo que se escribe o se

dice por presuntos sociólogos es estricta socio-logía, en el más purista de los sentidos, sinoque se nos sirve mezclado con reflexiones éti-cas, recomendaciones políticas o propuestasimaginativas. Tal vez esto nos preocupemucho más a nosotros que a los científicos deotros países, empeñados como estamos enensayar el dardo acerado de la crítica contranuestras propias carnes. Pero es el caso queconvendría dejar a un lado todo tipo de pre-juicios doctrinales, personales o de escuela,para valorar adecuadamente las aportacio-nes científicas de esos autores, más o menospróximos a la sociología, a fin de someter acomprobación la eventual corrección y vali-dez de sus proposiciones.

Fácilmente se comprenderá que, si noestán claros los orígenes de la sociología enEspaña, difícilmente van a poderse valorarcon claridad las aportaciones del Instituto deReformas Sociales a esos orígenes. La pre-gunta por la aportación del Instituto deReformas Sociales al posterior desarrollo dela sociología en España es una pregunta nun-ca contestada en sus justos términos y, podrí-amos decir que es, más bien, sistemáticamen-te soslayada.

En sus estudios sobre la sociología españo-la, Gómez Arboleya, después de referirse a losescritos de Azcárate y Posada, sin hacer alu-

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* Catedrático de Sociología y Filosofía del Derechode la Universidad Complutense de Madrid.

El Instituto de Reformas Socialesy los orígenes de la Sociología enEspaña

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sión a su participación en el Instituto deReformas Sociales, pasa a considerar lainfluencia destructora de la fenomenología enla sociología española: « la influencia de lafenomenología en sociología constituye unfenómeno análogo al del kantismo, y continúala etapa de crisis del crecimiento de esta cien-cia entre los años 1915-1917 y 1940»1.

Llama la atención Gómez Arboleya sobreel contraste que se ofrece en esa etapa entreel desarrollo espléndido «del pensamiento, dela literatura y el arte, de la ciencia española»y la práctica inexistencia de la sociología. Yañade, intentando ilustrar su pensamiento:«Tan sólo una cátedra en la Universidad deMadrid, que regenta don Severino Aznar.Junto a ella, un Instituto que se ocupa del«problema social» y cuya actividad técnica esde gran calidad. Me refiero al Instituto deReformas Sociales, fundado en 1904. Su his-toria es bien conocida». Pero es evidente queArboleya se refiere sólo a la historia de la cre-ación del Instituto, no a la historia científicay político-reformista protagonizada por él ydesde él. De modo que alude a la creación dela Comisión de Reformas Sociales, y cómo, apartir de ella, surgió el Instituto. Únicamen-te añade que «trabajó de un modo positivo yconcreto sobre los problemas sociales» y cita,a pie de página, los títulos de los seis u ochoinformes más conocidos, de entre los elabora-dos por el Instituto de Reformas Sociales. Niuna sola mención de quiénes fueron los presi-dentes y técnicos del Instituto, ni los autores

de los Informes y su personalidad y vincula-ción con la sociología2. A algunos de ellos, loscita como criminólogos –Salillas, Bernaldo deQuirós–, o como investigadores económicos ysociales –Álvarez Buylla–.

Casi cuarenta años después, también Saa-vedra analiza el pensamiento sociológico deAzcárate y de Posada sin mencionar que, jun-to a sus elaboraciones teóricas, sería obligadoreferirse a sus participaciones personales enlas investigaciones llevadas a cabo en el Ins-tituto de Reformas Sociales, del que el prime-ro fue Presidente y el segundo, miembro dis-tinguido y permanente de su personal técni-co. Parece lógico pensar que sus concepcionesteóricas tuvieron que estar presentes en losestudios empíricos que encauzaron y que,más o menos personalmente, dirigieron.

Salvo que se piense en una especie de divi-sión esquizoide de sus personalidades, nocabe imaginar que en ellos estuvieran com-pletamente disociados el pensamiento espe-culativo y la investigación descriptiva, máxi-me cuando, dada la naturaleza y los fines delInstituto, su actuación terminaba desembo-cando, necesariamente, en una acción políti-ca y legislativa científicamente orientada. Noaparece, sin embargo, en Saavedra, una solareferencia a los estudios del Instituto deReformas Sociales, proporcionando unavisión de las obras de Azcárate y de Posada3,que, pese a su innegable valor documental ypanorámico, quedan desgajadas de la socie-dad en la que se producen.

Más positivo es el planteamiento de Casti-llo, en sus «Apuntes para una historia de lasociología española»4. Se refiere Castillo,

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1 GÓMEZ ARBOLEYA, Enrique, «Sociología en España»,en Estudios de Teoría de la Sociedad y del Estado, Ma-drid: Instituto de Estudios Políticos, 1962, pág. 681. So-bre la validez de esta afirmación no vamos a tratar aquí,pero la recogemos en tanto que una parte de ese perío-do (1915-1924), corresponde a la segunda mitad de lavida del Instituto de Reformas Sociales, y otra parte(1936-1939), a la guerra civil. Al final de este estudio in-cluiremos una sucinta relación cronológica de las obras,presuntamente sociológicas, en todo o en parte, publi-cadas en España entre 1875 y 1940. No siempre es fá-cil separar el grano científico de la paja ideológica, peroeso también sucede con las cosechas actuales.

2 Op. cit., págs. 682-3.3 SAAVEDRA, Luis, El pensamiento sociológico espa-

ñol, Madrid: Taurus Humanidades, 1991, páginas 77 ysiguientes.

4 CASTILLO CASTILLO, José, «Apuntes para una historiade la sociología española», Apéndice a la obra de G.DUNCAN MITCHELL, Historia de la Sociología, Madrid:Guadarrama, 1973, 2 volúmenes.

especialmente, al Informe sobre los salariosagrícolas en Andalucía y Extremadura en elaño 1905, y después de aludir a la hipótesisbásica de la que parte dicho estudio, y demencionar la técnica de cuestionario emplea-da en el mismo, concluye que «el citado infor-me, si bien con defectos, es reflejo de una acti-tud totalmente moderna respecto del estudiode los problemas sociales». Y añade, comocorolario, que «en los primeros desarrollos dela sociología en nuestro país, ya existía unaauténtica preocupación por el estudio teóricoy empírico del trabajo asalariado»5.

2. INFLUENCIA RECÍPROCA SOCIEDAD-CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

La sociología del conocimiento ha dejadoen claro hace ya largo tiempo, que existe uncondicionamiento recíproco entre la sociedady el conocimiento científico que en ella se pro-duce, lo cual proporciona una cierta tonalidada la ciencia que una sociedad es capaz de pro-ducir y, sin afectar, pese a ello, a la universa-lidad y validez de los conocimientos, muestrauna cierta predisposición a pensar preferen-temente sobre ciertas cuestiones y a llevar alterreno de la acción social, económica y políti-ca, preferentemente, las consecuencias prác-ticas de determinados conocimientos. Estoparece más notable en el caso de la sociologíaque, al ser una reflexión sobre la propia socie-dad, aparece históricamente, después dehaberse desplegado el conocimiento científicosobre el resto de las realidades que integrannuestro mundo y que se nos hacen presenteen esa misma sociedad. La reflexión sociológi-ca aparece así, en cada país, cuando se llega aun momento de plenitud y autoconciencia enel que la sociedad se convierte en objeto de supropia consideración y en objeto de una refle-xión científica de síntesis.

En Inglaterra, el acontecimiento desenca-denante es, sin duda, la revolución indus-trial, en tanto que, en el caso de Francia, esepapel lo cumple la revolución política y social,como conjunto de acontecimientos que des-truye un orden social y que pone en trance deaparición otro nuevo. En el caso de Alemania,tal vez cumpla esa función el intento de inte-grar la revolución económica y la revoluciónpolítica en el contexto de su tradición culturale institucional6.

En todo caso, como se ha dicho muchasveces, la sociología supone un intento de com-prender la sociedad como un todo, para des-cubrir las leyes internas de su constitución yde su desarrollo y aprender el funcionamien-to de esos principios activos que, si no se cono-cen, pueden producir alteraciones y conflic-tos. Es singularmente claro el pensamientocon el que Augusto Comte inicia uno de losprimeros escritos que publica con su firma:«Un sistema social que se extingue, un nuevosistema llegado a su entera madurez y quetiende a constituirse, tal es el carácter funda-mental asignado a la época actual por la mar-cha general de la civilización. Conforme aeste estado de cosas, dos movimientos denaturaleza diferente agitan hoy la sociedad:uno de desorganización, otro de reorganiza-ción»7. Tales movimientos, de signo contrarioy protagonizados por actores sociales diferen-tes y enfrentados, originan conflictos y alte-raciones de modo constante y constituyen el

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5 CASTILLO CASTILLO, José, Op.cit., vol. II, págs. 118-119. Igualmente positiva es la aproximación de JuanZARCO, «Notas sobre el Instituto de Reformas Sociales ylas tres historias de la sociología española», REIS, n.º 86,1999, págs. 129-151.

6 Las notables diferencias en la evolución de los«problemas sociales» en Alemania se prestan a un análi-sis en términos de sociología del conocimiento, ya queparecen configurar un contexto social favorable al des-arrollo de una sociología más armónica y equilibradaque en los países europeos, donde se afincó más pro-fundamente el individualismo y en donde las asociacio-nes obreras y otras instituciones intermedias fueron ob-jeto de mayores dificultades y persecuciones. Véase,MARTÍN LÓPEZ, Enrique, Sociología industrial, Madrid:Fundación para la Formación de Altos Profesionales(FUFAP), 1997, pág. 27.

7 COMTE, Auguste, Plan des travaux scientifiques né-cessaires pour réorganiser la société (1822), Paris: Au-bier-Montaigne, 1970, pág.55.

motivo que hace necesaria la aparición deuna nueva ciencia sobre la sociedad.

Pero el razonamiento que aplica Comte,con carácter general, al origen de la sociolo-gía, no resulta el más adecuado para com-prender y explicar la sociedad española demediados, o incluso de finales del siglo XIX ycomienzos del XX. Y sin embargo, la sociolo-gía había empezado a surgir entre nosotros,pero en virtud de circunstancias sociales muydiferentes y a partir de preocupaciones prác-ticas y de planteamientos teóricos distintos.

3. EL CASO DE ESPAÑA

Es ardua empresa hacer una síntesis, en elcorto espacio del que disponemos para talempeño, de los principales problemas queafectan a la sociedad española del siglo XIX yde las primeras décadas del XX, que condicio-nan y motivan la preocupación por los proble-mas sociales, primero, y la reflexión científi-ca, después.

Enfrentado a esta tarea, después de reco-nocer su complejidad, escribe Gómez Arbole-ya que, «durante el siglo XIX asistimos alintento de afirmación de la burguesía españo-la frente a las fuerzas tradicionales» y, ciñén-dose a los hechos que él considera fundamen-tales en ese proceso, enumera los siguientes:«a) La misma guerra antinapoleónica, quehabía dado poder social, en los cuadros delejército, a hombre sin origen noble; b) el des-arrollo industrial, sobre todo en ciertas regio-nes; c) la desamortización que había que-brantado la posición de los poderes tradicio-nales: nobleza y clero, y pone en circulaciónuna cierta cantidad de bienes; d) los restosideológicos de la Ilustración, que dio a la bur-guesía una serie de supuestos para enfren-tarse con la realidad tradicional»8. Si bien escierto que el propio Arboleya intenta matizarlos hechos a los que alude y que es consciente

de que lo acontecido en España –incluso laemergencia de una burguesía-, es difícilmen-te comparable a lo que sucede en otros paíseseuropeos, entendemos que su enumeración esinsuficiente y, sobre todo, que no resultademasiado útil para comprender la sociologíaque de ahí se desprende. Pero el camino por éliniciado nos parece el más aconsejable paraacometer nuestra tarea y, consecuentemente,lo vamos a seguir.

Por de pronto, conviene destacar la impor-tancia de la Guerra de la Independencia en elproceso transformador de la sociedad españo-la9, y no sólo por lo que se refiere a la forma-ción de cuadros del ejército que no son de ori-gen noble. Mayor importancia tiene el podersocial y el respaldo popular de los altos jefesmilitares, acrisolados durante la Guerra de laIndependencia, que les permitirá interveniren la vida política a lo largo de todo el sigloXIX, al margen de las instancias políticas,bajo la forma de pronunciamientos. Y junto aesto, la pervivencia de la estructura y el siste-ma de las guerrillas que, carentes de un reco-nocimiento y una integración adecuada den-tro de la sociedad rural pacificada, sirven depauta de conducta para la extensión del ban-dolerismo.

Pero, aparte de lo anterior, la victoria fren-te a Napoleón va unida a la aceptación de lasideas políticas liberales, procedentes de larevolución francesa y con ello, la divisiónradical de la sociedad entre liberales y con-servadores (llamados «serviles» en tiemposde Fernando VII). Las guerras carlistas pro-longarán durante largos años tanto el enfren-tamiento entre liberales y tradicionales,como el poder del ejército y la inseguridad delas zonas rurales. Junto a esto, la causa libe-ral, a través de un penetrante ejercicio deaproximación, ganó para su causa a muchos

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8 GÓMEZ ARBOLEYA, Enrique, Op. cit., págs. 657-8.

9 Sobre este tema puede verse Gabriel H. LOVETT, LaGuerra de la Independencia y el nacimiento de la Españacontemporánea, 2 volúmenes, Barcelona: Península,1975.

oficiales del ejército, lo que, unido al protago-nismo social y político de las fuerzas arma-das, decantaría frecuentemente la marcha delos acontecimientos.

El proceso desamortizador de los bienes dela nobleza y del clero, que tuvo su impulsodecisivo en 1836, prohibiéndose las órdenesreligiosas masculinas y vendiéndose susbienes a los particulares, había de liberar, enprincipio, las «manos muertas» para favore-cer el proceso industrializador, incrementan-do la productividad agraria. Sin embargo, losresultados no fueron siempre los esperados.Por el contrario, se formó una burguesíaterrateniente, de residencia urbana, que sedesentendió de las grandes fincas y de lasmultitudes de hombres y mujeres que vivíandel trabajo en las mismas. Esta nueva bur-guesía, propietaria ahora, a precios irrisorios,de las tierras de la nobleza y del clero, conser-vaba los antiguos privilegios pero se desen-tendía de sus obligaciones correlativas obser-vadas por aquéllos. La miseria de las pobla-ciones rurales sería, durante largo tiempo, elcaldo de cultivo de constantes agitacionescampesinas. Por otra parte, cuando se esta-bleciera el sufragio universal masculino, en1874, la coacción y el engaño ejercidos por loscaciques de cada comarca, garantizarían lapermanencia de la situación. Este fue elmedio de que se valieron los gobiernos de laRestauración para garantizar la estabilidadpolítica, eventualmente al precio de la arbi-trariedad y la injusticia, especialmente en losmedios rurales.

Atención especial merece el proceso deindustrialización que tiene lugar en España.Como se ha señalado a propósito de la revolu-ción industrial inglesa, es necesario que,antes de que esta empiece, se produzca unarevolución agraria, que a partir del mejoraprovechamiento de las tierras, origine unincremento de la producción y del consumoprivado, y con ello el doble fenómeno de laexpansión de la población y de la economía yde la marcha de un sector de la poblaciónrural hacia las ciudades. Pues bien, entre

nosotros, el proceso desamortizador contribu-yó en escasa medida a este avance de la agri-cultura y de la ganadería, que habían inicia-do el siglo en situación verdaderamentecatastrófica, como consecuencia de las gue-rras napoleónicas y que, en gran parte deEspaña, habían prolongado la catástrofe através de las guerras carlistas. Tanto el norteminifundista, como el sur latifundista, ofrecí-an un panorama de profunda pobreza, bienque por causas muy distintas. Y junto a esto,el dato de que la abrumadora mayoría de lapoblación española vivía en el campo y de laproducción del campo.

El desarrollo industrial es tardío, inconsis-tente y lento. Se inicia hacia 1830, gracias alos capitales repatriados de las provincias deUltramar, recién independizadas, y a losescasos fondos que, procedentes de la des-amortización, se arriesgaron en las empresasindustriales. Pero el proceso industrializadorno encuentra las condiciones políticas, econó-micas y sociales para una continuidad y sealetarga hasta los años posteriores a la Res-tauración borbónica. Por otra parte, este pro-ceso se centra en la industria textil, la side-rurgia y la minería y se localiza sobre todo enAsturias, Cataluña y las Provincias Vascon-gadas. A partir de 1868, el gobierno liberalizalas explotaciones mineras, hasta ese momen-to de propiedad estatal, y las pone a la venta,siendo adquiridas, en su mayoría, por empre-sas inglesas, belgas, alemanas y francesas,que explotan los yacimientos hasta esquil-marlos, frecuentemente en condiciones pre-carias y peligrosas para los trabajadores, sinatender a la legislación vigente, y nada respe-tuosas hacia el medio ambiente y los habitan-tes de la zona. Entre 1868 y 1900 casi toda laproducción de minerales metálicos fue envia-da a la industria europea. Sólo en Vizcayauna parte del capital de las empresas mine-ras pertenecía a españoles.

La escasez de los recursos energéticos,limitado a poco más que el carbón asturiano,más caro que el inglés y difícil de transportara las fábricas, fue un obstáculo muy fuerte al

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desarrollo industrial, especialmente a la side-rurgia. La industria textil catalana, quepodía haber sido el motor de la industrializa-ción española, defendió a ultranza tesis pro-teccionistas y la pérdida definitiva de las pro-vincias de ultramar limitó su mercado al mer-cado interior peninsular, escasamente des-arrollado. El predominio durante casi todo elsiglo XIX de las tendencias individualistas olibrecambistas, remunerando el trabajo porsu valor de mercado, fue una fuente continuade huelgas.

Mayores matizaciones precisa la referen-cia de Gómez Arboleya al enfrentamiento dela burguesía, desde ideas de la Ilustración, alpensamiento tradicional español. Un sectorimportante de la burguesía –aquélla que seencumbró gracias a los negocios propiciadospor la desamortización y por el desarrolloindustrial–, se aferró a la versión más anqui-losada de la mentalidad del antiguo régimenpara defender sus posiciones. Así, se presen-taron como liberales y católicos, sosteniendoque la estructura social abruptamente des-igualitaria, existente en España, era el ordennatural, querido por Dios y nada debía hacer-se contra ella. Ciertamente, procede tambiénde la burguesía –de ciertos sectores cultos dela burguesía, no especialmente vinculados ala propiedad de la tierra y de la industria,sino a las profesiones liberales–, el intento dellevar a cabo una regeneración del pensa-miento y de la acción social y política en Espa-ña. Pero la reflexión crítica sobre la sociedadespañola, aunque pretenda basarse en argu-mentos racionales, suele ir acompañada, enmayor o menor medida, de componentes doc-trinales. Como tendremos ocasión de señalaresto no es exclusivo del pensamiento español.

La reflexión crítica sobre la sociedad espa-ñola surgida desde la burguesía, no es unita-ria, sino que ofrece, por lo menos, dos direc-ciones que coinciden parcialmente en sumetas, pero son diferentes, e incluso contra-rias, en algunos de sus valores y principios.Hay una corriente de esa reflexión crítica, decarácter laico, que se proyecta sobre la filoso-

fía, la pedagogía, la política y la sociología,interesándose por todas las áreas del sabercientífico, y que está representada por elRegeneracionismo, plasmándose especial-mente en la Institución Libre de Enseñanza.Pero, en paralelo a este movimiento discurreotro del que no cabe olvidarse, especialmenteen España. Nos referimos a la reflexión críti-ca, que surge de los intentos de renovacióncristiana. Existe en ciertos países europeos–sobre todo, en Bélgica y Alemania– un movi-miento de renovación católica que conduce aun intento de aplicar el pensamiento cristia-no al tratamiento y solución de la «cuestiónsocial» y que tiene uno de sus hitos funda-mentales en la publicación, en 1891, de laencíclica Rerum Novarum, por el papa LeónXIII. Con anterioridad el Cardenal Mercierhabía creado el Instituto Católico de Lovaina.

Por último, es necesario añadir que el pro-ceso de industrialización y los problemasagrarios favorecen la extensión de doctrinasreivindicativas en el medio rural y en el mine-ro e industrial, generándose un vasto procesoasociativo, anarquista y socialista, que orga-niza y respalda las acciones de lucha y pro-testa frente a los abusos y en apoyo de las rei-vindicaciones.

4. UN POSIBLE ENFOQUE: LASOCIOLOGÍA ESPAÑOLA COMOREFLEXIÓN CRÍTICA SOBRE LOSPROBLEMAS DE LA SOCIEDADESPAÑOLA

Para comprender correctamente el sentidocientífico y político de la acción llevada a cabopor el Instituto de Reformas Sociales, es nece-sario situarlo en su contexto histórico, socialy económico. Su existencia discurre en mediode un acusado proceso de cambio en el que sehace evidente la necesidad de una variaciónsustancial de las estructuras españolas,sobre todo en lo que se refiere a las quiebras ydesajustes en la sociedad española, origina-das por el desarrollo industrial, en un escena-

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rio político marcado por la inhibición delEstado en los conflictos sociales originadospor aquél.

En ese escenario emergen iniciativaspúblicas y privadas, políticas y religiosas,obreras y patronales, multiplicándose losactores sociales que irrumpen en la acción ylas direcciones, unas veces confluyentes, perola mayoría de las veces enfrentadas. Muchosde los intentos tienen un carácter predomi-nantemente activo y se orientan a resolver opaliar problemas, ya conocidos y vividos, dealcance personal y geográfico limitados. Peroen los casos de mayor relevancia el plantea-miento presenta una dimensión más univer-sal, partiendo de la necesidad de un mejorconocimiento de los problemas, que va unidoa una interpretación y propuesta de solucióndesde la peculiar óptica de los protagonistas:ideológica, científica o religiosa.

En todos estos casos se plantea, implícita oexplícitamente, el precepto comtiano: conocerpara prever, prever para poder. El conoci-miento de los hechos y de los problemas vadirectamente anudado al intento de actuarpara poner remedio a los mismos. Pensa-miento sociológico y acción social y políticaaparecen indefectiblemente unidos. Al menosen la intención de los actores, y tal como ellosentendían estos términos.

5. LOS AUTORES DE LA REFLEXIÓNCRÍTICA

En todo caso, algo nos hace pensar que nosencontramos ante un error de perspectivaque da lugar a una deficiente comprensión delos fenómenos, y que es necesario comenzarreplanteándonos la situación y la definiciónde la sociología en España. No sólo a la quepudo hacerse en el Instituto de ReformasSociales, sino a la que, de alguna manera, sehacia por los intelectuales españoles, demodo independiente o en el seno de institu-ciones. En el Ateneo de Madrid, y en otrosAteneos de toda España. En la Institución

Libre de Enseñanza. En la Real Academia deCiencias Morales y Políticas. En la Adminis-tración Pública –pues a ella pertenecían, a finde cuentas, tanto la Comisión de ReformasSociales como el Instituto de Reformas socia-les–. En los Seminarios Diocesanos y, en con-creto, en el de Madrid. Y también en la Uni-versidad, pues aunque sólo existiera durantemucho tiempo la cátedra de Sales y Ferré,cubierta de nuevo, a la muerte de éste, porSeverino Aznar, existían otras cátedras, dediferentes materias, y muy especialmente, lade Giner, que se ocupaban de formar a susalumnos en los conocimientos sociológicos dela época y en otras áreas próximas. Sólo amodo de introducción a la labor realizada porel Instituto de Reformas Sociales, nos referi-remos a la Real Academia de Ciencias Mora-les y Políticas, a los Seminarios Diocesanos yal I Congreso Nacional Sociológico, convocadopor el Ateneo-Casino Obrero de Valencia.

5.1. La Real Academia de CienciasMorales y Políticas

Entre 1881 y 1932, ingresan en la RealAcademia de Ciencias Morales y Políticascatorce académicos que son consideradoscomo sociólogos o que, por lo menos, disertansobre temas sociológicos. No deja de ser signi-ficativo que, según nuestras cuentas, once dequienes trabajaron –como vocales por desig-nación real o como personal técnico– en elInstituto de Reformas Sociales, o eran ya aca-démicos cuando ingresaron en el Instituto olo fueron durante su pertenencia al mismo.Sólo en dos casos, ingresaron en la Real Aca-demia con posterioridad a la desaparición delInstituto. He aquí sus nombres:

1. Gumersindo de Azcárate y Menéndez,(7 de Mayo de 1891),Discurso: Concepto de la sociología.

2. Vicente Santamaría de Paredes y Sal-vá, (Conde de Santamaría de Paredes)(15 de Mayo de 1893),Discurso: El movimiento obrero con-temporáneo.

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3. Eduardo Sanz y Escartín (Conde deLizárraga) (25 de Febrero de 1894),Discurso: De la autoridad política en lasociedad contemporánea.

4. José Manuel Piernas Hurtado (12 deMarzo de 1905)Discurso: Consideraciones acerca delprincipio de solidaridad y de sus conse-cuencias en el orden económico.

5. Adolfo Bonilla y San Martín (1 deDiciembre de 1912),Discurso: La ficción en el Derecho.

6. Adolfo González Posada (13 de Juniode 1915),

Discurso: La ciudad moderna.

7. Adolfo Alvarez-Buylla y González Ale-gre (21 de Marzo de 1917),

Discurso: La reforma social en España.

8. Julio Puyol y Alonso (11 de Mayo de1919),

Discurso: Proceso del sindicalismorevolucionario.

9. Severino Aznar y Embid (13 de Febre-ro de 1921),

Discurso: La abolición del salariado.

10. Leopoldo Palacios Morini (16 de Octu-bre de 1927), Discurso: Los mandatos internaciona-les de la sociedad de las Naciones.

11. Pedro Sangro y Ros de Olano (Marquésde Guad-el-Jelú) (15 de Mayo de 1932)Discurso: Opinión pública y masa neu-tra10

En distintas oportunidades convoca laReal Academia premios sobre cuestiones deinterés social y, cuando en 1883 se celebra enValencia el I Congreso Nacional Sociológico,convocado por el Ateneo-Casino Obrero deValencia, la Academia es una de las institu-ciones que acuden a la convocatoria.

Resulta encomiable la intensa vinculaciónde la Real Academia de Ciencias Morales yPolíticas a los problemas de la sociedad espa-ñola de la época y a la reflexión sociológicasobre los mismos durante ese período consti-tuyente. Y además de encomiable, resultasorprendente, sobre todo si se compara con suostensible alejamiento de la sociología y delos sociólogos durante las últimas décadas delsiglo XX.

5.2. Los Seminarios diocesanos

El catolicismo social tiene como elementobásico la preocupación de los católicos por lallamada «cuestión social» y, en concreto, elmovimiento liderado por el cardenal Mercier,que pretende aplicar criterios racionales alanálisis de los problemas de la sociedadmoderna. Es decir, pretende empezar por unanálisis científico de las nuevas circunstan-cias del mundo europeo, a fin de aplicar des-pués soluciones según los principios cristia-nos.

«Un gran número de prelados –escribeMarvaud, en 1910, refiriéndose a España–han comprendido la grandeza de la obrasocial que se les presentaba y han aceptadotomar su dirección. Muchos han creado cáte-dras especiales de Sociología en sus Semina-rios. El Obispo de Madrid ha creado inclusouna auténtica Facultad de Sociología, que haconfiado a uno de los católicos sociales más enboga, Severino Aznar»11. Y añade, refiriéndo-

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10 Discursos de ingreso en la Real Academia de Cien-cias Morales y Políticas, Fundación San Millán de laCogolla, formato pdf. 2001. Para una consulta de los tex-tos íntegros, véase ACADEMIA DE CIENCIAS MORALESY POLÍTICAS, Discursos de recepción y de contestaciónleídos ante la Real Academia al dar posesión a los indivi-duos de número de la misma, 1880-1875, 1920-1924,tomos I a XVIII, Madrid: Impr. del Asilo de Huérfanos delS.C. de Jesús y otras, 1900-1924. 18 volúmenes.

11 MARVAUD, Ángel, La cuestión social en España(París, 1910), Madrid: Ediciones de la Revista de Traba-jo, 1975, pág. 227. El autor parece referirse a Don José

se a éste último: «Aznar no se contenta conabrir ampliamente las páginas de su revista–La Paz Social– a las discusiones sociales, nicon batallar con la pluma y la palabra por lasideas que preconiza. Comprendiendo bienque una solución de la cuestión social enEspaña necesita de antemano un estudio pro-fundo y sobre el terreno de las condicionesparticulares de cada región, no cesa de reco-rrer la Península, haciéndose acompañar ensus viajes (...) por algunos seminaristasalumnos suyos, a los que encarga prepararmonografías de familias obreras. El Obispode Madrid, según parece, desea inclusoenviar a aquellos de entre los más distingui-dos a Alemania o a Bélgica, con el fin de com-pletar su educación sociológica»12.

5.3. El Ateneo-Casino Obrero deValencia. El I Congreso NacionalSociológico

Nada tiene de particular, en tal contexto,que en 1883 se convoque y se celebre enValencia, con gran participación, el I Congre-so Nacional Sociológico. Dicho Congreso seconvoca por el activo Ateneo-Casino Obrerode Valencia, con el fin de «reunir las fuerzasvivas del país, la inteligencia, el capital y eltrabajo» para ocuparse «de la cuestión socialen cuanto se relaciona con la condición de lostrabajadores». A la convocatoria respondió untotal de 118 entidades, representadas en elCongreso por 380 delegados. La concurrenciafue, por demás, heterogénea y multicolor.Entre otros organismos estuvieron represen-tados la Academia de Ciencias Morales yPolíticas, Sociedades Económicas de Amigosdel País, Ateneos y Universidades, como laliteraria de Valencia, así como patronos,

empresarios y asociaciones obreras, desde lasde resistencia catalanas hasta las cooperati-vas y/o de socorros mutuos, muchas ellas deValencia. También estaban representados elGran Círculo Obrero, la Sociedad de Profeso-res Mercantiles y el Fomento de las Artes,todas ellas de Madrid. Además, se adhirieronpor escrito o enviaron trabajos de personascomo Castelar, Cristino Martos, Silvela, Sal-merón, Azcárate y Gabriel Rodríguez13.

Pues bien, el resultado del Congreso fue unclaro exponente del nivel en que se hallabanen nuestro país las teorías y las actitudes res-pecto al intervencionismo estatal en las cues-tiones sociales. El termómetro marcaría enValencia una elevada temperatura indivi-dualista contraria al intervencionismo. Perono simplemente contraria en el nivel de losprincipios, sino opuesta abiertamente a laasunción de las propuestas concretas deintervención que se presentaron. No obstan-te, en el curso de las discusiones del Congresose planteó la conveniencia de crear una Comi-sión para que se ocupara de estudiar la situa-ción de los obreros y propusiera solucionespara una mejora de sus condiciones de vida yde trabajo.

6. EL PROTAGONISMO DE LAADMINISTRACIÓN PÚBLICA. DE LACOMISIÓN AL INSTITUTO

Sólo unos meses después, y en clara cone-xión con el Congreso de Valencia, Moret crea-ría, desde el Gobierno, una Comisión de estu-

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63REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

María Salvador y Barrera, que fue obispo de Madrid, de1905 a 1916 y que ingreso en 1912 en la Real Academiade Ciencias Morales y Políticas. Parece también muyprobable que esa presunta Facultad de Sociología siguie-ra las huellas de la Universidad Católica de Lovaina.

12 MARVAUD, Op. cit., pág. 227.

13 Para un análisis detallado de las ponencias pre-sentadas en el Congreso y del desarrollo del mismo, véa-se CASTILLO, Santiago, «El reformismo en la Restauración:Del Congreso Sociológico de Valencia a la Comisión deReformas Sociales», en la revista Estudios de HistoriaSocial, n.º 30, 1984, págs. 21-78. En una versión poste-rior, ligeramente modificada, aparece este texto comoEstudio Introductorio a la edición facsímil sobre la Comi-sión de Reformas Sociales, Reformas Sociales. Informa-ción oral y escrita publicada de 1889 a 1893, 5 volúme-nes, Madrid: Ministerio de Trabajo y Seguridad Social,1985.

dio para que tratara de «todas las cuestionesque directamente interesan a la mejora obienestar de las clases obreras, tanto agríco-las como industriales, y que afectan a las rela-ciones entre el capital y el trabajo» (artículo11 del Real Decreto de 5 de Diciembre de1883). Era la Comisión de Reformas Sociales.

En el Discurso Preliminar que, pronuncia-do por Canalejas, precede al Proyecto de Ins-tituto del Trabajo, realizado por Adolfo Álva-rez Buylla y Adolfo González Posada14, seexplica con gran precisión el discurrir delpensamiento que lleva a sostener la necesi-dad de que el gobierno intervenga en la reso-lución de los problemas sociales, y comorequisito previo para el enfrentamiento a taltarea, la necesidad de disponer en España delos «datos vivos del problema». Canalejasrecuerda la afirmación de Dante sobre cómodebe proceder el político: speculandum sed adopus. Y hace suya la idea expresada por Dan-te, poniendo especial énfasis sobre el hechode que el político debe dedicarse al estudio yla meditación, orientados siempre a elegir elmejor modo de obrar para resolver los proble-mas públicos a los que, por causa de su dedi-cación, se enfrente.

Se lamenta Canalejas de no disponer deinformación sobre los problemas obreros,cada vez que tiene que enfrentarse a los pro-blemas españoles y de la necesidad de acudira informaciones ajenas. Y en una larga alocu-ción, que expresa muy bien la situación enque se encuentra el político –y el científico–español, que pretende hablar y decidir sobreproblemas concretos: «¿Dónde en Españanada parecido al censo profesional germánicode 1895 clasificando la población del Imperiosegún su capacidad económica en veinticua-tro grandes grupos, cuyo análisis ocupa sen-

dos volúmenes?15 ¿Dónde los elementos quehan permitido con toda fidelidad evaluar loscoeficientes de cada factor de la producción enlos Estados Centrales de Europa, Inglaterra yRepública Norteamericana? ¿Dónde algo quese asemeje al magnífico estudio del Departa-mento Federal del Trabajo en los Estados Uni-dos, en el cual se examina comparativamenteel proceso de las operaciones en que se subdi-viden los esfuerzos de las máquinas y de lamano del hombre, en 672 clases de producción,trabajo que con sus complementos de informa-ciones gráficas ocupa muchos millares de pági-nas? ¿Dónde la gran información de 1894 irra-diada de Inglaterra a los principales países delmundo y que instruye de un modo tan comple-to y provechoso? ¿Dónde algo semejantesiquiera a las tareas de la Comisión extra-par-lamentaria del catastro en Francia de 18 deMarzo de 1891, con alcance no solamente téc-nico, económico y jurídico, sino social, que lle-va ya publicados siete voluminosos tomos delectura interesante e instructiva, sobre todo loque afecta a los trabajos de la sub-comisiónjurídica? ¿Dónde se han estudiado aquí comoestudiaron recientemente los italianos todoslos problemas agrarios contemporáneos reco-giendo sobre los latifundios enseñanzas bienadaptables a España? ¿Dónde...en fin, el frutode las tareas de tantas informaciones parla-mentarias y extra-parlamentarias, de losLaboratorios y Museos sociales, de las Asocia-ciones obreras y de las Memorias presentadasen Congresos internacionales en que o sedeploró nuestra ausencia o padecieron triste-zas inmerecidas nuestros representantes?»16.

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14 «Discurso preliminar», de CANALEJAS Y MÉNDEZ,José, en BUYLLA, Adolfo y POSADA, Adolfo, El Institutodel Trabajo (1902), Madrid: Centro de Publicaciones.Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1986, ediciónfacsímil.

15 Sobre una edición posterior de este Censo de Pro-fesiones –la de 1925–, pudo Theodor Geiger elaborar suintento de estudio de la estratificación social del puebloalemán (1932), cuando en Estados Unidos, años des-pués, sólo se llevaron a cabo estudios sobre la estratifi-cación social de ciudades –Middletown, Middletown inTransition, Caste and Classe in a Southern Town, «YankeeCity Series» Hay edición en español: Theodor GEIGER, Laestratificación social del pueblo alemán, Madrid: Eura-mérica-FOESSA, 1971.

16 CANALEJAS, «Discurso preliminar», Op. cit., págs.VI-VII. La obra incluye, como Apéndice octavo, un

Haciendo referencia a los proyectos pues-tos en marcha por él, cuando fue Ministro deGracia y Justicia, contando con la colabora-ción de Salillas –publicación de Anuarios,Memorias, jurisprudencia, etc.–, añade concierta ironía, no exenta de amargura: Aperocomo yo duro poco en los Ministerios, me fui ynadie ha vuelto a acordarse de reanudar tra-bajos que eran utilísimos. Censo de la pobla-ción, estadística de enseñanza, estadísticaagrícola, estadística de importaciones yexportaciones, estadística de obras públicas,estadística minera, estadística sanitaria,resúmenes de recaudación, boletines de lasestaciones enotécnicas y de los servicioscomerciales del ministerio de Estado, estadís-tica de la administración de justicia en lo civily en lo criminal, alguna que otra estadísticade los impuestos...todo externo, formal, inse-guro, discontinuo...»17.

Los anteriores argumentos son propuestospor Canalejas para justificar la necesidad deun Instituto del Trabajo que, después deaprobado en Consejo de Ministros, no llegó ala existencia, sino, un año más tarde, conalgunas modificaciones, y con el nombre deInstituto de Reformas Sociales18.

Los años de desarrollo económico con losque comienza la Restauración contribuyen,

igualmente, al agravamiento de la «cuestiónsocial» sin que pierdan fuerza las tendenciasindividualistas, partidarias de la no interven-ción del Estado en la resolución de los proble-mas de la clase obrera, ni en la conflictividaddel mundo del trabajo. El paso más notableque se da en esos momentos se refiere a latoma de conciencia de la existencia de un pro-blema que es, por su propia naturaleza, socialy no meramente de orden público, como pre-tenden los sectores más afincados en lasestructuras sociales de tiempos pretéritos. Losocial es lo referente a la cuestión social19, y lasociología hace referencia a los problemas dela sociedad, de la nueva sociedad, y sobre todode la clase obrera, del advenimiento del cuartoestado a la vida social, como dirá Azcárate20.

7. EL PENSAMIENTO SOCIOLÓGICOORIENTADOR DE LAS REFORMASSOCIALES: GUMERSINDO AZCÁRATEY ADOLFO POSADA

Para comprender la acción reformista lle-vada a cabo desde la Administración, es nece-sario, de un lado, contar con los problemasque padecía y a los que se enfrentaba la socie-dad española, desde finales de la guerra de laindependencia y, después, por el discontinuoy conflictivo proceso de industrialización. Aeste tema ya nos hemos referido más arriba, yvolveremos sobre él cuando intentemosdemostrar cómo la labor del Instituto deReformas Sociales se centra, precisamente,sobre los problemas a los que hemos aludido.Pero, de otro lado, la comprensión de la acciónreformista requiere una clave científica quees el conjunto de ideas y consideraciones des-de los que tal acción se enfoca y se perfila.Esto es, el bagaje de criterios científicos y de

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65REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

minucioso estudio, realizado por el institucionista J. UÑA

Y SARTHOU, como «Notas de Viaje», sobre Los Institutosdel Trabajo en diferentes países, incluyendo Europa yEstados Unidos. En cada caso se considera: su creación,fines, organización interna, obra realizada y métodos detrabajo. Se añade después una nota sobre la Office Inter-national du Travail y el Museo Social de Paris. (págs. 261-342).

17 CANALEJAS, «Discurso preliminar», Op. cit., págs V-VI.

18 En realidad, CANALEJAS propuso y obtuvo la apro-bación, en el Consejo de Ministros de Abril de 1902, dela creación de dos Institutos: el Instituto del Trabajo y elInstituto de la Propiedad. CANALEJAS, «Discurso prelimi-nar», Op. cit., pág. IV Conviene tener en cuenta queestos proyectos fueron presentados por CANALEJAS siendoMinistro de Agricultura, Industria, Comercio y ObrasPúblicas.

19 Sobre la evolución del sentido de «lo social», véa-se MARTÍN LÓPEZ, Enrique, «El Balance social de laempresa, en AA.VV., Economía y sociedad, Madrid: Ban-co de Bilbao, 1982.

20 AZCÁRATE, Gumersindo de, «Estudios sobre el pro-blema social», incluido en Estudios Económicos y Socia-les, Madrid, 1876, pág. 118

ideas básicas con las cuales, quien trabajaronen el Instituto de Reformas Sociales, seenfrentaron a la tarea de estudiar los proble-mas y proponer las reformas. Lo cual no cree-mos que deba buscarse en otra parte que en elpensamiento de los dos hombres que crearonel Instituto y que dirigieron sus actividadesdurante el mayor lapso de tiempo: Gumersin-do Azcárate y Adolfo Posada.

El primero, que fue secretario de la Comi-sión desde su origen, se convierte en el presi-dente por antonomasia del Instituto, más alláde su muerte en 1917: «... la huella de Azcá-rate permanece viva en la labor cotidiana delInstituto hasta la disolución de éste. Su sim-ple recuerdo despierta fidelidades y sostieneactitudes entre los miembros del Institutoque salvaguardan la pureza original de lasintenciones, objetivos y forma de funciona-miento que conformaron el Instituto deReformas Sociales como una instituciónejemplar en su género, y, en este sentido, úni-ca en todo el continente europeo»21.

El segundo, Adolfo Posada, que junto conAdolfo Buylla redactara el Proyecto de Insti-tuto del Trabajo, y que ocupó cargos directi-vos, dentro del personal técnico, durante todala vida del Instituto. Conviene destacar algu-nos aspectos del pensamiento sociológico deambos, en la medida en que permiten unamás correcta comprensión del sentido eintencionalidad profunda de los trabajos delInstituto de Reformas Sociales.

7.1. El pensamiento sociológico deGumersindo de Azcárate. Conceptode la Sociología

Probablemente, puedan encontrarse enEstudios Económicos y Sociales22 aspectos

relevantes del pensamiento sociológico deAzcárate, pero, para nuestros interesesactuales, es más adecuado recurrir a loexpuesto en su Concepto de Sociología, quefue su discurso de ingreso en la Real Acade-mia de Ciencias Morales y Políticas.

Muestra Azcárate el carácter totalizadorde la sociología junto a su carácter no especí-fico, que permiten diferenciarla de las cien-cias sociales particulares y concretas: «Losocial total y genérico es lo propio de la Socio-logía; y lo social particular y específico corres-ponde a las distintas ciencias sociales»23.

Esta distinción plantea la necesidad dedeterminar en qué consiste el hecho propia-mente sociológico, ya que «se trata de saberqué hechos deben considerarse como de lasociedad toda, cuáles puede ésta considerarcomo suyos».

Establece Azcárate la diferencia de loshechos cuando se trata de un individuo ycuando se trata de un pueblo. En el primercaso, el hecho es la individualidad, lo que ledistinga, de modo que a ningún biógrafo se lepide que describa todo lo que se refiere a unindividuo, sino sólo los que sean precisos paramostrar su personalidad, su individualidad.«De modo análogo, si se trata de un pueblo, suhecho será el humano mostrado bajo el predo-minio de su carácter, genio e índole, de suraza, de su cultura, del territorio en que vive,del medio social en que se desenvuelve; ensuma, lo característico de su nacionalidad; yasí como la biografía ha de contener todos loshechos de la vida del individuo, la historia deun pueblo no debe, ni puede contener todoslos de la de éste, y al modo que en ella sólointeresa lo más sustancial de la biografía del

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21 Juan Ignacio PALACIO MORENA, La institucionaliza-ción de la reforma social en España (1883-1924), Madrid:Ministerio de Trabajo y Seguridad social, 1988, pág. 496.

22 Gumersindo de AZCÁRATE, Estudios económicos ysociales.

23 Gumersindo de AZCÁRATE, Concepto de la Sociolo-gía y un estudio sobre los deberes de la riqueza, Barcelo-na: Henrich y Cía., 1904, pág. La primera parte es el dis-curso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Mora-les y Políticas (1891), la segunda es el discurso de aper-tura de curso en el Ateneo Científico y Literario deMadrid (1892).

individuo, lo que ha trascendido a la de lacomunidad, de igual manera en la historiauniversal sólo tiene cabida la sustancia de lavida de los pueblos, lo que ha transcendido oha de transcender a la vida de la humani-dad»24.

En esta descripción de los temas que cons-tituyen el hecho sociológico, respecto de unpueblo o sociedad, parece contenerse un pro-grama de investigación empírica, en nadaabstracto ni utópico.

Mayor interés tiene su modo de entenderel Arte Social, que tiene por objeto proponerlas consecuencias prácticas para resolver losproblemas de la sociedad, a la luz de los idea-les propuestos por la Sociología. Azcáratetoma de Vico la distinción entre Historia,Filosofía y Arte social, que aplica éste a cual-quier ciencia que haga relación al hombre:«Conocimiento de lo hecho, conocimiento de loque se debe de hacer, conocimiento de cómoha de hacerse, y que satisfacen respectiva-mente la Historia, la Filosofía y el Arte». Y loejemplifica Azcárate con temas tomados de lapolítica y de la economía, para pasar despuésa un tema concreto de la sociología, cual es elde la igualdad. «Tomemos un problema socio-lógico más concreto, como por ejemplo, el dela igualdad –dice Azcárate– y veremos queacontece lo mismo. La sociología puede hallarque hay una desigualdad social, en cuantoque por el valor de la individualidad, por lasexigencias de la vocación, por la diversidad decaminos abiertos a la actividad, por la ener-gía con que ésta se ejercita, por los resultadosque se logran, por las condiciones del mediosocial que los favorecen o estorban, etc., cadacual se crea una distinta posición social, nohabiendo dos que sean completamente igua-les en este respecto, resultando así, no solodiferencias en cuanto a la cantidad de lo rea-lizado, por decirlo así, si que también conrelación a la calidad; esto es, en cuanto a loprimero, entre sabios e ignorantes, ricos y

pobres, etc., y en cuanto a lo segundo, entre elactivo y el perezoso, el débil y el enérgico, elbueno y el malo, el justo y el injusto». Lasociología puede afirmar que esta desigual-dad no implica la desigualdad de esencia, nila desigualdad política, ni la desigualdadjurídica, sino que afecta «a la participación enel poder y al ejercicio de las funciones».

Por su parte, la historia muestra el reina-do constante de la desigualdad a través de lostiempos: esclavitud, castas, clases, aristocra-cias basadas en el nacimiento, en la riqueza,en la fuerza, etc.

Por último, el Arte «en vista del ideal tra-zado por la sociología y de los hechos mostra-dos por la Historia, traza el modo de sustituirlas jerarquías y las clases nacidas de otrostiempos, por las que en el seno de la sociedaddeterminan la aptitud, el carácter, la virtud,en una palabra, el prestigio»25.

Corresponde a la sociología conocer loshechos y formar ideales y al Arte, realizarlosen la sociedad. De esto no hay duda, comotampoco la hay de que el Arte Social seencuentra en un estado atrasado, porque «lanorma, la guía, el ideal ha de dárselo la socio-logía, y ya hemos visto como esta ciencia seencuentra en lo que podemos llamar períodode formación». Sin embargo, no parece queAzcárate se refiera a ideales morales, sino alas formas más eficientes de ordenar la vidasocial y de regular las actividades sociales,entendiendo por eficiencia el logro de unacierta armonía y proporción entre las partes.Queda esto claro, negativamente, en su refe-rencia a los planteamientos extremos del pro-blema social: «¿Cabe negación más radical detodo Arte, que la liquidación social pedidapor los que no tienen y la respuesta de los quetienen reducida a decir: noli me tangere?»26.

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24 AZCÁRATE, Op. cit., págs. 33-34.

25 AZCÁRATE, Op. cit., págs. 60 y sigs. 26 AZCÁRATE, Op. cit., págs. 65-66. Creemos que

sería conveniente intentar entender el pensamiento demoral social de este autor desde la perspectiva indicada,ya que daría lugar a un planteamiento estrictamente

En este conjunto de ideas se manifiestacon suficiente claridad el bagaje de conceptose intenciones sociológicas con el que Azcáratellega, primero, a la Comisión de ReformasSociales, después, al Instituto de ReformasSociales.

7.2. Sociología y acción social enPosada

Posada abre una brecha en el determinis-mo espiritualista de su tiempo, intentandomostrar cómo, en la vida social, hay un mar-gen de creciente importancia para la acciónlibre de los individuos. «La realidad social seofrece, desde luego –dice Posada– aun a laobservación más superficial y exterior, comoun hacer; la sociedad se hace –génesis–, lasociedad la hacemos persiguiendo fines –téle-sis– movidos por estímulos; excitados pordeseos –emociones, ideas– que se conviertenen tendencias y en aspiraciones. ¿Nos damossiempre cuenta de este hacer? ¿Tenemos con-ciencia –sobre todo conciencia reflexiva– decomo ese hacer se produce? Parece que sí,pero de cierto modo, y hasta cierto punto, ycon diversa intensidad»27. Aquí está, plantea-do con toda precisión, el tema de la acciónsocial como tema central de la vida social y dela reflexión sociológica, al mismo tiempo quese explicita la existencia de una gradación enla conciencia reflexiva. Es decir, Posada afir-ma que existen grados diferentes de concien-cia en la acción social.

Hay un primer grado, que representa lamenor conciencia reflexiva posible de laacción social, que está representado por elhacer social general de la masa, que constitu-ye el material vivo de toda sociedad. En cuan-to proceso vivo, «adquiere como hacer social,para el sociólogo, un carácter genético, de obraque se produce y exterioriza en un procesocausal. Las condensaciones espontáneas deese proceso constituyen las costumbres, losusos, los hábitos colectivos, que representanverdaderos estados de equilibrios sociales, apunto de romperse constantemente talesequilibrios, y que, en efecto, se rompen, mer-ced a las manifestaciones de la actividadinventiva e innovadora –la invención, de Tar-de– característica del hombre»28.

Este hacer general de la masa, se corres-ponde con lo que Giddings ha llamado con-ciencia de la especie, que es el vehículo propa-gador de la imitación de Tarde y de Baldwin,y que engendra el hecho social objetivo deDurkheim, representa únicamente un primergrado de mínima conciencia reflexiva por par-te de los actores.

En el otro extremo de la reflexividadhabría que colocar las realizaciones del hacersocial que «culminan en la personalidadcomo una expresión querida y razonada,teniendo por órganos la conciencia de losindividuos». Pero entre ambos extremos sesitúa «una gradación que va desde el actosocial incoloro, casi un reflejo imitativo,resultado quizá de una manifestación instin-tiva, hasta el acto directivo de la personali-dad saliente –quizás del genio– que acasosintetiza el ideal posible de un pueblo en unmomento dado». Pues bien, en la esfera del«hacer social» reflexivo se encuentra –dicePosada– lo que con todo rigor puede llamarseArte social29. Aparece aquí, de nuevo, el con-cepto Arte social, establecido ya por Azcára-te, a partir de Vico. Pero en el pensamiento

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sociológico de la moral: la norma moral, o el sistemamoral, más adecuado sería el que contribuyera enmayor medida a conseguir una mejor solución de losproblemas y conflicto sociales. Así habría que interpretarsu estudio Los deberes de la riqueza, discurso leído por elautor en el Ateneo Científico y Literario de Madrid, el 11de Noviembre de 1892. Por orta parte, ese discurso tie-ne cierto parentesco con el libro de SUMNER, William G.,What Social Classes Owe to Each Other, 1882.

27 Adolfo POSADA, Principios de Sociología (1908),segunda edición revisada y aumentada, Madrid, DanielJorro, 1929, tomo 2º, pág. 275.

28 POSADA, Op.cit., 2.º, págs. 276-7.29 POSADA, Op.cit., págs. 277-79.

de Posada alcanzará una mayor extensión ydesarrollo conceptual.

«El Arte social expresa la convicción de quenuestra razón es una fuerza social eficaz y deque la evolución social se produce, en una cier-ta medida, por la acción reflexiva, que tiende–como la espontánea– a continuar la vida y amejorarla, según las representaciones antici-padas de lo que ha de ser, o sea del porvenirsegún un ideal. El Arte social, en cierto modo,supone la aptitud del espíritu –individual ycolectivo– para forjar ideales, esto es, paraelaborar una representación anticipada de larealidad social futura, no ciertamente unarepresentación puramente imaginativa o abs-tracta, como la que se condensa en la utopía,sino una representación elaborada bajo elinflujo del pasado –tradición, historia– y conla vista en las condiciones del presente». A finde cuentas, habla Posada de la capacidad queel hombre tiene de hacer proyectos, individua-les y/o colectivos, y de convertir esos proyectosen contenido de su propio hacer social, reflexi-vo y consciente. Pero tiene un mayor empeñoen aclarar la naturaleza de esos ideales –oproyectos– que ponen en marcha la acción a laque se refiere: «Que no es el ideal función delcapricho: surge en todo momento y en todaslas esferas de la vida humana, como una rea-lidad del espíritu y una consecuencia de lanaturaleza psicológica del hombre, es decir,de un ser capaz de representarse –inclusomás o menos plásticamente– la realidad porvenir, y de proponerse el enlace positivo deésta con el presente para continuar la Histo-ria. El ideal tiene su causa inmediata en lainquietud humana, y es obra de la naturalezaemocional del hombre, y de su aptitud paradesear lo mejor y para convertir lo deseado enatracción, con fuerza suficiente para mover elánimo y la voluntad en el sentido que señalala atracción del ideal»30.

Fácilmente se podría tomar lo que antece-de como el punto de partida para una teoría

de la acción social racional con arreglo afines, en el más riguroso sentido maxweberia-no, abarcando, en consecuencia, el ámbito delas acciones que se realizan conforme a pro-yecto, con deliberación respecto de los fines yde los medios y una adecuada organización,realización y control de las tareas, que condu-cen a hacer real la representación anticipadade la que se partió. Y, ciertamente, esa posi-bilidad está implícita en Posada, aunque noes ese el tema que le preocupa cuando seenfrenta al Arte social. En lo que realmentepiensa es en la aplicación científica de laSociología a la realidad social, llevando a lapráctica ideales -proyectos- sociales. «Nuestraexperiencia y nuestra observación nos seña-lan, como cosas reales, transformacionessociales, obra de cambios y de modificacionescausados en la Historia, y que, a veces, tradu-cen intervenciones eficaces de una acciónhumana reflexiva, calculada, hábil, que sedefine como reforma –reforma social se diceen cierta esfera hoy–, labor en ocasiones deverdaderos «sociólogos de acción»31.

En consecuencia, lo que esos sociólogos deacción, actores de las reformas sociales pre-tenden llevar a cabo es el Arte Social, situadoen la esfera del «hacer social» reflexivo. Dis-tingue así Posada, entre el sociólogo filósofo yel sociólogo de acción: el primero contempla larealidad con el espíritu de un filósofo; elsegundo «será el órgano específico del idealsocial para la vida real, que acaso no haengendrado, que habrá recogido del ambien-te, pero que tomará carne en él, siendo élcomo el instrumento consciente y eficaz,capaz de identificarse con la realidad social yser como una causa viva y obrante del proce-so actual y futuro. El sociólogo de acción pue-de ser –debería ser– el reformador social»32.

Y tal función se justifica plenamente a losojos de Posada, aun en el caso de que la mar-cha de la humanidad estuviera determinada

ENRIQUE MARTÍN LÓPEZ

69REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

30 POSADA, Op.cit., 2.º, págs. 279-80.

31 POSADA, Op.cit., 2.º, pág. 268.32 POSADA, Op.cit., 2.º pág. 283.

por fuerzas cuyo control último se nos escapa-ra: «Y aunque prescindiéramos de toda inter-vención reflexiva y calculada, y supusiéra-mos que las transformaciones sociales entra-ñan sólo el puro juego mecánico de fuerzas oenergías físicas, ellas plantearán necesaria-mente un problema sociológico, que se com-plicará más y más, en cuando consideremosque, en todo caso, nosotros somos una fuerzadel conjunto que influirá de algún modo, o enalguna medida, en la producción de las inevi-tables resultantes en que las transformacio-nes sociales realizadas pueden consistir»33.

8. EL NACIMIENTO DE LA SOCIOLOGÍAEMPÍRICA EN ESPAÑA(SOCIOGRAFÍA)

En realidad, podemos considerar, la partesociológica de los trabajos del Instituto deReformas Sociales, como el comienzo de lasociología empírica entre nosotros. No se tra-ta de un fenómeno exclusivo de España, queponga de manifiesto peculiaridades o tipis-mos del alma nacional, sino que, más bien alcontrario, nos enfrenta a trabajos que en sutemática y en su estilo consuenan con otrosque, por ese mismo tiempo, se llevan a caboen distintos países europeos y que, sólo eldesconocimiento y un exacerbado criticismohacia lo propio, nos han impedido valorar ensu justo término.

Se trata, con todo rigor, de estudios queencajan dentro de lo que por aquellos años sedenominó sociografía, término que, acuñadopor Steinmetz34, se hizo bastante común en elmundo sociológico europeo y, sobre todo en

Alemania, en Holanda y en España, empleán-dose para denominar a los estudios sociológi-cos empíricos. «La sociografía, igual que laantigua estadística –dirá Tönnies– se propo-ne como objeto el estudio de los países y desus gentes: por lo tanto, está orientada demodo más inmediato hacia el estudio de unterritorio determinado y de determinadoshombres como habitantes del mismo».Tön-nies la denomina sociología empírica o socio-grafía, y considera que se ocupa del «estudiode la vida social contemporánea, concebidaen su marcha hacia adelante, en su incesantetransformación», utilizando un método espe-cial que «consiste concretamente en la inves-tigación de los propios hechos sociales; elmétodo de la observación y de la comparaciónbasada en las observaciones; el método empí-rico, inductivo»35.

Este es el tipo de investigación empírica ensociología que, por lo menos hasta los comien-zos de la segunda guerra mundial, se dará,con mayores o menores exigencias metodoló-gicas, en todo el mundo europeo. Los informesde la Comisión de Reformas Sociales y delInstituto de Reformas Sociales discurren enparalelo a los informes de Ferdinand Tönniesy de Max Weber, en Alemania 36, de Charles

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33 POSADA, Op.cit., 2.º, pág. 268.34 R. STEINMETZ, sociólogo holandés, formado en

Inglaterra, usa esta expresión por vez primera en 1913,contraponiéndola a la sociología abstracta, en un inten-to de no perder el contacto con la realidad. R. STEINMETZ,«Die Soziographie in der Reihe der Geisteswissenschaf-ten», Archiv für Rechts-und Wirtschaftsphilosophie,tomo 6, 1913.

35 Ferdinand TÖNNIES, Principios de sociología, Méxi-co, F.C.E., 1942, págs. 381 y sigs.

36 Lluis FLAQUÉ y Salvador GINER consideran a Tön-nies como el fundador de los «informes sociales» o socialsurveys, que él incluía dentro de la sociografía o descrip-ción objetiva de un conjunto de «eventos sociales», Pró-logo a Comunidad y asociación, Barcelona: Península1979, págs. 8-9. El informe más conocido de los realiza-dos por TÖNNIES es el que versa sobre la huelga de los tra-bajadores portuarios y los marinos en Hamburgo,1896/97 (Die Wahrheit über en Streik der Hafenarbeiterund Seeleute in Hamburg 1896/97, Hamburgo: Engelke,1897). Por lo que se refiere a los informes realizados porMax WEBER, véase Sociología del trabajo industrial,Madrid: Trotta, 1994. En dicho volumen se recogen dosinvestigaciones empíricas realizadas por Weber entre1908 y 1909, sobre la situación de los obreros industria-les en Alemania: «Introducción metodológica para lasencuestas de la Verein für Sozialpolitik sobre selección yadaptación de los obreros de las grandes fábricas» y «Psi-cofísica del trabajo industrial».

Booth en Inglaterra37, de Frédéric Le Play enFrancia y en otros países de Europa38, etc. Entodo caso, se trata de una sociología empírica,descriptiva, que pretende dar cuenta minu-ciosamente de una situación social problemá-tica, acudiendo a todos los datos y fuentes deinformación disponibles y que se orienta,seguidamente, a servir de base para proponersoluciones a los problemas descritos.

Sabido es que el Instituto de ReformasSociales tuvo encomendadas, desde su funda-ción, una serie de tareas relacionadas, ensentido muy amplio, con la «reforma social».Partiendo de lo que ya se decía respecto de laComisión de Reformas Sociales, se encomien-da a ambos «estudiar todas las cuestiones quedirectamente interesan a la mejora o bienes-tar de las clases obreras, tanto agrícolas comoindustriales, y que afectan a las relacionesentre el capital y el trabajo», correspondien-do, además, al Instituto de Reformas Socia-les, preparar la legislación del trabajo; cuidarde la ejecución de la legislación a través, fun-damentalmente, de los servicios de inspec-ción y de estadística; y favorecer la acciónsocial y gubernativa en beneficio de la mejorao bienestar de las clases obreras mediante elasesoramiento, el estudio, y la mediaciónpara prevenir y conciliar conflictos39.

Dentro del conjunto de las actividades deinformación, asesoramiento y apoyo técnicoal Gobierno y a las fuerzas sociales, los Infor-mes se elaboran cuando «se estima necesarioun conocimiento más exacto de los hechos oun estudio técnico más detallado de las posi-bles respuestas o soluciones, (entonces) seremiten los temas a las correspondientes sec-ciones técnicas para su estudio y posteriorinforme o dictamen»40. Pero en todo caso, haydos posibles fuentes, bien diferenciadas, delas que pueden brotar los informes: 1) suce-sos, por lo regular catástrofes, como las mine-ras, que afectan profundamente a la opiniónpública y que exigen un análisis detallado delas causas y una reflexión sobre los mediospara corregirlas, y 2) temas más generalescuya trascendencia e interés aconsejan untratamiento monográfico41.

En el orden cronológico aparecen diversosinformes sobre problemas agrarios. En 1904,Álvarez Buylla redacta y publica, a peticióndel gobierno, su Memoria de la informaciónagraria en ambas Castillas42, publicándoseese mismo año, sobre el mismo tema, pero enfolleto separado, el Proyecto de plan para lainformación agraria de ambas Castillas y, en1905, el Interrogatorio para la informaciónagraria de ambas Castillas, que constituyen,

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71REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

37 Los estudios de Booth guardan una evidente rela-ción con los que llevan a cabo la Comisión de ReformasSociales y el Instituto de Reformas Sociales: la vida en losbarrios obreros de Londres, la pobreza y sus formas, losancianos pobres y las pensiones, las distintas tareas deltrabajo industrial, la influencia de la religión en la vidade las gentes, etc. Para una presentación de textos esco-gidos, puede verse; Charles BOOTH, On the City. PhysicalPattern and Social Structure, Chicago y Londres: TheUniversity of Chicago Press, 1967. Recoge trabajos des-de 1886 hasta 1913. Son evidentes tanto el paralelismotemático como la coincidencia cronológica.

38 La principal obra de Frédéric LE PLAY, en la que,además, desarrolla el método monográfico que le hizofamoso, es Les ouvriers europèens, (1855), 6 volúmenes,2.ª edición, Tours: Mame, 1877-89. El pensamiento deLe Play y, especialmente, su método de las monografías,alcanzó una gran difusión.

39 Juan Ignacio PALACIO MORENA, La institucionaliza-ción de la reforma social en España (1883-1924),

Madrid: Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1988,pág. 140.

40 PALACIO MORENA, Op. cit., pág. 143.41 PALACIO MORENA, Op. cit., pág. 259.42 Adolfo ÁLVAREZ BUYLLA Y ALEGRE, Memoria acerca

de la información agraria en ambas Castillas, Madrid: M.Minuesa, 1904; Miseria y conciencia del campesino cas-tellano, Madrid: IRS, 1977. Parece evidente que cuandoDEL CAMPO, Salustiano y CAMACHO, Juan Manuel «SocialReporting in Spain. «Recent Tradition» EuReportingWorking Paper nº 16, Subproject «European System ofSocial Indicators», Mannheim: Centre for Survey Rese-arch and Methodology (ZUMA), Social Indicators, afir-man que los informes sociales -social reports- son hijosde nuestros días y que no aparecen en España hasta ladécada de los sesenta, se están refiriendo a los informessociológicos de carácter global. Sólo así cabría admitirque los Informes sociales sean un fenómeno reciente enEspaña.

a fin de cuentas, dos cuestionarios para larealización de encuestas informativas.

La Memoria se redactó a partir de dosfuentes de información:

1) una serie de entrevistas, en todas laspoblaciones visitadas, con «gobernado-res, alcaldes, secretarios de Ayunta-miento y algunos jueces de primera ins-tancia, registradores, maestros, curaspárrocos, jefes de puestos de la GuardiaCivil, directores y redactores de losprincipales periódicos, y con bastantespatronos y obreros, procurando, por ladirecta inspección del trabajo en loscampos, de las casas, de la alimenta-ción, el mejor conocimiento de las condi-ciones de la agricultura y del modo devida de los obreros agrícolas»43;

2) la aplicación de una encuesta, de la quese repartieron 17.540 cuestionarios, enun total de 4.278 municipios, siendocumplimentados 3.375 cuestionarios.Es decir, algo menos del 20 por 100 deltotal. Las preguntas que integraban elcuestionario se distribuían en cinco blo-ques: extensión territorial, densidad depoblación, emigración e inmigración,propiedad agrícola y vida del obreroagrícola.

También versa sobre la sociedad rural eltrabajo de Celedonio Rodrigáñez, El proble-ma agrario en el mediodía de España44, gana-

dor de un concurso convocado por el gobiernoy cuya resolución fue encomendada al Insti-tuto de Reformas Sociales. En 1905 publica elInstituto un folleto que lleva por título Resu-men de la información acerca de los obrerosagrícolas en las provincias de Andalucía yExtremadura que, aunque posterior en lafecha, recoge información que en su mayorparte había sido elaborada en 1902 por laComisión de Reformas Sociales, con motivode la crisis agraria en Andalucía, si bien seañaden datos más recientes45.

Mayor importancia tienen los estudios querealiza el Instituto en la provincia de Córdo-ba, a raíz de los conflictos agrarios que tienenlugar a comienzos de 1919. Una detalladaexposición de esos conflictos, utilizando losmateriales elaborados por el Instituto, ade-más de otros de distinta procedencia, se reco-ge en el libro de Juan Díaz del Moral, Historiade las agitaciones campesinas andaluzas y enel trabajo de Constancio Bernaldo de Quirós,El espartaquismo agrario andaluz46.

En el mismo área de la sociología rural ydel agitado mundo del campo andaluz hayque situar el estudio de Bernaldo de Quiróssobre Bandolerismo y delincuencia subversi-va en la baja Andalucía, publicado en 1913,en el que sostiene la tesis de que el bandole-rismo es la solución individual, paralela al

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72 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

43 ÁLVAREZ BUYLLA, Miseria y conciencia.., pág. 114.44 Celedonio RODRIGÁÑEZ, El problema agrario en el

mediodía de España, Madrid: IRS, 1904. Díaz del Moralvalora muy positivamente la información de este traba-jo, así como la de los cinco accesits concedidos por eljurado del Instituto y los considera como absolutamenteimprescindibles para comprender los problemas delcampo andaluz. DÍAZ DEL MORAL, Agitaciones campesi-nas.., Madrid, 1973, pág. 517. Rodrigáñez había gana-do, años atrás, un concurso convocado por la Real Aca-demia de Ciencias Morales y Políticas: RODRIGÁÑEZ, C.,La vida del campo, Madrid: Tipografía de los Huérfanos,1886.

45 Una parte del Resumen, concretamente la que serefiere a «los salarios agrícolas en Andalucía y en Extre-madura en 1905», fue publicada en la Revista de Traba-jo, n.º 1, 1963, págs. 187-295, con comentarios de JoséCastillo.

46 Juan DÍAZ DEL MORAL, Historia de las agitacionescampesinas andaluzas, Córdoba, Madrid: Gráfica Uni-versal,1929; Madrid: Alianza Editorial, 1973. Díaz delMoral, notario de Bujalance, fue discípulo de Fernandode Castro y de Francisco Giner de los Ríos, a quienesdedica su libro, pero, que sepamos, no trabajó nunca enel Instituto de Reformas Sociales. Constancio BERNALDO

DE QUIRÓS, El espartaquismo agrario andaluz, Madrid:Reus,1919. Edición moderna por J.L. GARCÍA DELGADO,selección y prólogo, El espartaquismo agrario andaluz yotros ensayos sobre la estructura económica y social enAndalucía, Madrid: Editorial Revista de Trabajo, 1973.

espartaquismo agrario, como solución colecti-va, frente a las características de la estructu-ra social de Andalucía47. También sobre pro-blemas agrarios y sociales, pero lejos delmediodía y de las dos Castillas, se sitúa eltrabajo de García de Cáceres, titulado Infor-mación acerca de las condiciones sociales enque se realiza el cultivo del arroz en la provin-cia de Valencia, 1910.

Tanto la Comisión como el Instituto dis-pensaron una gran atención a los problemasdel campo, y lo mismo hacen otros muchospensadores e instituciones, hasta tal puntoque podría decirse que la sociología rural esla primera sociología empírica que se practicaen España, frente a lo que sucede en el restode Europa, en donde es la industrialización elmotor del pensamiento crítico sobre los pro-blemas de la sociedad.

Pero, casi simultáneamente, preocupanlos problemas relativos a las minas y a losmineros. Dos catástrofes en sendas explota-ciones mineras –en la explotación hullera deVillanueva de las Minas (Sevilla) y en Melen-dreros (Oviedo), también de hulla–, dan lugara dos visitas de inspección, seguidas de infor-mes técnicos. La primera es realizada porJosé Marvá y Mayer, ingeniero militar, dequien se decía que era «más sociólogo queguerrero» y que a la sazón dirigía la seccióntécnica segunda –Inspección–. La segundavisita de inspección corre a cargo de RafaelBautista Sanz, ingeniero de minas y auxiliarde la sección segunda. El contenido de estosinformes es predominantemente técnico,relacionado con el incumplimiento de diver-sas disposiciones sobre higiene y seguridaden el trabajo de las minas, pero en ellos sepone de manifiesto las exigencias de objetivi-

dad propias de los informes del Instituto. Sinembargo, en ocasiones están directamenteimplicados asuntos de carácter social, comolos referentes a la vivienda, alimentación,dotación de servicios y a los abusos de los pro-pietarios de las minas, estableciendo canti-nas y economatos en sus propias explotacio-nes, en las que los mineros se ven obligados acomprar48.

Por lo que se refiere a los efectos sociales yeconómicos del proceso industrializador, con-viene señalar, en primer término, la preocu-pación del Instituto en todo lo referente altrabajo de las mujeres y de los niños. Existeninformes sobre temas particulares, elabora-dos con ocasiones de problemas o consultasplanteadas al Instituto. Por ejemplo, el elabo-rado a petición de los fabricantes de vidrio dela provincia de Barcelona, quienes solicita-ban la suspensión de ciertas normas que limi-taban a seis las horas de trabajo y prohibíanel trabajo nocturno de los menores de 14años, de ambos sexos. Pero tienen mayorinterés, por su carácter general, los informesredactados por José González Castro, sobreEl trabajo de la mujer en la industria, 1914, yEl trabajo de la infancia en España, 191749.El primero de estos estudios, realizado por unmiembro del Instituto, no se hizo por iniciati-va de éste, sino como respuesta a un concursoconvocado por la Sociedad Española de Higie-ne para estudiar las condiciones de trabajo dela mujer. Sin embargo, el Instituto lo asumiócomo propio y lo publicó para su difusión. En

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73REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

47 Constancio BERNALDO DE QUIRÓS, «Bandolerismo ydelincuencia subversiva en la Baja Andalucía», tomo IXde los Anales de la Junta para Ampliación de estudios eInvestigaciones Científicas, Madrid, 1913. Años más tar-de publicará, en colaboración con Luis ARDILA, Crimino-logía del campo andaluz. El bandolerismo, Madrid:Publicaciones de «Policía Española», 1933.

48 Uno de estos informes se ha reeditado hace algu-nos años: José MARVÁ, El trabajo en las minas, Algorta,1970. Marvá se formó en la Academia de Ingenieros delEjército, siendo profesor de la misma y miembro de laAcademia de Ciencias y del Instituto de Reformas Socia-les. Véase MARVÁ Y MAYER, J., Función técnico-social delIngeniero, Madrid: Imprenta del Memorial de Ingenierosdel Ejército, 1909, en donde reconoce el importantepapel del ingeniero como intermediario entre el capitaly el trabajo, en un régimen de libre competencia.

49 José GONZÁLEZ DE CASTRO, El trabajo de la mujer enla industria. Condiciones en que se efectúa y sus condi-ciones en el porvenir de la raza, Madrid: IRS., 1914; Eltrabajo de la infancia en España, Madrid: IRS. 1917.

el informe se comienza señalando las trans-formaciones irreversibles suscitadas por elpaso del taller familiar a las fábricas, con lascondiciones creadas por el uso de las «máqui-nas». Este paso afecta gravemente a las con-diciones de la mujer, en cuanto a seguridad ehigiene, jornada de trabajo, remuneración,etc. Con la alternativa del trabajo a domicilio–sobre todo en la industria textil–, que per-mite eludir la posible supervisión de la ins-pección del trabajo femenino. Se analizan eneste informe las relaciones entre patronos yobreras y la falta de sensibilidad de la socie-dad ante los problemas que se denuncian.

Los informes sobre el trabajo de los meno-res presentan esquemas analíticos análogos,tanto el publicado por González Castro en1917, como el que elabora Alberto LópezArgüello, en 1920, sobre el trabajo de los niñosen los espectáculos públicos50. En ambos selleva a cabo la descripción de las característi-cas de la vida de los menores y del trabajo alque están sometidos: trabajo de menores de10 años, ausencia de escolarización, jornadasinterminables de trabajo, mala alimentación,carencia de medidas de higiene y seguridad,etc. En todos estos casos se proponen medidasque permitan mejorar las condiciones de losniños, elevando la edad de acceso al trabajode los menores y reclamando competenciaspara un control más eficaz y una mejor pro-tección de los mismos.

Las huelgas y los conflictos obreros sonuno de los temas a los que mayor atenciónpresta el Instituto de Reformas Sociales des-de la fecha de su constitución. Las «estadísti-cas de huelgas» constituyen un trabajo fijo yregular del Instituto, que, sobre todo en losresúmenes trimestrales de la Crónica deHuelgas, proporcionan una interesante infor-mación cualitativa. Son dignos de mención,por su minucioso y detallado análisis, comen-tarios y estadísticas económicas, los informes

anuales sobre las huelgas en Barcelona, quepublica Miguel Sastre, de 1903 a 1915, conindependencia del Instituto pero en paraleloa sus actividades y preocupaciones51. Peroaparte de las estadísticas de huelgas, el Insti-tuto prestó una atención especial a ciertosconflictos cuando llegaron a tener una impor-tancia propia, por determinadas razones, demodo que se llegaron a redactar unos veinti-cinco estudios monográficos sobre distintashuelgas. Uno de los más conocidos es el quellevó a cabo Julio Puyol y Alonso, secretariodel Instituto, sobre los conflictos que tuvieronlugar en la Sociedad Fábrica de Mieres, queexplotaba minas de hulla52. Este Informe serealiza a instancias de la asociación de obre-ros de Mieres «La Unión Social», que denun-cia una serie de prácticas discriminatorias,por parte de la empresa, hacia trabajadoressospechosos de ideología socialista.

También tiene su origen en una huelgaconcreta el Informe realizado por VicenteSantamaría de Paredes y otros, a raíz de unaserie de conflictos que afectaron a buena par-te de la población de Gijón53. En todos loscasos, el Instituto pretende establecer loshechos en los que se concreta el conflicto, par-tiendo de las motivaciones de las partes y delas actuaciones que entre las mismas se handado, todo ello en el contexto de las condicio-nes de trabajo y de los factores sociales de lavida del minero. Una vez fijados, con lamayor objetividad posible, los términos del

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50 Alberto LÓPEZ ARGÜELLO, El trabajo del niño en losespectáculos públicos, Madrid: IRS, 1920.

51 Miguel SASTRE Y SANNA, Las huelgas en Barcelona ysus resultados durante el año 1903. Acompañado denumerosos e importantes datos estadísticos sobre otrosasuntos relacionados con la cuestión social obrera enBarcelona, Barcelona: Establecimiento Tipográfico deRamón Pujol, 1904. Hasta 1915 inclusive, publica cadaaño un informe análogo. En 1908, publica, además, unlibro titulado: Las huelgas. Sus causas, sus efectos y susremedios, Valencia: Imp. y Lit. J. Ortega, 1908.

52 Julio PUYOL Y ALONSO, Informe acerca de la fábricay de los obreros de Mieres, Madrid: IRS., 1907.

53 Vicente SANTAMARÍA DE PAREDES, Francisco MORA,Pedro Pablo de ALARCÓN y José María GONZÁLEZ, Informeacerca del conflicto obrero-patronal de Gijón, Madrid:IRS., 1910.

conflicto, el Instituto pretende ofrecer sumediación, para aproximar posturas y ver elmodo de llegar a una toma conjunta de deci-siones, que sea aceptada por las dos partes.En todo caso, se trata de un tipo de análisis deconflictos y de mediación que preludia las téc-nicas de decisión de grupo y resolución de con-flictos, desarrolladas en Estados Unidos porKurt Lewin y Jakob Moreno, en la década delos cincuenta.

Pero más interés que los Informes anterio-res tiene, desde el punto de vista analítico, elInforme sobre las minas de Vizcaya54. La soli-citud de que se realizara este Informe, porparte del gobierno, tiene su origen en la huel-ga general de 1903, en Vizcaya, que afectóprincipalmente al sector minero, pero tam-bién a las industrias de la zona, y que, ante laimposibilidad de un entendimiento entreobreros y patronos, y dada la violencia alcan-zada, concluyó con la intervención militar,cuya autoridad dictó un bando de obligadocumplimiento, que no satisfizo a nadie. Lacomisión nombrada al efecto, estaba formadapor Sanz y Escartín, Salillas y Puyol, y se des-plazó al lugar de los hechos al día siguiente deser designada. La premura del tiempo y elmáximo interés puesto por el gobierno y porel propio Instituto en su análisis, se debe alhecho de tratarse de una zona de conflictivi-dad endémica, de modo que se toma comoreferencia para el análisis de las recienteshuelgas, el lapso de tiempo que va de 1890 a1903.

La metodología seguida es la habitual enlos Informes del Instituto: la informacióndirecta en los lugares de trabajo y de residen-cia, a través de entrevistas con obreros y

patronos, y las entrevistas con las distintasautoridades de la zona. A lo cual se añadetoda la información documental de la que sepuede hacer acopio –estadísticas de salarios,de horas de trabajo, de precios de artículos deprimera necesidad, variaciones de estos fac-tores a lo largo del período estudiado, númerode asociaciones obreras y de participantes enlas mismas, etc.–, y la que se obtiene a travésde una encuesta aplicada a los patronos55.Todo esto se recoge en la Parte primera delInforme.

Pero, sin duda, el mayor interés de esteInforme reside en la Segunda parte del mis-mo –constituida por las Apreciaciones deRafael Salillas y, por separado, las de Sanz yEscartín, a partir de los materiales incorpo-rados en la Parte primera–, que constituyeun análisis estricto y riguroso de los datos.Comienza Salillas haciendo mención expresade las condiciones en las que se basa su obje-tividad de juicio y su no implicación personalen los intereses de las partes: «Vistos losdocumentos que le fueron facilitados a lacomisión y formado juicio, que lo estima exen-

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75REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

54 Eduardo SANZ Y ESCARTÍN, Rafael SALILLAS Y PANZA-

NO y Julio PUYOL Y ALONSO, Informe referente a las minasde Vizcaya, Madrid: IRS. 1904. Sanz y Escartín, Condede Lizárraga, académico de Ciencias Morales y Políticas,sería el tercer y último Presidente del Instituto, RafaelSalillas fue reputado criminalista de fama internacional yJulio Puyol, académico de Historia y de Ciencias Mora-les y Políticas, fue secretario del Instituto.

55 En un artículo titulado «Notas sobre el Instituto dereformas Sociales y las tres historias de la sociologíaespañola», REIS, n1 86, 1999, Juan ZARCO, después dereferirse a este Informe y a su metodología, concluye:«Así, pues, la observación directa sobre el terreno, lasentrevistas a los protagonistas, la implementación de uncuestionario y el análisis de datos secundarios nos pare-cen elementos suficientes para atribuir a estas investiga-ciones carácter sociológico». Sin embargo, receloso talvez por las críticas que pueda recibir a causa de tan atre-vidas –y atinadas– conclusiones, añade: «cabe cuestio-narse esta última afirmación y preguntarse si es posiblesostener que estos hombres (...) tenían espíritu sociológi-co, además del claro talante reformador» (pág. 146).Conviene tener presente que una ciencia se especificapor su objeto formal. Esto es, por la perspectiva desde lacual se contempla su objeto material y por el método deestudio aplicado- y que en ningún caso hay que confun-dir el método con las técnicas de recogida de datos. Porotra parte, cuando un tema social se considera desde laperspectiva sociológica, no cambiará el carácter socioló-gico de los conocimientos que se acuñen, el uso posterioral que se destinen, ya sea la reforma social o la docenciauniversitaria.

to de preocupaciones de escuela, de clases eintereses, se conceptúa en adecuada disposi-ción para emitir dictamen, según su lealsaber y entender»56. El punto de partida delanálisis de Salillas consiste en la elaboraciónde una tipología de las huelgas estudiadas,según las motivaciones de los actores. Serefiere a las motivaciones que laten por deba-jo de las conductas, y que él considera comocausa predisponente, distinguiéndola de losacontecimientos que ponen en marcha lahuelga en un momento determinado, a losque atribuye la condición de causa ocasional.Su tipología distingue cuatro tipos de huel-gas: 1. Huelgas de aspiración, que tienenmotivaciones de marcado carácter fisiológico–insuficiencia de los salarios, excesiva dura-ción de la jornada, etc.–; 2. Huelgas de impo-sición, que rechazan la imposición del poderde los empresarios sobre los trabajadores; 3.Huelgas políticas, como rebelión frente a lasmedidas gubernativas y, por último, 4. Huel-gas libertarias, que recaban la independenciaeconómica y la libertad para vivir de los tra-bajadores –libertad para comprar, libertadpara elegir vivienda, etc.–. En todo caso, setrata de una tipología construida a partir delos datos empíricos, y ofrece, en consecuencia,tipos reales y no ideales.

A la luz de esa tipología analiza Salillas losdiferentes enfrentamientos laborales acaeci-dos en Vizcaya entre 1890 y 1903, distin-guiendo entre conflictos mineros y conflictosindustriales, y mostrando las peculiaridadesde cada uno de esos colectivos, en cuanto asus motivaciones huelguísticas y sus conduc-tas. Igualmente estudia el comportamientodiferencial de los patronos y de los trabajado-

res, en función de que sean fijos o ambulan-tes, caso frecuente entre los mineros, si bienhan ido disminuyendo en proporción losmineros ambulantes dentro del lapso detiempo considerado. La menor asociatividadde los mineros ambulantes permite explicaralgunos de los rasgos diferenciales entre lazona industrial y la zona minera. No trata-mos de reproducir aquí el análisis que lleva acabo Salillas, sino llamar la atención sobre elhecho de que se trata de un análisis multiva-riable, mediante el cual se intenta ponderar elpeso de cada variable, en las conductas de laspartes, al mismo tiempo que se explican lasdiferencias entre la industria y la minería, yen ambas, en una consideración diacrónica,en función de los procesos tecnológicos, econó-micos y urbanísticos.

Las Apreciaciones de Sanz y Escartín, demucha menor extensión, se basan en la dis-tinción entre causas aparentes y causas rea-les de las huelgas y tienen las virtudes de susencillez y claridad, junto a un escueto des-pliegue analítico. Una nueva prueba de obje-tividad del Instituto consiste en que se adjun-tan, como partes del mismo Informe, ambasApreciaciones y las conclusiones a que cadauna de ellas conduce, siendo próximas, aun-que no absolutamente coincidentes en suspuntos de vista.

Sin pretensiones de ser exhaustivos, nosería lícito eludir aquí la mención de los estu-dios monográficos sobre las emigraciones ysobre las viviendas y los barrios obreros. Porlo que se refiere a las primeras, el interés delInstituto en este tema comienza con el envíode Pedro Sangro y Ros de Olano al I CongresoIberoamericano de Emigración, con el encar-go de informar sobre los nuevos planteamien-tos de estudio y de tratamiento de los proble-mas que de la emigración se derivan57. La pri-

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76 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

56 Esta Segunda parte fue publicada en el número20, año 1967, de la Revista de Trabajo, págs. 171-296,bajo el título Informe referente a las minas de Vizcaya,Apreciaciones de D. Rafael Salillas y de D. Eduardo Sanzy Escartín. No por casualidad este Informe apareció en elvolumen monográfico que el Ministerio de Trabajo dedi-có a rendir homenaje a Salvador Lissarrague Novoa,Catedrático de Filosofía Social e Inspector de Trabajo,con motivo de su fallecimiento.

57 Pedro SANGRO Y ROS DE OLANO, Primer CongresoNacional de Emigración. Memoria acerca de los trabajosdel Congreso, presentada al Instituto de Reformas Socia-les, Madrid: IRS, 1909.

mera guerra mundial produce efectos diver-sos sobre la industria nacional, variablessegún industrias y según las regiones, puesmientras en unos casos se produce desabaste-cimiento de materias primas y reducción delos pedidos, en otros, se observa una activa-ción de la actividad económica. En cualquiercaso, todo ello da lugar a movimientos de lapoblación trabajadora, que se recogen endiversos informes, sobre la base de monogra-fías elaboradas en las provincias, por los dele-gados de estadística58.

Si bien es cierto que el Instituto llevó acabo estudios monográficos sobre una granvariedad de materias59, está por hacer unalabor desapasionada de sus aportacionescientíficas al conocimiento de la realidadespañola de su tiempo. También queda porhacer el estudio de sus efectos estimulantes yfructificadores sobre otras instituciones ysobre autores independientes.

Consideramos de especial interés el estu-dio monográfico de las aportaciones del Insti-tuto a determinados temas, como el de la ciu-dad moderna, los barrios obreros y las vivien-das obreras, de los que ya se ocupó la Comi-sión de Reformas sociales60 y que aparecentratados de manera dispersa en diferentesInformes del Instituto. Es aconsejable noolvidar que ya en 1856, había publicado Ilde-fonso Cerdá su Monografía estadística de laclase obrera de Barcelona, en 185661, que es

mucho más que un conjunto de datos estadís-ticos y que le sirvió de base para establecercómo tenían que ser las viviendas y ordenar-se los barrios para responder adecuadamentea las necesidades de la vida personal y fami-liar y de las relaciones sociales y los serviciosde la vecindad.

Dentro del estricto plano de la sociologíaestá el estudio de Posada, La ciudad moder-na, 191562; y son abundantes los estudiossobre desviación social dentro de la ciudad,cuyo contenido sociológico no conviene desde-ñar sin haberlos leído. Por ejemplo, los deBernaldo de Quirós y Llanas Aguilaniedo,sobre La mala vida en Madrid. Estudio psico-sociológico63; Salillas, El delincuente español:El hampa64; Concepción Arenal, El pauperis-mo65. Igualmente existen numerosos estudiossobre higiene pública y municipal y sobre lascondiciones de salubridad del proletariadoindustrial66.

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77REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

58 Información sobre emigración española a los paí-ses de Europa durante la guerra, Madrid: IRS, 1919;Constancio BERNALDO DE QUIRÓS, La emigración obreraen España después de la guerra, Madrid: IRS, 1920.

59 PALACIO MORENA, Op. cit., págs. 281 y sigs. pro-porciona interesante información sobre monografíasrealizadas por el Instituto, en cuyo estudio no entramosaquí.

60 Sobre este tema puede verse, Antonio BUJ Y BUJ,«La cuestión urbana en los informes de la Comisión deReformas Sociales», SCRIPTA VETERA, edición electróni-ca de trabajos publicados sobre geografía y cienciassociales (www.ub.es/geocrit/sv-32.htm).

61 Ildefonso CERDÁ, Monografía estadística de la cla-se obrera de Barcelona, en 1856, reeditada después con

su Teoría general de la urbanización y aplicación de susprincipios y doctrinas a la reforma y ensanche de Barce-lona (1868), Madrid: Instituto de Estudios Fiscales, edi-ción facsímil, 1968.

62 Adolfo G. POSADA, La ciudad moderna, discursode ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales yPolíticas, 1915.

63 C. BERNALDO DE QUIRÓS y J.M. LLANAS AGUILANIEDO,La mala vida en Madrid. Estudio psico-sociológico,Madrid: B. Rodríguez Serra, Editor, 1901. Existe una edi-ción reciente: Huesca: Instituto de Estudios Alto-Arago-neses, Zaragoza: Egido Editorial, 1997. Esta obra perte-nece al mismo estilo y temática que el clásico de HenryMAYHEW, Those That Will Not Work (1862), cuarto volu-men de London Labor and the London Poor. Puede ver-se la selección realizada por Peter Quennell, con el títu-lo London’s Underworld, London: Spring Books, 7ª edi-ción, 1969.

64 Rafael SALILLAS Y PANZANO, El delincuente español:Hampa, Madrid: Victoriano Suárez, 1898. Pocos añosdespués publicará otro libro, algunas de cuyas categorí-as empleará en el análisis de las motivaciones de lashuelgas mineras: La teoría básica (biosociología),Madrid: Victoriano Suárez, 1901.

65 Concepción ARENAL, El pauperismo, Madrid: Vic-toriano Suárez, 1897.

66 Véase especialmente José María LÓPEZ PIÑERO yotros, Medicina y sociedad en la España del siglo XIX,Madrid: Sociedad de estudios y Publicaciones, 1964.

9. LA SOCIEDAD ESPAÑOLA Y LOSTEMAS TRATADOS POR ELINSTITUTO DE REFORMASSOCIALES

Llegados a este punto, la lógica de nuestropropio planteamiento nos obliga a poner enrelación los estudios realizados por el Institu-to de Reformas Sociales con lo problemas quevenía arrastrando, durante casi todo el sigloXIX la sociedad española.

Lo que, a fin de cuentas, queremos ponerde manifiesto, es la estrecha conexión entrelos problemas y los estudios, como una claramanifestación de que se llevó a cabo –o seintentó, al menos– y probablemente con bas-tante éxito, una reflexión crítica de los proble-mas de la sociedad española, pretendiendocomprenderlos y proponer soluciones, desdeesa comprensión. No se trata de estudiosasépticos y desimplicados sino que, persi-guiendo la objetividad por todos sus medios,pretenden comprender los problemas –sinduda, con reviviscencia endopática–, expli-carlos adecuadamente, y proponer reformas.Es un momento –largo momento–, en que lasociedad española padece problemas profun-dos y graves y no resulta lícito a sus actoresadoptar ante ellos actitudes de un lejano aca-demicismo. Esto hace que hombres de dife-rentes orientaciones pero de un común talan-te, se olviden de sus posibles diferencias, paracolaborar en proyectos comunes –ideales, diráPosada–. Pero se trata de una empresa queya se había acometido, no mucho tiempoantes, en otros países europeos. Probable-mente en circunstancias más favorables.

Ciertamente, estos comienzos de la sociolo-gía empírica en España presentan limitacionesy defectos, pero conviene no olvidar dos tipos defactores: unos, que afectan a España en parti-

cular, como el escaso desarrollo de las estadís-ticas oficiales y la falta de bases de datos fia-bles; otros, de carácter general, como el escasodesarrollo de las técnicas de investigación, tan-to en lo referente a la recogida de datos, como asu tratamiento y posterior análisis. Estasegunda limitación es común a la mayor partede la investigación empírica europea, hasta eltérmino de la segunda guerra mundial.

Por lo demás, como hemos intentado mos-trar, el Instituto de Reformas Sociales prestóatención a los problemas más urgentes de lasociedad española. En primer lugar, el cam-po, aquejado por problemas endémicos y agi-tado convulsivamente por conflictos recu-rrentes. En este sentido, los comienzos de lasociología española son netamente diferentesdel resto de las sociologías de otros países,centrados sobre el mundo urbano industrial.

Pero no dejó de lado los problemas de lanaciente industria y de la minería, cuya incon-sistencia y precariedad, junto a la doctrinaimperante de no intervención pública, generócontinuos conflictos. Las condiciones de vidadel proletariado, tanto en el trabajo como fue-ra de él, fueron cuestiones continuamente pre-sentes en los estudios del Instituto. Es eviden-te que el tema subyacente es el de la conflicti-vidad de la sociedad española que persiste delpasado y de la nueva sociedad que emerge delproceso industrializador. Se trata de dos mun-dos conflictivos, pero independientes entre sí,y que, en principio, no se encuentran ni seenfrentan. La conflictividad brota de estructu-ras sociales y de mentalidades irreductibles,de modo que la intervención pública llega apresentarse como la única vía para el encuen-tro de soluciones viables. Esa fue la razón de laexistencia, primero, de la Comisión de Refor-mas Sociales, más tarde, del Instituto.

10. LA DESAPARICIÓN DEL INSTITUTODE REFORMAS SOCIALES Y SULEGADO SOCIOLÓGICO

El Instituto de Reformas Sociales fue cre-ando instituciones que asumieron, poco a

ESTUDIOS

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Igualmente se puede consultar, Luis URTEAGA, «Miseria,miasmas y microbios. Las topografías médicas y el estudiodel medio ambiente en el siglo XIX», SCRIPTA VETERA, conabundante bibliografía sobre topografías médicas de ciu-dades y pueblos, durante el siglo XIX, como un comienzode sociología médica (www.ub.es/geocrit/sv-58.htm).

poco las funciones que, en un principio, des-empeñara el Instituto por sí solo: el InstitutoNacional de Previsión, la Inspección de Tra-bajo, etc. En los últimos momentos, transferi-das la mayoría de sus competencias, el Insti-tuto se va quedando vacío y, finalmente, seextingue. Es comprensible que un hombrecomo Adolfo Posada, que había estado desdeel principio vinculado a sus actividades, serebelara contra su desaparición y no quisiera,pese a que le fue solicitado con insistencia,incorporarse a ninguna de las nuevas institu-ciones, surgidas de ese proceso de institucio-nalización especializada, fruto de una divi-sión del trabajo político y administrativo.

Sin embargo, la práctica totalidad del per-sonal técnico, funcionarios de carrera, conti-nuaron realizando labores similares a lasque, desde tiempo atrás, venían realizandoen el Instituto. Sería interesante averiguar siquienes recibieron la herencia científica –nosólo sociológica– del Instituto de ReformasSociales, fueron los organismos públicos a loscuales pasó, en mayor o menor medida, conrestricciones, pero también con ampliaciones,el conjunto de tareas que el Instituto llevabaa cabo. Aventuramos como hipótesis, por sialguien tuviera interés en comprobarlo, quemuchas de esas tareas pasaron a las institu-ciones creadas por el Instituto y que de él sefueron desgajando: el Instituto Nacional dePrevisión, el Ministerio de Trabajo –tanto enla Vicesecretaría General de Estudios, comoen el Instituto de Estudios Laborales y deSeguridad Social y en la Dirección General dePromoción Social–, en las Escuelas Sociales,así como también en el Ministerio de Sanidady Seguridad Social –en la medida en que reci-bió competencias procedentes del Ministeriode Trabajo– y, con independencia de ese pro-ceso, en el Ministerio de Agricultura67. Todo

esto excede, con mucho, del propósito inicialde este estudio, orientado a mostrar la even-tual aportación del Instituto de ReformasSociales a la naciente sociología empíricaespañola. Nos daríamos por satisfechos si lohasta aquí escrito hiciera, por lo menos, quealgunos sintieran la necesidad de aproximar-se –y no sólo mirarla desde lejos– a la obracientífica de una institución consideradacomo excepcional en toda la Europa de sutiempo.

APÉNDICEAlgunas obras presuntamentesociológicas, publicadas entre

1875 y 1940

1875. PÉREZ PUJOL: La sociología y la fór-mula del derecho.

1876. AZCÁRATE: Estudios económicos ysociales.

1876. AZCÁRATE: Ensayo sobre la historiadel derecho de propiedad.

1884.GONZÁLEZ SERRANO: Sociologíacientífica.

1887. PIDAL Y MON: El método de la obser-vación en la ciencia social. Le Play y suescuela.

1889-97. SALES Y FERRÉ: Tratado de Socio-logía, 4 vols.

1891. AZCÁRATE: Concepto de la sociología.

1891. DORADO: El positivismo en la cienciajurídica y social italiana.

1892. AZCÁRATE: Los deberes de la riqueza.

ENRIQUE MARTÍN LÓPEZ

79REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

67 La tradición de los estudios pormenorizados deproblemas sociales como punto de partida para la ela-boración de políticas o proyectos legislativos, se conti-núa en todos esos casos, aunque, sin duda, la estructurainstitucional no es tan precisa y unitaria. En todo caso, el

estilo del Informe, creado en la Comisión y perfecciona-do en el Instituto de Reformas Sociales se mantiene enlos organismos que proceden de él. Y por lo que a lasmaterias se refiere, se prolonga una tradición vinculada alos temas de competencia de tales instituciones: los con-flictos de trabajo, la seguridad social como sistema insti-tucional, la sanidad, los gastos farmacéuticos, las profe-siones sanitarias, los servicios sociales, los movimientosmigratorios, la promoción profesional, el empleo, losaccidentes de trabajo, etc.

1893. SANTAMARIA DE PAREDES: Elmovimiento obrero contemporáneo.

1894. SANZ ESCARTIN: Autoridad políticaen sociedades contemporáneas.

1896.ARENAL: La igualdad social y políticay sus relaciones con la libertad.

1896. SANTAMARIA DE PAREDES: Con-cepto del organismo social.

1897. ARENAL: El pauperismo.

1898. SALILLAS: El delincuente español: Elhampa.

1898. COSTA: El colectivismo agrario.

1899. GINER: Estudios y fragmentos sobre lateoría de la persona social.

1901. SALILLAS: La teoría básica (biosocio-logía).

1901. BERNALDO DE QUIRÓS y LLANAS:La mala vida en Madrid.

1901-02. COSTA: Oligarquía y caciquismo

1902. POSADA: Sociología contemporánea.

1902. SALILLAS: La trata de blancas.

1903. BERNALDO DE QUIRÓS: Alcoholis-mo.

1904. (*) BUYLLA y ALEGRE: Miseria y con-ciencia del campesino castellano.

1904. (*) SALILLAS, SAINZ Y ESCARTIN,PUYOL: Informe referente a las minas deVizcaya.

1906. AZNAR: Catolicismo social en España.

1906. SASTRE: Las huelgas en Barcelona ysus resultados en 1905 y 1906.

1907. (*) PUYOL: Informe acerca de la fábri-ca y los obreros de Mieres.

1907. SALES Y FERRÉ: Nuevos fundamen-tos de la moral.

1908. POSADA: Principios de sociología.

1908. SALILLAS: El tatuaje y su evoluciónhistórica.

1910. SALES Y FERRÉ: Problemas sociales.

1910. (*) MARVÁ: El trabajo en las minas.

1910. (*) SANTAMARÍA y otros: Informeacerca del conflicto obrero-patronal deGijón.

1910. (*) GARCÍA CÁCERES: Condicionessociales del cultivo del arroz en Valencia.

1912. SALES FERRÉ: Sociología general.

1913. BERNALDO DE QUIRÓS: Bandoleris-mo en la Baja Andalucía

1914. (*) GONZÁLEZ CASTRO: El trabajo de

la mujer en la industria.

1915. POSADA: La ciudad moderna.

1917. (*) GONZÁLEZ CASTRO: El trabajo dela infancia en España.

1917. BUYLLA: La reforma social en España.

1919. (*) BERNALDO DE QUIRÓS: Esparta-

quismo agrario.

1920. (*) BERNALDO DE QUIRÓS: La emi-gración obrera en España después de laguerra.

1921. SASTRE: La esclavitud moderna.

1921. ORTEGA: España invertebrada.

1923. ORTEGA: El tema de nuestro tiempo.

1926. AZNAR: La familia como instituciónbásica de la sociedad.

1929. (*) DIAZ MORAL: Historia de las agi-taciones campesinas andaluzas.

1929. POSADA: Principios de Sociología. 2ªedición, muy ampliada.

1930. AZNAR: Despoblación y colonización.

1930. ORTEGA: La rebelión de las masas.

1931. AZNAR: Promedios diferenciales denatalidad, mortalidad y reproductividadpor grupos sociales en España.

1932. SANGRO Y ROS DE OLANO: Opiniónpública y masa neutra.

1940. ORTEGA: Ideas y creencias.

Las obras señaladas (*) son publicacionesdel Instituto de Reformas Sociales o realiza-das con materiales procedentes del mismo.

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