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Prefacio
El Concepto de lo Poltico
Texto de 1932 con un Prlogo y tres Corolarios de Carl Schmitt
Traducido de la edicin de 1963 por Dnes Martos
INDICE
PREFACIO
El desafo Un Intento de respuesta Continuacin de la respuesta EL CONCEPTO DE LO POLTICO 1. Estatal y poltico 2. La diferenciacin de amigos y enemigos como criterio de lo poltico 3. La guerra como manifestacin visible de la enemistad 4. El Estado como estructura de unidad poltica, cuestionado por el pluralismo 5. La decisin sobre la guerra y el enemigo 6. El mundo no es una unidad poltica sino un pluriverso poltico 7. El aditamento antropolgico de las teoras polticas 8. Despolitizacin a travs de la polaridad entre tica y economa LA POCA DE LAS NEUTRALIZACIONES Y LAS DESPOLITIZACIONES 1. La secuencia de las reas centrales cambiantes. 2. Las etapas de la neutralizacin y la despolitizacin. Eplogo a la edicin de 1932 COROLARIOS Corolario 1:Sinopsis de los distintos significados y funciones del concepto de la neutralidad del Estado en materia de poltica interior (1931). Corolario 2: Sobre la relacin entre los conceptos de guerra y enemigo (1938). Corolario 3: Sinopsis de las posibilidades y elementos del Derecho Internacional no relacionados con el Estado. NOTAS Y OBSERVACIONES
A la memoria de mi amigo August Schaetz de Munich, cado el 28 de Agosto de 1917 durante el ataque a Moncelul.
Esta nueva versin del escrito sobre "El Concepto de lo Poltico" contiene el texto
original y completo de la edicin de 1932. En el Eplogo de 1932 se destacaba el
carcter estrictamente didctico del trabajo y se resaltaba expresamente que todo lo que
aqu se dice acerca del concepto de lo poltico debe entenderse como "el
encuadramiento terico de un problema inmensurable". En otras palabras: se trataba de
establecer un marco para determinadas cuestiones cientfico-jurdicas, a los efectos de
ordenar una temtica enmaraada y para hallar la estructura de sus conceptos. Este
trabajo no puede comenzar con definiciones esenciales atemporales. Por el contrario, se
inicia con criterios; tanto como para no perder de vista a la materia y a la situacin.
Principalmente se trata en esto de la relacin y de la contraposicin de los conceptos de
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estatal y poltico por un lado, y de guerra y enemigo por el otro, a los efectos de
entender su contenido informativo para este campo conceptual. [1]
El desafo
El rea de referencia de lo poltico cambia constantemente, de acuerdo a las fuerzas y a
las potencias que se combinan o se separan a fin de imponerse. Aristteles obtuvo de la
antigua polis especificaciones de lo poltico diferentes a las del escolstico medieval que
hizo suyas las formulaciones aristotlicas de un modo textual y que, sin embargo, tena
ante sus ojos algo completamente distinto especficamente, la oposicin entre
espiritual-eclesistico y mundanal-poltico es decir: una relacin de tensiones entre
dos rdenes concretos. Cuando la unidad eclesistica europea se quebr en el Siglo
XVI y la unidad poltica result destruida por guerras civiles cristiano-confesionales, en
Francia se llam politiques justamente a aquellos juristas que, en la guerra fratricida de
los partidos religiosos, propugnaron al Estado como una unidad superior y neutral. Jean
Bodin, el padre del derecho pblico e internacional europeo, fue uno de esos tpicos
polticos de aquellos tiempos.
La parte europea de la humanidad ha vivido hasta hace poco en una poca cuyos
conceptos jurdicos haban sido formados completamente desde el Estado y que haba
tomado al Estado como modelo de unidad poltica. La poca de lo estatal est ahora
llegando a su fin. Sobre esto huelgan las palabras. Con ello, termina toda esa
superestructura de conceptos relacionados con el Estado que una ciencia jurdica
pblica e internacional eurocntrica construyera a lo largo de cuatrocientos aos de
trabajo intelectual. Se destrona al Estado como modelo de unidad poltica; al Estado
como portador del ms sorprendente de todos los monopolios, puntualmente: el
monoplio de la decisin poltica; esta obra maestra de las formas europeas y del
racionalismo occidental. Pero sus conceptos se mantienen, incluso y hasta como
conceptos clsicos. Naturalmente, la palabra clsico suena hoy mayormente
ambivalente y ambigua, por no decir: irnica.
Realmente, existi un tiempo en el cual tuvo sentido equiparar los conceptos de estatal
y poltico. El Estado clsico europeo logr algo completamente inverosmil: crear la paz
en su interior y excluir a la enemistad como concepto jurdico. Logr poner a un lado el
desafo o reto que era una institucin del derecho medieval; logr poner fin a las guerras
civiles confesionales de los Siglos XVI y XVII, conducidas por ambas partes como
guerras especialmente justas; y logr instaurar en el interior de su rea a la paz, a la
seguridad y al rden. Es sabido que la frmula "paz, seguridad y rden" sirvi como
definicin de la polica. En el interior de un Estado as, realmente ya slo hubo polica y
no poltica; a menos que se quiera denominar poltica a las intrigas cortesanas, a la
rivalidades, a las frondas, a los intentos de rebelin de los malcontentos y, en suma, a
las "interferencias". Un empleo semejante de la palabra poltica, naturalmente, tambin
es posible y sera una disputa semntica el discutir sobre si ello es correcto o incorrecto.
[2] Slo hay que tener presente que ambas palabras, tanto poltica como polica,
provienen de la misma palabra griega polis. Poltica en un sentido elevado, la alta
poltica, en aquellos tiempos era solamente la poltica exterior que un Estado soberano
como tal y frente a otros Estados soberanos, a los cuales reconoca como tales
practicaba sobre la base de este reconocimiento decidiendo sobre amistades,
enemistades o neutralidades bilaterales.
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Qu es lo clsico en el modelo de una unidad poltica como sta, cerrada y pacificada
en lo interno, y que aparece cerrada y soberana frente a otros soberanos? Lo clsico es
la posibilidad de establecer diferenciaciones claras y unvocas. Dentro y fuera, guerra y
paz. Durante la guerra: militar y civil, neutralidad o no-neutralidad. Todo esto se halla
visiblemente separado y no deliberadamente confuso. Tambin en la guerra, en ambos
bandos, todos tienen un status claro. En la guerra, bajo el derecho internacional inter-
estatal, tambin el enemigo es reconocido en un plano de igualdad como Estado
soberano. En este derecho internacional inter-estatal incluso el reconocimiento como
Estado ya contiene, mientras todava posee un contenido, el reconocimiento del derecho
a la guerra y, por consiguiente, el reconocimiento del enemigo justo. Tambin el
enemigo tiene su status; no es un criminal. La guerra puede ser delimitada y rodeada de
las limitaciones del derecho internacional. Consecuentemente tambin poda terminar en
una paz que, normalmente, contena una clasula de amnista. Slo as es posible
establecer una clara diferenciacin entre la guerra y la paz; y slo as una limpia,
unvoca, neutralidad.
La contencin y clara delimitacin de la guerra contiene una relativizacin de la
enemistad. Toda relativizacin de esta ndole es un gran avance en el sentido del
humanitarismo. Por supuesto que no es sencilla de lograr ya que al hombre le resulta
difcil no considerar a su enemigo como un criminal. En todo caso, el derecho
internacional europeo de la guerra terrestre entre Estados, logr dar ese raro paso. De
qu manera lograrn darlo otros pueblos que en su historia slo han conocido guerras
coloniales y civiles, es algo que queda por verse. De ningn modo es un progreso en el
sentido del humanitarismo el repudiar la guerra controlada del derecho internacional
europeo designndola de reaccionaria y criminal, y desatar en nombre de la guerra justa
enemistades de clase o de raza que ya no saben, ni tampoco quieren, distinguir entre el
enemigo y el criminal.
El Estado y la soberana son el fundamento de las restricciones a la guerra y a la
enemistad hasta ahora logradas por el Derecho Internacional. En realidad, una guerra
librada correctamente segn las reglas del Derecho Internacional europeo contiene ms
sentido de Derecho y reciprocidad, pero tambin ms procedimiento conforme a
Derecho, ms "acto recto" como antes se deca, que un proceso escenificado por los
modernos detentadores del poder y orientado al aniquilamiento moral y fsico del
enemigo poltico. Quien destruya las diferenciaciones clsicas de la guerra entre Estados
y las limitaciones que se basan en ellas, tiene que saber lo que hace. Revolucionarios
profesionales como Lenin y Mao Tse-tung lo saban. Algunos juristas profesionales no
lo saben. Ni siquiera se dan cuenta de cmo los conceptos clsicos de la guerra
controlada resultan utilizados como armas por la guerra revolucionaria, armas a las
cuales se las emplea de un modo puramente instrumental, sin compromisos y sin la
obligacin de reciprocidad.
sa es la situacin. Un contexto tan ambiguo e intermedio de forma y de deformacin,
de Guerra y de Paz, presenta cuestiones incmodas e ineludibles que contienen un
autntico desafo. La palabra alemana Herausforderung (desafo) expresa aqu tanto el
sentido de un challenge como el de una provokation.
Un intento de respuesta
El escrito sobre el concepto de lo poltico es un intento de hacer justicia a las nuevas
cuestiones sin menospreciar al challenge ni a la provokation. Mientras el discurso sobre
4
Hugo Preuss (1930) y los tratados "Der Hter der Verfassung" [El guardin de la
Constitucin] (1931) y "Legalitt und Legitimitt" [Legalidad y Legitimidad]
(1932) investigan la nueva problemtica intra-estatal y de Derecho Constitucional, aqu
confluyen temas pertenecientes a la teora del Estado con temas del Derecho
Internacional-interestatal. No se trata aqu solamente de la teora pluralista del Estado
completamente desconocida an en la Alemania de aquella poca sino tambin de
la Sociedad de las Naciones de Ginebra. El escrito es la respuesta a una situacin
intermedia. El desafo que del mismo se desprende se dirige en primer lugar a los
expertos constitucionalistas e internacionalistas.
De este modo ya la primer oracin establece que: "El concepto de lo estatal presupone
el concepto de lo poltico". Quin habra de comprender una tesis formulada de un
modo tan abstracto? An hoy me parece dudoso que haya tenido sentido comenzar una
exposicin con esta abstraccin tan poco transparente, porque muchas veces ya la
primer frase decide el destino de una publicacin. Sin embargo, an a pesar de ello, es
justamente en dicho punto que esta declaracin conceptual casi esotrica no est en el
lugar equivocado. A travs de su tesitura provocativa deja en claro a quienes se dirige
en primera instancia; esto es: a los conocedores del jus publicum Europaeum, a los
conocedores de su historia y de su problemtica presente. Recin en relacin a esos
destinatarios es que el eplogo adquiere sentido en absoluto puesto que resalta tanto la
intencin del "encuadramiento de un problema inmensurable" como tambin el carcter
estrictamente didctico de la exposicin.
Un informe sobre los efectos del escrito, dentro del mbito profesional de sus reales
destinatarios, debera traer a colacin las publicaciones posteriores e intentar un
desarrollo del encuadramiento. A esto se refiere la ponencia sobre "El giro hacia el
concepto discriminador de la guerra" (1938) y el libro sobre el "Nomos de la Tierra"
(1950). Un informe as debera abarcar tambin el desarrollo de las concepciones sobre
crmenes polticos, sobre el asilo poltico, sobre la judiciabilidad de los actos polticos y
sobre las decisiones de tipo judicial tomadas en materia de cuestiones polticas. Ms
an: debera incluir hasta la cuestin fundamental del proceso judicial en absoluto; es
decir: investigar hasta qu punto el proceso judicial en si mismo ya cambia su contenido
y su objeto para devenir en un conjunto de composicin diferente. [3] Todo esto excede
ampliamente el marco de un prlogo y slo puede ser sugerido aqu como un deber
pendiente. A este contexto perteneceran, adems, las cuestiones relativas a la unidad
poltica y no slo econmica o tcnica del mundo. Con todo, de la variedad de las
manifestaciones existentes, quisiera mencionar aqu a dos trabajos de Derecho
Internacional que critican y rechaza mis ideas pero que, sin embargo, an as, tratan el
tema de un modo objetivo. Ambas tomas de posicin han sido publicadas por el Prof.
Hans Wehberg en su revista "Friedenswarte", en 1941 y en 1951. [4]
El escrito sobre el concepto de lo poltico como toda investigacin cientfico-jurdica
sobre conceptos concretos contiene el tratamiento de un material histrico.
Consecuentemente, se dirige en primer lugar a los conocedores de la poca de la
vigencia del Estado europeo y de la transicin del conflictualismo medieval hacia el
Estado soberano estratificado, con su diferenciacin entre Estado y sociedad. En este
contexto hay que mencionar el nombre de un gran historiador, Otto Brunner, quien en
su precursora obra "Tierra y Dominio" (1 Edicin 1939) ha producido una importante
verificacin de mi criterio acerca de lo poltico. Incluso le concede al pequeo escrito
cierta atencin, an cuando lo registra tan slo como un "punto final", en el sentido de
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entenderlo como ltimo estadio en el desarrollo de la doctrina de la razn de Estado.
Simultneamente, establece la objecin crtica que, en el escrito, la verdadera
caracterstica positiva que surge es la del enemigo y no la del amigo. [5]
A travs de la caracterizacin de "punto final" el escrito es enviado a la era imperialista
y su autor catalogado de epgono de Max Weber. De la Nota 22 que se refiere a un
producto tpico de esta era se desprende con suficiente claridad en qu forma mis
conceptos se relacionan con los tpicos de una doctrina imperialista del Estado y del
derecho internacional. La recriminacin por una supuesta primaca del concepto de
enemigo es un estereotipo ampliamente generalizado. Con este reproche se desconoce
que toda la dinmica de un concepto jurdico procede, por necesidad dialctica, de la
negacin. Tanto en la prctica como en la teora jurdica la integracin de la negacin es
cualquier cosa menos una "primaca" de lo negado. Un proceso, en cuanto acto jurdico,
es posible en absoluto recin cuando un derecho resulta negado. Al principio de la pena
y del derecho penal no est la observancia sino la infraccin. Constituye esto acaso una
concepcin "positiva" de la infraccin y una "primaca" del crimen?
Independientemente de ello, el historiador para el cual la historia no es solamente
pasado, respetar lo concretamente actual del desafo de nuestro estudio de lo poltico
constituido por la catica situacin intermedia de conceptos jurdicos clsicos y
revolucionarios y no malinterpretar el sentido de nuestra respuesta a dicho desafo. La
evolucin de la guerra y el enemigo, que comenzara en 1939, ha terminado conduciendo
a nuevas y ms intensas formas de guerra, a completamente confusas concepciones de la
paz, a la guerra de guerrilas y a la guerra revolucionaria. Cmo se puede abarcar todo
ello tericamente si uno desplaza de su conciencia cientfica la realidad de que existe la
enemistad entre los seres humanos? No podemos aqu profundizar la discusin sobre
estas cuestiones. Slo cabe recordar que el desafo al cual buscamos respuesta no slo
no ha desaparecido desde entonces sino que, en forma imprevista, incluso ha aumentado
en fuerza e intensidad. Por lo dems, el segundo Corolario anexado en 1938 ofrece una
visin panormica sobre la relacin de los conceptos de guerra y enemigo.
Pero no slo juristas e historiadores, tambin telogos y filsofos se han ocupado del
concepto de lo poltico. Tambin aqu se necesitara una resea crtica especial a fin de
dar un panorama medianamente completo. En todo caso, en este mbito aparecen
nuevas y extraordinarias dificultades para el entendimiento mutuo, a tal punto que se
hace casi imposible lograr el encuadramiento de la problemtica comn. La expresin
Silete theologi! que un jurista del Derecho Internacional le lanz a los telogos de
ambas confesiones al comienzo de la era estatal, an contina vigente. [6] La
subdivisin en diferentes reas de trabajo de nuestra actividad docente e investigativa en
lo relacionado con las ciencias humansticas ha desordenado al lenguaje comn y
justamente en conceptos como los de amigo y enemigo se hace casi inevitable una itio
in partes.
La orgullosa conciencia que se reflej en aqul Silete! de principios de la poca estatal
en gran medida ya no est a disposicin del jurista de fines de dicha poca. Muchos
buscan hoy apoyos y revalorizaciones en un derecho natural moral-teolgico e incluso
en clusulas generales filosfico-axiolgicas. El positivismo jurdico del Siglo XIX ya
no alcanza y el maltrato revolucionario de los conceptos de la legalidad clsica es
evidente. El jurista del Derecho Pblico se encuentra frente a la teologa o la filosofa
por un lado y frente al ajuste social-tcnico por el otro en una posicin intermedia
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defensiva, en la cual desaparece la intangibilidad autctona de su posicin y el
contenido informativo de sus definiciones est amenazado. Una situacin as de confusa
ya por si sola justificara la reimpresin de un escrito sobre el concepto de lo poltico,
inhallable desde hace muchos aos, a fin de rescatar un documento autntico de falsas
mitificaciones y para poder devolverle la expresin a su original definicin informativa.
El justificado inters en el texto autntico de una exposicin es tanto ms vlido para
esferas que se hallan fuera del mbito cientfico tales como la publicstica cotidiana y la
opinin pblica meditica masiva. En estos mbitos todo se amolda a los fines prximos
de la lucha poltica coyuntural o del consumo diario. Aqu el esfuerzo por establecer un
encuadramiento cientfico se vuelve sencillamente absurdo. En este ambiente, la
primera y cuidadosa delimitacin de un campo conceptual ha sido convertida en eslogan
una especie de teora del amigo-enemigo que slo se conoce por referencias y que
se le endilga al partido opuesto. Aqu el autor no puede hacer ms que poner, segn sus
posibilidades, a buen resguardo el texto completo. Por lo dems, debe saber que los
efectos y las consecuencias de sus publicaciones ya no estn en sus manos.
Especialmente los escritos ms pequeos siguen un camino propio y lo que el autor en
realidad ha hecho con ellos "lo decide recin el da siguiente".
Continuacin de la respuesta
La situacin inicial contina y ninguno de sus desafos ha sido superado. La
contradiccin entre el empleo oficial de conceptos clsicos y la efectiva realidad de
objetivos y mtodos revolucionarios slo se ha agudizado. La reflexin sobre un desafo
de esta ndole no debe interrumpirse y el intento de dar una respuesta debe continuar.
Cmo puede hacerse esto? La era de los sistemas ha pasado. Cuando, hace trescientos
aos, hizo su gran aparicin la poca de la estatalidad europea, surgieron hermosos
sistemas de pensamiento. Hoy ya no se puede construir de esa forma. Hoy ya slo es
posible hacer una retrovisin histrica que refleje, tomando conciencia de su
sistemtica, la gran poca del jus publicum Europaeum y sus conceptos acerca del
Estado, la guerra y el enemigo justo. He intentado hacer esto en mi libro sobre el
"Nomos de la Tierra" (1950).
La otra posibilidad, opuesta, sera un salto al aforismo. Como jurista, me resulta
imposible. En el dilema entre sistema y aforismo slo queda una alternativa: mantener
la vista sobre el fenmeno y someter a prueba los criterios de las nuevas cuestiones que
constantemente surgen y de las nuevas, tumultuosas, situaciones. De esta manera cada
conclusin crece junto a la anterior y surge una serie de corolarios. De los mismos ya
hay muchos, pero no sera prctico sobrecargar con ellos la reimpresin de un escrito
del ao 1932. Slo una categora muy especial de estos corolarios, la que ofrece una
visin panormica de las relaciones existentes en un rea conceptual, puede ser
considerada aqu. Estas relaciones circunscribe un rea conceptual en el cual los
conceptos se informan mutuamente a travs de su posicin dentro del rea. Una
panormica de esta clase puede especialmente ser til a los fines didcticos del escrito.
El texto reimpreso de 1932 tena que ser puesto a disposicin como un documento, sin
modificar y con todas sus fallas. El principal defecto de la cuestin reside en que las
distintas clases de enemigo enemigo convencional, real y absoluto no estn clara
y suficientemene separadas y diferenciadas. Le debo a un francs Julien Freund de la
7
Universidad de Estrasburgo y a un americano George Schwab de la Universidad
de Columbia en Nueva York el que me hayan sealado este hueco. [7] La discusin
del problema contina de modo inexorable y produce un autntico avance en la
conciencia, desde el momento en que las nuevas y contemporneas clases y mtodos de
la guerra obligan a una conceptualizacin del fenmeno de la enemistad. En un tratado
independiente sobre la "Teora del Partisano", que aparecer simultneamente con esta
reimpresin, he expuesto esto en relacin con un ejemplo especialmente actual y agudo.
Un segundo ejemplo, igualmente penetrante, lo brinda la llamada guerra fra.
En la guerra irregular actual, tal como se ha desarrollado a partir de 1932 en la guerra
chino-japonesa, luego en la Segunda Guerra Mundial y finalmente despus de 1945 en
Indochina y en otros pases, se unen dos procesos contradictorios; dos especies
completamente diferentes de la guerra y de la enemistad. En primer lugar, hay una
resistencia autctona, esencialmente defensiva, que el pueblo de un pas le opone a la
invasin extranjera y, en segundo lugar, est el apoyo y la direccin de una resistencia
as por parte de terceras potencias interesadas y mundialmente agresivas. El partisano,
que para la conduccin blica clsica no era ms que un "irregular", se ha convertido en
el intern, si bien no en una figura central, an as en una figura clave de la conduccin
blica revolucionaria mundial. Recurdese tan slo la mxima clsica con la que los
ejrcitos prusiano-alemanes esperaban vencer a los partisanos: "la tropa combate al
enemigo; de los merodeadores se encarga la polica". Tambin en esa otra especie
moderna de la guerra actual, en la llamada guerra fra, se rompen todos los pilares
conceptuales que hasta ahora soportaban al sistema tradicional de limitacin y
contencin de la guerra. La guerra fra se burla de todas las diferenciaciones clsicas
sobre la guerra y la paz y la neutralidad, la poltica y la economa, lo militar y lo civil,
combatientes y no-combatientes y solamente no desprecia la diferenciacin entre
amigo y enemigo; diferenciacin sta que hace a su origen y a su esencia.
No es ningn milagro que la antigua palabra inglesa foe ha despertado de su arcaico
sueo de cuatrocientos aos y, desde hace dos dcadas, ha vuelto a ponerse nuevamente
en uso al lado de enemy. Cmo podra ser posible mantener viva una reflexin sobre la
diferenciacin entre el amigo y el enemigo en una poca que produce medios de
aniquilamiento nucleares y simultneamente borra la diferencia entre la guerra y la paz?
El gran problema sigue siendo el de ponerle lmites a la guerra y esto, cuando no se
conecta por parte de ambos bandos con una relativizacin de la enemistad, termina
siendo o bien un juego cnico, la orquestacin de un dog fight, o bien no es sino un
pueril autoengao. [8]
El prlogo a la reimpresin de un pequeo escrito no puede tener el objetivo de tratar
exhaustivamente problemas como ste para completar un texto de hace treinta aos que
es obviamente incompleto y tampoco puede suplantar a un nuevo libro por escribir. Un
prlogo as debe conformarse con algunas indicaciones que expliquen el ininterrumpido
inters despertado por el escrito y que han impulsado a su reimpresin.
Marzo de 1963
Carl Schmitt
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EL CONCEPTO DE LO POLTICO
(Texto de 1932)
1. Estatal y poltico
El concepto del Estado presupone el concepto de lo poltico. De acuerdo con el lenguaje
que hoy se utliza, Estado es el status poltico de un pueblo organizado dentro de un
espacio territorial delimitado. Con ello se ha dado solamente una perfrasis, no una
definicin conceptual del Estado que tampoco es necesaria aqu en dnde se trata de la
esencia de lo poltico. Podemos permitirnos dejar abierta la cuestin de qu es
esencialmente el Estado; si es una mquina o un organismo, una persona o una
institucin, una sociedad o una comunidad, una empresa o un colmenar, o hasta una
"serie fundamental de procesos". Todas estas definiciones e imgenes contienen
cantidades demasiado grandes de interpretacin, determinacin, ilustracin y
construccin y, por lo tanto, no pueden constituir un adecuado punto de partida para una
exposicin simple y elemental. De acuerdo a su sentido semntico y como fenmeno
histrico el Estado es la condicin especial de un pueblo, y a saber: la condicin
determinante dado el caso decisivo y por ello, frente a los muchos status individuales y
colectivos imaginables, el status a secas. Ms por el momento no se puede decir. Todas
las dems caractersticas de este conjunto abstracto status y pueblo obtienen su
sentido a travs del caracter adicional de lo poltico y se vuelven incomprensibles
cuando se malinterpreta la esencia de lo poltico.
Es raro hallar una clara definicin de lo poltico. La mayora de las veces la palabra es
empleada slo en un sentido negativo, a modo de contraste contra muchos otros
conceptos, en anttesis como poltica y economa, poltica y moral, poltica y Derecho;
y, dentro del Derecho, poltica y Derecho Civil, etc. [9]. A travs de estas
confrontaciones negativas y frecuentemente tambin polmicas, es muy posible
dependiendo del contexto y de la situacin concreta que se pueda describir algo
satisfactoriamente claro. Sin embargo, esto todava no constituye una determinacin de
lo especfico. En general lo "poltico" es equiparado con lo "estatal" o, al menos, se lo
relaciona con ello. [10] El Estado aparece, pues, como algo poltico; y lo poltico como
algo estatal evidentemente un crculo insatisfactorio.
En la literatura jurdica especializada se pueden encontrar muchas de esas
circunlocuciones de lo poltico las que, en la medida en que no tienen un sentido
polmico-poltico, pueden entenderse como emergentes del inters prctico-tcnico en
la resolucin jurdica o administrativa de casos individuales. Adquieren significado a
partir del hecho de presuponer sin cuestionamientos a un Estado preexistente, dentro de
cuyo marco se mueven. As, por ejemplo, en el rgimen de asociaciones existe
jurisprudencia y literatura relacionadas con el concepto de la "asociacin poltica", o de
la "congregacin poltica". [11] Ms all de ello, la praxis del Derecho Administrativo
francs ha intentado instituir un concepto de mvil poltico ("mobile politique") con
cuyo auxilio los actos "polticos" de gobierno ("actes de gouvernement") se deberan
diferenciar de los actos administrativos "apolticos" y podran sustraerse del control
jurdico administrativo. [12] [13]
En el fondo, esta clase de definiciones concurrentes a las necesidades de la prctica
jurdica buscan tan slo un asidero prctico para delimitar los fenmenos reales que
surgen en el interior de un Estado y en su prctica jurdica. No tienen por objeto una
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definicin genrica de lo poltico entendido en trminos absolutos. Por ello es que les es
suficiente establecer su relacin con el Estado o con lo estatal, siempre y cuando el
Estado y las instituciones estatales puedan ser supuestas como algo obvio y firme.
Tambin aquellas definiciones conceptuales genricas de lo poltico que no contienen
ms que una referencia al Estado o que implican una expansin conceptual del
mismo resultan comprensibles, e incluso cientficamente justificadas, en tanto y en
cuanto el Estado posea el monopolio de lo poltico; es decir: en la medida en que el
Estado sea realmente una magnitud clara, unvocamente determinada, y contraste con
los grupos y a las cuestiones no-estatales que, precisamente por ello, resultarn
"apolticas". ste ha sido el caso all en dnde el Estado no reconoci a una "sociedad"
como antagonista (p.ej. en el Siglo XVIII) o, por lo menos, se situ como un poder
estable y diferenciable por sobre la "sociedad" (como en Alemania durante el Siglo XIX
y hasta entrado el Siglo XX). [14]
Por el contrario, la ecuacin estatal = poltico se vuelve falsa y engaosa en la misma
medida en que el Estado y la sociedad se compenetran mutuamente; en la medida en
que todas las cuestiones otrora estatales se vuelven sociales y, viceversa, todas las
cuestiones "tan slo" sociales se vuelven estatales, tal como sucede necesariamente en
una colectividad democrticamente organizada. En un caso as, las reas que hasta ese
momento haban sido "neutrales" religin, cultura, educacin, economa pierden
su "neutralidad" en el sentido de que dejan de ser no-estatales y no-polticas. El Estado
total sustentador de la identidad de Estado y sociedad un Estado que no se
desinteresa por ningn rubro y que potencialmente abarca a todos los rubros aparece
como contra-concepto polmico, opuesto a estas neutralizaciones y despolitizaciones de
importantes rubros. En l, por consiguiente, todo es poltico, al menos en cuanto
posibilidad, y la referencia al Estado ya no est en condiciones de fundamentar un
caracter diferenciador especfico de lo "poltico".
La evolucin va del Estado absoluto del Siglo XVIII, pasando por el Estado neutral (no-
intervencionista) del Siglo XIX, hasta el Estado total del Siglo XX. (Cf. Carl Schmitt
"Der Hter der Verfassung" [El Guardin de la Constitucin] Tbingen 1931
pgs.78-79). La democracia tiene que abolir todas las diferenciaciones y
despolitizaciones tpicas del Siglo XIX liberal y, junto con la oposicin Estado
Sociedad (= poltico contra social), tambin debe dejar de lado las contraposiciones y
separaciones que esa oposicin tena en correspondencia con la situacin del Siglo XIX.
Vale decir, las siguientes:
religioso (confesional) como anttesis de poltico
cultural como anttesis de poltico
econmico como anttesis de poltico
jurdico como anttesis de poltico
cientfico como anttesis de poltico
y muchas otras anttesis, completamente polmicas y, por ello, tambin otra vez
intrnsecamente polticas. Los pensadores ms profundos del Siglo XIX lo descubrieron
pronto. En las consideraciones sobre la Historia Universal de Jacob Burkhardt (de
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N14#N1410
aproximadamente por la poca de 1870) se encuentran las siguientes expresiones sobre
la "democracia, esto es: una cosmovisin producto de la confluencia de mil fuentes
distintas y muy variada de acuerdo a la estratificacin de sus sostenedores pero que es
consecuente en una cosa: en que para ella el poder del Estado sobre el individuo nunca
puede ser suficientemente grande, de modo que borra las fronteras entre Estado y
sociedad, adjudicndole al Estado todo lo que la sociedad previsiblemente no har,
pero queriendo mantenerlo todo permanentemente discutible y mvil con lo que
termina reivindicando para determinadas castas un derecho especial al trabajo y a la
subsistencia". Burckhardt tambin percibi bien la contradiccin intrnseca entre
democracia y el Estado Constitucional liberal: "El Estado, pues, por un lado debe ser la
realizacin y la expresin de la idea cultural de cada partido y, por el otro, solamente
la expresin visible de la vida burguesa, pero cuidado: poderoso tan slo ad hoc!
Debe ser un Estado que debe poder hacerlo todo, pero al que no le debe estar
permitido hacer nada, concretamente: no debe defender su forma presente frente a
ninguna crisis aunque al final, y por sobre todo, cada uno quiera participar en el
ejercicio de su poder. De este modo la estructura estatal se vuelve cada vez ms
discutible y el espacio de poder cada vez ms grande". (Edicin Krner, pgs. 133, 135,
197).
La doctrina estatal alemana, por de pronto (bajo la influencia dejada por el sistema
filosfico-estatal de Hegel), continu afirmando que el Estado, frente a la sociedad,
sera cualitativamente diferente y algo superior. Un Estado ubicado por sobre la
sociedad poda ser llamado universal, pero no total en el sentido actual, en virtud de la
negacin polmica del Estado neutral (respecto de cultura y economa) para el cual,
concretamente, la economa y su Derecho constituan eo ipso algo apoltico. Sin
embargo, despus de 1848 la diferencia cualitativa entre Estado y sociedad, a la que
todava se aferraban Lorenz von Stein y Rudolf Gneist, pierde su claridad original. La
evolucin de la doctrina estatal alemana, cuyas lneas bsicas estn expuestas en mi
escrito "Hugo Preu, sein Staatsbegriff und seine Stellung in der deutschen Staatslehre"
(Hugo Preuss, su concepto del Estado y su posicin en la doctrina estatal alemana,
Tbingen 1930), termina siguiendo finalmente la evolucin histrica hacia la identidad
democrtica de Estado y sociedad, bien que con algunas limitaciones, reticencias y
compromisos.
Una interesante posicin intermedia nacional-liberal de esta va aparece en A. Haenel
quien (en sus Estudios Sobre el Derecho Pblico Alemn II 1988, pg.219 y Derecho
Pblico Alemn I 1892 pg.110) seala que "es un error manifiesto generalizar el
concepto del Estado para convertirlo en el concepto por excelencia de la sociedad
humana". Haenel concibe al Estado como una organizacin coexistente con las
organizaciones sociales constituidas en otros mbitos pero lo entiende como "una
organizacin social del tipo especial de las que se elevan por sobre las dems,
aglutinndolas", y cuyo fin genrico, an siendo "universal", se expresa en la especial
funcin de delimitar y ordenar de modo armnico a las fuerzas volitivas que actan
socialmente; es decir: en la funcin especfica del Derecho. Haenel tambin califica
expresamente de incorrecta la opinin segn la cual el Estado tendra al menos
potencialmente como objetivo a todos los objetivos sociales de la humanidad.
Consecuentemente para Haenel, el Estado, aun siendo universal, de ningn modo es
total. El paso decisivo se encuentra en la teora corporativa de Gierke (el primer tomo de
su Derecho Corporativo Alemn apareci en 1868) desde el momento en que esta teora
concibe al Estado como una corporacin esencialmente similar a las dems
11
asociaciones, aunque al Estado, al lado de los elementos corporativos, le debieran
pertenecer tambin elementos de gobierno; elementos stos que la teora subraya con
mayor o menor fuerza segn la oportunidad. Sin embargo, desde el momento en que la
teora de Gierke constituy precisamente una teora corporativa del Estado y no una
teora acerca de la funcin de gobierno del Estado las conclusiones democrticas
fueron inevitables. En Alemania esas conclusiones fueron desarrolladas por Hugo
Preuss y K. Wolzendorff, mientras que en Inglaterra condujeron a las teoras pluralistas
(sobre las que volveremos ms adelante). La doctrina de Rudolf Smend referida a la
integracin del Estado me parece a riesgo de tener que reconsiderarlo condecirse
con una situacin en la cual la sociedad ya no est integrada en el interior de un Estado
existente (como la burguesa alemana dentro del Estado monrquico del Siglo XIX)
sino con una situacin en la cual la sociedad debe autointegrase para constituirse en
Estado. Que una situacin as exige la existencia del Estado total es algo que puede
verse claramente en la observacin que Smend (Constitucin y Derecho Constitucional,
1928 Pg.97 Nota 2) hace a propsito de un pasaje de H. Trescher en su Disertacin
sobre Montesquieu y Hegel, en dnde se dice que la doctrina de la divisin del poder de
Hegel implica "la ms vital impregnacin de todas las esferas sociales por parte del
Estado a los efectos de lograr el objetivo comn de ganar para el Estado a todas las
fuerzas vitales del cuerpo social." Esto, acota Smend, es "exactamente el concepto de
integracin" expuesto en su libro sobre la Constitucin. En realidad es el Estado total,
que ya no conoce nada absolutamente apoltico, que debe dejar a un lado la
despolitizacin del Siglo XIX y que pone fin justamente al axioma de la economa
(apoltica) liberada del Estado y al Estado liberado de la economa. [15]
2. La diferenciacin de amigos y enemigos como criterio de lo poltico
Una definicin conceptual de lo poltico puede obtenerse slo mediante el
descubrimiento y la verificacin de categoras especficamente polticas. De hecho, lo
poltico tiene sus propios criterios que se manifiestan de un modo particular frente a las
diferentes reas especficas relativamente independientes del pensamiento y del
accionar humanos, en especial frente a lo moral, lo esttico y lo econmico. Por ello lo
poltico debe residir en sus propias, ltimas, diferenciaciones, con las cuales se puede
relacionar todo accionar que sea poltico en un sentido especfico. Supongamos que, en
el rea de lo moral las diferenciaciones ltimas estn dadas por el bien y el mal; que en
lo esttico lo estn por la belleza y la fealdad; que lo estn por lo til y lo perjudicial en
lo econmico o bien, por ejemplo, por lo rentable y lo no-rentable. La cuestin que se
plantea a partir de aqu es la de si hay y si la hay, en qu consiste una
diferenciacin especial, autnoma y por ello explcita sin ms y por si misma, que
constituya un sencillo criterio de lo poltico y que no sea de la misma especie que las
diferenciaciones anteriores ni anloga a ellas.
La diferenciacin especficamente poltica, con la cual se pueden relacionar los actos y
las motivaciones polticas, es la diferenciacin entre el amigo y el enemigo. Esta
diferenciacin ofrece una definicin conceptual, entendida en el sentido de un criterio y
no como una definicin exhaustiva ni como una expresin de contenidos. En la medida
en que no es derivable de otros criterios, representa para lo poltico el mismo criterio
relativamente autnomo de otras contraposiciones tales como el bien y el mal en lo
moral; lo bello y lo feo en lo esttico, etc. En todo caso es autnomo, no por constituir
un nueva y propia esfera de cuestiones, sino por el hecho que no est sustentado por
alguna, o varias, de las dems contraposiciones ni puede ser derivado de ellas. Si la
contraposicin del bien y del mal no puede ser equiparada as como as y simplemente
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N15#N1512
con la de lo bello y lo feo, ni con la de lo til y lo perjudicial, siendo que tampoco puede
ser derivada de ellas, mucho menos debe confundirse o entremezclares la contraposicin
del amigo y el enemigo con cualquiera de las contraposiciones anteriores. La
diferenciacin entre amigos y enemigos tiene el sentido de expresar el mximo grado de
intensidad de un vnculo o de una separacin, una asociacin o una disociacin. Puede
existir de modo terico o de modo prctico, sin que por ello y simultneamente todas las
dems diferenciaciones morales, estticas, econmicas, o de otra ndole, deban ser de
aplicacin. El enemigo poltico no tiene por qu ser moralmente malo; no tiene por qu
ser estticamente feo; no tiene por qu actuar como un competidor econmico y hasta
podra quizs parecer ventajoso hacer negocios con l. Es simplemente el otro, el
extrao, y le basta a su esencia el constituir algo distinto y diferente en un sentido
existencial especialmente intenso de modo tal que, en un caso extremo, los conflictos
con l se tornan posibles, siendo que estos conflictos no pueden ser resueltos por una
normativa general establecida de antemano, ni por el arbitraje de un tercero "no-
involucrado" y por lo tanto "imparcial".
La posibilidad de entender y comprender correctamente y con ello tambin el
derecho a participar y a juzgar estn dados aqu slo por la colaboracin y la
coparticipacin existenciales. Al caso extremo del conflicto solamente pueden
resolverlo entre si los propios participantes; esto es: cada uno de ellos slo por si mismo
puede decidir si la forma de ser diferente del extrao representa, en el caso concreto del
conflicto existente, la negacin de la forma existencial propia y debe, por ello, ser
rechazada o combatida a fin de preservar la propia, existencial, especie de vida. En la
realidad psicolgica, al enemigo fcilmente se lo trata de malo y de feo porque cada
diferenciacin recurre, la mayora de las veces en forma natural, a la diferenciacin
poltica como la ms fuerte e intensa de diferenciaciones y agrupamientos a fin de
fundamentar sobre ella todas las dems diferenciaciones valorativas. Pero esto no
cambia nada en la independencia de esas contraposiciones. Consecuentemente, tambin
es vlida la inversa: lo que es moralmente malo, estticamente feo o econmicamente
perjudicial todava no tiene por qu ser enemigo; lo que es moralmente bueno,
estticamente bello o econmicamente til no tiene por qu volverse amigo en el
sentido especfico, esto es: poltico, de la palabra. La esencial objetividad y autonoma
de lo poltico puede verse ya en esta posibilidad de separar una contraposicin tan
especfica como la de amigo-enemigo de las dems diferenciaciones y comprenderla
como algo independiente. [16]
3). La guerra como manifestacin visible de la enemistad
Los conceptos de amigo y enemigo deben tomarse en su sentido concreto y existencial;
no como metforas o smbolos; no entremezclados y debilitados mediante concepciones
econmicas, morales o de otra ndole; menos todava psicolgicamente y en un sentido
privado-individualista como expresin de sentimientos y tendencias privadas. No son
contraposiciones normativas ni "puramente espirituales". El liberalismo, con su tpico
dilema entre espritu y economa (a ser tratado ms adelante), ha intentado diluir al
enemigo convirtindolo en un competidor por el lado de los negocios y en un oponente
polemizador por el lado espiritual. Dentro del mbito de lo econmico ciertamente no
existen enemigos sino tan slo competidores y en un mundo absolutamente moralizado
y tico quizs slo existan adversarios que polemizan. Sin embargo, que se lo considere
o no detestable; y, quizs, que hasta se quiera ver un remanente atvico de pocas
brbaras en el hecho de que los pueblos todava siguen agrupndose realmente en
amigos y enemigos; o bien que se anhele que la diferenciacin desaparecer algn da
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de la faz de la tierra; o que quizs sea bueno y correcto fingir por razones pedaggicas
que ya no existen enemigos en absoluto; todo eso est aqu fuera de consideracin. Aqu
no se trata de ficciones y normatividades sino de la realidad existencial y de la
posibilidad real de esta diferenciacin. Se podrn compartir o no las esperanzas o
las intenciones pedaggicas mencionadas; pero que los pueblos se agrupan de acuerdo a
la contraposicin de amigos y enemigos, que esta contraposicin an hoy todava existe
y que est dada como posibilidad real para todo pueblo polticamente existente, eso es
algo que de modo racional no puede ser negado.
El enemigo no es, pues, el competidor o el opositor en general. Tampoco es enemigo un
adversario privado al cual se odia por motivos emocionales de antipata. "Enemigo" es
slo un conjunto de personas que, por lo menos de un modo eventual esto es: de
acuerdo con las posibilidades reales puede combatir a un conjunto idntico que se le
opone. Enemigo es solamente el enemigo pblico, porque lo que se relaciona con un
conjunto semejante de personas y en especial con todo un pueblo se vuelve
pblico por la misma relacin. El enemigo es el hostis, no el inmicus en un sentido
amplio; el polemios, no el echthros. [17]. El idioma alemn, al igual que otros idiomas,
no distingue entre el "enemigo" privado y el poltico, por lo que se vuelven posibles
muchos malentendidos y falsificaciones. El tantas veces citado pasaje "amad a vuestros
enemigos" (Mateo 5,44; Lucas 6,27) en realidad dice: diligite inimicos vestros
agapate tous echtrous hymon y no diligite hostes vestros; por lo que no se habla all
del enemigo poltico. [18] En la milenaria lucha entre el cristianismo y el islam jams a
cristiano alguno se le ocurri tampoco la idea de que, por amor, haba que ceder Europa
a los sarracenos o a los turcos en lugar de defenderla. Al enemigo en el sentido poltico
no hay por qu odiarlo personalmente y recin en la esfera de lo privado tiene sentido
amar a nuestro "enemigo", vale decir: a nuestro adversario. La mencionada cita bblica
no pretende eliminar otras contraposiciones como las del bien y del mal, o la de lo bello
y lo feo, por lo que menos aun puede ser relacionada con la contraposicin poltica. Por
sobre todo, no significa que se debe amar a los enemigos del pueblo al que se pertenece
y que estos enemigos deben ser apoyados en contra del pueblo propio.
La contraposicin poltica es la ms intensa y extrema de todas, y cualquier otra
contraposicin concreta se volver tanto ms poltica mientras ms se aproxime al punto
extremo de constituir una agrupacin del tipo amigo-enemigo. En el interior de un
Estado que como unidad poltica organizada toma, por s y como conjunto, la
decisin sobre la amistad-enemistad, y adems, junto a las decisiones polticas
primarias y en defensa de la decisin tomada, surgen luego numerosos conceptos
secundarios de lo "poltico". Por de pronto, surgen merced a la equiparacin de lo
poltico con lo estatal tratada en el primer punto. Esta equiparacin hace que, por
ejemplo, la "poltica de Estado" confronte con las posiciones poltico-partidarias; o que
se pueda hablar de la poltica religiosa, la poltica educativa, la poltica comunal, la
poltica social, etc. del propio Estado. Aunque a pesar de todo incluso aqu subsiste, y es
constitutivo para el concepto de lo poltico, una contraposicin y un antagonismo dentro
del Estado bien que, en todo caso, relativizados por la existencia de la unidad poltica
estatal, abarcadora de todas las dems contraposiciones. [19] Por ltimo, se desarrollan
tambin otras especies aun ms atenuadas de "poltica", distorsionadas hasta lo
parasitario y caricaturesco, en las cuales slo queda algn remanente antagnico de la
agrupacin amigo-enemigo original; aspecto ste que se manifiesta en disputas e
intrigas, tcticas y prcticas de toda ndole, y que describe como "poltica" a los
negociados y a las manipulaciones ms extraas. Pero que la esencia de la relacin
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poltica sigue mantenindose en la referencia a una contraposicin concreta, lo expresa
el vocabulario cotidiano incluso all en dnde la conciencia plena del "caso decisivo" se
ha perdido.
Esto puede verse diariamente en dos fenmenos fcilmente verificables. En primer
lugar, todos los conceptos, ideas y palabras polticas poseen un sentido polmico; tienen
a la vista una rivalidad concreta; estn ligadas a una situacin concreta cuya ltima
consecuencia es un agrupamiento del tipo amigo-enemigo (que se manifiesta en la
guerra o en la revolucin); y se convierten en abstracciones vacas y fantasmagricas
cuando esta situacin desaparece. Palabras como Estado, repblica [20], sociedad, clase,
y ms all de ellas: soberana, Estado de Derecho, absolutismo, dictadura, plan, Estado
neutral o total, etc. resultan incomprensibles si no se sabe quien in concreto habr de ser
designado, combatido, negado y refutado a travs de una de ellas [21] . El carcter
polmico domina sobre todo, incluso sobre el empleo de la misma palabra "poltico";
tanto si se califica al oponente de "impoltico" (en el sentido de divorciado de la
realidad o alejado de lo concreto) como si, a la inversa, alguien desea descalificarlo
denuncindolo de "poltico" para colocarse a si mismo por sobre l autodefinindose
como "apoltico" (en el sentido de puramente objetivo, puramente cientfico, puramente
moral, puramente jurdico, puramente esttico, puramente econmico, o en virtud de
alguna pureza similar). En segundo lugar, en las expresiones usuales de la polmica
intra-estatal cotidiana, frecuentemente se emplea hoy el trmino "poltico" como
sinnimo de "poltico-partidario". La inevitable "subjetividad" de todas las decisiones
polticas que no es sino un reflejo de la diferenciacin amigo-enemigo inmanente a
todo comportamiento poltico se manifiesta aqu en las mezquinas formas y
horizontes de la distribucin de cargos y prebendas polticas. La demanda de una
"despolitizacin" significa, en este caso, tan slo una superacin del partidismo etc. La
ecuacin poltico=partidario es posible cuando pierde su fuerza la concepcin de la
unidad poltica (del "Estado"), abarcadora y relativizadora de todos los partidos
polticos internos conjuntamente con sus rivalidades, a consecuencia de lo cual las
contraposiciones internas adquieren una intensidad mayor que la contraposicin comn
externa frente a otro Estado. Cuando dentro de un Estado las contraposiciones
partidarias se han vuelto las contraposiciones polticas por excelencia, hemos arribado
al punto extremo de la secuencia posible en materia de "poltica interna"; esto es: los
agrupamientos del tipo amigo-enemigo relativos a la poltica interna, y no a la poltica
exterior, son los que se vuelven relevantes para el enfrentamiento armado. En el caso de
semejante "primaca de la poltica interna", la posibilidad real del combate, que siempre
tiene que estar presente para que se pueda hablar de poltica, se refiere por lo tanto a la
guerra civil y ya no a la guerra entre unidades organizadas de pueblos (Estados o
Imperios). [22]
Al concepto de enemigo y residiendo en el mbito de lo real, corresponde la
eventualidad de un combate. En el empleo de esta palabra hay que hacer abstraccin de
todos los cambios accidentales, subordinados al desarrollo histrico, que ha sufrido la
guerra y la tecnologa de las armas. La guerra es el combate armado entre unidades
polticas organizadas; la guerra civil es el combate armado en el interior de una unidad
organizada (unidad que se vuelve, sin embargo, problemtica debido a ello). Lo esencial
en el concepto de "arma" es que se trata de un medio para provocar la muerte fsica de
seres humanos. Al igual que la palabra "enemigo", la palabra "combate" debe ser
entendida aqu en su originalidad primitiva esencial. No significa competencia, ni el
"puramente espiritual" combate dialctico, ni la "lucha" simblica que, al fin y al cabo,
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N20#N20http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N21#N21http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N22#N2215
toda persona siempre libra de algn modo porque, ya sea de una forma o de otra, toda
vida humana es una "lucha" y todo ser humano un "luchador". Los conceptos de amigo,
enemigo y combate reciben su sentido concreto por el hecho de que se relacionan
especialmente con la posibilidad real de la muerte fsica y mantienen esa relacin. La
guerra proviene de la enemistad puesto que sta es la negacin esencial de otro ser. La
guerra es solamente la enemistad hecha real del modo ms manifiesto. No tiene por qu
ser algo cotidiano, algo normal; ni tampoco tiene por qu ser percibido como algo ideal
o deseable. Pero debe estar presente como posibilidad real si el concepto de enemigo ha
de tener significado.
Consecuentemente, de ninguna manera se trata aqu de sostener que la existencia
poltica no es ms que una guerra sangrienta y cada accin poltica una operacin de
combate militar; como si cada pueblo estuviese ininterrumpida y constantemente puesto
ante la alternativa de amigo o enemigo en su relacin con cualquier otro pueblo y lo
correcto en poltica no pudiese residir justamente en evitar la guerra. La definicin de lo
poltico aqu expuesta no es ni belicista, ni militarista, ni imperialista, ni pacifista.
Tampoco constituye un intento de presentar a la guerra victoriosa, o a la revolucin
triunfante, como un "ideal social", ya que ni la guerra ni la revolucin constituyen algo
"social" o "ideal", [23] [24]
El combate militar en si mismo no es la "continuacin de la poltica por otros medios"
como reza la famosa frase, generalmente mal citada, de Clausewitz. [25] El combate
militar, en tanto guerra, tiene sus propios puntos de vista y sus propias reglas
estratgicas, tcticas y dems, pero todas ellas dan por establecido y presuponen que la
decisin poltica de definir quin es el enemigo ya ha sido tomada. En la guerra los
contendientes se enfrentan como tales, normalmente hasta diferenciados por medio de
un "uniforme", y por ello la diferenciacin de amigo y enemigo ya no constituye un
problema poltico que el soldado combatiente tenga que resolver. Por esto es que
resultan acertadas las palabras del diplmata ingls que deca que el poltico est mejor
adiestrado para el combate que el soldado, puesto que el poltico combate durante toda
su vida mientras que el soldado slo lo hace excepcionalmente. La guerra no es ni el
objetivo, ni el propsito de la poltica. Ni siquiera es su contenido. Con todo, es el pre-
supuesto en tanto posibilidad real permanentemente existente que define el
accionar y el pensar del ser humano de un modo especial, suscitando con ello un
comportamiento especficamente poltico.
Por eso es que el criterio de la diferenciacin entre amigos y enemigos tampoco
significa, de ninguna manera, que un determinado pueblo deba ser eternamente el
enemigo o el amigo de otro determinado pueblo; o bien que una neutralidad no sea
posible o que no pueda ser polticamente razonable. Es tan slo que el concepto de la
neutralidad, como todo concepto poltico, tambin est subordinado al prerrequisito
ltimo de una posibilidad real de establecer agrupamientos del tipo amigo-enemigo. Si
sobre la faz de la tierra existiese tan slo la neutralidad, no slo sera el fin de la guerra;
sera tambin el fin de la neutralidad misma de la misma forma en que cualquier
poltica, incluso una poltica de evitar el combate, termina cuando desaparece en forma
absoluta toda posibilida real de que se produzcan combates. Lo concluyente es siempre
tan slo que exista la posibilidad del caso decisivo del combate real, y de la decisin
respecto de si este caso est, o no est dado.
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N23#N23http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N24#N24http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N25#N2516
Que el caso se produzca slo en forma excepcional no anula su carcter determinante
sino, por el contrario, lo fundamenta. Si bien las guerras no son hoy tan numerosas y
frecuentes como antao, no por ello ha dejado de aumentar su arrolladora furia total , en
la misma y quizs hasta en mayor medida an que en la que ha disminuido su nmero y
su cotidianeidad. An hoy el "casus belli" sigue siendo el caso planteado "en serio".
Podemos decir que aqu, al igual que en otras cuestiones, es justamente la excepcin la
que adquiere un significado especialmente decisivo y pone al descubierto el ncleo de
las cosas. Porque recin en el combate real queda demostrada la consecuencia extrema
del agrupamiento poltico en amigos y enemigos. Es desde esta ms extrema posibilidad
que la vida del ser humano adquiere su tensin especficamente poltica.
Un mundo en el cual la posibilidad de un combate estuviese totalmente eliminada y
desterrada, una globo terrqueo definitivamente pacificado sera un mundo sin la
diferenciacin de amigos y enemigos y, por lo tanto, sera un mundo sin poltica. Podra
existir en l toda una variedad de interesantes contraposiciones, contrastes,
competencias e intrigas de toda clase; pero razonablemente no podra existir una
contraposicin en virtud de la cual se puede exigir del ser humano el sacrificio de la
propia vida y en virtud de la cual se puede autorizar a seres humanos a derramar sangre
y a dar muerte a otros seres humanos. Para una definicin del concepto de lo poltico
tampoco aqu se trata de si se considera deseable arribar a un mundo as, sin poltica,
como un estado ideal de cosas. El fenmeno de lo poltico se hace comprensible
solamente a travs de su relacin con la posibilidad real de establecer agrupamientos del
tipo amigo-enemigo, ms all de los juicios de valor religiosos, morales, estticos o
econmicos que de lo poltico se hagan a consecuencia de ello.
La guerra, en tanto medio poltico ms extremo, revela la posibilidad de esta
diferenciacin entre amigos y enemigos, subyacente a toda concepcin poltica, y es por
eso que tiene sentido solamente mientras esta diferenciacin se halle realmente presente
en la humanidad o, al menos, mientras sea realmente posible. Por el contrario, una
guerra librada por motivos "puramente" religiosos, "puramente" morales, "puramente"
jurdicos o "puramente" econmicos, carecera de sentido. De las contraposiciones
especficas de estas esferas de la vida humana no se puede derivar el agrupamiento
amigo-enemigo y, por lo tanto, tampoco se puede derivar una guerra. Una guerra no
tiene por qu ser algo devoto, algo moralmente bueno, ni algo rentable. En la actualidad
probablemente no es ninguna de esas cosas. Esta simple conclusin se enmaraa la
mayora de las veces por el hecho de que las contraposiciones religiosas, morales y de
otro tipo se intensifican hasta alcanzar la categora de contraposiciones polticas y con
ello pueden producir el decisivo agrupamiento combativo de amigos y enemigos. Pero
en cuanto se llega a este agrupamiento combativo, la contraposicin decisiva ya no es
ms puramente religiosa, moral o econmica, sino poltica. La cuestin en ese caso es
siempre tan slo la de si un agrupamiento del tipo amigo-enemigo est, o no, dada como
posibilidad concreta, o como realidad; ms all de cuales hayan sido los motivos
humanos lo suficientemente fuertes como para producir ese agrupamiento.
Nada puede escapar a este rasgo consecuencial de lo poltico. Si la oposicin pacifista a
la guerra pudiese hacerse tan fuerte como para llevar los pacifistas a la guerra contra los
no-pacifistas; si esa oposicin desatase una "guerra contra la guerra", con ello no hara
ms que probar que tiene realmente fuerza poltica porque, en dicho caso, sera lo
suficientemente fuerte como para agrupar a los seres humanos en amigos y enemigos. Si
la determinacin de evitar la guerra se hace tan fuerte que ya no retrocede ni ante la
17
guerra misma, es simplemente porque se ha vuelto un mvil poltico, es decir: afirma,
aunque ms no sea como eventualidad extrema, a la guerra y hasta al sentido de la
guerra. En la actualidad sta parece haberse constituido en una forma epecialmente
extendida de justificar las guerras. La guerra se desarrolla as bajo la consigna de ser
siempre la "ltima y definitiva guerra de la humanidad". Guerras de esta ndole son, por
necesidad, guerras especialmente violentas y crueles porque, transponiendo lo poltico,
rebajan al enemigo simultneamente tanto en lo moral como en las dems categoras, y
se ven forzadas a hacer de l un monstruo inhumano que no slo debe ser repelido sino
exterminado, por lo que ya no es tan slo un enemigo que debe ser rechazado hacia
dentro de sus propias fronteras. Sin embargo, en la posibilidad de tales guerras puede
demostrarse con especial claridad que la guerra, como posibilidad real, todava existe en
la actualidad y ello es lo nico relevante en cuanto a la diferenciacin entre amigos y
enemigos y en cuanto a la comprensin de lo poltico. [26]
4). El Estado como estructura de unidad poltica, cuestionado por el pluralismo [27]
Toda contraposicin religiosa, moral, econmica, tnica o de cualquier otra ndole se
convierte en una contraposicin poltica cuando es lo suficientemente fuerte como para
agrupar efectivamente a los seres humanos en amigos y enemigos. Lo poltico no reside
en el combate mismo que, a su vez, posee sus leyes tcnicas, psicolgicas y militares
propias. Reside, como ya fue dicho, en un comportamiento determinado por esta
posibilidad real, con clara conciencia de la situacin propia as determinada y en la tarea
de distinguir correctamente al amigo del enemigo. Una comunidad religiosa que libra
guerras, sea contra los miembros de otras comunidades religiosas, sea otro tipo de
guerras, es una unidad poltica, ms all de constituir una comunidad religiosa. Es una
magnitud poltica incluso si est en condiciones de evitar guerras mediante una
prohibicin vlida para sus miembros, esto es: si puede negarle efectivamente la calidad
de enemigo a un oponente. Lo mismo vale para una asociacin de personas fundada
sobre bases econmicas como, por ejemplo, un grupo industrial o un sindicato. Incluso
una "clase", en el sentido marxista del trmino, cesa de ser algo puramente econmico y
se convierte en una magnitud poltica cuando llega a este punto decisivo, es decir:
cuando toma en serio la "lucha" de clases y trata a la clase adversaria como a un real
enemigo para combatirlo, ya sea como Estado contra Estado, ya sea en una guerra civil
dentro de un Estado. En un caso as, el combate real ya no transcurrir segn las reglas
econmicas sino que tendr aparte de los mtodos del combate tcnicamente
entendidos en el sentido ms estricto sus compromisos, sus necesidades, sus
coaliciones y sus orientaciones polticas. Si dentro del Estado el proletariado se aduea
del poder poltico, lo que surgir ser sencillamente un Estado proletario; que ser una
estructura poltica en no menor grado en que lo es un Estado nacional, un Estado de
sacerdotes, comerciantes, soldados, empleados pblicos, o de cualquier otra categora.
Supongamos que se consiga agrupar a toda la humanidad en amigos y enemigos, segn
Estados proletarios y Estados capitalistas, de acuerdo con la contraposicin de
proletarios y burgueses. En ese caso, lo que se manifestar ser toda la realidad poltica
que han obtenido estos conceptos, al principio y en apariencia tan "puramente"
econmicos. Supongamos, por el contrario, que la fuerza poltica de una clase, o de
cualquier otra agrupacin dentro de un pueblo, slo alcanza para impedir toda guerra
librada hacia el exterior, sin poseer por si misma la capacidad o la voluntad de hacerse
cargo del poder estatal, de diferenciar por si misma a amigos de enemigos y, en caso
necesario, de librar una guerra. En un caso como ste, la unidad poltica se habr
destruido.
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N26#N26http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N27#N2718
Lo poltico puede adquirir su fuerza de los ms diversos mbitos de la vida humana; de
contraposiciones religiosas, econmicas, morales y otras. No indica a una esfera de
accin en particular sino tan slo al grado de intensidad de una asociacin o disociacin
de personas cuyas motivaciones pueden ser de dole religiosa, nacional (tanto en sentido
tnico como cultural), econmica, etc. pudiendo estas motivaciones producir diferentes
uniones y divisiones en distintas pocas. El agrupamiento real en amigos y enemigos es
esencialmente tan fuerte y decisivo que la contraposicin no-poltica en el mismo
momento en que produce el agrupamiento procede a relegar a un segundo plano sus
criterios y motivos, hasta ese momento "puramente" religiosos, "puramente"
econmicos o "puramente" culturales. La contraposicin no-poltica queda as
sojuzgada por las condiciones y las exigencias de una situacin que ya se ha vuelto
poltica; condiciones y exigencias que frecuentemente parecen inconsecuentes e
"irracionales" desde el punto de partida inicial "puramente" religioso, "puramente"
econmico, o de cualquier otra clase de "pureza". De cualquier modo que sea, un
agrupamiento orientado al caso decisivo es siempre poltico. Por ello es que constituye
el agrupamiento decisivo y, consecuentemente, la unidad poltica cuando existe en
absoluto constituye la unidad decisiva, siendo "soberana" en el sentido de que, por
necesidad conceptual, el poder de decisin sobre del caso decisivo debe residir en ella,
an si el caso es excepcional.
La palabra "soberana" tiene aqu un sentido bien definido, al igual que la palabra
"unidad". Estos trminos de ningn modo significan que, si una persona pertenece a una
unidad poltica, cada detalle de su vida de tiene que estar determinado y comandado
desde lo poltico; ni tampoco implican que un sistema centralizado debe aniquilar a
todas las dems organizaciones o corporaciones. Puede suceder que consideraciones de
tipo econmico resulten ser ms fuertes que toda la voluntad del gobierno de un Estado
supuestamente neutral en materia econmica. Del mismo modo, el poder de un Estado
supuestamente neutral en materia confesional, encuentra fcilmente sus lmites en las
convicciones religiosas imperantes. Pero lo que realmente importa es siempre y tan slo
el caso del conflicto. Si las fuerzas opositoras econmicas, culturales o religiosas son
tan fuertes como para tomar por si mismas la decisin sobre el caso determinante, ello
ser porque, sencillamente, se han constituido en la nueva substancia de la unidad
poltica. Si no son lo suficientemente fuertes como para impedir una guerra decidida en
contra de sus propios intereses y principios, pues entonces quedar demostrado que no
han llegado al punto decisorio de lo poltico. Si son lo suficientemente fuertes como
para impedir una guerra, decidida por la conduccin del Estado y perjudicial a sus
intereses o principios, pero no lo sufientemente fuertes como para tomar por si mismas
la decisin de determinar una guerra, pues entonces y en ese caso, ya no existe una
magnitud poltica coherente. Sea cual fuere la relacin de fuerzas: la unidad poltica es
necesaria como consecuencia de la orientacin hacia el posible caso decisivo del
combate real contra el enemigo real. Y, o bien es soberana en este sentido (y no en
algn otro sentido absolutista) para determinar la unidad decisiva en cuanto al
agrupamiento en amigos y enemigos, o bien no existe en absoluto.
La muerte y el fin del Estado se proclamaron algo apresuradamente cuando se reconoci
la gran importancia poltica que tienen las asociaciones econmicas dentro del Estado y,
en especial, cuando se observ el crecimiento de los sindicatos en contra de cuya
herramienta de poder la huelga las leyes del Estado resultaban bastante
impotentes. Por lo que puedo ver, esto surgi como doctrina constituida recin a partir
de 1906 y 1907 entre los sindicalistas franceses. [28] De los tericos del Estado que
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N28#N2819
pueden ser citados en este contexto, Duguit es el ms conocido. Desde 1901 ha
intentado rebatir el concepto de soberana y la imagen de la personalidad del Estado con
algunos certeros argumentos dirigidos contra una metafsica estatista carente de crtica y
contra las personificaciones del Estado que, en ltima instancia, no son sino residuos de
la poca del principado absolutista. En lo esencial, sin embargo, no ha acertado con el
real sentido poltico de la idea de soberana. Algo similar es vlido tambin para la
llamada teora pluralista del Estado, de G.D.H. Cole y Harold J. Laski, [29] surgida en
los pases anglosajones. Su pluralismo consiste en negar la unidad soberana del Estado
es decir: en negar la unidad poltica y subrayar constantemente que el individuo
vive en medio de una multiplicidad y diversidad de uniones y relaciones sociales. Es
miembro de una congregacin religiosa, una nacin, un sindicato, una familia, un club
deportivo y muchas otras "asociaciones" que lo determinan con diferente intensidad,
segn el caso, obligndolo a una "pluralidad de compromisos de fidelidad y lealtad", sin
que por ello alguien pueda decir que alguna estas asociaciones es incondicionalmente
determinante y soberana. Muy por el contrario, estas distintas "asociaciones", cada una
en un campo diferente, podran terminar siendo las ms fuertes y el conflicto de las
fidelidades y lealtades slo se resolvera caso por caso. Uno podra imaginar, por
ejemplo, que los miembros de un sindicato sigan concurriendo a la iglesia, a pesar de
que la consigna del sindicato es abandonar el culto, mientras simultneamente las
mismas personas tampoco obedecen la exhortacin de su iglesia a abandonar el
sindicato.
En este ejemplo se hace especialmente patente la coordinacin de asociaciones
religiosas y gremiales que puede llegar a impulsar una alianza entre iglesias y sindicatos
en virtud de su contraposicin conjunta contra el Estado. Esta alianza es tpica del
pluralismo que se observa en los pases anglosajones. Su punto de partida terico, aparte
de la teora corporativa de Gierke, ha estado por sobre todo en el libro de J. Neville
Figgis sobre "Las Iglesias en el Estado Moderno" (1913). [30] El proceso histrico al
que Laski hace referencia una y otra vez, y que evidentemente lo ha impresionado
sobremanera, es la tan simultnea como malograda maniobra de Bismarck contra la
iglesia catlica y contra los socialistas. En ocasin del "Kulturkampf " contra la iglesia
de Roma qued demostrado que ni siquiera un Estado poseedor de la fuerza
inquebrantada del Imperio Bismarckiano es absolutamente soberano ni todopoderoso.
Como que este Estado tampoco sali vencedor de su lucha contra las organizaciones
obreras socialistas, ni en el campo econmico habra estado en condiciones de quitar de
manos de los sindicatos el poder residente en el "derecho de huelga".
En gran medida esta crtica es acertada. Los enunciados acerca de la "omnipotencia" del
estado son de hecho, frecuentemente tan slo secularizaciones superficiales de frmulas
teolgicas referidas a la omnipotencia divina, y la doctrina alemana del Siglo XIV
acerca de la "personalidad" del Estado es, en parte una anttesis polmica dirigida contra
la personalidad del prncipe "absoluto", y en parte una maniobra para desviar hacia el
Estado, entendido como "tercero superior", la disyuntiva de: o soberana del Prncipe, o
soberana popular. Pero con ello todava no esta respondida la pregunta acerca de cual
es la "unidad social" (si se me permite utilizar aqu el impreciso y liberal concepto de lo
"social") que decidir el caso conflictivo y determinar el decisivo agrupamiento segn
amigos y enemigos. Ni una Iglesia, ni un sindicato, ni una alianza entre ambos, habra
prohibido o evitado una guerra que el Imperio Alemn bajo Bismarck hubiese querido
librar. Por supuesto que Bismarck no poda declararle la guerra al Papa, pero eso tan
slo porque el Papa mismo ya no tena ningn jus belli; ni tampoco los sindicatos
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N29#N29http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N30#N3020
socialistas pensaron en presentarse como "partie beligrante". En todo caso, ninguna
instancia hubiera querido, o podido, oponerse a una decisin tomada por el gobierno
alemn de aqul entonces sobre el conflicto determinante, sin convertirse en enemigo
poltico y sufrir todas las consecuencias inherentes a este concepto, y viceversa: ni la
Iglesia ni sindicato alguno plantearon la guerra civil. [31] Esto es suficiente para
fundamentar un concepto razonable de soberana y de unidad. La unidad poltica es
simplemente, por su esencia, la unidad determinante, y es indiferente de cuales fuerzas
alimenta sus ltimas motivaciones psquicas. Cuando existe, es la unidad suprema; es
decir: la unidad que decide los casos de gravedad determinante.
El hecho de que el Estado constituya una unidad y , ms an: la unidad determinante
se debe a su carcter poltico. Una teora pluralista es, o bien la Teora de un Estado
que ha logrado su unidad mediante la federacin de coaliciones sociales, o bien tan slo
una teora de la disolucin o la impugnacin del Estado. Cuando niega su unidad y lo
pone, en calidad de "asociacin poltica", en un mismo plano de igualdad con otras
asociaciones por ejemplo: religiosas o econmicas debera, ante todo, responder
la pregunta relativa al contenido especfico de lo poltico. Pero en ninguno de los
muchos libros de Laski se puede encontrar una definicin especfica de lo poltico, an
cuando constantemente se hable en ellos de Estado, poltica, soberana y "government".
El Estado simplemente se transforma en una asociacin que compite con otras
asociaciones. Se convierte en una sociedad junto con y entre algunas otras
sociedades que existen dentro o fuera del Estado. ste es el "pluralismo" de esta Teora
del Estado que dirige todo su ingenio contra anteriores exageraciones del Estado; contra
su "seoro" y su "personalidad", contra su "monopolio" de la unidad suprema, mientras
en todo ello sigue quedando ininteligible qu es lo que la unidad poltica habra de ser
en absoluto. A veces aparece en el viejo estilo liberal como mero sirviente de una
sociedad esencialmente determinada por lo econmico; a veces de forma pluralista
como una clase especial de sociedad, esto es: como una asociacin ms entre otras
asociaciones; y a veces, finalmente, como un producto de la federacin de coaliciones
sociales; o incluso como una especie de asociacin-federadora de otras asociaciones. Lo
que queda sin explicar es por qu motivo los seres humanos, al lado de asociaciones
religiosas, culturales, econmicas y dems, todava construyen una asociacin poltica y
en qu consiste el sentido poltico especfico de este ltimo tipo de asociacin. En esto
no se percibe una lnea firme y definida de pensamiento, y como concepto ltimo,
abarcador, enteramente monista-universal y de ningn modo pluralista, aparece la
"society" en Cole y la "humanity" en Laski.
Esta teora pluralista del Estado es, por sobre todo, pluralista en si misma. Esto es: en
realidad, no posee un ncleo central. Recoge sus temas intelectuales de entre los ms
diversos crculos de ideas (religin, economa, liberalismo, socialismo, etc.). Ignora el
concepto central de toda Teora del Estado lo poltico y ni siquiera considera la
posibilidad de que el pluralismo de las asociaciones podra conducir a una unidad
poltica de estructura federal. Permanece completamente atascada en un individualismo
liberal porque, en ltima instancia, no hace ms que jugar a enfrentar a las asociaciones
entre si en beneficio del individuo libre y sus asociaciones libres; con lo que todas las
cuestiones y conflictos terminan siendo decididos por el individuo. En honor a la
verdad, no existe una "sociedad" o una "asociacin" poltica. Existe tan slo una unidad
poltica; una "comunidad" poltica. La posibilidad concreta de agrupamientos del tipo
amigo-enemigo es suficiente para crear, por sobre lo puramente social-asociativo, una
unidad determinante que es algo especficamente diferente y constituye algo
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N31#N3121
decisivo frente a las dems asociaciones. [32] Cuando esta unidad desaparece hasta
como eventualidad, desaparece tambin incluso lo poltico. Solamente desconociendo o
no respetando la esencia de lo poltico es posible colocar a una "asociacin" poltica al
lado de otra asociacin religiosa, cultural, econmica, o de cualquier otra ndole, para
hacerla competir con todas las dems. En todo caso, del concepto de lo poltico como
se ver ms adelante se desprenden consecuencias pluralistas, pero no en el sentido
de que dentro de una y la misma unidad poltica se pueda colocar un pluralismo en el
lugar del agrupamiento determinante de amigos y enemigos sin con ello destruir
tambin a lo poltico en si mismo.
5). La decisin sobre la guerra y el enemigo
Al Estado, en su calidad de unidad poltica esencial, le corresponde el jus belli; es decir:
la posibilidad real, de determinar, y dado el caso de combatir, a un enemigo en virtud de
una decisin autnoma. Los medios tcnicos con los cuales se libra el combate, la
organizacin vigente de las fuerzas armadas, la magnitud de las chances de ganar la
guerra, todo ello es irrelevante aqu siempre y cuando el pueblo polticamente unido est
dispuesto a combatir por su existencia y por su independencia, siendo que por decisin
autnoma ha determinado en qu consiste esa independencia y esa libertad. La
tendencia del desarrollo tecnolgico militar aparentemente apunta a que, quizs, ya
quedan slo pocos Estados cuyo podero industrial les permite librar una guerra con
chances de xito, mientras que Estados ms pequeos y ms dbiles, ya sea de modo
voluntario o forzado, renuncian al jus belli cuando no consiguen resguardar su
independencia mediante una correcta poltica de alianzas. Esta evolucin no demuestra
que la guerra, el Estado y la poltica han cesado de existir. Cada uno de los
innumerables cambios y trastornos de la Historia y de la evolucin de la humanidad ha
producido nuevas formas y nuevas dimensiones del aglutinamiento poltico,
destruyendo anteriores arquitecturas polticas, produciendo guerras externas y guerras
civiles, aumentando o disminuyendo el nmero de las unidades polticas organizadas.
El Estado como unidad poltica determinante ha concentrado en si mismo una
atribucin enorme: la de la posibilidad de librar una guerra y, con ello, la de disponer
sobre la vida de los seres humanos. Y esto es as porque el jus belli contiene un atributo
semejante: significa la doble posibilidad de exigir de los miembros del pueblo propio el
estar dispuestos a matar y a morir, con el objeto de matar a las personas ubicadas del
lado del enemigo. Sin embargo, la tarea de un Estado normal consiste en lograr, por
sobre todo, una pacificacin completa dentro del Estado y su territorio; construir "la
tranquilidad, la seguridad y el orden" para crear con ello la situacin normal que es
condicin para que las normas jurdicas puedan imperar en absoluto desde el momento
en que toda norma presupone una situacin normal y ninguna norma puede ser vlida en
una situacin que la desafa de modo completamente anormal.
Esta necesidad de lograr la pacificacin intra-estatal conduce, en situaciones crticas, a
que el Estado como unidad poltica en si, mientras existe, pueda tambin determinar al
"enemigo interno". Es por ello que en todos los Estados, bajo alguna forma, existe lo
que el Derecho Pblico de las repblicas griegas conoci como declaracin de polemios
y el Derecho Pblico romano como declaracin de hostis; es decir: formas de repudio,
ostracismo, exclusin, colocacin hors-la-loi en sntesis, alguna forma de declarar
un enemigo interno, ya sea con medidas ms severas o ms beningnas; vigentes ipso
facto o establecidas de modo jurdico mediante leyes especiales; ya sea manifiestas o
encubiertas en descripciones genricas. ste es de acuerdo al comportamiento de
http://www.laeditorialvirtual.com.ar/Pages/CarlSchmitt/CarlSchmitt_ElConceptoDeLoPolitico.htm#N32#N3222
quien ha sido declarado enemigo del Estado el signo distintivo de la guerra civil;
vale decir: de la desintegracin del Estado como unidad poltica organizada,
internamente pacificada, encerrada en si misma en cuanto a lo territorial e impenetrable
para extraos. Mediante la guerra civil es que, luego, se decidir el destino que correr
esta unidad. Para un Estado de Derecho Constitucional burgus esto no es menos vlido
y hasta por el contrario, quizs sea an ms naturalmente vlido que para
cualquier otro Estado. Porque, como lo expresa Lorenz von Stein, en un "Estado
Constitucional" la Constitucin es "la expresin del orden social y de la existencia de la
propia sociedad constituda por los ciudadanos de un Estado. En el momento en que es
agredida, el combate forzosamente tiene que decidirse por fuera de la Constitucin y
del Derech