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  • EFEMERIDES ARGENTINAS (Magnas fechas de la Patria Argentina)

    LOS INGLESES FUSILAN AL RECONQUISTADOR

    Domingo 26 de agosto de 1810: En el paraje denominado Cabeza de Tigre, cercano a Cruz Alta, Crdoba, un pelotn de soldados ingleses fusila al General Santiago de Liniers, Hroe de la Reconquista y la Defensa, Conde y Virrey de Buenos Aires.

    El Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros (1755-1828), fue la cabeza visible del tringulo cuyos vrtices estaran apoyados en los comerciantes usureros de la City en Londres (vivi en esta ciudad cuatro aos como prisionero y lleg a Buenos Aires en 1809), sus operadores espaoles en Cdiz y los mercachifles arrastracueros del puerto de Buenos Aires. Esta triangulacin, consecuencia de Utrech, formada de 1714 en adelante por Incalaperra junto con una decena ms montadas en Hispanoamrica, se dedicaban con fervor al contrabando de frusleras, el saqueo de la corambre de las vaqueras y el fabuloso robo de la plata del Potos (va Tucumn y Crdoba). Ya haban tenido su acto cumbre en las invasiones de la Incalaperra en 1806 y 1807. Porque es bueno decirlo, para aquellos hechos dolorosos, los ingleses no vinieron: los mandaron a llamar que es muy distinto.

    Cisneros haba llegado a Buenos Aires con instrucciones de invitar, muy diplomticamente, para que Liniers regresase a Espaa. Los buhoneros manilargos del puerto se haban dado cuenta que nada se podra hacer, de lo que despus se hizo (ms de 40 firmas inglesas operando en Buenos Aires y con casas matrices en Londres), con un Liniers en la ciudad. Entonces presionaron sobre los de Cdiz, lupanar de la masonera, para que stos, a su vez, lo hiciesen sobre la Junta (que les deba plata a todos), designando como Virrey a un hombre educado y culto (como querra despus Rivadavia) que, a su vez, tendra la misin de sacarse de encima a Liniers, dejndole el campo organo al hatajo. Es la versin remozada y rioplatense del cuento de Al Bab y los cuarenta ladrones (aunque aqu eran mucho ms de cuarenta por el proceso inflacionario).

    Con la misma ternura diplomtica con que le pidieron que se vaya, don Santiago, que ya haba cumplido sus 57 aos, les pidi para quedarse. Una contrariedad en los planes de la gavilla. Entonces el Jefe de los malhechores, el londinense Cisneros, le hace jurar a Liniers la promesa de no inmiscuirse en los asuntos pblicos, y lo obliga a retirarse a un lugar distante del epicentro de los negocios: Buenos Aires. Digamos que una cosa por otra: en lugar de desterrarlo lo internaron, como se deca en aquellas pocas. Pero con el mismo efecto: mantenerlo alejado del progreso (del progreso de los ingleses, se entiende). Aunque con un poco de suerte, se podra morir en el olvido.

  • Este juramento del Hroe de la Defensa y Reconquista, con treinta aos de nobles servicios a Espaa sin interrupciones, es de donde se han prendido los historiadores del Rgimen Perverso con sus ataques de moralina, para decir que Liniers recibi lo que se mereca por quebrantar un juramento. Y, qu validez tiene un juramento hecho ante esta versin remozada de Pilatos? La misma validez que tiene la palabra devaluada del canalla que lo pide. Liniers se traslad a Crdoba donde compr una finca cercana a la localidad de Alta Gracia. Los sucesos ocurridos en Buenos Aires el viernes 25 de mayo (fruto de la tenida del 24 a la noche), llegaron a Crdoba el lunes 4 de junio. Entonces el Gobernador Intendente, Capitn de Navo Gutirrez de la Concha, quien fuera jefe de le escuadrilla que transport desde Colonia hasta el Arroyo Las Conchas al ejrcito de Liniers para la Reconquista, se declara opositor al pronunciamiento de Buenos Aires y arrastr tras de s al Cabildo de Crdoba, crendose el 6 de junio, ante la emergencia, una Junta Consultiva.

    Para constituir esta Junta, Gutirrez de la Concha le pide a Liniers que se sume, como ciudadano respetable y persona de honda raigambre popular, junto con el Obispo Orellana, el oidor Victoriano Rodrguez, el den de la Catedral, Gregorio Funes y el tesorero de la hacienda pblica, seor Moreno.

    Hasta aqu, aunque a los tumbos, estoy conteste con los historiadores vernculos, tanto del Rgimen como no pocos militantes del revisionismo histrico. Porque a partir de esta situacin cada uno de stos va dando su versin: que Liniers fue un traidor; otros que un lder desertor; que cometi muchos errores; que no escuch las splicas que le hicieran por carta Saavedra y Belgrano, e incluso su suegro Martn de Sarratea; que quiso reivindicarse ante la opinin pblica de aquel incidente con el enviado de Napolen, el Marqus de Sassenay (10 de agosto de 1808); que era un agente napolenico en Buenos Aires y que Liniers fue una mezcla de todo esto y otros muchos. Confieso humildemente al lector que yo tambin me tragu estos sapos. Algunos crudos y otros vuelta y vuelta en la sartn con ajo y cebollas. Porque si esto escriben nuestros historiadores, cuya mayora escribe para facturar, seguramente no es cierto o por lo menos es motivo de revisin o de crtica histrica, si prefiere el lector.

    Liniers no fue un traidor, porque nunca comulg con otra ideologa que no sea su lealtad a la Corona Espaola por la que termin dando la vida; consecuentemente tampoco fue desertor porque nunca estuvo adscrito a los complotados que haba producido el 25 de mayo y su cabecilla Lord Cisneros; el nico error cometido por Liniers fue el de dormir con el enemigo: creerse que Cisneros era un virrey y no el cabecilla de un grupo de quincalleros asociado a los ingleses; de las splicas que le hiciera Belgrano mejor no hablar: don Manuel (Oh, cuntas tiene en el debe el bueno de don Manuel!), ya haba hecho los borradores extremistas que serviran de base para que el terrorista Mariano Moreno hiciese el Plano de Operaciones (dado como secreto el 30 de agosto, segn la copia en mi poder); las actitudes de Liniers, respecto al Marqus de Sassenay, fueron suficientemente claras, y la prisin que sufri el enviado de Napolen a manos de Elo fue injusta, prueba de ello es que al ser remitido a Cdiz fue puesto de inmediato en libertad en aquella ciudad y a Liniers jams se lo molest para preguntarle nada; etc.

    Ahora bien: por qu Liniers se preguntar el lector-, se opone a la Junta de Buenos Aires, acompaado de insignes patriotas y leales servidores pblicos, cuando le hubiese sido ms fcil aceptar el hecho consumado? Simplemente porque Liniers, como antiguo vecino de la ciudad, aparte de haber sido su Virrey, conoca perfectamente a cada uno de los integrantes de aquella Junta, lo que ellos representaban y quines movan los hilos de estas marionetas. Aquellos no representaban, precisamente, los intereses del pueblo, del rey ni de su virreinato. Y si no me creen vean lo que sigue:

  • 1. Miguel Azcunaga, militar, masn recalcitrante de los tiempos de Cabello y Meza, relacionado con las familias ms ricas de Buenos Aires en los inicios del siglo, terrateniente y comerciante, fue el garante ante la burguesa portea y los intereses de la Incalaperra, de las finanzas de la Junta de Gobierno.

    2. Manuel Alberti, sacerdote, masn, con rico patrimonio personal, parte heredado de sus padres y parte de lo que l haba hecho con sus negocios clandestinos; intervino en las reuniones conspirativas en la casa de Nicols Rodrguez Pea (espa, masn, asalariado de Su Majestad Britnica hasta su muerte); ingres a la Junta como representante del clero criollo y como defensor de los bienes eclesisticos (y de los suyos desde luego). El contrabando de oro y plata venido de Potos, pasaba por las manos del Obispo de Tucumn y Obispo de Crdoba (ambos marranos), hacia Colonia del Sacramento y de all a Londres.

    3. Domingo Matheu, comerciante cataln afincado en Buenos Aires, con conexiones internacionales en Europa y, particularmente en Cdiz; sostenedor de las ideas del libre comercio (se llamaba as el recargo de un 300% las bagatelas inglesas pata vendrselas a los infelices del Ro de la Plata), fue como tal el representante de los comerciantes de Buenos Aires (los que, mayoritariamente, eran ladrones y contrabandistas). Fue el garante ante la Junta de los comerciantes de la plaza de Cdiz (uno de los vrtices del tringulo).

    4. Juan Larrea, cataln como el anterior, comerciante de los llamados frutos del pas y tambin armador, estaba seriamente comprometido con los grupos ingleses a los que siempre fue obediente hasta su muerte. Es considerado como el banquero de la Junta de Mayo (bancando los sobornos con plata inglesa que despus pagaban los porteos, siembre vivos y fulleros: los ingleses jams gastaron una libra en estas cosas).

    5. Juan Jos Paso, abogado, amigo ntimo de Moreno, vinculado a los intereses ingleses en el Ro de la Plata. Este personaje es todo un misterio: permaneci casi 20 aos en el gobierno, desde mayo de 1810 hasta la llegada de Rosas que lo ech! Poco o nada se sabe de su vida porque todos sus papeles pblicos y privados han desaparecido cuidadosamente. Pero en verdad: no se sabe por qu fue incluido en la Junta, quedando solamente en pie sus vinculaciones con los comerciantes britnicos.

    6. Mariano Moreno, abogado (el ausente durante las invasiones inglesas y el mudo del Cabildo del 22 de Mayo), represent a los intereses ingleses, con la habilidad de presentarlos como espaoles. Carlos Roberts lo llama excelente abogado del comercio ingls y abogado de ltima hora. El acercamiento ideolgico con Castelli (primo de Belgrano), proviene de que ambos eran abogados de los ingleses en el Ro de la Plata. Moreno se destac en la ignominia que se llam Representacin de los Hacendados (en 1809, con patrocinio del Virrey Cisneros donde hizo el papel de chancho rengo), y Castelli en varias defensas de comerciantes ingleses sorprendidos en el delito de contrabando o en el quebrantamiento de leyes consagradas. Cuando Moreno enva a Castelli al norte como comisario poltico, se qued con el partido de l en Buenos Aires, y lo super en los planteos de libre comercio a favor de los buques de bandera inglesa.

    7. Manuel Belgrano, abogado y economista aficionado, con amplias y fuertes vinculaciones con comerciantes del Paraguay y ganaderos del Uruguay. Esta es la causa de la aparicin, de la noche a la maana, del Belgrano militar en la campaa al Paraguay y su posterior traslado a la Banda Oriental, cuando en realidad se haba destacado como abogado y economista. Se sabe que Belgrano redact la introduccin y confeccion el boceto del Plano de Operaciones citado ms arriba. Moreno al componerlo, respet la introduccin belgraniana y, en lnea generales, su proyecto, aderezndolo luego con sus crueldades propias de Caracalla. Pero don Manuel conoci el documento: a esto no hay quien lo niegue, como se sabe que no abri la boca para oponerse ante semejantes barbaridades. El documento, encontrado por casualidad en Sevilla

  • por don Eduardo Madero a fines del Siglo XIX, est redactado en tono canallesco, subversivo y terrorista: despus me vienen a hablar del Proceso de Reorganizacin Nacional que es un beb de pecho al lado de don Mariano y de don Manuel, que son prceres indiscutidos!

    Dios Santsimo: para qu me haces conocer estas cosas? Acaso yo no sera ms feliz de otra forma? Pero: hgase Tu Voluntad y no la ma. Prosigo entonces. Llegado a esta altura, le pregunto al lector: y usted que hubiese hecho? Tal vez adherirse a esta Junta, o hara lo que hizo Liniers, despus Artigas y finalmente Alzaga? Diga usted. Porque despus de todo lo que hizo el Cabildo de Buenos Aires fue tomar la decisin de crear una Junta municipal de gobierno. Le corresponda luego invitar a las dems provincias hermanas a un congreso revolucionario para lo cual, cada una de ellas, deba dar, como requisito previo, un golpe poltico como el de Buenos Aires. De esta manera la Primera Junta hubiese sido nada ms que una promotora de la revolucin nacional. Esta actitud de Buenos Aires de arrasar con las autonomas provinciales y municipales se repetira constantemente, se reflejara en la Constitucin Nacional y se puede ver hoy en da, donde los Gobernadores, pero fundamentalmente los Intendentes Municipales (donde reside la autntica soberana popular), son felpudos del gobierno central. Desbandada la tropa de Liniers y Gutirrez de la Concha al primer amague, siguieron los dos fugitivos con sus amigos, sin una escolta que les brinde proteccin, y se refugian en Villa del Chaar, a unas 50 leguas de Crdoba. All los alcanza y detiene el Capitn Jos Mara Urien, que los vena rastreando, quien comete la arbitrariedad de tratarlos con todas las brutalidades que uno se puede imaginar, incluidos los azotes. La Pasin de don Santiago de Liniers haba comenzado en manos de los esbirros del Robespierre porteo, Mariano Moreno: el que en la noche del 25 de Mayo lloraba sentado en las escaleras del Cabildo por las represalias que habra de tomar el rey contra ellos a su regreso por majaderos, segn cuenta Hugo Wast en su libro Ao X. Esta es la verdadera causa de su misterioso viaje a Inglaterra que dijeron lo haca en misin diplomtica: le aterrorizaba la idea del regreso del rey. En verdad fue un exilio disfrazado con misterios, como su muerte que result de un fecaloma: haca una semana que no iba de vientre y el capitn ingls le suministr un purgante fenomenal. Una hora despus estaba con una peritonitis y se fue por la avenida ancha sin semforos. Pero volvi reencarnado en los periodistas que tenemos que lo han tomado por apstol, aunque stos son ms analfabetos. Detenidos los cabecillas del desacato, debera corresponderse con el final de este triste captulo de nuestra historia. Pero no fue as, porque es realmente aqu donde comenz. Porque, qu hacer con Liniers, el Gobernador Gutirrez y el manojo de amigos encadenados por el cachafaz Urien? A Crdoba no los podan regresar, porque muchos de los soldados patricios que formaban los regimientos a las rdenes del Coronel Jos Antonio Gonzlez Balcarce admiraban y amaban a Liniers y a Gutirrez por haber luchado codo a codo con ellos en las jornadas de 1806 y 1807. Algo parecido ocurrira con la poblacin civil, memoriosa del trato paternal y deferente de Liniers durante su virreinato. Entonces, qu tenemos por aqu? Tenemos un problema insoluble a nivel de dirigentes. El mismo problema que se les repetira con Artigas, Alzaga, Dorrego, don Juan Manuel y, si el lector quiere, el de Pern: su inmensa popularidad. Qu hacer con un tipo que supuestamente hace lo que no debe hacer y sin embargo goza de abrumadora popularidad? La respuesta no est en los manuales liberales, ni en las pelculas de Hollywood de yanquilandia, donde el derrocado es un tiranuelo de cuarta. Qu hay que hacer con un tipo en cuya contra se han ensayado todas las argucias y todas ellas, de a una, han ido fallado? A este tipo hay que matarlo, porque la popularidad para los liberales es un bien peligrossimo. A Liniers y Dorrego, El Coronel Arrabalero, les cost la vida. El Restaurador se les escap con un hilo de la

  • pata, aunque termin preso de Lord Palmerston (es el caso de Napolen en la islita de Santa Elena, nada ms que se les muri), que les haba prometido a los bandidos de Buenos Aires que no lo dejara regresar. Y Pern se salv de milagro, si se tienen en cuenta desde bombardeos hasta una docena de atentados, comenzando por el de Villa Rica en Paraguay. Su Cancerbero fue el Generalsimo Francisco Franco a las rdenes del asesino serial Eisenhower. En verdad la Junta municipal de Buenos Aires, vulgo llamada Primera Junta (en otros pasquines: Gobierno Patrio), ha pensado en el destierro, medida que se le aplic al compinche Cisneros con todo xito, pero que con don Santiago sera un fracaso. Alguien ha madurado en hacerlo desaparecer, pero es imposible porque ya todo el mundo sabe que est en manos de sus captores. Reverdece entonces la idea de asesinarlo, pero cmo. Envenenarlo a lo Napolen sera muy evidente. A un iluminado de la caterva se le ocurre simular un maln de indios que atacaran la caravana y lo asesinaran sin misericordia: la culpa sera de los indgenas. En los alrededores de Buenos Aires hay muchos indgenas que por una damajuana de aguardiente seran capaces de despellejar a su madre. Pero ocurre que a don Santiago de Liniers tambin lo quieren los indios porque ha sido muy compasivo con ellos! Entonces, les viene una salida culta y educada: resuelven matarlo ellos mismos. Fusilando de esta manera se cargaran de poder coercitivo, desalentando resistencias latentes: digamos que a lo Valle, Cogorno e Ibazeta el 9 de junio de 1956. Llega a Crdoba el decreto para la ejecucin. La poblacin recibe la noticia con claras muestras de disgusto. El Coronel Balcarce y el gobernador interino nombrado por la Junta, que fue Juan Martn de Pueyrredn, se enteran que el Regimiento de Patricios, alojado en la casa de Ejercicios Espirituales, se est por sublevar para rescatar a Liniers. Les cierran todas las puertas y les colocan tres regimientos a su alrededor para que nadie salga ni entre. Unas 100 religiosas y religiosos que all prestan servicios padecen la cuarentena, aunque son completamente inocentes: es la primera hereja de las muchas que luego haran en el Alto Per contra la Santa Religin. Ortiz de Ocampo hace como Pilatos: se lava las manos y decide remitir al prisionero a Buenos Aires. En realidad le tiene miedo a la pueblada y algunos regimientos que no le han querido rendir honores. La Junta se entera de esto y resuelve que Liniers no debe entrar en Buenos Aires. Para ello acuerdan que Castelli y French, con algunos efectivos del Regimiento Estrella, salgan al encuentro de la columna y fusilen a Liniers donde lo encuentren. Sin embargo aparecen otros problemas, aparte del cncer de lengua que lo tiene mal a Castelli, los soldados del Estrella ponen las cosas en claro: ellos acompaan pero no fusilarn a Liniers. Los comisionados alcanzan la columna que viene de Crdoba en Cabeza de Tigre, una posta a la altura de Cruz Alta. All los espera otro frentazo: los soldados de la escolta que traa a Liniers, tambin se niegan a fusilarlo. Estos negros de mierda, siempre creando problemas! No, si es como deca Sarmiento: es una raza maldita. Porque no haban nacido debajo de una higuera como l. Pero alguien haba sido ms previsor que todos estos complotados para asesinar. En Crdoba vivan desde haca unos dos o tres aos un nmero considerable de soldados ingleses que fueron internados despus del escabroso asunto de Lujn. Algunos tenan chacra, familia y otros se haban afincado definitivamente. Alguien los habl y ellos aceptaron fusilar gustosamente a Liniers, el autor de su derrota, su prisin, su internacin y su vergenza. Y previendo que pasara lo que pas los llevaban a la cola de la columna. Y as fue como en la maana del 26 de agosto, el mes de la Gloriosa Reconquista, de 1810, una docena de soldados de su Graciosa Majestad Britnica fusilaron a don Santiago de Liniers, cubierto de sangre por los castigos y cinco de sus compaeros todos malheridos. El tiro de gracia se lo dio French, el cartero de Buenos Aires, devenido ahora en Teniente Coronel de la noche a la maana, el que fuera enlace

  • entre las logias masnicas montadas por Rodrguez Pea y el cura Agero. En las ropas de Liniers se encontr su despacho como Virrey firmado por el rey, que Castelli orden quemar: estaba el papel tinto en sangre. A esto ltimo lo descubri el historiador Julio Lafont al que por poco lo matan. Pero jams pudieron desmentirlo, hasta el da de hoy porque est muy bien documentado. Al resto, que no es de Lafont, los invito a los historiadores a que me desmientan. Pero, cuidado!, porque a lo mejor no me callo de cosas que aqu he callado.

    Esperandohasta que venga algn criollo a esta tierra a mandar!