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22 DESIGUALDAD MINERVA 24.15
EL CAPITAL EN EL SIGLO XXI
Con El Capital en el siglo xxi1 quise aglutinar un gran conjunto de
evidencias históricas acerca de la economía y la distribución de
la riqueza en los siglos xix y xx. Debo decir que soy mucho me-
jor analizando el pasado que planteando soluciones y que solo
pretendo que la gente saque sus propias conclusiones en torno a
estas investigaciones llevadas a cabo en Francia a lo largo de los
últimos 15 años y en las que me han ayudado investigadores de
todo el mundo.
Se puede aprender mucho de la riqueza, la deuda pública, el
capital y la desigualdad desde una perspectiva histórica. En Fran-
cia, y supongo que en casi todo el mundo, tendemos a sentirnos
únicos; todos nos mirarnos al ombligo, pero soy de la opinión de
que siempre hay más de una solución y que se puede aprender
de los demás. Este es otro de los objetivos de mi libro, porque
siempre ha habido, por ejemplo, crisis de deuda pública en el
pasado, incluso mayores que las de ahora, y varios caminos para
enfrentarse a ellas.
Es más que historia, porque la política, la sociedad, la cultura,
son un refl ejo de la economía y la desigualdad.
Todos los datos del libro están recogidos en la web de World
Top Incomes Database (Base de datos de la lista por ingresos del
mundo).2 Ahí podremos observar esas desigualdades en la renta
y en el reparto de la riqueza.
Thomas Piketty, con su libro El Capital en el siglo XXI, ha establecido un hito en cuanto a conocimiento fi nanciero accessible a todo el mundo se refi ere. Este extracto de la conferencia del autor, con motivo de la presentación de su libro en el Círculo de Bellas Artes, fruto de un trabajo de 20 años de investigaciones, establece con datos históricos sobre la concentración de riqueza, los impuestos y el crecimiento económico, algunas causas y posibles soluciones a la desigualdad y a la deuda en el mundo. El profesor asociado de la Escuela de Economía de París, pone de relieve el problema que plantea el aumento de la acumulación de los rendimientos de capital por encima de la propia economía, algo que lleva a un 10% de la población a acaparar hoy más del 50% de la riqueza mundial. Además, insiste en la necesidad de regularizar el mapa fi nanciero europeo y mundial, en el incremento de los impuestos sobre el patrimonio y grandes sociedades, así como en una tributación progresiva más justa.
el capital y la desigualdad desde la perspectiva histórica THOMAS PIKETTYFOTOGRAFÍA GENTILEZA DEL FCE DE ESPAÑA
1 Thomas Piketty, El Capital en el siglo xxi, Madrid, Fondo de Cultura Económica de
España, 2014.
2 World Top Incomes. http://topincomes.parisschoolofeconomics.eu/ Página web
promovida por los profesores de economía Facundo Alvaredo (Argentina), Tony
Atkinson (Reino Unido), Emmanuel Sáez (Francia y EE.UU.) y Thomas Piketty
(Francia). En ella se recogen datos sobre los impuestos en más de 30 países.
CBA DESIGUALDAD 23
LA HISTORIA DE LOS IMPUESTOS
Los impuestos sobre la renta se crearon en Francia en 1940 y no
precisamente para fi nanciar colegios, sino para la guerra contra
Alemania. En otros países europeos se implantaron incluso antes
de la guerra, generalmente entre 1900 y 1920 o, como en los casos
de Alemania, Japón o Gran Bretaña, en el siglo xix. En EE.UU. se
hizo en 1930. En España y en Latinoamérica los impuestos sobre
la renta llegaron en el periodo de entreguerras. En cualquier caso,
con este impuesto tributario llegaron las bases de datos y la manera
de obtener información económica.
El primer economista en utilizar esta clase de datos para contro-
lar la distribución de la renta fue Simon Kuznets3, Premio Nobel
y pionero en el uso de Producto Interior Bruto (PIB), y es a partir
de él, pero ampliando su estudio a más países y épocas, donde se
inicia nuestro trabajo. Kuznets fue el primero en hacer un estudio
histórico cuantitativo del impuesto sobre la renta con una conclu-
sión muy optimista que indicaba un descenso en la desigualdad.
Sin embargo, su lectura tenía más que ver con la Gran Depresión,
la Segunda Guerra Mundial y las políticas que se llevaron a cabo
por entonces en EE.UU., relacionados con impuestos progresivos.
No hubo nada natural en el descenso de la desigualdad, pero
tampoco hay nada natural en la evolución económica, ya que de-
pende mucho de las instituciones y las políticas que se llevan a
cabo. Pero además, este periodo tan convulso en la primera mitad
del siglo xx provocó que, durante la Guerra Fría de los 50 a los
70, la gente de los países capitalistas creyera en un fi nal feliz. En
estas décadas, un tercio del total del PIB correspondía al 10% de
la población más rica, pero había un descenso de la desigualdad,
porque todo el mundo se benefi ciaba de alguna manera del creci-
miento económico. Si el PIB crecía un 2% o un 3%, tanto ese 10%
más rico, como el otro 90%, crecían al mismo ritmo. El benefi cio
era proporcional.
Hoy en día, desde la década de los 80, esta evolución ha variado
en los EE.UU. El porcentaje de PIB que va a los ricos empieza a
ser muy superior. De un tercio para el 10% más rico de la pobla-
ción, hemos llegado al 51% de la riqueza en 2012, sumando los
benefi cios de capital y el incremento en los valores accionariales
correspondientes a la venta de acciones en la bolsa de valores,
que han reportado pingües benefi cios no solo en EE.UU., sino en
Europa. Pese a las crisis en la bolsa de 2001 y 2002 o 2008 y 2009,
su recuperación es asombrosa, de manera que en 2012 con ese
51%, ya estábamos por encima de 2007, año en que esos ingresos
para ese 10% de la población superaban al 49%.
Se ha producido así un estancamiento de los ingresos medios
y un aumento de la deuda, lo que ha hecho más frágil al sistema
fi nanciero. En Europa esta desigualdad no se ha manifestado tanto
en los ingresos como en el desempleo o en la deuda pública.
DESIGUALDAD EN EE.UU. CON RESPECTO A EUROPA
Se habla de la globalización como factor clave. En el momento
en que China entra en el mercado laboral, los salarios bajos se
desploman, porque los trabajadores con menor cualifi cación com-
piten directamente. ¿Por qué la situación no afecta igual en el caso
de Europa que en Estados Unidos? Quizás porque la igualdad en
cuanto al acceso a la educación es mayor que en EE.UU., donde,
pese a estar las mejores universidades, estas no son accesibles
para la mitad de la población. Otro tema interesante es ver cómo
se las han ingeniado los grandes directivos para aumentar sus
compensaciones hasta unos extremos que nada tienen que ver
con su productividad.
El problema principal en Europa no es tanto la cantidad de
capital, como la desigualdad de los ingresos y la propiedad de
ese capital. Entendiendo ratio de ingresos de capital como el
valor de todo lo que se posee (todos los activos inmobiliarios,
empresariales y fi nancieros, tanto privados, como individuales
y gubernamentales), menos toda la deuda y dividido por la renta
nacional, no habría problema con que todos tuviéramos: la misma
participación en los stocks de capital, el mismo apartamento, las
mismas participaciones en el mercado de valores, el mismo fondo
de pensiones… No pasaría nada si este ratio subiera mucho. El
problema viene cuando la desigualdad en la propiedad de ese ca-
pital es muy grande. Si sube la riqueza mucho más que los ingresos
por renta, ocurre que el acceso a la vivienda, por ejemplo, para las
nuevas generaciones, es mucho más complicado. Ser propietario
solo con lo que te da tu trabajo es muy difícil para la mayoría de
la gente. Esa es una de las consecuencias de la desigualdad en el
acceso a la riqueza con respecto al valor total de la propia riqueza.
Por un lado, aquí es donde entra en juego la riqueza patrimonial
acumulada en el pasado, que cobra un valor muy importante en
países como Japón o España, por ejemplo, donde el crecimiento
de la población es prácticamente cero. Por otro lado, se encuentra
3 Simon Kuznets fue un economista ruso-estadounidense nacido en 1901 y fallecido
en 1985, que obtuvo el Premio Nobel de Economía en 1971 por sus aportaciones
sobre el PIB, el crecimiento económico y el bienestar social.
24 DESIGUALDAD MINERVA 24.15
la desigualdad de la riqueza. Uno de los aspectos determinantes al
respecto es el desfase entre la R y la G, donde la R es la tasa de ren-
dimiento del capital y la G, la tasa de crecimiento de la economía.
En la medida en que se produce un desfase entre ambas, y debido
al decrecimiento de la población, al aumento de la competencia
para atraer capital y a la desregulación fi nanciera, se contribuye a
esta desigualdad. No es lo mismo tener acceso a activos fi nancieros,
que simplemente meter tu dinero en la cuenta de un banco. Y mu-
chas instituciones y medidas políticas favorecen que esto ocurra.
LA RIQUEZA PATRIMONIAL Y LA BURBUJA INMOBILIARIA
A la hora de invertir, puedes hacerlo en China o en otros países, pero
muchos prefi eren hacerlo en el mercado inmobiliario en Madrid,
París o Londres. Eso contribuye a que esa burbuja inmobiliaria
aumente.
En el caso de España, la burbuja inmobiliaria es incluso ma-
yor que en Japón. En 2007, la riqueza privada en relación a los
ingresos nacionales llegaba al 800%. España, en este sentido, es
un caso extremo. No es lo mismo un mundo con una riqueza en
relación a sus rentas de seis a siete años de PIB, que una de dos a
tres años. Esto tiene consecuencias en las políticas fi scales. Con
esta situación en el mercado inmobiliario es complicado para las
nuevas generaciones acceder a una casa. Esto se agrava aún más
con el estancamiento de los salarios. Debería derivar en la acti-
vación de un descenso en los impuestos por renta y un aumento
en los impuestos sobre el patrimonio y las propiedades. Ya no
es una cuestión de derecha o izquierda, sino de sentido común.
Esto podría hacer que los grandes propietarios trataran de des-
hacerse de algunas propiedades, cosa que permitiría a muchos
que solo disponen de su renta hacerse con una pequeña parte
del mercado inmobiliario. Esto además tendría consecuencias
en la regulación fi nanciera.
DE LO PÚBLICO A LO PRIVADO
He mencionado dos explicaciones para el aumento del capital en
relación con el crecimiento: por un lado, el incremento de los ac-
tivos inmobiliarios; por otro, la transferencia gradual de la riqueza
pública a la privada. El capital público se defi ne como los activos
de propiedad pública (edifi cios, activos fi nancieros, carteras…),
menos los pasivos (deuda). Italia, por ejemplo, tienen un capital
público negativo. Incluso si vendiera todos sus activos (escuelas,
hospitales, etc), no podría pagar la deuda que tiene.
Mucha gente entraría en estado de shock si se cerraran escuelas
para pagar a los deudores privados, pero es lo que se está haciendo
en cierto modo porque cuando tu deuda es más elevada que tus
activos públicos, pagas mayores primas de interés. Ahora mismo
Italia paga cada año un 5% o 6% de su PIB en intereses y, sin
embargo, el presupuesto de sus universidades está en el 1% del
PIB. Paga cinco o seis veces más en intereses que en invertir en
su sistema universitario. No es lo mejor para el futuro.
En España pasa algo parecido. Si miráramos datos de 2010,
veríamos que en Italia el capital público es negativo, mientras que
en EE.UU., Alemania, Gran Bretaña y Francia es ligeramente po-
sitivo. Sin embargo, tiempo atrás, en los 70, había muy poca deuda
pública y el sector público era mayor (compañías, edifi cios…).
Un tercio del capital estaba en manos públicas, y no hablamos de
países comunistas únicamente.
En los últimos años ha habido un trasbase de lo público a lo
privado, que intentaba resolver la gestión de la deuda pública con
las privatizaciones.
Si volvemos al caso de Italia, actualmente está a la cabeza en
capital privado y a la cola en capital público y esto tiene una co-
rrelación con la deuda pública. En el caso de Rusia, por ejemplo,
tras la caída de la Unión Soviética, pasó del 100% de capital
público al 0% y en el capital privado, por el contrario, pasó del
0% al 100%. La vieja oligarquía rusa no se ha hecho rica por el
ahorro, sino por haber comprado los recursos naturales públicos
a bajo coste.
En los países capitalistas el fenómeno no ha sido tan extremo
porque se partía de otra base, pero cuando el capital público se re-
duce a cero o empieza a ser negativo, se convierte en un problema,
porque si las privatizaciones minan las inversiones en infraestruc-
turas o educación pública, entonces se ha llegado demasiado lejos.
A mi modo de ver, la mejor política de largo recorrido para
reducir la desigualdad y obtener al mismo tiempo un mayor cre-
cimiento en toda Europa, pasa por invertir en educación. Ya he
mencionado que Italia dedica el 5% o 6% de su PIB a pagar intere-
ses y solo un 1% a las universidades… Lo mismo pasa en Francia o
en España. Solo hubo un precedente anterior, el de Gran Bretaña
en el siglo xix, que con las guerras napoleónicas llegó a tener una
deuda de un 200% –mayor que la de Grecia en la actualidad– en
1850. Le costó 80 años reducir su deuda al 20%, pero estuvo todo
ese tiempo pagando más dinero en deudas que invirtiendo en edu-
cación. Esto puede explicar que la productividad del trabajo en
Gran Bretaña decreciera en el siglo xx con respecto a Alemania o
Francia. Espero que no cometamos el mismo error.
LOS RICOS CRECEN MÁS Y MÁS RÁPIDO
Vuelvo al tema de la desigualdad en la riqueza para explicar cómo
ha crecido en los sectores más altos de la sociedad con respecto
a la media de la gente.
Pese a que los datos no sean del todo fi ables, Forbes y su lista
de las fortunas de los multimillonarios sirve para ver esto que
digo. Es triste tener que leerlo en las revistas, pero son datos que
no facilitan Eurostat o el IMF.4
4 Eurostat: Ofi cina Europea de Estadística, dependiente de la Comisión Europea y con sede en Luxemburgo. El IMF por su parte es el International Monetary Fund o Fondo
Monetario Internacional, institución internacional formada por más de 180 países, con sede en Washington DC.
CBA DESIGUALDAD 25
Analizando los rankings de Forbes desde 1987, vemos que la
riqueza de estos selectos multimillonarios ha crecido del orden de
un 6 o 7% cada año, tres o cuatro veces más rápido que la media de
crecimiento de riqueza en todo el mundo. La riqueza en el mundo
ha crecido un 2% por cada año, mientras que la media de ingresos
lo ha hecho a un 1,4%. Si los más ricos siguen acaparando capital
a esa velocidad, en 50 años ese pequeño grupo de personas se
hará con el 100% del capital mundial. Tiene que parar en algún
momento y creo que lo hará, pero lo que no se sabe es en qué punto
y eso es lo malo, que nadie nos puede garantizar que esto ocurra
en un punto razonable.
LAS PRIVATIZACIONES Y LOS MULTIMILLONARIOS
La lista top de fortunas ha cambiado mucho desde 1987. Según
Forbes, por entonces los más ricos del planeta eran japoneses
de cuyos nombres hoy nadie se acuerda, pero ahora la cosa está
repartida entre México, EE.UU., China y otros. Muchos suben y
bajan, pero lo que está claro es que no tiene sentido que crezcan
tres o cuatro veces más rápido que la media mundial.
Las privatizaciones han jugado un papel importante en este sen-
tido. Hoy están en ese grupo privilegiado muchos de esos grandes
magnates rusos que han adquirido su riqueza con la compra de re-
cursos naturales del país en situaciones enormemente ventajosas.
Incluso en Europa muchos de los que hoy vemos como grandes
emprendedores hechos a sí mismos, tienen que ver con procesos
de privatización en otros sectores, que cayeron en sus manos en
unas condiciones muy favorables y a precios muy bajos. Esto
es algo que también ha ocurrido en México, por ejemplo, con
Carlos Slim y la industria de las telecomunicaciones. A veces
ocurre que algunos se las arreglan para hacerse con la mayor
parte de la industria. Desde luego todo esto ha contribuido a
impulsar esta evolución.
Otra explicación para el problema es la falta de regulación del
sector fi nanciero, que ha permitido un aumento de la desigualdad
en los rendimientos fi nancieros. Cuando hablamos de R frente a
G, hay que advertir que la tasa de retorno o rendimiento (R) no
es igual para todos. Incluso si la brecha entre ambas no fuera tan
grande, si por ejemplo R estuviera en un 3% o 4% y G en un 1%
o 2% –en Europa está cerca del 0% ahora mismo–, la tasa media
de retorno no sería la misma para todos.
EL EJEMPLO DE LAS UNIVERSIDADES AMERICANAS
Hay 850 universidades con capital financiero para invertir en
los EE.UU. La tasa de retorno media ha sido del 8,2%. Después
de todas las deducciones por inflación, costes administrativos y
ajustes fi nancieros, vemos que los capitales fi nancieros más altos,
son de las que tienen inicialmente una tasa de retorno más alta
como Yale, Princetown o Harvard, que obtienen el 10,2% durante
este periodo.
La desregulación fi nanciera ha aumentado la desigualdad en el
acceso a sofi sticados productos fi nancieros. Si tomamos el caso de
Harvard, vemos que no compran bonos del tesoro estadouniden-
se como hacen muchos. Ellos invierten en derivados fi nancieros
sofi sticados y paquetes de inversión complejos…y reciben los
mejores benefi cios.
Los manuales de economía dicen que los mercados fi nancieros
más sofi sticados producen los mejores intereses para todos. Se
supone que si tu vas a tu banco con tus 10.000 euros te los invierten
donde te va a dar un mayor benefi cio, pero la cosa no funciona así.
Los mejores negocios se los guardan unos pocos y la mayoría se
queda con productos peores.
TABLA 12.2 El rendimiento de los capitales de inversión
de las universidades en EE.UU., 1980-2010
Promedio del porcentaje de rendimiento
real anual (después de la deducción de la infl a-
ción, los costes administrativos y las comisiones
fi nancieras)
Periodo 1980-2010
Todas las universidades (850)8,2%
Incluidos: Harvard-Yale-Princetown 10,2%
Incluidos: Capitales de inversión por
encima de 1 billón de dólares (60)88,2%
Incluidos: Capitales de inversión entre los
500 millones y el billón de dólares (66)7,8%
Incluidos: Capitales de inversión entre
los 100 millones y los 500 millones de
dólares (226)
7,1%
Incluidos: Capitales de inversión menores
de 100 millones de dólares (498)6,2%
Entre 1980 y 2010, las universidades estadounidenses se benefi ciaron
de un promedio real de rendimiento del 8,2% sobre sus capitales de
inversión, y más aún para los mayores capitales de inversión. Todos los
rendimientos que aparecen aquí son netos, una vez deducida la infl ación
(2,4% por año entre 1980 y 2010) y todos los costes administrativos y
comisiones fi nancieras. Fuente: piketty.pse.ens.fr/capital21c
Tabla 12.1. La tasa de crecimiento de los top de la riqueza mundial,
1987-2013
Promedio del porcentaje de crecimiento
real por año
(después de la deducción de la infl ación)
1987-2013
Los primeros 1/(100 millones) de los
titulares de las riquezas más grandes
(alrededor de 30 adultos por cada 3
billones en los 80, y 45 de cada 4,5
billones en la actualidad)
6,8%
Los primeros 1/(20 millones) de los
titulares de las riquezas más grandes
(alrededor de 150 adultos por cada 3
billones en los 80, y 225 de cada 4,5
billones en la actualidad)
6,4%
Promedio de riqueza mundial por adulto 2,1%
Promedio de ingresos por adulto 1,4%
Población adulta mundial 1,9%
PIB Mundial 3,3%
Entre 1987 y 2013 los datos de las riquezas más altas del mundo
indican que han subido al 6% o 7% por año, frente al 2,1% para el
promedio de la riqueza mundial total por adulto, y al 1,4% de los
ingresos mundiales por adulto. Todas las tasas de crecimiento son
netas, deducida la infl ación (2,3% al año entre 1987 y 2013).
Fuente: piketty.pse.ens.fr/capital21c
26 DESIGUALDAD MINERVA 24.15
REDISTRIBUIR LA RIQUEZA
Hay muchas maneras de redistribuir la riqueza. Probablemente la
más civilizada es la tributación progresiva. Pero hay otras formas.
La infl ación ha jugado un papel importante en el pasado, en parti-
cular con la deuda pública. Ya hemos visto cómo la deuda pública
ha podido alcanzar en algún caso el 200% del PIB, pero muy a
menudo la infl ación ha ayudado a mejorar las cosas. Alemania o
Francia, por ejemplo, tenían un 200% de deuda en 1945, y en 1950
se quedaron en un 20%. La deuda pública se redujo por la infl ación
y también porque la repudiaron. Esto permitió la inversión en
infraestructuras, en educación… Si Alemania y Francia hubieran
pagado ese 200% de deuda con un superávit presupuestario del 1%
o 2% del PIB anual, la estarían pagando a día de hoy y no habrían
podido crecer como lo hicieron durante la posguerra.
Ahora, son estas dos naciones las que quieren que los países
del sur de Europa paguen su deuda con una infl ación del 0%, algo
que, a mi modo de ver, es una postura extremadamente inefi ciente
y egoísta porque, al fi nal, así todos tenemos un crecimiento muy
bajo, lo que no es bueno para nuestras sociedades.
Una de las lecciones que ofrece la historia es que con infl ación
cero es muy difícil reducir una deuda pública como la que tienen
hoy estos países. ¿Es la infl ación el ideal? No, como he dicho antes,
lo más democrático, transparente y civilizado para redistribuir la
riqueza y resolver la desigualdad y los problemas de deuda pública
pasa por un sistema tributario de impuestos progresivos sobre la
riqueza privada.
Al fi nal el dinero hay que sacarlo de algún lado y, si subes los
precios, los que sufren son los que viven de su renta solo con una
cuenta nominal, pero los que tienen mucha riqueza privada en
acciones, títulos, o valores en el mercado inmobiliario, no pierden
nada en absoluto. Por eso, debería hacerse al revés y la tributación
progresiva sería, quizás, una solución.
LOS IMPUESTOS Y SUS SORPRESAS
La historia de los impuestos está llena de sorpresas. En EE.UU. y
Reino Unido la tributación progresiva sobre la renta y la herencia
siempre ha sido muy alta, entre un 70% y un 90% de 1930 a 1980.
En Alemania o Francia ha sido muy distinto. La guerra generó
destrucción de capital, que en sí es otro modo de redistribución,
junto con la infl ación y los impuestos.
Los mayores impuestos en Alemania correspondieron a los años
comprendidos entre 1946 y 1948. Estaban en un 90%. Ocurrió así
porque estaban bajo el Consejo de Control Aliado5 y eran los esta-
dounidenses los que fi jaron esa fi scalidad. Cuando los alemanes re-
cuperaron su soberanía en 1949, se bajó al 70% y en 1950 al 50%. Lo
mismo ocurrió en Japón, que estuvo con el 90% entre 1940 y 1949,
mientras la fi scalidad la marcaba EE.UU. Los estadounidenses no
estaban castigando a nadie, porque hacían lo mismo en su país.
Desde su punto de vista, era la manera de imponer los benefi cios de
la civilización. El sistema democrático que traían venía secundado
por un sistema fi scal que evitaba que la democracia se convierta
en una plutocracia, con una excesiva concentración de ingresos.
Puede quizás sonar algo lejano, pero no lo es en realidad. Esto
es parte real de nuestra historia y deberíamos tenerlo en mente
para lidiar con la deuda pública a partir de la experiencia histórica
en el mundo. Es el momento de encontrar mejores soluciones
para el futuro.
Si analizamos la Historia, los grandes cambios violentos han
provocado un cambio en la redistribución de la riqueza. No solo la
Gran Guerra o la II Guerra Mundial, también la Revolución Bol-
chevique. Probablemente este último hecho, unido al auge del
comunismo, provocó que muchas élites aceptaran fi nalmente unas
reformas sociales y fi scales. Pero estas no llegaron hasta 1940. De
todos modos, por ejemplo en Francia, se tenía la visión absurda
de que tras la Revolución Francesa ya no hacía falta establecer un
sistema redistributivo, que al vivir en una república en la que no
había aristocracia ni grandes terratenientes, eso no hacía falta.
La realidad es que en un país monárquico donde sí se tributaba,
como Reino Unido, y en el que sí había aristocracia, la concentra-
ción de la propiedad era la misma. La hipocresía de las élites es
impresionante. Los problemas no deben solucionarse de forma
violenta, dado que hoy tenemos formas mucho mejores de cana-
lizarlos, pero todo depende de lo que hagamos como ciudadanos,
el que podamos contribuir a la democratización del conocimiento
económico. Creo en el poder de las ideas y de la democracia para
conseguirlo.
5 Consejo de Control Aliado: órgano impuesto a Alemania tras la caída del III Reich, dirigido por las potencias vencedoras: EE.UU., Francia, Gran Bretaña y la Unión Soviética.
Este consejo funcionó de junio de 1945 a marzo de 1948.
CBA DESIGUALDAD 27
REESTRUCTURAR EL SISTEMA
TRIBUTARIO
Pese a que la bajada de impuestos se utiliza
como arma electoral, en Francia no ha habi-
do una bajada de impuestos, sino realmente
todo lo contrario a lo largo de las últimas
legislaturas. Lo que ocurre es que se ha ba-
jado la tributación a las grandes fortunas,
pero no al resto de la población. Realmente
se han subido los impuestos, sobre todo el
Impuesto sobre Valor Añadido, pero se ha
tratado de bajar la deuda demasiado rápido.
Entiendo que la gente no quiera pagar aún
más impuestos, pero lo que se debe hacer no
es subir los impuestos a toda la población,
sino transformar el sistema tributario de
forma que los ricos paguen más y los tra-
bajadores y los que perciben salarios me-
dios, paquen menos. Actualmente la media
europea de ingresos por tributación oscila
entre un 40% y un 50% del PIB, pero no veo
que nadie piense seriamente en acometer
estos cambios para subir la cifra.
En el periodo de posguerra la cosa fue fá-
cil porque el gobierno era más pequeño y era
sencillo ampliarlo para tener más recursos
fi scales y más gasto público.
Hoy es más complicado, porque si se
reestructura el sistema tributario siempre
cabe la posibilidad de que para los grandes
capitales sea más apetecible pagar impues-
tos en otros países. Por eso, al fi nal pagan la
cuenta los que no tienen tal «movilidad»:
los salarios bajos y los medios. En Europa
hay más políticas tributarias favorables para
los que acaparan la riqueza que para los que
viven solo de su salario.
LUXLEAKS Y LA INEFICAZ EUROZONA
Solo hay que echar un ojo al escándalo Lux-
Leaks6 Es increíble que ocurran estas cosas
y que las grandes compañías europeas no
pagaran apenas impuestos en Luxemburgo.
En realidad pagaban solo una tasa efectiva
de impuestos sobre sus ganancias y una que
era menor en porcentaje que la que pagan
las pequeñas y medianas empresas. Un es-
cándalo en toda regla. No es sufi ciente que
Jean-Claude Juncker7 dé una disculpa. Eu-
ropa en sí misma tendrá que cambiar. Mien-
tras no haya una decisión fi rme y unánime
frente a escándalos fiscales como estos,
seguirán produciéndose otros LuxLeaks y
seguirá habiendo países tratando de robar-
les las bases fi scales a sus propios vecinos.
Juncker dijo que lo hizo porque era bueno
para su país (Luxemburgo), que estaba su-
mido en una grave desindustrialización. Si
todos los países en Europa –que sin duda
tienen el mismo problema– se dedicaran a
hacer lo mismo… ¿Ese es de verdad el fu-
turo de Europa en lugar de invertir en op-
timización tributaria? Necesitamos invertir
urgentemente en educación e innovación,
y para ello necesitamos un ingreso fi scal y
una estructura justa. La clase media termi-
nará por no aceptar más el hecho de seguir
pagando más que los ricos.
Hay que buscar una decisión mayoritaria
sobre tributación de las grandes compañías
en Europa. Quizás se podría empezar por un
pequeño número de países en la Eurozona y,
si funciona, a lo mejor se unirían más países.
El problema es que la Eurozona ahora mis-
mo no funciona. Y no tiene fácil solución.
La transparencia financiera es funda-
mental antes de llevar a cabo cualquier paso
en este sentido. Mientras exista un nivel de
opacidad tan grande como hay en Luxembur-
go o en Suiza, esto será imposible. Por eso
es importante que se pongan sobre la mesa
problemas como LuxLeaks, pero ahora son
nuestros gobiernos los que deben poner so-
luciones al asunto y ocurre en la mayoría de
los casos que, las cosas que dicen que han he-
cho los gobiernos, con respecto a lo que han
hecho realmente, no tiene ninguna relación.
Si pensamos en Suiza, el único progre-
so vino cuando el gobierno de los EE.UU.
tomó medidas sancionadoras contra ban-
cos helvéticos. La amenaza fue clara: «Si no
nos dais información sobre lo que nuestros
contribuyentes tienen en vuestros bancos,
perderéis vuestras licencias en Estados
Unidos». Fue entonces cuando el gobier-
no suizo dijo fi nalmente que cambiaría sus
leyes. Es triste pensar que los propios países
europeos, que tienen más implicaciones en
este sentido, no hayan podido o querido ac-
tuar. Al menos se ha visto que si se aplican
medidas sancionadoras, se pueden cambiar
las cosas. No se puede pedir educadamente
a un evasor de impuestos que deje de serlo,
o que deje de refugiarse en países con una
opacidad como las de Suiza o Luxemburgo.
Hay que sancionar en proporción con el be-
nefi cio obtenido. Soy partidario del comer-
cio libre y de la circulación libre de capitales,
pero no puede hacerse sin regulación.
Lo que pasa es que estamos acostumbra-
dos en Europa a este libre comercio y libre
circulación de capitales sin información ni
cortapisas. Pero esto no va a cambiar a me-
nos que se produzca una profunda reestruc-
turación de la política y de las instituciones
en Europa. A menos que haya unanimidad
en las medidas a tomar frente a los escánda-
los tributarios, sin duda no podremos avan-
zar. No hay ningún impedimento técnico o
económico para no hacerlo así, el único
impedimento es ideológico, ya que es difí-
cil para muchos cambiar la mentalidad que
hemos tenido hasta ahora.
EL PAGO DE LA DEUDA
Si seguimos con una infl ación cercana a cero
y un crecimiento tan pobre, a Grecia o Italia
les podría llevar casi 50 años pagar toda su
deuda. Es muy difícil que el Banco Central
Europeo se plantee el objetivo de subir la
infl ación cuando hay 18 tipos de interés y
18 clases de deuda pública. No es realista
seguir con la idea de pagar la totalidad de
dicha deuda.
Una sola moneda con este panorama no
va a funcionar dentro de un tiempo. Si la Re-
serva Federal de los Estados Unidos tuviera
que elegir cada mañana qué tipo de inte-
rés aplicar a cada deuda pública de Texas,
California o Nueva York, sería el mismo
desastre. Este es el monstruo que hemos
creado en Europa. Ya no podemos devaluar
más nuestra moneda, lo que habría sido la
forma de que las economías de Italia, Grecia
o España fueran más competitivas en estos
momentos. Eso es lo que Polonia está ha-
ciendo fuera de la Eurozona y está creciendo,
y con un margen de maniobra mayor del que
tuvo España.
Cuando no puedes devaluar tu moneda, al
menos debes tener la posibilidad de acceder
a una deuda pública con un tipo bajo de in-
terés, que debería ser garantizado por todos
los países que constituyen la unión moneta-
ria. Si queremos recuperar la confi anza en
la Eurozona, debemos tomar medidas para
unir esa deuda. Esto no quiere decir que
otros países deban pagar la deuda que uno
tiene, pero sí que se unifi que y se comparta
el tipo de interés. Francia y Alemania fueron
muy egoístas en 2011 y 2012 e impusieron
unos tipos a España o Italia del 5% o 6%, lo
que resulta enorme. Incluso hoy, con tipos al
2% y 3%, creo que los mercados fi nancieros
piensan que hay probabilidades de que algún
país abandone la Eurozona en los próximos
diez años. Es una pena, pero hasta que no
se recupere la confi anza en que todos siga-
mos juntos, continuará el estancamiento.
Algo positivo es que los tratados europeos
sí se pueden cambiar, en contra de lo que se
piensa. En 2012 ya se hizo, e incluso en Fran-
6/7 LuxLeaks o Luxemburgo Leaks: periodistas de veintiseis países, entre los que se encuentran algunos del español El Confi dencial, publicaron los papeles que desvelaban la
fi rma de acuerdos secretos entre el Gobierno de Luxemburgo, dirigido entonces por Jean-Claude Juncker –actual presidente de la Comisión Europea– y 340 multinacionales
con el objeto de aprovecharse de exenciones fi scales y reducciones de impuestos.
28 DESIGUALDAD MINERVA 24.15
cia lo ratifi caron dos gobiernos distintos. El tratado presupuestario
que se aprobó no ha solucionado nada, pero no se puede culpar solo
a Alemania; Francia lo apoyó y también, por ejemplo, el Gobierno de
España. Al menos ya sabemos que los tratados se pueden cambiar.
NUEVA POLÍTICA EUROPEA
He oído hablar de partidos nuevos y más dinámicos en España con
un gran respaldo en las encuestas. En Francia también han surgido
nuevos partidos políticos con cierto respaldo. El problema es que
son más peligrosos que en España. Creo que es preferible un shock
a la izquierda de la izquierda, que uno a la derecha de la derecha.
Veremos qué pasa en las elecciones regionales que tendremos en
diciembre de 2015 en Francia, pero hay que considerar que, mien-
tras partidos como Podemos o Syriza son partidos con vocación
europeísta con los que se puede hablar para alcanzar soluciones,
los de la extrema derecha francesa son todo lo contrario.
Es importante que todos los partidos políticos, da igual si son
de derechas o de izquierdas, dispongan de ideas para cambiar los
tratados de la Unión Europea y el funcionamiento del Parlamento
Europeo. Ojalá que España, Italia y Francia pudieran unirse y
proponer cambios a Alemania, como, por ejemplo, que cada país
esté representado en el Parlamento Europeo en proporción a
su población: que se tomaran decisiones mayoritarias sobre los
niveles de deuda pública, de inversión pública, del impuesto de
las grandes sociedades… Creo que así habríamos tenido menos
austeridad, más crecimiento y menos paro… y eso se podría
hacer aún. El sistema actual de negociación entre gobiernos na-
cionales y Comisión Europea nunca funcionará. Hasta que los
principales países de Europa no se unan y planteen una propuesta
conjunta a Alemania no se podrá hacer nada. Pero no hay que
culpar siempre a Alemania –que parece un deporte nacional, al
menos en Francia–, ya que el resto de gobiernos debe poner las
propuestas de cambio encima de la mesa, algo que, a día de hoy,
desde luego no ha hecho.
El capital en el Siglo xxi, Fondo de Cultura Económica, 2014
La economía de las desigualdades. Cómo implementar una redistribución justa y eFIcaz de la riqueza, Colección Argumentos de la Editorial Anagrama, 2015
Ryan McGuire, One Way. © Creative Commons