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Continuemos señalando los recortes. Hay otro más, un recorte muy común, otro lugar de línea de puntos o puntillismo: es el recorte por el maquillaje. También allí se tiene entre manos no un síntoma histérico, me apresuré al decirlo, sino un esbozo, un trazo de un corte sobre el cuerpo. Pues aquello que es eficaz en el maquillaje es el contorno; maquillaje, así como joyas que vienen a cercar, que vienen a cortar. Para no dar un ejemplo demasiado psiquiátrico, tomaré una escena del cine. Pienso que la mayoría de ustedes vio alguna vezel film que a mi criterio fue muy divertido y que se llamaba «Alto, rubio y con un zapato negro». Recordarán que en un momento del film hay una joven muy seductora que aparece con un vestido negro muy cerrado y cuando la actriz se da vuelta, se descubre que la parte delantera era sólo una fachada que deja al resto desnudo. Ese desnudo es todavía realzado por la existencia de una cadenita en el lugar de la cintura, un pequeño recorte cuyo efecto erótico es absolutamente indiscutible. Les he dicho que eso no era exclusivamente histérico; lejos de ello, tocamos acá una proximidad frecuente en la histeria, a saber, el fetichismo. Completarán ustedes mismos los distintos síntomas que sigue a esto: maquillaje y joyas no son síntomas sino medios o métodos. ¿Pero usados con qué fin? ¿Es sólo para pinchar el erotismo del otro ofreciéndose como fetiche? Se ve todo el dominio ofrecido a la búsqueda, pero no creo que sea el único efecto pretendido. Hay una búsqueda de otra cosa que puede llamarse belleza. Maquillaje y joyas están destinadas a reforzar la belleza. Sin embargo, esto no es lo mismo que provocar al prójimo. Pero esto debe hacernos dirigir la escucha a lo siguiente: si la belleza no está destinada a provocar la emoción sexual ¿para qué sirve, entonces? Podría indignar a la gente mejor informada que yo en cuanto a estética al preguntar ¿para qué puede servir la belleza? Sólo puedo hablar desde el campo de mi práctica. La belleza tiene una función, tal vez varias, pero hay una en particular, la de hacer olvidar precisamente aquello de lo que hablaba antes: que entre los recortes del discurso aparece de modo subyacente un corte o un agujero al nivel del cuerpo, un agujero en la piel,

El goce de la histérica

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Introducción al psicoanálisis en torno a la figura de la histérica como figura inaugural.

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Page 1: El goce de la histérica

Continuemos señalando los recortes. Hay otro más, un recorte muy común, otro lugar de línea de puntos o puntillismo: es el recorte por el maquillaje. También allí se tiene entre manos no un síntoma histérico, me apresuré al decirlo, sino un esbozo, un trazo de un corte sobre el cuerpo. Pues aquello que es eficaz en el maquillaje es el contorno; maquillaje, así como joyas que vienen a cercar, que vienen a cortar. Para no dar un ejemplo demasiado psiquiátrico, tomaré una escena del cine. Pienso que la mayoría de ustedes vio alguna vezel film que a mi criterio fue muy divertido y que se llamaba «Alto, rubio y con un zapato negro». Recordarán que en un momento del film hay una joven muy seductora que aparece con un vestido negro muy cerrado y cuando la actriz se da vuelta, se descubre que la parte delantera era sólo una fachada que deja al resto desnudo. Ese desnudo es todavía realzado por la existencia de una cadenita en el lugar de la cintura, un pequeño recorte cuyo efecto erótico es absolutamente indiscutible. Les he dicho que eso no era exclusivamente histérico; lejos de ello, tocamos acá una proximidad frecuente en la histeria, a saber, el fetichismo. Completarán ustedes mismos los distintos síntomas que sigue a esto: maquillaje y joyas no son síntomas sino medios o métodos. ¿Pero usados con qué fin? ¿Es sólo para pinchar el erotismo del otro ofreciéndose como fetiche? Se ve todo el dominio ofrecido a la búsqueda, pero no creo que sea el único efecto pretendido. Hay una búsqueda de otra cosa que puede llamarse belleza. Maquillaje y joyas están destinadas a reforzar la belleza. Sin embargo, esto no es lo mismo que provocar al prójimo. Pero esto debe hacernos dirigir la escucha a lo siguiente: si la belleza no está destinada a provocar la emoción sexual ¿para qué sirve, entonces? Podría indignar a la gente mejor informada que yo en cuanto a estética al preguntar ¿para qué puede servir la belleza? Sólo puedo hablar desde el campo de mi práctica. La belleza tiene una función, tal vez varias, pero hay una en particular, la de hacer olvidar precisamente aquello de lo que hablaba antes: que entre los recortes del discurso aparece de modo subyacente un corte o un agujero al nivel del cuerpo, un agujero en la piel, simplemente; y bajo esa piel agujereada, ¿qué se descubre? Cuando era chico e iba a la escuela primaria, y aún en las primeras clases del secundario, había una especie de cadáver que colgaba en un rincón. Se lo llamaba «despellejado». Un despellejado presentado bajo el término de despellejado no es tan inquietante. Pero una piel agujereada se llama a menudo cadáver. Lo que se esconde detrás de la belleza, en segundo plano de la belleza, es justamente lo que antes designaba como el cuerpo innombrable, el cuerpo muerto. El cuerpo muerto es el que amenaza aparecer si el recorte, si el recortado no es sólo un dibujo sino un corte.

LUCIEN ISRAËL, El goce de la histérica, 1974.