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L AS MUCHAS relaciones y concomitancias exis- tentes entre el espacio físico, la sociedad humana y las actividades que llevan a cabo los seres humanos en la lucha contra la escasez —que es cómo se define la eco- nomía—, son muy obvias. Por esta razón, la Geografía, por medio de su subdisciplina que es la Geografía Económica, relaciona estos tres elementos a la hora de aplicarse a uno de sus objetos concretos de es- tudio, que es el análisis espa- cial de la producción, de la distribución y del consumo de bienes económicos, es decir de las actividades que propor- cionan aquellos objetos que satisfacen necesidades hu- manas. Desde el punto de visto metodológico, la Geo- grafía, por sí sola, no puede llevar a cabo este estudio de forma cabal sin recurrir a otras disciplinas afines, sobre todo EMPRESA, ESPACIO Y MEDIO AMBIENTE ALBAN D’ENTREMONT* La Geografía ha ido evolucionando en cuanto a enfoque y metodología en las últimas décadas, hasta incorporar muchas de las aportaciones de otras dis- ciplinas afines, como parte de la llamada Ciencia Regional. Sin renunciar a una interpretación preferentemente analítica del espacio físico, va prestando cada vez más atención a los aspectos propiamente humanos, incluida la diná- mica de los fenómenos económicos y sociales localizados en territorios concretos. Su acervo de temas de estudio se ha ensanchado para incluir, entre otros, el medio ambiente, el desarrollo sostenible, la ciudad como entidad articuladora de la sociedad, la empresa, la innovación y la tecnología, los recursos humanos y la percepción del espacio. Al arrimarse a esta temática, se erige como una ciencia eminentemente humanística. Palabras clave: geografía, economía, espacio, medio ambiente, desarrollo. * Alban d’Entremont es Profesor Agregado de Geografía Económica en la Universidad de Na- varra. For Evaluation Only. Copyright (c) by Foxit Software Company, 2004 Edited by Foxit PDF Editor

Edited by Foxit PDF Editor For Evaluation Only. …dadun.unav.edu/bitstream/10171/35824/1/Alban.pdf · de bienes y recursos, y la ad-ministración de esos bienes y recursos escasos

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LAS MUCHAS relacionesy concomitancias exis-tentes entre el espacio

físico, la sociedad humana ylas actividades que llevan acabo los seres humanos en lalucha contra la escasez —quees cómo se define la eco-nomía—, son muy obvias. Poresta razón, la Geografía, pormedio de su subdisciplina quees la Geografía Económica,relaciona estos tres elementosa la hora de aplicarse a uno de

sus objetos concretos de es-tudio, que es el análisis espa-cial de la producción, de ladistribución y del consumo debienes económicos, es decir delas actividades que propor-cionan aquellos objetos quesatisfacen necesidades hu-manas. Desde el punto devisto metodológico, la Geo-grafía, por sí sola, no puedellevar a cabo este estudio deforma cabal sin recurrir a otrasdisciplinas afines, sobre todo

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La Geografía ha ido evolucionando en cuanto a enfoque y metodología enlas últimas décadas, hasta incorporar muchas de las aportaciones de otras dis-ciplinas afines, como parte de la llamada Ciencia Regional. Sin renunciar auna interpretación preferentemente analítica del espacio físico, va prestandocada vez más atención a los aspectos propiamente humanos, incluida la diná-mica de los fenómenos económicos y sociales localizados en territorios concretos.Su acervo de temas de estudio se ha ensanchado para incluir, entre otros, elmedio ambiente, el desarrollo sostenible, la ciudad como entidad articuladorade la sociedad, la empresa, la innovación y la tecnología, los recursos humanosy la percepción del espacio. Al arrimarse a esta temática, se erige como unaciencia eminentemente humanística.

Palabras clave: geografía, economía, espacio, medio ambiente, desarrollo.

* Alban d’Entremont es Profesor Agregado de Geografía Económica en la Universidad de Na-varra.

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las del ámbito de las CienciasSociales, en torno a las cualesopera a modo de ciencia en-crucijada dentro del marco dela llamada Ciencia Regional,que es un nuevo enfoque—más integrado— a la horade estudiar las realidades denuestro mundo. Al aplicar estenuevo enfoque, la GeografíaEconómica cambia de pers-pectiva, pero no abandona lastradiciones y los modos típicosque la caracterizan plenamentecomo Geografía.

Por otra parte, no hay queolvidar que la Economía,como ciencia, también se de-fine convencionalmente comola disciplina que estudia el lla-mado ajuste social a la escasezde bienes y recursos, y la ad-ministración de esos bienes yrecursos escasos por parte delos agentes y sujetos econó-micos. De ahí que la GeografíaEconómica, como comple-mento natural de la Economía,pueda definirse como aquellasubdisciplina de la Geografíaque estudia los aspectos espa-ciales relacionados con dichoajuste social. Como tal com-plemento —aunque tiene alespacio natural como su basede partida e incorpora mu-chas de las aportaciones de laGeografía General—, la

Geografía Económica sevuelca con predilección hacialos aspectos humanos que in-ciden sobre el mundo tangible,y por esta razón halla su lugaridóneo, como disciplina cientí-fica, dentro del ámbito de lasCiencias Sociales, y concreta-mente dentro del área de laGeografía Humana.

GEOGRAFÍA Y ECONOMÍA

HACIA MEDIADOS deeste siglo —comoapunta W. Coffey (en

Bailly, Ferras y Pumain[Dirs.], 1992)—, los aconteci-mientos en el orden social, po-lítico y económico, y sobretodo la toma de conciencia dela importancia de la considera-ción de la problemática del es-pacio respecto de los grandestemas del momento —el sub-desarrollo, el medio ambienteo las disparidades de todo tipoentre regiones y naciones—,por una parte, hicieron que elmedio físico y su uso por partede los humanos cobrara uninusitado auge de interéscomo objeto de análisis cientí-fico. Por otra parte, el adveni-miento —también a mediadosde este siglo— de la CienciaRegional, proporcionó unnuevo marco científico y sobre

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todo institucional digno, quehizo que la Geografía pudierarelacionarse con las demás dis-ciplinas que estudian el con-junto de factores interrelacio-nados que se dan en el mundoen la triple dimensión espacio-economía-sociedad, y que pu-diera hacer aportaciones va-liosas como consecuencia.

Los elementos de esta tripledimensión están íntimamenterelacionados porque los signi-ficados de espacio y lugar de-penden de las interconexionesentre las actividades humanaslocalizadas en el espacio, y lasrelaciones de los humanos conel medio natural se producenen el contexto del espacio y delos lugares concretos. En estalínea, no es infrecuente señalarcuatro grandes ámbitos generalesde estudio y análisis que inte-resan a la subdisciplina de laGeografía Económica encuanto a la investigación y alas aplicaciones prácticas.Estos cuatro grandes ámbitosgenerales de estudio y análisis(siguiendo a Pattison, 1964;Unwin, 1995; y Cole, 1996),propios de la contribución es-pecífica que puede aportar laGeografía Económica, son:

• el ámbito del espacio fí-sico, es decir del mundo na-tural;

• el ámbito de la sociedad ysu repercusión sobre el medioambiente;

• el ámbito de los diversosaspectos de la localización es-pacial;

• el ámbito de los estudiosconcretos de lugares reales enel mundo.

Esta relación sistemática re-sume bien la larga lista detemas básicos que la GeografíaEconómica trata con ciertapredilección. Con arreglo aesto, se capta inmediatamentela idea de que la gama de áreastemáticas concretos que abarcaes muy amplia, como era deesperar en vista de los múlti-ples aspectos espaciales rela-cionados con la vida social yeconómica en el mundo.

La estructuración actual delespacio económico mundial yde las realidades económicas ysociales más básicas de nuestromundo no se entienden deforma adecuada si no se co-nocen, previamente, porejemplo, las grandes realidadesdemográficas pasadas y pre-sentes que caracterizan anuestro mundo. Los muchos

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desequilibrios y las muchas di-ferencias regionales que estána la base de la división delmundo entre centro y peri-feria, tienen como punto departida, en gran medida, unoshechos demográficos muy di-ferenciados, tanto desde elpunto de vista del desigual re-parto de la población mismaen el espacio físico, como denotables diferencias en cuantoa los elementos demográficosbásicos, como son la natalidad,la mortalidad y los movi-mientos migratorios. Cadauno de estos elementos se en-marca dentro de coordenadasmuy concretas, que la Demo-grafía estudia desde la pers-pectiva de la estadística, y quela Geografía sitúa en espaciosmundiales identificados.

Forma parte asimismo delárea de análisis de la GeografíaEconómica —pero también dela Geografía Rural y de laGeografía Industrial—, la yatradicional clasificación siste-mática de las actividades econó-micas basada en la combina-ción diferenciada de factoresde producción y la naturalezadiversa de las acciones llevadasa cabo para la producción debienes igualmente diversos. Seinteresa por el sector primario,que abarca las actividades que

giran fundamentalmente entorno al factor de produccióntierra, es decir a la extracción ya la producción de recursos.También es objeto de su aná-lisis el sector secundario, queabarca una extensa gama deactividades que se destinan a latransformación de los recursosnaturales para acomodarlos decara a la satisfacción de necesi-dades, y así se refiere sobretodo a la industria, que se basaesencialmente en el factor deproducción capital. En la ac-tualidad, la Geografía con-templa cómo la industriamuestra las dos caras de undeclive en algunos sectoresconvencionales, y de un granauge en otros sectores nove-dosos que se perfilan como losgrandes protagonistas del fu-turo, lo que proporciona unoscambios radicales en la confi-guración espacial de la eco-nomía.

De acuerdo con una diná-mica comprobada a lo largodel presente siglo, el desarrollode la industria desemboca enla gran expansión del sectorterciario, que abarca una gamacasi infinita de actividadesdesde las cuales se prestan ser-vicios a la economía y a la so-ciedad, basados en el factor deproducción trabajo. El proceso

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de industrialización y de mo-dernización terciaria de am-plios sectores del mundo hahallado su medio idóneo deexpansión y de intensificaciónen la ciudad, y ha sido instru-mental en la creación y conso-lidación de grandes espaciosurbanos dinámicos. Los dis-tintos procesos de urbaniza-ción que ha conocido elmundo en épocas recienteshan ido convirtiendo a mu-chos países del mundo en emi-nentemente urbanos, y a lasciudades en organismos esen-ciales para la articulación de laeconomía a gran escala, con-forme a las nuevas bases delparadigma postindustrial. Laciudad es el marco espacial yhumano desde el cual se des-pliegan las habilidades y losfactores propios del nuevo pa-radigma económico, y por estomismo no está al margen delobjeto de análisis de la Geo-grafía, en este caso no sólo dela Geografía Económica, sinopreferentemente de la Geo-grafía Urbana.

Desde otro ángulo, todas lasactividades económicas se arti-culan jurídicamente sobre labase de la empresa, que ha ex-perimentado cambios impor-tantes a lo largo de la historiaen cuanto a su configuración

legal, la naturaleza de las acti-vidades que desarrolla y su lo-calización en el espacio. Losciclos económicos indicancambios cualitativos en lamarcha de la sociedad hacia elprogreso, lo que ilustra el prin-cipio de innovación, que esaplicable a la revolución tec-nológica de nuestros días. Estarevolución propicia cambiosen la localización de las em-presas, ya que ahora se basa ennuevos factores acordes con lamutación en el paradigma eco-nómico que parece estar ope-rándose en el mundo. Estoscambios suponen el declive yla necesidad de reconversiónde la economía convencional yla reestructuración del espacioeconómico sobre bases nove-dosas. Esto da lugar a espacioseconómicos dinámicos que or-ganizan su producción sobre elfactor de producción trabajo,la gestión, las grandes em-presas y los hallazgos de la in-vestigación y desarrollo. La so-ciedad postindustrial pareceestar en trance de afianzarse, yde este modo se inaugura unnuevo modelo de espacio eco-nómico y social, que será luegoel modelo propio de la so-ciedad postmoderna, tambiénobjeto de estudio de la Geo-grafía.

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Por otro lado, el ámbito enel cual se dan las diferenciasmás dramáticas entre espacioseconómicos y sociales, es la es-fera que se refiere al desigualreparto de riqueza y de bienestaren un mundo que se caracte-riza por múltiples desequili-brios. Parte de este desigualreparto se debe a condicionesque arrancan del mismo mediofísico, que no distribuye susdones de manera equitativa.Pero la principal causa del dis-tinto grado de desarrollo entrelas naciones hunde sus raícesen un substrato más bien an-tropológico, relacionado con laética, la política y la manera enque se han ido erigiendo sis-temas económicos y sociales alo largo de la historia. El desa-rrollo tiene por lo tanto unadimensión esencialmente hu-mana, que afecta de maneradiferente a los distintos com-ponentes de la sociedad. Porotra parte, el despliegue de ac-tividades económicas en el es-pacio físico y humano, asícomo los intercambios entrelos países más ricos y los máspobres, no se acaban de en-tender bien si no se conoceasimismo la manera en que losseres humanos han creado yarticulado el espacio político,que es otro ámbito que tam-

bién interesa mucho a la Geo-grafía.

Finalmente, no hay que ol-vidar que muchas actividadeseconómicas siguen basándoseen la explotación masiva dematerias primas, que desde laGeografía y las Ciencias Natu-rales se conocen como los re-cursos orgánicos, minerales yenergéticos que nos brinda lanaturaleza, y que desde laperspectiva de la Economía seconocen como el factor deproducción tierra. Esta explo-tación masiva ha conllevadouna merma sustancial de lasreservas de recursos a lo largode los siglos y sobre todo enlas últimas décadas, y ha pro-ducido daños al medio am-biente. De todo esto entiendemucho la Geografía —en vistade su objeto primordial deanálisis, que es el espacio fí-sico—, y se interesa vivamentepor el posible agotamiento derecursos y por las agresiones almedio ambiente —nuevosprocesos adversos comocambio climático, calenta-miento global, deterioro de lacapa de ozono y efecto inver-nadero—, así como por losprogramas de regeneración deecosistemas, dentro del marcode la prevención, la conserva-ción y la biodiversidad. La

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Geografía participa asimismode la llamada nueva concienciaecológica que viene a sugerir uncambio cualitativo respecto delos modos de llevar a cabo laeconomía, con vistas a un de-sarrollo sostenible que asegurela pervivencia del planeta parael disfrute de las generacionesfuturas.

A modo de resumen, se veclaramente por todo lo dicho,que el objeto de estudio de laGeografía no se reduce en-tonces simplemente a la consi-deración de los recursos yotros elementos que brinda lanaturaleza, ni únicamente a laubicación de esos recursos yelementos en el espacio na-tural, sino que ante todo laGeografía se interesa por elmodo en que la escasez estransformada por los humanosen una riqueza que luego hayque administrar racionalmenteen el espacio. Del mismomodo, la Geografía Econó-mica, propiamente dicha, tam-poco se detiene simplementeen los aspectos puramenteeconómicos de nuestromundo, sino que echa manode otras disciplinas del ámbitode las Ciencias Sociales y Hu-manas a la hora de estudiar losmuy diversificados aspectos delas actividades humanas consi-

deradas en un sentido muyamplio, más allá del mero es-pacio físico, por lo que puedeconsiderarse como una cienciaeminentemente humanística.

LA DIMENSIÓN ESPACIAL

CON TODO, el hechomás evidente, que saltainmediatamente a la

vista, es que las actividades hu-manas se desarrollan en el es-pacio físico, y así se entiendenfácilmente las múltiples in-fluencias mutuas e íntimas queejercen, el uno sobre el otro, elámbito socioeconómico y elámbito estrictamente geográ-fico. Igualmente evidente re-sulta que el trinomio sociedad-economía-espacio constituyeuno de los pilares fundamen-tales de las áreas de interés yde análisis de las Ciencias So-ciales, y entre ellas, de la Geo-grafía. Por esta razón, la Geo-grafía como ciencia no operanunca de modo aislado, en unvacío teórico y práctico, sinoque participa en un inter-cambio continuo y enrique-cedor de ideas con otras disci-plinas, de las que frecuente-mente busca, aprehende yadopta hechos individuales,métodos de análisis, enfoquesconceptuales, planteamientos

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teóricos, modelos operativos yexplicaciones de causalidad.Como contraprestación, apartir de su objeto más especí-fico de análisis científico, quees el mundo tangible, y de sumodo particular de acercarse aese mundo, que es el análisisregional, la Geografía ayuda alas demás ciencias a organizarmejor el conocimiento quetienen de la realidad en rela-ción con muchos aspectos que,en ausencia de la aportación dela Geografía, quedarían in-completos, al faltarles uno desus elementos estructuralesesenciales, que es la dimensiónespacial.

Como afirmó en su día Dela Blache, lo que la Geografíapuede aportar al tesoro comúnde las ciencias con las que estáen relación, es su capacidad deno dividir lo que la naturalezaune (Plans et al., 1984). Conarreglo a esta idea, la Geografíaposee, entonces, la aptitud decomprender la correspondenciay la correlación de los fenó-menos en el espacio, y deaportar un elemento de ar-monía y de cohesión. De ahíque se entienda más fácilmenteque la Geografía sea una “dis-ciplina encrucijada”, ubicadaconceptual y metodológica-mente en las diferentes fron-

teras que se dan entre las dis-tintas ciencias y provista de unbagaje teórico y práctico que lepermite contribuir eficazmentea todas ellas (Clozier, 1967; Fi-gueira [Comp.], 1977).

Se puede considerar, en-tonces, que el estudio de laGeografía implica, muy a me-nudo, el entendimiento del es-pacio económico —y tambiénel entendimiento del espaciosocial y del mismo espaciogeográfico— en términos dedesigualdades y desequilibrios.Estas desigualdades y estosdesequilibrios parten del ám-bito del mundo natural, enprimer lugar, con el repartomuy dispar, en la superficie dela tierra, de ámbitos demográ-ficos, situaciones biogeográ-ficas, existencias de recursos yfuentes de riquezas. Este desi-gual reparto supone un pode-roso factor de condiciona-miento —aunque no de deter-minación absoluta— sobre losmodos de vida humana posi-bles en las distintas partes delglobo. De ahí que se pro-duzcan grandes desequilibriosde todo tipo también en elámbito del mundo humano ynotablemente en la esfera delas actividades económicas ysociales.

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Desde el punto de vista con-ceptual y metodológico, en losúltimos años la Geografía haabordado el tema de la disime-tría o asimetría espacial, tantoen su vertiente estática comoen su vertiente dinámica,dentro de distintas coorde-nadas teóricas paradógicas, amenudo opuestas o por lomenos no siempre compati-bles, como son por ejemplo losparámetros espaciales de di-vergencia y convergencia, de-sequilibrio y diferenciación,varianza e invarianza, integra-ción y desintegración, polari-zación y descentralización, porcitar sólo unos pocos ejemplosparadigmáticos que reflejan lacomplejidad espacial. Estemodo paradógico de abordarel tema del espacio —esta ma-nera de enfocar la complejidadespacial— ha venido, en añosrecientes, a redundar funda-mentalmente en la considera-ción, desde la Geografía, delespacio físico y humano entérminos de centro y periferia(Krugman, 1992; MartínezPeinado y Vidal Villa [Eds.],1995; Ferrer y Peláez, 1996;Cole, 1996; d’Entremont, 1997).

La noción de centro-peri-feria ha sido importante parala Geografía, pero ya lleva al-gunos años siendo cuestionada

(Ferrer y Peláez, 1996), por unlado porque no ha dado elfruto buscado de una explica-ción teórica del todo acabada ycabal de las razones íntimas delas desigualdades y de los de-sequilibrios, y por lo tanto esconsiderada por algunos comode utilidad práctica sólo mar-ginal, como un instrumento deexposición de una realidad quese constata que existe, peroque se entiende y se explicasólo con dificultad. Por otrolado, ha habido, sobre todo enlas dos últimas décadas, unacierta tendencia a apoyarse ex-cesivamente en esta noción,tanto en la Geografía como enla Economía, hasta el punto dehacer de las desigualdades delmundo actual un punto deapoyo para reivindicacionespolíticas o sociales, al margende la estricta ciencia. Esto noobedece a su fin primordial deservir como instrumento paraentender la intrincadas inte-rrelaciones espaciales de nues-tro mundo.

La consideración del es-pacio mundial como centro yperiferia (o como yuxtaposi-ción de dualidades) puede in-teresar, no obstante, desde laperspectiva de los significadosy de las implicaciones y reper-cusiones que se derivan de las

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desigualdades y de los dese-quilibrios del planeta, en unmundo fundamentalmente di-vidido entre aquellas regionesque han sabido (o que han po-dido) aprovecharse más plena-mente —hasta donde llega elingenio humano—, de losbienes de la naturaleza y de lasociedad, y aquellas otras re-giones que aún hoy presentangraves carencias y deficienciasrespecto de estos bienes y desu máximo aprovechamiento.

En las últimas décadas, porotra parte, hemos ido com-prendiendo mejor las múlti-ples implicaciones prácticasque supone el hecho del es-pacio en relación con los as-pectos globales y también coti-dianos de la vida en la tierra.La exploración, los viajes y lacartografía aportaron, en sudía, un rico acervo de datos detodo tipo acerca del mundo enque vivimos. Hoy en día, elfactor distancia ha ido per-diendo el peso específico delque gozaba —como barrera,obstáculo o falta de transpa-rencia—, anteriormente a lallamada revolución de lostransportes y de las comunica-ciones de la segunda mitad deeste siglo. Como consecuenciade todo esto, el análisis con-creto del espacio en el mundo

real ha ido desplazándose,hasta cierto punto, para darpaso a otros enfoques —enmayor profundidad y dentrode coordenadas más bien teó-ricas—, entre los cuales cobrauna gran importancia el es-tudio del espacio físico y hu-mano, ya no tanto en términosde cómo es, sino de cómo es per-cibido por los humanos.

El enfoque de la percepciónno queda circunscrito al aná-lisis meramente espacial o geo-gráfico, sino que ocupa unlugar destacado en la teoría yen la metodología de muchasotras ciencias sociales y empí-ricas, como por ejemplo laCiencia Política, las Cienciasde la Comunicación, la Socio-logía, la Psicología Social y laAntropología Cultural, entreotras. También en Economíano es infrecuente topar con laimportante cuestión de las lla-madas externalidades —fac-tores no estrictamente econó-micos y muy a menudo subje-tivos—, que no obstanteejercen una influencia muy realsobre los acontecimientos quese desenvuelven en el ámbitode la actuación económica.

Muchas veces, a la hora decomprender un espacio deter-minado, la realidad objetiva deese espacio carece más o menos

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de relevancia, mientras que loque de verdad importa es lamanera en que esa realidad ob-jetiva es vislumbrada, vista,aprehendida y —sobre todo—interpretada por parte de loshumanos. Porque de la percep-ción abstracta de la realidadque realizan los individuos—incluso cuando esa percep-ción no obedece a la verdadobjetiva—, se derivan múlti-ples consecuencias e implica-ciones que sí son muy con-cretas y muy verdaderas. LaGeografía también se ha aden-trado en el análisis de la per-cepción del espacio, y ha hechocontribuciones significativas eneste área, como por ejemplocon referencia a todo lo que sepone en relación con el temade los mapas mentales y de suinfluencia sobre la actuación delos individuos y de las colecti-vidades (Puyol, Estébanez yMéndez, 1988; André et al.,1989; Gould y Bailly [Eds.],1995; d’Entremont, 1995;1997). No obstante todo esto,tiene que guardarse la Geo-grafía de no mantener una ex-cesiva fijación acerca de los as-pectos perceptivos; de otromodo, corre el riesgo de perderde vista su verdadero objeto deestudio, que es el mundo real ytangible.

A pesar del supuesto déficitde la aportación específica dela Geografía en términos deuna contribución científicapropia en muchos aspectos,según opinión de algunos de-tractores, no sería justo decirque la Geografía no tiene suspropias teorías, su propia rea-lidad práctica o sus propiosmodos de enfocar y de enjui-ciar. Al contrario, como diceClaval (1980), lo específico dela Geografía Económica, con-cretamente, es que viene aidentificar, a describir y a in-tentar explicar, entre otrascosas, la multiplicidad de con-figuraciones que adopta el sis-tema económico en funcióndel reparto de dotaciones na-turales, y, dentro de la diná-mica de lo que se ha venido allamar la geometría del espacio, aacentuar la naturaleza de lasrelaciones sociales encami-nadas a sacar el mayor pro-vecho de ese particular repartode dotaciones.

La Geografía Económicaestudia, en otras palabras, elespacio económico y la organi-zación de ese espacio econó-mico. Por ello, se interesa porel modo en que el espaciomoldea, modifica o condicionalas actividades económicas, ytambién por los agentes y su-

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jetos económicos y sus múlti-ples influencias mutuas. Se in-teresa por la técnica y la tecno-logía, por las instituciones ypor todo aquello que reúne, enun mismo ámbito de investi-gación científica, elementosrelacionados con el espacio ycon la actividad económica. LaGeografía Económica consi-dera esos elementos tantodesde el punto de vista de losaspectos teóricos como de losaspectos prácticos involu-crados en este ámbito de in-vestigación científica.

En relación con todo esto,una manera muy corriente, enGeografía, de enfocar losgrandes parámetros de la eco-nomía y de abordar el tema delas relaciones mútuas queoperan en la superficie de latierra —entendida ésta comoun sistema de interrelacionesentre los seres humanos y elmedio natural, con su caráctervariable y su sujeción a nume-rosos condicionamientos—, esla de considerar dichos pará-metros y espacios en términosde problemática. El estudio delos múltiples problemas queentran en juego —tanto físicoscomo humanos—, que danorigen a regiones y a paisajesconcretos, a espacios econó-micos con sus flujos y sus in-

terdependencias, son una parteesencial del análisis sistemáticode grandes áreas temáticas porparte de la Geografía.

A la hora de identificar, dedescribir y de explicar fenó-menos del ámbito económico,la Geografía ha podido acer-carse grandemente a las demásciencias sociales, y sobre todo ala Economía, sólo en la se-gunda mitad de este siglo, unavez que se hubiesen visto supe-rados unos viejos e infundadosprejuicios en su contra porparte de otras disciplinas. Estasciencias no valoraban, en sucorrecta perspectiva, las impli-caciones del análisis espacial, ola seriedad científica del mé-todo geográfico, o la utilidadde la propia descripción de losespacios económicos. Cierta-mente, desde Adam Smith ypasando por Mill y Ricardohasta Keynes, Isard, Myrdal yHayek, la Economía modernaha ido reconociendo la impor-tancia del espacio físico, perocasi siempre lo ha colocado enun segundo plano, más comoun aspecto añadido que comoun elemento básico y esencialde la actividad económica.

La Geografía pretendeasumir los espacios econó-micos no sólo con vistas a una

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mera descripción ordenada yracional, sino con el fin de ex-plicarlos cumplidamente, en lamedida de lo posible, par-tiendo de la variable de la loca-lización espacial. Esto puedellevar a la elaboración de mo-delos que pretenden aportarconocimientos acerca de laspautas de asentamiento y devida de los humanos ennuestro mundo tangible, yacerca de los modos y procesosasociados a esas pautas, quebásicamente giran en torno a labúsqueda de soluciones a losmúltiples problemas con losque se enfrenta la humanidad.El estudio del espacio, del quese ocupa la Geografía Econó-mica, es entonces —necesaria-mente— el estudio de la pro-blemática del espacio (d’Entre-mont, 1995; 1997). Desde lostiempos más remotos, comoapuntan algunos autores (Sack,1980; Unwin, 1995), los geó-grafos han explorado y anali-zado la problemática de la su-perficie de la tierra fundamen-talmente desde dos perspec-tivas diferentes pero relacio-nadas entre sí, que son las si-guientes:

• la perspectiva teórica de ladiferenciación y asociación es-paciales de los fenómenos, ha-ciendo hincapié en el signifi-

cado de espacio, relación espa-cial y lugar, al margen de re-giones concretas;

• la perspectiva práctica de lasmúltiples interrelaciones que sedan entre los seres humanos yel medio físico en el marco deregiones concretas e identifi-cadas en el mundo.

A partir de esta doble pers-pectiva y a modo de analogía,se podría utilizar el ejemplo deljuego de ajedrez (y en ciertamanera el discurrir de las acti-vidades humanas en el espaciofísico se asemeja a una partidade este juego), para ilustrar ladiferencia esencial de enfoqueentre el modo de analizar lasrealidades económicas desde laEconomía y desde la Geo-grafía. En este sentido, los eco-nomistas siempre han tenidouna idea más o menos acertadaen torno a la naturaleza y alsignificado del tablero, con suscuadrículas, colores, canti-dades, cualidades, dimensionesy distribuciones, pero lo querealmente les ha interesado esla naturaleza y el significado delas piezas, las reglas del juego,las estrategias y los movi-mientos, así como sus conse-cuencias. Los geógrafos, encambio, siempre han tenidouna idea más o menos acertada

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en torno a la naturaleza y alsignificado de las piezas, las re-glas del juego, las estrategias,los movimientos y sus conse-cuencias, pero lo que realmenteles ha interesado es el tablero,con sus cuadrículas, colores,cantidades, cualidades, dimen-siones y distribuciones.

De esta manera, tanto loseconomistas como los geó-grafos han tenido una idea deljuego que es bastante cabal,pero no obstante parcial, yaque lo enfocan y lo abordan demodo diferente, pero no demodo completo. Así que cual-quier acercamiento o refundi-ción de estos dos modos de en-focar y de abordar las partidas,es decir, cualquier entendi-miento entre la Geografía y laEconomía, siempre tendrá elefecto de dar como resultado,en un principio, una mejorcomprensión en cuanto a laesencia del juego (los aspectosteóricos), y asimismo un mayoracierto en cuanto a la calidad delas jugadas (los aspectos prác-ticos) relacionadas con la diná-mica de las actividades econó-micas de los humanos en latierra, que no forman parte deuna realidad fraccionada, sinounitaria (d’Entremont, 1997).

DIFUSIÓN DEL PROGRESO EN

EL ESPACIO

TANTO LOS economistascomo los geógrafosanalizan científica-

mente, entonces, desde dis-tintos ángulos, los grandesprocesos y fenómenos queoperan en el mundo. En la ac-tualidad, se vislumbra, desdeestas disciplinas, un profundocambio espacial, económico, socialy político que apunta hacia laarticulación y la consolidaciónde un nuevo paradigma postin-dustrial basado en las nuevastecnologías, la innovación, losservicios, la vida urbana, losnuevos espacios dinámicos, lassinergias, las economías deaglomeración, la convergenciapolítica, la internacionaliza-ción de la economía y la glo-balización de la sociedad. Nose trata de procesos y fenó-menos aislados que funcionanconforme a pautas autónomas,sino que forman parte de untodo relacionado, como seacaba de apuntar. Están empa-rentados entre sí estos cambiosexponenciales, y asimismo conlos avances de la ciencia y de latécnica —con la revolucióntecnológica— que todo pro-greso lleva consigo, comoparte de un proceso que apa-

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rentemente no tiene soluciónde continuidad. Los protago-nistas de este gran movi-miento de cambio y de muta-ción —de progreso en defini-tiva—, son las grandes institu-ciones económicas, sociales ypolíticas del momento, perológicamente son las personasque integran e impulsan esasgrandes instituciones quienesson los verdaderos artífices delcambio de paradigma.

El ejemplo por excelenciade un momento de singulardespegue económico y de con-vulsión social concurrente fueel período de la Primera Revo-lución Industrial. En un mo-mento histórico dado, en al-gunos pocos países de Europa—notablemente en el ReinoUnido y más concretamenteen Inglaterra—, se puso enmarcha una serie de meca-nismos que dieron, comofruto, cambios excepcionalesen la configuración de la pro-ducción, del trabajo y del ocio,lo cual redundó a su vez en laconstitución de nuevos enfo-ques económicos y políticos, eincluso de nuevos modelos desociedad, con la aparición ydominación de las clases me-dias. No es una casualidad, porotra parte, que coincidiera engran medida esa Revolución

con otras convulsiones demayor envergadura si cabe, enlo filosófico, social y antropo-lógico, asociadas al período dela Ilustración, que prepararonel terreno en muchos aspectospara el cambio económico, yque fueron luego su soportematerial e institucional.

La nueva configuración es-pacial de la economía sobrebases novedosas es uno de loselementos que hace que losmomentos puntuales de rápidocambio económico y socialpuedan calificarse de revolucio-narios. El cambio no se pro-duce por casualidad, ni se ciñeestrictamente a los meca-nismos económicos, sino queinvolucra el espacio y a la so-ciedad entera. La máquina devapor, entendida en un sentidomás global dentro del contextodel progreso, podría conside-rarse entonces no tanto comoun instrumento técnico única-mente, fruto de la ciencia y dela tecnología, sino como unelemento esencialmente revo-lucionario que encarna la ideade una fuerza motriz que pro-picia un cambio de gran en-vergadura, es decir un ele-mento que encierra en sí elprincipio de la innovación.

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La innovación es un procesoque, en un principio, no estávinculado primordialmente alespacio físico, por lo menos enlo que se refiere a su concep-ción y puesta en marcha, queparten más del ingenio hu-mano que de las condicionesdel medio natural. No obs-tante, es rara la innovación queno traiga algún tipo de reper-cusiones sobre el espacio, porcuanto que el principio mismode la innovación implica laadopción y aplicación masivasde algún invento, producto oproceso, y esta adopción y apli-cación —por ser masivas, pre-cisamente—, involucran a am-plios espacios geográficos y so-ciales cuando llegan a generali-zarse. En otras palabras, elprincipio de innovación llevaimplícito el hecho de que lasinnovaciones, aún cuando seproducen más conforme a co-ordenadas de tiempo que deespacio, son en esencia tambiéndifusivas en el espacio, a vecesconforme a una rapidez inusi-tada en cuanto a su adopción yexpansión en el territorio.

La Geografía Humana, ymás concretamente la Geo-grafía Económica, llevan estu-diando el tema de la difusiónde la innovación en el tiempoy en el espacio desde hace mu-

chos años, ya que esta difusiónforma parte esencial de losprocesos económicos queoperan sobre el espacio. Apartir de los trabajos pionerosde Rogers (1962), Wolpert(1964), Hägerstrand (1967),Morrill (1970), y Abler,Adams y Gould (1971), entreotros, aplicados a áreas tandispares como la propagaciónde nuevos procesos agrarios,los movimientos migratorios yel papel de las comunica-ciones, la Geografía analiza losprocesos de decisión de adop-ción de innovación por partede la población, que es lo queen definitiva hace que la difu-sión sea más rápida o máslenta en el tiempo, lo cual setraduce casi necesariamente enel hecho de que sea mayor omenor su difusión en el es-pacio.

En cuanto a las distintasformas concretas de difusiónde la innovación en el espacio,puede darse la difusión por ex-pansión, que es la que se dacuando una innovación va cu-briendo una extensión cadavez mayor a partir de un focooriginal de irradiación. Estadifusión puede ser concén-trica, lineal o irregular, segúnlos factores que operen en cadacaso. También es frecuente

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—sobre todo en los últimosaños— que se dé la llamadadifusión por relocalización, quees la que se produce cuandolos portadores de la innova-ción la trasladan consigo aotro sitio, por ejemplo pormedio de los movimientos mi-gratorios. Estas dos formas dedifusión espacial no tienen porqué operar separadamente, yde hecho, como señalan Puyol,Estébanez y Méndez (1988),se pueden combinar de dis-tinta maneras, normalmentede manera jerarquizada, que escómo se suele difundir la in-novación en el espacio, igualque en el tiempo, es decirdesde los escalones superioresde las redes económicas, ur-banas y sociales hacia los esca-lones inferiores.

De acuerdo con el caráctertotal de los procesos decambio revolucionario, sólocuando se realizan transforma-ciones radicales en las viejasestructuras sociales e institu-cionales, o cuando se creannuevas estructuras, serán posi-bles las oportunidades econó-micas ofrecidas por el nuevoparadigma económico a partirde la innovación, en términos—entre otras cosas— de re-ducción de costes y generaciónde empleo sobre la base de una

vitalidad que queda reflejadaen nuevas inversiones y ennuevas oportunidades de mer-cado. Asimismo, es importanterecordar que la supremacíatecnológica y económica vacambiando geográficamente concada ciclo largo. Las circuns-tancias específicas de ciertaslocalizaciones produce un am-biente económico, social e ins-titucional idóneo para la mejorexplotación de un nuevoaporte tecnológico en un terri-torio determinado, frente aotros territorios.

De acuerdo con esta diná-mica espacial vinculada a la in-novación, puede ser que ahoraha llegado la hora de la verdadpara espacios tradicionalmente“periféricos” que —con losoportunos ajustes—, puedenllegar a convertirse, con rela-tiva facilidad (por lo menos enteoría), en espacios “céntricos”,gracias a los efectos multipli-cadores del paradigma postin-dustrial que brinda nuevasoportunidades conforme a unproceso de crecimiento acu-mulativo que se retroalimentacontinuamente. También se dafrecuentemente el caso de laconsolidación de esos pri-meros espacios céntricos ante-riormente dinámicos, que con-vierten sus economías indus-

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triales en economías postin-dustriales, y de la inadaptaciónde los últimos, que siguensiendo periféricos a pesar delas nuevas oportunidades brin-dadas por el cambio de para-digma. Pero es asimismo fre-cuente que ocurra lo contrario,o por lo menos existe ahora laposibilidad de una expansióneconómica en estos últimosespacios, lo cual no era factibleconforme al viejo paradigma.Esto se debe a que las nuevasbases para el desarrollo econó-mico implican, muy a me-nudo, la necesidad de asentarla economía en espacios físicosy sociales que ostentan unascaracterísticas favorables pro-piciatorias del cambio, y es fre-cuente que los viejos espacioseconómicos carezcan de esascaracterísticas, precisamentepor haber asentado su eco-nomía tan rígidamente sobreotras bases económicas, relati-vamente obsoletas o necesi-tadas de reconversión o supe-ración en el momento actual.

NUEVOS FACTORES DE

LOCALIZACIÓN ESPACIAL

SEGÚN LA TEORÍA geo-gráfica clásica, la cues-tión de la localización

espacial de las distintas insta-

laciones económicas dependede múltiples factores: las moti-vaciones de los organizadoresde la actividad económica; laestructura interna de la em-presa; la participación depocos o muchos en los pro-cesos de toma de decisiones; lalocalización de la mano deobra; la localización de losmercados; la disposición de lasvías de comunicación; y laconsideración de las externali-dades o factores y hechos noestrictamente económicos(Claval, 1980).

La industria, fuerza motrizde los procesos de desarrolloeconómico y factor de atrac-ción de otros elementos indis-pensables, se ha localizado tra-dicionalmente en zonas que odisponían o tenían acceso a loselementos básicos de la eco-nomía —materias primas,fuentes de capital, fuentesenergéticas, mercado de tra-bajo y a otras variables aso-ciadas, como pueden ser lasredes de transportes y de dis-tribución—, a lo que se sumanlos factores más específica-mente sociales y culturales,como pueden ser, por ejemplo,el espíritu empresarial y unamentalidad de predisposiciónhacia la asunción del riesgo, lainnovación y el cambio.

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La teoría geográfica clásicaacerca de la localización de lasempresas se empezó a elaborara los pocos años de haberirrumpido la Primera Revolu-ción Industrial. Engloba tresteorías que se aplican a los dis-tintos sectores de actividadeconómica, que se relacionanentre sí por cuanto que con-servan rasgos semejantes, a lavez que cada una ofrece parti-cularidades, ya que cada sectorde actividad económica semueve conforme a sus propiasreglas derivadas de la natura-leza de la actividad desempe-ñada. Los tres modelos básicosque forman el substrato de lateoría clásica sobre la localiza-ción espacial de las empresasson:

• el modelo de J. H. VonThünen (1826) sobre la locali-zación de las actividades agra-rias;

• el modelo de A. Weber(1909) sobre la localización delas actividades industriales;

• el modelo de W. Christaller(1933) sobre la localización delas actividades de servicios.

Estos modelos clásicosfueron elaborados en Ale-mania en distintas épocas y serefieren a diferentes sectoreseconómicos, y por tanto es de

esperar que la dinámica quedescriben incluyan distintoselementos y espacios, pero aúnasí guardan algunos elementosen común, como se acaba deapuntar:

• el acento puesto sobre eldesigual reparto de los factoresde producción en el espacio, ysu coste variable según la ne-cesidad de trasladarlos física-mente a la unidad de produc-ción;

• la insistencia en torno a lascargas que supone el trans-porte de los abastecimientos ala unidad de producción y delos productos al mercado,agravadas por el factor dis-tancia que viene a repercutirnegativamente sobre los már-genes de beneficio;

• el interés por producir unmodelo basado en la absolutatransparencia del espacio, esdecir que elimina elementosdistorsionadores, de tal ma-nera que queda aislada, comovariable constante y esencial, ladistancia que media entre lalocalización de los inputs y delos outputs de todo procesoproductivo y las unidades deproducción; los costes de sutransporte —en función de ladistancia—, es lo que determi-

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naría la localización óptima dela empresa.

De acuerdo con los princi-pios básicos subyacentes de lasteorías clásicas, una localiza-ción de una actividad determi-nada se caracterizaría entoncespor lo que pudiéramos llamarla viabilidad económica de esalocalización en términos decoste-beneficio. Esta viabi-lidad económica podrá ser al-tamente favorable en lo que serefiere a la existencia de losfactores e inputs señaladosarriba, o a la facilidad de su ac-ceso, pero aún así tambiénquedará influenciada por unaserie de restricciones ineludi-bles y desfavorables, algunasde carácter físico, otras de tipomás propiamente económico,y otras de índole técnica. Apesar del tiempo transcurridodesde el arranque de la Pri-mera Revolución Industrial, laconfiguración espacial de losdistintos sistemas económicosen el mundo sigue, en granmedida, apoyándose en estruc-turaciones que de algún modorecuerdan los postulados de lasteorías clásicas, aunque no seajustan plenamente a ellos, nimucho menos. Todavía hoy, sepuede decir que la herencia delpasado sigue ejerciendo unafuerte influencia sobre las

pautas de asentamiento de lasactividades económicas en elespacio, a pesar de los nuevoselementos que han venido adistorsionar el modelo espacialya establecido de forma más omenos estática.

Estos nuevos elementos dis-torsionantes son, entre otros,la caída de los costes de trans-portes, el incremento del pesode la cualificación profesionaly el aumento de la movilidadde los flujos de capital. Sobretodo, hay que considerar lasoportunidades incrementadasque brindan los nuevos mate-riales, los nuevos productos yprocesos y las nuevas tecnolo-gías, que sin duda serán losfactores que lleguen a romperdefinitivamente el modeloeconómico espacial que haperdurado sin grandes altera-ciones durante casi dos siglos.

Sin embargo, desde hacemucho tiempo se reconoce queno existe una “localización óp-tima”, pues son múltiples losfactores que vienen a ejercerun peso específico para que esalocalización no exista, o por lomenos para que no sea tan óp-tima. Ahora se acentúa másbien el concepto de la “locali-zación satisfactoria”, es decir,aquella que —teniendo encuenta la multiplicidad de fac-

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tores que entran en juego,tanto los económicos como losno económicos—, viene aofrecer condiciones general-mente favorables para el asen-tamiento de actividades eco-nómicas prósperas. De cara ala localización satisfactoria setienen en cuenta el peso rela-tivo de todos los factores con-dicionantes, en el sentido deque las desventajas de algunosfactores se ven superadas ycompensadas ampliamente porlas ventajas que ofrecen losotros, dentro de coordenadasde gran complejidad que in-corporan un sinfín de ele-mentos interconectados.

Hoy en día, con la supera-ción de muchas de las restric-ciones físicas, económicas ytécnicas típicas de la épocapropiamente industrial, elfactor espacio ha ido perdiendo,en gran medida, el peso quetradicionalmente ha tenido decara al asentamiento de las ac-tividades económicas, sobretodo de la empresa, que hasido la pieza fundamental parael desarrollo y la expansión dela economía en los distintosterritorios. Por regla general,se puede concluir que gracias alas grandes mutaciones ac-tuales operadas por la innova-ción y las nuevas tecnologías,

la economía no depende yatanto de “localizaciones óp-timas” y ni siquiera de “locali-zaciones satisfactorias” ya exis-tentes, sino que busca y puedeasentarse de acuerdo con otrosfactores —entre los cuales lacualificación del trabajo o delos servicios, así como las con-sideraciones sociales, cultu-rales y medioambientales vancobrando una importancia cre-ciente—, que se pueden tras-ladar y establecer en práctica-mente cualquier territorio quereúna unas mínimas condi-ciones de viabilidad econó-mica.

La mejor localización para eldesarrollo de las distintas acti-vidades económicas serásiempre aquella que propor-cione el máximo beneficio, peroeste beneficio, en términoseconómicos, ha variado segúnel coste de las materias primasy de los otros factores de pro-ducción, de la fabricación y dela distribución al mercado. Porotra parte, la noción misma debeneficio, desde hace algunosaños, se ha ensanchado paraabarcar otras realidades no es-trictamente económicas, comopor ejemplo la cultura de em-presa y la imagen, así como laresponsabilidad empresarial yla obra social promovida desde

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el sector privado. Todo estoestá muy en consonancia conlas exigencias del nuevo modoglobal de enfocar la vida eco-nómica, que ahora busca la ar-monización del sistema deproducción y consumo con elentorno biofísico y con el en-torno cultural, es decir con elmedio ambiente y con los sis-temas de normas y valores hu-manísticos, dentro de un con-junto espacial y social interco-nectado.

Por otra parte, el asenta-miento espacial de las activi-dades económicas no es, nimucho menos, un hecho está-tico, sino fundamentalmenteun hecho dinámico, por lo quelos límites y los márgenes es-paciales de los sistemas y terri-torios económicos de ayer yhoy, muy bien podrían no serlos límites y los márgenes es-paciales de los sistemas y terri-torios económicos de mañana.La dimensión temporal tambiénjuega un papel decisivo, de talmanera que los subsistemasnacionales, regionales o localesestán afectados por una seriede procesos de cambio, quetienen lugar en todo el sis-tema, pero que atañen deforma diferente a cada uno desus niveles, conforme a lodicho anteriormente sobre los

procesos de difusión de la in-novación.

De todo lo anterior, sepuede extraer una conclusiónpráctica: de acuerdo con la dis-minución del peso específicodel espacio físico de cara alasentamiento de las activi-dades económicas, y con elauge de las variables no espa-ciales (entre otras —ademásde las ya mencionadas—,juegan un papel importante laconfiguración jurídica y orga-nizativa de las empresas y elcontexto político del terri-torio), la decisión de propulsarla economía en un espacioconcreto ya no depende tantode factores necesarios, preesta-blecidos y preexistentes en unespacio determinado, sino quecada vez más es posible la apli-cación de la racionalidad a ladecisión de estimular la eco-nomía en cualquier espacioque reúna unas condicionesmínimamente exigibles. Esdecir, gracias a la relativa des-vinculación espacial que es unade las características del nuevoparadigma económico, ahoraes posible localizar actividadeseconómicas punteras en zonaso territorios que en potencia seadaptarían bien a los objetivospreestablecidos, aún cuandohistóricamente esas mismas

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zonas o territorios no se hayandestacado por sus altas cotasde desarrollo económico, nihayan sido áreas especialmentedestacadas en cuanto al tradi-cional asentamiento de activi-dades económicas pujantes,como por ejemplo la industriaconvencional.

En muchas instancias, una“localización satisfactoria”puede entonces ser determi-nada analíticamente —más omenos creada de antemano—,y las decisiones previas en elseno de una empresa modernapueden, racionalmente, deter-minar la localización futura desus instalaciones en un terri-torio, y no al revés (es decir, yano es la ubicación física del te-rritorio lo que determina ladecisión de asentamiento eco-nómico en ese territorio).Estas nuevas ideas y las posi-bilidades que encierran, pro-pias del nuevo paradigma eco-nómico, rompen radicalmentecon los cánones de la teoríaclásica sobre el asentamientode las actividades económicasen el espacio, ya que inviertentotalmente los términos, yabren un panorama de insos-pechada riqueza en cuanto asus aplicaciones prácticas posi-bles y también previsibles en lasociedad postindustrial de ex-

pansión terciaria. Más aún, sepuede afirmar que debido aque las nuevas empresas ba-sadas en la innovación y en lasnuevas tecnologías propulsanun fuerte efecto multiplicador,una vez localizadas en un lugardeterminado, se inician pro-cesos acumulativos (sinergias yeconomías de escala) que re-fuerzan la racionalidad locali-zacional originaria. Esto sóloes posible dentro del nuevocontexto de la reconversión delas estructuras económicasconvencionales existentes y dela internacionalización de laeconomía, que en definitivarefleja la globalización de la so-ciedad.

El nuevo paradigma econó-mico, por supuesto, sigue apo-yándose en la configuraciónactual de la economía mundialconforme a la yuxtaposición ya los intercambios propios delas economías nacionales, peroesencialmente la tendencia ac-tual apunta hacia la articula-ción de grandes espacios eco-nómicos supranacionales, quese van erigiendo según tresbases radicalmente novedosas,que analiza preferentemente laGeografía Económica.

La primera base novedosa esla consolidación de un nuevosistema de interrelaciones y

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flujos directos provenientes delas grandes aglomeraciones ur-banas mundiales bajo el im-pulso de los intercambios deservicios especializados. La se-gunda base novedosa es la con-figuración de grandes espacioscontinentales de poder econó-mico y político dentro delcontexto del llamado nuevoorden internacional. La tercerabase novedosa es la difumina-ción del peso de las fronterasnacionales en el nuevo para-digma, y la internacionaliza-ción de la economía por mediode la actuación de las grandescompañías multinacionales.

NUEVO MODELO DE ESPACIO

ECONÓMICO

EN LOS APARTADOS an-teriores, se ha hechomucho hincapié en la

importancia creciente de la in-novación y de la tecnología enla configuración de espacioseconómicos de gran dina-mismo. Aunque no sería justohablar de una total desvincula-ción del espacio a la hora decontemplar el papel que de-sempeña la tecnología en la lo-calización espacial de las em-presas y aun de los sistemaseconómicos, sí se puede noobstante decir que el creciente

peso de la tecnología está pro-duciendo un importantecambio a la hora de considerarlos elementos a tener encuenta para el desarrollo de es-pacios económicos, que nece-sariamente van a apoyarse engran medida en empresas ba-sadas, precisamente, en las tec-nologías innovadoras propiasdel nuevo paradigma econó-mico y social.

La mayor “desvinculacióndel espacio” no significa, sinembargo, que el espacio con-creto para el asentamiento delas nuevas actividades econó-micas carezca de importancia.Más bien al contrario, el es-pacio concreto —natural y hu-mano—sigue teniendo unaimportancia, y muy grande,pero ésta es ya una impor-tancia relativa. Es decir, porun lado, ya no es tan impor-tante el emplazamiento o la si-tuación geográfica exactos deun lugar para que éste puedallegar a ser un foco de dina-mismo económico, en funciónde la disminución de la in-fluencia que ejercen los fac-tores de producción más vin-culados a la industria y graciasa la conquista del espacio quese ha realizado en años re-cientes. Por otro lado, las con-diciones favorables que puede

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llegar a ofrecer un lugar deter-minado ya no son las mismascondiciones que las que eran re-queridas anteriormente para elasentamiento de la economíasegún las bases convencionales(existencia de materias primas,fuentes de energía, mercado),sino otras, que ya no dependentanto de elementos fijados deantemano en un espacio con-creto, como ya hemos comen-tado, sino que son infinita-mente más flexibles y variables(Gilder, 1986; Monck et al.,1988; Castells, 1989; Moliní,1989; S. Grimes, en Bakis,Abler y Roche [Eds.], 1994;Castells y Hall, 1994).

En otras palabras, puedenerigirse nuevas localizacionesespaciales sobre las bases no-vedosas acordes con las exi-gencias de la sociedad postin-dustrial, que gira en torno alsector de servicios y primor-dialmente en torno al factor deproducción trabajo. Al margende los recursos naturales, losmercados y la mano de obra, loque realmente importa es laexistencia de esos valores pree-minentes, asentados sobre eltrabajo y el ingenio de las per-sonas, que se han dado a co-nocer como recursos humanos.De acuerdo con esta idea, losespacios con más probabili-

dades para la generación deactividades económicas enconsonancia con las nuevasbases para la creación de ri-queza, serán aquellos que seerijan como nodos de máximainteracción humana, en los queel trabajo cualificado, la creati-vidad y la aportación de idease iniciativas se armonicen conun marco natural y social pro-picio. Este marco natural y so-cial retiene algunos de losrasgos de la sociedad propia-mente industrial, pero tendránque ser otros los rasgos funda-mentales de los nuevos espa-cios para el asentamiento delas también nuevas actividadesinnovadoras en una localiza-ción determinada.

Estos rasgos fundamentales,de acuerdo con los autores an-teriormente citados, otorganuna primacía y una prioridad aespacios que reúnen, entreotras, las siguientes caracterís-ticas:

• que son focos hacia loscuales convergen las redes decomunicación y de transporteya existentes;

• que tienen lugares cen-trales de distinto rango, sobretodo ciudades de primer ordeny ciudades medias;

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• que son capaces de aglu-tinar la investigación y la tec-nología, y de convertirlas eninnovación;

• que disponen de capital obien tienen acceso a ayudasoficiales desde las distintas ad-ministraciones;

• que tienen un ambienteempresarial favorable, es decirun cuerpo de gestores capacesde encauzar los cambios;

• que tienen una fuerza la-boral compuesta por personasaltamente cualificadas y muyresponsables;

• que tienen buenas cone-xiones con los focos existenteso futuros de dinamismo eco-nómico y social;

• que aportan valores ecoló-gicos en la forma de paisajesagradables que reflejan un res-peto por el medio ambiente.

Los espacios que contienenmuchos o todos estos factoresson los que están mejor posi-cionados para llegar a ser ca-paces de generar grandes eco-nomías externas de escala, queen definitiva son lo que pro-ducen sinergias que a la largavan a dar más altas cotas deprosperidad a una comunidad.En medio de todos estos pro-cesos en evolución, aparece

como un elemento primordialla revolución tecnológica aco-plada a la llamada telegestión,basada en las innovaciones delos últimos años, que ha sidoel principal factor que haobrado para romper las viejasrestricciones espaciales y eco-nómicas que sujetaban y con-dicionaban los espacios econó-micos anteriormente consoli-dados.

Las nuevas tecnologías,sobre todo la microelectrónicay la informática aplicadas a laeconomía, están propiciandoun nuevo modelo de espacio eco-nómico, en el que lo que im-porta, cada vez más, no es ya laubicación exacta de un terri-torio determinado, sino elhecho de estar conectado a noa las redes telemáticas exis-tentes. Esta conexión viene avincular —muchas veces demodo instantáneo— dicho te-rritorio con otros espacios,muchos de ellos muy lejanosfísicamente (periféricos), pero“próximos” (céntricos) a losdemás efectos. Las implica-ciones de este hecho son incal-culables en el orden práctico, yen el orden estrictamente eco-nómico son de un inmensovalor. Porque consuman elhecho de echar abajo muchasde las premisas convencionales

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para la localización econó-mica, mediante la reducciónde los costes y la facilidad deacceso a los múltiples ele-mentos que configuran elnuevo espacio económico y so-cial, debido a la “naturaleza in-mediata” de los nuevos espa-cios telemáticos.

La clave reside en la infor-mática, en las telecomunica-ciones que son capaces decrear un espacio uniforme-mente telematizado, al margendel espacio físico y natural. Deacuerdo con esto, las activi-dades económicas pueden ubi-carse con una libertad infinita-mente mayor, y pueden definirsu propio entorno sobre labase de la flexibilidad territo-rial que permiten las nuevastecnologías. La microelectró-nica constituye entonces elmotor de la nueva revoluciónindustrial, su nueva “máquinade vapor”. Las inversiones re-queridas para modernizar lasredes son enormes pero muynecesarias; unas telecomunica-ciones viejas e ineficacespueden ser un verdadero im-pedimento para el desarrollode aquella región que no tengaunas infraestructuras telemá-ticas eficaces y modernas. Enla actualidad, es cada vez másfrecuente que aquellas em-

presas capaces de generar ri-queza a gran escala, estén ba-sadas en microcircuitos inte-grados en sus procesos de pro-ducción. Son las empresas queestán conectadas al espacio te-lemático, y por lo tanto son lasempresas del futuro.

Cuando se consolide defini-tivamente, el “espacio telemá-tico” va a ser, por necesidad, unespacio informal y flexible, nosujeto a todos los encorseta-mientos espaciales y tempo-rales de la época inmediata-mente anterior. Esto se harásentir sobre todo en la esferadel trabajo, hasta tal punto deque podemos hablar de unsalto cuántico en cuanto a laorganización de la producción(y también de la distribución ydel consumo), y —derivada-mente— en cuanto a la orga-nización de sociedad. El es-pacio telemático no es —en elsentido más estricto—, un ver-dadero “espacio”, o acaso es unespacio con unas caracterís-ticas muy peculiares, y esto esuna muy buena noticia paraaquellas regiones que —deacuerdo con las viejas bases delparadigma económico propiode la etapa de la industrializa-ción—, se han visto margi-nadas respecto de los procesosencaminados hacia la prospe-

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ridad por carecer de las ven-tajas espaciales convencio-nales. El advenimiento y laconsolidación del espacio tele-mático significan, entre otrascosas, que puede que en un fu-turo no muy lejano, no sepueda hablar ya propiamentede “centro” y de “periferia”, sino es en función de la capa-cidad de adaptación a losnuevos cambios que propiciany facilitan las nuevas tecnolo-gías.

Es de recalcar que la ma-yoría de los espacios poseenalgún atractivo potencial, peropara que alguno en particularllegue a ser un espacio econó-mico de acuerdo con las exi-gencias de la sociedad telemá-tica, habrá que crear una ofertaque se acomode a las necesi-dades de la demanda, cuyoshábitos varían en el espacio yen el tiempo, y que pueden sercaptados y aprovechados opor-tunamente. Esto es lo que sequería decir cuando anterior-mente apuntamos que sepueden programar analítica-mente los espacios económicosde antemano. En lo que se re-fiere a los rasgos físicos de losespacios que busca la nuevademanda postindustrial parasu asentamiento, se rehuyenlas áreas congestionadas o las

que presentan un medio am-biente deteriorado, que sondos elementos de rechazo quesuelen coincidir en los mismosespacios, y además esos espa-cios suelen ser territorios devieja industrialización.

Al contrario, se buscan em-plazamientos en parajes ecoló-gicamente atractivos, en zonasde clima y paisaje agradables,no congestionados y alejadosde los problemas y conflictospropios de esa vieja industria-lización. Aparte del clima, seaprecian los recursos fores-tales, hídricos y litorales, porlo que las zonas de tradicionalvocación turística se puedenver transformadas con relativafacilidad en zonas de nueva in-dustrialización. Pero debido ala naturaleza de las nuevas in-dustrias informáticas, —queno crean grandes concentra-ciones y no suelen conta-minar—, esta nueva industria-lización no tiene por qué su-poner una merma del atractivooriginario del lugar. Está claroque la sociedad postindustrialprefiere rehuir de los polí-gonos industriales propios dela etapa anterior, y crearnuevos espacios industriales yterciarios más acordes con losvalores postmodernos, es decirvalores humanísticos. Estos

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parajes creados ex novo son es-pacios de gran calidad ecoló-gica y de gran belleza arqui-tectónica, así como de granflexibilidad y de gran armoni-zación entre ciencia, tecno-logía y empresa, que se apro-vechan de la cercanía para lacreación y el aprovechamientode las economías de escala y deaglomeración.

Las actividades propias de lasociedad postindustrial seasentarán preferentemente enzonas de relativo desarrolladoprevio —sobre todo ter-ciario—, que dispongan depoblaciones altamente móvilesy bien formadas, ajenas engran medida al conflicto socialy laboral, y dispuestas a asumirlos retos de la transformacióntecnológica. Esta transforma-ción depende sobre todo de losconocimientos especializados,y cada nueva generación ha sa-bido construir sobre la base dela experiencia y de los inventosde la generación precedente.Ciertamente, la tecnologíacrece y se expansiona sobre labase del crecimiento y de laexpansión de otras tecnologíasprevias, pero cada vez más sonmayores las implicacionesentre ciencia, propiamentedicha (la investigación), y lainnovación aplicada a los ám-

bitos productivos (la empresa),mediante un proceso que seconoce con el nombre detransferencia de tecnología.

En la concreción práctica detodas estas iniciativas, haygran mezcolanza de todosestos aspectos, pero la inmensamayoría de las modalidades deespacios tecnológicos, propicia-doras del cambio y del pro-greso, revisten una serie de ele-mentos en común. Estos son,entre otros, los vínculos for-males e institucionales de laempresa con universidades yotras instituciones educativassuperiores o centros de inves-tigación; la finalidad de fo-mentar la creación y el creci-miento de empresas basadasen los nuevos conocimientos yen la tecnología; y el ejerciciode una función de un manage-ment que participa activa-mente en la transferencia detecnología y de habilidades alas organizaciones instaladasen los parques tecnológicos.Los elementos convenientes yhabitualmente presentes parael éxito económico convergen,sobre todo, en la necesidad dela proximidad a universidadesy otros centros especializadosen los que se desarrollan acti-vidades de investigación y desa-rrollo (I+D) en los sectores de

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vanguardia que implican lasnuevas tecnologías.

El hecho de estar vinculadoa una universidad supone laposibilidad de conectar conuna mano de obra altamentecualificada, y por lo tanto sinla presencia de una univer-sidad o de otros centros de in-vestigación, es difícil la crea-ción de las sinergias (resul-tados óptimos provenientes dela combinación de elementos yfactores, que son superiores ala mera suma de esos ele-mentos y factores), que se de-rivan naturalmente de la trans-ferencia de la tecnología desti-lada en los laboratorios de in-vestigación. Las universidadese instituciones son las quepueden fomentar la creaciónde nuevas empresas modernasque son las que —en defini-tiva— van a contribuir al desa-rrollo del nuevo paradigmaeconómico. La tarea de lasuniversidades y de las institu-ciones especializadas de cara ala economía postindustrial esla de proporcionar oportuni-dades a los estudiantes y a losinvestigadores para la adquisi-ción de habilidades, conoci-mientos, hábitos y actitudes;de promover la investigaciónen tecnología de punta, quepueda luego crear oportuni-

dades de innovación; dealentar a los docentes y a losinvestigadores a ofrecer suge-rencias y a actuar como con-sultores en el campo de la tec-nología de punta; de permitir alos académicos participar en lacreación de prototipos y di-seños para la eventual explota-ción de nuevos productos; yfundamentalmente de crearcompañías para explotar losresultados de la investigación odel diseño. Todas estas actua-ciones son los pasos propiosdel proceso de transferencia detecnología tan típico y tan ne-cesario en la sociedad postin-dustrial, y que —como sepuede ver—, se traduce, en úl-tima instancia, en la transfe-rencia de conocimientos.

Poco a poco se va venciendoel tradicional recelo de la em-presa respecto del mundo aca-démico (noble pero de pocautilidad), y a su vez la univer-sidad va venciendo su tradi-cional incomprensión respectodel mundo empresarial (útilpero de poca nobleza). La ex-periencia en otros países denuestro ámbito occidental de-muestra que estos recelos yestas incomprensiones mutuascarecen de fundamento, y laarmonización de dos mundoaparentemente incompatibles

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no ha supuesto trauma alguno,ni grandes procesos de ajuste,sino que ha constituido unafuente de mútuo enriqueci-miento de extraordinarias di-mensiones.

ADMINISTRACIÓN

ECONÓMICA DE RECURSOS

SE ENTIENDE, a partir detodo lo dicho hastaahora, que la utilización

económica del planeta porparte de las distintas socie-dades en el futuro, va a de-pender, no sólo —ni principal-mente— de las dotaciones derecursos naturales y la ubica-ción de las empresas en el es-pacio, sino del despliegue desu capacidad técnica y finan-ciera para aprovecharse de lassustancias y de las propiedadesfísicas de su territorio y de suesfera de influencia a la horade ordenar la producción y ladistribución de los productosque se derivan a partir de estosrecursos naturales. En tiempostodavía muy recientes, se hapuesto de moda hablar de otrotipo de recursos que no entran,en sentido estricto, en la defi-nición convencional, pero queciertamente son igualmenterecursos, ya que constituyenuna fuente imprescindible para

la satisfacción de necesidadeshumanas. Se trata de los lla-mados recursos humanos, esdecir, el ingenio, el trabajo, lagestión, los valores, las apti-tudes y las habilidades de losindividuos —y los individuosmismos—, que son necesariospara la creación de riquezas,para la organización de la eco-nomía y de la sociedad, y parala promoción del progreso.

Este tipo de recurso, quecomo se ve hace apelaciónsobre todo a la vertiente antro-pológica de las actividadeseconómicas y sociales —y quepor esto mismo sin duda cons-tituye el recurso más impor-tante—, apenas representabaun campo de estudio desde lasCiencias Sociales hasta la dé-cada de los años ochenta. Peroa partir de esa década, el temade los recursos humanos haido experimentando un granauge en cuanto a interés ycomprensión, en conformidadcon el proceso del redescubri-miento de los valores huma-nísticos de los últimos años.Este interés ha rebasado elforo estrictamente académicoe intelectual en años más re-cientes, para irrumpir conmucha fuerza en el ámbitoeconómico y más específica-mente en el ámbito empresa-

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rial, donde nociones talescomo la ética empresarial, elmanagement y la llamada cul-tura de empresa, por ejemplo,no sólo son apreciadas, sinoque se intenta aplicarlas enmuchos aspectos de la vidaeconómica (Schultz, 1981;Casas Torres, 1982; Simon,1986; Gilder, 1986; Llano,1988; Ballesteros, 1989; Al-vira, 1989; Termes, 1997).

La prueba de que los re-cursos humanos son de unaimportancia vital, es que en elmundo actual se dan dos si-tuaciones aparentemente con-tradictorias, a saber que hayregiones que no poseen mu-chos recursos naturales peroque sin embargo han conse-guido un alto grado de desa-rrollo económico, a la vez quehay otras regiones que poseenmuchos recursos naturales,pero no han conseguido esealto grado de desarrollo. Estonos ratifica que el tema de losrecursos está ligado estrecha yesencialmente a otros ámbitosal margen del mero espacio fí-sico, como son la incidencia dela política y la influencia de laconfiguración de los mercadosmundiales. Por lo tanto, comose ve, a partir de los tres he-chos básicos que interesan a laGeografía con respecto a los

recursos —su localización, sudisponibilidad y su uso—, sepueden añadir muchas otrasconsideraciones relevantes, almargen del espacio físico.

En esta línea, se podría su-gerir, a partir del conoci-miento que tiene la Geografíadel mundo natural, que losrecursos no son inacabables,ni tampoco el medio am-biente está inmune a agre-siones de todo tipo. Por lotanto, creemos que no estáfuera de lugar abogar, desdeun principio, en favor de cam-bios de gran envergadura conrespecto al uso de recursos, asícomo con respecto a las es-tructuras económicas y polí-ticas imperantes en el mundode hoy, que repercuten sobreel mundo físico. Estos cam-bios de gran envergaduraequivalen —como una deriva-ción lógica y consecuente—, ala necesidad de que se vayanrealizando transformacionesimportantes respecto de lasmentalidades todavía muydominantes en el mundo dehoy, como han sugerido nu-merosos autores —Lyotard,1984; Gilder, 1986; Llano,1988; Bell, 1991; Balleste-ros, 1985, 1989, 1995; Alvira,1989; Berg, 1993; PérezAdán, 1993, 1997; Ballesteros

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y Pérez Adán [Eds.], 1997;Termes, 1997; Grimes y Nu-biola, 1997—, especialmenteen el llamado ámbito occi-dental —es decir, a los paísesdel mundo desarrollado—, enaquella esfera espacial, econó-mica y social que en años re-cientes se conoce como la so-ciedad postmoderna.

Lo que está claro es que seva acentuando la tendenciahacia mayores controles apriori y una mayor cantidad deacciones eficaces a posterioripara atajar los problemas deri-vados de las agresiones almedio ambiente. En este res-pecto se ha ido involucrando ala ciudadanía, que cada vez seva mostrando más responsabley más dispuesta a colaborar enla lucha en favor del medioambiente. Esto es especial-mente evidente en el ámbitode la recuperación y del reci-clado de materiales sólidos,para su reinversión en los pro-cesos productivos. Esto equi-vale, a los efectos prácticos, ala creación de recursos, porquelos materiales recuperados yreciclados vienen a consti-tuirse, con un tratamiento pos-terior, en materias primas parala industria. El reciclado tiene,por lo tanto, el doble beneficiode no menguar las reservas de

recursos, y de reducir la can-tidad de impactos sobre elmedio ambiente.

Por estos motivos, se debeconsiderar que la recuperacióny el reciclado debe continuar yaumentarse, pero a todas luceses evidente que no puede ser laúltima palabra en cuanto a lalucha contra la contaminación,porque aunque reduce en granmedida la necesidad de ex-plotar y de transformar mate-rias primas por medio de acti-vidades extractivas y contami-nantes, no elimina del todoesta necesidad. Por esto, la re-cuperación y el reciclado hande ser considerados como unpaso intermedio sólo, y no comola última palabra. Este pasointermedio se sitúa entre losextremos opuestos de la explo-tación de recursos naturales—típica de la economía dehoy—, y de la sustitución de esosrecursos por otros materiales queno proceden del medio na-tural, sino del medio humano:materias primas sintéticas, fa-bricadas en condiciones artifi-ciales, al margen de los re-cursos naturales y del medioambiente.

Resultaría demasiado prolijotratar extensamente sobre estetema de la sustitución de re-cursos, que en la actualidad

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está sólo en fase muy experi-mental en muchos sectoreseconómicos. Sólo dejaremosconsignado de momento, elhecho de que desde la pers-pectiva de los recursos orgánicos,los nuevos procesos de cultivode productos alimenticios y deotras sustancias vegetalesvivas, así como la reproducciónde animales, se van realizando,cada vez más, al margen delestricto medio natural, es deciren laboratorios, invernaderos ygranjas que emplean nuevastecnologías revolucionarias.Esto sirve, entre otras muchascosas, para reducir los efectoscontaminantes de la agricul-tura y de la ganadería sobre elmedio ambiente.

Respecto de los minerales noenergéticos, cada vez van siendosustituidos por otros tipos desustancias, algunas de lascuales son de fabricación arti-ficial, o bien provienen de re-cursos que se arriman al ám-bito de los llamados bienes li-bres, no escasos, de acuerdocon una trayectoria de pro-greso que no parece tener so-lución de continuidad (Simon,1981, 1985; Gilder, 1986).Asimismo, mediante nuevastecnologías igualmente revolu-cionarias, se va reduciendo lanecesidad de acudir masiva-

mente a los minerales fósilescombustibles energéticos para lageneración masiva de electri-cidad. Todas estas tecnologíasse basan en un principio básicoque no sólo es ecológico, sinotambién económico, y que porlo tanto se opone diametral-mente al principio de la es-casez. Se trata del principio delahorro, y en este aspecto lasnuevas tecnologías de genera-ción eléctrica también tienenmuchas bondades que ofrecer.

La primera bondad es elahorro económico en el sentidomás estricto: el dinero. Esteahorro se trasluce en todo lodicho hasta ahora, y no hacefalta insistir mucho más enello. Sólo se recuerda que lasnuevas técnicas de generaciónenergética vendrían a eliminar,en gran parte, la necesidad deexplotar y de importarenormes cantidades de re-cursos energéticos, como es elcaso actualmente. Si fuéramosa cifrar esa explotación y esaimportación, no en términosambientales, sino monetarios,las cantidades serían —son—igualmente enormes. La se-gunda bondad está relacionadamás directamente con el ám-bito de la Geografía, y sobreella no se ha dicho muchohasta este momento. Se refiere

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al ahorro de espacio que suponela instalación de plantas gene-radoras basadas en las nuevastecnologías. Estas plantas, encomparación con las conven-cionales, pueden generar, po-tencialmente, la misma can-tidad de energía, a la vez queocupan una cantidad muchí-simo más modesta de terreno.

No hace falta recalcar lo quesupone, a todos los efectos, losdos tipos de ahorro que nosvendrán a proporcionar lasnuevas tecnologías genera-doras de energía, una vez quese generalicen en el mundoentero. Sólo subrayamos unhecho indiscutible, que tieneuna repercusión directa con eltema de los recursos y delmedio ambiente. Este hechoindiscutible es que el denomi-nador común de estas nuevastecnologías —el ahorro—,viene a redundar en un bene-ficio neto que en este caso seaplica directamente a dos re-cursos escasos en el sentidomás estricto, como son, preci-samente, el dinero y el espacio.En este sentido las nuevas tec-nologías energéticas se mues-tran —una vez más— eminen-temente ecológicas, es decir su-mamente respetuosas con elmedio ambiente.

DESARROLLO SOSTENIBLE Y

NUEVA CONCIENCIA

ECOLÓGICA

ESTÁ CLARO que elprimer paso —yadado— en la lucha por

preservar y mejorar el medioambiente, es el de aplicar laciencia para adquirir conoci-mientos precisos acerca de losmecanismos propios de la na-turaleza, así como acerca delos efectos exactos de los dis-tintas agentes y procesos queperpetran agresiones al medioambiente. Esto es aplicablesobre todo al ámbito delcambio climático —por tra-tarse de un fenómeno menosconocido—, pero también alos demás aspectos de la con-taminación en su sentido másamplio. Sólo sobre la base delos conocimientos adquiridosen estos dominios, es cómo seva a poder luego, desde la eco-nomía y la política, aplicar lasoportunas réplicas en la formade conservación, protección,sustitución o corrección. Eneste contexto, cobra una im-portancia inusitada la llamadainvestigación y desarrollo (I+D)en torno al tema del medioambiente, como paso previo eindispensable para enfocarbien el tema de la protección

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de nuestro mundo y de su pre-servación para las genera-ciones venideras.

La toma de conciencia delos problemas medioambien-tales como problemas globales(de efectos mundiales y nosólo locales o regionales, y deefectos presentes con repercu-siones para el futuro) va avan-zando poco a poco, pero ya haconducido a la comunidad in-ternacional a plantearse el pro-blema de si la expansión eco-nómica no estará, de hecho,destruyendo la base mismasobre la que se asienta la es-tructura social, y poniendo enpeligro las posibilidades deldesarrollo socioeconómico amedio y a largo plazo. Es enbase a esta toma de concienciay a la aceptación del tema delmedio ambiente como unasunto de interés general —yno como algo sólo marginal—,que surge el concepto de desa-rrollo sostenible, un conceptoque ha recibido mucha aten-ción en los foros científicos,económicos y políticos, y estámuy documentado en la litera-tura especializada de estos úl-timos años (Block, 1990;Elliot, 1994; Wilbanks, 1994;Cole, 1996; Pérez Adán, 1993,1997; Tamames y Gallego,1996; d’Entremont, 1997).

El desarrollo sosteniblepuede definirse como una si-tuación en la que algún tipo decambio económico está ocu-rriendo, particularmente laproducción y el consumo debienes materiales, pero sin quepor ello se produzcan daños almedio ambiente a corto olargo plazo, ni la merma de re-cursos naturales. Normal-mente, el concepto de desa-rrollo sostenible se aplica alcaso de la mejora de las condi-ciones de vida en los paísesmenos desarrollados, es decir,a cambios que hay que efec-tuar para que estos países—tan dependientes respectode los recursos de la tierra parala supervivencia económica ypolítica—, puedan lograr undesarrollo armonioso a partirdel momento presente, singrandes costes de cara a las ge-neraciones venideras.

Se puede afirmar entoncesque el desarrollo sostenible esen primer lugar un conceptoeconómico, pero con un desta-cado fundamento ético y huma-nista. Este rasgo se ve en todaslas definiciones, al referirse alas generaciones futuras, a laredistribución de la riqueza y ala erradicación de la pobreza.Por esto mismo, se arrima alcampo de las ideas esbozadas

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arriba, y por ello es un con-cepto novedoso y relativa-mente radical. Otro rasgotambién característico de esteconcepto es su preocupaciónpor el medio ambiente, tanto anivel social (preocupación porla sociedad presente y futura),como a nivel económico (pre-ocupación por las materiasprimas y por la responsabi-lidad de la empresa). Conapenas una década a sus es-paldas, este concepto se en-cuentra manejado hoy entodos los foros de debate,siendo un punto de primerorden en las prioridades de lasorganizaciones más influ-yentes del mundo.

Se puede afirmar asimismoque el desarrollo sostenible noes sólo un concepto econó-mico sino que además admitela existencia de una relación deinterdependencia entre elmundo natural y el desarrollohumano, y por lo tanto es unconcepto fundamentalmenteantropológico. En resumen, sepodría decir que para que se déun desarrollo sostenible en elsentido más completo del tér-mino, son necesarias las si-guientes actuaciones, entreotras, que van en la linea delenfoque integral apuntadoarriba:

• Promover el conocimientocabal de los problemas medio-ambientales y de las posiblessoluciones realistas y factiblesa estos problemas;

• Avanzar en la promulga-ción de legislación acertada enconformidad con los nuevosdescubrimientos científicos;

• Buscar remedios duraderosa los problemas del medio am-biente, y aplicar políticas desolución definitiva a escalaglobal;

• Atajar la pobreza de las re-giones menos favorecidas delmundo, luchando contra losdesequilibrios y las desigual-dades mundiales;

• Promover el desarrolloeconómico y social de los pue-blos, atendiendo a sus sistemasde valores.

Los desequilibrios y las de-sigualdades mundiales son decarácter geográfico y demo-gráfico, pero fundamental-mente son de tipo económicoy sobre todo antropológico.Desde el punto de vista econó-mico, como se apunta, entreotros, en Block [Ed.] (1990) yen Ferrer y Peláez (1996), seimpone efectuar reformas enlas estructuras económicas ac-tuales, de tal manera que envez de destruir el medio am-

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biente, la economía llegue a re-conciliarse con él y sirva parapreservarlo y para mejorarlo.Los desequilibrios y las desi-gualdades se irían solucio-nando con un mejor repartode los conocimientos y de larenta a escala mundial, segúnafirman los expertos.

Esto indudablemente con-lleva, en opinión de algunos,una condición inaceptable, quees un nuevo reparto dentro delas actuales estructuras del poder.El hecho es que hay muchospoderes fácticos que prefierenmantener el desigual repartode fuerzas existente, y pre-tenden lograrlo, no medianteel desarrollo sostenible y todolo que entraña de cambio dementalidad y de modos deobrar, sino controlando la po-blación del mundo menos desa-rrollado, apelando a supuestas“leyes inherentes” no basadasen la ciencia ni en los valoresmás básicos de las personas,sino en intereses que sirven losfines propios de esos poderesfácticos, pero no los fines pro-pios de la humanidad(Hawley, 1966; Clark, 1968,1977; Domínguez del Brío,1976; Menard y Moen [Eds.],1987; Kasun, 1988; d’Entre-mont, 1991; 1997; Cassen etal., 1994; Le Bras, 1994; Ba-

llesteros y Pérez Adán [Eds.],1997).

Desde el punto de vista an-tropológico —es decir almargen de los poderes fác-ticos, de las estructuras y de lasinstituciones políticas, econó-micas y sociales, y propia-mente al nivel de las personasindividuales—, se imponentambién muchos cambios im-portantes. Estos cambios im-portantes van en la linea de lanecesidad de inculcar nuevosvalores para asegurar que todolo que entraña el desarrollosostenible —todavía un pro-yecto embrionario—, se con-vierta en una realidad en unplazo no muy largo. Estosnuevos valores van mucho másallá del medio ambiente, por loque se ha acaba de apuntar.Mejor dicho: contemplan elmedio ambiente desde suúnica perspectiva correcta yplena, que es la perspectivaglobal de la interacción totalentre el medio natural y elmedio humano, que es funda-mentalmente una perspectivahumanística.

Aparte del amor a la natura-leza, el aprecio por la conser-vación y la lucha en contra deldespilfarro de recursos y de lacontaminación, los nuevos va-lores que habría que inculcar,

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tanto en los individuos comoen las instituciones incluyen,entre otros, el afán por buscarmedios de preservar la precariapaz mundial, el respeto por lavida en todas su formas, lalucha decidida y desinteresadapor desterrar las distintasformas estructurales de po-breza y de desigualdad, elabandono de las pautas deconsumo desorbitadas tanpropias de lo que Galbraith(1969) llama la sociedad opu-lenta, y la promoción de unaeducación estética y ecológicaa todos los niveles de la so-ciedad. Sólo así puede enmar-carse correctamente el temadel medio ambiente, que—como se ve— es un temaque va mucho más allá de lamera consideración del mediofísico y la dotaciones de re-cursos.

A estos efectos, es significa-tivo constatar en cuántos li-bros básicos de Geografía Ge-neral o incluso de GeografíaFísica —tanto en nuestropaís como en el extranjero—,incluso en fechas tan recientescomo hace escasamente quinceo veinte años, no se men-cionan —o sólo existen al-gunas referencias pasajeras— aconceptos tales como ecología,medio ambiente, ecosistema,

bioma, hábitat o contamina-ción, y —no digamos— biodi-versidad, efecto invernadero,calentamiento global, capa deozono o desarrollo sostenible.Esto muestra, entre otrascosas, hasta qué punto la men-talidad de honda preocupaciónpor la cuestión ecológica hatardado en calar en la cienciaconvencional, y también en laGeografía, aún cuando ya lle-vaba años fraguándose enotros ámbitos, como porejemplo en la Economía y enla Política. En los últimosaños, sin embargo, la cienciageográfica y las demás cienciaspropias del análisis del mundopropio de los seres vivos—como la Ecología y la Bio-logía—, han ido incorporandoestas nociones plenamente a suacervo conceptual común, enconexión con otros aspectosdel mundo en que vivimos, in-cluyendo el mundo de los hu-manos y de sus múltiples acti-vidades.

La llamada conciencia ecoló-gica se ha ido despertando sólomuy lentamente a lo largo delas últimas décadas, pero se havisto intensificada en años re-cientes. En este lento des-pertar y en esta intensificaciónhan incidido una serie de fac-tores identificados, tanto obje-

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tivos como más subjetivos. Encuanto a los factores objetivos,hasta hace relativamente poco,se desconocían en gran me-dida muchos mecanismos dela naturaleza tanto desde laperspectiva de sus propios pro-cesos y fenómenos, como desus mecanismos inherentespara combatir la contamina-ción y los demás procesos no-civos originados desde elmundo de los seres humanos.Por otra parte, las caracterís-ticas, la magnitud y las conse-cuencias de la contaminación yde esos otros procesos nocivosse han ido conociendo tam-bién sólo poco a poco. Salvopor desastres puntuales y apa-ratosos —como por ejemplolos derrames de petróleo en elocéano a partir de los superpe-troleros, o los escapes tóxicos oradioactivos a la atmósfera apartir de fábricas químicas yde reactores nucleares en dis-tintas partes del mundo—, serequiere el paso del tiempopara que las consecuencias delas agresiones al medio am-biente se manifiesten en todasu plenitud y envergadura.

En cuanto a los factores sub-jetivos, el advenimiento degrupos ecologistas en los úl-timos años, a la vez que haayudado a despertar la con-

ciencia ecológica en su sentidopositivo, ha servido al mismotiempo para desvirtuar la dis-cusión científica seria en tornoal medio ambiente, y para re-conducirla hacia la esfera de laideología, de la política y delas llamadas “agendas ocultas”que caracterizan a no pocos deestos grupos. Es decir, ha ser-vido para reconducirla hacialas viejas polémicas que pro-ponen supuestas solucionesque se han demostrado estarmal enfocadas y ser ineficacespara resolver los problemas delmedio ambiente. Por otraparte, dentro del capítulo delos factores subjetivos, nomenos importante es la consi-deración de la configuracióndel mercado mundial, que sesigue moviendo de acuerdocon estructuras en las que im-peran muchos intereses econó-micos y políticos, desde loscuales —muchas veces— eltema del medio ambiente se veenmarcado sólo en términosde ecuaciones de costes, y noen términos de los beneficiosque necesariamente se derivande un enfoque ecológico librede ataduras, por concentrarseen torno a la perspectiva delbien común de la humanidadconsiderada en su globalidad.

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Sólo con la incorporación denuevos valores —concordescon una auténtica concienciaecológica, es decir de acuerdocon una auténtica visión huma-nística—, es cómo se va a em-pezar a resolver los muchosproblemas asociados con losrecursos y con el medio am-biente, que son problemasmundiales, y por lo tanto ob-jeto de atención por parte delas Ciencias Sociales y Hu-manas, y por esto mismo porparte de la Geografía, que enesto también tendrá que hacersu aportación específica. Seráfundamentalmente una apor-tación científica, pero no porello dejará de ser una aporta-ción humanística, sino todo locontrario.

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