Dominique Wolton INTERNET ¿Y Después (2000)

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    ndice

    Agradecimientos........3

    INTRODUCCINUna nueva era de la comunicacin....4

    1. La comunicacin en el centro de la modernidad..28

    2. Medios de comunicacin generalistas y gran pblico..63

    3. Las nuevas tecnologas, el individuo y la sociedad..........87

    4. Escapar a la guerra de los medios de comunicacin......128

    5. El desierto europeo de la comunicacin.170

    CONCLUSIN..203

    GLOSARIO...226

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    Agradecimientos

    Agradezco calurosamente la contribucin de todos aquellosque me han ayudado con este libro. A Madeleine Fix, por trabajar enel manuscrito, con la colaboracin de Solange Lecathelinais. AMichle Ballinger e Igor Babou, por la documentacin y la

    bibliografa. A Sophie Berlin, ric Dacheux, Philippe Lemoine eYves Winkin, por la lectura crtica del manuscrito. Y a todos losamigos con los que he intercambiado impresiones sobre este temadurante aos.

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    IntroduccinUna nueva era de la comunicacin

    Hace veinte aos que trato de comprender el lugar que ocupa lacomunicacin en nuestra sociedad. Aunque la comunicacin es unproblema de la humanidad muy antiguo, la irrupcin de nuevastcnicas desde hace un siglo ha modificado su posicin de un modoconsiderable. La comunicacin ha resultado ser cada vez ms eficaz:

    hemos pasado del telfono a la radio, de la televisin a lainformtica y, ms recientemente, a los sistemas multimedia. Derepente, la dimensin tcnica de la comunicacin ha sustituido ladimensin humana y social, hasta el punto de que muchos ven en lasociedad del maana una sociedad de la comunicacin en la quese solucionar la mayora de los males de la humanidad.

    Simultneamente a este potente movimiento de tecnificacin,se ha desarrollado otro aspecto de la comunicacin, relacionado conla libertad de informacin y con las luchas por la democracia y poruna sociedad abierta, que han hecho del ideal de la comunicacinuno de los grandes valores de nuestra sociedad. En pocos siglos, lacomunicacin, realidad antropolgica fundamental, en el centro detoda experiencia individual y social, ha evolucionado en dos clarasdirecciones: las tcnicas y los valores de la sociedad democrtica.

    sta es la razn de que me haya centrado en estos estudiosdurante tanto tiempo; se trata de una las cuestiones ms interesantesy ms complicadas de la sociedad contempornea. Desde el punto de

    vista de los valores, las races de la comunicacin se hallan en latradicin religiosa y cultural de Occidente desde mucho antes de quela propia comunicacin se convirtiera en uno de los elementosnormativos ms potentes de las luchas por la libertad y lademocracia. Al mismo tiempo, su instrumentalizacin a travs detcnicas cada vez ms sofisticadas ha cambiado radicalmente su

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    posicin y la ha introducido en la era de los intereses y losbeneficios.

    Todo el atractivo de la comunicacin, en tanto que objeto deinvestigacin terica, reside en la combinacin de estas dos

    componentes: valores y resultados tcnicos, ideal e inters, hasta elpunto de que, hoy en da, con la mundializacin de la comunicaciny el poder absoluto de Internet, ya no sabemos cul es la lgica quela mantiene: los valores o los intereses los ideales o el comercio.Desde mi punto de vista, ste es el motivo de que la comunicacinsea, adems de una apuesta terica y cientfica fundamental, unaapuesta poltica y cultural, puesto que mezcla de manera inextricablelas dimensiones antropolgicas, los ideales y las tcnicas, los

    intereses y los valores.

    Perspectiva terica

    En Penser la communication, trat de entender, mediante uncuadro terico de conjunto, el lugar que ocupa la comunicacin en

    nuestra sociedad. Partiendo de la dualidad fundamental de lacomunicacin, que duda siempre entre un sentido normativo (delorden del ideal) y un sentido funcional (del orden de la necesidad),intent demostrar cmo la comunicacin elemento fundamental denuestro patrimonio occidental, haba sido uno de los requisitosprincipales de la aparicin de la sociedad moderna. La comunicacinest en el centro de la modernidad, es decir: resulta inseparable deeste lento movimiento de emancipacin del individuo y delnacimiento de la democracia. Actualmente, la comunicacin esfundamental por tres razones: porque presupone la existencia deseres libres para los cuales la libertad de informacin y decomunicacin constituye el eje de todas las relaciones sociales ypolticas; porque debe gestionar permanentemente, en el seno denuestra sociedad individualista de masas, los dos movimientoscontradictorios surgidos de las dos herencias polticas de los siglos

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    XVIII y XIX (la libertad individual y la igualdad de todos), y,finalmente, porque es la condicin necesaria para que hayademocracia de masas.

    Partiendo de esta posicin terica y del lugar que ocupan estas

    tres hiptesis1en la sociedad contempornea, he estudiado tambinsu papel en los medios de comunicacin de masas en y lasnovedades tcnicas, en la informacin y la prensa, en el espaciopblico y la comunicacin poltica y, finalmente, en la construccinpoltica de Europa. Sin pretender ser exhaustivo, este libro trata deprobar que, a partir de hiptesis precisas, comprendemos mejoralgunas posturas de la poca moderna, sobre todo las que intentandistinguir, ante la explosin de la comunicacin, aquello que destaca

    de la lgica de los intereses o de la lgica de los valores. Estadistincin fundamental debe ser preservada en el momento en que lainstrumentalizacin de la comunicacin, bajo el efecto de lastcnicas productivas y de la apertura de mercados importantes,conduce a los actores polticos e industriales hacia el sueo de poderconfundir normas e intereses, identificando simplemente la sociedaddel maana con las tecnologas dominantes y, con la mismatranquilidad de conciencia, aquello que estas tecnologas aportan a lacomunicacin.

    Segn mi opinin, en una sociedad en que la informacin y lacomunicacin estn omnipresentes, esta postura no atae alacercamiento entre individuos o entre colectivos, sino, por elcontrario, a la gestin de sus diferencias; no se refiere a laponderacin de sus similitudes, sino (y esto resulta mucho mscomplejo) a la de sus disparidades. No hay nada ms peligroso quever en la presencia de tecnologas cada vez ms productivas lacondicin del acercamiento entre los hombres. Se trata justamente

    de lo contrario: cuanto ms prximos estn unos de otros, msvisibles son las diferencias y, por lo tanto, ms necesario resultagarantizar las distancias para soportar las disimilitudes y alcanzar lacoexistencia. Analizar los fenmenos de comunicacin en susdimensiones tcnica, cultural y social y compararlas con una visinde conjunto de la sociedad constituye el ncleo de mi trabajo, ya que

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    no hay teora posible de la comunicacin sin una representacin dela sociedad: toda teora de la sociedad implica un modelo decomunicacin en los mbitos individual y colectivo. Es aqu dondeteora de la comunicacin y teora de la sociedad se unen, en la

    medida en que evolucionamos hacia un modelo de sociedad abierta,en la cual las relaciones y la comunicacin desempean un papelesencial.

    En resumen, habr quedado claro que las opiniones relativas auna teora de la comunicacin son importantes, Como siempre, unaperspectiva terica ayuda a separar las cuestiones fundamentales delos falsos problemas, sobre todo cuando los acontecimientos sedesarrollan con rapidez, como sucede en la actualidad con las

    nuevas tecnologas, donde todo parece cada vez ms evidente. Lasdiferencias de tiempo juegan un papel primordial, ya que el tiempotcnico no es jams el tiempo econmico y social. Histricamentehablando, no existe un tiempo que vaya de la tecnologa a lasociedad, sino que es ms bien lo contrario. La historia econmica,social y cultural da .normalmente sentido a la historia tcnica y no alrevs, y esto sucede a travs de diacronas diferentes. Recordarlo esesencial en un momento en que los responsables polticos,ensalzados por los medios de comunicacin, no cesan de repetir quelas nuevas tecnologas de comunicacin estn avanzando en lasociedad con la desfasada creencia de que sta deber adaptarse2adecuadamente.

    El objetivo de este libro

    El objetivo de este libro es aplicar esta teora a los nuevosavances de la comunicacin: el futuro de Internet3y la guerra de losmedios de comunicacin. Efectivamente, los medios decomunicacin de masas y, sobre todo, la televisin, nunca hanestado tan desvalorizados con relacin a los medios decomunicacin individualizados e interactivos como hoy en da. Las

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    innovaciones tcnicas nos harn pasar simplemente de la sociedadindustrial a la sociedad de la informacin (o de la comunicacin,o de las redes, segn el vocablo que se emplee); o sea, a unasociedad donde lo esencial de las estructuras descanse sobre una

    lgica de la informacin y de la comunicacin. Existe realmenteuna ruptura en la economa de la comunicacin cuando se pasa de laradio y la televisin a Internet? Puede considerarse que larevolucin tecnolgica conlleva una revolucin del contenido de lainformacin y de la comunicacin de la misma envergadura que, porejemplo, la que se observ con el paso de los incunables a laimprenta? Y, finalmente, es Internet superior a la televisin? Estacuestin, cuyas consecuencias sociales, culturales y, evidentemente,

    industriales son importantes, merece un examen minucioso. Peropara ello se precisa una teora de la comunicacin que no sereduzca al anlisis de los resultados tcnicos; de hecho, sin estateora, hara tiempo que el libro ya habra desaparecido como tcnicade comunicacin o, como mnimo, habra perdido su importancia, acausa de la aparicin de otras tcnicas. En otras palabras, trato decomprender por qu la ideologa tcnica ha irrumpido con tantaeficacia en la comunicacin. Por qu esta ingenua idea, segn lacual la omnipresencia del ordenador y de la televisin cambiarradicalmente las relaciones humanas y sociales, se ha impuesto deun modo tan fuerte y tan atractivo? Por qu asistimos a estatecnificacin de la comunicacin y de la sociedad?

    Opinin y conocimiento

    Esta cuestin es, por supuesto, independiente del placer quepodamos obtener, o no, al utilizar las nuevas tecnologas. Estadistincin resulta fundamental para recordar cuntas pasionespueden suscitar estos asuntos, pues cada uno de nosotros aporta susopiniones y sus experiencias cuando se trata de buscar una reflexingeneral. Quiz sea sta la posicin terica principal de la

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    comunicacin para las dcadas siguientes: aflojar las cuerdas de lostres discursos que actualmente oprimen la comunicacin: la de losempresarios, la de los periodistas y la de los personajes polticos.Ninguno de ellos es falso, pero ninguno desea situar

    fundamentalmente la comunicacin dentro de una lgica quepodramos denominar del conocimiento.

    As pues, la cuestin es: hay un lugar para la lgica delconocimiento? Podr algn da, por fin, el discurso de las cienciassociales hacerse escuchar en materia de comunicacin? Cundopodr ser comparado con los discursos tan fcilmente legtimas delos empresarios, los polticos y los periodistas? Ciertamente, eldiscurso de las ciencias sociales no pretende la verdad. Al menos

    podemos admitir que, para salvaguardar una cierta concepcin de lacomunicacin, hace falta pensarla. Por todo ello, la lgica delconocimiento no est de ms, aliado de la de los intereseseconmicos, de la accin poltica y de la informacin. Del mismomodo que esta lgica es hoy en da la ms fiable, la fascinacin porlas tecnologas, su economa y perspectivas, los modos y losconformismos refuerzan el pensamiento nico. Este, tan cercano alos intereses y tan alejado de los valores, identifica la revolucin dela comunicacin con el progreso y la modernidad.

    En todo caso, no le pidamos a un investigador que piense comoun empresario, un poltico o un periodista. Aun cuando no buscara laverdad ms que ellos, al menos su perspectiva ser diferente. En unsector en el que todo va rpidamente y de un modo tanestandarizado, preservar un sitio para una reflexin terica y unpoco ms de distancia crtica es fundamental. La funcin de lainvestigacin consiste, por definicin, en ir ms all de lo que esevidente y visible, para pensar de otra manera y elaborar

    conocimientos.Cada uno de nosotros admite la presencia de esta funcin de

    libertad intelectual y de innovacin en diferentes sectores de lainvestigacin, en ciencias de la vida, en ciencias de la naturaleza yen ciencias de la materia... pero, curiosamente, todos desconfiamosde su existencia en las ciencias sociales. Sin duda alguna,

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    desearamos que las ciencias sociales reafirmaran en fin losdiscursos existentes, los de los polticos, los expertos, losempresarios o los periodistas. Ahora bien, el inters de las cienciassociales y de la investigacin es precisamente introducir otros

    problemas, otras lgicas: pensar de forma diferente. No existenconocimientos sin pensamiento crtico o, dicho de otro modo, esnecesario dejar cierta distancia para cuestionar los discursos y lastcnicas. Para hallar nuevos conocimientos es preciso observar elmundo de otra manera y no quedarse satisfecho ante las evidencias.La cuestin respecto a la investigacin es: existe realmente unaruptura desde el punto de vista de una teora de la comunicacinentre los medios de comunicacin de masas y las nuevas

    tecnologas? Se trata de un cambio sustancial en la economa de lacomunicacin, tanto en los modelos de relacin individual ycolectiva como en el lugar que la sociedad asigna a lacomunicacin? sta es la cuestin principal, y no la de saber siestamos a favor o en contra de las nuevas tecnologas. Todosestamos a favor de las nuevas tecnologas, sobre todo en lacomunicacin, puesto que las tecnologas decuplican laproductividad humana. Estas nuevas tecnologas, surgidas tras elnacimiento de la radio y de la televisin, son evidentemente mssofisticadas que estos dos medios. Ahora bien, la eficacia y elsentido de un sistema de comunicacin no se reducen a su resultadotcnico. Es preciso reformular la pregunta si queremos reflexionarseriamente y salir de la lgica de opinin y de la ideologa tcnica.

    Definir la comunicacin

    Entender el lugar y el papel de la comunicacin en unasociedad significa analizar las relaciones entre los tres aspectosfundamentales de la comunicacin: el sistema tcnico, el modelocultural dominante y el proyecto que sobreentiende la organizacineconmica, tcnica y jurdica del conjunto de las tcnicas de

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    comunicacin. Si bien es evidente que, desde el siglo XVI, con lainvencin de la imprenta, las tecnologas que han dado lugar a lacomunicacin mediatizada a distancia han jugado un papel esencial(a travs de la aparicin del telgrafo, el telfono, el cine, la radio, la

    televisin y la informtica), no es menos cierto que todo el mundosabe que resulta imposible reducir la comprensin de lacomunicacin en cada poca a la produccin ms o menosvoluminosa de las tecnologas del momento. Hay incluso, durante lamayor parte del tiempo, un conflicto entre estas tres lgicas (tcnica,cultural y social). El inters de las investigaciones es demostrar que,si bien las tecnologas son evidentemente lo ms espectacular, loesencial no es eso ni tampoco los atractivos resultados, sino la

    comprensin de las relaciones ms o menos contradictorias entresistema tcnico, modelo cultural y proyecto de organizacin de lacomunicacin. Siempre son estos tres elementos los que permitencomprender el papel de la comunicacin en una poca. Desde elpunto de vista de una teora de la comunicacin, es decir, de larelacin entre tcnica, modelo cultural y proyecto social, la cuestines: existe un cambio real entre los medios de comunicacin demasas e Internet? Est relacionada la innovacin de las nuevastecnologas con un cambio cultural en los modelos de comunicacinindividuales y colectivos? Existe, ante esta nueva generacintecnolgica, otro proyecto de organizacin de la comunicacin, ascomo otra visin de su papel en una sociedad abierta? Es sta lacuestin importante y no la de los resultados tcnicos.

    Muchas teoras se basan en una visin materialista y tcnica dela comunicacin y llegan incluso a establecer una relacin directaentre la historia de la comunicacin y la de sus grandes etapastecnolgicas. Esta visin materialista es simple. Sin embargo, la

    historia de las tecnologas, que es una disciplina esencial aunqueinfravalorada, demuestra lo contrario. La historia de las tecnologasque han transformado la materia y la naturaleza, y ms aun la de lacomunicacin, demuestra que siempre existe una autonoma entreestas tres lgicas. Los momentos en la historia en que existe unacierta correspondencia entre las tres dimensiones son escasos. Las

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    diferencias no son slo cronolgicas; a menudo se deben a conflictosde valores. Actualmente, un sorprendente nmero de autoresconsidera, por ejemplo, que Internet es una verdadera revolucinque va a dar lugar a una nueva sociedad, simplemente porque

    suponen que la tecnologa cambiar directamente la sociedad y a losindividuos.4De hecho, ellos se adhieren a la teora del determinismotecnolgico, segn la cual una revolucin de las tecnologasprovocara una revolucin en la estructura global de las sociedades.Pasamos as de una concepcin materialista de la comunicacin auna verdadera ideologa -la ideologa tcnica- de la comunicacin.Sin embargo, la historia demuestra los lmites de las teorasdeterministas. Las tcnicas de comunicacin no escapan al deber

    epistemolgico, que consiste en no confundir tcnica, cultura ysociedad. Constatar que las tecnologas evolucionan msrpidamente que los modelos culturales y la organizacin social dela comunicacin no es suficiente para definir un sentido en elprogreso de la comunicacin, el cual ira desde la evolucintecnolgica hacia el cambio de las prcticas culturales y, despus,hacia los proyectos de sociedad.

    La propuesta de una teora de la comunicacin y de losestudios que llevo a cabo en este descomunal territorio de lacomunicacin, barrido desde hace siglos por los constantes oleajesde tecnologas cada vez ms productivas, consiste precisamente enno reducir la comunicacin hasta una explotacin tecnolgica, nitampoco en suponer que la innovacin tecnolgica, siempre msrpida que la innovacin cultural o social, modificar al final lasituacin general de la sociedad. Todo el sentido de mi trabajo comoinvestigador, incluida a la afiliacin a una tradicin evidentementeminoritaria, aunque dinmica, en el plano intelectual y terico,5 es

    tratar de explicar por qu lo esencial en un sistema de comunicacinno es la tcnica. Volvemos a encontrar, junto a las tcnicas decomunicacin, la ideologa tcnica que ha circulado librementedesde hace un siglo por otros sectores industriales, pero que es aquparticularmente insistente. Por mi parte, hace varios aos que tratode valorar las caractersticas culturales y sociales de la

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    comunicacin. En este sentido, recuerdo a menudo que no hay teorade la comunicacin sin una teora implcita o explcita, de lasociedad, y que es imposible pensar en un sistema tcnico decomunicacin sin relacionarlo con las caractersticas culturales y

    sociales. En este sentido, podernos afirmar tambin que el objetivode las nuevas tcnicas de comunicacin es socializarlas, y notecnificar al hombre o la sociedad: en una palabra, separar lacomunicacin del problema de la productividad.

    El objetivo de Internet no es entonces saber si todo el mundose beneficiar de l ni sorprenderse de lo que permite hacer sino msbien comprender si existe alguna relacin entre este sistema tcnicoy un cambio de modelo cultural y social de la comunicacin. Si esta

    relacin entre los tres mbitos se produce, estaremos ante unaverdadera revolucin de la comunicacin como las que Occidente haconocido ya al menos en dos ocasiones desde el Renacimiento. Enefecto, del siglo XVI al XVIII la imprenta favoreci el nacimientodel modelo individual y la construccin de un espacio pblico parala expresin y la circulacin de las opiniones. Del siglo XIX al XX,primero el telfono y despus la radio y la televisin han estadorelacionados con el triunfo del individualismo y de la democracia demasas. En ambos casos, la innovacin tecnolgica ha adquirido sudimensin real slo porque hubo, en un espacio-tiempo similar,evoluciones radicales del orden cultural y social. La cuestin actual,si tomamos Internet como el smbolo de las nuevas tecnologas, essaber si esta innovacin vuelve a encontrar o no una evolucinsustancial en los modelos culturales de la comunicacin y en losproyectos sociales de la comunicacin. Si el encuentro se realizaentre los tres, aun cuando se produzca a ritmos diferentes, quieredecir que Internet abre un tercer captulo en la historia de la

    comunicacin en Occidente. Si, por el contrario, no existe unarelacin sustancial entre la innovacin tcnica y un cambio demodelo cultural y social, esto significa que las nuevas tecnologas,aunque sean tan seductoras y tan productivas, no son suficientespara erigirse en el smbolo de una revolucin en la economa general

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    de la comunicacin. Y menos an para convertirse en el smbolo deuna nueva sociedad. La diferencia entre las dos posturas es esencial.

    Tres objetivos

    En este libro, persigo tres objetivos:

    1) Contribuir a una revaloracin terica de la comunicacin,demostrando que no slo se trata de tecnologas ni, actualmente, deun mercado en plena expansin, sino tambin de un valor esencial

    de nuestro patrimonio cultural. As pues, contino el trabajo queconsiste en hacer explcitos los vnculos existentes entre teora de lacomunicacin y teora de la sociedad. Partiendo de la distincinfundamental entre comunicacin normativa y comunicacinfuncional6considero que la comunicacin es un concepto al mismonivel y de igual importancia en nuestro sistema de valoresoccidentales que los de libertad e igualdad; y que este conceptoimplica siempre tres caractersticas: un sistema tecnolgico, un

    modelo cultural de relaciones individuales y sociales y un proyectode sociedad. En una palabra, tomarse la comunicacin en serio esreconocer el inters de las teoras de la comunicacin para lacomprensin de las sociedades contemporneas y la necesidad dedefender la diferencia fundamental entre comunicacin normativa yfuncional. Es reconocer, tambin, que existen palabras malditas quedeben rehabilitarse; es el caso, evidentemente, de la palabracomunicacin, aunque tambin, como veremos, el de la palabra

    reglamentacin, sin olvidar, por ejemplo, otras dos palabras de igualimportancia e injustamente desvalorizadas, como ritual yestereotipo. Hoy en da, la frase principal podra ser: s a lacomunicacin como objetivo terico; no a la comunicacin comoideologa.

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    2) El segundo objetivo: defender una reflexin sobre latelevisin, que es el medio de comunicacin esencial para lademocracia, no por obstinacin terica, sino por su papel centralen el seno de una teora de la comunicacin en la democracia de

    masas y no se debe creer que todo cambia en treinta aos; esevidente que las tecnologas evolucionan, pero esto no es suficientepara hacer cambiar las sociedades. En el contexto actual, nada hacepreveer un cambio de problemtica en el papel de la comunicacinen la sociedad individualista de masas, a no ser que el desintersterico, del cual es objeto desde siempre, actualmente se haya vistoreforzado por la moda de las nuevas tecnologas. Responder una vezms a las objeciones recurrentes contra la televisin ilustra el peso

    de las resistencias que existen con respecto a la cuestin de lacantidad en la democracia de masas, cuestin que los medios decomunicacin generalistas, en el primer puesto de los cuales seencuentran la radio y la televisin abordan directamente. A travs deeste desprestigio constante de la televisin, ayer a ttulo deinfluencia embrutecedora y uniformizadora que habra ejercidosobre el pblico, y hoy en nombre de los buenos resultados de lasnuevas tecnologas individualizantes, encontramos no slo la antiguahostilidad, clsica, hacia los medios de comunicacin de masas, sinotambin hacia la cultura y la democracia de masas. Hechas ennombre de la democracia, estas crticas contra la televisintraducen, en realidad, la desconfianza hacia las lites7 respecto a laproblemtica de la cantidad y de la comunicacin al gran pblico.

    La paradoja es, sin embargo, que en los tres grandes tipos dergimen que se han sucedido durante el siglo XX, el comunismo, elfascismo y la democracia, es el tercero, bajo la forma de lademocracia de masas, el que ha aportado la respuesta ms justa y

    ms pacifica a esta cuestin. Esta dbil legitimidad de lademocracia de masas, que es, sin embargo, una victoria deOccidente, se refleja en la actitud respecto a los medios decomunicacin generalistas. Ahora bien, la radio y la televisinabordan directamente esta cuestin de la cantidad, con la cual lasdemocracias no saben exactamente qu hacer, cuidando a su vez la

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    dimensin individual, que hoy en da seduce tanto entre las nuevastecnologas. La fuerza de los medios de comunicacin generalistases precisamente mantener las dos escalas de la comunicacin, laescala individual y la colectiva, mientras que los nuevos medios se

    sitan bsicamente en la escala individual. De todos modos, losmedios de comunicacin generalistas, que privilegian la lgica de laoferta, recuerdan la importancia, para una teora de la cultura, de unaposicin normativa que destaque, contrariamente a la ideologaactual de la demanda, cmo la emancipacin cultural pasa por laoferta, que es precisamente una manera de imaginar la relacin entrela escala individual y la colectiva.

    3)Tercer objetivo: tocar el timbre de alarma para Europa. Yaes difcil tocar el timbre de alarma en un desierto como el que hay enmateria de comunicacin. Sin embargo, todo est presente: latradicin histrica que hace de Europa la cuna de la teora de lacomunicacin vinculada al modelo democrtico; la fuerza y laoriginalidad de su prensa escrita, de su radio y de su televisin; laorganizacin, contrariamente a los Estados Unidos, de lacomunicacin bajo un rgimen mixto entre servicio pblico y sectorprivado, y, sobre todo, desde hace cuarenta aos, la voluntad derealizar este proyecto inaudito de una construccin de un espacioeconmico y poltico nuevo. En resumen, todo est presente, no slopara favorecer debates tericos sobre la posicin de la comunicacinen la sociedad moderna, sino tambin para reflexionar ante el papelde las nuevas tecnologas en sociedades y culturas antiguas. Europatambin podra definir una posicin original con relacin a ladesreglamentacin, a fin de evitar cualquier parecido con losEstados Unidos. Nadie duda que maana la comunicacin a escala

    ser factor de conflictos, como lo han sido las materias primas, lascolonias y el petrleo desde hace ciento cincuenta aos. Es decir,aunque se trate de los medios de comunicacin tradicionales, de lasnuevas tecnologas, de la reglamentacin, de la organizacin delespacio pblico y de la comunicacin poltica, de la comunicacinintercultural y de las relaciones entre comunicacin y sistemas

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    filosficos y religiosos diferentes, Europa es un territorio pioneroen materia de comunicacin. Esta fusin inaudita le permitira haceror su propuesa de particin, romper el monopolio americano,ofrecer a otras reas culturales la posibilidad de abordar de forma

    diferente la cuestin de las relaciones entre comunicacin, cultura,poltica y sociedad. En lugar de esto, Europa se decanta por una fracontinuidad. Continuidad porque, oficialmente, la Unin Europea hatomado por su cuenta el peor de los discursos ideolgicos sobre lasnuevas tecnologas, fijndose como objetivo, igual que los EstadosUnidos, el hecho de convertirse en la primera sociedad de lainformacin y de la comunicacin. Continuidad tambin por ladesreglamentacin, con una incapacidad de defender la idea segn la

    cual la informacin y la comunicacin no son industrias como lasotras. Y, finalmente, continuidad por la ausencia de ambicin paradar a conocer otra concepcin de la comunicacin interculturaldistinta a la que existe en Norteamrica. Sin embargo, el proyecto dela Unin Europea debe permitir inventar otra forma de cooperacincultural a partir de quince pueblos que hablan once lenguas, tienenpasados culturales muy antiguos con fuertes identidades y persiguendesde Maastricht el objetivo de la Europa poltica sobre la base deun sufragio universal.

    En otras palabras, lo que se juega pacfica y democrticamenteen Europa no tiene nada que ver con lo que ha pasado en los EstadosUnidos, e interesa al mundo entero por una de las cuestiones msimportantes del futuro: la organizacin de una comunicacinintercultural. La excepcin cultural, que Europa debera poner enprimer lugar y que es tan importante para la comunidadinternacional, ya forma parte del proyecto de la Unin Europea y delconcepto de la comunicacin normativa, que es una de las

    condiciones de aqulla. As pues, podemos establecer la siguientehiptesis: el da en que las cuestiones de comunicacin seanrealmente objeto de debates tericos y culturales contradictorios,este hecho constituir la prueba de la apropiacin, por parte de loseuropeos, de su destino poltico.

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    Dos objetivos tericos

    1) Restablecer el vnculo entre teora de la comunicacin yteora de la sociedad. Este objetivo concierne directamente a laposicin del receptor. Si los individuos, contrariamente a todo loque se ha previsto desde la llegada de la prensa, despus de la radioy, ms tarde, de la televisin, no han sido manipulados por todos losmensajes recibidos, significa que por su parte ha habido una actitudcrtica en la recepcin. Un da ser necesario sacar unaconsecuencia terica de esta constatacin emprica: la capacidad del

    receptor de no ser manipulado por los mensajes; adems, sernecesario aceptar el vnculo entre esta capacidad crtica de losciudadanos respecto a la comunicacin, y aquella que se les hareconocido durante mucho tiempo respecto a la poltica. Si se haadmitido que en poltica los ciudadanos no son ni pasivos ni estnmanipulados por los mensajes de los polticos, Por qu rechazaresta misma competencia respecto a la comunicacin? por quseran libres activos, crticos e inteligentes en materia poltica, y

    pasivos: influenciables y manipulables en materia de comunicacin?Una reflexin terica se impone sobre los vnculos que nadie haquerido ver jams entre poltica y comunicacin.

    Se trata tambin de defender que la comunicacin seafinalmente reconocida como una gran cuestin terica de lademocracia. Existe una desproporcin enorme entre la legitimidadque, desde siempre, envuelve a la poltica, la cultura y la ciencia y ladbil legitimidad de la comunicacin. Reducir esta diferencia escrucial en un momento en que la seduccin de las tecnologas y eltamao de los mercados est a punto de hacer definitivamente que lacomunicacin se decante hacia el lado de los intereses, a expensasde los valores, aunque sean principales, ya que, efectivamente, lacomunicacin atae, en primer lugar, al hombre. Valorizar lacomunicacin desde el punto de vista terico es tambin permitirque cambie la manera de concebir la idea de reglamentacin. sta

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    no debe ser, evidentemente, considerada como un obstculo parala libertad de la comunicacin sino ms bien al contrario: como unaproteccin de esta libertad. Una vez reconocida la comunicacincomo una de las grandes cuestiones de la sociedad, la legitimidad de

    la intervencin pblica se impone como en cualquier otra funcincolectiva de la sociedad. Actualmente, la ruptura ms importante sedebe producir pues, en el mbito terico: hacer entrar por fin lacomunicacin en el terreno de las grandes cuestiones polticas,sociales y culturales. Una vez consumada esta ruptura, la idea dereglamentacin se impondr ante todos, y ya no habr msinquietudes respecto a la tirana creciente de las nuevas tecnologas.Pero esta ruptura an debe llevarse a cabo...

    En una palabra: para la comunicacin, las teoras todava sonms importantes que las nuevas tecnologas. No sirve de nadacomunicarse de un extremo al otro del mundo, si una visin delhombre y de la sociedad no orienta las proezas tcnicas. Es por eso,sobre todo, por lo que el comportamiento del receptor debereexaminarse, as como los vnculos entre teora poltica y teora dela comunicacin, para integrar, finalmente, la comunicacin en lasgrandes teoras polticas. Por otra parte, hasta este momento, laaplastante mayora de las teoras polticas, incluidas las msdemocrticas, ha ignorado por completo las problemticas de lacomunicacin. A veces, ha echado una ojeada condescendiente a lainformacin para encontrar algn atributo de la democracia, peronunca sin ir ms all, sobre todo porque estos temas de informacin,y todava ms de comunicacin, no han obtenido legitimidadcultural. Y si hoy en da queremos hablar de informacin, es sobretodo para no tener que ocuparnos de la comunicacin que, desde elpunto de vista de una jerarqua estpida aunque real, an est ms

    desvalorizada que la informacin. Sin embargo, ambas estnevidentemente vinculadas aunque sea, sobre todo, la cuestin de lacomunicacin la nica totalmente relacionada con la democracia demasas. Por otra parte, esto no puede ser una casualidad si tenemosen cuenta que las dos realidades benefician tan poco el prestigiocultural; y tambin porque los desgastes de la comunicacin no son

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    peores que los de la democracia, puesto que, en general, son losmismos... En cualquier caso, la comunicacin, desde el punto devista de una teora de la sociedad, cubre un mbito mucho msextenso que el de la informacin, que permanece vinculado al

    mensaje. La comunicacin, al contrario, se ocupa de entrada de lastres lgicas del emisor, del mensaje y del receptor, as como de lasdiferencias que existen entre ellos. Tanto la fuerza como lacomplejidad terica inauditas de la comunicacin residen en lacomprensin de estas relaciones.

    2)Reevaluar la problemtica de las masas y de la cantidad. Lacantidad, y ms an, las masas, inquietan desde siempre a las

    sociedades occidentales, incluso aunque sean stas las primeras enconseguir la construccin de una democracia de masas. A pesar deeste innegable xito, vuela perpetuamente alrededor de esta cuestinla ancestral preocupacin por las multitudes, de tal forma que lasutopas de liberacin de masas han ensangrentado el siglo XX y quela victoria de la democracia a gran escala no ha permitido ningnreequilibrio. Recondiderar la cantidad es indispensable actualmentedebido al triunfo en sus dos dimensiones: funcional, gracias a lamundializacin que, con la apertura de todos los mercados,construye una economa a escala global, y normativa, con el ideal dela organizacin pacfica de la comunidad internacional. Lacantidad, las masas y la multitud continan siendo, como lacomunicacin, temas de gran importancia sobre los cuales lostrabajos tericos son insuficientes. Por otra parte, constatamos lamisma resistencia a considerar la cantidad y las masas queencontramos al observar la comunicacin; y encontramos tambinlos mismos estereotipos.

    En este sentido, Europa, si quisiera, todava podra movilizaruna formidable experiencia histrica, puesto que fue pionera en lacuestin de la cantidad democrtica, as como en la de lacomunicacin de masas. En cualquier caso, ya no hay teora polticasin teora de la comunicacin y sin integracin de una problemticasobre la enorme cantidad y sobre las masas.

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    Estas dos cuestiones, la inteligencia del receptor y laproblemtica de la cantidad, esenciales para el futuro de unareflexin sobre la sociedad contempornea, ilustran la importanciade ambas dimensiones no tecnolgicas de la comunicacin.

    Efectivamente, la inteligencia del receptor y la problemtica de lacantidad llevan a las dimensiones culturales y sociales de lacomunicacin y no slo a su dimensin tecnolgica. Si lacomunicacin estaba considerada como un objeto de conocimientocientfico como los otros, y si, desde hace un cierto tiempo,diferentes teoras de la comunicacin se debatan pblicamente, laideologa tcnica no tendra la influencia que tiene desde hace unaveintena de aos. Slo ha escogido esta posicin porque exista ese

    vaco terico. Los resultados tcnicos no sustituyen la reflexin, sinoque la reclaman, y si no es as, es la ideologa la que se instala. Unavez ms, la historia demuestra que el conocimiento -en este caso, dela comunicacin- sigue siendo el mejor aliado de una comprensindel mundo. Producir conocimientos es tambin una manera derelativizar las promesas y de evitar las decepciones que no dejarnde manifestarse el da de maana, cuando los individuos se dencuenta de que ni la felicidad individual y social ni la sociedad de lainformacin se encuentran en los teclados o en las terminales.

    ****

    Imaginarse las nuevas tecnologas slo es posible actualmente

    si abandonamos el terreno de las opiniones para reubicarlas dentrode una teora general de la comunicacin y de los medios decomunicacin (Captulos 1 y 2). Esto permite comprender suslmites y sus intereses (Captulo 3), su articulacin con los mediosde comunicacin de masas (Captulo 4) y sus objetivos europeos(Captulo 5).

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    Este libro concluye una triloga empezada en 1990 con logedu grand public. Une thorie critique de la tlvision. All trataba demostrar la importancia cultural, social y poltica de la televisin enla democracia de masas. Con Penser la communication (1997),

    propuse un cuadro terico de conjunto referente a la posicin de lacomunicacin en nuestras sociedades occidentales. El objetivo eramostrar el lugar central de la comunicacin en el patrimonio culturaly poltico de Occidente y en cualquier otra teora de la sociedadabierta.

    Este libro, consagrado a una comparacin de las ventajas y losinconvenientes de los medios de comunicacin tradicionales y losnuevos, tiene como objetivo relativizar el tema de la revolucin de

    la comunicacin; darles seguridad a todos los que se creen,errneamente, pasados de moda por estar desfasados con las nuevastecnologas; y sobre todo, recordar que la esencia de lacomunicacin no se encuentra de ningn modo en las tecnologas.Sus resultados no son siempre la condicin para una mejorcomunicacin humana o social. Tecnificar la comunicacin ohumanizarla es una de las mayores prioridades del siglo XXI.

    Notas

    1. Para ms detalles respecto a las hiptesis que conciernen al estatuto dela comunicacin en nuestra sociedad, vase, adems de los Captulos 1y 2 de esta obra, la primera y la tercera parte de Penser lacommunication, Champs-Flammarion, 1998.

    2 El tema del desfase es constante en la prensa. La necesariaadaptacin de la sociedad es, por ejemplo, el argumento central delprograma de accin gubernamental "Preparar la entrada de Francia en lasociedad de informacin", presentado por Lionel Jospin durante elcoloquio de Hourtin, en agosto de 1997. Adems, este argumento deldesfase lo utilizan tanto los gobiernos de izquierdas como de derechas

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    desde hace veinte aos, con la lgica tcnica como nica referencia: lasociedad debe adaptarse a las tecnologas.

    3 Precisemos de entrada los trminos del debate.Internet: red constituidapor las diferentes redes interconectadas en el mundo. Es laprecursora de las autopistas de la informacin. La Asociacin Francesade Telemtica propone hablar de la Internet. El debate se centra ensaber si se trata de un nombre comn o de un nombre propio. Estoatae al uso del artculo y la mayscula.

    Intranet: red privada de una organizacin que funciona con losmismosprotocolos que Internet.Hipertexto: texto en soporte informtico compuesto por palabras,algunas de las cuales pueden estar vinculadas con otros textos odocumentos; la estructura de estos textos es no-lineal. Los vnculosestn indicados sobre la pantalla mediante colores, subrayados, notas o

    imgenes que permiten pasar de un texto a otro.Web: subconjunto de Internet que vincula pginas mediante estructurasde hipertextos.

    4 Las relaciones parlamentarias y las de las autoridades polticas,que siempre insisten sobre el carcter irremediable y fundamental de larevolucin de la informacin de la comunicacin, participan en estaideologa de la comunicacin, a la cual sus autores, sin duda, no seadhieren sistemticamente. Pero la ausencia de un marco deinterpretacin, la confusin entre las lgicas industriales, que obligan aactuar rpidamente y las problemticas de sociedad, que son ms lentasy ms complejas, la voluntad de ser modernos (porque los polticossiempre temen dejar escapar una evolucin importante) y, finalmente, laausencia de una cultura terica sobre estas cuestiones, explican queestas relaciones alimenten la mayor parte del tiempo la ideologa tcnicaexistente, en la medida en que los medios de comunicacin lascomentan, y legitiman as su propia fascinacin por las nuevastecnologas. Encontraremos de nuevo la lista de estas relaciones, msextensa desde hace unos veinte aos, en la bibliografa del Captulo 3.Dicho esto, la ideologa tcnica no slo est alimentada por la prensa,

    los estudios oficiales y, naturalmente, industriales; tambin se nutre,desde hace una veintena de aos, de un gran nmero de obras,realizadas sobre el mismo modelo intelectual, que insisten en el carctervital de esta revolucin tecnolgica, en el nacimiento de una nuevasociedad y en el desfase de Europa. Algunas de estas obras semencionan al final de este captulo.

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    5 Por ejemplo, con los siguientes autores, estrictamente en el sector de lacomunicacin: F. Balle, R. Barthes, W. Benjamin, J. G. Blumler, R.Cayrol, L. Dumont, J. Ellul, R. Escarpit, G. Friedmann, J. Habermas, J.-

    N. Jeanneney, E. Katz, P. Lazarsfeld, J.-F. Lyotard, H. Marcuse, A.Mattelart, B. Mige, . Morin, E. Neveu, J. Perriault, P. Schaeffer, E.Veron e Y. Winkin.

    6 Para ms detalles sobre la definicin de la comunicacinfuncional y de la comunicacin normativa, as como sobre lasdiferentes funciones tericas respecto a la comunicacin, vase elglosario y los captulos 1 a 3 dePenser la communication, op. cit.

    7 Siempre ha sido muy difcil definir lo que son las lites. Conjunto depersonas, las mejores, las ms notables de un grupo, de unacomunidad, diceLe Robert. Esto es todava ms difcil en un rgimendemocrtico donde existe una gran diversidad de lites y una

    apreciacin contradictoria de lo que se conoce como los mejores.Adems, ya no hay una unidad cultural en este grupo social, ni desde unpunto de vista comn, ya que una de las caractersticas de la sociedadmoderna es la existencia de una pluralidad de lites que refleja laheterogeneidad social. Sin embargo, en algunos mbitos existenactitudes y disposiciones comunes. ste es el caso de todo lorelacionado con los medios de comunicacin y con la comunicacin ens, puesto que, desde hace unos cincuenta aos, las lites, al sentirseerrneamente amenazadas, tienen una reaccin defensiva. Aunque setrate de lites polticas, administrativas o acadmicas, vinculadas a lafuncin pblica, a las grandes empresas, al ejrcito o a la Iglesia,siempre encontramos el mismo discurso. Dominan dos argumentos: poruna parte, todo lo que concierne a los medios de comunicacin de masases simplista y de mala calidad; por otra parte, esta cultura de masasamenaza la verdadera cultura.

    Referencias bibliogrficas

    Ideologa tcnica

    Es multiforme, a veces ms visible en los discursos y en los medios decomunicacin que en los libros. En todo caso, es omnipresente en el espaciopblico desde hace una veintena de aos, siempre con esta triple dimensin: el

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    cambio tcnico es sinnimo de progreso, sobre todo en el mbito de lacomunicacin; es urgente la adaptacin, ya que nosotros llevamos retraso;toda crtica es sinnimo de temor al cambio y defensa de arcaismos. He aqualgunos ttulos recientes que llevan a este reencantamiento del mundo quedaran lugar a las nuevas tecnologas de comunicacin.

    Castells, M., La Socit en rseaux (traducido del ingls por PhilippeDelamare), Pars, Fayard, 1998.

    De Kerckhove, D., Connected Intelligence. The Arrival of the Web Society,Torento, Somerville House Publishing, 1997. (Trad. castellana:

    Inteligencias en conexin, Barcelona, Gedisa, 1999.)Gates, B., La Route du futur, (traducido del ingls por Yves Coleman, Guy

    Fargette, Michele Garene y Lon Mercadet), Pars, Robert Laffont,1997 .

    Gudon, J.-C., La Plante Cyberinternet et cyber-espace, Pars, Gallmard,1996 (Col. Dcouvertes, 280).Lvy, P., Intelligence collective; pour une anthropologie du cyber-espace,

    Pars, Gallimard, 1997 (Col. La Dcouverte).Negroponte, N.,LHomme numrique, Pars, Robert Laffont, 1995.Rosnay, J. de, L'Homme symbiotique. Regards sur le troisime mllnaire,

    Pars, Le Seuil, 1995.

    Filosofa y tcnicaUn cierto nmero de obras, insuficientemente ledas hasta hoy, abordan,

    en el plano filosfico y antropolgico, la relacin con las tecnologas. Acontinuacin, se pueden encontrar algunos de estos ttulos y, adems, en labibliografa del Captulo 4, las obras de historia de las tecnologas decomunicacin indispensables para una reflexin sobre la posicin de lacomunicacin en la sociedad.

    Beaune, J.-C., La Philosophie du milieu technique. Ces machines que nous

    sommes, Champo Vallon, 1998. Philosophie des milieus techniques: la matire, l'instrument, l'automate,

    Champ Vallon, 1998Canguilhem, G.,tudes d'histoire et de philosophie des sciences, Pars, Vrin,

    1979.Castoriadis, C., Technique, en Encyclopaedia Universalis, tomo 22, Pars,

    Encyclopaedia Universalis France, 1989.

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    Dagognet, F.,criture et iconographie, Pars, Vrin, 1973.Daumas, M.,Histoire gnrale des techniques, tomo 3, Pars, PUF, 1969.De Meyer, L., Vers l'invention de la rthorique: une perspective ethnologique

    sur la communication en Grce ancienne, Peeters, 1997.Francastel, P., Art et technique: aux XIXe et XXe sicles, Pars, Gallimard,

    1988.Gilles, B.,Histoires des techniques, Pars, Gallimard, 1978 (Col. La Pliade).Habermas, J., La Technique et la science comme idologie, Pars, Gallimard,

    1990. (Trad. castellana:La ciencia y la tcnica como ideologa, Madrid,Tecnos, 1986.)

    Hottois, G., Simondon et la philosophie de la culture techruoue, Bruselas, DeBoeck-Wesmael, 1993.

    Leroi-Gourhan, A., Le Geste et la Parole: la mmoire et lesrythmes, Pars,Albin Michel, 1970.

    Le Geste et la Parole: technique et langage. Pars, Albin Michel, 1974.Mumford, L., Le Mythe de la machine, Pars, Fayard, 1973.Rossi, P,Les Philosophes et les machines, 1400-1700, Pars, PUF, 1996.Simondon, G.,Du mode d'existence des objets techniques, Pars, Aubier,

    1958.

    Gente, masas y cantidad

    Estas palabras dan miedo desde hace dos siglos, mientras, por otraparte, son el horizonte del proceso democrtico que tiene como objetivohacerse or por todos los individuos. Falta que la cuestin de la cantidad, tancompleja como es, ha sido fuente de numerosos conflictos histricos.Actualmente, con la mundializacin, hay un cierto desfase gigantesco entre lasdos dimensiones, normativa y funcional, de la cantidad. A continuacin,pueden encontrarse las referencias de algunas obras que han abordadodirectamente esta cuestin, que contina siendo uno de los grandes problemastericos del siglo XXI.

    Adorno, T. W., La tlvision et les patterns de la culture de masse,Reseaux, 44-45 (1990).

    Blondiaux, L.,La Fabrique de l'opinion: une histoire sociale des sondages,Pars, Le Seuil, 1998.

    Bourricaud, F.,LIndividualisme institutionnel.Essais sur la sociologie deT. Parsons, Pars, PUF, 1977.

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    Canetti, K, Masse et puissance, Pars, Gallimard, 1986 (Col. Tel). (Trad.castellana:Masa y poder, Madrid, Alianza, 1997.)

    Deprest, F.,Enqute sur le tourisme de masse, Belin, 1997.Desrosires, A., La Politique des grands nombres, Pars, La Dcouverte,

    1993.Dollot, L., Culture individuelle et culture de masse, Pars, PUF, 1993 (Col.

    Que sais-je?, 1552).Dumont, L., Essais sur lindivduolisme, Une perspective antrhopologie sur

    ldologie moderne, Pars, Le Seuil, 1991.Elias, N., La Socit des individus, Pars, Pocket, 1997. (Trad. castellana: La

    sociedad de los individuos, Barcelona, Pennsula, 1990.)Herms, Individus et politique, 5-6, CNRS ditions, (1990).Herms, Masses et politique, 2, CNRS ditions, (1988).Javeau, C.,Masse et impuissance: le dsarroi des universits, Bruselas, Labor,

    1998.Karsenti, B., L'Homme total: sociologie, anthropologie et philosophie chezMarcel Mauss, Pars, PUF, 1997.

    Monnier-Raball, J., Simuler. dissimuler: essai sur les simulacres de masse,LGF,1983.

    Morin, E,LEsprit du temps, essai sur la culture de masse, 2 tomos, Pars, LeSeuil, 1962.

    Moscovici, S.,L'ge des foules, Pars, Fayard, 1991.Reyni, D.;Le Triomphe de l'opinion publique: l'espace public franais, XVIe- XXescle. Pars, Odile Jacob, 1998.Riesman, D., La Foule solitaire. Anatamie de la socit moderne, Pars,

    Arthaud, 1964.Rioux, J.-P., Le Temps des masses. Le XXe sicle, en J.-F. Sirinelli (dir.),

    Histoire culturelle de la France, tomo 4, Pars, Le Seuil, 1998.Rouquette, M.-L., Sur la connaiseance des masses: essai de psychologie

    politique, PUG, 1994.Silbermann, A., Communication de masse. lments de sociologie empirique,

    Pars, Hachette, 1981.Tarde, G.,LOpinion et la foule, Pars, PUF, 1989.

    Tonnies, F., Communaut et socit, Pars, PUF, 1944.Zylberberg, J. (dir.),Masses et post-modernit, Mridien-Klincksieck, 1986.

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    1La comunicacin

    en el centro de la modernidad

    Un debate terico fundamental

    Pocos sectores tan vitales para la sociedad contempornea

    estn tan de actualidad como la comunicacin tecnolgica, puestoque, de principio a fin, la historia del telfono, del cine, de la radio,de la televisin de la informtica tiene slo un siglo de vida. Pero lasrupturas introducidas por estas tcnicas han sido tan violentas y sehan llevado a cabo tan rpidamente, que parece que estn ah desdesiempre, aunque la aparicin entre el gran pblico del transistor datade 1955, al del televisor de 1960 y la del ordenador de los aossetenta. Es cierto que ya existan la prensa y las bibliotecas, pero su

    introduccin en la sociedad era mucho ms antigua y, sobre todo, nollegaban a todo el mundo.La ventaja especfica de las tecnologas de la comunicacin1

    del siglo XX, que incluyen la transmisin del sonido y de la imagen,consiste en haber alcanzado a todos los pblicos, todos los mediossociales y culturales. De entrada, los medios de comunicacin delsiglo XX han sido inscritos en la lgica de la cantidad. El smbolode la sociedad actual es precisamente el trptico: sociedad deconsumo, democracia de masas y medios de comunicacin demasas; es decir, un trptico que pone en el centro de la sociedadcontempornea una cuestin tan esencial. Cabe sealar que sobre lacantidad y sobre las masas se ha reflexionado muy poco.

    Los medios de comunicacin de masas son, en el orden de lacultura y de la comunicacin, equivalentes a la cuestin de lacantidad aparecida con la democracia de masas y el sufragio

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    universal, o bien, dicho de otro modo, el gran pblico de los mediosde comunicacin de masas es el equivalente, en cultura, al sufragiouniversal en poltica. Antes de ser elementos empricos, estos sonconceptos normativos centrales.

    As pues, la revolucin de la comunicacin es, a la vez, unfenmeno reciente, una ruptura radical, pero tambin una realidadadaptada a esta sociedad de masas del siglo XX. Es, en ciertamanera, su smbolo.Nada volver a ser como antes de que llegarande los medios de comunicacin de masas. Sin embargo, al mismotiempo, tenemos la impresin de que la revolucin de lacomunicacin no se detiene. Apenas nos hemos acostumbrado a estaescala de los medios de comunicacin de gran pblico cuando llega

    una nueva revolucin con los multimedia que individualizan ypermiten acceder a un nmero incalculable de cadenas de televisiny de servicios informticos. En realidad, hace un siglo que lacomunicacin est en pleno cambio; tras haber estado tranquiladurante algunos siglos, ha planteado una especie de pacto con lastecnologas, identificndose incluso con la tcnica y obligndonos atodos a adaptarnos a este ritmo trepidante.

    La paradoja de la comunicacin es la siguiente: si la historia dela comunicacin es evidentemente muy larga, tan larga como la delhombre, la de las tecnologas del mismo nombre es por el contrario,extraordinariamente reciente. Y los hombres todava no se hanhabituado a unos sistemas de comunicacin que cambianconsiderablemente su percepcin del mundo su modo de vida y detrabajo, y ya deben prepararse para la etapa siguiente, en la que todoir an ms rpido. Y entonces, por qu hay tan pocas discusionesy controversias sobre las tecnologas de comunicacin?

    Simplemente porque la idea central es que se trata del

    progreso. El ideal, por no decir la ideologa, del progreso se ocupade la reflexin, evitando que no se plantee esta simple cuestin:Para qu sirven todas estas tecnologas de comunicacin? Qurelacin hay entre las necesidades de comunicacin de los hombresy de las sociedades y esta explosin de tecnologas? Hasta qupunto sienten los hombres la necesidad de comunicar? De

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    comunicar qu y a quin? Qu relacin se establece entrecomunicacin tecnolgica y comunicacin humana? Qu inters seencuentra en tener cien canales en casa o en poder consultardirectamente la biblioteca de Alexandra o la del Congreso de los

    Estados Unidos? Cul es el coste y el precio de esta revolucin?Qu desigualdades y qu relaciones de fuerza se desprenden detodo ello? Qu problemas resuelven las tecnologas decomunicacin y qu problemas plantean? Ante estas sensataspreguntas, el dogma actual, puesto que se trata de un dogma,identifica la felicidad individual y colectiva con la capacidad deestar conectado y multiconectado. Con la consecuencia siguiente:toda crtica, todo escepticismo, expresa y descubre un rechazo al

    progreso y al porvenir, ya que actualmente la idea de progreso seidentifica estrictamente con las nuevas tecnologas de comunicacin.Toda reflexin crtica puede ser sospechosa, toda critica fuera

    de lugar. En este contexto, desprovisto de debates y decontroversias, la menor manifestacin de escepticismo se identificacon el temor al cambio y al progreso. Esto explica la considerablediferencia que surgi hace medio siglo entre la extraordinariarapidez de los cambios relacionados con la comunicacin y el nfimonmero de reflexiones y de anlisis, sobre todo apologticos.

    El vals de las modas y las revoluciones

    La ausencia de reflexin sobre el sentido de estas mutacionesexplica el incesante movimiento de yoy de las modas y lasrevoluciones, al que asistimos desde hace una treintena de aos.Ante las tecnologas de comunicacin, los hombres, como el conejoblanco de Alicia en el pas de las maravillas, siempre van conretraso, siempre con prisas, siempre obligados a ir ms rpido.

    Respecto a cualquier otra cuestin esencial sobre la sociedad,la educacin, la salud, la ciudad, la defensa... podramos suponer quelos problemas fundamentales cambian cada diez aos, al ritmo de las

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    tecnologas, simplemente porque cada uno admite que estasrealidades sociales y culturales, igual que las teorascorrespondientes, no evolucionan tan rpidamente como los cambioseconmicos y tcnicos. Pero este no es el caso de la comunicacin.

    Resistirse a una lgica indispensable del conocimiento explica laperduracin de la idea de un baile ininterrumpido de cambiosradicales. La comunicacin se reduce a las tecnologas, y lastecnologas se convierten en sentido, hasta el punto de queacabamos de llamar a la sociedad del maana sociedad deinformacin o de comunicacin en nombre de la tecnologadominante. Extraa manera de comprender el sentido, a imagen dela manera de compresin de datos en informtica. nicamente la

    ausencia de cultura terica facilita esta idea de un cambio radical dela sociedad al ritmo de las nuevas tecnologas.Los medios de comunicacin que comentan estas evoluciones

    tienen una responsabilidad en esta carrera hacia la revolucin de lacomunicacin, ya que no tienen distancia crtica y retoman, a su vez,este discurso, propio de los industriales. La prensa, aunquefcilmente escptica, no est obligada a opinar; en cualquier otrombito de la sociedad no aceptara, en este punto, transformarse ensimple transmisor de los intereses y de los discursos de losfabricantes de informacin y de comunicacin; y esto esprecisamente lo que est haciendo desde hace unos diez aos:publicar un nmero incalculable de suplementos escritos oaudiovisuales sobre las nuevas tecnologas, citar constantemente alos Estados Unidos como el modelo a seguir y denunciar el retrasode las mentalidades de Francia. Estos nmeros constituyen, enrealidad, ni ms ni menos que un publireportaje. Nadie, en losltimos diez aos, ha osado plantear el problema de esta continuidad

    inaudita, por miedo a ser acusado de hostilidad hacia estarevolucin. Dicho de otro modo, el dumping ideolgico es tal, queincluso los periodistas han formado parte de esta amenaza: plantearpreguntas ser y crtico es ser hostil al progreso.

    Mi hiptesis es sencilla: todo cambio tcnico o estructuracinde un nuevo mercado, no es una ruptura en una economa

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    generalizada de la comunicacin, puesto que una economa de lacomunicacin a escala individual o social es diferente a unatecnologa. Si una tecnologa de comunicacin juega un papelesencial, es porque simboliza, o cataliza, una ruptura radical que

    existe simultneamente en la cultura de esa sociedad, No ha sido laimprenta la que, por s misma, ha cambiado Europa, sino es elvnculo entre la imprenta y el profundo movimiento dereconocimiento ejercido por la Iglesia catlica. Es la Reforma la queha dado el sentido a la revolucin de la Imprenta, y no la imprenta laque ha permitido la Reforma. De igual modo, la radio, y despus latelevisin, han tenido este impacto slo porque estaban vinculadas alprofundo movimiento a favor de la democracia de masas.

    Dicho de otra manera con una tecnologa de comunicacin, loesencial radica menos en los resultados del material que en elvnculo existente entre esta tecnologa, un modelo cultural derelaciones entre individuos y el proyecto al que se dedica estatecnologa. La tecnologa no es suficiente para cambiar lacomunicacin dentro de la sociedad, y esto es debido a que muchasrevoluciones de tecnologas de comunicacin no han tenido elimpacto esperado,2 simplemente porque no formaban parte de unmovimiento ms general referente a la evolucin del modelo culturalde comunicacin.

    Es, pues, precisamente el rechazo a pensar verdaderamente enla comunicacin lo que explica la influencia excesiva del discursotecnolgico y econmico. Es as como reforzamos la ideologatecnolgica actual, la cual considera que una revolucin en lastecnologas es la condicin de una revolucin en las relacioneshumanas y sociales. Si hubiera habido un poco ms de inters hacialos trabajos sobre la televisin, los medios de comunicacin, las

    nuevas tecnologas y su papel en la sociedad,3 no existira estacontinuidad tecnolgica y econmica desde hace veinte aos. Estasdos ideologas que, actualmente, coronan la problemtica de lacomunicacin, son el sntoma ms evidente del rechazo a aceptarque todo esto sea otra cosa que tecnologas y mercados.

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    En resumen, si las tecnologas son el elemento evidente de lacomunicacin, la esencia es, entonces, el modelo cultural quetransportan y el proyecto relacionado con el rol y la organizacin delsistema de comunicacin de una sociedad; pero el salto adelante en

    las tcnicas presenta la ventaja considerable de evitar una reflexindel conjunto y de ofrecer una comprensin, aparentemente,inmediata.

    Resultado? Asistimos a una sucesin de modas, unas msefmeras que otras. Veamos las de estos ltimos quince aos enprimer lugar, fue la seduccin por el sector privado. La televisinprivada deba cambiarlo todo y dejar obsoleta definitivamente laidea de televisin pblica. Nos sorprenderamos si retomramos

    algunas declaraciones hechas quince aos atrs y que apostaban slopor la libertad de la televisin privada. Actualmente, se handescubierto las obligaciones drsticas de las leyes del mercado, yaque, por supuesto, el mercado no ha resuelto, como por arte demagia, todas las dificultades anteriores de la televisin pblica. Estosuceda tras la llegada de los medios temticos. Todo aquello que losmedios de comunicacin generalistas no haban conseguidotransmitir lo haran la radio y las televisiones temticas. Debemosrecordar todo lo que tena que cambiar la televisin por cabledurante los aos setenta y ochenta. Las relaciones humanas ysociales deberan ser redibujadas con la emergencia de unaverdadera democracia local como prioridad. Algunos lugares,como Grenoble y el Quebec, eran paso obligado de todos los hroesde esta revolucin. Las utopas de una sociedad de la informacin yde la comunicacin que se multiplican cada vez ms de hecho yahan existido! Slo hace falta volver a leer los libros, los artculos olas obras. Esta segmentacin de la oferta copiada de la demanda ya

    fue considerada como un importante progreso. Entonces, aparecila pasin por la desreglamentacin. Por qu continuarreglamentando s existe tal profusin de tecnologas? Elconsumidor no es capaz de escoger por s mismo? La no-regulacinno es la mejor confianza que se puede dar al ciudadano?Actualmente, estamos ante la fascinacin por las nuevas tecnologas.

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    Slo es preciso pensar en la Red cargada de todas las virtudes y queconstituye la simetra exacta con todo lo que no gusta en los mediosde comunicacin de masas. Con ellos, slo se trata de dominacincultural y de pasividad; con la Red, se trata de libertad

    individual y de creacin. Ahora bien, ha sido pasivo una solavez este ciudadano que en cincuenta aos no ha parado de mirarfiltrar y jerarquizar un nmero creciente de mensajes? Y la lista deestos estereotipos sucesivos podra continuar.

    Estas modas van todas en el mismo sentido: la sumisin a loque surge, la ciega creencia en la tecnologa y en el mercado lacerteza de que todo va a cambiar en la comunicacin humana, en lafamiliar, en el trabajo, en el ocio o en la poltica, gracias a la

    multiplicacin de las tecnologas de comunicacin. El resultado essimple: la tcnica define el contenido de la comunicacin. Enrealidad, ninguno de los anteriores objetivos de la televisin demasas se han superado, como tampoco lo hicieron en su momento laradio y la prensa escrita aunque, all tambin, los cambios tcnicosles han permitido mejorar. Es simplemente que cada nuevageneracin tecnolgica resuelve algunos de los problemasanteriores, desplaza a otros y crea, a menudo, otros nuevos. La modade los medios primero temticos y despus interactivos noconstituye una superacin de la problemtica de los medios decomunicacin de masas, sino que ms bien constituye unaadaptacin a la evolucin actual, a una individualizacin de losgustos y de los comportamientos. Pero este proceso deja intactos losotros problemas, mucho ms complicados, de nuestras sociedades,como son la cuestin de la relacin social, de la comunidad nacionalo de la convivencia cultural en el seno de la comunidadinternacional.

    Para entender la seduccin que provoca esta huida adelantehacia las nuevas tecnologas y esta dificultad para relativizar laspromesas de una mejor comunicacin, es precisopreguntarse por laposicin de la comunicacin en la cultura occidental.

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    Una antigua desconfianza hacia la comunicacin

    La ausencia de distancia frente a la televisin y a las nuevastecnologas es el sntoma de un problema ms general: el delmalestar y la dificultad que genera pensar en la comunicacin en lacultura occidental. Esto es porque existe un dficit real de reflexiny de inters terico, y ms en general de reflexin epistemolgica ycultural, sobre la posicin de la comunicacin en la culturaoccidental, y tambin porque la televisin, ayer, y las nuevastecnologas, hoy, son el objeto de esta continuidad tecnolgica yeconmica. Que se pongan por las nubes las nuevas tecnologas decomunicacin o que se desprestigie la televisin como, antes que a

    ella, le ocurri a la radio y a la prensa, sigue el mismo mecanismo,el mismo sntoma la falta de curiosidad terica por la comunicacin.La televisin y las nuevas tecnologas de comunicacin Son larevelacin de la resistencia de la cultura occidental a pensar en lacomunicacin con relacin a una teora del hombre y la sociedad. Lacomunicacin, estudiada en el plano individual, es siempre acusadade transformarse en arma de manipulacin en el plano colectivo.Instintivamente, desconfiamos de la comunicacin a gran escala. La

    radio y la televisin saben algo de todo esto, ya que han tenido queafrontar la desconfianza ancestral que envuelve esta comunicacin.sta es la interesante paradoja de la posicin de la comunicacin ennuestra cultura: ella es uno de los valores centrales, pero todosdesconfiamos de ella. En lugar de reconocer que toda comunicacinest evidentemente vinculada a una relacin de fuerza, aunque nosea posible reducirla, sta se ve, la mayor parte del tiempo,empujada hacia un proceso de influencia, incluso de manipulacin.Pensamos en un emisor movido por las ms negras intenciones, y enun destinatario siempre dispuesto a creer en lo que se le cuenta, sinautonoma ni distancia crtica. Negamos tanto la distancia crtica delreceptor como la dimensin normativa del emisor, es decir, laposibilidad de una cierta intercomprensin.

    Esta antigua desconfianza hacia la comunicacin es tanparadojal como que la comunicacin sea un valor de emancipacin

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    en el centro de la cultura occidental. Desde el siglo XVI, es elcomplemento, y la condicin, de todas las emancipaciones delindividuo. La reivindicacin de la libertad de comunicar es,evidentemente, el fruto de la larga batalla, empezada en el

    Renacimiento, por la libertad de conciencia, de pensamiento y deexpresin; despus, a partir de los siglos XVII y XVIII por lalibertad de los libros y de la prensa. En el siglo XIX, la encontramosde nuevo por la libertad de asociacin, de manifestacin y departicipacin poltica. Durante el siglo XX, est directamentevinculada a la llegada de la democracia de masas, con el sufragiouniversal y la informacin para todos. Es decir, los tres siglosprecedentes, que han visto la lucha por la libertad individual y

    despus por la igualdad, son inseparables de la problemtica de lacomunicacin. No existe ninguna sociedad abierta ni democrticasin libertad de informacin y de comunicacin, y las luchas por lademocracia y la libertad de prensa primerodespus de la radio y dela televisin, han inscripto siempre su accin en esta perspectiva deemancipacin del hombre.

    As laparadoja de la comunicacin es la siguiente: se trata deunos de los valores esenciales de la cultura poltica occidental almismo nivel que los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad;pero la comunicacin nunca ha adquirido la legitimidad. Lastecnologas y los medios de comunicacin de masas tambin hansido reducidos a un proceso de transferencia de influencia y demanipulacin. En lugar de ver en las incomprensibles diferenciasentre la lgica del emisor, del mensaje y delreceptor la prueba de lalibertad del hombre, hemos credo identificar el efecto de una malacomunicacin. As que hemos temido naturalmente a los medios decomunicacin de masas y, olvidando las inevitables diferencias entre

    las tres lgicas, hemos credo que los medios de masas, por suscambios tecnolgicos, racionalizaban todava ms la comunicacin yestablecan una transmisin an ms eficaz entre el emisor, elmensaje y el receptor. En el mismo movimiento, hemos credo queesta transmisin, ms eficaz, acentuaba los mecanismos deinfluencias y, como se pasaba de la sociedad liberal individual a la

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    sociedad igualitaria de masas, hemos insistido en castigarviolentamente el efecto de estandarizacin y de manipulacin de losmedios de comunicacin de masas.

    Podemos verlo claramente con el ejemplo de la comunicacin

    poltica. sta se ha identificado con el marketing poltico, con lapublicidad y con la manipulacin, incluso mientras que la existenciade la comunicacin poltica est directamente vinculada a lademocracia de masas y a los medios de comunicacin de masas.Efectivamente, cmo se puede imaginar el funcionamiento de lademocracia de masas sin comunicacin pblica a gran escala?Cmo organizar un debate poltico a nivel de todo un pas,resultado conseguido a un alto precio tras dos siglos de luchas

    polticas, sin un espacio pblico movido por una comunicacinpoltica? La comunicacin poltica es la tercera base de lademocracia, con el sufragio universal y los medios decomunicacin, mientras que es objeto de una sospecha constante quealimentan, eso es cierto, los publicitarios o asesores cuando, convanidad, atribuyen a la aplicacin de sus procedimientos la victoriadel sufragio universal. Estos desafos inevitables no deberan hacerolvidar el papel esencial de la comunicacin poltica comocondicin de la democracia de masas. Ahora bien, a pesar de estepapel esencial, la comunicacin poltica se beneficia de unalegitimidad muy dbil, an ms dbil que la de los medios decomunicacin simplemente porque sobre ella pesa, quizs ms queantes, este estereotipo de la manipulacin.

    Es esta insuficiente valorizacin de los conceptos decomunicacin y esta desconfianza recurrente con relacin a losmedios de comunicacin generalistas lo que explica la situacinactual, la seduccin de las nuevas tecnologas: stas poseen todas las

    virtudes rechazadas por los medios de comunicacin de masas,quizs porque el carcter individual y ldico parece abrir una nuevaetapa, incluso mientras que este uso individual supone una enormeinfraestructura, sta es imperceptible para el usuario que slo ve laterminal, aunque sea necesariamente muy fuerte para permitir esta

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    interconexin. Pero pensamos slo en el uso individual, vemossolamente el teclado.

    En este punto, podemos resumir los cuatro momentos de estaantigua desconfianza hacia la comunicacin:

    1) La escala individual. Aqu la comunicacin es inseparablede cualquier experiencia humana, es la base de nuestra relacin conel mundo y con el prjimo. Es simplemente vital, aunque cree, muyrpidamente, antes incluso que el lenguaje, profundas decepciones.La comunicacin no triunfa prcticamente nunca; los fracasos estna la altura de nuestras esperanzas y se convirtien cada uno de ellosen una experiencia capaz de dejar en nosotros una profunda

    decepcin; y esto, en todas las etapas de la vida, empieza, seencuentra y decepciona cada vez. Valorizada y estudiada desde haceun siglo como complemento del movimiento de liberacinindividual en la cultura occidental puesto que los modelos varansegn las culturas, tampoco a tenido tanto xito, ya que continasiendo igual de difcil. La paradoja es, pues, la siguiente: si no hayexperiencia individual sin cancin sta est todava ms presentedebido a la situacin en el movimiento de la liberacin delindividuo, la comunicacin no est realmente valorada, ya quetodos comprobamos sus dificultades.

    2) La comunicacin a gran escala. La desconfianza es aqu,como ya hemos visto, ancestral, alimentada parcialmente, sin dudaalguna, por las dificultades de la comunicacin interpersonal, ysiempre est identificada con una tentativa de manipulacin, o, entodo caso, de influencia. No creemos en la sinceridad de lacomunicacin a gran escala. Igual que la prensa de lite es el

    objetivo de todas las atenciones a finales del siglo XVIII6y durantela primera mitad del siglo XIX, del mismo modo la aparicin de laprensa popular despus de 1850 provoc inquietud. Desconfiamosde su influencia y de todo lo que dice. La comunicacin a granescala, que es, sin embargo, el complemento natural de la lucha porla democracia, da miedo.

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    3) Los medios de comunicacin de masas condensan este dobletemor de la manipulacin y de la cantidad, incluso si se han libradonumerosas luchas a favor de aqullos. Al menos la radio no da tantomiedo como fascinacin, y esto ser todava peor con la televisin.

    Soamos con una comunicacin a gran escala ms productiva que lacomunicacin humana y, al mismo tiempo, desconfiamos de ella,puesto que, precisamente, es a gran escala. Finalmente, descubrimosque nos influencia personalmente menos de lo que se dice, perocontinuamos con la seguridad, por el contrario, de que influencia alvecino...

    4) La alteracin de la problemtica con las nuevas tecnologas.

    De nuevo, todo parece posible. El resultado de las herramientas haceolvidar las dificultades de la comunicacin interpersonal y laindividualizacin acenta este sentimiento: es al fin el individuosolo, libre, quien empieza la comunicacin. Durante menos de diezaos nos hemos movido entre la desconfianza y la confianza: lasnuevas tecnologas, por su ligereza y resultados, van a conseguir loque los hombres no han podido conseguir jams. Olvidamos laherramienta para soar con una comunicacin humana y socialdirecta. Adems, no decimos que la interactividad de la Red essuperior a la interactividad humana?

    La constante desconfianza hacia los medios de comunicacinde masas es tan desproporcionada como la confianza absoluta hacialas nuevas tecnologas, puesto que las dos traducen el problemajams resuelto de la comunicacin interpersonal y el de ladesconfianza hacia cualquier comunicacin a gran escala.

    Efectivamente, el objetivo siempre es el mismo. La

    comunicacin, siempre ambigua en el plano de la experiencianecesita ser mediatizada por conocimientos. Construir teoras ycomprender los vnculos que existen entre teora de la comunicaciny teora de la sociedad, entre tecnologas y necesidades humanas,permite tomar distancias frente a demasiadas promesas. Es decir,hacer la seleccin entre la comunicacin normativa y la

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    comunicacin funcional, entre las promesas y la realidad, entre loirreal de la comunicacin y sus dificultades concretas.

    La distincin entre los dos tipos de comunicacin, la ideal y lade simple necesidad, es fundamental y de ningn modo cubre la

    oposicin entre comunicacin directa y comunicacin mediatizadapor la tecnologa. Puede haber tanta comunicacin normativa en unproceso de comunicacin mediatizada por las tecnologas, comocomunicacin funcional en los intercambios directos. La oposicinno se establece entre la buena comunicacin humana y la malacomunicacin tecnolgica; esto seria falso y demasiado sencillo. Seestablece en el modelo de comunicacin que prevalece en elintercambio. Pero la ausencia de inters por los numerosos trabajos

    tericos sobre la posicin de la comunicacin en nuestra culturaoccidental ha llevado hasta esta desconfianza desproporcionada,sobre todo por parte de las lites, hacia los medios de comunicacinde masas, antes de asistir, desde hace una decena de aos, a unproceso tan desproporcionado de adhesin a las nuevas tecnologas.Slo la acumulacin de conocimientos permite pensar en elproblema esencial: el de la articulacin de la comunicacin comovalor en la cuestin de la cantidad en las sociedades abiertas.Efectivamente, no se trata slo de saber discriminar en lacomunicacin entre lo que se manifiesta como normativo y lo que semanifiesta como funcional; se trata tambin de pensar en estadicotoma en relacin a estas dos escalas: las relaciones individualesy las colectivas.

    Por ejemplo, cuando afirmamos que la generalizacin de lasredes de ordenadores y de satlites permitir una mejor comprensindentro de la comunidad internacional, estamos confundiendo,voluntariamente o no, comunicacin normativa y comunicacin

    funcional. As reducimos la capacidad de comprensin entrepueblos, culturas y regmenes polticos que, por otro lado, todosepara, al volumen y al ritmo de intercambios entre lascolectividades permitido por las redes. Como si la comprensinentre las culturas, los sistemas simblicos y polticos, las religionesy las tradiciones filosficas dependiera de la velocidad de

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    circulacin de las informaciones!... Como si intercambiar mensajesms rpido significara entenderse mejor. En parte, esto es verdadpara la economa, y aun, pero, en todo caso, lo es mucho menos paralos fenmenos sociales y polticos. Esto puede incluso provocar,

    como ya he dicho en otras muchas ocasiones, el efecto contrario: laaceleracin de la-circulacin de mensajes, imgenes e informacionesdeja ms visibles que antes las diferencias entre culturas y sistemasde valores; y puede crear tanto un efecto repulsivo como elcontrario.

    La posicin de la imagenEsta desconfianza hacia la comunicacin de masas es todava

    ms evidente cuando se trata de abordar la cuestin de la posicin dela imagen. Imagen, imagen, cuando t nos captas... ,4 parecegritar, efectivamente, este fin de siglo, habitado e invadido por laimagen. Del trabajo a la educacin, del ocio a la salud, de lajuventud a la etapa adulta, la imagen acompaa todas las etapas de la

    vida, y los nuevos medios de comunicacin, en este terreno, son,ms que nunca, activos. Sin embargo, debemos constatar a la fuerzaque la imagen suscita reacciones contrastadas -pasin de losfabricantes de la imagen, desconfianza de las lites- que parecenbastante poco infundadas; como si, desde hace medio siglo, no sehubieran realizado mltiples trabajos en semiologa, psicologa,psicolingstica, sociologa o antropologa cultural, los cualesinsisten precisamente en el carcter heterogneo de la imagen y en ladificultad de extraer un significado cerrado.

    No es aislando o rectificando la imagen el modo en que mejorpodremos asentar, en su lugar, una lgica de conocimiento; starequiere lo contrario y, como siempre, una relacin. Si cualquierfenmeno cultural o tcnico no se entiende por s mismo fuera detodo contexto, por qu la imagen sera la nica en no manifestaresta regla? Recordemos, pues, a ttulo metodolgico, cuatro

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    fenmenos que permiten construir la distancia indispensable entre elobjeto, la imagen y el anlisis.

    1) Ante todo, valorizar la importancia del contexto de la

    historia: La imagen no existe nunca por ella misma, sino que seinscribe en un contexto, con un antes y un despus. Esta inscripcinda lugar inevitablemente a una relativizacin.

    2) Reconocer la dimensin crtica del receptor. No hay imagensin contexto, es cierto, pero tampoco hay imagen sin receptor, esdecir, sin un sujeto individual o colectivo que disponga por susvalores, opiniones, recuerdos y experiencias, de filtros entre la

    imagen y l para interpretarla y mantenerla a distancia. El receptores a menudo crtico, y es esta capacidad crtica lo que explica porqu, desde siempre, los individuos, consumidores de imgenes, sehan acercado siempre a ellas con desconfianza, como si presintieranque podran perder su posicin, olvidar la realidad, como si temieranser atrapados en las redes de las imgenes. Entre el mensaje y elreceptor existe siempre la historia del individuo y sus decisiones.

    3) No pensar jams en la imagen como nica. En estesentido, manifestarse en contra de la ideologa tcnica que consistee',l valorizar los cambios siempre crecientes de la imagen yrealizarlos independientemente de su objetivo para un tipo deusuario universal, un ser asexuado, de mediana edad, ni habitante deciudades ni rural; es decir, para un usuario que no existe. La imagenest adquiriendo, cada vez ms, este poder, cuando ante ella slo seencuentra este usuario sin identidad.

    4) Recordar que no hay imagen sin imaginacin. Esto tambinsignifica que la imaginacin que trabaja en la construccin deimgenes tiene todas las oportunidades de ser diferente a la quetrabaja en la recepcin. Esta economa de la imaginacin introduceuna libertad, una relativizacin de las dos partes, y anula incluso laidea de una influencia unvoca. Entre la intencin de los autores y la

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    de los receptores no slo tienen lugar los diferentes sistemas deinterpretacin, de cdigo y de seleccin, sino tambin todas lasimaginaciones. De hecho, es este aumento de la imaginacin lo queexplica la desconfianza de la que se rodea la imagen desde hace

    tiempo.

    En una palabra, la paradoja de la imagen es la siguiente: anosotros nos gusta y la consumimos porque estamos solos ante ella;somos libres de amarla o de rechazarla, y esta libertad parece quesurja de nuestra propia decisin. En realidad, es una decisin de laimagen como de cualquier situacin de comunicacin: el receptor noest solo. Toda su historia y sus valores intervienen en esta

    percepcin y anlisis de la imagen; lo protegen, a veces sin que losepa. Es el conjunto de nuestros recuerdos, valores e ideas lo quenos permite conservar cierta distancia interpretativa frente almensaje y, de este modo, ser libres.

    Ahora falta que los nuevos medios tecnolgicos introduzcan unimportante matiz: el virtual. Es esencial, evidentemente, que semantenga en la recepcin una diferencia radical entre la imagen dela realidad y la de una realidad virtual, desde el momento en que seproducen imgenes de sntesis, sobre todo en tres dimensiones. Paraevitar las confusiones de consecuencias antropolgicasprobablemente graves, es preciso inventar permanentemente reglasque permitan a todos los niveles de la produccin -difusin yrecepcin de imgenes distinguir, entre todas las imgenes, aquellasque evocan la realidad y aqullas que son una simulacin.5Sin dudaalguna, aqu reside el peligro ms grave de las mutaciones actuales,puesto que, ms all del debate filosfico esencial sobre lo que es larealidad y la experiencia, una mezcla de gneros as corre el riesgo

    de tener consecuencias culturales y, sobre todo, polticas, graves.Ahora bien, curiosamente, esta distincin esencial, una especie

    de carta sagrada mnima que puede jugar el papel de unreglamento internacional que se impone a todos los actores de laimagen, no se ha llevado adelante. Es como si, en la gran tradicinde su relacin con la imagen, los hombres encontraran una ventaja

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    en dejar que se crucen imaginacin y realidad, ficcin y realidad,simulacin y materialidad Evidentemente, una carta as seraextremadamente compleja: quin podra decidir lo que es unabuena imagen? a partir de qu criterios? debera aplicarse a

    todas las imgenes, incluso a aqullas producidas en el campoartstico y cientfico? Si un acuerdo pareciera difcil, el debatetendra el mrito de ser impulsado, se plantearan las preguntas y sepodra, al menos, intentar aplicar los principios generales delderecho al problema de las nuevas imgenes.

    Vemos la paradoja de una situacin as. Es curiosamente en elterreno ms movedizo de las nuevas tecnologas -la distincin entrelo real y lo virtual- en el que el silencio terico es el ms

    ensordecedor, mientras que, por todo lo que concierne a los nuevosmedios de comunicacin, parece que nadie intenta acusar susresultados ni su utilizacin. Desconfiamos de la imagen y nos hemosequivocado, salvo en un punto, el virtual, no identificado como tal,mientras que, paralelamente, no desconfiamos de los nuevos mediosde comunicacin que, precisamente, constituyen uno de los lugaresprivilegiados de esta virtualidad.

    Discursos ruidosos y silencio terico

    Una de las mayores dificultades proviene del hecho de que lacomunicacin es, actualmente, el tema de un gran nmero dediscursos; si todos tienen una legitimidad, siguen estando, en suconjunto, divididos; y no porque slo traten una parte del problema,sino porque tienen la tendencia a convertirse ellos mismos enteoras o, en todo caso, a mostrarse como autosuficientes.

    En orden cronolgico, podemos citar el discurso de lospolticos, seguido del de los juristas. Fueran de izquierdas o dederechas, tanto unos como otros defendan, al principio, unaorientacin de los valores pero, con el paso de los aos, el discursode orientacin dirigido a acercar la radio y la televisin al servicio

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    pblico se ha transformado en un discurso de acompaamiento. Laidea de una gran filosofa de los medios de comunicacin de masasapareci, despus de los aos setenta,desfasada, y la continuidadeconmica y tecnolgica finalmente se la llev. Despus lleg el

    discurso de los tcnicos y de los ingenieros que acompa laexplosin tecnolgica, seguido del discurso de los primerosempresarios a partir de los aos ochenta, con la creacin del sectorprivado y la entrada masiva de la economa en la comunicacin. Eldiscurso de los publicitarios tampoco constribuy a la legitimidadde la televisin, ya que ms bien defenda el estereotipo segn elcual aquel que controlaba las imgenes reinaba sobre la sociedad,incluso era capaz de hacer ganar a los polticos. Las estrellas de la

    pequea pantalla han adquirido progresivamente la costumbre deexpresarse tambin ellas sobre el sistema. Si ellas han contribuidoa la legitimidad popular de la televisin, tambin han favorecido,con sus comentarios sobre la combinacin sector pblico-sectorprivado, la idea de una televisin espectculo antes que la de unatelevisin parte de la sociedad. En realidad, la televisin, alconvertirse en una industria, hecho que era inevitable, ha idoabandonando el discurso de orientacin y de valores que haba sidoel suyo durante los aos cincuenta y sesenta. Por otra parte, se haconfundido el final de la televisin nica y la deseada llegada de lacompetencia con el final de un discurso de orientacin sobre latelevisin. Es como si la multiplicacin de los canales, lamundializacin de las industrias de la comunicacin y la severacompetencia sector pblico-sector privado deberan traducirse en elabandono de cualquier proyecto de conjunto sobre la televisin.

    No es la aparicin del sexto discurso, el de los especialistas dela audiencia y de los estudios, lo que ha podido compensar esta

    desviacin. Es ms bien lo contrario, puesto que se ha producido unaconfusin entre audiencia y calidad. El servicio pblico,desfavorecido en esta carrera, ha mostrado la tendencia a retomaresta lgica propia del mercado, sin recordar claramente que estaobligacin del mercado no prohiba el mantenimiento de objetivos

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    En cuanto al noveno discurso, el de los grandes grupos decomunicacin que se estn reestructurando desde hace unos diezaos, acredita tambin la idea de una entrada en una nueva era dela comunicacin. A golpe de millardos de dlares, hacen y

    deshacen imperios, concentran y compran, fascinando a losobservadores como fascinaban los jefes de los imperios siderrgicosdel siglo XVIII. Y como los grandes grupos mundiales decomunicaci