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3 Economía social para la vida Desafíos a la educación María Arcelia Gonzáles Butrón Facultad de Economía “Vasco de Quiroga”, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo | Morelia, México gbutron6@yahoo.com.mx Fotografía: Marianela Nuñez. Presentación Las economías alternativas, entre ellas la economía social, solidaria, la economía para la vida, la econo- mía ecológica y la economía feminista, tienen en co- mún una visión de un mundo post-capitalista en la que la reproducción de la vida constituye el objetivo central de la economía y la solidaridad humana, el elemento de articulación. Por esto consideramos im- prescindible avanzar no sólo en un diálogo entre es- tas otras economías que produzca enriquecimiento, articulaciones conceptuales y fortalecimiento de prácticas que den razón de este sentido y horizonte socioeconómico y político, sino también, enfrentar los desafíos educativos que de estas concepciones y prácticas se derivan. Otra Economía y Otra Educación son posibles La Economía Social ( ES ) que existe no sólo como propuesta, sino materializada en un sinnúmero de experiencias en América Latina y en el mundo, se inscribe en la convicción de que otra economía es posible, como bien se expresa, defiende y fortalece año con año en el Foro Social Mundial. Otra econo- mía alternativa al modelo capitalista, una propuesta de cambio estructural profundo que pone en el cen- tro de toda organización económica la vida de las personas y del planeta. La ES se nutre principalmente de diversas expe- riencias económicas solidarias desarrolladas des- de los sectores populares y grupos sociales ante el

Economia Social

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    Economa social para la vidaDesafos a la educacin

    Mara Arcelia Gonzles Butrn

    Facultad de Economa Vasco de Quiroga, Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo | Morelia, [email protected]

    Fotografa: Marianela Nuez.

    Presentacin

    Las economas alternativas, entre ellas la economa social, solidaria, la economa para la vida, la econo-ma ecolgica y la economa feminista, tienen en co-mn una visin de un mundo post-capitalista en la que la reproduccin de la vida constituye el objetivo central de la economa y la solidaridad humana, el elemento de articulacin. Por esto consideramos im-prescindible avanzar no slo en un dilogo entre es-tas otras economas que produzca enriquecimiento, articulaciones conceptuales y fortalecimiento de prcticas que den razn de este sentido y horizonte socioeconmico y poltico, sino tambin, enfrentar los desafos educativos que de estas concepciones y prcticas se derivan.

    Otra Economa y Otra Educacin son posibles

    La Economa Social (ES) que existe no slo como propuesta, sino materializada en un sinnmero de experiencias en Amrica Latina y en el mundo, se inscribe en la conviccin de que otra economa es posible, como bien se expresa, defiende y fortalece ao con ao en el Foro Social Mundial. Otra econo-ma alternativa al modelo capitalista, una propuesta de cambio estructural profundo que pone en el cen-tro de toda organizacin econmica la vida de las personas y del planeta.

    La ES se nutre principalmente de diversas expe-riencias econmicas solidarias desarrolladas des-de los sectores populares y grupos sociales ante el

  • 4 mayo - agosto 2011

    Fotografa: Gaelx (www.flickr.com/photos/gaelx). Acampada del Sol, Madrid.

    crecimiento de la pobreza, la exclusin y el continuo deterioro de las condiciones de vida para las mayo-ras, especialmente en las ltimas tres dcadas; a es-tos esfuerzos se han venido sumando espacios aca-dmicos y no acadmicos formales que acompaan con reflexin terica y debate poltico la diversidad de procesos en marcha.

    De esta diversidad, y por las caractersticas de este texto, slo destacaremos brevemente cinco vertientes latinoamericanas de aportes a lo que es-tamos llamando economa social para la vida, a) la economa popular de solidaridad sistematizada por Luis Razeto; b) la economa social centrada en el trabajo, contribucin de Jos Luis Coraggio; c) la economa para la vida, aporte muy significativo de Franz Hinkelammert y Henry Mora; d) la eco-noma feminista, desde una perspectiva trabajada por Natalia Quiroga y la autora de estas lneas; y e) la economa ecolgica, desde las reflexiones de David

    Barkin. En la seccin de lecturas sugeridas de este artculo se presentan algunas de las obras de estos autores que recomendamos consultar; algunas de ellas de acceso libre por Internet.

    Si bien habra matices y aportes particulares que destacar en cada caso, elegimos compatir algunas reflexiones en torno a principios de racionalidad econmica y de poltica que aportan estas vertientes y que desde nuestro punto de vista confluyen en una misma intencin.

    Economa popular de solidaridad

    Plantea que no toda la economa popular es economa solidaria, ni toda la economa solidaria es parte de la economa popular, pues hay expresiones solidarias en otros niveles sociales y en organizaciones y activida-des econmicas no populares, como por ejemplo, las formas cooperativas autogestionadas, entre otras. Esta economa incluye: a) microempresas y pequeos talleres y negocios; b) organizaciones econmicas po-pulares; c) iniciativas individuales no establecidas e informales; d) soluciones asistenciales e insercin en sistemas de beneficencia pblica o privada.

    Un aspecto importante a destacar desde la eco-noma popular de solidaridad es el aporte que hace y puede hacer para superar la pobreza, porque desa-rrolla la capacidad de los/as propios/as pobres para satisfacer sus necesidades. Un valor muy rescatable es justamente ste, pues se considera que la cons-truccin de un mejor maana, de un mejor futuro, se basa no slo en la satisfaccin de necesidades inme-diatas o en la adquisicin de bienes materiales, sino en el desarrollo y acumulacin de poder, entendido como el desarrollo de capacidades y habilidades pro-pias, y de recursos para el relacionamiento, la comu-nicacin y el ejercicio de la participacin de manera activa en la construccin y destino de la persona y de su entorno. La educacin juega un papel fundamen-tal en el desarrollo de capacidades, habilidades y cri-terios para el discernimiento en torno a la atencin a las necesidades humanas fundamentales, mismas que estn lejos de una visin mercantilizada de los satisfactores y bienes necesarios para la vida.

  • 5Economa social para la vida

    Se denomina economa de solidaridad a un modo especial de hacer economa de producir, de distribuir los recursos y los bienes, de consumir y de desarrollarse que presenta un conjunto de carac-tersticas que se consideran alternativas respecto de los modos econmicos capitalista y estatista predo-minantes. Se trata de un modo de hacer economa que implica comportamientos sociales y personales nuevos, tanto en el plano de la organizacin de la produccin y de las empresas, como de los sistemas de asignacin de recursos y distribucin de los bie-nes y servicios producidos, y en los procedimientos y mecanismos del consumo y la acumulacin.

    En la economa convencional de mercado nor-malmente se habla de dos factores econmicos b-sicos: capital y trabajo; pero en la economa popular de solidaridad hay un factor que Luis Razeto ha lla-mado factor C: cooperacin, comunidad, compa-erismo, coordinacin, cuya accin conjunta, incor-porada a la economa de solidaridad, tiene efectos muy importantes en sus resultados concretos.

    En la produccin, el factor C se manifiesta en la cooperacin en el trabajo que acrecienta la eficiencia de la fuerza laboral; en el uso compartido de conoci-mientos e informaciones que da lugar a un impor-tante elemento de creatividad social; en la adopcin colectiva de las decisiones; en una mejor integracin funcional de los distintos componentes sociales de la empresa u otra forma de organizacin econmica que reduce la conflictividad y los costos que de sta derivan; en la satisfaccin de necesidades de convi-vencia y participacin, que implica que la operacin de la unidad productiva proporciona a sus integran-tes una serie de beneficios adicionales no contabili-zados monetariamente pero reales y efectivos; en el desarrollo personal de los sujetos involucrados en las empresas, derivado de la comunicacin e intercam-bio entre personalidades distintas, etctera.

    Consideramos que la educacin de hoy debe su-marse a la formacin de sujetos que asuman y desa-rrollen este factor C , lo que implica, ciertamente, un proceso de re-educacin en la solidaridad. Las experiencias muestran que esto lleva a que la for-macin de un grupo, asociacin o comunidad, que

    opera cooperativa y cordialmente, proporciona un conjunto de beneficios a cada integrante y un me-jor rendimiento y eficiencia a la unidad econmica como un todo, debido a una serie de economas de escala, economas de asociacin y externalidades, implicadas en la accin comunal y comunitaria.

    Economa social centrada en el trabajo

    Una economa social centrada en el trabajo y no en el capital, se entiende como un sistema de relaciones de produccin, distribucin y consumo orientado por la satisfaccin de las necesidades de todos legiti-madas democrticamente en cada situacin histri-ca. No admite el principio de escasez como una con-dicin natural, sino como una construccin poltica, y propone una redistribucin fuerte de la riqueza y los medios de produccin y no slo de los ingresos.

    Est centrada en la integracin de todos los trabajadores y trabajadoras al conocimiento y la creacin colectiva, privilegiando formas asociadas, cooperativas y solidarias, y una relacin armnica con los ecosistemas. Los intercambios se realizan en mercados solidarios, regulados, de modo de lograr precios justos y no explotacin. La administracin del sector pblico y la normatividad son dirigidas por criterios definidos por la comunidad, de mane-ra directa o a travs de representantes legtimos que mandan obedeciendo segn los deseos y acuerdos de esa comunidad. Sus valores, que tienen que ver con la educacin, estn arraigados en las mejores tradiciones de nuestros pueblos y en una tica uni-versal de lo humano; sus criterios de eficiencia no estn basados en la ganancia y la acumulacin sin lmite, sino en la reproduccin ampliada de la vida. Sus formas de propiedad y apropiacin son mlti-ples y la responsabilidad social en el uso de recursos est regida por normas morales y penalizaciones so-ciales consensadas.

    Pasar de la reproduccin del capital a la reproduc-cin de la vida (en el marco de una perspectiva al-ternativa: de la economa popular a la economa del trabajo), segn Coraggio, es una propuesta que par-te de cuestionar la categora central de acumulacin

  • 6 mayo - agosto 2011

    de capital para interpretar los fenmenos econmi-cos locales y para pensar las vas de desarrollo a ma-yores escalas. Terica y prcticamente, es necesario que surja otro sentido alternativo para la sociedad humana, con una fuerza comparable y capaz de encarnarse de manera masiva en imaginarios y es-tructuras econmicas. Para ello debe tener no slo plausibilidad y conectarse con los deseos de la ciuda-dana, sino incorporarse en las prcticas fundamen-tales con un alto grado de automatismo como ocurre con la acumulacin de capital y ser dialc-tico, de modo que el avance en su realizacin lleve a nuevas tensiones que induzcan nuevos desarrollos. Esa categora puede ser la de reproduccin ampliada de la vida humana.

    Poner en el centro la reproduccin ampliada de la vida humana no supone negar la acumulacin sino subordinarla a la reproduccin de la vida, estable-ciendo otro tipo de unidad entre la produccin (como medio) y la reproduccin (como sentido). Desde un punto de vista terico, esto implica modelos (no eco-nomicistas) que consideren otra relacin jerrquica entre los equilibrios necesarios para la vida. Aunque debe atenderse a los equilibrios macroeconmicos, no se los pone por encima de los equilibrios psicoso-ciales que requiere la vida humana, de los equilibrios sociales que faciliten la convivencia en paz de la hu-manidad, ni de los equilibrios naturales, el respeto de todos los cuales hara sustentable el desarrollo de la vida social en este planeta. Supone asimismo asu-mir como contradiccin dinmica la contraposicin entre la lgica de la reproduccin del capital y la l-gica de reproduccin de la vida humana. Finalmente implica ver en el conjunto de trabajadoras y traba-jadores que pueden existir dentro o fuera de rela-ciones capitalistas inmediatas, la base social del sujeto histrico de ese desarrollo sustentable.

    Economa para la vida

    Una economa para la vida supone una recuperacin radical del sujeto y de la subjetividad que cuestione, en el plano del pensamiento, el objetivismo de la tra-dicin positivista tan enraizado en nuestra sociedad

    moderna. Al reducir a la persona humana a indi-viduo propietario y calculador de sus utilidades, el mercado totalizado suprime el otro polo de esta per-sona humana, que es el sujeto. En cuanto sujeto, el ser humano enfrenta un entorno de competitividad compulsiva y vive interpelando al dominador y po-sesivo, que no puede vivir si el otro no vive tambin.

    La vida no se puede afirmar si no es afirmndose a la vez ante la muerte. Y cuando se habla de vida se refiere a la vida real de los seres humanos reales; por tanto una economa para la vida se ocupa de las condiciones que hacen posible esta vida a partir del hecho de que el ser humano es un ser natural, cor-poral, necesitado. Se ocupa, entonces, de las condi-ciones materiales (biofsicas y socio-institucionales) que hacen posible y sostenible la vida a partir de la satisfaccin de las necesidades, el goce de todos y to-das, y por tanto, el acceso a valores de uso que hacen posible esta satisfaccin y este goce.

    Desde este punto de vista, la economa debe to-mar en cuenta el carcter multidimensional de la vida humana y analizarla en funcin de las condi-ciones de posibilidad de esta vida humana a partir de la reproduccin y el desarrollo de las dos fuentes originales de toda riqueza: el ser humano en cuanto sujeto y la naturaleza externa. La corporalidad es, por tanto, un concepto clave de una economa para la vida, pero no se trata solamente de una corporali-dad individual, sino de la corporalidad del sujeto en comunidad. La comunidad tiene siempre una base y una dimensin corporal. Se trata del nexo corporal entre los seres humanos, y de stos con la naturaleza.

    Economa feminista

    Esta propuesta est vinculada, en sus inicios, con las luchas especficas de los movimientos de muje-res y feministas, que cuestionaban el androcentris-mo de las sociedades occidentales y que dieron lu-gar, en 1975, a que la Organizacin de las Naciones Unidas iniciara en Mxico, no slo el primer Ao Internacional de la Mujer sino tambin la primera Dcada de la Mujer (1975-1985), lo cual contribuy a impulsar el reconocimiento del papel distintivo de la

  • 7Economa social para la vida

    Fotografa: Erik Sanchez.

    mujer en la sociedad y la necesidad de que la ciencia econmica fuera interpelada a partir de las visiones tericas y las prcticas de las mujeres, as como de las relaciones de gnero.

    Vale precisar que, en las ciencias sociales se en-tiende la categora gnero como la simbolizacin o construccin socio-cultural que alude a la relacin entre los sexos; el problema central de las mujeres en la sociedad no es un problema de biologa, sino del lugar social que, como gnero, ocupan; es decir, con la categora gnero nos referimos bsicamente a las relaciones sociales entre los sexos.

    En el horizonte de una economa que tenga como sentido la reproduccin ampliada de todas y todos se hace indispensable romper con la base material-cultural del capitalismo, es decir, con el patriarcado. En la relacin entre capitalismo y patriarcado, tanto hombres como mujeres son vctimas de un sistema que elabora representaciones culturales acerca de lo femenino y lo masculino para asegurar la conti-nuidad de una sociedad jerrquica y desigual en lo simblico y en lo material.

    En la literatura sobre el gnero hay acuerdo en que el patriarcado es un sistema ms antiguo que la propia sociedad occidental y que asume formas especficas en el capitalismo. La divisin social del trabajo entre hombres y mujeres tuvo un carcter fundante de las sociedades humanas y es incluso anterior a la propiedad privada. Originalmente esta divisin se bas en las caractersticas biolgicas de los hombres y las mujeres, pero conforme la orga-nizacin social fue complejizndose y la propiedad

    privada se fue convirtiendo en el eje de la economa, esa divisin originaria del trabajo se fue convirtien-do en desigualdad, discriminacin y exclusin. En esta desigualdad se ha basado la asignacin de los recursos, que en la economa capitalista se ha tradu-cido en una especializacin del trabajo entre lo p-blico (lo productivo) para los hombres y lo privado (reproductivo) para las mujeres.

    Esa visin que establece una separacin tajante entre la esfera pblica (donde se acta movido por la bsqueda del mximo placer individual sin tener ningn otro elemento en cuenta), y la privada (don-de la mujer debe garantizar el desarrollo familiar ar-mnico y libre de conflicto) ha impedido entender el verdadero funcionamiento de la economa; en ella lo productivo y lo reproductivo se encuentran cotidiana-mente integrados y estas polaridades no se verifican, dado que el conflicto, la explotacin, la cooperacin y la solidaridad, entre muchos otros comportamientos, estn presentes en los dos mbitos.

    Las economistas feministas han puesto de ma-nifiesto que en la relacin con el capitalismo las mu-jeres se encargan del cuidado de la vida humana y con este trabajo garantizan que la produccin de mercancas se haga posible. El que las mujeres hagan este trabajo sin remuneracin favorece que el sala-rio que pagan los capitalistas evada los costos de la reproduccin de la fuerza de trabajo; es as que una parte de la actividad realizada en el hogar sera no el momento final del disfrute del consumo, sino una condicin de existencia del sistema econmico.

    Se trata entonces de reconocer que existen tiem-pos de reproduccin y de regeneracin que han sido invisibilizados por el tiempo-dinero porque se desa-rrollan en un contexto distinto del mercantil y, por tanto, no pueden ser evaluados mediante criterios de mercado.

    Una educacin integral tiene que considerar la complejidad de la vida diaria, los distintos tiempos que la configuran, las relaciones entre unos y otros, y las tensiones que se generan, para intentar gestio-narla en su globalidad, teniendo como objetivo fun-damental la vida humana.

  • 8 mayo - agosto 2011

    La economa ecolgica

    Aunque la economa ecolgica moderna todava no ofrece un claro consenso sobre su contenido y sus metodologas, sus practicantes estn comprometi-dos con la bsqueda de caminos para contribuir a superar los diversos obstculos para la construccin de una sociedad ms justa y mejor posicionada para caminar hacia la sustentabilidad.

    La economa ecolgica ofrece principios ticos y metodolgicos mnimos para un anlisis diferente de los problemas examinados por otros economis-tas. Estos principios incluyen los ticos: equidad in-tergeneracional, justicia social y gestin sustentable; y los metodolgicos: la multidisciplinariedad, el plura-lismo metodolgico y la apertura histrica.

    Los economistas ortodoxos reconocen los pro-blemas del abuso del sistema natural por el produc-tivo. Aunque muchos aceptan que sus soluciones llevan a remedios inadecuados, no encuentran otra forma de abordar el conflicto ms que incorporan-do, al proceso de produccin, clculos del costo de la degradacin ambiental y del consumo de los recur-sos naturales ms cercanos a los daos efectivos que la produccin ocasiona a la sociedad y al planeta.

    Esta lnea de pensamiento es apoyada por otra, fincada en el optimismo tecnolgico, que asevera que el uso de recursos no-renovables (y aun los re-novables) a ritmos que amenazan con la continui-dad del sistema actual de produccin y consumo no debe preocuparnos, porque la humanidad siempre ha contado con la creatividad necesaria para suplir los recursos consumidos, as como las especies y ecosistemas destruidos.

    La economa ecolgica aboga por lo que llama la sustentabilidad dura, que propone estrictos l-mites en los consumos para recuperar ecosistemas deteriorados y detener el agotamiento de los recur-sos naturales. Para avanzar en esta direccin, sus adeptos insisten en nuevos enfoques y metodologas para imponer estrictos controles sobre la destruc-cin de la naturaleza y el consumo de sus recursos. Consideran que los mercados no pueden responder de manera adecuada para proteger estos recursos, ya que el desigual reparto del ingreso y del poder

    deja en manos de los ricos la decisin de cmo y dnde proteger, descobijando a los pobres (quienes han sufrido de siglos de destruccin, expoliacin y explotacin), produciendo las hirientes brechas que caracterizan al mundo contemporneo.

    La economa ecolgica, entonces, tiene implcito en sus metodologas un modelo de comportamiento social que rechaza la idea de un mundo homogneo que progresa en una sola direccin hacia la urbani-zacin y la industrializacin. No slo reconoce y pre-tende fortalecer la inmensa diversidad productiva y tecnolgica que ha perdurado a pesar de las pre-siones homogenizadoras de la economa mundial; tambin replantea una forma de democracia partici-pativa, y con ello fomenta nuevos mecanismos para colaborar con los grupos sociales que luchan por de-fender estas diversidades e impulsan las iniciativas locales para ampliar las oportunidades, defender los recursos y revertir los procesos de destruccin.

    Recomendaciones para la accin

    Es claro que las vertientes que hemos expuesto re-presentan cambios fundamentales en la manera de analizar el sistema actual y en la manera de situar-nos frente a l. Armar alternativas desde las crticas y las propuestas de las vertientes de esta otra econo-ma que hemos esbozado parte en primer lugar por desaprender la manera como nos situamos frente al sistema, frente a la naturaleza y frente a los dems seres humanos. Y en este sentido, desaprender sig-nifica ver con otros ojos, con ojos crticos, con ojos de futuro, el desfiladero al que nos est guiando el capitalismo actual. No necesitamos recordar aqu el sufrimiento humano que causan la pobreza, las migraciones, las guerras, los desplazamientos, las catstrofes naturales.

    Se intentan, es cierto, muchos paliativos a ese sufrimiento, desde programas gubernamentales de desarrollo social hasta acciones de asistencia de or-ganizaciones filantrpicas. Pero, sin nimo de deme-ritar estas iniciativas, es evidente que la solucin no va por ah.

  • 9Economa social para la vida

    El sistema capitalista est haciendo agua por to-das partes y nos toca a todos educarnos para cons-truir las alternativas. No es el nimo catastrofista lo que nos mueve a esta afirmacin: no slo los pobres, desposedos y desplazados gritan, sino tambin sec-tores de trabajadores y medios de los pases desa-rrollados que enfrentan, como todos, un futuro sin futuro. Su voz se ha hecho escuchar en muchas ciu-dades europeas y norteamericanas a travs de sus acampadas y sus tomas. Son movimientos que cuestionan la educacin, la economa y la poltica de sus pases y exigen un cambio de brjula.

    Desaprender los valores individualistas y com-petitivos del actual sistema, y aprender a construir en colectivo poniendo en el centro las necesidades de todos y todas no es fcil, pero contamos ya con una cantidad muy significativa de experiencias que demuestran que se puede producir, distribuir y co-mercializar desde esos valores.

    Es una tarea para las escuelas y, en general, para la educacin formal y no formal, pero tambin es una tarea que ya se est llevando a cabo en los movi-mientos sociales, en las cooperativas, en las redes de comercio justo... El potencial educativo de la partici-pacin es enorme.

    Debemos tener claro que la alternativa no vendr desde arriba, sino que la tendremos que construir en relaciones horizontales de respeto a las diferencias, desarrollando nuestras capacidades para resolver los conflictos y luchando por la equidad.

    Lecturas sugeridas

    Coraggio, Jos Luis (2007), Economa social, accin pblica y poltica. (Hay vida despus del neolibera-lismo), Buenos Aires, Editorial CICCUS.

    Coraggio, Jos Luis (2004), La gente o el capital. Desarrollo local y economa del trabajo, Quito, Centro de Investigaciones Ciudad/ILDIS-FES/Ediciones Abya-Ayala.

    http://w w w.ciudad.org.ec/custom/publicaciones/19/LA%20GENTE%20Y%20EL.pdf

    Gonzles Butrn, Mara Arcelia y Natalia Quiroga Daz (2009), Las economas heterodoxas y la eco-noma feminista en la construccin de otros mun-dos posibles, Revista Realidad Econmica, nm. 26, diciembre, Morelia, Facultad de Economa Vasco de Quiroga, Universidad Michoacana de San Nicols de Hidalgo.

    Gonzles Butrn, Mara Arcelia y David Barkin (2008), Otra economa posible. Propuestas te-ricas en construccin en Amrica Latina y el Caribe frente a la economa de mercado, Revista Pasos, nm. 139, septiembre-octubre, San Jos, Costa Rica, Ediciones DEI, pp. 21-34.

    Hinkelammert, Franz J. y Henry Mora Jimnez (2005), Hacia una economa para la vida, San Jos, Costa Rica, Departamento Ecumnico de Investigaciones (DEI).

    Quiroga, Natalia (2009), Economas feminista, so-cial y solidaria. Respuestas heterodoxas a la cri-sis de reproduccin en Amrica Latina, Iconos. Revista de Ciencias Sociales, nm. 33, enero, Quito, Flacso Ecuador.

    http://www.flacso.org.ec/docs/i33quiroga.pdf

    Razeto M., Luis (1993), De la economa popular a la economa de solidaridad en un proyecto de desa-rrollo alternativo, Mxico, IMDOSOC, col. Dilogos y autocrtica, nm. 34.

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