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El Gabo y yo Por Justo Planas Con el encargo de este trabajo me enteré de la noticia: Gabriel García Márquez murió. Este asunto del periodismo exige siempre un poco de sangre fría, se supone que uno hable, que se desborde en palabras, cuando a veces lo que quisiera es un poco de silencio. Pero al Gabo le debo estas líneas porque él fue uno de los que me enredó en el oficio. Mi madre, que nunca me quiso para este trabajo y ahora lo disfruta de muy buena gana, lo sabe: García Márquez es el culpable, y por eso el siguiente SMS que recibí con la noticia me lo envío ella. Luego vinieron otros, son muchos los que saben. Hacía tiempo que no aparecía en público. Conocidos que tenemos en común me susurraron que en sus últimas visitas a la Isla la memoria solía traicionarlo. ¡Cuán injusta puede ser la biología!, pensaba yo: ¡Cómo es posible que le falle la mente a un genio, a alguien que la tuvo siempre en ejercicio! Pero ya lo sabemos: la biología es injusta; y aunque otras veces he querido convertirme en el paño de lágrimas de mis lectores, ofreciendo consuelo, debo confesar que la muerte en estos casos es también injusta. Saber que respiraba en algún lugar de este planeta, en nuestra América, aunque no lo viera, aunque ya no pudiera leer un libro nuevo suyo, era un consuelo. Pasó mi vida de pronto frente a mis ojos con la noticia de su muerte. En el pre, todos los que escribíamos, soñábamos convertirnos en Gabriel García Márquez. Emulábamos su estilo inemulable, imitábamos su don para las historias. Yo terminé ganándome un “Sabe más quien lee más” nacional con un trabajito sobre sus novelas. Era lo más ambicioso que había hecho hasta 11no grado; y lo reescribí tantas veces buscando ese arte para las palabras del Gabo que incluso hoy recuerdo algunas oraciones. Durante el Servicio Militar estuve recibiendo cartas de una admiradora secreta. Eran cartas que llegaban religiosamente cada 15 días a mi casa y ¡por correo postal!, sin otro nombre que el de García Márquez, con fragmentos de su obra amorosa. Él sirvió muy bien de vehículo para que esta muchacha, una niña aún (¡éramos tan niños!) me escribiera, 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40

El Gabo y yo

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Muerte de García Márquez

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El Gabo y yoPor Justo PlanasCon el encargo de este trabajo me enter de la noticia: Gabriel Garca Mrquez muri. Este asunto del periodismo exige siempre un poco de sangre fra, se supone que uno hable, que se desborde en palabras, cuando a veces lo que quisiera es un poco de silencio. Pero al Gabo le debo estas lneas porque l fue uno de los que me enred en el oficio. Mi madre, que nunca me quiso para este trabajo y ahora lo disfruta de muy buena gana, lo sabe: Garca Mrquez es el culpable, y por eso el siguiente SMS que recib con la noticia me lo envo ella. Luego vinieron otros, son muchos los que saben. Haca tiempo que no apareca en pblico. Conocidos que tenemos en comn me susurraron que en sus ltimas visitas a la Isla la memoria sola traicionarlo. Cun injusta puede ser la biologa!, pensaba yo: Cmo es posible que le falle la mente a un genio, a alguien que la tuvo siempre en ejercicio! Pero ya lo sabemos: la biologa es injusta; y aunque otras veces he querido convertirme en el pao de lgrimas de mis lectores, ofreciendo consuelo, debo confesar que la muerte en estos casos es tambin injusta. Saber que respiraba en algn lugar de este planeta, en nuestra Amrica, aunque no lo viera, aunque ya no pudiera leer un libro nuevo suyo, era un consuelo.Pas mi vida de pronto frente a mis ojos con la noticia de su muerte. En el pre, todos los que escribamos, sobamos convertirnos en Gabriel Garca Mrquez. Emulbamos su estilo inemulable, imitbamos su don para las historias. Yo termin ganndome un Sabe ms quien lee ms nacional con un trabajito sobre sus novelas. Era lo ms ambicioso que haba hecho hasta 11no grado; y lo reescrib tantas veces buscando ese arte para las palabras del Gabo que incluso hoy recuerdo algunas oraciones.Durante el Servicio Militar estuve recibiendo cartas de una admiradora secreta. Eran cartas que llegaban religiosamente cada 15 das a mi casa y por correo postal!, sin otro nombre que el de Garca Mrquez, con fragmentos de su obra amorosa. l sirvi muy bien de vehculo para que esta muchacha, una nia an (ramos tan nios!) me escribiera, y eso que hoy por hoy es escritora, poeta, novelista y directora de cine, con libros publicados y pelculas premiadas. Por supuesto, al instante supe quin era, y si me tard en llamarla para hacernos novios fue para extender un poco ms el disfrute de sus cartas, del Gabo compilado y transcrito.En la carrera de Periodismo no tuve que preguntar mucho para descubrir que mi original idea de aprender el oficio para finalmente convertirme en escritor lata en el pecho de media aula, inspirada ms que nadie en el ejemplo del Gabo y de su admiradora febril Isabel Allende. Lemos Noticia de un secuestro y Crnica de una muerte anunciada con otros ojos, conscientes ya de lo que es un reportaje. Luego cay en mis manos De viaje por los pases socialistas.Gabriel Garca Mrquez, ya lo dije en un texto en esta misma pgina: lo logr todo en la literatura. Fue el amante honroso de las lectoras de Corn Tellado y fue maestro desafiante de los intelectuales y cultos. Fue adems la incursin espordica de esos que nunca hojean un libro. Cuando otros grandes escritores latinoamericanos suenan demasiado a francs o ingls (no dir nombres porque no quiero ojerizas), l pareca llevar prestada la voz con que nuestros abuelos cuentan una historia, la historia, las palabras con que cualquier vecina ensarta un imposible.En un siglo donde la literatura se percibe fatigada, donde nuestros ms ilustres escritores se enmaraan con metforas difciles y juegos de la forma para disimular su falta de imaginacin, Gabriel Garca Mrquez restituy el placer de escuchar o leer una buena historia. Y en eso de contar pareca inspirado por los propios dioses. Toda una generacin de latinoamericanos intent copiarlo dcada despus, todava algunos ceden a la tentacin. Pero es imposible, era nico.Cien aos de soledad se encuentra entre las novelas ms grandes escritas en este planeta. He ledo por ah que junto al Quijote es la ms importante de habla hispana, y no lo dudo. Logr que Europa observara boquiabierta lo que hacamos aqu los hombres de letras, y este fue un sueo que Latinoamrica persigui durante muchos aos, dos siglosEl Gabo lo hizo todo y lo fue todo. Me contaron en la Escuela de Cine de San Antonio, que l fundo y a la cual estuvo ligado por dcadas, que era un hombre ms bien tmido. Era un lector incansable. En el pre casi suspende matemtica (o suspendi por matemticas?), pero se desayun hasta el ltimo libro de la mediocre biblioteca escolar. Nos tomar aos, dcadas, quizs siglos, encontrar una generacin de latinoamericanos como la suya, que ahora nos abandona poco a poco