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CAPÍTULO 2. Cambiando nuestras creencias La mente es como un árbol. Si de niños percibimos que tuvimos carencias de cariño y generamos como consecuencia creencias limitantes, las raíces del árbol se tuercen y cuando el árbol se desarrolla, crece chueco. No es fácil hacer un cambio de creencias inconscientes, se requiere tiempo y de personas profesionales que lo ayuden a uno en el proceso, con dos estrategias: el psicoanálisis y una terapia alternativa denominada renacer. El psicoanálisis se centra principalmente en procesar y entender las emociones negativas que generan como resultado creencias limitantes. A medida que la persona recuerda en sus sesiones con el terapeuta emociones de dolor, de pena o de miedo de su niñez y las deja salir, se empieza a liberar de ellas. El investigador Jonathan Shedler, de la Universidad de Colorado, realizó un compendio de una gran cantidad de investigaciones desarrolladas para evaluar la eficacia de la terapia psicoanalítica. El resultado de este estudio es indiscutible, la terapia psicoanalítica es muy efectiva, pues mejora el bienestar psicológico de los pacientes. Trabajando con el inconsciente: renacer Existe una terapia muy poco conocida que se denomina renacer, que fue creada en Estados Unidos por Leonard Orr en la década de 1970. En esta terapia, un terapeuta ayuda al paciente a hiperventilar entre treinta minutos y una hora. Durante este tiempo, el paciente solo inhala y exhala fuertemente. Esta terapia requiere que la persona tenga una vida sana y una alimentación saludable. De lo contrario, cuando empieza a respirar, sufre de calambres, mareos y le pueden causar fuertes dolores en el pecho. Nuevamente, como en el psicoanálisis, no todos estarán dispuestos a seguir la terapia renacer. Se requiere ser abierto de mente, tener un estilo de vida sana y estar dispuesto a gritar, llorar y sufrir fuertemente, recordando nuestras heridas del pasado. La experiencia directa: mandarse y arriesgarse

El Exito Es Una Decision

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CAPÍTULO 2. Cambiando nuestras creencias

La mente es como un árbol. Si de niños percibimos que tuvimos carencias de cariño y generamos como consecuencia creencias limitantes, las raíces del árbol se tuercen y cuando el árbol se desarrolla, crece chueco.

No es fácil hacer un cambio de creencias inconscientes, se requiere tiempo y de personas profesionales que lo ayuden a uno en el proceso, con dos estrategias: el psicoanálisis y una terapia alternativa denominada renacer.

El psicoanálisis se centra principalmente en procesar y entender las emociones negativas que generan como resultado creencias limitantes. A medida que la persona recuerda en sus sesiones con el terapeuta emociones de dolor, de pena o de miedo de su niñez y las deja salir, se empieza a liberar de ellas.

El investigador Jonathan Shedler, de la Universidad de Colorado, realizó un compendio de una gran cantidad de investigaciones desarrolladas para evaluar la eficacia de la terapia psicoanalítica. El resultado de este estudio es indiscutible, la terapia psicoanalítica es muy efectiva, pues mejora el bienestar psicológico de los pacientes.

Trabajando con el inconsciente: renacer

Existe una terapia muy poco conocida que se denomina renacer, que fue creada en Estados Unidos por Leonard Orr en la década de 1970. En esta terapia, un terapeuta ayuda al paciente a hiperventilar entre treinta minutos y una hora. Durante este tiempo, el paciente solo inhala y exhala fuertemente. Esta terapia requiere que la persona tenga una vida sana y una alimentación saludable. De lo contrario, cuando empieza a respirar, sufre de calambres, mareos y le pueden causar fuertes dolores en el pecho.

Nuevamente, como en el psicoanálisis, no todos estarán dispuestos a seguir la terapia renacer. Se requiere ser abierto de mente, tener un estilo de vida sana y estar dispuesto a gritar, llorar y sufrir fuertemente, recordando nuestras heridas del pasado.

La experiencia directa: mandarse y arriesgarse

Una forma de cambiar nuestras creencias limitantes es simplemente mandarse y arriesgarse. Aun si no logramos nuestra meta, el solo hecho de mandarnos y arriesgarnos nos cambia la percepción de nosotros mismos. Nos sentimos más capaces, que podemos tomar riesgos, nos sentimos más libres. Pero si tomar el riesgo resulta en un éxito, la creencia limitante se empieza a derrumbar.

Como mencionamos, la experiencia directa, es decir, mandarse y arriesgarse es la mejor forma de generar creencias empoderantes. El ser humano tiene tres zonas. La primera es la zona de confort, es la zona donde nos sentimos seguros, son las cosas que dominamos.

La siguiente zona es la zona de crecimiento, donde asumimos riesgos, pero controlados.

La siguiente es la zona de pánico.

La experiencia indirecta.

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¿Por qué funcionan las experiencias indirectas donde una persona modela las conductas y ayuda a cambiar creencias? Por el mismo motivo que cuando usted ve bostezar a una persona, se contagia y bosteza, o cuando usted ve a un niño sonriendo, se contagia y sonríe: por nuestras neuronas espejo.

El investigador italiano Rizzolatti descubrió en su laboratorio que cuando un mono veía que un investigador recogía un pedazo de maní, se activaban las mismas zonas neuronales que cuando el mono recogía el maní. El investigador denominó a estas zonas en el cerebro neuronas espejo. Son neuronas que nos permiten ser empáticos. Se ha descubierto que personas con dificultad para relacionarse, como personas autistas, tienen problemas con la zona cerebral de las neuronas espejo.

En la historia de la vaca, lo que hizo el maestro fue arrojar a la familia de su zona de confort a una zona de crecimiento. Ya en su zona de crecimiento se arriesgaron a realizar conductas que antes no habían pensado ni imaginado.

Cuando nos sintamos demasiado seguros o confiados de que lo que hacemos será suficiente para nuestro bienestar, recordemos la historia de la vaca. No tengamos miedo a salir de nuestra zona de confort y probar conductas o proyectos nuevos.

Visualización

Diversas investigaciones han descubierto que las neuronas del cerebro que se activan cuando vemos o hacemos algo son las mismas que se activan cuando lo imaginamos. Cuando imaginamos y visualizamos una actividad, nuestro cerebro lo vive como si fuera una realidad. Nuestra mente es el mejor simulador que existe y no diferencia entre imaginar el éxito y lograr el éxito.

La visualización es una técnica muy usada en deportes de competencia. Los atletas se visualizan una y otra vez teniendo éxito.

En conclusión, si queremos cambiar creencias, además de mandarnos, y arriesgarnos, de observar algún modelo similar a nosotros, que adopte la conducta que queremos lograr, también podemos visualizar. Visualizar convence a nuestra mente de que la meta es posible y nos prepara para alcanzarla. No solo visualice el resultado, también el proceso para lograrlo, y hágalo desde la perspectiva de un observador.

Afirmaciones

Según Larsen, las afirmaciones son un enunciado de “verdad” que intentamos creer. En la medida en que estos enunciados sean repetidos frecuentemente y con convicción, supuestamente la mente termina convenciéndose de que son reales.

Los investigadores encontraron que cuando las personas con baja estima repetían afirmaciones positivas contrarias a su propia sensación interna, podían generar un conflicto interno. Este conflicto o disonancia podía hacer que, en lugar de concentrarse en lo positivo, más bien terminan reforzando lo negativo. Los investigadores recomiendan que lo más

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conveniente para aquellas personas con baja estima sería que reflexionen sobre logros pasados y traer esas emociones positivas al presente.

La sugerencia de Horner sobre las afirmaciones es que en primer lugar sean cortas y fáciles de recordar. Esto ayuda a repetirlas fácilmente y que su significado cale en nuestra mente.

¿Las creencias van más allá de nuestra mente?

Un libro muy vendido en el mundo fue El Secreto (The secret, 2006), de Rhonda Byrne, en el que, entre otros temas, comentan sobre el poder de la atracción. El libro y, sobre todo, la película del libro plantean de forma muy gráfica que nuestros pensamientos, ya sean positivos o negativos, se expanden al universo e impactan en nuestro alrededor y terminan afectando nuestras vidas. Esto es, si andamos pensando negativamente, en los problemas y en nuestros miedos, atraemos lo negativo hacia nosotros. En otras palabras. El Secreto plantea que no solo las creencias limitantes nos afectan la motivación, nos impiden perseverar por el mecanismo de consistencia y limitan nuestras conductas. El Secreto plantea que las creencias también son energía que atrae la misma frecuencia de energía. Uno termina atrayendo lo que piensa.

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Capítulo 3. Trabajo arduo

“Yo creo fuertemente en la suerte y encuentro que mientras más trabajo, más suerte tengo”.

Thomas Jefferson

Las creencias, los deseos, los pensamientos son muy importantes, pero para concretarlos también tenemos que “hacer”.

En su libro Talentis Overrated (2008), Geoff Colvin plantea que en nuestra sociedad se habla mucho del talento. Si una persona consigue una meta importante, se asume que tenía el talento para ella. Sin embargo, según las investigaciones de Colvin, lo que hace la diferencia es la práctica, las “horas de vuelo”, el trabajo arduo.

La ecuación del procrastinar

Hoy cada vez es más difícil concentrarse y trabajar en nuestros pendientes. Por ejemplo, hoy tenemos Facebook, donde millones de personas entran constantemente y socializan, opinan, se quejan, discrepan y juegan en Internet.

Además de Facebook, está YouTube con los vídeos, están los correos electrónicos basura y, más aún, los correos electrónicos de nuestros amigos.

Piers Steel ha escrito un libro en el que plantea una ecuación que explica las variables del procrastinar. Procrastinar es posponer las actividades que tenemos que hacer, aún sabiendo que al postergarlas estaremos en una situación peor. Se calcula que 20 por ciento de la población tiene un problema crónico, pero que la mayoría pierde tiempo y productividad al procrastinar ocasionalmente.

La ecuación de Steel es la siguiente:

Expectativa x valorMotivación=

Impulsividad x demora

Expectativa: Steel sugiere que estaremos más motivados a trabajar en alguna actividad en la que tengamos una mayor expectativa de ser exitosos.

Valor: En qué medida la tarea nos gusta, nos estimula, está alineada con nuestros talentos o en qué medida, más bien, sentimos que la tarea es una pérdida total de tiempo y nos aburre.

Impulsividad: Las personas que se dejan llevar por sus impulsos son aquellas que procrastinan más.

Demora: En la medida en que sintamos que la actividad nos gratificará rápidamente, estaremos más motivados a hacerla.

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Otras investigaciones han encontrado otros motivos por los que las personas procrastinan:

1. Miedo al fracaso. 2. Miedo al éxito.3. Falta de disciplina.

¿Qué hacer para evitar la procrastinación? El doctor Tal Ben-Shahar sugiere las siguientes estrategias, además de las ya mencionadas:

1. Usar la regla de los cinco minutos. 2. Si usted no está motivado internamente, prométase una recompensa, un premio

externo por hacer la actividad.3. Comprométase públicamente a hacer la actividad.

Postergar la gratificación.

“Tener la capacidad de postergar la gratificación es tener la capacidad de renunciar a un trozo de oro sin tener la certeza de que encontraremos la mina”.

Sylvester Stallone tuvo la capacidad de postergar la gratificación, de renunciar a tener un salario en una empresa con tal de luchar por su meta, su sueño. En su caso, el postergar la gratificación le pagó con creces en la vida. El camino al éxito es un sendero de sacrificios, de obstáculos, de trabajo arduo. Es un camino en el que tenemos que estar dispuestos a renunciar a ciertas comodidades, a la seguridad de mantenernos en nuestra zona de confort y a vivir el dolor del fracaso por algo mejor en el futuro.

Postergar la gratificación no solo significa tener la capacidad de controlar nuestros impulsos y dejar de gratificarnos en el corto plazo, sino también sobreponerse al dolor y a las dificultades.

Ejercitando el músculo de la disciplina.

Para postergar la gratificación se requiere disciplina. Cuando nos referimos a disciplina o a autocontrol, nos referimos a la capacidad que tienen las personas de alterar sus propias respuestas e inhibir deseos inmediatos, con el fin de alcanzar sus ideales y metas de largo plazo.

A fin de optimizar el uso de la disciplina, hay que utilizarla para formar hábitos saludables que nos permitan alcanzar nuestros sueños. Formar un hábito exige trabajo y esfuerzo, pero una vez que lo instalamos en nuestra mente el hábito nos conduce a nosotros mismos.

En su libro The Power of Habit (2012), CharlesDuhigg menciona una serie de investigaciones que demuestran que la zona del cerebro donde se almacenan los hábitos es la de los “ganglios básales”. En cambio, la zona del cerebro relacionada con la disciplina es el lóbulo prefrontal. Nuestra disciplina y nuestros hábitos usan recursos cerebrales diferentes. Una vez que grabamos un hábito en la zona de los ganglios básales usando nuestra disciplina, luego el hábito nos libera recursos cerebrales para lograr otras metas.

¿Cómo se crean hábitos? Repitiendo conductas en fechas, lugares y horas específicas.

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En conclusión, para formar un hábito es indispensable que haya una señal para que nuestro cerebro empiece la rutina. Luego es importante repetir la rutina varias veces para que se grabe en la zona de los ganglios básales. Finalmente debe haber un premio o gratificación que ayude a que queramos repetir la conducta.

Herramientas para tener más disciplina.

Al final de nuestra evolución terminamos con dos mentes: una que nos genera impulsos para gratificarnos y otra que nos ayuda a tomar decisiones y controlar nuestros impulsos para una meta más a largo plazo. Entender cómo funciona nuestra mente nos puede ayudar a controlar mejor nuestros impulsos y tener más disciplina.

Cuando vemos algo que queremos, el cerebro lo reconoce como una oportunidad y se libera el neurotransmisor llamado dopamina. Nos sentimos alertas, cautivados, interesados y deseosos de tener ese premio.

El estrés es el peor enemigo de la disciplina y del autocontrol. Ante el estrés, explotamos, comemos y bebemos más de la cuenta o fumamos, entre otros actos de descontrol. A Nelson Mandela lo mandaron a la cárcel por oponerse a las injusticias cometidas en Sudáfrica con la discriminación racial. Mandela fue inteligente, en lugar de llenarse de emociones negativas que le quitaban fuerza, convirtió su encarcelamiento en un espacio de crecimiento y positividad.

Hay personas que ven a su yo futuro como un extraño, no lo conocen, no se identifican con él. No piensan en diez años, ni un año adelante. Otros más bien tienen su vida totalmente planeada y su yo futuro y su yo presente están totalmente integrados. ¿Qué tiene que ver eso con la disciplina? Mucho. Aquellas personas que sienten su yo futuro como distante tienden a ser menos disciplinadas.

Se concluyó que aquellas personas que se sienten más integradas con su yo futuro son más capaces de postergar la gratificación, de controlar sus impulsos y de preferir el premio mayor.