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1 ESCUELA DE FORMACIÓN CARISMÁTICA CUARTO NIVEL DE TEOLOGÍA BÁSICA Y VOCACIONAL Construir la Iglesia Discernimiento Ministerial Caminar con San Pablo Proyecciones de la RCC Experiencia cristiana Discernimiento ministerial Conocimiento bíblico Conocimiento de la RCC

EFC NIVEL 4

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ESCUELA DE FORMACIÓN CARISMÁTICA

CUARTO NIVEL DE TEOLOGÍA BÁSICA

Y VOCACIONAL

Construir la Iglesia

Discernimiento Ministerial

Caminar con San Pablo

Proyecciones de la RCC

Experiencia cristiana

Discernimiento ministerial

Conocimiento bíblico

Conocimiento de la RCC

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Renovación Carismática Católica del Perú Coordinación Nacional Librería “La Luz” Av. Militar 1550, Lince. Lima. Perú Telefax: 471-7006 Email: librerí[email protected] Pág. Web: www.rccperu.org Escuela de Formación Carismática Teología Básica y Vocacional CUARTO NIVEL 1ª Edición, Lima, Perú. 2011. Con la colaboración de Manuel Tenjo Cogollo Email: [email protected] Blog: manueltenjo.blogspot.com Promovamos la evangelización, no la piratería. Este material es utilizado dentro de la Escuela de Formación Carismática de la RCC-Perú

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ESCUELA DE FORMACIÓN CARISMÁTICA

CUARTO NIVEL DE TEOLOGÍA BÁSICA

Y VOCACIONAL

Bienvenidos a la Escuela de Formación Carismática de la RCC-Perú que busca promover laicos dentro de los ministerios instituidos y no instituidos que necesita la Iglesia para realizar la misión de evangelizar al mundo y transformar con su influjo a la sociedad.

En el CUARTO NIVEL, buscamos favorecer el discernimiento del llamado ministerial para hacer crecer la comunidad con la fuerza de la evangelización, a la vez que proyectar la Renovación Carismática para sembrar la cultura de Pentecostés. Los cursos que componen el CUARTO NIVEL, son:

CONSTRUIR LA IGLESIA DISCERNIMIENTO MINISTERIAL CAMINAR CON SAN PABLO PROYECCIONES DE LA RENOVACIÓN

CARISMÁTICA CATÓLICA

La presente cartilla© contiene las guías de trabajo para formadores y

estudiantes, así que no son exhaustivas, pero tiene una bibliografía que para tenerse en cuenta en el proceso de formación y profundización.

© RESTRICCIÓN: Este material es de uso de la Escuela de Formación Carismática de la RCC-Perú. Pedimos el favor que no se reproduzca parcial o totalmente, si desea adquirirlo puede comunicarse con la Librería “La Luz”. Email:librerí[email protected]

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ESCUELA DE FORMACIÓN CARISMÁTICA

CUARTO NIVEL DE TEOLOGÍA BÁSICA Y VOCACIONAL

CONSTRUIR LA IGLESIA Elaborado por Manuel Tenjo C

1.

OBJETIVOS

Amar a la Iglesia con un conocimiento de lo que ella es y hace, su ser y su misión.

Asumir compromisos comunitarios que manifiesten concretamente el amor que se vive en la Iglesia para hacerla santa e inmaculada ante Dios.

Presentar una introducción a la Eclesiología y generar sanos ambientes de reflexión eclesial.

Conocer herramientas para hacer crecer la Iglesia Católica y buscar nuevos caminos de madurez eclesial.

CONTENIDOS: 1. Introducción 2. La Trinidad en la mejor comunidad 3. Construir la Iglesia 4. ¿Qué Iglesia queremos construir? 5. Compromiso eclesial 6. Organización eclesial

BIBLIOGRAFIA:

ALVAREZ, Carlos. Cuando la Iglesia nació. CCCMD. Colección Logos # 6.

CARRILLO, Salvador. Los Hechos de los Apóstoles al impulso del Espíritu Santo. Bogotá 1983.

Catecismo de la Iglesia Católica. Roma, 1992.

Concilio Vaticano II. Documentos completos. Ed. Paulinas, Bogotá, 1965.

III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en PUEBLA. CELAM, 1979.

IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en SANTO DOMINGO. CELAM, 1992.

V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en APARECIDA. CELAM, 2007.

JARAMILLO, Diego. La Iglesia que amo. CCCMD. Colección Crecer # 7.

PARRA, Alberto. La Iglesia. P.U. Javeriana. Facultad de Teología. Bogotá. 1997.

1 Maestría en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana. Profesional en Teología de la Pontificia Universidad

Javeriana. Estudios en Filosofía y Ciencias Religiosas en el Seminario Valmaría de Bogotá. Liderazgo y Manejo de Conferencias en el Instituto para el Desarrollo de Líderes Calificados de Rezza Editores S.A. de C.V. en Guadalajara. Miembro Fundador de los Ministerios Apostólicos Minuto de Dios. Profesor de Ciencias Bíblicas en UNIMINUTO. Conferencista y Misionero. Email: [email protected] Blog: manueltenjo.blogspot.com

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ESCUELA DE FORMACIÓN CARISMÁTICA

CUARTO NIVEL DE TEOLOGÍA BÁSICAY VOCACIONAL

CONSTRUIR LA IGLESIA Elaborado por Manuel Tenjo C

2.

1. INTRODUCCIÓN PREGUNTAS INICIALES: ¿Qué es la Iglesia? ¿Cómo ha evolucionado la Iglesia? ¿Qué compromisos asumir para hacer crecer la Iglesia? ¿Cómo se organiza la Iglesia?

La Iglesia es misterio preexistente y revelado en el misterio mismo de Cristo o economía o plan gratuito y misericordioso de Dios para salvar todo el orden creado. La Iglesia es institución que toma origen histórico, visible y palpable ligada al acontecimiento real e histórico de Jesús de Nazaret, fundamentada en los apóstoles, enviada en misión, organizada con características específicas, dotada de medios apropiados a su naturaleza, estructurada jerárquicamente, propagada desde hace veinte siglos en todos los rincones del mundo. La Iglesia es comunidad de personas vivas y reales, históricas y concretas, convocadas y reunidas por pura gracia y misericordioso amor en la institución de la Iglesia, para realizar sacramentalmente en la sociedad el Plan, Economía o Proyecto de nuestra salvación, por la entrañable misericordia de nuestro Dios. ¿Cuál es y cómo es el diseño comunitario de la Iglesia, que pueda ser signo e instrumento para una sociedad diferente, según el Plan de Dios? ¿Qué es comunidad? ¿Cuáles son las exigencias y constitutivos de la comunidad? ¿Cuál es el modelo eclesial de comunidad? Son las preguntas lógicas de quienes en la sociedad nos sentimos interpelados por la fe teologal y por la realidad histórica a construir un ser de Iglesia y de sociedad, en correlación con nuestra situación socio-eclesial y como respuesta a ella3. El trabajo que vamos a realizar en el presente curso tiene como base a la Iglesia sacramento de Cristo y por tanto a los sacramentos de la Iglesia, teniendo en cuenta el sentido teológico y ritual proyectado en la construcción eclesial y social. Además vamos a utilizar documentos del magisterio eclesial con talleres para practicar la lectura eclesial y el dialogo grupal. 2 Maestría en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana. Profesional en Teología de la Pontificia Universidad

Javeriana. Estudios en Filosofía y Ciencias Religiosas en el Seminario Valmaría de Bogotá. Liderazgo y Manejo de Conferencias en el Instituto para el Desarrollo de Líderes Calificados de Rezza Editores S.A. de C.V. en Guadalajara. Miembro Fundador de los Ministerios Apostólicos Minuto de Dios. Profesor de Ciencias Bíblicas en UNIMINUTO. Conferencista y Misionero. Email: [email protected] Blog: manueltenjo.blogspot.com 3 PARRA, Alberto. La Iglesia. Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Teología. Bogotá. 1997.

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2. LA TRINIDAD ES LA MEJOR COMUNIDAD El Concilio Vaticano II (1965) nos presenta al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo como comunidad ideal, la comunidad en la perfecta relación de amor. Vamos a mirar la Constitución sobre la Iglesia (Lumen Gentium 2-5) para mirar la Trinidad en función de la Iglesia.

2.1. LA VOLUNTAD DEL PADRE ETERNO SOBRE LA SALVACION El Padre Eterno creó el universo por designio de su sabiduría y de su bondad, decretó hacer partícipes de su reino a los hombres y aunque caídos por el pecado de Adán, no los abandonó, sino que les ofreció la salvación a través de la obra redentora Cristo. Determinó convocar a los creyentes en Cristo en la Santa Iglesia, que fue ya prefigurada desde el origen del mundo, preparada admirablemente en la historia del pueblo de Israel y en el Antiguo Testamento, manifestada actualmente mediante el poder del Espíritu Santo y será perfeccionada gloriosamente al fin de los tiempos. Entonces, como se lee en el documento de los Santos Padres, todos los justos descendientes de Adán, "desde Abel el justo hasta el último elegido", se congregarán ante el Padre en una Iglesia universal.

2.2. MISIÓN Y OBRA DEL HIJO Vino, pues, el Hijo, enviado por el Padre, que nos eligió en El antes de la creación del mundo, y nos predestinó a ser sus hijos. Cristo, pues, en cumplimiento de la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su misterio, y efectuó la redención con su obediencia. La Iglesia, o reino de Cristo, crece visiblemente en el mundo por el poder de Dios. Comienzo y expansión manifestada de nuevo tanto por la sangre y el agua que manan del costado abierto de Cristo crucificado como por las palabras alusivas a su muerte en la cruz: "Y yo, si fuere levantado de la tierra, atraeré todos a mí" Jn 12,32. Cada vez que se renueva sobre el altar el sacrificio de la cruz, donde Cristo ha sido inmolado, reconocemos la obra de la redención en nuestras vidas. Al propio tiempo, en el sacramento del pan eucarístico se representa y se produce la unidad de los fieles, que constituyen un solo cuerpo en Cristo. Todos los hombres son llamados a esta unión con Cristo, luz del mundo, de quien procedemos, por quien vivimos y hacia quien caminamos.

2.3. EL ESPIRITU SANTIFICADOR DE LA IGLESIA Consumada, pues, la obra, que el Padre confió al Hijo aquí en la tierra, fue enviado el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, para que santificara a la Iglesia, y de esta forma los que creen en Cristo pudieran acercarse al Padre en un mismo Espíritu. El es el Espíritu de la vida, o la fuente del agua que salta hasta la vida eterna, por quien da vida el Padre a todos los hombres que estaban muertos espiritualmente por el pecado. Rom 8,10-11. El Espíritu habita en la Iglesia y en los corazones de los fieles como en un templo y en ellos ora y da testimonio de ser hijos de Dios. Con diversos dones espirituales y ministeriales dirige y enriquece con todos sus frutos a la Iglesia a la que guía hacía toda verdad unificándola en comunión y servicio.

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Hace rejuvenecer a la Iglesia por la virtud del Evangelio, la renueva constantemente y la conduce a la unión consumada con su Esposo. Pues el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: "¡Ven!" Así se manifiesta toda la Iglesia como "una muchedumbre reunida por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".

2.4. EL REINO DE DIOS El misterio de la santa Iglesia se manifiesta en su fundación. Pues nuestro Señor Jesús dio comienzo a su Iglesia predicando la buena nueva, es decir, el Reino de Dios, prometido muchos siglos antes en las Escrituras: Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca. Mt 4,17. Ahora bien, este Reino comienza a manifestarse como una luz delante de los hombres, por la palabra, por las obras y por la presencia de Cristo. La palabra de Dios se compara a una semilla, depositada en el campo: quienes la reciben con fidelidad y se unen al rebaño de Cristo, recibieron el Reino; la semilla va germinando poco a poco por su vigor interno, y va creciendo hasta el tiempo de la siega. Los milagros, por su parte, prueban que el Reino de Jesús ya vino sobre la tierra: "Si expulso los demonios por el Espíritu de Dios, sin duda que el Reino de Dios ha llegado a vosotros" Mt 12,28. Pero, sobre todo, el Reino se manifiesta en la Persona del mismo Cristo, Hijo del Hombre, que vino a servir, y a dar su vida para redención de muchos. Pero habiendo resucitado Jesús, después de morir en la cruz por los hombres, apareció constituido para siempre como Señor, como Cristo y como Sacerdote y derramó en sus discípulos el Espíritu prometido por el Padre. Por eso la Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador, observando fielmente sus preceptos de caridad, de humildad y de abnegación, recibe la misión de anunciar el Reino de Dios, de establecerlo en medio de todas los pueblos, y de constituir en la tierra el germen y el principio de este Reino. La iglesia por su parte, mientras va creciendo poco a poco, anhela el Reino consumado, espera con todas sus fuerzas, y desea ardientemente unirse con su Rey en la gloria.

3. CONSTRUIR LA IGLESIA Muchas veces también la Iglesia se llama "edificación" de Dios. El mismo Señor se comparó a la piedra rechazada por los constructores, pero que fue puesta como piedra angular.

3.1. VAMOS A CONSTRUIR LA IGLESIA LADRILLO A LADRILLO 1º ladrillo: La vocación y la misión Vemos en Mt 4,18-22 como Jesús llama a Simón Pedro, Andrés, Santiago y Juan para que sean pescadores de hombres. El llamado lleva implícita la misión. Ellos hicieron lo siguiente: “Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron”. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.” De igual manera debemos responder nosotros al llamado del Señor.

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Al finalizar la capacitación de los discípulos y después de vivir con Jesús Resucitado, él los envía a la gran comisión “Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.” Mt 28,19 La tarea es clara y contamos con el respaldo y la compañía de Jesucristo. 2º ladrillo: La tradición y el magisterio La tradición de la Iglesia es muy grande, va desde el comienzo de la comunidad de los orígenes hasta nuestros días, unos dos mil años. En la tradición tenemos el “deposito de la fe” que nos mantiene en unidad. El Magisterio de la Iglesia nos da líneas de acción para nuestras actividades pastorales y cotidianas. Los documentos del magisterio son muchos, pero el más importante es el Concilio Vaticano II (1965), donde se encuentra la constitución y organización de la Iglesia Católica. 3º ladrillo: La palabra y el pan La celebración de los sacramentos es otro elemento clave en la construcción de la Iglesia. La renovación de la Alianza del Señor con los hombres en la Eucaristía enciende y arrastra a los fieles a la apremiante comunión con Cristo. Por tanto, de la Liturgia, sobre todo de la Eucaristía fluye hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin.

3.2. CEMENTO: CARISMAS PARA EL SERVICIO La Biblia nos habla muchas veces de los carismas que deben ser puestos al servicio de la comunidad. “Pero todas estas cosas las hace con su poder el único y mismo Espíritu, dando a cada persona lo que a él mejor le parece" (1 Cor 12,11), reparte entre los fieles de cualquier condición incluso gracias especiales, con que los dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos para la renovación y edificación de la Iglesia.

3.3. ARENA: UNIDAD EN LA DIVERSIDAD Todos los hombres son llamados a formar parte del Pueblo de Dios. Por lo cual este Pueblo, siendo uno y único, ha de abarcar el mundo entero y todos los tiempos para cumplir los designios de la voluntad de Dios. Para ello envió Dios a su Hijo a quien constituyó heredero universal para que fuera Maestro, Rey y Sacerdote nuestro, y dando como regalo a la iglesia al Espíritu Santo, que la congrega y la une.

3.4. AGUA: ESPÍRITU SANTO El Espíritu Santo tiene el papel importante en la Iglesia, porque es cofundador, mueve la comunidad y la impulsa a vivir la misión con la fuerza de los carismas y la proyección ministerial y apostólica.

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3.4.1. LA IGLESIA ES HECHA POR EL ESPÍRITU SANTO

El Espíritu Santo es COFUNDADOR Manifiesta la relación intima entre el Espíritu y la Comunidad Eclesial La Iglesia tiene dos misiones: La misión de Jesús: hacernos hijos de Dios: La misión del Espíritu Santo, es conducirnos desde nuestro interior, y llevarnos a la estatura perfecta de Cristo con el fin de vivir en fraternidad en un solo cuerpo Gal 4, Jesús dice la Palabra, la Palabra llega al corazón de los hombres y obra su poder creador por el Espíritu Santo - Amor.

3.4.2. EL ESPÍRITU ES EL PRINCIPIO DE COMUNION – UNIDAD Dios es todo en nosotros: 1 Cor 15,28 Para lograrlo nos inserta en el Cuerpo de Cristo por medio del Espíritu Santo. Da unidad en la diversidad de personas, unifica los pensamientos y forma de vida. Viviendo en unidad y fraternidad es como nos mantenemos en comunión trinitaria pues la Iglesia es imagen de la Trinidad: Ef 4,4-6 La unidad se manifiesta en el amor: Jn 13,35

3.4.3. EL ESPÍRITU ES PRINCIPIO DE UNIVERSALIDAD Dar testimonio hasta los confines de la Tierra Hch 1,8 La misión es evangelizar el universo. El Espíritu de Jesucristo llega a los rincones de la tierra y a la profundidad de todos los hombres para que se sientan hermanos, hijos del mismo padre y buscando la solidaridad universal.

3.4.4. EL ESPÍRITU CONSERVA LA MISIÓN APOSTÓLICA ECLESIAL Lo apostólico es el principio y el fin de la misión de Jesús El encargo apostólico Mt 28,16-20 Enviados a todas las naciones todos los días Continuar con la misión de Jesucristo Dando testimonio: Jn 15,25-27 Testigo: El Espíritu da testimonio de Jesucristo El cristiano da testimonio con la fuerza del Espíritu Santo El testimonio se celebra en la Eucaristía El Espíritu Santo asiste a la Iglesia para conocer la verdad y para que el error no prevalezca

3.4.5. EL ESPÍRITU ES PRINCIPIO DE SANTIDAD EN LA IGLESIA La Iglesia es el templo santo de Dios donde, por el Espíritu, se celebra el Bautismo y la Eucaristía. La Iglesia es lavada por la sangre de Cristo, Ungida por el Espíritu Santo, y esposa de Cristo. La Iglesia santa constituida por pecadores, ha tenido errores históricos que no podemos negar, por ello en ocasiones ha entristecido al Espíritu Santo. Ef 4,30

3.5. COLUMNAS: LOS APOSTOLES Y SUS SUCESORES LOS OBISPOS

3.5.1. LA INSTITUCIÓN DE LOS APÓSTOLES El Señor Jesús, después de haber hecho oración al Padre, llamando a sí a los que El quiso, eligió a los doce para que vivieran con El y enviarlos a predicar el Reino de Dios a estos, apóstoles los

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fundó a modo de colegio, es decir, de grupo estable, y puso al frente de ellos, a Pedro, sacándolo de en medio de los mismos. A éstos envió Cristo, primero a los hijos de Israel, luego a todas las gentes para que con la potestad que les entregaba, hicieran discípulos suyos a todos los pueblos, los santificaran y gobernaran y así dilataran la Iglesia y la apacentaran, sirviéndola, bajo la dirección del Señor, todos los días hasta la consumación de los siglos (Mt 28,20). Los apóstoles, pues, predicando en todas partes el Evangelio (Mc 16,20), que los oyentes recibían por influjo del Espíritu Santo, reunieron la Iglesia universal que el Señor fundó sobre los Apóstoles y edificó sobre la piedra angular del edificio que es Cristo Jesús.

3.5.2. LOS OBISPOS, SUCESORES DE LOS APÓSTOLES Esta divina misión confiada por Cristo a los apóstoles ha de durar hasta el fin de los siglos, puesto que el Evangelio que ellos deben transmitir en todo tiempo es el principio de la vida para la Iglesia. Por lo cual los apóstoles tuvieron cuidado de establecer sucesores. En efecto, no sólo tuvieron diversos colaboradores en el ministerio, sino que confiaron a sus cooperadores inmediatos el encargo de acabar y consolidar la obra por ellos comenzada, encomendándoles que atendieran a todo el rebaño en medio del cual el Espíritu Santo, los había puesto para apacentar la Iglesia de Dios. Asi pues los obispos, junto con los sacerdotes y diáconos recibieron toda autoridad para guiar la iglesia.

3.6. VIGAS: LA ESPERANZA CRISTIANA Dios nos enseña que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia, y cuya bienaventuranza es capaz de saciar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón humano. Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de la debilidad y de la corrupción, se revestirá de incorruptibilidad, y permaneceremos gozando de la gloria de Dios

4. ¿QUÉ IGLESIA QUEREMOS CONSTRUIR? El cristianismo, sin duda alguna, es una forma de vida en relación consigo mismo, con los demás y con Dios. Sin embargo esta forma de vida necesita ser institucionalizada para que no corra el riesgo de perderse. Esa institucionalización del cristianismo la denominamos: Iglesia. A través de los veinte siglos de historia de la Iglesia, ella ha reflexionado sobre sí misma y se ha interpretado de distintas maneras, generando formas de actuar y de responder a las realidades sociales del momento. Esas maneras de entenderse se denominan MODELOS ECLESIALES4. Vamos a mirar los más relevantes para entender la Iglesia Católica en nuestros días.

4.1. IGLESIA CIRCULAR Después de la experiencia que los discípulos tuvieron con Jesús Resucitado, vino la organización de la comunidad de creyentes, de manera sencilla fue apareciendo como una secta judía, pero

4 Orientado por el libro: La Iglesia, del P. Alberto Parra, S.J. Editado por la Pontificia Universidad Javeriana (Facultad

de Teología) en Bogotá, 1997.

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las persecuciones y conflictos con la sociedad establecida de estructuras y leyes estáticas fueron generando la identidad de la Iglesia, hasta el punto que a los seguidores de Cristo se les llamo cristianos por primera vez en Antioquia (Cfr. Hch 11,26). La Iglesia se entendió a sí misma con las siguientes características de circularidad:

Se vive una relación estrecha con el Dios creador del universo y el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que quiere establecer una nueva familia más allá de los lazos consanguíneos donde todos somos hermanos (Mc 3,31-35). Es el comienzo del nuevo Israel.

Se experimenta a Jesucristo como el salvador del pecado y dador de una libertad por encima de la ley judía. Jesucristo es el centro aglutinador de la comunidad cristiana y de la Santa Trinidad que empieza a vivirse cotidianamente en estrecha relación.

"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Sobrevino temor a toda persona, y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles. Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas: vendían sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Perseveraban unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la Iglesia los que habían de ser salvos" (Hch 2,42-47)

Como todas las personas eran igual de importantes, todos los ministerios también eran iguales, es decir, había una jerarquía porque es necesario el orden, sin embargo nadie estaba por encima de otra persona.

El Bautismo y la Eucaristía eran los sacramentos principales, pues el primero incorpora al Misterio de Cristo y de su Iglesia y el segundo fundamenta y cohesiona la comunidad. Por lo mismo, la labor de los hermanos consiste en ejercer todos su sacerdocio, su profetismo y su realeza en el mundo.

La evangelización de una sociedad decadente y avasalladora era la principal tarea de todos los días. Si era necesario dar testimonio de Jesucristo con su propia vida y derramando la sangre, se hacia con total convicción de la respuesta de Dios. "La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos" (San Ignacio de Antioquía). El mundo debe ser conquistado para Cristo.

Por tal motivo la Iglesia se siente como instrumento de salvación por la transparencia que realiza de Jesucristo Resucitado.

Los carismas se organizan por ministerios para que todos los hermanos se sientan útiles y responsables de la salvación de aquellos que no conocen a Jesucristo.

Los ministerios eclesiales se fueron organizando de acuerdo a las dificultades presentadas en la comunidad, es decir que eran una respuesta adecuada a los retos del momento.

4.2. IGLESIA SOCIEDAD PERFECTA

Después del siglo III, con la conversión al cristianismo del emperador Constantino, vino la institucionalización del cristianismo para todo el imperio, generando bautismos masivos, misiones constantes y organización eclesial distinta a la circular y domestica que traía. La Iglesia empieza a releer el Antiguo Testamento y la sociedad imperial para dar comienzo a una organización piramidal con moralizaciones judaicas, lecturas tipológicas, organización litúrgica y sacerdotalización de la comunidad. A partir de entonces, el Obispo queda asimilado en su persona y en sus funciones al sumo sacerdote del Antiguo Testamento. Los Presbíteros de la Iglesia son intercambiados en personalidad y en ministerio con los sacerdotes antiguos. Los Diáconos vienen a ser los antítipos de los levitas, despojados de su rango sacerdotal durante la monarquía y el postexilio de Israel, dedicados a los oficios menores del santuario antiguo. Los fieles de Jesucristo serían "laicos", es decir los no sacerdotes, los no consagrados, los no

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llamados, los no activos, los no enseñantes, cuya esfera de competencia no es el templo (lugar sagrado) sino el mundo profano o secular5. Las características de la Iglesia como sociedad perfecta son:

Piramidalización de los ministerios y funciones dentro de la Iglesia, donde los ordenados ocupan la parte superior y los laicos ocupan la base de la pirámide, recibiendo el título de simples bautizados, lo que significa que es mejor estar en los ministerios ordenados. Cuando un clérigo deja el ministerio se denomina "reducción al estado laical".

Empieza a identificarse a la Iglesia como a los ordenados, dejando de lado a la gran mayoría laical.

El Sumo Pontífice asume características de rey y aún más pues es él quien consagra a reyes y emperadores. Al mismo tiempo los obispos se asimilan a príncipes seculares que deben ser tratados como tales.

Se enseña que Dios ha establecido que unos den y otros reciban los sacramentos. Por ello quienes dan sacramentos y gobiernan la Iglesia se asemejan a Dios, que está por encima de todos, y a todos gobierna.6

El papel de la mujer se vuelve supremamente secundario y la Iglesia adquiere todas las particularidades patriarcales por ser el plan original de Dios.

4.3. IGLESIA CUERPO MISTICO

"Hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra" (Ef 1,10) es declarar en ámbito estrictamente cristológico y soteriológico, que el mundo celeste (lo invisible) y el terrestre (lo visible) es Cuerpo de Cristo. Es decir, término de relación y de acción, de presencia y de manifestación de su acción, tanto creadora como redentora. Pero llegó el momento en que el monarquismo y absolutismo papal, así como también las legítimas prerrogativas del Papa en la Iglesia empírica, tuvieron que ser fundamentados. Entonces se hizo un traslado del término cabeza para designar al Papa y el término cuerpo místico de Cristo para referirse a la Iglesia Católica Romana. Las características de la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo son:

La doctrina del cuerpo místico no tuvo la intención de enderezar o suplantar la Eclesiología de Sociedad Perfecta, sin embargo sirvió para equilibrar los desajustes de un modelo juridicista, territorial y burocrático, de manera que la Iglesia va siendo manejada teóricamente más como una comunidad de hermanos que como una organización social.

Minimización del Cuerpo de Cristo y maximización del Papa como Cabeza de la Iglesia, graficando la organización eclesial con una cabeza grande y un cuerpo pequeño.

La fuerza e importancia estuvo en ser parte de la cabeza, donde los ministerios jerárquicos ocupaban el principal lugar y el laicado se redujo notablemente.

Se hizo muy frecuente la frase medieval de que "sólo tiene potestad sobre el Cuerpo Místico el que tiene potestad sobre el Cuerpo eucarístico", la teología del Orden oriento la capitalidad a fundamentar que sólo ella piensa, sólo ella decide, sólo ella ordena, sólo ella juzga, sólo ella planifica, sólo ella enseña. Los fieles laicos deben "asistir a la jerarquía eclesiástica en la expasión del Reino del divino Redentor"7.

5 "Al sumo sacerdote le han sido encomendados sus oficios; a los sacerdotes se les ha asignado su propio lugar; y

los levitas tienen sus ministerios. El hombre laico está obligado por reglamentaciones propias de laicos". CLEMENTE ROMANO, Carta a los Corintios 40,1. 6 SANTO TOMAS, Suma contra Gentiles, Libro III; ver capítulos 78, 84, a.1-6

7 PIO XII, Mystici Corporis 14.Carta Encíclica sobre el Cuerpo Místico de Cristo y nuestra unión con él en Cristo, Junio

29 de 1943.

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El modelo de Cuerpo Místico probablemente encaje en los modelos sociales de sistemas representativos.

4.4. IGLESIA PUEBLO DE DIOS

El modelo de Iglesia Pueblo de Dios es un ejemplo vivo de las mutuas relaciones y dependencias que se operan entre las concepciones teológicas y las conductas históricas. Era necesario atenuar los excesos de la concentración monopólica del poder en el clero, como es propio del modelo Sociedad Perfecta. El Concilio Vaticano II en su Constitución Dogmática Lumen Gentium capítulo 2 presenta a la Iglesia como comunidad, elegida, santa, sacerdotal, profética, carismática, histórica, peregrina, enviada plural, inmersa en las realidades humanas, estructurada jerárquicamente, pero sobre el fundamento primario de la cristiana igualdad y de la común dignidad y solamente diferenciada por la diversidad de los carismas y ministerios funcionales que opera en ella la fuerza del Espíritu. Se realiza una mezcla de avances pastorales y al mismo tiempo mantiene algunos sistemas de modelos antiguos. Las características fundamentales son:

Empieza una nueva manera de pensar en la Iglesia abriendo posibilidades de reflexión, autocrítica y superación interesantes.

Empieza a entenderse que todos somos Iglesia como Pueblo elegido por Dios y peregrino en la tierra.

Sin embargo, en ocasiones no se hace una aclaración suficiente sobre el antiguo y el nuevo Pueblo de Dios fundamentado sobre la Pascua de Jesucristo.

Todavía se conserva cierto masculinísimo (machismo) que se ve palpablemente en la Iglesia y que es antitestimonial para la sociedad.

Los servicios eclesiales han sido canalizados en funciones litúrgicas, que apenas dejan especio para entender la significación apostólica, misionera y transformadora que pueden y deben tener en la sociedad y en la Iglesia.

Se manifiestan unas oportunidades mínimas para la emergencia de nuevos cuadros de servicio apostólico y laical.

Los postulados teológicos del Pueblo de Dios en el Concilio Vaticano II son altamente teóricos y lejanamente prácticos.

Algunos eclesiólogos señalan que aún falta mucho para aplicar elementos importantes del Concilio Vaticano II.

4.5. IGLESIA DE LOS POBRES

El marco en que surge este modelo eclesial es sombrío pero real: hermanos cristianos que padecen hambre, sed, desnudez, desnutrición, ignorancia y marginación, desempleo y empobrecimiento generalizado en un mundo consumista, injusticia en la relación capital-trabajo, obrero-patrón, y el terrible desequilibrio entre las sociedades opulentas y el club inmenso de los desheredados de la tierra. El Papa Juan XXIII antes de la inauguración del Concilio Vaticano II señalo: "Otro punto luminoso: para los países subdesarrollados la Iglesia se presenta como es y como quiere ser, como Iglesia de todos, en particular como la Iglesia de los pobres"8

8 JUAN XXIII, Radiomensaje del 11 de septiembre de 1962, Actas Apostólicas Sedis LIV, 682.

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La lectura honesta del Concilio Vaticano II (Lumen Gentium y Gaudium et Spes) deja en claro los lineamientos sustanciales de un nuevo estilo de ser Iglesia, y de unas nuevas exigencias frente a la realidad:

Que la pobreza, la Iglesia pobre y la Iglesia de los pobres no es en Vaticano II un tema sino una constante, que se destaca en los contextos más significativos del Concilio.

Que la Iglesia pobre y la Iglesia de los pobres no es una Iglesia dentro de la Iglesia, ni un grupo de voluntarios de la Iglesia, sino una característica esencial y constitutiva del misterio de la Iglesia en el misterio de Cristo Pobre.

Que por pobreza y por pobre no se entiende únicamente una categoría social, como si Jesús o el Evangelio canonizaran simplemente la clase social de los pobres.

Pero que sin pobreza real, efectiva, de clase social de los pobres, la pobreza evangélica sería una categoría cínica, como son cínicos quienes refieren la bienaventuranza de Jesús a los pobres "de espíritu" que potencialmente lo seríamos todos, para concluir que también los ricos son pobres (!).

Que la Iglesia pobre y la Iglesia de los pobres no se resuelve en un comportamiento ético de "ayuda" al pobre ni de "opción" por el pobre, hecha por una porción de la Iglesia instalada y porque Jesús eligió y consagró la pobreza real como un medio pascual de liberación y redención. La pobreza tiene que manifestarse en la Iglesia como signo real e inequívoco de pertenencia y de seguimiento del Espíritu de Jesús.

Que la actitud teórica y práctica de la Iglesia respecto a la pobreza debe ser de aceptación gozosa y voluntaria de ella (pobreza evangélica). Pero, al mismo tiempo, de oposición frontal a los sistemas, grupos e individuos, que al montar sus dinámicas de desarrollo económico son culpables de la miseria, de la desocupación, de las formas inhumanas o infrahumanas de vida, del enriquecimiento de unos pocos y la depauperización de las inmensas mayorías.

Este modelo eclesial de los pobre se ha desarrollado ampliamente en el tercer mundo. En América Latina ha tenido amplio desarrollo y adaptación a través del documento conclusivo de la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín (1968) y posteriormente con la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla (1979). De manera que nuestra Iglesia ha reflexionado y ha trabajado no solo del lado de los pobres sino asumiendo la pobreza como forma de vida en comunión con Jesucristo pobre y misericordioso.

4.6. IGLESIA LIBERADORA Y POPULAR La Iglesia liberadora, como forma y modelo histórico de la Iglesia, no es diversa al modelo de Iglesia de los Pobres. Es su concreción y planificación con miras a una eficacia real en términos de transformación y de cambio. Es necesario trazar las metas y estrategias eficaces para un cambio real de nuestra configuración económica, política y cultural. La Iglesia popular, la Iglesia desde la Base, la Iglesia que nace del Pueblo son modos de concreción, de explicitación de varios aspectos escenciales a la Iglesia de los pobres y la Iglesia liberadora:

El rescate de la comunidad de hermanos, comunión de los santos y congregación de los fieles con una hermandad total con la jerarquía eclesial.

El protagonismo histórico del pueblo, de la comunidad tenida como generalmente pasiva y que hoy rescata su dignidad, su responsabilidad y su actividad.

La organización eclesial popular que con base en su concientización a través de la educación popular despierta hoy para conocer y reclamar sus derechos, trabajar por su propia autorrealización, ser autora de sus propios destinos y desde la base tradicionalmente humillada

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y ofendida dignificar la Iglesia con la eminente dignidad de los pobres y transformar la sociedad con la fuerza evangélica de una liberación eficaz.

No se trata de realizar una Iglesia "paralela" a la Iglesia "oficial", o aparate de la jerarquía eclesial sino la Iglesia que vuelve a los orígenes de Jesucristo y a su intención al conformar un grupo de discípulos que es levadura para transformar la sociedad.

El Papa Juan Pablo II, en una Homilía en Managua decía: "Una Iglesia dividida como ya decía en mi carta a vuestros obispos, no podrá cumplir su misión de sacramento de Trinidad en el país. Por ello alertaba allí lo absurdo y peligroso que es imaginarse como al lado (por no decir en contra) de la Iglesia construida en torno al obispo, otra Iglesia concebida sólo como carismática y no institucional, nueva y no tradicional, alternativa, y como se preconiza últimamente, una "Iglesia Popular". Quiero hoy reafirmar estas palabras aquí delante de vosotros"9

5. COMPROMISO ECLESIAL

5.1. EL BAUTISMO Y RESPONSABILIDAD ECLESIAL Aún cuando la misión de la Iglesia es única, como es única la acción salvadora de Jesucristo, sin embargo tradicionalmente y de manera especial en los Documentos del Concilio Vaticano II10, se han venido distinguiendo tres aspectos de la misma acción pastoral: la Palabra, el Sacramento y la Caridad. Estos tres aspectos no han de considerarse independientes entre sí, sino profundamente inseparables. La pastoral profética llamada también Pastoral de la fe, tiene por fin proclamar el mensaje de Cristo. Contar a todas las gentes una noticia magnifica: que Dios nos envió a su Hijo para salvarnos. Es lo que llamamos “evangelio”, que la Iglesia debe proclamar en todos los tonos y formas posibles11. La pastoral litúrgica es la resonancia en el tiempo del oficio sacerdotal de Jesucristo, en el cual, participamos todos por el bautismo. Es la Pastoral de la esperanza, de la Palabra celebrada. La liturgia comportará un doble movimiento: por medio de símbolos sensibles, Dios nos santifica y nosotros le tributamos alabanza y adoración. La pastoral caritativa o social, es la pastoral del amor, es la continuación de la acción regia del Señor. Por ella la Iglesia concreta el aporte de los cristianos a la transformación del mundo. Es la Palabra vivida. A esta pastoral pertenece cuanto dice relación con la organización de la Iglesia, con sus apostolados, con las prácticas de la caridad y de ayuda. Ejercicio Nº 1: Señalar los ministerios y apostolados que se inscriben en cada pastoral de la Iglesia: Pastoral profética: _______________________________________________________________ ______________________________________________________________________________

9 JUAN PABLO II, Homilía en Managua, marzo 4 de 1983, AAS.

10 Concilio Vaticano II, La Constitución Lumen Gentium ofrece todo el Capítulo 4: LOS LAICOS, unas orientaciones

sobre el apostolado del laico desde el Bautismo. Recomendamos a formadores y estudiantes que lean algo de este Magisterio Conciliar. 11

Recomendamos leer la Exhortación Apostólica LOS FIELES LAICOS de Juan Pablo II, Roma, 1988. Numeral 14, donde se explica ampliamente el triple oficio venido por unión con Jesucristo: Sacerdote, Profeta y Rey. De igual manera recomendamos leer el CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, numerales 1267-1270

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______________________________________________________________________________ Pastoral litúrgica: ________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ Pastoral caritativa o social: ________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________

5.2. LA CONFIRMACIÓN Y EL TESTIMONIO ANTE EL MUNDO El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña: “Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los "sacramentos de la iniciación cristiana", cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal. En efecto, a los bautizados "el sacramento de la Confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma se comprometen mucho más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras12” (CIC 1285). Ejercicio Nº 2: Leer del CIC 1302 -1305 y señalar los compromisos eclesiales y sociales que adquieren los que celebran y viven el sacramento de la Confirmación: 1302. De la celebración se deduce que el efecto del sacramento es la efusión plena del Espíritu Santo, como fue concedida en otro tiempo a los apóstoles el día de Pentecostés. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1303. Por este hecho, la Confirmación confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal: - nos introduce más profundamente en la filiación divina que nos hace decir “Abbá, Padre” (Rm 8,15); - nos une más firmemente a Cristo; - aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo; - hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia; - nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo y para no sentir jamás vergüenza de la cruz: Recuerda, pues, que has recibido el signo espiritual, el Espíritu de sabiduría e inteligencia, el Espíritu de consejo y de fortaleza, el Espíritu de conocimiento y de piedad, el Espíritu de temor

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Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 11.

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santo, y guarda lo que has recibido. Dios Padre te ha marcado con su signo, Cristo Señor te ha confirmado y ha puesto en tu corazón la prenda del Espíritu13. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1304. La Confirmación, como el Bautismo del que es la plenitud, sólo se da una vez. La Confirmación, en efecto, imprime en el alma una marca espiritual indeleble, el “carácter”14, que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo15. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1305. El “carácter” perfecciona el sacerdocio común de los fieles, recibido en el Bautismo, y “el confirmado recibe el poder de confesar la fe de Cristo públicamente, y como en virtud de un cargo (quasi ex officio)”.16 ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________

5.3. DE LA MISA A LA MISIÓN EN EL MUNDO Comenzamos reflexionando a partir del pasaje bíblico conocido como “los discípulos de Emaús”, para realizar una reflexión eucarística donde se vive la comunión con Cristo para fortalecerse y luego salir a la misión. El siguiente es el esquema del tema a desarrollar.

Texto guía: Lc 24,13-35 1. Llegar desilusionado el encuentro con Jesús v.v. 13-24

Aquel mismo día: el primero de la semana

Dos discípulos desalentados

Es “como” el acto penitencial: las penas, las angustias, las esperanzas fallidas, no creer en el testimonio de hombres y mujeres…

Llegamos como si Jesucristo se nos hubiera muerto

2. El Banquete de la Palabra v.v. 25-27

Jesucristo explica la Escritura: Moisés y los Profetas

Da de comer su Palabra, alimenta el corazón con su Palabra

3. El Banquete del Pan v.v. 28-32

El v. 30 es eucarístico: “se pudo a la mesa con ellos tomó re pan, pronunció la bendición y se lo iba dando”.

Jesucristo resucitado es la Eucaristía, está presente en la Eucaristía.

Descubren a Jesucristo resucitado al partir el pan. 13

San Ambrosio. De Misteriis, 7,42: PL 16,402-403 14

Concilio de Trento, DS, 1609. 15

Como lo señala Lc 24,48-49 16

Santo Tomas de Aquino, Summa theologiae, III, 72,5, ad 2.

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Viene la reflexión del día domingo, la interiorización de la Palabra y del Pan

4. Salir a dar testimonio v.v. 33-35

Se levantan al momento para volver a la comunidad

La comunidad se edifica con el testimonio

Salir a compartir lo vivido en la Eucaristía

5. Conclusiones

Ap 10,8-11: recibir la Palabra, comerla, asumirla para ir a profetizar.

Recibir para dar, compartir las bendiciones que Dios da.

Salir de la misa para ir a la misión

El misionero es eucarístico en sentido de Palabra y Pan.

También el Catecismo de la Iglesia Católica insiste en que la vida eucarística se proyecta necesariamente en la misión en el mundo. De manera que “la Iglesia vive y se alimenta de la Eucaristía” para crecer comunitariamente y comprometerse con la transformación social necesaria para crear un mundo cristificado. Ejercicio Nº 3: Leer del CIC 1391 - 1405 y señalar los compromisos eclesiales y sociales fruto de la vida eucarística: 1391. La comunión acrecienta nuestra unión con Cristo. Recibir la Eucaristía en la comunión a como fruto principal la unión íntima con Cristo Jesús. La vida en Cristo encuentra su fundamento en el banquete eucarístico. Cuando en las fiestas del Señor los fieles reciben el Cuerpo del Hijo, proclaman unos a otros la Buena Nueva de que se dan las arras de la vida, como cuando el ángel dijo a María de Magdala: “¡Cristo ha resucitado!” He aquí que ahora también la vida y la resurrección son comunicadas a quien recibe a Cristo. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1392. Lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la Carne de Cristo resucitado, “vivificada por el Espíritu Santo y vivificante”17, conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el Bautismo (…). ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1393. La comunión nos separa del pecado. El Cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión es “entregado por nosotros”, y la Sangre que bebemos es “derramada por muchos para el perdón de los pecados”. Por eso la Eucaristía no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de futuros pecados (…). ______________________________________________________________________________

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Concilio Vaticano II, Presbyterorum ordinis, 5

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1394. Como el alimento corporal sirve para restaurar la pérdida de fuerzas, la Eucaristía fortalece la caridad que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales18 (…). ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1395. Por la misma caridad que enciende en nosotros, la Eucaristía nos preserva de futuros pecados mortales. Cuanto más participamos en la vida de Cristo y más progresamos en su amistad, tanto más difícil se nos hará romper con El por el pecado mortal. La Eucaristía no está ordenada al perdón de los pecados mortales. Esto es propio del sacramento de la Reconciliación. Lo propio de la Eucaristía es ser el sacramento de los que están en plena comunión con la Iglesia. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1396. La unidad del Cuerpo místico: La Eucaristía hace la Iglesia. Los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo. Por ello mismo, Cristo los une a todos los fieles en un solo cuerpo: la Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza esta incorporación a la Iglesia realizada ya por el Bautismo (…). Si vosotros mismos sois Cuerpo y miembros de Cristo, sois el sacramento que es puesto sobre la mesa del Señor, y recibís este sacramento vuestro. Respondéis “amén” (es decir, “sí”, “es verdad”) a lo que recibís, con lo que, respondiendo, lo reafirmáis. Oyes decir “el Cuerpo de Cristo”, y respondes “amén”. Por lo tanto, sé tú verdadero miembro de Cristo para que tu “amén” sea también verdadero19. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1397. La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres: Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos. Has gustado la sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. Deshonras esta mesa, no juzgando digno de compartir tu alimento al que ha sido juzgado digno de participar en esta mesa. Dios te ha liberado de todos los pecados y te ha invitado a ella. Y tú, aún así, no te has hecho más misericordioso20. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________

5.4. EL MATRIMONIO Y EL COMPROMISO FAMILIAR El sacramento del Matrimonio en la Iglesia Católica conduce a asumir compromisos en torno a la vida familiar y a la transformación social, pues es la familia la primera escuela de valores y por tanto la iglesia domestica.

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Cocilio de Trento, DS, 1638 19

San Agustín, Sermones, 272: PL 38, 1247 20

San Juan Crisóstomo, Homiliae in primam ad Corinhtios, 2, 4: PG 61, 229-230

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El Catecismo de la Iglesia Católica ofrece unos elementos de reflexión muy interesantes en torno a la vida sacramental matrimonial y los frutos y compromisos que trae. Ejercicio Nº 4: Leer del CIC 1638 – 1642. 1655 - 158 y señalar los compromisos eclesiales y sociales fruto de la vida matrimonial: 1641. “En su modo y estado de vida, [los cónyuges cristianos] tienen su carisma propio en el Pueblo de Dios”21. Esta gracia propia del sacramento del Matrimonio está destinada a perfeccionar el amor de los cónyuges, a fortalecer su unidad indisoluble. Por medio de esta gracia “se ayudan mutuamente a santificarse con la vida matrimonial conyugal y en la acogida y educación de los hijos”22. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1642. Cristo es la fuente de esta gracia. “Pues de la misma manera que Dios en otro tiempo salió al encuentro de su pueblo por una alianza de amor y fidelidad, ahora el Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia, mediante el sacramento del Matrimonio, sale al encuentro de los esposos cristianos”23. Permanece con ellos, les da la fuerza de seguirle tomando su cruz, de levantarse después de sus caídas, de perdonarse mutuamente, de llevar unos las cargas de los otros, de estar “sometidos unos a otros en el temor de Cristo” (Ef 5,21) y de amarse con un amor sobrenatural, delicado y fecundo. En las alegrías de su amor y de su vida familiar les da, ya aquí, un gusto anticipado del banquete de las bodas del Cordero:

¿De dónde voy a sacar la fuerza para describir de manera satisfactoria la dicha del matrimonio que celebra la Iglesia, que confirma la ofrenda, que sella la bendición? Los ángeles lo proclaman, el Padre celestial lo ratifica... ¡Qué matrimonio el de dos cristianos, unidos por una sola esperanza, un solo deseo, una sola disciplina, el mismo servicio! Los dos hijos de un mismo Padre, servidores de un mismo Señor; nada los separa, ni en el espíritu ni en la carne; al contrario, son verdaderamente dos en una sola carne. Donde la carne es una, también es uno el espíritu24.

______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1656. En nuestros días, en un mundo frecuentemente extraño e incluso hostil a la fe, las familias creyentes tienen una importancia primordial en cuanto faros de una fe viva e irradiadora. Por eso el Concilio Vaticano II llama a la familia, con una antigua expresión, “Ecclesia domestica”25. En el seno de la familia, “los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y han de fomentar la vocación personal de cada uno y, con especial cuidado, la vocación a la vida consagrada”26. ______________________________________________________________________________

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Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 11 22

Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 41 23

Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 48,2 24

Tertuliano, Ad uxorem, 2,9; cf, Juan Pablo II, exh. ap. Familiaris Consortio, 13 25

Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 11; cf, Juan Pablo II, exh. ap. Familiaris Consortio, 21 26

Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 11

21

______________________________________________________________________________ 1657. Aquí es donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal del padre de familia, de la madre, de los hijos, de todos los miembros de la familia, “en la recepción de los sacramentos, en la oración y en la acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la renuncia y el amor que se traduce en obras”27. El hogar es así la primera escuela de vida cristiana y “escuela del más rico humanismo”28. Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de la propia vida. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1658. Es preciso recordar asimismo a un gran número de personas que permanecen solteras a causa de las concretas condiciones en que deben vivir, a menudo sin haberlo querido ellas mismas. Estas personas se encuentran particularmente cercanas al corazón de Jesús; y, por ello, merecen afecto y solicitud diligentes de la Iglesia, particularmente de sus pastores. Muchas de ellas viven sin familia humana, con frecuencia a causa de condiciones de pobreza. Hay quienes viven su situación según el espíritu de las bienaventuranzas sirviendo a Dios y al prójimo de manera ejemplar. A todas ellas es preciso abrirles las puertas de los hogares, “iglesias domésticas” y las puertas de la gran familia que es la Iglesia. “Nadie se sienta sin familia en este mundo: la Iglesia es casa y familia de todos, especialmente para cuantos están “fatigados y agobiados” (Mt 1 1,28)”29. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________

5.5. EL ORDEN Y EL COMPROMISO SACERDOTAL El Sacramento del Orden en sus distintas maneras de vivirse (Orden de los Diáconos, Orden de los Presbíteros y Orden de los Obispos), tienen un amplio compromiso eclesial y social que se proyecta en la vida ministerial y apostólica. El Catecismo de la Iglesia Católica nos conduce a una reflexión profunda sobre la vocación y misión de los hombres que participan ministerialmente del sacerdocio de Jesucristo. Ejercicio Nº 4: Leer del CIC 1581 – 1589 y señalar los compromisos eclesiales y sociales fruto del Sacramento del Orden: 1581. Este sacramento configura con Cristo mediante una gracia especial del Espíritu Santo a fin de servir de instrumento de Cristo en favor de su Iglesia. Por la ordenación recibe la capacidad de

27

Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 10 28

Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 52,1 29

Juan Pablo II, exh. ap. Familiaris Consortio, 85

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actuar como representante de Cristo, Cabeza de la Iglesia, en su triple función de sacerdote, profeta y rey. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1584. Puesto que en último término es Cristo quien actúa y realiza la salvación a través del ministro ordenado, la indignidad de éste no impide a Cristo actuar30. San Agustín lo dice con firmeza:

En cuanto al ministro orgulloso, hay que colocarlo con el diablo. Sin embargo, el don de Cristo no por ello es profanado: lo que llega a través de él conserva su pureza, lo que pasa por él permanece limpio y llega a la tierra fértil... En efecto, la virtud espiritual del sacramento es semejante a la luz: los que deben ser iluminados la reciben en su pureza y, si atraviesa seres manchados, no se mancha31.

______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1585. La gracia del Espíritu Santo propia de este sacramento es la de ser configurado con Cristo Sacerdote, Maestro y Pastor, de quien el ordenado es constituido ministro. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1586. Para el obispo, es en primer lugar una gracia de fortaleza (“El Espíritu de soberanía”: Oración de consagración del obispo en el rito latino): la de guiar y defender con fuerza y prudencia a su Iglesia como padre y pastor, con amor gratuito para todos y con predilección por los pobres, los enfermos y los necesitados32. Esta gracia le impulsa a anunciar el Evangelio a todos, a ser el modelo de su rebaño, a precederlo en el camino de la santificación identificándose en la Eucaristía con Cristo Sacerdote y Víctima, sin miedo a dar la vida por sus ovejas:

Concede, Padre que conoces los corazones, a tu siervo que has elegido para el episcopado, que apaciente tu santo rebaño y que ejerza ante ti el supremo sacerdocio sin reproche sirviéndote noche y día; que haga sin cesar propicio tu rostro y que ofrezca los dones de tu santa Iglesia, que en virtud del espíritu del supremo sacerdocio tenga poder de perdonar los pecados según tu mandamiento, que distribuya las tareas siguiendo tu orden y que desate de toda atadura en virtud del poder que tú diste a los apóstoles; que te agrade por su dulzura y su corazón puro, ofreciéndote un perfume agradable por tu Hijo Jesucristo...33

______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1587. El don espiritual que confiere la ordenación presbiteral está expresado en esta oración propia del rito bizantino. El obispo, imponiendo la mano, dice:

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Concilio de Trento, DS, 1612; Concilio de Constanza, DS, 1154 31

San Agustín, In Evangelium Johannis tractatus, 5,15 32

Concilio Vaticano II, Chistus Dominus, 13 y 16. 33

San Hipólito de Roma, Traditio Apostolica, 3,

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Señor, llena del don del Espíritu Santo al que te has dignado elevar al grado del sacerdocio para que sea digno de presentarse sin reproche ante tu altar, de anunciar el Evangelio de tu Reino, de realizar el ministerio de tu palabra de verdad, de ofrecerte dones y sacrificios espirituales, de renovar tu pueblo mediante el baño de la regeneración; de manera que vaya al encuentro de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, tu Hijo único, el día de su segunda venida, y reciba de tu inmensa bondad la recompensa de una fiel administración de su orden34.

______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1588. En cuanto a los diáconos, “fortalecidos, en efecto, con la gracia del sacramento, en comunión con el obispo y sus presbíteros, están al servicio del Pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad”35. ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ 1589 Ante la grandeza de la gracia y del oficio sacerdotales, los santos doctores sintieron la urgente llamada a la conversión con el fin de corresponder mediante toda su vida a aquel de quien el sacramento los constituye ministros. Así, san Gregorio Nacianceno, siendo joven sacerdote, exclama:

Es preciso comenzar por purificarse antes de purificar a los otros; es preciso ser instruido para poder instruir; es preciso ser luz para iluminar, acercarse a Dios para acercarle a los demás, ser santificado para santificar, conducir de la mano y aconsejar con inteligencia. Sé de quién somos ministros, dónde nos encontramos y a dónde nos dirigimos. Conozco la altura de Dios y la flaqueza del hombre, pero también su fuerza. [Por tanto, ¿quién es el sacerdote? Es] el defensor de la verdad, se sitúa junto a los ángeles, glorifica con los arcángeles, hace subir sobre el altar de lo alto las víctimas de los sacrificios, comparte el sacerdocio de Cristo, restaura la criatura, restablece [en ella] la imagen [de Dios], la recrea para el mundo de lo alto, y, para decir lo más grande que hay en él, es divinizado y diviniza36. Y el santo Cura de Ars dice: “El sacerdote continúa la obra de redención en la tierra”... “Si se comprendiese bien al sacerdote en la tierra se moriría no de pavor sino de amor”... “El sacerdocio es el amor del corazón de Jesús”37.

______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________ ______________________________________________________________________________

34

Liturgia bizantina, Euchologion. 35

Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 29 36

San Gregorio Nacianceno, Oraciones, 2, 71: PG 35, 480B, 2, 74: PG 46, 481 B, 2, 73: PG 35, 481A. 37

B. Nodet, Jean-Marie Vianney, Curé d´Ars, 100.

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6. ORGANIZACIÓN ECLESIAL La Iglesia tiene una organización eclesial jerárquica, donde no todo es total democracia ni total dictadura, sino con un orden que busca ser transparencia y por tanto sacramento de Jesucristo. El Papa Juan Pablo II dice: "En varias ocasiones he subrayado que no existe contraste o contraposición en la Iglesia entre la dimensión institucional y la dimensión carismática, de la que los movimientos son una expresión significativa. Ambas son igualmente esenciales para la construcción divina de la Iglesia fundada por Jesús, porque contribuyen a hacer presente el misterio de Cristo y su obra salvífica en el mundo"38. Nuestra Iglesia está constituida teniendo a los Obispos como sucesores de los Apóstoles, los presbíteros son representantes de los Obispos cuando desempeñan cargos parroquiales. Cuando una diócesis es muy grande en el número de habitantes de denomina Arquidiócesis y el encargado es reconocido como Arzobispo, quien nombra vicarios generales por zonas pastorales para que le ayuden en el pastoreo del Pueblo de Dios, a su vez las zonas pastorales de dividen en arcipestasgos o decanatos que es un grupo pequeño de parroquias cercanas. La organización está en función del servicio pastoral a los hermanos de la Iglesia. En estos tiempos se intentan varios programas pastorales de organización parroquial y diocesana, con sus aportes y posibilidades y con sus puntos débiles y mejorables. Nuestra Iglesia sigue caminando y mejorando para que todos los bautizados se sientan responsables de la construcción y edificación del Cuerpo de Cristo. ¿Qué estás haciendo por edificar la Iglesia? 38

JUAN PABLO II, con motivo de la celebración de Pentecostés en 1998, año dedicado al Espíritu Santo, se congregaron en Roma, en el Congreso Mundial de Movimientos Eclesiales. Tomado de Los Papas y la Renovación, tomo II, recopilado por Diego Jaramillo. Colección Iglesia 142. CCCMD. Bogotá.

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ESCUELA DE FORMACIÓN CARISMÁTICA

CUARTO NIVEL DE TEOLOGÍA BÁSICA Y VOCACIONAL

DISCERNIMIENTO MINISTERIAL Elaborado por Manuel Tenjo C

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OBJETIVOS:

Conocer los elementos bíblicos del discernimiento para tener algunos fundamentos teológicos de juicio espiritual.

Asumir algunos criterios de discernimiento espiritual para practicar adecuadamente este carisma.

Aplicar los criterios de discernimiento para descubrir el llamado ministerial y tomar decisiones de acuerdo a la voluntad de Dios.

Trabajar en el plan de desarrollo del ministerio específico al que llama Jesucristo.

CONTENIDOS:

1. Introducción: la petición del rey Salomón 2. Dios habla hoy 3. Fundamentos neotestamentarios del discernimiento 4. Discernimiento y madurez cristiana 5. El llamado al ministerio 6. Discernir el ministerio al que has sido llamado 7. Crecimiento y desarrollo de la propia vocación 8. Conclusiones

BIBLIOGRAFIA:

RUIZ JURADO, Manuel. El discernimiento espiritual40. BAC 544. Madrid 1994.

RCC de Alemania. Una orientación teológica y pastoral. CCCMD. Colección Logos. Bogotá.

GOUVERNAIRE, Jean. Guiados por el Espíritu a la hora de discernir. Ed. Sal Térrea, Santander. 1984.

RAHNER, Karl. Lo dinámico de la Iglesia. Ed. Herder. Barcelona. 1963.

TORNOS, Andrés. Fundamentos bíblico-teológicos del discernimiento. Ed. Manresa 60. 1988.

Catecismo de la Iglesia Católica. Números: 799-801, 1780, 2820.

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Maestría en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana. Profesional en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Estudios en Filosofía y Ciencias Religiosas en el Seminario Valmaría de Bogotá. Liderazgo y Manejo de Conferencias en el Instituto para el Desarrollo de Líderes Calificados de Rezza Editores S.A. de C.V. en Guadalajara. Miembro Fundador de los Ministerios Apostólicos Minuto de Dios. Profesor de Ciencias Bíblicas en UNIMINUTO. Conferencista y Misionero. Email: [email protected] Blog: manueltenjo.blogspot.com 40

Es un texto que nos ha brindado un guía metodológica y de algunos contenidos.

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ESCUELA DE FORMACIÓN CARISMÁTICA

CUARTO NIVEL DE TEOLOGÍA BÁSICAY VOCACIONAL

DISCERNIMIENTO MINISTERIAL Elaborado por Manuel Tenjo C

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1. INTRODUCCIÓN: LA PETICIÓN DEL REY SALOMÓN

Concede, pues, a tu siervo, un corazón que entienda para juzgar a tu pueblo,

para discernir entre el bien y el mal, pues ¿quién será capaz de juzgar a este pueblo tuyo tan grande?

1 Rey 3,9

PREGUNTAS INICIALES: ¿Conoces cómo funciona el carisma de discernimiento? ¿Conoces criterios de discernimiento y sabes utilizarlos? ¿Sabes a qué ministerio te llama Jesucristo? ¿Sabes cómo hacer crecer y desarrollar el ministerio al que Jesucristo te llama?

Salomón, al comienzo de su reinado, va a orar a Gabaón, un santuario donde ofrece mil holocaustos, luego duerme y tiene un sueño donde Dios se revela. Este relato se encuentra en 1 Rey 3,4-15 y nos brinda elementos de reflexión sobre la importancia de practicar el discernimiento. Dios dijo “pídeme lo ha haya de darte”, dice el v. 5. Es interesante ver que Dios se coloca disponible ante la voluntad de Salomón, él está dispuesto a dar al rey de Israel lo que éste le pida. La petición de Salomón (v.v. 6-9) recuerda la manera como Dios trato al rey David y la elección del pueblo de Israel, es decir, que la petición se une a la historia de los antepasados, ubicando a Salomón como miembro de un pueblo, descendiente de un rey maravilloso y destinatario de la Alianza, es una oración que tiene en cuenta lo concreto y arraigado en el ámbito social. Salomón le pide a Dios “un corazón atento para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal”, pues el pueblo y el territorio de Israel es muy grande y numeroso. El rey de Israel pide al Creador la facultad para discernir entre lo que viene de Dios como voluntad y lo que viene del mal que causa división y violencia. Salomón pide lo que no se puede comprar con oro ni plata: distinguir con claridad la voluntad divina, pues así siempre realizará lo correcto y caminará como David: leal, justo y recto. A Dios le parece bien que Salomón pida “inteligencia para atender a la justicia” (v.11) y por eso le “concede un corazón sabio e inteligente, como ningún otro en la tierra” (v.12), además de las riquezas y gloria como ningún otro hombre. El hombre que busca lo esencial, lo

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Maestría en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana. Profesional en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Estudios en Filosofía y Ciencias Religiosas en el Seminario Valmaría de Bogotá. Liderazgo y Manejo de Conferencias en el Instituto para el Desarrollo de Líderes Calificados de Rezza Editores S.A. de C.V. en Guadalajara. Miembro Fundador de los Ministerios Apostólicos Minuto de Dios. Profesor de Ciencias Bíblicas en UNIMINUTO. Conferencista y Misionero. Email: [email protected] Blog: manueltenjo.blogspot.com

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que es más importante: quedarse con Dios y discernir su voluntad, encuentra añadiduras llenas de prosperidad y grandeza. Existe una condición para que la promesa de Dios a Salomón sea efectiva: “Si caminas por mis sendas, guardando mis preceptos y mandamientos, como hizo David, tu padre, prolongaré los días de tu vida” (v.14). Las promesas que Dios realiza corrientemente tienen unas exigencias para el ser humano; en este caso pide unidad y adhesión total a Dios y su voluntad. Una persona que permanece en intimidad con Dios Padre, fácilmente discierne la voluntad divina, pues tiene la comunión y sabiduría suficientes para juzgas el paso de Dios... La conclusión que nos ofrece el texto bíblico (v.15) nos permite ver con claridad varias propuestas de acción:

Salomón busca vivir en unidad y comunión con Dios para que pueda distinguir con claridad su voluntad sobre cualquier otra moción.

Es necesario buscar primero a Dios por lo que Él es y las añadiduras no se harán esperar.

El corazón atento a la voluntad de Dios tiene un propósito claramente definido: servir al crecimiento del pueblo elegido.

Practicar el discernimiento es una necesidad de todos aquellos que tienen ministerios de gobierno y de pastoreo en particular y de todos los cristianos en general.

2. DIOS HABLA HOY

“Yo te bendigo Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes

y se la has revelado a los humildes. Si, Padre, pues tal ha sido tu voluntad”.

(Lc 10,21)

El objeto fundamental del discernimiento es la voluntad de Dios, y Él la manifiesta o revela de distintas maneras.

2.1. DIOS HABLA Y EL HOMBRE ESCUCHA Antes que un ser humano comunique la Palabra primero tiene que escucharla, comunica lo recibido. De manera que el ser humano es primero oyente y después comunicador. Analicemos esta idea por partes:

El hombre como oyente de la Palabra42 tiene la facultad de escuchar el mensaje de Dios, tiene un órgano abierto a toda Palabra que pueda salir de la boca del Eterno, pues se encuentra abierto a la comunicación de Dios por la gracia. El ser humano es la absoluta apertura a la plenitud. Abierto a la trascendencia; por eso podemos decir que “el hombre es espíritu”, es decir, el hombre vive su existencia en un continuo tender hacia el absoluto, en una apertura hacia Dios. Así que presta oído a la revelación libre de Dios, pues Él puede hablar o guardar silencio; de igual manera el hombre es libre de escuchar a Dios.

“El lugar del encuentro con Dios es la trascendencia del hombre en su peculiaridad específicamente humana”43, pues Dios es espíritu trascendente y nos podemos comunicar con Él en Espíritu y en Verdad (Jn 4,23). Sin embargo debemos tener en cuenta que el hombre es

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Algunos elementos son tomados del libro de Karl Rahner: Oyente de la Palabra. Fundamentos para una filosofía de la religión. Herder. Barcelona. 1867. 43

Ibid. Pág. 157.

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espiritualidad sensible, espíritu en la materia y por tanto ocupa un tiempo y un espacio: el ser humano es un espíritu encarnado e histórico. Podemos afirmar que el hombre es el ser de naturaleza espiritual receptiva, abierto en cada caso a la historia, donde acontece Dios para revelarse llevándolo a dimensiones más amplias y trascendentes manifestado en realidades inmanentes, pues El habla "en forma de palabra", es decir, Dios habla aconteciendo en la historia de manera libre y es en esa historia donde el hombre, que por ser espíritu trascendente, tiene la capacidad' de escuchar a Dios y ser edificado con su Palabra de poder y vida. Son muchos los textos en que los hombres de Dios se presentan disponibles ante Él: "Habla, Señor, que tu siervo escucha " (1 Sam 3,10). "El Señor se dirigió a mí y me dijo…" (Jer 1,4). Textos que recomendamos leer: 1s 50,4-5; Ez 2,1.22; Eclo 51, 13-30.

Una vez que el hombre escucha a Dios, tiene la capacidad de comunicar, proclamar o predicar a los demás seres humanos, esa experiencia de diálogo y encuentro con el Señor de la Vida. El Ministerio de la Palabra es realizado y llevado a cabo por hombres y para hombres, por eso el documento de evangelización señala “vínculos de orden antropológico, porque el hombre que hay que evangelizar no es un ser abstracto, sino un ser sujeto a problemas sociales y económicos”44

De manera que la captación de la Palabra de Dios es una acción divina que se realiza por medio del Espíritu Santo. Como señala el Papa Benedicto XVI: “Sin la acción eficaz del «Espíritu de la Verdad» (Jn14,16) no se pueden comprender las palabras del Señor. (…) Pues sólo puede ser acogida y comprendida verdaderamente gracias al mismo Espíritu. (…) También san Jerónimo está firmemente convencido de que „no podemos llegar a comprender la Escritura sin la ayuda del Espíritu Santo que la ha inspirado‟”45. La Palabra recibida también debe ser proclamada por la acción del Espíritu Santo: “El mismo Espíritu, que habló por los profetas, sostiene e inspira a la Iglesia en la tarea de anunciar la Palabra de Dios y en la predicación de los Apóstoles”46

2.2. MANERAS COMO DIOS SE REVELA El Papa Benedicto XVI señala que “La Palabra de Dios, pues, se expresa con palabras humanas gracias a la obra del Espíritu Santo”47. Así que vamos a señalar esas maneras como Dios se comunica con los hombres a la manera humana.

A través de los hechos de la historia personal, familiar, comunitaria, nacional o mundial.

A través de las personas, independientemente de su condición: laicos, religiosos y religiosas, presbíteros, obispos.

A través de la Biblia, pues es el lugar privilegiado donde encontramos la Palabra de Dios.

44

Pablo VI. Exhortación Apostólica Evangelli Nuntiandii, n. 31. Vaticano, 1975. 45

Benedicto XVI. Exhortación Apostólica Verbum Domini, n. 16. Vaticano. 2010. 46

Ibíd.., n. 15. 47

Ibíd.., n. 15.

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A través de los carismas de revelación como: Palabra de Conocimiento, Palabra de Sabiduría, Profecía, Mensaje en Lenguas con su correspondiente Interpretación, Visiones y Sueños, Locución Interior, etc.

3. FUNDAMENTOS NEOTESTAMENTARIOS DEL DISCERNIMIENTO

No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías;

examinadlo todo y quedaos con lo bueno. 1 Tes 5,19-21

3.1. ENSEÑANZAS PAULINAS

Leer y analizar el uso del discernimiento según 1 Cor 11,28-29: _________________________

Leer y analizar el uso del discernimiento en 1 Tes 5,19-21: _____________________________

Al leer 2 Cor 11,13-15, observa otro uso del discernimiento: ____________________________

En Ef 5,10-11 dice un uso más del discernimiento (se puede complementar con lo que dice Rm 12,2): _____________________________________

En Gal 6,3-5 señala un elemento personal que debe examinarse, ¿cuál es? _______________

Leer Flp 1,9-10; 1 Cor 1,10; y señalar otros usos del discernimiento espiritual: ___________ ______________________________________________________________________________

¿Quiénes están en capacidad de discernir adecuadamente?

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Para responder es necesario leer Heb 5,14. ___________________________________________

______________________________________________________________________________ CONCLUSIÓN Como hemos podido comprobar, son abundantes las exhortaciones de San Pablo a que ejercitemos el discernimiento. Y también varios los campos indicados para ejercitarlo: (1) el estado de la propia conciencia, (2) las manifestaciones carismáticas o proféticas en la comunidad, (3) las doctrinas, (4) la vida corriente en su mezcla de obras de la luz y de las tinieblas, etc. En pocas palabras: lo que es la verdadera voluntad de Dios que pensemos, aceptemos, digamos o hagamos lo que es bueno, agradable y perfecto a los ojos de Dios. Podríamos decir que el objeto formal que se busca en cada uno de esos campos del discernimiento espiritual es hallar la voluntad de Dios sobre nosotros: qué debemos hacer o evitar, qué doctrina o dirección aceptar, qué inclinación debemos seguir y cuál debemos evitar. Dios se comunica con el hombre, pero este necesita confirmar y tales mociones vienen de origen divino, humano o diabólico.

3.2. ENSEÑANZAS DE LOS EVANGELIOS Jesús se presenta en los Evangelios como el objeto fundamental, esencial, del discernimiento espiritual. Y tal discernimiento de Jesús como el Mesías prometido, el Hijo de Dios, es don de Dios, porque es fruto de su Espíritu que ilumina a los que lo reconocen.

Leer Mt 16,3; Lc 12,56 y responder cuál es el reproche que hace Jesús a los judíos: ______________________________________________________________________________

Al leer Mt 7,15 Jesús exhorta a sus discípulos para: __________________________________

Un texto representativo es 1 Jn 4,1, insiste en discernir para evitar: ______________________

3.3. CRITERIOS EVANGÉLICOS DE DISCERNIMIENTO

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Los criterios de discernimientos son herramientas para utilizar el filtro y dejas pasar la voluntad de Dios. Existen pasajes en los Evangelios que ofrecen criterios de discernimiento. Veamos algunos de ellos. 3.3.1. EL PRIMER CRITERIO: POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÁN Lo encontramos referido a los maestros engañosos o falsos profetas en Mt 7-15-20: “Por sus frutos los conocerán”. El consejo es no quedarse en las apariencias con que se presenta un maestro, porque a veces se presentan como buenos pero su conducta es contraria a sus enseñanzas, es decir, se debe mirar más allá del disfraz. Gál 5,19-24 nos señalan algunos elementos que nos permiten profundizar en el primer criterio de discernimiento: mirar las obras de la carne nos permite descubrir a los falsos maestros o profetas mentirosos; mirar el fruto del Espíritu (Gál 5,22) nos hace evidente que personas viven guiados por el Espíritu Santo. Convendrá, por tanto, observar la vida de tales hombres que se presentan como profetas o maestros, para ponernos en guardia; pero, sobre todo, atender a su conducta auténtica, a veces diversa de la que aparentan, y al resultado de sus enseñanzas: porque si conducen al mal, si desvían o contribuyen a desviar de la voluntad de Dios en algún modo, no proceden del buen espíritu, no son aceptables. El fruto bueno procede de un corazón qué hace la voluntad de Dios. 3.3.2. EL SEGUNDO CRITERIO: ANSIAR LA VOLUNTAD DE DIOS Podemos encontrarlo en aquella frase dicha por Jesús para declarar quiénes hacen parte de su nueva familia: “Todo el que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”. (Mt 12,50; Mc 3,31-35; Lc 8,19-21). Nos invita a vivir la docilidad a la voluntad del Padre. Las personas que se dejan guiar por el Espíritu Santo, viven haciendo la voluntad del Padre (Rom 8,14). Por tal motivo la persona que vive dejándose mover por Dios puede discernir con claridad. 3.3.3. EL TERCER CRITERIO: BUSCAR LA GLORIA DE DIOS Jesús recomienda a sus apóstoles que se alejen de toda ambición y rivalidad mundanas, la humildad y sencillez como necesarias para vivir el Reinado de Dios en el corazón humano. “Si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos”. (Mt 18,3-4; Mc 9,35; Lc 9,48). Será por tanto, una señal de buen espíritu la inspiración o moción que nos conduzca en la dirección a la honestidad, transparencia, humildad, servicio y autenticidad. Así que no debemos buscar los intereses egoístas y mezquinos, sino la Gloria del Padre en todo lo que decidimos y hacemos. 3.3.4. EL CUARTO CRITERIO: DOCILIDAD A LA VOLUNTAD DE DIOS Se encuentra en el contexto de la corrección fraterna: Mt 18,17, donde Jesús señala que si un hermano no atiende a la observación hecha en privado por un hermano, ni siquiera ante testigos o autoridades de la comunidad, debe ser considerado como un gentil y publicano. Es claro que Jesús señala la corrección fraterna, sobre todo si viene de la autoridad de la Iglesia. Por tanto, la docilidad en general para aceptar las correcciones, especialmente de la autoridad de la Iglesia, será la actitud de una persona que puede discernir con claridad. La voluntad de Dios

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puede ser manifestada a través de los dirigentes de la comunidad y de la Iglesia en general, pues todos buscamos la unidad y el crecimiento de cada hermano de la comunidad. (cf. 17,21) 3.3.5. EL QUINTO CRITERIO: CONFIRMACIÓN BÍBLICA El quinto criterio va dirigido a observar la Escritura Sagrada como fuente inagotable de la voluntad divina. “Investiguen las Escritura, ya que creen tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí”. (Jn 5,39). La Biblia nos ofrece a nosotros la fuente y la confirmación de la voluntad de Dios. En Rom 15,4 nos muestra la utilidad de la Escritura para el discernimiento, la edificación comunitaria, la vida espiritual y la sabiduría al tomar decisiones coherentes con la voluntad de Dios.

3.4. CONCLUSIONES

El discernimiento no aparece en el Nuevo Testamento como una reflexión jurídico-moral sobre normas o actuaciones, deducidas de un ideal ya señalado y conocido; aunque reconoce la validez de ellas, asumidas en Cristo.

Se sitúa, más bien, en el plano religioso-espiritual del reconocimiento y aceptación en la propia vida de la voluntad salvífico-santificadora de Dios, manifestada en las circunstancias del hombre concreto.

En Cristo encuentra el hombre la manifestación de la voluntad del Padre sobre su propia vida. Y las circunstancias o detalles de su existencia en Cristo no serán sino una actuación de su docilidad al Espíritu, que ha de realizar en fidelidad constante a la voluntad de Dios, mediante el ejercicio del discernimiento espiritual.

Sólo a la luz de la fe en la persona de Cristo y con la docilidad a su Espíritu, ejercitada, logra el hombre con la gracia divina la maduración de una especie de “sentido de Cristo”, sensibilidad especial, que afecta a las facultades cognoscitivas y sapienciales, para captar y dejarse guiar con suavidad por el Espíritu en la práctica del discernimiento.

Los criterios evangélicos son asimilados por el cristiano a través de la meditación y la oración con Cristo, bajo la acción del Espíritu Santo. Ellos van creando esa familiaridad que facilita el discernimiento espiritual.

Por sus frutos

La gloria es para Dios

DocilidadSer como

niñosSeguir la Escritura

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4. DISCERNIMIENTO Y MADUREZ CRISTIANA

“En cambio, el manjar sólido es para los adultos; de aquellos que, por costumbre, tienen las facultades ejercitadas

en el discernimiento del bien y del mal”. (Heb 5,14)

La madurez cristiana, hace que se desarrolle una sensibilidad espiritual que puede llegar generar un hábito de discernir con claridad la voz de Dios. Es claro que, al hablar de ejercicio que crea hábito, se incluye un nivel de actividad psicológica; pero no meramente psicológica, sino una actividad de las facultades humanas sometidas al influjo y guía de la fe, de la gracia y dones del Espíritu divino. Es así como va madurando en el hombre la imagen de Cristo que el Espíritu quiere lograr en él (cfr. Rom 8,29), lo que llamamos su vocación personal, su madurez cristiana. Precisamente por ese hábito creado, suscitado sobrenaturalmente en la persona humana, crece su luminosidad y habilidad de penetración y lectura en las notas que le ofrecen las diversas experiencias de la vida, para captar los mensajes divinos que hay en ellas, distinguirlos de lo que es simplemente espíritu natural humano o del mal espíritu, y decidir según el Espíritu divino. Así va alcanzando la perfección y madurez cristiana a que se refiere la carta a los Hebreos (5,14).

4.1. ELEMENTOS FAVORABLES DEL DISCERNIMIENTO No existe una regla general o un arte comunicable para poder discernir infaliblemente y siempre. Nos movemos en el ámbito de la aplicación humana a las materias de la fe y no de las evidencias físicas racionales. Pero es claro que la Sagrada Escritura y la psicología nos brindan herramientas claras para favorecer el discernimiento. Veremos a continuación algunos elementos favorables para el discernimiento espiritual. 4.1.1. ELEMENTOS QUE FAVORECEN LA MADUREZ ESPIRITUAL San Pablo, en Rom 12,1-2, nos muestra unos elementos que favorecen la madurez espiritual y el conocimiento de la voluntad de Dios: que es buena, agradable y perfecta.

Ofrecerse como ofrenda viva, santa y agradable a Dios: ser una persona dispuesta a entregarse totalmente para el crecimiento espiritual y humano de los hermanos de la comunidad. El culto que Dios quiere es un ser humano solidario con las necesidades de los más necesitados.

No acomodarse al tiempo presente, a las estructuras actuales de pensamiento y acción que llevan a vivir con egoísmo y deseo del tener sobre el ser.

Transformación mediante la renovación de la mente, para que exista un cambio de mentalidad positivo de manera que podamos llegar a tener el pensamiento de Cristo (cfr. 1 Cor 2,16). Tener una manera distinta de ver al mundo: con los ojos de Dios y analizar todo con el corazón de la misericordia. 4.1.2. SENCILLEZ Y HUMILDAD Jesús nos indica otra condición favorable para recibir la revelación del Padre: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”. (Mt 5,8). También en Mt 11,25 señala que Dios Padre se revela a los pequeños. La sencillez y la humildad disponen a aceptar la luz de Dios con la que ha de discernirse espiritualmente la realidad.

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La soberbia es una forma particular de la discapacidad que suele afectar a gobernantes, directivos, funcionarios, pero también a porteros, conductores de colectivos, empleados públicos y a casi todos aquellos “infelices” mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder... La mansedumbre se define como dejarse colocar la mano. El manso es el que se deja tocar por Dios. Esa mansedumbre se asimila a la humildad, que implica descubrir lo que soy delante de Dios Padre. Un ser humano que personifique la humildad hará el esfuerzo de escuchar y de aceptar a los demás. Cuanto más acepte a los demás, más se tendrá a esa persona en gran estima y más se la escuchará. Una palabra dicha con humildad tiene el significado de mil palabras. 4.1.3. SER ESPIRITUAL Es necesario llegar a ser espiritual para poder discernir espiritualmente. En 1 Cor 2,9-16 nos muestra varios elementos:

Dios se revela a través del Espíritu para que el hombre conozca las cosas más intimas de Él.

El Espíritu expresa realidades espirituales en términos espirituales para que el cristiano que ha madurado espiritualmente las comunique a los hermanos.

El hombre espiritual juzga todo espiritualmente. Podemos concluir que las facultades para discernir no son algo que se puede improvisar, o que se tiene cuando no se ha adquirido o asimilado. Los elementos que favorecen al discernimiento implican una vida espiritualmente sana, psicológicamente ecuánime y disposición para arriesgarse en la fe, al mismo tiempo que dejarse sorprender por Dios.

4.2. DIFICULTADES PARA EL DISCERNIMIENTO Existen dificultades para discernir adecuadamente de distinto orden, teniendo en cuenta que el hombre es un ser integral, lo que afecta una de sus realidades directamente también afecta a las demás aunque sea indirectamente. Dicho en pocas palabras la principal dificultad es el “pecado” o dicho de otra manera “los afectos desordenados”, el asunto es que en ocasiones no somos conscientes de ellos y los dejamos pasar. Los afectos desordenados distorsionan el discernimiento adecuado de la voluntad divina. La Escritura dice: “Pues la fascinación del mal ensombrece el bien y el frenesí del deseo pervierte al espíritu ingenuo” (Sab 4,12). 4.2.1. DESORDEN EN LA VIDA PSICOLÓGICA Existen afecciones psicológicas que afectan el discernimiento, como por ejemplo: la paranoia o delirio de persecución, los complejos de culpa, inferioridad, superioridad, “patito feo”. El manejo inadecuado de los mecanismos de defensa. Tal vez un problema serio es la baja autoestima que lleva a tener una baja autovaloración, bajo autoconcepto y baja efectividad, que pueden degenerar en relaciones de dependencia malsana y depresión constante. 4.2.2. DESORDEN EN LA VIDA ESPIRITUAL Y MORAL Las personas que no tienen una clara imagen de Dios, sino que todavía se ve como alguien que pone trampas y pruebas para que el ser humano se vuelva una especie de títere en las manos del Creador, que ven el mal personificado por todas partes y en muchas personas que los rodean, que se autocastigan por el pecado degenerando en una doble moral y manifestándose de una

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manera distinta a la vida íntima, esas personas no tienen facilidad para discernir con transparencia la voluntad de Dios. 4.2.3. DESORDEN EN EL ORGANISMO Existen malestares orgánicos que afectan psicológicamente y que no permiten analizar con claridad la realidad que se tiene enfrente. Enfermedades como la hipoglisemia, diabetes, hipotiroidismo, entre otras, generan depresión en las personas que las padecen, en ese momento la realidad es esquiva. Otras personas pueden tener sueños y visiones que consideran revelación de Dios, pero pueden ser manifestaciones de trastornos orgánicos, temores, aspiraciones, dudas, apegos, etc. 4.2.4. DESORDEN EN LA VIDA FAMILIAR Las personas que tienen problemas familiares no asumidos con una adecuada experiencia espiritual, psicológica o moral, dificultan o distorsionan el discernimiento espiritual. Por ejemplo algunas personas que viven en unión libre o en una situación irregular desde el punto de vista canónico se pueden llegar a considerar indignas del amor de Dios. Otras personas que tienen a alguno de sus hijos en situaciones de “pecado”, pueden creer que Dios no las ama igual que a otras personas. Que decir de las relaciones de pareja donde se manifiestan distintos formas de violencia, tal vez se eximen a sí mismas de una vida espiritual sana por creer que Dios tiene algo contra ellas... 4.2.5. DESORDEN EN LA VIDA ECONÓMICA Existe otra dificultad en el ejercicio del discernimiento y es el deseo desordenado de dinero y poder. Las personas que son adictas al juego, que no saben administrar el dinero que ingresa a la economía del hogar, que reciben pocos ingresos y tienen muchos egresos reales, que miran el dinero como la base real del hogar, de la comunidad o del apostolado, esas personas no van a analizar con claros criterios de discernimiento la voluntad de Dios. CONCLUSIÓN El ser consciente de estos elementos favorables y desfavorables al discernimiento nos hará más precavidos sobre la necesidad de disponernos adecuadamente, antes de realizar una operación importante como el discernimiento, si queremos que sea espiritual y no exponerlo a todos los riesgos de engañarnos a nosotros mismos.

4.3. CRITERIOS Y NORMAS PRACTICAS PARA EL DISCERNIMIENTO48 Pablo coloca al principio de sus reflexiones sobre la experiencia del Espíritu la señal más significativa de discernimiento: “quien confiese desde el Espíritu, Jesús es el Señor” (1 Cor 12,3). En la primera carta de San Juan encontramos la misma máxima: “queridos no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad los espíritus, si son de Dios. En esto conoceréis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiese que Jesús ha venido en carne, es de Dios” (1 Jn 4,1s). 4.3.1. CRITERIOS TOMADOS DE LAS VERDADES DE FE El discernimiento espiritual brota de la fe cristiana con sus normas. La verdadera experiencia cristiana del Espíritu:

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El siguiente texto es tomado del libro: Renovación Carismática de Alemania. Una orientación teológica y pastoral. Colección Neuma 58. CCCMD, Bogotá. Páginas 38-46.

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Lleva a una unión creyente y amante con Jesucristo.

Profundiza la relación con Dios Padre; pues su imagen divina se libera de toda amenaza; de modo que la relación con Dios queda limpia de miedos, brillando la santidad y el amor de Dios.

Mira al Dios Trino, aunque la realización de la piedad concreta se dirija más al Padre, o al Hijo, o al Espíritu Santo.

Permanece respetuosamente ante el misterio de Dios y se siente también llevado en la oscuridad y lejanía aparente de Dios.

Descubre el pecado y la injusticia y lleva hacia el reconocimiento y el arrepentimiento, la confesión y la petición de perdón.

Está en concordancia con la Sagrada Escritura, manifestando un amor creciente hacia la Palabra de Dios en la lectura y meditación, y en la disponibilidad a dejarse modelar y corregir por ella.

Lleva a una relación nueva con los sacramentos, y a su plena realización viva diariamente.

Crea una apertura nueva hacia la comunión de los creyentes, en la cual cada uno se siente una parte de todo el Cuerpo de Cristo, situándose debidamente y aceptado al otro con su manera propia de ser.

Está en concordancia con la enseñanza de la Iglesia y, por lo tanto, se dispone para colaborar en el proceso de un mayor conocimiento de la verdad y en el desarrollo de la esperanza (cf. Lumen Gentium 12; Dei Verbum 8).

Despierta la disponibilidad a someterse a la institución de la iglesia dentro de los ministerios dados por Cristo, viendo en ellos la llamada personal de Dios.

Capacita para una crítica que proviene del Espíritu, cuya autenticidad se muestra también en un tantear lo que uno mismo tiene que hacer en un asunto o en una expresión, en el amor a la Iglesia, y en la disponibilidad para ayudar a llevar sus cargas.

Abre a la relación de cada ser humano, aunque en ello se vea con frecuencia la extranjería del cristiano, en cuanto que peregrina en este mundo todavía no redimido.

Respeta el orden dado por el Creador, pero sin rechazar los conocimientos de las ciencias humanas, como la medicina, la psicología y sociología, sino que las comprueba y las integra. 4.3.2. CRITERIOS TOMADOS DEL COMPORTAMIENTO HUMANO A un profeta se le conoce si tiene “el modo de ser del Señor” (Enseñanza de los Doce Apóstoles - Didajé 11,8). Auténtico movimiento espiritual despierta, por lo tanto, y reafirma actitudes cristianas en la fe como:

La fe, la esperanza y el amor.

La apertura acogedora, dentro de la cual el hombre se sabe dependiente de Dios en todo.

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La caridad de conocimiento y de juicio.

La circunspección medida y justa, y la cordura.

La aceptación de sí mismo.

La obediencia a Dios.

La conversión y el arrepentimiento (“penitencia”), así como la ejercitación en el bien (ascesis).

La disponibilidad para aprender y dejarse corregir por los demás.

La humildad para soportar las debilidades propias y ajenas.

La fuerza espiritual para cualquiera llamada de Dios, una vez recibida.

La decisión para testimoniar las verdades, una vez conocidas.

La fidelidad en las obligaciones de todos los días.

La capacidad para servir, renunciar y subordinarse.

La disponibilidad para aceptar “la luz propia”.

La longanimidad, amabilidad, suavidad, fidelidad, sencillez y autocontrol (cf. Gal 5,22s). 4.3.3. CRITERIOS TOMADOS DEL MODO DE LA EXPERIENCIA Las tentaciones se presentan también bajo la forma de bien, como el sobrepasar en lo correcto, o en la minimización del mal; como una meta que aparece buena desde fuera, pero que tiene un fondo malo; como resistencia hacia lo incomprensible que se quiere rechazar, pero que en realidad lleva hacia Dios. La tradición cristiana conoce, en consecuencia, “las reglas del discernimiento de los espíritus”49, que ayudan a descubrir tales fondos; ellas preguntan por el momento del encuentro, la atmósfera, la reacción y el humor que dan origen aun impulso en el hombre. Para conocer tales sentimientos espirituales, distinguiéndolos de un movimiento frívolo o de un estado de ánimo débil, y para juzgarlos correctamente:

Debe el hombre encaminarse por entero hacia Dios y mirar al Señor.

Tiene que pedir a Dios que le limpie y tiene que procurar ser verdadero.

Tiene que mirar los ejemplos de los grandes cristianos (como los místicos).

Le es útil recordar sus experiencias anteriores.

Necesita, si se trata de decisiones importantes, un diálogo con un hermano experimentado.

Puede ayudarse compartiendo ideas espirituales con hermanos y hermanas.

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Así desde Orígenes. En la época moderna encuentran su expresión clásica en los escritos de San Ignacio de Loyola, Ejercicios espirituales, nn. 313-336: “Reglas para sentir de alguna manera los diversos movimientos y reconocer los movimientos que son originados en el alma”

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Se subordinará, sin un conformismo acrítico, al juicio de la Iglesia. Y entonces es cuando percibe “las mareas de la experiencia de Dios”, el paso de la consolación a la desolación. Dios les habla:

En “la paz y alegría del Espíritu Santo (Rom 14,17; Gal 5,22).aunque también la angustia y el dolor pueden estar presentes.

En el dolor por tanto lo que es contrario a Dios (Mt 5,4; Gal 5,22).

En la vergüenza y en el desasosiego que conduce a la conversión.

En el saberse interpelado, cuando se liberan fuerzas positivas.

En una libertad más grande y en un sentirse sin ataduras, en cuyo caso se abre la posibilidad hacia la propia vocación.

En el valor y la certidumbre de poder aguantar también situaciones aparentemente insalubres, pudiendo “esperar contra toda esperanza”.

En Él está a salvo, aunque a veces sea casi irreconocible, pues, con todo, está presente todo el desasosiego de la vida. Los signos que incitan a la cautela son los siguientes:

Falta de paz y tristeza paralizante.

Angustia y falta de esperanza.

Desasosiego ético y aturdimiento.

Sentirse violento o sentirse todopoderoso.

Sentimientos de culpabilidad sin ver una salida.

Afán exagerado de crítica.

Cerrazón ideológica.

Imposibilidad para el diálogo (bloqueos).

Y otros sentimientos, con los cuales el hombre “no se halla bien” ante Dios. El discernimiento espiritual nunca lleva a clarificaciones lógicas o a criterios psicológicos y sociológicos. Por eso, hay que tomar el tiempo para observar las propias experiencias de consolación y de desolación durante más tiempo, en orden a no valorar un desasosiego fructífero como si fuera una tentación, o una experiencia momentánea como si fuera una experiencia profunda del Espíritu.

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4.3.4. APLICACIÓN DE LOS CRITERIOS El discernimiento espiritual es un don que sólo Dios puede dar. Los criterios mencionados ayudan a utilizar este don y a desarrollarlo. Así el cristiano aprende a comprender, con el tiempo, cómo es conducido espiritualmente.

Para el individuo, la instancia fundamental en orden a la percepción y al examen de las experiencias espirituales es, ante todo, la propia conciencia. Su “capacidad para averiguar espiritualmente” se refuerza con el “don del discernimiento” (Flp 1,9; 1 Cor 12,10).

Hay que prestar atención al hecho de que los signos sean inherentes al mismo impulso, de manera que broten de él y no sean añadidos, por así decirlo, desde fuera, en otro nivel o en otro movimiento contrario, por ejemplo, si se trata verdaderamente, en un caso, de un talante alegre, propio de aquella “libertad mayor y alegría nacidas del Espíritu”, o si proviene del impulso inicial o de un reflexionar y esfuerzo posterior.

Sería pedir demasiado el exigir inmediatamente la plenitud de los signos dichos; con frecuencia, basta advertir la tendencia y el crecimiento.

Nunca debe quedarse uno satisfecho con un solo criterio, sino que habrá que observar si se complementan varios signos.

En el caso de decisiones importantes, uno debe someter sus observaciones y pruebas a algún hombre con capacidad para discernir; de manera que lo examine.

Cada uno es invitado a presentar sus experiencias a la Iglesia. El proceso de clarificación, a veces doloroso, tiene que ser llevado con la confianza en que Dios, para revelar su voluntad en nuestra historia, actúa tanto en la conciencia individual, como en la comunidad eclesial.

El don del Espíritu penetra más profundamente y abarca el ser del hombre, más de lo que se le reconoce mediante la experiencia. Por eso, la fe es más amplia y está más enraizada que la “experiencia” de la fe.

De lo cual resulta que “la experiencia espiritual” nunca priva al hombre de la decisión libre, ni tampoco le libra de ella. Al contrario, una verdadera experiencia espiritual conduce a una mayor libertad y decisión consciente.

Dios se sirve de los tiempos de “sequedad” para llevar al hombre, más profundamente, a la “fidelidad”; de manera que no se apoye en ciertas experiencias espirituales, sino en la Palabra de Dios con sus promesas.

La verdadera experiencia espiritual amonesta, en consecuencia, a seguir caminando hacia la vida de Dios, siempre más grande, permaneciendo en el amor a Jesucristo y a los hombres.

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5. EL LLAMADO AL MINISTERIO

Cuando (Jesús) se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo,

sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.»

El se levantó y le siguió. Mt 9,9

5.1. SER Y HACER DE LOS MINISTERIOS Siempre ha habido en la Iglesia personas encargadas de determinadas funciones de servicio. O dicho de otra manera: se puede asegurar que jamás ha existido auténticas comunidades cristianas sin líderes o encargados de ministerios. En este sentido, es elocuente el testimonio del escrito más antiguo del Nuevo Testamento, la primera carta a los Tesalonicenses, donde Pablo recomienda a la comunidad que aprecie “esos de ustedes que trabajan duro, haciéndose cargo de ustedes por el Señor y llamándolos al orden” (1 Tes 5,12). Así el primer testimonio que tenemos de una comunidad paulina nos muestra a su cabeza hombres que juegan un papel especial, a los cuales hay que apreciar como tales. 5.1.1. ¿QUÉ PROPÓSITO TIENEN LOS MINISTERIOS?

Leer: Ef 4,11-13. Sacar los elementos y comentarlos.

v. 11: Jesucristo concede unos ministerios (5 son un ejemplo)

v. 12: son para un trabajo de servicio para hacer crecer el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia

v. 13: la meta es la unidad en la fe y el conocimiento de Jesucristo obtener madurez y desarrollo tener la estatura perfecta de Cristo

Podemos ver que la función de los ministerios es perfeccionar a los cristianos que no viven aisladamente sino que crecen y se desarrollan en comunidad. De manera que ejerciendo los ministerios que Dios nos ha dado, nos vamos pareciendo más a Él, es decir, vivimos como salvados, en la felicidad de los hijos de Dios (cf. Hch 20,35) La Iglesia necesita estar rodeada de crecimiento espiritual para poder llegar a su destinada perfección en Cristo. Se necesitan de los ministerios para edificar y vigorizar el Cuerpo de Cristo. Los ministerios tienen tal importancia en la vida de la Iglesia que ésta será lo que sean los ministerios que en ella actúan. 5.1.2. MINISTERIOS LAICALES50 Se ha venido presentando un amplio movimiento de ministerios laicales actualmente en la Iglesia Católica, que rebasa con mucho los pronunciamientos y hasta las previsiones de la jerarquía eclesiástica y sus documentos. Estos ministerios laicales están estrechamente ligados a otro fenómeno, que es posterior al Concilio Vaticano II: me refiero a la enorme proliferación de pequeñas comunidades, que se dan por todas partes en la Iglesia, pero que, sobre todo, crecen en los países del Tercer Mundo, especialmente en América Latina. Es en estas comunidades donde los laicos toman sus iniciativas, se sienten responsables y actúan con libertad profética,

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Texto tomado de: “Para comprender los Ministerios de la Iglesia” de José María Castillo. Editorial Verbo Divino Navarra. 1993.

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para la difusión e implantación del Reino de Dios. No se trata ya simplemente de la colaboración de los laicos en el apostolado jerárquico de la Iglesia, sino de la responsabilidad que sienten muchos cristianos ante las exigencias del propio Bautismo y la propia Confirmación. Y además se trata también de los carismas que el Espíritu Santo comunica a los creyentes, sea cual sea su situación en la Iglesia y en la escala social. En definitiva, se trata de toda una serie variada, un enorme abanico de tareas, funciones, servicios, que el Espíritu de Dios suscita entre los creyentes, sobre todo cuando estos creyentes se agrupan en comunidad. Todas estas tareas y servicios tienden, en definitiva, a un doble objetivo: (1) hacer posible una sociedad alternativa, una sociedad verdaderamente digna del hombre, más humanitaria, más fraternal, más justa. (2) Y al mismo tiempo, hacer posible también una renovación de la Iglesia, para que ésta sea más coherente con el evangelio y más fiel al proyecto del reino de Dios. En la Iglesia Católica tenemos tres clases de ministerios que tienen el mismo objetivo: la construcción de la Iglesia y la transformación social; esas tres clases de ministerios son: los ordenados, los instituidos y los no instituidos.

5.2. LLAMADOS POR CRISTO En todos los relatos de vocación que se encuentran en la Biblia se observan unos componentes comunes, donde el dialogo de los protagonistas refleja la tensión de fuerzas donde Dios siempre gana. Se observan elementos como por ejemplo:

La iniciativa es divina, por eso aparece Dios o un mensajero

La objeción del que es llamado

La respuesta de Dios y el respaldo

Vamos a leer que en Mc 3,7-19 se observan dos escenas para analizar: v.v. 7-12: Jesús ve los problemas y las necesidades del pueblo v.v. 13-19: Jesús llama a algunos hombres para ponerlos al servicio del pueblo

Jesús elige a personas no para aislarlas sino para prepararlas y que vuelvan al pueblo a servir llevando respuestas oportunas.

Construcción de la Iglesia y

de la sociedad

Ministerios Instituidos

Ministerios Ordenados

Ministerios No instituidos

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De allí se desprenden las características de la elección realizada por Dios a lo largo de toda la Sagrada Escritura. Vamos a señalarlas:

Dios te llama no porque seas el mejor sino para hacerte mejor.

La elección no es sólo un privilegio sino una responsabilidad.

A través del elegido serán bendecidas muchas personas.

La misión es más grande que la persona (Dios sana y ayuda a superar las limitaciones).

Dios respalda al elegido: + con protección + con autoridad para hablar + con poder para actuar + con la fuerza del E.S.

La elección pide la respuesta de la obediencia.

El elegido debe ser audaz, como enseña San Ignacio de Loyola: “haz todo como si dependiera sabiendo que todo depende de Dios”.

6. DISCERNIR EL MINISTERIO AL QUE HAS SIDO LLAMADO

Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos: Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía,

y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí.

(Jer 1,4-5)

Hemos trabajado en torno al carisma de discernimiento y las maneras de desarrollarlo, después vimos un acercamiento a los ministerios comunitarios, pero ahora llega el momento más importante, porque vamos a detenernos en el descernimiento del ministerio al que te llama Jesucristo para que sirvas en la construcción de la Iglesia y de la sociedad.

6.1. ¿CÓMO DISCERNIR EL LLAMADO PARTICULAR?

Orando para tomar conciencia del llamado que Dios hace. Porque a través de la oración Dios te puede mostrar a que ministerio te ha estado llamando. En medio de la oración puede haber visiones, profecías, interpretación del mensaje en lenguas, locución interior o manifestación sencilla de las mociones interiores para señalar la voluntad divina en el llamado ministerial.

Leyendo la historia personal a la luz de la fe, particularmente mirando los frutos duraderos de acciones ministeriales y apostólicas. Solo o en compañía de una persona con buen ejercicio del discernimiento, puedes mirar las acciones del pasado donde todo salía adecuadamente y con frutos duraderos. Ten en cuenta que Dios te llamo “desde antes de nacer” y por tanto has estado ejerciendo los carismas en función de un servicio, aunque no fueras consciente, y allí se han dado buenos frutos, por tanto, revisa esas acciones y allí descubrirás el llamado que Dios te hizo.

Confirmación comunitaria. La comunidad y en particular, el equipo coordinador, tienen el don de discernimiento, de manera que esos hermanos y hermanas te ayudan a darte cuenta qué frutos estás dando, cómo desarrollas ciertas actividades, de qué maneras colaboras con el crecimiento comunitario, pues son elementos importantes para que tu disciernas a qué ministerio te ha llamado el Señor Jesucristo. Además cuando el equipo coordinador te pide que colabores en un ministerio es porque ya han estado orando, mirando tu historia personal y observado los frutos comunitarios que estás dando.

Pidiendo una señal concreta. Cuando los tres elementos anteriores no han sido bien ejercidos y no se ha discernido el llamado al ministerio, es necesario pedir una señal específica al Señor

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para comprender lo que Él te quiere decir. Es un método un poco infantil, pero efectivo, porque nuestro Señor comprende nuestras limitaciones. Recomendamos analizar el caso de Gedeón en Jueces 6.

6.2. CAMINOS POR RECORRER

Organizar el ministerio con tres personas o más. Los ministerios no son personales sino comunitarios, de manera que una sola persona no constituye un ministerio eclesial como tal. Se vive y ejerce el ministerio comunitario junto con otras personas. De manera que es necesario unirse con más de tres personas para constituir y organizar el ministerio al que el Señor Jesucristo las llamo.

Buscar vivir en la unción de Dios constantemente. La unción del Espíritu la recibimos en los sacramentos, pero es necesario renovarla, por medio de la oración que busca la intimidad con Dios, pues la unción nos lleva a hacer mejor lo que hacemos carismáticamente, es decir, es la potenciación de los carismas a través de los ministerios. Renovar la unción en el ministerio al que el Señor Jesucristo te llama, te exige la oración de comunión con Dios y el fruto es abundante y con perseverancia (cfr. Lc 8,15).

Organizar la formación y el pastoreo. Para que un ministerio tenga una buena presentación eclesial y una acción pastoral definida se necesita realizar un trabajo de organización de planes de formación (lo que se debe saber) y de pastoreo (como se debe vivir). Ese documento de trabajo traza las líneas de acción y orienta el trabajo del ministerio para que edifique la comunidad y la sociedad.

Ponerse en acción. Lo planeado debe ser llevado a la acción. El ministerio debe servir para edificar desde su especificidad, porque ese es su aporte a la construcción eclesial y social. Los carismas deben ser llevados al servicio, de esta manera el ministerio crece y es atractivo para que muchos hermanos y hermanas identifiquen su llamado específico y contribuyan a la ampliación de campos de acción del ministerio.

Actividad: El siguiente ejercicio ayuda a discernir el llamado al ministerio o la vocación particular y para ello DEBES CONTESTAR LAS SIGUIENTES PREGUNTAS y trabajarlas con tu formador o acompañante espiritual:

a) Cuándo colaboras en alguna actividad pastoral, ¿en cuál observas que das más fruto?

b) ¿Ante cuáles actividades eres más creativo y emprendedor? c) ¿Cuál o cuáles son los ministerios comunitarios que más te

parecen importantes? d) ¿Es necesario que le pidas a Jesucristo una señal clara para

que te confirme a que ministerio comunitario te está llamando? ¿Cuál?

e) ¿Para qué ministerio comunitario has sido llamado? f) ¿Qué debes dejar para iniciar el camino de un ministerio

fructífero? g) ¿Qué debes asumir para iniciar el camino de un ministerio

fructífero?

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7. CRECIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PROPIA VOCACIÓN

Le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.»

Les dice Jesús: «Llenen las tinajas de agua.»

Y las llenaron hasta arriba. Y dice el encargado de la fiesta:

«Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.»

Jn 2,3..7.10.

7.1. INTRODUCCIÓN.

Nos preguntamos contantemente: • ¿Cómo hacer crecer la propia vocación? • ¿Qué pasos dar para tener excelencia en lo que realizamos? • ¿Cómo pasar de la escasez a la abundancia? • ¿Cómo tener la prosperidad que queremos en el ministerio? • En el siguiente relato se encuentran las respuestas… y otras inquietudes… • Vamos a leer 1 Jn 2,1-11, conocido como “las bodas en Caná”.

7.2. PASOS PARA HACER CRECER LA PROPIA VOCACIÓN

En el relato de las “bodas en Caná” nos permite visualizar la prosperidad, pues se presenta una situación de escases debido a que ya “no tienen vino”, pero después de unos pasos Jesús da el mejor vino, de la mejor calidad y en abundancia. Veamos los pasos para pasar de la escasez a la abundancia en el desarrollo de la propia vocación, en el crecimiento del ministerio y en otras áreas de nuestra vida. 1er. Paso: Buscar a los expertos. Como lo podemos observar en Jn 2,3: 3Se acabó el vino, y la madre de Jesús le dijo: Ya no tienen vino. → Jesús es el experto, quien puede hacer que de la escasez se llegue a la abundancia. Cuando visualizas un proyecto o pretendes realizar una gran actividad, debes buscar a las personas adecuadas, a los expertos en los temas o necesidades que tienes para consultar o adquirir sus servicios. Busca a los expertos que te pueden ayudar a desarrollar tus planes y alcanzar tus metas. 2º Paso: Aprovechar el momento oportuno. La hora de la bendición. Leamos el v.4: 4Jesús le contestó: Mujer, ¿por qué me dices esto? Mi hora no ha llegado todavía. → Dios bendice en el momento oportuno, es necesario aprovechar la oportunidad cuando se presenta, porque allí viene la bendición. La suerte como azahar no existe, pero puede entenderse como preparación más oportunidad, esa es la formula de la suerte. Preparación + Oportunidad = Suerte. Las bendiciones de Dios llegan en el momento oportuno, a la hora en que debe llegar la bendición y es necesario estar listo para recibir la bendición. 3er. Paso: Seguir los buenos consejos. Aprender a escuchar. Leamos el v.5: 5Ella dijo a los que estaban sirviendo: Hagan todo lo que él les diga. → Es necesario aprender a escuchar los buenos consejos, los que centran en Jesucristo, los que conducen a realizar todo al derecho. Obedecer las buenas orientaciones, sintonizarse con la voluntad de Dios, dirigir la vida hacia “todo los que Él diga”, conduce a caminar en el éxito y la

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prosperidad. Ya tienes tu plan, buscas a los expertos y aprovechas la hora de la bendición, así que sólo te queda caminar siguiendo los buenos consejos. 4º Paso: Cambiar de paradigmas. Leamos los v.v.6-7: 6Había allí seis tinajas de piedra, para el agua que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada tinaja cabían de cincuenta a setenta litros de agua. 7Jesús dijo a los sirvientes: — Llenen de agua estas tinajas. Las llenaron hasta arriba. → Las tinajas eran para la purificación de los judíos y nada más. Eran de uso exclusivo. Sin embargo Jesús cambio el paradigma judío y realizó algo maravilloso: el agua se convirtió en vino abundante y de buena calidad. Existen paradigmas o modelos mentales que son obsoletos y no permiten nuevas oportunidades para ver la hora de la bendición, así que es necesario “cambiar la manera de pensar para que cambie también la manera de vivir” (Rom 12,2). Pensar de otra manera, ver cosas posibles donde otros ven lo imposible. Ir más lejos de lo que se espera, es la actitud de los que rompen los paradigmas personales, familiares, eclesiales o sociales. 5º Paso: Sujeción a la autoridad. Leamos el v. 8: 8y Jesús les dijo: Ahora saquen un poco y llévenselo al encargado de la fiesta. Así lo hicieron. → El encargado de la fiesta es quien autoriza servir el vino y las comidas de acuerdo a un protocolo, y Jesús respeta la autoridad del mayordomo, aunque sea Él quien ha dado el mejor vino. Jesús esta sujeto a la autoridad del encargado de la fiesta. Jesús respeto la autoridad del encargado de la fiesta, y debemos seguir el ejemplo del Maestro. Es necesario aprender a respetar a los que tienen la autoridad. Ser rebelde contra toda autoridad no tiene sentido, porque “la autoridad viene de Dios” (Rom 13,1-2). 6º Paso: Control de calidad. Leamos los v.v. 9-10: 9El encargado de la fiesta probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde había salido; solo los sirvientes lo sabían, pues ellos habían sacado el agua. Así que el encargado llamó al novio 10y le dijo: Todo el mundo sirve primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido bastante, entonces se sirve el vino corriente. Pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora. → Deben existir criterios de control de calidad del servicio o de la actividad realizada. Jesús cuenta con el control del encargado de la fiesta para señalar que Él da lo mejor… Todo debe ser revisado, evaluado y mejorado. No temas al control de calidad pues te ayudará a mejorar lo que estás realizando.

7.3. CONCLUSIONES

Se logra el objetivo: el mejor vino, de la mejor calidad y en abundancia.

La calidad también se puede realizar en cantidad…

Seguir los pasos para la excelencia garantizan una vida prospera y de éxito venido de Dios.

Recuerda que Prosperidad = Productividad + Fecundidad

Buscar expertos

Momento oportuno

Seguir buenos

consejos

Cambiar paradigmas

Sujeción

Control de

calidad

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Actividad: Vamos a realizar una “BOLSA DE EMPLEO” donde ofreces tu ministerio particular. Una vez que conoces a cuál ministerio comunitario te llama Jesucristo, queda una inquietud: ¿Cómo voy a responder responsablemente?

Los estudiantes de organizan por grupos de acuerdo al ministerio al que el Señor Jesucristo los llamo, para responder a las siguientes preguntas: 1. Nombre del ministerio ¿Cuál es el nombre del ministerio… música, predicación, pastoreo…? 2. Organización del ministerio Ad intra. ¿Cómo se organizaría hacia dentro del ministerio? Ad extra. ¿Qué lugar ocupa el ministerio dentro del grupo o comunidad de oración? 3. Acercamiento a los planes de formación y pastoreo ¿En qué aspectos y temas debería tener una formación básica y una especializada? ¿Cómo se va a realizar el acompañamiento al interior del ministerio?

4. Inventario de recursos Lo qué tenemos internamente ¿Qué recursos (materiales, lugares, etc) tenemos al interior del ministerio? ¿Con qué talentos contamos (personas y carismas)?

Las instituciones que nos pueden ayudar ¿Qué instituciones, comunidades o ministerios conocemos que nos pueden ayudar? ¿Dónde podemos investigar sobre otras instituciones que nos ayuden? Los contactos claves que tenemos ¿Con quién debemos hablar para que nos colabore en el ministerio? ¿Tenemos datos pertinentes sobre los contactos que tenemos (número telefónico, dirección, e-mail, web site)?

5. Planeación de actividades ¿Qué actividades vamos a realizar? ¿En qué fechas? ¿En qué lugares? ¿Quién o quiénes son los responsables?

8. CONCLUSIONES Podemos concluir al finalizar nuestro curso de Discernimiento Ministerial:

Se discierne sobre la voluntad de Dios. Pues buscamos la manera como Dios ya está actuando en las personas o en las comunidades. Así que debemos ver la manera como Dios está conduciendo y creando a las personas y por tanto a la comunidad cristiana.

Los criterios de discernimiento son herramientas para facilitar la captación de la voluntad de Dios en la persona y en la comunidad.

Una vez captada la voluntad de Dios viene el momento de decisiones y acciones. La principal dificultad nuestra es tomar decisiones y asumir las consecuencias de nuestras decisiones.

De las decisiones a las acciones existe un camino de planes, programas y fechas.

Debemos institucionalizar en la comunidad la voluntad de Dios a través de proyectos comunitarios.

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ESCUELA DE FORMACIÓN CARISMÁTICA

CUARTO NIVEL DE TEOLOGÍA BÁSICA Y VOCACIONAL

CAMINAR CON SAN PABLO Elaborado y recopilado por Manuel Tenjo C

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OBJETIVOS:

Realizar un acercamiento al ministerio de San Pablo, especialmente a su labor de escritor para conocer los contextos en que escribió.

Estudiar algunos temas paulinos para comprender el mensaje bíblico y aplicarlo a la vida personal y comunitaria.

Proyectar los temas aprendidos en la construcción de la comunidad eclesial para que cada día encarne los valores evangélicos.

METODOLOGÍA:

Las primeras lecciones estarán centradas en una introducción básica a la vida, el ministerio y los escritos de Pablo. Posteriormente realizaremos el desarrollo de algunos temas paulinos con sus aplicaciones pastorales.

CONTENIDOS:

1. Introducción 2. Introducción general a la vida y el ministerio de Pablo 3. Introducción general a los escritos de Pablo 4. Estudio de algunos Temas Paulinos 5. Conclusiones

BIBLIOGRAFIA:

BOVER, J.M.: Teología de san Pablo (Madrid 1946).

CERFAUX, L., Jesucristo en san Pablo (Bilbao 1963). -, La Iglesia en san Pablo (Bilbao 1963). -, El cristiano en san Pablo (Bilbao 1965).

LYONNET, S.: La soteriología paulina: RF, 747-87. -, De peccato et redemptione (2 vols.; Roma 1958-60).

SCHNACKENBURG, R.: La teología del NT. Estado de la cuestión (Bilbao 1966)

Otra se cita a pie de página.

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Maestría en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana. Profesional en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Estudios en Filosofía y Ciencias Religiosas en el Seminario Valmaría de Bogotá. Liderazgo y Manejo de Conferencias en el Instituto para el Desarrollo de Líderes Calificados de Rezza Editores S.A. de C.V. en Guadalajara. Miembro Fundador de los Ministerios Apostólicos Minuto de Dios. Profesor de Ciencias Bíblicas en UNIMINUTO. Conferencista y Misionero. Email: [email protected] Blog: manueltenjo.blogspot.com

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ESCUELA DE FORMACIÓN CARISMÁTICA

CUARTO NIVEL DE TEOLOGÍA BÁSICAY VOCACIONAL

CAMINAR CON SAN PABLO Elaborado y recopilado por Manuel Tenjo C

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1. INTRODUCCIÓN

PREGUNTAS INICIALES: ¿Te gustaría conocer la personalidad del más grande evangelizador de la Iglesia? ¿Te gustaría caminar con Pablo y sobre todo, conocer su secreto evangelizador? ¿Cuáles fueron los obstáculos que Pablo enfrentó y cómo los superó? ¿Cuáles fueron los temas sobresalientes de la enseñanza paulina?

Conocer a Pablo por sus escritos es una aventura maravillosa. Acercarse al ministerio apostólico de un misionero incansable y a su labor de escritor que sorprende a cada paso, hace que la mente de lector empiece a ampliarse y que el horizonte del conocimiento de Jesucristo conduzca a enamorarse del Dueño de la Vida. Vamos a conocer un curso que nos brinda conocer a Pablo y acercarnos a sus escritos para aprender de él. Al mismo tiempo aprendemos algunos elementos de lectura bíblica. Esto nos lleva a unas aplicaciones pastorales en la comunidad eclesial para hacerla crecer en el amor a Jesucristo y en la vida de servicio apostólico. Pablo desarrolló en sus cartas algunos temas doctrinales y exhortó a sus iglesias a una práctica más intensa de la vida cristiana. Casi todas las cartas existentes constituyen un ejemplo de esa doble finalidad. Esta dualidad de objetivos explica por qué Pablo pudo mezclar en ellas elementos de la revelación, fragmentos del kerigma primitivo, enseñanzas de Cristo, interpretaciones del AT, su concepción personal del acontecimiento Cristo y hasta sus propias opiniones particulares.

2. INTRODUCCIÓN GENERAL A LA VIDA Y EL MINISTERIO DE PABLO

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2.1. SAN PABLO, EL JUDÍO

En este tema tratamos algunos aspectos de la vida de San Pablo en su etapa de judío practicante, entes de que se convirtiera en cristiano y apóstol de Jesucristo para llevar el Evangelio a los paganos.

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Maestría en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana. Profesional en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Estudios en Filosofía y Ciencias Religiosas en el Seminario Valmaría de Bogotá. Liderazgo y Manejo de Conferencias en el Instituto para el Desarrollo de Líderes Calificados de Rezza Editores S.A. de C.V. en Guadalajara. Miembro Fundador de los Ministerios Apostólicos Minuto de Dios. Profesor de Ciencias Bíblicas en UNIMINUTO. Conferencista y Misionero. Email: [email protected] Blog: manueltenjo.blogspot.com 53

http://www.iglesiadepiedra.org/reflexion/pablo/pablo00.html

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2.1.1. LUGAR Y AMBIENTE DE NACIMIENTO Y CRECIMIENTO DE PABLO Pablo nació en Tarso, ciudad griega de la región de Cilicia, en el Asia Menor, la actual Turquía (Hch 9,11; 21, 39; 22, 3). Tenía unos 300,000 habitantes y era un centro importante de cultura y comercio, con un puerto muy activo. La carretera romana que unía al Oriente con el Occidente pasaba por Tarso. Pablo, que era judío, nació en esta ciudad griega pues muchos judíos desde el s. VI a.c. emigraban fuera de Palestina, formando barrios judíos en casi todas las ciudades del Imperio romano, en donde tenían su sinagoga y organización comunitaria, formando la llamada diáspora (dispersión). Aunque Pablo nació en Tarso, se crió en Jerusalén (Hch 22,3; 26,4). Y por ser de familia judía, se crió dentro de las exigencias de la Ley de Dios y de las tradiciones judías (Gál 1,14). Los judíos de la diáspora eran practicantes y se preocupaban por la observancia de la Ley de Dios. Por eso luchaban contra las leyes y costumbres romanas que impedían o dificultaban la observancia de la Ley de Dios, como por ejemplo: dar culto al emperador, trabajar el sábado, prestar servicio militar. Y por eso eran hostigados y perseguidos (Hch 18,2). En ese ambiente rígido y protegido del barrio judío nació y creció Pablo, y desde él miraba el ambiente abierto y hostil de la gran ciudad griega. Estos dos ambientes: su barrio judío y el mundo hostil de la ciudad griega, marcaron su vida. Tenía dos nombres: Saulo, nombre Judío (Hch 7,58) y Pablo, nombre griego (Hch 9,13). En lo que a mí respecta, tendría motivos suficientes para confiar en mis títulos humanos. Nadie puede hacerlo con más razón que yo. Fui circuncidado a los ocho días de nacer, soy de la descendencia de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de pies a cabeza, fariseo en cuanto al modo de entender la ley, fanático perseguidor de la Iglesia, e irreprochable en lo que se refiere al cumplimiento de la ley. Fil 3,4-6 Yo soy judío. Nací en Tarso de Cilicia, pero me eduqué en esta ciudad. Mi maestro fue Gamaliel; él me instruyó en la fiel observancia de la ley de nuestros antepasados. Siempre he defendido con pasión las cosas de Dios, como ustedes hoy. Yo perseguí a muerte el camino cristiano, encadenando y encarcelando a hombres y mujeres. Hch 22, 3-4 2.1.2. JUVENTUD Y FORMACIÓN DE PABLO Como todo niño judío de su época, Pablo recibió su formación básica en la casa, en la sinagoga de su barrio y en la escuela que estaba anexa a la sinagoga. Esta formación básica comprendía: aprender a leer y escribir, estudiar la Ley de Dios y la historia de su pueblo, asimilar las tradiciones religiosas. Además de esta formación básica en Tarso, Pablo recibió una formación superior en Jerusalén, con el maestro Gamaliel (Hch 22,3). Ese estudio superior contenía: la Ley de Dios (Torah o Pentateuco, que son los cinco primeros libros de la Biblia); la tradición de los antiguos que enseñaba a vivir de acuerdo con la ley de Dios (halaká); la interpretación de la Biblia (midrash). En toda la formación la lectura de la Biblia era el eje fundamental. Era sobre todo la madre, en casa, quien se encargaba de transmitirla a los hijos (2 Tim 1,5; 3,14). Mientras Pablo estudiaba en Jerusalén, Jesús vivía en Nazaret, y por ser pobre no tuvo la oportunidad de Pablo de ir a estudiar a Jerusalén. Parece que Pablo y Jesús nunca se encontraron (2 Cor 5,16). Jesús era cinco o seis años mayor que Pablo, y como Pablo debió haber recibido la misma formación básica en la casa, en la sinagoga y en la escuela anexa a la sinagoga.

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2.1.3. PROFESIÓN Y CLASE SOCIAL DE PABLO Pablo era fabricante de tiendas (Hch 18,3), oficio que, según las costumbres de la época, debió haber aprendido de su padre. Este aprendizaje empezaba hacia los trece años de edad y duraba dos o tres años. El padre de Pablo debió tener muy buena posición económica, quizá era propietario de una empresa. ¿Cómo sabemos esto? Pues porque Pablo era “ciudadano romano por nacimiento” (Hch 16,37; 22,25.29), lo que significa que recibió esta condición de su padre, lo que quiere decir que su padre o abuelo logró adquirir la ciudadanía romana para poder legarla a sus hijos, y esto requería una enorme cantidad de dinero (Hch 22,28). En ese tiempo la sociedad tenía tres clases sociales básicas: los ciudadanos, los libertos y los esclavos. Solamente los ciudadanos eran considerados “pueblo”, miembros oficiales de la ciudad. Pablo, como era ciudadano romano, podía participar de la asamblea del pueblo, que era donde se discutía y decidía todo lo que se refería a la vida y organización de la ciudad. Por eso los griegos llamaban a ese sistema demo (pueblo) cracia (gobierno), aunque en realidad no era “gobierno del pueblo”, sino de una pequeña élite de ciudadanos. En la mayoría de las grandes ciudades del Imperio romano los judíos vivían organizados en asociaciones, reconocidas por los gobiernos de las ciudades. A través de esas asociaciones los judíos luchaban por hacer valer sus derechos ante el gobierno del Imperio. Sus principales luchas se dirigían a dos objetivos: la plena integración de sus miembros como ciudadanos en la vida de la ciudad, y la plena libertad religiosa para observar la Ley de Dios y las tradiciones paternas. Gracias a estas asociaciones los judíos de la diáspora consiguieron buenos resultados y alcanzaron ciertos privilegios, de modo que no estaban tan explotados como los agricultores que vivían en el interior de Palestina, y por lo tanto no sentían tanto el peso del dominio romano. Eso explica, en parte, por qué Pablo no se oponía directamente al Imperio romano, llegando a pedir “que todos se sometan a las autoridades que nos dirigen” (Rom 13,1). 2.1.4. EL IDEAL DE JUDÍO PRACTICANTE Pablo fue un hombre profundamente religioso, un judío practicante y cumplidor de la Ley de Dios (Flp 3,6; Hch 22,3) y lleno de celo por las tradiciones judías (Gál 1,14), llegando incluso a perseguir a los cristianos por defender esas tradiciones (Hch 26,9-11; Gál 1,13). Es decir, Pablo procuraba realizar el ideal religioso judío. ¿Cuál era ese ideal religioso judío? El origen del pueblo judío está en la Alianza. Y la alianza consta de dos elementos complementarios: por un lado la libre elección de Dios (gratuidad), y por el otro el fiel cumplimiento por parte del pueblo de las cláusulas de la Alianza (observancia). En algunas épocas de la historia se insistía más en un elemento que en otro. En tiempo de Pablo se insistía en la observancia de la Ley como garantía de obtener la salvación. Y ese era el ideal religioso judío: ser fiel observante de la Ley y las tradiciones religiosas. Ese ideal religioso animó a Pablo durante los primeros 28 años de su vida (Flp 3,5-6). Luego Pablo descubrirá que ese ideal de la observancia no era capaz de conducirlo hasta Dios. Fue el momento de una gran crisis.

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2.2. SAN PABLO, EL CRISTIANO 2.2.1. ENCUENTRO CON CRISTO CAMINO DE DAMASCO A los 28 años Pablo tenía prestigio y autoridad, y en nombre del Sanedrín perseguía a los cristianos. Pidió licencia para perseguirlos hasta Damasco de Siria, a más de 200 kms de distancia (Hch 9,1-2; 26,9-12). Mientras iba para Damasco, de repente, se encuentra con Cristo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch 9,4). Jesús se identifica con los cristianos perseguidos, desaprobando al perseguidor. La caída de Pablo (Hch 9,4), expresa la intervención de Dios y recuerda la vocación del profeta Jeremías (Jer 20,7). La ceguera de Pablo por tres días (Hch 9,8-9) recuerda los tres días de muerte que anteceden a la resurrección. Murió el perseguidor y resucitó el profeta, el apóstol de Cristo. Y resucitó, es decir, volvió a ver, después de ser acogido por los cristianos como hermano (Hch 9,17-18). 2.2.2. RUPTURA Y GRATUIDAD El encuentro de Pablo con Cristo camino de Damasco implicó en Pablo una ruptura: se rompe su ideal de observancia de la Ley y su celo por las tradiciones judías. En efecto, la experiencia del camino de Damasco hace a Pablo entender que a Dios no se le alcanza por el cumplimiento de la Ley, pues es Dios el que se deja alcanzar. El encuentro de Pablo con Cristo en el camino de Damasco le hace vivir la experiencia de la gratuidad de Dios. Sin ningún esfuerzo Pablo alcanza lo que con todo su esfuerzo durante 28 años no había podido lograr. Ahora Pablo no debe confiar en lo que él puede hacer por Dios sino en lo que Dios gratuitamente hace por él. Su seguridad ya no puede estar puesta en la observancia de la Ley sino en el amor de Dios (Gál 2,20-21; Rom 3,21-26). 2.2.3. PROCESO DE MADURACIÓN A partir del encuentro de Pablo con Cristo en el camino de Damasco empieza en Pablo un proceso de maduración en el que se profundiza su conversión. Es un período de unos 13 años de silencio antes de que Pablo salga a la luz pública como apóstol de Cristo (Gál 1,15-2,1). En este proceso, ¿qué se produce en Pablo? Veamos. a) Por la lectura de la Biblia Pablo descubrió el significado de la muerte de Cristo: él es el redentor que, por amor solidario, entrega su vida para rescatar y liberar al pueblo. Por eso Pablo llega a decir “El me amó y se entregó por mí” (Gál 2,20). b) Pablo va a dejar que sea Cristo el que llene su vida y la dirija. Pablo ya no se pertenece (Rom 14,8), y aunque sigue siendo libre, se hace esclavo de Cristo (Rom 1,1; Gál 1,10). c) Pablo experimenta la pascua de Cristo, su muerte y resurrección (Ef 2,5-6), y su ideal será ser como Jesús, conformarse con él en la muerte para obtener la resurrección (Flp 3,10-11). d) Pablo asume la entrega de Cristo y acepta el sufrimiento, como Cristo, por amor y para la salvación de los demás (2 Cor 11,23-29). Pablo vive los sufrimientos que le vienen por su entrega como continuación de la misma entrega salvífica de Jesús. Por eso dice “completo en mi carne lo que falta a la pasión de Cristo” (Col 1,24). e) Pablo va experimentando que ciertamente él tiene muchas debilidades y limitaciones (2 Cor 11,30), pero al mismo tiempo experimenta una poderosa energía que lo ayudaba en su lucha y a

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perseverar en la fe (Col 1,29). Por eso Pablo dirá “cuando soy débil entonces es cuando soy fuerte” (2 Cor 12,10). f) Pablo llega a la convicción de que el amor de Dios es tan sólido que nada ni nadie puede separarnos de su amor (Rom 8, 35.38-39). Y esta convicción es la fuente de la resistencia de Pablo en medio de las adversidades. g) Pablo rompe con el mundo. Para Pablo mundo significa el orden de cosas contrarias al proyecto de Dios. Con ese mundo Pablo rompe definitivamente, y por eso dice “por causa de Jesús el mundo está crucificado para mi” (Gál 6,14). h) Pablo descubre que la virtud más importante, que hay que cultivar y vivir es el amor. Se puede ser un buen predicador, un gran profeta, tener muchos conocimientos, ser solidario, y hasta mártir, pero todo esto sin amor no sirve de nada (1 Cor 13). En resumen, en ese proceso de maduración Pablo va conociendo más y mejor a Cristo, que le revela el rostro del Padre, el sentido de la vida, el valor del hermano, el proyecto de Dios, su propia misión, y que lo animaba en su lucha con su presencia gratuita, amorosa y exigente. 2.2.4. AMBIENTE DEL PABLO CRISTIANO Después de su conversión, durante el tiempo que duró su proceso de maduración, ¿dónde estuvo Pablo y qué hizo? Las informaciones sobre los lugares por donde anduvo Pablo en este período son pocas e inseguras, pero podemos conocer algo. Tras su conversión, Pablo permanece un tiempo en Damasco y ahí comienza a anunciar el Evangelio, pero se produce un conflicto con los judíos y Pablo tuvo que huir (Hch 9,19-25). Se marcha para Arabia donde permanece tres años (Gál 1,17). Pablo va a Jerusalén, es presentado a los Apóstoles y ahí permanece un tiempo anunciando el Evangelio (Hch 9,26-27) En Jerusalén se produce un conflicto y Pablo se va a Tarso (Hch 9,29-30) donde permanece unos nueve años. Después Bernabé lo llama para que vaya a Antioquía, donde permaneció un año enseñando el Evangelio (Hch 11,25-26). ¿Qué hizo Pablo durante este período? Apenas tenemos informaciones, pero podemos suponer que Pablo participaba en la vida de la comunidad, anunciaba el Evangelio, y ejerció su profesión para ganarse la vida.

2.3. SAN PABLO, EL MISIONERO La comunidad cristiana de Antioquía se encontraba reunida en una celebración. De repente, una revelación del Espíritu hace a la comunidad encargar a Pablo la misión de ir por el mundo como mensajero del Evangelio (Hch 13, 2-4). Ahí, a sus 41 años de vida, comienza una nueva etapa en la vida de Pablo: la misión. 2.3.1. PRIMER VIAJE 2.3.1.1. Tres viajes misioneros Durante su período de misionero Pablo realizó tres grandes viajes misioneros. El primer viaje comenzó en el año 46, cuando Pablo tenía 41 años de edad (Hch 13,1-3), y el tercer viaje terminó en el año 58 con su prisión (Hch 21,27-34). Son 12 ó 13 años de andanzas misioneras, por caminos inseguros y con muchos peligros (2 Cor 11,25-26).

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2.3.1.2. Jerusalén, centro de la misión Jerusalén ocupa un lugar central: allí empieza la historia de Jesús (Lc 1,8-9) y allí termina (Lc 24, 33.52). En Jerusalén empieza la historia de la Iglesia (Hch 1,4.6-26) y de allí debe partir toda acción misionera (Lc 24,47; Hch 1,8). Pues cada uno de los viajes de Pablo comienza en Jerusalén y allí terminan (Hch 12,25; 15,2; 18,22; 21,15). La misión parte de Jerusalén y su objetivo es alcanzar “el fin del mundo” (Hch 1,8), es decir, a toda la humanidad. En el caso de Pablo el fin del mundo es Roma, donde acabará su vida. 2.3.1.3. La situación del pueblo Cuando Pablo inicia sus viajes, en el año 46, Claudio es el emperador de Roma, y al final, en el año 58, es Nerón. En todos estos años el gobierno central del Imperio se esforzaba en concentrar las riquezas y el poder en Roma, lo que ocasionaba la creciente esclavitud, sufrimientos y revueltas en la periferia del Imperio. Y poco a poco se va introduciendo el culto al emperador (Rom 1,18-32). En Palestina los impuestos oprimían al pueblo, y ante las rebeliones cada vez más desesperadas, el imperio respondía con represiones violentas. Poco a poco se organizaba la revuelta contra el Imperio romano y el movimiento popular se radicalizaba. 2.3.2. SEGUNDO VIAJE 2.3.2.1. Anda por muchas regiones Pablo anduvo por muchas regiones: Chipre (Hch 13,13), Pisidia (Hch 13,14), Licaonia (Hch 14,6), Judea, Fenicia, Samaría (Hch 15,3), Siria, Cilicia (Hch 15,23.41), Frigia (Hch 16,6; 18,23), Misia (Hch 16,7), Macedonia (Hch 16,10; 19,21; 20,1), Gracia (Atenas, Hch 17,15; 20,2), Acaya (Corinto, Hch 18,1; 19,21) Asia (Hch 19,10.22). Mucha gente, pueblos diferentes, costumbres diferentes, comidas diferentes. Esto hizo que Pablo, en sus viajes, tuviera que aprender mucho. 2.3.2.2. Visita las principales ciudades del Imperio Romano Durante esos 12 ó 13 años Pablo recorrió las principales ciudades del Imperio romano: Antioquía (unos 500,000 habitantes), Éfeso (poco menos de medio millón), Corinto (unos 600,000), Roma (cerca de un millón de habitantes). Eran ciudades con una manera griega de vivir, de pensar y de organizarse, donde se juntaba gente de todo el mundo. Era un mundo diferente al de Palestina o del barrio de Pablo en Tarso.

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En su misión Pablo tendrá la difícil tarea de encarnar el Evangelio, que viene del mundo rural de Palestina, en esa nueva realidad del mundo urbano. 2.3.2.3. Hace camino al andar Desde el inicio de sus viajes Pablo no tenía un itinerario definido, sino que sobre la marcha lo fue definiendo. En su primer viaje no salió de su región de Asia Menor (Cilicia, Panfilia, Pisidia. En su segundo viaje, que llegó hasta Europa, quería ir en una dirección y el Espíritu le mandó ir en otra (Hch 16,6-7). Su rumbo depende de avisos recibidos en sueños (Hch 16,20; 18,9). En el tercer viaje el objetivo está decidido desde el principio: quiere ir a Efeso (Hch 18,21) y allí permanece tres años (Hch 20,31). 2.3.3. TERCER VIAJE 2.3.3.1. Compañeros de viaje Pablo nunca viajaba solo, sino acompañado por algún amigo o grupo de amigos. En el primer viaje lo acompañan Bernabé y Juan Marcos (Hch 13, 3-5); en el segundo viaje lo acompañó Silas (Hch 15,36-40), más tarde Timoteo (Hch 15,1-3) y Lucas (Hch 16,11), y Priscila y Aquila (Hch 18,18); en el tercer viaje lo acompañan muchos (Hch 19,22; 20,4-5; 21,16). 2.3.3.2. Trabaja para comer Uno de los problemas de Pablo durante sus viajes misioneros era la alimentación. ¿Cómo llevar comida para tanto tiempo en el camino? ¿Y cómo conseguir dinero para alimentar a varias personas por tanto tiempo? Durante sus viajes Pablo dedicaba un tiempo a trabajar para conseguir el sustento y luego seguir el camino y su actividad evangelizadora (Hch 20,34). 2.3.3.3. Una salud de hierro Para aguantar el trajín de sus tantos viajes misioneros Pablo debió tener una salud de hierro (2 Cor 11,27-28). Aun así, durante su segundo viaje le apareció una enfermedad (Gál 4,13), que no sabemos exactamente qué era. Y lo que Pablo llama su “aguijón de la carne” (2 Cor 12,7) también pudo se una enfermedad. 2.3.3.4. Animado por el Espíritu En los viajes misioneros de Pablo hay una permanente presencia del Espíritu Santo, que es el que suscita y anima la misión: provoca la iniciativa de la misión (Hch 13,2), envía a los misioneros (Hch 13,4), hace que Pablo hable (Hch 13,9), orienta el rumbo de los viajes (Hch 16,6-7), constituye a los coordinadores de las comunidades (Hch 20,28), anima a Pablo para el anuncio (Hch 18,9-10).

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2.3.3.5. Alimentado por la oración La oración y la celebración animan y acompañan la misión de Pablo: durante una celebración nace la idea del primer viaje misionero (Hch 13,2); el anuncio comienza siempre en la celebración en la sinagoga (Hch 16,13.16); la confirmación de los coordinadores de las comunidades está acompañada por la oración (Hch 14,23); en la prisión en Filipos Pablo pasa la noche rezando (Hch 16, 25); Pablo participa en la oración en las comunidades (Hch 20,7.36). 2.3.3.6. Problemas de comunicación En sus viajes misioneros Pablo tuvo problemas con la comunicación. Pablo hablaba griego, que era la lengua común en las ciudades y en el comercio, y también hablaba el hebreo y el arameo. Pero en las ciudades no todas las personas hablaban el griego, pues había una gran variedad de lenguas y dialectos (Hch 14,11). Por eso en muchas ocasiones debió auxiliarse de intérpretes. 2.3.3.7. Contacto con sus comunidades Durante sus viajes misioneros Pablo mantenía el contacto con las comunidades por medio de mensajeros (Col 4,10; 1Cor 1,11; 16,12-18; 1 Tes 3,2-6) y a partir del segundo viaje, también mediante cartas, que se leían en las reuniones de la comunidad (1 Tes 5,27) y se intercambiaban con las de otras comunidades (Col 4,16). A pesar de lo que suponían sus viajes misioneros, Pablo mantenía la coordinación general de las comunidades por él fundadas, preocupándose siempre por ellas (2 Cor 11,28-29). 2.3.3.8. Método evangelizador de Pablo En el primer viaje Pablo no permanecía mucho tiempo en el mismo lugar: llegaba, anunciaba el Evangelio, creaba una comunidad y seguía adelante. En el segundo viaje sigue el mismo método pero permanece más tiempo en el mismo lugar (Hch 18,11). En el tercer viaja fue lo contrario del primero: fue directamente a Efeso y allí se quedó tres años (Hch 20,31); luego más de tres meses en Corinto (Hch 20,3). Al final, pues, el método era distinto: irradiar el Evangelio desde un lugar central (Hch 19,10.26); los viajes servían para fortalecer las comunidades ya existentes (Hch 18,23; 20,2). En los tres viajes misioneros Pablo siguió la misma estrategia de acción: cuando llega a un lugar comienza el anuncio en la sinagoga (Hch 13,5; 13,14; 14,1; 16,13; 17,2.10; 18,4; 19,8). En la sinagoga no se limita únicamente a los judíos sino que habla también a los paganos (Hch 13,16.43; 17,4.17). El resultado es el mismo: los judíos se resisten y los paganos aceptan (Hch 13,45; 14,2-4; 17,5.13; 18,6; 19,9). Ante el rechazo de los judíos, Pablo se aleja de la sinagoga y se dirige a los paganos que lo reciben con alegría (Hch 13,46-48; 18,6-8; 19,9-10). 2.3.3.9. Su principal herramienta, la Biblia En su actividad evangelizadora el instrumento más importante usado por Pablo en el anuncio de la Buena Noticia era la Biblia, el Antiguo Testamento, para descubrir el significado de Jesús para la vida de las personas y de las comunidades (Hch 13,32-41; 17,2.11; 18,28). 2.3.3.10. Pablo visita y anima a sus comunidades Las comunidades nacen en medio de muchas tensiones, conflictos y persecuciones. Problemas de toda clase, internos y externos (Hch 14,22; 1 Tes 1,6). En los tres viajes Pablo se preocupa de visitar las comunidades fundadas para animarlas, ayudarlas a superar el aislamiento en el que

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viven y para que perciban los vínculos con las otras comunidades (Hch 14,22-24; 15,3.36.41; 16,4-5; 18,23; 20,2; 21,4.7). 2.3.3.11. Discursos que explican su misión En cada uno de los tres viajes misioneros hay un discurso de Pablo, en el que se revela la característica de la acción misionera de Pablo en cada viaje. En el primer viaje el discurso es para los judíos, pronunciado en la sinagoga de Antioquía de Pisidia (Hch 13, 16-41), y destaca la evangelización de los judíos. En el segundo viaje el discurso es para los paganos, pronunciado en el Areópago de Atenas, en Grecia (Hch 17,22-31), y destaca la apertura a los paganos. Y en el tercer viaje el discurso es para los coordinadores de las comunidades, pronunciado en Mileto, cerca de Éfeso, en el Asia Menor (Hch 20,17-35), y destaca la organización de las comunidades. 2.3.3.12. Algunos hechos relevantes Cada uno de los viajes misioneros de Pablo estuvo marcado por algunos hechos relevantes. En el primer viaje un conflicto en la isla de Chipre (Hch 13,6-12); el conflicto con los judíos en Antioquía (Hch 13, 44-52); conflicto en Listra y lapidación de Pablo (Hch 14,11-18); elección de los coordinadores en las comunidades recién fundadas (Hch 14,21-23). En el segundo viaje, la separación entre Pablo y su amigo Bernabé (Hch 15,36-40); fundación de la primera comunidad en Europa, en Filipos (Hch 16,11-15), conflicto, prisión y tortura de Pablo (Hch 16,16-490); fracaso de Pablo con su discurso en Atenas (Hch 17,32-34); formación de la comunidad de Corinto (Hch 18,1-18); Pablo escribe las dos cartas a los Tesalonicenses. En el tercer viaje, conflictos crecientes en el interior de las comunidades (Gál 1,7; 2,4; 6,13; 2 Cor 11,4; 2 Tes 2,2); conflicto creciente con la forma de vivir y de creer de los griegos (Hch 19, 18-19.23-40); conflicto interno (Hch 18,24-26; 19,1-6); organización de la colecta a favor de los pobres de Jerusalén (2 Cor 8,10; Gál 2,10); conspiración contra la vida de Pablo (Hch 20,3); Pablo escribe las cartas a los corintios, a los romanos y a los gálatas; y en prisión escribe las cartas a los efesios, a los filipenses, a los colosenses y a Filemón.

2.4. SAN PABLO, MISIONERO Y TRABAJADOR

2.4.1. PABLO MISIONERO Y TRABAJADOR 2.4.1.1. Cambio de situación económica La conversión a Cristo le creó a Pablo una situación nueva, lo sacó de una posición social y lo colocó en otra bien inferior: en vez de empleador, dueño de un taller con sus obreros y esclavos, Pablo acabó siendo un trabajador asalariado. Por eso él mismo dice que “por causa de Cristo, perdí todo” (Fil 3,8). Esta nueva situación le obligó a buscar una manera de sobrevivir. 2.4.1.2. Tres opciones para subsistir Según la costumbre de los profesores y misioneros de la época, Pablo tenía tres opciones para ganarse la vida: ponía precio a su enseñanza, vivía de limosnas pedidas en las plazas o se empleaba como profesor particular en una casa de familia rica, y entonces viviría en esa casa dependiendo de aquella familia.

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2.4.1.3. Pablo sigue una nueva opción Pablo no aceptó ninguna de esas tres opciones. El reconocía su derecho a ser mantenido por la comunidad y recibir un salario por su trabajo (1 Cor 9,4), pero renunció a este derecho (1 Cor 9,15), él quería anunciar el evangelio gratuitamente (1 Cor 9,18; 2 Cor 11,7). No quería depender de la comunidad ni ser un peso para ella (1 Tes 2,9; 2 Tes 3,8; 2 Cor 11,9; 12,13-14; Hch 20, 33-34). Pablo decidió trabajar con sus propias manos (1 Cor 4,12), lo cual en la sociedad griega era considerado trabajo propio de esclavo y no de un ciudadano u hombre libre. 2.4.1.4. El ideal de vida imperante El tiempo de Pablo, como hemos señalado, el ideal de toda persona era no tener que trabajar con sus manos, sino vivir una vida tranquila, dedicada al estudio y meditación. La mayoría de personas que componían las ciudades eran esclavos, pobres y marginados. En medio de ellos surgen las primeras comunidades cristianas. Esta gente no podía alcanzar el ideal de los ciudadanos. Por eso al Pablo presentarse como un misionero que vive del trabajo de sus manos muestra que el evangelio no es un ideal que quede fuera de los esclavos y trabajadores. Así presenta un nuevo ideal que sí es posible alcanzar. 2.4.1.5. Un nuevo ideal Pablo propone un nuevo ideal: que en vez de considerar el trabajo con las propias manos una señal de esclavitud y un motivo de vergüenza sea considerado como una fuente de vida honrada (1 Tes 4,11-12). Ahora el sueño, el ideal, la “vida honrada” se consigue en la misma vida del trabajador. 2.4.1.6. Pablo enseña con el ejemplo Lo que Pablo enseñaba sobre el trabajar con las propias manos estaba respaldado por su testimonio, él da ejemplo (1 Tes 2,9; 2 Tes 3,7-9; Hch 20,33-34; 1Cor 4,12). Cuando un hombre libre buscaba trabajo en un taller se consideraba que hacía algo que lo humillaba (2 Cor 11,7). Buscando trabajo Pablo asumía la condición de un esclavo. Por eso dirá “siendo libre me hice esclavo de todos” (1 Cor 9,19). 2.4.1.7. Mucho trabajo, poco salario Todo indica que el salario de Pablo no debía ser muy alto, pues trabajaba de noche y de día para no depender de nadie (1 Tes 2,9; 2 Tes 2,8). Aun trabajando duro, Pablo pasaba necesidad, sin dinero para comida y ropa (2 Cor 11,9.27). Uno de los motivos por el que su salario era insuficiente es que, como Pablo vivía viajando, no podía montar su propio taller con una clientela fija. En Corinto Pablo tuvo la suerte de encontrar trabajo en el taller de Priscila y Aquila (Hch 18,3). 2.4.1.8. Ataques de otros misioneros Este testimonio de Pablo como trabajador que anuncia el Evangelio es la clave de lectura más importante para entender sus cartas y profundizar en su mensaje. Por trabajar con sus propias manos Pablo recibió ataques de otros misioneros que seguían la costumbre imperante a este respecto (1 Cor 9,11-18; 2 Cor 11,7-15), pues la actitud de Pablo concienciaba al pueblo y cuestionaba el modo de proceder de los otros misioneros.

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2.4.2. SE ABREN LAS PUERTAS A LOS PAGANOS. 2.4.2.1. El evangelio se anuncia a los paganos Inicialmente los primeros cristianos anunciaban el evangelio sólo a los judíos en Palestina. La persecución dispersa a los cristianos por el mundo (Hch 11,19). Algunos llegan a Antioquía y comienzan a hablar de Jesús también a los paganos (Hch 11,20). Este mensaje se fue expandiendo por el resto del mundo, sobre todo con los viajes de Pablo. Así, después del año 50 había comunidades cristianas en todo el Imperio romano. 2.4.2.2. El evangelio se difunde con rapidez ¿Por qué se difunde tan rápido el mensaje cristiano? Porque en la gente existía un vacío religioso, y la cultura griega no fue capaz de satisfacer las aspiraciones de los pueblos. Ya un siglo antes de Cristo misioneros judíos andaban por el mundo para convertir a los paganos (Mt 23,15). Así, en torno a las sinagogas fueron surgiendo grupos de “prosélitos”, paganos que cumplían la ley y se circuncidaban, no eran numerosos (Hch 2,11; 13,43); y de “temerosos de Dios”, paganos que cumplían parte de la ley y no se circuncidaban, era el grupo más numeroso y el público más atento de Pablo (Hch 13,16.26.43). 2.4.2.3. El evangelio atrae a muchos En este contexto la propuesta cristiana atraía a mucha gente. El anuncio del evangelio era verdaderamente “buena noticia” para los “temerosos de Dios”. La predicación de Pablo ofrecía justamente lo que ellos buscaban: convivencia comunitaria, acceso a Dios por medio de Jesús, sin circuncisión ni observancia de la ley. Por eso aceptan el mensaje con mucha alegría (Hch 13,48; 15,31; 17,4.12; 18,8). 2.4.2.4. Surge el conflicto Pronto surge el conflicto. Era costumbre que los paganos que querían entrar a la comunidad tenían que observar la ley y circuncidarse. Pedro bautiza a Cornelio, un pagano incircunciso, y surge la controversia (Hch 10, 1-48; 11,1-3). La cuestión es: para salvarse, ¿es necesario cumplir la ley y circuncidarse, o no? Los más abiertos, como Pablo y unos más decían que no era necesario (Hch 15,2; 11); los más conservadores decían que sí (Hch 15,5). 2.4.2.5. El primer Concilio de Jerusalén A causa de este conflicto la iglesia se dividió, y para resolver el conflicto se convocó una reunión (Concilio) en Jerusalén (Hch 15, 6-21; Gál 2,1-10). En este primer Concilio de Jerusalén Pablo jugó un papel decisivo. Pablo movió la opinión y presentó los argumentos que ayudaron a Pedro a tomar la decisión de no exigirles a los paganos la observancia de la ley y la circuncisión (Hch 15,12; Gál 2,3-10). Pero quedaban por resolver otros problemas prácticos derivados del conflicto: la convivencia en las comunidades entre judíos y paganos convertidos, y la organización y coordinación de las comunidades. Para resolver el problema de la convivencia se decide que los paganos observara algunas costumbres propias de los judíos (Hch 15, 23-29). Para el problema de la organización y coordinación de las comunidades se decide dividir el trabajo: Pablo Bernabé se encargarán de las comunidades de paganos, y Pedro y Santiago de las comunidades de judíos (Gál 2,9-10).

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2.4.2.6. Siguen los conflictos El Concilio de Jerusalén ofreció un camino de solución pero no resolvió los conflictos. Después del Concilio siguen las tenciones, y entre ellas, surge el conflicto de Pablo con Pedro. Pedro en Antioquía, por miedo a las críticas de un grupo de judíos cristianos llegados de Jerusalén y que no se juntaban con los paganos, también se aleja de los paganos y otros le siguen (Gál 2,12-13) ocasionando una “marginación” de los paganos cristianos. Pablo, ante esta actitud, encara a Pedro por su hipocresía (Gál 2,11.14) 2.4.2.7. Conflicto con los judíos no cristianos Después del Concilio de Jerusalén también se va a dar un conflicto de Pablo con los judíos no cristianos. La difusión del evangelio entre los paganos hizo que muchos simpatizantes del judaísmo abandonaran las sinagogas y se unieran a las comunidades cristianas (Hch 18,7-8; 19,9-10), lo que hizo que los judíos perdieran su influencia social, al perder sus sinagogas simpatizantes. Los judíos reaccionaron con envidia y rabia (Hch 13,45; 17,5; 1 Tes 2,14), especialmente contra Pablo, visto como el principal culpable: contradecían a Pablo (Flp 3,2), pretendían matarlo (Hch 20,3; 23,21), instigaban al pueblo contra los cristianos (Hch 13,50). 2.4.2.8. Conflicto interno con los “falsos hermanos” Después del Concilio también se van a dar conflictos internos. Pablo se va a enfrentar con “falsos hermanos”, que son judíos convertidos al cristianismo pero que siguen anclados en su mentalidad judía y no aceptan la apertura hecha por el Concilio de Jerusalén, defendiendo incluso el antiguo ideal de la observancia de la ley como único camino de salvación. Estos “falsos hermanos” intentaban destruir el trabajo de Pablo en las comunidades: iban detrás de Pablo dividiendo las comunidades, sembrando la confusión, escribiendo cartas falsas como si fueran de Pablo (2 Tes 2,2), tratando de alejar al pueblo de Pablo: decían que Pablo no era Apóstol (1 Cor 9,1-2), que no tenía la aprobación de los otros apóstoles y actuaba por cuenta propia (Gál 2,9), que no ha visto a Cristo resucitado (1 Cor 9,1), que actúa contra el pueblo, contra el templo y contra la ley (Hch 21,28). 2.4.2.9. Reacción de Pablo en los conflictos ¿Cómo reacciona Pablo ante los conflictos y cómo se defiende? Cuando está en juego la integridad del evangelio Pablo no cede (Gál 2,11-14; 4,17; 5,10; 6,11-16), pero es flexible cuando hace falta para aliviar o superar tensiones (Hch 15,23-29; 21,26; 16,3). En la disputa con los “falsos hermanos” Pablo fue enérgico, hizo oír su voz contra ellos (Gál 6,12-13; 4,9); y fue radical: o Cristo o la circuncisión (Gál 5,2).

2.5. SAN PABLO, EN CONFLICTO CON EL IMPERIO ROMANO 2.5.1. SITUACIÓN DEL IMPERIO El Imperio romano era un mosaico de reinos, pueblos, ciudades, cada uno con su propia religión, sus propias leyes, y hasta cierta autonomía de gobierno. Pero todos integrados dentro de los intereses del Imperio, obligados a pagar tributos, reconocer la autoridad divina del emperador y aportar soldados para el ejército romano. 2.5.2. PERSECUCIONES, PRISIONES Desde el día de su conversión hasta el final de su vida Pablo sufrió muchas persecuciones (2 Cor 11,25; Hch 9,23-24. 29; 13,8.50; 14,5.19; 16,22; 17,5-9.13; 18,12; 19,23-40; 21,27-30), pasó por

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muchas prisiones (2 Cor 11,23; Hch 16,23; 18,20.30; 1 Cor 15,32; 2 Cor 1,8-9), compareció delante de varios tribunales (Hch 18,12; 22,30; 24,1-2). 2.5.3. DIFERENTES ACUSACIONES Las acusaciones contra Pablo no son siempre las mismas. Se le acusa de alborotar la ciudad predicando costumbres contrarias a las romanas (Hch 16, 20-21); de predicar contra el pueblo, contra la ley y contra el templo (Hch 21,28; 23,29; 24,5-6).} 2.5.4. NADA FRENA EL EVANGELIO Aun estando preso Pablo continúa su misión evangelizadora, escribiendo cartas y anunciando el evangelio (Hch 28,31) mostrando que nada ni nadie puede impedir que la misión evangelizadora se realice. 2.5.5. ESCENARIOS DE LOS CONFLICTOS CON EL IMPERIO Los conflictos de Pablo con el Imperio romano se manifestaron en diversos escenarios: con la policía, con la justicia, con la opinión pública, con la ideología y la religión oficial, con las instituciones y las autoridades, con grupos de interés o de presión. Todo esto fue movilizado contra Pablo, tanto por los judíos como por los paganos. 2.5.6. CONFLICTOS PROGRESIVOS Los conflictos crecen de manera progresiva. Inicialmente el conflicto es entre judíos y cristianos, y por cuestiones de carácter religioso. Pero luego el conflicto va a adquirir carácter ideológico y político, involucrando las instituciones del Imperio romano que serán movilizadas contra los cristianos por personas de influencia que sienten perjudicados sus intereses por el mensaje cristiano (judíos, autoridades y clase alta). 2.5.7. CAUSAS APARENTES DE LOS CONFLICTOS Las causas del conflicto con Pablo, según las acusaciones presentadas en los tribunales, son: que Pablo es un perturbador (Hch 16,20), que está contra Roma (Hch 16,21), contra el pueblo judío, contra la ley y el templo (Hch 21,28), que provoca conflicto con los judíos (Hch 24,5), que profana el templo (Hch 24,6), lidera una nueva secta (Hch 24,5). Sin embargo, el mismo Imperio reconoció que Pablo no tenía crimen ni merecía la muerte (Hch 23,29); estas acusaciones estarían motivadas por conveniencias. 2.5.8. VERDADERAS CAUSAS DE LOS CONFLICTOS

a. Una de las causas es que Pablo propone un nuevo ideal de vida a los esclavos y trabajadores asalariados, lo que va a subvertir la raíz del sistema del Imperio.

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b. Otra causa es que Pablo propone un nuevo tipo de convivencia que supera toda relación de dominación: judío/griego, libre/esclavo, hombre/mujer (Gál 3,28; Col 3,11; 1 Cor 12,13). Esto resulta subversivo. c. Otra causa es que Pablo rompe con el sistema denunciando su podredumbre fruto de la injusticia y el retorcimiento de la verdad (Rom 1,18-32. Lógicamente esta posición de Pablo de luchar por la verdad y la justicia genera conflicto con el sistema. d. Otra de las causas es que el mensaje evangélico de la resurrección que Pablo anuncia llega a los pobre y les comunica una libertad tan fuerte que el sistema de esclavitud no es capaz de ahogar (Rom 8,31-39). e. Otra causa es que la fe cristiana que Pablo anuncia implica la fe en un solo Dios, el Dios de Jesucristo, lo que excluye la divinidad de otros dioses y no reconoce el poder divino del emperador. Si Dios es uno sólo todas las personas son iguales. Esto, por supuesto, choca con la ideología que sustenta el Imperio.

En resumen, la verdadera causa de los conflictos es que los cristianos sembraban en el pueblo una semilla profundamente subversiva, que implicaba una nueva concepción de Dios y de la vida que producía un nuevo modo de vivir y convivir opuesto al sistema. 2.5.9. ACTITUD DE PABLO FRENTE AL IMPERIO ¿Cuál era la actitud de Pablo frente al Imperio romano? Hay que señalar que Pablo nunca se pronunció directamente contra la esclavitud, que era base del sistema del Imperio romano. Al contrario, Pablo pedía a los cristianos de Roma que obedecieran las autoridades constituidas (Rom 13,1-7). 2.5.10. CÓMO ENTENDER ESTA ACTITUD DE PABLO En tiempo de Pablo los cristianos no habían alcanzado una madura conciencia de la problemática social, pues tenían pocos años de existencia, eran una minoría en la sociedad y no habían tenido participación en la construcción del sistema. Tampoco había un profundo análisis crítico de la sociedad como lo tenemos hoy. Desde el 587 a.c. los judíos aprendieron a convivir con dominadores extranjeros, y los veían como expresión de la voluntad de Dios (Jer 27,4-11; Esdras 7,26). Finalmente, Pablo tenía una experiencia de Dios que le hacía esperar pronto la llegada definitiva del Reino. Por eso, relativizaba las circunstancias del mundo (Flp 4,11.13; 1 Tim 6,8; 1 Cor 29,30-31).

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3. INTRODUCCIÓN GENERAL A LOS ESCRITOS DE PABLO

Si nos fijamos en la suma total de los versículos, el corpus de las 13 cartas que llevan el nombre de Pablo comprenden 2,003 de un total de 5,621 de todo el Nuevo Testamento. Estamos pues, ante un material textual relevante, dentro del cual emergen claras variantes de vocabulario, de estilo y de temas. Sobre estas variantes, a partir del siglo XVIII, los estudiosos han fijado el microscopio del análisis histórico, crítico y literario. No es el caso de detenernos en este aspecto, por demás interesante. Los escritos de San Pablo son cartas, que en otro tiempo se consideraba que eran 14:

Romanos Corintios, 1 y 2 Gálatas Efesios Filipenses Colosenses

Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, 1 y 2 Tito Filemón Hebreos

De las 14 cartas, hay cuatro que se denominan "cartas de la cautividad": Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón, porque habrían sido escritas por Pablo mientras se encontraba en prisión; y hay varias que se denominan “cartas pastorales”: Timoteo y Tito, pues se dirigen a responsables de comunidades para orientarles en la guía pastoral de las mismas. También sabemos de otras cartas que existieron pero que se han perdido y no tenemos ninguna copia. Por ejemplo, en la 1Cor Pablo parece que alude a una carta anterior (1Cor 5,9).

3.1. CARTAS AUTÉNTICAS Hoy sabemos que no todas esas 14 cartas que se atribuyen a san Pablo son de él. Los argumentos que se utilizan para cuestionar la autoría paulina de algunas de estas cartas hacen referencia al estilo literario, al vocabulario empleado y a la doctrina, pues existen contradicciones entre algunas de ellas. De las 14 cartas, hoy existe consenso entre los expertos en que sólo 7 son auténticas de San Pablo:

1 Tesalonicenses

Filemón

Romanos

Corintios, 1 y 2

Gálatas

Filipenses Las otras cartas que no se consideran con seguridad de San Pablo, habrían sido escritas por colaboradores o discípulos de San Pablo, que las firmaron con el nombre de su maestro (pseudoepigrafía). Hay algunas de ellas sobre las que los estudiosos no se ponen del todo de acuerdo si son o no de Pablo.

3.2. PROPÓSITO DE LOS ESCRITOS DE SAN PABLO Estos escritos de San Pablo fueron producidos para exhortación de los creyentes de esa época de las iglesias fundadas durante sus viajes misioneros después de su conversión. El objetivo es dar instrucciones a los cristianos sobre el modo de comportarse y responder a sus inquietudes. En

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general el autor da ánimos a sus lectores y responde a sus preguntas o preocupaciones (Tesalonicenses y Corintios), en ocasiones los reprende (Gálatas y 2 Corintios) y a veces les escribe como muestra de agradecimiento por su comportamiento (Filipenses). Fueron un gran instrumento de acción pastoral y de relación recíproca entre Pablo y sus comunidades. Desgraciadamente no se nos ha conservado ninguna carta de las comunidades a su apóstol fundador, pero sabemos que existieron (1Co 7,1). La correspondencia de Pablo a sus comunidades fue en algunas épocas extraordinariamente frecuente y rápida, particularmente durante la gran crisis de Corinto. Frecuentemente el portador era un colaborador de Pablo (especialmente Timoteo y Tito); y él mismo solía traer a Pablo una respuesta en vivo acerca de la reacción de la comunidad al escrito en cuestión.

3.3. LA VARIEDAD DE LOS ESCRITOS DE SAN PABLO Aunque manteniéndose siempre fiel al género carta, Pablo sabe usarlo en sus múltiples variedades. Así encontramos la carta de recomendación, casi privada (Filemón); la carta que podríamos llamar de desahogo familiar (una incluida en 1Tes y otra en Flp); la carta estrictamente de oficio pastoral (la llamada “carta respuesta” incluida en nuestra 1Corintios); la carta apologética (Gál) y la carta “ultimatum” (2Cor 10-13); y, finalmente, la carta cercana al tratado (Rm).

3.4. LA FORMA LITERARIA DE LOS ESCRITOS DE SAN PABLO Pablo emplea el esquema usual en su tiempo. Como en todas las épocas, las cartas de Pablo constan de encabezamiento, cuerpo y conclusión. En el encabezamiento suele haber tres elementos: la llamada “inscriptio” (remitente/es, destinatario/s y saludo), la acción de gracias (o bendición, en 2Co 1,3), y una oración o expresión de un deseo (cuyo tema suele ser el crecimiento de la comunidad en fe y amor). El encabezamiento puede ofrecer una primera clave para comprender la carta; así, cuando hay polémica o tensión, Pablo multiplica sus títulos (cf. Gál 1,1), igual que cuando necesita darse a conocer (Rm 1,1-5). La acción de gracias dice mucho respecto del estado de la comunidad. El cuerpo de la carta es, naturalmente, muy variado. En él suele haber material doctrinal y exhortativo. En la sección doctrinal o argumentativa se encuentran a veces preciosos pasajes autobiográficos, así como profundas o curiosas exégesis del A.T. La conclusión frecuentemente se inicia con expresiones como “os he escrito”, “por lo demás...”. En ella suelen aparecer breves consejos o recomendaciones, algunas noticias personales como planes de viajes, etc., y los conocidos saludos de determinadas personas (1Co 16,19; Rm 16,21-23) o a determinadas personas (Rm 16,3-16). Y termina con el saludo de Pablo, de tenor litúrgico y específicamente cristiano.

3.5. RECEPCIÓN Y CONSERVACIÓN DE LOS ESCRITOS DE SAN PABLO Las cartas de Pablo a sus comunidades no fueron documentos sagrados desde el principio. El escribe por determinados motivos coyunturales y momentáneos, seguramente sin contar con que sus escritos fueran a coleccionarse y pasar a la posteridad. Su primera conservación pudo ser en manos de particulares o de jefes de las iglesias locales. Con seguridad, no todas las cartas de Pablo agradaron a la comunidad destinataria; por ello hemos de suponer que más de una se perdió y otras se conservaron por pura casualidad. Otras, en cambio, pudieron ser desde el primer día preciados tesoros.

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Mientras Pablo vivía no era necesario el frecuente recurso a sus cartas; él en persona podía orientar, solucionar problemas, corregir, consolar, etc. Su desaparición hizo necesario volver sobre sus escritos, y su categoría de mártir del evangelio les confirió un valor que antes no tenían; es el momento de sacar las reliquias a la luz y se va a iniciar el intercambio de cartas entre las diversas comunidades destinatarias. Tímidamente la colección se pone en marcha.

3.6. DESARROLLO DE LOS ESCRITOS DE SAN PABLO Los escritos de Pablo eran cartas, escritos coyunturales. Pero, pasada aquella coyuntura concreta, se aprecian bajo otra luz: son obras teológico-espirituales, en las que el encuadramiento espacio-temporal contará cada vez menos. Lo que las comunidades necesitan es orientación actualizada, pero partiendo del pensamiento original de Pablo. Esta actualización la realizarán discípulos de San Pablo (la “escuela paulina), desarrollando sus escritos. Parece que se dieron dos formas de conservar y desarrollar los escritos de Pablo. En unos lugares se componen escritos de imitación, a nombre del apóstol, reutilizando material suyo, combinándolo con otros elementos de pensamiento, y sometiéndolo a nuevos influjos culturales del medio ambiente y de otras corrientes de cristianismo, intentando responder así a nuevas situaciones eclesiales. En otros lugares, por el contrario, se tendió a una conservación más “material” de lo paulino; y lo que se hizo fue fusionar diversos escritos. Parece que cada comunidad intentó hacer un único libro con la herencia del apóstol. En Tesalónica debían de existir dos cartas y fueron fusionadas en una, nuestra 1Tesalonicenses. En Filipos se conservaban dos o tres cartas, y con ellas se hizo igualmente una fusión (Filipenses). En Corinto existía mucho material y parece que lo coleccionaron en tres bloques: en primer lugar, copias de escritos paulinos redactados en Corinto y dirigidos a otras comunidades (Roma y Efeso) dieron lugar a nuestra carta a los Romanos; luego se procedió a coleccionar lo dirigido a la propia comunidad corintia, (nuestras 1 y 2 Corintios). Es claro que se tendió a hacer de toda la herencia paulina un libro solo y unitario.

CRONOLOGÍA DE LAS CARTAS AUTÉNTICAS DE PABLO

Carta Fecha Motivo 1 Tesalonicenses Año 50 Solucionar los problemas de fe de la comunidad de Tesalónica:

abandono de la fe, destino de los muertos, deficiencias en el comportamiento

Gálatas Año 52 Atajar la “fascinación” producida por unos misioneros judaizantes llegados a Galacia

1 Corintios Año 52 Dos problemas: 1.- comunidad que sigue las costumbres del “mundo” 2.- Falta de integración comunitaria

2 Corintios Año 53 Año 54

Respuesta a una carta de los corintios. Los problemas se agudizaron y la primera carta no tuvo éxito. Unos misioneros agravan la problemática de la comunidad y los predisponen contra Pablo.(2,14-7,4) Tras una visita a Corinto escribe su apología (10-12) Reconciliación, justificación de su conducta, credencial para la colecta Credencial de la colecta para las comunidades de Acaya (9, 1-15)

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Filipenses 53-54 Agradecimiento por la ayuda recibida Animo frente al cansancio Superación de tensiones internas

Filemón 54 Intercede por el esclavo Onésimo

Romanos 55 Pablo tiene el proyecto de evangelizar Europa y quiere congraciarse con la comunidad de Roma y presentarse como misionero.

4. ESTUDIO DE ALGUNOS TEMAS PAULINOS 4.1. LA EXPERIENCIA DE JESUCRISTO54 San Pablo insiste en la verdad de la real humanidad y divinidad de Cristo, a pesar de que, a primera vista, el lector se enfrenta a tres objetos en los escritos del Apóstol: Dios, el mundo humano y el Mediador. Pero este último es a la vez divino y humano, hombre y Dios. 4.1.1. LA HUMANIDAD DE CRISTO EN LAS EPÍSTOLAS PAULINAS Las expresiones “condición de siervo”, “apareciendo en su porte como un hombre”, “en carne semejante a la del pecado” (Fil 2,7; Rom 8,3) pueden parecer como lesivas a la humanidad real de Cristo en la enseñanza paulina. Más en realidad ellas únicamente describen un modo de ser o dejan entrever la presencia de una naturaleza superior en Cristo que no es visible a los sentidos. O contrastan la naturaleza humana de Cristo con la de la raza pecadora a la que aquella pertenece. Por otro lado, el Apóstol habla abiertamente de Nuestro Señor manifestado en la carne (I Tim 3,16); poseedor de un cuerpo de carne (Col 1,22); “nacido de mujer” (Gal 4,4); nacido de la simiente de David según la carne (Rom 1,3); perteneciente según la carne al pueblo de Israel (Rom 9,5). En cuanto judío, Jesucristo nació bajo la Ley (Gal 4,4). El Apóstol hace énfasis en la verdadera participación de Nuestro Señor en nuestra debilidad humana física (II Cor 13, 4), en su vida de sufrimiento (Heb 5,8)55 que culmina con la pasión (Ibíd., 1, 5; Fil 3,10; Col 1, 24). En sólo dos aspectos difiere la humanidad de Nuestro Señor del resto de los hombres. Primero, en su ausencia total de pecado (II Cor 5, 21; Gal 2, 17; Rom 7, 3). Segundo, en el hecho de que Nuestro Señor es el segundo Adán, que representa a todo el género humano (Rom 5, 12-21; I Cor 15, 45-49). 4.1.2. LA DIVINIDAD DE CRISTO EN LAS EPÍSTOLAS PAULINAS Según San Pablo, la superioridad de la revelación cristiana sobre toda otra manifestación divina, y la perfección de la Nueva Alianza con su sacrificio y sacerdocio, se derivan del hecho que Cristo es el Hijo de Dios (Heb 1, 1ss; 5, 5ss; Rom 1, 3; Gal 4, 4; Ef 4, 13; Col 1, 12; 2, 9ss). El Apóstol entiende la expresión “Hijo de Dios” no como una mera dignidad moral, ni como una relación puramente externa con Dios, iniciada en el tiempo, sino como una relación eterna e

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http://ec.aciprensa.com/c/cristologia.htm 55

Estudios recientes han demostrado que la Epístola a los Hebreos, durante siglos atribuida a San Pablo a raíz del encabezado de la misma en la Vulgata, no es obra del Apóstol, aunque sí parece notarse en ella la influencia de sus ideas. Su autor permanece anónimo, N.T.

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inmanente entre Cristo y el Padre. Compara a Cristo con Aarón y sus sucesores, Moisés y los profetas, y lo encuentra superior a éstos (Heb 1,1; 3, 1-6; 5, 4; 7, 1-22; 10, 11). Eleva a Cristo sobre el coro de los ángeles y lo hace Señor de los mismos (Heb 1, 3; 2, 2-3; 14); lo sienta a la derecha del Padre como heredero universal (Heb 1, 2-3; Gal 4, 14; Ef 1, 20-21). Si San Pablo se ve obligado a usar los términos “forma de Dios” e “imagen de Dios” al hablar de la divinidad de Cristo, para poder mostrar la distinción personal entre el Padre Eterno y el Hijo Divino (Fil 2, 6; Col 1, 15), Cristo no es simplemente la imagen y la gloria de Dios (I Cor 11, 7), sino también el primogénito de toda creatura (Col 1, 15), en quien, por quien y para quien fueron hechas todas las cosas (Col 1, 16), en quien la plenitud de la divinidad reside junto con la realidad actual que nosotros atribuimos a los cuerpos materiales perceptibles y mensurables a través de nuestros sentidos (Col 2, 9), en una palabra, quien “está por encima de todas las cosas, Dios bendito por todos los siglos” (Rom 9, 5). 4.1.3. RECONCILIADOS CON EL PADRE56 Se trata de la recuperación de un vínculo de amistad o de alianza que se había perdido a causa del pecado o de la traición de una de las partes. En concreto, el restablecer una relación rota generalmente sucede pidiendo y dando el perdón. En el NT (sobre todo en la teología paulina) la reconciliación implica tres niveles: con Dios, consigo mismos, con los demás y con el mundo. La primera reconciliación concierne a la relación entre la humanidad y Dios. Éste toma la iniciativa de la pacificación y la realiza mediante Jesucristo, en el que Dios condena el pecado y justifica a los pecadores (2 Co 5,18-21). Reconciliación equivale por tanto a justificación y pacificación con Dios (cf. Rm 5,1s). Desde el momento en que Cristo muere en la Cruz, Dios ya no ve la humanidad como pecadora y desobediente, sino solamente al hombre Jesús que en Nombre de todo el género humano cumple el acto de obediencia y de amor perfecto. Su Sí ha cubierto y tragado todos los No de los pecadores (cf. 1 Co 15,54; 2 Co 1,20). La dimensión personal de la reconciliación consiste en el hecho de hacer recibido, después del perdón de los pecados, no "un espíritu de esclavos para recaer en el temor", sino "un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios" (Rm 8,15-16); "porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza" (2 Tm 1,7). La verdadera reconciliación del hombre con sí mismo se da en el descubrimiento de su propia identidad filial con respecto a Dios. Adopción, salvación y reconciliación encajan. Pero la reconciliación tiene también una dimensión "horizontal" y cósmica. Por medio de Jesús terminó el orden antiguo que establecía la enemistad entre judíos y gentiles. El sacrificio de Cristo abate cada "muro de separación"; el amor extendido sobre la cruz anula cualquier división entre los seres humanos (cf. Ef 2,14; Ga 3,28). La paz obtenida mediante la "sangre de su cruz" (Col 1,20) se extiende a todo el Universo. En este nuevo "eone", que la Iglesia anticipa en cuanto mundus reconciliatus (Agustín), se puede entrar "dejándose reconciliar con Dios", acogiendo el Evangelio que es la "palabra de reconciliación" (2 Co 5,20, evangelización). Jesús indica la reconciliación con el propio adversario como prioritaria condición para presentarse ante el altar de Dios (Mt 5,24). Ésta sella la recuperación de la comunión mediante el perdón y, por tanto, ya es en cuanto tal, sacrificio agradable al Padre (cf. Mt 9,13; Os 6,6)

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http://www.es.catholic.net/empresarioscatolicos/721/2230/articulo.php?id=43988

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4.2. LA EXPERIENCIA DEL ESPÍRITU SANTO57 Jesucristo, en su ministerio, es continuamente asistido por el Espíritu Santo, y, así, por la gracia de Dios, el famoso Apóstol Pablo se siente movido, desde el principio, por el influjo del Espíritu. 4.2.1. EL ESPÍRITU SANTO EN LA CONVERSIÓN DE PABLO Al ser derribado de su cabalgadura que llevaba su odio persecutorio, San Pablo pregunta en la aparición de Damasco: "Señor, ¿Qué quieres que yo haga?", y Cristo, mirándolo con amor, como miró al joven rico, lo remite a Ananías; este hombre piadoso y temeroso de Dios, acreditado ante los judíos, era un converso que había abrazado la fe cristiana. El propio Jesús le encarga dirigirse a casa de un tal Judas, que vivía en la calle Recta, donde se encontraba Saulo. Al entrar, se va hacia Saulo e, imponiéndole las manos, le dice: "El Señor, Jesús, que se te apareció en el camino por el que venías me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo" (Hch 9,17). En ese momento, recobró la vista y fue bautizado. Discuten los autores si recibió el Espíritu Santo antes del bautismo (como sugiere el texto), o después del bautismo (lo que parecería más lógico). Pero también Cornelio recibe el Espíritu Santo antes del bautismo (Hch 10, 44. 48). Sea lo que fuere, Lucas constata que Saulo, tras su conversión, se ve lleno del E.S., del que queda imbuido. 4.2.2. LA ELECCIÓN DE PABLO PARA LA MISIÓN En medio de los profetas y maestros, que había en la iglesia de Antioquía, "mientras estaban celebrando el culto del Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo: 'Separadme ya a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los tengo llamados'. Al momento, una vez que concluyeron su ayuno y oración, les impusieron las manos y los enviaron. Así pues, enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí navegaron hasta Chipre" (Hch 13,2-4). Bernabé y Saulo son mandados a su misión, no por la comunidad, sino directamente por el E.S. La imposición de las manos no expresa aquí la ordenación (Bernabé era un personaje destacado, que la había recibido ya y Pablo fue directamente llamado por Cristo), sino que es un signo que responde a sus peticiones en la oración: que Dios bendiga aquella tarea y los acompañe en el viaje y misión para la que han sido designados por el E.S. 4.2.3. POR EL EPÍRITU SANTO, PABLO DESCUBRE A ELIMAS (Hch 13,16ss). Estamos en su primer viaje apostólico de Bernabé y Pablo; se encuentran, en Pafos, capital de la isla de Chipre, residencia del procónsul romano. Al servicio del procónsul, Sergio Pablo, andaba, por allí, un mago, falso profeta judío, llamado Bar Jesús. En Oriente, mago no tenía el sentido peyorativo de charlatán o hechicero, que hoy tiene, sino el de un hombre instruido en las ciencias físico-naturales, conocedor de los secretos de la naturaleza. Deseando oír la palabra de Dios, el procónsul, hombre bondadoso (v.7), hizo llamar a San Pablo. Pero el mago Elimas, por ser judío o por no perder su posición en la casa, si se hacía cristiano, obstaculizaba su conversión. Entonces, "Saulo, llamado también Pablo, lleno del Espíritu Santo, mirándolo fijamente le dijo: 'Tú, repleto de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia, ¿no dejarás ya de torcer los rectos caminos del Señor? Pues ahora... te quedarás ciego y no verás el sol hasta un tiempo determinado". Pablo, bajo la acción del Espíritu Santo, desenmascara los engaño y la maldad de Elimas; ante lo cual, el procónsul abrazó la fe e, "impresionado por la doctrina del Señor" (v.12) creyó.

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http://www.autorescatolicos.org/camilovalverdemudarra21.htm

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Al respecto, es conveniente señalar que es la primera vez que San Lucas lo denomina 'Pablo': "Saulo, llamado también Pablo" (10,9), y será el nombre con el que lo designará ya en adelante. Según algunos lo tomó del nombre del procónsul (Sergio Pablo) como recuerdo de la conversión a la fe de tan importante personaje. Hay quienes creen que lo tomó del significado etimológico: Paulus = pequeño (en señal de humildad). En algunos apócrifos aparece la opinión: porque era pequeño de estatura. De todos modos, la opinión más probable está en que, por entonces, era frecuente llevar dos nombres uno judío y otro griego; puede que comenzase a utilizar el griego, Pablo, al iniciar sus viajes por el imperio romano. Además, "por su condición romana, su nombre tendría que ser inscrito en los registros públicos, y no es fácil, dado el odio que los romanos sentían hacia los judíos, que hiciese tal inscripción con el nombre judío" (L. Turrado). San Pablo aparece en primer lugar y figura al frente de la expedición, “A partir de este momento”, "y Bernabé, tan sencillo, como humilde, se coloca detrás de aquel en quien reconoce la vocación providencial y en quien adivina los gloriosos destinos" (Prat) 4.2.4. EL ESPÍRITU SANTO INDICA EL ITINERARIO. En el segundo viaje, San Pablo y sus acompañantes, Silas y Timoteo, intentaron predicar el Evangelio en la región de Asia, cuya capital era Éfeso (parte oeste-central de la actual Turquía). Pero "el Espíritu Santo les impidió predicar la Palabra en Asia" (Hch 16,6). Entonces piensan dirigirse hacia el norte y predicar en la región de Bitinia (norte de la actual Turquía), buscando seguramente las importantes ciudades de Nicea y Nicomedia, donde había florecientes colonias judías. Pero, como en la ocasión anterior, "no se lo consintió el Espíritu de Jesús" (Hch 16,7). En vista de lo cual, se encaminan a Misia (noroeste de la actual Turquía) y llegaron a Tróade (v.8), importante puerto del mar Egeo, centro de comunicación entre Asia Menor y Macedonia, territorio fronterizo entre Asia y Europa. Ese impedimento del E.S. posiblemente consistió en alguna comunicación directa por medio de un aviso carismático, como en otras ocasiones (cfr. Hch 20,23; 21,11), o en algún suceso que imposibilitó a los misioneros predicar en el territorio y que Pablo interpreta como un aviso del Espíritu Santo. Poco después Pablo recibe a un macedonio que ha tenido una visión y le dice: "Pasa a Macedonia y ayúdanos". Estaba clara la intención del Espíritu Santo: había llegado la hora de predicar el Evangelio en Europa. En efecto, parten de Tróade y yendo por Samotracia y Neápolis, llegan a Filipos, principal colonia de la demarcación de Macedonia (Hch 16,11s). 4.2.5. "EL ESPÍRITU" Y LAS TRIBULACIONES. Hch 20 23 (tercer viaje): Pablo, habiendo embarcado en Filipos después de la Pascua (v.5), piensa estar en Jerusalén en la fiesta de Pentecostés. Rehúsa entrar en Éfeso, porque se vería obligado a permanecer un cierto tiempo y manda llamar a los presbíteros a Mileto (al sur de Éfeso), donde les dirige un emocionado discurso, en la creencia de que no volvería a verlos. Allí les dice: "Mirad que yo ahora encadenado en el espíritu, me dirijo a Jerusalén sin saber lo que allí me sucederá; solamente sé que el Espíritu Santo en cada ciudad me testifica que me aguardan prisiones y tribulaciones". El Apóstol ('encadenado en el espíritu' = moralmente prisionero; o 'encadenado en el Espíritu' = prisionero del Espíritu Santo) presiente con certeza -se lo atestigua el Espíritu Santo - que le esperan tribulaciones y obstáculos en Jerusalén. De hecho allí sería apresado con las consiguientes tribulaciones.

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Hch 21,11(final del tercer viaje): Llegan a Cesarea, donde se detienen unos días antes de partir para Jerusalén. En esa detención baja de Judea un profeta de nombre Agabo. Parece que es el mismo que en 11,28 'movido por el Espíritu Santo' profetizó el hambre, que tuvo lugar en tiempo del emperador Claudio, por los años 49-50. Agabo, con un gesto simbólico, al estilo de los antiguos profetas, profetiza lo siguiente: "se acercó a nosotros (Agabo), tomó el cinturón de Pablo se ató sus píes y sus manos y dijo: 'Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al hombre de quien es este cinturón. Y lo entregarán en manos de los gentiles"'. Coincide con la advertencia de los carismáticos de Tiro, donde Pablo se había detenido unos días, los cuales, "movidos por el Espíritu decían a Pablo que no subiese a Jerusalén"(21,4) y con lo que el mismo Pablo había dicho en Mileto. La contestación de Pablo a quienes después de la profecía de Agabo, querían disuadirlo de su viaje a Roma, es digna de quien, como él, está entregado totalmente a Jesucristo, pero que tiene un corazón sensible. Por eso, al mismo tiempo que se declara "dispuesto no sólo a ser atado, sino a morir por el nombre de Jesús", les ruega que no lloren ni le supliquen que deje el viaje, pues con ello no hacen más que "quebrantar su corazón"(v.12). Presentía lo que le esperaba en Jerusalén, pero tiene conciencia de que Dios lo llama allí. 4.2.6. SAN PABLO GUIADO POR EL ESPÍRITU SANTO Rom 9 1: Pablo comienza los cap.9-11 sobre la 'Situación de Israel', manifestando el dolor profundo que siente en su corazón por la actitud de los judíos, y el amor tan intenso que tiene hacia ellos, tanto que estaría dispuesto a ser anatema por sus hermanos, los de su raza, según la carne (hipótesis irrealizable, pero que muestra los sentimientos del Apóstol) (v.3). Pues bien, antes de expresar esos sentimientos, dice: "Digo la verdad, no miento, mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo"(v.1). Su sentir es inspirado por el E.S., cuya acción se manifiesta en lo más profundo de su ser: en su conciencia. I Cor 7 40. Hablando del matrimonio y virginidad (tema del c.7), al final dice que la mujer, una vez muerto el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero 'sólo en el Señor', es decir debe tomar marido cristiano. Y añade: "Sin embargo, será feliz si permanece así, según mi consejo; que también yo creo tener el Espíritu de Dios". Será feliz, en cuanto que queda libre, para la entrega total a Dios, de las preocupaciones de las cosas del mundo y de estar pendiente de agradar al marido. El consejo de Pablo es muy atendible, porque procede del Señor que él posee y por el que se siente guiado. 4.2.7. EL ESPÍRITU SANTO LE COMUNICA A PABLO LA SABIDURÍA DE DIOS I Cor 2,6-12. Después del fracaso de Atenas, en que utiliza los razonamientos de la sabiduría humana, se refiere a su predicación en Corinto en la que renuncia a aquellos y la fundamenta en la sabiduría divina que se manifiesta en la acción del Espíritu Santo. Dice ahora que él habla "una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida... desconocida de los príncipes de este mundo, que anuncia lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó..." (vv.7-9). Pues bien, a nosotros, el Apóstol, dice: "nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios...Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, el cual nos da a conocer las gracias que nos ha otorgado...y de las cuales también hablamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino enseñadas por el Espíritu"

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Se advierten tres verdades fundamentales respecto al Espíritu Santo constatadas por el Apóstol en las precedentes afirmaciones: -su 'divinidad' (posee la omnisciencia), -su 'consubstancialidad con el Padre' (él es respecto de Dios, lo que el espíritu del hombre para el hombre). -su 'procedencia' (viene de Dios). 4.2.8. LA SALVACIÓN POR LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO "En cuanto a nosotros por el Espíritu y la fe esperamos la justicia anhelada"(Gal 5,5) La fe es el principio de la nueva vida. Pero se encuentra vinculada, por la acción del Espíritu, a la esperanza (sentido objetivo: los bienes salvíficos).Y a la caridad, como afirma a continuación: "la fe que actúa por la caridad"(Gal 5,6). El Apóstol espera conseguir la salvación por el camino de la fe que actúa por la caridad, bajo la acción del Espíritu Santo. 4.2.9. EL ESPÍRITU SANTO ACTÚA EN LA PREDICACIÓN DE PABLO Rom 15,19. En referencia a su predicación 'desde Jerusalén, en todas direcciones, hasta Iliria (Dalmacia)', dice que la ha llevado a cabo: "mediante signos y prodigios, en virtud del Espíritu de Dios". Se puede interpretar como endíadis: 'con el poder del Espíritu Santo que le dio el poder de hacer milagros y prodigios'. Pablo actúa en su predicación bajo la acción del Espíritu Santo. I Cor 2,4. Refiriéndose sin duda a su discurso en Atenas, dice: "Mi palabra y mi predicación no se apoyaban en persuasivos discursos de sabiduría sino en la demostración del Espíritu de su poder para que vuestra fe se fundase no en sabiduría de hombres sino en el poder de Dios". Hace alusión el Apóstol a la acción divina que le acompañaba y obraba eficazmente en la conversión de los corintios y que todos podían comprobar. Acción del Espíritu Santo, que se manifestaba en multitud de carismas, en que abundaba la iglesia de Corinto. Podía ser endíadis: 'del poder del Espíritu'. Y "Demostración', porque manifiesta la benéfica actuación del Espíritu Santo. Hch 13,52. San Pablo pronunció un relevante discurso en Antioquía de Pisidia, síntesis de la historia del pueblo escogido, que culmina en Cristo. Como consecuencia de la predicación, "los discípulos quedaron llenos de gozo y del Espíritu Santo”, el cual está con Pablo como se ve por los efectos que va obrando su predicación: aquí 'el gozo del Espíritu Santo.' (endíadis) es el gozo que suscita el Espíritu Santo. en los se convirtieron. Cfr Lc 10,21. 4.2.10. CONCLUSIÓN "Todo lo que Pablo vino a ser, como cristiano, fue obra del Espíritu Santo. El vuelo gigantesco de su inteligencia y la profundidad de su pensamiento, su actividad incansable y aquella caridad apostólica que nunca se agotaba, su acento lírico y su talante organizador, el hombre de acción eficaz y el místico que contemplaba e irradiaba el rostro del Señor, todo San Pablo, el San Pablo

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que hoy conocemos, que sentimos vivo y actual, que está tan cerca de nosotros y su perduración a lo largo de los siglos, es obra del Espíritu Santo."58 La grandeza y significación del Apóstol se halla en su reencarnación en Jesucristo, “el que no nace de nuevo, no puede ser del Reino” (Jn 3,3), se dejó llenar de Cristo y sin Él se siente vacío, porque “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo” (Rm 5,5). Entendió perfectamente la caridad, que todo lo tolera, que todo lo supera, “sin caridad nada soy”; y es que la hizo suya “porque la caridad de Cristo nos apremia” (1 Cor 13; 2 Cor 5,14).

4.3. LAS COMUNIDADES PAULINAS59 Las cartas paulinas son un testimonio inapreciable de la riqueza de vida que se dio en las primeras comunidades cristianas. Una lectura atenta revela los valores que vivían los primeros cristianos en sus intercambios. 4.3.1. UNA RED DE COMUNIDADES En sus relaciones, los cristianos usan el lenguaje de los lazos familiares: “Hijos míos” (de Pablo), “hermanos, as”, “Hijos de Dios”. Expresiones con fuerte carga afectiva. Se saludan con el “beso santo” (Rom 16,16 1Cor 16,20), a pesar de que la sociedad greco-romana era muy reticente ante el beso público. Los grupos locales de cristianos no sólo gozan de un alto nivel de cohesión y de identidad, sino que son conscientes de pertenecer a un movimiento más amplio, como se constata en este saludo de Pablo al inicio de su Primera Carta a los Corintios: “con todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en todos los lugares, gracia y paz” (1Cor 1,2). No son solo iglesias sino Iglesia. Las relaciones entre comunidades refuerzan estos lazos de comunión: Visitas de hermanos de unas comunidades a otras, ofrecimiento mutuo de hospitalidad, intercambio de cartas, y la “Colecta a favor de los santos” a la que Pablo dedicó tantas energías. 4.3.2. SUS REUNIONES 4.3.2.1. ¿Dónde? Los lugares de reunión son, normalmente, casas privadas: “la ekklesía en casa de N” (cfr. 1Cor 16,19; Rom 16,5; Flm 2; Col 4,15). Podría haber varias asambleas en cada ciudad. Lo normal era que las familias se convirtieran en bloque. (Act 16, 14-15). El bautismo de sus miembros hacía de la casa un espacio de acogida para la celebración de reuniones y un hogar comunitario el que podían descansar los misioneros itinerantes. Las diferencias sociales y culturales o rencillas personales podían dividir a las comunidades, un problema al que Pablo está siempre atento. 4.3.2.2. ¿Qué hacían? “Cuando se reúnen ustedes, cada cual aporta algo: un salmo, una enseñanza, una revelación, hablar en lenguas o interpretarlas” (1Cor 14,26). Probablemente se leía la Biblia (=Antiguo

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(L. Ma. de Logendio, El testimonio personal de San Pablo. Patmos, n.118-120). 59

http://www.acogerycompartir.org/Archivo/2005/Turquia2005/Materiales/iglesias-paulinas.pdf

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Testamento, el nuevo aún no existe) a ejemplo de la sinagoga judía, seguida de comentarios y oraciones. Se rezaban los salmos bíblicos y otros cantos de nueva composición (como por ejemplo, el que encontramos en Flp 2,6-11) ¿Qué otros textos? las cartas de Pablo y de otros cristianos, se narrarían relatos sobre Jesús. Había espacio para la oración espontánea y la glosolalia, un “método de oración” consistente en la pronunciación de sonidos ininteligibles, expresión inefable del Espíritu (1Cor 14, 1-19). Como parte de esta reunión semanal, se celebraba la eucaristía, en el contexto de una cena completa (1Cor 10,19-29). La eucaristía, sacramento de la presencia de Cristo y de comunión entre los miembros de la comunidad, fue desde los inicios el alma de la ekklesía cristiana. 4.3.2.3. ¿Cuándo? Parece ser que con periodicidad semanal. Lucas escribe “Y el primer día de la semana, cuando estábamos reunidos para partir el pan, Pablo les hablaba, pensando partir al día siguiente, y prolongó su discurso hasta la medianoche” (He 20,7), también el Apocalipsis habla del “primer día de la semana” como una jornada especial. Plinio informa, a comienzo del s.II, que los cristianos se reunían semanalmente en un día fijo. Justino, sobre el año 150, nos dice que este día era el domingo (1Apol. 67) Podemos conjeturar que los cristianos siguieron el ejemplo de la observancia judía del sábado y que las reuniones comunitarias se celebraban semanalmente en la noche del sábado al domingo. 4.3.3. LOS CRISTIANOS VISTOS DESDE FUERA Plinio el Joven, gobernador de Bitinia (norte de Turquía), escribe al emperador Trajano en los años 111-113, informándole sobre las actividades de la extraña secta de los cristianos y pidiendo instrucciones sobre cómo obrar con ellos. Escuchemos su informe: [...] Otros nombrados por el informador declararon que habían sido cristianos, pero luego habían renegado, afirmaron haberlo sido pero que habían dejado de serlo, algunos hacía tres años, otros muchos años atrás, tantos como veinticinco. Todos adoraron tu imagen y las estatuas de los dioses y maldijeron a Cristo. Afirmaban, sin embargo, que la suma de su falta o error había sido el tener la costumbre de reunirse en un día fijo antes de la aurora y cantar por turnos himnos a Cristo como a un dios, y comprometerse con voto no a perpetrar algún crimen, sino a no cometer robo, bandidaje o adulterio, no a faltar a la palabra dada, ni negarse a un depósito reclamado en justicia. Terminados estos ritos, era su costumbre separarse y reunirse otra vez para compartir la comida –pero comida ordinaria e inocente–. Incluso esto, afirmaban, habían dejado de hacerlo después de mi edicto por el cual, de acuerdo con tus instrucciones, había prohibido las asociaciones. Según esto, juzgué aún más necesario encontrar la verdad, por lo que torturé dos esclavas que se decía eran ministras (ministrae). Pero no descubrí nada sino superstición excesiva y depravada [...]60

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Hipólito de Roma, La Tradición Apostólica, Sígueme 1986(Cartas 10,96)

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4.4. LA ESCATOLOGÍA PAULINA61 4.4.1. DIOS TIENE UN PLAN DE SALVACIÓN Al predicar su evangelio, Pablo lo consideraba como parte de un plan concebido gratuitamente por Dios, para salvar a la humanidad de una forma nueva, que había de revelarse y realizarse en su Hijo. El autor de este plan era Dios, al que Pablo había adorado como buen y celoso judío, el Dios de las alianzas (Rom 9,4), que es el Padre de nuestro Señor Jesucristo (2 Cor 1,3; Rom 15,6). De Dios se pueden destacar tres cualidades en los escritos paulinos: 1.- La ira. La ira de Dios es un punto que Pablo ha heredado del AT (Rom 1,18; 1 Tes 1,10; 2,16; 5,9; etc. Cf. Sal 18,31; Is 30,27-28). Relacionada con “el día del Señor” (Sof 1,14-18), la ira se concibe a menudo como la retribución escatológica divina. 2.- En contraste con la ira de Dios se encuentra la “justicia de Dios”. Tal cualidad aparece sobre todo en la carta a los Romanos (1,17; 3,5.21-22.25-26). Pablo también ha heredado del AT esta cualidad de Dios. Pablo ve a Dios ofreciendo un nuevo modo de salvación a la humanidad como justificación por gracia mediante la fe en Jesucristo. 3.- La tercera cualidad es el amor de Dios. No aparece tanto como el concepto de la justicia, pero también es importante en Pablo y ahí se encuentra el fundamento y la explicación de su justicia. Está presente, por ejemplo en la segunda parte de la carta a los Romanos (“el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones…” 5,5. Cf. 5,8; 8,31-39; 2 Cor 13,11.13; etc.). En virtud de esa cualidad, Pablo afirma en 1 Tes 1,4: “Conocemos, hermanos queridos de Dios, su elección”. 4.4.1.1. El plan de salvación tiene una dimensión histórica La dimensión histórica del plan divino aparece al considerar todas las fases de la historia humana, desde la creación hasta su consumación. Por eso se puede descubrir en los escritos paulinos una división del plan de la salvación en tres etapas. El primer período fue el tiempo “desde Adán hasta Moisés (Rom 5,13-14; cf. Gál 3,17). Es un período sin ley, durante el cual los seres humanos obraban mal, pero sus transgresiones no se les imputaban. El segundo período fue el tiempo desde Moisés hasta el Mesías, cuando “se añadió la ley” (Gál 3,19; cf. Rom 5,20), durante el cual la humanidad estaba encerrada bajo la vigilancia de la ley hasta que alcanzara la madurez (Gál 3,23); entonces reinaba la ley, y el pecado era imputado como transgresión contra ella. El tercer período es el tiempo del Mesías, de Cristo, que es el “fin de la ley” (Rom 10,4), período durante el cual los seres humanos se encuentran “justificados por la fe” (Gál 3,24). 4.4.1.2. El plan de salvación tiene una dimensión escatológica La dimensión escatológica del plan de salvación también es fundamental, puesto que los dos primeros períodos de la historia de la salvación han llegado a su fin, y los cristianos ya están viviendo en el último período. Por otra parte, si es cierto que el eschaton ya ha comenzado, sin embargo, el “fin” no ha llegado

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http://www.sitioabm.com/2009_Historia.html

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todavía. Cristo todavía no reina del todo, todavía no ha entregado el reino al Padre (1 Cor 15,24). Todo se orienta entonces hacia la parusía del Señor. La escatología tiene sus elementos reservados para el futuro (como veremos más adelante en los puntos esenciales de la escatología paulina). Pero también está el aspecto de presente, según el cual el eschaton ya ha comenzado y los seres humanos ya están salvados en cierto sentido (2 Cor 6,2; Rom 8,30; cf. Ef 1,14; 2,6; Col 2,21). Por eso, si Pablo ve a los tesalonicenses (1,4) como elegidos y amados de Dios (dimensión presente de la escatología), también afirma en la misma carta (1 Tes) que “Dios no nos ha destinado para la ira, sino para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo” (5,9; dimensión futura de la escatología). Este doble aspecto de la escatología paulina se ha explicado de diversas maneras. Algunos lo califican de “escatología realizada”, mientras que otros lo catalogan de “escatología inaugurada”. 4.4.2. PUNTOS PRINCIPALES DE LA ESCATOLOGÍA PAULINA 4.4.2.1. San Pablo esperaba la parusía de Cristo La parusía (palabra que procede tal cual del griego, y que significa “llegada o venida”) se refiere específicamente a la “segunda venida de Cristo”. La palabra como tal aparece 4 veces en 1 Tes, pero la realidad de la venida de Cristo se expresa también de otras maneras. Pablo esperaba esta segunda venida de Cristo y suponía incluso que acontecería en una fecha próxima, al grado de que él mismo podría estar presente en ese gran acontecimiento. 1 Tes (su primera carta) tiene las siguientes afirmaciones: 1,9-10: “Ellos mismos cuentan de nosotros cuál fue nuestra entrada a ustedes y cómo se convirtieron a Dios, tras haber abandonado a los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero, y esperar así a su Hijo Jesús que ha de venir de los cielos, a quien resucitó de entre los muertos y que nos salva de la ira venidera”. 4,15-17: “Les decimos esto como palabra de Señor: Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la venida del Señor no nos adelantaremos a los que murieron. El mismo Señor bajará del cielo con clamor, en voz de arcángel y trompeta de Dios, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires…” En 1 Cor 15,51-52 señala: “¡Miren! Les revelo un misterio: No todos moriremos, mas todos seremos transformados. En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados”. Ahora bien, aunque Pablo veía como posible y deseable el estar vivo para la parusía, sin embargo reconocía que era incierta la fecha del acontecimiento. Por eso dice en 1 Tes 5,1: “En lo que se refiere al tiempo y al momento, hermanos, no tienen necesidad de que les escriba. Ustedes mismos saben perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche…” 4.4.2.2. San Pablo advierte que la parusía del Señor conlleva un juicio Continuando con la línea trazada desde el AT, Pablo enseña que en la venida del Señor se realizará un juicio en el que cada uno será juzgado por sus propias obras.

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El “día de Yahvé” de profetas como Amós (5,8-20) y Sofonías (1,14-18), en las cartas paulinas pasa a ser el “día del Señor”, el “día de Jesucristo” (1 Cor 1,8; 2 Cor 1,14; Flp 1,10) e incluye una connotación judicial. En relación consigo mismo, Pablo no le da importancia al juicio de la comunidad, porque confía en el juicio futuro. En ese sentido, afirma en 1 Cor 4,3-5: “Aunque a mí lo que menos me importa es ser juzgado por ustedes o por un tribunal humano. ¡Ni yo mismo me juzgo! Cierto que mi conciencia nada me reprocha; pero no por eso quedo justificado. Mi juez es el Señor. Así que no juzguen antes de tiempo, hasta que venga el Señor…” En una visión más general afirma también en 2 Cor 5,10: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal”. Un dato valioso del evangelio predicado por Pablo era que “Jesús nos salva de la ira venidera” (1 Tes 1,10) 4.4.2.3. Ante la perspectiva judicial de la escatología, Pablo pide una conducta irreprochable a sus destinatarios y ora para que así sea En ese sentido tenemos textos como los siguientes: 1 Tes 3,12-13: “En cuanto a ustedes, que el Señor los haga progresar y sobreabundar en el amor de unos con otros, y en el amor para con todos, como es nuestro amor para con ustedes, para que se consoliden sus corazones con santidad irreprochable ante Dios nuestro Padre, en la Venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos”. 1 Tes 5,23: “Que Él, el Dios de la paz, los santifique plenamente, y que todo su ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo”. Flp 1,9-10: “Y lo que pido en mi oración es que su amor crezca cada vez más en conocimiento y toda experiencia, con que puedan aquilatar lo mejor, y llegar limpios y sin tropiezo al Día de Cristo…” Hay que notar que en estos pasajes se insiste en la santidad y, en particular, en la práctica del amor fraterno. En realidad la práctica de las tres virtudes teologales (presente ya en el primer capítulo de 1 Tes) es imprescindible en la perspectiva escatológica. La fe es el inicio de nuestra vida en Cristo, la esperanza es la virtud que da seguridad ante la perspectiva final, y la caridad es el compromiso cotidiano como fruto de la fe y exigencia de la esperanza. Por eso dice Pablo en 1 Cor 13,13: “Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas es la caridad”. 4.4.2.4. Asociada a la parusía de Cristo y a su juicio, está la resurrección corporal de los creyentes En la época del NT había distintas concepciones acerca de la suerte de los difuntos. Los saduceos, por ejemplo, consideraban simplemente que el hombre es polvo y vuelve al polvo. No creían en la resurrección de los muertos. No hay esperanza para después de la muerte (Mc 12,18; Hch 23,8). Los fariseos, en cambio, sostenían que el hombre vuelve al polvo, pero se esperaba la resurrección que tendría lugar al final de los tiempos. En el tiempo intermedio entre la muerte y la resurrección se daba como un vacío. Muchos judíos, contemporáneos a Pablo, influenciados por la cultura griega, creían que el hombre es un ser compuesto de alma y cuerpo. Después de la

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muerte, el cuerpo se disolvía en la tierra, mientras que el alma iba a la felicidad eterna o al eterno castigo (Sab 3,1-4). Pero no se pensaba en la resurrección, sino en la inmortalidad del alma. En los escritos paulinos se afirma de varias formas la resurrección de los muertos. Y el fundamento para tal convicción no se encuentra en un razonamiento lógico, ni en la toma de postura farisea frente a la saducea, sino en un acontecimiento: la resurrección de Cristo. El creyente en Cristo se une de tal manera a él que al final resucitará como él. Las polémicas de Pablo con respecto a la resurrección de los muertos se encuentran en la correspondencia dirigida a comunidades griegas, concretamente la de Tesalónica y la de Corinto. El libro de los Hechos narra también el fracaso de la predicación de Pablo en Atenas, precisamente cuando mencionó el tema de la resurrección (Hch 17,32 dice: “Al oír hablar de la resurrección de los muertos, unos se burlaron y otros dijeron: “’Sobre esto ya te oiremos otra vez’”). El pensamiento griego admitía sin dificultad la idea de la inmortalidad, pero rechazaba la de la resurrección (entendida simplemente como un retorno a la materia). Ya en 1 Tes 4,16ª se afirma: “…Y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar”. Pero es en el capítulo 15 de 1 Cor san Pablo aborda con más detalle el tema de la resurrección de los muertos. De ese capítulo podemos mencionar brevemente los siguientes aspectos: La resurrección se dará en la segunda venida de Cristo. Pero como se pensaba que ésta sería muy próxima, entonces se suponía que no todos estarían muertos. Los que hayan muerto resucitarán, pero lo que todavía estén vivos serán transformados: “¡Miren! Les revelo un misterio: No todos moriremos, mas todos seremos transformados. En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados”. Esta cita ya fue mencionada a propósito de la segunda venida de Cristo y del deseo de Pablo de estar vivo para la parusía. Ahora es citado, pero enfatizando la transformación que se dará. En efecto, la resurrección no será una simple recuperación de la vida con las características actuales, sino de una verdadera transformación. Se tratará de la misma persona, sí, pero con un cuerpo renovado. Dice 1 Cor 15,35-38: “Pero alguno dirá: ¿cómo resucitan los muertos? ¿Con qué cuerpo vuelven a la vida? ¡Necio! Lo que tú siembras no recobra vida si no muere. Y lo que tu siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple grano, de trigo por ejemplo o de alguna otra planta”. Y 1 Cor 15, 42-44: “Así también en la resurrección de los muertos: se siembra corrupción, resucita incorrupción; se siembra vileza, resucita gloria; se siembra debilidad, resucita fortaleza; se siembra un cuerpo animal, resucita un cuerpo espiritual”. A propósito de estos textos de 1 Cor hay una pasaje de la carta a los Filipenses que es significativo (3,20-21): “Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, el cual transfigurará nuestro pobre cuerpo a imagen de su cuerpo glorioso, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas”. Sobre el tema de la resurrección conviene también mencionar un pasaje de la carta a los Romanos en donde se menciona la intervención del Espíritu Santo, que se convierte en garante de la resurrección para los creyentes: “Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a sus cuerpos mortales por su Espíritu que habita en ustedes”.

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4.4.2.5. Pablo establece como meta de la esperanza el estar para siempre con el Señor En 1 Tes 4,17 tenemos la frase: «y así estaremos siempre con el Señor». El sentido de esta frase es claramente escatológico, pues el «estar con el Señor» se dará después de su parusía y del encuentro de todos con él. Seguramente el destino último de los creyentes estaba en el centro de los intereses de Pablo. Ya durante la evangelización en Tesalónica habría hablado de la resurrección de los muertos y de la esperanza cristiana en la próxima venida de Cristo, con el rapto de los creyentes. El «estar con el Señor» concretiza ese destino último del creyente y se puede considerar como el punto final, la culminación de la obra salvífica de Dios. El «estar para siempre con el Señor» tiene un sentido personal-comunitario, porque se trata de personas que ponen su esperanza en la persona de Cristo; y tiene también un sentido futuro, porque los creyentes que forman la comunidad actual son los que anhelan estar unidos en torno al Señor al final de la vida terrena. Se puede afirmar entonces que la iglesia es una comunidad escatológica, en el sentido estricto de que vive de cara a la venida inminente de su Señor, para ser llevada definitivamente a la comunión con Cristo, su Salvador. Ahora bien, este anhelo de estar con Cristo, que tiene una clara dimensión colectiva y escatológica en 4,17, lo manifiesta también el apóstol en cartas posteriores, pero con un aspecto personal y por acontecer inmediatamente después de su muerte. ¿Qué decir de esto? Hay dos textos en los que se revela este deseo de Pablo: Flp 1,21-23: «Pues para mí la vida es Cristo, y el morir, una ganancia. Pero si el vivir en el cuerpo significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger. Me siento apremiado por ambos extremos. Por un lado, mi deseo es partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente es, con mucho, lo mejor...» 2 Cor 5,8: «Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor». Pablo ve posible una condena a muerte (Flp 1,23). Pasando por una muerte tal, tiene la convicción de que entrará en un estado que él designa con la expresión «estar con Cristo». Es lo mismo que dice en 2 Cor 5,8. El estado aludido se inicia, no con la parusía, sino inmediatamente después de morir. Tenemos aquí una afirmación clara del llamado «estado intermedio», es decir, del lapso que transcurrirá entre la muerte de cada persona y la parusía. En 1 Tes, por lo tanto, Pablo habla de la reunión con Cristo sólo en relación con la parusía. Pero esto no está en contradicción con lo que expresa en la carta a los Filipenses, es decir, el deseo de estar con Cristo inmediatamente después de la muerte. Ambas esperanzas no son contradictorias. Incluso en Filipenses Pablo habla también de la venida de Cristo y de la reunión con él. Así que el estado de felicidad de quien se halla junto a Cristo, después de la muerte, es ya un anticipo de la glorificación final en la parusía. 4.4.2.6. La evolución en el pensamiento escatológico de Pablo Muchos estudiosos de la escatología paulina advierten cierta evolución en el pensamiento de Pablo. Dice Jordi Sánchez Bosch: «Pablo se estrenó como teólogo-escritor en Primera Tesalonicenses con el tema de la segunda Venida de Cristo, la Parusía. En las grandes cartas, el tema continúa con aportaciones especialmente nuevas en el tema de la resurrección futura y de lo que se ha venido en llamar el “estado intermedio”» .

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En resumen, conviene tener enfrente los textos escatológicos de varias cartas, según el orden cronológico en que fueron escritas: 1 Tes 4,13-18 (Los vivos que no se adelantan a los que han muerto… los muertos resucitarán… Seremos arrebatados). 1 Tes fue escrita hacia el año 51, en el transcurso del segundo viaje misionero. Es la primera carta de Pablo y primer escrito del NT. 1 Cor 15 (la resurrección). La carta sería escrita hacia el año 55, en el transcurso del tercer viaje misionero. 2 Cor 5 (Preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor). La carta pudo ser escrita hacia el año 56 o 57, también durante el tercer viaje misionero. Flp 1,21-23 (Deseo morir para estar con Cristo). De la carta a los filipenses hay varias opiniones sobre el lugar de su composición, pero es probable, como afirma la tradición, que haya sido escrita cuando Pablo estuvo cautivo en Roma, hacia el año 61. Flp 3,20-21 (Cristo salvador transformará nuestros cuerpos). ¿Cuál sería la evolución o desarrollo? En 1 Tes 4 se habla del rapto de los creyentes para ir al encuentro del Señor, y también se menciona la resurrección, pero no se habla explícitamente de transformación. En cambio, en 1 Cor 15, dedicado al tema de la resurrección, se habla ya explícitamente de la transformación. Luego, en Flp 3 se afirma que es Cristo, que vendrá al final de los tiempos, el que transformará nuestro cuerpo, pero no menciona explícitamente la resurrección, aunque se dé por supuesta en esa resurrección. Por otra parte, hubo un cambio en Pablo entre 1 Tes y 1 Cor. El cambio se dio desde la creencia de que prácticamente todos los cristianos sobrevivirían para la parusía (“Nosotros, los que vivamos, los que quedemos para la venida del Señor…”), hasta la idea de que la supervivencia sería más bien una excepción o al menos se daría un “mitad y mitad” entre vivos y difuntos (“No moriremos todos, mas todos seremos transformados”). Además, En 1 Tes 4,13-18 se vislumbra una unión con el Señor sólo en la parusía y con una perspectiva comunitaria (“Y así estaremos siempre con el Señor”); pero ese «estar con el Señor» parece luego colocarse a la muerte de cada uno y con una visión más individual en Flp 1,23-24 (“Mi deseo es partir y estar con Cristo”) y en 2 Cor 5 (“Preferimos salir de este cuerpo para estar con el Señor”).

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5. CONCLUSIONES «Lo que no se ve es eterno» (2 Cor. 4,18) Contemplando la acción apostólica de Pablo hemos asistido a sus luchas y dificultades, a sus triunfos y tropiezos. A cada paso el avance del Evangelio encuentra nuevas trabas. Parece que nunca hubiera nada definitivamente consolidado. Cuando todo parece marchar con éxito surge la persecución por parte de los enemigos del Evangelio, o salta un error doctrinal que vacía el mensaje en su misma esencia, o aparecen debilidades morales en una comunidad que están a punto de dar al traste con todo... De vez en cuando le sorprendemos expresiones como esta: «me hacéis temer no haya sido en vano todo mi afán por vosotros» (Gal. 4, 11). Sin embargo, San Pablo no se desanima. A él no le extrañan estas dificultades; más bien cuenta con ellas. No le extraña la debilidad humana, pues nadie como él conoce la fuerza del pecado en el hombre (Rom. 3, 10-18; 7,14-24). Tampoco le sorprende la persecución, hasta el punto de que llega a advertirles de antemano a los cristianos de Tesalónica acerca de ella (1 Tes. 3, 3-4). Pero lo que sobre todo le mantiene inasequible al desaliento es la esperanza, pues como él mismo proclama con vigor, «la esperanza no defrauda» (Rom. 5, 5). Ahora bien, una característica esencial de la esperanza es la tenacidad y el aguante ante las dificultades (1 Tes. 1, 3). El que está cierto de alcanzar lo que espera soporta con paciencia las adversidades del camino. Y Pablo sabe muy bien en quién ha puesto su confianza (2 Tim. 1, 12)... A este respecto es significativo el hecho de que la oración de Pablo por sus cristianos insiste en suplicar la gracia de que estén preparados el día de la venida última de Cristo: «para que seáis irreprensibles en el Día de Nuestro Señor Jesucristo» (1 Cor. 1, 8); «lo que pido en mi oración es que vuestro amor siga creciendo cada vez más... para ser puros y sin tacha para el Día de Cristo» (Fil. 1,9-11); «que todo vuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, se conserve sin mancha hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo» (1 Tes. 5, 23)... San Pablo no se deja engañar por las apariencias. Apoyado en la fidelidad de Dios espera alcanzar la fidelidad y perseverancia final de los que le han sido confiados. Espera que cada uno-como afirma de sí mismo- pueda alcanzar la meta final y sea coronado (2 Tim. 4, 7-8; cf. Fil.3, 12-14). Todo lo demás es relativo. Por eso no le asustan ni le desconciertan los vaivenes y vicisitudes de la historia de los hombres. Si todo ello tiene importancia es en cuanto puede condicionar la salvación eterna de cada uno... En toda su actividad apostólica vive anclado en la fe y en la esperanza que le hacen percibir y buscar lo real y lo definitivo. No se deja engañar por apariencias, ni por logros parciales, ni por fracasos momentáneos... «No ponemos nuestros ojos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; pues lo que se ve es pasajero, mas lo que no se ve es eterno» (2Cor. 4, 18).

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ESCUELA DE FORMACIÓN CARISMÁTICA

CUARTO NIVEL DE TEOLOGÍA BÁSICA Y VOCACIONAL

PROYECCIONES DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA

CATÓLICA Elaborado por Manuel Tenjo C

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OBJETIVOS:

Aprovechar los elementos planteados en el curso de Teología de la RCC para proyectarlos hacia el futuro de la RCC para prever los posibles caminos.

Establecer los posibles caminos de la RCC para plantear las líneas de acción de los apostolados que asumen los carismáticos.

Prever los riesgos en los que puede caer la RCC para evitarlos y realizar algunas propuestas de acción.

CONTENIDOS:

1. Introducción 2. Las tres preocupaciones de la RCC 3. Cinco nuevos caminos de la RCC 4. Riesgos que enfrenta la RCC 5. Conclusiones

BIBLIOGRAFIA:

Barsombrio, Eduardo. Magisterio y Renovación Carismática. Ed. Lumen, 2004.

Carrillo, Salvador. Y fueron llenos del Espíritu Santo. Ed. San Pablo. Bogotá, 1998.

Fernández, Pedro. La Renovación Carismática. Documentación Pontificia, Episcopal y Teológica. Salamanca, 1978.

Ganuza, Juan Miguel. La Renovación Carismática Católica. Documentos de la Iglesia. Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 1978.

Heitmann, Craus. Experiencia y Teología del Espíritu Santo. Koinonia, Salamanca, 1978.

Jaramillo, Diego. Los Papas y la renovación 1958-2002. CCCMD, Bogotá, 2002. 62

Maestría en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana. Profesional en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Estudios en Filosofía y Ciencias Religiosas en el Seminario Valmaría de Bogotá. Liderazgo y Manejo de Conferencias en el Instituto para el Desarrollo de Líderes Calificados de Rezza Editores S.A. de C.V. en Guadalajara. Miembro Fundador de los Ministerios Apostólicos Minuto de Dios. Profesor de Ciencias Bíblicas en UNIMINUTO. Conferencista y Misionero. Email: [email protected] Blog: manueltenjo.blogspot.com

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ESCUELA DE FORMACIÓN CARISMÁTICA

CUARTO NIVEL DE TEOLOGÍA BÁSICAY VOCACIONAL

PROYECCIONES DE LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA

CATÓLICA Elaborado por Manuel Tenjo C

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1. INTRODUCCIÓN PREGUNTAS INICIALES: ¿Cómo se está construyendo la RCC? ¿Cuáles son las líneas de crecimiento de la RCC? ¿Cuáles son los riesgos que va a enfrentar la RCC y cómo los puede enfrentar? ¿De qué maneras podemos aportar al crecimiento de la RCC?

Desde los orígenes de la RCC (al comienzo de 1967), se han vivido muchos cambios, luchas, descubrimientos y estudios internos y externos, de diverso tipo: sociológico, eclesiológico y antropológico. Al mismo tiempo la RCC ha realizado propuestas eclesiales de tipo pastoral, proyecciones apostólicas de tipo social y edición de libros con contenidos teológicos, cristológicos, antropológicos y especialmente pneumatológicos (donde se ha profundizado sobre el Espíritu Santo, los carismas y los ministerios comunitarios). Durante los estudios de la Escuela de Formación Carismática hemos tenido tres cursos que nos ayudan a reflexionar sobre el ser y el que hacer de la RCC, estos son: HACER CRECER EL GRUPO DE ORACIÓN que estudiamos en el primer nivel, HISTORIA Y ORGANIZACIÓN DE LA RCC en el segundo nivel nos mostro de dónde venimos y qué estamos construyendo; en el tercer nivel pudimos hablar de una TEOLOGÍA DE LA RCC, donde nos cuestionamos sobre los tratados más importantes de la teología aplicados a la RCC y al mismo tiempo, vimos algunas carencias que nos hacen llegar al cuarto nivel (y al cuarto curso) para trabajar en torno a las PROYECCIONES DE LA RCC. Esto nos muestra que la RCC es una corriente de gracia que no se puede detener, que se adapta a las circunstancias locales y que se transforma para evolucionar y cumplir su misión de renovar a la Iglesia Católica con la fuerza del Espíritu Santo. Al mismo tiempo se organiza con algunas características de movimiento eclesial, establece estatutos nacionales y diocesanos que orientar el desarrollo de la experiencia carismática en grupos de oración y comunidades de diverso tipo, se organiza a nivel mundial (como el ICRRS), continental (como el CONCLAT para América Latina), nacional y diocesano para poder canalizar los servicios, las fuerzas de apoyo, la

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Maestría en Teología en la Pontificia Universidad Javeriana. Profesional en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Estudios en Filosofía y Ciencias Religiosas en el Seminario Valmaría de Bogotá. Liderazgo y Manejo de Conferencias en el Instituto para el Desarrollo de Líderes Calificados de Rezza Editores S.A. de C.V. en Guadalajara. Miembro Fundador de los Ministerios Apostólicos Minuto de Dios. Profesor de Ciencias Bíblicas en UNIMINUTO. Conferencista y Misionero. Email: [email protected] Blog: manueltenjo.blogspot.com

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fraternidad y la motivación para mantener la identidad de la RCC junto con el dialogo y la inserción eclesial. Sin embargo, aún con todos los avances que ha tenido la RCC, es necesario realizar algunos aportes sobre las proyecciones de la misma, pues el caminar no se detiene y los contextos actuales lanzan retos a la RCC que deben ser tenidos en cuenta para dar respuestas desde la identidad propia y con la fuerza del Espíritu Santo. Pretendemos en este curso de PROYECCIONES DE LA RCC, realizar aportes de análisis y propuestas sobre el futuro que puede llegar a vivir la RCC a partir de las reflexiones anteriores y de las orientaciones de muchos teólogos, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos que han aportado mucho a la vida carismática.

2. LAS TRES PREOCUPACIONES DE LA RCC En los últimos años la RCC en el mundo tiene unas preocupaciones constantes que giran en torno a tres ejes: el primero es la mirada hacia adentro para trabajar y confirmar la identidad de la RCC, el segundo busca trabajar los compromisos eclesiales y el dialogo con los obispos y los párrocos para prestar servicios de inserción eclesial, y el tercero gira en torno a las proyecciones que buscan responder a los retos sociales. Vamos a detenernos en cada uno de ellos.

2.1. IDENTIDAD CATÓLICA DE LA RCC

¿Cuál es la identidad de la RCC? ¿Qué es lo fundamental de la RCC? Son dos de las muchas preguntas que nos hacemos para cuestionarnos sobre las maneras de mantener la identidad carismática de la Renovación en el Espíritu Santo. Lo primero que debemos resolver es: ¿la RCC es corriente de gracia o movimiento eclesial? El segundo elemento que requiere un análisis es el ingreso a la experiencia fundamental que se llama “bautismo en el Espíritu”.

PROYECCIÓN SOCIAL

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Lo tercero que debemos resolver es el proceso de crecimiento de los grupos de oración y comunidades carismáticas, de manera que se promueva la perseverancia y se proyecte la inserción eclesial y el compromiso apostólico de transformación social. Veamos uno tras otros estos elementos.

2.1.1. ¿LA RCC ES CORRIENTE DE GRACIA O MOVIMIENTO? Hemos señalado en muchas ocasiones que la Renovación Carismática Católica (RCC) es una corriente de gracia por medio de la cual el Espíritu de Dios nos lleva a vivir de manera vivencial la realidad del Cuerpo de Cristo. La Renovación es una conversión y entrega constante a Dios, una docilidad creciente al Espíritu Santo. De allí que para la Iglesia, la Renovación es un Pentecostés actual para renovar la Iglesia de hoy. La RCC, más que ser un movimiento en la Iglesia, es la Iglesia en movimiento. En ese sentido se expresó el Cardenal León Joseph Suenens cuando escribió en su Carta Pastoral para Pentecostés de 1973 lo siguiente: “Digamos de una vez que no se trata de un Movimiento nuevo en el sentido usual del término, sino de una corriente de gracia que el Espíritu Santo hace surgir por todas partes. La Renovación Carismática no es un movimiento, sino el moverse del Espíritu Santo”64. Jorge Parra Sandoval publica que la RCC “es un movimiento eclesial reconocido por la Santa Sede. Nace de la experiencia de la acción del Espíritu Santo, de una actualización de la experiencia de Pentecostés. Aviva la conciencia de todo lo que Jesús nos reveló y evoca una respuesta entusiasta para vivir la fe de la Iglesia”65. El Papa Juan Pablo II habla a la RCC como un movimiento, por ejemplo, hablándole a un grupo de líderes internacionales de la renovación, el 11 de diciembre de 1979, les dijo: “Estoy convencido que este movimiento es un componente muy importante en toda la renovación de la Iglesia”. De igual manera el 29 de mayo de 2004 señalo: “Gracias al movimiento carismático, muchos cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han redescubierto Pentecostés como realidad viva y presente en su existencia cotidiana”. De manera que es necesario manejar los conceptos adecuadamente. Qué es corriente espiritual y qué es movimiento eclesial. En qué aspectos la RCC es corriente espiritual y en qué aspectos la RCC es movimiento eclesial.

¿Qué se entiende, hoy, por “movimiento”? Se pregunta el Papa Juan Pablo II en el Congreso Mundial de Movimientos Eclesiales66, el 27 de mayo de 1998. Y responde él mismo, diciendo: “El termino se refiere a realidades diferentes entre sí, a veces, incluso por su configuración canónica. Si, por una parte, ésta no puede ciertamente agotar ni fijar la riqueza de las formas suscitadas por la creatividad vivificante del Espíritu de Cristo, por otra indica una realidad eclesial concreta en la que participan principalmente laicos, un itinerario de fe y de testimonio cristiano que basa su método pedagógico en un carisma preciso otorgado a la persona del fundador en circunstancias y modos determinados”. Podemos ver los elementos claves de cualquier movimiento: Principal participación de laicos. Sin embargo en la RCC participan obispos,

presbiterios, diáconos y por supuesto muchos laicos. Todos tienen participación activa porque el Espíritu Santo renueva la vida cristiana y la vocación específica de miembro de la Iglesia.

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Opinión dada por Ricardo Henríquez y tomada de http://www.ricardohenriquez.cl/rcc.html 65

Profesor Jorge Parra Sandoval, publicado en http://jparras.blogspot.com/2008/04/la-renovacin-carismtica-catlica-rcc.html 66

Jaramillo, Diego. Los Papas y la Renovación, n.220

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Tienen un “itinerario de fe”. En la RCC no se tiene una única manera de vivir y crecer en la fe. La RCC se define en los estatutos del ICCRS de la siguiente manera: “no es un movimiento único, unificado en todo el mundo”.67

Tienen un “método pedagógico”. Sin embargo la RCC se define como “un grupo muy diverso de individuos, grupos y actividades, con frecuencia bastante independientes unos de otros, en diferentes grados y modos de desarrollo y con diversos énfasis, que, sin embargo, participan todos de la misma experiencia y persiguen los mismos objetivos generales”.68

Tienen “un carisma preciso”. En la RCC no se vive un solo carisma o una sola forma de vivir y de servir. La experiencia de los carismas es diverso, con posibilidades de un gran desarrollo y puestos al servicio de los grupos y comunidades eclesiales. El tercer objetivo de la RCC señala que busca: “fomentar la recepción y el uso de los dones espirituales (carismas) no solamente en la RCC, sino en la Iglesia entera.

Tienen un “fundador”. La RCC “no tiene un fundador particular ni un grupo de fundadores, como si lo tienen munchos otros movimientos”.69

Así que, de manera general, la RCC no cumple con las características propias de cualquier movimiento. Por lo que podríamos decir que la RCC no es un movimiento como los demás.

¿Qué es una corriente espiritual? Es una fuerza movida por el Espíritu Santo que se ofrece a todas las personas en sus diversos ambientes y estados de vida, para llevar a la experiencia de Jesucristo, a las diferentes formas de crecimiento espiritual y a asumir variados compromisos eclesiales. Las corrientes espirituales pueden permanecer en la historia y crecen adaptándose a los distintos contextos en que se desarrollan. El Papa Juan Pablo II dijo al respecto: “Ciertamente, el carisma de ustedes los impulsa a orientar su vida hacia una intimidad “especial” con el Espíritu Santo. Y un análisis de los treinta años de historia de la RCC muestra que han ayudado a muchas personas a redescubrir la presencia y la fuerza del Espíritu Santo en su vida, en la vida de la Iglesia y en la del mundo”.70 La RCC se ha entendido a sí misma como “corriente de gracia”, también como “corriente espiritual” y como “la Iglesia en movimiento”. Pues tiene un “modelo de relaciones sumamente flexible” que se realiza “en todos los niveles diocesano y nacional, como también a nivel internacional.”71

La RCC tiene algo de movimiento y mucho de corriente espiritual. Los expertos en eclesiología señalan que “un carisma o una forma de vivir se institucionaliza o se pierde”. De manera que la corriente espiritual de la RCC tiene que institucionalizarse con elementos de movimiento eclesial como consejos directivos o equipos coordinadores de los grupos, las diócesis y los servicios nacionales e internacionales. Además debe saber entrar en dialogo con las distintas instancias jerárquicas de la Iglesia Católica. De manera que desde dentro de la Iglesia busca renovar toda la experiencia con Jesucristo a partir de la vida en el Espíritu, la riqueza sacramental y el servicio activo “en el plan pastoral de la Iglesia”.72

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Ibíd., n. 168 68

Ibíd., n. 168 69

Ibíd., n. 168 70

Octavo Encuentro de la Fraternidad Católica de Comunidades y Asociaciones de Alianza, el 1 de junio de 1998. Jaramillo, Op. Cit., n. 246 71

Ibíd., n. 168 72

Ibíd., n. 168

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El Papa Juan Pablo II pidió muchas veces a la RCC que se tuviera en cuenta los elementos carismáticos e institucionales que componen la Iglesia, con palabras como las que siguen: “En diversas ocasiones he subrayado que no existe contraste o contraposición en la Iglesia entre la dimensión institucional y la dimensión carismática, de la que los movimientos son una expresión significativa”.73 “Los aspectos institucional y carismático son casi coesenciales en la constitución de la Iglesia y concurren, aunque de modo diverso, a su vida, a su renovación y a la santificación del pueblo de Dios”.74

Debemos saber combinar y trabajar con las dos realidades consustánciales: lo carismático de la corriente espiritual y lo institucional de los movimientos eclesiales.

2.1.2. LA EXPERIENCIA DEL BAUTISMO EN EL ESPÍRITU75 Elemento esencial en la Renovación es sin duda el Bautismo en el Espíritu Santo, “la cuestión no sería discutir la posibilidad de un hecho cuya evidencia consta, sino profundizar en su realidad profunda y en el significado de ese elemento esencial de la Renovación, de esa experiencia espiritual y fundamental que llamamos Bautismo en el Espíritu Santo; verdadera y eficaz actualización de Pentecostés, gracia que se da para toda la Iglesia, para todos. Punto de partida, por tanto, para comprenderlo, será Pentecostés”.

Fundamentos bíblicos del Bautismo en el Espíritu. Jesús anunció Pentecostés a los Apóstoles (Hch 1, 4-5), para pasar luego a explicárselo “recibiréis la fuerza del Espíritu Santo…” (Hch 1,8). Esta información de Jesús es clave. Manifiesta la finalidad directa de la efusión del Espíritu y, por consiguiente, del Bautismo en el Espíritu Santo que están a punto de recibir. En la mente de Lucas, Pentecostés es el cumplimiento de la palabra de Jesús, el Bautismo en el Espíritu Santo de aquella pequeña comunidad reunida en el Cenáculo (Hch 2, 1-4). Jesús estaba cumpliendo su promesa, estaba bautizando a sus discípulos en el Espíritu Santo, con el Espíritu santo que se manifestaba como viento impetuoso para significar que es la Fuerza de Dios que derrama sobre ellos, los transforma interiormente y los constituye en testigos eficaces para llevar su nombre hasta los confines del mundo. El resultado es que “comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba expresarse” y gentes de muchas naciones –comenta Lucas- oyeron que en sus propios idiomas los Apóstoles proclamaban las maravillas de Dios. El Bautismo en el Espíritu Santo, en este sentido, va en línea de la renovación de los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación con sus respectivas promesas –como se hace comunitariamente en la vigilia de Pascua y Pentecostés-. La Renovación quiere reunir todo el caudal de gracias recibidas a lo largo de la vida; “firmar” con el Señor un compromiso más exigente, con una conciencia más clara y más explícita, sellar con él de nuevo una alianza personal de amor y fidelidad, y pedirle nuevas gracias y carismas para realizar en plenitud la vocación y misión a que hemos sido llamados. Misión que Jesús alcanzó en plenitud y que Pedro testimonió el día de Pentecostés: “… este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha hecho

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Congreso Mundial de los Movimientos Eclesiales, el 27 de mayo de 1998. Jaramillo, Op. Cit. 222 74

En la vigilia de Pentecostés, el 30 de mayo de 1998. A los Movimientos y Comunidades Eclesiales. Jaramillo, Op. Cit., n. 226 75

Ponencia del P. José Camilo Arbeláez, de la RCC de Colombia. La Bibliografía al respecto del Bautismo en el Espíritu es amplia, aquí presentamos algunos ejemplos: Sullivan, Francis, S.J., “Bautismos en el Espíritu Santo”: una interpretación católica de la experiencia pentecostal. Revista Gregorianum Vol 55 No.1 (1974). Publicada por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Dunn, James, Bautismo en el Espíritu Santo. Editorial La Aurora, Buenos Aires, 1970. Clark, Steve, Bautizado en el Espíritu Santo y los dones espirituales. Dove Publicacions, 1970. Aleixande, Dolores, RSCJ., Bautizados con Fuego. Editorial Sal Terrae. Santander, 1997. Cantalamesa, Raniero. El bautismo en el Espíritu. Publicado en: UNGIDOS POR EL ESPIRITU (Edicep,1993). Nuevo Pentecostés, n. 44-45

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SEÑOR y CRISTO” (Hch 2,36). Misión que manifiesta también Pablo VI: La Iglesia tiene necesidad de un perenne Pentecostés… Una gran efusión del Espíritu Santo acogida con deseo, con constancia, con empeño personal y comunitario…

Es una “nueva efusión” de Espíritu Santo Implorada en una oración llena de fe y confianza que una comunidad cristiana eleva a Cristo Jesús glorificado para que derrame su Espíritu, de manera nueva y con mayor abundancia, sobre la persona o personas que ardientemente lo piden y por quienes los demás oran. Lo que se pide es el mismo Espíritu Santo, don de Dios, por excelencia. Se hace acompañándola de la imposición de manos de algunos hermanos presentes. Este gesto es una expresión sensible de amor fraterno y de comunión humana, un signo externo de solidaridad en la plegaria de intersección, con el deseo ardiente sometido a la voluntad de Dios, de que Jesús derrame sobre la persona el don del Espíritu Santo. Este gesto es esencialmente evangélico. (Mt9,18;19, 15; Mc 6, 5; 7, 32; 8, 23-25; 16, 18; Lc 4, 40; 13, 13; Hch 9, 12. 17; 13, 3; 28, 2).

Es una “nueva misión” del Espíritu Santo Esta nueva efusión del Espíritu Santo se puede explicar a la luz de la teología de las “misiones divinas”. Santo Tomás de Aquino enseña: Que el Espíritu Santo sea enviado o venga de nuevo, no quiere decir que se desplace, sino que surge en la criatura una relación nueva para con el Espíritu: o bien porque nunca estuvo allí, o bien porque empieza a estar de diferente manera a como estuvo antes. Puede deducirse fácilmente que podemos recibir este “Bautismo en el Espíritu Santo” no solamente una vez, sino siempre que lo imploremos de Cristo glorificado, con deseo vivo y sincero… y cuando se trate de momentos importantes o acontecimientos fuertes en nuestra vida.

Es una “nueva experiencia” del Espíritu Santo El primer efecto de esta gracia es tener una “experiencia del Espíritu” que habita en el corazón del creyente, experiencia que encaja perfectamente en el marco de nuestra teología tradicional católica, tal como lo confirma santo Tomás. A este propósito, Pablo VI también, en su homilía de Pentecostés (18 de Mayo de 1975), afirmaba: Quisiéramos… no sólo poseer inmediatamente al Espíritu Santo, sino también experimentar los efectos sensibles y prodigiosos de esta maravillosa presencia del Espíritu Santo dentro de nosotros… esa riqueza de virtudes sobrenaturales, riqueza de dones, los célebres siete dones, que hacen rápida y ágil la acción del Espíritu.

Es una gracia que renueva y actualiza las gracias ya recibidas Esta nueva efusión de Espíritu Santo es una gracia que renueva, actualiza de manera existencial y pone en actividad el rico caudal de gracias que Dios ha dado a cada uno a través de los sacramentos recibidos: Bautismo, Reconciliación y Eucaristía. Esta gracia beneficia también los carismas del propio estado de vida… En esta perspectiva la efusión de Espíritu Santo tiene una semejanza notable con el bautismo en el Espíritu que recibieron los Apóstoles en Pentecostés. Ellos estaban equipados con multitud de gracias que les había comunicado personalmente Jesús. Sin embargo, necesitaron el don del Espíritu Santo para poner en actividad todas estas capacidades espirituales (Lc 24, 49).

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Es una gracia que libera de obstáculos, cadenas y ataduras El Espíritu Santo está en nosotros con toda la riqueza de su ser infinito y con toda la potencialidad de su actividad divina; sin embargo debido a obstáculos y barreras que voluntaria e involuntariamente ponemos, manifestadas en el pecado, en la desidia, en la pereza o en la tibieza, etc., la acción del Espíritu Santo no llega a desplegarse en nosotros en toda su plenitud. En estas circunstancias, esta nueva efusión de Espíritu Santo es una gracia de Dios que rompe la dureza de nuestro corazón, remueve las trabas, rompe las cadenas y nos dispone para que el Espíritu actúe en el interior del creyente, haciéndolo crecer en esa libertad. “Para ser libres nos liberó Cristo” (Ga 5, 1)

Es un dejar actuar libremente al Espíritu Santo La experiencia espiritual llamada Bautismo en el Espíritu Santo se explica con frecuencia también como un dejar actuar libremente al Espíritu Santo en nosotros. La oración para “dejar actuar libremente al Espíritu” librará al creyente de todas las trabas, impedimentos y estorbos, y el Espíritu Santo producirá una verdadera eclosión de vida y de frutos… (cf. 2 Co 3, 17).

Es un principio de vida nueva Como consecuencia de esta “efusión de Espíritu Santo”, que es apertura decisiva hacia la persona del Espíritu Santo, su presencia y su poder, vendrá un verdadero despertar de vida que se manifestará en “frutos de santidad” y en “carismas espirituales” para edificar la Iglesia. Algunos de los frutos que se perciben; son entre otros: a) En cuanto a la propia santificación - Conversión interior radical y transformación profunda de la vida. - Luz poderosa para comprender mejor el misterio de Dios y su plan de salvación. - Nuevo compromiso personal con Cristo. - Apertura sin restricciones a la acción del Espíritu Santo. - Gusto por la oración personal y comunitaria. - Atractivo por la oración litúrgica de la Iglesia. - Búsqueda viva de los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía. - Mejor revaloración de la misión de la Virgen María en el plan de la redención. - Amor verdadero y auténtico a la Iglesia y a sus instituciones. - Comprensión generosa de las deficiencias de nuestra Madre, la Iglesia. b) En el orden de la actividad apostólica: - Aprecio por los carismas, dones del Espíritu Santo, para edificar al mundo y construir la Iglesia. - Anhelos ardientes de participar en la evangelización del mundo. - Entrega generosa al servicio de los hermanos en la fe. - Descubrimiento de una verdadera opción preferencial por los pobres. - Fuerza divina para dar testimonio de Jesús en todas partes. - Interés por la unidad de los cristianos dentro de un ecumenismo saludable.

Es una fuente de frutos y carismas del Espíritu Esta “nueva misión del Espíritu” beneficia al creyente en todo su ser, tocando “su espíritu, su alma y su cuerpo” (1 Ts 5, 23). Por eso es del todo normal que, con ocasión de ese Bautismo en el Espíritu la persona tenga una singular experiencia de Dios y de su acción, no sólo en frutos espirituales interiores, sino también en efectos sensibles y externos, un gozo como nunca lo había experimentado, la sanación inclusive de alguna enfermedad corporal, etc.

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Más aún, es también natural que en esta ocasión el Espíritu Santo quiera renovar y reinflamar los carismas que ha concedido a cada uno de los miembros del cuerpo de Cristo; y no sólo eso sino que conceda otros dones más, según la medida de Cristo, y en vista del bien común y de la edificación de la Iglesia (cf. Ef 4, 7; 1 Co 12, 7-11.27-31).

Es el inicio de un nuevo caminar en el Espíritu Finalmente, hay que notar que esa nueva efusión de Espíritu es un inicio, un comienzo. No es de ninguna manera un punto de llegada o de perfección ya adquirida. Así como Pentecostés no fue para los Apóstoles sino el principio de una vida nueva en el nuevo Pueblo de Dios, así también este Bautismo en el Espíritu Santo no es un término, sino solamente el principio, el arranque de una vida nueva, de un nuevo caminar al impulso del Espíritu, de un comenzar a vivir en plenitud la vida cristiana (Ga 5, 16-25). Este Bautismo en el Espíritu Santo suele ser clave, algo trascendental y definitivo para la renovación espiritual de todo cristiano. Vale bien la pena prepararse debidamente para pedir esta gracia. Juan XXIII lo anhelaba “como un nuevo Pentecostés” para la Iglesia; y Pablo VI, el 9 de marzo de 1975, escribía en su Exhortación Apostólica sobre la “Alegría en el Señor”: No es que los efectos de Pentecostés hayan dejado de ser actuales a lo largo de la historia de la Iglesia; pero son tan grandes las necesidades y los peligros de este siglo… La humanidad no puede tener salvación sino en una nueva efusión del Don de Dios. ¡Que venga, el Espíritu Creador a renovar la faz de la tierra! Esta nueva efusión de Espíritu que nos da Jesús glorificado puede producirse o renovarse cuantas veces se desee. Así, igual que podemos recibir diariamente en la Eucaristía el cuerpo y la sangre de Jesús, nos es permitido pedirle al Señor que nos bautice constantemente con su Espíritu. La oración de Bautismo en el Espíritu es como una epíclesis, mediante la cual pedimos al Padre y a Jesús que nos envíen su Santo Espíritu… (Cat. Igl. Cat. n. 1109).

2.1.3. EL PROCESO DE CRECIMIENTO DE LOS GRUPOS DE ORACIÓN

El tercer aspecto de identidad de la RCC es el crecimiento similar y procesual de los grupos de oración, favoreciendo el crecimiento espiritual y la proyección dentro de la Iglesia con la intención consciente de realizar una transformación social. El grupo es un organismo vivo que nace, crece, se desarrolla, madura y muere, porque se encuentra compuesto por muchos seres humanos que le dan un dinamismo interno grandioso e interminable. Vamos a mirar el desarrollo del grupo en cuatro etapas que nos faciliten el análisis de problemas, soluciones, dinamismos y proyecciones comunitarias.

Primera etapa: Infancia o iniciación. El grupo nace en un momento determinado, por invitación de alguien, por un Seminario de Vida en el Espíritu, Curso de Evangelización Fundamental o por cualquier motivo, es su nacimiento. Algunos celebran la fecha del cumpleaños del grupo de oración o comunidad. Todos los convocados se encuentran curiosos, con expectativas, y aspiraciones. Empieza el descubrimiento y la aceptación de sí mismo en el grupo y de los demás participantes: conocimiento de cualidades, experiencia de Jesucristo, aceptación de los hermanos y de la misericordia divina, búsqueda de intereses comunes, sentirse Iglesia con deseo de pertenencia y compromiso en ella. Los miembros del grupo asumen compromisos puntuales con mucho entusiasmo y sin mucha experiencia, generando una mezcla de aportes positivos y negativos, lo que exige al servidor saber corregir con amor y diplomacia sin necesidad de mentir o esconder la verdad. Es el momento de la asamblea general de oración.

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Se presentan algunos síndromes como los de Caín, Edipo, Electra y Barbbie. Además de algunos afanes en asumir compromisos grandes sin estar preparado y sin la madurez correspondiente. Algunos grupos de oración permanecen en la infancia durante muchos años pues su crecimiento espiritual, pastoreo y formación se quedan solamente en la primera etapa de crecimiento. El servidor asume las características de padre y madre, si se ausenta o desaparece, el hijo no se alimenta convenientemente y se muere. El servidor es como una madre que da a luz a un cristiano y lo cuida y educa como padre, así lo señala Gal 4,19: "Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros". Así que, debe tratar a los iniciados en la vida cristiana, con amor, respeto, ternura, apoyo, disciplina, corrección fraterna y formación inicial que le permita a la persona manejar a Biblia y empezar a alimentarse de ella, vivir la Eucaristía, asumir la vida comunitaria - eclesial y orar todos los días. Sin duda, no es un servicio fácil, sin embargo es básico e inicial y sin esta colaboración tendremos cristianos mal alimentados y enfermos que se revelan sin causa y se pierden en un futuro cercano. Pablo tiene que tratar como niños a los hermanos de Corinto: (1 Cor 3,1-4).

Segunda etapa: Adolescencia o profundización. El grupo empieza a crecer poco a poco y a pedir mayor participación y compromiso, pero todos se comprometen y "los mismos" son los que cumplen. Empiezan las crisis de identidad y de autoridad, por ello debe conocer que el Maestro es Jesucristo y que todos somos discípulos. Surgen líderes que deben canalizar su fuerza y energía para mover a los hermanos, sin embargo se presentan disgustos y partidismos entre grupitos o "roscas" que se organizan espontáneamente. Es un momento de crisis y por tanto de oportunidades para crecer, identificarse con el carisma personal y comunitario, conocer las personas con sentido de pertenencia y observar a futuros servidores que pueden asumir compromisos serios y profundos. Es el momento de los grupos de crecimiento, células, koinônías y grupos de crecimiento. Se presentan algunos síndromes como el Mesías, la cenicienta, caperucita roja, Peter Pan, Rambo. Todos con elementos y particularidades interesantes. También existen muchos grupos que viven entre la infancia y la adolescencia, mueren y vuelven a nacer. Algunos no pasan de la adolescencia y mueren por distintos motivos.

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El servidor asume característica de pastor y conciliador, para que los distintos grupitos que se puedan organizar no se acaben entre ellos sino que formen una unidad. El Servidor es como un pastor que conoce a sus ovejas, las cuida de los ataques malignos, las alimenta y está dispuesto a todo por ellas, como lo enseña Jesucristo en Jn 10,11-15. Existen muchas características de los pastores, pero aquí solo sacaremos algunas, puesto que el pastor se encarga del cuidado, el alimento y el sano crecimiento de las personas que el Gran Pastor le coloca a su alcance. Además debe conocer su nombre, que en la Biblia significa toda la persona: su familia, su desempeño académico y laboral, la relación entre la fe y la vida para que sea testimonio. Para lograr tal cometido, el pastor, debe dar buen alimento: fresco, tierno, de calidad, nutritivo y digestivo, es decir, debe saber ensañar con claridad y ocuparse en la manera como los cristianos están recibiendo esos alimentos que van desde la leche espiritual hasta el alimento sólido. Significa que el servidor es observador y no deja pasar ningún detalle para evaluar, corregir y dar lo mejor a quienes sirve. Algunos hermanos en periodos de adolescencia espiritual de pueden dejar llevar por falsas corrientes, inmediatismos y personas deslumbrantes que tal vez no aporten mucho. Aun el apóstol Pablo tuvo que enfrentar situaciones similares: 1 Cor 3,4-9; 2 Cor 11,12-15

Tercera etapa: Juventud y opciones. Es una etapa muy interesante en el crecimiento y fortalecimiento del grupo de oración y la comunidad cristiana, puesto que es la dimensión vocacional y ministerial de las personas que han perseverado en su desarrollo y compromiso personal y colectivo. Asumen servicios en los distintos ministerios comunitarios desde el carisma específico, se desarrolla un alto sentido de pertenencia y responsabilidad por la vida del grupo, la autoridad se asume desde el servicio a los hermanos, se crean ambientes sanos de dialogo y reconciliación, proyectan la comunidad a compromisos continuos por un cambio de sociedad mejor, llevan a todos los miembros a vincularse seriamente en edificación de una comunidad y una Iglesia mucho más transparente de Jesucristo. Es decir, es el momento de los ministerios y compromisos serios de la comunidad. Los síndromes que se presentan en esta etapa son los de Rambo, el desplazado, el protagonista, el autosuficiente, la máscara. El servidor debe asumir su papel de amigo y acompañante para que cada persona se sienta libre y tranquila para establecer diálogos profundos, sin necesidad de ser juzgado y condenado al expresar su vida y sus puntos de vista. El acompañante es un guía en el camino cristiano, no camina por los demás sino que contribuye a que la persona realice su propio caminar y hasta sus propios descubrimientos para que las conclusiones y compromisos se asuman como una autodisciplina. El mejor ejemplo lo encontramos en Jesucristo cuando caminaba con los discípulos que se dirigían a Emaús en Lc 24,13-35. Como podemos observar, el servidor, al asumir la labor de acompañante o guía de un determinado grupo que ya debe estar creciendo y asumiendo compromisos, contribuye al desarrollo de la propia vocación y misión particularmente en los ministerios. Es un amigo que no permite desmanes sino que ayuda en todo momento. Jesucristo dijo: "Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer". (Jn 15,5). Pablo pudo vivir esa experiencia interesante en la comunidad de Éfeso y lo escribe en Ef 4,11-19.

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Cuarta etapa: Adultez o compromiso. Es la etapa de los grandes apostolados comunitarios, donde toda la comunidad se compromete con cambios eclesiales y sociales muy grandes a través de obras de gran envergadura. Existe en las personas una personalidad madura afectiva y efectiva, afronta los conflictos consecuentes con sus opciones, tiene una formación permanente, se vive un cristianismo maduro y con acciones definitivas, la participación eclesial es madura y activa llegando a la integración plena en los proyectos históricos locales. Aparecen entonces, personas con capacidades claras para asumir la dirección y el equipo timón de la comunidad, la fundación de ancianatos, escuelas de formación cristiana y comunitaria, apoyo social en inserción a personas sin posibilidades económicas y educativas, etc. Los síndromes que se perciben pueden ser constructivos o destructivos dependiendo el enfoque, la proyección y los intereses, a saber: independismo, organizaciones paralelas, evasión de protagonismo comunitario, búsqueda de intereses egoístas por distintos motivos.

Es por estos motivos que el servidor debe ser un maestro que contribuya con el discernimiento comunitario, para no desviarse del plan que tiene Dios para esa congregación en particular. Debe cuidarse la vocación fundamental. Cuando el servidor se ha convertido en un formador de formadores y en una persona que ha dedicado toda su vida a Jesucristo sirviendo de la mejor manera a los hermanos, se considera que empieza la etapa más productiva de su vida, pues sus planteamientos son profundos, con experiencia y con criterios claros. Cuando el servidor asume ese papel de maestro debe ser más condescendiente sin dejar de ser radical, audaz y buscando mayores compromisos eclesiales y sociales de acuerdo al ministerio que desempeña. San Pablo habla de la necesidad de maestros y otros ministerios en la Iglesia en Ef 4,11-13. Pablo pudo compartir con personas de tal compromiso comunitario como Lucas, Timoteo, Juan Marcos, Bernabé, y otros tantos que continuaron la obra de formación y pastoreo de las diversas comunidades primitivas. "Y yo, con el mayor placer, gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos" (2 Cor 12,15) CONCLUSION Pueden presentarse anomalías entre el crecimiento personal y el crecimiento comunitario. Con un ejemplo puedo ser más claro: puede ocurrir que existan servidores que se encuentran en la juventud de su crecimiento espiritual y en la adolescencia de su crecimiento personal. Para ello es necesario fortalecer la experiencia personal y comunitaria para manejar tales dificultades a partir de la consciencia de los hechos.

2.2. INSERCIÓN ECLESIAL

Introducción76 Las antiguas comunidades cristianas tenían un predominio de personas consagradas por los votos religiosos (sacerdotes y hermanos, monjes y monjas), que vivían en grupos diferenciados por su sexo, su consagración. En las nuevas comunidades carismáticas se da un predominio de laicos, que ponen sus dones y energías al servicio del Señor dentro de formas comunitarias de

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Santos, Ceferino, S.J. Comunidades carismáticas. Revista Nuevo Pentecostés. N. 43. http://www.siervoscas.com/A%20Comunidades%20carismaticas.htm

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oración, de evangelización, de servicios de todo género dentro de la Iglesia, con compromisos o alianzas limitadas o con la entrega total de la vida a una comunidad de matiz carismático y dentro de una integración de personas y de sexos.

Búsqueda de integración eclesial Buscamos que la integración de los grupos y comunidades de experiencia carismática en la Iglesia Institucional va siendo bastante satisfactoria. Fueron fundadas muchas de ellas por laicos, de acuerdo con el derecho de asociación que brota del mismo bautismo, que incorpora a los fieles a la vida y a la misión de la Iglesia (ChFL 29). Estos grupos y comunidades de la RCC han sido seguidas por los Obispos respectivos con amor paterno y discernimiento pastoral, con paciencia y visión certera de que podrían llegar a ser organismos revitalizantes y renovadores poderosos en zonas importantes de la Iglesia y del mundo. Las grandes comunidades carismáticas han ido recibiendo poco a poco la aprobación episcopal de sus estatutos, el apoyo de sus Obispos y finalmente el encargo de atender ministerios pastorales y hasta parroquias. Lo que Juan Pablo II afirmó en su Encíclica "Redemptoris Missio" (1990) de los "movimientos eclesiales" de laicos, puede aplicarse con toda su amplitud a los grupos y comunidades carismáticos: "representan un verdadero don de Dios para la nueva evangelización y para la actividad misionera propiamente dicha. Por tanto, recomiendo vivamente difundirlos y valerse de ellos para dar nuevo vigor, sobre todo entre los jóvenes, a la vida cristiana y a la evangelización, con una visión pluralista de los modos de asociarse y de expresarse" (RMi 72).

Inserción en los planes de pastoral La RCC debe llegar a proponer planes de pastoral para ser aplicados en las diócesis y en sus respectivas parroquias. Cuando los consejos y equipos coordinadores elaboren su plan de pastoral diocesano y lo presente entre los obispos, lograremos que la “corriente de gracia” llegue a renovar toda la Iglesia y promueva el uso adecuado de los carismas con proyección ministerial y apostólica. La inserción parroquial de los grupos de oración y comunidades de la RCC no siempre es fácil, porque requiere estudio y preparación para integrarse a los planes de pastoral adoptados por la diócesis, pero al mismo tiempo el acompañamiento y orientación de párrocos y obispos. Debemos promover el compromiso eclesial, buscando renovar los movimientos, apostolados y diversas experiencias eclesiales, para que todos ellos asuman la vida en el Espíritu y realicen mejor sus actividades pastorales y apostólicas. No debemos obligar a las personas para que entren a la RCC, sino que debemos hacer que todos conozcan lo maravilloso que es vivir con la fuerza del Espíritu de Dios en todo lo que se realiza.

2.3. COMPROMISO SOCIAL En la RCC buscamos promover el Ministerio de Servicio Social o Promoción Humana, que tiene como fin el fomentar el apostolado de proyección social de la RCC a través de la capacitación de equipos diocesanos de Promoción Humana que a su vez fomenten la acción social hacia los hermanos que atraviesan por condiciones de vida infrahumana. Su objetivo es: “Reconocer el don de caridad a fin de sensibilizar y fomentar los Ministerios Sociales para suscitar el compromiso de la RCC en la Promoción Humana”.77

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Tomado de http://www.rccperu.org/ministerios.php

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El mundo entero fue testigo de la muerte de la Madre Teresa de Calcuta; millones de personas, sin importar la raza, el color o la religión, seguimos el entierro de una mujer que entregó su vida a Los pobres par amor a Jesucristo. Sin duda, la Madre Teresa recibió un don del Espíritu Santo: ¡el amor!78

Pobreza En recientes reuniones del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo he podido escuchar a expertos en finanzas decir que el desarrollo económico debe estar unido al desarrollo humane y social; se habla de la superación de la pobreza como el desafío del nuevo siglo. Este también debe ser el desafío de los carismáticos.

Dones que cambian el mundo En la RCC estamos muy familiarizados con Los dones del Espíritu o mejor, con algunos dones del Espíritu: Lenguas, profecía, sanación, enseñanza... Hay otros dones del Espíritu que, sirviendo para la edificación de la Iglesia, contribuyen a la transformación del mundo: La solidaridad, la justicia, la caridad... Ciertamente, se puede afirmar que la RCC no es ajena al compromiso social; ésta es una acusación injusta de otros sectores de la Iglesia hacia la RCC. Por todo el mundo se ven programas y obras sociales nacidas y promovidas al interior de la RCC. Servicio a Los ancianos, a Los presos, a Los enfermos, a Los carentes de educación, de empleo, de vivienda, apoyo a Los minusválidos, a Los portadores del VIH/SIDA... Hechos concretos que demuestran el amor de Los carismáticos a Los pobres.

1998, el año del Espíritu Santo En 1998, año del Espíritu Santo, nos unirnos en una solo oración: para que el Espíritu de Dios nos concediera el don del amor; un amor que nos lleve a renunciar a nosotros mismos para "darle vida" a nuestro prójimo; un amor que desvanezca nuestros egoísmos para que otros logren sobrevivir; un amor que arda constantemente hasta que arrase con nuestro pecado; un amor que brille ante el mundo para que crea que Jesús está viva.

Abriendo caminos Dice Pablo: "Voy a mostrarles un camino más perfecto todavía". Sabemos que todos Los dones y carismas son muy importantes; sin embargo, en la RCC debemos transitar par el "camino más perfecto". Abrir nuestro corazón al hermano pero, especialmente, al hermano pobre, abrir nuestra casa a Los demás pero particularmente a Los pobres, abrir nuestros grupos o comunidades a otros pero particularmente a Los pobres, abrir nuestras naciones a otros países pero fundamentalmente a Los países más pobres.

El amor como ministerio El compromiso social es un imperativo para la RCC; repito, el compromiso social existe en la RCC pero se hace necesario desarrollarlo como un don y volverlo, efectivamente en ministerio eficiente. Para ello se requiere suplicar el don del amor y tener la absoluta decisión de seguir a

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Camilo Bernal Hadad, CJM tomado de http://www.rccuba.com/Temas/RCC/Don_del_Amor.htm

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Jesús y gastar lo que nos queda de vida al servicio de Los pobres. Así Los carismáticos habremos contribuido al desafío del nuevo siglo y habremos aprendido la lección de Dios, a través de Teresa de Calcuta. El año del Espíritu Santo se celebró invocando su presencia para la Iglesia y el mundo; permitamos también que su amor, engendre en nosotros la vida de Jesucristo para los pobres.

Conclusiones Podemos concluir que en la RCC debemos trabajar no solamente satisfaciendo las necesidades inmediatas de los más pobres, sino especialmente buscando solucionar las causas de las distintas pobrezas que viven nuestros pueblos. Promovemos la persona del pobre no a la pobreza y la mendicidad. En la RCC estamos utilizando las directrices de la Doctrina Social de la Iglesia, para estableces líneas de acción, proyectos y servicios que promuevan el desarrollo integral de los más pobres. Bajo la acción del Espíritu Santo, estamos utilizando los carismas para ayudar a muchas personas que padecen distintas clases de pobrezas.

3. CINCO NUEVOS CAMINOS DE LA RCC Existen cinco nuevos caminos que muestran cinco preocupaciones de la RCC en los momentos actuales. Pero contamos con las orientaciones del Magisterio eclesial que nos muestras las distintas formas de realizar el camino adecuado. A continuación presentamos los cinco nuevos caminos que ocupan a la RCC del futuro próximo:

CULTURA DE PENTECOSTÉS

ORGANIZACIÓN COMO

MOVIMIENTO ECLESIAL

ORGANIZACIÓN MINISTERIAL

ORGANIZACIÓN DE PLANES DE

FORMACIÓN

ESTRATEGÍAS DE PASTOREO -

SEGUIMIENTO

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3.1. LA CULTURA DE PENTECOSTÉS

3.1.1. LA IGLESIA PIDE UN NUEVO PENTECOSTÉS El Documento Conclusivo de Aparecida nos invita vivir la cultura de Pentecostés en las siguientes conclusiones: (leamos y compartamos lo que dice) 362. Asumimos el compromiso de una gran misión en todo el Continente, que nos exigirá profundizar y enriquecer todas las razones y motivaciones que permitan convertir a cada creyente en un discípulo misionero. Necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida en Cristo. La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente. Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza. Por eso, se volverá imperioso asegurar cálidos espacios de oración comunitaria que alimenten el fuego de un ardor incontenible y hagan posible un atractivo testimonio de unidad “para que el mundo crea” (Jn 17, 21). 548. Esta V Conferencia, recordando el mandato de ir y de hacer discípulos (cf. Mt 28, 20), desea despertar la Iglesia en América Latina y El Caribe para un gran impulso misionero. No podemos desaprovechar esta hora de gracia. ¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de “sentido”, de verdad y amor, de alegría y de esperanza! No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido liberados y salvados por la victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos convoca en Iglesia, y que quiere multiplicar el número de sus discípulos y misioneros en la construcción de su Reino en nuestro Continente. Somos testigos y misioneros: en las grandes ciudades y campos, en las montañas y selvas de nuestra América, en todos los ambientes de la convivencia social, en los más diversos “areópagos” de la vida pública de las naciones, en las situaciones extremas de la existencia, asumiendo ad gentes nuestra solicitud por la misión universal de la Iglesia. La Cultura de Pentecostés compone nuestra identidad y es lo que deseamos compartir en completa libertad con la Iglesia y el mundo, no para que todos sean llamados y reconocidos como “carismáticos”, sino para que en nuestros tiempos se siga actualizando la gracia de Pentecostés dejándonos mover y guiar bajo el suave soplo del Espíritu de Dios, tal como sucedía en los tiempos apostólicos, y esto debe y puede suceder hoy en el lugar que estamos ocupando en el mundo y en la Iglesia. La Cultura de Pentecostés de la Renovación Católica Carismática no significa el que todas las personas e instituciones deban adscribirse a esta corriente o movimiento, lo que realmente se pretende simplemente es que todos nos reconozcamos como templos vivos del Espíritu Santo y que vivamos en coherencia con esta conciencia, esto es lo fundamental pues lo demás llegará por añadidura. En palabras del Papa Juan Pablo II: “Gracias al Movimiento Carismático, muchos cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han redescubierto Pentecostés como realidad viva y presente en su existencia cotidiana”. Y en otra ocasión exhortaba a la Renovación Católica Carismática diciendo: “En nuestro tiempo, sediento de esperanza, den a conocer y hagan amar al Espíritu Santo. Así ayudarán a que tome

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forma „la cultura de Pentecostés‟, la única que puede fecundar la civilización del amor y de la convivencia entre los pueblos. No se cansen de invocar con ferviente insistencia: ¡Ven Espíritu Santo! ¡Ven! ¡Ven!” Esta es la Cultura de Pentecostés que debemos experimentar y proclamar para que de un profundo sentido a todo lo que hacemos como personas y comunidades para fortalecer nuestra unidad con el Dios Uno y Trino que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

3.1.2. INVITADOS A LA CULTURA DE PENTECOSTÉS79

Ojalá la „Espiritualidad de Pentecostés‟ se extienda por la Iglesia para una nueva „Cultura de Pentecostés‟.

Durante los Pontificados de Juan Pablo II (Mayo 2004) y Benedicto XVI (Sept 2005), ha existido un fuerte aliento a la Iglesia para propagar la cultura de Pentecostés. Obviamente éste es un concepto amplio con muchas dimensiones, pero sin duda esta llamada encuentra lugar entre nosotros en la Renovación Carismática. En ocasión del 40° aniversario de la RCC, el Cardenal Stanislaw Rylko, Presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, habló sobre la experiencia del Bautismo en el Espíritu o Efusión del Espíritu. Dijo que esta experiencia es central para la Renovación Carismática y que abarca a millones de católicos de todos los continentes, podría ser el punto de inicio de la Cultura de Pentecostés.

La Gracia de Pentecostés es una gracia misionera

Por tanto es importante aceptar nuestro mandato. No estamos simplemente llamados a ser personas que han experimentado un „Pentecostés personal‟, por muy importante que esto sea, pero junto a esta experiencia va un responsabilidad. Estamos llamados a ser canales para las gracias de Pentecostés en nuestra Iglesia y en nuestro mundo. Cuando el Espíritu Santo vino sobre los apóstoles en la Estancia Superior, todos quedaron llenos del Espíritu Santo. No solo experimentaron una renovación personal sino también fueron dotados con dones como lenguas/ glossolalia y valor que les posibilitó llegar con poder a la cultura que les rodeaba. Fueron transformados y Pedro, que era un laico analfabeto, fue capaz de convencer a las multitudes con sus argumentos de que aceptaran su mensaje y fueran bautizados. En ese primero día alrededor de 3.000 nuevos conversos se añadieron a ellos. Por todo el Libro de los Hechos de los Apóstoles, Lucas registra muchos ejemplos donde los apóstoles fueron movidos por el poder del Espíritu y consiguientemente la Iglesia comenzó a crecer en número (por ej.: Hch 2, 47; 4, 4; 5, 14; 6, 1,7; 11, 21, 24). De modo que la gracia de Pentecostés es esencialmente una gracia misionera. Aunque reconocemos que en la Renovación Carismática no tenemos el monopolio del Espíritu Santo, parecería que sí que tenemos una llamada especial a ser embajadores del Espíritu Santo, extendiendo la Cultura de Pentecostés. Esto fue enfatizado por el Papa Juan Pablo II en 2002, cuando dijo: “En nuestro tiempo que tiene tanto hambre de esperanza, haced al Espíritu Santo conocido y amado. Ayudad a reavivar la „Cultura de Pentecostés‟ que es lo único que puede hacer fructífera la civ ilización del amor y la coexistencia amistosa entre los pueblos. Con insistencia ferviente, nunca os canséis de pedir „¡Ven, Espíritu Santo! ¡Ven! ¡Ven!‟” (Discurso a los delegados del Rinovamento nello Spirito).

De la espiritualidad de Pentecostés a la Cultura de Pentecostés El reto de la RCC no es mantener la espiritualidad de Pentecostés encerrada en el encuentro de oración o restringirla sólo a la Renovación Carismática. La evangelización debe ser una prioridad para nosotros, como lo fue para los apóstoles cuando salieron de la Estancia Superior. Ya en 1992, el Papa Benedicto (entonces Cardenal Ratzinger) escribió: “¿Vamos a descubrir el secreto del primer Pentecostés en la Iglesia? ¿Vamos a ofrecernos humildemente al poder renovador del Espíritu Santo para que pueda liberarnos de nuestra pobreza y nuestra total incapacidad de llevar a cabo la tarea de proclamar a Jesucristo a nuestros prójimos?… La Estancia Superior es el lugar donde los cristianos permiten, al acoger el Espíritu Santo, ser transformados en oración. Pero es también el

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Moran, Michelle, La cultura de Pentecostés. Editado en el Boletín de ICCRS. Volumen XXXVI, Número 2, marzo-abril 2010

97 lugar desde el que uno sale para llevar el fuego de Pentecostés a sus hermanos y hermanas” (revista New Covenant (Nueva Alianza)) Claramente, Pentecostés es para el mundo. Trata de la transformación de la sociedad a través del poder del Espíritu Santo. Una cultura de Pentecostés crea una sociedad que defiende la dignidad humana por el reconocimiento de que la humanidad está hecha a la imagen y semejanza de Dios. Es una sociedad en donde la esperanza reina suprema y donde la luz brilla más fuerte que cualquier oscuridad. Es exactamente lo contrario al relativismo cultural que impregna una parte tan grande de nuestro mundo. En una asamblea en Lucca, Italia en 2005, Salvatore Martínez definió la Cultura de Pentecostés como el antídoto al oscuro mal del mundo. En respuesta el Cardenal Rylko dijo: „debemos aprender el método del Espíritu Santo que obra en la historia y renueva la faz de la tierra, para no ser vencidos por el mal‟.

Todos tenemos una responsabilidad como individuos y como grupos para discernir las maneras en las que el Señor nos está llamando a ser promotores de la Cultura de Pentecostés. Un modo en que esto sucederá es intensificando la espiritualidad de Pentecostés en la Iglesia. Quizá puedan hacer esto alentando a cuantas más personas como puedan a participar en la oración de la novena de Pentecostés y a unirse al testimonio mundial del Pentecostés de las Naciones. Desde este lugar de intercesión nos veremos facultados para salir al mundo promoviendo la cultura de Pentecostés por el testimonio de las vidas y por las obras de misericordia y justicia.

3.2. LA ORGANIZACIÓN COMO MOVIMIENTO ECLESIAL Ya señalamos anteriormente que la RCC no es un movimiento como cualquier otro, sino que combina los elementos de la corriente espiritual con algunos elementos de los movimientos eclesiales. Pero existe una realidad sorprendente. Tendemos hacia la organización de la RCC como movimiento eclesial. Esta tendencia se denomina: “Camino hacia la madurez eclesial”. Que se ha venido reflexionando en la RCC desde hace algunos años a partir del aporte de Salvatore Martínez de España80. Quiero que miremos los elementos que señala nuestro hermano. RENOVACIÓN, ¿HACÍA DÓNDE VAS? MADUREZ ECLESIAL

Objetivos

+ Reflexionar sobre nuestra vivencia actual + Considerar la Renovación como parte de la Iglesia Católica

Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno y todas las partes forman un solo cuerpo.

Así también Cristo. Hemos sido bautizados en el único Espíritu

para que formáramos un solo cuerpo. (1ª Cor, 12,12)

La renovación ha sido suscitada para que seamos hombres que vivamos nuestra identidad eclesial conducidos por el Espíritu, que amenos a la Iglesia. No somos nosotros los que añadimos nuestros “carismas”, la Iglesia es carismática + Dice S. Ireneo: “Donde está el Espíritu, ahí está la Iglesia. Dónde está la Iglesia, ahí está el Espíritu”. + San Agustín, dice más: “Tú tendrás tanto Espíritu cuanto ames a la Iglesia y cuánto más ames la iglesia, tanto más Espíritu Santo tendrás”.

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Martínez, Salvatore. Renovación ¿hacia dónde vas? Madurez eclesial. Nuevo Pentecostés nov-dic 2009.

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Renovación sé fiel a ti misma y a la Iglesia: Los carismas y la institución son los dos fundamentos para los movimientos de la Iglesia. En 1985 Juan Pablo II dijo que la Iglesia es en sí misma un movimiento, y cada movimiento, en sí mismo, contribuye al MOVIMIENTO único de la Iglesia.

Nadie puede hacer fallar a su movimiento, porque entonces la Iglesia no se mueve. ¿Y quién mueve a la Iglesia? El Espíritu Santo. La mueve desde dentro a través de sus hijos, a través de los movimientos que son parte de la única Iglesia. Así que los carismas son para la comunión de la Iglesia, en el único cuerpo, y son para el cumplimiento de la misión que tiene encomendada la Iglesia. Cuando nosotros mostramos en exceso el celo carismático, igualmente que los integrantes de otros movimientos, es como si le dijésemos al Espíritu Santo: "Escoge entre nosotros cuál es el mejor". Cada uno de nosotros da a la Iglesia, lo que es específico de cada movimiento, en razón de los carismas particulares, para que la Iglesia sea toda carismática, y sea toda un movimiento de Dios.

¡Renovación! ¿Dónde quieres estar? Podemos hablar del Espíritu en referencia a nosotros mismos, o a través, de la Iglesia. Son dos posturas distintas, elegimos la segunda. + Esto es lo que nosotros hemos decidido hacer: honrar no a la Renovación, sino al Espíritu Santo y todo aquello que el Espíritu hace en la cultura, en el arte, en la ciencia…, en otros movimientos eclesiales. + Un anticipo de esto fue el encuentro de Pentecostés del año 1998 en Roma, que reunió a diversos movimientos y fue un evento que ha marcado la historia de la Iglesia. Esta respuesta de los movimientos, esta comunión eclesial, es la respuesta de Dios para vivir la unidad en la diversidad. . El Papa dijo en Pentecostés:” Espero de vosotros, grupos maduros de comunión y compromiso.” Un nuevo compromiso y una nueva madurez. El Papa habla de "madurez eclesial". ¿Qué significa para nosotros madurez eclesial? Hacer de verdad que la Renovación Carismática no sea sólo un movimiento espiritual, un movimiento de gracia, un movimiento del Espíritu donde la pertenencia a la Iglesia es muy genérica, donde el camino de nuestros grupos es muy genérico, sino un camino eclesial para un movimiento eclesial. + Somos un movimiento eclesial. Y como el Papa sabe que esta alma eclesial es débil, nos pide madurez eclesial. Y nos dice que no se trata sólo de una etapa sino de un camino que nosotros estamos haciendo. Pero hay un reto en el camino que debemos tomar: habla del nuevo compromiso. Y por eso debe comenzar para nosotros los años de madurez y crecimiento espiritual. + La espiritualidad de la Renovación no es una espiritualidad de huida del mundo sino que es una espiritualidad que debe transfigurar el mundo. Porque este mundo necesita la figura de Cristo.

Pentecostés es misión La Iglesia ha reconocido a la Renovación Carismática Católica en España de forma oficial, y participamos activamente en la vida de las diócesis, y así podemos transformarnos en sal, porque

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nosotros no tenemos un fundador que nos dice lo que tenemos que hacer. Pero sí estamos sometidos al Espíritu Santo que es nuestro fundador. Él, que es el guía de la Iglesia, nos sugerirá qué cosas hacer en la Iglesia.

Renovación: ¿A dónde vas? + ¿Qué sucede? Que cuando vamos normalmente a nuestros obispos, nosotros oramos en lenguas sobre ellos, y no pueden decir, esto no está bien, porque ellos nos han reconocido oficialmente. + No pueden decimos, esto no es del Espíritu porque ellos han querido recoger este don del Espíritu dentro de la Iglesia. + El problema no es que los dones sean reconocidos; el problema es cómo hacerlos fructificar. Cómo hacer ver que Pentecostés es "Misión" y no sólo contemplación. + Hemos decidido salir del cenáculo y comprometemos con la Iglesia, para seguir fielmente al Espíritu Ahí está la corresponsabilidad en la que cada uno debe dar lo mejor para un discernimiento comunitario de cuya visión saldría la idea de Dios. Esto tendría efectos extraordinarios. El secreto siempre es el mismo: que estemos disponibles para colaborar con El. ¿Qué quiere El Señor de nosotros? + Es un papel en blanco que sólo el Espíritu puede revelar. ¿Cuántas palabras de Dios hemos recibido en éstos 41 años? Y ¿cuántas veces no las hemos hecho fructificar?

Pero es necesario morir. + La Renovación Carismática debe morir para renacer. Tiene que haber una nueva visión, porque dice el profeta Is. 43: "Vosotros no veis lo nuevo porque pensáis solo en lo antiguo". o Nosotros podemos correr el riesgo de transformarnos en fariseos, a los que Jesús llama ciegos: "ay de vosotros ciegos... no podéis cuidar este pueblo". El Señor nos puede decir lo mismo a nosotros: + "Ay, renovación ciega. ¿A dónde estás llevando a mi pueblo? Yo he hablado por los profetas, por el Papa, por el magisterio, por los signos del Espíritu. Hay una visión nueva. Surge ahora, ¿por qué no te das cuenta?".

Misión eclesial Debemos no solamente permitir que la Renovación crezca, sino que se vaya disolviendo en la Iglesia. + Esto no significa que los grupos deban desaparecer, sino que toda la Iglesia reciba por ósmosis lo que el Señor nos ha dado para toda la Iglesia, no para nosotros. + No podemos privatizar el Espíritu Santo sino hacer eclesial nuestra experiencia, y esto sucede, si lo que nos importa no es que nos digan gracias, sino que los hombres den Gloria a Dios. El cardenal Suenens dijo un día en una entrevista: “Es seguro que en un primer tiempo la Renovación vivirá como un tiempo de noviazgo. ¿Qué pasa entre los novios? Que se cierran al mundo. Tienen miedo a que su amor sea juzgado. También tienen miedo de sus familias. Todo se

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ve como hostil. Los novios son el máximo exponente de la reserva porque quieren ver el mundo con sus ojos. Ven el amor con sus ojos y no aceptan ninguna intromisión, ni siquiera de sus amigos; todo lo consideran hostil”. Pero, continua el cardenal Suenens, “viene el tiempo en que los novios se casan, y es el momento en que entran en la historia. Asumen la responsabilidad. Deben dialogar con todos y deberán también ser motivo de ejemplo para los demás”. Esto sucederá con la Renovación, cuando la unión entre la parte espiritual y la participación en los fines de la Iglesia, que mira la realidad del mundo, que debe ser renovado, entonces irá evolucionando progresivamente a partir de la propia realidad del movimiento. La identidad de la Renovación siempre está en marcha. Cuando alguien dice: ¡Ah, la Renovación del principio! ¿Qué significa la Renovación del principio?

La Renovación no ha cambiado; es la Iglesia la que cambia y con ella también nosotros.

Y es en la Iglesia donde debemos caminar. Ésta es nuestra llamada en este tiempo. Y no podemos desatender esta llamada. Está en juego el futuro de la Iglesia y en el futuro de la Iglesia, el de la Renovación. Si la Renovación no se abre a nuevas vías, a una nueva autenticidad, a un espíritu de comunión y de visión, nosotros no tendremos discipulado. Los mayores serán cada vez más mayores no habrá una nueva generación de carismáticos o esta generación de carismáticos no tendrá el depósito de la tradición y será una Renovación descafeinada. Tenemos que ser fieles a lo que somos y esta identidad transmitirla a la Iglesia.

La Renovación tiene tres posibilidades: 1ª Posibilidad: se trasforma en un movimiento del pueblo, desenganchado de la Iglesia (que va contra tantas sanaciones, milagros y tanta alegría, como está sucediendo en algunos continentes). + Sin ser una realidad eclesial, como nació en el 67, sino simplemente una espiritualidad sin ninguna forma de pertenencia, muy libre, a donde vamos para estar bien, para tener mi encuentro con Dios, para hacer una lectura privada de la Biblia, para vivir mi fe, y que la Iglesia no entre. + Y no quiero responsabilidades eclesiales, no quiero formarme. Ésta es la degeneración de la Renovación. Es un movimiento hecho sólo a la leche, que no quiere alimento sólido, que vive la Renovación como hedonismo espiritual y no como crecimiento, como camino de fe. 2ª Posibilidad: Es aquella que sucede y que existe en algunas partes del mundo y es una buena posibilidad. + Este es el modelo de las Comunidades, un poco cerrado en sí mismo, con un formato neomonacal, también con hábitos, con votos y consagración especial. Ésta es una buena forma de Renovación. + Pero esta realidad difícilmente entra en la vida de la Iglesia, porque tienen en su interior muchas necesidades, muchas tensiones, y deben atender a lo que es la propia organización de la comunidad: vocaciones, órdenes. Es un buen fruto del movimiento, pero no es la profecía original.

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3ª Posibilidad: Lo que quiere el Papa y la Iglesia: ¿Que es un movimiento? Es un gran pueblo que colabora con la Iglesia, que vive dentro de la Iglesia, que no apaga los carismas, pero los hace verdaderos en tres direcciones como dice la "Christi fideles laici": + Para la edificación de la comunidad, para las necesidades del mundo y para el bien de los hombres. + Un movimiento espiritual que tiene un camino de pertenencia fuerte en las iglesias locales, que contribuye a la evangelización de las iglesias del mundo y que vive su identidad eclesial conducido no por fundadores sino por el Espíritu. + En Europa, la Renovación está “languideciendo”; en algunos países ha desaparecido casi del todo. Esto no es sólo porque las iglesias europeas se estén descristianizando, sino porque no estamos respondiendo al deseo de madurez eclesial que en la Renovación debemos vivir. + El primer carisma de la Renovación Carismática, escrito ya en su nombre, es aquél de renovar. Una renovación que no se renueva no es fiel a sus carismas ni al Espíritu de Dios. La Renovación ha sido suscitada para que seamos hombres que amemos a la Iglesia, es lo que el Espíritu Santo nos pide. La RCC, nació en la Iglesia y para la Iglesia, para que llevemos la fuerza y la gracia renovadora de un Pentecostés permanente. Somos una esperanza para el mundo que no conoce quien es su Salvador y Señor.

3.3. LA ORGANIZACIÓN MINISTERIAL La RCC se ha ido organizando a partir de los ministerios, servicios, comisiones, funciones y apostolados que van siendo necesarios para el desarrollo de su misión y como proyección propia del uso adecuado de los carismas. Veamos algunos aspectos que contribuyan al crecimiento y apoyo ministerial. Vamos a dejarnos guiar por algunas reflexiones de Raúl Berzosa Ramírez.81

3.3.1. LA IGLESIA ES MINISTERIAL Y SE ARTICULA DESDE LOS MINISTERIOS Que la Iglesia es ministerial y se articula desde diversos ministerios podemos descubrirlo con claridad en el Nuevo Testamento, particularmente en las cartas paulinas (1 Tes 5,12; Rm 12,6-8; 1 Cor 122,4-11. 28-31; 14,6). De entre los diversos ministerios Pablo destaca, al menos, tres: el ministerio de apóstol, de profeta y de doctor (1 Cor 12,28; Ef 4,11). Sin olvidar los responsables de las comunidades, a quienes Pablo llama "sus colaboradores" (Rm 16,3; 1 Tes 3,2; 2 Cor 8,23; 1 Tes 5,12; 1 Cor 16,16), y los evangelistas y pastores (Ef 4,1-6). No entramos en detallar las referencias que se hacen en Lucas, Cartas de Pedro, Cartas Pastorales, Carta a los Hebreos y Apocalipsis. Podemos concluir que se da, desde el comienzo de la Iglesia, "diversidad y creatividad de carismas y ministerios" en uno Iglesia carismática y ministerial: los ministerios hacen a la comunidad y la comunidad discierne los ministerios que otorga el Espíritu. La evolución histórica de los ministerios es muy compleja. No podemos entrar en ella. En resumen, se ha llegado a la conclusión de que existen ministerios por designación expresa de Jesús (los

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Berzosa Ramírez, Raúl. Tomado de http://www.mercaba.org/Pastoral/M/ministerios_laicales.htm

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doce apóstoles: Lc 6,13; Mt 10,2; Mc 6,30); otros, por designación del Espíritu Santo (ministerios señalados en las cartas paulinas: Rm 12,6-8; 1 Cor 12,8-11; 1 Cor 12,28; Ef 4,11) y, otros, por designación de la Iglesia (ejem. los "colaboradores" de los que se habla en Ac 6,1-6; 13, 1-3 o en las cartas paulinas (1 Cor 16,16; 1 Tes 5,12; Rm 16,1, etc). Nos situamos en el presente. La comunidad cristiana posee una dimensión trinitaria, pneumatológica y cristológica. Por lo mismo, es receptora de pluralidad de carismas y ministerios para atender a los diversos servicios y necesidades en su dimensión de sacramento de salvación, compromiso evangelizador y en sus realidades internas. Si el ministerio apostólico enlaza con el ministerio histórico de Jesucristo, ello no debe ir en perjuicio de los otros carismas que existen en la comunidad. Por ello la comunidad cristiana debe tener la creatividad suficiente para estructurarse conforme a estos criterios. El ministerio ordenado garantiza la continuidad apostólica y sirve a la unidad de los diversos carismas, pero no debe ser ejercido como opresión o anulación del resto de los carismas, vocaciones y ministerios existentes en la comunidad. Ciertamente, hoy el ministerio apostólico-ordenado no está en cuestión. Después del Vaticano II existe una rica y profunda bibliografía sobre el mismo. El problema se plantea ante el resto de los ministerios, que reflejan la lucha y problemática de algo mucho más profundo: la dialéctica presbíteros-laicos o, lo que es lo mismo, la configuración de una eclesiología primando el sacramento del Bautismo o primando el sacramento del Orden. En el Concilio Vaticano II se redescubre que los ministros sacerdotes tienen que resituarse en el interior del sacerdocio cristiano-bautismal (LG. 10) y que se deben revalorizar otros ministerios que, genéricamente, son denominados "laicales". Todo ello desde una Iglesia contextualizada o local, remitiéndonos a la triple función de Jesucristo (sacerdote, profeta y rey) y a las cuatro dimensiones que configuran la Iglesia: al servicio de la comunión, al servicio de la Palabra, al servicio de la celebración y al servicio de la caridad y compromiso. En este sentido, los ministerios son el rostro y espejo de una Iglesia en medio del mundo que es sacramento de comunión y, al mismo tiempo, evangelizadora, celebrativa y comprometida. El conjunto de carismas y ministerios, ordenados y laicales hacen posible la realidad de una Iglesia Trinitaria como "Pueblo de Dios", "Cuerpo de Cristo" y "Templo del Espíritu". En resumen, a la hora de hablar de ministerios, la labor más decisiva no es redescubrir el ministerio ordenado, sino "el resto de ministerios". A esta labor dedicaremos los siguientes apartados.

3.3.2. LOS MINISTERIOS LAICALES EN EL CONTEXTO ECLESIAL Los teólogos abogan por el redescubrimiento de la identidad de los laicos y su misión en la Iglesia y en el mundo, por el redescubrimiento del ministerio bautismal de los laicos y la participación de los laicos en el ministerio pastoral. No es algo nuevo. Desde el Vaticano II, principalmente, los documentos oficiales emanados de Roma han insistido en ello. ¿En qué claves? Nos acercamos sumariamente a los más importantes. Pablo VI, en "Evangelii Nuntiandi" (8-12-75) ya señalaba (n. 70), en un equilibrio buscado, que los seglares, en primer lugar, tienen como vocación específica la evangelización en medio del corazón del mundo, en los complejos ámbitos de la política, de lo social, de lo económico, de la cultura, de la ciencias y de las artes. Pero están llamados a ejercer ministerios dentro de la Iglesia.

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A partir de "Christifideles Laici" podemos comprender mucho mejor qué son los denominados "ministerios y funciones laicales". Los cuales, como hemos afirmado más arriba, siguen necesitando profundización teológica y discernimiento pastoral.

3.3.3. MINISTERIO ORDENADO Y MINISTERIOS LAICALES A partir de "Christfideles Laici"; y siguiendo la tradición anterior, al hablar de funciones y ministerios laicales, señalemos que éstos son diversos:

ministerios laicales ocasionales (ejercidos en circunstancias determinadas y puntuales: voluntariado de caridad, catequistas, etc.);

ministerios estables no sacramentales o instituidos (los principales, hoy, lector y acólito);

ministerios sacramentales y públicos (tienen como base el sacramento del Orden). Estos ministerios laicales, ocasionales y estables, desarrollarían las dimensiones de la Iglesia particular: evangelización, caridad, culto y comunión. Son ministerios importantes y necesarios. Son expresión del sacerdocio bautismal de los fieles laicos y de la riqueza de manifestaciones del Espíritu, hoy y aquí, para la edificación de la Iglesia. Insistimos en algo importante: aunque la praxis pastoral y teológica de los años postconciliares se ha visto enriquecida con el desarrollo de estos ministerios, aún queda un largo camino por recorrer. Se oscila entre un "maximalismo" (pluralidad) y un "minimalismo" (monolitismo). De esta tensión se ha hecho eco, en 1997, una Instrucción, proveniente de la Curia Romana, "Sobre algunas cuestiones acerca de la colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes". Por la importancia que tiene para nuestro tema, nos detenemos en este importante documento. Se comienza reconociendo a las fieles la colaboración en la misión de la Iglesia, tanto en el orden espiritual de llevar el mensaje de Cristo y su gracia a todos los hombres, como en el orden temporal, de influir y perfeccionar el orden de las realidades temporales. En este sentido, como recordaba ChL (n. 23), los pastores son invitados a reconocer y promover los ministerios, oficios y funciones de los fieles laicos que tienen su fundamento sacramental en el bautismo y confirmación y, para muchos, en el matrimonio. En orden a la nueva evangelización, se exige "el especial protagonismo" de los sacerdotes y, al mismo tiempo, la total recuperación de la conciencia de la índole secular de la misión del laico (ChL, n° 15). En cualquier caso, se nos advierte, tanto en la misión espiritual como en la temporal de "consecratio mundi", no se puede confundir el campo de los clérigos y el de los fieles laicos. Colaborar con el sagrado ministerio no significa "suplir ni sustituir". Lo anterior no impide reconocer y agradecer la colaboración de fieles laicos a la hora de asumir "precisas tareas, tan importantes como delicadas", acompañados por los sacerdotes, particularmente en situaciones de persecución, misión o escasez de clero. Pero la Instrucción quiere salir al paso de algunas irregularidades que se han detectado en este campo de la colaboración de los fieles laicos con el ministerio sagrado. Por ello, matiza algunos principios teológicos:

La diferencia entre sacerdocio bautismal y sacerdocio ministerial no se encuentra en el sacerdocio de Cristo (el cual permanece siempre único e indivisible)

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ni tampoco en la santidad (a la cual están llamados todos los fieles), sino en el "modo esencial" de participación en el mismo y único sacerdocio de Cristo. Así, mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, esperanza y caridad), el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común y se le ha conferido un poder sagrado para el servicio de los fieles. Para clarificar los dos sacerdocios, la Instrucción nos recuerda algunas características del ministerio ordenado, apoyándose en "Pastores Dabo Vobis":

+ El sacerdocio ministerial, obispos y presbíteros, hunde su raíz en la sucesión apostólica y está dotado de una potestad sacra, la cual consiste en la facultad y responsabilidad de obrar en persona de Cristo Cabeza y Pastor (PDV, n° 15).

+ Son servidores de Cristo y de la Iglesia por la proclamación autorizada de la Palabra de Dios, de la celebración de los sacramentos y de la guía pastoral de los fieles (PDV, n° 16).

+ Todas sus funciones (enseñar, celebrar, regir) forman una unidad. Por lo tanto, el ejercicio, por parte de los laicos, de alguna de estas funciones no les convierte en "pastores, sino en colaboradores".

+ El ministerio ordenado es necesario para la existencia misma de la Iglesia. "No se debe pensar en el sacerdocio ordenado como si fuera posterior a la comunidad eclesial o como si ésta pudiera concebirse como constituida sin este sacerdocio" (Cf. ChL, n° 16). El sacerdocio ministerial es, por tanto, insustituible. A partir de los anteriores principios teológicos, la Instrucción señala diversas disposiciones de carácter práctico. Destacamos las siguientes:

Necesidad de una terminología apropiada: reservar, en principio, la palabra "ministerio" para el ministro ordenado; a los laicos les corresponden "funciones o servicios".

Una cosa es ser "ministro extraordinario" (cuando se es llamado por la autoridad competente para cumplir una función prolongada) y otra, ser denominado, según la función o servicio: "catequistas, acólito, lector", etc. Nunca es legítimo a un fiel laico, designarle con apelativos como "pastor, capellán", que se prestarían a confusión con lo que es un ministro ordenado.

El fiel laico y el ministerio de la Palabra: A los laicos se les puede conceder "una suplencia" en casos de objetiva necesidad; pero no se puede convertir en un hecho ordinario ni puede entenderse como promoción del laicado. La homilía, durante la celebración de la Eucaristía, está reservada al ministro ordenado. A los laicos, incluidos seminaristas, se les puede permitir una breve monición para entender mejor la liturgia que se celebra, o un testimonio en eventos especiales, o la posibilidad de intervenir en un diálogo dentro de la homilía. Fuera de la Misa puede ser pronunciada, por fieles no ordenados, según lo legislado. Aunque algunos presidentes de la celebración eucarística delegan a laicos convenientemente preparados el servicio de parte o de la totalidad de la homilía.

Ejercer de párroco un fiel laico: Según el canon 517,2, será por escasez de sacerdotes y no por razones de comodidad o de una equivocada promoción del laicado; será en atención al "ejercicio de la cura pastoral" y

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no para dirigir, coordinar, o gobernar, que compete al sacerdote; se debe otorgar prioridad a los diáconos y agotar incluso la vía de los sacerdotes mayores.

Participación de los laicos en organismos de colaboración en la Iglesia particular:

En el Consejo Presbiteral, sólo participarán sacerdotes en activo y en comunión con el obispo. Ni fieles laicos ni diáconos. Los arciprestes serán siempre presbíteros. En el consejo pastoral y económico, diocesano y parroquial, los fieles laicos participan como "consultores", al no ser organismos deliberativos. El consejo parroquial debe ser presidido por un párroco; son nulos los acuerdos en ausencia del párroco. Los grupos de expertos o de estudio no suplirán nunca a los consejos presbiteral y pastoral.

El fiel laico y las celebraciones litúrgicas: A un fiel laico o a un diácono no le es permitido pronunciar las oraciones y cualquier parte reservada al presbítero. No se puede ejercer una especie de "cuasi presidencia", dejando al sacerdote "lo mínimo" para garantizar la validez de la Eucaristía. Tampoco los laicos pueden utilizar ornamentos reservados al sacerdote o al diácono (estola, casulla, dalmática). En cuanto a las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, se debe tener especial mandato del obispo y son, siempre, ocasionales. No se pueden utilizar elementos propios de la liturgia sacrificial (ejem. plegaria eucarística). El ministro extraordinario de la Sagrada Comunión, también fuera de la Eucaristía, lo es cuando la necesidad lo reclama. Se puede nombrar "ad actum" (para el momento) por el sacerdote que preside la Misa. Es siempre de suplencia y extroardinario. Estos ministros no deben hacer la comunión ellos mismos como si fueran concelebrantes; tampoco se deben asociar a las promesas de los sacerdotes del día de Jueves Santo.

El fiel laico y las celebraciones sacramentales: No puede un fiel laico administrar la unción de enfermos, ni con óleo bendecido para la unción ni con óleo no bendecido. La unción guarda estrecha relación con el sacramento de la reconciliación y la digna recepción de la Eucaristía. La asistencia a los matrimonios, por parte de los fieles laicos, requiere tres notas: ausencia objetiva de sacerdotes; que el obispo obtenga el voto favorable de la Conferencia Episcopal; necesaria licencia de la Santa Sede. Excepto el caso extraordinario del canon 1112, ningún sacerdote puede delegar a un fiel laico para asistir a un matrimonio. En cuanto al bautismo, la ausencia de presbítero o el impedimento del mismo, que justifican el que un fiel laico pueda bautizar, no pueden asimilarse a las circunstancias de excesivo trabajo del ministro, o a su no residencia en el territorio de la parroquia, o a su no disponibilidad para el día previsto por la familia. La animación de exequias sólo puede ser ejercida por un fiel laico por verdadera falta del ministro ordenado y observando siempre las normas litúrgicas. La Instrucción concluye haciendo una llamada a la formación adecuada de los fieles laicos y su necesaria selección para los ministerios.

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Hasta aquí, la reciente Instrucción que afecta a la teología y praxis de los ministerios laicales. Con razón se ha escrito, desde posiciones teológicas moderadas, que se deben corregir cuantos abusos manifiestos se han dado, en estos últimos años, en la praxis de los ministerios laicales. Pero también es cierto que los obispos, en cada Iglesia particular, deben aplicar este documento con espíritu pastoral, con lúcido discernimiento, con respeto hacia los fieles laicos y con creatividad. "No se puede dar la impresión de rivalidad entre laicos y presbíteros... Como si los laicos buscaran su promoción personal y los presbíteros defendieran su coto reservado. No hay que juzgar el ejercicio de los ministerios a partir de algunas disfunciones evitables". Debemos saber mirar siempre el futuro con valentía, creatividad, confianza, imaginación, apertura y sano discernimiento.82

3.4. LA ORGANIZACIÓN DE LA FORMACIÓN La RCC enfrenta retos constantes y hasta ahora hemos señalado tres: 1la identidad como movimiento eclesial sin perder la espontaneidad de la corriente espiritual; 2la promoción de la cultura de pentecostés y el bautismo en el Espíritu como elemento esencial de identidad de la RCC, y 3la organización ministerial en donde los laicos asumen compromisos eclesiales serios que impulsen los grupos de oración, las comunidades y por tanto las acciones parroquiales y diocesanas. Nos queda por señalar dos elementos importantes para darle calidad al crecimiento grupal y a su desarrollo interno con proyecciones externas. Los elementos faltantes son: 4la organización del plan de formación para promover la perseverancia y 5la organización del plan de pastoreo para proyectar a los hermanos hacia la madurez apostólica.

3.4.1. NECESIDAD DE LA FORMACIÓN La necesidad de la formación integral de los laicos se impone en estos momentos de cambios cruciales que vivimos en la sociedad actual. El documentos de los Fieles Laicos señala: “En el descubrir y vivir la propia vocación y misión, los fieles laicos ha de ser formados para vivir aquella unidad con la que está marcado su mismo ser de miembros de la Iglesia y ciudadanos de la sociedad humana (ChL. 59). Además señala que “los fieles laicos son formados por la Iglesia y en la Iglesia, en una reciproca comunión de todos sus miembros: sacerdotes, religiosos y fieles laicos” (ChL 61). De manera que la formación laical se impone como una necesidad, como un deber y como un derecho. No podemos quedarnos fuera de la formación cristiana por sencilla o profunda que se nos presente. El documento de la Iglesia en América señala que los laicos deben formarse para servir a la transformación de las injusticias sociales que se presentan en el tercer mundo, al mismo tiempo

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Sugiero los siguientes libros: D. BOROBIO, Ministerios laicales, Atenas 1984; ID., Los ministerios en la comunidad, Editorial Litúrgica, Barcelona 1999; J. M. CASTILLO, Ministerios, en "Conceptos fundamentales de Pastoral", Cristiandad, Madrid 1983, 627 y ss; J. DELORME, El ministerio y los ministerios en el Nuevo Testamento, Cristiandad, Madrid 1975; S. DIANICH, Teología del ministerio ordenado, Paulinas, Madrid 1984; A. LEMAIRE, Les ministéres aux origines de l'Eglise, Paris 1971; R. PARENT-S. DUFOUR, Los ministerios, Mensajero, Bilbao 1994; E. SCHILLEBEECKX, Los responsables en la comunidad cristiana, Cristiandad, Madrid 1983; B. SESBOUE, ¡No tengáis miedo! Los ministerios en la Iglesia hoy, Sal Terrae, Santander 1998.

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señala el comienzo de todo: “la Iglesia en América debe hablar cada vez más de Jesucristo, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre. Este anuncio es el que realmente sacude a los hombres, despierta y transforma los ánimos, es decir, convierte. Cristo ha ser anunciado con gozo y con fuerza, pero principalmente con el testimonio de la propia vida” (EA 67). Puedo concluir que la formación laical tiene un inicio intraeclesial con proyecciones extraeclesiales, desde una experiencia personal con Jesucristo hasta la constitución de apostolados sociales y pastorales que transformen las realidades eclesiales y sociales, donde todos somos actores protagonistas (Cfr. EA 44)

3.4.2. ORGANIZAR LA FORMACIÓN DESDE APARECIDA El Documento Conclusivo de Aparecida dedica unas buenas conclusiones a realizar prácticas orientaciones para organizar planes de formación de contribuyan al crecimiento y a la solidez de la experiencia cristiana para garantizar la perseverancia. Podemos leer y analizar las conclusiones 276-285. Veamos gráficamente los elementos sobresalientes que pueden ayudar a la RCC a realizar procesos de formación y planes adecuados para el crecimiento integral.

El proceso de formación de los discípulos misioneros 276. La vocación y el compromiso de ser hoy discípulos y misioneros de Jesucristo, requieren una clara y decidida opción por la formación de los miembros de nuestras comunidades. Miramos a Jesús, el Maestro que formó personalmente a sus apóstoles y discípulos. Cristo nos da el método: “Vengan y vean” (Jn 1, 39). Con Él podemos desarrollar las potencialidades que están en las personas y formar discípulos misioneros. Su estilo se vuelve emblemático para los formadores y cobra especial relevancia cuando pensamos en la paciente tarea formativa que la Iglesia debe emprender, en el nuevo contexto sociocultural de América Latina. 277. El itinerario formativo del seguidor de Jesús hunde sus raíces en la naturaleza dinámica de la persona y en la invitación personal de Jesucristo, que llama a los suyos por su nombre, y éstos lo siguen porque conocen su voz. El seguimiento es fruto de una fascinación que responde al deseo de realización humana, al deseo de vida plena.

Aspectos del proceso 278. Destacamos cinco aspectos fundamentales, que aparecen de diversa manera en cada etapa del camino, pero que se compenetran íntimamente y se alimentan entre sí:

MODELO PEDAGÓGICO DE

JESÚS"VENGAN Y VEAN"

DESARROLLAR POTENCIALIDADES

EMBLEMÁTICO PARA LOS

FORMADORES

NATURALEZA DINÁMICA DE LA

PERSONA

FASCINACIÓN POR LA REALIZACIÓN

HUMANA

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Criterios generales + Una formación integral, kerygmática y permanente: 279. La formación obedece a un proceso integral, es decir, que comprende variadas dimensiones, todas armonizadas entre sí en unidad vital. En la base de estas dimensiones, está la fuerza del anuncio kerygmático. Al mismo tiempo, la formación es permanente y dinámica, de acuerdo con el desarrollo de las personas y al servicio que están llamadas a prestar, en medio de las exigencias de la historia. + Una formación atenta a dimensiones diversas: 280. La formación abarca diversas dimensiones que deberán ser integradas armónicamente a lo largo de todo el proceso formativo. Veamos la interacción de las cuatro dimensiones de la formación cristiana:

Encuentro con Jesu-cristo

•Busqueda y encuentro con el Señor de la Vida

La conversión

•La respuesta inicial.

•El Espíritu transforma

El discipulado

•Proceso identidad con el Maestro para tener madurez y profundidad

La comunión

•Vida fraterna solidaria. Comunidad para madurar en el Espíritu

La misión

•Necesidad de compartir con otros su alegria de ser enviado a anunciar a Jesucristo.

Dimensión humana y comunitaria.

Asumir la vida para sanarla

Dimensión espiritual.

Crecer en la experiencia de Dios

Dimensión intelectual.

Reflexión constante y actualización de la fe

Dimensión pastoral y misionera.

Anunciar a Cristo con palabras y acciones

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+ Un estilo de formación dinámica:

3.4.3. PLAN DE FORMACIÓN CARISMÁTICO Para fortalecer nuestros planes de formación dentro de la RCC, necesitamos tener en cuenta los siguientes pasos: Primer paso: Mantener al frente los objetivos del grupo de oración o comunidad. Segundo paso: Conocer y manejar el proceso evolutivo del grupo, por etapas de crecimiento. Tercer paso: Establecer unos contenidos de formación para cada etapa de crecimiento. Cuarto paso: Establecer mecanismos de evaluación, promoción y apoyo a las personas que sumen su crecimiento. En osl siguientes cuadros se puede ver un ejemplo sencillo:

PROCESO DE CRECIMIENTO DE LOS GRUPOS Y COMUNIDADES DE LA RCC

INICIACIÓN

1. Kerigma

2. S.V.E.

3. Leche espiritual

4. Pred. en G.O.

CRECIMIENTO

1. Crecimiento espiritual

2. Discipulado

3. Espíritu Santo

4. Discernimiento de carismas

5. Discernimiento ministerial

FORMACIÓN MINISTERIAL

1. Formación de servidores

2. Formación por ministerios EMES

3. Organización y desarrollo ministerial

4. Identidad Carismática

PROYECCIÓN

1. Las misiones en otras comunidades

2. Formación de dirigentes

3. Las pastorales y los apostolados

4. Formación permanente

PLAN DE

FORMACIÓN

1.

2.

3.

4.

D.A. 281

• Una formación respetuosa de procesos

• requiere itinerarios diversificados, respetuosos de los procesos personales y de los ritmos comunitarios, continuos y graduales.

D.A. 282-283

• Una formación que contempla el acompañamiento de los discípulos

• Cada sector del Pueblo de Dios pide ser acompañado y formado, como discípulos misioneros en el mundo.

D.A. 285-285

• Una formación en la espiritualidad de la acción misionera

• Se basa en el impulso del Espíritu, que mueve con impulso y ardor. Nos convierte en personas generosas y creativas, felices en el anuncio y el servicio misionero.

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3.5. LA PREOCUPACIÓN POR EL PASTOREO La última gran preocupación de la RCC es la organización y ejecución de planes de pastoreo que permitan prevenir la deserción de los grupos y comunidades de oración, facilitando la perseverancia y la promoción de procesos de crecimiento, el apoyo en los momentos difíciles y críticos, la búsqueda de las personas ausentes y la lucha por tener calidad y cantidad de vida cristiana. No queremos las personas que se queden en la infancia o eternamente adolescentes. L@s herman@s deben formarse y proyectarse. La meta del pastoreo es conducir o acompañar a los participantes de los grupos de oración a llegar a la vida adulta y madura de manera integral: en la espiritualidad, en lo afectivo, en lo apostólico, en lo familiar, en lo económico, etc. Para desarrollar planes de pastoreo carismático es necesario seguir adelante con el conocimiento y profundización del proceso de crecimiento grupal.

PROCESO DE CRECIMIENTO DE LOS GRUPOS Y COMUNIDADES DE LA RCC

INICIACIÓN

1. Acogida en el G.O.

2. Organizar el directorio

3. Delegar algunas acciones

CRECIMIENTO

1. Organización de la koinonía de pre –servidores

2. Delegar funciones puntuales

3. Organizar el directorio

FORMACIÓN MINISTERIAL

1. Delegar funciones específicas

2. Acompañar a los servidores enfermos

3. Realizar la corrección fraterna

PROYECCIÓN

1. Delegar funciones apostólicas

2. Acompañar a los dirigentes enfermos

3. Relevar a los dirigentes cansados

PLAN DE

PASTOREO

1.

2.

3.

4.

Dentro del servicio de pastoreo, se observan personas que terminan su tiempo de trabajo o lo suspenden para dedicarse a ser misionero de tiempo completo. Eso es muy bueno, pero la persona debe tener claro que es un llamado que realiza Jesucristo y que requiere unas disposiciones. Necesitamos pastores de tiempo completo, pero con el llamado al ministerio, para que este en el lugar adecuado. Debe tener en cuenta cuatro pautas de reflexión:

¿Ha sido llamado por Jesucristo? Obediente

¿Tiene una sanación emocional? Sano

¿Tiene pureza de corazón? Limpio de corazón

¿Está sometido a Dios y a los hombres? Ético

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4. RIESGOS QUE ENFRENTA LA RCC El camino a la madurez se hace lento en ocasiones, en otras es acelerado, pero también existen momentos en que parece que ese caminar se detiene y nos preguntamos ¿qué hacemos ahora? La mejor pregunta para el discernimiento es ¿de dónde venimos, para dónde vamos, qué vamos a hacer? Como nos enseño el Papa Juan Pablo II: “debemos reflexionar, hacer memoria de las vicisitudes del pasado, para descubrir las grandes luces del presente” Vamos a reflexionar en torno a tres problemas grandes que enfrentamos y seguiremos enfrentando en la RCC, hasta que asumamos los elementos propios de nuestra identidad, vocación y misión. Los tres problemas son: dificultades y distorsión en torno a la identidad carismática, divisiones al interior de los dirigentes del movimiento o corriente espiritual y, todo lo anterior mal asumido, nos llevará a asumir cargas de estructuras muy pesadas.

4.1. PERDIDA DE IDENTIDAD POR DISTINTOS MOTIVOS

En muchos de los discursos y enseñanzas dados por el Papa Juan Pablo II, nos hablaba de los riesgos que puede vivir la RCC porque “la acción del Espíritu Santo se desarrolla en vasos de barro (2 Cor 4, 7)” 83. Así que se pueden ver algunas sombras que nos pueden entristecer. Señalamos algunos ejemplos de pérdida de identidad que podemos enfrentar:

Una excesiva importancia dada a la experiencia emocional de lo divino. En muchas ocasiones nos quedamos más en lo emocional y poco desarrollamos la capacidad de “dar razón de la esperanza a todo el que la pida” (1 Pe 3,15).

La búsqueda desmedida de lo espectacular y de lo extraordinario, donde se privilegian los carismas vistosos y se deja de lado los carismas sencillos, aquellos que utiliza el Espíritu Santo para construir y estrechar los servicios comunitarios.

El ceder a interpretaciones apresuradas y a veces desviadas de la Escritura, porque se proclama un texto bíblico pero se habla de otros asuntos. De alguna manera, las personas organizan sus conclusiones y después buscan en la Palabra de Dios, textos bíblicos que les confirmen sus opiniones.

Un replegarse que rehúye el compromiso apostólico, porque algunas personas tienen puestos de responsabilidad por el honor que reciben, pero no asumen sus responsabilidades. Así que tenemos líderes que no son servidores y aquellos que son buenos servidores no quieren asumir puestos de liderazgo.

El independismo de la jerarquía eclesial y la autosuficiencia ante los pastores, perdiendo la identidad católica. Puesto que algunos miembros de la RCC han tenido ciertos conflictos

83

Madre Adela Galindo, SCTJM. Identidad de la Renovación Carismática en la vida de la Iglesia. Tomado de: http://www.corazones.org/default.htg/quienes_sctjm/mother_adela/identidad_renovacion_carismatica.htm

PERDIDA DE

IDENTIDAD

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con uno u otro jerarca, enseña un aislamiento y un desconocimiento de la experiencia de unidad católica. El servicio que se pide a los sacerdotes es “solamente” que celebren la Eucaristía, porque “¿para qué más sirven?”

Algunos pueden perder la identidad carismática, cuando menosprecian lo institucional de la Iglesia para dar más supremacía a los carismas y a las grandes manifestaciones del Espíritu Santo.

Perder la fuerza de la unidad de la Iglesia en torno al Papá y a los obispos, que son sucesores de los apóstoles.

En el documento sobre los movimientos eclesiales, escrito en 1998 por el C. Ratzinger: Describe con exactitud las dificultades del comienzo: “Aquellos movimientos, efectivamente, padecieron -por así decirlo- enfermedades de la primera edad. Se les había concedido acoger la fuerza del Espíritu, el cual, sin embargo, actúa a través de hombres y no los libra por encanto de sus debilidades: + propensión al exclusivismo, a no verse como parte del conjunto, de dónde provino la dificultad para integrarse en las iglesias locales. + tenían la convicción de que la iglesia local debería elevarse, por así decir, a su modelo y nivel, y no viceversa. De aquí surgieron fricciones y fueron responsables ambas partes. + Se hizo necesario reflexionar sobre cómo las dos realidades -la nueva floración eclesial originada por situaciones nuevas y las estructuras preexistentes de la vida eclesial, es decir, la parroquia y la diócesis- podían relacionarse de forma adecuada. Pues existe una permanente forma fundamental de la vida eclesial en la que se expresa la continuidad de los ordenamientos históricos de la Iglesia. Y se tienen siempre nuevas irrupciones del Espíritu Santo, que vuelven siempre viva y nueva la estructura de la Iglesia. Pero casi nunca esta renovación se encuentra del todo inmune de sufrimientos y fricciones. Por lo tanto, no se nos puede eximir de la obligación de dilucidar cómo se deba encajar con continuidad lo establecido y lo nuevo que surge.

Recordemos al Papa Pablo VI quien veía la necesidad de que se prolongara en este momento histórico el prodigio de Pentecostés dijo: “Entonces esta renovación espiritual ¿cómo no va a ser un don para la Iglesia y para el mundo? Y en este caso, ¿cómo no adoptar todos los medios para que siga siéndolo? Esta renovación espiritual debe partir de una sólida base de comunión eclesial, o sea, comunión de espíritus y de propósitos con la Iglesia y de una fidelidad absoluta a la doctrina de la fe”. Asumamos la invitación del Papa Juan Pablo II, del 5 de Junio, 1998, cuando nos dijo: “¡Cuánta necesidad existe hoy de personalidades cristianas maduras, conscientes de su identidad bautismal, de su vocación y misión en la Iglesia y en el mundo! ¡Cuánta necesidad de comunidades cristianas vivas! Y aquí entran los movimientos y las nuevas comunidades eclesiales: son la respuesta, suscitada por el Espíritu Santo, a este dramático desafío del fin del milenio”. La invitación es a asumir la nueva etapa de “la madurez eclesial”. “La Iglesia espera de vosotros frutos "maduros" de comunión y de compromiso”. Mons. Stanislaw Rylko (presidente del consejo pontificio para los laicos), nos explica qué es la madurez eclesial y cómo se manifiesta en estos tiempos:

CONFLICTOS DE IDENTIDAD

CARISMÁTICA CAMINO A LA MADUREZ ECLESIAL

Y APOSTÓLICA

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una clara conciencia de la vocación en la Iglesia en cuanto a movimiento eclesial: tener claridad de la identidad y de la misión.

quiere decir también amor por la Iglesia, por el Papa, por los obispos. Sentir con la Iglesia.

quiere decir fidelidad al magisterio de la Iglesia.

pasión misionera y evangelizadora. Urgencia la necesidad de un anuncio fuerte pero para ello, una sólida y profunda formación cristiana

fidelidad a sus propios carismas, que los vivan a fondo y no superficialmente y tengan valentía y autenticidad para comunicarlo a los demás.

un profundo sentido de comunión eclesial, también en referencia a los otros movimientos y comunidades. San Bernardo de Claraval sobre este tema: “yo los admiro a todos, pertenezco a uno de ellos por la observancia, pero a todos en la caridad. Tenemos necesidad todos los unos de los otros, el bien espiritual que yo no tengo ni poseo lo recibo de los otros”. Este es un componente esencial de la madurez eclesial, aprecio todos los dones y movimientos, porque en cada uno veo el mismo principio activo y este principio activo es el Espíritu Santo.

Ser escuelas de comunión: Juan Pablo II alentó a la RCC a ser “signo viviente de esperanza, faro de la Buena Noticia de Cristo para los hombres y las mujeres de nuestro tiempo”. Lo que significa, y añade, ser “auténticos testigos” en “cordial unión con los sucesores de los apóstoles”, los obispos, y de esa verdad que tanto necesita hoy el mundo. Las comunidades carismáticas, concluye el Papa, tienen también el gran desafío que el nuevo milenio plantea a la Iglesia: ser “la casa y la escuela de la comunión”.

4.2. DIVISIONES

Es curioso que los elementos y factores que están para causar unidad, dividen en diversos grupos a las personas religiosas. No ellos en sí mismos sino las distintas interpretaciones que les damos. Algunos ejemplos son: el Espíritu Santo, la Virgen María, la Eucaristía, el Papa y el servicio. El camino de estructuración de la RCC y de madurez eclesial nos puede llevar a divisiones difíciles de reconciliar. Las distintas maneras como se asume el liderazgo, la búsqueda de puestos de servicio para ostentar poder y el ansia de sostener las obras de evangelización, son algunos de los factores que nos conducen a dividirnos, atacarnos y a desertar de la Iglesia Católica, para seguir otros rumbos. Algunos hermanos y hermanas pueden dejarse llevar por la ambición al dinero, al poder, al placer y al prestigio que traen las acciones evangelizadoras a las masas. Además esas tentaciones son alimentadas desde los medios de comunicación social. Pues el líder-servidor aparece en la TV o en la internet, publica libros y revistas, convirtiéndose en el predicador de moda. Las situaciones se pueden complicar cuando se cuenta con un padrinazgo mal patrocinado de algún jerarca de la Iglesia o de algún político conocido. Ese padrinazgo, que no se utiliza para evangelizar en todos los sectores de la sociedad, se enfoca hacia el manejo del prestigio y de imagen pública, el ataque a “supuestos” adversarios, la manera de atraer admiración de todos los públicos y la forma de ascender en puestos públicos o eclesiales. Por último, las luchas entre los carismas personales o comunitarios y la institución eclesial. Se pueden observar contiendas entre lo carismático y lo institucional de la Iglesia, produciendo partidismos, sectarismos y oposiciones entre tales y cuales personas o instituciones.

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En toda esa autopista de divisiones, Se utilizan las armas más bajas, comenzando con las murmuraciones y chismes en torno al servicio o la vida privada del líder, siguiendo por denigrar la dignidad y la imagen con acusaciones falsas o ciertas, conduciendo al resentimiento amalgamado con enojo, indignación, tristeza y llanto, para caminar por los senderos de la soledad, los silencios ofensivos y la utilización de ironías, sátiras y frases sueltas. El resultado final es la división del grupo de oración o comunidad, acompañado de deserción y de palabras cargadas de veneno que se van regando por todas partes. Una manera de atajar las divisiones y las “ruedas sueltas” consiste en aumentar las estructuras del gobierno – servicio que prestamos. Pero esa actividad genera tensión, presión, “cargas pesadas”, vuelta a lo peor del pasado y por tanto, dificultades para avanzar. Orta manera de manejar las divisiones es el camino de la reconciliación como nos enseña la Biblia, especialmente San Pablo. El perdón es necesario, pero la reconciliación va más allá de las estructuras, de las heridas y de la ley, para buscar a la persona, para valorar los dones que han sido entregados y para desarrollar lo mejor de cada ser humano. Este camino de reconciliación requiere vivir el “fruto del Espíritu” (Gal 5,22-23), con resultados mejores, durables y sanadores.

4.3. EL PELIGRO DE LAS ESTRUCTURAS84 Las estructuras, cuando no son las establecidas por Dios en sus proyectos, se vuelven contra nosotros. Por estructuras entendemos los criterios limitados, los falsos discernimientos que el hombre, por más religioso que sea, arma en su intimidad, de tal manera que fácilmente se fanatiza con ellos y se ciega para abrirse a la verdad revelada.

4.3.1. LA IGLESIA TIENE UNA ESTRUCTURA DIVINA El cristianismo tiene una estructura divina que supera infinitamente cualquier estructura humana. Confiar en las que vamos formando al margen de la verdad revelada, se muestra de pronto inservible para permanecer en la divina. Es lo que pasó con los judíos del tiempo de Jesús. Estructuraron la Revelación y las Escrituras. En lugar de poner a Dios por encima de todo, rompieron el orden de prioridades establecido por Dios. No todos ellos actuaron siempre según los pensamientos y proyectos de Dios. Por el contrario, intervinieron con un enjambre de estructuras y criterios humanos rígidos que terminaron por obnubilar la verdad revelada y así, no la entendieron. Jesús les dice a ellos: “Ustedes investigan las Escrituras pensando hallar en ellas la vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí, pero ustedes no quieren venir a mí para tener vida” (Jn 5, 39-40). Ellos se habían trazado una estructura mental: Basta leer las Escrituras e interpretarlas según nuestros buenos oficios. Pero cuando se obra así es tan sólo para acomodar la Palabra divina a los propios criterios humanos y anularla o limitarla. El proyecto del Padre es ir primero a las personas divinas y tener con ellas un encuentro personal. Dejarse interpelar por su Palabra. Dejarse guiar por él. Obedecer sus mandatos y no crear imprudentemente mandatos humanos. Ello es más importante que la sola Escritura interpretada por cualquiera, sobre todo si no tiene autoridad divina para ello.

84

por Eduardo Basombrío, junio de 2007. Tomado de http://www.editorialkyrios.com.ar/kyrios_default.htm

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El mismo Dios nos ha revelado los criterios divinos de la verdad revelada y su discernimiento. De este modo, Él mismo nos asegura la correcta interpretación de su Revelación.

4.3.2. EL RIESGO DE CERRARSE EN LAS PROPIAS ESTRUCTURAS MENTALES (CRITERIOS PROPIOS)

Los judíos estaban tan cerrados en ellas que no hubo lugar siquiera para reconocer al Mesías prometido y anunciado en el Antiguo Testamento. Ellos conocían muy bien las Escrituras. Sin embargo, éstas fueron absorbidas por el propio criterio, siguiendo una estructura determinada sobre la Revelación, al modo humano, que imposibilitó el reconocimiento del Mesías en muchos judíos. Todavía lo pueden hacer. La Escritura para ellos es la misma.

4.3.3. LA ESTRUCTURA DIVINA Ésta pertenece a la ciencia y a la sabiduría divinas, muy por encima de toda ciencia y sabiduría humanas. Por eso es necesaria la fe. Ésta no estriba en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios (1 Co 2, 5). La estructura de Dios sigue siempre la lógica divina. Por eso es muy fácil que desoriente al ser humano aun siendo religioso, cuando éste se halla aferrado a sus propios criterios. Por eso es necesario renunciar a uno mismo para penetrar en la verdad revelada, sin poner obstáculos humanos. Jesucristo condena drásticamente aquella actitud equivocada de todo religioso ni bien pretende cambiar y hasta reformar los proyectos de Dios. ¿Acaso podemos reformar lo que Dios ha realizado? Jesús le dice a Pedro: ¡Apártate de mí Satanás! Escándalo eres para mí, porque tienes pensamientos que son de los hombres y no los de Dios; (Mt 16, 23). Pedro, en esta ocasión, quería impedirle a Jesús subir a Jerusalén, porque corría el riesgo que lo mataran. Sus estructuras humanas lo traicionaron.

4.3.4. LA SUTILEZA DEL ENEMIGO Lo sabemos desde la primera caída del hombre ¡Con qué sutileza demoníaca aparecen los criterios propios para suplantar los divinos! Pedro se había hecho una estructura mental fija: Jesús no debía morir. ¡Si él era Dios! Por lo tanto, no debía ir a Jerusalén. Como todo lo estructurado por nosotros nos condiciona para obrar según la estructura preestablecida. No se le ocurrió pensar que estaba impidiendo los designios de Dios. Pedro pensó que con el sentimiento que tenía por Jesús jamás podría negarlo. Pero lo negó tres veces. Juan y Santiago pensaron que tenían un discernimiento extraordinario. Compartían la falsa estructura que con ese discernimiento podían arrojar fuego sobre los samaritanos que no recibieron bien a Jesús. Jesús reprendió a ambos (Lc 9, 55). Con el mismo falso discernimiento Juan pensó que debía impedir a un hombre que expulsara demonios en el nombre de Jesús, porque no venía con ellos y Jesús lo reprendió (Lc 9, 49-50).

4.3.5. LO QUE NOS DICE LA IGLESIA Benedicto XVI, cuando era Prefecto para la doctrina de la fe, decía que “la Iglesia deberá permanecer siempre abierta a los imprevistos e improgramables llamados del Señor” (CMME, Discurso de inauguración). Por eso, “allí donde irrumpe el Espíritu Santo, colapsan los proyectos de los hombres” (Id.). La de Dios es una estructura dinámica e imprevisible para nosotros. Con frecuencia el Espíritu Santo que debe guiarnos en todo, como lo hizo con Cristo, nos echa abajo la estantería que hemos armado, a veces, por largos años y con tanto cuidado. No

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entendemos la acción del Espíritu, porque no lo conocemos suficientemente. Para seguir las estructuras divinas debemos estar dispuestos siempre a estos imprevisibles cambios que nos trae la eterna novedad. Así han hecho todos los santos. Ellos son “como el viento”. Somos escándalo para Cristo, cada vez que nos lanzamos a tomar su Revelación para acomodarla a nuestras estructuras mentales. Por esto mismo nos decía el ex Cardenal con toda exactitud: “La Iglesia es enteramente ella misma sólo a partir del momento en que se trascienden los criterios y las modalidades de las instituciones humanas” (Id.). La crítica mundana, que a veces también se infiltra en la misma Iglesia, no ha comprendido que “la Iglesia es una criatura del Espíritu Santo” (Id).

4.3.6. “VIVIMOS UN MOMENTO PRIVILEGIADO DEL ESPÍRITU SANTO” Así hablaba Pablo VI (EN, 75). El entonces Cardenal Ratzinger no olvidó esta realidad eclesial y comentó en el mismo Discurso citado: “He aquí, de pronto, algo que nadie había planeado. He aquí que el Espíritu Santo, por así decirlo, había pedido de nuevo la palabra. Y en hombres jóvenes y mujeres jóvenes (y no tan jóvenes. Nota del autor) renacía la fe, sin peros, sin engaños, sin escapatorias, vivida en su integridad, como don, como regalo precioso que ayuda a vivir. No faltaron ciertamente aquellos que se sintieron molestos en sus debates individuales, en sus modelos de una Iglesia completamente diversa, construida en torno a la mesa, según la propia imagen”. O sea, sobre la base de estructuras propias. Esta última actitud de no pocos miembros de la Iglesia refleja al vivo el encierro en la propia idea que se han formado de la Iglesia. ¿Cómo conocer entonces la vida en el Espíritu que deshace tales estructuras? De aquí surgen las prohibiciones indebidas, las condenas fáciles, los juicios temerarios y los escándalos injustificados. Así se sofoca al Espíritu que guía “a la Iglesia y a las almas a través de sus gracias y celestiales carismas” (León XIII. Dim, 2). Como escribas y fariseos que no aceptaron al Mesías, éstos se hacen reticentes a aceptar la acción eclesial del Paráclito. No quieren o no saben dejarse guiar por él, “como el viento”, con la libertad de los hijos de Dios. Ignoran u omiten que esto mismo lo hacen los carismas y que éstos forman parte esencial de la constitución divina de la Iglesia (Juan Pablo II. CMME. Mensaje, 5. Discurso, 4). Así se evangeliza tantas veces sin tener en cuenta el Bautismo en Espíritu Santo y fuego que nos hace testigos de Cristo (Hch 1, 8). Éstos se hallan lejos del Magisterio de la Iglesia, a pesar de su protesta de fidelidad al mismo, devorados por las estructuras personales. Han olvidado que el Espíritu Santo es Alma de la Iglesia; que obedecer al Magisterio es obedecer a Cristo (Lc 10, 16) y signo de ser guiados por el Espíritu Santo (1 P 1, 2; 1 Jn 4, 6).

4.3.7. LA ADVERTENCIA DEL CARDENAL RATZINGER “Es necesario que se diga alto y fuerte a las Iglesias locales (parroquias), incluso a los obispos (diócesis), que no deben consentir a pretensiones de uniformidad absoluta en las organizaciones y programaciones personales. No se pueden elevar sus propios proyectos como modelos fijos de lo que está consentido actuar al Espíritu Santo. Frente a meros proyectos puede suceder que las Iglesias se conviertan en impenetrables al Espíritu Santo. No es lícito que todo deba encasillarse en una organización unitaria. ¡Mejor es menos organización y más Espíritu!” (CMME, Discurso de

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inauguración). Podríamos preguntarnos por qué. Porque el Espíritu Santo es la mejor organización. La mejor estructura. ¡La de él!

4.3.8. EL PANORAMA RELIGIOSO PRESENTE ¿Qué es esto que se quiere encerrar entre cuatro paredes? ¿Una Iglesia “Tradicional” o más bien una Iglesia languideciente? Si realmente fuera tradicional “debería permanecer en lo que hemos escuchado desde un Principio” (1 Jn 2, 24), ¡sin omitir nada! ¡Cuántas cosas importantes se han omitido en la praxis pastoral con la excusa de una “Tradición” que no lo es! Deberíamos reconocerlo por sus escasos frutos, por su retroceso e ineficacia. Éstos no recuerdan todo lo que nos ha dicho Jesús. Omiten la acción del Espíritu, sus carismas; desobedecen a la autoridad legítima de la Iglesia en su Magisterio y a los papas (reciente cisma de Mons. Lefebvre). ¡Signo de andar sin el Paráclito (cf. 1 P 1, 2)! ¿Qué es entonces, esta “otra” Iglesia? ¿Acaso la Iglesia “progresista”? ¡De ninguna manera! Es la Iglesia tradicional por excelencia, que permite el progreso dogmático con todo fundamento y la mejor adaptación de los cambios contemporáneos a la Revelación. Ella como criatura del Espíritu es inmutable. Es el fundamento de su ser tradicional. Las verdades de Dios no cambian: “Mi Palabra jamás pasará”. Desde el bautismo sacramental es también renovable. Renovarse es hacer siempre actual lo eterno. Por eso también es progresista. Se mueve y progresa con los mismos principios eternos de vida eterna. Es lo que hacen los Papas, los Concilios; es lo que hacen los profetas; es lo que hacen los santos de siempre.

4.3.9. CONCLUSIÓN Quedar atrapados en la propias estructuras que concebimos nosotros y no Dios, es crearnos una Iglesia “desde nosotros mismos”, como decía el ex Cardenal Ratzinger; es provocar el escándalo de Cristo por tener pensamientos que son de los hombres y no los de Dios (Mt 16, 23). Por eso este Cardenal decía: “Que la Iglesia no sea una institución nuestra, sino la irrupción de algo distinto. Dado que su naturaleza es de derecho divino, se sigue que nosotros no podemos creárnosla desde nosotros mismos” (Obra citada). ¡Nadie lo puede hacer!

5. CONCLUSIONES Al concluir el curso de PROYECCIONES DE LA RCC, veo que el fuego del Espíritu Santo sigue ardiendo al interior de la Iglesia y se proyecta a iluminar al mundo. En medio de los múltiples conflictos que la RCC ha enfrentado y aún previendo los retos que se acecinan, siempre ha salido victoriosa y seguirá alcanzando conquistas, que ninguna persona se puede atribuir, sino que son guiadas por la acción del Espíritu de Jesucristo Resucitado. Uno de los deseos el Señor Jesucristo se expresan con las siguientes palabras: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra y ¡como desearía que ya estuviera ardiendo!” (Lc 12, 19). Pues la RCC tiene como misión extender el fuego del Espíritu, entregarlo a las personas de todos los ambientes donde se encuentra y llegar a iluminar el mundo con el amor, la justicia y la paz.

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Podemos ver en la siguiente grafica lo que hemos estado trabajando en algunos cursos del área de Conocimiento de la RCC, especialmente mirando las proyecciones con sus peligros y sus alcances.

Estamos viviendo la menor época de la historia, donde los retos son tan impresionantes que se necesitan servidores – líderes que estén dispuestos a dar sus mejores esfuerzos, sus conocimientos, su tiempo y sus recursos materiales para hacer que la RCC sea el faro que ilumina a tantos hombres y mujeres perdidos en el mar de la soledad, el desespero, la miseria y las distintas formas de violencia. Los carismáticos tenemos todos los recursos (tanto espirituales, como intelectuales y económicos) para realizar acciones que brinden soluciones radicales al problema del mal en el mundo que desfigura a los hijos de Dios. Tu y yo tenemos mucho que realizar y con la fuerza del Espíritu Santo, “somos más que victoriosos”.

RCC

HISTORIA Y TEOLOGÍA DE LA

RCC

PREOCUPACIONES DE LA RCC

+ IDENTIDAD

+ INSERCIÓN

+ COMPROMISO SOCIAL

RIESGOS O PELIGROS:

+ PERDIDA DE IDENTIDAD

+ DIVISIONES

+ SOBRE ESTRUCTURACIÓN

NUEVOS CAMINOS (RETOS)

+ CULTURA DE PENTECOSTÉS

+ ORGANIZACIÓN COMO MOVIMIENTO

+ ORGANIZACIÓN MINITERIAL

+ FORMACIÓN

+ PASTOREO