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do donde guindaban un par de ti- ra , y varas atravesadas con un ga- lón en cada extremo; las mujeres u ábamos cotiza vestíamos trenza az ule y polleras de malín transpa- rente que llegaban basta el piso adornada con lentejuelas de colo- res. Además, Carlos disfr azó a algu- nos con el uniforme de empleados de las Empresas Públicas Municipa- les que, bailando alrededor de la parejas que conformaban la compar- sa, ll enaban uno galones grandes que cargaban otro bailarines. No- otras teníamo unos tocados en for- ma de agua transparente y todos íba- mo cantando en una gran coral" (pág. 94). Otra bailarina describe la coreografía: "Lo pasos de la com- parsa eran como 32, cada uno tenía su simbología, nos agachábamos y hacíamos la mímica de bañarno sin agua, cuando marchábamos adelan- te e buscaba progreso, cuando mar- chábamos hacia atrás se mostraba cómo estábamos buscando el líqui- do sin encontrarlo" (pág. 95 ). En un típico acto de carnaval, les cantaron las verdades en su cara a las autori- dades municipales. Un gesto que sintetizaba el malestar ciudadano, como lo demuestra el hecho de que ganaron Congo de Oro en compar- sas , gracias a un notable como Pe- dro Vengoechea, Presidente de la Junta Permanente del Carnaval. Al año siguiente salieron con El apagón, sobre la prestación del ser- vicio eléctrico, casi tan deficiente como el del agua, que ya era mucho decir. El vestuario fue diseñado por Carlos, "en los muchachos los colo- res predominantes eran el rojo y el amarillo mientras que en las muje- res pr evaleció el color negro. La coreografía [ ... ] se constitu con movimientos sincrónicos alrededor de una reina que, vestida e ilumina- da suntuo amente, simbolizaba la luz eléctrica. La línea mu sical pre- sentaba un a particularidad: general- mente en los ca rnavales la música se interpreta con caña de mill o, cl a- rinete o saxofón, nosotr os utilizamo la flauta traversa y el piccol o, una flauta parecida con sonido más bri- llante y agudo; las copl as fueron creación colectiva y hablaban del servicio público, sus de fici encias y sus altos costos" (págs. 97-98). Se- gún otro testimonio: "teníamos un os velos negros que caía n encima de una malla que ll evábamos puesta debajo, el vestuario de los hombres era pantalón, blusón gra nd e y za pa- tilla negras" (pág. 98). También contribuyó al rescate de algun os dis- fraces tradicionales que se estaban perdiendo: "Los di frace estaban desapareciendo, la ch abacanería se imponía por la absoluta apat ía de quienes manejaban l as fiestas del carnaval, esta tradición arraigada en lo más profundo del modo de ser barranquillero había caído en desu- so, dando paso al mal gusto. Carlos apeló a la reinvención de los disfra- ces y al retorno a las costumbres". Hacia 1983 decidió hacer rescates culturales, sacar comparsas con di s- fraces que estaban desapareciend o: marimondas, capuchones, negritas Puloil, con una coreografía que per- mitía bailar libremente (págs. 98- 99 ). El libro también muestra otr as facetas de la danza folclórica en Barranquilla, no tan bri ll antes. El canibalismo reinante entre los gru- pos de danza de la Universid ad del Atlántico durante esa época, que dio lugar a un ambiente muy agresivo. Que explica muchos de los conflic- tos en que se vio envuelto Carlos Franco. Otra limitación: el trabajo editorial del Instituto Di strital de Cultura y Turismo de Barranquilla deja mucho que desear. El es fu erzo de Suescún al escribir debe ser va- lorado debidamente. Ll ena un va- cío y por esto se justifica. De otra forma no hubiéramos podido con- tar hoy con estas palabras de Gloria BOLETfN CULTURAL Y BI B LI OG R ÁFICO , VOLS. 44-45 , NÓM . 76 -7 7, 2007-2008 Triana, refiriéndose a la película de- dicada a Carlos de la erie Yuruparí, que mue tran u talante: "esa pelí- cul a cobra un significado especial por varios motivos, primero fue un ho- menaje en vida a e te gran artista que se consagró como un monje con votos de pobreza incluidos, a desen- terrar, reanimar y revitalizar la exu- berante cultura de nuestro Caribe. on su trabajo lo financiaba todo, no recibió ayuda estatal ni apoyo local que compensara sus esfuerzos, era muy corriente llegar a u casa y en- co ntrarla sin luz o sin agua, para él lo primero era conseguir lo abalo- rios, las flore , las sombrillas de las farotas o cualquier otro de los im- pl ementos de u trabajo" (pág. 183). ADOLFO GONZÁLEZ HENRÍQUEZ El cosiámpiro y el cosiampirito Breve diccio nario de colombianismos Academia Colombiana de la Lengua Gráficas Visión J. P. , Bogotá, 2007, 250 págs. La Academia Colombiana ofrece la tercera edición ("revisada y actua- lizada") de su Breve diccionario de colombianismos, en grata edición de lujo (pasta dura, finas guarda , clá- sica sobrecubierta), como corres- ponde a su categoría. Contiene 2.180 entrad as. Las ediciones anteriores datan de 1975 y 1992. Las academias atienden a las vo- ces popul ares porque son desuesen- cia. El purismo constituye una pre- tensión absurda, que se opone a la renovación del español -derivado de otras lenguas- , así como al experimentalismo y la creatividad, sin los cuales Huidobro no hubiera sido posible. Los regionalismos más extendidos y los neologismos nece- sarios se encuentran comúnmente en los diccionarios populares, con indicación de su procedencia. [ 121] Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. brought to you by CORE View metadata, citation and similar papers at core.ac.uk provided by Banco de la República

El cosiámpiro el cosiampirito - COnnecting REpositories · 2019. 4. 4. · Diccionario enciclopédico afrocolombiano. Afroamericanismos y africanismos Fabio Teolindo Perea Hinestro

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Page 1: El cosiámpiro el cosiampirito - COnnecting REpositories · 2019. 4. 4. · Diccionario enciclopédico afrocolombiano. Afroamericanismos y africanismos Fabio Teolindo Perea Hinestro

do donde guindaban un par de ti­ra , y varas atravesadas con un ga­lón en cada extremo; las mujeres u ábamos cotiza vestíamos trenza azule y polleras de malín transpa­rente que llegaban basta el piso adornada con lentejuelas de colo­res. Además, Carlos disfrazó a algu­nos con el uniforme de empleados de las Empresas Públicas Municipa­les que, bailando alrededor de la parejas que conformaban la compar­sa, llenaban uno galones grandes que cargaban otro bailarines. No-otras teníamo unos tocados en for­

ma de agua transparente y todos íba­mo cantando en una gran coral" (pág. 94). Otra bailarina describe la coreografía: "Lo pasos de la com­parsa eran como 32, cada uno tenía su simbología, nos agachábamos y hacíamos la mímica de bañarno sin agua, cuando marchábamos adelan­te e buscaba progreso, cuando mar­chábamos hacia atrás se mostraba cómo estábamos buscando el líqui­do sin encontrarlo" (pág. 95). En un típico acto de carnaval, les cantaron las verdades en su cara a las autori­dades municipales. Un gesto que sintetizaba el malestar ciudadano, como lo demuestra el hecho de que ganaron Congo de Oro en compar­sas, gracias a un notable como Pe­dro Vengoechea, Presidente de la Junta Permanente del Carnaval.

Al año siguiente salieron con El apagón, sobre la prestación del ser­vicio eléctrico, casi tan deficiente como el del agua, que ya era mucho decir. El vestuario fue diseñado por Carlos, "en los muchachos los colo­res predominantes eran el rojo y el amarillo mientras que en las muje-

res prevaleció el color negro. La coreografía [ ... ] se constituyó con movimientos sincrónicos alrededor de una reina que, vestida e ilumina­da suntuo amente, simbolizaba la luz eléctrica . La línea musical pre­sentaba una particularidad: general­mente en los carnavales la música se interpreta con caña de millo, cla­rinete o saxofón, nosotros utilizamo la flauta traversa y el piccolo, una flauta parecida con sonido más bri­llante y agudo ; las coplas fueron creación colectiva y hablaban del servicio público, sus deficiencias y sus altos costos" (págs. 97-98). Se­gún otro testimonio: "teníamos unos velos negros que caían encima de una malla que llevábamos puesta debajo, el vestuario de los hombres era pantalón, blusón grande y zapa­tilla negras" (pág. 98). También contribuyó al rescate de algunos dis­fraces tradicionales que se estaban perdiendo: "Los di frace estaban desapareciendo, la chabacanería se imponía por la absoluta apatía de quienes manejaban las fies tas del carnaval, esta tradición arraigada en lo más profundo del modo de ser barranquillero había caído en desu­so, dando paso al mal gusto. Carlos apeló a la reinvención de los disfra­ces y al retorno a las costumbres". Hacia 1983 decidió hacer rescates culturales, sacar comparsas con dis­fraces que estaban desapareciendo: marimondas, capuchones, negritas Puloil, con una coreografía que per­mitía bailar libremente (págs. 98-99). El libro también muestra otras facetas de la danza folclórica en Barranquilla, no tan brillantes. El canibalismo reinante entre los gru­pos de danza de la Universidad del Atlántico durante esa época, que dio lugar a un ambiente muy agresivo. Que explica muchos de los conflic­tos en que se vio envuelto Carlos Franco. Otra limitación: el trabajo editorial del Instituto Distrital de Cultura y Turismo de Barranquilla deja mucho que desear. El esfuerzo de Suescún al escribir debe ser va­lorado debidamente. Llena un va­cío y por esto se justifica. De otra forma no hubiéramos podido con­tar hoy con estas palabras de Gloria

BOLETfN CULTURAL Y BI B LI OG R ÁFICO , VOLS. 44-45 , NÓM . 76 -7 7 , 2007-2008

Triana, refiriéndose a la película de­dicada a Carlos de la erie Yuruparí, que mue tran u talante: "esa pelí­cula cobra un significado especial por varios motivos, primero fue un ho­menaje en vida a e te gran artista que se consagró como un monje con votos de pobreza incluidos, a desen­terrar, reanimar y revitalizar la exu­berante cultura de nuestro Caribe.

on su trabajo lo financiaba todo, no recibió ayuda estatal ni apoyo local que compensara sus esfuerzos, era muy corriente llegar a u casa y en­contrarla sin luz o sin agua, para él lo primero era conseguir lo abalo­rios, las flore , las sombrillas de las farotas o cualquier otro de los im­plementos de u trabajo" (pág. 183).

ADOLFO GONZÁLEZ

HENRÍQUEZ

El cosiámpiro y el cosiampirito

Breve diccionario de colombianismos Academia Colombiana de la Lengua Gráficas Visión J. P. , Bogotá, 2007,

250 págs.

La Academia Colombiana ofrece la tercera edición ("revisada y actua­lizada") de su Breve diccionario de colombianismos, en grata edición de lujo (pasta dura, finas guarda , clá­sica sobrecubierta) , como corres­ponde a su categoría. Contiene 2.180 entradas. Las ediciones anteriores datan de 1975 y 1992.

Las academias atienden a las vo­ces populares porque son desuesen­cia. El purismo constituye una pre­tensión absurda, que se opone a la renovación del español -derivado de otras lenguas-, así como al experimentalismo y la creatividad, sin los cuales Huidobro no hubiera sido posible. Los regionalismos más extendidos y los neologismos nece­sarios se encuentran comúnmente en los diccionarios populares, con indicación de su procedencia.

[ 121]

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

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IST!CA

En la páginas iniciales ( dieci éis in indicación de folio), e relacio­

nan publicaciones análoga de di ver-a autoría , incluyendo una en dos to­

mos, y e explican el marco y la intención adoptados: "El adjetivo Breve, que encabeza el título del pre ente repertorio, está indicando que u objetivo es mucho más mo­de to y limitado que los de exten o trabajos anteriores. Nuestra labor ha e tado encaminada a reunir un con­junto de voces y expresiones que constituyan un cuadro repre entati­vo de la peculiaridades léxicas del español en Colombia por los tiem­pos que corren, sin pretender, ni de lejos, recoger exhaustivamente todo ese caudal".

El párrafo citado señala límites que determinan el alcance de la obra en razón de su propósito. Por tal motivo, no resultan proceden­tes las glosas sobre su factura y con­tenido. Puesto que se trata de un compendio de colombianismos, pa­rece lógico que también éstos se empleen en formas gramaticales propias del país. Como cualquier otro diccionario, admite adiciones y precisiones. De hecho, ya se ha revisado tres veces. En español hay muchas cosas discutibles. No es una doctrina. Algunas erratas, así como los comunes errores que se deben considerar de digitación (lo cual resultaría comprensible e irrelevan­te en otro editor), se hacen noto­rios por su procedencia. Pese a las ob ervaciones preliminares, la uti­Lidad del diccionario podría resul­tar disminuida por la falta de mu­chos términos de uso popular, aunque en realidad los lexicones e complementan unos a otros. Co-

[ 122]

lombia sería el país mejor hablado del mundo hispánico si ólo se re­gi traran 2.180 voces autóctonas, cualquiera que fuese su formación.

Dada la amplitud del tema, el volumen amerita un estudio . A modo de comentario marginal se incluyen algunos ejemplos saltones de casos dudosos, que no significan sugerencia ni nada. Pueden verse como segundas acepciones, comple­mentos o palabras no incluidas.

Pág. 2 , abuelita. Balancín construi­do con esmero, acojinado y cómodo para su uso. La abuela está sentada en su abuelita. (¿En su mecedora?).

Pág. 19, arruncharse. Juntarse las parejas en arrumacos.

Pág. 21 , atao. Bulto de trapos. Pág. 26, baboso. También: men­

tiroso, pajudo, que habla mucho. Pág. 26, bacán. Si figuran baca­

nería y bacano, debería aparecer todo el parlache, pues ésas son algunas de sus voces emblemáticas. Además, se ha convertido de metalenguaje en dialecto que aspira a remplazar el español con ayuda de profesores en colegios y universidades, y de medios masivos de comunicación.

Pág. 27, bahareque. Figura en el Pequeño Larousse, 1978. A la tierra que se estima apropiada se mezcla bosta como aglutinante para fraguar.

Pág. 28, basuco (o bazuco). Si la ortografía se define por el uso gene­ral, se escribirá con z. El propiamen­te dicho no incluye marihuana en La mezcla. Cuando se agrega marihua­na se denomina diablito. Desde lue­go, la terminología popular suele ser cambiante por motivos conocidos.

Pág. 29, batería. Utensilios de cocina, también llamados chismes.

Pág. 30, beneficiadero (de café). También beneficio.

Pág. 37, buñuelo. Inexperto. Es­tar muy buñuelo. También: hombre grueso, acuerpado.

Pág. 72, chulavita. Los chulavitas fueron reclutados inicialmente en la localidad de Chulavita. De ahí su nombre. El término pasó a designar policías forajidos, ignorantes y faná­ticos, destinados a imponer el domi­nio mediante el terror, principal­mente en campos y poblaciones atrasada e incultas. Desde enton-

ces han persistido con diversos nom­bres y modalidades.

Letra C, cosiámpiro. Cosa, obje­to del que no se sabe o recuerda el nombre. Cosiampirito. Objeto pe­queño, íd.

Letra P, pechichona. Muchacha agraciada y mimada.

Pág. 87, tarrali. Debe ser palabra aguda.

Página tras página se pueden formular observaciones de este tenor. Pero no es el estudio. Es sólo la reseña . Quédese usted con el cosiámpiro. Yo me quedo con el cosiampirito.

JAIME JARAMILLO

ESCOBAR

Diccionarios dialectales

Diccionario enciclopédico afrocolombiano. Afroamericanismos y africanismos Fabio Teolindo Perea Hinestroza Edición del autor, Impresión: Alto Vuelo Comunicaciones, Quibdó, 2006,

438 págs. , il.

EL ambicioso título expone la inten­ción del educador que emprende un extenso trabajo etnolingüístico con fines de pro elitismo racial y políti­co, como líder cofundador y activis­ta del Movimiento Cimarrón, uno de cuyos postulados señala que "el ti­gre no proclama su tigritud sino que ataca". Es un Libro revuelto porque así conviene a su astucia didáctica, dirigido en particular a una población de descendencia afrocolombiana es­timada sobre diez millones.

Como diccionario beligerante, la parte lingüística cede importancia al tema histórico, ocial y folclórico, por lo que éste tiene de identidad ances­tral. Contiene 2.767 entrada , 37 anexos y 202 grabados (fotografías e ilustraciones). En la página 12 dice que "presenta un sinnúmero de bio­grafías de personalidade ". El sinnú-

BOLETÍN CULTU R AL Y BIBLIO GRÁF I CO, VOLS. 44 - 45 , f'\IÓM . 76-77 , 2007-2008

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.