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En la seccin argentina figuraron los artistas activos
desde la dcada del ochenta, con los que integraron el
grupo 'Nexus" y la presencia de algunos becarios. El
pblico poda comprender el arte argentino desde la
esttica finisecular de Reposo de Schiaffino hasta los
tipos espaoles de Jos Terry y el criollismo de
Ripa-monte. De la misma manera ocurra con el paisaje,
pese a importantes ausencias y rechazos, con El Omb de
Schiaffino, los paisajes de Cupertino del Campo y Wal-ter
de Navazio. Tambin se expusieron las pinturas
premiadas en el concurso de cuadros histricos. La de
mayor inters es Carreras de sortijas en dio patrio de
Ouirs: confluencia en el mismo lienzo de la pintura de
tema criollo que desarroll el tradicionalismo en las
dcadas siguientes con la pintura espaola a la Zuloa-ga.
Es interesante sealar ciertos dilogos que se entablaron
en la exhibicin entre este cuadro de Quirs con la
pervivencia de representaciones criollistas entroncadas
con el desarrollo del gnero en el siglo XIX, bajo la
influencia de la literatura de folletn, como el pendant
naturalista Hogar Feliz y Cobo de ao de Reinaldo
Giudici, y a la vez con obras como La vuelta de la
vendimio o 05 brujas de San Milln de Ignacio Zu-loaga
que anunciaban el nuevo camino para la representacin
de los tipos nacionales. As, la pintura de tipos se
consolidaba como genero en Buenos Aires aunque no sin
fuertes crticas, como la de Carlos Giambia-gi, paisajista
seguidor de Malharro: "Los que slo conocen el gaucho
de 'ledas', que no vivieron en el teatro de sus hazaas,
nos harn gauchos de carnaval con melena postiza y
facn de madera, sobre paisajes llenos de afectacin
melanclica"2.
BUENOS AIRES 1910 EL
IMAGINARIO PARA UNA GRAN CAPITAL
EDITORES
Margarita Gutman
Thomas Reese
Servicio de Informacin Documental Dra. Liliana B. De Boshi
Fac. Humanidades UNMDP
Centro de Estudios Avanzados
Facultad de Arquitectura, Diseo y Urbanismo
Universidad de Buenos Aires
Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo-Amrica Latina
Fondo Nacional de las Artes The Getty Research
Instituto for the History of Art and the Humanities
IMGENES URBANAS: CON LUPAS Y CATALEJOS
Rafael E.j. iglesia
IMAGEN Y CONSTRUCCIN DEL HABITAT
Para reflexionar sobre el imaginario urbano de Buenos Aires, en ocasin del
Centenario de la Revolucin de Mayo, deambular por diferentes campos, con el
propsito, a la vez, de mostrar imgenes y de crear en los lectores imga-nes de
aquel Buenos Aires. Mi recorrido no ser errtico: ir de la palabra a la imagen y de
la imagen a la palabra. Pero tampoco habr un orden cartesiano. Ir de saber en
saber, de evidencia en evidencia, aprovechando la polisemia de la palabra
imaginacin, como quien navega dejndose llevar por los vientos ms favorables,
sin preferir las rutas ms cortas ni las ms seguras. Recurrir a la urbe, con sus
edificios, territorios y sitios, y tambin recurrir a textos coetneos y actuales. Para realizar esta lectura imaginaria eleg los testimonios escritos de algunos
visitantes de Buenos Aires, antes, durante y un poco despus del Centenario.
Consider importante repasar rpidamente la imagen ms audaz y anticipada de
Buenos Aires, que es la dada por Sarmiento en su Facundo. Tuve que descartar
testimonios locales que los hay y en abundancia-, y prefer elegir a un poeta y a un
pintor: Evaristo Carriego y Alfredo Lazzari. Quedaron fuera (uno se promete volver
sobre ellos en un estudio ms extenso) Rubn Daro, Leopoldo Lugones, Ricardo
Rojas, Po Collivadino y tantos otros que literaria o icnicamente representaron a
Buenos Aires en su Centenario.
III
Rafael EJ. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos
Algunas precisiones
Las reflexiones que expongo se basan en la asuncin de teoras provenientes
de diversos campos del saber. La imagen. El concepto de imagen se usa articulando diversas posiciones: la
filosfica, expuesta por Kant en sus conceptos de "imaginacin productiva" e
"imaginacin reproductiva"; por Sartre en su brillante libro Lo 'imaginario; por Jaime
Kogan en su Filosofa de la imaginacin y por Maurice Merleau-Ponty en la
extraordinaria Fenomenologa de la percepcin. A estos aportes bsicos se agregan contribuciones ms recientes, sobre todo
las de Mark Johnson en El cuerpo en la mente, Howard Gardner en Estructuras de la
mente y las de Jaako Hintikka al comentar crticamente las tesis husserlianas. Por
su parte, Vega, Parsons y Piaget aportan ms elementos para esta consideracin
de la imagen y su funcin cognoscitiva.
Lenguaje analgico y lenguaje lgico. Hablar de imgenes nos lleva a considerar
las caractersticas del pensamiento analgico, base de la conicidad. En este plano se
puede aprender mucho del curioso y atrapante estudio Sistema y estructura, de
Anthony Wilden, quien basa toda su crtica a Freud, Lacan y Lvi-Strauss en las
diferencias que encuentra entre el lenguaje lgico (que l llama digital) y el analgico.
Aqu tambin hay resonancias de Paul Ricoeur, sobre todo de sus trabajos sobre la
metfora, reina de lo analgico. Con estas bases puede 'uno aventurarse a
considerar el imaginario de una ciudad.
Orden cercano y orden lejano. La categorizacin de dos rdenes de lectura de lo
urbano -lo cercano y lo lejano- que sirve de base estructural a la trama de la
ponencia, la propone el filsofo francs Henri Lefebvre en El derecho a la ciudad.
Esta categora permite establecer un tipo de lectura dirigido a reconocer los
elementos estructurales de una sociedad -el orden lejano- y las acciones propias de
los habitantes de la ciudad en su vida cotidiana -el orden cercano. De analoga en
analoga podemos comparar esta idea con la ms genera! de sistema, tal como la
propuso Bertalanffy en su Teora general de los sistemas: aqu sistema es el orden
lejano y el accionar dentro del sistema el orden cercano, tal como la lengua es para
Saussure la condicin de existencia del habla.Y as podramos llegar al concepto de
dispositivo que Michel Foucault ha expuesto no muy claramente en La genealoga
del poder. Esta lectura es inevitable para una comprensin fenomenolgica de una ciu-
dad, ya sea realizada sub specie histrica, como en este caso, ya sea aqu y ahora. La consideracin de los poetas como sensores privilegiados de la ciudad est
basada en Dilthey y, obviamente, en las reflexiones de Gastn Bachelard en su
Potica del espacio.
La imagen entendida como lenguaje analgico
Dice Henri Lefebvre:"La ciudad se lee como un texto". Lectura que sugiere tres
situaciones: la del imaginario del lector que lee, la del imaginario del lector que ha
ledo, la del imaginario de los nuevos lectores de esa lectura. Por su parte, Richard
Sennett sostiene:
El hombre o la mujer de la Grecia Antigua eran capaces de emplear sus ojos para ver
las complejidades de la vida. Los campos de juego, los lugares de reunin, las murallas,
la estatuara pblica, as como las pinturas de la ciudad antigua, representaban los
valores culturales de la religin, la poltica, la vida familiar.
Ver "las complejidades de la vida", dar vida a imgenes: las que aparecen aqu
como mediadoras entre el espectador y la realidad (Aumont). Como portadoras de
informacin, se articulan con los signos y seales piercianos. Leer no es tarea fcil.
Habra que estudiar cmo se significa la globalidad (semiologa del poder); cmo se
significa la ciudad (es sta a semiologa propiamente urbana); y cmo se significan las
maneras de vivir y habitar (semiologa de la vida cotidiana, del habitar y del hbitat)2
Una primera dificultad no todo puede decirse, pensarse o comprenderse con el
lenguaje discursivo que muchos han llamado digital o lgico (Cassirer, Fromm,
Wilden). Es necesario recurrir al lenguaje analgico, propio de los artistas (Wilden),
cuya principal caracterstica es la de vehiculizar informacin mrfica:
configuracional, con-formada. Jung le escriba a Freud:
Yo expliqu que el pensamiento "lgico" es el que se expresa en palabras dirigidos al
mundo externo en forma de discurso. El pensamiento "analgico" es sentido aunque
irreal, imaginado aunque silencioso, no es un discurso sino una meditacin sobre lemas
del pasado, un monlogo interior. El pensamiento lgico es "pensar en palabras". El
pensamiento analgico es arcaico, inexpresado y prcticamente inexpresable en pala-
bras. Creo que he encontrado en esta definicin un sentido distinto de la historia,
concebida no simplemente como hecho, sino como una serie de cosas, de objetos de
afecto pora ser usados por la memoria o el diseo.
Llamar imagen (de imitar: imitar, de igual raiz que mulo) a configuraciones
mentales, resultantes tanto de la intuicin o de la experiencia como de la
1. R. Sennet Lo conciencia del ojo, Barcelona.Versal. 1991. p. 11. 2. H. Lefebvre: El derecho a lo ciudad, Barcelona. Pennsula. 1968, p. 83. 3. Citado por A. Rossi: An analogical architecture. p. 133.
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Rafael E. J. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos
racionalizacin. Su definicin clsica: representacin de un objeto en su ausencia (Kogan). El
significado de diccionario es "figura, representacin de una cosa". Los griegos diran un
analogon de lo ausente.
Mientras en la percepcin el objeto est presente materialmente, en el recuerdo y la
imaginacin es "presentificado", hecho presente, por un acto de conciencia.4
Y Sartre afirma:
El objeto en imagen no es ms que la conciencia que de l se tiene.
El imaginario urbano
El imaginario urbano plantea de entrada varios problemas semiolgicos: qu representa
la imagen: la ciudad en tanto urbe o en tanto civitas? El habitar en la ciudad-urbe? Qu
elementos smicos constituyen la imagen? A qu refieren? Qu emociones, conductas o
esquemas mentales connotan, denotan o inducen?
La imagen y los esquemas conceptuales
La imagen, como explic Boulding, tiende a ser"un sistema cognitivo completo,
impregnante: una imagen que abarca todas nuestras interacciones con nuestro entorno".5 Esta
imagen, ms que denotativa, es connotativa. No busca el conocimiento slo racionalmente, es
intuitiva y emotiva, registra y provoca emociones. Usa parcialmente el lenguaje de la lgica,
prefiere el lenguaje analgico.
Los esquemas de imgenes no son proposicionales; se trata de estructuras que organizan
nuestras representaciones mentales a un nivel ms general y abstracto que aquel en el que
construimos imgenes mentales particulares.6
Parecera que los esquemas de las imgenes trascienden toda modalidad sensorial
especfica, si bien abarcan operaciones anlogas a la manipulacin, la orientacin y el
movimiento espaciales.7
Operan a un nivel de organizacin mental situado entre las estructuras proposicionales
abstractas y las imgenes concretas particulares. (...) Estos patrones que surgen como
estructuras significativas principalmente a nivel de nuestros
4. J. Kogan: filosofa de la imaginacin. Buenos Aires. Paids, 1986. p. 261.
5. D. Canter: The Psicology of Space. London, 1986, p. 26.
6. M. Johnson. El cuerpo en la mente. Madrid. Debate. 1991, p. 78.
7. Id, p. 80.
movimientos corporales en el espacio, nuestras manipulaciones de objetos y nuestras
interacciones perceptivas (...) son estructuras para organizar nuestra experiencia y nuestro
entendimiento. (...) son patrones dinmicos ms que imgenes fijas y estticas.8
Tambin son esenciales los diversos tipos de estructuras esquemticas de la experiencia y
las proyecciones figuradas (no proposicionales) que nos permiten tener una experiencia
coherente, estructurada y significativa y razonar sobre ella. Es crucial entender que la
comprensin no es slo una cuestin de reflexin, de uso de proporciones finitas en alguna
experiencia preexistente y ya determinada. La comprensin es el modo en que "tenemos
un mundo", el modo en que experimentamos nuestro mundo corno una realidad
comprensible (...) supone la totalidad de nuestro ser: nuestras aptitudes y capacidades
corporales, nuestros valores, nuestros estados de nimo y actitudes, toda nuestra tradicin
cultural, el modo en que estamos ligados a una comunidad lingstica, nuestras
sensibilidades estticas. En sntesis, nuestra comprensin es nuestro modo de estar en el
mundo. (...) Los actos ms abstractos y reflexivos de nuestra comprensin son,
simplemente, una extensin de nuestra comprensin de este sentido ms bsico de "tener
un mundo". (...) Es el modo en que nuestro mundo se presenta ante nosotros, lo cual es
consecuencia del impresionante complejo de nuestra cultura, lengua, historia y
mecanismos corporales que se funden para hacer de nuestro mundo lo que es.9
Cada uno de nosotros elabora una serie de prototipos, de ideas estereotipadas sobre el
funcionamiento del mundo, a travs de nuestras propias experiencias. La presencia de
estos prototipos crea expectativas que son utilizadas para evaluar las nuevas
experiencias: las que responden a nuestras expectativas refuerzan la validez de os
prototipos, mientras que las que contrastan con ellas provocan una reorganizacin de los
mismos en la memoria.
La presencia de prototipos y expectativas es el presupuesto indispensable para la
comprensin, ya que activo un formidable mecanismo de "inferencia" que nos permite
completar nuestras percepciones cuando stas son incompletas.10
Distingamos una primera imagen, fruto de la percepcin de lo dado en el exterior, una
forma que nos permite reconocer algo, dentro del continuum que se ofrece a las sensaciones.
Esta imagen es la de algo configurado que podemos identificar con respecto al todo, como en
los tests de Rorschach, las pinturas de Arcimboldo o los dibujos de Escher.
8. id. p. 86. 9/d.p. 174. 10. M.T. Serafini: Cmo se estudia. Barcelona, Paids. 1991.
114 115
Rafael E. J. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos
Para Gombrich, ste es el fin de la mirada inocente y el fin de la existencia autnoma de
las "cosas". Dice Marina:
La mirada no sale hasta el objeto visto, como crean los antiguos, y como tambin cree el
lenguaje. Escudriar y escrutar significaban originariamente visitar un lugar, recorrerlo. El
ojo vagabundeara por las cosas, experimentndolas. Experiencia significaba lo mismo: lo
sucedido en un viaje. (...) No hay percepcin sin estimulo, pero el estimulo no determina
por completo la percepcin. Hay una holgura entre ambos, que permite un juego.
Justamente el juego de la facultad de ver. La mirada se hoce inteligente (...) Percibir es
asimilar los estmulos, dndoles un significado.11
Los psiclogos ven en el fenmeno un acto totalizador, donde no se pueden distinguir
elementos: Boulding lo llam un "esquema", Jonhson habl de "imgenes" previas, "esquemas
de imgenes", Vega de "esquemas conceptuales". Para muchos estas imgenes son previas a
la definicin de cualquier problema, se "dinamizan" para facilitar su comprensin y orientar hacia
la accin.
Los esquemas no slo contienen informacin conceptual sobre el mundo, sino que
contienen un carcter procedimental, dirigido a la accin. (...) Los esquemas de accin no
slo guian nuestro comportamiento, sino que permiten interpretar y recordar
posteriormente secuencias complejas de accin observadas, especialmente si stas se
dirigen o una meta.12
Piaget aporta su nocin de "esquemas sociomotores", estructura de conocimiento no
conceptual sino ejecutiva. Parsons llama a esto un "encuadre trascendental", "un conjunto a
priori de condiciones sin las cuales el fenmeno en cuestin no podra ser concebido de una
manera ordenada".13
Vega afirma: "Una determinada accin se recuerda mejor si est integrada
a un esquema".14
Volvamos a los dibujos de Escher y a los cuadros de Arcimboldo. Segn preparemos
nuestra percepcin a priori veremos un paisaje real que, sin embargo, repugna a nuestra
experiencia de la realidad: caso Escher. O veremos alternativamente una cara o un paisaje: caso
Arcimboldo. Este es territorio estrictamente analgico, ilusorio o inmediato. La imagen est
presente per se, no representa cosas (nombrables) sino situaciones, es esquemtica. De este modo se llega a la comprensin activa, a partir de ideas prefiguracionales sobre
"qu es" o "cmo debe ser", no slo las cosas "percibidas",
sino el mundo mismo. Einstein deca que no hay mundo exterior, sino "comprensin" del mundo
exterior. Queda claro que los "imaginantes" pueden ser un espectador individual o la sociedad.
15
Sean cuales fueran los factores que actan en la construccin de algo, alguna imagen est
presente en el momento primero de cualquier accin que un agente emprende sobre su
configuracin, y acta as como un modelo. Estas representaciones se hacen presentes en el
momento de actuar. La imagen se construye con una constelacin conceptual que comprende tres reas: la
cognitiva (conocer algo); la afectiva (sentir y valorar algo); la conativa (hacer o proponer hacer
algo).16
[La imagen] gua el comportamiento y nos permite interpretar la informacin que recibimos
de nuestro entorno. "El significado de un mensaje es el cambio que produce en la imagen".
La imagen como re-presentacin
Otra imagen es aquella que el imaginador pone en el mundo, a la que llamar icono
(Pierce). Est destinada a evocar o re-presentar ante otro la cosa percibida originariamente. Su
paradigma es la obra de arte. Hay aqu un mediador, que puede ser un artista, un narrador o un
cientfico. Sobre estas imgenes desplegar mi propio imaginario y tratar de inducir un cierto
enriquecimiento del imaginario urbano de cada lector. Johnson ayuda a clarificar la funcin de la imaginacin:
Lo imaginacin es nuestra capacidad de organizar representaciones mentales (sobre todo
percepciones, imgenes y esquemas de imgenes) en unidades significativas y coheren-
tes. De esta forma incluye nuestra capacidad de generar un orden innovador}18
Con ayuda de la segunda imagen, la propuesta por "lectores" de la ciudad, procurar
develar la formacin de la primera.
Podemos decir: la ciudad es imaginada, evocada, mirado, inventada y recreada. (...)
Ciudad: espacio pblico y espacio de intimidad; es tambin el espacio imaginado poblado
de secretos conocidos y zonas de misterio.19
11. JA Marina: Teora de la inteligencia creadora. Barcelona. Anagrama. 1993. pp. 30. 32.
12. M. de la Vega: Introduccin a lo psicologa cognitiva. Madrid. Alianza. 1990, pp. 416. 419.
13.T. Parsons: ActionTheory and the Human Condition. 1978, p. 356.
14.Vega: op. cit. p. 419.
15. R H. Chombart de Lauwe:Hombres y ciudades, Barcelona, Labor, 1976.
16. A. Rapoport: Aspectos humanos de la forma urbana. Barcelona. Gil, 1978.
17. Canter: op. cit. p. 21.
18. M. Johnson: El cuerpo en la mente. Madrid. Debate. 1991. p. 222.
19. R. Zak de Goldstein. La ciudad vista, inventada y recreado por arquitectos, crticos de arte y
psicoanolistas. 1994, p. 44.
116 117
Rafael E. j. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos
Con las ciudades, como con las personas, uno entabla relaciones entraables o
alrgicas, por razones que obedecen al mito, la magia o el azar, misteriosas coin-
cidencias o inexplicables desencuentros que es intil tratar de entender, manifesta-
ciones de un orden secreto que desde las sombras traza nuestro destino, la
imprevisible geografa de nuestras vidas.20
LA IMAGEN Y LA CIUDAD
Consideramos el proceso de construccin del habitat humano como una praxis (con
sus teoras, sus motivaciones, sus finalidades y sus operaciones especificas). Al resultado
final, una construccin material, se llega a partir de ideas prefiguracionales sobre "qu es" o
"cmo debe ser" la cosa a construir. Se ha llamado a eso el "imaginario" urbano:21
Las representaciones que se hagan de la urbe, de la misma manera, afectan y guian su
uso social y modifican la concepcin del espacio.17
La ciudad de Londres, con sus edificios, palacios, mquinas de vapor, catedrales, su
enorme e inmenso trfico y bullicio, es un Pensamiento, millones de Pensamientos
reunidos en Uno, un enorme e inmensurable Espritu de Pensamiento, materializado en
ladrillo, hierro, humo, polvo, Palacios, Parlamentos, Carruajes, y toda lo dems. Ningn
ladrillo se hizo sin que alguien pensase en producido (T. Carlyle. Los Hroes).
Florencia es una ciudad concreta, pero la memoria de Florencia y su imagen adquieren
valores que valen y representan otras experiencias. Por otra parte, esta universalidad
de su experiencia nunca podr explicarnos concretamente aquella forma preciso, aquel
tipo de cosa que es Florencia.23
Pars no es para mi un objeto con mil facetas, una suma de percepciones.Tal como un
ser manifiesta la misma esencia afectiva en los gestos de su mano, en su andar y en el
timbre de su voz, cada percepcin expresa de mi viaje a travs de Pars -los cafs, las
caras de la gente, los rboles de las avenidas, las curvas del Senase recorta en el ser
total de Pars, no hace ms que confirmar un cierto estilo o un cierto sentido de Pars.24
El habitante no es neutro, construye l mismo la imagen con ayuda de su experiencia y
de su memoria... [Esta imagen} es parcial, construida a partir de secuencias a la vez
topogrficas y temporales (notoriamente las secuencias de desplazamiento),
diferentes y desigualmente amplias segn los grupos.2S
El imaginario urbano es el lugar de la interseccin entre el esquema mental, lo dado a
la percepcin y los iconos que re-presentan a la ciudad. Estos ltimos, dada su funcin
mediadora, ocupan su lugar en el orden secundario, re-presentan cosas, estn en lugar de.
De all que los iconos artsticos adquieran riqueza en la vibracin de ida y vuelta entre su
situacin meramente representativa (su funcin esttica: la fruicin de las formas) y su
funcin representativa (comunicativa) de estar "en lugar de".
Los lugares frecuentemente proveen la ms extensa gama de asociaciones a largo
trmino (...) debido a una mezcla de memorias, hbitos y expectativas con los cuales
los relacionamos.26
Cuando no se acta, el espacio habitado se imagina, se modeliza o representa usando
la informacin adquirida en secuencias de acciones, representaciones mentales y
significados lingsticos (Carr. Canter). El resultado es un conjunto no fijo, sino cambiante,
de caractersticas asociadas a un sitio.
Los lugares frecuentemente proveen de la mayor gama de asociaciones duraderas (...)
con una variedad de significados, debido a la mezcla de memorias, hbitos y
expectativas que unimos a ellos.27
Estas representaciones, como una imaginera semitica y mapas cognitivos, cmo
ideas e ideologas, juegan un poderoso rol al conformar la espacialidad de la vida
social. No se puede dudar de la existencia de este espacio humanizado, mental, una
'mentalit' espacializada.28
La relacin entre representaciones y prcticas de la ciudad desborda el dominio de las
cartas menta/es, aunque hayan sido construidas con la mayor precisin;por lo menos
esas cartas mentales tienen sentido a travs de los modos de habitar, de modelos
culturales y no slo de actos visuales. La representacin de la ciudad se inscribe asi en
una etno-historia, tanto como en una critica de las ideologas.29
20. M. Vargas Llosa: "Annimo veneciano". La Nacin. 17I10/94. p. 7. 21. A. Silva:Imaginarios urbanos, Bogot. Tercer Mundo. 1992. 22. Ibid..p. 16. 23. A. Rossi: Lo arquitectura de la ciudad. Barcelona. Gili. 1971. p. 61. 24. M. Merleau-Ponty. Fenomenologa de la percepcin. Barcelona. Planeta/Agostini. 1984. p. 296.
25. M. Roncayolo: La Ville et ses territoires. Pars. Gallimard. 1990, p. 176.
26. Canter: op. cit. p. 9.
27. Ibid
28. E. Soja: Postmodem Geographies, Londres. Verso, 1990. p. 121.
29. Roncayolo: op. cit. p. 177.
Rafael E. ]. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos
POSIBILIDADES IMAGINARIAS
Lefebvre ha dicho:"La ciudad se lee como un texto".Y luego, profundizando su
aseveracin, la ha limitado:
En el texto urbano se transcribieron procesos globales y relaciones generales,
nica y exclusivamente a travs de las ideologas, interpretados por tendencias y
estrategias polticas. De ah la dificultad-sobre la que conviene ya ahora insistir-de
concebir la ciudad como un sistema semntico, semitico o semiolgico, a partir
de la lingistica, el lenguaje urbano o la realidad urbana considerada como
conjunto de signos. (...) En su plano especifico, la ciudad puede dominar significa-
ciones existentes, polticas, religiosos, filosficas. Las asume para decirlas, para
exponerlas por vio -o voz- de los edificios, monumentos, y tambin por las
calles y plazas, por los vados, por la teatralizacin espontnea, los encuentros
que en ellos se desenvuelven, sin olvidar los fiestas, las ceremonias (con los
lugares cualificados y apropiodos.30
La ciudad es un texto que no puede leerse sin referirlo a su contexto. Y ste se
da en dos niveles, que Lefebvre llama del orden lejano y del orden cercano. En el
orden lejano, que no debe suponerse necesariamente unitario, se ubican los po-
deres ordenadores de la sociedad y en consecuencia, de la ciudad. AI simbolizarlos
en su trazado y sus edificios pblicos, se disimulan sus conflictos y se velan sus
rivalidades. Este orden se proyecta a su vez sobre el orden cercano, donde estn
la vida cotidiana, los relaciones inmediatas, lo inconsciente de 'lo urbano', lo que
apenas se dice y, menos an, se describe, lo que se oculta en los espacios habita-
dos la vida sexual y familiar- y apenas se manifiesta cara a coro.31
Ambos conforman el contexto de la proyeccin de la ciudad en sus formas.
Lo que se inscribe y se proyecta no es nicamente un orden lejano, una globalidad
social, un modo de produccin, un cdigo general: es tambin un tiempo, o, mejor
an, tiempos, ritmos. La ciudad se escucha como una msica, de lo misma manera
que se lee como una escritura discursiva.32
La ciudad, ya nos lo han dicho los psiclogos, es tambin lugar y efecto del
deseo.
30. Lefebvre: op. cit. pp. 71-80. 31. ibd..p.74. 32. ibid..p.75.
IMAGINARIOS DEL BUENOS AIRES EN 1910
La urbe, parte dura de la ciudad, refleja el orden lejano. En la parte blanda,
ciudadana, llena de acciones y personas, espejea el orden cercano, el orden del
viejo Juan Pueblo, hoy "Doa Rosa". Primer nivel de lectura: en 1910, la ciudad es ya aquella que "imaginaron" los
progresistas del siglo anterior.
LA IMAGEN DEL FACUNDO SARMIENTINO CUMPLIDA
La ciudad del Centenario fue prefigurada por Sarmiento en su Facundo (1845).
En la casi teora urbana de Sarmiento destacan cinco factores: I) el sitio natural; 2)
los habitantes; 3) las actividades productivas; 4) el sistema democrtico y 5) el
sistema ideolgico.
El sitio
El sitio es la Amrica natural, para Sarmiento lo desrtico, lo inhabitado (o
habitado por salvajes). Causa natural de la barbarie. La lucha por la civilizacin es
la lucha por dominar, explotar, subyugar ese territorio natural. Civilizar es
antropizar. Ah est Buenos Aires, extendida sobre la pampa, avasalladora. Blasco
Ibez dice: "Buenos Aires es grande, grande".
Los habitantes
Los habitantes pueden ser: salvajes (aquellos que se unen a lo natural) o
ciudadanos (los que viven en ciudades y han demostrado su capacidad de dominio
sobre el medio). Los primeros, aunque sean buenos y en algunos casos tiles,
como los hurones de Fenimore Cooper, son consecuencia y agentes de la
barbarie. Los propios espaoles se barbarizaron en las tierras agrestes de Am-
rica. Al ser agentes de la barbarie, estos "ciudadanos" tambin son enemigos
"naturales" de la ciudad. Son otros los ciudadanos agentes y producto de la civilizacin. Ellos debern
reemplazar o eliminar a los salvajes. El cambio va de gauchos e indgenas a
industriosos europeos no-hispnicos. Las polticas inmigratorias cumplieron la tesis
sarmientina: en 1910 la poblacin se haba casi duplicado con respecto a 1895 y el
40% de la poblacin era urbana. El "crisol" de razas se oye en el habla de sus
habitantes, donde predomina el gringo cocoliche. Se ve en los habitantes y se
festeja en los mltiples monumentos: de los espaoles, de los italianos, a Coln, a
la reina Isabel La Catlica y asi siguiendo.
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Rafael E. J. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas / catalejos
Las actividades productivas
Las actividades productivas nacen en las ciudades. Su lugar "natural" es la metrpolis. La
ciudad metropolitana es una caracterstica comn a las ideas de Sarmiento y al incipiente
pensamiento urbanstico europeo. La centralizacin metropolitana es necesaria para que
Buenos Aires sea el centro del pensamiento civilizado, que no puede ya nacer, como en caso de
la Grecia clsica, de muchas ciudades pequeas unidas por fuertes lazos culturales. La
metrpolis es tambin el centro de los intereses comerciales, tal como lo fue en el periodo
colonial. Ms adelante Sarmiento no estar tan seguro de la necesidad de la centralizacin
metropolitana, pero cuando escribe el Facundo la metrpoli es la clave de la concentracin del
poder poltico y econmico y l la cree necesaria para el desarrollo del proyecto de una nueva
nacin moderna y progresista.
La democracia
El sistema democrtico slo puede nacer y desarrollarse en las ciudades, gracias a que la
ciudad es el locus de la produccin y del intercambio de las ideas progresistas que venan de la
Europa "iluminada". La educacin homogeneizar la cultura. En 1910 el terreno estaba
preparado para abandonar una semidemocracia fraudulenta y perfeccionar el sistema
republicano con el voto obligatorio que conseguir Senz Pea en 1912.
La ideologa
El rol civilizador inscribe o subordina al proyecto poltico y esta subordinacin est
justificada de manera para-cientfica. El concepto de ciudad se construye dentro del concepto de
la organizacin poltica. La ciudad slo encuentra sentido dentro de un contexto poltico. De este
modo se ha invertido la gnesis semntica: de la ciudad (polis) naci la palabra que designaba
una accin: la politica. Ahora, de la accin se deduce la ciudad necesaria. Sarmiento se encolumna asi en la tradicin urbana ms fuerte de la sociedad
grecorromana occidental: la de una creciente urbanizacin. Desde all deduce el enfrentamento
geopoltico entre lo urbano, de mxima antropizacin, y lo rural, donde la antropizacin es
mnima. Podemos entrever algunos elementos espaciales que caracterizan a su imagen de la
ciudad "moderna": la plaza pblica, las calles amplias y protegidas. Algunas de estas imgenes,
como las de las recovas, son propias de la ciudad hispanoamericana. La ciudad que Sarmiento imagin se construy durante la segunda mitad del siglo XIX, con
ayuda de polticos e idelogos como l, a la medida de los intereses de los comerciantes y aun
de los terratenientes porteos. Estos "urbanistas"
comenzaron a construir un pensamiento sistemtico sobre la ciudad y sus fenmenos y
problemas, empezando por la nocin de capital y de red urbana.
METRPOLI Y MODERNIZACIN: EL ORDEN LEJANO
La propia exposicin de 1910 es semosis de ese orden lejano que concreta la imagen
sarmientina. Tan lejano que muchas veces se le puede aplicar la observacin lefebvriana:
Paradjicamente, considerada a ese nivel, lo ciudad se compone de espacios inhabitados
e incluso inhabitables: edificios pblicos, monumentos, plazas, calles, vacios grandes o
pequeos. Hasta ese punto es cierto que el habitat no constituye la ciudad, y que la ciudad
no puede definirse por esa funcin aislada.33
Las palabras que designan esa imagen son "moderna" y "cosmpolis". Para 1909, el ingls
Koebel puede decir:
Es verdad que en el pasado no ha llamado la atencin y que. aun cuando es una de las
principales metrpolis del globo, todava no ha dado que hablar al mundo. (...)
B"porteo"(...) afirma con orgullo que no existe nada en ninguna otra capital que no se
pueda encontrar en la capital de la Argentina. (...) Es una ciudad de lujo y una especie de
lugar de recreacin internacional donde cada tipo de poblacin puede encontrar un rincn
donde entretenerse segn sus costumbres (...) se puede, hasta un cierto punto, juzgar a
una ciudad por el aspecto de sus restoranes (...) son tan cosmopolitas como el resto de la
ciudad.34
En 1910 Blasco Ibez dice:
La Humanidad necesita una ilusin, una esperanza de riqueza que la acaricie en sus horas
de desengao y penuria, y otro nombre ha venido a sustituir a III los mgicos nombres
antiguos ... Buenos Aires! (...) Buenos Aires, cuyo nombre se confunde con el de todo el
pais argentino en la simple imaginacin de muchas gentes, significa la fortuna por el
trabajo.35
Buenos Aires, ms que una ciudad moderna, es una ciudad llena de actos modernizantes:
33. Lefebvre: op. cit, p. 79.
34. Koebel: op. cit. pp, 28-38.
35. V. Blasco Iber Argentino y sus grandezas. Madrid. 1910. p. 16.
Rafael E. J. Iglesia
Es una ciudad donde los tranways elctricos corren rpidamente, donde los vendedores de
diarios gritan en muchedumbre, donde los "pequeos telegrafistas" circulan ton
rpidamente como en otras partes. (...) Es una ciudad de teatros y de restorantes, de
"limpiadores al vado" y de grandes estaciones terminales, de huelgos, de affiches
monstruosos y de embotellamientos de trnsito: todas cosos que testimonian lo que
Buenos Aires es, es decir, una de las ciudades de las ms grandes, de las ms modernas
de su espede. (..) Lo caja del ascensor toma el lugar ocupado antes por el patio.36
La cuadrcula
Expresin de un orden lejano anterior, la cuadrcula sorprende a Huret:
una multitud de cubos de piedra que se prolonga en el horizonte. (...) Algunas
construcciones modernas, con cpulas, Pechas y ambiciosas cspides, sobrepasan los
cubos blancos..}7
La mayor parte de la dudad est construida por cuadros o bloques segn el sistema
norteamericano. La comodidad no puede ser apreciada sino por quien hayo habitado una
ciudad construida de esa manera. (...) El sistema de bloques cuadrados segn el cual se
construy la dudad es una gran ayuda o lo polica.38
En la cuadricula puede leerse un Orden, propio de los comienzos del mun-, do moderno. Racional,
controlador de la propiedad y smbolo y posibilidad del progreso indefinido (as fue planteado no
slo en la Hispanoamrica de Felipe II, sino en ios Estados Unidos de jefferson: la cuadrcula
permite la extensin urbana indefinida y progresista).
La Avenida de Mayo
Esta ciudad, imaginada como la concrecin de la civilizacin, sinnimo de "modernidad",
para predicar su condicin moderna construy un boulevard a la francesa: la Avenida de Mayo
(1890-1894). Las referencias continuamente remiten a la imagen del Pars de Haussman:
La apertura de la Avenida de Moyo, en 1894, marca el momento ms decisivo en la
transformacin de la ciudad. Se abri la primera calle moderna. (...) Sus avenidas [los de
Buenos Aires) son bulevares como los de Paris.39
36. Koebel: op. cit. p. 29-32.
37. J. Huret: La Argentina. Pars. 1911.p.48.
38. Koebel: op. cit. pp. 30-65.
39. Blasco Ibaes op. cit, p. 506.
Imgenes urbanas: con lupas y catalejos
Alvear, Callao, presididas por la Avenida de Mayo, son los signos urbansticos ms
importantes de la modernidad. Reflejan el orden lejano que organiza el espacio territorial urbano,
a imagen y semejanza de las metrpolis modernas.
Lo imponente Avenida de Mayo que va de la plazo donde se levanta la catedral y el palacio
de gobierno, hasta aquello donde se construye actualmente la Cmara del Congreso.40
La Avenida de Mayo, ton ancha como nuestros mejores boulevares, se parece al Oxford
Street por el aspecto de los escaparates y la decoracin de los edificios.
Los viajeros la consideran la va ms importante, moderna y populosa.42
Extraordinariamente bella.43
la ms hermosa de la ciudad.(...) Carruajes y automviles la surcan por todos lados y en
todos las direcciones desde las primeras horas de la maana hasta las dos de la
madrugada siguiente.44
transitan centenares de automviles y coches de caballo, bajo los primeros resplandores de
los focos elctricos.45
Puerto Madero
El puerto era otro de los signos de un orden lejano: el de la economa capitalista,
agroexportadora. Terminado en 1897, impresionaba, a pesar de sus deficiencias tcnicas, como
un ejemplo del progreso alcanzado. Daro le canta al rio, al Plata, podre extraordinario. Extraordinario porque por l nos llegan y
se van las mercaderas.
Todos los viajeros coinciden en exaltar la modernidad y lo grandeza del nuevo puerto,
cmodo y seguro, dolado de excelentes instalaciones, con gras, puentes giratorios,
depsitos y grandes elevadores de granos.46
40. Koebel: op. cit. p. 31.
41. G. Clemenceau: cit en S. Pereira. Viajeros del siglo XX y realidad nacional. Buenos Aires.
CEAL 1984,p.22.
42. Garca de D'Agostino et ol:.lmogen de Buenos Aires a travs de tos viajeros, Buenos Aires. UBA
I98l.p. I43.
43. Alcok op.cit.p.73. 44. A. Cattaruzza: op. cit. pp. 24.-68.
45. Blasco Ibez: op. cit. p. 516.
46. Garca de DAgostino:op.cit.p. 140.
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Rafael E. J. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos
Orden lejano de un comercio mundial que ubica a la Argentina en su rol de proveedora de
materias primas e importadora de bienes manufacturados: la ciudad es su instrumento
privilegiado, el puerto su "puerta" (tal como lo quiso Juan de Garay), el rio, su camino.
El Mercado de Frutos
El Mercado de Frutos, gigantesco depsito de la produccin nacional (...) nica-mente
puede describirse diciendo que es un edificio monstruosamente enorme. (...) lo reputan
como el mercado mayor del mundo.(...) En ningn otro monumento de Buenos Aires se ve
con tanta claridad como en este edificio la grandeza econmica de a Repblica.47
El Mercado de Frutos evidencia el mercantilismo agropecuario:
Todo un mundo vive, se agita, regatea, examina, enfarda, Compra, vende, gana y pierde
bajo la misma techumbre.48
All se lee el orden econmico que sita a Buenos Aires como el lugar de la organizacin
necesaria del intercambio entre materia prima interna y productos manufacturados externos.
Aqu est la razn de la grandeza de Buenos Aires:
Todo es enorme en ella; lo bueno como lo malo. Se gana dinero con mayor facilidad que en
Europa, pero la vida es ms costosa que en ninguna ciudad del viejo mundo.49
El Jockey Club
La existencia habitual de los hombres de buenos Aires, poco inclinados al trato con las
seoras fuera de la vida del hogar, amigos de reunirse entre ellos para sus diversiones, y
con la propensin irresistible que sienten todos os criollos hacia el juego, ha fomentado la
existencia de grandes clubs (...). El Jockey Club es casi un pequeo estado dentro de]
estado. Ocupar su presidencia equivale a tener una alta investidura semioficial. En los
salones de esta sociedad se han forjado muchas combinaciones polticas y se han decidido
los destinos del pas.50
47. Blasco Ibcz op. cit. p. 526. 48. Ibid
49. Ibid, p. 528.
50. Ibid, p. 516.
Cuando el Centenario, el dandy Benito Villanueva, en su papel de Presidente del Jockey
Club, recibi a la Infanta Isabel en las escalinatas del Club, obra de Rene Sargent.
Su sede, situada en la calle Florida, es de una amplitud difcilmente encontrable en
cualquier otro club del mundo entero; su escalera justifica su reputacin, y la disposicin,
como la decoracin de sus salones, son de lo ms fastuoso.51
un palacio en la calle Florida, instalado con tal esplendidez que puede compararse, sin
vacilacin, con las sociedades de recreo ms famosas de Europa.52
Aunque el club haya sido tomado de Europa, el arreglo es completamente americano. La
excelencia confortable reina en todos partes del palacio, donde se ha querido que el lujo no
tenga la molestia de disimularse. Servicios de mesa impecablemente parisienses.
Hermosos salones de conversacin en los que la luz est hbilmente distribuida. Una gran
rotando imperio, que es la parte ms interesante del edificio pero que, como el mismo
Napolen, falta de moderacin.
El Jockey Club invita a una lectura (que se hizo histricamente en el primer peronismo) de
orden social: all est la morada de "los que mandan". los preferidos de la fortuna social y
econmica.
Los hoteles
En los hoteles se lee el desarrollo y el cosmopolitismo de la ciudad. El Plaza Hotel se
inaugur en 1908; su silueta se destacaba en el perfil urbano que vean los recin llegados por
barco, y que no iban a parar precisamente al Plaza, sino al Hotel de Inmigrantes.
Los grandes hoteles son los edificios ms notables de Buenos Aires (...). Recientemente
se ha inaugurado el Plaza Hotel, construccin enorme, a estilo de las de Nueva York, que
consta de muchos pisos y ofrece iguales comodidades y refinamientos que los hoteles ms
famosos del mundo.54
51. Koebel: op. cit. p. 46.
52. Blasco Ibez: op. cit. p.516.
53. Clemenceau:cit. en Pereira. op.cit, p. 25.
54. Blasco Ibez: op. cit. p. 512.
Rafael E. J. Iglesia
Los diarios
La Argentina era, desde fines del siglo XIX, un pas que se destacaba por la cantidad de
diarios y peridicos. Algunos llegaron a figurar entre los ms importantes del mundo.
Las oficinas de La Prensa, en la Avenida de Mayo, son ton magnficas que haran llorar de envidia al periodista europeo acostumbrado a menos.55El edificio ms suntuoso es, sin contradiccin, el de la opulenta Prensa}
6
La calle Florida
En 1910, la calle Florida era escenario del paseo de coches colmados de mujeres jvenes
que volvan de Palermo,57
y en ocasiones, el marco de los desfiles de soldados de todo el
mundo. Su carcter alegre anunciaba otra modernidad, menos pomposa que la de la Generacin
del 80.
En la calle Florida se suspende el trnsito de carruajes al ponerse el sol, y quedo
convertida en un saln al aire libre. Pasean a pie seoras elegantes, seguidas por las
miradas de los hombres agrupados en las veredas.58
Nada caracteriza a un porteo de alma como su amor o la calle Florida. Quin que haya
nacido en Buenos Aires no se siente un poco dueo de ella? Quin que haya nacido en
Buenos Aires no asocia su estructuro angosta y sensual, su tradicin y su espejismo, sus
multitudes y sus mujeres, a los recuerdos ms puros de su existencia, a sus sueos
iniciales, a sus aventuras primeras, a las emociones ms nobles de su espritu y de su
corazn?59 Todo lo que poda soarse de lujo, de alegra, de encantadora frivolidad, de
buen gusto suntuoso, se halla reunido en esta calle.60
Efectivamente, all estaban, adems de "las tiendas de lujo, los joyeros y modistos
elegantes",61 el Circulo Italiano, el Palacio Guerrero y el jockey Club.
55. Koebel: op. cit, p. 63. 56. Clemenceau: cit en Pereira, p. 23.
57.C. Ibarguren: Lo historio que he vivido, Buenos Aires, 1969. 58. Blasco Ibez: op. cit p. 514.
59. Enrique Loncn: citado en J. LLanuza: Pequea historia de la calle florida Buenos Aires.
I974.p24.
60. Gmez Camilo: citado en Lanuza. op. cit. p. 21. 61. J.
Huret op. cit. p. 71.
El Teatro Coln
Blasco Ibez seala:
En las casas ricas se dan pocas fiestas, y apenas si se celebran por ao en todo la ciudad
una docena de bailes. Los damas prefieren el teatro, donde las familias amigas se visitan de
palco a palco. (...) El teatro de Coln es, durante las representaciones de pera, el mejor de
los salones de la alta sociedad bonaerense. All se lucen los vestidos costosos, las joyas de
valor, las grandes belleza; y el espectculo resulta tan atractivo, que nadie siente la falta de
otras fiestas sociales.62
En la funcin de gala del Coln para el Centenario, ante una concurrencia exquisita
Anselmi y Titta Ruffo cantaron Rigoletto.
El Teatro Coln, donde acta la pera, es el ms grande y probablemente el ms bello del
mundo.63
Ya desde la Memoria de uno de sus arquitectos. Vctor Meano, se sealaba el destino
elegante del teatro. El orden lejano que el Coln expresa es nada menos que el de la
segregacin social y cultural. Los melmanos acceden al paraso por caminos cuidadosamente
separados de los que recorren los aristcratas porteos para llegar a sus palcos y plateas. Arriba, la fruicin de la msica, abajo la fruicin mezclada con la ostentacin y, como lo ha
descrito Manuel Mujica Linez en El gran teatro, la galanura, la tilinguera y la exhibicin de todo
tipo de poder: el del dinero, el de la poltica, el de la belleza femenina.
El Palacio de Justicia
Severo, el Palacio de Justicia indica la condicin republicana basada en la divisin de los
poderes polticos. Indica adems, la "majestad de la justicia", viejo resabio de la justicia real. Lo
proyect a fines del siglo XIX, en Francia, Maillart y su construccin dur casi treinta aos. En
1904 estaba parcialmente habilitado. Junto con el Teatro Coln y todos los grandes edificios
pblicos revela la enajenacin cultural -denunciada por Ricardo Rojas en La Restauracin
Nacionalista (1909)- que prefera por sobre todo lo europeo sub specie francesa. Se impona
majestuosamente a la ciudad an baja y barrial.
62. Blasco Ibez: op. cit, p. 513.
63. Clemenceau: cit en Pereira. op. cit. p. 26.
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Rafael E. J. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos
El Congreso Nacional
Seal de la divisin de poderes, seal tambin de la representacin popular (en 1910
gravemente sospechosa por los fraudes habituales). Resultado de un concurso, antes de ser
construido ya era alabado:
De lineas severas y puras en que se nota el aprovechamiento de las caractersticas ms
sobresalientes de los estilos griego y romano, ser la expresin ms sincera del arte
arquitectnico moderno, (...) Es una construccin monumental, que recuerda el Capitolio
de Washington.64
En esta obra de Vctor Meano se puede leer una cultura arquitectnica enajenante:
Alguien menciona a la arquitectura nacional. Es una copia de todas las grandes ciudades.
El mismo Palacio del Congreso es un picadillo romano, griego, italiano, francs. Adems
salpicado como un pastel, con alegoras, estatuas, balaustradas, terrazas... Parece
Babilonia.65
colosal edificio, casi terminado, cuya cpula se parece al Capitolio de Washington. Se
observan todos tos estilos y principalmente el llamado tape l'oeil.66
El Palacio Paz
En 1890, el director del gran diario La Prensa, Jos Ganza Paz, se entusiasm con una
fachada exhibida por el arquitecto francs Victor Sortais y la compr para su propia residencia
en Buenos Aires, que proyectaron los arquitectos Paz y Agote.
La vida de los plutcratas se desliza en un medio placentero y desprovisto de inquietudes.
Cada uno posee en Buenos Aires una casa parecida a un palacio}7
Grandes palacios de edificacin moderna (...) de diversos estilos (...) a semejanza de los
que se construyeron en las grandes capitales europeos.68
Un fantstico palacio que se ha hecho construir en el ms hermoso barrio de Buenos Aires,
parece anunciar proyectos de regreso. Pero, en este caso, no puedo
64. Pereyra, Fernndez Gmez: Guia ilustrada de Buenos Aires. I900.pp. 148-152. 65. J.J.
Brousson: "Anatole France en la Argentina", en Susana Pereira:op.t,p. 155. 66. Gemenceau, en S. Pereira:op. cit, p. 23.
67. Koebel: op. al. p. 12.
68. E. Colombo y Carlos Urien: La Repblica Argentina en 1910. Buenos Aires, s/e. 1910. p. 16.
menos que compadecerle, porque necesitar por lo menos la corte de Luis XIV, o la de
jerjes, para llenar su fastuoso domicilio.69
Nadie podra reconocer el Buenos Aires de entonces en el Pars de la Amrica del Sud de
la poca actual.10
Todo eso, segn sealan los viajeros, lado a lado con conventillos y baldos.
EL ORDEN CERCANO
La Boca
El orden cercano de la cotidianidad se dio, como es de suponer, en los barrios. En general
los barrios porteos, salvo los originados en pueblos preexistentes, como Flores y Belgrano, se
diferenciaban con dificultad entre s. Pero uno, portuario por excelencia y el nico, quiz, que
naci asociado con un grupo de inmigrantes, expresaba el cosmopolitismo de la gran metrpolis.
Cosmopolitismo que la invitacin a la inmigracin haba producido y que la Ley de Residencia de
1909 (Ley 4144) negaba al colocar a todo inmigrante, por sospechoso de agitador social, bajo la
amenaza de la expulsin. En 1910, como recuerda entusiastamente Silvia Bunge,71 los
"jvenes bien" atacan a los anarquistas y socialistas incendiando sus diarios y de paso agreden
y matan judos (aquellos que haban cantado en Europa: "A la Argentina y Palestina... iremos a
ser libres"). Desde esta perspectiva del centro, la Boca del Riachuelo, lugar de carga y descarga
de mercaderas, era vista como un sirio de b3jedades y tugurios
donde viven la mayor parte de los miserables. Este lugar tiene una reputacin siniestra;
fuera de la ley, es un terreno frtil a la eclosin de crmenes y de crimnales. (...) [Es] la
cloaca de Buenos Aires.72
Los otros barrios, ms integrados, reflejan, hasta hoy, la cotidianidad portea, De Buenos
Aires dice Blasco Ibez:
Para ver la ciudad sud-amercana hay que salir del barrio del centro (...) Todas las casas
son de un solo piso (...) las fachadas estrechas con columnas, festones y otros adornos
(...). Las ventanas tienen antepechos de hierro forjado, y tras ellos
69. Clemenceau: en S. Pereira. op. cit, p 23.
70. A. Bonetti: De lo Repblico Argentino y sus detractores. Buenos Aires. 1910, p. 113.
71. Citado en J. Sez: Entre dos centenarios, Buenos Aires, La Bastilla. 1988.
72. Koebel: op. cit. pp. 13. 65.
Rafael E. J. Iglesia
se esparcen, como un chisporroteo perfumado, las flores de las macetas. Por encima de
estas flores pasan los sonidos de un piano, y se ven cabezos de muchachas; cabezas
argentinas, plidas, con ojos negros y rasgados que miran al transente y parecen esperar
al novio.73
Evaristo Carriego
Hagamos una nueva lectura de lecturas, curioseando en textos en que "la ciudad est
presente como un personaje, como un inevitable teln de fondo".74
Escenario que da sentido a la
conducta social y personal, y que deja de ser teln de fondo, para ser libreto. Esa fue, segn talo Calvino, la intencin de Balzac:
Convertir en novela una ciudad, representar los barrios y las calles como personajes
dotados cada uno de un carcter en oposicin a los otros; evocar figuras humanas y
situaciones como una vegetacin espontnea que brota del empedrado de esto calle o de
la otra, como elementos en contraste tan dramtico con aquellas que se produzcan
cataclismos en cadena; hacer de modo que en cada momento cambiante la verdadera
protagonista sea la ciudad viviente, su continuidad biolgica, el monstruo-Paris.7S
Nuestra literatura es hija de la ciudad pero, a su vez, nuestros ciudades no serian lo que
son sin los poemas, las novelas, los cuentos, los dramas y las comedias que, simultnea-
mente, los retratan, las desfiguran y los transfiguran. Ms que el espejo de la ciudad, la
literatura es su lengua y su conciencia, sus sueos y sus remordimientos.76
Aunque "no se debe confundir nunca la ciudad con el discurso que la describe".77
Es difcil, si no imposible, describir con palabras y totalmente la experiencia de un hecho
urbano.78
Pero renunciando a la totalidad de la descripcin se puede alcanzar la totalidad de una
imagen. Digamos con Dilthey:
Se crea belleza all donde la intuicin aprehende vida en la imagen, o donde se insufla vida
a la forma. (...). La base de toda verdadero poesa es, por consiguiente,
la vivencia, la experiencia vivida, elementos anmicos de toda especie que entran en
relacin con ella. En tal relacin pueden ser material directo paro la creacin del poeto
todos las imgenes del mundo exterior.79
Imaginar es un pensar intuitivo.80
Aqu los poetas llevan la ventaja. Instauran la ciudad y la
urbe frente a nosotros, las recrean, las imaginan, llegan del lenguaje potico al "lenguaje de las
cosas"-.
Todos los psicoanalistas conocemos ese sntoma clave: el proceso de desinvestidura del
mundo que precede o acompao al enfermar. El poetizar, cuando es posible, nos salva de
este riesgo, preservando nuestro "habitar en el mundo". Eros, quien inviste, est en el
poetizar, en un continuo balance equilibrado con Tnatos, el que desinviste ante el horror y
el vaco.81
Los poetas son usuarios privilegiados de la ciudad: son sus habitantes y al mismo tiempo la
gozan o padecen como la obra de arte que Mumford quera que fuese. Se trata de determinar,
por la repercusin de una sola imagen potica, un verdadero despertar de la creacin potica
hasta en el alma del lector,87
que lleva a una verdad profunda, holistica. El lector "revive" la
experiencia.83
La poesa le concierne.
La imaginacin del poeta se basa siempre en la energa de las vivencias. (...) Tal vivencia slo entrar totalmente en vigor cuando entable relacin interior con otras vivencias y se capte asi todo su significado.84
El lector es ahora parte interesada y al participar en el jbilo de la creacin, comparte la
imagen con el poeta. El poeta, dice Bachelard, no explica la flor por el fertilizante.
Un artista popular no es estrictamente sujeto de su arte sino -como decia Manchal- vocero
de una subjetividad colectiva. Dar su toque, su genio, su imaginacin, pero el contenido
-en su dimensin ms profundo surge de la comunidad o la que pertenece.85
73. Blasco Ibez: op. cit, p. 506. 74. H. Salas: La poesa de buenos Aires. Pleamar, 1968. p. 9. 75.
I. Calvino: op. cit. 1992. p. 146.
76. O. Paz: 'La ciudad y la literatura". La Nacin. 13/9/92. Seccin Cultura, p. I. 77. I. Calvino: Los ciudades invisibles. Buenos Aires. Minotauro. 1984.p. 73.
78. A Rossi: Lo arquitectura de la ciudad.
79. Dilthey: op. t. pp. 37-53.
80. J. P Sartre: Lo imaginario. Buenos Aires. Losada. 1982.
81. Zak op. cit. p.43.
82. G. Bachelard: Lo potica del espacio. Mxico. FCE. 1965.
83. J. Dewey. El arte como experiencia. Mxico. FCE. 1948.
84. Dilthey op. di. p. 60.
85. Zicovich-Wilson: op. di. p. 2.
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Rabel E. J. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos
Los poetas ofrecen una "ontologa directa", una imagen sbita."llamarada del ser en la
imaginacin" (Bachelard). Como lo quera Sartre: un solo golpe imaginativo.
El poeta es el sujeto adecuado de una experiencia semejante no pretende, como la
comunicacin, comunicar el puro en si de lo acaecido, sino que encarna en la vida del
relator, para proporcionar a quienes escuchan lo acaecido como experiencia .(...) El
espacio captado por la imaginacin no puede seguir siendo el espacio indiferente
entregado a la medida y a la reflexin del gemetra. Es vivido.Y es vivido no en su
positividad, sino en todas las parcialidades de la imaginacin.86
Esta vivencia no se basa en datos fijados con exactitud en el recuerdo (Walter Benjamn),
sino en aquellos que, prefijados inconscientemente, fluyen repentinamente en la memoria y se
expresan en una imajen.
El poeta se distingue por el vigor con que reproduce "estados anmicos", sucesos ntegros,
vividos personalmente o vistos en otros, y caracteres con la lgica con que se manifiestan
en el enlace de esos sucesos.87
Imaginando, los poetas nos descubren la ciudad. El discurso potico instaura una imagen
que luego genera acciones y conductas ciudadanas.
Carriego descubri los conventillos, Bartolom Galndez El Rosedal, yo los esquinas de
Mermo...66
Entrerriano de nacimiento y porteo por vida, Carriego reley y escribi la ciudad cercana:
las relaciones personales, familiares y vecinales. En 1910, a los 27 aos, ya habia escrito sus
mejores poemas. Hay quien sospecha que el ejemplo de Baudelaire lo llev a cantar a su barrio.
Con su lectura
tendramos la palabra de la ciudad: lo que ocurre y transcurre en la calle, en las plazas, en
tos vacos: lo que all se dice. Tendramos tambin la lengua de la ciudad: las
particularidades de esta ciudad determinada que se expresan en los discursos, en los
gestos, los vestidos, las palabras y el empleo de las palabras por los habitantes.89
Carriego recorre los sitios, los protagonistas y las acciones de este cercano orden barrial
del Centenario. Cuando la ciudad "central" era considerada casi
como una enemiga de los pobres (en el acto obrero del Io de mayo de 1910. en Plaza
Constitucin, se lleg a asegurar que la ciudad deba ser quemada por sus cuatro costados).90
Orden cercano que imagina a la ciudad sin referirse ai centro. Este espacio vivido barrial basta
para la construccin de lo ciudadano. La constelacin de sitios se integra con la esquina, el
conventillo (ruidoso), la cantina, los rboles, la acera, la calle, el barrio, el suburbio, el arrabal, el
balcn, la prisin, Palermo, el patio, las orillas, la pieza de conventillo, la taberna, el mostrador,
la casa. All actan los protagonistas barriales, que son: el gringo musicante (con el organito),
los chiquillos, los marchantes, el pregonero, las comadres, los hombres. un asesino, dos
orilleros, una tsica, la mujer del obrero, un muchacho, un marido borracho, paseantes,
vigilantes, perros callejeros (bohemios), gatas, gringos. costureritas, guapos, mozas, rivales,
matones, caudillejo, candidato, borrachos, una bella mujer, los de la casa, cantor guitarrero,
novias infieles, un desgraciado, un mozo, viejos amigos, la vecina, muchacha modesta, casas
nuevas, el propio poeta. Las acciones registradas (dejo a la imaginacin del lector a qu protagonistas
corresponden) son: pregonar, correr, vender, chismear, hablar, limpiar, bailar, remendar, hacer
la ronda, ladrar, admirar, amar, pelear, reunirse, cantar, tocar la guitarra, alborotar, querer,
recordar, saludar, irse, morir. Sobre la costurerita, recordemos que en 1910. la Sociedad de Beneficencia premia la
virtud de una de ellas, Mara Ziegler, de 35 aos, porque
sostiene con sus costuras a su madre y a pesar de su delicado salud ayuda a una hermana
desgraciada, y cuando fue visitada, tenia cinco sobrinos enfermos a quienes prodigaba
tambin sus solcitos cuidados.91
Aqu estn las imgenes:
El alma del suburbio
El gringo musicante ya desafina en la suave
habanera provocadora, cuando se anuncia a voces,
desde la esquina "el boletn -famoso- de ltima
hora".
Entre la algaraba del conventillo, esquivando
empujones pasa ligero. pues trae noticias, uno
que otro chiquillo divulgando las nuevas del
pregonero.
86. Bachelard: op. cit. p 28. 87. Dilthey: op. cit, p. 60. 88. J. L Borges: "Para el advenimiento de Ramn". Revista Martin fierro, n 19, 1925.
89. Lefebvre: op. cit p. 83.
90. Vale, cit en Senz:op. cit.. 1988.
91. Cit en Senz. op. cit., p. 21.
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Rafael E. J. Iglesia Imagenes urbanas: con lupas y catalejos
Los comadres del barrio, juntas, comentan, y
hacen filosofa sobre el destino... mientras
los testarudos hombres intentan defender al
ornante que fue asesino.
En la calle, la buena gente derrocha sus guarangos decires ms lisonjeros, porque al comps de un tango, que es "La Morocha" lucen giles cortes dos orilleros.
La mujer del obrero, sucia y cansada,
remendando la ropa de su muchacho, piensa,
como otras veces, desconsolada, que tal vez
el marido vendr borracho.
Suenan las diez. No se oye ni un solo grito; se
apagaron las velas en los buhardillas, y el
barrio entero duerme como un bendito sin
negras opresiones de pesadillas.
En el barrio
Ya los de la cosa se van acercando al rincn
del patio que adorna la parra, y el cantor del
barrio se sienta, templando, con mano
nervioso la dulce guitarra.
La lluvia en la casa vieja
Hoy es un dio horrible. Ya es valiente
quien se atreve a salir de su agujero...
Qu modo de llover! Furiosamente en el
techo de cinc el aguacero tamborilea sin
cesar.
Pero hay que ver el patio... Lo fangosa
reciente lagunita que rodeo el pozo, y la
tinaja que rebosa mientras el viejo cao
canturrea.
Las muchachos estn en la cocina: uno
se ha puesto a preparar la masa,
algo quejosa de que falte harina, y
otra derrite en la sartn lo gra
Las dems, como siempre, en discusiones; lo
de todas las noches: sobre el juego. Bueno,
a contar bolillos y cartones: es que
tendremos lotera, luego?
Estos barrios tambin soportan (la semiosis infinita de Umberto Eco) una lectura
del orden lejano:
Los fortunas ms grandes se han formado en la especulacin de terrenos. Se
acab el tiempo en que los casas de familia podan desperdiciar terreno en amplios
patios interiores. Hoy el suelo de la capital es de materia preciosa. Los alrededores,
que hace treinta aos slo producan hierba macilenta para sustento de las vacas,
han proporcionado centenares de millones a sus dueos, con una prodigalidad de
cuento fantstico.92
Alfredo Lazzari
Entre 1900 y 1920, el orden cercano se puede leer en los barrios, en sus plazas y
en las esquinas de sus calles arboladas, muchas de ellas todava de tierra. Enrique J.
Banchs (1911) entrevio en el suburbio la lectura de toda la ciudad:
Cuando en las fiestas vago
Cuando en las fiestas vago en el suburbio,
desde las tierras altas la mirada de albatros
tiendo o la ciudad cargada de hombres, al
lado del estuario turbio.
Y veo el barrio donde est tu casa, (lo
veo y la tristeza me traspasa) y la casa
escondida donde estriba mi vida
laboriosa y miserable ...
Y se me alza en el pecho, inolvidable, el
gran amor de la ciudad nativa.
92. Blasco Ibez: op. cit. p. 52B.
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Kafael E. j. Iglesia
En 1911 muri uno de nuestros primeros pintores impresionistas: Malharro. La
Exposicin del Centenario mostr a los postimpresionistas franceses y a espaoles
como Anglada Camarassa. El "impresionismo" criollo le debe tanto a los macchiaiali
italianos como a los impresionistas franceses. Po Collivadino fue uno da los primeros
pintores del siglo que puso en imgenes la ciudad. Su obra podra ser muy interesante
para la construccin de un imaginario urbano, pero, para recorrer a la ciudad orillera y
leer el orden cercano de la pertenencia a una familia, una calle, una esquina o un barrio
elijo a Alfredo Lazzari. Lazzari haba nacido en Diecimo, en la provincia italiana de Lucca. En 1897 liego -
Bueos Aires, donde morira en 1949. Maestro de Fortunato Lacamera y de Benito
Quinquela Martin. pinto toda su vida escenas de un urbanismo barrial y domstico.
Nos encontramos en los bordes excentricos, en medio de todo aquello previsional e
inacabado de que habl antes (...) Aqu, cotes sin pavimentar, an estn, sin
embargo, bordeadas casi enteramente de casas nuevas. Algunas son de hermoso
aspecto, pero las ms modestas son habitaciones de empleados o de obreros, de
planta baja, con fachadas pintadas de color rosa o blanco...93
Chozas dispersas, sucias y esculidas, con tachos de zinc y aberturas entre las tablas
de sus paredes.(...) No podian tomarse ciudad pero tampoco campo.94
LLAMADO FINAL
Con esta magra cataratas de imgenes espero haber sembrado el germen de
nuevas imgenes urbanas del Buenos Aires de 1910. Sern tiles si ayudan a
comprender a esta Buenos Aires que vivimos y que, mal que mal, imaginamos todos los
das.
93.J.Huret op.cit 94. j. Bryce: La Amrica del Sud, Nueva York, 1914. p. 252.
Imgenes urbanas: con lupas y catalejos
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