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Arume dos piñeiros Manuel Candelas EL FUTURO IMPERFECTO DE XULIA ALONSO Original (en gallego) aquí Conocí a Xulia en Santiago. En una casa de la calle Loureiros, en un piso con varias habitaciones que la pensión ofrecía a los estudiantes. Ella vivía o compartía habitación con un amigo del piso y nos veíamos casi siempre en el pasillo camino del baño. No puedo decir que cruzara muchas palabras con ella, un saludo y poco más, pero, eso sí, siempre agasajaba el encuentro con una sonrisa fulgurante en medio de un rostro de plenitud y alegría. Era mi primer año en Santiago y aquella joven era casi el primer signo de la nueva vida de estudiante, libre y algo desordenada (en horarios, sobre todo) de la universidad. Si recuerdo este pequeño detalle es porque resulta fundamental en mi lectura de este libro devastador, que se lee en un único aliento, titulado Futuro imperfecto. Es posible que otros/as obtengan esa misma sensación sin esta mínima experiencia. Pero yo no pude. La portada, además, no contribuye para nada a sustraerme a aquella imagen mia santiaguesa, ya que esa misma cara de la foto, el mismo cuerpo semidesnudo se imponen sobre el relato terrible, asfixiante y catártico de Xulia Alonso Díaz y magnífica la tristeza infinita que desvelan sus páginas. La historia está contada en forma de confesión. O en forma de desahogo torrencial destinado a su Nico, en una prolongada y apasionada declaración de amor como pocas veces se tienen visto en un texto de estas características. Bajo esta fórmula del discurso dirigido a un tú ausente, muerto en terribles y agónicas circunstancias, Xulia Alonso Díaz no ahorra ninguna palabra para definir el proceso, desde el momento en que decide salir de casa, vivir una entusiasta y eufórica existencia, engancharse a la heroína y, al mismo tiempo, al amor eterno de su vida, y a la enfermedad propia de la muerte. No temo contar toda la historia, porque no es necesario cubrir estos hechos, por otra parte tan tristemente reconocibles en muchos amigos y amigas de nuestras generaciones, entregados a la servidumbre de las drogas y consumidos con el sida

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Arume dos piñeiros Manuel Candelas

EL FUTURO IMPERFECTO DE XULIA ALONSO Original (en gallego) aquí

Conocí a Xulia en Santiago. En una casa de la calle Loureiros, en un piso con varias habitaciones que la pensión ofrecía a los estudiantes. Ella vivía o compartía habitación con un amigo del piso y nos veíamos casi siempre en el pasillo camino del baño. No puedo decir que cruzara muchas palabras con ella, un saludo y poco más, pero, eso sí, siempre agasajaba el encuentro con una sonrisa fulgurante en medio de un rostro de plenitud y alegría. Era mi primer año en Santiago y aquella joven era casi el primer signo de la nueva vida de estudiante, libre y algo desordenada (en horarios, sobre todo) de la universidad. Si recuerdo este pequeño detalle es porque resulta fundamental en mi lectura de este libro devastador, que se lee en un único aliento, titulado Futuro imperfecto. Es posible que otros/as obtengan esa misma sensación sin esta mínima experiencia. Pero yo no pude. La

portada, además, no contribuye para nada a sustraerme a aquella imagen mia santiaguesa, ya que esa misma cara de la foto, el mismo cuerpo semidesnudo se imponen sobre el relato terrible, asfixiante y catártico de Xulia Alonso Díaz y magnífica la tristeza infinita que desvelan sus páginas. La historia está contada en forma de confesión. O en forma de desahogo torrencial destinado a su Nico, en una prolongada y apasionada declaración de amor como pocas veces se tienen visto en un texto de estas características. Bajo esta fórmula del discurso dirigido a un tú ausente, muerto en terribles y agónicas circunstancias, Xulia Alonso Díaz no ahorra ninguna palabra para definir el proceso, desde el momento en que decide salir de casa, vivir una entusiasta y eufórica existencia, engancharse a la heroína y, al mismo tiempo, al amor eterno de su vida, y a la enfermedad propia de la muerte. No temo contar toda la historia, porque no es necesario cubrir estos hechos, por otra parte tan tristemente reconocibles en muchos amigos y amigas de nuestras generaciones, entregados a la servidumbre de las drogas y consumidos con el sida

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hasta la pura extinción. Con epígrafes de Lois Pereiro en muchos capítulos, el relato de Xulia Alonso Díaz, autobiográfico sin estrategias enmascaradoras, describe con una riqueza de matices todos los pasos de ese descenso a los infiernos (esa palabra que aparece muchas veces), con duras imágenes del declive físico (son dolorosamente exhaustivas y minuciosas sus precisiones sobre la enfermedad), con sutiles apreciaciones sobre sus padres o su familia (ese padre autoritario que se derrumba frágil delante de la hija enganchada;esa madre resignada que aparece como bálsamo o metáfora de la salvación), con sobrecogedores instantáneas de ciertos y significativos momentos (yo llegué a emocionarme con la fotografía fija de las nucas de sus hermanos en la parte de delante de un coche cuando estos la llevan a una casa de internamiento en Logroño), con metáforas y analogías de ruinas o de abismos. No es un libro que pueda ser leído como un cúmulo de sucesivas caídas a lo más profundo de la tristeza y el abandono, sino como una catarsis, una necesaria mirada para salvarse de la axfisia. La novela actúa como ese ansiolítico que debe tomar la autora en un semáforo de la calle Coruña para poder respirar tras ese dolor que se manifiesta en cada una de las partes de su cuerpo. Pero esta sensación de ansia, de agonía permanente, no debe y no puede esconder el intensísimo amor que se proclama por todo el texto. Dentro de ese relato de destrucción, explicada como ignorante expresión de libertad (ella incluye alguna apreciación sobre la época de carácter generacional), Xulia Alonso Díaz aprovecha para introducir un sentimiento amoroso pleno de entrega. No solo cuando trata de pintar el fulgurante enamoramiento, de un romanticismo radical, sino cuando de forma muy precisa plasma las caricias y los besos en el trance esperado de la enfermedad o el contacto físico de los cuerpos en la cama en la previa agonía de la muerte. No es fácil encontrar una literatura de tan intenso dolor y de tan intenso amor al mismo tiempo como la que encuentro en este Futuro imperfecto. Es cierto que uno puede correr el riesgo de dejarse llevar por la pura narración de los hechos, por el hechizo de saber más de esa sucesión desesperante de caídas, y no mirar en este relato un precioso y elaborado texto poético. Sería natural, porque el poder de la historia supera casi cualquier aproximación puramente literaria, pero el libro está admirablemente narrado, con un uso de imágenes muy poderoso, con una deliberada estructura de suspensión y pautas de emociones, y, sobre todo, con un muy sugestivo catálogo de metáforas para explicar todos y cada uno de los momentos que le tocó vivir a lo largo de su intensa y apasionante (en todos los sentidos de la palabra pero, sobre todo, como padecimiento y como entusiasmo) vida. La vi, después de muchos años, en una pequeña fiesta en la casa de Coruxo con el césped blando y magnolio que aparece en el libro. Espero verla muy pronto para darle las gracias en persona por este magnífico y conmovedor relato, que sólo puede leerse de un tirón manteniendo la respiración hasta la última página.