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HACIA UNA ECONOMÍA PARA LA VIDA Preludio a una segunda crítica de la economía política Edición revisada y aumentada

Economía Para La Vida Hinkelammert

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Franz Hinkelammert

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POR UNA ECONOMA

HACIA UNA ECONOMA

PARA LA VIDA

Preludio a una segunda crtica de la economa polticaEdicin revisada y aumentada

Franz J. Hinkelammert

Henry Mora Jimnez

ndice

PARTE ILA ECONOMA COMO EL MBITO DE LA PRODUCCIN Y REPRODUCCIN DE LAS CONDICIONES MATERIALES DE LA VIDA REAL: 15EL CIRCUITO NATURAL DE LA VIDA HUMANA Y EL SISTEMA DE DIVISIN SOCIAL DEL TRABAJO

17CAPTULO I LA OPCIN POR LA VIDA (Apuntes para una tica del Sujeto desde la perspectiva de una Economa para la Vida)

27ANEXO 1.1 Economa para la vida y satisfaccin de necesidades humanas

29CAPTULO II EL SER HUMANO COMO SUJETO NECESITADO Y COMO SUJETO PRODUCTOR (SUJETO CREADOR)

29Introduccin

292.1 El Ser Humano como sujeto necesitado (corporal, natural): el circuito natural de la vida humana como punto de partida y necesidad fundamental.

352.1.1 El proceso de trabajo en general segn Marx: condicin natural eterna de la vida humana

382.2 El Ser Humano como sujeto productor (sujeto creador): la especificacin de los fines y el circuito de la produccin de valores de uso

412.2.1 Las dos fuentes de la riqueza y el campo de estudio de una Economa para la Vida

432.2.2 El mbito de la necesidad y la especificacin de los fines

442.2.3 Fines factibles y fines no factibles: el futuro como proyeccin utpica

452.3 El sujeto humano como sujeto productor (sujeto creador): el proceso simple de trabajo

472.4 El ser humano como sujeto: el sujeto libre

49CAPTULO III EL PROCESO SIMPLE DE TRABAJO EN SU CONJUNTO, Y SU EQUILIBRIO DINMICO REPRODUCTIVO

49Introduccin

493.1 La especificidad del trabajo humano segn Marx

523.1.1 La especificacin de la naturaleza en tierra o medio de produccin

533.1.2 El objeto de trabajo: la tierra como el objeto general

533.1.3 El medio de trabajo

563.2 Los valores de uso como resultado y condicin del proceso de trabajo: produccin de productos por medio de productos

573.2.1 Valores de uso para otros y uso mltiple de los productos

593.3 Consumo individual y consumo productivo: uso racional de los medios de produccin

603.4 Proceso simple de trabajo y coordinacin social del trabajo: el proceso de produccin

633.5 Proceso de trabajo y equilibrio dinmico reproductivo vida humana - naturaleza.

683.6 El proceso simple de trabajo en su conjunto

73CAPTULO IV LAS CONDICIONES DE POSIBILIDAD DEL PROCESO DE TRABAJO: EL PROCESO DE TRABAJO COMO PROCESO TCNICO Y COMO PROCESO ECONMICO

734.1 El proceso de trabajo como proceso tcnico y como proceso econmico

744.2 Los factores del proceso simple de trabajo y los coeficientes tcnicos de produccin

774.3 El proceso de trabajo y sus condiciones de posibilidad

784.3.1 Dimensin temporal del proceso de trabajo: vida fsica y vida econmica de los medios fijos

784.3.2 Dimensin espacial del proceso de trabajo

794.3.3 Costos del intercambio y costos de almacenamiento y conservacin

794.3.4 Distribucin social del producto y canasta de consumo

814.3.5 Los valores sociales y la tica del trabajo.

814.3.6 Coordinacin y direccin del proceso de trabajo

824.3.7 Infraestructura tcnica y ecolgica (bienes pblicos)

824.3.8 El proceso simple de trabajo en su conjunto

834.4 Seleccin de tcnicas y racionalidad econmica

834.4.1 Medios tcnicos y factores de produccin

874.4.2 Homogeneizacin de la relacin entre el trabajo y los medios de produccin

91CAPTULO V LA COORDINACIN DE LA DIVISIN SOCIAL DEL TRABAJO Y SUS CRITERIOS DE EVALUACIN

915.1 Interdependencia y complementariedad entre los procesos de trabajo: el sistema de divisin social del trabajo y el nexo corporal entre los seres humanos.

915.1.1 Del proceso de trabajo al sistema de divisin social del trabajo: especializacin, interdependencia e intercambio

965.1.2 El nexo corporal entre los seres humanos, de stos con la naturaleza y el reconocimiento mutuo del otro como sujeto

965.2 Consistencia formal y factibilidad material del sistema de divisin social del trabajo: la reproduccin (sustentabilidad) de la vida humana y de la naturaleza como criterios de racionalidad

975.2.1 Consistencia formal de un sistema de divisin social del trabajo (insumos materiales, tiempo, espacio y canasta de consumo)

995.2.2 Factibilidad material del sistema de divisin social del trabajo

1015.2.3 Factibilidad material y reproduccin de la naturaleza (viabilidad ecolgica)

1025.2.4 En sntesis: la consistencia formal debe supeditarse a la factibilidad material de la reproduccin de la vida

1025.2.5 Asignacin ptima de recursos y factibilidad material de un sistema de divisin social del trabajo

1035.3 Evaluacin de un sistema de divisin social del trabajo: criterios de maximizacin y de humanizacin

1035.3.1 La maximizacin del producto: producto real, seleccin de tcnicas y factibilidad

1055.3.2 El criterio de factibilidad y la distribucin de los ingresos

1055.3.3 Acotando la maximizacin del producto: el criterio de humanizacin

1055.3.4 La maximizacin del producto: el producto potencial

1075.4 Criterios de evaluacin de un sistema de divisin social del trabajo: una sntesis

1105.5 El excedente econmico, su apropiacin y los valores eternos

115ANEXO 5.1 La renuncia de la teora neoclsica a la teora de la divisin social del trabajo y sus consecuencias metodolgicas.

PARTE II121LA COORDINACIN DEL TRABAJO SOCIAL A TRAVS DE LAS RELACIONES MERCANTILES, Y SU CRTICA

123CAPITULO VI LA RACIONALIDAD MEDIO-FIN Y LA IRRACIONALIDAD DE LO RACIONALIZADO

1236.1 El enfoque (neoclsico) medio-fin, y el problema de la divisin social del trabajo

1256.1.1 Racionalidad instrumental y racionalidad con arreglo a valores

1266.1.2 La racionalidad instrumental y el problema de la divisin social del trabajo

1296.2 Consistencia formal y factibilidad material del sistema de divisin social del trabajo

1326.3 La irracionalidad de lo racionalizado: la racionalidad instrumental y su totalizacin

1336.3.1 La teora de la accin racional en la tradicin de Max Weber: la competitividad como valor supremo

1366.3.2 De los juicios de hecho que no son juicios de racionalidad medio-fin

1376.3.3 El sentido de la accin racional: actor econmico y sujeto humano

1396.3.4 Racionalidad medio-fin del actor y racionalidad reproductiva del sujeto: la necesidad como urgencia humana de vivir.

1436.3.5 El circuito medio-fin y su totalizacin

1466.3.6 Hacia una teora crtica de la racionalidad reproductiva

1476.3.7 La racionalidad de la locura y la locura de la racionalidad

149CAPTULO VII DIVISIN SOCIAL DEL TRABAJO Y RELACIONES MERCANTILES:

149LA ACCIN HUMANA FRAGMENTARIA Y LA EXTERIORIZACIN DE LAS FALLAS DEL MERCADO.

1497.1 Coordinacin del trabajo social y medio ambiente: la totalidad socio-natural, la accin humana fragmentaria y los efectos indirectos (intencionales y no-intencionales) de la accin humana.

1537.2 Mercado y coordinacin del trabajo social: el circuito de la produccin de valores de cambio y la renuncia a la responsabilidad humana por el resultado de sus acciones

1587.3 La maximizacin del producto producido y el socavamiento de las fuentes de la riqueza producida

1617.4 El mercado como societas perfecta: la totalizacin del mercado y las fallas del mercado como distorsiones

167CAPTULO VIII LAS RELACIONES MERCANTILES Y EL CLCULO ECONMICO CAPITALISTA

1678.1 El dinero y las relaciones mercantiles como medios de coordinacin del trabajo social

1708.1.1 Las relaciones capitalistas como sistema de clculo econmico

1748.2 Desdoblamiento y conflicto de las finalidades: la finalidad al nivel del proceso de trabajo y la finalidad al nivel del proceso de valorizacin capitalista

1748.2.1 Sociedades ancestrales

1758.2.2 Sociedades precapitalistas y produccin mercantil

1778.2.3 La produccin capitalista y su coordinacin

1788.2.4 En conclusin: el valor de cambio subordina al valor de uso

1798.3 La racionalidad de la produccin, finalidad capitalista y satisfaccin de las necesidades

1808.3.1 El concepto de explotacin ampliado: La explotacin como extraccin y la explotacin como exclusin.

1828.4 Racionalidad econmica y valorizacin de los medios de produccin

1828.4.1 La valorizacin en el marco del proceso de trabajo en general: condiciones para la maximizacin (sustentable) del producto social

1858.4.2 La valorizacin a travs de las relaciones mercantiles: la ideologa neoclsica y el desdoblamiento del proceso de valorizacin

191CAPTULO IX EL ORDEN DEL MERCADO Y LOS LMITES DE SU AUTORREGULACIN

1919.1 La bsqueda de un orden en las relaciones mercantiles

1929.1.1 El orden econmico en Adam Smith: la mano invisible

1959.1.2 Del capitalismo utpico al capitalismo cnico

1979.2 La crtica de Marx: el orden mercantil como resultado del desorden

2019.2.1 La crtica del orden por el desorden: autonoma heternoma y accin solidaria

2049.3 Sistema de precios y determinismo: el ideal de un orden apriorstico

2109.4 La explicacin determinista (neoclsica) de los precios y el trabajo abstracto

215CAPTULO X MERCADO Y EFICIENCIA (El clculo empresarial como clculo de pirata)

21510.1 El mercado como mecanismo de regulacin de la tecnologa

21910.2 Es eficiente la eficiencia?

22310.3 Eficiencia, calculabilidad y tica. La eficiencia reproductiva

22410.4 Clculo del producto y clculo de riqueza: el crecimiento ilusorio

23210.4.1 La accin mercantil como accin fragmentaria y el clculo mercantil como clculo de pirata

235ANEXO 10.1 El mercado total autorregulado como orden destructivo: el sujeto como individuo poseedor y calculador

239CAPTULO XI LAS INAUDITAS PRETENSIONES DE LA GLOBALIZACIN: DE LA ALDEA GLOBAL AL MERCADO MUNDO

23911.1 Introduccin

23911.2 La redondez del mundo: globalidad, amenazas globales y globalizacin

24411.3 La globalizacin neoliberal como la nueva estrategia de acumulacin de capital

24811.4 La transformacin de la vida en capital humano y de la naturaleza en capital natural

25011.5 El Poder de las burocracias privadas: la reduccin de los derechos humanos y de la ciudadana

25211.6 El mercado total y la inversin del mundo

25311.7 La cultura de la responsabilidad como momento primero de la construccin de alternativas: la sujecin del clculo de utilidad a los valores del bien comn

25511.8 El espacio de las alternativas potenciales: la recuperacin de los derechos humanos de la vida humana y la cuestin del socialismo

25711.8.1 El espacio para las alternativas potenciales

PARTE III261LA RACIONALIDAD REPRODUCTIVA Y EL ESPACIO PARA LAS ALTERNATIVAS

263CAPTULO XII EL VALOR DE USO COMO CONDICIN DE POSIBILIDAD PARA LA REPRODUCCIN DE LA VIDA HUMANA

26312.1 Hacia una segunda crtica de la economa poltica

26512.2 La abstraccin del valor de uso por el mercado

26912.3 Un comentario sobre la teora objetiva del valor

27112.4 La abstraccin del valor de uso en la teora econmica neoclsica y el mito de la neutralidad valrica

27612.5 El problema fundamental de la teora del valor en la economa poltica clsica y la respuesta de la teora econmica neoclsica

282ANEXO 12.1 Satisfactores y valores de uso: el consumo como relacin social.

284Esta crtica de la economa poltica la entendemos como la base de todo pensamiento crtico, sea filosfico, teolgico, poltico, jurdico, econmico, psicolgico. El mundo, y no solamente Hegel, est de cabeza. Hay que ponerlo sobre los pies. La crtica de la economa poltica desemboca en esta exigencia.

285CAPTULO XIII RACIONALIDAD REPRODUCTIVA Y TICA DEL BIEN COMN

28513.1 Racionalidad reproductiva: El reconocimiento de los valores de la convivencia humana y el grito del sujeto

29013.2 La necesidad de una teora crtica de la racionalidad reproductiva

29313.3 Utilidad en comn y clculo utilitario

29813.4 De la tica del mercado a la tica de la responsabilidad por el bien comn

30113.5 Los efectos indirectos de la accin humana y la tica del bien comn

305CAPTULO XIV LA TEORA DE LA DISTRIBUCIN Y LA TEORA DEL CONSUMO

30514.1 De la crtica de la Economa Poltica a una Economa Poltica Crtica

30814.2 Elementos para una teora crtica de la distribucin

31014.2.1 Legalidad formal y racionalidad distributiva

31114.2.2 Legalidad, legitimidad y liberacin

31414.2.3 Sobre la estructura de clases y la invisibilidad de la dominacin

31514.2.4 Ley del valor y estructura de clases

32014.3 Elementos para una teora crtica del consumo

32614.3.1 Sobre la libertad del consumidor

33214.3.2 La racionalidad del mercado y los fines del bien comn: la ilusoria libertad de elegir

337CAPTULO XV PLANIFICACIN ECONMICA Y CONTROL DEMOCRTICO DEL MERCADO

33715.1 Automatismo de mercado y planificacin econmica.

34415.2 La delimitacin entre autonoma empresarial y planificacin central

34815.3 Estado, mercado y sociedad civil

35015.4 Hacia una reformulacin del principio de subsidiariedad: la primaca del sujeto humano frente a las instituciones.

353CAPTULO XVI UTOPA, PROYECTO ALTERNATIVO, Y RECUPERACIN DEL ESTADO DE DERECHO A PARTIR DE LOS DERECHOS HUMANOS

35316.1 Fin de las utopas?

35416.2 Utopa y Libertad: la posibilidad de otro mundo

35416.2.1 Primera mediacin: El discernimiento de las utopas

35916.2.2 Segunda mediacin: la libertad como capacidad de discernimiento de las instituciones (regulacin del reino de la necesidad)

36016.3 La necesidad de otro mundo: utopa necesaria, relaciones institucionales y proyecto poltico

36016.3.1 Tercera mediacin: La utopa necesaria de una sociedad donde quepan todos, como criterio de un humanismo universal concreto

36216.3.2 Cuarta mediacin: las relaciones institucionales y el proyecto alternativo

36416.3.3 Quinta mediacin: el bien comn como criterio de constitucin de las relaciones sociales

36616.3.4 Sexta mediacin: la necesaria interpelacin sistemtica del mercado

36716.3.5 Stima mediacin: la estrategia poltica

37016.4 El Estado de derecho y su recuperacin a partir de los derechos humanos

37016.4.1 Octava mediacin: el Estado de derecho y las limitaciones del principio de contractualidad

37216.4.2 Novena mediacin: la recuperacin del Estado de derecho a partir de los derechos humanos

37616.4.3 Dcima mediacin: la sociedad donde quepan todos y el respeto de los derechos concretos a la vida de todos como criterio ordenador

PARTE IV379CONSIDERACIONES TERICAS Y METODOLGICAS.

381CAPTULO XVII ECONOMA PARA LA VIDA Y TEORA DEL VALOR

38117.1 El anlisis del capitalismo a travs de la teora marxiana del valor y sus limitaciones.

38317.2 El proceso de valorizacin (en la produccin mercantil)

38417.3 Valor de uso y valor, trabajo concreto y trabajo abstracto

39417.4 Hacia una teora del valor-vida-humana: el sujeto de necesidades

39917.5 Hacia una teora del valor-vida-humana: la reproduccin de la vida y el trabajo humano

40217.5.1 Equilibrio de mercado o proyectos humanos en cooperacin y conflicto?

40317.6 Hacia una teora del valor-vida-humana: tiempo de trabajo, tiempo de produccin y tiempo de vida

40617.6.1 Transformacin del tiempo de vida en tiempo de trabajo

40917.6.2 Tiempo de vida y valor de uso

413CAPTULO XVIII SOBRE LA METODOLOGA EN LAS CIENCIAS SOCIALES

41318.1 La racionalizacin de las apariencias y su crtica

41818.2 El circuito sujeto-actor social y el carcter subjetivo de la realidad objetiva

42218.3 Causalidad compleja, empiria homogeneizada y disolucin de la realidad

42218.3.1 Causa pequea, efecto grande

42218.3.2 La causalidad compleja

42418.3.3 Causalidad compleja e imposibilidad del clculo

42518.3.4 La tica y los juicios cualitativos

42618.4 Las leyes de las ciencias sociales y el problema de la falsacin

42918.4.1 La homogeneizacin de la realidad y su disolucin

42918.4.2 Juicios falsables y juicios de racionalidad reproductiva

43218.5 La complejidad del mundo y su simplificacin por el mercado total

435ANEXO 18. 1 La teora del reflejo y la teora del espejo: Algunas reflexiones sobre realidad y conocimiento a partir de la teora del fetichismo de la mercanca

442CAPTULO XIX SOBRE LA CONCEPCIN DE MECANISMOS DE FUNCIONAMIENTO PERFECTO EN LA METODOLOGA DE LAS CIENCIAS ECONMICAS

442Introduccin

44219.1 El supuesto de omnisciencia y la idealizacin de la realidad: la transformacin trascendental de la realidad.

45119.2 El mito de la aproximacin asinttica

45419.2.1 La meta de la aproximacin asinttica y su inversin

45719.3 De la aproximacin asinttica a la aproximacin prctica y transversal

46319.4 El concepto de equilibrio general en la teora econmica neoclsica: nuevos alquimistas?

46419.5 La inconsistencia del concepto neoclsico del equilibrio general

46919.6 La inconsistencia performativa del equilibrio general del mercado

47419.7 El equilibrio general de la divisin social del trabajo

475CAPTULO XX EL ANLISIS DE LA COYUNTURA DESDE LA PERSPECTIVA DE UNA ECONOMA PARA LA VIDA

475Introduccin

47620.1 Los desequilibrios fundamentales de la sociedad capitalista subdesarrollada

477A) Los desequilibrios resultantes de la orientacin que el clculo monetario de la empresa capitalista da a los valores de uso, tanto a nivel de las tecnologas, las materias primas (recursos naturales), el proceso de trabajo y los productos finales.

478B) Los desequilibrios fundamentales en el espacio de la divisin social del trabajo:

478C) Lo (macro) econmico propiamente dicho

479D) Los desequilibrios resultantes de las decisiones sobre la aplicacin de nuevas tecnologas, la destruccin de la produccin tradicional y el libre comercio.

479E) Las interferencias, limitaciones y deformaciones de la libertad del consumidor.

481F) Los desequilibrios a nivel de la distribucin

481G) Los mecanismos del desarrollo desigual en la economa mundial

483H) Las amenazas globales

48320.2 La crtica conservadora

485ANEXO 20.1 El anlisis de la coyuntura como prctica de investigacin social: una visin crtica desde el bien comn

489Bibliografa citada

PrefacioEsta generacin afronta dos caminos: el camino de la vida y el camino de la muerte. Esperemos que la humanidad escoja la vida!

Herman Daly y John Cobb

La esencia de una cosa aparece en su verdad cuando sta es amenazadade desaparecer

Walter Benjamn

Las ltimas dcadas del siglo XX fueron testigo de un cambio dramtico en el devenir de la humanidad. A medida que los problemas modernos se fueron transformando en verdaderas amenazas globales sobre la existencia de la vida en el planeta y la sobrevivencia de los seres humanos la exclusin econmica y social, la subversin de las relaciones humanas, la destruccin del medio ambiente, las diversas crisis ecolgicas; concomitantemente se afianzaba un pretendido pensamiento nico, ciego ante tales amenazas y ebrio de un eficientismo abstracto fundado en el mercado, el laboratorio y la racionalidad medio-fin.

Con el colapso del socialismo histrico, este sistema anuncia su triunfo definitivo, celebra el fin de la historia y se propone aplastar toda opcin que no sea la solucin nica y homognea que pretende implantar en el mundo entero. Ya no podrn haber muchos mundos ni pluralismo de sistemas, sino un slo mundo que es el capitalismo globalizado.

Este nuevo orden se impone y se legitima tautolgicamente, gracias al implacable poder que lo sostiene. No puede prometer y ya no promete un lugar para todos, sino que exalta la ideologa de la competencia a muerte y la eficiencia abstracta: el mundo es de winners y losers. Pero al afirmarse sobre un poder total e indiscutido, este orden prescinde de toda referencia a los seres humanos concretos como fuente de legitimidad, afirmando su legitimidad por la legalidad y por la fuerza. Se autoconcibe creado, organizado y posibilitado por el imperio de la ley y de las armas, en una sociedad en guerra competitiva permanente por la sobrevivencia de los capitales, de los Estados, las naciones, los pueblos, los seres humanos y el medio ambiente. Las ciencias sociales, y particularmente la economa, se adaptaron rpidamente a esta ideologa del capitalismo total. La economa ahora se conduce como si se tratara de una guerra econmica, en la cual se busca conseguir y mantener ventajas competitivas que hagan posible salir del campo de batalla como vencedores. El economista, y en especial el administrador de empresas, se ha convertido en el asesor militar en esta guerra econmica, llegando a ser su funcin primordial, no la produccin de teoras o el entendimiento de lo que significa esta manera de enfocar la realidad, sino, cmo contribuir al triunfo en esta confrontacin blica: la competencia a muerte.

Pero este estado de guerra desatado por el eficientismo racionalista, conduce no solamente a una destructividad cada vez mayor de los mbitos de la vida social y de la naturaleza, sino a una autodestructividad tambin creciente que socava las propias condiciones de posibilidad de la vida humana, natural y social. El sistema no puede seguir creciendo sin provocar una crisis ecolgica de dimensiones apocalpticas, pero tampoco puede decrecer sin originar una crisis econmica y social de enormes proporciones. Se encuentra en un laberinto y no encuentra su hilo de Ariadna.Todos estos procesos de destructividad, alienacin y fetichizacin se derivan de la prdida de un referente crucial para todo acto o producto humano y para el anlisis de la realidad: el criterio del sujeto vivo, corporal, concreto, necesitado (los hombres y mujeres de carne y hueso). Al prescindir del sujeto en tanto ser humano corporal y concreto, y del anlisis de las condiciones materiales de su vida natural y social, es decir, corporal, las formas culturales del capitalismo globalizado pierden por completo el criterio de realidad y de verdad y avanzan a ciegas hacia crecientes estilizaciones abstractas y a menudo vacas, o incluso, hacia mitificaciones sacrificiales. En pocas disciplinas este proceso ha avanzado tanto como en la economa dominante, misma que se vanagloria de ser economa pura, concibiendo, tratando y apropindose de los mbitos de la vida social y de la naturaleza, como si estos fueran sus entornos, de los cuales se alimenta y en los que exterioriza sus propias contradicciones. El problema fundamental de la modernidad se puede describir del siguiente modo: la irracionalidad de lo racionalizado. Nuestra racionalidad produce irracionalidades, incluso monstruosas; y cuanto ms hemos racionalizado y nos hemos hecho ms eficientes, tanto ms se despliega esta irracionalidad producto de la misma accin racional. Todo pensamiento crtico hoy no puede ser sino la bsqueda de una respuesta a esta irracionalidad de lo racionalizado. Pero la poltica correspondiente a la estrategia de globalizacin nos lleva, en nombre de un falso realismo que presenta los valores y los derechos humanos como distorsiones de la realidad (Realpolitik), a situaciones cada vez menos sostenibles, en una perspectiva, incluso, de autodestruccin de la humanidad. Sin embargo, este supuesto realismo poltico de la Realpolitik es completamente ilusorio, desembocando en ilusiones destructoras.Por eso, la demanda de la recuperacin del sujeto (del ser humano en cuanto sujeto corporal), de la vida humana concreta (personal, social y espiritual), de la vida para todos, en las relaciones humanas, en las instituciones sociales y en las construcciones culturales ciencia, arte, filosofa, teologa, etc. es la demanda ms urgente en el mundo de hoy. Recuperar hoy el sujeto negado no es un simple juicio de valor, es la exigencia de recuperar un realismo perdido. Esta recuperacin parte de un juicio de la razn prctica, de una afirmacin sobre la realidad en la cual vivimos: Yo soy solamente si tu tambin eres (Desmond Tutu); y desemboca en otra afirmacin sobre la realidad: Asesinato es suicidio. Esta afirmacin no implica de por s una tica determinada, pero cuando optamos por este realismo afirmamos la vida, y al hacerlo surgen las resistencias, las alternativas y su necesidad.Si como creemos, no puede construirse una nueva sociedad sin imaginarla, entonces, la construccin de alternativas pasa por una renovacin radical de nuestros actuales marcos categoriales, marcos que no solamente predeterminan nuestra percepcin de la realidad, sino que limitan, adems, las metas de la accin humana que podemos concebir.

En este libro proponemos un horizonte y slo eso, para una reconstruccin terica de la economa, ciencia que desde sus orgenes se ha debatido entre el arte del lucro (crematstica) y el arte de gestionar la produccin y distribucin de los bienes necesarios para abastecer a la comunidad y satisfacer las necesidades humanas (oikonoma). En esta ltima direccin es que pensamos debera reformularse radicalmente la economa, como una ciencia de la reproduccin o sustentabilidad de las condiciones materiales (biofsicas y socio-institucionales) que hacen posible la vida personal, social y espiritual; esto es, como una economa orientada hacia la reproduccin de la vida o, resumidamente, como una Economa para la vida. En esta nueva edicin de Hacia una economa para la vida, no slo hemos revisado y corregido todos los captulos de la edicin inicial (DEI, 2005), sino que se han agregado siete captulos adicionales, un eplogo y varios nuevos apartados y anexos, para conformar ahora un total de veintin captulos, los cuales se han agrupado en cuatro partes. Pensamos que esta nueva presentacin mejora el entendimiento del hilo conductor de la argumentacin, aunque seguimos considerndola una propuesta provisional, un preludio.

La Parte I (La Economa como el mbito de la produccin y reproduccin de las condiciones materiales de la vida real), consta de cinco captulos, y aqu se presentan los principales fundamentos antropolgicos y econmicos de una Economa para la Vida, siendo su cuerpo terico central el Circuito Natural de la Vida Humana y el Sistema de Divisin Social del Trabajo o Sistema de Coordinacin del Trabajo Social. Este ltimo no simplemente en cuanto sistema complejo de especializacin, intercambio e interdependencia de productos y productores (y sus condiciones generales de existencia), sino en cuanto nexo corporal entre los seres humanos concretos (sujetos heterogneos y heterosexuales) y de estos con la naturaleza. No obstante, todo sistema de divisin social (y sexual) del trabajo debe a su vez evaluarse a la luz de un marco ms general: el circuito natural de la vida humana. ste expresa las condiciones ltimas que siempre deben ser respetadas para que la vida humana sea posible y sostenible. Evaluar un determinado sistema de divisin social del trabajo (las relaciones mercantiles, por ejemplo), a partir de una idealizacin del mismo (el mercado perfecto), sera embustero y tautolgico.La Parte II (La Coordinacin del trabajo social a travs de las relaciones mercantiles, y su crtica), est conformada por seis captulos, en los cuales se desarrolla la crtica a la eficiencia abstracta de la modernidad en general y del mercado y el capitalismo en particular; eficientismo fundado en el individuo calculador de sus intereses (por lo dems: hombre, blanco y propietario), la racionalidad medio-fin, el mercado y, ms recientemente, en el laboratorio (cientificismo mercantil). A la vez, se sientan en estos captulos las bases para una nueva racionalidad, la racionalidad reproductiva.

La Parte III es una introduccin a una teora crtica de la racionalidad reproductiva. Aqu se desarrolla el concepto de eficiencia reproductiva y se exponen algunas lneas argumentativas cuyo horizonte es el de las alternativas al mercado total. Se trata de abrir un espacio para la praxis de las alternativas, ms que de ofrecer un declogo de propuestas concretas. No obstante, se abordan de manera introductoria algunos temas especficos, como la teora de la distribucin, la teora del consumo y la siempre tensa relacin entre la planificacin y la autonoma empresarial. Y de la racionalidad reproductiva se hace ver la necesidad de una racionalidad convivencial y de una tica de la convivencia (bien comn).Por ltimo, la Parte IV presenta algunas Reflexiones Tericas y Metodolgicas, en la perspectiva de seguir construyendo una Economa para la Vida; incluyendo una larga reflexin preliminar sobre el viejo tema de la economa poltica: la teora del valor. Consta de cinco captulos, y cierra con una reflexin crtica sobre la sacralizacin de las relaciones mercantiles, el mito del progreso y el mito del poder en su forma actual.

Como el lector habr notado, tambin hemos agregado un subttulo a esta nueva edicin: Preludio a una segunda crtica de la economa poltica. No puede haber una reconstitucin del pensamiento crtico sin una reconstitucin de la economa poltica, la cual hoy tiene que partir de la crtica a la teora econmica dominante actual, esto es, la teora neoclsica y la neoliberal. A su vez, esta segunda crtica parte y se fundamenta en la primera, la realizada por Marx a la economa poltica clsica, a la vez que intenta trascenderla. El punto de partida de esta crtica a la economa poltica de hoy ha de ser la integracin de la vida humana concreta en el circuito natural de la vida, sin la cual la vida misma no es posible.Por eso, en esta edicin hemos introducido un eplogo, en el que se vincula la reconstitucin del pensamiento crtico con la crtica de la economa poltica.

Pese a lo extenso de esta obra (veintin captulos y un eplogo), no representa ms que un esbozo (preludio) para una reconstruccin radical de la Economa, tanto en su mbito cientfico como en cuanto actividad humana (metabolismo socio-natural). Sin duda cada uno de los temas aqu expuestos, lo mismo que la argumentacin general, pueden mejorarse notablemente, sobre todo mediante un esfuerzo colectivo de crtica constructiva, al tiempo que permanecen lagunas tericas, temticas y metodolgicas que esperamos ir cubriendo (al menos parcialmente), en trabajos posteriores. Finalmente, renovamos nuestro fraterno agradecimiento hacia todos los que han hecho posible, con su apoyo, su aliento y su crtica, que esta obra salga a la luz.

Franz J. Hinkelammert

Henry Mora Jimnez

San Jos, Costa Rica

Marzo de 2009.PARTE I

LA ECONOMA COMO EL MBITO DE LA PRODUCCIN Y REPRODUCCIN DELAS CONDICIONES MATERIALES DE LA VIDA REAL:EL Circuito Natural de la Vida Humana y el Sistema de Coordinacin del Trabajo Social.CAPTULO I LA OPCIN POR LA VIDA (Apuntes para una tica del Sujeto desde la perspectiva de una Economa para la Vida)

L

a siguiente pregunta, de carcter profundamente existencial y humano, ha sido planteada y en mltiples sentidos respondida, por innumerables filsofos, cientficos y hombres de Estado a lo largo de toda la historia de la humanidad. De una u otra forma, todos y todas nos formulamos esta misma pregunta en algn momento de nuestra existencia (Mora Rodrguez, 2001: 6).

Qu sentido tiene en ltima instancia la vida para el ser humano, frente al devenir histrico de la humanidad, frente a su propia vida y, sobre todo, frente a la muerte?

Albert Camus, en su ensayo El mito de Ssifo, tambin se formul esta interrogante en los siguientes trminos, formulacin que nos parece la ms adecuada para el propsito de nuestra reflexin (Camus, 1975: 13):

La nica pregunta metafsica seria es el suicidio: la vida vale o no vale la pena ser vivida?

Asumiendo esta formulacin de la pregunta sobre el sentido de la vida, nos adelantamos a responder categricamente:

El sentido de la vida es vivirla!

Lo primero en la vida del ser humano, no es la filosofa, no es la ciencia, no es el alma, no es la sabidura, no es la bsqueda de la felicidad, no es el placer, no es la reflexin sobre Dios; es, la vida misma. Toda libertad, toda filosofa, toda accin, toda relacin con Dios, presupone el estar vivo. Presupone por tanto, la posibilidad de la vida, de la vida material, concreta, corprea. Y esta posibilidad de la vida presupone el acceso a los medios para poder vivir:

Me quitan la vida al quitarme los medios que me permiten vivir (W. Shakespeare).

No es la pregunta de si existo o no (Descartes), como pregunta clave, sino la pregunta, de si puedo seguir existiendo. No es la pregunta de si la vida es un sueo (Caldern de la Barca), sino la pregunta por las condiciones de posibilidad de vivir como ser viviente. Pero entonces, insistimos: La vida vale o no vale la pena vivirla?

La pregunta no es trivial, o al menos, ya no lo es. En nuestra sociedad actual est reapareciendo una cultura del herosmo del suicidio colectivo, una cultura de la desesperanza que se basa en la tesis de que no hay alternativa frente a las amenazas globales que hoy socavan los cimientos mismos de la sociedad mundial y al mismo planeta: la desigualdad y la exclusin social crecientes, la crisis ecolgica y la crisis de las relaciones humanas. Estas crisis amenazan la vida, y estn ntimamente relacionadas con la negacin del sujeto humano en cuanto sujeto corporal, viviente, y son el producto de una sacralizacin de las relaciones sociales de produccin, sacralizacin que apareci tanto en la ideologa staliniana (en la antigua Unin Sovitica), como actualmente en la ideologa neoliberal; aunque hoy por hoy, el mito del progreso tcnico infinito y la negacin y aplastamiento de cualquier alternativa, asume la forma de una poltica de totalizacin del mercado; por eso nuestro nfasis en su crtica. La afirmacin ciega del mercado total (fundamentalismo del mercado), implica, de hecho, la opcin por el suicidio colectivo de la humanidad y el herosmo correspondiente es el camino para aceptarlo.

Es la pretensin de transformar el mercado en la principal, e incluso en la nica, relacin social institucionalizada, sometiendo, anulando y destruyendo al resto de instituciones y relaciones sociales (y por ende al mercado mismo, que depende de aquellas). Frente a estas amenazas globales (vectores centrales y no simple efectos colaterales de la llamada globalizacin), la humanidad deber ante todo (o no?), reafirmar con absoluta decisin la opcin por la vida. Esta es la primera condicin para que puedan surgir las alternativas frente al mercado total y la percepcin de su necesidad frente a tales amenazas.

No obstante su presencia a lo largo de toda la historia humana, la disyuntiva de la orientacin del ser humano y de su accin social, sea hacia la vida o hacia la muerte, adquiere dimensiones especiales y determinantes desde el surgimiento mismo del capitalismo; ya que bajo la primaca de las relaciones sociales mercantiles, los nexos corporales y subjetivos entre los seres humanos aparecen como relaciones materiales entre cosas (los productos materiales de la produccin social), al tiempo que la relacin material entre las cosas es vivida como una relacin social entre sujetos vivos. Es la teora del fetichismo de Marx: los seres humanos se transforman en cosas y las cosas en sujetos animados. El ser humano ya no decide su actuacin como sujeto autnomo, sino que son las mercancas, el dinero, el capital, transformados en sujetos sociales, los que orientan y deciden sobre la vida y la muerte de todos los seres humanos. Los objetos adquieren vida y subjetividad, que es la vida y subjetividad de los seres humanos, proyectada en los objetos. Por lo tanto, la orientacin hacia la vida o hacia la muerte en una sociedad de este tipo, no puede ser analizada como un problema puramente subjetivo o casual, ligado a la buena o mala voluntad de las personas y a sus reglas morales; pero tampoco en los trminos simples y mecnicos de una estructura econmica determinante de la conciencia; sino que es el problema de una determinada espiritualidad institucionalizada en la organizacin material de las relaciones sociales entre los seres humanos.

Hoy debemos afirmar la vida misma, porque el hecho ya evidente de la globalidad del mundo implica que la vida ya no est asegurada, independientemente de cul sea el comportamiento humano. Al contrario, hace falta preguntarnos por los comportamientos necesarios para que esta vida pueda seguir existiendo. No se trata de formular a priori una tica sobre la vida buena o la vida correcta. Hoy, la globalidad del mundo con sus amenazas globales para la vida humana nos presenta el problema de la tica de una manera diferente, que podemos formular de la siguiente forma: Cmo tenemos que comportarnos, en nuestras relaciones humanas y con el medio ambiente, para que la vida humana sea posible, independientemente de lo que pensemos que ha de ser la vida buena o correcta? De esta tica se trata. Es la tica necesaria para que podamos vivir. Es la tica de la responsabilidad por el bien comn, en cuanto que condicin de posibilidad de la vida humana. Es tambin la afirmacin de la esperanza humana en todas sus formas, de la utopa como un ms all de los lmites de la factibilidad humana.

Pero la vida no se puede afirmar si no es afirmndola a la vez frente a la muerte. Una afirmacin de la vida sin esta afirmacin frente a la muerte es una afirmacin vaca e inefectiva. Vivimos afirmando nuestra vida frente a la muerte y en el ser humano esta afirmacin se hace consciente. Que haya vida es resultado de esta afirmacin.

En s misma, la afirmacin de la vida tiene una doble connotacin: el deber vivir de cada uno y el correspondiente derecho de vivir de todos y cada uno. De este deber/derecho de vivir han de derivarse todos los valores vigentes, valores que hagan posible el deber y el derecho de vivir; pero tambin, los sistemas de propiedad, las estructuras sociales y las formas de clculo econmico, las normas de distribucin del producto, los patrones de consumo, la utilizacin del excedente econmico, es decir, las instituciones de la economa. La misma posibilidad de la vida desemboca en estas exigencias. As por ejemplo, un sistema de propiedad debe considerarse legtimo, en la medida en que sea compatible con la vida real y material de todos, e ilegtimo, si no es compatible con esta exigencia. Lo mismo podramos decir de cualquier otra institucin econmica parcial (empresa, organizacin, sindicato, etc.), y de las grandes institucionalidades (Estado, mercado).

Cmo entendemos entonces la economa? Cmo creemos que debe ser reformulada y reconstituida la economa, en cuanto actividad humana y en cuanto disciplina terica? O al menos, en qu direccin? Creemos que esta reformulacin debe darse en el sentido de constituir Una Economa orientada hacia la Vida, o, resumidamente, Una Economa para la Vida. Y cuando hablamos de vida nos referimos a la vida real de los seres humanos reales, no a la vida imaginaria e invertida de las teoras econmicas neoclsica y neoliberal (y de la tradicin positivista en general). Una Economa para la Vida se debe ocupar de las condiciones que hacen posible esta vida a partir del hecho de que el ser humano es un ser natural, corporal, concreto y necesitado (sujeto de necesidades). Se ocupa, por ende, particularmente, de la produccin y reproduccin de las condiciones materiales (biofsicas y socio-institucionales; econmicas, ecolgicas, culturales) que hacen posible y sostenible la vida a partir de la satisfaccin de las necesidades y el goce de todos, y por tanto, del acceso a los valores de uso que hagan posible esta satisfaccin y este goce; que hagan posible una vida plena para todos y todas.

No se trata entonces de una tesis economicista (reduccionismo econmico), ni siquiera de una tesis economista (desde lo econmico, tal como este trmino se entiende comnmente). Las condiciones de posibilidad de la vida humana a las que nos referimos son condiciones corporales, de modo que abarcan a la sociedad en todas sus dimensiones, incluyendo desde luego a la economa. Estas condiciones de posibilidad de la vida humana constituyen, de hecho, un circuito: el circuito natural de la vida humana, metabolismo socio-natural entre la humanidad y la naturaleza externa, en el marco global de la Naturaleza (con mayscula). Es, en cierto sentido, la tesis radicalizada de la economa ecolgica, de que una economa coherente y sostenible debe estar integrada en el medio ambiente. No hay vida posible si la misma no es incluida en este circuito natural (que incluye al circuito propiamente econmico). La negacin y destruccin de este circuito natural significan la muerte.

Pero entonces, y segn este enfoque, cul es la especificidad de la economa? Una economa para la vida, aunque debe partir de este carcter multidimensional y complejo de la vida humana, la analiza en funcin de las condiciones de posibilidad de esta vida humana a partir de la reproduccin y el desarrollo de las dos fuentes originarias de toda riqueza (Marx): el ser humano en cuanto sujeto productor (creador) y la naturaleza externa (medio ambiente), madre de toda riqueza social (Petty). No se ocupa simplemente del contenido de la riqueza social (los valores de uso en cuanto satisfactores de necesidades humanas), sino de las condiciones que hacen posible la reproduccin y el desarrollo de esta riqueza social y, por consiguiente, la reproduccin y el desarrollo de sus dos fuentes originarias. Por eso, analiza tambin la forma social de esta riqueza (por ejemplo, la mercanca capitalista) y su impacto en la reproduccin de las condiciones de posibilidad de la vida humana.Luego, la corporalidad del sujeto concreto (hombre, mujer, negro(a), blanco(a), indio(a), mestizo(a), campesino(a), asalariado(a), anciano(a), nio(a), migrante, trabajador(a) por cuenta propia, desempleado(a), etc.); resulta ser un concepto clave para una Economa orientada hacia la reproduccin de la vida. No se trata nicamente de la corporalidad del individuo, sino de la corporalidad del sujeto en comunidad. La comunidad tiene siempre una base y una dimensin corporal. Se trata del nexo corporal entre los seres humanos y de estos con la naturaleza. Toda relacin entre los seres humanos tiene necesariamente esta base corporal y material, en la cual diariamente se juega la vida o muerte de la gente: su sobrevivencia, su actuar en comunidad, sus condiciones de existencia. Podemos llamar a esta red de relaciones sociales (entre los seres humanos y de estos con la naturaleza), sistema de divisin social del trabajo, o ms ampliamente, sistema de coordinacin del trabajo social.Por eso, una Economa para la Vida es el anlisis de la vida humana en la produccin y reproduccin de la vida real, y la expresin normativa de la vida real es el derecho de vivir. Lo que es una Economa para la Vida (en cuanto disciplina terica), puede por tanto resumirse as:Es un mtodo que analiza la vida real de los seres humanos en funcin de esta misma vida y de la reproduccin de sus condiciones materiales de existencia (econmicas, ecolgicas y culturales). Un mtodo que permite entender, criticar y evaluar las relaciones sociales de produccin e intercambio (entre los seres humanos y de estos con la naturaleza), sus formas concretas de institucionalizacin y sus expresiones ideolgicas, mticas y divinizadas, a partir de las condiciones de la vida real. El criterio ltimo de este mtodo es siempre la vida del sujeto humano como sujeto concreto, corporal, viviente, necesitado (sujeto de necesidades), sujeto en comunidad. Este criterio de discernimiento se refiere a la sociedad en su conjunto y rige asimismo para la economa. La vida real es la vida material, incluido el intercambio de materias y energa del ser humano con la naturaleza y con los otros seres humanos. El origen mismo del ser humano se explica por esta triple relacin: a) La relacin con los otros seres humanos y su mutuo condicionamiento, b) La relacin con la naturaleza externa y la respectiva humanizacin o deshumanizacin de

la naturaleza, c) La relacin consigo mismo y con sus formas divinizadas. Segn la tradicin griega fundada por Aristteles, la economa (oikonomik) es la ciencia que se preocupa del abastecimiento de los hogares y de la comunidad circundante (la polis), a travs del acceso (produccin y reproduccin) a los bienes necesarios para satisfacer, potenciar y desarrollar las necesidades humanas. El otro tipo de economa o arte de lucro, segn Aristteles, es aquella que se utiliza para incrementar la propiedad del dinero por el dinero mismo, economa cremstica (chremastik) o crematstica (el arte de hacer dinero). La verdadera riqueza est formada por estos valores de uso, pues la cantidad de fortuna de sta suficiente para vivir bien no es ilimitada. Pero hay otra clase de arte de lucro, a la que suele darse, acertadamente, el nombre de crematstica y para la cual no parecen existir lmites en punto a la riqueza y a la posesin... la riqueza a que aspira la crematstica es ilimitada, como lo es en su ambicin todo arte que considera su fin, no como medio, sino como fin ltimo y supremo... (Aristteles, La Repblica, citado en Marx, 1973, I: 108). Aristteles tena claro que el fin de la economa es la satisfaccin y el desarrollo de las necesidades, el trabajo de los seres humanos para reproducir su vida real. Esta perspectiva da cabida a una lgica de la eficiencia y el rendimiento? Ciertamente, pero en cuanto una condicin derivada de la necesaria reproduccin de la vida real. La absolutizacin de las relaciones mercantiles invierte esta relacin: la condicin derivada de la economa es ahora lo primero, la ley fundamental; y la reproduccin de la vida real se transforma en lo secundario. Es el sometimiento del valor de uso al valor de cambio, de la vida real a la ley del valor. Para una Economa orientada hacia la Vida, la ley fundamental es el derecho de vivir. No se puede asegurar la libertad humana si no es sobre la base de este derecho.

Una Economa para la Vida afirma esta vida real como la ltima instancia de toda vida humana. Para vivir, el ser humano tiene que hacer de su vida real la ltima instancia de la vida. Toda nuestra vida es una permanente relacin vida-muerte. Por eso, el sentido de la vida es siempre una cuestin abierta: vivimos enfrentando, eludiendo y superando a la muerte, para finalmente sucumbir ante ella. Pero el ser humano no es un ser para la muerte, sino un ser para la vida atravesado por la muerte, que fatalmente ocurre. No obstante, ni la misma muerte es aceptable por el hecho de que sea una fatalidad sin salida.

De manera que cuando afirmamos: El sentido de la vida es vivirla, ante todo estamos reafirmando una voluntad de vivir, reivindicando una lgica de la vida que permita reorientar la organizacin de la sociedad por el imperativo tico de la vida: mi vida, la vida del otro, la vida de la naturaleza externa al ser humano. Y no solamente una vida sostenible (aunque esto es necesario), sino una vida que contenga la referencia a la plenitud humana, aunque sin caer en la ilusin trascendental de identificarse con ella en cuanto meta calculable.

Lo anterior contrasta radicalmente con el mtodo y los contenidos de la teora econmica dominante (neoclsica). Para sta, la racionalidad formal abstracta (eficiencia, rendimiento, utilidad, competitividad, maximizacin, equilibrios macroeconmicos, etc.), se ha transformado en la substancia, en el valor supremo y el fin en s mismo en referencia al cual la vida humana real se puede reproducir o no. La produccin tiene que ser, ante todo, lo ms eficiente posible, mxima, competitiva; para slo despus considerar y decidir cuntos y quines pueden vivir a partir de este resultado. Y esto no excluye la necesidad de un clculo de vidas (Hayek), de un sacrificio de vidas hoy para asegurar un supuesto mayor nmero de vidas en un maana venidero (siempre indefinido).

El presupuesto parece lgico: entre ms grande sea el pastel ms posibilidad de que el mismo alcance para todos y de que la satisfaccin sea mayor. Sin embargo se trata de una lgica instrumental, abstracta, sacrificial, que deja por fuera del anlisis las condiciones reales de la reproduccin de la vida real y los efectos indirectos de la accin humana orientada por el clculo de utilidad (sobre el ser humano y sobre el medio ambiente). Se trata de una lgica que hace abstraccin de la muerte y que invierte la realidad.

Para esta teora econmica (neoclsica), racionalizacin de las apariencias de la economa mercantil y capitalista, la eficiencia de la produccin no se evala a partir del hecho de que todos y todas puedan vivir (naturaleza incluida), sino de la decisin de quienes pueden vivir y quienes no. La eficiencia se transforma en un fetiche y la exigencia de vivir es aplastada en nombre de esta eficiencia y de la lucha competitiva. Ciertamente, toda accin racional enmarcada en el clculo medio-fin, tiene esta abstraccin/inversin como su base. La misma tesis de la objetividad del mundo es un resultado terico producto de esta abstraccin. En ltima instancia, la realidad es sustituida por, y sometida a, una empiria idealizada e ideologizada que se deduce de determinados valores y principios de actuacin (la eficiencia formal, la lucha competitiva, el homo economicus), valores arbitrariamente establecidos.

Similarmente, mientras que para el pensamiento neoclsico y neoliberal (equilibrio general competitivo, mito de la mano invisible), toda asociacin entre seres humanos frente al mercado es vista como una distorsin que el mercado sufre, para una Economa orientada hacia la Vida puede ser el medio para disolver las fuerzas compulsivas de los hechos que se imponen a espaldas de los actores (Marx), cuando las relaciones sociales humanas son transformadas en relaciones de valor entre mercancas. Y ms que la simple asociacin, se trata de la solidaridad. La existencia de estas fuerzas compulsivas de los hechos es, de hecho, un indicador de ausencia de solidaridad. Quizs sean inevitables, pues toda institucionalidad es un sistema de administracin de la relacin vida/muerte, pero no son una necesidad (fatalidad) frente a la cual no queda ms que someterse con humildad. En un pas como Costa Rica, con un nivel de desigualdad en los ingresos cercano al promedio mundial, bastara una pequea redistribucin del ingreso desde los estratos ms ricos hacia los ms pobres para erradicar la pobreza extrema (indigencia). No obstante, los intereses creados (en realidad, las fuerzas compulsivas de los hechos) bloquean esta alternativa, como ocurre en muchos otros pases. Algo semejante sucede con la deuda externa, que desde hace dcadas agobia al tercer mundo y bloquea su desarrollo, y con la devastacin ambiental que hoy se nos presenta como la amenaza del cambio climtico en curso.La libertad humana no se puede asegurar si no es sobre la base del derecho de vivir. Vista desde la economa, esta libertad nunca podr ser un sometimiento ciego a la ley del valor, una libertad entendida como renuncia misma a la libertad, sino un control consciente de la ley del valor; esto es, interpelacin, intervencin y transformacin sistemtica de los mercados en funcin del criterio de la vida humana. Esto no implica la abolicin de las relaciones mercantiles ni su minimizacin (el mercado como un mal necesario), sino el sometimiento del clculo de eficiencia, del clculo egocntrico de utilidad, al derecho de vivir de todos y todas, naturaleza incluida.

Un ejemplo de la vida cotidiana puede ayudar a entender esta postura. Con el propsito de proteger la vida de los nios y las nias, es normal que en las calles aledaas a las escuelas y jardines infantiles se coloquen reductores de velocidad, para obligar a los automovilistas a frenar y transitar lentamente sus autos cuando pasen cerca de estos centros de estudio y de atencin infantil.

Desde el punto de vista de la racionalidad formal y la eficiencia abstracta, un economista neoliberal podra afirmar: Estos reductores son una distorsin, ya que limitan la libre circulacin vehicular, aumentan el gasto de combustible y hacen ms lento el trnsito. No deberan existir y, en su lugar bastara con poner un letrero que indique: Cuidado: nios en la calle, o a lo sumo, un oficial de trnsito que controle la velocidad de los autos y el paso de los nios en las horas de mayor afluencia de personas.

Por otra parte, un ambientalista podra argumentar: Cuando los autos se detienen casi por completo y luego vuelven a acelerar, eso provoca un gasto mayor de combustible, lo que es perjudicial para la economa y el medio ambiente, pero por otra parte, la contaminacin snica debera reducirse al mnimo, de modo que estos reductores cumplen su papel, aunque no se debe abusar de ellos.

Por ltimo, un padre de familia o una maestra de escuela que se pronuncie desde la tica del sujeto corporal replicara: Lo ms importante es proteger la vida de los nios y las nias, por tanto, lo mejor es limitar el paso de vehculos frente a la escuela y colocar un oficial de trnsito en las horas de entrada y salida de clases, a fin de velar por la seguridad y la vida de los nios.

Para una economa orientada hacia la vida, este ltimo criterio sera el fundamental. Ciertamente, podran considerarse las diversas circunstancias de cada escuela en particular (el cierre total al paso de los vehculos no siempre es posible ni necesario), pero lo central, siguiendo con el ejemplo, es la proteccin y defensa de la vida. Sin despreciar (abolir) los otros criterios, el anterior es el que debe primar en la decisin.

Por eso, una Economa para la Vida tiene igualmente que hacerse la siguiente pregunta:

Qu tipo de ser humano queremos ser y cmo podemos llegar a serlo?

Se trata de un criterio de discernimiento sobre quin es este ser humano, criterio que da la imagen segn la cual el ser humano adquiere consciencia de s mismo en el proceso de la vida real. Criterio que desemboca en la siguiente sentencia: el ser humano es la esencia suprema para el ser humano. Y de esta suprema esencia para el ser humano se deriva el imperativo categrico de desterrar todas las relaciones sociales en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable (Marx). No se trata de una esencia metafsica (nace del ser humano mismo en cuanto ste quiere realizarse como ser humano, como sujeto humano concreto que se libera), sino, del llamado a una transformacin, de una exigencia, de una tica del sujeto. Una tica que coloca al ser humano en el centro de la historia humana, de las instituciones y de las leyes.

El pensamiento liberal y neoliberal ni siquiera se plantea esa pregunta, porque la personalidad tpicamente burguesa es producto de la renuncia a la misma (sometimiento a las leyes del libre mercado). Una Economa para la Vida, en cambio, s tiene que hacerse esta pregunta, porque se trata de llegar a formar un sujeto para la vida y no uno para la muerte; un sujeto capaz de vivir y discernir estructuras sociales, regmenes de propiedad y formas de clculo econmico en funcin de la vida real (sujeto de la praxis); reproduciendo y desarrollando las dos fuentes originarias de toda riqueza; un sujeto que busca trascender todas sus objetivaciones, aunque no pueda vivir sin ellas (sujeto libre). Asegurar la vida por la transformacin de todo el sistema institucional en funcin de la posibilidad de vivir de todos y cada uno. Un simple cambio de estructuras es no solamente insuficiente, tambin es inviable si no logramos recuperar esta dimensin del sujeto, que siempre es, insistimos, sujeto en comunidad.

Al reducir a la persona humana al individuo propietario y calculador de sus utilidades, el mercado totalizado suprime el otro polo de esta persona humana, que es el sujeto. En cuanto sujeto, el ser humano sabe que no puede vivir en este circo romano de la competitividad compulsiva, en esta jaula de acero (Max Weber) del mercado totalizado. Sabe que no puede vivir si no es interpelando a este individuo dominador y posesivo, que no puede vivir si el otro no vive tambin. Una Economa para la Vida deber, por eso, alcanzar una recuperacin radical del sujeto y de la subjetividad (o, sujeticidad), cuestionando, en el plano del pensamiento, el objetivismo de toda la tradicin positivista tan enraizado en nuestra sociedad moderna.

La crtica de la economa poltica, cuyo mximo representante sigue siendo Karl Marx, coloc el desarrollo del capitalismo (su estructura, su dinmica, sus contradicciones) y de la riqueza capitalista, en el centro del anlisis, para desprender del mismo su crtica del capitalismo. Una Economa para la Vida (que es tambin una economa poltica crtica) debe poner en el centro de su anlisis al ser humano, la centralidad del sujeto corporal viviente, libre; como piedra angular de su concepcin del mundo y de su crtica. Aunque parte de la crtica marxiana a la naturaleza de la riqueza capitalista, su preocupacin central es el concepto de riqueza humana. Por ello, no parte de la mercanca y del valor, sino del valor de uso y de la satisfaccin y el desarrollo de las necesidades humanas.

El conjunto de anlisis y reflexiones que presentamos al lector en esta obra, pretende contribuir, aunque sea modestamente, en la direccin apuntada, proponiendo la urgente necesidad de una Economa orientada hacia la Vida y sus condiciones de reproduccin. Desde luego, no se trata de un conjunto de reglas morales para salvar al mundo aunque una tica de la Vida debe estar presupuesta, sino de un mtodo de anlisis (una matriz de teora crtica) para orientar la prctica econmica en funcin del criterio central de la vida humana. As, cada uno de los veinte captulos restantes de la obra deben verse como una hiptesis de investigacin, un punto de partida para una discusin orientada a proponer nuevos horizontes para el anlisis y para la accin social, y que debe seguir desarrollndose con el concurso de muchas otras mentes y en el marco de las siempre renovadas prcticas sociales.

ANEXO 1.1 Economa para la vida y satisfaccin de necesidades humanasUna economa para la vida debe ser, ciertamente, una economa que permita satisfacer, realizar y potenciar las necesidades de todos los seres humanos. Se trata de rescatar el sentido originario de la economa como actividad destinada a garantizar la base material de la vida personal, social y espiritual. [] En primer lugar, somos seres de necesidad: necesitamos comer, beber, tener salud, habitar, y otros servicios [] Es el campo de la economa (Boff, 2010).Por qu entonces hablar de una economa para la vida y no de una economa para satisfacer las necesidades? Despus de todo, la vida, en su generalidad, no es algo especfico, mientras que las necesidades humanas siempre son especficas (histricamente determinadas). Hablar de una economa para satisfacer las necesidades, o una economa para resolver el sustento del hombre (Polanyi), parece ser algo ms concreto e idneo.

No obstante, y segn el enfoque que desarrollamos en esta obra, en sentido estricto, el ser humano no tiene necesidades (especficas), dadas de una vez y para siempre, ya que siendo en primera instancia un ser natural, no es un ser especificado a priori. El ser humano, en cuanto ser natural (parte de la Naturaleza), corporal, viviente, no es un sujeto con necesidades (especficas), sino que es un sujeto necesitado. Las necesidades especficas son un resultado de la propia historia humana: histricamente especificadas, socialmente condicionadas. Como ser necesitado, el ser humano tiene, ante todo, que integrarse en un circuito natural de la vida y debe hacerlo desde su propia vida humana. Por eso, el ser humano no trabaja o produce (metabolismo socio-natural) para satisfacer sus necesidades, sino que, a partir de un proceso histrico, se va especificando en necesidades especficas la necesidad fundamental: su integracin en el circuito natural de la vida. As, la historia humana es un proceso de especificacin de necesidades, lo que siempre va unido al proceso de produccin, ya que ste se tiene que orientar por las posibilidades de producir (estadio y desarrollo de las fuerzas productivas).

Si las necesidades son histricamente determinadas y si stas son producidas junto con el proceso de produccin, una economa cuyo criterio de racionalidad sea la reproduccin de la vida, no se puede fundar, en ltima instancia, en las necesidades (siempre especficas). Se necesita un criterio (anterior) para el propio desarrollo de las necesidades, que segn nuestra tesis no puede ser otro que la reproduccin de la vida humana inserta en el circuito natural de la vida.

Hay una ancdota de la revolucin francesa que puede ilustrar este punto (que sea enteramente cierta o no es aqu secundario). La reina Mara Antonieta escuchaba desde su palacio los gritos de las masas enardecidas en las calles de Pars, por lo que pregunt a uno de sus mayordomos qu suceda, y ste respondi: Su Majestad, se han rebelado porque no tienen pan para comer. Y ella replic: No tienen pan?, por qu entonces no comen pasteles? Era una pregunta cnica, y pag con su vida. Pero si hubiera estado en Beijing, el mayordomo habra contestado: no tienen arroz para comer. Y en ciudad de Mxico habra dicho: no tienen maz. Y en Berln: no tienen patatas.

Para que la economa se base en la satisfaccin de las necesidades (especficas), las necesidades tendran que tener un carcter a priori, anterior a la vida humana misma, lo cual no tiene sentido.

Por eso, una economa para la vida no se puede constituir simplemente a partir de las necesidades, sino a partir de la necesidad de la integracin del ser humano en el circuito natural de la vida. Mediante la satisfaccin de qu necesidades especficas eso se logra, depende de muchos factores, pero el marco de variabilidad del proceso de especificacin lo da la referencia a la vida, y esta referencia no puede ser especfica, por eso no tiene una definicin formal. No es especfica porque solamente como tal sirve para explicar la especificacin de las necesidades humanas. Se puede argumentar que la referencia a la vida no es algo preciso, pero precisamente por eso es el punto de partida adecuado.

CAPTULO II EL SER HUMANO COMO SUJETO NECESITADO Y COMO SUJETO PRODUCTOR (SUJETO CREADOR)

Introduccin

El propsito de este captulo es sentar las bases de una plataforma terica (necesariamente preliminar) para las distintas temticas que se abordarn con mayor profundidad en el resto del libro. No es por consiguiente una simple introduccin a la problemtica, sino una toma de posicin inicial sobre el mbito y los contenidos de una Economa para la Vida. No siendo sta una propuesta idealizada de normas, una utopa o un modelo para una nueva sociedad, ni menos an un recetario de poltica econmica para la prosperidad, sino un horizonte de interpretacin y anlisis y una interpelacin crtica de las instituciones e ideologas econmicas a partir del criterio central de la reproduccin y la emancipacin de la vida humana; creemos conveniente establecer claramente el punto de partida y los principales fundamentos de la investigacin.

El captulo est organizado en cuatro apartados. En el primero de ellos se presenta una visin del ser humano como sujeto necesitado, inserto en un circuito natural de la vida humana; a partir de lo cual se inicia un proceso de especificacin o concretizacin de la actividad econmica (inserta siempre en un contexto socionatural y cultural), que transforma este sujeto necesitado (sin dejar nunca de serlo) en un sujeto productor, un sujeto creador. Este proceso de especificacin es analizado aqu en dos direcciones: como especificacin de los fines (segundo apartado) y como especificacin de la actividad humana orientada a un fin, esto es, la especificacin del trabajo creador de valores de uso (apartado tercero). Se trata de un anlisis preliminar que ser profundizado en captulos posteriores, cuando tambin se aborde el tema de la especificacin de los medios, que por ahora dejamos de lado. La dimensin del sujeto como sujeto necesitado y sujeto productor no agota, desde luego, la rica diversidad del sujeto en su integralidad. Por ello, en el ltimo apartado introducimos (y solo introducimos), otras dos dimensiones igualmente cruciales del sujeto: el sujeto de la praxis (que no solo crea valores de uso, sino instituciones en las que se objetivan sus relaciones sociales), y el sujeto libre (que interpela y transforma las instituciones en funcin de la vida humana).

2.1 El Ser Humano como sujeto necesitado (corporal, natural): el circuito natural de la vida humana como punto de partida y necesidad fundamental.

El ser humano, en cuanto que sujeto corporal, natural, viviente, se enfrenta, en primer trmino, a un mbito de necesidades, y sin dejar nunca de tenerlas. Siendo el hombre un ser natural, es decir, parte integrante de la Naturaleza, no puede colocarse por encima de las leyes naturales, leyes que determinan la existencia de necesidades humanas ms all de las simples preferencias (gustos) de las que hace gala la teora econmica neoclsica.

Una relacin de preferencia (objeto predilecto de la teora neoclsica) expresa una eleccin entre bienes alternativos que otorgan distintos grados de satisfaccin al consumidor. El problema econmico que se plantea, segn este enfoque, es maximizar la satisfaccin o utilidad que se obtiene del consumo, tomando en cuenta la restriccin presupuestaria que enfrenta el consumidor. Se trata adems de una utilidad abstracta que no hace referencia al carcter concreto y determinado de los bienes y, por ende, supone una perfecta relacin de sustitucin entre ellos, supuesto absurdo en la inmensa mayora de los casos, cuando de decidir por la vida o por la muerte se trata.

Si un trozo de pan sirve especficamente para alimentarse y saciar el hambre, y un libro sirve especficamente para adquirir conocimientos o deleitarse con una aventura literaria, no tiene sentido trazar una curva de indiferencia entre pan y libros, en estos trminos especficos. El pan es un valor de uso, como tambin lo es el libro. Al pan se lo puede comer y al libro se lo puede leer. Sin embargo, el pan no se puede leer ni el libro se puede comer. Se trata de valores de uso especficos que no es posible sustituir mutuamente de manera arbitraria. Desde el punto de vista del valor de uso concreto y de la utilidad concreta del pan y del libro, no tiene sentido sustituir diez bollos de pan por un libro o dieciocho bollos de pan por dos libros, para luego decir que la tasa marginal de sustitucin entre pan y libros es decreciente. El pan es un valor de uso cuyo consumo nos alimenta y nos agrada al paladar, incluso nos deleita. Con la lectura de un libro adquirimos conocimientos, o nos resulta placentero seguir su trama y emplear de esa forma nuestro tiempo libre. Pan y libro satisfacen necesidades diferentes. Slo si hacemos abstraccin de estas necesidades especficas y que se trata de valores de uso concretos, podemos derivar una utilidad abstracta presente en ambos: el pan nos deleita y la lectura de un libro nos agrada. En ltima instancia, el consumo de ambos valores de uso nos satisface. Solamente en cuanto que portadores de una utilidad abstracta, el pan y el libro son comparables y sustituibles.Y a pesar de que el punto de partida del enfoque neoclsico se dice ser la escasez (entendida llanamente como deseos ilimitados que se contraponen a medios limitados para satisfacerlos, ignorando que la disponibilidad de valores de uso que se requieren para la vida, incluso para una vida plena, no es ilimitada), los efectos indirectos (intencionales o no-intencionales) de la accin sobre la vida humana y sobre la naturaleza no son tomados en cuenta en la decisin involucrada, excepto como externalidades. Pero tales efectos indirectos suelen ser la clave para entender la realidad del mundo, no simples efectos externos sobre terceros.

Estas necesidades humanas a las que nos referimos no se reducen a las necesidades fisiolgicas aquellas cuya satisfaccin garantiza la subsistencia fsica, biolgica de la especie, aunque obviamente las incluyen. Se trata ms bien de necesidades antropolgicas (materiales, culturales y espirituales), sin cuya satisfaccin la vida humana sencillamente no sera posible. Hablamos entonces de necesidades corporales, puntualizando que la corporalidad a la que nos referimos no es nicamente la de nuestro cuerpo fsico, sino tambin, la de nuestro cuerpo social, cultural y espiritual,.

Manfred Max-Neef, Antonio Elizalde y Martn Hopenhayn (Max-Neef, 1993: 58s) han propuesto una clasificacin de las necesidades humanas a partir de un punto de vista axiolgico, segn las siguientes nueve categoras (entre parntesis algunos de los satisfactores sugeridos por los autores):

a) Subsistencia (salud fsica, salud mental, alimentacin, trabajo, procrear)

b) Proteccin (cuidado, seguridad social, familia)

c) Afecto (autoestima, amistades, pareja, acariciar, hogar)

d) Entendimiento (conciencia crtica, maestros, estudiar, escuelas)

e) Participacin (adaptabilidad, derechos, responsabilidades, cooperar)

f) Ocio (despreocupacin, juegos, divertirse, tiempo libre)

g) Creacin (pasin, inventiva, habilidades, construir, idear)

h) Identidad (pertenencia, hbitos, comprometerse, actualizarse)

i) Libertad (autonoma, determinacin, rebelda, igualdad de derechos).

Y desde un punto de vista existencial, estos mismos autores consideran cuatro categoras:

a) Ser (atributos personales o colectivos)

b) Tener (instituciones, normas, mecanismos, herramientas)

c) Hacer (acciones personales o colectivas), y

d) Estar (espacios y ambientes).

A esta clasificacin de necesidades y satisfactores podran agregarse las preferencias y las pasiones. A manera de ejemplo, una persona puede tener preferencia por una dieta carnvora, y otra, sentir pasin por el chocolate. Por otra parte, obsrvese que las necesidades definidas por Max-Neef no son necesidades especficas (tampoco la mayor parte de los satisfactores propuestos); no aluden a un sujeto con necesidades, sino a un sujeto necesitado. Adems, algunas de estas necesidades (o sus satisfactores conforme la terminologa de Max-Neef), pueden ser consideradas como necesidades bsicas para la reproduccin de la vida material, corporal (alimentacin, vivienda, salud, educacin, entre otras) y deben por tanto quedar garantizadas a travs del sistema institucional (econmico, social, poltico); mientras que la satisfaccin de las restantes se logra, o se puede lograr, mediante la relacin subjetiva entre sujetos que comparten solidariamente la comunidad de bienes, haberes y saberes a disposicin (por ejemplo: expresar emociones, compartir, sensualidad, soar, etc.).No pretendemos que esta distincin entre necesidades bsicas y no bsicas sea rgida, puesto que, de hecho, existe una determinacin histrica que las delimita, y asimismo, cierto traslape entre ellas. A su vez, obsrvese que el criterio de delimitacin no es economicista, ya que entre las necesidades bsicas pueden incluirse, adems de la salud, el trabajo, la alimentacin o la seguridad social; el entorno social y ambiental, la libre expresin, el dilogo, la participacin, la memoria histrica, la igualdad de derechos, entre otras.

Para elegir, antes que nada hay que poder vivir, y para ello hay que aplicar un criterio de satisfaccin de las necesidades a la eleccin de los fines. Estrictamente hablando, el ser humano (en cuanto sujeto corporal) no es libre para elegir (preferencias), sino libre para satisfacer sus necesidades. El que las pueda satisfacer en trminos de sus preferencias forma parte de su libertad, pero necesariamente, sta es una parte derivada y subordinada. Si existen necesidades (y todo sujeto corporal viviente las tiene), las preferencias o los gustos no pueden ser el criterio de ltima instancia de la orientacin hacia los fines. El criterio bsico debe ser, precisamente, el de las necesidades. Las preferencias son maneras alternativas de satisfacer necesidades. Si nos perdemos en una selva y se nos agotan los alimentos que llevamos en la mochila (que seguramente habamos comprado en el supermercado sobre la base de nuestras preferencias), tendremos que satisfacer el hambre con objetos que incluso nos pueden parecer repugnantes.Cuando estas necesidades son sustituidas por simples preferencias, el problema de la reproduccin de la vida es desplazado, e incluso, eliminado, de la reflexin econmica. Sin embargo ste es, de hecho, el problema fundamental de la praxis humana y el punto de partida de una Economa para la Vida. Elegir entre alimento y entretenimiento no se reduce a una mera cuestin de gustos o preferencias, sin poner en peligro la vida misma. Independientemente de cules sean los gustos de una persona o de una colectividad, su factibilidad se basa en el respeto al marco de la satisfaccin de las necesidades. La satisfaccin de las necesidades hace posible la vida, la satisfaccin de las preferencias puede hacerla ms o menos agradable. Pero para poder ser agradable, la vida antes tiene que ser posible. Adems, y dado que el ser humano es un ser social, advertimos que muchas de estas necesidades se tienen en comn, en el marco de un engranaje objetivo que en ltima instancia delimita la posibilidad de realizar los deseos subjetivos de los individuos.El adicto que prefiere (seguramente estar de por medio algn condicionamiento social o alguna disfuncin emocional) seguir consumiendo droga, aun renunciando a su alimentacin, a su seguridad y a su vida afectiva, opta por la muerte. Pero una vez que haya muerto, ninguna otra eleccin le es posible. En general, donde existen necesidades est en juego una decisin sobre vida o muerte, al decidirse sobre el lugar de cada uno en los siguientes tres mbitos: a) El sistema de divisin social del trabajo (incluido excluido), b) La distribucin de la riqueza y de los ingresos (pobre rico), y c) La posibilidad de satisfacer, realizar y potenciar tales necesidades (mala o buena calidad de vida, mal vivir buen vivir). Por eso, nuestro punto de partida debe ser el sujeto de necesidades o el sujeto necesitado. Por supuesto, no es sta la nica dimensin del sujeto, no obstante si insistimos tanto en este sujeto necesitado, es porque vivimos en una sociedad que lo niega y lo invierte, transformndolo (ms all de las teoras e ideologas econmicas) en un simple individuo de preferencias (homo economicus).Luego, debemos analizar la satisfaccin de las necesidades a partir del circuito natural de la vida humana, circuito o metabolismo que se establece entre el ser humano, en cuanto ser natural (o sea, parte de la Naturaleza), y su naturaleza exterior o circundante, en la cual la vida humana es posible y se desarrolla (medio ambiente). Y cuando concebimos el intercambio de materias y energa entre el ser humano y la naturaleza como un metabolismo socio-natural, surge inmediatamente el tema del trabajo humano, ya que ste es el enlace entre el ser humano y la naturaleza. Surge tambin el problema de la accin racional y las distintas concepciones de lo econmico y el conflicto entre ellas. Una superacin radical de la teora econmica dominante no abole la racionalidad instrumental medio-fin, pero tiene que descubrir y criticar el ncleo irracional de la accin instrumental medio-fin, trascendindola y supeditndola a una racionalidad ms integral de respeto al circuito natural de la vida humana (racionalidad reproductiva). En este intercambio entre el ser humano en cuanto que naturaleza especfica (especficamente humana) y la naturaleza externa a l (medio bitico y abitico), la naturaleza en general es humanizada (o deshumanizada) por el trabajo humano.Para entender y orientar la praxis humana dentro de este metabolismo socio-natural, ciertamente es pertinente el desarrollo de una teora de la accin racional, ya se trate de una gestin de la escasez (teora econmica neoclsica: asignacin de recursos escasos), una gestin de la sustentabilidad (economa ecolgica: relaciones entre los sistemas econmicos y los ecosistemas), o de la reproduccin material de la vida humana como ltima instancia de todas las decisiones de la accin social (economa para la vida). Con todo, una teora de la accin racional, tal como la formulara inicialmente Max Weber y la ha retomado (y vulgarizado) el pensamiento econmico neoclsico, se reduce a una teora de la relacin medio-fin, en la cual subyace un criterio de racionalidad instrumental propio del clculo hedonista de utilidad (utilitarismo) y de las relaciones mercantiles (eficiencia formal). El problema mayor con este enfoque es que la reduccin de toda reflexin terica y de toda praxis humana a esta racionalidad instrumental medio-fin, ha conducido a la humanidad a una crisis de sustentabilidad que hoy amenaza inclusive su sobrevivencia y la de la propia naturaleza. Ms que un problema terico, es una cuestin de hecho (la accin instrumental totalizada que amenaza la sobrevivencia).En efecto, la accin racional medio-fin, aunque necesaria y til en contextos parciales y acotados, resulta ser una accin que tiene un ncleo irracional, por lo que es necesario trascenderla, superarla (aunque no abolirla), supeditndola a una racionalidad de integracin en el circuito natural de la vida humana, a la que llamaremos, racionalidad reproductiva. Por eso, una teora de la racionalidad humana tiene que analizar y desarrollar no slo esta accin racional medio-fin, sino, asimismo, la posibilidad/necesidad de que la propia praxis humana pueda supeditar la lgica de la racionalidad medio-fin a la racionalidad del circuito natural de la vida humana, en cuanto que racionalidad de la vida y de sus condiciones de existencia.

Esta posibilidad de una praxis humana allende la racionalidad medio-fin (la racionalidad reproductiva), presupone el reconocimiento de que la relacin entre estas dos racionalidades es conflictiva y que, por consiguiente, la simple ampliacin de los criterios de la relacin medio-fin (una racionalidad medio-fin a largo plazo, por ejemplo), no es capaz de asegurar esta racionalidad necesaria de la reproduccin de la vida. Dada esta conflictividad, hace falta una mediacin entre ambas en la cual se reconozca a la racionalidad del circuito natural de la vida humana como la ltima instancia de toda racionalidad, ya que es sta la que suministra el criterio de evaluacin de la racionalidad medio-fin.

Sin embargo, lo anterior presupone un hecho previo, que es el mutuo reconocimiento entre los seres humanos como seres naturales y necesitados, pues cada ser humano depende del otro, sustenta al otro, participa en el desarrollo del otro, comulgando de un mismo origen, de una misma aventura y de un mismo destino comn. Desmond Tutu, el obispo anglicano sudafricano, ha hecho una formulacin sucinta de este argumento: Yo soy solamente si t tambin eres.

No se trata de una simple afirmacin moral o tica, si bien de ella podemos sacar conclusiones tanto morales como ticas. Es una afirmacin sobre la realidad en la que vivimos como seres humanos, es un juicio emprico, un postulado de la razn prctica.

Slo a partir de este reconocimiento del otro como ser natural, aparece la posibilidad de fijar el circuito natural de la vida humana como el condicionante de toda vida humana y, por tanto, de cualquier institucionalidad. Este es, entonces, el punto de partida de toda reflexin econmica, porque solamente a partir de este reconocimiento del otro como ser natural y necesitado, el ser humano llega a tener derechos y no puede ser reducido a un objeto de simples opciones, de parte de l mismo o de los otros. Es, por ende, el reconocimiento de que el punto de referencia bsico, fundamental, para la evaluacin de cualquier racionalidad econmica y de toda organizacin econmica institucionalizada, debe ser el ser humano en comunidad, como sujeto viviente, la corporalidad del sujeto, sus necesidades y derechos (ver captulo V). Este punto de partida no puede ser, como ocurre en el pensamiento econmico dominante, la eficiencia abstracta o cualquiera de sus derivaciones (competitividad, tasa de crecimiento, productividad, tasa de ganancia, libertad econmica, modernizacin, etc.).

2.1.1 El proceso de trabajo en general segn Marx: condicin natural eterna de la vida humana

En los primeros cinco captulos de este libro nos proponemos abordar el estudio de la actividad econmica como conjunto de procesos de trabajo que los humanos realizan con el fin de asegurar la reproduccin material de las sociedades (Aguilera y Alcntara, 1994: 9). Vale decir, la actividad econmica como condicin general, natural y eterna del intercambio de materia y energa entre la naturaleza y los seres humanos, la actividad racional encaminada a la produccin de valores de uso para la satisfaccin de las necesidades.

A pesar de las muchas limitaciones que se le achacan (por parte, en este caso, del pensamiento ecologista), creemos que Marx logr situar la cuestin ecolgica de una manera tal que hoy sigue teniendo pertinencia. En efecto, su crtica al capitalismo no parte, como comnmente se cree, de conceptos abstractos como valor y plusvala, ni siquiera de otros menos abstractos como mercanca y capital, sino del ser humano real y concreto (de carne y hueso), de la corporalidad humana y de las condiciones de reproduccin de la vida humana, entre las que se incluyen la propia reproduccin de la naturaleza.

Como hemos advertido, partir de la vida humana, no como categora abstracta, sino de la vida real del ser humano en cuanto sujeto corporal, natural, conduce a un tratamiento especfico de las necesidades humanas y de los derechos humanos en cuanto derechos de este ser humano corporal. Su centro nodal es el derecho fundamental a la vida en cuanto posibilidad concreta de vivir y, por consiguiente, el derecho de acceso a los medios concretos que permiten vivir: la integracin en el sistema de divisin social del trabajo, el acceso a la tierra y otros medios de produccin, el derecho a la salud, la educacin, la vivienda, la seguridad, etc.

En El Capital, el concepto proceso de trabajo remplaza a aquel que en la Introduccin a los Grundrisse Marx denomina la produccin en general (Marx, 1978, Tomo I). La postura de Marx frente a la produccin en general en esa Introduccin, es sobre todo de carcter metodolgico; un proceso de abstraccin que permite ahorrarse el trabajo de incurrir en repeticiones, y que la economa poltica burguesa transforma en un tratamiento ahistrico de todas las formas de produccin histricamente determinadas, supeditndolas a la vez a la especificidad del modo capitalista de produccin. En El Capital, el proceso de trabajo se constituye en la base material de cualquier modo especfico de produccin.

Lo anterior es un claro y contundente indicio de que no se pueden ignorar los aspectos fsicos de la actividad econmica, tales como el suministro adecuado de energa y materiales, la capacidad de la biosfera de absorber los desechos y la preservacin de la diversidad biolgica. En la medida en que el ser humano es un ser corporal y su trabajo no es ms que la manifestacin de una fuerza natural (Marx), tampoco pueden ignorarse los aspectos fisiolgicos y naturales de la misma actividad humana. No obstante, y dado que la economa no se reduce a la tecnologa ni a su base material, una visin fsica de ella es absolutamente insuficiente, no slo para el entendimiento de una economa mercantil sino para la comprensin de toda economa social.

Si bien el concepto proceso de trabajo no puede describir modos especficos de produccin, los modos de produccin histricos determinan (especifican) de cierta manera los elementos abstractos y generales del proceso de trabajo. De ah su validez terica en s mismo.

Al inicio del primer apartado del captulo V de El Capital, Marx sostiene:

La produccin de valores de uso u objetos tiles no cambia de carcter de un modo general, por el hecho de que se efecte para el capitalista y bajo su control. Por eso, debemos empezar analizando el proceso de trabajo, sin fijarnos en la forma social concreta que revista (1973, I: 130).Y antes de terminar ese mismo captulo, escribe:

El proceso de trabajo, tal y como lo hemos estudiado, es decir, fijndonos solamente en sus elementos simples y abstractos, es la actividad racional encaminada a la produccin de valores de uso, la asimilacin de las materias naturales al servicio de las necesidades humanas, la condicin general del intercambio de materias entre la naturaleza y el hombre, la condicin natural eterna de la vida humana, y por tanto, independiente de las formas y modalidades de esta vida y comn a todas las formas sociales por igual (Ibid.: 136).Luego, este proceso de trabajo en general se desarrolla en el interior de la naturaleza. No se trata en este nivel del anlisis (determinaciones esenciales, ltima instancia) de dos procesos separados y con existencia propia (por un lado, el proceso de trabajo estrictamente social; por otro, la naturaleza material), sino que, para expresarlo en trminos de la economa ecolgica evolucionaria (Norgaard), se trata, en ltima instancia, de un proceso coevolucionario. Para una economa poltica crtica, la humanidad (naturaleza humana) y la naturaleza externa (naturaleza no humana), conforman un sistema interdependiente, pero al interior de un gran sistema socio-natural. Tenemos as un circuito entre el ser humano y la naturaleza externa a l (el medio ambiente natural, la biosfera), tal como se indica en la siguiente figura, que de hecho engloba los puntos esenciales hasta aqu expuestos.Figura 2.1

El circuito natural de la vida humana yla naturaleza como su condicin de posibilidad

A este metabolismo se refiere Marx en los siguientes trminos:

En este proceso, el hombre se enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone en accin las fuerzas naturales que forman su corporeidad, los brazos y las piernas, la cabeza y la mano, para de ese modo asimilarse, bajo una forma til para su propia vida, las materias que la naturaleza le brinda (ibid.: 130). Se trata, como mencionamos, de recuperar la importancia central que para la economa poltica crtica tienen la corporeidad y la corporalidad humanas.

Desde esta perspectiva, el proceso de trabajo en general no implica necesariamente (en sentido lgico) un sistema de divi