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L eonor Carranza maldijo interiormente. ¿Por qué nadie le había advertido que, luego de estacionar el coche en la entrada, había que caminar unos doscientos metros hasta llegar a la finca de los Del Solar? Para colmo, aquello ni siquiera era un camino pavimentado, sino más bien una angosta huella flanqueada de altos arbustos. “Bien merecido me lo tengo.” se dijo, molesta. “Después de todo, ¿quién me mandó venir al campo vestida como para un cóctel de la Barra de Abogados?” Efectivamente, llevaba un traje de terciopelo negro sin hombros, muy ceñido desde el busto a las caderas, desde donde partía una asimétrica nube de gasa, formando la sugerente falda; sobre él, una chaqueta de zorros plateados, y completando el atuendo, medias de encaje y zapatos de altísimos tacones, que ahora se enterraban en la arcilla mojada del sendero, dificultándole avanzar. Sonrió con displicencia. Sí, sin duda había querido presumir; después de años viviendo en Madrid, y con su flamante título de licenciada en Derecho, no podía llegar y presentarse frente a las amistades de sus padres con vaqueros y zapatos tenis, ¿o sí? A decir verdad, cuando recibió la invitación a la fiesta que el matrimonio Del Solar daba en su hacienda campestre para celebrar el aniversario de bodas, no se había sentido demasiado animada a asistir. Los Del Solar eran amigos de los Carranza desde muy jóvenes, es cierto; pero ¡hacía tanto tiempo que no les veía! Las últimas veces que estuvieron en su casa, ella tendría unos siete u ocho años, y francamente se acordaba en forma muy vaga de Santiago y Teresa Del Solar. En cuanto a sus hijos, según podía recordar dos de ellos eran mayores que ella, y el tercero tendría más o menos la edad de su hermana Angie. Por tanto, ¿qué haría en medio de tanta gente desconocida? Pero luego se había puesto a meditar acerca de cuánto tiempo hacía que no iba a ninguna parte con su familia, que no compartía una reunión con ellos... y decidió que, después de todo, le haría bien volver a Aranjuez, reencontrarse con su ciudad natal, con los recuerdos de su niñez, aunque sólo fuese por un fin de semana. 1

El Amor No Duele.- TZIGANE

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Novela romántica inédita

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Leonor Carranza maldijo interiormente

Leonor Carranza maldijo interiormente. Por qu nadie le haba advertido que, luego de estacionar el coche en la entrada, haba que caminar unos doscientos metros hasta llegar a la finca de los Del Solar? Para colmo, aquello ni siquiera era un camino pavimentado, sino ms bien una angosta huella flanqueada de altos arbustos. Bien merecido me lo tengo. se dijo, molesta. Despus de todo, quin me mand venir al campo vestida como para un cctel de la Barra de Abogados? Efectivamente, llevaba un traje de terciopelo negro sin hombros, muy ceido desde el busto a las caderas, desde donde parta una asimtrica nube de gasa, formando la sugerente falda; sobre l, una chaqueta de zorros plateados, y completando el atuendo, medias de encaje y zapatos de altsimos tacones, que ahora se enterraban en la arcilla mojada del sendero, dificultndole avanzar. Sonri con displicencia. S, sin duda haba querido presumir; despus de aos viviendo en Madrid, y con su flamante ttulo de licenciada en Derecho, no poda llegar y presentarse frente a las amistades de sus padres con vaqueros y zapatos tenis, o s? A decir verdad, cuando recibi la invitacin a la fiesta que el matrimonio Del Solar daba en su hacienda campestre para celebrar el aniversario de bodas, no se haba sentido demasiado animada a asistir. Los Del Solar eran amigos de los Carranza desde muy jvenes, es cierto; pero haca tanto tiempo que no les vea! Las ltimas veces que estuvieron en su casa, ella tendra unos siete u ocho aos, y francamente se acordaba en forma muy vaga de Santiago y Teresa Del Solar. En cuanto a sus hijos, segn poda recordar dos de ellos eran mayores que ella, y el tercero tendra ms o menos la edad de su hermana Angie. Por tanto, qu hara en medio de tanta gente desconocida? Pero luego se haba puesto a meditar acerca de cunto tiempo haca que no iba a ninguna parte con su familia, que no comparta una reunin con ellos... y decidi que, despus de todo, le hara bien volver a Aranjuez, reencontrarse con su ciudad natal, con los recuerdos de su niez, aunque slo fuese por un fin de semana.Un ligero roce en su pierna izquierda la hizo volverse de golpe.

Demonios! volvi a murmurar, esta vez realmente ofuscada. Una rama que sobresala del seto haba enganchado el fino encaje de la media, dejndole un bonito agujero que amenazaba correrse en todas direcciones. Lo que faltaba!Finalmente divis las luces multicolores en el patio de la amplia casona de estilo medieval. Se oa msica y voces alegres por doquier. Abochornada por el aspecto de sus medias, decidi entrar por la puerta trasera y buscar un sitio apropiado para cambirselas afortunadamente siempre llevaba un par extra en el bolso, por precaucin. Con disimulo abri la puerta de la cocina, pero hete aqu que se hall frente a frente con la anfitriona, que preparaba unos entremeses y se volvi sobresaltada al verla entrar.

Buenas noches, Teresa. salud ella con amabilidad. Tal vez no se acuerde usted de m: soy Leonor, la hija mayor de Rafael y Lydia.

Vaya, pero si ests preciosa! sonri la seora, besndola en ambas mejillas. Pero por qu no fuiste directamente al patio? Tu familia lleg hace cosa de una hora.

Ocurre que viniendo hacia aqu sufr un pequeo accidente explic, mostrando la corrida de su pierna y quise arreglarme un poco antes de presentarme en la fiesta. Podra por favor indicarme dnde est el tocador?

Teresa Del Solar volvi a sonrer, comprensiva. A qu mujer no le haba ocurrido alguna vez ese tipo de accidentes? Nada de eso, querida; usa mi habitacin, as estars mucho ms cmoda. Es arriba, la segunda puerta a la derecha. Sube y tmate el tiempo que necesites. Todos estn fuera, as que nadie notar tu presencia. Mientras tanto aadi en tono cmplice yo ir sirviendo estos canaps, y cuando entres, har de cuenta que no te he visto. Vale? Se lo agradezco de corazn. repuso la joven, aliviada.Una vez en la alcoba, Leonor volvi a reprocharse el haber elegido aquel vestido tan ajustado, que le impeda soltar del liguero la media daada. Ni modo, tendra que quitrselo, y as lo hizo con cuidado. Luego, ms tranquila, se calz la media de repuesto, la ajust al liguero y se acomod el corpio todas finsimas piezas de lencera en encaje negro. Se dispona finalmente a vestirse de nuevo, cuando sbitamente se abri la puerta de la habitacin.Un hombre alto, moreno y de mirada penetrante se cuadr en el umbral. Su rostro dibuj una mueca de evidente asombro al encontrarla all. Disculpe, seorita; cre que no haba nadie...Leonor, al verse sorprendida por el desconocido, busc intilmente algo con qu cubrirse; finalmente lo hizo con su propio vestido, el que sin embargo no alcanzaba a ocultar por completo los encantos del cuerpo femenino. Los ojos del hombre, oscuros, profundos, la recorrieron de pies a cabeza, haciendo que un rubor caliente le subiera a las mejillas. Quiere hacerme el favor de marcharse? le orden, crispada. Claro, de inmediato. respondi l, con un matiz extrao en la voz. Y uniendo la accin a la palabra, cerr la puerta con un golpe seco.Leonor qued aturdida por un momento. Quin sera aquel hombre que irrumpa con tanta confianza en una habitacin privada, no habiendo nadie en la casa? Algn amigo de la familia? O quiz simplemente un invitado que se haba confundido de puerta buscando el bao? Como sea, ella debi haber echado llave al entrar...En fin, lo hecho, hecho est., se dijo, ponindose el vestido y arreglndose el peinado frente al espejo. Era una mujer demasiado segura de s misma para que un incidente como aqul por desagradable que fuese la perturbara, as que se propuso olvidarlo y en cuanto estuvo lista, baj las escaleras en direccin al patio.Pronto divis la robusta figura de su padre, Rafael Carranza, y se dirigi hacia l. Hola, pap. salud con sencillez. El hombre le prodig un estrecho abrazo. Hola, cario! No sabes la alegra que nos dio saber que vendras... Qu tal el viaje? An no te acostumbras a conducir de noche, eh? No del todo. sonri ella. No importaba la edad que tuviera, su padre siempre quera tener algo que ensearle. Ahora, dnde estn mam y Angie? Ven, te llevar con ellas.Leonor se sinti feliz de abrazar a su madre y a su hermana. Haca alrededor de tres meses que no se vean... Lydia Carranza era una seora menuda, pero muy elegante; llevaba un vestido color aguamarina y un discreto maquillaje que realzaba su natural distincin. Angelina Angie para la familia era la hermana menor, y contaba ya dieciocho aos, aunque Leonor segua vindola casi como una niita. Angie era hermosa; tena unos enormes ojos negros sombreados por largas pestaas, y una sonrisa entre dulce y pcara a la vez. Llevaba el cabello largo, de un castao brillante, apenas recogido a un lado. En realidad, Leonor se le pareca muy poco: no tena ojos tan bonitos, y su tez era ms plida; sin embargo, haba algo en su mirada, en el gesto de su boca, en la forma de acomodar los bucles de su melena renegrida que la hacan una mujer muy atrayente, sin ser precisamente bella. Por otro lado, sus veinticuatro aos le daban un aire de madurez del que su hermana careca. Leonor deca su padre en aquel momento, tienes que saludar a nuestros anfitriones. Y dirigindose a los Del Solar: Santiago, Teresa, esta es mi Leonor. Seguro no la recordis; era una cra cuando la visteis por ltima vez. Pues s que pasan los aos. coment el caballero, besndola cariosamente. Eres toda una mujer. Y una muy elegante. aadi la seora, fingindose agradablemente sorprendida. Cmo has estado, querida? Muy bien, gracias. Por cierto, tenis una hermosa fiesta. Pero, dnde estn vuestros nios? pregunt en tono de broma; saba perfectamente que an el menor de los nios deba ser ya un hombre. Acompame, y te los presentar. dijo Santiago, y tomndola por un brazo, la condujo entre los invitados hasta llegar a la mesa del buffet, donde se hallaban dos muchachos charlando y bebiendo ponche. Leonor los mir con atencin: el ms joven, rubio, pecoso, de melena rizada, tendra unos veinte aos; el otro, de pelo castao ondulado, dulces ojos color miel y sonrisa traviesa, andara por los veinticinco, aunque representaba bastante menos. Sonri, dirigindose al primero. Djame adivinar: t debes ser Gonzalo, verdad? Y t encar al mayor de seguro eres Federico. Hace mucho que no te vea, pero he odo hablar bastante de ti... y siempre de labios femeninos. aadi con malicia. Caramba, no creo que sea para tanto. respondi el aludido, con un gesto de falsa modestia. Pero, de dnde has salido t, que no te tengo registrada? Es Leonor, la hija mayor de Rafael Carranza. explic su padre, divertido.El rostro del joven se ilumin. Claro, la chiquilla de las trenzas tiesas! Cielos, cmo iba a recordarte, si cuando te dej de ver apenas ibas al jardn maternal? Pues t no has cambiado tanto desde entonces...De pronto una pequea de unos siete aos lleg corriendo junto a la mesa y se trep en brazos de Santiago. Abuelito, Rodrigo quiere ensuciar mi vestido!Efectivamente, tras de ella vena un mocito como de cuatro, con las manos llenas de crema de chocolate y toda la intencin de limpirselas en el almidonado traje rosa de la nia. Rodrigo, te he dicho una docena de veces que no fastidies a tu hermana. reprendi el seor Del Solar. Es que Mariana se ha comido mi pastel! To Fede, me ayudas a vengarme? Oh, no sera de caballeros hacerlo delante de toda esta gente. dijo aqul en tono muy serio. Mas en secreto, aadi: Pero luego, cuando est dormida, puedes hacerle nudos en el cabello. Por Dios, Federico, no lo consientas! exclam Santiago. Y dirigindose a Leonor, aclar: Como te habrs dado cuenta, estos son los adorables nietecitos que me ha dado Fernando, mi hijo mayor. S. record de pronto ella. Supe que se haba casado, pero no imagin que tuviese hijos tan grandes. Tambin sabrs que enviud...Leonor baj los ojos, confusa. Pues no, no lo saba. Cmo ocurri? Raquel, la esposa de Fernando, falleci en un accidente hace tres aos, cuando regresaba de ver a sus padres en Toledo. Caramba, cunto lo siento. murmur la joven. Pero, cmo est Fernando? Gracias a Dios lo super bastante bien. A propsito, le estoy buscando para presentrtelo. Ah, all est. seal en una direccin, empujndola suavemente. Fernando, hijo, ven a saludar a Leonor Carranza.Al levantar los ojos, Leonor sinti un escalofro. All, frente a ella, estaba el hombre con quien minutos antes tuviera aquel embarazoso encuentro en la habitacin del piso superior. Y sus hondos, inescrutables ojos oscuros la miraban con una especie de cinismo. Con que t eres Leonor. le oy decir en tono burln. Vaya sorpresa! Casi no me acordaba de ti. Hace tanto tiempo que no te vea... y la marcada irona de la frase hizo que Leonor volviera a ruborizarse intensamente. Yo tampoco te hubiera reconocido, de haberte encontrado por ah. le sigui el juego. A l pareci divertirle la obvia turbacin de ella, as que se propuso hacerla sufrir un poco ms. Claro que, tal cual te recuerdo, te veas mucho ms... cmo dir? Natural, eso es; ms natural que ahora. No es raro, era slo una chavala. terci el padre, ignorante de la situacin. Ahora es toda una linda seorita, y licenciada adems. Desde luego, deb suponerlo por tu vestuario. sonri l y aadi, remarcando las palabras: La clase de una dama siempre se nota... en la piel.Leonor lo mir, encendida de vergenza y de furia al mismo tiempo. Pero el tono amistoso y casual con que Fernando haba hablado no admita una reaccin violenta, as que le respondi con su expresin ms corts: Por lo que veo, te consideras experto. En mujeres... o en pieles? En ambas, seguramente.se midieron con los ojos. Ahora, si me disculpan, voy por un bocadillo; el viaje me abri el apetito.Cuando se vio libre de aquella incmoda situacin, respir hondo, sofocada. Nunca se hubiera imaginado que el hombre que la haba visto casi desnuda no era otro que el hijo mayor de los Del Solar. Qu bochorno, Dios! Y por lo visto, l haba decidido divertirse a su costa. Qu deba hacer? Enfrentarlo y poner las cosas en claro? Despus de todo no era su culpa que Fernando Del Solar entrara en la habitacin de sus padres justo en aquel momento...No tuvo tiempo de pensarlo mucho, porque de sbito presinti que l estaba cerca. Gustas una copa de ponche? le oy ofrecerla. Su voz era suave y vibrante. No, gracias. rechaz ella con frialdad. Leonor, escucha. la tom del brazo, obligndola a volverse. Te debo una doble disculpa: por entrar al dormitorio sin llamar, y por aprovecharme de tu confusin. Respecto a lo primero ahora haba sinceridad en sus ojos puedo jurar que fue un accidente. Rodrigo haba perdido su cinturn y pens que tal vez lo habra dejado en la alcoba de los abuelos. En realidad cre que no haba nadie all... Y qu me dices sobre tu escenita de hace un momento? le reproch Leonor. Admito que al ver lo turbada que estabas, no pude resistir la tentacin de jugar un poco. volvi a sonrer y su dentadura blanca, perfecta, ilumin el rostro moreno. Despus de todo, creo que le ests dando demasiada trascendencia al asunto.La joven permaneci callada un instante. Puede que tengas razn. repuso al cabo, ensayando una sonrisa. Aunque fue bastante desconsiderado de tu parte burlarte as de m. De acuerdo. sentenci Fernando en tono solemne. Prometo no volver a recordarte el incidente... al menos por esta noche. Pero a cambio, tendrs que bailar conmigo. Aceptas?Leonor lo enfrent, y en su rostro apareci nuevamente la autoconfianza que le era caracterstica. Acaso tengo opcin?Mas cuando l enlaz su cintura y la atrajo contra s, volvi a sentirse insegura.No acertaba a explicrselo: estaba acostumbrada a moverse en un mundo de hombres, muchos de los cuales la haban asediado con intereses no demasiado profesionales. Sin embargo, siempre se haba considerado una mujer fuerte, autosuficiente, capaz de manejar cualquier situacin, y estaba segura de que ningn hombre podra ya hacerle perder el control.Pero ahora, la cercana de Fernando Del Solar, la proximidad de su cuerpo, el intenso aroma masculino que emanaba de l y que pronto comenz a envolverla por entero, le provocaba una especie de inquietud, una sensacin a la vez de placer y de temor que no consegua definir, y que inconscientemente la haca mantenerse tensa, poniendo siempre un mnimo de distancia entre ambos. l pareci notarlo, porque se inclin y le susurr al odo: Reljate un poco, quieres? Ests rgida como un poste. Si no te apetece bailar conmigo slo dilo; no tienes obligacin de portarte como Juana de Arco en la hoguera...El sentir aquel aliento clido en su odo le provoc a Leonor un involuntario temblor. Qu diablos le ocurra con ese hombre? Por qu no poda superar el desasosiego que la haba invadido desde que esos ojos oscuros, misteriosos, insondables, la haban mirado de aquel modo en la alcoba de los Del Solar? Perdona, es que... intent justificarse. De pronto, algo llam su atencin: sobre un rincn, en una mesa apartada y apenas iluminada, una pareja charlaba animadamente. El hombre era, sin duda, el guapsimo Federico Del Solar, hermano de Fernando. Y la chica que rea a su lado... no era otra que Angelina, su propia hermana. Aquel descubrimiento hizo que Leonor encontrara la excusa perfecta para evadir a Fernando. A decir verdad, s hay algo que me est molestando. exclam. Qu cosa? Pues no me agrada que Federico ande por ah intentando ligarse a Angie; es demasiado mayor para ella, y adems tiene una fama de mujeriego muy poco recomendable. Angelina es muy inocente, y un to como Federico puede envolverla fcilmente en sus redes. Ella no conoce nada de los hombres, especialmente de esa clase. coment, evidentemente contrariada. Y supongo que t s. apunt l con acento cnico.Para mi desgracia, as es, pens Leonor. E inevitablemente vinieron a su memoria las imgenes de aos atrs, cuando era apenas una estudiante recin ingresada a la Facultad y crea, en brazos de Adrin Guerrero, que nadie podra ser ms feliz. Adrin haba sido su primera ilusin, su ideal, el hombre soado, el que le haba enseado todos los caminos del amor... hasta que descubri que ella era slo una ms de sus muchas alumnas. Aquel engao la haba herido profundamente, y slo su carrera, a la que se entreg en cuerpo y alma, la salv del derrumbe emocional. Luego, haba vivido; y el tiempo, junto con sus propios xitos universitarios, la fueron reafirmando como persona y como mujer, hasta comprender que lo de Adrin slo haba sido una experiencia ms en la vida, dolorosa sin duda, pero superada al fin. No obstante, no estaba dispuesta a permitir que Angie pasara por lo mismo... No deseo que mi hermana sufra, eso es todo. replic, ignorando la intencin de la frase masculina.Fernando mir hacia la mesa donde Federico y Angie hablaban casi en secreto, muy cerca uno del otro. Pienso que no debes preocuparte tanto. Conozco a Federico, pero no se atrevera a jugar con Angelina, mxime teniendo en cuenta la amistad de nuestros padres. Adems, no seas tan posesiva, caramba! Tu hermana es ya una mujer, y puede escoger con quin sale y con quin no... Eso espero, aunque por si acaso estar vigilndoles.Fernando ri abiertamente. Como quieras, Sherlock. Pero, qu hay de ti? No piensas divertirte por andar cuidando de tu ingenua hermanita? O es que los ambientes familiares no son tu tipo de diversin? Tengo entendido que las chicas de ciudad como t slo se sienten cmodas en una discoteca... o en algn sitio ms ntimo.Leonor le mir a los ojos, y advirti en ellos curiosidad, pero tambin sarcasmo. Evidentemente la tomaba por una mujer vaca, superficial... y fcil. Aunque en realidad, se dijo, su ropa, su forma de conducirse y de tratarlo daban pie a ello. Sin embargo, cun lejos estaba de la verdad! De hecho, nada ms impropio de una chica frvola que aquel nerviosismo que le provocaba tenerlo cerca, sentir su mirada, escuchar su voz... Pero por supuesto, no estaba dispuesta a dejrselo entrever siquiera. Creo que empiezo a cansarme de tus insinuaciones. le solt, con su expresin ms desafiante. Si he comprendido bien a qu te ests refiriendo... bscate otra persona dispuesta a divertirse contigo.Y dicho esto, dio media vuelta y se alej de l.Fernando Del Solar la mir perderse entre los invitados y suspir, pensativo. Quiz ella tena razn. Estaba claro que, an sin proponrselo, desde el comienzo no haba hecho otra cosa que molestarla, casi agredirla con sus frases de doble sentido y su actitud arrogante. Cierto que ella, con aquel aire de superioridad, tampoco haba hecho mritos para ganarse su simpata; pero an as, ello no le daba derecho a comportarse de ese modo, tan distante de lo que debe ser la conducta de un caballero. Por qu, entonces, haba sentido aquel secreto placer hostigndola? Fue hacia el bar y se sirvi un trago; luego se sent en un rincn del patio, mirando distradamente a la gente que se diverta.No era difcil hallar la respuesta a esa pregunta. Indudablemente, haba algo en Leonor que le impresionaba. A l, el solitario, el hombre responsable que slo se preocupaba por sus hijos y su trabajo; a l, que haca tiempo no pensaba en las mujeres, algo de esa mujer, de ella en especial, le atraa.La busc entre la gente y se detuvo a contemplarla con detenimiento. Decididamente, era el tipo de mujer que no pasa desapercibida en ninguna parte. Los ojos almendrados, brillantes, tenan un aire extico que contrastaba con el mbar de su piel; la nariz bien delineada, los pmulos altos, la boca carnosa y hmeda, el gesto altivo del mentn, todo ello hablaba de una personalidad acusada, definida. La mirada de Fernando descendi lentamente hacia la suave curva de los hombros, los pechos firmes, la cintura estrecha, las caderas perfectamente formadas y aquellas piernas esbeltas, torneadas, que se insinuaban a travs de la falda de gasa. No pudo evitar recordarla sin toda esa ropa, apenas cubierta por dos tres prendas ntimas, y algo caliente le recorri la piel. Cundo haba sido la ltima vez que se sintiera as? Casi no poda recordarlo...Sin duda, Leonor Carranza era muy atractiva. Pero tena algo ms, una especie de encanto que iba ms all de lo fsico y que lo estaba atrapando casi sin querer. Recordando lo que haban hablado, Fernando intuy que detrs de esa muralla de frialdad e indiferencia en la que se refugiaba, deba haber un temperamento sensible, impetuoso, apasionado, a juzgar por la forma en que haba reaccionado a cada uno de sus punzantes comentarios. Y aquella sobreproteccin para con Angelina, derivara tal vez de alguna experiencia dolorosa del pasado, que la volviera agresiva y desconfiada?Volvi a mirarla fijamente, y esta vez se encontr con los ojos de ella, que le correspondieron sorprendidos.Me pregunto quin pudo haberte hecho dao, linda, pens para sus adentros.Y de golpe se encontr repitiendo aquel adjetivo, paladendolo, como si de algn modo fuese un nombre secreto con el que slo l poda llamarla.Linda...Entonces decidi que deba hacer algo. Tena que acercarse nuevamente a ella, borrar la mala impresin que se habra formado de l. Tena que conocerla, buscar el modo de sacar a luz el verdadero yo de Leonor Carranza, bucear en su interior hasta descubrir los autnticos sentimientos que ella ocultaba tras su aire de profesionalismo. No, no poda dejarla ir sin intentarlo al menos. Adems, a qu negarlo? Todo su cuerpo bulla en ansias de volver a tenerla a su lado, de sentirla, de tocarla, aunque ms no fuera un leve roce...Leonor entr en la casa y respir profundamente. Se senta ofuscada, malhumorada y violenta. No haba nada que hacer: recorra la fiesta, charlaba con alguno que otro antiguo conocido, pero fuese donde fuese, se senta observada, perseguida, traspasada por los inquietantes ojos oscuros de Fernando Del Solar, que parecan desnudarla con la mirada. Es que no pensaba dejar de molestarla en toda la noche?Fue al lavabo y se moj la frente. No poda creer que aquello la estuviera perturbando tanto. Despus de todo, quin eres, Leonor Carranza?, se enfrent en el espejo. Una profesional exitosa, o una asustadiza mujercita que se amedrenta ante cualquier to atractivo que la aborda?Porque s, no caba duda de que Fernando era un hombre extremadamente apuesto. Haba una armona perfecta entre el gesto serio de su rostro, el cabello ondulado de un profundo color azabache algo ms largo que lo usual, los rasgos marcados, varoniles, la curva sensual en que sus labios se abran al sonrer, y los ojos, aquellos ojos, Dios...La entrada de alguien ms al recinto interrumpi sus pensamientos; casualmente se trataba de Angelina, que vena a retocar su maquillaje. Leonor la observ, y sin querer envidi aquella expresin despreocupada y alegre, aquella sonrisa lmpida, aquel aire de vitalidad y frescura que su hermana irradiaba; al parecer las preocupaciones y los tropiezos an no haban llamado a su puerta. Hola, Nori. salud Angie, con el diminutivo que le daban de nia. Te diviertes? Por lo que he visto, no tanto como t. le respondi, sarcstica.

Si te refieres a Federico, es francamente genial. No s cmo se las arregla, pero es imposible aburrirse con l! Siempre tiene un tema de conversacin diferente, un paso de baile que ensearme, un nuevo chiste para hacerme rer... Habr muchas chicas que piensen lo mismo. Por algo tiene una reputacin tan discutible, no crees?Angie se volvi para mirar a su hermana con un gesto de asombro. Aguarda un momento: no estars sugiriendo que soy una ms de las amigas de Federico, verdad? Porque si es as, no me conoces para nada. Mira, Angie, yo no creo que tengas ningn rollo extrao con ese chico... por ahora. Pero no te fes de l; t no tienes experiencia, y es muy fcil que te engae prometindote villas y castillas. Hazme caso, y no te involucres con alguien que ms tarde o ms temprano te har sufrir.Angelina sonri y tom la mano de su hermana. De veras agradezco que te preocupes por m, Nori; pero te pido que me tengas un poco ms de confianza. S que he vivido menos que t, pero tampoco soy tan crdula como piensas, y si Federico tratar de propasarse conmigo, ten la certeza de que sabr ponerle en su sitio. Por lo pronto, hasta ahora se ha comportado correctamente, y la estoy pasando de miedo a su lado. De modo que, por qu preocuparse por cosas que an no han ocurrido, en vez de disfrutar el momento? Est bien. suspir Leonor. Aunque no te vendra de ms tener en cuenta lo que te he dicho. Lo har, seorita ngel de la guarda. volvi a rer Angie. Y dndole un sonoro beso en la mejilla, sali del tocador.Diablos, pens Leonor. Tiene seis aos menos, y sin embargo razona como toda una mujer. En cambio yo estoy aqu como una tonta adolescente, escondindome de un hombre slo porque su presencia, su mirada y su forma de hablar me hacen temblar hasta el alma. Es posible?Claro que para Angie era ms fcil; ella no tena que cargar con cicatrices de experiencias amargas como las suyas... ni con su miedo a que la lastimaran de nuevo.No supo cunto tiempo estuvo all, reflexionando frente al espejo. Lo cierto es que de pronto cay en la cuenta de que deba volver a la reunin antes de que notaran su ausencia, y tuviese que inventar alguna excusa tonta como que el ponche me provoc jaqueca. Pero cuando iba bajando las escaleras, algo en su interior se paraliz.All, en la sala, estaba Fernando, de pie cuan alto era dentro de su traje blanco de corte sport, que resaltaba an ms el tono moreno de la piel. Sus dedos jugueteaban con un vaso de whisky, mientras los ojos la miraban fijamente y la boca dibujaba una sonrisa conciliadora? Estaba esperndote. explic, aunque era evidente. Angelina me dijo dnde estabas. De veras? la voz de Leonor son temblorosa, o al menos eso le pareci a ella. Y qu quieres ahora? Acaso en este rato renovaste tu repertorio de ironas, y vienes a probarlas conmigo? Me merezco eso. apunt con el ndice, sealndola. No he sido muy corts contigo, lo admito. Y te pido perdn... por tercera vez en la noche.Leonor lo escrut, tratando de adivinar cules seran sus intenciones; pero el rostro masculino reflejaba una franqueza que la desconcert. No confo en ti. confes sin tapujos.Fernando ri. Aquella risa potente, abierta, vibrante, tena para ella una especie de embrujo. Pues aunque no lo creas, he venido en son de paz. enfatiz, agregando luego de ponerse serio: Mira, te propongo una tregua: t abandonas tus aires de mujer de carrera, y yo me comporto como todo un gentleman. Es un trato?Ella volvi a mirarlo, recelosa. Por qu ests haciendo esto? inquiri con suspicacia. Bien, en realidad... no quera sentirme culpable de haber arruinado tu noche. De dnde sacas eso? Si lo he estado pasando de perlas! minti descaradamente. Pues no fue eso lo que me pareci. No has bailado con nadie ms... Admitirs que no hay demasiada gente de mi edad como para bailar. se defendi Leonor.Fernando volvi a sonrer. No niegas tus dotes de abogada. Siempre quieres tener la razn, eh? Slo la defiendo cuando est de mi parte. puntualiz la joven. Y enseguida pas al ataque. Adems no s en qu te fijas; t tampoco volviste a bailar.l se acerc, y su voz tom un tono grave que a ella le son delicioso. No deseaba hacerlo... a menos que fuera contigo, linda.La ltima palabra, dicha de ese modo, pareci una caricia al odo de Leonor. De acuerdo, es un trato; pero si no juegas limpio, juro que no volver a hablarte. No te arrepentirs, te lo aseguro.Era toda una promesa, y llevaba implcitas muchas ms cosas de las que aparentaba.Fernando cumpli su palabra, y el resto de la velada transcurri en medio de una charla amistosa, donde l fue develando la verdadera personalidad de Leonor Carranza. No se haba equivocado, pens mientras la escuchaba hablar de sus actividades, sus diversiones y pasatiempos. Sin duda, detrs de la eficiente licenciada haba una mujer polifactica, de gran sensibilidad y dinamismo; una joven de ciudad que sin embargo amaba el arte, la msica, las plantas y los animales... Y qu planes tienes, ahora que te has graduado? Piensas quedarte en Madrid, o regresars a Aranjuez? Te ser franca: desde que me instal en Madrid, decid que nunca regresara. All el movimiento es mucho mayor, se vive a una velocidad de vrtigo y todo lo que puedas desear, lo tienes al alcance de la mano. Adems, el campo laboral es bastante ms amplio, y por otro lado tengo planeado continuar mis estudios hasta obtener el doctorado. Cierto que a veces me siento un poco presa de ese trajn continuo, y en ocasiones me ahoga estar siempre rodeada de rascacielos por todas partes, sin un mnimo de espacio verde donde poder respirar aire puro. Pero no me quejo, todo lo contrario; tengo cuanto necesito para ser feliz: un piso propio, mis plantas, mis libros y hasta un gato...El entusiasmo al describir lo que ella consideraba su pequeo universo pona en los ojos de Leonor una expresin diferente, ms natural, que Fernando no dej de advertir. En ese sentido yo creo haber encontrado el equilibrio perfecto. Durante la semana trabajo en la empresa de la familia, en Aranjuez, y los sbados me traigo los nios a la finca para que hagan un poco de vida natural al menos por un par de das. Si de m dependiese vivira todo el tiempo aqu: me gusta disfrutar de la paz que hay por estos lugares, escuchar los sonidos del campo, sentir el sol en la piel... Pero ya sabes, los negocios me obligan a otra cosa, as que me conformo con esas escapadas de fin de semana. Oye, pero si has resultado todo un ermitao. brome ella. Quin lo dira, con esa fachada de hombre de mundo... Ya ves que soy un buen chico despus de todo, a pesar de tu primera impresin.Leonor ri, pero ya no era la risa sarcstica del principio sino una mucho ms espontnea, ms libre, que la embelleca. Fernando la mir una vez ms, y se sorprendi de la forma como ella lo hechizaba. Era una sensacin completamente nueva, an para l. Antes se haba preguntado cunto haca que nadie lo excitaba de ese modo; ahora estaba seguro de que jams se haba sentido tan subyugado por alguien. Y tambin estaba seguro de otra cosa: aquella mujer sera suya, sin importar cunto tuviera que esperarla. En qu piensas? inquiri Leonor ante el sbito silencio de l. Si te lo digo, vas a enfadarte. Cmo sabes, si no me cuentas? le azuz, curiosa.Fernando sonri enigmticamente, y su voz volvi a tomar aquel matiz ronco, profundo, que ella ya conoca. Pensaba que contigo es difcil ser un buen chico por mucho tiempo. Eres demasiado mujer para que cualquier hombre con las hormonas en su sitio no se vuelva loco tenindote cerca. Especialmente considerando lo bien que te ves cubierta solamente por un poco de encaje negro...Al orlo, Leonor volvi a sentirse turbada. Prometiste no volver a mencionarlo. le reproch con suavidad. T preguntaste... Adems, no creo que sea motivo de tanto jaleo. Acaso no te halaga que te admiren?Claro que se senta halagada. Ms que eso, le resultaba inmensamente placentero darse cuenta de la atraccin que ejerca sobre l. Despus de todo, no era slo ella la que senta un ardor en las entraas ante el contacto del cuerpo masculino; la tensin en los msculos, la respiracin honda y ese tono sensual en la voz de l, lo delataban con claridad. La deseaba; la deseaba intensamente.Se miraron a los ojos, y fue como si se vieran por primera vez. Fernando, yo... intent explicar lo que estaba experimentando, pero l le cubri los labios con el ndice. Shhh... No digas nada, linda. Slo vive el momento.Y estrechndola an ms contra s, la sumergi en una especie de sueo, en el que ambos se limitaron a sentir, a encontrarse, a disfrutar de esa compenetracin recin descubierta.La voz de Federico Del Solar les trajo nuevamente a la realidad. Espero no ser inoportuno, Fernando, pero tengo que hablarte. dijo aqul, malicioso. De qu se trata? el rostro del hermano mayor no disimul su fastidio por la interrupcin. Mira, tal vez vosotros la estis pasando bien en medio de todos estos vejestorios, pero a Angie y a m nos estn por salir races. As que la he invitado a sacudirnos un poco la modorra en xtasis... siempre que t me prestes el coche. Ya sabes que el mo todava est en el taller...Leonor volvi a ponerse a la defensiva. No creo que mis padres estn de acuerdo; seguramente no tardarn en marcharse. Despreocpate de eso. acot Angelina, vivaz. Qu no te lo dijo pap? Santiago y Teresa nos invitaron a quedarnos hasta maana y pasar el domingo con ellos. As que por eso no hay problemas... Est bien. terci Fernando, entregndoles las llaves de su Mercedes. Pero asegrate de que vuelva entero, vale? Venga, divertos mucho. Te debo una. sonri Federico, y la pareja se alej riendo por el camino.Leonor se volvi hacia Fernando, inquieta. Qu es eso de xtasis? Tranquila, que no se trata de ningn antro de depravacin. repuso l, volviendo a abrazarla. Es slo una discoteca que est a pocos kilmetros, en las afueras de Aranjuez. Todos los jvenes van all a bailar. Qu te habas imaginado? Pues, con semejante nombre...La risa espontnea de l la hizo sentir como una seorona mojigata del siglo dieciocho. Eres un caso nico. dijo Fernando, riendo todava, y Leonor no supo si era un cumplido o una burla. Acaso est mal que me preocupe por los sitios donde llevan a mi hermana? lo increp. Todo lo contrario, es normal que lo hagas. Pero hoy da no tiene nada de extrao que una pareja joven vaya a bailar a una disco. Es ms, se me ocurre que t y yo tambin deberamos cambiar de aires e ir a pasar un buen rato por ah. Qu dices?La idea le agrad de inmediato, ms por la posibilidad de vigilar de cerca a Federico y Angie que por la perspectiva de divertirse ella misma. Okey, me parece buena idea. Djame ir por mi abrigo y estoy contigo en un segundo. Es una pena no haberlo decidido antes: hubisemos podido ir todos juntos en el mismo coche... No te importa si usamos el tuyo, o s? No, pero conduce t; seguro ests ms habituado y conoces mejor los caminos.Minutos ms tarde transitaban en el pequeo automvil de Leonor por la desierta ruta. Ella forzaba la vista, tratando de divisar en la lejana las luces del Mercedes, pero obviamente los chicos les haban tomado una buena ventaja. No crees que salieron a demasiada velocidad? Podra ser peligroso... se anim a comentar. Federico es un conductor prudente, puedo asegurrtelo; es slo que salieron bastante antes que nosotros. Ojal sea eso.De pronto l vir en un recodo de la carretera, y se intern por un camino vecinal, angosto y oscuro. Ella se volvi, repentinamente preocupada. Qu haces? ste no es el camino a Aranjuez. No vamos a Aranjuez. respondi Fernando, tajante. Pero t dijiste... Dije que podramos ir a pasar un buen rato por ah, como Federico y Angie; no dije que iramos al mismo sitio que ellos. la voz de l sonaba grave, enigmtica.Leonor se maldijo a s misma. l deca la verdad; era ella, en el afn de velar por su hermana, quien lo haba interpretado de ese modo. Evidentemente, l se haba aprovechado de la confusin, y ahora la llevaba por unos lugares solitarios, tenebrosos... quin sabe con qu propsito. Despus de todo, qu saba ella sobre Fernando Del Solar? Me tranquilizara saber al menos a dnde nos dirigimos. exclam, casi con temor. A un sitio que me encanta, y que de seguro te gustar a ti tambin. Nunca estuviste por aqu? No, no conozco esta regin. No es mucha la gente que viene. Los caminos son bastante difciles, pero el paisaje vale la pena.Ella mir por la ventanilla: a su alrededor slo vea sombras, pero intuy que era un sitio escarpado e irregular, a juzgar por las sucesivas cuestas y bajadas del sendero. Finalmente arribaron a una especie de claro. Fernando detuvo el coche y baj sin decir palabra; Leonor lo sigui, recelosa. Mas cuando se hall fuera, contuvo la respiracin, maravillada por la panormica que se brindaba ante sus ojos.La luna llena, alta ya en el cielo, iluminaba plidamente una cadena de colinas que se entremezclaban en asimtrica combinacin de valles, cumbres, laderas escarpadas y profundos barrancos, uno de los cuales llegaba a pocos metros de sus pies. Abajo, en la hondonada, cubierto a medias por la franja oscura de la vegetacin riberea, se escuchaba correr lentamente el ro Tajo. Aqu y all salpicaba aquella penumbra la luz amarillenta de alguna casa perdida en la inmensidad de la Naturaleza, que se reflejaba plidamente en la quieta superficie del agua. Ms lejos, como un enjambre de lucirnagas posadas en el horizonte, veanse las luces de Aranjuez. Mi Dios, este lugar es bellsimo... murmur bajito, como si no quisiera romper el exquisito hechizo del silencio. Se llama Villa Serena, y es mi refugio predilecto cuando estoy cansado o triste. Vengo aqu, me siento a contemplar el paisaje y de pronto todas las preocupaciones se esfuman. Desde aqu el mundo parece empequeecerse; te sientes ms cerca de ti mismo... y ms cerca de Dios.Ella lo observ y comprendi de pronto lo infundado de sus temores. Fernando Del Solar no acababa de sorprenderla; la profundidad de su espritu y su mal disimulada soledad, la conmovieron irremediablemente. Fue un hermoso gesto querer compartir conmigo algo que para ti es tan especial. le dijo, con los ojos brillando de emocin.l se aproxim, y su mano alz suavemente la barbilla femenina, hasta que las miradas se encontraron. De eso se trata, linda. Slo poda traer a este sitio a alguien especial... como t.Y en el rostro viril fulgur una vez ms aquella expresin misteriosa, magntica. No puedes decir eso. exclam Leonor, sintiendo otra vez esa extraa mezcla de ansiedad y temor que experimentara al primer contacto. Apenas nos conocemos.Fernando se apart unos pasos de ella, y su mirada se perdi en la noche. Al cabo de unos minutos comenz a hablar con voz muy pausada, como reflexionando consigo mismo. Hace tres aos, cuando Raquel muri, mi mundo se derrumb en pedazos. De pronto me encontr solo con dos hijos muy pequeos: Mariana tena cuatro aos, y Rodrigo era apenas un beb... En verdad sent que todo se me vena encima y no podra manejar la situacin. Fue entonces cuando decid dejar el piso que haba sido nuestro hogar y marcharme con los nios a casa de mis padres; al menos ellos me ayudaran con los cros mientras encontraba la forma de reorganizar mi vida. Y lo fui logrando: poco a poco comenc a hallar un equilibrio, un camino para superar la depresin y seguir adelante. Hice progresos en el trabajo, me convert en un ejecutivo eficiente... y comprend que con eso, el apoyo de mi familia y el amor de mis hijos, me bastaba para ser modestamente feliz.Hizo una pausa, en la que el silencio se volvi de pronto insoportable para ella. No voy a mentirte: de vez en cuando he salido con mujeres. Pero con todas me ha ocurrido lo mismo: luego de un par de copas y un poco de charla inspida, simplemente me aburra y regresaba a casa, a mis nios, a mi mundo, dejndolas que pensaran lo que quisieran. Porque seguramente ms de una habr puesto en duda mi hombra al ver que me marchaba en vez de llevarla a la cama... Qu ms daba! Nunca he sido hombre de tener sexo por cumplir, si no siento ganas de hacerlo; y a decir verdad, ninguna de esas tas me provoc siquiera un tibio deseo. Y mira que mi matrimonio no haba sido lo que se dice un volcn en ese aspecto; al contrario, siempre fue una relacin tranquila, clida, reposada. Sin embargo me haca dichoso, y despus no volv a sentir la necesidad de estar con ninguna mujer.Leonor sinti un nudo en el estmago, adivinando lo que vendra. Pero hoy te apareces t, con tus aires de acadmica, con tu sonrisa de mujer experimentada... y de pronto me doy cuenta de que todava me corre sangre por las venas, siento que se me acelera el pulso y no puedo dejar de mirarte. Cmo dices, pues, que no eres especial? Se fue acercando lentamente. Ella ya no pensaba, concentrados todos sus sentidos en la necesidad de tenerlo nuevamente a su lado. A decir verdad no lo comprendo bien todava, linda. dijo Fernando con aquel tono bajo, sensual, tan suyo. Pero te tengo cerca y me descontrolas, te toco y siento un incendio en todo el cuerpo, te miro y se me seca la garganta. Por eso vine aqu contigo; ya no poda contener los deseos de abrazarte, de besarte una vez, dos, mil veces, y acariciar libremente ese cuerpo que me est obsesionando...Las manos de l se posaron en el cuello de Leonor, y muy despacio fueron descendiendo hasta deslizar de los hombros el abrigo de piel. Ella cerr los ojos, temblorosa. Saba lo que estaba a punto de ocurrir, y tambin era consciente de que no tendra fuerzas para resistirse. Ya no era duea de s misma; aquel hombre tena el poder de anularle por completo la razn.Las manos masculinas siguieron su recorrido, dibujando suavemente la curva de los senos y detenindose en los pezones, cuya dureza se trasluca a travs del vestido. Luego avanzaron lentamente hacia la cintura de Leonor y se cerraron contra su espalda, al tiempo que la atraan con fuerza hacia el cuerpo de l. Fernando, por favor... alcanz a susurrar. Me vuelves loco, linda. lo escuch decir en su odo, y sinti cmo aquellos labios se deslizaban por su cuello y suban para atraparle la boca en un beso intenso, caliente, posesivo. Ella se entreg sin reservas, volcando toda la pasin que haca mucho tiempo tena dormida y que ahora Fernando despertaba en toda su intensidad. Y sus manos se aferraron a la espalda musculosa, pegando su cuerpo al de l, explorndolo, incitndolo. El deseo creca, alimentado por aquel contacto piel a piel y por aquellos besos interminables que los dejaban sin aliento. Dios mo, linda, ya no puedo ms. dijo Fernando roncamente. Necesito hacerte el amor hasta orte gritar de placer, hasta enloquecernos, hasta morir... Y no haba nada que ella anhelara ms en la vida; por eso se sorprendi al ver que de golpe Fernando se apartaba bruscamente de su abrazo. Qu pasa? pregunt, alarmada.l suspir, intentando controlar la respiracin. No deseo que sea as, en las sombras, como un pecado. No soy un ladrn que va a robarte nada, ni sta es una aventura fugaz. Quiero pasar toda la noche junto a ti, en una habitacin cerrada, en una cama para dos, sin relojes, sin urgencias, sin nada que nos perturbe; solos, olvidados del mundo... Y qu se te ocurre? inquiri ella, ansiosa. Cerca de aqu hay una posada rstica donde suelen parar los turistas de paso por la zona; creo que ser un buen lugar para quedarnos. La voz de Leonor son ms dulce que nunca. Qu estamos esperando, entonces?Volvieron a besarse, esta vez ms seguros, como brindndose la mutua promesa de una noche inolvidable.

La posada estaba enclavada en la falda de una colina y era una construccin de madera, con vistosas jardineras llenas de flores adornando las ventanas. Dentro, en el amplio comedor, un enorme hogar con el fuego crepitando suavemente daba al ambiente un clima clido, ntimo. El posadero los recibi amablemente, a pesar de la hora avanzada.

Una habitacin matrimonial. pidi Fernando con sencillez.Pocos minutos despus se hallaban en un dormitorio pequeo, amueblado con gusto. Las paredes eran de madera rstica, y el piso estaba completamente tapizado por una alfombra de estera. La cama, cubierta con un suave edredn de plumas, ocupaba el centro de la estancia.Fernando se par frente a Leonor y volvi a mirarla de aquel modo que le traspasaba el alma. Su boca, sedienta, busc los labios femeninos, jugando con ellos, mordindolos suavemente hasta sentirla estremecerse. Te amo, linda. dijo en secreto.Leonor iba a responder, pero de pronto pens que aquellas palabras no eran autnticas. Nadie se enamoraba en una noche, de eso no caba duda. Qu era aquella fuerza que la empujaba a brindarse con todo su ser a Fernando? Deseo, pasin, lujuria... cualquier cosa, menos amor. El amor, se dijo, es algo ms que una noche de sexo. No; lo que l le ofreca era solamente una ardiente aventura, nada ms que un momento de locura... y como tal lo acept, porque lo necesitaba, porque su piel toda lo estaba pidiendo a gritos, porque ese hombre la estaba trastornando hasta lmites inimaginables. Pero que no nombrase al amor; que se olvidara de l...Por eso, en vez de contestar, se adue de los labios de Fernando mientras sus manos iban desprendindole uno a uno los botones de la camisa. l respondi de inmediato a su invitacin, y atrajo a la joven contra s, encerrndola en un abrazo que casi le quitaba la respiracin. Leonor senta los muslos de l pegados a su cuerpo, y perciba la impaciente excitacin masculina. Los dedos de Fernando descorrieron lentamente la cremallera del vestido, hasta despojarla de l por completo. Luego, la fue empujando suavemente sobre el lecho. Santo cielo, qu hermosa eres. le oy murmurar. Me mora por verte as de nuevo...Ella lo mir quitarse la camisa, y una oleada de deseo la envolvi. Era imposible resistir el embrujo de aquel rostro moreno, de aquellos ojos que parecan despedir fuego, de aquel gesto sensual en los labios entreabiertos, de aquella cabellera azabache que rozaba los hombros ahora desnudos, dndole un aire salvaje de pantera al acecho. Cerr los ojos y oy el ruido del cinturn que se desprenda. No necesitaba mirar para imaginarse la fuerza de su virilidad; instintivamente, se humedeci con la lengua los labios resecos. Deja, linda, yo lo har. dijo Fernando, recostando su cuerpo junto al de ella. Y uniendo la accin a la palabra, recorri con la punta de su lengua el contorno de la boca femenina. Ella sinti que perda el control y se aferr a l, buscando desesperadamente sus besos, mientras lo acariciaba con fuerza, hasta marcarle la piel. S, cario, acarciame; adoro sentir tus manos sobre mi cuerpo... murmur la voz ronca en su odo.Enseguida los dedos de l buscaron los broches del corpio, abriendo un camino por donde de inmediato pasaron sus labios hmedos, calientes. Sigui por el liguero, y luego por las medias de encaje; luego esas manos subieron por sus muslos para quitarle la ltima de sus prendas ntimas. Pero cuando rozaron la entrepierna, un espasmo de goce hizo a Leonor estremecerse de pies a cabeza, y de su garganta brot un gemido ahogado. Sigue, Fernando, sigue as... lo urgi, con la voz quebrada por el deseo.Aquella caricia tan ntima hizo nacer en ella una punzante necesidad de sentir toda la fuerza, todo el mpetu viril de l justo all, donde su cuerpo lo reclamaba a gritos. Por eso lo tom del cabello y obligndole a mirarla de frente, peg sus labios a los de l, y su lengua vida explor la boca masculina, excitndolo hasta el delirio. Por favor... hazlo ya.La imploracin en la voz de Leonor lo ceg de lujuria. Dilo. exigieron sus labios sobre la boca de ella.- Dime qu deseas, y lo har. Hazme tuya ahora, Fernando... te lo ruego. Tmame, enloquceme, mtame si quieres... pero no esperes ms!Tampoco l poda contener por ms tiempo aquel ardiente deseo, aquella insaciable necesidad que lo consuma, an ms intensa por haber sido reprimida. Cuando los cuerpos se unieron, Leonor se mordi los labios y cerr los ojos, mientras mil y una descargas elctricas se concentraban en su vientre ante cada empuje de l. Dios mo, linda, eres increble.- suspir Fernando, arqueando su cuerpo contra el de ella. Me gustas tanto... tanto...Esas palabras no hicieron sino aumentar la urgencia de Leonor, que lo acompa en sus sensuales movimientos mientras las bocas volvan a fundirse con mpetu salvaje. Aquella danza ertica fue creciendo en intensidad, mientras uno y otro se entregaban a ella completa, violenta, furiosamente, hasta que el supremo vrtigo del clmax los envolvi al unsono, en un estallido de placer que les golpe hasta casi hacerles perder el sentido.

Cuando Fernando despert, las primeras luces del amanecer se colaban por entre los postigos. Se desperez lentamente, estirando los msculos entumecidos, y sonri con satisfaccin al recordar la noche anterior: Leonor y l se haban hecho el amor una vez, y otra vez, y otra, hambrienta, incansable, desesperadamente, hasta quedar exhaustos, rendidos, ebrios de placer. Y luego se haban dormido uno junto al otro, piel contra piel, como si tambin quisieran compartir un mismo sueo...Suspir, henchido de una euforia muy parecida a la felicidad. Un sueo. Ciertamente eso le pareca haber vivido. Y es que Leonor Carranza era para l como esa mujer ideal que todo hombre imagina en sus aos de adolescencia, pero que con el correr del tiempo desiste de buscar, convencido de que no existe en la realidad. Y sin embargo, ella era real, y estaba all, a su lado, profundamente dormida.La mir y sinti una ternura honda. As, al natural, con apenas unos restos de maquillaje y la melena oscura desparramndose sobre la almohada, le pareci an ms bella. S, evidentemente ella estaba hecha justo a su medida. Y si hubiera alguna duda sobre eso, le bastaba recordar la forma cmo se haba rendido a sus deseos, la pasin con que haba correspondido a sus ansias, proporcionndole las horas ms increbles de su vida...Sin poder contener un impulso, se inclin y la bes suavemente en la frente. Ante ese leve contacto, ella pareci despertar. Mmmm. murmur, somnolienta. Buenos das, linda. musit Fernando en su odo.Al escuchar esa voz, Leonor abri los ojos, y por un momento no supo dnde estaba. Pero cuando vio el rostro de Fernando tan cerca del suyo, mirndola con dulzura, todas las imgenes de la noche pasada volvieron a su mente, y se llev una mano a la cabeza, cerrando los ojos con fuerza.Entonces, no haba sido una pesadilla. Estaba realmente all, compartiendo el lecho con Fernando Del Solar, casi un desconocido para ella. Y tambin era verdad que se haba entregado a l del modo ms descarado, como una hembra sedienta de lujuria, en vez de la seria y eficiente profesional que estaba segura de ser. De pronto le cost reconocerse a s misma. Ella no era una mojigata, pero tampoco una mujer liberada; y no poda evitar un sentimiento de culpa por haberse dejado arrastrar de ese modo a una relacin puramente sexual. Fernando, ajeno a los pensamientos que se anudaban en el cerebro de Leonor, le habl tiernamente, mientras acariciaba su cabello. Quiero que sepas que nunca haba sido tan feliz con nadie como lo fui anoche contigo. Eres hermosa, adorable, perfecta...Ella sinti que se le revolva el estmago. Dio una ojeada a su reloj de pulsera. Diablos, mira la hora que es! Ser mejor que regresemos; no deseo tener que dar explicaciones acerca de nuestra salida.La voz de ella tena un matiz extrao, que l no pas por alto. Ocurre algo, linda? Me duele un poco la cabeza, eso es todo. minti. Ahora, dmonos prisa.Y no soportando ms la cercana del cuerpo masculino, salt de la cama dispuesta a vestirse. De pronto, cay en la cuenta de que no llevaba ni una prenda encima... y advirti que los ojos de l la recorran, refulgiendo de un modo que le era muy familiar. Inexplicablemente eso la perturb, e hizo que se ruborizara. Sin decir palabra se cubri con la sbana, recogi su ropa y se encerr en el cuarto de bao.Fernando sacudi la cabeza extraado, pero enseguida sonri. Empezaba a acostumbrarse a los sbitos cambios de humor de Leonor. Adems, no dejaba de tener gracia aquel repentino arranque de pudor, considerando que apenas unas horas atrs era ella misma quien le peda que la tomara por entero, que sus manos y su boca no dejaran ni un solo resquicio de piel sin explorar...Cuando Leonor sali del bao, el ya estaba vestido tambin. Se miraron sin hablar, pero Fernando crey notar en los ojos de ella algo as como rencor. Escucha, Leonor. le dijo con suavidad. No s qu es lo que te ocurre, pero quisiera que me lo contaras. No me agrada verte as... Ya te he dicho que no me siento bien, as que no insistas con eso, por favor.l respir hondo, volvi a mirarla y al fin pregunt: Te arrepientes de lo de anoche?Claro que se arrepenta; no poda perdonarse a s misma el haber sido tan dbil. Pero a qu decrselo? Lo nico que lograra sera que l la considerase una chiquilla insegura y tonta. Desde luego que no; lo pas estupendamente. pero el tono de su voz reflejaba ira en lugar de satisfaccin. Linda, djame decirte... comenz l, mas ella le interrumpi, tajante. Basta, Fernando; es hora de irnos. Y deja ya de llamarme linda todo el tiempo! quieres? Creo haberte informado que tengo nombre y apellido.Fue slo un instante en el que se cruzaron las miradas, pero a l le alcanz para descubrir exactamente qu ocultaban los ojos de ella. No era rencor, ni tampoco ira. Era miedo. Ese mismo miedo que la viera tratar de disimular cuando recin la conoci; ese miedo que afloraba inequvocamente a su rostro slo de imaginar a Angelina en brazos de Federico... Pero, miedo a qu, o a quin?El camino de regreso transcurri en medio de un silencio glacial; Leonor iba sumida en profundas reflexiones, y Fernando intentando intilmente adivinar lo que pensaba. Cuando llegaron a la finca, ya era de da. Ella rog que no hubiese nadie levantado an, pero al entrar en la cocina se encontraron con Federico y Angie, que estaban sentados bebiendo chocolate con panecillos y conversando alegremente. Vaya, pero mira quines aparecen! dijo el joven con expresin malvola. Se puede saber de dnde vens vosotros a estas horas? Leonor y yo fuimos a beber algo por ah y se nos pas el tiempo charlando. repuso Fernando con absoluta naturalidad. S, me lo imagino. Debis haber tenido una... charla bien interesante, no? insisti Federico con intencin. Realmente as fue. asegur su hermano tranquilamente. Pero cmo la pasasteis vosotros? Os habis divertido? Muchsimo. contest Angie con una sonrisa. Ya sabes que xtasis es lo mximo. Bailamos sin parar hasta que cerraron... A decir verdad hace slo media hora que llegamos, por eso antes de irnos a dormir quisimos echarle algo al estmago. Gustis un poco de chocolate? Por mi parte acepto; estoy hambriento. y volvindose hacia Leonor, que haba permanecido muda hasta ese momento: Qu hay de ti, linda?Ella lo mir con odio; detestaba que la tratase con esa familiaridad, como si fuese algo suyo. Pero l no se dio por enterado. Os lo agradezco, pero no me apetece. Creo que mejor ir por mi maleta y luego buscar un sitio donde dormir un rato. Usa el cuarto de huspedes que est al final del pasillo; mi madre lo dej preparado para vosotras dos. indic Federico. Bien, hasta la vista. y se march dando un portazo. Angie y Federico se miraron sin comprender, mientras Fernando se serva una taza de chocolate como si nada. Y a sta que bicho le ha picado? inquiri el hermano menor. Supongo que no se habr molestado por lo que dije. Era una broma! Quiz no le gusten las bromas, to. respondi Fernando escuetamente, dando a entender con claridad que no pensaba concederles ninguna otra explicacin. Y bebindose el chocolate de un sorbo, se dirigi a su dormitorio.

Una vez en la habitacin, Leonor se mir al espejo. Estaba plida, desencajada, ojerosa.

Qu est pasando contigo, muchachita estpida?, le reproch a su propia imagen. Muy dentro de su corazn intua la respuesta, pero todava no estaba preparada para aceptarla.Poco a poco fue quitndose la ropa y ordenndola sobre una silla. Enseguida se meti bajo la ducha, la abri al mximo y dej que la fuerza del agua le golpeara la nuca y resbalara por sus msculos. Tal vez as consiguiera arrancar de su piel las caricias de Fernando, quitarse ese olor a l que llevaba impregnado en el pelo, borrar de sus labios an doloridos el sello de aquellos besos...Pero cuando acab de ducharse, comprob que haba sido intil: segua sintiendo aquella sensacin de suciedad por dentro. Le dola la cabeza, le dola el cuerpo, pero ms que nada, le dola el alma.Se sec vigorosamente con una toalla de felpa, y envuelta en ella se dirigi a la alcoba. Angie acababa de llegar y se dispona a acostarse. Ah, Nori. Pens que ya estaras dormida. Prefer darme una ducha caliente. respondi, lacnica. Puedo preguntarte algo?Leonor se meti a la cama y dio la espalda a su hermana. Qu quieres? Ests as de enojada porque sal con Federico?La ansiedad en la voz de Angie conmovi a Leonor. No poda ser injusta con ella. Slo un poco. Pues no tienes de qu preocuparte, en verdad. Federico me respeta mucho; demasiado, dira yo. Imagnate, ni siquiera me bes! Mejor as, nia. Para besos y dems hay tiempo de sobra.Otra vez el silencio. Leonor rog que su hermana dejara de importunar y se durmiese. Nori? Mmmm?Angie se arm de valor antes de preguntar. Qu sucedi con Fernando? No sucedi nada. esta vez la voz de Leonor son clara, terminante. Entonces, por qu te comportas de forma tan extraa?Suspir, tratando de controlar la furia que la inundaba. Creo que anoche beb ms de la cuenta, y hoy estoy pagando las consecuencias; eso es todo. Ahora, deja de pensar tonteras y duerme, quieres? Es precisamente lo que har. murmur Angelina, y al cabo de unos momentos se haba entregado por completo al sueo.Leonor, en cambio, daba vueltas y vueltas en la cama sin poder dormir. Ojal fuera cierto lo que le haba dicho a su hermana, pens. Si al menos hubiese estado ebria, tal vez no recordara nada de lo ocurrido. Pero apenas haba bebido una o dos copas de ponche... y constantemente su memoria le devolva con nitidez cada imagen, cada palabra, cada caricia, cada instante vivido junto a Fernando.S, ya no le caba duda. Lo que la estaba atormentando no eran sus prejuicios por haber tenido un encuentro ntimo con un extrao. De hecho, eso es lo que ella habra deseado: que la noche pasada no hubiese sido ms que una aventura sexual sin consecuencias.Pero aquel nudo en la boca del estmago, aquella punzada que le perforaba las sienes, aquella angustia que le oprima el pecho, estaban gritndole la verdad. Y esa verdad era que Fernando Del Solar no slo la atraa fsicamente. Aunque no lograba precisarlo, haba algo en todo l que la seduca de forma irresistible. Tal vez fuese su voz, su aroma, su risa, o quiz fueran esos ojos oscuros, magnticos, y aquel modo tan suyo de mirarla; lo nico cierto era que frente a l, toda su fortaleza y su autosuficiencia se desmoronaban, para dejar apenas a una mujer dbil, indefensa y vulnerable.De una vez por todas, tena que asumirlo: a menos que hiciera algo pronto, corra el serio peligro de enamorarse perdidamente de Fernando. Y era perfectamente consciente de que si l se propona eso, lo lograra. Pero, estaba ella dispuesta a correr el riesgo? Ya una vez haba cometido ese error, y bien caro lo haba pagado...No, decididamente deba mantenerse alejada de l. De ningn modo permitira que la historia volviera a repetirse. No poda dejar que ese hombre entrara sin permiso en su vida, que destruyera en un segundo todo lo que a ella le haba llevado aos construir. No tolerara un nuevo desequilibrio, ahora que por fin haba conseguido un poco de paz...Suspir profundamente. Su decisin estaba tomada. Sin embargo, an persista ese dolor agudo, inexplicable, que amenazaba partirle el corazn. Entonces, cerr los ojos con fuerza y trat de dormirse aprisa... porque de golpe, senta ganas de llorar.

En su alcoba, Fernando tampoco poda conciliar el sueo. Tirado sobre la cama, vestido todava, con los ojos fijos en el techo, trataba de encontrarle una explicacin a la imprevisible conducta de Leonor.

Despus de los momentos que compartieran, l haba esperado que ella despertara feliz, ilusionada por un sentimiento que quiz les abriese las puertas a una relacin mucho ms duradera. Pero se haba equivocado: era como si la amante ardiente de la noche en la posada y la joven fra, esquiva de esa maana, no fueran una misma persona. Haba una razn desconocida que la empujaba a ponerse permanentemente a la defensiva, salvo en aquellos instantes en que el deseo tiraba abajo las barreras de su conciencia y le permita mostrarse como en realidad era...

Porque de algo estaba seguro, y era que si en alguna oportunidad haba conocido a la verdadera Leonor Carranza, tena que haber sido durante las horas pasadas en Villa Serena. All haba comprobado que todo lo que esperaba de ella era poco comparado con lo que Leonor poda darle; que ella era mucho ms de lo que l jams haba soado encontrar en una mujer. Pero luego, su actitud distante, helada, lo haba lastimado profundamente, an cuando no se lo demostrase.Por qu huyes de m, linda?, se pregunt en silencio. Qu dao pude haberte hecho, cuando slo intent que fueras feliz? Por qu me tratas de ese modo, si lo nico que yo necesito es estar a tu lado?Unos suaves golpes en la puerta lo volvieron a la realidad. Quin es? pregunt, no sin cierto fastidio. Soy yo, Federico. Ah, pasa.Cuando su hermano entr en la habitacin con los ojos brillantes, Fernando presinti de qu se trataba y se dispuso a escuchar. Supuse que an no te habas dormido, por eso vine. No poda aguantarme las ganas de contarte... Venga pues, hazlo. Se trata de Angie: esa nia es nica! An no puedo creerlo, pero hace apenas unas horas que la conozco, y ya me trae de cabeza. Es tan bonita, tan dulce, tan alegre... Demonios, no puedo dejar de pensar en ella! Te juro que el tiempo que pasamos juntos se me hizo un segundo...Fernando mir a su hermano y descubri en su rostro una expresin nueva, un entusiasmo que no le conoca. A pesar de su edad, Federico an era como un nio que se apasiona por un juguete hasta que lo tiene en sus manos, pero de inmediato se aburre y lo abandona por uno nuevo. Slo que generalmente sus juguetes eran de carne y hueso... En realidad, no recordaba haberle odo hablar jams de una mujer en trminos de persona; slo le interesaba lo buena que estuviese la ta en cuestin. No obstante, al describir a Angelina la mirada se le iluminaba, pero no de deseo, sino ms bien con una especie de admiracin. Obviamente algo de ella lo haba impactado de modo diferente; de todas formas, Fernando crey oportuna una advertencia. Mira, Federico, ser mejor que te comportes con esa jovencita. No es una ta cualquiera que sacaste de por ah; es hija de los Carranza, y no quiero ni imaginarme el lo en que nos meteras a todos si llegaras a cometer un desatino. De qu ests hablando? Me hubieses visto cuando estbamos en la discoteca! Con Angie me siento como un torpe adolescente, sin saber bien qu hacer. Fjate que me mora por besarle esa boquita preciosa que tiene... pero no me atrev. Imagnate si se ofende y no quiere volver a salir conmigo! Eso te sucedi a ti? Fernando hizo una mueca de irnico asombro. No te burles, hombre, que va en serio. sonri el otro. Tambin a m me resulta increble estar sintindome as. Pero tena que decrtelo, porque eres el nico que puede ayudarme... Ayudarte yo? En qu? Pues a averiguar lo que Angie piensa de m, si le caigo bien, si dejar que siga vindola... T sabes, todo eso. Y cmo se supone que pueda yo hacer eso?Federico mir a su hermano con expresin socarrona. Preguntndole a Leonor, naturalmente. O crees que se me escap lo bien que os habis entendido? Vamos, que a otro engaars con el cuento se de ir a beber algo por ah, pero a un zorro viejo como yo... ni lo intentes. Y a propsito, cuntame: lograste finalmente derretir ese tmpano? Porque a decir verdad, la cara que traa la seorita licenciada no era propiamente de haberse pasado una noche placentera...Iba a continuar, pero la fulminante mirada que Fernando le dirigi fue como un puetazo en pleno rostro. yeme muy bien, Federico, porque te dir esto una sola vez. Acepto que hayas venido a desahogar conmigo tus secretos amorosos, pero no pienso permitir que te metas en mi vida personal; eso es algo que slo a m me incumbe. As que mejor te guardas tus comentarios... porque si vuelvo a orte hablando as sobre Leonor, te romper la cara. He sido claro? Caramba, no tienes que ponerte as. No fue mi intencin molestarte, de veras; slo quera contarte lo que me pasa. Pero veo que ests cansado, as que mejor lo hablamos en otro momento, te parece?Y sin aguardar respuesta, se march.Fernando se sinti un poco culpable por haber tratado as a su hermano, pero es que le haba irritado sobremanera que se refiriese a Leonor como si fuera su aventurilla del momento.Y de pronto, una sombra idea cobr forma en su cerebro.Tal vez ah estaba precisamente la clave del asunto! Si sa era la impresin que Federico tena de lo ocurrido, quin poda asegurarle que la propia Leonor no pensaba lo mismo? Obviamente no era una mujer acostumbrada a tener romances de una noche; Fernando se daba perfecta cuenta de que si se le haba entregado, era porque l ejerca un influjo especial en ella. Y quizs, por qu no?, ahora estaba arrepentida de haberse dejado llevar a una relacin ntima aparentemente pasajera.Entonces crey comprender la muda recriminacin que haba ledo en sus ojos: lo acusaba de haber excitado sus sentidos hasta hacerle perder el control, para luego aprovecharse de su vulnerabilidad; senta que l la haba usado para divertirse un rato, aunque el orgullo no le permitiera reclamrselo.Y nada ms lejos de la realidad, pens Fernando con sbita amargura. De hecho, nunca se haba sentido tan conmovido por una mujer; en toda su vida, nadie le haba provocado tantos sentimientos y emociones juntas, tanta ternura y pasin entremezcladas...Dios, deba hablar con Leonor antes de que fuese demasiado tarde. Tena que decirle lo que en verdad despertaba en l, contarle de esa obsesin que le estaba envenenando la sangre... antes que el rencor de ella se transformara en odio. Porque no poda perderla. De ninguna manera. Leonor Carranza deba ser su mujer, suya solamente!Oy voces en el patio. Uno a uno, los miembros de ambas familias se iban levantando, y seguramente tomaran un suculento desayuno para comenzar la jornada. Entonces comprendi que le sera imposible dormir con aquella ansiedad en su interior, y decidi levantarse tambin.Se dio una ducha fra para sacudir un poco el cansancio de su cuerpo. Despus, frente al espejo, acomod como al descuido la ondulada cabellera azabache, completamente mojada. Se afeit, y roci generosamente la piel del rostro con su colonia favorita. Finalmente se enfund en unos pantalones de pana negra, se puso una camisa de algodn a rayas y calz botas de cuero.Cuando baj al comedor, los dos matrimonios mayores desayunaban en medio de una animada charla. Su padre sonri al verle. Mirad, he aqu a uno de los trasnochadores! Cremos que todos dormirais hasta medioda... Hace un da demasiado bonito para desperdiciarlo entre las sbanas. repuso l, de buen humor. Y mis pequeos diablillos? No se han despertado an? En eso estaban hace diez minutos, cuando fui a verles. dijo Teresa Del Solar, orgullosa de sus nietos. Pero sintate, hijo, y come con nosotros. Me complace ver que nuestros hijos se llevan tan bien. coment Santiago, dirigindose a su viejo amigo. Qu dices t, Rafael? Pues al menos todos hallaron la forma de pasrselo bien sin nosotros. ri aqul. Dnde os habis metido? Por lo que yo s, Federico y Angelina gastaron la pista de xtasis hasta el alba; en cuanto a Gonzalo, no le he visto desde que abandonamos la fiesta, pero presumo que habr salido de correras con su pandilla como de costumbre, y sabe Dios a qu horas regres. No lo hizo. puntualiz la madre. Como a las tres de la madrugada llam diciendo que le haban invitado a un da de campo hoy y que dormira en casa de su amigo Tonio. Ya sabes cmo es tu hermanito; nunca est en casa. Todava no s cmo aguant tanto tiempo en la fiesta anoche!Fernando sonri, condescendiente. Todos haban sido adolescentes en alguna poca... Es normal que as sea, mujer. acot Santiago. Ya sabis que los jvenes no toleran demasiados boleros, por eso no me extra que Gonzalo, Federico y Angelina se las pirasen ms pronto que tarde. Pero s llam mi atencin ahora se diriga a Fernando notar que t y Leonor tambin os habais marchado; como no dijisteis palabra... Y por qu tanto asombro? Acaso somos un par de ancianos achacosos, que no pueden salir a disfrutar una noche de sbado? No es eso, hijo. ri el caballero. Simplemente no cremos que os sintierais cmodos acompaando a los muchachos. En realidad no fuimos todos al mismo sitio. Nosotros preferimos compartir un caf, charlar un poco y... conocernos mejor.Las ltimas palabras salieron de la boca de Fernando cargadas de significado; pero afortunadamente nadie pareci notarlo. A m me tom por sorpresa que Leonor aceptara irse de la fiesta. Lydia Carranza bebi un sorbo de zumo antes de continuar. Ella es tan reservada, tan desconfiada con la gente... Vamos, que estaba con mi hijo, no con un stiro. protest jocosamente Santiago. An as, no es comn en ella. Tal vez le ca especialmente simptico. Fernando se encogi de hombros, con aire inocente; empezaba a hacerle gracia aquella parodia. An as, seguramente no te fue fcil entrar en confianza. S bien cmo es mi hija, y tiene un carcter que nadie se atrevera a envidiarle... insisti la dama. Sin duda usted la conoce mejor que yo. respondi l con cortesa, y sonri para sus adentros preguntndose cmo reaccionara la buena seora si viera a Leonor como l la recordaba, audaz, incitante, lujuriosa como una gata en celo y a la vez sumisa por completo a la exigente sensualidad masculina. Pero esa era otra historia, y perteneca nicamente a ellos dos...La conversacin fue interrumpida por la aparicin de los nios, que de inmediato comenzaron a disputarse el privilegio de trepar a las rodillas de su padre. Cmo? Y para los abuelos no hay siquiera un beso?Con caritas compungidas, se dirigieron obedientemente a saludar a todos; pero de inmediato recomenzaron el pleito. Que no, que esta vez es mi turno! Nada de eso! Me toca a m y se acab! Basta, dejaos de pelear, que hay sitio para ambos. terci Fernando. Venga, sentaos aqu. Vale, pero ser yo quien ponga jalea en tus tostadas. porfi Mariana. En ese caso, tu hermano aadir el azcar al caf y todos en paz. De acuerdo? sentenci el padre, con la aprobacin de los pilluelos.Los Carranza y los Del Solar contemplaron la escena con ternura, pero tambin con un dejo de tristeza. Era evidente que, aunque no lo manifestasen, todos notaban en aquel cuadro un espacio vaco.En aquel instante apareci Leonor. Vesta pantalones vaqueros, una camisa roja a cuadros escoceses y zapatos tenis; llevaba el pelo prendido con un broche sobre la nuca. Instintivamente, Fernando alz la vista. Sus ojos se encontraron con los de ella, y al instante una oleada de dulzura le recorri las venas. As, a cara limpia y vestida de ese modo informal, se vea casi tan joven e ingenua como una quinceaera. De pronto sinti la necesidad de abrazarla, de protegerla...A Leonor se le hizo un nudo en la garganta cuando lo vio junto a sus hijos; haba tanto amor en cada sonrisa, en cada palabra que les dedicaba, que a su pesar los ojos se le humedecieron de emocin. Entonces comprendi que, ms all de su firme voluntad, no le iba a ser nada fcil sacar a ese hombre de su mente y de su corazn. Cun hondo haba calado Fernando Del Solar en sus sentimientos! Todo en l la conmova, hasta el ms mnimo gesto... y no poda evitar que el pulso le latiera con violencia al sentir fija en ella aquella mirada que pareca acariciarla. Cario, t tambin te has levantado temprano. la voz de Rafael Carranza, advirtiendo su presencia, la sac del ensimismamiento. No tena mucho sueo. replic, intentando que su voz sonara natural. Es lgico. dedujo Teresa.- Si t y Fernando os habis pasado sentados conversando toda la noche, seguramente no estis tan cansados como Federico y Angelina. Con ellos s, apuesto a que no contaremos hasta el almuerzo.Leonor baj los ojos. Cansada? Cansada era poco; deshecha era ms bien como se senta. Hija, creo que deberas venir ms seguido por aqu. apunt Santiago con una sonrisa de satisfaccin. Tal vez t lograses que el ermitao de la familia salga un poco ms... Este muchacho se la pasa todo el da encerrado con sus papeles, y los fines de semana, cuando podra ventilarse un tanto, pues nada, prefiere venirse con los nios aqu, al medio del campo. A veces pienso que Fernando hace ms vida de viejo que nosotros mismos... Y quin dice que nosotros somos viejos? protest su esposa, fingiendo enfado y provocando las risas de los dems. En verdad os agradezco la invitacin repuso Leonor con una sonrisa tenue, pero ya sabis que casi nunca vengo a Aranjuez. Y ahora podr hacerlo menos todava: adems de continuar con mi carrera, pienso instalar un estudio y comenzar a ejercer como abogada. As que lamento decepcionaros... pero temo que no volveris a saber de m en un largo, largo tiempo.Fernando acus el impacto del comentario; saba que aquella frase dicha en tono tan rotundo, estaba dirigida exclusivamente a l. Slo espero que al menos en las Navidades te acuerdes que tienes familia. dijo Lydia, resignada. No seas injusta, mam. reproch ella dulcemente. Siempre que me ha sido imposible venir en una fecha especial, os he enviado una carta, una tarjeta o un detalle. Nunca me olvido de vosotros... Vamos, bonita, que no lo dije en serio. respondi la seora, estrechndole la mano. Sabes bien lo orgullosos que estamos de ti. Y qu hay de Angelina? inquiri Santiago. Tambin ella piensa irse a estudiar a Madrid? No lo creo. contest Rafael. Angie detesta las grandes ciudades, y adems acaba de obtener un excelente empleo como programadora de ordenadores aqu en Aranjuez. Nuestras hijas siempre han sido muy diferentes. agreg su esposa. Desde pequea, Leonor demostr un carcter fuerte, rebelde, independiente. Sabamos que tarde o temprano se marchara a hacer su vida lejos de nosotros. En cambio Angie es ms dcil, se adapta mejor al mundo que la rodea, y es feliz desarrollando una actividad que le brinde satisfacciones, an cuando no sea en una gran empresa de la capital. As que al menos a ella la tendremos unos aos ms a nuestro lado. Y quin os dice, tal vez en un futuro podamos emparentar las familias. sugiri el seor Del Solar. Federico pareca estar muy interesado en vuestra nia... Dios del cielo, Santiago, no puedo creerlo de ti! ri su amigo. Es que de la noche a la maana te has convertido en Celestina? Slo bromeaba, hombre. Aunque no te oculto que me dara enorme gusto ver a un hijo mo casado con una de tus hijas...Leonor no despegaba los ojos de su pocillo de caf; pero saba que Fernando la estaba mirando con fijeza. Lo poda sentir en el aire, en la piel. Bueno, dejaos de conjeturas y hagamos algo productivo. cort Teresa. Qu os parece si vamos a dar una caminata por la finca y disfrutar lo hermosa que est la maana? Vale, eso es lo que haremos. Nosotros tambin podemos ir? preguntaron los nios. Id con los abuelos. dijo Fernando. Yo prefiero esperaros aqu. Vamos, pap, ven con nosotros! suplicaron a do las vocecitas infantiles. Recuerda que nos prometiste bajar el nido que est en lo alto de la vieja encina, para ver si hay huevecillos.l suspir, contrariado. De acuerdo, se har como queris. concedi. Y t, Leonor, no nos acompaas? invit la madre. An no acabo el desayuno. Venga, adelantaos, que yo os alcanzar ms tarde.No tena la ms mnima intencin de hacerlo, y Fernando lo saba. Pero aunque esta vez sus hijos lo requeran, se jur a s mismo que antes de acabar el da hallara una oportunidad para hablar a solas con ella.A eso de las once y media se levant Angelina, sorprendida de no or ruidos en la casa. Sali al patio y vio a Leonor sentada bajo las glicinas, leyendo un libro. Dnde estn todos? pregunt, mientras terminaba de prenderse el cabello. Fueron a pasear por la hacienda. Y t por qu no fuiste? No tena ganas. Qu hay de Federico? Tambin fue con los dems? No, l an duerme.Angie suspir. Era evidente por la parquedad de las respuestas que el humor de su hermana no haba mejorado. De pronto, se le ilumin el semblante. Se me ocurre una idea: por qu no vamos a despertarle? Leonor la mir con asombro. Pero t ests loca, nia? Cmo vamos a hacer semejante cosa? No veo qu tiene de malo; sera muy divertido ver cmo reacciona al abrir los ojos y encontrarnos ah. Quiz hasta nos arroje algo por la cabeza! Pues yo no le veo nada de gracioso a meterse en el cuarto de un hombre soltero, no estando sus mayores en la casa. Vamos, Nori, no seas tan anticuada... Est bien, si t no vienes, entonces lo har yo sola.Y dando media vuelta, corri escaleras arriba. Angie, aguarda un momento!Pero su hermana ya no le oa, as que permaneci donde estaba, aunque con el odo alerta por si acaso. Pronto escuch risas estrepitosas y gritos en la planta alta. Angie baj corriendo la escalera, y segundos despus Federico la sigui, descalzo y sin camisa, vestido slo con unos jeans desteidos. Espera a que te alcance y vers! Jams volvers a invadir mi propiedad privada...Y arrinconndola contra una columna, la amenaz: Ahora voy a ensearte lo que le hago a las nias traviesas que se atreven a despertarme. Qu les haces? lo enfrent ella, malvola.El rostro de Federico se fue acercando lentamente al de Angie, que cerr los ojos, expectante. Esto! exclam l de golpe, tomndola por la cintura y hacindole tantas cosquillas que la chica crey desmayarse de risa. De pronto, la voz de Leonor les sobresalt. Queris dejaros de hacer tanto escndalo? Por Dios, parecis criaturas. Mrate, Federico! Ser mejor que subas a vestirte; ests hecho un desastre. Y t, Angelina, djate de jugueteos. Ya no eres una cra, caramba!Angie y Federico se miraron jadeantes, conteniendo la risa. Ella se encogi de hombros; l le obsequi un guio cmplice y se dirigi a las escaleras. Pero al pasar junto a Leonor, no pudo evitar susurrarle al odo: Si no cambias ese humor avinagrado te vas a arrugar antes de tiempo... cuadita.El cerebro de la muchacha, obsesionado con la experiencia vivida en la noche, reaccion de inmediato. Qu es lo que Fernando te ha contado? Vamos, dmelo! exigi en voz baja, apretndole el brazo hasta causarle dolor. Fernando? Quin nombr a Fernando? pregunt el joven con fingida sorpresa. Yo me refera a Angie...Comprendiendo su error, Leonor sinti que las mejillas le ardan, pero agreg sin amilanarse: Pues como te metas con mi hermana, ya vers los problemas que puedes tener.Federico la mir con suspicacia, y repuso en un susurro: Yo que t, me ocupara primero de mis propios problemas... que por cierto parecen bastante serios.Media hora despus, la joven pareja tomaba el desayuno en el jardn. Leonor, desde su rincn bajo las glicinas, los contemplaba dominada por una inexplicable sensacin de agobio. Ya te he dicho cunto me molesta que me miren mientras como! protestaba l, riendo. Lo haces a propsito, verdad? Te aseguro que no, pero a dnde quieres que mire, si estoy sentada frente a ti? Pues ven y sintate a mi lado, as no tendrs excusas. la voz de Federico estaba llena de picarda.A los pocos minutos, otra vez los gritos y las risas. Lo ests haciendo de nuevo! Ves como era a propsito?Leonor baj la vista; no soportaba verles juntos, tan alegres, tan despreocupados con sus bromas y juegos. Por qu se senta as de angustiada? Acaso no haba ella tomado la mejor decisin?Unas voces desde el camino interrumpieron sus pensamientos. Vaya, no puedo ms con mis pies... se quejaba Rafael. Es que los aos comienzan a pesarte. replic su amigo. Y t lo dices? Como si fueses ms joven que yo! Al menos no estoy tan... inflado.Las seoras rieron del comentario. Ms atrs, Fernando traa a su hijo sentado sobre los hombros, mientras la pequea Mariana apretaba entre sus manitas un ramillete de flores silvestres. Al ver que Federico y Angelina estaban en el jardn, corri hacia ellos y le ofreci las florecillas a la joven. Son para ti. dijo, ruborosa. Oh, gracias, son preciosas! respondi Angie. Pero por qu te molestaste? Quera darte un obsequio por ser la novia de mi to Fede...Ahora la que se ruboriz fue Angie, ante la sonrisa de l. Y quin te ha dicho a ti eso? l mismo me lo dijo anoche. contest la chavala, sealndole. Pero habamos quedado en que era un secreto! Pues ya no lo es. ri la nia, y corriendo hacia su to le rode el cuello con sus bracitos y lo llen de besos. Hombre, estos cros consiguen cualquier cosa de m... coment el muchacho, divertido.Entonces Mariana repar en Leonor, que an permaneca en el rincn absorta en su lectura. No es aquella tu hermana? pregunt a Angie. S, ella es. Y tiene novio? No que yo sepa. Por qu preguntas? Es que pens que si to Fede tiene novia, deberamos buscarle tambin una novia a mi pap... Crees que tu hermana quiera ser su novia? Anoche estaban bailando juntos, yo los vi.Ambos jvenes rieron de la ocurrencia, aunque sin dejar de pensar cada quien por su lado cunto poda haber de cierto en ella. Pues yo no lo s. respondi Angie al fin. A lo mejor... Puedo ir a preguntarle? Ser mejor que lo dejes para otro momento, Mariana. intervino su to, pellizcndole la nariz. La hermana de Angie no se siente muy bien hoy, y no es bueno que vayas a molestarla. Est bien convino la nia; entonces voy a la cocina. Abuelita prometi que nos dara jalea de fresas al regresar.La miraron alejarse corriendo, y de pronto Federico exclam: Por qu no damos un paseo a caballo por la pradera? Hace un da esplndido para ello. Sera magnfico! se entusiasm Angelina. Qu esperamos, pues? y dirigindose a su padre: Pap, Angie y yo vamos a cabalgar un rato por ah. Regresaremos para el almuerzo, est bien?En eso intervino Fernando, que hasta aquel momento haba permanecido de pie junto al portal sin decir palabra, con los ojos clavados en Leonor, que simulaba no haberle visto. Creo que ir tambin. Me vendr bien el ejercicio. y directamente a ella: Supongo que si te pido que me acompaes, no irs a despreciar la invitacin, o s, Leonor?Aquel matiz imperativo en la voz masculina la irrit. Pero cuando se dispona a decir que no, su madre se le adelant. Vamos, querida, ve con Fernando. No puedes pasrtela todo el da metida en ese libro... Aprovecha una vez que tienes oportunidad de respirar este aire puro de campo, que ya para vivir entre el humo negro de Madrid te sobra todo el tiempo del mundo.No tena excusa para negarse, al menos sin que advirtieran que algo andaba mal. As que compuso una sonrisa que dejara satisfechos tanto a sus padres como a los anfitriones, y respondi calmadamente: Tienes razn, mam, es una buena idea. y a l. Espero que los caballos no sean muy nerviosos; hace siglos que no monto. Despreocpate. repuso Fernando en tono casual, que sin embargo trasuntaba una secreta alegra. Te ceder a Gipsy, mi favorito, que es bastante dcil.Rato ms tarde, los cuatro jvenes recorran la campia en sus corceles, observando y comentando detalles del paisaje. Veis aquellas rocas en la falda de la colina? All hay una pequea cueva donde nos ocultbamos con Fernando de nios, cuando habamos hecho alguna travesura y temamos que nos castigaran. Pap jams lo descubri! contaba Federico. Nosotras, en esos casos, nos escondamos en el stano de nuestra casa. record Angie. Era un sitio oscuro y fro, y daba un poco de miedo, pero como refugio de emergencia era perfecto. Aunque casi nunca nos castigaban. aadi su hermana.Fernando la mir intensamente, y coment con malicia. Alguna tunda de vez en cuando no te hubiese venido del todo mal; quiz as habras aprendido a pensar antes de hacer las cosas...Mientras tanto, sin que ella lo advirtiera, hizo una sea imperceptible a Federico para que se adelantara. Ven, Angie. dijo aqul. Te mostrar la dichosa cueva; hace aos que no voy all. Claro, me encantar!Leonor, al ver que les dejaban solos, le devolvi la mirada, cargada de furor. Basta ya, Fernando. exigi, aunque la voz era ms bien un ruego. Qu pretendes ahora? Por qu me pusiste en el compromiso de venir, si est claro que no deseo hablar contigo?Sin responder, l desmont con un gil movimiento y antes de que ella pudiera protestar, la tom de la cintura y la oblig a hacer lo propio. Yo s tengo que hablarte. Sobre lo de anoche. dijo, mirndola directamente a los ojos y con las manos an sobre su talle.Leonor sinti que se quedaba sin respiracin. No poda soportar aquellos ojos de noche, seguros, avasallantes, clavndose como puales en los suyos. Fernando Del Solar tena un dominio sobre toda ella mayor que cualquier otro hombre que hubiese conocido en el pasado... incluido Adrin Guerrero. Y eso lo haca especialmente peligroso; saba que si sucumba a su seduccin, sera de ah en ms completamente esclava de los sentimientos que estaban naciendo en su alma. Si no era fuerte ahora, ese hombre podra manejarla a su antojo... y cuando la tuviera rendida completamente, humillada, adicta a su cario, la abandonara, o peor an, la engaara como lo haba hecho Adrin. Es que acaso no haba aprendido nada de esa cruel experiencia? S, al menos una cosa: jams un hombre volvera a someterla a sus caprichos.Rpidamente se desprendi de su abrazo y camin hacia unos rboles cercanos, tratando de dominarse. Esta vez no poda claudicar; tena que apartar a Fernando definitivamente, convencerlo de que lo ocurrido no tena ningn valor para ella... aunque por dentro supiera que difcilmente llegara a olvidarlo. No hay nada que decir, Fernando. exclam por fin, tratando de aparentar indiferencia. Lo que pas anoche no es algo del otro mundo. Un hombre y una mujer se conocen, se gustan, hacen el amor... y despus, cada quien por su lado. As funciona, no?l avanz un poco, hasta quedar a unos pasos de ella. No fue una aventura, Leonor. Lo sabes.La afirmacin son rotunda, irrefutable en los labios masculinos. Pero ella sac energas de su interior para continuar con aquella dolorosa farsa. Tal vez no para ti, pero para m s lo fue. Simplemente quise divertirme una noche; te encontr, me atrajiste... y el resto vino solo. Pero es todo; se acab. Ya me di gusto, y creo que t no te la pasaste tan mal al fin y al cabo. Entonces, qu buscas ahora conmigo? Entindelo, fue nada ms que un buen momento juntos, y ah termina la cosa. No hay ningn lazo entre nosotros que te autorice a perseguirme o a tratarme como si fuese un objeto de tu propiedad.Se hizo un profundo silencio. Luego, l pregunt con aspereza: Tratas de decir que no sientes nada por m?Ella le volvi la espalda. An tena arrestos para mentir, pero no para enfrentar aquella mirada que pareca atravesarla. En lo absoluto. Lo nico que me interesaba de ti ya lo obtuve, as que... No te creo.Rudo. Tajante. Con toda la rabia que se le iba acumulando en el pecho ante cada palabra de ella. Esa no era su Leonor; algo la haba cambiado, y l iba a averiguar qu era aunque para ello tuviese que hacerle dao. Como el cirujano que corta la carne para extirpar un tumor, Fernando Del Solar estaba dispuesto a herir a la mujer que, ahora estaba seguro, amaba y deseaba ms que a nadie en el mundo, si con eso lograba romper la barrera de miedo que la estaba separando de l. Sera mejor que lo creyeras. agreg ella, mordindose los labios. De pronto se estremeci: l estaba justo a sus espaldas, muy cerca, demasiado cerca; y su voz, aquella voz profunda que le traa tantos recuerdos, ahora le hablaba al odo. En ese caso, no te importar que te bese, verdad? Total, que para ti no significar nada... y a m, en cambio, me matan las ganas de volver a hacerlo. No! trat de defenderse. Pero cuando quiso reaccionar, l la haba vuelto violentamente contra s, y sus brazos fuertes, posesivos, la rodeaban impidindole moverse. Qu ms te da? T lo sentirs apenas como un beso ms... Nada te cuesta, pues, complacerme.Y aferrndole la nuca con una mano, la oblig a echar la cabeza hacia atrs y fue acercando sus labios a los de ella. Lentamente, como si quisiera hacerla desear ese beso antes de drselo. Leonor cerr los ojos. Con el cuerpo de Fernando pegado al de ella, escuchando su voz, respirando su aroma, sinti de pronto que las fuerzas le abandonaban. La cabeza comenz a darle vueltas, percibiendo el aliento caliente de la boca masculina tan prximo a la suya. Cuando finalmente los labios de l se cerraron sobre los de ella, Leonor se retorci en su abrazo, en un ltimo intento por defenderse de aquel salvaje asedio; pero la mano de l intensific la fuerza con que le aferraba la nuca. A medida que la furiosa presin aumentaba, Leonor apret los dientes con tanto mpetu que se lastim la piel interna de los labios y se vio obligada a entreabrirlos. Esa era precisamente la brecha que la lengua masculina necesitaba para invadir ardientemente su boca. De sbito, la resistencia de la muchacha se desintegr como si nunca hubiera existido, y no pudiendo controlarse ms, correspondi con ciega pasin a aquel beso. Entonces l, dndose cuenta de su entrega, cambi la violencia por una ternura infinita, y el beso se transform en una dulce caricia sobre los labios hinchados de Leonor.Cuando al fin se apartaron, los ojos de ambos reflejaban una emocin distinta. Se abrazaron con fuerza, mientras Fernando no dejaba de besarla una y otra vez en el cabello. Lo saba, linda. Saba que no podas estar diciendo la verdad. susurr roncamente. Eres demasiado sincera para fingir por mucho tiempo.S, era verdad, pens ella. Finalmente, sus propios sentimientos la haban traicionado, y ahora l poda leer en su alma como en un libro abierto. Su voluntad haba sucumbido otra vez... pero qu importaba ahora! Lo nico verdadero era aquella tibieza que senta cobijada junto al pecho de Fernando, aquella sensacin de que a su lado el mundo exterior se desdibujaba, desapareca. Leonor, csate conmigo.Las palabras de l la volvieron bruscamente a la Tierra. Qu estaba diciendo? Poco a poco, la niebla que embotaba su mente se fue despejando y pudo empezar a razonar con claridad. Acaso le estaba proponiendo matrimonio? Fernando, pienso que... intent articular, pero l le cubri la boca con su mano. No metas al cerebro en esto. Deja que sea tu corazn el que responda, s? Es que esto es tan sorpresivo para m... No veo por qu. Te amo, de eso estoy seguro; y acabo de comprobar que t sientes algo muy parecido por m. Qu ms hace falta? Vamos, linda, no vaciles. Dime que s! No me presiones, Fernando, por favor; an no estoy segura de tener las cosas en claro. Dame un poco de tiempo para tomar conciencia de todo esto, te lo suplico...l suspir. Hubiese preferido que ella lo aceptara de inmediato; pero ahora saba que un poco de paciencia era nada comparado con la felicidad que esa mujer poda traer a su vida. Est bien, te propongo algo: medtalo durante lo que resta del da, y luego de la cena te espero en el invernadero para que hablemos. Ahora, deseo pedirte una cosa ms: deja ya de estar tan esquiva conmigo. No soporto tu indiferencia... me lastima.Ella lo mir a los ojos, y una interrogante cobr vida en su interior.Por qu no intentarlo? Si exista en el mundo un hombre apropiado para ser su marido, se era Fernando Del Solar. Ningn otro sera capaz de inspirar en ella lo que l despertaba, lo presenta. Y si fuera el hombre que estaba marcado en su destino? Por qu no poda ser sta la oportunidad de reconciliarse con la vida, y ese hombre, su pasaporte a un futuro dichoso?Sonri, y l descubri en esa sonrisa un destello de esperanza. Tienes razn, Fernando. confes dulcemente. Perdname por la forma como he estado comportndome contigo. En realidad no es que tuviese nada en tu contra; era conmigo misma con quien estaba luchando... Lo s, linda. Te conozco mejor de lo que crees.Leonor baj los ojos, ruborizada. Era verdad. Una vez ms, ante l dejaba de ser la responsable licenciada para transformar