Ecuador Indigena Simbolismo Cotidianidad (22)

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Ecuadro, simbolismo, indígenas

Citation preview

  • -F

    I,t

    !

    ECUAI}OR INDIGENASimbotimo y Cotidianldrd

    CEilIR0 0t O0CUltErrAC,o 'iABYA .YAL J

    tt

  • ECUADOR INDIGENASimbolismo y Gotidianidad

    Merlur S. Zlolkowkl . Ellzbeth Robr . Ynrl Zubrlrrtl .Segundo Moreno Y. . Crlo A. Cob A. . Wllllrn Bclzncr .Hernln Jrrmlllo Clncro - Mbd Prclorn

    COEDTCION

    INSTITUTO OtrAVALEODE ANTROPOLOCIA

    Ed. ABYA-YAIA(QUITGECI.JADOR)

    1987

    illillffiuu[fiilfitil

    cEilrno 0t o0curErncfo|ABYA.YAtA

  • Ed.

    ola Julio de 1987

    Instituto Otavaleo deAntropologaCasilla 1478Otavalo -Ecuador

    Ed. ABYA-YALACasilla 8513Quito - Ecuador

    Diseo yDiagramacin : Jorge Villanuel

    Impreso en Cayambe - Talleres ABYA-YALAEcuador.

    Portada: Cornelia Kammernrann

    e

  • CONTENIDO

    Editorial.

    Apuntes sobre la artesana tex-til de Otavalo.

    La cultura en el Ecuadon Pers-pectvas futuras.

    El poder del sonido en los ritoschamnicos entre os runas dela amazon a ecuatoriana.

    Ps.

    9

    Hernn f aramillo Cisneros ll

    Segundo E. Moreno Ynez 57

    El Ecuador una nacin heterognea. Carlos Alberto Coba Andrade 21Mujeres y resistencia. Elizabeth Rohr 37Simbolismo y fenomenologamusicaf. Carlos Alberto Coba Andrade 49

    William Belzner

    Las funciones sociales en la len-, gua quechua en el rea Otavalo-

    Cotacachi. Yuri Zubritskii Los sueos en la cultura ota-

    valea. Mabel Prelorn

    La piedra del cielo: algunosaspectos de la enseanza reli-giosa en la sociedad incaica. l\4ariusz Zilkowski

    63

    73

    97

    r19

  • ?.

    PRESENTACION

    La pluralidad tnica y clral del Eanador, es tm elendo consindvo de sesencia que debe er firmado y reconocido en funcia de una convivenciaarmooiosa y respcarce de le diferescias.

    'ECUADOR INDIGENA' Slmbollsmo y Cotidlenldrd" unacoedicin del Institrto Otavaleo de Antropologfa y Ed. ABYA-YALA, es unacompilacin de vdioo esdio sobre diversos aspectos de las crlturas indfgenarecuatoriams que ponen de rnanifieslo su riquez y profundidad.

    En esta obra, htr tenido cabida estudioE como: "Mujeres y resistencia:acercadel papel de las mujeres en el levantamiento de Otavalo, 1777", escrito porElizabeth Rohr. k autora pone en evidencia el rol de la mujer en esos hechos y ellevantamieato de Otavalo, enfatizando s participacin en aquelloo acontecimientoo.

    Mariuz S. Ziolkowski, Vice-Presidente de la Comisin Andina de laSociedad Polaca de EsMios ltionpricanos,lrace cntrcgr de "La piedra del cielo:algunoc aspectos de la eneanz religiosa en la sociedad incic". No cabe duda queta publicacia del prescte rtfculo revita sume importencia, ya que trat de hvigencia d l creccir rngico-regios en el tiempo del incaio. El tern estrtedo seriamcntc y con potdidad-

    El utor de "L funciones ociale de la lcngue quechua en cl rcOtavaloCotacahi", Yuri A. Zubri*ki, hace un anlisis de las vaiables dialectalesen tas dos zooas de cstudio. Cotrstituye un aPortc a la Lingfstica y el arculo esparte de uno de los $c@tenidos del Plan de trabajn: "Relacionc intcrnics en elilcradon co del lrc Oavlo4otchi".

    "I cultrr en el Ecrdq: Penpectivas fitun" dc Segundo Moreno Yfnez'propone utr nco terico rcferencirt, definiciones de cultur, estraficcinetnGllulrl y el rcto d l crItrn en un furro no lcjano Mocno ient las bas6de un probternr nr!;to diecliro e un Mea Redond o es un Seminario.

  • Cerlos Alberto Coba Andra&, expone cicrtos lineemieatos rrferencilc mbrclos componentes etno-cultrrsles nacionalc y dcmucstrr quo, ctr cEe sentido, clEcuador es un pas heterognco en 8u ensyo obre "Cotidinidad, ided cindigenismo". El mismo aulor, on ctro artlculo, prront ua tnb) compravo dcla rimbologfr lingfstic y music!, con el propsito de proar quc t nto ta umcdno l otrir son fmboloc de um mism fonna dc comrnicacitln.

    William Belzner, realiza un gran aporto a la etnonfica: "El poder del roni&cn la rilo Chmnicos entre los runs de la arnzonf ecrtoriana". El podcr delchmln m olo se encuentn cn lo scre supraterestres sim en el poder musical.Hace un cetudio dc l etructur del canto y dc lor instrumetos musicleemplcadoe eote 16 runs.

    Hernn Jrmillo Cirncros, entrega el rrtfculo "Apuntc obrc l rtecnltextil de Otvalo". Ec un trabajo dc suma importalcia, ya quc hacc un rclstohistrico documenlado de la atesanfa, dcsde la poc.a colonial. Realiza unreguimiento de l rteEanf hast nuestros dfas y ofrecc un diagp*ico dc la crisistcxl anel en lr regio de Otavalo.

    Mabel Preloran, er su artlculo "Los sucos en la cultua otavalela", trata dedescribir la percepcin de loe ueoe como nrnsajeros obrenanrale. El tema y suconcepcin terica cs nueva. Crecrnos que tietre seriedad y validez cientlfics y, porende, constituye un apone a la ciencia.

    Los editores - Junio 1987

    10

  • APUNTES SOBRE LA ARTESANIATEXTIL DE OTAVALO

    Hernin f aramillo Cisneros

    Antecedentes

    El hombre de Otavalo se ha dedi-cado a la actividad textil -hilado, tejidoy teido- desde hace muchsimo tiem-po. Dice Benjamn Carrin (s.a.: 57)que para los viajes de Huayna{pachacia el norte de sus territorios

    "...ofrecieron al inca una nueva li-tera hccha con oro lavado de losros orientales. Los vasos fueronofrecido por los magnficos artfi-ces de Zari-Uma y Tumipamba. Losponchos de lana por los Ayllus deOtavalo y Cayambi... "

    En la poca colonial, Otavalo tenavarios obrajes en su iurisdiccin. Elobraje, que era la "...fbrica de paosordinarios, bayetas y otros tejidos de la-na,..", encerraba un mundo de injusti-cia y de opresin, pues all tena gue

    trabajar el indgena en las peores condi-ciones, para pagar tributos y deudas queno se extnguan jams.

    Anonio de Alcedo (1967:721, queescribe entre 1 786 y 1 789, dice queOtavalo

    "...est poblado de mucha hacien-das de labor y porcin de obrajesen que se fabrican licnzos que allllaman de la tierra, o tocuyos, al.fombras, pabellones de cama y col-chas, todos de algodn blanco ypintador de varios colorcs, guc tc.nen mucha estmacn en todo elreino... "

    A esa poca, la zona de Otavalo te-na gran importancia por su produccinde telas en los obrajes, por la variedadde productos elaborados y por la acep-tacin de los mismos en los lugares don-de se vendan esos tejdos. En el siguien-te criterio de Alcedo ('1967:731s noala dedicacin del otavaleo a esas ta-reas.

    "...Y la capital que es la villa yasiento del mismo nombre, pobla-cin grande, hermosa y de agrada.ble situacin, dc temperamentofrfo, muy abundamnte en ganadosde que abastece a los dems pue-blos; sus naturales son ms dedica-dos a las fbricas de tejidos de al.godn en los muchos obraies quelos producen gran lucro, que al cul-tivo de los campos... "

    El obraje de Otavalo fue uno de los

    11

  • ms antiguos e importantes de la RealAudiencia de Quito; all se produca"paos, jergu, frazadas y paetes". Se-gn Ortiz de la Tabla (19771479)

    " En 1582, funcionando ya (elobra-ie) erigido por Rodrigo de Salazar,haban sido tnsladados desde SanJuan de Pasto 150 Indios cimarro-nes, conducidos todos por el caci-que de Ypiales y Potos, Pedro deHenao. Doce aos ms tarde el ad.ministrador del obraie, pertenecien-te -como el repartimiento- a la Co-rona por muerte de Salazar, reduca'gran cantidad ' de indios en elAsiento. ]lacia 1622 Pedro PonceCastilleio fundaba uno nuevo yacrecentaba el nmero de operariosdel antiguo. Cuatro aos despusPedro Balbas de Rivera incremen.taba hasta 100 el nmero de opera-rios del nuevo de San fos de Bue-navista... "

    Fernando Silva Santisteban (1964:106), al estudiar los obrajes del Virrei-nato del Per, ofrece importantes datossobre los de esta regin:

    "En 1613 se fund, adscrito al deOtavalo, el obraje de Peguche, alque se le asignaron 500 mitayospara ser arrendado o rematado almejor postor. Para los obrajes deOtavalo y Peguche, donde existanindios procedentes de diversos lu-gares, se orden por la Audiencia,el 10 de noviembre de 1632, se ha-ga trueque y mudanza de los mita-yos sealados por los de labranza,vecinos a estos obrajes; se encargde la eiecucin al Capitn Crist.

    't2

    bal de Troya. Con semeiante medl-da se aseguraba el perpetuo traba.io de los mitayos, en contradiccincon las leyes y dbposiciones reales.Ambos obraies rentaban 1.452 pe-sos anuales'l

    El aprendizaje de las tareas en losobrajes y la consecucin de trabajadorespara los mismos, parece que se solucio-n con una medida, comentada por elmismo Silva Santisteban (l 964:l 07):

    "....en el obraje de Otavalo se ensa-y un sistema de eruela-mta y deoficio, que dur algn tiempo; laAudiencia resolvi, en l6 de marzrde 1602, el aprendizaie de las labo-res relativas a la fabricacin de pa-os, por los Indios yarones com-prendidos entre los nueve y diecisie-te aos; con tal motvo se destina-ron 150 muchachos a este nuevo ti-po de escuela de oficio y mita, paraser reemplazados cuando cumplie-sen la edad. Sealbaseles el iornaldeterminado por las ordenanzas delMarqus de Salinas'i

    La produccin de los obrajes deOtavalo y Peguche fue muy importante.Para fines del siglo XVll y prncipios delXVlll, se manufacturaba ms de200.000 varas de tejido por ao. t)ceJuan Po de Montfar (1894:1761, re-firindose al ao 1 754, que "...rem ten-se muchos de aquellos telidos ... a lasprovincias de Popayn, Choc y Barba-coas, y en todas pagan los correspon-dientes reales derechos."

    i

  • El Conegimicnto de Otavalo, segncl padre Velasco (1960:4'64), en 1789tcnfa

    "...vhs y rander fbrlca dc Paos y otrrr tch do hna y algodn.Estar ltlmar, srn uns dc llcnzosordlndos, y otras dc tclas llama'das macanar, un lls y adrma+cadat otrat; unr dc mota mcnudlllamadas confltlllo, y otrrs de fel.pa, todas muy ettmadas, que hacen coniderable comerclo... "

    Como se pucde aprcciar, la actlvi-dad textil fue dc grut importancia enOtavalo, situacln de la que se aprove'ch la Corona y, cn su nombre, los due'os de los obrajes, para someter al indioa duras condiciones de trabajo. Por lavariedad de artculos producidos se ad-vierte que exista una serie de tcnicasespecializadas, referentes a trabaios es-pecficos de hilatura de algodn y lana,al tejido de diversas clases de telas, lomismo que al teldo de las difergntesfibras usadas en el obraie.

    Las condiciones de trabajo, de a-cuerdo a lo que vi Francisco Jos deCaldas ('1933:121), no eran las ms pro-picias para la salud de las personrs queall realizaban las tareas encomendadas.As, el sitio desfinado para hilar no erams que "...un gran saln, siempre obs-curo, desaseado y feo..."

    Los marlnos cspaoles forge Juany Antonio de Ulloa (tgSE:zt5), al re-

    ferirse a las tareas dcl Indio en el obra-jc y a los cartgos que rcclba cuando nocumpla con la tarea lmpuosta, sealanguo

    "... l consecucncia de etc trto G3que aquellor Indb sc cnfermur pooo tempo de catar cn aquel lu-tar, y con$mida su naturaleza, poruna lptf con la falt dc allmenfo,por otra con la repctlcbn del cruelcastigo, asf como por la enfermedadquc contren con la mala clHad desu alimento, mueren an ante dehaber podHo pagar el trbuto conlos iornaler de su trabaio. "

    Muchos fueron los agravios cometi-do contra los indgenas y siempre fue.ron deficientes las condiciones de traba-jo. Por eso -segn los documentos publl-cados por Segundo Moreno Ynez(1976:1 86)- en la sublevacin de 1777

    "...fueron destrudos... los sfuten-tes obraies: de Otavalo, cuyo pro-pietario era el Marqus deV llla Ore-llana; de Peguche, pertenecentc aMlguel f iin y nendado por clMarqus; y el de la Lagune, baio laadministrecin de Tcmponlida-des... q'

    En el siglo pasado, Pedrq Prez Pa-rela instal cerca de Otavalo, en el sitioconocido como La Quinta, una fbrkade tejidos de algodn -la primera en larepblica- como afirma el padre Herreraen su Monografa de Otavalo (1909:293). lgualmente, en Peguche, Jos Ma-

    t3

  • nuel Jijn y Crrin "implanto las pri-meras maquinadas de teiidos de lana",segn el padre f os Marfa Vargas (t ggZ:326). Las dos fbrlcas se destruyeron enel terremoto de lmbabura de 1868.

    fa ublcacin de estas industriasmuy cerca de Otavalo obedeci a la ne-cesidad de contar con mano de obra efi-ciente, quc en esta zona era abundante.La gran experiencia de los artesanos na-tivos, se adapt fcilmente a las exigen-cias de las fbricas textiles, con lo que sedio un camblo de las formas de produc-cin tradicionales a la de las incipentesfactoras que se instalaban.

    Sin embargo, los indgenas siguie-ron produciendo en telares de cintura yen telares de pedales, ponchos, cobijas,lienzos, fajas, bayetas, etc.

    Situacin actual

    Durante los ltimos aos, que sedispone de mejores vas de comunica-cin y con lo que aumenta el flu-jo turstico, Otavalo ha venido consoli-dando su carcter de pueblo dedicado ala artesana textil. En efecto, este oficiotradicional es cada vez ms conocido ytiene mayor difusin no solamente entodos los sitios del Ecuador, sino tam-bin en varios pases del continentearnericano y de Europa.

    Hasta unos aos atrs el trabajo tex-til de los indgenas estuvo, preponderan-14

    temente, dedicado a ratisfacer sus proplas necesidades. Sc puede decir quc ha-bfa una especializacin del trabaio crlas comunidades como norma generaly que la divisin de las tareas, entre osartesanos, responda estrictnente a lasnecesidades de hiladores y tefedores.

    El aparecimiento en el mercado defibras textiles de origen qumico, espe-cialmente el orln, determin que dis-minuyera notablemente el nmero dehiladores y que se incremente, de ma-nera significativa, el nmero de perso-nas dedicadas exclusivamente al tejido.En esta parte vale aclarar que una delas tareas en que estaban especializadasy a la que mayor atencin prestabanlas mujeres indgenas, era el hilado delana y algodn, empleando un huso he-cho con una caa de sigse. Hoy, muyrara vez se puede encontrar a una mu-jer que cumpla esa actividad. Sinembargo de haber decado esta ocupa-cin, hay el caso de la comunidad deCarabuela que se ha especializado en lahilatura de lana, en la rueca o torno dehilar, con el fin de abastecer de materiaprima a las tejedoras de los denomina-dos "sacos de Mira", en alusin a la ac-tvdad que se ha desarrollado -en los l-timos aos- en la poblacin de ese nom-bre, en la provincia del Carchi.

    El mayor nmero de personas de-dicadas a teier, en contraposicin al an-terior equilibrio entre hiladores y teje-dores, determin que se incremente de

  • manera notable la oferta de teiidos yque la ferla semanal de Otavalo sea insu'ficiente para coniumir esa excesiva pro'duccin. De ah que los artesanos y co'merciantes vieron la necesidad de con'tar con nuevos mercados y de diversifi-car la produccin, cambiando la lneade autoconsumo por otra que satsfagala demanda externa, aunque Para esotuvieron que consguir clientes pocoexigentes de que se mantengan valoresculturales y de que se respeten las tradi-ciones de este pueblo, que cuidaba ce-losamente esas man ifestaciones.

    Al momento hay Poqusimos Pro-ductos elaborados por los artesanos na'tivos para su propio uso, ya gue cadavez se generaliza ms el empleo de pren'das de vestir con materales de origenindustrial. Esto determina que el gruesode la produccin artesanal, necesaria'mente, deba dedicarse a compradoresforneos, creando una dependencia quevara constantemente de preferecias,segn cambien las exigencias de la modao los gustos en la decoracin.

    Una observacin Proliia de los ar-tculos que se venden en la feria sema'nal, en la plaza Centenario meior cono-cida como la plaza de los ponchos, per'mite apreciar una serie de cambios enlos tejidos. Este cambio tiene que vercon el empleo de materias Primas, demotvos decorativos y de formas de pro-duccin.

    En el caso de las materias primas,se ha generalizado el empleo de las fi-bras de origen qufmico, en detrimentode las fibras naturales procesadas a ma'no, con esto ha cambiado tambn lagama de colores utilizada tradicional-mente. Los motivos decorativos, gene'ralmente son copiados de otros teiidoso de publicaciones, extraos a nuestrarealidad cultural. Los procesos de pro'duccin, en muchos casos, no son arte-sanales sino ms bien los de la industriaque programa en serie y que repite in'finitamente el mismo patrn de tejido.

    Cuando se menciona este tema, sepuede afirmar -con ligereza- que se tratade mantener formas anacrnicas de tra'bajo y de condenar al artesano indge-na a las duras tareas que imPone unaproduccin preponderante manual desus tejidos. De ninguna manera se aus-picia este criterio. Lo que se trata es derescatar una imagen muy venida a me'nos, situacin que ya esr afectando alos productores y vendedores de tejidosen Otavalo.

    Lo artesanal se define como unaactvidad productiva en la cual la inter'vencin manual directa es predominan'te, donde la divisin tcnica del traba'jo est integrada por el coniunto de ta-reas que realiza el propio artetano y queen dicho proceso se utilizan fundamen'talmente herramientas de mano. Estaforma de trabajo se contrapone con losmtodos de la produccin industrial

    15

  • que, ya lo ralamos, est siendo utill-zada mpliamente por los poseedoresde mayores recursos econmicos, quehan logrado equiparse con telares me-cnicos y que reproducen los patronesartesanales. 5e ha establecido as unacompetencia desleal, en la que lleva laPo parte el artesano.

    En cuanto a motivos decorativos,la apreciacin es que se ha perdido elpropsito de conservar una "identi-dad" en los tejidos regionales. En estesentdo, los viajes de los ind genas co-merciantes, sumada a la influencia ejer-cida por el turismo o por las gentes omisiones de "buena voluntad" que im-ponen modelos y gustos extraos anuertra realidad o que encomiendan lareproduccin de objetos artesanales deotros lugares, revela a las claras que esaspersonas son absolutamente imprepara-das para maneiar y respetar valores cul-turales, pues como resultado de ese pro-ceso hemos visto que paulatinamentehan ido cambiando los tejidos tradicio-nales, hasta que re han vuelto simplesimtaciones de lo que es representativoen otras realidades culturales.

    En este campo, parece que se haestancado la creatividad del artesano lo-cal, pues ha adoptado una actitud con-formista e imtativa que no le permiteconservar ni producir algo que identi-fique a su aetividad.tradicional.

    El caso de los tapices'llamados "sa-

    lasecas" permitc confirmar lo enuncia-do lfneas arriba. Siendo este tejldo dorelativamente reciente Introduccin ennuestro medio, reproduce diseo im-puestos por los turistes o se los copiade cualquier publicacin, generalmenteextranjera" En esos tapices no se reflejaningn motivo que relacione a los te-jedores con ru rcalidad geogrflca nl consus principales hechos culturales. Sien-do este tipo de tejido uno de los pocosen donde se puede exprerar ms clara-mente la creatiydad y en donde en ma-yor grado se puede manifestar una"identidad" en el diseo, que permitaver que aqu, definitivamente, se aflncoesta tcnica y que los tejedores otava-leos, teniendo muy larga tradicin enel oficio, lograron imprimirle caracte-rsticas indudablemente locales. Esto,repetimos, no se ha logrado y los men-cionados tapices siguen manteniendosus caractersticas originales, tan extra-as a nuestro ambiente, como cuandose los trasplant de un medio culturallotalmente diferente al de los tejedoresde Otavalo.

    Hacia el futuro ...

    La artesana textil otavalea se en-cuentra en un momento crtico y sonvarios los factores que esrn en su con-tra: la dependencia de compradoresforneos, que obligan a adaptar la pro-duccin a sus exigencias; la competenciacon la industri4 que por su mayor pro-Cuctividad tene costos de produccin

    I

    t9i '

    .i

  • mr bajos y dcia ms altas utilldados;le falta de Inter dc lo arteanos Paraoonscrvar valorc tradlcionalos, ya quc-on mushos caor lo aildos hechos cnOtavalo no ton m que imitaciones detclas y motivo gue ss identifican plo'namentc con otrs culturas; la falta decreatydad, quc impide sacar al merca-do nucvos motlvos o dlco artte eltemor de scr copiados por otros arosa'nos quc sc dedkan a produclr los mis.mos artculoi Estos factores influyendc tl manera, quc prgocupa la formaen gue pueda vorrc afectada la ocupa-cin en el futuro y lo que pueda suce-der con lo que hoy cs fuente de traba-jo y forma dc vlda de gran Parte de lapoblacin +specialmente indgcna- deOtavalo.

    Las entidades locales, especialmen'te las que tienen relacin con activida-des culturales y artesanales tienen queInteresarse por este problema. Hay ne-ccidad de diear polticas adccu'das y tomar modlda opornas que im'pldan que la sitacin sc agrave cadavez ms, pues de mantenerse la tenden-cia actual no pasar mucho tlempo enque la "ldentldad" de los teiidos otava-leos se pierda definitivamente.

    El Instltuto Otvaleo de Antropo-loga, a travs de su Departamento deArtesanas, realizt una amplia investi-Sacin y recopilacin de los motivos de'coratlvos dc las faias de la provlncia delmbabura" El trabajo se centr en torno

    a eta prcnda, por ser el nlco tciido tra-diclonel que llcva dlseos. Roultado dcesa Investlgacin rcn tc volmoncpublbador cn l C.olcccln Pcndone-ros, quo edit cl lOA.

    Ete cstudlo, rl momento, 6'lcndo utlllzado por un pequeo nmc-ro de tciodores otayahos, quc hr co-menzdo a reproducir los discor pro-pios de la zona pa ornarnentar dclor-mlnadas prendas, consiguiendo con cstogrn aceptacin en el mercado externo,mlentras que tfmldamente c mulflcs-tan en la ferla semanal de la ciudad.

    Sera interesante enrayar ms am-pliamente esta experlencl4 porque asse lograra reactlvar una serie de manl-festaciones tsticas y culturales @nscr-vadas por muchas generaciones de ar-tosanos, pero que hoy estn en peligrode perderse para siempre.

    La misma experiencia podra apli-carse a tcnlcas que han ldo olvidadasy que an pueden rescatarse, porquGhay algunos ncianos dispuesos a traomitir sus conocimientos y enorme ex-periencia a quienes tengan inters porsu especialidad. Este es el carc, porejemplo, del teldo con la tcnlca lkat,Jel teldo con colorantes naturalos,etc.

    De igualcon otfashoy venidas

    ""lii"fi?ltttc'oi

    loneS

  • do, h ccstcrfl le alfrrcrfa, la manufac-n dc sombrso dc lur abatarrd4l conccln dc indumenrlr fulcl-rk+ l ccrcrfzo l plrotccni, l confcc-cln dc instrumcntos mublc folcl.rlcos, ctc. En cada co sc harfe un c.tudio. dc las formrs dc produccln, dcluo do hcrrmlentas cspecirles y dc ladlfcrcnt furms de organlzacln de lotellcrcs, ya quc a lo largo del ticmpo hrndcmostado scr cflclentcs aunquc, netu-ralmcntc, xtn suoeptibles de mejoradas.

    Pcnsamos que er vlida la idca dccrcar un Taller de Capacitacin Artesa-nal, donde re centraran todas estas ini-clativs y se ofrecera orientacin ade-cuada, mediantc cursos de corta dura-

    cln, r grupos dc artelanos prGocupa-dor por l sltuacin de la artcanfa lo-cal. Desdc cstc Trllcr $ trtrf dG renovr l lmrcn un tanto dcErbred,por ropctlthr c lmlhva dc le artoa-nfe taxtllotvrlca

    E hora de tomr concioncl dc unproblcmr qno afocta bucn p.rtl dGnucstra poblacln, pues es pcrfoctamon-tc conocido que el trabajo erteanal esuna de las forma do ganarse la vidapara el hombre de Otvalo. Graves pro-blcmas sociales podran evitarse en elfuturo sl es que sc protege el trabaio yla fuentc de ingresos econmicos dequienes viven por sui mano3 en esttValle dcl Amanecer.

    ?

    1E

  • tRTBLIOGRAFTA

    ALCEDO, Antonio de1967 Diccionrb Geogrlco dc l In-

    dir Oellontle o Amricr Bibliotec de autores esPaole*desde la fornlacin del lenguajehasta nuestros das, Vol. 208'Ediciones Atlas, Madrid.

    BUITRON, Anbal I'John COLLII',R J.1971 El vlle dcl Amnecer. Primera

    edicin en espaol, Publiccindel lnstituto Otavaleo de Antro-pologa, Otavalo.

    CAiDAS. [irancisco Jr.s de1933 Relcin rle un viqie hecho Co-

    trceche, l, Villr, Inrbabun, Cryarnbc, etc. Comenzdo el 23 dejullo de 1802. Editado pot Agus-tn Barreiro, Madrll.

    CAMPOSECO. Jos Balvino1985 Artorer Poprluer dc Gute

    mdr (Brever Apunter tlbtoricor).Subcento Regional de Atesanasy Artes Populares, Coleccin A-

    tescnr Popuhrer 6, Grntemh.

    CARRION, Benjamn3.&. Atudlp.. Publbacbnes Educ-

    tiws Ariel Guyaquil Quito.

    HERRERA, Amble1909 Monorrffr dcl ct Oaio.

    Tipogrefa Sledna Qulto.

    IARAMILIO CISNEROS, Hornnl98l Invcntrlo dc dboo a didor

    indganr dc b povfudr dc lm-bbun C-obcc6n Pendoneros,lnstituto Otsvalo de Antropologa, Otavalo.

    JUAN, Jorge y Antonio de ULIOA1953 Nodciro cretrt dc Amricl Bue-

    nos Aiec.

    MEIER, Peter1985 [s atesanos textiles de la rcg6n

    de Otavalo. En: Srttrc, No. 10,Instituto Otvaleo de AntroPo-loga, Otavalo.

    MONTUI"AR, Juan Po de1894 Rzn ohe cl ctdo y Sobcmr

    cin polttcr y mitrr dc b iutrdiccion de Quito cn 1754. Ma-drid.

    MORENO YANEZ, SegundoL976 Sublevci,one indgonr ca b Atr

    enci de Quito: dcde comien-zo dcl rfb XVil hrtr flrlc

    ' de l Coloni. Bas 5, t'lstudiosAmericnistas de Bonn, Bonn.

    ORTIZ I)F. [.A I'ABLA, Javier1977 El obraje colonil eoatoriano:

    Aproxirnacin su estudio, En:Revit dc lndir. No. llll50,Madid.

    19

  • SILVA SANTTSTEBAN, Fernrdo ca Bsica del Pcnsamiento Ecr-1964 Lot ob{c a cl Vhotrto dcl toriano, No. ll' Quito.

    PclL hblklacbnes del Musco Na-cbnalde Hirtod Lima. VELASC0' Jun de

    1960 Hitorir modan del Roino dcQuito. Biblbteca Ecuatorina M-VARGAS, Jo Maa

    1982 [ cooom poltb dcl Eou- nima' Quito.dor drtc l Cobni. Biblbte-

    x,

  • ,EL ECUADOR UNA NACIONHETEROGENEA

    Crlos Alberto Coba Andrade

    Se ha hecho comn en la interpre-tacin de la realidad nacional, la concep-cin del Estado Ecuatoriano integradopor una sola cultura, que se origina en lanacionalidad mestzo-hspano-hablante,con manifestaciones culturales perifri-cas aborgenes, que te estructuran entorno a sta.

    Las investigaciones realizadas por elInstituto Otvaleo de Antropologa so-bre: "Relaciones Intertnicas en el Areade Otavalo-Cotacachi"; "Las manifesta-ciones Cultural-Psicolgicas y Lings'ticas de los Macro Grupos Etno Nacio-nales en el Area Otavalo-Cotacachi";"Los estereotipos Etno'socio'culturalesde los Macro grupos Etnonacionales enel Area Otavalo-Cotacachi"; "Una diag-nosis Mdica en el Area Otavalo Cota-cachi"; "La Cultura Coayquer"; "Lite-ratura Popular Afroecuatoriana"; etc.;

    y, para cuantificar la muestra se ha teni-do en cuent la publicacin de la Colec-cin Pendoneros: "Glosario Arqueol-gico"; "El prooeso evolutivo en las sociedades compleias y la ocupacin delperodo tardo Cara en los Andes Sep-tentrionales"; "Cochasqu"; t'Los Seo-res Etnicos de Quito en la poca de losIncas"; "Demografa y asentamentosindgenas en la Sierra norte del Ecuadoren el siglo XVl"; "Cronstas de Raigam-bre Indgena"; "Los Quiios"; "Nume-raciones del Repartimiento de Otavalo";"Contribuciones a la Etnohistoria Ecua-toriana"; "La vida de Otavalo en el si-gloXVlll"; "Resmenes de Actas Repu'blicanas del Cabildo de Otavalo en elsiglo XlX"; "Guamote. Campesinos yComunas"; "Campesinos y haciendas dela Sierra Norte"; "Estructura Social yPoder en Manta. Occidente Ecuatoria-no"; "Diagnstico Socioeconmico dela Provincia de Esmeraldas"; "Simbolis-mo y ritual en el Ecuador Andino. ElQuichua en el Espaol de Quito";"Lxico y Smbolos en f uan Montalvo";"Literatura Popular Afroecuatoriana";"lnstrumentos Musicales Populares Re'gistrados en el Ecuador"; "lnventario dediseos en telidos indgenas de la Provincia de lmbabura"; "Los Cayambesy Carangues: siglos XV y XVl. El testi-monio de la historia"; etc., han permi-tido llegar a la comprobacin que elEcuador es una nacin heterognea,donde estn presentes dos macro gru'pos etnonacionales, los mismos quecomportan manifestaciones culturales

    z',|.

  • propias a cada grupo etno-naconal, rna-cro grupo mestzo-hspano-hablante, ma-cro grupo quichua-hablante; y, en unsegundo nivel del componente etnona.cional, r encuentran los micro gruposetnoculturales que no han alcanzado adesarrollarse como nacionalidades y selocalizan en territorios ms o menos ex-tensos, en el Litoral, Sierra y OrienteEcuatoriano, como: Cultura Shuar,Coayquer, Chachis (Cayapas), Colora-dos, Wahoranis (Aucas), Cofanes, Tete-tes, Afroecuatorianos y c)tros. Las inves-tigaciones realizadas demuestran que elEcuador es un Estado lleterogneo et-no-cu ltur almente.

    El obletivo fundarnental de esteestudio, como ntarco terico, es tratarde establecer una relacin cohererrteentre los hechos etno-culturales releva.rJos en los macro grupos etno-nacional-culturales y los micro grupos etno-cul-turales productores y portadores de es.tos hechos, los cuales sern reinvertidosa la comunidad y a la educacin, a otrasciencias y al quehacer del convivir hu-mano.

    La Antropologa como ciencia so-cio-econmico-cultural trata de estable-cer una relacin lgica entre los hechosetnonacionales investigados en las dife-rentes culturas, productores, portadoresy dinamizadores de estos hechos, con lafinalidad de que los valores cutturalessirvan de fundamentos para la forma-cin de una identidad nacional, en fun-

    22

    cin del conocimiento de sus proble-mas; y, de esta forma, se dd paso a unaAntropologa socio-econmica-crlturaltercerrnunclista, gue solucione proble-mas y conflictos y restablezca la iusti-cia social.

    COTIDIANIDAD, IDENTIDAD EINDIGENISMO

    En el presente trabajo pretendemossealar algunas de las posibles conse-cuencias de una identidad personal pre-caramente integrada. Nos referinros ala existencia rje una actitud de auto-rechau rue la rnayor f)arte r.le las vecesopera en forma inconsciente, debido a laimposicin de definiciones de los sr.ije-tos negadores de aspectos constantes desu identidad. Nos preocupa, concreta-mente, las repercusiones que tiene la ne-gacin de lo indgena como parte denuestra ide'ntidad.

    La aceptacin, negacin o sobre-valoracin de aspectos de la identidadocurren dentro de la trama de relacio-nes que conf

  • van a servir de marco de referencia parala actuacin,

    En cada sociedad Y, ms esPecfi-camente, en cada gruPo humano, sloson posibles y tienen vigencia formas de-terminadas de interaccin. Estas interac'ciones son producto de una praxis co-lectiva y las definiciones de los suletosque ellas contienen refleian los factoreshistrico-scciales determinantes de talDraxis.

    Mientras son numerosas Y variadasestas formas de interaccin, son pocaslas definiciones de los suietos que ellascontienen. Dentro de las formas de in-teraccin de nuestra sociedad, no inte-resa tanto cmo son definidos los suie-tos, cuanto cmo son definidos losmiembros de determinados grupos t'n iccs.

    La identificacin detallada de lasacciones que conforman las difergntesinteracciones, adems de ser casi impo-sible, no es necesaria, puesto que for-mas muy dismiles pueden contener de-finiciones iguales o semejantes con rec'pecto a las caractersticas que aqu nosinteresan: determinado origen tnico.Tenemor, adems, que por el carcterimplcito de gran parte de ellas, resultams prctica su inferencia a partir delanlisis de los condicionantes histrico'sociales de una praxis determinada. Esdecir, a partir de estos condicionantes,indagar cules son las definiciones que

    tienen mayor opcin pra ser prsenta-das a los suietos.

    Al resPecto, debemos scalar nues.tra mltiple herencia cultural. Esa si'tuacin, si bien posibilita una grrn can'tidad de sntesis creativas en cada casoconcreto, tambin es cierto que estashan sido permtentmente bloqueadaspor la penetracin de la ideologa do'minante, cuyos contenidos poseen uncarcter marcadamente colonialista

    La presencia de este bloqueo y frag-mentacin suele ser oscurecido y nega-do en aquellos planteamentos que afir-man la culminacin exitosa de un pro'ceso de mestizaie en el que una pseudo-sntesis masificante omitira la historiay significacin de los diversos gruposy comunidades que, a partir de orgenestnicos diferentes, se han ido formando.

    A nivel individual, la fragmentacinse reproduce como la asuncin de unorigen: el ideolgicamente sobrevalora-do con rechazo de los otros reales o po-sibles. fVluchas veces estos rechazos en-tran en abierta contradiccin con las ca-ractersticas fenotpicas (apariencia ex-terna) del suieto. Pero este conflictopuede ser ms complejo. A veces los quese asume explcitamente no correspondecon lo que en realidad se cree ser. Elconflicto puede darse tambin entre elnivel consciente y el inconsciente, conlo cual se dificulta aun ms su solucin.

    Las formas de concebir el tiempo y

    23

  • el espacio han sido tambin afectadaspor est fragmentacin. Diversos ritmos,ciclos, cualidades de duracin y sucesiny formas de experimentar lo irreversi-ble, pueden quedar desprovistos de sig-nificado como consccuencia del oculta-miento de nexos y procesos histricos.La desvinculacin con nuestro pasadohistrico, al propiciar cierto dficit enla capacidad de prospeccin, puede de-iar como alternativa nica: el vivir ald4 sin plan, nilugar.

    En cuanto a lo econmico, nuestradependencia casi exclusiva de la rentapetroler4 deja muy poca oportunidadpara comprobar dentro del quehacer co-tidiano que el esfuerzo del hombre pue-de ser productivo. Hablamos de la lti-ma dcada.

    Estos condicionantes y muchosotros de ndole similar, han producidoy mantenen formas interactivas quecontienen definiciones alienantes delecuatoriano, y que suelen encontrarconfirmacin en nuestra condicin depas dependiente.

    En el mantenimiento de las mis-mas, nuestro sistema educativo juegatambin un papel importante. Como to-dos sabemos, su inicio no obedeci a unproceso autctono de institucionaliza-cin, sino a una ruptura histrica. Em-pieza por la Universidad como institu-cin destinada a la preparacin del cle-ro, principalcs agentes de la accin co-

    u

    lonizadora" Se trata de una educacinelitesca y desarraigante que no 3e oren-ta a los sectores ms numerosos de lapoblacin. En la actualidad, a pesar desu ampliacin al sector medio, conservamuchas de estas caractersticas bajo apa-riencias d iferentes.

    Por todo lo expuesto, resulta claroque nuestra cotidanedad nos imponeun modelo de hombre que:

    1.- Contnua y alternativamente recha-za spectos fundamentales de smismo, como lo indgena, lo negroy lo mestizo;

    2.- Que tiende a aceptar como "natu-ral" la no productividad y la nocreatividad; y,

    3.- Que interpreta muchos de sus lo-gros en base al xito social o a labuena suerte, y no como el produc-to de un esfuerzo Dersonal colecti-vo.

    El reconocimiento casi exclusivodel origen europeo es caracterstico dela clase alta y de gran parte del sectormedio. Estos son los sectores que hanestado expuesto por ms tiempo a la in-fluencia ideologizante de nuestro siste-ma educativo. La asuncin de este ori-gen europeo parece aumentar su conno-tacin ideolgica y colonizdora, a me-dida que se presenta como el ideal a lossectores ms numerosos y populares. Se

  • tratr dc un moddo quc, al exiSr una ne'gacin muy gnnde dol propio ser, adc-ms de su Influencia desarraigante, tien'de a retar toda sinificacin y valor dela propia vid" C,or esto despc*r, bscowierte cn docilos explotados' pues-to que ostrla justificada su subrdina'cin al que es definido como superior.Propicia tambin la emergencia dc tris-tes plagladores de estilos de vida que s&lo tienen 'entido para sus representan-tes autnticos por la cuota de poder quedetentan.

    Sostenemos entonces que, solo conla aceptacin de lo indgena, de lo mes-tizo y lo n(ryro como ProPio Y con elesclarecimiento de sus choques, sntesiso interrelacbnes cspecficas, podremostambin aceptar nuettra herencia euro'pea sin esa carga ideolgica y sutilmen'tc estgmatzante que hoy posee parano50tros.

    El europeoccntrlsmo tlende a acen'tuar su distancia tnlca dc los grandcssectoros populares. Pero estc distancie'miento pucdc tambin facilitar la pues't en marcha de proccsos intractivorms ditrctos y merios distorslonadoideolgicamcnte que facilitan el cono'cernos y raconocemos con el otro, con'iuntamente con la produccin de solu'ciones creatlvas frente a los problemas.'Sc trata de un reconocimjento que supone la recuperacin de lo colcctivo y comunltario v que es tambin recupera-cin dc la capacidad transformadora

    arrebatada.

    En el Ecuador durnE la conquistay colonlzcin nunca sc lh' e confor-ma un estruc,ra socirl de tipo piramidl tn rfgkla como cn otroc pahcllatlnoamericanos qus contron con unimportane ltte crblh y 6trto6 nr'mcdios numeroso& En nwstro cilo' !adio el predominio dc un horizontrll-dad signada por un Profundo dcsprccbdel colonizador. Esta horizontrllddpersiste y se reproduce en muchos denutros oueblos.

    El predominio dc lo indgcna onculnto a nucttfo origln, su larga pcrme-nencia en nuestro territorio, su parc dc'terminante en le composicin de le po'blacin campesina, conuntamcntl @nla presencia de numerosos Srupos qucconservan su lcngua y culturl haccnque la accptackin de esb aomponntede la identidad iucgue un ppcl impor-tante en cl reconocimlcnto dc le vcrdrdera significaclln de ota horizontali-dad y en la ropqcln dc h cpcHratransformadora dcl puoblo cabrlrro-El roconocimiento, coptlckin y tn n*yor conocirnicno do lo ndtsnrcbun prsc, cn estc proccs), un paso indirpcnsable para la redefinlclln de unaidcntidad autntice, depoiad dc l in'mcnsa cala ideolgke quc rrlrriotr.tc posci?, y dc lr quc, dcseforrnad*mcnt, muchos inteloculcs, en bsms progrcsistat' pr!cn $f clt rcptlsentantes.

    25

  • PROPUESTA PARA LA AUTOGE$TION Y AUTODETERM INACIONDE LAS NACIONES INDIGENAS

    Mucho se ha escrito en el Ecuadorsobre nuevas polfticas indigenistas. Sien algn pals ha habido preocupacinterica en torno al "problema indge'na", ha sido precisamente en el Ecua-dor. Estos esfuerzos, han resultado enbuena parte fructuosos, porque se hadado efectivamente un mejoramientoprogrcsivo -tanto cuanttativo como cua'littivo en el trazado de los plantea'mientos. Tambin se ha venido logran-do una difusin mucho mayor del pro-blema en el seno de la opinin pblica.Hoy no es raro encontrar en el Ecuadorpersonas bien informadas sobre la situa-cin indgena, que no poseen ningn ni-vel de especializacin en la materia niestn involucradas en ella de modo di-recto o indirecto.

    Es cierto, sin duda, que el propioEstado Ecuatoriano ha venido siguien-do los pasos -si bien de rnanera muy t-mida y retardada- a esa actividad teri-ca que manfiestan no solamente nues-tros antroplogos, sino en primer lugarlos propios dirigentes indgenas de ma-yor peso ante la colectividad nacional.Y lo mejor del caso et que no hay com-petencia ni desacuerdos entre las ideasproducidas por indgenas, antroplogosy otros conocedores de la materia. Pre-domina, mas bien, un enriquecimientomutuo y una complementaria eviden-26

    cia, contrariamente a lo que pasa cnmuchos pases amcricanos.

    Esta asombrosa unidad de criterioque caracteriza hace tres lustros al nue-vo indigenismo ecuatoriano, nos lmpul-sa for otro lado- a dedicar esfuerzoscrecientes a la profundizacin y refina-mieno sistemticos de todos y cada unode los aspectos de la problemtlca ind-gena. Mucho influye tambin, en elmantenimiento de la tensin crezdota,la cantidad y diversidad de problemasinditos que surgen cada vez que sequiera aplicar algn postulado tericoa la realidad existencial que viven nues-tros pueblos autctonos. Tampoco dejade contibuir muy significativamente lodifcil y escurridiza que resulta ser lavida nacional en medio de sus mlti-ples coyunturas.

    La idea de la autogestin indgenaha ganado aceptacin y prestigio, lo quehace innecesario reincidir en explicacio-nes elementales al respecto. A estas altu-ras nadie puede dudar legtimamente deque es el indgena quien conocer mejorsu propa realidad, y es el ms llamado aorientarla y transformarla conforme alinters de cada etnia y de cada comuni-dad. No es que los asesores no indge-nas estn de ms, ni que la solidaridadglobal de la nacin ecuatoriana sea unmero aditamento para el proceso de lu-cha indgena, pero son las propias co-munidades quienos deben elaborar enlo esencial sus diagnsticos y soluciones,

  • as como implementar actlvamente to'das las accloneslrcquerHac para cumplirun conjunto de obietivos ierarquizados.

    Para dar un ejemplo ilustrativo, sonprimordialmente los maestros indgenasquiener deben fiiar las estrategias de laeducacin intercultural bilinge en lasescuelas indgenas del pas, y nadie me-jor que ellos pueden impartir este tipode enseanza, en interrelacin con el Mi'nisterio de Educacin.

    Pero para que un indigenismo searealmente intercultural y autogestiona-rio, respetuoso de la identidad de cadapueblo, de sus tierras ancestrales y de laalternativa histrico gue cada nacin au'tctona desee imprimirle a su desarrollofuturo, har falta explicitar un cuerpocoherente de supuestos que ya de hechoviene prefigurado por la nueva antropo'loga crtica, bsicamente a travs de lavertiente denominada teora general delas sociedades, trmino tomado de Ro-bert Jaulin. Vamos a exponer estos prln'cipios en forma breve Y sinttica'

    Ninguno de los Pueblos que vivenen nuestro planeta es primitivo, salvajeo globalmente atrasado. El hombre pri'mitivo desapareci hace centenares demiles de aos con los ltimos neander'tales. Todas las sociedades existentes enlos ltimos milenios son producto delargos y compleios procetos evolutivosque los han encaminado por sendas es'pecficas de desarrollo, que no tienen

    por qu ser similares para todrs las co-lectividades humanas. Aun las socied-des que han mantenido entre s estre-chos contactos histricos, suelcn sermuy diferentes, en rspectos escnciales.

    Esta diferencialidad es congnita ala especie humana" so ha mantenido in-quebrantable hasta el presente, y ni si-quiera los ltimos intcntos de homoge'neizacin cultural han podido anuladaHoy ms que nunca los pueblos no occi-dentales, entre ellos los numricamcntcms pequeos, han vuelto a reclamar suderechos irrenunciables de ser ellos mis-mos los gestores de su propio futuro, losdiseadores de su propia alternativa- Enesta bsqueda se inscriben los pueblosaborgenes de Australia y Ocean4 casiodas las etnias asiticas y africanas, mu-chas poblaciones oprimidas de la Europatradicional, como son los irlandeses, vas-cos, lapones, bretones, crnaros, corscs...y paremos de contar. Y estn, Por su-puesto, en esta misma lucha, las nacio-nes indgenas del Continente America-no, y an ms cerca de nosotros, loscompatriotas indgenas ecuatorianos.Ellos son ecuatoranos como el que ms,debido a lazos telricos ancestrales. Ypor esa misma raz6n * oponen termi-nantemente a cualquier intento -abiertoo encubierto- de hacerlos renunciar a sulegado ancestral, a su idioma, cultura yorganizacin social; elaboraciones mile-narias nacidas en esta parte del planetaque los conquistadores denominaron-tan equivocadamente- Nuevo Mundo.'

    27

  • Nq el Indgena rN) rc occldentaliza- pt ncXociu sus derechos ciudada-not guc legftimamente le corresponden.Tomr dc Occldentc, transformndolodc crcrdo Es noccldc, todo acr-fb qm crgc,G blcn con ru poyoctohistdoo rtcntlco. Ms no por crc de-fara dc lado su identidad originaria, suoontinuidad gcnorrlonrl ni ru memoriacolcctiva Por cncima de todo pide ga-rtfs pr ilr tenitorlos ancestrales,pn le Intogridd de sus ecosistemas mi-lagrosamente conservado por l duran-to slglos incontables, para sus modelosocictarios dc convlvencla armnica en-tre fos $rcs humanos y la naturaleza cir-cundanb.

    Todo csto adquiere una significa-cin mucho ms precisa si tomamos encuenta quc el sistema occidental de vi.d1 como sc da ahora en la mayora delos pases del planeta, ha dejado de servible; y ya no ser practicable por mstiempo, so pena de provocar consecuen-cias catastficas cada vez ms irrever-iblcr

    No sc trata de negar los grandes.portcs quc Occidentc le ha dado a lahumanidad cn csi todos los mbitos derl existencia" No se pretende descono-cer su ciencia, su filosofa, sus artes, sucapacidad de crear estructuras polticasde alcance planetario, incluso de tras-crlnder- el planeta para ir al cosmos. Sinambargo, con todo esto, la civilizacinoccidental -basada en la tradicin judo

    8

    cristiana no es sino una ms ente loimodclos societarios creados por el horn-bre, por ms que pretenda someter y do-minar al reso de la humanldad. Adcmblo que es ms grave an, Occidente nosob presente sJs obvis llmitcioncs co-mo cualquier otro modcb de convlven-cia humana, sino gue va a consumk supropie destruccin sl no es capaz do rc-conoocr y propiciar el libre desenvolvi-micnto creativo de los aportes societa-rios no occidentales. Occidente, de que-dar solo, terminara por desaparecer. Pa-ra llevar adelante la magna empresa delprogreso humano

    n su alcance msuniversal- hace falta el concurso de to.dos y cada uno de los modelos rccieta-rios histricamente vigenter. Es dccir,incluyendo no tan solo las sociedadespresntes, sino tambin aquellas del pa-sado que hayan dejado huellas de suexistencia Tampoco se trata de conver-tir todos esos aportes milenarios en unamezcla indiscernible y homogenizadade culturas desprovistas de su identidad.Por el contrario, cada cultura, cada mo-delo societario como un todo, debermantener plenamente su personalidadcolectiva, dialogando libremente con to-das las dems configuraciones sociales,ensendoles cosas nuevas y aprendien-do de ellas en forma simuhnea. Tal se-ra el dilogo, o mejor an la dialcticade las culturas, propuesta por la nuevaantropologa diferencial ista.

    Ahora ms que nunca son impres-cindibles para la supervivencia futura

  • de la humanidad los modelos societa-rios alternativos a la sociedad occiden'tel. Muy a pesar del respetablc optimis'mo existencial de muchos cientficos eideolgicos de Occidente, la verdad apa-rece sumament clara y hasta irrebati'ble. El desarrollismo occidental, unidoa la expansin catica e irrefrenable desus sctores dominantes, est propician-do la extincin de la vida en el planeta.No es preciso ser futurlogos ni profe-tas para dar cuenta cabal de ese hecho.Basta con observar atentamente losacontecimientos de las ltimas drcadasjunto con sus conscuencias reales y vir-tuales.

    Todos sabemos que si se hubieraproseguido con el bombardeo atmicode otras ciudades y pases, ya no ha-bra vida en extensas porciones del glo'bo. An as, la contaminacin tieneefectos degenerativos que slo le pasandesapercibidos a quienes ignoran o fin'gen ignorar toda esta marcha de la hu-manidad occidental o controlada poroccidente- hacia el desstre. Para nadiees secreto cmo se han ido exterminan'do, una tras otra, las especies animalesy vegetales, cmo han ido desaparecien'do -paulatina o fulminantemente' mu'chsimos pueblos o culturas, Estamosatrapados entre la explotacin, el ex'terminio, la contaminacin y la depre-dacin, provocados por el perodo msdestructivo de la historia del hombresobre el planeta. Todo loconstrudo Porl en este mismo perodo -lo cual no es

    poco- es absolutamente insuficiente, val-ga decir anodino*, para medianamentccompensar los daos y perjuicios ceus*dos. Es verdad quc la destrucln de latierra an no se ha consumado, peroavanza aceleradamcnte y nadie podrponerle coto, a menos que el hombreoccidenal -y en especial las lites diri-gentes- hagan un intento sin precedentcspor asumir el legado histrico de otrasconfiguraciones societarias, ms respe'tuosas de la vida, del hombre y de la na'turaleza, ms propensas pa la convi'vencia y menos para la dominaciiin. Slo as pasar la humanidad {omo un to'do- la ardua prueba de la historia.

    Si esto es as a escala planetaria,con mayor razn debe preocuparnos lasuerte de un pas dependiente y del Ter-cer Mundo como es Ecuador. Sin entrarpor el momento en anlsis de coniunto,todos los sectores coinciden- salvo losmis antinacionales o desinformados' ensealar que es preciso reforzar, por to-dos los medios, la identidad culnral dela nacin frente a la penetncin cultu-ral fornea. Nada mejor para conquistareste objetivo, que retomar la identidaddel pueblo ecuatoriano desde sus fuen-tes ms especficas y primigenias queson precisamente las naciones indgenasdel presente y del pasado.

    * Anodino; Insuficiente, ineficaz, in'ubstancial.

    x)

  • Ya frzas estreptosamente la fal-sa tesis colonialista de que el aborigennada tena que hacer con la identidaddel ecuatoriano acal. Es enteramentecierto que la conquista y colonizacineurope significaron un momento deruptqr4 desintegracin y deculturacinque marc para siempre la f de lospueblos autctonos que sobrevivierona la caf,strofe. Pero la ruptura no fuetotal y absoluta como lo pretende cier-ta h istograf a trad icional.

    Hay una lnea clara de continuidad-no necesararnente temporal, sino demutacones antropolgicas- entre el in-dio especficamente tnko como el Ca-yapa y el Cofn; el indio "aculturado"-con algn grado apreciable de mestiza-je biolgico y cultural como la mayo-ra de los quichuas y shuar; el indio"deculturado", an ms mestizado ycon una cultura regresiva, como ocurrecon muchos Salascas y otros; el indiogenrico, descendiente de indios mesti-zados gue solo hablan espaol pero queconsrvan un aceryo muy coherente decdigos culturales, costumbres y valoresde raz ancestral pese a toda una secuen-cia de profundas modificaciones y final-mente el ecuatoriano "indio-mestizo",exponente mayoritario de nuestra po-blacin actual, que tambin retiene enlas capas ms profundas de su persona-lidad psicosocial importantes represen-taciones y smbolos colectivos absolu-tamente vitales para su ser y su existir.

    30

    Dentro de este contexto no se tra-ta, en modo alguno, de negar los funda-mentales aportes europeos y africanospara el ser colectivo ecuatoriano y latl-noamericano. Pero s nos interesa, enaltsimo grado, tomar como base refe-rente al hombre autctono amercanopara reconstruir todo un proceso hist-rico y antropolgico que nuestra pobla-cin entera deber asumr y conocer afondo, para despertar al fin de ese le-targo colonial en que intereses muy pre-ciosos de sectores hegemnicos tienensumido nuestro continente.

    De esta lnea indomestiza partici-pa culturalmente todo el conglomeradoecuatoriano, aunque no descienden di-rectamente de gente indgena, aunquesean hilos de gentes inmigrantes o pro-cedan de otras latitudes. La culturabsica de nuestras mayoras est im-pregnada en esa herencia societariaautctona y ancestral, que sera tareadifcil distinguir -sin estudios pormeno-rizados- un poblado indgena.

    Todo lo expuesto, suma grandes ra-zones para darle un trato ms digno,justo y humano a nuestras naciones t-nicas que han tenido la suerte y el cora-je de trasmitirnos -en lo esencial- todasu cultura precolombina. Ellas han dadocontinuidad directa, plena y explcitaal proceso civilizatorio especficamenteamericano, el cual fue cercenado -masno extirpado- en el tronco poblacionalmayoritario de Amrica Latina. Proce-

  • so civilizatorio que conforma una granunidad dialctica, por encima de las di'versas oleadas migratorias y de las gran'des diferencias socioculturales que apa'rentemente sparan unos pueblos autc-tonos americanos de otros, pero que enla prctica los unifican y complementan.

    No hay razones Para incidr en lafalsa polmica de si es preferible "de-jar a los indgenas como estn" o "in'corporarlos e integrarlos a la vida civili'zada". Ya en lo fundamental, las co'rrientes tericas interculturalistas handado respuesta adecuada a estas inquie-tudes hace mucho tiemPo' No haY ex-clusin posible entre la continuidadesencial de una lnea autnoma de desa'rroffo y la aceptacin crtica y activade una gran diversidad de innovacionesprocedentes de otras sociedades, ennuestro caso principalmente de la "cul-tura occidental". Todo pueblo cambiahistricamente, tanto por razones inter-nas como externas, sin ninguna necesi-dad de que tales alteraciones provoquenla desaparicin de la identidad colecti'va o la coherencia sociocultural del mo-delo de la convivencia.

    Todo quichua-hablante est capaci-tado para manejar un tractor o un co-hete interplanetario, pero e5 la propiadinmica sociohistrica de su modeloespecfico la que debe determinar -enforma autctona y sin presiones coerci-tivas- cundo deben entrar y cmo de-ben actuar los nuevos elementos que

    han ingresado o han de ingresar el tcnr-vo colectivo. Cualquier grupo culurralpuede leer literatura inglesa o espaola"pero que sea l quien decida si le convie'ne hacerlo, y en qu medida o circunstancia. Todo esto cobra epecial fuer-za si consideramos que los propios"occi'dentales" distan mucho de dominar to'da su cultura, al contrario de los pue-blos indgenas y aborgenes que s es'rn en capacidad de asumir y practcarcada uno de los rasgos esonciales de supropio modelo cultural. El occidente-independientemente de su nivel socio-econmico o educative se limita ma-yormente a deiarse llevar ciegamentepor una tecnologa que desconoce, unaeconoma y una sociedad cuyas leyesno maneia y una ideologa que se mili-ta a racionalizar lo que no se entendeni se respeta ni se comparte.

    Es particularmente espinosa la cues'tin de la evangelizacin compulsiv4 decarcter misional. Ante todo, los mode-los societarios de la Amrica lndgenano pertenecen a la tradicin cultural yreligiosa judio

  • brc no occidental. Su sola presencia+n la inmensa multitud de los casos-desintegra, coloniza, disuelve y desa-rraiga, aparte de sus diversas secuelascomo la dependencia social, poltica yeconmica del grupo indgena interve-nido respecto del misionero interven-tor. Hay que agregar tambin que enlos pueblos indgenas la religin no esun hecho merarnente superestructural,casi sobreaadido al conjunto, comotiende a serlo en las sociedades ms omenos occidentalizadas. En la AmricaIndgena, las complejsimas creencias dendole religiosa y cosmognica -ya queno conviene hablar de la religin comoente separado- son indesligables de lapractibilidad misma del modelo societa-rio en todos sus aspectos, desde los pro-cesos productivos e interactivos hasta elciclo de vida y rutina diaria.

    Nuestras naciones indgenas recla-man para s la libertad de cultos. No hayrazn alguna para que continen siendo"tierras de misiones" como en la pocade la conquista. No requieren de reden-lores y protectores para asumir su auto-Sestin. En vez de una poltica colonia-lista y "salvacionista", debe reglamen-tarse la accin estatal que tenga comonorte la restitucin de los derechos co-lectivos integrales de las naciones autc-tonas, son respeto pleno de su autoges-tin, autonoma y autodeterminacin.Una poltica que posibilite que el indioasuma la plenitud de su ser en todos losterrenos. Incluso en el aspecto religio-

    32

    io, como bien lo comprende un sectorde telogos cristianos, quienes ven jus-tamente la clave de la convivencia fu-tura en el mutuo respeto y conocimien-to de todas las religiones, en una verda-dera interteologa gue no monopolicelos valores religiosos para una confe-sin determinada, con exclusin de to-das las dems.

    Slo la prctica y los hechos nosdirn en definitiva cmo se conforma-rn en el futuro la autogestin y autode-terminacin indgenas. Por ahora slocabe hacer algunas previsiones y darciertas orientaciones al respecto. Com-prendemos que la entidad poltico-te-rritorial mnima debera recibir el nom-bre generalizador -sin perjuicio para lasrespectivas autodeterminaciones indge-nas- de comunidad indgena autoges-tionaria. Tal denominacin desplazaracon ventaja trmnos ambiguos comocasero, sito, aldea e incluso empresaindgena comunitaria, por sus connota'ciones evidentemente economicistas yoccidentalizantes. Todo se gana y nadase pierde si en vez de hacer las dotacio-nes colectivas de las tierras y los recur-sos agrarios a nombre de determinadasempresas comunitarias e intercomunita-rias, se hacen beneficiarias de este tpode dotacin las propias comunidadesindgenas autoge:tionarias, ya sea inde-pendientes o federadas. Todo esto im-plica un cambio de orden jurdico-legal,pero la Ley de Etnias lndgenas -pro-puesta por la Ley de Federaciones y

  • Comunas Indgenas- hay que elaborarlade todas maneras, ya que sin ella no po-dr derogarse la funesta Ley de Misio-nes.

    Las comunidades indgenas auto-gestlonarias se agruparan en organiza'ciones indgenas autnomas de carcterregional y si fuere preciso tambin sub'regional. Estas organizaciones regionalesautnomas seran en principio multi'tnicas y estaran siempre vinculadas auna entidad federal o a una regin cla-ramente especificada del pas.

    Pero para que la organizacin delos pueblos indgenas adquiera un sen'tido histricamente ms pleno, no bas'ta con los conceptos de autogestin deorden comunal- y autonoma -de ordenregional-. Hay que introducir desdeahora el concepto clave de la autode'terminacin de las naciones indgenas,sobre la base de sus identidades cultu'rales especficas, st idioma ancestral,su organizacin social econmica y po'ltico-territorial propia. La autodeter'minacin no se puede referir 'en abs-tracto- a la poblacin indgena global,ni a una regin o zona habitada por in'dgenas, sino a cada nacin o etnia enpartcul ar.

    La organizacin sobre la base dela autodeterminacin de las nacionali-dades no colidei sino que se comple-

    ment con la de base regional y qomu'nal. Al futuro Consejo Nacional Ind-gena organismo indgena mxlmo quedeber ser adscrito a la Presidencia dela Repblica- irn delegados tanto porlas organizaciones regionales como porlas naciones autctonas representadaspropiamente como tales.

    Todo lo expuesto sobre las formasorganizativas tendr que sr dirutido,profundizado y transformado ante todopor los propios indgenas, en eventossucesivos. Pero estimamos importantenuestro acercamiento inicial al proble-ma, como medio para estimular el in'tercambio de ideas.

    Exigimos la autodeterminacin pa-ra las naciones indgenas para que stas continen su propia lnea histricade conduccin colectiva y aporten to-dos sus valores y realizaciones Sciet-rias al resto del conglomerado latinoa-mericano. Esta autodeterminacin nosignifica constituir estados dento delEstado. Las naciones aborgenes nocontemplan en su seno organizacionesestatales ni pretenden competir con losEstados nacionales o disputar lo refe-rente a su soberana. Los pueblos indigenas aspiran al derecho inalienable deser ellos mismos y continuar su formade vida a travs de las generaciones fu-turas en plena posesin de su memo-ria colectiva. Tambin piden enftica-mente, que las fronteras esttales nosean barreras que mutilen, disgreguen* no colide: "No rozar una cosa con otra"

    33

  • y medaticen el libre desenvolvimientode la vida de sus comunidades. Los in-dgenas estn dispuestos a reconocer ydefender estas fronteras, pero no acep-tarn el enfrentamiento con sus herma-nos que, por acontecimentos histri-oos muy recientes en comparacin consu propia historia milenaria, han llega-do a constituirse en ciudades del pasvecino, al estar ubicados ms all deuna frontera internacional.

    Es perentorio -en fin- que tantoel Estado como la Nacn ecuatoria-na en su totalidad y basamento autc-tono, indoamericano, anterior a la Con-

    quista y a la Colonizacin sean una uni'dad. Slo as podr ser compartdaplenamente por el indgena la inde'pendencia y la soberana de nuestopas, por incompletas que hayan per'manecido hasta hoy estos grandes lo-gros de nuestras luchas libertarias. S-lo en esa forma oodr ser el Ecuador enel futuro una nacin totalmente desco-lonizada, libre, soberana y duea de unaestructura socio-econmica y culturaliusta, humana y viable, ya exenta delas ataduras de un sistema que precipi-ta a la humanidad en una confusin ydescomposicin global sin precedentes.

    34

  • BTBLTOGRAFIA CONSULTADA:

    ADAMS, Richards1968 t Edcr y cl Antroplqo

    Socil en Amric trt""Amica Indgena",XXVIILNro. l. Ed. Univecidad de Mi-ddleton, Middleton.

    ALBORNOZ. Oswaldo1976 Lr Ludr idtcn cn el Ecrt

    dor. Ed. Claridd. Guayaquil

    ASAMBLEA AMERICANA1962 Autodetrmfuucin y Cambb

    tocnolgho. Academia Americana de Ciencis Sociales y Po-lticas. Anlisis Erpecial Ed.Chales C. Killingsworth. Nro.340. New York.

    BONFIL, Guillerrno y oos1970 El Conccpto del !dlo cn Am-

    ic: uu ct{or dc l ihn-c'ln obnlL Anales de An-tropologa, Nro. Xl. Ed. Nues.tro Tiempo. Mxico.

    @BA ANDRADE, Calos Alberto1980 Lltern Popuhr A.hocrr-

    bdr Ed. Galbcapltn. Ota-valo.

    CONGRESO INDGENISTA1974 AutogctilinyAuodctcahr

    dfu dc br pobba Resoh-ciones y conclusbnedel Co-greo Indigcnirtr" Ed. Untvcr-sidad Cartsl Venezoln C.faca.

    CRESPO, Teodoro1958 Brcr picdcer dc po[ilcr b

    mlnOriry obnfudo adEcudor. Ed. Cs do h Cult'a Ecuatoira Quito.

    CUEVAIARAMILIO, Juan1974 Rchdom lnbrtnlc. Ensa-

    yo de acorcsmbnto al c8secuatorino. Bolctn del tnfi-tuto Fans do Estrdios An-dino. Pas. 2T3O pp.

    HURTADO, Osvabo1979 El Podc Po[tioo cn cl Ec

    don Ed. Galbcapitn. Otavlo.

    MALDONADO, Mara de Jes1966 Ehdlo omprndvo p&

    eonmlo dc h omunHd"Lr Rinond" dcto dc lrProvii do lnbhr Tesis,PUCE. Quito.

    MOLINA SALVADOR, Juan1965 Ler mln&ncr lntcn a l

    Ecudor. Ed. Univesilad Cen-tral Quito.

    SANTOS, Alvite E.1966 Conddcrdou roho rlunor

    upector do loo crrnblo cuctunlcr y cl datrrolb econ6mloo, on dcrad l crreecrtorino. UNAM. Mxico.

    35

  • STAVENHAGEN, Rodolfo Ed. Nuesto Tiempo. Mxico,f 968 Clrrcl CobnidLmo y Aoiltu- 1968.

    ndn: rm coryo robn reh-don huulcr cn Mco-mrlcr" Amric Latina, VoL STAVENHAGEN. Rodolfo6, No. 4; en "Ensayos sobre 191.7 Sodobga y Subderrrrollo.h c!r rcciles de Mxico". Ed. Nuesto Tiempo. Mxico.

    %

  • MUTERES Y RESISTENCIAAccrr det pepet de hs rnricrcs en clhvrnamionto dc Oavlo (17771,

    Ellzabotft RottrINTRODUCCION

    Con la colonlzacln cspaola delcontinente latinoamerlcano las muieresde los pueblos Indfgenas experlmenta'ron una doble subyugacin: por un ladola de ser colonizadas por un slstema ca-ptalista en vfas de lmponcrse y por otrolado por un sistema dc poderes gue sereconsttu a segn normas patrlarcales.

    Estas relaclones de poder capltalbtas y patriarcales ss reflejan en la histo-riograf a latianoamericana; desde elprincipio los protagonistas masculinospertenechntcs a l clase dominante, hansldo los que nos transmltieron su ver-sf;in de los rc6 hlstrlcos encubrien-do as el papel polftlco y prestgoso delas mujeres.

    Sin embargo, as como la hlsoriade lor pueblos lndgenas del continentc

    latinoamericano no si nicamente unahist9rh de sumisln, dc explotacin, dodepauporizacln y dc merginrllzacln.,dcl mbmo modo la hhtorla de las mu-ferer tmpoco e sb una hhtorl derubyugcin, dc degndacln y humllla-cin exual.

    Durantc ms de 500 eo los hbtorladores que analizaron la marcha trhn-fal de los conquistadores y la formaclny el desarrollo del dominio colonial delos espaolet, mantuvleron con fldeli-dad una conrplracln slnbstra; indepen-dentcmento de las convlcciones propiasde csa poca y de idcologfas poltlcas,escribieron exclusivamente la historiade la claso dominante: la de los colonl-zadores, de los capitallstas, de los Hom-bres de Dios. Con un entendlmlentounmine guardaron silencio sobre losInnumerables movimientos pequeos ograndes de resistencia de los pueblos in-dgenas.

    As se les neg a los zubyugados-sumado a la discriminacln polticAeconmica y soclal como raza y claseinferior- tambin el derecho de existen-cla hlstrlca" Como sujetos activos desu hlstorla y como rebeldes e insurrec-tos que se opusieron a la explotacin ya la oprcsin, fueron bonado de loseventos de su poca en la transmlsinhistoriogrfica. Sin embargo, la historiaverdadera de su sumlsin, y al mismotlempo la de su sobrwlvencia, fue errl-ta por ellos mismos: oon su propia san-

    37

  • gre -

    y no con la pluma" En las ltimasdcadas sobre todo los etnlogos y clen-tficos sociales redescubrieron a los in-dgenas de Amrica, y a pesu de unacrtica muchas veces justificada acercade la unidimensionalidad de sus investi-gaciones histricas y acerca de la visinpoltica monocular de los autores, ellano es capaz de desmerecer el valor socio-histrico de dichos estudios. Cientficoscomo Afbornoz, Fave, Fuenzalida, O-berem, Moreno, Golte, Mnzel y mu-chos ms, son de gran mportancia yaque no solamente documentan la histo-ria de los pueblos indgenas sumsos quese desconoce en gran parte, sino que almismo tiempo eliminan los dficits deuna historiografa distorsionada y movi-da por intereses de dominio. Unicamen-te las improntas del pasado, llenas deoposicin de los pueblos indgenas, pors solas facilitan un entendimiento me-jor y ms objetivo de los procesos de de-sarrollo de las sociedades latinoameri-canas.

    Sin embargo, quien cree que loscientficos interesados en las culturasextraas podran reposar sobre bienmerecidos laureles gracias a una histo-ria latinoamericana minuciosamente in-vestigada, se equivoca completamente.

    ZQuin conoce a Paccha, la hija deCach4 el ltimo rey de los Car4 a laque, despus del fallecimiento de su pa-dre en la batalla de Atuntaqui, nombra-ron su sucesora? As se hizo jefa de un38

    ejrcito y reina de los Cara al mismotiempo. Y adems se debi a ella el finde la lucha con los Incas que haba du-rado ya casi 17 aos debido a que con-trajo matrimonio con lluayna-Capac.Su hijo Atahualpa tuvo el destino de serasesinado por los primeros conquistado-res, con lo que se decidi el destino de-finitivo del gran imperio Inca" (VaseVelasco en Villavicencio R., 1973, p. 13).

    iO quin sabe de Micaela Bastidas,mujer y combatiente de Tupac Amaru,que no slo particip en las preparacio-nes y la organizacin del gran levant-miento del ao 1780 en Per, sino quetambin luch y fue ejecutada junto aTupac Amaru en la Plaza Mayor de Cuz-co?

    iQuin oy de todas las sacerdoti-sas sin nombre quienes despus de laconquista espaola fugaron a las mon-taas y llamaron a la rebelin contra losconquistadores y misioneros? Unica-mente las sacerdotisas, y no los sacerdo-tes que se integraron en el sistema decargos que estaba formndose, fueronacusados como brujas y sirvientas de ce-remonias paganasr " Fueron sentenciadascomo confesoras de mujeres a las queensearon las creencias paganas y a lasque instruyeron en stas y como rebel-des que impidieron a las mujeres indgenrs que veneraran al "Salvador Jesucris-to". (Silverblatt 1980, p. 172).

    Ahora lleg el tiempo de introdu-

  • cir a las mujeres indgenas en la historiay describir el papel que desempearonen el pasado.

    Con este artculo quiero contribuiral redescubrimiento de la casi olvidadahistoria de las mujeres en Sudamric4y liberarlas un poco de los escombros ycantos rodados de una opresin que du-r siglos.

    Tomando la insurreccin de Otava'lo tratar de demostrar:

    l Que los anlisis e interpretaciones delos levantamientos indgenas hechos has.ta ahora no reconocen el significadocentral de la insurreccin de Otavalo,2. Que la problemtica fundamental deesta insurreccin solamente puede sercomprendida mediante la captacin delsentido de las acciones particulares her-menuticas y que esto a su vez exigeuna aproximacin orientada psicoanal iticamente, 3. Que las mujeres desempe-aron un papel eminente en esta nsu'rreccin y que las desestimaciones ypcor an la ocultacin de las accionesinsurrectas realizadas principalmentepor mujeres necesariamente llevan aanlisis histricamente distorsionados y4. {lue el significado de las acciones lle-vadas a cabo por mujeres slo se puededescubrir en una interpretacin herme'nutic4 en una captacin del sentido.

    TRASFONDO SOCOFOLITICO DELLEVANTAMENTO

    Las reformas borbnicas, cuyo con-tenido esencialmente consisti en un or-denamiento del sistema tributario, ter-minaron por agravar ta situacin econmica y poltica colonial. La indivlduali-zacin del trbuto y su repercusin ennuevas privatizaciones de terrenos co'munales, desencaden una serie de le'vantamientos de carcer social, de mo'vimientos de resistencia "mesinicos"y polticos que convirtieron a toda la re-gin andina en un foco de agitacin.(Vase Oberem 1978, Moreno 1978,Golte 1978).

    El levantamiento mayor, tom&doen tuenta su radio de accin, en el Ecua-dor, tuvo lugar en el ao 1777 en elcantn de Otavalo.

    La poblacin no toler sin resisten-cia las usurpaciones, legitimadas por laprivatizacin de terrenos comunales, delos terratenientes a las comunidades in-dgenas. Los moradores de los pueblosempezaron a oponerse a la manera depago, a la tributacin hereditaria y al en-deudamiento creciente causado rror clalza de los impuestos: 1700 en Poma-llacta, 1760 en Alaus, 1764 en Riobam-ba y 1760 en San Miguel de Molleam-bato, 1 768 en Ambato, donde se opu-sieron al reclutamiento forzado para eltrabajo de las mitas, y adems en 1771en San Phelipe, 1778 en Guano, I 803

    39

  • en Guamote y Columbe, donde recla-maron los terrenos que haban sido ex-propiados ilegalmente. (Oberem 1978,p.77...1

    En varias regiones se dieron con-flictos graves cuando el estado intentno solamente una reforma al sistema tri-butario mediante un censo, sino tam-bin introdujo nuevas formas de tribu-tacin, entre las que el impuesto a laventa y el monopolio de la venta de ta-baco y de aguardiente fueron las mssgnificativas.

    En el cantn de Otavalo corrieronrumores de que se intentara un aumen-to en los impuestos y en caso de insol-vencia se esclavizara a los hijos.

    "Unicamente se trat de realzarun censo ya que la administracin pre-cis de datos para seguir su planifica-cin. Sin embargo, esto ya bast paraque despertara la desconfianza de losindios, quienes con cada innovacin te-man un empeoramiento de su situacinexistente, as, surgan rumores... de unaintroduccin de nuevos impuestos, deuna esclavizacin o un envo de nios ala selva como mano de obra, de expro-piaciones previstas y mucho ms."(Oberem, p. 79)

    DESARROLLO Y RESULTADO DELLry ANTAMIENTO

    En San Pablo (al lado de Otavalo)40

    un grupo de cinco mujeres subi al pl-pito despus del sermn del domingo ydeclar ante la comunidad reunida queno tolerarn ni la deportacin de sushijos, ni tampoco el censo. En el tumul.0o que surgi despus de esto y el brotede insurreccin subsiguiente se pudieronsalvar el sacristn, los administradoresde las haciendas y los mestizos de lossediciosos armados con piedras y palos;pero el cacique principal de San Pablono pudo escaparse de su destino: Ledescubrieron en su escondite, le detu-vieron y le llevaron a la Plaza junto a lalglesia. Llamaron al sacerdote, pero leprohibieron dar la absolucin deseadapor el cacque. [\4ientras que los rebel-des abiuraron la fe catlica, negaron laexstencia de Jess e insultaron al reyde Espaa y sus servidores por bandi-dos, apedrearon al cacique delante delsacerdote. (Moreno, p. 157)

    La insurreccin se extendi a otrospueblos vecinos, donde tambin en pri-mer lugar fueron grupos de muieres queiniciaron el levantamiento mediante suDro testa.

    En Cotacachi, cerca de Otavalo, de-tuvieron al yerno del hacendado mayor,quien tuvo fama extraordinaria por laexplotacin excesiva de la mano de obrabajo su mando. Las mujeres le desvis-tieron y le lapidaron y dejaron su cad-ver destripado para los perros en la Pla-za Mayor del pueblo, prohibiendo ade-ms a los parientes que lo enterraran.

  • (Moreno, p. 155)

    En Otavalo mataron a un sacerdo'te, tomndolo por un recaudador decontribuciones; su cadver fue amarra'do a la cola de un caballo y as le arras-traron a la Plaza Mayor para colgarlojunto con las otras vctimas de la rebe-lin como trofeos. (Moreno, p. 158)

    A las rnujeres que se responsabili'zaron de guardar estos cadveres colga-dos en los lugares significativos de loslevantamientos se las honr como figu-ras heroicas y se las llam "Capitanas"mientras que las muieres que iniciaronlos levantamientos con sus acciones, ob'tuvieron el ttulo de "cacicas". (More-no, p. 1 50) Segn Moreno estas "caci'cas" provinieron de las lites tnicasdirigentes y muchas veces tuvieron al'gn parentezco con los portadores decargos quienes participaron como orga-nizadores y lderes en los levantamien'tos. En Cotacachi fue una sola familiaque dirigi la insurreccin: Antonia Sa-lazar y su marido Manuel Thamayo y lahermana de ste, Antonia Thamayo yLiberata, la hiia del matrimonio SalazarlThamayo. l\'lanuel Thamayo fue uno delos portadores de los cargos ms altosen la comunidad. (Moreno, p. 351)

    "Los capitanes o los funcionariosnombrados por s msmos o elegidos,como alcaldes, alguaciles..., ocuparonlos puestos de liderazgo. No pertenecana la nobleza indgena y solo tuvieron in-

    fluencia dentro de las comunidades quems conocan'.'(Oberem, p. 81) TambinMoreno informa que en algunos casoslos portadores de cargos que tuvieronun vnculo de parentesco con estas "ca-cicas" trataron de distanciarse de la re-belin ya que temieron la prdida desus puestos y de su influencia poltica;pero al mismo tiempo corrieron el ries"go de que los rebeldes les forzaran nosolamente a participar en las acciones,sino tambin a dirigirlas. (Moreno, p.r s7)

    En total la insurreccin dur ni'camente 5 das. El intento de organizary extender el levantamiento no slo fa-ll sino destr:uy todo lo que fundamen-taba y motivaba la rebelin. Al conocer'se la noticia de la derrota aplastante delos campesinos, infligida por los solda-dos cuando aquellos intentaron tomarla capital de la provincia lbarr4 el le-vantamiento se disolvi definitivamenteen fas siguientes 24 horas.(Moreno, p.3s6)

    Aunque Oberem habla de lderesnombrados por s mismos o elegidos,Moreno a su vez no menciona lderesdestacados ni en el grupo de muieresni en el grupo de los hombres. Por estoles cost bastante trabaio a las autori-dades coloniales detectar a los principa-les culpables y finalmente acusaron a103 personas, entre ellas 44 muieres, detener la responsabilidad como iniciado-ras de la rebelin. Entre estas personas

    41

  • acusadrs tambin se encontraron los ma-ridos de las mujeres que acaudillabanla rebelin, de los que algunos no te-nan nada que ver ya que no cumplie-ron con su deber de vigilancia matri-monial. A todos los acusados comocasgo se les denunci pblicamenteen la Plaza Mayor de Otavalo, avergon-zndoles por haber participado en el le-vantamiento, Las penas ms aplicadasfueron tributos perpetuos, trabajos for-zados, crcel, exilio, la destitucin decargos pblicos y tambin el cortarlesel pelo. (\4oreno, p. 358)

    En su anlisis tanto Oberem comoMoreno parten de la hiptesis que el le-vantamiento haba fracasado totalmen-te. Como razones de este fracaso Obe-rem aduce que por un lado no se diouna alianza ms amplia dentro de lasdiferentes capas sociales, y que por otrolado las acciones violentas de los cam-pesinos, que se dieron esponlneamente,sin planificacin y que por ltimo siem-pre fracasaron, no se desarrollaron enmovimentos de insurreccin planifica-dos y organizados. (Oberenr, p. 80)Aparte de las causas que impidieron unaalianza entre comerciantes, campesinos1, caciques, l\4orcnt.r scala sobre todo eletnocentrismo de los indgenas que obs-taculiz la expansin de la rebelin. Cone sto toma el argumento de F avrc(1973), quien tambin considera a laidentidad colectiva, de un pueblo ind-gena en el estado de Chiapas (Mjico),identidad ligada directamente a la co-nlunidad y limitada regionalmente, co-42

    mo el origen de la incapacidad de orga-nizar una resistencia ms amplia y quevaya ms all de los lmites locales.

    Tanto las causas del fracaso men-cionadas por Oberem como la argumen-tacin de l\'loreno se basan en hipte-sis que no son aplicables al levantamien-to de 1777 en Otavalo. Como ambosdestacaron, se trata de acciones particu-lares espontneas, no coordinadas, queaunque se extendieron a toda la provin-cia llevaron solamente en un caso al in-tento de conquistar una ciudad en com-bate, como sucede en el ejemplo yamencionado. Estos levantamientos quese dieron de forma esponrnea y paraderrumbarse rpidamente no puedenmedirse con la pretensin de que fue-ran una insurreccin organizada a nivelsuprarregional (como muestra el granlevantamiento de Tupac Amaru en elao 1781 en Per), ya que ni los sedi-ciosos tuvieron en absoluto

    -como sepuede entender-- tal pretensin. Por lotanto no se justifica hablar de un fra-caso ya que los rebeldes (a excepcindel caso anteriormentc nrencionado) notuvicron conflictos arnrados con los ejr-citos coloniales de los espaoles, ni in-tentaron la conquista de un territorioespecial. Cuando finalnlente los solda-

  • blos slo dos dfas antes, (Moreno, p.3s8)

    Adems sera incorrecto juzgar ellevantamiento como fracaso total, por'que, debido a la insurreccin, se dieronvarias reformas: la usurpacin de losterrenos ilegalmente cometida por laiglbsia y las haciendas como tambinlas deudas tributarias se anularon, y selimit el deber de la mita. (Moreno,p. 359) Esto por supuesto no significque la estructura de la explotacin hu-biera cambiado o que el fundamentodel dominio colonial hubiera sido afec-tado seriamente o que la tirana se hu'biera abolido; si se mide con las preten'siones de estos autores las reformas sloconstituyeron un xito relativo.

    RESPECTO AL SIGNIFICADO DELLEV ANTAMIENTO DE OTAVALO

    La resistencia contra los censos pue'de considerarse como prueba esqncialde un conflicto siempre candente entrelas comunidades autnomas, que insis-tan en su propia definicin poltica, yel estado nacional que trataba de impo-ner sus intereses de control. Por lo tan-to la realizacin de censos

    -base parauna reformacin del sstema tributario-tiene un significado sumamente impor'tante para el estado mientras que parala comunidad tiene otro. Las desventa-jas que sufre el estado cuando se impideel censo son obvias: no slo se dificultasu aparato poltico-administrativo en su

    capacidad de imponerse y se limita lafuncin de control de los rganos esta-tales, sino que adems se imposibilitao por lo menos se merma la formaclnde una burocracia y maquinaria guber-namentl que funcione segn criteriosoccidentalos.

    Por otro lado, se pueden ver clara'mente las ventaias quc tienen los pobla-dores de las comunidades al no realizar-s un censo, ya que las autoridades que-dan sin datos exactos que necesitan pa'ra la elaboracin de la tributacin, so.bre el nmero existente de miembrosde familia, con lo que algunos familia-res no pagan nada o les correspondentributos demasiados baios. De esta ma-nera se limitan los ntereses de una cen-tralizacin por parte del estado en lopoltico+conmico y en lo financiero ymilitar. Esto tiene efectos muy desfa-vorables respecto a la econom4 porquelos ingresos de impuestos que forman labase material de un estado se conviertenen un factor no calculable dentro del si.tema econmico; de eta form se cues-tbna la planiflcacin de desarrolb na'cional y o se la imPide o Por lo menosse l retarda.

    Aparte de los intereses que tieneorigen econmico y que parecen justi-ficar la resistencia contra el censo, hayque considerar especialmente otras ra-zones para explicar la violencia de lasreacciones que se dieron.

    43

  • Al censo se le considera como unaintewencin directa del estado en lossoctores intemos de la orgnizacin co-munal, como amenaza inminente y pell-gro mximo para la an persistente au-tonomfa de la comunldad. Esa autoncma.constituye un regulsito fundamen-tal para la conservacin del microcos-mos autctono, y por lo tanto tam-bin de la identidad tnica coloctlva-(Compare Dolzer 1969, p.161) Dichaamenaza se refleia en los rumores quesurgieron al anunciarse el censo de1777, los que xln la expresin de miedos consolidados y los que muestrancunto la supervivencia de un modelotnlco especfico, de la cultura propia"dc le identidad colectiva, de la autono-ma de la comunidad y mucho ms pa-reca en peligro, debido a este proyec-to. Obviament fueron tan grandes losmiedos causados Por tal amen7a quesolamente encontraron un escape y unasalida en la aniquilacin de los smbolosde la sociedad enemiga

    Entonces, si el objetivo intrnseco,tal vez inconsciente, de la rebelin con-sisti en asgurr la conservacin colec-tica y la psicologa propia de los grupostnicos, se explicara por un lado el ele-mento espontneo del levantamiento ypor otro lado se podra prescindir de labsqueda de las causas del fracaso. Es-tas cusas tendran significado si en ellevantamiento se hubiera tratado prin-cipalmente de alcanzar objetivos prefija-dos; pero si estos objetivos slo tuvieron

    u

    una importancia secundaria se entendera tambin por qu el levantmicntofracas tan rpido como surgi. Al des'cargarse las emociones agresivas en loslugares correctos, el miedo se redujo yno hubo ya otra motivacin psquicapara mantener el levantamiento o inclu-so para convertirlo en un movimiento deresistencia organizada. El triunfo princi-palmente sera entonces una descargapsquica, y secundariamente lo consti-tuiran las adquisiciones, como la restl-tucin de terrenos expropiados, etc.,gue se lograron como conrecuencia dellevantamiento.

    RESPECTO AL PAPEL DE LAS MUJE.RES

    Lo que llama la atencin en el le-vantamiento de Otavalo no es tanto elhecho de que no se lleg a formar unaalianza entre la pequea burguesa, loscampesinos, los caciques y la burguesaprovincial, y adems de la participacindeterminante de la masa de los obraierosy obreros de las haciendas (Oberem, p.79); sino que en todas las aldeas fuerongrupos de mujeres quienes iniciaron ellevantamiento con ejecuciones ecepcio-nalmente crueles de caciques, sacerdo-tes y administradores de haciendas. (Mo-reno,1978, p.161)

    Los espaoles no slo subestima-ron, sino parece que tambin descono-cieron por completo el peligro que conetituyeron las mujeres como posibles

    a

  • portadoras de fuerzas potenciales de re-sistoncia tradicionales y legitimadas. Lasmujeres ya no existieron como portado-ras oficiales de tradiciones porque en elsistema colonial se les haba prohibidola transmisin de sus papeles como sa-cerdotiru, que antes eran tradiciona'les. iFueron ellas, entonces, quienes to-maron el papel de vengadoras de lossmbolos del patriarcado introducidopor los espaoles? Se vengaron de la su-misin sexual violenta de las mujeres in-dgenas, obra del dominio de los misio-neros y colonizadores? "Los espaolestomaron a las ivenes ind genas, alldonde antes se concedi a los noblesespaoles el derecho de tener amantesdel puebfo." (Kelm/Mnzel, '1973, p.208) Estas ejecuciones que se dieron du'rante el levantamiento se las puede in'terpretar como parte de rituales o cul'tos ?

    O sugieren estas acciones particu'lares, antes descritas en el levantamien'to, un fenmeno similar al que Favre(1973) ya expuso en la insurreccinde Chiapas que consisti en la inversincompleta de la relacin vencido'vence'dor desde el punto de vista de los sumi-sos?

    - El sacerdote de San Pablo no sola-mente fue forzado a escuchar la ab-juracin de Jess y a aguantar lainjuria al rey y sus servidores

    -a losque tambin el perteneca- sinoadems a ver la transformacin de

    "Cristianost' en '!aganos". En la re-cada en el salvaiismo se le demostrclaramente el fracaso de su trabaiocomo misionero mediante la eiecu-cin del cacique (que significa un cri-men capital para los catlicos).

    -

    Tomemos otro incidente en el quelos sediciosos amarraron un cadvera la cola de un caballo, como se leshizo a ellos cuando se negaron aaceptar los servicios de mita. Segnun relato de viaie de los HermanosUlloa, que data del ao 1736, se pu'do ver en las calles de Otavalo comolos indgenas fueron amarrados consu trenza a la cola de un caballo Yllevados por los mestizos al trabaioforzado. (Ulloa en Salomn, 1979,p. a8s).

    -

    lgual que los administradores de lashaciendas que dejaron dilacerar a losindgenas, que al parecer haban co-metido un delito, los sediciosos aho-ra deiaron el cadver abierto concuernos de vaca a los perros y nega-ron el enterramiento a los parientes,tal como se les haba negado a ellos,sintiendo lo que esto significarapara una religin en cuyo centro es"tuvo el culto a los ancestros. (Corn-pare Clews-Parsons, 1 945).

    Cada una de las acciones particula-res parece expresar algo ms que solo ladescarga de sentimientos agresivos. Es'tas acciones tienen un significado adi-cional: se las considera como inversio-

    45

  • nes oonscentes o inconscientes de su-fridas humillaciones, torturas y de su-misiones en general. Por un lado, ofre-can una posibilidad de saldar las humi-llaciones sufridas con un acto de ven-gn4 o sca castgar a los verdugos ydescargar las agresiones acumuladas; porel otro lado, se representara en la in-versin dc los papeles de vencidos y devencedores el intento de eregir y refor-;w une concicncia de s mismos, des-truida mediante la identificacin con elopresor que hace que las emociones nose dirijan hacia el interior sino hacia elexterior y contra el vencedor someti-do.

    Se trata de una identificacin con elagresor, pero sin una ntroversin de laagresin, la cual se externaliza. (Com-pare estudios de Parn y otros sobre losAgnis, 1971).

    Lo excepconal de esta forma de re-sistencia se halla en la relacin peculiarde los portadores de un cargo, las ,,ca-cicas" y el pueblo, ya que no fue la ma-sa de los trabajadores de las haciendasy de obraies o el resto de la poblacinde la comunidad quienes realizaron lasacciones directas y agresivas, comomuestra claramente la documentacinde Moreno; sino delegados como las"cacicas" fueron quienes se distinguie-ron por atrocidades extraordinarias.As como las "capitanas" quienes vigi-laron los cadveres colgados, tambinlos portadores de un cargo, dirigenteselegidos, y los caciques a los que forza-46

    ron en un acto de venganza a realizarla destruccin, en lugar de los peones ytejedores. La masa como tal se compor-t como expectadora, participando en laaclamacin de sus "lderes": a las mu-jeres llamaron con admiracin y respeto"cacicat" y "capitanas", lo mismo alos portadores de un cargo quienes ha-ban desempeado el papel de lderesy no solamente aceptaron sus actos, sinoque los vieron como proezas.

    Como destaca N,loreno (1978, p. 161)el levantamiento no fue el ms grandeconsiderando la participacin de la gen-te, sino considerando la dimensin es-pacial. Por lo que la interpretacin psi-colgica del conflicto puede contenertanto una explicacin de la participa-cin insignificante de parte de la pobla-cin (en lo que se vi), como tambinuna explicacin ms profunda del papelespecfico de los portadores de un car-go y de las "cacicas".

    Adems, una interpretacin herme-nutica que se dirige a la captacin detsentido puede sealar con cuntos me-dios diferentes los sumisos supieron ase-gurar renovadamente la supervivenciacolectiva y solucionar los conflictosque amenazaron a su existencia, a pesarde las circunstancias coloniales que lodificultaron. La adopcin de elementosculturales distintos indica la creativi-dd con la que los pueblos supieronmantener su identidad cultural y su cul-tura en la lucha por la supervivencia co-tidiana

  • BBIIOGRAFIA

    BOSSE, Haq t9?9: "D'bc, Lr5u, F l'w. Zw Ethno'Hctmmr& vonAbhangtkcft urd Votrvolctttrgh dcr Drlton Wclt"; Frankfurt'

    CLASTRES, Picn, 1981: "Mltor y Blto dclo lndlo dG Anrlc. ilcl Sut'';En la Revicta Cutfual Nicarauc'No.4, S. 129 P.

    CLEWSPARSON$ Elsic, 1945: "PcttdtgCnton of Otr'rb": Chicago.

    DEVEREUX, Goorges,19?6: "Anrt rnd Mcodc b

    dcn Vcrhltcnwbmdrrf'tan"; Frankfurt.

    1964: "An EthroPrYlrtric ncb on hop.rtY Ddtrucdontn Crro Cult". in: Man64: 18t-185.

    196l: "Mohvc EthnoPYchbtrTrnd Sulcldct'. Bureau ofAm. Ethnology, Bulletinl?5, Wr. D.C.

    DOLZER, Hermann, 19?9: "Dic b.u[duGcrclbhft trbdton Trdhlo[tt und Modcnltrt? Zum Vcrl

    . tldnb dc EotwBfry trrdltbnh GoLcrft nlt Bq ddb hdbtchc LdmchdonPcru". Frrf. Bcrr.

    FAVRE, Honri, l9?3: '!nHo y coathttldd atc br nrYu dc Mrlo".Mxioo.

    FROMM, ERTCH UND MAC@BY, Mbhcl'1970: 'Sodd Ghrch h e madcVltl$. AoPYchomrIYOGd"" Ncwtqry'

    Erich und Mccoby, Mtclcl" 1970:"Social Chncter in mcxicsnViage. A rocioPrYchonlYtbstudY". New JercY.

    FUENZALIDA, Volhnar, F., 19?6: "Ettrc-n do b comnldd dc lndlnrrdHonf'. h: Mto Mar (Ed.)'19?6: Hacbard4 comunild Ycampeindo on ol Pcr- Inotitutodc Ectudio Poruenog Lima S'219263.

    GUERRA" Frndco, 19?l : "Thc ho.Cohrbb Mh A. rtdy hb thogtrant nrG of xttl drtveq dru'j rfrccth t*o' nd cttldcr towrd lfo rnd dclth.wl r lrrcy of prYchothcnPYin PraColumHr Amcric", [.on-

    . don. N.Y.

    KELM, H. und Murzct, M.,1973'1914: "Hcttlchcr rnd Untertnert'. lndianerin Peru 1000 v. Ou.- Heute. Mwseum fur Volkekunde Frankfurt.

    47

  • OBEREM, Udo, 1978: .,tdhlcbo AltrDdc ln dcr Shn Eodo |m f&Jh fun VGrlctch an dcg bnrorFdrco Rcbcltooc h pcrrbcltBollvlLdroa Hodrtmd' , in:Jahbuch fur Gechichte vonStt, Witschft und Geollchftin Iteinamerik No. 15, S.75-g2

    MORENO YANEZ, Scgundo, l97g: ..Subtcvdon hdpnu cr l Audlcrrctr dc eulto. Dordc onirmzodcl 4b XVm hb ftlq dc boloni"; euito.

    SALOMON, Fnnk, 1973: ycaur of Otrcb, in: Grorq D.R. (ed.), poopbrand Cultutct of Nativc SouthAmcrlca, 5.16'3492.

    SILVERBLATT, Ircno, l9E0: .,Andcrn Wama unda SFbh ru|c", in: E-tienne, M. and LBcock E. (cd),Women and Colonirtions, Lon_don.

    VILLAVICENCIA" Ghdy!, R., 1973: ,,Rctcbno inb*hlc a Otvbrt;Ecuador I.I.I., Mxioo.

    48

  • SIMBOLISMO Y FENOMENOLOGIAMUSICAL

    Carlos Alberto Coba Andradc

    El simbolismo surge en Francia amediados del siglo XIX y cuyos princi'pales representantss fueron los poetasVerlaine, Rimbaud y Mallarm. Los ini'ciadores de esta corriente formuon es-cuela y se difundi a todo el contnenteeuropeo y a comienzos de siglo pas aformar partf de la "Etnomsica" y prin'cipalmente de la lingstica.

    En la historia de las corrientca lte'rarias el simbolismo es una reaccin con'tra las tendencias realistas que en surnodalidd ms pr