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ISSN 1853-2713

OBSERVATORIO LATINOAMERICANO 6 

DOSSIER MEXICOBuenos Aires, abril 2011

Universidad de Buenos AiresFacultad de Ciencias Sociales

Instituto de Estudios deAmérica Latina y el Caribe

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Autoridades Facultad de Ciencias Sociales

DecanoSergio Caletti

Vicedecana

Adriana Clementi

Secretaria AcadémicaStella Martini

Secretaria de Estudios AvanzadosCarolina Mera

Secretaria de Gestión InstitucionalMercedes Depino

Secretario de Cultura y ExtensiónAlejandro Enrique

Secretaria de HaciendaCristina Abraham

Secretaria de Proyección InstitucionalDiego de Charras

Instituto de Investigaciones Gino GermaniDirector: Julián Rebón

Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe:Director: Waldo Ansaldi

Biblioteca Norberto Rodríguez BustamanteDirector: Daniel Comande

Instituto de Estudios de América Latina y el CaribeFacultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos AiresMarcelo T. de Alvear 2230, C1122AAJ Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina

www.iealc.fsoc.uba.ar - [email protected]  

Director: Waldo Ansaldi

Comité Académico: Hugo Calello, Rubén Dri, Eduardo Grüner, Mario Toer (titulares),

Héctor Angélico, Atilio Borón (suplentes)

Secretaría: Mgr. Silvia Demirdjian, Mgr. Juan Diez

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OBSERVATORIO LATINOAMERICANO

Observatorio Latinoamericano es una colección de trabajos que, bajo la forma de dossier,

publica el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC), de la Facultad de Ciencias

Sociales de la Universidad de Buenos Aires, con el objetivo de ofrecer a todos los interesados en

conocer más y mejor a América Latina, información y opiniones sobre la región y cada uno de

sus países, sea para fines docentes, de investigación o de mero deseo de ampliar la capacidad

de comprensión de realidades complejas, usualmente no tratadas o insuficientemente tratadas

por los medios de comunicación comerciales.

Observatorio Latinoamericano reproduce material generado por académicos y periodistas

latinoamericanistas de distintos países y orientaciones. Iniciamos la colección con textos

publicados en medios de comunicación alternativos, que cubren lo que la prensa comercial

suele ocultar, aunque aspiramos a ir incorporando crecientemente los trabajos de nuestros

propios investigadores e investigadoras. En todos los casos se consignan los créditos y

reconocimientos correspondientes. Crecientemente iremos incorporando producción propia, es

decir, de los investigadores del IEALC y de los tesistas y becarios que investigan sobre América

Latina con sede en él.

Observatorio Latinoamericano es una publicación electrónica, de acceso, distribución y

descarga gratuitos. Los textos pueden reproducirse libremente, pero en todos los casos se

indicará la fuente, particularmente la original en los casos en que así corresponda, es decir, en el

de textos publicados inicialmente en otra publicación, sea ella en soporte digital o papel.

El dossier  México ha sido realizado bajo la coordinación del Grupo de Estudios sobreCentroamérica: Esteban De Gori, Miguel Leone, Graciela Liciaga, Lucrecia Molinari, María delos Ángeles Paniagua, Julieta Rostica, Laura Sala y Valeria Saponara Spinetta. 

Números publicados:

1. Haití , febrero 2010

2. Paraguay , mayo 2010

3. Guatemala, agosto 2010

4. Bolivia, octubre 2010

5. Colombia, diciembre 2010

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CONTENIDO

Introducción, Julieta Rostica………………………………………………………

Neoliberalismo y movimientos sociales Articulando resistencias, procesos y proyectos: los desafíos actuales del movimientozapatista, Juan Diez…………………………………………………………………...  2006, el año que vivimos en peligro, Fabiola Escárzaga………………………………... Mecanismos estatales que erosionaron el movimiento mexicano El campo no aguantamás, Sonia Puricelli……………………………………………………………………. 

Derechos humanos tras la transición a la democracia Los deficitarios Derechos Humanos, José Enrique González Ruiz……………………… 

Delincuencia, (in)seguridad y los límites del estado de derecho en México, PedroCerruti…………………………………………………………………………………

Estado y narcotráfico   Violencia social, crisis estatal y políticas de excepción: notas sobre la “guerra al narcotráfico en México”, Leandro Barttolotta, Andrés Fuentes e Ignacio Gago……………... ¿Se ha convertido México en un Narco-Estado?, Oscar García González……………….. Fronteras, fronterizos y literatura del padecimiento, Esteban De Gori…………………..Ciudad Juárez: la vida breve, Héctor Domínguez Ruvalcaba……………………………… 

FeminicidoMilitarización neoliberal y feminicidio en México, Mariana Favela……………………..  Algunas notas y reflexiones sobre el fenómeno Feminicidio,Graciela Liciaga y María de los Ángeles Paniagua…………………………………………………………………….Las batallas de las cruces. Los crímenes contra mujeres en la frontera y sus intérpretes,Héctor Domínguez Ruvalcaba y Patricia Ravelo Blancas……………………………………..Demiurgos menores: La construcción de un espacio narrativo en “the manuscript” de Juan Bruce-Novoa, Roberto Kaput González Santos……………………………………... 

El (Bi)centenario: conmemoraciones, imaginarios y representaciones

El bicentenario que llegó demasiado tarde, Jaime Irving Reynoso………………………... Celebrando el pasado desde el presente: las fiestas del Bi/centenario en México,Eugenia Allier Montaño y José Carlos Hesles……………………………………………… 

El trauma de Edmundo O’Gorman, Andrés Kozel……………………………………..    Apuntes sobre el americanismo de Rafael Altamira y los inicios del intercambioacadémico entre México y España, Juan Manuel Ledesma……………………………… 

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EL (BI)CENTENARIO:

CONMEMORACIONES

IMAGINARIOS

REPRESENTACIONES

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EL BICENTENARIO QUE LLEGÓ DEMASIADO TARDE

IRVING REYNOSO JAIME* 

En 2010, año de crisis económica, los “Bicentenarios” en México se compraban al dos por uno.Doscientos años atrás (1810), según el evangelio patrio, el cura Hidalgo prendió la mecha de lainsurgencia al grito de “¡Vamos a coger gachupines!”, iniciando la guerra que propició laindependencia política de España. Cien años después (1910), Francisco I. Madero, al grito de“¡Sufragio efectivo, no reelección”, convocaba a la lucha contra el régimen dictatorial de PorfirioDíaz, dando paso al episodio que las páginas de la historia registran como la “RevoluciónMexicana”.

Era difícil no sucumbir a la fascinación de la numerología histórica: 1810-1910-2010. Como si setratara de una cábala, el final de la primera década del siglo XXI parecía anunciarnos algoimportante. ¿Habría en México otra guerra o revolución? ¿Existían las condiciones necesarias paragenerar un movimiento social que mereciera calificarse como “histórico”? ¿El peso simbólico de2010 sería reivindicado con alguna acción por parte del EZLN en Chiapas, o del EPR en Guerrero?1 

¿Los constantes aumentos del precio de la tortilla, alimento básico en la tierra de los hombres delmaíz, podría propiciar una revuelta de dimensiones nacionales? ¿Acaso la guerra de independenciano estuvo precedida por crisis agrícolas? Si la historia se repite cada cien años, ¿podía interpretarsela derrota del PRI del año 2000, como el inicio de una apertura democrática que condujera al país alas reformas estructurales del tan prometido cambio? ¿No había sido la Revolución Mexicana unmovimiento que comenzó con banderas democráticas y que rápidamente se nutrió de reclamos de

  justicia y bienestar social? ¿Cómo no hacer un paralelismo entre la huelga de los mineros deCananea, en 1906, considerada como uno de los prolegómenos de la Revolución Mexicana, con lahuelga de los mineros de Cananea de 2006? Y sin embargo, el 2010, aniversario de la patria y elEstado contemporáneo, pasó con más pena que gloria por los anales de la historia mexicana.

El México del Bicentenario es un país donde el temor de la sociedad civil aumenta cada día aconsecuencia de la violencia asociada al crimen organizado y al narcotráfico, mientras la crisiseconómica condena a millones a la pobreza y amenaza la precaria estabilidad de la clase media.Aunque el esoterismo histórico fracasó en 2010, desde diversas trincheras políticas e intelectuales setoma conciencia de que las puertas del estallido social están abiertas. Lo que no queda claro son lasvías por las que pueda canalizarse el descontento, pues la crisis de legitimidad de los partidos

 políticos es escandalosa, la dispersión de los movimientos sociales debilita su poder de negociacióncon el Estado y, por increíble que parezca, a pesar de las controvertidas elecciones presidenciales de2006, y pese a que el abstencionismo ha ido en aumento, todavía existen amplios sectores queconfían en la vía electoral, los suficientes para legitimar la ficción democrática. Será que, comoafirmara Marx, la historia se repite primero como tragedia, y después como comedia.

Desde el punto de vista histórico, lo que llama la atención del Bicentenario en México es analizar   precisamente el papel que la “Historia”, así con mayúscula, desempeñó en la construcción de un

discurso legitimador del Estado y en la función directriz, en tanto que disciplina autorizada, paranutrir de símbolos y significados pertinentes a cada una de las actividades de los festejos. La historiacumplió un papel fundamental en la construcción de las naciones modernas durante el siglo XIX,ennobleciendo héroes, condenando villanos, creando un panteón patrio y una identidad nacional. Fueese mismo nacionalismo histórico al que apelaron los políticos para conducir a las masas a loscampos de batalla de las dos guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, cabe

  preguntarse ¿hasta donde son efectivos los discursos históricos en el siglo XXI? Sobre todo desdeque los Estados-nación que le dan cuerpo a los nacionalismos han visto reducido cada vez más sucampo de acción. Los partidarios de la Aldea Global abogan con fuerza por un mundo sin fronteras

 políticas, a cambio de un mercado mundial de libre comercio. Pero si bien los Estados-nación y susmercados regionales todavía son muy potentes, la base de su identidad se nutre cada vez menos delnacionalismo romántico. El perfil en Facebook de Miguel Hidalgo, el llamado “padre de la patria”,

1 Ejército Zapatista de Liberación Nacional y Ejército Popular Revolucionario, respectivamente.

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cuenta con 24 seguidores (muy por debajo de los 163 seguidores del general José de San Martín y delos casi 20 mil de Simón Bolívar, el prócer latinoamericano más popular en las redes sociales)mientras que Javier “Chicharito” Hernández, el nuevo símbolo de la selección mexicana de futbol,suma entre todas sus páginas alrededor de 1 millón y medio de seguidores (por no hablar de lacantidad de simpatizantes virtuales de Lionel Messi o Diego Armando Maradona).

En efecto, el deporte profesional es el “pan y circo” contemporáneo, y en la mayoría del planetalos representativos nacionales de futbol sustituyen a los ejércitos que en otra época se batían por elhonor de la patria. En México, donde las glorias del “tricolor” son muy escasas, el “nacionalismofutbolístico” se justifica como una metáfora de la historia del país, plagada de fracasos militares yderrotas catastróficas.

Por otra parte, el nacionalismo deportivo está ligado necesariamente a la publicidad y es, por sobre todas las cosas, un gran negocio, un vehículo del consumismo, signo distintivo de la sociedadcontemporánea (consumo, luego existo). Por tanto, en el México de los negocios, el Estado,subordinado a los intereses empresariales, está más preocupado por forjar consumidores queciudadanos. El aparato de publicidad que persigue lealtades hacia las marcas comerciales es muchomás potente que el sistema educativo estatal para promover valores cívicos y ciudadanos. “Yo soyTelcel”, “Soy totalmente Palacio”, “La gran familia Coca-Cola”, “Todo México es territorio Telcel”.

En este contexto ¿qué papel juega la historia como generadora de identidad nacional y de fidelidadhacia el Estado? ¿El aparato estatal y la educación pública pueden competir contra los millones de  pesos invertidos cada año en la generación de identidades y valores por medio de la publicidadcomercial? En la sociedad actual el tráfico de información está dominado por la llamada “revoluciónde las redes sociales” (si  Facebook  fuera un país, sería el cuarto más grande del mundo), y loshábitos de consumo de información, servicios y productos se están modificando al ritmo queimponen las herramientas on-line. En la nueva Nación Virtual, los dispositivos digitales (estiloiPods, iPhones y iPads) son el requisito indispensable para obtener la carta de ciudadanía.Transitamos del Yo-Mexicano, Yo-Argentino, Yo-Colombiano… al Yo-Google.

Algo que confirma el caso del Bicentenario en México, más allá de la mala planeación de losfestejos, del despilfarro económico, del vacío de contenido de los discursos políticos, de la falta deimaginación, de la apatía de la sociedad y de la banalidad de las televisoras y otros medios de

comunicación, es el hecho significativo de que la historia ha pasado de ser un referente cultural,social y político de primer orden a un simple artículo de consumo: edición Bicentenario de Coca-

Cola con los escudos de cada estado de la república (6.50 pesos); modelo Jetta-BicentenarioVolkswagen, edición limitada a 2,010 unidades (300 mil pesos); tequila Corzo edición Bicentenario(500 pesos); botella de whiskey Buchanan’s con un perro indígena xolozcuintle (600 pesos), ediciónBicentenario de relojes Richard Mille (104 mil dólares); plumas Tibaldi manufacturadas a mano conla cara de Miguel Hidalgo (10 mil dólares), mascada Hermès de la Independencia (5 mil 730 pesos)y corbata de Hidalgo (2 mil 800 pesos); playera Adidas edición 200 años para la Selección Mexicanade Futbol; campaña publicitaria “México, me gusta tu estilo”, de  El Palacio de Hierro. Además, lahistoria se convierte en un gran espectáculo lucrativo: el Gran Hotel de la Ciudad de México (convista a la Plaza de la Constitución) ofrece la   suite junior para la admirar los fuegos artificiales de lanoche del 15 de septiembre en 200 mil pesos.2 La historia ya no es la materia que aburre a los niños

del colegio (pues cada vez se eliminan más contenidos históricos de los planes de estudio de laeducación oficial), ahora sirve para divertir y entretener, hacer comerciales ingeniosos, películasanacrónicas y telenovelas lacrimógenas, promover el turismo y vender productos inverosímiles. Elmatrimonio de conveniencia entre la Historia y el Estado se ha terminado. El acta de divorcio sefirmó precisamente en el Bicentenario de México.

Para justificar esta idea es necesario revisar, aunque sea de manera muy general, los usos yabusos de la historia en México en el marco de las celebraciones “centenarias”, así como losfundamentos de las visiones históricas que estuvieron en juego.

2 “Lleve, lleve, su Bicentenario”, en Bi-Centenario, núm. 20, “Adiós al Bicentenario”, Publicación mensual de larevista Proceso, noviembre de 2010, pp. 12-13.

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independencia sólo podía promoverse por esos medios, no debió de intentarse nunca. Alamán ve a laindependencia como un “accidente” histórico. Los insurgentes son los villanos de esta historia, y elhéroe que nos dio patria es el general realista Agustín de Iturbide, abanderado de los intereses de laélite criolla, quien combatió a los insurgentes hasta 1821, año en que llegó a un acuerdo con el líder rebelde Vicente Guerrero para desconocer al gobierno español y proclamar la independencia.

Así, la visión alamanista se completa de esta forma: la cuna de la nacionalidad mexicana es la prodigiosa conquista española, ¿el padre de la patria? Agustín de Iturbide, (aunque Alamán le retirósu simpatía al proclamarse emperador), ¿nuestra fecha de nacimiento? El 27 de septiembre de 1821,cuando Iturbide entró a la ciudad de México al mando del Ejército de las Tres Garantías, poniendofin a la guerra.

Curiosamente, esta visión criolla no fue adoptada de manera oficial por ningún gobierno, nisiquiera en los momentos de mayor conservadurismo. Durante el Segundo Imperio, Maximiliano Itrató de ganarse la simpatía de los indígenas mostrándose respetuoso con los próceres populares,como Hidalgo y Morelos. Por su parte, el régimen de la dictadura porfirista recuperó elementos de“glorioso pasado azteca” para fincar su nacionalismo. Podría suponerse que, con la derrota del PRIen el año 2000 y después de una década de gobiernos del Partido Acción Nacional (PAN), sería elescenario propicio para la emergencia de la historia alamanista, pero, como veremos más adelante, el

 panismo renunció implícitamente a reivindicar cualquier tipo de discurso histórico. Sin embargo, elcaldo de cultivo de la historia alamanista fueron las escuelas privadas y religiosas a lo largo delsiglos XIX y XX, incluyendo varias universidades y centros de estudios superiores (en los cuales seformaron muchos de los empresarios y políticos que hoy dirigen al país). La historia alamanistatambién ha florecido en el ámbito académico de los historiadores profesionales, tanto en Méxicocomo en Estados Unidos.

Hemos delineado entonces las formas básicas de las visiones históricas en pugna: 1810 o 1821,15 de septiembre o 27 de septiembre, Hidalgo o Iturbide, indigenismo o hispanismo, glorioso pasadoazteca o prodigiosa conquista. México o Méjico.

Estas oposiciones fueron el horizonte de reflexión histórica de los festejos Centenarios del sigloXX y del Bicentenario del siglo XXI. Como ha señalado Annick Lempériére, el centenario del iniciode la rebelión de Hidalgo, en 1910, fue celebrado por una dictadura con ínfulas aristocráticas al

servicio de la oligarquía, mientras que el centenario de la consumación de la independencia, pactadaentre los criollos conservadores y el último virrey, fue celebrado en 1921 por uno de los primerosgobiernos emanados de la Revolución Mexicana.5 Podría agregarse que el bicentenario de laIndependencia y centenario de la Revolución, hechos fundacionales de la mitología histórica priísta,fueron celebrados en 2010 por un gobierno panista. En el país de la impuntualidad, los centenariosnunca llegan a tiempo. Ironías de la historia.

* * *

Los festejos del Centenario de la Independencia de México ponen de manifiesto que, durante laépoca porfirista, la historia era un instrumento de poder, de construcción de la nación y de la

conciencia histórica. Un instrumento que influye poderosamente en la manera de pensar, al grado deque la conciencia histórica sea considerada como el modo de la conciencia por excelencia.6 

En 1907, con el impulso de Justo Sierra, Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, se creóla Comisión Nacional del Centenario de la Independencia. Aunque la Comisión estuvo a cargo de

 políticos, eso no impidió que se realizara una exhaustiva investigación bibliográfica y documental, lacual abarcó catorce meses, sobre “todo lo que existe escrito en la historia del país”, además de contar con el asesoramiento de destacados historiadores (entre ellos el propio Sierra).

El modelo a seguir era el del Centenario de la Revolución Francesa de 1889: promocióninternacional, invitando a delegados de las potencias de la época, inauguración de monumentos yedificios para transformar el paisaje urbano, protagonismo de la educación en los festejos

5

Annick Lempérière, “Los dos centenarios de la independencia mexicana (1910-1921): de la historia patria a laantropología cultural”, en Historia Mexicana , XLV: 2, 1995, p. 319.6 Lempérière, 1995, p. 321.

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(inauguración de los edificios de la nueva Sorbona, en París, reconstitución de la Universidad  Nacional en México). No obstante, el punto de convergencia más importante entre los festejosfranceses y mexicanos, fue la idea de asociar la conmemoración histórica con la celebración del

 progreso.7 En efecto, 1910 fue, sobre todo, la fiesta de las conquistas materiales del porfiriato, un régimen

inspirado por el positivismo. De ahí que se alardeara de la red ferroviaria, el telégrafo, el crecimientode ciertas industrias, el desarrollo urbano, etc. Además, el Centenario alentó un extenso programa deobras públicas en todo el país. En cuanto a la producción bibliográfica, no sólo se publicaron textosde historia patria, sino historias sobre diversas ramas del saber y quehacer en México, en particular elcientífico, obras que daban cuenta del adelanto intelectual del país.8 El ejemplo más claro delmensaje que el régimen intentaba proyectar, fueron los cerca de medio millón de focos que seinstalaron en el centro de la ciudad de México, en septiembre de 1910, produciendo un destello de168 millones de watts. Las fiestas del Centenario fueron el “júbilo de las luces”.9 

El discurso histórico del Centenario tenía un propósito bien definido, enaltecer al máximo prócer de la patria: general Porfirio Díaz, héroe de la guerra contra la Intervención Francesa, restaurador dela paz y promotor del progreso. Hay una legitimación histórica bien construida. El pasado

  prehispánico se reivindica bajo la premisa de “el indio bueno es el indio muerto” (excursión a las

ruinas arqueológicas de Teotihuacan, en el marco del XVII Congreso Internacional deAmericanistas, o la foto que se volvió famosa del presidente Díaz al lado del llamado “CalendarioAzteca”).10 Las figuras de Hidalgo y Morelos incomodan al régimen, por su carácter rebelde y

  popular, así que la solución fue santificarlos, transformarlos de próceres insurgentes a mártires del panteón nacional, en inofensivos santos de reliquia (traslado de los huesos de Hidalgo y Morelos a lacripta de San José, en 1895). Benito Juárez es el gran referente histórico con el que el régimen quiereemparentarse, el segundo padre de la patria, vencedor en la guerra de Reforma contra losconservadores, verdugo de Maximilano de Habsburgo y Benemérito de las Américas. De ahí quePorfirio Díaz asista a la tumba de “don Benito” a colocar una ofrenda floral, se asume como suheredero, sin importar los golpes de estado que fraguó contra su gobierno y el de sus seguidores (alos que terminó derrotando). La línea histórica de legitimidad trazada por el Centenario va delglorioso pasado azteca, pasando por el Hidalgo santificado y el Juárez reformista, hasta llegar al Díaz

modernizador.La mayor exhibición del discurso del porfiriato la encontramos en el Desfile Histórico del 15 deseptiembre (un ejemplo clásico de la historia puesta al servicio del Estado). En la organización deldesfile se gastaron 38 mil pesos (la quinta parte del presupuesto de las fiestas del Centenario),11 yestaba compuesto por tres contingentes que representaban la conquista, la colonia y laindependencia. El espectáculo fue visto desde las calles por 200 mil personas, mientras Porfirio Díazcontemplaba su obra desde el balcón de Palacio Nacional.12 Alrededor de 800 personas (la mayoríaindígenas) integraron el contingente de “La conquista”, el cual representaba el encuentro delemperador Moctezuma con Hernán Cortés. La “Época de la dominación española”, contingentecompuesto de 300 personas, representaba la procesión de la Jura del Pendón, la ceremonia que seorganizaba cada año para mostrar la lealtad de Nueva España hacia el monarca español, y de pasoreafirmar el vínculo colonial. El tercer contingente, de “La independencia”, era el más pequeño de

todos, aunque las fuentes oficiales no especifican su constitución. Llama la atención que en elCentenario del inicio del movimiento insurgente (15 de septiembre de 1810), se prefiera representar en el desfile al Ejército de las Tres Garantías que entró victorioso a la ciudad de México el 27 deseptiembre de 1821. Como afirma Virginia Guedea, se prefirió el ejército de Iturbide a las huestes

7 Ibídem, p. 330.8 Virginia Guedea, “La historia en los centenarios de la independencia: 1910 y 1921”, en Virginia Guedea (coord.),

 Asedios a los centenarios (1910-1921), Fondo de Cultura Económica / Universidad Nacional Autónoma de México,México, 2009, p. 23.9 Bi-Centenario, núm. 1, “¿Qué celebramos”, Publicación mensual de la Revista Proceso, abril de 2009, p. 10.10 Guedea, 2009, p. 31.11

 Bi-Centenario, núm. 6, “La fiesta interrumpida”, Publicación mensual de la Revista Proceso, septiembre de 2009, p.14.12 Guedea, 2009, pp. 54-55.

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harapientas de Hidalgo.13 Como vemos, se detectan elementos tanto de la visión de Bustamante como de la de Alamán. Sin

embargo, consideramos que no se trata de una mezcla o una visión sincrética. El porfiriato fue losuficientemente potente en su conciencia histórica como para construir su propia visión. Siatendemos a los mensajes del Desfile Histórico del 15 de septiembre, notaremos que lo que tienen encomún los tres contingentes es la representación del poder político: los últimos destellos del poder azteca, representados en la figura del emperador Moctezuma, el poder del caudillo militar yconquistador Hernán Cortés, el poder de los virreyes de la Nueva España y del propio monarca, asícomo el poder del general Agustín de Iturbide al proclamar la independencia. La historia de Méxicoes la historia de los grandes jefes políticos, como el mismo Porfirio Díaz. En este discurso históricono había lugar para los derrotados Hidalgo y Morelos.14 

Como ya hemos señalado, Hidalgo fue reducido a la figura de santo patrono de México. En unode los últimos acto del Centenario, el 6 de octubre de 1910, en el patio del Palacio Nacional, PorfirioDíaz depositó un arreglo florar en un catafalco dedicado a la patria, y pronunció este escuetodiscurso: “En nombre de la patria vengo a ofrecer a Hidalgo y a sus dignos colaboradores estacorona, que simboliza la gratitud de un pueblo hacia sus héroes”.15 

Porfirio Díaz es la encarnación misma de la patria, pues habla en su nombre, y su gobierno

representa la fase más avanzada de la evolución del pueblo mexicano hacia el progreso. Este es elmensaje principal del Centenario. Muy pocos podían prever que se avecinaba un torbellinorevolucionario que arrasaría con los cimientos del régimen porfirista.16 

* * *

Ciudad de México, 11 de agosto de 2010. Más de cien mil personas se reúnen en la capital para presenciar uno de los eventos más esperados del Bicentenario: la selección mexicana de futbol juegacontra su similar de España, el equipo campeón del mundo. Los españoles salen a la cancha y semaravillan con el estadio Azteca, sacando de inmediato sus cámaras digitales para capturar elmomento. Varios periodistas y “blogueros” los compararon con los soldados de Cortés, quienes al

llegar a la Gran Tenochtitlan dijeron que les parecía “cosa de encantamiento”. La expectativa eramuy grande: abollarle la corona a España en el año del Bicentenario de la Independencia, sería sinduda alguna uno de los acontecimientos más simbólicos del festejo. “Chicharito” marcó el primero yamenazó con propinarle a los peninsulares su segunda “Noche Triste”. Llegó el tiempo decompensación y la gente celebraba la victoria, pero un defensa mexicano equivocó la salida y DavidSilva aprovechó para marcar el empate, echando a perder la fiesta, sofocando el grito de miles dealmas en el estadio (y otros tantos millones de telespectadores) quienes hubieran gritado como nuncael ¡Viva México! El presidente Felipe Calderón, quien vio el partido desde uno de los palcos, pasócompletamente desapercibido, su presencia no se anunció por el sonido local ni su imagen aparecióen las pantallas gigantes del estadio. La gente se retiró con la resignación a cuestas. Bienvenidos alBicentenario de la Independencia de México.

Lo que más salta a la vista en los festejos oficiales del Bicentenario de la Independencia y

Centenario de la Revolución, es precisamente la falta de un discurso histórico coherente. Más allá dedeclaraciones aisladas y actos oficiales rimbombantes, el gobierno renuncia a enarbolar un discursohistórico, ya sea para legitimarse, transmitir una ideología o aumentar un poco su desgastada

 popularidad. Como decía Octavio Paz: la derecha no tiene ideas, tiene intereses. La conmemoracióndel inicio del movimiento insurgente fue transformado en la idea inocua de “El cumpleaños 200 deMéxico”, con el eslogan televisivo de “Orgullosamente mexicanos”. Por otra parte, el Centenario dela Revolución Mexicana fue relegado a un evidente segundo plano. El gobierno panista se sentíamuy incómodo con un festejo que le era ajeno, incluso repulsivo, pues el PAN se creó precisamente

13 Ibídem, pp. 32-35.14 Lempérière, 1995, p. 332.15

Guedea, 2009, p. 64.16 El análisis del Centenario de 1921 exceden los límites de este trabajo, véase las obras ya citadas de Lempérière,1995 y Guedea, 2009.

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  para combatir las reformas sociales del régimen posrevolucionario del general Lázaro Cárdenas, esun partido históricamente ligado a la Iglesia católica y los empresarios (aquellos sectores quecombatió la Revolución Mexicana).17 

Desde que se creó la Comisión de Festejos en 2007 (todavía en tiempos de Vicente Fox), tres presidentes renunciaron al cargo (por falta de acuerdos y de apoyo), hasta la designación de ManuelVillalpando a finales de 2008. Villalpando fue profesor de historia del presidente Felipe Calderón enla Escuela Libre de Derecho, además, es un prolífico escritor de libros de divulgación histórica, yguionista de las telenovelas “El vuelo del águila” y “La antorcha encendida”, producidas por Televisa en 1994 y 1996, respectivamente. La polémica que generó la llegada de Villalpando a la

 presidencia de la Comisión, se debió a su falta de formación profesional como historiador, sobre todoen un país donde la institucionalización de la historia en tan fuerte, aunque se dejaba claro que setrataba de un cargo eminentemente político. Dejando del lado el recelo profesional de loshistoriadores, lo que más preocupaba era la visión histórica de Villalpando. Como se señaló endiversos artículos periodísticos, la concepción histórica de los festejos bicentenarios estuvo cargadade “presentismo”, populismo historiográfico y maniqueísmo: la historia es una batalla entre buenos ymalos. Los malos son “los otros” ¿y los buenos? Quién mas, México y los mexicanos.18 

El concepto “bicentenario” resultó conveniente no sólo para efectos de difusión, sino para vaciar 

de contenido las conmemoraciones de dos luchas revolucionarias. Así se percibe en muchas de lasmil trescientas actividades que organizó la Comisión: Fuego del Bicentenario, Regata Copa MéxicoBicentenario, Parque Bicentenario, Niños por el Bicentenario, Expo Parque Bicentenario deGuanajuato, Festival Olímpico Bicentenario, etc.19 Además de la frivolidad de los festejos y laconstrucción de “elefantes blancos”, otro rasgo que predominó en el Bicentenario fue la cantidad deobras inacabadas, por mala planeación, falta de presupuesto o desvío de recursos. Pero quizás elsigno más evidente de las celebraciones fue el despilfarro del presupuesto: la colocación de la

 primera piedra del monumento del Bicentenario costó más de un millón y medio de pesos, los gastosde imagen corporativa ascendieron a 260 millones, el alquiler de muebles y equipo de oficina para laComisión costó 283 millones, se gastaron 28 millones de pesos en la instalación de relojes de cuentaregresiva en varias capitales del país.20 El Bicentenario de 2010 debe calificarse, claramente y sintapujos, como uno de los robos más grandes al presupuesto que se hayan cometido en la historia.

Según cifras oficiales, el gasto reportado por la Comisión en el periodo 2008-2010, asciende a cercade 3 billones de pesos (casi 247 millones de dólares).21 Uno de los actos más promovidos por el gobierno en 2010 fue la serie de radio y televisión

“Discutamos México”, compuesta de 150 programas donde se convocaron a 500 intelectuales yacadémicos de reconocido prestigio para debatir sobre la historia de México y los problemas deactualidad. En la ceremonia de presentación de la serie, el presidente Calderón declaró que en dichos

  programas “hasta se podía criticar”. Sin negar la importancia del foro creado por “DiscutamosMéxico”, cabe preguntarse el por qué una convocatoria tan amplia, como lo hiciera EnriqueMartínez: “¿Por qué 150 programas y no 15? ¿Por qué 500 intelectuales y no 10 o 20?”. Nuestraopinión es que “Discutamos México” fue el espacio creado por el gobierno para incluir a losacadémicos e intelectuales en las actividades del Bicentenario, ya que en general fueron ninguneados

  por los organizadores de los festejos, o relegados al papel de simples asesores (no siempre

escuchados). Las cosas no podrían ser de otro modo, pues es el gobierno el encargado de subsidiar ala academia. El negocio del Bicentenario fue para los políticos, no para los historiadores.

Los programas de “Discutamos México” pueden descargarse gratuitamente desde la tienda virtualde iTunes, donde se lee una interesante reseña del usuario “Mexicano promedio”:

17 Enrique Márquez, “Contra su bicentenario. ¿Por qué ha fracasado el programa conmemorativo de LosFederales?”, revista Nexos , en línea, 01/06/2010.18 Véase como ejemplo Roberto Breña, “Historia compleja, festejo simple”, revista Nexos , en línea, 01/09/2009.19 Gil Gamés, “Bicentenarios, arcas perdidas y un sabio”, revista Nexos , en línea, 01/03/2010.20 Bi-Centenario, núm. 20, “Adiós al Bicentenario”, Publicación mensual de la revista Proceso, noviembre de 2010, pp.

30-31.21 La cifra exacta es de $2,930,718,934.75. Véase el recuadro “Los gatos del Bicentenario”, con datos del InstitutoFederal de Acceso a la Información (IFAI), en Letras Libres , septiembre de 2010, p. 106.

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El podcast es un buen esfuerzo, pero el problema de Discutamos México es de origen, es un diálogo entredoctores expertos que muy pocos mexicanos pueden aprovechar, porque incluso el moderador es expertoen el tema, entonces dan por hecho que los escuchas sabemos las bases de lo que están hablando y eltiempo es tan breve que ni ellos terminan de decir lo que quieren decir, ni los escuchas nos quedamos connada. Hubiera sido buena idea que al menos el moderador fuera un comunicador profesional con losconocimiento de historia del promedio de los mexicanos, eso hubiera ayudado mucho, aún así me resulta

interesante escuchar los podcast.El papel desempeñado por los historiadores profesionales durante el Bicentenario sería tema de

otro artículo, sólo diremos que es patente la desconfianza del público hacia la historia oficial, perotambién hacia los académicos. Para amplios sectores de la población interesados en el pasado deMéxico, los historiadores mienten, y si dicen la verdad no se les entiende. Esa situación quizásexplique la proliferación de obras literarias, novela histórica, biografías, etc., que se venden alconsumidor como “la verdad histórica”, como las obras que se atreven a decir lo que loshistoriadores o el gobierno callan, libros que revelan los secretos mejor guardados y másvergonzosos de nuestra historia.

Entre las películas, series, telenovelas, dibujos animados y demás recursos audiovisuales  producidos por el gobierno o los medios oficiales, lo que más llamó la atención fue la telenovelasobre la independencia de México “Gritos de muerte y libertad”, producida por Televisa, con uncosto de 3 millones de pesos por capítulo, alcanzando niveles de audiencia considerables. Una rápidarevisión sobre los comentarios de la telenovela en distintos sitios de Internet, arroja que el públicovalora su buena manufactura, sobre todo por el vestuario de época. Sin embargo, se calificaconstantemente de “aburrida” por la cantidad de diálogos entre los protagonistas, cuando el públicoesperaría más batallas y escenas de acción. Las principales críticas obedecen a simplificaciones uomisiones de la historia. Más interesante para nuestro análisis resulta el hecho de que la serie circule

 por los sitios de intercambio de archivos como si se tratara del último estreno cinematográfico. No pocos usuarios de las redes sociales opinan que la telenovela es un excelente medio para conocer lahistoria de México, e incluso se recomienda como una herramienta pedagógica para las escuelas.Esto no es más que un reflejo del fracaso de la historia oficial en los últimos años: muchosmexicanos no conocen ni siquiera lo más elemental sobre la historia del país y carecen de

herramientas para desarrollar hábitos de lectura de manera independiente (6 de cada 10 mexicanosno saben qué día se celebra la Independencia, 53% tiene claro que fue de España, 21% piensa quefue de Estados Unidos, y el 24% no sabe),22 de ahí el atractivo de una telenovela histórica en el añodel Bicentenario.

 No obstante, el mejor ejemplo de lo que significó el Bicentenario para el gobierno calderonista loencontramos en la noche de “el Grito”, ceremonia que conmemora la noche del 15 de septiembre enla que el cura Hidalgo tocó la campana de la iglesia de Dolores y arengó al pueblo para iniciar lainsurrección. Cada año, desde el balcón del Palacio Nacional, el presidente de la república toma la

 bandera tricolor y se dirige a la gente congregada en la plancha del Zócalo para dirigir el grito de“¡Viva México!”.

La fiesta de “el Grito” de 2010 debía ser espectacular, y para organizarla se firmó un contratomillonario (700 millones de pesos) con el italiano Marco Balich y el australiano Ric Birch

(organizadores de espectáculos para los Juegos Olímpicos). También se contrató al experto endetonaciones de cohetes Christophe Berthoreau. Estos contratos se realizaron con la intervención delos mandos del ejército, que pasaron a controlar el presupuesto del Bicentenario desde principios de2009. Doce mil voluntarios participaron en la organización de “el Grito”, quienes tuvieron que otorgar sus derechos de imagen, sin reclamación por accidente y gastos médicos. Con buen tino se haseñalado que la organización del evento reflejaba a la perfección la situación actual del país: elejército como líder, las compañías extranjeras explotando los recursos y los mexicanos como carne decañón sin goce de sueldo.23 

  No obstante, a pesar del derroche para hacer de la noche del 15 de septiembre un eventomemorable, la semana previa al “grito” se caracterizó por el temor y la desconfianza. Dos años antes,en Morelia, capital de Michoacán (estado natal del presidente Calderón) estallaron dos granadas en la

22 Bi-Centenario, núm. 20, “Adiós al Bicentenario”, Publicación mensual de la revista Proceso, noviembre de 2010, p. 35.23 Ibídem, p. 9.

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  plaza donde se celebraba “el Grito”, matando a ocho personas y dejando centenares de heridos. Elincidente se atribuyó extraoficialmente al narcotráfico. En 2010 “el Grito” fue cancelado en Morelia.En Ciudad Juárez, donde murieron ese año dos mil personas a manos del crimen organizado, “elGrito” se realizó a puerta cerrada; en Chihuahua se suspendió la ceremonia en siete municipios; enTamaulipas el gobernador obligó a cinco municipios a suspender “el Grito” y realizar una ceremoniaen formato para la televisión local. El 13 de septiembre de 2010, el Secretario de la Defensa pidió

  públicamente al crimen organizado que no realizara ningún ataque durante “la noche del 15”,situación que exacerbó los temores de la ciudadanía.24 

La Plaza de la Constitución, también conocida como el Zócalo, se llenó desde muy temprano confuncionarios de nivel medio enviados por el gobierno federal, los cuales se identificaban portando un

  brazalete, dejando muy poco espacio para el público en general. La ceremonia patriótica por excelencia de los mexicanos fue convertida en algo efímero y trivial, en un espectáculo de fuegos deartificio para ocultar el lamentable manejo historiográfico. La obra se compuso de cuatro actos:  El 

árbol de la vida (basado en dibujos de Pedro Friedeberg), Vuela México (coreografía aérea),  El 

Coloso (escultura de treinta metros de un soldado) y la “sinfonía” de fuegos artificiales con 16 mildetonaciones. A las once de la noche el presidente Calderón dio “el Grito” menos emotivo de lahistoria de México, seguido de la explosión de 80 toneladas de pólvora.25 

Ricardo Cayela ha escrito un excelente epitafio para aquella noche del 15 de septiembre de 2010:Un borracho dormita aún en mitad de la calle y el olor a tabaco y vómito, alcohol y pólvora, lo dice todo:aquí hubo una fiesta mexicana. Relojes gigantes, construidos para dar la cuenta atrás, no saben qué marcar y miles de trajes típicos esperan en húmedas bodegas un futuro museo, inútil y vacuo antes de nacer. Uncoloso descansa desmembrado en un lote baldío. México celebró doscientos años.26 

El Bicentenario en México fue una coyuntura perdida, desperdiciada. El gobierno la transformóen una fiesta sin contenido, en un desmadre, en el cumpleaños de la patria. Para los que no estuvierande acuerdo con esta visión del Bicentenario, el presidente Felipe Calderón envió un mensaje, víatwitter , el 17 de agosto de 2010: “México es na [ sic] gran nación con una gran historia. Por supuestoq tenemos mucho que celebrar y lo vamos a hacer. El que no quiera, no lo haga”.27 

* Irving Reynoso Jaime es licenciado y maestro en Historia y doctorante del Programa dePosgrado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México. Suslíneas de investigación se concentran en la historia regional, política y socioeconómica, con énfasisen las problemáticas del campesinado mexicano y latinoamericano durante los siglos XIX y XX. 

24 Ibídem, p. 33.25 Ibídem, pp. 23-24.26

Ricardo Cayuela Gally, “Aplausos bicentenarios”, Letras Libres , enero 2011, p. 108.27 Bi-Centenario, núm. 20, “Adiós al Bicentenario”, Publicación mensual de la revista Proceso, noviembre de 2010, pp.19-20.