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www.periodicolaverdad.com www.diocesisdecucuta.com DOMINGO 22 DE SEPTIEMBRE DE 2019 | SAN JOSÉ DE CÚCUTA, NORTE DE SANTANDER, COLOMBIA | FUNDADO EN 1956 | VALOR: $1.200 849 En septiembre Con justicia y paz Anuncio a Jesucristo Periódico La Verdad Diócesis de Cúcuta Emisora Vox Dei Cúcuta Edición especial La Iglesia en lo social Provincia de Nueva Pamplona

Edición especial La Iglesia en lo socialn (1).pdf · DOMINGO22 DE SEPTIEMBRE DE 2019 | SAN JOSÉ DE CÚCUTA, NORTE DE SANTANDER, COLOMBIA | FUNDADO EN 1956 | VALOR: $1.200 849 En

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www.periodicolaverdad.com www.diocesisdecucuta.com DOMINGO 22 DE SEPTIEMBRE DE 2019 | SAN JOSÉ DE CÚCUTA, NORTE DE SANTANDER, COLOMBIA | FUNDADO EN 1956 | VALOR: $1.200

849En septiembre

Conjusticia y

pazAnuncio aJesucristo

Periódico La VerdadDiócesis de Cúcuta Emisora Vox Dei Cúcuta

Edición especial

La Iglesia en lo social

Provincia de Nueva Pamplona

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2 San José de Cúcuta, septiembre 22 de 2019 Editorial

“La Iglesia que peregrina en esta parte de Colombia ha sido siempre un signo vivo del amor de Dios y de una caridad activa, con iniciativas concretas y acciones ilumi-nadas siempre por la Palabra del Señor”.

PresidenteMonseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid

Obispo de la Diócesis de CúcutaDirector

Pbro. Carlos Alberto Escalante R.

AdministradorPbro. César Augusto Prato Parra

Equipo de RedacciónPbro. Diego Eduardo Fonseca Pineda

C.S. Isabel Obando

Sem. Ángel Esteban Suescún Sarmiento

Diseño y diagramaciónSandra Johanna Arias Urbina

FotografíaCCDC / Internet

ImpresiónVanguardia Liberal

“Al atardecer de la vida te examinarán del amor”, decía san Juan de la Cruz en uno de sus escritos, aludiendo al Evan-gelio de san Mateo en el que se nos advierte que el pan compartido, el te-cho ofrecido, el amor entregado, serán nuestra corona en la gloria y serán la expresión de nuestra fidelidad a la re-velación amorosa de Dios, que nos pide encontrarlo también en el hermano que sufre y en el dolor humano que el mis-mo Jesús quiso compartir.

En el contexto social del nororiente del país, la Iglesia católica ha estado pre-sente desde la colonización del territo-rio y ha entregado el tesoro precioso de la fe a todos los hermanos y hermanas que tienen su hogar en este espacio geográfico. La fe y la opción por Je-sucristo ha animado nuestro caminar y nuestra acción. Es clara también la tarea de los sacerdotes, religiosos y re-ligiosas, además de los laicos en el de-sarrollo integral de la persona humana. Queremos dedicar este número especial de LA VERDAD al estudio y al análisis de esta realidad y tarea social de la Igle-sia, que no es otra cosa que el ejercicio de la caridad que Cristo nos propone.

La Iglesia es una comunidad viva. Su nombre será siempre comunión y su meta, que es la gloria, se empieza a alcanzar cada vez que se hace vivo el gesto de amor que vence fronteras, la alegría de la fe que tiende puentes don-de tantos quisieran construir trincheras de dolor y de amargura. Desde esta tierra, en el camino y en la vía que-remos tener a Jesucristo y a su Evan-gelio como guía y orientación para la lectura de los espacios sociales en los cuales vive el hombre, caminando y viviendo cerca a sus necesidades.

La Iglesia que peregrina en esta parte de Colombia, en este nororiente en el que se dan tantos y tan dolorosos su-cesos que nos reclaman acciones vivas,

ha sido siempre un signo vivo del amor de Dios y de una caridad activa, con iniciativas concretas y acciones ilumi-nadas siempre por la Palabra del Señor y por el amplio y sólido magisterio so-cial de la Iglesia.

La Provincia Eclesiástica de Nueva Pam-plona, con la Sede Arzobispal a la cabe-za, con las Iglesias diocesanas de Cúcu-ta, Arauca, Ocaña, Tibú, son signos de acciones claras y concretas. Sus pastores y fieles han que-rido responder concretamen-te a las grandes urgencias y retos de esta zona del país.

Como la primera amenaza-da en toda situación de vul-neración es la vida, es este el primero de los frentes en el que hemos actuado con de-cisión proclamando la san-tidad y sacralidad de toda existencia humana desde su mismo comienzo hasta su final natural, proclamando con firmeza nuestra conde-na a las prácticas inhuma-nas del aborto y la eutanasia. También en la defensa de la vida humana que ha sido destruida y vilmente asesinada en muchos de los hijos de esta región, a ellos y a sus familiares, víctimas del conflicto, se ha dirigido la atención y el cuidado de la Iglesia.

En la dolorosa situación de los her-manos migrantes, hemos desplegado también todo el esfuerzo de asistencia que supera la misma actividad solida-ria porque nuestras acciones están for-talecidas por la constante predicación del Evangelio, porque en cada pan que se ofrece y en cada vaso de agua que se entrega hay siempre una palabra de Dios, una palabra de aliento y de esperanza, porque unimos al don de la caridad el misterio amoroso de la evangelización que transmite la fe al

tiempo que acompaña el dolor humano con el consuelo de Dios, con el aliento y la esperanza, con la acogida persona-lizada de cada hermano.

Con muchas iniciativas sociales, la Igle-sia ha querido acompañar a los campe-sinos, a los que cuidan de la tierra y nos regalan el alimento y cuanto es necesa-rio para mantener nuestra vida material. En un contexto rural en su mayor par-

te, la Iglesia ha promovido acciones y tareas a favor de ellos, para que puedan vivir dignamente.

Las víctimas de la violencia han sido siempre nuestra prio-ridad y, arriesgando hasta la vida misma, no han faltado las acciones concretas que busquen una presencia activa, una voz constante de esperan-za, una palabra de aliento y de fe. Un mártir, monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, el Beato Obispo de Arauca, es la evidencia de una acción evan-gelizadora que quiere decirle

al mundo que la violencia y la muerte nunca tendrán la última palabra, que los violentos siempre encontrarán una llama-da a la reconciliación y a la superación de los odios en el lenguaje del Evangelio que es perdón, verdad y misericordia.

En una región en la que la creación se ve constantemente amenazada por la hosti-lidad con la que los seres humanos des-truyen la vida, hemos mostrado que la Ecología va más allá de la conservación de los recursos, pues su objetivo, a la luz de la fe, es hacer que el hombre conviva en armonía con los seres que constituyen su entorno porque todo es obra de Dios y porque en todo ha de manifestarse el res-peto por el medio ambiente que es más que un bien material, es un bien espiri-tual en el que el hombre vive y convive con sus hermanos.

En nuestro contexto social, hemos he-cho una profunda opción por la PAZ, por establer en la acción pastoral diaria, cri-terios, formas, espacios para la vivencia de la fraternidad, de la comunión y de la defensa de una vida de hermanos que rechace la violencia y abra espacios de convencia fraterna entre nosotros.

En la acción de la Iglesia está la opción por la Justicia social, por el derecho y el deber de proporcionar a todos un espacio para la convivencia, en la cual todos ten-gan derecho a los bienes fundamentales para su vida. Sobre estas bases tiene que contruirse la verdadera PAZ, fundamen-tada en la Reconciliación entre herma-nos, buscando horizontes de diálogo y de convivencia fraterna basada en la Caridad de Cristo que nos Urge (2 Cor 5, 14).

Somos anuncio vivo del Evangelio en las realidades del ser humano, en el mundo del trabajo, de la educación, de la cultura porque la Iglesia es experta milenaria en humanidad y ha sido de-fensora de la vida y de la convivencia humana, fraterna, consciente, iluminada por la revelación de Dios en su Palabra y por las enseñanzas de los Papas, espe-cialmente desde León XIII, quien propi-ció el desarrollo del magisterio sobre lo Social, ya evidente en la enseñanza de los Padres de la Iglesia y ya concretado en las acciones caritativas que, desde las primeras comunidades cristianas, han proclamado la grandeza de la caridad, manifestada especialmente en modelos de santidad que han concretado los man-datos del Señor en favor de los pobres y de los últimos. Al enfrentar estos temas, la presencia social de la Iglesia, quere-mos que los lectores de LA VERDAD, puedan conocer y apreciar y, especial-mente, empeñarse también en la cons-trucción de la dignidad de la persona humana, inspirados en el Evangelio de Jesucristo.

¡Alabado sea Jesucristo!

La Caridad de Cristo nos urgeLa presencia de la Iglesia en el contexto socialMonseñor

Víctor Manuel Ochoa CadavidObispo de Cúcuta

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3San José de Cúcuta, septiembre 22 de 2019

“Fue la Iglesia la primera institu-ción en el país que llamó la atención en el año 1994 sobre el drama del desplazamiento, mediante una in-vestigación nacio-nal y luego siguió con programas de atención a esta po-blación”.

La Iglesia en lo socialAporte al desarrollo humano integral

La Iglesia colombiana ha estado presente en las realidades socia-les del país desde su inicio. Cada población, cada corregimiento tiene la huella de la obra de sa-cerdotes, religiosos y laicos que movidos por el deseo de hacer presente a Dios en medio de su comunidad promovieron la cons-trucción de obras de infraes-tructura, carreteras, hospitales, viviendas, sitios de atención a los más vulnerables, instituciones de capacitación para trabajadores como es el caso del SENA. Pero no han sido obras aisladas, se ha tratado de todo un movimiento de largo plazo que ha buscado no solo atender con las obras de mi-sericordia a quienes sufren sino crear el ambiente para que ¨pa-sen de condiciones menos huma-nas a condiciones más humanas¨ tal como lo señala el Papa san Pablo VI.

Para promover, acompañar y coordinar estas acciones, la Con-ferencia Episcopal creó el Secreta-riado Nacional de Pastoral Social / Cáritas Colombiana y cada Diócesis ha creado un Secretaria-do Diocesano de Pas-toral Social / Cáritas, y a su vez las parroquias cuentan con el Comité Parroquial de Pastoral Social, conformando una red enorme de mi-sericordia.

Son muchos los do-cumentos de la Con-ferencia Episcopal que reflejan el com-promiso de la Iglesia colom-biana en materia social. Todos estos documentos muestran que una línea central de su accionar es la evangelización de lo social, lo cual significa

que se tiene como meta hacer presentes los valores del Evan-gelio en las relaciones socia-

les. Dentro de esos documentos se hace referencia perma-nente a la presencia de Dios en la histo-ria de nuestro país, iluminando y guian-do a su Iglesia en el compromiso con los más necesitados. Es-tos documentos dan testimonio de la for-ma como la caridad y la acción en favor de los más necesita-dos han estado en el

corazón de la Iglesia colombia-na a lo largo del tiempo.

En los años recientes una par-te muy importante de la activi-dad social se ha centrado en el

compromiso por salvar vidas en medio de los grandes desastres y emergencias que se viven en las comunidades. Para lograrlo, la Conferencia Episcopal creó hace más de 30 años la Campa-ña de Cuaresma, Campaña de Comunicación Cristiana de Bie-nes, que se hace en todas las pa-rroquias del país para fortalecer su compromiso con obras con-cretas diocesanas o parroquiales y aportar a un fondo nacional de emergencias que atiende pobla-ciones alejadas golpeadas por calamidades naturales o produ-cidos por el ser humano bajo la perspectiva de ser complemen-tarios con la acción de las auto-ridades nacionales, regionales o locales. Este compromiso per-mite que las comunidades lo-cales expresen el amor de Dios a los más necesitados en forma cercana y como respuesta a sus

necesidades inmediatas. Se tra-ta de ¨trabajar juntos¨ haciendo que sean los afectados por los desastres quienes se conviertan en protagonistas de la construc-ción de alternativas y salidas frente a las crisis que les afec-tan y más adelante puedan re-construir sus vidas y su tejido social. En este campo ha ha-bido enormes proyectos como los desarrollados para aportar a la reconstrucción después de grandes terremotos como el que afectó al Eje Cafetero hace algu-nos años. Una de las cosas que más valoran los que reciben este apoyo de la Iglesia es el ¨haber-nos reconocido como personas y hacernos parte de la solución desde nuestra cultura y nuestras aspiraciones¨.

Salvar vidas muchas veces incluye el proteger a las per-

Por: Mons. Héctor Fabio Henao Gaviria, Director del Secretariado de Pastoral Social de Cáritas Colombiana

Iglesia Nacional

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4 San José de Cúcuta, septiembre 22 de 2019

sonas que pueden ser reclu-tadas o explotadas a causa de la vulnerabilidad que sufren después de una emergencia. En este sentido se trata de una aten-ción integral a las familias y a la comunidad afectadas. Así se ha hecho en un programa de mucho impacto que se ha desarrollado en fa-vor de la población desplazada y vícti-ma del conflicto ar-mado. Fue la Iglesia la primera institu-ción en el país que llamó la atención en el año 1994 sobre el drama del despla-zamiento mediante una investigación nacional y luego si-guió con programas de atención a esta población.

La llegada reciente de población venezolana que busca protec-ción en Colombia ha movido la solidaridad de la Iglesia bajo el lema de acoger, proteger, pro-mover e integrar a las familias y a los migrantes en general. La Iglesia en Colombia tiene una larga experiencia de décadas apoyando a los migrantes y so-licitantes de refugio la cual se pone hoy en marcha en favor de esta necesitada población.

Una segunda gran línea de la Iglesia en Colombia es apor-tar a la reducción de los nive-les de pobreza, en particular la pobreza extrema que golpea a una parte de nuestra pobla-ción. Se trata de proyectos pro-ductivos y de generación de me-dios de vida en las comunidades más afectadas. Desde las regio-nes más alejadas se hacen traba-jos con campesinos en la adop-ción de medidas para aumentar su capacidad de obtener los pro-ductos necesarios, y tener acceso al mercado para sus productos.

El aporte para la superación de la pobreza implica también accio-nes de educación como camino clave para el avance en el media-no plazo, y la capacitación inme-diata para el empleo o para ob-tener medios de subsistencia; en ambos casos está comprometida

la Iglesia con numerosas Dióce-sis y organismos parroquiales.

En algunos casos estos ejercicios exigen tomar medidas para la adaptación al cambio climático, de hecho hay varios proyectos en ejecución con comunidades

que viven los efectos de la deforestación y de la degradación de sus territorios. Se trata de comunidades con condiciones de pobreza muy com-plejas donde las Dió-cesis hacen esfuerzos para acompañarles en este caminar.

Indudablemente un componente im-portante de estos proyectos es el de

construcción de forma de con-vivencia pacífica entre los ha-bitantes y superación de con-flictos y formas de violencia que hacen más pesadas las condiciones de la pobreza que viven las poblaciones. La Igle-sia en Colombia comprende que sus esfuerzos por el desarrollo y la paz deben ir unidos, haciendo un gran programa que abra ca-

minos integrales para la vivencia de la dignidad de las personas. En este sentido hay más de cien iniciativas locales de paz en que las Diócesis acompañan a las co-munidades para que por medio del diálogo encuentren solucio-nes a conflictos locales y asegu-ren el desarrollo de la comuni-dad como tal.

El acceso a alimentos es un de-safío para los más vulnerables de la sociedad. Para garantizar el derecho a una alimentación de calidad la Iglesia ha creado varios programas e institucio-nes, entre los cuales están los Bancos de Alimentos que con-forman una gran red en todo el país. Pero no se puede descono-cer el enorme aporte de parro-quias, congregaciones religiosas y movimientos de laicos que se esfuerzan por hacer realidad el aporte a quienes padecen por limitaciones alimentarias. Un sondeo de todas las institucio-nes de Iglesia comprometidas en este terreno nos permite afirmar el aporte de la Iglesia es verda-deramente significativo en este campo y que muchas personas padecerían enormes limitacio-nes sin este aporte con impactos

muy serios en el desarrollo hu-mano integral.

Los programas de carácter am-biental están teniendo mayor impacto en el periodo recien-te gracias al llamado del Papa Francisco al “cuidado de la casa común”. Bajo ese lema la Igle-sia colombiana está desarrollan-do un programa de gran alcance desde la Red Eclesial Panama-zónica que promueve las co-munidades de la Amazonía y la Orinoquía y que además se compromete con el cuidado de todos los bosques en Colombia con la perspectiva de asegurar condiciones de vida digna para los pobladores.

Hay poblaciones especialmen-te vulnerables que requieren el acompañamiento y presencia de la Iglesia, estamos hablando de las personas privadas de la li-bertad hacia quienes se tiene un programa integral de atención a ellos y sus familias para aliviar su situación, e igualmente los enfermos hacia quienes no sola-mente se tienen instituciones de atención médica sino equipos de acompañamiento y de cercanía en medio del sufrimiento.

“La Iglesia en Co-lombia comprende que sus esfuerzos por el desarrollo y la paz deben ir unidos haciendo un gran programa que abra caminos integrales para la vivencia de la digni-dad de las perso-nas”.

Iglesia Nacional

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“La interdependencia, cada vez más estrecha, y su progresiva uni-versalización hacen que el bien común -esto es, el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección- se universali-ce cada vez más, e implique por ello derechos y obligaciones que miran a todo el género humano. Todo grupo social debe tener en cuenta las necesidades y las legí-timas aspiraciones de los demás grupos; más aún, debe tener muy en cuenta el bien común de toda la familia humana” (GS 26).

Elementos esenciales que lo cons-tituyen:

- Respeto a la persona: En nom-bre del Bien Común, las autorida-des están obligadas a respetar los derechos fundamentales e inaliena-

Principio del Bien Común

bles de la persona humana. La so-ciedad debe permitir a cada uno de sus miembros realizar su vocación. En particular, el Bien Común resi-

Por: Pbro. Juan Carlos Rodríguez,Delegado para la Pastoral Social de laArquidiócesis de Pamplona

de en las condiciones de ejercicio de las libertades naturales que son indispensables para el desarrollo de la vocación humana: “derecho

a actuar de acuerdo con la recta norma de su conciencia, a la pro-tección de la vida privada y a la justa libertad, también en materia religiosa” (GS 26, 2)” (CIC, n. 1907).

- Bienestar social: El desarrollo es el resumen de todos los deberes sociales. Ciertamente correspon-de a la autoridad decidir, en nom-bre del Bien Común, entre los di-versos intereses particulares; pero debe facilitar a cada uno lo que necesita para llevar una vida ver-daderamente humana: alimento, vestido, salud, trabajo, educación y cultura, información adecuada, derecho a fundar una familia, etc. (GS 26, 1); (CIC, n. 1908).

-Implica “paz”: Es decir, esta-bilidad y seguridad de un orden justo. Supone, por tanto, que la autoridad garantiza por medios honestos, la seguridad de la socie-dad y la de sus miembros. El Bien Común fundamenta el derecho a la legítima defensa individual y colectiva (CIC, n. 1909).

Arquidiócesis de Nueva Pamplona Iglesia y Bien Común 5

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La Pastoral Social es la actitud de servicio de todos los que so-mos Iglesia, para hacer presente la verdad, la reconciliación, la justicia y la caridad en las rela-ciones y estructuras básicas de la sociedad.

Iluminados por la Palabra de Dios y la Doctrina Social de la Iglesia, buscamos la dignidad y el desarrollo de la persona, para el crecimiento del Reino de Dios en las realidades sociales.

Acciones sociales

Escuela de Convivencia y Paz

Foros con candidatos a las al-

1. Es una de las regiones del departamento menos desarrolla-das: no hay presencia empresa-rial, escaso apoyo del gobierno nacional, débil economía, falta de buenos liderazgos y represen-tatividad política. La crisis so-cio-económica, es debida a que

Fundación:25 de septiembre de 1835

Elevada a Arqui-diócesis: 29 de mayo de 1956 Superficie:

6.571 km²Administrador Diocesano:MonseñorJaime Cristóbal Abril González

es una población en su mayoría rural, de vocación agrícola, con muy mala infraestructura, admi-nistraciones deficientes con poca inversión para el campo, poco in-centivo al sector, y ahora se une el fenómeno migratorio (transitorio y residente) en reemplazo de mano

de obra local, la cual es más barata.

2. Otros de los aspectos a destacar en la Arquidiócesis es el ambien-tal, por la conservación del Pára-mo de Santurbán, del cual hacen parte 9 municipios, y en la delimi-tación propuesta se afecta a más de

Principales problemáticas30.000 habitantes, que llevaría casi a la desaparición de munici-pios como Chitagá y Silos.

3. Aumento muy preocupante del micro-tráfico, alcoholismo, induciendo a los niños, adoles-centes y jóvenes.

Desde la acción pastoral de la Arquidiócesis de Nueva Pamplona se ha contribuido al Bien Común

caldías con temas como bienestar social de los pobladores.

Creación junto con las Dióce-sis de Ocaña, Tibú, Cúcuta, las Cámaras de Comercio de Cúcuta, Pamplona y Ocaña, y las Univer-sidades de Pamplona y Francisco de Paula Santander, de la Cor-poración Nueva Sociedad de la Región Nororiental de Colombia (Consornoc), para promover el desarrollo y la paz, buscando el bienestar de los más vulnerables y vulnerados del territorio, desde hace 20 años.

Fundación de la Urbanización Sagrada Familia, para favorecer a 20 familias pobres de la ciudad de

Pamplona, donde desde las parro-quias se apadrinó para la construc-ción de sus viviendas, y se estable-cieron normas de convivencia.

Conformación y presidencia de la Comisión de Conciliación Regional.

Acompañamiento a las orga-nizaciones sociales de base y de víctimas en su fortalecimiento.

Formación política, de con-trol social y espacios de partici-pación a los agentes de pastoral social de las parroquias.

Desde la Pastoral Rural y de Tierra, se apoya el mejoramien-

to de la economía campesina, con la implementación de culti-vos para una mayor producción y comercialización. Así como el fortalecimiento de las asociacio-nes.

En varias parroquias de la Ar-quidiócesis, se dirige y acom-paña los hogares juveniles campesinos, para que nuestros adolescentes y jóvenes rurales puedan acceder a la educación media y técnica y fortalezcan sus unidades productivas.

Otras acciones sociales

Promoción humana: Pastoral de Adulto Mayor: En Convenio

Información general de

la Arquidiócesis

de Nueva

Pamplona

Iglesia y Bien Común Arquidiócesis de Nueva Pamplona 6

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con la Universidad de Pamplona, con psicólogos en formación se hace acompañamiento a 8 gru-pos de adultos mayores, coordi-nados por la Alcaldía de Pamplo-na. Mensualmente se hace una jornada de espiritualidad con to-dos los grupos con la celebración de la Eucaristía. Se acompaña en la celebración de la Semana del Adulto Mayor.

• Pastoral de justicia y paz: Acompañamiento a una asocia-ción de víctimas, en el fortaleci-miento de su organización, en las celebraciones o conmemoracio-nes propias de ellos.

• Pastoral de la salud: Acom-pañamiento a los enfermos en su dignificación en la enfermedad, un grupo de 10 voluntarios; ci-tas médicas, reclamo de medi-camentos, aseo del enfermo y de su lecho, acompañamiento a la familia.

• Pastoral penitenciaria: Se hace acompañamiento con la pre-sencia de un capellán y un gru-po de pastoral penitenciaria, los cuales cada ocho días celebran la Eucaristía, y demás sacramentos (bautismo, confirmaciones); se ofrece acompañamiento espiri-tual a los internos; se promueven

campañas, se organiza y celebra la novena y Fiesta a Nuestra Se-ñora de la Merced.

• Pastoral asistencial: Se reali-zan campañas de recolección de mercado, ropa, útiles de aseo, es-colares. En tiempos fuertes como es Semana Santa y navidad, se hace entrega de mercados a más de 200 familias en Pamplona, y en cada una de las parroquias. Se apoya en el mejoramiento de vivienda, en formulas médicas, en transporte para citas médicas fuera de la ciudad y pago de ser-vicios, orientación en temas de problemáticas familiares y socia-les como drogadicción, conflic-tos vecinales.

• Movilidad humana: Pastoral del Migrante: En Convenio con el Programa Mundial de Alimen-tos (PMA), en las Parroquias de Ragonvalia, Herrán, Toledo, Chinácota, Bochalema, Pamplo-nita, Chitagá y Silos, se está asis-tiendo con el bono alimentario redimible a 9.500 personas, de las cuales el 70% son migrantes o retornados y el 30% familias pobres de las parroquias. Has-ta el momento se han entregado más de 21.000 bonos. En Conve-nio con Pastoral Social Nacional y apoyados por Cáritas Francia,

se tiene un programa de atención humanitaria a migrantes transi-torios o caminantes: 7149 kit de refrigerios, 148 apoyos en salud (cita médica, medicamento, exá-menes), 526 auxilios de transpor-te (tiquete a la ciudad más cer-

cana), 2596 kit de aseo (niños, mujeres, hombres), 2219 kit de vestuario (guantes de lana, gorra de lana y poncho impermeable) y 200 kit educativos (estudiantes venezolanos).

Al comenzar este fenómeno mi-gratorio, se adaptó un albergue, para hospedar de 30 a 40 per-sonas diarias en una de las pa-rroquias de Pamplona, por tres meses, pero por situaciones de convivencia y seguridad. Desa-fortunadamente se cerró.

Por iniciativas particulares de hermanos sacerdotes, de igual forma se les ha prestado acompa-ñamiento espiritual, distribución de ropa y alimentos.

Ruta de los transitorios (cami-nantes por la Arquidiócesis de Nueva Pamplona.

La Arquidiócesis en el año 2020, en el proceso pastoral, su énfasis va a ser la Pastoral Social, en el redescubrimiento de Cristo en el otro, para fortalecer las estructu-ras de los comités parroquiales de pastoral social, la comisión arquidiocesana y las dimensio-nes de la pastoral.

Arquidiócesis de Nueva Pamplona Iglesia y Bien Común 7

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Por: Pbro. Abimael Bacca Vargas,Director Corporación de Servicio Pastoral Social de la Diócesis de Cúcuta

Testigo de la caridad de Cristo

La Carta Encíclica del Papa Be-nedicto XVI ‘DEUS CARITAS EST’ (Dios es amor), comienza con un texto de la 1 Carta de san Juan 4,16: “Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él”. Seguida-mente, el Papa expresa que estas palabras del apóstol san Juan, manifiestan el corazón de la fe cristiana: “La imagen cristiana de Dios y también la consiguien-te imagen del hombre y de su ca-mino”. Así que el creer en Dios, el ser cristianos, “no es por una decisión ética, o una gran idea, sino que es por el encuentro, por un acontecimiento con una per-sona, que da un nuevo horizonte a la vida y con ello, una orienta-ción decisiva”.

El Papa Benedicto XVI, con cla-ridad escribe que el amor en su forma más radical se expresa en la muerte de Cristo en la cruz. Allí se realiza ese ponerse de Dios contra sí mismo, para dar una nueva vida al hombre y salvarlo. Es entonces en la contemplación del costado traspasado de Cristo que nos ayuda a comprender lo que en sí la Encíclica quiere afirmar: “Dios es amor”. A partir de allí se puede definir lo que es el amor, para que con esta claridad el cristia-no encuentre su orien-tación para vivir y amar.

Esta orientación tiene una doble vía: amor a Dios y amor al próji-mo, entendiendo que la unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que Él se entrega: “el pan es uno, y nosotros aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan (1 Cor 10, 17).

En la parábola del rico Epulón, Je-sús acoge el grito de ayuda, y se hace eco de él para ponernos aten-tos a socorrer al necesitado. Igual pasa en la parábola del Samari-tano, mi prójimo se convierte en todo el que tenga necesidades de ayuda, pero es un prójimo concreto

con una ayuda concreta. Así se entiende entonces que el amor a Dios es tan preciso, como debe ser de igual forma el amor a los hermanos. La afirma-ción de amor a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o incluso lo odia, se sigue entonces, que el amor al prójimo es un ca-mino para encontrar tam-bién a Dios, por ello el

evangelista nos resalta: “Les ase-guro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis herma-nos, lo hicieron conmigo” (Mt 25, 40). Ahora bien, si en mi vida fal-ta completamente el contacto con

Dios (esto es la oración), seremos incapaces de reconocer su rostro en el hermano, tal como dice el Papa Benedicto XVI: “Podré ver siempre en el prójimo solamente al otro, sin conseguir reconocer en él, la imagen divina”.

La Iglesia movida por el Es-píritu Santo, recibe de Él la fuerza que transforma el co-razón de la comunidad ecle-sial para que sea una sola familia y la impulsa a la sa-lida en misión. Esta Iglesia, en toda su actividad tiene por centro la persona humana y procura su bien común e in-tegral desde lo fundamental del cristianismo: evangeliza-ción mediante la palabra de Dios, los sacramentos que santifican y la promoción humana que hace pasar de condiciones menos dig-nas a más dignas.

Por tanto, la caridad es el servicio que presta la Iglesia para atender

las realidades concretas de los hombres. En la Encíclica queda subrayado que el amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es una tarea de cada fiel, tarea que es tam-bién para toda la comunidad ecle-sial. Así el amor necesariamente requiere una organización, como

presupuesto para un servicio comunita-rio ordenado.

Junto con la admi-nistración de los sacramentos y tanto el anuncio de la Pa-labra, como la cari-dad, pertenecen al hábito esencial de la Iglesia. Hacia la

mitad del siglo IV, se va forman-do en Egipto la llamada “DIACO-NÍA”, es la estructura que en cada monasterio tenía la responsabi-lidad del servicio de la caridad. A partir de esto, se desarrolla en Egipto hasta el siglo VI una cor-poración con plena capacidad ju-

Diócesis de Cúcuta Iglesia y Caridad8

“La afirmación de amor a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o incluso lo odia”.

“Esta Iglesia, en toda su actividad tiene por centro la persona huma-na y procura su bien común e integral desde lo fun-damental del cristianismo”.

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Fundación: 29 de mayo de 1956

Superficie:2.200 Km²

Obispo:

Históricamente la Diócesis de Cúcuta ha dedicado gran parte de su obra a promover la solida-ridad y la caridad, pues, desde sus inicios, Obispos como Mon-señor Luis Pérez Hernández y Monseñor Pablo Correa León, se comprometieron con acciones que ayudaran a los más necesi-tados, apoyando procesos en pro de mejorar la calidad de vida de personas en condición de vulne-rabilidad. Poco a poco pequeñas acciones tomaron gran trascen-dencia hasta convertirse en insti-tuciones comprometidas para dar respuesta a aquellas crisis huma-nitarias, violentas, migratorias, desastres naturales, entre otras.

9

Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid

Acciones pastorales y evangelizadoras en la labor socialFue con el Plan Global de la Nue-va Evangelización donde la Pas-toral además de tener el soporte teórico y fijar directrices para su accionar, que Monseñor Ru-bén Salazar Gómez, presentó la Pastoral Social como un servicio Pastoral, es decir, solidificando los primeros cimientos de lo que hoy se conoce como la Corpora-ción de Servicio Pastoral de la Diócesis de Cúcuta (COSPAS).

Es así, como durante la dirección de Monseñor Oscar Urbina se con-solida la Pastoral Social como una institución que nace de la Diócesis de Cúcuta y se encarga de todas aquellas obras humanitarias que

responden a las problemáticas so-ciales en territorios donde la Dió-cesis de Cúcuta tiene jurisdicción.

Norte de Santander ha sido epi-centro de conflictos de diversas índoles, que ha hecho urgente la articulación y toma de acciones,

rídica. No solo cada monasterio, sino cada Diócesis llego a tener su diaconía, una institución que se desarrolla sucesivamente tanto en oriente como en occidente. El Papa Gregorio Magno (+604), ha-bla de la diaconía de Nápoles, por lo que se refiere a Roma. Las dia-conías están documentadas a partir del siglo VII Y VIII, pero ya en los Hechos de los Apóstoles, eran par-te esencial de la Iglesia de Roma.

En este sentido, siguen teniendo valor las palabras de la Carta a los Gálatas: “Mientras tengamos opor-tunidad, hagamos el bien a todos,

pero especialmente a nuestros her-manos en la fe” (6, 10). He queri-do extraer de esta Carta Encíclica ‘DEUS CARITAS ETS’ a modo de explicación fundamentada LA CA-RIDAD EN LA IGLESIA, para que quienes nos ayudan en esta tarea, ya sea como voluntarios, servido-res profesionales, laicos compro-metidos, cooperantes en recursos económicos y quienes participan directamente siendo auxiliados por el servicio de la caridad de esta Diócesis, ya sea en una parroquia, en un sector de la misma, un mo-vimiento eclesial, una comunidad religiosa, un fiel en particular o a

través de las mismas obras recono-cidas en nuestra Iglesia diocesana (varias por cierto, y orientadas a diferentes sectores poblacionales, en diferentes contextos sociales), tienen un fin fundamental: hacer concreto el amor a Dios y el amor al prójimo, reconociendo que como pueblo fiel de Dios, según nos dice en la constitución pastoral del Va-ticano II, LUMEN GENTIUM 8: “La Iglesia abraza con su amor a todos los afligidos por la debili-dad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerzan en remediar

sus necesidades y procura servir en ellos a Cristo”.

Ahora bien, en una particular ac-ción con los hermanos migrantes, el Papa Francisco, nos invita a realizar acciones o mejor, empren-der procesos que contribuyan al encuentro con Jesucristo a través de prójimo, desde la articulación entorno a cuatro verbos, que caen bien en las obras de caridad que la Iglesia particular de Cúcuta desa-rrolla en esta frontera: Acoger, pro-teger, integrar y promover. Es así como podemos decir que estamos viviendo la caridad en esta Iglesia.

Iglesia y Caridad Diócesis de Cúcuta

Información general de la Diócesis de

Cúcuta

principalmente por la Iglesia, vi-sibilizando las dificultades que padece la región, y que ha hecho que organizaciones no guberna-mentales, medios de comunica-ción, administraciones locales y nacionales presten atención a Cúcuta y sus diferentes crisis.

Principales problemáticas

3. Conflicto armado

4. Emergencias Naturales

1. Crisis migratoria

2. Pobreza extrema

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Diócesis de Cúcuta Iglesia y Caridad10

Por iniciativa de Monseñor Víc-tor Manuel Ochoa Cadavid, decide crear el 5 de junio de 2017, la Casa de Paso ‘Divina Providencia’, en La Parada, municipio de Villa del Ro-sario, para proporcionar una ayuda material, pastoral, espiritual, en sa-lud y orientación jurídica a los miles de venezolanos que diariamente vi-sitan este lugar de caridad.

Gracias a la generosidad del Papa Francisco, del Cardenal Pietro Paro-lin (secretario de Estado de la Santa Sede), los cucuteños, empresas, or-ganizaciones internacionales como: Programa Mundial de Alimentos (PMA); Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugia-dos (ACNUR); Cáritas Internatio-nalis; Adveniat; Cáritas Colombia; Cáritas Española; la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos; Conferencia Episcopal Española;

y la cadena radial española COPE; se han entregado más de 2.820.000 raciones de alimentos; más de 120.000 consultas médicas gratui-tas; 5.500 atenciones socio-jurídi-cas; y se cuenta con la colaboración de 800 voluntarios (sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosos, religiosas, movimientos apostólicos, instituciones públicas y privadas).

Por otra parte, en 8 parroquias de la ciudad se abrieron comedores de caridad: Parroquia San Judas Tadeo, en Villa del Rosario; parroquia San Antonio de Padua, centro; Comedor Misericordia cada día, en la Forta-leza; parroquia Sagrada Familia, en la Libertad; Hogar Hermanas Santa Teresa de Calcuta; Hermanas Sale-sianas, los Olivos; El Refugio, Vía a Pamplona; Parroquia Nuestra Se-ñora de los Dolores; Parroquia Jesús Cautivo.

Crisis migratoria

Casa de Paso ‘Divina Providencia’Diariamente alrededor de 1.000 migrantes transitan por la vías nacionales hacia otros destinos de Colombia e internacionales.

Para el recorrido se comparte agua, y un kit de alimentos para el cami-no en la caseta el peregrino en la salida del municipio de Los Patios.

Los niños han tenido especial atención gracias al Centro de Ayuda Humanitaria Infantil ‘La Niña María’, que funciona en las instalaciones de la Fundación Pía Autónoma Asilo Andresen; des-pués de un proceso de caracteri-zación con un equipo psicosocial, se logró identificar a centenares de menores, hijos de padres co-

Centro de Ayuda Humanitaria Infantil ‘La Niña María’

lombianos retornados y migran-tes venezolanos, que viven de la informalidad, por lo que en ‘La Niña María’, se les ofrece cuidar a los niños con edades entre los 2 y 10 niños, brindándoles alimen-tación, asistencia psicosocial y acompañamiento lúdico-pasto-ral. Actualmente se atienden a más de 130 menores.

Centro Diocesano de Migraciones y Solidaridad

Los migrantes venezolanos que llegan a la ciudad, encuentran una mano amiga en el Centro de Migraciones y Solidaridad, llegando a la fecha a atender a más 10.000 personas, entre ellos

deportados, migrantes, desplaza-dos, quienes reciben alimento, hospedaje, orientación y ayuda mientras continúan su camino a otros destinos nacionales o inter-nacionales.

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Iglesia y Caridad Diócesis de Cúcuta 11

Conflicto armado

Participaz Es una iniciativa que se trabaja en Sardinata y Bucarasica; su objetivo principal es fomentar la participación y autodeterminación política de las comunidades rurales, teniendo como eje fundamental la transformación pacífica de conflictos, como también generar aportes que contribuyan a su desarrollo económico. A la fecha ha vinculado a 78 familias, certifican-do sus fincas en producción y 1.313 personas han asistido a las jornadas.

Pastoral Rural y de la Tierra

Nace con el fin de hacer resistencia al desplazamiento forzado al casco urbano por parte de la población rural, es así como este proyecto ha vinculado a líderes de las Juntas de Acción Comunal (JAC), de las dife-

rentes veredas, orientando procesos de formación en temas como culti-vos sostenibles y aprovechamiento de los recursos naturales sin atentar con los ecosistemas rurales. Se ha brindado orientación psicosocial a 4.133 personas y orientación jurí-dica a 3.104 personas.

Teatros por la paz Surge del principio que concibe el arte como herramienta de transfor-mación social. Este proyecto tam-bién hace presencia en las zonas de Sardinata y Bucarasica. Su objetivo primordial es fomentar actitudes de reconciliación y ambientes pa-cíficos siendo el teatro la estrategia ideal para la expresión de la orali-dad y en algunos casos para contar todas aquellas historias vividas en medio del conflicto. Actualmente están vinculadas 36 personas.

Emergencias naturales

Pobreza extrema

Institución de carácter social perteneciente a la Diócesis de Cúcuta, fruto del esfuerzo de la Corporación de Servicio Social Pastoral (COSPAS) que contri-buye a la solución del problema del hambre mediante la recolec-ción de alimentos y donación de artículos; combate la desnu-trición en niños, niñas y ado-lescentes promoviendo actitu-

des de responsabilidad social y compromiso de organizaciones públicas y privadas con los sec-tores más vulnerables.

En los últimos tres años ha atendido a más de 36.000 personas; se han beneficiado más de 9.000 familias en Norte de Santander y se han re-cogido aproximadamente más de 600 toneladas de alimentos.

Banco Diocesano de Alimentos

Durante la ola invernal del año 2010, sumando a esto el derrum-be del casco urbano del munici-pio de Gramalote, la Diócesis de Cúcuta tomó las riendas de la situación creando albergues, los cuáles permitieron brindar ali-mentación, hospedaje y acceso a servicios básicos de agua y sa-lud a la población, que lo perdió todo durante esta catástrofe.

Recientemente, en el mes de septiembre, debido a la cala-

midad pública declarada en Norte de Santander por los in-cendios forestales, la Diócesis de Cúcuta ha acudido al mu-nicipio de Villa Caro, uno de los más afectados del depar-tamento, donde donó 3.000 metros de manguera para la vereda Balcones y a través del Banco Diocesano de Alimen-tos, ha entregado media tone-lada de alimento y artículos de cocina, para distribuir a las familias damnificadas.

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La Diócesis de Ocaña fue fun-dada el 26 de octubre del año 1962 con la bula Quoniam arca-na del Papa Juan XXIII; surge como territorio desmembrado de la Diócesis de Santa Marta y el Vicariato Apos-tólico de Barranca-bermeja. El primer obispo fue Monseñor Rafael Sarmiento Peral-ta, quien se posesionó el 12 de febrero de 1963. Actualmente el Excelentísimo Obis-po de la Diócesis es Monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos, quien lleva cuatro años acompañando y siendo el pastor del fervor católico en las 47 parroquias las cuales se en-cuentran en los 18 municipios que conforman nuestra Dióce-sis, pertenecientes a los depar-

tamentos de Norte de Santander y sur del Cesar.

En los territorios donde la Dióce-sis tiene jurisdicción se han pre-sentado muchos retos para ayudar a las comunidades, pues los pro-blemas que más sobresalen son: la corrupción, que se ve refleja en

los índices de pobreza que día a día aumentan en los municipios; el conflicto armado, que está presente en 8 muni-cipios que pertenecen al alto Catatumbo, lo cual trae consigo violencia, cultivos ilícitos, presen-cia de grupos armados, entre otras situaciones que causan zozobra e incertidumbre en los habitantes de esta zona.

Ante estos retos, la Diócesis de Ocaña, a través del Secretariado Diocesano de Pas-toral Social, Cáritas Ocaña, que como dependencia de la Diócesis

56 años trabajando por nuestras comunidades

lleva más de 56 años trabajando en pro de las comunidades más vulnerables buscando siempre la verdad, la reconciliación, la justicia y la caridad en las rela-ciones y estructuras básicas de nuestra sociedad, ha desarrolla-do diferentes proyectos sociales que en su mayoría han sido po-sibles gracias a la financiación de aliados estratégicos, quienes han ayudado a generar espacios alter-nativos para los habitantes que más lo necesitan.

Los proyectos desarrollados en las comunidades han sido de gran satisfacción para cada uno de los participantes, por lo que siempre se procura continuar es-tos procesos de acompañamien-to a esas zonas, que se han visto marcadas por el conflicto arma-do o en aquellas afectadas por los fenómenos sociales que se van presentando.

“Los proyectos desarrollados en las comunida-des han sido de gran satisfacción para cada uno de los participan-tes, por lo que siempre se pro-cura continuar estos procesos de acompañamiento ”.

Por: Pbro. Eduardo Lanziano Jiménez, Coordinador Pastoral Social de la Diócesis de Ocaña

Iglesia y Comunidad Diócesis de Ocaña12

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Artesanos de Paz

En esta iniciativa se desarrolla-ron espacios educativos y cultu-rales como parte de la estrategia de la Conferencia Episcopal Co-lombiana, Artesanos de Paz, del Perdón y la Reconciliación, en la cual, se priorizaron 9 institucio-nes educativas de los municipios de Hacarí, La Playa, San Calixto, Teorama, El Carmen y Ocaña.

En dicho proyecto se les dio a conocer a los jóvenes rurales, docentes y padres de familia re-sidentes en el Catatumbo sobre el post-acuerdo y los lineamientos para la construcción de paz y la reconciliación.

Escuelas de Formación

Este proyecto buscaba promo-ver las acciones de paz a través del trabajo conjunto con las con

Fundación: 26de octubre de1962

Superficie:18.000 Km²Obispo:

Monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos

las Secretarías de Cultura de los municipios priorizados, donde se crearon tres escuelas de for-mación artística y cultural para niños y jóvenes del sector rural en los municipios de Hacarí, San Calixto y Tibú, incrementando la oferta educativa y recreacio-nal como alternativa de partici-pación para la población rural afectada por el conflicto armado en la región entre el ELN y EPL usando la expresión cultural.

Casa de la misericordia

Este proyecto consiste en cons-truir en la ciudad de Ocaña, ca-becera diocesana, un lugar pro-pio para atender las necesidades de las gentes más necesitadas, especialmente los migrantes, los campesinos de la región que vienen a la ciudad para atender a los parientes enfermos; un lugar para almacenar víveres, produc-

tos de aseo personal, ropa nueva y en buen estado, y disponer de un lugar adecuado para atender las iniciativas caritativas y el vo-luntariado actualmente presente en la ciudad.

Atención a población migrante

Teniendo en cuenta el fenóme-no de migración que atraviesa el país por la crisis migratoria de Venezuela y siendo Norte de Santander, uno de los departa-mentos que reciben mayor pobla-ción migrante, se ha visto la ne-cesidad de atender y mitigar las necesidades humanitarias de la población afectada. Por tal razón

Procesos ejecutados a través de acciones pastorales

este proyecto brinda asistencia humanitaria a 2116 familias mi-grante venezolanas con vocación de permanencia o en tránsito a otros países, ubicadas en los mu-nicipios de Ocaña y Ábrego.

Principales problemáticas

2. Conflicto armado1. Pobreza

Información general

de la Diócesis

de Ocaña

La Pastoral Social, Cáritas Oca-ña, espera continuar con esta importante labor y aumentar los proyectos sociales para mitigar las repercusiones que puedan surgir de las situaciones y/o fe-nómenos sociales que acontecen en estos territorios, además de sumar esfuerzos para contribuir a la consecución de un país re-conciliado, equitativo y en paz.

Iglesia y Comunidad 13Diócesis de Ocaña

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Un pueblo de Dios peregrina en la Dió-cesis de Arauca. Son cerca de 300.000 personas distribuidas en 26 parroquias expectantes donde "la mies es mucha y los obreros pocos" (Lc 10, 2), y en las cuales se ruega a Dios por el envío del buen Pastor lleno del Espíritu Santo que cuide esta grey en la periferia sedienta de buenas noticias (Lc 4,18; Is 52, 7). Ha de ser un pastor que vivifique la herencia de cuanto ha sembrado la Iglesia desde que se estableciera en estos territorios con tantos misioneros abnegados, y prolon-gue la obra de tantos sacerdotes, religio-sas y laicos que en más de cuatro siglos sembraron la semilla de la fe cultivada en los últimos tiempos por cuatro obis-pos desde que se erigiera la diócesis en 1984: Jesús Emilio Jaramillo Monsalve (beato mártir), Arcadio Bernal Supela-no, Carlos Germán Mesa Ruiz y Jaime Muñoz Pedroza, trasladado hace un año a Girardot.

Arauca es tierra de esperanza donde la población nativa se ha mezclado con migrantes venidos de todos los rin-cones, entre ellos los hermanos y her-manas de Venezuela, en busca de una segunda oportunidad para la vida, es un territorio que como la Virgencita Negra del Piedemonte y la Sabana – su pa-trona- revela en sus cicatrices el dolor, pero también la sanación por medio de la caridad y la esperanza por la sola vía del Amor (1 Cor 13).

1. La etapa colonial

Desde sus primeros tiempos en la re-gión del Nororiente y de la Orinoquía colombiana, la Iglesia Católica lleva el sello de una abnegada actividad mi-sionera. Fue la orden de los Jesuitas la encargada de traer el nuevo mensaje de las virtudes teologales: fe en el Santo Espíritu y esperanza de salvación por medio del mensaje de amor encarna-do en Jesucristo. Recién fundada en el modelo de La Utopía de Tomás Moro, los misioneros crearon en dos siglos nuevos modelos de convivencia ba-

sados en la organización comunitaria para el trabajo, la educación y la es-piritualidad. Levantaron iglesias, fun-daron haciendas prósperas, erigieron escuelas con la mira puesta en soste-ner sobre la tierra un pueblo de Dios. Con audacia y sacrificio remontaron cordilleras, atravesaron ríos, sufrieron martirio y con sus libros clásicos por su excelencia geográfica y etnográfica le enseñaron al mundo la riqueza de estas tierras y la bondad de los indí-genas. Por los ríos Arauca y Meta los misioneros asentados en esta parte de la gran región de la Orinoquía mantu-vieron intercambios con las comuni-dades organizadas por los misioneros jesuitas hasta Angostura, y más allá por la desembocadura del Orinoco. Desafortunadamente, la actividad fue interrumpida cuando las potencias co-loniales decidieron la expulsión de los jesuitas, de los dominios españoles y portugueses en 1767, recelosos de que en estas fronteras se estuviera erigien-do un poder terrenal y espiritual que rivalizara con los modelos de explota-ción de los imperios.

No obstante, dada la anterior realidad, otras comunidades y misioneros to-maron el relevo. Tanta fue la gratitud de los aborígenes por esta labor que muchas comunidades indígenas se su-maron a la gesta de la Independencia. De ellos se recuerda la participación de 600 indígenas Makaguanes, que guiados por el Teniente Coronel Fray Ignacio Mariño y Torres, sacerdote do-minico, conformaron un “Ejército de la Niebla” cuya participación en el cruce del Páramo de Pisba y en las batallas del Pantano de Vargas y Boyacá fuera decisiva para abrir el portal de la inde-pendencia de seis Estados de América Latina: Colombia y Panamá en primer lugar, y luego Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia. La participación del clero de Casanare, Boyacá, Santanderes y Cun-dinamarca fue heroica y desde entonces la Iglesia se ha configurado como guar-diana y sostén de la libertad y de la paz del país en la región que pese a ser la

más generosa en dones para la indepen-dencia fue la que menos recibió de ella. En este año del bicentenario la partici-pación de la Iglesia en la independencia fue destacada por la Pastoral Social en un encuentro organizado en Tame el 15 de febrero para celebrar los 200 años de la Instalación del Congreso de Angos-tura por parte de Simón Bolívar. Con participación de movimientos sociales y organizaciones cívicas y municipales fue una oportunidad para enviar a la nación un mensaje claro: hoy en día no son las armas las que pueden consagrar la libertad y la paz, sino la cultura, la educación y la espiritualidad.

En la época republicana, la Iglesia en Arauca, Santanderes, Casanare y los Llanos, constituida como Prefectura Apostólica y luego como Vicariato, acompañó los procesos de expansión de la frontera agrícola, sirvió como sostén de la preservación de las comunidades indígenas y expandió la educación jun-to a una diligente labor de caridad con la fundación de hospitales, asistencia social y centros educativos en un pue-

Una Iglesia que camina con su pueblo en la fe, la esperanza y el amor, como claves de la paz

“La Pastoral Social, Cáritas Arauca, trabaja por la atención de las personas más vulnerables, la dignificación y protección del ser humano, la vida, la justicia y la paz”.

Por: Pbro. Luis Fernando Millán, Director de la Pastoral Social de la Diócesis de Arauca

2. La Iglesia de Boyacá, Arauca, Casanare y los Santanderes en

el proceso de independencia

14 Diócesis de Arauca Iglesia y dignidad humana

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blo que se abrió paso a pie limpio entre las cordilleras, llegando hasta el biodi-verso y hermoso Sarare.

Las últimas generaciones de sacer-dotes, religiosas y laicos llevamos la huella del carisma de un beato en pro-ceso de canonización. Monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve se formó en el nuevo sen-tido misionero instaurado por el Concilio Vatica-no II.

Luego de un gran liderazgo en el Instituto de Misiones de Ya-rumal presidió la conversión de la Prefectura en Vi-cariato en 1970 y a partir de 1984 de la nueva Dió-cesis de Arauca hasta su muerte como mártir en 1989. Su estela de santidad obra como “llama de amor viva” que aún luce en una región dolida por tantos con-flictos por el cruce de violencias ma-yores y menores que la azotan desde hace más de medio siglo agravadas por la corrupción política y adminis-trativa, todo lo cual contrasta con la benevolencia del pueblo llano y con la riqueza de la biodiversidad de una región tan única como la Orinoquía.

Su figura pareciera socorrer todos los caminos que de Arauca llevan a Tame, Arauquita, Saravena, Fortul, Puerto Rondón, Cravo Norte, Cubará, Chi-ta, La Salina y Gibraltar y su santidad irradia de todos los puntos que tanto amó – El Instituto de formación San José Obrero, los internados indígenas, el hospital san Ricardo Pampuri, hogar juvenil campesino, las parroquias to-das – hacia un centro de convergencia cercano a donde fuera asesinado, el mo-nasterio de Palmarito en Fortul, signado por la cruz de Dozulé junto a la imagen de San Juan Pablo II en su visita a Ar-mero, porque allí, en tal lugar sagrado se da cita en espíritu del beato, y con

él sus fieles, con su amada Virgen sim-bolizada en el retablo que según dice la leyenda lleva el aura de la Sagrada Familia y el obraje de nuestro padre pu-tativo, San José Obrero, por quienes se ofreciera a Dios y al pueblo por su mar-tirio. Como el beato había profetizado: "La pastoral llega a su cumbre cuando se da la vida por los caminos". Es una lección de caridad que se recuerda en la peregrinación de cada mes al Santuario centrada en los sacramentos de la Re-conciliación y de la Eucaristía.

La naturaleza gime en la Amazonía, en la Orinoquía y el Sarare, aquí por los efectos de una explotación petrolera sin sentido ecológico o social con tan-to contraste entre riqueza y miseria. No hay tierras suficientes para los pobres, ni vías terciarias adecuadas, ni crédito o asistencia técnica condignos del po-tencial regional. Los pueblos marchan erráticos en busca de hospitalidad en todos los puntos cardinales. Al despla-zamiento interno forzado se suma la mi-gración de los venezolanos. En 2018 el promedio diario de ingreso a territorio colombiano por el puente internacional de Arauca fue de 1492 personas, 43.174 promedio mensual. La mayoría siguen, una proporción queda sin que basten los medios para una hospitalidad digna. La región eleva un clamor al cielo por la persistencia de un conflicto armado que dejó 168 homicidios en Arauca en

el 2018, 24 eran hermanos venezolanos; en lo corrido de este año 2019 van más de 100 muertes violentas, también se habla que tenemos en Arauca 78.524 víctimas de la violencia. La penuria se agrava por un índice de corrupción de 44.4%, de los más graves del país, en tanto que el retorno a las armas de algu-nos disidentes, junto a la permanencia de otros, amenaza la paz local y nacio-nal, pese a la buena voluntad de la ma-yoría de reinsertados, como en Arauca lo prueban los asentados en ETCR de

Filipinas. También hoy aquellas comu-nidades indígenas que contribuyeran a nuestra emancipación hoy claman al cielo por su indigencia y maltrato.

Al igual que varias Diócesis del mundo y de Colombia, hemos acogido la pro-puesta del PDR/E (Proyecto Diocesano de Renovación y Evangelización), últi-mamente ajustado y vamos a impulsar-lo cada día con más fuerza en Arauca, conscientes que “la Iglesia no tiene solu-ciones técnicas que ofrecer al problema del subdesarrollo en cuanto tal, pero da su primera contribución a la solución del problema urgente del desarrollo cuando proclama la verdad sobre Jesucristo, so-bre sí misma y sobre el hombre, aplicán-dola a una situación concreta” (Sollici-tudo Rei Socialis, n.41).

Aprendemos de las urgencias: pese a que los recursos sean limitados y nada podía preverse respecto a lo agudo de la migración y al rebrote de conflictos vio-lentos, la Pastoral Social ha potenciado

su esfera de influencia como mediadora entre las agencias de Cooperación In-ternacional y binacional presentes en la zona, las instituciones públicas departa-mentales y municipales, las organizacio-nes no gubernamentales, el voluntariado de cada parroquia, los movimientos so-ciales y cívicos – víctimas, indígenas, raizales, comunales, recreativos, cultu-rales, juveniles, mujeres - las institucio-nes educativas, entre ellas la sede de la Universidad Nacional y la cooperación con otras denominaciones cristianas.

Por ejemplo, con el PMA desde mayo de 2018 a julio de 2019, se han suministrado un total de 245.654 raciones y 80.834 bonos alimenticios, en los municipios de Arauca y Tame; en convenio con el Se-cretariado Nacional de Pastoral Social Cáritas Colombia, estamos ejecutando 2 proyectos donde se brinda ayuda a los migrantes venezola-nos y comunidades de acogida en temas concretos como hos-pedaje, transporte, salud, agua y sanea-miento, dinero mul-tipropósito y ayuda humanitaria.

Les contamos también a los lectores de este artículo que en la Pastoral Social de Arauca tenemos desde hace 3 años, una mujer Alemana, con mucho genio femenino, gracias al compromiso de la Asociación de Cooperación para el Desarrollo (AGEH), que lidera un pro-ceso de incidencia política en la región y ayuda a fortalecer los comités parro-quiales de Pastoral Social.

En diversos encuentros nacionales, de-partamentales y municipales prohija-mos alianzas, movilizamos convergen-cias y nos pronunciamos como pueblo erguido porque en el dilema de paz o guerra que sacude al país, Colombia le dé la mayor oportunidad a la vida mediante la renovación de los diálo-gos por la convivencia, siempre con la palabra del Evangelio en alto como viático para salir airosos en la mayor encrucijada nacional y regional. Por-que confiamos en la palabra de nuestro Señor: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6).

3. La estela del beato Jesús Emilio Jaramillo Monsalve

4. Tiempos urgidos de oración y de acción

15Diócesis de Arauca Iglesia y dignidad humana

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La crisis de migrantes entre Venezuela y Colombia fue marcada en el segun-do semestre de 2017 por un incremen-to rápido de esta población con la in-tención de permanecer en Colombia. En Febrero de 2018 el gobierno soli-citó el apoyo de las Naciones Unidas (ONU) para proveer asistencia a estas poblaciones con una respuesta inte-grada. Ante tal situación el Programa Mundial de Alimentos (PMA) apoya el fortalecimiento de las capacidades locales del gobierno colombiano para brindar una asistencia alimentaria y nutricional adecuada y eficaz para mejorar la respuesta a esta situación humanitaria.

La Pastoral Social Cáritas Arauca en la acción organizada de la Iglesia, que fun-damentada en el evangelio y la Doctrina social de la Iglesia Católica, y su trabajo por la atención de las personas más vul-nerable, la dignificación y la promoción del ser humano, la vida, la justicia y la paz y en representación como socio im-plementador del Plan de Emergencia de Asistencia Alimentaria, firma un acuer-do con esta Organización para el mes Mayo de 2018 dando inicio a la ejecu-

ción del plan de asistencia alimentaria con dos estrategias de atención las cua-les se relacionan a continuación:

1. Estrategia de Atención Humanita-ria: Se brinda a la población migrante y colombianos retornados (pendulares) en comedores para el acceso de alimen-tos, ración servida modalidad desayuno y almuerzo en los Municipios de Arau-ca y Tame donde se brinda atención. Los comedores son:

Comedores Arauca

Semillitas de la Esperanza: Ubica-do en la Carrera 42 # 15B-40 Barrio Pedro Nel Jiménez con un atención diaria de 250 raciones para la moda-lidad desayuno y 250 para la moda-lidad almuerzo.

La vecindad del Chavo: Ubicado en la Calle 13 # 36A 15B Barrio Cho-rreras con un atención diaria de 200 raciones para la modalidad desayuno y 200 para la modalidad almuerzo.

Las tres llanuras: Ubicado en la Calle 13 # 28A- 256 Barrio Chorre-

Acuerdo entre el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y Corporación Secretariado Diocesano de

Pastoral Social Cáritas Arauca Ejecución del Programa de Asistencia Técnica del PMA

ras con un atención diaria de 350 ra-ciones para la modalidad desayuno y 350 para la modalidad almuerzo.

Comedor Tame

Casa Comunal Santander: Ubica-do en la Calle 11 con 11 Esquina Barrio Santander con un atención diaria de 200 raciones para la mo-dalidad desayuno y 200 para la mo-dalidad almuerzo.

En el periodo comprendido de Mayo de 2018 - Julio de 2019

Fundación: 19 de julio de 1984Administrador Diocesano: Pbro. José María Bolívar Monroy

Principales problemáticas

2. Pobreza1. Migración

Superficie: 32.490 Km²

se han suministrado un total de 245.654 raciones en Los comedo-res de los municipios de Arauca y Tame.

2. Estrategia de Atención hu-manitaria bajo la modalidad de Bonos Familiares: Esta atención se brinda a la población migran-te y colombianos retornados con estado de vulnerabilidad y vo-cación de permanencia. Esta in-tervención se está realizando en los Municipios de Arauca, Arau-quita y Tame. Para esto se realiza un proceso de selección donde se prioriza la población de acuerdo a estos criterios: niños y niñas menores de cinco años , adulto mayor , mujeres y adolescentes embarazadas o lactantes, perso-nas con capacidades diferentes (física, intelectual o sensorial) y con enfermedades crónicas y de-generativas. En esta estrategia de atención humanitaria se realizan jornadas de formación con el ob-jetivo de fortalecer y/o mejorar sus medios de subsistencia

En el periodo comprendido de Mayo de 2018 - Julio de 2019 se han suministrado un total de 80.834 Bonos alimenticios en los Municipios de Arauca y Tame.

Información general

de la Diócesis

de Arauca

16 Diócesis de Arauca Iglesia y dignidad humana

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17San José de Cúcuta, septiembre 22 de 2019

Dada la amplia información que los me-dios a diario ofrecen sobre el Catatumbo y su entorno, no se hace necesaria una exhaustiva descripción de este estigma-tizado territorio. Es suficiente con des-cribir someramente, sin desconocer, ante todo la enorme riqueza de la región y la grandeza y fortaleza de sus gentes, los tres grandes problemas que lo afectan sustancialmente.

En primer lugar, el control, el impac-to y la tensión que genera la presencia histórica de los grupos armados sub-versivos del ELN, EPL y las nuevas FARC. Se suman a estas guerrillas y comparten nuestro territorio otros acto-res armados ilegales organizados, como el clan del golfo, los rastrojos y otros grupos que disputan el territorio y ade-lantan acciones ilícitas con perfil de em-presas criminales.

En segundo lugar, nuestro territorio lo afecta negativamente el incremento de cultivos de uso ilícito que desafortuna-damente han marcado la geografía del territorio, su economía y una nueva cultura cocalera, que afecta toda la di-námica y la vida de las comunidades. No es por supuesto un hecho aislado sino queda conectado per-fectamente con todos los demás problemas que afec-tan y determinan la región. La continua tensión de los productores de coca con el estado, la relación con la naturaleza, la dinámica de relación entre las perso-nas y actores y las distin-tas expresiones culturales y sociales que produce el cultivo de coca dan unas características especiales al territorio que aceleran su conflictividad.

Por supuesto, está como raíz y fuente de todos los problemas -como lo confir-man las cifras sobre necesidades básicas insatisfechas-, la agudización de la po-

Una Iglesia que trabaja con valentíapor la reconciliación

breza que doblega a la mayoría de los habitantes de esta postrada subregión del departamento. Hay una brecha inmensa entre este terrario, el conjunto del depar-tamento y el centro del país. El estado históricamente se ha puesto al margen de todo el potencial de desarrollo y produc-tividad de Catatumbo. Más allá de los intereses por el petróleo, esta región no ha estado en la agenda y las apuestas de

desarrollo del estado colombiano.

El Catatumbo y su entorno ha acumula-do en estas últimas décadas problemas graves y sus heridas y dolores son eviden-tes. Sin embargo, a lo largo de estos con-flictos, son muchos los que han trabaja-do incansablemente para no profundi-

zar más sus problemas: organizaciones sociales, grandes líderes campesinos, asociaciones de distinto género, la coo-peración internacional, que ha jugado un enorme papel y otros actores que han sumado para parar esta guerra, para sa-

nar y apoyar personas y comunidades de modo que puedan seguir adelante a partir de la enorme resiliencia que este pueblo posee; no importa cuánto lo maltraten, siempre es capaz de levantarse.

La Diócesis de Tibú, sin duda alguna, ha sumado en este propósito. Junto con to-dos los demás, son muchas las tareas y ejercicios aplicados en la dirección de la reconciliación y construcción de paz del territorio. Cada página de esta historia, en estos más de 60 años de presencia de Iglesia, no ha tenido otro propósito que acompañar a este pueblo meritorio y las-timado. No hay nada de lo humano que le pueda ser ajeno a la Iglesia y por eso, esta presencia ha buscado una evange-lización que lo alcance todo: a la perso-na en lo concreto de su universo personal y de fe, tanto como a su situación social, económica, cultural y política.

La reconciliación es una empresa com-pleja, pues requiere tener claro qué y quiénes necesitan la reconciliación. Se tienen que consensuar cuáles pueden ser los medios más eficaces para lograrla, y cómo será la situación final de la reconci-liación. Estas cuestiones son esenciales para el proceso y es mucho más comple-

jo cuando el conflicto aún está vivo. La reconciliación pasa por distintos niveles y en todos ellos la Iglesia está llamada a actuar.

Ante todo, el conflicto al interior de uno mismo: todos tenemos un conflic-to continuo al interior y requiere aten-ción (dimensión antropológica y psico-lógica). Pero también está, el conflicto intersubjetivo: tensiones entre perso-nas y es necesario ayudar a restable-cer estas relaciones en la vida de la familia, el trabajo y las comunidades. Por supuesto, el más evidente de todos y que nos maltrata a todos, es el con-flicto socio-político que es inmenso y ha tenido consecuencias devastadoras por la enorme cantidad de víctimas que produce; esta reconciliación supone mayores esfuerzos, es compleja. Pero de ninguna manera podemos olvidar la reconciliación con la creación, la naturaleza que justamente reclama ser reconocida como víctima. Y aún más, está también un conflicto de sentido, y la Iglesia se debe también a esta recon-ciliación de sentido, que finalmente se expresa en una reconciliación con Dios o aquello que finalmente de sentido a una persona.

Por: Monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos, Obispo de laDiócesis de Tibú

“Todas las acciones, silenciosas o eviden-tes, de la mañana a la tarde, de cada uno de los pastores, de los religiosos y religiosas, de nuestros laicos y aperadores sociales, están orientadas a ayudar, a sanar, a acercar, a reconci-liar”.

17Diócesis de TibúIglesia y construcción de paz

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La reconciliación no es un hecho simple, debe entenderse como un proceso por el que las personas o los grupos enfrentados deponen una forma de relación destruc-tiva y sin salida, y asumen otra forma constructiva de reparar el pasado, de edi-ficar el presente y preparar el futuro. Por tanto, esta es entonces una tarea inmensa, lenta, a la que se debe sumar pieza por pieza, como un antiguo mosaico romano, que para lograr una imagen impactante se requiere de muchas pequeñas piezas que puestas en su orden logran un resultado sorprendente.

Es muy importante, además, saber reco-nocer que en la tarea por la reconciliación se debe poner más empeño en el proceso que en el resultado mismo. Se requiere de una actitud de construcción sostenida a lo largo del tiempo, sin pretender un inme-diatismo ingenuo para lograr el resultado. Por lo demás, a diferencia del mosaico, no puede ser un proceso extremamente ordenado y simplistamente lineal; la re-conciliación tiene dinámicas de acciones simultáneas y multidimensionales. Son muchas tareas de diverso orden, en todos los sentidos hasta que finalmente en cual-quiera de esos niveles, la reconciliación de pronto aparece, se manifiesta e impacta.

Pero es evidente que nuestra intervención continua de Iglesia, en esta tarea de la re-conciliación, obedece a una razón de fon-do en el orden de la fe: la obra de Cristo es un misterio de reconciliación. Toda la esencia cristiana gira entorno a la re-conciliación de Dios con los hombres y entre ellos. Todo el drama de la violen-cia y los efectos de ella, expresada en centenares de víctimas, se debe leer y entender desde la cruz del Señor. No podemos desprendemos de este núcleo de interpretación. Porque justo ahí aflo-ra la respuesta de la esperanza cierta con

el misterio central de la resurrección, ahí está su fuente máxima de luz. Nuestra acción de Iglesia esta sostenida por este marco hermenéutico de la cruz y la resu-rrección de Cristo.

Todo nuestro trabajo acompañando y alentando a campesinos, líderes sociales y pastorales, víctimas, mujeres, niños y jóvenes, asociaciones, actores armados y, en general, a la sociedad civil tiene este enfoque. Se trata, desde la fuerza de esta fe, encontrar salidas a toda relación destructiva entre las personas y los grupos socia-les. Ayudar, desde un enfo-que personal o comunitario, a superar la lógica cerrada y dañina de quien cree ciega-mente “que mi causa tiene un valor absoluto”, con la cual justifico cualquier me-dio para hacer “justicia” o lastimar al otro. Esta es una tarea continua para ayudar a desaprender la idea fija de que el otro no solo es mi adversario, sino mi feroz enemigo; que toda la culpa de la confrontación reside siempre en el otro y que yo soy inocente. La Iglesia preten-de en todas sus acciones una efectiva reconciliación para parar y romper este círculo maléfico entre contendores obstinados, como dos carneros, que se agreden hasta volarse lo sesos. ¡Esta es una tarea inmensa!

Cada acción que la Diócesis de Tibú hace, en el nivel que sea, procura abrir puertas para sanar las heridas y rete-jer las rupturas que se dan en las rela-ciones interpersonales y comunitarias. El objetivo es el de acercar el perdón, es romper el vínculo de odio o rencor contra el agresor, liberar del imperativo de “no perdón”. La reconciliación tiene como

objetivo resolver las diferencias entre dos partes que negocian las condiciones de su futura relación. Justamente de eso se trata, romper con una dinámica de la polarización y ofrecer salida a los desgas-tantes ciclos completos y perversos de las víctimas y los victimarios. Abrir nuevos caminos para volver a empezar, concitar la confianza y restaurarla es una tarea que requiere una fe férrea y constante.

Nuestra respuesta, nuestro trabajo está marcado por la constatación de que estas guerras son más contra la sociedad civil del te-rritorio que entre los mismos combatientes. Todas las cifras lo demuestran; las víctimas están en su mayoría en la so-ciedad civil. Esto significa que DIH (Derecho Internacional Humanitario) ha sido vulnera-do atrozmente por los actores armados: ahí está la urgen-cia y la pertinencia de que la Iglesia permanezca activa en

el territorio como constructora de recon-ciliación. Nos debemos, en todo, a quien en el centro del conflicto resulta más las-timado; nuestra causa necesariamente es por los más débiles e indefensos.

La Diócesis de Tibú palpa el sufrimien-to de las víctimas directas e indirectas: eventos traumáticos, tristeza y dolor, culpa, vergüenza y humillación, rabia e impotencia, miedo y terror, confusión, inhibición y aislamiento, pensamientos y recuerdos invasivos hasta añorar la ven-ganza, y por supuesto pobreza, la más injusta agresión. Todas las acciones, si-lenciosas o evidentes, de la mañana a la tarde, de cada uno de los pastores, de los religiosos y religiosas, de nuestros laicos y aperadores sociales, están orientadas a ayudar, a sanar, a acercar, a reconciliar.

Se necesita efectivamente una particular constancia y persistencia en un territorio que se agudiza cada vez más en su pro-blemática. Esta tarea requiere del con-curso de muchos. Desde el estado hasta el campesino más olvidado del Catatum-bo. Todos tenemos una tarea constante en la búsqueda de la reconciliación, pues de otra manera, sin una paciencia activa en esta tarea, quizá llegaremos a una lamen-table resignación o a la indiferencia fren-te a la violencia que harán más demorado este proceso.

De cualquier modo, la Diócesis de Tibú, tiene una convicción que nace de la na-turaleza de su misión: el antídoto contra la venganza y la destrucción del otro es la espiritualidad. Mientras no seamos seres reconciliados con nosotros mismo, seremos factores de división y conflicto donde estemos. Porque abrirse a la diná-mica de la reconciliación nos pone en la misma lógica de Dios al dejarnos recon-ciliar con Él. Porque la reconciliación es obra de Dios mismo por Cristo, que abre la puerta para que podamos ponernos en la misma dirección y pretensión de su voluntad salvífica universal: “por medio de Él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz me-diante la sangre de su cruz” (Col 1, 20).

Con todo, es importante reconocer que la acción de la Iglesia no siempre pue-de ser acertada; hay errores, pequeños y grandes. No siempre hemos podido ha-cer todo lo que quizá estaba a nuestro alcance o hacer todo lo que era correcto. Por tanto, esta Iglesia particular de Tibú, pide perdón por todo aquello que en su misión no sumó sino restó, no sanó sino lastimó o hirió. Perdón por cada acción que contradijo claramente del deseo y la misión de Cristo de reconciliarnos.

Fundación: 29 de diciembre de 1998Obispo:Monseñor Omar Alberto Sánchez CubillosSuperficie: 7.825 km²

Información general

de la Diócesis

de Tibú

“No hay nada de lo humano que le pueda ser ajeno a la Iglesia y por eso, esta presencia ha buscado una evangelización que lo alcance todo”.

18 Diócesis de Tibú Iglesia y construcción de paz

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1. Línea Construcción de Paz

Formación desarrollo de capaci-dades a docentes del Catatumbo en enfoque de construcción de paz.

Formación en diálogo y transfor-mación de conflictos a gestores de paz (Pacificultores) en los munici-pios de Tibú, Sardinata y El Tarra.

Pedagogía y apoyo para la im-plementación de iniciativas locales de construcción de paz en las co-munidades de Tibú, Sardinata y El Tarra.

Promoción de diálogo social en comunidades.

Aportes en insumos para el pi-lar de reconciliación, convivencia y paz del PDET desde las apuestas y acciones que se acompañan con las comunidades.

Aportes en insumos para el pi-lar de Reconciliación, convivencia y paz del PDET desde la mirada de los docentes del Catatumbo.

2. Línea Participación y Democracia

Promover la participación y acom-pañamiento a campesinos (JAC) en es-

pacios y/o asambleas de participación política territorial para el Programa de de-sarrollo con Enfoque Territorial (PDET).

Promover la participación y acom-pañamiento a NNJA (Niños, Niñas, Jóvenes y Adolescentes) del Catatum-bo: “El Catatumbo que soñamos” en articulación con la academia (UFPS) como resultado el insumo para el Pro-grama de desarrollo con enfoque terri-torial -(PDET) desde la mirada de los niños.

Acompañamiento a campesinos en espacios y/o asambleas de partici-pación política territorial en espacios de participación del (PNIS) Progra-ma Nacional Integral de Sustitución -comité de asesor Territorial (CAT).

Seguimiento a la implementa-ción del Acuerdo de Paz.

Plan de incidencia campesina en infraestructura micro regional en el marco de la Propuesta Gran Alianza integrado con la productividad y el medio ambiente.

Representación de la Iglesia en consejo departamental de paz.

Representación de la Iglesia en consejos municipales de paz.

3. Línea De Inclusión Social

Apuesta parroquial y juvenil el tren de la Vida, en la que se busca los jóvenes sean protagonistas en la construcción de paz y reconciliación del territorio a través del arte, la cul-tura, el deporte, el emprendimiento el cuidado del medio ambiente y la comunicación para la paz.

La apuesta de ADN paz con NNJA también brinda un importan-te apoyo a la comunidad del territo-rio con sus iniciativas de inclusión social y construcción de paz.

Promoción de los sistemas agro-forestales, con enfoque agroecoló-gico que promueve la producción agrícola conservando los recursos naturales elementales de la produc-ción de alimentos, y aporta en la disminución de los efectos del cam-bio climático.

Defensa del agua y del territorio, desde la familia y las organizacio-nes de base, como las Juntas de Ac-ción Comunal y La Asojuntas.

Rescate, conservación, protección y multiplicación de las semillas crio-llas y nativas del territorio, a través de los guardianes y banco de semillas.

Acompañamiento en los procesos de concienciación por el cuidado de la casa común y la madre tierra.

5. Línea Desarrollo Rural y Economía Campesina

Asistencia técnica productiva a iniciativas locales para la susti-tución de ingresos en el corredor de la gran alianza.

Acompañamiento a proceso de sustitución de cultivos en ve-reda Puerto Las Palmas, munici-pio de Tibú.

Formación en sistemas de pro-ducción con enfoque agroecoló-gico, basado en la planificación familiar y la biodiversidad.

Acompañamiento a campesi-nos para su participación en los diferentes canales de comerciali-zación, en especial los mercados campesinos locales.

Recuperación de la identidad campesina, a partir de las prácti-cas ancestrales y las tradiciones.

Aporte en la seguridad y so-beranía alimentaria, generación de excedentes de producción y fortalecimiento de la economía familiar campesina.

Formación en desarrollo de capacidades para la transforma-ción de las materias primas, que a su vez aportan a la economía familiar.

Acciones claves de Pastoral Social de la Diócesis de Tibú19Diócesis de TibúIglesia y construcción de paz

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